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EUTANASIA
ELMER HERNÁN BELTRÁN MUÑOZ
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PEREIRA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS,
SOCIALES Y DE LA EDUCACIÓN
PROGRAMA DE EDUCACIÓN RELIGIOSA
PEREIRA
2014
1
TRABAJO DE GRADO
EUTANASIA: SOCIEDAD Y CULTURA
ELMER HERNÁN BELTRÁN MUÑOZ
PBRO. JORGE LUIS TORO RIVAS
LIC. EN EDUCACIÓN RELIGIOSA
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PEREIRA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS,
SOCIALES Y DE LA EDUCACION
PROGRAMA DE EDUCACION RELIGIOSA
PEREIRA
2014
2
EUTANASIA: SOCIEDAD Y CULTURA
EUTHANASIA: SOCIETY AND CULTURE
Elmer Hernán Beltrán Muñoz
SINTESIS
SUMMARY
El presente artículo es el resultado de una
The current article is the result of a long time
larga investigación sobre la Eutanasia en
research about the Euthanasia in Pereira,
Pereira, realizado por el docente P. Jorge
done by professor P. Jorge Luis Toro, who is
Luis Toro, vinculado al programa de
joined to the human being sciences program
ciencias humanas y de la educación de la
from Universidad Católica de Pereira (UCP),
Universidad Católica de Pereira (UCP), al
which we are joined to as supporters with an
cual estamos vinculados como aportantes
essay based on the social side.
con un ensayo basado desde la parte social.
This essay supports the reader with a
Este ensayo aporta la lector un gran
great theoretical enrichment from the social
enriquecimiento teórico desde el punto de
and Christian points of view, trying to get
vista social y cristiano, tratando de llegar a
people´s awareness when having a situation
una concientización dado el caso que
or experience like the one we expose here
experimenten una situación similar a la que
due to the fact that nowadays there are a
aquí se plantea, ya que en la actualidad hay
great number of misconceptions regarding
grandes falencias frente a la eutanasia
the euthanasia as the concept is not widely
porque no se conoce ampliamente el
known and repercussions it brings to it
concepto y las repercusiones que este trae
consigo.
DESCRIPTORS: Euthanasia; Dead; Pain;
DESCRIPTORES:
Eutanasia,
Muerte,
Life,
Dolor, Vida
3
INTRODUCCIÓN
La eutanasia ha sido un tema espinoso a través de toda la historia de la humanidad, aunque se ha
reflejado de múltiples formas y ha adoptado diferentes nombres siempre ha tenido la misma
esencia. En este artículo se tratara de explicar cómo ha sido el camino de la eutanasia hasta
nuestros días, tratando de aclarar el panorama que en la mayoría de los casos es aún confuso y
para muchos desconocidos. La historia se encargará de enseñar cómo ha ido evolucionando la
forma de pensar frente a este tema, ya que en realidad solo aquella persona que llega al punto de
tener una situación como estas, es quien puede decir cómo se siente estar en un momento tan
difícil y tan complicado.
Para abordar este tema primero se pasara por conocer las raíces o el significado de la
palabra eutanasia, para comprender mejor de que se está hablando y tener el panorama más claro.
Luego se recorrerán las culturas a lo largo de la historia y así conocer como ha sido el proceso de
la humanidad frente a este tema. Por último se observara la posición que ha tenido el cristianismo
y como ha actuado durante varias épocas al respecto de la eutanasia.
Desde el punto de vista Cristiano se tratará de adoptar una postura que ayude a una mejor
comprensión de este tema, ayudando a esclarecer qué se debe hacer ante una situación tan
complicada desde el punto de vista social, porque no hay que confundir la voluntad del paciente,
con la de los familiares y con la de Dios. Se tratará de llegar a la reflexión de la ética católica que
se basa en la ley natural, el hombre nace, crece, se reproduce y al término de su existencia muere
como conclusión de un ciclo vital, cumpliendo una finalidad para la cual fue creado.
El hombre ha sido creado por Dios para que sea fértil, para que se reproduzca, para que
ayude al sostenimiento de la obra magnifica que Él ha hecho para beneficio del ser humano, por
eso desde el Antiguo Testamento le dio unas leyes o mandamientos, y entre estas leyes que están
4
contenidas en el Decálogo dado a Moisés, se encuentra una muy importante que es la de No
Matar, es decir la vida del otro se respeta como si fuera la propia.
5
SIGNIFICADO DE LA PALABRA:
El termino como tal hay que considerarlo relativamente nuevo, y su etimología es muy sencilla.
