SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales Secuencia (1989), 13, enero-abril, 117-133 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i13.245 t.D6nde estaba la clase obrera cubana cuando la revoluci6n7 (1952-1959) Marcos Winocur Cuand~ examinamos de cerca el rico fenomeno de la revolucion cubana desde el angulo de la historia social, nos topamos con la existencia _de las dos clases que intervienen en la produccion del azucar y.que se presentan en permanente conflicto: la burguesia y la clase obrera. Eran conocidas antes de la revoluci6n, es decir antes de los anos cincuenta, como los boxeadores sobre el ring. Y tam bi en despues de los anos cincuenta, despues del triunfo de la revolucion que hoy celebra su treinta aniversario, cuando la bur­ guesia reaparecia fugazmente para ser expropiada y la clase obrera ponia manos a la obra en la construceion del soeialismo, lo cual es como decir: terminada la pelea de box el arbitro levanta la mano de la· ultima declarandola vencedora. Pero durante los anos cincuenta, durante los rounds decisivos, cuando la revolucion llega a Cuba (.QUe ocurre con la clase obrera, cual ­es su actitud? Para responder a la pregunta, f ui a Cuba a averiguarlo sob re el terreno, recurriendo a fuentes originates, en especial a la prensa. Y tambien sobre el terreno vi la gente y el pats, las buellas de aquel torbellino, todavfa presente en la memoria. Y recogi testimonios directos. Conte en todas las instancias con la mejor disposicion del Instituto de Historia de Cuba, dirigido por Julio le Riverend, . a quien reitero mi agradecimiento. Comenzaremos por una breve referencia a los anos que precedie­ ron al golpe de Estado (1952, asunci6n del general Fulgencio Ba­ tista) y al subsiguiente estallido de la lucha armada ( 1953, asalto al cuartel Moncada). Cuando se prendieron las luces rojas de peligro, el gobierno civil fue derribado. Es lo que ocurrio en 1934. Y tam­ bien cuando amenazaban encenderse de nuevo en 1952. El golpe es ahora preventivo. Impide las elecciones convocadas para ese ano e instaura la dictadura militar que habra de consagrar un clima de violencia desde antes desatado. De la decada del cua­ renta a la del cincuenta las formas democraticas se fueron deterio­ rando en coincidencia con la evolucion de la situaci6n intemacio­ nal, entre 1946 y 1949, cuando la guerra fna se echaba a andar por el mundo y sus pasos tocaban costas cubanas. · Precedido por el asesinato del portuario Aracelio Iglesias, el 20 de enero de 1948 se produjo el del negro Jesus Menendez, princi­ pal dirigente de los trabajadores del azucar, de solido prestigio; su desplazamiento de la conduccion gremial resultaba dificil sal­ . vo por eliminaci6n fisica. Y eso ocurrio ese dta sobre el anden de la estacion ferroviaria de .Manzanillo, provincia de Oriente. Al conocerse la noticia ­cuenta en sus memorias Francisco Garcia, un obrero del ingenio azucarero­ "fue la rabia mat contenida: SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales tD6nde estaba la clase obnll8 cubana cuando la Rtwoluci6n1 118 salte de la locomotora, no quise creer, di un puntapie a un monton de canas"; y luego fue el recuerdo: cuando_ el companero ahora asesinado habia escuchado de boca del presidente de la Asociacion Nacional de Hacendados aquello de sin azucar. no hay pats, y dado por respuesta: "st, pero sin obreros no hay azucar". 1 La politica norteamericana de guerra fria tocaba costas cuba­ nas. Una de las prim eras medidas aplicadas en Cuba fue la repre­ si6n del movimiento obrero, de excepcional tradicion de lu­ cha en el Caribe. Pero la guerra fria se encontro con algo que le esperaba en la isla: la crujiente estructura econ6mica cubana tras la contracci6n del mercado mundial azucarero, por la opcion de la politica oficial de limitar las cuotas de produccion de los ingenios (las llamadas zafras restringidas). Fue un verdadero tratamiento de choque para la clase obrera. Para aplicarlo fue convocado Ful­ gencio Batista. Es el hombre fuerte, capaz de administrar guerra fria y shock. Con los tanques en la calle, ambas medidas represivas concurren en la madrugada del 10 de marzo de 1952, cuando se­ guidamente da a conocer su decision de restringir la produccion azucarera, que de inmediato es bienvenida por la polttica de gue­ rra fria. Francis L. McCarthy, gerente de la agencia norteameri­ cana de noticias United Press, se expresa con claridad dias des­ pues del golpe: "el problema del comunismo o la democracia tendra que ser solucionado algun dia en el campo de batalla".2 1.,C6mo se entendian por entonces estas palabras? Para muchos el "algun dia" no sonaba lejano. Casi se confundia con el presente mismo: estaba en curso la guerra de Corea. El articulista hacia elogios de Fulgencio Batista, al punto de compararlo con Napoleon Bonaparte. Claro que los elogios no ve­ nian solos, sino acornpanados de una recomendacion: a la larga ­escribia­ si el nuevo mandatario "es realmente un democrats, se vera precisado a declarar ilegal al Partido Comunista en Cuba".3 Su consejo fue seguido e incluso llego mas alla: como es usual en estos casos se acabo por ilegalizar a toda la oposicion. Y en cuanto al piano internacional, Fulgencio Batista no fue menos coherente: sellando su alineaci6n con los Estados Unidos en la guerra frta, rompio relaciones con la Union Sovietica, i.,C6mo reacciono el pueblo cubano frente a la dictadura? El de­ senlace es conocido: tras anos de lucha dio por tierra con Fulgen­ cio Batista y ello signific6 cubrir un momenta hist6rico decisivo para los destinos de la nacion. Mas el 10 de marzo de 1952 no podia en rigor hablarse de la existencia de una oposicion al golpe de Estado. Ciertamente el pais se estremecio y bubo pronuncia­ mientos, como el de la Universidad. Pero no se fue mucho mas alla, pocos salieron a la calle, y no tardaron en regresar desalenta­ dos a sus casas. De modo tal que los niveles declarativos de la protesta fueron escasamente traspuestos. No bubo movilizacion masiva y, faltando la unidad necesaria para cerrar el paso a los 1 Francisco Garcia, Tiempo muerto. Memorias de un trabajador azucarero, texto abreviado, Instituto del Libra, La Habana, 1969, p. 81­83. ~ Francis L. McCarthy, "Historia de una revolucion (Batista: ;,dictador o demo­ crata?)", 2a. parte, Bohemia, 6 de abril de 1952, p. 60­61 y 74­75. 