importancia de la motivación jurisdiccional para el decreto

Anuncio
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD DEL ZULIA
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
DIVISIÓN DE ESTUDIOS PARA GRADUADOS
MAESTRÍA EN DERECHO PROCESAL CIVIL
IMPORTANCIA DE LA MOTIVACIÓN JURISDICCIONAL PARA EL
DECRETO DE LAS MEDIDAS CAUTELARES TÍPICAS EN EL
PROCEDIMIENTO CIVIL ORDINARIO
Trabajo de Grado para optar al Título de Magíster en
Derecho Procesal Civil
Autor. Abog. Peralta Hernández, José Ramón
Tutor. Dr. Paúl J. Aponte Rueda
Maracaibo, febrero de 2010
IMPORTANCIA DE LA MOTIVACIÓN JURISDICCIONAL PARA EL
DECRETO DE LAS MEDIDAS CAUTELARES TÍPICAS EN EL
PROCEDIMIENTO CIVIL ORDINARIO
FRONTISPICIO
IMPORTANCIA DE LA MOTIVACIÓN JURISDICCIONAL PARA EL
DECRETO DE LAS MEDIDAS CAUTELARES TÍPICAS EN EL
PROCEDIMIENTO CIVIL ORDINARIO
Abog. Peralta Hernández, José Ramón
Investigador Responsable
CI. 4.705.261
Teléfono:04146103758
Correo electrónico: [email protected]
Dr. Paúl Aponte Rueda
Tutor
ACTA
VEREDICTO
AGRADECIMIENTO
A Dios, por darme la fuerza y voluntad necesaria para
emprender y culminar mis estudios en la Maestría en Derecho
Procesal Civil.
A mis hijos y a mi nieto por ser la razón y continuidad de mi
vida.
A mis padres, Carlos y Valentina, por ser el ejemplo viviente
que reina en mi corazón,
A mi esposa Raquel, por constituir parte especial de mi vida.
A mis hermanos, por el apoyo que me dan, y
A todos aquellos que saben de mi afecto
José Ramón
AGRADECIMIENTO
La culminación de este trabajo fue posible por los aportes,
sugerencias y disposición de muchas personas.
Al tutor Dr. Paúl Aponte, quien guió en todo momento el
desarrollo del trabajo.
A mis compañeros de la Maestría quienes aportaron datos
significativos y siempre estuvieron dispuestos a ayudarme.
A los profesionales que entregaron todas sus opiniones sin
reservas prestando la mayor colaboración en el enriquecimiento
de este trabajo.
A la Universidad del Zulia por permitirme recibir la savia del
conocimiento en sus aulas, con experiencias académicas
inolvidables conjugadas con experiencias en el ejercicio de la
profesión, todo lo cual constituye un aval para la continuidad en
mi profesión como litigante en materia civil y mercantil
José Ramón
Peralta Hernández, José Ramón. Importancia de la Motivación Jurisdiccional para el
Decreto de las Medidas Cautelares Típicas en el Procedimiento Civil Ordinario. Trabajo
Especial de Grado para optar al Título de Magíster en Derecho Procesal Civil.
Universidad del Zulia. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Dirección de
Postgrado. Maestría en Derecho Procesal Civil. Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela.
2009. 97 pp.
RESUMEN
La investigación tuvo como objeto determinar la importancia de la motivación
jurisdiccional al decretar en el procedimiento civil ordinario las medidas cautelares
típicas, toda vez que tanto en la doctrina como jurisprudencia patria existen criterios
divergentes sobre la obligatoriedad o no de motivar dicho decreto. De ahí la necesidad
de profundizar tal situación y determinar científicamente si la misma constituye un
elemento obligatorio o discrecional. Análisis que fue sustentado en el examen de
criterios doctrinarios esgrimidos por autores venezolanos, la jurisprudencia del Tribunal
Supremo de Justicia (años 2007-2009), e igualmente expedientes tramitados en
Juzgados de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de diferentes
circunscripciones judiciales. La técnica empleada fue la observación directa y el
análisis cualitativo de la información, y su justificación se considera desde el punto de
vista teórico, metodológico y práctico. Como resultado de la investigación se llegó a la
conclusión que no existe una estructura definida para el decreto sobre medidas
cautelares, que el Código de Procedimiento Civil (1987) establece los extremos que
deben llenarse para dictar las medidas cautelares, existiendo criterios divergentes sobre
la obligatoriedad o no de la motivación del respectivo decreto, pero decisiones judiciales
tomadas como jurisprudencia determinan la necesidad de la motivación.
Palabras clave: Motivación Jurisdiccional, Medidas Cautelares Típicas, Proceso
Ordinario, Sentencias.
Correo electrónico: [email protected]
Peralta Hernández, José Ramón. Importancia de la Motivación Jurisdiccional para el
Decreto de las Medidas Cautelares Típicas en el Procedimiento Civil Ordinario. Trabajo
Especial de Grado para optar al Título de Magíster en Derecho Procesal Civil.
Universidad del Zulia. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Dirección de
Postgrado. Maestría en Derecho Procesal Civil. Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela.
2009. 97 pp.
ABSTRACT
The investigation had as object to determine the importance of the jurisdictional
motivation upon decreeing in the ordinary civil procedure the typical preventive
measures, every time that so much in the doctrine like jurisprudence country divergent
criteria on the obligatory nature exist or not of motivating said decree. From there the
need to deepen such situation and to determine scientifically if the same one constitutes
an obligatory or optional element. Analysis that was supported in the exam of doctrinary
criteria used by Venezuelan authors, the jurisprudence of the Supreme Court of Justice
(years 2007-2009), and likewise expedients dealt with in Courts of First Instance in the
Civil thing, Commercial and Traffic of different judicial districts. The employed technique
was the direct observation and the qualitative analysis of the information, and its
justification is considered since the practical, methodological, and theoretical point of
view. As a consequence of the investigation came to the conclusion that not a definite
structure for the decree on preventive measures exists, that the Code of Civil Procedure
establishes the extremes that should be filled to dictate the preventive measures,
existing divergent criteria on the obligatory nature or not of the motivation of the
respective decree, but judicial decisions taken as jurisprudence determine the need of
the motivation.
Keywords: Jurisdictional Motivation, Typical Preventive Measures, Ordinary Process,
Sentences.
Email: [email protected]
ÍNDICE GENERAL
pp.
RESUMEN
ABSTRACT
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN ....................................................................................................
1
CAPÍTULO I. CONSIDERACIONES GENERALES................................................
3
1. ÁREA DE INVESTIGACIÓN.............................................................................
3
CAPÍTULO II. TUTELA JUDICIAL EFECTIVA.......................................................
9
1. GENERALIDADES ...........................................................................................
9
2. LAS GARANTIAS PROCESALES DESDE LA ÓPTICA CONSTITUCIONAL 14
3. EL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL............................................. 16
4. LA TUTELA PREVENTIVA CAUTELAR EN EL SISTEMA DE DERECHO .... 17
5. CARACTERÍSTICAS GENERALES Y ESPECÍFICAS DE LA TUTELA
CONSTITUCIONAL .......................................................................................... 20
5.1 Requisitos de procedencia................................................................................ 20
CAPITULO III. MEDIDAS CAUTELARES .............................................................. 23
1. EL PROCEDIMIENTO CAUTELAR.................................................................. 23
1.1 Naturaleza jurídica ............................................................................................ 23
2. LAS MEDIDAS CAUTELARES........................................................................ 26
2.1 Reseña histórica de las medidas cautelares..................................................... 26
2.2 Características de las medidas cautelares........................................................ 30
2.3 Clasificación de las medidas cautelares ........................................................... 32
3. EL DECRETO DE LAS ME DIDAS CAUTE LARES TÍPICAS E N EL
PROCESO CIVIL ORDINARIO ......................................................................... 37
13
3.1 Posibilidades que reviste el Decreto Cautelar ................................................... 39
3.2 La motivación del Decreto Cautelar .................................................................. 39
CAPÍTULO IV. RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN ...................................... 44
1. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS ................................................................. 44
1.1 Revisión sobre motivación de decretos de medidas cautelares típicas dictado
por Juzgados en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial
de estado Zulia ................................................................................................. 44
1.2 Revisión de procedimientos sobre oposición a decreto de medidas
cautelares típicas dictado por el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo. 54
1.3 Revisión de procedimiento sobre apelación a decreto de medidas cautelares
típicas dictado por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario,
Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de la
Circunscripción Judicial del estado Aragua………………………………... 58
1.4 Revisión de procedimientos de inadmisión dictado por el Juzgado Superior
Civil (Bienes), Contencioso Administrativo y Agrario de la Circunscripción
Judicial de la Región Sur, a pretensión de Amparo Constitucional contra el
Decreto de Medidas Preventivas que dictó el Juzgado Segundo de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario, Tránsito y Trabajo de la
Circunscripción Judicial del estado Apure el 3 de marzo de 2007 .................... 66
2. DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN........................ 72
CONCLUSIONES ................................................................................................... 77
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS....................................................................... 81
INTRODUCCIÓN
La investigación tuvo como objetivo determinar la importancia de la motivación
del decreto de las medidas cautelares típicas en el procedimiento civil ordinario.
El trabajo constituye un estudio sobre la motivación del decreto de las medidas
cautelares dictadas por Tribunales de la República en el marco del proceso civil. En el
desarrollo de la investigación se abordó la revisión bibliográfica sobre aspectos
relacionados con la Tutela Judicial Efectiva, la Tutela Constitucional Judicial Anticipada,
las Medidas Cautelares, sus características, clasificación y conceptualización, el decreto
sobre medidas cautelares, su motivación.
El tema objeto de la investigación reviste importancia, desde el punto de vista
teórico, por el conocimiento sobre la tutela judicial cautelar que ha cobrado inusitada
vigencia, cuando se le asignan al juez otras responsabilidades como lo son, ser rector
del proceso. De hecho, se abandona el principio mediante el cual el juez de la causa
era el juez de la ejecución, y se consagra un novedoso sistema en aras de una justicia
aún más transparente, materializar la justicia verdaderamente convirtiendo el proceso
en un instrumento que busca la verdad y hace que impere la justicia. Por tales efectos
se resalta la importancia, significado y alcance de las medidas cautelares en el
procedimiento civil ordinario.
Desde el punto de vista metodológico, el tipo de investigación fue descriptiva,
documental con un diseño no experimental, mediante la revisión bibliográfica de
material debidamente seleccionado y la aplicación de guías de observación que
permitieron la revisión de decretos sobre medidas cautelares dictadas por instancias
diferentes, en casos específicos de intimación, embargo, secuestro, prohibición de
enajenar y gravar
Cumplida la investigación, ésta se presenta estructurada en la forma siguiente:
Capítulo I. El problema y metodología, en el cual se consideró la problemática
relacionada con la aplicación de medidas cautelares y en forma muy específica sobre la
motivación de los decretos sobre dichas medidas, partiendo del conocimiento que se
tiene sobre el derecho procesal civil, proceso, procedimiento, medidas cautelares, tutela
2
judicial efectiva y motivación de los decretos, señalando a la vez la formulación del
problema, justificación, delimitación, objetivos.
Capítulo II. Tutela Judicial Efectiva y el referencial sobre Tutela Judicial
Anticipada.
Capítulo
III.
Medidas
Cautelares
con
referencial
teórico
sobre
la
conceptualización de dichas medidas, sus características, clasificación, el decreto y su
motivación.
Capítulo IV. Resultado de la Investigación Aplicación de las Guías de
Observación a decretos sobre medidas cautelares en casos de intimación, embargo,
secuestro, prohibición de enajenar y gravar, oposición, apelación y decisiones del
Tribunal Supremo de Justicia. Discusión de los Resultados con apreciación sobre los
casos estudiados y su relación con el referencial teórico desarrollado en la
investigación.
Conclusiones: derivadas del desarrollo de la investigación
CAPÍTULO I
CONSIDERACIONES GENERALES
1. ÁREA DE INVESTIGACIÓN
El derecho procesal hace posible la actuación del ordenamiento jurídico que tiene
por finalidad llevar a cabo la llamada función jurisdiccional (Lorca, 2002:54). Así, el
derecho procesal surge regulando jurídicamente el ejercicio de la función jurisdiccional
y, por tanto, no puede ser considerado un instrumento atemporal, acrítico y mecanicista,
sino por el contrario, como un sistema de garantías, que posibilita la tutela judicial
efectiva y en definitiva el logro de la justicia.
El ejercicio de la función jurisdiccional a través del derecho procesal implica
básicamente un sistema de garantías constitucionales que se proyecta en el llamado
proceso de la función jurisdiccional (garantismo procesal) (Lorca, 2002:56). Este
garantismo supone la conceptualización del proceso como realidad sustantiva ajena a
su caracterización instrumental; implica la puesta en práctica de las garantías
contenidas en las leyes procesales plenamente comprometidas con la realidad
constitucional aquí y ahora.
En tal sentido, la tutela judicial efectiva es la garantía de rango constitucional por
medio de la cual se asegura que todo justiciable pueda acceder a los órganos de
administración de justicia
para hacer valer o defender sus derechos e intereses
mediante un proceso justo, breve, sin formalismos innecesarios y que sea verdadero
instrumento para proveerle respeto a tales derechos e intereses.
Una de las proyecciones del derecho a la tutela judicial efectiva, reconocida en el
artículo 26, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999)(1999),
consiste en el derecho de que las decisiones judiciales alcancen la eficacia otorgada
por el ordenamiento jurídico, lo que significa, que las decisiones se ejecuten en sus
propios términos, el respeto a su firmeza y a la intangibilidad de la situación jurídica en
ellas declaradas. Si se permite que los fallos se incumplan, se convertiría a las
decisiones judiciales y al reconocimiento de derechos que ellas comportan, en meras
declaraciones de intenciones.
Relacionado con lo antes expuesto, en el proceso civil se tienen las medidas
4
cautelares como garantía para la eficacia de los procesos y sobre dichas medidas
Henríquez (1992:87) expresa que: “la característica esencial de las medidas cautelares
es su instrumentalidad. Su definición ha de buscarse más que sobre la base de criterio
ontológico, en criterio teleológico: no en la cualidad – declarativa o ejecutiva – de sus
efectos, sino en el fin – anticipación de los efectos de una providencia principal - al que
su eficacia está preordenada”.
Carnelutti (1971:86), sobre el proceso cautelar, lo considera como “fórmula de la
compensación provisional de la litis que abandona tal posición posteriormente para
considerarlo como garantía del equilibrio inicial de las fuerzas entre las partes a fin de
evitar que la duración del proceso se resuelva en una alteración del mismo”.
En tal sentido, el poder cautelar típico u ordinario permite al juez dictar medidas
cautelares típicas las cuales son aquellas medidas cautelares cuyo contenido se
encuentra expresamente previsto en la ley, y sólo son procedentes en aquellos casos
determinados por el legislador.
En la realidad se observa una serie de situaciones complejas o difíciles que aún
no tienen una solución definitiva en el ordenamiento jurídico, ni en el ámbito doctrinario,
judicial, ni jurisprudencial, tales como: la motivación del decreto de la medida cautelar;
el decreto de la medida cautelar típica que puede no ajustarse a las normas de
procedencia y de oportunidad previstas en la ley y la facultad del funcionario judicial
para decretarlas.
Particularmente, lo relacionado con la motivación del decreto de las medidas
cautelares típicas
en el procedimiento civil ordinario se deriva el estudio para
determinar su importancia tomando en cuenta su carácter provisional en el sentido que
debe ser revisado por el mismo juez que lo dicta lo cual podría ser interpretado como
innecesaria su motivación en cuanto al cumplimiento de los extremos pautados en el
contenido del Artículo 585 del Código de Procedimiento Civil (1987) (1987).
“Articulo 585 del Código de Procedimiento Civil (1987): Las medidas
preventivas establecidas en este titulo, las decretará el juez, sólo cuando
exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo y siempre
que se acompañe un medio de prueba que constituya presunción grave de
esta circunstancia y del derecho que se reclama”.
5
Siendo que cuando se decrete alguna de las providencias cautelares previstas
en el citado articulo, la parte contra quien obre la providencia podrá oponerse a ella, y
la oposición se sustanciará y resolverá conforme a lo previsto en los artículos 602,
603 y 604 del referido código, pero también existe la posibilidad de ser considerado
inmotivado el decreto cautelar a través del cual el Juez puede apreciar la existencia o
presunción del derecho reclamado y el riesgo de que quede ilusoria la ejecución del
fallo
De continuar la referida situación, las medidas cautelares decretadas no se
adaptarían a las normas establecidas, lo que origina acciones provenientes de la parte
afectada, la cual recurriría ante la respectiva jurisdicción para lograr la revocatoria del
írrito decreto de la medida cautelar.
A tales efectos, con la investigación se pretendió determinar la importancia de la
motivación del decreto de las medidas cautelares típicas en el procedimiento civil
ordinario como medio de asegurar la ejecución de una sentencia, conforme a las
normas pautadas en el Código de Procedimiento Civil (1987) (1987), dando a conocer
lineamientos generales que puedan ser utilizados por litigantes a fin de hacer valer sus
derechos y evitar procedimientos no acordes con lo pautado para el dictamen de las
referidas medidas.
Desde el punto de vista teórico, la investigación se justifica por el conocimiento
sobre la tutela judicial cautelar que ha cobrado inusitada vigencia, cuando se le asignan
al juez otras responsabilidades como lo son, ser rector del proceso. Se abandona aquel
principio mediante el cual el juez de la causa era el juez de la ejecución, y se consagra
un novedoso sistema en aras de una justicia aún más transparente, materializar la
justicia verdaderamente convirtiendo el proceso en un instrumento que busca la verdad
y hace que impere la justicia. De manera que es de resaltar y profundizar la
importancia, significado y alcance de las medidas cautelares en el procedimiento civil
ordinario.
Desde el punto de vista metodológico, siendo una investigación descriptiva, con
aplicación de un diseño documental, la investigación deriva en la necesidad de recoger
información bibliográfica mediante el fichaje bibliográfico, fichaje de resumen, fichaje de
6
texto, todo lo cual facilitará un análisis cualitativo cuyo modelo podrá servir a otros
investigadores que realicen trabajos relacionados con el tema objeto de la misma
Desde el punto de vista práctico, la investigación servirá de aporte a abogados,
jueces, y a todos los partícipes del sistema de justicia, entre otros, por cuanto en su
desarrollo se tratarán aspectos esenciales de las medidas cautelares como es el
referente al momento u oportunidad en la cual indefectiblemente debe decretarse la
medida cautelar solicitada, ya que la tutela judicial efectiva es la garantía de rango
constitucional por medio de la cual se asegura que todo justiciable pueda acceder a los
órganos de administración de justicia para hacer valer o defender derechos e intereses
mediante un proceso justo, breve, sin formalismos innecesarios y que sea verdadero
instrumento para proveerle respeto a tales derechos e intereses.
La investigación se enmarcó en el área de
Derecho Procesal Civil,
juicio
ordinario, medidas cautelares típicas, sobre las cuales diversos autores, tales como
Abdón Sánchez Noguera (1995) y Ricardo Henríquez La Roche (2000), lo han tratado
con enfoques distintos, ya que ninguno trata de manera particular y específica la
motivación de las medidas cautelares típicas en el procedimiento civil ordinario y la
muestra se realizó en la sede de Juzgados de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia y de otras circunscripciones, en
el lapso comprendido del: 2007-2009, para lo cual se realizó la revisión de diversos
Expedientes.
Para el desarrollo de la investigación se propuso determinar la importancia de la
motivación del decreto de las medidas cautelares típicas en el procedimiento civil
ordinario
De igual manera se previó:
-
Comprobar la importancia de la motivación del decreto de las medidas
cautelares típicas dictadas en el procedimiento civil ordinario.
-
Identificar el fundamento legal que rige la validez de las medidas cautelares
típicas a ser decretadas en el proceso civil ordinario.
-
Examinar bajo qué criterios procede legalmente la admisión o rechazo de las
medidas cautelares típicas.
7
-
Determinar si los decretos de las medidas cautelares típicas en el
procedimiento civil ordinario son dictadas conforme a las normas vigentes y a los
criterios derivados de sentencias dictadas por el Tribunal Supremo de Justicia en Sala
de Casación Civil.
En la presente investigación se analizó la eficacia de las medidas cautelares
típicas en el procedimiento civil ordinario como medio de asegurar la ejecución de la
respectiva sentencia de condena, en apoyo a los requerimientos de la Ley, conforme a
las normas establecidas en la legislación venezolana, y en las diferentes teorías sobre
medidas cautelares lo cual motivó la utilización de una investigación documental
definida por Arias, (1999:17) como: “la que se basa en la obtención y análisis de datos
provenientes de materiales impresos u otros tipos de documentos”.
Tal como lo explica Bunge (1994:24): “la investigación documental constituye un
procedimiento científico sistemático de indagar, recolectar, organizar, interpretar y
presentar datos e información alrededor de una estrategia de análisis documental”.
El investigador considera que por cuanto la revisión efectuada fue bibliográfica, el
tipo de investigación fue documental.
Respecto a la población, tomando en cuenta lo expresado por Chávez
(1999:162): “es el universo de la investigación sobre el cual se pretende generalizar los
resultados”. La población utilizada en el desarrollo de la investigación fue de tipo
documental, constituida en su totalidad por Leyes de la República, Expedientes de
diversos juzgados de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia y de otras circunscripciones judiciales,
Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia así como la bibliografía seleccionada
sobre medidas cautelares.
Por otra parte para Chávez (1999:164), la muestra es: “un conjunto de unidades,
una porción del total, que representa la conducta del universo en su conjunto. Una
muestra, en un sentido amplio, no es más que eso, una parte del todo que se llama
universo o población y que sirve para representarlo”.
En la investigación se tomó la muestra en forma aleatoria de expedientes
sustanciados sobre medidas cautelares típicas en el procedimiento civil ordinario por
8
Tribunales de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y Tránsito de las
Circunscripciones Judiciales de Aragua, Carabobo y Zulia.
De igual manera, en forma aleatoria se seleccionaron decisiones tomadas por el
Tribunal Supremo de Justicia.
