1 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. INDISCIPLINA Y DESCONTROL: EL ESTADO DIGITAL AUSENTE por Alejandro Alberto Sarubbi1 SUMARIO: I) Introducción. II) Enfoque filosófico: Sociedad disciplinaria y sociedad de control. El rol del Estado. III) Análisis fáctico: A) Indisciplina y descontrol: vacío estatal y poderes difusos. B) Libertades en el marco de la democracia: el Estado digital como cuestión social. IV) Palabras de cierre. “No importa cuán exótica se vuelva la civilización humana, no importa el desarrollo de la vida y la sociedad ni la complejidad de las relaciones máquina hombre; sea como sea, siempre se producen interludios de solitario poder durante los cuales el curso de la humanidad, el auténtico futuro de la humanidad, depende de las acciones relativamente simples de una sola individualidad.” Frank Herbert I. Introducción La expansión del mundo digital ya no resulta una novedad en tiempo presente. El incesante crecimiento tecnológico, que tuvo su explosión decisiva a comienzos de la década del ’80 con la aparición de las computadoras personales2 y durante los ’90 con la propagación de internet3, llevó a la humanidad hacia la consecuencia lógica de la reformulación de los medios hasta allí existentes, e incluso a la aparición de nuevos medios de comunicación, expresión, comercio, relación interpersonal, a la vez que acarrea una nueva y necesaria esfera de participación del Estado para el correcto y regular funcionamiento de los mismos. Esta aparición del mundo digital planteó un nuevo desafío para los estados a la hora de resguardar los derechos de las personas, de establecer límites a los mismos y del ejercicio de control necesario para prevenir, evitar o actuar ante actos ilícitos o criminales. Esto lleva a una inevitable pregunta: ¿avanzan los estados a ritmo consecuente respecto de las innovaciones tecnológicas?, o en modo más preciso: ¿el Estado argentino ha logrado avanzar en materia de derechos informáticos? Al mismo tiempo que surge otra pregunta que representa un desafío aún mayor: ¿es el Estado quien ejerce el poder en la esfera digital o son las personas quienes marcan sus propios límites jurídicos y éticos? Es precisamente a estas preguntas a las que intentaré encontrarle una respuesta satisfactoria dentro del marco del breve espacio del que dispongo para lograrlo. 1 Estudiante de Abogacía, secretario de extensión universitaria del Centro de Estudiantes y ayudante de la cátedra del Dr. Sanguinetti de Teoría del Estado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Ponencia redactada en el marco del Congreso de Derecho Público para estudiantes y jóvenes graduados “DEMOCRACIA Y DERECHOS” de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, llevado adelante los días 31 de mayo y 1 junio de 2012 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2 Más precisamente, la aparición de la Commodore Vic-20 (1980), primera computadora personal en superar el millón de unidades vendidas en el mundo, inspirada en la entonces innovadora Apple II (1977), Estados Unidos. 3 Se tomará como referencia la masificación de internet, sin tener en consideración a su precursora arpanet, red privada surgida en las universidades de los Estados Unidos. 2 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. II. Enfoque filosófico: Sociedad disciplinaria y sociedad de control. El rol del Estado. A la hora de abordar la temática que respecta a la disciplina y al control, en cualquiera de sus formas, se hace intensamente necesario abordar la concepción de poder, que es la llave que permitirá ejercerlas para aplicar las medidas restrictivas o permisivas pertinentes a lo que tratan. El término poder proviene del latín possum que, stricto sensu, significa tener fuerza para algo o, lato sensu, tener la capacidad y la fuerza para lograr el dominio o posesión sobre una cosa física o intangible4. Si bien el término refiere a la capacidad y a la fuerza, también alude a la idea de imposición, de influencia, entre otros términos análogos. Abordando de lleno a la concepción de poder, la cuestión relevante para Michel Foucault es determinar cuáles son los mecanismos del mismo, es decir, las formas de obtenerlo, de ejercerlo, las implicancias que éste tiene y, principalmente, de las relaciones que generan al poder y sus consecuencias lógicas. Para intentar encontrarle respuesta a la interrogante de la gestación de poder, Foucault rastreará y analizará al poder en la historia desde dos perspectivas distintas; por un lado, se