Eu, que en griego significa bien o bueno y thanatos que significa muerte, es decir la conjunción
de las dos palabras es buena muerte o una muerte fácil (Drane, 2006). El diccionario de la Real
Academia define dicho termino como: “Acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los
pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él”. El diccionario de
Oxford (1973) cita el año 1646 como la primera vez que el inglés utilizo el término y dos siglos
después este significó el estado mental de una persona a la hora de morir. Es decir un estado
tranquilo a la hora de la muerte era considerado como eutanasia.
En sí el significado aunque ha pasado por varias definiciones y el término se haya
empezado a utilizar un poco tarde, la eutanasia como tal ha existido desde que el ser humano ha
existido, de una u otra forma, ya que se ha atentado contra la vida cuando se cree que esta no vale
nada, solo por el hecho de estar postrado en una cama, o de tener un impedimento físico, o de no
tener valor frente a dicha cultura en determinado momento de la historia
Aunque el significado nos muestra que la eutanasia es tener una buena muerte, en muchos
de los casos no es así, porque el ser humano nunca podrá conocer los pensamientos del otro y
más si se está en un estado vegetativo, donde todos deciden por aquel que sufre, pero el que sufre
no tiene la capacidad de decidir sobre sí mismo. La historia nos mostrara como a través de todas
las culturas el hombre por una u otra razón ha quitado la vida a otros hombres pensando que esto
está bien y que es lo mejor para la sociedad, porque así lo consideran unos pocos que deciden
sobre los más débiles o sobre los que no están al lado del poder.
Pero hay que aclarar que en ciertos casos los seres humanos hacían actos de caridad o
mejor dicho utilizaban métodos de su cultura para hacer menos doloroso el paso a la muerte.
Drane (2006) lo manifiesta así:
Para nuestros intereses, los primeros restos humanos muestran que los seres
humanos eran tratados muy diferentes a los animales. Ellos muestran que los seres
humanos más primitivos cuidaban de sus enfermos y de sus compañeros
6
fallecidos. En algunas culturas primitivas hay evidencia que sugiere que con
frecuencia se usaba cierta clase de droga o bebida para suavizar el paso del
proceso de morir a la muerte. (Pág. 185)
Volvemos a insistir que las definiciones son relativamente nuevas, de eutanasia, pero las
prácticas de causar la muerte o acelerarla no, aunque para muchas de las culturas puede que estas
prácticas eran parte de sus rituales y de su diario vivir. Cada comunidad traía sus creencias
religiosas y sus costumbres, por eso la forma de aceptación va de acuerdo con esto.
También con el pasar de los años las costumbres van evolucionando al igual que la forma
de ver la vida y las actitudes culturales, se van permeando de otras culturas que traen
pensamientos distintos frente a la muerte y se amplían los conceptos que enlazaran toda la figura
de eutanasia hasta nuestros tiempos, aunque de todas las definiciones se hará alusión, respetando
las diferentes posturas pero llegando a la construcción de un muy buen concepto y de una buena
visión frente a este tema que como dijimos anteriormente es muy espinoso y tiene demasiados
puntos de vista.
7
LA EUTANASIA O PRÁCTICAS DE LA MUERTE EN DIFERENTES CULTURAS
Se hará un recorrido por diferentes culturas frente a la eutanasia hasta llegar a la actualidad, este
recorrido ayudara a comprender más ampliamente el pensamiento que ha tenido el ser humano
frente a la muerte y como para muchos fue ayudar a otros con sus medicinas o con sus saberes a
morir de una manera en la cual no sintiera dolor.
Para algunas culturas indígenas, a las personas que estaban a punto de morir las exponían
al humo del fuego ardiente lo que producía que la persona fuera perdiendo el conocimiento hasta
el punto de morir (Drane, 2006). Para los nómadas las personas que ya no daban la capacidad de
seguir se marchaban solas para morir, es decir se creían ya un estorbo o impedimento para el
resto de la comunidad, ya que los nómadas no tenían entre sus miembros personas con
discapacidades, y según parece utilizaban la ley de la selva: sobrevivían los más fuertes (Drane,
2006)
Drane (2006) entre sus líneas nos muestra que:
En algunas culturas indígenas latinoamericanas había un aliviador tribal del dolor, que
realizaba este trabajo en realidad rompiendo la espalda de las personas que sufrían. Al
hacerlo, aliviaba el dolor y en el proceso quitaba la vida del paciente. Una vez que las
vértebras estaban rotas, el aliviador del dolor colocaba al paciente en su espalda, hacia la
señal de la cruz sobre su cuerpo y realizaba ciertas oraciones. Luego el cuerpo era
entregado a la familia (Pág. 186)
En otras culturas también tenían la necesidad de ejecutar a los niños pequeños cuando las
comunidades necesitaban huir por causa de amenazas o persecuciones políticas, también lo
hacían para demostrar la supremacía frente a otros pueblos.
