inauguraba e as i siempre la temporada. Algunas v e e e s, con una obra de Bre:ón de los Herreros o de Narc:so Ser:a. L os proveedores de obras nuevas eran Ran:os Catrión, Eusebio Elasco, Emilio Alvarez y Mariano P it:a, cc:1 tt aducciones <iel francés~ de las que era habilísimo adaptador. Más far'c!e cuancio ingresó en i'l com• ~añia Mat~:Tubau, y d~spúé;, n~ io:mar esta compama aparte, Ehsa !uci:a ozJ Tenorio don E:nilio i\'iario re::to\·5 su .epertorlo con obras ce las que ha·,·::o:1_~a­ do a conóc~ en España las co7.~.:.:!;<.s italianas, •qce en la tei'T'porada e'! ¡-~nr.a­ vera sustituían a hl titular del te<J.<- de la Comedia. Estas compañías l'C~ traían aires de fuera , con obras de A'..! r.1er, Dumas, hijo, y Victoriano Sardou. Ol>r2s .Y" · viejas en Francia. pe-ro de gran !'Onttad para nuestro público y que e:-~to:1c::s ~:;a­ recian de un atrevimiento y de '.4:1 \'erismo inusitados en nuestro teatr::. Don E:nilio Ma·io, que por su f.;;ura y su e!egancia en el. ''.eS!ir fué U? g;¡l;ín convmccnte, se ant1c1po a e:wejecer en et teatro, y dejó de hacer galanes para dedicarse a lo aue sude llárrtarse trab:!jo de peluca. Estuvo en ello muy acertado, pues, en efecto. en estos papeles e:a mayor su naturalidad y se ?civert:a que en el~:ls estaba más a su gusto. Como di~ector de escena. aun era más r.otabl~ que como actor. Obras que yo había v!sto representar e.:l París: ' El amigo Fritz:", una de ellas, por los grandes actores de entonces en la Co:nedia Francesá; L a Rtkh enberg, Got, F-cvre v Coqueiin Cadet, comó intérpretes. quedaba superada como interpretación y presentación al representarse traducid:t en d teatn de la Comedia, dirigida por do:~ E:niiio 1\lario, con él mis!1'o. Eii~a Mendoza ':'enorio, de-n :Migt:el Cep:l!o y Ramón Rosell, en Joq prin:ipales papele;. Lo mismo con muchas o.ras cbn:s. Don Emilio Mario bien merece ua r~­ C.:'Jerdo y un lugar p:cferente en la hi•toria d'!l teatro españl)l, durante la s~­ gunda mitad d< sig1o XIX. El te~·ro fué su vida entera, y yo creo GUe lo mismo que do:-~ Julián Romea, sin dt:d.l se preguntó muchas vcc:s: ¿Qué barb cor bs noches los qce no hacen com-:dits? En todas lar, orofe-;io::es, pero en nir.;u¡¡a c:>m;:, en la del teatro, p?.ra tn::nf:lr hay que amarle sobre todas las co~::.~; como lo araaba don Emillo Mario. No es lo mismo afición que amor. y de ningún medo, que ' negocio o vanidad o apego a las faldas o la auo;encia de t'l!::s, según el g:nero. de los comediantes. Hoy son :nuc!-los los 1.mpre:arics, dm:::tor:s y actores que tiene~ afición al teatro; muchos más los que sólo pien::;an en .:1 como neg'ocio o como satisfacción de \':!nio?d o por el susodicho apego fa' ú1 o ; pero amor, lo que se llama a:nor ::! .~a­ tro ... B ie:1 está acordarnos de ios que lo amaron tanto como don .Cmilio Mar'o. No dejemos caer su n ombr~ en el olvido, por lo meMs mientras haya todavía quie; pued<! deci~ : "Así eran'', o: con mayor tristeza ; "Así fueron ". E~~s~~:~a~en~g~~~~~~~ DON EMILIO MARIO do, se cumple el qumc uagésimo aniversario de la muerte de don Emilio Mario, cuya historia arústica va unida a la del teatro de la Comedia desde su inauguración hasta los años del go. " Emilio Mario, desde-aos principios de su i:arrera, que empezó muy joven, logró dist inguirse y oiupar, con beneplácito del público, el puesto de ¡:alán joven cómico en las mejores compañías. La primera vez que yo vi representar ."La vida es sueño". en el tc:1tro Español, %milio ~ario era tl Clarín, en unión de •• :Eiisa Boldún,: Rosauta, y de Rafael Calvp, Segismundo. ' Es J a única obra d el teatro antiguo que le he visto r('¡>rese:ltar: pero .supongo que en aquella temporada figuraría en algunas otras, dada la prefet"encia ae Elisa Boldún y de Rafael Calv o por el teatro clásico. •. Fué don Emilio Mario discípulo de 1 F ernando O sorio, gran actor, en opinión di! muchos superior a don Julián Ror:1ea: pero su prematu ra muerte no dió a ~u nomb re la permanencia necesaria er. la e scena para afirmar un prestigio que, al iniciarse 'por el mérito sólo por la continuidad se consolida. Enfermo del corazón, aseguran que se agravó su enfern:';dad al representar una obra rr.uy sen_u ··m eittal, cuyo título · no daré por respeto .. los supersticiosos, que, por esta vez, tendrían razón para serlo. La obra, que fúé muy celeorada y un triunfo para Fernando O sorio, no ha vueho a