suplemento especial - eldia.es

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SUPLEMENTO ESPECIAL
Viernes, 15 octubre 2010
(1910-2010)
(1910-2010)
un siglo de periodismo
Hoy se cumple un siglo desde que
Durante todo este tiempo, esta Casa ha visto surgir y
salió a la calle el primer número de La Prensa,
desaparecer a varios competidores en el quiosco, y su
el periódico del que surgió EL DÍA, en febrero de 1939, bajo solidez y éxito, de lectores y comercial, han sido la base de
las condiciones impuestas por el nuevo régimen triunfante su imparable labor informativa, a partir de la defensa de los
en la Guerra Civil. Quedaba claro que no podía tener
intereses de Tenerife y de las siete islas. En estas páginas
han escrito las mejores plumas del Archipiélago, desde
continuidad una publicación que se había definido desde el
Ildefonso Maffiotte, en la primera hora de La Prensa, a
primer día como republicana y, en consecuencia, su
propietario desde 1910, Leoncio Rodríguez, intervenida su María Rosa Alonso. Y, en medio: Luis Álvarez Cruz, Ernesto
empresa, prefirió entonces retirarse a un segundo plano y Salcedo, Domingo Pérez Minik y tantos otros a los que EL
sólo reaparecería en sus páginas de forma esporádica, a DÍA de los años sesenta y setenta del siglo XX les sirvió de
través de artículos publicados en ocasiones especiales,
escuela, y a algunos hasta de trampolín para lanzarse a la
aventura peninsular.
como la muerte de su gran amigo Benito Pérez Armas.
Desde aquel lejano 15 de octubre de 1910 hasta hoy, La
Este suplemento especial resume estos cien años. A
Prensa-EL DÍA ha sido testigo de dos guerras mundiales y
nuestro propio relato añadimos el de quienes han sido
testigos cualificados, desde dentro y desde fuera de la
una civil; ha visto transformarse Canarias con la partición
de la provincia única en dos, y le ha tocado también ser Casa, de lo que mucho que han significado dos periódicos
inseparables, La Prensa y EL DÍA, para la sociedad isleña.
testigo de la vuelta de las libertades tras la larga dictadura.
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LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRESENTACIÓN
E
E
N LOS AÑOS en los que Leoncio
Rodríguez editó La Prensa (19101936), que nada tienen que ver con
los de la actual globalización, la ciudad de
Santa Cruz de Tenerife era un espacio de
sociabilidad que tenía un alto grado de
autosuficiencia. Por entonces, las precarias comunicaciones y la ausencia de los
medios audiovisuales hacían que los habitantes del Archipiélago tuvieran el
grueso de sus referentes vitales en sus entornos más inmediatos. Los periódicos, por
su parte, recababan el grueso de sus informaciones en el ámbito del acontecer diario de los propios lectores para, tras cribar, procesar y distribuir en el paginado
los datos seleccionados, ofrecer un reflejo
de la realidad interpretado y explicado desde las directrices de cada línea editorial.
Como todos obraban del mismo modo día
tras día, el reiterado proceso de recogida
y entrega de las informaciones, con la incidencia de la reacción de los lectores, hace
comprensible que los diarios de aquella
época sean unos espejos muy sutiles de la
sociedad en la que circularon. Ello es así
porque sus páginas atesoran un relato
enhebrado en el pulso de la vida cotidiana
de la gente y, para mayor virtud, matizado
desde un sinfín de ideologías, tantas como
órganos informantes se editaban, porque
todavía estaban lejanos los tiempos del
pensamiento único en los que estamos inmersos a inicios del tercer milenio.
En el caso concreto de La Prensa, la versión del día a día que atesoran sus páginas
tiene un especial interés porque su orientación republicana de centro progresista y, en
materia insular, tinerfeño-regionalista era,
como deja patente su condición de diario
más leído, la dominante en la isla. Porque
al igual que sucede en la actualidad, los lectores de la época no eran neutrales y, en consecuencia, cuando ejercían su decisión de
compra optaban por las ofertas informativas más afines a sus puntos de vista. Por lo
tanto, el hecho de tener las tiradas más altas
desde su fundación, hace ahora un siglo,
hasta su incautación por el bando alzado
contra la República en julio de 1936, nos
dice que, en efecto, La Prensa fue el periódico que mejor sintonizó con el sentir tinerfeño. Eso sí, adaptándose en todo momento
a las limitaciones del contexto, como establecen los cánones del periodismo, para poder cumplir de la mejor manera posible su
servicio a la sociedad.
El incalculable valor
del legado histórico
de La Prensa
JULIO ANTONIO YANES MESA PROFESOR DE HISTORIA DE LA
COMUNICACIÓN DE LA ULL. MIEMBRO DE NÚMERO DE LA REAL SOCIEDAD
ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS DE TENERIFE Y
ESPECIALISTA EN LA PRENSA Y LEONCIO RODRÍGUEZ
Bajo tales premisas, debe entenderse el
hecho de que Leoncio Rodríguez gestara y
mantuviera su diario entre sus afines ideológicos hasta que, al calor del desarrollo del
mercado lector y publicitario en la bonanza
económica de los felices años veinte, pudo
emanciparlo y convertirlo en una empresa informativa autónoma. Y ello
sin renunciar a las dos referencias fundacionales
de la línea editorial, el republicanismo de centro
izquierda y el tinerfeñismo archipielágico, las
cuales supo poner Leoncio Rodríguez a tono
con los nuevos tiempos,
como también exigen
los cánones del periodismo, para no dejar obsoleta su oferta informativa.
La coherencia que
mantuvo la línea editorial
de La Prensa en su cuarto de siglo de existencia
es digna de todo encomio porque no sólo
conllevó el cambio de “órgano republicano”
a “diario informativo” sin perder la identidad propia, sino que, además, lo hizo en un
contexto muy poco favorecedor para mantener tales equilibrios. En efecto, en primer
lugar debemos tener presente que en aquellos años se sucedieron dos regímenes políticos antagónicos, la monarquía de Alfonso
XIII y, desde abril de 1931, la II República,
ésta precedida por la dictadura del general
Primo de Rivera (1923-1929) y sucedida por
la trágica guerra civil (1936-1939). Y que
a las secuelas de los cambios jurídicos se
sumaron otras de coyunturas económicas no
menos contradictorias: las profundas crisis
causadas por la I Guerra Mundial (19141918) y la caída bursátil de la bolsa neoyorquina (1929); y, entre ambas, el fuerte
crecimiento económico de la década de los
años veinte por el auge de la exportación
frutera a Inglaterra.
Precisamente, estos años en los que descendieron las tasas de analfabetismo y subió
el nivel de vida de la población insular, y
en los que afloraron las
primeras manifestaciones de la cultura de masas
en el Archipiélago con el
fútbol y el cine mudo a la
cabeza, fueron los que le
permitieron a Leoncio
Rodríguez trasladar hábilmente la vinculación con
el republicanismo desde
la inicial supeditación a
una facción política a
una referencia ideológica.
En definitiva, toda una
lección de periodismo
impartida en una época
preñada de dificultades y,
además, cuando los únicos recursos que había
para ejercer la profesión
eran el instinto y la intuición, porque todavía no se habían implantado los estudios correspondientes en el
mundo académico.
Dentro de la progresiva adecuación, que
no modificación, de la línea editorial a la
modernización de la sociedad insular, La
Prensa atesora una información muy valiosa
sobre el entorno de sus lectores que, a buen
seguro, los periódicos actuales jamás podrán
legar a las generaciones venideras. En efecto,
en una época en la que aún no circulaban
las notas de prensa que hoy en día inundan
las redacciones periodísticas, y cuyo uso
masivo tanto asemeja las páginas de todos
los diarios, Leoncio Rodríguez tenía que
agenciarse por su cuenta los fragmentos de
la realidad que convertía en noticia, lo que
hacía, además, en un contexto en el que lo
noticiable era mucho menos fugaz que ahora
porque el tiempo histórico discurría a un ritmo mucho más lento.
A la mayor originalidad y consistencia de
las informaciones debemos añadir que en
sus últimos años, los de la II República, La
Prensa ofrecía a la sociedad tinerfeña la plataforma de debate social más eficaz por su
amplia difusión, más plural por su independencia financiera y, por si fueran pocas
las virtudes, más inmediata porque la radio
isleña todavía estaba en etapas preinformativas. En consecuencia, el lector que ahora
acceda a una hemeroteca para releer el diario de Leoncio Rodríguez debe saber que
se va a encontrar con el relato de unos hechos mucho más sustanciales de los que hoy
en día son noticia y con unos informes muy
detallados sobre todos los asuntos trascendentales de la sociedad de la época que, en
la actualidad, tampoco aparecen en los periódicos.
Todavía queda otro rasgo por reseñar entre
los que singularizan las páginas de La Prensa: la mano de Leoncio Rodríguez. En efecto, tanta y tan esmerada era la dedicación
que el vocacional periodista prestaba a su
diario, que su impronta dejó una indeleble
huella en todos los números editados. De ello
hablan las obstinadas campañas en favor de
sus dos temas predilectos, el desarrollo económico y la erradicación del analfabetismo,
así como la evolución de la línea editorial
desde el tinerfeñismo que compartía toda la
isla antes de la división provincial por entender que éste era el único camino para hacer
región, al convencimiento en la República
de que había que llegar a un acuerdo con
los partidarios de las tesis divisionistas grancanarias. Todo ello, unido a la fiabilidad de
los datos por la meticulosidad de Leoncio
Rodríguez, hacer de La Prensa una fuente
histórica de primera magnitud para estudiar
cualquier vertiente de la realidad insular de
la época y, sobre todo, de la República,
período en el que su valor se agiganta ante
los vacíos que acusan las fuentes de archivo
por la represión franquista.
En definitiva, en este 15 de octubre de
2010 en el que se cumple un siglo de la aparición del primer número de La Prensa, la
mirada serena, profunda y totalizadora de
la Historia nos descubre un legado histórico
inmenso que, en estos inciertos inicios del
tercer milenio, constituye una referencia reconfortante para todos los que, de una u otra
manera, estamos relacionados con los medios de comunicación social.●
CARMEN RODRÍGUEZ WANGÜEMERT DECANA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
A LONGEVIDAD HA DE SER, sin duda, patrimoL
nio de los que proyectaron futuro. Se me antoja así. Longevidad y futuro
Lo presumo mientras valoro el sentido para el archipiélago del centenario de La Prensa-EL DÍA y mientras me
sumo a la celebración feliz de esta efeméride por muchas
razones: por rememorar su trayectoria –claro–, pero, también, porque barrunto que el designio de todo lo pasado
es garantía de un porvenir de pasos profesionales, ritmados, en compromiso, con la transformación de nuestra sociedad.
EL DÍA forma parte de mi historia de vida. Echo una
mirada atrás y redescubro el periódico, plegado sobre la
misma mesa camilla que bajo su faldón cobijaba los primeros números del Interviú de la transición. Veo la etapa
adolescente en la que se percibe el efecto de la noticia en
la realidad social. Remiro, y me asaltan la misma vocación por el periodismo, por estudiarlo, y la ligadura para
con la información pública. Vislumbro la mano que desde
la amistad colegial y desde la sede de la avenida de Buenos Aires me brindó la entrada a la práctica formativa, en
el admirado periodismo local, en la etapa incipiente del reto
que planteara la sociedad de la información y del conocimiento.
En esa mirada se revela la actividad profesional en el
vespertino Jornada... después en EL DÍA, en el marco de
esa pulsión periodística que permitía en los años 80 disfrutar y de los ritmos de dos tiradas de periódicos diarias.
Aprecio la señal de tantos periodistas estimados que, estén
donde ahora estén, allí aprendieron el oficio y me lo enseñaron. Veo el signo de pertenencia a la profesión. Y la marca
de mucho y auténtico periodismo, comprometido con sus
funciones –variopinto y plural–.
Se hace inabarcable significar lo que supone
que desde octubre de 1910 naciera La Prensa.
lo mismo sucede con EL DÍA, que aparecía en
1939. Largas vidas, y mucha convivencia con
la prolífica actividad de los medios de comunicación en el archipiélago. Ningún refrito nuestro sobre la trayectoria, y la de sus periodistas,
honraría con suficiencia su relevancia. La longevidad se nos hace ahí inasible.
Desde la responsabilidad académica es hoy
un deber valorar la disposición fructífera que
la rotativa y, desde hace años el grupo EL DÍA,
han brindado a la Facultad de Ciencias de la Información.
El balance de las prácticas en empresas que se han llevado
por convenio con la Universidad de La Laguna permite
aventurar que el futuro inmediato será igual de provechoso,
en la nueva etapa que marca el Plan de Bolonia.
El periodismo nos vincula así en una retórica deontológica, la del deber ser del encuentro teórico y la de la práctica profesional. Es ahí donde se conforma también la responsabilidad del debate de la investigación crítica, refle-
xiva, democrática y plural, como corresponde al universo
abierto de democracia y libertades que comparten los medios de comunicación y la universidad.
La teoría del periodismo nos une con la profesión que
avanza en relatar, explicar y juzgar los hechos de actualidad y que permite dotar de sentido a la realidad. Nos hace
gravitar en torno a un sentido de la información que nunca obliga a prescindir de una política editorial que se declare, sea crítica con los
propios postulados que defiende y permita participar a otras voces para establecer el equilibrio plural. Y nos enlaza, porque el sentido del
periodismo se perpetúa, en su propósito de discriminar lo interesante de lo importante para
con los acontecimientos en su sociedad.
La longevidad en el periodismo se encapricha con los que proyectaron desde la prensa
sobre sus funciones, que se resumirían en que
los lectores no pueden sentir que existe una realidad que les sea ajena.
El futuro se apega a los que escuchan las voces que desde
hace un siglo hablan del sentido de la profesión… de integración: de los individuos en su sociedad; de culturas diferentes, de exigencias democráticas; para la convivencia y
la paz y para el avance del conocimiento.
Y en el tránsito… al pulso de ese gesto interrogativo,
inacabable y eterno que es escribir, longevidad y futuro
van de la mano. ●
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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LA PRESENTACIÓN
Leoncio Rodríguez, guanche, canario
JOSÉ RODRÍGUEZ RAMÍREZ EDITOR Y DIRECTOR DE EL DÍA
100
100
AÑOS DE LEONCIO
RODRÍGUEZ, es decir,
de La Prensa, cuya ideología y espíritu continúan hoy en EL DÍA.
100 años de EL DÍA. “Leoncio, íntimo”,
fue, me parece recordar, el título del artículo que escribí cuando se cumplieron en
1985 los 75 años de su fundación. Leoncio Rodríguez era un hombre intenso,
recto y directo en su conducta; cariñoso,
áspero en el trato, familiar, devoto de su
familia consanguínea y devoto de su familia periodística. Fue alumno aplicado y
cuando dejó de ser alumno se quedó en
Tenerife para ejercitar las letras y la literatura al acabar el bachillerato en el Instituto de Canarias de La Laguna, donde
fue un brillantísimo estudiante y pluma en
ristre en muchos medios, en muchos “ateneos”, y con su gran y sabio maestro D.
José Rodríguez Moure, un sacerdote, historiador y buen escribidor de quien Leoncio aprendió, se impregnó de virtudes, de
historia, de sapiencia y, al parecer, de muy
buena gramática y sencillez en su exposición. No sé si aprendió estas cualidades
de D. José Rodríguez Moure o eran innatas del discípulo Leoncio.
Era sobrio, parco en palabras y de ninguna rimbombancia. “¿Por qué has escrito
exiguo si has podido escribir escaso?”, me
dijo una vez cuando leyó un trabajo mío.
Detestaba el vocabulario que fuera petulante porque el que él predicaba era directo, popular, limpio gramaticalmente,
puro, atractivo y arrastraba la atención
de todos los que leían cuanto escribía.
Otro maestro de Leoncio fue Patricio
Estévanez, un maestro de la prensa y de
los periodistas honestos que entonces ejercían con limpieza, pureza y destreza. José
Rodríguez Moure y Patricio Estévanez le
impregnaron de tinerfeñismo, patriotismo
y gratos sentimientos por la tierra donde
nacieron, vivieron y ejercieron su magisterio, y por el pueblo tinerfeño, el pueblo
que sentía y mostraba un recuerdo más
próximo de sus antepasados guanches, las
victimas del holocausto y genocidio que
cometieron los españoles contra familias
de seres humanos, de los guanches, recordamos, mediante la cruenta y vil conquista de la españolidad a la que había que
amar. Fue colega y compañero de trabajo
de otro recordado e ilustre y honesto periodista, Santiago García Cruz, propietario y director de “El Progreso”.
Leoncio sentía su tierra, respiraba su
aire, los sentimientos del pueblo con pro-
DE IZQUIERDA A DERECHA: Leoncio Rodríguez en su juventud, y sus maestros Patricio Estévanez y José Rodríguez Moure.
“¿Por qué has escrito exiguo
si has podido escribir
escaso?”, me dijo una vez,
cuando leyó un trabajo mío
José Rodríguez Moure y
Patricio Estévanez le
impregnaron de
tinerfeñismo, patriotismo...
Leoncio amaba a su isla y a
todas las islas del
archipiélago, a sus gentes,
en especial al campesino
fundidad, y tal es así que cuando le obligó,
le forzó España por medio de uno de sus
esbirros, los gobernadores que enviaba a
la colonia, y pistola al pecho, a fusionar
La Prensa con un diario de movimiento
nacional sindicalista, se refugió en su finca de Geneto a la que rotuló “El Moralito” por un moral que estaba en la rampa
de entrada de su casa y frente a otra vivienda, la de las hermanas Isabel y Adela
Pérez, propietarias de un finca llamada “El
Moral”, donde habitaba un drago muy importante y famoso en esa época.
Leoncio amaba a su isla y a todas las
islas del archipiélago, a sus gentes, de todas las clases, en especial al campesino,
sus costumbres y conducta respetuosa, y
dejó escritas bella páginas de sus aspectos rústicos o ciudadanos, de salones aristocráticos de tantos lugares comunes, de
tantos sitios inolvidables.
Escribió crónicas, muchos relatos,
muchas siluetas de personajes, de lugares, de gentes, de monumentos, que constituyeron y siguen constituyendo un
ejemplo de los más perfectos relatos que
no trascendieron en Europa y el mundo
por la condición de colonia de la isla en
la que vivía y su propia condición de
“indígena ilustrado” para los peninsulares.
Yo apostaría porque hasta hoy no he
leído narración alguna más perfecta que
las que él, Leoncio, compuso con su prosa,
con su estilo amable, limpio, directo, de
vocabulario justo y ajustado sin ordenador; expresiva de sentimientos de alegrías
y tristezas, supremos relatos propios del
escritor insigne que podían compararse y
con ventajas con los mas históricos y perfectos del mundo. Fue un escritor
inmenso, y mecenas porque muchos ilustres de su tiempo surgieron al calor de su
amistad y de su obra, de La Prensa. Siempre pongo como indicadores y compendio de su gran estilo sus libros “Estampas tinerfeñas” y “Los árboles históricos
y tradicionales de Canarias”, y “Tenerife”,
recopilación de sus artículos que recogió
en un volumen publicado en 1916.
Leoncio Rodríguez era un dechado de
las mejores virtudes de la tierra tinerfeña
y canaria, de ascetismo, de rectitud y de
patriotismo, era la figura del guanche víctima, masacrado que escapó de las cadenas de la esclavitud a la que les sometieron los españoles. Aquel Leoncio intenso
que evoqué hace 25 años sigue vivo en el
recuerdo con 118 años encima.
Hoy le recordamos, nos enorgullecemos por continuar su obra principal y nos
declaramos fervientes seguidores de su
patriotismo, y amantes del país canario.
De la Nación Canaria.●
15 de octubre de 2010.
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LOS TESTIMONIOS
“Es un honor haber sido partícipe
de los cien años de EL DÍA”
Álvaro Castañeda llegó a esta Casa en 1957 y fue jefe de Deportes. Su pasión
siempre fueron el CD Tenerife y el fútbol regional.
Álvaro Castañeda González, palmero de
nacimiento, es una institución en el periodismo deportivo. Desde el año 1957 hasta
la actualidad –ahora, a sus 82 años, ejerce
como colaborador del Mundo Deportivo
para la información del CD Tenerife– ha
estado vinculado con el plomo, en sus inicios, la máquina de escribir y el ordenador,
si bien recalca que “con estos últimos adelantos” no congenia muy bien.
Este ilustre del periodismo deportivo es
el socio número 2 de la Asociación de la
Prensa Deportiva de Tenerife y en sus vitrinas luce importantes reconocimientos, tales
como el Premio Domingo Rodríguez, concedido por la Federación Territorial de Fútbol; el Trofeo Avelino Montesinos, que le
otorgó la Delegación de Fútbol en La Palma,
además de la medalla de oro y brillantes del
CD Tenerife, de la APDT, impuesta por el
gran Matías Prats, y la de plata de la Asociación Nacional de Peridistas Deportivo.
Su vida está estrechamente ligada al periodismo, al que llegó en el año 1957, ejerciendo de corrector de pruebas en EL DÍA
“A través de Julio Fernández, don Domingo
Rodríguez me fichó para su nuevo proyecto
periodístico, en el 57, ya consolidado: Jornada Deportiva, cuya primera cabecera vio
la luz el 20 de enero de 1953”. En los primeros años salía semanalmente, después
pasó a ser bisemanario, para tener su
máximo protagonismo cuando José Rodríguez, editor/director de EL DÍA, apostó por
un producto de tirada diaria”.
“He tenido la suerte de haber pasado por
los tres edificios: en la calle del Norte o
Valentín Sanz, con su emblemática escalera
de caracol”, recuerda; y sigue: “Con el paso
de los años el periódico se trasladó a la sede
de TVE y en la década de los 70 al número
71 de la avenida Buenos Aires”.
ILUSTRES PERIODISTAS
Castañeda hace uso de su privilegiada memoria histórica y desvela el elenco de periodistas con los que, a lo largo de sus 32 años
en esta Casa, compartió máquina de escribir, miles de bolígrafos y toneladas de papel.
“Recuerdo a ilustres del periodismo como
Luis Álvarez Cruz, Juan Pérez Delgado
Nijota, Gómez Landero, Luis Ramos, el
gran director Ernesto Salcedo, que tanto me
animó... Francisco Ayala, Gilberto Alemán,
José Alberto Santana, Juan Antonio Padrón
Albornoz... En fotograbado estaba Gonzalo
Porcell, con sus ayudantes Juan Hernández,
que también fue un gran fotógrafo, su hermano Emilio; el caricaturista y excelente
humorista Morales Clavijo, compañero
que fue en la corrección de pruebas. Los
fotógrafos Daniel Martinón, Gustavo de
Armas, Pablo Afonso, Domingo Sierra y
Secundino... No me puedo olvidar de
Andrés Llombet –gran periodista y que fue
jugador del Tenerife–, al que el famoso
Pedro Escartín le consultaba muchos artículos para el reglamento de fútbol. Estaría
mucho tiempo citando a tantos buenos profesionales con los que he compartido horas
de redacción en esta Casa y muchos de los
cuales siguen ejerciendo su profesión bajo
la dirección de José Rodríguez: Gerásimo
Rivero, Ventura González y Agustín Arias,
supervivientes de aquellos inolvidables
años 70 y plumas destacadas del periodismo
deportivo tinerfeño”, indicó. No me olvido
de Carlos Coello, Paco Fariña y Juan Carlos Castañeda.
“He estado en los tres
edificios que ha tenido EL
DÍA desde su fundación: la
calle del Norte (ahora
Valentín Sanz), la sede actual
de TVE-C y el número 71 de
la avenida Buenos Aires”
“Al frente de la sección de Deportes de
EL DÍA estaba Secundino González Tinerfe,
quien había regresado de Madrid. En aquellos años sacamos una página diaria que tuvo
mucho éxito pues recogía todos los detalles
del fútbol. La cabecera decía “Actualidad
del fútbol regional”. Fue un éxito. Con el
paso de los años Tinerfe dejó EL DÍA para
pasar a Jornada Deportiva y nos quedamos
Elfidio Alonso y yo. Cuando Elfidio, gran
jugador de baloncesto, se fue a la política
me quedé como jefe de Deportes, contando
siempre con una redacción plagada de grandes periodistas deportivos. En 1989 me llegó
la prejubilación, aunque sigo viniendo todos los días a esta Casa, que siempre ha sido
la mía. Sólo me resta felicitar a José Rodríguez Ramírez por hacer posible que EL DÍA
y Jornada Deportiva sigan siendo cuna de
periodistas. Cumplir 100 años y haber formado parte de la historia es para mi todo
un honor”, concluye Álvaro Castañeda,
memoria viva de la redacción de deportes.●
“VIVÍ
GRANDES MOMENTOS DEL DEPORTE”
N TANTOS años trabajando en EL DÍA he tenido la
E
ocasión de vivir grandes momentos del deporte tinerfeño. Si tuviera que elegir entre cientos de acontecimientos el más significativo me quedo con el ascenso del CD
Tenerife a la Primera División, en la temporada 1960/61.
Lo recuerdo con la misma nitidez y emoción con la que
hace dos años viví el último ascenso. El entrenador era Heriberto Herrera, uno de los más grandes técnicos que han
pasado por el banquillo del CD Tenerife, al que llamamos
el sargento de hierro. En aquél equipo formaron Ñito, Colo,
Correa, Álvaro, Villar, Borredá, Zubillaga, Santos, José
Juan, Padrón y Domínguez, siendo Cuco el portero suplente
y militando también Santi el flaco. Rogelio era el masajista. El ascenso se materializó tras el empate a cero en el
campor del Almendralejos.
En mis 51 años de ejercicio periodístico he conocido y tratado con muchos presidentes del CD Tenerife, como Antonio
ÁLVARO CASTAÑEDA
Perera, Juan de la Rosa, Domingo Pisaca, Ricardo Hogson,
Eduardo Palenzuela, José Badía, José Antonio Plasencia, Pepe
Carrillo, Cristóbal González Cano, Julio Santaella, Pepe López,
Javier Pérez, Pérez Ascanio y Miguel Concepción.
Y entrenadores blanquiazules conocí a José Planas, Carlos
Muñoz, Enrique Rabasa, Riera, Galvis, Joseíto, Sanchís, García Verdugo, Benito Joanet, Fuertes, Héctor Núñez, Benítez...
La natación tinerfeña también gozó de gran seguimiento, destacando los triunfos de la selección canaria en el Campeonato
de España celebrado en el Náutico. Alfonso Weller, Esteban
Fernández, Fermín Martínez, Gunnar Betnter. Luego el gran
Francisco Calamita... No me olvido del boxeo, el ciclismo, la
lucha canaria, los gallos... Viví las etapas gloriosas del baloncesto, con el Náutico y el Canarias...
Noticias que nos llegaban a la redacción a través de una cinta,
a veces ilegible, que se llamaba “Hell”. Hoy en día ves los adelantos y compruebas el valor que tenía el trabajo de antes. ●
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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LOS TESTIMONIOS
“Siempre he procurado no estafarme”
Una de las últimas entrevistas que le hizo EL DÍA a María Rosa Alonso, hoy
centenaria, escritora, ensayista y asidua colaboradora de La Prensa y EL DÍA
“Leoncio Rodríguez
dedicó su vida a ilustrar
y enriquecer la cultura”
María Rosa Alonso (Tacoronte, 1909)
es toda una institución en el mundo de la
cultura canaria. Es honesta, afable, muy ocurrente, amante del prójimo y del saber, excelente investigadora y pedagoga, además de
una avezada periodista. A pesar de su edad,
posee una mente lúcida. Literatura, historia y periodismo son algunas de las áreas
que ha investigado, resultados publicados
en una treintena de libros y numerosos artículos-ensayo. Un agradable y sincero afán
pedagógico, “cuidado con las erratas”, advierte, late continuamente en sus palabras,
que tienden a aclarar distintos episodios históricos a veces ignorados y otras alterados
por intereses ajenos a la verdad. Ella vivió
en sus carnes las secuelas de la guerra civil
española, por haber nacido en el seno de una
familia republicana, ser independiente, tener ansias de saber y querer dedicarse a la
enseñanza. Más de nueve décadas de experiencia, mucha ilusión por finiquitar su “Historia de la Literatura Canaria” y el amor de
sus seres queridos la mantienen alegre y
risueña.