3 Ibid. SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales Mafr:m Winocur 119 golpistas, estos se impusieron con facilidad. Por lo demas, el go.. bierno civil se desmoron6 sin ofrecer resistencia y la corriente Ii· beral mayoritaria (Partido Ortodoxo) tampoco fue capaz de dar una respuesta adecuada a la asonada militar. Y en cuanto a) rnovi­ miento obrero, la dificil situacion lo habia llevado a replegarse. Vimos la ofensiva desatada contra los trabajadores organizados en los anos de guerra fria. Los sindicatos fueron asaltados, cegada su vida dernocratica, sus fondos copados y, protegida por la poli­ eta, una burocracia gangsteril se adueno de sus direcciones . Y en ese clima fue posible consumar la division del movimiento obrero. Los trabajadores fueron tomados por sorpresa. Anos de luchas reivindicativas legates ­favorecidas por la coyuntura internacional de la segunda Guerra Mundial­ se vieron bruscamente cortados. El movimiento obrero rio alcanz6 a organizar la resistencia. Y ese estado de desarme ­que se venia reflejando incluso en la forma­ cion ideologica de los cuadros­ favorecio las acciones en su contra y forzo al repliegue. No fue ajena a todo esto la situacion vivida por los comunistas, quienes tradicionalmente venian ocupando la direccion de los sin­ dicatos. Una polernica internacional tuvo lugar a poco de terminar la segunda Guerra Mundial. Earl Browder, del Partido Comunista de los Estados Unidos, sostenla que, dadas las condiciones creadas por la victoria aliada, no resultaba necesario mantener las organi­ zaciones politicas de la clase obrera. Dicho en lenguaje de iz­ quierda, se trataba de una posicion "liquidadora", Jacques Du­ clos, del Partido Comunista de Francia, fue el encargado de refutarla y en su documento aludio al Partido Socialista Popular (comunista) de Cuba, afirmando que se encontraba influido por el browderismo. Este ultimo partido ­si bien con reservas de forma­ admitio el error, tal cual quedo expresado a traves de su portavoz Fundamentos. La subsiguiente guerra fria acab6 por demostrar la inconsisten­ cia del browderismo. Pero no es seguro que sus efectos ­no obs­ tante la postura autocrttica­ hayan sido desterrados del Partido de los comunistas cubanos. Pues, lQUe exigia eJ momento de los obre­ ros frente a la ofensiva desatada en su contra? Levantar defensas. Y ;,que inculcaba el browderismo? Precisamente lo contrario: aba­ tir las defensas, Fue asi como llego a ser promovido a secretario general de la CTC (Confederaci6n de Trabajadores de Cuba), Eusebio Mujal, por quien se dio a la corriente sindical gangsteril el nombre de mujalismo. Este se impuso dejando allanado el camino para el golpe de Estado. El 10 de marzo de 1952 el mujalismo amago con una huelga general de resistencia, mas esto no paso de ser un gesto y no tardo en alinearse junto al flamante dictador, No podia ser de otro modo. Es sabido que la burocracia sindical carece de futuro sin el sosten del aparato estatal. Los matones no bastan para evitar las asambleas de los trabajadores, deben saber que gozan de impunidad, que los jueces cerraran los ojos o carece­ ran de pruebas para condenar porque la policia jamas las propor­ cionara, y que a cubrir los costos concurriran fon dos especial es provenientes de las areas del Estado. Y bien, producido el golpe de Estado, el mujalismo no se iba a resignar a la orfan dad. lncluso lo f avorecio el cambio politico: en adelante no solo se apoyaria en la SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales 120 iD6ndtJ estaba la class obtera cubana cuando. la Rllvoluci6nl policia ­como hasta entonces venia sucediendo bajo el gobierno civil­ sino en las bayonetas del general Fulgencio Batista. Lii estructura de clase La clase obrera se hallaba ante una nueva coyuntura politica, Ia­ de los anos cincuenta frente a la que ina dando sus propias respues­ tas. Pero antes de entrar a considerarlas hay que preguntarse i,c6mo era el sujeto de esas respuestas? 0, en otros terminos, icual era su estructura de clase? Difiere de­ la clasica imagen del proleta­ rio europeo. Intentaremos reunir . rasgos que cooperen a vislum­ brarlo. Para proponer, asi sea provisionalmente, una clasificacion por niveles en el interior de la estructura, se ban combinado tres criterio_s: localizacion en el sentido de lo urbano y lo rural; concen­ tracion por empresa y grado de especializacion (industrial, etc.), Un primer nivel corresponde al obrero industrial, salvo el de la rama del azucar, cuya especificidad demanda se trate aparte. Ttpi­ camente ligado a la mas alta concentracion de maquinaria regis­ trada en la epoca por establecimiento, se agrupa como sigue: a) En catorce fabricas de ramas varias como la le~til, la tabaca­ lera y la de la alimentacion, reuniendo cada una entre 500 y algo mas de 2 000 operarios;" en la industria de la construccion donde domina como propietaria la burguesia cubana (no azucarera). b) Servicios publicos como electricidad, telef onos, transportes; refinerias de petroleo y minas (situadas fuera del radio urbano pero cuyo tipo de obrero se asimila al resto); domina como propie­ tario el capital norteamericano. Un segundo nivel se integra con empleados de comercio mayor, administracion publica, bancos e infraestructura turistica; reparti­ dos en las ciudades, concentracion media y desligados del manejo de maquinaria. Un tercer nivel cuya caractertstica comun es la .mas baja con­ centracion y donde, si bien se operan maquinas, no son del tipo de las de gran industria. Nos referimos a losasalariados de manufac­ turas, comercio menor, talleres de reparacion, todos de menos de 500 dependientes por establecimiento: aqui se incluyen los llama­ dos chinchales ­cubanismo usado para significar pequeno nego­ cio- cuyo personal se reduce a un par de asalariados. . Un cuarto nivel localizado decididamente en el agro en funcion de la plantacion de base latifundista donde, sin ser el uni co, pre­ domina en el cultivo de la cana de azucar y en su apendice fabril, la molienda. Aqui se inscriben: a) Cien mil proletarios del sector industrial mas desarrollado ( 161 ingenios). b) Cuatrocientos mil macheteros que durante tres meses al ano se dan cita en la zafra5 y ademas en otras recolecciones de tipo colectivo (cafe, etc.), si bien en estas ultimas en mucho menor numero. 4 Banco de Fomento Agricola, Industrial y Comercial, censo de 1954, en Carlos Rafael Rodriguez, La defensa de la economia cubana", Universidad Popular, se­ gundo cielo (Defensa de Cuba), La Habana, julio, 1960, p. 157. 5 Las estadisticas coinciden en redondear esas cifras para la mano de obra em­ pleada en la epoca de la zafra. 