Las consecuencias de la crisis La generación NET pierde el tren

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Las consecuencias de la crisis
La generación NET pierde el tren
La fuerte crisis económica que se está abatiendo sobre España puede acabar con las expectativas de la llamada ´generación Net´ o
´generación Y´, los jóvenes mejor formados de la historia, justo en el momento en el que se preparaban para caer victoriosamente sobre el
mercado de trabajo. El resultado puede ser una frustración colectiva de dimensiones desconocidas.
La Gaceta de los Negocios 6 de febrero de 2009
Felipe, de San Sebastián de los Reyes (Madrid), empieza a preocuparse. Hijo de un ingeniero y una funcionaria de Hacienda, tiene 26 años, terminó la carrera
de Empresariales a los 22, pasó un año en Wharton (EE UU) haciendo un máster, domina el inglés, de lo tecnológico, mejor ni hablar, y… sin embargo, a su
vuelta a España, con 24 años, se encontró con un panorama poco atractivo: después de unos meses en una consultora británica no llegó siquiera a convertir su
empleo temporal en fijo, la empresa optó por no renovarle el contrato. Ahora pasa varias horas al día conectado a las ofertas laborales en Internet, ha mandado
más de 40 currículos y ha ido a cuatro o cinco entrevistas.
Digamos que Felipe aún mantiene alta la moral, pero empieza a hacerse la pregunta de si ha valido la pena tanto esfuerzo para este resultado. La justificación
ahora es la crisis, pero entre sus amigos hay alguno (que no fue a Wharton ni a ninguna escuela de negocios) que ha tenido 3 o 4 empleos temporales. Y unos
cuantos, entre ellos un licenciado en Informática, que llevan 2 o 3 años ganando sueldos en torno a los 1.200 o 1.300 euros e incluso otro que nunca ha logrado
pasar de los 900. La idea de comprarse un piso está aparcada. La perspectiva de quedarse en casa de sus padres, con los que se lleva bastante bien y que,
además, no quieren que se vaya, no le resulta estimulante, pero parece inevitable.
Felipe es el típico joven de la “generación Net” o “generación Y”, según se quiera: gente nacida en los años 80 y primeros 90, un colectivo de cerca de 9
millones de personas (el 25% de la población española), que han empezado a llegar al mercado de trabajo en los últimos 7 u 8 años (dependiendo de su nivel
de formación). Son la última pasión de los sociólogos, publicitarios, teóricos de los Recursos Humanos y profesores de Organización en las escuelas de
negocios. Considerados por estos profesionales como la generación mejor preparada de la historia, han obtenido tanta atención en EE UU, donde sí han vivido
unos años gloriosos (que no hemos podido replicar en España), que son objeto de estudio en todas las universidades y consultoras. Y no sólo eso. Los también
llamados Millenials o Guay (por aquello de que la Y en inglés se lee uai) han tenido el honor de convertirse en objeto de negocio para consultoras noveles que
se han especializado en la tarea de explicar a las empresas cómo integrar a estos jóvenes con sus adversarios de la “generación X” (la de los yuppies y de los
JASP, ¿se acuerdan?) y los de la añada de los “Baby Boomers”, a punto de coger su jubilación. Por lo visto no resulta fácil la convivencia entre unos y otros.
La generación más preparada
Con todas las reservas que merecen los estudios de los sociólogos, consultores y profesores de las business schools, a los que les encanta trasplantar la pasión
clasificadora de los estadounidenses y lo que ahí está aconteciendo a nuestro país, sí que parece indudable que los jóvenes de la generación Net –hasta los 29
años– están mejor preparados que nunca. Otra cosa es que experimenten aquí los niveles de valoración y aceptación habituales en EE UU, un país en el que
hasta 2008 las cifras de paro no superaban el 5% o 5,5%, integradas básicamente por trabajadores poco cualificados.
Un reciente estudio del IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) ponía de manifiesto que tan sólo el 28% de los jóvenes españoles en edad
de trabajar tienen estudios primarios, casi un 40% tienen un título de Bachillerato o BUP y cerca del 23% están en posesión de títulos superiores (diplomado,
licenciado o máster). Tampoco quedan mal en las comparaciones internacionales. Los datos de Eurostat muestran que en España hay 1,8 millones de jóvenes
en el nivel de enseñanza terciaria; Alemania, con más del doble de la población, tiene 2,3 millones, y Reino Unido, 2,2 millones.