En las culturas griegas y latinas la eutanasia era más bien conocida como un estado
mental, ya que no tenía tanta connotación como hoy, ya que más bien esta era considerada como
una ayuda al otro, era una forma de morir mas no de quitar la vida, es decir no se identificaba
propiamente con matar, se consideraba como algo natural a lo cual había que ayudar como parte
8
de un proceso de morir bien, en si no era visto como malo moralmente el acto de ayudar a morir a
otro. (Drane, 2006)
Dentro de la cultura griega se encuentran algunas formas de pensar de diferentes filósofos
o corrientes filosóficas con respecto a la manera de quitar la vida de una forma activa, es decir
por medio de otra persona, como por ejemplo: los Pitagóricos pensaban que el dolor al principio
y al final de la vida tenía sentido. Cada vida tiene una duración natural la cual hay que respetar.
Es decir acabar con la vida antes de tiempo era equivocado. Para Platón cuando una persona era
incapaz de contribuir con el estado había que removerlos negándoles toda ayuda médica, es decir
si tenía algún tipo de discapacidad no era visto con buenos ojos por el movimiento Platónico. 1
Aristóteles estaba en total desacuerdo con la postura Platónica, así fuera en casos de
personas con enfermedades incurables, porque para él era muy valiosa la vida y era deber del
estado declarar inmoral el acto de quitarla. Es visto como un acto de cobardía porque morir
valientemente es hacerle frente a la muerte, no ceder ante ésta.
Para los estoicos era colocar ciertos límites a la hora de quitar la vida, para evitar actos
impulsivos, cada quien podía considerar su muerte de acuerdo a las necesidades, como por
ejemplo las enfermedades incurables, el dolor muy grande pero viéndolo en cuanto a que
repercusiones sociales tendría a la hora de hacerlo. Es decir esta tenía que ser una decisión
razonada, aunque fuese común quitar la vida en estas culturas había que pensarlo muy bien, no se
podía hacer como un acto de huir de la responsabilidad social. (Gafo, 1997)
Drane,(2006) nos muestra de una forma muy explícita como las culturas cristianas
aprobaban ciertas prácticas dentro de sus comunidades:
En la cultura cristiana se aprobaron ciertas prácticas de la era pagana porque satisfacían
los estándares de la moralidad de la ley natural. Lo que llamamos eutanasia pasiva se
convirtió en la práctica moral cristiana principal. Cuando el tratamiento es inútil debe ser
negado. Incluso lo que llamamos eutanasia activa era comúnmente practicada en soldados
heridos de batalla. Después de la batalla, con frecuencia los campos estaban cubiertos de
hombres moribundos para los cuales no había ninguna ayuda médica disponible. A
menudo yacían moribundos y gimiendo en agonía. Frecuentemente estos soldados eran
1
MANGUEL. Alberto. 2012. La Republica de Platón. Alianza Editorial
9
rematados por sus mismos compañeros movidos por la compasión. De hecho, los
guerreros llevaban pequeños cuchillos en sus cinturones que usaban en tales
circunstancias, y el nombre de esta arma era misericordia. El acto en sí mismo era
llamado estocada de misericordia o acto de gracia. (Pág. 188)
Durante mucho tiempo la eutanasia fue vista como método para aliviar el dolor, viéndose
como algo moralmente bueno, ya que era la forma con la que ayudaban a otras personas, que se
encontraban en situación de sufrimiento, a morir de una forma más adecuada, a hacer ese paso
más fácil para que no padeciera tanto. Este acto en muchas culturas era realizado por brujas y
hechiceros que eran los encargados de realizar esta práctica, aunque estos no gozaran de mucho
respeto o estado social. Luego entraron en acción los médicos, y es allí donde empieza la
medicalización de la práctica y cuando esto sucedió cambió bastante el panorama con respecto a
la eutanasia. (Drane, 2006)
Aunque no se profundizara en el campo médico, se hará alusión a lo que consigo trajo la
medicalización de la práctica de la eutanasia. El médico dentro de sus primeras normas éticas y
más sencillas hace referencia al juramento Hipocrático, el cual consiste en no administrar
ninguna droga mortal, ni por voluntad propia, ni por petición.
Landívar (2004) nos muestra el juramento hipocrático:
Juro por Apolo médico, por Esculapio, Higía y Panacea, por todos los dioses y todas las
diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este
juramento y compromiso:
Venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y
asistirles en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este
arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las
enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los hijos de mis
maestros, y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento, según
costumbre, pero a nadie más.
En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré
de ellos todo daño e injusticia.
10
Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa
alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré
y practicaré mi arte de forma santa y pura.
No tallaré cálculos sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas.
En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda
injusticia voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con
mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos.
Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la
vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto
inviolable.
