La Dramaturgia Venezolana Moderna

Anuncio
LA DRAMATURGIA VENEZOLANA MODERNA
Oriando RODRÍGUEZ B.
(CELCIT, Venezuela)
Dentro del panorama teatral latinoamericano, el proceso renovador
venezolano se produce en la década de los años cincuenta, con cierto retraso
frente a otras realidades nacionales dentro del continente. En consecuencia, la
moderna dramaturgia de Venezuela no alcanza a cumplir cuarenta años. Diversas
causas producen, en la realidad cultural del país, ese retraso de desarrollo. Las
dictaduras que dominaron casi cuarenta años la centuria, determinaron la
incorporación tardía del país en el concierto cultural y artístico de América Latina.
La generación de creadores e intérpretes surgida en el período de las últimas
décadas ha intentado en gran parte de sus integrantes quemar etapas para recuperar
el tiempo perdido, lo que ha significado intentar reflejar las verdaderas
posibilidades de una realidad cultural atrasada.
Sin embargo, si bien en el pasado y como importantes pero escasos hitos en
su trayectoria, autores como Leopoldo Ayala Michelena, Rómulo Gallegos, Rafael
Guinand, Leoncio Martínez, Víctor Manuel Rivas o Andrés Eloy Blanco,
intentaron reflejar en sus obras, ambientes, historias, comportamientos y
características de la idiosincrasia nacional. Entre los dramaturgos que surgen en
el proceso de renovación, aún cuando, a veces, éste imita con deficiencia las
corrientes foráneas, los de mayor proyección han asumido con sus diferentes
lenguajes, el pasado, el presente del país, testimoniando el quehacer y los
problemas de sus habitantes. Y, preferentemente, los temas sociales e individuales
de la gran ciudad, de una capital que en el lapso menor de cuarenta años
septuplicó su población, con las consecuencias correspondientes, al no estar
preparada para un crecimiento demográfico como el señalado.
Maestros extranjeros venidos de España, México, Argentina y Chile trajeron
los aires renovadores. El resurgimiento de la actividad escénica produjo, entre sus
61
efectos, la aparición de nuevos autores que, con modernas técnicas y enfoques,
dieron forma a una literatura teatral con ribetes nacionales.
Las expresiones dramatúrgicas surgidas bucearon en la historia, como
igualmente han tratado de desentrañar las esencias de la realidad donde se
desenvuelve el ser venezolano.
Revalorización del Pasado
César Rengifo (1915-1980), intelectual y creador polifacético, es sin lugar a
dudas el autor que abre el camino del nuevo teatro venezolano. Desde su primera
obra ¿Por qué canta el pueblo? (1938), uno de los escasos textos sobre la
prolongada dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935) y, hasta hoy, no
estrenada, centró su línea creadora en aspectos relevantes de la trayectoria del
país. Su fecunda labor de cuatro décadas tanto en la creación como en la dirección
de obras, y su impulso al surgimiento y desarrollo de grupos teatrales, lo colocan
a la cabeza del movimiento escénico nacional.
Si en sus obras primeras los procesos de la conquista, colonia e inicios de la
independencia constituyeron el eje de su creación, en su producción de madurez
la Guerra Federal o el impacto del petróleo en la historia y cultura del país, han
conformado sus temas preferenciales.
Buscador infatigable, Rengifo se ha expresado en distintos estilos, pero
vinculando siempre su teatro a imágenes y personajes nacionales.
El mundo indígena ha estado presente en el dramaturgo a través de obras
como Curayú o el vencedor, Osceneba. Los años previos a la emancipación, en
Joaquina Sánchez, Soga de niebla. La independencia, en María Rosario Nava, Esa
espiga sembrada en Carabobo. El autor usó indistintamente la prosa y el verso,
donde su condición y calidad poética alcanzaron logros importantes.
Con agudo sentido crítico, Rengifo ha incursionado en el campo de la
comedia, enjuiciando las contradicciones e injusticias de la sociedad capitalista,
utilizando la línea realista, elementos expresionistas o los caminos señalados por
el autor alemán Bertolt Brecht. LM fiesta de los moribundos. Buenaventura
chatarra. Los canarios. Las alegres cantáridas. El insólito viaje de los inocentes
Una medalla para las conejitas son algunos títulos que el autor ha utilizado para
su aguda radiografía social. Un humor penetrante da una dimensión distinta a su
teatro, pero coincidente con su obra dramática en el análisis y enfoque de la
realidad elegida.
