E N T R E V IS T A A DIANA B E L L E S S I P alerm o , 17 de m ayo de 1999 A nahí M allol U niversidad Nacional de La Plata Diana Bellessi es, ante todo, qué duda cabe, una poeta. Pero una poeta que no abandona el desafío de llegar hasta las últim as consecuencias de ser, de decirse, p oeta, de ser y de decirse una. Convencida, igual que su par canadiense Nicole Brossard, de que escribir: 'so y una m ujer' es un acto pleno de consecuencias, se la puede reconocer tam bién como una de las mujeres que más coherentemente ha estudiado, pensado y vivido el feminismo en la A rgentina. P or eso es tam bién en sayista, traductora, viajera, coordinadora de talleres. D efiniéndose a sí m ism a por una bizquera constitutiva de la mirada, no se contenta con creerse o decirse latinoam ericana, sino que sale, m ochila al hom bro, a recorrer sus territorios, a integrarse en una m ezcla de erudición y salvaje originalidad. No le tem e tam poco, después de esa apertura, al espacio cerrado de las cárceles, donde coordina talleres de los que saldrán textos que luego publicará. Desde sus lugares periodísticos, tanto en el D iario de Poesía, de cuyo equipo editorial formó parte, como en la m ilitante revista F em inaria, dirigirá sus esfuerzos a difundir la obra de poetas argentinas o extranjeras. Alzando con la voz ronca la palabra como arm a de conocim iento e instrum ento de exploración, Olga Orozco había propuesto como tarea a la poesía la de indagar, la de convertirse en una pregunta que conduce a todas las respuestas y a ninguna. Esta tarea es la que reform ula Diana Bellessi tres décadas más tarde, dem ostrando un progreso en la concientización de lo que surge desde la experiencia como cambio estético y extensión del pensam iento fem inista, cuando dice en E roica "U na m ujer m adura/ que ya/ no será// sino lo que es:// tarea// Conciencia que expresa/ el esplendor// y deseo/ más allá/ de la línea de som bra". E N T R E V IS T A A DIANA B E L L E S S I P alerm o , 17 de m ayo de 1999 A nahí M allol Universidad Nacional de La Plata Diana Bellessi es, ante todo, qué duda cabe, una poeta. Pero una poeta que no abandona el desafío de llegar hasta las últim as consecuencias de ser, de decirse, poeta, de ser y de decirse una. Convencida, igual que su par canadiense Nicole Brossard, de que escribir: 'so y una m ujer' es un acto pleno de consecuencias, se la puede reconocer tam bién como una de las mujeres que más coherentemente ha estudiado, pensado y vivido el feminismo en la A rgentina. P or eso es tam bién ensayista, traductora, viajera, coordinadora de talleres. D efiniéndose a sí m ism a por una bizquera constitutiva de la mirada, no se contenta con creerse o decirse latinoam ericana, sino que sale, m ochila al hom bro, a recorrer sus territorios, a integrarse en una m ezcla de erudición y salvaje originalidad. No le teme tam poco, después de esa apertura, al espacio cerrado de las cárceles, donde coordina talleres de los que saldrán textos que luego publicará. Desde sus lugares periodísticos, tanto en el D iario de P oesía, de cuyo equipo editorial formó parte, como en la m ilitante revista F em inaria, dirigirá sus esfuerzos a difundir la obra de poetas argentinas o extranjeras. Alzando con la voz ronca la palabra como arm a de conocim iento e instrum ento de exploración, Olga Orozco había propuesto como tarea a la poesía la de indagar, la de convertirse en una pregunta que conduce a todas las respuestas y a ninguna. Esta tarea es la que reform ula Diana Bellessi tres décadas más tarde, dem ostrando un progreso en la concientización de lo que surge desde la experiencia como cambio estético y extensión del pensam iento fem inista, cuando dice en E roica "U na m ujer m adura/ que y a/n o será//sino lo que es:// tarea// Conciencia que expresa/ el esplendor// y deseo/ más allá/ de la línea de som bra". 684 IN T I N° 52-53 Su particular ubicuidad, ese trabajo de trinchera desde diversos frentes en form a sim ultánea, hacen que el amplio reconocim iento de D iana Bellessi en el campo cultural no sólo argentino sino tam bién norteam ericano, la ubique como una de las más im portantes poetas de su generación, y que la considere, casi con esperanza, una guía para futuras generaciones, en la m edida en que ha logrado vivir el famoso postulado fem inista según el cual "lo privado es político". A n a h íM a llo l: ¿C uáles son los momentos p o r los que han ido p a san d o en la A rgentina el fem inism o y el concepto de escritura de las m ujeres?. Olga O rozco,por ejemplo, rechaza p o r completo la denom inación " e s c ritu ra f e m e n in a " , p o rq u e d ecir "escritu ra fem enina" o "de m ujeres" en cierta época significaba h a b la r de puntillas, de telas, de lágrim as, de una estética tardorrom