Camino de la Dehesa Boyal - Turismo de la Sierra Norte de Madrid

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RUTA I
Braojos está situado en la cara meridional de los Montes Carpetanos, extremo más oriental de la Sierra de
Guadarrama, a 15 kilómetros aproximadamente del Puerto de Somosierra, y se encuentra custodiado al norte por una amplia
zona montañosa en la que destacan el Puerto de Peña Quemada (1.832 m), Alto de la Muela (1.830 m.) y la Peña Berrocosa (1.960 m),
siendo la altitud media del núcleo urbano de 1.194 metros.
SUBIDA AL PUERTO DE PEÑA QUEMADA
(24 km - 8 horas)
Para realizar este recorrido hay que tomar la carretera que sale del pueblo y se
dirige a la sierra para, una vez pasado el túnel de la vía y, un poco más adelante, los
corrales municipales, coger el antiguo camino de Arcones que sale por la derecha
con dirección a los Prados del Monte.
El entorno natural del municipio de Braojos, partiendo hacia la sierra rumbo norte, se divide en tres tipos de paisaje, y
aunque los tres poseen una vegetación autóctona similar (robles, fresnos..) cada uno se diferencia por su utilización y por una
flora y fauna propia.
Así, en los alrededores del pueblo se encuentran olmos, robustos robles, fresnos y ciruelos formando setos que limitan prados,
linares y pequeños huertos familiares, junto con las salgueras,
endrinos, zarzamoras y nogales constituyen la vegetación más
representativa de las cercanías de Braojos.
En este grupo de prados poblados de robles rebollos, fresnos, pinos y salgueras se
encuentran los famosos “fresnos de la Reguera” reconocidos como árboles
monumentales dentro de la Comunidad de Madrid. Sobre sus viejas cortezas todavía
pueden verse las marcas de las cruces talladas a golpe de azadón, realizadas hasta
hace un par de décadas para conmemorar, cada año, la limpieza de los veneros.
En cuanto a la fauna de esta zona, fácilmente se verán mirlos,
estorninos y golondrinas. Los más pacientes, podrán observar aves
tan bellas como la oropéndola que construye su nido en lo más alto
de los grandes álamos o la cigüeña blanca, que no se da por
vencida tras haber visto caer en alguna ocasión su grandioso nido, y
sigue visitando la torre de la iglesia cada año. Mamíferos, nocturnos
en su mayoría, viven y cruzan estos prados, como la diminuta
musaraña, los erizos y otros ya no tan pequeños como conejos y
zorros. También por la noche es posible escuchar los peculiares
sonidos de las lechuzas y de otras rapaces nocturnas.
El camino se empina cada vez más, mientras se acerca poco a poco hacia la masa
forestal de pinos. Una estrecha vereda será la que dé paso hacia las primeras umbrías
del pinar, para instantes después convertirse en una senda más ancha y bien definida.
Esta es la zona donde se encuentran los pinos de mayor porte de toda la
sierra, que comparten la ladera derecha con una pequeña mancha de
pequeños ejemplares que definen lo que era uno de los antiguos viveros
del desaparecido ICONA. La casa llamada del Vivero o Refugio de la
Zorra, marca el final de esta senda y el encuentro con la pista principal de
subida hacia los puertos.
Tomando el camino por el lado derecho, la ascensión continúa hacia los
denominados Prados de la Vaqueriza. Una tala a matarrasa hecha hace
años dejó un enorme claro en medio del bosque, que fue repoblado
posteriormente con nuevos pinos silvestres, y que en este momento tienen
ya una altura cercana a los tres metros.