La constante en el teatro de Rengifo es su búsqueda de temas enraizados en
Venezuela, sin perder las perspectivas latinoamericanas ni su entronque universal.
El proceso de su creación fue elaborando estructuras cada vez más complejas, en
un lenguaje de eficaz teatralidad y en definida posición ideológica.
fn
La trilogía de la Guerra Federal y la tetralogía del petróleo conforman un
grupo de obras de madurez, donde el contenido, profundamente vinculado a la
historia y trayectoria de Venezuela, está planteado en una forma atractiva y
dinámica, por momentos cinematográfica.
En la trilogía integrada por Un tal Ezequiel Zamora, Los hombres de los
cantos amargos, y Lo que dejó la tempestad, hace una vivisección de las luchas
sociales y políticas promediando el siglo XIX, donde se enfrenta el pensamiento
progresista liberal al retardatario conservador, con tratamientos novedosos. Las
obras descansan en la figura del extraordinario caudillo Zamora, personaje que
opera por presencia invisible, dado que, salvo unos instantes, no aparece en la casi
totalidad de las tres obras. Lo que dejó la tempestad, representada en Ecuador,
Colombia, Cuba, Canadá, Venezuela; publicada en México, Cuba y Rumania,
señala el interés que el texto de Rengifo ha despertado en los interesados en teatro
de distintas latitudes. En esa trilogía, además, el enfoque político-social resulta
nuevo en la dramaturgia, por cuanto, al enfrentar un problema como la liberación
de la esclavitud negra en el siglo pasado en nuestro continente, no es mostrada
como la medida progresista de un instante, repetida hasta la saciedad, sino como
medida económica altamente conveniente para una oligarquía aferrada a intereses
y prejuicios ya en decadencia.
Por otra parte, el tema del petróleo, que cambió la economía, la conducta y
la cultura venezolana de manera radical, al transformarse en el eje de la riqueza
nacional de las primeras décadas del siglo actual y que tan poco ha sido tratado
por los dramaturgos, encuentra en Rengifo un agudo analista. Su tetralogía,
integrada por Las mariposas de la oscuridad. El vendaval amarillo. El raudal de
los muertos cansados y Las torres y el viento (esta última publicada en una
antología en España y representada en Canadá, Estados Unidos y Venezuela).
Ambos ciclos han sido publicados, además, en Cuba, sin la primera de la
tetralogía, clasificada posteriormente como parte de ese grupo de piezas. Por estos
textos desfilan, desde el surgimiento de los primeros pozos importantes -Zumaque,
primero entre ellos- pasando por el drama de Lagunillas, 1939, la explotación de
los obreros venezolanos, el desplazamiento de campesinos y pescadores echados
de sus tierras o compradas éstas a precio irrisorio, y la consiguiente destrucción
ecológica, hasta la toma de conciencia nacional frente a esta riqueza por distintas
escenas y situaciones. Debe señalarse también que en su juventud intentó dos
textos relacionados con el tema petrolero: Yuma o cuando la tierra está verde, y
En mayo florecen los apamates.
En la obra que cierra su tetralogía. Las torres y el viento, Rengifo alcanza el
mayor grado de madurez en la construcción dramática. Además de plantear un
desarrollo simultáneo en tres instantes: 1914, inicio de la explotación del petróleo;
década de los 60, años de violencia; y 1980, visión del porvenir. La estructura de
la obra, además de ratificar el dominio de la técnica dramática, muestra en el
63
dramaturgo la hábil utilización de recursos y elementos claramente
cinematográficos, pero en función del contenido y la agilidad teatral. Combinando
estilos, realismo y expresionismo, con predominio del primero, Rengifo entrega
un texto innovador, como reflejo de un creador inquieto, permanentemente
insatisfecho, pero al mismo tiempo fecundo en su producción. Obras últimas,
como La trampa de los demonios, o su texto sobre Ayacucho, ¿Quién nos robó
esa batalla? (parte de la creación en equipo realizada por el argentino Osvaldo
Dragún, el colombiano Enrique Buenaventura y el mexicano Emilio Carballido,
con el tema central de América Latina y su trayectoria), redondean la imagen de
un escritor en persistente actitud de renovación y ensayo.
