Historia de la enseñanza musical para ciegos en España: 1830-1938

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Historia de la enseñanza musical para ciegos en España: 18301938
Esther Burgos Bordonau
NOTA DE AGRADECIMIENTO
A todos cuantos me han ayudado y animado para terminar este trabajo,
gracias. A los responsables técnicos de los archivos, bibliotecas y centros de
documentación que he visitado muchas gracias, en especial a Marta Jové y a
Evelio Montes. A todos mis amigos del mundo de la ceguera, muchas gracias,
en especial a Enrique Sáinz de Murieta, Juan Aller, Begoña Consuegra,
Estrella Cela, Fermín Tamayo y Fernando Martínez Garrido. También mi
agradecimiento a Juan José Miñana, del Colegio "Espíritu Santo" de Alicante.
Todos ellos me han aportado mucha,y valiosa información, consejos,
sugerencias y, sobre todo, ánimos. Gracias a Andrea Tomasov por su
paciencia en la composición de muchas páginas, y a Pilar Ortega, por los
paseos que le hice dar al Archivo Municipal de Cádiz. Gracias a mis
compañeros de la Escuela Universitaria de Biblioteconomía y Documentación
de la Complutense por su ayuda en la localización de materiales y en la
revisión bibliográfica y muchas gracias también a mi hermano Fran, que
procesó con esmero las fotos que hicimos en el museo y me ayudó en la
preparación del documento final. Y, por supuesto, gracias al resto de mi familia,
a mi madre, y muy en 'especial a Josechu por toda su ayuda, comprensión,
crítica y horas de lectura que ha dedicado a los borradores de esta
investigación.
Noche eterna de mis ojos,
luz en la sombra escondía;
yo vivo en la oscuridá
sin otra luz que mi vía;
luz y vía es mi cantar
como lágrima sentía.
La Niña de la Puebla
Milonga
Historia de la enseñanza musical para ciegos en España: 1830-1938
Primera edición: Madrid, 2004
© de esta edición: Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE)
Dirección General. Calle del Prado 24. 28014 Madrid, España
© La autora: Esther Burgos Bordonau
Diseño de la cubierta: ONCE. Gabinete de Diseño. Dirección de Comunicación
e Imagen. Coordinación de la edición: ONCE. Dirección de Cultura y Deporte.
Departamento de Recursos Culturales.
La presente edición ha estado al cuidado de Francisco Javier Martínez Calvo y
Carmen Roig.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su inclusión en un
sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio,
ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, registro u otros medios, sin el
permiso previo y por escrito de los titulares de los derechos de autor.
ISBN: 84-484-0144-1
D.L.: M-33.624-2004
Realización gráfica: Carácter, S.A.
Impreso en España - Printed in Spain
ÍNDICE
Prólogo
Abreviaturas
Introducción
1.
Antecedentes de la educación musical para ciegos en España
1.1.
Sistema asistencial para la instrucción de las personas ciegas en
España antes de 1830
1.2.
Instituciones y personas que se dedicaban a la enseñanza de la música
a los ciegos en España con anterioridad a1830
1.2.1. José Ricart
1.2.2. Jaime Isern
1.3.
Otras cuestiones de interés
1.3.1. La inauguración del Real Conservatorio de Música y Declamación de
María Cristina (1830) y del Teatro Real (1850)
2.
El sistema braille en España
2.1.
Antecedentes: la figura de Louis Braille
2.2.
Introducción del sistema braille en España
2.2.1. La Escuela Municipal de Ciegos de Barcelona
2.3.
La institucionalización de la enseñanza
2.3.1. El Colegio de Ciegos de Madrid desde su fundación hasta 1875
2.3.2. Otros colegios cercanos: Santa Catalina de los Donados
2.4.
Métodos empleados para el aprendizaje musical: el impacto de las
exposiciones universales
2.5.
Maestros de ciegos en los colegios y escuelas madrileñas
3.
Los sistemas alternativos al braille para la enseñanza de la música: dos
propuestas únicas y originales de España
3.1.
Gabriel Abreu Castaño
3.1.1 La musicografía de Abreu
3.2.
Pedro Llorens y Llatchós
3.2.1. La musicografía de Llorens
4.
La Legislación social y educativa en el período considerado y su
incidencia en la enseñanza de las personas ciegas
4.1.
Disposiciones legales en materia de beneficencia
4.2.
Disposiciones legales en materia de educación
4.2.1 La educación en las constituciones españolas
5.
La fundación de colegios y escuelas de ciegos en España a partir de la
Ley Moyano (1857)
5.1.
La Escuela Provincial de Alicante (1862)
5.2.
La Escuela Oficial Regional de Salamanca (1863)
5.3.
El Colegio Regional de Sordomudos y Ciegos de Santiago de
Compostela (1864)
5.4.
Escuela Municipal de Ciegos de Palma de Mallorca.(1866)
5.5.
5.6.
5.7.
5.8.
5.9.
5.10.
5.11.
5.12.
5.13.
5.14.
El Colegio Oficial Regional de Burgos (1868)
Colegio Provincial de Zaragoza (1871)
Colegio Oficial Provincial de Sevilla (1873)
La Escuela Oficial Provincial de Tarragona (1876)
Escuela Provincial Patronal de Badajoz (1877)
Colegio Regional de Ciegos de Valencia (1886)
Las Escuelas Municipales de Madrid (1903-1904)
El Colegio Patronal de Deusto (1894)
El Colegio de Ciegos de Cádiz (1909)
El Instituto Municipal de Sordomudos y Ciegos de Málaga (1925)
6.
La Enseñanza musical durante la Restauración (1875-1923)
6.1.
Cambios, novedades, aportaciones
6.2.
La Institución Libre de Enseñanza (1876)
6.3.
El asociacionismo dentro del colectivo de personas ciegas
6.4.
El Centro Instructivo y Protector de Ciegos (1894)
6.5.
Primera Asamblea Nacional para el mejoramiento de la suerte de los
Sordomudos y los Ciegos (1906)
6.6.
Las actividades del CIPA y otras aportaciones
6.7.
La fundación de la revista "Los Ciegos"
7.
Novedades organizativas dentro del colectivo de personas ciegas y su
incidencia en la enseñanza musical entre 1924 y la fundación de la ONCE
7.1.
La Federación Nacional de Ciegos Españoles (1924)/ Federación
Hispánica de Ciegos (1932)
7.2.
El proyecto "Reserva Nacional de Ciegos" de Martínez Anido
7.3.
Los Patronatos y la "Asociación Profesional de Trabajadores Ciegos"
7.4.
Nueva generación de músicos destacables: Zacarías López Debesa,
Rafael Rodríguez Albert, Julio Osuna Fajardo y Joaquín Rodrigo Vidre
7.5.
La creación de la ONCE (1938)
8.
Aspectos cuantitativos de la enseñanza musical para ciegos.. 311 8.1.
Anexos de tablas y gráficos
9.
Conclusiones
10.
10.1.
10.2.
10.3.
10.3.1.
10.3.2.
10.3.3.
Archivos, fuentes documentales y bibliografía
Archivos
Fuentes documentales
Bibliografía
Obras sobre educación y enseñanza musical para ciegos
Obras consultadas en relación con la protección a las personas ciegas
Otras obras generales consultadas en este estudio
11.
11.1.
11.2.
11.3.
11.3.1.
11.3.2.
Apéndices
Material tiflológico
Documentos académicos y administrativos
Leyes, reglamentos y principales disposiciones
Relativas a beneficencia
Relativas a educación
PRÓLOGO
En el ya cada vez más lejano siglo XIX toda Introducción que se preciara de tal
solía ser el instrumento por la que el autor se servía para anunciar la buena
nueva de que un nuevo libro había salido a la luz de la calle. Sin embargo, tal
anuncio frecuentemente acababa convirtiéndose en un "poner en guardia" al
supuesto lector porque se interpretaba que podía convertirse en un posible
crítico.
Y comenzaba, en no pocas ocasiones, con un "Desocupado lector" seguido de
dos puntos, o con un "Atiende, lector" o con un precavido "Lector, no esperes
de esta obra...". Pero también el autor, abandonando momentáneamente el
inconfesado miedo, podía arrancarse con un "Lector, vengo a ayudarte".
La intención de quien se compromete a prologar un libro es,
fundamentalmente, acompañar a quien lo ha escrito, compartiendo el tan
engorroso miedo decimonónico y aceptando como propia la misión de crear y
provocar interés por aquél, y atreverse con su escrito a iniciar el desbroce de
un camino por el que deberá circular la o el protagonista.
Así que, querido lector o querida lectora, debo anunciarte que el novedoso libro
que tienes entre tus manos es fruto de una concienzuda investigación histórica
cuyo protagonista es el colectivo de ciegos de España.
Afirma Esther Burgos Bordonau que el principal fin u objeto de su estudio fue
hacer la historia de un asunto poco conocido por la sociedad: el de la
enseñanza musical para los ciegos en la España contemporánea o la evolución
de la misma a lo largo de un siglo: esto es, desde 1830 -año en el que Braille
comenzó lentamente a difundir su particular método y en el que la reina María
Cristina funda el Real Conservatorio de Música y Declamación de Madridhasta diciembre de 1938 en el que el Consejo de ministros del General Franco
reunido en Burgos aprobó el proyecto de creación de una Organización
Nacional de Ciegos (ONCE).
A mi modo de ver, la autora al pretender limitarse a indicar su objetivo es
cuando opta por la fórmula de la protección a la hora de exponer sus
pretensiones. Porque es el caso que este libro va mucho más allá de la
tradicional relación de los ciegos con la música, ya que es, ante todo, una
historia general sobre la educación de los ciegos en la que la enseñanza
musical ocupa un principal rango.
Resulta que es la historia de la introducción en España del sistema de Louis
Braille para la escritura y lectura de los ciegos, y también la recopilación de la
legislación educativa para la institucionalización de la enseñanza para ciegos y,
de igual modo, es un conjunto de historias particulares, incluido el desarrollo
cotidiano de los distintos Colegios y Escuelas de Ciegos de España que se
fundaron a partir de las directrices de la Ley Moyano de 1857.
Y es el recuerdo de unos maestros -siempre escasos de apoyos oficiales y
sobrados de vocación y de humanismo- que fueron los auténticos protagonistas
de esos años 1830-1938. Baste con un ejemplo que se refiere a todos ellos: la
historia recoge que la Barcelona de los años 1820 fue la primera de las
ciudades de España en cuanto a la atención a la educación general para los
ciegos y en promover la enseñanza musical; pero esa burguesa Barcelona no
hubiera podido apuntarse a tal distinción si no hubiera contado con un manojo
de personas desprendidas que, por vocación -y con muy escasa remuneraciónestaban dedicadas a los otros.
Por ejemplo, sin un benemérito relojero Ricart ("bondadoso y desprendido",
según lo describe Esther Burgos) que en 1820 se dio a fundar una Escuela
para Ciegos en la trastienda de su establecimiento comercial; y que hubo de
hacerlo en tal lugar porque, animado por la buena acogida que la sociedad
barcelonesa había dado a la nueva Escuela de Sordomudos creada en 1816,
se atrevió a solicitar al Ayuntamiento un local adecuado y un presupuesto para
la suya que le fue denegado.. Se le contestó que era inútil y superfluo enseñar
a los ciegos a leer y escribir. En honor de la verdad y tras tan estentórea
respuesta hay que señalar que luego sus problemas con la municipalidad se
fueron solucionando.
Es obligado resaltar a todo un grupo de preparados pedagogos que se las
ingeniaron para reunir todo tipo de condiciones habilidades que sirvieran para
sacar adelante la particular enseñanza para los ciegos. Y esto es importante
poner en evidencia porque nadie se apresta a aprender "cosas nuevas" si no
tiene la voluntad de hacer-lo; lo que, en definitiva, es una vocación. Nada
estaba hecho y todo era nuevo, así que hubieron de abundar en intuición e
ingenio a la hora de diseñar los programas educativos y... en grandes dosis de
habilidad manual para fabricar los propios utensilios de acuerdo con dichos
programas.
Pero por encima de los distintos asuntos, y cual bóveda que a todos envuelve,
destaca uno muy principal: y es la historia de la larga y dura marcha de la
comunidad de ciegos desde la excepcionalidad hacia la normalidad y hacia la
igualdad real y cotidiana, o el camino desde la frase de "los pobres ciegos" a la
de " personas con ceguera".
Porque hay que señalar que si el destino de unas personas puede ayudar a
comprender la historia de un tiempo, también hay que decir, inversamente, que
la historia del tiempo que esas personas han vivido permite comprender su
destino. Y durante siglos los ciegos permanecieron en una marginalidad
impuesta por la sociedad y en ella tuvieron que ingeniárselas para subsistir;
sirva como ejemplo el picaresco ciego al que se encomendó Lázaro de Tormes,
y que en "su oficio era un águila" y "ganaba más en un mes que cien ciegos en
un año".
La ceguera fue siempre considerada como un impedimento perpetuo por los
gobiernos y así fue transmitida a la sociedad. Una Pragmática de Felipe II
(1565) ¡la equiparaba a la vejez, o como algo sin solución, de modo que al
aplicar una política de beneficencia a los ciegos se indicaba que en las
poblaciones se dieran cédulas, o permisos, para pedir limosna a "tos que
verdaderamente son pobres, por ser notoriamente o ciegos o lisiados en sus
cuerpos" ya que con tal indisposición no podían trabajar en ningún oficio.
En la segunda mitad del siglo XVIII los ciegos estaban excluidos de formar
parte de hermandades y cofradías y, por ende, de su mutualismo ya que la
ceguera permanecía considerada como "un impedimento" a la hora de solicitar
la inscripción y ello porque se interpretaba que no podrían satisfacer de modo
regular la cuota estipulada; pero, por lo mismo, tampoco podían ingresar en el
clero secular o regular. Por lo demás, para los gobernantes ilustrados los
ciegos permanecían unidos a los vagos y pobres, y con estos grupos serían
incorporados a los planes reformistas de la Beneficencia pública.
A propósito de esto, es notable observar la vinculación establecida por la
sociedad entre las palabras "pobre" y "ciego"; y cómo ciertos Hospitales para
enfermos pobres estaban bajo la invocación de San Lázaro, en referencia no al
personaje que Jesús hizo salir del sepulcro sino al santo mendigo, abogado de
los pobres, o cómo "lázaro" o "lazarillo" eran sustantivos aplicados a los que
ayudaban a un ciego. Por otro lado, las noticias históricas que se tienen sobre
los Hospitales y también sobre los llamados "hospitalitos" (o casas-albergue de
menor entidad para pobres) de los siglos XVIII y primeras décadas del XIX
confirman todo esto, porque ni en unos ni en otros son citados los ciegos entre
las personas que recibían asistencia: ya porque los hospitales atendían a
enfermos y los ciegos eran "impedidos", o ya porque los hospitalitos daban
cobijo a pobres, mendigos y peregrinos que podían ser ciegos o no.
Por entonces, y al tiempo que se dictaban medidas para acabar con la
mendicidad en las calles, surgió la preocupación ilustrada, siempre práctica y
benéfica, de hacer de los vagos y mendigos unos "vecinos útiles y
contribuyentes". Se recoge en la Novísima Recopilación una Ley de 1784 en la
que se señalaba que los vagos inútiles para las armas se remitieran a los
hospicios o casas de misericordia "...para que se les instruya en las buenas
costumbres y les hagan aprender oficios y manufacturas". O, de otro modo,
para que recibieran una educación a fin de que por sí mismos pudieran vivir de
un salario.
Con todo, hay que señalar que de los años noventa del XVIII, cuando Godoy
puso a la venta los bienes inmuebles de los hospitales y otras instituciones
eclesiásticas de beneficencia para solucionar la deuda pública, hay muchas
referencias a que en aquéllos y en hospicios, asilos y casas de misericordia se
socorría a un reducido número de ciegos y de sordomudos además de a
expósitos, enfermos y viajeros.
Pero si ahora, querida lectora o querido lector, hacemos un alto en la lectura
para relacionar entre sí estos dos últimos párrafos, hallamos que las medidas
reformistas de los gobiernos ilustrados -y a salvo muy concretas excepcionesno pasaron de ser intenciones apenas capaces de alterar la realidad cotidiana
de las calles y esquinas de las poblaciones aunque, de todos modos, habría
que adivinar en todas ellas un deseo por acabar con esta tradicional "excepción
social". Señaló Tomás y Valiente, extrapolando su juicio sobre las medidas
desamortizadoras aplicadas en el reinado de Carlos IV, que de modo general
los ilustrados optaron por limitarse a realizar reformas tímidas aunque sus
ideas eran "revolucionarias".
Hasta por lo menos mediados del XIX, la única salida que la sociedad había
venido ofreciendo a las personas ciegas había sido la de la caridad; así que a
lo largo del tiempo este colectivo se las había tenido que ingeniar para
¡sobrevivir a su costa y a pesar de ella. Escribe Montoro Martínez: "Durante
muchos siglos la humanidad ha practicado la caridad con los faltos de vista
pero no se ha preocupado de enseñarles a ganarse el diario sustento y les ha
negado un puesto de trabajo remunerado, porque el efecto de la acción
caritativa es más inmediata y no entraña responsabilidad ni problemas, en tanto
que la instrucción de un invidente exige tiempo, dinero y determinadas
aptitudes en maestro y discípulo..."
Y como uno de los grandes secretos del vivir es saber adaptarse, la figura del
ciego quedó asociada al personaje astuto de las novelas de la picaresca y al
mendigo músico que en un cruce de calles tocaba un instrumento parecido a
una flauta o a una guitarra al tiempo que recitaba coplas y romances. Y ello
porque los Concejos, en cierto modo sensibles al "impedimento perpetuo" de la
ceguera, habían propuesto en sus ordenanzas alguna distinción preferente con
respecto al resto de los pobres. Así, a principios del XVII los ciegos de Madrid
disfrutaban de dos monopolios: la venta de gacetas y la música ambulante
aunque luego, en 1767, acabó prohibiéndose la impresión de "pronósticos,
romances de ciegos y coplas de ajusticiados", todas ellas "modalidades" que
controlaban las personas ciegas.
Y en 1789 se estableció que en las ciudades y villas una ronda municipal
acudiera diariamente a la puerta de las iglesias y conventos para recoger a los
mendigos que estaban pidiendo pero quedaban exceptuados, "por ahora", los
ciegos puesto que gozaban de especiales permisos de los Ayuntamientos para
pedir. No es de extrañar, por tanto, que ante tales favores hubiera de
publicarse otra norma precisando que "solamente los verdaderamente ciegos",
y como tal fueran conocidos por los vecinos, pudieran pedir limosna.
La Real Resolución de 1802 reflejaba que el colectivo a lo largo del tiempo
había acumulado prebendas de consideración porque precisaba que los
ciegos, por el hecho "de serlo", en adelante no debían gozar de la inmunidad
del personal eclesiástico, ni de exenciones de las contribuciones reales por los
frutos de la labranza o de los ganados obtenidos en sus haciendas o
arrendamientos, ni por los beneficios de sus comercios, sino que estaban
sujetos a las que pagaban los demás vasallos legos.
A partir de estas situaciones se fue iniciando en las primeras décadas del siglo
XIX ese costoso caminar desde la excepcionalidad hacia la normalidad cuyas
etapas Esther Burgos va desgranando con detalle en las páginas de este libro.
Y denomino "costoso" porque hasta mediados del siglo XX permaneció una
doble leyenda: la del ciego "que engaña" y la del "pobrecito ciego" con el que la
sociedad "que veía" era, de un modo u otro, cruel. En 1912 Juan Almela Meliá
publicó un cuento infantil titulado "El cieguecito" que comenzaba así;
"Corrientemente, las historias de niños ciegos, mudos o víctimas de cualquier
desgracia física, son conmovedoras, tristes, porque lo natural es que.la vida de
tan infelices criaturas sea triste..." Ni que decir tiene que este niño, de acuerdo
con la mentalidad dominante, quedó muy pronto huérfano de padre, y su
madre, al carecer de recursos para mantenerle, lo puso bajo la protección de
un ciego adulto que le enseñó a tocar el violín, de modo que el protector, el
protegido más un tercer ciego que tocaba el armonium tomaron, posesión de la
calle para vivir de la caridad pública...
Desde que la ONCE realizó su primer sorteo en Barcelona el 23 de marzo de
1939 han cambiado muchísimo las cosas y, sin duda, el camino hacia la
completa igualdad cotidiana que comenzó en el XIX por un desierto sin árboles
ya es mucho más llevadero entre otras cosas porque ya hay árboles que
procuran sombra.
Y finalizo. Temo no haber cumplido con fidelidad con las exigencias que me
propuse al iniciar este prólogo; de todas maneras, queridos lectores, os invito
encarecidamente a que paséis esta página y os prestéis ya a iniciar la lectura
de "lo que propiamente es texto", como suele decirse.
Javier María Donézar Diez de Ulzurrun
Catedrático de Historia Contemporánea
Universidad Autónoma de Madrid
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ABREVIATURAS1
A.C.I.M.E.: Archivo Central del Instituto Municipal de Educación
(Barcelona)
A.D.B.: Archivo de la Diputación de Badajoz
A.D.P.B.: Archivo de la Diputación Provincial de Burgos
A.D.P.A.: Archivo de la Diputación Provincial de Alicante
A.D.P.S.: Archivo de la Diputación Provincial de Sevilla
A.D.P.T.: Archivo de la Diputación Provincial de Tarragona
A.G.A: Archivo General de la Administración del Estado (Alcalá de Henares)
A.H.C.: Archivo Histórico de la Ciudad (Barcelona)
A.H.M.C.: Archivo Histórico Municipal de Cádiz
A.M.A.: Archivo Municipal Administrativo (Barcelona)
A.V.M.: Archivo de Villa de Madrid
B.N.E.: Biblioteca Nacional de España.
C.B.C.: Centro Bibliográfico y Cultural de la O.N.C.E. (Madrid)
C.D.A.M.: Centro de Documentación Artur Martorell (Barcelona)
C.I.D.E.: Centro de Investigación y Documentación Educativa (Madrid)
C.I.P.A.: Centro Instructivo y Protector de Ciegos
I.LE.: Institución Libre de Enseñanza
M.T.O.: Museo Tiflológico de la O.N.C.E. (Madrid)
R.C.S.M.M.: Real Conservatorio Superior de Música de Madrid
S.B.O.: Servicio Bibliográfico de la ONCE (Madrid)
S.G.A.E.: Sociedad General de Autores de España
S.M.E.A.R: Sociedad Matritense Económica de Amigos del País
1
Las abreviaturas siguientes son responsabilidad del autor:
Archivo de la Diputación de Badajoz
Archivo de la Diputación Provincial de Burgos
Archivo de la Diputación Provincial de Alicante
Archivo de la Diputación Provincial de Sevilla
Archivo de la Diputación Provincial de Tarragona
Archivo Histórico Municipal de Cádiz
Museo Tiflológico de la O.N.C.E.
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INTRODUCCIÓN
La presente obra es el resultado del trabajo de investigación que bajo el título
de Historia y evolución de la enseñanza musical para ciegos como prestación
social en la España contemporánea (1830-1938) defendí como tesis doctoral a
comienzos del año 2004 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Autónoma de Madrid, Departamento de Historia Contemporánea, obteniendo la
máxima calificación. Fue una gran satisfacción poder ver culminada mi tesis
dentro del año "2003. Año Europeo de la Discapacidad", período especialmente
volcado en la promoción de las personas con discapacidad en la sociedad.
Este trabajo que hoy presentamos es pues una versión menos académica y,
espero, más amable de lo que fue en su origen, aunque la sustancia de la
investigación sea la misma.
Con esta investigación me propuse estudiar cuáles habían sido los orígenes de
la educación musical del colectivo de personas ciegas y quiénes habían sido
sus protagonistas. Además, quise hacer esa aproximación desde el punto de
vista de la asistencia social pues gran parte de la historia de este colectivo ha
de ser estudiada bajo esta perspectiva. Tanto en mis estudios de historia como
de música echaba de menos trabajos de esta naturaleza, pues aunque
ciertamente existen obras sobre enseñanza musical en el período
considerado1, otras sobre la beneficencia y la asistencia social a pobres,
desvalidos, ciegos, etc.2, alguna que relaciona a las personas ciegas con la
música3, hasta ahora nada había hallado que tratara directamente sobre la
enseñanza de la música a las personas ciegas en el período señalado. Han
sido de gran ayuda para la investigación las aportaciones a la construcción de
la historia de los ciegos de Jesús Montoro4 o, ~ más recientemente, la obra de
Alberto Daudén5, aunque ninguna trata directamente el tema de la enseñanza
musical en el siglo XIX y comienzos del XX. Por esta razón entiendo que esta
tesis resulta original y novedosa y constituye una contribución a la historiografía
del colectivo de las personas ciegas. Los límites cronológicos de la tesis, como
de la obra que ahora presentamos, son los mismos: 1830-1938, pues consideré
que la fecha de arranque de la investigación podía ser la del comienzo de la
difusión del sistema braille en París6, que además coincidía con la puesta en
marcha en España del Real Conservatorio Superior de Música de María
Cristina, aunque la inauguración oficial del centro fue en la primavera del año
siguiente7. Para poner punto y final al trabajo escogí la fecha de diciembre de
1938, fecha clave por ser la de la fundación de la Organización Nacional de
Ciegos Españoles (ONCE) dentro del marco del estado franquista y en los
momentos del conflicto civil. A partir de este momento se puede considerar que
tanto la vida cotidiana como los intereses del colectivo de personas ciegas
estuvieron asistidos por la organización desde casi todos los ámbitos: social,
laboral, educativo, sanitario, etc.
Al concebir el trabajo de investigación era imprescindible plantearse una serie
de hipótesis que se han verificado en su mayoría.
Una de las principales ideas que me rondaban era la de que las personas
ciegas pudieron aprender música de forma sistemática y ordenada a partir de la
implantación de los diferentes sistemas de escritura en relieve. Incluso creo
que algunos sistemas propiamente españoles ayudaron decisivamente al
aprendizaje musical de. muchas personas ciegas de distintos lugares de
España que no conocieron o tuvieron acceso, al menos durante un largo
período de tiempo, al sistema braille. Con la implantación definitiva del código
musicográfico braille, todas las personas ciegas que estuvieron en condiciones
de hacerlo, pudieron acceder de forma organizada y reglada a través de
colegios a una correcta y completa enseñanza musical lo que les ayudó
enormemente a forjarse un futuro como profesionales de la música. Por último,
creo que la generación de músicos ciegos que aprendió con el sistema braille
pudo estar en igualdad de condiciones con las personas que ven para ejercer
como maestros de música titulados.
Planteadas estas hipótesis, era preciso conocer el número de personas ciegas
en España a feo,ha de inicio de la investigación, a mediados del período
considerado y justo al término del mismo. Para conocer estos datos era
imprescindible buscar en los fondos del Instituto Nacional de Estadística y de
otras fuentes autorizadas. Conocidas las cifras, procedimos a averiguar
cuántas personas ciegas estudiaban en instituciones públicas y, de éstas,
cuántas recibían clases de música. Para ello era necesario saber dónde se
estudiaba música y quiénes eran los encargados de enseñarla.
Me parece oportuno destacar aquí la importancia del papel que desempeñaron
los individuos en todo el proceso. En efecto, una buena parte de la
investigación se ha llevado a cabo sobre estudios biográficos -primeros
maestros! directores de los centros, compositores- puesto que han sido los
verdaderos protagonistas de la historia de la enseñanza musical del colectivo
de pesonas ciegas, aunque lógicamente, he enmarcado el estudio en su
contexto sociopolítico.
También entre los objetivos dé este trabajo estaba la definición de los métodos
empleados por los profesores. ¿Eran métodos propios? ¿Eran importados?
¿Era una mixtura de ambos? Por último, me parecía relevante intentar aclarar
las causas del progresivo desplazamiento de los sistemas musicográficos
españoles en beneficio de la implantación del sistema braille.
He sido consciente en todo momento de que el período tomado para la
realización de esta investigación histórica es amplio y muy complejo. A ninguno
se nos escapa el carácter conflictivo y cambiante de la Historia de España del
siglo XIX y, por esta razón, he sido especialmente cauta y prudente a la hora
de interpretar los hechos y de relacionar las ideas. El siglo XIX español -con el
paso del Antiguo Régimen al establecimiento del Estado liberal- resultó difícil,
problemático e inestable y no sólo en el terreno político, también en lo cultural y
lo social, de lo que se infiere que la investigación puede aportar datos poco
conocidos hasta ahora.
Respecto a la metodología, esta investigación se ciñe más a criterios de tipo
histórico que teóricos o especulativos. Se ha estudiado el tema de manera
diacrónica desde la fecha de inicio hasta la de finalización siguiendo el
procedimiento de consulta de los fondos documentales y bibliográficos de los
principales archivos y bibliotecas del país (públicas y privadas) así como
centros de información y documentación, colecciones particulares y la
realización de algunas entrevistas a técnicos y otros responsables de la ONCE
Las fuentes de información primarias manejadas han sido, por tanto, vanadas
aunque básicamente podría resumirse su localización en los siguientes
archivos: Archivo Histórico Nacional (Sección Gobernación. Fondos
contemporáneos), Archivo General de la Administración del Estado (Sección
Educación y Ciencia), Archivos Históricos Provinciales, Archivos de
Diputaciones Provinciales, Archivos Municipales de España (en especial el de
Madrid -destacamos el Archivo de Villa- y los de Barcelona -Archivo del
Instituto Municipal de Educación, Archivo Administrativo Municipal y el Archivo
Histórico Municipal-), Archivo de la Residencia de Estudiantes en Madrid
(fondos del Museo Pedagógico Nacional) y el Archivo del Real Conservatorio
Superior de Música de Madrid.
Respecto a las fuentes secundarias, se han localizado en las siguientes
bibliotecas: Biblioteca Nacional de España (manuscritos e impresos de los
principales maestros y pedagogos de las personas ciegas durante el siglo XIX y
principios del XX),
Bibliotecas Universitarias, Biblioteca del C.I.D.E. (M° de Educación), Biblioteca
del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, Biblioteca Central de la
ONCE, Centro Bibliográfico y Cultura del la ONCE (hoy Servicio Bibliográfico
de la ONCE, SBO), Biblioteca del Centro de Recursos Educativos "Antonio
Vicente Mosquete" de la ONCE, Biblioteca Municipal de Barcelona y Centro de
Documentación "Artur Martorell" de Barcelona. Las fuentes hemerográficas
fueron consultadas en el SBO y también en fondos de colecciones privadas.
Así mismo acudí a las entrevistas personales que siempre son una inestimable
fuente de información. Entrevisté a distintos responsables de la ONCE de
secciones diversas y a profesores y maestros ciegos que habían enseñado a
los niños la musicografía braille pero que ellos, en su infancia, aprendieron
igualmente la musicografía del español Gabriel Abreu. Sus comentarios y
aportaciones fueron muy valiosas para este trabajo, especialmente en lo
referente a la comparación que tuve que hacer de los distintos manuales
musicográficos que coexistieron durante el período estudiado y la comparación
analítica de las distintas fuentes consultadas.
Las fuentes manuscritas e impresas que he manejado están, en su mayor
parte, en español, aunque también he tenido que consultar algunas obras en
francés e inglés y, por supuesto, muchas obras referidas a la música con la
escritura propia y específica de esta materia. Los conocimientos previos de
estos idiomas, del lenguaje musical convencional y del código braille (literario y
musical), resultaron imprescindibles para una investigación de esta naturaleza.
Finalmente, me gustaría añadir que confío a priori en la utilidad de una
investigación como la que se presenta, pues entiendo que podrá servir para el
estudio y mejor conocimiento del colectivo de las personas ciegas, de un
aspecto concreto de su historia y constituir una materia de reflexión teórica y
técnica sobre la enseñanza de la música a las personas ciegas. Confío en que
sirva para despejar muchas dudas sobre cómo aprendían los discapacitados
visuales la música y cuál era el marco general de la enseñanza de la misma
durante todo el siglo XIX. Aún hoy, a comienzos del siglo XXI, es patente el
desconocimiento que existe sobre esta materia y sobre las distintas fórmulas
que se aplicaron para la enseñanza musical.
No quiero terminar sin añadir que esta obra que hoy se presenta es pionera en
un campo concreto de los estudios de uno de los principales colectivos de
discapacitados. Sirva, pues, esta investigación como brecha sobre la que
seguir trabajando e indagando para contribuir a la completa inserción de los
discapacitados en todos los ámbitos laborales y profesionales. Por esta razón,
y también por mi interés y entusiasmo en un trabajo de esta naturaleza, he
escrito las páginas que a continuación se presentan.
Esther Burgos Bordonau
Mayo 2004
1
SALAS, Gemma. "Aproximación a la enseñanza para piano a través de la cátedra de
Pedro Albéniz en el Real Conservatorio de Madrid” en Revista de Musicología, v. XXII, N° 1,
(1999), pp. 209-246.
MUSIKASTE-ERESBIL: "Don Hilarión Eslava y su Método completo de Solfeo" en Monografía
de Hilarión Eslava. Pamplona, Diputación foral de Navarra, 1978, pp. 217-266.
2
Vid: ARIAS MIRANDA, José: Reseña histórica de la beneficencia española: principios que
convendrá seguir para enlazar la caridad privada con la beneficencia pública... Madrid,
Imprenta del Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1862.; ESTEBAN DE VEGA, Mariano.
"Pobreza y beneficencia en la reciente historiografía española" en Ayer, n. 25, (1997), pp. 1534; ALONSO SECO, José María y GONZALO GONZÁLEZ, Bernardo. La asistencia social y los
servicios sociales en España. Madrid, Boletín Oficial del Estado, 1997. ; MAZA ZORRILLA,
Elena. Pobreza y beneficencia en la España contemporánea (1808-1936). Barcelona, Ariel,
1999 ; ORDUÑA PRADA, Mónica. Asistencia y beneficencia públicas. Buenos Aires, Ciudad
Argentina, 1999.
3
DE PIRRO, Mario: / ciechi nella storía della música. Livorno, Benvenuti e Cavaciocchi,
1990.
4
MONTORO MARTÍNEZ, Jesús: Los ciegos en la historia. 5 vol. Madrid, ONCE, 1995.
5
DAUDÉN TALLAVÍ, Alberto: Los ciegos como grupo social y su relación con el estado:
1800-1938. Madrid, ONCE, 1996.
6
Tomamos 1830 por ser la fecha que, en el marco de los estudios científicos, puede ser
utilizada como válida para el comienzo de la difusión del sistema braille en el Instituto de
Jóvenes Ciegos de París. Con el tiempo, el sistema fue dándose a conocer poco a poco fuera
de las fronteras francesas, imponiéndose en los distintos países europeos muchos años
después de haberlo inventado Braille. En cualquier caso consideramos que este no es un tema
polémico en la historiografía.
7
SOPEÑA IBÁNEZ, Federico. Historia crítica del Conservatorio de Madrid. Madrid,
Ministerio de Educación y Ciencia, 1967, p. 233.
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1. ANTECEDENTES DE LA EDUCACIÓN MUSICAL PARA
CIEGOS EN ESPAÑA
1.1. SISTEMA ASISTENCIAL PARA LA INSTRUCCIÓN DE LAS PERSONAS
CIEGAS EN ESPAÑA ANTES DE 1830
Este estudio parte de una idea inicial, decimonónica, de que la educación en
general es la solución destinada a curar todos los males de la sociedad. En el
caso del colectivo que nos ocupa fue especialmente interesante el cambio de
rumbo que a lo largo del siglo XIX vivió como grupo. Las personas ciegas de
todo el mundo habían vivido, hasta la fecha, de forma paupérrima y miserable.
Quedarse ciego -por accidentes o guerras- o todavía peor, nacer ciego,
significaba una desgracia difícilmente superable. Existían pocas ayudas para
estos discapacitados y, en lo referente a la enseñanza, apenas contaba con
profesionales formados para instruirlos. Precisamente uno de los puntos más
cuestionable a lo largo de esta investigación girará en torno a los requisitos que
debían tener aquellos que se dedicaban a la enseñanza de las personas ciegas
y, muy en particular, de los que practicaban la música.
En palabras de Montero Martínez: "Durante muchos siglos la humanidad ha
practicado la caridad con los faltos de vista, pero no se ha preocupado de
enseñarles a ganarse el diario sustento y les ha negado un puesto de trabajo
remunerado, porque el efecto de la acción caritativa es más inmediato y no
entraña responsabilidad ni problemas, en tanto que la instrucción de un
invidente exige tiempo, dinero y determinadas aptitudes en maestro y
discípulo..."1 En resumen, que las personas ciegas debían educarse y formarse
para salir de la pobreza en la que por lo general habían vivido durante siglos.
Será durante los¡ años de la I República y también durante las dos primeras
décadas del siglo XX cuando encontremos al más nutrido grupo de ¡¡insignes
pedagogos y maestros, movidos por sus intereses filantrópicos.
Aunque existen antecedentes benéficos y de auxilio social desde la Edad
Moderna (quedaban exentos de pagos de impuestos, contribuciones, alcabalas
y cientos...) no será hasta finales del XVIII y principios del XIX cuando
encontremos una verdadera política social diseñada en este sentido2. En
España se crearon hospicios, hospitales, asilos y casas de misericordia;
lugares todos ellos donde se socorría a un reducido número de personas
ciegas. Las leyes y los reglamentos cambian a finales del siglo XVIII y ya en el
XIX empezó a organizarse, sistemáticamente y a nivel nacional, el Servicio de
Beneficencia Pública.
En la Constitución de 1812 se confía a los ayuntamientos el cuidado de
hospitales, hospicios, casas de expósitos y otros establecimientos de
beneficencia, además de regularse las primeras disposiciones sobre
enseñanza primaria3. La primera Ley de Beneficencia se promulgó el 6 de
febrero de 1822 aunque fue derogada un año más tarde al término del Trienio
Constitucional. Esta ley ponía en práctica lo dispuesto en la Constitución de
1812 sobre beneficencia, pero no volvió a ser efectiva hasta el año de 1836
como veremos en el capítulo IV.
Uno de los primeros objetivos que nos proponemos es el de averiguar el
número aproximado de personas ciegas existente en todo el territorio nacional
a la fecha del comienzo de la investigación. Por el momento no hemos hallado
cifras ni estadísticas de los años 30, 40 o 50 del siglo XIX siendo la primera de
1860.
1.2. INSTITUCIONES Y PERSONAS QUE SE DEDICABAN A LA
ENSEÑANZA DE LA MÚSICA A LOS CIEGOS EN ESPAÑA CON
ANTERIORIDAD A 1830
Como hemos visto en el epígrafe anterior, durante los primeros años del siglo
XIX, empieza a tener lugar la reunión de los sordomudos primero, y los ciegos
después, en asilos, hospicios y otras instituciones similares. Hay una
preocupación por acogerlos desde distintas instituciones y no sólo para darles
cobijo y sustento sino también para procurarles una educación. Está
documentada, desde los primeros años del siglo XIX, la creación de escuelas y
centros para sordomudos4. Años más tarde, primero en Barcelona y dos
décadas después en Madrid, encontramos las primeras escuelas especiales.
Será durante la década de 1820, en Barcelona, ciudad pionera en la
enseñanza y educación de estos discapacitados, donde hallemos los primeros
testimonios5. Cataluña fue la primera en promover la enseñanza musical a las
personas ciegas en España. En diciembre de 1820, cuando en ningún lugar de
todo el territorio nacional se daba enseñanza alguna a las personas ciegas,
Barcelona contaba con dos escuelas dedicadas a este menester y
subvencionadas por el Ayuntamiento6. En torno a una veintena de personas
ciegas estuvieron escolarizados en aquellos primeros años.
También sabemos, que se enseñaba música, entre otras disciplinas, gracias al
entusiasmo de personajes como José Ricart, Fray Joaquín Cátala7, Antonio
Mares, Joaquín Ayné8 y Jaime Isem entre otros. No sólo se destacaron todos
por su filantropía sino también por sus dotes pedagógicas llegando incluso a
inventar aparatos y útiles para la enseñanza.
1.2.1. José Ricart
Existen diversas opiniones para explicar la razón por la que Cataluña, y más
concretamente Barcelona, fue pionera en la enseñanza de las personas ciegas
en España. Una de las razones esgrimidas más interesantes es la que sostiene
la gran cantidad de población francesa trasladada a Cataluña tras los sucesos
revolucionarios de 1789. Además de los inmigrantes, debido a las constantes
guerras, el número de tullidos y de heridos por las batallas era considerable,
especialmente el de ciegos que solían mendigar por las calles. Parece que fue
esta una de las principales razones de peso que motivaron al relojero Ricart a
poner en marcha su proyecto de instrucción de las personas ciegas. El
acostumbraba a conversar con los franceses que le habían hablado de los
asilos y escuelas que había en Francia e incluso de la figura de Valentín Haüy
y de su método de lecto-escritura para ciegos.
José Ricart, animado por todo esto y pensando en hacer realidad una Escuela
para ciegos a la manera francesa, es decir con materiales y con medios
económicos, puso rápidamente manos a la obra para llevar adelante su
proyecto. Además, en 1816, se había inaugurado en la Ciudad Condal la
Escuela de Sordomudos, entonces dirigida por el dominico Fray Manuel
Estrada y patrocinada por el Ayuntamiento9. Ello animó aún más a Ricart en su
proyecto de arranque de la Escuela de Ciegos.
Ricart empezó diseñando unas tablas con las que poder enseñar a las
personas ciegas. Construyó unas láminas o tableros rectangulares de madera
para pegar las letras del alfabeto, convenientemente separadas. Los caracteres
alfabéticos estaban construidos en latón. También preparó otra tabla con las
sílabas. Una tercera tabla contenía cifras y quiso darle aplicación para las
multiplicaciones y las cuestiones aritméticas y la cuarta tabla fue un ingenioso
pentagrama. Con esta última quiso instruir a las personas ciegas en el lenguaje
musical y en el aprendizaje del solfeo.
Consistía en una plancha rectangular con agujeros redondos distantes entre sí
y con un ancho marco resaltado. Se podían introducir las cinco delgadas barras
que hacían las veces de líneas de la pauta. Tenían muescas equidistantes para
poder introducir las figuritas que simbolizaban las notas y sus duraciones.
También tenían barritas de latón de menor tamaño para utilizarlas como barras
de compás o líneas divisorias. Hechas en madera tenía las siete clases de
figuras, unas con ranuras para sujetarlas en las líneas y poder recorrer éstas
con toda su longitud, y otras con un pivote, para que se pudieran estabilizar en
los huecos de los cuatro espacios del pentagrama. Las esferas simbolizaban a
las figuras redondas, las semiesferas con la base hacia la izquierda a las
blancas, las que tenían la base hacia la derecha, las negras; los cubos eran las
corcheas, los cilindros las semicorcheas, los conos truncados con la base
mayor hacia la izquierda eran las fusas y las semifusas iguales solo que con la
base hacia la derecha.
Una vez que tuvo todo dispuesto, Ricart comenzó su enseñanza en septiembre
de 1819 en la trastienda de su relojería aunque no fuera reconocida
oficialmente hasta el 1 de mayo de 182010. Sus primeros alumnos fueron cuatro
jóvenes ciegos, de buena familia todos, cuyos padres eran clientes de Ricart.
Los progresos realizados por éstos fueron tan notorios que Ricart se animó a
elevar una instancia al Ayuntamiento solicitando espacio adecuado y
presupuesto. En un principio se rechazó la solicitud; la Corporación Municipal
contestó que era inútil y superfluo que los ciegos supiesen leer y escribir; pero
Ricart no se desanimó y remitió su petición a la Real Junta de Comercio del
Principado de la que él era socio. Dicha Junta nombró una comisión para
evaluar el trabajo de Ricart que emitió un dictamen muy loable pero que, en
ningún caso, iba a financiar o habilitar espacio alguno para una escuela de
ciegos. Tan sólo apuntaron que recomendarían a Ricart en caso de que
decidiera solicitar alguna ayuda al Rey. A la vista del informe, la Real Junta
extendió un certificado muy elogioso para el Sr. Ricart.11
Tras cambios políticos tan decisivos como la implantación, a partir del 10 de
marzo de 1820,, del régimen constitucional en Barcelona12, Ricart volvió a
elevar su petición a las autoridades municipales que también habían cambiado
de dirigentes. Como el talante de los nuevos protagonistas era más abierto y
democrático, atendieron con interés la propuesta de Ricart, enviaron una
comisión para su evaluación ,y, finalmente, aprobaron concederle los bajos de
su propio edificio. Ricart fue nombrado director de su propia escuela y contó
desde el principio con la colaboración de su ayudante platero Antonio Mares.
Oficialmente se da la fecha del 1 de mayo de 1820 como la de fundación de la
Escuela de ciegos de Ricart en la planta baja del edificio del Ayuntamiento de
Barcelona. Contó con menos de diez alumnos13 en un principio. Poco tiempo
después Ricart siguió solicitando al Ayuntamiento subvenciones y un local
independiente. Aunque se hicieron gestiones para su traslado a un antiguo
inmueble que había ocupado la Inquisición, la Escuela no llegó a trasladarse.
Por esa época, Ricart conoce la noticia de la apertura de la Academia Cívica
del padre Cátala, institución caritativa donde se enseñaba a las personas
humildes y también a las milicias civiles nacionales14. Fray Joaquín Cátala fue
un ferviente defensor de la Constitución y un gran orador además de una
persona ambiciosa. Lo que empezó siendo una Academia para instruir a los
más pobres además de las milicias, acogió, al poco tiempo, también a
personas ciegas. Por esta razón, porque estuvo más arropado por las
autoridades municipales y, sobre todo, porque fue mucho más hábil que Ricart,
consiguió más en mucho menos tiempo.
Así pues, el 16 de noviembre de 1820 se inauguraba la Academia Cívica del
padre Cátala, también subvencionada por el Ayuntamiento. Mientras Cátala se
encargaba de la enseñanza literaria a los alumnos ciegos, Joaquín Ayné,
sastre de profesión y violinista, era el responsable de la parte musical. En un
acta del Ayuntamiento correspondiente a una sesión celebrada en febrero de
1821 se reconocía a Ricart como el pionero en la enseñanza a las personas
ciegas y se alababa su mérito y su carrera de fondo sin ayudas de ninguna
clase pero también se sugería la "fusión de ambos centros: "Puesto que el
Padre Cátala ha ampliado su Academia Cívica con la enseñanza de los ciegos,
empleando los mismos métodos y procedimientos de D. José Ricart, pero
perfeccionándolos, aplicando incluso el método lancasteríano a la educación de
los no videntes, y no estando el Ayuntamiento en condiciones de dividir su
protección y los escasos medios de que dispone para hacer efectiva su ayuda
a los privados de vista, y hallándose, además, la academia del padre Cátala
organizada y estructurada con un buen sistema educativo, disponiendo de unos
medios que, sin perder su calidad de gratuita, le permitirán llegar a un alto
grado de utilidad, parece aconsejable y lógico que podría adoptarse el método
conciliatorio de que D. José Ricart entrase a formar parte de dicha Academia
Cívica, como instructor de ciegos, bajo la dirección general que sobre todas las
clases ejerce el padre Joaquín Cátala, de cuyos progresos y ventajas podrá
participar el señor Ricart en proporción igual a los demás maestros y sin
particular sobrecarga para el Ayuntamiento" .15
Pronto surgieron las rivalidades y problemas entre ambas Escuelas, la
Academia Cívica y la Escuela del relojero Ricart, y el Ayuntamiento acordó
fusionar ambos centros. A pesar de la fusión, Ricart duró poco en la Academia1
Cívica pues las diferencias y rivalidades entre ambos maestros fueron
constantes y no fue hasta el año 1822, después de la muerte del padre Cátala
que Ricart decidió volver. Nos cuenta Valls y Ronquillo: "De manera que en
1820, había en Barcelona dos nacientes Escuelas de ciegos; una bajo la
dirección del P. Cátala y otra bajo la del Sr. Ricart, ambas subvencionadas por
el Ayuntamiento; pero ni una ni otra reunían muchos alumnos, pues la de Ricart
constaba de cinco ciegos y tres ciegas, y el personal de la misma, lo formaban
además del Director, un Ayudante para la clase elemental y tres profesores
para la de música e instrumental. Viendo el Ayuntamiento la esterilidad de
subvencionar dos Escuelas de igual clase, lo cual había producido rencillas y
miserias entre las dos personas que estaban al frente de aquellas, procuró
reunirías en una; al efecto, la escuela de Ricart se unió a la Academia Cívica
en Mayo de 1821, bajo la dirección del R Cátala, a quien Ricart sustituyó al
morir en 1822." 16 Hasta que llegó ese momento Ricart pasó todo tipo de
penurias pero no desistió en su filantrópica tarea de enseñar a las personas
ciegas.
Pasarán unos años de dificultades relacionadas con el espacio y el
presupuesto. De la Escuela de Ciegos se encargaban Ricart, Mares y el
ayudante músico de Cátala, Joaquín Ayné. Mientras tanto el dominico Manuel
Estrada seguía con la labor educativa a los sordomudos. Ambos tenían
problemas de espacio y conjuntamente deciden solicitar a las autoridades
nuevas instalaciones.
En ocasiones resulta un tanto complejo hacer el seguimiento de los locales y
ubicaciones que tuvo esta Escuela Municipal pues, entre los distintos
emplazamientos, Ricart siempre contó con la trastienda de su relojería para
seguir con su magisterio (c/ Boria, 3, c/ Escudillers, 2, etc.) Pasaron por
distintos conventos y siempre con muchas adversidades. En 1823, finalizado el
trienio liberal, el régimen absolutista vuelve a imponerse y algunos gremios y
asociaciones quedan prohibidas, entre otras la Cofradía de Ciegos Sant Sprit,
cuya fundación se remontaba al siglo XV. Junto con su supresión también se
cerró para siempre la Academia Cívica pues no hay que olvidar que en su
origen era un centro para instruir a las milicias nacionales.
El Padre Manuel Casamada siguió enseñando a los más humildes en su
convento. Se cerró la Escuela de Sordomudos del Padre Manuel Estrada (que
no se volvió a abrir hasta el año 1838 y que, una vez abierta, se mantuvo hasta
1845, fecha de la muerte de Estrada). Sólo continuó funcionando la Escuela de
Ciegos gracias al tesón de José Ricart que, nuevamente, traslada a los
alumnos a la trastienda de su relojería, ahora sita en Porta Ferissa, 7. A pesar
de los avatares y del cierre de la Academia Cívica, el fin del período
constitucional supuso un respiro para José Ricart y sus colaboradores Mares y
Ayné. Ahora nadie le dirigiría ni tampoco recibía ayuda económica. La Escuela
de Ciegos dejó de percibir fondos públicos desde el 24 de mayo de 1823 hasta
el 3 de agosto de 1839, momento en el que el Ayuntamiento decidió financiarla
y asignar un sueldo a sus profesores17.
Cuenta Valls y Ronquillo que la tarde del 15 de diciembre del año 1827, los
Reyes de España, Fernando VIl y María Amalia, de visita por Cataluña,
acudieron a conocer la Escuela de Ricart. Pudieron comprobar los materiales
con los que trabajaba además de escuchar, de viva voz, los progresos de
algunos alumnos ciegos. Tras la visita consiguió Ricart que las autoridades le
adjudicaran un nuevo local en la Casa Provincial de la Caridad en la calle
Montealegre, 5 donde permanecieron hasta trasladarse al ex Convento de San
Cayetano18.
Al año siguiente, José Ricart tuvo la oportunidad de conocer y evaluar el
sistema del ilustre ciego de Matará, Jaime Isern. Al parecer, tras su encuentro,
les unió una gran amistad y compartieron los secretos de la pedagogía especial
para deficientes visuales así como algunos aparatos inventados por Isern de
los que Ricart sacó copias.
Poco a poco la salud de Ricart fue resquebrajándose aunque estuvo al frente
de su Escuela casi hasta el final de sus días. Tras su muerte, acaecida en
1837, Antonio Mares siguió al frente de la Dirección y contó desde entonces
con la colaboración de otro gran maestro y filántropo, Jaime Bruno Berenguer,
encargado desde entonces de la enseñanza de la lectura, escritura y
matemáticas. De Berenguer se ha dicho que fue el introductor del Sistema
Braille en España aunque en palabras de Francisco Valls y Ronquillo,
Berenguer quiso ser algo parecido al inventor del Braille en España: "pero
consultado el Colegio Nacional de Madrid por el Gobierno acerca del particular,
se vino en conocimiento de que lo que quería presentarse como nuevo, no era
sino el sistema convencional de puntos en relieve por Monsieur Braille, que
estaba ya establecido en el mismo Colegio de Madrid y que se planteó luego
en Barcelona. El Sr. Berenguer logró interesar al Excelentísimo Ayuntamiento
con" los adelantos obtenidos en su Escuela por varios alumnos examinados
ante la comisión local de primera enseñanza, y desde el 3 de kgosto de 1839,
empezó a funcionar la Escuela por cuenta de S. E.."19
Para finalizar la historia del relojero Ricart tan solo añadimos que fue un
hombre bondadoso y desprendido que dedicó diecisiete años de su vida a la
enseñanza de las personas ciegas y que fue muy poco reconocido en vida
salvo por sus propios alumnos y compañeros de trabajo. Tuvo poca y mala
suerte pues fueron muchas las veces que solicitó ayudas al gobierno local que
no siempre fueron atendidas. Fue el primero en comenzar con este tipo de
instrucción y ni siquiera, cuando solicitó la patente de inventor de un sistema de
instrucción de ciegos, le fue reconocida oficialmente su labor pero, cosas del
destino, hubo de ser el propio monarca Fernando VIl él que le abriera el camino
para lograr un buen local aunque, cabe decir, que esto no fue lo que Ricart le
había solicitado sino una pensión vitalicia para él y sus compañeros de trabajo
que no les fue concedida.
Los sucesores del relojero, Mares, Ayné y Berenguer, continuaron
satisfactoriamente con la Escuela y el Ayuntamiento acabó trasladándoles al ex
convento de San Cayetano. Había crecido el número de alumnos y la prensa
había hablado de ellos en repetidas ocasiones. Tras duras gestiones lograron
la asignación de un local y que el propio Ayuntamiento acogiese a la Escuela
bajo su protección y presupuesto. Por fin lograban tener salarios estables para
ellos. A partir del 3 de agosto de 1839 ya hay que hablar de la Escuela
Municipal de Ciegos de Barcelona, que desarrollaremos más ampliamente en
el siguiente capítulo.
1.2.2. Jaime Isern
Músico español, ciego de nacimiento, nacido el 13 de diciembre de 1799 en
Mataró (Barcelona), según el doctor Francisco Campderá y Camin, autor de
una nota biográfica del músico20. El doctor estaba en Montpellier cuando Jaime
Isern llegó para ser operado en 1819. Como veremos más adelante, las
operaciones no dieron los resultados esperados pero sí sus progresos en el
aprendizaje de las letras y demás signos. Su viaje pues, tal y como narra el
biógrafo, no fue del todo en vano.
Desde niño y dadas sus aptitudes musicales aprendió a tocar el piano, el
órgano, solfeo y composición al mismo tiempo que aprendió las primeras letras
y las operaciones de aritmética por medio de aparatos que él mismo iba
diseñando.
Cuenta su biógrafo que desde los cuatro años sus padres decidieron que
aprendiera música y tuvo como primer maestro a Félix Font, ciego también y
maestro de piano, órgano y otros instrumentos en Matará. A la edad de diez
años tocaba ya bastante bien el piano.
A partir de 1807 fue el turno del reverendo D. Antonio Mitjans, organista de
Matará y posteriormente de la catedral de Tarragona, quien se encargó de la
instrucción musical del niño ciego. El profesor le enseñó a viva voz todas las
reglas necesarias y el niño tocaba al piano las armonías, contrapuntos, etc.,
según él lo había entendido. En cuanto al solfeo aprendió de la siguiente
manera: el señor Mitjans utilizaba los dedos de la mano como líneas y entre
ellos dejaba huecos para representar los espacios de la pauta musical o
pentagrama. De esta forma tan simple a la vez que ingeniosa, consiguió hacer
comprender a Jaime las notas y le exigía que fuera indicándolas con la otra
mano mientras solfeaba. Al parecer, este sencillo pero eficaz método, fue
decisivo para que Isern se creara una idea bastante precisa de cómo se
representaban gráficamente los sonidos y cómo se distribuían las voces en la
armonía.
También estudió violín con el maestro Antonio Díaz, primer violín. de la catedral
de Tarragona y ,fue tal su aprovechamiento que se dijo de él que llegó a
interpretar con destreza algunas piezas musicales e incluso interpretó
conciertas.
Los padres de Isern, Gaspar Isern y Teresa Colomer, tan sólo se preocuparon
de la formación musical de su hijo (y apenas algún que otro oficio) pues fue la
única profesión para la que pensaron que estaba capacitado. Afortunadamente
las cosas cambiaron para Jaime en 1818, momento en el que conoció a D.
Vicente Cavanilles, quien le tomó como discípulo y pronto le dio un giro a su
educación, resultando ésta útil y esmerada. Le instruye en humanidades,
ciencias y gramática.
Cuenta Francisco Campderá y Camín, conocedor del sistema francés, por
medio de caracteres en relieve, que le sugirió a Jaime -persona inquieta y con
gran deseo de conocer- el aprendizaje de las primeras letras a través del
mismo. Fue tal el entusiasmo con el que Jaime comenzó su estudio que en
muy poco tiempo aprendió a reconocer por el tacto todas las letras del alfabeto,
previamente memorizadas. Para ello se le suministró una plancha de latón con
las letras minúsculas cursivas en relieve y por orden alfabético. En poco tiempo
fue capaz de reconocerlas todas y pronto comenzó a escribirlas con lápiz y
papel. Bajo cada letra había un punto en relieve que le permitía no equivocarse
en la colocación de las mismas, de hecho, si dudaba en el reconocimiento de
alguna letra, recorría por entero la plancha repitiendo en su memoria todas y
cada una de las letras hasta dar con la que tenía bajo los dedos. Dice su
biógrafo que en tres días tenía dominado el alfabeto en relieve.
El profesor se afanó en que escribiera (siempre bajo su supervisión) así como
en encontrar el papel más apto para ello. Le construyó una especie de marco
para que no se saliera con líneas y reglas. Aprendió rápidamente las letras, la
ortografía y, lo más importante, a escribir solo, sin ayuda del maestro.
El paso siguiente fue la aritmética. Para ello trabajaron con un molde de cobre
en el que había cifras de plomo. Progresaron notablemente como también lo
hizo con nuevas regletas y tablas para la escritura normal. Según la biógrafa
Remedios de Selva y de Torre, esta enseñanza corrió a cargo de un abogado
de Tortosa con el que hizo amistad, Francisco Vergés.21
Por aquellos años recibieron de París el Ensayo sobre la instrucción de los
ciegos, publicado en 1817 por Mr. Guillié, director general y médico jefe de la
Real Institución de Jóvenes Ciegos de París. Aunque Isern y su maestro
estaban persuadidos de la eficacia de su método, no pudieron obviar la
importancia de la enseñanza que se daba en dicha institución. Además de las
primeras letras enseñaban a las personas ciegas música vocal e instrumental,
profesiones mecánicas, (incluida la de impresor), el catecismo, francés, latín,
griego, inglés, italiano, historia, geografía y matemáticas. Tal era el
aprovechamiento de estos ciegos que hubo incluso quienes alcanzaron
puestos de responsabilidad en cátedras universitarias. Todo ello animó mucho
a Isern y aumentó en él, más todavía, el deseo por aprender.
En estos años tuvo que realizar un viaje a Francia, pues los padres de Jaime
no perdían la esperanza de que el hijo ciego, por cataratas congénitas, pudiese
recuperar de alguna manera la visión. Jaime sufrió varias operaciones
mostrando siempre una gran paciencia. Sin embargo, la curación nunca fue
posible, lo que no desanimó en absoluto a Jaime, más bien al contrario, mostró
indiferencia. Cuenta su biógrafo que aquellos que jamás han visto no sienten
especial frustración cuando una operación de estas características falla pues,
en definitiva, quien jamás ha visto y está acostumbrado desde que nace a
suplir la vista con los otros sentidos, esta privación ni resulta tan incómoda ni
tan peligrosa como para quienes vieron alguna vez.
A su regreso a España, a su ciudad natal de Matará, Isern retomó los estudios
con su maestro Cavanilles. Aprendió literatura, doctrinas políticas y filosóficas,
historia, mitología, física, química e historia natural. Cuando su personalidad ya
estaba formada y su instrucción bastante madura, ideó un método para el
aprendizaje de la música para los demás ciegos que, como él, disfrutaban con
la música pero no tenían los medios o herramientas para aprender-la bien.
Para el diseño de su aparato, contó con la ayuda de su primo Antonio
Puigblanch que le animó mucho, del profesor de pintura Vicente Rodés, del
naturalista Dr. Yáñez y también de su padre, que era aficionado a la carpintería
y le ayudó en la confección de una cajita o tabla de madera en la que intentó
representar los primeros signos musicales. Simultáneamente a la observación
de que hacer un instrumento para la escritura y lectura musical para los ciegos
era algo posible, se le agolpaban multitud de problemas y dificultades.
A partir del momento de creación de su primera tablilla, contó con la ayuda de
un músico vidente que le puso todos los signos que había en música para que
pudiera reconocerlos y llevarlos a la plantilla. Su instrumento mostró muchas
deficiencias pero, creemos que lo más interesante fue el contar, por primera
vez, con algún tipo de aparato que, aunque susceptible de mejorarse, pudiera
abrir paso a esta nueva práctica para las personas ciegas.
En 1826 Jaime Isern fue representado por su primo D. Antonio Puigblanch en
la Real Sociedad para el Fomento de las Artes, Manufacturas y Comercio de
Londres. Esta institución, una de las más prestigiosas de Londres, quedó muy
impresionada con el invento de Isern concediéndole por unanimidad un premio,
la medalla grande de plata. En el tomo 45 de la colección titulada "Transactions
of the Society instituted at London for the encouragement of Arts, Manufactures
and Commerce with the premiums offered in the year 1827", está descrito y
grabado el instrumento inventado por Isern. Por aquellos años había alrededor
de 200 sociedades filantrópicas o científicas en Londres y, como ya hemos
comentado, ésta era una de las mejores.
Sucesivamente irá perfeccionando los instrumentos de escritura y aritmética así
como los mecanismos para poder jugar a la lotería. También construyó un
instrumento para escribir con velocidad y una escribanía para poder llevar
consigo. Demostró ser, además de muy ingenioso, muy hábil con las manos.22
Aprendió también los oficios típicos, que se enseñaba a las personas ciegas:
cestero, tornero, ebanista, etc. Se dice que el primero lo abandonó pronto
porque le destrozaba las manos, le endurecía la piel de los dedos y perdía
tacto, sin embargo, siguió trabajando con primor las otras tareas de las que
sacó gran provecho. Como muestra de su habilidad se fabricó una excelente
mesa de caoba, redonda, de una sola pieza, un violín y además un barquito de
marfil y caoba que tuvo a bien regalar a los reyes cuando fueron a visitarle. El
rey le asignó una pensión de 300 ducados en 1828, cosa que no hizo con José
Ricart, a pesar de que éste se lo solicitó.
En 1830 el Ayuntamiento de Mataró le dispensa protección nombrándole
organista de la parroquia de Santa María y también fundando una Academia
musical. Además de ejercer la dirección, Isern enseñaba canto e instrumentos
diversos y de ella salieron notables discípulos como Manuel Blanch, Nicolás
Guñabens, José Gomis, y los Doctores Martín Valls y Francisco Andreu. Fue
nombrado vicepresidente del Ateneo de la ciudad y correspondiente de la Real
Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona y de otras corporaciones
científicas y literarias como la Sociedad de Amigos del País de Mataró, Tortosa,
Málaga y La Habana.
Jaime Isern dominó varios instrumentos pero sobre todo el piano y la guitarra.
Tuvo una larga vida y dos hijos, Cándido y Carlos, también ciegos. Del último
cuentan que fue mejor músico que su padre aunque murió demasiado joven
causando una profunda pena en Isern quien todavía habría de vivir otros
veintiún años más. Jaime Isern murió con 81 años, el 18 de julio de 1880.
De él nos queda su obra, Descripciones de algunos instrumentos para enseñar
a los ciegos las primeras letras y la escritura en notas de música. La fecha de
publicación de la misma es 1837, impreso en Barcelona en el taller de D.
Francisco Oliva.
1.3. OTRAS CUESTIONES DE INTERÉS
1.3.1. La inauguración del Real Conservatorio de Música y Declamación
de María Cristina (1830) y del Teatro Real (1850)
La Reina María Cristina de Borbón llegó a España en 1829 e impulsó
enormemente no sólo las obras del teatro de la ópera sino también la creación
del Real Conservatorio de Música y Declamación María Cristina, primero del
país y llamado así en honor de su soberana, siendo inaugurado en 1830. Al
frente (del mismo colocó a un famoso cantante italiano, Francesco Piermaririi,
que había cantado en el Teatro del Príncipe como homenaje a la boda de la
reina con Fernando Vil, y que fue el encargado de educar musicalmente a las
infantas Isabel y Luisa Fernanda. Su gusto e interés por la música provenían
tanto de su esmerada cultura italiana como del estilo imperante entonces en
Europa.
Su preocupación por dotar a España de un Conservatorio oficial y de poner la
música española a nivel con la europea no dejó indiferentes a sus
contemporáneos. Hubo incluso los que, irónicamente y desde una óptica un
tanto "folklórica" y no menos dogmática, vieron grotescos los esfuerzos
realizados por esta ópera nacional. Así al menos lo narraba Richard Ford, el
viajero que inició en 1830 su recorrido por España: "Estas melodías morunas,
reminiscencias de otros tiempos, se conservan mejor en pueblos serranos de
cerca de Ronda, donde no hay caminos para los miembros del conservatorio
napolitano de la reina Cristina; pues donde quiera que la Academia impone su
autoridad e impera la ópera italiana, ¡adiós canciones populares! Hoy en día, la
ópera exótica se cultiva en España por la clase alta, porque como está de
moda en París y Londres, se mira como una muestra de civilización. Aunque el
público, en el fondo de su honrado corazón, se aburra en la ópera más que en
otro sitio, la cosa se da por maravillosa, por ser tan cara, tan selecta y tan fuera
del alcance del vulgo"23.
Durante el primer tercio del siglo XIX se proyectó la creación del Teatro Real en
Madrid. Los avatares que sufrió dicho edificio desde sus inicios hasta casi la
actualidad han sido más que una leyenda. Aunque el proyecto era de 1818, las
obras del edificio que iba a ser la sede de la ópera en España, se vieron
interrumpidas en diversas ocasiones (1820,1823,1831,1837). Finalmente 1850
fue el año de inauguración del Teatro gracias a la voluntad y el tesón de la
reina Isabel II. Detrás estuvo siempre la reina madre, María Cristina, quien
junto a su hija Isabel fueron grandes amantes de la música y de la ópera
italiana. Además, María Cristina e Isabel mostraron en todo momento una
sensibilidad especial hacia quienes la practicaban y así lo demuestran las
actuaciones que tuvieron con algunos destacados músicos ciegos, como fue el
caso de Gabriel Abreu, que comentaremos más adelante.
En la misma fecha de llegada de la reina María Cristina a España, en Francia
Louis Braille publicaba su obra24 y con ella daba a conocer públicamente su
sistema de combinación de seis puntos para el aprendizaje de las personas
ciegas. El sistema, válido para la literatura, las ciencias y la música (con
distintas combinaciones) comenzó su difusión, primero en París y años
después por el resto de Francia. El sistema en España fue acogido, en
principio, con cierto escepticismo aunque dos décadas más tarde se terminara
aceptando por maestros e instituciones y comenzara a ser enseñado en los
principales colegios para ciegos.
1
MONTORO MARTÍNEZ, Jesús. Los ciegos en la historia. 5 v. Madrid: ONCE, 1995. (IV), p.
13.
2
Los privilegios quedaron derogados por la Real Ordenfde 5 de abril de 1795 y la Real
Cédula de 29 de enero de 1804.
3
El título IX está dedicado por completo a la enseñanza. Allí se dispone que "en todos los
pueblos del Reino" se establezcan escuelas de primeras letras. Asimismo se arreglará y creará
el número competente de Universidades y de otros establecimientos de instrucción que se
juzgue convenientes para la enseñanza de todas las ciencias, literatura y bellas artes".
4
RISPA, Antonio. Memoria relativa a las enseñanzas de los sordomudos y de los ciegos.
Barcelona: [s.n.], 1865, (Establecimiento Tipográfico de Narciso Ramírez y Rialp).
5
Expediente 2847 sobre datos y noticias pedidas por la Junta Provincial de Beneficencia
acerca de los establecimientos de ciegos y sordomudos de esta capital. 1853. A183 Comisión
de Gobernación. AMA.
6
MEDINA, Alfonso. Las dos primeras escuelas españolas de enseñanza para ciegos.
Barcelona: Universidad, 1958. Tesis doctoral.
7
También se encuentra como Manuel Cátala (vid. TORRAS, Francisco y VALLS Y
RONQUILLO, Francisco de Asís). Dudamos si ambos nombres son válidos o uno esté
equivocado pero la aparición del nombre Joaquín en los legajos nos ha movido a aceptarlo
como el verdadero. También MONTORO, J. Op. cit. se refiere al personaje como Joaquín.