Sobre las técnicas e instrumentos de recolección de datos se tomó la referencia
de Arias (1999:47) quien las define de la siguiente forma: “Las técnicas de recolección
de datos son las distintas formas o maneras de obtener información. Son ejemplos de
técnicas; la observación directa, la encuesta en sus dos modalidades (entrevista o
cuestionario), el análisis documental, análisis de contenido...”.
Según Méndez (1999:133) afirma que la observación directa como técnica de
investigación es: “el proceso mediante el cual se perciben deliberadamente ciertos
rasgos existentes en la realidad por medio de un esquema conceptual previo y con base
a ciertos propósitos definidos generalmente por una conjetura que se quiere investigar”.
De hecho la técnica fue la observación directa realizada a la información
bibliográfica seleccionada para la investigación. Al respecto se considera que los
instrumentos, según Arias (1999:53): “son los medios materiales que se emplean para
recoger y almacenar la información. Ejemplo: fichas, formatos de cuestionario, guías de
entrevista, guías de observación, lista de cotejo, grabadores, escalas de actitudes u
opinión (tipo Lickert entre otras), etc.”.
En la presente investigación se aplicó la guía de observación, la cual permitió la
revisión, en forma organizada, de los expedientes en juzgados de primera instancia en
lo civil, mercantil y tránsito de las circunscripciones judiciales de los estados Aragua,
Carabobo y Zulia, así como una guía de Información que permitió la revisión, en forma
organizada de decisiones tomadas en el Tribunal Supremo de Justicia de la República
Bolivariana de Venezuela.
La información, siendo de tipo documental, fue tratada mediante un análisis
cualitativo, por estar fundamentada en la revisión bibliográfica, basada en contenidos de
orden teórico, tomando en cuenta las posiciones coincidentes y contradictorias de los
enfoques o tendencias analizadas, así como la posición, de carácter independiente,
tomada por el investigador.
CAPÍTULO II
TUTELA JUDICIAL EFECTIVA
1. GENERALIDADES
Se considera que la tutela judicial efectiva es la suma de todos los derechos y
garantías constitucionales procesales contenidos en la norma en la cual se establece el
debido proceso. Esta es la tesis, según Bello y Jiménez (2004) que sostiene la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia venezolano, al interpretar los artículos
2, 26, 49 y 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999)
(1999). Para otros, de acuerdo a lo expresado por Borrego (2002), el debido proceso
contiene la tutela judicial efectiva. La cual se encuentra dentro del debido proceso.
Siendo así como la tutela judicial efectiva y debido proceso son garantías procesales
constitucionales diferentes.
Por ello, se considera que la tutela judicial efectiva comporta el derecho al
acceso a los tribunales, el derecho a la efectividad de las decisiones judiciales y el
derecho al ejercicio de los recursos previstos en la ley y se le debe tener en cuenta
desde el momento en el cual se accede al órgano jurisdiccional y hasta el instante en el
cual se procede a la ejecución de la decisión tomada.
De acuerdo a lo expuesto, la tutela judicial efectiva y el debido proceso son
garantías autónomas, independientes, diferentes y, conforme al criterio de Casal
(2004), la lesión al debido proceso no implica la lesión de ésta y viceversa y al hablar
de la tutela judicial efectiva, es necesario tomar como punto de partida el concepto de
jurisdicción ya que la misma es una función-potestad reservada por el Estado
(elemento constitucional). El uso de su soberanía (elemento político), para ejercerla
en forma de servicio público (elemento administrativo) por órganos predeterminados e
independientes, para la realización concreta de los intereses peticionados de los
ciudadanos con carácter de definitivo y con posibilidad de coacción en un proceso
judicial (elemento procesal). Como se puede evidenciar, la estructura temática de la
jurisdicción apunta a cuatro elementos básicos: Constitucional, Político, Administrativo
y procesal, de esta definición pueden resaltarse los siguientes aspectos:
a) La jurisdicción es una potestad reservada por el Estado; esto implica que se
10
trata de un poder-deber, es decir al lado de la facultad de juzgar y ejecutar lo juzgado,
también se encuentra una obligación que se concreta en el deber de los jueces, de no
absolver la causa, so pena de incurrir en denegación de justicia y la obligación, en
general del Estado de establecer la estructura funcional de la prestación de servicio,
creación de tribunales, nombramiento de Jueces, proveer materiales. Esta potestad es
una reserva que ha hecho el Estado de solucionar conflictos y tutelar derechos e
intereses tal como se evidencia del artículo 26 constitucional;
b) La jurisdicción es un atributo de soberanía, si convenimos que la misión del
Estado es garantizar la paz social, mediante la consecución del bien común y la justicia
(fines esenciales), entonces tal finalidad se logra mediante las funciones básicas de
legislación, administración y jurisdicción.
c) La jurisdicción se ejerce en forma de servicio público ya que esta es una
función pública por excelencia y mediante ella el Estado dispone de un conjunto de
elementos materiales, humanos y organizativos para que todos los ciudadanos puedan
ejercer el derecho de acceso a los órganos jurisdiccionales;
d) Y la jurisdicción esta formada por órganos predeterminados, independientes
para la realización
configura
concreta en las
la dimensión
peticiones de los ciudadanos, este aspecto
procesal de la jurisdicción. Se trata de órganos que se
pronunciarán sobre una petición o pretensión jurídica, la cual a nuestra manera de ver
se trata de un interés sustancial sometido a su conocimiento. Esta decisión tendrá
carácter definitivo y sólo podrá dictarse en el marco de un proceso judicial
Entonces lo que define la jurisdicción: es la tutela de intereses postulados por los
ciudadanos
ante los órganos del Estado destinado para ello, esto es los órganos
jurisdiccionales. La “tutela” de interés no significa que la jurisdicción deba darle la razón
a quien la invoca sino, sólo conocer, tramitar y decidir conforme a las reglas de derecho
y los sentimientos de justicia que priman en el ordenamiento jurídico. Es lógico,
además que esa tutela la debe encontrar quien la pida, porque la regla general, en
nuestro proceso civil, es que los jueces no actúan de oficio, sino solo en los casos
expresamente señalados por la ley. No siempre el actor tiene la razón y no siempre el
demandado carece de ella
De igual manera, si la jurisdicción es una potestad estatal que se ejerce en
11
forma de servicio público y sus órganos actúan en la medida en que sea solicitada su
intervención en material civil tal como lo postula el artículo 11 del Código de
Procedimiento Civil (1987), no hay jurisdicción sin actor, ya que el juez no puede
actuar sin previa demanda de parte,
pero puede actuar de oficio cuando la Ley lo
autorice, o cuando en resguardo del orden público o de las buenas costumbres sea
necesario dictar alguna providencia legal aunque no la soliciten las partes.
Esa demanda de parte, ese actuar de parte se puede llamar desde ya, acción
procesal. Resulta desde todo punto de vista que se trata de un acto con efectos
jurídicos, frente al Juez que queda obligado a dar con prontitud la decisión
correspondiente (articulo 26 constitucional) y garantizar además la tramitación de mi
pretensión con fundamento en el debido proceso y con plenas garantías en la defensa
procesal (articulo 19 ejusdem) efectos frente al demandado, por cuanto a este le
deviene una carga procesal de contestar el requerimiento; efectos frente al propio
actor, que no puede abandonar el impulso del procedimiento so pena de incumplir
también una carga procesal, y en fin efectos frente al Estado, en la medida en que
este responde por el buen funcionamiento de los órganos que destina para ello
(articulo 49 ejusdem). Todos estos efectos se producen por el mero hecho de acudir
antes los órganos de administración de la Justicia y con absoluta independencia del
derecho material o del interés jurídicamente trascendente que se quiere hacer valer en
el proceso.
Refieren Bello y Jiménez (2004:36) que: “la jurisdicción “Tutela ese interés”
aunque no exista o sea ilegitimo y “tutelar el interés” es conocerlo, tramitarlo y decidirlo
auque sea para concluir que se carece de el o que el interés no es jurídicamente
trascendente e incluso que el interés es contrario a la Ley, la moral o las buenas
costumbres”. Entonces mientras que la jurisdicción es la potestad función realizada por
el Estado, la acción procesal es la posibilidad jurídica constitucional que realizan las
partes cada vez que acuden ante los órganos jurisdiccionales que el Estado ha dotado
de tal cualidad. Esto implica que la acción procesal sólo puede ejercerse frente a
órganos con jurisdicción, en defensa de derechos e intereses.
Al mismo tiempo, si la acción procesal se define en función de la jurisdicción, en
el sentido de que sólo cabe hablar de acción cuando se acude antes los órganos
12
jurisdiccionales, se puede hacer el mismo paralelo con respecto al proceso judicial,
esto es, sólo cabe hablar del proceso judicial, cuando alguien acude ante los órganos
jurisdiccionales y estos se pronuncian en torno a la petición, la puesta en contacto entre
la acción de los justiciables y la jurisdicción del Estado genera la presencia de un
proceso.
En conclusión el estado es quien debe garantizar el acceso a la jurisdicción,
mediante la disposición de un numero suficiente de tribunales y en los lugares que se
requieran
para atender ese servicio publico jurisdiccional además debe ejercer
la
vigilancia y tomar las medidas preventivas o disciplinarias para garantizar que sus
dependientes cumplan cabalmente con su misión.
Por ello, el Juez queda obligado a dictar una decisión adecuada al ordenamiento
jurídico y oportuno, esto es en el tiempo que la Ley procesal dispone para ello,
garantizando el cumplimiento de las garantías del debido proceso y el efectivo ejercicio
del derecho a la defensa.
Comenta Binder (2002) que el derecho a la jurisdicción se presenta como un
verdadero derecho subjetivo, individual o colectivo, de
acceso a los órganos
jurisdiccionales en la tutela de sus derechos materiales e intereses jurídicos. Este es
el sentido que tiene el artículo 26 de la Constitución de la Republica Bolivariana de
Venezuela (1999): “Toda persona tiene el derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los
colectivos o difusos, a la Tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la
decisión correspondiente”.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible,
imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y
expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles”.
La acción judicial es la posibilidad jurídica constitucional que tiene toda persona
natural o jurídica, pública o privada de acudir ante los órganos jurisdiccionales para
que mediante procedimientos establecidos en la Ley, pueda obtener la Tutela de un
determinado interés jurídico, individual, colectivo o difuso.
Considera Borrego (2002) que es una distinción necesaria saber lo que es
proceso y procedimiento. El Proceso: aborda el momento jurisdiccional para toda su
perspectiva, denota principalmente la finalidad compositiva del litigio que persiguen
13
las partes interesadas y el conjunto de relaciones jurídicas que surgen entre las
partes, los agentes de la jurisdicción y los auxiliares de ésta, dirigidos a la solución de
controversias, mientras que el Procedimiento: Es el conjunto de normas positivas que
determinan la forma o estilo propio para acudir ante los Tribunales.
Al respecto, según Ortiz (2004:439), el proceso: “Es el conjunto de relaciones que
se produce cuando la acción de los particulares se pone en contacto con la jurisdicción
ejercida por el Estado, para el conocimiento, decisión y ejecución de los intereses y
derechos tutelados por el ordenamiento jurídico”.
Para Rocco (1977:199) el proceso:”es el momento dinámico de cualquier
fenómeno, es decir, de todo fenómeno en su devenir. Se tiene así un proceso físico, un
proceso químico, un proceso fisiológico, modos todos de decir que sirven para
representar un momento de la evolución de una cosa cualquiera”.
De igual manera, Carnelutti (1971:180) afirma que el proceso: “es el conjunto de
actos dirigidos a la formación o a la aplicación de los mandatos jurídicos, cuyo carácter
consiste en la colaboración, a tal fin, de las personas interesadas (partes) con una o
más personas desinteresadas (jueces)”. La voz proceso sirve para indicar un método
para la formación o para la aplicación del derecho y está a su servicio. Así pues,
proceso es la ciencia que aborda el momento jurisdiccional.
Relacionado con proceso y procedimiento vale señalar lo que al respecto
considera Ortiz (2004: 440), para quien: “el proceso no se desarrolla o desenvuelve
siempre de la misma manera, sino que la ley dispone de diversas modalidades en que
deben realizarse las formas procesales, es decir, diferentes maneras en que deben ser
cumplidas el conjunto de actividades que definen al proceso mismo”. Además el citado
autor refiere que si el proceso es el método establecido por la ley para definir la justicia,
el procedimiento es el conjunto de actos realizados por el juez, las partes, los terceros,
el Fiscal del Ministerio Público y los auxiliares de justicia, en determinado tiempo y
lugar, conforme a un orden establecido por la ley.
Según Ortiz (2004:441) “el proceso deriva del latín processus
que significa
avance o progreso; el procedimiento deriva del verbo proceder y éste del latín procedo,
-erre, en sentido de proceder una acción judicial y no ofrece mayores diferencias el
proceso con el procedimiento”. Es por ello que, etimológicamente, no ofrece mayores
14
diferencias el proceso con el procedimiento. Sin embargo, desde hace algún tiempo la
doctrina se ha ocupado en mostrar que pueden existir varios procedimientos en un
proceso, así como también varios procesos en un procedimiento, todo de acuerdo con
la óptica con la cual se mire.
En forma particular Ortiz (2004) hace referencia que en un proceso judicial de
carácter civil, como el caso de juicio por intimación, se inicia el procedimiento
correspondiente y por efecto de la oposición del deudor, debe iniciarse el procedimiento
ordinario; estamos en presencia de un mismo proceso con dos procedimientos. Señala
Ortiz, de igual manera, el hecho de autores los cuales sostienen un ejemplo de varios
procesos en un mismo procedimiento está en el litis consorcio, porque como quiera que
hay varias partes y cada una tiene su pretensión, entonces se trata de una acumulación
de partes o acumulación de procesos, diversos procesos se acumularían por ser
tramitados en un mismo procedimiento.
En conclusión, cuando un juez, ante una petición de una persona (natural o
jurídica) dicte una decisión, tutelando de cualquier manera un interés jurídico, requiere
de un conjunto de actos que se desarrollan en determinado tiempo y cumplen la forma
establecida en la ley, por lo que se puede decir que se está en presencia de un
proceso; y las variadas actividades que deben realizarse en el proceso para que este
avance hacia una meta normal que es la sentencia. Están sometidas a los requisitos de
tiempo, modo y lugar, los cuales en su conjunto se denominan formas procesales,
siendo así como el proceso es el conjunto de las formas procesales necesarias para el
desarrollo de la función jurisdiccional. Es indudable que el pilar fundamental de la Tutela
Judicial Efectiva lo constituye la institución de las medidas cautelares.
2. LAS GARANTÍAS PROCESALES DESDE LA ÓPTICA CONSTITUCIONAL
VENEZOLANA
Al respecto, según Ambrosio (2000), las garantías procesales constitucionales
corresponden a lo que se ha dado en llamar “Derecho Procesal Constitucional”,
expresión empleada a mediados del siglo pasado por Niceto Alcalá Zamora y utilizada
luego para sistematizar las instituciones y los principios jurídicos procesales
relacionados con las garantías constitucionales. A pesar de no ser Kelsen un teórico del
derecho procesal se le atribuye la paternidad del Derecho Procesal Constitucional por la
promoción que en 1920 hizo de la Corte Constitucional en la Constitución Austriaca.
15
También señala Ambrosio (2000) que, en 1928 Kelsen publicó un ensayo donde
desarrolló los principios e instituciones del derecho procesal constitucional y ubicó esta
Corte Constitucional como órgano competente para conocer de las defensas de la
Constitución. Fue ello lo que dio origen a la famosa polémica con Carl Smith. A Kelsen
se sumaron, luego, Piero Calamandre, Eduardo Couture y Mauro Capelleti.
En la constitución austriaca de 1920 se estableció el control concentrado de la
constitución a través de un órgano especializado. El control difuso apareció
posteriormente en América, en los Estados Unidos. Este control difuso establece que no
sólo existe un órgano especializado para el control de la Constitución, sino que en los
casos donde una disposición legislativa contradiga el Texto Fundamental cualquier juez
puede ejercer el control de la constitución. Es esto precisamente lo que se denomina
control difuso de la Constitución.
Del análisis concatenado
de los artículos 49 y 253 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (1999), el artículo 49 establece: El debido proceso
se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas (…); y el articulo 253 que
expresa la potestad de administrar justicia emana de los ciudadanos y ciudadanas y se
imparte en nombre de la República y por Autoridad de la Ley, corresponde a los órganos
del Poder Judicial conocer de las causas y asuntos de su competencia, mediante los
procedimientos que determinen las Leyes y hacer ejecutar sus sentencias (…)
De modo que el debido proceso para las actuaciones judiciales, se cumple
cuando el Poder Judicial conoce, decide y ejecuta las causas y asuntos de su
competencia, mediante los procedimientos que determinan las Leyes.
En efecto en
nuestro vigente Constitucionalismo la exigencia de un debido proceso implica y denota
la existencia de otros derechos y garantías, y en su orden:
a) El derecho a la defensa y a la asistencia jurídica en todo proceso; el derecho
a ser notificado de los cargos que se imputan; el control de las pruebas; y el derecho de
impugnación de los fallos judiciales.
b)
El derecho a ser oído, y a la garantía de un Tribunal competente,
independiente, imparcial y el derecho a ser juzgado
conocimiento de su identidad.
por los jueces naturales con
16
c) El derecho a no declararse culpable, y el principio de la legalidad de las
sanciones.
En tal sentido vale la referencia sobre el Derecho Procesal Constitucional.
3. EL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
En nuestros días no existe unanimidad sobre la aceptación del Derecho Procesal
Constitucional como disciplina jurídica autónoma a pesar de que existen legislaciones
que la desarrollan, tales como Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala y Perú,
donde existen tribunales constitucionales, y de otros países, tales como Venezuela,
Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Paraguay, donde hay Salas
Constitucionales que se avocan al tema con competencia expresa. Siendo cierto que, el
primer tribunal constitucional de Latinoamérica nació en Cuba en 1949 y tuvo su origen
en la Constitución de ese país de 1940, en la cual existía una sala denominada Tribunal
de Garantías Constitucionales y Sociales, posiblemente sustentado en un órgano
similar que en 1931 se encontraba en la Constitución Española de la Segunda
República.
Sobre el particular, Ambrosio (2000) señala que la constitucionalización de las
garantías procesales en Europa trajo como consecuencia que, en las Leyes Supremas
americanas, se incorporaran normas para limitar el poder del Estado cuando dicho
poder se propusiera dejar sin efecto libertades y/o derechos ciudadanos. Es así, como
aparece en América lo que, se ha denominado: “Óptica constitucional de las garantías
procesales”.
Ahora bien, una cosa son los derechos constitucionales y otra las garantías
contenidas en la Carta Magna. Estas son medios procesales para hacer efectivos los
derechos constitucionales. Por otra parte, las garantías procesales constitucionales son
vinculantes y obligatorias para los ciudadanos y ciudadanas aún cuando sean o no
ejercidas. En todo caso, la renuncia al ejercicio de la garantía procesal constitucional no
implica la renuncia al derecho constitucional establecido.
4. LA TUTELA PREVENTIVA Y CAUTELAR EN EL SISTEMA DE DERECHO
Esta Tutela, según Alid (2000: 48) es: prevenida y cautelar, como una
manifestación preventiva de los órganos jurisdiccionales, esto es, la actividad de
17
prevenir un daño, un evento indeseable, una situación lesiva del Estado de Derecho.
Medidas preventivas del Poder Judicial que pueden recaer sobre
los siguientes
aspectos:
1.
Medidas Preventivas sobre pruebas (Esto es cuando se toma como
fundamento que una prueba puede desaparecer, entonces el Juez a solicitud de parte,
puede desplegar una actividad tendiente a evitar que estas pruebas mermen su
cualidad probatoria, o su propia existencia), este es el objeto específico del retardo
perjudicial, previsto en nuestro ordenamiento jurídico en los artículos 813 al 818 (Ambos
inclusive) del Código de Procedimiento Civil (1987) y cuya base consiste en el fundado
temor que desaparezca algún medio de prueba.
Así el articulo 813 del Código de Procedimiento Civil (1987) establece: “La
demanda por retardo judicial procederá cuando haya temor fundado que desaparezca
alguna prueba del promovente” y el 815 (ejusdem) establece que “la demanda fundada
en el temor que desaparezcan algunos medios de prueba deberá expresar sus
fundamentos y tendrá por objeto solamente que se evacúe inmediatamente la prueba,
es decir, tiene que existir temor fundado de que desaparezca cualquier medio de
prueba”.
2.
Medidas preventivas de Protección a Derechos y Garantías Constitucionales:
Lo cual significa que la causa y el efecto de tales medidas de prevención tienen que ver
con
evitar
que
se
cometa
un
daño
a
los
derechos
Constitucionales,
o
constitucionalizables de los justiciables. Este es el caso específico del procedimiento de
Amparo Constitucional, cuando se intente frente a una amenaza de lesión a derechos
constitucionales, pues en este caso su finalidad no es reestablecedora sino
estrictamente preventiva.
3.
Medida de Tutela anticipada por mandato de la propia Constitución: Aquí
estamos frente a una medida preventiva, por cuanto
tiende a evitar, prevenir
la
ocurrencia de una situación dañosa o lesiva a derechos Constitucionales en el curso de
un proceso, pero cuya causa se encuentra en la necesidad de restablecer
preventivamente la situación jurídica lesionada.
4.
Medidas preventivas de Tutela de derecho: Se persigue que la actividad del
Juez evite situaciones lesivas a derechos e intereses de una de las partes en un
18
proceso o de un tercero, sin importar la futura ejecución del fallo, lo más importante es
resguardar los derechos de los interesados, tal es el caso del articulo 58 del Código de
Procedimiento Civil (1987), e incluso las medidas que pueden dictarse de conformidad
con el articulo 191 del Código Civil.
5.
Medidas Preventivas que procuran la efectividad y eficacia de un proceso
judicial: Esto es la actividad preventiva del Juez
que apunta a garantizar la futura
ejecución de un fallo Judicial y para garantizar la efectividad del proceso Judicial mismo.
