LA EDAD DICHOSA. \V«^VVV^4 amora ABÉIS ílc síibcr que tanibii'ii lie sido yo gobernador do Zamora, y por cierto qno estuvo allí muy ricamente y, como en Salamanca, nadie luvo ocasión do quejarse de la dureza de mi ¡uitoridad; verdad es que durante mi mando todo (d mundo, eso sí, anduvo derecho, exceptuando los que tenían cojera ó lesión que les obligaba á andar torcidos. Ks de notar la circunstancia de que siendo yo de origen zamorano, había do mirar con predilección á sus naturales, á los que casi podía considerar como paisanos y militares. Mi padre fué zamorano y yo lo hubiera sido también si no hubiese nacido en la villa y corto de Madrid por los años de «Asombia l;i gnuidiza de Zamora en los rudos tiempos en que se íormaba lentamente la nacionalidad española. Centinela de la Cruz, avanzada de Castilla, Jronterado León, valladar en que se estrellaban las acometidas de los tenaces sectarios de Mahoma, corte ó residenciado los Kej'es, solar de la nobleza, escuela de la milicia, centro de los Concejos y punto de partida de las expediciones, todo esto era Zamora, ante cuyos muros multiplicados y nlu'cjios tantas veces, en mtls de una s(! ¡iiiíiu'iin al az;ir de la batalla los destinos de la i'cuín.^ula ibérica. lUiPca, su fortaleza Sancho (el lí'uerte) para ser sciinr ilr Espaíni: buscan su apoyo en ocasiones criticas Alfonso XI, l'cdn) I y .luán II; hallan allí la corona Alonso VI é Isabel la Cnt('ilica, y de allí sacan los otros soberanos la enseña de Viriato para que la hueste zamorana la lleve victoriosa lo 3:5 514 LA EDAD DICHOSA. mismo qne á Mérida y Montánchez, á las Algeciras y al Salado, á Granada, Portugal y Mazalquivir, á Italia y Flandes, á las Terceras, á Méjico, al Brasil á todas partes del mundo, hasta que escribe en Dinamarca, sobre los honrosos lemas que ya la adornaban, los de La patria es mi norte y la fidelidad mi divisa.-" Así se expresa un ilustre zamorano, que honra i'i la patria,y á la literatura, el señor ]). ('c,-¿ii(o l'ernández Duro, capitán de navio de nuestra gloriosa armada, autor de hermosos libros que acreditan su mucho saber, su privilegiado ingenio y su amor patrio. Por donde podéis comprender, carísimos lectores, que por su gloriosa historia, j^or las cualidades de sus hijos y por muchísimas circunstancias honrosas y dignas de eterna memoria, la provincia de Zamora tiene mucha más importancia histórica, literaria y artística que otras que, como las personas vanidosas, se dan mucho tono y obtienen más atención de los gobiernos. Lo que sucedo es que Zamora, como las personas de verdadero valer, posee la estimable cualidad de la modestia, y en el jjrcsente momento histórico la modestia es una virtud que no se aprecia ni en los pueblos, ni en los hombres, ni en las mujeres. Pero hablemos de nuestro viaje á Zamora. Pensado teníamos Riudavcts, Alcázar y yo, rriino sabéis, ir desde Salamanca á Zamora, y e.-táis enterados también del motivo que nos hizo variar el rumljo desde Medina, viniéndonos A Madrid. Mi amiga D.^ Aurora de la Luz Solai-, do iliistic linaje de la Puebla de Sanaiiria, es una señora de antiguo relacionada con toda mi familia, y tiene conmigo la mayor confianza, como que á pesar de las canas que peino malamente me llama Garlitos. Por cierto qne algunas veces me regala unas truchas de aquellos lagos parecidas á salmones por his dimensiones y la calidad, que me saben muy ricamente. Iv-^ta sfíñora tiene en la Puebla sobrinos y Bobrinas, y hace un año que uno de aquellos sobrinos le ITIVÍT. una do sus hijas, niña de á'iv. -Uiblooiera de lina i-iif. ,,,. ,. i n la eitada población, 1^1 nu'dieí) ]I;I1M:I, iliclin :il jiüdrede l:i enfeniiita que era preciso la hiciera variar de aiies, y que en Madrid, aunque los aires no son de los mejores, se restablecería por completo, y así ha sucedido, pudiendo volver al eabo de algún tiempo á la Puebla sin peligro de vacaída. Mi señora D." Aurora, que ya no se mueve de su botelito del barrio de Arguelles, sabiendo que yo no desistía de mi propósito de hacer un viaje á Zamora, me escribió preguntílndome si tendría inconveniente en acompañar á la señorita Elvira y entregarla á su padre que vendriadesde la Puebla á recogerla en Zamora. ¿Cómo había de negarme á acompañar á una niña tan bella y tan buena como la gentil Elvira? Contesté afirmativamente, y á poco fui á ponerme á los pies de D.' Aurora y de acuerdo con ella para fijar el día de la partida, bien que con el sentimiento de que en este viaje no me acompañasen Riudavets y Alcázar, por hallarse ocupados en trabajos artísticos que no les era posible abandonar. Pero el sentimiento de verme privado esta vez de la gratísima compañía délos dos populares colaboradores de LA EDAD DICHOSA, me ha sido compensado con la satisfacción de tener por compañero de viaje á un querido amigo mío, que estaba muy ajeno, en su residencia de Lérida, de que en el mes de OctuIjre de este año de gracia, tendría que ir á residir en Zamora, por mandato de nuestra Reina y Señora. que le nombró CJobernador de aquella provincia, sin haberlo solicitado él, sino porque el Gobierno, conocedor de las excelentes condiciones y relevantes méritos que le adornan, le propuso á S. M. para el cargo referido. 