VIERNES 24 21’30 h. EL SUBMARINO AMARILLO (1968) Gran Bretaña 85 min. Título Orig.- Yellow submarine. Director.- George Dunning (y Dennis Abey & Al Brodax –imagen real-). Argumento.- Lee Minoff, a partir de la canción homónima de John Lennon y Paul McCartney. Guión.- Lee Minoff, Al Brodax, Jack Mendelsohn y Erich Segal. Directores de animación.- Jack Strokes y Robert Balser. Director Artístico.- Heinz Edelmann. Secuencias Especiales.- Charles Jenkins. Montaje.- Brian Bishop. Canciones.- John Lennon, Paul McCartney y George Harrison. Música.- George Martin. Productor.- Al Brodax. Producción.- Apple Films – King Features Production – TVC London. Intérpretes.- (voces) John Clive (John Lennon), Geoff Hughes (Paul McCartney), Peter Batten (George Harrison), Paul Angelis (Ringo Starr & jefe de los Malvados azules), Lance Percival (Fred), Dick Emery (Boob / Mayor / Max) & Los Beatles (Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band) v.o.s.e. Música de sala: El submarino amarillo (Yellow submarine, 1968) de George Dunning Banda sonora original de The Beatles (& George Martin) Beneficiada por un alto presupuesto, EL SUBMARINO AMARILLO es una película técnicamente compleja, descaradamente ecléctica y, aún hoy, un referente en el moderno cine de animación. Los Beatles nunca la reconocieron como hija suya; en realidad, es descendiente de la revolución cultural de 1967. En su año de estreno, los sucesos de Praga, Méjico, París y Chicago barrieron ilusiones: la utopía se estrelló contra un Sistema más inflexible de lo que los rebeldes esperaban. Quedó así reducida a dimensiones más razonables. EL SUBMARINO AMARILLO resulta hoy una fantasía hippy, vestida con ropa de boutique pop y armada con ideología de suplemento dominical. Pero, eso sí, una delicia para ojos y oídos. Su director, George Dunning, llegó al film con una reputación bien consolidada. Había trabajado en Canadá, Reino Unido y Estados Unidos, realizando largometrajes y cortometrajes de dibujos animados que mostraban ciertas querencias surrealistas. La expansión de la televisión le hizo revalorizarse, firmando espléndidos anuncios y entrando en la nómina de UPA, la productora formada por aquellos disidentes de Disney que montaron una huelga en 1941 contra las condiciones de trabajo y la estrechez mental de la histórica compañía. Hombre sensato, Dunning comprendió que necesitaba input creativo: el diseño gráfico de EL SUBMARINO AMARILLO fue encargado al artista alemán Heinz Edelmann, conocido por sus llamativos carteles. A sus órdenes trabajó un nutrido equipo de animadores, no escatimándose medios para lograr un tiovivo de estilos y colores: se dice que se realizaron cinco millones de viñetas (que fueron vendidos por unidades a los fans norteamericanos de los Beatles). Lee Minoff fue el creador de la historia, desarrollada posteriormente con ayuda del productor Al Brodax y dos guionistas asalariados, Jack Mendelsohn y Eric Segal, (que ya estaba maquinando su Love story). Circulan diferentes versiones sobre el origen del film. Al Brodax, jefe de la división de películas y telefilms del King Features Syndicate, contaba que Lennon le despertó una noche, llamándole desde Londres: “he imaginado a Ringo perseguido por las calles por un submarino amarillo”. Brodax había participado en la creación de “The Beatles”, serie televisiva de dibujos animados que la cadena ABC programó los sábados durante cuatro años (1965-69) y que contó con los buenos oficios de George Dunning. Brian Epstein, el padrino de los Beatles, estaba buscando la salida a un problema contractual: había firmado tres películas de los Beatles con United Artists y sólo había entregado dos, ¡Qué noche la de aquel día! (1964) y ¡Help! (1965). Después, habían proliferado los proyectos, unos disparatados -los Beatles con El Cordobés, o un remake de “Los 3 mosqueteros” con Brigitte Bardot- y otros más sólidos, como “Up against it”, guión escrito por el dramaturgo Joe Orton y que resultaba demasiado radical para los Beatles. Orton y Epstein murieron, con pocos días de distancia, en agosto de 1967, por lo que esa idea fue almacenada definitivamente. Sin embargo, Epstein