La parte intermedia entre el pueblo y la sierra está constituida por
formaciones de dehesa y monte bajo. Las amplias extensiones de
bosques aclarados de roble y prados comunales para la ganadería
aparecen acompañados de avellanos, fresnos, majuelos, espinos
negros y acebos, que a su vez sirven de posadero a aves características de la zona: rabilargos, alcaudones, arrendajos... Al salir de
estas dehesas, un olor a tomillo, cantueso y orégano, más intenso si
ha caído algún chaparrón, indica que se abre ante nosotros el monte
bajo, paraje al que se acercan con mucha cautela jabalíes, corzos,
tejones y las asustadizas ginetas, principalmente en invierno, cuando
los montes de la sierra están nevados. Y es aquí donde se podrán
descubrir rapaces como el águila calzada, milano, ratonero y azor
sobrevolando estos montes.
Tras bordear por el lado exterior la nueva repoblación forestal, la
ruta da la vuelta hasta encontrar el cortafuegos del Pico de la Muela.
A continuación se deja el camino de La Acebeda a la derecha, para
proseguir por el lado izquierdo que interna al caminante en una zona
en la que los pinos adquieren un porte cada vez menor. Esto es
debido a la altura y la inclemencia del tiempo, factores que hacen
difícil el desarrollo normal de la vegetación. Un extenso calvero en
medio del pinar cubierto de jabinos y piornos, queda como prueba de
lo que fue un antiguo incendio forestal que arrasó unas cuantas
hectáreas de bosque.
Finalmente, ya en la sierra, se encuentra el bosque de pinos
repoblado en los años 40 con pino silvestre, muchos de cuyos
ejemplares alcanzan, en la actualidad, más de veinte metros de
altura. Entre ellos, acebos, tejos y piornos proporcionan un paisaje
muy hermoso en cualquier estación del año. Fácil resultará descubrir
huellas dejadas por jabalíes y corzos que conviven en estos parajes
con el gato montés y con aves como el pico picapinos y el pito real,
que hacen de los pinos su hogar, así como carboneros, herrerillos y
cucos que sobrevuelan y enriquecen con su presencia este paraje.
El encuentro con una alambrera de espinos marca la divisoria entre
las provincias de Madrid y Segovia. El alto que se divisa por el lado
derecho es el pico de Peña Quemada, punto más elevado de todo el
término municipal de Braojos. Unos cientos de metros después se
alcanzan las praderas de la Fuente del Puerto, nacedero del arroyo de
la Trocha del Cigüeñuela, lugar apropiado para tomar un respiro y
saciar la sed con las frías aguas de este venero.
RUTA III
Recuperadas las fuerza, la ruta continúa en su descenso hacia el denominado
refugio de Santuil, casa forestal que ahora hace las veces de refugio de montaña, tras
la obtención del permiso necesario. Alcanzada la pradera que aparece delante de la
casa, se abandona el camino principal para continuar por el que surge de la parte
más baja de la explanada. Una repentina serie de zig-zag hace descender la senda
rápidamente hasta el encuentro con una barrera que cierra el camino a los vehículos
de motor. A partir de aquí el pinar queda a la espalda y se abre ante los ojos una
extensa ladera de monte bajo, salpicada por el lado derecho de pinos dispersos,
mientras por el izquierdo se extiende una apretada masa de roble rebollos. Rebasado
el rebollar conocido en la zona con el nombre de El Bardal,
un camino desciende vertiginoso por la margen izquierda,
que bajará hasta el encuentro con el arroyo de la Trocha del
Cigüeñuela.
POR LA TROCHA DEL CIGÜEÑUELA
(4,5 KM. - 1,5 horas)
La salida se hace desde la plaza. Por la calle Pozo, y después de
dejar a la derecha el antiguo
corralón donde se celebraban las
capeas durante las fiestas
patronales, el camino hacia las Eras
de D. Manuel comienza al lado de
un pilón donde abreva el ganado,
poco antes de cruzar el Arroyo de
la Dehesa. Una casona a la
izquierda indica el camino a seguir.
La amplia calleja, transcurre
entre los muros de piedra que
delimitan los linares, hasta poco
antes de llegar a las mencionadas
eras, donde otra calleja, ésta ya
más estrecha con el suelo de piedra
horadada por las ruedas de los
carros, parte por la derecha y
desvía el rumbo hacia una zona más abierta llamada Eras de la Veredilla, donde no hace tanto
tiempo se trillaba con mulas y trillos.
