LA DEPRESIÓN Y EL DESÁNIMO Por Ricardo Vivas Arroyo EL FANTASMA DE LA DEPRESIÓN Depresión es una palabra asociada con nuestra época, en Estados Unidos 19 millones de ciudadanos adultos padecen de depresión, es decir, el 9.5% de su población, de los cuales, 4 millones son hombres y 15 millones son mujeres. No es posible evaluar la cantidad real de personas que sufren de depresión severa, porque no buscan ayuda profesional. La depresión ataca también a jóvenes y niños, es alarmante la cantidad de suicidios e intentos de suicidio que se dan entre los adolescentes. Es uno de los más importantes depredadores de la felicidad. No todos los momentos de tristeza son depresivos; la depresión tampoco es una debilidad del carácter, y quien la padece no puede liberarse de ella con sólo desearlo. La depresión es una enfermedad del alma de tipo mental y emocional, pero que está vinculada a reacciones bioquímicas del cuerpo. Sin ayuda, los síntomas pueden durar semanas, meses e incluso años. En lo natural la mayoría de las personas que padecen de depresión puede mejorar si reciben la ayuda adecuada. Pero también es necesario saber que hay aspectos espirituales que pueden deprimir a las personas, y es necesario buscar la respuesta espiritual en la única fuente de libertad verdadera, que es Dios mediante su Palabra y su Espíritu Santo. Como pastor, por años me he visto involucrado con infinidad de personas en casos de crisis depresivas, incluso en creyentes que consideraba espiritualmente saludables. Yo mismo fui asaltado por ese fantasma y casi me destruye. Recientemente tuve que atender a una joven que pasó por una experiencia sumamente difícil, pues se tuvo que cancelar su boda, faltando pocos días y estando ella muy enamorada, por lo que me preocupé mucho y por un momento me sentí incompetente para ayudarla. Tuve que orar y buscar la sabiduría de Dios para abordar el problema, y en medio del proceso, cuando pensaba que no podría, Dios trajo a mi mente un gran letrero negro con letras grises que decía: DEPRESIÓN. Gracias a Dios, su Espíritu Santo me iluminó y me dejé conducir a través de su Palabra, para descubrir con mucha más claridad que, tanto el diablo, como Dios mismo, pueden usar la depresión para alcanzar sus fines. El diablo para destruir y matar, y Dios para enseñarnos a depender de su gracia, forjando nuestro carácter para alcanzar sus más excelentes propósitos: de madurarnos hasta hacernos semejantes a su amado Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo y así hacernos útiles a su divino reino. Primeramente Dios me mostró algunas claves para entender la depresión en la Biblia, luego me mostró cómo obtener sus beneficios, y también cómo obtener la victoria sobre los demonios de la depresión que vienen del infierno. Casi todos los hombres de Dios pasaron por esta experiencia: Abraham, Jacob, Moisés, David, Elías, Jeremías, Pedro, Pablo, por mencionar algunos, pero sobre todo, nuestro Señor Jesucristo, por supuesto, al ocupar nuestro lugar y sufrir en manera indescriptible en su alma por las nuestras. Hay 48 salmos que nos hablan de depresión y nos muestran cómo vencerla al confiar en las promesas de Dios. Tienes de tarea identificarlos, y seguramente cuando los descubras, también descubrirás que ya has vencido a ese enemigo tan nefasto. LA DEPRESIÓN Y DIOS En las siguientes líneas trataré de ubicarte en el problema: Clínicamente la depresión está considerada como un desorden mental de dos tipos principales: depresión endógena o hereditaria, y depresión reactiva o producida por diversos factores difíciles, ya sea repentinos o prolongados, que se presentan en la vida de la persona y la llevan al límite de su capacidad. Se han diagnosticado dos formas: La unipolar, que se caracteriza por estados