Descargar - Diego Karnoubi

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PERIODO I
. . . detrás del espejo , ¿ lo ves ? , alguien se oculta ,
mas allá de la imagen , desde la oscuridad de una
mirada temerosa . . .
La noche va cerrándose en mi cabeza, es el momento en que las ideas comienzan a fluir sin
alguna claridad, sin motivos ni aciertos aparentes, marginales a todo.
Dentro de la casa agonizante, cuajada por el tiempo estancado comencé a degustar el
abatimiento de mi cordura. Almas pasadas comenzaban a acariciarme, seduciéndome,
invitándome a cruzar la puerta del temor para luego perderme en el laberinto que habían
construido para mi, que yo había construido para todos, y que todos comenzábamos a
transitar.
¿Adonde esa simpleza de las cosas y la grata sensación de saber que todo está bien o
está mal, pero está ?
En tanto, detuve mi camino sin descansos y comencé a evitar. Un temblor de distancia terminó
por aflojar mi resistencia al ruido, mi cuello comenzó a gritar, el aire en violencia y
desesperación. No tardé en rendirme ante el zumbido que anunciaba que era otro y no yo el
que estaba elaborando los pasos a seguir, que se había detenido, que me agitaba. Hubiera
querido gritar, como siempre lo quise, pero no era el momento de alertar al mundo; entonces
callé, lo hice en silencio, la continuación de mi mismo hoy, antes y después.
El silencio continuaba, se movía sin descanso, inventaba, estaba vivo; engañoso silencio que
casi nadie pudo notar.
Perder distancia, acercarse lentamente, vacilar unos minutos y entender el camino. Es
importante entenderlo; desde allí lo inconsciente sale a tomar aire, pero no respira. Se hace
tarde y hay que correr, no hay vuelta posible ni lugares similares. Habrá que empujar mil
veces hasta que los músculos lloren su dolor, resistir hasta temblar, obligarse a creer en lo
increíble y protegerse de uno mismo que siempre está dispuesto a atacar.
Cuando no se necesiten perdones, cuando la culpa no exista, cuando los problemas se
hayan ido y quedes en el medio del vacío mas inútil, ya no podrás gritar, tu tiempo se habrá
pasado y estarás en la nada con tus pensamientos en todo.
Cuando todos crean que todo han vivido, tu recién comenzarás, tu recién habrás nacido.
Por poco que entienda me estoy acercando
y aunque ya no intente seguiré esperando
no se del pasado, ni se del olvido
no estoy simulando, soy solo un testigo.
El día que salga ya no habrá mas viento
no habrá ni mas agua, ni tierras, ni fuego
no abriré mas puertas, no veré letreros
ya viejos caminos, viejos los senderos.
Saldré y será tarde y el sol escondido
mas personas nuevas que viejos amigos
no será lo mismo, mas seré sincero
porque intentar algo, si ya no te espero .
Sobre la hoja descolorida veo correr la sangre espesa que se lastima con la aspereza
del papel. La tentación pide y yo imito; mi boca absorbe. Sabor polvoriento y casi
seco, siento su viscosidad, su aroma.
Es la idea de tu lengua la que me atrae , pero te asusta . Tu cuerpo me incita , no
hay respuestas . Mis intenciones son más claras que aparentes. Te toco, tiemblas,
lloras, pero el camino ya está marcado por la misma sangre que corre por tu cuerpo,
más amarga y tibia que antes.
Noto que tu fuerza pierde sentido y descubro que no me perdonarás; pero también
se que volverá a suceder hasta que me hastíe de todo y me veas caer. Entonces, será
mi sangre la que correrá por el suelo y vos te arrastrarás lamiendo cada gota, sintiendo
escalofríos de placer profundo, el dolor de la derrota convertido en triunfo. Cuando
llegue tu momento y la impaciencia te sorprenda en mil súplicas, yo no estaré más. Me
habré ido lejos de todo sin olvidarte y sin pensarte. Simplemente no habrá más
juegos, no sin razón.
Y así pasarán los días, perdidos en tu intención desfigurada por el tiempo.
Del olvido más profundo surgió la idea más cruel. De la desesperación nació
el desorden más puro. Lo cotidiano se confundió con la luz casi siempre escasa.
Despertar se convirtió en pérdida en cualquiera de los casos posibles
transformándose hasta olvidar los sueños, algo así como terminar creyendo en nada.
Una imagen de colores amarillos y un cuarto medio encendido se pasean por
mi mente. Un sillón, un piano, y la solución que no se oculta pero tampoco parece
real.
Del olvido surgió el presente y del presente el tedio, imagen que no es nueva ni
tan dolorosa; una forma de actuar convertida en hábito, un color que pierde brillo
pero nunca será opaco. De la desesperación nació el desorden y de allí surgió el
miedo; todo convertido en alternativa mientras las imágenes siguen pasando, yo
espero.
Hay cosas que no se olvidan, hay un sillón y un piano en un cuarto medio encendido,
y también hay un recuerdo de algo que se parece pero que no es, algo que conocí
pero que nunca existió. El perfil de la esperanza, el desorden del tiempo, lo habitual
de soñar.
Es extrañamente fuerte, un camino sin extensión, un solo minuto a pleno y sin
ningún motivo.
Todo el aire parece más limpio cuando se lo respira, y esta casa parece más
grande entre las ideas que van y vienen perdiéndose entre los cuartos vacíos,
apropiándose de todo.
Hoy mantengo un diálogo con el pasado mientras abandono lo ocasional del
presente. Piso en terreno seguro sobre situaciones conocidas corriendo el riesgo
de sentir el olor a viejo de las cosas en desuso. Pero lo viejo no parece tanto,
y la realidad tampoco. Los colores no son los mismos aunque se acercan y puedo
simular. Entonces vuelvo a ser solo yo y un gran ideal que nunca conocí, la trampa de lo
eterno escondida en mi propia muerte, el deseo de partida y la desidia de lo que pueda
suceder.
Hoy me desperté y noté que estaba vivo; di unas vueltas, pensé un rato, y comencé a
recordar.
Las paredes de cemento encierran el secreto de la flor que crecerá. El futuro se desplaza sin
vida y avanza hasta tomar el ritmo de lo incomprensible. La idea no vale más que su
apariencia, y la apariencia no vale más que un poco de distracción para luego ser revolcada
sin siquiera aguardar el momento preciso de un encuentro.
Esperando el abrazo que tal vez se pierda en una o dos charlas fugaces, la vida se pasa y
vuelve otra vez. La vaguedad de tu mirada se vuelve permanente, más tardes estancadas,
punto de partida sin regreso; último regreso, el olvido. Ya no me acuerdo; pudo haber sido,
creo que no. Aunque quizás . . . adiós.
El reflejo sobre el plástico, tu cara triste, una inmensa sensación de que todo está
perdido.
El camino hacia un lugar que parece equivocado, la voz de ella que no me dice nada. ¿
Qué más se puede esperar cuando el tiempo pasa sin hablar y nuestros
oídos esperan ?
No podría decirte si prefiero la noche o el día, el ruido o el silencio, correr o estar; cada
cosa me causa el mismo placer y por cada una mataría, no se si deba
esperar. Quisiera olvidar pronto quien soy, pero antes debería ser.
La tarde pasa en calma, el sol es otra vez el mismo y misma es la gente que camina por
la calle. Mismo el sentimiento, la razón y la esperanza. Quisiera olvidar pronto quien
soy, algo debí ser.
Estoy quieto, un poco menos confuso. Tu presencia ya no me acompaña pero me
siento tranquilo.
La ciudad no me dice nada, solo recuerda; las arrugas en las paredes me cuentan
de un tiempo del que nunca dejaré de ser testigo.
El aire cálido, el sol resiste, el lugar permanece; ya no te puedo ver.
Apagada tristeza de tu corazón la que me llevó a mirarte, sin darme cuenta comencé a
hablar.
Tus palabras eran las mías como siempre lo fueron, tal vez por eso nunca pude
distinguirte. Quizás también por esto en un lugar de mi cuerpo tengo tu imagen
para siempre y ya nunca volverá a salir.
Fue durante la noche que dejé de ambicionarte desde la soberbia. Me arrodillé
a pedir, y por más oculto que yo estuviera rogué alcanzarte. Si todavía lo intento
es porque aveces me pierdo, porque solo consigo hablarte y nada más.
Ayer el silencio me volvió a seducir y me ató a la realidad en la que vivo hoy. Una
realidad tranquila en donde los matices no existen y los colores solo combinan en la
imaginación; la realidad con tus palabras y sin las mías, en donde yo estoy ausente y
permanezco aquí .
Afortunadamente tu rostro no se borra. Sobre las gotas de lluvia que resisten en el
vidrio te puedo ver, puedo descifrar el instante abandonado.
