Taller de Literatura, Redacción y Gramática en base a textos de

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2016
ESPAÑOL AVANZADO
TALLER DE LITERATURA, REDACCIÓN
Y GRAMÁTICA
Prof. Haydée Nieto
Prof. Julián Martínez Vázquez
UNIVERSIDAD DEL SALVADOR
UNIVERSIDAD DEL SALVADOR
ESPAÑOL AVANZADO
TALLER DE LITERATURA,
REDACCIÓN Y GRAMÁTICA
AUTORES: Haydée Nieto y Julián Martínez Vázquez
PROGRAMA DE ESPAÑOL PARA EXTRANJEROS (ELE/USAL)
NIVEL AVANZADO: TALLER DE LITERATURA, REDACCIÓN Y GRAMÁTICA
Prof. Haydée I. Nieto
Prof. Julián Martínez Vázquez
I. SECUENCIAS Y TIPOS TEXTUALES
II. LA CARTA, LA DESCRIPCIÓN Y EL RESUMEN
LECTURAS: BORGES. La intrusa ("El Informe de Brodie"). El Buenos Aires de
Borges: gauchos, guapos y orilleros. (De la Torre, Iván. Roberto Arlt y Jorge Luis
Borges: dos en la ciudad, en “Debats”, Nro. 95, 2006/4). In memoriam J.F.K (“El
Hacedor”, 1960). Juan López y John Ward (“Los Conjurados, 1985).
Cine Debate: La Intrusa (TVE 1992).
TEMAS GRAMATICALES: El objeto directo preposicional. La duplicación y el
reemplazo pronominal.
III. LA NARRACIÓN, LA OPINIÓN Y LA CARTA DE LECTORES
LECTURAS: BORGES. Historia de Rosendo Juárez ("El Informe de Brodie"). Voto
cantado y fraude patriótico. (Felipe Piña, Clarín, 7 de octubre de 2007). Remordimiento
(“La Moneda de Hierro”).
Cine Debate: Otra Historia de Rosendo Juárez (TVE 1992).
LECTURAS: BORGES. El Sur (“Artificios”). Árbol genealógico. Diálogo con Borges
de Victoria Ocampo. Borges, una biografía de Horacio Salas. Poema Conjetural
(“El otro, el mismo”).
Cine Debate: El Sur (TVE 1992).
TEMAS GRAMATICALES: Ser versus Estar: usos más conflictivos. Los verbos de
cambio y su relación con Ser y Estar.
IV. LA CRÓNICA Y EL PANFLETO
LECTURAS: BORGES. Emma Zunz (“El Aleph”). Borges y yo (“El Hacedor”, 1960).
Emma Zunz (1948) en “Borges o la coincidencia de los opuestos” de Estela Cédola.
Cine Debate: Documental: Borges y Nosotros.
TEMAS GRAMATICALES: La selección de pretéritos en el español: imperfecto,
perfecto, pluscuamperfecto.
V. LA ARGUMENTACIÓN Y EL RETRATO BIOGRÁFICO
LECTURAS: BORGES. El evangelio según Marcos (“El informe de Brodie”). Georgie,
mi hijo (Leonor Acevedo de Borges en “Cuadernos Hispanoamericanos”, 1992).
Cine Debate: El Evangelio según Marcos (TVE 1992).
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Taller de Redacción y Gramática
TEMAS GRAMATICALES: El modo subjuntivo: las hipótesis y los usos irreales.
VI. LA ESCRITURA AUTOBIOGRÁFICA
LECTURAS: BORGES. El otro (El libro de arena, 1975). Borges habla sobre Cortázar
(Fernando Sorrentino, “Siete conversaciones con Jorge Luis Borges” – 1996).
CORTÁZAR. Fragmento de una carta a Graciela Maturo (1963), Fragmento de una
entrevista a Cortázar de Alberto Perrone (1973).
TEMAS GRAMATICALES: Marcadores discursivos.
Cine Debate: Cortázar (Tristán Bauer, 1994).
VII. LA NOTICIA PERIODÍSTICA
LECTURAS: CORTAZAR. Casa Tomada (“Bestiario”, 1951), Fragmento de una carta de
Cortázar a Graciela Maturo (1963). AUDIO: Fragmento de entrevista de Joaquín Soler
Serrano, “A Fondo”, TVE, 1977.
TEMAS GRAMATICALES: Voz pasiva con Se. Oraciones impersonales con Se.
Cine Debate: La metáfora de la casa tomada (Canal Encuentro).
VIII. LA PUBLICIDAD
LECTURAS: CORTÁZAR. La Isla a mediodía (“Todos los fuegos, el fuego”, 1966).
Apuntes sobre Cortázar.
TEMAS GRAMATICALES: Registro formal e informal: los pronombres, las formas
verbales y el léxico según la situación comunicativa y la variedad del español.
IX. LA MONOGRAFÍA
LECTURAS: CORTAZAR. La salud de los enfermos (“Todos los fuegos, el fuego”,
1966). Guía para elaborar una monografía.
Cine Debate: Mentiras Piadosas (Diego Sabanés, 2009).
X. LECTURA COMPLEMENTARIA: Continuidad de los parques de Julio Cortázar.
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Taller de Redacción y Gramática
I. SECUENCIAS Y TIPOS TEXTUALES
Cuando escribimos o hablamos utilizamos distintos tipos de textos según
nuestros intereses, intenciones o los resultados que queramos obtener; en
estos tipos textuales aparecen diferentes secuencias (narraciones,
argumentaciones, explicaciones, instrucciones, descripciones, etc.), con
diversas características, cuyo estudio nos ayuda a expresarnos mejor tanto en
la expresión oral como en la escrita.
SECUENCIAS
Vamos a considerar las secuencias más comunes:
1.
2.
3.
4.
5.
Narrativa.
Argumentativa.
Descriptiva.
Explicativa o expositiva.
Instruccional.
1. Secuencia Narrativa:
En toda secuencia narrativa se refieren acciones o hechos que tienen lugar en
determinado tiempo y en determinadas circunstancias. Aparecen estas
secuencias en las crónicas, las novelas, los cuentos, algunos tipos de cartas, etc.
Los hechos pueden estar relatados en presente, pasado o futuro; siempre está la
presencia de un narrador que, generalmente, narra en primera o tercera persona.
Veamos el ejemplo de las secuencias narrativas en esta crónica histórica:
En el siglo XVI comienza la conquista del territorio del Río de la Plata. Las expediciones de
Solís, Magallanes y Caboto son las primeras en llegar a la región, pero ninguna instala
poblaciones permanentes.
En febrero de 1536, mil quinientos hombres al mando de Pedro de Mendoza llegaron al Río
de la Plata y se llevó a cabo, así, la primera fundación de Buenos Aires, que no sería la
definitiva.
La nueva ciudad se encontraba ante una situación difícil: los españoles no conseguían
alimento y muchos morían a causa del hambre. Además, Don Pedro de Mendoza, que había
enfermado gravemente, regresa a España.
En este caso, como es una crónica, cabe destacar el uso del presente histórico
(verbos subrayados), o sea la narración de hechos del pasado en presente.
2. Secuencia Argumentativa:
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Taller de Redacción y Gramática
Para desarrollar un concepto, realizar una crítica, dar un juicio de valor, discutir,
defender o rechazar una idea, influir sobre una decisión, analizar una situación,
comparar dos o más hechos, pronunciarme a favor o en contra de algo, etc. necesito
argumentos.
La secuencia argumentativa de un texto tiene la intención de lograr la aceptación
de los receptores o lectores, o sea producir un cambio en el receptor en cuanto
a actitudes, puntos de vista o sentimientos. La argumentación intenta hacer valer
una posición, y apunta a un fin: la adhesión del otro.
Toda argumentación parte de una afirmación, una proposición o una
declaración que puede ser defendida, puesta en duda o descartada. El objeto de la
argumentación es el de lograr específicamente una de esas posibilidades en
términos de adhesión.
La estructura de la argumentación es la siguiente:
Introducción: se expone el problema, por medio de una proposición, afirmación o
declaración.
Argumentación: se enuncian las ideas principales y secundarias. Pueden aparecer
uno o más argumentos, por ejemplo
• Para comenzar (1° argumento): -En primer término…/-En primer lugar…/- La
primera observación…
• Para insistir (2° argumento): -En segundo término…/ -Por otra parte…/ Además…/ -Recordemos también que…
• Para anunciar variación temática: -Consideremos ahora… /-Quiero llamar la
atención sobre…
• Para terminar: -Resumiendo… / -Para finalizar…/ -En consecuencia…
Conclusión: se resumen y refuerzan los argumentos principales: -resumiendo…/ Para finalizar…/ -En consecuencia… Las conclusiones de una argumentación
pueden estar presentes o sugeridas; en el último caso se deja al receptor la libertad
de deducirlas y el argumentador queda eximido de su responsabilidad enunciativa.
Los recursos argumentativos fundamentales son los siguientes:
• Desmentir - No puede tomarse en consideración/ -Contrariamente a lo dicho…/ Es necesario aclarar que…/ -Sin embargo…/ -No obstante…
• Hacer concesiones - Si bien puede admitirse que…/ -Aun aceptando que…/ Aunque no falte razón a…
• Exponer causas y consecuencias - Porque…/ -Ya que…/ -A causa de…/ -Esto
ocasiona que…/ -En consecuencia…/ -Consecuentemente…
• Dar ejemplos - Veamos especialmente el caso…/ -Tal la situación de…
• Generalizar - En un planteo más general…/ -Todas las actitudes…/ -La política de
los noventa…
Conectores y tiempos verbales de la secuencia argumentativa:
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Taller de Redacción y Gramática
PARA EXPRESAR OPINIÓN:
Forma afirmativa
Creo que...
Pienso que...
considero que... + INDICATIVO
Supongo que...
Opino que...
Me parece que...
Forma negada
No creo que...
No pienso que...
No considero que... + SUBJUNTIVO
No supongo que...
No opino que...
No me parece que...
PARA EXPRESAR UN JUICIO DE VALOR:
(Generalmente usamos estructuras impersonales)
Es increíble que...
Es vergonzoso que...
Es una lástima que...
Es maravilloso que...
+ SUBJUNTIVO
Es bueno que...
Me parece bien que...
Me parece lógico que...
Me parece increíble que...
Forma afirmativa
Forma negada
Es verdad que...
No es verdad que...
Es obvio que...
No es obvio que...
Es cierto que... + INDICATIVO
No es cierto que... + SUBJUNTIVO
Está claro que...
No está claro que...
Es seguro que..
No es seguro que..
PARA EXPRESAR OPOSICIÓN:
Aunque
A pesar de (que)
+ INDICATIVO o SUBJUNTIVO
Por más que
Por muy ... que
Por mucho/poco ... que
+ SUBJUNTIVO
Por mucho/a ... que
PARA EXPRESAR CAUSA Y CONSECUENCIA:
Causa
Porque
Como
Debido a (que)
Dado/a que
Puesto que
Ya que
A causa de (que)
Consecuencia
Por eso
Por lo tanto
+ INDICATIVO
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Taller de Redacción y Gramática
En consecuencia
De modo que
Es por eso que
Así que
Entonces
+ INDICATIVO
Veamos un ejemplo de una secuencia argumentativa:
La comprensión de la naturaleza del medio ambiente cambió
sustancialmente en los últimos años. (Afirmación/declaración).
En primer término, cabe destacar que en la actualidad se habla de la
ciencia de la ecología como el fundamento de los estudios socioeconómicos
relacionados con el tema, donde son considerados los resultados de la
actividad humana y su interacción con la naturaleza. (Primer argumento).
Por otra parte, en el marco de relaciones entre los seres vivos y el
medio ambiente, la ecología ha puesto nuevamente en acción la antigua
metáfora, que considera la naturaleza y la sociedad como organismos vivos
y regidos por la misma ley. (Segundo argumento).
Considero que más allá de posturas materialistas, que reducen la
naturaleza al estado material inerte propicio para ser explotado, la ecología
nos enseñará que la vida no es solo una lucha darwiniana sino una
multiplicidad de sistemas de solidaridad y de cooperación en el seno de cada
ecosistema. (Conclusión).
3. Secuencia descriptiva:
La secuencia descriptiva organiza el
propiedades de los objetos y sucesos.
conocimiento
acerca
de
ciertas
La organización no es fija, ya que describir es detallar las características
particulares y distintivas de un objeto, un fenómeno, una persona,
un lugar, una actividad, etc. con diversos fines, que pueden ser desde
estéticos (descripción literaria) hasta informativos (descripción informativa o
científica).
La descripción, generalmente, consiste en la pintura de:
los detalles físicos y morales de una persona: retrato;
el aspecto de un animal o cosa: prosopografía;
una región o paisaje determinado: topografía.
Veamos un ejemplo de descripción literaria (prosopografía) tomada de un
cuento, que se encuentra al final de una secuencia narrativa (está indicada con
negrita):
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Taller de Redacción y Gramática
“Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa
del comedor, Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores
volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las
manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo
lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente
y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.”
Horacio Quiroga. “El almohadón de plumas”,
en Cuentos de amor de locura y de muerte.
En la ciencia, así como en la conversación diaria y en otras formas de la
comunicación oral, se intercalan con frecuencia secuencias descriptivas, porque
casi siempre hay necesidad de referir las características de un objeto de estudio
para poder explicarlo.
Veamos un ejemplo de una descripción científica, que también es una
prosopografía:
“Tenemos en el país 19 especies y subespecies de Gaviotas y Gaviotines,
integrantes de la familia Láridos. Mide 40 cm y se alimenta con peces, insectos
acuáticos, etc.
Anida en colonias, y construye sus nidos en lagunas, esteros, ríos, etc. Siempre
que hallé nidos, los mismos tenían huevos de cáscara grisácea verdosa con
manchas castañas. Es muy común en Azul y nos muestra sus cualidades, siguiendo
las rejas del arado y devorando cuantos gusanos o insectos tiene a su alcance. Son
tan golosas, que a veces vomitan su comida, para enseguida continuar el banquete.
Tienen plumaje blanco con alas grises; lucen en el verano capucho de color marrón
café, el que desaparece en el invierno, tornándose la cabeza blanca.”
Mario M. Marateo, Pájaros argentinos.
En ambas descripciones abundan los llamados verbos de estado (ser y estar),
muy útiles para describir.
4. Secuencia explicativa o expositiva:
Las secuencias explicativas tienen como función básica la información, se
exponen ideas sobre un tema determinado, con la intención de hacerlo más claro o
comprensible. En general, estas ideas son seleccionadas de diversos estudios
realizados sobre el tema y, fundamentalmente, se las explica para su difusión y
comprensión.
Coherencia y Cohesión.
Explicar significa desarrollar un tema o un problema, así como indicar
las
causas
y
hasta
las
consecuencias
de
determinado
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Taller de Redacción y Gramática
acontecimiento. Se utilizan explicaciones para facilitar la comprensión de un
hecho, enseñarle a alguien algo que no sabe o esclarecer algo confuso.
Todo texto explicativo tiende a utilizar algunas estrategias explicativas, con el
fin de aclarar un concepto confuso. Las más comunes son la definición y la
reformulación.
a) La definición: hay cuatro tipos de definición:
• Definición de denominación: indica cuál es el término científico que se
utiliza para denominar el concepto explicado. Los verbos típicos de estas
definiciones son: llamar, denominar, etc. Por ejemplo:
- Los tres puntos al final de la oración se llaman "puntos suspensivos”.
• Definición de equivalencia: explica un concepto estableciendo una
equivalencia. El verbo por excelencia es ser, aunque puede ser reemplazado por
algunos signos de puntuación como los dos puntos, la coma, el guion, el
paréntesis, el signo igual, etc. Por ejemplo:
- Jorge Luis Borges es un escritor argentino.
- Jorge Luis Borges: escritor argentino.
- Jorge Luis Borges, escritor argentino, ....
- Jorge Luis Borges (escritor argentino).
• Definición descriptiva: define el concepto por medio de una descripción o
caracterización. Las expresiones utilizadas son: está formado por, está
compuesto por, consta de, consiste en, etc. Por ejemplo:
- Todo complemento preposicional está compuesto por una preposición (nexo
subordinante) más un término.
• Definición funcional: define un concepto teniendo en cuenta su función. Se
utilizan verbos o expresiones como funcionar, utilizar para, tener como finalidad,
servir, etc. Por ejemplo:
- Un sustantivo es toda palabra que funciona o puede funcionar como núcleo
del sujeto.
b) La reformulación: consiste en agregar una aclaración que dé más información
sobre algo ya expuesto en el texto. Es muy frecuente en los textos didácticos,
ensayos o artículos de divulgación científica. En realidad, la reformulación adapta un
texto complejo para que lo comprendan los que tienen menos conocimientos sobre
el tema.
Las expresiones más habituales de una reformulación son: es decir, vale decir, o
sea, a saber, en otras palabras, en resumen, sintetizando, para que quede más
claro, etc. Por ejemplo:
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El hipertexto es una escritura no secuencial, o sea, un texto que se bifurca y que se
lee mejor en una pantalla interactiva.
c) La explicación como respuesta: a veces las secuencias explicativas se
construyen como respuesta a una pregunta:
VIAJEROS INCANSABLES: LOS GITANOS
¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Por qué caminan tanto? ¿Cómo son sus
casas? ¿De qué forma se ganan la vida?
Los gitanos, uno de los pueblos más andariegos del mundo, cuentan que hace
muchísimos años, un día Dios se hartó de ellos porque eran muy rebeldes y desobedientes.
Entonces, desató un viento fuertísimo. Hombres, mujeres y chicos, y las casas con lo que
tenían adentro, volaron por todas partes. Cuando calmó el temporal, los gitanos se
preguntaron: “¿Dónde estamos?”. Pero nadie sabía qué contestar... Es que habían sido
dispersados por todo el mundo y ya no volverían nunca más a su tierra de origen. Y
dicen que entonces, bajo un cielo triste, los gitanos se agarraron de las manos y empezaron
a caminar y caminar. Y desde hace 2000 años siguen andando el mundo de pueblo en
pueblo, de ciudad en ciudad, sin detenerse demasiado en ningún lugar.
Otras estrategias explicativas son las ilustraciones - gráficos, dibujos, fotografías,
esquemas, mapas, etc.- las aclaraciones o notas al pie, los cuadros sinópticos,
los resúmenes en otros idiomas, etc.
Finalmente, veamos un ejemplo de secuencia explicativa:
En español, las oraciones bimembres son las que tienen dos miembros, o sea,
las que pueden dividirse en sujeto y predicado. Sujeto y predicado constan de un
núcleo (o varios) y sus modificadores, ya que funcionan como construcciones
endocéntricas.
5. Secuencia Instruccional
La secuencia instruccional está orientada a la ejecución práctica de acciones. Su
finalidad es lograr que el receptor o lector desarrolle determinadas
conductas, acciones o adquiera conocimientos que no posee. Para
ello la instrucción se configura como un discurso directivo: debe organizar los
procesos mentales y actividades del destinatario por medio de prescripciones
sistemáticas y ordenadas. Se utilizan en las recetas de cocina, los manuales que
acompañan a los electrodomésticos, las indicaciones de actividades en cuadernos o
guías didácticas, etc.
Por ejemplo:
Cómo presintonizar canales de TV standard
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Taller de Redacción y Gramática
La programación del sintonizador requiere la utilización del control remoto. Verifique
que las pilas estén instaladas correctamente.
1. Presione el botón “Power” ON/OFF a la posición ON. Encienda el televisor.
2. Sintonice el televisor al canal de emisión de la VCR, 3 ó 4.
3. Presione el botón “CATV/NORMAL” a la posición NORMAL. Este selector se ubica
en la parte posterior de la VCR.
4. Presione el botón “SELECT/LOCK” para ingresar al modo de presintonía. La
indicación “Add”o dEL” aparecerá en el display.
5. Presione el botón “AUTO PROG”. En el display de la VCR, Ud. verá que los
números indicadores de los canales parpadean y corren en forma progresiva del 2 al 69. Los
canales en los cuales se esté emitiendo señal serán memorizados en forma automática.
Cuando la memorización concluya, quedará indicado en el display el canal de numeración
menor.
6. Presione el botón “SELECT/LOCK”. La indicación “ADD” o “dEL” desaparecerá.
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Taller de Redacción y Gramática
II. LA CARTA, LA DESCRIPCIÓN Y EL RESUMEN
LA CARTA
En las cartas, los e-mails, la emisión y la recepción no son
simultáneas: existe una distancia impuesta o elegida entre los que se escriben.
Las cartas personales tienen principio y fin, y las cartas institucionales tienen
fórmulas estándar para comenzar y finalizar. Veamos algunos tipos de cartas:
Carta personal:
Buenos Aires, 29 de febrero de 2012
Querida Julia:
No sabés lo contentos que estamos todos con la noticia de tu
embarazo. ¡Me imagino lo felices que deben estar los abuelos paternos!, ¿no?¿Y
la primita Eugenia? Debe darles mucho trabajo a los padres. Hasta ahora es la
única, pero dentro de pocos meses…
Acá estamos con tu padre, en el patio de casa, tratando de
estar un poco frescos porque hace mucho calor, casi 40 grados de sensación
térmica dice la tele. El médico le dijo a tu padre que no se exponga al calor, por el
tema de la presión, así que se queda en casa… ¡Imaginate cómo está! ¡No lo
aguanta ni Dios! Bueno, ya sabés, hay que tener paciencia.
Tu padre dice que te cuides más que nunca, que comas bien y
que trates de conseguir carne, aunque no sea como acá. Ya viste cómo es tu
padre...
Bueno, un beso grande a la familia de Ernesto y uno especial
para vos.
Mamá
La carta personal, familiar, amorosa o de amistad posee, en general,
secuencias narrativas (“Acá estamos con tu padre, en el patio de casa”), pero
puede tener otro tipo de secuencias, como la instruccional (“Tu padre dice que te
cuides…”) o descriptiva (“No sabés lo contentos que estamos todos…”).
Posee una estructura con fórmulas de inicio y fin:
encabezamiento: lugar (Buenos Aires), fecha (29 de febrero de 2012) y
dedicatoria (Querida Julia);
asunto (el nuevo embarazo de Julia como tema principal, y temas
secundarios como el calor, los celos de la primita, la salud del padre, etc.);
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Taller de Redacción y Gramática
saludo final (“Bueno, un beso grande para la familia de Ernesto…”), y
firma (Mamá).
El lenguaje utilizado es simple y afectivo, abundan los comentarios (“…ya
viste cómo es tu padre.”) y las preguntas, algunas que ni siquiera esperan
respuesta (“Y la primita Eugenia?”), las acotaciones ocasionales (“Ya viste cómo
es tu padre…”), etc.
LA DESCRIPCIÓN LITERARIA (VER PÁGS 7 Y 8)
EL RESUMEN
El resumen es el resultado de la unión de las ideas englobantes y
dependientes de un texto. En general, cada texto posee varios párrafos; cada uno
de ellos tiene una idea englobante e ideas dependientes y accesorias relacionadas
con ella. Para resumir, tengo que considerar solo las dos primeras.
TEXTO COMPLETO:
“El autor dramático construye el texto principal de su obra asignando los parlamentos a
sus personajes y logrando así una acción dramática. La obra está estructurada como una
"conversación" entre dos o más personajes que, generalmente, intercambian sus roles de
emisor y receptor.
Pero el diálogo textual de una obra dramática es algo más que una simple
"conversación". Mediante él el autor consigue no solo presentar la ilusión de una
conversación real, sino -por sobre todas las cosas- la ficción de una acción o acciones, de
ideas y efectos.
Tradicionalmente se consideró el diálogo teatral como texto literario y se lo analizó
desde un punto de vista lingüístico. Pero a partir de la semiótica se lo vio más como materia
configuradora de acciones que como texto literario; se tuvo en cuenta más su
funcionalidad dramática que su carácter poético”.
Ideas englobantes.
Ideas dependientes.
RESUMEN:
El autor dramático construye el texto principal de su obra asignando los parlamentos a
sus personajes, ya que la obra está estructurada como una "conversación". Pero el diálogo
textual de una obra dramática es algo más que una simple "conversación"; es la ficción de
una acción o acciones, de ideas y efectos. A partir de la semiótica se lo vio como materia
configuradora de acciones y se tuvo en cuenta más su funcionalidad dramática que su
carácter poético.
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Taller de Redacción y Gramática
LA INTRUSA
II Reyes 1:26
Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor
de los Nelson, en el velorio de Cristián, el mayor, que falleció de muerte natural,
hacia mil ochocientos noventa y tantos, en el partido de Morón. Lo cierto es que
alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y
mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe. Años después, volvieron a
contármela en Turdera, donde había acontecido. La segunda versión, algo más
prolija, confirmaba en suma la de Santiago, con las pequeñas variaciones y
divergencias que son del caso. La escribo ahora porque en ella se cifra, si no me
engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos. Lo haré con
probidad, pero ya preveo que cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar
algún pormenor.
En Turdera los llamaban los Nilsen. El párroco me dijo que su predecesor
recordaba, no sin sorpresa, haber visto en la casa de esa gente una gastada Biblia
de tapas negras, con caracteres góticos; en las últimas páginas entrevió nombres y
fechas manuscritas. Era el único libro que había en la casa. La azarosa crónica de
los Nilsen, perdida como todo se perderá. El caserón, que ya no existe, era de
ladrillo sin revocar; desde el zaguán se divisaban un patio de baldosa colorada y otro
de tierra. Pocos, por lo demás, entraron ahí; los Nilsen defendían su soledad. En las
habitaciones desmanteladas dormían en catres; sus lujos eran el caballo, el apero, la
daga de hoja corta, el atuendo rumboso de los sábados y el alcohol pendenciero. Sé
que eran altos, de melena rojiza. Dinamarca o Irlanda, de las que nunca oirían
hablar, andaban por la sangre de esos dos criollos. El barrio los temía a los
Colorados; no es imposible que debieran alguna muerte. Hombro a hombro pelearon
una vez a la policía. Se dice que el menor tuvo un altercado con Juan Iberra, en el
que no llevó la peor parte, lo cual, según los entendidos, es mucho. Fueron troperos,
cuarteadores, cuatreros y alguna vez tahúres. Tenían fama de avaros, salvo cuando
la bebida y el juego los volvían generosos. De sus deudos nada se sabe ni de dónde
vinieron. Eran dueños de una carreta y una yunta de bueyes.
Físicamente diferían del compadraje que dio su apodo forajido a la Costa
Brava. Esto, y lo que ignoramos, ayuda a comprender lo unidos que fueron.
Malquistarse con uno era contar con dos enemigos.
Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos habían sido hasta
entonces de zaguán o de casa mala. No faltaron, pues, comentarios cuando Cristián
llevó a vivir con él a Juliana Burgos. Es verdad que ganaba así una sirvienta, pero no
es menos cierto que la colmó de horrendas baratijas y que la lucía en las fiestas. En
las pobres fiestas de conventillo, donde la quebrada y el corte estaban prohibidos y
donde se bailaba, todavía, con mucha luz. Juliana era de tez morena y de ojos
rasgados, bastaba que alguien la mirara para que se sonriera. En un barrio modesto,
donde el trabajo y el descuido gastan a las mujeres, no era mal parecida.
Eduardo los acompañaba al principio. Después emprendió un viaje a Arrecifes
por no sé qué negocio; a su vuelta llevó a la casa una muchacha, que había
levantado por el camino, y a los pocos días la echó. Se hizo más hosco; se
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Taller de Redacción y Gramática
emborrachaba solo en el almacén y no se daba con nadie. Estaba enamorado de la
mujer de Cristián. El barrio, que tal vez lo supo antes que él, previó con alevosa
alegría la rivalidad latente de los hermanos.
Una noche, al volver tarde de la esquina, Eduardo vio el oscuro de Cristián
atado al palenque. En el patio, el mayor estaba esperándolo con sus mejores
pilchas. La mujer iba y venía con el mate en la mano. Cristián le dijo a Eduardo:
- Yo me voy a una farra en lo de Farías. Ahí la tenés a la Juliana; si la querés,
usala.
El tono era entre mandón y cordial. Eduardo se quedó un tiempo mirándolo; no
sabía qué hacer. Cristián se levantó, se despidió de Eduardo, no de Juliana, que era
una cosa, montó a caballo y se fue al trote, sin apuro.
Desde aquella noche la compartieron. Nadie sabrá los pormenores de esa
sórdida unión, que ultrajaba las decencias del arrabal. El arreglo anduvo bien por
unas semanas, pero no podía durar. Entre ellos, los hermanos no pronunciaban el
nombre de Juliana, ni siquiera para llamarla, pero buscaban, y encontraban, razones
para no estar de acuerdo. Discutían la venta de unos cueros, pero lo que discutían
era otra cosa. Cristián solía alzar la voz y Eduardo callaba. Sin saberlo, estaban
celándose. En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía, que una mujer
pudiera importarle, más allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban
enamorados. Esto, de algún modo, los humillaba.
Una tarde, en la plaza de Lomas, Eduardo se cruzó con Juan Iberra, que lo
felicitó por ese primor que se había agenciado. Fue entonces, creo, que Eduardo lo
injurió. Nadie, delante de él, iba a hacer burla de Cristián.
La mujer atendía a los dos con sumisión bestial, pero no podía ocultar alguna
preferencia por el menor, que no había rechazado la participación, pero no la había
dispuesto.
Un día, le mandaron a la Juliana que sacara dos sillas al primer patio y que no
apareciera por ahí, porque tenían que hablar. Ella esperaba un diálogo largo y se
acostó a dormir la siesta, pero al rato la recordaron. Le hicieron llenar una bolsa con
todo lo que tenía, sin olvidar el rosario de vidrio y la crucecita que le había dejado su
madre. Sin explicarle nada la subieron a la carreta y emprendieron un silencioso y
tedioso viaje. Había llovido; los caminos estaban muy pesados y serían las cinco de
la mañana cuando llegaron a Morón. Ahí la vendieron a la patrona del prostíbulo. El
trato ya estaba hecho; Cristián cobró la suma y la dividió después con el otro.
En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la maraña (que también era
rutina) de aquel monstruoso amor, quisieron reanudar su antigua vida de hombres
entre hombres. Volvieron a las trucadas, al reñidero, a las juergas casuales. Acaso,
alguna vez, se creyeron salvados, pero solían incurrir, cada cual por su lado, en
injustificadas o harto justificadas ausencias. Poco antes de fin de año el menor dijo
que tenía que hacer en la capital. Cristián se fue a Morón; en el palenque de la casa
que sabemos reconoció al overo de Eduardo. Entró; adentro estaba el otro,
esperando turno. Parece que Cristián le dijo:
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Taller de Redacción y Gramática
- De seguir así, los vamos a cansar a los pingos. Más vale que la tengamos a
mano.
Habló con la patrona, sacó unas monedas del tirador y se la llevaron. La
Juliana iba con Cristián; Eduardo espoleó al overo para no verlos.
Volvieron a lo que ya se ha dicho. La infame solución había fracasado; los dos
habían cedido a la tentación de hacer trampa. Caín andaba por ahí, pero el cariño
entre los Nilsen era muy grande -¡quién sabe qué rigores y qué peligros habían
compartido!- y prefirieron desahogar su exasperación con ajenos. Con un
desconocido, con los perros, con la Juliana, que había traído la discordia.
El mes de marzo estaba por concluir y el calor no cejaba. Un domingo (los
domingos la gente suele recogerse temprano) Eduardo, que volvía del almacén, vio
que Cristián uncía los bueyes. Cristián le dijo:
- Vení; tenemos que dejar unos cueros en lo del Pardo; ya los cargué;
aprovechemos la fresca.
El comercio del Pardo quedaba, creo, más al sur; tomaron por el Camino de las
Tropas; después, por un desvío. El campo iba agrandándose con la noche.
Orillaron un pajonal; Cristián tiró el cigarro que había encendido y dijo sin
apuro:
- A trabajar, hermano. Después nos ayudarán los caranchos. Hoy la maté. Que
se quede aquí con sus pilchas. Ya no hará más perjuicios.
Se abrazaron, casi llorando. Ahora los ataba otro vínculo: la mujer tristemente
sacrificada y la obligación de olvidarla.
El Informe de Brodie (1970)
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Taller de Redacción y Gramática
PARA LEER “LA INTRUSA”
GLOSARIO:
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Arrecifes: localidad de la Provincia de Buenos Aires.
Calavera: hombre libertino.
Casa mala: prostíbulo.
Cejar: ceder.
Celar: tener celos.
Cifra: en este caso, “se cifra” significa “se resume”.
Colorados: sobrenombre con que se los conocía a los Nilsen, porque eran pelirrojos. Es
común en el Río de la Plata.
Compadraje: grupo de compadres. Compadre: gaucho que vive en una ciudad o sus
arrabales.
Conventillo: casa de inquilinato de muchas habitaciones, en las cuales viven familias,
personas solas o parejas de pobre condición. Fueron muy comunes en la ciudad de Buenos
Aires, ya que en ellos habitaban muchos de los inmigrantes que llegaron a la Argentina en la
primera mitad del siglo.
Costa Brava: nombre que se le daba a los arrabales de la Ciudad de Buenos Aires.
Criollo: hijo de inmigrante nacido en Hispanoamérica.
Cuarteador: del lenguaje gauchesco. Persona que tira las “cuartas” o sogas para remolcar un
carro.
Decurso: transcurso. Continuación en el tiempo.
Farra: fiesta.
Harto: muy.
Lomas: Lomas de Zamora, partido y ciudad de la Provincia de Buenos Aires.
Mal parecida: agradable, linda.
Mate: americanismo.
Morón: localidad de la Provincia de Buenos Aires.
Orillar: caminar por la orilla.
Orilleros: se refiere a los habitantes de los arrabales de la Ciudad de Buenos Aires. Los
orilleros pertenecían a una clase social baja y un medio social difícil; para sobrevivir, muchas
veces tenían que recurrir a la violencia.
Oscuro: caballo negro.
Overo: caballo que tiene el pelaje de dos colores.
Palenque: en Argentina, poste o palo clavado en la tierra para atar los animales.
Pajonal: terreno cubierto de paja, vegetación.
Pilcha: en Argentina, ropa, prenda de vestir.
Pingo: del lenguaje gauchesco. Caballo.
Probidad: honestidad.
Recojerse: ir a dormir.
Reñidero: lugar donde se realiza la riña de gallos, que consiste en una lucha de dos gallos
hasta la muerte de uno, donde se apuesta dinero. En la actualidad, están prohibidas.
Santiago Dabove: escritor argentino de la generación de Borges.
Trucada: jugar al truco. Truco: juego de naipes muy popular en Argentina.
Turdera: localidad de la Provincia de Buenos Aires.
Velorio: palabra del dialecto del Río de la Plata. Velatorio. Lugar donde se reúnen los
familiares y amigos de una persona fallecida y pasan la noche en vela hasta el entierro. La
reunión misma también recibe este nombre.
Zaguán: pasillo de entrada a una casa. Los enamorados solían encontrarse en ese lugar.
Taller de Redacción y Gramática
COMENTARIOS:
“…cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar algún pormenor.”: en este y en otros
cuentos, Borges se preocupa por la veracidad de la historia, que en este caso se la cuenta
Santiago Dabove; esta aclaración es casi una disculpa por los agregados que pueda realizar y se
reitera en otros cuentos de este libro.
·
“...perdida como todo se perderá.”: este tipo de acotaciones son propias del Borges narrador,
que muestran su pesimismo y escepticismo con respecto a los deseos de trascendencia de los
hombres. Es común encontrarlas en muchos de sus cuentos.
·
“... andaban por la sangre...”: se refiere a que los Nilsen seguramente tenían “sangre” o
ascendencia dinamarquesa o irlandesa.
