No. 1 - FLACSO Guatemala

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Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, No. 1, febrero de 2001 / 1
Publicación mensual de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales/Flacso-Guatemala
2001:
“EN
BALANCE Y PERSPECTIVAS POLÍTICAS
RÍO REVUELTO... NADIE
EDITORIAL
Hace cuatro años, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO-Guatemala, inició una publicación mensual, centrada en el análisis de la coyuntura
política y social. Diálogo ofrecía un aporte a la reflexión durante aquel difícil
período que se iniciaba inmediatamente después de la firma de la paz, en diciembre
de 1996.
Han transcurrido cuatro años desde aquella memorable fecha en que
se suscribió la paz y desde que FLACSO abrió diálogo como su publicación
mensual. Desde enero de 1997 hasta enero del 2001, se han editado 44
números cubriendo igual cantidad de temas, en los que connotados cientistas
sociales y especialistas de distintas materias, tanto nacionales como
extranjeros, sintetizaron sus interpretaciones y aportes dirigidos a sectores
de la sociedad guatemalteca que aspiran a estar informados y a debatir sobre
los problemas seculares del país.
En su momento, diálogo sustituyó la productiva y fructífera labor de la
Revista Polémica, cuya edición había empezado en Costa Rica. Hoy damos un
paso adelante al convertir nuestra publicación en un suplemento dominical y
mensual, que circulará gracias a la hospitalidad de elPeriódico, al apoyo de Magna
Terra editores y al aporte financiero de la Agencia Sueca para el Desarrollo
Internacional –ASDI–.
A través de esta nueva forma de circular, diálogo aspira a cubrir a un
número sensiblemente mayor de lectores y cumplir así con uno de nuestros
principales objetivos: difundir conocimientos relacionados con las ciencias
sociales y propiciar la reflexión y el debate sobre temas relevantes y que
conciernen a la sociedad guatemalteca.
Esperamos que con su lectura y opinión nos ayuden en esta labor.
© Hugo de León
Nueva época, No. 1, febrero de 2001
E
l análisis de la situación política actual muestra que muchos
de los problemas que confronta la administración Portillo/
FRG, son similares a los que caracterizaron a los gobiernos de la
transición a la democracia, desde el inicio de ésta en 1986. No obstante, también resaltan otros, con especificidades y matices propios.
El deslinde en todo caso, no siempre resulta fácil. Es por ello que el
interés de esta reflexión sobre la coyuntura crítica que se está
constituyendo en Guatemala, no puede limitarse al análisis exclusivo
de la administración que principió el 14 de enero del 2000. Estamos
frente a una situación producto de la acumulación secular de problemas
no resueltos y de raíces profundas. Por momentos, se tiene la sensación
contradictoria de que las dificultades actuales son magnificadas por
algunos medios de comunicación, que ejecutan una feroz oposición,
ruidosa y que reacciona ante los excesos verbales del presidente y la
ineficiencia de su administración y no frente a la inacción del Estado y la
situación política nacional, que es, en su conjunto, la que atraviesa un
mal momento. Es necesario entonces examinar ese trecho en una
perspectiva mayor para responderse a la pregunta ¿cómo se encuentra
Guatemala al inicio de este siglo?
es una publicación de
FLACSO - Guatemala y de
elPeriódico.
Secretario General de FLACSO
Wilfredo Lozano
Director de FLACSO - Guatemala
Víctor Gálvez Borrell
Suscripciones: FLACSO - Guatemala 5a. avenida 6-23, zona 9
Tels: (502) 362-1431 al 33 Fax: (502) 332-6729
Correo electrónico: [email protected]
Página web: http://www.geocities.com/athens/rodes/9162
Diseño, edición y diagramación: Magna Terra editores
CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO
Víctor Gálvez Borrell, Director
Virgilio Álvarez, Coordinador Académico
Walda Barrios/Silvel Elías/Gisela Gellert/Irene Palma/Edgar
Pape/Jorge Solares/Edelberto Torres-Rivas
CONSEJO HONORARIO
■ Alain Touraine, Escuela de Altos Estudios en Ciencias
Sociales, París, Francia. ■ Alejandro Portes, Johns Hopkins
University, USA. ■ Volker Lühr, Freie Universitat LateinamerikaInstitut. Berlín, Alemania. ■ Mitchell A. Seligson, University of
Pittsburgh, USA. ■ Guy Hermet, Instituto de Ciencias Políticas,
París, Francia.
2 / Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, No. 1, febrero de 2001
EL SISTEMA FLACSO
EN EL TERRENO DE LAS APARIENCIAS
La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales -FLACSO- es el programa
de formación en ciencias sociales más importante del continente. Cuenta
con unidades académicas en diez países de América Latina, realiza
actividades de investigación, docencia, extensión, asesoría y publicaciones,
y mantiene estrecha colaboración con instituciones científicas, tanto de
carácter nacional como internacional.
A iniciativa de la UNESCO, la FLACSO se constituyó en 1957 como un
organismo de carácter internacional, intergubernamental, de carácter regional y autónomo. La Facultad se organizó, inicialmente, en Santiago de
Chile, en donde se ofrecieron los primeros cursos de posgrado. A partir
de 1973 se produce el crecimiento institucional de la FLACSO, habiéndose
creado unidades académicas en Argentina, Chile, Ecuador, Brasil, Costa
Rica, México, Guatemala, República Dominicana, Cuba y El Salvador. Este
crecimiento ha obedecido al interés de los países latinoamericanos por
adherirse al Acuerdo General de constitución de la Facultad. Sus órganos
de gobierno y su estructura interna están establecidos en dicho Acuerdo.
La sede del sistema FLACSO es la Secretaría General, que se encuentra en
San José, Costa Rica, desde junio de 1979.