La decisión no es más que mirarte sin juzgar el simple hecho de hacerlo. Mirarte
hasta que mis ojos ya cansados de buscar pierdan su color y decidan cerrarse.
Mirarte, aunque parezca que jamás se cansarán.
La noche se acelera y la luz desaparece definitivamente; las gotas dejarán de serlo
pero no por mucho tiempo, entonces quizás sea el momento para otra noche de
luna, un día de sol, o quien sabe para que.
Sobre el vidrio de esta noche veo el reflejo de mis ojos siempre atentos a encontrarte.
Se que no te fuiste por mucho, por supuesto volverás.
Muñecos sin forma que soportan su destierro caminan por las vías de la más humilde
desilusión. La incomodidad de lo extraño parece anécdota entre gente
que pudo ser y gente que será. Plomo caliente siembra sus tierras y la miseria germina
desde sus raíces creciendo hasta convertirse en fruto. Plomo caliente puebla sus
cuerpos e indica el camino a seguir por los otros.
Sobre las vías gastadas, el deseo ha muerto, y así se mantendrá mientras sus vidas
persistan. En esta tierra lejana, aunque no tan distante, el sabor a fuego vive en el
pensamiento de cada uno y de todos por igual. Llamas de carne bailan al ritmo de los
tambores de alguna vida que quiso ser. La agonía del viento cálido derrama sudor entre
los cuerpos. La respiración comienza a agitarse; el día parece largo. Todos los gestos
cambiaron.
El momento que descansa sobre un espejo explica que no hay pasado, que el amor y el
odio no están tan cerca, que nuestra hipocresía no pierde su candor, y que por más que
la vida siga, no debería perdonárnoslo jamás.
Otra vez la distancia, falso ideal de pureza. Otra vez el recuerdo, fiel borrador del
presente. Descubro que tu piel aparece a contratiempo de mi vida. Presiento que me
haces falta, imagino que te olvido.
Prendiendo luces voy por un pasillo largo hasta el principio de la historia que aquí
retengo. Extraño algún abrazo, el momento en que te fuiste; extraño el reencuentro.
Hoy no perderé más tiempo sentado en esta calle olvidada, saldré a buscarte y me
estarás esperando. Hoy saldré por ti porque mi vida ya no vale nada; y un recuerdo no
es presente, y un presente no es eterno.
Ya no me importa si te pensé o te creí mil veces porque ya no te tengo aquí o junto a
mi, o bien distanciados. Ya no me importa.
No lo resisto, y si bien parece, todo cuesta más de lo que creí nunca poder hacer pero
que al fin he hecho.
Y si fuera mi culpa hoy de poco me sirve, no se si entendieras lo que supe susurrar
mientras esperaba frente a tu ventana con mucho frío pero feliz de poder verte entre mis
torpes gestos que más de una vez intentaron no serlo.
Tal vez es miedo, pero no olvides. Dolería mucho más que si yo olvidara en un
momento u otro de un día entre los cualquiera.
Ves que te evoco sin tristeza ni alegría, y no es ni siquiera un recuerdo que trata de
abrirse paso entre mis días más normales de lo que supieron ser, aunque todo parezca
normal.
Hoy estás y no en un recuerdo, estás en todos lados pero te vas y vuelves, no estás y
creo que si, pero no; no sé que decir y te pierdo otra vez.
Entonces escribo mientras pienso y ahora no pienso, entonces ya no escribo, solo te
escucho, tu falso silencio.
Estás otra vez frente a mi; ahora te miro y jamás pienso, solo te miro, escribo lo que
miro, ya ni eso, no sé que más.
Sé que la cal de estas paredes me está diciendo algo, una mentira tal vez.
Tengo la pequeña ventana frente a mis ojos, también el sol en mis pupilas entredormidas
por el cansancio de la mañana que comienza a deshacerse.
Apaciguado por el ruido de la costa, el mar descansa sobre la arena castigada por una
noche ventosa de sonidos largos.
Un perro y un pájaro solos entre si y sin ningún motivo atraviesan mis palabras.
Por que allí antes no estaban y no se si volverán.
No importa, algo no existe y no entiendo porqué; nada es tan parecido a la verdad
como mi propio deseo, como esta ventana y las paredes blancas.
Y la mentira será solo eso el día en que aborde la muerte. Hoy prefiero estar aquí,
sintiendo los colores de esta tierra húmeda, tierra que jamás existió y que lastimada por
su propia irrealidad, se abandonó en la sal de su apariencia.
La forma cambia cada día mientras los colores se reacomodan entre los recuerdos.
Cada idea del pasado, cada esbozo de emoción, abandona su lugar en el futuro para
encontrar una nueva ilusión, o alguna recreada.
Justo aquí estás presente otra vez, como lo has estado a cada paso, como lo estarás en
mi constante intención de escucharte. Aveces creo que no todo está tan lejos como
entonces; nos encontramos frente a frente para creer viejas historias.
Aveces algo de aquí me hace sentir que no todo está en suspenso y que otras cosas son
posibles aun sin ser concretadas nunca, o siempre. No sé.
Por esto y todo lo que no sé describir, por todo el pasado y todos los anhelos es que te
escribo. Porque no te olvido y no pretendo recordarte. Porque volverá la noche y
volverá a soplar el viento que acerca el aroma a tu tierra café. Porque hoy siento y
mañana tal vez. Quizás porque llegas y por ahí te vayas, o yo desaparezca para
siempre. Pero por sobre todo lo posible te escribo porque te extraño, y será motivo
suficiente hasta que ya no tenga más palabras ni razones ni pretextos. Hasta que no sepa
como decirte adiós, y asustado por la traición de mis palabras, me quede cerca tuyo
inventando esta ilusión que ya casi es mi mentira.
Pude ver la resignación en su mirada, encontrar el punto exacto en donde la vida
comenzaba a desdibujarse en vagos deseos de libertad.
Pude saber en ese instante que cualquier plan era vana ilusión, recordatorio de
otros rumbos, una ráfaga de calma, entrega.
El temblor se llevó las palabras hacia un espacio diferente, a un lugar de tenues
sensaciones. La conciencia ardió. Las aspiraciones mutaron a cada instante.
Algo difiere de ayer y tal vez sean esas, tus palabras; el sentido o mi
entendimiento; difiere del resto que se fue y diferente lo que será. Tu voz,
aplacada por mil miradas y una frase que nunca supo como llegar se instalaron en
mis oídos. Ya nada puedo hacer.
Sentado a la espera de alguna señal me pareció verte correr y te llamé. En la
pausa estaba yo cuando creí decir un nombre que parecía ser tuyo.
Nadie supo entonces que me miraste y muchos menos que te creí. Hubo algo de
sincero en todo esto; mi intención, tu voluntad, la percepción de algún destino. O
tu nombre. La razón de tu partida.
Lo abismal del silencio en la pálida noche sin estrellas. El frío dentro de tu piel que
despierta a los seres que pretenden acomodarse en mi alma. Tu color y la piedad
que existe por si sola son sostenidos por el viento que te acaricia.
Esta es la situación, olvidados dentro de un instante. También perdidos quizás de
tanto buscarlo. Son días permanentes y uno solo que pasó.
El frío se desliza ahora por todas partes, los árboles respiran, las hojas esperan
por ver tu cuerpo, yo espero. Todo este universo inquieto, vos no, y la luna que
ilumina tan solo una parte de todo.
Entre las sombras encontradas sobre el techo verde o gris voy creándote de a
poco, y mientras dejo que robes parte de mi, me aferro más a esta noche que
junto con la luna morirán de compasión al decirme que no estás.
Despegándose del pasado, un nuevo día, y con éste otras versiones de lo de siempre
que se ve desigual.
La cara cercana y ajena a lo que siento presiente dormida los latidos de mi vida. No
hay miedo, no tiene motivos, no tendría porque.
El pasillo en descenso me comunica con el tacto, con toda la casa. Ahora parece mía,
lo es, la cocina, es una silla, es el sótano que alguna vez no me quiso despertar de la
angustia de esperar e inclinó todas sus formas para protegerme del espanto de tu
impresencia.
Desviando cada paso no llegué más que al destino, el que siempre estuvo allí y nadie
pudo advertir. Te miré a la cara, toqué tu mejilla y sentí que ahí estabas; nunca más me
fui.
Advirtiéndolo la hora llegó, la de tus ojos que quisieron abrirse y no pudieron debido al
peso de los sueños, de todo.
Sostenida sobre mi espera te revelaste al día. Te observé abrir los ojos con un dejo de
violencia, egoísmo y tu humildad.
Hay indicios de que estás. En tu cara encontré la razón, aunque nunca una salida.
Con el corazón en los mil rincones, donde los sueños parecen esparcirse por
todas partes, donde la fuerza parece ser mayor que las necesidades, donde la
lucha vale más que el mismo logro.
El alma volcada en su tierra, veo gente que pretende atrapar al viento, el agua;
personas de distancia en sus ojos, de fuego en su espíritu y de pura amistad.
