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SUEÑOS EN ESTÉREO
Religión: Heavy Metal
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Ya son más de 10 mil las personas dispuestas a declarar en el censo inglés que
su religión es el heavy metal. Me sorprende tanta actitud genuina en un mundo
lleno de modas.
Por: Ruth Sánchez De Obaldía
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os metaleros son lo máximo, punto. Desde que
tengo uso de razón identifico a los seguidores
del heavy metal como personas fieles a su
estilo de vida, auténticas y buena gente. A medida
que pasan los años, voy reafirmándolo. No podría
decir otra cosa, pero vamos al grano.
Hace poco, la agencia EFE se hizo eco de una noticia
de lo más curiosa: en Inglaterra, miles de fans del
heavy metal han respondido a la iniciativa de Biff
Byford, cantante del grupo Saxon, y la revista inglesa
“Metal Hammer” para que en el censo de 2011 este
género musical sea reconocido como religión en el
Reino Unido.
Es una propuesta curiosa, porque el único requisito
que exige es que se escuche heavy metal y el único
mandamiento que siguen es todo a más volumen
que el resto. Al principio pensé que no tendría
muchos seguidores, pero a la fecha son más de 10
mil melenudos en el grupo creado en Facebook para
apoyar la causa.
Aunque suene descabellado, no es la primera vez
que los británicos quieren imponer una nueva religión
en el censo. Hace 9 años, una iniciativa similar logró
que 390.000 británicos declararan que su fe era la
Jedi, la religión de La Guerra de las Galaxias. La
cifra colocó a la orden Jedi como la cuarta religión
de Gran Bretaña, una cifra que está muy lejos de
ser alcanzada por los metaleros. El problema es
que esta gente se tomaba a sí misma bastante más
en serio. Valga como ejemplo una frase de uno de
los impulsores:”Al igual que los funcionarios de la
ONU, los Jedi son guardianes de la paz y tenemos el
derecho básico de profesar nuestra religión y solicitar
ser reconocidos por la comunidad internacional”.
Hay que ver la clase de seguridad y autoconfianza
para declarar semejante cosa.
La Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) incluyó
a los Jedis en la categoría de ciudadanos “sin
religión”, es posible que algo así pase con quienes
convierten en acto de fe escuchar a AC/DC, Black
Sabbath, Deep Purple, Judas Priest, Iron Maiden o
Metallica.
En mi opinión, el metal es un género musical que
es poco valorado por muchos, cuando la realidad es
que tiene mucha cultura a su alrededor. Se convierte
en el estilo de vida de sus seguidores, su forma de
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vestir, su forma de hablar, su forma de pensar, su
forma de ser. Los verdaderos fans del metal son
religiosamente fieles a su estilo de vida y eso es
algo que le falta a los seguidores de otros géneros.
Si algún género musical tuviera que ser aprobado
como religión, yo apoyaría la moción de que sea el
metal, me parece el más apropiado, incluso podría
decir que tiene más sentido que se acepte como
religión un movimiento con contenido cultural que
una película de ciencia ficción (me incluyo entre los
fans de La guerra de las galaxias, pero no llego a
ese extremo),
Dejando esto a un lado, no entiendo por qué
tiene que mezclarse la música con la religión. Las
creencias son un asunto personal e íntimo, igual
que tu gusto musical. La prueba está en que hace
un par de días L’Osservatore Romano publicó la
lista de los discos favoritos del Papa Benedicto XVI,
el top 10 incluye Revolver de The Beatles, The Dark
Side of the Moon de Pink Floyd, Thriller de Michael
Jackson, Achtung Baby de U2 y (What’s the Story)
Morning Glory de Oasis. El Papa es rockero y nadie
le va a discutir su gusto musical. Si eres metalero,
nadie lo discutirá, independientemente de cuál sea
la religión que profesas. ✤
PERSONAJE LOBBY
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PUNTO LOBBY
Buscando Raíces
Punta Pacífica antes
del Trump
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La ciudad era joven y aún se podía respirar la brisa marina, fresca y limpia sin
olores extraños…
Por: Ancel Díaz
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sí como pasa el tiempo, pacientemente en su
galopar constante de segundos, minutos, horas,
días, años, de igual forma, son los cambios y
transformaciones que la ciudad y sus ocupantes van
teniendo.
Hace unos días, reunidos en el apartamento en Punta
Pacífica de una escritora, amiga de años, compartimos
tiempo con otras amistades y tocamos el tema de la
ciudad de antes y la de hoy. Fue entonces cuando
recordé que precisamente 22 pisos debajo de donde
estábamos 25 años atrás, entre las rocas, en la
entrada del mar había un casa de zinc y madera vieja
en donde habitaba un viejo marino a quien llamaban
señor Daniel.