¿Es verdad que usted ha reivindicado a
La Laguna como centro de la cultura en
Canarias?
No soy chauvinista, pero siempre he vivido
en La Laguna. Hice el Bachillerato aquí y
también estudié en la Universidad unas asignaturas comunes con la Facultad de Derecho, porque entonces no había Filosofía y
Letras, que era lo que a mí me gustaba.
Entonces, cuando tuve la oportunidad,
durante la República, me dieron una beca
en el Cabildo y me fui a Madrid, con la fortuna de poder estudiar en la Facultad de
Letras. Allí tuve a unos maestros inolvidables: Ortega, Morente, Américo Castro,
Tomás Navarro, Montesinos y Agustín
Millares Carlo (no lo acentúen nunca, es
italiano).
Tengo entendido que usted empezó a
escribir articulitos en 1930 en La Prensa,
algunos de los cuales han sido recogidos
en la Biblioteca Canaria editada por EL
DÍA con el título “San Borondón, signo
de Tenerife”. ¿Qué recuerda de aquella
época?
Cómo que articulitos. Víctor Zurita me puso
en primera de La Tarde (aclara con orgullo). Era una chiquilla con veinte años y
firmé con seudónimo porque me daba vergüenza. Era para que no se enteraran en
casa (ríe a carcajadas).
¿De qué temas escribía?, ¿de literatura
e historia?
Mire, el primer artículo que escribí, en
1930, se titulaba “En torno a los libros de
guerra”, y me empapucé con todos los
libros que se escribieron sobre el tema tras
la I Guerra Mundial. Ese mismo año
empecé en La Prensa, en la que estaba don
Leoncio Rodríguez. Era una muchacha y
don Leoncio me tenía gracia y simpatía. Me
quiso siempre mucho. Era un caballero, ya
sabes, en aquella época los caballeros
decían que las niñas eran para jugar y
casarse, pero yo le caí en gracia. Don Leoncio era un gran señor, un hombre liberal.
Yo no escribía más que de cosas históricas
y, sobre todo, literarias. Hasta que llegó
Franco.
¿Fue duro, como mujer, dedicarse a los
estudios literarios, cuando como usted
dice las niñas estaban predestinadas a
casarse?
No, tuve la fortuna de que en mi casa eran
bastante liberales.
LA ILUSTRE INVESTIGADORA María Rosa Alonso admiró mucho a Leoncio Rodríguez./ EL DÍA
“Era una muchacha y don Leoncio me tenía gracia y
simpatía. Me quiso siempre mucho. Era un caballero, ya
sabes, en aquella época los caballeros decían que las niñas
eran para jugar y casarse, pero yo le caí en gracia”
Me refiero al entorno.
En el entorno tenía que disimularlo. Iba
al instituto con mis trencitas, entonces no
llevaba libros para que no dijeran que era
una niña intelectual. Por eso, al principio, escribí con seudónimo –María Luisa
Villalba–. Recuerdo que un día me preguntaron: ¿Tú sabes quién es? Les dije:
Sí, esa alumna del instituto, que era de
La Gomera... Aunque nunca me han gustado los sinónimos ni las abreviaturas.
¿Cuál fue el principal motivo que la
animó a ir a Madrid? ¿Estudiar Filosofía y Letras?
No se adelante usted. Yo pasé aquí la
República y me fui a Madrid con una
beca que me dio el Cabildo, llevaba un
buen expediente. Entonces era la dedocracia, no se hacían oposiciones, aunque
ahora es peor. Estuve en Madrid desde
1933 al 36. Llegué aquí de vacaciones en
junio, y el 18 de julio de 1936 fue la
sublevación de Franco. Entonces me
quedé. Fue inolvidable para mí. Porque
no había más que examen de ingreso, el
intermedio y el final. Yo estaba preparándome para el examen final y me pilló
la guerra civil aquí. Entonces me quedé
en casa, aguantando registros, que la
gente no me saludara, porque mi familia
era “roja”. Mi madre y mis hermanas eran
maestras, las castigaron bajándoles el
sueldo. Mi padre había muerto, menos
mal que éramos tranquilitas y no nos
metieron en la cárcel. Entonces no tuve
más remedio que hacer el servicio social,
porque si no, no me daban el título de
licenciada. Con gran esfuerzo, dando clases particulares en el colegio de los Quintero, logré irme a Madrid en 1941 para
hacer el examen final, y ya pude entrar
en la Universidad de La Laguna (ULL),
porque no había profesores de Latín, aunque el rector, que era franquista, no quería que entrase.
Persona inquieta, crítica y rebelde,
¿cómo ha manifestado esa rebeldía?
Siempre he protestado por lo que me ha
parecido una injusticia a través de mis
escritos y de mi vida. Siempre he procurado no estafarme, sino ser como soy.
Siempre he estado segura de lo que no
quiero, y de lo que quiero, a veces, me he
podido equivocar.●
Leoncio Rodríguez “dedicó su vida a ilustrar y a enriquecer la cultura”. Con estas
palabras resumió María Rosa Alonso la trayectoria como hombre de letras del insigne
escritor, periodista y editor tinerfeño, en la
segunda de las conferencias programadas
con motivo de la exposición “Leoncio Rodríguez. La Prensa y el nacimiento del periodismo informativo en Canarias”.
Ante un público entregado, la gran escritora, ensayista e investigadora, premio Canarias de Literatura, impartió una lección “de
historia y de cariño hacia la figura de Leoncio
Rodríguez”, como al final del acto remarcó
Andrés M. de Souza, director de la Real
Sociedad Económica de Amigos del País de
Tenerife, institución organizadora de la muestra y de la que María Rosa Alonso es miembro honorífico. También fue De Souza quien
abrió la sesión de la Económica con palabras
de elogio hacia una personalidad “admirable,
que no le va a la zaga al homenajeado” y que
“constituye para todos un ejemplo de constancia, sacrificio, seriedad y reflexión”. El ex
rector de la Universidad de La Laguna José
Gómez Soliño presentó a María Rosa Alonso
como “una conferenciante de lujo”, ya que a
sus 95 años es “testigo de la historia”. Basó
su afirmación en el hecho de que la escritora
nació con “La Prensa” en 1910 y conoció
tanto a Leoncio Rodríguez como a las personas de su entorno, además de los hechos
que jalonan su trayectoria.
María Rosa Alonso inició su intervención
trazando una panorámica histórica de La
Laguna, cuna de Leoncio Rodríguez. Los orígenes de la ciudad, su desarrollo a lo largo
de los siglos y las personas que, con su
labor, contribuyeron a conferirle su peculiar
carácter fueron algunos de los aspectos glosados por la historiadora.
Alonso, que improvisó su intervención apoyada en notas, pero sobre todo en una
memoria privilegiada, fue enumerando el
elenco de ilustrados isleños que conducen
hasta el fundador de “La Prensa”, del que
–aclaró– fue contemporánea, mas no coetánea.
La historiadora definió al homenajeado
como un aristócrata del talento, un isleño
que se quedó en su tierra para desarrollar su
labor.
Entre los méritos del autor de “Tenerife”
está haber señalado el crónico abandono de
las Islas por parte del gobierno de la nación,
su alegato contra el caciquismo local, la
ausencia de una verdadera cultura regional y
su protesta ante el retraso educativo de
España.
Contra todo ello luchó Leoncio Rodríguez,
erigiéndose en el abanderado de una nueva
ilustración. Alonso hizo especial hincapié en
el esfuerzo que desplegó para elevar el nivel
cultural de su época, marcada por crisis,
guerras y convulsiones políticas.
La estudiosa tinerfeña dijo sentirse, todavía
hoy, asombrada ante la formación y el conocimiento demostrados por un joven periodista que no se tenía por un intelectual, pero
que “estaba enterado de todo y quiso informar de todo”. María Rosa Alonso cerró su
intervención con una emotiva lectura de
varios párrafos espigados de una de las
obras cumbre de Rodríguez, “Los árboles
históricos y tradicionales de Canarias”, cuyas
páginas no pueden ser obra más que de un
“escritor maravilloso”.
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LOS TESTIMONIOS
“El periodista no deja de serlo con la
jubilación; lo es hasta la muerte”
Francisco Ayala ingresó en la plantilla de EL DÍA en el año 1955 y llegó a
ocupar el cargo de director durante unos meses de 1978.
Francisco Ayala Armas (San Sebastián de
La Gomera, 1923), colaborador diario de EL
DÍA con “La media columna” y los domingos con “De domingo a domingo”, es un
periodista de esos de toda la vida, y concretamente de esta Casa, hasta tal punto que
una vez jubilado laboralmente prosigue en
su infatigable día a día de colaboraciones,
porque “no es posible que un periodista se
jubile”, al menos de la intención diaria de
comentar cuanto acontece a su alrededor.
Licenciado en Químicas por la Universidad
de La Laguna, también cursó estudios de
Magisterio en La Normal, como se llamaba
antes a la Escuela de Magisterio de la calle
Heraclio Sánchez, en la ciudad de Aguere.
Pero Ayala ya era desde su juventud un
enamorado del periodismo y en 1955 se
incorporó a la plantilla de EL DÍA, aunque
estaba estudiando en ese momento Químicas en La Laguna. “Entré porque el director en aquel momento, Rufo Gamazo Rico,
me asignó una sección –siendo aún amater–,
aunque hay que advertir que en aquel momento no se llamaba EL DÍA, ya que el
Gobierno de Franco requisó o se apropió de
la cabeza del periódico, le cambió el nombre y le puso Diario del Movimiento”.
Precisamente en ese año es en el que
“Pancho” –como casi todos sus colegas lo
conocen hasta hoy en día– comenzó a escribir una sección diaria que se llamaba “¿Conoce usted su ciudad?” y “La mala estampa”, casi lo que hoy en día podría ser
la foto-denuncia. En aquellos tiempos,
relata Ayala que el periódico tenía unas 12
páginas, pero dependiendo del material que
se tuviera.
“Comencé haciendo funciones de auxiliar de redacción, pero en el año 1964, con
la Ley Fraga, me dieron el carnet de periodista y pasé a ser redactor”.
Era la época de Salcedo, quien le encargó
la crónica del puerto de Santa Cruz de Tenerife, con la sección que dura hasta hoy de
“El puerto es lo primero”, labores que ocupó
durante casi 25 años, y más tarde se le
encargó los sucesos: “Era curioso, pero las
crónicas de esos tiempos no pasaban de la
entrada y salida de usuarios de la Casa de
Socorro, al lado del Recreo, con la gente que
se había atendido ese día. Nada más”.
“Durante más de 25 años
me encargué de llevar la
sección El puerto es lo
primero, que aún se publica
con el mismo nombre”
“En una ocasión, en la época
de Franco, nos secuestraron
el periódico por un artículo
del catedrático de Derecho
Francisco Hernández Rubio”
FRANCISCO AYALA sigue escribiendo una columna diaria en EL DÍA./ FOTO CEDIDA
Cuando se jubiló el redactor jefe Juan
Pérez Delgado “Nijota”, Ernesto Salcedo lo
nombró para ese cargo, justo en el momento
en el que el periódico estrenó el edificio de
la avenida de Buenos Aires, pero en el que
está en la actualidad TVE. Más tarde fue
nombrado subdirector y llegó a ocupar la
dirección del periódico durante unos meses
del año 1978, justo cuando Ernesto Salcedo
fue designado para otras tareas.
Pero antes de este periodo, aún con Franco
en el poder, Ayala recuerda que Francisco
Hernández Rubio, catedrático de la facultad de Derecho de La Laguna, escribió un
artículo que propició que la censura secuestrara el periódico.
“En aquella época predemocrática, la realidad es que los conflictos eran pocos porque no se podía escribir de política; de tal
manera que el gobernador del momento,
Opelio Rodríguez Peña, despachaba diariamente con la dirección, pero da la casualidad
que era amigos de todos, entre otros de Ernesto Salcedo”.
La realidad, según relata Pancho Ayala,
era que se conocían los límites y “no existieron grandes problemas”.
“Aún así, hubo un juicio en el que nos
sentaron en el banquillo a unos diez o doce,
entre ellos a Salcedo, Ascanio (que era colaborador y linotipista) y a mí como redactor jefe, porque publicamos que una dotación de la Cruz Roja fue al Sur a buscar a
una señora para traerla a la Residencia, y
a la mujer le da los dolores de parto en Las
Galletas o Los Cristianos, no recuerdo bien;
pues entonces los muchachos, al ver que la
mujer iba a dar a luz la llevaron a un médico
“Un suceso de una
parturienta en el Sur, del que
dimos cuenta Salcedo,
Ascanio y yo, nos llevó,
junto con otras nueve
personas, al banquillo”
de TenBel, y éste se negó a atenderla. A la
mujer la llevaron a una casa particular en
Las Galletas y parió allí. Los de la Cruz Roja
denunciaron al médico y aquello se convirtió
en un suceso tremendo. Y como publicamos
un artículo Salcedo, Ascanio y yo, el médico
nos denunció y nos sentó en el banquillo”.
Vista la historia del periódico con la suficiente distancia del tiempo, Ayala señala a
Gamizo y a José Rodríguez como los dos
directores más importantes que ha tenido EL
DÍA, “ya que el primero le confirió a la
publicación una estructura para comenzar
a caminar y el segundo consiguió aunar
voluntades y salvarla de una desaparición
casi segura, además de dotarla de la modernidad de la que hoy es referente en toca
Canarias como el medio con mayor difusión del Archipiélago”.●
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LOS TESTIMONIOS
“Mi madre me decía: Leoncio está mal,
a ver si le puedes hacer un retrato”
El artista y profesor Rafael Delgado Rodríguez es autor del único retrato
existente de Leoncio Rodríguez, pintado en 1954, un año antes de su muerte.
Rafael Delgado Rodríguez (Santa Cruz de
Tenerife, 1930), que ha pintado cientos de
retratos durante su vida, es un compendio
de conocimientos sobre asuntos relacionados con el arte, la arqueología, la historia
y la humanidad, entre otras materias. Artista,
que fue profesor de anatomía artística en la
Facultad de Bellas Artes de la Universidad
de La Laguna y consejero provincial de
Bellas Artes, entre otros cargos, Delgado es
el único artista que retrató a Leoncio Rodríguez. Fue en 1954, un año antes de su
muerte.
Rafael Delgado recibió el encargo de su
familia, unida por parentesco a Leoncio Rodríguez, de retratar a aquel personaje al que
tenía un especial cariño desde la infancia.
Durante más de una semana, este pintor
especializado en retratos acudió al domicilio de don Leoncio para llevar a cabo su tarea: inmortalizar la personalidad de este insigne periodista, escritor y editor.
“Lo del retrato fue cosa de casa. Mi madre
era prima de don Leoncio. Ella me decía:
Leoncio está mal, vamos a ver si le puedes
hacer un retrato. Era la época en la que
sufrió la hemiplejia. Yo había terminado la
carrera. Hablamos con Aurelia y la familia
para ver si había posibilidad de que posase,
y él aceptó”.
Con muy buena voluntad, Delgado se trasladó a su propia casa. “Llevé el caballete
y, realmente, fue un retrato que se hizo con
la pose en movimiento, aunque ya le había
regalado un cuadro cuando publicó el libro
Los árboles históricos y tradicionales de
Canarias”.
La obra que realizó Rafael Delgado preside actualmente el despacho de José Rodríguez Ramírez, quien sigue la estela de
su tío. Vestido con un traje azul oscuro,
camisa blanca y corbata azul, don Leoncio
está sentado en un sofá de color granate,
sobre un fondo claro lleno de luminosidad,
en el que el artista jugó con las luces y las
sombras. “El fondo se va adaptando al interés que tenga el artista plásticamente”.
“Una de las manos estaba paralizada,
como deformada, sin embargo su cabeza no
estaba totalmente ausente. El sabía que lo
estaba retratando, pero miraba hacia los
lados, se movía. A veces, fijaba sus ojos en
“Lo malo para pintarlo era
que la cabeza no estaba
quieta ni un minuto”
RETRATO DE LEONCIO RODRÍGUEZ, (Óleo sobre lienzo. 92 x 73 centímetros)./ JESÚS ADÁN
mí como preguntándome ¿qué me estás haciendo? No podía casi ni hablar”.
Este insigne retratista recuerda que
“cuando acabé el cuadro le puse una dedicatoria: al ilustre escritor don Leoncio
Rodríguez. Cuando escuchó eso, se estaba
dando cuenta de todo; yo le dije: por detrás
voy a poner a mi esposa o a mi querida
esposa. Entonces, él me dijo: Ponle a mi
querida compañera, porque decía que lo de
ILTRE. AYUNTAMIENTO
DE EL ROSARIO
www.ayuntamientoelrosario.org
esposa a lo mejor sonaba un poco artificial.
En el reverso se puede leer que está dedicado a Aurelia, su compañera, hermana de
Manuel Cruz Delgado”.
Este académico no puede precisar con
exactitud cuántos días le llevó realizar el
retrato. “Entre ocho y diez sesiones de una
hora más o menos. Era paciente, pero de vez
en cuando se levantaba y daba un paseo por
aquí, por allá, ayudado por su mujer, aun-
que tenía dificultades. Aunque lo malo para
pintarlo era que la cabeza no estaba quieta
ni un minuto. Leoncio estaba como ausente
en su pensamiento, quizás pensando en su
reducto de Geneto. Aquel retiro lo ayudó a
olvidar todo lo que había sufrido cuando le
quitaron el periódico”.
Esta dificultad técnica la superó gracias
a su preparación, ya que estudió con Pedro
de Guezala la asignatura de dibujo al natural, y luego él dio clases de dibujo en movimiento. “Eso te da una soltura terrible y conseguí captar todas las facciones de Leoncio en movimiento”.
Este profesor titular de Universidad siente gran admiración por el fundador de La
Prensa. “Era un hombre de una enorme personalidad, como si fuera el reflejo de su responsabilidad. Eso llevaba a que algunos
dijeran que era seco. ¡Qué va!, él hacía sus
bromas. Era una persona estupenda en todos
los sentidos, tanto familiar como periodista
y escritor. Todo eso lo heredó su sobrino al
sacar adelante una empresa que es impresionante, con una enorme personalidad”.
Hace más de cincuenta años que Delgado
pintó el retrato de Leoncio Rodríguez, obra
de la que quedó satisfecho porque, a pesar
de las dificultades, refleja exactamente cómo
era. “Ahí está cómo era Leoncio en sus rasgos anatómico-faciales. Él era así”.●
Felicidades a
EL DÍA
por sus
¡100 años
viviendo la
actualidad!
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LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
LOS
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Suplemento especial
TESTIMONIOS
Crónica sentimental y rosa
L
L
AESCENAME VUELVE a la cabeza
como si fuera hoy. Ernesto Salcedo Vílchez, un hombre menudo, nervioso,
con los dientes amarillos por la nicotina,
director de EL DÍA, abrió la puerta que comunicaba su despacho con la redacción y me
pidió que entrara.
–Me ha llamado el gobernador civil. Mañana hay convocada huelga general y de eso
no podemos hablar.
–¡Vaya por Dios! Pues yo tengo citados a
los sindicatos para las cinco de esta tarde.
¿Podemos escribir de “plataformas reivindicativas salariales” sin mencionar la huelga?
–Escribe lo que quieras. Pero de la huelga
ni una palabra.
Estábamos a comienzos de 1976 en el primer Gobierno de la monarquía que presidía
Carlos Arias Navarro. El gobernador civil era
Modesto Fraile, un político franquista segoviano, de Cuéllar, ya desaparecido, que en
1977 se pasaría a la UCD. Y los representantes sindicales los líderes clandestinos de
CCOO, USO y UGT.
Sentado delante de la máquina de escribir,
los entrevisté a todos a la vez, en la sala de
espera del director, escribiendo de corrido preguntas y respuestas, tal y como iban saliendo,
como si se tratara de un poema archisabido
de tanto recitarlo. Con el texto y las fotografías de Juan Hernández hicimos una doble
página que, con el visto bueno del director,
iban a publicarse al día siguiente.
Nunca vieron la luz. A primera hora de la
mañana, cuando llegué de nuevo a mi segunda
casa en la avenida de Buenos Aires 71, la Policía rodeaba el edificio de Herederos de Leoncio Rodríguez y se llevaba los ejemplares aún
con el fuerte olor a tinta fresca. El periódico
había sido secuestrado.
Fue aquella la segunda vez que los “grises”
impedían que EL DÍA acudiera a su cita diaria con los lectores (la primera había sido por
un artículo de José María Hernández Rubio
pidiendo la legalización de los partidos), pero
me consta que hubo otros intentos. Nunca
supe cómo le sentaron a la empresa las pérdidas ocasionadas, pero aquella fue parte de
mi contribución a la dura tarea de homologarnos con Europa.
Había llegado por primera vez a la redacción del periódico de la mañana en el 69 sin
haber comenzado aún mis estudios en la Universidad. Allí Pancho Ayala, subdirector del
diario y consejero provincial del Movimiento,
acogía mis artículos y los publicaba en las
páginas dedicadas a las islas. No me resultó
extraño, por tanto, que nada más ingresar en
la Escuela Oficial de Periodismo fuera el propio Ayala quien me pidiera que me incorporara a la redacción. Una deuda de gratitud que
aún tengo con el maestro, ejemplo de dignidad y tolerancia.
Fue así cómo uní mi vida y mi futuro a una
de las redacciones más jóvenes, dinámicas,
progresistas y abiertas de la prensa española,
de la que formábamos parte Olga Álvarez,
Elfidio Alonso, Luis León Barreto, Luis
Ortega, Julián Ayala, Joaquín Reguero,
Ricardo Acirón, Plácido Bazo, Juan Cruz y
los más veteranos JuanAntonio PadrónAlbornoz, José Alberto Santana (Altober), Pancho
Hernández, Luis Álvarez Cruz, Secundino
González (Tinerfe), Gilberto Alemán, el
columnista y propietario del rotativo Domingo
Rodríguez y Juan Pérez Delgado (Nijota),
entre otros.
Onubense, ex seminarista, licenciado en
Filosofía y Letras y periodista, amigo de algunos falangistas como Manuel Hedilla o Dionisio Ridruejo, represaliado por el Régimen
al igual que éstos, Salcedo ejercía como director de orquesta pero era uno más de los nuestros, el más veterano y curtido pero también
el más joven e inquieto de los redactores que
nos habíamos propuesto hacer al estilo europeo la “revolución pendiente” del franquismo y cambiar la historia de España con las
armas de la palabra y de la letra impresa.
Porque nuestro papel no era sólo publicar
El fin de la dictadura:
la agonía de Franco y el lento
despertar de todos nosotros
JOSÉ DÍAZ HERRERA ES LICENCIADO EN PERIODISMO POR LA LAGUNA Y DOCTOR POR LA COMPLUTENSE DE MADRID.
SE INICIÓ COMO PERIODISTA EN EL DÍA. INGRESÓ EN CAMBIO16, DONDE FUE JEFE DEL EQUIPO DE INVESTIGACIÓN,
REDACTOR JEFE Y SUBDIRECTOR. DESPUÉS TRABAJÓ EN TIEMPO, ABC Y DIARIO16. ES PREMIO ORTEGA Y GASSET.
noticias. Muchos soñábamos con construir una
sociedad abierta y pluralista, alcanzar el
futuro con las manos, y nos sentíamos, mitad
reporteros y mitad abanderados y defensores de la libertad. Pese a las primeras y tibias
reformas, entre ellas la Ley de Prensa e
Imprenta de 1962, la dictadura de nuestra
infancia y juventud temprana se negaba a
morir y era necesario forzar su desaparición.
Por eso, cuando aún estaba vedado hablar
de política, nuestros primeros reportajes eran
crónicas de denuncia social, en las que poníamos de relieve la pobreza y la marginalidad
de las barriadas de Santa Cruz (sin agua, luz
ni alcantarillado), el abandono del campo y
el aislamiento de las islas frente a la península, tan cerca de Madrid para enviarnos a
decenas de políticos que venían a decirnos
lo que teníamos que hacer y tan lejos en los
momentos de tomar decisiones cruciales para
el desarrollo y porvenir del archipiélago.
Constituía, además, nuestra particular forma
de movilizar a una sociedad aletargada y dormida por años de dictadura.
Porque esa contestación, esa rebeldía que
anidaba dentro de todos nosotros, nos
llevó a tomar conciencia del estrecho corsé
en que la dictadura había encuadrado a los
españoles (sin libertades de asociación, reunión, expresión ni partidos políticos y sindicatos), de la inmensa cárcel que era la
España heredada de nuestros padres y las
numerosas cadenas que debíamos romper,
una a una, para alcanzar la condición de ciudadanos libres e iguales.
En una Europa democrática, los españoles y, por ende, los canarios, junto con los
portugueses, constituíamos el último reducto
de gobiernos autoritarios. De los dos grandes cataclismos políticos del siglo XX – el
nacionalsocialismo y el comunismo– el primero había sido volado de la faz de la tierra en 1945 en la más feroz de las contiendas bélicas de la historia. Pero los aliados
se detuvieron en los Pirineos, con lo que las
representaciones ibéricas de Hitler y Mussolini, las dictaduras de Antonio Oliveira Salazar, en Portugal, y la de Francisco Franco,
en España, habían sobrevivido hasta los
setenta.
El primer aldabonazo que nos hizo darnos cuenta de que el futuro de España estaba
a la vuelta de la esquina y que dependía, en
gran parte, de lo que hiciéramos las jóvenes
generaciones de periodistas ocurrió un 25 de
abril de 1974. Al ritmo de una canción
–Grândola Vila Morena– en Portugal un
grupo de militares habían puesto fin al régimen personalista de Marcelo Caetano, el
sucesor de Salazar. Unos meses antes, el presidente del Gobierno español, Luis Carrero
Blanco, había sido asesinado por ETA y el
régimen empezaba a dar sus primeros síntomas de descomposición y de debilidad.
La “revolución de los claveles” fue una
especie de consigna. Recuerdo haber estado
un mes largo en Lisboa, desde donde envié
una serie de crónicas a EL DÍA exponiendo
la posibilidad de trasplantar aquella revolución pacífica a España, cosa que el Ejército,
y especialmente el Servicio Central de Documentación de Presidencia del Gobierno
(SECED), el servicio secreto de Carrero
Blanco, se ocupó de impedir, deteniendo a
los militares comprometidos con la democracia.
Ello no impidió que el lento despertar de
todos nosotros se acelerara (tres meses más
tarde se creó en París la Junta Democrática
y, poco después, la Plataforma de Conver-
gencia Democrática) y que, aunque la mayoría de los acontecimientos políticos de relevancia se produjeran fuera de las Islas, EL
DÍA se encargara de dar voz a la oposición
extramuros del sistema, colocando delante
la palabra “ilegal” o “clandestina”, así como
de los viajes que hicieron a Tenerife Alfonso
Guerra (irreconocible tras una larga barba
de monje trapense) o Felipe González,
quien, en una reunión clandestina en Tacoronte, nos explicó cómo íbamos a imponer
la “ruptura democrática” al régimen de
Franco mediante la Huelga General Revolucionaria, la gran e irrealizable utopía.
