La guerra, la vida y las contradicciones de Winston Churchill

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La Plata, miércoles 23 de agosto de 2006
UN LUCHADOR INCANSABLE
La guerra, la vida y
las contradicciones
de Winston Churchill
Irrumpió en las librerías una biografía sobre el político inglés. Su autor, Francois Kersaudy, lo pinta como
un hombre que fue dueño de un narcisismo desmesurado y un egocentrismo furioso. Mostraba, dice,
“un autoritarismo que llegaba al despotismo y una soberana indiferencia por las aspiraciones populares”
“A menudo me he tenido que comer mis
palabras y he descubierto que eran una
dieta equilibrada”
(WINSTON CHURCHILL 1874-1965)
“Unico guerrero entre los políticos, único
político entre los guerreros, único político
guerrero que también era periodista, se volvió
célebre gracias a la campaña de Sudán, diputado gracias a la guerra de los Boers, figura
nacional gracias a la Primera Guerra Mundial y
héroe nacional gracias a la Segunda”.
Así es como Francois Kersaudy describe a
Winston Churchill en la biografía que acaba de
irrumpir en las librerías de nuestro país, con
anécdotas y una rigurosa documentación.
“El gran artista de una gran historia”, así
es como el general Charles De Gaulle juzgó
alguna vez a este político brtiánico, cuya
muerte conmovió al mundo entero.
El volumen -se llama “Un luchador incansable”- incluye fotos, mapas y se basa en las
investigaciones realizadas por el autor en los
archivos de ocho países, la consulta de unas
cuatrocientas obras, y las entrevistas a muchos
actores y testigos que conocieron a Churchill.
Las guerras
En su biografía, Francois Kersaudy
escribe: “Se dice que la historia no se
repite. Para Winston Spencer-Churchill,
sin embargo, hubo una excepción. En
realidad, extraño destino para un hombre
quebrado, que había dejado el
Almirantazgo con la muerte en el alma
un sombrío día de mayo de 1915, y que
volvía a instalarse allí un cuarto de siglo
después, en el mismo cargo y en circunstancias prácticamente idénticas”.
Esta vez, prosigue Kersaudy, “también
la patria estaba amenazada por la
destrucción, el peligro venía nuevamente
de Alemania y, al igual que entonces, las
posibilidades de salvación de Gran
Bretaña y del Imperio se fundaban en la
Royal Navy y en su primer lord, Winston
Churchill”.
“Winston is back, el Almirantazgo envió
este mensaje a todos los buques y todas
las bases navales británicas en la noche
del 3 de septiembre de 1939. Una frase
que resume lo que significó Churchill para
Inglaterra en aquellos días”.
Especialista en historia diplomática y militar,
Kersaudy publicó, entre otros títulos De Gaulle
y Churchill y Churchill contra Hitler.
Para él, el éxito de Churchill se debe a los
conflictos que le tocó atravesar, ya que
“durante los intervalos de paz, en el mejor de
los casos lo olvidaban y, en el peor, no lo tenían
en cuenta”.
“Fue un político que odiaba
el racismo nazi, pero creía
en la misión civilizadora
del hombre blanco”
“En las horas más sombrías, Churchill triunfó, por cierto, gracias a una combinación única
de coraje, imaginación, resistencia, espíritu
de lucha, carisma, convicción, capacidad de
concentración, fascinación por la guerra y
sentido intuitivo de las palabras adecuadas a la
ocasión”, puntualiza el autor.
* * *
Pero lejos de esbozar un retrato benévolo de
Churchill, el biógrafo desarrolla la tesis de que
también sus éxitos se explican “por una impresionante acumulación de irrealismo, impulsividad, falta de profesionalidad estratégica, narcisismo desmesurado, egocentrismo furioso, peligrosa ingenuidad, terquedad en el error, desprecio por las convenciones, un autoritarismo
Hijo de un lord ingleses y de una norteamericana, Winston Spencer-Churchill nació en el
Palacio de Blenheim que era propiedad de su
abuelo, el séptimo duque de Marlborough.
Su irrupción en política se produjo en 1898,
luego de que abandonara el ejército e ingresara al Partido Conservador. Un año más tarde
se presentó sin éxito a sus primeros comicios,
por lo que decidió marcharse a Sudáfrica como
corresponsal del diario Morning Post en la
guerra de los Boers.
Fue ahí donde un hecho, que en principio
parecía desafortunado. le cambió la suerte: fue
tomado prisionero, pero logró escapar y
regresó a Inglaterra como un héroe. Ganó
popularidad, y un año más tarde, se convirtió
en diputado.
Su vida dio un gran giro, tras la invasión del
ejército nazi a Polonia, el primero de septiembre de 1939. Francia e Inglaterra le declararon
la guerra al Estado gobernado por Adolf Hitler,
y Churchill fue puesto nuevamente al frente del
Hombres poderosos. Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill
que llegaba al despotismo y una soberana
indiferencia por las aspiraciones populares”.
Kersaudy pone el acento en la complejidad del
personaje, profundizando en sus aspectos contradictorios: un aristócrata convertido en uno de los
padres de la legislación social británica, un oficial
subalterno que se hizo cargo de la caballería en
1898 y en 1954 tomó la decisión de construir la
bomba de hidrógeno; un político que odiaba el
Los nazis y las urnas
racismo nazi pero creía en la misión civilizadora
del hombre blanco. También, un anticomunista
convertido en aliado de Stalin y en apóstol de la
distensión, y un humanista sentimental, pacífico
pero fascinado por la guerra y que sólo vivía para
la victoria.
Desde esa perspectiva, la biografía toma un
carácter casi épico al abordar el rol jugado por
Churchill durante las dos guerras mundiales.
Almirantazgo británico.
Las malas perspectivas que el desarrollo de
la contienda parecían deparar a Inglaterra,
hicieron que fuera nombrado Primer
Ministro el 10 de mayo de 1940. Su discurso
se convirtió entonces en una premonición
acertada, ofrecía “sangre, sudor y lágrimas”
y, al mismo tiempo, exigía el sacrificio del
pueblo inglés.
Con la invasión alemana como amenaza
creciente, Churchill creó un gobierno de
unidad nacional, y diseñó una estrategia
que literalmente salvó a Gran Bretaña.
Sus esfuerzos se encaminaron a conseguir
la entrada en guerra de la Unión Soviética,
que había firmado un pacto de no agresión
con Alemania, y de EEUU, que se mostraba
reacio a intervenir en un conflicto lejano.
Dos meses después de que los aliados
ganaran la guerra, el electorado británico
volvió a darle la espalda y fue derrotado en
la urnas.
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