0 SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales Man:os Winocur 121 Una movilizaci6n de f uerza de trabajo excepcional, vista ·una vez por ano, tal es la zafra. En el mas breve tiempo posible deben cortarse las canas y de inmediato molerse en el ingenio, a fin de que no pierdan en su concentraci6n de azucar. Practicamente se recurre a toda la fuerza de trabajo disponible en un esfuerzo que tiene pendiente al pats entero. Dentro de los macheteros distingui­ mos dos sectores: uno esta integrado por obreros agricolas tempo­ reros y el otro por trabajadores de distinta extracci6n de clase: los pequeiios campesinos. Es el caso de los .agricultores cafetaleros de la provincia de Oriente. Obligados por compulsion econ6mica a dejar la parcela para concurrir a vender una parte de su fuerza de trabajo, participaban como asalariados en las recolecciones colec­ ti vas. No par ello perdian su condici6n originaria de productores individuates pero, bien que temporalmente, se integraban en el seno de la clase obrera. Habia pues el f en6meno de la movilidad horizontal persi­ guiendo trabajo, penoso deambular entre zafra y zafra, ciclico de­ sem pleo llamado "tiempo muerto". Al hombre del "tiempo muerto", especialmente en el Oriente, entonces teatro de opera­ ciones militares, se lo podia reencontrar, una vez que habia dejado atras los ingenios enmudecidos, en cualquiera de estos dos extre­ mos: subiendo a la sierra para intentar un cultivo propio o espe­ rando que fuera tiempo de otras recolecciones, o bien marchando a la ciudad en busqueda azarosa: de trabajador de la construccion a vendedor ambulante, sin descartar la mendicidad. En fin, se tra­. taba de una movilidad horizontal que hacia de correa de transmi­ sion entre la clase obrera y el pequeno campesinado, al punto de confundirse sus limites en la base de la piramide social. Fuera de este circuito y gozando de mayor asentamiento existian otros tipos de obreros rurales, como el peon de la explotaci6n ganadera. Es asi como la movilidad horizontal, nacida de un estado de necesidad y ligada a la estructura especifica de la clase obrera cu­ bana era un verdadero revulsivo en el seno de las masas, pues se presentaba como un vehiculo para su radicalizaci6n actuando a favor del ''contagio" de la ideologia de los trabajadores. Sin pretender otorgarles fun_cionalidad fuera del ambito de este trabajo, quedan consignados los rasgos que nos dibujan al sujeto · del mismo, la clase obrera, a traves de su estructura de clase. Vol­ viendo, pues, a los terminos de una pregunta formulada lineas atras: l,C6mo fue su reaccion frente a la nueva coyuntura politica? En ese tiempo se dejaba sentir el deterioro econ6mico. Desde hacia anos la curva de crecimiento demografico subia por el ascen­ sor mientras que la producci6n azucarera lo hacia por la escalera. Un paulatino desequilibrio que al correr de la decada del cin­ . cuenta sufre un brusco agravamiento en virtud de la politica de zafras restringidas adoptadas. Con ellas se congela la produccion azucarera y, en lugar de subir, la vemos detenida en un piso, cuando no descendiendo varios escalones. Mientras tanto, la curva demografica continua su viaje por ascensor. Incrementan­ dose de afto en ano, el deterioro econ6mico alcanza su climax en 1955. Se trata de una de las zafras de mas corta duraci6n en deca­ das, significando una disminucion de salarios del orden del 23%. Y esto ­conjugado con oscilaciones en los precios intemacionales y estancamiento en el nivel de las exportaciones­ repercutio en los SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales 122 tD6nde estaba la clase obrera cubana cuando la Revoluci6n7 ingresos de la poblaci6n como dan cuenta, sector por sector, las estadisticas publicadas en la revista empresarial." El deterioro eco­ n6mico trajo malestar social, y este busc6 las vias para su expre­ si on, cada vez mas explosivas. Con toda su fuerza se hara aqui presente lo que hemos dado en Hamar el cuarto nivel dentro de la estructura de la clase obrera cubana: los trabajadores azucareros, quienes se lanzarian a la huelga en diciembre. Eran los mas afectados por la reduccion de la zafra anterior (enero­marzo de 1955) y, a punto de iniciarse una nueva (enero­marzo de 1956), su descontento se cristaliz6 en una reivindicacion: un diferencial en funci6n de los precios de venta del azucar al exterior, reivindicaci6n que se integraba al sa­ lario, y que habia sido conquistada en tiempos de Jesus Menen­ dez. La burguesia azucarera y los inversionistas norteamericanos rehusaban pagar ese diferencial desde hacia cuatro anos. Meses antes de la zafra, en agosto de 1955, en pleno "tiempo muerto", sucedieron choques en el central azucarero Washington, propiedad de altos funcionarios del gobierno, en Manacas. El saldo fue de varios heridos, siguiendose una inmediata repercu­ sion en la provincia de Las Villas: el 3 de septiembre una asam­ blea obrera de asistencia completa fue disuelta por el ejercito a la voz de "[Tiren abajo y a matar!", El recuento de la cr6nica lleva a Bohemia a comentar en la correspondiente edicion: "Iniciativas de huelga comenzaban a germinar.:" El ambiente estaba agitado. En el mismo septiembre estallo una huelga dentro del segundo nivel: el de los empleados bancarios. Tuvo la virtud, ademas de su significacion como lucha, de desen­ inascarar ante vastos sectores a la­direcci6n mujalista de la crc. La actitud entreguista de esta fue denunciada incluso por fede­ raciones que hasta entonces le respondian: "No hay justificaci6n ­decian dirigentes del gremio de la electricidad­ para que la ere rebaje la dignidad de los trabajadores llamandoles a romper un movimiento, acto que tiene la calificacion de rompehuelgas." Y los dirigentes telef6nicos: la CTC se situa "como un vehiculo que se pliega a la clase patronal". 8 . Y a todo esto venia sumandose una creciente movilizacion estu­ dianti 1. Paros en las casas de estudio (universitarias y secunda­ rias), enfrentamientos en las calles con la policia, destacandose un ins6lito acontecimiento: la represi6n televisada. En efecto, el 4 de diciembre un grupo de estudiantes irrumpio en el campo de juego del estadio del Cerro, en La Habana, desplegando un cartel donde se demandaba la libertad de sus companeros presos. De inmediato f ueron cercados por la policia y apaleados ante los miles de espec­ tadores en el estadio y a los ojos del pais todo, que seguia el match· por television, Y bien, en ese clima se declare la huelga azucarera, en diciem­ bre de 1955. "Ingreso nacional cubano ( 1952­1958)", op. cit. "En Cuba. Azucareros. Palabras en la CTC. Rigurosamente exacto", Bohemia, 11 de septiembre de 1955, p. 69­71. 8 "En Cuba. Bancarios, bemos perdido la guerra ... ", Bohemia, 18 de sep­ tiembre de 1955, p. 75­76. b 7 No SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales Mateos Wmocur 123 ;.,Cualesfueron sus caracteristicas y significacion dentro del pro­ ceso? Hemos intentado sintetizarlos en los puntos que siguen. 1) La huelga concierne al cuarto nivel, el que, por mucho, era economica y socialmente mas importante en Cuba. 2) Cobra caracteristicas de insurreccion: en las formas de vio­ lencia que adopta y por la evolucion de su contenido, de lo reivin­ dicati vo a lo politico, Veamos sucintamente el primer elemento, las formas asumidas por la huelga azucarera, segun lo com en ta en la epoca Bohemia: "los huelguistas tomaron los ayuntamientos ( ...) obreros y soldados chocaron repetidas veces ( ... ) transito para­ lizado a consecuencia de dos vagones volcados. La poblacion, amedrentada, no salia de sus casas ( ... ) los festejos de fin de ano no pudieron celebrarse ( ... ) cartel en la fachada (de un local sindi­ cal, dejado por la policta): 'Se prohfbe la entrada a los obreros azucareros' ( ... ) cortada la luz electrica, el ejercito acuartelado, obstruida la comunicacion con el exterior, las calles desiertas, lle­ nas de vidrios, piedras y muebles, el tren paralizado, cerrado el comercio ( ...) fueron obligados a barrer las calles (tres concejales