Cuando el día desciende hacia un nuevo olvido, creo a gran parte de este mundo
resumido en una sonrisa, una que invita a vivir, la melodía más real que brota
entre las hierbas de algún monte perfumado con olor a rebeldía y complacencia a
la vez, la misma realidad desplegada con tanto rigor que sólo a lo espontaneo
pertenece la vida.
Con el corazón en los mil rincones, donde los sueños parecen esparcirse por
todas partes, donde la fuerza parece mayor que las tantas necesidades
y la lucha desmerece al mismo logro, ahí, justo ahí es donde empieza
Latinoamérica, la de gente con abrazos, la de juegos de eterna libertad, la de una
libertad que no siempre pudo ser pero siempre estará presente en cada uno por
igual.
Con igual sonrisa empezó tu día y brilló perdurando el mío. Desperté prematuramente
para toparme con tu boca, para mirarla y saber que no estabas lejos; no tanto.
Repetido el pasillo descendimos más lento bajo la cautela de los pasos dormidos. Hasta
allí llegamos porque el calor nos estaba esperando, previsible pero sutil.
Tengo la idea de haber estado frente a la ventana, mirándote, tus ojos y tu expresión. El
color de tu piel y tus manos. Aparece alguna flor, y en el frío, alguien que debo ser yo.
Aparece toda mi vida, miles de caminos y ninguno el elegido. Todo el fuego, la historia
desintegrada.
Entonces los dos en llamas enfrentamos la distancia sin muchas pruebas de habernos
conocido. Hoy lo estoy dudando, quizás te imaginé o no fui yo. Espero de esto la
mentira, lo falso y mi propio deseo. Tu silencio que me ayuda.
Hoy lo pienso, que importa; como sea, difícilmente te pueda olvidar.
Con la mirada excluyendo al mundo. Un silencio entre ruidos histéricos, apartado
frente y junto a todo.
Y hay un espejo que fascina por dentro. Nada más que esto, otro instante de calma
que sirve y expresa una abusiva actividad. Un cenicero de vidrio con luz de sol, del
otro lado la puerta; no sé si alguien entró, saldrá, si alguien realmente está. En el aire
la respuesta, en cada cosa por igual, en la presencia de cien fotos y una que mira sin
buscar, en la alfombra oculta a los pasos que vendrían.
Se que si tuviera que quedarme perdería la belleza; si quisiera preguntar. . . perdería
entendimiento. Muchas razones para ser y ninguna para hablar. Menos para saber.
Un mundo, velado desde su idea, se proyecta en direcciones reinventadas y en
ninguna consecuencia aparece una razón. Por eso no hay muchos momentos, por
eso tan solo creo en cada cosa pero nunca pretendo estar. Me conformo con creer
que hoy es otro día, que tal vez mañana llueva, que existe una canción sublime
esperando por brillar.
Ella está oculta y no lo demuestra. Yo parto desde el silencio hacia un destino
crónico tendiente a perdurar.
Un tiempo atrás tropecé con lo falso de las palabras, disfruté la verdad de mi
silencio, cada pausa, la sinceridad de la opinión atravesada en la tensión de cada
mirada colgada. Hace algún tiempo descubrí que algo de cada cosa era lo mismo.
El valor emprendió la huida, me diluí ante los ojos del mundo preocupado por
mostrar sus diferencias, y yo, parte del mundo, me diluí para olvidar.
Escondido en tu expresión, el arte de brillar. La sonrisa no clamorosa y casi
humilde regalando lo simple que hoy ha sido despreciado, todo lo que me hace
falta o alguna parte.
Andando por tus huellas encuentro la tierra nueva, olor a verde, selva
perdida, piedras de arroz y tu gente feliz contrastando con la ciudad caída en el
amor por la vida.
Esa, tu propia señal de luz permite mostrar tus ojos desnudos, tu cuello,
una canción triste, el reposo de cualquiera de mis aspiraciones. Brillar es un arte
que tu expresión esconde, lo puedo percibir todavía, supone una señal o un
indicio; la inconfundible marca de un deseo asexuado. Necesidad de tenerte
cerca, no tanto.
Probablemente tu vida esté indicándome lugares, situaciones olvidables y una
leve sensación, que en la nimiedad de mi trayecto, tu espacio abarca más que
todo lo que yo he logrado ocupar.
Detenido en una tarde simétrica, en una semana que bien podría ser otra cualquiera, se
mantiene un hilo de sangre que no pierde su silencio ni la pausa que lo han hecho
madurar.
Una idea poco feliz surge al tiempo de otras tantas que quisieron acompañar el trayecto
de tus espacios nunca en blanco. Hoy vuelven mirando hacia atrás. Algunas tal vez se
han perdido sin pretenciones de retorno.
Creo debería confiarte parte de mi alma y dejar que sea otro el que espere. Saltar
entre las sombras y masticar el barro impregnado con tu aroma, arrastrarme entre las
rocas salientes del mundo que siempre quise, hasta notar que no completo la
montaña que confunda sol y tierra en un solo lugar. Tantas cosas deberían ser que en
todo te desconfío. En tu pasado de tono gris, en tu lugar que puedo añorar, en cada
letra que te percibe mas no te entiende.
Pero no estoy presente para entristecer a la tarde, ni lo estoy para culpar al tiempo.
Solo quiero que me escuches un instante, después de los segundos y de cada pausa,
pasados ya los puntos y las letras, más allá de la experiencia y su mentira y de cada
sueño que pretenda imaginar. Quizás, y tal vez para siempre, intentes estar presente
cuando yo empiece a callar.
El agónico despertar en una esquina cualquiera destaca de estas calles su color gris
frustración. La gente desesperada expresa en cada gesto la violencia de su intolerancia, un
grito sucio a través de tanto humo colmando los espacios.
La esencia de esta ciudad, su gente suicida en busca de nada nuevo. El color de cada vereda,
una imagen glamorosa, una cómoda risa de compasión desparramada por si alguien mira, y un
solo dolor.
Mi ciudad agoniza en cada puerta, en cada expresión, en la hipocresía de sentirse identidad.
Los faroles ya no existen, ni adoquines ni tranvías. La grandeza no se inventa, la vida no se
muestra.
Somos grandes, somos grandes para todo; mientras tanto me siento a morir frente a mi gente,
que no me mira, tampoco lo hará. Somos grandes aunque no entiendo bien porqué; por aquí
ya nadie quiere hablar.
Es acaso su cuerpo delgado, sus piernas y todo lo que en ellas se oculta, todo su hambre
enfrentado a mi deseo. Me perturba saber que ella existe, saber que allí estará, tan cerca
como para poder tocarla y conociendo que no bastaría toda la violencia de mi cuerpo para
sentir el final.
Nací ante sus ojos y ya no puedo ignorar su presencia, su aliento que desordena mis hábitos,
el pelo, su carne que me priva de la calma e incita al temblor desesperado de impaciencia; y la
fuerza es toda una salida, y la moral una omisión al momento de retenerla.
Es inevitable que ella aparezca en estos días y menos evitable es estar, pero nunca alcanzará,
hay algo más, necesito todo, la opresión de su vida, o de la mía, el control de mi deseo
cuando ella esta presente, la supresión de sus movimientos cuando se empieza a mover.
Hay algo que no puedo descifrar, un impulso, el mismo que no existe al enfrentarte. Se que
cada tanto dejo de sentir todo para ser solo humano, hombre como idea con parte de mi
instinto atrapado en una antigua visión de encanto; y muerto estoy por la noción de una
historia. Tal vez, en una palabra vuelva a encontrar la alegría que dejé olvidada en algún vaso,
en la casa de madera amarilla, en un lugar de palabras extrañas donde mis ojos fluían entre los
gestos forzados por la necesidad de entenderse.
Después de tanto tiempo, hoy yo los vuelvo a repetir para sentir que no son necesarios y que
de nada sirven en un mundo de palabras de consuelo, de ilusión, conformes; palabras tan
firmes que me causan temor, las mismas que me ayudan a escapar.
De la belleza es de donde surge su razón, la que justifica su vida en este instante sombrío y
alejado de mi comprensión. Su dulce melodía eternamente incrustada en cada una de sus
palabras acompaña el vaivén de mis actos.
Que puedo decir, que la tristeza nunca será tan grande como para empañarte, que tengo un
ideal y una persona escondidos en mi saco, que este cigarrillo ya no enciende, que llueve, que
solo quiero que todo pase rápidamente para no tener que despedirme.
Yo sé que vas a estar en la estación por quizás penúltima vez, con tu perfume y tu dios en mi
destino, que ya no lo es porque es tuyo y se fue, porque el camino es suyo y el mío ya no.
Barro de tus venas es el que se vuelca en mi boca mientras te miro. Pasta del tiempo en
receso, tanto tiempo perdido. Es la carne de tu ausencia la que anuncia a cada momento que
el presente esta poblado de ciudades desconocidas, inhóspitas, hado inevitable por trepar a tu
incoherencia.