ántica, y ella creyó que, ya que "escribir como las m ujeres" era algo que estaba degradado, lo m ejor era b o rra r esa categoría y d e ja r sólo la de " e s c ritu ra " . P ero después hay otro momento, o tra m anera de ver este concepto, en el que vos tenés una activa particip ació n , y que m arca como diferencia ese "escribir como m u je r" . ¿Cómo ves esa p o stu ra ah o ra? D iana Bellessi: El fem inism o me constituyó a tem prana edad y no en la Argentina, al principio de los setenta, y me cam bió la cabeza y la vida. Así que nunca term inaré de agradecer esa capacidad de revisión que el fem inism o me otorgó y ese amoroso deseo de ver qué producían las otras m ujeres y de sentirm e en m edio del baile, en m edio del concierto, y eso no ha cesado para mí. Por supuesto que una m ujer escribe lo que puede escribir cualquier ser hum ano en la m edida en que varones y m ujeres com partim os la com ún naturaleza hum ana y com partim os la inscripción en la historia. Tam bién diría algo obvio: que la franca subalternidad de género que nos ha tocado (hace apenas cincuenta años que somos consideradas ciudadanas, para citar algo con respecto al sistem a de derecho), la existencia de esta subalternidad obliga, nos guste o no, a suponer y a com probar que desde algún lugar diferente las m ujeres m iramos el m undo y nos m iramos a AN AHÍ M ALLOL 685 nosotras mism as, y que algo de esto queda m arcado en la escritura, tanto en lo que se dice, como en el cómo se dice. Ahora bien, si tuviera que salir a 'c a z a r' las diferencias a esta altura, cosa que intenté como todas las chicas en algún m om ento, ya no lo haría. Creo que por supuesto se pueden seguir pensando cosas, pero me parece que toda generalización es falsa. En realidad te diría que algunas de las escritoras que más rotundam ente admiro no se caracterizan por ninguna de estas supuestas diferencias: M arguerite Y ourcenar, Isak D inesen, por ejem plo, o locas m ucho m ás recalcitrantes como Clarice Lispector que tam bién supera esa barrera, ese índice de las diferencias por decirlo de alguna m anera, la superan por exceso o por su ausencia. Entonces, ahora, ya no m encionaría las diferencias, me dedicaría a otro tipo de cosa, me dedicaría a observar de qué están hablando las m ujeres, y cómo. No cotejando desde el parám etro de la diferencia: ¿qué hacen las m ujeres en relación a los varones, o no como los varones, o que los varones no hacen?, abandonaría todo m ecanism o binario, de oposición. Sim plem ente lo haría por ganas, es decir, por un personal interés que parte de esta convicción: m uchos de los m ejores libros de la época son de m ujeres. Lo haría frente a la existencia de una m onum ental escritura de los últim os tiempos, pero asum iéndolo como lo más interesante de la escritura de las últim as décadas y no tanto desde el lugar de ver en qué radica la diferencia. AM : ¿Podríam os decir que eso era un momento político p a r a p o n e r en p rim er plano la existencia de esta escritu ra y tra ta r de alguna m anera de definirla p ero a h o ra se ría m ás interesante d e ja r de lado eso? DB: Creo que vos tenés razón, que si se hizo fue porque necesitábam os hacerlo y además fue de gran utilidad. ¿En qué consistió esta gran utilidad? Esta gran utilidad para m í consistió en que nos em pezam os a m irar fijam ente unas a las otras, en lo que hacíam os, y esto favoreció la conversación, no solam ente la producción escrita y la lectura sino además la conversación entre nosotras, la elaboración de un pensam iento com unal. Sin em bargo seguir atadas a aquel prim er m om ento significaría m atar lo que podem os seguir teniendo. AM : ¿D irías lo mismo con respecto a esa p resentación fu e rte que hiciste en un momento en E ro ica o en B u en a travesía, bu en a ventura p eq u eñ a Uli de la constitución de una poeta lesbiana? DB: No sé cómo relacionás una cosa con la otra. 686 INTI N° 52-53 AM : P orque am bos pueden concebirse como m omentos en que es im portante posicionarse de un modo determ inado y rec o rta r tal vez algunos lectores de esa m anera, p e ro ah o ra se puede p e n sar que se ría bueno tam bién m odificar eso o se puede creer que hay que seguir trab ajan d o en ese sentido. DB: Yo no intenté recortar lectores. Una persona que escribe no quiere recortar ningún lector en realidad. AM: No, claro, lo pensé como una operación de identificación, a p a rtir de la lectura de tu ensayo "La construcción de la autora, una poeta le sb ia n a " . DB: Me parece que eso sucedió no porque existiera una voluntad política previa. Creo que ese libro acaeció porque tenía que ver, como todos los libros, con la propia vida y con las cosas que le rondan a una en un m omento determ inado. En ese sentido cualquiera escribe