oficialistas)".9 Estos brochazos de cronica corresponden a las po­ blaciones de Colon, Sagua la Grande, Quemado de Guines, Marta Abreu, Santo Domingo, Cienfuegos y Placetas, repartidas por dife­ rentes zonas azucareras de la isla, · Tal es, pues, la violencia que asume la huelga azucarera. Res­ pecto al otro elemento que marca su caracter de insurreccion, la evolucion de su contenido, que pasa de lo reivindicativo a lo po­ lftico, consigna Blas Roca: "las masas no gritaban solamente por el . pago del diferencial, sino tambien por la derrota de la tirania. iAbajo el gobierno criminal!, era la consigna repetida por las ma­ sas que se trababan en lucha por las calles"." Vale decir: el signo nuevo (acompanado por las formas de violencia) es esta evolucion del contenido hacia lo politico. No obstante, continuaba predomi­ nando lo reivindicativo: al obtenerse la satisfaccion parcial de la demanda salarial el movimiento ceso, 3) El cambio en el animo de los trabajadores entranaba su in­ corporacion al proceso. Quienes no habian dejado sus hogares cuando el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952, ahora en 1955~ se enfrentaban con la dictadura y aun desarmados, se hacian duenos de la situacion y ocupaban lugares de trabajo y centros poblados, a los que declaraban "ciudades muertas"." Si bien esta linea de acci6n no era por el momenta convergente con la de Fidel Castro, este valor6 la significacion de la huelga azucarera desde su exilio en tierras mexicanas, mientras organizaba la expedicion ar­ mada del yate Gran ma y supo referirse a ella en los siguientes " Jose Lorenzo Fuentes, "[Nos quieren arrebatar el diferencial! ­dicen los traba­ jadores azucareros­", Bohemia, 25 de diciembre de 1955, p. 72­73; Conrado Ro­ driguez, "La industria azucarera ha obtenido fabulosas ganancias", Bohemia, 25 de diciembre de 1955, p. 71; "En Cuba. Obreros. La lucha por el diferencial", Bohemia, 1 de enero de 1956, p. 68 y 73­74; Jose Lorenzo Fuentes, "La huelga azucarera", Bohemia, 8 de enero de 1956, p. 62­ 63 y 88; "En Cuba. Obreros. No quiero ciudades muertas", Bohemia, 8 de enero de 1955, p. 69­70 y 72­74. 10 Blas Roca, "La revolucion cubana (VIII Conferencia del Partido Socialista Popular de Cuba, informe del 21 de agosto de 1960)", Fundamentos, Buenos Aires, 1961, p. 20. 11 "En Cuba. Obreros, No quiero ciudades muertas", op. cit. SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales 124 tD6nde estabB la c/ase obnJra cubana cUlllldo la Revoluci6nl terminos: "el pats estaba convulsionado por la heroica rebeldia estudiantil y el formidable movimiento de los obreros azucareros en demanda del diferencial". 12 4) La participacion solidaria de otros sectores sociales. La FEU (Federacion Estudiantil Universitaria) ­en conflicto pennanente con la dictadura desde que sucedio el golpe­ convoco, luego de una serie de paros en las casas de estudio y manifestaciones calle­ jeras, a una demostracion nacional de protesta. Consistio en un paro general de actividades (laborales, docentes, profesionales), que logr6 el apoyo, no solo de la masa obrera, sino de la industria, el comercio y la ciudadania en general.'? Este paro fue progra­ mado para el 14 de diciembre, pocos dias antes de estallar la huelga azucarera. Obtuvo un eco relativo. Pero, mas alla de sus resultados inmediatos, anticipo y contribuy6 a una voluntad uni­ taria que, adernas de alcanzar la solidaridad estudiantil, lleg6 a abarcar a otros sectores: en las zonas azucareras el pequeno co­ mercio cerro las puertas y bubo sacerdotes que ofrecieron sus igle­ sias como refugio contra la persecucion policial (dos obreros fue­ ron muertos, uno de ellos a culatazos), los profesionales y, en general, la pequena burguesia, se adhirio solidariamente al movi­ miento. Un ejemplo: en Sagua la Grande ­da cuenta Bohemia­ "la Iglesia, la sociedad Y atch Club, el Casino Espanol y el Centro de Detallistas f ueron ocupados militarmente, debido a que las 'clases vivas' apoyaban sin reservas el movimiento" .14 Se gesto en · estas acciones la unidad que tres anos despues ­en 1958­ seria el instrumento decisivo para derribar a la dictadura. 5) La recuperaci6n del movimiento obrero no es ajena a la la­ bor de los comunistas, quienes venian trabajando clandestina­ mente en la organizacion de los comites pro De­fensa de las De­ m an das Obreras y por ·la Democratizaci6n de la CTC. Estos jugaron su papel en diversos movimientos y ­destaca Blas Roca­ muy especialmente en la huelga azucarera de diciembre de 1955.15 Fue ese ano cuando tales organizaciones realizaron clandestina­ mente un congreso nacional dandose una direccion a ese nivel y contando con la presencia de alrededor de 200 delegados obre­ ros." . 6) Las direcciones sindicales mujalistas fueron desbordadas por los trabajadores para quienes qued6 claro el acuerdo entre los due­ nos del azucar, la dictadura (que inicialmente dictaminara en con­ tra de la peticion obrera del diferencial) y los mujalistas, quienes ­coment6 Bohemia­ "sentia(n) temblar la tierra bajo sus pies".17 7) El gremio azucarero obtuvo parcialmente la satisfacci6n del rubro salarial cuya demanda lo llevara a la huelga. Ahora bien, la Fidel Castro, ''EI Movimiento 26 de Julio", Bohemia, 1 de junio de 1956, y reproducido en Fidel Castro, "La revolucion cubana", Buenos Aires, Ed. Palestra, 1960. p. 109. u "En Cuba. Estudiantes. Cinco minutes historicos", Bohemia, 25 de diciem­ bre de 1955, p. 64­65. 1~ "En Cuba. Obreros. No quiero ciudades muertas", op. cit. 15 Blas Roca, op. cit., p. 31. 16 ·Joaquin Ordoqui, Elementos para la historia del movimiento obrero en Cuba. Direcci6n Nacional de Escuelas de Instruccion Revolucionaria, La Habana, 1962, 1:? p. 37­38. 17 "En Cuba. Obreros. No quiero ciudades muertas", op. cit. SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales Man:os Wmocur 125 experiencia estaba hecha: las masas podian enfrentarse con la die­ tadura y esta verse obligada a retroceder. Andres Valdespino, co­ mentarista de Bohemia, pudo entonces valorar como. el regimen "se encontr6 en una dramatica encrucijada ante la rebelion nacio­ nal del sector mas importante y numeroso del pafs. Para un go­ bierno cuya legitimidad se discute a diario y cuya impopularidad nadie discute, las perspectivas de una huelga general no eran cosa de juego".'