EFECTO DE CAPILARIDAD Elevación o depresión de la superficie de un líquido en la zona de contacto con un sólido, por ejemplo, en las paredes de un tubo. Este fenómeno es una excepción a la ley hidrostática de los vasos comunicantes, según la cual una masa de líquido tiene el mismo nivel en todos los puntos; el efecto se produce de forma más marcada en tubos capilares (del latín capillus, 'pelo', 'cabello'), es decir, tubos de diámetro muy pequeño. La capilaridad, o acción capilar, depende de las fuerzas creadas por la tensión superficial y por el mojado de las paredes del tubo. Si las fuerzas de adhesión del líquido al sólido (mojado) superan a las fuerzas de cohesión dentro del líquido (tensión superficial), la superficie del líquido será cóncava y el líquido subirá por el tubo, es decir, ascenderá por encima del nivel hidrostático. Este efecto ocurre por ejemplo con agua en tubos de vidrio limpios. Si las fuerzas de cohesión superan a las fuerzas de adhesión, la superficie del líquido será convexa y el líquido caerá por debajo del nivel hidrostático. Así sucede por ejemplo con agua en tubos de vidrio grasientos (donde la adhesión es pequeña) o con mercurio en tubos de vidrio limpios (donde la cohesión es grande). La absorción de agua por una esponja y la ascensión de la cera fundida por el pabilo de una vela son ejemplos familiares de ascensión capilar. El agua sube por la tierra debido en parte a la capilaridad, y algunos instrumentos de escritura como la pluma estilográfica (fuente) o el rotulador (plumón) se basan en este principio. PRESION ATMOSFERICA La presión atmosférica se define como la medida de la fuerza por unidad de superficie que ejerce el aire sobre la superficie terrestre y todos los cuerpos que sobre ella se encuentran. Es decir es el peso que el aire ejerce sobre la superficie terrestre. La presión se mide en hectopascales (hPA), milibares (mb) o milímetros de mercurio (mm Hg) con un instrumento denominado barómetro. El peso normal del aire es de 1.013 hp, equivalente a 1.013 mb y a 760 mm Hg. Actualmente se mide en hectopascales, adoptado por la comunidad científica internacional. El aire frio pesa más que el caliente, y este es uno de los factores que influyen en las diferencias de presión atmosférica a un mismo nivel. A medida que uno asciende, la presión atmosférica decrece. En capas bajas de la atmosfera, cerca de la superficie, la disminución de la presión con la altura es de, aproximadamente, 1 hPA cada 8 m. Esta relación va disminuyendo a medida que aumenta la altura. La presión se relaciona en forma inversa con la temperatura, es decir que, cuando la temperatura disminuye, la presión aumenta y viceversa. Al calentarse el aire pesa poco, sube y deja atrás una zona de baja presión llamada ciclón. Al enfriarse, en cambio, se vuelve más denso y pesado, de modo que baja y forma una zona de alta presión denominada anticiclón. Entre las zonas de alta y baja presión se genera un intercambio de aire, de manera que desde los anticiclones sale aire que se dirige hacia los ciclones, que lo atraen y originan el viento. Cuanto mayor es la diferencia de presión entre la alta y la baja, más fuerte es el viento. Los vientos que soplan desde los anticiclones ubicados sobre los océanos son húmedos. En cambio, los que proceden de anticiclones ubicados sobre los continentes son secos. Según su procedencia y la época del año en que se producen pueden ser cálidos o fríos y provocan el aumento o disminución de la temperatura. El viento también hace perder calor a la piel, lo que provoca sensación de frio. Existe entonces una temperatura que siente nuestra piel cuando hay viento y que no coincide exactamente con la indicada por el termómetro, a la que se llama sensación térmica. Bajas presiones Centos ciclonicos Altas presiones Vientos Centros anticiclonicos CORRIENTE DE EL NIÑO Fenómeno oceánico y atmosférico localizado en el océano Pacífico durante el cual aparecen, de forma inusual, condiciones cálidas a lo largo de la costa occidental de Ecuador