En la medida en que avanza la década, la sociedad guatemalteca parece
caminar hacia un despeñadero. Hay quienes tienen la impresión de que
en el timón del gobierno no hay nadie o que hay muchos y de ahí la
errática dirección del camino. Dos factores críticos se conjugan. Por
una parte, los inesperados errores políticos y en cadena de quienes
detentan el poder; por el otro, los efectos del atraso político y cultural
del conjunto de la sociedad guatemalteca, esa poderosa inercia de lo
premoderno que está contenido en el Estado contrainsurgente y en las
fuerzas sociales y políticas que lo hicieron posible y que se resisten a
desaparecer. La explicación que se propone, mas allá del nivel de las
apariencias en el que parecieran quedarse retenidos numerosos
columnistas de la prensa escrita, es que la crisis tiene un aspecto
coyuntural, ciertamente, pero que corresponde al mismo tiempo al
carácter estructural, excluyente e inequitativo de la sociedad
guatemalteca, a las fuerzas políticas y económicas, algunas de cuyas
élites dirigentes actúan en el escenario de la crisis, como si 36 años no
hubieran sido suficientes para cambiar. El gobierno Portillo se mueve
en el interior de una crisis de la que resulta ser coautor y víctima.
Probablemente en este nudo resida la verdadera naturaleza de lo que
está sucediendo.
La paradoja de la experiencia guatemalteca se arrastra desde
1982, porque la opción democrática no surgió como expresión de fuerzas
políticas organizadas que lucharon desde abajo y con éxito frente a la
dictadura militar. La apertura política inicial fue parte del juego de la
guerra y estuvo dictada por su propia lógica. La decisión de abandonar
el gobierno y “retornar a los cuarteles” que tomó la cúpula militar,
coincidió con un repliegue casi continental de las fuerzas armadas en
aquellos países en los que funcionaban regímenes autoritarios. En este
sentido tuvo una inspiración foránea, pero también fue una pieza fundamental de la estrategia dirigida a disminuir, en el límite, la virulencia del
conflicto. En un tour de force institucional se razonó que legitimando el
poder autoritario y la represión con gobiernos civiles libremente electos,
la guerrilla perdería sus “banderas” y se alcanzaría la victoria política
sobre los insurrectos.
FUNCIONES
●
Asegurar la formación de especialistas en ciencias sociales en
América Latina, a travésde cursos de posgrado y especialización.
● Realizar investigaciones en ciencias sociales sobre asuntos relativos
a la problemática latinoamericana.
● Difundir en la región latinoamericana y con el apoyo de los gobiernos
y otras instituciones, conocimientos en ciencias socales, sobre todo,
el resultado de sus propias investigaciones.
● Colaborar con universidades e instituciones similares de enseñanza
e investigación en América Latina.
● Realizar todas las actividades académicas relacionadas con las
ciencias sociales que apunten al desarrollo e integración de los
países del continente latinoamericano.
FLACSO-GUATEMALA
inició actividades en Guatemala en 1986 y fue reconocida
formalmente, a través del Decreto 96-87 del Congreso de la República. De
acuerdo con dicha regulación, su propósito es cooperar en el desarrollo de
las ciencias sociales en el país, en los campos de la investigación, docencia
superior, asistencia técnica, difusión y publicaciones especializadas.
FLACSO-Guatemala tiene un carácter multidisciplinario en el campo de
las ciencias sociales y trabaja en colaboración con universidades, centros e
instituciones de investigación, así como con entidades gubernamentales,
al igual que con instituciones internacionales de similar carácter. Sin
abandonar su vocación nacional, FLACSO-Guatemala también se involucra
en tareas de investigación y docencia que tienen como ámbito la región
centroamericana.
Existen tres categorías de unidades académicas de FLACSO en América
Latina: los proyectos (cuando se inician actividades), los programas (cuando
se consolidan tales proyectos) y las sedes académicas (cuando el desarrollo
alcanzado por la actividad docente y de investigación así lo justifica). Guatemala se convirtió en Sede Académica el 29 de septiembre de 1998, cuando la
Presidencia de la República ratificó el acuerdo inicial suscrito con la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales. Ello le permitió elevar el nivel de los
programas y las certificaciones académicas que extiende a sus estudiantes,
en beneficio de la mayor calificación del recurso humano del país.
F LACSO
© Hugo de León
Publicación mensual de FLACSO
LAS TAREAS INCONCLUSAS
Dentro de este contexto contradictorio, el Estado contrainsurgente no
se desmontó con la victoria de Vinicio Cerezo en 1985. Los intereses
democráticos tardaron mucho más en poder organizarse y, cuando lo
hicieron, la cuota de sangre se había ampliado, ya que la guerra pero
sobre todo la represión, duraron hasta 1996. Lo que pocos previeron
fue que la presencia de políticos civiles en el gobierno y la decidida
presión internacional, facilitarían el fin del conflicto armado. Con
balbuceos iniciales en 1987, con mayor voluntad política en 1991 y con
verdadera decisión en 1996, concluyó el proceso de negociación y se
firmó la “paz firme y duradera”. El juego electoral y la participación
social y política contribuyeron lenta pero indefectiblemente, a cambiar
el escenario bélico y al silencio de las armas. El conflicto fue substituido
gradualmente por la competencia partidaria, por el debate público, por
mecanismos de concertación, por el ejercicio de los derechos políticos
y por la práctica de varias consultas electorales. Desde 1985, Guatemala entró de manera zigzagueante en un desarrollo democrático que
debió acelerarse cuando las negociaciones de paz culminaron el 29 de
diciembre de l996.
La administración que suscribió formalmente la paz perdió, sin
embargo, la oportunidad histórica de convertirla en el cimiento de la
consolidación democrática. Ello sucedió, en parte, porque el PAN, Álvaro
Arzú y su equipo más próximo, estaban más interesados en fortalecer
el proyecto de gobierno y garantizar la continuidad del partido en el
poder, que la democracia a través de una apertura política multipartidista
y de una mayor participación social, que en todo caso, podrían hacerles
perder el control del gobierno o generar tensiones entre intereses
poderosos. Se desperdició así una oportunidad única y la fuerza política
y moral que tenía en aquel momento quien firmó la paz. En lugar de
convocar a la sociedad guatemalteca en un proyecto de largo plazo, de
reconstrucción y reconciliación nacional, se monitorearon los “beneficios
de la paz” a través de la publicidad y se intentó diferir la ejecución de
varios de los compromisos contemplados en sus acuerdos, apuntalando
la “imagen del régimen”, para lo cual el ex presidente Arzú contó con la
mirada complaciente de la opinión internacional.