un libro de amor, cualquiera escribe un libro que tiene que ver con tejer su propia vida y ofrecérsela a sí m ism a en la página. En un m omento determ inado eso era lo que yo tenía para ofrecerm e. Podría haber tenido m iedo de ofrecérm elo o no; me parece que a mi m anera no lo tuve, pero esto no me ancla en un lugar. Sigo siendo esa poeta que es m ujer, que es lesbiana, que es fem inista, sigo teniendo interés en su existencia en el mundo y de m uchas otras personas sim ilares a mí que m erecen tener un retrato digno en la galería efím era de la existencia y del m ausoleo literario, pero nada más. Aunque me constituye no me obliga a perm anecer allí como único interés. AM : Te hago estas preguntas porque he observado cómo estos conceptos, como el de la escritura de las m ujeres o la e scritu ra lesbiana, sobre todo en los EEU U está funcionando como un recorte de público, y me p a re c e que tal vez hace fa lta ah o ra p a s a r a un segundo momento consistente en lo g ra r que los hom bres tam bién lean a las m ujeres. DB: No me parece que nosotras lo tengam os que lograr, me parece que ellos lo tienen que lograr, ésa es la diferencia. AM: C laro, p ero p o r ah o ra p arece que las chicas se leen entre elllas y ellos p o r su p a rte tienen su historia. DB: M e parece que ellos no tienen ninguna historia salvo excepciones. Me parece que no siguen más que una h istoria de repetición. En ese sentido firm em ente creo que lo más interesante que está ocurriendo A N AHÍ M ALLOL 687 en la literatura del continente lo están produciendo las m ujeres y algunos varones corridos de lugar, corridos de su paradigm a de género. AM : ¿Te in teresaría d a r nombres o p referís no hacerlo? DB: ¿Nom bres de las m ujeres o nom bres de las m ujeres y los varones? AM : De ambos. DB: Bueno. En el plano nacional (hagám oslo así porque si no sería muy largo) a m í me parece que poetas como M irta Rosenberg, Susana Villalba, Alicia Genovese, M aría del Carm en Colom bo, Delfina M uschietti, N iní Bernardello, Tam ara Kam enszain, m uchas de las cuales trabajan un espacio crítico paralelo, están entre lo m ejor que ha dado la poesía argentina de esa generación o de esas dos generaciones (en realidad estam os hablando de dos generaciones pegaditas). Y me parece que hay poetas como N éstor Perlongher y como Arturo Carrera o Rcynaldo Jim énez, que precisam ente son varones corridos del paradigm a de género, que acom pañan esta m ovida que es para m í lo más interesante de la poesía argentina de las últim as décadas. Frente a esto la cuestión de si los m uchachos leen o no leen es problem a de ellos. Ellos se lo pierden. Quiero decir que tiene que ser un trabajo de ellos, no tiene que ser nuestro el trabajo. Nuestro trabajo es saber que luego de habernos m irado a la cara, de haber mirado nuestra biografía, de haber m irado nuestro lugar en la historia, lo que enfrentam os es una contem plación del mundo como la que los varones tuvieron por derecho propio y "natural", supuestam ente, desde que nacieron a la escritura. En consecuencia no me siento obligada a m irar nada más que lo que tenga ganas, pero seguram ente lo hago como un sujeto que ha pasado por el fem inismo, que ha pasado por visibilizar su característica lesbiana entre otros m uchos aspectos. Y esto tiene m arca en la escritura porque quiere decir algo en el m undo en que vivim os, en consecuencia ¿cómo no va a haber m arca connotada y denotada en la escritura? Sin duda me constituye pero no significa que esté obligada a m irar con determinado grado de angulación el m undo y m irarm e a m í misma. Tengo derecho a los ciento ochenta grados, y como yo, creo que cualquier m ujer que escribe, y cualquier varón que escribe, sólo que nunca se puso en duda que cualquier varón que escribe tuviera este derecho. AM : A m í me p a re c e que una de las apuestas fu ertes de las m ujeres fu e 4 688 IN T IN 0 52-53 que volvieron a p o n e r en prim er p lan o la categoría de la experiencia, de lo vivido, y a cuestionar el modo de tram arlo en la escritura, lo que resulta a la vez lógico y sorprendente después de tanto juego fo rm a l y experim ental vanguardista con la escritura. DB: AM : Totalm ente cierto. A m í me parece que lo que alzó de las cenizas la escritura de las m ujeres fué el "yo lírico", y que es ese "yo lírico" el que porta biografía, experiencia y sentim iento. , « „ Me interesó mucho lo que dijiste cuando fu iste a una mesa de poesía con Jo rg e B occanera y A rturo C a rre ra en La P la ta : que no había que tenerle miedo a l lirismo. Y esto p a re c e ser en este momento una de las m arcas de la escritu ra de las m ujeres, la actitud de no tem er al lirism o, una actitud que se opone a la denom inada "poesía rantifusa" de los m