Si el juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea
honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad. Pero si soy transgresor
y perjuro, avéngame lo contrario. (Pág. 15)
Averroes siguió a Platón al recomendar que las personas con enfermedades incurables no
se les brindara ayuda médica, más bien se debe permitir que el paciente muera, según esto
Averroes entendió que debía haber una eutanasia pasiva, al no maltratar a los pacientes con
tratamientos inútiles cuando la persona estaba a punto de morir, es decir no extender este proceso.
(Drane, 2006). Esta postura fue respetada por la cultura cristiana
Para la cultura judeo-cristiana, aunque respetó la cultura griega, argumentó que la vida es
un regalo de Dios, un objeto de la divina providencia, hasta se llegó a pensar que el morir y el
sufrimiento eran parte de lo que había ordenado Dios. Para esta cultura el sufrimiento se acoge
como imitación de Cristo y ejercicio de virtud, como cristianos están llamados a soportar el
dolor. El morir es anterior al resucitar y a la eterna felicidad.
En Mateo 5, 21 vemos como Jesús claramente hace alusión al no matar “han oído que se
dijo a los antepasados: no mataras”; claramente vemos como Él con su moralidad influyó
bastante sobre un modelo de sociedad que aceptaba la muerte cualquiera fuera el caso. Jesús
tumbó todo esquema o teoría que hasta el momento se había creado sobre la muerte así fuera por
compasión o porque la persona tuviera una buena muerte, Él es claro y conciso en afirmar que no
se debe matar en ninguna circunstancia. El derecho a la vida es inviolable, primero porque somos
11
seres humanos iguales a todos, tenemos los mismos derechos y Jesús durante su vida lo resalto,
es decir no importaba en la condición que se encontrara la persona, el valor siempre será el
mismo porque tenemos dignidad. Y segundo porque somos hijos de Dios y hemos sido creados a
su imagen y semejanza, tenemos el gran título de hijos amados por un Padre bondadoso, y todo lo
que se haga en contra del hermano se hace en contra de Dios.
Para escritores cristianos como Jerónimo las normas hipocráticas contra el quitar la vida,
ganaron terreno de tal forma que la cultura judeo-cristiana tomó mucha fuerza ya que formó una
moralidad cívica oficial del imperio romano, y la ética médica se convirtió en principio
fundamental para la cristiandad. San Agustín defendió la vida desde el mandamiento de “no
mataras” y sostuvo que el sufrimiento debe ser soportado y dejar todo en manos de Dios.
Santo Tomás argumentó la postura de Agustín de dominio de Dios sobre todas las cosas, y
dueño de toda la vida humana, se basaba en la postura de Aristóteles que la terminación de la
vida por métodos diferentes al natural violaba el deber individual con la sociedad. San Tomás
consideraba que matarse era considerado inmoral frente a la ley divina y la ley natural. También
entendía que una buena muerte era una muerte tranquila y aceptada (Drane, 2006) Para los
cristianos el alivio de los moribundos y la ayuda a morir mejor se hace desde la imitación de
Jesús, es decir desde la oración y el abandono a las manos del Padre porque de Él proviene todo y
a Él ha de volver.
La forma de morir siempre ha generado grandes interrogantes y preocupaciones, como
cuál es la manera correcta de hacerlo. Francis Bacon estaba de acuerdo con que los médicos
aliviaran el dolor del paciente moribundo incluso así este llevara a una buena muerte. Hablaba de
la muerte como un alivio adecuado del dolor. (Drane, 2006)
Tomás Moro habló de la liberación como método de una buena muerte, es decir un
paciente podía liberarse o ser liberado para dejar de sufrir y alcanzar la plenitud. Luego los
reformadores protestantes hacen alusión a que quitar la vida era la antítesis de la fe y sin fe ya no
había salvación. En la época del renacimiento los protestantes argumentaron que el sufrimiento y
la enfermedad eran producto del pecado original y este se recibía como castigo. (Drane, 2006)
La parte medica juega un papel muy importante en el humanismo del renacimiento, ya
que ellos son los aliviadores del dolor causado por motivos no naturales, pasó a ser el que asiste
12
al paciente en su lecho de muerte, debía proporcionarle al moribundo una muerte tranquila, libre
de dolor. Pero es de aclarar que también se miraba si la enfermedad estaba más allá de lo que el
médico podía hacer, ya que si el paciente no tenía nada más que hacer frente al dolor se suspendía
todo medicamento para dar paso a la muerte.
En la época moderna los teólogos católicos aprobaron medicamentos para el dolor,
aunque estos sumieran al paciente en un sueño tan profundo que llevara a la muerte, también
expusieron dos métodos uno ordinario y otro extraordinario y apuntaba a que el paciente utilizara
el método ordinario como forma de morir dignamente (Drane, 2006) Con el paso del tiempo
siempre la cultura cristiana defenderá la vida desde el mandamiento de no matar, pero se aclara
en este punto que también han cometido errores y en algunas épocas han estado de acuerdo con la
eutanasia de una forma indirecta.