8
En otros documentos hemos encontrado el nombre de Ayner. Quizás sea una derivación
del propio término catalán que acaba convirtiéndose en Ayné. De cualquier forma se refiere
siempre al mismo personaje.
9
Expediente 2702. Escuela de Sordomudos y Estadísticas de éstos y de ciegos. 1842.
A183 Comisión de Gobernación. AMA. Vid.: TORRAS, Francisco. Proyecto para una nueva
organización de la Escuela Municipal de Ciegos, Sordomudos y Anormales de la Ciudad de
Barcelona. Barcelona: [s.n.], 1916, (Imprenta de Manuel Tasis) p. 5.
10
Expediente 2847...Op. cit.
11
Documentos, consultas y recomendaciones (jul-dic.1820) folio 3. AHC.
12 Fernando Vil había implantado el Régimen Constitucional tres días antes en todo el
territorio nacional.
13 No hay acuerdo exacto sobre el número de alumnos que se iniciaron en la Escuela del
Ayuntamiento de Ricart. Mientras que TORRAS, Francisco: Proyecto para una nueva ... Op. cit.
da la cifra de ocho alumnos (p. 6), MONTORO, Jesús: Los ciegos...Op. cit. habla de 9 alumnos,
cuatro chicos y cinco chicas (IV) (p. 392); VALLS Y RONQUILLO, Francisco de Asís: Memoria
relativa a la Escuela Municipal de Ciegos y de Sordomudos de Barcelona. Barcelona: [s.n.],
1888, (Tipo Litografía de los sucesores de N. Ramírez). También da la cifra de ocho alumnos,
cinco chicos y tres chicas.
14
Expediente 2847... Op.cit. AMA.
15 Acta correspondiente a la Sesión celebrada el 16 de febrero de 1821. Libro de Actas
Municipales. AHC.
16
VALLS Y RONQUILLO, Francisco de Asís...Op. cit., p.14. 38
17
Expediente 2847... Op.cit. AMA.
18
VALLS Y RONQUILLO, Francisco de Asís...Op. cit., p.14.
19
Ibidem.
20 ISERN, Jaime. Descripciones de algunos instrumentos para enseñar a los ciegos las
primeras letras y la escritura en notas de música. Barcelona, [s.n.], 1837. Antecede a la obra
como prólogo una nota biográfica de Isern escrita por Francisco Campderá y Camín. Cfr.
SELVA Y DE TORRE, Remedios de. "Jaime Isern Colomer (el ciego de Mataró) y su hijo
Carlos" en Los Ciegos, año Vil, n° 57, agosto 1922, pp. 5-6. Esta autora fecha un año antes el
nacimiento de Jaime Isern.
21
SELVA Y DE TORRE, Remedios de. Op.cit. p. 5. 42
22
Ibidem. 44
23
FORD, Richard. Las cosas de España. Madrid: Turner, 1974.
24
BRAILLE, Louis. Paris : [s.n.], 1829.
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2.
EL SISTEMA BRAILLE EN ESPAÑA
2.1. ANTECEDENTES: LA FIGURA DE LOUIS BRAILLE
La figura de Louis Braille (1809-1852) y la invención de su sistema de puntos
en relieve supuso, para el colectivo de personas ciegas, el mayor de los
avances en materia de aprendizaje e instrucción. Aunque es un personaje
sobradamente conocido y popular y a él se han dedicado multitud de obras y
escritos de toda índole1, nos parece oportuno explicar cuáles fueron sus
fuentes y cómo concibió el sistema de combinación de puntos que después
veremos aplicado a una compleja musicografía.
Braille no nació ciego pero debido a un accidente perdió la vista a edad muy
temprana. Aunque en un principio los padres pensaron que el niño sería un
inválido toda su vida y que apenas podría aprender nada, éste sorprendió a
todos en el colegio al demostrar grandes habilidades y capacidad de
concentración y retentiva. Louis Braille puso de manifiesto lo que muchos
sospechamos al estudiar aspectos concretos de las personas ciegas: su
enorme capacidad para ejercitar la memoria. Todo ha de ser aprendido de esta
manera y deben procurarse mecanismos para retener las cosas.
Braille conoció, y sin duda, le sirvió para concebir su sistema de lectoescritura,
la Sonografía Barbier (1822). Se trataba de un sistema fonético de escritura por
medio de puntos. Presentaba los inconvenientes de no tener en cuenta la
ortografía ni los signos de puntuación y servir sólo para el francés. Constaba de
doce puntos, de cuyas diversas combinaciones nacían los signos fonéticos,
base de su escritura. A través de este sistema se dio cuenta de que las
personas ciegas percibían mejor y más rápidamente con el tacto el punto en
relieve discontinuo que la línea en trazo ininterrumpido (de ahí la ineficacia de
otros sistemas de letras en relieve). Braille, años después, lo tomó como
fundamento para su sistema de 6 puntos, con lo que las dimensiones de la letra
quedaban adaptadas a las exigencias del tacto. El tacto, que procede por
análisis, encuentra en el punto el elemento de captación ideal. Las líneas de
trazos rectos o curvos son rápidamente captadas por la vista pero no por el
tacto mientras que los puntos, discontinuos, son mucho más aprehensibles por
los dedos.
En 1825 tenía prácticamente terminado su sistema que al principio, combinaba
puntos y líneas haciendo bastante más difícil su interpretación y escritura.
En 1827, Braille transcribió con este sistema Gramática de las gramáticas.
Resulta un gran éxito. En agosto de 1828, Braille es nombrado repetidor de la
Institución2 con una gratificación en metálico. Un año más tarde decidió dar a
conocer, oficialmente su sistema para uso de las personas ciegas. Es a partir
de este momento cuando se puede hablar del nacimiento "oficioso" del Braille.
Corría el año de 1829. Braille lo pone en práctica con sus alumnos de la
escuela aunque no es adoptado oficialmente en la institución hasta años
después3. Se conoce el dato de que en 1837 la institución imprimió un
compendio de Historia de Francia en tres volúmenes en braille y en 1849
concedió un premio de escritura braille entre los alumnos de la misma
institución. Finalmente 1852 fue la fecha en la que se transformó la imprenta de
la institución en imprenta braille.4
En 1839 inventan, Braille y Foucault (este último es el constructor del aparato)
la rafigrafía, sistema por el cual las personas ciegas podían escribir, con puntos
en relieve, los caracteres comunes. El "rafígrafo" consistía en un aparato para
poder escribir con puntos en relieve el alfabeto visual y poder trazar figuras
geométricas, mapas y otros dibujos. Algunos autores lo tachan de "prodigio de
la mecánica" que estuvo vigente más de treinta años5. Observamos, a lo largo
de toda su vida, sus incansables esfuerzos por lograr mecanismos útiles para
que sus semejantes tuvieran las mismas posibilidades de aprendizaje y acceso
a la cultura que quienes no lo eran. En 1847, Louis Braille dio una conferencia
en la Institución explicando su sistema, más conocido como Ana gliptografía
Braille.6
El sistema braille estaba basado en 63 combinaciones posibles más el espacio
en blanco o sin puntos, colocadas dentro de un paralelogramo (de ahora en
adelante, "cajetín"). Estaban dispuestos dos a lo ancho y tres a lo largo. Con
estos puntos, Braille obtuvo muchos signos diferentes que le sirvieron para
expresar la literatura, la aritmética y también la música, según cómo estuvieran
dispuestos. Se sabe que la signografía braille para la literatura varió poco
desde su invención, sin embargo nos consta que el propio Braille, a lo largo de
su vida, modificó y amplió los signos específicos para la música según iba
profundizando en su transcripción. Así nos cuenta Juan Alien "pese a que el
código musicográfico braille, eclipsó rápidamente en Francia a todos sus
competidores, en el extranjero no apareció ninguna guía de signos musicales
hasta 1871, fecha en la que se publicó la primera en Londres. En 1879 se
publicó otra en Alemania y en 1885 una nueva en París. Al existir discrepancias
entre estos tres compendios, se constituyó una comisión internacional (con
representantes de Francia, Inglaterra, Alemania y Dinamarca)] al objeto de
unificar el código musicográfico braille. Los trabajos de ésta comisión
culminaron en 1888 en el Congreso de Colonia en el que Jos cuatro países
aceptaron las conclusiones de la comisión. Los acuerdos de Colonia pusieron
las bases de la actual musicografía, que posteriormente sería ampliada con
nuevos signos, pero cuya estructura permanece desde esa fecha"7.
La actual musicografía Braille contiene más de 270 signos diferentes, de los
que un número apreciable son polivalentes. Esto se consigue con
combinaciones de dos y tres signos diferentes.
Para la escritura musical es preciso anteponer un signo que indique al lector
que lo que vendrá a continuación son signos musicales. Mediante este sencillo
y a la vez ingenioso método Braille consiguió multiplicar en gran número las
combinaciones y sus significados. De esta manera la serie "a, b, c, d, e, f, g, h,
i, j" puede significar "do, re, mi, fa, sol, la, si" (empezando por la combinación
de puntos que representa la letra "d" y anteponiéndole el signo musical) o las
cifras "1, 2, 3, 4, 5, 6, etc." si delante de la letra "a" se ha colocado el signo que
se refiere a número.
Finalmente 1854 fue la fecha oficial de reconocimiento del Braille para la
enseñanza en Francia pero, desgraciadamente para su inventor, falleció dos
años antes. En 1855 encontramos la obra de Francisco Fernández Villabrille8
en la que nos da noticia de los distintos abecedarios empleados en las
instituciones de personas ciegas. Seguía predominando el sistema de letras en
relieve aunque ya hay un apartado de lectura en puntos (el número 7 de los
mostrados en la obra) mediante el cual se explica que el sistema, creado por
ciegos, era unívoco y muy práctico para la aritmética y la música. Tras el
Primer Congreso Internacional de Sordomudos y Ciegos celebrado en París en
1879 se adoptó oficialmente el sistema braille para la enseñanza de las
personas ciegas como sistema universal9.
2.2. INTRODUCCIÓN DEL SISTEMA BRAILLE EN ESPAÑA
2.2.1. La Escuela Municipal de Ciegos de Barcelona
Como vimos en el capítulo anterior, desde los años 1819 y 1820 tenemos
noticia de la existencia de dos escuelas o centros en Barcelona donde se
enseñaba a las personas ciegas. José Ricart, pionero en este tipo de
enseñanza en España, logró poner los cimientos de la que acabaría siendo la
Escuela Municipal de Ciegos de Barcelona. Aquí, al igual que en Madrid,
primero fue la Escuela de sordomudos y después la de ciegos pero en el caso
de Barcelona, el tesón y esfuerzo de Ricart y sus colaboradores fueron
decisivos para que esta escuela nunca cerrara, a pesar de las adversidades.
A partir de agosto de 1839, la Escuela de Ciegos, bajo los auspicios del
Ayuntamiento, nombró una Junta de Gobierno para el buen funcionamiento de
la institución. Como además el número de alumnos seguía creciendo, en el
mes de septiembre del mismo año y ya instalados en el ex convento de San
Cayetano, la Escuela Municipal empezó a acoger alumnos internos10.
La mencionada Junta de Gobierno estaba compuesta por cuatro miembros
(uno de ellos teniente de alcalde) y otras seis personas que se hubieran
destacado en buscar soluciones a asuntos de beneficencia y educación. Una
de las primeras misiones que realizó el nuevo director, el clérigo Fociaux, ex
director de un colegio de ciegos en Marsella, fue la de viajar acompañado de
otros dos miembros de la Escuela a París con el objeto de observar y aprender
los métodos y procedimientos que allí se empleaban. A este viaje acudió Jaime
Bruno y Berenguer y de él aprendió lo más importante y revelador que había en
Francia en aquel momento, el sistema de lectoescritura en seis puntos
inventado por Louis Braille.
Así pues, tras el viaje y en tomo al año de 1840, Jaime Bruno y Berenguer es
conocedor del sistema braille y lo introduce en Barcelona a través de la
Escuela Municipal de Música. Él lo enseñó en esta escuela con independencia
de otros métodos o sistemas empleados hasta entonces para enseñar a las
personas ciegas. Es casi seguro que se aprendían de memoria todo
(especialmente la música) y que tan sólo algunos intrépidos profesores
inventaban sistemas alternativos de letras, cifras y notas musicales en relieve
para la enseñanza de los ciegos, como ya vimos algunos en el capítulo
anterior... (Ricart, Isern y posteriormente Payrot). También hasta la fecha se
sabe que las personas ciegas sólo practicaban la lectoescritura en relieve con
trazo continuo inventada por Valentín Haüy.
Aparte del sistema braille, que con total seguridad fue lo más importante que
los profesores trajeron del viaje a París, tomaron buena nota de los oficios que
allí se enseñaban. Aprendieron a valorar los trabajos manuales de cestero y
sillero aunque no tuvieron demasiado éxito al implantarse en la escuela
barcelonesa.
En el Reglamento de la Escuela de Ciegos de Barcelona11 de 1841, nos ha
llamado la atención, una vez más, la enorme importancia que tuvo la música en
el capítulo de la enseñanza. El capítulo cinco se refiere a la enseñanza que
queda distribuida en siete grados de los cuales, tres -segundo, tercero y cuarto,
tratan de música. En el segundo se instruirá a los alumnos en unos primeros
ejercicios de música vocal. En el tercero, música instrumental y en el cuarto ya
se les darán nociones de composición musical. Todas estas enseñanzas iban
antes del aprendizaje de materias como geometría, geografía, historia de
España o el catecismo. Tan importante llegó a ser la música que se afirmaba
que era la base para la vida profesional de los invidentes. Aunque esta
afirmación apareció recogida en un informe presentado a la Corporación
Municipal en el año de 1846, en este mismo momento cesaban al maestro
Antonio Mares, compañero infatigable de José Ricart.
El Reglamento de la Escuela de 1841, a través de las disposiciones generales,
artículo 25, también estableció la manera en que debían agruparse los músicos
en virtud de la formación alcanzada.
Regulaba que unos u otros fueran los encargados de tocar en las iglesias y en
las funciones públicas y también la manera en que habrían de repartirse los
honorarios entre profesor, alumnos e institución. Hemos podido comprobar a
través de abundante correspondencia de ésos años (1844, 1845, 1846) los
constantes requerimientos de otras instituciones o del propio Ayuntamiento a la
Escuela de Ciegos para tocar en actos públicos.
Parece práctica habitual que las agrupaciones u orquestas de personas ciegas
se solicitaran para entretenimiento de ciertos acontecimientos. Por ejemplo,
según carta de 22 de junio de 1844, la Comisión Local de Instrucción Primaria
de Barcelona solicitaba a la escuela una orquesta de músicos para que tocaran
en los intermedios de los exámenes: "Debiendo otra de las escuelas del
Ayuntamiento celebrar exámenes públicos en el local del ex Convento de San
Cayetano en los días 23 y 24 de los corrientes, espera esta Comisión que la
orquesta de los alumnos de la Escuela de Ciegos que está a Vd. encomendada
se servirá tocar en los intermedios mediante orden de Vd:"12 También eran
requeridos para orquestas de bailes públicos13 así como para amenizar las
distintas sesiones que habrían de celebrarse en la Sociedad Económica de
Amigos del País de Barcelona: "Ál efecto podrá Vd. servirse porvenir que los
alumnos ciegos asisten a dicha hora. Al propio tiempo fuera oportuno
concurriese una copla de ciegos para amenizar la función: si Vd. puede lograrla
sería en más solemnidad del acto".14
Las fiestas de carnaval tampoco estaban vetadas para las personas ciegas y
buena prueba de ello son las cartas que hemos encontrado por las que el
Alcalde Corregidor de la ciudad los autorizaba a participar con una orquesta de
carnaval. En una de ellas decía: "visto el filantrópico objeto que se propone la
Junta Directiva de la Escuela de Ciegos de esta ciudad, he venido en conceder
mi permiso para que la orquesta del referido establecimiento pueda dar bailes
públicos en el mercado de Sta. Catalina durante el Carnaval de este año".15
Muchos de los profesores comenzaron a discrepar con los contenidos del
reglamento a la par que creían necesaria una serie de mejoras a realizar en la
escuela. En un principio fueron los propios maestros Berenguer y Mares los
que propusieron no sólo sus nombramientos como directores sino también
mejoras para la escuela. La respuesta que obtuvieron de las autoridades
municipales en febrero de 1844 fue la siguiente: "La inoportunidad de los
expresados (sic) planes y la penuria en que se halla V.E. por la escasez de
fondos, son en concepto de esta Sección motivos poderosos para no hacer en
aquel establecimiento innovaciones costosas, pudiendo tan solo al presente
limitarse a ampliar las enseñanza en la parte que fuese menos costosa..."16
En otro oficio de 11 de abril del mismo año, enviado desde la Junta Directiva de
la Escuela de Ciegos al Ayuntamiento y firmado por el presidente Rafael Pía y
Carreras se proponían nuevamente mejoras para el establecimiento, fondos
para atender los gastos imprescindibles, así como reformas en el reglamento:
"Esta junta se ha ocupado en examinar el reglamento citado y después de
haber meditado con la mayor detención sus capítulos y párrafos ha notado ser
en algunas partes demasiado difuso y minucioso, a la par que poco
explícito..."17
Reciben contestación del Alcalde de fecha 1 de mayo de 1844 en la que se les
dice, a propósito de las mejoras o reformas que consideraban necesarias que:
"manifiesten la cantidad que se necesita absolutamente para los gastos
indispensables a este establecimiento y los objetos a que debe aplicarse,
pudiendo proceder Vds. desde ahora a reformar y mejorar el Reglamento en la
parte que lo considere necesario pasándolo después a la aprobación de este
Cuerpo político".18
Finalmente el Ayuntamiento, el 15 de noviembre de 1844 manifestaba: "Ha
resuelto S.E. que se abone a la Junta de la Escuela de Ciegos la cantidad de
ciento veinte reales mensuales para los gastos extraordinarios, tales como
copia de papeles de nota, cuerdas de violín, limpia de instrumentos,
recomposición de muebles..." todo esto se hacía con carácter retroactivo desde
el 21 de noviembre del año anterior hasta el día de este acuerdo inclusive.
Firmaba dicho documento el propio Alcalde el 7 diciembre de 1844.19
En el año 1846 la Escuela Municipal ya contaba con 48 alumnos, 40 niños y 8
niñas y ninguno pensionado pues la enseñanza era gratuita. La escuela pasó
una etapa extraña al aplicarse una reforma en los programas educativos que
nada satisfizo ni a profesores ni mucho menos a los alumnos. Fueron también
unos años de penuria económica pues hemos encontrado abundantes
documentos que nos dan noticia de las peticiones hechas por los profesores a
través del Ayuntamiento :para que la Junta Directiva de la Escuela les abonara
las cantidades necesarias para los alquileres de sus respectivos cuartos. Tal
fue el caso de los maestros de música Berenguer, Ayné y la maestra Josefa
Pérez. Todos ellos pedían que se les dispensara igual trato que a aquellos
otros maestros que no vivían en la misma escuela.20 No obstante, estas
reclamaciones de tipo pecuniario se encuentran en más ocasiones a lo largo de
la historia de la escuela y, a la vista de los documentos, solían partir de los
propios maestros de música. En el año 1877 encontramos diversas peticiones
formuladas por los maestros de violín y sus auxiliares. Tal fue el: caso de
Teodoro Gosch, suplente de violín quien reclamó, junto a otros dos auxiliares
de música, aumento de sueldo. Comparaban lo percibido con los jornales de
peones (once reales diarios) y ¡argumentaban que era penoso el estado en que
se hallaban. También los auxiliares Juan Costa y Buenaventura Mestres
solicitaron aumentos de sueldo21.
Un año más tarde era el propio Cayetano Puyes y Gaya, ayudante de la clase
de violín y destacado alumno de la propia escuela quien decía: "que desde
muchos años viene disfrutando el sueldo de mil pesetas anuales por el cargo
que desempeña siendo este poco menos que insuficiente para la subsistencia
(sic) del que suscribe y de sus dos hijos. La circunstancia Excmo. Sr. de ser el
recurrente el único de su clase que cobra menos que lo que perciben los de las
demás Escuelas sostenidas por V. E. y menos que el señalado a los de la
misma Casa donde ejerce su cargo, y la circunstancia de haber sido el primer
alumno de la Escuela de Ciegos que V.E. con tanta generosidad costea para el
mayor bien de todos los compañeros de infortunio del infrascrito muévenle a
éste atreverse a suplicarle... le aumenten el sueldo en 12 pesetas, o sea igual
al que disfrutan todos los de las Escuelas elementales".22 Esta petición fue
hecha el 21 abril de 1880.
Sin embargo, al igual que se les requería para tocar en actos públicos y servir
de "entretenimiento", también en ocasiones, dichos actos eran remunerados y
los alumnos, así como sus maestros, podían percibir algo del evento. Esta fue
una de las principales novedades conseguidas en posteriores reglamentos de
la escuela, como más adelante veremos. El 29 de octubre de 1879, los
inspectores Félix Soler y J. Julia contaban que era necesario crear unas
"veladas" musicales con el fin de que los ciegos pobres que se instruían en el
colegio pudieran recoger algo y así ver recompensados sus esfuerzos y
aprendizaje y no dejar los estudios musicales a medias que, al parecer, era lo
más habitual para dedicarse después a mendigar por las calles mal tocando un
instrumento: "La generalidad de los alumnos ciegos que asisten a esta Escuela
son procedentes de familias pobres y no pudiendo los desgraciados recibir
auxilios de sus familias se ven reducidos a implorar la candad pública. Esto
hace que concurran el menor tiempo posible a la Escuela, pues en cuanto
saben tararear una canción o tocar mas o menos mal un instrumento de música
cualquiera, se van por las calles de esta ciudad a utilizar sus pequeños
conocimientos musicales para explotar dicha caridad, dejando de
perfeccionarse en la Escuela en los conocimientos musicales para poder
formar un día una verdadera orquesta..." Dichos inspectores proponen la
creación de unos conciertos o veladas musicales a celebrarse en la misma
sede de la escuela cuyo producto se destinaría a subvencionar a los invidentes
y también para premios extraordinarios de los exámenes.23
En torno a 1850 se dieron unos cambios en la escuela que no fueron del todo
bien acogidos ni por maestros ni tampoco por alumnos. Aunque se decidió
apostar fuerte por la música se desestimaba la enseñanza de la lectura, la
escritura y las matemáticas por considerarlas de escasa utilidad para las
personas ciegas. Sin embargo, se ponía énfasis en la instrucción de la historia
de España, la historia sagrada y la educación moral y religiosa. Muchos
profesores y alumnos no entendieron este cambio de rumbo. Algunos
protestaron enérgicamente llegando incluso a ser expulsados. La profesora
Manuela Lucía de Carmona y Alba presentó su dimisión en mayo de 1851
aunque, de manera privada, siguió dando clases gratuitamente a los alumnos
que habían sido expulsados. Sobre este último aspecto también queremos
señalar que estaba mal visto que los profesores de la escuela ejercieran el
magisterio de forma privada y cobraran dinero por ello. No es pues de extrañar
que, teniendo estas limitaciones, no se cohibieran en solicitar aumentos de
sueldo y en reclamar aquello que consideraban les pertenecía. Años más tarde
incluso llegaron a tenerlo prohibido.
Una de las razones de peso que utilizaron los profesores para conseguir fondos
y locales donde ejercer su magisterio era exponer a las autoridades
municipales y éstas, a la propia Reina de España, la penosa situación en que
se hallaban las personas ciegas que vagaban y mendigaban sin tener un lugar
donde ser acogidos ni, por supuesto, una escuela donde recibir una educación
especial. Dice una carta enviada por el Alcalde de Barcelona a la soberana en
abril de 1853: "El Ayuntamiento de Barcelona con la mayor veneración se
acerca al trono de V.M. y respetuosamente expone (sic): que respondiendo
V.M. con maternal solicitud a los sentimientos de piedad que abriga su corazón,
en favor de los infelices que privados de sus más preciosos sentidos carecen
de los recursos indispensables a la vida común, se ha dignado disponer, por
destinar leyes y Reales Decretos, la creación de varios establecimientos para
asilo y amparo de los Ciegos y Sordomudos que divagan por todo el Reyno...
Animados en todos tiempos las municipalidades de Barcelona de los más
piadosos sentimientos y movidas las de los años 1816 y 1820 por tan
generosos impulsos, acogieron benévolamente y alentaron el proyecto de
proporcionar alguna enseñanza a los ciegos y sordomudos abriendo bajo sus
auspicios y protección dos escuelas públicas... Estos infelices Señora, no
bastan por más que sea doloroso el consignarlo. Careciendo esta capital de
una casa en la que puedan recogerse los ciegos y sordomudos
suministrándoles los ausilios (sic) necesarios a la humana existencia, llega a
centenares el número de los que acosados por la miseria recorren las plazas y
paseos contristando el ánimo público con sus lastimeros gemidos, único
recurso que en su triste situación poseen..."24
El siguiente reglamento que tuvo la Escuela Municipal de Barcelona, fechado
en 1854, era escueto y muy claro25. Efectivamente se comprueba un gran
énfasis en la enseñanza musical en detrimento de otras. Este énfasis se
observa, en primer lugar, en que al menos dos miembros de la Junta
Gubernativa del centro "deberán tener conocimientos en el arte musical"26.
Establecían de forma clara y rotunda que ningún alumno habría de empezar el
estudio de un instrumento sin conocimiento previo del solfeo, lo que implicaba
el manejo de todos los valores de las figuras, el uso de accidentales, las llaves
(o claves, modernamente) y los elementos de la gramática musical. De hecho,
el apartado de la enseñanza en la escuela consistía en las siguientes
materias27:
1o.
Solfeo y elementos de la gramática musical.
2o. Música instrumental:
a) instrumentos de cuerda y algunos de viento
b) música práctica
3o. Doctrina cristiana, urbanidad, historia sagrada y profana.
4o. Instrucción a las niñas de calceta, costura y otras labores además de
Doctrina cristiana.
Hasta el siguiente reglamento de 1861, éste fue el sistema y prototipo de
enseñanzas existentes en la escuela. Sin duda estos años marcaron un claro
ambiente musical aunque estuviera algo empobrecido en términos económicos.
Probablemente fueran años de gran actividad musical así como del
alumbramiento del método del maestro Pedro Llorens y su inicio en el
magisterio en la escuela. Tanto los alumnos como sus progenitores o tutores
estaban obligados a firmar una especie de contrato28 por el que se
comprometían a que el alumno asistiera y dependiera del establecimiento por
término de tres años. Durante este período, el alumno sacaría el máximo
aprovechamiento de las [enseñanzas y estaba obligado no sólo a la asistencia
diaria a la escuela sino también a tocar en eventos públicos. Tanto es así que
el colofón del reglamento, es decir, en el apartado de las Disposiciones
Generales decía el artículo 63: "Los alumnos de la escuela práctica están
obligados a tocar en las iglesias, bailes y demás sitios en que disponga la
Junta. Del producto que diere su trabajo se deberá entregar una cuarta parte al
depositario de la Junta, y la resta se dividirá entre los alumnos y maestros o
maestras quienes percibirán una porción doble que los discípulos"29.
A partir de la puesta en marcha del Reglamento de 1854 los maestros llevaban
un registro exhaustivo de cada clase. Anotaban todo lo relacionado con sus
alumnos (quiénes eran, cuántos, sus progresos, observaciones generales...)
Además, cada maestro era el responsable de cuanto había en el aula:
muebles, instrumentos y otros artilugios por lo que estaba obligado a realizar
un inventario, firmarlo por duplicado y entregarlo a la Junta.
El número de alumnos que fijó la Escuela en este año era de 60 y todos los
admitidos debían ser menores de 25 años y ser personas completamente
ciegas o tener una visión tan limitada que les impidiera ejercer ningún trabajo u
oficio. Al tratarse de enseñanza externa y existir sólo el compromiso de
asistencia durante tres años, el número de alumnos que pasó por la Escuela
fue muy numeroso como prueban las listas de matriculación y los documentos
de gestión del centro.
El profesor Ramón Payrot, recomendado por la Junta de Gobierno, fue
nombrado profesor de la clase de instrumentos el 12 de enero de 1853. Este
maestro resulta de especial interés a nuestro trabajo pues inventó un método
para la escritura en relieve de las letras y signos musicales. Como nos describe
Montoro: "Todos los símbolos en este sistema se derivan de la descomposición
de las rayas que entran en la formación de un pequeño cuadrado trazado en un
ángulo recto de un paralelogramo. Las letras tanto mayúsculas como
minúsculas, son casi idénticas a las usadas por los videntes. Por el contrario,
los números y los signos musicales eran totalmente convencionales, resultando
muy difícil la lectura de toda esta aritmografía."30 También en la Memoria de
Valls y Ronquillo se menciona a Ramón Payrot como inventor de un método
para la lectura y escritura de las letras, cifras y notas musicales en relieve.31
Lo que deducimos nosotros de todo esto es que el maestro Llorens, del que
hablaremos más extensamente en el siguiente capítulo, empleó y utilizó el
sistema de Payrot para concebir su propio método de lectoescritura y la
musicografía. Se sabe que el sistema de Payrot no salió de la propia Escuela y
no tuvo demasiado éxito, sin embargo, aunque el sistema de Llorens tampoco
llegó a alcanzar la fama que su autor hubiera deseado, estuvo más logrado e
integrado ya que estuvo vigente hasta el año 1918.
Finalmente Ramón Payrot fue cesado de su cargo a mediados de 1855 y, para
sustituirle, entró José Clariana. Durante el curso 1855-1856 el centro sufrió una
nueva reorganización que pretendió impulsar la enseñanza elemental y
profesional. El profesor Pedro Llorens propuso la aplicación de su nuevo
método, más eficaz para los alumnos ciegos, a la Junta Directiva que tras
varios informes y deliberaciones, decidió darle una oportunidad. Puso en
práctica su método con dos alumnos para demostrar ante una comisión los
resultados de su trabajo con ellos.32 Finalmente el Ayuntamiento nombró a
Pedro Llorens profesor interino de la Escuela en abril de 1856 pues Jaime
Bruno y Berenguer tenía ya una edad avanzada, una importante ceguera y
estaba muy próxima su jubilación'. A pesar de que todavía no había podido
enseñar con su método por carecer del nombramiento en propiedad, los
trámites se agilizaron entre abril de 1856 y su nombramiento definitivo el 29 de
noviembre de 1856: "La utilidad y adelanto para la enseñanza de los ciegos del
nuevo sistema presentado por el recurrente ha sido público y notoriamente
reconocido, no sólo por los señores que componen la Junta de la Escuela sino
también por muchos Sres. Concejales del último Ayuntamiento que
presenciaron sus resultados prácticos... como el exponente no ha puesto aún
en práctica su sistema por carecer del nombramiento en propiedad, lo que
resulta en perjuicio de la enseñanza de los ciegos... suplico se sirva conferir al
exponente en propiedad el nombramiento de Profesor de la Escuela de
Ciegos... al objeto de poner en práctica el sistema presentado para la completa
instrucción de los ciegos".33
En 1856, la Escuela Municipal de Ciegos vuelve a juntarse con la de
Sordomudos (que se había reabierto en 1843) y todos son trasladados al
convento de San Cayetano. El establecimiento quedaba definitivamente con el
nombre de "Escuela Municipal de Ciegos y Sordomudos". La escolaridad iba
desde los 7 años hasta los 20 para los alumnos ciegos y los 14 para
sordomudos. En el año de 1860 había aproximadamente 100 alumnos, siendo
algo mayor el número de alumnos sordomudos que de ciegos.
Aunque durante los años siguientes a la fusión siguió vigente el Reglamento de
la Escuela de Ciegos, en 1861 fue reformado y de nuevo una Junta Directiva
compuesta de cuatro miembros y otros cinco ajenos a la Corporación Municipal
escogían al nuevo director. Aunque en un principio fue elegido el profesor y
director de orquesta José Clariana, apenas se mantuvo unos meses en el
cargo pues murió el 29 de julio del mismo año. Le sustituyó como de profesor y
director de la Escuela, Pedro Llorens que durante tres años estuvo al frente de
la institución.34
El Reglamento de 186135 fue, en algunos aspectos, algo menos rígido que el
anterior de 1854. La enseñanza de las personas ciegas volvía a tener dos
partes diferenciadas, la intelectual y la musical, comprendiendo cada una dos
períodos: elemental y superior. Uno de los puntos de la enseñanza intelectual
era la escritura en caracteres comunes por el sistema Llorens y convencionales
por el braille.
Respecto a la enseñanza musical elemental, decía el artículo 5o que se
componía de las siguientes materias:
Solfeo en caracteres comunes y convencionales de relieve
Teoría musical
Canto
Escritura común de música en relieve y traducción de la anotación propia de los
que ven a las personas ciegas.
El artículo 6o ya se refería a la enseñanza musical superior, además de una
ampliación suficiente de las materias comprendidas en el artículo anterior:
La enseñanza instrumental
Violín y demás instrumentos que entran en una orquesta y banda
Composición musical y armonía
Piezas de concierto y de orquesta
Nociones de sistemas adoptados para enseñar la música a los ciegos
Y seguía el artículo 7o:
Como enseñanzas aisladas pertenecientes a la sección de música, se darán
también las de guitarra, piano, harmonium, órgano y arte de afinar pianos, y
cuando los mayores recursos del establecimiento lo permitan, algunas otras
especiales. A la enseñanza de la guitarra se antepondrán las de piano y arte de
afinar pianos.
Una de las disposiciones más llamativas de este reglamento, y que ya
comentamos al hablar del compromiso que adquirían los alumnos con el centro
cuando ingresaban en el mismo, queda ahora perfectamente plasmada en su
artículo 8o, que decía que se escogería a aquellos alumnos ciegos que
hubiesen adquirido los conocimientos necesarios para organizar una orquesta
o banda militar y que el profesor encargado, tras seleccionarlos, daría cuenta
de ello a la Junta Directiva. Evidentemente la finalidad de dicha orquesta era la
de tocar públicamente en actos y otros eventos pues así lo contemplaba el
artículo 10o: "La orquesta o banda militar asistirá a las funciones a que sean
llamadas por el Excmo. ¡Ayuntamiento, así como a las cívicas, religiosas y de
cualquiera otra clase para las que sea contratada por otras corporaciones,
sociedades o particulares, debiendo para estos casos proceder permiso de la
Junta"36.
Las niñas ciegas también recibían enseñanza intelectual, salvo el sistema
decimal y otras materias que quedaban reducidas al entender la Junta que
serían de menos aplicación y utilidad en sus vidas... Sin embargo, tenían
educación musical aunque sólo en su faceta elemental. Aun así, también
tomaban lecciones de piano, arpa o guitarra, en función de sus inclinaciones y
disposición y consultando siempre la posición social de cada una37. Por
supuesto que se les enseñaba, de forma preferente, el aprendizaje de las
labores.
El reglamento también establecía el tiempo de aprendizaje en la escuela que
sería de ocho años, estando los estudios repartidos en turnos de mañana y de
tarde. Se señalaba que en las enseñanzas especiales de música -piano,
harmonium, guitarra, órgano y afinación de pianos- el tiempo de aprendizaje no
estaría sujeto a duración.38 Como la edad mínima de entrada estaba en torno a
los 8 años y la máxima de estancia 25, se crearon dos secciones en las que se
dividía al alumnado. Una primera desde los 8 hasta los 15 años y la segunda
de los 15 a los 25 años.
La insistencia en las horas de estudio y de aprendizaje musical volvió a
ponerlas de relieve el siguiente director a Llorens, Juan Carreras y Dagas en un
informe de enero de 1864. En el informe había que establecer los horarios para
las enseñanzas musicales y Carreras dijo al respecto: "La música necesita
muchísimo estudio y una larga práctica, debiéndolo aprender desde la primera
edad, principalmente cuando el que a ella se dedica como carrera y mucho
más estando falto de un sentido tan precioso como es la vista y tres horas
semanales sin contar los días festivos, distan mucho de ser tiempo suficiente
para dar satisfactoriamente lecciones de violonchelo, contrabajo, piano,
afinación de éste, órgano, clarinete, flauta, Octavio, cornetín, armonía,
composición y teoría de los instrumentos a 11 distintos alumnos que son los
que hay ahora con la probabilidad de aumentarse pronto y finalmente necesitar
practicar en academias las piezas que aprenden para la orquesta que han
empezado a formar... Téngase presente que si bien la enseñanza elemental
comprende varias asignaturas, no son menos sino al contrario mas las que
comprende la música aunque con una sola denominación. Aquella solo oyendo
la voz del profesor, a un sin fin de alumnos se puede educar en un mismo
tiempo, mientras que la instrumental debe ser individualmente. En
consecuencia, no deben concederse 33 horas a la enseñanza intelectual y 3
ala musical sino como yo propongo, las mañanas a la segunda y las tardes a la
primera, con tanta más razón cuanto que de la música y no de la enseñanza
literaria deben esperar las personas ciegas la felicidad de su vida tanto para
darles medios de vivir como para distraerles de su triste aislamiento. "39
Durante estos años de dirección de Juan Carreras y Dagas encontramos
curiosas noticias recogidas en prensa periódica especializada que hacen
mención al funcionamiento interno de la institución y de la importancia que
tenía, en la vida y en el futuro de las personas ciegas, la música como
profesión. La revista La Gaceta Musical Barcelonesa, publicada en Barcelona,
es una de las qué más noticias nos ofrece al respecto entre 1863 y 1865. Algún
número recoge el acto de los exámenes públicos y reparto de premios a los
alumnos de música de la Escuela40 así como otro que nos da noticia de una
función extraordinaria celebrada a beneficio de la Escuela. En este acto
celebrado en el Teatro Tirso de Molina de Barcelona una orquesta de personas
ciegas interpretó "Una Romería a Montserrat", obra de Juan Carreras y dirigida
por él mismo41.
En tres números de La Gaceta (N° 136, 139 y 140), el director escribe: "La
música, entre las demás ciencias y artes, es la que puede proporcionar más
ventajas al ciego". A lo largo de estos tres artículos Juan Carreras y Dagas
apela al gobierno para que dé su apoyo a la educación musical de los ciegos.
En el tercer artículo expone una serie de quejas sobre la desventajosa
situación de la enseñanza musical en la Escuela de Barcelona con respecto al
Colegio Nacional de Madrid, vierte durísimas críticas hacia su director, Juan
Manuel Ballesteros y también pone de relieve la inferioridad de los alumnos del
Colegio con respecto al Conservatorio de Madrid. Por último pide al gobierno
que intervenga.
A pesar de que una gran mayoría de los alumnos de esta escuela eran
bastante pobres, sólo si se era "pobre de solemnidad" se estaba exento de
aportar los instrumentos y otros útiles para el aprendizaje. Resulta curioso que
una nueva disposición obligara a los alumnos a aportar el material: "Los
alumnos que no estén constituidos en la clase de pobres de solemnidad,
deberán costearse los instrumentos, útiles, libros y demás que necesiten para
su enseñanza, conservarán la propiedad de los mismos cuando salgan del
Establecimiento, y a ellos no alcanzará la prohibición del artículo anterior"42. El
anterior tan sólo decía que no estaba permitido, bajo ningún pretexto -incluso el
del estudio- sacar del establecimiento ningún instrumento, libro o efecto
perteneciente al mismo.
Lo último y más notorio de este Reglamento era la prohibición expresa a que el
profesorado trabajara en ningún otro establecimiento ni cobrara clases
particulares. Incluso se apuntaba que aquel que diera lecciones sin dar cuenta
de ello sería reprendido43. Quizás debido a esta última circunstancia el maestro
Pedro Llorens imparte un curso gratuito para profesores sobre los sistemas de
enseñanza musical para personas ciegas en la primavera de 1865 que desató
una interesante polémica en la prensa especializada. El principal crítico y
musicógrafo que escribió sobre esta cuestión fue Mariano Soriano Fuertes. Lo
que empezó siendo una alabanza hacia la tarea del profesor Llorens acabó
convirtiéndose en un debate sobre los sistemas musicales. La Gaceta Musical
Barcelonesa recoge durante tres semanas este debate44.
En los años siguientes, quizás por influencia del propio Llorens, aumentó el
número de profesores de música en el centro, entrando á formar parte del
claustro Lauria Carreras, hijo del profesor y director de orquesta de la Escuela,
Juan Carreras Dagas. También entró la profesora Ana María Mestres Tapies
que era la encargada de las niñas ciegas.
En 1868 murió el último de los pioneros de la Escuela, el violinista Joaquín
Ayné al que sustituyó el ayudante interino Cayetano Pullés aunque dos años
después se convocaron oposiciones para proveer la plaza de profesor de violín
y ésta fue para Juan Sots.
La Escuela Municipal de Ciegos y Sordomudos va a comenzar una nueva
etapa bajo el mandato del que fue su director durante más de treinta años:
Francisco de Asís Valls y Ronquillo. El nombramiento tuvo lugar en agosto de
1872 siendo Valls profesor de sordomudos45. Hemos encontrado opiniones
encontradas en torno a la gestión de este profesor al frente de la escuela. Lo
que parece claro es que nunca dio excesivas muestras de atención hacia las
personas ciegas, a las que consideraba poco más o menos que una carga inútil
para la sociedad, y cuenta Montero46 que dirigió con mano dura la institución.
Se aprobó un nuevo Reglamento en .1877 pero que era prácticamente idéntico
al anterior. La principal diferencia que hemos encontrado es que en éste se
contemplaba un período de aprendizaje de diez años, pudiendo incluso
alargarse si transcurrido el mismo no se hubiesen completado los
conocimientos. Seguirían simultaneando los estudios musicales con los
intelectuales y las niñas ciegas, además, con las labores. Con respecto al
profesorado, disfrutaría del sueldo y los emolumentos señalados a los maestros
y ayudantes de las escuelas públicas de primera enseñanza.
El nuevo traslado en 1879 de la Escuela Municipal a la calle Bajada de los
Cazadores 6 fue bien recibido por todos47. El nuevo local contaba con más
espacio y mejores instalaciones que el antiguo convento. Desde esta fecha
hasta la del fallecimiento del profesor Pedro Llorens en 1894 fueron muchos los
distintos profesores de música con que contó la escuela. En realidad esta fue la
única actividad que su nuevo director creía que podían aprovechar los alumnos
ciegos. Siempre se opuso al establecimiento de talleres para la realización de
oficios, tan propios del aprendizaje de los ciegos y por esta razón y otras más
serias como el despido del alumno Modesto Rafols, sufrió una especie de
amotinamiento por parte de los alumnos que acordaron no asistir a los
exámenes de fin de curso ni reintegrarse a la escuela hasta que no fuera
nuevamente admitido Rafols48.
El incidente trajo consecuencias, entre otras se expedientó a tres alumnos
(José Ezquerra entre ellos) pero algunas cosas comenzaron a cambiar en la
institución. Músicos como Eusebio Ferrán, Juan Costa, Juan Nogués Pou,
Miguel Abril, Francisco Laporta, Eusebio Bosch Humet, Alberto Adell, Ángel
Serret, Arturo Arenas, Félix de Santos, José Vilaplana Puig, etc. ejercieron su
magisterio en la Escuela Municipal dejando un magnífico recuerdo. Por fin se
consiguió que, en el mandato siguiente -con Valls jubilado- se incorporasen las
artes mecánicas, los oficios y otras destrezas manuales.
La principal obra de Valls y Ronquillo fue su Memoria que, inspirada en la
anterior del Director y maestro de sordomudos Antonio Rispa, ofreció en su
momento y a todos los profesores que le sucedieron, importante información en
torno a los orígenes del establecimiento, los diferentes planes de enseñanza
que tuvo la escuela, las distintas personalidades de los maestros, el sistema
musicográfico de Llorens, los sucesores de Clariana, Ayné, etc. así como del
tiempo que los alumnos dedicaban al estudio o las cifras del número de
alumnos ciegos y sordomudos habidos en la Escuela desde sus inicios. Pero
Valls va más lejos e incluso explica cuál era la clasificación de estos alumnos
por provincias -pues no todos eran de Barcelona-y también ofrece una
explicación de los motivos que ocasionaron la ceguera a sus alumnos, siendo
la gran mayoría por enfermedades relacionadas con la inflamación de los ojos
o por oftalmía purulenta. También repasa las enseñanzas generales de la
música que se estudiaron en la escuela durante su dirección (solfeo, armonía,
violín, viola, violonchelo, guitarra, contrabajo, instrumentos de viento, piano y
harmonium) así como los sistemas de escritura mediante el aparato Llorens, el
sistema braille y también la máquina de Foucault. Destaca la presencia de la
Escuela Municipal de Barcelona en las exposiciones (se cita la de París de
1867, la General Catalana de 1871 y, ¡cómo no!, la universal celebrada en
Barcelona de 1888 de la que describe su catálogo y que comentaremos a
continuación). Las últimas cifras ofrecidas por Valls son las estadísticas de
1877 divididas por provincias y sexos y la proporción de éstos en relación con
la población general. Sin duda se trata de una interesante fuente de
información para el seguimiento de la Escuela Municipal de Barcelona.
Si hubo un acontecimiento importante que marcó la vida y la presencia de la
Escuela Municipal de-Barcelona a finales del siglo XIX fue la Exposición
Universal que tuvo lugar en la ciudad en 1888. El papel de la escuela fue muy
relevante presentando a la misma todo tipo de libros, aparatos, material de
enseñanza y múltiples trabajos de los alumnos. Como ya hemos señalado y
veremos más adelante, la celebración de este tipo de muestras suponía dar a
conocer los avances en muchas materias diferentes y los que se dedicaban a
la enseñanza y pedagogía procuraban estar siempre alerta ante la celebración
de un evento de estas características. Era una razón de suficiente peso que se
tratara de una Exposición Universal y motivo más que suficiente para mostrar
ante todos -autoridades, público y otros expositores extranjeros- la gran
capacidad de esta Escuela Municipal.
Entre las obras impresas la Escuela presentó los Reglamentos de los años
1854, 1861 y 1877 además de las Memorias de Antonio Rispa49, Francisco
Valls y Ronquillo50 y las Ventajas e inconvenientes de los sistemas de escritura
de Pedro Llorens51. También presentaron numerosas obras de texto para la
enseñanza de las personas ciegas que se aparecieron en el sistema de
impresión más común, el braille, aunque también se presentó el Método
literario y musical de Llorens y el Proyecto para la enseñanza de los ciegos por
medio de los signos del alfabeto Morse. Entre los libros impresos en relieve, se
presentaron aquellos que son comunes a los de vista, es decir los libros
impresos por el sistema de Llorens: cuadernos de lectura, tablas con medidas,
método de solfeo, método de violín de Alarde, estudios del mismo autor,
método de piano de la Sociedad Artístico Musical, Primer libro de guitarra
arreglado y traducido por Llorens, Colección de acordes fundamentales, el
"Mentor del Solfista" o teoría musical, solfeo o coro a dos voces, sistema de
escritura musical sin pentagrama para uso de los ciegos, alfabetos ordenados
según los sistemas braille y Llorens, con ejercicios de lectura en puntos y el
catálogo de las obras expresadas52.
En el apartado de material de imprenta se presentó una muestra de los tipos
literarios en el sistema de Llorens consistente en una página de 31 líneas en
cuarto grande que tenía un peso aproximado de cinco kilos.
También se presentaron obras manuscritas en relieve con signos comunes al
de vista y al ciego sobre Doctrina, Historia Sagrada, Gramática y Aritmética así
como manuscritos en relieve musicales escritos por el sistema de Llorens Estudios de contrabajo, Solfeo a coro con acompañamiento de piano, Himno
religioso, Fantasía para piano sobre La Traviata- y otras obras escritas por el
sistema Moon.
Entre los objetos presentados como material de enseñanza para las personas
ciegas se hallaban pautas y rejillas de toda clase: para aritmética, literatura,
música (sistemas Llorens, Abreu, Moon... así como otro aparato de Llorens,
con tres pautas para la escritura literaria y musical en relieve por los sistemas
Braille, Abreu y Llorens53). También aparecía una pauta para escribir en
sistema Foucault, falsillas en relieve, método llamado "Stylographie" y muestras
de escritura obtenidas con dichas falsillas por personas ciegas. Otra curiosidad
que se mostraba era un "Tiphlógrapho", objeto usado para la escritura normal
con lápiz y cuadros para medir la agudeza visual realizados por el Dr. Luis
Carreras y Aragó. Por último, había una muestra de figuras geométricas y de
cuerpos planos y sólidos, útiles empleados por las personas ciegas para el
aprendizaje de la geometría y del volumen de los objetos.
Entre los objetos presentados que formaban parte de los trabajos realizados
por los alumnos había impresiones y encuademaciones de todo tipo, los
manuscritos en relieve antes mencionados y las labores varias -costura, calceta
realizadas por las alumnas ciegas.
Una muestra similar a todos estos objetos se presentó también de parte de los
sordomudos cuyas tareas estaban más enfocadas a la plástica, el dibujo y
también las tareas de imprenta y encuademación. Como se ha podido observar
tras la descripción que nos ofrece este catálogo de los objetos presentados en
la Exposición Universal, queda patente que los oficios típicos de los ciegos que
en épocas anteriores ya vimos que desempeñaban, aquí no aparecen
representados. Nos referimos a los trabajos de rejilla, cestería, cordonería, etc.
Parece demostrarse que, en efecto, la política seguida por el director de estos
años no fue la promoción de esta clase de oficios entre las personas ciegas y la
mejor muestra de ello es que ningún trabajo de estas características se
presentó en la exposición. Sobre este particular hemos encontrado opiniones
de lo más diversas. Mientras que maestros y profesores de los primeros
tiempos (años 40, 50, 60, 70) apostaban por la formación musical pero también
por el aprendizaje de oficios, otros como Valls y Ronquillo nunca vieron la
utilidad de que los ciegos aprendieran un oficio y hubo que esperar voces y
autores posteriores como Antonio Las Heras54 o el director del Colegio de
Madrid, Miguel Granell, para que se rehabilitaran los talleres de oficios en las
escuelas y las personas ciegas volvieran a tener ocasión de aprender
destrezas útiles que, tal vez, les sirvieran como trabajo remunerado en un
futuro.
En la última década del siglo XIX llegó, procedente de Francia, el maestro
ciego Charles Jouseaux, educado en el Real Instituto de Jóvenes Ciegos de
París, y se instaló en el Asilo de San Juan de Dios en Barcelona. En este asilo
funcionó, desde 1865, una pequeña Escuela para Ciegos. La aportación que
hizo el francés fue enorme pues él era una persona culta, un notable pianista y
buen compositor que además destacó por sus dotes pedagógicas. Fueron
muchos los alumnos de la Escuela Municipal que ampliaron sus estudios con él
lo que originó, entre otras cosas, que aprendieran antes el sistema braille.
Aunque explicamos anteriormente que el sistema francés había sido
introducido en el año 1840 gracias al maestro Berenguer en realidad, desde la
llegada de Llorens a la Escuela Municipal, el sistema braille quedó eclipsado. A
pesar de que muchos lo conocían sólo se empleaba el del maestro catalán. Lo
que logró Charles Jouseaux fue propagar el braille, tanto en su aritmografía
como en la musicografía, pues era consciente de su valor y universalidad y
sabía que, tarde o temprano, habría de imponerse. Lo enseñó a todos sus
alumnos para que pudieran disponer de repertorio variado ya que la Asociación
Valentín Haüy de París imprimía constantemente obras musicales en este
sistema, cosa que no pasaba con los sistemas nacionales.
Entre los años 1905 a 1910 Tiberio Sabater, profesor de dibujo de sordomudos,
dirigió la Escuela Municipal. Durante esos años el municipio decidió abrir una
nueva Escuela en la calle Montealegre por lo que cada vez eran menos los
alumnos que acudían a la sede de Bajada de los Cazadores. Por otra parte
funcionaba de manera muy activa la "Asociación Española a favor de los
Ciegos", institución que procuraba la enseñanza de oficios y que había atraído
a muchos deficientes visuales desilusionados de la escuela. El propio José
Ezquerra trabajaba como maestro en la Asociación pero en 1909 consiguió
plaza como maestro de artes mecánicas e impresor en la Escuela Municipal; en
cierta manera se procuraba atraer nuevamente a los más activos e
imaginativos alumnos que habían pasado por la escuela y que, además,
estaban ejerciendo una labor importante fuera de la misma. La escuela
necesitaba recuperar a los profesionales y no podía permitirse una desbandada
de alumnos.
En 1910 se aprueba un nuevo Reglamento para la reorganización de la
Escuela Municipal de Ciegos y Sordomudos con el que se atienden, no sólo las
aspiraciones de muchos profesores (nuevas categorías, mejores salarios), sino
también de los propios alumnos. Ocuparon plaza en propiedad los músicos
Juan Pascual Martinella (violín), Juan Nogués Pou (guitarra) y Eusebio Bosch
Humet (piano). Arturo Arenas (instrumentos de viento/madera) entró en la
categoría de auxiliar como Juan Romañach de literatura, más conocido por su
adaptación del braille al catalán.
El siguiente director fue el guitarrista Juan Nogués, muy apreciado y querido
por todos pero que duró poco en el cargo porque el municipio decidió, pocos
meses después, aprobar un nuevo reglamento por el que se comprometían a
asumir institucionalmente la educación de los niños con deficiencia psíquica.
Para ello decidieron incorporar estas enseñanzas a la escuela mediante una
nueva sección, la de deficientes psíquicos. A partir de enero de 1911 el centro
se transforma en "Escuela Municipal de Ciegos, Sordomudos y Anormales",
con una nueva Junta de Gobierno y un nuevo director, el médico Francisco
Torras.
Desde 1911 se organizó en esta Escuela la enseñanza graduada, siendo la
primera entidad de su clase que estableció tal reforma. Sin embargo, existían
numerosos precedentes que desaconsejaban la instrucción de los distintos
grupos de discapacitados juntos. Es decir, si en un principio lo que se procuró
fue su educación e instrucción, en segundo término se intentó separar a los
grupos para dedicarles una mejor y más correcta educación puesto que sus
discapacidades eran bien distintas. A pesar de los intentos y de las diferentes
metodologías aplicadas a unos y otros habrá que esperar todavía unos años
para ver esa "separación" real.
No obstante este aspecto de la educación especial conjunta ya había sido
tratado muchos años antes por otros maestros reconocidos. En la revista
decimonónica francesa, L'lnstituteur des Aveugles, dirigida por el Jefe de
Enseñanza, profesor J. Guadet (1855-1856), se publicaron interesantes
artículos en torno a la conveniencia de separar ambas discapacidades.
Concretamente en el apartado primero, del número 1 de octubre de 1855,
aparece un artículo muy interesante: "Panorámica general de las instituciones
para ciegos y la función de los profesores". Estas son algunas de sus
afirmaciones: "Son niños con costumbres, personalidades, hábitos y facultades
completamente opuestas; niños que no pueden realizar los mismos juegos, los
mismos ejercicios. ¡Y los educan juntos! Instruirán al niño ciego mediante el
habla, desconocida por el niño sordo-mudo; instruirán al niño sordo-mudo
mediante los signos, desconocidos por los niños ciegos. Al niño ciego le
enseñarán principalmente música, arte que se realiza únicamente por el oído; y
al niño sordo-mudo, dibujo, pintura, realizados exclusivamente con la vista. Y,
aún así, abrirán un colegio común y estos niños tendrán profesores comunes.
Una combinación semejante siempre me ha parecido deplorable".55
No sólo pone de manifiesto, con argumentos más que contundentes, lo
absurdo de la enseñanza conjunta de ambas deficiencias, tan opuestas en sí
mismas, sino que finalmente el autor apuesta por lo que llama Institución
Escuela. Anteriormente explica la sinrazón de las Instituciones para personas
ciegas y sordomudas, después las Instituciones-Asilos para ciegos y por último
las que encuentra más razonables, las mencionadas en primer lugar. En estas
Instituciones-Escuelas dice que no debe haber diferencias entre pobres y ricos
(todos son igual de invidentes) y que siempre habrán de proporcionar una
enseñanza elemental para todos sin diferencias. El siguiente paso será una
enseñanza en el orden musical: solfeo, piano y otro instrumento (todo esto
como prueba) y, por último, instrucción en el orden industrial. Guadet opina que
no todas las personas están capacitadas para recibir instrucción que esté por
encima de sus cualidades, máxime si además son personas ciegas: "tos
jóvenes ricos, las inteligencias de élite y los músicos... los estudiantes de
música recibirán cursos de perfeccionamiento de la práctica de los
instrumentos: estudiarán a fondo armonía, composición, órgano y afinamiento
de pianos"56.
No queremos dejar pasar los comentarios que dejó Francisco Fernández
Villabrille, uno de los más insignes pedagogos, catedrático y primer profesor en
las clases del Colegio de Sordomudos y Ciegos de Madrid, cincuenta años
antes del momento en que nos encontramos. En el acto de inauguración de la
que sería la Escuela Superior Normal para instrucción de los aspirantes a
profesorado en la enseñanza especial de sordomudos y de ciegos, Villabrille
leyó un discurso en el que ya ponía de manifiesto las enormes diferencias entre
ambos grupos de discapacitados así como la obligación de las autoridades
competentes de atender a estas personas y no apartarlas en hospicios o asilos
como se había venido haciendo: "No, no son hospicios, ni asilos de
beneficencia lo que los mudos y los ciegos principalmente necesitan, sino
establecimientos en que se les dé enseñanza por medio de procedimientos
especiales..."57
Villabrille hacía especial hincapié en la formación de los futuros profesionales y
maestros de sordomudos y ciegos a la vez que reflexionaba en voz alta sobre
el porqué de la dejación de las autoridades en este aspecto: "¿por qué el arte
de enseñar a los sordomudos y a los ciegos ha de ser el único abandonado a la
casualidad? Las ciencias, las artes, la misma instrucción elemental ¿no tienen
sus escuelas normales? Si cada profesión exige algún aprendizaje ¿la más
difícil y la menos conocida de todas, será la única que se confíe a manos
inexpertas?... Así se formará en breve tiempo un personal de hombres
especiales, que ofrezcan alguna garantía de capacidad, por lo mismo que se
trata de un arte tan difícil; así se establecerá esa unión, ese lazo general entre
todas las escuelas de la península, dándoles una organización uniforme y
haciéndolas depender de un centro común.58
Podrían considerarse como inestables los últimos años de esta Escuela
Municipal de Barcelona, especialmente en lo que se refiere a la enseñanza y
coordinación de la misma y de las distintas discapacidades ahora reunidas bajo
un mismo techo. A pesar de los intentos de los distintos directores, resultaba
enormemente compleja la organización de esta institución docente. Quizás lo
más relevante de estos años que interesa a nuestra investigación y al estudio
de la enseñanza musical de las personas ciegas fue la polémica en torno al
sistema de lectoescritura más adecuado que debía aceptarse en el centro.
Para ello, el nuevo inspector técnico y director de la Escuela, Francisco Torras,
convocó un claustro con los representantes de las distintas secciones del
establecimiento al poco tiempo de haber tomado él posesión del cargo.
Dicho claustro estaba compuesto por diez profesores de la sección de ciegos,
cinco de la de sordomudos y cuatro de la de anormales. De los interrogados
pocos pudieron en realidad emitir un juicio justo sobre cuál habría de ser el
mejor sistema para las personas ciegas en la Escuela y el único que en
realidad tomó partido e hizo sus declaraciones de forma justificada fue José
Ezquerra Bergés. Él, que había aprendido con el sistema de Llorens pero que
conocía perfectamente el braille, hizo una firme apuesta por que este último
fuera definitivamente aceptado en el centro.
A pesar de las justificadas razones que Ezquerra presentó y que, a todas luces,
parecían incontestables, finalmente se acordó continuar con el sistema de
Llorens que siguió vigente otros siete años más. Creemos que dicha decisión
fue tomada por la proximidad de los profesores a la figura de Pedro Llorens y al
hecho de que éste había sido maestro y director de la propia Escuela que
ahora juzgaba su sistema. Así pues, entendemos que fueron más las razones
sentimentales que cualquier otra las que impulsaron a la mayoría a seguir con
el método de letras y cifras en relieve del maestro catalán.
No obstante, y puesto que estamos evaluando cómo y cuándo fue la
introducción del sistema braille en España, veamos cuáles fueron las razones
esgrimidas por Ezquerra para validar el sistema francés frente al del Catalán:
El tacto percibe mucho mejor el punto que la raya o línea continua.
La escritura en el sistema Llorens es lenta y muy trabajosa por las dimensiones
que alcanzarán las letras, casi todas mayúsculas, por la presión que hay que
ejercer para trazarlas (difícilmente podría hacerlo un niño) y por el tipo de papel
de hilo que dicha escritura requiere.
El sistema braille permite ser escrito en cualquier tipo de papel.
El sistema de Llorens sólo consiguió halagos y buenas palabras tras su
presentación en las exposiciones de Londres o París pero, en ningún caso ni
en lugar alguno, salvo en Barcelona, fue adoptado.
En una misma cuartilla de papel, el sistema braille permitía escribir muchos
más signos que el Llorens. Daba la cifra de 600 signos en braille frente a 336
en Llorens, es decir, 274 letras en una sola cuartilla. Todo esto sin tener en
cuenta que el sistema braille permitía además la escritura ínter punto, es decir,
por ambas caras de la página, cosa que no podía hacerse con el sistema
Llorens, luego así la diferencia se ampliaba a 874 signos a favor del francés.
Todo esto suponía una economía de papel y espacio más que notable.
El braille es un código universal, apto para cualquier idioma mientras que el
Llorens sólo admitía el castellano, ni siquiera el propio catalán.
Por último, mencionaba la extraordinaria dificultad que con respecto a los
signos musicales presentaba el sistema Llorens en comparación, siempre, con
el braille.
A pesar de todo, el sistema de Pedro Llorens que veremos con más
detenimiento en el siguiente capítulo, fue un sistema original de España al que
vamos a dedicar nuestro mayor interés y acercamiento para saber no sólo
cómo fue y en qué consistía sino, sobre todo, cuáles fueron las razones que lo
mantuvieron en funcionamiento hasta el año 1918.
Durante el tiempo en el que Francisco Torras estuvo al frente de la Escuela
Municipal de Barcelona, propuso la separación de las diferentes secciones
dando toda clase de razonamientos. Él proponía dos: una de personas ciegas y
otra de sordomudos y anormales pero tendrían que pasar otros diez años
más59.
Mientras llegaba la separación, continuó algo itinerante la sede de la Escuela y
hubo otro aspecto interesante en lo que a la educación de las personas ciegas
se refiere. Por vez primera se tomaba en consideración que pudieran aprender
el oficio de masajistas y emplearse profesionalmente en ello. Se trabajó para su
aceptación académica y, por fin, en 1917 se logró que fueran admitidos en la
Escuela del Hospital Clínico de Barcelona como alumnos con plenos derechos.
El primer ciego masajista titulado fue Francisco Mestres Naverías, que obtuvo
su título oficial el 21 de mayo de 1918.
En 1917 se dio otro importante paso: reforma de la Escuela que aparece
estructurada en tres, cada una con su propio director y asesores técnicos. Lo
que aparecía como una pronta separación de las enseñanzas terminó
convirtiéndose en un complejo entramado de responsabilidades. Quizás lo
mejor de todo fue la adquisición, por parte del Ayuntamiento, de la masía
"Vilajoana" en Vallvidriera60. Eran 30.000 metros cuadrados de pinares y
campo para el esparcimiento y ocio de los niños61. Por fin se había dado con el
lugar ideal ya que la masía permitió albergar diferentes talleres (la imprenta del
Ayuntamiento, carpintería, etc.) que acabaron por resolver muchas de las
cuestiones que, desde hacía tiempo, venían reclamándose en la enseñanza de
estos niños, sin embargo, tanta actividad y taller acabó desplazando la sección
de los sordo-mudos a otro lugar, en la calle de Provenza, en un chalet cercano
al Barrio de Gracia.
Los últimos años de Vilajoana no fueron del todo satisfactorios. Aparte de
cuestiones de índole política y de cambios en los dirigentes municipales, las
instalaciones fueron perdiendo calidad, no se acogió a alumnos internos (por lo
que cada vez resultaba más difícil que estos niños acudieran a diario allí) y
poco a poco fueron perdiendo alumnado. Se llegó a construir un pabellón para
que los niños deficientes psíquicos permanecieran en el centro, pero nunca
llegó a ser inaugurado.
En el año 1926 se separaron definitivamente las secciones. La Escuela de
Ciegos pasó al Pasaje Tasso, la de Sordomudos continuó en su instalación de
la calle Provenza (Gracia) y la de Anormales quedó en Vilajoana. Los continuos
traslados y las pocas prestaciones ofrecidas a cambio desanimaron cada vez
más al alumnado, especialmente al invidente. Después de la dictadura militar el
Ayuntamiento decidió volver a enviar a las personas ciegas a Vilajoana pero ya
era tarde y la Escuela estaba en claro retroceso a pesar de que ciertos textos
del propio Ayuntamiento62 estaban repletos de buenas intenciones aunque la
realidad era muy distinta. Tras la guerra civil la escuela siguió languideciendo
hasta que, definitivamente y a pesar de que había sido la primera Escuela del
país, terminó cerrando sus puertas en 1954.
2.3. LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA
2.3.1. El Colegio de Ciegos de Madrid desde su fundación hasta 1875
El primer Colegio de Ciegos de Madrid data del 20 de febrero de 1842 y estuvo
patrocinado por la Sociedad Matritense Económica de Amigos del País
(SMEAP). Su nombre fue Escuela de Ciegos de la Sociedad Matritense de
Amigos del País, aunque Montero63 en su obra habla de la existencia de una
escuela privada anterior. Su director, Juan Manuel Ballesteros, médico de
profesión (además de pedagogo) era miembro de la Sociedad Matritense y
posteriormente fue también director, durante años, del Colegio Oficial de
Sordomudos y Ciegos de Madrid. Trabajó y colaboró con otro de los personajes
más relevantes en la historia de la enseñanza para ciegos en España,
Francisco Fernández Villabrille. Según Ballesteros, Villabrille fue nombrado en
1838 colaborador suyo por la SMEAP64. Algunos años después el colegio
oficial pasó a denominarse Escuela Nacional de Sordomudos y Ciegos de
Madrid y después Real Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos de
Madrid pero, en realidad, era el mismo que el anterior65.
Realmente, lo primero que existió fue un Colegio de Sordomudos en Madrid,
que estaba patrocinado por esta misma sociedad, cuyo lema era "socorre
enseñando". Tanto Ballesteros como Villabrille eran profesores de educación
especial y ambos contaban con experiencia en el campo de los sordomudos
como prueban sus obras66. Este colegio había comenzado a funcionar poco
antes del estallido de la Guerra de la Independencia lo que ocasionó que, al
poco tiempo, la escuela cerrara. Su reapertura no se produjo hasta mayo de
1814 y, tras algunas vicisitudes, pasó a depender de la Dirección general de
estudios hasta 1822, momento a partir del cual los problemas se agravaron, la
Sociedad quedó medio disuelta y tuvo que sostenerse gracias a aportaciones
de Correos, donativos de entidades como el Diario de Madrid y de otros
particulares.
Gracias a las obras de estos insignes pedagogos tenemos conocimiento de
que, con anterioridad a la fundación del colegio oficial de Madrid, en la década
de los años treinta, dos personas ciegas habían sido instruidas por el profesor
Ballesteros. Se refiere a una tal Isabel (Isabel de Diego Alvarez) y a Faustino
María Samaniego. En su obra67 Ballesteros afirma con amargura como por
aquel entonces, cuando él se empeña en enseñar a estos dos niños, nadie
confiaba en que pudiesen aprender algo, sin embargo su compañero y colega
Francisco Fernández Villabrille lo exponía de manera más optimista: "En 13 de
julio de 1834, fue cuando el actual Director del Colegio D. Juan Manuel
Ballesteros, ofreció a la Sociedad Económica Matritense dedicarse a la
enseñanza de los ciegos, presentando algún alumno ya educado, como la
mejor prueba práctica de lo que prometía... Se trabajó sin descanso por aquella
Sociedad, para el establecimiento de un colegio de ciegos en la corte... no llegó
a instalarse hasta el día 20 de febrero de 1842."68
Finalmente el siete de marzo de 1835, Ballesteros presenta a sus pupilos ante
la SMEAP con una serie de pruebas. Todos quedaron gratamente
impresionados por los avances conseguidos con estos niños. Incluso el propio
Salustiano Olózaga pronuncia un discurso favorable hacia Ballesteros y su
labor. En esta misma obra de Ballesteros, Francisco Fernández Villabrille hizo
las siguientes reflexiones en torno a la música: "es el complemento
indispensable de todos estos conocimientos, la que ya les empieza a
proporcionar medios de subsistir, la que endulza en muchos instantes la
amargura de su triste situación..."69
Por fin llegaba la hora en la que las personas ciegas pudieran contar con la
misma colaboración que antes habían tenido otros. Sus principales maestros
fueron los mismos y se esforzaron en que las enseñanzas, desde esa fecha y
sin interrupción, fuesen cada vez más especializadas. El primer libro que
aparece en.España sobre esta materia "Curso elemental de instrucción de
ciegos" es del año 1847 y en él, su autor, Francisco Fernández Villabrille, hizo
las modificaciones oportunas para adaptar el sistema braille al español70.