La ciudad era joven y aún se podía respirar la brisa
marina, fresca y limpia sin olores extraños aunque
cortada por el ruido de los aviones bimotores que
entraban y salían del aeropuerto Marcos A. Gelabert, el
cual ocupaba toda el área hasta que, a finales de los
noventa levantaron vuelo y mudaron sus instalaciones
hacia Albrook.
Volviendo al hogar del señor
Daniel, los niños
acostumbraban visitarlo para escuchar sus historias
sobre el mar, los monstruos y sirenas que allí
habitaban. Llevaba una vida simple, improvisaba un
arpón con una barra de acero, con la cual cazaba jaibas
en el embarcadero que tenía la Escuela Náutica de
Panamá, ubicada más o menos en donde hoy está el
Centro Comercial Plaza Pacífica.
¿Rascacielos? Impensable en esta área con el
aeropuerto presente donde el edificio más alto
era El Torreón en cuya azotea había un faro que
girando disparaba luces rojas y verdes que cortaban
la noche para anunciar a las aeronaves la cercanía de
la ciudad.
Mirando por el balcón del moderno apartamento, se
aprecia el Club Unión y a su costado el pequeño y
acogedor Parque Marino Ignacio Valdez, o Parque de
Paitilla como se le conoce. El cual da cara a la playita,
entrada al Pacífico, donde hace mucho la gente solía
bañarse a la sombra de las primeras edificaciones que
se construían en Punta Paitilla.
El parque ha sido bien cuidado puesto que aún se
aprecian las veredas que serpentean los rincones de los
jardines que lo conforman, donde muchos aprendimos
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a patinar y pedaleamos por primera vez una bicicleta.
Había una rampa en la playita frente al parque, recuerdo
señores con sombreros llenos de anzuelos que con
frecuencia echaban cuerdas y pescaban en las tardes.
Otros chicos temerarios practicaban clavados de una
altura arriba de cinco metros, hoy día escombros y
rocas es todo lo que queda.
Pocos o nadie en aquellos tiempos podía imaginar los
cambios a los que se enfrentaría el vecindario con el
nacimiento de su vecina Punta Pacífica y el surgimiento
de los colosos de cemento, acero y vidrio que, con
arrogancia y fuerza le toman espacio al mar para
reclamar su lugar entre los cielos donde no todas las
aves pueden anidar.
Ahora bien, podemos hacer el ejercicio y proyectarnos
20 años en el futuro. ¿Cómo será la ciudad? ¿Hacia
donde va el desarrollo? ¿Reclamará el mar su espacio?
Por el momento solo nos queda la imaginación y la
espera…. ✤
ARTE
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MÚSICA
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DETRÁS DE LA NOTICIA
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PUNTO LOBBY
EL LAGAR
Comidas Hogareñas
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Todo es puro placer suspendido en una nube atemporal de aromas a especias
y humo de sartén.
Ramón Barreiro
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by
life
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S
casera? Como cualquier otro problema de escasez de
recursos, tiempo o trabajo, para mantener el disfrute
de la cocina hogareña, especialmente el de dedicarse a
su preparación, es necesaria planificación y eficiencia.
Lo más idílico de todo, lo que me extrae de toda noción
del tiempo –guardando un ojo interior al tiempo de las
cocciones– es la sensación de completo control sobre
mi ambiente; saber cómo reacciona cada alimento a
diversos tipos de cocción o el uso de cada utensilio de
mi cocina. Una cocina bien dispuesta en instrumentos
e ingredientes es para mí un edén particular.
Hay muchas preparaciones sencillas muy sabrosas
y muy lúdicas, que no llevan más de media hora de
dedicación en los fuegos. Seguro, todo el mundo sabe
hervir pasta, cocer arroz y abrir una lata de tuna para
aportarle proteína a ambas comidas… Sin embargo,
no es necesario contentarse con una conserva para
adornar una comida rápida. Se pueden preparar salsas
de tomate natural muy rápidamente –con la asistencia
del azúcar o la miel para cortar la acidez–, las verduras
congeladas pueden acompañar el aburrido arroz
blanco.
iempre he hallado tranquilidad en la cocina.
Disfruto enormemente planificar una comida
y dedicar toda la mañana en su preparación;
saboreo cada momento: determinar el tipo de corte
de mis verduras, observar el agua acercarse al punto
de ebullición, secar las carnes antes de echarlas a la
parrilla… Todo es puro placer suspendido en una nube
atemporal de aromas a especias y humo de sartén.