Drane (2006) sobre la cultura secular de la ilustración nos dice:
“trajo un resurgimiento de la cultura pagana pre-cristiana: una clase de renacimiento. La
ilustración significaba la fe en la razón, la ciencia, el progreso humano, antes que en las
doctrinas de la religión revelada. El progreso anticipado se esperaba en gran parte del
abandonar lo que los pensadores de la ilustración describían como la ignorancia y la
suspensión de la religión. Durante los siglos XVIII y XIX, poco a poco, el médico
entrenado científicamente reemplazó al sacerdote en el poder y en el prestigio. Se buscó
su ayuda experta para detener la muerte prematura como también para aliviar el dolor”.
(Pág. 195)
Es decir a esta altura ya en la época contemporánea el sacerdote como aquel que ayudaba
a los pacientes a morir en paz por medio de la oración y la entrega a Jesús fue reemplazado por la
ciencia, la cual a través de sus métodos ayudaba a que los pacientes vivieran un poco más
extendiendo la vida más allá de las leyes divinas y naturales, esto fue un desafío contra todo lo
que hasta el momento la cultura cristiana había construido con respecto a la vida y a la muerte.
Ya en el siglo XX totalmente el paciente fue apartado de lo más humano para estar
rodeado de aparatos que sostienen su vida, abandonando por completo aquella figura sacerdotal
que lo podía acercar más a Dios, llevándolo a morir solo y abandonado en una camilla conectado
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a varias máquinas pero desconectado de Dios, como la cultura cristiana lo ha enseñado a lo largo
de la historia.
La eutanasia fue un problema social en aquellas sociedades primitivas en que se
practicaba la eliminación de vidas consideradas inútiles, costumbre que estuvo admitida respecto
a los recién nacidos con malformaciones o los ancianos en distintos pueblos de la antigüedad,
hasta que la influencia del cristianismo acabó con tales prácticas inhumanas. (Drane, 2006)
Desde la llegada del cristianismo, la eutanasia dejó de ser un problema social hasta el
siglo XX, en que algunos vuelven a convertirla en problema al pretender su legalización. Desde
los años 30 de este siglo se vienen constituyendo asociaciones en defensa de la eutanasia, por
ejemplo la Asociación de derecho a morir dignamente; y se han propuesto leyes permisivas, que
habitualmente han sido rechazadas, en distintos países. Sin embargo, la actitud a favor de la
eutanasia de estos pequeños grupos, y cierta mentalidad de relativización del respeto debido al ser
humano (que se expresa, por ejemplo, en el aborto), van calando en la sociedad, convirtiendo de
nuevo a la eutanasia en un problema social que vuelve a aparecer después de haber sido superado
durante siglos. Los defensores de la eutanasia así lo exponen conforme a la siguiente
argumentación: la enfermedad, invalidez o vejez de algunas personas ha llegado a extremos que
convierten esas vidas en vidas sin sentido, inútiles y aun seriamente gravosas, no sólo para los
familiares y allegados, sino también para las arcas públicas, que tienen que soportar
cuantiosísimos dispendios en prestaciones sanitarias de la Seguridad Social y subsidios de diversa
índole, con la carga que eso supone para los contribuyentes. Estas situaciones se prolongan,
además, gracias a los avances de la investigación científica que han logrado alargar
considerablemente las expectativas de vida de la población. Por consiguiente, el Estado tiene el
derecho, y aun el deber, de no hacer que pese sobre la colectividad la carga del sostenimiento de
estas vidas sin sentido. El efecto de esta acción redundará en beneficio del conjunto de la
colectividad, lo que no deja de ser una manifestación de solidaridad social. El argumento de las
vidas improductivas, por razones fáciles de comprender, nunca se plantea en los inicios del
debate social sobre la eutanasia, pero tampoco faltan quienes, en foros restringidos o en
ambientes académicos
14
La defensa de la vida es un derecho inviolable de cada ser humano en cualquier parte del mundo,
pero en estos momentos nos interesa que ha dicho en particular en nuestros tiempos la legislación
Colombiana, en la Sentencia C 239 de 1997 que dice lo siguiente:
El homicidio por piedad, según los elementos que el tipo describe, es la acción de
quien obra por la motivación específica de poner fin a los intensos sufrimientos de
otro. Doctrinariamente se le ha denominado homicidio pietístico o eutanásico. Por
tanto, quien mata con un interés distinto, como el económico, no puede ser
sancionado conforme a este tipo. Se confunde los conceptos de homicidio
eutanásico y homicidio eugenésico; en el primero la motivación consiste en ayudar
a otro a morir dignamente, en tanto que en el segundo se persigue como fin, con
fundamento en hipótesis seudocientíficas, la preservación y el mejoramiento de la
raza o de la especie humana. Es además, el homicidio pietístico, un tipo que
precisa de unas condiciones objetivas en el sujeto pasivo, consistentes en que se
encuentre padeciendo intensos sufrimientos, provenientes de lesión corporal o de
enfermedad grave o incurable, es decir, no se trata de eliminar a los improductivos,
sino de hacer que cese el dolor del que padece sin ninguna esperanza de que
termine su sufrimiento. El comportamiento no es el mismo cuando el sujeto pasivo
no ha manifestado su voluntad, o se opone a la materialización del hecho porque, a
pesar de las condiciones físicas en que se encuentra, desea seguir viviendo hasta el
final; al de aquel que realiza la conducta cuando la persona consiente el hecho y
solicita que le ayuden a morir.