El interés inmediatista, el aprovechamiento publicitario y el temor
de avanzar y profundizar en las reformas, hicieron que Arzú y el PAN
dejaran perder la posibilidad de fortalecer la democracia. Se olvidaron
de que la negociación, aunque limitada en sus actores, había sido el
resultado de un largo y accidentado proceso en el que participaron otros
protagonistas, para convertir la paz en un éxito partidista y conseguir,
así, réditos electorales en 1999. Al hacerlo, también dejaron una pesada
herencia para las futuras administraciones. Ello lleva a pensar que la
administración del PAN tenía una concepción “gerencial” de la paz: la
misma serviría para mejorar la gestión pública, pero no para reconstruir
un nuevo Estado y una nueva sociedad.
Algunos ejemplos bastarían para mostrar lo indicado, así como la
debilidad democrática de Arzú y el PAN: no se jugaron a fondo con
ocasión de la reforma constitucional para elevar a ese rango los
principales compromisos de los acuerdos de paz. Los cambios bien
pudieron haberse decidido en 1997 y la suerte de la consulta popular
de mayo de 1999 hubiera sido otra, pues la administración de Arzú
gozaba todavía en aquel año de mayor prestigio. En su lugar se retrasaron
y el PAN, como partido, adoptó una actitud titubeante y temerosa de
perder simpatías para las elecciones generales de 1999, cuando intuyó
que las fuerzas del rechazo estaban trabajando más y mejor que las del
apoyo. Tampoco se tomaron medidas oportunas para desmontar el
Estado Mayor Presidencial y para investigar y procesar a los
Nueva época, No. 1, febrero de 2001 / 3
sospechosos de integrar las redes del crimen organizado (el caso
Moreno tuvo un carácter publicitario y espectacular y perseguía más
bien ganar un caballo en el ajedrez electoral que se avecinaba, que
atacar efectivamente la impunidad). No hubo voluntad de introducir una
reforma al sistema tributario y alcanzar en el plazo previsto el 12% que
estipulan los acuerdos de paz, ante el temor de afectar algunos intereses
de grandes fortunas que podrían ser de utilidad en la campaña política
de 1999. Fue igualmente mediocre la actitud frente a las
recomendaciones de la Comisión de Esclarecimiento Histórico y con
un carácter simbólico, el presidente Arzú se negó a recibir personalmente
el histórico documento, en el memorable acto del Teatro Miguel Ángel
Asturias, en febrero de 1998. El asesinato de monseñor Gerardi y su
esclarecimiento, planteó un desafío puntual al gobierno que éste no
supo enfrentar y decidió “dejar para el próximo” su solución.
La elección de Alfonso Portillo dentro de este contexto, fue una
expresión del desencanto y de la culminación de la serie de
contradicciones propias de la transición a la democracia con guerra
interna (1986-1996). Las cuatro administraciones de la transición
arrastraron consigo los efectos negativos de esta contradicción:
reactivación de partidos políticos, elecciones y promesas de ampliación
de la democracia por una parte, con represión, violaciones a los derechos
humanos y defensa a ultranza de los intereses gestados durante el
largo régimen autoritario (1954-1985) por la otra. Durante la transición
se intentó la construcción democrática pero sin fuerzas políticas
democráticas que la respaldasen. Esta aseveración es aplicable tanto a
las fuerzas conservadoras como a la insurgencia, durante el proceso
de negociación y después de la firma de la paz.
La crisis que se vive no es sólo la de un gobierno sino la del
Estado que no se ha reconstituido y por ello, más que problemas de
coyuntura, los que están aflorando son contradicciones que se originan
en las herencias del atraso, en los demonios del pasado y en una
reconciliación que aún no llega. Si se dice que el gobierno actual agudiza
ese largo proceso crítico, es porque ha magnificado las dificultades
preexistentes de la política heredada y ha sumado varias causas propias:
●EL PRESIDENTE PORTILLO PARECE SER VÍCTIMA DE SU PROPIA BIOGRAFÍA.
Durante un período de su juventud, transcurrida en el exilio, tuvo una
reconocida militancia de izquierda, pero ahora fue el candidato de un
partido político de difícil clasificación ideológica. El FRG es una
formación de base caudillista, que incluye una mezcla abigarrada de
fuerzas conservadoras, de grupos confesionales, de militares y
paramilitares, de algunos grupos empresariales y de desprendimientos de la antigua izquierda. Su sola ubicación como partido de
derecha, como usualmente suelen señalar algunos analistas, es
insuficiente para dar cuenta de sus características. Portillo fue electo
popularmente, con un amplio apoyo ciudadano, pero sin programa
partidario claro y con un discurso “multiusos”, que durante la
campaña electoral y actualmente, sigue siendo calificado de populista.
El carácter populista se acrecienta a través de una oferta electoral
desmesurada, emocional, complaciente y variable según el público,
pero que encuentra dificultades para concretarse.
● EL GOBIERNO ES RESULTADO DE UN EQUILIBRIO INESTABLE Y SUS INICIATIVAS SON
MULTICÉFALAS. El mandatario identifica su administración como pluralista
pues en la misma aparecen personalidades de la derecha económica,
militantes del partido oficial, líderes de organizaciones populares,
algunos políticos oportunistas, tecnócratas, así como figuras de la
4 / Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, No. 1, febrero de 2001
En el interior de esta difícil cohabitación se distingue, no obstante,
la importancia del grupo afín al partido oficial (que también domina el
Congreso de la República) y del vicepresidente de la República, frente
al resto de funcionarios que no tiene este origen militante. La razón es
simple: el presidente Portillo es el jefe del gobierno pero no el líder del
partido en el poder, lo que explica el comportamiento peculiar de la
actual administración, distinto del de las otras de la transición, en las
que el presidente también lideraba al partido oficial, incluyendo el caso
de Serrano Elías, a pesar que no contaba con mayoría parlamentaria.1
No obstante lo anterior, también existen diferencias en el seno del FRG,
que no son fáciles de identificar pero que tienen que ver con los orígenes
de la militancia partidista y que no fueron visibles por la personalidad de
Ríos Montt, fundador y su líder indiscutido, pero que aparecieron en
cuanto los dividendos del poder estuvieron a la mano. Dentro de un
contexto como el descrito, es explicable pero no por ello justificable
que existan dificultades para alcanzar una dirección unificada de gobierno,
más allá de las declaraciones de política.2 Una composición tan disímil y
con tantas fuerzas centrífugas como las que aparecen en el gobierno,
dificulta el trabajo de la administración pública. El gobierno debe gobernar
porque para eso fue electo, pero parece que el estilo gerencial del
presidente también contribuye a dificultar las cosas.
