581-2010 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. San Salvador, a las once horas con dos minutos del día ocho de febrero de dos mil trece. El presente proceso de amparo ha sido promovido por el señor Edwin Ernesto Vaquerano Molina, por medio de su apoderado, el abogado Marvin de Jesús Colorado Torres, contra providencias de la Jueza Tercero de lo Mercantil de esta ciudad, que considera lesivas de sus derechos a la vivienda de los no propietarios, seguridad jurídica, protección jurisdiccional, juez natural, audiencia y defensa. Han intervenido en el proceso la parte actora, la autoridad demandada, el tercero beneficiado y el Fiscal de la Corte Suprema de Justicia—en adelante, "Fiscal de la Corte"—. Analizado el proceso y considerando: I. 1. Manifestó el demandante que el 12-V-2008 celebró un contrato de subarrendamiento de un inmueble ubicado en Urb. Bosques de Santa Teresa, segunda etapa, lote n° 11, block 1, Santa Tecla, La Libertad, con el señor Julio César Ramos Mancía, cuya vigencia fue acordada para un plazo de cuatro años. Expresó, además, que en el Juzgado Tercero de lo Mercantil de San Salvador se siguió el juicio ejecutivo mercantil 16-EM-04, promovido por el Fondo de Saneamiento y Fortalecimiento Financiero (FOSAFFI), en contra de Paul Alberto Quant Dimas, propietario del inmueble subarrendado. Alega el peticionario que, como consecuencia de la tramitación del aludido juicio ejecutivo mercantil, la autoridad demandada ordenó su desalojo de la citada propiedad sin que se hubiese promovido en su contra el respectivo juicio de inquilinato y, además, sin que se le permitiera intervenir en el mencionado proceso mercantil; actuación que ha vulnerado sus derechos de posesión, de audiencia, a la seguridad jurídica y al "control de la prueba." 2. A. Por medio de la resolución de fecha 21-II-2012 se suplió la deficiencia de la queja planteada por la parte actora, de conformidad con lo dispuesto en el art. 80 de la Ley de Procedimientos Constitucionales —en adelante, "L.Pr.Cn."—, en el sentido de que, si bien aquella alegó como transgredido su derecho de posesión, de las argumentaciones expuestas en su demanda se entendía que hacía alusión a la presumible vulneración del derecho a la vivienda de los no propietarios. Luego de efectuada la referida suplencia, se admitió la demanda planteada, circunscribiéndose al control de constitucionalidad de la resolución pronunciada por la Jueza Tercero de lo Mercantil de San Salvador, en virtud de la cual se le concedió veinte días para que desocupara el inmueble que actualmente habita como consecuencia de un contrato de subarrendamiento, por supuesta vulneración del derecho antes mencionado, a la protección jurisdiccional, al juez natural, de audiencia y de defensa. B. En la misma interlocutoria se decretó la suspensión inmediata y provisional de los efectos del acto reclamado, en el sentido de que, mientras se tramitara este proceso de amparo, la Jueza Tercero de lo Mercantil de San Salvador debía abstenerse de desalojar al peticionario del inmueble que habitaba. Además, se pidió a la autoridad judicial demandada que rindiera el informe que establece el art. 21 de la L.Pr.Cn. La Jueza Tercero de lo Mercantil manifestó que no eran ciertos los hechos que se le atribuyen. En ese sentido, sostuvo que en el juicio ejecutivo mercantil 16-EM-04, que fue iniciado por FOSAFFI en contra del señor Paul Alberto Quant Dimas, pronunció la resolución de fecha 1-VII-2010 mediante la cual adjudicó el inmueble embargado a favor de la aludida institución; señalando, además, que la entrega material del mismo fue llevada a cabo en virtud de que dicho bien fue desocupado de forma voluntaria, según costa en el acta de fecha 3-XII-2010. Además, expresó que el fundamento legal utilizado por el peticionario para hacer su reclamo no era aplicable al caso ventilado en el tribunal que preside, debido a que el art. 28 de la Ley de Inquilinato surte efectos en la relación jurídica que existe entre arrendante y arrendatario, relación que era ajena al objeto del juicio mercantil antes citado, lo cual implicaría que la pretensión planteada por el actor debía ser declarada improcedente. C. Finalmente, se confirió audiencia al Fiscal de la Corte de conformidad con