cíclicos de desesperanza, desmotivación y abandono; y la bipolar, en la que la persona sufre etapas depresivas intensas, seguidas por estados de euforia en los que la persona hace derroche de aparente alegría; a veces en esta etapa puede emprender fantasías románticas, cuyas consecuencias pueden derivar en la pérdida de la razón; esta última también se le conoce como maniaco depresiva y se presenta más frecuentemente en quienes padecen de depresión endógena. Hay tres grados de intensidad que se pueden identificar: depresión grave, distimia y depresión bipolar. La depresión grave, es aquella que incapacita a la persona para realizar normalmente sus actividades, como trabajar, estudiar, comer, dormir y disfrutar lo que hace. La distimia es un estado depresivo menos intenso, que manifiesta síntomas crónicos, que interfieren pero no incapacitan del todo el funcionamiento y bienestar de la persona. La depresión bipolar se puede presentar cuando es más incipiente, y como ya se mencionó, es más frecuente en los que padecen depresión endógena. Dependiendo del origen, también se pueden considerar algunas variantes, por ejemplo: Si se presenta la reactivación de un conflicto que mantuvo a la persona en el pasado en estados de ansiedad o angustia prolongadas, se presentará una depresión neurótica. Depresión psicótica, es aquella que se presenta sin motivos psicológicos. Otro aspecto es la depresión enmascarada, aquella que simula no existir. Depresión inhibida o agitada, es otra manifestación que depende de la manera en que el enfermo reacciona a las circunstancias estresantes. En pocas palabras hemos tratado de mostrar que la depresión es un problema, ahora veamos uno de los medios de sanidad que Dios tiene para ella: En primer lugar debemos tomarnos dos cápsulas de Palabra de Dios por las mañanas y un comprimido de alabanza. Por las noches debemos repetir la dosis de Biblia y un comprimido de gratitud por todo lo vivido: Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza (Ro. 15:4). Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Co. 4:16-18). Leer historias como la de José, que no tuvo una juventud normal, sino que fue aborrecido por sus hermanos y vendido a unos extraños, que lo llevaron a un país lejano y lo vendieron como esclavo, luego fue difamado y calló en la cárcel. ¡Qué difícil debió haber sido su situación! Más tarde pasó años preso, seguramente se sintió muchas veces triste, solo y olvidado y pudo sucumbir ante la depresión, pero no fue así, porque Dios era con él y así lo reconoció siempre, y todo sirvió paras forjarlo y posteriormente ser el medio para que Dios salvara a su nación (Gn. 30 a 40). VICTORIA SOBRE LA DEPRESIÓN Si estás deprimido, es probable que llegues a pensar que ya no tiene caso vivir, cuando ninguno de tus deseos es posible obtener en la tierra, pero eso no es así. David decía que al saber que Dios le mostraría todavía su bondad en esta tierra, evitó que desmayara (Sal. 27:7-14). Otros buscan malas compañías, se reúnen con otra gente deprimida que abunda en los bares y antros nocturnos y otros lugares no gratos (Pr. 21:16-17), pero terminan más deprimidos. El mundo nunca te dará verdadero ánimo con sus paliativos: vino, drogas, enervantes, malas compañías; que sólo te evadirán por un momento de tus pensamientos y emociones negativos, para después atacar con más furia con la cruda moral y física de su vanidad y cautiverio (Pr. 31:4-7, 23:31-34, Is. 5:11-13). No busques agua donde no hay, el mundo tiene sus cisternas rotas, no tiene verdaderas respuestas, sólo aparenta y quien busca en él algo de consuelo sólo conocerá su vanidad hasta el hastío. Centra tu mente en tu Señor Jesús, vuélvete a Él de todo tu corazón, sanará tus heridas más profundas y podrás aquilatar su victoria (He. 12:1-4). Sabiendo que el mal no es sólo anímico sino que hay en el organismo ciertos desajustes químicos, es bueno recibir oración por sanidad, puesto que Dios tiene dominio y puede reestablecer su orden en nuestro cuerpo y cerebro. Eso, más el consejo, seguramente te sacarán adelante, aun y cuando tus problemas reales persistan. Esta actitud humilde atraerá la gracia de Dios, tan necesaria en las horas de prueba. Qué difícil es para el orgulloso abrir el corazón y mostrar sus debilidades a quien le puede ayudar, pero esa es precisamente la clave para derrotar al enemigo: reconocer que necesitas ayuda y buscarla donde seguro la encontrarás. Como pastor he podido escuchar a adolescentes sobre sus dilemas, sus tentaciones, sus fallas, sus complejos. Uno de ellos me dijo: “Quiero hablar con usted como amigo, no como pastor, no quiero que me diga lo que está mal y lo que es correcto, eso lo sé, lo que quiero es alguien que me escuche y me comprenda.” Ser pastor, es saber ser entre otras cosas un verdadero amigo, que se puede poner en los zapatos del otro y sentir lo que siente, para poderlo ayudar. También he tenido que escuchar a esposas maltratadas, que quieren divorciarse o morirse, que aman a sus maridos y eso les incrementa el sufrimiento. Otras, cansadas y denigradas, sólo quieren huir, o con odio desean venganza. Sólo Dios puede sacar del pozo de la desesperación al alma deprimida por estos quebrantos. Atender a hijos quebrantados por la falta de atención de sus padres, que anhelan con vehemencia un abrazo o un beso, más que su dinero o sus permisos de hacer cosas. A veces también he tenido que aguantar la confesión de pecados que casi me hacen vomitar, con tal de sacar fuera los motivos de las depresiones. Doy gracias a Dios por su ayuda, pues en ocasiones, si no sabes descargar en Dios tantos problemas que la gente te cuenta, pueden deprimirte y robarte el sueño o el apetito. Siempre he confiado que si Dios me llamó, también me dará la gracia para apacentar aún a las más deprimidas, porque Él quiere hacerlo. Pide consejo y oración, ve con tu pastor y recibe de Dios la liberación, sanidad y orientación que tiene para ti. Dios te devolverá la alegría de vivir y motivos ciertos. ¡Aleluya! EL DESÁNIMO El desánimo es falta de ganas o entusiasmo, es rendirse y no querer luchar más, es una manera de morir y dejarse llevar por los problemas, es dejar de resistir lo malo, es abandono al infortunio, es desmayar, es sucumbir en el sótano de la depresión más profunda. El desánimo bloquea toda posibilidad de mejoría, cancela la comunicación, cierra el corazón y mata la esperanza. Como pastor he visto a personas con grandes problemas pero que no han bajado la guardia y siguen intentando salir adelante, pero también he visto a quienes, presas del desánimo, sucumben ante un problema pequeño. Así que el problema mayor que todos enfrentamos es el desánimo. Dicen que el diablo un día, cansado de ser un perdedor y pensando en retirarse, fue a un mercado de chácharas y puso a la venta sus más eficaces instrumentos de maldad, que habían logrado afectar aún a buenos ministros de Dios. Entre ellos había unos aparatos muy sofisticados: Uno de ellos era impresionante, parecía un gran reloj lleno de engranes cromados y poleas, se llamaba “Fama”, y le había funcionado mucho contra ministros exitosos, cantantes y evangelistas ungidos de poder celestial, pues había logrado desviarlos del camino presas de la popularidad. Ese mecanismo tenía una etiqueta donde decía: Oferta: $1,000,000.00 Otra maquinaria muy impresionante era una que se llamaba “Sexo”, le había funcionado mucho cuando la fama no surtía efecto, mediante ella lograba relacionar a los ministros con personas espirituales del sexo opuesto, que inducía a servir