1). Enrique Vivanco y Menchaca es el intimo amigo mío á que me refiero, que hoy ocupa dignamente el gobierno de Zamora, que yo desempeñé con menos merecimientos hace algunos años. Al felicitarle por su nombramiento, escribíle que lo acompañaría cuando fuese á tomar posesión, explicándole el motivo, para que no creyera que tenía la protensión de presentarlo en Zamora como se presenta á un nuevo alnnmo en el colegio. Acogió con júbilo mi i)ro¡io;~i<¡.jn el nuevo gobernador do Zamora, y {\ aquilla ciudad nos encaminamos, llevando con nosotros .'i la donosísim-i sobrina de doña .\nror.a, gozosa por voh' i laniilia, pero sintienüü j;erder tanUia divcrriiuncscomo hay en Madrid, y el paseo del ííetiro, adonde LA EDAD DICHOSA. la llevaba en coche aquella señora todas las tardes. Vuelve, con esto, la gentil Elvira á la Puebla de Sanabria, un poco más vanidbsilla y aficionada á lucir de lo que conviene á una niña que lo más proljable será que se case allá con algún rico propietario del país, en que jiasará, la mayor parte de su vida siendo HOñora de su casa v madre de familia. CASA un Pero ella tiene bn. n Miilido, y al cabo de poco tiempo, despui's de regrcsai' á su pueblo y á su hogar, recordará como cosa de sueño las grandezas y los lujos ili> csd- Madrid, y estimará otra vez los (ninqnÜM-. •, ,l. l:i \ iila, allí donde ha naiiilo, y 1 \fraternal de las jovcncitas con quienes lia vivido desdo sus primeros años, prefiriendo esta oír, amistad cariñosa á los ut-jciuniiiosos cumplimientos y remilgos de algunas niñas que ha conocido en Madrii!, qiu; por lo ;ilcetn<l;is y melindrosas, más quo iiiúas parecan señoras pequeñitas; como que no hacen otra cosa que remedar alas damas que conocen. I,os MOMOS. Llegamos á Zamora, cnyaEstacií'm de forrocnvril, por lo grandiosa, parece do nn.i aran capiial, y allí lialiia buen golpo<li'üiaiic i s¡)('rándonos, es decir, á mí no me cs])(!ral.)a, nadie. Esperaban los unos al señor (iolxirnador, y ol j)adre lie IClvii'.a, con mía- scnor.is y al gunos amigos, esperaba ii la cníermita sana, á, quien colmaron de besos y caricáas, mientras 516 LA EDAD DICHOSA. á Vivanco le saludaban el Secretario del Gobierno, y otros empleados celosos. Y pn aquel punto sepáreme discretamente de la autoridad, que con los suyos se fué camino del Gobierno. El padre de Elvira habiame preparado alojamiento en la misma casa donde él se hospedaba en la Plaza Mayor, cerca de la en que nació el insigne poeta D. Juan Nicasio Gallego. Zamora no varia. Su aspecto de ciudad antigua no lo ))ierde, y esto, en verdad, consti- RUINAS DE templos romano-bizantinos, que sólo el ignorante puede ver con indiferencia, son testimonio elocuente de la grandísima importancia que'*i.uvo Zamora en los pasados siglos. Quien quiera estudiar los más hermosos ejemplares de la arquitectura cristiana de los siglos xi, XII y xni, habrá de visitar los templos de Zamora para satisfacer su deseo. Para el artista y el aficionado á investigaciones históricas, ningún pueblo ofrece tan copioso caudal como la ciudad centinela de la Cruz, avanzada de Cas- I. A C A S A luye el mayor encanto para el viajero curioso. D. Tomas Alaría Garnaeho, un entusiasta zamorano, militar bizarro y persona de grande ilustración, que c?cribió un bonito libro sobre Zamora, dijo que los pueblos antiguos son como los hombres ancianos; éstos viven de sus recuerdos y aquéllos de sus tradiciones. Zamora es uno de estos pueijlos que hay que visitar con respeto y recogimiento; aquella monumental muralla, que recuerda tantos bcclios de armas de nuestra vieja historia; aquellos I) E I. CID. tula, como la llama su ilustrado historiador el ya citado Fernández Duro, y que fué gala y ornamento del glorioso reino de León. Desde qui'l'ir ,'iialM< |,i ii,.|ii¡aron por su ventajosa posiciíjii, IÍIIM i la iiicrra de nuestra independencia, en el J.IÍ.<! uto .siglo, Zamora fué teatro de memorables hechos de armas y de acón'- '••••'•'•"'"•• '-'•'••-••• f]o In. mñ^ .-'-••-':• resonai, ' • • "n^' íi-a>i' jív'iviriiiai qtii ¡ indomable airogaacia. el valor h. 1,1.., _, i.i ii.iiacidad ca- LA EDAD DICHOSA. balleresca de sus nobles hijos, de quienes dice un autor anónimo, que «eran valientes entre los esforzados, prudentes entre los discretos, humildes con los rendidos, leones para los bravos, Césares en victorias, Octavianos en ventura, Scipiones en virtud, en el trabajo Aníbales, en la bondad Trajanos, que Marco Aurelio los iguala en sus verdades y promesas, que Antonino Pío en su clemencia, que Teodosio en la humildad, que Constantino en la fe, que Tamiro en el amor de su patria, que Aurelio Alejandro en la fidelidad y militar disciplina de la guerra». Siendo cierto lo que dice el historiador acerca de las condiciones de los zamoranos. 