Tres Autores
El camino abierto por Rengifo significó rápidamente la aparición de otros
valores, que con otros enfoques se dieron a la tarea de enfrentar el país desde
ángulos variados. Román Chalbaud, Isaac Chocrón y José Ignacio Cabrujas
forman el grupo que engrosó cualitativa y cuantitativamente el teatro nacional.
Román Chalbaud (1931) se ha caracterizado por una crítica cáustica sobre la
sociedad venezolana y los valores en que actualmente aparece sustentada. Su obra
teatral, primero, y cinematográfica, después, coincide en los entronques críticos,
centrando gran parte de ella en sectores marginados, en personajes despreciados
por los sectores dominantes, pero plenos de valores y posibilidades que el autor
detecta y luego proyecta en un mundo cargado de aristas recargadas, donde la
caricatura oscila entre lo ridículo y lo trágico. Ambientes y personajes se
emparentan con el mundo del grotesco rioplatense, como la del peculiar Armando
Discépolo, en que el inmigrante se convertía en el marginado de la aparente
próspera gran ciudad, en las primeras décadas del siglo.
El autor, incluso, ha despertado violentas polémicas en épocas conflictivas a
través de sus obras. Caín adolescente. Los ángeles terribles. Sagrado y obsceno
La quema de Judas, El pez que fuma constituyen parte definitoria de su
producción. Textos plenos de símbolos, sea a través de la nomenclatura de sus
personajes, verdaderos "humillados y ofendidos" de nuestra sociedad, sea por el
juego de situaciones o de claroscuros, contrastando seres extraídos del "lumpen"
frente a valores convencionales, sectores sociales satisfechos, incapaces de ver o
aceptar las contradicciones y las desigualdades, y donde el dramaturgo muestra
distorsiones más propias del humor negro, pero entremezclado con una verdadera
ternura sobre sus criaturas.
Dedicado totalmente al cine, dejó de escribir teatro durante un tiempo
prolongado. Regresó a la escena con textos de reminiscencias autobiográficas:
Ratón en ferretería. El viejo grupo, textos de transición a obras de mayor
madurez, lo que se ha expresado en su fecunda creación cinematográfica. Todo
64
bicho de uña, última obra estrenada —un guión llevado a escena— marcó el
comienzo de un nuevo alejamiento del teatro.
Isaac Chocrón (1930), de los tres dramaturgos citados, es el autor cuya labor
se ha centrado más en el teatro, como dramaturgo y como director. Su temática
ha tocado esencialmente comportamientos individuales, penetrando en la psicología
de sus personajes y auscultando conductas conflictivas o situaciones que la
sociedad ha rechazado habitualmente. De gran dominio de la técnica de
construcción dramática, Chocrón ha probado en diferentes estilos, pero en él ha
predominado la corriente realista, hacia la cual regresó en su creación de las
últimas dos décadas. Previo a esta etapa, experimentó en numerosas obras, tanto
en estructura y lenguaje, como en el tratamiento de personajes y situaciones. Sin
embargo, hay un tema abordado por distintos autores del teatro moderno, que se
convierte en constante del dramaturgo venezolano: la soledad. Chocrón la enfoca
desde distintos ángulos y a través de numerosos personajes. La crítica de teatro
Susana Castillo, en su tesis El desarraigo en el teatro venezolano (1945-1976),
plantea que el tema constante de Chocrón, además, es el del desarraigo de sus
personajes, sean éstos emigrantes, inmigrantes, o el ciudadano común que no logra
echar raíces en su propia tierra.
Chocrón ha escrito, entre otras: Ménica y el florentino. El quinto infierno,
Animales feroces. Tric-trac, Asia y el lejano oriente, O.K., La máxima felicidad.
La revolución. Alfabeto para analfabetos. El acompañante, Mesopotamia, Simón,
Clipper.
En ellas, la creación abarca variados ambientes, desde la extranjera que,
habiendo vivido en Venezuela, regresa a su país y no logra reubicarse ni tampoco
olvidar el lugar del cual salió, pasando por el mundo íntimo de una familia judía,
seguidora de viejas tradiciones, tema sobre el cual profundiza en su última obra
estrenada, Clipper, hasta la búsqueda de una estabilidad sentimental o la
afirmación de la propia individualidad; la gama de temas es múltiple.
Acucioso en el manejo del diálogo y en la elaboración de situaciones,
Chocrón ha trascendido las fronteras y algunas de sus obras han sido montadas en
España, Puerto Rico, Estados Unidos, Brasil, Argentina. En la producción de los
últimos años, ahondando en la temática, lenguaje y personajes que lo definen, ha
logrado un intimismo de mayor profundidad. Son los casos de Mesopotamia,
Simón y Clipper.