lo dispuesto en el art. 23 de la L.Pr.Cn., pero este no hizo uso de ella. 3. A. Mediante la resolución emitida el 17-III-2011 se confirmaron las circunstancias en virtud de las cuales se ordenó la suspensión de los efectos del acto reclamado. Asimismo, se requirió a la Jueza Tercero de lo Mercantil de San Salvador que rindiera el informe justificativo al que hace referencia el art. 26 de la L.Pr.Cn. y proporcionara el lugar en que podía ser notificado FOSAFFI, quien fuera señalado como tercero beneficiado. B. En atención a dicho requerimiento, la autoridad demandada remitió la certificación íntegra del juicio ejecutivo mercantil 16-EM-04. 4. Seguidamente se tuvo como tercero beneficiado a FOSAFFI, a través del abogado José Reynaldo Avelar Rivas, se declaró sin lugar el sobreseimiento solicitado por el referido profesional y se confirieron los traslados que prescribe el art. 27 de la L.Pr.Cn., respectivamente, al Fiscal de la Corte, quien expresó que la autoridad demandada debía probar que agotó el procedimiento previo a la orden de desalojo; a la parte actora, quien reiteró lo expresado en su demanda; y al tercero beneficiado, quien sostuvo que la queja planteada por el actor constituye un asunto de mera legalidad, en virtud del cual debe acudir a las instancias judiciales que conocen de asuntos de inquilinato para que sea reconocido su derecho contra el arrendante. 5. Mediante la resolución del 4-V-2012 se abrió a pruebas este proceso por el plazo de ocho días, de conformidad con lo dispuesto en el art. 29 de la L.Pr.Cn., lapso en el cual la autoridad judicial demandada presentó la prueba documental que consideró pertinente. 6. Posteriormente, en virtud del auto de fecha 17-VII-2012 se confirieron los traslados que prescribe el art. 30 de la L.Pr.Cn., respectivamente, al Fiscal de la Corte, a la parte actora, al tercero beneficiado y a la autoridad demandada, quienes se limitaron a ratificar los conceptos vertidos anteriormente, a excepción del demandante, quien sostuvo que se había logrado acreditar que la autoridad demandada vulneró sus derechos al no seguir un procedimiento que le garantizara la tutela de su derecho a la vivienda en su condición de no propietario. 7. Concluido el trámite establecido en la L.Pr.Cn., en virtud del auto de fecha 11-I-2013, el presente amparo quedó en estado de pronunciarse sentencia, la cual debía ser emitida dentro del plazo de treinta días hábiles contados a partir del 29-I-2013, fecha en la cual se realizó la última notificación de dicho auto. II. Establecido lo anterior, se debe exponer el orden lógico con el que se estructurará esta resolución. Así, en primer lugar, se determinará el objeto de la presente controversia (III); en segundo lugar, se hará una sucinta exposición sobre el contenido de los derechos a los que se circunscribió el control de constitucionalidad requerido (IV); en tercer lugar, se analizará el caso sometido a conocimiento de este Tribunal (V); y, finalmente, se desarrollará lo referente al efecto restitutorio de esta decisión (VI). III. En el presente caso, el objeto de la controversia puesta en conocimiento de este Tribunal estriba en determinar si la Jueza Tercero de lo Mercantil de esta ciudad vulneró los derechos fundamentales a la seguridad jurídica, a la protección jurisdiccional, al juez natural, de audiencia y de defensa, en relación con el derecho a la vivienda de los no propietarios, del señor Edwin Ernesto Vaquerano Molina, en virtud de haber ordenado su desalojo de la vivienda que habitaba sin que se le hubiese promovido un juicio de inquilinato ante la autoridad correspondiente y sin que se le haya permitido intervenir en el juicio ejecutivo mercantil 16-EM2004, en el cual se pronunció la orden de desalojo antes relacionada. IV. En este apartado, se hará una breve exposición sobre los derechos considerados vulnerados con el acto reclamado. 