¿UNA DEMOCRACIA “ENFERMA” O “PASMADA”?
La gradual consolidación democrática que debió darse una vez firmada
la paz no se ha producido. Ello confirma lo ya señalado en el sentido
que en Guatemala está ocurriendo una transición democrática sin
actores democráticos. El análisis que se hace a continuación es un
intento por responder a la pregunta ¿hacia dónde nos estamos
moviendo? Un proceso democrático puede avanzar con mayor o menor
dificultad, respaldado por actores que lo apoyan y que están convencidos
de que la democracia, a pesar de sus limitaciones o imperfecciones, es
la mejor forma de gobierno posible. En la teoría política reciente, ello
está previsto, pero también lo está que puedan ocurrir reversiones o
restauraciones autoritarias, es decir, retrocesos al antiguo orden. O
bien que se produzca una situación intermedia, ambigua, esencialmente
contradictoria, que sucede cuando la transición se empantana, cuando
siguen funcionando algunas de sus instancias y principios (partidos
1
La excepción fue la administración de De Léon Carpio, que careció de un partido oficial y de un grupo
partidista en el Congreso por las circunstancias excepcionales en las que asumió el poder.
2
Un ejemplo de estas dificultades se encuentra en la política de descentralización que ha producido un
largo y enconado desgaste entre las instancias y los responsables de ponerla en práctica durante el
primer año de gobierno. Otro más reciente es el de los efectos de la reducción del presupuesto que
produjo la desaparición de varias secretarías de gobierno, a pesar de que el propio presidente asistió a
las reuniones con los diputados para discutir dicho presupuesto, a finales del 2000.
© Hugo de León
izquierda en reposo ideológico. Es útil recordar que estas últimas
fueron llamadas por vínculos de amistad y que su participación ha
sido a título personal y sin ninguna conexión orgánica, pero que con
ello han contribuido en parte al desconcierto del resto de la izquierda.
Cuando esto ocurre, más que de pluralismo ideológico se trata de
una sumatoria de nombres particulares que tienden indefectiblemente
a verse superados por la dirección que impone el equipo dirigente,
por lo general, el núcleo duro del partido de gobierno. Ello es muy
distinto, por ejemplo, de los casos de las coaliciones de gobierno de
otras democracias del primer mundo, en las que se ha decidido de
antemano integrar un gabinete y cada uno de los participantes acepta
colaborar y mantener sus vínculos claros con su organización de
origen, mientras dure la coalición.
políticos, elecciones, autoridades electorales, división de poderes, etc.)
pero se van vaciando de contenido, porque la democracia no se
generaliza ni interiorizan sus valores cuando no se revitalizan los partidos
y la clase política, cuando las personas pierden la confianza y hasta la
esperanza, porque no se asumen ciudadanos y no se sienten
comprometidos ni capaces de influir en el Estado. En suma, cuando la
política se percibe como un “mal necesario” (pero cada vez menos
necesaria y cada vez más execrable). Esa situación es grave porque
revela una debilidad esencial de las fuerzas democráticas y
paralelamente, un renovado vigor de los actores con asideros en el
pasado autoritario. Para efectos locales, correspondería denominar a
esta situación la de una democracia que se enferma o que se pasma y
parece detenerse desorientada, sin saber qué rumbo tomar. Algunos
de los rasgos que se exponen a continuación podrían considerarse como
parte de los riesgos de que esté ocurriendo en Guatemala un proceso
de este tipo.
● LA VOLATILIDAD DEL ENTUSIASMO ELECTORAL Y DEL APOYO POLÍTICO CIUDADANO.
El comportamiento político de los guatemaltecos parece estar
dominado, a lo largo de la transición democrática, por una conducta
guiada por el ensayo-error para escoger al candidato de sus simpatías
en cada consulta electoral y por una mutación muy rápida en el apoyo
concedido al equipo ganador que está iniciando el gobierno. Ello
esconde descontento y frustración, que fundamentan una peligrosa
tendencia a la pérdida de confianza y credibilidad en las instituciones
democráticas y en la política en general. Este doble comportamiento
principió con la administración demócrata cristiana, cuando el
candidato ganador obtuvo 68% de los votos y el partido consiguió la
mayoría en el Congreso y 66% de las alcaldías. El descontento con
Vinicio Cerezo empezó a hacerse palpable durante el segundo año,
conoció dos intentonas de golpe de Estado y su partido apenas
obtuvo el 17% del favor del electorado en las siguientes elecciones.
Serrano Elías alcanzó el 60 % de los votos en 1991, pero el
descontento era tal en mayo de 1993, que el gobernante optó por
un fallido golpe de Estado para enfrentarlo y su partido quedó
prácticamente eliminado en la siguiente contienda electoral. El PAN
sufrió un proceso semejante al pasar del 51.2% de los votos en
1995 para perder con 32% en 1999.
Publicación mensual de FLACSO
El proceso anterior muestra que el ciudadano ensaya en cada
oportunidad, al escoger a un candidato y a una formación política
distintos, que vota más por castigo que por opción, pero que también
participa cada vez menos en las respectivas contiendas electorales.3
El otro efecto de este comportamiento de prueba y error, es el rápido
desencanto con el candidato ganador, luego que éste principia a
hacer gobierno. Ello provoca que en las siguientes elecciones, su
partido político prácticamente se eclipse. La historia de lo ocurrido
en 1999 y de la administración actual, confirman este comportamiento
(aunque se desconoce obviamente cuál será el desenlace y la suerte
del FRG en la contienda electoral del 2003). Pero lo que está
sucediendo es que se está peligrosamente acortando el tiempo en
el que aflora el desencanto. En efecto, luego de haber obtenido el
68% de los votos en las elecciones de 1999, el presidente Portillo
registró un sensible descenso de su popularidad, a juzgar por las
encuestas que se realizaron casi al inicio de su administración.