! ­ z,C6mo evolucionaba entre tanto la coyuntura politica? Una vez dado el golpe, se produjo un vacio que caracterizo al campo de la oposicion, ya que los partidos burgueses no acertaron a dar una respuesta adecuada a la demostraci6n de fuerza que los habia arrinconado, pese a que los trabajadores y su partido habian sido obligados a retroceder como resultado del mujalismo. ;,Quienes ­que clase y a traves de que dirigentes­ cubririan ese vacio? z,Por que vias se reemprenderia la accion politica en el nuevo terreno que se planteaba? Tales fueron los interrogantes que surgieron inmediatamente despues del golpe. Pero apenas empezarian a vislumbrarse las res­ puestas casi ano y medio despues, en la madrugada del 26 de julio de 1953. Ese dia, luego de una minuciosa preparacion, algo menos de dos centenares de .jovenes dirigidos por Fidel Castro marcha­ ron al asalto de dos cuarteles emplazados en la provincia de Oriente, el Moncada en la ciudad de Santiago y el de Bayamo. No se trataba de un asalto cualquiera. La operacion estaba con­ cebida como el inicio de una insurreccion popular. Tomaba de blanco inicial a dos emplazamientos militares, con cuya captura se esperaba cortar las comunicaciones y obtener arm.as por sorpresa a fin de repartirlas de inmediato entre los civiles. Puede argumen­ tarse que no estaban aun creadas las condiciones para emprender la tarea, pero era una operacion militar que no marginaba a las masas, sino que contaba con ellas como f undamento. En este pun to se diferenciaba la empresa encabezada por Fidel Castro de una concepcion conspirativa, presente ya en el escenario de la oposicion antidictatorial y reiterada despues por distintos grupos insurrectos. Tampoco la eleccion del punto para iniciar la accion ­que en definitiva debfa extenderse a toda la isla­ quedo librada al azar. En oriente, como replica al occidente donde predominaban los burocratas y los militares, se habia creado un polo productivo ­de­ mografico­ con un juego institucional mas libre. El centro urbano correspondia a la capital, Santiago. Las tradiciones independentis­ tas presentaban el marco historico, mientras que el valor estrate­ gico estaba dado por la importancia que se establecfa entre el cuartel Columbia de La Habana y los destacamentos militares de Oriente citados, a los cuales se trataria de copar de entrada. Ya en ese primer paso la operacion fall6. Ninguno de los dos cuarteles cay6 en manos de los atacantes. No obstante, la repercusi6n poli­ tica del ataque fue de primer orden. Se comenz6 ast a dar res­ puesta a las cuestiones que la hora planteaba: 18 Andres Valdespino, HM4s alla del diferencial", Bohemia, 22 de enero de 1956.­ SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales 126 a) Asumian la vanguardia de la lucha antidictatorial sectores radicalizados de la pequena burguesia. b) Apuntaba una nueva direccion en el campo opositor, que surgia con Fidel Castro y su Movimiento 26 de Julio. c) Se proponia la via armada como idonea para enfrentarse con la dictadura. Por lo demas, a medida que se iban conociendo los pormenores, quedaba al descubierto la naturaleza represiva del regimen: dece­ nas de prisioneros fueron fusilados luego de ser torturados tras los muros del cuartel Moncada a contar de la tarde de ese mismo 26. Nunca la isla en su medio siglo de vida republicana habia cono­ cido tamana descarga represiva. La accion de la tarde del 26 daba asi la razon a la de la madrugada del 26: contra la dictadura no cabla sino la via de la insurreccion. Y es de tal suerte que dos hechos relevantes del lapso 1953­1955 se articulan tras un obje­. tivo comun: dar por tierra con el regimen. El asalto a los cuarteles ·\ Moncada y de Bayamo seftalaba la via armada a las masas, y la / huelga azucarera incorporaba a estas a la resistencia. _, Fue una conjuncion de este tipo la que cobr6 vida casi tres aiios y medio despues y partio de la Sierra Maestra de la provincia de Oriente con el arribo del yate Granma. el 2 de diciembre de 1956. A bordo del mismo venia, y desembarco en costas cubanas, una expedicion compuesta de 82 hombres. Habia partido de Mexico dias antes y al frente marchaba nuevamente Fidel Castro. Hechas ciertas rectificaciones tacticas y habiendo madurado las condicio­ nes, se trataba una vez mas de insurreccionar el oriente. Luego de fracasar la operacion de asalto a los dos cuarteles, Fidel Castro habia caido prisionero siendo despues juzgado y condenado a quince anos de reclusion. Pero la carcel no pudo re­ tenerlo. Una campaiia popular le devolvio, junto a otros presos politicos, la libertad. Fue una amnistia que caracterizo a una breve tregua. Ante la continuidad de un descontento, cuyo tono hacia presagiar nuevos enfrentamientos protagonizados por las masas, la dictadura no tardo en retornar a la represion habitual. Comenz6 entonces a temerse por la vida de Fidel Castro, a quien funciona­ rios del gobiemo hacian objeto de provocacion. El decide, pues, partir al exilio: "me marcho de Cuba ­declar6 en julio de 1955­ porque me ban cerrado todas las puertas de la lucha civica". En trance de cerrarse la tregua que caracterizara el dictado de la amnistia, era, en efecto, la continuidad del proceso general de ago­ tamiento de la legalidad vivido bajo Fulgencio Batista. Contra este se alzaba Fidel Castro y, en las mismas declaraciones, agregaba con particular enf asis: "de viajes como este no se regresa, o se regresa con la tirania descabezada a los pies" .19 El 2 de diciembre de 1956 el yate Granma toca costas cubanas; \ a bordo viene la expedicion dirigida por Fidel Castro. Ha transcu­ ­ rrido un aiio y medio desde que este dejara su patria, y durante ese lapso se ban venido registrando las luchas populares descritas: las huelgas azucarera y bancaria, las movilizaciones estudiantiles y civicas. Cabria agregar los combates por la tierra, frente a una ola de desalojos rurales desatada precisamente en zonas colindantes al "Una carta de Fidel Castro", La Habana, julio 7 de 1955, en Fidel Castro, La sierra y el llano, Casa de las Americas, La Habana, 1969, p. 69. 19 SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales 127 desembarco del Granma. Fidel Castro ­de regreso en un momento de tension en el animo de las masas y encarnando la oposicion a la dictadura­ es bien recibido por sus compatriotas.­ Tanto en ge­ neral, cuando se difunde por la isla la noticia de que la lucha ar­ mada se ha entablado, como en particular: en ese teatro de opera­ ciones belicas que fue la Sierra Maestra, don de la poblacion rural sold6 una aiianza militar con Fidel Castro. l,Por que esa alianza? Los pobladores rural es necesitaban defenderse, abatir el brazo ar­ m ado que los expulsaba de sus tierras y asesinaba, esto es, las patrullas enviadas en operaciones por el ejercito de la dictadura y de las cuales se servian los latifundistas para realizar los desalojos. Y <,quieneseran estos pobladores rurales? La respuesta la dan los pequenos campesinos, cultivadores en la zona del cafe y de otros productos de menor importancia; y tambien se alza nuevamente el cuarto nivel de la estructura de la clase obrera. Ese cuarto nivel que dejamos en el llano, lo reencontramos en la sierra, desple­ gando las caracteristicas senaladas: movilidad horizontal, interpe­ netracion clasista. Como f ruto de este ultimo fenomeno, que se da entre el pequeno campesino y el proletario, resultaba el tipo preca­ rista, asi llamado por carecer de todo titulo o derecho juridico para asentarse sobre una parcela. Este precarista se veia precisado a vender parte de su fuerza de trabajo en otras labores para poder subsistir. Ya tendremos oca­ sion de examinarlo en detalle mas adelante, Por ahora senalemos como en el precarista ­tipo muy difundido en la provincia de Oriente­ vinieron a conjugarse los ya examinados factores estruc­ turales de movilidad con una nueva ola de desalojos rurales, pro­ ducida en la sierra luego del desembarco del yate Granma. De modo que si la clase obrera se habia hecho presente en las \ ciudades y en el llano de los canaverales, tampoco estaba ausente de la sierra. Por lo demas, el eco de los movimientos reivindicati­ vos de los trabajadores azucareros -y en particular la huelga de 1955­ no .tardaron en llegar desde el llano hasta lo alto de las/ montanas. De estas descendia ahora otro eco, el de la guerrilla de Fidel Castro. Una ciudad, antes que ninguna, supo recoger ese eco: Santiago de Cuba. Capital de la provincia de Oriente y segunda ciudad de la isla, aglutinaba en tomo suyo a un polo opuesto al de La Ha­ bana. Hacia unos cuatro anos del asalto al cuartel Moncada. San­ tiago habia espiado la subsecuente masacre de prisioneros ocu­ rrida tras los muros del cuartel. Y mas tarde habla presenciado la sublevacion de los militantes del 26 de julio, el 30 de noviembre de 1956. _ Fallada esta sublevacion, se trat6 de hacer llegar ayuda a los expedicionarios del Granma. desembarcados dos dias depues, De Santiago partieron ­organizada ahora la solidaridad, coma antes dirigida la sublevacion, por el joven Frank Pais­ voluntarios, ar­ mas y abastecimientos para la guerrilla de la Sierra Maestra. Santiago­Sierra Maestra ­ligados por la proximidad geografica­ se constituyeron en el eje revolucionario del pais a contar de 1957. Bautizada como "Capital de la Rebeldia", Santiago paga caro el honor de ese titulo: la represion la toma como blanco: los crime­ nes y las torturas de militantes se suceden. Ya el 4 de enero de 1957 una ..manifiestacion de mujeres vestidas de negro recorre sus c ­ SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales 128 calles portando en alto un cartel: "Cesen los asesinatos de nuestros hijosn.20 Deterioro economico, males tar social: en Santiago, un factor agudizaba este ultimo mas que en ningun otro punto de la isla, lo ponia al rojo vivo: la represion. A mediados de 1957 los acontecimientos se precipitaron, Frank Pais dirige desde la clandestinidad la resistencia. El 30 de julio su escondite es detectado por la policia y C8:e junta a otro companero. Santiago se siente vivamente herida y la tormenta se desata. Nada sera mas elocuente que la sintesis cronologica de los hechos suce­ didos en esos dtas, poco y mal conocidos. Santiago, 31 de julio. Al grito de "[Libertadl", una man ifesta­ ci6n de mujeres recibe ­ al embajador norteamericano Earl Smith, de visita oficial en la ciudad, entregandole una nota donde se pide cesen los Estados · U nidos su apoyo al gobierno de Fulgencio Ba­ tista. 21 . · Santiago, 1­5 de agosto. Vestido con el uniforme color verde olivo de comandante guerrillero, es sepultado Frank Pais junta a su companero Raul Pujol. Un cortejo que ocupa catorce cuadras acompana los feretros. Desde el mediodia del dia primero los co­ mercios mantienen cerradas sus puertas. A los soldados que inti­ man a la reapertura ­reporta Bohemia­ igual contestacion: el por­ tazo en las mismas narices. Ese dia ­relata Vilma Espin, militante del 26 de Julio­ "ocurrieron cosas insolitas: al paso del cortejo un oficial de la Marina de Guerra que estaba junto a un jeep se cua­ dro y saludo militarmente. Cerca del cementerio habia un carro (autom6vil) microonda patrullero del ejercito. Cuando vieron la inultitud que avanzaba ( ... ) huyeron a todo correr". En el cemente­ rio la bandera cubana fue puesta a media asta y la bicolor del 26 de Julio colocada en el mausoleo independentista. Comienza la huelga general. Choques armadas. Patrullas militares, rompiendo puertas y vidrieras, in ten tan en vano forzar la reapertura. (El hijo del conocido industrial "Pepin" Bosch ­informa Bohemia­ fue conducido al cuartel Moncada, como rehen, para garantizar el funcionamiento de las fabricas de Hatuey y Bacardi.) La huelga general se extiende por la isla, en particular a las provincias de Or­iente, Camaguey y Las Villas. La Habana no se pliega a la huelga. Las garanttas constitucionales (formalmente vigentes) son suspendidas y es establecida la censura de prensa a fin de evitar que el gobiemo ­reconoceran luego portavoces oficiales­ "se hu­ biera desplomado en la primera semana de agosto" (cit. Huma­ nismo ). Por su parte, el periodista norteamericano Jules Dubois comento: "(la agitacion y la huelga general) amenazaron su caida". Y Ernesto Guevara: "marco un viraje en toda la estructura del movimiento revolucionario ( ... ) Este fenomeno popular sirvi6 para que nos diesemos cuenta que era necesario incorporar a la 20 "Ano· nuevo. Las madres cubanas. En Cuba", Bohemia, 13 de enero de 1957, p. 72; Hugh Thomas, Cuba or the Pursuit of Freedom, Londres, 1971, p. 912 (hay edici6n espanola), 11 Carlos M. Castaneda, "El embajador en Santiago, 31 de julio de 1957. Tai cual se produjo el sonado incidente ocurrido la vispera de la imposicion de la censura de prensa", Bohemia, 2 de febrero de 1958, p. 64­66. Mareos Winocur 129 lucha por la liberacion de Cuba el factor social de los trabajado­ res" .22 Intentando nuevas conclusiones: 1) La leccion ofrecida por las masas. Era un hecho que la gue­ rrilla habia prendido en la sierra, y otro no menos cierto el que se deducia: sin extenderse la insurrecci6n a lo largo de la isla, la die­ tadura no seria derribada. El instrumento clave ­se la habia visto operar con neto sentido politico a partir de Santiago­ era la huelga general revolucionaria. Como se desprende de la cita de Ernesto Guevara, ello no paso inadvertido para la guerrilla mandada por Fidel Castro. 2) El caracter predominantemente espontaneo de esta huelga, presentaba dos aspectos. Por un lado, evidenciaba hasta que punto el estado de insurreccion habia madurado en el animo de las ma­ sas: sin consigna reivindicativa alguna de por medio y sin que la orden fuera lanzada por movimiento alguno, habia estallado la huelga general en repudio al crimen: la decision habia sido to ... mada por las propias masas, en los momentos en que los feretros de Frank Pais y de su companero desfilaban por las calles de San­ tiago, ya entonces ciudad enlutada. Esto es, si la huelga azucarera de 1955 habta significado un cambio en la actitud de las masas con respecto al golpe de Estado de 1952, esta nueva huelga general de 1957 marcaba un avance dentro del mismo proceso: la apari­ ci6n de condiciones subjetivas revolucionarias. Por otro lado el movimiento virtualmente sin conducci6n, se agotaba luego de dias de resistencia sin que la caida de la dictadura fuera propuesta cla­ · ramente como objetivo. 3) No solo en razon de su contenido, sino de su extension, se advierte un cambio respecto a la huelga de diciembre de 1955 (limitada al sector azucarero). En esta ocasion, encontrandose ya concluida la zafra, el movimiento cubre los centros poblados en dos tercios del territorio del pats, abarcando parte de los niveles primero, segundo y tercero de la clase obrera. 