1. A. Acerca del derecho a la vivienda del no propietario (derivado del art. 119 Cn.), es pertinente citar el Considerando II de la Ley de inquilinato: "[C]onforme al Artículo 136 de la Constitución Política [de 1950, que equivale al art. 102 de la actual Constitución], que «garantiza la libertad económica, en lo que no se oponga al interés social», es evidente el deber y el derecho del Estado, para intervenir por medio de regulaciones especiales, a efecto de balancear, en cuanto sea posible, los intereses de las partes en el contrato de arrendamiento para viviendas [...]". Es decir, se hace referencia a la obligación del Estado salvadoreño de proteger el derecho a la vivienda de los no propietarios, esto es, aquellos que no son los dueños de la vivienda que ellos y su grupo familiar habitan o que usufructúan un inmueble con un título legítimo, v. gr., en calidad de arrendatarios. Por ello, y de conformidad con el mencionado art. 102 de la Cn., el derecho a la propiedad del dueño de la vivienda y el derecho de usufructo de los arrendatarios deben equilibrarse a fin de resguardar los derechos de ambas partes. El derecho a la mera tenencia derivado del contrato de arrendamiento debe entenderse como un derecho a la vivienda del no propietario, esto es, el derecho del arrendatario a usar y a permanecer en el inmueble que habita, por el lapso convenido y dentro del marco legal, sin que implique un derecho de posesión (que conlleva el ánimo de convertirse en dueño) sobre el inmueble. 2. En cuanto al derecho a la seguridad jurídica (art. 2 inc. 1° Cn.), en las Sentencias del 26-VIII-2011, Amps. 253-2009 y 548-2009, y la Sentencia del 31-VIII-2011, Amp. 493-2009, se reconsideró lo que se entendía por tal derecho, estableciéndose con mayor exactitud las facultades de sus titulares, las cuales pueden ser tuteladas por la vía del proceso de amparo según el art. 247 de la Cn. Así, se precisó que la certeza del Derecho, a la cual la jurisprudencia constitucional venía haciendo alusión para determinar el contenido del citado derecho fundamental, deriva principalmente de que los órganos estatales y entes públicos realicen sus atribuciones con plena observancia de los principios constitucionales, v. gr., de legalidad, de cosa juzgada, de irretroactividad de las leyes o de supremacía constitucional (arts. 15, 17, 21 y 246 Cn.). Por lo anterior, cuando se requiere la tutela de la seguridad jurídica por la vía del proceso de amparo, no debe invocarse la misma como valor o principio, sino que debe alegarse una vulneración relacionada con una actuación de una autoridad emitida con la inobservancia de un principio constitucional y que resulte determinante para establecer la existencia de un agravio de naturaleza jurídica a un individuo. Ello siempre que dicha transgresión no tenga asidero en la afectación al contenido de un derecho fundamental más específico. 3. Este Tribunal ha sostenido, v. gr., en la Resolución del 19-XI-2010, Amp. 4362006, que el derecho al juez natural (art. 15 Cn.) implica ser enjuiciado por el juez predeterminado por la ley y está dirigido a evitar que se juzgue a un individuo por órganos jurisdiccionales de excepción o comisiones especiales creadas para tal efecto. En otras palabras, se garantiza que quien juzgue sea un juez o un órgano con potestad jurisdiccional y que nadie será enjuiciado por un juez excepcional, por una comisión especial creada ex profeso para desarrollar funciones jurisdiccionales o por comisión o delegación. 4. La Constitución consagra en su art. 2 inc. 1° el derecho a la protección jurisdiccional y no jurisdiccional de los derechos de toda persona, esto es, un derecho a la protección en la conservación y defensa de estos. Así, el proceso, como realizador del derecho a la protección jurisdiccional, es el mecanismo del que se vale el Estado para satisfacer las pretensiones de los particulares, en cumplimiento de su función de administrar justicia, o, desde la perspectiva de los sujetos pasivos de dichas pretensiones, es el instrumento, dentro del Estado de Derecho, por medio del cual se puede privar a una persona de sus derechos, debiendo realizarse conforme a la Constitución. En tal sentido, el derecho a la protección jurisdiccional conlleva la posibilidad de que el supuesto titular de un derecho o de un interés legítimo acceda al órgano jurisdiccional a, entre otras facultades, plantear una pretensión en todos los grados de conocimiento, oponerse a las incoadas por otras personas, ejercer todos los actos procesales en defensa de su posición y a que el proceso se tramite y decida de conformidad con la Constitución y las leyes correspondientes, obteniendo una respuesta fundada en Derecho. De lo anterior se deduce que la protección jurisdiccional se manifiesta, principalmente, a través de cinco derechos: (i) el derecho de acceso a la jurisdicción, (ii) el derecho a que se siga el debido proceso o proceso constitucionalmente configurado, (iii) el derecho a una resolución de fondo, motivada y congruente, (iv) el derecho a la ejecución de las resoluciones y (v) el derecho a un juez previamente establecido por la ley e imparcial. 