Y además, al contrario de lo que se dice, también estudian carreras técnicas. El porcentaje de estudiantes españoles en carreras de Ingeniería y similares es del
17,6%; en Alemania es del 15,7%. Tenemos un 12,2% de nuestros estudiantes en carreras de Ciencias, Matemáticas e Informática; en Alemania son el 15% y
en el Reino Unido el 14%. Esto, además de que las grandes escuelas de negocios españolas, desde el IESE al Instituto de Empresa o el Esade, aparecen en los
rankings entre las primeras del mundo. Y todo esto pese a que España es uno de los primeros países de Europa en abandono escolar, un 30% frente al 14% de
Alemania o al 13% de Francia.
La familiaridad de los jóvenes españoles de la generación Net con las nuevas tecnologías –ordenadores, videoconsolas, Internet…– está a la par del resto de
Europa, con diferencias de matiz. El 63% de los jóvenes españoles de Primaria y Secundaria entran habitualmente en Internet, un ratio que sube al 89% en el
caso de los que estudian carreras medias y al 95% para los que estudian carreras superiores. Según el Observatorio de las Telecomunicaciones, en 2007, el
58% de los hogares españoles tenían un ordenador, el 51% una cámara digital, el 28% una videoconsola. Unos ratios también muy similares a los europeos.
Todo se conjugaba para que el éxito estuviera a su alcance. La amplia y cada vez mejor formación académica de los menores de 29 años, su mayor uso del
inglés (que entienden y leen aunque no lo hablen) y una psicología ya perfectamente adaptada a las nuevas tecnologías les debía haber puesto en la pista de
despegue para lograr las maravillas que están consiguiendo sus colegas de EE UU, Japón, Corea y algunos países de Europa. Sin embargo, no ha sido así.
Insuficientemente utilizados
No hay más que entrar en un foro de empleo como TrabajoBasura.Info para darse de bruces con la realidad de la situación de estos jóvenes, mal pagados y en
buena parte en situación precaria. El estudio de una consultora, Sales Hunter, según el cual los jóvenes licenciados en Telecomunicaciones empezaban su
carrera cobrando una media anual de 30.000 euros provocó en uno de estos foros reacciones acaloradas: “Llevo 12 años trabajando en el sector de las
telecomunicaciones y ni por casualidad he encontrado los salarios y condiciones laborales que se mencionan en este artículo”, exclamaba un forero.
La realidad es más bien la contraria. Según la Asociación de los Técnicos de Hacienda, en España hay aproximadamente 11 millones de asalariados que ganan
menos de 13.400 euros brutos anuales. Los jóvenes de menos de 29 años están en su casi totalidad integrados en esta categoría. La situación es especialmente
abusiva en algunos sectores. Por ejemplo, en las llamadas cárnicas, las firmas de outsourcing informático que proveen a las grandes compañías de jóvenes
profesionales de la informática a precios de saldo, a veces hasta de 600 euros al mes.
Todo ello explica que en España se reciban con cierto escepticismo las informaciones sacadas de la prensa estadounidense sobre la fuerte capacidad
negociadora de los jóvenes de la generación Net, que llegan a los despachos de los jefes de RRHH exigiendo condiciones de trabajo flexibles, conciliación,
promoción rápida, incentivos y sueldos de ensueño. Algo que no ha ocurrido ni por asomo en España. Ni en los mejores años del boom económico. La falta en
España de una masa crítica de grandes empresas –en la industria o las nuevas tecnologías– que demande este tipo de profesionales y la estructura organizativa
de la empresa española, jerarquizada, han reducido las posibilidades de incorporación y ascenso de esta nueva generación.
Precariedad laboral
En España, el paro entre los jóvenes de 20 a 24 años alcanzaba a finales de 2008 el 24,8% de los trabajadores activos en este tramo de edad. Aunque baja en el
caso de los universitarios de ese tramo de edad, éste se mantiene en España, según la OCDE, en torno al 14%. Y esto no es todo. Según un estudio del Ivie, el
79,4% del primer trabajo que consiguen los jóvenes es contrato laboral o incluso un puesto sin contrato (18,2%). Una situación que se mantiene a lo largo de
los años. Pese a que la tasa de temporalidad está en España en torno al 32% (la más alta de Europa), en el caso de los jóvenes de 20 a 24 años no baja del 55%
y en los jóvenes de 25 a 29 años tampoco baja del 45%.