José Ignacio Cabrujas (1937) ha tratado de encontrar la identidad nacional a
través de su historia, primero, luego en el mundo mágico de tradiciones y
supersticiones, para desembocar en un intento de interpretación del hombre medio
del país.
Compartiendo su creación teatral con el cine y la televisión, Cabrujas inició
su labor afincándose en la historia. En sus primeras obras acusó fuerte influencia
brechtiana. De su primera época son Los insurgentes. El nombre del rey, Juan
65
Francisco de León, Días de poder, esta última escrita en colaboración con Román
Chalbaud.
En su otra línea teatral, caracterizada por una búsqueda del mundo de
creencias y tradiciones, Profundo, obra llevada incluso al cine últimamente, se
convirtió en uno de los textos venezolanos relevantes en ese ámbito de realismo
mágico, donde han transitado autores latinoamericanos como Miguel Ángel
Asturias (Solana), Enrique Buenaventura {A la diestra de Dios Padre), Manuel
Galich (Pascual Abah) o su compatriota Arturo Uslar Pietri (Chuo Gil), entre
muchos otros.
Como una pausa muy especial, de contenido filosófico y lenguaje en clave,
su obra Fiesole extraña incluso dentro de la creación dramática venezolana.
Si Profundo lo acercó a una realidad más presente, dos obras posteriores,
escritas en la segunda mitad de la década del setenta, Acto cultural, y El día que
me quieras se orientaron hacia una interpretación del comportamiento venezolano,
aún con el pretexto de un pasado ubicado en 1935, en el caso de la segunda obra
mencionada. Acto cultural es un serio intento de análisis y recreación sobre la
idiosincrasia nacional, en que utilizando distintos planos planteó una visión amarga
sobre la conducta humana: la alienación producida por una sociedad que impide
la realización individual, en una estructura de valores falsos y apariencias
superficiales.
Desde otro ángulo, la crítica de Cabrujas al medio ambiente coincide con
planteamientos de otros dramaturgos, sin que ello debilite la excelente calidad de
estos textos.
En la dramaturgia de Cabrujas, el tema de frustración se ha convertido en una
constante. Planteado en las tres obras antes citadas, lo reitera --y con insistenciaen La noche oriental y más aún en El americano ilustrado, su último estreno. Un
agudo sentido del humor, la utilización del monólogo para desnudar
individualidades y una acción muy dinámica caracterizan la creación de Cabrujas,
cuyas obras han sido presentadas en varios países de América Latina y en España.
La Mujer y la Dramaturgia
En este proceso del nuevo teatro venezolano, la mujer no ha estado ausente.
Numerosos nombres deben incorporarse a los de los dramaturgos que han
contribuido al desarrollo del teatro nacional.
Dos poetas, Ida Gramcko y Elizabeth Schon, irrumpieron en el campo de la
literatura teatral en la década del cincuenta. Mientras la primera rescataba mitos
y leyendas, recreándolos para la escena, la segunda, con un lenguaje metafórico,
lleno de imágenes, creó mundos de fantasía, evadiéndose de la realidad.
De Ida Gramcko debe mencionarse María Liorna, La Rubiera, La loma del
ángel, Belén Silveira. De Elizabeth Schón, La aldea. Intervalo, entre otras.
66
Elisa Lerner, con una producción muy breve, lia destacado por su capacidad
de profundización en la compleja psicología femenina. Utiliza indistintamente el
lenguaje poético y la fina ironía. Autora en que prima un agudo sentido teatral,
capaz de crear situaciones ficticias eficaces, logra también crear una atmósfera
plena de carga dramática. Si En el vasto silencio de Manhattan la soledad y el
mundo interior se relacionan con su vida familiar y el ambiente que la rodea, en
La bella de inteligencia -pieza inicial- la autora simbolizó el drama de un país
(el suyo) que comenzaba a vivir una existencia nueva, caída la última dictadura.
En Vida con mamá la ironía en el lenguaje alcanza tonos wildeanos, mientras la
suma de los sucesivos recuerdos ubica el texto en el convulsionado mundo
latinoamericano de las décadas recién pasadas, en el que se inserta el mundo
interior de personajes nostálgicos y solitarios.