Este es el campo específico de las medidas cautelares, y todas estas medidas
tienen en común que son preventivas, esto es que tienden a evitar la ocurrencia de un
evento lesivo o dañoso, o una situación de peligro. Lo específicamente cautelar se dá
cuando la medida preventiva tiende a evitar que la futura ejecución del fallo sea ilusoria.
Esta Tutela Constitucional Preventiva y su norma marco está consagrada en el
artículo 27 de la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela: “Toda persona
tiene derecho a ser amparada por los Tribunales, en el goce del ejercicio de los
derechos y garantías constitucionales, aún de aquellos inherentes a la persona que no
figuren expresamente en esta Constitución o en los instrumentos Internacionales sobre
derechos humanos…”
Esta norma en conjunción con los
artículos 25,26 y 27 constituyen el
fundamento constitucional en el que se ha basado El Tribunal Supremo de Justicia para
acordar la Tutela Constitucional preventiva y anticipada, institución que no se trata de
una medida cautelar puesto que el bien jurídico protegido por ella, no es la futura
“ejecución de un fallo”, sino
tutelar o proteger directamente derechos o garantías
Constitucionales. Como ejemplo se encuentra en el artículo 191 del Código Civil, según
la cual el Juez puede dictar provisionalmente las medidas allí especificadas, una vez
admitida la demanda de divorcio dentro de las cuales puede:
a) Autorizar la separación de los cónyuges y determinar cual de ellos habrá de
continuar habitando el inmueble que les sirva de alojamiento común.
b)
Confiar la guarda de los hijos menores a uno de los cónyuges, señalar
alimentos, asegurar el pago de la pensión alimentaria y establecer el régimen de visitas.
19
c)
Dictar las medidas que estime conducente para evitar la dilapidación,
disposición fraudulenta u ocultamiento, también fraudulento de los bienes comunes
previo inventario. Se puede concluir que todas estas medidas no se dirigen a garantizar
la futura ejecución de un fallo.
De igual manera, Ortiz (2001:281), considera que “la tutela constitucional
anticipada es una modalidad de tutela judicial, que consiste en la posibilidad Jurídico
Constitucional, por medio de la cual los órganos Jurisdiccionales pueden de oficio o a
solicitud de parte, anticipar legítimamente, total o parcialmente, los efectos de la
sentencia de merito en el marco de un proceso judicial, cuando tal anticipación sea
indispensable para evitar un daño a situaciones Constitucionales tutelables”.
De manera general la tutela es definida por Cabanellas (1989:235), como: “Toda
suerte de protección, amparo, defensa, custodia o cuidado y dirección de personas e
intereses” mientras que la Real Academia de la lengua, asocia la voz “tutela”, a lo que
ampara, dirige, defiende y protege”.
La tutela preventiva es un género que denota diversas “posibilidades cautelares”,
esto es la medidas cautelares sólo constituyen una herramienta en el marco de un
sistema para la tutela de los derechos de las partes en un proceso. Como se aprecia el
fundamento para acordar la tutela anticipada no es garantizar la futura ejecución de un
fallo del cual se teme, con seriedad, que quedará ilusoria la futura ejecución, sino la
necesidad de salvaguardar la necesidad de los derechos constitucionales cuya lesión
es inminente.
Es decir, no se trata que una de las partes en un proceso tenga suficiente
verosimilitud de buen derecho (Fumus boni iuris) cuya lesión es patente e inminente y
además irreparable por la definitiva (Periculum in mora), muy por el contrario, se
`persigue evitar la ocurrencia de situaciones lesivas –a las partes o a un tercero– con
absoluta independencia de quien tiene razón en el mérito del proceso. Este es el
supuesto establecido en el artículo 58 del Código de Procedimiento Civil (1987), el cual
establece: “Son competentes los Tribunales venezolanos para dictar medidas
provisionales de protección de las personas que se encuentren en el territorio de la
República, aunque carezcan de jurisdicción para conocer el fondo del litigio”. Como se
aprecia, la causa para dictar estas medidas de protección no es ningún otro juicio, ni
20
siquiera está en función de una futura sentencia, sino la de proteger a una persona que
se presenta amenazada en sus derechos.
3. CARACTERISTICAS
CONSTITUCIONAL
GENERALES
Y
ESPECÍFICAS
DE
LA
TUTELA
De acuerdo a lo expresado por Bello y Jiménez (2004), la tutela constitucional
tiene las siguientes características:
1)
Quien solicita la Tutela debe necesariamente invocar derechos y garantías
Constitucionales.
2) Puede darse en cualquier Estado y grado de la causa la Tutela anticipada,
como la cautelar pueden dictarse en cualquier estado y grado de la causa, la Tutela
Constitucional no es exclusiva de ningún Tribunal, ya que todos los Jueces deben
garantizar el goce y ejercicio de los derechos y garantías Constitucionales,
consecuencia esta del principio de primacía Constitucional (articulo 7 de la Constitución
de la Republica Bolivariana de Venezuela) del clarísimo mandato de la Tutela Judicial
efectiva consagrado en el articulo (26 de la Constitución de la Republica Bolivariana de
Venezuela) y la posibilidad del restablecimiento inmediato consagrado en el articulo (27
ejusdem).
Esta característica de dictarse en cualquier estado y grado de la causa, incluye
también la posibilidad de decretarlas sin necesidad de notificación o citación previa.
Como nos dice el artículo 19 Constitucional que el goce y ejercicio de los derechos y
garantías Constitucionales es una orden a todos los órganos del Poder Público,
entonces no hay ninguna duda que cualquier Juez pueda acordar una Tutela
Constitucional anticipada aunque carezca de competencia para conocer del mérito del
asunto planteado.
5.1 Requisitos de procedencia
Una vez que los hechos señalados por el solicitante revisten la trascendencia
constitucional suficiente para darle entrada o admitir la Tutela anticipada, es
determinante precisar en el caso concreto el daño que se dice haber sufrido o la
amenaza de daño que se denuncia, y si real y efectivamente se cumplen en la realidad,
siendo así como Bello y Jiménez (2004) hacen las siguientes consideraciones:
21
Como Primer requisito: El Fomus Boni Iuris Constitucional o situación
Constitucional Tutelable: consiste en que se trate de una situación Constitucional
tutelable, es decir, que se invoquen derechos Constitucionales sean de orden interno
o de carácter internacional (tratados, pactos, convenciones y declaraciones sobre
derechos humanos). Esta situación Constitucional tutelable, bien pudiera tener
desarrollo en la Ley, y ello no es obstáculo para acordar la Tutela privilegiada.
En principio la expresión Fomus Boni Iuris; significa apariencia del buen derecho,
se trata de un cálculo de probabilidades de quien se presente como solicitante,
efectivamente es poseedor de esa cualidad. Entonces el Fomus Boni Iuris en materia
de la Tutela anticipada se concreta en una situación Constitucional fundamental pero al
mismo tiempo que el solicitante presente prueba al menos presuntiva de su posición
jurídico material. Así por ejemplo se solicita protección al derecho Constitucional de
Educación, el solicitante debe ostentar una situación concreta en la cual demuestre que
se encuentre en una posición jurídica capaz de exigir su resguardo; si se solicita
protección a la maternidad, derecho fundamental de carácter Constitucional debe sin
duda alguna demostrar la posición jurídico material del embarazo.
El Periculum in damni constitucional, según Bello y Jiménez (2004), además de la
posición jurídico Constitucional tutelable, la Tutela anticipada debe tener una
justificación, es decir, no es suficiente invocar un derecho constitucional, es necesario
justificar esa ingerencia anticipada.
a)
Que se requiera el restablecimiento inmediato de la situación Constitucional
lesionada, que pueda hacer volver las cosas a la situación en que se encontraba, antes
de la lesión, u ordenar el restablecimiento de la situación que más se asemeje a ella.
b)
Que se requiera la intervención anticipada para prevenir o evitar que un daño
temido y demostrado pueda acarrear unos daños a derechos Constitucionales. En
ambos casos, poco importa que el fallo resulte ejecutable o ilusorio, lo que es
importante y determinante a los efectos de la Tutela anticipada es la protección
Constitucional invocada, sea para restablecer provisionalmente, o sea para prevenir que
ese daño invocado y demostrado se concrete en realidad.
También señalan Bello y Jiménez (2004) que para el estudio de la Tutela Judicial
Efectiva existen dos corrientes:
22
a)
La primera corriente la entiende como el derecho al acceso de los órganos
de administración de justicia, derecho a una justicia gratuita, accesible, imparcial,
idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa, expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos, sin reposiciones inútiles, derecho al debido
proceso, al derecho a la defensa, derecho a ser notificado de los cargos que se le
imputan, derecho a la presunción de inocencia , derecho de acceso a las pruebas,
derecho a la no valoración de la prueba ilícita, derecho a ser oído en toda clase de
procesos, derecho a un Tribunal competente, independiente, imparcial, derecho a
intérprete, derecho a ser juzgado por sus Jueces naturales, derecho a no confesarse
culpable, derecho a no ser juzgado por actos u omisiones no previstos en la Ley como
delitos, faltas o infracciones, derecho a no ser juzgado por los mismos hechos por los
que hubiesen sido juzgados anteriormente, derecho a exigir responsabilidad al Estado y
a los Jueces por errores Judiciales, retardos u omisiones injustificados, funcionamiento
anormal de la Justicia.
Otra corriente considera que la Tutela Judicial Efectiva comprende, el derecho de
acceso a los órganos de jurisdiccionales, el derecho a obtener una sentencia fundada,
motivada, razonable o razonada y que no sea errónea o errática, el derecho a recurrir
de la decisión o sentencia y el derecho a ejecutar la decisión o sentencia, así mismo,
considera que la Tutela Judicial Efectiva contenida en el artículo 26 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela (1999), no involucra la suma de los demás
derechos y garantías contenidos en el artículo 49 de la misma. El Dr. Escobar León
considera al Debido Proceso como aglutinador de los que actualmente se llama
Derecho Procesal Constitucional que alude a la suma de los derechos y garantías
procesales constitucionales.
CAPÍTULO III
MEDIDAS CAUTELARES
1. EL PROCEDIMIENTO CAUTELAR
1.1 Naturaleza jurídica
Se conoce, que los estudios procesales sobre tutela jurisdiccional cautelar, tal
como lo reseña Henríquez La Roche (2000:23): “versan sobre dos aspectos
completamente distintos: el de las medidas cautelares propiamente dichas; y el de las
acciones cautelares autónomas. En el primero de los casos citados se ha realizado el
esfuerzo de ampliar su concepto incluyendo en él, las que tienen efectos ejecutivos
(medidas preventivas, sino también las de nudo conocimiento y decisorias)”.
Al respecto, Calamandrei (1962) en Italia y Podeti (1969) en Iberoamérica, se
han constituido en los abanderados de esta materia, pero en España se conocen las
tendencias restrictivas, limitándose al ámbito ejecutivo, lo cual se aprecia en las
conclusiones de la X Reunión de Profesores de Derecho Procesal celebrada en la
Universidad de Navarra en 1973, donde establecieron: “Se declara la conveniencia de
diferenciar las medidas cautelares de otros institutos procesales dirigidos a la
conservación de datos y pruebas o que tiendan a facilitar la efectividad de determinadas
actividades procesales” (p.258).
Sobre las acciones cautelares autónomas, las cuales han sido estudiadas por
Michelli (1970) y Goldschmidt (1962), se eleva el concepto de función cautelar al rango
de acción principal con efectos definitivos, independizándola, en su ejercicio, de la
necesaria violación actual de la Ley, los cuales podrían ser conjugados bajo un solo
sistema que permitiría incluir en un mismo género de jurisdicción las medidas y las
acciones cautelares.
En tal sentido, Carneluti (1971:263) establece la siguiente clasificación del
Proceso:
1.
Según se dirija el proceso a la reglamentación de un conflicto de intereses,
en acto o en potencia y puede ser contencioso o voluntario.
2.
Según que la reglamentación ocurra en el campo de la formación o en la
24
actuación de derecho, se distingue el proceso cognitivo del proceso ejecutivo.
3.
Según que la regulación opere inmediata o mediatamente, el proceso puede
ser definitivo o cautelar.
4.
Según que regule un conflicto singular de intereses o una categoría de
conflictos, se distingue entre proceso singular y proceso colectivo.
Refiere Carneluti (1971:264) que el proceso cautelar existe: “cuando, en vez de
ser autónomo, sirve para garantizar (constituye una cautela para) el buen fin de otro
proceso definitivo”. Considera también que cautelar puede ser, no solo un proceso,
sino un acto, una providencia contenida en el proceso definitivo. El proceso cautelar no
puede ser autónomo; el proceso definitivo no presupone el proceso cautelar, pero el
proceso cautelar presupone el proceso definitivo.
Para Podetti (1969), si bien no es reciente el nacimiento de una doctrina sobre las
medidas cautelares como institución procesal, no existe acuerdo respecto a las bases
de ese concepto que unifica una serie de pretensiones, procedimientos y resoluciones,
bastante diversos en su objeto, formas y resultados particulares. Si se busca el nombre
en la pretensión, tendrían que designarlas como acción o acciones cautelares o
conservativas; si en la forma de sustanciarlas, tendrían que llamarlas proceso o
procedimientos cautelares; y si por resolución, sentencias o decisiones cautelares.
Pero, con ninguna de estas designaciones se logra una idea integral de la institución, de
allí que el citado autor haya preferido llamarlas medidas, designación que dá idea del
objeto y de los resultados.
También considera Podetti (1969) que el sustantivo medidas, y para indicar su
naturaleza, se le agregan diversos adjetivos calificativos o voces que lo califican: de
seguridad, urgentes, precautorias, preliminares o previas o preparatorias, preventivas,
provisionales, de conservación, de cautela o cautelares, siendo este último el preferido
significa prevenir, precaver
Asimismo, Carnelutti (1971:266) refiere que: “a propósito de la acción cautelar
jurisdiccional, ha de observarse que como la acción jurisdiccional en general no es
poder de obtener una decisión favorable, sino, sólo de obtener una decisión, del mismo
25
modo esta acción cuando es cautelar, no consiste en un poder de obtener la medida
cautelar, sino sólo una decisión en vía cautelar”.
Se observa así, tal como lo expresa Sánchez Noguera (1995:7), un punto de
encuentro entre los diversos autores citados sobre la tesis del proceso cautelar, lo cual
permite la existencia de un proceso sui géneris cuando de las cautelas procesales se
trata”. Al respecto considera el citado autor que las actuaciones que se separan del
proceso principal no constituyen un verdadero proceso, que serían en todo caso
actuaciones accesorias que hacen parte en el proceso principal e inciden en el fondo.
No cabe duda que el proceso cautelar va unido al proceso principal, pues parten de un
mismo título y convergen cuando la sentencia definitiva es dictada, por tener en todo
caso la finalidad asegurativa de la misma.
En Venezuela, las Medidas Cautelares están contempladas en el Libro Tercero,
Títulos I y II del Código de Procedimiento Civil (1987), incluyendo en el Capítulo I del
Título I las disposiciones generales sobre las medidas cautelares; Capítulo II el
Embargo; Capítulo III el Secuestro; y en el Capítulo IV la Prohibición de enajenar y
gravar. El Título II trata lo referente al procedimiento de las medidas cautelares.
Según Sánchez (1995: 13): “atendiendo a la nomenclatura utilizada por el Código
de Procedimiento Civil (1987) venezolano, las medidas cautelares desde el punto de
vista de la iniciativa de las partes, constituye una especie de la tutela jurisdiccional, que
constituye la tutela de carácter preventivo y cautelar, por buscar asegurar el
cumplimiento de lo que se resuelva por la sentencia definitiva y los efectos de la acción
principal que se deduce con la demanda puesto que con tal petición se involucra una
reclamación de actuación del órgano jurisdiccional”.
Concluye Sánchez (1995: 13), que así como el proceso constituye una actividad
que se desarrolla en un lugar determinado, dentro de un lapso determinado, y con una
forma prevista en el texto legal, que se inicia con el ejercicio de la acción, involucra la
pretensión, , se desarrolla con la contradicción y concluye con la decisión y la ejecución,
todo lo cual envuelve el ejercicio efectivo del derecho a la tutela jurisdiccional, en el
ámbito cautelar se procura igualmente el cumplimiento de la función jurisdiccional del
Estado, que se cumple a cabalidad como en el proceso ordinario, mediante el ejercicio
efectivo de la denominada tutela jurisdiccional cautelar.
26
2. LAS MEDIDAS CAUTELARES
Bajo este concepto, según Alid Zoppi (2000: 86): “las medidas cautelares
comprenden una serie de decisiones tendientes a evitar la modificación de la situación
de hecho existente al tiempo de deducirse la pretensión, o la desaparición de los bienes
del deudor que aseguran el cumplimiento de la sentencia de condena que pueda recaer
en ése o en otro proceso”. En tal sentido refiere que las medidas cautelares no se
agotan en las que son materia de regulación específica, como el embargo preventivo, la
prohibición de enajenar y gravar bienes, sino que son aún mayores las facultades del
juez, que se extienden a otras medidas cautelares que se han dado en llamar
innominadas.
El citado autor considera que las medidas cautelares encuentran su fundamento
en la necesidad de mantener la igualdad de las partes en el juicio y evitar que se
convierta en ilusoria la sentencia que ponga fin al mismo, asegurando en forma
preventiva el resultado práctico o la eficacia de la sentencia principal recaída en un
proceso de conocimiento o de ejecución.
Para Couture (1958: 96) las medidas cautelares son: "aquellas dispuestas por el
Juez con el objeto de impedir los actos de disposición o de administración que pudieran
hacer ilusorios el resultado del juicio y con el objeto de asegurar de antemano la
eficacia de la decisión del mismo".
Calamandrei (1962: 79): “lo denomina proceso cautelar, por cuanto, en vez de ser
autónomo, sirve para garantizar el buen fin de otro proceso por lo que lo llama forma
autónoma de acción o mera acción,
en tanto existe como poder actual, es decir,
cuando aún no se sabe que el derecho cautelado o asegurado realmente exista”.
Se llega a la conclusión que las medidas cautelares son aquellas dictadas por el
Juez, tendientes a evitar la frustración en la ejecución del fallo definitivo, o lo que es lo
mismo, para garantizar la debida ejecución del correspondiente dictamen
2.1 Reseña histórica de las medidas cautelares
En el Derecho Romano, según Abouhamad (1978: 273), no se conocían las
medidas cautelares tal como se conciben en la actualidad, sin embargo, contaba con
ciertas instituciones parecidas y que cumplían con similares objetivos a las de hoy en
27
día. Refiere que el antecedente histórico más remoto de las medidas cautelares está
constituido por la “legis actio pignoris capionem”, conocida generalmente como la
Pignoris Capio, la cual era un procedimiento que consistía en la toma por el acreedor,
como garantía, de determinados bienes del deudor, con el objeto de constreñirlo al
pago de su deuda.
Constituía una de las acciones de la ley ejecutiva del procedimiento procesal de la
legis actiones, consistente en la toma de un objeto, realizada por el acreedor de entre los
bienes del deudor al mismo tiempo que pronunciaba determinadas palabras y sin ser
necesaria, tal vez, la intervención del magistrado; tal derecho correspondía al soldado a
quien debía entregar el dinero para adquirir su caballo o debía pagar el forraje o alimento
del mismo, y en otros supuestos, en favor de los publícanos y del que hubiese entregado
un animal para un sacrificio y no recibiese el precio.
También refiere Abouhamad (1978:274) que constituía un medio de coacción del
cual gozaba el magistrado en virtud de su imperium para embargar bienes a la persona
que desobedeciera sus mandatos. Con posterioridad, las legis actiones fueron
reemplazadas por el procedimiento formulario, denominado de esa manera porque el
magistrado redactaba un documento pequeño, en presencia y con la colaboración de
las partes, en el cual se concretaban las pretensiones del actor y del demandado en el
litigio y se indicaba al juez la cuestión a resolver otorgándole el poder de juzgar, así, la
fórmula le daba a éste poder para condenar al demandado en la suma que
anteriormente debería haber entregado para liberar la prenda
Finalmente, en el Derecho Romano, una vez trabada la litis con la contestación,
la cosa litigiosa no podía ser enajenada, ni destruida, ni deteriorada, de manera que
debería ser entregada al ganancioso en el estado en que se hallaba al iniciarse la
contención. Aquí se puede encontrar un símil con las medidas preventivas actuales,
particularmente con la prohibición de enajenar y gravar y con el secuestro.
Igualmente señala Abouhamad (1978:276) que en el Derecho Español, se
encuentra en las "Siete Partidas", sancionadas por el Rey Alfonso "El Sabio",
específicamente en la Tercera, normas sobre materia procesal en donde se establecía
que si el demandado enajenaba la cosa después del emplazamiento, la enajenación era
nula, en consecuencia el comprador debía perder el precio que había pagado por ésta,
28
siempre y cuando hubiera tenido conocimiento previo de la demanda; es así que se nos
asemeja al secuestro de la cosa litigiosa, prohibiendo al demandado disponer de la
cosa sobre la cual versa la litis. Así mismo, sobre la medida del arraigo dispusieron las
Leyes de Toro y la Novísima Recopilación. Los preceptos del Derecho Español antiguo,
como se sabe, eran de general aplicación en Venezuela durante la Colonia; y en
tiempos de la Gran Colombia regían las pragmáticas, órdenes, decretos y ordenanzas
del gobierno español sancionadas hasta el 18 de marzo de 1808; las Leyes de
Recopilación de Indias, la Nueva Recopilación de Castilla y las Siete Partidas; tal lo
disponía de manera expresa la Ley del 13 de mayo de 1825, la cual arregló el
procedimiento de Tribunales y Juzgados de la República.
La citada Ley tampoco previó de modo especial las medidas preventivas: las,
dejó sujetas a la legislación española, salvo la disposición que preceptuaba que en las
demandas ejecutivas podía apremiarse a los deudores con prisión, mientras no
manifestaran bienes bastantes para cubrir el débito, o dieran fianza suficiente para el
pago, o hicieran cesión de bienes, que era una especie de arraigo.