Desde aquí, el camino se estrecha entre la umbría de la vegetación y los muros cubiertos de
musgo. Al final de este tramo un rústico zarzo de alambre da acceso a los prados del Arroyo
del Cigüeñuela y a la estrecha ribera de salgueras y fresnos que se forma en sus laderas.
La vereda faldea por la derecha del río, dando vistas a las trincheras y taludes por donde
pasa la vía del ferrocarril. Un pontón se abre paso por debajo de la vía, en cuya entrada mana una fuente que sirve de refresco al
caminante llamada la Fuente Fría y a la salida de este túnel se puede disfrutar de un pequeño pero hermoso bosque de galería
con sauces y avellanos que acompañan al arroyo antes de encontrar, por su derecha, el camino que continúa ladera arriba y que
conduce hacia los álamos del “Prado de los Magillantes”.
La senda se eleva por monte de tomillo y cantueso hasta llegar al camino principal o Camino del Molino que por su lado
izquierdo llevaría al Puerto de Peña Quemada. Tras tomar esta pista hacia la derecha se desciende por el Cerro del Salegar,
hasta encontrar de nuevo las primeras casas del pueblo.
Un antiguo molino en la orilla del arroyo indica la llegada
a la pista asfaltada que regresa directa al pueblo. Este
camino encauza los pasos, tras atravesar la zona de la Cerca
Perdida, los Magillantes y el Salegar, hasta los corrales
municipales que marcaron el inicio de la ruta.
RUTA II
CAMINO DE LA DEHESA BOYAL
(8,5 km - 3 horas)
Desde la plaza una empinada calle sube hasta la Iglesia, por la derecha
la calle Carmen continúa hasta el Madero, punto desde donde parte el
Camino de la Dehesa.
Con el monte comunal del Ejido a la izquierda, la pista camina rumbo
norte al tiempo que se acerca al zarzo que da acceso a la “Dehesa Boyal”.
Un bosque adehesado de robles rebollos domina el paisaje, donde una
nave ganadera de piedra se levanta a un lado de la vereda, mientras al
otro discurre el Arroyo de la Dehesa.
El camino continúa entre viejos robles, majuelos y espinos negros, hasta
topar con un pilón tras el cual la senda gira a la derecha para comenzar el
ascenso hacia las partes altas del monte, quedando a las espaldas la silueta
perdida de la torre de la iglesia, alzada por encima de los tejados de las
casas.
En las orillas de la pista todavía pueden verse entre el robledal los
rodales abiertos de tierras negras, que identifican los lugares donde se
encontraban las antiguas carboneras que salpicaban toda la dehesa. Vacas,
ovejas y burros campan entre las praderas del rebollar, y comparten el
enclave con la fauna salvaje más abundante, entre las que destacan corzos
y jabalíes. Se prosigue sin pérdida hasta descubrir los primeros corros de
acebos, adornados en invierno con sus llamativos frutos colorados, para
una vez más tomar, tras ellos, la desviación de la derecha.
Unos cientos de metros más adelante la senda alcanza la pared que
delimita el monte comunal y de nuevo un zarzo dará acceso a una extensa
mancha abierta denominado Tercio donde el ganado pasta durante el
verano.
Con el borde del pinar por la parte alta del camino se faldea hasta la
zona conocida como Peña Alta hasta encontrar la cancela con la que se
sale de El Tercio a los Prados del Monte. Veinte metros a la derecha por
encima del portillo se encuentra el manadero de la fuente de la Carrera, en
la que el caminante puede saciar su sed. La pista desciende por un erial de
monte bajo, antaño sembrado de cereales y que hoy sirve de pasto a las
ovejas, hasta la confluencia con la pista asfaltada que conduce, por la
izquierda directamente al
punto de partida de la ruta,
en el pueblo.
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