Otras autoras han incursionado en el teatro, pero con escasa continuidad,
como es lo ocurrido con Lucía Quintero y Vicky Franco.
Mariela Romero, actriz, se incorporó a la dramaturgia con una obra de gran
éxito. El juego. Posteriormente intentó la representación de otras realidades
sociales en Rosa de la noche y El vendedor. La televisión, tanto nacional como de
otros países de América Latina, la han ganado para su campo, lo que la ha alejado
parcialmente del teatro.
El año 1983 sirvió de trampolín para la aparición de varias autoras, mediante
su participación en el Concurso de Dramaturgia, organizado por la Asociación
Venezolana de Profesionales del Teatro, AVEPROTE, cuyo premio fue el estreno
de veinte obras y la edición en nueve tomos breves, de casi treinta obras. Así
surgieron creadoras como Perla Vonasek -Ella cantaba boleros-; Carlota Martínez
-Que Dios la tenga en la gloria-; Inés Muñoz Aguirre -Estados circulares-; Thais
Erminy -La cárcel-. Posteriormente, esta última estrenó La tercera mujer y Whisky
y cocaína. Otra autora debutante ha sido la actriz Alicia Álamo Bartolomé, con
su drama Juan de la noche.
1 'uevos Valores
El crecimiento de la actividad escénica, tanto en el campo profesional como
en el aficionado, ha traído como resultado el surgimiento de una cantidad
apreciable de autores, cuya labor ha significado un valioso aporte al nivel actual
alcanzado por el teatro nacional. Habría que agregar también la existencia de
numerosos autores en el interior del país que, si bien su obra no ha trascendido,
ya sea por tratarse de textos noveles o porque no han logrado difusión nacional,
se suman a los intentos de creación colectiva que, experiencia de los años
cercanos, contribuyen a comprobar una intensa actividad dramatúrgica.
Dentro de este panorama, la fecunda producción de Rodolfo Santana, la
actividad de José Gabriel Núñez, José Antonio Rial, Edilio Peña, Néstor Caballero
67
o de Óscar Garaycochea, entregan ejemplos de autores que de manera relevante
han engrosado el acervo de la literatura dramática venezolana.
Santana, con una permanente actitud crítica ante la sociedad, que ha intentado
representar mediante diversos estilos, tiene una producción cuantiosa, poco
frecuente en nuestro teatro. Pero la mayor parte de sus obras que podrían ser
clasificadas de juventud, carecen de una elaboración rigurosa y las intenciones
superan con creces los resultados. La muerte de Alfredo Gris, Tarántula, Los
criminales. La farra. Algunos en el islote, Barbarroja y muchas otras conforman
esa creación juvenil esquemática e imperfecta. El autor, en su etapa de madurez,
ha logrado frutos de verdadera proyección. La empresa perdona un momento de
locura, con varios montajes en Venezuela, llevada al cine y dos años en cartelera
en Montevideo, realizada por un elenco uruguayo y presentada en alemán por un
elenco local. Historias de cerro arriba. Fin de round, Gracias José Gregorio
Hernández y Virgen de Coromotopor losfavores recibidos. El animador. Crónica
de la cárcel modelo. Primer día de la resurrección. Los ancianos. Baño de dama
corresponden a textos donde el talento de Santana alcanza niveles de excelente
calidad. Claridad en la anécdota, selección cuidada y eficacia en el manejo del
lenguaje son algunas de sus características. Estudiado en universidades de
Norteamérica, representado en América y Europa, es uno de los autores
venezolanos más conocidos fuera de las fronteras del país.
José Gabriel Núñez se mueve entre imágenes poéticas y humor agudo,
enfocando problemas y comportamientos individuales, insertándolos críticamente
en su visión de la sociedad, como sucede en Los peces del acuario. Quedó
igualito. Tú quieres que me coma el tigre. El largo camino del Edén, Madame
Pompinette, Tiempo de nacer, María Cristina me quiere gobernar. También es
autor que ha trascendido el medio nacional y actualmente comparte su tarea teatral
con la televisión.
José Antonio Rial, de origen andaluz, pero nacionalizado venezolano, ha
escrito la mayor parte de su obra narrativa, periodística y teatral en nuestro país.
La historia, en una visión poética y de fantasía, ha sido la base de su interesante
producción, que, como varios de los autores precedentes, se ha proyectado a otros
países y continentes. La muerte de García Lorca, Bolívar, La fragata del sol,
Arcadia son obras que, con el pretexto del pasado, sirven al escritor para analizar
el presente y auscultar aspectos del futuro.