enfocará en concepción jurisdiccional y política liberal del siglo XVIII y, por otra parte, lo que él denominará como economicismo5, es decir, la función económica del poder. Sin adentrar profundamente en las evaluaciones analíticas de su pensamiento microfísico del poder, se tomará como eje a aquello que para Foucault resultaba primordial, que es el análisis de los mecanismos, estrategias y formas fácticas en que funciona y opera el poder. En palabras del brillante francés: “Lo que he intentado analizar hasta ahora, grosso modo (…) ha sido el cómo del poder; he procurado captar sus mecanismos entre dos puntos de relación, dos límites: por un lado, las reglas del derecho que delimitan formalmente el poder, por otro, los efectos de verdad que este poder produce, transmite y que a su vez reproducen ese poder. Un triángulo pues: poder, derecho, verdad”6. Mientras tanto, Foucault llamará disciplina a los métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad7, y considerará a las mismas como fórmulas generales de dominación a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Describirá como momento histórico de la disciplina al nacimiento de un arte del cuerpo humano pensado como cuanto más obediente, más útil. A consecuencia de esto, el cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo desarticula y lo recompone, fabricando así -la disciplina- cuerpos sometidos y ejercitados, “cuerpos dóciles”. De este modo surge lo que él denominaría “anatomía política”. Citando textualmente sus palabras: “Una ‘anatomía política’, que es igualmente una ‘mecánica del poder’, está naciendo; define cómo se puede hacer presa en el cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como se quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se determina. La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos ‘dóciles’. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia). En una palabra: disocia el poder del cuerpo; de una parte, hace de este poder una ‘aptitud’, una ‘capacidad’ 4 Ávila-Fuenmayor, Francisco. El concepto de poder en Michel Foucault. Revista “A Parte Rei” número 57, septiembre de 2007. p. 2. 5 Foucault, Michel. Microfísica del Poder. Edición y traducción de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría. Segunda edición. Ed. La Piqueta, Madrid, 1979. p. 134. 6 Foucault, Michel. Microfísica del Poder. Edición y traducción de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría. Segunda edición. Ed. La Piqueta, Madrid, 1979. p. 139. 7 Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2002. p. 126. 3 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia que de ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta. Si la explotación económica separa la fuerza y el producto del trabajo, digamos que la coerción disciplinaria establece en el cuerpo el vínculo de coacción entre una aptitud aumentada y una dominación acrecentada”8. Así, Foucault llegará a la conclusión de que la disciplina es una anatomía política del detalle, que aparecerá en la educación cristiana, escolar o militar y, en conclusión, en todas las formas de encausamiento de la conducta. Mencionará que para el hombre disciplinado ningún detalle es indiferente, a la vez que la observación minuciosa del detalle, y una consideración política de esas pequeñas cosas, para el control y la utilización de los hombres, se abre paso a través de la época clásica, llevando consigo un conjunto de técnicas, un corpus de procedimientos y de saber, de descripciones y de datos que, a partir de estas “fruslerías”9, ha nacido el hombre del humanismo moderno. De la definición de disciplina que nos da Foucault, se desprende el análisis de los elementos que él enfoca para determinar a las herramientas de control de la actividad humana. Para esto, enumera cinco herramientas axiológicas que efectivizan al control10, a saber: 1) el empleo del tiempo; 2) la elaboración temporal del acto; 3) el establecimiento de correlación entre cuerpo y gesto; 4) la articulación cuerpo-sujeto; 5) la utilización exhaustiva. Esta capitulación de herramientas del control disciplinario que se ejerce sobre los hombres tiene un marco de sobria actualidad y validez, es decir, es aplicable por vía de analogía al contexto político-social moderno. Esto queda ampliado en la relación que establece entre sujeto y poder -como herramienta fáctica y necesaria para el ejercicio del mismodescribiendo que, en tanto el sujeto se encuentra en relaciones de producción -capitalista- y significación, se encontraría