representarse nunca. Al construirse el teatro de la Co:nédia, el propósito del propietario era el de explotar en un marco aristocrático el género por secciones que había conseguido en el barrio y el teatro populares ce Variedades el favor de un público perteneciente a todas las clases s'ociales. No ha habido nunca teatro ' más democrático, y, por !o tanto, más madrileño, que el tcatró de Variedades. De los antepechos de las galerías, colgaba el público capas y rr.antones, que daban al teatro el aspecto de una casa de préstamos. Ni ruegos ni e:úados de los acomodadores eran ca¡:uces de impedirlo. ¡Buen público aquel! La flor y nata de los barrios bajos de enton~es, cuyo centro era la plaza de: AntÓ:l ivl:artín, famosa por su5 barricada:;. P or contras t~. en loS' palcos, podia verse a las seño ras más encopetadas de la aristocracia, y e:t las butacas, a la clase media. En la primera sección, representada por señores mayores, matrimonios de e<l1d que se acostaban temprano. En las últim:l.S seccionés¡ 2a gent! joven: hombres sobs o pare- ! jas, también dé jóvenes más o mtnos matrimoniales. · Una selección de este público, sin el espectáculo de '12.~ capas y los F. all tones •c olgados de los' 'ántepe:chos, era lo que sé pretendió ll::var al teatro de l~ Cc:leqia. La compañía e¡ u e se formó para e'· era .)a mejor compañia de comedia Que hubo en España por mucho tiempo. Fi. gutaba en ella, como primer actcr y ciirector, don Emilio M:1rio. ebria Balbi•1a ... Valverde, la mejor caractcrí:>ti:a c!e aquel ticm1po y de mucho tiem!)o d<zp:;<;s; Loe .. .. ... • J. la Ferná:tdez, graciosa y sir:1pática actriz procedente de la complñía de Arderiu¿ de la oue salieron eY.cclentes actores 'de comedia, pues clon FranciscC) A~~ deríus fué tan buen director en su genero como don E milio Mario en el suyo. Qtra pr~mera actriz, Carmen Genovés, de arrogante figura, imponente morenaza, con mucho de lo que luego se ha llamado "sex - appeal". Como actores, Ricardo Zamacois, genial y personalísimo actor cómico, cuya vjda con su muefte trágica bien pudiera ser asunto de una novela, a la que nada habría que añadir imaginado que pudiera suptrar en interés a la realidad. No faltaba, como en ningún teatro de verso. entor.ces, un cuadro de l::aile, para finalizar el espectáculo y alguna vt-z ta;nbién como intermedio. Para mayor solemnidad se inauguró el teatro con función entera: creo que fué con la comedia de Bretón de los Herreros "Me voy de Madrid". El buen éxito del teatro, dé la compañia y de la comedia, hizo cambiar al empresario de su primer acuerdo y pensar si no se:ía :n~ior continu:lr con el ~pec­ táculo entero oce implantar el trabajo por secciones. Don Emilio Mario, que siempre fué precavido y temeroso d e arriesr:arse en aventuradas empresas. descor.!iaba del cambio. Además, todas las obras escritas para ser estn:nadas en el nuevo teatro eran en uno o en dos actos, co::tando con el g~nc-o que iba a cultivarse. El em presario pud' convencer a don Emilb Mario. y ~n el teatro de la Comedía no ~e trabajó por secciones; au:tquc en las dos prioeras temporadas sólo !e estrenaron obras en uno o en dos ac:os, como en el teatro de Variedades. E l teatro de la Comedia fué pronto el más favorecido de! público. Se abrió un abono y en él se in'icribió lo más distinguido de 1\,hddd. El <'bono, si ter.ía h ventaja d::- ase<>:u::r un 1r.g:eso. tenía el gra·;c ir.conveniente de qt:e al repetirse <icr:1asbdo una obr::-. el abc:1o respingaba, v sobre don Emiiio Mar:o llovían cartas. que si don Emilio !as co~ ­ scl'vaba; sería U:l curioso archivo d: imt5ertiner.cias. En ur:a de ellas le decía una señora: "Si· alguna vez se indispone gtm artista, no se apure usted. mis hijas y yo ncs sabemos la comedia de m€moria y oodemos er.car~arnos de cuc:lquier papel." Do:: E:nilio tenia QU~ taj)e~;- co:-~tinu:~­ mente los int<-·eses de lo!: at:tores y el disgusto del abono, en cuanto en su t urno veían unu obra m;is de dos veces. E!>to fué c:lUsa. añcs desoub, de que h•¡biera que rcnt•nciar al obo~o. cuando los ;¡utores no se rc~gnaban t:!n fáci!r.1e:11e a que sus obras, po: mttchc éxito que hubie~•n tenicio, desa"'arcc!eran del cartel a la quince o a la veb~e upresentación. Don El~ilio Mario :eorc~e-:taba en d tcat:o lo qu:: !l:lmnn b!; fr:-nces~s 'Téco· le du bon scns ·•. Su autor i?rcf::r:co era • Moratin. Con algun:l de sus ohr .lS :;e al-