juntos hasta que sucumbían a la tentación. Era tan buena, que hasta creían que Dios mismo los había juntado y ¡Qué buen equipo hacían sirviendo juntos! ¡Cómo había destruido hogares con esa maquinación! Su precio era de $3,000,000.00 Una máquina más llamaba la atención de la clientela, era moderna y luminosa, con circuitos electrónicos, diodos de colores y cubiertas transparentes, era más pequeña que las otras, no obstante costaba $5,000,000.00, se llamaba “Fortuna”, y siempre que las otras dos fallaban, esta le daba buenos dividendos, logrando que el dinero cegara la visión espiritual de cristianos honestos. Pero lo más sorprendente que había sobre la banqueta en aquel puesto del diablo, era un mecanismo muy simple, parecía una pinza quita grapas que cabía bien en el bolsillo de la camisa, pero su etiqueta tenía el desorbitante precio de $20,000,000.00, su nombre era “Desánimo” y era tan caro porque el diablo aseguraba que era su más efectivo instrumento contra los cristianos. PROCESO DEL DESÁNIMO El desánimo tiene diferentes intensidades y tenderá a crecer paulatinamente cuando el tiempo pasa y las circunstancias que lo originan no cambian. 1.- Se puede iniciar por problemas menores que lastiman los sentimientos, los cuales la persona no comparte con los demás y si lo hace no recibe sensibilidad y comprensión. A veces es una enfermedad, o carencias en el hogar, o problemas familiares que no se comparten con nadie y se llevan solos, produciendo inconformidad. Ana rehusó el consuelo de su esposo y fue presa del desánimo por causa de su esterilidad, se llenó de amargura y perdió el apetito, de modo que preocupó mucho a su marido (1 Sm. 1:6-8). Hay esposas que no externan sus temores y cargan solas con los problemas de los hijos o con los problemas económicos del hogar, o con su salud física. Hay esposos que no comparten sus problemas de trabajo, que no prosperan y no pueden suplir las demandas del hogar y estas cargas los agobian. A veces uno al otro agrava los problemas por falta de interés o sensibilidad. 2.- La persistencia de las causas y el soportarlas uno solo por largo tiempo, empezará a afectar la actitud y por ende el comportamiento de la persona para con quien se supone es su equipo, su pareja o su familia. En manera indirecta e inconsciente se empieza a inculpar a la pareja o al miembro de la familia (que puede ser cierto), y se empiezan a formar raíces de amargura de ánimo, produciendo un distanciamiento peligroso entre la pareja o el resto de la familia. Ana rehusó el consuelo de su marido y se amargó su ánimo (1 Sm. 1:16). Si luchamos juntos se multiplicará la fuerza y se alcanzará la victoria, pero el aislamiento y la falta de apoyo o no recibirlo, amargará el ánimo, predisponiéndolo en contra del otro (He. 12:15). 3.- La depresión será el tercer paso de descenso al sótano del desánimo, en esta etapa se agota la fortaleza, el miedo agobia el alma, se anulan las motivaciones y se pierde el deseo de vivir (Lm. 3:47). El alcohol y los enervantes son puertas de escape para la depresión (Pr. 31:6). Las cantinas están llenas de personas deprimidas, con decepciones emocionales y sentimientos de frustración, que han caído en la trampa de la autocompasión. Job llegó a sumirse en una profunda depresión de modo que deseó la muerte y sus razonamientos no eran claros (Job. 3:20-26, 10:1). Siempre les he aconsejado que cuando estén emocionalmente alterados no tomen decisiones, porque se equivocarán con toda seguridad. Debes saber que el desánimo se recrudece de noche, cuando tu mente está cansada y no se resiste a los pensamientos negativos; el insomnio te asalta y el maligno tratará de manipularte por tus sentimientos (Sal. 77:2-3, Job. 4:13-17). Es importante orar antes de dormir y encomendar a