COMENTARIO A UN CARNÍVORO CUCHILLO

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UN CARNÍVORO CUCHILLO
ESTILO
Poema compuesto por versos de arte menor, octosílabos, de rima consonante, con un
esquema métrico abab formando una redondilla. Cabría destacar la presencia de sinalefas (v. 2, 8,
32), así como el hecho de encontrarnos varios versos heptasílabos que terminan en palabra aguda, y
con lo que el poeta se ajusta magistralmente a los cánones estróficos. Al ser versos cortos, no es
de extrañar también que aparezcan con cierta frecuencia encabalgamientos, por lo general
abruptos: "Descansar de esta labor/de huracán, amor o infierno/no es posible, y el dolor/ me hará a
mi pesar eterno".
Si es claro el protagonismo del yo lírico, en la 1a estrofa parece recaer la importancia sobre el
"carnívoro cuchillo", donde aparece ese símbolo tan presente en la imaginería hernandiana, un
cuchillo personificado y dotado de una antitética "ala dulce y homicida"- Si añadimos a éstos
términos que surgen a continuación como "rayo, metal crispado, caído, picotea, huracán o
hiriendo", pondremos de manifiesto la dureza que hay en el léxico seleccionado. Pero no es esta
dureza lo único destacable sino que, como consecuencia se produce un hondo dolor en el poeta, que
se ve reflejado en palabras o expresiones como "triste nido, corazón con canas" o la metáfora en
"recojo con las pestañas sal del alma y sal del ojo" (que no son sino las lágrimas), o la imagen de
"flores de telarañas"; en los vv. 27-28 escribe Miguel Hernández: "el dolor/ me hará a mi pesar
eterno"
Y esto nos permite entroncar con otro de los pilares sobre los que se sustenta el poema: el paso
del tiempo: el que ya ha notado el poeta; el eterno provocado por el dolor; y, finalmente el que se
notará una vez que él ya no esté.
El 1° de ellos se aprecia claramente en la 3a estrofa, en la que recurra el autor a un a metáfora/
imagen tomada de la literatura anterior: "mi sien, florido balcón/ de mis edades tempranas,/negra
está, y mi corazón/ mi corazón con canas". Junto al tiempo cronológico transcurrido de los dos 1°
versos, intuimos un tiempo que afecta más internamente y envejece el corazón, en los vv. 11 y 12,
donde destacamos una anadiplosis.
El dolor que sufre y eterniza provocado por la lucha contra esa sensación contradictoria que
produce el amor-7a estrofa.
Y finalmente, ese amor doloroso, ese cuchillo hiriente, que persiste, pero que él ya no notará
porque el tiempo habrá pasado y él ya no estará: ".. .Algún día/ se pondrá el tiempo amarillo/ sobre
mi fotografía" (34-36). Se produce en las últimas palabras una hipálage, dado que lo que
amarilleará no será el tiempo sino el papel de la fotografía.
La sintaxis, el orden sintáctico se ve alterado, y no ha de extrañarnos, ya que debe el poeta
ajustarse a unos esquemas métricos que lo condicionarán: así, por ejemplo, en la 6a estrofa,
introducida por una interrogación retórica apreciamos un claro hipérbaton: "¿Adonde iré que no
vaya/mi perdición a buscar?" No obstante, no parece en este caso especialmente complicada,
encontrando oraciones simples, 1a estrofa, coordinadas, 2a estrofa, oraciones de relativo en la 4a
estrofa "del rayo que me rodea" o consecutivas de intensificación en este último caso "Tal es... que
voy a mi juventud"
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Este somero análisis estilístico, en cualquier caso no hace justicia al impacto emotivo del
torrente emocional y desbocado que consigue transmitirnos el genial poeta oriolano
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