uchachos. "* DB: Claro, porque no hay nada más subversivo que el lirism o. - AM : Sí, adem ás, como vos decís en los ensayos de Lo propio y lo ajeno, roza peligrosam ente lo sentim ental, que es lo que está degradado. DB: Sí, roza lo sentim ental, y si no cae en ello su capacidad subversiva es enorm e: rozarlo sentim ental y no ser devorado por lo sentim ental, sino más bien tejerlo con el pensam iento. Adem ás del oficio, que es obvio, esa capacidad de tejer en la intem perie del yo lírico incluye la construcción de una m irada ética de sí mism o y del mundo, y le otorga una trem enda capacidad de subversión y com prom iso. Creo que es a eso a lo que se teme. AM : Hay dos p a la b ra s que aparecen constantem ente tram adas en tus poem as: una es "conciencia" y la o tra es "co ra z ó n ". Es en este sentido del lirism o: una concepción del pensam iento que interactúa con el corazón, que lo vigila, que le da p a la b ra s, p e ro que lo deja tam bién actuar. Ni total vigilancia del pensam iento sobre el corazón ni total explayarse del corazón. Ambos elem entos siem pre aparece tram ados, lo cual se nota también en la confección de los poem as,bajo la fo rm a de una altern an cia entre lo muy medido y la exuberancia. DB: Es lo que llam o la nobleza del vulgo, que me parece el lugar de la poesía en realidad. Porque le resulta más difícil al letrado ser un noble en ese sitio. (Estoy parodiando al / Ching). No tacho la parodia ni el grotesco porque hay productos allí que me gustan mucho, pero esta insistencia en sólo señalar el lugar del cocoliche, * i ' x 1 < , A N AHÍ M ALLOL 689 como el im perio del vulgo, me parece que olvida la otra m itad, la que vos estás señalando. Todas estas sentencias pueden conducir a una confusión, en fin, de hecho utilizo a propósito palabras que me parece que han tenido durante m ucho tiem po un mal olor, como por ejem plo, la palabra nobleza, vulgo, corazón ... AM : Me p arece que en eso seguirías la línea de O lga Orozco que no le tuvo miedo a los temas sobre los cuales hay una enorm e tradición, en tu caso estos temas serían: el jard ín , el a m o r, el otoño o la edad d o rad a, la p a tria grande, todo eso que empezás a tra b a ja r en E l ja rd ín y seguís trabajando en Sur. DB: No sé si es valentía. Es decirle sí a los m ateriales que se te imponen y es decirle sí a tu pasado que tam bién configura tu presente y tu noción de futuro. Sobre todo si lo podés sostener con el corazón. No le podés decir 'n o ' a lo que com parece en el verso como un asunto prístino de fe. Si creés en ello, si tu corazón tiem bla por ello, no decirlo es una traición. E ncontrar la m anera de hacerlo puede ser peligroso, pero prefiero enfrentar ese peligro al de no enunciar lo que se me reclama. Sobre todo si está som etido a una vigilancia, com o vos acabás de decir, a un estado de alerta. Creo que constantem ente una enfrenta al páramo de la duda lo que va a decir y si aún así dice, no decirlo sería una alta traición. AM : La imagen que vos construís en E l ja rd ín y que seguís construyendo en S u r es muy fu e rte : es un sujeto que es una m ujer en la m itad de su existencia que dice su deseo, su sensualidad, su pensam iento de la m uerte, su cuerpo, sus m odificaciones. ¿Se te impuso, lo pensaste tam bién como un gesto político en la m edida en que podía d a r a otras m ujeres la posibilidad de encontrar un lugar p a ra verse a sí m ism as? DB: No. No funciona como un plan ni con un destinatario específico. El destinatario es una m ism a en esc instante en que te decís las cosas, claro que sólo podés hacerlo porque existen las otras y los otros, en ese sentido siem pre hay un lector, una lectora detrás, aunque una no lo esté viendo, no lo esté pensando en ese m om ento, porque el sí mism o no existe si uno no está en realidad lleno de los otros y las otras. Me parece que más bien tiene que ver con la intem perie sin fin de la poesía, como decía Juan L. Ortiz. A la poesía cntrás con esa intem perie o no entrás a ninguna parte, entrás diciendo lo que da m iedo y da dolor y da una dicha inocente, o no cntrás a ninguna parte, te quedás con una lengua que habla sola en los alrededores. 