·
“... ganaba así una sirvienta...”: la historia transcurre a principios de siglo. La mujer, en la
sociedad de los orilleros (que era muy machista), tenía un papel reducido a servir al hombre en la
casa o a ser una prostituta. De allí esta afirmación del narrador.
·
“... las lucía en la fiestas...”: se refiere a que la mostraba, hacía alarde de la mujer que tenía.
Este es un indicio de que estaba enamorado de ella.
·
“... la quebrada y el corte...”: pasos del tango. El tango estaba prohibido a principios de siglo
hasta entre las clases bajas, por considerarse un baile indecente. Ver: Taller de Tango.
·
“... al volver tarde de la esquina...”: en general, en las esquinas, se encontraban los almacenes
que vendían alimentos en general, pero también servían en las mesas bebidas alcohólicas.
·
“... usala.”: muy despectivo y muy machista. En la jerga de los orilleros, usar a una mujer es
tener relaciones sexuales con ella.
·
“... que era una cosa...”: una referencia al machismo de los orilleros, que consideraban a la
mujer como una cosa.
·
“...crucecita...”: este y otros diminutivos son muy comunes en el dialecto del Río de la Plata.
·
“... patrona...”: en este caso, es la dueña del prostíbulo.
·
“Caín andaba por ahí...”: se refiere a la historia bíblica de Caín y Abel. En ella se relata la
historia de un fratricidio: Caín mata a Abel porque lo envidia.
·
“ ...la Juliana...”: en español, es incorrecto el uso del artículo con el nombre propio (vulgarismo),
salvo excepciones muy claras. En este caso, Borges registra la forma de hablar de los orilleros.
·
“... almacén...”: como dijimos, en el almacén también se servían bebidas alcohólicas.
EXPRESIONES IDIOMÁTICAS:
Contar con: tener.
Deber una muerte: coloquial. Haber matado o asesinado a alguien.
En lo de: en la casa de. Expresión propia de la lengua coloquial del Río de la Plata.
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Taller de Redacción y Gramática
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·
En suma: en resumen.
·
Hombro a hombro: coloquial. Muy juntos, como verdaderos compañeros o aliados.
·
La fresca: coloquial. En el verano, la mañana muy temprano o la noche, cuando no hace tanto calor.
·
No llevar la peor parte: ganar.
·
Noventa y tantos: esta expresión es muy común en la lengua coloquial y se utiliza para indicar una
indeterminación en el año de una década: en este caso, la década del „90.
·
Tener a mano: coloquial. Tener cerca, al alcance de la mano.
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EL BUENOS AIRES DE BORGES
(gauchos, guapos y orilleros)
Borges pinta en sus cuentos de las orillas personajes que están a punto de
desaparecer, y que son producto de su nostalgia por el mundo del valor y del coraje
de sus antepasados. En ese pasado idealizado, se traslada a la periferia de la
ciudad, a los arrabales, a los límites imprecisos donde la ciudad se encuentra con el
campo y cuyos habitantes encarnan la degradación del gaucho1 que, en 19102, era
el emblema del ser nacional.
En estos cuentos Borges se ocupa de los guapos u orilleros, los herederos del
gaucho, que habitan los límites de la ciudad y que Borges adivina a punto de
perderse en una modernidad que desprecia los valores como el coraje. Su narrativa
busca un lugar donde importe el valor y toma como base los antiguos gauchos
transformados en guapos o en compadritos, en un arrabal más imaginario que real.
En la Conferencia: La poesía y el arrabal (1961), Borges explica el tema de los
“orilleros”:
El arrabal, que no se llamaba así antes; por ejemplo, mi abuelo no hablaba del
arrabal, ni mi padre tampoco, sino de las orillas, y al decir las orillas pensábamos
menos en las orillas del agua, en lo que se llamaba El Bajo, desde Palermo hacia un
poco más allá del barrio de las bocas del Riachuelo, no: pensábamos ante todo en
las orillas de la tierra; porque esa metáfora que confunde la llanura con el mar es
una metáfora natural, no una metáfora artificiosa. Es decir, pensábamos en esas
vagas, pobres y modestas regiones en que iba deshilachándose Buenos Aires hacia
el norte, hacia el oeste y hacia el sur. Esas regiones de casas bajas, esas calles en
cuyo fondo se sentía la gravitación, la presencia de la pampa; esas calles ya sin
empedrar, a veces de altas veredas de ladrillo y por las que no era raro ver cruzar un
jinete, ver muchos perros. Nada de esto era muy pintoresco, pero ahora quizá lo
sea, porque ya lo vemos, no a través de la realidad, sino a través de la imaginación
de quienes lo han contado”.
En esa frontera, que Borges traza entre el campo y la ciudad, están los últimos
hombres que pueden responder a la idea de valor de Borges, hombres de pocas
palabras que terminarán parodiados en el tango, copias falsas de una realidad que
él quiso capturar como emblemas de un pasado perdido, que ya no se reconoce por
el avance extranjero de los inmigrantes que ocupan la ciudad. Los orilleros son,
entonces, la idealización del pasado guerrero de sus antepasados, ahora degradado
por el mercantilismo, los guardaespaldas y los políticos de comité.
Extraído de: DE LA TORRE, Iván.
Roberto Arlt y Jorge Luis Borges: dos en la ciudad,
en “Debats”, Nro. 95, 2006/4.
1
Criollo (hijo de españoles) o mestizo (hijo de españoles con indígenas), aunque sin sentido racial sino étnico,
ya que también fueron gauchos los hijos de los inmigrantes europeos, los negros y los mulatos que aceptaron su
clase de vida (peón de campo, jornalero).
2
Presidencia de Roque Sáenz Peña, cuya “Ley Sáenz Peña” decreta el voto como “universal, secreto y
obligatorio”.
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LA INTRUSA – TEMAS
Como en la mayoría de los cuentos de El informe de Brodie, La Intrusa es
una historia que alguien ha contado a Borges y que él escribe; en este caso un
escritor amigo suyo: Santiago Dabove.
Con la historia de los hermanos Nilsen, Borges quiere mostrar la forma de
vivir de los “orilleros antiguos”, en una sociedad violenta, con reglas
machistas, en la que hay que sobrevivir enfrentando la pobreza, la falta de
trabajo y las privaciones, como puede verse en la descripción de la casa
donde viven.
Los Nilsen tienen, además, una cuestión en contra: tienen el aspecto de
extranjeros y, por lo tanto, no son aceptados con facilidad por el medio. Por
eso, lo único que les queda es ser muy unidos y defenderse mutuamente. Si,
por alguna razón, se pelean, será muy difícil que sobrevivan en ese medio que
no los acepta.
Esta es la explicación de la historia: la intrusa (Juliana) es la mujer que
puede separarlos y poner en peligro la “estabilidad” que poseen.
El tema del destino: la situación de los Nilsen no tiene otra salida que
matar a la mujer (la intrusa) para sobrevivir en esa sociedad: estar unidos es la
única defensa contra el medio; si se pelean, el medio los destruiría. Borges
considera que hay cosas que el hombre no puede cambiar en su destino: la
determinación del medio, del ambiente. El lugar donde el hombre vive, cómo
ha sido educado, la clase social a la que pertenece, su propia familia,
determinan al hombre en su vida. Esta es “la índole de los orilleros antiguos”,
que Borges quiere mostrarnos con la historia de los hermanos. Este mismo
tema se verá, de diferentes maneras, en otros cuentos.
El tema del machismo: es evidente en esta historia. La forma en que tratan
los hermanos a Juliana: es una “cosa”, ganaban “una sirvienta” al traerla a la
casa, no le daban participación en ninguna decisión en relación con su vida.
Es importante destacar que Juliana no dice una sola palabra en todo el cuento.
Ser una mujer en esa sociedad también implica un destino determinado. Por
otra parte, los Nilsen no pueden reconocer que se han enamorado de ella,
porque eso sería humillante.
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Taller de Redacción y Gramática
LA INTRUSA – ACTIVIDADES
1. Resumir el argumento del cuento.
2. Reemplazar lo subrayado y conservar el significado:
Lo cierto es que alguien lo oyó de alguien...
Lo cierto es que alguien lo escuchó de – lo supo por – se enteró por
alguien...
Años después, volvieron a contármela en Turdera, donde había
acontecido.
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Pocos, por lo demás, entraron ahí; los Nilsen defendían su soledad.
…………………………………………………………………………………
El barrio les temía a los Colorados; no es imposible que debieran alguna
muerte.
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…………………………………………………………………………………
Se dice que el menor tuvo un altercado con Juan Iberra, en el que no
llevó la peor parte, lo cual, según los entendidos, es mucho.
…………………………………………………………………………………
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Malquistarse con uno era contar con dos enemigos.
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Taller de Redacción y Gramática
Se hizo más hosco; se emborrachaba solo en el almacén y no se daba
con nadie.
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…………………………………………………………………………………
El barrio, que tal vez lo supo antes que él, previó con alevosa alegría la
rivalidad latente de los dos hermanos.
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al palenque. En el patio, el
mayor estaba esperándolo con sus mejores pilchas.
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
Yo me voy a una farra en lo de Farías.
…………………………………………………………………………………
En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la maraña (que
también era rutina) de aquel monstruoso amor, quisieron reanudar su
antigua vida de hombres entre hombres.
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
3. Realizar una oración con las siguientes palabras que Borges utiliza en
el cuento. Los verbos pueden conjugarse y variar el género y número
de los sustantivos y adjetivos.
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Taller de Redacción y Gramática
Prolija:
Caserón:
Atuendo:
Avaro:
Arrabal:
Pingo:
Velorio:
Almacén:
Pormenores:
Burla:
Overo:
Desahogar:
4. Realizar una redacción con cada uno de estos temas:
 Una carta familiar (elegir una de las opciones):
de Juliana a una amiga, en la que le cuenta sus temores por los celos y las
peleas que ha provocado entre los hermanos;
de uno de los hermanos (Cristián o Eduardo) a un amigo, en la que le
cuenta los problemas que tiene con su hermano por la relación con Juliana.
 Una descripción: ampliar la descripción de la casa de los Nilsen que
figura en el cuento La Intrusa.
 Un resumen: realizar un resumen del artículo “El Buenos Aires de
Borges” de Iván de la Torre.
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5. Leer los siguientes dos relatos de Borges. Indicar cuál es la idea que los
relaciona con el cuento “La intrusa”:
IN MEMORIAM J.F.K.
Esa bala es antigua.
En 1897 la disparó contra el Presidente del Uruguay un muchacho de
Montevideo, Arredondo, que había pasado largo tiempo sin ver a nadie,
para que lo supieran sin cómplices.
Treinta años antes, el mismo proyectil mató a Lincoln, por obra
criminal o mágica de un actor, a quien las palabras de Shakespeare
habían convertido en Marco Bruto, asesino de César. Al promediar el Siglo
XVII, la venganza la usó para dar muerte a Gustavo Adolfo de Suecia, en
mitad de la pública hecatombe de una batalla.
Antes, la bala fue otras cosas, porque la transmigración pitagórica no
sólo es propia de los hombres. Fue el cordón de seda que en el Oriente
reciben los visires; fue la fusilería y las bayonetas que destrozaron a los
defensores del Álamo; fue la cuchilla triangular, que segó el cuello de una
reina; fue los oscuros clavos que atravesaron la carne del Redentor y el
leño de la Cruz; fue el veneno que el jefe cartaginés guardaba en una
sortija de hierro; fue la serena copa que en un atardecer bebió Sócrates.
En el alba del tiempo, fue la piedra que Caín lanzó contra Abel y será
muchas cosas que hoy ni siquiera imaginamos y que podrán concluir con
los hombres y con su prodigioso y frágil destino.
Museo ("El Hacedor", 1960 - 2da. edición)
______________________________________________________________________
JUAN LÓPEZ Y JOHN WARD
Les tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en
distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un
pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar,
de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa
división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en las afueras
de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para
leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un
aula de la calle Viamonte.
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Taller de Redacción y Gramática
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas
islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel…
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Los Conjurados (1985).
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CINE DEBATE
ACTIVIDAD PARA LA PELÍCULA: “LA INTRUSA”
(Televisión Española (TVE). 1992)
1. Enumerar 4 diferencias entre el cuento y la película, considerando el
lugar en que ocurren los acontecimientos, el desarrollo y caracterización
de los personajes protagonistas y secundarios, el argumento, las
diferentes culturas, etc. ¿Creés que la diferencia de culturas (la española
y la del Río de la Plata) fueron determinantes en estos cambios?
2. Explicar por qué, según tu criterio, creés que el director y el guionista de
la TVE introdujeron estos cambios.
3. Enumerar 4 semejanzas entre el cuento y la película, considerando el
desarrollo y caracterización de los personajes protagonistas (los
hermanos y Juliana), los detalles argumentales, el tema, etc. ¿Cuáles
son las semejanzas entre las dos culturas (la española y la del Río de la
Plata) que podés mencionar?
4. ¿Pensás que la película de la TVE refleja lo que Borges quiso expresar
con el cuento “La Intrusa”, o es una versión “a la española”?
5. ¿Qué te gustó más: el cuento o la película? Fundamentá tu opinión.
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III. LA NARRACIÓN, LA OPINIÓN y LA CARTA DE
LECTORES
LA NARRACIÓN (VER PÁG. 4)
LA OPINIÓN/COMENTARIO/ENSAYO/LA MONOGRAFÍA
Estos tipos de texto exponen, sin agotar, una opinión del autor
(a favor: defensa; en contra: oposición) a propósito de un
determinado tema. La extensión, su rigor más o menos sistemático, su intención
polémica o informativa varían de un autor a otro. En general, los ensayos son más
extensos. Poseen, en su mayoría, secuencias argumentativas y explicativas.
Estos tipos de texto que dan a conocer una opinión deben presentar un
especial rigor de pensamiento y deben tener una construcción clara que refleje
el orden lógico de las ideas. Como en toda argumentación, su objetivo es defender
una postura, persuadir y lograr un cambio en el receptor, para lo que debe valerse
de recursos argumentativos (ver págs. 5 y siguientes).
Este tipo de textos incluyen también los juicios de valor.
Para producir estos textos hay que considerar las siguientes pautas:
Comprender el tema y delimitarlo: el tema debe estar claramente
expuesto y estará estrechamente relacionado con la idea que se quiere
defender.
Estudiar e inventariar el tema: o sea, considerar la problemática en
sus detalles para ver los puntos a tratar.
Seleccionar ideas y bibliografía sobre el tema (si es un ensayo):
para realizar relaciones entre nuestras ideas y las ajenas, juzgar las
ajenas y extraer de la comparación con las propias que fundamenten mi
tesis. Generalmente, el uso de bibliografía se da en los ensayos y las
monografías; en las opiniones, comentarios o juicios de valor el
análisis es más personal y se refiere a ideas propias sobre un tema.
Veamos este comentario, como ejemplo, publicado en el Diario La Nación
(25/11/79) (en el texto se marca la estructura y los tipos de secuencia que se
utilizan)
EL IDIOMA NEUTRO
¿Por qué los medios de difusión masivos, especialmente los audiovisuales, exigen la
utilización de un idioma neutro? Con el fin de abaratar los costos de los programas
grabados; los medios tratan de que el lenguaje utilizado resulte apto para todas las
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latitudes de nuestra área idiomática. (Secuencia explicativa: respuesta a una
pregunta). Como consecuencia, el idioma vivo y, como tal, caracterizado por modismos
regionales válidos, tiende a ser desplazado por un lenguaje neutro, que gana en
homogeneidad lo que pierde en vivacidad y en riqueza expresiva, atentando contra el
idioma. Lo que antecede es, asimismo, cierto no solo en relación con los medios
audiovisuales, sino para todo texto que, editado con pretensiones de difusión en amplia
escala, muy poco tiene que ver con la auténtica literatura. (Delimitación del problema: la
elección de los medios del lenguaje neutro)
Primero, es importante considerar que un escritor no piensa en un lector sin rostro.
Subrayemos que un auténtico lector no es un sujeto pasivo, un mero consumidor de ideas o
sentimientos ajenos. El verdadero lector es siempre un interlocutor, y sólo con ese
lector la escritura alcanza el cierre del circuito inicialmente propuesto por el escritor.
El lector advertirá la certeza o la falsedad y completará las operaciones que la verdad y la
belleza reclaman en los dos extremos del texto. Pero esas operaciones son posibles con
un idioma vivo y enriquecido por las circunstancias vitales y sociales de los
protagonistas, cuyo pensamiento y cuya sensibilidad quedan plasmados en el
lenguaje y en la escritura. (Primer argumento en contra del lenguaje neutro).
Además, las modernas técnicas de la comunicación impulsaron los estudios
semióticos. Para algunos semióticos, el lenguaje es un sistema de señales y cuando lo que
se pretende es ampliar el alcance de la comunicación, el “desideratum” es precisamente el
idioma neutro. Como acabamos de advertir, ese idioma neutro puede tener la ventaja de
su alcance, pero arrastra la desventaja de su inexperiencia. Además, como un idioma
neutro es una propuesta casi inalcanzable, lo que suele entenderse por tal no pasa de
ser el lenguaje de la zona donde los “video-tapes” se han traducido. Por eso están plagados
por modismos caribeños y por expresiones inglesas vertidas literalmente. Una de las más
escuchadas es: “¿Qué tanto le gusta a usted?”, versión, en idioma neutro, de: “How much
do you like it?”. (Segundo Argumento en contra del lenguaje neutro).
En resumen, de más está decir el grave daño cultural que se infiere a nuestro
idioma con semejantes formas dialectales. La deformación del lenguaje distorsiona la
fineza espiritual y un país celoso de su cultura no puede ni debe aceptar un idioma neutro
que desnaturaliza su modo de decir y, correlativamente, su modo de pensar y de sentir.
(Conclusión: el lenguaje neutro produce un daño cultural).
LA CARTA DE LECTORES
Las cartas de lectores son textos con mayoría de secuencias argumentativas
que se envían a un diario o revista, con el fin de hacer conocer una
opinión sobre un caso particular que se trató en esa publicación.
Tienen las siguientes características:
El destinatario es el director/a del periódico; pero el propósito es
llegar a otros (los lectores de ese medio periodístico).
Las cartas de lectores tienen intenciones diferentes: proponen,
agradecen, solicitan, denuncian, critican, opinan, rectifican, elogian, etc.
En general, poseen títulos sugerentes, que los coloca el editor del
diario o el autor.
A manera de ejemplo, comentaremos la carta: Envidia a Crusoe.
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Envidia a Crusoe
Señor Director:
Hay dos clases de personas que no pueden fácilmente conciliar el sueño: las que
no poseen la conciencia tranquila y las que, como en mi caso, tienen la mala suerte de
vivir cerca de una discoteca.
Yo soy uno de los sufridos vecinos de la confitería bailable de Arce al 500, entre
Ortega y Gasset y Santos Dumont, de Belgrano. Pero nuestro desvelo no es particular,
sino seguramente compartido por todos los porteños que habiten suelo de boliches.
Los intendentes tal vez no lo sepan, pero los chicos salen a la madrugada
cantando y bailando, seguramente impulsados por las hadas de alguna bebida
espirituosa, cuyos envases olvidan por todos lados; a veces incluso se pelean, y
sobreviene el remate ruidoso de alguna sirena policial.
Para peor, ya se terminan las clases y habrá baile seguido.
Algún día aquí y en todas partes las municipalidades comprenderán que no se
deben habilitar lugares con alta concentración de público en zonas urbanas muy
pobladas, aunque sea negocio para alguien. Mientras tanto, seguiremos envidiando a
Robinson Crusoe.
Luis Buero
La Nación, 8/XII/97
El autor la inicia con una generalización acerca de las personas que pueden
dormir tranquilas por la noche para luego incluirse entre las personas que no pueden
dormir; con esta introducción plantea el problema.
Luego, en la argumentación, con el conector “pero” se restringe la posibilidad
de que sea el único ciudadano que no pueda dormir por las noches: “Pero nuestro
desvelo no es particular, sino seguramente compartido”.
El autor pretende dar voz al reclamo de todo el vecindario: “yo soy uno de los
sufridos vecinos”; por ello los incluye en su reclamo: “personas que, como en mi
caso, tienen la mala suerte de vivir cerca de una discoteca”, “nuestro desvelo no es
particular, sino seguramente compartido”, “seguiremos envidiando”.
El siguiente “pero” indica la ignorancia de los intendentes sobre este tema que
preocupa a los vecinos.
En la conclusión, con la expresión temporal “Algún día” expresa el deseo de
que el problema se acabe y presenta una posible solución. Finaliza con una ironía: la
de envidiar a Robinson Crusoe, náufrago perdido en una isla.
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HISTORIA DE ROSENDO JUÁREZ
Serían las once de la noche; yo había entrado en el almacén, que ahora es un
bar, en Bolívar y Venezuela. Desde un rincón el hombre me chistó. Algo de
autoritario habría en él, porque le hice caso enseguida. Estaba sentado ante una de
las mesitas; sentí de un modo inexplicable que hacía mucho tiempo que no se había
movido de ahí, ante su copita vacía. No era ni bajo ni alto; parecía un artesano
decente, quizá un antiguo hombre de campo. El bigote ralo era gris. Aprensivo a la
manera de los porteños, no se había quitado la chalina. Me invitó a que tomara algo
con él. Me senté y charlamos. Todo sucedió hacia mil novecientos treinta y tantos.
El hombre me dijo:
- Usted no me conoce más que de mentas, pero usted me es conocido, señor.
Soy Rosendo Juárez. El finado Paredes le habrá hablado de mí. El viejo tenía sus
cosas; le gustaba mentir, no para engañar, sino para divertir a la gente. Ahora que
no tenemos nada que hacer, le voy a contar lo que de veras ocurrió aquella noche.
La noche que lo mataron al Corralero. Usted, señor, ha puesto lo sucedido en una
novela, que yo no estoy capacitado para apreciar, pero quiero que sepa la verdad
sobre esos infundios.
Hizo una pausa como para ir juntando los recuerdos y prosiguió:
“A uno le suceden las cosas y uno las va entendiendo con los años. Lo que me
pasó aquella noche venía de lejos. Yo me crié en el barrio del Maldonado, más allá
de Floresta. Era un zanjón de mala muerte, que por suerte ya lo entubaron. Yo
siempre he sido de opinión que nadie es quién para detener la marcha del progreso.
En fin, cada uno nace donde puede. Nunca se me ocurrió averiguar el nombre del
padre que me hizo. Clementina Juárez, mi madre, era una mujer muy decente que
se ganaba el pan con la plancha. Para mí, era entrerriana u oriental; sea lo que sea,
sabía hablar de sus allegados en Concepción del Uruguay. Me crié como los yuyos.
Aprendí a vistear con los otros, con un palo tiznado. Todavía no nos había ganado el
fútbol, que era cosa de los ingleses.
En el almacén, una noche me empezó a buscar un mozo Garmendia. Yo me
hice el sordo, pero el otro, que estaba tomado, insistió. Salimos; ya desde la vereda,
medio abrió la puerta del almacén y dijo a la gente:
- Pierdan cuidado, que ya vuelvo enseguida.
Yo me había agenciado un cuchillo; tomamos por el lado del Arroyo, despacio,
vigilándonos. Me llevaba unos años; había visteado muchas veces conmigo y yo
sentí que iba a achurarme. Yo iba por la derecha del callejón y él iba por la
izquierda. Tropezó contra unos cascotes. Fue tropezar Garmendia y fue venírmele
yo encima, casi sin haberlo pensado. Le abrí la cara de un puntazo, nos trabamos,
hubo un momento en el que pudo pasar cualquier cosa y al fin le di una puñalada,
que fue la última. Sólo después sentí que él también me había herido, unas
raspaduras. Esa noche aprendí que no es difícil matar a un hombre o que lo maten a
uno. El arroyo estaba muy bajo; para ir ganando tiempo, al finado medio lo disimulé
atrás de un horno de ladrillos. De puro atolondrado le refalé el anillo que él sabía
llevar con un zarzo. Me lo puse, me acomodé el chambergo y volví al almacén. Entré
sin apuro y les dije:
-Parece que el que ha vuelto soy yo.
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Taller de Redacción y Gramática
Pedí una caña y es verdad que la precisaba. Fue entonces que alguien me
avisó de la mancha de sangre.
Aquella noche me la pasé dando vueltas y vueltas en el catre; no me dormí
hasta el alba. A la oración pasaron a buscarme dos vigilantes. Mi madre, pobre la
finada, ponía el grito en el cielo. Arriaron conmigo, como si yo fuera un criminal. Dos
días y dos noches tuve que aguantarme en el calabozo. Nadie fue a verme, fuera de
Luis Irala, un amigo de veras, que le negaron el permiso. Una mañana el comisario
me mandó a buscar. Estaba acomodado en la silla; ni me miró y me dijo:
-¿Así es que vos te lo despachaste a Garmendia?
- Si usted lo dice - contesté.
-A mí se me dice señor. Nada de agachadas ni de evasivas. Aquí están las
declaraciones de los testigos y el anillo que fue hallado en tu casa. Firmá la
confesión de una vez.
Mojó la pluma en el tintero y me la alcanzó.
- Déjeme pensar, señor comisario - atiné a responder.
- Te doy veinticuatro horas para que lo pensés bien, en el calabozo. No te voy a
apurar. Si no querés entrar en razón, ite haciendo a la idea de un descansito en la
calle Las Heras.
Como es de imaginarse, yo no entendí.
- Si te avenís, te quedan unos días nomás. Después te saco y don Nicolás
Paredes me ha asegurado que te va a arreglar el asunto.
Los días fueron diez. A las cansadas se acordaron de mí. Firmé lo que querían
y uno de los dos vigilantes me acompañó a la calle Cabrera.
Atados al palenque había caballos y en el zaguán y adentro más gente que en
el quilombo. Parecía un comité. Don Nicolás, que estaba mateando, al fin me
atendió. Sin mayor apuro me dijo que me iba a mandar a Morón, donde estaban
preparando las elecciones. Me recomendó al senador Laferrer, que me probaría. La
carta se la escribió un mocito de negro, que componía versos, a lo que oí, sobre
conventillos y mugre, asuntos que no son del interés de un público ilustrado. Le
agradecí el favor y salí. A la vuelta ya no se me pegó el vigilante.
Todo había sido para bien; la Providencia sabe lo que hace. La muerte de
Garmendia, que al principio me había resultado un disgusto, ahora me abría un
camino. Claro que la autoridad me tenía en un puño. Si yo no le servía al partido, me
mandaba adentro, pero yo estaba envalentonado y me tenía fe.
El señor Laferrer me previno que con él yo iba a tener que andar derechito y
que podía llegar a guardaespaldas. Mi actuación fue la que se esperaba de mí. En
Morón y luego en el barrio, merecí la confianza de mis jefes. La policía y el partido
me fueron criando fama de guapo; fui un elemento electoral de valía en atrios de la
capital y de la provincia. Las elecciones eran bravas entonces; no fatigaré su
atención, señor, con uno que otro hecho de sangre. Nunca los pude ver a los
radicales, que siguen viviendo prendidos a las barbas de Alem. No había un alma
que no me respetara. Me agencié una mujer, la Lujanera, y un alazán dorado de
linda pinta. Durante años me hice el Moreira, que a lo mejor se habrá hecho en su
tiempo algún otro gaucho de circo. Me di a los naipes y al ajenjo.
31
Taller de Redacción y Gramática
Los viejos hablamos y hablamos, pero ya me estoy acercando a lo que le
quiero contar. No sé si ya se lo menté a Luis Irala. Un amigo como no hay muchos.
Era un hombre ya entrado en años, que nunca le había hecho asco al trabajo, y me
había tomado cariño. En la vida había puesto los pies en el comité. Vivía de su oficio
de carpintero. No se metía con nadie ni hubiera permitido que nadie se metiera con
él. Una mañana vino a verme y me dijo:
- Ya te habrán venido con la historia de que me dejó la Casilda. El que me la
quitó es Rufino Aguilera.
Con ese sujeto yo había tenido trato en Morón. Le contesté:
- Sí, lo conozco. Es el menos inmundicia de los Aguilera.
- Inmundicia o no, ahora tendrá que habérselas conmigo.
Me quedé pensando y le dije:
- Nadie le quita nada a nadie. Si la Casilda te ha dejado, es porque lo quiere a
Rufino y vos no le importás.
- Y la gente ¿qué va a decir? ¿Que soy un cobarde?
- Mi consejo es que no te metás en historias por lo que la gente pueda decir y
por una mujer que ya no te quiere.
- Ella me tiene sin cuidado. Un hombre que piensa cinco minutos seguidos en
una mujer no es un hombre sino un marica. La Casilda no tiene corazón. La última
noche que pasamos juntos me dijo que yo andaba para viejo.
- Te decía la verdad.
- La verdad es lo que duele. El que me está importando ahora es Rufino.
- Andá con cuidado. Yo lo he visto actuar a Rufino en el atrio de Merlo. Es una
luz.
- ¿Creés que le tengo miedo?
- Ya sé que no le tenés miedo, pero pensalo bien. Una de dos: o lo matás y vas
a la sombra, o él te mata y vas a la Chacarita.
- Así será. ¿Vos, qué harías en mi lugar?
- No sé, pero mi vida no es precisamente un ejemplo. Soy un muchacho que,
para escurrirle el bulto a la cárcel, se ha hecho un matón de comité.
- Yo no voy a hacerme el matón en ningún comité, voy a cobrar una deuda.
- Entonces, ¿vas a jugar tu tranquilidad por un desconocido y por una mujer
que ya no querés?
No quiso escucharme y se fue. Al otro día nos llegó la noticia de que lo había
provocado a Rufino en un comercio de Morón y que Rufino lo había muerto.
El fue a morir y lo mataron en buena ley, de hombre a hombre. Yo le había
dado mi consejo de amigo, pero me sentía culpable.
Días después del velorio, fui al reñidero. Nunca me habían calentado las riñas,
pero aquel domingo me dieron francamente asco. Qué les estará pasando a esos
animales, pensé, que se destrozan porque sí.
32
Taller de Redacción y Gramática
La noche de mi cuento, la noche del final de mi cuento, me había apalabrado
con los muchachos para un baile en lo de la Parda. Tantos años y ahora me vengo a
acordar del vestido floreado que llevaba mi compañera. La fiesta fue en el patio. No
faltó algún borracho que alborotara, pero yo me encargué de que las cosas
anduvieran como Dios manda. No habían dado las doce cuando los forasteros
aparecieron. Uno, que le decían el Corralero y que lo mataron a traición esa misma
noche, nos pagó a todos unas copas. Quiso la casualidad que los dos éramos de
una misma estampa. Algo andaba tramando; se me acercó y entró a ponderarme.
Dijo que era del Norte, donde le habían llegado mis mentas. Yo lo dejaba hablar a su
modo, pero ya estaba maliciándolo. No le daba descanso a la ginebra, acaso para
darse coraje, y al fin me convidó a pelear. Sucedió entonces lo que nadie quiere
entender. En ese botarate provocador me vi como en un espejo y me dio vergüenza.
No sentí miedo; acaso de haberlo sentido, salgo a pelear. Me quedé como si tal
cosa. El otro, con la cara ya muy arrimada a la mía, gritó para que todos lo oyeran:
- Lo que pasa es que no sos más que un cobarde.
- Así será - le dije-. No tengo miedo de pasar por cobarde. Podés agregar, si te
halaga, que me has llamado hijo de mala madre y que me he dejado escupir. Ahora
¿estás más tranquilo?
La Lujanera me sacó el cuchillo que yo sabía cargar en la sisa y me lo puso,
como fula, en la mano. Para rematarla, me dijo:
- Rosendo, creo que lo estás precisando.
Lo solté y salí sin apuro. La gente me abrió cancha, asombrada. Qué podía
importarme lo que pensaran.
Para zafarme de esa vida, me corrí a la República Oriental, donde me puse de
carrero. Desde mi vuelta me he afincado aquí. San Telmo ha sido siempre un barrio
de orden.”
El Informe de Brodie (1970)
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Taller de Redacción y Gramática
PARA LEER “HISTORIA DE ROSENDO JUÁREZ”
GLOSARIO:
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Bolívar: calle de la ciudad de Buenos Aires.
Venezuela: calle de la ciudad de Buenos Aires.
Mesitas: en el Río de la Plata, se suele utilizar el diminutivo para nombrar a las mesas de un
bar.
Copita: se usa el diminutivo para mencionar a las copas de licor.
Ralo: para el bigote, que tiene poco pelo y muy separado.
Chalina: echarpe de tela o de seda, que se pone alrededor del cuello. El chal es más ancho y
se pone sobre los hombros. Los guapos lo usaban generalmente en blanco.
Finado: Popular. Adjetivo (delante de un sustantivo propio) o sustantivo que quiere decir
muerto o fallecido.
Corralero: es un apodo.
Maldonado: arroyo que se encontraba en la Ciudad de Buenos Aires.
Floresta: barrio del oeste de la Ciudad de Buenos Aires.
Entrerriana: nacida en la Provincia de Entre Ríos.
Oriental: nacido en Uruguay. El Uruguay es también denominado: la banda Oriental.
Concepción del Uruguay: ciudad de la Provincia de Entre Ríos, sobre el río Uruguay
Vistear: simular, como muestra de habilidad, una pelea a cuchillo.
Tiznado: con tizne. Polvillo del humo o del carbón.
Mozo: hombre joven.
Agenciado: de agenciar, conseguir.
Achurar: Popular. Matar con un cuchillo. El término se relaciona con la acción de quitar las
achuras de la res.
Callejón: calle sin salida.
Cascote: conjunto de escombros.
Puntazo: Herir con la punta de un cuchillo. Las terminaciones -azo indican golpe; por ej.:
portazo (golpe de puerta).
Trabar: en una pelea, cuando los adversarios quedan prendidos.
Raspadura: herida leve.
Refalar: Popular. Resbalar, robar.
Zarzo: piedra preciosa.
Chambergo: sombrero.
Catre: cama rústica para una sola persona.
Vigilante: policía.
Arrear: en el sentido de llevar. En realidad, arrear se aplica para conducir al ganado de un
lugar al otro; Borges lo usa en varias cuentos como despectivo, para mostrar cómo trata la
policía a las personas.
Aguantar: en el sentido de soportar.
Calabozo: celda de castigo de una prisión.
Despachar: Familiar. Matar.
Agachada: eludir con astucia una obligación.
Ite: gauchesco. Imperativo de ir. El uso normal en el Rioplatense es andate.
Nomás: en el Río de la Plata: apenas, solamente.
Cabrera: calle de Palermo Viejo, Ciudad de Buenos Aires.
Palenque: en Argentina, poste o palo clavado en la tierra para atar los animales.
Quilombo: en el Río de la Plata: prostíbulo. También se usa en la lengua vulgar como lío,
barullo.
Comité: lugar de reunión de los políticos de un mismo partido. Este nombre lo adoptó la
Unión Cívica Radical; en contraposición, los peronistas dicen "Unidad Básica".
Matear: tomar mate. Mate: infusión muy popular en el Río de la Plata.
Morón: Partido de la Provincia de Buenos Aires.
Mocito: diminutivo de mozo, hombre joven.
Conventillo: : casa de inquilinato de muchas habitaciones, en las cuales viven familias,
personas solas o parejas de pobre condición. Fueron muy comunes en la ciudad de Buenos
Aires, ya que en ellos habitaban muchos de los inmigrantes que llegaron a la Argentina en la
primera mitad del siglo.
Mugre: en este caso, pobreza.
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Providencia: Dios.
Envalentonado: con valor, valentía.
Partido: división política de la Provincia de Buenos Aires.
Criar: hacer crecer, alimentar.
Guapo: orillero.
Atrio. comité.
Radical: Unión Cívica Radical, partido político fundado por Leandro N. Alem.