5. En virtud del derecho de audiencia (art. 11 inc. 1° Cn.), de acuerdo con la jurisprudencia de esta Sala (v. gr., las Sentencias del 11-III-2011 y 4-II-2011, Amps. 10-2009 y 228-2007 respectivamente), se exige que a toda persona, antes de limitársele o privársele de uno de sus derechos, se le oiga y venza en un proceso o procedimiento tramitado de conformidad con las leyes. En virtud de ello, existe vulneración del derecho de audiencia cuando el afectado no tuvo la oportunidad real de pronunciarse en un caso concreto, limitándosele o privándosele de un derecho sin la tramitación del correspondiente juicio. B. Respecto al derecho de defensa (art. 12 Cn.), se ha sostenido (Sentencias del 4-VI2010 y 19-V-2010, Amps. 1112-2008 y 404-2008 respectivamente) que este presenta una faceta material y una técnica. La primera faculta a la persona a intervenir en todos los actos del procedimiento por medio de los cuales se introduzcan elementos de prueba y a realizar todas las peticiones y argumentos que considere necesarios. La segunda le garantiza a la persona el ser asistida en el transcurso del proceso por un profesional del Derecho que, en igualdad de condiciones, enfrente las alegaciones y las pruebas de cargo presentadas por la parte acusadora. V. Corresponde en este apartado analizar si la actuación de la autoridad demandada que es objeto de control en el presente amparo se sujetó a la normativa constitucional. 1. A. El actor alegó vulneración de su derecho al juez natural por parte de la Jueza Tercero de lo Mercantil, en virtud de que ordenó su desalojo del inmueble que habitaba, no teniendo competencia para ello. En efecto, la tenencia del aludido inmueble derivaba de un contrato de subarrendamiento, por lo que se encontraba al amparo de la Ley de Inquilinato. Al respecto, es preciso acotar que la vulneración de tal derecho existirá si la persona ha sido juzgada por órganos jurisdiccionales de excepción o por comisiones especiales creadas para tal efecto. Para el caso concreto, el peticionario basó su reclamo en el hecho de que la autoridad judicial que ordenó 'su desalojo de la vivienda que habitaba no tenía competencia para hacerlo, pretendiendo con ello que en el proceso de amparo se conozca de conflictos jurisdiccionales, lo cual no corresponde decidir a este tribunal. B. Respecto a la supuesta lesión del derecho a la protección jurisdiccional, el pretensor considera que esta se configuró debido a que la autoridad demandada no le permitió intervenir en el juicio ejecutivo mercantil tramitado contra el señor Quant Dimas; situación que le habría impedido exponer su condición de subarrendatario del inmueble que se encontraba en litigio y presentar el documento respectivo que amparaba su derecho. De sus alegatos resulta evidente que el actor ha invocado un parámetro de control de carácter general frente a otros más específicos, utilizando los mismos motivos justificativos para alegar la inconstitucionalidad de la actuación de la autoridad judicial. De ahí que los argumentos que esgrime sobre la vulneración del derecho a la protección jurisdiccional encuentran una expresión más concreta en los derechos de audiencia y de defensa, también invocados en este proceso de amparo. C. De igual forma, el demandante reclama la vulneración de su derecho a la seguridad jurídica, en razón de que la orden de desalojo fue girada a pesar de la existencia de un contrato de subarrendamiento que garantizaba el uso de la vivienda como casa de habitación. En relación con ello, existirá vulneración del derecho a la seguridad jurídica cuando se verifique una actuación de una autoridad emitida con la inobservancia de un principio constitucional y que resulte determinante para establecer la, existencia de un