52 MADRID EL MUNDO. MARTES 3 DE JUNIO DE 2014 i RELEVO EN LA MONARQUÍA EL BALANCE Tan cerca y tan lejos de aquí TRIBUNA IGNACIO AMESTOY A Don Felipe y Doña Letizia, como el personal ya sabe, en el décimo aniversario de su enlace matrimonial, celebrado en la anacrónica catedral de Chueca y Rouco, no se les ocurrió otra idea que irse a Matadero para brindar por el futuro, en su Cantina, junto a unos colegas. A Don Juan Carlos I y a Doña Sofía no se les habría ocurrido ni por lo más remoto acercarse al Chicote de la Gran Vía al cumplirse los 10 años de su boda en Atenas para tomarse un agasajo postinero con la crema de la intelectualidad madrileña. Bueno, Don Felipe es del Aleti desde sus primeros escarceos futbolísticos y Don Juan Carlos es del Madrid, aunque de aquella manera. Son amores distintos. Y es que la relación de Don Juan Carlos con los adoquines de la Villa y Corte ha sido muy especial. No es lo mismo nacer en Madrid, en una clínica de la Avenida de la Reina Victoria, muy cerca del Metropolitano por otra parte, como Don Felipe, que nacer en la Roma de los Césares, en un piso ubicado en el 122 del Viale dei Parioli, como Don Juan Carlos, muy lejos del Bernabéu, con perdón. Hay que decir que Don Juan Carlos nació en el exilio exterior, cuando corría el año 1938, y Don Felipe en el exilio interior, cuando estábamos todavía en el año 1968, y el General vivía y coleaba. A Don Juan Carlos le hubiera gustado callejear por Madrid antes del invierno de 1948, fecha en que lo pisó por vez primera. Ello a causa del exilio que soportó con su muy admirable padre, Don Juan de Borbón. Pero el 8 de noviembre de 1948, con 10 años, Don Juan Carlos, previo pacto de Don Juan con Franco, pudo llegarse a la entonces más Villa que Corte, para estudiar su bachillerato. En un tris estuvo que no pudiera sacar en Madrid el título de bachiller. Pero entre tiras y aflojas del sucesor de Alfonso XIII y el La relación de Don Juan Carlos con la Villa y Corte ha sido muy especial Los designios militares de Franco le alejaron de la capital Generalísimo, Don Juan Carlos pudo titularse en el muy acreditado Instituto de San Isidro, centro de larga historia desde que fue fundado en el Siglo de Oro por los jesuitas como Colegio Imperial, y habiendo pasado por sus horcas caudinas desde Lope de Vega, Quevedo y Calderón hasta Baroja, los Machado y Marañón. Luego, los designios militares de Franco para con Don Juan Carlos le alejaron de Madrid, a la Academia General de Zaragoza, la Escuela Naval de Marín y la Academia de San Javier en Murcia. Entre un adiestramiento militar y otro, el retiro portugués de Estoril de Don Juan fue el paradero de Don Juan Carlos. Hasta que, ya antes de la boda de Atenas, Franco pactó que la pareja de recién casados se instalara en Madrid, cerca de su residencia del Pardo, en el Palacio de la Zarzuela. No quiso el General vivir en el Palacio Real de la Plaza de Oriente, ni tampoco que se albergaran en esa morada los que a partir de 1969 se llamarían Príncipes de España. En ese 1969 Franco nombró a Don Juan Carlos sucesor a título de rey. Ya era además desde el 41 Príncipe titular de Asturias, algo de lo que Franco no quería saber demasiado. Estando en Zarzuela, Don Juan Carlos no se prodigó en relacionarse con la capital, que estaba tan cerca y tan lejos. Un Madrid que si no llega a ser por los antecesores de Don Juan Carlos no hubiera pasado de «poblachón manchego», apelación que todavía no pocos le adjudican. Porque fue el Rey Felipe II quien, para alejarse de las órdenes militares que pululaban por Valladolid y de los pa- triarcas de las Indias que imperaban desde Toledo, optó por Madrid para establecer su capital «permanente» en el fausto 1561. Y otro rey, este ya Borbón, don Carlos III, se entusiasmó tanto con la capital de las Españas que vino a merecer por sus aportaciones a la ciudad el título de mejor alcalde de Madrid. El rey ilustrado nos dio el mejor logotipo de Madrid, la Puerta de Alcalá, y los dos dioses, la Cibeles y Neptuno, de los que serían llamados merengues y colchoneros, seguidores de un deporte que se haría famoso en el futu- 53 EL MUNDO. MARTES 3 DE JUNIO DE 2014 i MADRID RELEVO EN LA MONARQUÍA EL BALANCE HONORES. Una de las citas habituales en el calendario del Rey ha sido la entrega de los Premios Cervantes, en Alcalá de Henares. / E. M. ro. A Carlos III se le debe también el adoquinado de Madrid, que no es moco de pavo. No podemos establecer demasiada sintonía de Don Juan Carlos con estos predecesores. Algo más con dos monarcas que vendrían más tarde, los dos Alfonsos, aunque tampoco mucha. Alfonso XII gustaba escaparse de Palacio, con discretas, para vivir Madrid. Dado que no tenía descendencia masculina, Cánovas