Lamentablemente, cada vez es más difícil incluir en
una apretada agenda profesional visitas planificadas
al edén, y ni hablar de hacer los esfuerzos que
requiere mantener el edén en condiciones apropiadas
de disfrute: hay que renovar sartenes, mantener las
estufas y hornos, tener al día un inventario básico de
especias, hierbas, verduras, arroces y pastas… En
cuanto a carnes, quesos, embutidos y panes, se pueden
comprar camino a casa del trabajo, e incluso, resulta
mejor así para la calidad de la comida. En fin, el edén
es un paraíso por ser práctico y funcional, maleable,
adaptable, un ecosistema gastronómico abierto, una
vez tradicional y otra libertario y transgresor.
Se dirán ustedes, ¿de dónde saco yo una mañana
entera –o una tarde entera– para preparar una comida
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Las sopas deshidratadas pueden usarse como caldo
para cocer ese arroz y esos vegetales, picar una base
de ajo, cebolla y ají llena de sabor cualquier cocción
rápida en sartén, las sopas y los guisos también se
pueden preparar rápidamente si los caldos bases
están ya hechos y las carnes ya pre-cocidas, y, por
supuesto, para todas aquellas sobras en el fondo del
refrigerador, el huevo siempre es una solución para
ponerse creativos y hacer tortillas de espagueti a la
boloñesa o de vegetales salteados en salsa de soya.
Redescubrir nuestras cocinas es la gran asignatura
pendiente en nuestros hogares. Me atrevo a decir que
si no hemos conocido nuestras propias cocinas, nunca
hemos disfrutado del hogar. Por algún motivo, al fuego
de las casas se les llamó “el hogar”.✤
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CIUDAD
La mirada que sostiene
tus ojos
ciudad
Lo que fijan los ojos se vuelve memoria y el hombre transforma su tiempo en
historia, el espejo más antiguo de la humanidad.
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Por: Arq. Ignacio Mallol
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S
iempre me impactó una frase que he escuchado
a lo largo de mi vida porque encierra un mensaje
misteriosamente humano: “ojos que no ven,
corazón que no siente”. El hombre de esta manera le
atribuye una importancia irreemplazable al sentido de
la vista. Se ubica en calidad de espectador y todo lo
visual le compete, conmueve y al mismo tiempo le ata
a lo real.
El hombre comparte sus sueños con la imaginación,
pero los ojos le trazan la percepción de lo tangible. Un
gran escenario permanecerá ante nosotros de por vida
y los ojos, la mirada, irán seleccionando de acuerdo
a nuestros gustos, intereses, emociones, deseos y
deteniéndose en aquellas imágenes, cuerpos, lugares,
momentos, detalles, que más conmueven nuestros
sentidos.
“Ver para creer”, es un refrán popular que refleja lo
opuesto a imaginar, ya que pareciera que solo se avala
lo que se puede verificar directamente por el sentido de
la vista. Indudablemente nuestro mundo cotidiano es
visual y de una u otra manera, nos estamos refiriendo
a lo visible y palpable. El hombre necesita cerciorarse,
verificar, comprobar, hacerse una idea dimensionable
del objeto.
La Gioconda, pienso, nos viene observando con su
enigmática e inquietante mirada desde el Renacimiento,
cuando Leonardo Da Vinci heredó a la humanidad el
genio irrepetible de los ojos y la sonrisa eterna de La
Mona Lisa.
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CIUDAD
MODA
Desde las cavernas, tiempos ancestrales, el hombre
dibujó su entorno, pintó la fauna, registró sus armas,
la imagen de su amada y la idea que tenía de sí mismo,
como una manera inequívoca, de representar el mundo.
En los siglos venideros repetimos ese gesto visual de
nuestros antepasados, en lienzos y murales, es el
reflejo de los ojos.
La fotografía y el cine, nacieron para ampliar nuestros
ojos, recrear la imaginación de lo visto, convertir a la
imagen en lenguaje visual, cuyos contenidos, abarcan
e incluyen distintos lenguajes: música, literatura,
sonidos, color. La suma de todas las imágenes de
la infancia y las que vamos acumulando en la vida,
forman la memoria, como un calidoscopio que se abre
a la discreción de los recuerdos.