Dios el sueño (Sal. 127:2, Pr. 3:24). INGREDIENTES DEL DESÁNIMO Detrás del desánimo siempre está Satanás tratando de destruir a la persona, es producto de una de sus maquinaciones más sutiles para hurtar, matar y destruir. Hay quienes soportan el peso de la fama, las tentaciones sexuales y aún la codicia del dinero, pero sucumben ante el desánimo. Elías fue capaz de matar a 450 profetas de Baal, pero el miedo lo asaltó y huyó, para después desear morirse, considerando que no era mejor que sus padres y que ya no tenía caso luchar (1 Ry. 19:4). Hay siete diferentes dardos de fuego del maligno que llevan esa intención, y podemos enlistarlos para prevenirnos contra ellos y apagarlos con el escudo de la fe: 1. Mentiras.- Un chisme, la imaginación y las circunstancias aparentes, pueden encontrar cabida en el corazón de alguien celoso o inseguro de sí mismo. Los de temperamento melancólico son más susceptibles. 2. Duda.- Desconfianza y sospechas pueden generar incertidumbre que atormentará a la persona aislándola de su pareja, de su familia o de sus amigos, pero sobre todo, lo apartarán de Dios. 3. Amargura.- Resentimientos, inculpación y amargura impedirán que el corazón reaccione correctamente para con su pareja. Los sentimientos de baja autoestima son ingredientes de la amargura. 4. Miedo.- Sentirse solo y expuesto a peligros reales o imaginarios, paraliza a la persona, que se siente abandonada. El miedo atenta contra el corazón y destruye las ganas de luchar. 5. Frustración.- Fracasar, sentirse un perdedor, decepcionado de sí mismo y de los demás, es la impotencia que puede bloquear nuevos intentos. 6. Autocompasión.- Sentirse chirriscuis1, sentir lástima por sí mismo, pensar que nadie ha pasado por donde se está pasando, que ni el Salvador sufrió lo que se está sintiendo, que su caso es único y quedó excluido de la Redención, es una trampa que encierra a la persona en la depresión. 7. Condenación.- Considerar que merece castigo por sus errores y que debe aceptar lo que está viviendo como algo justo e inevitable. Sentimientos de culpa llevaron a Judas al suicidio, él se arrepintió y hasta devolvió las monedas, pero pensó que su pecado era tan grande que no merecía perdón, así que se ahorcó para castigar su culpa, en vez de pedir perdón y ser salvado de la muerte eterna. Lo cierto es que uno se cansa de luchar sólo cuando ha luchado contra Dios, lo cual sucede si los dardos de fuego del maligno lo hieren y piensa que Dios lo abandonó o incluso que Él es su adversario y no Satanás; el justo Job llegó a pensar así (Job 10:1020, 13:24-25). Si eso hace el diablo con sus hijos, ¿Qué no intentará contra los hijos de Dios? BENEFICIOS DEL DESÁNIMO Si has detectado el desánimo en ti en cualquiera de sus fases, es importante que con honestidad puedas reconocer que en medio de ello Dios ha obrado cosas buenas en ti como hijo de Dios, porque la Biblia aún sigue diciendo que todas las cosas (las buenas y las malas) ayudan a bien a los que aman a Dios, los que fueron llamados conforme a sus propósitos (Ro. 8:28). Esto significa que Dios va a entrampar al diablo en sus propias redes liberándote a ti del desánimo, en la medida que lo reconoces y le das gracias por todo lo que has pasado, por desagradable que te parezca (Sal.57:6, Sal.31:4, Fil. 4:6-7). El desánimo vuelve a una persona el eje de su vida, por eso le afecta demasiado todo lo que le pasa, así que es importante revisar cómo es que logra distraernos hasta desviarnos de los propósitos de Dios atrapándonos en una telaraña viscosa y resistente. Abraham, Jacob, Job, David, Elías, Jeremías, Pedro, Pablo y muchos otros hombres de Dios experimentaron los estragos del desánimo, pero Dios lo aprovechó y con su gracia los sacó a victoria y a una mucho mayor bendición. 1.