Es decir el Estado no se opone a la eutanasia desde que el paciente libremente la escoja
como vía para morir, tiene una mirada meramente humana olvidando todo principio cristiano,
porque verdaderamente nadie puede saber cuánto tiempo va a vivir, simplemente escoge un
camino menos doloroso para acabar con su existencia. Además el estado tampoco condena a
aquellas personas que ayuden a ejecutar la voluntad de un enfermo terminal que ha decidido que
se le practique la eutanasia. Entonces se podrá decir que el Estado, como lo ha hecho por mucho
tiempo, irá por un camino distinto a la visión Cristiana.
Colombia, un país Católico por tradición, donde se respetaban los derechos de los
ciudadanos, ha cambiado de una época hacia acá, olvidándose de aquellos principios Cristianos
15
que nos regían, para pasar a una legislación guiada por el pluralismo religioso y a ser dominado
por los interés de unos pocos que han decidido por el resto del pueblo, se han perdido valores
como el de respetar la vida, llegando a contemplar el hecho de quitar la vida desde el vientre
hasta cuando la persona esta postrada en una cama. Si la persona elige que quiere morir porque
considera que no debe sufrir más, por motivo de alguna enfermedad, se accede a su petición y se
termina con su existencia de una manera rápida y sin dolor, y no mal vista por el Estado.
16
DEFENSA DE LA VIDA DESDE UNA MIRADA CRISTIANA
El fundamento de la moralidad judeo-cristiana está en el Decálogo, en cumplir esos
mandamientos dados por Dios para llevar una vida recta, y entre esos diez mandamientos está el
de no matar, porque nadie tiene derecho sobre la vida, solo aquel que la creó, es decir Dios,
quien es único que puede decidir sobre si vivimos o morimos por ser Amo y Dueño de todo lo
que existe sobre la faz de la tierra.
En CIC (Catecismo de la Iglesia Católica) está escrito muy claramente, en los numerales
2276-2279 y es de gran importancia hacer la citación textualmente porque esto ayudara a tener un
mejor panorama cristiano frente a la eutanasia:
Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto
especial. Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una
vida normal como sea posible.
Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin
a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable.
Por tanto, una acción u omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para
suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la
persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se
pudo haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de
rechazar y excluir siempre.
La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o
desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es
rechazar el encarnizamiento terapéutico. Con esto no se pretende provocar la muerte; se
acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello
tiene competencia y capacidad o sino por los que tienen derechos legales, respetando
siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente.
17
Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona
enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los
sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser
moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni
como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos
constituyen una forma privilegiada de una caridad desinteresada. Por esta razón deben ser
alentados.
Los cristianos siempre insistirán en el respeto a la vida teniendo como contraste culturas
paganas, es decir la cultura de la vida frente a la cultura de la muerte, se pasa de la defensa
absolutamente cristiana de la vida a la pérdida de identidad guiados por una sociedad que se ha
enceguecido con los avances científicos, desviándose del rumbo para el cual están creados, es
muy simple no es sino mirar la ley divina y la ley natural para argumentar con fundamentos lo
que se volvió un fenómeno mundial.
Ante este fenómeno la Iglesia reacciono y a través de la declaración IURA ET BONA
(1980) en el capítulo II se ha pronunciado de la siguiente manera:
Para tratar de manera adecuada el problema de la eutanasia, conviene ante todo precisar el
vocabulario.