Este estado extendido de precariedad es la principal explicación de que los jóvenes de la generación Net sigan en casa de sus padres, incluso a edades más altas
que los de la anterior, la X, algo que no deja de ser un mal síntoma. Pese a que entre 2000 y 2008, según el Informe de la Juventud en España, el porcentaje de
jóvenes de 29 años (varones) que vive con sus padres bajó del 49% al 34,4%, estas cifras siguen resultando anormales cuando se comparan con ratios del 20%
o 25% en el norte de Europa. Y este porcentaje, en España, llega a alcanzar el 43% en los jóvenes de 27 años y el 59% en los de 24.
Lo peor es el deterioro económico en ciernes. Si la situación de estos jóvenes ya mostraba bastantes sombras, la llegada de la crisis puede agravar el estatus y
las perspectivas de futuro de los ‘Net’, que venían con la intención de arrasar. La única salida, para los mejor preparados y que sean bilingües, será la de
buscarse la vida en otros países de Europa o en EE UU, una situación que han conocido miles de jóvenes franceses a finales de los 90 y primeros años de la
actual década, que entonces se lanzaron a la conquista del Reino Unido. ¿Será que estamos, pues, ante una nueva generación perdida.
Hijos de internet y la globalización: Así son los jóvenes de la nueva generación Net en España
La generación Net, o Y, está haciendo correr ríos de tinta. Un estudio del IESE con recomendaciones a las empresas sobre cómo tratar con ellos, Motivaciones
y Valores de la Generación Y, dice que representan una auténtica revolución, no ya frente a los “Baby Boomers”, ahora en los 55 o 60, sino incluso frente a los
de la X, de los que les separan 20 años.
Se trata, en España, de jóvenes nacidos en democracia, que no han conocido ningún otro sistema y a los que las historias sobre la Transición les parecen
batallitas lejanas. Han vivido en la abundancia, saben del paro de oídas. Fueron niños muy deseados, nacidos en matrimonios relativamente tardíos, con los dos
padres trabajando, bajo el concepto de la paternidad responsable y normalmente con un solo hermano. Muy protegidos y bastante consentidos, lo que está
marcando sus valores y psicología y su entrada en la edad adulta. El que los padres tuvieran horarios muy largos les obligó a pasar mucho tiempo solos. Han
tenido que rellenar su tiempo con mucha televisión, informática y videojuegos. Se han acostumbrado a manejarse solos, lo que les ha venido bien.
Son, como se sabe, techies consumados. Han vivido la llegada de sucesivas olas tecnológicas, que han cambiado a velocidad de vértigo. Internet, las descargas,
los chats, los SMS, las redes sociales, los ordenadores, las consolas, los videojuegos, Nintendo o los móviles son como su segunda naturaleza. Nada extraño
que haya que aprender. No tienen ningún problema con la tecnología. El 92% de los jóvenes de 16 a 24 años son usuarios de Internet. Casi la mitad se pasa, al
menos, 20 horas a la semana conectado. Es tal su simbiosis con la tecnología que, según señalan en el estudio del IESE, “no pueden entender cómo la
generación anterior ha podido vivir sólo con dos cadenas de televisión y teléfonos clavados a la pared”.
Su fácil manejo de consolas y teclados de móviles, su exposición durante varias horas al día al zapping televisivo y a los bombardeos de imágenes de los
videojuegos han conformado en ellos una psicología muy especial. Lo suyo es la información inmediata y visual. No les gusta leer, ya que un libro requiere
horas y están habituados a obtener la información en minutos. Tienen poca paciencia. Saben que las informaciones y las novedades se agotan rápidamente. Se
aburren fácilmente y necesitan estímulos continuos. Son un grupo fragmentado, disperso por tribus diseminadas (a veces en distintos países) que se descargan
ficheros (con música, películas, productos…) por Internet o móvil. En materia de productos, gustos y modas apuestan por la diversidad. Frente a sus padres,
que recibían mensajes uniformes y apostaban de por vida por unas mismas marcas o procedimientos, ellos van siempre detrás de lo último.