Lujanera: apodo.
Alazán: caballo de un color rojizo. Rojizo: más o menos rojo.
Moreira: Juan Moreira, gaucho legendario, que fue personaje de diversas obras literarias.
Mentar: mencionar.
Inmundicia: mala persona.
Merlo: partido de la Provincia de Buenos Aires.
Matón: hombre pendenciero que intimida a los demás.
Velorio: palabra del dialecto del Río de la Plata. Velatorio. Lugar donde se reúnen los
familiares y amigos de una persona fallecida y pasan la noche en vela hasta el entierro. La
reunión misma también recibe este nombre.
Reñidero: lugar donde se realiza la riña de gallos, que consiste en una lucha de dos gallos
hasta la muerte de uno, donde se apuesta dinero. En la actualidad, están prohibidas.
Riñas: se refiere a la riña de gallos.
Apalabrar: establecer de palabra una reunión.
Forastero: de otro pueblo.
Estampa: apariencia física.
Ponderar: halagar.
Norte: de las Provincias del Norte de Argentina.
Mentas: popular. Fama, voz u opinión sobre alguna persona.
Maliciar: pensar mal.
Arrimar: ponerse muy cerca, acercarse.
Sisa: debajo del brazo, cerca de la axila.
Fulo: popular. Irritado, enojado.
Rematar: dar fin, terminar. En este caso, el sentido es el de empeorar la situación, por eso el
pronombre la, que enfatiza. Por ej.: "Me dijo que no me quería y, para rematarla, que estaba
enamorada de otro hombre".
Zafar: escapar.
República Oriental: se refiere al Uruguay.
Carrero: que maneja un carro.
San Telmo: Barrio antiguo de la Ciudad de Buenos Aires.
COMENTARIOS:
"... ha puesto lo sucedido en una novela...": se refiere, en realidad, a un cuento El hombre de la
esquina rosada, escrito por Borges en
, donde se relata la misma historia, con variaciones.
·
"... que por suerte ya lo entubaron...": se refiere al arroyo Maldonado, que se encontraba en
la Ciudad de Buenos Aires y que fue entubado por esa época.
·
"Todavía no nos había ganado el fútbol, que era cosa de los ingleses": como se sabe, el
fútbol nace en Inglaterra y, en esa época, todavía no existía el fanatismo actual por ese deporte.
·
"Pierdan cuidado, que ya vuelvo enseguida": "perder cuidado": no preocuparse. En este
caso, Garmendia hace un alarde de seguridad: el hecho de afirmar que va a volver enseguida indica
que va a vencer a Rosendo.
·
"A mí se me dice señor": la frase es muy representativa de la prepotencia y el alarde de
autoridad que caracteriza a la policía. Es importante ver la forma: "se me dice"; el "se" hace
impersonal la frase que enfatiza y generaliza el hecho de que se le debe decir "señor".
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Taller de Redacción y Gramática
·
"... asuntos que no son del interés de un público ilustrado.": Rosendo establece en varias
oportunidades la diferencia entre él y Borges en relación con su nivel cultural. Esto también justifica el
nivel de lengua que utiliza Rosendo.
·
"... prendidos a las barbas de Alem": se refiere a Leandro N. Alem, fundador del partido
Radical. "Prendidos a las barbas" se refiere, irónicamente, a que los radicales nunca pudieron crecer
como partido desde su fundación.
·
"Un hombre que piensa cinco minutos seguidos en una mujer no es un hombre sino un
marica": marica/mariquita: familiar; hombre afeminado, homosexual; maricón: vulgar. Esta afirmación
muestra la sociedad machista de los orilleros.
·
"... vas a la Chacarita.": la Chacarita es uno de los cementerios de la ciudad de Buenos Aires.
La Recoleta fue el primer cementerio público, fundado en 1822; la Chacarita fue el segundo, fundado
debido a la epidemia de la fiebre amarilla. La Recoleta, después de su remodelación en 1880, se
convirtió en un cementerio para la clase alta; es el segundo en patrimonio artístico después del de
Génova. El tercer cementerio de la Ciudad de Buenos Aires, en la actualidad, es el de Flores.
·
"Yo le había dado mi consejo de amigo, pero me sentía culpable": el personaje de
Rosendo, después de la muerte de su amigo, sufre una evolución y comienza a sentirse mal frente a
los hechos de violencia.
·
"Qué les estará pasando a esos animales, que se destrozan porque sí": como en el
comentario anterior, Rosendo comienza a sentir repulsión por la violencia.
·
"En ese botarate provocador me vi como en un espejo y me dio vergüenza.": otra vez, se
marca la evolución del personaje.
·
"No sentí miedo; acaso de haberlo sentido, salgo a pelear.": con esta afirmación, se
muestra que Rosendo piensa que los que pelean son cobardes y no valientes. O sea, su evolución ha
invertido los valores preponderantes en el arrabal.
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"Rosendo, creo que lo estás precisando.": la mujer es la que lo invita a pelear. En una
sociedad como esta, las mujeres solían ser tan m
EXPRESIONES IDIOMÁTICAS:
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Tomar algo: coloquial y popular; beber una copa.
Treinta y tantos: esta expresión es muy común en la lengua coloquial y se utiliza para indicar una
indeterminación en el año de una década: en este caso, la década del „30.
Más que de mentas: nada más que de nombre.
Tener sus cosas: coloquial y popular; tener algunas características de la personalidad problemáticas o
difíciles.
Ir juntando los recuerdos: coloquial y popular; ir haciendo memoria.
Venir de lejos: coloquial y popular; se utiliza para indicar que lo que sucede es la consecuencia de
algo que ha pasado mucho antes.
Mala muerte: coloquial y popular; pobre, ordinario, de poca importancia.
Ser de opinión: opinar.
Ganarse el pan: coloquial y popular; ganar dinero para comer.
Criarse como los yuyos: coloquial y popular; crecer sin ningún cuidado, como la hierba mala (yuyo).
Hacerse el sordo: coloquial y popular; fingir que no se escucha algo, por conveniencia; hacerse el
tonto.
Estar tomado: coloquial y popular; estar borracho, ebrio.
Medio abrir: abrir pero no totalmente; medio se utiliza de esta manera con otros verbos y adjetivos,
con el mismo significado.
Venirse encima (de alguien): coloquial y popular; atacar, atropellar; se usa más frecuentemente: irse
encima.
Medio disimular: igual uso de medio, que vimos anteriormente (medio abrir).
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De puro...: coloquial y popular; con adjetivo, "como soy muy..."; "de atolondrado que soy". Se usa la
misma expresión con otros adjetivos relacionados con la personalidad.
Saber llevar: coloquial y popular; acostumbrar a usar, a llevar.
Dar vueltas y vueltas: coloquial y popular; divagar, perder el tiempo, por no poder o no querer hacer
algo. Por ej.: Tenía que estudiar, pero di vueltas y vueltas.
A la oración: a las siete de la mañana o de la tarde. En los pueblos, la Iglesia tocaba las campanas a
esas horas para recordar que era el momento de rezar.
Poner el grito en el cielo: coloquial y popular; enojarse mucho y protestar.
Fuera de...: aparte de...
Entrar en razón: coloquial y popular; aceptar.
Hacerse a la idea: coloquial y popular; acostumbrarse.
Un descansito en la calle Las Heras: coloquial y popular; en la calle Las Heras de la Ciudad de
Buenos Aires había, por aquella época, una cárcel; el "descansito" (el diminutivo es, en este caso,
irónico) se refiere al encierro.
Arreglar el asunto: coloquial y popular; solucionar el problema.
A las cansadas: coloquial y popular; hacer algo tardando más tiempo de lo razonable. Por ej.: "Hice
mi trabajo a las cansadas".
A lo que oí: vulgarismo. Por lo que oí, es lo correcto.
Abrirse un camino: coloquial y popular; hacerse un futuro.
Tener en un puño: tener dominado a alguien por algún motivo. Por ej.: "Le debía plata: me tenía en
un puño".
Mandar adentro: ...de la cárcel; coloquial y popular.
Tenerse fe: coloquial y popular; confiar en uno mismo o en alguien.
Andar derechito: coloquial y popular; "andar derecho". El diminutivo es enfático e irónico.
Hecho de sangre: crimen, asesinato.
No haber un alma: coloquial y popular; no encontrar a nadie o a muy poca gente. Por ej.: "En el baile
no había un alma".
Linda pinta: coloquial y popular; muy lindo, de muy buen aspecto (pinta).
Entrado en años: eufemismo por "viejo".
No hacerle asco: coloquial y popular; no ser reacio a algo.
Tomar cariño: tener afecto por alguien.
En la vida: coloquial y popular; nunca.
Poner los pies: coloquial y popular; se usa en negativo, nada más. No poner los pies es no haber
estado nunca en un lugar.
No meterse con nadie: coloquial y popular; no molestar a nadie, no importarle de nadie.
Venir con la historia: coloquial y popular; traer un cuento, un chisme.
Habérselas con alguien: vulgarismo por "vérselas conmigo" (coloquial y popular). Se lo utiliza como
amenaza, en el sentido de "ahora va a tener que enfrentarme".
Tenerme sin cuidado: coloquial y popular; no preocuparme. Se usa también en las otras personas
gramaticales. Por ej.: "El examen lo tiene sin cuidado".
Andar con cuidado: coloquial y popular; en el imperativo es un consejo, una recomendación:
"cuidate".
Ser una luz: coloquial y popular; ser muy inteligente.
Ir a la sombra: coloquial y popular; ir a la cárcel.
Escurrir el bulto: coloquial y popular; sortear, evitar.
Haber muerto: coloquial y popular; matar.
En buena ley: en forma justa.
De hombre a hombre: coloquial y popular; en una pelea justa, entre valientes.
No calentarse: coloquial y popular; no preocuparse, no importarle.
Como Dios manda: en forma correcta.
No dar descanso: hacer algo sin detenerse.
Quedarse como si tal cosa: no reaccionar ante un hecho determinado.
Abrir cancha: abrir o hacer espacio.
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Taller de Redacción y Gramática
HISTORIA DE ROSENDO JUÁREZ – TEMAS
1. Como los otros, este cuento es contado; en este caso, se lo relata a
Borges el personaje protagonista, que quiere dar la verdadera versión de lo
sucedido la noche en que mataron al Corralero, en contraposición con la que
Borges ya narró en El hombre de la esquina rosada. El hecho de que sea
narrado en primera persona da más veracidad a la historia.
En este cuento, nuevamente Borges desarrolla el tema social: muestra la
sociedad de los guapos y de los matones, pero no ya en la década del „10 sino
en la del ‟30. La situación ha variado: Rosendo, para escapar de la cárcel, debe
convertirse en un matón de comité. Borges muestra un problema de la época,
que se extenderá durante por lo menos 10 años en Argentina: el fraude
electoral, especialmente dirigido a mantener al Partido Conservador en el
poder.
Más allá de la situación histórica, el tema preponderante es otra vez el
tema del destino, que en este caso también presenta un cambio importante. En
los otros cuentos, el ambiente social era considerado determinante del destino
social e individual del personaje; ninguno de los personajes anteriores pudo
realizar un cambio en su vida y escapar a un destino de violencia. Este caso es
diferente: Rosendo no solo tiene la posibilidad de reflexionar y darse cuenta
de que la vida que lleva no le gusta sino que tiene la posibilidad de cambiarla.
Hay varios hechos que muestran esta evolución del personaje: sus
consejos a su amigo Luis irala, que finalmente muere en una pelea; sus
reflexiones sobre la riña de gallos y su enfrentamiento final con el Corralero,
un provocador en el que ve su propia vida. Su comportamiento final lo
muestra como un hombre que desprecia las reglas machistas del arrabal, que
se da cuenta de que ser valiente no es ser violento y al que no le interesa
responder a “una imagen” ni conservar un lugar. Por eso, se muda a San
Telmo, “un barrio de orden”.
2. Para conocer mejor el tema del fraude electoral en los años 30 en la
Argentina, leé este artículo del diario Clarín, publicado el domingo 7 de
octubre de 2007 (las negritas son nuestras):
VOTO CANTADO Y “FRAUDE PATRIÓTICO”
Felipe Pigna
La primera ley electoral argentina fue sancionada en 1821 en la provincia de Buenos Aires
durante el gobierno de Martín Rodríguez, bajo el impulso de su ministro de gobierno,
Bernardino Rivadavia. Esta ley establecía el sufragio universal masculino y voluntario para
todos los hombres libres de la provincia y limitaba exclusivamente la posibilidad de ser electo
para cualquier cargo a los propietarios. A pesar de su amplitud: esta ley tuvo en la práctica un
alcance limitado porque la mayoría de la población de la campaña ni siquiera se enteraba de
que se desarrollaban los comicios. Así, en las primeras elecciones efectuadas con esta ley,
sobre una población de 60.000 personas, sólo trescientas emitieron su voto.
La Constitución Nacional de 1853 dejó un importante vacío jurídico en lo referente al
sistema electoral, que fue parcialmente cubierto por la Ley 140 de 1857. El voto era
masculino y cantado y el país se dividía en 15 distritos electorales en los que cada votante lo
hacía por una lista completa, o sea que contenía los candidatos para todos los cargos. Así la
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Taller de Redacción y Gramática
lista más votada obtenía todas las bancas o puestos ejecutivos en disputa y la oposición se
quedaba prácticamente sin representación política.
La emisión del voto a viva voz (voto cantado) podía provocarle graves inconvenientes
al votante que iban desde la pérdida de su empleo o la pérdida de la propia vida si su
voto no coincidía con el del caudillo que dominaba su circuito electoral. Sin dudas, rigió
por aquellos años un fraude que en algunos casos resultaba escandaloso, como lo cuenta
Sarmiento en una carta a su amigo Oro, refiriéndose a las elecciones de 1857: "Nuestra base
de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente, han dado
este resultado admirable e inesperado. Establecimos en varios puntos depósitos de armas y
encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración;
algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando
y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esta
gente con estos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición" (1).
Los días de elecciones los gobernantes de turno hacían valer las libretas de los
muertos, compraban votos, quemaban urnas y falsificaban padrones. Así demostraba la
clase dominante su desprecio por la democracia real y su concepción de que eran los
únicos con derecho a gobernar un país al que consideraban una propiedad privada.
Puede decirse que todos los gobernantes de lo que la historia oficial llama "presidencias
históricas" -es decir las de Mitre, Sarmiento y Avellaneda; y las subsiguientes hasta
1916- son ilegítimas de origen porque todos los presidentes de aquel período llegaron al
gobierno gracias al más crudo fraude electoral.
Hacia fines del siglo XIX las burguesías gobernantes comprendieron que la exclusión del
pueblo tenía grandes desventajas y que la ampliación del sistema electoral, si se hacía con los
controles del caso, no afectaba el desarrollo y supervivencia del sistema, sino que por el
contrario lo legitimaba y legalizaba.
Muchos encumbrados miembros de la clase dirigente como el general Roca apostaban a la
mano dura, a no aflojar un ápice, a seguir con la clásica política de exclusión social y a la
marginación del sistema político de las grandes mayorías populares. Otros, adelantándose a
Giusepe Tomasi príncipe di Lampedusa y su obra cumbre El Gatopardo comenzaron a pensar
en cambiar algo para garantizarse que lo esencial no cambiara. Este grupo de políticos creyó
conveniente abrir una válvula de escape de aquella gran olla a presión en que se estaba
convirtiendo la "república conservadora". Entre ellos estaba el hombre que, venciendo
importantes resistencias, logró la sanción y aplicación de la primera estaba el hombre que,
venciendo importantes resistencias, logró la sanción y aplicación de la primera ley que llevaría
su nombre, Sáenz Peña, y que garantizaba el voto secreto, universal y obligatorio a los
argentinos varones mayores de 18 años,
El fin del fraude significaba un notable avance hacia la democracia en Argentina y la
posibilidad de expresión de las fuerzas políticas opositoras. En las. primeras elecciones libres
llevadas adelante en la Argentina, en el mismo año 1912, la bancada socialista crece
notablemente y se suceden los triunfos radicales en Entre Ríos y Santa Fe. En octubre de 1916
llegaba a la Casa Rosada Hipólito Yrigoyen, el primer presidente electo en comicios libres y
sin fraude de toda la historia argentina.
El golpe de septiembre de 1930 interrumpió violentamente el proceso democrático argentino
y tras la breve dictadura del general Uriburu, se reinstaló el fraude electoral. Como todo el
mundo sabía, el 8 de noviembre de 1931 -en un simulacro de elecciones, con un fraude
escandaloso, la oposición encarcelada, acallada y perseguida, y con la Ley Sáenz Peña
convertida en letra muerta-, el general Agustín P. Justo, fue "electo" presidente de la
República imponiéndose sobre el binomio Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto. Esta es la
crónica del día del comicio hecha por el diario socialista La Vanguardia:
"En su afán de 'superarse' y 'robar' la elección, (los presidentes de mesa) sumaron en
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Taller de Redacción y Gramática
algunos casos todos los sobres enviados por la Junta Electoral, poniendo dentro otras
tantas boletas oficiales. Ha sido tanta la torpeza de los presidentes sin escrúpulos que
luego de meter 300 votos en la urna, recién leyeron que en la mesa solo votaban 260 ó
280” (2).
Así terminaba la dictadura de Uriburu y comenzaba el gobierno fraudulento de su colega
Justo. Los generales se vanagloriaban del resultado electoral y no tenían ningún problema en
admitir que habían hecho fraude. pero un "fraude patriótico", porque se hacía para salvar a la
patria de la chusma radical. Justo será fiel al sistema que lo había llevado al poder
aplicando "el fraude patriótico" y perfeccionándolo: a las clásicas amenazas a los
votantes opositores y al "usted ya votó" se sumaban ahora el secuestro de las libretas de
enrolamiento, la falsificación de las actas de votación. el cambio de urnas. Todo esto
pudo verse en las elecciones de marzo de 1936 que le dieron el triunfo a Manuel Fresco
en la provincia de Buenos Aires, calificadas por el embajador de los Estados Unidos
como la "más burlesca y fraudulenta contienda electoral jamás realizada en la
Argentina". (3)
La negación o malversación del voto, de forma variada y recurrente a lo largo de nuestra
historia, constituyó y constituye una de las más graves violaciones de los derechos básicos de
todo ciudadano, el derecho al voto, el ejercicio de su porción de poder, lo que justifica el
pago de sus impuestos porque lo ratifica como parte de un Estado al que está obligado a sostener solidariamente.
(1) D.F. Sarmiento, carta a Domingo de Oro, 17 de junio de 1857, en Peña, Milcíades, “La era de Mitre”, Bs.
As., Fichas, 1973.
(2) Buenos Aires, La vanguardia, 16 de septiembre de 1931.
(3) La Nación, Historia de la Argentina en el Siglo XX, Buenos Aires, La Nación, 1997.
VESTIDOS PARA LA OCASIÓN: a principios del siglo XX, votar tenía las características de un acto
solemne. De traje y sombrero, desde las autoridades de mesa hasta los fiscales. La foto es una gelatina de plata
original, tomada por un fotógrafo de “Caras y Caretas”, cuyo nombre no se consignó.
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Taller de Redacción y Gramática
HISTORIA DE ROSENDO JUAREZ - ACTIVIDADES
1. Resumir el argumento del cuento, considerando las siguientes
preguntas:
¿Dónde y cómo se encuentran Rosendo Juárez y Jorge Luis Borges?
¿Por qué Rosendo Juárez quiere contarle su historia a Borges?
¿Cómo fue la vida de Rosendo Juárez? Considere su niñez, la sociedad a
la que pertenece, su familia, etc.
Resumir el hecho por el cual Rosendo Juárez va a la cárcel.
¿Cómo logra Rosendo Juárez la libertad (salir de la cárcel)?
¿Cuál es el trabajo que realiza para el Partido Conservador?
¿Cuál es el problema que le cuenta su amigo Luis Irala?
¿Cuál es el consejo que le da Rosendo?
Relate el final del cuento, considerando lo que sucede en el baile de la
Parda y su decisión de no intervenir en la pelea.
¿A dónde se va a vivir Rosendo y por qué?
2. Reemplazar lo subrayado y conservar el significado:
Algo de autoritario habría en él, porque le hice caso enseguida.
..................................................................................................................
Hizo una pausa como para ir juntando los recuerdos y prosiguió.
..................................................................................................................
Me crié como los yuyos.
..................................................................................................................
Pierdan cuidado, que ya vuelvo enseguida.
..................................................................................................................
Me llevaba unos años, había visteado muchas veces conmigo y yo sentí
que iba a achurarme.
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..................................................................................................................
De puro atolondrado le refalé el anillo que él sabía llevar con un zarzo.
..................................................................................................................
Si no querés entrar en razón, ite haciendo a la idea de un descansito en
la calle Las Heras.
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..................................................................................................................
A las cansadas se acordaron de mí.
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Taller de Redacción y Gramática
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Las elecciones eran bravas entonces; no fatigaré su atención, señor,
con uno que otro hecho de sangre.
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..................................................................................................................
En la vida había puesto los pies en el comité.
..................................................................................................................
Nunca me habían calentado las riñas, pero aquel domingo me dieron
francamente asco.
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..................................................................................................................
No le daba descanso a la ginebra, acaso para darse coraje, y al fin me
convidó a pelear.
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..................................................................................................................
Me quedé como si tal cosa.
..................................................................................................................
3. Realizar una oración con cada una de las siguientes expresiones:
Hacerse el sordo.
..................................................................................................................
Estar tomado.
..................................................................................................................
Dar vueltas y vueltas.
..................................................................................................................
Hacerse a la idea.
..................................................................................................................
Abrirse un camino.
..................................................................................................................
Tener en un puño.
..................................................................................................................
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Taller de Redacción y Gramática
Tenerse fe.
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Andar derecho.
..................................................................................................................
No haber un alma.
..................................................................................................................
No meterse con nadie.
..................................................................................................................
Tomar cariño.
..................................................................................................................
Tener sin cuidado.
..................................................................................................................
Ir a la sombra.
..................................................................................................................
Como Dios manda.
..................................................................................................................
Abrir cancha.
..................................................................................................................
4. ¿Qué relaciones se pueden establecer entre la noticia del diario Clarín
sobre el fraude patriótico y lo que se narra en el cuento? ¿En tu país se
ha cometido alguna vez fraude en las elecciones? ¿Cuál es tu opinión
al respecto?
5. Realizar una narración en pasado, en tercera persona, donde se cuente
la historia de una persona que ha tomado la determinación de cambiar
su vida.
Remordimiento
"He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
humano de las noches y los días.
Para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
43
Taller de Redacción y Gramática
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado."
6. Considerar esta opinión de Horacio Salas sobre el poema
Remordimiento:
"La muerte suele dejar en los hijos, sumado a la natural sensación de
vacío, un amargo sabor de impotencia, de no haber cumplido - a lo largo de
la vida - con las expectativas forjadas por los progenitores, de haberlos
defraudado. El fantasma de la culpa sobrevuela los duelos. Y Borges le
agregó al tema sus propias frustraciones y desdichas.”
¿Deben los hijos cumplir con las expectativas de sus padres? Opinar y
argumentar.
7. Realizar una carta de lectores al diario La Nación con motivo de la
publicación del poema Remordimiento.
44
Taller de Redacción y Gramática
CINE DEBATE
“OTRA HISTORIA DE ROSENDO JUÁREZ”
(Televisión Española (TVE). 1992)
1. Leer el cuento “Historia de Rosendo Juárez” de Jorge Luis Borges.
2. Comparar la situación política de Argentina y de España en la década del
30 e indicar cómo la TVE aprovecha las similitudes para realizar el guion
de la película. Relacionalo especialmente con el trabajo que debe
realizar Rosendo Juárez para no ir a la cárcel.
3. Enumerar 4 diferencias entre el cuento y la película, considerando el
lugar en que ocurren los acontecimientos, el desarrollo y caracterización
de los personajes protagonistas y secundarios, el argumento, etc.
4. Explicar por qué, según tu criterio, creés que el director y el guionista de
la TVE introdujeron estos cambios.
5. Enumerar 4 semejanzas entre el cuento y la película, considerando el
desarrollo y caracterización del personaje protagonista, los detalles
argumentales, el tema, etc. ¿Cuáles son las semejanzas entre las dos
culturas (la española y la del Río de la Plata) que podés mencionar?
6. ¿Pensás que la película de la TVE refleja lo que Borges quiso expresar
con el cuento “Historia de Rosendo Juárez”?
7. ¿Qué te gustó más: el cuento o la película? Fundamentá tu opinión.
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Taller de Redacción y Gramática
EL SUR
El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes
Dahlmann y era pastor de la iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan
Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía
hondamente argentino. Su abuelo materno había sido aquel Francisco Flores, del 2
de infantería de línea, que murió en la frontera de Buenos Aires, lanceado por indios
de Catriel; en la discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann (tal vez a impulso de la
sangre germánica) eligió el de ese antepasado romántico, o de muerte romántica.
Un estuche con el daguerrotipo de un hombre inexpresivo y barbado, una vieja
espada, la dicha y el coraje de ciertas músicas, el hábito de estrofas del Martín
Fierro, los años, el desgano y la soledad, fomentaron ese criollismo algo voluntario,
pero nunca ostentoso. A costa de algunas privaciones, Dahlmann había logrado
salvar el casco de una estancia en el Sur, que fue de los Flores; una de las
costumbres de su memoria era la imagen de los eucaliptos balsámicos y de la larga
casa rosada que alguna vez fue carmesí. Las tareas y acaso la indolencia lo
retenían en la ciudad. Verano tras verano se contentaba con la idea abstracta de
posesión y con la certidumbre de que su casa estaba esperándolo, en un sitio
preciso de la llanura. En los últimos días de febrero de 1939, algo le aconteció.
Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas
distracciones. Dahlmann había conseguido, esa tarde, un ejemplar descabalado de
las Mil y una Noches de Weil; ávido de examinar ese hallazgo, no esperó que bajara
el ascensor y subió con apuro las escaleras; algo en la oscuridad le rozó la frente
¿un murciélago, un pájaro? En la cara de la mujer que le abrió la puerta vio grabado
el horror, y la mano que se pasó sobre la frente salió roja de sangre. La arista de un
batiente recién pintado que alguien se olvidó de cerrar le había hecho esa herida.
Dahlmann logró dormir, pero a la madrugada estaba despierto y desde aquella hora
el sabor de todas las cosas fue atroz. La fiebre lo gastó y las ilustraciones de las Mil
y una Noches sirvieron para decorar pesadillas. Amigos y parientes lo visitaban y
con exagerada sonrisa le repetían que lo hallaban muy bien. Dahlmann los oía con
una especie de débil estupor y le maravillaba que no supieran que estaba en el
infierno. Ocho días pasaron, como ocho siglos. Una tarde, el médico habitual se
presentó con su médico nuevo y lo condujeron a un sanatorio de la calle Ecuador,
porque era indispensable sacarle una radiografía. Dahlmann, en el coche de plaza
que los llevó, pensó que en una habitación que no fuera la suya podría, al fin, dormir.
Se sintió feliz y conversador; en cuanto llegó, lo desvistieron; le raparon la cabeza, lo
sujetaron con metales a una camilla, lo iluminaron hasta la ceguera y el vértigo, lo
auscultaron y un hombre enmascarado le clavó una aguja en el brazo. Se despertó
con náuseas, vendado, en una celda que tenía algo de pozo y, en los días y noches
que siguieron a la operación pudo entender que apenas había estado, hasta
entonces, en un arrabal del infierno.
El hielo no dejaba en su boca el menor rastro de frescura. En esos días,
Dahlmann minuciosamente se odió; odió su identidad, sus necesidades corporales,
su humillación, la barba que le erizaba la cara. Sufrió con estoicismo las curaciones,
que eran muy dolorosas, pero cuando el cirujano le dijo que había estado a punto de
morir de una septicemia, Dahlmann se echó a llorar, condolido de su destino. Las
miserias físicas y la incesante previsión de las malas noches no le habían dejado
pensar en algo tan abstracto como la muerte. Otro día, el cirujano le dijo que estaba
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Taller de Redacción y Gramática
reponiéndose y que, muy pronto, podría ir a convalecer a la estancia.
Increíblemente, el día prometido llegó.
A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos; Dahlmann había
llegado al sanatorio en un coche de plaza y ahora un coche de plaza lo llevaba a
Constitución. La primera frescura del otoño, después de la opresión del verano, era
como un símbolo natural de su destino rescatado de la muerte y la fiebre. La ciudad,
a las siete de la mañana, no había perdido ese aire de casa vieja que le infunde la
noche; las calles eran como largos zaguanes, las plazas como patios. Dahlmann la
reconocía con felicidad y con un principio de vértigo; unos segundos antes de que
las registraran sus ojos, recordaba las esquinas, las carteleras, las modestas
diferencias de Buenos Aires. En la luz amarilla del nuevo día, todas las cosas
regresaban a él.
Nadie ignora que el Sur empieza del otro lado de Rivadavia. Dahlmann solía
repetir que ello no es una convención y que quien atraviesa esa calle entra en un
mundo más antiguo y más firme. Desde el coche buscaba entre la nueva edificación,
la ventana de rejas, el llamador, el arco de la puerta, el zaguán, el íntimo patio.
En el hall de la estación advirtió que faltaban treinta minutos. Recordó
bruscamente que en un café de la calle Brasil (a pocos metros de la casa de
Yrigoyen) había un enorme gato que se dejaba acariciar por la gente, como una
divinidad desdeñosa. Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la
endulzó lentamente, la probó (ese placer le había sido vedado en la clínica) y pensó,
mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban
separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el
mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante.
A lo largo del penúltimo andén el tren esperaba. Dahlmann recorrió los vagones
y dio con uno casi vacío. Acomodó en la red la valija; cuando los coches arrancaron,
la abrió y sacó, tras alguna vacilación, el primer tomo de las Mil y una Noches. Viajar
con este libro, tan vinculado a la historia de su desdicha, era una afirmación de que
esa desdicha había sido anulada y un desafío alegre y secreto a las frustradas
fuerzas del mal.
A los lados del tren, la ciudad se desgarraba en suburbios; esta visión y luego
la de jardines y quintas demoraron el principio de la lectura. La verdad es que
Dahlmann leyó poco; la montaña de piedra imán y el genio que ha jurado matar a su
bienhechor eran, quién lo niega, maravillosos, pero no mucho más que la mañana y
que el hecho de ser. La felicidad lo distraía de Shahrazad y de sus milagros
superfluos; Dahlmann cerraba el libro y se dejaba simplemente vivir.
El almuerzo (con el caldo servido en boles de metal reluciente, como en los ya
remotos veraneos de la niñez) fue otro goce tranquilo y agradecido.
Mañana me despertaré en la estancia, pensaba, y era como si a un tiempo
fuera dos hombres: el que avanzaba por el día otoñal y por la geografía de la patria,
y el otro, encarcelado en un sanatorio y sujeto a metódicas servidumbres. Vio casas
de ladrillos sin revocar, esquinadas y largas, infinitamente mirando pasar los trenes;
vio jinetes en los terrosos caminos; vio zanjas y lagunas y hacienda; vio largas
nubes luminosas que parecían de mármol, y todas estas cosas eran casuales, como
sueños de la llanura. También creyó reconocer árboles y sembrados que no hubiera
podido nombrar, porque su directo conocimiento de la campaña era harto inferior a
su conocimiento nostálgico y literario.
47
Taller de Redacción y Gramática
Alguna vez durmió y en sus sueños estaba el ímpetu del tren. Ya el blanco sol
intolerable de las doce del día era el sol amarillo que precede al anochecer y no
tardaría en ser rojo. También el coche era distinto; no era el que fue en Constitución,
al dejar el andén: la llanura y las horas lo habían atravesado y transfigurado. Afuera
la móvil sombra del vagón se alargaba hacia el horizonte. No turbaban la tierra
elemental ni poblaciones ni otros signos humanos. Todo era vasto, pero al mismo
tiempo era íntimo y, de alguna manera, secreto. En el campo desaforado, a veces no
había otra cosa que un toro. La soledad era perfecta y tal vez hostil, y Dahlmann
pudo sospechar que viajaba al pasado y no sólo al Sur. De esa conjetura fantástica
lo distrajo el inspector, que al ver su boleto, le advirtió que el tren no lo dejaría en la
estación de siempre sino en otra, un poco anterior y apenas conocida por Dahlmann.
(El hombre añadió una explicación que Dahlmann no trató de entender ni siquiera de
oír, porque el mecanismo de los hechos no le importaba).
El tren laboriosamente se detuvo, casi en medio del campo. Del otro lado de las
vías quedaba la estación, que era poco más que un andén con un cobertizo. Ningún
vehículo tenían, pero el jefe opinó que tal vez pudiera conseguir uno en un comercio
que le indicó a unas diez, doce cuadras.
Dahlmann aceptó la caminata como una pequeña aventura. Ya se había
hundido el sol, pero un esplendor final exaltaba la viva y silenciosa llanura, antes de
que la borrara la noche. Menos para no fatigarse que para hacer durar las cosas,
Dahlmann caminaba despacio, aspirando con grave felicidad el olor del trébol.
El almacén, alguna vez, había sido punzó, pero los años habían mitigado para
su bien ese color violento. Algo en su pobre arquitectura le recordó un grabado en
acero, acaso de una vieja edición de Pablo y Virginia. Atados al palenque había
unos caballos. Dahlmann, adentro, creyó reconocer al patrón; luego comprendió que
lo había engañado su parecido con uno de los empleados del sanatorio. El hombre,
oído el caso, dijo que le harían atar la jardinera; para agregar otro hecho a aquel día
y para llenar ese tiempo, Dahlmann resolvió comer en el almacén.
En una mesa comían y bebían ruidosamente unos muchachones, en los que
Dahlmann, al principio, no se fijó. En el suelo, apoyado en el mostrador, se
acurrucaba, inmóvil como una cosa, un hombre muy viejo. Los muchos años lo
habían reducido y pulido como las aguas a una piedra o las generaciones de los
hombres a una sentencia. Era oscuro, chico y reseco, y estaba como fuera del
tiempo, en una eternidad. Dahlmann registró con satisfacción la vincha, el poncho de
bayeta, el largo chiripá y la bota de potro y se dijo, rememorando inútiles discusiones
con gente de los partidos del Norte o con entrerrianos, que gauchos de esos ya no
quedan más que en el Sur.
Dahlmann se acomodó junto a la ventana. La oscuridad fue quedándose con el
campo, pero su olor y sus rumores aún le llegaban entre los barrotes de hierro. El
patrón le trajo sardinas y después carne asada; Dahlmann las empujó con unos
vasos de vino tinto. Ocioso, paladeaba el áspero sabor y dejaba errar la mirada por
el local, ya un poco soñolienta. La lámpara de kerosene pendía de uno de los
tirantes; los parroquianos de la otra mesa eran tres: dos parecían peones de chacra;
otro, de rasgos achinados y torpes, bebía con el chambergo puesto. Dahlmann, de
pronto, sintió un leve roce en la cara. Junto al vaso ordinario de vidrio turbio, sobre
una de las rayas del mantel, había una bolita de miga. Eso era todo, pero alguien se
la había tirado.
48
Taller de Redacción y Gramática
Los de la otra mesa parecían ajenos a él. Dahlmann, perplejo, decidió que
nada había ocurrido y abrió el volumen de las Mil y una Noches, como para tapar la
realidad. Otra bolita lo alcanzó a los pocos minutos, y esta vez los peones se rieron.
Dahlmann se dijo que no estaba asustado, pero que sería un disparate que él, un
convaleciente, se dejara arrastrar por desconocidos a una pelea confusa. Resolvió
salir; ya estaba de pie cuando el patrón se le acercó y lo exhortó con voz alarmada:
-Señor Dahlmann, no les haga caso a esos mozos, que están medio alegres.