Etimológicamente la palabra eutanasia significaba en la antigüedad una muerte dulce sin
sufrimientos atroces. Hoy no nos referimos tanto al significado original del término,
cuanto más bien a la intervención de la medicina encaminada a atenuar los dolores de la
enfermedad y de la agonía, a veces incluso con el riesgo de suprimir prematuramente la
vida. Además el término es usado, en sentido más estricto, con el significado de "causar la
muerte por piedad", con el fin de eliminar radicalmente los últimos sufrimientos o de
evitar a los niños subnormales, a los enfermos mentales o a los incurables la prolongación
de una vida desdichada, quizás por muchos años que podría imponer cargas demasiado
pesadas a las familias o a la sociedad.
Es pues necesario decir claramente en qué sentido se toma el término en este documento
por eutanasia se entiende una acción o una omisión que por su naturaleza, o en la
18
intención, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. La eutanasia se sitúa
pues en el nivel de las intenciones o de los métodos usados.
Ahora bien, es necesario reafirmar con toda firmeza que nada ni nadie puede autorizar la
muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo
incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o
para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente.
Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata en efecto de una
violación de la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen
contra la vida, de un atentado contra la humanidad.
Podría también verificarse que el dolor prolongado e insoportable, razones de tipo
afectivo u otros motivos diversos, induzcan a alguien a pensar que puede legítimamente
pedir la muerte o procurarla a otros. Aunque en casos de ese género la responsabilidad
personal pueda estar disminuida o incluso no existir, sin embargo el error de juicio de la
conciencia aunque fuera incluso de buena fe no modifica la naturaleza del acto homicida,
que en sí sigue siendo siempre inadmisible. Las súplicas de los enfermos muy graves que
alguna vez invocan la muerte no deben ser entendidas como expresión de una verdadera
voluntad de eutanasia; éstas en efecto son casi siempre peticiones angustiadas de
asistencia y de afecto. Además de los cuidados médicos, lo que necesita el enfermo es el
amor, el calor humano y sobrenatural, con el que pueden y deben rodearlo todos aquellos
que están cercanos, padres e hijos, médicos y enfermeros.
La iglesia como hemos visto a lo largo de toda la historia ha estado siempre a la defensa
de la vida, tal cual lo hizo Cristo, haciendo grandes aportes a la humanidad a través de sus
enseñanzas, siempre se ha preocupado por el bienestar del pueblo aunque en muchas
oportunidades haya cometido errores, los han reconocido como proceso de buena evangelización.
La Iglesia ha sido muy conservadora frente a la eutanasia, porque para los cristianos cada persona
es única e irrepetible frente a Dios y es Él quien decide cuándo y a qué horas la vida debe
terminar.
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La posición de la Iglesia Católica siempre será la misma y esto la ratifica la Conferencia
Episcopal de Colombia (2007), que siempre obediente a los mandatos del Santo Padre ha
defendido de manera radical el respeto a la vida. Al respeto de la eutanasia nos ilustra de la
siguiente manera:
Hoy, más que nunca, el hombre se encuentra ante el misterio de la muerte. Hoy, debido a
los progresos de la medicina y en un contexto cultural con frecuencia cerrado a la
trascendencia, la experiencia de la muerte se presenta con algunas características nuevas.
En efecto, cuando prevalece la tendencia a apreciar la vida sólo en la medida en que da
placer y bienestar, el sufrimiento aparece como una amenaza insoportable, de la que es
preciso librarse a toda costa. La muerte, considerada «absurda» cuando interrumpe por
sorpresa una vida todavía abierta a un futuro rico de posibles experiencias interesantes, se
convierte por el contrario en una « liberación reivindicada » cuando se considera que la
existencia carece ya de sentido por estar sumergida en el dolor e inexorablemente
condenada a un sufrimiento posterior más agudo.
En semejante contexto es cada vez más fuerte la tentación a la eutanasia, esto es,
adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y poniendo así fin
«dulcemente» a la propia vida o a la de otros. En realidad, lo que podría parecer lógico y
humano, al considerarlo en profundidad se presenta absurdo e inhumano. Estamos aquí
ante uno de los síntomas más alarmantes de la «cultura de la muerte», que avanza sobre
todo en las sociedades del bienestar, caracterizadas por una mentalidad eficientista que
presenta el creciente número de personas ancianas y debilitadas como algo demasiado
gravoso e insoportable. Muy a menudo, éstas se ven aisladas por la familia y la sociedad,
organizadas casi exclusivamente sobre la base de criterios de eficiencia productiva, según
los cuales una vida irremediablemente inhábil no tiene ya valor alguno.
Lastimosamente vivimos en una cultura tan superficial donde solo sirven aquellos que
puedan aportar algo a la sociedad, es una sociedad muy superficial donde el otro no importa, no
interesa si aprueban o no una ley que proteja la vida, solo se puede apelar esto cuando se vive una
situación de estas, cuando se experimenta una enfermedad o en un caso grave de muerte.