también había negociado la posibilidad de una película de dibujos animados. Era una alternativa para la principal propuesta: los Beatles no querían volver a ponerse a la orden de Richard Lester y se atrevían a dirigir y protagonizar su propio largometraje. El ensayo iba a ser Magical Mistery Tour, que la BBC emitió en diciembre de 1967 (¡en blanco y negro!). Magical Mistery Tour fue ampliamente vapuleada y United Artists se negó a ponerse en manos de aquellos hippies irresponsables; el largo de dibujos animados se consideró la mejor opción. Era un respiro para los Beatles. Aparte de proporcionar algunas canciones nuevas, quedaban libres para desarrollar planes más queridos. Ni siquiera doblaron a sus personajes: actores especializados pusieron voz a los cuatro Beatles, acentuando el contenido caricaturesco de esos retratos (John como listillo, Ringo como tonto simpático, George Harrison como místico flipado, Paul como chico elegante). Dicen que, cuando vieron la brillantez de las imágenes, los Beatles accedieron a ser filmados para la secuencia final (que tuvo complicaciones “técnicas”: los chicos estaban en la cumbre del consumo de sustancias ilegales y costó lo suyo lograr unas tomas coherentes). No obstante, McCartney marcó distancias antes incluso del estreno de la película, declarando que “lo que he visto me gusta pero no somos nosotros; no diremos que somos los responsables, aunque sea un bombazo”. Un indicio de que los Beatles se tomaron EL SUBMARINO AMARILLO como algo menos que un proyecto-de-interés-prioritario está en la banda sonora: sólo aparecen cuatro temas inéditos. Y no entran en la categoría de Obras Indispensables: “Hey Bulldog”: John Lennon recordaba que Yoko Ono le visitó en el estudio mientras se grababa este tema y le sugirió que, ejem, los Beatles podían hacer cosas más complejas. Lennon se quedó muy avergonzado. Y es que “Hey Bulldog” fue un entretenimiento o un apaño del siempre cicatero Paul McCartney. Los Beatles contrataron el estudio de grabación durante un sábado de febrero de 1968, con la intención de filmar una película promocional para “Lady Madonna”. Como sobraba tiempo, Paul sugirió registrar un tema; Lennon apareció con una canción inacabada y la completaron a toda prisa, aprendiéndola por la vía rápida y pasándola a cinta entre grandes cachondeos (el título salió de una broma de Paul, que empezó a ladrar para animar a Lennon, cantante principal). El tema fue eliminado de la versión norteamericana de la película. “All together now”: Aquí, es Paul la festiva voz solista, mientras sus compinches hacen coros. Se registró en junio de 1967. “It's all too much”: La excepción. Una pieza compleja, que supera los seis minutos, y en la que se nota esfuerzo. Letra enigmática, guitarra desquiciada a lo Velvet Underground, músicos de estudio y el productor George Martin trabajando a pleno rendimiento. Una de las embriagadoras incursiones psicodélicas de George Harrison: grabada en junio de 1967 y muy propia de la exuberancia de aquellos momentos. “Only a northern song”: Por el contrario, Harrison enrojece cuando se le menciona esta pieza. Al Brodax, el productor del film, insistía en añadir otro tema original a la banda sonora. Tanto gruñó que George se prestó a componerla. Volvió un par de horas después al estudio, diciendo “es sólo una canción norteña”, en referencia a Northern Songs, la editora musical del grupo. Se hizo apresuradamente, de nuevo con la ayuda -teclas, trompetas, cintas manipuladas- de George Martin. Data de febrero de 1968. En la banda sonora de EL SUBMARINO AMARILLO, aparecen, además del tema inspirador, “All you need is love”, “Eleanor Rigby”, “When I'm sixty-four”, “Lucy in the Sky with Diamonds”, “Nowhere man” y “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band”. Se oyen breves ráfagas de “With a little help from my friend”, “Baby you're a rich man”, “Within you, without you” y “A day in the life”. Complementando las canciones de los Beatles, George Martin compuso, arregló y dirigió la grabación de la música puramente cinematográfica, excelentes temas comos “Pepperland”, “Sea of time”, “Sea of holes”, “Sea of