Edilio Peña, narrador y dramaturgo, enfrenta en su teatro problemas tan
vigentes como la incomunicación, la tortura y represión, la superstición, las
relaciones de pareja, aspectos del mundo marginal, con un lenguaje rico en
imágenes. Resistencia, Los pájaros se van con la muerte, premiada en España, E
círculo. Los Hermanos, Los amantes de Sara son algunas de sus obras más
logradas.
68
Néstor Caballero es, quizá entre los valores de las nuevas generaciones, quien
ha realizado una labor más intensa y comprometida con su realidad pasada y
presente, con obras como El rey de los araguatos. La última actuación de Sara
Bernhardt, Con una pequeña ayuda de mis amigos. Las bisagras o Macedonio
perdido entre los ángeles, Chocolat gourmet. Algo llueve sobre Nina Hagen, La
semana de la patria.
Los dramaturgos surgidos, o con labor destacable, en estos cuarenta años,
integran una larga lista. En este panorama, lejos de ser exhaustivo y cometiendo
omisiones, deben agregarse, entre otros, los nombres de Aquiles Certad, Alejandro
Lasser, Luis Julio Bermúdez, Lucía Quintero, en la primera época. Gilberto Pinto,
Manuel Trujillo, Paul Williams, Andrés Martínez, Ricardo Acosta, Gilberto
Agüero, Humberto Orsini, y, en años más recientes, Omer Quiaragua, Carlos
Fraga, Luis Enrique Borges, José Simón Escalona, Julio Jáurequi, entre otros.
Han escrito o escriben en distintas corrientes estilísticas, en líneas dramáticas o
cómicas, pero casi todos ellos tratando de reflejar, interpretar o juzgar la sociedad
venezolana, desde su formación hasta hoy, e incluso atisbando aspectos de un
posible futuro.
Una de las características comunes a los dramaturgos de estos cuarenta años
es su insatisfacción frente al medio, y su actitud de análisis sin concesiones de una
realidad que consideran desarticulada, alienante e injusta.
Sin embargo, debe señalarse que predomina el tema citadino, habiendo una
casi total ausencia del tema rural. Regiones e individuos de los llanos, de las zonas
indígenas, el ámbito dramático de los páramos, el contraste entre la ciudad que ha
crecido de manera monstruosa con todas sus secuelas, y el resto del país, están
ausentes de esta dramaturgia.
La creación teatral venezolana ha experimentado un rápido crecimiento en un
corto período, pero salvo valiosas excepciones, como las señaladas, las obras no
trascienden los límites locales. Potencialmente existe una generación de creadores
teatrales cuya obra está en desarrollo. Si los dramaturgos que han trascendido más
allá de nuestras fronteras pertenecen a las primeras generaciones de este proceso,
los jóvenes muestran un caudal con enormes posibilidades. El aumento cuantitativo
del movimiento teatral ha de contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de esta
nueva dramaturgia.
69
BIBLIOGRAFÍA
AZPARREN JIMÉNEZ, Leonardo, El teatro venezolano, INCIBA, Teatro 1,
Cromotip, Caracas, 1975.
CASTILLO, Susana, El desarraigo en el teatro venezolano. 1945-1976, Caracas,
Editorial Ateneo de Caracas, 1980.
KORN, Guillermo, 15 meses de teatro en Caracas, Caracas, Italgráfíca, 1972.
Unos pasos por el teatro, Madrid, Ediciones Casuz, 1976.
MONASTERIOS, Rubén, Un enfoque crítico del teatro venezolano, Caracas,
Monte Ávila Editores, 1975.
SUÁREZ RADILLO, Carlos Miguel, 13 autores del nuevo teatro venezolano,
Caracas, Monte Ávila Editores, 1971.
Lo social en el teatro hispanoamericano contemporáneo, Caracas,
Equinoccio Editorial, 1976.
SOLORZANO, Carlos, Teatro latinoamericano del siglo XX, Buenos Aires,
Editorial Nueva Visión, 1961, TRAMOYA, Cuaderno de teatro N° 1,
Xalapa, Universidad Veracruzana, 1977.
VARIOS, Sexto Festival de Teatro. Nueve tomos de obras de teatro venezolan
Caracas, Miguel Presa Ediciones, 1983.
70
Descargar