Es verdad que tu huella no es tanto dolor, sé que hay ilusiones pactadas a cada paso; sé de
éstos pasos y más de la ilusión . También sé de la interrupción de este tiempo que no intento y
hasta aveces trato de evitar.
Sonriendo a través de un cable, la impresión de que no eres sangre personifica el nuevo
rostro de mi ánimo; a la desilusión pertenecen sus labios, la respiración no llega y la boca se
seca; todo se seca.
Sin palabras, es mejor ocultarme hasta sentir que te he comenzado a olvidar. Fuera del
sonido, hay algo que deja de ser.
Nacido del engaño, el tronco de un mundo de desconfianza se agita sobre todo. La noción
de verdad esconde otra trampa, tus palabras la esconden innecesariamente.
El péndulo del tiempo va y viene golpeando mi cabeza. Ya te vi, de nada sirve correr.
El pájaro sin alas vuelve a caer en la impresión de su muerte, en la soledad de la tarde
constante. Aire con polvo que se acerca hasta el momento, éste que invade tus culpas, polvo
rojizo.
Esperé durante mucho tiempo un indicio del origen que impulsa cada huida; seguramente
olvidé una parte, completamente todo. Y sabes bien que no espero encontrarte, pero por si
acaso lo deseo; la idea de estar me vuelve débil, simplificar algo, débil continuaría todo.
Sin alas, desde la distancia, la vida aparece sola e independiente a la percepción,
perteneciente al resto que no es nadie sino alguien que no soy yo pero tampoco es otro.
Apuntalando cada espacio absorbí toda la impaciencia, no casualmente, ya no quiero esperar.
En el transcurso de un tiempo extraviado, muchos rostros extraños se asoman a mi ventana,
todos miran con desgano, y un espejo que también es ventana, y un desgano que también es
reflejo.
Estoy observando; estoy atento a tu mirada.
Atado al cielo de estrellas, con tus palabras en mis ojos y tu vida en otro lado no muy cerca
de la luz que la enciende; quedo atado a la luna cubierta por sueños que alcanzaron a taparla.
Incrustado en el azul de este brillo pienso en la grandeza de sus formas, en la modestia de sus
voces. De tanto acariciar confusiones se fracturó mi resistencia al sonido; mientras, divago por
las noches de mi soledad profunda. Creo percibir el deseo, pretexto febril para no olvidarte,
intento por conservar la perfección del error, el de haberme alejado un día como este, el más
exacto de todos los días de la vida, error que es mi esperanza, la de entender que siempre te
quise y que nunca llegarás a ser verdad.
Frente al vacío de lo creado, la actitud llena de emoción, perfectamente inútil. El alma
agrietada de momentos busca la sangre tibia para alimentar sus esperanzas, y aunque
comprende la presión de las palabras, no se detendrá hasta sentir necesidad.
PERIODO II
. . . no por primera vez la confianza sonríe sus colores
frente al mundo ; no por primera vez , el mundo se
burla de su alegría . . .
Un encuentro a través del aire, es solo eso y nada más. Cuando en la penumbra encuentro tus
labios, es solo eso.
En un espacio de suerte y un valor que se puede olvidar, todo lo posible se acomoda para
ocultar lo que nunca pretendemos ser. Y es probable que en tus manos yo pretenda esta
humilde libertad que en realidad es otro encierro, el deseo de mirarte a los ojos y creer que
solo existen por mi. Yo pretendo y sé un rumbo que estoy dispuesto a olvidar;
soy yo creyendo en un lugar para quedarme, soy pensando en que alguna vez puedo esperar.
Tengo una llave en mis manos y hay una puerta entreabierta; ahora lo sé, alguien acaba de
partir.
Donde necesito un poco de todo es donde el pasado pretende establecerse. Donde tus
palabras, donde mi propio autismo. Hay algo que parece esconderse; tu aliento y tus dedos.
Desconfiando de mi propia vida ya no evito desprenderme, solo busco tus brazos que no
siempre están y hasta aveces creo abandonar. Soy yo, es tiempo de volver, necesidad de
creer, creerte al fin.
Como una nota final desemboca mi esperanza en la lluvia de este martes. La mañana en
alianza con una idea, mi futuro en congruencia con lo mismo que ayer creí pasado; sigue aquí.
Inhibido, apagado, arrancado del entorno empiezo a creer que al fin fui derrotado en el lugar
donde pensaba crear. En este lugar donde ya no confío en que algún dios se apiade, me
desespera la posibilidad de una ausencia.
Nada de esto está bien; nada tiene razón de ser y sin embargo no te he soltado todavía.
Estoy asustado, te acompaño, nadie más junto a mi. Entonces caerá la tarde cuando el sol
crea que ahí estarás. Volveré a mirarte cuando descubra que te fuiste y que sólo una limosna
dejaste en mis bolsillos. Volveré a mirarte para saber que ya no existen palabras, que ya no
hay nada que pueda decir.
Y me verás caer una y otra vez, y me verás arrastrándome, y me verás de rodillas llorando en
cada esquina.
Y no me importa humillarme, y no me importa ensuciarme, y no me importa pasar el día
entero viviendo en un recuerdo que no sirve más que para encontrarte falsamente. Y nada me
importa más que comer la tierra que tus zapatos pisan; nada deseo más que lamer el suelo por
donde pasaste. Y nada podrá evitar que me cuelgue a una verdad que poco parece existir; y
todo es porque no quiero olvidarte, y es porque te encuentro por aquí, y es porque te extraño
y necesito verte aunque sea para despedirme.
Un poco más de tierra; un poco más, hasta que pueda aprender que este olor que aquí siento
no es tuyo sino el de tu recuerdo.
Hoy te vi caminando, mirabas impaciente, buscabas un lugar. Sentí que no te acercabas tanto
aunque sí creí escuchar tu voz, pero el silencio era mas fuerte, apenas si te entendía. Fue
entonces cuando encontré tu mano sobre mi espalda, un abrazo a medias que pedía algo
sincero, que sentía.
El camino se hizo corto entre el ruido la tarde, tus zapatos, tus manos que hoy pertenecen a lo
ajeno y todo el desorden de mi mente. Algo duele y no sé que; sé de ayer que escuchaba tus
palabras que ignoraban el equilibrio de la espera. Ayer creí escucharlas aunque tal vez entendí
mal, tal vez era mucho el silencio o solo mis ojos estaban atentos; alguna mentira. Alguien
creía.
Hoy, mirando por la ventana a través de esta ciudad, espero algo que algún día olvidaré; no tu
sonrisa, tu partida; mi estupidez y todo lo amargo que no me deja creer que hay algo más,
más allá de la ilusión.
Verdad que aveces la incito, es tan cierto como que aparece atractiva en ciertas ocasiones.
Se presenta como una salida, un deseo de caricias; y hablo de la muerte inapelable, no la del
suicida que siempre puede ser evitada, sino la del enfermo que aunque se enfrente hasta el
último momento sabe de su imposible huida.
La deseo así y es para perderte, porque mientras sepa que ahí estás volveré a intentarlo y casi
inevitablemente me volverás a expulsar a este presente viciado de recuerdos. Quiero morir sin
posibilidades de elección, quiero que te vayas, irme porque siempre estás muy cerca, aunque
creas... no puedo ocultarme, y morir sería lo mismo; aunque puedo estar mintiendo.
Hablándote, así es como estoy.
Diezmo para un simple corazón afligido. Lágrima que puede colmar un vaso que en apariencia
está a medio llenar; luz tenue casi oscura que muestra el camino hacia el cuarto, hacia una
cama vacía.
En algún momento las palabras mancharon las paredes que hoy están blancas, turbadas por la
soledad. Algo de pasión, en algún momento, pudo sostener tanto silencio. Hoy la memoria
intenta ubicar formas en un rompecabezas al que le faltan piezas, las que desaparecieron con
ella.
Así parece ser todo, así simula la vida, así nunca más volvió y nadie siquiera intentó entender.
Pregúntame por que no veo más allá de este día, el porqué de mis ansias por llegar. Explícame
por que soy tan débil y resigno todo mi presente para venerar un suave invento que no
necesariamente tendría que haber trascendido.
Estoy algo cansado de buscar y de esperar, pero no tengo modo de evitarlo. Estoy encerrado
en un mundo desilusionario en el que ya no puedo evitar llorar la muerte más absurda,
inesperada y corta.
Escúchame, estoy hablándote, estoy pensando otra vez en lo mismo. Abrázame, no te vayas,
no todavía; no se si podría volverte a querer.
El destino está abajo, el camino perdido, y mi cabeza dando vueltas por la calle. Invisible las
palabras y consejos, sus bocas se mueven y muestran decisión, única posibilidad sin opciones;
y escuché que te nombraban.