A partir de 1849 se concedió al Colegio todo el local que ocupaba la Sociedad
Económica Matritense, el consejo de Instrucción Pública, y además, un gran
jardín. En el año de 1852 se dispuso que el Colegio de Ciegos se incorporase a
la sección de escuelas especiales del Ministerio de Fomento, fusionándose con
la Escuela de Sordomudos y pasando a depender ambas del Gobierno71. El
Ministro Reinosa expidió una circular para que todas las Diputaciones
Provinciales y los Ayuntamientos que lo desearan enviasen sordomudos y
ciegos pensionados al nuevo establecimiento. A partir de este momento se
conoció el colegio como "Real Colegio de Sordomudos y de Ciegos",
dependiente del Estado y desvinculado de los centros educativos de la
Sociedad Matritense Económica de Amigos del País. Ahora se convertía en un
establecimiento de instrucción pública dependiente de Fomento. A finales del
año 1852 conseguían hacerse con todas las dependencias del inmueble de la
calle del Turco N° 11, sede del Colegio hasta su traslado siguiente en 1868. En
agosto de 1853 el Ministerio de Fomento nombró nuevo personal, muy
competente para todo tipo de enseñanzas.
Juan Manuel Ballesteros fue comisionado para realizar un viaje por Europa y
conocer de cerca el estado de los colegios e instituciones dedicadas a las
personas ciegas. De este viaje, que sabemos que fue uno de los múltiples que
realizó a Europa a lo largo de su vida, nos queda una Memoria72 muy
interesante que además de aportar muchas informaciones sobre los centros
visitados, da fe de cuanto se hacía en Madrid y de los resultados de sus
alumnos.
Ballesteros se extiende mucho en el apartado de educación, punto cuarto,
enseñanza excepcional. Dentro de este capítulo está la música. En primer lugar
hará todo un alegato en favor de las condiciones de las personas ciegas en lo
referente al oído. Afirma que al carecer de vista, todos sin excepción, están
especialmente dotados de buen oído lo que les predispone para la música.
Igualmente afirma que esta predisposición no supone que todas las personas
ciegas sean buenos músicos. La falta de vista no proporciona "delicadeza
musical" pero agudiza dé tal manera el sentido que están mucho más dotados
y preparados que las peronas que ven. Para explicar esto último pone ejemplos
de orquestas sinfónicas y de coros formados por personas ciegas: "Si pues los
ciegos tienen bajo otros conceptos una inferioridad comparadas con los que
ven, aquí tienen bien conocida superioridad..."73 Esta reflexión la hará
precisamente para criticar las improvisaciones que, con frecuencia, se
permitían algunos músicos sin limitaciones visuales rompiendo la armonía del
conjunto.
Al referirse a los estudios musicales en el colegio de Madrid, Ballesteros habla
necesariamente de Gabriel Abreu. Por sus palabras deducimos el gran aprecio
que le profesaba así como admiración. Confirma el estudio del método de
Eslava74 copiado por el sistema de puntos de Abreu. Sin duda, estamos ante
uno de los primeros testimonios que verifican que el método que explicaremos
más adelante, originario de España y muy divulgado, estaba ya en uso en
1856. Del método de música impartido en el colegio dirá: "arreglado en un todo
al del Conservatorio de Música y Declamación de esta corte"75. Parece que
Ballesteros confiaba mucho en los trabajos y transcripciones de Gabriel Abreu.
Aprovecha para quejarse de la falta de profesorado en materia musical que,
como ya veremos, estaba repartida entre unos cuantos maestros.
La apuesta fuerte sigue siendo el piano. Un buen pianista pronto se convierte
en organista (profesión por excelencia de los músicos ciegos) y, como
consecuencia, en afinador de pianos. Esto les permitiría una subsistencia
decorosa76. También insiste en que un buen pianista debe serlo realmente, es
decir,: que se trata de un instrumento en el que la persona ciega no tiene
ventajas con respecto a la que ve, como podría suceder con los de arco. De las
personas ciegas dirá que son más atentas, que estudian mejor y, sobre todo,
que lo estudian todo puesto que ellos no pueden repentizar y por tanto, están
menos sujetos a distracción. Concluye que si no son mejores músicos -o
mejores pianistas- es por su escasa permanencia en el centro. Ingresan en
torno a la edad de 8 años y salen con 17 mientras que en el conservatorio
pueden entrar a la misma edad pero salen con 18, o sea, diez años de
instrucción especializada y no combinada con otras como sucede en el colegio
oficial.
Además de solicitar más tiempo de permanencia de los niños en el colegio, ya
que de algunos llega a decir que entran en estado lamentable: "recibimos niños
que están todavía en una ignorancia completa de todo, hasta de saludar..."77
dice que esto también contribuye a que estén más retrasados que los que ven
pues el trabajo a realizar con ellos es mucho mayor. Propone exámenes
trimestrales (tanto para sordomudos como para ciegos) con la finalidad de
motivarles. Así sería posible apreciar sus progresos y premiarles al terminar el
año.
Ballesteros hace grandes alabanzas a las enseñanzas musicales impartidas en
Berlín y Ámsterdam. De Berlín dice que es donde más y mejores aparatos
especiales para enseñar la música ha visto. Se entretiene describiendo un
aparato (especie de regleta) con varillas que forman el pentagrama y muchas
clavijas de distinto tamaño y forma. Las hay para las notas, las figuras y las
claves.
Por último hace una retrospectiva de la situación de los discapacitados en
Europa en los últimos catorce años y dice que ha observado un gran
movimiento de protección y asistencia tanto a sordo-mudos como a ciegos
pero, en especial, a estos últimos. Cuenta que apenas eran conocidos los
colegios de París, Ámsterdam, Berlín y uno de Rusia y que, a la fecha de
redactar su Memoria, no había población notable que no contara con un centro
de estas características. Además de los centros de instrucción para jóvenes
discapacitados, habla de la creación de asilos para adultos en Ámsterdam,
Leipzig, Dresde, Berlín, Breslau, Praga, Brandemburgo y Franckfurt. Un único y
loable objetivo: evitar los mendigos.
Pero no sólo Ballesteros viajó por Europa para conocer de cerca instituciones
semejantes, el 19 de julio de 1858, Francisco Fernández Villabrille recibía
desde el Ministerio de Fomento, Instrucción Pública, Negociado 5o, una
comunicado por el que se le solicitaba viajase al extranjero, concretamente a
Francia y Bélgica, por espacio de seis meses con 12.000 reales de
presupuesto para aprender y tomar nota de cuanto se hacía en los centros de
enseñanza especial de estos países. Firmaba el comunicado Corvera78.
Francisco Fernández Villabrille realizó el viaje del cual queda una curiosa
Memoria, semejante a la de Ballesteros y las de otros profesores. Recorrió
muchas localidades francesas donde fue muy bien acogido y siempre procuró
que lo que había observado y recogido en sus escritos sirviese al Gobierno y a
generaciones futuras para sensibilizarles sobre esta cuestión: "datos y
documentos que he adquirido de los países que he podido visitar, me hacen
esperar que mi Memoria tendrá un carácter más general, y más europeo, que
podrá figurar en todo tiempo en la biblioteca de un profesor, y sobre todo, que
aprobada por VE. aumente el interés que el público dispensa a los
desgraciados sordomudos y ciegos, que han sido constantemente el objeto de
todos mis desvelos y fatigas, y que publicada algún día, apresure el momento
en que se realicen las nobles y generosas intenciones del Gobierno de S.M."79
Cuando Villabrille firmó el prólogo de su Memoria era septiembre de 1859. Para
entonces estaba ocupando interinamente el cargo de Director (Ballesteros
había solicitado una licencia) lo que le había demorado en la redacción y
entrega de sus escritos. También confesaba llevar más de 23 años dedicado a
la causa de la enseñanza de sordomudos y ciegos y que la preparación de esta
obra había venido a coronar su laboriosa existencia.80
El Colegio de Ciegos de Madrid se inauguró oficialmente con pocos alumnos;
seis fueron los presentados públicamente y entre éstos estaban Gabriel Abreu
Castaño e Isabel de Diego Alvarez, años más tarde profesores del mismo
centro. Hemos podido acceder a los Exámenes81 a los que se les sometió
apenas unos meses después de ser inaugurado el Colegio.
Es muy notable que de los seis alumnos, cinco estudiaran música. Estos eran:
Gabriel Abreu, María González, Carmen Febrer, Josefa Nieto e Isabel de Diego
Alvarez. Mientras que las pruebas literarias y de aritmética fueron casi idénticas
para todos ellos, no lo fue así la parte musical. Comprobamos que a Abreu se
le examinó de piano mientras que a María González se la examinaba de piano,
guitarra y canto. Carmen Febrer lo hace de piano y acordeón y Josefa Nieto
también de piano. La última de las alumnas examinadas, Isabel de Diego, es la
que presenta una formación más completa, incluso en el apartado musical,
pues demuestra sus habilidades en piano, guitarra, acordeón y canto.
Probablemente también fuese la mayor de todos ellos pues sabemos que
después fue maestra del propio Abreu.
Visto el Programa de los exámenes de 184682, observamos que ya no
aparecen destacados los alumnos con nombres propios y que las materias se
generalizan: lectura, aritmética, caligrafía, geografía, música y parte industrial.
En el terreno que nos ocupa, los alumnos tendrían que dar a conocer sus
adelantos tanto en la parte instrumental como en la vocal. Harían dúos y
variaciones de acordeones y de estos mismos instrumentos con el piano.
El Colegio de Ciegos de Madrid fue, junto con la Escuela Municipal de
Barcelona, pionera en la enseñanza de estos discapacitados en España.
Desde la fecha de su fundación hasta años después, apenas se tienen datos
sobre la existencia de otros centros o instituciones similares, ahora bien,
conocemos la existencia de otro Programa83 de enseñanza que nos da pistas
para pensar que se tratara de un centro distinto al Colegio oficial. Las razones
que nos impulsan a creer esto son las propias enseñanzas allí impartidas
(lectura, escritura, tacto, idioma, etc. y progresivamente se introducen otras
como aritmética, moral, religión, historia natural, geometría, historia sagrada,
cosmología, meteorología, geografía, historia de España y conocimientos
útiles) entre las que no se encuentra la música, dato muy extraño pues la
música siempre estuvo presente en el Colegio oficial, así como la ausencia de
datos editoriales en la publicación del programa.
Tras la revisión de los programas de enseñanza así como de los exámenes
realizados en el Colegio de Madrid, hemos podido ir comprobando las materias
impartidas desde los primeros años de funcionamiento del colegio y la inclusión
de las disciplinas musicales desde el principio. Gracias al Programa de la
enseñanza84 del Colegio del año 1859 verificamos que algunas de las materias
musicales estaban a cargo del profesor Gabriel Abreu, quien se encargaba del
solfeo, el piano y el órgano. La asignatura de solfeo era la primera a enseñar y
estaba dividida en seis secciones, cada una de las cuales se describe con todo
detalle. Sirva de ejemplo que en el aprendizaje de la sección 1a los conceptos
que debían asimilar eran los siguientes:
conocimiento de los signos en relieve y sustitución del pentagrama valores de
las figuras redonda, blanca, negra valores de los silencios equivalentes a las
anteriores figuras aprendizaje de la medida de los compases binarios y
compasillo
efectos del ligado, calderón y todos los demás signos que se encuentran hasta
la lección 29 de la primera parte del Método del Sr. Eslava85, que era el
adoptado Er. clase.
Al finalizar la sección 6a de solfeo, los alumnos debían de ser capaces de
reconocer las diferentes claves para la utilización del transporte, los tres
géneros: diatónico, cromático y enarmónico, el estudio a dos voces y mucha
más teoría.
Junto con el profesor Abreu estaban los maestros José Soto y Lemos
(instrumentos de viento-madera), José Fernández (instrumentos de cuerda y
órgano) y Julián Mateos (instrumentos de cuerda y canto). Las lecciones de
armonía eran impartidas también por Gabriel Abreu. En cada una de estas
materias explicaban con detalle cuáles habrían de ser los métodos a seguir y,
nuevamente, el Método de Hilarión Eslava era el más empleado, tanto para el
estudio del solfeo como para el órgano.
Juan Manuel Ballesteros estuvo al frente del Real Colegio de Sordomudos y
Ciegos de Madrid hasta el 13 de octubre de 1868. En este momento y debido a
los importantes cambios políticos que estaban teniendo lugar y que terminaron
destronando a Isabel II, gran benefactora de las personas ciegas y de la
Escuela de Ballesteros, éste dimitió del cargo pasando a ocupar su lugar
Carlos Nebreda y López, del que hablaremos seguidamente. Junto al cese de
Ballesteros se produjeron las dimisiones de Miguel Fernández Villabrille (8 de
julio de 1969) segundo profesor interino del colegio y de María del Carmen
Gutiérrez (15 de noviembre de 1968) profesora de labores del colegio y viuda
de Francisco Fernández Villabrille, fallecido cuatro años antes.
Carlos Nebreda y López, sucesor en el cargo de Director de Juan Manuel
Ballesteros a partir de 1868, dejó varias obras y entre otras una Memoria86 y
alguna publicación relativa al Colegio de Madrid87 en la que habla del número
de alumnos ingresados en la institución desde su fundación hasta la fecha de
publicación de su obra. Era otro de los principales profesores del colegio, tanto
de sordomudos como de ciegos, y el encargado de impartir métodos y
procedimientos de enseñanza además de la gimnasia a todos los alumnos.
Como el antiguo emplazamiento de la calle del Turco amenazaba ruina, el
Gobierno decidió trasladar el colegio a la calle San Mateo N° 5. Cobró vigor y
entusiasmo la tarea de los profesores y también mejoraron las condiciones
para los alumnos internos. A partir de este momento y de las obras escritas por
Nebreda, contamos con cifras para realizar un mejor estudio y acercamiento a
la historia de la enseñanza musical de las personas ciegas en el período que
nos ocupa. Según datos ofrecidos por este director, el número total de
alumnos, desde el inicio del colegio, es de 1.058 que se clasifican de la
siguiente manera:
527
198
255
77
1
sordomudos
sordomudas
ciegos
ciegas
sordomudo-ciego
A ellos habría que sumar otros 183 matriculados en el curso de 1872-73 de los
que una tercera parte, aproximadamente, serían personas ciegas. Alrededor de
unos 392 alumnos ciegos habrían sido educados desde 1842 hasta la fecha de
su llegada al Colegio Nacional de Madrid.
Es interesante conocer mínimamente la estructura interna del colegio. Los
requisitos para poder ingresar en el mismo eran los siguientes:
Ser completamente sordomudo o ciego
Tener entre 7 a 14 años (aunque se contempla la admisión hasta los 16)
Estar vacunado o haber pasado las enfermedades de la infancia Estar en goce
de todas las facultades intelectuales No tener enfermedad contagiosa alguna
Tener en Madrid un encargado o tutor con quien tratar el Director del Colegio
Los que no fueran totalmente sordomudos o ciegos podrían ser admitidos como
alumnos externos.
El tiempo de permanencia, para aquellos que disfrutaban de pensión gratuita,
era de diez años y, en ningún caso, podían quedarse si habían cumplido los 20
años de edad. Sólo hubo una excepción en el colegio (al menos durante estos
años que estamos narrando) y fue la del alumno sordomudo-ciego que ingresó
a la edad de 18 años y en un estado lamentable. Martín de Martín y Ruiz,
natural de Valladolid, ingresó en el colegio un 3 de agosto de 1869 y era tan
dramático su estado y su incomprensión del mundo circundante que decidieron
darle una pensión vitalicia mientras su comportamiento y buena conducta lo
merecieran. Pocos más datos e informaciones hemos hallado de este caso
pero consta que progresó notablemente durante los primeros años de
instrucción en el colegio de Madrid.
Igual que la concesión de pensiones era algo que dependía bien del Estado,
bien de la Dirección del Colegio, en virtud del tipo de pensión solicitada, las
mismas podían perderse si el alumno no sacaba un buen aprovechamiento
durante su estancia en el centro. Se les juzgaba seriamente en los exámenes y
ello servía de baremo para continuar disfrutando la beca o perderla: "Los
alumnos que en el primer examen de trimestre no dieren pruebas de capacidad
para el estudio, tendrán lecciones particulares; y si aun así no las diesen
también en el segundo trimestre serán despedidos del Colegio. También lo
serán cuando observen una conducta incorregible y no basten para su
enmienda los castigos que determina el reglamento generar.88 Los alumnos
también podían ser expulsados si no regresaban al colegio después del tiempo
permitido por vacaciones o del tiempo establecido por baja de enfermedad.
El período establecido de vacaciones eran los meses de julio y agosto así
como la Navidad (del 23 de diciembre al 1 de enero) y la Semana Santa. Les
estaba permitido salir los días de su santo, el de sus padres o tutores, el día de
la fiesta nacional, San Isidro y el primer domingo de cada mes. Saldrían y
regresarían siempre al colegio a la hora dictada por el director del centro.
La educación del Colegio Nacional siempre estuvo enfocada desde varias
perspectivas: intelectual, manual o industrial y artística, que serán las que
predominen en casi todos los colegios y escuelas del país, sin embargo, en el
año 1873 observamos a través de las Instrucciones Reglamentarias publicadas
por el propio colegio89 que los objetivos de la enseñanza se amplían a la
educación física y también a la formación espiritual y moral90.
La formación intelectual comprendía las siguientes materias: lectura y escritura
convencional y usual, gramática y literatura, aritmética y álgebra, geometría,
geografía, historia universal y de España, Constitución Española, agricultura,
historia natural, física, industria y comercio y lectura de los idiomas latín e
italiano. Las niñas además hacían labores o bien sustituían algunas de las
anteriores asignaturas.
La formación manual o industrial consistía en enseñar a los alumnos oficios
típicos de la imprenta como cajistas para las impresiones de relieve así como el
oficio de tejedor.
La formación artística estaba encaminada a la preparación de músicos
profesionales. Aprendían música vocal e instrumental de Piano, Órgano, Violín,
Violonchelo, Contrabajo, Instrumentos de viento, de madera y metal, Guitarra y
¡Bandurria. Las niñas estudiaban lo mismo salvo los instrumentos de cuerda
frotada y los de viento.
La enseñanza en general se dividía en tres períodos. El primero duraba cinco
años, el segundo tres y el tercero dos. Todos los alumnos que acudían a los
talleres tenían tres lecciones semanales como repaso y ampliación de los
conocimientos adquiridos en el segundo período. Los alumnos que no asistían
a los talleres también tenían tiempo de repaso dedicando el resto al estudio
musical. Aquellos que aprendían un oficio tenían tres lecciones semanales de
música además del repaso de las clases ordinarias. La enseñanza del solfeo,
piano, órgano, guitarra y bandurria fue común para todos los alumnos ciegos.
Después, y en virtud de sus aptitudes, su afición y sus condiciones, el alumno
se dedicaba más a un instrumento o a otro.
Los exámenes sirvieron para demostrar sus progresos en las distintas materias
además de controlar que sus becas estaban siendo bien aprovechadas. Los
había mensuales, trimestrales y de fin de curso. Los dos primeros eran
privados y se realizaban ante el profesor respectivo y los trimestrales ante un
tribunal de profesores y el Director del colegio. Los exámenes de fin de curso
eran públicos y formaban el tribunal todos los profesores del Colegio. La
asistencia de padres o tutores estaba permitida.
El Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid era el único de su
clase que se sufragaba con fondos del Estado en cuyo presupuesto general
aparecían las distintas partidas destinadas a personal, material, local, etc. Las
cantidades que el colegio recibía de los alumnos así como aquellas otras
procedentes de los talleres, venta de libros, etc. ingresaban en el tesoro
público. En 1873 la recaudación ascendió a unas 25.000 pesetas siendo el
presupuesto del colegio de 125.400 pesetas.
Carlos Nebreda y López fue el Director del Colegio Nacional hasta 1875
momento en el que le sucedió en el cargo Pedro Cabello y Madurga, quien ya
había ejercido interinamente como Director durante 1874. Las novedades y
aportaciones que hizo Nebreda al Colegio y a la enseñanza de las personas
ciegas las veremos más adelante cuando tratemos la relevancia de las
exposiciones y los aparatos que se presentaban a las mismas.
2.3.2. Otros colegios cercanos: Santa Catalina de los Donados
En la década de los años 40 se tiene noticia de otros dos centros para ciegos
en España aunque ninguno de las características de los colegios ya
mencionados. Nos referimos al "Hospital del Rey" en Toledo y el colegio de
"Santa Catalina de los Donados" en Carabanchel Bajo (Madrid), este último
para niños niños ciegos. En sus orígenes, que se remontan a 1460, fue un
albergue para personas ciegas pobres y estuvo ubicado en la huerta del regidor
Juan Fernández, en la finca de Vista Alegre, Madrid. Fue fundado por D. Pedro
Fernández de Lorca91 (tesorero de Juan II y de Enrique IV) y estuvo sostenido
por la caridad particular y por patronatos benéficos hasta que en el siglo XIX
fue atendido por el Estado.
El Colegio de Santa Catalina estuvo cerrado durante muchos años y tras la Ley
de Beneficencia de 20 de junio de 1849 las autoridades deciden
reacondicionarlo y abrirlo para dar asistencia y enseñanza a doce niños. Esto
sucedía en 1852 cuando, a instancias de su fundador y protector y por decisión
de la Junta General de Beneficencia, se abrió a niños con edades entre los 8 a
los 16 años en régimen de internado. Todos ellos eran varones, jamás se
admitió a niñas en el centro. Cuatro años más tarde, abrió su capilla para el
culto.
Las enseñanzas impartidas eran de carácter general, formación religiosa y
también musical y al poco tiempo designaron a Francisco Fernández Villabrille
para atender a los alumnos de este nuevo centro. No obstante, este primer
intento de que Villabrille dejara sus funciones en el Real Colegio Nacional de
Madrid para atender a estos otros niños no fue viable. Al poco se encontró la
solución; los alumnos de Santa Catalina acudirían a las clases del colegio de
Madrid hasta que el suyo tuviese la dotación necesaria.
El Real Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid estaba entonces
ubicado en la calle del Turco y allí acudían a diario los niños de Santa Catalina
a recibir sus lecciones. Al término de las mismas regresaban a su colegio.
Durante el curso 1856-1857 se pudo terminar con esta situación de
desplazamiento y los niños pudieron ser instruidos y atendidos en su propio
centro para lo cual contaron con tres profesores en un principio.
Precisamente uno de los profesores del Colegio de Santa Catalina fue Gabriel
Abreu quien impartió allí las enseñanzas de solfeo, musicografía, piano y
órgano92. Su colega José Fernández fue el encargado de enseñar guitarra e
instrumentos de pulso y púa. Lambea fue el encargado de los instrumentos de
arco, Salinero de los instrumentos de viento y José Tragó de las clases de
piano, armonía e historia de la música. Manuel Magdalena fue el profesor de
órgano y Nicasio del Hierro, profesor de piano, estética y composición. Muchos
de ellos también eran profesores en el Real Colegio Nacional de Madrid.
Numerosas fueron las vicisitudes del Colegio de Santa Catalina y se llegó a
conseguir establecer una educación reglada de los niños allí acogidos. Pasó,
por Real Orden del 13 de diciembre de 1881, de ser una fundación particular,
exclusivamente caritativa, a ser un colegio oficial y público regido por la
Beneficencia General. Entre los años 1878 al 1880 el jefe de Sección de la
Beneficencia, Fermín Hernández Iglesias, proyectó junto con el entonces
administrador del Colegio de Santa Catalina, Miguel Fernández Villabrille, que
los alumnos de dicho centro "que reunieran condiciones para desempeñar las
plazas de organistas, fueran destinados a los establecimientos que
dependieran de la Beneficencia en vez de desempeñarlas los organistas
videntes..."93
Se aprobó el Reglamento del Colegio y a partir de entonces quedó sometido al
control y el seguimiento del director general de Beneficencia y Sanidad.
Empezaba una nueva etapa para este centro que, en 1881, ya tenía capacidad
para albergar a veinticuatro alumnos y se llegó a los cuarenta en 1936. La
trayectoria del Colegio de Santa Catalina durante estos años fue irregular en
función del administrador o director que tuviera el centro.
En torno a 1920 el colegio pasó por una sombría etapa según hemos conocido
a través de la revista Los Ciegos. En las primeras dos páginas del número 67
se criticaba la actuación de las autoridades con respecto a la educación
impartida en el colegio, la mala calidad de la enseñanza, el desinterés del
profesorado y, todavía peor, la falta de cuidado y de higiene dispensada a los
escolares: "Tenemos datos muy lamentables de este Colegio: que en tres años
se han muerto siete alumnos tuberculosos, por estar el microbio de esta cruel
enfermedad, en sus paredes, en los muebles y en los libros, que escritos en
puntos al relieve, tienen que palpar los pobres alumnos ciegos, que buscando
su instrucción, encuentran la muerte".94
No obstante, tenemos conocimiento de la existencia de un Patronato benéfico
de señoras presidido en 1929 por la Condesa de Rodezno, que procuraba
mejorar los servicios del establecimiento en todos los órdenes y seguir
ayudando a los que hubieran terminado sus estudios como organistas para una
futura colocación profesional.
Durante la década de los años 30 cuidaron del centro las religiosas Hermanas
de San Vicente de Paúl (la superiora y otras tres) además de mozos,
celadores, jardinero, cocinera, lavandera, etc. De la dirección del internado se
encargó un cura, el padre Vinuesa y poco después el padre Valdpares, ambos
colocados por otra de las benefactoras, la Duquesa de Pareen.95
Estos niños, al igual que los del Colegio Nacional de Madrid, fueron evacuados
al estallar la guerra civil en el verano de 1936. Pasaron por distintas
poblaciones de Valencia hasta terminar en Barcelona y después en un pueblo
de Gerona: En 1939 regresaron de Barcelona y se disolvió el grupo volviendo
cada uno con sus familiares, salvo algún caso concreto.
El fin del colegio de Santa Catalina vino después de la guerra pues el asilo
había sido destruido durante la contienda y todos sus estudiantes fueron
acogidos en el Colegio Nacional de la ONCE, en Chamartin, en el año 1941. La
aceptación de los niños fue oficial a partir de una Orden Ministerial fechada el
18 de febrero de 1942.
2.4. MÉTODOS EMPLEADOS PARA EL APRENDIZAJE MUSICAL: EL
IMPACTO DE LAS EXPOSICIONES UNIVERSALES
Las exposiciones nacionales e internacionales, por no citar ya las de carácter
universal, resultaban siempre un gran acicate para los profesionales de la
enseñanza a discapacitados. Era la ocasión de contemplar avances en el
sector además de contribuir con novedades y avances de toda clase. El
Colegio Nacional de Madrid participó siempre de manera activa en todos los
acontecimientos en los que pudiera darse a conocer y sensibilizar al público
asistente.
En la exposición agrícola celebrada en Madrid en 185796 obtuvo dos menciones
honoríficas. En 1867 tuvo lugar una importante exposición universal en París
que supuso para algunos países, pero muy en especial para España, la
consolidación de un puesto de honor en el panorama internacional. España se
presentó con más expositores que Austria, Italia e Inglaterra y en el apartado
referente a la enseñanza y la educación especial contó con la representación
de los centros ya mencionados que, por entonces, eran sobresalientes en
nuestro país: Real Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid,
Escuela Municipal de Sordomudos y Ciegos de Barcelona, D. Jaime Isern de
Mataró y el Colegio Regional de Ciegos y Sordomudos de Santiago de
Compostela.
Todos los centros y escuelas presentaron libros, cuadernos, regletas y todo tipo
de trabajos desarrollados para y por las personas ciegas y sordomudas. Llamó
especialmente la atención de los observadores extranjeros la cantidad de
material que presentó el Colegio de Madrid; había libros en relieve de todas las
materias que, en su mayor parte, habían sido compuestos por los alumnos y
corregidos o revisados por sus maestros.
El Colegio de Madrid quiso, a través de esta exposición, presentar un plan
general de enseñanza y de organización que dejara clara su importancia y
papel predominante en el panorama entonces vigente.
Este esfuerzo en presentar abundante y rico material se vio compensado con
las favorables críticas que aparecieron en el periódico Anales de Primera
Enseñanza97. En él se alababa la labor desempeñada por el Colegio de Madrid
y la Escuela de Barcelona destacando, muy especialmente, la impresión de
libros en relieve hecha por el colegio madrileño.
Un año más tarde tuvo lugar en Zaragoza la exposición aragonesa que, aunque
en sus inicios iba a ser local o a lo sumo regional, terminó tomando el carácter
nacional y, en ciertos aspectos incluso internacional. En el ámbito de la
enseñanza especial para ciegos y sordo-mudos y la presentación a la misma
de sus métodos, aparatos y otros útiles, volvieron a estar presentes: el Colegio
Nacional de Madrid, D. Carlos Nebreda de Burgos, D. Pedro Llorens de
Barcelona y D. Manuel López Navalón de Santiago, entre otros98.
Dentro del catálogo de libros y aparatos utilizados para la enseñanza
presentado en la exposición de Zaragoza pueden encontrarse multitud de
métodos y obras de personas ciegas y sordomudas: manuales, alfabetos,
silabarios, cursos elementales de instrucción, memorias de enseñanza, libros
de lectura, etc. Otro cajón o apartado trataba sobre la biblioteca, es decir, la
impresión en relieve. Un tercer cajón los diferentes métodos de música
impresos, a saber, el de Gabriel Abreu, el de Hilarión Eslava (en tres tomos), el
de piano de la Unión Musical (dos tomos). Un cuarto cajón albergaba los
aparatos utilizados para la enseñanza de la aritmética. En este último había
una pauta apaisada, con rejilla y punzón, para la escritura musical.
Carlos Nebreda y López fue uno de los profesores que aportó aparatos e
inventos para la enseñanza de las personas ciegas. Ideó cinco pautas de
madera que después redujo a tres, pasando finalmente a falsillas de papel. Al
parecer con ellas conseguían los alumnos escribir con bastante corrección y
claridad99. La propia Sociedad Económica Matritense formó una comisión para
que analizara y evaluara los aparatos presentados de cara a su utilización en el
Colegio de Madrid. Nebreda tomó, como hicieron otros muchos profesores para
demostrar la utilidad de su sistema, a dos alumnos, Diego de Dios y Cecilia
Albarranz quienes hicieron una demostración de escritura convencional en tinta
con sus pautas. Verificaron dicho sistema los profesores José Soto Lemos,
Manuel Cristóbal Huertas y Antonio Alvarez, el 1 de julio 1869.
Nebreda renegaba, en cierto modo, del sistema en puntos braille y es muy
posible que fuera esa la razón por la que inventó estas reglas propias que se
acercaban más a la escritura visual. "Se inventó por Monsieur Braill (sic) la
escritura convencional en puntos; pero esta escritura obedece á una clave cuya
combinación no está generalizada entre las personas dotadas de vista y por
consiguiente queda imposibilitado también de comunicarse por este medio con
todas las personas que no estén al alcance de este sistema; además, necesita
de un aparato, que si bien es sencillo, no puede suplirle con otro medio sino a
costa de una paciencia limitada... el mejor medio, sin duda alguna, es llegar á
conseguir que el ciego represente las letras sin aparato y tal cual nosotros las
ejecutamos; para este fin se han hecho falsillas en relieve o se les ha enseñado
desde luego a hacer las letras por encima de raya ..."100
Describe en su método cómo son las pautas, cuántas partes tienen, para qué
letras sirven (mayúsculas, minúsculas, cursivas, números, etc.) y dice querer
acercar a la persona ciega a la que ve: "nuestro solo objeto es que el ciego
pueda ponerse en comunicación con las personas que ven, por medio de la
escritura, sin que estas tengan que prepararse de antemano con el aprendizaje
de una clave convencional...".'101 Carlos Nebreda y López recibió una medalla
de plata en esta exposición aragonesa por sus inventos.
Otra buena descripción que tenemos de los útiles y aparatos empleados en
1868 en el Colegio de Madrid es la que nos deja Miguel Fernández Villabrille102.
Esos aparatos fueron llevados a las exposiciones causando la admiración de
cuantos los contemplaban. Se describen muchos tipos de pautas: de madera,
de metal, con rejillas fijas, movibles, etc. Tenían también máquinas de escritura
del sistema Foucault (normales, de manija, de cilindro) así como otra máquina,
de igual sistema, que permitía la escritura en color. Aparte de estas máquinas
más sofisticadas, contaban también con tablas de madera con badanas para la
escritura con lápiz y también con pautas de cuerdas igualmente para lápiz. Casi
todas estas máquinas y métodos eran aplicables a la escritura de letras.
Curiosamente, al hacer la descripción de los útiles empleados en la clase de
alumnas ciegas, encontramos una diferencia: ellas contaban con pautas del
sistema de Llorens y suponemos que algunas de las mismas servirían para la
escritura musical.
Miguel Fernández Villabrille hace un largo repaso de todo el instrumental e
incluso no duda en criticar abiertamente al nuevo director del Colegio Nacional
Carlos Nebreda y López. Desde su punto de vista, las pautas presentadas por
éste eran simples y bien conocidas en el mercado por lo que apenas aportaron
nada nuevo.
Es importante destacar la labor que desempeñaron las exposiciones en el
desarrollo de las técnicas, métodos y procedimientos para la mejora en la
instrucción de personas ciegas y sordomudas. Cada vez que tenía lugar un
acontecimiento de estas características (especialmente si se trataba de una
exposición universal), los responsables de los colegios y demás instituciones
de discapacitados ponían todo su esfuerzo en llevar a la misma materiales,
libros y aparatos ideados para la mejora de la enseñanza. Esto se hacía no
sólo para mostrar a los demás los nuevos adelantos sino también para probar
los avances en la materia; las exposiciones eran un buen medio de divulgación.
Al igual que en las anteriormente comentadas, en 1873 tuvo lugar la exposición
universal de Viena a la que también acudió España con una excelente
representación. Carlos Nebreda, director del colegio de Madrid todavía, lo
describe en su obra pero, sobre todo, pone especial interés en narrar la
situación del establecimiento y en dar detalles de cuestiones, aparentemente
menores, que aportan valiosa información para el seguimiento de la institución
y de la enseñanza allí impartida103. Irá narrando todas las reformas que
tuvieron lugar entre 1868 hasta finales de 1872. Enumera las mejoras desde el
punto de vista de la enseñanza, de la organización del centro y, por último, del
local. Parece claro que en 1873 Heli progreso y la instrucción del colegio
habían avanzado mucho desde sus inicios en 1842.
Respecto a la enseñanza hay que decir que el cuadro general, tanto de
personas sordomudas como de ciegas, es bastante completo. El apartado de
enseñanza musical está estructurado en las siguientes materias: solfeo, piano,
órgano, guitarra, bandurria, instrumentos de arco, instrumentos de viento y
canto. Todas estas disciplinas estaban a su vez divididas en tres períodos y
dentro de cada uno de ellos en varias secciones (entendemos que se haría así
en función del grado de dificultad de la materia). Lo que queremos poner de
manifiesto, una vez más, es la enorme importancia que tuvo la enseñanza
musical para los alumnos ciegos. No sólo se les instruía en el conocimiento
básico del lenguaje musical, sus principales signos, etc. sino que
simultaneaban todo esto con el aprendizaje de uno o más instrumentos
además de su enseñanza elemental en Lengua, Geografía e Historia,
Matemáticas o Religión.
Los programas de las materias son amplios y precisos. En ningún caso parece
que la música y su enseñanza fuese algo decorativo o de simple divertimento
para los alumnos. En solfeo, por ejemplo, les enseñaban en el tercer período,
sección segunda, las nociones generales de la notación común y su relación
con el sistema de puntos. A partir de este momento los alumnos conocían ya la
musicografía convencional y adquirían una aproximación a lo que sería una
escritura en tinta.
Es evidente que no todos funcionarían y responderían de igual manera a estos
estudios pero lo que es incuestionable es la seriedad que se les dio en la
escuela. Profesorado especializado, auxiliares y ayudantes (de los que
Nebreda da detalles y nombres) y todo tipo de materiales e instrumentos
estuvieron a disposición de los alumnos para que pudieran aprender lo más
fácil y cómodamente posible.
Para el solfeo contaban con un profesor que también lo era de piano y órgano y
que tenía un ayudante para vigilar a los alumnos. El número total de horas
diarias de clase era de cuatro repartidas en dos y medía por la mañana y una y
media por la tarde. Además del método de Eslava104, estudiaban el de
Panseron105. Durante el curso de 1873 el número de alumnos asistentes a
estas clases era de cuarenta y dos: diecinueve internos y veintitrés externos.
En lo que respecta a las enseñanzas de piano, su estudio aparecía
estructurado en tres períodos, subdivididos en secciones. Como ya
comentamos el profesor era el mismo que el de solfeo y órgano y se valía de
un ayudante para las clases. Tenían alrededor de 25 alumnos (entre internos y
externos) y todos recibían clases individuales. Muchos compaginaban las
clases de piano con el estudio de órgano y las horas de clase eran tres diarias,
repartidas por igual en turno de mañana y tarde. Las obras y métodos que
usaban para impartir esta disciplina eran: Método de Piano de la Unión
Artístico-Musical y estudios diversos de Roncone, Bertini, Czerny, Cramer,
Clementi, Herz, Moscheles y otros autores. Todas las obras estaban pensadas
en función de la capacidad y el virtuosismo de los alumnos.
Continuando con la lista de eventos nacionales e internacionales, el Colegio
Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid siguió participando de forma
activa y obteniendo excelentes resultados como muestra la siguiente
cronología. En 1875 tuvo lugar una Exposición Nacional en Madrid a la que
acude no sólo con sus trabajos y libros en relieve sino incluso con el propio
personal del Colegio. Se celebraron conciertos y se dieron clases prácticas en
la propia sede del Colegio para gran regocijo de los asistentes. En 1876 obtuvo
el diploma de honor en la Exposición Internacional de Filadelfia; en 1878,
medalla de plata en la Exposición Universal de París; én 1882, medalla de plata
en la Exposición Pedagógica de Madrid; 1883, dos diplomas en la Exposición
Pedagógica de Río de Janeiro; 1884, dos primeros premios en la Exposición
Nacional Fabril de Madrid; 1884, Medalla de plata en la Exposición Universal
de Amberes; 1884, Medalla de bronce en la Exposición Literario-Artística de
Madrid; 1888, Diploma de honor en la Exposición Universal de Barcelona;
1892, Medalla de Bronce en la Exposición Universal de Chicago; 1901, tres
diplomas en la Exposición de Pequeñas Industrias de Madrid; 1902, diploma de
honor en la Exposición Nacional Caligráfico Pendolística de Madrid; 1905,
Medalla de oro en la Exposición Escolar de Bilbao, y así sucesivamente todo
un largo y meritorio camino de demostración de objetos y de nuevos aparatos
para la enseñanza especial.
2.5. MAESTROS
MADRILEÑAS
DE
CIEGOS
EN
LOS
COLEGIOS
Y
ESCUELAS
A lo largo de estas páginas hemos presentado a algunas de las figuras más
relevantes en el panorama educativo y musical de las personas ciegas.
Comenzamos por Isern y Ricart como pioneros en esta materia e inventores de
métodos y sistemas allá por los años veinte del siglo XIX pero, como hemos
visto, tras la implantación del sistema braille en España hubo muchos otros
maestros a los que debemos dedicar un espacio. Las figuras de Gabriel Abreu
Castaño y Pedro Llorens y LLatchós,.debido a la relevancia que cobran en el
contexto que estamos estudiando, merecen un capítulo aparte.
Aunque nunca es posible conocerlos a todos, creemos que fueron bastantes
los hombres y mujeres que ayudaron al aprendizaje musical de los
discapacitados visuales. Conocemos los nombres de los que trabajaron en
centros oficiales como el Conservatorio Nacional, el Colegio de Sordomudos y
Ciegos de Madrid, el de Santa Catalina de los Donados y otros centros públicos
pero nos consta que un buen número de personas anónimas altruistas y
desinteresadas les asistían desde sus casas o acudiendo como profesores
particulares. Lógicamente de ellos resulta mucho más complicado tener noticia.
Isabel de Diego Álvarez fue la primera maestra de música ciega que tuvo el
Colegio de Madrid. Ingresó el 29 de agosto de 1853 y permaneció en su cargo
hasta septiembre de 1856. Conocemos las fechas de inicio y cese en sus
puestos de los restantes profesores de música que, por orden de ingreso,
fueron los siguientes: José Fernández Abas, Gabriel Abreu Castaño, Julián
Mateos, José Lambea y Matías de Jorge Rubio. Todos ellos, salvo Fernández
Abas, aparecen en el censo del colegio desde los inicios del mismo hasta el
año de 1873, fecha en la que seguían desempeñando su cargo.106
El Colegio de Madrid planificó su enseñanza en seis años para las dos
secciones: la de sordomudos y la de ciegos y mediante Reglamento de 30 de
octubre de 1863 se decidió, con carácter oficial y obligatorio, la enseñanza del
braille para los últimos. Sabemos que se adoptó desde 1853 aunque no se lo
manejara hasta una década después.
No obstante, el sistema braille, que fue impulsado por los propios profesores
ciegos del colegio para su implantación definitiva, tuvo algunas modificaciones
por parte de los especialistas que revisaron algunos de los signos empleados
en el braille francés y lo acomodaron al español. Pedro Cabello y Madurga y
Manuel López Navalón fueron algunos de los impulsores pero Andrés Martín
Zamorano, profesor de música de la Escuela Municipal de Madrid, introdujo
otros cambios que ocasionaron cierta confusión en el uso del Braille español.
Finalmente, fueron tantos y tan diferentes los métodos que hubo que someter
la cuestión a los máximos especialistas en la materia celebrándose una
asamblea con todo el profesorado del colegio. Antonio Fernández Contreras
presentó uno que fue aprobado por el claustro y que la Real Orden de 23 de
diciembre de 1896 declaró oficial, obligatorio y único. Por fin se acordaba un
único código braille español aunque todavía el tiempo y la unidad no se
lograron hasta años más tarde.107
El reparto de materias musicales en el colegio en la década de los 60 fue el
siguiente: un profesor de Solfeo, Piano y Órgano, (a cargo de Gabriel Abreu
Castaño) uno de Violín y Canto (Julián Mateos), uno de instrumentos de viento
(José Lambea) y otro de instrumentos de pulso y púa (Matías de Jorge y
Rubio). Todos tenían ayudantes y auxiliares para desempeñar su labor.
El Colegio de Madrid contaba con aulas especiales para la enseñanza de la
música teniendo cada disciplina su ubicación. Cada aula, tanto la de niños
como la de niñas, estaba equipada con los instrumentos y sus armarios
correspondientes para guardar los libros, partituras y otros materiales además
de bancos y atriles. Según un inventario del material disponible en el colegio en
el año de 1873, los instrumentos disponibles eran los siguientes: nueve pianos,
tres órganos, catorce violines, dos violas, dos violonchelos, dos contrabajos, un
flautín, dos flautas de cinco llaves, dos oboes, cuatro clarinetes, tres cornetines
de pistón, dos trompas, dos trombones, tres figles, un timbal, triángulo, varias
guitarras y una bandurria. Es importante destacar que entre las obras
conservadas en las aulas de música para el estudio y aprendizaje, había un
gran número de obras impresas pero también contaron con una notable
colección de notación en relieve, concretamente en el sistema Abreu. Se han
contabilizado más de un centenar de piezas de música religiosa, música teatral,
doce sinfonías, cuatro piezas de ópera, música de salón, aires populares y
música militar.
La planificación docente en materia musical cambió poco entre los años 1873 a
1875, momento en el cual escribe su obra Pedro Cabello y Madurga108,
siguiente director del Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid.
Apenas hay cambios en las materias que se imparten y en la manera en que se
estructuran. La única salvedad la encontramos en la materia de Armonía, que
cobra presencia por sí sola, aparece como asignatura independiente,
estructurada en tres secciones y que era competencia del profesor de Solfeo y
Piano. Tuvo en aquel año de 1875 doce alumnos.
Parece práctica habitual que los directores preparasen una especie de
Memoria del estado en el que estaba el colegio a su llegada. La de Pedro
Cabello y Madurga, además de contar la historia, organización y estado del
establecimiento en ese momento, presentaba un catálogo de todos los objetos
hechos al efecto para ser enviado a la exposición universal que iba a
celebrarse en Filadelfia un año después. De nuevo se encuentra ese interés
por la presencia de España en las exposiciones universales.
Eugenio Canora Molero (1868-1915) fue otro gran maestro, ciego también, que
además de su faceta docente tuvo una activa vida política y social dentro de las
agrupaciones y asociaciones del colectivo, como iremos viendo en capítulos
posteriores. Canora fue alumno del Colegio Nacional de Madrid donde tuvo
ocasión de conocer a destacados maestros. Manuel Blasco y Urgel y Antonio
Hernández y Contreras fueron algunos de sus principales profesores.
Desde su ingreso en el colegio en enero de 1877, Eugenio Canora demostró
también grandes aptitudes para la música e inmediatamente se puso bajo la
tutela de Gabriel Abreu quien le enseñó su musicografía además de solfeo y
armonía. Estudió piano y órgano con Gregorio Mateos, violín con José Lambea
y guitarra con Antonio Cano. Apreciamos que su vocación e interés por la
música eran grandes y que sacó el mayor partido de los distintos instrumentos
que estudió.
Fue nombrado Profesor Auxiliar de las clases de música en el Colegio con
apenas 19 años y desempeñó el cargo de forma interina hasta 1893, fecha a
partir de la cual accede a la plaza de Profesor de Solfeo y Piano por
oposición109.
El resto de su trayectoria está plagada de acontecimientos sociales vinculados
a cuestiones relacionadas con el porvenir del colectivo. Canora fue un
excelente profesor, además de un defensor a ultranza de los derechos de las
personas ciegas. Participó activamente en la Primera Asamblea Nacional para
el Mejoramiento y Suerte de los Sordomudos y de los Ciegos, celebrada en
Madrid en 1906. No sólo presentó varias ponencias sino que en la exposición
aneja a la misma presentó un "rafígrafo" de su invención. Este aparato fue
premiado y su inventor propuesto para una condecoración oficial. Después
Canora fue nombrado vocal de la Comisión Permanente de Enseñanza en "La
Unión Iberoamericana", entidad en la que trabajó intensamente y dos años más
tarde, en 1910, vocal del Patronato Nacional de Sordomudos, Ciegos y
Anormales de la Mente.
Eugenio Canora dio muchas conferencias a lo largo de su ajetreada vida,
pronunció múltiples discursos y también se dedicó a la composición. Fue
miembro del Sexteto de Música de Cámara del Centro Instructivo y Protector
de Ciegos de Madrid, institución que él había fomentado y en la que había
creado un orfeón.
En 1912 fue comisionado por [el Patronato Nacional para realizar un viaje de
estudios por diversas provincias de España que dio como resultado una
Memoria. Este escrito resulta de enorme interés y valía pues permite conocer
de cerca la situación real de algunos de los colegios que visitó así como las
asociaciones y distintas agrupaciones de personas ciegas existentes en el país,
sus métodos de trabajo, recursos económicos, etc.110
Por último, cabe destacar que Canora mostró siempre una enorme gratitud
hacia su maestro de música Gabriel Abreu del que revisó su Musicografía y
reeditó la obra con sus aportaciones y sugerencias111. En esta misma obra
escribiría: "Una página a la memoria del autor y un juicio comparativo y crítico
de los sistemas Abreu y Llorens". Además, en cuanto tuvo dominio del sistema
musicográfico de Abreu se afanó por copiar y transcribir muchas partituras con
la finalidad de ampliar el repertorio y facilitar el trabajo a los restantes músicos
ciegos, cuestión que, como iremos viendo, fue el principal obstáculo de que
dicho sistema musical no prosperara suficientemente. En 1914 volvió a ser
comisionado para realizar un segundo viaje por provincias españolas que no
pudo terminar. Eugenio Canora cayó enfermo y tras permanecer postrado en
cama durante quince meses murió a los 47 años de edad, el 22 de noviembre
de 1915.
1
Vid.: VERDIGUIER, Emilia. Braille. Barcelona: Ediciones G.R, 1958; ELISSALDE, Enrique.
Un joven llamado Louis. Montevideo: Fundación Braille del Uruguay: Unión Latinoamericana de
Ciegos, 1988; BIRCH, Beverley. Louis Braille: el inventor del alfabeto de puntos en relieve que
ha abierto las puertas de la cultura a millones de ciegos. Madrid: S.M., 1991; FRADIN, Dennis.
Louis Braille: the blind who wanted to read. New Jersey: Silver Press, 1997; ROIG, Carmen.
Luis Braille: la historia de un genio de singular "relieve". Madrid: ONCE, Dirección General de
Cultura, 2000; FREEDMAN, Russell. Out ofdarkness: the story of Louis Braille. New York:
Clarion Books, 1997; CHRISTIAENS, Jeanne. Le vainqueur de la nuit ou la vie de Louis Braille.
Paris: Hachette, 1990.
2
La institución a que nos referimos es la "Royale Institution des Jeunes Aveugles" fundada
en 1784 en Paris por el filántropo Valentín Haüy.
3
RODRÍGUEZ PLACER, Rafaela. Apuntes sobre Pedagogía especial de ciegos. Madrid,
[s.n.], 1929, (Imprenta del Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos) p.130. La autora
menciona la fecha de 1840 como la de adopción oficial del Braille en la Institución francesa.
4
SOLER, María de los Angeles. Seminario de iniciación a la tiflología. Madrid, Servicio
Español de la Escuela Hadley / O.N.C.E., 1976.
5
RODRÍGUEZ PLACER, Rafaela. Op. cit., p. 138.
6
Para realizar la demostración del sistema durante la Conferencia, Braille cogió a unos
cuantos alumnos para realizar la prueba y poner de relieve su sencillez. Unos quedaron
maravillados, mientras que otros fueron claros detractores. Entre otras cosas le reprocharon no
haber contemplado la combinación para la letra "rr", cosa nada extraña en él pues,
básicamente," piensa en francés.
7
ALLER, Juan: "La escritura musical ¡para uso de los ciegos: pasado, presente futuro" en
Integración, N° 2 (1989), p. 2-6.
8
FERNÁNDEZ VILLABRILLE, Francisco. Abecedario general de los ciegos: muestras y
explicación de los principales caracteres en relieve que se emplean en su enseñanza. Madrid:
[s.n.], 1855, (Imprenta del Colegio de sordomudos y de Ciegos).
9
Resulta muy complicado dar una fecha exacta del momento a partir del. cual el sistema
braille es el único empleado en colegios e instituciones de ciegos. Es cierto que desde la
década de los años 30 en que Braille lo da a conocer, el sistema va siendo divulgado en
Francia y fuera del país. España lo conoció desde los primeros tiempos y también sufrió un
lento pero constante período de adaptación. Aunque 1863 parece la fecha de adopción de
sistema en el Colegio de Madrid, hasta 1896 no se acordó un único código braille español para
su uso en el colegio.
10 Para un mayor seguimiento del número de alumnos existentes en esta escuela y
posteriormente y de manera comparativa en otras del país, véase la tabla 12 incluida al final del
capítulo 8: Aspectos cuantitativos.
11 Reglamento para el régimen interior de la Escuela de Ciegos de la ciudad de Barcelona.
Aprobado por el Exorno. Ayuntamiento Constitucional en 1841. Barcelona: [s.n.], 1841,
(Imprenta de Tomás Gaspar), p. 9-10.
12 Carta de 22 de junio 1844 de la Comisión Local de Instrucción Primaria a la Escuela de
Ciegos de Barcelona. D112. ACIME.
13 Carta de 2 de diciembre de 1845 de la Junta de la Casa de la Caridad de Barcelona a la
Escuela Municipal. Se l$s comunica que les gustaría admitir a tres ciegos de la escuela en
dicha orquesta. D112. ACIME.
14 Carta de 9 de septiembre de 1846 dirigida a Antonio Fargas y Soler. En ella se explica que
la Sociedad Económica Barcelonesa ha decidido celebrar la sesión del día siguiente pública y
desean que los alumnos ciegos asistan para amenizar el acto. D112. ACIME.
15
Carta de 10 de febrero de 1854 del Alcalde Corregidor de Barcelona. D112. ACIME.
16 Expediente 1947 de planes presentados por D. Jaime Bruno Berenguer y D. Antonio
Mares y Uopart para el arreglo de la Escuela de Ciegos. A183. Comisión de Gobernación.
AMA.
17 Expediente 2086 sobre gastos necesarios a la Escuela de Ciegos y utilidad que se reforme
el Reglamento. 1844. A183. Comisión de Gobernación. AMA.
18
ídem.
19
ídem.
20 Carta de 29 de abril de 1848 del Ayuntamiento a la Junta Directiva de la Escuela de
Ciegos por la que se hace cargo de la petición formulada por los maestros Ayné, Berenguer y
la maestra Josefa Pérez. D112. ACIME.
21 Expediente 200/1 Serie B relativo al aumento de sueldo del profesor sustituto de la clase de
violín en la Escuela de Ciegos y de los auxiliares de la clase de música. 1877. A183. Comisión
de Gobernación. AMA.
22 Expediente 25 Serie B, General de la Escuela de Ciegos y de Sordomudos. Años 1877-7879-80 y 81. A183. Comisión de Gobernación. AMA.
23 Expediente 23/1 Serie B, relativo a las veladas o conciertos de la Escuela de Ciegos y de
Sordomudos. Año 1879. A183. Comisión de Gobernación. AMA.
24
Expediente 2847... Op. cit. AMA.
25
Reglamento para el régimen interior de la Escuela de Ciegos de Barcelona. Barcelona:
[s.n.], 1854, (Imprenta de Ramírez).
26
ídem. p. 3.
27
ídem. p. 13-14.
28 Expedientes de matriculación. 1855. IK119. ACIME. Un ejemplar de este "contrato" puede
verse incluido en los Apéndices.
29
Reglamento... Op cit. p. 16.
30
MONTORO, Jesús. Los ciegos... Op. cit. (IV), p. 417.
31 VALLS Y RONQUILLO, Francisco de Asís. Memoria relativa a la Escuela Municipal de
Ciegos y de Sordomudos de Barcelona. Barcelona, Tipo Litografía de los sucesores de N.
Ramírez, 1888, p.14.
32 Expediente 3307 relativo a un nuevo método de enseñanza para ciegos presentado por el
Profesor Llorens. 1855. A183. Comisión de Gobernación. AMA.
33 Expediente 3204 sobre nombramiento de Pedro Llorens para maestro de música de la
Escuela de Ciegos. 1856. A183' Comisión de Gobernación. AMA
34
Acta de la Sesión celebrada el 23 de octubre de 1861. Libro de Actas. Folio 384. AMA.
35 Reglamento de la Escuela Especial de Ciegos y de Sordo-mudos. Barcelona: [s.n.], 1861,
(Imprenta de la Escuela Municipal de Ciegos).
36
ídem.
37
ídem. Artículo 14.
38
ídem. Artículo 25.
39 Informe de 24 de enero de 1864 sobre la distribución de horas que se propone el Sr.
Director de la Escuela enviado a la Junta Municipal. D112. Registro general de
correspondencia. ACIME.
40
La Gaceta Musical Barcelonesa, año III, n.117, (20 diciembre 1863), p. 4.
41
La Gaceta Musical Barcelonesa, año V, n.162, (26 febrero 1865), p. 4.
42
Reglamento de la Escuela Especial de Ciegos...Op.cit. Artículo 47.
43
ídem. Artículos 67 y 68.
44 La Gaceta Musical Barcelonesa, año V, n.163, (5 marzo 1865), p. 1-2; N° 164, (12 marzo
1865), p. 1-2; N° 165, (19 marzo 1865), p. 1-2 y 4.
45 Con anterioridad a Valls y Ronquillo estuvo Miguel Rispa primero y después su hermano
Antonio. Ambos dejaron una importante huella en la Escuela y se destacaron siempre por sus
grandes dotes en la enseñanza a los sordomudos especialmente Antonio RISPA: Memoria...
Op. cit. Fue una gran fuente de primera mano para los responsables del centro y de futuros
directores, como fue el caso de Valls que menciona dicha obra constantemente a lo largo de su
Memoria de 1888.
46
MONTORO, Jesús. Los ciegos... Op. cit., (IV), p. 422.
47 Esta escuela estuvo situada en algún lugar muy próximo a la actual sede del Archivo
Administrativo del Ayuntamiento de Barcelona.
48
MONTORO, Jesús. Los ciegos... Op. cit., (IV), p. 426. 72
49
RISPA, Antonio... Op.cit.
50
VALLS Y RONQUILLO, Francisco de Asís... Op. cit.
51
LLORENS Y LLATCHÓS, Pedro. Ventajas e inconvenientes... Op.cit.
52 La Escuela Municipal de Ciegos y Sordomudos de Barcelona en la Exposición Universal
de 1888. Catálogo de los libros, aparatos, material de enseñanza y trabajos de los alumnos que
se presentan en dicha exposición. Barcelona: [s.n.], 1888, (Tipo-Litografía de los sucesores de
N. Ramírez).
53 Véase el cuadro comparativo de una pieza musical transcrita en los tres sistemas de
escritura mencionados. Aparece reproducido en el capítulo de Apéndices, epígrafe 11.2.
54 Este autor y publicista, del que hablaremos extensamente más adelante, fue el principal
promotor del trabajo manual de los ciegos. Puso en marcha la primera "Casa de Trabajo" de los
ciegos y poco tiempo después abrió casas como ésta por diversas ciudades de España y de
América. Las Heras fue, además, líder de la Unión de Trabajadores Ciegos en España.
55
Le Instituteur des Aveugles, N° 1, (octubre, 1855), p. 5-13.
56
Ibidem.
57 FERNÁNDEZ VILLABRILLE, Francisco. Inauguración de la Escuela superior normal para
instrucción de los aspirantes al profesorado en la enseñanza especial de sordomudos y de
ciegos y discurso leído en dicho acto solemne. Madrid: [s.n.], 1857, (Imprenta del Colegio de
sordomudos y de ciegos).
58
ídem.
59 TORRAS, Francisco. Proyecto para una nueva organización de la Escuela Municipal de
Ciegos, Sordomudos y Anormales de la Ciudad de Barcelona. Barcelona: [s.n.], 1916,
(Imprenta de Manuel Tasis).
60 En dicha finca falleció Jacinto Verdaguer. Actualmente tiene allí su sede el "Museo
Verdaguer".
61 Los Ciegos, año VI, N° 46, (marzo 1921), p.11. Se da la noticia de la próxima inauguración
de la Escuela Municipal de Ciegos, Sordomudos y Anormales de Barcelona. Aparece una foto
de Vilajoana que describe como un "hermoso edificio" que albergará la sede de dicha Escuela.
62 AYUNTAMIENTO DE BARCELONA. Escola de Cees. Barcelona: Comissió de Cultura,
Ayuntament, 1920.
63
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit.
64
Sociedad Matritense Económica de Amigos del País.
65 Observaremos a lo largo de la investigación distintas denominaciones referidas a este
Colegio oficial. Como en el caso catalán, convivieron durante un tiempo ambas discapacidades
para después separar sus enseñanzas. Se trata del principal Colegio que ha perdurado a lo
largo de todo el tiempo y que en realidad es el mismo con distintos nombres.
66 Vid. BALLESTEROS, Juan Manuel. Manual de sordomudos y que puede servir para los
que oyen y hablan. Madrid: [s.n.], 1836. ; BALLESTEROS, J.M. y FERNÁNDEZ VILLABRILLE,
F. Curso elemental de instrucción de sordomudos. Madrid, [s.n.], 1845.
67 BALLESTEROS, Juan Manuel. Revista de la enseñanza de los sordo-mudos y de los
ciegos. Madrid: [s.n.], 1851.
68 FERNÁNDEZ VILLABRILLE, Francisco. Estado actual y organización de la enseñanza de
sordomudos y de ciegos: Memoria. Madrid, [s.n.], 1862, (Imprenta del Colegio de Sordomudos
y de Ciegos), p. 6.
69
BALLESTEROS, Juan Manuel. Revista... Op. cit.
70 RODRÍGUEZ PLACER... Op.cit. p. 149. No obstante ya habíamos señalado antes que
fueron muchos los maestros que a lo largo del tiempo realizaron cambios y modificaciones al
Braille para adaptarlo más a nuestro idioma y a sus particularidades.
71
Real Orden de 16 de enero de 1852.
72 BALLESTEROS, Juan Manuel. Memoria dirigida al Excmo. Sr. Ministro de Fomento
relativa al viaje que acaba de verificar por Europa... Madrid, [s.n.], 1856, (Imp. del Colegio de
sordo-mudos y de ciegos).
73
ídem. p. 101.
74
ESLAVA, Hilarión. Método completo de solfeo. Madrid, [s.n.], [18-?].
75
BALLESTEROS, J.M. Memoria...Op.cit.
76 En este punto discrepamos abiertamente con la afirmación que hace GARVÍA, R. En el
país de los ciegos: la ONCE desde una perspectiva sociológica. Madrid: Hacer, 1997. Este
autor, al referirse a los comienzos del Colegio nacional de Madrid y a la instrucción recibida por
los niños, reconoce la importantísima tarea que realizaron los maestros de música, sin embargo
da el dato de aprendizaje del oficio de afinador como algo muy tardío, según él, de comienzos
de siglo XX (p. 41). Discrepamos totalmente de esta cuestión pues se sabe que desde los
tiempos en que Gabriel Abreu pasó a ser profesor de la Escuela y a encargarse de la afinación
de pianos, el recurso de aprender dicho oficio ya era conocido y practicado por muchos ciegos
y fueron los propios maestros los que les alentaron para hacerlo.
77
BALLESTEROS, J.M. Memoria... Op. cit.
78
Marqués de Corvera, posteriormente ministro de Fomento en el gobierno de O'Donell.
79
FERNÁNDEZ VILLABRILLE, Francisco. Estado actual... Op. cit, p.XV.
80
ídem.
81 PROGRAMA de los exámenes que se han de celebrar en el Colegio nacional de sordomudos y de ciegos, el día 27 de diciembre de 1842. Madrid, [s.n.], 1842, (Imprenta del Colegio
de sordo-mudos ;y de ciegos).
82 PROGRAMA de los exámenes que se han de celebrar en el Colegio nacional de sordomudos y Escuela de Ciegos, el día 28 de diciembre de 1846. Madrid: [s.n.], 1846, (Imp. del
Colegio de sordo-mudos y de ciegos).
83 PROGRAMA general de la enseñanza de ciegos. [S.I.: s.n.], 1847. Creemos que este
documento pudo pertenecer a un centro diferente del Colegio nacional de sordo-mudos y
ciegos de Madrid. Hacemos esta afirmación porque tanto su contenido (muy distinto del
programado en el colegio oficial) como, sobre todo, la carencia de datos editoriales en la
publicación, nos hacen suponer que se trató de una institución diferente.
84 PROGRAMA de la enseñanza de sordo-mudos y de ciegos en el Colegio de Madrid.
Madrid: [s.n.], 1859, (Imprenta del Colegio de sordo-mudos y de ciegos).
85
ESLAVA, H. Op. cit.
86 NEBREDA Y LÓPEZ, Carlos. Memoria relativa a las enseñanzas especiales de los
sordomudos y de los ciegos. Madrid: [s.n.], 1870, (Imprenta del Colegio Nacional).
87 NEBREDA Y LÓPEZ, Carlos: El colegio nacional de sordomudos y de ciegos de Madrid en
la exposición universal de Viena. Madrid: [s.n.], 1873, (Tipografía del colegio nacional de
sordomudos y ciegos).
88 COLEGIO Nacional de Sordomudos y de Ciegos. Instrucciones reglamentarias relativas al
ingreso y permanencia de los alumnos sordomudos y ciegos. Madrid, [s.n.], 1873, (Imprenta del
Colegio Nacional), p. 10.
89
ídem.
90 Sobre este último aspecto tan sólo añadiremos que la enseñanza moral y religiosa
siempre estuvo presente en el Colegio Nacional sólo que estaban inserta en el grupo de
materias de enseñanza primaria o elemental junto con otras como la historia, geometría o
literatura. Ahora sin embargo se observa una separación real en los programas de estudio de
las materias según su naturaleza.
91 GARCÍA LÓPEZ, Ángel. "Ese largo camino hacia la O.N.C.E." en Sirio, año II, N° 17 y 18,
Madrid 15 de diciembre de 1963, p. 4-11.
92 SELVA Y DE TORRE, Remedios de. "Gabriel Abreu y Castaño" en Los Ciegos, año IV, N°
25, (febrero 1919), p. 5-6.
93 Memoria presentada por D. Miguel Granell durante la celebración de la Primera Asamblea
Nacional para el mejoramiento de la suerte de los sordomudos y de los ciegos... Madrid: [s.n.],
1908, (Imprenta del Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos), p. 270 y ss.
94 "El Colegio de Ciegos de Santa Catalina de los Donados de Madrid" en Los Ciegos, año
VIII, N° 67, (junio 1923), p. 1-2.
95
MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit. (IV), p.113.
96
RODRÍGUEZ PLACER, Rafaela. Op. cit., p. 69.
97 Notas aparecidas en los números del 15 de agosto de 1867 y 15 de septiembre del mismo
año.
98 El hecho de que estos personajes aparezcan destacados individualmente es porque todos
ellos fueron autores de aparatos o sistemas ideados para la enseñanza, con independencia de
la labor desempeñada en los distintos colegios en los que trabajaron.
99
RODRÍGUEZ PLACER. Op. cit., p. 157.
100
NEBREDA LÓPEZ, Carlos. Método de escritura usual, para la enseñanza de los
ciegos. Madrid: [s.n.], 1869, (Imprenta del Colegio Nacional), p. 5-7.
101 ídem. p.10.
102 FERNANDEZ VILLABRILLE, Miguel. La enseñanza de sordomudos y de ciegos en
España en las exposiciones de 1867 y 1868. Madrid: [s.n.], 1873, (Imprenta de Hernando).
103 NEBREDA LÓPEZ, Carlos. El colegio nacional... Op. cit.
104 ESLAVA, Hilarión. Op.cit.
105 RANSERON, Auguste. L'ecole primaire: solfege a deux et trois voix. Paris, [s.n.], [18- ?].
106 NEBREDA LÓPEZ, Carlos. El colegio nacional... Op. cit, p. 264.
107 GARCÍA LÓPEZ, Ángel. Op.cit.
108 CABELLO Y MADURGA, Pedro: Colegio nacional de sordo-mudos y de ciegos de Madrid.
Su historia, su organización, su estado actual y catálogo de los objetos que remito a la
exposición internacional de Filadelfia en 1876. Madrid, [s.n.], 1875, (Tipografía del colegio
nacional de sordomudos y de ciegos.
109 SELVA Y DE TORRE, Remedios de,¡ "Eugenio Canora Motero" en Los Ciegos, año Vil, N°
53, (abril 1922), p. 5-6.
110 CANORA Y MOLERO, Eugenio. Memoria explicativa del viaje de estudio hecho a las
provincias de Alicante, Valencia, Barcelona, Zaragoza, Bilbao, Santander y Coruña. Madrid:
[s.n.], 1913, (Imprenta del Colegio Nacional).
111 CANORA Y MOLERO, Eugenio. Exposición signográfico-musical del sistema Abreu para
uso de los ciegos: ilustrada con las explicaciones necesarias y algunos ejemplos prácticos para
su mejor inteligencia. Madrid: [s.n.], 1914, (Imprenta del Colegio Nacional).
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3. LOS SISTEMAS ALTERNATIVOS AL BRAILLE PARA LA
ENSEÑANZA DE LA MÚSICA: DOS PROPUESTAS ÚNICAS Y
ORIGINALES DE ESPAÑA
3.1. GABRIEL ABREU CASTAÑO
Aunque Gabriel Abreu no nació ciego, perdió la vista a los pocos meses de su
nacimiento a raíz de un resfriado, según cuentan sus biógrafos1. Gabriel Abreu,
nacido en Madrid un 26 de enero de 1834, pertenecía a una acomodada familia
que había venido de Mallorca y que, en todo momento, le ayudó
económicamente en su instrucción y enseñanza. Su padre, relacionado con el
mundo del libro, las editoriales y contable de banca, siempre puso todo su
empeño y dinero en la enseñanza del hijo ciego.
Parece que empezó su instrucción de la mano de Juan Manuel Ballesteros,
médico y profesor de la Escuela Nacional de Sordomudos a quien le
encomendaron dicha tarea. De hecho, ya hemos estudiado que lo que empezó
siendo un centro para sordomudos pronto se convirtió en un colegio mixto para
ambas discapacidades hasta que separaron sus enseñanzas un siglo después.
A los cinco años entró como alumno externo en el Colegio Nacional y hasta los
nueve estuvo dedicado al estudio de la primera enseñanza especial.
Gabriel siempre destacó por su inteligencia y grandes aptitudes. Una vez
terminada la enseñanza primaria comenzó de inmediato el estudio de la
música. Su primera maestra fue Isabel de Diego Alvarez aunque sus lecciones
pronto se quedaron cortas. De esta señora (de quien ya se habló en otros
capítulos) se dice que tenía más vocación y mérito que instrucción, por lo cual,
aquellos que verdaderamente tenían talento y capacidad para aprender música
seriamente debían hacerlo con otros maestros más preparados o sencillamente
con quienes seguían una metodología.
Gabriel Abreu fue, junto con otros cinco niños ciegos, uno de los presentados
públicamente en un acto celebrado antes de la fundación oficial del Colegio
patrocinado por la SMEAP2. Con sus habilidades y aptitudes quiso Ballesteros
poner de relieve que estos niños eran capaces de aprender cualquier cosa
como los niños que ven y que, para ello, necesitaban contar con el apoyo y la
ayuda de las instituciones pertinentes.