Eran tiempos aquellos de incertidumbre,
de dificultades y también de compromiso y
de lucha sin que se pudiera atisbar claramente
el final; donde lo viejo se negaba a desaparecer y lo nuevo tardaba en eclosionar. En
la redacción de EL DÍA convivíamos dos
generaciones de periodistas, los partidarios
de la evolución pacífica del Régimen de
Franco y los que pretendíamos acelerar su
muerte. Eran dos formas contrapuestas y
hasta antagónicas de ver la vida y la política, pero no alcanzo a atisbar ningún enfrentamiento personal entre nosotros. Recuerdo,
eso sí, un día en que Ayala me mandó a cubrir
una reunión del Consejo Provincial del
Movimiento, cuyos actos eran hasta entonces secretos. Lo hice y comprobé que su programa podía haber sido compartido incluso
por el PSOE o el PCE.
Pronto me di cuenta, sin embargo, de que
aquellas escenificaciones periodísticas constituían los últimos y desesperados intentos
del Sistema de aparentar lo que no era, y que
ya no conducían a nada ni engañaban a nadie.
A partir de entonces, la otra política, la que
se hacía fuera de las instituciones, dejó de
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
LOS
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TESTIMONIOS
LUIS ORTEGA ABRAHAM PERIODISTA DE EL DÍA EN LOS AÑOS 70
Migajas de recuerdos para un centenario
LEVÍN DEL OFICIO en mi ciudad natal, a la salida
A
de una clase de bachillerato oí hablar de la nueva Ley
de Prensa, promovida por Manuel Fraga, a un periodista
que sentó cátedra en esta Casa y en Canarias. Dijo entonces Ernesto Salcedo cuánto ganarían la profesión, las empresas y, por ende, los lectores con la nueva norma que
abolió la censura previa y las consignas que, desde el ministerio de Información y Turismo y sus delegaciones provinciales, se transmitían a los periódicos y anunció una nueva
época, determinada por la capacidad de riesgo de los directores y empresarios y por “el posibilismo”, algo así como
un oasis difuso en la crudeza del desierto, y que consistía en “escribir entre líneas, acudir a la parábola para la
pedagogía de la historia” y una amplia batería de recursos de picardías y disimulos para lectores comprometidos e inteligentes. Al término de su conferencia en el Club
Náutico, saludé al andaluz agudo y ocurrente, culto y directo, formado –como él mismo reconocía– entre el rigor
jesuita y la filosofía orteguiana. Años después, concluida
la carrera, trabajé a sus órdenes en EL DÍA, junto a varios
condiscípulos de la Nevera, el ruidoso sótano donde se
instaló la Sección Delegada de la EOP.
Las promociones se reducían a media docena de titulados, y el profesorado –formado por docentes universitarios de Derecho y Filosofía y Letras y periodistas de primera fila– constituía un lujo cultural para las penurias de
entonces (entre otros, Gumersindo Trujillo, Alfonso García-Ramos, director de la sección, Alejandro Cioranescu,
Benito Rodríguez Ríos, López Cepero, Salcedo, Luis Alemany, jovencísimo profesor de Literatura...) que compatibilizaban la exigencia con la comprensión por nuestra
situación de colaboradores remunerados de los medios
escritos y audiovisuales.
Durante una intensa e inolvidable década trabajé en Buenos Aires, 69, la nueva sede de EL DIA, un edificio diáfano y funcional –el primero que fue proyectado para un
periódico por los arquitectos tinerfeños Vicente Saavedra
y Javier Díaz-Llanos – y que contaba en su vestíbulo con
un osado mural de Manolo Cabezola. En aquellos tiempos, y es de justicia valorarlo, este diario –heredero de La
Prensa de Leoncio Rodríguez–, al igual que otras cabeceras nacionales y regionales, exploró con decisión y riesgo
los límites de la nueva libertad de expresión, a pesar de
los bandazos del ministerio que, tras el cese de Fraga, fue
ocupado por políticos radicales o timoratos de reacciones
impredecibles. Para los parvenus –cosas peores nos llamaron los veteranos– fue una aventura apasionante y posible por la confianza de quienes nos dirigían y pagaban.
En aquellos años ocurrió cuanto esperábamos –el fin
bailarse al ritmo del tango: dos pasos adelante y uno hacia atrás. Brotaron así como
hongos, casi por arte de magia, de la noche
a la mañana, decenas de partidos y grupúsculos, cada uno de su padre y de su madre,
y donde la única seña de identidad creíble
era el apellido comunista y donde, con frecuencia, los árboles no nos dejaban ver el
bosque.
Resultaba sintomática a este respecto, por
ejemplo, la quema de guaguas en La
Laguna, y la enfermiza obsesión estudiantil contra Leoncio Oramas, de la que nos
hacíamos eco en el periódico, por ser Oramas uno de los dueños de la empresa de autobuses. Pese a que se trataba de un liberal antifranquista que llegó a formar parte del Consejo Político de don Juan de Borbón en Estoril y el primer alcalde de la capital que puso
en marcha un “plan de barrios” para acabar
con las infrahumanas condiciones de vida de
los núcleos periféricos de Santa Cruz, el pedigrí de demócrata no era suficiente.
Tras la revolución de abril, la política que
hasta entonces se hacía en la Universidad de
La Laguna y en los despachos de abogados
–en el de Pepe Badía, Antonio Carballo
Cotanda, Julito Pérez y otros [Viera y Clavijo, 63], cercano al PSOE; en el colegio
mayor San Fernando dirigido por Jerónimo
Saavedra; en casa de Paco Tovar o María
Jesús de Pablos; en el de Antonio González
Viétez y Óscar Bergasa, en Las Palmas; en
torno a la revista Sansofé de José Carlos
Mauricio y Pepe Alemán, etc– saltó de
pronto a la calle y el parque García Sanabria se convirtió en un “manifestódromo”
con los agentes de la Brigada Político Social
apuntando a los periodistas con sus pistolas
desde los bolsillos de sus chaquetas o simu-
del régimen y el arisco e ilusionado camino hacia la democracia –y cuantos hechos imprevisibles justifican el conocido aforismo de los hermanos Goncourt, que definieron
a los diarios como “cucuruchos de papel con unos gramos de historia”. Desde un volcán, que trocó el susto de
salida en un espectáculo memorable para los curiosos que
redescubrieron La Palma, a la explosión de un Convair
990 de Spantax, con ciento cincuenta
víctimas en Los Rodeos; desde el
atentado del almirante Carrero
Blanco al paradójico ascenso a la
Presidencia de Arias Navarro, ministro de Gobernación cuando ETA
perpetró el asesinato de su antecesor;
desde los signos de apertura del llamado “Espíritu del 12 de Febrero”
a la vuelta de tuerca que quebró su
credibilidad con las últimas ejecuciones; de la prolongada agonía del
general, cubierta con turnos y vigilias durante el largo noviembre de
1975, a las palabras de esperanza del
cardenal Tarancón –la bicha de los
nostálgicos violentos– en el Te
Deum del sucesor a título de Rey;
desde la continuidad controvertida de
Arias al sorprendente nombramiento
de Adolfo Suárez, que, ya en 1976
y contra interesados y agoreros,
apostó firmemente por el estado de derecho; desde el accidente que marcó un hito negro en la historia de la Aviación Civil –583 muertos en la colisión de dos Jumbos– a
las primeras elecciones generales que devinieron en constituyentes. En distintas secciones y horarios fuimos testigos modestos y narradores voluntariosos de noticias que
cambiaron el país y nos cambiaron a nosotros, que, desde
el posibilismo obligado, saltamos a una nueva realidad que
abolía proscripciones e insuflaba aires de normalidad a
“los plumillas de la mordaza medio pensionista”, como
contaba con acierto y gracia Celso Emilio Ferreiro. La política salió de los zaguanes y trastiendas y la militancia perdió los tufos atribuidos para convertirse en una actividad
legítima en todos los puntos del espectro, con una voluntad común de convivencia, salvo en casos trasnochados
y pintorescos. Las primeras elecciones de la democracia
–donde el recordado Adrián Alemán y quien esto firma
conseguimos una declaraciones autógrafas de todos los
miembros de laAsamblea de Parlamentarios sobre el futuro
autonómico, guardadas celosamente por el editor y direc-
lando que las tenían, para tratar de amedrentarnos.
Y ocurrió que un día, el 25 de octubre de
1975, se les fue la mano y mataron a un
obrero, Antonio González Ramos, militante
del PUCC (Partido de Unificación Comunista de Canarias) y la autopsia determinó
que había sido torturado y le habían hundido
las costillas. Yo por entonces era, además de
redactor de EL DÍA, corresponsal de Cuadernos para el Diálogo, colaborador de
Gaceta de Derecho Social y de Comunicación 2000 y me encargué de que la noticia,
que no podía publicarse en las islas, saliera
en Cambio 16, Triunfo y la revista que dirigía Pedro Altares. A la semana siguiente,
Cambio 16 contrarreplicó: ilustró con un
amplísimo reportaje sobre las torturas en el
País Vasco, que convertía en anécdota lo ocurrido en Tenerife, pero nosotros habíamos
sido los pioneros en desenmascarar que en
las mazmorras del franquismo se maltrataba
a los opositores al régimen.
Luego, de pronto, después de dos largas
agonías en 1974 y 1975, un 20 de noviembre murió Franco, Caudillo de la España
grande y libre, y hubo una segunda eclosión
de demócratas. Para perpetuar su obra, Carlos Arias Navarro se inventó el Espíritu del
12 de Febrero, pero a Ernesto Salcedo y a
EL DÍA le parecieron que aquel sucedáneo
de democracia vigilada no podía prosperar
y nos opusimos al engendro. Las crónicas
de Pedro Calvo Hernando desde Madrid,
reproducidas en las páginas dominicales del
periódico, dan fe de ello. Y también la
columna “En dos palabras”, ejemplo de
periodismo comprometido, del mismo Salcedo.
La desaparición del dictador provocó cam-
tor José Rodríguez– revelaron el grado de compromiso
de notables profesionales y generosos ciudadanos con nuestra realidad diferenciada que demandaba –y aún demanda–,
antes que cualquier otro territorio del estado, la facultad
de autogobierno que, finalmente, reconoció la Constitución de 1978. La azarosa historia de la Junta de Canarias,
el órgano preautonómico constituido el 14 de abril de 1978,
lastrada por el pleito insular, los primeros comicios locales, con mayorías
previsibles de UCD y sonadas sorpresas de izquierda y nacionalistas, la
caída de Suárez, propiciada por los
intereses de propios y adversarios, el
bochornoso episodio del 23-F, que
devolvió, por unas horas, los peores
fantasmas del pasado, la llegada al
poder del PSOE, que, efectivamente,
no nacionalizó las mercerías, la constitución de la Comunidad Autónoma
y el primer gobierno, presidido por
Jerónimo Saavedra…
La petición de EL DÍA me permitió, a vuela pluma y en medio de un
catarro otoñal, recuperar los asuntos
que llenaron una etapa inolvidable de
mi vida, unas migajas personales en
la magra realidad de un centenario, y
el retablo de amigos y colegas que
compartieron con generosidad el
periodo y el empeño; algunos cambiaron de actividad y
otros gozan de merecido descanso, otros siguen con salud
y ganas en el intento –y amén por muchos años– y otros
son sombras amables, afectuosas y protectoras, que nunca
caerán en el olvido: correctores de pruebas con fuste y
vocación literaria, tipógrafos de la vieja escuela con aficiones políticas y culturales, administrativos amables con
los que tomamos cafés puntuales y, muy cerca, pese a la
memoria frágil de los vendedores de aire, buenos machadianos como Juan Antonio Padrón Albornoz, erudito enamorado de la mar y de los barcos y compañero del alma
en el cubículo de cristal, personas especiales como Francisco Hernández, que, sin confianzas y con afecto, fue un
ortodoxo de la sintaxis, la redacción y la amistad; y profesionales de calado como Ernesto Salcedo, que, en la hora
de la elección de rumbo, me dijo que éste no era un mal
oficio pero tampoco un medio para cambiar el mundo ni
las reales ganas de sus moradores. “El periodista, a lo suyo,
a contar lo que sucede y, cuando le toca y si le gusta, a
opinar en primera persona”. ●
bios geopolíticos para las islas, con la descolonización del Sahara, y el por entonces
peligroso acercamiento de la frontera con
Marruecos y Mauritania a menos de un centenar de kilómetros de Fuerteventura. Y un
nuevo fenómeno: la irrupción en las ondas
del Movimiento para la Autodeterminación
e Independencia de las Islas Canarias
(MPAIAC), que dejaba escuchar su voz desde
Radio Argel. Su alma mater y único dirigente,
Antonio Cubillo Ferreira, era un desconocido
para casi todo el mundo pero incitaba a los
canarios a la “rebelión contra la Metrópoli”,
a la “lucha armada” y al rechazo de todo lo
foráneo al grito de “canario, si estás casado
con una goda ponle los cuernos”.
El subdirector de Cuadernos para el Diálogo, Eduardo Barrenechea, había entrevistado a Cubillo en una cumbre de la OEA y
en uno de mis viajes a Madrid me dio su teléfono. Y, a partir de ese día, me convertí en
el único contacto de la prensa canaria con
el dirigente nacionalista y el responsable
de publicar sus comunicados reivindicando
sus “acciones terroristas”, que no eran más
que algunos petardos lanzados contra las
puertas de los hoteles del Puerto de la Cruz.
Cada noticia sobre la “actividad armada”
del MPAIAC provocaba un desmentido
rotundo. El alcalde de la ciudad turística del
norte de la isla, Antonio Castro, se encargaba de hacerlo personalmente. Hasta que,
años más tarde, el Gobierno de Adolfo Suárez decidió poner fin a la aventura de este
hombre bueno, bondadoso e idealista, y
encargó a un matón, José Luis Espinosa
Pardo, asesinarle en la ciudad de Argel, una
semana después de que Felipe González
hubiera llegado con Huari Boumedienne a
un compromiso para quitarle la emisora.
Por entonces yo vivía ya en Madrid, formaba parte de la redacción de Cambio 16
y dirigía un equipo de investigación cuya
misión consistía en impedir que los militares salieran de los cuarteles; en persuadirles de que debían dejar la política en manos
de los profesionales para que la historia
democrática de España dejara de ser un
paréntesis en medio de un cúmulo de asonadas, cuartelazos y pronunciamientos,
como ocurrió en gran parte del siglo XIX.
Al final, un año después del 23-F, lo conseguimos al sentar a la plana mayor del involucionismo en un macrojuicio en Campamento, en las afueras de Madrid.
Y ahí, probablemente, acabó la lucha de
todos nosotros por implantar la libertad y la
democracia y ponerla en manos de los legítimos depositarios de la soberanía popular.
Luego, muchos periodistas volvimos a las
redacciones a cumplir con nuestro papel de
garantes de las libertades y vigías de la clase
política que habíamos contribuido a entronizar. Otros, entre ellos los directores de El
País y El Mundo, siguieron jugando a la
política. Pero esa es ya otra historia.
De aquel periodo en que todos vivimos
azarosamente, sin saber si estábamos
haciendo periodismo o política, la que más
recuerdos agradables trae a mi memoria es
la etapa de EL DÍA. Fueron años de rebeldía, de compromiso y de lucha plasmados
en el quehacer diario de un periódico desde
el que nos propusimos cambiar la sociedad
para que la libertad no tuviera que entrar a
hurtadillas por la puerta o escapar por la ventana. Y cumplimos nuestro papel desinteresadamente: conquistada la democracia, ya
nada, ni nosotros mismos, volveríamos a ser
iguales.●
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
12
LOS
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
TESTIMONIOS
Aquella redacción primitiva
Remembranza breve de un tiempo oscuro
ELISEO IZQUIERDO PERIODISTA DE EL DÍA (1954-1969) Y DE LA TARDE (DESDE 1970 HASTA SU DESAPARICIÓN)
T
T
RATARÉ DE LLEGAR ahora por la
escalera de caracol del tiempo,
como lo hice durante años por aquella otra de metal chirriante, hasta la antigua redacción del periódico donde
comenzó mi andadura por los vericuetos
del periodismo insular. Continúa ahí, pero
sin aquel tirabuzón metálico, el edificio que
albergó el diario La Prensa de don Leoncio, fundado por él hace ahora un siglo,
hasta que la camarilla del militar sublevado
se lo cargó en 1939 y lo sustituyó por EL
DÍA, con su flamante “cangrejo” en la
solapa.
Mi primer recuerdo me devuelve, desvaída, la figura de Agustín Santos en su
mesa de trabajo de director, cuando tuve
el atrevimiento de subir por primera vez
por aquella escalera y entregarle un par de
cuartillas sobre Eugenio Domínguez Guillén, un pobre muchacho músico nacido en
La Laguna cien años atrás, en el que se
habían puesto grandes esperanzas y acabó
muriendo solo en Puerto Real, de tuberculosis, a medio camino de su desesperado
intento de llegar a la tierra nativa. Era junio
de 1946.
La juvenil osadía apenas tuvo entonces
continuación. Los adolescentes de la generación de la guerra civil, sin haber tenido
arte ni parte en la sangrienta zarabanda la
padecimos con dureza mientras crecíamos.
Había que echar mano de todo para salir
adelante, si no había posibles, pero el periodismo no era precisamente ocupación que
atrajera como oficio malamente remunerado. Cuando iba para empleado de banca,
acabé de telegrafista. Fue una fortuna para
mí. Siempre preferí trajinar palabras que
billetes.
Con Rufo Gamazo, sustituto de Santos
en la dirección, sólo tuve la relación del
colaborador circunstancial. El periódico
adquirió con él un aire aparentemente más
vivo pero nada varió en lo sustancial. Los
principios en que se sustentaba el régimen
político eran de estricta observancia, y hasta
una errata, intencionada o no, que afectara
a sus esencias, aunque fuera mínimamente,
bastaba para que rodaran cabezas. Gamazo
se mantuvo en EL DIA hasta 1958. Por
entonces yo había logrado el traslado a
Telégrafos de La Laguna, lo que me permitió, gracias a la bonhomía de don
Pedro Suárez, reanudar los estudios en la
Universidad y las colaboraciones periodísticas.
Antonio de Lorenzo Cáceres llevaba entonces el Secretariado de
Publicaciones de la ULL. Conocedor
de mi afición de escribidor en ciernes, me pidió un día que redactara no
recuerdo qué nota para los periódicos. Así comenzaría la sección “Vida
universitaria”. Ernesto Salcedo era ya
director de EL DÍA. Captó la conveniencia de un espacio sobre el primer centro docente del archipiélago
cuando comenzaba a dar señales de
recuperación tras la atonía de la guerra y la amenaza de su supresión todavía cercana. Por primera vez, la Universidad de La Laguna rompía su
cerco de silencio y daba señales de
vida como ente generador de saberes
y de noticias en número y calidad crecientes. Mantuve la sección durante
los rectorados de los profesores Navarro, Antonio González, Hernández
Perera y Rodríguez Ríos. Me proporcionó alegrías, conocimiento, encuentros con un sin fin de personajes de la ciencia, la literatura, las artes
y la política, pero también algún sinsabor y más de un disgusto, como
ocurre cuando lo que se hace es según
el personal criterio y no el de los interesados.
Dos espacios más cubrí en las páginas del matutino tinerfeño: uno, con
el tráfico diario del aeropuerto de Los
Rodeos, por entonces fácil acerico
para los alfilerazos y las embestidas
de quienes apostaban, en latitudes
cercanas, por la centralización de las comunicaciones aéreas y reducirlo a sucursal del gran aeródromo regional que soñaban para su isla, y “La Laguna, encrucijada”, en el que quise reflejar el acontecer
diario de mi ciudad, entre la noticia, la opinión ajena y el comentario propio.
La vieja redacción, en la segunda planta,
ocupaba un saloncillo con tres o cuatro
mesas y otras tantas “Remigton” desgastadas por el uso y la falta de fornitura, un
fleje de papel para las tareas de los redactores, y, a la derecha, al fondo, una cabina
con un único teléfono. Tenía una ventaja
sobre otras aquella habitación: el balcón
que daba a la vía pública, lo que facilitaba
la salida de los vapores del plomo de las
linotipias del taller, del que la separaba, pasillo por medio, un tabique de cristal opaco.
En el centro de la estancia inmediata, que
era como el distribuidor de toda la planta,
tenía su mesa de trabajo el subdirector.
Desde aquel lugar estratégico, don Juan
González lo controlaba todo. Era cortés,
amable y poco hablador. Se conocía al dedillo la sociedad santacrucera y hasta la de
toda la isla. Recuerdo la habilidad con que
se me acercaba cuando quería, por ejemplo, un obituario sin los tópicos al uso, sin
damas de acrisoladas virtudes, pundonorosos militares o virtuosos sacerdotes, tarea
habitual de otros colegas, y me pedía casi
como un ruego “una notita cariñosa” sobre el muerto reciente.
Un habitáculo inaccesible para muchos,
que sin embargo yo solía frecuentar, se
encontraba en planta superior. Se accedía
por una escalera empinada y de peldaños
muy espaciados, como hecha para complicar el tránsito por ella. Era el refugio de
don Juan Pérez Delgado, el entrañable “Nijota”. Por prestigio, saber y
edad, le respetaron en el nuevo periódico la categoría de redactor-jefe,
mas en la práctica nada tenía que ver
con la línea editorial, relegado, acaso
por propia y sabia voluntad, a la tarea
de reunir y titular las noticias de agencias que entraban por un aparato antidiluviano que llamaban el “gel”. No
era fácil leer aquellos despachos, de
impresión desigual, borrosa o machacada; tarea en la que don Juan era
experto. En medio del machaqueo
monótono del receptor, rumiaba el
poeta sus decepciones humanas, el
silencio en que buscaba aislarse, de
vuelta de afanes literarios, entusiasmos juveniles y esperanzas fallidas,
que, de vez en cuando, en habilísima
pirueta, transformaba en humor, con
tanta sorna como ingenio e intencionalidad. Laguneros los dos y ateneístas, nos unía cierta complicidad
amistosa en el erial de la noche, cuando ya casi nadie aparecía por la redacción, salvo Paco Pimentel, que con
el puro atravesado en los labios entraba y comenzaba su “Santa Cruz,
la nuit”. Como podía escribir sin interrupción el tiempo que fuera, Salcedo
le puso como tope veintitantos renglones. Paco aporreaba sin pausa la
máquina hasta que se detenía, contaba las líneas, y si faltaba o sobraba
alguna, lo ajustaba en un pispás.
Con Ernesto Salcedo trabajé algo
más de diez años. Aprendí con él no pocos
entresijos de la profesión, en particular el
escepticismo que ocultaba tras su idea de
sacar adelante el proyecto con el que soñaba. Compartíamos el amor por la palabra escrita.
Un día, en 1969, me llegó el nombramiento de jefe de Telégrafos de La Laguna,
la tercera oficina del archipiélago en importancia. Hubiera sido suicida renunciar.
Debí dejar entonces el periódico, por incompatibilidad de horarios. Hacía poco que
nos habíamos trasladado al edificio de Buenos Aires. Sólo que al cabo de un año,
Alfonso García–Ramos me repescó para La
Tarde. Pero esa es otra historia. Sin embargo, en los más hondos recovecos de
aquel tiempo oscuro se mantiene en mí la
memoria de aquella primitiva redacción. La
de don Leoncio.●
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
14
LOS
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
TESTIMONIOS
Criados en La Prensa, ensolerados
entre planchas de cinc y linotipias
Juan Hernández y Antonio Herrera eran niños cuando vendían La Prensa.
Ya en plantilla, pasaron medio siglo entre estereotipias, linotipias y talleres.
La Prensa fue la escuela donde se formaron en las Artes Gráficas Juan Hernández
Delgado (Santa Cruz de Tenerife, 1927) y
Antonio Herrera Díaz (San Sebastián de La
Gomera, 1934), dos exponentes de las decenas de trabajadores que integraron la plantilla primero de La Prensa y, más tarde, de
EL DÍA. Los dos comenzaron con unos diez
años. Para Juan Hernández la casa de la calle
del Norte no le era ajena, pues allí trabajaba
su padre Rafael, quien fuera el primer cabo
de la guardia municipal de Santa Cruz. “Don
Leoncio conoció a mi padre porque lo veía
todas las noche haciendo la guardia por allí.
Un día lo paró y le preguntó si le gustaría
trabajar en La Prensa”, cuenta su hijo Juan
Hernández, quien siendo niño iba también
allí para separar el cartón que se utilizaba
para hacer las matrices. Eso antes de que llegara a hacerse con el reparto del periódico.
“Le llevaba La Prensa al director de orquesta
Santiago Sabina, que vivía en la calle Consolación, también Puerta Canseco”.
“Una de esas noches que estaba por la calle
del Norte, mientras ponía en remojo las matrices –cuenta Juan Hernández–, se me
acercó Gonzalo Porcell, que era el jefe de
Fotografía de La Prensa, y me preguntó si
me gustaría trabajar con él. Dicho y hecho.
Comencé como aprendiz de fotograbado. No
cobraba nada, por supuesto, pero Porcell me
pagaba una academia para que estudiara en
la calle Cruz Verde”.
Comenzó así el proceso de formación de
Juan Hernández, que le permitiría formarse
en el manejo de las estereotipias, la fotografía
y como fotograbador. La elaboración de la
planchas de cinc en las que se grababan las
páginas de La Prensa convirtieron a Juan
Hernández en un especialista de la química
fotografía, siendo todavía hoy capaz de decir
no sólo los ácidos sino hasta las proporciones en las que se mezclaban aquellos sulfato
de cobre, bromuro potásico, cianuro potásico, sulfato de cobre, sulfito sódico, sulfito
de potasa, ácido nítrico alumbre de plomo...
Hasta que apareciera el sistema offset, el
taller de La Prensa parecía un laboratorio químico.
Por los años setenta, Juan Hernández lideró
el cambio al sistema “offset”, que dejaba a
un lado los ácidos. Enamorado de su profesión, tanto le gusta el fotograbado como la
fotografía, arte en el que era necesario que
demostrara su destreza como paso previo al
fotograbado. Junto a su condición de experto
en el fotograbado, Juan Hernández también
compaginó esta tarea con la fotografía después de que el que fuera director de EL DÍA
Ernesto Salcedo le diera la alternativa. “Por
aquella época colaboraban Adalberto Benítez y Trino Garriga, y también su hermano
Antonio, más tarde estaría Rafael Ramos y
Domingo Sierra. En un suceso acaecido en
La Victoria, protagonizado por un padre que
tiró a sus hijos por la ventana, el fotógrafo
que fue al siniestro me entregó los rollos y
se los revelé. Todo el trabajo que tenía era
de bodas. Ernesto Salcedo me llamó y me
pidió que fuera allí para fotografiar, aunque
fuera el domicilio familiar o el barranco por
donde tiró los chiquillos”. Comenzó así la
trayectoria de quien en 1971 se hizo con el
Premio Nacional de Fotografía que concedió el Ejército. “En el periódico trabajaba
un militar, Ramos Aspiroz. Yo había hecho
un reportaje en unas maniobras en Fuerteventura. Vio las fotos y me dijo que a la
semana siguiente él iba para Madrid, que le
dejara unas copias. Las entregó y gané”. Juan
VARIOS LUSTROS SEPARAN ESTAS IMÁGENES. Antonio Herrera, arriba, reconocido mecánico de linotipia. Abajo, Juan Hernández entre cámaras.
Hernández se jubiló en EL DÍA en 1988.
Otro ejemplo de entrega al Periodismo,
aunque sea en la parte siempre oculta de los
talleres, es Antonio Herrera, quien fuera repartidor de La Prensa en el barrio de El Toscal y la zona del hotel Mencey, incluso por
la zona de plaza de La Paz. “En dos oportunidades pasé 24 horas en los calabozos del
ayuntamiento porque estaba en la calle vendiendo periódicos cuanto tenía que estar en
la escuela”, dice. Comenzó en la Artes Grá-
ficas como aprendiz en la imprenta El Comercio, de Julio Fernández, quien llegara a
ser administrador de EL DÍA.