Tampoco han conocido otra cosa que la globalización. Han viajado más, de vacaciones o para estudiar. Son la generación de los viajes low cost y las reservas
de avión por Internet, se manejan en inglés en la Red, donde chatean o se introducen en grupos con componentes de varios países. Han crecido en un país más
diverso y aceptan esa diversidad sin sorpresa ni asombro. Sus gustos y modas vienen de fuera y no vacilan en ir a informarse al punto de origen.
Como apenas han conocido el paro masivo y la pobreza, tienen escaso miedo al futuro y son bastante confiados. Han vivido en un estado de bonanza
económica continua. Sus padres no les han negado nada. O casi nada. Éstos, al contrario de los de la generación tradicional, han dado (incluso en las clases
trabajadoras) una enorme importancia al valor de la formación y han mostrado disponibilidad total para invertir en estos temas: buenos colegios, clases
especiales, vacaciones en Inglaterra, MBAs, etc.
Ahora bien, no parecen muy dispuestos a pasar por los mismos sacrificios vitales que observaron en sus padres, a los que han visto trabajar a los dos y pasar la
mayor parte del día en la empresa. Lo que explica que den mucha importancia a eso de mantener espacios al margen del trabajo, como si se apuntaran al dicho
de que “no se vive para trabajar, sino que se trabaja para vivir”. Buscan la flexibilidad horaria y valoran la conciliación. Pese a que han asimilado una cierta
ética del trabajo, muestran una actitud más crítica con las organizaciones y el sistema. También son jóvenes durante más tiempo, en algunos casos siguen
siendo adolescentes después de los 25.
…Y así son en el trabajo
La gran pregunta que se hacen los sociólogos y especialistas en RRHH es qué pueden aportar de nuevo estos jóvenes al mundo de la empresa, unos jóvenes
que, según el consultor Jeroen Boschma, autor del libro la Generación Einstein, son la generación “más rápida, más lista y más sociable de la historia”.
La tecnología es una de las claves. “Esta generación –afirma el informe del IESE– es la primera que ha convivido siempre con las nuevas tecnologías de la
información”. Otro punto fuerte es su disponibilidad para actuar decididamente cuando se les motiva. Pese a que se les acusa con frecuencia de ser menos
activos que sus padres, y mostrar cierta propensión a la inactividad, sí son capaces de moverse si se les incentiva.
Se dice que pueden ser más rápidos que sus antecesores. También aquí juega el factor tecnológico. Un experto explica que “las personas duchas en utilizar los
videojuegos son capaces de procesar información visual compleja más rápidamente y mejores a las hora de desarrollar varias tareas al mismo tiempo, lo que
las hace más adecuadas para los tiempos que corren”. Otro factor es que, debido a las condiciones en que han vivido, tienen más capacidad para resolver
problemas. Su respuesta ante los desafíos suele ser positiva. También son más sociables y funcionan mejor en entornos creativos.
Acostumbrados a la inmediatez y a los resultados rápidos, sin embargo no les gustan las tareas largas, meticulosas y de gran laboriosidad. Les interesan poco,
explica el estudio del IESE, los procesos. Trabajan conforme a resultados. Más que dedicarse a una tarea por sí misma, se preguntan qué objetivo hay que
conseguir y van a por él, en el menor espacio de tiempo posible.
Les motiva escalar posiciones. No tanto por lo que representan de rango, afirman los expertos, o poder, sino porque implican su reconocimiento. Quieren
trabajar por objetivos, vinculando su salario al logro de éstos. Además, porque eso les da independencia para mantener su espacio personal y conciliar su vida
profesional con la personal. Estos chicos, que no tienen la necesidad de trabajar “porque en casa lo tienen todo”, odian las jornadas interminables, porque
quieren controlar su tiempo y no perderse todas esas actividades con las que disfrutan.
Su mente abierta al mundo, mayor facilidad y conocimiento de los idiomas (que utilizan en Internet), mayor familiaridad con el exterior y mayor aceptación de
la diversidad y la diferencia, junto con la edad, les hace interesantes para las empresas que están en proceso de expansión exterior y necesitan enviar gente al
extranjero. Además, porque tienen menos compromisos de tipo familiar.
Según parece, el gran problema es que tienen cierta dificultad para integrarse en estructuras jerárquicas rígidas. Entre otras razones porque sus padres (al igual
que la sociedad en general) han sido bastante permisivos.
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