A la edad de once años dejó las clases de música en el colegio y acudió al
Conservatorio de Madrid. Allí le impartieron clases particulares D. Antonio
Aguado (solfeo, piano y afinación del mismo), D. José Pinilla y Vicente Galiana
(armonía) y terminó su carrera con Hilarión Eslava, entonces director del
Conservatorio y maestro de capilla de la reina. Todos estos maestros y grandes
profesionales enseñaron a Gabriel de oído pues, para entonces, ninguno
conocía método alguno para enseñar a una persona ciega. No olvidemos que
la introducción del sistema braille en España -primero en Barcelona y después
en Madrid- no fue realmente efectiva hasta la década de los 60 del siglo XIX.
Pero era tal el entusiasmo y el empeño de Gabriel, junto a sus aptitudes por el
aprendizaje de la música que fue su propio padre el que, haciendo un
encomiable esfuerzo, aprendió solfeo, piano, armonía, composición, etc., para
poder ayudar a su hijo en esta difícil carrera.
Es muy posible que buena parte del ingenio que empleó para la invención de
su sistema de lecto-escritura musical fuera en gran medida movido por las
limitaciones que él mismo padeció. No hay que olvidar que Abreu estudió de
viva voz prácticamente toda la música. No obstante, Gabriel conoció en los
años 50 el sistema braille (en 6 puntos y también la musicografía inventada por
el francés) y lo que él desarrolló fue un sistema semejante al braille pero
añadiéndole dos puntos más.
Sin embargo, con anterioridad a su sistema de escritura en puntos, Abreu
construyó en primer lugar un aparato para poder escribir sus trabajos de
armonía y composición. Éste consistía en un tablero de caucho o corcho que
representaba el pentagrama. El tablero tenía capacidad para representar hasta
172 compases a cuatro voces. El pentagrama tenía cortes horizontales y
paralelos (a modo de compases) y los cinco surcos equivalentes a las líneas de
la pauta musical.
Para rellenar el pentagrama, Abreu diseñó unos tipos metálicos, provistos de
clavitos que podían ser colocados en el tablero según iba componiendo pero
dichos tipos no representaban exactamente lo que vería un vidente sin previo
conocimiento de su significado; es decir, no era una copia en relieve de las
figuras y las notas. Por poner un ejemplo, con dos figuras representaba las
siete claves existentes.
Este sistema no convenció demasiado ni al creador ni tampoco a quienes lo
usaron pues, entre otras cosas, era costoso y pocas eran las personas ciegas
que podían hacerse con algo semejante. Pero como su interés y ganas de
superarse eran cada vez más fuertes, Gabriel, buen conocedor del pentagrama
y del sistema musical convencional y también de los distintos sistemas en
relieve inventados para ciegos (Ballesteros le había enseñado la musicografía
braille en su escuela) decidió innovar este último y darle una mayor aplicación.
3.1.1. La musicografía de Abreu
Con anterioridad a la publicación de la obra Sistema de escribir la música en
puntos de relieve...3, Gabriel Abreu había solicitado al Ministerio de Fomento
licencia para que su método de enseñanza musical a los compañeros ciegos
fuese autorizado y pudiera ponerse en práctica. Así lo confirma la instancia que
remite el propio Ministerio al Conservatorio de Música de Madrid el 18 de enero
de 1855 por la que se pedía a las autoridades académicas que valorasen dicho
sistema4.
Apenas un mes después,; el Conservatorio responde al Ministerio de Fomento,
informando positivamente sobre el método de Abreu. Dice el informe que una
Junta de profesores se reunió para evaluar dicho sistema y que se probó
incluso su eficacia con el propio interesado -que explicó su método con todo
tipo de detalles- y con la ayuda de un discípulo suyo. Al finalizar las pruebas,
todos los presentes quedaron altamente impresionados por la manera en la
que el alumno ciego se había desenvuelto por lo que decidieron,
unánimemente, aprobar el método de Abreu y considerarlo válido para la
enseñanza musical de los alumnos ciegos: "Por todo lo expuesto Excmo. Sr.
opino de acuerdo con los expresados profesores que merece se tome en
consideración por el gobierno de S. M. la instancia de D. Gabriel Abreu y que
será muy conveniente la adopción de su método en el Colegio de Ciegos de
esta corte, pues que con él se logrará que desaparezca el imperfecto sistema
que asta (sic) el día han estado reducidos en España estos desgraciados para
aprender la música los cuales adquirirán en adelante una buena instrucción en
aquel arte que les podrá proporcionar grandes recursos y dulcificará su
existencia harto digna de compasión"5.
No obstante, Abreu todavía tendría que esperar algún tiempo para que se le
concediera la certificación de su musicografía. Otro documento interesante que
prueba que Abreu siguió insistiendo en que las distintas autoridades
amparasen su método y siguieran solicitando al Conservatorio la aprobación
por escrito es el enviado desde la Dirección general de Agricultura, Industria y
Comercio al Conservatorio de Madrid preguntando si "hay inconveniente en
facilitar a D. Gabriel Abreu... una certificación en la que se apruebe su sistema
musical"6. El Conservatorio contestó diligentemente el 26 de mayo de 1856 al
Director General de Agricultura7 manifestándole que ya había dado su
aprobación al propio Ministerio de Fomento en febrero del año anterior y que,
para su información, le comunicaban que no sólo no hallaban ningún
inconveniente en la práctica de dicho método sino que deseaban que su
certificado apareciese incluido en la publicación de la obra.
Finalmente el código de Gabriel Abreu fue publicado en 18568 aunque, tal y
como reza en la portada, había sido utilizado desde el 1 de agosto de 1855 en
virtud de una Real Orden de 9 de julio de ese mismo año.
Antecede al propio método la Real Orden mediante la que se extendía la
licencia para su puesta en práctica y le sigue el Informe del Conservatorio
Nacional de Música de Madrid. El tercer informe es el del Colegio de
Sordomudos y Ciegos y por último el prólogo del autor en el cual Abreu explica
las razones que le llevaron a diseñar su código. Se confiesa ser conocedor del
sistema de puntos empleado en el Colegio de Madrid que, por otra parte, es el
más empleado también en Europa. Lógicamente se está refiriendo al sistema
braille sin el cual su musicografía carecería de sentido. De estos sistemas en
puntos dice que los relieves son más permanentes y perceptibles al tacto que
otros caracteres.
Abreu también describe en su prólogo lo costoso y prolijo de otros métodos
basados en la utilización de tablas, corchos, etc.: "he prescindido de tablas en
relieve, plomos, corchos, alfileres..."9 En su sistema sólo se precisará de una
pauta con su rejilla y un punzón para poder escribir. Dicha pauta aparece
igualmente representada en la página 36 de su obra, la penúltima antes del
curioso "Schotisch" que compone y dedica a su mentor y maestro Juan Manuel
Ballesteros. Destacamos esta pequeña obra no sólo por ser una composición
de Abreu sino porque aparece en su libro en versión tinta y en su nuevo
sistema de escritura en puntos.
La principal diferencia con la musicografía braille es que Abreu utiliza un cajetín
de ocho puntos distribuidos en dos columnas de cuatro en lugar de seis puntos
en dos columnas de tres, usados en el sistema francés. Se fundamenta en un
signo generador de ocho puntos, combinando los cuales se pueden representar
gráficamente 256 caracteres diferentes, incluido el cajetín en blanco o vacío
(28= 256). Esto significa "todos" los signos musicales e incluso escribir
simultáneamente letra y música de una forma más sencilla. La letra quedaría
representada en la parte inferior del cajetín mientras que la superior estaría
dedicada a los sonidos y, como en el caso de la escritura en tinta, cada sílaba
tras su nota correspondiente.
Un dato muy interesante y que ha llamado poderosamente nuestra atención es
la redenominación que Abreu hace de los puntos. Si el sistema braille, como ya
expusimos en el capítulo anterior, está formado por las combinaciones de 6
puntos dispuestos en dos columnas de tres, éstos son nombrados 1 -2-3 (los
de la izquierda) y 4-5 y 6 (los de la derecha). Hasta ahora, en- nuestras
investigaciones en torno al Sistema de escritura de Abreu, nos habíamos
preguntado cómo se nombrarían los puntos y todo apuntaba a una falta de
unanimidad al respecto. Fuentes orales10 nos comunicaron que lo habitual era
referirse a los puntos inferiores como 4 y 8, mientras que fuentes escritas11
hablan de los puntos 7 y 8. Finalmente lo comprobamos en la propia obra de
Abreu y nuestra sorpresa fue enorme al verificar cómo llamaba éste a los
puntos dispuestos.
Con objeto de simplificar la explicación de las notas y demás signos
musicales, lie creído conveniente numerar dos ocho puntos que forma
cada hueco de nuestra rejilla, señalando con el 1 y 21 los dos puntos de la
primera serie, que es lá mas alta, contados de izquierda á derecha: 3 y 4
los de la segunda: 5 y 6 los de la tercera y 7 y 8 los dé la
cuarta
Abreu concibe el cajetín como dos columnas de cuatro puntos. Cada una se
descompone en líneas horizontales y se nombra de la siguiente manera: 1 -2,
3-4, 5-6, 7-8. Es decir, como podemos comprobar, nada tiene que ver, ni con la
manera original de denominar los puntos en braille ni tampoco con la manera
en la que más modernamente se nombran. Aunque esta cuestión pueda
parecer menor, no lo es en absoluto pues condiciona la descripción de las
distintas combinaciones para conseguir uno u otro signo. No obstante, como la
realidad y la costumbre era la de nombrar a los puntos tal y como L. Braille
había dispuesto, en la práctica siguió utilizándose la denominación de 1, 2, 3 y
4 para los puntos de la izquierda y 5, 6, 7 y 8 para los de la derecha. Así
aparecen al menos en los manuales musicográficos Abreu editados en puntos
que sirvieron para el estudio de los discapacitados visuales.
Por el sistema de Abreu, los cuatro puntos superiores sirven para representar
las notas musicales desde la d (que representa al sonido do) hasta la j (que
representa al si).
Los siete signos que representan los sonidos de la escala son los
siguientes:
Los cuatro puntos inferiores] sirven para indicar los valores, es decir, las
duraciones de los sonidos: redonda es la d abajo (puntos 3, 7 y 8), la corchea
es la c abajo (puntos 4 y 8). Esta diferencia con las restantes figuras se debe a
que,1 al estar la figura en el mismo cajetín que la nota, el tacto detecta con más
facilidad este signo que la g abajo (puntos 3, 4, 7, 8), la semicorchea es la h
abajo (puntos 3, 4 y 8), la fusa es la i abajo (puntos 4 y 7) y la semifusa es la j
abajo (puntos 4, 7 y 8) y los silencios. No hay que olvidar que la música se
compone de sonidos y de silencios. Por ejemplo la f (puntos 3, 4 y 7) significa
el silencio de negra. Sólo se exceptúa el silencio de corchea que se escribe con
la letra g en la parte inferior del cajetín (puntos 3, 4, 7 y 8). En este sistema hay
ocho signos para indicar las diferentes octavas de la tesitura.
DE LAS FIGURAS
Las figuras se representan por los siete signos que expresan los sonidos,
con solo la diferencia que el sonido ocupa la1ª y 2.a serie y la figura la 3.ª
y 4.ª debajo del mismo sonido, sustituyendo á la redonda el Do, á la
blanca el Re á la negra el Mi, á la corchea el Fa, suprimiendo los puntos
que corresponderían a la tercera serie, á la doble corchea el Sol, á la triple
corchea el La y á la cuádruplo corchea el Si quedando de esta manera
formada la nota con su sonido y duración. Véase.
Ejemplo en tinta de la partitura de Gabriel Abreu..Escaneado de la obra
original.
COPIA DE PUNTOS DEL SCHOTISCH QUE ANTECEDE
Ejemplo en sistema Abreu de la misma pieza. Escaneado de la obra original.
La principal aportación que hizo Abreu con su sistema fue la de emplear un
solo signo para representar un sonido y figura musical en la misma celdilla. Si
hay algo que en este sistema resulta incontestable es que era unívoco, pues al
dotar al sistema de dos puntos más estaba ampliando mucho el número de
combinaciones aunque hubo quienes opinaron que esto hacía el trabajo más
pesado y lento, lo cual no era cierto en absoluto. Este fue uno de los motivos
que impulsó al profesor Guadet, jefe de enseñanza del Instituto de Ciegos de
París, para poder criticar abiertamente desde la revista que él dirigía el sistema
dé Abreu aparte de restarle todo mérito por considerarlo una mera copia, con
alguna modificación, del braille. Uno de los principales inconvenientes que el
sistema de Abreu encontró en nuestro país fue su escasa divulgación por el
territorio y la necesidad de un aparato especial para su escritura. Si se conoció
fuera de Madrid fue gracias a que los músicos que lo habían aprendido en el
Colegio Nacional lo llevaron a provincias y allí lo enseñaron en otros centros y
escuelas.
No obstante, desde la distancia que impone el tiempo y, sobre todo, desde la
aplicación que sabemos que tuvo el Sistema de Abreu en España, queremos
reivindicar su importante papel en el mundo de la escritura musical para
personas ciegas y rechazar afirmaciones tan categóricas y simplistas como las
que en su día se le hicieron desde Francia. En la década de los años 30 del
siglo XX, todavía desde el propio Ministerio se realizó un concurso para copiar
libros en los sistemas "Braille" y "Abreu". Auspiciado por la Dirección General
de Beneficencia y, en su nombre, el Patronato Nacional de Protección de
Ciegos, se convocó este concurso para copiar libros de texto y de música y así
poder contribuir a una mejora profesional y laboral de un grupo de personas
ciegas12. Podían acceder al mismo todos los colegios, academias y entidades
privadas que lo solicitaran, incluso particulares, siempre que no cobrasen
sueldo alguno o retribución oficial de ninguna clase. La copia de libros de
música sería fundamentalmente la del solfeo y su teoría, los métodos y
ejercicios de los instrumentos más empleados y aquellas obras
correspondientes a los concursos oficiales de las distintas enseñanzas
musicales. La intención era crear un pequeño pero selecto repertorio. También
se copiarían obras de armonía, contrapunto y composición. Las condiciones
para la copia de libros en Braille y Abreu serían las mismas que para los libros
de literatura.
Un dato revelador sobre la utilidad y el seguimiento que tuvo la musicografía de
Abreu es que estuvo vigente hasta la década de 1950, concretamente hasta el
curso escolar 1957/1958, es decir, que sobrevivió más de cien años a la fecha
de su nacimiento. Consideramos esta información fundamental para situar a su
inventor y al sistema en el lugar de la historia de la enseñanza musical para
ciegos que le corresponde.
El sistema de Abreu podía haber tenido su oportunidad durante la celebración
del Primer Congreso Internacional de Sordomudos y Ciegos (1879) pero,
desgraciadamente para España y para el inventor del mismo, la no
participación española supuso la implantación en Europa del sistema braille en
todos los centros para ciegos.
Gabriel Abreu había aprendido el sistema braille y otros semejantes con el
profesor Ballesteros y años después perfeccionó el suyo que él mismo enseñó
a los alumnos del Colegio de Madrid de donde fue profesor a partir de 1854. Ya
dijimos que Gabriel había sido un destacado alumno de Ballesteros y cuando
estuvo suficientemente preparado los profesores del mismo Colegio decidieron
confiarle el puesto de "afinador" de pianos el cual, al parecer, dominaba con
gran maestría. Este puesto de afinador fue suyo desde 1852 (tenía entonces 18
años) hasta la fecha de su muerte y cuentan que entre los múltiples ingenios
que inventó estuvo el de las anillas para identificar, de manera fiable y más
rápida, las distintas cuerdas del piano13. Parece que fue tal su habilidad en el
conocimiento del instrumento que él mismo no necesitó del calibrador por él
inventado para reconocer las cuerdas a la hora de afinar.
Una vez más aparece la figura de Gabriel Abreu como una persona de gran
talento y valía que a lo largo de su vida procuró siempre animar y ayudar al
resto de sus compañeros ciegos en el aprendizaje, ya fuera musical o de
cualquier otra índole.
Cuando tuvo perfectamente terminado su Sistema de escribir la música en
puntos lo hizo público y lo presentó en el Conservatorio de Madrid. Los
profesores quedaron altamente impresionados y felicitaron al inventor
sugiriéndole que solicitase la patente y por tanto el privilegio de su invención.
Finalmente y mediante Real Cédula, la reina Isabel II concedió el 30 de
diciembre de 1854 el privilegio de inventor del sistema musicográfico a Gabriel
Abreu quien dos meses después, el 19 de febrero de 1855, hizo una
demostración pública en el Conservatorio de Madrid ante un grupo de
profesores.14
A partir del curso 1855/1856, el método de Abreu se impuso en el Colegio
Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid. El Conservatorio Nacional de
Madrid contribuyó en gran medida a que Abreu fuera nombrado profesor de
música del mencionado colegio así como su director y siempre maestro D.
Juan Manuel Ballesteros. Por Real Orden del 9 de julio de 1855, Gabriel Abreu
fue nombrado profesor de música del Colegio con un sueldo de 1.500 pesetas
anuales. Funcionando ya su método y con la seguridad que le confería haber
sido aceptado tanto él como su sistema en el Colegio de Madrid, Abreu envió
dos ejemplares de su método al Ayuntamiento de Barcelona para que lo
valorase y considerara la posibilidad de adoptarlo para su Escuela de Ciegos.
Este envío se hizo el 6 de agosto de 1856 según consta en |la carta que existe
en el expediente que sobre Gabriel Abreu hay en el Archivo Administrativo de
Barcelona15.
Sin embargo, no hemos podido encontrar ninguna respuesta a esta carta por lo
que el profesor Abreu se vio obligado a escribirles nuevamente unos cuantos
meses después: "con fecha 6 de agosto último tuve la honra de dirigir a VE un
paquete certificado con dos ejemplares del sistema de escribir la música en
puntos de relieve para la enseñanza de los ciegos que acababa de publicar,
que si bien se me devolvió el sobre con la palabra Recibido y con una rúbrica,
que no tengo el honor de conocer, al haber transcurrido tanto tiempo sin que se
me haya acusado recibo, y el tener noticia de que no se ha dado cuenta a esa
ilustre Corporación, que V.E. tan dignamente preside, me ha puesto en el caso
de duplicar dicho envío por si se hubiera extraviado... (sic)"16. Esta carta de
Abreu estaba fechada en Madrid el 18 de noviembre de 1856.
Desde la corporación municipal se envió a la Junta Directiva de la Escuela de
Ciegos la siguiente notificación: "D. Gabriel Abreu profesor de música del
colegio de ciegos de Madrid, ha remitido a este Cuerpo municipal dos
ejemplares del sistema de escribirla música en puntos de relieve para la
enseñanza de ciegos, del cual es autor, por si ensayado dicho sistema en la
escuela que para estos seres desgraciados costea esta municipalidad, ofrece
el mismo resultado que está produciendo en el colegio de la Corte... esta
Sección espera que V.l. se servirá informar sobre su utilidad y demás cuanto
considere conveniente, para en su vista elevarlo al superior conocimiento de S.
E. el Cuerpo municipal... "17.
No hemos podido averiguar cuál fue la respuesta de la Escuela Municipal de
Ciegos de Barcelona ante el generoso envío del profesor Abreu, aunque todo
parece indicar que hicieron caso omiso de la sugerencia del maestro de Madrid
de probar su sistema con los alumnos, especialmente si consideramos que los
dos maestros inventores de sistemas musicales para personas ciegas fueron
coetáneos como también lo fueron sus métodos. Tan sólo hemos encontrado
un borrador, pues ni siquiera está dirigido a nadie ni tampoco está fechado, que
creemos casi con total seguridad que fue escrito por el propio Llorens. El
escrito comienza explicando al lector que el sistema empleado desde 1841 era
el de Mr. Louis Braille, en puntos de relieve. Inmediatamente pasa a comparar
el sistema del francés con el de Abreu resultando este último, a juicio del que
escribe, mucho más complicado. Después de analizar que uno se basa en seis
puntos y que esto ya supone un gran esfuerzo para la persona ciega, etc.,
desprecia el de Abreu por considerarlo más difícil al tacto y, por supuesto,
mucho más difícil en lo que se refiere a su escritura. A propósito de esto último
dice: "si para un punto que deba hacerse sin el apoyo de los ángulos superior e
inferior hay dificultad, que será si en lugar de uno se debiesen escribir dos
puntos... Si de la escritura pasamos a la lectura diremos tan solo, que el ciego
tiene que imponerse para conocer una figura de todos los puntos de que está
compuesta su posición, y que si en el sistema braille a pesar de ser la figura de
un tamaño tal que permite tantearla toda con la yema del dedo por ser su
longitud de tres puntos, no ha podido el alumno más aventajado, leer
seguido..."18
En aquel momento, el profesor Llorens era la persona más autorizada en
materia musical en la Escuela Municipal de Barcelona y al ser inventor de otro
sistema alternativo que estaba intentando fuese aprobado para su puesta en
práctica con los alumnos ciegos de la Escuela Municipal, es muy probable que
despreciara y arrinconara el método que se enviaba desde Madrid. Una buena
prueba de ello es que no hemos podido encontrar el supuesto original de este
informe enviado a ninguna autoridad municipal y, en caso de que existiera, ya
sabemos cuál fue su veredicto al respecto. No hay que olvidar que, también en
estas cuestiones, existió siempre rivalidad entre Madrid y Barcelona.
Abreu trabajó como profesor de Solfeo, Piano, Armonía y Órgano en el Colegio
de Madrid a partir de julio de 1855. Un año después, también desempeñó las
labores de profesor de música en el Colegio de Santa Catalina de los Donados
en Carabanchel Bajo (Madrid)19. En ambas instituciones trabajó intensamente
hasta la fecha de su muerte.
Dos años después de la evaluación positiva por parte del Conservatorio del
método de Abreu, desde el Ministerio de Fomento y firmada la petición por el
propio ministro Claudio Moyano, se envía al Conservatorio un ejemplar impreso
de la obra de Abreu para que sea nuevamente objeto de examen y revisión por
parte del profesorado20. La respuesta del Conservatorio no se hizo esperar y, al
poco tiempo, deciden nombrar una comisión de cuatro profesores para la
evaluación del método. En esta comisión debían estar presentes el primer
maestro de composición, el Sr. Martín, que ya había asistido a las pruebas
realizadas en 1855, y el Sr. Aguado, quien había sido profesor de la clase de
ciegos en el Colegio.21 Firmaba dicha contestación el entonces Secretario del
Conservatorio Rafael Hernando.
Apenas dos días después se nombró la comisión de expertos profesores para
juzgar el sistema de Abreu. Éstos serían: Hilarión Eslava, Mariano Martín,
Antonio Aguado y Pedro Sarmiento, sin embargo, pronto hubo que realizar una
serie de cambios debido al período estival y a que dos de los maestros estaban
ausentes por tener concedida licencia. Finalmente se dejó pasar el verano y a
la vuelta de las vacaciones emitieron otro informe para el ministerio, en el cual
se decía que tras la realización de las oportunas pruebas a varios alumnos
ciegos, se había podido comprobar, una vez más, la eficacia del método del Sr.
Abreu por lo que se congratulaban de este sistema, le felicitaban y animaban al
Ministerio para que pudiera adoptarse plenamente en todas las Escuelas de
Ciegos que hubiera por España, tal y como ya se venía haciendo en el Colegio
de Madrid. Firmaban dicho documento Hilarión Eslava, Antonio Aguado, Emilio
Arrieta y Pedro Sarmiento22.
Dieciséis años después de la presentación oficial de su sistema, Abreu realizó
la transcripción para los alumnos del Colegio del Método completo de Solfeo de
Hilarión Eslava, así como el Primer año del Método didáctico musical para
piano. Estas obras fueron impresas en Madrid y varios de los ejemplares se
conservan actualmente en la Biblioteca central de la ONCE.
Siempre procuró, durante todos los años de docencia, no sólo la enseñanza de
la música a un gran número de alumnos sino también la copia y transcripción,
hecha por él mismo, del mayor número de obras posible de forma que las
personas ciegas contaran con un repertorio aceptable. A toda esta actividad
habría que sumar su inquietud como compositor (escribió obras para piano,
orquesta, armonizó corales, etc.) y siempre supervisó las tareas de tipografía
musical.
Publicó en un pequeño folleto, que se agotó de inmediato, todos los signos que
formaban su musicografía, limitados en un principio por su propio
desconocimiento de los instrumentos de arco, viento y cuerda. Incluso algunos
de los signos generales ofrecían cierta complicación al ser utilizados pero
Abreu lo reconoció de inmediato, pues así se lo hizo saber su maestro José
Lambea y Sanz, ciego también, y pronto introdujo las oportunas modificaciones
y cambios que la experiencia y madurez del profesor le recomendara23. En
1877 modificó los signos para los instrumentos de arco, las articulaciones y los
matices. También tuvo en cuenta algunas señales propias del órgano.
A lo largo de su vida, Gabriel Abreu recibió numerosos homenajes. No fue
nunca una persona arrogante ni soberbia, más bien al contrario, pero fueron
tales sus invenciones y sus notables esfuerzos por conseguir el bien para sus
semejantes que en 1857 fue nombrado socio de honor de la Academia
Filarmónica Romana, en 1868 fue premiado con mención honorífica por el
jurado de la Exposición Regional Aragonesa y en 1871 le concedió el gobierno
la Cruz de Isabel la Católica. También fue premiado en las Exposiciones
universales de Filadelfia y Viena y en la celebrada en Madrid en tiempos de la
Restauración.
Abreu murió el 16 de julio de 1881, a la edad de 47 años, de una grave
enfermedad hepática. Se había casado en el año 1860 con Eloísa Barreda
Fontana con quien tuvo dos hijos aunque uno murió. Su único hijo, Gabriel
Abreu Barreda, estudió arquitectura y desempeñó con éxito su trabajo. Fue el
único testigo del homenaje que ilustres maestros, pedagogos y filántropos
dispensaron a su padre veinticinco años después de su muerte con motivo de
la Primera Asamblea Nacional para el mejoramiento de la suerte de los
Sordomudos y de los Ciegos. El homenaje se celebró con solemnidad en el
salón de actos del Colegio, en el Paseo de la Castellana N° 68, el 31 de
diciembre de 1906. Entre todos los profesores y maestros de música ciegos no
sólo había una enorme gratitud hacia el maestro sino que se reconocía de
nuevo, y de forma pública, las excelencias del sistema musicográfico de Ábreu
con respecto al braille.
Fueron varias las Memorias presentadas en la Primera Asamblea que
ensalzaron los beneficios de la musicografía de Abreu. Cuando fue el turno de
evaluar los métodos, sistemas, procedimientos y formas de enseñanza en cada
una de las materias que comprendía la cultura primaria y la profesional, la
presentada por Nicasio del Hierro, célebre músico ciego y fundador del Centro
Instructivo y Protector de Ciegos, fue rotunda: "El sistema o musicografía
"Braille" no resiste al estudio de comparación de bondad con el "Abreu", por
contar, aparte bastantes inconvenientes para la enseñanza, diez casos de
defecto muy principalísimos el "Braille"..."24 La presentación de los aspectos
que él consideraba fallos estaban descritos en los siguientes párrafos.
Otro gran músico ciego que también participó y que evaluó los diferentes
sistemas de notación musical en relieve empleados en España fue Zacarías
López Debesa25, del que hablaremos más adelante. El maestro planteó al
público que tan sólo dos sistemas, el braille y el Abreu, eran los comúnmente
utilizados en España si bien se conocía el de Llorens y también el de
Mascaró26. Cuando le tocó el turno para comparar los empleados, no dudó en
afirmar que el sistema braille era mejor por tres razones. La primera por el
ahorro sustancial de papel, la segunda porque podía ser escrito con la misma
regleta que se usaba para la ana gliptografía y, la tercera razón porque, debido
a su poderosa protección, era un sistema más conocido y contaba con muchas
más obras y literatura disponible. Pero, tras afirmar esto, planteó sin rodeos los
inconvenientes, llegando a afirmar que la falta de claves en su sistema era algo
imperdonable. También criticó el empleo de un mismo signo para representar
dos valores diferentes. Esto último, no sólo impedía la repentización (aspecto
que ya comentamos) sino que, tampoco facilitaba la lectura para la música de
órgano, donde existen compases de tres o más en uno solo.
Respecto a los intervalos también presentaban problemas difícilmente solubles
y en cuanto a la separación necesaria de canto y piano, por ejemplo, el sistema
braille es limitado. En resumen, López Debesa llegó a afirmar con respecto al
braille: "creo que todo sistema de complicación de signos en que el ciego tenga
que emplear no sólo el tacto, sino el cálculo, es incomoda su lectura y resta
fuerzas para retener fácilmente en la memoria el concepto musical de lo que ha
leído, y eso que el ciego, sin duda en compensación de la falta de vista, posee,
por lo general, una mnemotécnica especial"27
Los detractores del sistema de Abreu decían que era un método para vagos
debido a la cantidad de facilidades que por medio de nuevas combinaciones
ofrecía, para no dudar al reconocer los signos. López Debesa defendió siempre
el método Abreu por considerarlo más cómodo y fácil. En su opinión, el sistema
facilitaba mucho la lectura, apenas se erraba y esto permitía a la persona ciega
usar su tiempo y sus energías en otros asuntos. De la lectura diría: "es fácil,
clara, cómoda y metódica"28.
Abreu, a diferencia de Braille que sólo facilitaba los signos de octava para
situarse en el pentagrama, dio también tres signos para las claves de sol, fa y
do, indicando con números ordinales la línea en la que estaban colocadas. Otra
ventaja importantísima fue la de poder combinar, perfectamente y sin confusión
alguna, la música y la letra. Por último se hacía mención a la posibilidad real de
la repentización siempre que el músico fuese un buen solfista.
El ilustre músico y también compositor ciego Eugenio Canora Molero, después
director del Colegio Nacional de Ciegos y Sordomudos, publicó en 1914 una
obra reivindicativa de la músico-grafía de Abreu29 con la finalidad de ensalzar
dicho sistema y de que todos cuantos quisieran estudiar música siguieran
haciéndolo con este método, para él, el más acertado. Fuera la influencia de
Canora u otras las causas, el método Abreu tuvo una gran vigencia durante
mucho tiempo más, entre otras razones porque su revisión permitió mejorar
algunas deficiencias de la Musicografía original. En 1886 Canora introdujo
mejoras en lo referente a las formas de escribir la música de piano y órgano y
en 1902 aumentó ciertos signos necesarios que faltaban añadiendo las figuras
de máximas y longas, que, quizás por no estar en uso, carecían de
representación gráfica.
Canora comienza su obra explicando la base fundamental del Sistema (capítulo
I). En el capítulo II ya hace referencia a las notas, figuras y los silencios. El
capítulo III está dedicado a las claves y a las señales de octava, el capítulo IV a
los caracteres o señales que afectan a la duración de las notas. El capítulo V a
las alteraciones, el VI a los valores irregulares, el Vil a las notas de adorno y el
VIII al modo de escribir los acordes. El capítulo IX es el dedicado al modo de
escribir la música para piano y órgano que, como mencionamos anteriormente,
modificó y amplió sobre lo escrito originalmente por Abreu. El capítulo X lo titula
"de la doble y triple medida de los tenidos o dos voces", el XI versa sobre las
abreviaturas y las repeticiones y el XII sobre el canto con palabras del que dice
que se escribe en este sistema con la mayor facilidad imaginable. El capítulo
XIII es el dedicado a la armonía y composición. El capítulo XIV trata las
articulaciones, matices y signos especiales para los instrumentos de cuerda y
de arco. Finalmente Canora da en el capítulo XV una exposición teórica de
todos los signos que forman esta musicografía mejorada ofreciendo al lector y
estudioso las siguientes categorías:
-Signos generales: aquí aparecen todos los que son comunes a todos los
instrumentos.
-Signos para piano
-Signos para órgano
-Signos para los instrumentos de arco
-Signos para la guitarra
-Para los instrumentos de púa
Por último, el autor advierte de que restan cincuenta y un signos libres que
nada representan, por lo que podría hacerse uso de ellos. si los progresos de la
musicografía o del arte musical lo requiriesen. Con esta exposición parece
ponerse de manifiesto que el Sistema no sólo era muy válido y completo sino
que todavía estaba abierto a nuevas modificaciones o cambios30.
Tenemos testimonios de que en 193231, en una reunión celebrada en el
Colegio Nacional de Ciegos, todos los presentes discutieron sobre las ventajas
e inconvenientes de los sistemas Abreu y braille.
Finalmente se señaló la necesidad de que el Colegio publicase un gran número
de obras musicales (lo más económicas posible) y también una musicografía y
que se hiciera por el Sistema de Abreu. Aunque la mayoría apostó por el
método de Abreu, se acordó que se siguiera enseñando el Braille, al menos en
los últimos años de carrera. No debemos olvidar que una de las conclusiones
de la Segunda Asamblea de la "Federación Nacional de Ciegos Españoles",
que tuvo lugar en abril de 1932, fue la de implantar el sistema braille para la
música, de forma definitiva, en todas las escuelas españolas cuyo profesorado
estuviese capacitado para enseñarlo. Un curso más tarde, 1933/1934, este
sistema sería el único vigente en todas las escuelas nacionales. El hecho de
que se insistiera en este aspecto de la escritura musical sirve para poner de
manifiesto que el sistema Abreu fue válido y aceptado por una mayoría, salvo
en Barcelona, que utilizaron el método que veremos a continuación.
Según testimonio de profesores contemporáneos, el sistema Abreu funcionó en
Madrid, oficialmente, hasta la década de 1960, para impartir las enseñanzas de
Armonía32. No obstante, años antes otros profesores lo criticaban por
considerar que apartaba a España del resto de los países33. Curiosamente, dos
años después de la publicación del artículo del profesor Julio Osuna en La Luz,
aparecía una noticia en la misma publicación por la que se anunciaba un
Concurso para copiar libros en los sistemas braille y Abreu. Dicho concurso
estaba patrocinado por el Patronato Nacional de Protección de Ciegos e iba
dirigido a personas ciegas de ambos sexos que quisieran un trabajo
remunerado y contribuir, con su trabajo de copia, a un crecimiento cultural del
colectivo invidente. Ponía de manifiesto, nuevamente, que el sistema Abreu
seguía en uso y que eran muchos los conocedores del mismo dispuestos a
copiar obras musicales para sus compañeros invidentes34.
Que el sistema Abreu tuvo sus defensores y detractores es algo que, todavía
hoy, muchos músicos mayores recuerdan. En una entrevista realizada en torno
a 1960 a Andrés López, violín primero del Sexteto de la Jefatura de la ONCE,
con motivo de la publicación de un número extraordinario de la revista
tiflológica Sirio, el entrevistador va narrando cuál fue la trayectoria del
entrevistado en el Colegio de Madrid y cómo realizó sus estudios musicales:
"Realiza sus estudios en el sistema Abreu, método inventado por un ciego
antiguo alumno del Colegio, y que, partiendo del Braille, aumenta dos
elementos. De esta forma se facilita el aprendizaje del solfeo. Pero más
adelante, mucho después, los músicos habrán de familiarizarse con el Braille
por la gran profusión de partituras y obras impresas que existían y que existen."
Y decía Andrés López: "Nosotros, al no divulgar aquel sistema por el mundo,
nos quedamos durmiendo en los laureles".35
Sin duda que reflexiones de este tipo vienen a confirmarnos, una vez más, que
España no jugó decididamente bien la partida por colocar el sistema
musicográfico original de nuestro país en el panorama internacional. De haber
sido otra la suerte de Abreu y de los responsables de nuestro país en ese
momento probablemente hoy su sistema y su nombre habrían sido
mundialmente conocidos.
3.2. PEDRO LLORENS Y LLATCHÓS
Profesor de primera enseñanza, de música y maestro de capilla de la Parroquia
de Santa Ana, vecino de Barcelona y domiciliado en la calle Petrichol N° 13,
presentó en el año de 1855 a las autoridades municipales de Barcelona su
método de instrucción para los ciegos a la vez que solicitaba una plaza en la
Escuela Municipal como maestro para poder él mismo enseñar su sistema.
También pidió el derecho de propiedad exclusivo del método que presentaba36.
Durante todo el año de 1855 se enviaron desde el Ayuntamiento a la Junta
Directiva de la Escuela de Ciegos y viceversa varias cartas y oficios que
trataban sobre el Sistema de Llorens llegando incluso a citarse que el Sistema
había aparecido reseñado en el Diario de Barcelona de Avisos y Noticias, de
fecha 7 de diciembre, en el que se decía que era un método sorprendente y
muy fácil para la enseñanza de los ciegos37. Al año siguiente, en 1856 entró
como profesor de música de la Escuela de Ciegos de Barcelona, introdujo su
nuevo sistema para enseñarles la lectura y la escritura! de las letras, signos
aritméticos y las notas musicales en relieve.
En una carta de noviembre de 1856 enviada por la Junta de Gobierno de la
Escuela de Ciegos al Ayuntamiento se pedía formalmente el nombramiento de
Llorens: "la Junta en sustitución del maestro nombrado38, debe proponer y
propone a V.E. al profesor de música D. Pedro Uorens merecedor de esta
distinción por su patente aptitud y sobre todo por la invención de su sistema
muy sencillo a la par que ingenioso para la enseñanza a los ciegos tanto de
lectura y escritura de la música como para la caligrafía de cuyo mérito y buenos
resultados tienen noticia varios señores de la Excma. Corporación municipal"39.
A partir del momento en el que Pedro Llorens se hizo cargo de la enseñanza
musical, en su clase se impartían las materias de lectura musical (siguiendo su
sistema) y de letras, guitarra y principios de violín aunque el verdadero maestro
de violín era el profesor Joaquín Ayné. Las listas de los alumnos que cursaban
estas materias contienen información no sólo de sus nombres y domicilios sino
también de las clases a las que asistían y del tiempo que estuvieron cursando
las materias40.
De 1861 a 1864 fue el director de la Escuela y, terminada su gestión en la
dirección, continuó hasta su muerte como maestro de música y como
responsable del taller de imprenta41. Durante los años que estuvo al frente del
taller fue el responsable de la edición y publicación de numerosas obras
necesarias para la instrucción de las personas ciegas así como de los
principales libros y manuales para la enseñanza de la música. Era frecuente
que al término de uno de estos trabajos, Llorens sugiriera a las autoridades el
envió de varios ejemplares a otros centros o escuelas. Así lo prueban varios
documentos como el del Director del Colegio de Madrid, D. Juan Manuel
Ballesteros quien agradecía el envío que le habían hecho del método de
Llorens y, a la vez, aprovechaba él para enviar otras obras para la Biblioteca de
la Escuela de Barcelona42 así como su colega Francisco Fernández Villabrille
que, agradecido por el trato dispensado por los catalanes tras su paso por la
ciudad, les enviaba también dos ejemplares de su Memoria, fruto del viaje que
realizó comisionado al extranjero para observar y aprender de otros centros43.
Pedro Llorens, contemporáneo de Gabriel Abreu, se destacó siempre por
buscar de manera incesante los métodos más sencillos para la instrucción de
las personas ciegas. Es casi seguro que se basara en el sistema de Ramón
Payrot, como ya explicamos en el capítulo anterior, para confeccionar su propio
sistema de lectoescritura, no obstante cabe decir que lo modificó y mejoró
notablemente. Conocemos el sistema de Llorens a través de sus propias obras
en las que explica con claridad y detalle cómo eran los signos en relieve que él
había concebido para enseñar mejor a las personas ciegas y que, a su vez, los
videntes pudiesen entender con facilidad. También a través de sus escritos,
razona y justifica la validez de su sistema frente a los otros vigentes: braille y
Abreu fundamentalmente.
Llorens, desde que presentó su sistema en Barcelona por vez primera en el
año de 1855, se mostró, en todo momento, conocedor de cuantos sistemas
había para la lectura y escritura de los ciegos. Conocía bien los maestros y
pedagogos de Europa así como los sistemas empleados en Norteamérica y
hacía constantes referencias al Instituto de Jóvenes Ciegos de París y a la
famosa publicación Le Instituteur des Aveugles, dirigida por el profesor Guadet.
Con éste mantuvo, en cierta ocasión, un pulso dialéctico a causa de los
sistemas de escritura pero, en todo momento, hacía referencia a él con respeto
y admiración por su personalidad y valía como profesional en el mundo de la
ceguera.
En su Memoria44 dedicada a la Junta de Gobierno de la Escuela de Ciegos y
Sordomudos de Barcelona emplea las declaraciones del Sr. Guadet para poner
de manifiesto la superioridad de su Método con respecto al de Abreu que
Guadet critica abiertamente. Aparte de las palabras del francés, Llorens cita
fuentes hemerográficas como el Diario de Barcelona, que en su' número del 25
de Septiembre de 1855 decía lo siguiente: "Sabemos que D. Pedro Llorens,
conocido profesor de música de esta ciudad, ha inventado un sistema de
escritura para la enseñanza de los ciegos... hemos tenido ocasión de examinar
este nuevo sistema de notación musical, aunque muy someramente, y nos ha
parecido ver en él simplificación y mayor facilidad en aplicarlo y comprenderlo
sobre el sistema que está en uso de puntos en relieve...”
Meses después, la Junta de Gobierno de la Escuela presentó ante el
Ayuntamiento de la ciudad el sistema de Llorens para mostrarle su fácil
aplicación y solicitar del mismo su aprobación para poder ser enseñado: "El
sistema de Llorens es más ventajoso que el de Braille: conviene su
adopción"45. También se solicitaba la plaza en propiedad para el inventor del
sistema quien, hasta entonces, no se sentía autorizado para abandonar la
enseñanza del braille.
Llorens siguió difundiendo su sistema y en diciembre de 1857 envió al Instituto
de París un ejemplar de su Nuevo Sistema de Enseñanza que se vio
reproducido en la revista, casi por completo, en su número del 1 de abril de
1858. En los comentarios que aparecieron junto a la presentación del sistema
de Llorens, el Sr. Guadet dijo: "Este nuevo sistema de escritura y de notación
musical es obra de un hombre experimentado en la materia, y de buena fe.
Haremos ver primero en qué consiste dicho método, traduciendo el que ha
publicado el autor; traducimos también lo que dice de los sistemas que han
salido antes que el suyo, y del suyo propio; en fin, haremos nuestras
objeciones, mas primero diremos, que si no estamos acordes con todas las
teorías del honorable profesor, conservaremos sin embargo una buena estima
por su obra"46.
Observamos a través de estas declaraciones y de cuantas hemos hallado que
hablan del sistema de Llorens que fue muy bien recibido en todos los ámbitos
educativos y centros de enseñanza pero, por alguna circunstancia no terminó
cuajando como los sistemas de puntos que él mismo criticó durante toda su
vida. Si hubo algo en su escritura que fue una ventaja incontestable *y que el
propio Guadet le reconoció públicamente fue que su sistema de escritura
alfabética era perfectamente legible por todo el mundo, no tanto así la escritura
musical. De cualquier forma, se tardó mucho tiempo en aceptar plenamente un
único sistema y siguieron funcionando, durante al menos otros veinte años
más, distintos sistemas de forma paralela, tanto para la escritura como, sobre
todo, para la música. De hecho, el propio sistema de Llorens estuvo vigente en
la Escuela de Barcelona desde el momento en el que el maestro lo enseñó a
sus dos primeros alumnos para satisfacción de la Junta Directiva (año de 1856)
hasta el año de 1918, momento en el que se desechó el Llorens para imponer,
definitivamente el sistema braille en la institución47.
Otro de los testimonios más laudatorios del sistema musicográfico de Llorens
fue el escrito por el profesor Domingo Bonet dos años después del fallecimiento
del maestro, en 1896. En su informe de seis páginas, Bonet explica las
ventajas y los inconvenientes del sistema Mascará en comparación con el de
Llorens para terminar concluyendo que es mejor y más comprensible este
último por lo que apuesta para que se siga enseñando. Después de enumerar
una lista de inconvenientes (siete apartados) concluye lo siguiente: "Todos
estos inconvenientes quedan solventados con el uso del sistema del Sr.
Llorens, pues con su aparato no solo pueden escribirse las letras del alfabeto
mayúsculo romano y signos musicales para que se inventó, sino que puede
aplicarse y se aplica desde luego para la escritura de los signos
convencionales del sistema de puntos de Braille, para la de puntos de forma
usual (mayúsculas de trazo recto), para la de relieve y color y aun la escritura
con lápiz si el ciego necesita hacer uso de ella"48. Fue grande la admiración
que este profesor tuvo hacia Llorens hasta el punto de que él hizo la versión
ampliada y corregida (tercera edición) del Sistema musical de escritura en
relieve del maestro en el año de 1896.
Se ha especulado mucho sobre el porqué de la tardanza en incorporar el
sistema braille en la enseñanza de las personas ciegas en España. Los
principales maestros y profesores de ciegos españoles (Ballesteros, Villabrille,
videntes ambos) eran más partidarios del sistema convencional en relieve de
Valentín Haüy49, quizás porque éste permitía, especialmente a los que ven
reconocer fácilmente las letras en relieve u otros símbolos. Incluso podría
decirse que el propio Llorens estaría dentro de este grupo de opinión.
¿Pereza?, ¿comodidad?, probablemente en un inicio fuera así (ya hemos visto
los comentarios que el propio Guadet hacía del sistema de escritura de
Llorens) pero al poco tiempo fueron conscientes de la importancia que el
sistema braille tenía para las personas ciegas y lo sencillo que resultaba, a los
que ven, su aprendizaje.
El director del Colegio de Madrid, Juan Manuel Ballesteros, fue uno de los que
mejor acogió el sistema Llorens y más halagos hizo como se demuestra a
través de este oficio enviado al interesado en octubre de 1860: "Esta Dirección
ha recibido con suma satisfacción el nuevo sistema de escritura en relieve de
letras y cifras con signos comunes, y de notación musical con signos
convencionales inventado por Vd. para uso de los ciegos, y adoptado con feliz
éxito en esa Escuela por el Excelentísimo Ayuntamiento, y después de haberlo
examinado detenidamente, tiene el singular placer de felicitarle por su trabajo,
ya porque con él los ciegos tienen una escritura común para ellos y los de vista,
y ya porque con él desaparece la especialidad en que estaba esta parte de la
enseñanza. Tocante a la notación musical, creo que ha de ser ventajoso para
el músico ciego, el que los signos que indican las notas sean diferentes de los
que expresan su valor. Por tanto, esta Dirección le da las mas expresivas
gracias por la obra y el aparato que ha servido mandarle, y por el buen
concepto que le ha merecido este Colegio".50
No deja de ser curioso este reconocimiento por parte del director del Colegio de
Madrid que, a diferencia del Sr. Guadet, sí sabe ver las ventajas del sistema de
escritura musical, y por eso mismo sorprende que no adoptara la enseñanza de
este sistema en Madrid. ¿Era tan fuerte la presión ejercida por el profesor
Abreu? ¿Cuál fue la verdadera razón para que el sistema Llorens no saliera de
Barcelona? ¿Por qué razón no se explicó como otra alternativa a los sistemas
vigentes? ¿Había otros intereses en juego que hiciesen descartar la enseñanza
del sistema Llorens en Madrid?
Sorprende que fuera conocido por todos aquellos que trabajaban en el ámbito
de la enseñanza musical y que, debido al espíritu inquieto del propio inventor,
su sistema saliera fuera de nuestras fronteras llegando a ser presentado y
expuestos los aparatos para su uso (regleta, punzones, etc.) en la Exposición
Universal de Londres de 1862.
Cuando el propio autor habla de su sistema y de los halagos recibidos de los
colegas extranjeros, cita en ocasiones la presencia de su invento en dicha
exposición, de la que también aprovecha para decirnos, de forma algo velada,
que su invento no prosperó más ni recibió premio alguno por encontrarse entre
el jurado el Sr. Guadet. Es casi seguro que Guadet, personaje de reconocido
prestigio presionara para que los premios y honores fueran para Francia con el
invento del sistema braille.
A lo largo de su vida, y de los informes y escritos que hemos hallado, Pedro
Llorens siempre antepuso la simpleza de su sistema frente a los otros de
puntos. Él, maestro de personas con y sin vista, creyó siempre que lo más fácil
y cómodo era dotar a los ciegos de un sistema apto y válido pero que a su vez,
les acercara al mundo de los que ven. Es decir, creemos que Llorens
encontraba, en cierta manera, rebuscados los sistemas de puntos en relieve ya
que, como él mismo dijo en más de una ocasión: "Los signos literarios de
Braille, pues igual Abreu se sirve de los mismos, son convencionales; y los de
Llorens son comunes. Los primeros se apartan del gran principio de acercar
todo lo posible al ciego con el que ve por medio de la instrucción, y el segundo
parte de este principio, luego ¿cuál ha de ser preferible?51
Las siguientes premisas fueron las que apuntó en el mencionado informe.
Llorens siempre hizo gala de simplicidad en los aparatos que diseñó para
escribir de manera que estuvieran al alcance todos. También le preocupaba
que se garantizasen los procedimientos necesarios para obtener la escritura en
relieve. He aquí sus propuestas:
Conveniencia de los resultados con respecto a la resistencia y conservación del
relieve. En este aspecto insiste mucho y da todo tipo de argumentos para
defender que su sistema no quiebra el papel pues sus trazos de líneas
verticales y perpendiculares sólo dilatan las fibras del papel en lugar de
aplastarlas como en los sistemas de puntos. Defiende que lo escrito con su
método se mantiene durante más tiempo y en mejores condiciones.
Forma de los signos y su comprensión por medio del tacto. Cree que a la
persona ciega le es indiferente aprender una sucesión de puntos, continuos o
no, o una serie de trazos que representen letras. Este segundo aspecto es el
que más defiende por ser el más próximo a la escritura visual.
¿Por qué se cree que el sistema traille es universal? Llorens dice que el
sistema braille no es universal pero sí es el más conocido. La razón para él no
es otra que la de la generalidad del idioma francés y del presupuesto del
Ministerio de la Gobernación del que depende el Instituto de Ciegos de París,
institución muy potente en el ámbito de la ceguera, así como de sus
responsables. Dirá que con esta carta de presentación su sistema también
habría alcanzado iguales cotas de popularidad: "Con idénticos medios todos los
sistemas serían universales. Imprímase en francés la exposición y
procedimientos del sistema Llorens, remítase oficialmente a todos los estados y
principales municipios del globo y tendremos el sistema Llorens tan
universalizado como el de Braille..."52 Llorens cita los países en los que se
conoce y utiliza el braille y también los que usan otros métodos, casi todos de
letras en relieve: Sistemas Mahony, Moon, entre otros.
Ventajas de la simplicidad de los signos, tanto la lectura y escritura, como para
la economía de tiempo y material de enseñanza.
En su opinión, no todo está en lograr un buen código para que los ciegos
puedan leer y escribir lo que deseen sino que, además, este sistema debe
procurar que el tiempo empleado para escribir no sea excesivo. Es decir,
Llorens habla de economía del trabajo y dice que un buen sistema será aquel
que procure no sólo sus objetivos a nivel de comunicación sino que además no
emplee un tiempo exagerado en la consecución de los objetivos. Insiste
también en que los materiales empleados no sean caros pues hay que
considerar que las instituciones y escuelas que enseñen a personas ciegas
tendrán que poder adquirir estas pautas o regletas sin un coste excesivo.
Entiende que este es un aspecto muy importante en el que no han recalado
mucho los demás inventores de sistemas de escritura para ciegos.
Requisitos que. debe tener una escritura, literaria o musical, para ser útil. De
nuevo insiste en la claridad, en la semejanza de los signos para los que ven y
en cuatro aspectos que con anterioridad había apuntado el profesor Guadet y
que Llorens considera que cumple a al perfección su sistema: a) que sea
suficiente para la transcripción de todos los signos que emplea la notación
común de quienes ven, b) que su lectura sea fácil, c) que pueda escribirse por
todo el mundo, d) que ocupe el menor espacio posible.
Una vez visto y leído el Informe, observamos que Llorens se aplica en
comparar todos los sistemas y en responder a todas las cuestiones que él
mismo ha planteado. Algunas de sus respuestas son curiosas y otras quizás
algo simples pero de lo que no cabe duda es de su gran mérito y empeño por
hacer valer su sistema por encima de los otros.
Durante años, Llorens tuvo que demostrar ante jurados diversos (como le
ocurrió también a Gabriel Abreu) que su sistema era válido y apto para el
aprendizaje de los ciegos. Todavía, casi catorce años después de haberlo dado
a conocer por vez primera a las autoridades municipales, tuvo que hacer una
nueva demostración ante el Concejal Inspector, D. Luis Carreras y Aragó, en
una sesión celebrada el 7 de noviembre de 1869 en la sala de Juntas de la
Escuela para la que tuvo que servirse de algunos alumnos para realizar las
demostraciones pertinentes y convencer al Sr. Concejal de la existencia de
métodos que relacionaban a la persona ciega con la que ve53, cuestión
desconocida totalmente por éste.
Pedro Llorens fue durante casi cuarenta años profesor de la Escuela Municipal
de Ciegos y Sordomudos de Barcelona. A lo largo de esta carrera docente
ejerció siempre el magisterio musical enseñando solfeo, guitarra, incluso algo
de violín. Gracias a la documentación conservada en el Archivo Central del
Instituto Municipal de Educación de Barcelona (ACIME), hemos podido acceder
a las listas de-alumnos que acudían a clase con el profesor Llorens en las que
aparecen detallados los nombres de los escolares, los instrumentos que
tocaban y otras observaciones del maestro. Sirva de anécdota el comentario de
que, por lo general, era exigente con las notas y calificaba de "regular" o
"aplicación poca", los progresos obtenidos por sus alumnos54.
A él se deben varias' obras, a saber: Nuevo sistema para la instrucción de los
ciegos... (Barcelona, 1857)55, Ventajas e inconvenientes de los sistemas de
escritura ideados para uso de los ciegos y en particular, de los adoptados para
su enseñanza (Barcelona, 1865), Método de Solfeo (1872), Aparato de Braille
modificado y Procedimientos para la enseñanza literaria y musical de los
ciegos. Pedro Llorens fallecía en 1894, momento a partir del cual la Escuela
Municipal de Ciegos de Barcelona, con Francisco de Asis Valls y Ronquillo
como Director, acometía una serie de reformas en el ámbito de la enseñanza.
Dichas reformas suponían un maestro para la clase literaria y además
encargado de la imprenta, un profesor de guitarra, un profesor de música y uno
encargado del solfeo, cargos que, como ya hemos señalado, desempeñó casi
siempre en su totalidad el maestro Llorens.
3.2.1. La musicografía de Llorens
Este sistema está concebido a partir de las letras mayúsculas del alfabeto
romano para el lenguaje literario. Aunque muchos signos, la mayoría, son
iguales a las letras, otros son simplificaciones de las mismas, es decir, se
omiten algunos trazos para no confundir. Con respecto a las cifras, Llorens hizo
exactamente igual que con las letras: tomó la numeración arábiga y sólo, en
algunos casos, cambió o modificó mínimamente los caracteres. De esta forma,
la persona ciega aprendía sin mayor dificultad una sucesión de líneas o de
curvas y la que ve captaba de inmediato el signo que interpretaba el alumno
ciego.
Alfabeto en sistemas Braille y Llorens
Ejemplo escaneado de la obra de Pedro Llorens: Ventajas e inconvenientes...
Op.cit, p. 43.
Ejemplo escaneado de la obra de Pedro Llorens: Ventajas e inconvenientes...
Op.cit, pp. 46-47.
La pauta de Llorens permitía escribir todas las letras mayúsculas del alfabeto
romano, formadas por líneas de relieve, y también el alfabeto de puntos braille.
Lo que Llorens hizo fue descomponer algunos de estos signos para obtener
unos nuevos que resultaran inconfundibles al tacto. Esta maniobra de
descomposición dio como resultado centenares de nuevos signos útiles para
otro lenguaje, en este caso el musical. Utilizó una serie de trazos verticales,
horizontales u oblicuos que se combinaban con puntos y que consideró fáciles
de reconocer por medio del tacto. Una de sus principales premisas era que el
signo fuese lo más simple posible para ser reconocido de inmediato56.
Si existe una ventaja importante en la escritura del sistema Llorens es la de la
precisión. Se sirve de una pauta y una escuadra para trazar los signos que
desea y es muy difícil, por no decir imposible, que se escriba un signo
diferente. Como el código literario y el musical son muy semejantes, es cierto
que sabiendo escribir las letras se sabrá de inmediato escribir la música, cosa
que no sucede en los sistemas braille ni Abreu.
Llorens decía que si un signo representaba dos significados a la vez, éstos se
distinguirían cuanto más diferentes fuesen las partes que forman el todo (tanto
para los que ven como para los ciegos). Apostaba por la reunión de partes de
los signos: "un signo formado por una reunión de partes, se reconocerá tanto
más pronto, cuanto menos separadas estén unas de otras"57. En cuanto a los
tiempos empleados para la realización de los signos, Llorens no cree que los
puntos ahorren tiempo, incluso cree que se tarda lo mismo o más que para
trazar urja única línea. Considera más inteligible la combinación de líneas y
puntos que el solo uso de los puntos. Él dice que la percepción continuada con
el tacto sólo de puntos embota el sentido y es mejor y más aprensible que haya
una mezcla de ambos.
Con todo lo expuesto, Llorens partió de varios signos para representar las siete
notas musicales:
Partiendo de estos principios) descompuse los signos
representé
las
siete
notas
de
la
escala
siguiente:
del
, y
modo
Consistía en una simple descomposición válida para identificar cada sonido
siendo do y fa iguales salvo invertidos, re y mi iguales salvo colocados en
distintas alturas (aquí se observa la utilidad de los cajetines braille) y los
sonidos sol, la y si inconfundibles. Naturalmente que necesitó de muchos otros
signos para representar los valores de las figuras, las alteraciones, matices,
etc. En el sistema Llorens, como en los de puntos, también se sirven de signos
especiales, colocados antes de la nota, para indicar los cambios de octava.
Estos signos, que son combinaciones en braille, son los que suplantan al
pentagrama en todos los sistemas de escritura en relieve.
También con puntos se representaban los acordes, los sostenidos sencillos y
dobles, las síncopas y las figuras de semimínima58, corchea, semicorchea, fusa
y semifusa. Las claves, signos de adorno, articulaciones, coronas o calderones,
fines de parte (con o sin repetición), se indicaban por medio de líneas o líneas y
puntos combinadas y la medida del compás y las palabras que modifican el
tiempo con cifras y letras comunes a los videntes.
Respecto a las alteraciones que componen la tonalidad de la obra, es decir, la
armadura de la clave, en este sistema indica el tono y el modo con la nota
fundamental o tónica y la alteración que le corresponda con un punto o sin él,
según sea natural o accidentada y mayor o menor. De esta forma, sólo con dos
signos la persona ciega puede reconocer de inmediato estos dos aspectos,
cosa que no es posible en la notación común.
Ciertamente en los sistemas braille y Abreu se indica el número de alteraciones
que afectan al tono y en el de Llorens no, pero como esta cifra sólo representa
el número de alteraciones necesarias sin indicar las notas a las que
pertenecen, sabiendo éstas, hay que revisar todo lo escrito para conocer el
modo. Así pues se concluye que en ambos hay que conocer de todas formas
las notas accidentadas y que la principal ventaja pues que saca el sistema de
Llorens con respecto a los otros es que el tono y el modo se conocen con solo
dos signos. Llorens estaba convencido de que una información que captaba
fácilmente el intelecto sería más pronto entendida y por supuesto sabida. Por
esta razón defendió que su sistema era más inmediato que los otros pues no
era necesario un análisis previo de la música antes de cantarla o tocarla como
en braille y Abreu. Por el sistema de Llorens se leía o cantaba de seguido, sin
interrupciones, como se demostró en varias ocasiones con alumnos a los que
se les pedía que repentizasen.
1
Vid.CANORA MOLERO, E. Exposición signográfico musical del Sistema Abreu para uso
de los ciegos. Madrid: [s.n.], 1914, (Imprenta del Colegio Nacional de Sordomudos y de
Ciegos), p. 7; MONTORO, J. Los Ciegos... Op.cit. (IV) p. 215; SELVA Y DE TORRE, R. de
."Gabriel Abreu y Castaño" en Los Ciegos, año IV, N° 25, (febrero 1919), p. 5,6.; "Don Gabriel
Abreu y Castaño" en Boletín de los Colegios Nacionales de Sordomudos y de Ciegos, año II,
(marzo 1932), N° 5.
2
Sociedad Matritense Económica de Amigos del País. 114
3
ABREU, G. Sistema de escribirla música en puntos de relieve, con real privilegio de
invención, dedicado a los ciegos, por D. Gabriel Abreu. Madrid: [s.n.], 1856. Todos los ejemplos
que ilustran este epígrafe así como la partitura del "Schotisch" en tinta y en puntos han sido
escaneados y reproducidos de este original.
4
Instancia de D. Gabriel Abreu remitida por el Ministerio de Fomento al Conservatorio de
Madrid de fecha 18 de enero de 1855. Legajo 10-18. Archivo Administrativo del Real
Conservatorio Superior de Música de Madrid. RCSMM.
5
Informe del Conservatorio de Madrid al Excmo. Sr. Ministro de Fomento de 19 de febrero
de 1855. Legajo 10-18. RCSMM.
6
Instancia del Director General de Agricultura, Industria y Comercio al Conservatorio de
Madrid de 13 de mayo de 1856. Legajo 10-114. RCSMM.
7
Informe del Conservatorio de Madrid al Director General de Agricultura, Industria y
Comercio de fecha 26 de mayo de 1856. Legajo 10-114. RCSMM.
8
ABREU, G. Op.cit.
9
ídem.
10 Según los testimonios de Juan Aller y de otros músicos ciegos que estudiaron con el
Método de Abreu la denominación era diferente a la expuesta por Abreu en la publicación.
Probablemente esto respondiera a la forma en que se enseñaba la música en España a estas
personas en los años posteriores a la guerra civil y esta manera fuera la más sencilla y
práctica. Tengamos presente que el Método estuvo vigente durante casi cien años.
11 Diccionario Enciclopédico de Educación Especial. Sergio Sánchez Cerezo, director. 4 v.
Madrid: Santillana, 1988, p. 38.
12 Concurso para copiar libros en los sistemas Braille y Abreu" en Los Ciegos, año XIV, N°
96, (marzo 1934),
13
Vid. Boletín de los Colegios... Op. cit. 124
14
Legajo 11-65. Op.cit.
15 Expediente 3311 sobre el sistema de escribir la música en puntos de relieve por D. Gabriel
Abreu. 1856. A183. Comisión de Gobernación. AMA.
16
ídem.
17 Notificación del Ayuntamiento de 4 de diciembre de 1856 a la Junta Directiva de la Escuela
de Ciegos sobre el Sistema de Gabriel Abreu. B100. Actas protocolarias y Relaciones externas.
ACIME. Existe otro ejemplar de esta misma notificación en el Expediente 3311... Op.cit. AMA.
18 Informe sobre el sistema de escritura en puntos de Gabriel Abreu. [circa 1856]. K140 / U3.
Organización y gestión de los centros docentes. ACIME.
19
SELVA Y DE TORRE, R. de. Op. cit. p. 6.
20
informe del 27 de mayo de 1857. Legajo 11 -65. R.C.S.M.M.
21
Respuesta del 6 de julio de 1857. Legajo 11 -65. R.C.S.M.M.
22
Informe del 17 de septiembre de 1857. Legajo 11-65. R.C.S.M.M.
23
CANORA, E. Exposición signográfico-musical... Op. cit. p. 13.
24 Asamblea Nacional para el mejoramiento de la suerte de los sordomudos y de los ciegos...
comunicaciones, Actas, Exposición aneja. (1a. 1906, Madrid). Madrid: [s.n.], 1908, (Imprenta
del Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos), p. 301.
25 Memoria presentada por Zacarías López Debesa en la Asamblea Nacional... Op. cit. p.
308.
26 Sistema original del Doctor Aniceto Mascaró, natural de Gerona pero residente en
Portugal. Estaba basado en la estructura del braille pero reportaba pocas ventajas pues
requería al menos tres hojas de papel y el conocimiento simultáneo de dos alfabetos. Inventó
unas letras mixtas, de puntos y líneas, que al tacto eran convencionales y fáciles de retener y a
la vista eran letras corrientes en caracteres romanos, para lo cual era necesario utilizar papel
de calcar. Resultaba complicado y caro. Fue poco conocido en España y de ahí su escasa
utilización. Al parecer ni siquiera se puso en práctica en el Colegio de Ciegos de Lisboa. Vid.
Ventajas e inconvenientes del sistema de escritura Mascaró con el de Llorens para uso de los
ciegos por el profesor de la Escuela de Ciegos y Sordomudos de Barcelona. Informe de
Domingo Bonet de 31 de enero de 1896. K140 / U3. ACIME.; RODRÍGUEZ PLACER, R. Op.
cit. p. 148.; MASCARÓ, A. "El Sistema Mascaró para ciegos y videntes" en Los Ciegos, año
XIV, N° 99, (septiembre 1934), p. 8-9.
27 Memoria presentada por Zacarías López Debesa en la Asamblea Nacional... Op. cit. p.
309.
28
ídem, p.310.
29
CANORA, E. Exposición signográfica... Op. cit. 132
30
ídem. p. 65
31 GRANELL, M. Historia de la enseñanza del Colegio Nacional de Sordomudos desde el
año 1794 al 1932. Madrid: [s.n.], 1932.
32 Esta información nos fue facilitada por Juan Aller y corroborada por Fermín Tamayo,
ambos músicos que estudiaron hasta los años 60 con el método de Gabriel Abreu.
33
OSUNA FAJARDO, J. ¡Pero...¿el Abreu aún ...?! en La Luz, año III, N° 14, (octubre 1932).
34 CAMPOAMOR, C. Concurso para copiar libros en los sistemas "Braille ... y Abreu" en La
Luz, año V, N° 19, (mayo 1934).
35 "Entonces no era como ahora" en Sirio, año II, N° 17 y 18, (diciembre de 1963), p. 15-18.
Entrevista realizada al profesor Andrés López , primer violín del Sexteto de la Jefatura de la
ONCE En esta charla recuerda cómo fueron sus primeros años de aprendizaje, la historia del
Colegio de Madrid vista por él como alumno y las facilidades que, bajo su punto de vista, tienen
ahora los alumnos gracias a la ONCE
36 Expediente 3307 relativo a un nuevo método de enseñanza para ciegos presentado por el
profesor Llorens. 1855. A183. Comisión de Gobernación. AMA. Vid. Solicitud de 9 de enero de
1855 de Pedro Llorens al Ayuntamiento de Barcelona. B100. ACIME.
37
ídem. Certificado de D. José Santamaría, vocal secretario de la Junta Directiva de la
Escuela de Ciegos. Informa sobre la aparición de la noticia del sistema de Llorens en la prensa.
38
Se referían a Jaime Bruno Berenguer.
39 Expediente 3204 sobre nombramiento de Pedro Llorens para maestro de música de la
Escuela de Ciegos. 1856. A183. Comisión de Gobernación. AMA.
40 Clase de lectura musical y de letras, guitarra y principios de violín dirigida por D. Pedro
Llorens. 1856. K119. Matriculación. ACIME.
41 Informe de 20 octubre de 1862 enviado a la Junta de Gobierno de la Escuela de Ciegos
sobre la impresión y encuademación de un Primer cuaderno de lectura y del Método de Solfeo.
B100. ACIME.
42 Carta de 30 de noviembre de 1862 enviada por Juan Manuel Ballesteros al Presidente de
la Escuela de Ciegos y Sordomudos de Barcelona. B100. ACIME.
43 Carta de 24 de octubre de 1862 enviada por Francisco Fernández Villabrille al Secretario
de la Junta Directiva del Colegio de Sordomudos y Ciegos de Barcelona. B100. ACIME.
44 LLORENS, R Ventajas e inconvenientes de los sistemas de escritura ideados para uso de
los ciegos ,y en particular, de los adaptados para su enseñanza. Barcelona: [s.n.], 1865. La
Memoria estáj inserta dentro de esta obra. Las imágenes que aparecen a continuación
ilustrando los ejemplos del sistema han sido escaneadas y reproducidas de esta obra original.
45 Carta dirigida por la Junta de Gobierno de la Escuela de Ciegos al Ayuntamiento de
Barcelona. Fechada el 30 de Junio de 1856. Expediente 3204... Op.cit.
46
LLORENS, R Op. cit.
47
MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit. (IV), p. 418.
48
LLORENS, R Ventajas e inconvenientes... Op.cit.
49 Valentín Haüy fue el filántropo francés que en 1784 puso en marcha la Real Institución de
Jóvenes Ciegos de París. Ideó un sistema de letras en relieve para empezar la instrucción de
los ciegos. Incluso dejó una obra que fue la primera de su género, es decir, escrita con
caracteres en relieve; Nos referimos a Ensayo para la educación de los ciegos.
50
LLORENS. Op. cit.
51 Informe que D. Pedro Llorens y Líatenos emite ante el Jurado que ha de calificar sobre la
conveniencia o inconveniencia de su sistema, comparado con los de Braille y de Abreu, en
virtud del acuerdo del Excmo. Ayuntamiento y a instancia del que suscribe (circa 1860).
52
Informe... Op.cit. 142
53 Acta de la Junta celebrada el 7 de noviembre de 1869 en la Escuela de Sordomudos y
Ciegos de Barcelona. D118. ACIME.