Herrera, hasta su jubilación, a comienzo
de los años noventa, era un trabajador infatigable. Compaginó la venta de periódicos,
al principio, con el mantenimiento de la linotipias, hasta que fuera el mecánico que dominaba esos artilugios fundamentales para editar el periódico. Tanto se le podía ver desarmando y armando las máquinas, como car-
gando toneladas de bobinas o al frente del
servicio de mantenimiento. Un ejemplo para
las nuevas generaciones, pues nunca se amedrentó por la evolución del plomo a la informática, llegando a tutear a las máquinas impresoras en papel fotográfico por las que salían las galeradas de papel que luego los
montadores recortaban y adaptaban sobre
cartulina, componiéndolas así. Tanto Juan
Hernández como Antonio Herrera son ejemplos de la entrega y amor a la prensa.●
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
15
LAS VALORACIONES
S
S
UELE AFIRMARSE, sin duda con
razón, que los periódicos son los testigos del desarrollo cotidiano de la
Historia. Porque con cada nueva edición
se reflejan los hechos que han sucedido y,
asimismo, las razones que los motivaron
y las consecuencias que pudieron generar.
Además, en sus páginas también figuran
como testimonios las referencias y los juicios de quienes de un modo u otro han
adquirido protagonismo en algún momento.
De esa manera, efectuando un recorrido
por la trayectoria de un diario podemos
desentrañar la esencia del acontecer de una
sociedad. Y no únicamente la de aquellos
acontecimientos más señalados o trascendentales sino, al propio tiempo, los que sirvieron para escribir la particular historia de
comunidades o personas concretas.
Los periódicos representan, por tanto,
una pieza fundamental, insustituible, en la
existencia de un pueblo. Tal es así que los
ciudadanos suelen convertirlos con justicia en verdaderas referencias a través de
las cuales son capaces de comprender el
día a día. Bien es cierto que los medios de
comunicación audiovisuales asumen un
papel similar y tan importante como el
desempeñado por los escritos; no obstante,
la letra impresa posee un poder de sugestión singular que los lectores aprecian procurando a las cabeceras una fidelidad y una
credibilidad inalterables.
Es preciso tener en cuenta todos estos
antecedentes para referirse a “El Día” y a
la labor que a lo largo de diez decenios,
nada menos, ha venido llevando a cabo
para satisfacer las demandas informativas
Compromiso con
Tenerife y sus gentes
RICARDO MELCHIOR NAVARRO PRESIDENTE DEL CABILDO DE TENERIFE
de la sociedad tinerfeña. Ya su denominación primera de “La Prensa” reflejaba la
voluntad de su fundador, Leoncio Rodríguez, de crear un verdadero periódico, un
diario que asumiera su papel en el más
amplio sentido de la palabra, sin limitaciones ni
cortapisas ideológicas o
de cualquier otro tipo.
Desde entonces el periódico ha permanecido fiel al
compromiso adquirido con
sus lectores ya en su primera edición y cada día ha
sabido acudir puntual a la
cita, sin importar las vicisitudes que en algún
momento ha tenido que
superar. Ello da muestra de
la decidida vocación informativa y de la dedicación
de una entidad consciente
de su responsabilidad para
con la sociedad a la que se
debe.
Cien años dan ciertamente para mucho.
En un lapso tan amplio innumerables son
los acontecimientos que pueden rodear la
vida de un periódico, de un órgano que, sin
embargo, se renueva a diario. Ese renacer
constante le proporciona una vitalidad envidiable y la capacidad de mantener una
imperturbable lozanía a pesar del discurrir
del tiempo.
“La Prensa-El Día” forma parte de
nuestra historia por derecho propio y se ha
ganado hace ya mucho el respeto de todos
los tinerfeños y canarios. Y
es que Tenerife y Canarias
han sido dos referencias
primordiales de este periódico, cuyos rectores se han
fijado en todos los casos la
defensa de los intereses isleños como un objetivo esencial. Su empeño ha permanecido siempre orientado
hacia el desarrollo del Archipiélago y el bienestar de sus
habitantes, unos fines que
son sin ninguna duda muy
loables y dignos de elogio.
Ese ejemplo de conducta
se debe a la guía de dos
hombres íntegros, de dos
tinerfeños cabales, que han
resultado claves en el devenir de la publicación desde sus inicios hasta estos
momentos en que alcanza sus primeros cien
años de vida. Tanto Leoncio Rodríguez, en
su calidad de precursor, como José Rodríguez, continuador de la línea trazada por
quien fundara el periódico, han dejado una
huella realmente imborrable.
Junto a ellos también figuran todos aquellos que han tomado parte directa en la gestión y en la confección de “La Prensa-El
Día” durante todo el tiempo transcurrido.
Miembros del consejo de administración,
directores, redactores, operarios de talleres, administrativos y distribuidores han
contribuido con su esfuerzo a poner al servicio de los ciudadanos un producto informativo de calidad contrastada. Cada uno
de ellos ha aportado su profesionalidad para
situar al periódico en el lugar de privilegio que ocupa en la actualidad.
Ello habría resultado más dificultoso sin
la vocación pionera e innovadora que también siempre ha caracterizado a la casa de
“La Prensa-El Día”, que ha ejercido tradicionalmente como una auténtica escuela
de periodistas. Ello se ha traducido en todo
momento en la introducción de aquellas
novedades que la tecnología era capaz de
ofrecer para poder elaborar cada vez una
publicación mejor y ponerla al servicio de
los tinerfeños.
Esta misma voluntad se ha traducido en
la creación de un grupo multimedia que,
encabezado por el periódico, incluye hoy
en día también emisoras de radio y televisión. Ello demuestra afán de superación
e interés por continuar avanzando por la
senda abierta hace ahora un centenar de
años, una vía que conduce hacia un futuro
que sólo puede ser prometedor.
Este es el momento de felicitar efusivamente a la gran familia que compone “El
Día” y expresarle nuestro agradecimiento
más sincero por su tarea y por su compromiso con Tenerife y sus gentes.●
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LAS VALORACIONES
Canarias 100 años: de La Prensa a El Día
C
C
UANDO EN 1910 Leoncio Rodríguez
fundó el periódico La Prensa, del cual
es heredero la actual cabecera de EL
DÍA, Canarias registraba importantes cambios
que hundían sus raíces en el último tercio del
siglo XIX. Cambios que no se producían de
una forma drástica, ni suponían modificaciones radicales en la evolución del archipiélago.
Presentaban, eso sí, una fotografía en muchos
aspectos distinta a la del resto del Estado español. Cambios demográficos que experimentaban una fortísima expansión, condicionados
por el permanente trasvase de población hacia
las islas de Gran Canaria y Tenerife, donde sus
capitales conformarán dos grandes áreas metropolitanas, manteniéndose al mismo tiempo
presente la recurrente emigración, como una
válvula de escape para la mano de obra excedentaria, que resultaba expulsada por un modelo productivo basado en un modelo de cultivos centrales de exportación.
El Archipiélago pasó de unos trescientos sesenta y cuatro mil habitantes en 1900, a más
de seiscientos ochenta y siete mil en 1940; un
millón ciento veinticinco mil en 1970, hasta
llegar a los dos millones cien mil de la actualidad. Una evolución extraordinariamente
llamativa para un territorio fraccionado, con
una bicefalia prácticamente permanente entre
un modelo económico volcado en los mercados europeos y una relación política-administrativa con el Estado español.
También las estructuras económicas sufren
cambios relevantes. A partir de la década de
los años 80 del siglo XIX, nuevos cultivos se
introducen en la actividad productiva de Canarias. Primero los plátanos, después el tomate
y las papas, que, inicialmente tuvieron sus mercados exclusivos, capitales, exportación y control directo en manos de los ingleses. Este modelo producirá alteraciones en la formación social canaria, con amplias repercusiones políticas. El impulso y modernización de los puertos traerá consigo el ya citado desarrollo urbano
de las actuales capitales canarias, con un empuje significativo de las actividades comerciales y del sector servicios, lo que producirá
igualmente una tímida consolidación de una
burguesía comercial y un importante crecimiento del capital bajo control de los grupos
canarios.
Pero si hay un eje referencial que vertebre
la historia económica y comercial contemporánea, ese es el Régimen de Puerto Francos.
Heredero del régimen especial que concedieron a las Islas los Reyes Católicos, encuentra
su primera formulación jurídica del la mano
de Bravo Murillo, en 1851, que favorecerá el
impulso económico y comercial del final del
siglo XIX. El Régimen Económico Fiscal
peculiar recibió un nuevo impulso en 1972 hasta llegar a nuestros días, con modificaciones
como los sistemas de la ZEC o la RIC y que,
MILAGROS LUIS BRITO CONSEJERA DE EDUCACIÓN, UNIVERSIDADES, CULTURA Y DEPORTES. GOBIERNO DE CANARIAS
además, conocen en la actualidad nuevos procesos de debate en su configuración para adaptarlo a las nuevas necesidades económicas.
Son, por tanto, singularidades específicamente canarias; unas peculiaridades fiscales históricas, multiseculares que tienen un anclaje
histórico que arranca desde la época de los
Reyes Católicos, con unos privilegios fiscales que serán confirmados por Carlos I y la
Reina Juana en 1528. Ya, en pleno siglo XX,
la entrada de España en la actual Unión Europea y el encaje de las peculiaridades canarias
en la misma, así como el régimen reconocido
de región ultraperiférica (junto a los territorios
franceses y portugueses), introduce nuevos e
importantes cambios en la economía canaria.
En todo este relato no podemos obviar que,
a escasos dos años de la fundación de La Prensa por Leoncio Rodríguez, se produce el reconocimiento del hecho insular con la creación
de los Cabildos (1912), posteriormente la división provincial (1927) y ya, con la llegada del
periodo democrático a partir de 1975, la aprobación de la Constitución de 1978.
El conjunto de transformaciones políticoadministrativas tuvo su culminación con la
aprobación del Estatuto de Autonomía, en
1982, y su posterior reforma, en 1996. Por primera vez en casi seis siglos de historia, Canarias contaba con una herramienta, jurídica y
política, que le permitía tomar sus propias decisiones en Canarias, y en clave canaria.
El hecho autonómico canario, sin embargo,
ha tenido un largo recorrido a lo largo de toda
la etapa contemporánea, donde también han
jugado un papel importante las tensiones polí-
ticas y económicas derivadas del conocido como “pleito insular”. Así, desde la I República,
el conocido como Pacto Estévanez (1873) planteó la creación de un Estado canario con dos
cantones. Entre finales del siglo XIX, y principios del XX se configura el nacionalismo
canario con la fundación del PNC (Partido
Nacionalista Canario), y ya en la II República
se formularían propuesta de Estatuto de Autonomía para Canarias, opción frustrada por
el golpe de estado del general Franco.
La historia contemporánea de Canarias es
tan desconocida como apasionante. Un periodo
de la historia de Canarias en el que desarrolla un papel protagonista, a partir de la fundación de La Prensa, el lagunero Leoncio Rodríguez, fundador, junto con otros cuarenta y seis
importantes personajes de la vida intelectual
de la ciudad del Ateneo, en 1904, y que tendrá cabida en las páginas del periódico, transformado con posterioridad en el actual rotativo EL DÍA.
En sus páginas encontramos relatada esa realidad día a día. Aspectos de la economía y la
sociedad; de la problemática relacionada con
la dificultad de las comunicaciones, tanto terrestres, como marítimas y aéreas, la telegrafía y el teléfono. Cuestiones relacionadas con
la población y la emigración y la dinámica social y política; el pleito insular; la conflictividad laboral y la cultura, la sociedad y el ocio
serán temas que aparecen de forma permanente
en las páginas del periódico fundado por Leoncio Rodríguez.
Pero para nosotras tiene especial relevancia,
a los efectos de conocer el salto cualitativo y
cuantitativo de estos parámetros, apuntar
cuál era la situación de la enseñanza y la cultura en los momentos que Leoncio Rodríguez
se lanzó a su aventura periodística, y cuál es
la situación actual.
Cuando nacía La Prensa, Canarias contaba
con una población escolar, comprendida entre
los seis y los doce años, de 35.728 niñas y
niños. De estos, el propio periódico en 1910
decía que ni la tercera parte acudía normalmente a clase. Esa situación se traducía en unos
porcentajes de analfabetismo que alcanzaban
el 65% de la población, subiendo hasta el 75%
en las mujeres. También es de notar que por
esa época Canarias sólo contaba con un centro oficial donde se podía cursar el bachillerato: el Instituto de La Laguna. Por lo que respecta a las enseñanzas universitarias, cuando
salía a la luz La Prensa, Canarias carecía de
educación superior. La Universidad había sido
suprimida desde 1845, produciendo enormes
perjuicios no sólo a los alumnos que en esos
momentos cursaban sus estudios, sino también
a la sociedad canaria en general. El periódico
La Prensa proporciona continua información
sobre los intentos de restablecer los estudios
universitarios, lo que ocurre a partir de 1913
con la creación de una sección universitaria
aneja al Instituto de La Laguna, que culmina
con la erección de la Facultad de Derecho en
1921, al concederse la autorización por parte
del Gobierno central la impartición del quinto
curso de esas enseñanzas.
Un siglo después, Canarias cuenta con más
de trescientos mil alumnos en la enseñanza no
universitaria, que son atendidos por más de
veintisiete mil docentes, repartidos en una red
de más de mil centros educativos, produciéndose el auténtico salto cualitativo y cuantitativo en el último tercio del siglo XX, coincidiendo con el desarrollo del autogobierno. Hoy,
Canarias cuenta con dos universidades con una
amplia trayectoria investigadora y docente, y
que acogen a más de cuarenta y cinco mil
alumnos, a los que imparten clases más de tres
mil quinientos profesores.
Durante mucho tiempo, en Canarias ha convivido el movimiento intelectual más selecto
y vanguardista, protagonizado por sus élites
económicas, sociales y políticas, con el analfabetismo dominante entre las amplias capas
populares. Eso sí, en nuestras Islas, en toda Canarias, nuestra gente ha construido una cultura
popular ágrafa, pero extraordinariamente
identitaria, con una herencia cultura aborigen,
múltiples aportaciones de la tradición oral,
mezcladas con elementos y aportaciones de los
tres continentes, y los añadidos de ida y vuelta
de la cultura americana, a través de la emigración retornada. Porque las Islas supieron entroncar las transformaciones sociales, políticas y económicas, con los movimientos culturales que se desarrollaron desde los inicios
del siglo XX, si bien con sus singularidades
fruto del aislamiento. Pero habrá que esperar
a que avance el siglo XX para atisbar, a través de diversos colectivos e intelectuales agrupados en la facción surrealista, la Escuela Luján
Pérez, el indigenismo canario o el movimiento
en torno a Gaceta de Arte, que la cultura canaria en general rompe sus ataduras con el academicismo imperante, enraizado aún en el siglo
XIX. Aún así no podemos obviar la presencia de figuras de trascendencia, incluso internacional, como Benito Pérez Galdós en la literatura u Óscar Domínguez en la pintura.
Y aquí también el salto cualitativo y cuantitativo de Canarias en general, respecto a la Canarias de 1910, es muy significativo. Hoy la
sociedad canaria se encuentra inmersa y atenta
a todas las manifestaciones culturales que circulan por el mundo. Hoy nuestros y nuestras
intelectuales y creadores, tienen una presencia importante en los círculos culturales internacionales.
Sin duda, Leoncio Rodríguez estaría orgulloso de la pujanza de nuestra sociedad. Apersonas como él, a su capacidad emprendedora
y ambición cultural, hoy Canarias le debe gran
parte de lo que es.●
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
18
LAS
L
A CELEBRACIÓN de un aniversario
L
es siempre un acontecimiento pero, si
como es el caso, se trata del primer
centenario de un medio de comunicación,
nos encontramos ante un acontecimiento
excepcional y por ello debo agradecer al
director de EL DÍA su invitación para evocar algunos recuerdos de los años de la etapa
preautonómica canaria, que situaré entre la
primera gran crisis petrolera de 1973, a raíz
de la guerra árabe-israelí del Yom Kippur,
y la aprobación del Estatuto de Autonomía
de Canarias, con la constitución del primer
Parlamento y Gobierno de Canarias, en 1982
y 1983, respectivamente. Fue una etapa tan
llena de acontecimientos que no encuentro
mejor definición que calificarla de tan difícil como apasionante, marcada en su ecuador por la muerte de Franco y la aprobación
de la Constitución española en 1978.
En los primeros años de esa década, las
Islas vivieron unos años particularmente
duros, agravados por la salida de España del
territorio del Sahara, que en un periodo con
tantas incertidumbres, tras la enfermedad y
muerte del dictador, acentuó una crisis económica que agravó las circunstancias políticas y sociales del momento. El abandono
de aquel territorio interrumpió un incipiente
comercio de Canarias con el vecino continente africano y la pérdida de nuestros tradicionales caladeros en el banco pesquero
canario-saharaui, lo que supuso, primero, la
angustia por el apresamiento de algunos barcos canarios que faenaban en aquellas aguas;
y el drama, después, por el ametrallamiento
y muerte de algunos de nuestros pescadores. Las Islas, por entonces, parecían víctimas de un mal fario. El accidente de los 2
gigantescos aviones Jumbo 747 en Los
Rodeos, que originó cerca de 700 muertos,
aún hoy el mayor accidente aéreo en la historia de la aviación comercial; el asesinato
del industrial Eufemiano Fuentes y la
rocambolesca fuga de El Rubio, a quien se
creyó presunto autor del mismo; la muerte
del joven Bartolomé García Lorenzo, víctima de un error policial; la muerte del policía Rafael Valdenebreros cuando intentaba
desactivar un paquete bomba en La Laguna;
la muerte del estudiante Javier Fernández
Quesada en la Universidad de La Laguna,
cercada y copada por una unidad de policía de la reserva desplazada desde Córdoba
con un impresionante material antidisturbios.
En Las Palmas se producía la suspensión de
pagos y la quiebra de una serie de empresas con una larga tradición de actividad. Era
ciertamente un panorama preocupante el que
padecíamos cuando, a finales de los 70, se
aprobó la Constitución y nos disponíamos
a vivir en la recién nacida democracia. Mientras esto ocurría, un informe del CIES (Centro de Investigación Económica y Social)
puso de manifiesto, descarnadamente, negro
sobre blanco, la realidad de nuestra situación: inestabilidad e incertidumbre sobre el
futuro de nuestras (escasas) exportaciones,
acusada dependencia exterior, insuficiencia
del ahorro y ausencia de acumulación de
capital, débil estructura empresarial, falta de
mano de obra cualificada, precariedad del
sector industrial autóctono, regresión de la
agricultura y de la pesca e insuficiencia de
los servicios públicos y de las infraestructuras. Conviene recordarlo, aunque sea telegráficamente, para valorar dónde estábamos
y dónde estamos.
En 1977, tras las primeras elecciones, la
UCD canaria se convirtió en una fuerza
hegemónica y el PSOE solo alcanzó una
representación muy minoritaria. Pero en
1979 la UPC, un conglomerado de grupos
de izquierda nacionalista y radical, alcanzó
la alcaldía de Las Palmas, obtuvo un diputado en el Congreso y 50.000 votos en la
urna para el Cabildo de Gran Canaria, augurando mayores turbulencias. Fueron los centristas quienes enfrentaron la tarea de
poner en marcha las instituciones preautonómicas, la elaboración del que habría de
ser nuestro estatuto de autonomía; y comenzar a explorar las condiciones de nuestra
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
VALORACIONES
1973-1982, una década tan
difícil como apasionante
FERNANDO FERNÁNDEZ MARTÍN EX PRESIDENTE
futura incorporación a las Comunidades
Europeas, como se llamaba entonces la
actual Unión Europea. Y lo hicieron casi
solos, sin demasiadas ayudas políticas, sólo
muy al final del proceso el PSOE se incorporó a aquellas tareas. En cambio, el
debate sobre el Régimen Económico y Fiscal canario (REF) de 1972, y sobre lo que
llamaré “la cuestión europea”, se hizo con
la participación de los agentes económicos
y sociales, especialmente nucleados en torno
a los estudios e informes impulsados desde
las Cámaras de Comercio, con la colaboración de los medios de comunicación, que
pronto advirtieron la trascendencia del
asunto para prestarle la máxima atención.
Debo destacar en este capítulo la activa presencia del Club La Prensa de esta Casa, que
pronto se convirtió en un foro de referencia para el debate.
El ente político preautonómico, la Junta
de Canarias, echó a andar el 14 de abril de
1978 en Las Cañadas, a la sombra del Teide.
Llamado a ser un acto histórico, terminó mal
por la falta de capacidad de acuerdo entre
los representantes centristas y entre todos
Saavedra como vicepresidente, con la contrariedad de otras familias ucedeas de ambas
islas capitalinas. La Junta Preautónomica,
en su corta vida, tuvo más presidentes (todos
de la UCD) que medios materiales. A
Soriano siguieron los tinerfeños Vicente
Álvarez Pedreira y Francisco Ucelay y el
grancanario Fernando Bergasa, que repitió
mandato. Tarde, pero con toda justicia, los
cuatro acaban de recibir un más que merecido reconocimiento, en un acto institucional celebrado meses atrás en el Parlamento
de Canarias. Pese a todo, la Junta de Canarias empezó a sentar las bases de nuestra
autonomía y sus frutos no fueron escasos.
Comenzó a fraguarse una función pública
canaria; se impulsó el estudio y el debate
sobre las posibles modalidades de nuestra
integración europea, ya mencionado;
impulsó la primera iniciativa para la reforma
parcial de nuestro REF; se propició mediante
decreto-ley la absorción por la Junta de las
competencias y medios atribuidos por la Ley
del REF a la Junta Económica Interprovincial de Canarias (JEIC) y a la Junta Interprovincial de Arbitrios Insulares (JIAI), que
ellos y los socialistas, con un Jerónimo Saavedra que trató de rentabilizar en beneficio
suyo y del PSOE el enfrentamiento entre
ucedeos. Nadie debió sorprenderse por ello.
Antonio Carballo Cotanda, autor de un libro
de referencia, “Canarias, región polémica”,
publicado en 1972, había escrito: “Las difíciles relaciones interinsulares, marcadas por
la rivalidad y el enfrentamiento entre Tenerife y Gran Canaria (...). El divisionismo y
el eterno trauma por la capitalidad responde
a las tensiones entre los grupos de presión
de Gran Canaria y Tenerife”. Y el ilustre historiador don Marcos Guimerá Peraza, en El
Pleito Insular, publicado en 1975, había
escrito: “Las luchas por la capitalidad, primero, y por la división, después (…)
gozan siempre de actualidad tan pronto se
apunta el tema de la unidad regional”. Las
Cañadas, aquel día, era una ocasión pintiparada para poner a prueba la unidad de los
centristas y su resistencia a las tensiones rupturistas que la unidad de Canarias generaba,
como había escrito don Marcos. Pero no
superaron la prueba. Un maquiavélico Saavedra y sendos sectores de la UCD de Gran
Canaria y de Tenerife eligieron presidente
de la Junta a Alfonso Soriano y al propio
fueron disueltas. Estas medidas fueron
acompañadas por un coro de opiniones,
cuando no de protestas; empezó a fraguarse
la diatriba entre “cabildistas” y “autonomistas”, que si en un principio tuvieron su
epicentro en Tenerife y en la derecha canaria, Alianza Popular y Cámara de Comercio de Tenerife, fundamentalmente, andando
los años vemos cómo vuelve a abrirse el
mismo debate, propiciado ahora desde
Gran Canaria por sectores próximos a la
izquierda de aquella isla.
Sin duda, el hecho más importante ocurrido en este periodo fue la negociación, elaboración y aprobación por las Cortes del
Estatuto de Autonomía de Canarias. No era
la primera vez que en Canarias se trataba
de tener un estatuto que diera cauce a las
ansias de autonomía regional y el frustrado
precedente de la Segunda República estuvo
presente en la cabeza de algunos de quienes afrontaron ese segundo intento, mucho
más cuando avanzaba el calendario y los
centristas canarios y el gobierno de la UCD
veían que se les acababa el tiempo. Efectivamente, el antecedente histórico más próximo fue el proyecto discutido durante la
Segunda República y que bajo un gobierno
DEL
GOBIERNO
DE
CANARIAS
del Frente Popular, previo a la contienda
incivil de 1936, inició su tramitación en las
Cortes. La Segunda República aprobó los
estatutos de Cataluña, País Vasco y Galicia,
que por esta razón, aprobada la Constitución
de 1978, fueron nacionalidades históricas,
con lo que esto suponía, constitucionalmente
hablando. El proyecto del estatuto canario
del 36 naufragó porque el levantamiento
militar sorprendió a nuestros diputados tratando de alcanzar un acuerdo imposible
sobre la capitalidad. No es este el lugar ni
el momento para extenderme en los muchos
y complejos problemas que acompañaron
la gestación y alumbramiento del nuestro
Estatuto, pero casi todos ellos, si no todos,
giraron en torno a las mismas viejas y eternas cuestiones, la pretensión de lograr una
posición ventajista para una hegemonía
regional, la capitalidad, la diatriba insularismo versus autonomismo, la distribución
de las sedes del Parlamento, del Gobierno
y otras instituciones. Sólo recordaré que en
un momento determinado se llegó a proponer la creación de dos autonomías que
deberían llamarse las Canarias Orientales y
Occidentales, sin siquiera pedir la opinión
de las llamadas islas menores no capitalinas, lo que entonces no llegó a alcanzar
notoriedad. La tuvo años más tarde, en 1988,
cuando desde algunos sectores de ATI y en
medio del debate sobre la creación de dos
universidades “plenas” en la región, se
amagó con poner en marcha la solicitud de
una doble autonomía para Canarias.
Entre mayo y agosto de 1979, nuestros 87
municipios, las Mancomunidades de Cabildos y la Junta Preautonómica se pronunciaron a favor de un estatuto autonómico a
través de la vía del artículo 151 de la Constitución, como las llamadas nacionalidades
históricas; en contraposición con las restantes que habrían de seguir la vía del 143,
que alcanzarían su autonomía más tardíamente y con menos competencias. Cuando
poco después la UCD quiso reconducir, “por
razones de Estado”, todo el proceso autonómico por la vía del 143, la UCD canaria
quedó aislada y sola frente al resto de las
fuerzas políticas y, en cierto modo, frente a
un sector de la opinión pública de las Islas,
que continuaron reclamando una autonomía
plena por la vía del 151 de la Constitución,
lo que contribuyó a la radicalización de las
posiciones. Ello no fue obstáculo para que
un año más tarde el PSOE y la UCD, con
Calvo Sotelo en el Gobierno, alcanzaran un
acuerdo autonómico que dio origen a la
LOAPA (Ley Orgánica de Armonización del
Proceso Autonómico), impugnada luego ante
el Tribunal Constitucional, que no se pronunciaría, desmontándola, hasta 1984, con
los socialistas ya en el poder, tanto en España
como en Canarias. Pero esa es otra historia.