Detesto sentir tu cuerpo cuando no estás, detesto tu cara y tu boca marcadamente adictiva;
estoy molesto. Luego, traspasando treinta días, aprendo que la vuelta es tu deseo y el cambio
un miedo más. Yo, una forma de evitar ser algo diferente, partir de la costumbre para empezar
a dudar.
La tarde está rota, tirada al costado de la vía que va al sur. El tren sigue yendo y viniendo con
gente amontonada, quizás también estés, todos juntos que nada saben de mi ni de la tarde ni
de la distancia que me priva; ni del tiempo que llevo esperando para saber adonde fui.
Hoy, condicionado por mi ingenuidad, prefiero llorar a olvidarme que te quise junto a mi.
Soy cactus abierto en medio del desierto, observador de las rocas, espero mi vida entera el
roce del viento, el momento de morir. Soy una vida estática, ausencia, cuerpo, presente y más
presente y más real que el relato de tu pasado; más real que tu futuro. Soy la sangre
desechada por tus venas que alimenta el suelo reseco. Soy quien da vida a tanta espera, eco y
reflejo, soy más y más que idea, negación de mis palabras. Dios en el mundo y ateo ante el
profeta, soy el que ruega por tu vida mas no llora ante tu muerte. En un sueño fui persona de
alegría en donde a la perfección le sobraban colores; fui opaco ante la tragedia que hoy río.
Fui persona, hoy soy cactus. Soy cactus, nada más que esto.
Encontré tu cara donde la esperaba, ¿ pero adonde están tus ojos ?, ¿ adonde están? Maldita
ilusión que juega en mi todavía rencorosa por aquel día de silencios largos. ¿ Y ahora qué me
queda ?... maldita ilusión, mi debilidad, tu mirada... aunque en realidad, ya estoy saciado de
alegría.
Podría resistir
asistir
permanecer en tu vida
Podría entender
perdonar
arrastrar cada uno de tus actos
Podría detenerme a observar por horas
callar
seguir callando
Podría ocultar todo antes que te dieras cuenta
insistir
retroceder en mis actos
Todo podría, menos hacer que me quieras
Te acompaño entre la noche fresca y el viento que intenta corromper a la armonía. Distingo el
gusto de la calle, tu sabor a pasto gris y verde tierra; la humedad permanente de la piel que te
envuelve, me envuelve a mi y al mundo que es más tuyo que lo que pudo ser de mi. De
esquina a esquina, el murmullo de mi sueño; en tus piernas una idea, por tu esencia una
oración.
Voy caminando en esta noche, fresca entre el viento que ha corrompido todo orden. Degusto
el gris de las calles, tibio alquitrán de tu vida y amarillo. Amarillo tierra seca, degusto tu
decisión.
Sin saber tu nombre te pedí un poco de calma, preguntaba por si acaso había algo más.
Fundido al sabor salado de la tarde contestaba sin lógicas ni dirección, hablaba ausente de
soledades.
En la tarde, entre un puñado de sensaciones irrumpió una oración sin artificios, pura, seca de
habilidades; y tu sinceridad empezó a ser real mientras yo jugaba a la entrega.
Según dicen mi esfuerzo es vano y tu verdad turbia. Creo en tu saliva, según dicen amarga,
creo en tu amargura. Según dicen te creo, bebo de tu amarga saliva. Dicen que no hay nadie,
también que me estoy muriendo. Aquí es cuando empiezo a dudar.
Desde lo incómodo de una frase simulante sangré entre las manos, abrasé el destino
incomprensible, y no comprendí. A través de la sabia de mis dedos, la corteza de tu alma
afrodisíaca; saliva del presente.
Y cuando trato de mostrarte solo con palabras no hago más que repetir una idea que he
decidido mantener sobreviviente, hablo de tu boca, hablo de tus piernas, digo tu estomago
embriagado; y tu mirada muchas veces perdida.
Ya ves, si bien pocas veces pongo nombres estoy hablándote, estoy hablando de tu vida y de
quien eres; te muestro al mundo que no te espera y probablemente te olvidará. Por eso no
está tu nombre y te dedico todo este sueño, te estoy dando toda mi sangre, la que todos
habían olvidado cuando yo recién comenzaba a recordar. Te estuve dando mi vida, que ya
colmada de pasiones, no buscaba más que descansar entre tus brazos.
De ahora en adelante solo habrá una idea de color
una posible sensación de calma
una alucinación de cosas que no pasaron
una persona que nunca existió
unas pocas palabras más.
Como en algún momento creí saber
la vida está de paso por mi mente
que solo pretende morir cada vez que descubre
la nueva necesidad de salir
de nuevo hacia otro camino
otra persona que nunca en verdad conocí.
Me anticipo a los hechos para dejarme caer en la dulce inactividad. Apuro mis actos para
olvidar qué debería hacer. Es un momento de pura falta ante el resto, es amor al ocio, es
letargo casi permanente.
Hoy volví a despertar con la sensación del sentenciado a soledad, con la ilusión moribunda
palpitando por una última chance. Condenado estoy a abandonarte desde el momento en que
te fuiste; sabes que yo también podría sentirte lejos si quisiera, pero poco entiendo esta
mañana y otra vez traigo tu sonrisa, tal vez no a ti, una mirada, se que alguien me persigue,
parte de alguien me pertenece, unas palabras que se repiten.
Hace algún tiempo me preguntaba adonde habría de llegar; me equivocaba, yo nunca decidí
partir.
Desnuda desgarrando al mundo, inconsciente de tu castigo, inconsciente de la burla a mis
sentidos, constante. Y en el suelo sos completamente alcanzable, te puedo tocar, te puedo ver
sin reparos en encontrar tus ojos grises, tu pelo negro, tu piel blanca; y como te imagino, tus
colmillos exagerados por el tiempo.
Desde este sentimiento que es sólo palabras no estoy más que intentando callar ideas
absurdas, errores falsos, letras que nunca fueron dichas y que sin motivo alguno aparecieron
cuando todo llegaba a su fin.
Hombres solitarios de apagada intensidad, gente de bastón en cada sueño, de fortuna limitada
por sus cortas alas, limitada por el suelo; no quisiera parecerme a ustedes ni llegar a su
camino.
Caras de justicia plena en la que el color es solo una ilusión, almas de carne y no de fuego,
pueblos perturbados por metales más que encuentros; los veo oprimidos desde adentro,
perdiendo su voluntad.
Alternando entre sus días aparecen intentos por salir; y yo no quisiera parecerme a ustedes ni
ser parte del culto al destino. Prefiero estar andando, gritar por la noche, buscar un nuevo
rumbo y sentir que poco a poco me empiezo a consumir sobre el fuego de la vida.
Triste en estas letras de pasada alegría, de ilusionaria proximidad. Triste en esta mirada de
brillo anhelante, destellando frente a lo probable. Triste digo, pero no incómodo, desahuciado
ni reseco, solamente triste; tampoco atascado en esta pequeña porción de vida. Tengo la
claridad de quien espera con excesiva pasión la nueva oportunidad.
En la belleza de una mañana húmeda, sangrante ante su mundo la lluvia cae saciando a la
sedienta tierra que aguarda el significado de mis movimientos; pero sólo estoy ilusionado y un
poco impaciente. Aquí estoy, un poco triste.
Todo el tiempo algo se descubre
del otro lado del vidrio
siempre hubo figuras que observan
hay personas que no buscan
o tal vez una sonrisa
y también una lágrima a tiempo
mientras la mano sobre el borde
de un mundo que no es extraño
un lugar casi cercano
con figuras que no buscan
y no es noticia morir
porque ellos ya lo sabían
porque la vida no los persigue
adonde nadie busca nada
en el borde de un mundo cercano
del otro lado del vidrio
veo sus manos moverse.
Puedo usar un instante para salir, permitir los golpes en la conciencia, permitir las sobras de
sus palabras por un tiempo que no sabría precisar.
Creo haber descubierto algo bajo la inocente postulación de tus actos; menos tiempo, menos
ganas, una supuesta derivación de tu persona. Y fascinado voy entre varios dedos que me
señalan, personas que buscan esta supuesta altura, y una vida paralela e irreprimible
disputándose la derrota definitiva mientras la piel va perdiendo agua. No existen pactos ni
acuerdos, no equilibrios ni razones justificables; ni siquiera estas palabras tienen sentido en
algún momento del día.
Entonces te pido, no me busques porque ya no puedo seguirte, no ofrezcas lo que no sé
tomar, no me mires que yo estoy casi ciego, muy poca luz hay aquí adentro.
Tal vez mañana, cuando el compás deje de dar vueltas, yo me encuentre en el sitio en el que
podamos compartir nuestras palabras sin necesidad de mutilar la razón de nuestra propia
libertad.