54 Lista de matrícula perteneciente a la clase primera a cargo del profesor D. Pedro Llorens.
1857. K119. ACIME.
55 En esta obra aparece un cuadro explicativo que representa en los tres sistemas (Braille,
Abreu y Llorens) unos compases musicales como ejemplo así como un fragmento de música.
Reproducimos dicho cuadro en el apartado final de Apéndices.
56 En la página anterior puede verse el ejemplo de las distintas figuras en el Sistema de
Llorens y en los otros vigentes.
57
LLORENS, P. Ventajas...anterior. Op. cit, p.35.
58
Dicha denominación se utilizaba para referirse a la actual figura negra.
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4. LA LEGISLACIÓN SOCIAL Y EDUCATIVA EN EL PERÍODO
CONSIDERADO Y SU INCIDENCIA EN LA ENSEÑANZA DE LAS
PERSONAS CIEGAS
Nos ha parecido conveniente incluir en este trabajo un capítulo en el que se
aborde el dispositivo legislativo que afectó, de un modo u otro, al colectivo de
personas ciegas durante el periodo considerado, en dos vertientes: la relativa a
la beneficencia y la relativa a la enseñanza o educación. Por un lado, las leyes,
reglamentos y otras disposiciones legales referidas a la protección social de las
personas ciegas y a su educación son expresión de la inquietud que su
situación social despertó en buena parte de las élites ilustradas y en la
conciencia caritativa de algunos segmentos sociales del país. Por otro lado,
este aparato legislativo constituyó un instrumento de reforma social que, con
fortuna desigual, contribuyó a mejorar la suerte de los deficientes visuales,
proporcionando el soporte legal de algunas de las acciones sociales de mayor
calado que les afectaron directa o indirectamente.
En el apartado de los apéndices se presenta la relación de disposiciones
legales en materia de beneficencia y educación que sustancian las páginas que
siguen a continuación. Hemos querido presentar un estudio histórico para
enmarcar y contextualizar la tarea del legislador, en la idea de que así se
comprende mejor su propósito y alcance. Aunque la relación de leyes
presentada al final de la obra no es exhaustiva, creemos haber recogido lo más
importante y significativo del trabajo normativo que los sucesivos gobiernos
llevaron a cabo en toda la época considerada en lo que se refiere a asistencia
social y educación de las personas ciegas, de manera que constituye un
importante elemento de nuestro estudio, de su evolución histórica y avances
formativos para alcanzar su plena integración social.
4.1. DISPOSICIONES LEGALES EN MATERIA DE BENEFICENCIA
Parece acertado entender la beneficencia, como hizo Concepción Arenal, como
"la compasión oficial que ampara al desvalido por un sentimiento de orden y de
justicia"1. Efectivamente, durante el siglo XIX se dio el paso de una concepción
caritativa de la asistencia social a la beneficencia, cambio que, como ha hecho
notar Artola2, en gran medida se debió a la difusión del liberalismo, como
expresión del espíritu ilustrado, y a la secularización, que en España se
manifestó en los sucesivos procesos desamortizadores. Es cierto que
anteriores e importantes reformistas españoles, como Feijoo, Rodríguez
Campomanes, Cabarrús o Meléndez Valdés3 habían insistido en la necesidad
de erigir un sistema de protección social institucionalizado, menos dependiente
de la aleatoria caridad individual y menos subordinado a la voluntad
eclesiástica, pero no es menos cierto que no fue hasta el advenimiento de la
revolución liberal y la constitución de gobiernos liberales cuando se
comenzaron a colocar las primeras piedras del edificio de la beneficencia
pública en nuestro país.
El liberalismo surge como una reacción contra el Estado absolutista del Antiguo
Régimen y se caracteriza por su concepción individualista de la vida social.
Podría parecer esta concepción antagónica con la idea de una protección
social del Estado hacia los más desfavorecidos, pero, como ha señalado
García-Pelayo4, el individualismo liberal español decimonónico era más un
individualismo abstracto, que afectó más a lo político y que en lo social se
plasmó en una suerte de respeto por el individuo como detentador de derechos
públicos, como sujeto de derechos sociales que hicieran posible el ejercicio de
la libertad del ciudadano. Por consiguiente, en el Estado liberal, va a
fomentarse la asistencia al desamparado, al pobre y al incapacitado, una
asistencia que pronto comenzará a denominarse "beneficencia", como un
nuevo servicio público5.
El liberalismo favoreció un hecho decisivo en la transición hacia la beneficencia
pública: la desvinculación de mayorazgos y patronatos y la desamortización de
bienes que estaban en manos de las autoridades eclesiásticas, municipales y
particulares. Ya la ley de 27 de septiembre de 1820, suprimió los mayorazgos y
patronatos y prohibió a iglesias monasterios, hospitales, hospicios, casas de
misericordia y análogos la adquisición de bienes raíces o inmuebles6. Las leyes
desamortizadoras de Mendizábal y Madoz, en 1836 y 1855, respectivamente,
culminaron este proceso, que repercutió de forma diversa y con éxito discutible,
como es sabido, en la sociedad y en el Estado de la época, pero que supuso,
en todo caso, que la Administración tuviera que ocuparse de las funciones
asistenciales que hasta entonces habían desempeñado la Iglesia, sobre todo, y
también los particulares.
El legislador, consiguientemente, tuvo que descargar sobre los ayuntamientos,
primero, y sobre las diputaciones provinciales y la administración central,
después, responsabilidades en la atención de los "indigentes" que
anteriormente habían asumido sólo de forma residual. Tal parece que fue el
suceso decisivo que alumbró la beneficencia contemporánea en España, que
se desarrolló y extendió por toda nuestra geografía paulatina y dificultosamente
sin anular, no obstante, ni la caridad privada ni la eclesiástica, que subsistieron
mal que bien y acompañaron a la pública en su trabajosa e insuficiente
implantación, conjunción que para muchos resultaba tan conveniente como
indispensable7. Por otra parte, no han faltado las voces críticas que han hecho
notar que el proceso desamortizador se llevó a cabo, en lo que a beneficencia
se refiere, de forma apresurada y escasamente previsora, pues el Estado
enajenó gran parte del patrimonio de la caridad particular sin sustituirlo pronta y
adecuadamente por sus propios establecimientos de asistencia social,
mermando considerablemente el conjunto de recursos de los que podían
disponer los colectivos más débiles de la sociedad8.
Además, el sistema público de beneficencia (y en cierta medida también la
beneficencia particular), resultó gravemente afectado por los avatares políticos
del agitado periodo que consideramos. Así, por ejemplo, la primera Ley de
Beneficencia, de 1822, no llegó a aplicarse en la práctica, pues la vuelta del
absolutismo fernandino comportó su derogación, al igual que la del resto de la
legislación constitucional, y no se restableció hasta 1836 (Real Decreto de 8 de
septiembre), momento en el que su contenido ya había quedado obsoleto en
muchos aspectos. Fue necesario, por otro lado, adaptar el texto de la ley a los
principios de la Constitución de 1837, tarea que se plasmó en un proyecto de
nueva ley en mayo de 1838, que nunca llegó a aprobarse. La reforma legal, en
suma, tardó más de diez años en llevarse a cabo y culminó, finalmente, con la
Ley de 1849, con los liberal-conservadores ya en el poder y otra Constitución
vigente, la de 1845, que también obligó a realizar las necesarias adaptaciones.
Sin embargo, el Reglamento de ejecución de la Ley de 1849 no se publicó
hasta 1852, de modo que desde la promulgación de la primera ley de
beneficencia, carente de efectividad, hasta que se pudo disponer de un
reglamento de aplicación de la segunda transcurrieron nada menos que treinta
años, durante los cuales la beneficencia en España fue precaria e insuficiente,
incapaz de sobreponerse a los continuos cambios legislativos y administrativos
que se sucedían.
Durante el Sexenio Revolucionario (1868-1873), nuevas disposiciones legales
derogan o modifican las anteriores, con importantes consecuencias para la
beneficencia. El decreto-ley de 4 de noviembre de 1868 suprimió la Junta
general de beneficencia, y poco después se suprimieron las restantes juntas y
se prosigue con la desamortización de los bienes de la beneficencia (Decreto
de 9 de julio de 1869). La I República (1873-1875) refunde beneficencia pública
y privada (Decreto de 16 de julio de 1873) y se encomienda su gestión y
financiación, a la iniciativa particular, algo completamente sorprendente y a
subrayar, bajo la alta inspección del Gobierno central. Naturalmente, esta
disposición quedó en la práctica en letra muerta. Inopinadamente, el Decreto
de 30 de septiembre de 1873 restableció las Juntas provinciales y el de 30 de
diciembre del mismo año volvió a regular la beneficencia particular. Ante este
panorama, Concepción Arenal no pudo por menos que calificar la beneficencia
en nuestro país como "deplorable"9.
La Restauración (1875-1923) volvió a dar un giro a las disposiciones legales
relativas a la beneficencia, aunque ahora encontraron una situación política,
social y económica de estabilidad donde pudieron fructificar, al menos en cierto
grado, y constituir un razonable, aunque deficitario, sistema de previsión
social10. Mediante el Real Decreto de 27 de enero de 1885 se aprobó la
Instrucción para la organización, régimen, administración y gobierno superior
de la Beneficencia general, por la que se diferenciaba claramente la
beneficencia pública y la privada, que resultó complementada por el Real
Decreto de 14 de marzo de 1899, sobre reorganización de los servicios de
beneficencia particular e instrucción para el ejercicio del protectorado del
gobierno. Abundando en este afán clarificador y organizador, el gobierno
promulgó el Real Decreto de 17 de octubre de 1919, que clasificó los
establecimientos de beneficencia públicos en generales, provinciales y
municipales, diferenciándolos netamente de los particulares, y creó la Dirección
General de Beneficencia. En definitiva, la Restauración supuso para la
beneficencia, en especial, y para la previsión social, en general, una época de
consolidación, desarrollo y relativa efectividad, al menos en contraste con el
periodo anterior.
No es casualidad que fuese en estas décadas, como veremos más adelante,
cuando los colegios y otras instituciones de protección y asistencia para
personas sordomudas y ciegas crecieran en número y calidad, a pesar de
todas sus carencias. No hay que olvidar tampoco que fue durante la
Restauración, sobre todo en su última mitad, cuando se crearon instituciones
que hoy llamaríamos de "seguridad social"11, como fueron el Instituto de
Reformas Sociales (1903) y el Instituto Nacional de Previsión (1908) y los
distintos Patronatos para Sordomudos, Ciegos y otros discapacitados, a los
que nos referimos en otros apartados de este trabajo.
Con la crisis de la Restauración y el golpe de estado de Primo de Rivera se
mantienen tanto la estructura jurídica que soportaba el sistema de protección
social español como la mayor parte de los establecimientos en los que se
desarrollaba. Fueron escasas las nuevas disposiciones legales en materia de
beneficencia, pero se tomaron medidas, si bien de escasa efectividad, como la
refundición de los Patronatos Nacionales de Sordomudos y de Ciegos en uno
solo, que pasó a llamarse Patronato Nacional de Sordomudos y de Ciegos
(Real Decreto de 13 de septiembre de 1924) o la creación del Patronato
Nacional de las Residencias de Ciegos (Real Decreto de 13 de marzo de
1928). También se estableció el Seguro de Maternidad (1929) y parece ser,
según nos cuenta Posse Villelga12, que el general Primo de Rivera fue un
activo colaborador e impulsor del Instituto Nacional de Previsión.
Durante la II República (1931-1936) se intentó reformar algunas de las
instituciones de la protección social pública y se crearon otras nuevas, al
tiempo que se promulgaron distintas disposiciones legales al mismo efecto. De
nuevo, los cambios de gobierno, que se sucedieron cada corto tiempo,
estancaron, cuando no invalidaron totalmente, los esfuerzos de unos y otros
para mejorar, desde sus respectivos idearios, el bienestar social en España. Se
crearon sin embargo, algunos institutos necesarios, como el Seguro de
Accidentes de Trabajo en 1932, se reorganizaron los servicios de la
beneficencia (Decreto de 14 de septiembre de 1932) y se reorganizó también el
Patronato Nacional de Ciegos (Decreto de 6 de abril de 1934).
Como hemos observado, en los siglos XIX y XX han sido numerosas las
disposiciones legales en materia de beneficencia, tanto en forma de leyes
como de decretos, constituyendo el tejido normativo sobre el que se pretendió
articular el sistema de protección social español. Más allá de su efectividad
real, muchas veces puesta en entredicho, las disposiciones legales sobre
beneficencia son una manifestación del espíritu reformista social de la época
que, con numerosos vaivenes, quiso mejorar la suerte de los más débiles y
desprotegidos, propiciando su inserción social, cuando más, o su atención
paliativa, cuando menos. De entre todas las leyes, decretos y demás
disposiciones legales en materia de beneficencia hemos recogido las más
destacadas en el periodo considerado en este trabajo,, señalando aquellas que
de forma directa o indirecta aluden a la ceguera, ya sea específicamente como
condición incapacitante que precisa de atención social o como consecuencia o
causa de una situación de indigencia o desamparo.
A modo de resumen pueden consultarse algunas de las principales leyes y
disposiciones en el apartado de apéndices, epígrafe 11.3.
4.2. DISPOSICIONES LEGALES EN MATERIA DE EDUCACIÓN
La educación constituye el otro soporte principal de la inserción social de las
personas ciegas y una manifestación indirecta del sistema público de
protección social. Aquellos que pudieron gozar de la enseñanza, resultaron
capacitados para acceder al mundo laboral regular y, de este modo,
autosostenerse. Ciertamente, como veremos más adelante, sólo una minoría
de ciegos españoles pudo recibir educación más o menos especializada y
adaptada a su condición durante todo el siglo XIX, pero no es menos cierto que
también eran minoría los españoles en general (incluso los niños) que durante
la mayor parte del siglo pudieron acceder a la educación, como nos muestran
las elevadísimas cifras de analfabetismo en la población española13. Las
razones de índole financiera constituyeron en gran medida el principal
obstáculo para extender la enseñanza, siquiera la elemental o primaria, por
toda la geografía nacional, pues el siempre parco erario público apenas
alcanzó, hasta entrado el siglo XX, para escolarizar a toda la población infantil
española. Pero también hay que señalar que los continuos cambios y vaivenes
políticos que caracterizaron la España decimonónica no favorecieron
precisamente la efectividad del necesario esfuerzo educativo que los sucesivos
gobiernos sabían que tenían que realizar para incorporar al país al desarrollo y
a la modernidad que progresivamente iban logrando los vecinos europeos.
Tampoco supuso un escollo menor para la extensión de la educación a todas
las capas sociales el recurrente debate y enfrentamiento entre las élites
políticas con respecto a la enseñanza religiosa o llevada a cabo por
organizaciones religiosas y a la enseñanza privada, sucediéndose la tolerancia
y el apoyo con la prohibición y el reparo, de tal manera que se
desaprovecharon muchas de las energías puestas en la tarea de alcanzar una
total escolarización de la población española. El liberalismo ilustrado, primero, y
el regeneracionismo, después, a pesar de su litigio constante con el
absolutismo y el tradicionalismo, dieron a la educación un papel de primer
orden en la modernización de la sociedad española y condujeron el movimiento
educativo a lo largo de todo el XIX, pero sus efectos tardaron mucho en
repercutir sobre al conjunto de la población.
Los liberales españoles de la Constitución de 1812 ligaban el desarrollo y la
igualdad sociales a la educación, considerándola un factor de progreso, en la
idea de que una democracia estable sólo es posible si cuenta con una
población instruida, conocedora de sus derechos y deberes14. Por eso el
famoso "Informe Quintana", en 1813, señalaba que la instrucción debía ser
universal, pública, gratuita, uniforme y libre, porque contribuía como nada a
crear el tejido social sobre el que la democracia liberal podía asentarse. Sin
embargo, con el regreso de Fernando Vil todos estos proyectos
educativoliberadores sufrieron un golpe demoledor, especialmente cuando
tanto la Constitución de 1812 como todas las disposiciones legislativas que de
ella emanaron fueron declaradas nulas por el Decreto de 4 de mayo de 1814.
La enseñanza volvió a depositarse en manos de la Iglesia, con todo lo que ello
entonces significaba y no fue hasta el Trienio Liberal (1820-1823) que se
retomó el impulso modernizador de las Cortes de Cádiz para la educación.
En efecto, es en este corto periodo cuando ve la luz el Reglamento General de
Instrucción Pública, texto que, a pesar de su cortísima vigencia, constituye el
primer paso en el camino de la instauración de un sistema educativo de corte
liberal en España, tal como ha señalado Ruiz Berrio15. El Reglamento,
inspirado en el "Informe Quintana", defendía la instrucción universal y gratuita e
incluso dedicaba un título a su financiación, un ejercicio de realismo que
pretendía salvar la distancia, tantas veces infranqueable, entre el principio
utópico y la realidad. Vano intento, pues los hechos demostraron de imposible
ejecución el principio y el liberalismo español terminó renunciando al mismo,
restringiendo incluso la gratuidad de la enseñanza a la primaria al limitarla a
quienes no pudieran costeársela.
La reacción absolutista al Trienio Liberal fue, en palabras de Puelles16, "más
dura y más extensa que la primera (...) y se intentó volver a la situación anterior
a 1808". Se derogó el Reglamento de 1821 antes aludido y las medidas
legislativas y prácticas que se adoptaron se refirieron casi exclusivamente a la
enseñanza universitaria (Plan Calomarde de 1824) y a los "estudios y primeras
letras del reino" (R.D. de 16 de enero de 1826), con una redacción que
obedecía al ideario fernandino en casi todo, aunque, como ha apuntado
Alvarez de Miranda17, el plan de instrucción primaria no dejaba de recoger
notables influencias del Informe Quintana en lo referido a la implantación y
administración de las escuelas primarias.
Cuando, a la muerte de Fernando Vil, liberales y moderados van a compartir el
poder, el intento modernizador de la enseñanza experimenta un nuevo impulso,
plasmado en el conocido "Plan del Duque de Rivas" de 1836. Este plan, que
tuvo una muy efímera vigencia (fue derogado por R.D. de 4 de agosto de
1836), parece ser, como ha hecho notar García18, que ejerció una importante
influencia tanto en el "Plan Pidal" de 1845 como en la importantísima "Ley
Moyano" de 1857, a la que hacemos mención más adelante, sobre todo en lo
que se refiere al abandono de los principios de universalidad y gratuidad de la
enseñanza, que quedaron circunscritos a la enseñanza primaria y a los que
carecían de medios para pagarla. El Plan Pidal afectó sobre todo a las
enseñanzas media y universitaria. Para la primera, supuso la consagración
definitiva de los Institutos de segunda enseñanza; para la segunda, su
regulación bajo los principios de uniformidad y centralización. No deja de ser
expresivo el plan de la concepción moderantista de la sociedad, que pretendió
articular modernización y control estatal de la educación, como lo muestra el
hecho de que el Plan Pidal exigía la autorización expresa del gobierno para
crear establecimientos privados de enseñanza media, manteniendo el
monopolio público para la universitaria.
A la llegada de los progresistas al poder, en 1854, pareció del todo necesario
articular, en un único texto legal, la compleja trama de la instrucción nacional.
Así nació, durante el gobierno de Alonso Martínez, la fundamental Ley de
Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857, conocida como Ley Moyano
debido al apellido del ministro autor de la misma. La Ley implanta los dos
grandes principios del liberalismo moderado español: gratuidad relativa para la
enseñanza primaria, centralización, uniformidad, secularización y libertad de
enseñanza limitada. Al mismo tiempo, permitía a la Iglesia el establecimiento
de centros educativos de primera y segunda enseñanza, dispensándola de
ciertas obligaciones válidas para los centros privados (depósito de fianza), y le
concedía un poder indirecto al señalar (artículo 295) que en los centros
públicos y privados no debía obstaculizarse que los obispos y prelados
diocesanos pudieran "velar por la pureza de la doctrina, de la fe y de las
costumbres", así como de la educación religiosa de la juventud.
En este mismo sentido, la Ley de 2 de junio de 1868 (conocida como Ley
Orovio), relativa a la instrucción primaria, encomendaba al párroco o a otro
eclesiástico de la localidad, en las poblaciones menores de 500 habitantes, la
enseñanza primaria, al mismo tiempo que señalaba la posibilidad de otorgar el
estatuto de escuela pública a los centros educativos de las corporaciones
religiosas que tuviesen como fin la enseñanza, y recogía otras disposiciones
que, en definitiva, reforzaban el papel de la Iglesia en el control y gestión de la
educación pública. Por otro lado, y en lo que a nosotros más nos interesa, la
Ley Moyano hacía una mención expresa de la enseñanza de las personas
ciegas, señalando que la primera enseñanza se daría también a los
sordomudos y ciegos en centros especiales y que se crearían otros a tal efecto,
procurándose que hubiese al menos una escuela para estos discapacitados en
cada distrito universitario, atendiéndoseles en las escuelas públicas si no
existían escuelas especiales para ellos.
Con la Revolución de 1868, se derogó la Ley Orovio, detrayéndose la
enseñanza primaria de la tutela del clero y proclamándose, una vez más, la
libertad de enseñanza, que se acompañaba ahora de la libertad de cátedra. El
gobierno revolucionario abordó también la reforma de la enseñanza media
(Decreto de 25 de octubre de 1868) y quiso elaborar otra ley general de
educación, inspirada en los principios políticos de su ideario, pero el pronto
advenimiento de la Restauración se lo impidió.
La Restauración, sin embargo, hizo gala de un espíritu transaccional en todos
los órdenes y también, por supuesto, en el de la educación. Así, al mismo
tiempo que se establecía la religión católica como la religión oficial del Estado,
también se defendía la libertad de enseñanza y se renunciaba a "todo
monopolio en la instrucción de la juventud", tal como ya se afirmaba en el
Preámbulo del decreto de 29 de julio de 1874 del Gobierno Provisional de
Serrano, que, significativamente, no fue derogado durante las Cortes
constituyentes19, aunque la Circular de 26 de febrero de 1875 del ministro
Orovio (ahora en Fomento) restringía de huevo la libertad de cátedra, abriendo
un conflicto, sobre todo en la Universidad (con episodios como la separación de
sus cátedras de ilustres profesores como Salmerón, Giner de los Ríos y
Gumersindo de Azcárate), que no se terminó hasta la derogación de la Circular
de Orovio mediante la Real Orden de 3 de marzo de 1881, ya con Sagasta en
el poder. Por cierto que, como ha señalado Puelles20, este conflicto, en buena
medida, dio origen a la celebérrima Institución Libre de Enseñanza, movimiento
educativo del que nos ocuparemos más adelante.
La Constitución de 1876 procuró conjugar el principio de libertad de enseñanza
con la confesionalidad del Estado y algunas de las disposiciones legales que
posteriormente se promulgaron a su amparo así lo muestran. El decreto de 18
de agosto de 1885, que fue conocido como "Decreto Pidal" (por el ministro de
Fomento Alejandro Pidal y Mon), otorgaba a un centro privado que cumpliese
determinados requisitos (relativos a titulación del profesorado y a los planes de
estudio) el beneficio de la "asimilación", es decir, la facultad de extender
certificados de estudios con igual validez que los centros públicos, pero
concedía a la inspección eclesiástica la autoridad de velar por la moral católica.
Esta disposición abría el campo de la instrucción, refrendada con un título
oficial, a cualquier institución educativa, lo cual beneficiaba no sólo a
establecimientos privados como los de la Institución Libre de Enseñanza, sino
también a las denominadas Fundaciones Benéfico-Docentes que, aunque muy
minoritariamente, pudieron educar a personas ciegas y otorgarles una titulación
reconocida oficialmente. No obstante, otro decreto, el de 5 de febrero de 1886,
reafirmaba el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, a fin de
que no recibiesen una educación que fuera contraria a sus enseñanzas
"dogmáticas y morales", pero hacía de menos a la enseñanza que no era
pública: derogaba, efectivamente, el decreto Pidal y, con ello, la innovación que
suponían los centros asimilados21.
El movimiento plurifacético que conocemos como Regeneracionismo, surgido
como consecuencia del desastre del 98, afectó, naturalmente, a la educación.
Los discursos e informes de Giner, Cossío, Costa, Picavea y otros venían a
mostrar tanto la pobre situación de la enseñanza como el papel de la educación
para "regenerar" la sociedad española22. El convencimiento general de la baja
calidad de la enseñanza y de la función de la educación como fuerza motriz del
resurgimiento nacional se plasmaron pronto en distintas medidas correctoras y
en nuevas disposiciones legales: se crea el Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes (1900), se amplia la escolaridad obligatoria de los nueve a los
doce años y se asume el pago de los maestros por parte del Estado (1901), se
crean la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio (1909) y la Residencia
de Estudiantes (1910), etc. Especialmente prolijo en reformas educativas fue el
periodo en el que Romanones estuvo en el Ministerio (1900-1902).
También son notables las reformas y mejoras introducidas en la educación en
el periodo inmediatamente posterior: el plan de estudios del bachillerato
general de Bugallal, establecido por Real Decreto de 6 de septiembre de ¡1903
y que estuvo vigente hasta 1926, y el célebre Plan Callejo, que sustituyó al de
Bugallal y se mantuvo hasta 1931, derogado' por el primer gobierno de la II
República, son dos de las más señeras reformas educativas acometidas
durante estos años. Con relación a las personas ciegas, se tomaron en esta
época algunas medidas en el campo de la educación que tuvieron cierta
repercusión en el mejoramiento de su acceso a la educación y a la docencia.
Especialmente importantes fueron la creación de secciones para personas
ciegas en las Escuelas Graduadas Públicas de las Normales de Madrid (1922),
la concesión del acceso a cátedras a los deficientes visuales (R.D. de 15 de
octubre de 1930) y la creación ddl la Escuela Normal de Profesores de
Sordomudos y Ciegos (1930); También en 1931 se reformaron las estructuras
educativas de los colegios nacionales de sordomudos y ciegos, ubicando y
educando a ambos colectivos en espacios diferentes.
La dictadura de Primo de Rivera, alentada en cierta medida por el
regeneracionismo, tuvo para la educación dos efectos de signo distinto. Por un
lado, se volvió a mermar la libertad de cátedra y se sometió a un mayor control
religioso a los centros educativos, pero por otro lado se llevó a cabo una
política djs creación de escuelas, dentro del gran plan de obras públicas
acometido, que supuso la construcción de 3.824 escuelas nuevas por todo el
territorio nacional23.
El advenimiento de la II República trajo consigo algunas consecuencias para la
educación, aunque menos de las que cabría esperar. En un principio, además
de derogarse los planes educativos de la monarquía, se intentó articular dos
corrientes educativas bien distintas, aunque con algunas conexiones
ideológicas: la tendencia innovadora de la Institución Libre de Enseñanza y los
principios populistas del socialismo, pero, como ha señalado Samaniego24, los
serios desacuerdos entré ambas formulaciones (liberal una, marxista la otra)
impidieron a la larga el consenso inicial y desembocaron en una relativa
inoperancia y en la ausencia de importantes reformas educativas efectivas. Así,
a pesar de que se construyeron nuevas escuelas (unas 7.00025), se reformaron
los estudios de magisterio, se pusieron en marcha las Misiones Pedagógicas
(para los adultos del medio rural) y se reformó de nuevo el bachillerato, no se
consiguió redactar una nueva Ley de Educación26, que parecía una cuestión
insoslayable para el nuevo régimen republicano, y además la Ley de
Congregaciones Religiosas de 1933, que impedía ejercer la enseñanza a las
órdenes religiosas, trajo como consecuencia una merma considerable de los
recursos educativos del país.
El bienio radicalcedista, además, puso en práctica una especie de
contrarreforma educativa27, que tuvo en el Plan Villalobos de reforma del
Bachillerato de 1934 uno de sus principales exponentes. El Frente Popular
quiso, en 1936, volver al programa educativo de los primeros tiempos de la
República, pero el estallido de la Guerra Civil dio al traste con todos sus nuevos
intentos reformistas. Hay que señalar que durante el tiempo que duró la
República apenas se llevaron a cabo iniciativas legales en materia de
educación para las personas ciegas, si exceptuamos la creación del Patronato
Central para la vigilancia y coordinación del funcionamiento de los Colegios
Nacionales de Sordomudos y de Ciegos y Escuelas Maternales (Decreto de 16
de febrero de 1934), que apenas tuvo otro significado que la mera declaración
de intenciones, la creación del Patronato Nacional de Cultura de los Deficientes
(Decreto de 3 de abril de 1934), con semejante repercusión, y la ya citada
reorganización del Patronato Nacional de Protección de Ciegos, también en
1934. Más importante, desde el punto de vista de la efectividad, fue el decreto
por el que se acordó el funcionamiento separado de los Colegios Nacionales de
Sordomudos, por un lado, y de los Ciegos, por otro (D. de 19 de septiembre de
1933), respondiendo a una demanda planteada hacía ya largo tiempo28.
También merece la pena destacar la Orden Ministerial de 25 de junio de 1935
que aprobó el Reglamento de la Escuela de Masajes para No videntes, dentro
del Colegio Nacional de Ciegos.
Capítulo aparte merecen las denominadas Fundaciones Benéfico-Docentes,
que desarrollaron su labor durante buena parte del siglo XIX y durante todo el
periodo considerado del siglo XX. La fundaciones benéfico-docentes
constituyen "el conjunto de bienes y derechos destinados a la enseñanza,
educación, instrucción e incremento de las ciencias, letras y artes, o
transmitidos con la carga de aplicar sus rentas, o su valor a los fines de la
Institución" como se las define en el artículo 2 del Real Decreto de 27 de
septiembre de 1912. Fueron consideradas tradicionalmente como parte del
sistema de la beneficencia privada, pero no encontramos disposiciones legales
que regulen específicamente su estatus hasta el Real Decreto que recoge la
Instrucción de Beneficencia particular del 4 de marzo de 189929.
El Real Decreto de 27 de septiembre de 1912 establece que su supervisión en
general dependerá 'desde ese momento del Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes y la Real Orden de 29 de agosto de 1913 enfatiza que el ejercicio
del Protectorado de las fundaciones benéfico-docentes corresponderá a dicho
ministerio sólo cuando la fundación de que se trate tenga cargas de exclusivo
carácter docente y en caso contrario seguirían supervisadas por el Ministerio
de Gobernación, que era quien controlaba la beneficencia particular. El
Protectorado de estas fundaciones fue creado por el Real Decreto de 10 de
julio de 1913, al hilo de la Instrucción de 24 de junio del mismo año, que suplía
lo dispuesto en el Real Decreto relativo a la Instrucción de 14 de marzo de
1899. Las fundaciones benéfico docentes particulares sólo en muy escasa
medida cubrieron las carencias formativas del colectivo de los carentes de
vista30.
Vinculadas conceptualmente a las fundaciones benéfico-docentes encontramos
también las Escuelas-Asilo de Madrid, reguladas por el Reglamento publicado
en la Real Orden de 4 de febrero de 1903, que, al menos nominalmente,
podrían acoger a personas ciegas en la situación que describe el artículo 1 del
Reglamento: "menores de veinte años de ambos sexos, que dedicados a la
mendicidad o a la vagancia y sin ejercer ostensiblemente industria que les
facilite la subsistencia, viven sin domicilio fijo, aunque estén sometidos a la
patria potestad", pero parece que sólo excepcionalmente acogieron a personas
ciegas con aquellas características31.
Para terminar este apartado, y tal como hemos hecho con lo relativo a la
legislación en materia de beneficencia, hemos recogido de entre todas las
leyes, decretos y demás disposiciones legales en materia de educación en el
periodo considerado en este trabajo, las más destacadas, señalando aquellas
que de forma directa o indirecta aluden a la enseñanza de las personas ciegas,
tienen que ver con éstas o pudieran afectar a este colectivo. Todas estas leyes
aparecen también expuestas en el apartado final de apéndices, epígrafe 11.3.2.
4.2.1. La educación en las constituciones españolas
Constitución de 1812. Señala en su artículo 366 que "en todos los pueblos de
la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se
enseñará a los niños a leer, a escribir y contar", que por extensión afectaría a
los niños ciegos, ya que no se dice en parte alguna que los discapacitados
quedarían excluidos del derecho apuntado. En el artículo 367 se dice que "Se
arreglará y creará el número suficiente de universidades y de otros
establecimientos de instrucción que se juzguen convenientes para la
enseñanza de todas las ciencias, literatura y bellas artes".
Constitución de 1869. En su artículo 24 se afirma que "todo español podrá
fundar y mantener establecimientos de instrucción o de educación sin previa
licencia, salvo inspección de la Autoridad competente por razones de higiene y
moralidad", abriendo la posibilidad de establecer centros educativos de
cualquier clase a título particular, incluyendo los de educación para ciegos.
Proyecto de Constitución de 1873 de la I República. Recoge en su artículo 26
la misma disposición que la de 1869 en lo relativo a la libertad de crear centros
educativos, con similares consecuencias para las personas ciegas.
Constitución de 1876. En su artículo 12 dice, entre otras cosas, que "todo
español podrá fundar y sostener establecimientos de instrucción o educación
con arreglo a las leyes", con semejante interpretación y consecuencias que los
anteriormente citados.
Constitución de 1931. Afirma en su artículo 26, punto 4, que se prohíbe a las
órdenes religiosas "ejercer la industria, el comercio o la enseñanza",
suprimiendo o dificultando sobremanera la labor de estas organizaciones en la
enseñanza de personas ciegas.
1
ARENAL, C. La beneficencia, la filantropía y la caridad. Madrid: Ed. Imprenta Clásica
Española, 1929. (La cursiva es nuestra.)
2
ARTOLA M. Historia de España, vol. 5. La burguesía revolucionaria (1808-1874). Madrid:
Alianza, 1990, p. 255. Cfr. GARRIDO FALLA, F. Problemas fundamentales de beneficencia y
asistencia social, Madrid: Ministerio de la Gobernación, Secretaría General Técnica, 1967, p.
25-27; ALONSO SECO, J.Ma y GONZALO GONZÁLEZ, B. La asistencia social y los servicios
sociales en España. Madrid: Ed. Boletín Oficial del Estado, 2000, p. 64-65.
3
Vid. HERNÁNDEZ IGLESIAS, F. La beneficencia en España, Madrid: [s.nj, 1876.
4
GARCÍA PELAYO, M. "Derecho constitucional comparado" en Revista de Occidente, 1953,
p. 143 y ss.
5
Vid. ARIAS MIRANDA, J. Reseña histórica de la beneficencia española... Madrid: [s.n.],
1962, p. 46-64. Cfr. AZNAR LÓPEZ, M. "En torno a la beneficencia y su régimen jurídico",
Revista Civitas, 92, (1996), p. 555-565.
6
Anteriormente, Godoy había declarado, por la Real Cédula de 19 de septiembre de 1798,
que eran vendibles los bienes pertenecientes a hospitales, hospicios, casas de misericordia, de
reclusión y expósitos, cofradías y obras pías, como han hecho notar ALONSO y GONZALO,
Op. cit, p. 70.
7
Vid. BALBÍN DE UNQUERA, A. Reseña histórica y teoría de la beneficencia. Madrid: [s.n.],
1862; ARENAL, C, Op.cit., p. 77 y ss.
8
El Consultor de los Ayuntamientos y de los Juzgados Municipales. Manual de
beneficencia, Madrid: [s.n.], 1912, p. 13-14.
9
ARENAL, C. Op. cit, p. 64.
10 Vid. MIÑAMBRES GALILEA, J. El pensamiento social de la Restauración. Los inicios de la
Reforma Social en España (1872-1902). Barcelona: Universidad, [s.a.]
11 Para la revisión histórica de la Seguridad Social en España, Cfr. ALONSO OLEA, M. y
TORTUERO PLAZA, J.L, Instituciones de Seguridad Social. Madrid: Civitas, 1992; DE LA
VILLA, E. y DESDENTADO BONETE, A. Manual de Seguridad Social, Madrid: [s.n.], 1977;
GALA VALLEJO, C. La Seguridad Social en España, Madrid: Ediciones y Publicaciones
Populares, 1970; RODRÍGUEZ CABRERO, G. et al. La política social en España. Madrid:
Instituto Nacional de Servicios Sociales, 1982; ROMEU ARMAS, A. Historia de la Previsión
Social en España. Madrid: Pegaso, 1944; RULL SABATER, A. La Seguridad Social en España.
Madrid: Euramérica, 1971.
12 POSEE VILLELGA, J. Proceso histórico de una institución ejemplar, Madrid: Instituto
Nacional de Previsión, 1951, p. 21.
13 Efectivamente, todavía en 1877 el 72% de la población española era analfabeta, según el
Censo de ese año (INE), y ello a pesar de que entre 1850 y 1880 el número de escuelas
públicas y privadas pasó de 17.434 a 29.828, recibiendo educación primaria ("primera
enseñanza") un total de 1.640.000 escolares, según la Reseña Geográfica y Estadística de
1888, INE, Madrid: 1888, cap. VIII; Cfr. GUZMAN REINA, A. Causas y remedios del
analfabetismo en España, Madrid: 1955, p.15-18; MARTÍNEZ CUADRADO, M. La burguesía
conservadora (1874-1931). Madrid: Alianza, 1981, p. 123-128; MARTÍNEZ DE VELASCO, A.,
Manual de Historia de España, vol. 5. Madrid: Ha 16, 1990, p. 405-407.
14 PUELLES BENÍTEZ, M. "Liberalismo y educación: presupuestos ideológicos" en Historia
de la Educación en España: textos y documentos. Madrid: Ministerio de Educación, 1979, t. II,
p. 14.
15 Vid. RUIZ BERRIO, J. Política escolar de España en el siglo XIX (1808-1833). Madrid:
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid: 1970, p. 44.
16
ídem., p. 19.
17 ALVAREZ DE MIRANDA, A. Génesis de la Universidad española contemporánea. Madrid:
Instituto de Estudios Administrativos, 1972, p. 72
18 GARCÍA, C. Génesis del sistema educativo en España: del 'Informe Quintana' a la 'Ley
Moyano'(1813-1857). Oviedo, Universidad, 1994, p. 30-36.
19
Vid. MARTÍNEZ CUADRADO, M. Op. cit., p. 9-10.
20 PUELLES BENÍTEZ, M., "Los presupuestos básicos de la Restauración", en Historia de la
Educación en España: textos y documentos. Madrid: Ministerio de Educación, 1982, t. III, p. 18.
21
ídem., p. 22.
22 LORENZO VICENTE, J.A.. "Claves históricas y educativas de la Restauración y la
Segunda República (1876-1936)", en Revista Complutense de Educación, 1, (2001), p. 237.
23
ídem., p. 242.
24 SAMANIEGO BONEU, M. La política educativa de la Segunda República durante el bienio
azañista. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1977, p. 307.
25 Vid. Historia de la Educación en España y América, Buenaventura Delgado Criado,
coordinador. Vol. 3, La Educación en la España contemporánea (1789-1975). Madrid: S.M,
1994. p. 458.
26 Existió un "Proyecto de Ley de Bases para la Reorganización de la Primera y Segunda
Enseñanza", que fue presentado en las Cortes el 9 de diciembre de 1932 por el entonces
ministro de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos, pero su tramitación se demoró por
diversas causas (entre otras el periodo abierto para alegaciones de los ciudadanos) y se llegó a
la disolución de las Cortes, en septiembre de 1933, sin que se examinara el Proyecto. Vid.
CRUZ OROZCO, J.l. "La legislación educativa de la II República. Debate en torno al Proyecto
de ley para la reorganización de la primera y segunda enseñanza", en Revista de Ciencias de
la Educación, 134, (1988), p. 217-234.
27
LORENZO VICENTE, J.A., Op. cit., p. 244.
28
DAUDÉN TALLAVÍ, A. Op.cit. p. 113. ;
29
Vid. Las fundaciones benéfico-docentes. Madrid: Ministerio de Educación, 1959, p. 7-25.
30
MONTORO, J. Los ciegos ... Op.cit., (IV), p. 664 y ss.
31
RODRÍGUEZ SASTRE, A. . Madrid: [s.n.], 1934, p. 92-100.
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5. LA FUNDACIÓN DE COLEGIOS Y ESCUELAS DE CIEGOS EN
ESPAÑA A PARTIR DE LA LEY MOYANO (1857)
A partir del año 1857 entra en vigor una de las leyes más importantes del
panorama educativo español, la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre
de 1857 o Ley Moyano, llamada así por su mentor Claudio Moyano y
Samaniego, Ministro de Fomento. A partir de este momento el Estado quedará
obligado a educar a los discapacitados físicos en centros especialmente
preparados. Recordemos en este sentido que el artículo 6o de la Ley señalaba:
"La primera enseñanza se dará, con las modificaciones convenientes, á los
sordo-mudos y ciegos en los establecimientos esenciales que hoy existen y en
los demás que se crearán con este objeto; sin perjuicio de lo que se dispone en
el artículo 108 de esta ley".
Y más adelante añadía en el artículo 108: "Promoverá asimismo el Gobierno
las enseñanzas para los sordo-mudos y ciegos, procurando que haya por lo
menos una Escuela de esta clase en cada Distrito universitario, y que en las
públicas de niños se atienda, en cuanto sea posible, á la educación de aquellos
desgraciados".1
Surgen así, a partir de esta fecha, colegios y escuelas en Alicante, Salamanca,
Santiago de Compostela, Palma de Mallorca, Burgos, Zaragoza, Tarragona,
Sevilla, Valencia, Badajoz, Deusto, Castellón, Oviedo, Cádiz y Málaga.
Exceptuando el Colegio de Sordomudos y Ciegos de Madrid, que contaba con
subvención estatal, el resto de los colegios y escuelas dependieron de sus
respectivos Ayuntamientos o Diputaciones (o de ambas instituciones) y también
de Patronatos e incluso de la caridad particular. Otra excepción fue, como ya
vimos años después, el Colegio de Santa Catalina de los Donados en
Carabanchel (Madrid) que acabó dependiendo del Ministerio de Gobernación.
De la abundante información que hemos recabado sobre las enseñanzas
generales que se impartieron en los distintos colegios y escuelas para ciegos
desde 1857, en forma de numerosos reglamentos, memorias, programas de
enseñanza y libros de matrícula se desprende, no sólo la efectiva existencia de
una educación especial para este colectivo, sino también la práctica, en la
mayoría de los centros, de una instrucción musical, e incluso en ocasiones,
sólo de enseñanza musical2. Probablemente sea cierto que esta enseñanza
musical no fue siempre de una gran calidad pero, no lo es menos que su
ejercicio ponía de manifiesto la seria inquietud de maestros y educadores por
formar a las personas ciegas en un saber y un oficio que presumían les podría
ayudar notoriamente en su futuro como adultos, tanto en lo referido a su
capacidad de autosostenerse económicamente como a su mejor inserción
social.
La documentación consultada, relativa a las enseñanzas impartidas a los
ciegos en estas instituciones educativas, no es en todos los casos igual de
completa y detallada, de manera que mientras que la de algunos centros (como
los de Madrid y Barcelona especialmente, ya comentados en anteriores
capítulos) muestra clara y prolijamente el alcance y características de la
instrucción musical dada a los alumnos, precisando profesorado, recursos y
didácticas empleados a tal fin, en la de otros centros apenas figuran menciones
generales a la enseñanza de la música dentro de sus programas educativos,
sin apuntar datos específicos sobre la misma. Pero, en cualquier caso, resulta
patente que en todos estos colegios y escuelas para personas ciegas a los
alumnos se les enseñaba música junto a la instrucción general3 y no nos
parece demasiado arriesgado inferir que la enseñanza de la música ocupaba
siempre un lugar destacado y jugaba un papel fundamental en su formación en
el seno de estas instituciones.
Según datos ofrecidos por Pedro Molina Martín, Profesor y Secretario del
Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos de Madrid en el año 1900,
todavía el número de discapacitados en los colegios de España era muy
inferior al deseable: "sólo el 4,14 por 100 de los sordomudos y el 1,48 por 100
de los ciegos recibieron educación durante el curso de 1898-1899 en los
establecimientos que para ellos existen en nuestro país. Este exiguo número
de educandos se halla esparcido entre los 14 establecimientos que, más o
menos holgadamente, sostienen el Gobierno, las Corporaciones populares y la
caridad privada... para el curso escolar 1898-1899 había en España 14 centros
docentes para ciegos con un total de 371 escolares, o sea, el 18,5 por 1.000 de
los 20.000 invidentes que había entonces en la nación, siendo estos colegios
regionales, a excepción del Colegio de Madrid, el cual tiene 34 plazas (24
varones y 10 mujeres), lo que equivale al 1,7 por mil de la población ciega
española..." y continúa: "El estado recomienda la admisión de ciegos en las
escuelas ordinarias, por Real Orden del 13 de marzo de 1860, pero los
maestros nacionales ponen trabas a la recepción de alumnos sin vista. Todos
los ciegos deben asistir a las clases de la escuela primaria de los videntes; y, si
el maestro no sabe el Braille para educarles, podrá usar las letras en relieve del
alfabeto común o formar estas letras con alambre, varillas de madera, tiras de
cartón o papel, gomas, etc."4
Los catorce centros citados por Pedro Molina, junto con sus fechas de
inauguración, son los que se relacionan seguidamente: Colegio de Santa
Catalina de los Donados (circa 1460), Colegio Nacional de Madrid (1842),
Escuela Municipal de Barcelona (1836), Escuela de Alicante (1861), Escuela de
Salamanca (1863), Colegio Regional de Santiago (1864), Colegio Oficial
Regional de Burgos (1868), Colegio Provincial de Zaragoza (1871), Escuela
Provincial de Tarragona (1871), Colegio Oficial Provincial de Sevilla (1873),
Colegio Regional de Valencia (1886), Escuela Provincial Patronal de Badajoz
(1888), Escuela Municipal de Madrid (1893) y Colegio Patronal de
Deusto(1894).
A estos centros, todos activos en el momento en que Molina escribe su obra,
habría que añadir otros que hemos conocido a través de diversas fuentes.
Existen algunas discrepancias con respecto a las fechas de inicio de algunos
colegios pero, básicamente, los centros más importantes son conocidos y
citados por todos. Exponemos a continuación la lista de todos los centros
conocidos:
RELACIÓN DE COLEGIOS Y ESCUELAS EXISTENTES EN ESPAÑA EN
TORNO AL AÑO 1900
1460 Colegio de Santa Catalina de los Donados en Carabanchel, Madrid
1836 Escuela Municipal de Sordomudos y de Ciegos de Barcelona
1842 Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos de Madrid
1862 Escuela Provincial de Alicante
1863 Escuela Oficial Regional de Salamanca
1864 Colegio Regional de Santiago de Compostela 1866 Escuela Municipal de
Palma de Mallorca
1868 Colegio Oficial Regional de Burgos 1871 Colegio Oficial Provincial de
Zaragoza 1873 Colegio Oficial Provincial de Sevilla 1873 Escuela Oficial
Provincial de Tarragona5 1877 Escuela Provincial Patronal de Badajoz6 1886
Colegio Regional Patronal de Valencia
1893 Escuela Municipal de Madrid (zona sur. C/ Magdalena, 1)
1894 Colegio Nacional Patronal de Deusto
1901 Escuela Oficial Patronal de Castellón de la Plana7
1902 Escuela Municipal de Ciegos de Gijón8
1903 Escuela Oficial Patronal de Oviedo
1904 Escuela Municipal de Madrid (zona norte. C/ Palma, 5)
1909 Colegio de Ciegos de Cádiz
Sin embargo, algunas fuentes señalan que el número de colegios de ciegos en
España en 1927 había descendido en términos relativos. Garvía9 da la cifra de
13 colegios en 1900 y de 23 en 1918. Se basa en las cifras dadas por Molina
así como en el Anuario Estadístico de España de 1919 que coincide, más o
menos, con las cifras dadas en 1929 por la profesora Rafaela Rodríguez
Placer.10
La evolución fue de unos catorce centros públicos a comienzos del siglo XX a
unos años de incertidumbre (algunos autores hablan de cierres de colegios y
escuelas en la primera década del siglo11) para consolidarse la cifra de unos
20, en torno a 191812, 23 diez años más tarde e incluso rondando los 30
establecimientos públicos en 193113.
De todos estos centros, tan solo dos dependían directamente del Estado -el
Colegio Nacional de Madrid y el de Santa Catalina de los Donados- con
aproximadamente 140 alumnos y el resto eran particulares o municipales.
Queremos señalar que algunas de las cifras y fechas facilitadas por Rodríguez
Placer y Montoro tampoco coinciden. Parte de la confusión radica en que
algunos autores no han tomado la referencia de instrucción a los ciegos en
lugares distintos a los centros especialmente creados al efecto por lo que,
probablemente, muchos se queden sin computar. Tanto en la década de los
años veinte como, sobre todo en la siguiente, son numerosas las asociaciones,
sociedades de socorros mutuos y patronatos los que se encargan también de
dar instrucción a los ciegos, como puede observarse en las listas de centros
que aparecen mencionados como "Instituciones para ciegos" en las revistas
tifiológicas de la época. No obstante, consideramos fiables las informaciones y
cifras que tenemos para historiar la enseñanza musical en los colegios.
A excepción de los asilos, en los colegios los niños eran admitidos desde los
cinco, seis o siete años hasta los dieciocho, aproximadamente, quedando del
todo desamparados al salir del colegio, cuestión ya planteada por otros autores
con anterioridad. No existió unanimidad de criterio para este asunto lo que
ocasionó problemas para más de un alumno ciego. Hubo momentos de la
historia en los que incluso llegaron a admitir niños con los trece años cumplidos
dándose la paradoja de que, debido a cambios en las leyes, algunos se vieran
obligados a abandonar el colegio tres años después.
Es verídico que había demanda de plazas y que muchos niños ciegos
esperaban pacientemente su turno para poder ser admitidos en el Colegio
Nacional: "El 31 de marzo de 1899 figuraban en el cuadro de aspirantes 71
sordomudos y 34 sordomudas o sean 105 de estos desdichados, que
representan en 0,96 por 100 de su población. ... aguardan turno de ingreso en
dicha fecha 41 ciegos, o sea no más que el 0,16 por 100 de los 25.000
españoles privados de este sentido. La edad máxima de admisión es la de
trece años, y cumplen, según novísima disposición, a los diez y seis. ¡Error
profundo que es preciso rectificar si el Establecimiento ha de responder a la
altísima misión que le está encomendada!"14
Que el Colegio Nacional estaba muy solicitado y ofrecía pocas plazas es una
verdad incontestable. En el año 1900 el Secretario Molina ya decía que si el
Gobierno hubiera llevado adelante la Real Orden de 29 de agosto de 1883, el
Colegio de sordomudos y ciegos ya se habría separado y éste último hubiera
podido contar con doscientas plazas para niños ciegos.15
Parece cierto que la enseñanza fue urí tanto irregular y esto se aprecia por los
múltiples vaivenes que sufrieron algunas instituciones. Como la mayoría de las
escuelas de ciegos dependían de presupuestos, a veces ridículos, de sus
respectivos ayuntamientos o diputaciones16, se vieron abocadas al cierre en
distintas ocasiones. Como iremos viendo, fueron pocas las que contaron con
locales propios y esta fue una de las principales causas para su difícil
desenvolvimiento.
Desde la revista Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos se critica
abiertamente la escasa atención de los poderes públicos al grupo de los ciegos
y se pone de relieve la manera en que éstos se agrupaban o asociaban para
protegerse mutuamente: Afortunadamente, algunos ciegos de algunas
ciudades, para suplir la negligencia de los Poderes públicos o la ignorancia de
sus actividades, se han reunido en pequeños grupos (vendedores de Lotería) y
han fundado algunos pequeños centros, que, sirviendo de punto de reunión o
casino, aprenden música y lectura en Braille, pero la falta de protección oficial y
de medios económicos, cuando no la pobreza de espíritu, es lastre fatal que no
permite variar la triste condición social de los ciegos españoles"17.
También, a través de este mismo artículo conocemos el dato de que en
España, la profesión de músico, es la más extendida entre los ciegos aunque,
para casi todos ellos, como músicos callejeros. Bien es cierto que estudiaban
piano, violín y órgano pero la mayoría se ganaba la vida en la calle tocando
instrumentos como la guitarra o la bandurria18. Aunque nos cueste asumir
informaciones de esta naturaleza tenemos que dar la razón a Garvía cuando
sostiene afirmaciones como: "En resumen, en los colegios especiales, los niños
ciegos no aprendían más que a hacer mejor lo que venían haciendo los ciegos
trovadores desde la edad media: tocar un instrumento y pedir limosna. Pero
con una importante diferencia.
Como consecuencia imprevista de la política de escolarización de la
Matritense, los colegios especiales crearon una élite dotada del lenguaje
adecuado para reclamar con voz propia, y al margen de sus empresarios
institucionales (médicos, profesores, sociólogos), una mejora de la situación
social de los ciegos."19
5.1. LA ESCUELA PROVINCIAL DE ALICANTE (1862)
Tras Madrid y Barcelona, Alicante fue la tercera capital española que contó con
una escuela específica para la enseñanza de personas ciegas. Esta iniciativa
se debió a D. Tomás Aznar y Sánchez que, habiéndose quedado
progresivamente ciego, acudió a los centros donde había instrucción para
ciegos (Barcelona primero y después Madrid) y aprendió lo fundamental de los
sistemas de lecto-escritura. Tuvo la oportunidad de conocer, de primera mano,
cuantos materiales había para enseñar a las personas ciegas y además
aprendió con los maestros Llorens y Abreu, sus propios sistemas. También
conoció el sistema braille y, tanto es así, que nos quedan de su época algunas
obras que hoy se conservan en el Museo Tiflológico de Madrid20.
Tan positiva fue la visita que Tomás Aznar realizó a estas ciudades que, a su
regreso, decide poner en marcha un centro parecido a los que había visitado y
dedicarse a la instrucción de los ciegos que abundaban en la ciudad de
Alicante. Era el mes de abril de 1862.
Comenzó instruyendo a cuatro niños en un piso que tenía en la calle Trafalgar
N° 17 y como pronto quedó jubilado debido a su ceguera, gracias a su pensión
de la Diputación Provincial, pudo subsistir holgadamente a la par que dedicarse
a esta filantrópica tarea. Comenzó enseñándoles lectura y escritura, aritmética,
geografía, historia, lengua, catecismo e historia sagrada y, al año
funcionamiento de la escuela, contó con la desinteresada colaboración del
organista de la colegiata de San Nicolás para la instrucción musical. La
aportación siguiente la hicieron las feligresas del templo que con sus donativos
permitieron la compra de instrumentos musicales21.
Tomás Aznar también solicitó de los poderes públicos ayuda y financiación
para la compra de una máquina de escribir en sistema Foucault, lo que le
facilitaría enormemente su tarea en la Escuela. El 4 de mayo de 1869 Tomás
Aznar hacía una petición formal que era corroborada primero por un tal Álvarez
y después por Esperanza García al señor Vicepresidente de la Diputación y
finalmente obtenía el visto bueno a la concesión de los 50 escudos necesarios
para la compra del aparato. Dicha cantidad saldría de una partida especial de
imprevistos22.
Pronto se difundió el éxito de esta escuela y creció el número de alumnos hasta
el punto de que Tomás Aznar tuvo que buscar un nuevo emplazamiento para la
misma. El traslado fue a un antiguo almacén en la calle del Pozo N° 7.
A los tres años de haber comenzado con el proyecto, el éxito de la escuela
crecía junto con el número de alumnos por lo que se creó un Patronato para
financiar la escuela que ya se hacía difícilmente sostenible para un particular.
En 1871, la escuela acogió como alumno a un conocido cajista de imprenta
que, como Aznar, también fue perdiendo progresivamente la vista, Francisco
Just i Valentí. Ingresó en la escuela como alumno y aprendió pronto y con
facilidad cuanto le enseñaba Azfiar hasta tal punto que pocos años después fue
nombrado Profesor Auxiliar por el Patronato Protector de dicha escuela.
Aznar tuvo un buen apoyo en la persona de Just i Valentí y de esta manera
pudieron repartirse la tarea quedando para el primero la música y para Just las
materias de cultura general23. A partir del momento en que ambos ciegos
comenzaron a trabajar juntos, la escuela volvió a recibir una nueva remesa de
alumnos. Fue precisamente esta la razón por la que la Diputación Provincial de
Alicante, a la vista de los extraordinarios resultados obtenidos por estos
hombres, decidió tomar la escuela bajo su patrocinio y reconocerlos
oficialmente como Director y Profesor asignándoles un salario mensual. Junto
con el apadrinamiento de la Diputación, el Patronato Protector de Ciegos de la
provincia fue la otra institución que sufragó los gastos de esta escuela hasta
bien avanzado el siglo XX.
Era el año 1878 cuando la escuela de Alicante pasó a conocerse como Escuela
Provincial de Ciegos y a contar con un presupuesto inicial de mil pesetas. Al
parecer buena parte de este presupuesto se destinó al alquiler de pianos y de
otros instrumentos. De esta escuela salieron muchos ciegos músicos bien
formados que pudieron colocarse como organistas en diferentes iglesias.
Alguno incluso acabó siendo concertista y también maestro de música en la
propia escuela. Tal fue el caso de Ricardo Giner Brotóns.24
En 1890 la Escuela Provincial de Alicante se traslada a un almacén en la calle
Mayor, propiedad de la familia Just. Aquí se impartirían las clases además de
ubicar la Biblioteca Braile que había iniciado el propio Just en 1888 bajo los
auspicios de la Diputación Provincial. Era especialmente delicado elaborando
trabajos y construyendo libros en relieve. Además de las obras que
mencionábamos antes, Just presentó ante el Presidente de la Diputación
Provincial de Alicante un 27 de marzo de 1890 ocho gruesos volúmenes en
folio y uno en doble folio que contenían: un Método Racional de Lectura,
precedido de una reseña relativa a la creación de la Biblioteca y relación
nominal de los señores diputados que tomaron parte en el referido acuerdo (un
tomo, escrito en signos convencionales y su equivalencia en caracteres
usuales, para que puedan leerlo los ciegos como los que ven), el segundo,
tercer y cuarto volumen de lectura (un tomo, dos y tres), la Historia Sagrada (en
dos tomos), y el Catecismo de la Doctrina Cristiana (un tomo, dedicado a la
Diputación y adornado con alegorías y otros dibujos). Esta obra, y su
presentación ante las autoridades de la Diputación, no era otra cosa que el
reflejo fiel del trabajo diario y el interés de Francisco Just en el cumplimiento de
su deber en la Escuela, tal y como él mismo decía: "Lo que tengo el honor de
poner en conocimiento de V.E. como demostración de mi fiel cumplimiento en
el compromiso que tengo contraído con esa Excma. Diputación".25
De la abundante producción literaria y gráfica del maestro Franciso Just y
Valentí deja buen testimonio Eugenio Canora tras visitarle en su viaje oficial por
la distintas provincias españolas realizado en el verano de 191226. En este
primer punto geográfico en que se detuvo la expedición del Presidente del
Centro Instructivo y Protector de Ciegos de Madrid y representante oficial del
Patronato Nacional de Protección de Ciegos, Canora no desaprovechó un
momento durante su estancia en Alicante. Pudo contemplar maravillado la gran
cantidad de obra producida por Just (Tratado de Geografía práctica para los
ciegos; Nuevo Álbum para enseñar a los ciegos el dibujo; Cuadros artísticos,
etc.) además de otras de índole poético y literario.
A los diez años del traslado a la calle Mayor, la Escuela contaba con
veinticuatro alumnos que habían ingresado a la edad de ocho años y que
podrían permanecer en el centro hasta los veinte, aunque la edad oficial de
salida era los dieciséis. El local de la calle del Pozo quedaría como almacén
destinado para la enseñanza de los oficios típicos: escobería, cordelería,
cestería y otros trabajos de artesanía.
Tras la muerte de Tomás Aznar y Sánchez en diciembre de 1907, Francisco
Just i Valentí es nombrado nuevo director del centro.
Además de su magnífica actividad docente sobradamente demostrada, Just era
socio fundador de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana; de la Asociación
de la Prensa y de la de Escritores y Artistas de Alicante; Presidente Honorario
de la Sociedad de Ciegos establecida en la ciudad, socio benemérito de
muchas otras extranjeras, además de ser poseedor de numerosos diplomas,
medallas y menciones honoríficas.27 En este momento las autoridades deciden
trasladar nuevamente la escuela a las dependencias de la calle Campoamor
que pertenecían a la Casa Provincial de Beneficencia. Lo que esta casa
permitió, y era exactamente eso lo que buscaban las autoridades, fue dar
alojamiento a los niños ciegos de cualquier punto de la provincia que quisieran
instruirse en la Escuela. Era necesario un internado y con este nuevo edificio
se conseguía. Además, se acogieron también alumnos sordomudos lo que, al
parecer, provocó serios problemas de convivencia que terminaron con el
desplazamiento de la Escuela de Ciegos a la calle Los Árboles N° 5.
En febrero de 1908 entra como profesor numerario D. Ricardo Giner Brotóns
que fue el encargado de impartir las lecciones de Solfeo, Piano, Órgano y
Armonía. Este maestro, que había sido antiguo alumno de la escuela, obtuvo
su título oficial tras examinarse en Madrid, en el Colegio Nacional de
Sordomudos y de Ciegos. Fue el sustituto de Francisco Just i Valentí tras su
jubilación en octubre de 1921. A partir de ese momento contó con otros
colaboradores y maestros para las distintas materias siendo Rafael Sampere,
vidente, el nuevo responsable de las materias musicales. Ricardo Giner fundó
además, en 1913, la sociedad instructiva "la Luz del Ciego" que poco más
adelante cambiaría su nombre por el de CIPA de Alicante. Allí impartía clases
gratuitas. Siguió con su actividad docente hasta que en 1921 fue nombrado
Director de la Escuela Provincial de Ciegos teniendo que dejar su actividad tan
intensa en el CIPA.28
En 1926 la Escuela Municipal ya contaba con una plantilla de ocho profesores:
Ricardo Giner, Director y maestro de primeras letras; Manuel Lanuza, profesor
de los últimos cursos de cultura general; Félix Martínez, profesor de solfeo,
piano e instrumentos de pulso y púa; Manuel Ríos, profesor de violín y otros
instrumentos de arco; Rafael Sempere, armonía, armónium, órgano y
mecanografía; Victoria Sesé, profesora de todas las niñas para todas las
materias; Maestro Ramonet, oficial de escobería y Don José, maestro de
cepillería.
Como el trabajo y los resultados de esta escuela eran muy positivos, la
Diputación Provincial acordó sufragar absolutamente todos los gastos que
conllevaba el mantenimiento del centro docente lo que liberó al Patronato de
una cantidad fija que, sin ser exagerada, suponía un gran esfuerzo económico
para el mismo. Así fue como se planteó mejorar las condiciones de la escuela y
ésta fue trasladada, en octubre de 1929, al nuevo edificio en la calle Alvarez
Sereix 3, una construcción amplia, espaciosa, con patio y árboles y generosa
terraza, en el montículo conocido por "la Montañeta". Los terrenos habían sido
cedidos desinteresadamente por el Marqués del Bosch al Centro Instructivo y
Protector de Ciegos además de otras parcelas compradas por el Patronato
Provincial29. A partir de entonces la Escuela pasó a llamarse Instituto Provincial
de Ciegos. El instituto tenía capacidad para albergar a 90 alumnos internos, un
gran avance con respecto a los 22 (internos y externos) que tenía en 1924.
Tras la jubilación de Ricardo Giner Brotóns en 1929, el siguiente director fue
Víctor Viñes, destacado funcionario de la Diputación Provincial (persona con
vista), que estuvo en el cargo hasta agosto de 1936. Aumentó la plantilla e
ingresó como profesora de piano y violín la ciega Francisca Sánchez Molina.
En 1932 ingresó como profesor otro músico ciego ilustre, D. Rafael Rodríguez
Albert, quien se encargó de las clases de Piano, Armonía e Historia de la
música hasta 1936, año en que se trasladó al Colegio Nacional en Madrid.
Tomás Aldeguer fue el nuevo responsable de solfeo y de los instrumentos de
arco.
Durante estos años y con la incorporación de estos nuevos maestros, el
Instituto alcanzó grandes cotas de popularidad y éxito. Participaban en la vida
cultural de la ciudad, asistían a conciertos, tenían facilidades para acceder al
Conservatorio los alumnos del Instituto y organizaron numerosas veladas
artístico-musicales en las dependencias de la Escuela.
Durante la Guerra Civil se sucedieron profesores y directores. Santiago Arnal
fue uno de los directores y durante su mandato los alumnos fueron trasladados
a diferentes lugares para evitarles los bombardeos y horrores de la guerra. Al
finalizar ésta, volvieron al edificio de la Montañeta y continuaron la labor otros
profesores y maestros. A partir de 1943 un nuevo organismo, la Organización
Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) se hizo cargo del Instituto comenzando
una nueva etapa.
5.2. LA ESCUELA OFICIAL REGIONAL DE SALAMANCA (1863)
En 1863 se funda en Salamanca la Escuela de Sordomudos y Ciegos de
Salamanca y Zamora, bajo el patrocinio del rectorado de la Universidad
Salmantina y subvencionado por ambas Diputaciones Provinciales.
La primera sede de la misma estuvo en el edificio de la Normal de Maestros
aunque los alumnos estaban alojados en el Hospicio Provincial lo que
ocasionaba muchos inconvenientes a la hora de los desplazamientos. Acabó
instalándose en un par de habitaciones de la Casa de Beneficencia. El ingreso
se hacía a los 6 años y la escolarización terminaba a los 18 aunque,
dependiendo de los casos, se podía permanecer hasta los 25.
Cada Diputación podía enviar hasta 15 alumnos distribuidos de la siguiente
manera: 6 ciegos, 3 ciegas, 4 sordomudos y 2 sordomudas. No obstante
parece que el criterio de ocupación para ambas discapacidades no era del todo
estricto como tampoco el número por sexo.
La Escuela comenzó a funcionar con 41 alumnos pues se admitían los
pensionados por sus familias u otras instituciones benéficas así como también
a alumnos externos. La plantilla estaba compuesta por un maestro director que
era el encargado de la cultura general; una maestra de labores y un maestro de
música, encargado de enseñar a tocar múltiples instrumentos.
Sabemos poco más de la trayectoria de este colegio. Tras la guerra, en 1941,
continuó funcionando la Escuela en el Hospicio de Salamanca pero, para
entonces, ya sólo contaban con una habitación tras un incendio sucedido en la
imprenta del edificio. El número de alumnos se había reducido a 20 así como la
plantilla del profesorado, tan solo dos que con gran interés y afecto enseñaron
a estos niños cultura general y música. El profesor Lucio Rodríguez, pianista de
profesión, enseñaba de oído solfeo, teoría musical, violín, guitarra, bandurria y
piano pues consideraba que la música era el único medio digno de vida para
las personas ciegas.
Después de 1941, el edificio del Hospicio fue vendido y desapareció la Escuela,
encargándose cada Diputación de sus ciegos que, para estas fechas,
ingresaron ya en un colegio de la ONCE.
5.3. EL COLEGIO REGIONAL DE SORDOMUDOS Y CIEGOS DE SANTIAGO
DE COMPOSTELA (1864)
Aunque las bases para el establecimiento y régimen del Colegio de Santiago se
remontan al año 186330, dicho documento fue aprobado por Real Orden el 25
de septiembre del mismo año y diez meses más tarde se inauguraba el
Colegio, el 1 de junio de 1864 bajo el patrocinio de la Universidad de la ciudad.
Estuvo financiado por las cuatro provincias de Galicia que aportaban todas
igual cantidad salvo La Coruña que contribuía con 2.000 reales más.
El colegio se estableció, en un principio, en el antiguo Convento de Santo
Domingo, entonces Casa de la Beneficencia y tenía separadas, en dos alas, la
sección de los niños de la de niñas. Ambas secciones contaban con amplios
cuartos de baño y aseo, grandes y ventilados dormitorios con capacidad de
hasta treinta camas y las habitaciones de los vigilantes. Contaban con dos
aulas. La sección de las niñas era casi idéntica a la primera salvo que tenía dos
habitaciones más para posibles necesidades del colegio.
Cada diputación podía enviar diez niños discapacitados pobres que formaban
los alumnos numerarios aunque cada corporación provincial podía matricular,
de forma indistinta, sordomudos o ciegos para aquellas plazas que estuvieran
vacantes. Tampoco eran muy rigurosos con el sexo de los alumnos. Para
ingresar como interno no se podía tener menos de 8 años ni sobrepasar los 14.
Además de los diez numerarios podían enviar otros pensionados y antes del
comienzo del curso se haría recuento de las plazas disponibles y de los
recursos del centro. El número total de alumnos, internos y externos, que
podían ser admitidos era de 6031. Los internos alcanzarían un tope de 40 que
estarían subvencionados por la propia escuela mientras que las 20 plazas
restantes quedaban reservadas para los que fueran pensionados por otras
corporaciones o por particulares. No existió cupo de cuántos serían
sordomudos y de cuántos ciegos pero gracias a los cuadros presentados por
Manuel López Navalón en su Memoria32 sobre el colegio conocemos con
exactitud el número e incluso los nombres de los alumnos.
La enseñanza quedó estructurada en tres períodos: elemental, de ampliación o
superior e industrial. En el primer ciclo se enseñaban los rudimentos de la
enseñanza general y nociones primarias. El segundo ciclo o de ampliación
contemplaba la enseñanza primaria superior y estaba pensada para los que
dieran buenas muestras de capacitación y no tuvieran, por su posición social,
que aprender forzosamente una profesión manual.