En este clima, con una UCD exhausta después del tropiezo que supuso el referéndum
para la autonomía andaluza, la tramitación
parlamentaria del texto estatutario canario
avanzaba lentamente mientras los diputados
centristas iban enhebrando un acuerdo que
finalmente cuajó en el llamado “Pacto del
Medinaceli”, que sentó las bases del estatuto que finalmente habría de ser aprobado
con los votos de la UCD, PSOE, Alianza
Popular y los nacionalistas vascos y catalanes. Pero aún sería necesario salvar algunos obstáculos. El 19 de enero de 1982, EL
DÍA publicaba el texto de la llamada
“Lotraca”, una ley orgánica de transferencias a Canarias, que competencialmente nos
equiparaba con las nacionalidades históricas y que avanzó a trompicones hasta su
aprobación casi en el último minuto. Si el
31 de marzo de 1982, EL DÍA alertaba sobre
el malestar de determinados sectores económicos de las Islas, el 1 de abril titulaba:
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
LAS
19
VALORACIONES
PEDRO DOBLADO CLAVERÍE ABOGADO EN EJERCICIO, EX ALCALDE DE
S/C DE TENERIFE (1965-70) Y EX DELEGADO DEL
GOBIERNO. TUVO RESPONSABILIDADES URBANÍSTICAS EN MADRID
“El régimen económico-fiscal de Canarias,
a salvo”. El 12 de mayo de 1982, este periódico titulaba “Prisas en aprobar un Estatuto
contestado por la opinión pública de cuatro islas”, en una información que daba
cuenta del reparto de las sedes autonómicas acordado en el Pacto del Medinaceli y
de la adjudicación de escaños a cada una
de las islas para un nuevo parlamento regional. Y añadía: “Los políticos herreños, los
únicos dispuestos a defender su isla”.
Efectivamente, a la isla del Meridiano se le
adjudicaban inicialmente 2 escaños en el
futuro Parlamento y el presidente de su
Cabildo, entonces como ahora Tomás
Padrón, anunciaba que “de no corregirse
semejante atropello”, El Hierro solicitaría
constituirse como una entidad jurídica y
política aparte del conjunto de las demás
islas. Al día siguiente, 13 de mayo, el senador palmero Acenk Galván declaró en EL
DÍA: “El Estatuto responde a nuestras peculiaridades (…) pero las islas occidentales
deben tener más representación”. El 14, en
estas páginas, José Miguel Galván Bello
afirmaba: “Tenerife, la más perjudicada” y
el mismo Galván Bello insistía unos días
más tarde, el 19, firmando un contundente
artículo denunciando que “el Estatuto
representa un ataque histórico contra la autonomía de las Islas”. En este contexto, el 18
de mayo EL DÍA titulaba: “¡Que se retire
este nuevo proyecto de Estatuto!”. Ese
mismo día 18, representantes del Hogar
Gomero de Tenerife clamaban que “el estatuto institucionaliza la marginación de La
Gomera”. Y el 19, en un comentario sin
firma, este periódico tituló: “Estatuto de
Canarias: las cosas de mal en peor”. Unos
días más tarde y con algunos flecos aún pendientes de discusión, el 11 de junio EL DÍA
publicó un “Comentario sobre el estatuto de
Canarias”, afirmando que: “El Parlamento
puede ser a la autonomía lo que Izaña es a
la televisión”, cuya literalidad es fácil imaginar. Y al día siguiente se leía en una
escueta nota: “Canarias será el nombre de
la futura comunidad autónoma”. ¡Vaya por
Dios!, anoté de puño y letra al margen de
la venturosa noticia.
Pero la cosa tenía su intríngulis, no crean,
porque según la información recogida de la
Agencia Efe, el nombre adoptado, Canarias,
sustituía al inicialmente propuesto, que no
era otro que “Archipiélago Canario”. Y
sobre tan compleja cuestión se suscitaron
apasionadas discusiones y se publicaron
opiniones tan sesudas como numerosas
sobre el quid de la cuestión. Una cuestión,
lo del “archipiélago”, que llega hasta hoy.
En julio, el debate bajó de intensidad y las
informaciones daban cuenta de los progresos en la tramitación de la Lotraca. Sobre
ello, creo conveniente recoger la opinión
de Adolfo Hernández Lafuente, expresada
en un documentado trabajo que publicó la
desaparecida Gaceta de Canarias, que
resume bien la cuestión: “El proyecto de
estatuto para Canarias y la ley de transferencias que lo complementa peca en determinados aspectos de inconstitucionalidad
(…) pero en sus contenidos supera lo alcanzado por los estatutos vigentes en Cataluña,
País Vasco y Galicia”.
El texto finalmente aprobado fue sancionado por SM el Rey en Palma de
Mallorca, el 10 de agosto de 1982, pocos
días antes de la disolución de las Cortes.
EL DÍA informaba el 18 de agosto: “Ayer
en el BOE, publicadas las transferencias
a la Junta de Canarias.” Y en el subtítulo:
“La ley de autonomía para el Archipiélago
entró en vigor ayer”. Ciertamente, visto
retrospectivamente, no parece que este
periódico trasmitiera emoción alguna al
publicar esta noticia. A partir de ahí, con
un Parlamento y un Gobierno provisional
se llegó a las elecciones del 8 de mayo de
1983 y a la constitución del Parlamento de
Canarias, el 30 de mayo de ese año, para
iniciar una nueva etapa de nuestra historia más reciente: empezaba a caminar la
Comunidad Autónoma de Canarias. ●
Rebobinando
L DEBATE NUNCA concluido de la “nación” se suele
E
centrar en la búsqueda de una definición o concepto que
acoja determinadas pretensiones y, sin embargo, olvida
aspectos fundamentales, así los de carácter decisorio o índole
voluntarista que, cuando llegue la hora, serán concluyentes. Fue la “nación” soporte para la creación del Estado moderno y caracterizó su base social, en la que lo esencial fue la identidad o, mejor dicho, “la conciencia
de una identidad”: ser iguales entre sí y distintos de
otros. La primera explicación se encontró en lo
étnico, el territorio, el lenguaje, la cultura, la religión u otros aglomerantes sociales, todos empíricamente influyentes pero todos con excepciones en
su sustanciación histórica.
En efecto, estos ingredientes funcionaban, selectivamente, en unos casos y en otros no. Existían en
unos estados-nación y en otros contingentes no daban
ese fruto. Se indagaron e intentaron otras formulaciones pero faltaba un catalizador final, más intangible pero fulminante: el provocador del punto
crítico, un componente espiritual que despertara la
conciencia colectiva y precipitara una decisión globalmente aceptada para justificar –y enamorar– la
realización de la vida en común.
Ortega nos explicó la “nación” como un “proyecto
sugestivo de vida en común”. Pero Renan se había
adelantado con la idea de que la base nacional era
una “creencia” y que la identidad del grupo se formaba y se distinguía del resto por una historia común: “tiempos felices y trágicos y el deseo de vivir
más cosas unidos”. Claro que esta idea encierra otra
identificación añadida: la generacional, que dé respuesta de hasta quiénes remontamos el “nosotros”
y hasta qué punto aceptamos una continuidad que
implica responsabilidad compartida como base de
una proyección de futuro.
Recuperando el fondo de la cuestión: a partir de
estos principios de que la nación supone la consciencia de una identidad de grupo, más allá del tiempo, y el propósito de proyectarse al futuro, así como
la posesión de la capacidad efectiva de crear y sostener la estructura jurídica de un Estado –como requisito mínimo de capacidad– o de una estructura superior y más avanzada para introducirse en la Historia, faltaría la formulación de la voluntad del grupo,
la proclamación de la decisión.
Cómo ha de adoptarse esta resolución y por quiénes, es decir, ¿sólo el grupo nacional? ¿En que medida o
universo? ¿También debe pronunciarse el colectivo matriz
o de procedencia? Esto plantea una segunda parte con frondoso debate. Pero, llegado a este punto, lo que se pretende,
ahora, presentar como tema principal es que existe una cuestión previa y principal: el reconocimiento de una capacidad no implica la obligación de ejercerla. En concreto: ser
nación no obliga a constituirse en un Estado independiente.
Esta es una posibilidad, consecuencia de ese potencial, pero
el Estado, en su concepción actual, no da solución a una
serie de problemas que ampliamente lo han rebasado, ni
siquiera existe un planteamiento de ordenación de la “aldea
global” (utilizando la popularizada expresión de Mc
Luhan). El gran proyecto puede ser otro superior o simplemente diverso.
El que un individuo cumpla los requisitos jurídicos de
capacidad para contraer matrimonio o para constituir una
sociedad o testar o para cambiar de nacionalidad no le obliga
a ejercer ninguna de esas capacidades.
Nuestro proyecto puede –debe– ser más ambicioso que
zafarse de España por la puerta de servicio, cuando estamos históricamente integrados en una alternativa con 400
millones de acompañantes y la constitución de un Estado
menor no ofrece soluciones a problemas evidentes.
Sin ignorar que esta introducción es deudora de amplias
explicaciones, me pareció conveniente sentar su tesis, como
punto de partida de las consecuencias de nuestra incontestable inmersión en el acontecer de nuestro país, para apuntar algunas observaciones a nuestra más reciente Historia
que, en ciertos aspectos, caracterizan este periodo en el que,
aunque se hayan abierto nuevas perspectivas, tanto los acontecimientos internos como los que nos aprietan en el entorno
dominante nos obligan de manera implacable y creciente a
introducir profundas transformaciones en los modos de entender y operar en la empresa colectiva.
El nuevo escenario nacional al que me refiero es el que
se abre con la transición a la democracia del pueblo español. Es arriesgado un fraccionamiento de la Historia en episodios o acontecimientos que, fragmentando la realidad, puedan explicar las actividades de los individuos y la evolución de las sociedades, cuando más bien es lo contrario: el
fluir histórico en gran medida inaprensible, incluso secreto
pero interiorizado en la conciencia colectiva, es el que se
pone de manifiesto: explosiona en relevantes acontecimientos
que sintetizan y expresan la realidad social. Ocurre que es
a través de la Historia como intentamos descubrir la esencia de un pueblo, como si sólo la conducta personal o colectiva, que es el relato histórico, nos diera la clave o esencia
del grupo, cuando nos puede hacer confundir el suceso con
la trayectoria vital, pero aún con estos riesgos, ante la falta
de otros recursos, intentamos, por este medio, conocer nuestra realidad social.
El periodo transicional que, para algunos, no ha finalizado
e incluso, para otros, hay que situarlo antes de antes, adquiere
sus puntos o cúspides más elevados con tres acontecimientos:
el asesinato del almirante Carrero Blanco, presidente del
Gobierno; la muerte de Franco y el 23 de febrero de 1981.
Estos tres momentos, todos ellos de gran inquietud y aparentemente cruciales para el tránsito a la democracia, se
vivieron con distinta intensidad. Todos ellos son relevantes porque se clavan directa e inesperadamente en el panorama social.
Aunque fuera previsible la muerte del jefe del Estado y
se anunció anticipadamente, en todos ellos no había preparación política o, más bien en este concreto acontecimiento, existía un programa elaborado por los instrumentos de
poder, pero las dudas sobre su cumplimiento estaban generalizadas y, como quiera que la creencia ampliamente mayoritaria era la del tránsito hacia la implantación plena de la
democracia, la tónica general, el impulso social, era el de
la realización de la reforma que la hiciera viable por el procedimiento que fuere preciso, fueran cuales fueran las previsiones.
Lo que se pretende decir es que la sociedad no sólo estaba
preparada para el cambio, sino que, de antemano, lo tenía
aceptado. El cambio se elaboró desde dentro, desde las propias instituciones del sistema sin que faltaran, en lo fundamental, los conciertos con las fuerzas políticas en lucha
contra el régimen, pero el protagonismo social fue absoluto
y se puso de manifiesto en estas tres ocasiones de manera
directa como si de un reiterado plebiscito se tratase.
En las Islas Canarias el comportamiento social no se distinguió del de la mayoría del Estado. Cierto es que el pueblo canario es escasamente proclive a fanatismos de ninguna especie, más bien el pecado puede ser la indiferencia
o el “pasotismo”, pero el sentido social está profundamente
arraigado. Entre nosotros prima el debate interno y en ello
la influencia territorial es muy profunda. El hombre lleva
la isla muy dentro y las formulaciones políticas están condicionadas a esta realidad. ●
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
20
LAS
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Suplemento especial
VALORACIONES
Cien años de libertad
WLADIMIRO RODRÍGUEZ BRITO CONSEJERO DEL CABILDO INSULAR DE TENERIFE
E
E
STA CELEBRACIÓN del periódico
EL DÍA nos presenta un árbol crecido que nos brinda sombra y oxígeno como, de hecho, ya en su momento,
nos habló su fundador, don Leoncio Rodríguez, en su trabajo sobre los árboles de esta
tierra. Sombra y oxígeno, algo importante,
unido a la libertad y solidaridad que a lo
largo de estos cien años ha sido uno de los
compromisos que ha tenido esta empresa.
Desde un punto de vista personal, he tenido la suerte de encontrarme en las páginas de este rotativo a lo largo de casi cuatro décadas, situación con la que estoy muy
agradecido con la empresa, puesto que en
los últimos años del franquismo, y en los
tiempos del comisario Matute, me ofreció
rendijas o postigos para poder decir cosas
que no eran fáciles de expresar en aquellos momentos. Es aquí donde manifesté
en numerosas ocasiones planteamientos y
compromisos que no sólo me crearon algunos problemas, sino que también entendía
que comprometían a la empresa como portavoz de dichas inquietudes.
Más allá de la filosofía editorial, que no
coincidía con mis planteamientos y el de
otras colegas, nuestros escritos fueron respetados y casi siempre se publicaron. EL
DÍA fue un oasis en el desierto o un faro
de libertad en los tiempos cargados de
nubarrones y de miseria política y social
donde pudimos manifestar nuestras inquietudes. Así, por ejemplo, los problemas del
campo de la CREP hasta la problemática
de las importaciones agrarias o la gestión
del agua, al igual que las importaciones de
alimentos en situación “dumping” o los
procesos de urbanización de suelos agrícolas, aquí tuvieron eco; situación que vista
más de tres décadas después nos da la satisfacción de haber tomado parte de un tema
que hoy nos inquieta tanto como es el
futuro socioambiental de Tenerife, en particular, y de Canarias, en general.
Es en este marco donde estos 100 años
han tenido siempre al frente hombres y mujeres inquietos y preocupados por esta tierra y con los problemas sociales y ambientales de la misma. Por lo tanto, hay que felicitar a don José Rodríguez Ramírez y su
equipo de Dirección y a todo el personal
que conforma la gran familia de EL DÍA,
que mantienen una torre de basalto defendiendo un espíritu liberal y solidario con
esta tierra y su gente.
En esta rendija de libertad que he
encontrado en estos 40 años he publicado
más de 400 artículos e incluso algunos forman parte de libros realizados con posterioridad a su publicación en EL DÍA y Jornada. Han sido numerosos los debates que
hemos tenido en este periódico sobre la
OTAN, la Ley de Aguas, la problemática
agraria, el futuro de la agricultura, los problemas ambientales, la reforestación en la
isla de Tenerife y la eliminación de pinos
de California.
También hemos encontrado comprensión
en el periódico, que se ha hecho eco del
gran paso que ha dado la Isla en la gestión
de los residuos, desde el vertedero incontrolado de Montaña del Aire, en La
Laguna, hasta la aprobación del Plan de
Residuos de la isla de Tenerife y la puesta
en marcha de unas instalaciones modélicas para gestionar los residuos urbanos en
el Complejo Ambiental de Tenerife ubicado
en Arico. Por supuesto, también hay que
destacar el amplio debate político en el que
los que hemos sido perdedores en la política durante muchos años, siempre tuvimos
un hueco para manifestar nuestras ideas,
que no siempre fueron entendidas por nuestra sociedad.
Desde las noches franquistas en que
había que leer cada línea varias veces por
las connotaciones que pudiera tener de
compromiso, tanto con la empresa como
con la persona que firmaba dicho artículo,
hoy, casi 40 años después, hemos de felicitar a EL DÍA no sólo por su centenario
sino por su compromiso social con Tenerife y sus habitantes.
Queremos que EL DÍA tenga, como mínimo, la misma vida que el pino gordo de
Vilaflor que acaba de adquirir el Cabildo
de Tenerife, con sus más de 50 metros de
altura y más de 500 años, y que seguro que
le dio sombra a nuestros pastores guanches.
Y que gracias al esfuerzo de los chasneros se ha mantenido hasta nuestros días.●
JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ BETHENCOURT JEFE DE SECCIÓN Y PROFESOR DE CIRUGÍA GENERAL Y DIGESTIVA DEL HOSPITAL DE LA CANDELARIA.
VICESECRETARIO GENERAL DEL PSOE EN SANTA CRUZ DE TENERIFE.
Dimensión plural
I DE ALGO PUEDO calificar, en resumen, la traS
yectoria de este periódico que hoy cumple cien años
es de pluralidad. Plural en cuanto a las ideas, motivaciones y contenidos de los que colaboramos habitualmente desde hace años con nuestras opiniones, y si bien
la tendencia mayoritaria de sus columnistas suele ser
la moderación, cierto es que han tenido acogida opiniones políticas desde la extrema derecha hasta la
extrema izquierda, incluso el independentismo canario
y hasta el régimen franquista cuando le fue impuesto.
Un periódico que atendió tanto el republicanismo como
la monarquía antes de la Guerra Civil, y después de la
dictadura en general todas las tendencias, comprometiéndose claramente con la transición del totalitarismo
franquista a la democracia, y en toda ésta con los más
diversos partidos y sindicatos, a los que ha dado cabida
a todos en proporción a la representación institucional.
Tuvieron acogida la UCD, el PSP, el PCE, el CDS y
muchos otros, y tras la desaparición o el decaer de éstos,
el PSOE, el PP (antes AP), CC y los partidos nacionalistas. En el plano sindical todos los sindicatos, pero
sobre todo UGT y CCOO, y más recientemente IC.
Un periódico sustentado en la mayor parte de su trayectoria en una empresa familiar, que como tal tiene sus
características y connotaciones peculiares, como puede
apreciarse en el devenir de sus editoriales, casi siempre controvertidos y otras veces intencionadamente polémicos, lo cual es saludable desde el punto de vista de
la tan deseada libertad de expresión, pero sobre todo
mucho más –como resulta obvio, y a ellos remito al lector si lo desea– en los últimos tiempos. Editoriales en
muchos momentos muy identificados con el tinerfeñismo
y la defensa de Tenerife, lo que ha concitado la reacción natural y lógica, y hasta muchas veces divertida y
siempre intencionada, de los periódicos de la isla de Gran
Canaria, que no querían ser menos, celosos como no
podía suceder de otra manera, al reconocer que en Tenerife y en general en la provincia no han podido competir en lectores con EL DIA. La diferencia también es
notoria con otros periódicos que se editan en Tenerife,
una realidad que ahí está, la quieran o no la quieran ver.
Baste observar los bares y peluquerías, o simplemente
preguntando en el kiosco de confianza por el que más
se vende y antes se agota, sin duda, EL DIA. Toda una
labor que tuvo su inicio con Leoncio Rodríguez el sábado
15 de octubre de 1910 con La Prensa como diario de
tarde, y partir del 31 de dicho mes cada mañana de Santa
Cruz.
Pero, en fin, no es objetivo de mi artículo defender
las ventas de este periódico, que ya él se encarga solito
de divulgarlas, como él solito publica más
esquelas o anuncios que los otros, con
diferencia, lo mismo que es rara la fiesta
de pueblo que no muestra las fotos de
candidatas a reinas, o las actuaciones de
todas las murgas de los carnavales,
menos las de Las Palmas, claro, con lo
que ha conseguido ser popular y llegar
a los lugares más recónditos, sobre todo
de Tenerife, una forma de ser con la que
se puede estar o no de acuerdo, pero ahí
está: ha conseguido ser el periódico más
identificado con Tenerife, sus gentes y sus
pueblos, manteniendo tradicionalmente
una página dedicada a Venezuela. Y ha
logrado, curiosamente, ser al mismo
tiempo popular y compaginar esa forma de ser con una
dedicación importante a los eventos sociales, políticos,
económicos, religiosos y culturales de todo tipo, no faltando nunca las páginas o suplementos comprometidos
con el mundo literario, histórico, documental o costumbrista. En línea con lo anterior, con motivo de su
centenario Correos emite hoy un sugestivo sello conmemorativo.
Lógicamente, en los años que estuve estudiando Medicina en Cádiz no podía leerlo, salvo en vacaciones, o
porque mi padre me enviaba algún ejemplar o noticia
que podía interesarme. No olvidaré nunca que cuando
acababa la carrera, al final del último curso, en julio de
1972, mi padre me envió por correo postal una carta a
la que añadió un recorte de EL DIA que fue providencial para mi futuro profesional, pues así pude enterarme
de la convocatoria de plazas de médicos residentes en
el entonces Hospital General y Clínico de Tenerife. Muy
ilusionado con retornar a trabajar en esta querida tierra y dedicarme a nuestros enfermos, me afané en conseguir y ordenar toda la documentación que se requería, expediente académico, becas y méritos, que por
correo postal, como era uso y costumbre entonces, envié
a mi padre y éste entregó en el Hospital, siéndome concedida una plaza de médico residente de Cirugía General, especialidad que completé con la de Cirugía del Aparato Digestivo en dicho centro, que hoy tengo la inmensa
fortuna de ejercer en el Hospital Universitario de la Candelaria y la Facultad de Medicina de La Laguna.
Viviendo ya definitivamente en Tenerife, en aquella
época comencé a enviar, mejor dicho, a
llevar en mano a su sede en la avenida santacrucera de Buenos Aires, artículos y
colaboraciones esporádicas, y desde entonces he procurado y creo haber conseguido una relación muy cordial con todos
los directores o subdirectores del periódico, y en general con sus periodistas, generosos conmigo y muy profesionales en
su mayoría, salvo, por cierto, las normales y contadas excepciones, que también
las ha habido y las seguirá habiendo, lo
cual, insisto, es saludable para la libertad
de expresión y opinión. Publicaba sobre
todo trabajos relacionados con la Medicina, comprometiéndome más concretamente con la sanidad pública, y así realicé colaboraciones
y artículos de opinión en los años que fui director provincial del Insalud y presidente de la Cruz Roja, instituciones ambas que recibieron entonces una ayuda desinteresada y excepcional de EL DIA, y muy concretamente
de su director editor, don José Rodríguez Ramírez, al
que desde entonces le tengo mucho afecto y por lo que
le estoy muy agradecido.
Luego, en el quehacer político habitual, tanto como
concejal en el Ayuntamiento de Santa Cruz, consejero
del Cabildo Insular o senador por Tenerife, han tenido
cabida mis artículos de opinión en la sección de Criterios, sin que en ningún caso haya sido modificada ni
una sola coma de todo lo que, en absoluta libertad y
coherencia con mis ideas, he enviado para su publicación. Han sido varios cientos de artículos, publicados
habitualmente los domingos, ahora con una frecuencia
quincenal, lo cual supone un esfuerzo añadido a mi trabajo, todo un ejercicio mental que agradezco porque al
mismo tiempo que me obliga a una disciplina que valoro
positivamente, me produce una enorme satisfacción.
Enhorabuena a todos los que han hecho posible que el
primer centenario de EL DIA sea hoy una realidad.●
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
22
EL
E
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
FUNDADOR
Leoncio Rodríguez y La Prensa
como ejemplo para estos tiempos
E
STE ES EL AÑO y estos de octubre son los días en que cumple cien
años el periódico que, considerado
como el continuador de La Prensa,
ha logrado sobrevivir a los avatares de dos
siglos. El primero, el XX, ha sido el más
convulso de la historia pues nos dejó dos
guerras mundiales y una civil; el segundo,
este incipiente XXI, ha irrumpido con unos
cambios sociales y una crisis económica que,
combinados, amenazan con trastocar el orden de las cosas en el sector de la prensa,
tanto en Canarias como a escala global,
cuando no con imponer una realidad completamente distinta a la que ha vivido hasta
ahora esta profesión.
Y puesto que atravesamos tiempos de tribulación en el periodismo y en las empresas que lo sustentan, y que el futuro está plagado de incertidumbres, parece oportuno que
nuestra aportación a las conclusiones del Primer Congreso de Historia del Periodismo
Canario, que se inicia en pocos día, se refiera
a esa travesía feliz, aunque nadie dice que
fácil, de La Prensa-EL DÍA, para repasar,
aun someramente, las claves que han hecho
posible que aquel proyecto ideado por Leoncio Rodríguez haya llegado hasta aquí y que,
además, lo haya hecho no de cualquier
manera; no a trancas y barrancas, sino en
condiciones de liderazgo casi desde los primeros momentos hasta hoy.
A buen seguro le hubiera apasionado al
fundador de La Prensa vivir estos momentos interesantes –en la acepción de revueltos e incómodos que le daban los antiguos
chinos– que atravesamos ahora. Al fin y al
cabo, aquel periodista estaría vacunado contra tanta adversidad. Porque el fundador de
esta empresa centenaria, que siempre ha estado radicada en Santa Cruz de Tenerife, tuvo que lidiar a lo largo de su vida profesional
con circunstancias difíciles desde todos los
puntos de vista: el económico, el político,
el tecnológico y el social; y, a pesar de ello,
logró salir airoso, hasta que una guerra y sus
consecuencias posteriores truncaron su
ideal y le forzaron a hacerse a un lado.
Pero hasta ese momento, la trayectoria del
periodista y su obra no hicieron más que crecer y mejorar desde que se pusieron en marcha. Y no fue por casualidad. Leoncio Rodríguez fue, para su época, un adelantado de
la prensa. Supo detectar antes que sus competidores la demanda social de información
independiente en un mercado de lectores
todavía reducido a las élites intelectuales y
entendió sin dudar la importancia de la renovación tecnológica para ganar la calle.
Fueron 38 años de éxito, hasta que le intervinieron su periódico con la amenaza de la
fuerza. Era la recta final de la guerra de
1936-39 y los ya seguros vencedores no le
dieron opción: o ponía sus páginas a disposición del nuevo régimen o venían el cierre y, seguramente, las represalias contra su
persona. Entonces, el periodista reaccionó
adaptando su temperamento profesional a
las circunstancias. Renunciando a aquella
libertad de expresión que había hecho de su
obra la principal publicación ya antes de la
contienda civil, buscó en la vertiente literaria del periodismo la salida a sus ideas, y
aun así consiguió colar entre líneas parte de
su pensamiento político. Era todo lo que podía hacerse en aquellos años implacables de
una postguerra agravada por mil carencias
si uno quería mantener un periódico.
Pero en el comienzo de este relato se decía que Leoncio Rodríguez había dejado claras sus intenciones desde el momento inicial de La Prensa. Efectivamente, en 1910,
el caciquismo hacía estragos en Canarias,
y el idealista escritor advertía a sus futuros
lectores desde el primer número de cuál era
su pensamiento, aunque lo hiciera someramente amparado bajo el seudónimo “Pshyquis”, que no le hubiera protegido gran cosa
de los poderes fácticos de aquel entonces
si hubieran decidido tomar represalias. Decía
la publicación de aquel 15 de octubre: “El
periodismo en Canarias ha sido, y lo es todavía, un desgraciado de la fortuna, sometido
a la tutela del cacique de tanda”. E incluía
Leoncio entre los culpables de tal estado de
cosas a los propios periodistas, que se dejaban manejar, advirtiendo de que con él no
contaran para la labor. Al tiempo, aprovechaba para reprender al colega que se prestaba al manejo: “No tiene perdón ninguno,
porque le faltan entereza, decoro, energía,
para hacer prevalecer sus derechos de hombre, su independencia de criterio y su integridad de ciudadano”.
Lo cierto y verdad es que en aquel principio del siglo XX no resultaba fácil ejercer el periodismo poniendo tales divisas por
delante. De entrada, ni siquiera existía la
idea clara de que alguien que escribía en
una publicación periódica mereciese ser remunerado por su trabajo. Aquel oficio era,
sobre todo, vocacional, así que menudeaban en las inestables redacciones escrito-
res y gacetilleros que se sentían recompensados sólo con ver el producto de su pluma
en letras de molde. Y no se conocían los
horarios. Eran tiempos de ediciones que terminaban bien avanzada la madrugada, y
hasta de heroicos esfuerzos en solitario por
sacar a la calle una publicación. El propio
Leoncio, antes de fundar La Prensa, editó
él solo en La Laguna El Noticiero Canario. Y, como no hay nada que agudice más
el ingenio que la necesidad, disimuló esa
soledad utilizando varios pseudónimos para
firmar los artículos.