4) Un rasgo ya observado se confirma y acentua, Las masas trabajadoras cuentan con la solidaridad, a la par incluso en la ini­ ciati va, de la pequena burguesia (que cierra sus negocios). Y se agregan ahora sectores no azucareros de la burguesia industrial, quienes venian manifestando su oposici6n al regimen desde tiempo atras; asi declarada la huelga, presenciamos c6mo el hijo de un fuerte y conocido industrial de Santiago es llevado como re hen del ejercito, hasta que su padre consienta en reabrir sus fa­ bricas. 5) El descontento generalizado y la accion revolucionaria llegan a golpear el coraz6n de las instituciones edificadas para la salva­ guarda de "el orden ", que en Cuba se llamaba Fulgencio Batista. De ello dan cuenta los episodios protagonizados por un oficial de ~1 "La muerte de Frank Pais, 30 de julio de 1957", Bohemia. 2 de febrero, 1958, p. 60­62; Vilma Espin, "Vilma evoca a Frank Pais", Revolucion. La Habana, Jo. de diciembre de 1963; "Un reportaje especial de En Cuba", Bohemia, 18­25 de enero de 1959~ p, 5; Ildegar Perez­Segnini, "Analisis del informe de Jules Dubois sobre la situacion de la prensa en Cuba", p. 8. Jules Dubois, "La situacion de la prensa en Cuba", informe a la 'Sociedad Interamericana de Prensa, Nueva York, 9 de septiembre de 1957, Humanismo, Mexico, VI, num. 7, enero­febrero, 1958, p. 67; Ernesto "Che" Guevara, "Proyecciones sociales del Ejercito Rebelde", en Obras, 1957­1967, Casa de las Americas, La Habana, 1970, t. II, p. 13­14. SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales 130. marina y luego por los patrulleros del ejercito, cuando el sepelio de Frank Pais . . 6) Si la huelga azucarera de diciembre de 1955 amenaz6 con\ convertirse en un peligro para el regimen, la huelga general de ) agosto de 1957 directamente lo constituy6. De esto dan cuenta portavoces del propio gobierno y testimonios tan insospechados como el· del periodista norteamericano Jules Dubois. Vale decir, los sintomas se hacian claros: por un lado las masas pasaban a la accion, mientras que por el otro el regimen daba muestras de debi­ Iidad y descomposici6n interna: sus mecanismos se atascaban, las medidas represivas no surtian efecto. En fin, la correlacion de f uerzas se inclinaba contra Fulgencio Batista. Y bien, un nuevo par de hechos ­como antes el asalto al cuartel Moncada y la huelga azucarera (1953­1955)­.se complementan Y \ concurren en un objetivo identico, esta vez a un mas alto nivel: el ~~~~:tt\~~~~~ ~~\ Gto.nmo., ~\\~ '­~~\~~\~~\~\\\.~\\.~~\.~~\\.~'t\\ ~\.~\\.\\\.~ escenario, y la huelga que desde Santiago incorpora a los trabaja­ dores a una lucha cuyo contenido fundamental no lo constituye lo reivindicativo sino lo politico ( 1956­1957). La revolucion ira finalmente a golpear las puertas del reducto de Fulgencio Batista, el cuartel Columbia en La Habana. Tres huelgas ­dos ya examinadas­ escalonan ese proceso: antecedido por el . conflicto bancario y por una intensa movilizacion estudiantil, el paro azucarero de diciembre de 1955; precedida por una escalada del crimen, debida al impacto emocional de la muerte de Frank Pais, la huelga general de agosto de 1957. Nos toca ahora ocupar­: nos de la tercera. Dejandose sentir desde antes, se declara en enero de 1959. Hacia fines de 1958, la idea de la huelga esta a la orden del dia. El llamado Pacto de Caracas ­firmado el 20 de julio de 1958 y que consagra en el nivel politico el frente antidictatorial­ plantea asi la estrategia comun de lucha: "derrocar la tiranta me­ diante la insurreccion armada, reforzando en un plazo minimo todos los frentes de combate, armando a los miles de cubanos que esten dispuestos a combatir por la libertad. Movilizacion popular de todas las fuerzas obreras, civicas, profesionales, economicas, para culminar el esfuerzo civico en una gran huelga general, y el belico en una accion armada, conjuntamente con todo el pais".23 La huelga general reaparecia. Cuando el 26 de julio de 1953, se proyectaba acudir a ella una vez capturados los cuarteles Moncada y de Bayamo, segun lo ha puntualizado Fidel Castro en el discurso conmemorativo a veinte anos de esa fecha;24 cuando el 2 de di­ ciembre de 1956, el desembarco del yate Granma y la sublevacion de Santiago debian combinarse con la llamada a la huelga general. Fidel Castro lo habia planteado desde tierras mexicanas, antes de hacerse a la mar: "una insurreccion apoyada en una huelga general revolucionaria que venga de la base".25 Cierto es que, en ambas ocasiones, no estaban aun dadas las 1·' Fidel Castro, La Revolucion Cubana. "Documento de union ... ,,, p. 153. Fidel Castro, "El pueblo cubano protagonista de la revolucion", discurso del , 26 de julio de 1973, Ateneo, Buenos Aires, 1973, p. 15. is Rene Depestre, "El asalto al Moncada: reves victorioso de la revolucion lati­ noamericana", Casa de las Americas, La Habana, XIV, num, 81, noviembre­di­ ciembre, 1973. 14 j SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales Nlarcos Winocur 131 condiciones para dar ese paso y que, como lo ha puntualizado Ernesto Guevara, "predominaba una mentalidad que hasta cierto punto pudiera Ilamarse subjetivista: confianza ciega en una rapida explosion popular, entusiasmo y fe en poder Iiquidar el poderio batistiano por un rapido alzamiento combinado con huelgas revo­ lucionarias espontaneas y la subsiguiente caida del dictador". 26 Tampoco habia llegado el momento para lanzar la consigna de paralizar el pais cuando el 9 de abril de 1958 se intenta en vano, fracasando ­explica Ernesto Guevara­ "por errores de organiza­ cion, entre ellos principalmente la falta de contactos entre las masas obreras y la direccion, y su equivocada actitud. Pero la experiencia ­agrega­ fue aprovechada ( ...) enseno a sus dirigentes (del 26 de Julio) una verdad preciosa que era, y que es, que la revolucion no pertenecia a tal o cual grupo sino que debia ser la obra del pueblo cubano entero".27 De modo que: a) La huelga general no estuvo ausente de la estrategia guerri­ llera; entre 1953 y 1958 fue reiteradamente planteada, mas sin alcanzar exito. b) Se convino en rectificaciones dictadas por las experiencias del llano, particulannente a partir del segundo movimiento de huelga (agosto de 1957). c) Realizadas estas, yen la medida en que se fue fortaleciendo y prestigiando el Ejercito Rebelde como poder militar de la revolu­ cion, se hizo posible alcanzar el objetivo de derribar la dictadura culminando civilmente con el tercer movimiento de huelga (enero de 1959). Tuvo lugar una suerte de convergencia catalizadora. La huelga general llego a plantearse como 'una exigencia de los­ hechos y como un reencuentro para el Ejercito Rebelde. No ya como una idea a priori, sino confrontada en vivo, e instrumentada por una clase obrera en accion, Y no solo como un apoyo civil de la activi­ \ dad militar, sino como una accion en pie de igualdad con esta, tal / cual se formula en el citado Pacto de Caracas. En fin, que el mo­/ vimiento de huelga