517 compréndese la exactitud y propiedad de la mencionada frase No se ganó Zamora en una hora. Atribuyese nada menos que al rey don Sancho II de Castilla, el Bravo, durante el cerco que puso á Zamora en 1072, con la mala intención de quitarle la ciudad á doña Urraca su hermana. Y no consiguió, por cierto, el intento el valiente D. Sancho, porque, cuando más empeñado se hallaba en la costosa empresa de someter á gente tan recia y altiva como la de que disponía doña Urraca, fué muerto á traición por ol célebre Bellido Dolíos, de ingrata memoria. CAULOS FRONTAUBA. iConcluií'il.) EL PRÍNCIPE COLAS COMEDIA INFANTIL, EN UN ACTO Y EN VERSO POE I^'EIDK/O O". S O L - A . S . PERSONAJES: DON CARLOS; EL TlO COTANA; NICOLÁS; ROMÁN; LUIS; CÉSAR; JUAN, criadñ. ÉPOCA CONTEMPORÁNEA. •Sala lie, iistuclin do una iicmletuift parUcular.—En cl centro una mesa, y sobre ella libros.—Varias nillas.—I'ufilu al ÍDIKIIJ. Kiitiéndase jior derecha é izciuiorda las del espectador. ESCENA PRIMERA. UOMÁN, LTII.S y CKSAH, sentados. Míin.iiia, ha dicho don Carlos, ('i)iiiirnz;in los ejercicios. Lrm. ¡(¿ué miedo tengol líiiMÁN. ¡No llallíes P r r;.(i' \'i, til.millo lo núsino (iue tía u/.ogadí)! CKSAK. CKSAK. Y no obstante, Tú estás fuerte. RojiÁN. ¡Desconfío! LUIS. Si no ingreso ahora en el Cuerpo, Renuncio A ingresar. CKHAH. , I Amigo, No scri'is solo! Mis padres lIiuH'n un gran sacrificio Para darme i; tos ( studios, Y si salgo mal, preciso Será que deje las cátedras, LA EDAD DICHOSA. 518 LUIS. RoMÁx. CKSAU. Luis. ¡ÍOMÁ.N". Lui^. CliSAJí. Ahorcando también los libros. ¡Eso es lo que me sucede! Pues yo (aunque no sean neos Mis padres) puedo, en el caso De salir mal, persuadirlos, Y repetir los estudios. Pero esto es mayor motivo Para que estudie, no crean Que abuso y que soy indigno De sus afanes. Los pobres, Como no tienen otro hijo, Se desviven por mi causa. ¡Me profesan tal cariño! También mis padres me quieren A cegar; pero su oficio Da tanta y tanta fatiga Y tan pocos beneficios, Que lo que conmigo gastan Se lo quitan á si mismos Reduciéndose á estrecheces Atroces. Yo tengo un tío Que me paga la carrera— ¡Un señor que es un bendito!— Pero que aunque quiera, el pobre No puede hacer más conmigo; Porque es anciano, está enfermo, Y todo lo que lia podido Economizar, cuando era Maestro, de los antiguos, Gaetóselo en protegernos A tres ó cuatro sobrinos, Todos á cual íiiás ingratos, Y yo, el ii);i.~ jiAiMi, he sido, Por haber llegado el último, El que logró el miis exiguo De los favores. Quisiera Pagarle, como es debido, llecogióndole á mi lado Mientras viva. ¡Pobrecillo! Mas, si me dan calabazas ¡Adiós planes! y ¡adiós libros! ¡Aquí (I jiríndj)e Colas E,< ci más dichoso! ¡Chici Xo es oro cuanto reluce! Lleva rotos los bdliidw"í' 1 -i> ]jara un i ¡Eso he oído! P2n fin, sea como quiera, Vamos á lo positivo, Que el tiempo pasa y no vuelve. CÉSAK. ¡Y que don Carlos ha dicho Que aprietan en los exámenes! ROMÁN. Luis. ROMÁN. ¡ES lo que yo necesito! Luis. No te quejes tú, Román, Porque te quejas de vicio. (Toman loalibn» ypdncuc ácstodiarafanojamcntc.) ESCENA IL D1CH0.S.—NICOLÁS. NICOLÁS. Salutem iñurimam! (Saiadunao.) R O M Á N , (sin dejar de loer.) Vale! NICOLÁS.¡Qué aplicación! Se conoce Que tenéis miedo. ROMÁN, 'sigueestudiando.) ¡Y aciertas! NICOLÁS. ¡Bah, tranquilízate, hombre!— Mañana daré á mi tío, El General, vuestros nombres. Para que él os recomiende A los examinadores. Y si no fuera bastante, Que creo que baste y sobre, El hablaría á su hermano. El Ministro. Luis. (Deja de leer.) ¡Caracoles! ¡Pues di que estamos en grande Con tus recomendaciones! NICOLÁS. ¡Eso lo hago por vosotros Nada más!—Estuve anoche ]ín su casa, y tan á ticmj)0, (I' A i..... I-, iiividónie . ii.j qui.-ju. — «¿T< ios boquerones?, Me preguntó.—No gran cosa. Le respondí.—¡Vamos, hombre, Siéntate aquí! » Y tanto tanto Insistió, que acepté entonces. Por cierto que ¡bebe un vino! ;nii'' vino' : ) doce A- ' - J. . l.uie ) E n Uii • Hio' Lris. CK8AI!, ¡Lsu uicij tjí: J)<' i,la; Y en ];: Vino de üui siglo». •.•\r.^ l)ronce y plata. ,,l Tl.'.S. LA EDAD DICHOSA. CiíSAií. (A Nicolás.) ¡Oye! Cuando vayas, nos envías Unas botellejas. Porque Deben de ser esos vinos Un bálsamo. NICOLÁS. ¡Como arrope, ,ABÍ parecen! ROMÁN. ¡Canastos! jQué vinos bebéis! NICOLÁS. ¡Los condes Del Rasero van á casa De tertulia por la noche, Y lo primero que piden Es vino de ese! LUIS. Cortando yo por lo sano,. He dieho: «mi gusto sobre Todos.» De aquí los disgustos Y las mortiñcaciones. ¡Ni ellos me escriben, iii yo Les escribo!—Cuando logre Verme jefe de mi casa, Haré que en mis posesiones Instalen toda una línea Telegráfica, y entonces Será cuando yo practique; Que hoy no disputo á los pobres Una plaza. Sólo quiero (Y sin recomendaciones), Probar á todos que sé Y que estudio cuando, donde Y lo que mejor me agrada] ¿Conocen Mucho á tu familia? ¡Como Que somos primos! Popote (Que es como le llamo en Ijroma A él) es hijo de Cosme, El hermano de mi abuelo. CKSAU. jCáspita, qué relaciones Tienes, Nicolás! (BuriiVnaosc.) NICOLÁS. (Condesiián.) ¡No creas Que eso para mi supone Grran cosa! Después de todo. Son las que me corresponden. NICOLÁS. LUIS. ¿Y vas á recomendarnos? ROMÁN. ¡Somos dichosos entonces! NICOLÁS. OS aprecio como amigos. C)';sAK. ¡Muchas gracias! NICOLÁS. (MuyofBWc.) Y que conste. Que todo cuanto yo pueda ROMÁN, ¡(iradas, Nicolás! Li'is. (nmiándow.) ¡Es iioblc, Y como noble procede! CiísAií. Pero dinos, ¿no te corres Aspií'ando á una modesta Plaza, que sólo supone Mil pesetas, en Telégrafos, Pudiendo estudiar NICOLÁS, (inuirrumpic'iicioio.) ¡No oses Hablar de lo que no sabes! Voy á darte Ins rnzonoR. Mi papá quicif (|iio estudie Para ingeniero; y el Conde Scobslinii <'n lii «liplonüíeia; . Y el iMiiii-li''i. (iiiíuriiic Con ellos, quiero que sea' Artillero; el tfo Roque Pretcniii' ¡¡wr ;-i'.