igualmente en relaciones de poder11. En otras palabras, el hombre se encuentra ejerciendo relaciones de poder -como dominante o como dominado- en cada uno de los ámbitos en los que se maneja cotidianamente, partiendo desde el hogar, hasta llegar a las relaciones interpersonales que surgen como efecto de los estudios, los medios laborales, e incluso en las relaciones afectivas. Explayado esto y enfocados en la actualidad, podemos inferir que es el Estado quien le da sentido y forma a esta lógica. Dicho de otro modo, el Estado, al reclamar para sí el uso legítimo de la fuerza, al establecer el modo de gobierno y al sistema económico, al crear y formar sus instituciones y al asignar personas -sujetos- para los cargos que corresponden a tales fines, al mismo tiempo, está creando posiciones y situaciones de jerarquía lógica -a su vez jurídica en condiciones regulares- respecto de unos para con otros. Así, comienza a palparse el ejercicio del poder -micropolítica- que acumulan en sí mismos los sujetos y las relaciones de dominación consecuentes que éstas arrastran. En principio, podría inferirse que estas relaciones de poder -disciplina, control, dominaciónse establecen de un modo legítimo al surgir de manera expresa y espontánea de los poderes y mecanismos del Estado aunque, sin embargo, un análisis fáctico de la realidad demostraría 8 Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2002. pp. 126 y 127. 9 Con fruslerías, Foucault adjetiva a estos detalles como “cosas de poco valor”. 10 Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2002. pp. 137 a 143. 11 Foucault, Michel. El sujeto y el poder. Conferencia. Traducción de Santiago Carassale y Angélica Vitale. 4 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. sin oponer mucha resistencia que esto no ocurre siempre de un modo necesariamente legítimo, y aún más notoriamente a la hora de abordar la innovadora y revolucionaria cuestión digital y su magnitud, cosa que hace necesario a un encuadramiento estatal preciso. Por lo expuesto, es válido concluir en que es el Estado, a través de sus órganos, quien moldea a las personas con sus permisos y restricciones; con sus medidas y abstenciones. En otras palabras -y siendo más específicos- el Estado amolda a las personas, por intermedio de sus actos, en cuanto a las conductas y a los valores que pretende que sean realizadas por la sociedad, utilizando las herramientas, las definiciones y los enfoques que expresa y enumera Foucault y que han sido mencionadas anteriormente. En lo concerniente al mundo digital, el Estado, debido a su alevosa permisividad, no realiza ninguna de las acciones mencionadas; no moldea de ningún modo a las personas para encarrilarlas de manera correctiva hacia un óptimo comportamiento en sentido jurídico y moral. Acotando la idea, se puede hablar de indisciplina y descontrol social por la no intervención del Estado para moldear a las personas hacia las conductas que, en tiempo presente, se presume son las correctas. Y dada esta omisión de actos de encausamiento por parte del Estado, podemos hablar de un Estado ausente en materia digital. III. Análisis fáctico En este apartado se analizarán las cuestiones fácticas, es decir, los hechos tomados de la realidad en tiempo presente que hacen a la problemática que se plantea. Por una cuestión de orden lógico y para facilitar la comprensión de lo que se expone, los ejes principales se clasificarán en apartados individuales para, finalmente, lograr una convergencia, retroalimentación o coacción de los mismos y así llegar a conclusiones válidas satisfactorias, siendo estos ejes, a saber: A) Indisciplina y descontrol: vacío estatal y poderes difusos Actualmente, los actos cometidos en la esfera digital por parte de las personas12 cuentan con una libertad relativa -aunque muy amplia- a la hora de su realización inmediata. Es decir, es relativa porque en tanto haya alguna restricción legal, por más ínfima que sea, no puede ser absoluta; es muy amplia porque, en efecto, la normativa existente en Argentina respecto de lo que constituye el mundo digital es muy limitada. Esto significa que la gran mayoría de las acciones que éstos quieran llevar adelante cuentan con una autonomía muy importante y, consecuentemente, sin limitaciones éticas ni legales. A la hora de la creación de algún medio de prensa, de expresión, de comercio o de alguna actividad acorde al ámbito digital, las personas encuentran como única limitación a su mera voluntad de llevar aquello adelante o no. El