LOS DONES: HERRAMIENTAS PARA LA TAREA

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LOS DONES: HERRAMIENTAS PARA LA TAREA
El plan de Dios para edificar su iglesia…
“Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas…
a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio,
para la edificación del cuerpo de Cristo”(Efesios 4:11-12).
Entender que son los dones y que funciones tienen dentro de la iglesia.
Hemos visto que, en medio de las tareas generales que Dios ha encomendado a todos los
creyentes, existen otras específicas que dios nos encargo a cada uno. Para ello, el Señor nos
bendijo con los “dones espirituales”. Estos son herramientas que Dios nos entregó para cumplir
con nuestra asignación. Cuando cada creyente ejercita sus dones la iglesia es perfeccionada para
cumplir y fortalecerse y cumplir su misión. Con la muerte del Señor Jesús, por ejemplo, muchos
de sus enemigos creyeron haber acabado con la iglesia. Lo que ellos no se imaginaron fue que
aquel grupo de hombres humildes continuarían con la obra que Él había empezado. De simples e
ignorantes hombres, pasaron a ser instrumentos poderosos del poder de Dios. ¿Cómo fue posible
esto? Fue el resultado de la obra del Espíritu en ellos y del ejercicio de los dones con los que
Dios los había equipado. Aunque nos sorprenda, debemos saber que, al igual que ellos, el Señor
también nos dotó a nosotros con capacidades maravillosas que, puestas en las manos de Dios,
producirán mucho fruto para su gloria. El presente estudio nos introducirá en este importante
tema.
Los dones son combinaciones de capacidades y habilidades que Dios da a cada miembro de su
pueblo, mediante su Espíritu, a fin de perfeccionar su iglesia para que cumpla con su misión.
Los dones:”combinaciones de capacidades y habilidades que Dios da…”
Dios ha dado dones espirituales. La palabra “don” quiere decir regalo. En un sentido todo lo
bueno que tenemos es un don de Dios (Santiago 1.17); en otro, lo son las bendiciones espirituales
(Romanos 1.11; 5:15; Efesios 2.8; 2 Corintios 9.15), incluyendo principalmente al espíritu de
Dios dado a los creyentes (Hechos 2.38). Podemos decir que los dones espirituales son como un
árbol en el que el Espíritu es el tallo del que dependen todos los demás dones (que serían las
ramas de aquel árbol).
Pero la Palabra habla de algunos dones espirituales como reparticiones de poder que Dios da.
Esto son capacidades (facultades que nos hacen idóneos para desempeñar una labor
determinada). A la vez, son habilidades, es decir, destrezas en un área específica. Quien tiene un
don, puede trabajar en esa área con conocimiento y facilidad y puede dar frutos para Dios.
Los dones son, además, manifestaciones de la presencia de Dios en nosotros. Los dones son
formas de la gracia de Dios (Romanos 12.6; 1 Pedro 4:10); reflejo de su voluntad para nuestra
vida (1 Corintios 12.18).
“… a cada miembro de su pueblo, mediante su Espíritu”
Todos los hijos de Dios tenemos al menos un don espiritual. Cada miembro de la iglesia es
diferente de los demás. Por ello, Dios creó una diversidad de dones (1 Corintios 12.4). De esta
manera, hay por lo menos un don que se acomoda a las características de cada quien, y aunque
podemos procurar uno (1 Corintio 12.31; 14.1), tenemos la garantía de que todo creyente ha
recibido por lo menos un don espiritual de Dios (1 Corintios 12.7, 11; Efesios 4.7).
Cada hijo de Dios es responsable por administrar sus dones. Así como en la parábola de los
talentos (Mateo 25.14-30), se puede dar el caso de un creyente que recibe dones de parte de Dios
y no los use. ¡No debemos descuidar nuestros dones! (1 Timoteo 4.14).
Debemos descubrir cuál es y desarrollarlo (2 Timoteo 1.6). El don de cada quien está sujeto a la
persona que lo posee (1 Corintios 14.32) y si no desarrollamos nuestros dones, ellos no lo harán
por sí mismos.
La clave para identificar, usar y desarrollar los dones es la comunión con el Espíritu Santo. De Él
vienen los dones y por Él los tenemos (1 Corintios 12.11). Como hemos visto, los dones son las
ramas que se desprenden del árbol del Espíritu. Si estamos separados de Él, aún nuestros dones
pierden poder (Juan 15.5). Nuestro compromiso con el Señor consiste en usar nuestros dones
como Él quiere que lo hagamos (1 Pedro 4.11).
“… a fin de perfeccionar su iglesia para que cumpla con su comisión…”
Dios nos ha dado dones para que seamos dignos. Dios quiere que cada uno de sus hijos vean sus
dones como algo útil y beneficioso (1 Corintios 12.7). Por eso nos los dio de acuerdo a lo que
cada uno necesitaba (1 Corintio 12.24). El que más recibió era el más indigno. Esto nos indica
que el valor de cada quien no se determina de acuerdo a las apariencias (1 Corintios 12.22-23).
Dios nos ha dado dones para que nos unamos. Lo que Dios quiso desde un principio fue que, al
ver que somos diferentes y que lo que a algunos nos falta otro lo tiene, nos sintiéramos unidos y
necesitados unos de los otros (1 Corintios 12.15-17), ni que otros nos menos precien porque no
somos como ellos (1 Corintios 12.21). Todos nos necesitamos unos a otros porque todos somos
el cuerpo. Cada uno tiene algo que dar y algo que recibir en Cristo (1 Corintios 12.12-13).
Dios nos ha dado dones para que nos edifiquemos. Cuando cada quien cumple su función en el
cuerpo de Cristo, toda la iglesia es edificada (1 Corintios 14.12, 26). Los dones fueron dados
para que cada quien sea útil y entre todos ayudemos a la iglesia a crecer.
Todo esto ayuda a su iglesia a perfeccionarse. Y una iglesia perfeccionada, está lista para
cumplir con la misión que el Señor le dejó (Efesios 4.11-13).
Entonces… ¿Cuál debe ser mi actitud?
El Señor ama a su iglesia. Lo demostró cuando vino personalmente al mundo a fundarla; lo
ratificó el día que pago personalmente por ella con precio de sangre y, como si esto fuera poco,
lo vuelve a demostrar con su empeño por perfeccionarla. Ahora bien esta última labor no la va a
realizar personalmente. Bien pudiera hacerlo, mejor que nadie, pero no lo hará. La razón, ama
tanto a los miembros de esa iglesia, que les quiere dar la oportunidad de que sean ellos quienes la
edifiquen cada día. Ese es nuestro hermoso y delicado privilegio como hijos de Dios. Todos los
que hemos sido redimidos por su sangre lo podemos hacer: ¡Podemos edificar la iglesia del
Señor! Desde el más grande hasta el más chico. Él nos ha dado dones que constituyen las
herramientas con las que podemos edificar y pulir a la iglesia para cumplir con la misión que Él
nos dejó. Agradezcamos a Dios por este gran privilegio y pongamos manos a la obra porque lo
mejor está por venir. Que Dios nos ayude a descubrir y desarrollar nuestros dones.
Piensa en qué manera te has visto edificado por la labor de otros creyentes. ¿Qué cosas han
hecho ellos que han resultado en tu crecimiento espiritual? ¿Qué cosas de ellas podrías hacer tú a
favor de otros? ¿Qué otras cosas podrías hacer tú para edificar otras vidas o a la iglesia entera?
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