y Perú, lo que provoca alteraciones climáticas de distinta magnitud. Este término se utilizó en principio para describir la corriente cálida que se dirige hacia el sur y que se da en esta región cada mes de diciembre, aunque hoy se reserva a circunstancias excepcionalmente intensas y persistentes. Tiene un denominado 'periodo de recurrencia' de entre siete a catorce años debido al progresivo debilitamiento de los vientos alisios procedentes del Pacífico suroriental; puede afectar a la climatología mundial durante más de un año. El nombre de El Niño alude al Niño Jesús y está relacionado con el hecho de que la corriente comienza normalmente durante la Navidad, época en la que se celebra el nacimiento de Jesucristo. Una fluctuación en la presión del aire, acompañada de viento en el Pacífico meridional, hacen que el fenómeno se conozca como la Oscilación Meridional de El Niño (OMEN). Las alteraciones climáticas provocadas por este fenómeno se producen cuando las corrientes oceánicas son lo suficientemente cálidas y persistentes como para ocasionar la inversión de las condiciones normales de temperatura del Pacífico oriental y occidental. Normalmente, las aguas del Pacífico occidental tropical son cálidas, con temperaturas de más de 10 °C, es decir, más altas que las de las aguas orientales de las costas de Perú y Ecuador. La presión del aire es bastante baja sobre las aguas más cálidas. La humedad relativa del aire se eleva en la región, generando nubes y fuertes lluvias, muy características del Sureste asiático, Nueva Guinea y el norte de Australia. En el Pacífico oriental el agua es fría y la presión del aire es alta, lo que provoca las condiciones climáticas típicamente áridas de la zona costera de Sudamérica. Los vientos alisios soplan de este a oeste, desplazando así las aguas cálidas de la superficie hacia el oeste, y permiten que aflore el agua fría profunda a las capas más superficiales. No obstante, con la corriente de El Niño los vientos alisios del este desaparecen o incluso invierten su sentido. La variación de la presión atmosférica aumenta con los suaves cambios de la temperatura de la superficie del agua, producto de la acción de unos vientos suaves. El agua cálida del Pacífico oeste fluye de retorno hacia el este, y las temperaturas de la superficie aumentan significativamente a la altura de la costa occidental de Sudamérica. Cuando esto ocurre, el tiempo atmosférico presente en el Pacífico oeste, generalmente húmedo, se desplaza hacia el este, y las condiciones meteorológicas de carácter seco, comunes en el este, se dan en el oeste, lo que provoca fuertes lluvias en Sudamérica y puede a la vez motivar sequías en el Sureste asiático, India y sur de África, además de generar cambios meteorológicos en extensas regiones de América del Norte. La situación se hizo aún más complicada con las alteraciones atmosféricas desencadenadas desde 1982 por la erupción del volcán mexicano Chichón, que a veces prolongan el movimiento de la corriente hacia el sur. Los efectos económicos que provoca la corriente de El Niño se aprecian de forma especial en la región costera de Perú y Ecuador. Estas áreas litorales, de aguas frías, cuentan normalmente con grandes bancos de peces, en especial de boquerón. La pesca aquí tiene fines comerciales y de aporte a la alimentación a las aves marinas, cuyo guano constituye un importante componente de la industria de abonos de la región. Pero ocurre que durante el fenómeno de El Niño una capa de agua caliente y pobre en nutrientes de procedencia occidental, cubre las aguas costeras orientales ricas en nutrientes. Los peces y aves marinas mueren o abandonan la región en busca de comida, lo cual repercute negativamente en la economía de la región. Las alteraciones provocadas por la corriente de El Niño entre 1982 y 1983 y entre 1997 y 1998 fueron las más catastróficas de las ocurridas en el siglo XX. En fechas recientes como 1972, 1976, 1987, 1991 y 1994 se han producido, de igual modo, fenómenos relacionados con la corriente.