Por otro lado, cuando salió a la calle La
Prensa acababa de inaugurarse el enlace por
radiotelégrafo entre la Península y el Archipiélago. La conexión telefónica con la
red nacional tendría que esperar hasta 1926.
Por tanto, era aquel un periodismo que partía de datos mínimos, de telegramas parcos, que los conocedores del oficio tenían
que “hinchar” para sacarle partido a cualquier novedad.
A pesar de todo ello –de las presiones,
de la precariedad económica y de la esca-
sez de medios–, La Prensa-EL DÍA ha sobrevivido a tres guerras y dos dictaduras.
Por resumirlo con palabras de un ilustre de
la profesión en las Islas, Juan Rodríguez
Doreste, la empresa salió indemne de los
tres peligros de defunción que siempre han
acechado a los periódicos por estos lares:
la extenuación económica, la lapidación
política y la orden gubernativa fulminante.
A propósito de esto último, no está de más
recordar la sanción económica desaforada
que sufrió EL DÍA por informar, el 5 de
noviembre de 1970, de la primera huelga
de trabajadores de las guaguas en Tenerife:
cien mil pesetas de las de 1971, un enorme quebranto para las arcas de un periódico de su tamaño.
Pero, además de la gestión del fundador
y de quienes continuaron su obra, tal vez
en la supervivencia de La Prensa-EL DÍA
haya tenido bastante que ver la estructura
de la propiedad. El hecho de que la empresa
editora haya estado siempre en manos del
director o de su familia le dio al periódico
la independencia y capacidad de maniobra
necesarias para tomar en cada momento las
decisiones más acertadas para protegerlo
de las acometidas exteriores y para adaptarse de forma rápida a los adelantos tecnológicos y a los avatares que ha sufrido
el país en estos cien años. Todo ello sin olvidar la intuición y la visión de futuro que
demostraron Leoncio y sus sucesores al
adivinar que quien no modernizara el proceso de producción de su periódico quedaría fuera del mercado o al menos en grave
desventaja respecto a los competidores.
Como muestra del acierto de esta estrategia, baste citar la evolución ascendente de
la tirada y la paginación, y de la presencia de anuncios publicitarios en La Prensa,
que pasó de las 4 páginas y mil ejemplares de venta en los primeros tiempos a 8
páginas y el triple de difusión ya en los
años veinte.
Y es que el fundador se granjeó las simpatías de una mayoría de lectores, que querían simplemente informarse de lo que
acontecía en su ciudad o en su isla y, aparte
de La Prensa, sólo encontraban en el panorama informativo una pléyade de órganos
de partido que defendían con todo descaro
los intereses de las diferentes ideologías de
la época. Leoncio Rodríguez lo vio claro
y grabó en la primera página de su periódico su mensaje de independencia informativa: cambió el subtítulo de su cabecera,
“Diario Republicano”, por el de “Diario de
la Mañana”, un alarde en aquellos tiempos
en que todo el mundo se identificaba fuertemente con un partido político. En otras
palabras, el director de La Prensa iba a contracorriente. Y le fue bien. Tanto que se pudo comprar una linotipia, la primera que
hubo en Canarias. Otra vez por delante de
sus competidores.
En definitiva, Leoncio Rodríguez fue un
corredor de fondo en el periodismo.
Arriesgó y aguantó... hasta que fue materialmente imposible mantener las premisas del principio. Supo ver antes y mejor
que sus contemporáneos que el negocio de
la prensa es incompatible con las servidumbres de cualquier tipo, y que no debe haber
en las páginas más asuntos que aquellos
que interesen a una generalidad de lectores.
Vista la historia de Leoncio Rodríguez
y su obra –incluyendo en la misma la continuidad que supuso EL DÍA– con la perspectiva de un siglo, sus recetas también
podrían ser aplicables a estos tiempos difíciles para el sector, y estas se resumirían
en que para triunfar o, al menos, aguantar
hasta que pase la tormenta: independencia
informativa, adaptación tecnológica a los
tiempos y respuesta acertada a lo que esperan del periódico los lectores.●
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
EL
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FUNDADOR
Las fotos de su vida
DE VIAJE EN BARCELONA. Un viaje a Barcelona por motivos
de salud. De izquierda a derecha, Leoncio, su esposa, su sobrina Carmen y
su cuñada Amalia. Bajo estas líneas, otra imagen del mismo viaje.
SUS HOMBRES DE CONFIANZA. Leoncio Rodríguez, sentado con los brazos cruzados,
acompañado de varios periodistas de los primeros años de La Prensa, entre ellos Ildefonso Maffiotte (segundo por la
derecha, sentado), así como de algunos operarios de talleres y de administración.
ALMUERZO EN
GENETO. Imagen de un
almuerzo celebrado en la huerta de
la finca El Moralito, de Leoncio, en
Geneto. De izquierda a derecha y en
sentido contrario a las agujas del
reloj: Leoncio Rodríguez; su mujer,
Aurelia Cruz (de espaldas), María;
hermana de Leoncio; su sobrino
José Rodríguez Ramírez; Domingo
Rodríguez; el linotipista de La Prensa
Saturnino Tejera; de pie, la empleada
de hogar Martina, y el fotograbador
Gonzalo Porcell. La foto es de
Adalberto Benítez.
CON AURELIA. La pareja
sentada en la terraza de una cafetería
o, tal vez, de un hotel.
¿EN LA FINCA? Otra imagen de Leoncio Rodríguez y su esposa,
Aurelia, en un escenario campestre, tal vez la finca de Geneto.
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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RECONOCIMIENTOS
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
AL FUNDADOR
“Glorioso en la adversidad”
El escudo heráldico de Garachico incluye un lema de Leoncio Rodríguez.
Ramón Miranda Adán, alcalde de la Villa
y Puerto de Garachico, sostiene que “la
frase de Leoncio Rodríguez, que encabeza
el escudo heráldico “Glorioso en la adversidad” nos identifica como institución y como pueblo”.
El alcalde garachiquense explica que “la
idea de rotular una avenida con el nombre
del periodista, escritor y fundador de La
Prensa-EL DÍA surge del hecho de que después de tantas fiestas lustrales en honor del
Santísimo Cristo de la Misericordia había
que plasmar la frase que preside el escudo
heráldico “Glorioso en la adversidad”
acuñada por don Leoncio Rodríguez” y materializarlo con un reconocimiento institucional. En las fiestas lustrales se rememora
la erupción volcánica de 1706 y don Leoncio Rodríguez en toda su amplia bibliografía había escrito mucho sobre Garachico.
Asimismo, en su obra tenía como punto de
referencia descifrar la historia de la erupción volcánica, de ahí que cada cinco años,
nos hacemos eco de la frase que plasmó la
esencia de don Leoncio Rodríguez en Garachico, que figura en el escudo heráldico,
que indica “Glorioso en su adversidad”.
El municipio tenía que conocer el legado
de don Leoncio Rodríguez, que ha marcado
la idiosincrasia de la Villa y Puerto”, indica
el alcalde norteño.
Miranda sigue diciendo que “el pleno de
la Corporación aprobó por unanimidad la
propuesta de la Alcaldía de darle nombre
a la principal avenida de la urbanización
El Lamero al fundador de La Prensa-El
DÍA, y sumarnos a la conmemoración del
centenario del periódico tinerfeño”. De esa
manera, el alcalde se anticipó a la propuesta de creación de una comisión especial de expertos con competencias para modificar y dar nombre a las calles del municipio del año 2007, al coincidir con la celebración de las citadas fiestas lustrales y con
el centenario de la fundación de La Prensa-EL DÍA. Tales hechos llevaron al alcalde a presentar una moción para la rotular con el nombre de Leoncio Rodríguez
una avenida.
Finalmente, Ramón Miranda señala que
“en el documento plenario unánime se hace
constar que el nombramiento de la avenida
con el nombre de Leoncio Rodríguez responde a la gratitud y reconocimiento del
consistorio a la figura de “este insigne
periodista y una de las figuras más señeras de la historia del periodismo de esta tierra, así como primer director del periódico
EL DÍA. Una designación que hace mención a la ingente trayectoria profesional,
así como a la labor de divulgación en décadas de los años 20, 30 y 40 de importantes acontecimientos históricos de este
municipio norteño”●
GARACHICO PERPETÚA con una avenida y su escudo la memoria de Leoncio Rodríguez. /Á.H.
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LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
RECONOCIMIENTOS
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
AL FUNDADOR
Bustos, calles y títulos prueban el
arraigo de La Prensa en Tenerife
La figura de Leoncio Rodríguez ha sido homenajeada en diversos municipios
por su gran contribución a esta isla y a Canarias durante este siglo de historia.
La trayectoria de La Prensa y EL DÍA en este siglo de
información ha propiciado múltiples reconocimientos
públicos, dentro y fuera de las Islas. La figura de Leoncio
Rodríguez ha sido objeto de diversos homenajes en varios
municipios de Tenerife en forma de bustos, rotulación de
calles con su nombre o, incluso, declaración de títulos tan
importantes como el de Hijo Predilecto. La ciudad de La
Laguna le otorgó ese honor y son muchas la localidades
que cuentan con calles como tributo en las distintas ver-
tientes de la Islas. En una ocasión, el alcalde de Santa Cruz
de Tenerife, Miguel Zerolo, lo calificó como “una persona
que ha marcado la vida periodística de Tenerife. Luchador y divulgador de temas históricos, folclóricos y literarios de la Isla, Leoncio Rodríguez fue un magnífico periodista y escritor, que ilustró y llenó una etapa del periodismo
de Tenerife. En todos sus libros y artículos se puede palpar el profundo amor que sentía por la Isla. Por todo eso,
es un honor poder contar en nuestra ciudad con una calle
dedicada a este insigne erudito. Ésta es la manera más amable que tiene Santa Cruz de Tenerife para homenajear a una
persona que siempre luchó por difundir la cultura isleña”,
remarcó. Por su parte, el máximo mandatario lagunero, Fernando Clavijo, también loa la figura periodística de Leoncio Rodríguez, del que resalta su estilo directo y libre, al
tiempo que felicita a la empresa “por este siglo de información y de ejercicio de la libertad de prensa, tan necesario para que una sociedad avance”. ●
La capital cuenta con calle, busto y hasta sendero
Un busto y dos calles laguneras como homenaje
En Santa Cruz de Tenerife, Leoncio Rodríguez tiene un busto a la entrada del periódico EL DÍA y
una calle próxima al Mercado de Nuestra Señora de África, paralela a la avenida Buenos Aires, que
transcurre desde la avenida José Manuel Guimerá hasta la de La Salle. En Anaga, también existe
un sendero que recuerda su nombre junto a esos árboles que tanto defendió en sus obras. Refiriéndose
al pino canario, afirmó: “Árbol isleño por excelencia, único en su especie en el mundo; el más útil,
el más sobrio y resistente de nuestra flora. Su historia está llena de vicisitudes y heroísmos. Porque
ninguno de nuestros árboles fue tan codiciado y perseguido”./ FOTO MANUEL EXPÓSITO
El alcalde lagunero, Fernando Clavijo, aparte de agradecer este siglo de información, recuerda que
Leoncio Rodríguez, “maestro de periodistas dentro y fuera de nuestras fronteras”, nació en la zona
lagunera conocida entonces como Tanque de Abajo, que acoge hoy la plaza de San Cristóbal. En
este lugar se alza un busto en su honor, obra de Enrique Cejas Zaldívar. Además, se le declaró Hijo
Predilecto y se rotuló una calle con su nombre en Los Baldíos (foto). Al actual director, José Rodríguez,
también se le ha rendido tributo con una vía cerca de la Plaza del Cristo, “entorno que aúna lo urbano
y lo agreste, rasgos definitorios de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad”./ M. E.
Busto y colegio en La Esperanza (El Rosario)
Un orgullo para el municipio de Santa Úrsula
La plaza del Adelantado, en El Rosario, presenta desde julio de 1986 un busto en tributo a Leoncio
Rodríguez (foto). El alcalde, Macario Benítez, explica que se escogió ese punto por situarse en pleno
centro administrativo, a la entrada del bosque del Adelantado y en la zona de ocio y esparcimiento,
área que, con los años, “se ha convertido en una parada obligada, tanto para los vecinos como
para los turistas y visitantes”. Benítez asegura que “se trata de todo un honor contar con dicha
referencia, un homenaje merecido y compartido con cariño por la población”. Además, uno de los
centros de educación de referencia, ubicado en la zona alta esperancera, lleva su nombre./ M. E.
Una de las principales calles del casco de Santa Úrsula (en la foto) lleva el nombre de Leoncio
Rodríguez desde hace más de 30 años. El actual alcalde del municipio norteño, Ricardo García (AISU),
considera que “es un orgullo para nuestro pueblo contar en el callejero con una calle dedicada a
un tinerfeño ilustre, un pionero de la prensa moderna”. El mandatario reconoce que sus antecesores
en la Corporación “tuvieron el acierto de utilizar una vía importante para la localidad como recuerdo
imborrable de un periodista ejemplar que fundó La Prensa. Un siglo después aún tiene su obra en
pie, ahora con el nombre de EL DÍA, y en una posición de liderazgo en Canarias”./ Á. HERNÁNDEZ
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LOS
DIRECTORES DE
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EL DÍA
Francisco Aguilar y Paz (1939-40).
● Escritor, poeta, ensayista y conferenciante, en su juventud escribió
en El Socialista, pero entre 1936-40 desempeñó el cargo de jefe
provincial de Prensa y Propaganda del Movimiento Nacional. Con-
Agustín Santos Hernández (1940-53).
● Comenzó escribiendo en La Prensa duros alegatos contra el caciquismo
imperante en las islas en los años treinta del siglo pasado, pero, cuando
llegó la guerra civil, fue secretario provincial de Prensa y Propaganda
Rufo Gamazo Rico (1953-58)
● De origen zamorano, llega a Tenerife procedente de Barcelona, ciudad donde daba clase de titulación, confección y tipografía en la Escuela
de Periodismo de entonces (conocimientos que aplicaría después en
EL DÍA, para darle un nuevo aire), y también escribía en “La Prensa”,
Ernesto Salcedo Vílchez (1958-78)
● Fue también asesor de Editorial Leoncio Rodríguez, S.L., la empresa propietaria de EL DÍA. Simultaneó el periodismo escrito con el radiofónico,
en Radio Nacional de España y en Radio Club Tenerife. Sus intentos de
modernización y apertura de la línea editorial del periódico le costaron
frecuentes choques con las autoridades políticas de la época y una infor-
Francisco Hernández Díaz (1978).
● Ocupó diversos puestos en EL DÍA hasta llegar a la dirección, y también se encargó de la Hoja del Lunes como redactor jefe. Se jubiló en el
año 1980. Su estancia en la Casa se dividió en dos etapas: llegó con La
Prensa y, después de un paréntesis en Venezuela, donde trabajó como
Francisco Ayala Armas (1978)
●
Entró en la Casa como redactor, en 1964, para ser luego redactor
jefe y subdirector. Fue también jefe de Programación de Radio Juventud de Canarias en Santa Cruz de Tenerife y jefe de redacción de Radiocadena Española, que luego se integraría en Radio Nacional de España.
tribuyó a la creación del Instituto de Estudios
Canarios, en 1932. Estudió Derecho en La Laguna y fue profesor de
Derecho Internacional en la posguerra. Fundador y rector de la
Universidad Laboral de Tarragona, llegó a ser procurador en Cortes
por la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Insigne orador, de estilo
enfático, formado en Heidelberg (Alemania). Falleció en 1997.
de Falange y dirigió el periódico Amanecer, que luego se fusionaría con
La Prensa para formar EL DÍA en contra de la voluntad de sus propietarios, y el semanario Arriba España. Se comentaba que su salida
del periódico la provocó una errata intencionada con carga política. Ejerció la labor de director durante la etapa de su predecesor Francisco
Aguilar y Paz, aunque sólo figurase como redactor jefe. Murió en 1956.
de la Ciudad Condal, donde era jefe de Información. Igualmente, fue
redactor jefe de Arriba. En Tenerife trabó amistad con Carlos Arias Navarro, gobernador civil a la sazón, a quien luego seguiría como asesor
en la Dirección General de Seguridad (1958), el Ayuntamiento de Madrid
(1965), el Ministerio de la Gobernación (1973) y la Presidencia del
Gobierno. Actualmente, Rufo Gamazo es articulista de La Opinión-El
Correo de Zamora.
mación sobre la huelga de las guaguas en 1970 le valió al periódico una
multa de cien mil pesetas. Inició la carrera eclesiástica en el Seminario
de Málaga, para luego dejarla y estudiar Magisterio. Después obtuvo el
título de periodista en la Escuela Oficial de Madrid. Natural de la provincia de Huelva, es hijo adoptivo de Santa Cruz de Tenerife. Durante años
fueron muy seguidos sus artículos de opinión que intitulaba como “En
dos Palabras”. Falleció en 1986.
redactor en Últimas Noticias y El Mundo, regresó a Tenerife y se incorporó a EL DÍA. En la Hoja del Lunes mantuvo durante años una columna
con el título de “Cartas a Pepe Ignacio”. Fue también delegado provincial
del Frente de Juventudes y concejal en la capital tinerfeña. Era conocido
en la profesión con el sobrenombre de “Pancho Pantera” que le dieron
durante su permanencia en la organización juvenil Exploradores de España.
Falleció en 2001.
En 1950 se licenció en Químicas por la Universidad de La Laguna. En
1978 ostentó la presidencia de la Asociación de la Prensa de Tenerife.
En la actualidad sigue escribiendo un artículo diario en la sección de
Criterios de EL DÍA bajo el epígrafe “La Media Columna”, que los domingos cambia por “De Domingo a Domingo”
José Manuel de Pablos Coello (1979-81).
●
También dirigió La Gaceta de Canarias entre 1990 y 1991. Llegó a
EL DÍA procedente de ABC, y también trabajaba en Sábado Gráfico y
en Radio Nacional de España en Madrid. Ha escrito varias novelas cor-
tas, así como textos sobre periodismo, sobre todo, sobre la faceta tecnológica. Actualmente es profesor titular en la Facultad de Ciencias de
la Información de la Universidad de La Laguna.
José Rodríguez Ramírez (1981-actualidad)
la despliega, asimismo, en ponencias que ha presentado en cursos de
periodismo, convenciones de editores, pregones de fiestas en diversos
municipios de Tenerife, Veladas de Arte, etcétera. Los Ayuntamientos de
San Juan de la Rambla, Santa Cruz de Tenerife, San Cristóbal de La Laguna,
Icod de los Vinos y Candelaria acordaron por unanimidad rotular con su
nombre una calle en cada uno de los respectivos municipios. Plazoleta
con el nombre de José Rodríguez Ramírez en la Villa de Arafo. Agosto
2007. Entre otras distinciones posee las siguientes: Medalla de Oro de
la Isla de Tenerife, Medalla de Oro de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, Socio de Número y Miembro de Honor de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife; de Gobiernos extranjeros cabe destacar la Orden de Francisco de Miranda, de primera clase, concedida por
la República de Venezuela; la Orden del Comendador del León, de la República de Finlandia, y la Orden de Palmes Académiques del Gobierno francés. El municipio Ezequiel Zamora, del Estado Monagas, de Venezuela,
le concedió la Orden General Ezequiel Zamora de Primera Clase. También es Medalla de Oro y Plata de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja
Española y Medalla de la Previsión.
● José Rodríguez Ramírez. Miembro de honor de la Asociación de La
Prensa de Santa Cruz de Tenerife. Se formó junto a su tío el fundador
de La Prensa y de él aprendió redacción y sobriedad en el estilo periodístico, y la gramática y ortografía con su tía María Rodríguez, hermana
de D. Leoncio. A los 17 años le reprodujeron en la primera página de
una revista nacional de la Acción Católica un artículo suyo –y luego continuó la reproducción de sus trabajos en otras publicaciones– de los
muchos artículos que escribió en la revista “Criterio” de la Juventud Masculina de Acción Católica de Santa Cruz de Tenerife. Nació en Santa Cruz
de Tenerife. Desde la Primera Enseñanza sintió vocación y gran predilección por las letras y, especialmente, la Gramática. No obstante, por
las circunstancias coyunturales, contrarias a su vocación, cursó y completó estudios en la Escuela Profesional de Comercio, y más tarde diplomado universitario en Relaciones Laborales. También realizó estudios de
Filología Francesa, que no concluyó. Su dimensión formativa y docente
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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LAS
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Suplemento especial
PRUEBAS DEL ÉXITO
15/10/1985 El Cabildo de Tenerife y el
Ayuntamiento capitalino conceden sus máximas
distinciones a EL DÍA. En el dictamen de la comisión
cabildicia se destaca que, “siendo fiel seguidor del
espíritu fundacional de La Prensa, ha sido incansable
defensor de los intereses y valores de la comunidad
a la que sirve y auténtico y fidedigno registro del
acontecer de nuestra historia”.
Una progresión constante
hasta los 221.000 lectores
Este periódico se ha asentado como cabecera líder del Archipiélago en los últimos
años, pero la progresión de su volumen
de lectores diarios ha sido constante desde
que se comenzó a publicar el Estudio
General de Medios (EGM), en 1986, como muestra el gráfico superior, con breves altibajos.
EL DÍA contaba entonces con un promedio de 121.000 lectores diarios. Diez
años después había ganado 43.000, hasta
situarse en 164.000. Esta cota se mantuvo
como récord anual del periódico hasta
2004, cuando este diario protagonizó un
notable salto respecto al ejercicio anterior y se embarcó en la mayor época de
expansión de su historia.
Cerró el pasado diciembre con 221.000
lectores diarios, un nivel histórico que lo
distancia ampliamente del resto de sus
competidores en Canarias y consolida un
liderazgo que dura ya casi cinco años.
Dicho dato implica, además, que una tercera parte de los lectores de prensa isle-
ños son fieles a EL DÍA. Todo ello apuntala el respaldo de la ciudadanía a la calidad periodística de EL DÍA. Su liderazgo
no sería posible sin la confianza que depositan cada día en él los canarios.
La última oleada del EGM, publicada
el pasado julio, refleja que éste es el vigésimo tercer periódico más leído del país,
y que escala al puesto número 12 del ranking de prensa si del mismo se excluyen
los diarios deportivos y sólo se toman en
consideración los de ámbito regional. ●
25/3/1986 La Laguna honra a Leoncio Rodríguez,
La Prensa y El Día. “Los 27 concejales que componen
la corporación municipal de Aguere, con su alcalde
al frente –según se lee en la reseña periodística de la
sesión–, votaron, por aclamación, en favor de conceder a EL DÍA la Medalla de Oro, que no por ser una
de las muchas recibidas en su 75 aniversario, es por
ello menos importante”,
30
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
LOS
TIEMPOS CAMBIAN
El día que el plomo
llegó a internet
Desde la rotoplana de 1910 a la informática actual, pasando
por el plomo, la evolución tecnológica de La Prensa y
EL DÍA ha transcurrido en paralelo a los cambios de sede.
contratados por compromiso.
De periódico de tarde a diario de
mañana.- Su formato inicial era de cuatro
páginas, con diseño a seis columnas y un precio de coste para el lector de 5 céntimos. La
impresión se hacía en una máquina plana y
se componía totalmente a mano.
Los primeros trece números salieron a la
calle por la tarde, y a partir del día 31 de octubre de 1910 pasó a imprimirse de madrugada.
Para Leoncio Rodríguez no se trataba de una
aventura ajena, pues a sus 29 años, cuando
se pone al frente de La Prensa, era un reconocido periodista por su bagaje como
redactor de Siglo XX, director de La Propaganda y El Heraldo de La Laguna y, posteriormente, redactor-jefe en El Progreso,
donde adoptó el seudónimo “Luis Roger”.
En aquel equipo participarían Joaquín Fernández Pajares –“Jacinto Terry”, redactorjefe en El Progreso–; Ildefonso Maffiotte,
–secretario de Redacción–; Diego Crosa
“Crosita”; Froissé, Juan Pérez Delgado
“Nijota” (incorporado en 1921); Rafael Arocha Guillama, corresponsal en La Laguna;
el linotipista Saturnino Tejera, el jefe de Fotografía Gonzalo Porcell... Como anécdota, La
Prensa fue la primera empresa periodística
de las Islas que incorporó a la mujer, ya en
los años 30.
EL SÁBADO 15 DE OCTUBRE DE 1910
salía a la calle el periódico La Prensa con
una mancheta de tipos germánicos con el
subtítulo “Diario Republicano”, que cambiará a los pocos años por el de “Diario de
la Mañana”.
La Prensa es sinónimo de Leoncio Rodríguez González (La Laguna, 12 de abril de
1881-Santa Cruz de Tenerife, 8 de enero de
1955), quien con apenas 18 años se incorporó al periodismo tinerfeño. Nacido en el
seno de una emprendedora familia de inmigrantes de la Isla Baja de Tenerife, tras cursar con brillantez el bachillerato en el Instituto de Canarias, ingresó como funcionario en el Ayuntamiento de La Laguna. Meses
más tarde, otoño de 1905, renunciaba a aquellas 80 pesetas que cobraba al mes para asumir, con dedicación exclusiva, la jefatura de
redacción de El Progreso, órgano republicano
de Santa Cruz, recoge Julio Yanes, doctor
en Ciencias de la Información, en “La prensa
de Leoncio Rodríguez o la vanguardia del
periodismo canario-occidental en los años
de entreguerras”.
Tras garantizarse su situación económica
con el acceso a una plaza de funcionario en
la todavía Diputación Provincial de Canarias, Leoncio Rodríguez decidió acometer,
con el apoyo de sus correligionarios republicanos, la obra de su vida: la fundación de
La Prensa (1910-1939). Cuando La Prensa
saltó a la palestra periodística, todos los diarios importantes de la Isla contaban con el
respaldo de una formación política: El Tiempo era conservador; La Opinión, liberal; Diario de Tenerife y El Progreso, republicanos;
y Gaceta de Tenerife, católico.
Cuatro páginas por 5 céntimos de peseta.La Prensa apareció en Santa Cruz de Tenerife el 15 de octubre de 1910 con las cuatro páginas del cuadrilongo formato tabloide,
propio de los periódicos punteros de la
época. Su primera rotativa fue de la marca
alemana “Koening Bauer”, que se instaló en
la sede del diario, en la céntrica calle de
Valentín Sanz –popularmente calle del
Norte–, si bien José Rodríguez Ramírez, editor y director actual de El Día y sobrino del
fundador de La Prensa asegura que la primera sede fue en una casa terrera también
de Valentín Sanz, próxima a la confluencia
con la calle Imeldo Serís, también conocida
como Barranquillo. Allí se imprimirían los
primeros ejemplares en una rotoplana.
En los primeros ejemplares de La Prensa
se lee: “Oficinas, Valentín Sanz, 15. Teléfono número 22. Imprenta propia. Publica
suplemento los domingos. Número suelto
5 céntimos”. Como dato comparativo del
precio por ejemplar, por entonces media docena de huevos costaba casi una peseta.
La Prensa se imprimía a diario en una máquina plana. Su composición era a base de
extensos trabajos, sin ilustración. Rara vez
titulaba a más de una columna.
La linotipia, torno del periódico artesanal.Las noticias llegaban por teletipo o por
entrega o colaboración mecanografiada, que,
tras su selección por el redactor, se pasaba
al linotipista para que lo transcribiera y lo
“transformara” en plomo para su posterior
impresión en papel. Si el cuerpo de la información se elaboraba con linotipia, los títulos se confeccionaban carácter a carácter en
cajas que luego se fundían.