El tercer ciclo o enseñanza industrial se impartía en los talleres de dentro o
fuera del colegio y allí se aprendían oficios diversos. Algunos cursos eran
impartidos fuera del Hospicio, bien en talleres profesionales o en casas
particulares donde sus dueños estuvieran de acuerdo en realizar dicha tarea de
forma desinteresada. Un dato importante es que las alumnas sordomudas y
ciegas tenían prohibido salir del recinto del colegio de lo que se deduce que
quedaba vedada para ellas la instrucción profesional o industrial. Dicha
prohibición no fue algo de los primeros años de enseñanza pues, revisando la
documentación cincuenta años posterior a la fundación del colegio,
observamos que mantuvieron esta absurda disposición (artículo 24 del Título
40)33.
El resto de las enseñanzas se impartían en el Hospicio siguiendo unas normas
y unos horarios establecidos por la dirección y el profesorado. También se
contemplaban los exámenes cuatrimestrales y los anuales, de carácter público,
a ser celebrados en el mes de junio.
La enseñanza duraba ocho años: cuatro de elemental y cuatro de ampliación o
industrial, según cada caso. Se entendía que si el alumno daba muestras de
aptitud podía, lógicamente, terminar uno y otro ciclo en menos años lectivos.
El primer Director del Colegio de Santiago fue Manuel López Navalón, que
había sido alumno del Colegio Nacional de Madrid y que, posteriormente, sería
uno dé sus profesores. Además de gran pedagogo fue un excelente inventor de
material para la mejor instrucción de las personas ciegas como un planímetro,
un astronógrafo y un mapa de España. Introdujo reformas en el sistema braille
español34 pero lo más interesante fue su método para el aprendizaje musical,
conocido como "Sistema Navalón". Todo el material no sólo fue premiado en
las diferentes exposiciones nacionales a las que se presentó sino que también
fue muy aplaudido en la exposición aneja a la celebración de la "Primera
Asamblea Nacional para el mejoramiento de la suerte de los Sordomudos y de
los Ciegos", celebrada en Madrid en 190635.
Hallamos importantes diferencias cualitativas entre la primera Memoria
presentada por López Navalón en 1867 y la que realiza en 1870. Aquí su
discurso es mucho menos optimista, especialmente con respecto a la
ocupación, que ya está al completo de las plazas previstas para el colegio y
también por el propio hospicio y sus instalaciones. Critica abiertamente la falta
de espacio físico (no debe olvidarse que además de los niños discapacitados la
Casa de Beneficencia albergaba a unos 250 pobres) así como el régimen
alimenticio y el equipamiento de camas y vestidos. Tanto es así que hizo un
llamamiento al resto de las Diputaciones para que tomaran conciencia de
cuanto se les presentaba y pudieran arreglar entre todos la situación36. Al
parecer esta lamentable situación se mantuvo todavía algunos años más.
En torno al año 1885, siendo Rector de la Universidad Antonio Casares, y
transcurridos ya casi veinte años desde la andadura de este Colegio, empiezan
las gestiones para la construcción de un nuevo Colegio de Sordomudos y
Ciegos que acabara con la mala situación que describía López Navalón y con
el retraimiento general de las familias a enviar a los hijos al Hospicio. La
persona de Eugenio Montero Ríos fue crucial para la puesta en marcha del
proyecto llegando a ser "o gran valedor de Santiago en Madrid nestes anos da
Restauración"37.
Durante la primera década del siglo XX, las peticiones por parte del
profesorado para la pronta construcción del nuevo edificio se hacían cada vez
más urgentes. De nuevo fue Montero Ríos quien agilizó los trámites para la
obtención de unos terrenos, que finalmente cedió el Ayuntamiento
compostelano, para que el Estado edificase un nuevo Colegio Regional para
Sordomudos y Ciegos en la ciudad.
Un dato curioso y dudoso a la vez es el de la estadística que en el año 1906
encargan los profesores José Cruz Letamendi y Celestino Bután, Director
profesor y Secretario respectivamente del Colegio de Santiago, de todos los
sordomudos y ciegos existentes en Galicia38. La cifra final dada fue la de 2.892
personas ciegas en toda la región. Numerosos cuadros y gráficos avalan estas
informaciones que nos han servido para continuar reconstruyendo nuestros
cuadros estadísticos finales. Anteriormente suponemos que se valieron de las
cifras dadas por el Director López Navalón en su Memoria de 1870 aunque las
cifras aquí aparecidas siempre hay que tomarlas con precaución. Para
entonces se decía que había en Galicia unos 1.700 sordomudos y 1.900
ciegos39.
De las casi 3.000 personas ciegas que se contabilizaron en 1906, apenas 20 o
30 recibían educación por lo que se hacía urgente un edificio que, según los
proyectos40, podría albergar hasta 500 alumnos entre sus muros.
A partir de segunda década del siglo XX comenzaron las obras y aunque hay
quien sostiene que el colegio quedó terminado en 191941 las obras se
terminaron de rematar en 192542. Corrieron a cargo del arquitecto Ricardo
Velázquez Bosco que años antes había viajado por Europa comisionado por el
entonces ministro de Fomento, Montero Ríos, para conocer de cerca este tipo
de instalaciones. El resultado final fue el de un gran complejo arquitectónico de
cuatro plantas. Estuvo situado en la explanada de San Cayetano y contó con
amplios espacios y pabellones claramente separados. Aunque compartió
instalaciones con el Hospital Provincial, el colegio funcionó bien y sin
interrupciones hasta que la ONCE inauguró su colegio en Pontevedra en el año
1959.
Desde su fundación, el colegio participó en numerosos concursos y certámenes
obteniendo diversos premios, medallas y diplomas en repetidas ocasiones. En
1904 obtuvo el Premio de honor y 300 pesetas, concedidas a los alumnos
ciegos del colegio, por el jurado de la "Liga de Amigos de La Coruña", en el
concurso de rondallas, donde los niños del colegio compitieron con otros
colectivos. Un años pues, la Distinción honorífica, también concedida a los
alumnos ciegos por la Sociedad Coral "Unión Artístico Compostelana", los
nombró socios de mérito por su participación en las veladas musicales. En
1906 se celebró otro certamen pedagógico y musical del que obtuvieron otro
Diploma de cooperación y también en ese mismo año les fueron concedidos
Votos de gracias a los alumnos ciegos por el Ateneo León XIII, por su
asistencia y cooperación a las veladas musicales43.
En el año 1909 el Colegio participó en la Exposición Regional Gallega
obteniendo un gran éxito. También participaron al año siguiente, momento en el
que se presentó un mapa en relieve, muy elaborado, de la región gallega.
El Colegio de Santiago fue poco a poco formando su propia biblioteca literaria y
musical. Los alumnos eran los responsables, en ocasiones, de la copia de los
textos o de las transcripciones musicales. Tal fue el caso del ilustre maestro
Enrique Rodeiro Moñino, anteriormente alumno del colegio, del que se dice que
copió, íntegramente en braille, "El Quijote" de Cervantes44.
Prácticamente todos los profesores del último Colegio Regional de Santiago
fueron buenos maestros y grandes músicos. El último director que tuvo el
Colegio antes de la creación de la ONCE fue D. Julio Mirelis Malvar. Lo
acompañaron Emilio Gutiérrez Arroyo, licenciado en magisterio y pianista que
fue nombrado profesor de Piano, Solfeo y Armonía hasta 1936. También
formaban el claustro Luis Agote, ex alumno y con unas grandes aptitudes
musicales; Ramón Ulloa, pianista y organista de Pontevedra y las señoritas
Antonia Menendez y Concepción Gestoso, renombradas organistas de la
región.
Un dato importante a considerar es que el Colegio Regional de Santiago
siempre contó con un Profesor titular de música y un Auxiliar y la mejor prueba
de ello son los repetidos premios que fueron obteniendo las rondallas, los
pianistas y los coros en diversos concursos. Además conocemos los nombres
de ilustres músicos ciegos, alumnos del colegio que se ganaron la vida tocando
profesionalmente.
Actualmente el edificio del antiguo Colegio Regional de Santiago alberga la
sede de las Consejerías de la Xunta de Galicia. Comenzaron las obras de
remodelación en 1985, tras examinar y revisar muchos otros edificios
compostelanos, y finalmente quedaron instalados en este complejo
arquitectónico al finalizar dicho año.
5.4. ESCUELA MUNICIPAL DE CIEGOS DE PALMA DE MALLORCA (1866)
Aunque son algo confusos los inicios de esta Escuela, Pedro Molina y Jesús
Montoro dan las fechas de 1866 y 1872 respectivamente como la de comienzo
de su actividad45. Se atribuye ésta a un ciego anónimo procedente de la ciudad
de Barcelona, que había aprendido en la Escuela Municipal de la Ciudad
Condal. Comenzó impartiendo las lecciones en su domicilio y en esta incipiente
Escuela enseñó los fundamentos de Aritmética, Braille y algo de música a los
ciegos que acudían. Cuando su fama llegó a oídos de las autoridades locales,
el Ayuntamiento decidió patrocinarla y colocar a un sacerdote como director
espiritual y a un ¡maestro vidente como profesor y director del centro. A partir
de este momento, Antonio Umbert Vila entra de lleno en el panorama educativo
de los ciegos mallorquines. Este maestro destaca en la historia de la
enseñanza a las personas ciegas porque fue uno de los reformadores del
sistema braille.
Umbert Vila apostó por una reducción del tamaño las letras y defendió que las
más empleadas del alfabeto tuvieran un menor número de puntos. También
ideó un sistema musical siguiendo los mismos parámetros, es decir, reduciendo
el número de puntos logrando que su sistema se valiera de tan solo cuatro
puntos.46 Umbert Vila fue el encargado de la enseñanza primaria y junto a él
trabajaron Emilio Liado47 que daba lecciones de idiomas y además dominaba
ampliamente el código braille, Guillermo Masot, encargado de las lecciones de
armonía y composición y Juan Alberti, profesor de solfeo, piano y órgano.
Pedro Sureda Roca fue uno de los más destacados alumnos de Umbert Vila
que acabó convirtiéndose en el sucesor y continuador de la enseñanza en las
Baleares ya que la Escuela Municipal vivió unos años inciertos. Además de
dominar dos idiomas, Sureda completó la carrera de piano y aprendió a tocar el
órgano con gran destreza.
Cuando Sureda ya era profesional de la música y relativamente popular entre
sus conciudadanos, trabajó intensamente para poner de nuevo en marcha la
extinta Escuela Municipal de Ciegos de Palma que, durante la última década
del XIX había permanecido cerrada. El principal opositor en esta ocasión fue el
propio alcalde que se negaba a dotar de fondos un proyecto de esta
naturaleza. Tuvo que esperar Sureda unos años hasta ver nombrado un nuevo
edil, más culto y sensible, que aceptara la propuesta de creación de la Escuela.
Finalmente en abril de 1904 se inauguraba nuevamente la Escuela Municipal
de Ciegos en régimen de externado. Sureda fue nombrado principal maestro y
director, cobrando un sueldo del Ayuntamiento y contrató a un obrero vidente,
Gabriel Carbonell, para que enseñara a los niños los distintos oficios. Sureda
fue el encargado de la instrucción elemental y de la música. Sus primeros
alumnos fueron cinco niños y una niña.
Poco a poco la Escuela y la labor que el Director desempeñaba en ella fueron
cobrando fama y muchos mallorquines decidieron apoyarle económicamente.
Esto permitió al centro la adquisición de instrumentos y otros materiales
pedagógicos. De la destreza y buen hacer de los alumnos en el taller escolar
da fe la medalla de plata que obtuvieron en la Exposición Industrial de Baleares
celebrada en julio de 1910. Avalado por este último éxito, Sureda viajó a
Barcelona en busca de compradores de los objetos hechos por los alumnos en
el taller de la Escuela. En realidad era una forma de premiar a los escolares por
su esfuerzo y también una manera de obtener un modesto jornal. Al parecer
consiguió un contrato con una empresa de Barcelona durante seis meses.48
El siguiente proyecto que este infatigable maestro llevó adelante fue la
publicación quincenal de la Revista Braille Española. Fue fundada un 15 de
junio de 1909 y tuvo unos seis años de vida. Su dirección y administración
estuvo en la calle Fueros 14. La imprenta allí situada también imprimía otras
publicaciones en braille además de partituras. Contó con importantes
colaboradores como Carlos Lickeffet, Enrique Rodeiro, Luciano Caño,
Francisco Just y Emilio Liado pero, a la muerte de Surada, la revista dejó de
publicarse. Sabemos que tuvo suscriptores en Francia, Suiza, Alemania... así
como en México y Argentina.
La vida de la Escuela, a pesar de la desaparición de Sureda en torno a 1915,
no se detuvo y pasó el turno a Jaime Vicens Carrió que tuvo igualmente un
espíritu luchador y se mantuvo al frente de la institución hasta llegar a
convertirla, ya en la década de los años 30, en la "Institución Mallorquína para
Ciegos". Bajo esta nueva denominación se hallaba la Escuela y sus enseres
(hubo un traslado físico de los materiales) y ahora muchas más aportaciones
económicas de generosos particulares. Presidía la institución el célebre
oftalmólogo Juan José Fuster Miró. Además de los donativos de particulares, el
Ayuntamiento aportó la cantidad de 2.000 pesetas y la Diputación Provincial la
maquinaria y utensilios para los talleres. Fue tal la habilidad en la gestión de
Vicens Carrió que hasta logró algo casi imposible en estos años bélicos previos
a la fundación de la ONCE. Su éxito más célebre fue conseguir la autorización
del Gobierno Franquista para emitir un cupón pro-ciegos balear en noviembre
de 1937 que, como veremos más adelante, fue el caballo de batalla de los
principales dirigentes de las asociaciones de ciegos españolas para conseguir
la unificación.
5.5. EL COLEGIO OFICIAL REGIONAL DE BURGOS (1868)
El Colegio de Sordomudos y Ciegos de Burgos fue el primero establecido
dentro del distrito universitario de Valladolid para la educación de los niños con
discapacidad. A este distrito universitario pertenecían las diputaciones de
Álava, Burgos, Guipúzcoa, Palencia, Santander, Valladolid y Vizcaya desde
finales del siglo XIX hasta bien entrado el XX. Colaboraron con la Universidad
Literaria de Valladolid para la creación y el sostenimiento de este colegio, al
menos hasta el año 1900. Tras esta fecha, las distintas diputaciones fueron
escindiéndose, en un principio las vascas, y probablemente, esta fuera una de
las razones que motivó su lento pero constante languidecimiento y posterior
cierre definitivo en 192849. A partir del año 1926 algunos alumnos se dieron de
baja para trasladarse al nuevo colegio creado en Vizcaya. Esta situación se
prolongó dos años más pues el 28 de febrero de 1928 es el último que aparece
en las inscripciones del Libro de Matrícula del Colegio.
Por iniciativa del Rector de la Universidad Literaria de Valladolid, D. Manuel de
la Cuesta, el proyecto y puesta en marcha de este colegio se convirtió en
realidad y fue instalado en el Hospicio de la capital burgalesa en el año 1868.
Fue él quien expuso a todos los gobernadores de las distintas provincias la
necesidad de dotar de un colegio a los sordos y ciegos de las provincias del
distrito. Hacía mención en su carta de los progresos que estos niños podían
obtener si recibían la educación especial que necesitaban y, por supuesto,
hacía alusión al deber de las autoridades de socorrerlos desde el punto de vista
benéfico y social.50
Tras varias reuniones del rector con representantes de las distintas provincias,
el proyecto fue finalmente adelante y se decide establecer el colegio en el
edificio de San Agustín, a las afueras de la ciudad de Burgos, al sur, rodeado
de campos, patios de recreo y huertas para que los alumnos pudieran disfrutar
de un ambiente saludable y con buenas condiciones para desarrollar las
actividades físicas al aire libre. No obstante, esta elección no estuvo exenta de
polémica pues las diputaciones de Palencia y Valladolid se disputaban con
Burgos la localización de la futura escuela. Comenzaron las obras de
habilitación que conllevaron nuevos problemas como, por ejemplo, el número
de alumnos que acogería la institución que, según parece, acabó teniendo
setenta y cinco repartidos proporcionalmente de la siguiente forma: Álava (6),
Burgos (17), Guipúzcoa (9), Palencia (10), Santander (11), Valladolid (13) y
Vizcaya (9).
Terminadas las obras había que aprobar un reglamento y nombrar un director,
tal y como expresaba la Real Orden por la que se creaba el Colegio de Burgos.
Se formó una comisión para redactar el futuro reglamento para lo cual se
decidió: tomar como modelo el vigente en Madrid aunque con ciertas
modificaciones. Finalmente vinieron las deliberaciones en torno al Director del
Colegio y el 1 de febrero de 1868, la Reina aprueba el nombramiento de Miguel
Matas Martorell.51 En su discurso de apertura oficial del colegio el Sr. Martorell
puso de manifiesto la gran necesidad que había de dotar a las provincias del
distrito de una institución como ésta pues sólo para entonces funcionaban
Madrid y Barcelona, y las recién creadas Salamanca y Santiago, y se hacía
indispensable poder atender a los discapacitados de la zona pues, a su juicio,
muchos permanecían en sus casas, sin instrucción ni enseñanza de ninguna
clase, por no tener un centro especializado a su alcance52.
El colegio debía de haber recibido, desde un principio, la ayuda económica del
Gobierno central pero debido a la escasez de medios, según testimonio del
propio Ministro de Fomento, se promete tenerlo en consideración para el futuro.
Ante esto las diputaciones se reparten los gastos aunque se solicita del
Gobierno la concesión de una ayuda para sufragar al menos los gastos de
personal o, si no, los de los alumnos pensionados.53
El colegio nació con el deseo de acoger a un gran número de alumnos como
internos (como casi cualquier centro al comenzar) sin embargo la realidad
después fue bien distinta: "En un primer momento el número de alumnos
internos, que el colegio tenía previsto acoger, era de doscientos internos,
según el informe dado al arquitecto de la Diputación de Burgos pero ... hay una
diferencia significativa con el número de alumnos que se admite a la hora de su
apertura. El número real es de setenta y cinco"54. Todos estos internos
estuvieron repartidos proporcionalmente entre las siete provincias como ya
hemos indicado.
Los criterios de admisión del alumnado fueron muy semejantes a los que ya
hemos visto en otros centros: estar bautizado, no estar imposibilitado para el
estudio, estar vacunado o haber pasado la viruela, ser completamente ciego o
sordo, etc. La edad de admisión estaba comprendida entre los 7 hasta los 14
años, dando siempre preferencia a los más pequeños. Este colegio distinguió
entre cuatro tipos de alumnos diferentes, en razón de su sexo y también de su
condición económica: sordomudos y sordomudas y ciegos y ciegas, internos y
externos, pensionistas y no pensionistas. Esta es la razón por la que se
encuentran hasta cuatro Libros de Matrícula diferentes en un mismo año.55
También existieron diferentes fichas de clasificación en función del tipo de
alumno y del nivel de instrucción en el que se encontrara. Dichas fichas
aparecen reproducidas igualmente en la obra de Mínguez56. Por fin
encontramos datos acerca de la instrucción musical recibida por los alumnos
ciegos: musical vocal e instrumental, tanto en el primer período como en el
segundo.
Con respecto al profesorado encontramos también nombres conocidos.
Concretamente Carlos Nebreda y López se presenta y gana una plaza de
Titular de Primer maestro de ciegos del Colegio de Burgos. Al parecer el caso
de Nebreda no fue el único ya que muchos profesores ayudantes del Colegio
de Madrid se presentaron a las plazas que salieron en este nuevo Colegio y las
ganaron por oposición. Tan solo las de maestros de talleres y la del capellán
fueron nombradas por los responsables de la Diputación de Burgos.
La enseñanza estuvo dividida en dos períodos: el primero o elemental era muy
parecido al que se impartía en las escuelas ordinarias normales. Su duración
era, aproximadamente, de seis años sin menoscabo de que se realizara en
menos tiempo si el alumno había tenido un aprovechamiento bueno. En este
primer período de enseñanza ya estudiaban solfeo y canto a modo preparatorio
para un estudio en profundidad de la música en el período siguiente.
El segundo período también tenía dos secciones: una primera, en la que
ampliaban los contenidos de la enseñanza elemental y que duraba en torno a
tres años, y una segunda, en la que se aprendían idiomas, dibujo, música y
otros estudios útiles así como artes y oficios. Esta última sección estaba más
encaminada a la formación profesional de alumno. Era importante el método a
seguir pero, sobre todo, el peso que ciertas asignaturas tuvieron en este último
ciclo como podemos comprobar por el artículo 80 del Titulo IV del Reglamento
del Colegio: "En los estudios superiores continuará el método seguido en el
primer período, dando preferencia entre todos los ejercicios a los de redacción
para los sordomudos y a los de música para los ciegos y ciegas".
Y es que cada vez se daba más importancia a la instrucción musical. En uno de
los Libros de Matrícula de Ciegos57 se observa que la mayoría de los varones
se dedicaba a la música mientras que las mujeres alternaban la música y las
labores. Además de la música clásica practicaban mucho la religiosa pues
todos sabían la demanda que las iglesias hacían de organistas y vieron en esta
profesión especializada de la música una buena salida. Para terminar
añadimos que no tenemos certeza de cuál fue el método con el que instruyeron
a las personas ciegas durante todos estos años aunque sospechamos que fue
con el sistema braille aunque cabría pensar que conocieron el Abreu por haber
tenido profesorado procedente del Colegio Nacional de Madrid, aunque esto es
una mera hipótesis.
5.6. COLEGIO PROVINCIAL DE ZARAGOZA (1871)
La situación de las personas ciegas en la capital aragonesa no destacó,
precisamente en estos primeros tiempos, ni por su organización ni por su
número. Conocemos la existencia de un Colegio Provincial dirigido por Antonio
Arellano hasta su muerte. Luego tomó el mando Lorenzo Cáceres que
desconocía completamente los métodos y técnicas necesarios para llevar
adelante una institución de estas características. Su tarea estuvo más
encaminada a cumplir su compromiso particular con la Diputación que la
instrucción y enseñanza de los alumnos ciegos. Para sacar adelante su trabajo
necesitó contar con la ayuda de un discípulo de Arellano con quien, al parecer,
tampoco tuvo una buena relación. Tras serias disputas, el colegio cerró sin que
la Diputación Provincial tomara ninguna iniciativa o siquiera fundara una nueva
escuela.58
Aunque Zaragoza tenía en 1912 un reducido número de personas ciegas, las
asociaciones existentes en la capital, tampoco ejercían ninguna tarea especial
hacia estas personas. De los lugares visitados por Eugenio Canora en su viaje
por España a distintas provincias para conocer el estado de la cuestión en
materia educativa y social, Zaragoza fue el más desalentador y caótico que
halló. La sociedad "El Progreso" cuyo presidente era José Cambón y de la que
se tenía conocimiento en Madrid, apenas pudo exponer nada al profesor
Canora del lamentable estado en que se encontraba el colectivo en la ciudad.
Sorprende que Zaragoza, una de las principales ciudades españolas más
populosas, fuera tan reacia a ayudar a los deficientes visuales siquiera
dándoles limosna. Muchos se vieron obligados a emigrar a otras provincias lo
que puede explicar el reducido número censado en esta capital.
Si el Colegio Provincial no prosperó, tampoco lo hizo la Sociedad "El Progreso",
fundada en julio de 1910 y clausurada dieciséis meses más tarde. Otras
asociaciones tampoco salieron adelante y, por esta circunstancia, en una
ciudad sin escuela especial ni asociaciones que les protegieran o ayudaran,
difícilmente iba a mejorar el colectivo. Tras la visita de Canora a Zaragoza en
1912 se puso de manifiesto el penoso estado en que se encontraban las
personas ciegas en esta ciudad y se solicitó a las autoridades, en este caso al
Patronato Nacional, que no pasara por alto este flagrante caso y resolviera de
la mejor manera posible la restitución de un colegio especial y la creación de
una asociación que velara por los intereses del colectivo en Zaragoza.
5.7. COLEGIO OFICIAL PROVINCIAL DE SEVILLA (1873)
Desde 1831 se conoce la existencia del Hospicio de Sevilla, en el que tuvieron
cabida muchos niños de ambos sexos, incluso expósitos procedentes de la
"casa-cuna" además de otros adultos necesitados y ancianos desvalidos. Se
procuró la enseñanza y aprendizaje de oficios para los niños y, años más tarde,
tuvo lugar la creación del Colegio Provincial de Sordomudos y Ciegos. La
primera iniciativa, en 1860, corrió a cargo del Rector de la Universidad Literaria,
D. Antonio Martín Villa, como respuesta a los preceptos de la Ley de 1857 más
dicha proposición no llegó a buen fin.
Once años más tarde, D. Antonio Pichardo y Casado, profesor de primera
enseñanza del Hospicio Provincial, fue quien propuso a la Diputación Provincial
la creación del Colegio cuya puesta en marcha se debió finalmente a un
acuerdo de la misma Diputación. Algunos meses antes una comisión formada
por miembros de la Junta Provincial de Instrucción Pública, la Escuela Normal
de Maestros así como la Comisión de Beneficencia habían decidido pensionar
al Sr. Pichardo, por un plazo de ocho meses, para que viajara a Madrid y allí
tomara nota de cuanto se realizaba en el Colegio Nacional de Sordomudos y
Ciegos, aprendiera sus métodos y procedimientos especiales y fuera capaz de
asimilarlos para hacerlos efectivos en Sevilla59.
A su vuelta de Madrid, y tras presentar la debida Memoria, la Diputación
Provincial acordó un 25 de abril de 1872 crear el Colegio de Sevilla que estaría
funcionado para el siguiente año económico, es decir el de 1872/1873. Este
último acuerdo se aprobó por unanimidad en un pleno celebrado el 2 de mayo
de ese mismo año. También se acordó que fuese Don Antonio Pichardo y
Casado el futuro Director60 de la nueva institución. El primer Reglamento
provisional del Colegio fue aprobado igualmente por la Diputación en sesión de
3 de mayo de 1873.61 La inauguración del Colegio tuvo lugar el 3 de noviembre
de 1873 en la calle Hombre de Piedra 8. No obstante, desde esta fecha a la del
siguiente emplazamiento el colegio no dejó de estar nunca ligado al Hospicio lo
que jamás le favoreció.
Es práctica común que a lo largo de la historia se haya asociado a las personas
ciegas, sordomudas y otros discapacitados con personas inútiles e incluso, en
ocasiones, molestas para la sociedad, razón por la que muchos se vieron
abocados a la mendicidad. En la Edad Media fueron acogidos en hospicios y
asilos de todas clases y durante la Edad Moderna y especialmente la
Contemporánea, observamos la aparición de los primeros centros
especializados. Pues bien, una de las primeras cuestiones que conviene
matizar y que se hace patente gracias a personajes como Valetin Haüy, Ponce
de León, Louis Braille, etc. es su vocación educativa y filantrópica para sacarles
de la pobreza, intelectual y también manual y aquí es donde el concepto de
hospicio y asilo no se corresponde. Por esta razón, aquellos colegios como el
que estamos tratando, que estuvieron bajo la custodia del hospicio, nunca
progresaron en los términos en los que se crearon "ex profeso" para estas
cuestiones. En palabras del propio director del Colegio de Sevilla que se
lamentaba de los traslados decía: "nunca estuvo en buenas condiciones por la
circunstancia de parecer como una de las dependencias del hospicio, etc. y ya
no olvidaron nunca que el Colegio de Sordomudos y de Ciegos estaba en el
Hospicio y por esta causa no llegaría nunca a conseguir todo el desarrollo que
era de esperar.."62
El colegio peregrinó por distintos emplazamientos hasta que el 7 de enero de
1902 quedó definitivamente instalado en un nuevo pabellón del Hospicio
Provincial del que saldrían después del año 1938 y de que la nueva
organización, ONCE, proporcionara un centro propio. El antiguo colegio
compartido quedaría a partir de entonces para los sordomudos.
En las primeras disposiciones consultadas63 observamos los siguientes
aspectos:
Se acuerda acoger en un mismo recinto a las personas sordomudas y ciegas
para procurarles instrucción y aprendizaje de oficios. Aunque ambas
discapacidades estuvieran juntas, las enseñanzas se darían por separado y el
contenido de las mismas sería distinto en algunos aspectos.
La Diputación dispuso que los alcaldes de los diferentes pueblos hicieran
conocedores a los padres de estos niños discapacitados de la existencia del
colegio para que todos aquellos ciegos entre los 7 a los 16 años acudieran al
mismo. Se intenta concienciar a los progenitores de la importancia de que sus
hijos acudan a este centro específico.
El colegio sólo admitió, en un principio, a alumnos varones que fuesen
sordomudos, ciegos o sordos en tal grado que les impidiese acudir a la escuela
común de enseñanza normal64. Se estableció un régimen de internado así
como de alumnos externos, pensionados, medio pensionados y gratuitos.
Respecto a la enseñanza, en el Capítulo II artículo 7o del Reglamento
Provisional se acordaba lo siguiente: "Los ciegos serán instruidos en las
mismas materias, esceptuándose (sic) los medios de comunicación, el dibujo y
la caligrafía, que se sustituirán con la enseñanza de la música vocal e
instrumental. La lectura se les enseñará en caracteres del sistema
convencional de puntos en relieve y de forma usual también en relieve; la
escritura por dicho sistema convencional de puntos empleando pautas de
Braille, por el sistema Foucault con máquina y con lápiz por el de Nebreda, y
por último, se empleará el relieve para la enseñanza musical"65. Cabe señalar
que se alternaban estas enseñanzas con el aprendizaje de oficios y que en
tercer y último período de la instrucción general dedicarían mayor tiempo,
aquellos que estuviesen mejor dotados, a un mayor afianzamiento de sus
destrezas musicales.
Los exámenes eran privados y públicos y se realizaban con periodicidad
mensual y trimestral. Los generales se hacían ante un tribunal formado por una
comisión designada por la Diputación Provincial y los profesores del centro.
Tenían un sistema de "premios y castigos" consistente en alentar a los alumnos
al estudio y al máximo aprovechamiento que, en justa medida, se veía
recompensado con cartas de recomendación, permisos para salir del centro,
libros, medallas o diplomas o incluso, sumas en metálico. Las penalizaciones o
castigos sólo eran dispensados a aquellos que incumpliesen las normas del
centro o incurriesen en algún fallo. El castigo mayor era la expulsión del centro
pero existían también los plantones, las comidas sin postre, la privación de
recreos o incluso la reclusión en un cuarto.
Tanto los libros de registro como los de matrícula de sordomudos y ciegos
fueron siempre independientes y ambas discapacidades se trataron,
documentalmente hablando, por separado, según hemos comprobado por la
información disponible del Archivo de la Diputación de Sevilla. El número de
alumnos aproximado que tuvo el Colegio de Sevilla en torno al año 1902, fecha
en la que se trasladaron al último edificio junto al Hospicio, era de ochenta
alumnos66.
Los principales cambios que hemos observado entre el Reglamento Provisional
de 1873 y el de 1935 es que el último acoge por fin a las niñas sordomudas y
ciegas pero sólo para recibir las enseñanzas del Colegio. Finalizadas las
clases, éstas saldrían del establecimiento. Aquéllas que estuvieran internas en
el Hospicio Provincial, acudirían al centro exclusivamente para recibir las clases
y siempre habrían de hacerlo acompañadas de las monjas o celadoras
(artículos 26 y 27 del Capítulo II).
También se admitía a alumnos que no fueran necesariamente de la provincia
siempre que llegaran costeados por sus Ayuntamientos, Corporaciones o bien
por particulares (Artículo 2o, Capítulo I).
En lo referente a la enseñanza, la misma no varió mucho con respecto a la que
se impartía sesenta años atrás. Seguían dando una importancia especial a la
enseñanza musical y, probablemente, lo más llamativo que hemos observado
en el Reglamento de 1935 fue la incorporación del método Abreu como uno de
los sistemas convencionales de puntos en relieve para la instrucción. El artículo
32 del Capitulo III decía: "La enseñanza musical de los ciegos abarcará el
piano, órgano e instrumentos de cuerda y viento" y, por supuesto, nunca
abandonaban sus oficios de tipo manual.
Otro apartado que también llama nuestra atención es el referente al personal
del establecimiento (Capítulo V). De los diez profesores con que contaba el
centro, cinco eran exclusivamente de música, quedando distribuidos de la
siguiente manera:
-Un Profesor de Solfeo, Piano, Órgano y Armonía
-Un Auxiliar de Solfeo, Piano y Órgano
-Un Ayudante de Solfeo y dictador
-Un Profesor de Violín
-Un Profesor de Guitarra y Bandurria
Y el tiempo de dedicación de las materias queda reflejado en el artículo 52 del
Capítulo V: "Las enseñanzas de solfeo, piano, órgano y armonía, guitarra y
bandurria y violín, serán alternas de hora y media de duración cada clase". Por
último señalamos que entre las recompensas y correctivos (Capítulo Vil) que
contemplaba el Reglamento del Colegio estaba la entrega de instrumentos de
cuerda y viento a los alumnos ciegos que, por su buena conducta, los hubieran
merecido.
Como conclusión cabría decir que la instrucción musical de las personas ciegas
en el Colegio de Sevilla fue siempre una materia importante que contó con
buenos profesionales entre su profesorado y que procuró, en todo momento,
que sacaran de la música su profesión del futuro y porvenir.
5.8. LA ESCUELA OFICIAL PROVINCIAL DE TARRAGONA (1876)
Montero67 y Molina68 hablan de la creación de esta Escuela desde 1871
aunque informaciones en torno a la existencia de una academia para personas
ciegas dependiente de la Casa de Beneficencia (y ésta a su vez de la
Diputación Provincial de Tarragona) sitúan la puesta en marcha de esta
institución desde 1876 a cargo de un competente Director ciego: José M.
Serret69.
Dicho Director debió de tener bastante protagonismo en la vida pública y social
de la ciudad durante su mandato pues son abundantes las referencias que hay
sobre él en las Actas de la Diputación de Tarragona. Parece claro que
desempeñó con celo y esmero su docencia70 a la vez que había voces que le
recriminaban los gastos que ocasionaba al erario de la Diputación71 por la
compra de instrumentos y las constantes solicitudes de más fondos. No
obstante, también hallamos noticias por las que sabemos de la entrega de
instrumentos usados a la Academia a dos alumnos como recompensa por su
buen comportamiento y aplicación72.
De lo que hemos podido extraer de la información de la Diputación con
respecto a la existencia de la Academia de Ciegos, entre los años 1876 y 1884
sabemos que, con asiduidad compraban instrumentos (entre los que se citan
pianos, violonchelos, contrabajos) así como "otros efectos" (pautas, regletas y
punzones para la escritura) y que celebraban una especie de certamen artístico
al finalizar el curso que les proporcionaba, además, premios73. Esta práctica
era bastante común en otros centros y colegios de la península.
El número de alumnos varones acogidos en la escuela fue de unos doce que
estuvieron dirigidos por el maestro ciego Rafael Gabriel, antiguo discípulo de la
Escuela Municipal de Barcelona. Según cuenta Pedro Molina, la finalidad de
esta Escuela no fue otra que la de la enseñanza musical. Les daban los
conocimientos necesarios para poder emprender los estudios de solfeo y
después aprender bien algún instrumento de cuerda, preferentemente. Todos
estos alumnos que acudían a recibir las clases de música a la escuela vivían
en la Casa de Beneficencia. Allí su único profesor tenía un sueldo de 1.000
pesetas anuales y otras 275 pesetas para gastos de material.74
También destacamos que la Casa de Beneficencia contó con un médico
oculista, Ricardo de Vilallonga, quien estableció una "clínica diaria de
enfermedades de la vista sin ninguna clase de retribución"75. Ante tal acto
filantrópico la propia Diputación decidió, en justa recompensa, conceder al
doctor Vilallonga una gratificación de 500 pesetas "en recompensa de los
servicios que viene prestando"76.
Otro dato curioso e interesante es el del reclutamiento que los militares hicieron
de los músicos de la Casa de Beneficencia. Al parecer, intentaron reclutar
voluntarios entre los internos, aptos por la edad, para que ingresaran como
músicos en las bandas de los regimientos. Dichas noticias también están
recogidas en las Actas de la Diputación Provincial. Los alumnos dejaban la
escuela a la edad de 18 años.
Sobre la existencia de la "Capilla de Canto" también tenemos noticia gracias a
la obra sobre la Casa de la Beneficencia que publicó en su momento la
Diputación. En ella se dice expresamente: "Existe también una Escuela de
música y de canto, dirigida por un experto profesor. Es de ambos sexos. Los
niños, después de aprender solfeo y canto, lo mismo que las niñas, constituyen
la Capilla de canto que toma parte en las funciones religiosas que se celebran
en la Iglesia del Establecimiento"77. Suponemos que un buen número de los
componentes de esta Capilla de Canto serían personas ciegas instruidas en la
Escuela de Música comentada.
5.9. ESCUELA PROVINCIAL PATRONAL DE BADAJOZ (1877)
Uno de los primeros datos que tenemos, para historiar la Escuela de Badajoz,
parte de la petición hecha por Eduardo Cerratos, acogido a los
establecimientos de Beneficencia, en el año 1877, cuando presenta, en una
sesión celebrada en la Diputación de Badajoz, la documentación precisa para
que se le abonen los derechos del título de maestro elemental. Por otro lado,
Antonio Martínez aprovechaba la ocasión para solicitar la prestación de
enseñanza a los niños ciegos en el Hospicio de la ciudad. Se acordó que se
pasaría a la comisión de Instrucción Pública y de Beneficencia
respectivamente78.
Dos años después encontramos la noticia del nombramiento de D. Victoriano
Gómez Valencia como profesor de música de los niños ciegos acogidos en la
casa de expósitos. Al parecer, el anterior maestro había fallecido y en sesión
celebrada en la Diputación el día 10 de mayo de 1879 acuerdan unánimemente
los reunidos, la Comisión provincial y los diputados, el nombramiento de dicho
señor con independencia de lo que resolviera en su día la Diputación
Provincial79. Un mes después, dicho nombramiento fue confirmado y hallamos
la noticia de que ejerció desde entonces el magisterio de forma gratuita aunque
no pudo llegar a confirmar su plaza por no presentar, a su debido tiempo, el
certificado correspondiente de libertad de quintas. Por este motivo, la
Corporación decidió rehabilitar el antiguo nombramiento y que se le expidiera al
interesado el título80.
La trayectoria de este profesor de música es conocida gracias al Libro de
Registro de personal que se encuentra en el Archivo de la Diputación de
Badajoz81. Sabemos que fue el profesor de música para personas ciegas
acogidas en la casa de expósitos y que había sido nombrado por la Comisión
Provincial, constituida en Diputación, el 10 de junio de 1879 y que fue
rehabilitado el mismo nombramiento y por la misma Corporación el 7 de mayo
de 1880, con un sueldo anual de 638 pesetas y 75 céntimos. Aunque cesó en
junio de 1881, después pasó a desempeñar el puesto de Auxiliar de Profesor
de Música de la Casa de Expósitos, también nombrado por la Diputación. Estos
nombramientos y ceses se dieron durante casi cuarenta años pues la última
noticia que tenemos del profesor Victoriano Gómez Valencia es su cese el 5 de
mayo de 1927.
En sesión celebrada en noviembre de 1887 ya se menciona al Colegio de
Sordo-mudos y Ciegos como institución82, a pesar de que se comenta
igualmente la inexistencia de instrucción a los niños ciegos en los asilos. Se
abre el debate en torno a la necesidad imperiosa de que estos niños reciban
educación para salir de la penuria en que viven y puedan, en un futuro, valerse
por sí mismos. Se propone al profesor Joaquín Santos, del que se dice que
había recibido en el mismo colegio la instrucción que poseía, para el
desempeño de la función de maestro del colegio y se ruega al Cuerpo
Provincial se sirva acordar la creación de esta plaza83. A través del Libro de
Registro del Personal, conocemos la trayectoria profesional del profesor
Joaquín Santos Santos, natural de Alburquerque, Badajoz, nacido el 1 de
diciembre de 1861. Comprobamos los distintos cargos que ocupó como
profesor de personas ciegas en la casa de expósitos, desde el día 5 de
noviembre de 1887 hasta el 30 de junio de 1925. Conocemos las fechas de
nombramiento, de toma de posesión, las fechas de ceses y también los
salarios recibidos siendo el primero de todos de 1.290 pesetas anuales84.
Joaquín Santos y Santos fue profesor para la enseñanza de la lectura, escritura
y música85.
Conocemos a un tercer profesor de la casa de expósitos, Francisco Moyano,
que colaboró como Auxiliar del Profesor de Ciegos. Desconocemos si éste
también ejerció el magisterio musical o simplemente ayudaba en las tareas al
Profesor titular. Su trayectoria fue más breve que la de los anteriores aunque
permaneció en el centro desde enero de 1910 hasta después del año 1923,
fecha en la que hallamos su último nombramiento86.
5.10. COLEGIO REGIONAL DE CIEGOS DE VALENCIA (1886)
La iniciativa de puesta en marcha del Colegio valenciano partió de un antiguo
alumno del Colegio de Madrid, Vicente Aroca, hombre culto y gran
emprendedor que deseaba dar las mismas posibilidades de enriquecimiento
personal que él había logrado a los compañeros ciegos de su ciudad natal.
Aroca visitó a numerosos filántropos y gente poderosa a la que explicó su
proyecto y finalmente convenció. Dos años tardó en reunir fondos para
empezar el Colegio de Sordomudos y Ciegos contando con el inmueble que
habría que alquilar, el profesorado competente, el material pedagógico apto
para estas enseñanzas, etc. En el año 1886 se inauguró el Colegio que quedó
instalado en un caserón de la calle Padre Huérfano 5, donde se mantuvo hasta
el año 190587.
Vicente Aroca fue su primer Director y consiguió que la institución fuera
mantenida por un grupo de altruistas y filántropos junto con otras
colaboraciones de tipo benéfico. Al cabo de unos meses de ejemplar
funcionamiento, las autoridades se vieron en la obligación de ofrecer también
su ayuda y así, Ayuntamiento y Diputación Provincial prestaron, de manera
independiente, su colaboración. Pasó a tener reconocimiento oficial y a ser un
establecimiento público de enseñanza para personas ciegas y sordomudos de
toda la región valenciana por lo que se recibían alumnos de Castellón, Valencia
o Alicante. Parece que la gran mayoría de los que acudieron al centro eran de
la misma capital de Valencia aunque también se dio el caso de algún otro
alumno de fuera, como el reconocido músico y después director del Instituto
Provincial de Alicante, Ricardo Giner Brotóns, que tuvo que aprender en este
colegio, Rafael Rodríguez Albert o como también fue el caso del reconocido
Joaquín Rodrigo Vidre, natural de Sagunto, que acabó recibiendo su
instrucción en el Colegio de la capital.
A este colegio podían acceder los niños entre los 5 a los 12 años y dejaban el
mismo después de un período de aprendizaje de 8 cursos para los sordomudos
y de 9 para los ciegos. Los alumnos podían ser internos o externos. Como el
centro resultó enseguida un éxito, creció notablemente el número de alumnos
lo que hizo necesario aumentar la plantilla del profesorado. Disponían de cuatro
aulas para separar convenientemente a los sordomudos de los ciegos y a los
niños de las niñas. Aunque la enseñanza era gratuita para los más pobres,
aquellos que residían en el Hospicio Provincial o en los establecimientos
generales de beneficencia, el resto contribuía con una cuota mensual que
quedaba fijada en función de su posición económica y social.
En 1900 el colegio contaba con 90 alumnos en total, entre sordo-mudos y
ciegos, internos y externos. El número de personas ciegas era de 37. Al frente
de la sección masculina había seis profesores y dos auxiliares (uno de ellos
ciego) y la sección femenina estaba tutelada por ocho monjas franciscanas. En
esta fecha ya era director el presbítero Salvador Fúster quien años más tarde
sería el responsable del Colegio de Deusto en Vizcaya.
A partir de 1905 el colegio consiguió ser trasladado a un edificio mayor en la
Plaza de la Bocha 7, en donde había más espacio para internar a los que
diariamente tenían que desplazarse desde el Hospicio o los demás
establecimientos benéficos. El constante ir y venir de estos niños con sus
celadores siempre era motivo de quejas y conflictos. Aunque el colegio ya
contaba con subvenciones más o menos establecidas de las instituciones y de
aquellos altruistas que seguían colaborando, especialmente la Junta Patronal,
el presupuesto anual era siempre deficitario aunque cuenta Montoro que el
Conde de Cheste, gran benefactor de las personas ciegas fue quien se
encargó, año tras año, de que el balance del Colegio no tuviera pérdidas.
En 1906 Salvador Fúster fue uno de los vocales de la Comisión ejecutiva de la
Primera Asamblea Nacional para el Mejoramiento y Suerte de los Sordomudos
y de los Ciegos que se celebró en Madrid en la sede del Colegio Nacional88. Allí
adquirió todo tipo de materiales para la instrucción. Compró libros en braille, el
método de lectura de Avendaño y Carderera, el Catecismo del padre Ripalda,
el Método de Solfeo de Hilarión Eslava en Abreu así como textos de Victoriano
Fernández Ascarza y Ezequiel Solana. Como el problema del repertorio en
braille era una constante en muchos de estos establecimientos, el Padre Fúster
tomó buena nota de la imprenta del colegio madrileño e hizo todas las
gestiones pertinentes para montar un taller de imprenta braille en el Colegio de
Valencia que él dirigía. Dicha imprenta sacaba libros en sistema braille y
también en Abreu. Es interesante destacar que en el Colegio valenciano se
enseñaron los diferentes sistemas de lecto-escritura en relieve: braille, Abreu y
Ballu, pero también conocieron y practicaron el Llorens y el Mascará e incluso
la escritura a lápiz usando las pautas y regletas braille. Las materias que se
impartían eran: cultura general, religión y moral, urbanidad, labores y economía
doméstica y, fundamentalmente, música.
Otra personalidad que contribuyó mucho al sostenimiento del Colegio de
Ciegos y después, Instituto Valenciano de Sordomudos y de Ciegos fue el
Conde de Montornés, presidente de la Junta Patronal. Este benefactor fue un
gran entusiasta y, además de ayudar económicamente en el mantenimiento de
la escuela, intentaba colocar profesionalmente a los alumnos cuando salían de
la misma. Cuenta Montoro que tenía muchos contactos e influencias en los
despachos ministeriales y que, siempre que podía, intervenía en favor de las
personas ciegas o sordomudas para buscarles un empleo.
Cuando en 1912 Eugenio Canora visita Valencia con motivo de su viaje de
trabajo a las provincias de España para dar cuenta de las actividades de los
colegios y asociaciones al Patronato Nacional de Sordomudos, Ciegos y
Anormales, Fernando Ferrando es el director del Colegio de Valencia. Recibió
de muy buen grado a Canora y tras las presentaciones de rigor de cuantos
colaboraban con él en el centro, le mostró las instalaciones y lo que allí se
hacía. Observó los excelentes resultados que se estaban obteniendo en la
educación de las personas sordomudas (con procedimientos alejados de la
mímica) y también los excelentes libros de texto que se empleaban para la
enseñanza de los ciegos, todo ello unido a una encomiable organización. Las
Hermanas de la Caridad estaban al cuidado de los niños internos.89
A partir de 1923 el Colegio pasó a denominarse Instituto Provincial de
Sordomudos y de Ciegos. Junto al director Fernando Ferrando colaboraron
José Julia Coll (maestro ciego de solfeo, teoría y canto) y Gonzalo Bartual
(también ciego que impartía piano, violín y armonía). La formación musical que
recibían los alumnos fue siempre muy buena. El centro tuvo bastante prestigio
y contó con las subvenciones oficiales además de los donativos de los
filántropos y otros generosos ciudadanos. Hasta 1939 se mantuvo con
actividad diaria pues con la creación de la ONCE los alumnos, obligados a
afiliarse, empezaron a asistir a las clases que la organización les facilitaba.
Ahora bien, mientras que la ONCE habilitó unas aulas para atender a los
ciegos, muchos de los que habían estado internos en el Instituto, continuaron
con su formación en este centro hasta que en 1943 la organización nacional
absorbió al Instituto Provincial pasando a ser el tercer colegio de la ONCE
fundado en España.
5.11. LAS ESCUELAS MUNICIPALES DE MADRID (1893-1904)
Según testimonio de Pedro Molina, Secretario del Colegio Nacional de
Sordomudos y de Ciegos de Madrid, la primera sede de la Escuela Municipal
de Madrid fue inaugurada en 1893 y estuvo situada en la calle Magdalena.90 No
obstante, la documentación consultada sólo nos ha revelado alguna
información sobre la Escuela Municipal de la zona norte, situada en la calle de
la Palma y de la que fue su director Eduardo Molina y Martín, autor de
numerosas obras, ilustre conferenciante, Profesor auxiliar de Gimnasia del
Instituto General y Técnico del Cardenal Cisneros, Profesor de Educación
Física del Primer Asilo de San Bernardino; ex profesor de los Institutos de
segunda enseñanza de Lérida y Canarias y ex Director del Colegio "El Buen
Suceso" de Madrid.
En la conferencia pronunciada en la Escuela Normal Central de Maestros el día
19 de julio de 1904 sobre la "Pedagogía especial: enseñanza de sordomudos y
ciegos..." explica la trayectoria de estas enseñanzas a lo largo de la historia y la
trascendencia que ambas han tenido para la mayoría de los discapacitados.
Molina y Martín alerta sobre algo que, lógicamente, ha llamado mucho nuestra
atención: la sobreprotección91 que a su juicio (y al de otros muchos) daba el
colegio oficial de Madrid a los niños mientras vivían en el centro. Durante el
período de instrucción y formación vivían felizmente casi en una especie de
burbuja que, podríamos decir, se rompía con facilidad en el momento de
abandonar la institución pues maestros y cuidadores habían puesto tanto celo
en su vigilancia que, en ocasiones, les hacían más incapacitados de lo que ya
eran. Probablemente sea cierto este dato pero concluir la escasa eficacia de
las labores desempeñadas en dicho colegio nos parece exagerado.
Se decía que la mayoría de los vagabundos ciegos que se veían por las calles
de Madrid tañendo algún instrumento habían sido antiguos alumnos del Colegio
Nacional lo que ponía en entredicho la gestión desempeñada por el centro.
Aunque es muy probable que fuera cierto, Molina fue un gran defensor de la
enseñanza y no dudó en reclamar reiteradamente la necesidad de la creación
de nuevas escuelas.
Eduardo Molina defendió la labor de las Escuelas Municipales y la misión
instructivo-educadora que, a su juicio, tenían todos los profesores y que, en
ningún caso, debía suprimirse. Bien al contrario, él defendía un esfuerzo aún
mayor acompañado de una gran dosis de paciencia. A través de su conferencia
conocemos los oficios que enseñaban a los ciegos (cordonería y pasamanería,
fabricación de sillas, jaulas, cestas, alpargatas, cepillos, etc.) además de la
instrucción general y la música: "a la par que el divino arte de Mozart, en cuyos
estudios y oficios la atención y la abstracción que estos seres poseen, efecto
de su estado, son una extraordinaria ventaja que tienen sobre los que carecen
de sus defectos..."92. Observamos que insisten mucho en la higiene y la
educación física de estos niños que, debido a su minusvalía física, tienden a la
quietud y pasividad lo que origina a largo plazo muchas otras enfermedades y
trastornos de toda clase.
Se repasa la trayectoria del Colegio, que tiene ya muchos años de historia y
sus reglamentos y planes de estudio que analiza comparativamente con los de
las Escuelas Municipales. De estas últimas dirá que sus enseñanzas están bien
organizadas (siguen pautas semejantes a las del Colegio Nacional) y además
muchas están incluso mejor dotadas que el propio colegio. Aprovecha para
poner de manifiesto el abandono de los talleres de manualidades del colegio
por parte de las autoridades y recordar lo que éstos fueron en otra época. De
nuevo se tratará el tema de la separación de enseñanza de sordomudos y
ciegos, que se venía haciendo desde el comienzo en aulas diferentes, pero que
aquí se insistirá en mantener juntos incluso con otros niños no discapacitados
para una mayor inserción en la vida cotidiana y en las relaciones personales.
Molina habla de la creación de escuelas por barrios diversos de la capital lo
que facilitaría enormemente la posibilidad de instrucción de estos niños y
apunta algo muy interesante que ya otros autores, además de las autoridades,
habían mencionado: la enseñanza dirigida a la persona ciega, proporcionada
por parte de otra persona ciega. Desde el Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes se decía que las personas ciegas debían aprender algo más
aparte de la música (preferentemente trabajos manuales de cestería) y que
incluso muchas de éstas podrían trabajar como profesores auxiliares de los
titulares en las escuelas. Para este ilustre pedagogo, la persona ciega instruida
era el mejor maestro de otro con igual discapacidad. No es casual que el 15 de
septiembre de 1904 La Gaceta publicara una Real Orden disponiendo que "los
ciegos que tengan algún título académico, puedan ser nombrados, en virtud de
oposición, profesores de la enseñanza de ciegos del Colegio Nacional de
Sordomudos y de Ciegos".
Que el Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos fuese el más solicitado
respondía también a una realidad económica: la manutención de los niños.
Muchos acudían al colegio no tanto por la formación que allí recibían cuanto
por la alimentación y la vestimenta que el Estado les proporcionaba. Esta triste
realidad es otra de las que Molina se encarga de poner de relieve a la vez que
solicita de las autoridades que conviertan en internado todas las escuelas
municipales para poder descargar de alumnos al Colegio Nacional.
Molina da la cifra de diecinueve escuelas existentes en España en ese año
1904. Según el propio autor, existieron otras que sufrieron el desprecio, la
ignorancia y el olvido de las autoridades competentes. Uno de los objetivos que
salió de esta reunión de pedagogos fue la reclamación a los responsables de
crear nuevos centros en cada capital de provincia. Había que llamar la atención
sobre la desgraciada suerte de sordomudos y ciegos que no recibían
educación por falta de escuelas. Él habla de la "doble" desgracia de estos
incapacitados: su minusvalía física sumada al hecho de haber nacido en
España: "así, los sordomudos y ciegos de nuestro país, vinieron al mundo para
ser aún más desgraciados que por su física imperfección, por haber tenido la
poca suerte de nacer en España; en esta España nuestra, que habiendo sido la
primera en crear y difundir tan difíciles enseñanzas, tiene hoy, y hace muchos
años ha también, en completo abandono o poco menos, a sus hijos
sordomudos y ciegos, por la glacial indiferencia de gran parte de la sociedad, y
sobre todo, de las clases directoras..."93
Se hacía necesario propagar, por toda clase de medios, la necesidad de
aumentar estas escuelas y así poder crear al menos una por cada provincia
con un cuadro de asignaturas completo y un grupo de profesores
convenientemente preparado. Esta medida, como sabemos, fue la propuesta
por el ministro de Fomento Moyano con la ley de 1857 y la puesta en marcha
de todos estos colegios y escuelas por España.
Una de las máximas será, de nuevo, proporcionar al discapacitado
herramientas y formación suficientes para su sostenimiento y el de su familia y
evitar, en la medida de lo posible, que tenga que acudir al auxilio oficial o la
beneficencia1. De nuevo se explícita ese propósito tan presente en todos los
maestros y educadores.
Hemos podido comprobar, a través de documentación administrativa, que en la
Escuela de la zona sur el Director y profesor fue Pablo López García,
nombrado en diciembre de 1903, del que conocemos su salario por sus
nóminas del año 1904, 3.000 pesetas anuales, percibía igual sueldo que
Eduardo Molina como Director de la Escuela Municipal de la zona norte.94 A
pesar de que la documentación hallada de principios de siglo sólo nos da
noticia de cuestiones burocráticas y contables, sí pudimos verificar que en la
Escuela de la calle de la Palma N° 595, se adquirieron unos violines y otros
suplementos para éstos gracias a un recibo hallado de la casa de música,
"Unión Musical Española". En este recibo de 20 de noviembre de 1919,
aparecían reflejadas la compra de tres violines, uno de marca y un arco y dos
de fl y arcos, además de tres cuerdas y resinas para violín. Todo este material
al precio de 250 pesetas. Es lógico deducir que dichos violines serían
comprados para el aprendizaje de los alumnos de la Escuela, especialmente
los de menor tamaño.96 Años después ingresó como profesor de esta Escuela
Municipal del sur el célebre pianista aragonés, Zacarías López Debesa, del que
hablaremos más adelante, y que según parece tuvo entre sus alumnos de esta
Escuela a Dolores Jiménez Alcántara, más conocida como "la Niña de la
Puebla". Otro relevante profesor que ingresó en la Escuela Municipal de la calle
Magdalena fue Julio Osuna Fajardo que trabajó un tiempo (gratuitamente)
hasta que lo dejó porque no mejoró su situación como él deseaba97.
Las restantes informaciones halladas hacen mención a la Escuela que dirigió
Eduardo Molina, pues siempre figura él como director, desde los primeros
documentos de 1904 hasta otros de 1920. La plantilla parecía muy reducida;
apenas estaban él como Director de sordomudos y ciegos, Josefa Gálvez como
Directora de sordomudas y ciegas, Carlota de Jorge como profesora auxiliar de
labores y el profesor de música, Andrés Martín Zamorano. Las nóminas de los
primeros eran de 3.000 pesetas anuales, la profesora de Jorge cobraba 1.650
pesetas anuales y el profesor de música percibía una gratificación anual de 500
pesetas.98 Sin embargo, ha llamado poderosamente nuestra atención el dato
de que la creación de esta Escuela Municipal del norte (la primera en realidad,
pues los mismos documentos se refieren a la del sur como la segunda...) debió
de ser anterior al año 1904 ya que figuraba en una nómina que Eduardo Molina
fue nombrado director del centro un 14 de febrero de 1902, Josefa Gálvez
incluso antes, 2 de noviembre del año 1900 y Carlota de Jorge el 6 de febrero
de 1901.99
Que la música y su enseñanza estuvieron presentes en esta Escuela Municipal
de Madrid dirigida por Eduardo Molina parece más que probada. Numerosa
documentación administrativa nos da noticia de la inversión realizada en el
centro para el alquiler del piano (siempre al "Gran Almacén de Pianos" de
Rafael Reinl que lo alquilaba por trimestres al precio de 39,75 pesetas), la
compra de materiales para la clase de música, la adquisición de guitarras,
bandurrias, laúdes, cuerdas y castañuelas (recibo de la "Guitarrería Moderna"
firmado por Agustín Andrés) e incluso también para la compra de partituras,
concretamente Estudios de Monasterio para violín, también comprados a este
último establecimiento. Hallamos igualmente una relación justificativa de los
gastos realizados por la compra de pautas para escritura en relieve, compra
hecha a Victorino González, famoso grabador, que según rezaba en sus
facturas había sido "premiado en varias exposiciones". Su especialidad eran
las medallas para bautizos, bodas, defunciones, exposiciones y religiosas.
También figuraba como especialista en troquelería y toda clase de grabados
heráldicos, sellos de caucho, chapas para puertas, etc. Las pautas que
construyó ex profeso para la Escuela ascendieron a un coste de 112 pesetas.
Los materiales de papelería y otros objetos de escritura eran comprados en el
almacén "La Universitaria", sito en la calle de San Bernardo N° 56. Allí vendían
pizarras cuadriculadas, papel especial para ciegos, clarión, papel inglés de
Valliciergo y plumas.
Entre las múltiples partidas que sumaban los gastos de materiales para la
Escuela, además de los combustibles y toda esta clase de materiales para la
escritura y el dibujo, había siempre un dinero reservado para el alquiler del
piano y la afinación del mismo, realizada por Miguel Carballo. Mientras que el
alquiler rondaba las 40 pesetas al trimestre, la afinación costaba unas 4
pesetas.100
Desconocemos cómo fue la trayectoria de ambas Escuelas entre estos últimos
años de 1904, 1905 y los años 20, momento a partir del cual hemos recabado
más información. Suponemos que no debió de cambiar demasiado ni la forma
ni las costumbres en estos quince años pues además de que Eduardo Molina
seguía al frente de la institución, la documentación administrativa es muy
semejante a la de años anteriores.
Encontramos más recibos de alquiler de piano así como otros de la casa de
música "Unión Musical Española". El propietario del piano era Felipe García
quien lo alquilaba por la cantidad de 75 pesetas al trimestre. Corría el año
1919. Con respecto al material que Eduardo Molina se preocupó por obtener
para las clases de música así como para la Biblioteca, hallamos estudios y
sonatas de Dusseth, Mozart, Hetler, etc. y también llama nuestra atención la
tarea de copia encargada. Durante unos años contaron con la persona de C.
González como transcriptor: "He recibido del Sr. Director de la Primera
Escuela... la cantidad de 100 pesetas por la escritura traducción a Braille de
cien pliegos, para la Biblioteca de la misma". (Madrid, 24 de junio de 1919)101.
Es reseñable que ya en las cuentas, además de las partidas para el alquiler de
pianos, aparece siempre la cantidad destinada a los trabajos de copia.
El último aspecto relativo a la enseñanza musical de los niños de estas
Escuelas lo hemos encontrado en un expediente en el que el concejal, D.
Hilario Crespo, hacía referencia a la asistencia de los niños de estas escuelas a
las funciones cinematográficas. El concejal solicitó al Ayuntamiento que cuando
se organizaran conciertos de la Banda Municipal en el Teatro Español, se
reservara un número de localidades para los ciegos de las Escuelas
Municipales. Se le contestó afirmativamente en este sentido por parte de la
Junta Municipal de Primera Enseñanza que dictaminó: "que las empresas
cinematográficas entreguen localidades gratuitas..."102 Entendemos que fue un
excelente método para que los niños tuvieran contacto con la música en vivo
además de una gratificación en términos de expansión y premio a su tarea
diaria en la escuela.
5.12. EL COLEGIO PATRONAL DE DEUSTO (1894)
Aunque son muchos los que hablan de este colegio, no son tan abundantes las
fuentes disponibles para su conocimiento e historia. La noticia de su apertura la
conocemos por Pedro Molina y sabemos que se dio gracias a la iniciativa
particular. Cuenta que el 7 de agosto de 1892 un grupo de filántropos bilbaínos,
convocados por Cirilo Ustara, decidieron poner en marcha el proyecto gracias a
los donativos de estos señores y por suscripción popular. Finalmente los
esfuerzos se vieron compensados y el colegio abrió sus puertas en 1894.
Contaron también con subvenciones de la Diputación Provincial y el
Ayuntamiento de Bilbao, con un presupuesto final de 49.000 pesetas103. No
obstante, debió de haber bastantes interrupciones en el proyecto pues otra
fuente habla de que las obras del colegio no acabaron hasta 1909. Es muy
posible que funcionara con independencia de que ciertas zonas del edificio
siguieran en proceso de construcción104.
Situaron el colegio en un espléndido edificio de nueva planta que estaba
ubicado en un pequeño altozano encima de la ría de Bilbao, en los terrenos de
la anteiglesia de Deusto. El edificio, que después describen otros visitantes,
rendía homenaje a sus fundadores y bienhechores con una placa de mármol
que estaba flanqueando la puerta de entrada al mismo.
Estuvo dirigido por Claudio Herreros que tenía una estrecha relación con
Formerio Laorden, Presidente de la Sociedad de Ciegos de Bilbao. Uno de los
datos más sobresalientes que pueden leerse en la Memoria de Eugenio Canora
es el escaso número de personas ciégas que había en la ciudad105. En 1912,
Bilbao apenas tenía entre 40 a 50 personas ciegas sin contar los alumnos del
Colegio de Deusto y los miembros pertenecientes a la pequeña asociación de
ciegos dedicada a socorros mutuos que sólo tenía 20 inscritos. Esta sociedad,
creada el 22 de julio de 1904, tenía como finalidad, el socorro y la mejora de la
situación social de los discapacitados visuales.
Ni la edad de ingreso ni la de salida estaban determinadas. Solían marcharse
cuando finalizaban sus estudios pero si llegado el caso no tenían familiares o
casa donde acudir, existía un departamento especial destinado a los jóvenes
de 20 años en adelante.
La enseñanza estaba dividida en Literaria, Artística e Industrial: "la clase
literaria en ¡os ciegos tiene más amplitud que la de sordomudos. En ella se
estudian: Lectura y Escritura (Braille, Llorens, Foucault) Doctrina, Aritmética,
Geografía, Geometría, Historia Sagrada, Historia General y de España,
Literatura, Historia Natural, Higiene, Moral y Derecho. La enseñanza artística
comprende: Solfeo, Piano, Órgano, Violín".'106
Para el curso de 1898/1899 el colegio tuvo 52 alumnos de los que una amplia
mayoría eran sordomudos. Tan sólo hubo 10 ciegos internos, 7 niños y 3 niñas.
Sin embargo, el número de profesores por alumno era amplio. El Colegio
contaba entonces con 7 profesores: el Director encargado de la clase especial
de ciegos, los profesores de la especial de sordomudos, un profesor de la clase
de dibujo, dos religiosas para la enseñanza especial y las labores y un profesor
auxiliar para la música. Tal y como estaba todo allí organizado causó a Molina
una gran impresión al conocerlo por lo que llegó a afirmar: "por la índole
especial de los individuos de la Junta que gobierna este Colegio, así como por
los entusiasmos de su Director y Profesorado, creemos fundadamente que muy
en breve llegará a ser uno de los mejores de España".107
Que fuera o no uno de los mejores colegios de España sería acaso discutible
pero queremos señalar cómo fue la instrucción musical que allí se dio. Para el
año 1917, momento en el que disponemos de una entrevista realizada a su
director el presbítero Salvador Fúster, el Colegio estaba regido por una Junta
Patronal presidida por un tal Aresti y un director técnico. La parte administrativa
estaba al cargo de los Hermanos de San Vicente de Paúl. Disponían de un
presupuesto de unas 85.000 pesetas anuales que era sufragado principalmente
por 20 ciegos, 10 ciegas, 70 sordomudos y 47 sordomudas. Tenían
disponibilidad para 200 alumnos internos aunque tenían previsto ampliar el
número de camas108.
Los alumnos procedían de Vizcaya o de cualquiera otra de las provincias y su
ingreso no ofrecía ninguna dificultad. Podían disfrutar de becas si eran pobres,
previa solicitud a la Diputación de Vizcaya, o bien pagar su cuota
correspondiente.
Las clases recibidas eran fundamentalmente útiles y prácticas y la música fue
de las principales actividades. Es destacable que además del Solfeo, Piano,
Armonía Gregoriano, Composición, Órgano, etc. estudiaran también para ser
tamborileros o txistularis. Algunos alumnos destacaron como célebres
organistas en catedrales de la provincia. Tal fue el caso de Forna y Lejona. En
otras localidades vivían famosos txistularis ciegos, antiguos alumnos del
colegio. El propio Fúster, en su entrevista con Ciriqüiain-Gaiztarro así lo
confirmaba.109
5.13. EL COLEGIO DE CIEGOS DE CÁDIZ (1909)
Aunque son escasas las noticias que hemos podido obtener acerca de este
Colegio, al menos hemos ¡podido verificar su existencia y que fue posible su
andadura gracias al tesón e interés personal del gaditano Alfredo Romero
Cantero.
Romero Cantero fue una persona ciega que estudió en el Colegio Provincial de
Sordomudos y de Ciegos de Sevilla y que, a finales 1909, residiendo en la
ciudad de Cádiz, decidió abrir por su cuenta y en su propio domicilio, una
Escuela para instruir a sus compañeros ciegos. Además de maestro de ciegos,
Alfredo Romero era organista de profesión. En el Colegio sevillano había
estudiado las asignaturas comprendidas en la primera y segunda enseñanza
así como las de solfeo, piano, órgano, armonía, violín, flauta y bandurria.
Antonio Romero abrió su Escuela a finales de 1909 y en junio de 1910 elevó
una solicitud al Alcalde de la ciudad de Cádiz por la que pedía que se le
concediera una pensión para poder sufragar los gastos que generaban los
cinco alumnos que entonces tenía la Escuela. Tal fue su esfuerzo y filantropía
en esta empresa que hubo un momento en el que ya se le hizo muy difícil
continuar: "Ha instalado en su mismo domicilio y dado al público una escuela
gratuita con todos los enseres necesarios para la educación de estos
desheredados de la vida... más no contando con recursos para seguir su
amada empresa solicita a esa dignísima Corporación le conceda la pensión
que juzgue prudente si a bien lo tiene y de justicia lo cree". La casa y escuela
de Romero se encontraba en la calle Sacramento 44.110
El maestro Romero justificó ante la Corporación Municipal su formación y sus
estudios mediante un certificado fechado el 30 de diciembre de 1885 y firmado
por el director del Colegio de Sevilla, D. Franco Pérez y García. También
afirmaba ser conocedor de los "verdaderos sistemas de enseñar á los ciegos, ó
sea, los adoptados por el Congreso Internacional de ciegos celebrado en París
en el año 79O7..."111 lo que le otorgaba una buena reputación como maestro y
como conocedor de los sistemas vigentes en Europa.