monsters”, “March of the Meanies”, “Pepperland laid waste” y “Yellow submarine in Pepperland”. Para reforzar el LP de la banda sonora -ya se ha visto que las piezas originales eran desechos o curiosidades- se pensó en incluir todas las canciones del cuarteto que sonaban en EL SUBMARINO AMARILLO. En estas dudas se consumieron meses: mientras que la película se estrenó en Londres el 17 de julio de 1968, el disco correspondiente no salió a la venta hasta el 17 de enero de 1969 (una herejía, según las leyes del marketing: ni siquiera aprovecharon el mercado navideño). Contenía en la primera cara los cuatro cortes inéditos más “Yellow submarine” y “All you need is love”; en la otra cara, las piezas orquestales de George Martin. Esa mezcla Beatles/Martin se había usado en Estados Unidos para las bandas sonoras de ¡Qué noche la de aquel día! y ¡Helpl! -su discográfica, Capital, hacía equilibrios para estirar la producción de los Beatles y sacar más discos- pero no fue del agrado del resto del mundo: el disco tardó en superar el millón de copias despachadas. Dadas las características de la película, que tenía un amplio público potencial (fans de los Beatles, hippies con ganas de visiones, niños, padres con ganas de estar al día), EL SUBMARINO AMARILLO generó una oleada de productos que todavía hoy traen de cabeza a los cazadores de recuerdos. King Features vendió licencias a docenas de empresas, que pusieron en el mercado todo tipo de objetos amarillos: papelería, tarjetas, posters, juegos de cartas, calendarios, lámparas, perchas, llaveros, figuritas, bolsas, muñecos, almohadas, pegatinas, juguetes, y así ad infinitum. La utópica fábula de Pepperland y el poder de la música animó las cajas registradoras, proporcionando abundantes argumentos a los amantes de las paradojas y a los militantes contra la sociedad de consumo. Pero los compradores que conservaron aquellos souvenirs han tenido oportunidad de hacer buenos negocios. Más razonable es buscar los libros. En Estados Unidos, Signet editó un precioso paperback, “The Beatles in Yellow Submarine”, con abundantes ilustraciones y una adaptación literaria de Max Wilk. Se realizó una adaptación aún más liberal para la versión en cómic, publicada en castellano por la mexicana Editorial Novaro (la portada proclamaba “¡ELLOS siempre están IN!”). En Inglaterra, se publicó “The Yellow Submarine gift book” (World Distributors), con ilustraciones a gran tamaño. A pesar de la primacía de lo musical y lo visual, EL SUBMARINO AMARILLO cuenta con una rica dimensión verbal. El guión, rebosante de juegos de palabras y diálogos absurdos, conecta con los libros “joyceanos” de John Lennon. La palabra es arma potente, parecen decir los autores: Boob se enfrenta con el Rey Malo con triquiñuelas retóricas. La batalla final contra los Malvados Azules se libra con canciones y con la escritura de conceptos (“amor”, “ahora”, “saber”) más la poderosa palabra “sí”. Pero muchos de esos chistes han perdido lustre, aparte de estar mal servidos por los subtítulos españoles. Como se ha reseñado, la música pertenece al período que va desde finales de 1965 a comienzos de 1968, cuando los Beatles se despegan de las convenciones del rock para investigar las posibilidades de las cuerdas, los metales, los teclados y el propio estudio de grabación. Ansia de experimentación que cuenta con las drogas psicotrópicas como catalizador; les permite recuperar facetas anteriormente sumergidas: aires de music hall y pub, marchas, canciones infantiles (como la propia “Yellow submarine”). Para muchos, la era más blanda y despreciable de los Beatles, aunque tal vez sea injusto juzgar un producto tan inequívocamente años sesenta desde la descreída actitud contemporánea. Baste con afirmar que la fantasía de esos sonidos sirvió de acicate para millones de adolescentes, en busca de realidades alternativas. Y también marcó a artistas de mayor edad, como es el caso de los autores de “Yellow submarine”. El pop abrió la veda de citas, guiños, parodias y homenajes: la película es un voraz recorrido por la historia del arte del siglo XX. Surrealismo, Dada, Art Nouveau, Op Art y mil tendencias más