690 INTI N° 52-53 Cada quien tiene alguna cosa para decir allí que seguram ente es parecida a las de otros y tam bién es diferente a las de otros. AM : R esulta interesante p ensarlo desde esa anécdota que le referiste en la entrevista del D iario de P oesía a R icardo Ib arlu cia cuando h ab lab as de la necesidad de construir una genealogía y contaste que cuando eras chica leías a S algari y tenías como m ujer un problem a: te querías identificar con el héroe y no p o d ías hacerlo totalm ente porque el héroe era siem pre un varón. En la m edida en que la literatu ra tiene que ver con la form ación de subjetividades me pa re c e im portante que alguien se atreva a decir algo y que ese algo sirva p a ra que una persona, en p rincipio una m ujer, lesbiana, pueda verse y leerse, pueda ver y leer p o r ejem plo su h istoria de am or, pu ed a encontrar una representación de la que había sido excluida, pueda oírse llam ar am ada p o r o tra m ujer, a sí como lo hace Nicole B rossard. También que pu ed a verse en su m adurez de una fo rm a no desvalorizada, sobre todo si se tiene en cuenta que el tópico de la vieja y la m ujer que pierde la belleza en la representación hecha p o r los hombres ha tenido casi siempre un carácter denigrante, p o r ejemplo en Quevedo. Como lectora me p a re c e que se está dando lugar a o tra representacióny que vos ju g ás a h í un p ap el im portante, que lográs ir construyendo algo. DB: Ojalá. Reitero, en principio lo construyo para m í misma. Uno tam bién se mira en el espejo del poem a que escribe, trata de aprender allí, de aceptar allí, y al mismo tiem po de decir 'n o ' allí. En realidad es un espacio de confrontación con el propio ideal, donde ciertos aspectos de una m ism a saltan lo más lejos que una puede llegar, lo cual no significa que después en la práctica de la vida cotidiana siem pre se pueda asum irlos e integrarlos. De todas m aneras creo que este es un gesto político. El fem inism o nos ha enseñado que no hay nada que no sea político, por eso me parece que el lirism o más puro es el más político, porque pretende la encarnación de los sueños, el espacio de la utopía. En ese sentido todos los aspectos de lo personal confluyen en el mismo punto, en ese punto vasto de los sueños donde aparece la aventura personal que se teje con la aventura de otros hom bres y m ujeres del m undo y configuran la aventura de lo social. En consecuencia me parece que no hay una sola frase que yo escriba que no sea política, y al mismo tiem po me gustaría que ninguna dejase de ser lírica. Me gustaría, dije, porque constantem ente se cae en las tram pas del enunciar. ¿Cuando digo 'líric o ' qué quiero decir? Quiero decir que en la ligereza del verso com parezca la ligereza del corazón arrasado por la visión de algo que contem pla adentro o A N AHÍ M ALLOL 691 afuera de sí mismo. Para eso están los poem as, para eso leo poesía. AM : Lo que tam bién llam a la atención de S u r es la am pliación del territo rio de lo 'm a rg in a l', los poem as dan cuenta de distintas m arginalidades y diseñan puntos donde se cruzan, aunque cada una tenga su p ro p ia especificidad. Porque ¿qué es el S u r? Es muy grande el Sur que presen tás en Sur. DB: No lo veo como entrecruzam iento de m arginalidades porque ya no veo m ás el centro, entonces, como no veo el centro no veo el margen. Lo que veo es un rumor, una m iríada de aciertos y desaciertos, recojo lo que puedo, lo que me habla a mí, pero no para alzar la voz de las m inorías ni para alzar la voz del m argen, porque en la m edida en que vos ya no ves centro tam poco ves m argen, lo que ves es un caos intentando organizar un nuevo orden. Y allí, en esa feria donde obreros y m ercachifles dicen pase y elija lo que pueda, yo elijo lo que me es afín, lo que habla a m í corazón y a mi pensam iento. Entonces para mí, dichos o cantos m apuches o navajos, por ejem plo, no son escuchados para enaltecer el m argen y decir 'm iren cuán sabio es el m argen'. Lo que siento es que hablan tam bién de mí, y entonces me arrimo a y trato de escuchar, pido perm iso para entrar, ¿me dejan entrar a mí tam bién?, que es diferente. Es muy muy diferente a la voluntad de "enaltecer" desde algún centro letrado a las m arginalidades. Sur es una m etáfora de m uchas cosas, es una alusión a paredón y después, son los prim eros poemas que em pecé a escribir en Tierra del Fuego, es un hom enaje a Ricardo M olinari, una ironía hacia el grupo Sur, y es la niña ingenua que m ira la Cruz del Sur, la chica que se formó en la anarco izquierda y que decía "Sur, volverem os al Sur". Todo junto. Si estás en EEUU y vas al Sudoeste decís "¡ay! estoy en casa". En m edio de los chícanos y las com unidades indígenas atrincheradas en el sur te sentís en casa, sentís que es tan Sur como el Sur de Sudam érica, (muy sesentista, o setentistalo mío, como verás). Por otro lado está mi origen cam pesino, que ahí donde haya una huerta de maíz o calabazas dice: estoy en casa. AM : ¿Cóm o lleg aste a la p o e sía ? ¿C óm o lleg aste a d e scu b rirte escribiendo? DB: De muy chiquita tuve un gusto voraz y tem prano por la lectura y por escribir cositas, en un ambiente que no se caracterizaba precisam ente porque hubiera mucho que leer. La chacra prim ero, y un pequeño pueblito de la pam pa húm eda después, en una fam ilia cam pesina 692 INTI N° 52-53 pobre. Pero