abanico de posibilidades que ofrece internet a la hora de llevar adelante un emprendimiento de cualquier índole es inimaginablemente basto y amplio, gozando la mayoría de ellas, consecuentemente, de una inmensa autonomía a la hora de su ejecución como se dijo anteriormente. En un principio, los estados han tratado de encuadrar a las acciones informáticas que implicaban actos criminales dentro de las figuras típicas de carácter tradicional, tales como hurto, robo, fraude, falsificación, etc., siendo esto, finalmente, insuficiente, dado que para la realización de dichos actos se requiere del uso de una computadora, dando lugar a la regulación propicia que estas acciones necesitan por parte del derecho13. 12 El término “persona” refiere a aquellas de existencia física tanto como a las de existencia jurídica, es decir, asociaciones, empresas, organismos, etc. 13 Delitos informáticos. Instituto Nacional de Estadística e Informática. Lima, Perú, año 2001. p. 29. 5 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. Existen una multiplicidad de casos que resultan interesantes a la hora de abordar este punto, como por ejemplo la posibilidad que tienen las personas de realizar cualquier tipo de actividad relacionada a la prensa y/o a la información, siendo esto acorde a la libertad de expresión de la que hoy disfrutamos, pero que sin embargo no cuenta con un marco regulatorio claro en el caso del abuso del derecho que podría llegar a representar esta libertad de expresión, es decir, en el caso de que se dañe a un tercero con la opinión o información emitida por la persona. Respecto de esto, nuestro bloque constitucional 14 es claro expresando que todos los habitantes de la Nación Argentina gozan del derecho de publicar sus ideas por la prensa15 sin censura previa. Sin embargo, el límite de la libertad de expresión es siempre la ofensa al orden y a la moral pública, es decir, la afectación a un tercero, caso en el cual, el Estado está legítimamente autorizado a realizar censuras posteriores a la publicación del material que resultó lesivo. Otro ejemplo válido en esta órbita es el del libre comercio16 que hoy nos ofrece internet que, si bien a la hora de la explotación comercial y sus réditos económicos por parte del intermediario cuenta con regulación legal, no ocurre lo mismo con los simples usuarios del servicio que brinda éste, quedando la regulación necesaria para la seguridad física y legal de la persona a manos de la voluntad del prestador. Dados estos ejemplos, podemos inferir que nos son útiles para abordar la cuestión de un modo más práctico y conciso, y para exponer de manera fehaciente el problema que representa esta falta de controles por parte del Estado y sus respectivas consecuencias. Si bien en un principio puede parecer que nuestros derechos están bien resguardados por nuestros instrumentos jurídicos, lo cierto es que, profundizando en una materia determinada, empiezan a percibirse una gran cantidad de falencias de índole legal. Pero cuando hablamos de falencias no refiero solamente a las lagunas del derecho 17 que puedan darse eventualmente, sino también a la falta de adaptación o actualización a la realidad que tiene la legislación ya existente. Por ejemplo, al analizar el grueso del texto de la ley 26.388 de Reforma del Código Penal en materia de Delitos Informáticos, se encuentra a ciencia cierta con que sólo se considera como documento privado a resguardar al correo electrónico18 y a los certificados firmados digitalmente, en tanto que, a lo que respecta a las bases de datos personales de las empresas privadas o públicas, sólo se considera como acto lesivo a la vulneración de los mismos19 por vía de ataques informáticos, es decir, el denominado “hack”. El materia de bases de datos de las personas que pueden tener todo tipo de entidades privadas o públicas (bancos, empresas, instituciones gubernamentales, etc.) no se contempla en ley alguna la posibilidad de venta o comercialización de las mismas, siendo ésta una actividad económica frecuente y lícita, teniendo en cuenta que todo lo que no está prohibido de modo expreso, está permitido, que sin embargo tampoco cuenta con las regulaciones consecuentes 14 Germán Bidart Campos denomina “bloque de constitucionalidad federal” –que se encuentra en la cúspide del sistema jurídico– al “texto documental y codificado de la constitución formal “más” los instrumentos internacionales consignados en el inciso 22 del artículo 75” (BIDART CAMPOS, GERMÁN J., Tratado elemental de derecho constitucional argentino, Tomo I-A, Ediar, Buenos Aires, 2000, p. 413). En adelante, entiéndase que la alusión a la Constitución de la Nación Argentina como cúspide del sistema de gradación jerárquico-normativo argentino refiere al mencionado bloque de constitucionalidad federal. 