En Venezuela, en función de República se dictó en 1836 el primer Código
Procesal, el cual contenía un título denominado "De las Incidencias"; en este Título se
comprendían las excepciones dilatorias, recusación de funcionarios, competencias,
secuestro judicial y arraigo, tercerías, cesión de bienes y de la espera y quita. Esta
disposición del Código arandino vino a servir de base a la futura legislación procesal
sobre medidas preventivas. Al efecto, es bueno observar que exigía, para que se
pudiera conceder la medida de secuestro y embargo judicial, que existiera, por lo
menos, constancia de la deuda u obligación por medio de información sumaria; la
medida podía pedirse en cualquier estado de la causa y procedía:
1º. Cuando había temor de que el demandado pudiera ocultar o desmejorar el
dinero, frutos o cosa mueble objeto de litigio o no tuviere responsabilidad;
2º. En el caso de que el marido malgastara la dote u otros bienes de su mujer;
3º. Cuando pedía el hijo desheredado por su padre o madre la parte de los
bienes que le toca;
4º. Cuando se litigaba entre coherederos sobre la herencia;
29
5º. En el caso de que sea dudosa la posesión de la cosa litigiosa;
6º. Aun si la posesión no fuere dudosa, reclamen la propiedad de ella dos o más
personas con títulos igualmente auténticos; y
7º. Cuando la sentencia definitiva contra el poseedor de la cosa litigiosa fuere
apelada por éste y no diere fianza para responder de la misma cosa y sus frutos,
aunque sea inmueble. En cuanto al arraigo, podía pedirse cuando se temiera la
ausencia o fuga del demandado y consistía en la obligación de éste de presentar bienes
propios o una fianza por el valor de la cosa demandada, hipotecándolos para responder
de las resultas del pleito, bajo pena de prisión; pero el demandado podía a su vez, pedir
que el actor afianzara las resultas del juicio, siempre que fundadamente se temiera su
ausencia fuera de la República
Se establecía también en el Código de Aranda el derecho del demandado a que
no se acordara el secuestro ni el arraigo o que se suspendieran, de haber sido
acordados, mediante la prestación de fianza a satisfacción del actor.
El código de 1873, efectuó sensibles modificaciones en la materia de las medidas
preventivas de aseguramiento, que son las de secuestro judicial y arraigo: Tituló la
Sección: "Del Secuestro Judicial, arraigo y afianzamiento" y agregó que el secuestro o
embargo judicial se podía pedir no solo en cualquier grado de la causa, sino antes o
después de la litis contestación y, que constara el derecho aunque sea por declaración
de testigos.
En la enumeración de los casos en que procedía esta medida se hicieron también
modificaciones, como son; cuando sea un transeúnte; o bien, si el demandado lo fuera
por la cosa raíz que está gozando sin haber pagado el precio o se fueren a secuestrar
bienes determinados, si estos han desaparecido o no se encontraren, en cuyo caso el
secuestro se practicaría en bienes equivalentes del demandado.
El Código del 73 fue derogado por el de 1897, el cual cambió la denominación del
Título sobre la materia, así: "De la incidencias sobre medidas precautelativas y otras, y
de la Tercería". Entonces fueron trasladadas a otro lugar, las excepciones dilatorias,
que había dejado en el Título de las incidencias el legislador del 73 e introdujo el
calificativo de precautelativas y quedó expresa la intención de no considerar como
30
incidencia la Tercería. Al modificar el Código del 97 la materia del secuestro y embargo
judicial, introdujo la medida denominada Prohibición de enajenar.
El Código de 1916, trae el nombre de: "Incidencias sobre las medidas preventivas
y otras y de la tercería". Como se ve la modificación consiste en sustituir la palabra
precautelativa por preventiva; pero a la prohibición de enajenar agregó "y gravar bienes
inmuebles y el embargo de bienes muebles". Además el fundamento para pedir o
solicitar las medidas preventivas también sufrió cambio importante; exige este Código
"que se acompañe un medio de prueba que constituya a lo menos presunción grave del
derecho que se reclame"; de este modo el fumus boni juris o sea la presunción fundada
de existir el derecho se ha considerado suficiente: no se exige ya la constancia del
derecho. El arraigo fue suprimido.
Finalmente, hay que destacar que las modificaciones introducidas en el articulado
que regula el procedimiento para la obtención y ejecución de las medidas cautelares en
el
Código
de
Procedimiento
Civil
(1987)
vigente
(1987),
son
relevantes
conceptualmente y sistemáticamente, ya que ordenan la materia cautelar y su
aplicación, evitando así, las lagunas legales que se producían en el ordenamiento
anterior, tal como se irá evidenciando a lo largo del presente trabajo.
2.2 Características de las medidas cautelares
Según Henríquez La Roche (2000:39): “además de la característica esencial de
las medidas cautelares (la instrumentalidad) que constituye su naturaleza jurídica,
existen otros rasgos característicos que contribuyen aún más a su definición y a obtener
un concepto nítido y concreto de ellas”.
La instrumentalidad, se convierte en el verdadero quid lógico de las medidas
cautelares; no obstante, la provisoriedad, judicialidad y variabilidad, son propiedades de
la medida cautelar que devienen directamente de su relación con la providencia
definitiva, consecuencias y manifestaciones lógicas de la instrumentalidad.
Considera el citado autor que la doctrina no ha llegado a ponerse de acuerdo
sobre cuáles son y cuáles las denominaciones de las características propias de las
medidas cautelares. Se ha concatenado su enumeración en la doctrina estudiada, para
31
encontrar el vocabulario uniforme y correcto, siendo así como, además de la
instrumentalidad, se anotan las siguientes características de las medidas cautelares:
Provisoriedad: Señala Henríquez La Roche (2000:40) que, cuando las
providencias cautelares están a la espera de que otra providencia ulterior precava un
peligro, se está abordando el aspecto de su provisoriedad. El aguardar la realización de
un acto procesal posterior (entendiendo que el término aguardar comprende una espera
no permanente) se significa con esta voz. "La provisoriedad de las providencias
cautelares sería un aspecto y una consecuencia de una relación que tiene lugar entre
los efectos de la providencia antecedente (cautelar) y la subsiguiente (definitiva)", es
decir, la provisoriedad está en íntima relación y es una consecuencia necesaria de la
instrumentalidad o subsidiariedad. En virtud de ésta la providencia cautelar suple un
efecto a la providencia definitiva, y en virtud de aquélla está a la espera de que ese
efecto sea sustituido por otro efecto determinado de carácter permanente.
Judicialidad: en el sentido de que, estando al servicio de una providencia
principal, necesariamente están referidas a un juicio, tienen conexión vital con el
proceso y la terminación de éste obvia su existencia. Los términos jurisdiccionalidad y
juridicidad que respectivamente utilizan Brice (1958:166) y González (1961:112), para
designar esta característica, nos parecen incorrectos: el primero porque siendo muy
equívoco denota más fuertemente la facultad de "decir" el derecho, y el otro porque se
refiere a un concepto más amplio, el concepto de Derecho. Igualmente tienen carácter
judicial, procesal o adjetivo, porque no pueden aspirar a convertirse en providencias
materiales, es decir, no satisfacen el derecho material o sustancial de manera
irrevocable.
Variabilidad: Según Henríquez La Roche (1000:41), las medidas cautelares se
encuentran comprendidas dentro del grupo de providencias con la cláusula rebus síc
stantibus, según la cual, aun estando ejecutoriadas, pueden ser modificadas en la
medida que cambie el estado de cosas para el cual se dictaron. Dependen de la
mutabilidad o inmutabilidad de la situación de hecho que les dio origen. Si cambian las
exigencias del proceso principal en orden a las cuales el juez acordó la medida cautelar,
no debe impedirse una reconsideración de la necesidad de su vigencia.
32
Urgencia: También señala Henríquez La Roche (2000:43), que la urgencia viene
a ser la garantía de eficacia de las providencias cautelares. La necesidad de un medio
efectivo y rápido que intervenga en vanguardia de una situación de hecho, es
próvidamente suplida por las medidas cautelares. El daño que se persigue evitar en la
cautela preventiva definitiva, por ejemplo, puede adoptar diferentes formas y halla su
origen en la misma parte demandada, en tanto que el daño en las providencias
cautelares (provisionales), se concreta siempre en el retardo de la satisfacción definitiva
del derecho sustancial. No obstante, el peligro existente para la parte solicitante de la
medida, puede tener origen en ella misma o en el sujeto pasivo, según veremos
posteriormente Este carácter de urgencia presenta dos manifestaciones distintas. Una
es la simplicidad de formas o trámites para lograr la rapidez en el tiempo y la
superficialidad en el conocimiento previo de la materia de fondo, es decir, del derecho
reclamado en sede principal, antes de proceder a la ejecución.
Otra manifestación es, en cambio, la precaución que se toma para evitar
obstáculos que retarden la ejecución; el concepto precaución aquí debe ser entendido
como el modo de prudencia, cuidado, reserva o sigilo con los que se van cumpliendo
los trámites. Esta forma de evitar retardos y trabas que hacen nugatorios sus efectos,
consisten en los mismos medios de precaución que contempla el procedimiento penal
sumario hasta la detención efectiva del indiciado, sea, en la celeridad y secreto.
Agrega Sánchez (1995:29) la sumariedad: determina que el procedimiento en el
cual se adoptan las resoluciones cautelares, es un proceso de cognición superficial,
puesto que no se emite un juicio de certeza, sino de mera probabilidad acerca de la
existencia del derecho alegado o discutido en el proceso principal, no pudiendo ser de
otro modo, puesto que exigir la declaratoria de certeza, involucraría adelantar la
decisión de fondo, sin el contradictorio, por ello para la procedencia de la medida
cautelar no es necesaria la plena prueba de la existencia del derecho, sino su
verosimilitud, comprobada en forma sumaria.
2.3. Clasificación de las medidas cautelares
En lo referente a la clasificación de las medidas cautelares existen diversos
criterios dados por autores que en el presente trabajo de investigación se citan, para lo
cual se parte de aspectos doctrinarios y aspectos legales.
33
Sobre el particular Henríquez La Roche (2000:48) expresa que en la doctrina
procesal existen dos grandes grupos de clasificación.
Unos limitan las medidas cautelares a las providencias que actúan en función
jurisdiccional eminentemente ejecutiva; otros, en cambio, engloban todas las
providencias con fines preventivos, independientemente de la función declarativa,
ejecutiva o constitutiva.
Refiere Henríquez La Roche que en el primer grupo se inscribe, la clasificación
de Gutiérrez De Cabiedes (1974:19), la cual tiene importancia práctica para discernir el
tipo de ejecución que amerita la medida precautelativa: Desde un punto de vista teórico,
dice, se pueden clasificar las medidas cautelares atendiendo a que la obligación sea;
1.
De dar cosa genérica (dinero);
2.
De dar cosa específica:
2.1 Mueble;
2.2 Inmueble;
3.
De Hacer;
4.
De no hacer.
Señala además que cuando se trata de garantizar el cumplimiento de una
obligación de pagar una suma de dinero, el procedimiento de ejecución es el más
dispendioso, pues es necesario sacar a remate los bienes aprehendidos, a menos que
lo embargado sea una suma de dinero. Cuando se trata de dar una cosa específica, el
mandamiento de ejecución consiste en entregar la cosa a quien tiene derecho sobre
ella. La prevención en las obligaciones de hacer o no hacer puede revestir un doble
carácter, según se pretenda evitar la magnificación del daño prohibitivo o garantizar el
pago de una indemnización equivalente.
De igual manera, Henríquez La Roche cita a Couture (1958:325) quien las
clasifica en seis tipos:
34
a.
Medidas de puro conocimiento, que no tienen ni suponen ninguna coerción;
su objeto tan sólo es declarativo, como sería ejemplo las diligencias preparatorias a la
demanda, es decir, las pruebas pre-constituidas;
b.
Medidas de conocimiento sumario, con comienzo de ejecución provisional:
son las que se dictan en aquellos casos en los cuales existe un riesgo previsible. Cita
como ejemplos el depósito de la cosa mueble, embargo del inmueble, interdicción del
deudor, administración judicial de la comunidad o sociedad;
c.
Medidas de tutela de la propiedad o del crédito: probada prima facie la
propiedad, prenda, hipoteca, calidad de heredero, se dictan simplemente a
requerimiento del titular, aun cuando —según dice— no exista riesgo (periculum in
mora), como consecuencia del derecho real o de crédito; dá como ejemplos el embargo,
el secuestro, la interdicción;
d.
Medidas de ejecución anticipada, cual es el embargo ejecutivo, seguido de
una etapa de conocimiento.
También refiere Henríquez La Roche (2000) la división que hace Alsina
(1962:453), la cual consta de cuatro grupos;
a.
Las que tienen por objeto la conservación de una prueba a los efectos del
juicio ordinario, la constatación de un hecho por peritos, deposición de un testigo
anciano o enfermo grave, o bien, próximo a ausentarse. Son las medidas de puro
conocimiento de que habla Couture;
b.
Las que tienden a asegurar el resultado de la ejecución forzosa (embargo
preventivo, inhibición, es decir, prohibición general de enajenar y gravar, anotación —
registro— de la litis, intervención judicial —nombramiento de depositario judicial o
interventor—).
c.
Comprende aquellas de las que, en su ausencia, pudiera resultar un daño
irreparable: separación de los cónyuges, alimentos provisorios, prohibición de innovar.
La prohibición de innovar nace del Derecho romano que establecía la indisponibilidad
de la cosa litigiosa, no pudiendo enajenarse, destruirse o deteriorarla. La definición en
este grupo es eficiente aunque en realidad no es otra que la del peligro en el retardo,
característica de las medidas cautelares en general;
35
d.
La caución que se exige para obtener la ejecución provisoria de un acto,
incluso de las medidas precautorias, como es el caso de fianza para decreto de
embargo.
Henríquez La Roche cita a Calamandrei (1962:53), para quien tiene, por el
contrario, una significación doctrinaria, en la medida que se refiere a los medios que se
utilizan para la cautela (nudo conocimiento, decisión y ejecución).
En tal sentido, la clasificación que hace Calamandrei comprende cuatro grupos
que encierran en mayor o menor medida los citados anteriormente. El autor hace
hincapié en ratificar en cada uno de ellos la relación de instrumentalidad hipotética o
genérica que presentan con la providencia principal.
a.
El primer grupo es el de las "providencias instructorías anticipadas", con las
cuales, en vista de un posible futuro proceso de cognición, se trata de fijar y conservar
ciertas resultas probatorias, positivas o negativas que podrán ser utilizadas después en
el eventual proceso y en el momento oportuno. Normalmente tales providencias
instructorías anticipadas se adoptan en el curso del proceso ordinario, y forman parte
del mismo, pero pueden ser provocadas por un procedimiento autónomo si existe el
daño temido inminente. Este es el grupo que admítese en todas las divisiones traídas a
colación. Así por ejemplo, los casos de justificativo para perpetua memoria y el
reconocimiento judicial pre-constituido, presentan las dos notas características:
preservación de una prueba y relación directa al juicio de conocimiento.
b.
El segundo grupo comprende las providencias que sirven para facilitar el
resultado práctico de una futura ejecución forzosa, impidiendo la dispersión de los
bienes que pueden ser objeto de la misma. Casos típicos son nuestras medidas
preventivas.
Se conoce que el juicio ordinario, tiene su comienzo en la demanda admitida v su
final en el remate con la respectiva adjudicación y satisfacción plena. Dentro de él
separamos dos fases completamente diferentes: la de conocimiento y la de ejecución
que comienza a partir de la sentencia definitivamente firme. Las providencias
instructorías anticipadas del primer grupo aseguran la eficacia de la fase de
conocimiento; en cambio, estas otras aseguran la eficacia de la fase ejecutiva.
36
Permiten, respectivamente, que se dicte sentencia ajustada a la verdad y que su
dispositivo de condena sea cumplido.
c.
Constituyen el tercer grupo las providencias mediante las cuales se dirime
interinamente una relación controvertida en espera de que a través del proceso principal
posterior se perfeccione la decisión definitivamente. Como toda otra providencia
cautelar halla su razón de ser en la urgencia de la decisión ante el peligro de daño que
acarrea el retardo, daño referido más a la persona misma que a sus bienes.
d.
Merecen ser tratadas como cuarto grupo aquellas providencias cuya
denominación revela puramente la finalidad cautelar, que consiste en la imposición por
parte del juez de una caución; la prestación por la cual se ordena al interesado como
condición para obtener una ulterior providencia judicial. Ejemplos son las dos medidas
de cautela del procedimiento de medidas preventivas para decretarlas (contracautela) o
para neutralizarlas (cautela sustituyente).
La clasificación legal, según Sánchez (1995: 33), atendiendo al ordenamiento
procesal venezolano, se encuentra que el Código de Procedimiento Civil (1987) (1988)
se circunscribe a enunciar las distintas medidas cautelares sin establecer una
clasificación; pero el contenido del Artículo 587 concatenado con otras disposiciones
legales que sin ser procesales tocan la materia, puede obtenerse una clasificación a los
menores efectos de la distinción conceptual en el orden siguiente:
a.
Medidas cautelares típicas, las cuales tienden a garantizar la ejecución
forzosa de una eventual sentencia favorable, siendo dichas medidas las siguientes:
1.
Medidas que procuran la garantía económica de la ejecución forzosa: el
embargo de bienes muebles y la prohibición de enajenar y gravar
El embargo de bienes muebles: medida cautelar adoptada por la autoridad
judicial para asegurar el resultado de un proceso y que recae sobre determinados
bienes cuya disponibilidad se impide. El embargo, en su acepción procesal, se llama
preventivo cuando tiene por finalidad asegurar los bienes durante la tramitación del
juicio.
La prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles: Esta medida no afecta ni
perturba de manera inmediata al afectado, constituye una limitación al derecho de
37
propiedad y por lo tanto su interpretación debe ser siempre restrictiva y no puede
aplicarse de manera analógica.
2.
Medidas que tienden al aseguramiento de los bienes, para preservarlos a
favor de quien resulte favorecido por la sentencia definitiva: el secuestro de bienes
determinados. El secuestro es el depósito de bienes muebles o inmuebles materia de
un litigio que, en manos de terceros o del propio demandante, para fines preventivos y
de conservación, hacen los interesados o decreta el Tribunal. Es voluntario en el primer
caso, y constituye un contrato entre los deponentes y el depositario; y judicial en el
segundo caso, en el cual, aunque no es una convención, impone al secuestratario las
mismas obligaciones que el secuestro convencional al depositario.
b.
Medidas cautelares innominadas que tienden a evitar daños inminentes y
que autorizan al juez a dictar providencias cautelares atendiendo a la necesidad del
caso y siempre que no exista una medida cautelar específica que provea el
aseguramiento, las cuales pueden estar dirigidas también a la protección de ciertas
personas expuestas a peligros o amenazas sobre su integridad física y moral o sobre su
libertad. Dentro de estas medidas cautelares se tienen:
1.
Medidas asegurativas propiamente dichas: referidas a bienes y a personas
2.
Medidas cautelares complementarias, tienden a asegurar la eficacia y la
ejecución de las medidas cautelares típicas que se dicten.
Las medidas cautelares innominadas: su redacción es bastante genérica, por
cuanto sería difícil tratar de enumerar los casos en que se podrían solicitar estas medidas
cautelares, pero es indudable que para acordarlas, la finalidad de este poder cautelar
general, es el aseguramiento de las resultas de aquellas demandas que no persiguen la
satisfacción de obligaciones de contenido dinerario o la restitución de algún bien.
3. DEL DECRETO DE LAS MEDIDAS
PROCEDIMIENTO CIVIL ORDINARIO
CAUTELARES
TÍPICAS
EN
EL
Según Ortiz (2002: 695), “no existe en el ordenamiento procesal venezolano
diferencia sustancial entre un “decreto” y una “providencia” aunque el Código de
Procedimiento Civil (1987) (1988) alude a tales posibilidades en diversas normas; la
38
medida cautelar puede ser decretada en forma de: autos y este auto que contiene la
decisión del Juez sobre la medida se denomina decreto cautelar.
De igual manera refiere Ortiz (2002:695) que en algún momento se ha estimado
que, cuando los jueces se pronuncian, sobre la medida cautelar, en el mismo auto de
admisión de la demanda, se está tergiversando lo dispuesto en el Artículo 604 del
Código de Procedimiento Civil (1987) según el cual, la tramitación del procedimiento
cautelar es autónomo e independiente del expediente que contiene el juicio principal.
En tal sentido Ortiz (2002:695), expresa que, según su experiencia, si se quiere
cumplir con el mandato previsto en el contenido del Artículo 601 del referido Código,
según el cual el decreto cautelar debe pronunciarse el mismo día de la solicitud de la
medida, entonces es, materialmente imposible, al menos en los tribunales colegiados
que este hecho se produzca.
Entonces, revisando el mandato constitucional
establecido en el artículo 26 constitucional que propugna una justicia con celeridad y
sencillez, aunado a los problemas materiales que el pronunciamiento de la cautela
comporta, cree que el juez puede, en el mismo auto de admisión de la pretensión,
pronunciarse sobre la medida cautelar, para negarla o rechazarla pero debe ordenar la
apertura del cuaderno separado a los efectos de tramitar algún recurso de apelación
que se interponga.
El referido cuaderno separado debe formarse con copia certificada del escrito
libelar, si la solicitud de medida cautelar se ha hecho en el mismo libelo de la demanda,
siendo lo más común y natural en la actualidad que el demandante presente una
solicitud por separado de medida cautelar genérica o innominada, con la cual se
apertura dicho cuaderno y tiene una sustanciación propia y autónoma.
Refiere Ortiz (2002:696) lo relacionado con “oportunidad” basado en lo previsto
en el contenido del Artículo 601 del Código de Procedimiento Civil (1987) donde se
establece que el juez debe pronunciarse sobre la medida cautelar “el mismo día de la
solicitud”. Lo correcto, de acuerdo al criterio del citado autor es afirmar que el decreto
cautelar debe dictarse en el mismo momento en el cual el expediente tenga entrada en
el tribunal competente una vez efectuada la distribución si la hay.
En aquellas
circunscripciones judiciales donde exista un único tribunal unipersonal, efectivamente, el
decreto cautelar debe dictarse el mismo día de la solicitud.