Dahlmann no se extrañó de que el otro, ahora, lo conociera, pero sintió que
estas palabras conciliadoras agravaban, de hecho, la situación. Antes, la
provocación de los peones era a una cara accidental, casi a nadie; ahora iba contra
él y contra su nombre y lo sabrían los vecinos. Dahlmann hizo a un lado al patrón, se
enfrentó con los peones y les preguntó qué andaban buscando.
El compadrito de la cara achinada se paró, tambaleándose. A un paso de Juan
Dahlmann, lo injurió a gritos, como si estuviera muy lejos. Jugaba a exagerar su
borrachera y esa exageración era una ferocidad y una burla. Entre malas palabras y
obscenidades, tiró al aire un largo cuchillo, lo siguió con los ojos, lo barajó, e invitó a
Dahlmann a pelear. El patrón objetó con trémula voz que Dahlmann estaba
desarmado. En ese punto, algo imprevisible ocurrió.
Desde un rincón, el viejo gaucho estático, en el que Dahlmann vio una cifra del
Sur (del Sur que era suyo), le tiró una daga desnuda que vino a caer a sus pies. Era
como si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo. Dahlmann se
inclinó a recoger la daga y sintió dos cosas. La primera, que ese acto casi instintivo
lo comprometía a pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría
para defenderlo, sino para justificar que lo mataran. Alguna vez había jugado con un
puñal, como todos los hombres, pero su esgrima no pasaba de una noción de que
los golpes deben ir hacia arriba y con el filo para adentro. No hubieran permitido en
el sanatorio que me pasaran estas cosas, pensó.
-Vamos saliendo - dijo el otro.
Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió,
al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y
acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la
primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces,
hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o
soñado.
Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale
a la llanura.
Artificios (1944)
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Taller de Redacción y Gramática
BORGES
HASLAM
Francisco de
Borges se
casó con
María
Antonia
Cardoso.
Francisco de
Borges,
nacido en
Portugal
(1782-1837)
se casó con
María del
Carmen
Lafinur,
nacida en
Córdoba.
William
Haslam,
pastor
metodista,
(1768-1839)
se casó con
Ann
Buckley.
Edward Young
Haslam (1808?1878), doctor en
Filosofía, se
casó con Jane
Arnett (18191853).
Francisco Isidoro Borges (1835-1874), coronel,
nació en Montevideo. En 1871, se casó con
Frances Ann Haslam (1842-1935), nacida en
Inglaterra.
ACEVEDO
SUAREZ
Pedro
Pascual de
Acevedo,
maestre de
campo, se
casó con
Tomasa
Benítez.
José Suárez
se casó con
Catalina
Pérez.
Miguel de
Acevedo
(1741-1805)
se casó con
Catalina
Martínez
(1751-1823).
Tadeo
Acevedo
(1786-1852)
se casó con
Hermenegilda
Laprida
(1785-1848).
Isidoro
Suárez
(1799-1846),
Coronel, se
casó con
Jacinta
Haedo.
Isidoro Acevedo (1828-1905) nació en San
Nicolás. Se casó en 1862 con Leonor Suárez
(1837-1918), nacida en Mercedes, Uruguay.
JORGE GUILLERMO BORGES (18741938), abogado, se casó en 1898 con
LEONOR ACEVEDO (1876-1975).
JORGE LUIS BORGES nació en
Buenos Aires en 1899, murió en
Ginebra en 1986.
50
Nicolás
Suárez
(1744-1820),
nacido en
Cádiz, se
casó con
Leonor
Merlo (17581835).
Taller de Redacción y Gramática
EL SUR – TEMAS
El Sur es un cuento que posee importantes relaciones con la biografía de
Jorge Luis Borges, desde el punto de vista del argumento y también desde el
punto de vista de los temas.
En cuanto al argumento:



Si se observa el árbol genealógico de Borges, es fácil comprobar que la
"discordia de los dos linajes" estaba presente en su historia, y que
hasta los nombres familiares de Juan Dahlmann son intencionalmente
similares: Francisco Flores/Francisco Isidoro Borges; Johannes
Dahlmann/Frances Ann Haslam. Las variaciones están referidas a que,
en la realidad, la abuela paterna de Borges era inglesa y en el cuento el
abuelo paterno era germánico; y a que el abuelo paterno de Borges era
criollo y no su abuelo materno. La historia del abuelo criollo
(Flores/Borges) que luchó contra los indios es también real.
Borges en 1939 estaba empleado en una Biblioteca Municipal de la
calle Córdoba, al igual que Dahlmann.
El accidente de Dahlmann guarda estrecha relación con el accidente
que Borges sufre en 1939. Solo varían algunos detalles: Borges baja y
no sube apurado las escaleras para ir a cenar con una mujer de la que
está enamorado, cuando se golpea la cabeza con una ventana. Lo
internan y tiene una septicemia. Cuando finalmente se repone, piensa
que por el golpe recibido no va a poder escribir más; abandona la
poesía (por un tiempo) y decide escribir cuentos.
En cuanto a los temas:


El tema del destino y de la identidad se hace evidente en el cuento que,
como en otros, muestra que los hombres no son libres para cambiar su
vida. Dahlmann desea ser como su abuelo Flores, un valiente, y morir
en una pelea a cuchillo (con esa identidad se siente identificado); sin
embargo, se ve en un hospital, enfermo por un estúpido accidente
causado por su pasión por los libros. En ningún otro cuento se hace
tan evidente esta antinomia, que es una constante en la narrativa de
Borges: el intelectual y el hombre de acción. Dahlmann/Borges
querrían ser hombres de acción pero son bibliotecarios. La única
manera de alcanzar su deseo es soñar la muerte que hubieran querido
tener: luchando en la llanura. He aquí la clave de la interpretación del
cuento.
Realidad/sueño: los límites en el cuento son confusos. Sólo una lectura
atenta nos permite darnos cuenta de que Dahlmann nunca sale del
hospital y de que el viaje en tren a la Estancia, que representa el
destino que él hubiera querido tener (el de su abuelo Flores en el Sur,
símbolo del mundo de los valientes), es solo un sueño compensatorio.
Dahlmann muere en el hospital, pero sueña con la muerte (el destino)
que hubiera querido tener: morir como un valiente. Borges termina el
cuento en presente del indicativo (toda la narración está en pasado):
51
Taller de Redacción y Gramática
Dahlmann queda en un tiempo sin tiempo (el de la muerte) y en una
pelea que nunca se realizará en la realidad.
52
Taller de Redacción y Gramática
EL SUR – ACTIVIDADES
1. Resumir el argumento del cuento.
2. Realizar una oración con cada una de las siguientes combinaciones de
palabras. Los verbos pueden conjugarse, pero no puede variarse el
género y el número de los sustantivos y adjetivos.
 Frontera-discordia-antepasado-ostentoso-en:
…………………………………………………………………………………
 Linaje-indolencia-despiadado-por:
…………………………………………………………………………………
 Ávido-desgarrar-acurrucarse-injurias-con:
…………………………………………………………………………………
 Tambalearse-obscenidades-chambergo-vincha-de:
…………………………………………………………………………………
3. Reemplazar lo subrayado. Conservar el significado:
 En la discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann eligió el de ese
antepasado romántico.
…………………………………………………………………………………
 A costa de algunas privaciones, Dahlmann había logrado salvar el
casco de una estancia en el Sur.
…………………………………………………………………………………
 Las tareas y acaso la indolencia lo retenían en la ciudad.
…………………………………………………………………………………
 Avido de examinar ese hallazgo, no esperó que bajara el ascensor.
…………………………………………………………………………………
 Las miserias físicas y la incesante previsión de las malas noches no le
habían dejado pensar en algo tan abstracto como la muerte.
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
 En la luz amarilla del nuevo día, todas las cosas regresaban a él.
…………………………………………………………………………………
 Ese placer le había sido vedado en la clínica.
53
Taller de Redacción y Gramática
…………………………………………………………………………………
 Todo era vasto, pero al mismo tiempo era íntimo, y de alguna manera,
secreto.
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
 Menos para no fatigarse que para hacer durar las cosas, Dahlmann
caminaba despacio.
…………………………………………………………………………………
 Dahlmann no se extrañó de que el otro, ahora, lo conociera, pero sintió
que estas palabras conciliadoras agravaban , de hecho, la situación.
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
 Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá
manejar, y sale a la llanura.
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
4. Indicar brevemente cuál es el tema del cuento, en especial cómo
desarrolla Borges el tema del destino. Realizar una comparación de
este tema con alguno de los otros cuentos leídos a elección.
5. Señalar por qué Borges llama a este cuento El Sur.
6. Leer el Poema Conjetural, del libro de Jorge Luis Borges El otro, el
mismo (1969). Después de su lectura, establecer las relaciones entre el
tema de este poema y el cuento El Sur. Tener en cuenta las siguientes
preguntas:
¿Muestran Juan Dahlman y Francisco Narciso de Laprida la misma
actitud frente a la muerte?
¿Cómo se presenta el destino en el cuento y en el poema?
¿En qué pasajes del cuento y del poema el tiempo cronológico
parece suspenderse y entrar en contacto con la eternidad?
¿Cuál es la geografía del poema? ¿Hay en él alguna mención del
sur que pueda vincularse con la idea del sur del cuento?
Poema Conjetural
Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
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Taller de Redacción y Gramática
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido
huyo hacia el sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes,
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzó
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.
Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.
7. Argumente a favor o en contra de la siguiente afirmación: “El cuento El
Sur admite una lectura realista, en la cual Dahlmann sale del hospital y
viaja a la estancia”.
8. Realizar una narración en tercera persona, donde se cuente la historia
de una persona a quien le ocurre algo que le cambia la vida.
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9. Poema Conjetural se publicó por primera vez el 4 de julio de 1943 en el
diario La Nación de Buenos Aires.
Realizar una carta de lectores al diario después de su publicación.
10. Consideremos estos fragmentos con datos biográficos de la vida de
Jorge Luis Borges. Después de su lectura, establecer todos los
paralelos y diferencias entre estos datos, la historia y los temas del
cuento El Sur :
" [ El padre de Borges, Jorge Guillermo Borges,] no había conocido a su
padre: tenía solo siete meses cuando este se hizo matar en el combate de
La Verde, durante una de las tantas revoluciones del Siglo XIX argentino.
Se llamaba Francisco Borges y había nacido en la plaza sitiada de
Montevideo; a los quince años militó en esa misma ciudad contras los
blancos (el partido federal del Uruguay); estuvo en [la batalla] de Caseros,
bajo el mando de Urquiza; revistó en la guerra con el Paraguay y en la
provincia de Entre Ríos, donde conoció a Frances (Fanny) Haslam. Como
regalo de bodas, el padrino, general Martín de Gainza [...] lo nombró jefe de
tres sectores de la frontera con el indio: norte y oeste de Buenos Aires y sur
de Santa Fe. En los días finales del gobierno de Sarmiento, el general
Bartolomé Mitre conspiraba. La revolución era un hecho. El presidente
llamó al coronel Borges y le preguntó si en caso de un enfrentamiento
podría contar con las fuerzas a sus órdenes en Junín. Este le contestó:
'Mientras usted esté en el gobierno, se mantendrán leales; cuente con
ellas". 'La revolución se adelantó; Borges, que era mitrista, entregó el
mando de sus tropas y se presentó solo en el campamento revolucionario
de Tuyú. No faltaron quienes vieron en esta lealtad una deslealtad. Llegó el
combate de La Verde. Los mitristas fueron vencidos; Borges, de poncho
blanco, montó a caballo tordillo; lo siguieron doce o quince soldados y
avanzó lentamente hacia las trincheras con los brazos cruzados. Se hizo
matar (OCAMPO, Victoria. Diálogo con Borges, Bs. As. 1969)'". (En
SALAS, Horacio. Borges, una biografía, Bs. As., Planeta, 1994).
“ El fluido inglés de Jorge Guillermo Borges provenía de su madre, Frances
Haslam, que había nacido en Staffordshire. [...] Fanny Haslam conoció al
coronel Franciso Borges en Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos.
Ocurrió mientras la ciudad se hallaba sitiada por los hombres de Ricardo
López Jordán, alzado en armas contra el gobernador Urquiza. Borges
comandaba las tropas que defendía la ciudad. Desde una azotea, la
muchacha lo vio desfilar al frente de su regimiento. Aquella noche se
realizó un baile para celebrar la llegada de refuerzos gubernamentales;
Fanny y el coronel se conocieron, bailaron, se enamoraron y, algún tiempo
después, se casaban.” (En SALAS, Horacio. Borges, una biografía, Bs. As.,
Planeta, 1994).
"En los años en los que viviría a pocas calles de allí [del Cementerio de la
Recoleta], la muerte rondaría en derredor de Borges. Su padre perdería
totalmente la vista para fallecer poco después, el 24 de febrero de 1938, y
fue sepultado en la bóveda familiar; su abuela paterna dejaría de existir, y
él mismo se debatiría un mes entre la vida y la muerte a raíz de una
septicemia producida por una herida al chocar con el filo de una ventana,
yendo a buscar a una de sus enamoradas, Emma Risso Platero, para
llevarla a cenar." (En GASPARINI, Juan. Borges: la posesión póstuma,
Madrid, Foca, 2000).
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CINE DEBATE
ACTIVIDAD PARA LA PELÍCULA: “EL SUR”
(Televisión Española (TVE). 1992)
DIRECTOR: Carlos Saura.
1. Realizar un resumen de la historia que cuenta la película.
2. Detallar las diferencias más importantes entre el argumento del cuento y
el de la película. ¿Por qué Carlos Saura habrá incluido estos cambios en
la línea argumental?
3. ¿Cómo es la personalidad de Dahlman/Borges, según la visión de Carlos
Saura? ¿Coincide con la tuya?
4. ¿Qué detalles de la biografía de Borges muestra Saura en la película?
5. ¿Los límites confusos entre realidad/sueño son evidentes en la película?
Si es así, ¿cómo se manifiestan?
6. Esta película es una versión libre del cuento de Borges; a pesar de esto,
¿los temas (destino, identidad, realidad/sueño) se desarrollan igual que
en el cuento?
7. ¿Podés establecer alguna relación entre esta película y los otros
cuentos de Borges que hayas leído?
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IV. LA CRÓNICA Y EL PANFLETO
LA CRÓNICA PERIODÍSTICA
La característica general del texto periodístico es el hecho de que el autor es
un narrador, un transmisor de hechos (de manera directa o
indirecta), y siempre sobre la base de la función referencial o informativa del
lenguaje. En esa función, prevalecen las secuencias narrativas y descriptivas
para referir hechos, ideas, datos o noticias. En estos casos el discurso se orienta
hacia la tercera persona, es decir hacia aquel o aquello de lo que se habla.
La intención primaria del periodismo informativo es dar a conocer lo que se
refiere a un hecho ocurrido o por ocurrir, ajustándose a una serie de recursos que
tienden al efecto de objetividad, a la ilusión de verdad y fidelidad respecto del
acontecimiento, como por ejemplo las citas textuales entre comillas.
CLARÍN/POLICÍA/JUEVES 26 DE SEPTIEMBRE DE 2002
ROSARIO
Una letra del apellido salvó a una chica de un secuestro
Tiene 15 años y es prima segunda del futbolista Damián Manso.
Pero convenció a los secuestradores porque en su documento figura
Manzo.
"Cuando vieron su
documento, los
secuestradores creyeron
que se habían equivocado."
Una chica de 15 años, que según sus
familiares es prima segunda del
futbolista Damián Manso, estuvo
secuestrada durante más de cuatro horas,
en Rosario. Finalmente la víctima fue
liberada sana y salva: la diferencia de
una letra en su apellido la salvó de un
drama mucho mayor.
víctima, los investigadores establecieron
que a la chica se la llevaron porque
pensaron que podrían sacar provecho
económico por su relación familiar con el
jugador de Newell's.
Pero todo terminó bien: aun cuando
la estaban maltratando, la chica se las
arregló para desalentar a los captores. Les
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A partir del propio testimonio de la
secuestradores observaron que su
apellido
se
escribía
con
zeta.
Convencidos de que se habían
equivocado, la dejaron libre.
Fuentes policiales contaron que la
chica fue secuestrada el lunes, unos
minutos antes de las siete de la tarde. En
ese momento iba caminando hacia el
colegio Luis María Drago, del barrio
Saladillo, en el sur rosarino.
Cuando pasaba por la plaza
General Las Heras, un hombre que llegó
desde atrás la amenazó con un arma y la
obligó a subir a un auto blanco.
En el coche había otros dos
hombres con una mujer. A la chica le
taparon la cara con una gorra.
mostró su documento y los
Enseguida le dijeron que sabían que
era prima del futbolista y empezaron a
pedirle datos sobre Manso. "Con vos
tenemos plata segura", le dijo la mujer,
que la insultó y la cacheteó varias veces.
Hasta que a la chica le surgió la idea que
terminó salvándola.
Les explicó a los captores que se
habían confundido de víctima. Les dijo
que su apellido era Manzo, con zeta, y que
no tenía nada que ver con el jugador de
Newell's. Después les pidió que buscaran
su documento en la mochila, para
confirmarlo ellos mismos.
Así ocurrió. Y la letra de diferencia
llenó de dudas a los secuestradores. […]
Los secuestradores finalmente optaron por
liberar a la chica.
En la crónica periodística abundan las secuencias narrativas ya que se
refiere un acontecimiento pasado en su desarrollo cronológico. La crónica puede
tener también, como dijimos, secuencias descriptivas, argumentativas y hasta
diálogos o citas textuales.
Al inicio de la crónica hay una secuencia descriptiva, con verbos de estado:
"Una chica de 15 años, que según sus familiares es prima segunda del futbolista Damián
Manso, estuvo secuestrada durante más de cuatro horas, en Rosario."
También aparece una secuencia argumentativa, en pretérito perfecto simple
y condicional simple:
"A partir del propio testimonio de la víctima, los investigadores consideraron que a la
chica se la llevaron porque pensaron que podrían sacar provecho económico por su relación
familiar con el jugador de Newell's."
Estructura de la crónica:
En general, toda crónica periodística posee una estructura sencilla y clara,
debido a que los tiempos en el trabajo del periodista son muy cortos y es
necesario tener un método preciso, casi una “receta”:
Antetítulo o volanta: es la línea complementaria que se agrega sobre el
titular principal. En el caso de la crónica que se presenta como ejemplo, se refiere al
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lugar donde ha sucedido el hecho: "Rosario".
Título: es la síntesis de la información y cumple la función de atraer el interés
del lector. En este caso el título es atrayente, ya que un hecho que podría haber
sido muy grave se resolvió por un detalle de poca importancia: "Una letra del
apellido salvó a una chica de un secuestro".
Subtítulo: es un complemento del título, que destaca un hecho importante de
la información. En el ejemplo, se amplía la información del título y se aclara cómo
una letra salvó a una chica de 15 años del secuestro. El hecho de mencionar la
edad de la víctima también es un recurso para llamar la atención del lector, ya que
sus pocos años agravan la situación y el peligro al que estuvo expuesta.
Copete: es un resumen de la noticia; tradicionalmente recurre a las seis
preguntas clave: quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo. En la nota que
presentamos está en un recuadro. Si bien no es un copete tradicional, es muy útil,
ya que si el lector no tiene tiempo o ganas de leer esa noticia, posee, con la lectura
del antetítulo, el título, el subtítulo y este copete, todos los datos necesarios para
saber qué pasó, a quién, cuándo, dónde, por qué y cómo.
Encabezamiento: es el primer párrafo donde se presenta un sumario del
hecho. En este caso, el primer párrafo de la crónica ("Una chica de 15 años … un
drama mucho mayor").
Resto de la crónica: desarrolla en detalle la información, ya anticipada en las
partes anteriores ("A partir del propio testimonio de la víctima … optaron por liberar
a la chica").
Métodos para redactar una crónica
Cronológico: narra los hechos en forma sucesiva y simple, desde sus
comienzos hasta su desenlace o hasta la última información disponible. Si esta
crónica hubiera sido contada de esta manera, hubiera sido netamente cronológica:
Fuentes policiales contaron que una
chica de 15 años fue secuestrada el lunes,
unos minutos antes de las siete de la
tarde. En ese momento iba caminando
hacia el colegio Luis María Drago, del
barrio Saladillo, en el sur rosarino.
Cuando pasaba por la plaza General
Las Heras, un hombre que llegó desde
atrás la amenazó con un arma y la obligó
a subir a un auto blanco. En el coche
había otros dos hombres con una mujer.
A la chica le taparon la cara con una
gorra.
Enseguida le dijeron que sabían que
pedirle datos sobre Manso. "Con
vos tenemos plata segura", le dijo la
mujer, que la insultó y la cacheteó varias
veces. Hasta que a la chica le surgió la
idea que terminó salvándola.Les explicó a
los captores que se habían confundido de
víctima. Les dijo que su apellido era
Manzo, con zeta, y que no tenía nada que
ver con el jugador de Newell's. Después
les pidió que buscaran su documento en la
mochila, para confirmarlo ellos mismos.
Así ocurrió. Y la letra de diferencia
llenó de dudas a los secuestradores. […]
Los secuestradores finalmente optaron
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era prima del futbolista y empezaron a
por liberar a la chica.
Pirámide invertida: toma el aspecto o incidente más actual o más cercano al
momento de enunciación, porque construye el suceso como una noticia de
actualidad. Desarrolla el hecho y, a continuación, expone los otros incidentes por
orden de importancia decreciente, hasta concluir con el menos importante.
En este caso, si la crónica hubiera empezado con el testimonio de la
víctima (segundo párrafo), hubiera tenido esta estructura.
Combinado: algunos diarios adoptan, a veces, un esquema combinado de
las formas anteriores: desarrollan en primer lugar el último acontecimiento de la
noticia, y luego, por orden cronológico, narran los pormenores del caso. La crónica
que presentamos tiene esta estructura. En la primera parte, que corresponde a
los tres primeros párrafos, se considera el hecho más actual: la liberación de la
víctima por la confusión en la letra del apellido. En la segunda parte, los cinco
párrafos restantes, se relatan los acontecimientos en forma cronológica y en orden
de importancia decreciente, detallando cómo fue el secuestro hasta la liberación.
EL PANFLETO
El panfleto es un escrito de tono polémico, violento y agresivo, de difusión
manual y de carácter clandestino.
En general se lo utiliza para realizar un reclamo laboral, social,
educativo, en un texto que tiene como máximo el largo de una carilla.
El título está generalmente en letras tamaño catástrofe, con un lenguaje de
denuncia y amenaza. Aparecen en el texto secuencias argumentativas, descriptivas
y narrativas, y predominan las funciones expresivas y apelativas del lenguaje, ya que
se busca una concientización a través de argumentos relacionados con la injusticia
social y la necesidad de un cambio rotundo e inminente.
Un elemento clave para que el panfleto llame la atención y sea leído es la
creatividad en el diseño de los titulares y la distribución del texto. Es determinante,
también, la elaboración de un titular suficientemente atractivo como para que el
destinatario siga la lectura y, si no lo hace, que comprenda el mensaje y lo recuerde.
Estas formas de comunicación se utilizan para distribuir información en forma
masiva y para un público general, por eso el lenguaje es simple y poseen una
limitada cantidad de información.
En la actualidad, también en Internet aparecen panfletos con diseños
renovados:
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EMMA ZUNZ
El 14 de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y
Loewenthal, halló en el fondo del zaguán una carta, fechada en el Brasil, por la que
supo que su padre había muerto. La engañaron, a primera vista, el sello y el sobre;
luego, la inquietó la letra desconocida. Nueve o diez líneas borroneadas querían
colmar la hoja; Emma leyó que el señor Maier había ingerido por error una fuerte
dosis de veronal y había fallecido el 3 del corriente en el hospital de Bagé. Un
compañero de pensión de su padre firmaba la noticia, un tal Fein o Fain, de Río
Grande, que no podía saber que se dirigía a la hija del muerto.
Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y
en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya
estar en el día siguiente. Acto continuo comprendió que esa voluntad era inútil
porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, y
seguiría sucediendo sin fin. Recogió el papel y se fue a su cuarto. Furtivamente lo
guardó en un cajón, como si de algún modo ya conociera los hechos ulteriores. Ya
había empezado a vislumbrarlos, tal vez; ya era la que sería.
En la creciente oscuridad, Emma lloró hasta el fin de aquel día el suicidio de
Manuel Maier, que en los antiguos días felices fue Emanuel Zunz. Recordó veraneos
en una chacra, cerca de Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su madre, recordó
la casita de Lanús que les remataron, recordó los amarillos losanges de una
ventana, recordó el auto de prisión, el oprobio, recordó los anónimos con el suelto
sobre «el desfalco del cajero», recordó (pero eso jamás lo olvidaba) que su padre, la
última noche, le había jurado que el ladrón era Loewenthal. Loewenthal, Aarón
Loewenthal, antes gerente de la fábrica y ahora uno de los dueños. Emma, desde
1916, guardaba el secreto. A nadie se lo había revelado, ni siquiera a su mejor
amiga, Elsa Urstein. Quizá rehuía la profana incredulidad; quizá creía que el secreto
era un vínculo entre ella y el ausente. Loewenthal no sabía que ella sabía; Emma
Zunz derivaba de ese hecho ínfimo un sentimiento de poder.
No durmió aquella noche, y cuando la primera luz definió el rectángulo de la
ventana, ya estaba perfecto su plan. Procuró que ese día, que le pareció
interminable, fuera como los otros. Había en la fábrica rumores de huelga; Emma se
declaró, como siempre, contra toda violencia. A las seis, concluido el trabajo, fue con
Elsa a un club de mujeres, que tiene gimnasio y pileta. Se inscribieron; tuvo que
repetir y deletrear su nombre y su apellido, tuvo que festejar las bromas vulgares
que comentan la revisación. Con Elsa y con la menor de las Kronfuss discutió a qué
cinematógrafo irían el domingo a la tarde. Luego, se habló de novios y nadie esperó
que Emma hablara. En abril cumpliría diecinueve años, pero los hombres le
inspiraban, aún, un temor casi patológico... De vuelta, preparó una sopa de tapioca y
unas legumbres, comió temprano, se acostó y se obligó a dormir. Así, laborioso y
trivial, pasó el viernes 15, la víspera.
El sábado, la impaciencia la despertó. La impaciencia, no la inquietud, y el
singular alivio de estar en aquel día, por fin. Ya no tenía que tramar y que imaginar;
dentro de algunas horas alcanzaría la simplicidad de los hechos. Leyó en La Prensa
que el Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa noche del dique 3; llamó por teléfono a
Loewenthal, insinuó que deseaba comunicar, sin que lo supieran las otras, algo
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sobre la huelga y prometió pasar por el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la voz;
el temblor convenía a una delatora. Ningún otro hecho memorable ocurrió esa
mañana. Emma trabajó hasta las doce y fijó con Elsa y con Perla Kronfuss los
pormenores del paseo del domingo. Se acostó después de almorzar y recapituló,
cerrados los ojos, el plan que había tramado. Pensó que la etapa final sería menos
horrible que la primera y que le depararía, sin duda, el sabor de la victoria y de la
justicia. De pronto, alarmada, se levantó y corrió al cajón de la cómoda. Lo abrió;
debajo del retrato de Milton Sills, donde la había dejado anteanoche, estaba la carta
de Fain. Nadie podía haberla visto; la empezó a leer y la rompió.
Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y quizá
improcedente. Un atributo de lo infernal es la irrealidad, un atributo que parece
mitigar sus terrores y que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en
la que casi no creyó quien la ejecutaba, cómo recuperar ese breve caos que hoy la
memoria de Emma Zunz repudia y confunde? Emma vivía por Almagro, en la calle
Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto. Acaso en el infame Paseo de Julio
se vio multiplicada en espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos
hambrientos, pero más razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por
la indiferente recova... Entró en dos o tres bares, vio la rutina o los manejos de otras
mujeres. Dio al fin con hombres del Nordstjärnan. De uno, muy joven, temió que le
inspirara alguna ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella y grosero, para que
la pureza del horror no fuera mitigada. El hombre la condujo a una puerta y después
a un turbio zaguán y después a una escalera tortuosa y después a un vestíbulo (en
el que había una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Lanús) y
después a un pasillo y después a una puerta que se cerró. Los hechos graves están
fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como tronchado del
porvenir, ya porque no parecen consecutivas las partes que los forman.
¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones
inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola vez en el muerto que motivaba el
sacrificio? Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su
desesperado propósito. Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho a
su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían. Lo pensó con débil asombro y
se refugió, en seguida, en el vértigo. El hombre, sueco o finlandés, no hablaba
español; fue una herramienta para Emma como ésta lo fue para él, pero ella sirvió
para el goce y él para la justicia.
Cuando se quedó sola, Emma no abrió en seguida los ojos. En la mesa de luz
estaba el dinero que había dejado el hombre: Emma se incorporó y lo rompió como
antes había roto la carta. Romper dinero es una impiedad, como tirar el pan; Emma
se arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de soberbia y en aquel día... El temor se
perdió en la tristeza de su cuerpo, en el asco. El asco y la tristeza la encadenaban,
pero Emma lentamente se levantó y procedió a vestirse. En el cuarto no quedaban
colores vivos; el último crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sin que lo
advirtieran; en la esquina subió a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, conforme a su
plan, el asiento más delantero, para que no le vieran la cara. Quizá le confortó
verificar, en el insípido trajín de las calles, que lo acaecido no había contaminado las
cosas. Viajó por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y
se apeó en una de las bocacalles de Warnes. Paradójicamente su fatiga venía a ser
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una fuerza, pues la obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le
ocultaba el fondo y el fin.
Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus pocos íntimos, un
avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo. Establecido en el desmantelado arrabal,
temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su
escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver. Había llorado con decoro, el año anterior,
la inesperada muerte de su mujer - ¡una Gauss, que le trajo una buena dote! -, pero
el dinero era su verdadera pasión. Con íntimo bochorno se sabía menos apto para
ganarlo que para conservarlo. Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto
secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones. Calvo,
corpulento, enlutado, de quevedos ahumados y barba rubia, esperaba de pie, junto a
la ventana, el informe confidencial de la obrera Zunz.
La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y cruzar el patio
sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo cuando el perro atado ladró. Los labios de
Emma se atareaban como los de quien reza en voz baja; cansados, repetían la
sentencia que el señor Loewenthal oiría antes de morir.
Las cosas no ocurrieron como había previsto Emma Zunz. Desde la madrugada
anterior, ella se había soñado muchas veces, dirigiendo el firme revólver, forzando al
miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que
permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la justicia humana. (No por temor, sino por
ser un instrumento de la Justicia, ella no quería ser castigada.) Luego, un solo
balazo en mitad del pecho rubricaría la suerte de Loewenthal. Pero las cosas no
ocurrieron así.
Ante Aarón Loewenthal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió
la de castigar el ultraje padecido por ello. No podía no matarlo, después de esa
minuciosa deshonra. Tampoco tenía tiempo que perder en teatralerías. Sentada,
tímida, pidió excusas a Loewenthal, invocó (a fuer de delatora) las obligaciones de la
lealtad, pronunció algunos nombres, dio a entender otros y se cortó como si la
venciera el temor. Logró que Loewenthal saliera a buscar una copa de agua.
Cuando éste, incrédulo de tales aspavientos, pero indulgente, volvió del comedor,
Emma ya había sacado del cajón el pesado revólver. Apretó el gatillo dos veces. El
considerable cuerpo se desplomó como si los estampidos y el humo lo hubieran roto,
el vaso de agua se rompió, la cara la miró con asombro y cólera, la boca de la cara
la injurió en español y en ídisch. Las malas palabras no cejaban; Emma tuvo que
hacer fuego otra vez. En el patio, el perro encadenado rompió a ladrar, y una efusión
de brusca sangre manó de los labios obscenos y manchó la barba y la ropa. Emma
inició la acusación que tenía preparada («He vengado a mi padre y no me podrán
castigar...»), pero no la acabó, porque el señor Loewenthal ya había muerto. No
supo nunca si alcanzó a comprender.
Los ladridos tirantes le recordaron que no podía, aún, descansar. Desordenó el
diván, desabrochó el saco del cadáver, le quitó los quevedos salpicados y los dejó
sobre el fichero. Luego tomó el teléfono y repitió lo que tantas veces repetiría, con
esas y con otras palabras: "Ha ocurrido una cosa que es increíble... El señor
Loewenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga... Abusó de mí, lo maté..."
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Taller de Redacción y Gramática
La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque
sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el
pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo
eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.
El Aleph (1959)
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Taller de Redacción y Gramática
EMMA ZUNZ - TEMAS
Este cuento, perteneciente a El Aleph (1957), presenta a un narrador
omnisciente con ciertas particularidades: si bien conoce las reacciones y
emociones de Emma frente a la muerte de su padre, llegado el día fatal se
transforma en un mero testigo -de hecho, aparece en primera persona ("nos
consta que esa tarde fue al puerto")- y se limita a narrar los acontecimientos.
Frente a la mecánica simplicidad de los hechos que el narrador describe
detalladamente, emociones y miedos quedan en el misterio.
Así como hemos visto en cuentos anteriores que objetos y hechos se
repiten en la Historia, así el narrador nos da a entender que causas y
consecuencias no tienen por qué estar encadenadas. Emma necesita el ultraje
para cometer su crimen, sin importar que su víctima no haya sido el autor
material de aquél. En In Memoriam J.F.K la bala es la misma, transformada
desde la Antigüedad. En Emma Zunz las causas se confunden: Emma quiere
vengar a su padre, pero también la vejación a la que se ha sometido unas
horas antes.
Respecto del tema del destino, impresiona en este cuento lo inexorable de
los acontecimientos. Tal vez por ese motivo el narrador obvia cualquier tipo de
introspección y se aboca al relato de los hechos simples.
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Taller de Redacción y Gramática
EMMA ZUNZ – ACTIVIDADES
1. Resumir el argumento del cuento.
2. Reemplazar lo subrayado. Conservar el significado:
El 14 de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos
Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguán una carta, fechada
en el Brasil, por la que supo que su padre había muerto.
.......................................................................................................................
Quizá rehuía la profana incredulidad; quizá creía que el secreto era un
vínculo entre ella y el ausente.
........................................................................................................................
Emma Zunz derivaba de ese hecho ínfimo un sentimiento de poder.
........................................................................................................................
Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en espejos,
publicada por luces y desnudada por los ojos hambrientos, pero más
razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la
indiferente recova....
........................................................................................................................
Quizá le confortó verificar, en el insípido trajín de las calles, que lo
acaecido no había contaminado las cosas.
........................................................................................................................
3. Elabore el panfleto que distribuyeron los huelguistas de la Tejeduría de
Loewenthal la tarde en que Emma fue a verlo a la Fábrica.
4. Escriba una Crónica Periodística que narre el crimen de Loewenthal.
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Taller de Redacción y Gramática
ESTUDIO
Emma Zunz (1948)
En
Borges o la coincidencia de los opuestos
de Estela Cédola.
(Adaptación)
Este cuento es la historia de una venganza, el planeamiento y ejecución de un
asesinato. Desde este punto de vista, Borges presenta la dualidad asesino/víctima que se
corresponde, obviamente, con la tipicidad del género policial. Sin embargo, el verdadero
sistema de oposiciones que se entrecruzan en este texto se liga a las motivaciones profundas
de la conducta de la asesina, o como se dice en lenguaje “policial”, al móvil del crimen.
La oposición real se apoya en dos historias. Hay dos móviles del asesinato para la
homicida, uno imaginario al comienzo que luego es verdadero, y otro que empieza siendo real
pero se desdibuja y es sustituído por el primero.