mis padres plantaron esa sem illa porque me com praron libros desde niña, así que tengo una deuda infinita con ellos en ese lu g a r. A ún así p o d ría h a b e rm e d e d ic a d o a o tra c o sa, no específicam ente a la poesía. Creo que nunca se sabe por qué sucede esto. Luego, entrando a la adolescencia, hacia los trece años, empecé a escribir versos y a denom inarm e a m í m ism a poeta, así que es una m arca muy antigua. AM : DB: ¿Q ué cosas fu ero n fundam entales en tu form ación y en tus ideas acerca de la poesía? En cuanto a lecturas, lecturas arcaicas, todos los libros de aventuras, los m aravillosos libros de aventuras de la infancia. Luego empecé a leer desde Adolfo Gustavo B écquer a Salinas, e inm ediatam ente la poesía negra de Guillén, el Siglo de Oro, y todo lo que cayó entre mis m anos, en verso quiero decir, aunque hay m uchas lecturas previas no específicam ente en verso que asalté, de todo tipo. M is prim eros encuentros con la poesía escrita fueron en castellano, después salté al campo de las traducciones. Recuerdo que hacia los catorce años más o m enos un gran poeta argentino, Aldo Oliva, dio clases en la escuela adonde yo iba, en Casilda, y cuando se enteró de que yo escribía versos, me tocó el hom bro un día y me dijo: "¿H as leído a los rom ánticos alem anes?", y yo me quedé m irándolo helada e inm ediatam ente fui a enterarm e de quiénes eran los rom ánticoa alem anes y empecé a leer a los rom ánticos en general. Desde entonces tengo una m arca fuerte del Rom anticism o, sobre todo del trascendentalism o de Nueva Inglaterra. Creo que antes de los veinte años leí más que en el resto de mi vida. Asalté todo lo que encontré al paso. Cuánto digerí y cuánto no, no se sabe. Pero tuve un encuentro tem prano de prim er tipo con la poesía escrita en castellano, lo cual fue bueno. AM : ¿Y a h o ra qué m arcas reconocerías, o qué autores? DB: Hay m arcas de los 15 años, de los 20, los 30, los 40. Te cuento los últim os años. Hicc algunas lecturas extraordinarias en los últim os años. Una es G abriela M istral. Otro es Ricardo M olinari. Tam bién Alberto Girri. Y las poetas norteam ericanas contem poráneas, desde Hilda D oolittle a Dennis Levertov o M uriel Rukeyser. Y a mis coetáneas, las poetas que en A rgentina están escribiendo conmigo. Yo creo que ha sido m aravillosa la contam inación que hemos tenido unas con otras. ' , * < \ j 1 " i , ¡ AN AHÍ M ALLOL 693 AM : Creo que hay tam bién una m arca quevediana en tu escritura. DB: Ojalá. Yo te diría San Juan de la Cruz. Adoro a Quevedo pero he leído más a San Juan. AM: Me refiero a la m anera ajustada de tra b a r la fo rm a con el concepto. DB: De vez en cuando leo algún poem ita de Quevedo, pero me parece que esa niña arrasada, esa alma desfondada por lo que atraviesa, es más pariente de San Juan. Em pecé a jugar con estructuras de versificación en un m omento determ inado, con las que sigo jugando como una niñita porque no estoy preparada para ello, así que no pretendo lograr m ucho allí. Pero com encé a adorar esa cárcel, la dicción poética dentro de esa cárcel. Sobre todo en los versos de arte m enor, que me reunían m ucho con la copla popular. Ahí es donde parece haber una m arca gallega, pero más que quevediana me parece que viene por el lado del coplerío. AM : O tra p a la b ra que ap arece muchísimo en estos textos es la p a la b ra b e lle z a , y tam b ién la p a la b r a g r a c ia . Com o en un g e sto deliberadam ente anacrónico. DB: En realidad no hago un juego con ello sino que me atrevo an o decirle no a esas palabras que parecen anacrónicas, que me llegan al oído y que asumo con bastante m iedo siempre. Pasa por decirle sí o decirle no, y preguntarse de dónde vendrá. Me parece que tiene alguna relación con desarm ar, ante los golpes terribles de la historia, la fortaleza que nos armó y nos contuvo, frente a nuestro deseo de cam biar el mundo, de construir un m undo más justo. Desarm arlos para llevarlos a un espacio de m enor certeza, seguridad y soberbia, sin sentirse a la vanguardia de nada, y ese desarm ado me une a la gente común, la que no sabe muy bien qué ni cóm o, y yo tam poco sé. Y esto com parece en el verso, y tam bién me recuerda que, finalm ente, hay algunas cosas im portantes que aprender. Hay que saber querer, hay que saber ser generoso todo lo que se pueda, hay que no ser mala gente, desearle al otro lo que uno se desea a sí m ism o, hay que tener fe cuando se dice algo y sostenerlo: m irá cuantas obviedades anacrónicas. Me parece que la com pasión es el cam ino de vuelta a casa, verse, con pasión, en el m undo junto con los otros como un pequeño detalle en la creación, y lo que te trae de vuelta a casa, después del extraordinario y doloroso esfuerzo de individuación es la