Las páginas de La Prensa interiores
agolpaban avisos, notas de sociedad y, en
CALLE DEL NORTE. El jefe de Fotograbado de
La Prensa Gonzalo Porcell trata un imagen
la sección de publicidad, una multitud de
pequeños anuncios. El periódico de Leoncio Rodríguez resultaba innovador por sus
contenidos amenos y su composición era
pulcra. La aceptación fue tal que logró una
tirada de unos mil ejemplares diarios
(Santa Cruz de Tenerife tenía 40.000 habitantes). Sin embargo, la principal fuente de
ingresos provenía de la venta de ejemplares, pues gran parte de los anuncios eran
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
La Primera Guerra Mundial triplicó la
tirada inicial pero menguó la paginación.A comienzos de 1916, La Prensa triplicaba
su tirada inicial. Comenzaba así la escalada
hasta convertirse en el periódico más importante en la zona occidental de Canarias. Ese
año sustituyó el subtítulo “Diario Republicano” por el de “Diario de la Mañana”. El
periódico debió sortear la escasez de papel
y de recursos económicos, por lo que pasaría a publicarse con una sola hoja.
Nueva rotativa, más páginas.- En 1925,
se afrontó la modernización de los talleres
con una rotativa, un fotograbado, una estereotipia y, luego, la renovación de la linotipia. Se pasa de cuatro páginas a seis, pasando
pronto a ocho, el máximo que admitía la rotativa. Las finanzas de La Prensa experimentaron un espectacular vuelco: los ingresos por
publicidad superaron los de las ventas.
En abril de 1931 se proclama la Segunda
República. En julio de 1932, el Partido Republicano Tinerfeño funda el diario Hoy.
“Leoncio Rodríguez se preocupó lo suyo y
trajo de la Península al buen periodista Félix
Centeno, muy inteligente y preparado, a fin
de que modernizara la confección técnica del
diario. La Prensa exhibía, con la pericia de
Centeno, un corte moderno y Leoncio no
escatimó sacrificios para mejorar su obra, esfuerzo que culminó en la buena presentación
del diario”, recordaba la escritora María Rosa
Alonso en su artículo “Siluetas” publicado
en el suplemento extraordinario del 75 aniversario de La Prensa. Félix Centeno, fallecido en Méjico –donde era corresponsal de
Pueblo– en 1966, había sido el 11 de enero
de 1926 el director del primer diario hablado
de la radiodifusión española, que se llamaba
“La Palabra”, en Radio Barcelona.
A comienzos de los años 30, la tirada de
La Prensa era de 5.000 ejemplares diarios,
los ingresos por publicidad duplicaban los
de ventas y la empresa tenía una veintena
de asalariados. La Prensa intenta la ampliación de la máquina, pero la impide la falta
de espacio en la sede de la calle del Norte.
Por ello se hacían hasta dobles tiradas para
editar un periódico de 12 o 16 páginas.
Del diario republicano al del Movimiento.- En cumplimiento a la orden de la
permanencia de un diario matutino por provincia dictada por el régimen del general
Franco, La Prensa fue fusionada con el
órgano falangista Amanecer, aparecido en
agosto de 1937, para dar vida a EL DÍA. El
14 de febrero de 1939, La Prensa publica en
un recuadro en primera página con el título
“Nuevo Diario”: “Acordada la fusión de los
diarios locales de la mañana para constituir
un órgano periodístico, portavoz de las normas y principios del Movimiento Nacional
en la provincia de Tenerife, desde mañana,
15 del actual, cesará La Prensa en su publicación, como ya lo ha hecho nuestro colega
Amanecer, y en sustitución de ambos comenzará a publicarse con la misma fecha el
diario titulado El Día, que se editará en nuestros talleres, y con los mismos servicios y
administrativos de esta empresa”. Era el
adiós a los 10.885 números de La Prensa.
15 de febrero de 1939. Nace EL DÍA.En su primer número, con el título “Continuidad”, EL DÍA incluye en portada: “En
toda tarea nueva es obligada la explicación
del motivo de su comienzo. Pero nosotros
casi estamos relevados de esta costumbre
de su comienzo, porque es continuidad de
dos esfuerzos lo que respeta El Día”. Tras
el fallecimiento de Leoncio Rodríguez, el 8
de enero de 1955, el franquismo restituye EL
DÍA a sus herederos.
1967. De la calle del Norte a la avenida
Buenos Aires. Nueva rotativa.- EL DÍA
debió superar los problemas del suministro
irregular de papel, que condicionaba que la
edición oscilara entre dos y ocho páginas dia-
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
LOS
31
TIEMPOS CAMBIAN
rias. En 1967 el periódico abandona la calle
del Norte, hoy Valentín Sanz, y se instala en
el número 69 de la avenida de Buenos Aires,
en Santa Cruz. Se amplía la capacidad de
impresión con siete linotipias, modernos
equipos de fotograbado, teletipos, telefotos
y una rotativa “Vomag”, para 24 páginas, de
alta velocidad en aquella época.
1974. Llegó otra rotativa, la “Marinoni”
y se estrenó otra sede.- Una nueva rotativa,
la “Marinoni”, llegó entre finales de 1974
y principios de 1975. Era la antesala de otro
traslado, también en la avenida Bueno Aires,
para reunificar Redacción y talleres.
1975. Se incorpora el sistema de impresión “offset”.- En octubre de 1975, el entonces director del periódico, Ernesto Salcedo,
anuncia a los lectores la incorporación del
sistema “offset”, modelo de impresión en
rotativa que utilizaba agua y tinta. Hasta ese
momento el sistema era de prensado.
1977. Adiós a la linotipia; bienvenidos
los computadores.- En 1977 EL DÍA deja
el número 69 de la avenida de Buenos Aires
–que ocuparía Televisión Española– y se
traslada al 71 de la misma vía. Incorpora el
sistema edición de textos Maquinpress, que
consistía en redactar la noticia en cuartillas AVENIDA DE BUENOS AIRES (1967). Coincidiendo con el cambio de sede, se adquieren seis linotipias. En la imagen, de izquierda a derecha, Julián
normalizadas para luego someterlas a un lec- Cutillas, Miguel Ángel Fernández, Agustín Expósito (cajista), Antonio Briganty y Mario Pinto.
tor óptico que la codificaba en una cinta perforada. Del lector pasaba a un conversor que
permitía imprimir una copia fotográfica que
se utilizaba para el montaje del texto sobre
la cartulina, formando la página. De ahí,
luego se copiaría en plancha de zinc con una
insoladora. Cada placa se colocaría en los
rodillos de la rotativa. Los linotipistas fueron reconvertidos en “componedores” de
texto en computadoras IBM, pues los artículos debían ser “informatizados”.
Década de los ochenta. Del “braille”
informático al Compugraphic.- Desde el 23
de junio de 1980, la nueva rotativa «Marinoni» comienza a latir dos veces al día. De
madrugada, para tirar EL DÍA, y a media
mañana con Jornada Deportiva, diario que
fundara Domingo Rodríguez González,
hermano de Leoncio Rodríguez González,
en 1967.
En los años ochenta se “jubila” Maquinpress, un sistema de lectura similar al
“braille”, con la diferencia de que los códigos no son en relieve, sino perforados en
una cinta. Era la aplicación de la informática arcaica a la prensa, que dio rápidamente
paso al Compugraf, que ya permitía a los
redactores que pasaran a una memoria virtual los textos, que se adjuntaban impresos
para su edición en talleres. Desde ahí se
mandaban a imprimir en papel fotográfico
para luego montarlos en cartulina y componer título, texto, fotografías y publicidad,
incluyendo corondeles o líneas.
1990. Salto a la autoedición.- La informática se impone en EL DÍA con la im-
AVENIDA BUENOS AIRES (REDACCIÓN, 1977. TALLERES, 80). Desde hace 33 años EL DÍA ocupa
las actuales instalaciones. En la foto, los montadores que dejaron atrás el plomo y montaban en galeradas
de papel sobre mesas de luz. De adelante a atrás y de izquierda a derecha, Carmelo González, Cecilio
Ángel, Agustín Expósito, Antonio Placeres, Julio César Fernández, Kiko Belda y José Juan Simancas.
plantación del sistema informático de autoedición de textos Edicom 4000, de la casa
Protec. Ahí, el diseñador “dibuja” en el ordenador una pagina que distribuye título, subtítulo, entradilla, fotos, publicidad y cual-
quier otro elemento. La antigua mesa de luz
se convierte en un escritorio virtual en que
redacción, talleres y composición se encargan de armar la página que se luego imprime
en papel para su corrección antes de enviarla
De la calle del Norte a la avenida de Buenos Aires
FRENTE AL CAFÉ EL ÁGUILA y cerca del domicilio familiar de Leoncio Rodríguez, en octubre de 1910 echaba a andar la
máquina plana que imprimía La Prensa, periódico que sacó a la calle su primer ejemplar aquel 15 de octubre de hace
hoy cien años. Tenía su sede en el número 15 de la calle Valentín Sanz, entonces del Norte. El edificio, de dos plantas,
albergaba las dependencias de la redacción, administración y talleres. Alberto Darias Príncipe, catedrático de Historia
del Arte en la Universidad de La Laguna, asegura en su obra “Ciudad, arquitectura y memoria histórica 1500-1981” que
la antigua casa de La Prensa causó “gran sorpresa”. “Por primera vez se mimaba el aspecto de un edificio destinado a
uso industrial. Obra del arquitecto Antonio Pintor y Ocete, con la promoción de Rafael Calzadilla y Lorenzo Filpes,
tenía un uso proyectado para dos almacenes, siendo firmado el proyecto el 6 de abril de 1910. Aquel primer ejemplar,
que se veía a 5 céntimos, fue repartido de forma gratuita por toda la ciudad por los hermanos de Leoncio Rodríguez. En
aquella sede compartieron trabajo Llombet, Luis Álvarez Cruz, Juan Pérez Delgado “Nijota”, Estanislao Gómez
Landero y Antonio Marti. La administración reunió allí a José de la Riva, Julio Fernández, Francisco García del
Castillo, Domingo García González, Paco Martínez, Olga de Armas, Salvador Pérez, Manuel y María del Carmen
Rodríguez Ramírez, y el propio actual editor y director de El Día, José Rodríguez Ramírez, estos tres últimos sobrinos
de Leoncio Rodríguez. En aquellos talleres trabajaron José López, Antonio y Miguel González Rizo, Filiberto “El
Chato” o Palmira, la primera mujer linotipista de Canarias.
EL PERIÓDICO EL DÍA estrenó su primera sede bajo esa cabecera en 1967, pues cuando salió a la luz por primera vez, en
1939, ocupó el número 15 de Valentín Sanz, donde se había editado La Prensa. Las nuevas instalaciones venían a integrar
de nuevo redacción, administraciones y talleres, pues antes del traslado a las dependencias de la avenida Buenos Aires
número 69, el periódico se confeccionaba en la calle del Norte y se imprimía en Buenos Aires.
DIEZ AÑOS DESPUÉS del primer desembarco en la avenida de Buenos Aires, EL DÍA se traslada a un edificio construido
junto a su antigua sede. Pasa del número 69 de la avenida de Buenos Aires al 71, donde permanece en la actualidad.
a talleres, para copiarla por astralones (grupos que forman una plancha) y... a rotativa.
El 1 de diciembre de 1990, junto al cambio de sistema de edición, EL DÍA estrena
diseño gráfico, obra de Ricardo Bermejo, con
el que gana en 1991 el Premio Nacional de
Diseño Periodístico, concedido por el capítulo
español de la Society of Newspaper Design
(SND) –en 1987–. Se valora “su rediseño,
como diario regional, sabiendo introducir por
primera vez en España los formatos de lectura rápida”.
En ese salto tecnológico se “jubila” la rotativa “Marinoni” y es reemplazada por una
Uniman 4/2. La máquina, de 150 toneladas de
peso, está compuesta por dos cuerpos en “U”
y otros dos en “Y”, capaces de imprimir hasta
128 página y cuatricromía. Desde una cabina
de mando controla todo el proceso de impresión, capaz de lograr una velocidad de 25.000
ejemplares por hora en producción normal o
50.000 ejemplares en producción sencilla,
siendo necesario que no se supere en ese caso
las 64 páginas. El salto tecnológico supuso una
inversión de 750 millones de pesetas. En 1990
EL DÍA tenía 133.000 lectores, según la OJD.
Siglo XXI: salto a internet.- Con el ánimo
de mantener el pulso informativo de la mano
de las nuevas tecnologías, con la llegada del
siglo XXI EL DÍA ha dado el salto a internet,
con su edición digital (www.eldia.es), que
oferta la mayoría de los contenidos informativos de la edición de papel más la actualización de las noticias que se suceden durante
gran parte del día, hasta la posibilidad de consultar en la hemeroteca o contratar anuncios
por palabras.●
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LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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Suplemento especial
NUESTROS PREMIOS
Premios Leoncio Rodríguez
Recogemos en estas páginas la relación de todos los ganadores de los premios Leoncio
1971 y 1974, respectivamente, hasta la actualidad. Previamente habían sido otorgados
AÑO 1971
Francisco Morales Padrón, I Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Siete islas para siete dioses”, publicado en EL DÍA con fecha 10-XII-70.
“Puerto de Cabras, el nacimiento de una
capitalidad”, publicado en “La Provincia” de
Las Palmas los días 9, 12 y 14 de octubre
de 1977, recibieron “ex aequo” el V Premio
de Investigación Histórica Rumeu de Armas.
AÑO 1972
Miguel Borges Salas, II Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo
“En la muerte de Domingo Rodríguez”,
publicado en EL DÍA.
AÑO 1979
Antonio Marti, IX Premio de Periodismo
Leoncio Rodríguez por su artículo “La verdad sobre Canarias”, publicado en “ABC” de
Madrid el 22 de noviembre.
Alfonso Trujillo Rodríguez, VI Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su trabajo “Iconografía de la Navidad en
el arte canario”, publicado en EL DÍA el 24XII-1978.
AÑO 1973
Antonio Rumeu de Armas, III Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Las franquicias económico-fiscales de
las Islas Canarias”, publicado en EL DÍA.
Carlos Murciano, accésit con carácter
excepcional por su artículo “Las uvas del
Otoño”, publicado en “ABC” de Madrid.
AÑO 1974
María Rosa Alonso, IV Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo
“Óscar Domínguez, en Biosca”, publicado
en EL DÍA el 14-XI-73.
AÑO 1980
Luis Alemany, X Premio de Periodismo
Leoncio Rodríguez por su artículo “Dos
maneras de mirar la realidad”, publicado en
el diario “La Tarde” el 13-XII-1979.
gación Histórica Rumeu de Armas.
AÑO 1982
Pablo Martín Cantalejo, XII Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por una serie
de artículos publicados bajo el título genérico “El Teide, bajo la bruma”, en “El Adelantado de Segovia”.
Ramón Pérez González, IX Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su
trabajo “Apuntes para una historia del paisaje en Canarias”.
AÑO 1983
Juan Manuel García Ramos, XIII Premio
de Periodismo Leoncio Rodríguez por su
artículo “Canarias, en el redescubrimiento
de América”, publicado en “Jornada” el 27XII-1982.
Manuel Ballesteros Gaibrois, X Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas,
Alfredo Ezquerro Solano, XII Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “El Castillo de San Cristóbal
y sus intentos de permuta”, publicado en EL
DÍA el 4-XI-1984.
AÑO 1986
Francisco Pérez Saavedra, XVI Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez, por su artículo “La isla de Lanzarote vista por Agustín
de Espinosa”, publicado en EL DÍA.
Antonio Tejera Gaspar, por su artículo “Los
aborígenes de La Gomera”, publicado en EL
DÍA, y Carlos García García, por su artículo
“Las enfermedades de los aborígenes canarios”, publicado en EL DÍA, consiguieron “ex
aequo” el XIII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas.
AÑO 1987
Luis León Barreto, por su artículo “La
dificultad de ser canario”, publicado en EL
Juan Antonio Padrón Albornoz, I Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “El puerto de Santa Cruz de
Tenerife y su significación durante la Guerra
Civil norteamericana”.
Juan Régulo Pérez, segundo Premio Rumeu
de Armas por su artículo “Notas para la historia del liberalismo palmero. El primer instituto de segunda enseñanza de La Palma:
un centenario olvidado”, publicado en “La
Tarde”.
AÑO 1975
Carlos Murciano, V Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo
“La llamada de las Islas”, publicado en el
diario “Arriba”, de Madrid.
Luis Diego Cuscoy, II Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “De la inacabada historia del hombre
canario”, publicado en EL DÍA.
AÑO 1976
Tico Medina, VI Premio de Periodismo
Leoncio Rodríguez por su reportaje “¡Botad
carnada!”, publicado en “ABC”, de Madrid.
Juan Régulo Pérez, III Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “La enseñanza en Canarias hasta
1927”, publicado en EL DÍA.
AÑO 1977
José Peraza Ayala, VII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo
“Una factoría canaria en la costa de África”,
publicado en “La Tarde”, el 24-XII-1976.
Miguel Lorenzo Rodríguez, IV Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “Los deportados de Bailén”,
publicado en “Diario de Las Palmas”, el 30X-1976.
AÑO 1978
Pedro Fernaud Casais, VIII Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por una serie
de cinco artículos publicados en “El País”,
bajo el título general de “La cuestión canaria”.
Ángel Pérez Rodríguez, por su artículo
“Datos para una historia postal de Canarias”, publicado en EL DÍA el 25-XII-1977, y
Vicente Martínez Encinas, por su artículo
EL I PREMIO DE PERIODISMO LEONCIO RODRÍGUEZ fue otorgado, en 1971,
a Francisco Morales Padrón por su artículo “Siete islas para siete dioses”
Luis Ortega Abraham, VII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su
artículo “Manuel Díaz: lucha y gloria”, publicado en EL DÍA el 29 y 30 de diciembre de
1979.
AÑO 1981
Félix Álvaro Acuña Dorta, XI Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Sí a la unión –o fusión- de Santa Cruz
de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna”,
publicado en EL DÍA el 23-XI-1980.
Olegario Negrín Fajardo, por su artículo
“Viera y Clavijo y la educación canaria en
el siglo XVIII”, publicado en EL DÍA el 23 y
30 de noviembre de 1980, y Julio Hernández García, por su trabajo “Los canarios
en la gestación de la república de Venezuela”, insertado en el diario “Jornada” el
11, 12 y 13 de diciembre de 1980, ganaron “ex aequo” el VIII Premio de Investi-
EN 1976, EL PREMIO “LEONCIO RODRÍGUEZ” recayó en Tico Medina por
su reportaje “¡Botad carnada!”, publicado en ABC.
por su artículo “Bizantinismo colombino”,
publicado en “Ya” el 27-IV-1982.
AÑO 1984
Carlos Acosta García, XIV Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “¿Hubo de verdad lucha entre Garachico y Santa Cruz?”, publicado en EL DÍA.
Agustín Guimerá Ravina, XI Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “La madrugada del 25 de
julio: mito o historia”, publicado en EL DÍA.
AÑO 1985
José Montero Alonso, por su artículo “La
Gomera con las llamas al fondo”, publicado
en la revista “Semana”, y Sebastián de la
Nuez Caballero, por su artículo “Canarias,
en la vida de Teobaldo Power”, publicado en
“Jornada”, compartieron el XV Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez.
DÍA el 19-X-1986, y José Félix Navarro, por
su artículo “Icod, entre el amor y el olvido”,
publicado en EL DÍA el 28-IX-1986, consiguieron “ex aequo” el XVII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez.
Néstor Rodríguez Martín, XIV Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “El Varbanera, el barco maldito de la emigración canaria”, publicado en
EL DÍA el 29-VI-1986.
AÑO 1988
Ulpiano Pérez Barrios, por su artículo
“Celebración de las `Velas de Parida´”,
publicado en EL DÍA el 1-XI-1987, y Flora
Lilia Barrera Alamo, por su artículo “Las
aves, en la poesía de Pedro García Cabrera”,
publicado en “Jornada” el 12-XII-1987, consiguieron “ex aequo” el XVIII Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez.
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
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NUESTROS PREMIOS
y Rumeu de Armas
Rodríguez y Rumeu de Armas desde que empezaron a concederse por esta Casa, en
por el Ateneo de La Laguna, que gentilmente los cedió a este periódico.
Julio Hernández García, XV Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “La literatura militar en
Canarias ante la coyuntura internacional del
98”, publicado en EL DÍA el 23-VIII-1987.
AÑO 1989
Juan Antonio Sans y Prats, por su artículo “A la tercera va la vencida”, publicado
en “El País” el 15-III-1988, y Carlos García
García, por su artículo “Las cruces de mayo
en La Laguna”, publicado en EL DÍA el 1-V1988, resultaron ganadores “ex aequo” del
XIX Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez.
culo “Salvador González Guanche y los orígenes del Valle de San Lorenzo (Arona)”,
publicado en EL DÍA el 10 y 17 de mayo de
1992.
AÑO 1994
Rafael Núñez Pérez, XXIV Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “¿Nacionalismo canario?”, publicado
en EL DÍA el 5-XII-1993.
María Jesús Riquelme Pérez, XXI Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “En torno al origen y advocación de la Candelaria en el mundo”, publicado en EL DÍA el 31-X-1993.
Teresa González Pérez, XVI Premio
de Investigación Histórica Rumeu
de Armas por su artículo “Alonso
de Nava y Grimón y la Junta
Suprema”, publicado en EL DÍA el
30-XII-1988.
Flora Lilia Barrera Alamo, XXIV Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas por
su artículo “El Hierro, Isla de tradición pastoril y ganadera. Evolución de su economía: la
importancia del queso”, publicado en EL DÍA
el 7-XII-1996.
AÑO 1998
Eliseo Izquierdo, XXVIII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo
“Batalla de amor en aguas de Tenerife”,
publicado en EL DÍA el 20-VII-1997.
Fidencia Iglesias González, XXV
Premio de Investigación Histórica
Rumeu de Armas por su artículo
“Aproximación al estudio electoral
en el municipio de La Laguna
(1869-1899)”, publicado en EL
DÍA el 13-XII-1997.
AÑO 1990
Javier de la Rosa, XX Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por
su artículo “Acto de luz”, publicado
en “Jornada” el 9, 16 y 23 de septiembre de 1989.
AÑO 1999
Humberto Hernández, XXIX
Premio de Periodismo Leoncio
Rodríguez por su artículo “Canarismos”, publicado en EL DÍA el
20-X-1998.
Benedicta Rivero Suárez, por su
artículo “La implantación del azúcar y la defenestración de Tenerife
en la primera mitad del siglo XVI”,
publicado en EL DÍA el 31-XII1989, y Ulpiano Pérez Barrios, por
su artículo “Evolución del régimen
local en las islas realengas durante
la segunda mitad del siglo XVIII”,
publicado en EL DÍA el 22-I-1989,
ganaron “ex aequo” el XVII Premio
de Investigación Histórica Rumeu
de Armas.
AÑO 1991
Cecilia Marideni Álvarez, por su
artículo “Tras la pista de la influencia portuguesa”, publicado en EL
DÍA el 5-V-1990, y Francisco Pérez
Saavedra, por su artículo “Elogia y
elegía del camello de Lanzarote”,
publicado en EL DÍA el 18-XI-1990,
ganaron “ex aequo” el XXI Premio
de Periodismo Leoncio Rodríguez.
“La llegada de los extranjeros”, publicado
en EL DÍA el 18-VIII-1996.
Manuel Hernández González, XXVI
Premio de Investigación Histórica
Rumeu de Armas por su artículo
“La emigración canaria a la República Dominicana”, publicado en
EL DÍA el 10-X-1998.
AÑO 2000
María Jesús Riquelme, XXX
Premio de Periodismo Leoncio
Rodríguez por su artículo “Alexander von Humboldt. Bicentenario en
Tenerife (1799-1999)”, publicado
en EL DÍA el 30-X-1999.
José Luis García Pérez, XXVII Premio de Investigación Histórica
Rumeu de Armas por su artículo
“Tenerife en la ruta imaginaria de
Robinson Crusoe y Gulliver”,
LOS GANADORES en 2009: Eligio Hernández, Premio Leoncio Rodrí- publicado en EL DÍA el 27-XIguez, y Fernando Herráiz y Oswaldo Izquierdo, Premio Rumeu de Armas. 1999.
José Miguel Rodríguez Yanes, XVIII Premio
de Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “Los montes de Tenerife en
el siglo XVI”, publicado en EL DÍA el 27-XII1990.
AÑO 1992
Rafael Fernández Hernández, por su artículo “Guzmán El Bueno de Tomás de
Iriarte”, publicado en “Jornada” el 9-XI1991, y Miguel Angel Hernández González,
por su artículo “Memorias de un pueblo del
Sur de Tenerife”, publicado en EL DÍA el 10XI-1991, consiguieron “ex aequo” el XXII
Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez.
Coriolano Guimerá López, XIX Premio de
Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “La Universidad de Canarias:
Una gestación conflictiva”, publicado en EL
DÍA el 20-X-1991.
AÑO 1993
Juan Marrero González, XXIII Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Don Pedro, el herrero y su herrería”,
publicado en EL DÍA el 13-XII-1992.
Nelson Díaz Frías, XX Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artí-
AÑO 1995
Antonio Tejera Gaspar, XXV Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “¿Son prehispánicas las pirámides de
Güímar?”, publicado en EL DÍA el 18-XII1994.
Estanislao González González, XXII Premio
de Investigación Histórica Rumeu de Armas
por su artículo “Cho Juan Parejal y el mencey de Ycoden”, publicado en EL DÍA el 16I-1994.
AÑO 1996
Guillermo Núñez Pérez, XXVI Premio de
Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Poder tributario y autonomía política
en Canarias”, publicado en EL DÍA el 29-XII1995.
Cecilia Marideni Álvarez González, XXIII
Premio de Investigación Histórica Rumeu
de Armas por su artículo “La sal: arte y
magia sobre la marisma”, publicado en EL
DÍA los días 30 de abril y el 7 de mayo de
1995.
AÑO 1997
Juan Cruz Ruiz, XXVII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo
AÑO 2001
Manuel de Paz Sánchez, XXXI Premio de
Periodismo “Leoncio Rodríguez” por su artículo titulado “`Tierra Canaria’ o la búsqueda
de la identidad isleña en Cuba (19301931)”, publicado en el suplemento “La
Prensa” de EL DÍA el 29 de abril de 2000.
Luis Cola Benítez, XXVIII Premio de Investigación Histórica “Antonio Rumeu de Armas”
por su trabajo “El cuartel de San Miguel”,
que salió en el mismo suplemento “La
Prensa” de fecha 25 de noviembre de 2000.
AÑO 2002
Carlos M. Estefanía y Montserrat Lluis
Serret, XXXII Premios Leoncio Rodríguez,
por sus trabajos “Tender puentes hacia
Cuba” –publicado en el suplemento “La
Prensa” de EL DÍA el 28 de julio de 2001– y
“Aluzinaje en Canarias” –que salió en el
suplemento “Panorama” del periódico “El
Correo”, el 15 de abril de 2001–, respectivamente.
Daniel García Pulido, XIX Premio Antonio
Rumeu de Armas por su trabajo “¿Leyenda o
realidad?”, publicado en el suplemento de
“La Prensa” de EL DÍA del 24 de febrero de
2001.
AÑO 2003
Marcial Morera Pérez, XXXIII Premio Leoncio Roguez, por su trabajo “La geografía del
gofio”.
Carlos Cardell Cristellyes, XX Premio Antonio
Rumeu de Armas por su trabajo “Antecedentes
de la Gesta del 25 de julio de 1797”.
AÑO 2004
Carmelo Rivero Ferrera, XXXIV Premio
Leoncio Rodríguez, por su trabajo “Alarma en
Canarias ante el crecimiento desbocado”
Paloma Herrero Antón , XXI Premio Antonio
Rumeu de Armas por su trabajo “Aportaciones
a la biografía del pintor José Aguiar”
AÑO 2005
Juan Manuel Reverón Alfonso, XXXV Premio Leoncio Rodríguez por su trabajo “Abreut
y el arte de la madera”, publicado el 27 de
Noviembre de 2005 en La Gaceta.