Lo anterior guarda relación con los enormes retos que existen para
reducir la pobreza y con la persistencia de los déficit sociales
acumulados desde décadas y que los años de la guerra acrecentaron;
con las limitaciones de un Estado ya de por sí débil para cumplir sus
funciones de promoción del bien común, pero que quedó aún más
frágil luego de la “década perdida” y del conflicto armado interno; y
con la magnitud de las promesas electorales ampliamente difundidas
durante la última contienda. Esto confirmaría lo indicado al inicio de
este ensayo, en el sentido de que los problemas obedecen a una
doble clave: la existencia de restricciones propias del Estado
guatemalteco y los problemas magnificados por la actual
administración. En todo caso, el “desencanto con el gobierno” tiende
a trasladarse al resto de las instituciones, contribuye a la
desvalorización de la política, estimula la inercia del ciudadano, así
como las veleidades autoritarias.
● LAS DEBILIDADES DE LA OPOSICIÓN POLÍTICA Y DE SUS CANALES DE EXPRESIÓN. El
panorama a lo largo del año 2000 confirma la tendencia en el sentido
que la arena política se ha trasladado de los partidos a las
organizaciones sociales y ello, a pesar de la atomización, debilidad,
desarticulación y resultados limitados que tales organizaciones
consiguen. Existe coincidencia en la mayoría de los análisis que se
han realizado en el país, sobre las deficiencias de los partidos
políticos, su escasa implantación y el limitado apoyo y credibilidad
que generan en la población.4 En este sentido, son los actores que
con más dificultad han logrado su reconversión desde el inicio de la
transición democrática hasta la fecha. Pero en el caso de los partidos
de oposición que tienen representación parlamentaria, la situación
muestra signos innegables de inanición. En efecto, como expresión
de su derrota electoral, el PAN entró en crisis y un sector de sus
diputados se separó integrando el “bloque unionista”. En enero de
2001, sin embargo, algunos de los fundadores de dicho bloque
anunciaron también su retiro de éste. La izquierda parlamentaria,
por su parte, también ha dado muestras de división y la escisión de
la ANN y la diáspora de sus diputados por el surgimiento de diferencias
irreconciliables entre sus directivos, es sólo cuestión de tiempo.
3
Desde la cifra récord de participación electoral registrada para las elecciones a Asamblea Nacional
Constituyente en 1984 (78.1%) hasta las generales de 1995 (37% para la segunda vuelta), el descenso
en la asistencia a las urnas ha sido evidente. Dicha proporción se elevó levemente para la consulta
electoral (40.4% en la segunda vuelta). Esta tendencia al descenso en la participación ciudadana debe
no obstante matizarse, por los problemas de un padrón electoral envejecido, que registra alta
sobreenumeración (cifra de muertos y migrantes no descontados).
4
ASIES-Universidad de Pittsburgh, La cultura democrática de los guatemaltecos, 1998. PNUD-IIDH-CAPEL, El
desafío democrático, reflexiones de las sociedades centroamericanas ante el resultado del
Latinobarómetro, 1997.
Nueva época, No. 1, febrero de 2001 / 5
Confirmarían así la apreciación según la cual la izquierda en Guatemala se asemeja a los restos de un naufragio. Todo lo anterior no ha
hecho sino acelerar la fragmentación de la oposición al FRG, ahora
más dividida que nunca. Y los partidos que han empezado a
organizarse o reorganizarse, lo hacen con el interés puesto en el
horizonte inmediato de las elecciones generales de 2003.
En estos momentos, quienes convocan, denuncian y movilizan la
opinión pública son organizaciones sociales y ONG vinculadas a la
defensa de los derechos humanos, a las que se añaden también
algunos medios de comunicación social. Sus demandas son de
carácter sectorial, generalmente motivadas por decisiones puntuales
o escándalos gubernativos, como el caso de la ley de bebidas
alcohólicas, la movilización para evitar la acelerada aprobación de
algunas reformas legales importantes, como la relativa a partidos
políticos o para garantizar transparencia en la selección de candidatos
a la Corte de Constitucionalidad por parte de los cuerpos electorales.
Los resultados en este sentido son diversos. Los plantones frente
al Congreso para protestar por el caso de la ley de bebidas
alcohólicas, mostraron una escasa capacidad de convocatoria y las
dificultades para garantizar su persistencia. El éxito en retrasar la
aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos
fue mayor y resta por ver si se obtienen resultados en cuanto a la
transparencia del proceso de selección para el caso del tribunal
constitucional. Frente a estas organizaciones también existen las
que presionan para evitar que el Código de la Niñez cobre vigencia
y se aprueben salarios mínimos, las que pugnan por incrementar las
penas de determinados delitos o que se oponen a la educación
bilingüe y a los programas de salud reproductiva por ejemplo,
indicando que defienden de esta forma la democracia, en su versión
conservadora. En todo caso, son agrupaciones que están
protagonizando la acción política ante la manifiesta deficiencia de la
función que les correspondería a las formaciones partidistas.
Lo anterior parece ser una consecuencia no esperada del propio
proceso de negociación y de paz. En efecto, la negociación facilitó
en la práctica, lo que la transición a la democracia había tan sólo
potenciado: el surgimiento y ampliación de organizaciones sociales
de diversos matices e intereses sectoriales y gremiales. A las
tradicionales agrupaciones sindicales, estudiantiles, campesinas y
empresariales conocidas en Guatemala desde décadas, vinieron a
añadirse otras cuyo número y dispersión creció sensiblemente desde
la década de 1990: organizaciones indígenas, de mujeres, de micro,
pequeños y medianos empresarios, de derechos humanos, de
acompañamiento y desarrollo, etc. Tales agrupaciones recibieron
un importante apoyo de organismos bilaterales y multilaterales de
cooperación y muchos de ellos se caracterizaron por su especialidad
territorial (el occidente y norte del país), temática o enfoque de trabajo
(participación comunitaria y autogestión).