En los tribunales
39
colegiados, la situación es bastante compleja, por cuanto se recibe la demanda por
secretaría y luego se distribuye al respectivo ponente, quien será el encargado de
pronunciarse sobre la admisibilidad de la pretensión y consecuentemente sobre la
cautelar.
El proyecto de decisión se distribuye entre los demás Magistrados a los
efectos de su lectura y su conformidad o disidencia en la respectiva discusión colectiva.
Esta situación, puede tomarse y, de hecho así ocurre, más de un día.
3.1 Posibilidades que reviste el decreto cautelar
El decreto cautelar puede revestir tres posibilidades: (a)
el acuerdo de la
medida; (b) la negativa de la cautela; (c) la orden de ampliación de la prueba, tal como
lo pauta el contenido del Artículo 601 del Código de Procedimiento Civil (1987). En tal
sentido, si el juez no hace pronunciamiento alguno, lo pertinente sería el procedimiento
de amparo constitucional contra la omisión judicial y, el juez puede constituirse en reo
de responsabilidad civil por retardo u omisión injustificado, a tenor de lo establecido en
los artículos 49 numeral 8 y artículo 25 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (1999) (1999).
3.2 La motivación del decreto cautelar
Se ha discutido si el decreto por el cual el juez acuerda o niega la medida debe
ser motivado o no y, al respecto, algunos Códigos de Procedimiento en Iberoamérica
exigen la motivación del decreto cautelar so pena de nulidad, como es el caso del
Código General de Proceso de Uruguay y el Código Procesal Civil del Perú, en este
último conforme a lo pautado en el contenido del Artículo 611 establece: “El juez,
siempre que de lo expuesto y prueba anexa considere verosímil el derecho invocado y
necesaria la decisión preventiva por constituir peligro la demora del proceso, o por
cualquier otra razón justificable, dictará la medida cautelar en la forma solicitada o la
que considere adecuada a la naturaleza de la pretensión principal (…). La decisión que
ampara o rechaza la medida cautelar será debidamente motivada, bajo sanción de
nulidad”.
Sobre el decreto cautelar, tal como lo observa Ortiz (2002:697) es frecuente que
los tribunales se limiten a señalar en el contenido del decreto sobre medida cautelar
“cumplido como están los extremos de la ley, se acuerda medida de …”, lo cual
constituye un modo de proceder incorrecto, siendo normal la argumentación del exceso
40
de trabajo en los tribunales, la complejidad de los asuntos tratados, entre otras
nimiedades.
Vale referir que la necesidad de motivación del fallo es una de las conquistas del
Derecho procesal finisecular.
Sobre el particular Couture (1976) señalaba que la
distancia entre la arbitrariedad y la discrecionalidad viene dada por la motivación de los
fallos judiciales.
Según Marcano (1960), el requerimiento de la motivación de las
decisiones judiciales es para los litigantes una de las más preciadas garantías y
obedece al derecho que tienen las partes, sobre todo aquellas cuya acción u objeción
resultan rechazada, que se le satisfaga haciéndole conocer las razones que hayan
guiado al criterio del juez para negar o desconocer su pretendido derecho, como una
demostración de que aquél no ha procedido caprichosa o arbitrariamente, sino con un
detenido y serio análisis de sus elementos de defensa., ambos señalados por Ortiz
(2002:698)
Comenta Ortiz (2002:698) que la exigencia de la motivación, como requisito
esencial del decreto cautelar, ha pasado por una lenta evolución desde viejas
decisiones que afirmaban que la discrecionalidad del juez para decretar la medida
implicaba que no estaba obligado a señalar los motivos de su acuerdo o su negativa
hasta la afirmación. Hoy en día es lo contrario., con la entrada en vigencia del texto
procesal de 1987 comenzó a exigirse de manera tímida, que los jueces deberían
señalar al menos el cumplimiento de los requisitos de ley. En la actualidad es una
condición de validez para las decisiones cautelares la necesidad de motivación, en
criterio de las distintas salas del Tribunal Supremo de Justicia.
En el mismo orden de ideas, Ortiz (2004) refiere que en diversos foros se ha
manifestado que la exigencia de la motivación puede significar que el juez emita opinión
sobre el fondo, lo cual resulta una falacia, siendo significativo que cuando el juez motiva
su decisión cautelar debe limitarse a constatar el cumplimiento de los requisitos y, tal
apreciación, es provisional, temporal, sujeta al procedimiento principal y cautelar. En tal
sentido, para el citado autor, las apreciaciones del juez no crean “cosa juzgada” ni
mucho menos prejuzgan como definitivo; si al juez se le hace imposible analizar los
requisitos de la medida porque ello constituye una anticipación del mérito de la causa,
41
entonces la medida es improcedente por inadecuada, por cuanto tal solicitud
comportaría una ejecución anticipada.
De igual manera vale la revisión sobre motivación del decreto cautelar dada por
Duque (1992), quien considera que respecto de las formalidades del decreto que
declare procedente las medidas preventivas, el artículo 601 del Código de
Procedimiento Civil (1987), sólo exige que el juez encuentre bastante la prueba sobre
los extremos de ley. “En consecuencia no es necesaria una motivación como si se
tratara de una verdadera sentencia y por ello, al juez corresponde únicamente señalar
esa apreciación, si acaso mencionando los medios de prueba en que fundamenta su
apreciación, sin que tenga que realizar una valoración propiamente dicha de tales
medios” (p.224) .
También refiere Duque (1992: 224)) que el decreto de las medidas preventivas es
una decisión provisional, sujeta a confirmación o revocación según lo pautado en el
último aparte del contenido del Artículo 602 del Código de Procedimiento Civil (1987),
mediante sentencia que dictará el juez al final de la articulación que se abre de pleno
derecho al transcurrir el lapso que tiene la parte afectada para hacer oposición al
decreto cautelar.
El referido decreto se dicta inaudita parte, es decir, sin oír la parte afectada,
incluso sin que ésta, si es la demandada, se encuentre citada. Por tanto, al estar citada,
ésta puede contradecir la solicitud de la medida y oponerse al decreto cautelar,
alegando el incumplimiento de los extremos legales, o destruyendo la prueba presuntiva
de tales extremos dentro de la articulación que se abre obligatoriamente al vencerse el
lapso para formular dicha oposición, haya habido o no esta oposición. Y el juez, en
consecuencia ha de revisar su decreto confirmándolo o suspendiéndolo, después de
una revisión de su propia decisión sobre el cumplimiento de las exigencias necesarias
para decretar las medidas preventivas. Al respecto, considera Duque (1992: 225) que:
“el decreto cautelar no debe contener una motivación sobre la providencia que acuerde
las medidas preventivas, porque de lo contrario el juez adelantaría opinión sobre la
confirmación o revocación que ha de dictar posteriormente”.
Conforme a lo expresado por Ortiz (2002:698), la motivación del decreto cautelar
comporta un análisis por parte del juez sobre los siguientes aspectos:
42
a.
Identificación del derecho debatido en el juicio principal (Fomus boni iuris).
b.
Determinación del peligro que ponga en riesgo la futura ejecución del fallo y
el peligro inminente del daño (Periculum in mora) y Periculum in damni si se trata de
una medida innominada.
c.
Identificación del medio o de los medios de prueba sobre los cuales se
fundamenta el cumplimiento de los requisitos anteriores.
Señala Ortiz (2002:699), debe tomarse en cuenta que el decreto cautelar puede
ser impugnado por un elemental respeto al derecho a la defensa, el juez debe
particularizar los fundamentos para acordar las medidas porque sobre ello versará el
recurso de apelación o el recurso de oposición; si el juez no motiva su decisión, es
decir, si no identifica la manera y cómo se demuestra el cumplimiento de los
requisitos, el ejercicio de los mecanismos de impugnación se verá menoscabado
Cuando un Juez, mediante decreto, acuerda o niega medidas cautelares,
cualesquiera que sea realiza una actividad de juzgamiento que la doctrina y la
jurisprudencia nacional han calificado como discrecional, se considera fundamentado en
lo establecido en los artículos 23, 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil (1987),
que disponen:
“Artículo 23 Cuando la ley dice: ‘El Juez o Tribunal puede o podrá’, se entiende
que lo autoriza para obrar según su prudente arbitrio, consultando lo más equitativo o
racional, en obsequio de la justicia y de la imparcialidad’.
Artículo 585
“Las medidas preventivas establecidas en este Título las decretará el Juez,
sólo cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del
fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituya
presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama”.
Artículo 588
“En conformidad con el artículo 585 de este Código, el Tribunal puede
decretar, en cualquier estado y grado de la causa, las siguientes medidas: 1°
El embargo de bienes muebles; 2° El secuestro de bienes determinados; 3°
La prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles. Podrá también el Juez
acordar cualesquiera disposiciones complementarias para asegurar la
efectividad y resultado de la medida que hubiere decretado”.
43
Ahora bien, según Henríquez (2000), es conteste la doctrina y la jurisprudencia
en que dicha discrecionalidad no significa arbitrariedad o autonomía absoluta e
irrevisabilidad del criterio que sea plasmado en la decisión.
En ese sentido, Ortiz (1999) sostiene que, ciertamente estamos en presencia de
una facultad discrecional pues ello es lo que indica la conjugación verbal indicativa
‘podrá’ pero no debe dejar de percatarse el intérprete, que la misma norma ‘condiciona’
esa facultad pues ello es lo que indica el adverbio circunstancial ‘cuando...’, es decir
que para proceder a dictar la medida –a pesar de la discrecionalidad- el Juez debe
verificar que se cumplan los extremos de ley, es decir, la aplicación del artículo 585 es
inobjetable, pues no queda duda alguna que la voluntad de la ley es que se cumpla
estrictamente con los requisitos previstos en el artículo 585.
En tal sentido se considera que la necesaria motivación del decreto cautelar
responde a razones formales y materiales; en el primer caso, debe tenerse presente
que la diferencia entre la ‘arbitrariedad’ y la ‘discrecionalidad’ está justamente en la
legitimidad que sólo podría justificarse, además, racionalmente de acuerdo a un
ajustado ‘juicio’ de carácter preliminar pero autosuficiente; la no motivación del decreto
hace incurrir al juez en un vicio que anula su acto o, al menos, lo convierte en un acto
arbitrario.
Lo antes expuesto permite apreciar la importancia de la motivación del decreto
dictado por el juez en el caso de las medidas cautelares típicas partiendo de la
necesidad de aclarar lo correspondiente al prejuzgamiento y la discrecionalidad.
CAPÍTULO IV
RESULTADO DE LA INVESTIGACIÓN
1. ANALISIS DE LOS RESULTADOS
1.1
Revisión sobre motivación de decretos de medidas cautelares típicas dictado por
Juzgados en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial de estado Zulia
Para los efectos de revisión de la motivación de decretos de medidas cautelares
típicas dictados por juzgados en lo civil, mercantil y tránsito de la circunscripción judicial
del Estado Zulia, se elaboró un instrumento denominado “Guía de Observación” en el
cual se consideraron aspectos que permitieron apreciar la motivación dada por los
jueces en casos específicos, así como la ausencia de dicha motivación en otros.
Caso 1. Decreto de medida cautelar típica dictada por el Juzgado de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
Guía de observación para expedientes sobre decreto de medida cautelar típica
dictada por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
Juzgado: Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
Actor: No identificado en el Decreto.
Demandado: Ciudadano Jaime Mijail Antolinez Soto.
Fecha del Decreto de Medida Cautelar típica: 27 de Octubre de 2008.
DATOS ESPECÍFICOS
1.
Acción: Demanda.
2.
Solicitud (medida cautelar): Medida de Prohibición de Enajenar y Gravar.
3.
Interés procesal: Adecuación a lo previsto en el contenido de los Artículos
640 y 646 del Código de Procedimiento Civil (1987) para el procedimiento por
intimación, de conformidad con lo pautado en el Artículo 646 del Código de
Procedimiento Civil (1987) Venezolano.
45
4.
Legitimación procesal: Conforme a lo pautado en el contenido del Artículo
11 del Código de Procedimiento Civil (1987).
5.
Elementos de la acción:
Sujetos:
Demandante no referido en el decreto.
Demandado: Ciudadano Jaime Mijail Antolinez Soto.
Objeto:
Prohibición de enajenar y gravar bien inmueble.
Causa:
Incumplimiento de compromiso, exigido conforme a lo previsto en el contenido
del Artículo 640 del Código de Procedimiento Civil (1987).
6.
Dictamen Judicial:
Decreto de prohibición de enajenar y gravar de bien inmueble conforme a lo
previsto en el contenido del Artículo 646 del Código de Procedimiento Civil (1987).
7.
Motivación del Decreto:
No realizada en el decreto.
Se presume el acatamiento de lo previsto en el contenido de los Artículos 644 y
646 del Código de Procedimiento Civil (1987), considerando como prueba un
instrumento público presentado con el libelo de la demanda que interpone el
demandante, lo cual facilita el decreto inmediato de la medida.
8.
Admisión o Rechazo:
Fue admitida la solicitud del demandante y decretada la medida cautelar típica de
prohibición de enajenar y gravar bien inmueble.
Caso 2. Guía de observación sobre Decreto de Medida Cautelar Típica dictada
por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
46
Juzgado: Primero de Primera Instancia Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
Actor: No identificado en el Decreto.
Demandado: Ciudadano Héctor Adán Medina (co-demandado).
Fecha del Decreto de Medida Cautelar típica: 10 de enero de 2008.
DATOS ESPECÍFICOS
1.
Acción: Demanda.
2.
Solicitud (medida cautelar): Medida de Prohibición de Enajenar y Gravar.
3.
Interés procesal: Conforme a lo previsto en el contenido del Artículo 585 del
Código de Procedimiento Civil (1987): “Las medidas preventivas establecidas en este
Título las decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria
la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituya
presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama” en un
procedimiento por nulidad de contrato reclamada en el respectivo litigio.
4.
Legitimación procesal: Conforme a lo pautado en el contenido del Artículo
11 del Código de Procedimiento Civil (1987).
5.
Elementos de la acción:
Sujetos:
Demandante no referido en el decreto.
Co-demandado: Ciudadano Héctor Adán Medina.
Objeto:
Prohibición de enajenar y gravar bien inmueble.
Causa:
Presunto incumplimiento de contrato cuya nulidad se reclama en el litigio.
6.
Dictamen Judicial:
Decreto de prohibición de enajenar y gravar de bien inmueble conforme a lo
47
previsto en el contenido de los Artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil
(1987).
7.
Motivación del Decreto:
El Juez expone en el decreto de la medida cautelar de prohibición de enajenar y
gravar sobre un inmueble, lo que puede considerarse como motivación, las evidencias
de enajenaciones que ha sufrido el inmueble en litigio, por lo que infiere la existencia de
una presunción grave del derecho que se reclama y del temor al daño, violaciones o
desconocimiento de derecho, bien por la tardanza de la tramitación del juicio, bien por
los hechos del demandado durante el tiempo tendentes a burlar o desmejorar la
efectividad de la sentencia esperada.
8.
Admisión o Rechazo:
Fue admitida la solicitud del demandante y decretada la medida cautelar típica de
prohibición de enajenar y gravar bien inmueble.
Caso 3. Guía de observación para Decreto de Medida Cautelar Típica dictada
por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de La
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
Juzgado: Cuarto de Primera Instancia Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
Actor: Ciudadana Nila Parra de Arteaga.
Demandado: Ciudadana María Eduvina Salas.
Fecha del dictamen sobre medida cautelar típica: 25 de Marzo de 2009.
Expediente: 12409.
DATOS ESPECÍFICOS
1.
Acción: Demanda por falta de pago.
2.
Solicitud (medida cautelar): Medida de Secuestro.
3.
Interés procesal: Adecuación conforme a lo previsto en el contenido del
Artículo 585 del Código de Procedimiento Civil (1987): “Las medidas preventivas
48
establecidas en este Título las decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo manifiesto
de que quede ilusoria la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de
prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se
reclama” para el procedimiento por resolución de contrato reclamada en el respectivo
litigio.
4.
Legitimación procesal: Conforme a lo pautado en el contenido del Artículo
11 del Código Procesal Civil.
5.
Elementos de la acción:
Sujetos:
Demandante: Ciudadana Nila Parra de Arteaga.
Demandado: Ciudadana María Eduvina Salas.
Objeto:
Medida de Secuestro.
Causa:
Resolución de Contrato de Arrendamiento por Falta de Pago.
6.
Dictamen Judicial:
Negación de decreto de medida de secuestro conforme a lo previsto en el
contenido de los Artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil (1987).
7.
Motivación del Decreto:
El Juez, en atención a las pretensiones de la parte actora, expuso argumentos en
el orden siguiente:
1.
La propuesta formal de demanda de la parte actora para los efectos de
Resolución de Contrato de Arrendamiento por falta de pago.
2.
La demanda con base en lo contemplado en el contenido del Artículo 1.167
del Código Civil en concordancia con el Artículo 599, numeral 7 del Código de
Procedimiento Civil (1987), como causal de procedibilidad que constituye el fundamento
de la acción “Falta de Pago”.
49
3.
La solicitud de decreto de medida cautelar de secuestro sobre bien inmueble.
El Juez motivó la negativa del secuestro solicitado de acuerdo a la siguiente
argumentación:
1.
Refiere el contenido de los Artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento
Civil (1987).
2.
Asume el Juez, de acuerdo al contenido de la norma supra transcrita
(artículos 585 y 588) del Código de Procedimiento Civil (1987), la facultad que otorga el
Legislador al Juez que conoce de una solicitud de Medida Cautelar para acordar o
negar la misma.
3.
Fundamenta la facultad de negación de la medida cautelar solicitada por
cuanto de los elementos probatorios consignados en los autos no se desprende el
riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo.
4.
Considera el Juez en su motivación que la ley adjetiva requiere para su
decreto que se acompañe un medio de prueba que constituya presunción grave de esta
circunstancia y del derecho que se reclama.
5.
Considera el Juez que en la medida preventiva de secuestro no se encuentra
demostrado uno de los extremos establecidos en el contenido del Artículo 585 del
Código de Procedimiento Civil (1987), al no demostrar la parte actora que existe un
riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo (Periculum in mora).
8.
Dictamen Judicial:
El Juez niega la Medida Preventiva de Secuestro al no encontrar comprobado en
las actas el peligro de quedar ilusoria la ejecución de la sentencia (el periculum in mora)
en la medida solicitada, el cual estimó como presupuesto de procedibilidad para la
negación de la referida medida.
Caso 4. Guía de observación para Decreto de Medida Cautelar Típica dictada
por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
Juzgado: Segundo de Primera Instancia Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
50
Actor: Ciudadano Humberto González Fuentes.
Demandado: Franklin José Fuenmayor Velásquez.
Fecha del Decreto de Medida Cautelar típica: 14 de octubre de 2007.
Expediente: 51559.
DATOS ESPECÍFICOS
1.
Acción: Demanda por falta de pago.
2.
Solicitud (medida
cautelar): Medida de embargo preventivo de bienes
muebles y de prestaciones sociales, caja de ahorros y fideicomiso.
3.
Interés procesal: Asegurar las resultas del juicio y
que
no
queden
ilusorios los derechos del demandante, tomando en consideración los instrumentos que
acompañan el libelo de demanda los cuales, según el actor llenan los extremos exigidos
en el artículo 646 del Código de Procedimiento Civil (1987).
4.
Legitimación procesal: Conforme a lo pautado en el contenido del Artículo
11 del Código Procesal Civil.
5.
Elementos de la acción:
Sujetos:
Demandante: Ciudadano Humberto González Fuentes.
Demandado: Ciudadano José Fuenmayor Velásquez.
Objeto:
Embargo preventivo sobre bienes muebles, Caja de Ahorros y Fideicomiso.
Causa:
Cobro de Bolívares (Intimación).
6.
Dictamen Judicial:
Decreto de medida preventiva de embargo de bienes muebles y caja de ahorros,
conforme a lo previsto en el contenido del Artículo 646 del Código de Procedimiento
Civil (1987).
51
7.
Motivación del Decreto:
El Juez, en atención a las pretensiones de la parte actora, expuso argumentos en
el orden siguiente:
1.
En cuanto a la medida de embargo sobre el fideicomiso, observó lo
establecido en el contenido del Artículo 2 de la Ley de Fideicomisos: “Los bienes
transferidos y los que sustituyan a estos, no pertenecen a la prenda común de los
acreedores del fiduciario. Salvo que la Ley disponga otra cosa, éste solo estará sujeto a
cumplir con dichos bienes las obligaciones que deriven del fideicomiso o de
su
realización, y podrá oponerse a toda medida preventiva o de ejecución dictadas a
solicitud de acreedores que procedan en virtud de créditos quo no deriven del
fideicomiso o de su realización”.
Al respecto, motivó la negativa de pedimento de medida de embargo solicitada
sobre el concepto de fideicomiso, considerando que según lo ordenado en el contenido
del artículo precitado, el fideicomiso no constituye prenda común de los acreedores del
fiduciario y que sólo pueden garantizarle las obligaciones derivadas del fideicomiso.
2.
Motiva su decisión de decretar medida de embargo preventivo sobre bienes
muebles propiedad de la parte demandada y Caja de Ahorros que corresponden o
puedan corresponder al demandado, tomando como base el instrumento fundamental
de la pretensión que deviene de documento autenticado ante la Notaría Pública Tercera
del Municipio Maracaibo, así como de las letras de cambio que corren agregadas a las
actas procesales, siendo estos instrumentos de los previstos en el contenido del
Artículo 646 del Código de Procedimiento Civil (1987).
8.
Admisión o rechazo:
El Juez niega el procedimiento de medida de embargo preventivo sobre
fideicomiso y decreta la medida de embargo preventivo de bienes muebles y de la caja
de ahorros.
Caso 5. Guía de observación para Decreto de Medida Cautelar Típica dictada por
el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
52
Juzgado: Segundo de Primera Instancia Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
Actor: Ciudadana María Chiquinquirá Socorro García.
Demandado: Ciudadano Pedro Arteaga Abreu.
Fecha del Decreto de Medida Cautelar típica: 25 de Mayo de 2009.
Expediente: 55.726.