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La conferencia Episcopal (2007) concluye de manera magistral su documento frente a la
eutanasia así:
La experiencia y la sabiduría humanas, entienden, por lo general, que la vida pertenece a
la clase de bienes intocables que no podemos negociar con nadie, ni siquiera con nosotros
mismos: esos bienes que tienden a identificarse con el misterio mismo de la existencia y
de la dignidad humana. Con justa razón nuestra Constitución es clara, tajante y
contundente en su artículo 11: “La vida es un derecho inviolable. No habrá pena de
muerte”. La vida no es negociable. Si la libertad, el honor, la educación, etc. son bienes
irrenunciables, con más razón todavía lo es la vida, raíz primordial de todos esos bienes y
primero y fundamental de todos los derechos. En efecto si nadie puede privarse de su
libertad, enajenándola por medio de un contrato de esclavitud, nadie puede tampoco
privarse de la vida, que está menos aún a nuestra disposición que la libertad misma: la
vida se nos presenta como algo previo y envolvente, que es más que nosotros
mismos. Por eso, en el interior del ser humano resuena una voz que nos dice: “No mates,
no te quites la vida; escoge siempre vivir, que te sorprenderás de nuevo de sus
insospechadas imposibilidades. Es muy preocupante que esta voz interior a favor de la
vida no sea hoy percibida y más grave aún pretenda ser opacada con leyes que buscan
establecer una cultura de muerte.
Para la Iglesia la defensa de la vida siempre será uno de sus pilares, ya que es
mandamiento dado a Moisés y trasmitido de generación en generación, actualizado por nuestro
Salvador Jesucristo y que hasta nuestros tiempos siempre será igual, una postura radical. La Santa
Madre Iglesia nos regala sus enseñanzas inspirada bajo la acción del Espíritu Santo, y siempre
nos ilumina hacia lo debe ser por naturaleza humana y divina, cada persona es imagen y
semejanza de Dios, por esto atentar contra el hermano es atentar contra Dios. La vida se respeta
desde el mismo momento de la concepción hasta que culmina de forma natural, porque cualquier
proceso en contra de ella será considerado inhumano, inmoral y en su forma más clara una
eutanasia, porque se está acabando con el ciclo natural, se interrumpe el proceso que todo ser
humano debe cumplir. Por esto debemos ser dóciles a las decisiones que toma la Iglesia por
medio de la Conferencia Episcopal que siempre está en pro de la integridad de todos los hijos de
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Dios, Padre amoroso que nos regaló la vida para que la disfrutemos y le sirvamos fielmente como
sus creaturas.
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CONCLUSIONES
Hay muchas posturas que atenten contra la dignidad humana, en forma más particular contra la
vida, porque se considera que ya no se aporta nada a la sociedad por estar postrado en una cama,
o por tener algún impedimento físico. Pero frente a esto los cristianos siempre han buscado
respuestas y soluciones para que se respete la vida en todas sus etapas, desde que inicia en el
momento de la concepción hasta que culmina el día de la muerte por que ya se ha cumplido el
ciclo vital, por ejemplo nunca estará de acuerdo ni con el aborto ni con la eutanasia.
A pesar que los médicos hacen su juramento Hipocrático, no se cumple como debiera ser,
porque interrumpen en cierto modo la existencia de una persona que está en estado crítico de
salud. Así sea voluntad de aquel que está muriendo, se debe respetar la vida y que sea la voluntad
del Dios que en últimas es quien tiene la decisión de cuándo y en qué momento se debe acabar la
vida.
La vida es un regalo de Dios y por tanto es inviolable por los seres humanos, porque nadie
tiene las facultades para matar a otro sea la situación que sea. El ser humano debe estar a
disposición de servir a sus semejantes, debe ser quien promueva la vida, debe estar atento a los
problemas cotidianos para buscar la mejor solución pero sin atentar contra la vida.
La Iglesia siempre se ha esforzado por la dignidad humana y en la actualidad, tan
maltratada y agobiada donde se han perdido los valores, a través de documentos como el
Catecismo (CIC) la encíclica Iura Et Bona y la Conferencia Episcopal transmiten enseñanzas y se
muestran radicales ante la eutanasia. Siempre será un no de la Iglesia frente a quitar la vida, ya
que la vida es dada por Dios, somos sus hijos, sus creaturas y atentar contra uno de ellos es
atentar contra él, por eso hay que respetarla en todas sus etapas, y más bien colaborar con la
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construcción de un pensamiento más positivo frente a la vida, porque en la actualidad ya pasó a
ocupar un segundo plano.
El ser humano ha de acogerse a la voluntad de Dios, sin alterar la vida de ninguna manera,
porque desde el sufrimiento se purifica el alma para la vida eterna, por medio de la oración, para
entrar en la presencia del Ser más perfecto, al cual debemos mirar sin mancha alguna
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