15 Tal como lo expresa el artículo 14 de la Constitución de la Nación Argentina, y ampliado por los tratados de derecho internacional que gozan de jerarquía constitucional contemplados en el artículo 75 inciso 22 de la misma. Por otro lado, el concepto de “prensa” resulta hoy ampliado por la posibilidad que brinda internet de llevar adelante el ejercicio de divulgación de la información de un modo no institucionalizado legalmente, es decir, que cualquier tipo de divulgación de material informativo puede ser considerado prensa en un sentido amplio. 16 Se toma como ejemplo paradigmático de esto a sitios web como Mercado Libre o similares. 17 Alchourron, Carlos y Bulygin, Eugenio. Introducción a la metodología de las ciencias jurídicas y sociales. Editorial Astrea, 3° reimpresión, Buenos Aires, 1998. p. 174 y 175. 18 Artículo 4 de la ley 26.388. 19 Artículo 10 de la ley citada. 6 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. que debería de tener un acto de tal magnitud. La ley 25.326 de Protección de los Datos Personales, en su artículo 1, ora lo siguiente: “La presente ley tiene por objeto la protección integral de los datos personales asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros medios técnicos de tratamiento de datos, sean éstos públicos, o privados destinados a dar informes, para garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas, así como también el acceso a la información que sobre las mismas se registre, de conformidad a lo establecido en el artículo 43, párrafo tercero de la Constitución Nacional”. Dentro de la mencionada ley, se enumera una cantidad de supuestos y condiciones que deben de tener las bases de datos, que aborda desde su existencia y lícita creación hasta la penalización de los supuestos en que se haya vulnerado dicha regulación. Empero, en ninguna circunstancia se habla de internet como herramienta de creación real o probable de bases de datos y los usos que éstas puedan tener por parte de sus adquiridores. Todos los datos personales que aportamos en internet a través de registros en páginas web 20 y en redes sociales21 no cuentan con ningún tipo de control. Es decir, aquellos datos aportados se convierten en propiedad y responsabilidad del sitio o red al que fueron concedidos, sin saberse a ciencia cierta si existe o no una comercialización de los mismos, ni tampoco pudiendo saberse si los mismos son conservados aún después de nuestra dada de baja en éstos y sin tener noción de qué es lo que se hace con nuestros datos una vez después de haber renunciado al servicio. Es un hecho que todos estos sitios web y redes sociales cuentan con políticas de privacidad claras, a las cuales debemos de aceptar para poder utilizar el servicio. Sin embargo, estas políticas -privadas- no tienen el goce de jerarquía que sí tiene la ley, por lo cual el contenido de estas políticas pueden quedar sujeto a interpretaciones y siendo su cumplimiento o no un acto surgido meramente de la voluntad del dueño o titular del servicio. Otra cuestión referida a los datos personales -y tal vez la más importante- es aquella que refiere a los buscadores web22. Como se dijo anteriormente, internet ofrece una amplísima libertad de expresión, creación de sitios web y la obtención de datos personales de modo ilimitado. Esto genera como consecuencia que, al ser los buscadores un medio que posibilita el rastreo de datos e incluso de personas mediante la captación de la información aportada por los sitios web, todas las informaciones y los datos obtenidos por los mismos tengan un acceso público e ilimitado, viéndose vulnerados de manera primordial el derecho a la intimidad que contempla nuestra Constitución Nacional en su artículo 19, y el derecho al olvido expresado por la ley de Hábeas Data. De este modo, los buscadores ejercen la función ilegítima de castigar a las personas por sus actos cometidos -o no- aunque en un marco meramente moral que, sin embargo, nunca toma en consideración si aquello obrado por el “acusado” ha sido efectivamente realizado o no. Tomando a lo expuesto en consideración, podemos hablar, ciertamente, de un vacío estatal notorio en el marco digital, marco en el cual las acciones privadas de las personas trascienden o pueden