agravio de naturaleza jurídica a un individuo, siempre que dicha transgresión no tenga asidero en la afectación al contenido de un derecho fundamental más específico. En ese sentido, a pesar de que el demandante ha alegado conculcado su derecho a la seguridad jurídica, del argumento utilizado para hacer su reclamo se deduce que el derecho que pudo haber resultado vulnerado con la emisión del acto reclamado es el derecho a la vivienda de los no propietarios, por el cual también se admitió la demanda de amparo planteada. D. Desde la perspectiva anterior, el control constitucional del acto reclamado debe circunscribirse a la supuesta transgresión del derecho a la vivienda de los no propietarios, en relación con los derechos de audiencia y de defensa, por constituir estos derechos un parámetro de control más concreto; razón por la cual deberá sobreseerse este amparo respecto de los derechos a la seguridad jurídica, al juez natural y a la protección jurisdiccional de conformidad al art. 31 ord. 3° de la L.Pr.Cn. 2. A. a. La parte actora aportó corno prueba los siguientes documentos: i) copia simple con sello original de recibido del escrito de fecha 22-I-2010, mediante el cual el señor Edwin Ernesto Vaquerano Molina solicitó a la Jueza Tercero de lo Mercantil que autorizara su intervención en el juicio ejecutivo mercantil 16-EM-04; ii) documento privado autenticado que contiene el contrato de subarrendamiento del inmueble propiedad del señor Paul Alberto Quant Dimas de fecha 12-V-2008, otorgado a favor del pretensor por el señor Julio César Ramos Manda; iii) original de la notificación de la resolución de fecha 11-XI-2010 mediante la cual se le otorgaron 20 días al señor Quant Dimas o a quienes habitaran el inmueble embargado para que lo desocuparan de forma pacífica. b. Por su parte, la autoridad demandada presentó la certificación íntegra del proceso ejecutivo mercantil 16-EM-04, la cual contiene los siguientes documentos: i) resolución de fecha 16-III-2004, mediante la cual la Jueza Tercero de lo Mercantil admitió la demanda incoada por FOSAFFI en contra del señor Paul Alberto Quant Dimas y decretó el embargo en bienes propios del referido señor; ii) sentencia de fecha 3-II-2006, mediante la cual la citada autoridad ordenó al demandado pagar a FOSAFFI cierta cantidad de dinero en concepto de capital mas intereses; iii) sentencia de fecha 13-VI-2006 pronunciada por la Cámara Segunda de lo Civil de la Primera Sección del Centro mediante la cual se reformó parcialmente y confirmó en lo demás la sentencia apelada; iv) resolución de fecha 25-VIII2006 pronunciada por la Sala de lo Civil de la Corte Suprema de Justicia, mediante la cual se declaró inadmisible el recurso de casación interpuesto por el apoderado del señor Quant Dimas; v) resolución de fecha 11-XII-2006, mediante la cual la Cámara Segunda de lo Civil de la Primera Sección del Centro declaró ejecutoriada la sentencia pronunciada el 13VI-2006; vi) resolución de fecha 22-XII-2006 mediante la cual la Jueza Tercero de lo Mercantil ordenó proceder a la venta en pública subasta del bien inmueble embargado; vii) resolución de fecha 1-II-2010, mediante la cual se declaró sin lugar la petición realizada por el señor Edwin Ernesto Vaquerano Molina en su escrito de fecha 22-I-2010; viii) resolución de fecha 1-VII-2010 mediante la cual se adjudicó en pago y se transfirió el dominio del inmueble embargado a favor de FOSAFFI; ix) resolución de fecha 3-XII-2010 mediante la cual se procedió a hacer entrega material del inmueble a favor de FOSAFFI; x) resolución de fecha 8-XI-2010 mediante la cual se declaró sin lugar la petición realizada por el señor Vaquerano Molina en su escrito de fecha 29-X-2010; xi) resolución de fecha 11-XI-2010 por medio de la cual el Juez Primero de Paz de Santa Tecla concedió al señor Quant Dimas o a quienes habitaran el inmueble adjudicado en pago a FOSAFFI veinte días para que este fuera desocupado; xii) resolución de fecha 18-XI-2010 mediante la cual el Juez Primero de Paz de Santa Tecla declaró sin lugar lo solicitado por el apoderado del señor Vaquerano Molina en su escrito de fecha 17-XI-2010; y xiii) acta de fecha 3-XII2010 en la que se hizo constar la entrega material del inmueble que le fue adjudicado a FOSAFFI. B. a. Sobre las copias simples presentadas, si bien el Código Procesal Civil y Mercantil — en adelante, "C.Pr.C.M."