Soy yo cruzando ante tus ojos
para que veas que me voy
quien sabe si para siempre
para que ya no intentes que diga
la verdad pretendida de mi ilusión
soy yo riéndome
acuérdate quien soy
el verdadero yo
el que se va
el que te da la espalda.
Cuando puertas abiertas significa huir
cuando no hay más caminos que puedas prohibir
cuando el árbol se seca y los frutos están
comeremos juntos para recordar.
Cuando calma es un sueño y el día llegó
cuando el mundo los mira mas tus ojos no
cuando todo parece pero poco está
beberemos juntos por la libertad.
Entonces las ansias serán tu verdad
el hambre un reflejo, no necesidad
la sed ilusiones que buscan surgir
la vida un instante que estás por vivir.
Y toda tu vida se convierte en mentira porque tu presente se desvanece y vuelve a aparecer
plasmado en tu cuerpo; pero es sólo tu cuerpo, porque todo es falso.
Y todo otra vez transformado en mentira mientras tu vida simula fugarse; pero ya no es sólo tu
cuerpo, porque la fuga es falsa.
Por un minuto
siento unos pasos
mis pensamientos se apuran.
Está frente a mi, es él que algo espera
y yo frente a él, ya no sé que decir.
PERIODO III
. . . una inyección de sueño , un injerto de esperanzas que
aplaquen la tensión de las noches incomodas ; por favor ,
inyecten algo de calma , sin temor , volveré a despertar . . .
Veo la tarde, designio de huida, escape hacia un lugar desconocido, una cara detrás de
sombras que viven bajo otra piel.
Mas allá de muchos sueños el día termina con una frase de valor todavía intacto, mis palabras;
y quizás me escuches, te vayas en cualquier otra dirección. No obstante creo en la mirada y
en los ojos encendidos, en los gestos, en las voces que piden y las almas que niegan. Creo
pretender creencias y no siempre lograrlo.
Otro día sucede, tarde de excesos de calma, es paz de punzante ingratitud. De nuevo quiero
hablar, que escuchen, intento entender mi parte, pero las palabras son las mismas que hicieron
abandonarme en los brazos del silencio. Otra vez quisiera irme lejos de estas calles; entonces,
puede que el deseo sea una verdad.
Aveces soy tan positivo
y me siento tan excesivamente feliz
aparentando un barrio de paraísos;
aveces soy tan cobarde
ocultándome en cualquier espacio
mintiendo para no correr.
Tratando de buscar una razón para encender la carne quemé mis ambiciones de estrella para
ocultarme entre las nubes. Desde aquí puedo observarlos, sus movimientos, puedo perderlos.
Totalmente seco distiendo mi cuerpo y empiezo a inquietarme, no hay voces ni festejos, no
hay nadie, no están ni volverán; todos lejos, lejos del sueño y la necesidad, ajenos a mi,
perdidos otra vez.
Escribo desde las venas para cortarlas y saber que la sangre es solo una idea que vive
aprisionada en nuestros cuerpos inquietos. Escribo desde los ojos para saber que no hay
imagen que hoy me conforme; y no duele, y estoy casi conforme.
Un resabio de tinta queda en mi boca antes de escupir el final de mi historia, debería durar
hasta el momento que pudiera predecir, pero no se detiene.
En la libertad, la que creo conocer, tal vez haya más limitaciones que espacios, pero es tan
hermosa, solitaria y dulce, suave antes del hambre, apacible y fugaz.
Escribo desde lo que los demás creen ver, ese soy yo, entre la gente soy yo; cuando estoy
solo algo cambia, libre es frágil, un sonido lejano, una palabra perdida. Escribo desde sus
bocas tal vez porque creo algo, o porque miento, porque estoy feliz, porque el final no llega y
la tinta se empieza a secar. Todo se seca al fin.
Ya las sombras nos ocultan, lo sabes desde hace tiempo. La luz que incandescente muere sus
ganas ante nuestros ojos no hace más que afirmarlo; entonces se dispersan y ya distantes de la
luz de origen desaparecen junto a nuestros cuerpos.
En la oscuridad, ahora, no somos más que esto, seres oscuros que no se ven y pretenden
reconocerse; somos tiniebla, las mismas sombras por falta de luz, toda la luz que no puede
desprenderse de nosotros, y lo aprendemos simplemente así, enteros e intactos, cómodos
porque todo está aquí, enfrentándonos, enfrentándose, solo nosotros, verdaderamente
oscuros y sin nada que ocultar.
Lo veo desprenderse del pasado
intentando hacerlo
pero algo lo retiene
secuestrado por el tiempo
y no puedo escucharlo
hay algo que me seduce
porque también en mi hay un regreso
entonces los dos hablamos
sin escuchar los motivos
pero sé que lo entendemos
y quizás desesperados
llegue el día del olvido
distraernos por un rato
y así ya no recordar
ni siquiera lo que hablamos
si es que en verdad lo hicimos.
Dame tu voz
tus sensaciones dame
tus pensamientos
no toda tu vida, solo una pequeña parte
solo para mi
y tal vez no me equivoque.
Abre tus ojos frente a mi
tus brazos
los sueños
no todas las ilusiones, solo las necesarias
para ver si pertenezco
y tal vez una sonrisa.
Dame tu desprecio, aunque sea,
dame tu rechazo
una mentira sucia
todo el asco que te sobre
¿ y para qué lo pido?
tal vez para poder vivir.
En una historia de inventos y un camino de colores te pintaba, brillabas a la luz de mi fortuna,
te miraba. En memoria, una noche de no hace tanto, algo me debías mientras los colores
corrían por tu cuerpo, yo te admiraba y todos miraban tu destello.
En una historia de inventos brillabas entre la gente, pero mis colores te fueron opacando,
poco a poco te fuiste yendo, nunca más te pude ver.
Hay algo más profundo que el dolor, más irreal que la esperanza, más fuerte que tu mirada; es
algo que se pierde entre mis manos, una vida apática, una creencia, es el pasado que se agita.
Distingo un lugar al que ya no puedo llegar de donde surgen los personajes que me traicionan,
me abandonan, que aparecen para no estar; y desde lo más reciente de mi ser trato de
excusar mi ausencia, pero ya nadie escucha, tan solo se ocultan y muestran desencanto.
Hay algo más tedioso que la espera, más inquietante que cualquier duda, es el pasado que
insiste en quedarse cerca y persistente se transforma en mi propia continuación, el que nunca
creí ser y que no puedo evitar.
Sé donde estás, es noche de pura fiebre, también sé del lugar al que llegaste, noche de
increíble soledad. Pero nada puedo hacer, lo sabes y yo quiero cambiarlo, tu noche de fútil
esperanza y tiempos deshechos.
Estoy en las filas del auxilio, camino entre tu fiebre y mis tantas muertes, quiero escaparte del
mundo y nada serviría, ya todos lo sabemos, tu soledad es más fuerte que cualquier voluntad.
Agitado ruego desesperado y feliz. Necesidad de tregua prematura, velocidad inconsonante
sin pausa hasta el perfume de tu piel, sin espacios, agotando a la vida antes de morirla.
Disimulando, porque en verdad creo no conocerte, cruzo por tu camino varias veces para que
me recuerdes; entonces abrazarte sería el auxilio y besarte el final de mi actitud, y de pronto
mi silencio a la par de tu cuerpo sacude su respiración hasta tu vientre que reposa sobre mis
manos.
Desearía que todo sucediera pero por ahora seguiré andando a través de tu camino, para que
me veas correr frente a ti, para que puedas encontrarme y pedirme que me quede un poco
más, porque algo falta, porque algo necesitas que quizás yo te pueda dar.
El poeta que quise ser se perdió entre las palabras; el abandono que soy nace con la misma
respiración y late a cada pausa, en cada mirada. Los ideales que quise tener se hundieron en
mis más pequeñas realidades, nada sirvió para rescatar alguna idea, porque yo también me
estoy hundiendo y no queda más que aferrarme a los bordes de esta vida conocida para
respirar, resignarme a vivir esperando, distraerme, callar un poco más.
Reflejo del alma incrustado en un sueño, no estás cerca y sin embargo no puedo alejarte ni
esperar a que el azar nos encuentre en cualquier parte.
Imagen amable solo ante mis ojos, no puedo compartirte ni reír junto a los otros, estás solo
para saciar mi hoy sobrante ansiedad.
Diferente a todo lo que es igual siento tu atracción y no lo evito, me acerco sin desearlo, y si
no puedo alejarme es porque aquí quiero estar, solo en la tarde, enfrentando el error de saber
que esto solamente es un juego más.
Estás ausente y hay tanta presencia
algo apagado ante tanta luz
como muerto descansando sobre la vida
y tal vez deba acompañarte
ciegos los dos
casi muerto también
y al fin seremos lo mismo
pero al menos no tan solos.
Es otra búsqueda, la del sabor que amargo atraviesa los sentidos hasta instalarse en los
sentimientos más puros, es la muerte de la razón acostumbrada y un camino final hasta la
redención de los actos erróneos.