Así, en el texto hay opuestos:
Móvil verdadero/móvil falso.Historia verdadera/historia falsa (contada a los demás:
coartada). Vengar al padre/vengar la violación. Justicia de Dios/justicia humana.
Emma/Emmanuel (su padre), etc.
El texto nos propone que los antagonismos pueden dejar de serlo, que los opuestos
coinciden. Emma Zunz, para poder ser creída, para que la coartada que presenta en su
descargo (la violación) sea verosímil, transforma la fantasía en realidad haciéndose violar en
verdad por otro hombre antes del crimen. Borges se dejó atrapar por este argumento ajeno
porque le permitía presentar una de sus preocupaciones fundamentales: las relaciones
dialécticas entre la imaginación y la realidad, el falso antagonismo que las separa.
En una primera parte del relato, Emma planea la venganza y realiza la primera etapa
que consiste en infligirse un autocastigo previo al asesinato que piensa cometer. Emma
necesita una coartada. Vengar el suicidio del padre que expiaba en el exilio una injusta pena
no cometida años atrás, no la salvaría a ella del castigo penal, puesto que, seguramente,
tampoco le creerían. La justicia humana fue injusta con su padre, con su familia destruida, con
ella. Emma, entonces, será la mediadora de la Justicia Divina y castigará al verdadero
culpable. Dirá que el muerto la violó y ella lo mató en defensa propia; pero lo que cuente
debe ser verdad: para ser creída hay que decir la verdad, entonces, busca la degradación y
el ultraje de su cuerpo con un marinero en los prostíbulos del puerto.
La primera y la segunda parte del cuento están separadas por una intervención del
narrador que se refiere a que el transcurso temporal nada tiene que ver con la esencia de
la verdad sino solo con su apariencia:
71
Taller de Redacción y Gramática
“Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como
tronchado del porvenir, ya porque no parecen consecutivas las partes que los forman”.
En este momento (ya en la segunda parte del cuento), si bien Emma logra su
degradación, hay un cambio y se insinúa que la venganza de la muerte del padre (como
incentivo del asesinato) va a ser sustituida por otro móvil: vengar el propio cuerpo ultrajado.
De una motivación intelectual, imaginaria, lejana y fría, pasa a una motivación real,
emocional y física3.
Hay dos etapas.
Planeamiento de la venganza y preparación de la coartada.
Ejecución de la venganza.
Se corresponden con las dos motivaciones:
Vengar la injusticia cometida con el padre y su muerte.
Vengar la propia persona ultrajada.
Al final del cuento, se responde al enigma implícito. ¿Será creída o no la coartada de
Emma?:
“La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta,
verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje
padecido; solo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.”
O sea, la esencia de la verdad tiene que ver con lo verdadero de la experiencia,
actos, sentimientos, afectos, que para Emma es pudor ultrajado y odio, Las circunstancias
(hora, nombres), lo histórico, en suma, como sucesión temporal de causas y efectos que revela
la anécdota, constituye la apariencia de la verdad. Para que el universo imaginario que
producen los hombres (los escritores) sea auténtico, tienen que ser verdaderos los afectos, los
sentimientos las emociones. Solo es ficticio lo circunstancial, lo anecdótico.
Emma cuenta su historia como el escritor cuenta la historia de Emma: ambos
esperan ser convincentes contando invenciones que son verdaderas.
3
Desde una visión psicoanalítica, una relación patológica con su padre y un edipo no resuelto de Emma en su
inmadurez sexual, la hacen unir las imágenes paternas de su padre y Loewhental con la del marinero que la
poseyó. La víctima (su padre) se convierte en verdugo.
72
Taller de Redacción y Gramática
BORGES Y YO
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos
Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán
y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en
una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes
de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del
café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un
modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado
afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que
Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta
confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me
pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro,
sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme,
definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a
poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de
falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar
en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de
quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos
en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una
guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del
arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de
Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo
pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página.
El Hacedor (1960)
ACTIVIDAD:
 Realizar una breve reflexión en primera persona (a la manera de
Borges y yo), con el título: …………….. (aquí va tu nombre) y yo.
73
Taller de Redacción y Gramática
CINE DEBATE
DOCUMENTAL: BORGES Y NOSOTROS
A partir del Documental Borges y nosotros:
1. ¿Qué valor tienen para Borges sus antepasados y qué influencia
tuvieron en su vida?
2. Según Borges, ¿cuál fue el acontecimiento principal de su infancia
y por qué?
3. ¿En qué idioma fueron sus primeras lecturas?
4. ¿En qué barrio vivió Borges en su infancia y de qué manera influyó
esto en su literatura?
5. ¿Cuáles son las ciudades más importantes en la vida de Borges y
por qué?
6. A mediados del SXX, era crucial el tema de la identidad del
argentino, ¿de qué manera Borges lo manifiesta en este
documental?
7. ¿Quién era Juan Muraña?
8. En el Documental se menciona un accidente, ¿qué le pasó a
Borges?
9. ¿Cómo fue la relación de la familia Borges con el peronismo y la
Revolución Libertadora?
10. En el Poema de los Dones”, ¿a qué se refiere Borges al hablar de
la “magnífica ironía” de Dios?
11. ¿Qué parte de este Documental podés relacionar con Borges y
yo?
12. ¿Cómo fue la relación de Borges con el Gobierno de la Junta
Militar que asume en 1976? Posteriormente, con el advenimiento
de la democracia, Borges ¿cambió su postura política?
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Taller de Redacción y Gramática
V. LA ARGUMENTACIÓN Y EL RETRATO BIOGRÁFICO
LA ARGUMENTACIÓN (VER PÁGS. 5, 6 y 7/26 Y 27)
EL RETRATO BIOGRÁFICO (VER PÁGS. 7 y 8)
LECTURAS
EL EVANGELIO SEGÚN MARCOS
El hecho sucedió en la estancia La Colorada, en el partido de Junín, hacia el
sur, en los últimos días del mes de marzo de 1928. Su protagonista fue un
estudiante de medicina, Baltasar Espinosa. Podemos definirlo por ahora como uno
de tantos muchachos porteños, sin otros rasgos dignos de nota que esa facultad
oratoria que le había hecho merecer más de un premio en el colegio inglés de
Ramos Mejía y que una casi ilimitada bondad. No le gustaba discutir; prefería que
el interlocutor tuviera razón y no él. Aunque los azares del juego le interesaban,
era un mal jugador, porque le desagradaba ganar. Su abierta inteligencia era
perezosa; a los treinta y tres años le faltaba rendir una materia para graduarse, la
que más lo atraía. Su padre, que era librepensador, como todos los señores de su
época, lo había instruido en la doctrina de Herbert Spencer, pero su madre, antes
de un viaje a Montevideo, le pidió que todas las noches rezara el Padrenuestro e
hiciera la señal de la cruz. A lo largo de los años no había quebrado nunca esa
promesa. No carecía de coraje; una mañana había cambiado, con más indiferencia
que ira, dos o tres puñetazos con un grupo de compañeros que querían forzarlo a
participar en una huelga universitaria. Abundaba, por espíritu de aquiescencia, en
opiniones o hábitos discutibles: el país le importaba menos que el riesgo de que en
otras partes creyeran que usamos plumas; veneraba a Francia pero
menospreciaba a los franceses; tenía en poco a los americanos, pero aprobaba el
hecho de que hubiera rascacielos en Buenos Aires; creía que los gauchos de la
llanura son mejores jinetes que los de las cuchillas o los cerros. Cuando Daniel, su
primo, le propuso veranear en La Colorada, dijo inmediatamente que sí, no porque
le gustara el campo sino por natural complacencia y porque no buscó razones
válidas para decir que no.
El casco de la estancia era grande y un poco abandonado; las dependencias
del capataz, que se llamaba Gutre, estaban muy cerca. Los Gutres eran tres: el
padre, el hijo, que era singularmente tosco, y una muchacha de incierta paternidad.
Eran altos, fuertes, huesudos, de pelo que tiraba a rojizo y de caras aindiadas.
Casi no hablaban. La mujer del capataz había muerto hace años.
Espinosa, en el campo, fue aprendiendo cosas que no sabía y que no
sospechaba. Por ejemplo, que no hay que galopar cuando uno se está acercando
a las casas y que nadie sale a andar a caballo sino para cumplir con una tarea.
Con el tiempo llegaría a distinguir los pájaros por el grito.
75
Taller de Redacción y Gramática
A los pocos días, Daniel tuvo que ausentarse a la capital para cerrar una
operación de animales. A lo sumo, el negocio le tomaría una semana. Espinosa,
que ya estaba un poco harto de las bonnes fortunes de su primo y de su infatigable
interés por las variaciones de la sastrería, prefirió quedarse en la estancia, con sus
libros de texto. El calor apretaba y ni siquiera la noche traía un alivio. En el alba,
los truenos lo despertaron. El viento zamarreaba las casuarinas. Espinosa oyó las
primeras gotas y dio gracias a Dios. El aire frío vino de golpe. Esa tarde, el Salado
se desbordó.
Al otro día, Baltasar Espinosa, mirando desde la galería los campos
anegados, pensó que la metáfora que equipara la pampa con el mar no era, por lo
menos esa mañana, del todo falsa, aunque Hudson había dejado escrito que el
mar nos parece más grande, porque lo vemos desde la cubierta del barco y no
desde el caballo o desde nuestra altura. La lluvia no cejaba; los Gutres, ayudados
o incomodados por el pueblero, salvaron buena parte de la hacienda, aunque hubo
muchos animales ahogados. Los caminos para llegar a La Colorada eran cuatro: a
todos los cubrieron las aguas. Al tercer día, una gotera amenazó la casa del
capataz; Espinosa les dio una habitación que quedaba en el fondo, al lado del
galpón de las herramientas. La mudanza los fue acercando; comían juntos en el
gran comedor. El diálogo resultaba difícil; los Gutres, que sabían tantas cosas en
materia de campo, no sabían explicarlas. Una noche, Espinosa les preguntó si la
gente guardaba algún recuerdo de los malones, cuando la comandancia estaba
en Junín. Le dijeron que sí, pero lo mismo hubieran contestado a una pregunta
sobre la ejecución de Carlos Primero. Espinosa recordó que su padre solía decir
que casi todos los casos de longevidad que se dan en el campo son casos de mala
memoria o de un concepto vago de las fechas. Los gauchos suelen ignorar por
igual el año en que nacieron y el nombre de quien los engendró.
En toda la casa no había otros libros que una serie de la revista La Chacra,
un manual de veterinaria, un ejemplar de lujo del Tabaré, una Historia del
Shorthorn en la Argentina, unos cuantos relatos eróticos o policiales y una novela
reciente: Don Segundo Sombra. Espinosa, para distraer de algún modo la
sobremesa inevitable, leyó un par de capítulos a los Gutres, que eran analfabetos.
Desgraciadamente, el capataz había sido tropero y no le podían importar las
andanzas de otro. Dijo que ese trabajo era liviano, que llevaban siempre un
carguero con todo lo que se precisa y que, de no haber sido tropero, no habría
llegado nunca hasta la Laguna de Gómez, hasta el Bragado y hasta los campos de
los Núñez, en Chacabuco. En la cocina había una guitarra; los peones, antes de
los hechos que narro, se sentaban en rueda; alguien la templaba y no llegaba
nunca a tocar. Esto se llamaba una guitarreada.
Espinosa, que se había dejado crecer la barba, solía demorarse ante el
espejo para mirar su cara cambiada y sonreía al pensar que en Buenos Aires
aburriría a los muchachos con el relato de la inundación del Salado. Curiosamente,
extrañaba lugares a los que no iba nunca y no iría: una esquina de la calle Cabrera
en la que hay un buzón, unos leones de mampostería en un portón de la calle
Jujuy, a unas cuadras del Once, un almacén con piso de baldosa que no sabía
muy bien dónde estaba. En cuanto a sus hermanos y a su padre, ya sabrían por
Daniel que estaba aislado -la palabra, etimológicamente, era justa- por la
creciente.
76
Taller de Redacción y Gramática
Explorando la casa, siempre cercada por las aguas, dio con una Biblia en
inglés. En las páginas finales los Guthrie -tal era su nombre genuino- habían
dejado escrita su historia. Eran oriundos de Inverness, habían arribado a este
continente, sin duda como peones, a principios del siglo diecinueve, y se habían
cruzado con indios. La crónica cesaba hacia mil ochocientos setenta y tantos; ya
no sabían escribir. Al cabo de unas pocas generaciones habían olvidado el inglés;
el castellano, cuando Espinosa los conoció, les daba trabajo. Carecían de fe, pero
en su sangre perduraban, como rastros oscuros, el duro fanatismo del calvinista y
las supersticiones del pampa. Espinosa les habló de su hallazgo y casi no
escucharon.
Hojeó el volumen y sus dedos lo abrieron en el comienzo del Evangelio según
Marcos. Para ejercitarse en la traducción y acaso para ver si entendían algo,
decidió leerles ese texto después de la comida. Le sorprendió que lo escucharan
con atención y luego con callado interés. Acaso la presencia de las letras de oro en
la tapa le diera más autoridad. Lo llevan en la sangre, pensó. También se le ocurrió
que los hombres, a lo largo del tiempo, han repetido siempre dos historias: la de un
bajel perdido que busca por los mares mediterráneos una isla querida, y la de un
dios que se hace crucificar en el Gólgota. Recordó las clases de elocución en
Ramos Mejía y se ponía de pie para predicar las parábolas.
Los Gutres despachaban la carne asada y las sardinas para no demorar el
Evangelio.
Una corderita que la muchacha mimaba y adornaba con una cintita celeste se
lastimó con un alambrado de púa. Para parar la sangre, querían ponerle una
telaraña; Espinosa la curó con unas pastillas. La gratitud que esa curación
despertó no dejó de asombrarlo. Al principio, había desconfiado de los Gutres y
había escondido en uno de sus libros los doscientos cuarenta pesos que llevaba
consigo; ahora, ausente el patrón, él había tomado su lugar y daba órdenes
tímidas, que eran inmediatamente acatadas. Los Gutres lo seguían por las piezas
y por el corredor, como si anduvieran perdidos. Mientras leía, notó que le retiraban
las migas que él había dejado sobre la mesa. Una tarde los sorprendió hablando
de él con respeto y pocas palabras. Concluido el Evangelio según Marcos, quiso
leer otro de los tres que faltaban; el padre le pidió que repitiera el que ya había
leído, para entenderlo bien. Espinosa sintió que eran como niños a quienes la
repetición les agrada más que la variación o la novedad. Una noche soñó con el
Diluvio, lo cual no es de extrañar; los martillazos de la fabricación del arca lo
despertaron y pensó que acaso eran truenos. En efecto, la lluvia, que había
amainado, volvió a recrudecer. El frío era intenso. Le dijeron que el temporal había
roto el techo del galpón de las herramientas y que iban a mostrárselo cuando
estuvieran arregladas las vigas. Ya no era un forastero y todos lo trataban con
atención y casi lo mimaban. A ninguno le gustaba el café, pero había siempre una
tacita para él, que colmaban de azúcar.
El temporal ocurrió un martes. El jueves a la noche lo recordó un golpecito
suave en la puerta que, por las dudas, él siempre cerraba con llave. Se levantó y
abrió: era la muchacha. En la oscuridad no la vio, pero por los pasos notó que
estaba descalza y después, en el lecho, que había venido desde el fondo,
desnuda. No lo abrazó, no dijo una sola palabra; se tendió junto a él y estaba
77
Taller de Redacción y Gramática
temblando. Era la primera vez que conocía a un hombre. Cuando se fue, no le dio
un beso; Espinosa pensó que ni siquiera sabía cómo se llamaba. Urgido por una
íntima razón que no trató de averiguar, juró que en Buenos Aires no le contaría a
nadie esa historia.
El día siguiente comenzó como los anteriores, salvo que el padre habló con
Espinosa y le preguntó si Cristo se dejó matar para salvar a todos los hombres.
Espinosa, que era libre pensador pero que se vio obligado a justificar lo que les
había leído, le contestó:
-Sí. Para salvar a todos del infierno.
Gutre le dijo entonces:
-¿Qué es el infierno?
-Un lugar bajo tierra donde las ánimas arderán y arderán.
-¿Y también se salvaron los que clavaron los clavos?
-Sí. -Replicó Espinosa cuya teología era incierta.
Había temido que el capataz le exigiera cuentas de lo ocurrido anoche con su
hija.
Después del almuerzo, le pidieron que releyera los últimos capítulos.
Espinosa durmió una siesta larga, un leve sueño interrumpido por
persistentes martillos y por vagas premoniciones. Hacia el atardecer se levantó y
salió al corredor. Dijo como si pensara en voz alta:
-Las aguas están bajas. Ya falta poco.
-Ya falta poco -repitió Gutre, como un eco.
Los tres lo habían seguido. Hincados en el piso de piedra le
pidieron la bendición. Después lo maldijeron, lo escupieron y lo
empujaron hasta el fondo. La muchacha lloraba. Cuando abrieron la
puerta, vio el firmamento. Un pájaro gritó; pensó: Es un jilguero. El
galpón estaba sin techo; habían arrancado las vigas para construir la
Cruz.
El Informe de Brodie
78
Taller de Redacción y Gramática
TEMAS y ACTIVIDADES
1. Realizar un resumen del argumento del cuento, considerando las siguientes
preguntas. Tratar de utilizar expresiones diferentes a las usadas por Borges en
el relato de la historia.
a. ¿Dónde sucedió el hecho que el narrador nos cuenta? ¿Cuándo ocurrió?
b. ¿Quién era el protagonista? ¿Cuántos años tenía? ¿Cómo era? ¿Por qué no
se había graduado?
c. ¿Qué le propuso a Espinosa su primo Daniel?
d. ¿Quiénes eran los Gutre? ¿Cómo eran?
e. ¿Qué circunstancia casual define el destino de Espinosa?
f. ¿Qué libros había en la casa? ¿Cómo pasaban las noches? ¿Por qué leía en
voz alta Espinosa?
g. ¿Con qué libro especial dio Espinosa un día mientras exploraba la casa?
h. ¿Qué aprendió sobre los Gutres?
i. ¿Cómo reaccionaron los Gutres cuando empezó a leerles ese libro?
j. ¿Qué dos historias, según Espinosa, han repetido los hombres a lo largo del
tiempo?
k. ¿Qué cambios ocurrieron en la manera en que los Gutres trataban a
Espinosa?
l. ¿Quién tocó la puerta del cuarto de Espinosa una noche? ¿Qué pasó?
m. ¿Qué preguntas le hicieron los Gutres a Espinosa al día siguiente?
n. ¿Qué le pasó a Espinosa al final del cuento? ¿Por qué?
2. ¿De qué manera podemos analizar el tema del destino en este cuento?
¿Qué otros temas se pueden mencionar?
3. Enumerar las contradicciones que Borges presenta en el retrato de
Baltasar Espinosa, al inicio de la historia. ¿Cómo definirías la
personalidad de Espinosa según este retrato?
4. ¿Cuáles son los detalles del cuento que coinciden con los relatos
bíblicos? ¿Por qué Borges establece estas coincidencias?
5. Dé su opinión sobre esta afirmación: “En este cuento, Borges presenta
claramente la influencia de la religión y de todo pensamiento mágico en
las clases más excluidas”. Argumente su respuesta (considere los
conectores y la estructura de una argumentación).
79
Taller de Redacción y Gramática
BIOGRAFÍA
I. LEER:
GEORGIE, MI HIJO
Leonor Acevedo de Borges
“Georgie nació en la misma
casa que yo, en el centro de
Buenos Aires, en la calle Tucumán.
Pero no estuvo allí mucho tiempo:
algunos años después nos fuimos
a vivir al barrio de Palermo, a una
gran casa con jardín… Ese jardín
es el que él recuerda cuando dice
que ha pasado su infancia en un
jardín y en una biblioteca. Esta
última era de mi marido; allá formó
su espíritu. Como su padre, cada
vez que una palabra o que una
cosa le llamaba la atención y que
no conocía, la buscaba rápido para
informarse en un diccionario o en
otro libro donde encontrarla. Es en
esta casa donde estuvo hasta la
edad de trece años, donde él
comienza a leer ante todo en
inglés, con una institutriz. Nos
fuimos enseguida a Europa. En
Ginebra,
donde
él
hace
el
bachillerato en francés, se queda
durante seis años y pudo aprender
mucho sobre literatura francesa y
alemana. Además aprende alemán
solo […]
A nuestra vuelta, en 1921, escribió aquí Fervor de Buenos Aires. Pero
nosotros volvimos a partir para Europa y él dejó aquí los ejemplares de su
libro… Estos llegan mientras tanto a España, sin él saberlo. Cuando pasamos
por Madrid se encuentra a Ramón Gómez de la Serna, Enrique Diez Canedo y
Alfonso Reyes entusiasmados con su libro, al que Gómez de la Serna
consagra en un artículo en la Revista de Occidente. Este artículo llegó a la
Argentina, y cuando Georgie volvió, su libro estaba lanzado. El continúa
escribiendo, impulsado por su padre, que le evita toda preocupación material.
80
Taller de Redacción y Gramática
Al principio no podía hablar en público; actualmente, o bien él ha vencido
eso o lo ha cambiado. Cuando se le ofreció un banquete, en el momento en
que Perón lo despidió de su puesto, escribió un discurso, pero fue Pedro
Henríquez Ureña quien lo tuvo que leer. Cuando las celebraciones centenarias
de Buenos Aires, en 1936, no pudo leer un texto que le habían pedido cuando
se quedó solo, delante de la radio; debió de recurrir, de nuevo, a Henríquez
Ureña, ¡y muchísima gente encontró que Borges tenía una curiosa voz por la
radio!
Cuando era pequeño era un niño tímido, muy reservado. Adoraba a su
hermana y ambos imaginaban un número infinito de juegos extraordinarios. No
discutían jamás y estaban siempre juntos antes de que Georgie encontrara
amigos en el colegio de Suiza.
[…]
Yo supe pronto que él sería escritor. A los seis años había compuesto un
pequeño cuento, en español clásico, titulado La orilla fatal; tenía cuatro o
cinco páginas. Cuando era pequeño tenía un lenguaje del todo extraordinario.
¿Quizás lo entendía mal? Desfiguraba completamente las palabras.
[…]
Al principio, a Georgie no le gustaban las visitas de los amigos de mi
marido. Luego se acostumbró. Pronto, por ejemplo, cuando [Evaristo] Carriego
venía, a él le gustaba quedarse abajo con los mayores para oír al poeta recitar
sus propios versos; se quedaba allí, con los grandes ojos abiertos.
En nuestra primera vuelta a Europa hizo grandes amistades y le resultó
duro cuando debimos volver a partir para Londres donde mi marido debía
cuidarse los ojos. Georgie estaba entonces enamorado de una joven que él
había conocido en casa de unos amigos y a la que dedica algunos poemas de
Fervor de Buenos Aires… Pero no se casó jamás, cosa que lamento mucho.
Tuvo un tiempo en el que no le gustaban los niños; pero cuando su hermana
Nora los tuvo los quiso apasionadamente.
Como yo lo había hecho para mi marido, que veía muy mal también, le leía
todo a Georgie desde los siete años. Y cuando escribe, me dicta. Hay algunas
cosas que él no me ha leído, como El poema de los dones, tan triste, donde él
habla de sus ojos. Pero lo leí cuando se imprimió. „¿Cómo hiciste?‟, le
pregunté, y él me respondió: „Sí, lo dicté a alguien en la Biblioteca porque
pensé que te daría pena‟. En efecto, él disimula todo lo que se relaciona con su
mala vista, lo disimula mucho. Está siempre de buen humor, pero sé bien que
en el fondo hay otra cosa…
[…]
Cuando estaba en el colegio, Georgie era un buen estudiante, aplicándose a
sus deberes y a sus lecciones, pero las matemáticas le costaban. Por el
81
Taller de Redacción y Gramática
contrario, le gustaba la historia y, naturalmente, la literatura, así como la
gramática y la filosofía. En cuanto a esta última disciplina, leía mucho y
hablaba con su padre, porque mi marido, aun siendo abogado, había hecho un
curso en el Instituto Lenguas Vivas. Los dos comenzaron a hablar de filosofía
cuando Georgie tenía diez años. Mi marido, que murió en 1938, estaba
orgulloso de su hijo. […]
Georgie tuvo dos accidentes graves, uno de ellos cuando era un niño. Cayó
del primer vagón de un tranvía y las ruedas del segundo coche pasaron a
algunos centímetros de su cabeza; algunos cabellos suyos quedaron cortados,
a sus gafas no les pasó nada, pero su nariz quedó estropeada. Tuvo otro
accidente horrible, a raíz del cual empezó a escribir cuentos fantásticos, lo
cual no le había ocurrido antes. Yo creo que algo cambió entonces en su
cerebro. En todo caso, estuvo un cierto tiempo entre la vida y la muerte. Era en
vísperas de Navidad; Georgie había ido a buscar a una invitada que debía venir
a almorzar. ¡Y Georgie no llegaba! Yo estaba como loca hasta el momento en
que telefonearon de la policía. Mi marido y yo partimos enseguida. Había
ocurrido que el ascensor no funcionaba y Georgie había subido las escaleras
muy rápido y no había visto una ventana abierta cuyo vidrio se incrustó en su
cabeza. Se le ven aún las cicatrices. La herida no había sido bien desinfectada
en los puntos de sutura. Tenía cuarenta grados de fiebre al día siguiente. La
fiebre continuó y fue necesario operar finalmente en plena noche. Estuvo entre
la vida y la muerte durante dos semanas, con cuarenta o cuarenta y un grados
de fiebre. Al principio de la primera [semana], la fiebre había empezado a bajar,
y me dijo: „Leeme un libro, leeme una página‟. Había tenido delirios y veía
animales entrar por la puerta, etc. Yo le leí una página y él me dijo entonces:
„Todo va bien. ¿Cómo estás? Sí, sé que no voy a enloquecer, lo he
comprendido perfectamente‟. Después de su vuelta a su casa se puso a
escribir un cuento fantástico, el primero. Era en 1938, y él tenía 39 años. El
libro del que yo le había leído una página en la clínica era las Crónicas
Marcianas, de Bradbury (que él prologó más tarde). Y después, él no ha escrito
sino cuentos fantásticos que me dan un poco de terror, porque no los
comprendo bien. Le dije un día: „¿Por qué no escribes de nuevo las mismas
cosas que antes?‟. Y me respondió: „Déjalo, déjalo‟. Y tenía razón.”
Palabras recogidas por Antoine Travers
y publicadas en francés en L‟Herbe, París, 1969.
(Adaptación)
1. Buscar en Internet una breve información sobre los nombres
subrayados en el texto.
2. En este retrato biográfico de Borges hay detalles evidentes de que el
punto de vista es el de una madre. ¿Cuáles podrías mencionar?
3. ¿Cómo te retrataría tu mamá (o tu papá o alguien que tenga alguna
relación especial con vos)? Realizá un breve retrato biográfico tuyo
desde este punto de vista.
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Taller de Redacción y Gramática
CINE DEBATE
“EL EVANGELIO SEGÚN MARCOS” de Héctor Olivera (1991)
1.
¿Qué otros detalles, además de los mencionados en el cuento, aporta
el director que nos permiten relacionar al personaje de Baltasar con
Jesús?
2.
¿Cómo llega el ejemplar de la Biblia a manos de Baltasar en la
película? ¿Y en el cuento?
3.
¿Presentan Olivera y Borges el parentesco de los Gutre de la misma
manera? ¿Por qué Olivera introduce el incesto en el argumento?
4.
¿Qué valor tiene el episodio del cerdo en el guión? Mencioná otros
pasajes bíblicos que se mencionan en la película. ¿Qué valor tienen
en ella?
5.
¿Por qué creés que el director agregó nuevos elementos a los dados
en el cuento?
6.
Analizadas ya las diferencias, ¿preferís la película o te gusta más
cómo se presenta la historia en el cuento?
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Taller de Redacción y Gramática
84
Taller de Redacción y Gramática
VI. TIPOS TEXTUALES AUTOBIOGRÁFICOS
Es importante distinguir entre el género autobiográfico (que incluye diarios personales,
epístolas, anécdotas, falsas autobiografías, etc) y la autobiografía en sí, uno de sus tipos
textuales.
El teórico francés Philippe Lejeune define del siguiente modo la autobiografía: se
trata de un “relato restrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia
existencia, en tanto que pone el acento sobre su vida individual, en particular sobre
la historia de su personalidad”. Se diferencia del diario personal o de la escritura
epistolar en que la autobiografía es retrospectiva: hace uso de la memoria para
recuperar los hechos de la vida del autor, mientras que el diario personal y las cartas
suelen ser paralelos a tales sucesos. Asimismo, se diferencia de la biografía en tanto
el narrador y el protagonista son la misma persona.
Otra distinción necesaria se da entre la autobiografía y la falsa autobiografía, en
donde el narrador simula una identidad de autor y propone al lector un pacto no
ficcional: narrar su vida. Tal es el caso de David Copperfield de Charles Dickens, El
Lazarillo de Tormes, etc.
Asimismo, podemos presentar la diferencia entre la autobiografía y la anécdota
autorreferencial. Al igual que la autobiografía, la anécdota es una narración
retrospectiva basada en un hecho real; pero, a diferencia de ella, es puntual, se
enfoca en un hecho único de la vida del autor, constituido por una sucesión de
eventos que conducen a un final que, generalmente, resulta interesante, divertido,
sorprendente.
El mismo Lejeune define, en una entrevista, el pacto que se instaura entre escritor y
lector a través de una obra de género autobiográfico (lo que él denomina “pacto
autobiográfico”), y lo opone al pacto de la ficción:
“[El pacto autobiográfico] es la promesa [del autor] de decir la verdad sobre sí mismo.
Esto se opone al pacto de ficción. Uno se compromete a decir la verdad de sí mismo tal
como uno mismo la ve. Su verdad. Esto provoca en el lector actitudes de recepción
específicas: uno se pregunta si la persona dice la verdad o no, si se equivoca sobre sí
mismo, etc.; uno se pregunta si le gusta; lo compara con su propia vida, etc. [Por el
contrario,] el pacto de ficción nos deja mucho más libres, no tiene sentido preguntarnos si
es verdadero o no lo que leemos, nuestra atención no está ya focalizada en el autor, sino
sobre el texto y la historia, de la que podemos alimentar más libremente nuestro
imaginario”.
Las secuencias principales en los textos biográficos, autobiográficos o de falsa
(auto)biografía son: la narración y la descripción.
Ejemplo de narración: “Georgie nació en la misma casa que yo, en el centro de Buenos
Aires, en la calle Tucumán. Pero no estuvo allí mucho tiempo: algunos años
después nos fuimos a vivir al barrio de Palermo, a una gran casa con jardín…”
Ejemplo de descripción: “Cuando era pequeño era un niño tímido, muy reservado.
Adoraba a su hermana y ambos imaginaban un número infinito de juegos
extraordinarios. No discutían jamás y estaban siempre juntos antes de que
Georgie encontrara amigos en el colegio de Suiza”.
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Taller de Redacción y Gramática
LECTURAS
EL OTRO
El hecho ocurrió el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge.
No lo escribí inmediatamente porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no
perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como un
cuento y, con los años, lo será tal vez para mí. Sé que fue casi atroz mientras duró y
más aún durante las desveladas noches que lo siguieron. Ello no significa que su
relato pueda conmover a un tercero.
Serían las diez de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río
Charles. A unos quinientos metros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre
no supe nunca. El agua gris acarreaba largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río
hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria imagen de Heráclito. Yo había
dormido bien, mi clase de la tarde anterior había logrado, creo, interesar a los
alumnos. No había un alma a la vista.
Sentí de golpe la impresión (que según los psicólogos corresponde a los
estados de fatiga) de haber vivido ya aquel momento. En la otra punta de mi banco
alguien se había sentado. Yo hubiera preferido estar solo, pero no quise levantarme
en seguida, para no mostrarme incivil. El otro se había puesto a silbar. Fue entonces
cuando ocurrió la primera de las muchas zozobras de esa mañana. Lo que silbaba,
lo que trataba de silbar (nunca he sido muy entonado), era el estilo criollo de La
tapera de Elías Regules. El estilo me retrajo a un patio, que ha desaparecido, y la
memoria de Álvaro Melián Lafinur, que hace tantos años ha muerto. Luego vinieron
las palabras. Eran las de la décima del principio. La voz no era la de Álvaro, pero
quería parecerse a la de Álvaro. La reconocí con horror.
Me le acerqué y le dije:
-Señor, ¿usted es oriental o argentino?
-Argentino, pero desde el catorce vivo en Ginebra -fue la contestación.
Hubo un silencio largo. Le pregunté:
-¿En el número diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa?
Me contestó que sí.
-En tal caso -le dije resueltamente- usted se llama Jorge Luis Borges. Yo
también soy Jorge Luis Borges. Estamos en 1969, en la ciudad de Cambridge.
-No -me respondió con mi propia voz un poco lejana.
Al cabo de un tiempo insistió:
-Yo estoy aquí en Ginebra, en un banco, a unos pasos del Ródano. Lo raro es
que nos parecemos, pero usted es mucho mayor, con la cabeza gris.
Yo le contesté:
-Puedo probarte que no miento. Voy a decirte cosas que no puede saber un
desconocido. En casa hay un mate de plata con un pie de serpientes, que trajo de
Perú nuestro bisabuelo. También hay una palangana de plata, que pendía del arzón.
En el armario de tu cuarto hay dos filas de libros. Los tres volúmenes de Las mil y
una noches de Lane, con grabados en acero y notas en cuerpo menor entre
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Taller de Redacción y Gramática
capítulo, el diccionario latino de Quicherat, la Germania de Tácito en latín y en la
versión de Gordon, un Don Quijote de la casa Garnier, las Tablas de Sangre de
Rivera Indarte, con la dedicatoria del autor, el Sartor Resartus de Carlyle, una
biografía de Amiel y, escondido detrás de los demás, un libro en rústica sobre las
costumbres sexuales de los pueblos balkánicos. No he olvidado tampoco un
atardecer en un primer piso en la plaza Dubourg.
-Dufour -corrigió.
-Está bien. Dufour. ¿Te basta con todo eso?
-No -respondió-. Esas pruebas no prueban nada. Si yo lo estoy soñando, es
natural que sepa lo que yo sé. Su catálogo prolijo es del todo vano.
La objeción era justa. Le contesté:
-Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que
pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente
obligación, mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y
haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar.
-¿Y si el sueño durara? -dijo con ansiedad.
Para tranquilizarlo y tranquilizarme, fingí un aplomo que ciertamente no sentía.
Le dije:
-Mi sueño ha durado ya setenta años. Al fin y al cabo, al recordarse, no hay
persona que no se encuentre consigo misma. Es lo que nos está pasando ahora,
salvo que somos dos. ¿No querés saber algo de mi pasado, que es el porvenir que
te espera?
Asintió sin una palabra. Yo proseguí un poco perdido:
-Madre está sana y buena en su casa de Charcas y Maipú, en Buenos Aires,
pero padre murió hace unos treinta años. Murió del corazón. Lo acabó una
hemiplejía; la mano izquierda puesta sobre la mano derecha era como la mano de
un niño sobre la mano de un gigante. Murió con impaciencia de morir, pero sin una
queja. Nuestra abuela había muerto en la misma casa. Unos días antes del fin, nos
llamo a todos y nos dijo: "Soy una mujer muy vieja, que está muriéndose muy
despacio. Que nadie se alborote por una cosa tan común y corriente." Norah, tu
hermana, se casó y tiene dos hijos. A propósito, ¿en casa como están?