trascender de manera inminente o inmediata hacia la esfera de lo público, teniendo como mayor consecuencia el castigo social de actos que, en principio, no somos capaces de comprobar que hayan sido efectivamente realizados23. Podemos hablar de indisciplina porque, al no existir un poder legítimo que sea capaz de ejercer tal poder, las personas quedan sometidas solamente a las pocas leyes que refieren a sus actividades y encontrando como 20 Cuando se habla de “páginas web” se hace referencia a cualquier sitio que requiera el aporte de nuestros datos personales como condición de registro al mismo, sean páginas comerciales, institucionales, bancarias, laborales, sin fines de lucro o incluso los llamados “foros”. 21 Con redes sociales se hace referencia a todos los sitios que encajen en tal caracterización y prestación, como Facebook, Twitter, LinkedIn, Tuenti etc. 22 Se toma a todos aquellos que cumplan con esa función expresa o implícita, como Google, Yahoo, etc. 23 Ejemplo de esto es el banco de datos denominado “Veraz” y las consecuencias económicas y financieras que implican encontrarse en dicha base de datos o las consecuencias inmediatas de encontrase a sí mismo, en un buscador web, acusado o descripto como persona poco honrosa. 7 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. único tope su sentido ético y moral. Ante esto, las personas cuentan con las ventajas lógicas que ofrece el marco jurídico actual y que llevan de manera efectiva a los abusos mencionados y a otros que, por cuestiones de brevedad, no fue posible mencionarlos y analizarlos en este trabajo. En tanto que podemos hablar de descontrol por la falta de regulación consecuente que deriva de este vacío estatal. No existe hoy en día una institución u organismo del Estado que se encargue de ejercer control sobre lo que respecta al mundo digital y sus usos. Ergo, podemos hablar de la existencia de poderes difusos -lógicamente ilegítimos- que ejercen la función de la vigilancia y del castigo por cuenta propia, sea de índole económica, moral, afectiva, etc. Es así como los buscadores se convierten en herramientas capaces de imponer un castigo social -voluntario o no- sobre todos aquellos que se considere que deben responder por sus actos, los sitios web y redes sociales se convierten en poseedores de invaluables bases de datos en un marco que no está contemplado por la ley y teniendo éstos el poder y el señorío exclusivo sobre las mismas, quedando nuestra información personal sujeta a su voluntad, mientras las bases de datos que contienen información financiera de las personas se convierten en el ejecutor y verdugo de aquellos que han caído en un incumplimiento de sus obligaciones, sin importar ni valorar que este incumplimiento acarrea acciones legales expresas para dichas circunstancias. Salvando las distancias y siempre enfocándonos al contexto que se expresa, se puede percibir una especie de “estado de naturaleza” en un sentido hobbesiano en lo que respecta a la cuestión digital, es decir, vistas las consideraciones principales, la comparación analógica de la cita “el hombre es el lobo del hombre”24 parece encajar a la perfección, ya que la ausencia del Estado hace posible -e incluso necesaria- que las personas intenten regularse a sí mismas o entre sí. B) Libertades en el marco de la democracia: el Estado digital como cuestión social La democracia, como forma de gobierno, tiene la función fundamental de garantizar el normal y correcto desenvolvimiento de las personas que habitan a una nación y, en este marco, puede decirse que, al menos en parte, esta función se cumple. Sin embargo, otra de las funciones fundamentales del Estado es la de garantizar que esas libertades concedidas no sean cometidas con excesos que sean devenidos en abusos, y es aquí donde se presenta de manera particular la ineficiencia estatal para regular a la cuestión. Dadas las condiciones concretas que presenta nuestra democracia, el Estado debe acompasar a los derechos fundamentales como la libertad con garantías de índole legal que encajen en el marco específico aquí planteado. De no existir esta garantía, la paradoja planteada por Norberto Bobbio a lo largo de su obra encontraría una respuesta bastante simple: el gobierno de las personas terminaría desplazando a cuentas claras al gobierno de las leyes, ya que los primeros estarían imponiendo sus propias reglas del juego, es decir, las personas establecerían sus propias leyes, que no necesariamente deberían de estar positivadas dentro de un marco