Cada vez disfruto el camino, transito esta antigua realidad acompañando cada una de las
palabras que nacen desde algún turbio color. Estoy pidiendo un poco más, una chance,
acariciar sus imposibles formas degustando la fortuna que intoxica de pasión a la verdad. Pido
más para esta sangre, para mis palabras y pensamientos; más para mi final, y así, llegar
creyendo que en algún lugar parte de mi murió definitivamente.
Desdigo mi pasado, cambio el mundo del que fui parte para entender algo de esta especie de
relato, la historia que parece encerrarme, que me encierra. Antes no estabas y ahora no hay
nadie que pueda indicarme una dirección, pregunto y me desangro, mi cuerpo llora la
búsqueda pero mis ojos solo lloran por ti, quizás también mi alma.
En la parodia de mi vida yo sería una gracia más, parte abusivamente insignificante; y eso
serías tu, todo el sentido, las verdades, mi destino.
Alguien olvidó que existías mientras la vida te sobraba, también creyó que ya no te vería
deambulando por las calles de la memoria, pero aquí estás, entre presencia y desidia en un
mundo casi fracturado que solo intenta explicar límites incomprensibles. Alguien creyó
encontrar la forma de expresar sentimientos verdaderos, y al parecer el engaño envolvió su
espacio hasta convertir cada cosa en una duda, cada lágrima en caricia deseada, un beso
suave antes de dormir, antes de soñar que cada verdad no lo era.
Arrinconado en la esquina de una habitación alguien te pide en silencio, te llama desde la
sangre sin saber porqué, aunque entiende que no estás muy lejos y te quiere sin expresarlo
intentando ser sincero sin hablarte. Alguien que duda de cada nueva lágrima te está buscando
desesperadamente, y desde su silencio se desprende otra, que sincera o no, solo existe al no
encontrarte cerca.
Mi vida es un deseo que se prende y apaga, una culpa descreible pero profunda; es la sed, el
agua y las pocas ganas de beberla, la tolerancia de todo lo que realmente quisiera aniquilar.
Mi vida no es mi pasado ni el lugar al que quisiera volver, no es una sucesión de hechos ni
tampoco un trayecto desde y hasta aquí. Soy una idea solitaria que se expande mientras yo
me oculto detrás, esa misma idea que me olvida y crea un mundo propio totalmente ajeno a
todo. Hoy solo quiero estar, creo entenderlo, pero nadie atiende; detrás de esta idea he
comenzado a transitar el último camino, aislado frente al final creyendo en algunas cosas, un
lugar diferente, mucho silencio, totalmente en paz.
Me gustaría acercarme, mirarte durante horas, acariciarte de incógnito, y no me cansaría
nunca .
Quisiera poder esconderme en los lugares que nunca mirarías y abrazarte sin que sepas
porqué; y no te soltaría ni sabrías quien soy.
Una vez creí poder evitar todo esto y acortar algo de distancia, hoy quisiera que olvides tu
vida, la imagen de tu presente, el invento que te divierte y que pronto pasará; pero ya ves, el
mundo está lleno de adornos y te dedicas a restaurarlos. Me estás viendo, soy parte de todo
esto, solo un momento del día, luego, salir a lucir la verdad que para eso fue creada.
Un camino, una sola historia me sirve, una tarde sin preguntas; me serviría caminar por la calle
sin ningún sentido.
Hace algunos meses me crucé con quien debí ser, y tanto desentendí las razones de aquel
encuentro que no me di cuenta que de a poco me alejaba hasta perder de vista el detalle más
insignificante. Hace un tiempo olvidé quien quise ser y desde entonces sólo intento
mantenerme despierto, no perderme de vista en la inconciencia de la noche; desde ese
momento estoy deambulando entre varios mundos, siempre atento, con posible miedo,
cansado; y no se hasta cuando pueda seguir así. Tal vez algún día me despierte y me sienta
tranquilo, no sabré como habré llegado hasta aquel lugar e ignorando quien era miraré al
mundo con los ojos desgarrados por la nueva luz, pero estaré tranquilo transitando un lugar
desconocido, huyendo de todo, y nunca más volveré a ser.
Espero que mi muerte llegue de tu mano, que la noche sea tranquila, espero sonreír esa última
vez. En silencio pienso que debería decirlo, y aunque mi boca parezca inmóvil envío algún
indicio.
Espero que el día llegue frente a tu mirada, encerrado en ese mundo sin escapatoria ni interés
en desertar. Espero estar obligado a reír para que no caigas, y no extrañarte cuando
recuerdes que todo lo que yo era solo existe en tu memoria.
Espero que pronto desaparezcas en la desidia de mis tardes absurdas, en el oprobio de mis
ruegos, en el rencor de una tarde sin palabras.
Espiando a través de un rostro los ojos se inundan por el calor de un mal deseo. En la piel
desgarrada de un tibio porvenir yace el humeante final de un ancestral destino. Pero no es solo
eso, no solo deseo ni voluntad, es la misma carne enjuagada de sangre la que empuja las
miradas al abismo, son las mismas caras que no permiten el brillo en sus ojos; así y todo y la
tristeza sigue apareciendo.
Hay historias que perduran, palabras que alguien comenta, vidas que se prenden y que
estallan; hay una bomba en mi ventana.
Leche de tus ojos derramada en mi alma de ilusiones, de dudosa verdad, atrapadas en la
ineludible necesidad de verte sonreír.
El gusto a sal que tu cuerpo transpira está latente en mi carne, y si no soñara tus talentos de
araña despertaría para dejarte morir en el páramo más alejado de tu egoísmo.
Calló mi cuerpo inmóvil sobre la madera fría, temblando de miedo y otras sensaciones; duró
por un tiempo el antiguo movimiento histérico, y sin embargo el silencio no existía, las palabras
continuaban con la idea de servirte, amargamente vivo, feliz entre los sueños.
De espejo en espejo fue saltando hasta descubrir que ya no era su imagen. Impostor, atravesó
otros reflejos convirtiéndose en vidrio, y su destino perdió voluntades.
Seguramente hoy todavía esté buscando algo verdadero que lo devuelva a la vida, en la que el
mismo pueda reconocerse sin rogar por auxilios de un mundo al cual quiso pertenecer, el
imaginario, su ahora brillante realidad.
PERIODO IV
Descúbreme durante el día porque de noche
cambiaré para no parecerme nunca mas ;
descúbreme este día porque al final ya no
seré el mismo , apenas si podrás reconocerme .
Tus gestos sirvieron para recordarme que los valores suelen cambiar. Entre rocas
desalineadas sobre el horizonte, las calles ahogadas de tierra hurgaron impacientes entre tus
pasos, y todo este mundo se inclinó ante una sola de tus lágrimas. Yo, con la cabeza hacia el
suelo, acompañaba tus mejillas con lo más tierno de mi desolación. Así la creía esa noche,
desde una caricia esperaba algo perpetuo que perdurara en mi expresión. Desde tus ojos, más
brillantes que mis sueños, supe que nadie puede estar tan solo teniendo un recuerdo como el
que hoy yo tengo a mi lado.
Hay un lugar, un espejo, gente de reflejos incontables. Una montaña y muchas montañas que
encierran ambiciones de futuros usados, lugares de viejas palabras y de problemas recientes
en donde las luces se entristecen al ver que nadie escapa a la verdad.
Existe un lugar tan sincero en donde cualquiera está en peligro y las palabras son más que
ideas, armas suicidas al aire, billetes afilados creando caminos, hiriendo de muerte al
caminante.
Hay un lugar en donde el hambre es guerra y la calma extraña, adonde la vida existe sólo al
nombrar a la muerte, y donde la sonrisa es más que un poco de alegría.
Estoy infectado de ansiedad, enfermo de destinos, cansado de la segregación del tiempo que
divide incómodamente mis días.
Gérmenes de memoria se aglutinan en mis venas, de lugares y personas. Millones de
microbios que se aferran a mis palabras, y la fiebre de un mundo compartido se alza dando
lucha despareja.
Agotado de débiles remedios estoy esperando encontrar la cura o tener el valor de aceptar la
muerte creyendo en otra vida, librarme al remanso de los hechos, fluir entre ilogías hasta llegar
al otro lado navegando por los reductos de los sueños, cayendo suavemente ante la decepción
de mi propia voluntad.
Quisiera volver a ser hoy, sin más planes que mi aliento ni más vestimenta que mi única ilusión.
Ríos de sonidos inmensos enhebran tu país de fantasías, aguas de frágiles barcas tambaleantes
y límites alejados por el viento. Los árboles, echados a morir en la costa, celebran la llegada
del nuevo sol, y junto con él, un vaho llega desde el olvido impregnando de razones el deseo a
muerte aletargado en nuevas ilusiones.