DATOS ESPECÍFICOS
1.
Acción: Demanda por cumplimiento de contrato.
2.
Solicitud (medida cautelar): Medida de Prohibición de Enajenar y Gravar.
3.
Interés procesal: Adecuación a lo previsto en el contenido del Artículo 585 del
Código de Procedimiento Civil (1987): “Las medidas preventivas establecidas en este
Título las decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la
ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituya
presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama” para el
procedimiento por cumplimiento de contrato reclamada en el respectivo litigio.
4.
Legitimación procesal: Conforme a lo pautado en el contenido del Artículo
11 del Código Procesal Civil.
5.
Elementos de la acción:
Sujetos:
Demandante: Ciudadana María Chiquinquirá Socorro García.
Demandado: Ciudadano Pedro Arteaga Abreu.
Objeto:
Medida de Prohibición de Enajenar y Gravar.
Causa:
Demanda de cumplimiento de contrato.
6.
Dictamen Judicial:
53
Decreto de prohibición de enajenar y gravar de bien inmueble conforme a lo
previsto en el contenido de los Artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil
(1987).
7.
Motivación del Decreto:
El Juez, en atención a las pretensiones de la parte actora, expuso argumentos en
el orden siguiente:
1.
Toma como base para su decisión lo pautado en el contenido del Artículo
585 del Código de Procedimiento Civil (1987), argumentando que de esta norma se
colige que son dos los requisitos exigidos para que sea procedente decretar las
medidas preventivas, tales como: 1) Periculum in Mora o el riesgo manifiesto de que
quede ilusoria la ejecución de la sentencia; y 2) El fumus bonis iuris o la presunción del
derecho que se reclama.
2.
Considera el juez la presunción de la existencia de las obligaciones cuyo
cumplimiento demanda la parte actora en el juicio, salvo que en el curso del mismo el
demandado desvirtúa la existencia de las obligaciones demandadas, tomando como
base sobre la presunción grave del derecho reclamado el documento que acompaña la
parte actora en su escrito libelar sobre la opción de compra venta, debidamente
autenticado en Registro Público suscrito por el ciudadano Pedro Luis Arteaga en su
condición de propietario se compromete a vender a la parte actora un inmueble,
debidamente descrito en dicho libelo y la constancia de recibo de dinero para garantizar
la venta del inmueble, así como la cláusula establecida en dicho contrato para caso de
incumplimiento de la parte que vende el inmueble.
3.
Respecto a la mora, el juez en atención a las circunstancias del caso
concreto, aprecia que se debe asegurar la disponibilidad de los medios para satisfacer
las pretensiones del demandante, evitando la incertidumbre en el derecho del
peticionante, así como el traspaso a terceros del inmueble objeto del litigio.
4.
El juez, de conformidad con lo establecido en los artículos 585 y 588 del
Código de Procedimiento Civil (1987), revisados los documentos en los que se
fundamenta la pretensión consideró que se encontraban demostrados los extremos
legales exigidos en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil (1987) y en
54
consecuencia decreta la medida de Prohibición de Enajenar y Gravar sobre el inmueble
en cuestión, hasta cubrir la suma de cuarenta y cinco mil Bolívares (Bs.F. 45.000,00),
suma prudencialmente calculada por el juez.
8.
Admisión o rechazo:
El Juez admite y por lo tanto decreta la medida de prohibición de enajenar y de
gravar un inmueble al encontrar comprobado en las actas el peligro de quedar ilusoria
la ejecución de la sentencia (el periculum in mora) y el fomus bonis iuris en la medida
solicitada, estimados como presupuesto de procedibilidad para la referida medida.
1.2 Revisión de procedimientos sobre oposición a decreto de medidas cautelares
típicas dictado por el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo.
Caso 1. Sentencia: interlocutoria – oposición al decreto de medida de
prohibición de enajenar y gravar.
Juzgado: Tercero De Primera Instancia En Lo Civil, Mercantil Y Bancario
De La Circunscripción Judicial Del Estado Carabobo.
Actor: Ciudadano Carlos Herman Mendoza Peel.
Demandado: Ciudadanos Héctor G. Ortiz y Antonio R. Alviarez S.
Fecha: 03 de junio de 2009.
Expediente: 21092.
DATOS ESPECÍFICOS
1.
Recurso subjetivo procesal: Oposición al Decreto de la Medida de
Prohibición de Enajenar y Gravar.
2.
Solicitud: Suspensión de la Medida de Prohibición de Enajenar y Gravar.
3.
Fundamento de la oposición: el hecho que el inmueble le pertenece en
comunidad a la ciudadana Ruth Elena Marcano de Ortiz, con el demandado
ciudadano Héctor G. Ortiz García, por ser su cónyuge, y siendo así la medida
debió decretarse sobre el 50% de los derechos que le corresponden a su
55
representado y no sobre la totalidad del bien de la comunidad, alegando que del
documento público que acompañaron a los autos se desprende que hay un bien
de dos personas y lo afectan en su totalidad tomando como cierto que la deuda
es de los copropietarios el sujeto activo debió demandar por aplicación del
Artículo 168 del Código Civil a ambos comuneros, ya que el bien pertenece a
una sociedad de gananciales (…) Citó jurisprudencia Nº 1999, del magistrado Dr.
Pedro Rondón Haaz y consideró procedente la oposición. “Toda sentencia debe
ser motivada en razón al principio de la legalidad, para el ejercicio del control
derivado del principio de la doble instancia. Así, señaló los requisitos del artículo
243 y 601 del Código de Procedimiento Civil (1987), que el juzgador debe hacer
una operación lógica de la vinculación de los artículos 585 y 588 del Código de
Procedimiento Civil (1987), que consiste en un razonamiento jurídico que el Juez
tiene que explanar en la sentencia, por ello manifiesta y exige la revocatoria de la
sentencia dictada que decreta la cautelar de la recurrida por vía de oposición, por
cuanto de la misma no se determina ningún fundamento legal general ni especial
al decretarla.
4. Observaciones del Tribunal:
-
Establece el artículo 168 del Código Civil: “Cada uno de los cónyuges
podrá administrar por sí solo los bienes de la comunidad que hubiere adquirido
con su trabajo personal o por cualquier otro título legítimo; la legitimación en juicio,
para los actos relativos a la misma corresponderá al que los haya realizado. Se
requerirá del consentimiento de ambos para enajenar a título gratuito u oneroso o
para gravar los bienes gananciales, cuando se trate de inmuebles, derechos o
bienes muebles sometidos a régimen de publicidad, acciones, obligaciones y
cuotas de compañías, fondos de comercio, así como aportes de dichos bienes a
sociedades. En estos casos la legitimación en juicio para las respectivas acciones
corresponderá a los dos en forma conjunta”
-
Se entiende que para que uno de los cónyuges pueda administrar por sí
sólo los bienes de la comunidad, debe demostrarse que fueron adquiridos con el
56
producto de su trabajo personal, solo así podrá actuar en juicio para estos actos.
Caso contrario cuando se trate de enajenar los bienes allí mencionados,
corresponde la legitimación en juicio a ambos cónyuges.- Ahora bien, el
demandado de autos, para el momento de formular la oposición, esgrime a su
favor que el órgano jurisdiccional que decretó la medida de prohibición de
enajenar y gravar, incurrió en un exceso al afectar el cien por ciento (100%) de los
derechos de la comunidad de gananciales contenida en el inmueble de marras,
-
Por lo que respecta a la oposición formulada por el demandado, en
razón de la falta de motivación del decreto intimatorio, este Tribunal hace las
siguientes consideraciones: A) Se trata de una acción de cobro de bolívares, vía
intimatoria, fundamentada en el artículo 640 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil (1987), a los efectos del trámite del procedimiento especial
monitorio. B) Establece el artículo 646 del Código de Procedimiento Civil (1987):
“Si la demanda estuviere fundada en instrumento público, instrumento privado
reconocido o tenido legalmente como reconocido, facturas aceptadas, o en letras
de cambio, pagarés, cheques y cualesquiera otros documentos negociables, el
Juez, a solicitud del demandante, DECRETARÁ embargo provisional de bienes
muebles, prohibición de enajenar y gravar inmuebles o secuestro de bienes
determinados (…). La ejecución de las medidas decretadas será urgente. Quedan
a salvo los derechos de terceros sobre los bienes objeto de las medidas.Estableció la Sala de Casación Civil, del Tribunal Supremo de Justicia, en decisión
de 19 de Mayo de 2003, Expediente N° 02-024, Sentencia N° 00224, con
Ponencia del Magistrado Dr. Antonio Ramírez Jiménez:
Sobre este punto ha dicho la Sala que el requisito de motivación impone al
juez el deber de expresar en la sentencia los motivos de hecho y de derecho que
sustentan lo decidido. Esta exigencia tiene por objeto: a) controlar la arbitrariedad
del sentenciador, pues le impone justificar el razonamiento lógico que siguió para
establecer el dispositivo; y b) garantizar el legítimo derecho de defensa de las
partes, para que éstas puedan conocer los motivos de la decisión para determinar
57
si están conformes con ellos. En caso contrario, podrán interponer los recursos
previstos en la ley, con el fin de obtener una posterior revisión sobre la legalidad
de lo sentenciado. En materia de medidas preventivas, el requisito de motivación
del fallo se reduce al examen de los supuestos de procedibilidad a que se refiere
el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil (1987), vale decir, el fumus boni
iuris y el periculum in mora… cuando el Juez opta por decretar la medida
requerida, por cuanto en este supuesto, dado que puede constituir una limitación
al derecho de propiedad de la parte contra la cual obra, el Tribunal está obligado a
fundamentar las razones y motivos que lo llevaron a considerar probado el
“periculum in mora” y el “fumus boni iuris”, y además debe describir las
consideraciones por las cuales cree que la medida decretada se limita a los bienes
estrictamente necesarios para garantizar las resultas del juicio, desde luego que la
facultad para su decreto está condicionada a esos extremos.
5. Consideraciones para decidir:
-
En casos, como en el que se dirime, parece imperativo de ley que el
Juzgador debe decretar la medida cautelar, si la demanda estuviere fundada en
los documentos allí mencionados, y también la ejecución es de carácter urgente
de las medidas acordadas, cuando están llenos los extremos de ley, pero no
puede obviarse la motivación del decreto que dicta las medidas que señala el
artículo 646 del Código de Procedimiento Civil (1987), en virtud de que lo especial
del procedimiento monitorio, habida cuenta que el decreto de intimación podría
asimilarse a una sentencia previa, sujeto a la actividad activa o pasiva del intimado
dentro del plazo de diez (10) días señalado en el artículo 651 del Código de
Procedimiento Civil (1987), si fuere contumaz, el decreto adquiere la cualidad de
SENTENCIA PASADA EN AUTORIDAD DE COSA JUZGADA, y la medida
decretada quedaría firme, si no se ejerce la oposición mencionado en el artículo
602 eiusdem.
-
De una revisión exhaustiva del auto que decretó la medida cautelar que
encabeza las actuaciones del cuaderno de medidas, queda claro para quien juzga
58
que el mismo NO FUE DEBIDAMENTE motivado, y bajo los conceptos anteriores
mencionados, es obligación del juzgador señalar como mínimo en su motivación la
norma en que fundamenta su decisión, en este caso no se indicó la misma, y por
ello considera quien decide que dicho auto de fecha 31 de mayo de 2.007, dictado
por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Bancario del estado Carabobo, en su oportunidad, no fue debidamente motivado,
por lo que ha prosperado parcialmente la oposición formulada por el demandado
de autos, en consecuencia se revoca el mismo por imperio de Ley.6.
Decisión
Por las razones de hecho y de derecho, este Tribunal Tercero de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado
Carabobo, administrando Justicia en nombre de la República Bolivariana de
Venezuela y por Autoridad de la Ley declara: PARCIALMENTE CON LUGAR la
Oposición formulada por el Abogado VICTOR ORTÍZ GARCÍA, Inpreabogado Nº
34.752, actuando en su carácter de apoderado judicial del ciudadano: HÉCTOR G.
ORTIZ GARCÍA, identificado en autos, mediante escrito presentado en fecha 07
de Abril de 2008, en consecuencia queda revocado el auto de fecha 31 de mayo
de 2.007, que corre inserto al folio uno y dos del cuaderno de medidas del
expediente Nº 21092.
Queda suspendida la medida de prohibición de enajenar y gravar decretada,
líbrese oficio al Registrador respectivo una vez que quede firme la presente
decisión.- No hay condenatoria en costas.
1.3 Revisión
de procedimiento sobre apelación a decreto de medidas cautelares
típicas dictado por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario, Tránsito y
de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del
estado Aragua
1. Datos:
Fecha: Maracay, 19 de mayo de 2008.
59
Expediente: Nº C- 16.212-08.
Juzgado: Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario, Tránsito y de Protección
del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Aragua.
Demandante: Ciudadano Carlos Alberto Olivero Hurtado.
Demandado: Panadería American Pan II, C.A., en la persona de su
representante legal, ciudadano Manuel Valente De Rocha.
Motivo: Resolución de Contrato.
2. Antecedentes:
-
Suben las actuaciones al conocimiento de esta Instancia Superior,
procedentes del Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de
la Circunscripción Judicial del Estado Aragua, con motivo del Recurso de
Apelación en contra de la decisión interlocutoria dictada por el Juzgado de la
causa, en fecha 23 de noviembre de 2007, la cual declaró improcedente la
solicitud de medida de secuestro formulada por la parte actora.
-
Las actuaciones, fueron recibidas por esta Alzada en fecha 17 de
Marzo de 2008, se le dió entrada de conformidad con lo dispuesto en el Artículo
517 del Código de Procedimiento Civil (1987), fijándose el décimo (10) día de
despacho siguiente, para que las partes presentaren sus escritos de informes, y
vencido esté, comenzaría a corren un lapso de treinta (30) días consecutivos,
para que el Tribunal dictare sentencia en la presente causa, de conformidad con
el Artículo 521 del Código de Procedimiento Civil (1987).
-
En fecha 17 de abril de 2008, mediante auto, esta Alzada dejó
constancia de la no comparecencia de ninguna de las partes ni por ni por medio
de apoderado alguno a presentar escrito de informes.
3. Sentencia Recurrida
-
En fecha 23 de noviembre de 2007, el Juzgado Segundo de Primera
Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado Aragua,
60
dictó sentencia interlocutoria, de conformidad con lo establecido en el artículo
599 ordinal séptimo del Código de Procedimiento Civil (1987).
-
Para pronunciarse el Tribunal observa: en materia de medidas
preventivas el juez es soberano y tiene las mas amplias facultades para negar el
decreto de cualquiera medida preventiva solicitada, si analizadas las actuaciones
que cursan a los autos concluye que no se encuentran llenos los extremos
legales, pues no tiene la obligación ni el deber de acordarla, por estar autorizado
para obrar según su prudente arbitrio, y ello por mandato expreso del articulo
588 del Código de Procedimiento Civil (1987).
-
Sin embargo, el poder cautelar debe ejercerlo el Juez con sujeción
estricta a las disposiciones legales que lo confieren, de allí que la providencia
cautelar sólo se concede cuando existan en autos medios de prueba que
constituyan presunción de la existencia concurrente del riesgo manifiesto de que
pueda quedar ilusoria la ejecución el fallo y del derecho que se reclama, por tal
razón se hace imperativo para el juez examinar los requisitos ya mencionados, a
saber: El fumus boni iuris y el periculm in mora.
-
Con referencia al primero de los requisitos, “la presunción grave del
derecho que se reclama”, este se verifica con la existencia de apariencia de buen
derecho, pues cuando se acuerda la tutela cautelar no puede prejuzgarse sobre
el fondo del asunto planteado; este requisito implica sólo un cálculo preventivo o
juicio de probabilidad y verosimilitud sobre la pretensión del demandante, donde
corresponde al Juez analizar los recaudos o elementos presentados junto con el
libelo de la demanda, a los fines de indagar sobre la existencia del derecho que
se reclama.
-
En cuanto al segundo de los requisitos mencionados, esto es, “peligro
grave de que resulte ilusoria la ejecución de la decisión definitiva”. Su verificación
se circunscribe a la presunción grave del temor al daño, bien por violación o
desconocimiento del derecho si éste existiese, por la tardanza de la tramitación
del juicio, o por los hechos del demandado durante ese tiempo tendentes a burlar
61
o desmejorar la efectividad de la sentencia. (…).
-
Se observa que no se cumplen los extremos de Ley para decretar la
medida de secuestro solicitada, de conformidad con lo dispuesto en el artículo
585 del Código de Procedimiento Civil (1987), y en consecuencia declara
improcedente la medida solicitada. Así se decide…”.
4. Apelación
-
La parte actora presentó diligencia a través de la cual ejerció el
Recurso de Apelación en fecha 03 de diciembre de 2007, y señaló lo siguiente:
“…Apelo al auto dictado por este Tribunal en fecha 23 de noviembre 2.007,
inserto a los folios 2,3 y 4 del cuaderno de medidas…”.
5. Consideraciones para decidir:
-
El juicio, se inició por demanda de Resolución de Contrato interpuesta
por el ciudadano CARLOS ALBERTO OLIVERO HURTADO, titular de la cédula
de identidad N° V-7.272.326, en contra de la PANADERIA AMERICAN PAN II,
C.A., en la persona de su representante legal, ciudadano MANUEL VALENTE
DE ROCHA, titular de la cédula de identidad N° E-81.522.786, admitida en fecha
12 de noviembre de 2007, la parte accionante solicitó Medida de Secuestro
sobre el inmueble arrendado y pide se conceda el depósito en la parte
demandante por ser el propietario del inmueble.
-
Se evidenció en el caso, que el apelante recurre de la decisión que
fuere dictada por el Tribunal Segundo de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil
de la Circunscripción Judicial del Estado Aragua, de fecha 23 de noviembre de
2007, por medio de la cual declaró Improcedente la solicitud de la Medida de
Secuestro formulada por la parte actora. En este sentido, el núcleo de la
presente apelación versa sobre si la solicitud de la medida solicitada por la parte
actora en su escrito, cumple o no con los requisitos de procedencias de las
medidas preventivas, contenidos en los artículos 585 y 588 del Código de
Procedimiento Civil (1987).
62
-
En tal sentido, considera conveniente la sentenciadora en Alzada
destacar con relación a las medidas cautelares, que las mismas constituyen un
instrumento de la justicia dispuesto para que el fallo jurisdiccional sea ejecutable
y eficaz. Sin duda alguna, viene a ser una expresión de la tutela judicial efectiva
que consagra nuestro dispositivo Constitucional.
Ahora bien, dentro de las características de las medidas cautelares, la
doctrina ha señalado las siguientes: Idóneas, se refiere a la actitud de la medida
para cumplir con su finalidad preventiva; también son Jurisdiccionales, en razón
de que son dictadas en aras de proteger o precaver un fallo en que el juicio
principal pudiera quedar infructuoso; son Instrumentales, es decir, que no
constituyen un fin en sí mismas, sino que son un medio, un instrumento y un
elemento que sirve para la realización práctica de otro proceso eventual o
hipotético, según el caso y su resolución principal partiendo de la hipótesis de
que esta tenga un determinado contenido concreto, conforme a lo cual se
anticipan los efectos previsibles y que se traduce en el mantenimiento de una
situación de hecho en salvaguarda del derecho, sobre lo que se pronunciará el
juez que conoce el fondo del asunto, para que una vez que sea dictada la
sentencia definitiva sobre lo principal, no opere en el vacío y pueda ser
realmente efectiva.
Igualmente, son de carácter provisional y revocable, por cuanto
permanecerán vigentes hasta tanto no cambien las circunstancias que dieron
causa al decreto cautelar; y por último, son inaudita altera parte, en el sentido de
que éstas son dictadas por el Juez sin escuchar a la otra parte.
-
En este orden de ideas, el Juez puede hacer uso de la facultad cautelar
de decretar medidas preventivas, debiendo verificar el cumplimiento de los
requerimientos contenidos en los artículos 585 y 588 del Código de
Procedimiento Civil (1987).
63
-
De las normas citadas, se evidencia que el Juez debe verificar al
momento de decretar una medida preventiva típica o atípica, los siguientes
requisitos de forma concurrente:
1. Presunción Grave del derecho que se reclama, conocido con el
aforismo latino como fumus boni iuris;
2. Presunción Grave del riesgo manifiesto de que quede ilusoria la
ejecución del fallo, conocido con el aforismo latino periculum in mora, y;
3. La existencia de un fundado temor de que una de las partes, en el
curso del proceso, pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al
derecho de la otra, conocido con el aforismo latino periculum in damni, éste
requisito, sólo en el caso de que se trate de una medida cautelar atípica o
innominada.
-
La segunda condición de procedencia, es el peligro en el retardo, que
concierne a la presunción de existencia de las circunstancias de hecho que, si el
derecho existiera, serían tales que harían verdaderamente temible el daño
inherente a la inefectividad del fallo e insatisfacción del derecho. Esta condición
de procedencia de la medida ha quedado comprendida genéricamente en la
frase “…cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del
fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituye presunción
grave de esta circunstancia…”.
-
El peligro en la mora obedece a dos motivos: uno constante y notorio,
que no necesita ser probada, cual es la inexcusable tardanza del juicio de
conocimiento, el arco de tiempo que necesariamente transcurre desde la
presentación de la demanda hasta el libramiento del mandamiento de ejecución;
otra causa es los hechos del demandado durante ese tiempo para burlar o
desmejorar la efectividad de la sentencia esperada, sin embargo, cuando la
medida decretada sea atípica o innominada, la doctrina ha establecido que
deben cumplirse los requisitos antes mencionados, y también se debe probar la
64
existencia del fundado temor de que una de las partes, en el curso del proceso,
pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra,
conocido con el aforismo latino periculum in damni.