-Bien. Padre siempre con sus bromas contra la fe. Anoche dijo que Jesús era
como los gauchos, que no quieren comprometerse, y que por eso predicaba en
parábolas.
Vaciló y me dijo:
-¿Y usted?
-No sé la cifra de los libros que escribirás, pero sé que son demasiados.
Escribirás poesías que te darán un agrado no compartido y cuentos de índole
fantástica. Darás clases como tu padre y como tantos otros de nuestra sangre.
Me agradó que nada me preguntara sobre el fracaso o éxito de los libros.
Cambié. Cambié de tono y proseguí:
-En lo que se refiere a la historia... Hubo otra guerra, casi entre los mismos
antagonistas. Francia no tardó en capitular; Inglaterra y América libraron contra un
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Taller de Redacción y Gramática
dictador alemán, que se llamaba Hitler, la cíclica batalla de Waterloo. Buenos Aires,
hacía mil novecientos cuarenta y seis, engendró otro Rosas, bastante parecido a
nuestro pariente. El cincuenta y cinco, la provincia de Córdoba nos salvó, como
antes Entre Ríos. Ahora, las cosas andan mal. Rusia está apoderándose del planeta;
América, trabada por la superstición de la democracia, no se resuelve a ser un
imperio. Cada día que pasa nuestro país es más provinciano. Más provinciano y más
engreído, como si cerrara los ojos. No me sorprendería que la enseñanza del latín
fuera reemplazada por la del guaraní.
Noté que apenas me prestaba atención. El miedo elemental de lo imposible y
sin embargo cierto lo amilanaba. Yo, que no he sido padre, sentí por ese pobre
muchacho, más íntimo que un hijo de mi carne, una oleada de amor. Vi que
apretaba entre las manos un libro. Le pregunté qué era.
-Los poseídos o, según creo, Los demonios de Fyodor Dostoievski -me replicó
no sin vanidad.
-Se me ha desdibujado. ¿Qué tal es?
No bien lo dije, sentí que la pregunta era una blasfemia.
-El maestro ruso -dictaminó- ha penetrado más que nadie en los laberintos del
alma eslava.
Esa tentativa retórica me pareció una prueba de que se había serenado.
Le pregunté qué otros volúmenes del maestro había recorrido.
Enumeró dos o tres, entre ellos El doble.
Le pregunté si al leerlos distinguía bien los personajes, como en el caso de
Joseph Conrad, y si pensaba proseguir el examen de la obra completa.
-La verdad es que no -me respondió con cierta sorpresa.
Le pregunté qué estaba escribiendo y me dijo que preparaba un libro de versos
que se titularía Los himnos rojos. También había pensado en Los ritmos rojos.
-¿Por qué no? -le dije-. Podés alegar buenos antecedentes. El verso azul de
Rubén Darío y la canción gris de Verlaine.
Sin hacerme caso, me aclaró que su libro cantaría la fraternidad de todos los
hombres. El poeta de nuestro tiempo no puede dar la espalda a su época. Me quedé
pensando y le pregunté si verdaderamente se sentía hermano de todos. Por
ejemplo, de todos los empresarios de pompas fúnebres, de todos los carteros, de
todos los buzos, de todos los que viven en la acera de los números pares, de todos
los afónicos, etcétera. Me dijo que su libro se refería a la gran masa de los oprimidos
y parias.
-Tu masa de oprimidos y de parias -le contesté- no es más que una
abstracción. Sólo los individuos existen, si es que existe alguien. El hombre de ayer
no es el hombre de hoy, sentenció algún griego. Nosotros dos, en este banco de
Ginebra o de Cambridge, somos tal vez la prueba.
Salvo en las severas páginas de la Historia, los hechos memorables prescinden
de frases memorables. Un hombre a punto de morir quiere acordarse de un grabado
entrevisto en la infancia; los soldados que están por entrar en la batalla hablan del
barro o del sargento. Nuestra situación era única y, francamente, no estábamos
preparados. Hablamos, fatalmente, de letras; temo no haber dicho otras cosas que
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Taller de Redacción y Gramática
las que suelo decir a los periodistas. Mi alter ego creía en la invención o
descubrimiento de metáforas nuevas; yo en las que corresponden a afinidades
íntimas y notorias y que nuestra imaginación ya ha aceptado. La vejez de los
hombres y el ocaso, los sueños y la vida, el correr del tiempo y del agua. Le expuse
esta opinión, que expondría en un libro años después.
Casi no me escuchaba. De pronto dijo:
-Si usted ha sido yo, ¿cómo explicar que haya olvidado su encuentro con un
señor de edad que en 1918 le dijo que él también era Borges?
No había pensado en esa dificultad. Le respondí sin convicción:
-Tal vez el hecho fue tan extraño que traté de olvidarlo.
Aventuró una tímida pregunta:
-¿Cómo anda su memoria?
Comprendí que para un muchacho que no había cumplido veinte años, un
hombre de más de setenta era casi un muerto. Le contesté:
-Suele parecerse al olvido, pero todavía encuentra lo que le encargan. Estudio
anglosajón y no soy el último de la clase.
Nuestra conversación ya había durado demasiado para ser la de un sueño.
Una brusca idea se me ocurrió.
-Yo te puedo probar inmediatamente -le dije- que no estás soñando conmigo.
Oí bien este verso, que no has leído nunca, que yo recuerde.
Lentamente entoné la famosa línea: L'hydre - univers tordant son corps écaillé
d'astres. Sentí su casi temeroso estupor. Lo repitió en voz baja, saboreando cada
resplandeciente palabra.
-Es verdad -balbuceó-. Yo no podré nunca escribir una línea como ésa.
Hugo nos había unido.
Antes, él había repetido con fervor, ahora lo recuerdo, aquella breve pieza en
que Walt Whitman rememora una compartida noche ante el mar, en que fue
realmente feliz.
-Si Whitman la ha cantado -observé- es porque la deseaba y no sucedió. El
poema gana si adivinamos que es la manifestación de un anhelo, no la historia de un
hecho.
Se quedó mirándome.
-Usted no lo conoce -exclamó-. Whitman es capaz de mentir.
Medio siglo no pasa en vano. Bajo nuestra conversación de personas de
miscelánea lectura y gustos diversos, comprendí que no podíamos entendernos.
Éramos demasiado distintos y demasiado parecidos. No podíamos
engañarnos, lo cual hace difícil el diálogo. Cada uno de los dos era el remedo
caricaturesco del otro. La situación era harto anormal para durar mucho más tiempo.
Aconsejar o discutir era inútil, porque su inevitable destino era ser el que soy.
De pronto recordé una fantasía de Coleridge. Alguien sueña que cruza el
paraíso y le dan como prueba una flor. Al despertarse, ahí está la flor. Se me ocurrió
un artificio análogo.
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Taller de Redacción y Gramática
-Oí -le dije-, ¿tenés algún dinero?
-Sí - me replicó-. Tengo unos veinte francos. Esta noche lo convidé a Simón
Jichlinski en el Crocodile.
-Dile a Simón que ejercerá la medicina en Carouge, y que hará mucho bien...
ahora, me das una de tus monedas.
Sacó tres escudos de plata y unas piezas menores. Sin comprender me ofreció
uno de los primeros.
Yo le tendí uno de esos imprudentes billetes americanos que tienen muy
diverso valor y el mismo tamaño. Lo examinó con avidez.
-No puede ser -gritó-. Lleva la fecha de mil novecientos sesenta y cuatro.
(Meses después alguien me dijo que los billetes de banco no llevan fecha.)
-Todo esto es un milagro -alcanzó a decir- y lo milagroso da miedo. Quienes
fueron testigos de la resurrección de Lázaro habrán quedado horrorizados.
No hemos cambiado nada, pensé. Siempre las referencias librescas. Hizo
pedazos el billete y guardó la moneda. Yo resolví tirarla al río. El arco del escudo de
plata perdiéndose en el río de plata hubiera conferido a mi historia una imagen
vívida, pero la suerte no lo quiso.
Respondí que lo sobrenatural, si ocurre dos veces, deja de ser aterrador. Le
propuse que nos viéramos al día siguiente, en ese mismo banco que está en dos
tiempos y en dos sitios.
Asintió en el acto y me dijo, sin mirar el reloj, que se le había hecho tarde. Los
dos mentíamos y cada cual sabía que su interlocutor estaba mintiendo. Le dije que
iban a venir a buscarme.
-¿A buscarlo? -me interrogó.
-Sí. Cuando alcances mi edad habrás perdido casi por completo la vista. Verás
el color amarillo y sombras y luces. No te preocupes. La ceguera gradual no es una
cosa trágica. Es como un lento atardecer de verano.
Nos despedimos sin habernos tocado. Al día siguiente no fui. El otro tampoco
habrá ido.
He cavilado mucho sobre este encuentro, que no he contado a nadie. Creo
haber descubierto la clave. El encuentro fue real, pero el otro conversó conmigo en
un sueño y fue así que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia y todavía me
atormenta el encuentro.
El otro me soñó, pero no me soñó rigurosamente. Soñó, ahora lo entiendo, la
imposible fecha en el dólar.
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BORGES HABLA SOBRE CORTÁZAR
Yo me encontré con Cortázar en París, en casa de Néstor Ibarra. Él me dijo: "¿Usted
se acuerda de lo que nos pasó aquella tarde en la diagonal Norte?". "No", le dije yo.
Entonces él me dijo: "Yo le llevé a usted un manuscrito. Usted me dijo que volviera al
cabo de una semana, y que usted me diría lo que pensaba del manuscrito". Yo
dirigía entonces una revista, Los Anales de Buenos Aires (una revista ahora
indebidamente olvidada), que pertenecía a la señora Sara de Ortiz Basualdo, y él me
llevó un cuento, Casa tomada; al cabo de una semana volvió. Me pidió mi opinión, y
yo le dije: "En lugar de darle mi opinión, voy a decirle dos cosas: una, que el cuento
está en la imprenta, y dentro de unos días tendremos las pruebas; y otra, que ya le
he encargado las ilustraciones a mi hermana Norah". Pero, en esa ocasión, en París,
Cortázar me dijo: "Lo que yo quería recordarle también es que ése fue el primer
texto que yo publiqué en mi patria cuando nadie me conocía". Y yo me sentí muy
orgulloso de haber sido el primero que publicó un texto de Julio Cortázar. Y luego
nos vimos un par de veces en la UNESCO, donde él trabaja. Él está casado -o
estaba casado- con la hermana de un querido amigo mío, Francisco Luis Bernárdez.
Bueno, como le decía, nos vimos creo que dos o tres veces en la vida, y, desde
entonces, él está en París, yo estoy en Buenos Aires; creo que profesamos credos
políticos bastante distintos: pero pienso que, al fin y al cabo, las opiniones son lo
más superficial que hay en alguien; y además a mí los cuentos fantásticos de
Cortázar me gustan.
(Fernando Sorrentino: Siete conversaciones con Jorge Luis Borges, Buenos Aires, El Ateneo, 1996)
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ACTIVIDADES
1. ¿Qué información autobiográfica podemos encontrar en el texto El
otro, de Jorge Luis Borges? ¿Qué tres tiempos de la vida de Borges
están presentes?
2. Escribí una anécdota o falsa anécdota de la que seas protagonista.
3. Leé los siguientes dos textos y respondé:
a) ¿Cuál es la secuencia textual predominante en cada uno?
b) ¿Cuál es la posición que tiene Cortázar respecto del peronismo? ¿Es
la misma que la de Borges? ¿Quién de los dos muestra más
compromiso político? (revisar Borges habla sobre Cortázar).
“Nací en Bruselas en agosto de
1914. Signo astrológico, Virgo;
por
consiguiente,
asténico,
tendencias intelectuales, mi
planeta es Mercurio y mi color el
gris (aunque en realidad me
gusta el verde). Mi nacimiento
fue un producto del turismo y la
diplomacia; a mi padre lo
incorporaron a una misión
comercial cerca de la legación
argentina en Bélgica, y como
acababa de casarse se llevó a
mi madre a Bruselas. Me tocó
nacer en los días de la
ocupación de Bruselas por los
alemanes, a comienzos de la
primera guerra mundial. Tenía
casi cuatro años cuando mi
familia pudo volver a la
Argentina; hablaba sobre todo
francés, y de él me quedó la
manera de pronunciar la "r" que
nunca pude quitarme. Crecí en
Banfield, pueblo suburbano de
Buenos Aires, en una casa con
un gran jardín lleno de gatos,
perros tortugas y cotorras: el paraíso. Pero en ese paraíso yo era ya Adán, en el
sentido de que no guardo un recuerdo feliz de mi infancia; demasiadas
servidumbres, una sensibilidad excesiva, una tristeza frecuente, asma, brazos rotos,
primeros amores desesperados. ("Los venenos" es muy autobiográfico). Estudios
secundarios en Buenos Aires: maestro normal en 1932. Profesor normal en letras en
1935. Primeros empleos, cátedras en pueblos y ciudades de campo, paso por
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Taller de Redacción y Gramática
Mendoza en 1944-45 después de siete años de enseñar en escuelas secundarias.
Renuncia a través del fracaso del movimiento antiperonista en el que anduve metido,
vuelta a Buenos Aires. Ya llevaba diez años escribiendo, pero no publicaba nada o
casi nada (el tomito de sonetos, quizá un cuento). De 1946 a 1951, vida porteña,
solitaria e independiente; convencido de ser un solterón irreductible, amigo de muy
poca gente, melómano, lector a jornada completa, enamorado del cine, burguesito
ciego a todo lo que pasaba más allá de la esfera de lo estético. Traductor público
nacional. Gran oficio para una vida como la mía en ese entonces, egoístamente
solitaria e independiente. A todo esto Perón / Perón / qué grande sos, etc., los
altoparlantes en la esquina de mi estudio, exasperación creciente: en noviembre de
1951 vendí todo lo que tenía y me vine a París.”
[Carta a Graciela Maturo de Sola, con fecha 4 de noviembre de 1963.
Publicada en: CORTÁZAR, Julio, Cartas 1964-1968. Tomo II, Buenos Aires,
Alfaguara, 2000.]
EL PERONISMO. “Como me fui del país siendo un antiperonista convencido,
quisiera hacer algunas puntualizaciones. Siempre fui un tipo muy solitario, muy
introvertido. Hubo un momento en que Buenos Aires y yo dejamos de ser amigos.
Como cuando uno se pelea con una mujer, a pesar de lo cual la sigue queriendo.
Para mí, las ciudades son siempre mujeres. Mi relación con ellas ha sido siempre la
de un hombre con una mujer… Buenos Aires es, de alguna manera, la mujer de mi
vida. Esa que queda ahí a pesar de todo, y… digamos, París es la gran amante.
Bueno, volviendo a la cuestión. Me fui por una especie de saturación frente a un
movimiento político-ideológico que no comprendí y que no acepté.
Además, por otras razones personales. Pasaron veintidós años. Pasaron muchas
cosas. Vi Cuba. Maduré. Descubrí a mi prójimo. En la Argentina nunca lo había
descubierto. Cuando escribí El perseguidor fue el primer eslabón, el primer contacto
que tuve con el destino humano visto fuera de mí. A partir de entonces hice una
autocrítica despiadada de mí mismo. Me pregunté por qué en 1951 era
antiperonista. (…) Yo había hecho una cuestión personal contra los dirigentes del
peronismo. No me merecían confianza. Muchos de ellos siguen sin merecérmela.
Pero lo que no había sido capaz de comprender era esa increíble toma de
conciencia de todo un pueblo. Un pueblo colonizado, enajenado, como quieras
llamarle. Lo que despectivamente conocíamos entonces como „el cabecita negra‟.
De mi autocrítica salió una nueva visión de las cosas. Comprendí que el único
camino de nuestro país está en esas pulsiones –racionales o irracionales–, que
expresan la voluntad y el deseo de su enorme mayoría. (…) Esa autocrítica hace
que hoy vea el flamante triunfo del peronismo con ojos que no son los mismos que
vieron el triunfo de Perón en el 46”.
(Entrevista de Alberto Perrone, 1973, Revista Gente)
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VII. LA NOTICIA PERIODÍSTICA
LA NOTICIA
La noticia comparte con la crónica la función referencial del lenguaje y la
intención de informar y brindar una idea de objetividad. A diferencia de ella, la noticia
es más corta y no se narran en detalle hechos determinados, sino
que solo se informa sobre un asunto de actualidad, que merece ser
tratado. En estos casos también el discurso se orienta hacia la tercera persona,
es decir hacia aquel o aquello de lo que se habla. Prevalecen los hechos, las ideas,
las noticias (el referente).
Como en el caso anterior, predomina el pretérito perfecto simple, ya que se
narran hechos puntuales del pasado, pero se puede combinar con otros tiempos.
Pueden aparecer secuencias narrativas, descriptivas o argumentativas breves.
Veamos este ejemplo:
URUGUAY
Amenazaron de muerte a Méndez
Montevideo, EFE y AFP.
El árbitro internacional Gustavo Méndez denunciará ante la justicia al diputado Luis Rosadilla,
quién lo calificó de ladrón en un programa de radio local, según lo anunció el propio Méndez. El
parlamentario es un ex guerrillero y actual diputado del Movimiento de Participación Popular.
Además, el colegiado denunció que tanto él como su familia recibieron amenazas de muerte,
luego del polémico partido del domingo pasado en el que Nacional le ganó por 3-2 a Rocha. El
uruguayo marcó un penal a favor de Nacional, que Sebastián Abreu convirtió en el gol de la victoria,
por una supuesta falta que no existió en el último de los seis minutos que agregó al tiempo
reglamentario. Con esa victoria, alcanzó el primer lugar del campeonato junto a Defensor Sporting y
ambos equipos debían disputar dos finales para definir el título. Sin embargo, la directiva de Defensor
decidió no presentar a su equipo. Por esa razón, la mesa ejecutiva de la Asociación Uruguaya de
Fútbol proclamó a Nacional como campeón del Torneo Especial 2005.
La escandalosa definición del torneo preocupó al gobierno. El ministro de Turismo y Deportes,
Héctor Lescano, dijo que comprende la postura de Defensor y aseguró que hubiera tomado la misma
medida en caso de que su equipo hubiera sido perjudicado.
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En este ejemplo toda la noticia está en pretérito perfecto simple y predominan
las secuencias narrativas.
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CASA TOMADA
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas
antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los
recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la
infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues
en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la
mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las
últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía,
siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos
resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos
bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que
no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me
murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los
cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso
matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por
nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y
esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse
con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos
justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad
matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué
tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el
gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias,
tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces
tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba;
era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a
perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana;
Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver
madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y
preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no
llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no
tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede
releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin
escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de
pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una
mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No
necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el
dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una
destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos
plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se
agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con
gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más
retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza
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puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina,
nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el
pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al
living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living;
tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que
conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta
de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la
izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que
llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la
casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se
edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de
la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la
limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será
una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay
demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los
mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da
trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento
después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias
inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de
repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta
enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la
cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía
impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro
de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo
del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared
antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo;
felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para
más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del
mate le dije a Irene:
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su
labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la
parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por
ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina
de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días)
cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
-No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
98
Taller de Redacción y Gramática
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun
levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya
estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y
ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo
preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos
alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al
atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de
Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un
poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a
revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo.
Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el
dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel
para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y
poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude
habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de
la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a
veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio,
pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser,
presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes
insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores
domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del
álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el
baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más
alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de
loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos
allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa
se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo
creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me
desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes
de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua.
Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o
tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la
atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos
quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la
puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el
codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo
hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero
siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos
en el zaguán. Ahora no se oía nada.
99
Taller de Redacción y Gramática
-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las
hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían
quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de
mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé
con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la
calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a
la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera
en la casa, a esa hora y con la casa tomada.
Bestiario (1951)
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Taller de Redacción y Gramática
CASA TOMADA - TEMAS
La primera interpretación que revela la lectura del cuento es de índole
fantástica. Dos hermanos, herederos de una inmensa casa antigua familiar,
son empujados por una fuerza desconocida a vivir en una parte limitada de la
casa, y finalmente a abandonarla. Esa fuerza que ocupa uno a uno los
ambientes es percibida por los hermanos a partir del ruido; es totalmente
impersonal, como lo expresa el uso en el español de la tercera persona del
plural: “Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo”.
Otro elemento que nos aleja de una interpretación realista es la postura de los
hermanos frente a la ocupación: no la cuestionan; en cierto modo, están
resignados.
Otro tema que podemos mencionar es el de la decadencia o culminación
de una estirpe: Irene y su hermano (el narrador) viven en la misma casa en la
que vivieron hace décadas sus bisabuelos, sus abuelos y luego sus padres.
Constituyen un matrimonio de hermanos, sin descendencia, el último eslabón
de una familia que ha logrado una posición en la vida. Los hermanos apenas
salen de la casa, ninguno de los dos trabaja, viven de las rentas que les deja el
campo familiar. La principal ocupación de Irene, el tejido, es símbolo de un
tiempo que se detiene, que no avanza, e incluso retrocede, cuando ella, como
una moderna Penélope, decide destejer. En ese estado de quietud se
encuentran los hermanos cuando aparece en la casa esa fuerza invasora, que
es el único factor que introduce acción, narración, en el cuento.
Otro tema es el de la pérdida de lo que poseemos, de las cosas que
consideramos nuestras. Cada vez que una parte de la casa es tomada, los
hermanos se lamentan por aquello que ha quedado fuera de su alcance. Esa
pérdida finalmente llega a su máxima expresión y posibilidad cuando deben
abandonar la casa.
La interpretación del cuento, además, puede dejar de lado (o en un
segundo plano) el universo de lo fantástico y establecer una relación con la
postura política del autor en la época en que escribió Casa tomada. El autor
confesó en una entrevista que el cuento tuvo su origen en una pesadilla que
padeció una noche. Si bien en esa pesadilla no quedaba claro quién era el
misterioso invasor que ocupaba la casa, Cortázar entiende que un análisis
psicoanalítico de los sueños puede resolver las incógnitas de los mismos, y no
descarta (ni propone) una clave política en este caso.
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Taller de Redacción y Gramática
CASA TOMADA – ACTIVIDADES
La casa en traducción al diseño gráfico de Juan Fresán
1. ¿Cuál es el sentido del título?
2. ¿Cuál es el género del cuento? ¿Qué relación tiene con el final del
mismo?
3. ¿Hay datos en el cuento que nos permitan ubicar temporal y
espacialmente la historia de “Casa tomada? ¿Cuáles?
4. A partir de los dos textos biográficos de Cortázar vistos y del
siguiente audio, ¿es posible hacer una lectura política del cuento?
AUDIO: Fragmento de entrevista de Joaquín Soler Serrano, “A Fondo”, TVE, 1977.
5. Reemplazar lo subrayado y conservar el significado:
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura
pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse.
………………………………………………………………………………….
A eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por
repasar y me iba a la cocina.
………………………………………………………………………………….
102
Taller de Redacción y Gramática
Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían
con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los
ladrillos,
…………………………………………………………………………………………
No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de
los campos y el dinero aumentaba.
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy
grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se
edifican ahora;
…………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………
A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi
lado sin decir palabra.
…………………………………………………………………………………
6. Escriba una noticia periodística que informe y comente la desaparición
de los dos hermanos, a partir del testimonio de los vecinos del barrio.
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Taller de Redacción y Gramática
CINE DEBATE
ACTIVIDAD PARA LA PELÍCULA: “CORTÁZAR”
(Dirigida por Tristan Bauer, 1994)
En Cortázar, el film, el propio escritor relata su vida: su voz y la del actor argentino Alfredo
Alcón construyen el retrato de un ser humano para quien la literatura representa la esencia
misma de la vida. La mirada poética transforma las imágenes de archivo otorgándoles un
nuevo sentido, resemantizándolas. La música va desde Mozart y Bach hasta llegar a los
tangos que escribiera el mismo Cortázar, interpretados por el Tata Cedrón.
La presencia en imagen y sonido reconstruye la vida del escritor hasta finalizar en el
cementario de Montparnasse, donde el escritor descansa junto a su mujer Carol Dunlop.
1. ¿Dónde nace Cortázar y por qué?
2. Señalá 5 características de la personalidad de Julio Cortázar que se desprenden
de la película.
3. Anotá 5 características de la obra de Julio Cortázar.
4. ¿Cuáles son las relaciones que se pueden establecer entre la obra de Cortázar, la
ciudad de Buenos Aires y el español (argentino, como el propio Cortázar lo llama)?
5. ¿Qué hechos de la historia argentina, latinoamericana y mundial se mencionan en
la película?
6. ¿Qué personajes históricos aparecen?
7. ¿Cuáles son los elementos de la realidad cotidiana que menciona Cortázar que
actúan como pasajes a una realidad diferente?
104
Taller de Redacción y Gramática
VIII. LA PUBLICIDAD
El aviso publicitario
En todos los casos, estos avisos utilizan un lenguaje en donde prevalece la
intención de influir, de persuadir al destinatario; esta función del lenguaje se llama
función conativa o apelativa. Se caracteriza por el uso del imperativo y del
vocativo (aunque el presente del indicativo o el subjuntivo pueden utilizarse
como formas de mandato). En el lenguaje oral se emplea el tono agresivo o de
mandato o súplica.
en las publicidades abundan las secuencias
argumentativas, pero también pueden aparecer otras como las secuencias
descriptivas, narrativas y explicativas.
En
general,
En los avisos siguientes se pueden ver estos y otros recursos para alcanzar el
efecto publicitario:
1. "Simplemente… controlá todo". La oración que encabeza el aviso del
control remoto está en imperativo y es sumamente persuasiva, ya que apela a una
noción de poder (controlá) con respecto a las posibilidades de acceso que brinda el
artefacto y de simplificación y funcionalidad (simplemente). Esto se reafirma en el
texto que sigue, con oraciones afirmativas en presente del indicativo, en las cuales
se explican las virtudes de poseer este control remoto.
105
Taller de Redacción y Gramática
2. "El de siempre. El de hoy". En este caso se usan dos oraciones
unimembres, que apelan a la trayectoria de la marca Trapiche, que es una garantía
de calidad para el nuevo producto que lanzan al mercado. La pregunta retórica que
aparece después es una invitación a comprar y probar el nuevo vino.
3. "¿Por qué le hacés esto a tu Epson?": El encabezado es una pregunta
retórica que llama a la reflexión y que indica la conveniencia de tratar con cuidado a
las impresoras. En las oraciones siguientes, en las que se utiliza el imperativo y el
presente, se explica el motivo de la pregunta: no usar cartuchos originales. En la
106
Taller de Redacción y Gramática
oración en presente se menciona otra ventaja: "están a tu alcance", o sea, el
problema de que los cartuchos originales son caros está superado.
4. "A 15 minutos de Puerto Madero, hay una vida mejor y cuesta mucho
menos": esta oración en presente del indicativo es muy persuasiva, porque en
ella se afirma que lo mejor es muy barato. En el texto que sigue predomina el
imperativo y se detalla la conveniencia de los precios de los lotes, de la diferencia
de calidad de vida que ofrecen, el colegio, los deportes.
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Taller de Redacción y Gramática
a. El aviso clasificado
Empresa de Servicios y Maquinarias: Se busca persona para ventas y desarrollo de
proyectos. Preferentemente, ingeniero, estudiante avanzado de ingeniería (pero no
excluyente). Lugar de trabajo Capital, con visitas a clientes en todo el país. Dirigirse a
Rodríguez Peña 5020, PB, de 8 a 12.
Estos avisos, caracterizados por la brevedad, se publican con diferentes
objetivos: búsqueda de personal, venta de inmuebles, autos, etc., ofrecimiento de
productos o de servicios, donación de mascotas, hasta motivos sentimentales. En
los diarios, estos avisos se clasifican por rubros, de ahí su nombre.
Abundan las secuencias descriptivas.
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Taller de Redacción y Gramática
LECTURAS
LA ISLA A MEDIODÍA
La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los
asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja
del almuerzo. La pasajera lo había mirado varias veces mientras él iba y venía con
revistas o vasos de whisky; Marini se demoraba ajustando la mesa, preguntándose
aburridamente si valdría la pena responder a la mirada insistente de la pasajera, una
americana de las muchas, cuando en el óvalo azul de la ventanilla entró el litoral de
la isla, la franja dorada de la playa, las colinas que subían hacia la meseta desolada.
Corrigiendo la posición defectuosa del vaso de cerveza, Marini sonrió a la pasajera.
«Las islas griegas», dijo. «Oh, yes, Greece», repuso la americana con un falso
interés. Sonaba brevemente un timbre y el steward se enderezó sin que la sonrisa
profesional se borrara de su boca de labios finos. Empezó a ocuparse de un
matrimonio sirio que quería jugo de tomate, pero en la cola del avión se concedió
unos segundos para mirar otra vez hacia abajo; la isla era pequeña y solitaria, y el
Egeo la rodeaba con un intenso azul que exaltaba la orla de un blanco deslumbrante
y como petrificado, que allá abajo sería espuma rompiendo en los arrecifes y las
caletas. Marini vio que las playas desiertas corrían hacia el norte y el oeste, lo
demás era la montaña entrando a pique en el mar. Una isla rocosa y desierta,
aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podía ser una casa, quizá un
grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se
borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable.
Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.
A Marini le gustó que lo hubieran destinado a la línea Roma-Teherán, porque el
paisaje era menos lúgubre que en las líneas del norte y las muchachas parecían
siempre felices de ir a Oriente o de conocer Italia. Cuatro días después, mientras
ayudaba a un niño que había perdido la cuchara y mostraba desconsolado el plato
del postre, descubrió otra vez el borde de la isla. Había una diferencia de ocho
minutos pero cuando se inclinó sobre una ventanilla de la cola no le quedaron
dudas; la isla tenía una forma inconfundible, como una tortuga que sacara apenas
las patas del agua. La miró hasta que lo llamaron, esta vez con la seguridad de que
la mancha plomiza era un grupo de casas; alcanzó a distinguir el dibujo de unos
pocos campos cultivados que llegaban hasta la playa. Durante la escala de Beirut
miró el atlas de la stewardess, y se preguntó si la isla no sería Horos. El
radiotelegrafista, un francés indiferente, se sorprendió de su interés. «Todas esas
islas se parecen, hace dos años que hago la línea y me importan muy poco. Sí,
muéstremela la próxima vez.» No era Horos sino Xiros, una de las muchas islas al
margen de los circuitos turísticos. «No durará ni cinco años», le dijo la stewardess
mientras bebían una copa en Roma. «Apúrate si piensas ir, las hordas estarán allí
en cualquier momento, Gengis Cook vela.» Pero Marini siguió pensando en la isla,
mirándola cuando se acordaba o había una ventanilla cerca, casi siempre
encogiéndose de hombros al final. Nada de eso tenía sentido, volar tres veces por
semana a mediodía sobre Xiros era tan irreal como soñar tres veces por semana
que volaba a mediodía sobre Xiros. Todo estaba falseado en la visión inútil y
recurrente; salvo, quizá, el deseo de repetirla, la consulta al reloj pulsera antes de
mediodía, el breve, punzante contacto con la deslumbradora franja blanca al borde
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Taller de Redacción y Gramática
de un azul casi negro, y las casas donde los pescadores alzarían apenas los ojos
para seguir el paso de esa otra irrealidad.
Ocho o nueve semanas después, cuando le propusieron la línea de Nueva
York con todas sus ventajas, Marini se dijo que era la oportunidad de acabar con esa
manía inocente y fastidiosa. Tenía en el bolsillo el libro donde un vago geógrafo de
nombre levantino daba sobre Xiros más detalles que los habituales en las guías.
Contestó negativamente, oyéndose como desde lejos, y después de sortear la
sorpresa escandalizada de un jefe y dos secretarias se fue a comer a la cantina de
la compañía donde lo esperaba Carla. La desconcertada decepción de Carla no lo
inquietó; la costa sur de Xiros era inhabitable pero hacia el oeste quedaban huellas
de una colonia lidia o quizá cretomicénica, y el profesor Goldmann había encontrado
dos piedras talladas con jeroglíficos que los pescadores empleaban como pilotes del
pequeño muelle. A Carla le dolía la cabeza y se marchó casi enseguida; los pulpos
eran el recurso principal del puñado de habitantes, cada cinco días llegaba un barco
para cargar la pesca y dejar algunas provisiones y géneros. En la agencia de viajes
le dijeron que habría que fletar un barco especial desde Rynos, o quizá se pudiera
viajar en la falúa que recogía los pulpos, pero esto último sólo lo sabría Marini en
Rynos donde la agencia no tenía corresponsal. De todas maneras la idea de pasar
unos días en la isla no era más que un plan para las vacaciones de junio; en las
semanas que siguieron hubo que reemplazar a White en la línea de Túnez, y
después empezó una huelga y Carla se volvió a casa de sus hermanas en Palermo.
Marini fue a vivir a un hotel cerca de Piazza Navona, donde había librerías de viejo;
se entretenía sin muchas ganas en buscar libros sobre Grecia, hojeaba de a ratos un
manual de conversación. Le hizo gracia la palabra kalimera y la ensayó en un
cabaret con una chica pelirroja, se acostó con ella, supo de su abuelo en Odos y de
unos dolores de garganta inexplicables. En Roma empezó a llover, en Beirut lo
esperaba siempre Tania, había otras historias, siempre parientes o dolores; un día
fue otra vez a la línea de Teherán, la isla a mediodía. Marini se quedó tanto tiempo
pegado a la ventanilla que la nueva stewardess lo trató de mal compañero y le hizo
la cuenta de las bandejas que llevaba servidas. Esa noche Marini invitó a la
stewardess a comer en el Firouz y no le costó que le perdonaran la distracción de la
mañana. Lucía le aconsejó que se hiciera cortar el pelo a la americana; él le habló
un rato de Xiros, pero después comprendió que ella prefería el vodka-lime del Hilton.
El tiempo se iba en cosas así, en infinitas bandejas de comida, cada una con la
sonrisa a la que tenía derecho el pasajero. En los viajes de vuelta el avión
sobrevolaba Xiros a las ocho de la mañana; el sol daba contra las ventanillas de
babor y dejaba apenas entrever la tortuga dorada; Marini prefería esperar los
mediodías del vuelo de ida, sabiendo que entonces podía quedarse un largo minuto
contra la ventanilla mientras Lucía (y después Felisa) se ocupaba un poco
irónicamente del trabajo. Una vez sacó una foto de Xiros pero le salió borrosa; ya
sabía algunas cosas de la isla, había subrayado las raras menciones en un par de
libros. Felisa le contó que los pilotos lo llamaban el loco de la isla, y no le molestó.
Carla acababa de escribirle que había decidido no tener el niño, y Marini le envió dos
sueldos y pensó que el resto no le alcanzaría para las vacaciones. Carla aceptó el
dinero y le hizo saber por una amiga que probablemente se casaría con el dentista
de Treviso. Todo tenía tan poca importancia a mediodía, los lunes y los jueves y los
sábados (dos veces por mes, el domingo).
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Taller de Redacción y Gramática
Con el tiempo fue dándose cuenta de que Felisa era la única que lo
comprendía un poco; había un acuerdo tácito para que ella se ocupara del pasaje a
mediodía, apenas él se instalaba junto a la ventanilla de la cola. La isla era visible
unos pocos minutos, pero el aire estaba siempre tan limpio y el mar la recortaba con
una crueldad tan minuciosa que los más pequeños detalles se iban ajustando
implacables al recuerdo del pasaje anterior: la mancha verde del promontorio del
norte, las casas plomizas, las redes secándose en la arena. Cuando faltaban las
redes Marini lo sentía como un empobrecimiento, casi un insulto. Pensó en filmar el
paso de la isla, para repetir la imagen en el hotel, pero prefirió ahorrar el dinero de la
cámara ya que apenas le faltaba un mes para las vacaciones. No llevaba demasiado
la cuenta de los días; a veces era Tania en Beirut, a veces Felisa en Teherán, casi
siempre su hermano menor en Roma, todo un poco borroso, amablemente fácil y
cordial y como reemplazando otra cosa, llenando las horas antes o después del
vuelo, y en el vuelo todo era también borroso y fácil y estúpido hasta la hora de ir a
inclinarse sobre la ventanilla de la cola, sentir el frío cristal como un límite del acuario
donde lentamente se movía la tortuga dorada en el espeso azul.