respondia mas a la propia dinamica de clase. Y asi se lleg6 a los ultimas dias de 1958. De la Sierra Maestra habian partido dos expediciones, una al mando de Camilo Cien­ fuegos y la otra de Ernesto Guevara. No obstante que no supera­ ban entre ambas los trescientos hombres, llegaron rapidamente al centro de la isla: el pais se habia vuelto contra el regimen; las masas abrian paso a los efectivos del Ejercito Rebelde y este co­ braba las victorias sobre los desmoralizados cuerpos militares ene­ migos. El 31 de diciembre por la noche, viendo perdida la situa­ cion, Fulgencio Batista abandon6 la isla no sin antes nombrar a sus sucesores: una maniobra de palacio sin futuro que da ocasion a las fuerzas de la sierra de convalidar la voluntad ya en marcha del llano, lanzando la consigna de la huelga general. Como coman­ dante asi lo hizo Fidel Castro desde su cuartel general de la Sierra Maestra, el primero de enero de 1959. En una de sus proclamas :!tt Ernesto ... Che" Guevara, "Notas para el estudio de la ideologfa de la revolu­ cion cubana", Obras, t. II, p. 95. 11 Ernesto "Che" Guevara, "Proyecciones sociales ... ", Obras, t. II, p. 3­14. SECOENClfi Revistadehistotiaycienciassociales 132 lD6nde estaba la clas8 obnlra cu/Jana cuando la Revo/uci6nl dirigida en especial y tributando merecido homenaje a la ciudad con la cual se habia trabado el eje insurreccional, asi decia: Santiago de Cuba: iCOntamos con tu apoyol Desde hoy a las 3:00 de la tarde la ciudad debe quedar totalmente paralizada. Todo el mundo debe abandonar su trabajo en solidaridad con los combatientes que te van a liberar. Solamente la planta electrica debe continuar laborando para que el pueblo pueda orientarse a traves de sus radios. Santiago de Cuba: repetimos: seras libre porque te lo has ganado y porque no es justo que los soldados de la tirania ·contim.ien hollando con sus botas esas calles que ha banado tantas veces la sangre revolucionaria. 28 En fin, el pais entero se paralizo bajo la consigna de: [Todc el poder al Ejercito Rebelde! Y Fidel Castro pudo ast, un ano des­ pues, en su discurso del 18 de noviembre de 1959, afirmarlo con toda la autoridad que nos da el haber sido actores de aquellas horas decisivas: fue la huelga general la que destruy6 la ultima maniobra de los enemigos del pueblo; fue la huelga general la que nos entrego las fortalezas de la capital de la republica; y fue la huelga gene­ ral la que dio todo el poder a la revolucion.29 Y bien, en el movimiento participan asi los cuatro niveles de la clase obrera, cubriendo la totalidad del territorio, incluso La Ha­ bana. Por vez primera los trabajadores se presentan organizativa­ mente coordinados y respondiendo a una direccion sindical clan­ destina unificada. Es un factor que asegura el exito de la huelga general, y que precisamente estuvo ausente en el fallido intento del 9 de abril de 1958. Las organizaciones que actuan desafiando al aparato burocratico­mujalista de la CTC, integran finalmente una direcci6n representativa que, sin discriminaciones ideologi­ cas, contiene en su seno a las corrientes opositoras a Fulgencio Batista. Se trata principalmente de los ya mencionados Comites pro Defensa de las Demandas Obreras y por la Democratizaci6n de la CTC. y del Frente Obrero Nacional ­surgido a iniciativa del 26 de Julio­, los.cuales pasan a constituir el FONU (Frente Obrero Nacional Unido). Y este cumple su rol en la huelga general de enero de 1959. Las sierras orientales tienen y transmiten, de padres a hijos, circui­ tos propios, marcados por los tipos de produccion imperantes; con ellos se toparon los hombres venidos a bordo del Granma: una senda conduce de la sierra al llano y otra del llano a la ciudad. El llano esta en la encrucijada de la zafra; de ella el pequeno campe­ sino no regresa a la sierra tal cual vino, vuelve con elementos que en su animo contribuyen a morigerar lo que son los tipicos indivi­ dualismos de su clase y el aferrarse a la propiedad privada de la tierra, sin otra perspectiva que capitalizarse. Que, por lo demas, era para el pequeno campesino de la sierra bastante ilusorio, y la Granma. suplemento dedicado a Radio Rebelde, 8 de marzo de 1973, p. 29. :?q Fidel Castro, discurso del 18 de noviembre de 1959 ante el X Congreso de la CTC, en "Manual de capacitaeion ctvica", La Habana, Minfar, 1960. El subra­ yado es mio. .:?M MBICOS Winocur . 133 prueba es que al ano siguiente lo tendremos de regreso a la zafra o a la recoleccion de caf e en predio ajeno. En fin, un circuito que pone a las masas rurales en movimiento y donde los obreros, veni­ dos de la ciudad o residentes en el llano y a quienes hemos visto organizarse desde anos atras y actuar sin titubeos en la huelga azucarera de 1955, tienen concertada con ellos una cita puntual. Dejaran caer una palabra en Jos oidos del pequeno campesino y lo encontraran receptivo. Necesitado como fuerza de trabajo, re­ chazado por la competencia, es natural que asi sea el hombre de la Sierra Maestra. Pues alli ­primigenio teatro de guerra, asenta­ miento del Ejercito Rebelde y escenario luego de batallas decisi­ vas­ las relaciones de producci6n parecian navegar contra la co­ rriente: en lugar de participar del capitalismo llevado a todo lo largo de la isla por el ingenio ­esa fabrica de azucar­ dado que SUS pobladores permanecian sumergidos en el pozo de las superviven­ cias feudales, sob re las cuales nos he mos extendido. En esas condi­ ciones el pequeno campesino quedaba expuesto al "contagio" de la ideologia proletaria, pasando sin transici6n a absorber una pers­ pecti va radical: los caudillos campesinos no repararian en medios para lograr reivindicaciones ni les asustaria que su logro pudiera conducir mas lejos de tierra y trabajo a secas. En fin, si de calibrar el papel de la clase obrera se trata, lo pri­ mero que hay que tomar en cuenta es esto: no se circunscribia su presencia a las empresas tipicamente manufactureras de la ciudad y a los ingenios del llano sino que, en cierta medida, se dejaba sentir en la sierra. Y lo segundo, en lo referente a su actividad especifica en el periodo: de una a otra huelga paso a gobernar el llano. Hasta el momento en que el Ejercito Rebelde entra en La Habana, ningun movimiento llega a tener la importancia y a cu­ brir el pats como ella lo hizo con sus grandes huelgas. El recuento de fechas habla por st mismo: 1955, 1957, 1959, bajo dictadura y mujalismo, un paro masivo cada dos anos (en realidad es algo menos: cada ano y media}. Y bien, se ha intentado poner de relieve el papel de la clase obrera en el periodo. Conforme lo dejara enunciado el Pacto de Caracas, el triunfo requeria una conjunci6n de la lucha armada y la paralizaci6n del pats. No bubo derrocamiento de la dictadura mientras el Ejercito Rebelde no baj6 al llano y la isla fue ganada de oriente a occidente, de la Sierra Maestra a La Habana. Y el Ejercito Rebelde no dispuso de ese camino hasta que la clase obrera, en el centro de un conjuntode acciones ctvicas y de masa, lo dej6 expedito.