-
Asimismo, debe tener en cuenta la Juzgadora, lo señalado en
sentencia 0355 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de
fecha 11 de mayo de 2.000, con ponencia del Magistrado Dr. Héctor Peñas
Torreles, el cual señaló lo siguiente:
“…El fundamento teleológico de las medidas cautelares reside… en el
principio de la necesidad de servicio del proceso para obtener la razón
no debe volverse en contra de quien tiene la razón. En tales términos,
la potestad general cautelar del juez, parte íntegramente del derecho a
la tutela judicial efectiva, se presenta como un instrumento para evitar
justamente que el necesario transcurso del tiempo que implican los
procedimientos de conocimiento completo, opere en contra de la
efectiva tutela judicial de los ciudadanos en las defensas de sus
derechos e intereses…” (Subrayado y negrillas de la Alzada)
Igualmente, es resaltante acotar lo contenido en sentencia N° 0768 de
la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, donde
señaló lo siguiente: “…Tratándose de una solicitud de medida
preventiva y de conformidad con lo dispuesto en el Art. 585 del Código
de Procedimiento Civil (1987), la oportunidad para acompañar el medio
de prueba que constituya presunción grave de que quede ilusoria la
ejecución del fallo y del derecho que se reclama, es el momento en que
se introduce la respectiva solicitud…”. En este sentido, también en
Sentencia Nro. 783 de la Corte en Pleno, estableció con relación a las
pruebas en las medidas cautelares lo siguiente: “…es indispensable
para acordar alguna de las medidas cautelares, que el solicitante
presente prueba, aún cuando presuntiva, del derecho que se reclama y
de que existe riesgo de que se haga ilusoria la ejecución del fallo…”.
A este respecto, ha señalado el Tribunal Supremo de Justicia en Sala
de Casación Civil, en sentencia de fecha 10 de octubre de 2006, con
ponencia de la Magistrado Dra. Isbelia Pérez Velásquez, con relación a
los requisitos exigidos para decretar la medida preventiva, los cuales
son los siguientes:
“… En toda sentencia el juez realiza una operación lógica de
vinculación de norma general (artículo 585 y 588 del Código de
Procedimiento Civil (1987)) con el caso concreto; esa operación lógica
consiste en un razonamiento jurídico que le ha sido planteado. Es
decir, el deber de motivar la sentencia consiste en la explicación por
parte del juez del razonamiento lógico que justifica la decisión que
65
tomó respecto al caso concreto, dentro de las reglas de derecho con
sus fundamentos jurídicos…
Asimismo, la Sala ha establecido respecto de la capacidad decisión del
juez en el decreto de las medidas preventivas, entre otras, en
sentencia de 21 de junio de 2005, caso: Operadora Colana C.A, c/
José Lino De Andrade y otra, lo siguiente:…La Sala acoge el criterio
doctrinal y jurisprudencial que anteceden, y en consecuencia considera
que de acuerdo a la naturaleza de la cautelar solicitada, el
sentenciador deberá apreciar, no sólo el hecho de la tardanza del juicio
que no es imputable a las partes, sino todas aquellas circunstancias
que pongan de manifiesto que en virtud de ese retardo, no podrá
satisfacerse la pretensión del actor, lo que dicho con otras palabras
significa que en ese caso el Juez deberá ponderar si el demandado
hace nugatorio de cualquier forma la pretensión del accionante,
valiéndose de la demora de la tramitación del juicio. De esta forma, el
Juez puede establecer si se han cumplido los extremos de acuerdo a la
cautela solicitada, para lo cual deberá verificar que exista una
presunción grave de un estado objetivo de peligro que haga aparecer
como inminente la realización del daño derivado de la insatisfacción del
derecho, para lo cual tiene amplia discrecionalidad. (Omissis) En
consecuencia, para que proceda el decreto de la medida cautelar no
sólo debe evaluarse la apariencia de certeza o credibilidad del derecho
invocada, sino que debe determinarse si de las argumentaciones y
recaudos acompañados por el peticionario se deduce el peligro de
infructuosidad de ese derecho, no sólo en virtud del posible retardo de
la actividad del Juez, sino también de los hechos que pudieran resultar
atribuible a la parte contra cuyos bienes recae la medida, si así fuere
alegada por el solicitante de la cautela, todo lo cual deber ser
apreciado en conjunto, pues la sola demora del pronunciamiento sobre
la pretensión constituye en sí mismo un hecho notorio y constante que
no amerita prueba…”(Negritas y subrayada de esta Alzada).
-
Se verificó, de acuerdo con las actas procesales, que conforman el
presente asunto, que la parte actora no consigno ningún medio de prueba para
sustentar su pedimento, ni en el Tribunal A Quo ni en esta Alzada, por lo que en
el caso de autos no se encuentran cumplidos los elementos suficientes que
prueben los extremos necesarios para que sea acordada la cautela.
Por lo que, siendo esta una potestad del Juez apreciar la existencia o no
de la presunción del derecho reclamado (FUMUS BONIS IURIS) y del riesgo
manifiesto que quede ilusoria la ejecución del fallo (PELICULUM IN MORA), y
66
este juicio preliminar objetivo, no ahonda ni prejuzga sobre el fondo del problema
debatido lo que significa que el decreto de toda medida cautelar es de la
soberana apreciación jurídica de los sentenciadores de instancia.
Es por lo que, esta Superioridad procediendo en doble grado de
jurisdicción, y facultado para la revisión y decisión de la procedencia o no de la
pretensión cautelar solicitada por la parte actora, observó que la decisión dictada
por el Tribunal Aquo de fecha 23 de noviembre de 2007, en el cual se negó la
medida de secuestro sobre el inmueble arrendado, no se verificó el cumplimiento
de los requisitos de procedencia señalados ut supra.
Esto quiere decir, que la parte actora no demostró la concurrencia de los
extremos necesarios para la procedencia de la medida preventiva solicitada,
entendiéndose que no probó el Fumus bonis iuris ni el Periculum in mora, por lo
que no puede ser decretada la medida de secuestro solicitada.
6. Decisión
Con base a las consideraciones de hecho, de derecho y jurisprudenciales,
antes mencionados le resulta forzoso para este Tribunal Superior el Declarar SIN
LUGAR el recurso de apelación interpuesto por el abogado ORLANDO
PACHECO PADRON, inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado
bajo el Nro. 41.600, en su carácter de apoderado judicial de parte actora.
1.4
Revisión de procedimientos de inadmisión dictado por el Juzgado Superior Civil
(Bienes), Contencioso Administrativo y Agrario de la Circunscripción Judicial de la Región
Sur, a pretensión de Amparo Constitucional contra el Decreto de Medidas Preventivas
que dictó el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario,
Tránsito y Trabajo de la Circunscripción Judicial del estado Apure el 3 de marzo de 2007
1.
Datos
Fecha: Caracas, 18 de noviembre de 2007.
Expediente: 04-1796.
67
TSJ. Sala Constitucional.
Actor: Ciudadano Luis Enrique Herrera Gamboa.
Motivo: Apelación sobre decreto de inadmisión de Recurso de Amparo.
2.
Decisión objeto de apelación
El Juez de la sentencia contra la que se recurrió falló sobre la pretensión de
amparo
en
los
siguientes
términos:
“INADMISIBLE
la
Acción
de
Amparo
Constitucional incoado por el ciudadano LUIS ENRIQUE HERRERA GAMBOA contra
la Dra. Lisbeth Segovia Petit, Juez Segundo de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, Agrario, de Tránsito y Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Estado Apure. Se condena en COSTAS a la parte accionante, ciudadano LUIS
ENRIQUE HERRERA GAMBOA”.
3.
Fundamentación de la apelación
El 12 de julio de 2007, el abogado José Gregorio Andrade Pernía, apoderado
judicial del querellante, presentó escrito fundamentante de su apelación, en el que
señaló:
1.
Que “en el caso concreto, se decidió no transitar por las vías ordinarias,
puesto que, tal opción implicaba para(su) patrocinado el tener que esperar a que cesara
el invierno para poder cargar y transportar la madera que había comprado y pagado, lo
que conllevaba una clara situación de desventaja”.
2.
Que “...no obstante que se le explicó y argumentó válidamente las razones
de dicha escogencia, el Juzgado a quo constitucional declaró inadmisible la demanda
de amparo dizque porque ‘…no constan, en los alegatos del quejoso (…) elementos
suficientes de los cuales se pueda deducir que es el amparo el único medio de
restablecer la situación jurídica que se alega infringida y no uno de los medios
ordinarios, alegatos estos que deben ser formulados o invocados expresamente en el
escrito de solicitud y que debió hacer ciertas acotaciones…’”.
3.
Que “...a pesar de que se le invocó la doctrina vinculante de esta Sala
contenida en sentencia No. 1662 del 16 de marzo de 2003, caso: Beatriz Osío de
Utrera y Jesús Miguel Osío, ratificada en sentencia No. 3306 del 2 de diciembre de
68
2003, caso: Corporación Digitel C.A., (...), obvió por completo tales criterios omitiendo
pronunciamiento al respecto, lo que, sin duda, vicia su fallo por incongruencia”.
4.
Que, además, “...el Juzgado a quo constitucional se apartó de la doctrina que
sentó esta Sala Constitucional en sentencia No. 369 del 24 de febrero de 2003, caso:
Bruno Zulli Bravos, ya que declaró inadmisible el amparo a pesar de que en la demanda
se expresaron los motivos de urgencia y demás circunstancias particulares del caso que
autorizaban la escogencia de dicha vía”.
5.
Que “...el Juez Temporal, Eulogio Paredes Tarazona, a cargo del Juzgado
Superior Civil (Bienes), Contencioso Administrativo y Agrario de la Circunscripción
Judicial del Estado Apure, tiene serias deficiencias de conocimiento en materia de
amparo constitucional, derecho procesal y de la doctrina de esta Sala....” por cuanto:
5.1. “...declaró inadmisible la demanda de amparo con fundamento en el artículo
6, numeral 5, de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, no obstante, entró al análisis sobre el fondo o mérito de la
controversia, lo que constituye una evidente contradicción en los motivos que vicia el
fallo por inmotivación”.
5.2. “...Condenó en costas a (su) representado sin que hiciera pronunciamiento
alguno sobre la temeridad de la pretensión, en clara violación del precepto que
contiene el artículo 33 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, y a la interpretación que a dicha norma le ha dado esta Sala”.
5.3. “...no corrigió los vicios de orden público que como Juez Superior estaba
llamado a enmendar -inmotivación del decreto de medidas que dictó el Juzgado
Agraviante-, asiéndose (sic) el de la vista gorda, consintiendo un error de tal entidad
como lo es el decretar una medida sin ningún tipo de motivación...”.
6.
Que “...fue en la oportunidad de la audiencia constitucional, cuando la Juez
Lisbeth M. Segovia P., a cargo del Juzgado agraviante, consignó un escrito en el que
expuso las razones por las cuales decretó las medidas, siendo ello claramente
extemporáneo, porque no era esa la oportunidad cuando correspondía hacerlo”.
4.
Motivación para la decisión
El quejoso atribuyó la violación de sus derechos constitucionales a la defensa, al
69
debido proceso y a la propiedad que establecen los artículos 49 y 115 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en el decreto de
medidas cautelares nominadas e innominadas que expidió el Juzgado Segundo de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario, Tránsito y Trabajo de la Circunscripción
Judicial del Estado Apure el 3 de marzo de 2007, por cuanto el mismo no contendría
materialmente ningún razonamiento de hecho ni de derecho, lo cual le habría
imposibilitado la obtención del conocimiento de los motivos en los que se sustentó la
Juez que lo emitió, y, por tanto, le vedó la posibilidad del control de su legalidad, al
tiempo que le coartó la libre disposición de las especies maderables que adquirió.
La sala Observa que el querellante fundamentó su opción o escogencia por la vía
del amparo, en la inminencia del período de lluvias, durante el que, arguyó, se
imposibilita el proceso de carga y transporte de la madera porque el agua y el lodo
impiden el acceso a las gandolas y otras maquinarias necesarias para su carga y
transporte, lo que, en su opinión, hacía ineficaz el tránsito por las vías judiciales
ordinarias (tercería u oposición), y comportaba una situación de grave desventaja.
Además, se apoyó en el criterio que sentó esta Sala, en cuanto a la admisibilidad y
procedencia del amparo contra el decreto de medidas cautelares, cuando éstas son
abiertamente contrarias a las normas constitucionales. (Cfr. s.S.C. n°. 1662/16.03.03,
caso: Beatriz Osío de Utrera y Jesús Miguel Osío Osío).
Por su parte, la Juez a cargo del Juzgado agraviante alegó que decretó las
medidas preventivas con estricto apego a los parámetros que establece el artículo 585
del Código de Procedimiento Civil (1987), en ejercicio de la discrecionalidad que dicho
texto adjetivo le confiere. Asimismo, citó criterio doctrinario según el cual, por la
provisoriedad de este tipo de decretos, no es necesaria su motivación, y que se
corresponde -según comprobó esta Sala de la propia obra del autor que citó- con una
llamada a pié de página que este hizo, respecto de un extracto de una sentencia que
dictó la extinta Corte Superior Tercera el 13/12/66, que se halla a su vez recopilada en
Ramírez & Garay, XV, n° 245, y que cita jurisprudencia al efecto de la extinta Corte de
Casación del 19/02/1905, criterio éste que fue abandonado desde hace varios años y
que no está vigente en la actualidad, lo cual se comprueba con las sentencias de la
Sala de Casación Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia que, paradójicamente,
citó dicha Juzgadora, en las que se establece lo contrario, al tiempo que fue en la
70
audiencia pública cuando consignó un escrito en el que plasmó las razones por las
cuales decretó las medidas preventivas, nominadas e innominadas, objeto de amparo.
El Juzgado a quo constitucional, luego de que había admitido la pretensión e
inmediatamente después de que celebró la audiencia pública, publicó su decisión en
extenso, en la que declaró inadmisible el amparo con base en el artículo 6, cardinal 5,
de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, porque
consideró que el querellante no agotó las vías judiciales ordinarias (oposición y
tercería), pero prescindió de todo razonamiento sobre las circunstancias y razones
concretas de urgencia en las que el demandante de amparo justificó su escogencia por
la vía del amparo.
De forma contraria a esa línea de razonamiento entró también al análisis del
fondo del asunto, y consideró que el Juzgado agraviante no vulneró derecho
constitucional alguno cuando decretó las medidas preventivas, ya que lo hizo en
ejercicio de la facultad discrecional que la ley le otorga, por lo cual, estimó que actuó
dentro del ámbito de su competencia. Por último, condenó en costas al querellante, sin
que hiciera pronunciamiento alguno en relación con la temeridad de la pretensión de
amparo.
A juicio de la Sala, el fallo objeto de apelación incurrió en incongruencia y obvió
por completo –aún cuando el querellante hizo expresa mención de algunos de ellos- los
criterios de esta Sala Constitucional en relación con: i) la posibilidad de escogencia
entre el amparo o las vías judiciales ordinarias o extraordinarias; ii) la motivación como
requisito intrínseco y de orden público de todo fallo; y iii) la condenatoria en costas en
materia de amparo constitucional.
Consideró la Sala Constitucional que la aplicación del criterio que antecede, al
caso en concreto, exigía que el Juzgado a quo analizara las razones de urgencia y las
circunstancias específicas que adujo el querellante como justificación de su escogencia
por la vía del amparo; sin embargo, no se percibe que dicho Juzgado haya hecho ese
análisis. Por el contrario, incurrió en incongruencia porque omitió pronunciamiento al
respecto, aspecto éste que fue determinante del dispositivo del fallo que expidió.
Como quiera, que el agraviado puso en evidencia razones válidas y convincentes
por las cuales optó por el amparo, y por cuanto, al contrario de las afirmaciones que
71
hizo el tercero CONSORCIO MADERERO ITALO VENEZOLANO C.A. (COIVECA), la
pretensión de amparo sí cumple con todos los requisitos que establece el artículo 18 de
la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, además de
que no está incursa en ninguna de las causales de inadmisibilidad que preceptúa el
artículo 6 eiusdem, esta Sala juzga que la misma no debió ser declarada inadmisible.
Es jurisprudencia reiterada de la Sala de Casación Civil, tanto de la extinta Corte
Suprema de Justicia como del actual Tribunal Supremo de Justicia, la cual ha hecho
suya esta Sala Constitucional en sentencias nos 1222/06.07.01, caso: Distribuciones
Importaciones Cosbell C.A.; 324/09.03.07, caso: Inversiones La Suprema C.A. y
891/13.05.04, caso: Inmobiliaria Diamante S.A, ha dispuesto que los requisitos
intrínsecos de la sentencia, que indica el artículo 243 del Código de Procedimiento Civil
(1987), entre los cuales se halla el de la motivación, son de estricto orden público.
Cuando un Juez, mediante decreto, acuerda o niega medidas cautelares,
cualesquiera que sean (nominadas o innominadas), realiza una actividad de
juzgamiento que la doctrina y la jurisprudencia nacional han calificado como
discrecional, ello, por interpretación de los artículos 23, 585 y 588 del Código de
Procedimiento Civil (1987).
Advierte, además, la Sala, que el Juzgado a quo constitucional también incurrió
en error grave cuando condenó en costas procesales al querellante con prescindencia
de la determinación en relación con la temeridad de la pretensión, en evidente
infracción del artículo 33 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales y desconocimiento de la doctrina reiterada de esta Sala en materia de
costas procesales en el juicio de amparo. (Cfr. sentencia n° 320/04.05.00, caso:
Seguros La Occidental).
Por último, advierte la Sala que la Juez a cargo del Juzgado agraviante, también
incurrió en grave error de procedimiento y vulneró los derechos constitucionales al juez
natural y al debido proceso (ex artículos 49, cardinales 1 y 3, de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (1999)) de aquellos que intervienen en el juicio que
se tramita ante dicho Tribunal bajo el expediente n° 4525 que dio lugar a este amparo,
por cuanto ordenó la admisión de una demanda por cumplimiento de contrato de venta
y daños y perjuicios que se incoó respecto de una actividad de naturaleza agraria, como
72
lo es la explotación de especies maderables, por un procedimiento distinto al ordinario
agrario que establecen los artículos 201 al 266 del Decreto con Fuerza de Ley de
Tierras y Desarrollo Agrario, en inexcusable desconocimiento del artículo 212,
cardinales 8, 9 y 13, ejusdem.
Como quiera que se comprobó la violación de los derechos constitucionales a la
defensa y al debido proceso del demandante en amparo, ello es suficiente, por su
entidad, para la revocación del fallo objeto de apelación y la declaratoria de procedencia
de la pretensión de amparo.
5.
Decisión
Por las razones que anteceden, EL Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
Constitucional, administrando justicia en nombre de la República por autoridad de la
Ley, REVOCA la sentencia que fue objeto de apelación, que dictó el Juzgado Superior
Civil (Bienes), Contencioso Administrativo y Agrario de la Circunscripción Judicial de la
Región Sur el 17 de mayo de 2007. En consecuencia, declara CON LUGAR el recurso
de apelación que ejercieron tanto el demandante en amparo como los terceros
coadyuvantes al mismo y CON LUGAR la pretensión de amparo.
Igualmente en Sentencia de fecha 11 de agosto de 2.004, Expediente No. AA202003-000835 estableció lo que sigue:
“… En consecuencia, para que proceda el decreto de la medida no solo debe
evaluarse la apariencia de certeza o credibilidad del derecho involucrado,
sino que debe determinarse si de las argumentaciones y recaudos
acompañados por el peticionario se deduce el peligro de infructuosidad de
ese derecho, no solo en virtud del posible retardo de la actividad del juez,
sino también de los hechos que pudieran resultar atribuibles a la parte contra
la que recae la medida, si fuere alegado por el solicitante de la cautela,
presupuesto éste que debe ser apreciado en conjunto, pues la demora del
pronunciamiento sobre la pretensión constituye en si mismo un hecho notorio
y constante que no amerita prueba …”.
2. DISCUSION DE LOS RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN
El objeto de la presente investigación
fue determinar la importancia de la
motivación del decreto de las medidas cautelares típicas en el procedimiento civil
ordinario, para tal efecto se partió del planteamiento del problema, incluyendo su
73
formulación, justificación, objetivos y delimitación, así como se describió la metodología
utilizada.
De igual manera se hizo un referencial teórico sobre la tutela judicial y tutela
judicial
anticipada,
así
como
sobre
las
medidas
cautelares,
incluyendo
su
conceptualización, características y clasificación sobre el decreto de las medidas
cautelares típicas y su motivación.
Respecto a la motivación del decreto sobre medidas cautelares típicas y su
motivación, se realizó una revisión de decretos en el orden siguiente:
1.
Decretos dictados por tribunales de primera instancia sobre medidas
cautelares en el procedimiento por intimación, prohibiciones de enajenar y gravar
bienes inmuebles, embargo de bienes muebles y de fideicomiso, entre otros.
2.
Decisión judicial de Tribunal sobre oposición interpuesta contra decreto de
medida cautelar típica.
3.
Dictamen del Tribunal Superior sobre apelación de decisión de
decreto
sobre medida cautelar típica dictada por Tribunal de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y de Tránsito.
4.
Decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia sobre
apelación de decisión de inadmisión de Recurso de Amparo dictada por Tribunal
competente.
Sobre las medidas cautelares, en el desarrollo de la investigación se comprobó
lo referido por Alid (2000) que todas estas medidas tienen en común ser preventivas,
esto es, evitar la ocurrencia de un evento lesivo o dañoso, o una situación de peligro. Lo
específicamente cautelar se dá cuando la medida preventiva tiende a evitar que la
futura ejecución del fallo sea ilusoria. De igual manera que la tutela preventiva es un
género que denota diversas “posibilidades cautelares”, esto es la medidas cautelares
sólo constituyen una herramienta en el marco de un sistema para la tutela de los
derechos de las partes en un proceso. Se apreció que el fundamento para acordar la
tutela anticipada no es garantizar la futura ejecución de un fallo del cual se teme, con
seriedad, que quedará ilusoria en la futura ejecución, sino la necesidad de salvaguardar
la necesidad de los derechos constitucionales cuya lesión es inminente.