Junto a la solicitud de Romero se presentaron los debidos certificados y avales
que culminaron el proceso con una subvención de 500 pesetas anuales para el
mantenimiento de la Escuela. Desde la Alcaldía le comunicaron en enero de
1911: "Participo a Vd. que la Junta de Asociados en sesiones de 23 y 24 de
noviembre último, acordó acceder a la solicitud presentada por Vd. en
demanda de subvención para atender a la enseñanza de anormales en su
Colegio Sacramento 44, concediéndole quinientas pesetas anuales a contar
desde el presente mes. Lo que tengo la satisfacción de comunicarle para su
conocimiento". 112
Antonio Romero tuvo un ayudante vidente que colaboró con él en la escuela
durante años. Según Montoro ambos recibieron un salario desde el propio
Ayuntamiento además de contar con ayudas de filántropos que cooperaron con
la escuela.
Poco más sabemos de la trayectoria de la Escuela de Cádiz hasta el año 1932,
fecha en que se adhirió a la Federación Hispánica de Ciegos. Aunque esta
entidad no realizó grandes cosas por la Escuela, el tesón y entusiasmo de
Antonio Romero lograron que se mantuviera abierta hasta 1939. A partir de
entonces Romero dejó las clases, el Ayuntamiento cerró la escuela y la ONCE
abrió, en su Delegación Provincial de Cádiz, unas aulas para instruir la
enseñanza primaria a los niños y adultos.
5.14. EL INSTITUTO MUNICIPAL DE SORDOMUDOS Y CIEGOS DE
MÁLAGA (1925)
Aunque es considerable la distancia en años que separa a este colegio de los
comentados anteriormente, no queríamos cerrar este capítulo sin mencionar la
institución que fue obra de otra extraordinaria personalidad dentro del ámbito
de la ceguera en España, el Doctor Miguel Mérida Nicolich (1892-1932).
Con anterioridad a la creación de este instituto, la ciudad de Málaga contaba
con dos pequeños centros o escuelas, el del Hospicio Provincial (después
Escuela Provincial de Ciegos) y el de "La Nueva Aurora" perteneciente al
Centro de Instrucción y Protección de Ciegos de la ciudad él que funcionó
desde 1914.
Ambas instituciones desempeñaron con encomiable esfuerzo su tarea así
como el empeño en enseñar a las personas ciegas los más diversos oficios,
entre los que se encontraban, como siempre, los trabajos de artesanía y la
práctica musical.
La primera Escuela Provincial de Ciegos, dependiente de la Diputación, contó
con escaso personal cualificado y con poco presupuesto, por lo que su
trayectoria hasta la aparición del Instituto "Mérida Nicolich" pasó casi
desapercibida113. Por el contrario, la tarea desempeñada por "La Nueva
Aurora" estuvo más en la línea de otros Centros Instructivos y Protectores de
Ciegos114. Como se verá más adelante, este tipo de asociaciones, jugó un
papel crucial en la instrucción y el socorro a un buen número de personas
ciegas adultas. Los centros instructivos no sólo realizaban tareas docentes sino
que también organizaban veladas artísticas, talleres de manualidades y
múltiples jornadas de entretenimiento.
El Doctor Miguel Mérida Nicolich, famoso oftalmólogo malagueño que perdió la
vista como consecuencia de un desgraciado accidente, fue el impulsor del
Instituto Municipal de Sordomudos y Ciegos de la ciudad de Málaga. Antes de
perder la visión, el Doctor Mérida Nicolich había destacado en el panorama
nacional por sus constantes aportaciones al mundo de la medicina y de la
oftalmología. Era un conocido conferenciante y participaba en multitud de
congresos y seminarios115. Sus colaboraciones en la revista Archivos de
Oftalmología así lo atestiguan. Además, Mérida Nicolich había trabajado en la
Casa de Beneficencia Provincial de Málaga ayudando a los más
desfavorecidos, razón por la cual, a raíz de su ceguera, el doctor se afanó
todavía más en ayudar a sus semejantes. En esta ocasión lo hizo desde el
terreno de la pedagogía y la educación especial para lo que se preparó hasta
obtener en marzo de 1928 el título de Maestro de Primera Enseñanza y
posteriormente el título de Profesor Especial de Ciegos116.
Solicitó ayuda y colaboración a diversas instituciones y finalmente consiguió
establecer el instituto en una finca donada por el ayuntamiento de la ciudad de
más de 4000 m2 de extensión. Era el año 1925.117 Aunque estos primeros
tiempos de andadura del Instituto no fueron fáciles, Marida Nicolich aprovechó
su conocimiento de otros centros visitados y su experiencia como médico
profesional para dotar al instituto malagueño de los más avanzados adelantos
en la enseñanza de los sordomudos y ciegos. A esto habría que sumarle su
empeño por procurar una vida plácida y feliz á los niños mientras vivieran en la
institución. Él, como otros, también opinaba que tendrían tiempo suficiente para
sufrir y padecer una vez que salieran del colegio.
Las descripciones dadas por el profesor Mínguez Álvarez en su reciente obra
sobre el Instituto118, dan noticia del excelente nivel de vida que alcanzó el
colegio en tiempos de Mérida Nicolich, tanto en lo educativo como en el
régimen alimentario o las mismas instalaciones. Mérida Nicolich quería hacer
un centro ejemplar en el país y, por lo que se deduce de las descripciones,
parece que !o logró.
Los criterios de admisión en este colegio fueron muy semejantes a los vistos
hasta ahora -estar bautizado, tener entre 7 y 14 años, ser completamente
sordomudo o ciego, no padecer ninguna enfermedad que imposibilitara el
estudio, etc.- y la mayoría estaba previsto que fueran alumnos internos. En un
principio podían acoger un máximo de 125 alumnos en total -según se
desprendía del informe emitido por el arquitecto municipal- aunque cuenta
Mínguez que la cifra real total el momento de apertura fue de 60 alumnos (36
sordomudos y 24 ciegos).
El centro estuvo dirigido por Miguel Mérida Nicolich quien contó con siete
monjas Franciscanas Terciarias para sacar adelante el colegio. Todos los
profesionales atendían tanto a las personas ciegas como a las sordomudas
salvo para tareas muy específicas. Parece que hubo profesores especializados
en enseñar los sistemas de lecto-escritura braille, Ballu y Abreu, así como la
escritura a lápiz, la mecanografía y las asignaturas propiamente musicales.
Tanto la educación física como la música fueron protagonistas de este centro.
El Doctor Mérida Nicolich dejó su propio testimonio en este sentido: "La
educación física no debe regirse a obtener un aumento de volumen de los
músculos, más bien debe tener como norma el desarrollo del sentido de los
movimientos y estos, el obtener un aumento de la capacidad respiratoria y de la
adaptación del corazón, que en definitiva 'dan el valor vital de un individuo,
aparte de que, como tal sentido, constituye una de las antenas del cerebro,
imprescindible para la plena formación mental". Y con respecto a la música
decía: "Cruzamos corredores y galerías. Frente a distintos pianos establecidos
en aquellos y estas, unos cieguecitos se entretenían en arrancar notas a sus
cajas sonoras. Aquellos sonidos tenían un no sé qué de melancolía, un algo
particular de tristeza, que al herir nuestro nervio auditivo más nos invitaban a la
meditación que al dulce recreo” 119.
También fue importante el empeño que puso en el establecimiento de talleres.
A partir de 1930 se establecen algunos en el instituto en los que se enseñó
cestería, escobería, rejilla, alpargatería, cordelería y carpintería a estudiantes
ciegos. La finalidad fue siempre su preparación para el ejercicio profesional de
estos oficios.
Con respecto al funcionamiento interno y a las clases que allí se impartieron
podemos afirmar que se siguió la misma línea que en otros centros del país.
Había distinciones por grupos (ciegos, ciegas, sordos y sordas) y dentro de
cada uno de éstos una selección de los contenidos. Además de separarles por
su discapacidad, se hacían grupos en función de las edades. Se seguía la
práctica de los premios y castigos y se solicitaba de los alumnos el respeto al
orden establecido en el centro y a las normas.
Aunque inicialmente el instituto tuvo la promesa de que contaría con 19.000
pesetas de subvención por parte del Ayuntamiento, 10.000 por parte de la
Diputación Provincial y otras 1.500 por parte del Ministerio de Instrucción
Pública, la promesa no fue del todo cumplida y, según parece, en 1930 el
Ayuntamiento de Málaga aportó 18.000 pesetas y la Diputación sólo 2.000. No
obstante, el Doctor
Mérida atendió en ese año a 119 alumnos ciegos, 142 sordomudos y 3
sordociegos.120 Cabe añadir que tanto él como sus familiares ayudaron siempre
económicamente al instituto así como muchos otros conocidos filántropos que
veían con simpatía su encomiable tarea.
Pocos años más pudo funcionar el singular Instituto Municipal dirigido por
Mérida Nicolich que falleció el 26 de febrero de 1932. Desde entonces y hasta
el estallido de la Guerra Civil siguió al frente su mujer, Vera Blackstone, quien
mantuvo la actividad sin mayores cambios. Tras la guerra desapareció como
colegio y los niños ciegos de la capital pasaron a reunirse en los centros
específicos que la ONCE fue creando por todo el país.
1
Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857 en Colección Legislativa de
España, tomo LXXIII, p. 256-305. Vid: Historia de la Educación en España, 3 v. Madrid:
Secretaría General Técnica, Ministerio de Educación, 1979; GARCÍA, C. Génesis del sistema
educativo liberal en España: del "Informe" Quintana a la "Ley Moyano" (1813-1857). Oviedo,
Universidad, 1994.
2
MOLINA MARTÍN, R Instituciones españolas de sordomudos y de ciegos.
Consideraciones sobre lo que son y sobre lo que debieran ser. Madrid: [s.n.], 1900, (Imprenta
de Hernando). Sobre este particular Molina cuenta el caso de la modesta Escuela de
Tarragona, a la que apenas acudían doce niños ciegos y a los que se instruía principalmente
en el conocimiento del solfeo y violín para poder tocar públicamente.
3
GARVÍA, R. Op. cit., p. 41.
4
MOLINA MARTÍN, R Op. cit, p. 3 y ss.
5
La fecha de inicio facilitada por Molina para esta Escuela es anterior: 23 de mayo de 1871.
6
Esta fecha es la que nos aparece como inicial de la Escuela de Badajoz aunque siempre
fue una escuela dentro de la Casa de Expósitos. Vid., MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit., (IV),
p. 365. Menciona la creación de esta Escuela diez años más tarde y MOLINA, R Op.cit., p. 21,
también habla de la creación de esta Escuela en noviembre de 1888. Ninguno de los
documentos consultados del Archivo de la Diputación de Badajoz confirman estos datos.
7
MOLINA, P. Op. cit., p. 32. Tanto esta Escuela de Castellón como la de Oviedo son
citadas por el autor como de reciente creación aunque apenas pueda aportar datos ni cifras
sobre las mismas. Sin embargo, si nos atenemos a las fechas dadas por otras fuentes, vid.
MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit., p.358 y 553, vemos como ambas fueron inauguradas con
posterioridad a la fecha de publicación de la obra de Molina.
8
Los Ciegos, año III, N° 18, (julio 1918), p.2-3. Se trata de un artículo general sobre
Asturias en el que se menciona la existencia de la Escuela Municipal de Ciegos de Gijón. Esta
había sido fundada en 1902, con dos profesores y diez alumnos. Se daban enseñanzas
literarias, musicales e industriales, cestería y trabajos de enea. Dependía del Ayuntamiento y
tenía su sede en un piso en el N° 15 de la calle Cabrales.
9
GARVÍA, R... Op. cit., p. 39. Cfr. Anuario Estadístico de España de 1919.
10 RODRÍGUEZ PLACER, R. Apuntes sobre pedagogía especial de ciegos. Madrid: [s.n.],
1929, (Imprenta del Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos), p. 68-74.
11 Basta recordar no sólo las conclusiones de la Primera Asamblea Nacional donde ya se
menciona el inminente cierre del Colegio de Burgos como las referencias dadas por Eugenio
Canora en su viaje por España en 1912 al hablar del cierre de Burgos, Zaragoza y Santander.
12
GARVÍA, R. Op. cit., p. 39. Cfr. Anuario Estadístico de España de 1919.
13 MONTORO, J. Los Ciegos... Op. cit., p. 119-120. Cfr. MÉRIDA NICOLICH, M. "Los ciegos
en España" en La Luz, año II, N° 8, (agosto 1931), p. 4-7. En la fecha en que el Doctor Mérida
escribe este artículo él ya dirige, con bastante éxito, el Instituto Municipal de Sordomudos y
Ciegos de Málaga, centro modélico de cuantos fuTícionaban entonces en España.
14
MOLINA MARTÍN, P. Op. cit., p. 5.
15
Ibidem.
16
ídem., p. 32.
17 MÉRIDA NICOLICH, M. "Aspecto médico-social de la ceguera.: los ciegos en España" en
Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos, t. XXVII, N° 323, (noviembre 1927), p. 685703. La primera parte de este artículo es la Comunicación a la XIV Asamblea de la Sociedad
Oftalmológica Hispano-Americana, celebrada en Salamanca en 1926.
18
ídem. p. 697-698.
19
GARVÍA, R. Op. cit, p. 43.
20 RUIZ, D.A.V. Lecciones de Historia Sagrada para uso de las escuelas. Alicante: [s.n.],
1885, (Tomás Aznar y Sánchez) 1.1. Sistema de escritura: Braille; REAL ACADEMIA
ESPAÑOLA. Epítome de la analogía y sintaxis según la gramática castellana. Alicante: [s.n.],
1886. En el pie de imprenta: Propiedad de Tomás Aznar. Sistema de escritura: Braille. Museo
Tiflológico de Madrid.
21
MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit.(IV) p. 280 y ss.
22
Legajo GE-16337/1. Año 1869. ADPA.
23 Fueron notables las publicaciones de Just i Valentí para la enseñanza de los ciegos.
Realizó más de una quincena de libros con ilustraciones en relieve para la instrucción de sus
alumnos y llegó a formar con sus libros la primera biblioteca Braiile de Alicante. Los ocho
primeros volúmenes de esta biblioteca se conservan actualmente en el Museo Tiflológico de
Madrid. Llama especialmente la atención el mapa de España que consiguió el primer premio en
las exposiciones pedagógicas de Barcelona y Madrid. En la exposición universal de París de
1889 fue premiado con una medalla de oro.
24 MONTORO, J. Historia del Colegio de Ciegos de la ciudad de Alicante. (Manuscrito inédito
facilitado por Juan José Miñana).
25
Legajo GE-16613/6. Año 1890. ADPA.
26 CANORA, E. Memoria explicativa del viaje de estudio hecho a las provincias de Alicante,
Valencia, Barcelona: Zaragoza, Bilbao, Santander y Coruña. Madrid: [s.n.], 1913, (Imprenta del
Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos) p. 10.
27
Ibidem.
28
MONTORO, J. Historia del Colegio de Ciegos de la ciudad de Alicante. Op.cit.
29
ídem.
30 COLEGIO de Sordo-Mudos y de Ciegos de Santiago de Compostela. Bases y reglamento
para el establecimiento y régimen del Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos del distrito
universitario de Santiago. [Santiago], [s.n.], 1863, (Est.Tip. de Manuel Miras).
31
ídem. p.5.
32 LÓPEZ NAVALÓN, M. Memoria sobre el estado actual del Colegio de Sordo-Mudos y de
Ciegos de Santiago. Santiago, [s.n.], 1867, (Oficina Tipográfica de Manuel Mirás).
33 COLEGIO Regional de Sordomudos y Ciegos del distrito universitario de Santiago. Bases
y Reglamento para el régimen del Colegio Regional de Sordo-Mudos y de Ciegos del distrito
universitario de Santiago. [Santiago], [s.n.], 1925, (Tip. Suc. Paredes) p. 11.
34
Vid. RODRÍGUEZ PLACER, R. Op. cit. p. 152.
35
Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op.cit.
36 LÓPEZ NAVALÓN, M. Memoria sobre el Estado actual de la enseñanza en el Colegio de
Sordomudos y Ciegos de Santiago. Santiago, [s.n.], 1870.
37 BARRAL MARTÍNEZ, M. "Do Colexio de Xordomudos e Cegos en Santiago de
Compostela", en Entre Nos, (2001), p. 613-625.
38 COLEGIO Regional de Sordomudos y Ciegos de Santiago. Memoria de una Estadística de
sordomudos y de ciegos de la Región Galaica. Santiago, [s.n.], 1906, (Escuela Tip Municipal).
39
LÓPEZ NAVALÓN, M. Memoria... Op.cit.
40 ARCHIVO Histórico Universitario [de Santiago]. Edificios.
de Ciegos. 1909-1911.
Colegio de Sordomudos y
41 MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit. (IV), p. 616.; Vid. "Colegio Regional de Sordomudos
y ciegos de Santiago" en Los Ciegos, año III, N° 17, (junio 1918), p.10. En este artículo ya se
anuncia que "el edificio actual, demasiado pobre y miserable, será sustituido pronto por uno en
construcción..."
42
BARRAL MARTÍNEZ, M. Op. cit., p. 621
43
COLEGIO Regional... Op. cit., p. 8-9.
44
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit. (IV), p. 615.
45
MOLINA, P. Op. Cit.; Vid. MONTORO', J. Los ciegos... Op. Cit. (IV), p. 369.
46 El sistema musical de Umbert Vila no ha podido ser localizado aunque fuentes autorizadas
como Fernando Martínez Garrido nos han hablado de su existencia. Sin embargo, sí hallamos
una publicación literaria escrita por él para sus alumnas en la que se observa que los
caracteres no sólo son mucho más pequeños sino que además están más juntos. Parece
hecho siguiendo el Sistema Ballu. Nos referimos a la Memoria acerca de la reforma de que es
susceptible la escritura de ciegos llamada de Monsieur Louis Braille, por don Antonio Umbert
Vila, maestro normal, escrito en Palma de Mallorca en 1873... incluida en el apartado de
apéndices, Fig. 15.
47 Había sido alumno interno del Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid.
Figura en los listados de 1873.
48 Diario La Última Hora, (16 de octubre de 1912). Entrevista realizada por Jaime Palmer
Gilabert a Pedro Sureda. Recoge el proyecto de Sureda de proporcionarles un salario a los
ciegos del taller y también su deseo de que los empresarios quieran invertir en un nuevo taller
en la Escuela.
49 MÍNGUEZ ÁLVAREZ, C. El colegio de sordomudos y ciegos de Burgos. Madrid: ONCE,
1995, p. 18. Explica los vaivenes del Colegio dando como fecha definitiva de cierre 1928
mientras que MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit. p. 524, da la fecha de 1906 como la de
clausura del Colegio de Burgos e incluso utiliza el mismo argumento que Mínguez para
referirse a la marcha de numerosos alumnos al colegio de Vizcaya, lo que ocasionó la falta de
alumnado en Burgos. Mientras que Montoro dice que hubo una reunión extraordinaria de las
sietes provincias para acordar el cierre definitivo del colegio, Mínguez no da ninguna referencia
para este mismo año, sin embargo, da el dato de que en el año 1909, Burgos aparece como la
provincia con más alumnos en el colegio, treinta y siete llegando a tener cuarenta al año
siguiente. Su fuente de información es el Libro de Movimiento de Personal (H3-101), ADPB.
Suponemos que Montoro utilizó como fuente las actas de la Primera Asamblea Nacional para el
mejoramiento... congreso celebrado en Madrid en 1906, donde recordamos que ya se discutía
en torno a los problemas del colegio de Burgos y su posible cierre, ahora bien, las fuentes
documentales presentadas por Mínguez nos confirman que dicho cierre no se llevó a término
hasta veintidós años después. Por otra parte, CANORA MOLERO, E. en Memoria explicativa
del viaje de estudio hecho a las provincias... Madrid: [s.n.], 1913, hace alusión al cierre, en un
corto espacio de tiempo, de los Colegios de Burgos, Zaragoza y Santander. Canora escribe
esta Memoria en 1912 por lo que cabe pensar que algo extraño estaba sucediendo con la
actividad del Colegio de Burgos. De hecho, en las conclusiones (p.67) solicita a los poderes
públicos la reapertura de las mencionadas escuelas.
50 LIBRO de antecedentes de la creación del Colegio de Sordo-mudos y Ciegos de Burgos.
Sign. H3-324. ADPB. Esta carta enviada por el rector de la Universidad Literaria de Valladolid
a los gobernadores de las sietes provincias que componían el Distrito Universitario de
Valladolid es el documento 1 de cuantos componen el Libro.
51
ídem. Documento 99.
52 MEMORIA-discurso del Colegio de Sordo-Mudos y Ciegos en el solemne acto de la
apertura oficial de dicho colegio el día 5 de julio de 1868. Burgos, [s.n.] (Imprenta de la
Diputación Provincial), 1868.
53
LIBRO de antecedentes... Op.cit. Documento 99.
54
MÍNGUEZ ALVAREZ, C. Op. cit., p. 47.
55 En la obra de Constancio Mínguez, aparecen reproducidas las fichas de los distintos libros
de Matrícula con que contó él Colegio de Burgos. Son muy interesantes para hacer un estudio
más detenido del tipo de información que se solicitaba a los alumnos a su ingreso en el colegio.
56
ídem.
57
Libro de Matrícula de Ciegos. Sign. H3-76. ADPB.
58
CANORA MOLERLE. Memoria... Op.cit., p. 40-41.
59 Reglamento del Colegio Provincial de Sordomudos y Ciegos de Sevilla. Sevilla, [s.n.],
1935, (Imprenta de la Excma. Diputación Provincial), p.13.
60 TENORIO IGLESIAS, C. "El Archivo del Hospicio Provincial y del Colegio Provincial de
Sordomudos y Ciegos de Sevilla" en Archivo Hispalense, N° 241 (mayo-agosto 1996), t. LXXIX,
p.11-19.
61 El Archivo de la Diputación de Sevilla cuenta con una clasificación de los documentos
pertenecientes al Hospicio Provincial y al Colegio Provincial de Sordomudos y Ciegos. En el
primer apartado de su clasificación titulado Fundación y Gobierno, se encuentra el expediente
de creación del colegio. Dicho expediente abarca los años 1871 -1874 y se compone del un
legajo, el número 176. Junto a la documentación ya descrita relativa a la creación del colegio
aparecen, en el mismo expediente, otros documentos relacionados con sus primeras
actuaciones, el Proyecto del establecimiento, el Reglamento provisional del colegio, la
Instrucción para llevar a cabo la instalación del mismo y una relación con los nombres de los
primeros alumnos varones que tuvo el Colegio.
62
PICHARDO Y CASADO, A. Memoria. Sevilla, [s.n.], 1889.
63 Circular de 29 de marzo de 1873 de la Comisión Permanente de la Diputación Provincial
de Sevilla acerca de la enseñanza de sordomudos y de ciegos. ADPS., Hospicio, Leg. 176.
64 Reglamento Provisional del Colegio Provincial de Sordo-Mudos y de Ciegos de Sevilla.
Sevilla, [s.n.], 1873, (Imprenta y Librería Española y Extranjera de D. Rafael Tarascó), Artículo
3o del Capítulo I. ADPS., Hospicio, Leg. 176.
65
Ibidem.
66
Reglamento del Colegio... 1935. Op. cit, p. 15.
67
MONTORO, J. Los Ciegos... Op.cit.(IV), p. 813.
68
MOLINA, R Op.cit, p. 17-18.
69 Actas de la Diputación de Tarragona (1876-1884). Comisión Provincial, p. 250, de fecha
20 de julio de 1876. ADPT.(Información obtenida gracias al vaciado sistemático realizado a las
Actas de la Corporación durante estos años. Extracto de noticias).
70 Actas de la Diputación de Tarragona (1876-1884). Comisión Provincial, p. 207, de fecha
22 de abril de 1884. ADPT.
71
Actas de la Diputación de Tarragona (1876-1884). Diputación, 4, p. 9, de fecha 9 de enero
de 1878. ADPT.
72 Actas de la Diputación de Tarragona (1876-1884). Comisión Provincial, p. 245, de fecha
24 de julio de 1877. ADPT.
73 Actas de la Diputación de Tarragona (1876-1884). Comisión Provincial, p. 81, de fecha 6
de mayo de 1881. ADPT.
74
MOLINA MARTÍN, R Op.cit. (p. 17,18).
75 Actas de la Diputación de Tarragona (1876-1884). Diputación, p. 28, de fecha 22 de abril
de 1880. ADPT.
76 Actas de la Diputación de Tarragona (1876-1884). Diputación, p. 34, de fecha 22 de abril
de 1881. ADPT.
77 DIPUTACIÓN Provincial. Casa de Beneficencia. [Tarragona]: Diputación Provincial,
1930, p. 23.
78
Sesión del día 9 de abril de 1877. Libro de Actas, N° 30. Fol. 20 v. ADB.
79
Sesión del día 10 de mayo de 1879. Libro de Actas, N° 32. Fol. 16 v. ADB.
80
Sesión del día 7 de mayo de 1880. Libro de Actas, N° 33. Fol. 58 v. ADB.
81
Libro de Registro de Personal, N° 227, fol.30. ADB.
82 Nos referimos de nuevo a la anterior nota. Aunque se mencione el Colegio como un ente
independiente, inferimos de la lectura de los documentos que dicho colegio estaba integrado
dentro del Hospicio de la ciudad.
83
Sesión del día 5 de noviembre de 1887. Libro de Actas, N° 40. Fol. 69. ADB.
84
Libro de Registro de Personal, N° 227, fol.69. ADB.
85
Libro de Registro de Personal, N° 221, fol.93. ADB.
86
Libro de Registro de Personal, N° 227, fol. 94. ADB.
87
MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit. (IV), p. 834.
88
Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op.cit, p. 17. 212
89
CANORA MOLERO, E. Memoria... Op. cit., p. 18-19.
90 Respecto a la ubicación exacta de la Escuela: vid. MOLINA, R Instituciones españolas...
Op.cit. Habla del número 10 de la calle Magdalena mientras que documentos originales
localizados en el Archivo de la Villa de Madrid (Leg. 23-289-23), 1919/1920, se refieren a ésta
en el número 1 de la misma calle. MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit., p.251, también localiza
la Escuela Municipal de la zona sur en el número 1 de la calle Magdalena.
91 Este concepto está muy ligado al "paternalismo" tan característico y propio del momento
histórico que estudiamos en este trabajo.
92 MOLINA Y MARTÍN, E. Pedagogía especial: enseñanza de sordomudos y de ciegos; su
necesidad, su desarrollo en España. Madrid: [s.n.], Imprenta municipal, 1904. Conferencia dada
en la Escuela Normal Central de Maestros el día 19 de julio de 1904.
93
MOLINA Op. cit., p. 38.
94 Legajo 5-370-7. Año 1904. AVM. A juzgar por las cuentas aparecidas en este Legajo,
cabría pensar que se trataba de una Escuela sólo para Sordomudos puesto que así aparece
especificado en las nóminas del personal de la Escuela.
95 MÉRIDA NICOUCH, M. "Los Ciegos en España" en La Luz, año II, N° 8, (agosto 1931). El
Dr. Mérida cita textualmente la situación de las Escuelas Municipales, Provinciales y de
fundación particular. Es interesante pues nos permite verificar la ubicación exacta de las de
Madrid (c/ Palma, 5 y Magdalena, 1).
96
Legajo 23-289-23. Años 1919/1920. AVM. Se refieren a esta Escuela como la "Segunda".
97
OSUNA FAJARDO, Julio. Al hilo del recuerdo. Madrid: ONCE, 1992, p. 84.
98
Legajo 5-370-23. Año 1905. AVM. i
99
Legajo 5-370-5. Año 1904. AVM.
100 Legajo 5-370-14. Año 1904. AVM.
101 Legajo 23-289-18. Años 1919/1920. AVM.
102 Legajo 22-239-41. Año 1919. AVM.
103 MOLINA MARTÍN, P. Instituciones... Op.cit, p. 22.
104 CIRIQUIAIN-GAIZTARRO, M. "El Colegio de Sordomudos y Ciegos de Vizcaya" en Los
Ciegos, año II, N° 11, (diciembre 1917), p.11-12.
105 CANORA MOLERO, E. Memoria... Op. cit., p. 43.
106 MOLINA MARTÍN, R Instituciones... Op.cit., p.23.
107 ídem., p. 24.
108 CIRIQÜIAIN-GAIZTARRO, M. Op.cit.
109 ídem.
110 Caja 5989, Negociado de Fomento (Instrucción Pública), N° 11, año 1910. A.H.M.C.
111 ídem.
112 ídem.
113 MÍNGUEZ ALVAREZ, C. La educación de ciegos en Málaga: Dr. Miguel Mérida Nicolich.
Madrid: ONCE, Dirección de Cultura y Deporte, 2003. p. 59.
114 El primer Centro Instructivo y Protector de Ciegos (CIRA.) se fundó en Madrid en 1894 y
tuvo una intensa vida desarrollando múltiples actividades. Sirvió como modelo para la creación
de otros centros semejantes y el caso de Málaga es uno más de los muchos que proliferaron
por toda la geografía española.
115 Participó activamente en el Congreso Internacional de Ciegos celebrado en Colonia en
1927 así como en el Congreso Internacional sobre el Trabajo de los Ciegos celebrado en
Nueva York en 1931, siendo él vocal del Patronato Nacional de Protección de Ciegos de
España. Citado por MONTORO, J. en Los ciegos... Op.cit. (IV), p. 719.
116 MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit. (IV), p. 718.
117 MÍNGUEZ ALVAREZ, C. La educación de ciegos....Op.cit. p. 174 y ss.
118 ídem. p. 177.
119 En Vida gráfica, diciembre de 1928, p. 15-16. Citado por MINGUEZ ALVAREZ, C: La
educación de ciegos... Op.cit.
120 MINGUEZ ALVAREZ, C: La educación de ciegos... Op.cit, p. 202.
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6. LA ENSEÑANZA MUSICAL DURANTE LA RESTAURACIÓN
(1875-1923)
6.1. CAMBIOS, NOVEDADES, APORTACIONES
En capítulos anteriores hemos destacado la importante labor que
desempeñaron las exposiciones nacionales e internacionales en el ámbito de la
enseñanza. Se convierte en una práctica común el que los colegios e
instituciones de enseñanza especial acudan a estas exposiciones para
interesarse por nuevos aparatos aptos para sus enseñanzas o bien para
presentar sus nuevos inventos. Con las exposiciones de Londres (1862), París
(1867), Zaragoza (1868)1, Nápoles (1871 )2, Viena (1873)3 y Barcelona (1888)4
se fue concretando no sólo el método de enseñanza óptimo para las personas
ciegas y otros discapacitados sino también las pautas en lo relativo a
enseñanza, higiene y sistemas pedagógicos.
En la exposición universal de Viena, dedicada expresamente al desarrollo
educativo, quedó plenamente demostrado. Esta celebración coincidió además
con el Primer Congreso Europeo de Maestros de Ciegos5. A partir de este
momento y hasta la Primera Guerra Mundial, las reuniones se sucedieron
anualmente en los países del área lingüística germana.
Durante la Restauración los avances en materia de educación especial fueron
lentos pero constantes. Pedro Cabello y Madurga tomó el relevo a Carlos
Nebreda y López en la dirección del Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos
de Madrid a partir de enero de 1875. Desde esta fecha y hasta su
nombramiento definitivo como director, ocupó interinamente la dirección el
maestro especial de sordomudos, Miguel Fernández Villabrille, quien ya lo
había hecho durante todo el año 1874 con Nebreda y después compartiendo la
jefatura del mismo con Cabello hasta el nombramiento definitivo de éste el 20
de mayo de 18756. A partir de esa fecha, Miguel Fernández Villabrille siguió
ocupando su lugar como Primer Profesor del Colegio.
Durante los años en los que Nebreda estuvo al frente del Colegio trabajó
intensamente por el avance del centro y de los métodos aplicados. Él mismo
fabricó una serie de pautas para la escritura que se enseñaron y emplearon en
el Colegio durante estos años. Su Método de escritura se utilizó en el colegio
como obra de referencia7. Dejó numerosas obras, discursos, memorias del
centro -dando completos detalles de las normas de admisión y de la
organización de la enseñanza- etc.
Pedro Cabello y Madurga, siguiendo un poco la costumbre de sus antecesores,
también legó, con su obra literaria, su aportación personal en la que daba
cuenta del estado del Colegio además de otras observaciones pedagógicas8.
Pero no sólo los directores dejaron obras que han ayudado a la reconstrucción
de la historia del Colegio de Madrid y de sus protagonistas, por fortuna otros
maestros como Manuel López Navalón, Manuel Blasco Urgel o Miguel
Fernández Villabrille aportaron también ideas y pensamientos en esta nueva
etapa.
En el año 1879 tuvo lugar en Berlín el Tercer Congreso Internacional de
Profesores de Ciegos9. Tras este evento se acordó la implantación del sistema
francés en todas las instituciones para personas ciegas. Sorprende que
España, por lo general pendiente de la celebración de eventos como
exposiciones, nacionales o internacionales, y de otras reuniones relacionadas
con la enseñanza especial, no asistiera a este Congreso. Y fue una lástima,
porque se perdió la oportunidad de divulgar entre todos los participantes el
sistema musicográfico de Gabriel Abreu. Esto, sin duda, habría cambiado el
curso de la evolución de dicho sistema y probablemente hubiera servido de
ancla para que el sistema original español se implantara en nuestro país. No
obstante, la incomparecencia española fue la tónica general en los veinticinco
años posteriores de historia de la educación especial10 y esto, a la vista de la
documentación consultada, pudiera deberse a causas de carácter económico
más que a otras de tipo político.
6.2. LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA (1876)
A partir de 1876, año de la puesta en marcha de la Institución, los cambios en
materia educativa y pedagógica fueron notables y constantes especialmente
dentro de la propia I.L.E11. Sus creadores Francisco Giner de los Ríos12 y su
discípulo y compañero Manuel Bartolomé Cossío13, dejaron una clara huella en
materia educativa en España.
La I.L.E. nació con el deseo de aplicar en España las teorías del krausismo y
del regeneracionismo. Plantearon una reforma educativa basada en un plan
moderno, europeo, liberal. Deseaban que la sociedad española entendiera el
significado de la Escuela Nueva, los signos de progreso y modernidad para
poder luchar contra el analfabetismo, la mediocridad, el dogmatismo y todos los
grandes males que acechaban a la educación española. Su compromiso era
más ético y vital que otra cosa y como auténticos "apóstoles de la educación"
han sido tratados por diversos autores.14 Mientras que la figura de Giner de los
Ríos está más próxima al mundo universitario y a las reformas que en ella
había que desarrollar, Cossío desempeña a la perfección ese papel de
infatigable maestro cuya única dicha es la educación de los niños, practicada
desde el punto de vista moral y ético.
Es muy probable que tanto la Institución como sus teorías acerca de la cultura,
el progreso, el laicismo y la pedagogía, tuvieron un especial calado en el
complicado panorama de la enseñanza especial en España. Francisco Giner
de los Ríos fue contemporáneo de los principales maestros impulsores de la
educación para personas ciegas y sordomudas en España y Cossío, aunque
más joven, vivió intensamente los años de la Restauración y el primer tercio del
siglo XX. Si sus teorías acerca del progresismo y su estrecha vinculación con
representantes de la vida política española del momento dieron sus frutos, los
principales responsables de las instituciones de ciegos en esa época no
pudieron estar al margen de este movimiento renovador.
Cossío fue, además de estrecho colaborador de Giner en la I.LE., el director del
primer Museo de Educación en España, el Museo Pedagógico Nacional. Esta
interesante institución, concebida desde los primeros años de la década de
1880, comenzó a funcionar en 1884 y su función fue siempre la de servir a la
educación de los maestros. En palabras del propio director: "Ante todo, el
Museo debe ayudar á la formación de los educadores, siendo centro y
exposición permanente y viva del estado de nuestras escuelas.."'15
La nueva escuela tenía que formar, ante todo, a buenos profesionales, a
verdaderos maestros, comprometidos con la enseñanza y con verdadera
vocación. Sólo ellos serían capaces de transmitir y enseñar los valores a los
niños. A través de la voz de estos dos grandes intelectuales se reclaman más
puestos de trabajo para los educadores, mejores condiciones saláriales,
equiparación entre maestros y maestras y nuevas pautas de enseñanza.
Rechazan los métodos vigentes hasta entonces que consideran obsoletos y
puramente memorísticos y apuestan por una enseñanza más abierta, más
práctica y exenta de señales político religiosas: "La Institución se propone, ante
todo, educar a sus alumnos. Para lograrlo, comienza por asentar, como base
primordial ineludible, el principio de la "reverencia máxima que al niño se debe".
Por ello precisamente no es la Institución, ni puede ser de ningún modo, una
escuela de propaganda.” 16
Al maestro Cossío se deben algunas de las principales reformas logradas en la
enseñanza:
equiparación económica de maestros y maestras (1883)17 impulsar la creación
del Ministerio de Instrucción Pública (1900-1901) creación de las "colonias
escolares" creación de la primera Escuela Superior de Magisterio (1909)
Dentro de esa nueva corriente pedagógica, Cossío ya señaló la importancia
que empezaban a tener en ese momento, dos nuevas facetas de la educación:
la de la enseñanza de la mujer por un lado y la de los "anormales" por el otro.
Dentro de este último grupo señalaba que las personas ciegas y sordomudas
eran probablemente las que más atención habían recibido desde la antigüedad
pero que, otra gran cantidad de individuos con discapacidad, habían vivido
marginados. Existe por tanto una reclamación desde sus propuestas
pedagógicas para que este grupo de personas deje de vivir apartada.18
La educación física fue otro de los temas fundamentales que reclamaron los
pedagogos de la.il.LE. Se observa una honda preocupación por que los
escolares realicen ejercicio, especialmente si se trata de discapacitados, pero
estos nuevos maestros van más lejos y proponen un modelo de enseñanza que
acerque a los niños al paisaje, al campo, a la naturaleza. Esas fueron las
premisas para las colonias escolares y posteriormente la puesta en marcha de
las "misiones pedagógicas".
Los nuevos educadores entienden que hay que formar a los niños como
auténticos ciudadanos y que la mejor manera de hacerlo es conociendo el
terreno, aproximando a los niños a los pueblos, los entornos naturales, las
gentes rurales. El éxito de las colonias de verano fue total.
La siguiente faceta educativa que también podríamos comparar con las
ejercidas en educación especial y que, sin duda, alcanzó un importante
desarrollo a raíz de las teorías de Froebel fue la instrucción manual. Los
maestros de la I.L.E. se convierten en defensores a ultranza de los trabajos
manuales:" se comprende que la escuela que enseña a hablar al niño y no le
enseña al mismo tiempo a producir con las manos, no cumple enteramente su
destino” 19. Los niños deben aprender a manejar sus manos, deben ser
capaces de producir cosas y después encontrarle el valor a la obra por ellos
producida.
El último capítulo que destacaríamos es el de la enseñanza de las artes. Tanto
Cossío, gran especialista en arte, profundo admirador de El Greco, como los
demás maestros, estaban persuadidos de la importancia que la formación
artística tenía en el niño para convertirlo en un ser más culto y sensible. Estos
principios no quedan muy lejos de los estudiados en la formación de las
personas ciegas. Si bien este colectivo tiene que emplearse más a fondo pues
de esta formación dependía, en la mayoría de los casos, su futuro profesional.
Aunque estos tres pilares básicos de la formación de las personas ciegas están
presentes a lo largo de los estudios, tratados y en las memorias de todos los
especialistas en la materia, creemos que no es casual que muchos de estos
nuevos principios de la enseñanza estén presentes en los discursos de Cossío
y Giner.
Al tratarse de personajes relevantes en la vida social y cultural española, sus
palabras y testimonios no dejan indiferentes a sus contemporáneos. Una de las
críticas más feroces que hemos leído con respecto al sistema educativo
español está en algunas de las páginas de Cossío. Recuerda la ley de 1857
por la que se obligaba a todos los niños a asistir a la escuela pero él
reflexionará con respecto a este particular diciendo que mientras las escuelas
no estuvieran bien dotadas y con buenas instalaciones, harían bien los niños
en permanecer en sus casas. Palabras tan duras como estas son las que salen
de este maestro: "Fieles a toda nuestra imbécil política contemporánea, en que
por milagro se ha visto a la educación y a la enseñanza figurar, como no sea
vergonzantemente, arrinconadas y a última hora, en vísperas ya casi de la
ruina, en ninguno de los innumerables y rimbombantes manifiestos del partido,
y como consecuencia de este criminal abandono, no tenemos hoy conciencia
clara, ni de nuestro atraso brutal que no merece otro nombre, ni de la magnitud
e intensidad del remedio que exige; y por carecer de esa conciencia es por lo
que nos falta corazón para indignarnos y voluntad para decidirnos
inmediatamente a barrer tanta miseria".20
Baste recordar, y en 1885 ya está muy definido en todos los programas de los
colegios de ciegos existentes en el país, que los pilares fundamentales de la
enseñanza de las personas ciegas eran tres: instrucción elemental, instrucción
manual e industrial y formación artística. Para muchos de los discapacitados
estas labores manuales y, sobre todo, artísticas eran el medio para subsistir en
el futuro y, gracias a ellas, la mayoría de los discapacitados visuales podía
optar a un empleo o profesión.
6.3. EL ASOCIACIONISMO DENTRO DEL COLECTIVO DE PERSONAS
CIEGAS
Con anterioridad a la aparición de la Ley de Asociaciones de 1887 y su posible
influencia para el colectivo que estudiamos, conviene antes conocer cómo
estaban agrupados y cuál fue, a grandes rasgos, la trayectoria que tuvieron sus
organizaciones gremiales.
En 1882 aparece en Madrid la primera organización legal de personas ciegas
conocida como "Esperanza y Fe". Era una organización de mendigos cuyo
principal objeto era el socorro y la ayuda en casos de enfermedad o muerte.
Con anterioridad a esta organización el único sistema de agrupación conocido
entre las personas ciegas eran los gremios. En opinión de Garvía21 algunos
autores han idealizado la situación gremial de los ciegos y han creído que la
llegada de la sociedad liberal supuso todo tipo de mermas e impedimentos para
su mejor subsistencia. Es cierto, sin embargo, que la situación gremial vivida
entre el colectivo ya desde la Edad Media ayudaba a que los asociados
encontraran siempre apoyo y lugares donde practicar la mendicidad. Aunque
parezca increíble, hicieron de esta práctica una profesión y en grandes
ciudades se unieron en cofradías, hermandades o gremios. Se repartían los
lugares donde practicar la mendicidad y, al parecer, nunca se asociaron con
otros mendigos sino que formaron sus propios gremios de personas ciegas. De
esta manera, todos aquellos que estaban bajo el amparo del gremio tenían
cierta "asistencia social" en caso de caer enfermos o de fallecer.
Se dice que a comienzos del siglo XVII, las personas ciegas de Madrid
disfrutaban de dos monopolios: la venta de Gacetas y la música ambulante22.
Sobre este último aspecto queremos destacar que durante siglos se ha
asociado la figura del ciego al mendigo músico y esto ha sucedido, en parte,
debido a este tipo de monopolios, pues la música callejera controlada era una
fórmula fácil de obtener beneficios, con independencia de cuál fuera la aptitud
musical del mendigo ni su formación. La cuestión de la mendicidad por un lado
y el lastre de convertir a cualquier mendigo ciego en músico, fue uno de los
principales arquetipos contra los que intentaron luchar todos los maestros y
pedagogos de los siglos XIX y XX.
Con la llegada del sistema liberal comenzó la desarticulación de los gremios.
Algunas de las primeras medidas consistieron en permitir que las personas
ciegas no asociadas pudieran vender gacetas. Con esto se socavaba lenta
pero progresivamente el sistema de monopolio que habían tenido las personas
ciegas agremiadas pero, simultáneamente, las nuevas autoridades liberales
veían también con buenos ojos que el colectivo pudiera tener reservado un
monopolio ocupacional que les permitiera, además de aumentar la riqueza de
la nación y contribuir con ello a ensalzar valores morales, el que los propios
individuos ciegos tuvieran una tarea que les reportara beneficios, hiciera
independientes económicamente hablando y les sacara de la penuria en la que
siempre habían permanecido23. Como estas pro-puestas hechas desde
distintos sectores de la sociedad e incluso, en un principio, desde la misma
Sociedad Matritense Económica de Amigos del País, no prosperaron, se
terminó disolviendo la Hermandad de Ciegos vendedores de Gacetas. Los
propios miembros de la Sociedad, entre los que estaba Salustiano de Olózaga
terminaron pidiendo lo siguiente: "tos ciegos perjudicados por esta reforma que
no tengan medios de subsistir sean admitidos y bien tratados en los
establecimiento de beneficencia".24
Este apartado del asilamiento de las personas ciegas en centros de
beneficencia, hospicios, etc. es otro espinoso asunto que también ha suscitado
mucha literatura a lo largo de la historia. Desde el momento en el que Olózaga
hizo aquella propuesta, otros miembros de la Matritense como el propio médico
Ballesteros, pusieron en marcha los mecanismos necesarios para la creación
de la Escuela de Ciegos de Madrid que, como ya vimos, se hizo realidad en
1842. Sin duda esta fue una manera eficaz y elegante de permitir a un número
limitado de personas ciegas salir de la ignorancia y formarse como cualquier
otro colectivo. Sin embargo, desde esta fecha hasta bien entrado el siglo XX,
hubo repetidos intentos por recluir a la población ciega en todo tipo de
hospicios y casas de caridad que, casi nunca, eran bien recibidas por los
supuestos interesados.
Existe un amplio debate sobre esta cuestión y la mayoría de los ciegos, aunque
deseaba volver a tener asociaciones y gremios que les facilitaran cobijo y
asistencia social, salían huyendo despavoridos de los asilos a los que
habitualmente se les conducía. En palabras de
Antonio Zozaya, líder de una organización de mendigos y famoso publicista:
"La asilación obligatoria es una pena injusta y cruel de privación de libertad ¿se
asila a los pobres por su bien o por quitárselos la sociedad brutalmente de en
medio? ¿Es por lo primero? Entonces, ¿por qué no quieren ser asilados? ¿Qué
especie de asilación es esa que les parece peor que la miseria y el hambre?
(...) La Constitución del Estado declara que ningún ciudadano puede ser
privado de su libertad sino por mandato de juez competente ¿Es que los ciegos
no son ciudadanos? ¿Es que para ellos no se ha escrito la Constitución?25
Un año antes de la puesta en marcha de la Ley de Asociaciones de 1887, la
evolución en materia educativa dentro del colectivo estuvo marcada por el Real
Decreto, de 29 de enero de 1886, por el cual se exigía al profesorado del
colegio una titulación, Profesor de Primera Enseñanza, además de un diploma
de "Métodos y procedimientos para la enseñanza de los ciegos". Otra de las
novedades era que la institución pasaría a ser dirigida por una Junta de
Dirección y de Gobierno26. Desde que terminó su dirección en 1878 el profesor
Cabello, tomó el relevo Francisco de Paula Márquez y Roco y en 1880 lo haría
Miguel Fernández Villabrille. Ocupó la dirección hasta el momento en el que,
desde el Ministerio, se nombró una Junta de Dirección que estuvo presidida por
Manuel María José de Galdo y Manuel Blasco Urgel como director.
Blasco Urgel había trabajado durante muchos años como profesor auxiliar de la
enseñanza especial de ciegos. En 1880, en una celebración de entrega de
premios realizada en el colegio, pronunció un discurso del que se desprenden
interesantes opiniones relacionadas con la educación musical a las personas
ciegas: "La delicadeza que mediante la educación adquiere el oído en los
ciegos, es causa de esa inclinación tan decidida (que constituye en ellos
verdadera vocación) que tienen para la música, a la cual se consagran con
gusto y entusiasmo, siendo en ellos como secreto instinto que conduce su ser
moral hacia la armonía. De donde se deduce que, para los efectos de la
educación, no debe tomarse exclusivamente la enseñanza musical como medio
de asegurar a los ciegos que la reciban un porvenir, sino que debe responder a
fines más elevados. En efecto, la música excita el sentimiento y sirve para
desenvolver las facultades morales, siendo al mismo tiempo un medio de
cultura religiosa, pues que predispone al recogimiento y ala contemplación... y
sigue... cabe apuntar la idea de que puede y debe aspirarse a formar con los
ciegos buenos músicos y compositores, organistas y pianistas estimados,
hábiles afinadores y, en una palabra, profesores distinguidos, como lo han sido
y lo son muchos de los que podíamos citar y que han alcanzado una celebridad
merecida" 27.
Manuel Blasco tampoco pasó por alto, en este discurso, la referencia al trabajo
manual del que decía que su importancia era muy grande tanto para las
personas ciegas como para los que ven: "no sólo al intento de preparar al
alumno para la vida práctica, iniciándole en el aprendizaje de un oficio, lo cual
es ya de suyo muy importante; sino como un medio de cultura, de educación
general, de completo y armónico desenvolvimiento de las facultades del
hombre, de darle la conciencia de su dignidad, y en último término, de formar
su carácter"28. Entre estos alumnos premiados a los que iba dirigido el discurso
se encontraban los hermanos Canora Molero, Eugenio y Encarnación, la que
recibiera un acordeón como premio. Tres años más tarde, siendo director
Miguel Fernández Villabrille, ambos hermanos fueron nuevamente premiados
con múltiples medallas por sus estudios musicales en armonía, canto, guitarra
y acordeón ella y en piano, violín y guitarra él.29
En marzo de 1887 comenzó un debate en las Cortes españolas30 sobre la Ley
de Asociaciones que fue aprobada finalmente en ese mismo año. Hasta ese
momento todos los ciudadanos, pero muy en especial los trabajadores, tenían
prohibido su derecho de organización. Como ya hemos expuesto, el caso del
colectivo de personas ciegas fue algo distinto pues desde la fundación de
"Esperanza y Fe" hasta las posteriores fundaciones de Patronatos, el
asociacionismo fue una constante vigilada y permitida desde las propias
autoridades, probablemente porque eran eficaces y solventaban muchas
cuestiones primordiales para sus integrantes.
6.4. EL CENTRO INSTRUCTIVO Y PROTECTOR DE CIEGOS (1894)
Por esas fechas comenzamos a observar la aparición de sociedades y
asociaciones de todo tipo que procuraban reunir a personas con intereses
parecidos. Nicasio del Hierro López fue uno de los fundadores, en 1885, de una
Sociedad Artística y de Socorros mutuos en favor de todos las personas ciegas
de la provincia de Madrid. Él era ciego y músico de profesión y aunque la
Sociedad nació con excelentes intenciones de dar apoyo y trabajo a todos los
músicos ciegos madrileños (incluso facilitándoles formación, instrumentos y
partituras) a los pocos años la sociedad se disolvió. Casi diez años después se
reunió con otros tres amigos ciegos—Antonio Ortega Rodríguez, Mariano
Castellón y Juan Antonio Sánchez Andreu— para crear un centro para
personas ciegas conocido como el Centro Instructivo y Protector de Ciegos,
1894. (CIPA en adelante).
Esta institución no sólo se ocupaba de educar e instruir a los niños ciegos, sino
que también les protegía. Nació con el deseo de ayudarse como colectivo, de
darse apoyo y cobijo en caso de necesidad y de esta forma solidaria poder
exigir a los poderes públicos una mayor atención, ayuda, trabajo,
subvenciones. Al igual que "Esperanza y Fe", el CIPA era también una
sociedad de socorro mutuo y de resistencia contra las campañas de
mendicidad. Desde sus inicios, y puesto que había sido levantada gracias a los
esfuerzos de estos antiguos alumnos del Colegio nacional, intentaron captar a
profesores del Colegio, a ilustrados políticos y también a personas ciegas de
renombre. Contaban también con la publicación en braille de El Monitor31. A
través de estas páginas se insistía en la capacidad de los deficientes visuales
para desarrollar un trabajo manual y se instaba al resto de personas ciegas del
país para que iniciaran una campaña contra el Colegio Nacional al que llegaron
a tildar de "fábrica de mendigos"32.
Oficialmente quedó formada el 5 de octubre del año 1894 y tuvo su sede en
una modesta buhardilla de la calle Santa Brígida de Madrid, después conocida
con otros nombres. En este centro se comenzaron a impartir clases de cultura
general mediante la utilización de distintos métodos (Braille, Abreu y Ballu33) e
incluso se tiene noticia de la enseñanza del solfeo y el aprendizaje de diversos
instrumentos musicales. En palabras de Montoro: "fueron numerosas las
personas que se ofrecieron a impartir estas lecciones sin cobrar dinero alguno
por este magisterio..."34 una de las maestras que más se destacó fue Rafaela
Rodríguez Placer, quien había apostado siempre por la existencia de
patronatos y asociaciones de ayuda a los ciegos y cuya reflexión, vertida en su
obra de 1929 sobre el papel del CIPA de Madrid en ese momento era el
siguiente: "En Madrid tenemos un Centro Instructivo y Protector de Ciegos, que
lleva una vida lánguida y no nácelo que debiera, por falta de protección y otras
mil causas que no son de este lugar. Debería dársele más impulso; que se
pusiera en relaciones amistosas con todas las sociedades de este género, de
España y del extranjero, para ayudarse mutuamente" .35
No obstante, al formarse este Centro se tomó ejemplo en otras provincias
españolas y, poco a poco, se observa un movimiento de unificación de
intereses entre los discapacitados visuales. El CIPA fue progresando
lentamente y dándose a conocer entre todos los madrileños. A lo largo de su
trayectoria contaron con importantes apoyos financieros de grandes filántropos,
Carolina Mahou, copropietaria de la fábrica de cerveza, hizo posible la
andadura de la primera Biblioteca Braille y a su muerte dejó una importante
suma a la institución. Otros personajes también relevantes en la puesta en
marcha de la institución fueron Carmen Fernández de Alemany, Francisco de
Paula Jiménez, sobrino del marido de la reina Isabel II, y la propia reina María
Cristina de Habsburgo.
En ese mismo año de la fundación oficial del CIPA tuvo lugar el IV Congreso
Nacional Católico en Tarragona en el que se trató "la cuestión social" según los
criterios de la conocida Encíclica del Papa León XIII Fterum Novarum. En ésta
se trataban aspectos relativos a las condiciones de los trabajadores así como a
la indefensión en que se encontraba la mayoría. Un año más tarde, en 1895, se
inició la publicación de la Revista Católica de cuestiones sociales. Todo
apuntaba a que este tipo de asistencia a los más desfavorecidos por causas de
discapacidad, debía de ser tenida en cuenta por las autoridades competentes.
El CIPA fue consolidando su prestigio y a comienzos del siglo XX tenía un
importante elenco de profesores titulados y especializados. Estos centros, cada
vez más diseminados por el territorio nacional, desempeñaron una importante
labor en el terreno educativo. Sin ser colegios, se aplicaron mucho en la
alfabetización y enseñanza de los ciegos y, sobre todo, en enseñar música. El
CIPA de Madrid destacó en sus enseñanzas de armonía, solfeo, piano, violín,
armonio, instrumentos de pulso y púa, acordeón, instrumentos de viento, etc.,
además de cultura general, cestería, labores de costura y otros oficios típicos
practicados por las personas ciegas36. Sin embargo tenía poco o ningún apoyo
oficial como para que pudiera conceptuarse como un establecimiento público,
lo que llegado el caso podría haberse parecido a la Asociación Valentín Haüy
de París.
Algo semejante creía Molina que sucedía con el Colegio Nacional. Puesto que
no había un patrón común para todos ellos, él propone y así hizo saber en el
Congreso de París: "Nada mejor para evitar este mal que convertir en oficiales
los Colegios o Escuelas que hoy sostienen algunas Diputaciones y
Ayuntamientos... proceder bajo un sistema y propósito racionales... encontrarán
los alumnos los conocimientos elementales más necesarios a la vida social que
luego, más tarde deberían perfeccionar ampliándolos en el Colegio nacional,
convertido, de esta suerte, en Escuela Normal de Ciegos." 37
A comienzos de abril de 1899 se acordó la publicación mensual del "Boletín
informativo del Centro Instructivo y Protector de Ciegos" que, sin duda, fue el
mejor método para darse a conocer públicamente y captar más adeptos,
gracias al cual hemos podido conocer interesante información.
Mientras que instituciones como el CIPA seguían su curso, Baldomero
González Valledor, presidente de la Junta de Dirección y Gobierno del Colegio
Nacional de Sordomudos y de Ciegos de Madrid, emprende importantes
mejoras para el centro. La primera y más notoria fue de tipo estructural y
consistió en el traslado al nuevo edificio, construido para este fin, en el Paseo
de la Castellana N° 7 (en estas fechas). Este acontecimiento tuvo lugar en el
mes de marzo de 1898.
El Colegio Nacional, aún en la calle San Mateo N° 5, no reunía las condiciones
óptimas para albergar al número de alumnos con los que contaba. De hecho el
antiguo director Miguel Fernández Villabrille lo apuntó en repetidas ocasiones a
las autoridades a través de sus múltiples discursos: "urge la creación de un
nuevo edificio para vivir con desahogo y educarse con holgura la numerosa
población escolar de este colegio. Cuide de ello, no sólo el Gobierno de la
Nación por su Ministerio de Fomento, sino también la Diputación y el
Ayuntamiento de Madrid; y, entiendan bien que al ofrecer por su parte terreno
para la construcción del nuevo y necesario colegio, cumplirían con un deber
municipal, pues reuniendo hoy el Establecimiento 80 alumnos eternos
domiciliados en Madrid, el Colegio reviste del doble carácter de Escuela
Municipal de Sordomudos y de Ciegos, sin que el Municipio haya hecho en su
beneficio otra cosa que acordar hace algunos años sostener dos o tres
pensionistas, acuerdo que no tenemos noticia de haberse llevado a efecto.
Apremia la necesidad de un nuevo edificio para el Colegio Nacional:
proporcione, pues, el Municipio terreno bastante al efecto: consigne el
Ministerio de Fomento la cantidad necesaria para la construcción, de una o
varias veces, y salgamos de estas ruinosas paredes que nos ahogan y
degradan física e intelectualmente." 38
En función de las necesidades del nuevo Colegio, la Junta de Dirección y
Gobierno determinó la plantilla del centro y nombró nuevamente como director
a Manuel Blasco Urgel, quien permaneció en el cargo durante unos años.
Cuando el colegio fue trasladado al emplazamiento del Paseo de la Castellana,
tenía 205 alumnos de los que algo más de la mitad eran internos y el resto
externos. Había 133 sordomudos y 72 ciegos y, de éstos, 48 internos y 24
externos. El número de varones siempre fue mayor que el de mujeres. La
normativa con respecto a la edad de ingreso y salida del Colegio también
cambió acortándose el tiempo de estancia en el centro lo cual contribuyó a que
algunos alumnos salieran muy perjudicados. Aquellos que sobrepasaran los 13
años no serían admitidos y el límite de permanencia se fijaba en los 16 años.39
Es evidente que este último aspecto no redundó en una mejor instrucción de
los alumnos sino que, por el contrario, recortó las posibilidades de profundizar
en la enseñanza. Todo esto, sumado a la reclamación que desde tiempo atrás
se había hecho a las autoridades competentes para que los alumnos
discapacitados pudieran asistir a las escuelas de enseñanza normal, al menos
durante los primeros años de aprendizaje, fue lo que el entonces profesor y
Secretario del Colegio nacional, Pedro Molina Martín, expuso en el Congreso
Internacional para el Mejoramiento de la suerte de los ciegos, celebrado en
París en 1900: "En aquellos países en los que las escuelas primarias son
escasas, es preciso utilizar en beneficio de éstos las escuelas de videntes. En
España es obligatorio para los padres la asistencia de sus hijos a las escuelas,
según los artículos 7o y 8o de la Ley del 9 de septiembre de 1857, y el artículo
601 del Código penal."40
Esto que se había venido reclamando desde hacía muchos años, tantos como
lo estaba en vigor la Ley, seguía sin embargo encontrando mucha reticencia
por parte de los maestros de escuelas normales. Pedro Molina y Martín fue uno
de los más activos defensores de los niños con discapacidad y a lo largo de
sus múltiples escritos hemos podido comprobar cuál fue su discurso y cómo
planteó soluciones a las autoridades.41
Según el Real Decreto de 25 de mayo de 1900, el Colegio Nacional de Madrid
volvía a regirse por una Comisaría Regia, siendo nombrados Comisario y
Director respectivamente, Eloy Bejarano Sánchez y Manuel Blasco Urgel.
Cambios e innovaciones exigieron un nuevo Reglamento que fue aprobado por
Real Decreto el 17 de octubre de 1902. A partir de ahora la planificación de la
enseñanza de los alumnos del Colegio Nacional quedaba divida en ocho
grados o cursos y cuatro secciones: Especial, Aplicación, Industrial y Artística.
Dentro del primer apartado estudiaban la cultura general y los conocimientos
primarios. Estos los componían la lectura y escritura en Braille, Llorens y Ballu
y también, a lápiz, con tipos usuales. En cultura general estudiaban Gramática,
Religión, Historia Sagrada, Urbanidad y Moral, Aritmética, Geometría,
Geografía, Historia de España e Historia Universal, Derecho, Fisiología e
Higiene. Estas dos últimas materias sólo a los niños ciegos mientras que las
niñas estudiaban también todas las primeras y Nociones de Higiene más
Economía doméstica.
Las enseñanzas de Aplicación eran comunes a niños y niñas y todos
practicaban la Gimnasia. Sólo las niñas hacían además aprendizaje de labores
de bordado y de punto.
En la instrucción Industrial, los niños aprendían a realizar trabajos en mimbre,
enea y palmito, así como carpintería y encuademación. También comenzaron a
aprender el arte de la tipografía. A las niñas ciegas quedaban reservadas las
tareas en mimbre.
Por último, la sección Artística estaba destinada, exclusivamente, a las
enseñanzas de la Música. Niños y niñas aprendían Solfeo, Piano, Armonía,
Órgano, Composición, Guitarra, Bandurria y Laúd. Sólo los niños estudiaban
instrumentos de arco: Violín, Violonchelo, etc. Por supuesto que a todos ellos
se les exigía el conocimiento y manejo de la musicografía Abreu. Entendemos
que conocían de antemano la musicografía braille (paso previo para entender
la Abreu) puesto que, como ya vimos, habían aprendido desde el comienzo la
lectura y escritura en este sistema, pero suponemos que los maestros
españoles encontraron más sencilla y útil la musicografía Abreu, ya que fue la
que se impuso y se siguió manejando durante cincuenta años más.
Molina describe la situación del Colegio Nacional y de cuanto hacían los niños
en ellas en varias obras y va a insistir mucho en la necesidad de dotar de más
y mejores talleres a los centros: "Hácese preciso en ellos una radicalísima
reforma, de suerte que de los mismos salgan los escolares habilitados para el
trabajo de la fábrica y del taller, encontrando en éstos el medio de subvenir a
las necesidades de vida y medio único de que los sacrificios del estado sean
reproductivos"42 Decía que se había apostado mucho a lo largo de la historia
de la enseñanza de las personas ciegas por la instrucción intelectual y que, sin
que ella faltara, era preciso enseñar más y mejor a construir cosas o a
convertirse en profesionales del arte musical: "impera el intelectualismo, con
procedimientos de enseñanza diversos y aún opuestos... menos intelectualismo
y más enseñanza artística e industrial".43 En 1900, de los catorce centros o
escuelas por él reseñados, apenas cinco tenían talleres siendo todos ellos muy
rudimentarios.
Entre las conclusiones que cabe apuntar de su obra estaban algunas de las
que exponemos a continuación:
1.- Sostenimiento obligatorio de todos o la mayor parte de los colegios
actuales, dándoles igual organización. (Esto evitaría el descontrol de criterio de
admisión y salida del alumnado que se podía observar en los distintos centros).
2.- Admisión forzosa en las escuelas públicas a los niños sordo-mudos y ciegos
que no asistan a centros especiales. (Todos los niños, sin excepción, estarían
escolarizados).
3.- Reorganización del Colegio Nacional, llevando allí a los de los colegios
regionales a que se perfeccionen, sobre todo, en la instrucción industrial en los
talleres. (Sería la antesala de convertir al Colegio de Madrid en esa Escuela
Superior de Ciegos a semejanza de la francesa).
6.5. PRIMERA ASAMBLEA NACIONAL PARA EL MEJORAMIENTO DE LA
SUERTE DE LOS SORDOMUDOS Y LOS CIEGOS (1906)
Durante los primeros años del siglo XX, la comisión directiva del Centro
Instructivo y Protector de Ciegos, siguió ampliando sus actividades (docentes,
sanitarias, de promoción e inserción laboral) y también propuso al entonces
Ministro de Hacienda la venta y rifa de un cupón. Esta propuesta fue
desestimada pero sus constantes avances en procurar el bienestar de las
personas ciegas se vieron recompensados tras una velada literario-musical que
se celebró en el teatro Princesa en mayo de 1906. Tras este acto se celebró al
poco tiempo la Primera Asamblea Nacional para el Mejoramiento de la Suerte
de los Sordomudos y de los Ciegos44, auspiciada por el Ministerio de
Instrucción Pública y Bellas Artes durante los días 27, 28, 29 y 30 de diciembre
de 1906 en Madrid, en el Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos,
situado en el Paseo de la Castellana, N° 63.
Eminentes políticos, pedagogos e intelectuales contribuyeron con sus
aportaciones y sugerencias a que el colectivo de sordomudos y ciegos fuera
ganando protagonismo en la vida política y social del país. Además del
profesorado del Colegio Nacional, hubo representantes de las Escuelas
Normales de Maestros, de las Escuelas Municipales, de las distintas
Asociaciones y Congregaciones religiosas como los Padres Escolapios,
representados por el Padre Melchor Rodríguez, de Instituciones privadas,
Sociedades pedagógicas, la Institución Libre de Enseñanza, etc.
Presidía la Asamblea el señor Eloy Bejarano Sánchez, Doctor en Medicina,
Académico de la Real de Medicina, Inspector general de Sanidad y también
Consejero de Sanidad e Instrucción pública, entre otros cargos. Informó que,
hasta este año, se habían celebrado doce congresos internacionales para
estudiar la problemática de los sordomudos y de los ciegos pero que sólo a los
dos últimos (con sede en Bruselas, 1900 y en Lieja en 1902) habían podido
acudir representantes del Colegio Nacional de Madrid así como otros directores
de diferentes instituciones españolas quienes, a su regreso del último
congreso, manifestaron su deseo de convocar esta reunión que ahora tenía
lugar en Madrid45.
Veintitrés vocales formaron el Comité Ejecutivo de la Asamblea, entre los que
destacaríamos a Antonio Zozaya, presidente del Consejo Facultativo y
Consultivo del CIPA y famoso periodista; Miguel Granell, director accidental del
Colegio Nacional y Presidente honorario del CIPA; Nicolás Tragó, Presidente
del CIPA; Agustín Sarda, Director de la Escuela Normal de Maestros, Senador
y Abogado del Colegio de Madrid además de publicista; Domingo Vaca,
Profesor de la Institución Libre de Enseñanza; Alvaro López Núñez, Secretario
del Instituto de Reformas Sociales; Ezequiel Solana, publicista, pedagogo y
director de "El Magisterio Español"; Godofredo Escribano, profesor de la
Escuela Normal de Maestros y director de "La Enseñanza Privada" y Pedro
Molina, Profesor de enseñanza de estudios generales de ciegos y Secretario
del Colegio Nacional de Madrid.
Siete fueron los temas de discusión propuestos por el claustro de profesores
del Colegio Nacional y aprobados por la Comisión ejecutiva para ser tratados,
durante los días de celebración de la Asamblea, en la sección de ciegos:
1.- Ventajas o inconvenientes de la asistencia de los niños ciegos y deficientes
visuales a la escuela primaria común
2.- Plan de organización de la educación y enseñanza de los niños ciegos
3.- Condiciones legales y técnicas exigióles al profesorado para ciegos. Aptitud
de las personas ciegas para el profesorado
4.- Las enseñanzas artísticas e industriales en los centros para ciegos
5.- Instituciones y leyes protectoras para las personas ciegas
6- Tratamiento médico e higiénico de las personas ciegas colegiadas
7.- Métodos, sistemas, procedimientos y formas de enseñanza en cada una de
las materias de la educación primaria y profesional.
Hasta entonces, las autoridades competentes se habían preocupado, aunque
no en exceso, de la formación elemental de las personas ciegas, es decir, del
aspecto pedagógico, procurándoles colegios y otros centros especializados, sin
considerar los problemas que surgían una vez que los escolares abandonaban
los centros. Por esta razón se empezó a considerar seriamente la posibilidad
de que los niños ciegos acudieran a las escéelas normales para su primera
instrucción. Todos estos maestros, pedagogos y especialistas defendieron esta
postura además de la posterior de enseñarles un oficio o profesión de acuerdo
con sus aptitudes. Reivindicaron este aspecto desde el punto de vista social:
"pedimos, y permitidme que repita esto una y cien veces, el cumplimiento de un
deber social, de una justicia social que considero inaplazables, en esta época
que es la época de las reivindicaciones en las que todas las clases sociales
piden un puesto al sol para calentarse con sus rayos... solamente los ciegos y
los mudos viven resignados y silenciosos siendo desgraciadamente los más
agraviados por la injusticia humana."46
Pedro Molina, también hizo su aportación al sugerir la creación de un Patronato
Central que tuviera sus ramificaciones en los diferentes distritos universitarios y
que cubriera los siguientes aspectos:
-difusión de la enseñanza, incluso acudiendo a escuelas comunes realización
de una estadística de personas ciegas al día de la fecha provisión de plazas de
pensionados y su vigilancia
-recabar ayudas para los talleres y dar salida a los productos allí elaborados
-ayudar a la formación de profesores y organistas ciegos y su posterior
colocación en el mundo laboral
-recabar del estado, una cantidad destinada a industrias y mejoramiento de los
obreros ciegos y así poder llevar a término la puesta en marcha de una casa de
trabajo. En esta casa tendrían cabida todos las personas ciegas sin familia o
recursos así como aquellos que lo solicitaran.
