Jürgen Habermas: El llamamiento de Oslo a Europa

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Jürgen Habermas: El llamamiento de Oslo a Europa
Jürgen Habermas
El llamamiento de Oslo a Europa
LA REPUBBLICA, ROME
El Nobel de la Paz concedido a la UE constituye un llamamiento doble: a los dirigentes
europeos, para que salven a una Unión varada; a los ciudadanos, para que den muestras de
solidaridad, en un momento en el que la crisis pone en peligro el modelo social europeo,
escribe el filósofo alemán.
La Unión Europea recibe el premio Nobel de la Paz precisamente ahora, cuando sufre la crisis
más grave de su historia. En la exposición de sus motivos, el Comité del Nobel la felicita por
"haber contribuido a que la mayor parte de Europa pasara de ser un continente en guerra a un
continente en paz". Está claro que nos habría costado imaginar otros motivos para justificar la
concesión de un premio Nobel de la Paz.
Sin embargo, las circunstancias de la crisis actual arrojan una luz especial sobre el significado
de este Nobel, o más concretamente, sobre las repercusiones que esta decisión puede tener
en la situación actual de la Unión. Personalmente, interpreto la concesión del premio Nobel de
la Paz a la UE en su momento de mayor debilidad como una súplica dirigida a las élites
políticas europeas, esas mismas élites que vemos cómo se comportan hoy ante la crisis sin
valentía o sin visión alguna.
Más allá de los antagonismos históricos
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Jürgen Habermas: El llamamiento de Oslo a Europa
Este premio Nobel de la Paz comunica claramente a los Gobiernos que hoy dirigen los países
miembros de la unión monetaria que tienen que ir más allá de los límites de su sombra nacional
y que por lo tanto es necesario hacer que el proyecto europeo avance. Este mensaje se repite
claramente en al menos tres ocasiones en el propio texto del llamamiento. El Comité del Nobel
comienza elogiando la reconciliación y la construcción de la paz en Europa tras la Segunda
Guerra Mundial.
A continuación, el texto menciona los esfuerzos de construcción y de fomento de la democracia
y de la libertad, así como los procesos de liberalización que inició la Unión Europea en los años
ochenta para Grecia, España y Portugal, similares a los de los años 1989 y 1990 dirigidos a los
países de Europa Central y Oriental, que más tarde formarán parte de la Unión. Unos
esfuerzos que Europa debe desplegar y movilizar en los Balcanes. El Comité del premio Nobel
alaba la valentía que tuvo Europa para superar los antagonismos históricos y para conseguir el
éxito civilizador que constituye la ampliación de la Unión Europea, que algún día deberá incluir
a Turquía.
La Europa de los ciudadanos
Pero eso no es todo. Hay que llegar a la tercera razón del Comité para encontrar la ironía que
rige la concesión de este premio Nobel de la Paz a la UE. El Comité del Nobel hace referencia
a la crisis económica que, en los países miembros de la eurozona, es la causa "de gran
malestar y de tensiones sociales considerables" y que empuja al borde de la ruptura a una
Europa que sufre la debilidad de sus líderes. Lo que está en juego, si se lee bien el texto, es el
tercer principal logro de la Unión, es decir, su modelo social, basado en el Estado del bienestar.
Actualmente, nosotros, los europeos, insistimos en permanecer inmóviles y en silencio en el
umbral de una Unión de dos velocidades. Por ello también interpreto la decisión de conceder el
premio Nobel de la Paz a la Unión Europea como un llamamiento a la solidaridad de los
ciudadanos, que deberán decir qué tipo de Europa desean tener. Sólo la profundización de las
instituciones en la "KernEuropa", el núcleo duro europeo, permitirá domar un capitalismo que
se ha vuelto incontrolable y detener el proceso de destrucción interno de la Unión.
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