Álvaro Agustín Santana Acuña, XXII Premio
Antonio Rumeu de Armas por su trabajo
“Cuando Canarias obtuvo la independencia y
coronó a su rey”, publicado en el suplemento
de “La Prensa” de EL DÍA del 28 de mayo de
2005.
AÑO 2006
Angel Ripollés Bautista, XXXVII Premio
Leoncio Rodríguez por su trabajo “La abogacía
canaria”, publicado en EL DIA.
Juan Carlos Cardell, XXXIV Premio Antonio
Rumeu de Armas por su trabajo “Don Pedro
Forstall Russel.Un comerciante de origen irlandés del lugar de Santa Cruz de Tenerife en la
gesta del 25 de julio 1797”, publicado en el
suplemento de “La Prensa” de EL DÍA.
AÑO 2007
Aurelio González y González, XXXVIII Premio Leoncio Rodríguez por su trabajo “Fracaso
escolar en Canarias”, publicado en EL DIA.
Miguel Gómez, XXXV Premio Antonio Rumeu
de Armas por su trabajo “La introducción de
pájaros canarios a Europa en los siglos XVI y
XVII” publicado en el suplemento de “La
Prensa” de EL DÍA.
AÑO 2008
Víctor Alamo de la Rosa y Alvaro Santa na
Acuña, fueron los ganadores “ex aquo” del
XXXIX Premio Leoncio Rodríguez por sus artículos respectivos “El Hierro, la isla del fin del
mundo” y “En defensa de un callejón sin
salida”, publicados en la revista Viajes del
National Geographic y en EL DIA el 22-6-2008.
José Farrujia de la Rosa, ganador de la edición
XXXVI Antonio Rumeu de Armas, con el trabajo titulado “De arqueología canaria: cuando
los guanches eran: ¿europeos?, publicado en
La Prensa el 11-X-2008.
AÑO 2009
El herreño Eligio Hernández Gutiérrez, galardonado con el XL Premio Leoncio Rodríguez,
por su artículo titulado “Sentencia execrable”,
publicado el 19-V-2009 en EL DIA, así como
en La Provincia y Canarias 7, aunque con distintos títulos.
Oswaldo Izquierdo Dorta y Fernando Herráiz
Sánchez, se hicieron “ex aquo” con el XXXVII
Premio de Investigación Histórica Antonio
Rumeu de Armas, por sus respectivos textos
“La academia de Hermigua” y “El túnel de la
calle Candilas”, publicados ambos en La
Prensa en diciembre de 2009.
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34
LA
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
CONMEMORACIÓN
La imagen de EL DÍA viaja por el mundo
Correos celebra el centenario del periódico con la emisión de un sello especial que
estará acompañado de un matasellos de “primer día de circulación”.
Correos se ha unido a la celebración del
centenario de EL DÍA con la emisión de un
sello conmemorativo de esta efeméride, que
se presentará hoy, a las 11:00 horas, en el
Club la Prensa, y que estará acompañado de
un matasellos especial de “primer día de circulación”.
Gracias a este sello, el número 141 de los
emitidos por el organismo estatal con temas
de Canarias, la imagen de EL DÍA y el nombre de Tenerife viajarán por todo el mundo.
Además, la constante labor de los grupos
filatélicos y sus asociados, que envían y cambian piezas con sus colegas de todos los países, conseguirá que esta estampa del diario
pase a formar parte de multitud de colecciones y de la historia de la filatelia.
Respecto al matasellos especial, tiene el
orden número 37 de los de “primer día de
circulación”, y corresponde al número 439
de los realizados en Canarias. El primer
matasellos dedicado al Archipiélago fue el
utilizado entre los días 1 y 8 de mayo de
1949.
Cabe recordar, que en el catálogo de matasellos conmemorativos de las Islas de Correos figura con el número 260 el anterior
matasellos de EL DÍA-La Prensa, que fue
utilizado el 15 de octubre de 1985 con motivo de la celebración del 75 aniversario del
periódico. La estampa, que conmemora la
puesta en circulación del sello conmemorativo de la emotiva efeméride, indica la
fecha y el motivo por el cual se ha creado.
Respecto a su impronta, sólo se podrá obtener en el propio acto y en la estafeta temporal que Correos instalará en las dependencias del periódico EL DÍA.
La digitalización
inmortaliza La Prensa
Una
exposición conmemorativa
La emisión este sello especial estará acompañada de una exposición filatélica que será
instalada en las dependencias del periódico
EL DÍA, y que estará formada por colecciones de tema canario, como “Flores y plantas en la marcofilia canaria”, de Juan
Ramón González.
Imágenes conmemorativas de la visita del
Rey Alfonso XIII Canarias y otras de Agustín de Betancourt, pertenecientes ambas a
la colección de Miguel Hernández Gómez,
también serán mostradas en la muestra, que
se completará con algunas postales de Tenerife, propiedad de Juan Carlos Pérez Castells, que llegan a datar de principios del
siglo XX.
A juicio de Correos, “la emisión de un
sello vienes a conmemorar un acontecimiento social, cultural e histórico de especial renombre. Por lo que el momento que
nos ocupa dice y plasma el nacimiento de
un importante medio de comunicación
escrito y da cuenta del camino, su historia
y su andadura hasta nuestros días”.
Y es que “un documento postal de tal
pequeñas dimensiones abre una fabulosa y
gran ventana al mundo para que conozca su
mensaje, que se distribuye de la mano de
Correos con su envío a los abonados del Servicio Filatélico y el cumplimiento de sus
compromisos internacionales en materia de
filatelia”, destaca el organismo estatal. ●
UNA DE LAS PÁGINAS de La Prensa que ha sido digitalizada./ EL DÍA
La Prensa quedará inmortalizada gracias a la digitalización a la que están siendo sometidas todas las páginas de
este periódico, desde su creación, en 1910, hasta que pasó
a llamarse EL DÍA, en 1939. Una vez concluido este proceso, que está previsto finalice en diciembre, La Prensa se
integrará en los fondos digitalizados de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura y en Europeana (Biblioteca Digital Europea).
Este proceso se está desarrollando, en la fase de captura
de imágenes, a través del empleo de escáneres de captura
cenital de gran formato específicos para patrimonio documental y bibliográfico. Este sistema realiza una captura aérea
de la imagen con luz fría. El procedimiento es manual, extremando el cuidado del original al tratarse de un material muy
frágil. Una vez obtenidas las ilustraciones digitales se lleva
a cabo un formato de preservación y se transforman para
su difusión en internet atendiendo a la relación calidad/peso
de la imagen. En esta fase se realiza un exhaustivo control
de calidad para asegurar que no falten páginas, ni haya repeticiones, y que la visualización sea a correcta.
Una vez finalizado el proceso de digitalización, comienza
la fase de postproducción con la creación de grupos de imágenes con la descripción de cada cabecera por número, incluyendo los datos de los ejemplares. A partir de los datos de
descripción de cada objeto digital generado, se adaptan los
mismos a la normativa ESE (Europena Semántic Elements),
que permite su incorporación a un repositorio digital OAI
(Open Archives Initiative). La obtención de registros en este
formato permitirá su recolección a través de Hispana, el agregador de contenidos digitales español del Ministerio de Cultura, y que forma parte del proyecto Europeana.
Cabe destacar que todo el proceso de digitalización se
ajusta a la normativa común internacional establecida para
el intercambio y preservación de la información digital y
para la integración de las colecciones documentales de dominio público en Europeana. ●
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
NOTICIAS
PARA LA
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HISTORIA
El primer número de La Prensa
y un atrevido artículo
El primer número de La Prensa dejaba muy clara su línea informativa: con un régimen
monárquico se declaraba diario republicano, tal como se puede ver bajo la cabecera, y a la
izquierda, la columna titulada “A los lectores” recogía un duro alegato contra el caciquismo
imperante entonces en las Islas, además de algunas admoniciones a los periodistas que se
dejaban amedrentar o comprar por los caciques. Aunque iba firmado con el pseudónimo
“Pshyquis” no era difícil deducir que tras él estaba su director y propietario.
El nacimiento de los cabildos
El 12 de julio de 1912, La Prensa daba cuenta de la aprobación en las Cortes
de la ley que creaba los cabildos insulares y lo hacía con dos artículos. En la
columna de entrada (parte izquierda de la página), con el título “Notas del
día“, se comentan las consecuencias del cambio legislativo para las islas
orientales, mientras que a la salida, bajo el título “Debate en el Congreso”,
se hace una referencia más explícita a lo acontecido, aunque con un tono
más editorializante que informativo.
El estallido de la Primera Guerra Mundial
En dos columnas de entrada daba cuenta La Prensa del comienzo de las hostilidades que
darían lugar a la Primera Guerra Mundial. Era el periódico del 30 de julio de 1914, dos días
después de los primeros incidentes, y, con el título “Austria y Servia” (entonces se utilizaba esa
grafía con uve) se detallaban debajo una serie de epígrafes que adelantaban el contenido: “Del
teatro de la guerra”, “Los croatas contra los servios”, “Planes imperialistas”, “El Emperador y
sus desdichas”, y ”El porqué de la rebelión”
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LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
NOTICIAS
PARA LA
Llega la dictadura de
Primo de Rivera
El militar que, cuatro años más tarde, partiría en dos la provincia única de Canarias, con
capital en Santa Cruz de Tenerife, Miguel Primo de Rivera, se sublevaba contra el Gobierno
del rey Alfonso XIII, que luego aceptó la situación, el 13 de septiembre de 1923. Tal como
se ve en la imagen titulaba La Prensa al día siguiente de los hechos.
Se proclama la Segunda República
Con una amplia información recibe La Prensa la proclamación de la Segunda
República en su número del 15 de abril de 1931. En portada da una amplia
información, donde, al dar cuenta del júbilo que se desató en las calles de las
Islas, deja entrever sus simpatías por el nuevo régimen y además informa de
cuáles serán los principales ministros. También deja constancia del
nacimiento de la Agrupación al Servicio de la República, promovida por
prestigiosos intelectuales
Hacia el Estatuto regional canario
Así titulaba La Prensa el 3 de julio de 1931, en la columna de la izquierda, los primeros pasos
del autonomismo canario. El texto comenzaba así: “En la última sesión celebrada por el
Cabildo insular de Gran Canaria, se dio lectura a una circular de la Mancomunidad Interinsular
de la Provincia de Tenerife, invitando a la Corporación a la Asamblea que ha de celebrarse el 8
del actual, con objeto de deliberar y redactar el proyecto de Estatuto regional, para elevarlo por
medio de la representación del Archipiélago a las Cortes Constituyentes.
HISTORIA
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
NOTICIAS
PARA LA
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HISTORIA
Un suceso que
conmocionó a Tenerife
El atraco a dos tranvías en la curva de Gracia, en el límite entre Santa Cruz y La Laguna,
conmocionó a la sociedad de 1934. El 1 de septiembre, sábado, cuatro enmascarados pararon
a uno de los vehículos, que bajaba de Aguere sobre las ocho de la noche con la recaudación del
día. Mientras lo asaltaban, empezaron los primeros disparos; en esto llegó un segundo
procedente de la misma dirección, que frenó al ver lo que pasaba y también fue atacado.
Resultado: un conductor y un estudiante que viajaba como pasajero, muertos, y un cobrador
herido. El botín: las 600 pesetas que se habían recaudado en toda la jornada.
Los primeros informes de la rebelión del 36
El jueves 23 de julio de 1936 aparecen en una columna de la primera página, aunque con
titular a toda plana, las primeras noticias de La Prensa sobre la sublevación militar que daría
lugar a la guerra civil. El periódico explica que había dejado de salir los días anteriores por la
confusión reinante y los enfrentamientos armados habidos en Santa Cruz, pero da cumplida
cuenta de todo lo ocurrido, incluyendo las primeras detenciones de los mandos republicanos.
Se nota la precaución del cronista y el estilo es neutral ante la gravedad de lo que se ve venir.
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LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
NOTICIAS
PARA LA
Muere Benito Pérez Armas
y Leoncio rompe su silencio
El propietario de La Prensa había dejado de publicarla pocos días después de comenzar la
guerra civil y había sido multado por las nuevas autoridades. A pesar de los consejos de sus
amigos, Leoncio guardó silencio hasta que, el 26 de enero de 1937, lo rompe con un artículo
en primera página donde, haciendo un artículo necrológico en la noticia de su gran amigo
Benito Pérez Armas, aprovecha para reivindicar su credo político, jugándose el tipo con
pensamientos como estos: “¡Separatismo!, se dijo entonces. No. Afirmación de personalidad.
(...) Somos autonomistas y regionalistas, pero conservando la unidad del Estado”.
El fin de la guerra civil ya en EL DÍA
El 1 de abirl de 1939, el nuevo periódico surgido de La Prensa informaba de
los últimos objetivos alcanzados por las tropas de Franco y daba por
alcanzada totalmente la victoria de sus tropas. Aunque el parte proclamando
el fin de la guerra civil se dicta ese día, aparecería en los periódicos al
siguiente. El que aparece arriba, a la izquierda da cuenta de los últimos
objetivos alcanzados.
Comienza la Segunda Guerra Mundial
Con el título “Ha comenzado la lucha entre Alemania y Polonia” daba cuenta EL DÍA, el 2 de
septiembre de 1939, de la invasión nazi de su vecino del Norte. Y se destacaban en titulares
más pequeños otros aspectos del inicio de la contienda: “Hitler dice a Mussolini que cree no
necesitar la ayuda militar de Italia”, “Inglaterra movilizará a todos los hombres de 18 a 41
años”, o la débil amenaza de los aliados: “Los embajadores de Inglaterra y Francia en Berlín
requieren al Gobierno alemán para que ponga fin a su acción sobre Polonia”.
HISTORIA
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
Viernes, 15 octubre 2010
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NOTICIAS
PARA LA
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HISTORIA
Inauguración de la Casa
Cuna en Santa Cruz
Aunque las noticias que llegaban del frente europeo eran las que mandaban en los
periódicos, también tenían cabida en la portada de EL DÍA los acontecimientos locales,
como la inauguración de la Casa Cuna, para acoger a los niños abandonados al nacer o
muy pequeños. Con el titular “El bello edificio de la Casa Cuna” y una foto de la misma, la
información daba cuenta de que el edificio era obra del “arquitecto camarada” José Enrique
Marrero Regalado, quien había sabido adaptar “el estilo colonial al ambiente canario”. Se
publicaba el 28 de junio de 1942
Los Rodeos, abierto al tráfico aéreo
Un avión correo de Iberia (“la Iberia” se le decía entonces) realizó el primer
vuelo Madrid-Tenerife, quedando el aeropuerto de Los Rodeos abierto al tráfico
aéreo y “el Archipiélago incorporado al gran porvenir de las comunicaciones
aéreas”, según el cronista de la época. La información data del 6 de marzo de
1946 y se titulaba “Los Rodeos, vestíbulo de Tenerife”.
Primera bomba atómica sobre Japón
El 6 de agosto de 1945 no debía de conocerse todavía la magnitud de la tragedia, porque el
lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima no ocupaba grandes titulares al día
siguiente, aunque era el tema principal de la primera página de EL DÍA. Sin embargo, el título
era “Se incrementa la guerra con el Japón” y ya en un segundo subtítulo se concreta: “Por
primera vez ha sido utilizada una bomba atómica de gran potencia a base de uranio”.
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NOTICIAS
PARA LA
La primera visita de Franco
a Tenerife tras la guerra
Era el 24 de octubre de 1950 cuando el periódico dedicaba toda su portada a la visita que
había realizado el día anterior Francisco Franco a Tenerife. Los titulares no dejan lugar a dudas
del fervor de la época: “El recibimiento de Tenerife a S. E. el Jefe del Estado fue de una
grandiosidad sin precedentes”; “Adhesión y fe inquebrantables”, etc. La foto inferior, tomada
en Santa Cruz, atestigua lo concurrido que estuvo el recibimiento.
El Sur turístico se asoma a la prensa
No solo los grandes acontecimientos políticos o sociales captaban la atención
preferente de la prensa en los años cincuenta del siglo pasado. Firmado por María
Bethencourt, viuda de Vivanco, aparecía el 25 de marzo de 1953 un amplio
reportaje sobre las playas de El Médano, en el Sur de Tenerife, donde ya se ponía
de manifiesto la potencialidad turística de la zona, que luego habría de ser una de
las pioneras para el turismo interior.
La Basílica comienza a tomar forma
“Lo que será la monumental Basílica de Nuestra Señora de Candelaria”, titulaba EL DÍA el 14
de agosto de 1953 para informar a la población de la marcha de la construcción del templo
mariano, siguiendo los planos del prolífico Marrero Regalado. En la foto se aprecia lo
avanzado de los trabajos y el texto da cuenta de las vicisitudes sufridas por el esperado
proyecto desde que el 1 de marzo de 1949 se consiguió reanudar las obras.
HISTORIA
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
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NOTICIAS
PARA LA
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HISTORIA
La muerte de Leoncio
Rodríguez
El 9 de enero de 1955 informaba EL DÍA del entierro del fundador de la Casa, Leoncio Rodríguez
González, en medio de una gran manifestación de duelo y con el obispo Domingo Pérez Cáceres
presidiendo el funeral, y las primeras autoridades al frente de la manifestación de duelo en Santa
Cruz de Tenerife, tal como rezaba el subtítulo de la información. Debajo de la foto del fallecido, el
director del periódico entonces, Rufo Gamazo, le dedicaba un sentido elogio en su habitual
sección “En media columna”, que llevaba el expresivo título “Un periodista”.
Primera boda hindú en Canarias
Los cronistas sociales de 1956 no podían dejar escapar un acontecimiento tan
significativo como la primera boda hindú que se celebraba en las Islas (véase parte
inferior izquierda de la portada del 2 de septiembre). Ahora, la noticia pasaría
desapercibida. Entonces, la colonia hindú llevaba pocos años asentándose en
Tenerife y no era muy numerosa todavía por lo que sus costumbres y rituales
despertaban gran curiosidad. La novia tenía 19 años, el novio 26 y
se casaron en Santa Cruz.
Los balbuceos del turismo
en el Puerto de la Cruz
Al igual que se había hecho con El Médano antes, la sección “El Día en la provincia” se
ocupaba de los inicios del turismo moderno en el Puerto de la Cruz. Era el 17 de marzo de
1957 cuando elñ periódico le dedicaba al fenómeno un reportaje que daba cuenta de lo que
llamaba “una semana muy movida” en la ciudad norteña con 587 turistas, y vaticinando que
continuaría el movimiento de visitantes durante todo el verano. Lo que vino después ya fue
imparable.
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NOTICIAS
PARA LA
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HISTORIA
Primer ascenso del
Tenerife a 1ª
Todavía el deporte no ocupaba las preferencias de los diarios de información general como hoy
día, así que el primer ascenso del CD Tenerife a la División de Honor, culminado el 31 de abril
de 1961, aparecía en la primera página de Deportes de la edición del 2 de mayo, pero no en la
portada del periódico. Los titulares ya presagiaban el gran interés que despertaría el fútbol a
partir de entonces: “Gloriosa página del fútbol tinerfeño”, decía uno, y otro anunciaba “un gran
recibimiento” al equipo a su llegada a la isla.
La olvidada tragedia de Granadilla
rRaramente, al evocar los grandes accidentes o las tragedias ocurridas en Tenerife se nombra
la que acabó con la vida de 25 personas, dejando un centenar de heridos, el 3 de febrero de
1963 en Granadilla. Desde luego, la portada de EL DÍA no dejaba dudas sobre la magnitud del
desastre. El derrumbe de una galería del ayuntamiento de la localidad provocó el pánico, como
explicaba la información de portada, que atribuye a esta circunstancia también el elevado
número de heridos.
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
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HISTORIA
1972: arranca el Régimen
Económico y Fiscal canario
No se parecía mucho al de ahora –entonces Canarias no estaba en el Mercado Común, como
se llamaba por entonces a lo que después fue la Unión Europea–, pero suponía un aldabonazo
enorme para el despegue económico de las Islas, que habían sido puerto franco hasta la
guerra civil y veían así acabar una larga etapa en la que se le negaron las particularidades
fiscales y económicas que había tenido desde la Conquista. El REF era saludado en EL DÍA de
acuerdo a la enorme importancia que tenía. Los titulares de aquel 21 de julio de 1972 no
dejaban lugar a dudas.
La muerte de Franco el mismo día
La noticia sobre la muerte de Franco, aunque bien destacada en portada, no lleva
mucho texto. La razón es obvia: el periódico había esperado por el previslble
desenlace hasta más allá de las 4:40 de la mañana de ese 20 de noviembre de
1975, que es la hora que se cita como la de la muerte del general, de modo que la
noticia aparece el mismo día en que se produce. Ya los titulares concretan que se
trata de despachos urgentes y se advierte a los lectores de que EL DÍA prepara en
esos momentos una segunda edición para ampliar la cobertura del acontecimiento.
La catástrofe de Los Rodeos de 1977
O la noticia que nunca deja de serlo desde el 27 de marzo de 1977, no ya por la magnitud del
accidente de los dos aviones que chocaron en la pista, sino porque el récord de víctimas sigue
sin ser superado tantos años después. La portada del día suguiente no podía por menos que
ocuparla totalmente una tragedia de tales dimensiones. Incluido ese comentario editorial con
el título “La noticia más triste”.
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LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo
NOTICIAS
PARA LA
Las primeras elecciones
democráticas en 1977
Con un diseño un tanto peculiar, que colocaba informaciones por encima de la cabecera del
periódico y otras haciendo escaleras, EL DÍA ponía el énfasis en la conveniencia de votar aquel
histórico 15 de junio de 1977 en que España recuperaba la democracia tras la dictadura.
Además de hacerse eco de los llamamientos a la participación y a la calma del general Gutiérrez
Mellado, entonces vicepresidente del Gobierno, resulta particularmente significativo el editorial
titulado “Que el civismo de ayer sea el civismo de hoy en las elecciones”, con el antetítulo “Por
primera vez, en libertad total”.
Echaba a andar la preautonomía
El 14 de abril de 1978 se constituía la Junta Preautonómica de Canarias, tras una
tormentosa reunión, en el parador de las Cañadas del Teide. La portada del día
siguiente no deja lugar a dudas: además de titular con el presidente, Alfonso
Soriano, y con el vicepresidente, Jerónimo Saavedra, explica debajo que “cinco
contestatarios” se quedaron “fuera de juego”, y que, a causa de la “enorme
tensión”, algunos asistentes abandonaron las sesiones.
La apertura del Reina Sofía al tráfico aéreo
El gran despliegue informativo vendría después, con la presencia de su majestad la Reina para
su inauguración, pero el día en que aparece en el BOE la declaración del aeropuerto TenerifeSur o Reina Sofía como de categoría “primera especial”, con la orden de su apertura por parte
del Ministerio de Transportes, el 24 de octubre de 1978, la noticia sólo ocupa un tercio de
columna en la portada.
HISTORIA
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
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NOTICIAS
PARA LA
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HISTORIA
El primer
Parlamento canario
El 31de mayo de 1983, la noticia de la apertura del primer Parlamento de la autonomía
canaria competía en l portad de EL DÍA con un partido de fútbol entre la selección argentina
y la de Tenerife y con la confirmación del Festival de Cine Ecológico del Puerto de la Cruz.
El titular de la noticia política se centraba en que el ya fallecido Pedro Guerra, ex alcalde de
Güímar, era el primer presidente de la Cámara legislativa.
El trágico incendio de La Gomera
Los titulares hablan por sí mismos. El incedio de septiembre de 1984 en La
Gomera ocupa en exclusiva la primera página. Aunque en un primer
momento se tiene noticia de once muertos, el resultado final sería de 20,
entre ellos, el gobernador civil de la provincia, Francisco Afonso, un político
carismático que había sido alcalde socialista de Puerto de la Cruz. Un
suceso que dejó huella en el sentir popular de las islas, sobre todo, de La
Gomera y Tenerife.
La Vuelta Ciclista a España, en Tenerife
Fue la primera y, hasta ahora, única vez que la ronda ciclista ha pisado suelo tinerfeño. Era el
25 de abril de 1988 cuando se disputó la primera etapa y la información, abriendo la portada,
daba cuenta de que el primer líder era el italiano Ettore Pastorelli. Dentro, la cobertura era
amplia, de tres páginas, y en una de las fotos de primera aparece el entonces presidente
canario, Manuel Hermoso, aplaudiendo al vencedor.
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NOTICIAS
PARA LA
El Tenerife se despide de
la Copa de la UEFA
Cayó en semifinales ante el Schakle 04, en el partido de vuelta el 22 de abril de 1997, en
Alemania, y ante mil aficionados, pero el Tenerife ya había cumplido la mayor gesta de su
historia en competiciones europeas.”No pudo ser”, tituló EL DÍA aquel 23 de abril, dejando
constancia del gran papel realizado por el equipo que por entonces entrenaba Jupp
Heynckes.
La Gomera consigue su aeropuerto
La isla había empezado a pedirlo veinte años antes, pero no hasta el 25 de
junio de 1999 cuando empezaron a operar los vuelos en el aeropuerto de La
Gomera, la última isla en conseguir dicho tipo de instalación, bastante
después que el resto del archipiélago. Se saldaba así una deuda histórica con
una tierra que, hasta entonces, tenía que trasladar a sus enfermos urgentes a
los hospitales de Tenerife en vuelos especiales de helicóptero. Vino hasta el
ministro de Fomento a la inauguración. Qué menos.
La riada siembra la muerte en Santa Cruz
Era la primera vez que el agua provocaba una tragedía de gran magnitud en la capital tinerfeña:
8 muertos. Aquel 31 de marzo de 2002, Domingo de Resurrección, ha quedado grabado en la
memoria colectiva, no sólo por los resultados mortales, sino también como el primero de una
serie de fenómenos meteorológicos exacerbados que, desde entonces, parecen golpear a
Tenerife cada cuatro o cinco años.La imagen de la portada mostraba una guagua de Titsa casi
sumergida en el agua.
HISTORIA
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
Viernes, 15 octubre 2010
Suplemento especial
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NOTICIAS
PARA LA
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HISTORIA
El Auditorio de Calatrava
se inaugura definitivamente
Al fin, después de un cambio de emplazamiento y de varios añadidos presupuestarios que
dispararon el coste de la obra y alargaron enormemente el tiempo de su conclusión, el 26
de septiembre de 2003 se producía la inauguración definitiva del Auditorio de Tenerife
(hubo dos anteriores para consumo interno), y la obra del arquitecto Santiago Calatrava
empezaba a acoger grandes orquestas y prestigiosos directores, al menos durante unas
pocas semanas al año, las del Festival de Música de Canarias.
¿Una tormenta subtropical?
Así es como definieron los meteorólogos aquel fenómeno bautizado como
“Delta”, que llegó a Canarias en la tarde del 28 de noviembre de 2005,
procedente del centro del océano Atlántico y tomando un rumbo, al parecer,
contrario al habitual. Fueron varios días de lluvias y, sobre todo, fortísimos
vientos, con una intensidad como nunca antes se había visto en lugares
como el Valle de Güímar. El más grave de los efectos: el apagón casi general
de la Isla, que duró tres días en el área metropolitana.
Los incendios forestales más
devastadores en aquel verano de 2007
No había víctimas humanas, pero los incendios que, a finales de julio de 2007, quemaron
más de 7.600 hectáreas de monte, coincidiendo con una ola de calor, que elevó las
temperaturas hasta los 43 grados, fueron los más devastadores de la historia reciente para
la masa forestal de las Islas. En Tenerife, las llamas se iniciaban, como tantas veces, en Los
Realejos. En Gran Canaria, con menos superficie, la situación se calificaba de dramática.
Desde entonces, los veranos han dejado de ser tranquilos para los responsables del medio
ambiente.
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