-i ninriiii) Y cutre tantas opiniones. 519 U(l.M.\N. ¡ Y a , y a ! (Lovnntímdose.) CicsAK. ¡Dichoso tú, hoínbre! ¡Hoy don Carlos tarda mucho! NicoLÁs.Es que ha ido á cobrar. Imponen En el Giro desde el pueblo, Y, es claro libros, lecciones, Hospedaje, gastos, ropa ¡Todo! ROMÁN. ¡Pues, algo supone! NICOLÁS.El mes que mq^os, cien dinos ¡Y eso viviendo A lo poluf! LUIS. ESCENA H l . DICHOH y JUAN. Al salir el señorito, Me dijo que, si tardalia, So retirasen ustedes, Que no hay clase hasta mañana. ROMÁN. ¡Muchas gracias, Juan! •JUAN. JUAN. LO aviso Por si alguno se extrañara LUIS. ¡Perfectamente! (so levanm.) CESA». (So icvunttt.) ¡Bienhecho! JUAN. Con su permiso (Vano.) (JisSAii. LUIS. ¡Adiós! ¡Gracias! ESCI<:N.\ IV. DH'IIOK, 111 s .lüAN. R(JMÁN. L'rindpc (Jolas, ¿im estudias? fAfi.bu.' NICOLÁS. ¡NO; lo dejo para hugol UH'¡.n» •• > Ahora voy á ver si acaso Han repartido el correo. LA EDAD DICHOSA. 520 ¡Con tanta correspondencia Como de continuo tengo, Parece que me falta algo Hasta que llega el cartero! CÉSAK. Y yo me voy á asomar Al balcón. NICOLÁS. ¡Pues, asomémonos! COTANA. ROMÁN.' C O T X N A . (Adelanlándoce.) ¡ T o m e u s t e d a s i e n t o ! (Oírccléndole una 6¡:i.i.) COTANA. (Dar.doTueit«3A8nsombrero.) Puede Que astedes estén al tanto, Y ¡hasta puede que conozcan También á mi chico! Es guapo; Y viste á lo señorito; Y le tengo aquí estudiando; Sólo que ¡cómo ha de ser! El hombre propone y ¡Claro! ¡Pero, tome usted a.siento! ESCENA V. ^ ROMÁN y I.UiS. ROMÁN. LUIS. ROMÁN. C O T A N A . ¡ M i l g r a c i a s ! (So sienta y pone lavara que t»ac, entre ambas picmof.) ¡Ilusión! ¡ESO es no más: ilusiones! Hólo no teniendo seso Su conducta se explicara, icon irui.iü) ¡Mucha es su fortuna para Rebajarse á todo eso! ROMÁN. (Recogiendo sns Ubros.) Y si con eso es dichoso LriS. ( Arreghindo sns lihros.) Es un vicio el de mentir Que no puedo resistir. ROMÁN. Rebaja al hombre. Lris. Es odioso. R().MÁN. ¿Nos vamo.s? LUIS. Cuando tú- quieras. Ri «\i vN. Y á César, ¿no le llamamos? Liis. Al tiempo de salir. ROMÁN. (Tomando ios libroj.) Luis. ¡Pues si tú, amigo, tuvieras Bodegas tan bien provistas Y parientes de tal laya Luis, entonces si que ¡Va}'a! ¡Eramos telegrafistas! ROMÁN. Luis. ¡VaiUOs! (Dírigenüe hacia el fondo, A tíemí» qnc aparece el tío Cotana,) ESCENA VL D I C H O S . — E l T Í O COTANA, C O T A N A . (Salodando desde la pnertu.) ROMÁN. ¿Dan ustedes eu permiso? Pase usté. ¡VamOs! Luis. (Vanse Kicoláa y César.) KoMÁN. Cada vez me afirmo más En que habla muy de ligero LUIS. ¿Quién? ¿Nicolás? Embustero Como él no le encontrarás. Cuanto habla de posesiones, De parientes, posición Y títulos ¿El señor don Carlos? Creemos que no está en casa. Pero no tardará. > Pues, el muchacho (Con perdón de los presentes) Salió un poco despejado, Y (.salva sea la parte) Delte de llevarme un palmo De alto, si sigue en los medros Que en el pueblo. Y», ¡(\\w diablo! Tenía algunos ahorrillos Producto de mi trabajo, Y un día me dije dice f-Colana (así no me llamo, Que es el apodo), ¡corriente! Bueno, pues (y voy al grano): Me dije dice tdotana: Tienes un chico muy majo, Y aquí va á ser un borrico Si le tienes á tu lado. VA\ la corte, si él estudia, Podrá ser un hombre algo Más que albañil, lo que ti'i eres; Con que VÍ., \(.y \"¿i¡ui'' liago? M'- '•• ''• al .señor cura, <,; 1 pueblo el más sabio, Y le dije dice —^Quiero Consultarle, don Serapio, Lo que he de hacer con el chico » Y él, que sabe hasta eu qué año Vivimos, fué y contestóme: «.Cotana, ¿tú no has pensado Cosa algnn.i? —¡Nada, nada! —Bueno; ¿tii-nes muclios cuartos?— ¡Regular ta! cnal!—,•^' <iiuin.-.s Qiip r-!!;i!' • '' ' '•'•• • • aniOS.w Y ;.,;./- :;:, Como Ci-üs que llaiiian '.diano.s» Y en un sautiauiéii leyólo 521 LA EDAD DICHOSA. Y me dijo dice —«Acabo De ver algo que es posible Le convenga á tu muchacho. —¿Qué es ello?—Telegrafista. —¿Y eso para qué es?...»—Ahorrando Palabras: que aconsejóme Que le escribiese á don Carlos, Y total: que al mes siguiente Vino mi chico. No extraño Qne en estudiar pase días, Semanas y meses. Algo Debe tener el estudio Cuando yo, que soy muy largo, No comprendo ni una jota. Pero, señores, tres años Lleva en la corte mi chico: ]JOS ahorros se acabaron; Yo voy para Yillavieja; En el pueblo no hay trabajo; Y don Serapio me dice:— «Tu chico te da mal pago, Porque en el tiempo que lleva En Madrid, si no es un bárbaro. Ya puede haber concluido Los estudios.»