— no hace referencia expresa a la apreciación de las copias de documentos públicos y privados, ello no priva a estas de valor probatorio dentro de un proceso, toda vez que los medios de prueba no previstos en la ley son admisibles siempre que respeten la moral y la libertad personal de las partes y de terceros, resultando aplicables a ellos las disposiciones que se refieren a los mecanismos reglados —art. 330 inc. 2° del C.Pr.C.M.—. Así, las reglas de los documentos públicos y privados resultan analógicamente aplicables a sus copias, especialmente por la previsión contenida en el art. 343 del C.Pr.C.M., tomando en consideración las similitudes que presentan tales duplicados con las fotografías. En razón de lo anterior, las referidas copias serán admisibles dentro del proceso de amparo y constituirán prueba de la autenticidad del documento que reproducen, siempre que no se haya acreditado la falsedad de aquellas o del instrumento original, pudiendo valorarse conforme a las reglas de la sana crítica. Consecuentemente, mediante la copia presentada se han acreditado de manera fehaciente los datos contenidos en ella. b. El art. 331 del Código Procesal Civil y Mercantil —en adelante "C.Pr.C.M."—, de aplicación supletoria al proceso de amparo, establece que los documentos públicos son aquellos expedidos por notario, una autoridad o un funcionario en el ejercicio de su cargo y que constituyen prueba fehaciente de los hechos o actos que documentan, de la fecha, de las personas que intervienen en ellos y del fedatario o funcionario que los expide, siempre que se aporten en original o testimonio y no se haya probado su falsedad. Teniendo en cuenta lo anterior, con la certificación de ciertos pasajes del proceso ejecutivo mercantil 16-EM-04 —la cual fue expedida por los funcionarios correspondientes en el ejercicio de sus competencias—, se han comprobado los hechos que en esos documentos se consignan. 3. A. Con la documentación relacionada supra, se ha establecido que la Jueza Tercero de lo Mercantil, el 16-III-2002, admitió la demanda incoada por FOSAFFI en contra del señor Paul Alberto Quant Dimas y ordenó embargar sus bienes. Asimismo, se acreditó que, mediante resolución de fecha 3-II-2006, la referida autoridad judicial ordenó pagar a la institución financiera cierta cantidad de dinero mas intereses que adeudaba el señor Quant Dimas. De igual forma, se logró establecer que el inmueble embargado en el juicio ejecutivo mercantil 16-EM-04 le fue adjudicado en pago a FOSAFFI el 1-VII-2010 y entregado materialmente el 3-XII-2010. Además, se ha comprobado que el demandante en este amparo, el 12-V-2008, celebró con el señor Julio César Ramos Mancía un contrato de subarrendamiento del inmueble en cuestión, estando el segundo facultado para ello según una cláusula de un contrato otorgado a su favor el 10-III-2004, tal como se relacionó en el citado documento. Además, con la documentación antes relacionada, se acreditó que, durante la tramitación del aludido proceso mercantil, el peticionario solicitó intervenir en virtud de que la sentencia que se emitiría en dicho proceso podría afectar sus intereses; petición que fue declarada sin lugar según resolución de fecha 12-VII-2005. Finalmente, con el acta de fecha 3-XII-2010, se ha logrado establecer que el aludido señor Vaquerano Molina desocupó el inmueble de forma voluntaria el 2-XII-2010. B. a. En el presente amparo, el actor ha alegado la vulneración de su derecho a la vivienda de los no propietarios, en relación con sus derechos de audiencia y de defensa, en virtud de que la Jueza 'tercero de lo Mercantil, mediante la resolución de fecha 11-XI- 2010, ordenó el desalojo del inmueble que habitaba en virtud de la ejecución de la sentencia pronunciada en el proceso ejecutivo mercantil 16-EM-04, sin tomar en consideración el contrato de subarrendamiento otorgado a su favor y sin brindarle una oportunidad real de defensa dentro del proceso mercantil tramitado en contra del propietario del citado inmueble. Así, el peticionario alegó que, de conformidad con el art. 28 de la Ley de Inquilinato, el demandante en el juicio ejecutivo mercantil 