Ese día las redes se dibujaban precisas en la arena, y Marini hubiera jurado
que el punto negro a la izquierda, al borde del mar, era un pescador que debía estar
mirando el avión. «Kalimera», pensó absurdamente. Ya no tenía sentido esperar
más, Mario Merolis le prestaría el dinero que le faltaba para el viaje, en menos de
tres días estaría en Xiros. Con los labios pegados al vidrio, sonrió pensando que
treparía hasta la mancha verde, que entraría desnudo en el mar de las caletas del
norte, que pescaría pulpos con los hombres, entendiéndose por señas y por risas.
Nada era difícil una vez decidido, un tren nocturno, un primer barco, otro barco viejo
y sucio, la escala en Rynos, la negociación interminable con el capitán de la falúa, la
noche en el puente, pegado a las estrellas, el sabor del anís y del carnero, el
amanecer entre las islas. Desembarcó con las primeras luces, y el capitán lo
presentó a un viejo que debía ser el patriarca. Klaios le tomó la mano izquierda y
habló lentamente, mirándolo en los ojos. Vinieron dos muchachos y Marini entendió
que eran los hijos de Klaios. El capitán de la falúa agotaba su inglés: veinte
habitantes, pulpos, pesca, cinco casas, italiano visitante pagaría alojamiento Klaios.
Los muchachos rieron cuando Klaios discutió dracmas; también Marini, ya amigo de
los más jóvenes, mirando salir el sol sobre un mar menos oscuro que desde el aire,
una habitación pobre y limpia, un jarro de agua, olor a salvia y a piel curtida.
Lo dejaron solo para irse a cargar la falúa, y después de quitarse a manotazos
la ropa de viaje y ponerse un pantalón de baño y unas sandalias, echó a andar por la
isla. Aún no se veía a nadie, el sol cobraba lentamente impulso y de los matorrales
crecía un olor sutil, un poco ácido mezclado con el yodo del viento. Debían ser las
diez cuando llegó al promontorio del norte y reconoció la mayor de las caletas.
Prefería estar solo aunque le hubiera gustado más bañarse en la playa de arena; la
isla lo invadía y lo gozaba con una tal intimidad que no era capaz de pensar o de
elegir. La piel le quemaba de sol y de viento cuando se desnudó para tirarse al mar
desde una roca; el agua estaba fría y le hizo bien; se dejó llevar por corrientes
insidiosas hasta la entrada de una gruta, volvió mar afuera, se abandonó de
espaldas, lo aceptó todo en un solo acto de conciliación que era también un nombre
para el futuro. Supo sin la menor duda que no se iría de la isla, que de alguna
manera iba a quedarse para siempre en la isla. Alcanzó a imaginar a su hermano, a
Felisa, sus caras cuando supieran que se había quedado a vivir de la pesca en un
111
Taller de Redacción y Gramática
peñón solitario. Ya los había olvidado cuando giró sobre sí mismo para nadar hacia
la orilla.
El sol lo secó enseguida, bajó hacia las casas donde dos mujeres lo miraron
asombradas antes de correr a encerrarse. Hizo un saludo en el vacío y bajó hacia
las redes. Uno de los hijos de Klaios lo esperaba en la playa, y Marini le señaló el
mar, invitándolo. El muchacho vaciló, mostrando sus pantalones de tela y su camisa
roja. Después fue corriendo hacia una de las casas, y volvió casi desnudo; se tiraron
juntos a un mar ya tibio, deslumbrante bajo el sol de las once.
Secándose en la arena, Ionas empezó a nombrar las cosas. «Kalimera», dijo
Marini, y el muchacho rió hasta doblarse en dos. Después Marini repitió las frases
nuevas, enseñó palabras italianas a Ionas. Casi en el horizonte, la falúa se iba
empequeñeciendo; Marini sintió que ahora estaba realmente solo en la isla con
Klaios y los suyos. Dejaría pasar unos días, pagaría su habitación y aprendería a
pescar; alguna tarde, cuando ya lo conocieran bien, les hablaría de quedarse y de
trabajar con ellos. Levantándose, tendió la mano a Ionas y echó a andar lentamente
hacia la colina. La cuesta era escarpada y trepó saboreando cada alto, volviéndose
una y otra vez para mirar las redes en la playa, las siluetas de las mujeres que
hablaban animadamente con Ionas y con Klaios y lo miraban de reojo, riendo.
Cuando llegó a la mancha verde entró en un mundo donde el olor del tomillo y de la
salvia era una misma materia con el fuego del sol y la brisa del mar. Marini miró su
reloj pulsera y después, con un gesto de impaciencia, lo arrancó de la muñeca y lo
guardó en el bolsillo del pantalón de baño. No sería fácil matar al hombre viejo, pero
allí en lo alto, tenso de sol y de espacio, sintió que la empresa era posible. Estaba en
Xiros, estaba allí donde tantas veces había dudado que pudiera llegar alguna vez.
Se dejó caer de espaldas entre las piedras calientes, resistió sus aristas y sus lomos
encendidos, y miró verticalmente el cielo; lejanamente le llegó el zumbido de un
motor.
Cerrando los ojos se dijo que no miraría el avión, que no se dejaría contaminar
por lo peor de sí mismo, que una vez más iba a pasar sobre la isla. Pero en la
penumbra de los párpados imaginó a Felisa con las bandejas, en ese mismo
instante distribuyendo las bandejas, y su reemplazante, tal vez Giorgio o alguno
nuevo de otra línea, alguien que también estaría sonriendo mientras alcanzaba las
botellas de vino o el café. Incapaz de luchar contra tanto pasado abrió los ojos y se
enderezó, y en el mismo momento vio el ala derecha del avión, casi sobre su
cabeza, inclinándose inexplicablemente, el cambio de sonido de las turbinas, la
caída casi vertical sobre el mar. Bajó a toda carrera por la colina, golpeándose en las
rocas y desgarrándose un brazo entre las espinas. La isla le ocultaba el lugar de la
caída, pero torció antes de llegar a la playa y por un atajo previsible franqueó la
primera estribación de la colina y salió a la playa más pequeña. La cola del avión se
hundía a unos cien metros, en un silencio total. Marini tomó impulso y se lanzó al
agua, esperando todavía que el avión volviera a flotar; pero no se veía más que la
blanda línea de las olas, una caja de cartón oscilando absurdamente cerca del lugar
de la caída, y casi al final, cuando ya no tenía sentido seguir nadando, una mano
fuera del agua, apenas un instante, el tiempo para que Marini cambiara de rumbo y
se zambullera hasta atrapar por el pelo al hombre que luchó por aferrarse a él y
tragó roncamente el aire que Marini le dejaba respirar sin acercarse demasiado.
Remolcándolo poco a poco lo trajo hasta la orilla, tomó en brazos el cuerpo vestido
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Taller de Redacción y Gramática
de blanco, y tendiéndolo en la arena miró la cara llena de espuma donde la muerte
estaba ya instalada, sangrando por una enorme herida en la garganta. De qué podía
servir la respiración artificial si con cada convulsión la herida parecía abrirse un poco
más y era como una boca repugnante que llamaba a Marini, lo arrancaba a su
pequeña felicidad de tan pocas horas en la isla, le gritaba entre borbotones algo que
él ya no era capaz de oír. A toda carrera venían los hijos de Klaios y más atrás las
mujeres. Cuando llegó Klaios, los muchachos rodeaban el cuerpo tendido en la
arena, sin comprender cómo había tenido fuerzas para nadar a la orilla y arrastrarse
desangrándose hasta ahí. «Ciérrale los ojos», pidió llorando una de las mujeres.
Klaios miró hacia el mar, buscando algún otro sobreviviente. Pero como siempre
estaban solos en la isla, y el cadáver de ojos abiertos era lo único nuevo entre ellos
y el mar.
(Todos los fuegos el fuego, 1966)
LA ISLA A MEDIODÍA - ACTIVIDADES
1. Lea este análisis de la obra de Cortázar:
APUNTES SOBRE CORTÁZAR
EL CUENTO Y EL CUENTO FANTÁTICO
En "Algunos aspectos del cuento" (1994) Cortázar describe cómo debe ser la estructura de este
género. El elemento más significativo -dice- es su tema. El hecho de lograr un buen cuento reside,
principalmente, en poder convertir un acontecimiento insignificante -real o fingido- en "resumen
implacable de cierta condición humana"; irradiar a través del tema escogido algo más allá de su primer
significado. El cuentista debe escoger temas que actúen en el lector como una especie de apertura:
" […] de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucho más allá de
la anécdota visual o literaria contenida en el cuento." (CORTÁZAR,"Algunos aspectos del cuento",
(1994.)
Esto es, en definitiva, lo que se puede denominar significación.
En "Del cuento breve y sus alrededores" señala que lo que interesa en los cuentos es que captan algo
incomunicable que el lector comparte como una experiencia autónoma. Al leerlo, estamos en un circuito
cerrado, poseídos por fórmulas verbales que, al ser invocadas, desencadenan en nosotros la misma
secuencia de acontecimientos psíquicos que se desencadenaron en el autor.
Una vez definido el cuento según Cortázar, podemos detenernos en el caso particular del cuento
fantástico, teniendo en cuenta fundamentalmente que uno de los rasgos más significativos de la literatura
cortazariana es el tratamiento de este género. El mundo literario de Cortázar se mueve entre lo absurdo
de lo cotidiano y lo fantástico, entre la fascinación de la fantasía y la realidad:
"Casi todos los cuentos que he escrito pertenecen al género llamado fantástico por falta de mejor
nombre y se oponen a ese falso realismo que consiste en creer que todas las cosas pueden describirse y
explicarse como lo daba por sentado el optimismo filosófico y científico del siglo XVIII." (CORTÁZAR,
"Algunos aspectos del cuento", p. 368, 1994.)
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Taller de Redacción y Gramática
En "Notas sobre lo gótico en el Río de la Plata" (CORTÁZAR, 1994), señala que lo fantástico tiene
una acepción muy amplia: va de lo sobrenatural a lo misterioso, de lo terrorífico a lo insólito.
Ahora bien, la idea central de Cortázar sobre el género fantástico gira alrededor de la capacidad para
"estirar" los límites de lo real como para hacer entrar, en lo que habitualmente denominamos como
realidad, todo aquello que es insólito, excepcional, extraordinario:
"[Lo fantástico] es algo absolutamente excepcional, de acuerdo, pero no tiene por qué diferenciarse en
sus manifestaciones de esta realidad que nos envuelve. Lo fantástico puede darse sin que haya una
modificación espectacular de las cosas.
Simplemente para mí lo fantástico es la indicación súbita de que, al margen de las leyes aristotélicas y
de nuestra mente razonante, existen mecanismos perfectamente válidos, vigentes, que nuestro cerebro
lógico no capta pero que en momentos irrumpen y se hacen sentir." (GONZÁLEZ BERMEJO, 1979.)
En rigor, esto es lo que sucede casi siempre en sus cuentos: todo comienza a transcurrir en un
universo trivial, familiar, concreto, en el que, paulatina y casi imperceptiblemente, van entrando los signos
de un extrañamiento y de una intranquilidad que terminarán por descomponerlo todo para crear una
nueva e inquietante realidad.
EL TEMA DEL DOBLE
El tema del doble aparece y reaparece en la obra narrativa de Cortázar. Tengamos en cuenta, en
primera instancia, que este es uno de los procedimientos más empleados en la literatura fantástica para
lograr la fisura en la realidad, propia del género. Pero, al mismo tiempo, Cortázar está convencido de que
el "problema" del doble es universal: considera que no es un rasgo particular de su poética fantástica sino
de la literatura en general.
Ahora bien, la temática del doble aparece en su obra, tanto en los cuentos como en las novelas, con
infinitas variaciones. Así, por ejemplo, en el caso de "Lejana" (Bestiario), una mujer en Buenos Aires
siente que al mismo tiempo es una mendiga en Budapest; impulsada por una extraña compulsión, viaja
después de casarse al viejo continente, donde se transforma en la mendiga. Esta, a su vez, se transforma en
ella.
En el cuento "La noche boca arriba" (Final del juego) el desdoblamiento se produce en un sueño: un
hombre se desdobla aparentemente para recorrer caminos ancestrales.
El tema se repite en "Las armas secretas" (incluido en el libro homónimo), donde un personaje del
presente se siente sojuzgado por un personaje del pasado.
Espacios dobles, tiempos dobles, personajes que se desdoblan… En Cortázar, puede decirse que la
problemática del doble existe en consonancia con la confusión de espacios y tiempos, con la fusión de
experiencias y con la transformación de la realidad.
Finalmente, para concluir con el tema, es interesante recordar una anécdota que, a propósito de los
dobles, cuenta el propio Cortázar:
"Un día de sol como el de hoy -lo fantástico sucede en condiciones muy comunes y muy normales- yo
estaba caminando por la rue de Rennes y en un momento dado supe -sin animarme a mirar- que yo
mismo estaba caminando a mi lado; algo de mi ojo debía ver alguna cosa porque yo, con una sensación de
horror espantoso, sentía mi desdoblamiento físico. Al mismo tiempo razonaba muy lúcidamente; me metí
en un bar, pedí un café doble amargo y me lo bebí de un golpe. Me quedé esperando y de pronto
comprendí que ya podía mirar, que yo ya no estaba a mi lado".
LOS PASAJES
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Taller de Redacción y Gramática
Otro de los ejes centrales en la poética de Julio Cortázar es el de los "pasajes". Con este nombre,
Mónica Tamborenea, en Julio Cortázar. Todos los fuegos el fuego, (1986) enuncia las diversas formas que
tienen los personajes del universo cortazariano para viajar a otras realidades. A veces, estos pasajes
cobrarán la forma de puentes, galerías, ventanas, peceras, puertas, etcétera:
"Si en la tradición de la narrativa contar es contar un viaje, en la literatura de Cortázar el contar se
construye con la elisión del viaje. Se puede "pasar" de un lugar a otro, de uno a otro tiempo, de una
realidad oprimente o aburrida a la realidad deseada sin esa mediación, porque pasajes, puentes, galerías
arman la cadena que hace posible cualquier desplazamiento. El viaje real cede su lugar al viaje
imaginario. Es en ese espacio, en ese hueco que llenaría la realidad del viaje donde la escritura de
Cortázar se instala para construir la ficción." (TAMBORENEA, 1986.)
A través de esta cita vemos cómo los personajes de Cortázar viajan de un mundo a otro, de un tiempo
a otro. Sin embargo, no se trata de un viaje tradicional, realista, sino de un pasaje fantástico.
Pero, además, para Tamborenea, el pasaje no es solo un recurso, sino que se constituye en un
elemento fundante del relato:
"El pasaje se constituye en condición fundante del relato cuya estructura -delineada también en razón
de ese pasaje- se sostiene en general, por el binarismo que impregna los diversos niveles. Escindir el texto
en dos, entrecruzar e imbricar dos historias en una, suele ser en estos cuentos de Cortázar una operación
común que realizan los pasajes." (TAMBORENEA, 1986.)
Podemos preguntarnos, entonces, cuál es la función que tienen estos pasajes. Tamborenea señala, en
primer lugar, que los pasajes sirven para explicitar el deseo de realización de los personajes; pues cuando
su vida se ha tornado rutinaria, el personaje cortazariano logra el acceso al mundo imaginario a través de
algún pasaje. Un ejemplo de esta hipótesis puede leerse en "La isla a mediodía" (Todos los fuegos el
fuego): Marini se obsesiona con un paisaje que ve desde el avión en el que trabaja; el cuento narrará,
precisamente, el pasaje -soñado, imaginado- a ese mundo que está presentado como la contrapartida del
mundo rutinario en el que vive el personaje.
Una segunda función que Tamborenea les asigna a los pasajes es la de presentar la facultad de
comprender el absurdo de la vida. En este punto, es importante tener presente cómo Cortázar concibe lo
fantástico para comprender la "naturalidad" con la que se aceptan estos deslizamientos. Los pasajes, por
un lado, implican una situación relacionada con lo misterioso, lo inconsciente, lo oculto, pero la facilidad
con la que Cortázar descubre lo fantástico en lo cotidiano tiñe de una naturalidad inquietante esos
deslizamientos de los personajes a través de los distintos ámbitos espacio-temporales. Para Cortázar,
"ficción y realidad están saturadas por la misma absurdidad".
EL TIEMPO Y EL ESPACIO
Para hablar de la concepción del tiempo y del espacio en la obra de Cortázar, hay que tener en cuenta
que en los textos fantásticos -como señala Rosemary Jackson (1986)- estas unidades clásicas son
amenazadas por la disolución. Sin embargo, si apelamos a la noción de cotidianeidad que, como vimos,
atraviesa la literatura cortazariana, esta ruptura resulta natural. Pensemos, fundamentalmente, en los
cuentos en los que se trabaja con dos espacios y dos tiempos yuxtapuestos: "El otro cielo", "La noche boca
arriba" o "Todos los fuegos el fuego", por ejemplo. En este último caso, se presenta un mismo esquema de
amores, infidelidades y venganzas que toma cuerpo en dos espacios y dos tiempos: uno transcurre durante
el Imperio Romano; el otro, en un departamento francés contemporáneo. Una lectura atenta del cuento
pone al descubierto los pasajes que comunican estas dos series, aparentemente individuales. Lo que ocurre
en la primera tiene su efecto en la segunda, y viceversa, cerrándose ambas mediante un mismo incendio
que se propaga de una a otra. Al fundirse estos espacios y estos tiempos, se produce su anulación.
Ahora bien, si nos detenemos en los espacios, una primera lectura de sus cuentos nos permite ver que
Cortázar describe ámbitos cotidianos: la casa en la que viven los hermanos en "Casa tomada" es una
vivienda típica sobre la calle Rodríguez Peña; "El otro cielo" describe paisajes urbanos de París y Buenos
Aires; "Final del juego" transcurre en una casa de las cercanías de las vías del Central Argentino;
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Taller de Redacción y Gramática
"Ómnibus", en el colectivo de la línea 168 durante su recorrido. Se ve cómo, a diferencia de Borges, que
en muchos casos sitúa sus cuentos fantásticos en situaciones y tiempos distanciados de nuestra realidad,
Cortázar se propone construir lo fantástico desde lo cotidiano. En muchas oportunidades, además, lo hace
desde los espacios que mayor protección, resguardo e inmediatez representan y que, por ende, nos
connotan seguridad y certezas.
En lo que se refiere al tiempo, Cortázar maneja diversas posibilidades temporales. En algunos casos,
intenta dar simultaneidad a dos sucesos alejados (en tiempo y en espacio) y, por eso, debe romper las
categorías lógicas. El tiempo, en varios de sus relatos, se vuelve no lineal, fragmentado, anacrónico,
discontinuo. Este hecho se relaciona estrechamente con la "doble trama" presente en muchos de sus
relatos y que ya hemos analizado oportunamente. Asimismo, esta trama doble implica la presencia de un
tiempo doble que, como tal, conlleva la fragmentación y la ruptura de las coordenadas normales del
tiempo real.
LOS PERSONAJES
Los personajes cortazarianos son seres que están en una permanente búsqueda de la otredad. Son,
como los llama Carmen Ortiz, perseguidores, que indagan lo que está detrás de los límites, más allá de lo
absoluto, y que, en líneas generales, fracasan en sus intentos:
"El precio de la lucidez, del conocimiento, de la revelación, suele ser la muerte, la locura, la fusión
incierta con otro ser o con la nada”. (ORTIZ, 1994.))
Son numerosos los casos de perseguidores que podemos rastrear en la narrativa de Cortázar.
Tomaremos como ejemplo uno de los más significativos, no solo por su título ("El perseguidor"), sino –
fundamentalmente- por lo que representa esta historia como punto de inflexión en la obra del escritor
argentino.
Este cuento fue reconocido por la crítica y por el propio Cortázar como una "bisagra ideológica" en
su obra: la búsqueda de su personaje se dirige a una exploración metafísica y del destino humano que lo
acercará, como él dijo, "al prójimo", al tiempo que lo alejará de las construcciones fantásticas.
Consultar también:
http://lilielphick.blogspot.com/2007/04/apuntes-sobre-la-isla-medioda-de-julio.html
http://es.wikipedia.org/wiki/La_isla_a_mediod%C3%ADa
2. Analice los temas y el personaje del cuento considerando estas preguntas
orientadoras:
- ¿La Isla a Mediodía es un cuento fantástico? ¿Por qué?
- ¿Qué simboliza la isla?
- ¿En qué términos se describen los dos mundos, el real y el deseado, en el
cuento? Descríbalos.
- ¿Cómo son las relaciones personales y familiares de Marini? Caracterice
al personaje considerando su obsesión y el tema del doble.
- ¿En qué momento del relato se cumple la identificación entre el sueño y la
realidad?
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Taller de Redacción y Gramática
- Respecto del tema del pasaje en la obra de Cortázar, Mónica Tamborenea
señala: "Cuando la vida se torna rutinaria y la realidad no ofrece las
posibilidades deseadas, el personaje cortazariano logra el acceso a su mundo
imaginario. Siempre hay algún pasaje que se lo permite". Explique esta cita en
función de La isla a mediodía.
- Relea el final del cuento. A partir de él, intente explicar cómo se presenta
el tiempo en el relato.
2. Realizar un aviso publicitario de un diario donde una Agencia de Viajes
proponga paquetes de turismo que incluyan la visita a Xiros.
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Taller de Redacción y Gramática
IX. LA MONOGRAFÍA
(VER PÁGS. 5 a 7/9 y 10/26 y 27)
Una monografía es un informe escrito, argumentativo, con función informativa,
en el cual se presentan y organizan los datos acerca de una determinada temática,
obtenidos de diversas fuentes. Cuenta con un gran número de secuencias
expositivo-explicativas.
La misma debe contar con un objeto de estudio bien delimitado, para así poder
investigar, descubrir y reunir la información pertinente sobre el tema elegido. Luego,
hay que enunciar la hipótesis sobre la que va a girar el trabajo, y brindar elementos
que afirmen o nieguen esas hipótesis, de manera crítica. La monografía debe tener
un lenguaje preciso, claro y estar redactada correctamente.
Tipos y formas de monografías
Los formatos y tipos de monografías suelen ser variados al igual que sus
temáticas. Un trabajo que este relacionado con un tema de biología se va a
diferenciar de uno que trate sobre turismo.
Existen tres tipos diferentes:
Monografía de compilación: Se elige un tema a partir del cual se analiza y
redacta una presentación crítica de la bibliografía que hay al respecto. Se
presentarán los diferentes puntos de vista de manera exhaustiva, para luego poder
realizar la opinión personal.
Monografía de investigación: Se realiza la investigación en torno a un tema
para conocer sobre él y poder aportar algún aspecto novedoso del mismo.
Monografía de análisis de experiencias: Se suelen emplear en las carreras que
implican prácticas, como medicina, o bien en el ejercicio profesional. Se sacan
conclusiones de las experiencias analizadas y se comparan con otras semejantes.
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LECTURAS
LA SALUD DE LOS ENFERMOS
Cuando inesperadamente tía Clelia se sintió mal, en la familia hubo un
momento de pánico y por varias horas nadie fue capaz de reaccionar y discutir un
plan de acción, ni siquiera tío Roque que encontraba siempre la salida más atinada.
A Carlos lo llamaron por teléfono a la oficina, Rosa y Pepa despidieron a los
alumnos de piano y solfeo, y hasta tía Clelia se preocupó más por mamá que por
ella misma. Estaba segura de que lo que sentía no era grave, pero a mamá no se le
podían dar noticias inquietantes con su presión y su azúcar, de sobra sabían todos
que el doctor Bonifaz había sido el primero en comprender y aprobar que le
ocultaran a mamá lo de Alejandro. Si tía Clelia tenía que guardar cama era
necesario encontrar alguna manera de que mamá no sospechara que estaba
enferma, pero ya lo de Alejandro se había vuelto tan difícil y ahora se agregaba esto;
la menor equivocación, y acabaría por saber la verdad. Aunque la casa era grande,
había que tener en cuenta el oído tan afinado de mamá y su inquietante capacidad
para adivinar dónde estaba cada uno. Pepa, que había llamado al doctor Bonifaz
desde el teléfono de arriba, avisó a sus hermanos que el médico vendría lo antes
posible y que dejaran entornada la puerta cancel para que entrase sin llamar.
Mientras Rosa y tío Roque atendían a tía Clelia que había tenido dos desmayos y se
quejaba de un insoportable dolor de cabeza, Carlos se quedó con mamá para
contarle las novedades del conflicto diplomático con el Brasil y leerle las últimas
noticias. Mamá estaba de buen humor esa tarde y no le dolía la cintura como casi
siempre a la hora de la siesta. A todos les fue preguntando qué les pasaba que
parecían tan nerviosos, y en la casa se habló de la baja presión y de los efectos
nefastos de los mejoradores en el pan. A la hora del té vino tío Roque a charlar con
mamá, y Carlos pudo darse un baño y quedarse a la espera del médico. Tía Clelia
seguía mejor, pero le costaba moverse en la cama y ya casi no se interesaba por lo
que tanto la había preocupado al salir del primer vahído. Pepa y Rosa se turnaron
junto a ella, ofreciéndole té y agua sin que les contestara; la casa se apaciguó con el
atardecer y los hermanos se dijeron que tal vez lo de tía Clelia no era grave, y que a
la tarde siguiente volvería a entrar en el dormitorio de mamá como si no le hubiese
pasado nada.
Con Alejandro las cosas habían sido mucho peores, porque Alejandro se
había matado en un accidente de auto a poco de llegar a Montevideo donde lo
esperaban en casa de un ingeniero amigo. Ya hacía casi un año de eso, pero
siempre seguía siendo el primer día para los hermanos y los tíos, para todos menos
para mamá ya que para mamá Alejandro estaba en el Brasil donde una firma de
Recife le había encargado la instalación de una fábrica de cemento. La idea de
preparar a mamá, de insinuarle que Alejandro había tenido un accidente y que
estaba levemente herido, no se les había ocurrido siquiera después de las
prevenciones del doctor Bonifaz. Hasta María Laura, más allá de toda comprensión
en esas primeras horas, había admitido que no era posible darle la noticia a mamá.
Carlos y el padre de María Laura viajaron al Uruguay para traer el cuerpo de
Alejandro, mientras la familia cuidaba como siempre de mamá que ese día estaba
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dolorida y difícil. El club de ingeniería aceptó que el velorio se hiciera en su sede y
Pepa, la más ocupada con mamá, ni siquiera alcanzó a ver el ataúd de Alejandro
mientras los otros se turnaban de hora en hora y acompañaban a la pobre María
Laura perdida en un horror sin lágrimas. Como casi siempre, a tío Roque le tocó
pensar. Habló de madrugada con Carlos, que lloraba silenciosamente a su hermano
con la cabeza apoyada en la carpeta verde de la mesa del comedor donde tantas
veces habían jugado a las cartas. Después se les agregó tía Clelia, porque mamá
dormía toda la noche y no había que preocuparse por ella. Con el acuerdo tácito de
Rosa y de Pepa, decidieron las primeras medidas, empezando por el secuestro de
La Nación –a veces mamá se animaba a leer el diario unos minutos– y todos
estuvieron de acuerdo con lo que había pensado el tío Roque. Fue así como una
empresa brasileña contrató a Alejandro para que pasara un año en Recife, y
Alejandro tuvo que renunciar en pocas horas a sus breves vacaciones en casa del
ingeniero amigo, hacer su valija y saltar al primer avión. Mamá tenía que
comprender que eran nuevos tiempos, que los industriales no entendían de
sentimientos, pero Alejandro ya encontraría la manera de tomarse una semana de
vacaciones a mitad de año y bajar a Buenos Aires. A mamá le pareció muy bien todo
eso, aunque lloró un poco y hubo que darle a respirar sus sales. Carlos, que sabía
hacerla reír, le dijo que era una vergüenza que llorara por el primer éxito del
benjamín de la familia, y que a Alejandro no le hubiera gustado enterarse de que
recibían así la noticia de su contrato. Entonces mamá se tranquilizó y dijo que
bebería un dedo de málaga a la salud de Alejandro. Carlos salió bruscamente a
buscar el vino, pero fue Rosa quien lo trajo y quien brindó con mamá.
La vida de mamá era bien penosa, y aunque poco se quejaba había que hacer todo
lo posible por acompañarla y distraerla. Cuando al día siguiente del entierro de
Alejandro se extrañó de que María Laura no hubiese venido a visitarla como todos
los jueves, Pepa fue por la tarde a casa de los Novalli para hablar con María Laura.
A esa hora tío Roque estaba en el estudio de un abogado amigo, explicándole la
situación; el abogado prometió escribir inmediatamente a su hermano que trabajaba
en Recife (las ciudades no se elegían al azar en casa de mamá) y organizar lo de la
correspondencia. El doctor Bonifaz ya había visitado como por casualidad a mamá, y
después de examinarle la vista la encontró bastante mejor pero le pidió que por unos
días se abstuviera de leer los diarios. Tía Clelia se encargó de comentarle las
noticias más interesantes; por suerte a mamá no le gustaban los noticieros radiales
porque eran vulgares y a cada rato había avisos de remedios nada seguros que la
gente tomaba contra viento y marea y así les iba.
María Laura vino el viernes por la tarde y habló de lo mucho que tenía que
estudiar para los exámenes de arquitectura.
–Sí, mi hijita –dijo mamá, mirándola con afecto–. Tenés los ojos colorados de
leer, y eso es malo. Ponete unas compresas con hamamelis, que es lo mejor que
hay.
Rosa y Pepa estaban ahí para intervenir a cada momento en la conversación,
y María Laura pudo resistir y hasta sonrió cuando mamá se puso a hablar de ese
pícaro de novio que se iba tan lejos y casi sin avisar. La juventud moderna era así, el
mundo se había vuelto loco y todos andaban apurados y sin tiempo para nada.
Después mamá se perdió en las ya sabidas anécdotas de padres y abuelos, y vino
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Taller de Redacción y Gramática
el café y después entró Carlos con bromas y cuentos, y en algún momento tío
Roque se paró en la puerta del dormitorio y los miró con su aire bonachón, y todo
pasó como tenía que pasar hasta la hora del descanso de mamá.
La familia se fue habituando, a María Laura le costó más pero en cambio sólo
tenía que ver a mamá los jueves; un día llegó la primera carta de Alejandro (mamá
se había extrañado ya dos veces de su silencio) y Carlos se la leyó al pie de la
cama. A Alejandro le había encantado Recife, hablaba del puerto, de los vendedores
de papagayos y del sabor de los refrescos, a la familia se le hacía agua la boca
cuando se enteraba de que los ananás no costaban nada, y que el café era de
verdad y con una fragancia... Mamá pidió que le mostraran el sobre, y dijo que
habría que darle la estampilla al chico de los Marolda que era filatelista, aunque a
ella no le gustaba nada que los chicos anduvieran con las estampillas porque
después no se lavaban las manos y las estampillas habían rodado por todo el
mundo.
–Les pasan la lengua para pegarlas – decía siempre mamá– y los microbios
quedan ahí y se incuban, es sabido. Pero dásela lo mismo, total ya tiene tantas que
una más...
Al otro día mamá llamó a Rosa y le dictó una carta para Alejandro,
preguntándole cuándo iba a poder tomarse vacaciones y si el viaje no le costaría
demasiado. Le explicó cómo se sentía y le habló del ascenso que acababan de darle
a Carlos y del premio que había sacado uno de los alumnos de piano de Pepa.
También le dijo que María Laura la visitaba sin faltar ni un solo jueves, pero que
estudiaba demasiado y que eso era malo para la vista. Cuando la carta estuvo
escrita, mamá la firmó al pie con un lápiz, y besó suavemente el papel. Pepa se
levantó con el pretexto de ir a buscar un sobre, y tía Clelia vino con las pastillas de
las cinco y unas flores para el jarrón de la cómoda.
Nada era fácil, porque en esa época la presión de mamá subió todavía más y
la familia llegó a preguntarse si no habría alguna influencia inconsciente, algo que
desbordaba del comportamiento de todos ellos, una inquietud y un desánimo que
hacían daño a mamá a pesar de las precauciones y la falsa alegría. Pero no podía
ser, porque a fuerza de fingir las risas todos habían acabado por reírse de veras con
mamá, y a veces se hacían bromas y se tiraban manotazos aunque no estuvieran
con ella, y después se miraban como si se despertaran bruscamente, y Pepa se
ponía muy colorada y Carlos encendía un cigarrillo con la cabeza gacha. Lo único
importante en el fondo era que pasara el tiempo y que mamá no se diese cuenta de
nada. Tío Roque había hablado con el doctor Bonifaz, y todos estaban de acuerdo
en que había que continuar indefinidamente la comedia piadosa, como la calificaba
tía Clelia. El único problema eran las visitas de María Laura porque mamá insistía
naturalmente en hablar de Alejandro, quería saber si se casarían apenas él volviera
de Recife o si ese loco de hijo iba a aceptar otro contrato lejos y por tanto tiempo. No
quedaba más remedio que entrar a cada momento en el dormitorio y distraer a
mamá, quitarle a María Laura que se mantenía muy quieta en su silla, con las manos
apretadas hasta hacerse daño, pero un día mamá le preguntó a tía Clelia por qué
todos se precipitaban en esa forma cuando María Laura venía a verla, como si fuera
la única ocasión que tenían de estar con ella. Tía Clelia se echó a reír y le dijo que
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Taller de Redacción y Gramática
todos veían un poco a Alejandro en María Laura, y que por eso les gustaba estar
con ella cuando venía.
–Tenés razón, María Laura es tan buena –dijo mamá–. El bandido de mi hijo
no se la merece, creeme.
–Mirá quién habla –dijo tía Clelia–. Si se te cae la baba cuando nombrás a tu
hijo.
Mamá también se puso a reír, y se acordó de que en esos días iba a llegar
carta de Alejandro. La carta llegó y tío Roque la trajo junto con el té de las cinco. Esa
vez mamá quiso leer la carta y pidió sus anteojos de ver cerca. Leyó aplicadamente,
como si cada frase fuera un bocado que había que dar vueltas y vueltas
paladeándolo.
–Los muchachos de ahora no tienen respeto –dijo sin darle demasiada
importancia–. Está bien que en mi tiempo no se usaban esas máquinas, pero yo no
me hubiera atrevido jamás a escribir así a mi padre, ni vos tampoco.
–Claro que no –dijo tío Roque–. Con el genio que tenía el viejo.
–A vos no se te cae nunca eso del viejo, Roque. Sabés que no me gusta
oírtelo decir, pero te da igual. Acordate cómo se ponía mamá.
–Bueno, está bien. Lo de viejo es una manera de decir, no tiene nada que ver
con el respeto.
–Es muy raro –dijo mamá, quitándose los anteojos y mirando las molduras del
cielo raso–. Ya van cinco o seis cartas de Alejandro, y en ninguna me llama... Ah,
pero es un secreto entre los dos. Es raro, sabés. ¿Por qué no me ha llamado así ni
una sola vez?
–A lo mejor al muchacho le parece tonto escribírtelo. Una cosa es que te diga...
¿cómo te dice?...