Este incremento en el número de organizaciones sociales no corre
paralelo, sin embargo, con la existencia de una acción concertada
entre ellas. En forma paradójica a lo que ocurría en la década de
1980 (en la que funcionaban menos organizaciones sociales pero
un vasto movimiento popular), en la actualidad se cuenta una
pluralidad de agrupaciones de diverso tipo, pero no existe un
movimiento social vigoroso y tales asociaciones aparecen muy
desarticuladas entre sí.
● LOS PELIGROS DEL RETORNO AL PASADO. Para complicar aún más la situación
y la incertidumbre, el clima de inseguridad ciudadana se ha teñido
recientemente de un fenómeno que no es del todo nuevo, pero que
parece haber cobrado fuerza. Se trata de una manifestación de
violencia, que por el tipo de organización o de sujetos a quienes
6 / Publicación mensual de FLACSO
afecta, hace sospechar un retorno a los viejos procedimientos
intimidatorios del régimen autoritario. En efecto, algunos casos de
secuestro y los ataques a agrupaciones de derechos humanos, ONG
de mujeres y asociaciones partidistas que se registraron durante la
segunda mitad del año 2000, provocaron la sensación de que se
estaban reeditando las ominosas prácticas que en los años de la
guerra fueron responsables de la crisis de las organizaciones
populares y llevaron a tantos guatemaltecos y guatemaltecas al exilio.
Aunque los hechos ocurridos son ambiguos y no puede asegurarse
que obedezcan a una estrategia de este tipo, han contribuido al clima
de inseguridad que vive el ciudadano común y que los ofrecimientos
gubernamentales de ésta y de la administración anterior, no han
logrado atajar. Y es que una democracia sin seguridad y sin plena
garantía de los derechos humanos, es una democracia debilitada y
frágil. El problema es complejo porque no se resuelve sólo con más
policías, aunque una policía civil eficiente sea una condición necesaria,
pero no suficiente para ello. Es necesario que el sistema de seguridad
y justicia funcione en forma integrada y coordinada para beneficio
del ciudadano, lo que implica que el Ministerio Público, los tribunales
de justicia y el ministerio del interior mejoren su eficiencia y
coordinación. El fenómeno de los linchamientos pende como el
símbolo de la barbarie en la que puede hundirse la sociedad
guatemalteca, si sus sistemas de seguridad y justicia no reaccionan.
● LA INDEFINICIÓN DEL PROCESO DE RECONVERSIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS. El
año 2000 ha sido testigo de la forma como se ha complicado el
proceso de reconversión de la estructura militar del Estado, que venía
produciéndose de manera paralela a la democratización política y a
las negociaciones de paz y que, paradójicamente, se frenó durante
el propio gobierno que firmó el Acuerdo de Fortalecimiento del Poder
Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática. A nivel
declarativo, las intenciones de la administración actual de avanzar
en las transformaciones institucionales que ajusten las misiones,
funciones y estructuras militares a los requerimientos de un Estado
democrático y de derecho, parecieran ser más enérgicas que aquellas
ambiguas que caracterizaron los últimos años de la administración
del PAN. Los hechos muestran sin embargo, una situación confusa,
marcada por la ausencia de acciones concretas, por la existencia de
visiones contrapuestas sobre el tema en el interior del gobierno y
por el fortalecimiento de sectores militares reacios a una redefinición
de tales misiones, funciones y estructura de la institución armada.
De hecho, la compleja estructura de alianzas del gobierno actual ha
permitido que resurjan en la arena política militares en retiro –algunos
de los cuales fueron purgados de la institución por problemas de
corrupción o por su oposición al proceso de negociación de paz– y
que se sitúen en posiciones de poder que les otorgan la capacidad
de incidir y decidir en cuestiones relativas a las fuerzas armadas, la
política de seguridad del Estado y las relaciones de éstas con la
sociedad y con el Estado. Es una situación que en el interior del
ejército causa desconcierto y molestia, según lo han señalado
algunos militares en medios de comunicación y que va en contra de
los intereses de su modernización y profesionalización.
Guatemala vive una situación inédita en su historia política reciente:
el surgimiento de un poder militar extrainstitucional, cuya influencia
sobre las fuerzas armadas es consecuencia de su asociación con la
administración política y que forcejea con la estructura institucional
de mando en torno a temas cruciales para el ejército, estableciendo
sus propias alianzas con sectores militares de alta y civiles dentro y
fuera de la administración. Embarcada en un proceso de
transformación, inevitable ante el anacronismo que representa el
Nueva época, No. 1, febrero de 2001
Estado contrainsurgente, sin una clara orientación gubernamental
que apunte objetivos precisos y legítimos y con una estructura de
mando debilitada y fraccionada, la institución armada continúa en la
búsqueda de una definición de su sentido y misión en esta nueva
etapa de la vida nacional.
Es evidente que las fuerzas armadas ya no son lo que fueron antaño
y que ya no ocupan los espacios de intervención y control del Estado
de las décadas de los setenta y ochenta. Resulta igualmente cierto,
que los años de la transición a la democracia y de la negociación
para alcanzar la paz, así como los fenómenos de la globalización, la
redefinición de alianzas internacionales y las transformaciones
geopolíticas del mundo contemporáneo, han influido en el nacimiento
de una “mentalidad militar distinta”, que no se corresponde
necesariamente con el estereotipo que se manejaba en aquellos años.
Baste el pase forzoso a retiro de todo el generalato, por decisión de
la nueva administración, para ejemplificar el alcance de las últimas
transformaciones políticas que han tenido lugar. Este cambio, sin
embargo, está lejos de ser suficiente: ni la institución militar se ha
transformado total ni plenamente (nuevos valores, nuevas funciones,
nuevas estructuras), ni se han gestado con aceptación y legitimidad
las formas de control que deben garantizar –como ocurre con
cualquier otra institución pública– que su funcionamiento responda
a los intereses de un Estado democrático y de derecho, que está
aún por construirse en el país.
A inicios de 2001, el ejército parece encontrarse aún en una situación
de autonomía relativa que es peligrosa para la democracia: no controla
al poder político, pero tampoco es controlado efectivamente por éste.