16-EM-04, al habérsele adjudicado en pago el inmueble en cuestión, se convirtió en arrendante. b. Al respecto, es preciso señalar que el contrato de subarrendamiento suscrito entre el pretensor y el señor Ramos Mancía estaba vigente a la fecha en la cual se emitió la orden de desalojo como consecuencia de la ejecución de la sentencia que declaró la obligación contraída por el señor Paul Alberto Quant Dimas. Por ello, el pretensor, en ese momento, era titular del derecho a la vivienda del no propietario con relación al inmueble del cual se ordenó el desalojo, en vista de haber sido adjudicado en pago por una obligación. En ese orden, el art. 1750 del Código Civil, precepto que la autoridad demandada utilizó como base para fundamentar su actuación, prevé: "Estarán obligados a respetar el arriendo: 1° Todo aquel a quien se transfiere el derecho del arrendador por un título lucrativo; 2° Todo aquel a quien se transfiere el derecho del arrendador, a título oneroso, si el arrendamiento ha sido contraído por documento inscrito; exceptuados los acreedores hipotecarios anteriores al arrendamiento." A partir de dicha regulación, la jueza demandada, según resolución de fecha 1II-2010, le aclaró al peticionario que el contrato de arrendamiento debía ser respetado por terceros únicamente cuando se diera alguno de los supuestos a los que se refiere la disposición citada. Cabe mencionar que la Ley de Inquilinato dispone, en el art. 1, que su régimen será aplicado al arrendamiento y subarrendamiento de casas y locales que se destinen —entre otros— a vivienda. De igual forma, establece en su art. 4 que todo contrato de arrendamiento y subarrendamiento celebrado con posterioridad a la fecha de su entrada en vigencia deberá constar por escrito, expresar el nombre y generales del arrendador y del arrendatario, los datos necesarios para la identificación del inmueble o local arrendado, el precio y la forma de su pago. Ahora bien, existen casos en los cuales se exige la inscripción registral del contrato de arrendamiento cuando este deba hacerse valer frente a terceros; supuestos que se encuentran regulados en los arts. 680, 686 ord. 3° y 717 del Código Civil y 61 letra c) del Reglamento de la Ley de Reestructuración del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas, los cuales están referidos a predios rústicos, establecimientos comerciales separados del lugar de habitación del dueño del negocio, establecimientos industriales cuyo activo exceda de ¢ 15,000, etc.; casos que no se rigen por la Ley de Inquilinato. En el caso planteado, con la documentación presentada, se ha determinado que el peticionario destinó el inmueble subarrendado a vivienda familiar, razón por la cual su situación jurídica estaba regida por la Ley de Inquilinato, cuya normativa no le exigía la inscripción del contrato para hacer valer las cláusulas contenidas en este y, además, expresa que los contratos de esa naturaleza solo expirarán por convención de las partes o sentencia judicial en los casos previstos en los arts. 24 y 25 de la Ley de Inquilinato. Además, según la normativa especial y partiendo de que el contrato de subarrendamiento del peticionario se encontraba aún vigente, el art. 28 de la Ley de Inquilinato prescribe: "Tampoco se extinguirá el contrato por muerte del arrendador o por traspaso que éste haga del inmueble, a título oneroso o gratuito. Los adquirientes del inmueble en estos casos se sustituirán en los derechos y obligaciones del arrendatario [entiéndase "arrendador] debiendo respetar el arrendamiento aunque el contrato no estuviese inscrito y sólo podrán obtener su terminación en los casos que indican los Artículos 24 y 25." En relación con lo anterior, la autoridad judicial demandada sostuvo, en una de sus intervenciones, que a la transferencia de dominio, en el caso de las ventas forzosas, no le era aplicable el art. 28 de la Ley de Inquilinato, sino la legislación relacionada con el juicio ejecutivo mercantil, específicamente el art. 622 del Código de Procedimientos Civiles (Pr.C) — actualmente derogado, pero aplicable al caso concreto—, el cual regulaba la entrega física del inmueble adjudicado o rematado, materializando el derecho a la propiedad y, especialmente, el de posesión, al cual se