–Es un secreto –dijo mamá–. Un secreto entre mi hijito y yo.
Ni Pepa ni Rosa sabían de ese nombre, y Carlos se encogió de hombros
cuando le preguntaron.
–¿Qué querés, tío? Lo más que puedo hacer es falsificarle la firma. Yo creo
mamá se va a olvidar de eso, no te lo tomés tan a pecho.
A los cuatro o cinco meses, después de una carta de Alejandro en la que
explicaba lo mucho que tenía que hacer (aunque estaba contento porque era una
gran oportunidad para un ingeniero joven), mamá insistió en que ya era tiempo de
que se tomara unas vacaciones y bajara a Buenos Aires. A Rosa, que escribía la
respuesta de mamá, le pareció que dictaba más lentamente, como si hubiera estado
pensando mucho cada frase.
que
–Vaya a saber si el pobre podrá venir –comentó Rosa como al descuido–. Sería
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una lástima que se malquiste con la empresa justamente ahora que le va tan bien y
está tan contento.
Mamá siguió dictando como si no hubiera oído. Su salud dejaba mucho que
desear y le hubiera gustado ver a Alejandro, aunque sólo fuese por unos días.
Alejandro tenía que pensar también en María Laura, no porque ella creyese que
descuidaba a su novia, pero un cariño no vive de palabras bonitas y promesas a la
distancia. En fin, esperaba que Alejandro le escribiera pronto con buenas noticias.
Rosa se fijó que mamá no besaba el papel después de firmar, pero que miraba
fijamente la carta como si quisiera grabársela en la memoria. "Pobre Alejandro",
pensó Rosa, y después se santiguó bruscamente sin que mamá la viera.
–Mirá –le dijo tío Roque a Carlos cuando esa noche se quedaron solos para su
partida de dominó–, yo creo que esto se va a poner feo. Habrá que inventar alguna
cosa plausible, o al final se dará cuenta.
–Qué sé yo, tío. Lo mejor será que Alejandro conteste de una manera que la
deje contenta por un tiempo más. La pobre está tan delicada, no se puede ni pensar
en...
–Nadie habló de eso, muchacho. Pero yo te digo que tu madre es de las que no
aflojan. Está en la familia, che.
Mamá leyó sin hacer comentarios la respuesta evasiva de Alejandro, que
trataría de conseguir vacaciones apenas entregara el primer sector instalado de la
fábrica. Cuando esa tarde llegó María Laura, le pidió que intercediera para que
Alejandro viniese aunque no fuera más que una semana a Buenos Aires. María
Laura le dijo después a Rosa que mamá se lo había pedido en el único momento en
que nadie más podía escucharla. Tío Roque fue el primero en sugerir lo que todos
habían pensado ya tantas veces sin animarse a decirlo por lo claro, y cuando mamá
le dictó a Rosa otra carta para Alejandro, insistiendo en que viniera, se decidió que
no quedaba más remedio que hacer la tentativa y ver si mamá estaba en
condiciones de recibir una primera noticia desagradable. Carlos consultó al doctor
Bonifaz, que aconsejó prudencia y unas gotas. Dejaron pasar el tiempo necesario, y
una tarde tío Roque vino a sentarse a los pies de la cama de mamá, mientras Rosa
cebaba un mate y miraba por la ventana del balcón, al lado de la cómoda de los
remedios.
–Fijate que ahora empiezo a entender un poco por qué este diablo de sobrino
no se decide a venir a vernos –dijo tío Roque–. Lo que pasa es que no te ha querido
afligir, sabiendo que todavía no estás bien.
Mamá lo miró como si no comprendiera.
–Hoy telefonearon los Novalli, parece que María Laura recibió noticias de
Alejandro. Está bien, pero no va a poder viajar por unos meses.
–¿Por qué no va a poder viajar? –preguntó mamá.
–Porque tiene algo en un pie, parece. En el tobillo, creo. Hay que preguntarle a
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María Laura para que diga lo que pasa. El viejo Novalli habló de una fractura o algo
así.
–¿Fractura de tobillo? –dijo mamá.
Antes de que tío Roque pudiera contestar, ya Rosa estaba con el frasco de
sales. El doctor Bonifaz vino en seguida, y todo pasó en unas horas, pero fueron
horas largas y el doctor Bonifaz no se separó de la familia hasta entrada la noche.
Recién dos días después mamá se sintió lo bastante repuesta como para pedirle a
Pepa que le escribiera a Alejandro. Cuando Pepa, que no había entendido bien, vino
como siempre con el block y la lapicera, mamá cerró los ojos y negó con la cabeza.
–Escribile vos, nomás. Decile que se cuide.
Pepa obedeció, sin saber por qué escribía una frase tras otra puesto que
mamá no iba a leer la carta. Esa noche le dijo a Carlos que todo el tiempo, mientras
escribía al lado de la cama de mamá, había tenido la absoluta seguridad de que
mamá no iba a leer ni a firmar esa carta. Seguía con los ojos cerrados y no los abrió
hasta la hora de la tisana; parecía haberse olvidado, estar pensando en otras cosas.
Alejandro contestó con el tono más natural del mundo, explicando que no
había querido contar lo de la fractura para no afligirla. Al principio se habían
equivocado y le habían puesto un yeso que hubo de cambiar, pero ya estaba mejor y
en unas semanas podría empezar a caminar. En total tenía para unos dos meses,
aunque lo malo era que su trabajo se había retrasado una barbaridad en el peor
momento, y...
Carlos, que leía la carta en voz alta, tuvo la impresión de que mamá no lo
escuchaba como otras veces. De cuando en cuando miraba el reloj, lo que en ella
era signo de impaciencia. A las siete Rosa tenía que traerle el caldo con las gotas
del doctor Bonifaz, y eran las siete y cinco.
–Bueno –dijo Carlos, doblando la carta–. Ya ves que todo va bien, al pibe no le
ha pasado nada serio.
–Claro –dijo mamá–. Mirá, decile a Rosa que se apure, querés.
A María Laura, mamá le escuchó atentamente las explicaciones sobre la
fractura de Alejandro, y hasta le dijo que le recomendara unas fricciones que tanto
bien le habían hecho a su padre cuando la caída del caballo en Matanzas. Casi en
seguida, como si formara parte de la misma frase, preguntó si no le podían dar unas
gotas de agua de azahar, que siempre le aclaraban la cabeza.
La primera en hablar fue María Laura, esa misma tarde. Se lo dijo a Rosa en la
sala, antes de irse, y Rosa se quedó mirándola como si no pudiera creer lo que
había oído.
–Por favor –dijo Rosa–. ¿Cómo podés imaginarte una cosa así?
125
Taller de Redacción y Gramática
–No me la imagino, es la verdad –dijo María Laura–. Y yo no vuelvo más,
Rosa, pídanme lo que quieran, pero yo no vuelvo a entrar en esa pieza.
En el fondo a nadie le pareció demasiado absurda la fantasía de María Laura,
pero tía Clelia resumió el sentimiento de todos cuando dijo que en una casa como la
de ellos un deber era un deber. A Rosa le tocó ir a lo de los Novalli, pero María
Laura tuvo un ataque de llanto tan histérico que no quedó más remedio que acatar
su decisión; Pepa y Rosa empezaron esa misma tarde a hacer comentarios sobre lo
mucho que tenía que estudiar la pobre chica y lo cansada que estaba. Mamá no dijo
nada, y cuando llegó el jueves no preguntó por María Laura. Ese jueves se cumplían
diez meses de la partida de Alejandro al Brasil. La empresa estaba tan satisfecha de
sus servicios, que unas semanas después le propusieron una renovación del
contrato por otro año, siempre que aceptara irse de inmediato a Belén para instalar
otra fábrica. A tío Roque le parecía eso formidable, un gran triunfo para un
muchacho de tan pocos años.
–Alejandro fue siempre el más inteligente –dijo mamá–. Así como Carlos es el
más tesonero.
–Tenés razón –dijo tío Roque, preguntándose de pronto qué mosca le habría
picado aquel día a María Laura–. La verdad es que te han salido unos hijos que
valen la pena, hermana.
–Oh, sí, no me puedo quejar. A su padre le hubiera gustado verlos ya grandes.
Las chicas, tan buenas, y el pobre Carlos, tan de su casa.
–Y Alejandro, con tanto porvenir.
–Ah, sí –dijo mamá.
–Fijate nomás en ese nuevo contrato que le ofrecen...En fin, cuando estés con
ánimo le contestarás a tu hijo; debe andar con la cola entre las piernas pensando
que la noticia de la renovación no te va a gustar.
–Ah, sí –repitió mamá, mirando al cielo raso–. Decile a Pepa que le escriba,
ella ya sabe.
Pepa escribió, sin estar muy segura de lo que debía decirle a Alejandro, pero
convencida de que siempre era mejor tener un texto completo para evitar
contradicciones en las respuestas. Alejandro, por su parte, se alegró mucho de que
mamá comprendiera la oportunidad que se le presentaba. Lo del tobillo iba muy
bien, apenas pudiera pediría vacaciones para venirse a estar con ellos una
quincena. Mamá asintió con un leve gesto, y preguntó si ya había llegado La Razón
para que Carlos le leyera los telegramas. En la casa todo se había ordenado sin
esfuerzo, ahora que parecían haber terminado los sobresaltos y la salud de mamá
se mantenía estacionaria. Los hijos se turnaban para acompañarla; tío Roque y tía
Clelia entraban y salían en cualquier momento. Carlos le leía el diario a mamá por la
noche, y Pepa por la mañana. Rosa y tía Clelia se ocupaban de los medicamentos y
los baños; tío Roque tomaba mate en su cuarto dos o tres veces al día. Mamá no
126
Taller de Redacción y Gramática
estaba nunca sola, no preguntaba nunca por María Laura; cada tres semanas
recibía sin comentarios las noticias de Alejandro; le decía a Pepa que contestara y
hablaba de otra cosa, siempre inteligente y atenta y alejada.
Fue en esta época cuando tío Roque empezó a leerle las noticias de la tensión
con el Brasil. Las primeras las había escrito en los bordes del diario, pero mamá no
se preocupaba por la perfección de la lectura y después de unos días tío Roque se
acostumbró a inventar en el momento. Al principio acompañaba los inquietantes
telegramas con algún comentario sobre los problemas que eso podía traerle a
Alejandro y a los demás argentinos en el Brasil, pero como mamá no parecía
preocuparse dejó de insistir aunque cada tantos días agravaba un poco la situación.
En las cartas de Alejandro se mencionaba la posibilidad de una ruptura de
relaciones, aunque el muchacho era el optimista de siempre y estaba convencido de
que los cancilleres arreglarían el litigio.
Mamá no hacía comentarios, tal vez porque aún faltaba mucho para que
Alejandro pudiera pedir licencia, pero una noche le preguntó bruscamente al doctor
Bonifaz si la situación con el Brasil era tan grave como decían los diarios.
–¿Con el Brasil? Bueno, sí, las cosas no andan muy bien –dijo el médico–.
Esperemos que el buen sentido de los estadistas…
Mamá lo miraba como sorprendida de que le hubiese respondido sin vacilar.
Suspiró levemente, y cambió la conversación. Esa noche estuvo más animada que
otras veces, y el doctor Bonifaz se retiró satisfecho. Al otro día se enfermó tía Clelia;
los desmayos parecían cosa pasajera, pero el doctor Bonifaz habló con tío Roque y
aconsejó que internaran a tía Clelia en un sanatorio. A mamá, que en ese momento
escuchaba las noticias del Brasil que le traía Carlos con el diario de la noche, le
dijeron que tía Clelia estaba con una jaqueca que no la dejaba moverse de la cama.
Tuvieron toda la noche para pensar en lo que harían, pero tío Roque estaba como
anonadado después de hablar con el doctor Bonifaz, y a Carlos y a las chicas les
tocó decidir. A Rosa se le ocurrió lo de la quinta de Manolita Valle y el aire puro; al
segundo día de la jaqueca de tía Clelia, Carlos llevó la conversación con tanta
habilidad que fue como si mamá en persona hubiera aconsejado una temporada en
la quinta de Manolita que tanto bien le haría a Clelia. Un compañero de oficina de
Carlos se ofreció para llevarla en su auto, ya que el tren era fatigoso con esa
jaqueca. Tía Clelia fue la primera en querer despedirse de mamá, y entre Carlos y
tío Roque la llevaron pasito a paso para que mamá le recomendase que no tomara
frío en esos autos de ahora y que se acordara del laxante de frutas cada noche.
–Clelia estaba muy congestionada –le dijo mamá a Pepa por la tarde–. Me hizo
mala impresión, sabés.
–Oh, con unos días en la quinta se va a reponer lo más bien. Estaba un poco
cansada estos meses; me acuerdo de que Manolita le había dicho que fuera a
acompañarla a la quinta.
–¿Sí? Es raro, nunca me lo dijo.
–Por no afligirte, supongo.
127
Taller de Redacción y Gramática
–¿Y cuánto tiempo se va a quedar, hijita?
Pepa no sabía, pero ya le preguntarían al doctor Bonifaz que era el que había
aconsejado el cambio de aire. Mamá no volvió a hablar del asunto hasta algunos
días después (tía Clelia acababa de tener un síncope en el sanatorio, y Rosa se
turnaba con tío Roque para acompañarla)
–Me pregunto cuándo va a volver Clelia –dijo mamá.
–Vamos, por una vez que la pobre se decide a dejarte y a cambiar un poco de
aire...
–Sí, pero lo que tenía no era nada, dijeron ustedes.
–Claro que no es nada. Ahora se estará quedando por gusto, o por acompañar
a Manolita; ya sabés cómo son de amigas.
–Telefoneá a la quinta y averiguá cuándo va a volver –dijo mamá.
Rosa telefoneó a la quinta, y le dijeron que tía Clelia estaba mejor, pero que
todavía se sentía un poco débil, de manera que iba a aprovechar para quedarse. El
tiempo estaba espléndido en Olavarría.
–No me gusta nada eso –dijo mamá–. Clelia ya tendría que haber vuelto.
–Por favor, mamá, no te preocupés tanto. ¿Por qué no te mejorás vos lo antes
posible, y te vas con Clelia y Manolita a tomar sol a la quinta?
–¿Yo? –dijo mamá, mirando a Carlos con algo que se parecía al asombro, al
escándalo, al insulto. Carlos se echó a reír para disimular lo que sentía (tía Clelia
estaba gravísima, Pepa acababa de telefonear) y la besó en la mejilla como a una
niña traviesa.
–Mamita tonta –dijo, tratando de no pensar en nada.
Esa noche mamá durmió mal y desde el amanecer preguntó por Clelia, como
si a esa hora se pudieran tener noticias de la quinta (tía Clelia acababa de morir y
habían decidido velarla en la funeraria). A las ocho llamaron a la quinta desde el
teléfono de la sala, para que mamá pudiera escuchar la conversación, y por suerte
tía Clelia había pasado bastante buena noche aunque el médico de Manolita
aconsejaba que se quedase mientras siguiera el buen tiempo. Carlos estaba muy
contento con el cierre de la oficina por inventario y balance, y vino en piyama a
tomar mate al pie de la cama de mamá y a darle conversación.
–Mirá –dijo mamá–, yo creo que habría que escribirle a Alejandro que venga a
ver a su tía. Siempre fue el preferido de Clelia, y es justo que venga.
–Pero si tía Clelia no tiene nada, mamá. Si Alejandro no ha podido venir a
verte a vos, imaginate...
128
Taller de Redacción y Gramática
–Allá él –dijo mamá–. Vos escribile y decile que Clelia está enferma y que
debería venir a verla.
–¿Pero cuántas veces te vamos a repetir que lo de tía Clelia no es grave?
–Si no es grave, mejor. Pero no te cuesta nada escribirle.
Le escribieron esa misma tarde y le leyeron la carta a mamá. En los días en
que debía llegar la respuesta de Alejandro (tía Clelia seguía bien, pero el médico de
Manolita insistía en que aprovechara el buen aire de la quinta), la situación
diplomática con el Brasil se agravó todavía más y Carlos le dijo a mamá que no sería
raro que las cartas de Alejandro se demoraran.
–Parecería a propósito –dijo mamá–. Ya vas a ver que tampoco podrá venir él.
Ninguno de ellos se decidía a leerle la carta de Alejandro. Reunidos en el
comedor, miraban al lugar vacío de tía Clelia, se miraban entre ellos, vacilando.
–Es absurdo –dijo Carlos–. Ya estamos tan acostumbrados a esta comedia,
que una escena más o menos...
–Entonces llevásela vos –dijo Pepa, mientras se le llenaban los ojos de
lágrimas y se los secaba con la servilleta.
–Qué querés, hay algo que no anda. Ahora cada vez que entro en su cuarto
estoy como esperando una sorpresa, una trampa, casi.
–La culpa la tiene María Laura –dijo Rosa–. Ella nos metió la idea en la cabeza
y ya no podemos actuar con naturalidad. Y para colmo tía Clelia...
–Mirá, ahora que lo decís se me ocurre que convendría hablar con María Laura
–dijo tío Roque–. Lo más lógico sería que viniera después de sus exámenes y le
diera a tu madre la noticia de que Alejandro no va a poder viajar.
– ¿Pero a vos no te hiela la sangre que mamá no pregunte más por María
Laura, aunque Alejandro la nombra en todas sus cartas?
–No se trata de la temperatura de mi sangre –dijo tío Roque–. Las cosas se
hacen o no se hacen, y se acabó.
A Rosa le llevó dos horas convencer a María Laura, pero era su mejor amiga y
María Laura los quería mucho, hasta a mamá aunque le diera miedo. Hubo que
preparar una nueva carta, que María Laura trajo junto con un ramo de flores y las
pastillas de mandarina que le gustaban a mamá. Sí, por suerte ya habían terminado
los exámenes peores, y podría irse unas semanas a descansar a San Vicente.
–El aire del campo te hará bien –dijo mamá–. En cambio a Clelia... ¿Hoy
llamaste a la quinta, Pepa? Ah, sí, recuerdo que me dijiste... Bueno, ya hace tres
semanas que se fue Clelia, y mirá vos...
129
Taller de Redacción y Gramática
María Laura y Rosa hicieron los comentarios del caso, vino la bandeja del té, y
María Laura le leyó a mamá unos párrafos de la carta de Alejandro con la noticia de
la internación provisional de todos los técnicos extranjeros, y la gracia que le hacía
estar alojado en un espléndido hotel por cuenta del gobierno, a la espera de que los
cancilleres arreglaran el conflicto. Mamá no hizo ninguna reflexión, bebió su taza de
tilo y se fue adormeciendo. Las muchachas siguieron charlando en la sala, más
aliviadas. María Laura estaba por irse cuando se le ocurrió lo del teléfono y se lo dijo
a Rosa. A Rosa le parecía que también Carlos había pensado en eso, y más tarde le
habló a tío Roque, que se encogió de hombros. Frente a cosas así no quedaba más
remedio que hacer un gesto y seguir leyendo el diario. Pero Rosa y Pepa se lo
dijeron también a Carlos, que renunció a encontrarle explicación a menos de aceptar
lo que nadie quería aceptar.
–Ya veremos –dijo Carlos–. Todavía puede ser que se le ocurra y nos lo pida.
En ese caso...
Pero mamá no pidió nunca que le llevaran el teléfono para hablar
personalmente con tía Clelia. Cada mañana preguntaba si había noticias de la
quinta, y después se volvía a su silencio donde el tiempo parecía contarse por dosis
de remedios y tazas de tisana. No le desagradaba que tío Roque viniera con La
Razón para leerle las últimas noticias del conflicto con el Brasil, aunque tampoco
parecía preocuparse si el diariero llegaba tarde o tío Roque se entretenía más que
de costumbre con un problema de ajedrez. Rosa y Pepa llegaron a convencerse de
que a mamá la tenía sin cuidado que le leyeran las noticias, o telefonearan a la
quinta, o trajeran una carta de Alejandro. Pero no se podía estar seguro porque a
veces mamá levantaba la cabeza y las miraba con la mirada profunda de siempre,
en la que no había ningún cambio, ninguna aceptación. La rutina los abarcaba a
todos, y para Rosa telefonear a un agujero negro en el extremo del hilo era tan
simple y cotidiano como para tío Roque seguir leyendo falsos telegramas sobre un
fondo de anuncios de remates o noticias de fútbol, o para Carlos entrar con las
anécdotas de su visita a la quinta de Olavarría y los paquetes de frutas que les
mandaban Manolita y tía Clelia. Ni siquiera durante los últimos meses de mamá
cambiaron las costumbres, aunque poca importancia tuviera ya. El doctor Bonifaz les
dijo que por suerte mamá no sufriría nada y que se apagaría sin sentirlo. Pero mamá
se mantuvo lúcida hasta el fin, cuando ya los hijos la rodeaban sin poder fingir lo que
sentían.
–Qué buenos fueron conmigo –dijo mamá–. Todo ese trabajo que se tomaron.
para que no sufriera.
Tío Roque estaba sentado junto a ella y le acarició jovialmente la mano,
tratándola de tonta. Pepa y Rosa, fingiendo buscar algo en la cómoda, sabían ya
que María Laura había tenido razón; sabían lo que de alguna manera habían sabido
siempre.
–Tanto cuidarme... –dijo mamá, y Pepa apretó la mano de Rosa, porque al fin y
al cabo esas dos palabras volvían a poner todo en orden, restablecían la larga
comedia necesaria. Pero Carlos, a los pies de la cama, miraba a mamá como si
supiera que iba a decir algo más.
130
Taller de Redacción y Gramática
–Ahora podrán descansar –dijo mamá–. Ya no les daremos más trabajo.
Tío Roque iba a protestar, a decir algo, pero Carlos se le acercó y le apretó
violentamente el hombro. Mamá se perdía poco a poco en una modorra, y era mejor
no molestarla.
Tres días después del entierro llegó la última carta de Alejandro, donde como
siempre preguntaba por la salud de mamá y de tía Clelia. Rosa, que la había
recibido, la abrió y empezó a leerla sin pensar, y cuando levantó la vista porque de
golpe las lágrimas la cegaban, se dio cuenta de que mientras la leía había estado
pensando en cómo habría que darle a Alejandro la noticia de la muerte de mamá.
131
Taller de Redacción y Gramática
LA SALUD DE LOS ENFERMOS - TEMAS Y PERSONAJES
LOS TEMAS
Primeramente, tratemos de precisar la idea central del relato, que podría resumirse más o
menos en: las preocupaciones de los hijos y hermanos de una anciana enferma para tratar de
mantener el equilibrio familiar, el cual podría romperse si la convaleciente empeorara al
recibir malas noticias. El tema podría parecer baladí, pero no hay que apresurarse en juzgar.
Desde las primeras líneas asistimos al rompimiento progresivo de este equilibrio, pues el
narrador nos introduce en el conflicto señalándonos las dificultades que impiden la
materialización de esa estabilidad que pretende la familia.
El primer obstáculo es, por supuesto, el estado de salud del personaje mamá. Ya desde el
inicio sabemos que su enfermedad le provoca alteraciones de la presión y el azúcar, pero nada
más. Imaginamos —hay que hacerlo bastante en este texto— que sus achaques se deben a su
edad; el hecho es que solo se nos aclara lo que es esencial para aprehender la corriente de
sentido que se desliza bajo el texto.
El segundo obstáculo es la enfermedad de una hermana de la anciana, hecho que también
debe permanecer oculto, aunque, a medida que seguimos leyendo, nos percatamos de que en
realidad no constituye un segundo obstáculo sino un tercero, pues antes había muerto por
accidente un hijo de la convaleciente que, si nos dejamos llevar por algunos comentarios del
narrador expresados como por azar, es su vástago preferido.
Lo importante aquí es ver cómo van apareciendo dificultades, situaciones a las cuales deben
dar respuesta los personajes en aras de lograr sus objetivos. Así, a los obstáculos señalados
contraponen otros creados por ellos, dando como resultado una situación inesperada que a
ratos linda con el absurdo, pero todo está justificado porque "Lo único importante en el fondo
era que pasara el tiempo y que mamá no se diese cuenta de nada".
El verdadero tema del cuento es los límites frágiles entre realidad y ficción. La mentira que se
vuelve más verdad que la verdad.
LOS PERSONAJES
Para contarnos esta historia, Cortázar se ha basado en un espléndido tratamiento de los
personajes. Cada uno tiene sus propias características diferenciadoras, expresadas no sólo en
el sugerente hilo conductor que lleva el narrador sino a través de sus actitudes y posiciones,
muchas veces levemente insinuadas, lo que obliga al lector a hacer uso de un alto nivel de
razonamiento. Aquí no quisiera dejar de llamar la atención sobre algunos aspectos de dos
personajes fundamentales.
El primero es el personaje de mamá. No sabemos su nombre; tampoco es de importancia. Sus
características están claramente esbozadas: débil de salud, pero dura de espíritu, suspicaz en
extremo llegando a veces hasta la incredulidad; sin dudas es la cabeza visible de la familia,
tradicionalista, sobre todo en lo que respecta a los valores familiares. Nótese con qué maestría
está dada la conversión de este personaje. Al principio notamos su total desconocimiento de
132
Taller de Redacción y Gramática
los ardides articulados por la familia; y, gradualmente, con sus respuestas evasivas,
apreciamos su resignación y más tarde su progresiva introducción en el complot familiar.
El otro personaje fundamental es, por supuesto, Alejandro, pieza clave para entender el
sentido que subyace en este texto y, sin embargo, es un personaje que nunca aparece en el
relato. En el momento en que se coloca el narrador de La salud..., ya Alejandro ha muerto,
por tanto es un personaje sugerido por los demás participantes de esta historia. De una manera
—ya dijimos— absurda, nos hacemos testigos de su inesperado viaje al Brasil, de su tobillo
fracturado, de su renovación de contrato de trabajo y, sobre todo de ese elemento utilizado por
Cortázar en más de uno de sus cuentos: las cartas recién llegadas. Es gracias a este personaje
que Cortázar nos coloca de lleno en el plano del absurdo. Nos reta con la condición de
fallecido de este personaje y, por tanto, la imposibilidad de realizar todo lo que nos ha
presentado para provocarnos una mezcla de reprobación y misericordia que nos acompaña en
todo el texto.
Sin embargo, a mi juicio existe un personaje aún más importante que mamá y Alejandro, y es
la familia, ese ente social que se presenta como un personaje colectivo, con sus patrones de
conducta, sus derechos y, sobre todas las cosas, sus deberes, ante los cuales ha de sacrificarse
todo: hasta la individualidad. Aquí la familia es un ser compacto, único, que debe mantener su
estabilidad y su unidad ante cualquier eventualidad. Y es tan fuerte este objetivo que en algún
momento puede olvidar la situación irracional en que ha caído: "...a fuerza de fingir las risas
todos habían acabado por reírse de veras con mamá, y a veces se hacían bromas y se tiraban
manotazos aunque no estuvieran con ella, y después se miraban como si despertaran
bruscamente..." (Ibídem, pág. 126). Claro que tantos obstáculos provocan, no pocas veces, un
desconcierto para el que la familia no está preparada.
De todas maneras la familia, que representa la comedia cada vez mejor y más ensayada,
termina creyéndose su propia mentira, y los límites de la realidad se borran o son confusos; si
bien este no es un cuento fantástico, el tema sigue siendo el mismo de otros cuentos de
Cortázar.
El cuento argentino. Antología.
Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1979.
133
Taller de Redacción y Gramática
LA SALUD DE LOS ENFERMOS - ACTIVIDADES
1. Reemplazar lo subrayado y conservar el significado:
Cuando inesperadamente tía Clelia se sintió mal, en la familia hubo un
momento de pánico y por varias horas nadie fue capaz de reaccionar y
discutir un plan de acción, ni siquiera tío Roque que encontraba siempre la
salida más atinada.
…………………………………………………………………………………….
…………………………………………………………………………………….
Nada era fácil, porque en esa época la presión de mamá subió todavía más y
la familia llegó a preguntarse si no habría alguna influencia inconsciente, algo
que desbordaba del comportamiento de todos ellos, una inquietud y un
desánimo que hacían daño a mamá a pesar de las precauciones y la falsa
alegría.
…………………………………………………………………………………….
…………………………………………………………………………………….
…………………………………………………………………………………….
…………………………………………………………………………………….
Leyó aplicadamente, como si cada frase fuera un bocado que había que dar
vueltas y vueltas paladeándolo.
…………………………………………………………………………………….
…………………………………………………………………………………….
Con el genio que tenía el viejo.
…………………………………………………………………………………….
Alejandro tenía que pensar también en María Laura, no porque ella creyese
que descuidaba a su novia, pero un cariño no vive de palabras bonitas y
promesas a la distancia.
....................................................................................................................
134
Taller de Redacción y Gramática
A Rosa le tocó ir a lo de los Novalli, pero María Laura tuvo un ataque de llanto
tan histérico que no quedó más remedio que acatar su decisión.
...................................................................................................................
…………………………………………………………………………………..
En las cartas de Alejandro se mencionaba la posibilidad de una ruptura de
relaciones, aunque el muchacho era el optimista de siempre y estaba
convencido de que los cancilleres arreglarían el litigio.
....................................................................................................................
……………………………………………………………………………………
Tía Clelia fue la primera en querer despedirse de mamá, y entre Carlos y tío
Roque la llevaron pasito a paso para que mamá le recomendase que no
tomara frío en esos autos de ahora y que se acordara del laxante de frutas
cada noche.
……………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………….
Qué querés, hay algo que no anda. Ahora cada vez que entro en su cuarto
estoy como esperando una sorpresa, una trampa, casi.
....................................................................................................................
……………………………………………………………………………………
El doctor Bonifaz les dijo que por suerte mamá no sufriría nada y que se
apagaría sin sentirlo. Pero mamá se mantuvo lúcida hasta el fin, cuando ya
los hijos la rodeaban sin poder fingir lo que sentían.
……………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………
135
Taller de Redacción y Gramática
2. Buscar estas expresiones en el texto, explicar su significado y utilizarlas
en una oración:
“Guardar cama”:
“El benjamín de la familia”:
“Contra viento y marea”:
“El cambio de aire”:
“Se te cae la baba”:
“Anteojos de ver cerca”:
“No te lo tomés tan a pecho”:
“Nomás”:
“…qué mosca le habría picado”:
“Tan de su casa”:
“Andar con la cola entre las piernas”:
“No te hiela la sangre”:
“La tenía sin cuidado”:
3. Escribir una de las cartas que se menciona en el cuento: puede ser de
Alejandro a su madre, o de la madre a Alejandro.
4. Escribir una de las noticias periodísticas que el tío Roque le lee a mamá,
relacionadas con los problemas en Brasil. Ver este ejemplo de noticias
del exterior o internacionales de diarios de Argentina.
136
Taller de Redacción y Gramática
ACTIVIDAD FINAL
REALIZAR UNA MONOGRAFÍA BREVE (5 PÁGINAS) CON UNO DE
LOS SIGUIENTES TEMAS:
- Comparación entre los cuentos La Intrusa e Historia de Rosendo
Juárez de Jorge Luis Borges, en relación con el tema del destino.
- Comparación entre los cuentos El Evangelio según Marcos de
Jorge Luis Borges y Casa tomada de Julio Cortázar, en relación con el
tema de las diferencias entre las clases sociales (tener en cuenta que en
el texto de Cortázar no hay alusiones explícitas a la clase social baja; se
trata de una interpretación).
- Comparación entre los cuentos Emma Zunz de Jorge Luis Borges
y La salud de los enfermos de Julio Cortázar, en relación con el tema de
la mentira.
- Comparación entre los cuentos El Sur deJorge Luis Borges y La
isla a mediodía de Julio Cortázar, en relación con el tema del pasaje
realidad-fantasía.
137
Taller de Redacción y Gramática
GUÍA PARA ELABORAR UNA MONOGRAFÍA:
Los alumnos deberán:
1. Seleccionar (construir) un problema.
2. Identificar una situación o varias que permitan analizar ese problema.
3. Construir una o varias hipótesis para desarrollar una solución.
4. Elaborar una solución a modo de conclusión.
La estructura del trabajo deberá ser la siguiente:

Carátula (en hoja aparte, sin numerar): debe presentar el Título de la
monografía (y eventualmente un subtítulo), que debe representar
cabalmente el contenido del trabajo; además, debe presentar los
nombres del autor del mismo, del destinatario, de la asignatura que se
cursa, y la fecha.

Índice (en hoja aparte, al inicio o al final).

Palabras clave: 5 expresiones clave o descriptores que servirían para
identificar el trabajo en una base de datos.

Resumen: síntesis del contenido de entre 10 y 15 líneas.

Sumario: que aplique el Esquema de Contenido: (ideas englobantes (12-3-), dependientes (1.1.-1.2..-1.3.) y accesorias (1.1.1.-1.1.2.).

Cuerpo del trabajo (debe comenzar en hoja aparte): comprende
introducción, desarrollo y sección final; las notas pueden ir al pie de
página.
Introducción: carta de presentación del trabajo. Debe incluir una breve
presentación de la cuestión a estudiar y una anticipación de la estructura
del trabajo (en primer lugar, luego, más adelante, finalmente…).
Desarrollo: caracterización del problema: se puede hacer en forma de
pregunta o de aseveración, y propuesta de solución. Se podrán incluir
gráficos, fotografías, o ilustraciones si lo creen conveniente. El desarrollo
se dividirá en apartados, cada uno enmarcado por un subtítulo. Cada
subtítulo debería corresponder a un criterio de análisis o de
comparación.
138
Taller de Redacción y Gramática
Sección final: conclusiones, reflexiones finales, recapitulación, temas
para la discusión o perspectivas.

Bibliografía (en hoja aparte y al final): lista ordenada alfabéticamente
por el apellido del autor de las obras citadas en el texto.

Apéndices y anexos (deben ser numerados con un sistema notacional
diferente del empleado en el corpus del trabajo; por ejemplo, se pueden
usar para estas secciones los números romanos).
Apéndices (en hoja aparte y al final): material propio complementario.
Se suelen incluir entrevistas, tablas, gráficos o textos complementarios.
Su inclusión es opcional y depende del desarrollo que se realice del
tema elegido.
Anexos (en hoja aparte y al final): material complementario tomado de
otros autores.ista ordenada alfabéticamente por el apellido del autor de
las obras citadas en el texto.
139
Taller de Redacción y Gramática
X. LECTURA COMPLEMENTARIA
CONTINUIDAD DE LOS PARQUES
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios
urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar
lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de
escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de
aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque
de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera
molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda
acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su
memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la
ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse
desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza
descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos
seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del
atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de
los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y
movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero
entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el
chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos,
pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una
pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal
se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo
anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo
estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del
amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura
de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas,
azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo
minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para
que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron
en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la
senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a
su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva
del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no
ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños
del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras
de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada.
En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La
puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto
respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo
una novela.
(Final del Juego, 1959)
140
Taller de Redacción y Gramática
ACTIVIDADES – CONTINUIDAD DE LOS PARQUES
1.
Reemplazar lo subrayado y conservar el significado:
•
Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los
protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida.
…………………………………………………………………………………………………
•
Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes,
dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento,
fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte.
………………………………………………………………………………………………….
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Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa
hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido.
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Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron
en la puerta de la cabaña.
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Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se
volvió un instante para verla correr con el pelo suelto.
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Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa
hora, y no estaba.
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2.
Escribir una crónica policial acerca del crimen que se narra en el cuento.
3.
Escribir una secuencia que explique el cuento y el porqué de su título.
Recomendamos buscar análisis en internet.
4.
¿Podría relacionarse Continuidad de los parques con alguno de los
siguientes cuentos vistos? ¿Por qué?
El evangelio según Marcos;
El Sur;
La isla a mediodía.
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