conciencia, conciencia de que estás en el mundo 694 INTI N° 52-53 junto con los otros seres hum anos y con todo lo viviente. A veces siento que estas cosas me colocan en un lugar ingenuo, pero yo no soy muy ingenua, y sin embargo lo siento, entonces puedo darle pie a lo que siento, tener fe en lo que siento y pienso, y enunciarlo en el verso. AM : Sí, me p a re c ió que había en tu escritura un p a sa je desde un momento m ás som brío (recuerdo un verso ah o ra "Hay sangre entre los ro b le s") en el que aparecían escenas sangrientas, a l que sigue a h o ra un momento de celebración, celebración de la 'ed ad d o r a d a '. Y este cam bio es interesante y productivo porque creo que fue un estigm a negativo del pizarnikism o el p e n sa r que había que ser trem endam ente trágico p a ra ser p o eta y que lo celebratorio era superficial. Creo que ah o ra esa idea se está m ostrando como una dicotom ía fa lsa . DB: Lo que pasa es que lo celebratorio es celebratorio cuando además es una celebración herida. AM : De vuelta a casa, después de hab er recorrido todo, se vuelve a esto. Y entre las sabidurías sobresale la sab id u ría del cuerpo como punto de conexión con el paisaje, con el mundo anim al, la certeza de la contem plación en el instante en que acaece. DB: Es estar junto con el resto, esos instantes beatíficos y fugaces en los que vos estás ahí y decís ¡qué herm osura! e inm ediatam ente sobreviene la som bra de la m uerte, el ham bre, el fin, el tiem po y el ¡qué herm osura! se transform a en pesadilla, pero retorna otra vez. Es siem pre un ¡qué herm osura! herido, herido por todo, por la atrocidad del m undo, la atrocidad que nosotros m ism os a veces realizam os o conferim os u otorgam os. Y la atrocidad de que esta belleza es tan bella porque está atravesada por el tiem po y 1a m uerte. En ese sentido es una celebración herida. AM : Y en ese sentido tam bién es que te veo b arro ca, p o r esa concepción de la belleza tram ada con la m uerte, con la descom posición y el vacío. DB: Tengo, es evidente, cierto com ponente barroco en la form alización de mi escritura, pero siem pre he estado más arraigada en lo que uno podría llam ar un rom anticism o am ericano de los 90 que en un barroco de los 90. Recuerdo que unos m eses antes de que N éstor Perlongher se m uriera fuim os a Chile a un festival y nos tocó estar AN AHÍ M ALLOL 695 ju n to s en u n a m esa red o n d a . E n to n c e s, c a d a u n o de n o so tro s h a b la b a y d e c ía lo su y o en la m esa re d o n d a y en un m o m e n to N é s to r d ijo , p a ra c o n ste rn a c ió n del p ú b lic o , q u e a m b o s íb am o s h a c ia el m ism o sitio p o r d ife ren te s cam in o s. E n re a lid a d an h elo un v acío , co m o el d im in u to e sp a c io d e sfo n d a d o d el m a e stro E c k h a rt, d o n d e la lá g rim a d el alm a se u n e c o n lo d e sfo n d a d o de D ios. D e e llo h a b la E c k h a rt, h a b la S an Ju an . N o es tan to el v a c ío co m o d iso lu c ió n , c o rru p c ió n , p o rq u e en el fo n d o e se es u n v a c ío lleno, m u y lle n o p a ra m i g u sto . L o q u e sien to es u n a p e rm a n en te fasc in ac ió n p o r el v a c ío v acío , c o m o si se p u d ie ra , en a lg ú n lu g ar, m ira rse lo uno y lo o tro , lo lle n o y lo vacío . Sin d u d a am bos cam in o s c o n d u c e n a un m ism o sitio que es la no p re m in e n c ia de lo p e rso n a l, la id ea de que e ste d e ta lle e fím ero tien e un sen tid o , este d e ta lle e fím e ro que u n o es y q u e los o tro s son tien e un se n tid o y p o r e so m ere ce re sp e to , p e ro al m ism o tie m p o se p ro d u ce el a q u ie ta m ie n to de la so b e rb ia d el ego, el d e se o de e n tra r en el ru m o r del m u n d o y no de c o n tro la r el ru m o r del m undo. AM: E sto s dos últim os lib ro s fu n c io n a n tam b ié n en ese se n tid o com o u n a in v itac ió n , f ija r s e en eso p e ro sin in g e n u id a d . A firm ativo p e ro no in g e n u o : u n a in v itac ió n a m ir a r (a d m ira r) la m a ra v illa de lo s c iru e lo s, p o r d e c irlo de a lg ú n m odo. DB: Es q u e si m irás la m a ra v illa de los c iru e lo s m irás la m a ra v illa de los ojos de un n iñ o en la c a lle , m irás la m ara v illa . E ste es el tem a, p e rd e m o s m u ch o tie m p o m ira n d o la resa c a , p e rd e m o s u n a en o rm e c a n tid a d de e n e rg ía m ira n d o la im b e c ilid a d de n u e stra s p ro p ia s c o n stru c c io n e s p a ra d e fe n d e rn o s qué sé yo de q u é o p a ra o c u p a r qué sé yo qué lu g ar, m ie n tra s la m a ra v illa c o n sta n te m e n te te a tra v ie sa , e stá a tu a lre d e d o r y e s tá ad en tro tu y o y si e sto es in g en u o m e c o m p ro m e to c o n e s ta in g