refería el art. 644 de la normativa citada. Sobre dicho aspecto, cabe mencionar que el juicio ejecutivo tiene como finalidad que el acreedor con un título legal persiga a su deudor moroso y logre de este el cumplimiento de la obligación contraída. Así, la legislación citada establecía como una forma de cumplimiento la adjudicación de los bienes inmuebles en pago por la obligación. En ese sentido, según el art. 644 del Pr.C., la resolución mediante la cual se otorgaba la adjudicación del inmueble servía de título de propiedad y de posesión al adjudicatario, cuyo derecho podía ser garantizado procediendo incluso al lanzamiento de quienes habitaran el inmueble indebidamente según lo disponía el art. 622 del Pr.C. Ahora bien, tal lanzamiento no es extensivo respecto de los sujetos tenedores de buena fe, ya que la intención del legislador con tal previsión no es perjudicar a cualquiera que se encuentre dentro del inmueble, sino lanzar al ejecutado o a quien tenga un vínculo de dependencia con él. Y es que, para el caso que nos ocupa, el peticionario no ocupaba indebidamente el inmueble adjudicado, sino que lo hacía en virtud de un contrato de subarrendamiento vigente, y, si bien los adquirentes del inmueble por decisión judicial se convirtieron en los titulares de los derechos y obligaciones que correspondían al anterior arrendante, debían en todo caso respetar las cláusulas del contrato y, por supuesto, el plazo del mismo. Por todo lo expuesto, se colige que la Jueza Tercero de lo Mercantil, al ordenar el desalojo del señor Edwin Ernesto Vaquerano Molina del inmueble que habitaba, vulneró su derecho a la vivienda del no propietario, en conexión con los derechos de audiencia y de defensa, en virtud de lo cual debe ampararse al demandante en su pretensión. VI. Determinada la vulneración constitucional alegada, corresponde establecer el efecto restitutorio de la presente sentencia. 1. A. De acuerdo con el art. 35 de la L.Pr.Cn., cuando se reconoce la existencia de un agravio a la parte actora de un proceso de amparo, la consecuencia natural y lógica de la sentencia es la de reparar el daño causado, ordenando que las cosas vuelvan al estado en que se encontraban antes de la ejecución del acto reclamado. 2. Así, en el presente caso, se colige que el acto impugnado consumó sus efectos en los derechos del pretensor, lo que impide una restitución material, por lo que procede únicamente declarar mediante esta sentencia la infracción constitucional del derecho a la vivienda del no propietario, en conexión con los derechos de audiencia y defensa, del señor Edwin Ernesto Vaquerano Molina, quedando expedito el ejercicio de la indemnización por los daños que le pudieron haber sido ocasionados como consecuencia de la actuación en la que incurrió la autoridad judicial demandada. POR TANTO, con base en las razones expuestas y en los arts. 11, 12 y 119 de la Constitución y 32, 33, 34 y 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, en nombre de la República, esta Sala FALLA: (a) Sobreséese la pretensión incoada respecto de la supuesta vulneración de los derechos a la seguridad jurídica, al juez natural y a la protección jurisdiccional atribuidas a la Jueza Tercero de lo Mercantil de San Salvador; (b) Declárase que ha lugar el amparo solicitado por el señor Edwin Ernesto Vaquerano Molina contra actuaciones de la Jueza Tercero de lo Mercantil, por la vulneración de su derecho constitucional a la vivienda del no propietario, en conexión con los derechos de audiencia y de defensa; (c) Queda expedita a la parte actora la vía indemnizatoria, por los daños que le pudieron haber sido ocasionados con la actuación de la autoridad demandada; y (d) Notifíquese. --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------J.S. PADILLA-----F. MELÉNDEZ --------J.B JAIME------- E. S. BLANCO R. ------- R. E. GONZÁLEZ B-------------------------------------------------------------------------------------------------------------PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN-------------------------------------------E SOCORRO C.------------------SRIA--------------------------------------------------------------------------------------RUBRICADAS----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------