—Conque, ¿qué hago? He cogido las alforjas, Y un rato á pie y otro andando, A la corte me he venido LL'13. D O N CAlíl.OH. ¡Muy señor mío y demás! (Mudando.) He llegado esta mañana Yo soy el lio Cotana, ¡El padre do Nicolás! gusto (LC aa la mano y le obliga á qu,! so tiente.) COTANA, (8entAnd08c.) ¡ Y a sél (Apai-tc.) ¡Qué bribón, el embustero! CABLOS. ¿ V i o u s t e d a l h i j o ? (Se ílonta.) ÍÁ)TANA CARLOS. ¡Vaya, aquí le tiene usted! C O T A N A , (LovantAndoso y tirando la vaní y el sombrero.) ¡Mi Colas! ¡Hijo del alma!.... ccorrc iiacia ííl y lo abmza y le acaricia loco de alegría. Nicolás se muestra violento y como avergonzado. Los demás CAULÜS. ¡ A h , c u á n t o CARLOS. D I C H O S , N I C O L Á S y C É S A K ; J U A N cu 1.a pucrt.-i. contemplan la escena vlvamoutc afectidOK.) DICHOS, COTANA, ESCENA FINAL. Aquí está el señor don Carlos. ESCENA VIL ROMÁN. lágrimas ) JiUis. (Aparte.) ¡Pobrc houibrc! Pi():\rÁN. (Ap,irte.) ¡Parccc uu sauto! CAIU-OS. (Aparte.) ¡No sabc lo quc le espera! COTANA. ¡Ah, si Nicolás supiera (Afectado.) Cuánto le quiero yol ¡Cuánto! CARLOS. (ALUIS.) Si quisiera usted llamarle COTANA. ¡Cómo! ¿Pero él está aquí Y aun no ha venido hacia mí? LUIS. Voy ahora mismo á l)uscarle. (Vaw!.) (/OTANA. ¿ Y qué tal? ¿Es aplicado? Ya don Serapio me dijo Que valía mucho mi hijo. ¡Si sabrá más que un letrado! (Aimrcce en la puerta don Carloa.) (Co/nna, Romiln ; Lola w ponen en pie.) COTANA, Todo el consuelo! ¡No; no Se quejará él de su padre! Desde qne entré en esta casa, Pensando en mi Colas río. Lloro y ¡Yo no sé. Dios mío, Yo no sé lo que me pasa! (Se enjuga la» ¡Eso quiere! Pues ahora le llamaré. ¡Tres años hace que vino Los llevo día f)or día! Y .siento lauta alegría Por verle, que á hablar no atino. ¡Y, Mmii) .su madre o-l ^' (ui .Nii'uhis luo dejó ¡Ven, que te vea tu padre!— ¡Oh, qué majo! ¡Abraza, aliraza!,... ¡Tres años que no te veo! ¡Tres años que el i(o Cotana No sabia de su hijo De otro modo que por cartas! ¡Hijo!... ¡Colas!... ¡Qué buen mozo!... ¡La misma, la misma cara De tu madre que esté en gloria!... Pero ¿no me dices nada? (Con dolor.) Me ves que lloro do gozo Viéndote y tú ¡ni una lágrima! ¿Te has vuelto mudo? ¿Qué tienes? ¿Por qué, por qué no me hablas? NICOLÁS.¡Padre! (Tiiiiidai.i..i)in,) CARLOS. La emoción, .sin duda COTANA. ¡Eso ha de ser! ¡No faltaba Más, sino que I'IK'SP ¡n,iíi':it() Conmigo! ¡N'^IHKIS, MMI, ainl:i, Y dime ante ln m.ii n-d Lo que sabes! ¿Ya acabada Tendrás, hijo, la carrera? LA EDAD DICHOSA. 522 CARLOS COTANA . CARLOS. COTANA CARLOI^. i No, señorl Eso le falta. ¡Pues si dijo don Serapio (¿utí con poco que estudiara E n u n año acabaría! ¡Estudiando, sí! ¡Malhaya! ¿Pues qué h a hecho si no? Eso mismo Me p r e g u n t o . (Pansa.) COTANA , (ANUoiáí.) ¡Vamos, habla! ¿En qué has invertido el tiempo? ¿No sabías que gastabas Los ahorros que tu padre Hizo trabajando, para Tu provecho? ¿Que él comía Cuando más pan y patatas, Para que tú aquí vivieses Como \\n principe?, , . ¿Y malguK'ui.s E l fruto de m i trabajo De toda la vida? , ¡Cuánta Ingratitud! ¡Qué vergüenza! CKSAH. Pues ¿ y los Condes ,., ¡Oh, calla! | JS'l COLAS . (Inícrrampiénflole.) ¿Y sus tíos el Ministro Jl'AN. Y el General? ¿(iuó bobadas COTANA >Son esas? .,,. ¿Qué signiñcan?.... (Pausa. Lwego cambia de tono como BÍ coiiiiut'julic; u } ¡Ah, vamos 1 ¿Te avergonzaba El ser hijo de u n pobrete Albañil, mientras gastabas Malamente sus ahorros? , . N l C t i L Á S . ¡Padre' Cii'lANA CAia.ii-. COTANA. ¡ B r i b ó n ! (indignado.! (Conciliador.) jBasta, basta! Ko se altere usted por eso. Que fué broma, ¡Y bien pesada! Pero á bien que su castigo (Enéi-gico.) Va á, llevar, y pronto. ¡Anda, Gandul, zángano, ingratazo! ¿No sabes lo que te aguarda? Pues la ali'otimii v la artesa, Y' los cubos y la llana. ¿No has creído en buena madre? |Creerás en mala madrastra!— ¡Vamos pronto al pueblo!... ¡Listo!.. ¡Desdichado! ... ¿Y con qué cara Vas á presentarte donde Todos sin cesar trabajan?,.. . ;Í-- ' ¡Oh, no, no! , Y a más al pueblo No quiero volver. Mi casa Será vendida y su venta Como postrera esperanza. Servirá para que estudies Mientras t u padre trabaja. (Lloro.) NICOLÁS !, ¡Padre mío! (DC roauíM ante ¿i.) ¡No merezco Tal sacrificio! Esas canas... . COTANA . Dc estímulo h a n de servirte Para que trabajes; para Borrar el daño que has hecho; Para demostrar que nada H a y para ti cual tu padre: Este pobre tío Cotana Que tiene para su hijo Llena de amor toda ol alma. NICOLÁS . ¡Padre d e m i corazón! (LO abrazi y uora en silencio.) COTANA iÍM.MÁX. LUIS. CKSAU. CARLOS. COTANA. ¡A.¥Í te quiero! ¡E.sas lágrimas Abogan por ti!. ¡Sí, llora. Que así las penas descansan! H o m b r e que no llore ¡malo! Tiene dura.? las entrañas. ¡Prttidpe Colas no olvides De tu padre kvS palabras! ¡Y déjate de ministros, Y de condes , , Y patrañas. ¿De modo que Nicolás? Continuará en esta casa Estudiando... ¿V u.sted iiiii'Utiab? NICOLÁS COTANA. JUAN. ¡A mi oficio! ¡A nadie m a t a El trabajo! ¡Muy bien dicho. Señor don .,, Uo Cotana/ NICOLÁS . (Al pnblico.) A ti, público benévolo, llesta expresar si te agrada Del Príncipe Colas lo que Se desprende de la fábula. Si tu indulgencia es tan graiidr Dinoslo con tus palmadas. (Cambín BO energía en dolor y signe domin.