- El desánimo puede quitarnos el gusto por los deleites terrenales (Fil. 3:7). Eso es muy bueno y nos ayuda a bien. 1 A veces la depresión hace que una persona se sienta piojo, pero a veces se vuelve tan profunda, que se puede sentir menos que eso. Chirriscuis es el nombre que alguien le dio a unos animalitos imaginarios que le andan en la cabeza a los piojos, es decir, sería el piojo del piojo. 2.- El desánimo puede desprenderte de la confianza en ti mismo (Ro. 7:19, 24). La humillación duele, pero puede conducirte a pedir ayuda (Sal. 119:68, 71). 3.- El desánimo te puede orillar a tomar la única alternativa que te queda: Dios (Sal. 6:19). Dios conoció el desánimo de sus siervos y conoce el tuyo, así que entrégaselo para que Él lo transforme en victoria. EL ESCUDO DE LA FE Al volverte a Dios, debes tomar el escudo de la fe con el cual puedas apagar todos los dardos de fuego del maligno (Ef. 6:16), es decir, debes confiar en Dios y apagar cada dardo que ya te lastimó: 1.- Contra las mentiras del diablo, busca en la Palabra de Dios sus promesas que te aseguren protección, como las muchas promesas en Los Salmos, o te den recursos para romper las mentiras (2 Co. 10:5). En este versículo la Biblia de Las Ameritas dice: “Destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo”. Si permites que especulaciones y razonamientos del diablo sobre tu difícil situación, logren que consideres que las bendiciones son sólo cosas agradables y que el sufrimiento o las tribulaciones no son bendición, entrarás en el proceso; así que debes cautivar todo pensamiento egoísta dentro de ti y establecerte en la verdad (Mt. 16:2123). 2.- Contra las dudas, pide a Dios perdón, reconoce que no fueron dudas sobre tu pareja o alguien más, sino que realmente dudaste de Dios. Recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios, así que tus dudas lo ofendieron y evitaron que Dios pudiera obrar con libertad en tu problema (1 Jn. 1:8-9, Stg. 1:6-7). 3.- Contra la amargura de ánimo, dos cosas: Primero perdona con el perdón recibido de Dios y serás libre (Is. 38:17, Ef. 4:31-32). Después dale gracias a Dios por todo y tu alma será vacunada contra la rebelión o inconformidad posteriores que el egoísmo produce (Fil. 4:6-7). 4.- Contra el miedo que te aisló, asegúrate del amor de Dios para contigo, recuerda sus bondades y bendiciones pasadas, hasta que salga todo temor de tu corazón (1 Jn. 4:1619). Reintégrate al equipo que Dios te ha dado con tu pareja, con tu familia y con tu iglesia, recupera lo perdido. 5.- Contra la frustración e impotencia, sé humilde para recibir la gracia de Dios que supere tus propias limitaciones y te sane de la sensación de derrota (2 Co. 12:9-10, Stg. 4:6). 6.- Contra la autocompasión, pon al Señor como eje de tu vida mediante la adoración y la alabanza y serás librado del engaño que te ha mantenido centrado en ti mismo, reconoce que: Dios no está en contra tuya (Ef. 6:12, Ro. 8:31). Dios no te ha dejado ni te dejará (He. 13:5, Dt. 31:6, Dn. 10:19). El propósito de Dios se cumplirá en tu vida (Ro. 8:28). A veces es necesario renunciar a nuestros deseos y metas para reconocer con claridad que Dios es soberano y sus pensamientos son de bien y de paz para con los suyos (Sal. 85:8). 7.- Rechaza la condenación, ya que no viene de Dios, ni cuando te tiene que corregir, recupera tu paz con Dios por medio de la fe y posee los resultados que Dios te prometió (Ro. 8:1, 5:1, 1 P. 5:6-7). Si has podido recuperar tu ánimo, debes evitar que el diablo te vuelva a atrapar en el seánimo, así que mantente alerta y apóyate en Dios y no en tus fuerzas. No desmayes aunque el tiempo se prolongue (Gá. 6:9, He. 12:3) Mantente en el Reino de Dios, porque es justicia, gozo y paz por el Espíritu Santo (Ro. 14:17). -----o-0-o-----