en u id a d . C re o q u e es alg o que to d o ser h u m an o e x p e rim e n ta to d o el tie m p o , y a veces no se lo co n fiesa. AM: P e r o J u a n L. vivió com o u n a ten sió n la c o n c ie n c ia de que ese en o rm e p o d e r de co n te m p la c ió n que é l te n ía e l o b re ro no p o d ía te n e rlo , no p o d ía te n e rlo p o r su ritm o de tra b a jo , no p o d ía te n e rlo p o rq u e no e s ta b a a c o stu m b ra d o a a b a n d o n a rs e a la co n te m p la c ió n . DB: C re o q u e Ju an L. tien e raz ó n en c u a n to a su p riv ile g io en re la c ió n al o b rero , p e ro p ien so que el v u lg o lo e x p e rim e n ta IN T I N° 52-53 696 m u ch o m ás de lo que n o so tro s e sta m o s d isp u e sto s a o to rg a rle . P o r q u e te n e m o s e l p o d e r d e e n u n c ia r l o c r e e m o s q u e e x p e rim e n ta m o s m ás que el q u e no tien e d ich o p o d e r, a sí co m o el de h a c er c irc u la r d ich o en u n ciad o . Quizás es esto, nada más. Me parece probable que la gente común lo experim ente más que nosotros porque está m enos atada al ego, el gran ego que nosotros tenemos. Claro, poseem os un privilegio que ellos no poseen: decirlo y que alguien le otorgue alguna im portancia a lo que decim os. Tenem os un tiem po libre m ayor, pero me parece que usam os buena parte de nuestro tiem po libre en estupideces. AM : ¿Q ué otros poderes le otorgas a la poesía? DB: ¡Ah! le otorgo un poder enorm e. Le otorgo el poder de la intem perie, para citar nuevam ente a Juan L. El poder de esa desnudez donde el ser hum ano es sim plem ente ser hum ano. Me parece que ése es un poder extraordinario, un poder de no poder, pero si uno entra ahí, y de tanto en tanto lo logram os, se entra a un espacio de com unión m aravillosa e infinita con lo parlante y lo no parlante, a un espacio de restauración del sentido de la vida. Supongo que no es sólo privativo de la poesía este poder, pero hablo de ello porque es lo que más conozco, los m úsicos podrían llegar a decir lo m ism o, los pintores podrían llegar a decir lo m ism o, seguram ente, pero como experiencia de lectora, cuando leo un poem a puedo quedarm e días o sem anas o m inutos, no im porta, ahí, en esc lugar sin coraza, estar ahí, en estado de confianza, incluso en estado de confianza con el dolor que uno oculta todo el tiempo. El dolor que ocultás o el dolor con el cual armás un escudo, o un excalibur. El dolor, el m iedo y la b elleza frente a la cual sentís vergüenza, así, qué bello. E inm ediatem entc tenés culpa y decís 'qué tontería' o decís 'e sto no se dice' o sentís culpa, porque 'cóm o voy a sentir esto cuando otros están pasando por las penas que están pasando'. Pero creo que te podés conectar con la pena propia y ajena cuando tam bién te podés conectar con esta otra m era belleza de la existencia. Entonces me parece que la poesía, la poesía que yo m ás amo y la que querría practicar, es la que en relación con el dolor, o en relación con la alegría entra así, sin temor, a ese espacio de confianza. Pero claro, hace falta tanta vigilia y tanto oficio para poder escribirla y que le llegue a otro. AM : Lo bueno de la p o esía actual, no sólo de la tuya, es que se preg u n ta mucho, y no se da tantas respuestas. Me p a re c e que es m ás un espacio de investigación, de interrogación, y ya no tanto de certezas. AN AHÍ M ALLOL 697 DB: Quizás siem pre hizo eso la poesía, pero ahora se nota m ucho porque hemos desarm ado el mundo y no sabem os cómo rearm arlo, entonces hay m uchas preguntas, hay respuestas provisorias, hay respuestas m ilim étricas. AM : Construye provisoriam ente este sentido. DB: Le digo 's í' a este detalle, que siento con tal certeza y em oción. Me parece que las em ociones prístinas son aquel! as que se convierten en sentim iento, es decir que duran articuladas con un pensam iento que las vigila, con la m em oria. Me parece que el corazón es como la caja de resonancia donde el pensam iento hizo sus com probaciones y atravesó las pruebas, con el cuerpo, con la em oción, con los otros, con el mundo. Esa es la caja de resonancia del corazón, cuando el pensam iento y los actos pasan por la prueba y resisten, un tiem po, no para siempre. 698 IN T I N° 52-53 B IB L IO G R A F ÍA SO B R E DIANA B E L L E S S I A lonso, Rodolfo 8 de agosto de 1982. "Poesía a la justa m edida para ser paladeada como vino viejo". La G aceta. B ertone, C oncepción 17 de enero de 1993. "La floración de la lucidez". La C apital. C ohen, S ara 17 de julio de 1998. "Para Diana Bellessi lo lírico es un retorno a las m arcas de la infancia". El Cronista. Costa, L ilian a diciem bre de 1988 "Sobre E roica". Crisis, ne66. D a-R e, Viviana 27 de marzo de 1997. 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