introducidas en una batidora pop que se alimenta de corriente psicodélica. Lautrec, Nolde, Dalí, Klimt, Magritte, Rousseau y demás tropas aparecen en gloriosa confusión. El mundo del cómic también desfila (Spirit, Mandrake) y no faltan las referencias a la televisión (Los Vengadores). La mitología del cine tiene su hueco (Marilyn, King Kong, Frankenstein, el Séptimo de Caballería); “Lucy in the Sky with Diamonds” es un apoteósico compendio del cine musical. Dunning y Edelman, animados por un presupuesto generoso, pusieron en marcha todas las ideas, que les apetecieron, en un deslumbrante eclecticismo que no rehuyó fotografías coloreadas o imágenes de celuloide añejo. Aunque el dibujo tiende hacia la ñoñería de ilustradores pop como Peter Max, la sucesión de secuencias evita el tedio. EL SUBMARINO AMARILLO es una gozosa orgía visual. En sus aspectos formales, la película es un producto emblemático de su tiempo y más exactamente de la contracultura que tomó cuerpo en San Francisco allá por el Verano del Amor de 1967. Bajo el argumento, también late el optimismo hippy enfrentado al horror de Vietnam: música, color y amor seducen a un Enemigo organizado militarmente. Los Malvados Azules disponen de la tecnología de la destrucción mientras Pepperland, benigno reflejo de la Inglaterra victoriana, sólo cuenta con instrumentos musicales y un destartalado submarino que llegó de la superficie terrestre. La detestada sociedad de consumo queda retratada en ese monstruo cuya trompetilla engulle todo lo que se pone a su alcance, terminando por comerse a sí mismo. Como es natural, prima lo instintivo sobre lo racionalizado: los Beatles se comprometen en la aventura gracias a las bondadosas vibraciones de Fred y no por sus embarulladas explicaciones. En su viaje, pasan brevemente por el Mar de la Frenología donde innumerables cabezas bullen con contradictorias ideas que los héroes esquivan hábilmente. Es este un mundo donde la realidad fluctúa y nuestros sentidos no están seguros de percibirla correctamente: el coche de George Harrison cambia constantemente de color (“todo está en la mente”) y una puerta puede llevar al nirvana o a un “mal viaje”. ¿El remedio final? Una canción que habla de solidaridad. Aunque -¡toma paradoja!- en la película no hable ninguna de las figuras femeninas. Gozó EL SUBMARINO AMARILLO de una calurosa acogida. “Variety” apostó por su éxito entre el público juvenil y sólo “The Hollywood Reporter” puso pegas, alegando que el final era largo y pretencioso. En el “New York Times”, Renata Adler sugirió elegantemente que tal derroche visual podría disfrutarse mejor si el espectador iba previamente un poco colocado. En “The New Yorker”, Pauline Kael estableció positivas comparaciones con lo mejor de la producción de Disney. Curiosamente, el éxito del film sacó de su letargo a la Disney, que reestrenó Fantasía (1940) con una campaña publicitaria destinada a las tribus de la marihuana y el LSD (lema publicitario: “la experiencia visual definitiva”). La estrategia tuvo resultados aceptables pero Disney no cultivó ese prometedor mercado, dejando pista libre a Ralph Bakshi (Fritz The Cat, Heavy traffic, El señor de los anillos, etc.) Con EL SUBMARINO AMARILLO, el cine de animación recibió un nuevo impulso en una época baja, cuando sólo Disney se atrevía con largometrajes y se rebajaba abismalmente el nivel artesano de esas producciones. A pesar de sus excesos, que anclan a la película en su época, es un hito del género y puede considerarse como progenitora de posteriores hallazgos, con interesantes repercusiones en los spots publicitarios o el vídeo-clip. Y una nota final: el guión y la atmósfera de EL SUBMARINO AMARILLO planean sobre Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, la película de 1978 que el productor Robert Stigwood puso al servicio de sus queridos Bee Gees y Peter Frampton, la estrella del momento. Concebida tan cínica como clínicamente, Sgt. Pepper’s… no obtuvo las recaudaciones imaginadas. Pongan ustedes la moraleja. Texto: Diego Manrique, “El submarino amarillo”, en coleccionable “Las películas más famosas de la Historia del Cine”, rev. Fotogramas.