Esta, tierra de brillantes colores, se dispersa entre los pies del que la busca, y sus piedras, sus
fósiles, y la noche que llega de la mano siempre abierta, de palabras con acentos recordables;
heridas de inconciente soledad.
En algún lugar de esta región hay un sentimiento oculto, sensaciones de esperanza, algo de
miedo, mucho de verdad.
Imagina un lugar adonde todo se una, adonde el espacio pueda descansar distancias y mis
palabras sean escritas solo para tus ojos; sería distinto.
Cualquier sonido es triste esta mañana, soñé con tu decepción y me inquieta; desperté con
lágrimas secas de destinos y un poco de esperanza dividida en cientos de vacilaciones.
Volvamos al comienzo, devolvámosle a la despedida su valor y al reencuentro el gusto a
felicidad; hablemos a los gritos, desde lejos, mejor así, sin soñarte pero con tu alegría en mis
palabras, sin acercarme pero sabiendo que alguna vez volveré.
Estoy absurdamente alterado , por su color , desde su pelo , sobre sus labios . Perdí toda
cordura junto a sus reglas y hoy mendigo un poco de sus sobras para sentirme conforme en
este mundo .
Olvidé todo el pasado por ella , recuerdo un futuro hermoso sujetando su estómago entre mis
brazos , auguro un pasado que ignoro , deseo que sea generoso .
Paralizado ante tanta imposibilidad estoy acechando a su destino , quizás de un zarpazo pueda
quitárselo , apoderarme de sus ambiciones y formar parte de su ausencia , y así , cuando yo
me vaya , sentirá lo que es la soledad de estar completamente acompañado entre sentimientos
destinados al olvido .
Todos saben que te quiero por cada razón diferente, conocen mis palabras anhelantes y mis
ojos que se alegran al mirarte. Saben de las ilusiones que tengo y la decepción que me causa
un falso intento. Muchas cosas creen, hasta que estoy encandilado, que fascinado voy por el
mundo sin notar que existen calles incontables. Todos saben tanto de mi que no puedo
quererte sin que otros te quieran, porque ahora todos te pretenden y yo me apresto a
olvidarte, y no puedo compartirte; yo no se nada de ellos, y tu nunca entenderías.
Ahora pertenezco a tu vida, desconocida por completo, deseada desde su primera humilde
realidad; idealizo los colores de un regreso probablemente gris, aunque al momento de
cambiar el rumbo no tendré más que sobrevivir de la caridad de muchos rostros dispersos que
sin rencor volverán a reír junto a mi, algo que siempre habré esperado.
PARTE FINAL
Nació a la muerte el día en que fue concebido; se opuso a su propia naturaleza ignorando su
forma, contradiciendo a su identidad de cadáver.
Conduciendo su esencia de promesas incumplidas desentendió su estado para ser nuevo.
Muriendo en el momento más deseado el aire dejó de existir cuando sus pulmones no
intentaban movimiento alguno, pero su corazón latía, y aunque sigue palpitante nació a la
muerte aquel día, lo puedo ver en sus ojos de oscuridad resplandeciente.
Y quizás termine creyendo en porvenires deseando haber regresado, sabré lo ventajoso de la
agradable comodidad, seguridad en un mundo seguro, nulidad en un pozo de tenues
esperanzas; terminaré mirando los colores de la única paz de tus ojos hoy desconocidos, y
será la única suerte que podré reconocerme, y serás el motivo de la aceptación de otro
presente, porque en realidad habré fracasado, feliz, débil y feliz estarás prestándome la paz de
tu reino para no consumirme en el abandono de mi propia libertad.
Ni siquiera una columna en pie
ni un sol está brillando
los colores se mezclaron
la vida es casi una duda
los escombros nos rodean
los sonidos se espantaron
¿ y yo que podía hacer
si el mundo se derrumbó al abrazarte ?
ó
Desangro tu cuerpo entre mis sueños, débil de recuerdos y permanencias infinitas; derrumba
tu alma su fuerza sobre mis ojos, y tus palabras lastiman porque olvidaron su sonido. Relucen
mis letras al evocarte, por tu cuerpo desangrado, por tu alma derrumbada, por tus palabras de
silencio; alguna vez las pude escuchar, pero hoy, ¿recuerdas la soledad abrazante, sigilosa a la
hora de atraparte ?, pero hoy no, solo existen vagas aspiraciones de sublime lealtad,
veneración aislada en el cinismo de las palabras, las que pude escuchar, las que olvidaron su
sonido.
Dulce amanecer iluminado, razón de mi fortuna, afirmación de inmensas longitudes, de
agresivas voluntades. Desde tu oculto aparecer puedo contar mil y más riquezas y volver a
vivirlas, en tu esencia vive el mundo ilusionado, entre silencios singulares.
Indescribiendo la vida pasé el día de mis sueños entre incontables compañías, cientos de
coincidencias y encuentros de sublimes cualidades; y duró tanto como una vida, y se fue
dejando el sabor a porvenir que dejan los futuros, ilusiones de eterna sonrisa.
Amanecer de dulces traiciones, ya no revuelvas la tierra de esta noche, no encontrarás más
que un pozo vacío, algunos deseos, el de ocultarse del temor que inspira tu cuerpo
tembloroso que arrastrándose se acerca poco a poco hasta el final de mi camino.
Un abrazo feliz el día más triste,
deseo asfixiante en el vacío más penoso,
asco en un mundo viciado de pureza,
quien sacude las ramas del árbol frondoso
para que pueda llegar el día,
quien oculta el sol con sus hojas,
mis palabras, mis ojos y mi cuerpo;
por supuesto también eres vida,
y en ese estado me abandonas,
para luego de rodillas
implorarme que me aleje
sin jamás haberlo deseado.
No juzgues a la alegría por sus colores de engaño, hermosas formas viciadas de encanto, cruel
verdad de sagrada apariencia. Al borde del camino la aldea se desangra en un grito de
resentimiento; restaurador de la paz, de lo más profundo de la tierra resucita un orden
controlado, en sus palabras resucita, las que lastiman con sus letras y hieren con su tinta.
No ilusiones al dolor jugando con su perfume, porque caerá la tarde y el destino se topará con
el mundo para así alimentarse de lo más tierno de la traición, la que sobre él habrás
descargado, la que aunque sea por ese instante te enfrentará para arrancar su ira, y no podrás
regresar, será muy tarde para buscar la redención.
Agotadas las sensaciones, las melodías, los colores y las formas. Agotado el mundo, los
ideales, los objetivos, la historia. Desechas las hojas de todos los libros, cansadas las
preguntas, devastados los ruegos y plegarias a algún dios descreído. Destrozadas las almas
felices, las tristes y las vacías; arrancados los porvenires y disecados los pasados memorables,
los olvidados también.
Cada espacio está disuelto, cada mirada buscada, y las palabras deseadas; pero no encuentro
la forma de evitar estar presente en los momentos de ausencia, deshaciendo multitudes para
estar solo allí.
Pasado el miedo, afirmada la distancia, acumulados los días, ya no sé como escapar.
Llegar hasta el lugar más alto, la cima de la vida, y luego dejarse caer lentamente. Respirar el
aire humedecido de neblinas, esperar encontrar esos ojos imposibles, la piel más suave de lo
que pude imaginar.
Encontrarte mientras caigo, cayendo en procesión ante tu mirada que ya casi olvido, es una
idea, una forma de vivir con ilusiones; sin objetivos.
Tan pronto como caiga en su trampera verás nacer la noche, palpitante de ansiedad ante aquel
vuelo cercenado, acechante de libertades desprovistas de ilusión. Verás en la oscuridad
absoluta las siluetas del tiempo, un perfil que parecía olvidado, una ciudad que creías para
siempre arrinconada en sus prejuicios. Llegarás a pie y entre las calles creerás otra vez haber
perdido el rumbo, pero bien sabrás que es el mismo camino, que son los mimos ojos los que
siguen tus pasos, porque tu mirada es la misma; aunque no el corazón.
Al fin, ante el vacío de esas calles, bajo la noche imperturbable, volverás a rogar por quien
nunca pudiste ser, y rogarás por tu vida.
Creo justo cerrar los ojos precisamente allí, en la calle del sinfín de sentimientos que insisten
en retenerme sin dar tregua. Parece sincero pedirte que esperes lo que nunca hayas esperado,
y decirte que en los sueños no eres solo una fantasía sino todo el sueño, y un poco de
realidad. Tal vez sea correcto sujetarte en la despedida pretendiendo otras palabras, y más
acertado aún parecería olvidar todos los planes; pero escuché que el destino ya estaba
escrito, lo dijo alguien mientras se desvanecía en el aire, y ante tal revelación incliné mi camino
confiando mi fortuna a las verdades que aún esconde, decliné mi voluntad ante aquel espíritu
enfermo de porvenires, y ante su permanente mirada, enfermó mi alma de extraña
resignación.
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