-uln por jiiiento.l TELÓN. LA EDAD DICHOSA. 523 ESPAÑOLES ILUSTRES EL C A R D E N A L JIMÉNEZ DE CISNLLOS. Í^JEÍIMÉNIÍZ (io Cisnoros! Cuando se pro- \'iiy ;'i t r a z a r ;uiuí, con m u y aTnplios i'a.sffOS, y si'ilo |ioi' i'(ii'r('--*p()ii(li'i' ;'i los di-ífos (l<d(li,i,'no f^^ el fnv:i7.n[í ])alpita (ll> llohlo I)1'Ü:UIIO ' 11 i l-ri-hi!- i Ir \,\ K\>\\> Diciiii-iA, los prilir¡|)al(;H yiatrio. ^d'oi'ciiii'V P o r í p i c Jinii'iio/; (le ('¡siii'i-os i licclios do In vida ilv nipiol vai'('in c x t r a o r d i - »^íÁ niiivi:! i'Ho nonihrc, qiiori'ios niños. Ca u n a d i ' !:i- m-'i- 'O-and. • li'iiira- do niicsll'.'l ; liario; poi'o loiii'il o¡ i( oild ¡do, Id ¡os ni ios, (plo historia, > o n - a o l a ' doiali- ' la pihuna l u n d i l a o n loi m a n o al |ios(]nc¡ai-|os, í'ado \' v i a i o i a d o liiioiura- liiilia n < ii la liíaTa c o m o si la ol'u.'caso o! Iirillo cspli IHIOI-OMÍ ilul €S])anola, solar di la lo, d r l \alo.r \- do la hinoinlu'c d o .Jiini'ncy, d e ( ' ¡ s u e r o s . dalu'UÍa, u n cora// >i¡ " • ! : . ! a- prc! 524 LA EDAD DICHOSA. En uno de los primeros días de Enero del año 14'J5, la excelsa reina Isabel la Católica (ya había ganado este glorioso título) estaba á la cabecera del lecho de muerte del Gran Cardenal de España, D. Pedro González de Mendoza, en Guadalajara; y como rogara al moribundo que en aquella hora suprema la indicase quién era la persona de más claras virtudes y singulares merecimientos para sucederle en la silla primada de Toledo (entonces la primera dignidad de Castilla, después de la Real), contestóla con firme acento el noble prelado: —El fraile franciscano Jiménez de Cisneros. Y asegura la tradición, que la reina Católica, aunque le produjo muclia extrañeza la inesperada respuesta del Cardenal Gonziilez de Mendoza, pron)etii>lo que le sucedería en la Sede arzobispal el Immilde fraile franciscano; y fué tan decisiva esta resoluciíJn, que la magnánima Isabel I no quiso ceder á las súplicas de su mismo esposo D. Fernando, quien la pidió con reiteradas instancias la mitra primada de Castilla para el joven y mundano Arzobispo de Zaragoza, D. Alfonso de Aragón, y ella iiiisnia, casi en secreto, iinpcIró del Papa Alejandro \'í la bula correspondiente para elevar al fraile franciscano á la alta dignidad de Arzobispo de Toledo. (dientan los historiadores que la reina Isabel, cuando recibió dicha bula, hizo que se presentase en la real cámara de Toledo el fraile observante, y le entregó el pliego, sellado todavííi, con el siguiente sobrescrito; A nacHlio 'risto, venerable Francisco J'nnnn : ., A¡--:ohispo electo de Toledo Y i.'l fiiiili.', liuiiuulado el semblante, di-jn I-HT los brazos, sus manos tremidas no pudieron sostener por más tiempo el breve pontificio, y exclamó con voz resuelta: ¡Ko puede ser! ¡Esto es una equivocación! ¡Esc Cisneros no soy yo!, saliendo al punto del regio aposento, sin despedirse de la augusta señora, y dirigiéndose inmediatamente, á pie, con al Breviario bajo el brazo y tosco báculo en la mano, hacia el convento di' S:u) '-'nuicisco de Ocaña; y fué ncccnana utra Kiiln y oi^dcn expresa de obudecer y somet'.!-' ai yíf -ii|,ri ¡lio de la Iglesia para fiiii' .liim 11'/, iJt' CÍMUID-. consintiese en ocupar la .Sude de lüi Eugeuioií é Ildefonsos. Don Gonzalo (que así le nombraron en el bautismo) Jiménez de Cisneros nació en Torrelaguna en 14¿>6, no constando con exactitud el día en que vio la luz del mundo; sus padres eran nobles, de antigua é hidalga familia, aunque pobres y cargados de hijos; su carácter, su educación, sus creencias, y quién sabe si también la intuición misteriosa del genio, le inclinaron á abrazar el estado eclesiástico; sus estudios de Humanidades y Filosofía, de Teología y ífenones, terminados á la edad de diez y ocho años, le hicieron ganar el título de bachiller en la Universidad de Salamanca; emprendió después un viaje á Roma, con la esperanza de lograr allí colocación y adelantos en la carrera eclesiástica, y sólo ülituvo una hnla de expectativa, que le daba derecho á beneficio simple en el arzobispado de Toledo, y regresó á su j)ueblo natal por haber fallecido su padre, dejando en comprometida situación los negocios de su casa y familia. A la edad dr tilinta y siete años, habiendo quedado vacante el arciprestazgo de Uceda, marchó á esta villa y tomó posesión del beneficio, ejercitando el derecho que le confería la bula, y encaminóse después á la capital de la archidiócesis para prestar juramento de fidelidad ante el prelado, que era entonces D. Alonso de Carrillo; mas é.ste, que había prometido anteriormente la misma prebenda á un su allegado, lejos de recibir el homenaje del nuevo arcipreste, quiso obligarle á renunciar á su derecho y concluyó por ordenar que Jiménez de Ci.sneros fuese encerrado en el castillo de Santorcaz—esa poderosa fortaleza (jue ha atravesado por las revueltas do ocho siglos para caer, pocos años hace, bajo la piqueta demoledora, y tran.sformarse sus robustos sillares en menuda grava de una carretera Y observad aquí, niños estudiosos, cuan incomprensibles son los designios de la Divina Providencia. ¡Quién hubiera dicho al Prelado toledano qucaquel obscuro arciprcHtchabríadc sentarse, antes de tres lustros, un la misma silla arzobispal que entonces él ocuiiaba! En 1J80, á poco de ha!" ii arciprestazgo Jim'— • ' ' -li! seis años de pri-: , nr el cargo de Capí i ira! de Sigüenza, diócesi.