decidió recluirle en El Pardo para que allí la seducción por la reina austriaca fuera asignatura obligada, sin tentaciones capi- talinas. Y no erró Cánovas. De aquel encierro brotó Alfonso XIII, que no fue aficionado a la caza de osos y elefantes, pero sí al tiro de pichón en Somontes, y también a las discretas. Tras la muerte de Franco, en el 75, Madrid cobra para Don Juan Carlos una especial relevancia. En la Carrera de San Jerónimo es proclamado Rey por las Cortes. Aquellas Cortes de Franco que más tarde se harían el haraquiri en histórica fecha, y que a un participante en el evento le hizo decir: «En el 36 lo hicimos con armas y con dos cojones; ahora, sin armas». Y días más tarde en los Jerónimos Don Juan Carlos es «exaltado al trono», en ceremonia oficiada por Tarancón, el cardenal progre al que algunos querían mandar al paredón. Con anterioridad, el también cardenal Don Marcelo González, arzobispo de Toledo y Patriarca de las Indias Occidentales, había llevado a cabo los oficios de despedida del Generalísimo. En uno y otro acto, las dos Españas, cada una en su sitio, con refuerzos exteriores. En el 82 vendría el 23-F, circunstancia en la que la Acorazada tenía la misión de llegar precisamente hasta la Carrera de San Jerónimo. Intervino Don Juan Carlos «y no hubo nada», como dice Cervantes. Bueno, hubo democracia, para aquellas dos Españas. Desde entonces, la presencia de Don Juan Carlos en la capital no ha sido abundante pero sí puntual: algún que otro acontecimiento deportivo, el palco del Bernabéu; desfiles, claro, en Pascuas milita- res; recepciones en Palacio, algunas veces con escritores por el Cervantes, y allá por San Juan hace tiempo, y cartas credenciales; en ocasiones, pocas, al Real, con la Reina, que sí ama la música y el arte, pero él sin prodigarse mucho por ámbitos culturales. Luego, entre los doctorados honoris causa de aquí y de allá, el de Universidad Complutense. Y, dentro también del más elevado concepto del unum versus alia, la inauguración de la Universidad que lleva su nombre, y que está dando, al parecer, unas buenas cabezas, e incluso políticos. Madrid, al cabo, le honró a Don Juan Carlos con el Parque de la A partir de 1975, Madrid cobra para el Monarca una especial relevancia La capital le honró con el parque de la Hinojosa, titulado con su nombre Hinojosa, titulado con su nombre, Parque Juan Carlos I, en el 92, año en que Madrid fue Capital Cultural del Europa. El alcalde Rodríguez Sahagún, muerto prematuramente, estaba muy orgulloso del parque y del conjunto de escultu- ras de primer nivel que implantó en su seno. También puso a La Violetera entre la Gran Vía y Alcalá, que luego se llevó a las Vistillas. Pero él estaba satisfecho del Parque de la Hinojosa. Al cronista le dijo: «Que a mí se me juzgue por el Olivar de la Hinojosa». Pues ahí está el Parque Juan Carlos I, junto al Ifema, y presidido por un monumento a Don Juan, que propició Ansón. Don Juan de Borbón y Battenberg, que el 14 de mayo de 1977 renunció a todos sus derechos dinásticos en favor de su hijo Don Juan, hijo de rey y padre de rey, pero que no fue rey. No bien tratado por su padre, Alfonso XIII, tuvo que soportar la tiranía del dictador. Un personaje trágico, al que Don Juan Carlos quiso enterrar en El Escorial madrileño en un sepelio cargado de significado en el que el monarca que ahora ha abdicado no pudo contener sus lágrimas. Por la mente de Don Juan Carlos, entonces y ahora, el recuerdo de la negativa del padre de Don Juan a abdicar antes de que se produjeran aquellas elecciones municipales de 1931, algo que podía haber impedido que Alfonso XIII tuviera que salir hacia el exilio. Así, Don Alfonso abandonó ese Palacio Real de Madrid en el que nunca ha llegado a dormir Don Juan Carlos. Tal vez si el Rey Juan Carlos I hubiera llegado a habitar en ese palacio habría estado más cerca de Madrid. Pero al Palacio de Oriente, Alfonso XIII, cuando lo abandonó, lo convirtió en museo. Invierte como La Mutua. Mutuactivos Gestiona: Rentabilidades 2013. Conservador Moderado Dinámico 4,57% 7,01% 11,11% Con el servicio de inversión Mutuactivos Gestiona, nuestros clientes tienen la tranquilidad de saber que su dinero se invierte como el de la Mutua: • Gestionado por el mismo equipo de expertos • Invirtiendo en los mismos fondos • Utilizando el mismo sistema de control de riesgo • Con unos resultados que hablan por sí solos Tu dinero, con Mutuactivos. Infórmate en el 902 555 999, en www.mutuactivos.com o en nuestras oficinas. Rentabilidades 2013: del 01/01/2013 al 31/12/2013. Rentabilidades desde lanzamiento (07/07/2010 al 31/03/2014): Conservador 12,31%, Moderado 15,82% y Dinámico 20,17%. Impreso por Francisco Rincón Durán. Prohibida su reproducción.