Desde tal situación y ambigüedad, son factibles opciones diversas
y contradictorias. Por una parte, continuar avanzando en la
transformación hacia una institución moderna, ajustada a los
requerimientos de defensa de un Estado democrático, profesional y
apolítica, subordinada al orden legítimamente constituido. Pero
también se puede retroceder hasta la reconstitución del ejército como
poder político, con creciente capacidad de veto y como actor
protagónico, involucrado en las más diversas áreas de la vida política
y social del Estado, como parte de una reversión autoritaria.5
El reto de la actual administración es forjar una política que asegure
y oriente la transformación institucional en dirección de la
profesionalización y apoliticidad de las fuerzas armadas, en el contexto
de una gobernabilidad precaria y de una cultura política híbrida,
marcada por fuertes rasgos autoritarios en sus concepciones sobre
el poder, su ejercicio, la función del Estado y la cotidianidad. La
pregunta es si podrá alcanzarlo, superando así algunas de sus propias
contradicciones.
Y ¿QUÉ ESPERAR DE LA ECONOMÍA?
En este campo, la situación no parece muy alentadora. En efecto, los
desequilibrios heredados de 1999 con tasas de interés altamente
volátiles, la caída en los flujos de recursos externos y lo más grave, el
5
En este sentido, varios análisis coinciden en los riesgos de retorno al pasado que representan las
alianzas de militares en retiro y desplazados de puestos de mando, con civiles de tradición autoritaria y
golpista, pero se ha pasado por alto el fenómeno de inestabilidad que también representan otros grupos
que estuvieron vinculados a las fuerzas armadas y que se sienten desprotegidos y hasta traicionados
por no haber recibido los “dividendos de la paz”: ex miembros de la Policía Militar Ambulante,
discapacitados de guerra, desmovilizados del ejército y ex patrulleros de las PAC. Son un contingente
numeroso, no articulado entre sí pero muy crítico del proceso de paz y susceptible de movilizarse y de
reaccionar agresivamente frente a determinadas situaciones que les afecten o de conducirse dentro de
una renovada cultura autoritaria. Las denuncias sobre participación de ex patrulleros en casos de
linchamientos, son un ejemplo de ello.
Publicación mensual de FLACSO
© Hugo de León
deterioro en las expectativas de los agentes económicos, siguen
latentes. Esta tendencia está fuertemente influida por la incertidumbre,
la pérdida de confianza en la moneda y la política económica, ya que
las medidas de ajuste restrictivas iniciadas por las autoridades
económicas para disminuir los efectos de dichos desequilibrios, no
presentan mayores indicios de afirmarse o consolidarse. Por el contrario,
el crecimiento de las reservas, la disminución en las tasas de interés y
la estabilidad del tipo de cambio, constituyen avances que chocan con
el hermetismo del sistema bancario privado cuya cartera de créditos no
ha respondido adecuadamente para reactivar la producción, congruentes
con las señales de la política monetaria. Por su parte, el gobierno
central mantiene una continuada insuficiencia de ingresos y una baja
capacidad de ejecución, que le imposibilita poner sus propios apoyos
para consolidar los esfuerzos de estabilización.
La situación anterior mantiene un retraimiento de la inversión
privada y reactiva nuevas amenazas de inestabilidad en la generación
de empleo e ingresos, sin que pueda alejarse el temor de los riesgos
heredados de la crisis bancaria y la quiebra de financieras en que salieron
perjudicados miles de ahorrantes y que contribuyó a desprestigiar a la
administración del PAN, que a ojos de los afectados no hizo nada para
garantizar la salvaguarda de sus derechos frente a las quiebras
fraudulentas de las “financieras”. Situados en el contexto extraeconómico de la crisis, la relación riesgo-país es un agravante pues al
contrario de lo sucedido en otros años, las tasas de interés a niveles
altos no están atrayendo capitales del exterior, sino que más bien
producen el congelamiento de inversiones. Y si a ello se agrega la
persistencia de los bajos precios de los principales productos de
exportación, la baja ejecución del crédito externo y la fatiga de las
donaciones, es previsible que crezcan las presiones sobre el tipo de
cambio y se expanda la especulación, con una fuerte depreciación del
quetzal y por consiguiente, una ola inflacionaria que afectaría a la mayoría
de la población.
Nueva época, No. 1, febrero de 2001 / 7
ALGUNAS CONFUSIONES E INCONGRUENCIAS
También existen confusiones que contribuyen a dificultar la situación.
La primera consiste en considerar que la economía de mercado tiene
una autonomía total y que las inversiones se distorsionan por la
intervención del Estado. Tal creencia apunta a descapitalizar a este último
y a rechazar básicamente cualquier intento de cambios en la tributación
que afecte la inversión (como aparece en el fondo de la petición dirigida
por algunas agrupaciones al Congreso de la República, de someter a
consulta cualquier emisión de nuevos impuestos, por ejemplo).
Otra confusión es que la economía debe orientarse primordialmente hacia lo global, subestimando la formación del mercado interno,
lo que dificulta contar con estrategias de fomento empresarial y de
inversiones que piensen y actúen nacional y localmente. Por último y
que parece ser parte del consenso, que el pacto fiscal debería
preocuparse fundamentalmente de elevar la eficiencia y lo peor, que
tienda a considerarse que los tributos al consumo son impuestos
neutrales.
Como parte de algunas incongruencias en la política económica
puede citarse el hecho de que mientras prevalecen exigencias de
reducción del presupuesto, también existe en el gobierno una tendencia
a que el sector público debería compensar por la vía de las inversiones,
el decaimiento del sector privado. Ello ha dado lugar a aumentos
presupuestarios y al rompimiento de los compromisos consensuados
en el pacto fiscal, pues el gobierno se anticipó con un paquete diferente,
negando con ello uno de los avances ganados por el sector privado de
elevar elIVA.6 La alteración a la ley de bebidas alcohólicas por parte del
organismo legislativo, rompió los puentes de diálogo con la sociedad
civil agravando la situación. Este tema y la solicitud de antejuicio que
provocó, se ha convertido en uno de los problemas de mayor tensión
entre el Organismo Legislativo y el Judicial. El problema que alimenta la
coyuntura reside en que mientras el Estado no logre resolver el tema
fiscal, piedra angular para el financiamiento de las exigencias de una
democracia y la economía nacional se mantenga en ese relativo “punto
muerto’’, los escenarios de la ingobernabilidad pueden acrecentarse.