legal y democrático25. Existe una circunstancia particular y de especial relevancia para tomar postura respecto del control que debería de imponer el Estado: el uso de la tecnología digital como derecho fundamental, o dicho de otro modo, la herramienta que representa la tecnología a la hora de la realización de las actividades cotidianas de todo tipo y la relación de necesidad y dependencia que esto genera y, en resumen, la tecnología devenida en cuestión social. Todas las personas gozan -correctamente- del derecho a disponer de estas herramientas por su utilidad, practicidad y necesidad. Empero, estos derechos no cuentan hoy con límites claros y basta con analizar brevemente a los sucesos fácticos para comprobar que, hoy en día, existen 24 Hobbes, Thomas. El Leviathán. 25 Bellamy, Richard. Norberto Bobbio: Estado de Derecho y Democracia. Cuadernos de Filosofía del Derecho número 28. Doxa. 2005. 8 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. abusos innumerables de parte de los usuarios mal intencionados, afectando a otros derechos fundamentales y, en algunos casos, incluso afectando a la misma libertad. En sintonía con lo expuesto por Bobbio en su trabajo acerca de la democracia, resulta acertada su concepción que refiere a que los poderes del Estado se encuentran ya delimitados en el marco histórico-evolutivo de las sociedades. Lo que se hace férreamente necesario ahora mismo, es ejercer un control sobre estos poderes para garantizar el funcionamiento democrático armonioso. IV. Palabras de cierre La disciplina que ha descrito Foucault a lo largo de su obra ha sido sustentada en la observación fáctica del mundo moderno que, sin embargo, no contaba en aquel entonces con el progreso tecnológico y su consecuente multiplicación de las esferas sociales. El tiempo presente, podríamos decir que, al menos en lo que respecta a la esfera digital, los actos de disciplina y control que ejerce el Estado son extremadamente limitados, alimentando a la concepción microfísica del poder y concentrándolo de manera exagera y perjudicial en las personas, que no cuentan con un marco de legitimidad tal como se la conoce para ejercerlo de tal modo. Probablemente podamos coincidir, finalmente, con aquella paradoja planteada por Bobbio -que sí vivió como testigo de este momento particular- en la cual, y meramente en este plano digital, son las personas las que hacen a las leyes y disponen de las herramientas de control e incluso de castigo para determinados actos, sean legítimos o no. Así, puede sostenerse grosso modo que el Estado digital no es una entidad surgida de manera legítima como acto de autodeterminación del pueblo como es el Estado convencional tal y como se lo conoce, sino que es el mismo pueblo -como parte que compone a la Nación- quien ejerce el dominio exclusivo en esta materia, cuestión que nos plantea riesgos lógicos de que esto se dé sin un marco de control o de regulación de autoridad legítima, dando como consecuencia vulneraciones y abusos a los derechos de un modo sistemático y sostenido. La historia ha dejado escrito en un modo muy claro y preciso que no es posible concebir a la sociedad sin algo o alguien que ejerza el rol de gobierno. Sin embargo, esto es lo que hoy ocurre en el mundo del Estado digital: una suerte de “estado de naturaleza” acorde a la descripción de Hobbes en su sentido más literal, donde en efecto el hombre es el lobo del hombre a causa del caos que representa la libertad absoluta viviendo en sociedad. Por todo lo expuesto, podemos hablar de indisciplina y descontrol de una sociedad sujeta sólo a la voluntad de acción por parte de algunos con el consecuente dominio que ejercen sobre aquellos que, por cuestiones de desventajas de cualquier índole, resultan sometidos. Por este marcado vacío podemos hablar de un Estado digital ausente que deja a su libre albedrío a la sociedad a la que se supone debe de garantizarle un óptimo desenvolvimiento y disfrute de sus derechos. Sin un Estado, no hay control; sin control, no hay disciplina. Y sin esta conjunción necesaria para la vida en sociedad, sólo existe el caos. 9 Alejandro Alberto Sarubbi . Indisciplina y descontrol: el Estado digital ausente. Bibliografía y sitios web visitados - Alchourron, Carlos y Bulygin, Eugenio. Introducción a la metodología de las ciencias jurídicas y sociales. Editorial Astrea, 3° reimpresión, Buenos Aires, 1998. - Ávila-Fuenmayor, Francisco. El concepto de poder en Michel Foucault. 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