La fotografía es permanencia, va más allá de la mirada
humana, porque se convierte en el tiempo, se hace
imborrable, es un papel que suma y descubre los
recuerdos. La mirada, en cambio, es fugaz, no se
repite. Mirar como en el fondo del pozo de sí mismo, es
un gesto natural y reconocible. El ojo se detiene cada
día para ver los restos de una taza de café o fijarse en
la luna que desciende cada noche detrás de los techos
de las casas, sobre los edificios frente al mar. Cada
gesto humano, tiene la particularidad de ser visto,
observado y analizado.
Es un buen punto el que señala el escritor italiano
Antonio Tabucchi, que “estamos constituidos por un
80 por ciento de agua y un 20 por ciento de memoria”.
Lo que fijan los ojos se vuelve memoria y el hombre
transforma su tiempo en historia, el espejo más antiguo
de la humanidad. Y los ojos también son lágrimas de
un corazón sensible o contento, agradecido del tiempo
que le ha tocado vivir. ¿Qué hay detrás de las lágrimas?
¿La pasión desbordada de un sentimiento?
señal que deja suspendido a dos, porque los ojos
expresan y traducen todos nuestros humores: alegría,
tristeza, preocupación, asombro, enojo, espera, pasión,
confianza. Una mirada se traduce en uno de los más
universales enigmas: el amor a primera vista.
La mirada es un tema universal que ha apasionado a los
grandes clásicos de la literatura, como Shakespeare,
quien dijo: “Las palabras están llenas de falsedad
o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón”. Un
proverbio árabe define también con sabiduría: “Quien
no comprende una mirada tampoco comprenderá una
larga explicación”.
El poeta romántico español, Gustavo Adolfo Bécquer
nos hace pensar aún en nuestros días del poder y
lenguaje de los ojos: “El alma que hablar puede con
los ojos, también puede besar con la mirada”. Los
anónimos siempre van al fondo de los temas y de los
tiempos, no pasan de moda: “Hay miradas que besan
todos los rincones del alma”.
La música que es el lenguaje universal de los
sentimientos y que a todos nos llega, refleja lo intangible
del alma como por ejemplo, “Can’t Take My Eyes Off
You” (No puedo dejar de mirarte). “Perdona la forma
en que te miro. Pero no hay nada que se le compare,
mirarte me debilita. No puedo dejar de mirarte”. Las
letras de las canciones viajan por el mundo y se
tararean en los lugares que menos nos imaginamos y
tienen la virtud de comunicar los sentimientos que el
hombre lleva bajo la piel.
La mirada forma parte del paisaje y mundo interior de
las personas. Los ojos pueden sostener una montaña
o un cuerpo femenino en toda su belleza y esplendor.
La mirada retiene la gracia y el horror. Los ojos reflejan
más que la fachada de las personas, son un termómetro
perfecto no sólo de lo que exterioriza un individuo, sino
que recorren un universo y territorio que se refleja en
el órgano más visual del ser humano.
En un reciente viaje a Barcelona me cautivó una
película argentina, que semanas después conquistaría
el Oscar: “El Secreto de sus ojos” Un filme de Juan
José Campanella, que a uno le mantiene en la butaca
de comienzo a fin, con esa habilidad del director que
ha trazado un libreto donde todo encaja y nos lleva
a un desenlace impensado. La mirada, su poder, lo
que dice, expresa, comunica y contiene, es el elemento
que nos llevará a descubrir el autor de un crimen.
Es un mensaje sutil que va tomando fuerza y forma,
abriéndose paso por la historia, para que finalmente
comprendamos que los ojos, la mirada nos habla de
un lenguaje inequívoco, único, deslumbrante. Se nos
revela un secreto a través como miramos.
Recuerdo, cuando realizaba un proyecto en el Emirato
de Qatar, un mundo desconocido para los occidentales,
país con una historia milenaria de cuento de Las
“Mil y una Noche”, como los ojos y las miradas se
transformaban en la única comunicación detrás de
las burkas que cubren el rostro de las mujeres. Los
ojos son el puente con el mundo exterior, verdaderas
ventanas que captan todo cuanto ocurre alrededor de
la persona y de sí misma, como su relación con los
demás. Es la fuerza también de la mirada, como una
Pareciera que siempre hay un punto de partida, hacia
a algún lugar o una persona escogida, la señalada
por los ojos, como si un sexto sentido y una química
especial las uniera. Es una señal sutil que solo los ojos
saben interpretar. Es lo más parecido a un flash y la
mirada suele ser más veloz que el gatillar de cualquier
sentimiento. Un anónimo vuelve a señalarnos el
camino: “Tan sólo una mirada entre dos, nos hace
ver que es lo que somos…ten claro que escribo con
sinceridad.” ✤
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