-: .,M^ '^,-'" •• — • '•• -1 Obis- LA EDAD DIClfOSA. po D. Pedro González de Mendoza: allí adivinó González de Mendoza que el exterior frío, austero, poco simpático, de Cisneros, estaba animado por un espíritu eminentemente superior y un corazón recto, honradísimo y generoso; mas el religioso capellán, aunque fué creciendo en Sigüenza su fama do varón apostólico, y también su fortuna, harto de las fala. cias del mundo, abandonó su lucrativo cargo, distribuyó sus bienes entre los pobres, y entró hada; tenia dos cilicios en sus carnes; ayunaba todos los días, y se disciplinaba con rigor; ejercía todas las mortiíicacioncs de la sevei-a regla de los Observantes de San Francisco do Asís como si hubiere de morir el mismo día, y dar á Dios estrecha cuenta de sus actos.» Profesó al año de noviciado, y entonces, en honor del Seráfico Patriarca de Asís, cambió su nombre de Gonzalo por el de 1^'rancisco. C A S T i r . L O DE S A N T O R C A Z , A N T I G U A l'KISIÓN DE ESTADO. (le novicio en el Convento de Observantes de l'^ra presbítero desde antes de regresar de San .Juan ¡h^ liw Reyes, de Toledo, fundado Roma, y su fama de virtud llegó á extenderse |iocos aii por los Reyes Calnlirn^ cu l:inlo, con inovtilif.'iiii'iii de ]¡i, liiiiiiildad del (•uinpliiiiiiiiii) (!(• un voto sohiniiic <|Ui' liicie- í l ' l l i l c , <\\W. ósti» s o l i r i l i i y o l ) t n \ i ) ] K ' n H Í s 0 d e ] i'íju (li'S[)ii(''H (le la vicliiriii de 'l'ciro. guardi:'m de San .Inan de los ücycs para, i-cti«Nillti'Úll n o v i c i i ) ^I'.-ITIIM' (I (TnnistM Alv.'lli'arse al desicvtu de Caslanar; alli, crri'a d"! (ii'micz il •' contemporáneo, en sn lilii'o • •oiivi'nlo^ nn Sf>li'ilail ('-|iaiiiosa, \'i\'¡i'i I res anos J)i; Uíhn cuniplii'i (;1 ])rim('r .-iño de i'oii priMlcncias y pi'i\ai'ioii('y, cNlcnuado de (•l;\n,-ti-o Clin I:inln li'r\-iir rclifiidsu: (Ini'niiu en cina-po y i xaltada .«li alma con drlcitcs rí--¡i¡iiInuli's ipic m:'is lardi^ recordó con dnlcisnno el ^iinln ('yn un pcila/.o de uiadci'ii pni'almo 526 r;A EDAD niOHOSA, anhelo en medio de los esplendores de la corte; trafíln(l;ironle después sus superiores al fnii\-fii!(j (ii' Salceda, cerca de Giiadalajara, y IKvsados algunos meses fué el<'gido guardián del mismo cenobio, no obstante su resistencia á desempeñar un cai-t:o '(Uc le clc/Nalia i-oKrc sus hermanos de comunidad. BELLAS damento religiosa, consideraba ú su confesor Yy Tr,..-.T.ndo de Talavera, no sólo como din • 11 conciencia, sino como consejero íntimo en los asuntos de gobierno que se relacionaban con la religión do los castellanos. La I ¡lina consultó á << de Mendoza, ya Cardenal y Arzobispo d e l oledo, y este principo de la Iglesia acord«Jse entonces del varón apostólico y humilde que desempeñó en Si- ARTES. PRESENTACIÓN DE JIMÉNEZ P E CISNEROS A LA KEINA i A 1 i L l l A POR EL CARDENAL GONZÁLEZ DE MENDOZA. (Cuadro de D. Migocl Jadraque.) Y>-< .1 •., ,, I (-.•' cíinfilli.'^fnda (ii'a'.iaila, ¡inr o-iifir/:) bi rniif-llnnía iiiavnr df !:i CIÍIIIIMI: il.a V Ara'/''iii, i'l IIIM-I(J y vir- liernundo do 'l'alavcra Im' i levado 1 (le in'ii.icr Aryiiiiij,,0 <li' la. niU'va. L'o de confesor na (Jalolica. •'•ióndesufí^-' d e l i c a d o cargo i I , señora de era niuv liiina!. clarísimo talento, (a- niiicnii • uif n r a y profuii- rridas JJOCÍU-- .~,cuiana.s, L1 ob.-'Liiru ;.'uardiari del convento de Salceda recibió un llamamiento (id Cardíaial. para Valladoü'l, d<j¡i'; entonces la corte. í'Acndió Jiménez de Oisneros, siempre ol)e<: e el autor De Rebus geslü) á la enin , ; 1 •¡nr- lo pedía ?n antiguo protector LA EDAD DICHOSA. González de Mendoza, y como este Cardenal habitaba en Palacio, condújole, cual si fuera casualmente, á la Real cámara, ante la reina Isabel; mas Cisncros, sereno y digno, sin inmutarse, saludí) respetuosamente á la señora y respondió con sobriedad :'i las ]iii'^uiilas (pie se le dirigieron, mostrándose tan discreto, piadoso y modesto, que la Reina se manifestó muy contenta y felicitó al Cardenal por haI )érsele presentado.» No olvidéis jamás, queridos niños, que la virtud y la modestia siempre triunfan de la vanidad y del vicio, aunque en ocasiones aparezcan humilladas; pocos días después de la entrevista, .liméncz de Cisncros fué nombrado confesor de la Reina Católica, «y sólo acept(') este codiciado cargo, contando con la aproba(;ión de sus superiores (sigue diciendo aquel cronista), cuando obtuvo además el permiso de observar en el Real palacio las reglas de su orden religiosa, vistiendo el tosco sayal de franciscano, y habitando en angosta celda, con una tarima por lecho y pan duro por alimento». Allí, en la fastuosa corte de los Reyes C!a1(')licos, aquel fraile franciscano, vestido de l)año Inirdo, llevando en la mano derecha el báculo de su dignidad en el convento de Salceda y en la mano izquierda un Breviario, .Jiménez de Cisncros «presentóse ante los mundanos clérigos de la época (escribe uii testigo presencial, el ilustre Pedro Mártir) como la imagen viva de los primeros cenobitas 'ii' la Tebaida, Hilarión y Pablo». Dos años lial)lan transcurrido, y el Capítulo general de la Orden seráíica, acordándose de las virtudes del austero guardián de Salceda, eligió Provincial de Castilla al confesor de la Reina Católica; y un año más larde, habiendo fallecido el cardenal González de Mendoza, á la edad de sesenta y sois años, el 11 de Enero di' 1 r.i.