74
En el contenido de los decretos sobre medidas cautelares, normalmente se hace
referencia de las consideraciones hechas por Bello y Jiménez (2004): Como Primer
requisito: El Fomus Boni Iuris Constitucional o situación Constitucional Tutelable:
consiste en que se trate de una situación Constitucional tutelable, es decir, que se
invoquen derechos Constitucionales sean de orden interno o de carácter internacional
(tratados, pactos, convenciones y declaraciones sobre derechos humanos). En principio
la expresión Fomus Boni Iuris; significa apariencia del buen derecho, se trata de un
cálculo de probabilidades de quien se presente como solicitante. El Periculum in damni
constitucional, según Bello y Jiménez (2004), además de la posición jurídico
Constitucional tutelable, la Tutela anticipada debe tener una justificación, es decir, no
es suficiente invocar un derecho constitucional, es necesario justificar esa ingerencia
anticipada.
En el análisis de cada uno de los casos presentados sobre decretos de medidas
cautelares, se confirma la existencia de dichas medidas cautelares, debidamente
consagradas en el Libro Tercero, Títulos I y II del Código de Procedimiento Civil (1987),
incluyendo en el Capítulo I del Título I las disposiciones generales sobre las medidas
cautelares; Capítulo II el Embargo; Capítulo III el Secuestro; y en el Capítulo IV la
Prohibición de enajenar y gravar.
De igual manera se considera en la revisión de los decretos, lo referido por Alid
Zoppi (1988), en el sentido que las medidas cautelares comprenden una serie de
incidencias tendientes a evitar la modificación de la situación de hecho existente al
tiempo de deducirse la pretensión, o la desaparición de los bienes del deudor que
aseguran el cumplimiento de la sentencia de condena que pueda recaer en ése o en
otro proceso.
También, la investigación permitió confirmar lo expresado por Ortiz (2002), para
quien, según su experiencia, si se quiere cumplir con el mandato previsto en el
contenido del Artículo 601 del referido Código, según el cual el decreto cautelar debe
pronunciarse el mismo día de la solicitud de la medida, entonces es, materialmente
imposible, al menos en los tribunales colegiados que este hecho se produzca.
De hecho, la revisión de los decretos en comento permitió comprobar que el
decreto cautelar puede revestir tres posibilidades: (a) el acuerdo de la medida; (b) la
75
negativa de la cautela; (c) la orden de ampliación de la prueba, tal como lo pauta el
contenido del Artículo 601 del Código de Procedimiento Civil (1987). En tal sentido, si
el juez no hace pronunciamiento alguno, lo pertinente sería el procedimiento de amparo
constitucional contra la omisión judicial y, el
juez puede constituirse en reo de
responsabilidad civil por retardo u omisión injustificado, a tenor de lo establecido en los
artículos 49 numeral 8 y artículo 25 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (1999) (1999), tal como se refiere en la sentencia dictada por la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia sobre la apelación efectuada con
motivo de una decisión de inadmisión del recurso de amparo interpuesto en tribunal
competente, referida up supra.
Es preciso señalar que en los decretos de medidas cautelares sometidos a
revisión ante el mismo tribunal a quo no se observa una estructura uniforme, sino que
deriva del criterio del juez, por lo que no se aplica lo que en doctrina refiere Ortiz (200)
en el sentido de que la motivación del decreto cautelar comporta un análisis por parte
del juez sobre los siguientes aspectos:
a.
Identificación del derecho debatido en el juicio principal (Fomus boni iuris).
b.
Determinación del peligro que ponga en riesgo la futura ejecución del fallo y
el peligro inminente del daño (Periculum in mora y Periculum in damni).
c.
Identificación del medio o de los medios de prueba sobre los cuales se
fundamenta el cumplimiento de los requisitos anteriores.
Para los administradores de justicia, se considera prudente el señalamiento de
Ortiz (2002), en el sentido de tomarse en cuenta que el decreto cautelar puede ser
impugnado por un elemental respeto al derecho a la defensa, el juez debe particularizar
los fundamentos para acordar las medidas porque sobre ello versará el recurso de
apelación o el recurso de oposición; si el juez no motiva su decisión, es decir, si no
identifica la manera y cómo se demuestra el cumplimiento de los requisitos, el ejercicio
de los mecanismos de impugnación se verá menoscabado.
Además de los decretos de medidas cautelares analizados, también se hizo
revisión de otros en diferentes tribunales, pero se considera que con los analizados se
cumplió el objetivo previsto en la investigación.
CONCLUSIONES
Realizada la investigación se llegó a las siguientes conclusiones:
En el contenido del Artículo 585 del Código de Procedimiento Civil (1987) se
establece lo siguiente: “Las medidas preventivas establecidas en este Título las
decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la
ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituya
presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama”, allí se
encuentran debidamente establecidos los extremos
para el decreto de medidas
cautelares, siendo los mismos: la existencia del riesgo manifiesto de que quede ilusoria
la ejecución del fallo y un medio de prueba que constituya presunción grave de esta
circunstancia y del derecho que se reclama. En tal sentido deben cumplirse dichos
extremos por el solicitante de la medida y comprobarse por el Juez, sin extralimitarse,
en las medidas decretadas y en estricta atención a la legalidad.
De acuerdo a lo previsto en el contenido del Artículo 587 del Código de
Procedimiento Civil (1987), ninguna de las medidas cautelares tratadas
podrá
ejecutarse sino sobre bienes que sean propiedad de aquél contra quien se libren, salvo
los casos previstos en el artículo 599, donde se prevén casos específicos como: de la
cosa mueble sobre la cual verse la demanda, cuando no tenga responsabilidad el
demandado o se tema con fundamento que éste la oculte, enajene o deteriore; de la
cosa litigiosa, cuando sea dudosa su posesión; de los bienes de la comunidad
conyugal, o en su defecto del cónyuge administrador, que sean suficiente para cubrir
aquéllos, cuando el cónyuge administrador malgaste los bienes de la comunidad, entre
otros.
De acuerdo a lo pautado en el contenido del Artículo 588 del Código de
Procedimiento Civil (1987): en conformidad con el artículo 585 del Código de
Procedimiento Civil (1987), el Tribunal puede decretar, en cualquier estado y grado de
la causa, las siguientes medidas cautelares: 1° El embargo de bienes muebles; 2° El
secuestro de bienes determinados; 3° La prohibición de enajenar y gravar bienes
inmuebles.
De igual forma: El Tribunal podrá, atendiendo a las circunstancias,
suspender la providencia cautelar que hubiere decretado, si la parte contra quien obre
diere caución de las establecidas en el artículo 590. Si se objetare la eficacia o
77
suficiencia de la garantía, se aplicará lo dispuesto en el único aparte del artículo 589.
Esta disposición es importante en el sentido de la determinación de la posibilidad de
decretar la medida en cualquier instancia del proceso, así como suspenderla.
Conforme a lo previsto en el contenido del Artículo 601 del Código de
Procedimiento Civil (1987), cuando el Tribunal encontrare deficiente la prueba
producida para solicitar las medidas preventivas, mandará a ampliarla sobre el punto de
la insuficiencia, determinándolo. Si por el contrario hallase bastante la prueba, decretará
la medida solicitada y procederá a su ejecución. En ambos casos, dicho decreto deberá
dictarse en el mismo día en que se haga la solicitud, y no tendrá apelación.
Específicamente sobre el decreto de la medida en el mismo día en el cual se hace la
solicitud, se desarrolló el criterio de Ortiz (2004), en el sentido de la imposibilidad en
caso de tribunales colegiados, cuando se admite la solicitud y se ha de designar
ponente para la presentación del respectivo decreto de la medida cautelar, pero en
forma específica, cuando la medida se solicita en tribunal unipersonal de primera
instancia, dicha medida debe dictarse el mismo día de la presentación.
Se establece en el Código de Procedimiento Civil (1987) que Dentro del tercer
día siguiente a la ejecución de la medida preventiva, si la parte contra quien obre
estuviere ya citada; o dentro del tercer día siguiente a su citación, la parte contra quien
obre la medida podrá oponerse a ella, exponiendo las razones o fundamentos que
tuviere que alegar. Haya habido o no oposición, se entenderá abierta una articulación
de ocho días, para que los interesados promuevan y hagan evacuar las pruebas que
convengan a sus derechos.
El decreto sobre medida cautelar no tiene una estructura determinada lo cual
permite, a quien la dicta, estructurar a su forma dicho decreto, debiendo tomar en
cuenta las normas establecidas en el Código de Procedimiento Civil (1987),
específicamente en el contenido del artículo 588 en concordancia con el artículo 585,
sobre los extremos allí establecidos.
El juez que dicta el decreto sobre medida cautelar tiene la facultad de solicitar
ampliación sobre el punto que considere insuficiente, siendo dicho procedimiento un
modo de permitir a quien solicita la medida la posibilidad de no ser negada por efecto
de cualquier insuficiencia considerada por el juez.
78
Relacionado con la motivación del decreto sobre medida cautelar se encuentran
posiciones encontradas: unas significativas de que no se necesita la motivación del
decreto por la posibilidad de llegar a la valoración de la prueba, prejuzgamiento, entre
otros motivos, así como el criterio de que la motivación si es requerida.
Decisiones de Tribunales de Alzada, así como jurisprudencia del Tribunal
Supremo de Justicia, determinan la obligatoriedad de la motivación, pues no basta
referir documentos si no se motiva sobre el carácter de prueba para que sea
considerado como extremos en el decreto de medida cautelar.
Generalmente la oposición a las medidas cautelares, así como la apelación se
basan en la falta de motivación del decreto, siendo evidente, que puede ser
considerada errónea, la generalidad de los casos, particularmente en tribunales de
primera instancia, se acogen a la consideración de que se han llenado los extremos
previstos en el contenido del Artículo 585 del Código de Procedimiento Civil (1987), sin
mayor argumentación.
La oposición se presenta como un caso muy especial en el cual quien decreta la
medida es la misma instancia que conoce de la oposición al decreto y por lo tanto ha de
decidir sobre la misma, así como se considera un eslabón en el caso de no estar
conforme con la decisión y requerir la apelación.
Las decisiones plasmadas en el decreto sobre medidas cautelares puede ser
considerada por el demandado como violación a derechos establecidos en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) y por lo tanto presenta la
posibilidad del Recurso de Amparo, que de no ser admitido facilita el camino para la
respectiva apelación.
De igual manera, la motivación no tiene una estructura predeterminado por lo que
se facilita al juez dicha estructuración para así lograr que se cumplan los extremos
pautados en el contenido del Artículo 585 del Código de Procedimiento Civil (1987).
Es evidente que no puede quedar a la discrecionalidad del juez la posibilidad de
negar las medidas preventivas a pesar de estar llenos los extremos para su decreto,
pues con ello pierde la finalidad la tutela cautelar, la cual persigue que la majestad de la
justicia en su aspecto práctico no sea ineficaz, al existir la potencialidad de peligro que
79
el contenido del dispositivo del fallo pueda quedar disminuido en su ámbito patrimonial,
o de que una de las partes pueda causar daños a la otra, debido al retardo de los
procesos jurisdiccionales, pero no basta decir que se han llenado los extremos para su
decreto, sino motivarlos.
Es obvio y elemental que los jueces tienen un alto grado de discrecionalidad para
el dictamen de las medidas cautelares, la cual desaparece al estar plenamente
cumplidos los extremos de ley pues debe dársele paso a la voluntad del legislador y
decretar la medida solicitada. No se puede negar que esa discrecionalidad es
inversamente proporcional a la calidad probatoria de los medios utilizados para
demostrar los extremos de ley, o sea que a mayor calidad probatoria del medio
empleado, menor discrecionalidad del juez para acordar la medida.
Es erróneo el concepto de algunos litigantes o jueces al pensar que la palabra
discrecionalidad da la idea de que el juez pueda actuar como a bien tenga, cuando en
modo alguno ello significa arbitrariedad o ilimitada facultad de actuar o de juzgar. La
discrecionalidad es el margen de posibilidades que otorga la ley para que el juez pueda
apreciar racionalmente los hechos que se le presentan; constituye un espacio necesario
que el legislador confía al juez para la solución de un caso concreto, pero repetimos, en
modo alguno significa absoluta y omnímoda manera de juzgar.
Como se ha expresado en el desarrollo de la investigación, no existe uniformidad
en la doctrina acerca del deber de motivar o no el decreto de las medidas cautelares, ya
que algunos autores piensan que es en absoluto necesario, otros lo consideran
indispensable, y de hecho existe un considerable grupo de autores y jueces que
consideran que es suficiente con la siguiente expresión: “Verificado como se encuentran
los extremos de ley este Juzgado procede a dictar …”. Se considera que el juez está en
el impretermitible deber de motivar aún cuando sea sucintamente su decreto cautelar,
ya que al no hacerlo no se puede saber cuál fue el procedimiento intelectual-volitivo que
guió su pensamiento para tomar la decisión de decretar la medida cautelar, lo cual
conculca el derecho a la defensa y el debido proceso ya que nos impide hacer una
adecuada oposición por desconocer cuál fue el basamento utilizado por el juzgador
para tomar tal decisión, al mismo tiempo le impide al Juzgado de Alzada y al Tribunal
Supremo de Justicia efectuar un verdadero control de la legalidad de la decisión
80
proferida.
En
conclusión,
los
profesionales
del
Derecho,
tanto
litigantes
como
administradores de justicia deben ser activos en la revisión de la jurisprudencia
existente, a fin de evitar la comisión de errores en lo referente a la falta de motivación
de la medida solicitada como de la decretada, puesto que dicha jurisprudencia hace
señalamientos específicos sobre la falta de motivación de las medidas y refieren formas
de lograr dicha motivación, sin caer en valoración de pruebas o en definir posiciones
anticipadas equivalentes a las sentencias que haya de dictarse, pues el objeto de dicha
medida no es el de anticipar sentencias, sino el de cumplir con extremos de ley como
conjunto de precauciones y medidas para evitar la frustración de la ejecución de un fallo
definitivo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Abouhamad, Ch (1978). Anotaciones y Comentarios de Derecho Romano I. Tomo
III. ·3ra. Edición. Col. Manuales Jurídicos N0. 2. Caracas. Ediciones Jurídicas
Venezuela.
Alid, Pedro.(2000). Providencias Cautelares. Colección Humberto Cuencas N0. 6.
Valencia. Edit. Vadell Hermanos.
Ambrosio A., Ángel. (2000) Instituciones del Derecho Procesal Constitucional, Vol.
I, Turín. 2000.
Arias, Fidias (1999). El Proyecto de Investigación. Caracas. Editorial Episteme,
Asamblea Constituyente. Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(1999). Caracas. Publicada en la Gaceta Oficia No. 36.860 del jueves 30 de
diciembre de 1999.
Bello, Humberto. Jiménez, Antonio. (2004). Tutela Judicial Efectiva y otras Garantías
Constitucionales Procesales. Primera Edición. Caracas, Venezuela. Ediciones
Paredes.
Binder, A. (2002). El Incumplimiento de las Formas Procesales. Madrid. Editorial AdHoc s.r.l.
Borrego, C. (2002). La Constitución y el Proceso Penal. Caracas. Editorial Livrosca.
Bunge, Mario
Heliasta.
(1994).
Objetivos de la Investigación.
Buenos Aires.
Editorial
Cabanellas G. (1989). Diccionario Jurídico Elemental. Buenos Aires. Editorial
Heliasta, Décimo Sexta Edición.
Calamandrei (1962). Providencias Cautelares. Buenos Aires. Editorial Bibliográfica..
Carnelutti, Francesco. (1971).
Editorial Ejea.
Derecho Procesal Civil y Penal.
Buenos Aires.
Congreso de la República. Código de Procedimiento Civil (1987) de Venezuela.
Caracas. Gaceta Oficial No. 4209 Extraordinaria del 18 de septiembre de 1990.
Congreso de la República. Código Civil de Venezuela. Caracas. Gaceta Oficial No.
2990 Extraordinaria del 26 de julio de 1992. p.355
Consejo Parlamentario Ley Fundamental para la República Federal de Alemania
aprobada en sesión pública el 23 de mayo de 1949 en Bonn.
Convención Americana sobre Derechos Humanos. Suscrita en San José de Costa Rica
el 22 de noviembre de 1969, en la Conferencia Especializada Interamericana
sobre Derechos Humanos. P.192
82
Couture (1976). Caución Procesal. En Enciclopedia Jurídica Omeba. Buenos Aires.
Driskill S.A.
Couture (1958). Fundamentos de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires. Editorial De
Palma
Chávez, Nilda. (1994). Introducción a la Metodología de la Investigación.
Maracaibo. Artes Gráficas.
Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre. Aprobada en la Novena
Conferencia Internacional Americana. Bogotá, Colombia, 1948. p.97
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Declaración adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), de 10 de
diciembre de 1948 en París. p.84
Devis Echandía, H. (1984)
Editorial ABC.
Compendio de Derecho Procesal. Tomo III.
Bogotá.
Duque, R. (1992). Apuntaciones sobre el Procedimiento Civil Ordinario. Caracas.
Fabrega. P., J. (1975). Medidas Cautelares en Distintas Ramas del Derecho.
McGraw-Hill. Bogotá.
Goldschmidt (1962), J. Derecho Procesal Civil. Traducción de Niceto-Alcalá-Zamora
y Castillo. Barcelona. Editorial Labor.
Henríquez La Roche, Ricardo. (1992). Medidas Cautelares.
Jurídicos del Zulia. . Maracaibo. Editorial Maracaibo S.R.L...
Centro de Estudios
Henríquez, La Roche (2000). Medidas Cautelares. Centro de Estudios Jurídicos del
Zulia. Maracaibo. Editorial Maracaibo S.R.L.
Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia. Actor: No identificado en el Decreto.
Demandado: Ciudadano Jaime Mijail Antolinez Soto. Fecha del Decreto de
Medida Cautelar típica: 27 de Octubre de 2008. Acción: Demanda. Solicitud
(medida cautelar): Medida de Prohibición de Enajenar y Gravar.
Juzgado Primero de Primera Instancia Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia. Actor: No identificado en el Decreto.
Demandado: Ciudadano Héctor Adán Medina (co-demandado).Fecha del
Decreto de Medida Cautelar típica: 10 de enero de 2008.
Acción: Demanda.
Solicitud (medida cautelar): Medida de Prohibición de Enajenar y Gravar.
Juzgado Cuarto de Primera Instancia Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Estado Zulia. Actor: Ciudadana Nila Parra de Arteaga. Demandado:
Ciudadana María Eduvina Salas. Fecha del Decreto de Medida Cautelar típica: 25
de Marzo de 2009. Expediente:
12409. Acción: Demanda por falta de pago.
Solicitud (medida cautelar): Medida de Secuestro
83
Juzgado Segundo de Primera Instancia Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Estado Zulia. Actor: Ciudadano Humberto González Fuentes.
Demandado: Franklin José Fuenmayor Velásquez. Fecha del Decreto de Medida
Cautelar típica: 14 de octubre de 2007.Expediente: 51559. Acción: Demanda por
falta de pago. Solicitud (medida cautelar): Medida de embargo preventivo de
bienes mueble y de prestaciones sociales, caja de ahorros y fideicomiso.
Juzgado Segundo de Primera Instancia Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia. Actor: Ciudadana María Chiquinquirá
Socorro García. Demandado: Ciudadano Pedro Arteaga Abreu. Fecha del Decreto
de Medida Cautelar típica: 25 de Mayo de 2009. Expediente: 55.726. Acción:
Demanda por cumplimiento de contrato. Solicitud (medida cautelar): Medida de
Prohibición de Enajenar y Gravar.
Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Bancario de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo. Actor: Ciudadano CARLOS
HERMAN MENDOZA PEEL. Demandado: Ciudadanos HECTOR G. ORTIZ Y
Expediente: 21092.
ANTONIO R. ALVIAREZ S. Fecha: 03 de junio de 2009.
Recurso subjetivo procesal: Oposición al Decreto de la Medida de Prohibición de
Enajenar y Gravar. Solicitud: (medida cautelar): Suspensión de la Medida de
Prohibición de Enajenar y Gravar.
Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Bancario, Tránsito y de Protección del
Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Aragua.
Fecha: Maracay, 19 de mayo de 2008. Expediente: Nº C- 16.212-08.
Demandante: CIUDADANO CARLOS ALBERTO OLIVERO HURTADO.
Demandado: PANADERIA AMERICAN PAN II, C.A., en la persona de su
representante legal, ciudadano MANUEL VALENTE DE ROCHA. Motivo:
Resolución de Contrato.
Lorca, Antonio (2002). Derecho Procesal como sistema de Garantías, Boletín
Mexicano de Derecho Comparado, Año XXXV, No. 105, México.
Marcano R. (1960) Apuntaciones analíticas sobre las materias fundamentales y
generales del Código de Procedimiento Civil (1987) Venezolano. Tomo I.
Caracas. Editorial Hermanos Vadell.
Méndez, Carlos (1999). Diseño y Desarrollo del Proceso de la Investigación. Bogotá.
Editorial McGraw-Hill.
Ortiz, Rafael (1999). Las Medidas Cautelares Innominadas, Estudio Analítico y
Temático de la Jurisprudencia Nacional, Tomo I, Paredes Editores, Caracas.
Ortiz, Rafael. (2001).
Editorial Fronesis.
Tutela Constitucional Preventiva y Anticipativa. Caracas.
Ortiz, Rafael (2004). Teoría General del Proceso. Caracas. Editorial Fronesis.
84
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Adoptado y abierto a la firma,
ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de
16 de diciembre de 1966. Entrada en vigor: 23 de marzo de 1976
Podeti (1969). Tratado de Actos Procesales. Editorial Ediar. Buenos Aires.
Rivera, Ruperto (2002), Aspectos Constitucionales del Proceso. Tribunal Supremo
de Justicia. Libro Homenaje a José Andrés Fuenmayor. Tomo II. Caracas.
Roco, U. Tratado de Derecho Procesal Civil. Tomo V. Bogotá. Editorial Temesis.
Sánchez, Abdón. (1995). Comentarios y Anotaciones al Código de Procedimiento
Civil (1987). Del Procedimiento Cautelar y otras incidencias. Caracas. Editorial
Paredes Editores.
Tribunal Supremo de Justicia. Sala Constitucional. Fecha Caracas, 18 de
CIUDADANO LUIS
noviembre de 2007. Expediente: 04-1796. Actor
ENRIQUE HERRERA GAMBOA. Motivo: Apelación sobre decreto de
inadmisión de Recurso de Amparo
Descargar