Frente a una situación como la descrita en el campo político y
económico, una posibilidad es “amarrar” las diferencias que subsisten
a nivel de la gestión pública, en torno a un programa rector, un único
proyecto de gobierno y alcanzar así, certeza en el nivel superior de la
definición política. Ello permitiría pasar luego a las acciones urgentes
de modernización y eficiencia administrativa que se requieren para la
ejecución, dentro de un marco de las prioridades (pues no se puede
hacer todo dentro de la administración pública). Se trata, sin embargo,
de una elección por partida doble, pues no bastaría tan sólo con un plan
si éste no va acompañado de las decisiones y acciones necesarias
para reanimar a la administración pública y enfrentar su tradicional
burocratismo.
Otra opción podría consistir en reducir la heterogeneidad que
exhibe la administración, lo que significaría redefinir la lógica de las
alianzas y los compromisos (los gobiernos de todas las latitudes los
tienen y sería ingenuo pretender negarlos). La cuestión es, entonces,
el alcance y sentido de estas nuevas alianzas. Algunos analistas han
recomendado, por ejemplo, que el presidente rompa con su partido.
Ello además de ser suicida, resultaría peor que la enfermedad, pues
6
La posición gubernamental en cuanto a no aumentar dicho impuesto, contradice las resoluciones del
pacto pero gana adhesiones por parte de aquellos sectores de la sociedad civil que durante las
negociaciones no estuvieron de acuerdo con tal medida.
8 / Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, No. 1, febrero de 2001
NoVEdaDeS
produciría la parálisis de la acción pública, en la medida en que elFRG
tiene mayoría en el Congreso y el resto de la oposición parlamentaria,
como ya se señaló, exhibe niveles tales de división que la hace
prácticamente inútil como fuerza política. La redefinición de las alianzas
puede lograrse en un marco realista y con una buena dosis de
imaginación. No obstante, parece ser que el presidente ha optado más
por los cambios limitados de gabinete que por una estrategia de
reanimación a fondo (la tradicional cirugía mayor de que se habla).
Cualesquiera de estas opciones u otras podrían ensayarse, pues existe
la sensación de que es urgente recuperar el tiempo perdido a lo largo
del primer año, para lo cual los primeros meses del año 2001 serán
muy importantes.
Es necesario evitar que crezca la insatisfacción, dados los niveles
de pobreza y exclusión que prevalecen en Guatemala y que pueden
comprometer seriamente la gobernabilidad democrática o reeditar los
rumores y el nerviosismo que se produjo durante el último trimestre del
año 2000, sobre intentos de desestabilización y complots, tan típicos
en la cultura política de los guatemaltecos, pero tan dañinos para el
funcionamiento de la democracia y para la reactivación económica. “En
río revuelto... nadie gana”.
El conjunto de signos negativos descritos a lo largo de este ensayo
se inscribe dentro del enfoque de análisis inicial, en el sentido que más
que una crisis gestada durante el año 2000, estamos en presencia de
un fenómeno de arrastre estructural, cuya resolución no depende
exclusivamente de la voluntad de la administración, sino de la de todos
los actores sociales que con mayor o menor grado de poder y
responsabilidad están en capacidad de sacar al país de este aparente
“ojo de remolino” en el que se encuentra. Ello supone que aún y cuando
la estrategia dirigida a alcanzar acuerdos o pactos de carácter nacional
haya sufrido un grave desgaste, no debe olvidarse que en una
democracia, las decisiones trascendentes no las toma únicamente el
gobierno. Y aunque no parece existir receptividad para que tales diálogos
se produzcan, éstos siguen siendo los instrumentos idóneos para el
acercamiento y la discusión de los enfoques diversos. Resta ver si aún
es posible relanzarlos y bajo qué circunstancias se rescata su
credibilidad.
VÍCTOR GALVEZ B.
GISELA GELLERT
GUATEMALA: EXCLUSIÓN
SOCIAL Y ESTRATEGIAS
PARA ENFRENTARLA
SANTIAGO BASTOS
PODERES Y QUERERES
HISTORIAS DE GÉNERO
Y FAMILIA EN LOS SECTORES
POPULARES DE LA CIUDAD
DE
GUATEMALA
Este texto trata sobre la forma
en que se dan las relaciones de
poder en los hogares populares de
ciudad de Guatemala, unas
relaciones que están mediadas por
los patrones que impone la
diferencia de género. En unas
condiciones en que conseguir los
recursos de cada día es una
prioridad básica, las mujeres
resultan sobrecargadas de trabajo
y responsabilidad, mientras los
varones suelen ejercer la autoridad
dentro del hogar aunque muchas
veces descuiden la obligación
económica.
Los documentos
que se incluyen en
esta publicación
fueron preparados
como insumos para el Informe de
Desarrollo Humano 2000, Guatemala, la fuerza incluyente del
Desarrollo Humano, preparado por
el Sistema de Naciones Unidas.
Ambos enfatizan algunas de las
respuestas sociales de la población
que sufre la exclusión social.
CUADERNOS DE
CULTURA FISCAL
Cuenta con
nueve tomos,
como su edición original.
Estos textos
pretenden
llevar la discusión del tema fiscal a los más diversos
y amplios sectores. El esfuerzo está
orientado a proporcionar herramientas de análisis en un debate más
amplio, es decir, la sociedad civil, sin
la necesidad de la especialización y el
conocimiento académico.
Coloquio internacional
ECONOMÍA, MODERNIDAD Y
CIENCIAS SOCIALES
© Juan Carlos Aguilar/Magna Terra
“LA CRISIS DEL CAPITALISMO”
¿EXISTEN OTRAS ALTERNATIVAS?
Immanuel Wallerstein
Director Instituto Fernand Braudel,
Universidad de Binghampton, Nueva York
Profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París,
Francia
Bolívar Echeverría
Profesor, Universidad Nacional Autonóma de México –UNAM–
Edelberto Torres-Rivas
Profesor Investigador FLACSO-Guatemala y asesor del PNUD
Carlos Antonio Aguirre Rojas
Profesor-investigador, Universidad Nacional Autonóma de México –
UNAM–
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