-i, la Kc'ma Cah'ilira, y (-1 ],:\]y.i Alejandro \'l elevaron á .Jiménez de Cisncrcs a l a alta dignidad de Arzobispo de Toledo, primado de Castilla. Ved, queridos niños, el retrato que ligura al frente de este artículo, y leed la descripción de la persona do Jiménez de Cisncros, hecha por Pedro Mártir y Alvar Gómez de Castro, que conocieron y trataron al insigne Arzobispo: era de elevada estatura y aspecto severo, andar liriiie y resuelto, de mucha gravedad en sus movimientos; su rostro, de color moreno, casi cetrino, era largo, delgado y huesudo; su frente ancha, despejada, igu.nl; sus ojos grandes, vivos, muy brillantes; su n;u-iz larga y afilada; su cuello pequeño y delgado; su voz clara, pero de timbre poco agradable, y nunca hahl.aba siimld estrictamente necesario, y aun así con iinu'jii) Laconismo. En el próximo nninri-n, poninc esto artículo es ya demasiado largo, bosquejaré los principales hechos de aquel hombre cxtranrdinario: la reímnia de las i iidencs religiosas, la conquista de Oran, la íuiidacic'in de la Universidad complutense, la publicación de la Biljlia,políglota, la regencia del Estado en nombre del joven príncipe que había de ser, andando el tiempo, Carlos 1 de Espaiía y V de Aleinaiiia. E. MARTÍNKZ CE VEIASCO. -^3í5r>=*J>^^¿>»3- EL L E Ó N Y LA L I E B R E .•-''íísM^- ' '•¡xi') ^ '^'""^ ''""^''^^'''^''"" ^" ^'''^'" famdiar ¡i -v.u.A unagraciosa Jiebvo. ^>>.Íf — ¿PerocH ve-da. ad — ])reguntó ésta —que á vosotros los leimcs |,ii('(|i> hacer huir con tanta facilidad un niisi'i'alile iralin cnandn canta? — I's c i e r t o —ei.11(1 ~IM I 1 I r i ' n i ; — y se o l i s i T - va, '.íeiieraliiieiiic, t^ue nosotros los aiúnialcs grandes adolecemos casi todos de cierta po(Hi(aiadel)ilidad. Así, por ejemplo, habrás oído del eleíante que el gruñir de vm cerdo le ])roduce horroro.so p.avor. —f^Dc veras? iutornniiiiii') la !!('••• 'Mi! nlior.'l eoiniirendo ])or (|Ui'' noseitr.¡ ,s tanto mieilo .i los |ieiTos. 528 LA EDAD DICHOSA. EJERCICIO INTELECTUAL. Soluciones ccrresponiüente* al número anterior. ANAGRAMA. Con l a s siguientes p a l a b r a s y l a letra d formar u n AXAOUAMA. proverbio m u y c i e r t o . PROVEKBIO La pririieiún VULQAB. ex causa del aj)eí¡to. D.-Encia-Sodan-Dnlce-Leer-Fruta-Esla-Apa. OGOGRIFO NDMKRICO. 1.2.,3.4.5.0. 7—Mariana. 1.5.3.4.fi.5 —Marina. ].r,.S.4.2 —Mana. 3.1.1.7 —Rima. 5.(1.2 —Ana. 4.3 —Ir. 1.4 -Mi. ]..-.;Í —Mar. w.'i.ñ.r, —Rana. i.7.3.i.r, —Miiviii. .';.i.7.:i.i.2 —Amaría. 1 . 7 . ; Í . i.2.r, ")—Mariana. LOGOGRIFO NUMÉRICO. 4.8—Rio.-Isln. 3 . G. 4.2—Geografía. 5 . 7 . 2 . 9 — C é l e b r e moro. • 2 . 9 . ^ . 6 — I n s t r u m e n t o músico. l.fi.3.4.8—Apellido. G. 7 . 5 . 7 . 2 — P e r f u m e . 4 . (i. 1.2— N o m b r e d e mujer. 2.9.5—.Tugúete. 7 . 8 . 4 . 2 — M u c h a en i n v i e r n o , poca en verano. l.'j.i.Ci—En CHARADA. Cusa Til h (1 n rld. l a vajilla. 4.ÍK8.2—Kn l a n.ive. 4 . 0 . 9 . 1 , 8 — C o m e iX)Co. : ! . 2 . 7 . 1 .."—Autor. ilan remitido Ins golucioncs: Tcodcnlo Nooll.—MüiiKrns, Cnnri jiclon y JoF¿- Gttttirz y Arrnzana.—Ricorfio Qiiewida Cneío (de ;Murcia).—JoK' liarla de la Torro y Garda Hivcro.—Antonio Mico.— Filomena Cuadrillero Vergara (ila Torrecilla do la Orden).—Rafael Merlo.—Gonzalo de Csrloi y Aljclla—Conchita rircpérez —I.ni« Uriondo.—Luis Sdiiiz do loa Terreros Cándida y I'ranciico Calitln.—Sevcrlnno Iturl.—nomnaldo Aragón.—.Tacinto M. Rojo.— Joanitü Clic»-aller (da San Juan de Luz) DioniHia Pcrmlndc?. y Fern*ndcz.—Teodoro Ym.—Víctor Llanm.—Mercedes y Amparo Llovera (de Murcia). El t FDOA DK VOCAI.KS V CONSONANTES. .amar, .a —Amigo. 1.2.3.4..".i;.:.'-.!t-Autor. ¡21 FI:GA D E PALABRAS, Completar filo* reno*. Un Por una Y 4 nna Kn una risueño pasó, pollita vio, —Adió' —hi ilijo . algo burli'jn. ..fe..da —Afrenta. 1 . .sal. .a — P u e d e ser—le — R u s a , ó antlahiza, ó m a d r i l e ñ a . . m . . .Ca.a—Traición. ..ora. a —Pueblo. Que . 11 donaire — tocayo . . , ; m e llamo y o . . . p a p a . a ^ H e c l i a u n a sopa. . . c a n . . a —De humo. ...oca.a - -Kcvi'la. . . p i n a . a —ruisin li c-cilora. . . . a t a . a —Vo(.i(i(<n. . . . a c á . a —Alliaja. ...acá.a CIIARADITAS. E s con lina d e doi j n o v e Que tildo se escribe con d. - Paren. . m a r — —rre~a, ..arra . —lüñuilc ijia/m-la. FBASCISCO DE r. CAPLÍN. Reumdoa toJoa lo> derechoa de propiedad irttütlca y lltciiiria MADRID.—6ace«>ni<h! JUndcDcyrt.