Iremos comprobando, con el paso del tiempo, que muchos de estos propósitos
salieron adelante mientras que otros se quedaron en simples afirmaciones
dichas públicamente. No obstante, aseveraciones de esta índole, sirven para
entender mejor el estado de la educación de los deficientes visuales a
comienzos del siglo XX y las preocupaciones que entonces se planteaban sus
protagonistas. Ayudan, en definitiva, a tomar el pulso de la educación, la
formación del profesorado, las dotaciones de los centros y las inquietudes de
las propias personas ciegas como futuros profesionales.
Otro dato importante que no debe pasarnos por alto es la creación en 1903 del
Instituto Nacional de Reformas Sociales47. Este instituto, junto con el de
Previsión48 de 1908, pondrán las bases para una verdadera política social.
Fuera por la creación de estas instituciones o por el influjo causado en los
pedagogos, maestros y responsables de estos niños ciegos, se observa una
mayor preocupación por los asuntos sociales, higiénicos y médicos49. Uno de
los indiscutibles logros de esta Primera Asamblea fue la creación, por parte del
ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes mediante Real Decreto, de 22 de
enero de 1910, del primer Patronato Nacional de Protección de Sordomudos,
Ciegos y Anormales de la mente.
Algunos de los especialistas que participaron en la Asamblea ya apuntaban
cuestiones de este orden. Decía Mónico A. Villavilla: Estos desgraciados
mejorarían su condición física asistiendo á la escuela ordinaria; pues de esta
manera recibirían la influencia directa de los agentes naturales: aire, luz, calor,
humedad y electricidad, tan necesarios á la infancia; harían algún ejercicio al
aire libre, siquiera el indispensable para trasladarse de su casa á la
escuela..."50
Aparte de las cuestiones higiénico-sanitarias que empiezan a cobrar cierto
protagonismo51, los asambleístas aprovecharon para criticar abiertamente la
desorganización que reinaba en los colegios de ciegos en España. En las actas
se presenta un cuadro de los centros especiales de ciegos en el que
observamos la existencia y características de los distintos centros por todo el
país. Si comparamos este cuadro, que dice no contar con datos muy recientes,
con las informaciones ofrecidas por Eduardo Molina52, encontramos que cinco
escuelas o centros para personas ciegas han desaparecido.' Probablemente se
cerraran por falta de medios.
Los centros especiales citados en las actas son catorce, solo uno
subvencionado por el Estado. El resto lo estaban por las Diputaciones,
Ayuntamientos y, en un solo caso, por la beneficencia particular. Lo que los
asambleístas señalaban era la falta de criterio a la hora de organizar los
colegios. No había acuerdo para casi nada. Ni en la edad de ingreso, ni en la
de salida, ni en las materias a impartir -especialmente en las de instrucción
literaria y musical- ni en el número de asignaturas ni, por supuesto, en la
existencia de talleres. Esto era perjudicial ya que alcanzaba al profesorado.
Tardó mucho tiempo en estar perfectamente regulado el perfil del profesor y
que su formación fuera la correcta.
En la Memoria presentada por D. Rafael Gayoso se pedía que los profesores
de instrucción musical, además de presentar sus certificaciones, superasen
igualmente oposiciones o concursos para demostrar su aptitud e igual para los
ciegos que se hubieran formado en los establecimientos específicos
(Conservatorios) o bien en los Colegios de Ciegos con esa materia regulada.
Para este participante la música constituía casi el único medio de vida con el
que contaban los ciegos y por eso su empeño en una buena instrucción que
debía de partir de profesionales titulados. Su propuesta llegó incluso más lejos:
"que los directores de colegios de ciegos deben de ser maestros compositores
de música, maestros de primera enseñanza y profesores con ejercicio oficial en
cualquiera asignatura de las que abrazan las dos enseñanzas literaria y
musical, dos años, por lo menos, antes de ser elevados á dicho puesto."53
Abundando en este último aspecto Miguel Granell, Director accidental del
Colegio Nacional de Madrid durante las fechas de celebración de la Asamblea,
llegó a afirmar que el profesor de música ciego reunía mejores condiciones que
el que ve para enseñar a otro ciego. Sólo las personas ciegas habían
aprendido los distintos y, con frecuencia, complejos sistemas musicográficos y
solo ellas eran conocedoras de los trucos y secretos que encerraban estos
métodos: "Si el profesor ciego se ha hecho á sí propio su personalidad y ha
seguido paso á paso la enseñanza como tal ciego, no cabe duda que los
detalles, los procedimientos especiales y algún otro secreto que está vedado
para el de vista, el ciego lo aprecia y lo expone con mayor facilidad."54
6.6. LAS ACTIVIDADES DEL CIPA Y OTRAS APORTACIONES
Dos años después de la celebración de la Asamblea, el CIPA, logró el
reconocimiento público y fue declarada como entidad benéfica por Real Orden
el 18 de marzo de 1910. Continuaron las actividades culturales y literarias y,
periódicamente, organizaban veladas artístico-literarias que siempre eran de
gran éxito. A ellas acudían personalidades insignes (periodistas, políticos y
gente de la alta sociedad) lo que sirvió, una vez más, para lograr respeto.
Presidía entonces el CIPA, Eugenio Canora Molero, compositor y músico de
profesión, que después tuvo un papel muy relevante dentro del Patronato al ser
comisionado para realizar un viaje de reconocimiento por diversas provincias
de España para conocer, de primera mano, la situación de los colegios
especiales y los fines y recursos de las organizaciones de ciegos55.
El CIPA contó con nuevas y mejpres sedes y también con una notable mejora
de la Biblioteca Braille Circulante (1912). Entre los años 1915-1918 se encargó
de la presidencia de la institución, con gran éxito, Carlos Lickefett English,
quien aprovechó sus conocimientos y sus excelentes contactos personales
para impulsar el desarrollo de la asociación así como para instruir a las
personas ciegas en el conocimiento de idiomas.
Se recuerda especialmente en la Historia de los Ciegos la fecha del 5 de
octubre de 1914 por cumplirse el vigésimo aniversario de la fundación del
CIPA. Para ello se organizó un espectáculo, especialmente musical, en el que
se interpretó una Misa en Sol Mayor, a tres voces mixtas con acompañamiento
de orquesta, compuesta por Eugenio Canora Molero y dirigida por él mismo. De
los setenta y cinco componentes del grupo musical, sesenta eran ciegos y
resultó un gran éxito la interpretación.
La obra de Mariano Nuviala y Falcón56, profesor del Colegio de Ciegos y
Sordomudos de Madrid y posterior director en 191657, es otra gran aportación
para estudiar la evolución de la enseñanza musical. El autor describe la
situación del colegio en tiempos anteriores y cómo es en el momento de su
redacción, 1914. Recoge muchas de las proposiciones y métodos que hemos
venido estudiando desde mediados del siglo XIX, pero observamos también
algo nuevo e importante para la situación de las personas ciegas. Ahora se
propone, por vez primera, que el Colegio Nacional, a través de una especie de
Patronato, siga apoyando moral y económicamente a los alumnos una vez que
terminen los estudios para poder ver materializada su vida profesional. Es lo
que Nuviala denomina período de "Emancipación" pues entiende que aunque
el Colegio, a través de una "Sociedad de Colocación y Socorro" pueda y deba
proteger de alguna manera a sus antiguos alumnos, ellos aspirarán siempre a
la emancipación total pero dentro de unos márgenes de solvencia y dignidad.
Previamente se habla de una educación primaria o general, de unos seis años
de duración aproximada, una educación secundaria o profesional que se
extendería hasta la edad de veinte años y la salida del Colegio y un último
período, el de la Emancipación. De nuevo se insiste en la separación de las
discapacidades en dos colegios independientes.
Nuviala escribe su obra seis años después de la Primera Asamblea Nacional, y
muchas de las propuestas que allí se hicieron van a ser recogidas nuevamente
por él. Se vuelve a reclamar un aumento en la dotación de plazas en el Colegio
Nacional así como un reparto más equitativo de las mismas y, de nuevo, la
conveniencia de que sean los propios ciegos los maestros de los niños ciegos.
Encontramos un interés especial en los ejercicios al aire libre y en las salidas al
campo, concretamente hablará de la Sierra de Guadarrama58 y del
desplazamiento de los niños a casas especialmente dotadas.
Respecto a la enseñanza musical, Nuviala es muy claro: "Tanto los estudios
musicales como los trabajos de los talleres en su iniciación, tendrán por
principal objeto descubrirlas verdaderas aptitudes de los alumnos"59.
Recordemos que la musicografía braille ya estaba impuesta en todos los
colegios y fueron muchos los que criticaron el no haber sabido llevar al código
Abreu al lugar que se merecía. En palabras del propio Nuviala: "Nuestra incuria
ha sido tan grande, que no nos hemos ocupado siquiera de hacer la más
pequeña propaganda de nuestro sistema Abreu"60. Carlos Lickeffet English,
también criticó abiertamente este hecho en la prensa madrileña. No obstante,
conviene tener presente que, aunque en 1914 seguía enseñándose el "Abreu, y
como ya hemos apuntado en capítulos anteriores estuvo vigente incluso hasta
los años 50, la pobreza de repertorio escrita en este sistema era grande y
resultaba difícil y caro encontrar partituras escritas en ocho puntos. Sin
embargo, las obras musicográficas en braille eran fáciles de adquirir y mucho
más económicas, razón de peso suficiente para que el sistema Abreu fuera
lentamente desapareciendo.
Otro dato interesante que hemos sabido gracias a la obra de Nuviala es que
sólo se permitía el aprendizaje de un instrumento en el Colegio de Madrid,
según su propio plan de estudios, es decir, no se podía simultanear el estudio
de dos instrumentos diferentes cuando todos los maestros, más o menos
experimentados, apuntaban al conocimientos de, al menos, dos instrumentos
para lograr una vida profesional como músicos, especialmente si se dedicaban
al aprendizaje de instrumentos de arco. Mientras que los pianistas y organistas
solían tener más o menos éxito y facilidad para trabajar, no era tan fácil para
los violinistas o violonchelistas quienes, además, apenas habían tocado
conjuntamente con otros instrumentistas. Las clases de conjunto instrumental
no fueron práctica habitual en el colegio, al menos durante esos años, cuando
la institución había contado, antes, con su propia y modesta orquesta.
En ese sentido cuenta Nuviala en un artículo publicado en la revista "Los
Ciegos": "Al año aproximadamente de estancia en el Colegio, el alumno
principia el Solfeo y un año después algún instrumento músico (piano, violín,
guitarra, etc.,etc.). Simultanea estos estudios y los de la Escuela Primaria con
el trabajo manual educativo que se transforma luego en utilitario si las aptitudes
del alumno responden en esta dirección y carece de condiciones para el
estudio literario o musical".61
En este sentido puede decirse que la enseñanza musical vivió un retroceso con
respecto a tiempos pasados. Durante los primeros años de la Restauración, y
como ya vimos por los planes de estudio presentados por los directores, era
común que los alumnos estudiaran dos o tres instrumentos además de
completarlo con múltiples materias musicales. Incluso, el Colegio contaba con
una pequeña orquesta que era la encargada de amenizar veladas o fiestas de
fin de curso. Sin embargo esto se recortó drásticamente durante la primera
década del siglo XX hasta la siguiente, por lo que deducimos que el nivel y
calidad de la enseñanza musical bajó en esos años.
Todavía se exige la convalidación de estudios con el Conservatorio de Madrid.
Con esta reclamación queda claro que quienes desearan tener una titulación
oficial estarían obligados a acudir al Conservatorio Nacional, en lugar de que
fueran los profesores de este centro quienes acudieran a los exámenes
celebrados en el Colegio con sus profesores habituales. Es muy posible que
esta segunda opción hubiera estimulado a muchos jóvenes ciegos a esforzarse
más por avanzar en sus estudios musicales y conseguir un grado.
La asistencia al Teatro Real para escuchar buena música es otra de las
reclamaciones que se harán desde el Colegio Nacional. Se ponen como
ejemplo algunos centros y escuelas extranjeras donde esta práctica era común
y además servía para el buen nombre del teatro. De no concederlo
gratuitamente, se pediría que se negociara un precio especial. Por último y no
por ello menos importante, se trata del repertorio y de cómo el Colegio tendría
que hacerse con él para facilitarlo posteriormente a sus alumnos en esa fase
postescolar ya mencionada. Este era otro de los agravantes que muchos
músicos ciegos encontraban a la hora de desenvolverse como profesionales, la
falta de materiales en relieve y lo costoso de los mismos. El Colegio, por
mediación del Patronato tendría que hacerse cargo de esta cuestión para
ayudarles profesionalmente como músicos o como maestros de música.
Finalmente queda bien entendido que en esa tercera fase de Emancipación o
posterior al aprendizaje, la institución haría todo cuanto estuviese en sus
manos para ayudarles a encontrar empleo, como músicos o como obreros y les
socorrería siempre en todo cuanto fuera importante: asistencia médica,
vestimenta, creación de internados, publicación de revistas (en braille y en
tinta), se ofrecerían conferencias, se facilitaría ayuda moral y espiritual, etc.
siempre y cuando el alumno se comprometiera a renunciar a la mendicidad, ser
laborioso y actuar con moralidad.
6.7. LA FUNDACIÓN DE LA REVISTA "LOS CIEGOS"
En mayo de 1916 aparece el primer número de la revista Los Ciegos dirigida
por Antonio Las Heras Hervás62. Este periodista ciego fue una persona muy
activa que se destacó por su lucha en defensa de los intereses del colectivo.
En su corta vida, Antonio Las Heras (1895-1941) no sólo hizo una excelente
labor desde su publicación sino que fundó la primera casa de trabajo para
personas ciegas de España, la "Casa de la Luz y del Trabajo" en Madrid y
contribuyó a la puesta en marcha de otras en España y América63. Pero,
además, Antonio Las Heras desempeñó el cargo de líder de la Unión de
Trabajadores Ciegos de España.
Inicialmente Los Ciegos fue de tirada mensual, en braille y en tinta, editándose
en Bilbao y Madrid. Tuvo varias sedes en Madrid (Molino de Viento N° 26,
Eguilaz N° 5, Espejo N° 6, Sres. de Luzón N°8, Ayala N° 39, etc.) hasta marzo
de 1934, fecha en que cambió a la calle Hilarión Eslava N° 4. A partir de 1932
comenzó la tirada bimensual y tuvo una vida y distribución un tanto irregular. El
fin de la revista vino con la muerte de su fundador y director en 1941. El último
número publicado es el 137 correspondiente al mes de noviembre de 1941. Su
precio era de 50 céntimos y cabe destacar que las ediciones en braille estaban
muy cuidadas y con abundantes imágenes en relieve para facilitar la
comprensión de las cosas y objetos a los lectores ciegos.
En 1936 publicaron las bases de la "Exposición Nacional de Trabajos de
Ciegos" en la revista. Era el medio más idóneo para divulgar y dar a conocer
cuanto concernía al colectivo en todos los órdenes, social, laboral o, como en
este caso, artístico. En palabras de Begoña Consuegra Cano: "la aspiración de
crear una colección de obras de arte y testimonios sobre ciegos ilustres
responde a las necesidades de autoafirmación de un colectivo que a principios
del siglo XX no sólo había conservado su larga tradición de asociación sino que
se había enriquecido con la incorporación de una élite con la suficiente
formación para expresar sus demandas y acomodarlas a la situación política de
cada época."64
La revista en tinta tenía 16 páginas y contaba con una serie de secciones fijas.
Solía haber noticias de todo tipo y siempre alguna referencia a instituciones o
centros tiflófilos del extranjero. Tenía una abundante sección de anuncios de
toda clase: ópticas, máquinas de escribir, cervezas, tornillos, aceite, bancos,
etc. y siempre incluían una biografía de algún personaje de relieve.
Colaboraban con Antonio Las Heras, Julián Sorel y Remedios de Selva y de
Torre, ambos autores de los apuntes biográficos de los personajes escogidos
para cada número de la revista o de otras reseñas de interés. Hemos tenido
oportunidad de leer las biografías de algunos músicos ciegos ilustres como
Gabriel Abreu65, Joaquín Rodrigo66, La Niña de la Puebla67 o Rafael Rodríguez
Albert68 entre los más famosos, aportándonos todas ellas datos curiosos.
Desde sus inicios en mayo de 1916 hasta agosto de 1923 hemos podido
seguirla y conocer las informaciones publicadas. Desde esta última fecha hasta
enero de 1932 perdemos la pista a la publicación y es entonces cuando retoma
cierto vigor y la periodicidad se convierte en bimensual hasta los años del
estallido de la Guerra Civil en que volvemos a perderla. Suponemos que dejó
de publicarse durante un largo tiempo y reapareció a finales de 1938 (o al
menos es lo que hemos podido localizar), un poco antes del momento de la
fundación de la ONCE.
De los primeros años hemos recogido algunas noticias interesantes
relacionadas con el Colegio Nacional y otros de provincias (Deusto69,
Santiago70, Gijón71, Barcelona72, etc.), también del Colegio de Santa Catalina
en Madrid73 y de algunos personajes como Zacarías López Debesa74/ Gabriel
Abreu75, Eugenio Canora Molero76, Jaime Isern y su hijo Carlos77. También
hemos leído con interés la reseña sobre un invento curioso para escribir música
("el Musicógrafo Ducorneau"78) y lo más llamativo y sorprendente ha sido la
noticia de un nuevo sistema de escritura musical79 ideado por Francisco
Gimeno Sanchis, músico valenciano del que también hemos conocido su
biografía.
Francisco Gimeno Sanchis nació en Valencia en 1880 y quedó ciego a los
dieciséis meses de edad como consecuencia del sarampión. Gracias a que
pertenecía a una acomodada familia tuvo una infancia feliz y normal. Hasta tal
punto fue normal que, según narra él en su propio retrato autobiográfico
publicado en la revista, no supo que era ciego "hasta ya crecidito"80. El
descubrimiento de esta discapacidad le supuso un gran trauma que poco a
poco fue superando con la ayuda de amigos y familiares. Gimeno fue educado
en un colegio especial y pronto descubrió sus aptitudes musicales y su
vocación como compositor.
Eran tales los problemas que este inquieto músico encontraba a la hora de
realizar sus trabajos y tareas de copia que decidió emprender la confección de
un sistema nuevo y original de su propia invención: "Los métodos Braille y
Abreu no me bastaban y tuve que recurrir a un sistema que yo hice (y del que
tengo solicitada patente) para escribir música".81
Gimeno compuso obras que llegaron a ser estrenadas en los Teatros Ruzafa y
Apolo de Valencia y también alguna en Madrid aunque no puede decirse que
cosechara ningún éxito.
Respecto a los sistemas musicográficos, Gimeno dijo, en 1923, que cada cual
adoptaba aquel que más le convenía o interesaba y que esto era lo que
ocasionaba tanta confusión y tan poco criterio. Afirmaba que en el Colegio
Nacional de Madrid se empleaba el Abreu, en Barcelona el braille y que "del
Llorens no vale la pena ni 'ocuparse, por las condiciones de inutilidad que
reúne; el Braille que a duras penas sirve para leer música para piano, puesto
que seis puntos no dan origen a todas las combinaciones necesarias... Así
debió entenderlo Abreu cuando aumentó en dos los puntos pasando a ser ocho
en vez de seis dando lugar este aumento a múltiples combinaciones; pero si
realmente se ganaba algo en claridad, se perdía en tiempo..."82
El Sistema Gimeno -inspirado en el Abreu- estaba representado por puntos que
suplantaban el lugar que las figuras ocuparían en el pentagrama. Mediante un
solo signo se determinaba el nombre de la nota, la figura y el sonido. El sistema
ofrecía, además de claridad, economía de puntos. Ponemos un ejemplo escrito
en Abreu en clave de Sol y compás de compasillo de dieciséis semicorcheas
que, al transcribirlo a sistema Gimeno, el mismo ejemplo da un resultado con
muchos menos puntos. Mientras que para componer el primero se necesitaban
140, el segundo quedaba igualmente escrito con 103. Esto, como sostenía el
propio inventor y quienes avalaban su sistema, suponía en cien compases un
ahorro de 3.700 puntos.
Ejemplo en sistema Abreu
El mismo ejemplo en sistema Gimeno
Claves en el sistema Gimeno
Cuadro escaneado del ejemplar de Los Ciegos, año VIII, N° 67, (junio de 1923),
página 11.
1
FERNÁNDEZ VILLABRILLE, M. La enseñanza de sordomudos y de ciegos de España en
las exposiciones de 1867 y 1867. Madrid: [s.n.], 1873.
2
MONTORO. Los ciegos... Op.c¡t.,(IV), p.75.
3
NEBREDA y LÓPEZ, C. El Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos de Madrid en la
exposición universal de Viena: su historia, su estado actual, sus trabajos. Madrid: [s.n.], 1873.
4
COSSÍO, M. B. Una antología pedagógica, (selección de textos, presentación y bibliografía
de Jaume Carbonell Sebarroja). Madrid: Ministerio de Educación, 1985, p. 13.
5
RODRÍGUEZ PLACER, R. Op.cit., p. 21.
6
GRANELL.M. Historia de la enseñanza del colegio nacional de sordomudos desde el año
1794 a 1932. Madrid: [s.n.], 1932, p. 389.
7
NEBREDA LÓPEZ, C. Método de escritura usual, para la enseñanza de los ciegos.
Madrid: [s.n.], 1869.
8
CABELLO y MADURGA, R Colegio nacional de sordomudos y de ciegos de Madrid. Su
historia, su organización, su estado actual y catálogo de los objetos que remite a la Exposición
internacional de Filadelfia en 1876. Madrid: [s.n.], 1875.
9
RODRÍGUEZ PLACER, R. Op. cit., p. 236.
10
Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op.cit.
11
Institución Libre de Enseñanza.
12 Vid: GINER DE LOS RÍOS, F. Estudios sobre educación. Madrid: [s.n.], 1922.; Obras
completas de D. Francisco Giner de los Ríos. VoL.X., Pedagogía universitaria problemas y
noticias. Madrid: Espasa Calpe, 1924; Ensayos menores sobre educación y enseñanza.
Madrid: Espasa Calpe, 1927.; PRELLEZO GARCÍA, J. M. Francisco Giner de los Ríos y la
Institución Ubre de Enseñanza: bibliografía (1876-1976). Roma: Librería Ateneo Salesiano,
1976 ; MARCO, J. M. Francisco Giner de los Ríos: pedagogía y poder. Barcelona: Península,
2002.
13 Vid: COSSIO, M.B. De su jornada (fragmentos). Madrid: Imprenta de Blass, 1929; La
enseñanza primaria en España. 2a ed. Madrid: R. Rojas, 1915.
14
CARBONELL, J. Manuel Bartolomé Cossío. Una antología... Op. cit., p. 10.
15
ídem., p. 300.
16
COSSÍO, M.B. De su jornada... Op. cit., p.18.
17 COSSÍO, M.B. La enseñanza primaria en España. Op. cit., p.33. Un año antes había
tenido lugar el Primer Congreso Nacional Pedagógico (1882) que ejerció cierta influencia sobre
el partido liberal, entonces en el poder. Además de contribuir a la creación del Patronato
general de escuelas de párvulos y al Curso Normal para preparar a las Maestras se logró que,
al año siguiente, sus sueldos fueran equiparados con los de los maestros.
18
COSSÍO, M. B. "Los problemas contemporáneos en la Ciencia de la Educación".
Primera lección en la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo de Madrid, 1897.
19
CARBONEO., J. Op. cit., p. 163. 238
20
CARBONELL, J. Op. cit., p. 253
21
GARVÍA. Op.cit., p. 31.
22 Cfr. RUMEU DE ARMAS, A. Historia de la previsión social en España: cofradías, gremios,
hermandades, montepíos. Madrid: Revista de Derecho Privado, 1944.; JIMÉNEZ DE SALAS,
M. Historia de la asistencia social en la Edad Moderna. Madrid: [s.n.], 1958.
23 GARVÍA. Op. cit., p.34.
24 OLÓZAGA, S. Informe sobre las ordenanzas de la Hermandad de los Ciegos de esta Corte,
leído en la Sociedad Económica Matritense por el socio Don Salustiano de Olózaga. Madrid:
1835.
25 Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op.cit., p. 339. Palabras pronunciadas por
Antonio Zozaya durante una de sus intervenciones en la Asamblea.
26
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit., (IV), p. 75.
27 BLASCO Y URGEL, M. Discurso leído por D. Manuel Blasco y Urgel, maestro normal y
profesor auxiliar de la enseñanza especial de ciegos del Colegio Nacional de Sordomudos y de
Ciegos en la solemne distribución de premios, celebrada el día 27 de junio de 1880. Madrid:
[s.n.], 1880, p. 7-8.
28
ídem, p12.
29 FERNÁNDEZ VILLABRILLE, M. Discurso leído por D. Miguel Fernández Villabrille,
Profesor Director del Colegio ¡Nacional de Sordomudos y de Ciegos, en la solemne distribución
de premios celebrada el día 1° de julio de 1883. Madrid: [s.n.], 1883, p. 28.
30 SOLÉ TURA, J. y AJA, E. Constituciones y períodos constituyentes en España (18081936). 15a ed. Madrid: Siglo XXI, 1990, p. 71. A pesar de todo, otros autores como SÁNCHEZ
AGESTA, L. Historia del constitucionalismo español, 3a ed., Madrid: 1974, llegan a afirmar que
"el gobierno parlamentario era claramente una ficción", p.377-378.
31
GARVÍA. Op. cit., p. 47. 244
32
Ibidem.
33 Considerado por algunos el continuador de Braille, Ballu aportó un sistema de escritura
abreviado. Dicha escritura consistía en reducir los signos que reproducían letras del alfabeto
latino en relieve punteado. Hemos incluido en el capítulo de Apéndices algunas de las regletas
y otros utensilios inventados por Víctor Ballu.
34
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit, (IV), p. 686.
35
RODRÍGUEZ PLACER, R. Op. cit., p. 254.
36 MOLINA MARTÍN, R Instituciones... Op. cit, p. 24. Molina describe con detalle cómo
estaba organizado el CIPA y las labores que se desempeñaban en el mismo. Afirma que en el
curso 98/99 acudieron a los talleres a realizar trabajos de mimbre unos 40 alumnos.
37
ídem., p. 31.
38
FERNÁNDEZ VILLABRILLE, M. Discurso... Op.cit., p. 20.
39 MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit, (IV), p. 76. Vid.: MOLINA MARTÍN, R Instituciones...
Op.cit., p.5.
40 Congreso Internacional para el mejoramiento de la suerte... París, [s.n.], agosto 1900.
Ponencia de Pedro Molina Martín.
41 MOLINA MARTÍN, P. ¿En qué cantidad y por cuales medios la escuela primaría de los
videntes puede servir para el desenvolvimiento...? Madrid: [s.n.], 1900.
42
MOLINA MARTÍN, R Instituciones... Op.cit., p. 7.
43
ídem. p. 29.
44
Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op. cit.
45 Para conocer las ciudades y fechas en las que se celebraron algunos de estos
Congresos...Vid. RODRÍGUEZ PLACER, R. Op. cit., p. 236.
46 Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op. cit., p. 60. Discurso de apertura del
Presidente D. Eloy Bejarano.
47 Creado como sucesor de la Comisión de Reformas Sociales. Su objetivo era el estudio de
los conflictos sociales y la inspección del trabajo, incluyendo la preparación de medidas
legislativas.
48 Nace con la intención de popularizar la previsión social en forma de pensiones de retiro.
Era de afiliación voluntaria, aunque el Estado se obligaba a respaldar las cotizaciones
efectivas. Las empresas eran invitadas a participar pero en ningún caso estaban obligadas a
contribuir por sus trabajadores.
49 Se observa todo un movimiento en torno a las cuestiones Higiénico Sanitarias de gran
trascendencia en España. En junio de 1906 tuvo lugar el Primer Congreso de Higiene de
Cataluña donde se discutió en torno a los siguientes temas: Estudio sanitario de las comarcas
catalanas (sección 1a), enfermedades infecciosas (sección 2a) e higiene social (sección 3a).
En ese mismo año tuvo lugar otro Congreso de Higiene, éste provincial, en la ciudad de
Málaga.
50
Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op. cit., p. 228.
51 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. La Constitución de la Medicina social como disciplina en España
(1882-1923). Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, Secretaría General Técnica, 1987. Col.
Textos clásicos españoles de la salud pública, N° 30. Las obras de los principales higienistas
(Francisco Méndez Álvaro, Felipe Monlau, Philip Hauser) están presentes en el pensamiento y
la actuación de muchos responsables políticos y también de las instituciones y colegios.
52 MOLINA MARTÍN, E. Pedagogía Especial. Enseñanza de sordomudos y de ciegos: su
necesidad, su desarrollo en ¡España. Madrid: [s.n.], 1904. (Imprenta Municipal). Conferencia
dada en la Escuela Normal Central de Maestros el día 19 de julio de 1904.
53
Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op. cit., p.238.
54
Asamblea Nacional para el mejoramiento... Op. cit., p.267.
55
CANORA MOLERO, E. Memoria... Op.cit.
56 NUVIALA y FALCÓN, M. Lo que es y lo que debe ser el Colegio Nacional de Ciegos de
Madrid. Madrid: Establecimiento Tipográfico Fortanet, 1914.
57 NUVIALA y FALCÓN, M. "El Colegio Nacional de Ciegos de Madrid" en Los Ciegos, año I,
N°1, p.8-9. Nuviala firma el artículo como Director de la institución. También dice llevar apenas
cuatro meses en el cargo.
58
Este tipo de planteamientos vuelven a recordarnos la proximidad con los ideales
propuestos por los maestros de la Institución Libre de Enseñanza. No debe olvidarse la
participación de uno de sus representantes, Domingo Vaca, durante la Primera Asamblea
Nacional para el mejoramiento y suerte de los sordomudos y de los ciegos, celebrada en
Madrid en 1906
59
NUVIALA y FALCÓN, M. Op. cit., p. 41.
60
NUVIALA y FALCÓN, M. Op. cit., p. 48.
61
NUVIALA y FALCÓN, M. "El Colegio Nacional..." Op.cit., p.8. 260
62 Esta publicación, también fue conocida a partir del N° 10, noviembre de 1917, como
"Revista mensual Tyflófila Hispano-Americana". Junto con este nuevo nombre aparecieron
cambios en la portada 'y en la tipografía. La revista tuvo vigencia hasta noviembre de 1941.
Advertimos que el nombre de su director, Antonio Las Heras puede encontrarse también como
"Lasheras".
63 Vid. Los Ciegos, año XIV, N° 99, (septiembre 1934), p.15. Esta casa de trabajo se fundó
en 1919 y cerró en 1925 por la marcha de su creador al extranjero. No obstante sirvió de
estímulo para otras pues en 1920 se abrieron casas semejantes en Valencia, Zaragoza y
Barcelona y en 1925 en La Coruña, Santander, Bilbao, Valladolid, Burgos Vitoria y San
Sebastián; Los Ciegos, año Vil, N° 52, marzo 1922. En esta reseña se comentan los trabajos
desempeñados en la casa: labores de agricultura, industria, comercio, arte y estudios pero,
sobre todo, los trabajos de afinación y de música en general. El personal existente en ese
momento es de 57 personas aunque la Casa tenía capacidad para 200.
64 CONSUEGRA CANO, B. "Antecedentes históricos de las colecciones del museo
tiflológico" en Integración, N° 36, (2001). p. 17-28., p. 25.
65
Los Ciegos, año IV, N° 25, (febrero 1919), p. 5-6.
66
Los Ciegos, año XIII, N° 92, (julio 1933), p. 5-6.
67
Los Ciegos, año XIII, N° 89, (enero 1933), p. 5-6.
68
Los Ciegos, año XIV, N° 98, (julio 1934), p.5-6.
69
Los Ciegos, año II, N° 11, (diciembre 1917), p.11 -12.
70
Los Ciegos, año II, N° 17, (junio 1918), p.10.
71
Los Ciegos, año II, N° 18, (julio 1918), p. 2-3.
72
Los Ciegos, año VI, N° 46, (marzo 1921), p.11
73
Los Ciegos, año VIII, N° 67, (julio 1923), p.1-2.
74
Los Ciegos, año III, N° 14, (marzo 1918), p. 5-6.
75
Los Ciegos, año IV, N° 25, (febrero 1919), p. 5.
76
Los Ciegos, año Vil, N° 53, (abril 1922), p. 5-6
77
Los Ciegos, año Vil, N° 57, (agosto 1l922), p. 5-6
78
Los Ciegos, año VIII, N° 63, (febrero 1923), p. 12-13.
79
Los Ciegos, año VIII, N° 67, (junio 1923), p. 10-11.
80
Los Ciegos, año III, N° 23, (diciembre 1918), p. 5-6.
81
ídem.
82 KRYTHERSEN, F. "La Musicografía Gimeno" en Los Ciegos, año VIII, N° 67, (junio 1923),
p.10-11.
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7. NOVEDADES ORGANIZATIVAS DENTRO DEL COLECTIVO
DE PERSONAS CIEGAS Y SU INCIDENCIA EN LA ENSEÑANZA
MUSICAL ENTRE 1924 Y LA FUNDACIÓN DE LA ONCE
7.1. LA FEDERACIÓN NACIONAL DE CIEGOS ESPAÑOLES (1924) /
FEDERACIÓN HISPÁNICA DE CIEGOS (1932)
Durante la década de los años veinte el CIPA continuó su actividad,
especialmente volcada a las tertulias artístico-literarias y a la Biblioteca Braille,
sin embargo, eran muchos las personas ciegas que todavía quedaban al
margen de estos avances culturales y que comenzaron a reclamar una mayor
atención. El número de indigentes ciegos que carecía de lo más elemental era
muy superior al de aquellos que se servían del CIPA., tal y como lo había
recogido Eugenio Canora en su Memoria1 del viaje realizado por España en
1912. Probablemente animados por el deseo de reunirse de nuevo y discutir los
asuntos más urgentes se celebró la Asamblea Nacional de Ciegos Españoles
durante los días 29, 30 y 31 de mayo de 1924 en la sede del Colegio Nacional
de Sordomudos y Ciegos de Madrid. En la organización participaron diversas
instituciones: el Instituto Educativo Catalán para Ciegos2; el Patronato Nacional
de Protección de Ciegos de Barcelona y el CIPA de Madrid. La Revista Braille
Hispano Americana dio la noticia de la celebración de dicha Asamblea en su
número de febrero de 1924.
Como resultado de esta Asamblea se crea la Federación Nacional de Ciegos
Españoles (FNCE), primera asociación a nivel nacional de todos los grupos de
ciegos del país. A la misma acudieron representantes de casi todas las
asociaciones de personas ciegas y se pusieron de manifiesto las grandes
diferencias existentes entre ellas. Tras la redacción de los estatutos, hubo el
consiguiente reparto de competencias y también la creación de diversas
secciones: general, social, informativa y docente. Sus protagonistas (entre los
que encontramos a alguno de los participantes de la Asamblea de 1906)
fueron: Carlos Lickeffett, Pedro Baños, Francisco Molina, Anselmo González y
Zacarías López Debesa, entre otros. De este último cabe destacar el concierto
de piano que dio en la clausura de la Asamblea.
Aunque las conclusiones de esta Asamblea fueron elevadas al gobierno, éste
no prestó especial atención a los resultados del encuentro. Ni los responsables
del gobierno hicieron por enterarse de lo que sucedía ni tampoco hubo
acuerdos entre los distintos representantes de las asociaciones de ciegos. La
situación política española era delicada y difícil en esos años (golpe de estado
y dictadura militar de Primo de Rivera) que, además, prohibió toda clase de
juego de azar e incluso algunas rifas y loterías extraordinarias por lo que los
ingresos de esta nueva Federación Nacional de Ciegos Españoles se vieron
muy afectados. Aunque éstos todavía no habían adquirido la licencia para
vender lotería, percibían, por este concepto, una cantidad fija desde la
Asociación Matritense de Caridad. Al cortarse la ayuda que mensualmente
llegaba a la institución, muchas personas ciegas se vieron de nuevo en la calle
como mendigos. Hubo ciertos acuerdos entre los responsables del gobierno y
los dirigentes para solventar la situación pero fueron pocas y escasas las veces
en que acertaron.
Se crearon comisiones para resolver algunas de las principales preocupaciones
del colectivo: búsqueda de empleos y cuestiones de índole tiflológica. Entre
éstas destacamos la comisión que se formó para el estudio de la musicografía
que se basó en las conclusiones adoptadas tras el Congreso de Colonia de
18883, reunión en la que España no estuvo presente.
Se sabe que hubo repetidos intentos de la institución por conseguir el
beneplácito del gobierno en una venta de cupón prociego. Sin embargo, estos
cupones ya habían sido logrados por otras asociaciones (El Porvenir del Ciego,
la Unión de Trabajadores Ciegos, etc.) por lo que la existencia en Madrid de
una tercera rifa era poco creíble a los ojos de los demás. Al parecer fueron las
propias personas ciegas las que se entorpecieron unas a otras con los distintos
cupones, desconcertando a los compradores con vista que quería comprar
para ayudar al colectivo, como veremos más adelante.
A finales de los años veinte, concretamente en 1929, José Ezquerra Bergés,
profesor de Artes y Oficios de la Escuela Municipal de Sordomudos y Ciegos
de Barcelona, toma nuevamente la iniciativa para promover a la Federación
Nacional de Ciegos que había quedado escindida. Congregará a unos y otros
para conseguir, a través de las distintas "CIPA" de España y también de otras
instituciones tiflológicas españolas, un nuevo empuje, con cuotas y
aportaciones dinerarias, para poder llevar a cabo una Segunda Asamblea
Nacional de Ciegos y tratar, ahora de manera más seria y consensuada, los
verdaderos problemas en materia social, económica, educativa, informativa,
sanitaria, etc.
La nueva Federación que él proponía perseguiría los siguientes objetivos: en
primer lugar modernizar la enseñanza de las personas ciegas y hacerla
obligatoria, en segundo lugar crear centros de trabajo para obreros ciegos. Un
tercer objetivo era ampliar la enseñanza musical para formar organistas
profesionales y por último, y no por ello menos importante, fundar órganos
asistenciales específicos.
Esta Federación tendría que contar con el apoyo de todas las asociaciones de
ciegos existentes entonces en el país y además sería su representante jurídico.
Numerosas instituciones dieron su apoyo al proyecto de José Ezquerra que no
vio la luz hasta el año 1930. También para entonces hace su aparición la
revista "La Luz" órgano de la Federación Nacional de Ciegos Españoles que
estuvo vigente desde junio de 1930 hasta mayo de 1936. Fue su director y
fundador Adrián Fernández Nadalmay y el redactor jefe, al menos durante los
primeros años, Julio Osuna Fajardo, del que hablaremos más adelante.
Finalmente se redactaron los estatutos de la nueva Federación que fueron
aprobados en febrero del año 1931. Dos meses mas tarde, en el número 6 de
la revista, aparece en primera página la noticia sobre la Federación Nacional
nacida por iniciativa de José Ezquerra y con los demás personajes que
desempeñaron algún puesto de relieve en la misma. Entre ellos figuraban el Dr.
Miguel Mérida Nicolich, Adrián Fernández Nadalmay, Carlos Lickeffet, etc. La
noticia exponía el cometido principal de dicha organización a la vez que
invitaba a cuantos pudieran a colaborar social o económicamente con la
misma. Firmaba este artículo el director Adrián Fernández Nadalmay. El
examen de los números que componen la publicación periódica "La Luz" (al
principio bimensual y después cuatrimestral) nos han aportado informaciones
de diversa consideración.
Mientras tanto, en estos años, el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes,
Elias Tormo y Monzó, promulgó un Real Decreto4 mediante el cual se
reformaban las estructuras educativas de los colegios nacionales de ciegos y
sordomudos que, a partir de ese momento, quedarían definitivamente
separados.
En 1931 el Patronato Nacional de Protección de Ciegos adquirió la finca San
Enrique, de 40.000 m2 de superficie, situada en la calle Platerías, en el poblado
de Chamartín de la Rosa, a las afueras de Madrid. Dicha finca y sus
edificaciones, necesitaban rehabilitación, pero pronto pasarían a ser la futura
sede del Colegio. El Patronato terminó cediendo la finca al estado, además de
concederle un préstamo para la rehabilitación, para que lo acondicionara como
nueva y definitiva sede del Colegio Nacional de Ciegos de Madrid. El colegio se
inauguró oficialmente el 19 de septiembre de1933.5
En 1932 se pudo celebrar finalmente la Segunda Asamblea General de la
FNCE. Se realizó durante los días 19 al 22 de abril de ese año y, de nuevo, en
la sede del Colegio Nacional de Ciegos y Sordomudos, todavía en el Paseo de
la Castellana. Presidía el director del colegio de entonces, Sidonio Pintado,
pero abrió el acto el propio Ezquerra, "alma mater" del encuentro. Lo primero
que propuso fue un cambio de denominación pues las propias instituciones
gubernamentales habían sugerido eliminar lo de "nacional" al no tratarse de un
organismo estatal. Todos lo entendieron y aceptaron cambiar el nombre por el
de Federación Hispánica de Ciegos.
Una de las ponencias más interesantes (para nuestro trabajo) fue la elaborada
por el músico Pedro Monistrol aunque, finalmente, no pudo ser leída. No
obstante decía así: "Problemática de la formación musical de los invidentes y
procedimientos para proporcionar trabajo y repertorio a los músicos sin vista".
Niceto Alcalá Zamora, presidente de la República Española, fue nombrado
Presidente de honor y Manuel Azaña e Indalecio Prieto, socios de mérito.
Precisamente este último había propuesto beneficiosos decretos desde su
ministerio en favor de las personas ciegas. El colectivo vio en estos
representantes de la República buena disposición y creyeron sus propósitos
pero, una vez más y para desgracia de los ciegos, todos los esfuerzos
realizados entonces atravesaron malos momentos históricos y, en poco tiempo,
vieron sus promesas truncadas.
Respecto a las conclusiones obtenidas que después habrían de llegar a las
autoridades gubernamentales (aunque ya hemos apuntado que con escaso
éxito debido a la coyuntura política), se acuerda lo siguiente: en materia de
enseñanza, en el curso 32/33 quedaría implantada la musicografía braille en
aquellos colegios en los que hubiera profesorado suficientemente preparado
para enseñarlo y en el curso 33/34, esta musicografía sería la oficial y
obligatoria en todos los centros docentes para ciegos en el país. Se solicitaba
que el gobierno confiara a la Federación una función inspectora de las escuelas
y colegios para ciegos. También se pidió la derogación del decreto de 22 de
septiembre de 1931 que impedíaa los profesores ciegos el acceso a las plazas
de maestros en las instituciones oficiales para ciegos.
En el apartado de trabajo señalaban que el gobierno obligara a todos los
Ayuntamientos que tuvieran más de tres escuelas municipales o nacionales a
nombrar, 'al menos, un profesor de música ciego. Otro apartado establecía la
obligatoriedad por parte del Gobierno de que todas las plazas de telefonistas
pertenecientes a organismos o instituciones de carácter oficial y que, a juicio de
una comisión técnica, pudieran ser desempeñadas por ciegos, fueran en
realidad dotadas para éstos. Lo mismo pedían para las plazas de masajistas,
generalmente habilitadas en los centros de beneficencia u otros
establecimientos dependientes de las diputaciones o ayuntamientos. Por último
proponían el anteproyecto de Ley estableciendo que el 2% de los empleados
de la Administración pública, del comercio y de la industria fueran personas
ciegas.
Otro dato interesante es que entre las Leyes Protectoras que se propusieron
tras la Segunda Asamblea hubo una que solicitaba un impuesto sobre la
música mecánica para contribuir al sostenimiento de los músicos ciegos en
paro forzoso y, también, entre las cuestiones de Carácter General, que el
Patronato Nacional de Protección de Ciegos concediera un subsidio de paro
forzoso para los músicos ciegos, dándose preferencia al mayor mérito artístico,
al número de años trabajado y a no haber ejercido la mendicidad. También se
acordó la elaboración de una estadística general para conocer la magnitud del
problema social de la ceguera así como la tolerancia de las autoridades con
aquellos ciegos que, no pudiendo ejercer oficio alguno estuvieran en la calle en
situación de mendicidad. Se pedía que no fueran maltratados ni detenidos por
pedir ni conducidos a hospicios o asilos contra su voluntad pues, de una
manera u otra, tendrían que ayudarles para salir de esa triste situación.
Se acordó la puesta en marcha de la revista bimensual en braille El Tiflófilo a
partir de enero de 1933. La revista sería el órgano oficial de la Federación
Hispánica de Ciegos y estaría subvencionada por el Patronato Nacional de
Protección de Ciegos. Con el tiempo y los avatares comprobamos que ninguno
de estos propósitos, llegó a cumplirse. El único órgano oficial que estuvo
vigente durante unos años fue, como ya vimos, la publicación de la revista en
tinta La Luz.
Desde esta fecha hasta el momento del estallido de la Guerra Civil, la
Federación Hispánica de Ciegos siguió trabajando intensamente en la mejora
de las condiciones de sus asociados. Seguían insistiendo, y el propio Ezquerra
lo hizo, en que fueran ellos y sólo ellos los verdaderos conductores de sus
objetivos: "tos ciegos necesitamos, para llevar a la prácticas nuestros deseos,
la colaboración entusiasta de los poderes públicos y de las personas videntes;
pero para ello es preciso que éstos pasen a la categoría de colaboradores, y
los ciegos a la de directores de sus propios problemas, porque en las
cuestiones de ciegos, los ciegos son los videntes" 6.
Bien es cierto que la creación de la Federación Catalana de Ciegos, apenas
quince días después de la celebración de la Segunda Asamblea Nacional, fue
un fuerte golpe para la institución nacional pues perdió a algunos hombres
importantes pero, básicamente, el trabajo de la entidad nacional siguió
marchando aunque las posturas entre unos grupos y otros estaban cada vez
más encontradas. Mientras que unos defendían que el trabajo y la cultura
integrarían a los discapacitados visuales en la sociedad, otros se preocupaban
sólo por la implantación de la venta del cupón prociegos para asegurarse el
salario.7
Hubo otra Asamblea en septiembre de 1935, la Tercera8, a la que acudieron 91
delegados de toda España y que estuvo presidida por José Ezquerra Bergés.
El interés principal estuvo nuevamente en dos cuestiones: la venta del cupón
pro-ciegos (que seguía sin estar plenamente resuelto) y la política tiflológica del
Patronato Nacional de la que muchos afiliados desconfiaban. Se solicitó una
reorganización del Patronato y una centralización en el mismo de todas las
funciones relativas a la asistencia social de los ciegos en todo el territorio. Se
propusieron nuevas fuentes de ingreso y se pidió una revisión de la obra
realizada por el Patronato desde su última reorganización en abril de 1934.
También se pidió que desde el Estado se gestionasen los siguientes puestos
de trabajo para las personas ciegas: telefonistas en las dependencias de los
ayuntamientos, masajistas en los hospitales, dispensarios, etc. Se solicitó el
establecimiento de una cátedra de enseñanza especial para ciegos en la
Normal de Maestros que sería ocupada por uno de ellos. Que los estancos,
administraciones de lotería y quioscos de prensa fuesen cedidos, en primer
término a las personas ciegas y proteger sus industrias así como eximir de
impuestos aduaneros todos aquellos aparatos útiles para su uso (relojes,
radios, máquinas de escribir), siempre que fueran solicitados desde la
Federación Hispánica de Ciegos, etc.
No obstante, señalamos que la primera ponencia trató sobre la "Organización
de la enseñanza general de los ciegos" y en ella se hacía especial mención a la
música y a la implantación de la músicografía braille aprobada en el Congreso
Internacional de Ciegos celebrado en París en 1929.
También se insistía en el deber de proporcionar y costear la enseñanza a todas
las personas ciegas quedando las Diputaciones Provinciales obligadas a pagar,
en sus respectivas provincias, una escuela primaria para ciegos con internado,
en función del número que tuvieran. Del Ministerio de Instrucción Pública
dependerían los maestros y los padres y tutores de niños ciegos quedaban
obligados a llevarlos a las escuelas creadas especialmente. De no hacerlo
serían duramente castigados. Además del sistema braille, se propuso la
enseñanza del esperanto por ser un idioma que se enseñaba en todas las
instituciones de ciegos del extranjero9.
Al término de esta Tercera Asamblea las conclusiones fueron presentadas a las
autoridades competentes pero éstas no les prestaron interés alguno. A pesar
del empeño de su presidente, la Federación Hispánica de Ciegos apenas logró
mejoras en los años de su existencia. Ezquerra no obstante envió a las
autoridades republicanas diversos escritos en los que solicitaba mejoras y
proyectos de ley de asistencia social pero, en palabras de Montoro: "La
Federación Hispánica de Ciegos, que nada positivo había conseguido en favor
de los invidentes en sus cinco años de historia, no realizó actividad alguna en
los aciagos tiempos de la guerra fratricida española, viéndose abandonado su
presidente por sus más íntimos amigos de la infancia, pero lo que no se había
logrado en la paz, difícilmente podía alcanzarse en la guerra"10.
Parece claro que en el ánimo de los gobernantes nunca hubo un interés
especial por atender las demandas de los ciegos y el primer paso que se dio en
este sentido fue la creación en 1910 del primer Patronato Nacional,
anteriormente mencionado. Tras este Patronato hubo otros en los años 1914,
1917, 1924 de los que no salió ninguna disposición general que contribuyera a
la mejora social de las personas ciegas. En marzo de 1928 se creó el Patronato
Nacional de Residencias de Ciegos que tampoco llegó a desarrollarse a pesar
del interés que puso el ministro de Gobernación Severino Martínez Anido. Este
Patronato fue disuelto en 1931 ,,y sustituido por el Patronato Nacional de
Protección de Ciegos dependiente del Ministerio de Trabajo.
7.2. EL PROYECTO "RESERVA NACIONAL DE CIEGOS" DE MARTÍNEZ
ANIDO
Siendo Ministro de la Gobernación el General Severino Martínez Anido, héroe
de las guerras de Filipinas y Marruecos, concibe un plan para reunir a todos las
personas ciegas y sus familiares en un paraje determinado del territorio
español. En palabras de su biógrafo Oller: "dos cosas constituyeron siempre su
constante preocupación: la salud pública, traducida en la formación y
mejoramiento de la raza, y el orden y la seguridad en todos sus aspectos"11. Lo
primero que puso en marcha antes de llevar a cabo su plan fue la petición de
elaborar un censo actualizado de ciegos en España12. El resultado fue de
25.600 personas ciegas lo que no deja de sorprendernos si nos atenemos a
cifras anteriores en el tiempo. De cualquier manera se dan estas cifras para
calcular cómo habría de ser esa ciudad idílica de los ciegos que Martínez Anido
quiso situar en la población de Baraña in (Navarra). Concibe el plan como "la
Ciudad de los Ciegos" para lo que contó con la cesión de los terrenos por parte
de una anónima filántropa. El propósito de Martínez Anido era el de crear tres
grandes centros de asilamiento para niños, adultos y ancianos ciegos, hombres
y mujeres, que además funcionarían como escuelas, lugares de trabajo y, por
supuesto, asilos. Ni qué decir de la antipatía que semejante proyecto despertó
entre la población ciega... Desde el CIPA, y junto con los diarios "El Sol" y "La
Voz", se emprendió una importante campaña contra la política de Martínez
Anido13.
Mediante Real Decreto14 se crea el Patronato Nacional de Residencias para
Ciegos que levantaría sus casas gracias a la financiación obtenida del
"distintivo blanco sanitario". Este distintivo era el que portaban ciertos
medicamentos expedidos en las farmacias españolas y que estaban
controlados por el Instituto Técnico de Comprobación15. El distintivo aumentaba
en un cinco por ciento el precio del medicamento y de lo recaudado por este
concepto se podían pagar las obras de rehabilitación de los pabellones
pensados para albergar a las personas ciegas, como si se tratara de un gueto,
así como los honorarios del personal y otros gastos de la finca. Como esta
fórmula de financiación del proyecto fue muy exitosa, en poco tiempo estuvo
todo dispuesto para la inauguración, en junio de 1930, de la que habría de ser
la primera residencia para ciegos que tenía una capacidad de albergue de
1.200 personas16.
A pesar de la puesta en marcha del proyecto, de los planes y presupuestos
diseñados por el arquitecto Sr. Macarrón, el ideal de construir "la Ciudad de los
Ciegos" fracasó. Finalmente el Estado cedió la finca a la Diputación Provincial
de Navarra con la condición de que se encargase de la asistencia de todas las
personas ciegas de su provincia y de las tres vascas. La Diputación se lo pasó
al Ayuntamiento de Pamplona y al final, unos y otros se fueron traspasando los
terrenos y las competencias hasta que acabaron de nuevo en manos de la
Diputación que indemnizó al Patronato Nacional de Residencias para Ciegos
con una cantidad y se quedó con los terrenos para edificar el hospital
provincial, que comenzó a ser construido en 1931.
Este Patronato Nacional de Residencias para Ciegos estuvo vigente hasta
1931, momento en el que, por Real Decreto17 se transforma en Patronato
Nacional de Protección de Ciegos. La Diputación Provincial de Navarra
devolvió prácticamente la totalidad de lo invertido por el ministro Martínez Anido
a este nuevo Patronato que comenzó su andadura con un capital inicial de seis
millones de pesetas18. El nuevo Patronato tendría que encargarse de la
supervisión de la enseñanza especial y de proponer al gobierno fórmulas de
empleo para las personas ciegas en edad laboral y modos de protección para
los ancianos. Como veremos más adelante, fue del todo ineficaz.
7.3. LOS PATRONATOS Y
TRABAJADORES CIEGOS"
LA
"ASOCIACIÓN
PROFESIONAL
DE
Tras la proclamación el 14 de abril de 1931 de la Segunda República, las
personas ciegas acuden a las nuevas autoridades para solicitar ayudas y
mejoras en sus condiciones de vida y de trabajo. Algunos autores como
Montoro llegaron a afirmar que: "el gobierno republicano hizo en sus seis años
de permanencia en el poder, muchísimo más a favor de los ciegos que la
monarquía en varios siglos"19. Fuera o no así, lo cierto es que el gobierno
republicano se ocupó de que las personas ciegas, discapacitados como
consecuencia de las guerras, mejoraran notablemente suspensiones gracias a
una serie de disposiciones y reglamentos. Desde el gobierno, presidido por
Alcalá Zamora, se dictaron algunas normas interesantes para el colectivo,
como por ejemplo el ingreso en el cuerpo de Inválidos Militares de todos
aquellos ciegos mutilados por conflictos bélicos.
Se confirmó la denominación de Patronato Nacional de Protección de Ciegos al
aprobado en enero del año 1931 y se buscaron las personas y los medios
adecuados para que esta institución satisfaciera al mayor número posible de
personas ciegas. La publicación La Luz siguió siendo su órgano informativo
oficial.
Siguiendo el modelo que en 1918 había puesto en marcha Antonio Las Heras
con su casa de trabajo "La Casa de la Luz y del Trabajo" y que después
comenzaron a proliferar en las distintas provincias españolas20, ahora el
Patronato Nacional asesorado por este ciego ilustre puso en marcha en marzo
de 1932 una casa de trabajo para treinta y siete ciegos en Madrid. Como
resultado del éxito de dicha empresa, pocos meses después, en noviembre del
mismo año, se abrió otra para sesenta y ocho operarios también en la capital.
Las tareas desempeñadas por estos obreros eran las típicas de los oficios
aprendidos por las personas ciegas: cestería, ebanistería, cordelería, trabajos
en rejilla y mimbre, escobas, etc.
Pero no sólo se aprecia una mejora en cuestiones sociales y de un mayor
número de talleres y casas de trabajo, también desde el Patronato y desde
otras instituciones se sigue con cierto interés el movimiento higienista que
desde la Restauración y, sobre todo, a comienzos del siglo XX, persigue la
salubridad en términos generales además de asociar la falta de ésta a las
malas condiciones laborales y al escaso poder educativo y económico de las
personas. "La cuestión se reduce a saber cuáles son las causas que con mayor
frecuencia oprimen a la familia obrera para lanzarla desde las zonas limítrofes
de la línea de pobreza a la abyección de la mendicidad o al parasitismo
continuo de los centros benéficos. Deducidos el paro forzoso y la insuficiencia
del salario como motivos básicos, no cabe duda que el principal obstáculo al
equilibrio económico del pobre es la enfermedad. La enfermedad como causa
de pobreza y la pobreza como causa de enfermedad, se entretejen y forman un
círculo vicioso que, a manera de argolla, sujeta al obrero a la esclavitud de la
miseria..."21 Tampoco conviene pasar por alto el aumento de ciegos como
consecuencia de la Primera Gran Guerra. A raíz de este acontecimiento el
número de personas ciegas en Europa creció considerablemente y esto es
recogido por algunos autores que comparan los medios, beneficios y bolsas de
trabajo creadas para ellos en el extranjero con la labor que se desempeñaba en
España22.
Estas cuestiones preocuparon a los diferentes responsables políticos y, en
virtud del momento histórico que se viviera, se fueron teniendo cada vez más
en consideración. Sin duda el colectivo contaba con todos los condicionantes
para ser objeto claro de una política sanitaria y social adecuada. "Tampoco
entre nosotros ha permanecido ocioso el Estado en el afán de redimir a las
clases humildes. Sin contar otros avances, ahí están las leyes protectoras del
trabajo y las instituciones debidas a la iniciativa de ilustres políticos
contemporáneos, para demostrar la incorporación de España al movimiento
general... La ley protectora del trabajo de la mujer y de la infancia (1900-1904),
la del contrato de aprendizaje (1911), la de la silla (1912), las de accidentes
(1900) y descanso dominical (1904), las de huelgas (1909), casas baratas
(1911), emigración y colonización (1907), la de Tribunales industriales (1912),
las de creación del Instituto de Reformas Sociales (1903) y del Instituto
Nacional de Previsión (1908) y otras varias menos importantes, dan testimonio
del espíritu progresivo y alteza de miras de nuestros estadistas; pero juzgo de
ellas lo, mismo que he dicho de la caridad pública y privada."23
El Patronato Nacional de Protección de Ciegos procuró también ampliar las
prestaciones en materia educativa y artística y a finales de 1932, tras la
celebración de una asamblea se acordó, entre otras cuestiones, la adquisición
de nuevos instrumentos de música para que fueran distribuidos por las
diferentes asociaciones de ciegos. También acordaron que se solicitara al
Ministerio de Instrucción Pública la subvención de una orquesta y de un
conjunto coral integrado, exclusivamente, por músicos ciegos.
Una de las creencias que podía haberse ido desterrando era la de que los
obreros ciegos empleados en fábricas sólo podían trabajar en oficios
mecánicos. Antonio Las Heras fue uno de los que informó en este sentido al
Patronato indicándoles que había visitado diferentes fábricas en Alemania y
que allí los obreros ciegos trabajaban: "en talleres de aparatos de música,
registrando las vibraciones sonoras de los gramófonos, verificando discos y
controlando metrónomos. Otros están empleados en fábricas de hilaturas,
pegan etiquetas y números en envases o ejecutan a máquina diferentes
manipulaciones en una fábrica de sobres". Sin embargo, a pesar del minucioso
informe del Sr. Las Heras, el Patronato no consideró la parte de rehabilitación
de los ciegos al mundo industrial y sólo tuvo en cuenta las experiencias
dictadas por el publicista para aplicar a las casas del trabajo.
Tras la celebración de la Asamblea de la Federación en 1932, una de las
conclusiones arrojadas era intentar evitar que el Patronato se arrogase la
representación de los intereses de las personas ciegas. Entre esas fechas y la
creación del siguiente Patronato conviene aclarar que se lograron algunos
avances pero, en general, tanto sus responsables como las constantes
desavenencias entre distintos miembros del organismo hacían difícil su
andadura. Existía una importante fisura entre los miembros del CIPA y los del
Patronato.
En abril de 1934 un nuevo decreto reorganizó nuevamente el Patronato, a
iniciativa de la Directora General de Beneficencia, Clara Campoamor. Había
escuchado con atención a Antonio Las Heras e intercedió a favor de una
política de creación de talleres protegidos. Tal y como aparece reflejado en la
revista Los Ciegos pronunció un discurso en el Parlamento criticando la labor
del Patronato24. A partir de entonces se puso en marcha una Comisión Técnica,
formada por tres personas ciegas y dos videntes25, que dio a la organización
una gran actividad. Se realizó un nuevo censo de ciegos, se abrieron dos casas
de trabajo en Madrid y una tercera en Zaragoza y, además, se crearon varias
orquestas y rondallas en ambas capitales. El Patronato también consiguió
pensiones para más de un centenar de ancianos y puestos de copistas a
bastantes personas ciegas, incluso llegó a ofrecer pequeñas subvenciones a
organizaciones como el Centro Instructivo de Madrid y La Redención de
Granada.
El Patronato, además del préstamo que hizo en su día al propio Ministerio de
Instrucción Pública para la compra y acondicionamiento del solar y edificación
del nuevo Colegio Nacional de Ciegos en la finca San Enrique, hizo una
campaña de profilaxis contra el tracoma26.
Por esas fechas y debido a una crisis de gobierno, Clara Campoamor fue
cesada. En opinión de Montoro por sus continuas arbitrariedades27. Diversos
artículos aparecieron en la prensa criticando la labor del Patronato y los
distintos grupos y asociaciones tiflológicas se vieron envueltas nuevamente en
luchas. A la vista de la tensa situación y de las constantes críticas, en enero de
1934, se reúne en el Ministerio de la Gobernación el Patronato con la finalidad
de poner en marcha la mayoría de los acuerdos que habían sido tomados un
año atrás.
El 3 de abril de 1934, el entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes,
Salvador de Madariaga, crea un nuevo Patronato mediante Decreto que recibió
el nombre de Patronato Nacional de Cultura de los Deficientes.28 Al amparo de
esta nueva institución quedaban todos los centros oficiales de discapacitados
físicos y mentales. En el proyecto del Decreto, en su artículo quinto decía
expresamente: "serán funciones del patronato la instrucción de los deficientes
en todos los grados, ¡a formación de su cultura y educación en todo el período
de su vida en el que sean necesarios medios especiales, la creación de
bibliotecas Braille y fonotecas circulantes para los ciegos y la preparación,
distribución y, si fuera preciso, la construcción del material especial
necesario..." Días después el Decreto fue ampliado y aprobado por el
presidente del Consejo de ministros. Con este nuevo Patronato, también
conocido con el nombre habitual de Patronato Nacional de Protección de
Ciegos, se disolvía el anterior.
Uno de los mayores logros de este Patronato fue el nombramiento de una
Comisión Técnica que se encargaría de la redacción definitiva de su
Reglamento. Por primera vez en la historia de los patronatos, se tenía en
cuenta el criterio y opinión de los propios ciegos estando tres de ellos (de cinco
que la componían) al frente de la Comisión. Estos personas ciegas eran
Valentín Riera, Manuel Pascual Arroyo y el célebre pianista Zacarías López
Debesa, del que hablaremos más extensamente. En mayo de 1934 la Comisión
Técnica terminó el mencionado Reglamento. A partir de entonces y como había
sucedido en ocasiones anteriores, los principales cargos directivos desdeñaron
propuestas y ofrecimientos externos y las desavenencias y rupturas no
tardaron en aparecer. Hubo arbitrariedades y falta de competencia y tras
múltiples quejas llegaron los ceses.
Uno de los primeros que dimitió de su cargo como vocal fue el maestro López
Debesa aunque todavía tuvo tiempo de constituir una orquesta para ofrecer
conciertos públicos. La orquesta estaba formada por dieciséis profesores:
pianistas, violinistas, violas, violonchelo, contrabajo y trompeta. Todos
percibían del Patronato un jornal de cinco pesetas además de una gratificación
el día de actuación.
El principal argumento de casi todos los representantes y de cuantos estaban
en las provincias seguía siendo la unificación del cupón prociegos y se pidió
que se redactara y escribiera un texto para poder ser presentado ante el
ministro de Hacienda. Las distintas agrupaciones, asociaciones y federaciones
perseguían básicamente lo mismo, el bienestar económico de sus miembros y,
en segundo término, su formación y cultura.
No obstante, el período siguiente en la gestión del Patronato corrió a cargo de
Don Julián Sanz de Grado del que se cuenta que hizo una labor muy meritoria.
Pudo poner en práctica muchos de los proyectos anteriormente trazados y creó
más Casas de Trabajo para los ciegos. En lo que a la música se refiere, se
propuso la creación de otra orquesta en Madrid y otra agrupación musical en
Zaragoza. Finalmente consiguió que fueran cuarenta y uno los músicos ciegos
que dependían del Patronato y que contaban con un salario fijo.
Para esas fechas acababa de fundarse la "Asociación Profesional de
Trabajadores Ciegos", que hoy podríamos entender como un primer paso hacia
la creación de la futura ONCE. Aunque la asociación se constituyó en Madrid,
su ámbito de actuación fue nacional y su principal objetivo la lucha por la
formación profesional del colectivo. Los miembros fundadores eran abogados,
periodistas, músicos y también obreros de distintos oficios. Su presidente fue
Antonio Las Heras Hervás, el periodista y director de Los Ciegos, y sólo fueron
admitidos aquellos que tuvieran una actividad profesional. Esta asociación tuvo
su sede en la calle de la Bola N° 2 y fue conocida igualmente con el nombre de
"Unión de Ciegos Profesionales".
El Patronato Nacional de Protección de Ciegos fue el último antes de la Guerra
Civil. Había despertado la curiosidad de muchos personajes e instituciones y
contó con ciertos apoyos y subvenciones. Una de las últimas empresas que
financió fue la Tercera Asamblea Nacional de Ciegos, anteriormente
comentada, que suscitó muchas quejas de los asociados por entender que
había sido cara y que apenas había producido beneficios al colectivo. Se siguió
discutiendo en torno a los temas de siempre: el cupón, el préstamo al Ministerio
de la finca de Chamartín, el reparto más equitativo entre todas las provincias de
España, etc.
La última reunión del Patronato se celebró en mayo de 1936. Se había
intentado recabar el máximo de información posible en torno al asunto del
cupón para presentar el proyecto de su gestión y venta legal por todo el
territorio español al Gobierno pero el 14 de julio de 1936 estallaba la Guerra
Civil y con ella cesó la actividad del Patronato. Mientras tanto el CIPA siguió
trabajando y dando cobertura sanitaria y asistencial a todos los ciegos durante
la guerra. No obstante, los pilares estaban ya puestos y las ideas y propuestas
eran firmes, y a pesar de la disolución del Patronato el i 3 de diciembre de
1938, el propio General Franco promulgaba el Decreto fundacional de la
Organización Nacional de Ciegos Españoles. Esta institución, que también
absorbió al CIPA., fue la que logró consolidarse y también unificar el cupón pro
ciegos, principal soporte de su mantenimiento.
7.4. NUEVA GENERACIÓN DE MÚSICOS DESTACABLES: ZACARÍAS
LÓPEZ DEBESA, RAFAEL RODRÍGUEZ ALBERT, JULIO OSUNA FAJARDO
Y JOAQUÍN RODRIGO VIDRE
A lo largo de todo este período hemos ido exponiendo las personalidades y los
avances que grandes maestros y músicos ejercieron en la instrucción de los
ciegos. Junto a los propios maestros e inventores de sistemas aptos para el
aprendizaje musical se encuentran muchas otras figuras que contribuyeron con
su trabajo y sus obras a engrandecer la historia de la música española.
Nombres como Eugenio Canora Molero, Ricardo Giner Brotóns, Zacarías
López Debesa, Rafael Rodríguez Albert o Julio Osuna Fajardo, entre otros,
sirven para ilustrar este capítulo de generación de músicos destacables,
aunque sin duda es la personalidad y la obra de Joaquín Rodrigo Vidre la más
sobresaliente de todas.
Ya vimos, en epígrafes anteriores, la relevancia de los músicos Eugenio
Canora Molero y Ricardo Giner Brotóns, el primero en Madrid y con una
trascendencia nacional, especialmente en su afán por conseguir mejoras para
el colectivo y el segundo en Alicante, llegando a ser el director del colegio de la
ciudad.
Zacarías López Debesa (1879-1938) era natural de Zaragoza, quedó ciego
prácticamente al nacer como consecuencia de una oftalmía purulenta, y
afortunadamente para él, se crió en el seno de una familia acomodada que
siempre le procuró cuidados y buenos maestros. Los inicios de su educación se
debieron, sobre todo, a su madre Pilar Debesa quien se preocupó de hacerse
con los materia-les necesarios para enseñar al niño a leer y contar y aprendió
los sistemas braille y Abreu. Desde muy niño Zacarías mostró grandes
cualidades para la música lo que no pasó desapercibido entre sus progenitores
que rápidamente le buscaron maestros con los que desarrollar esta capacidad
artística. A los cinco años acudió como alumno a la Escuela de Ciegos que
Antonio Arellano Ballesteros tenía en Zaragoza. Enrique Malumbres fue su
primer maestro de música y pronto le inició en el piano, instrumento que en
breve tiempo llegó a dominar. 29
Como el aprendizaje de Zacarías era bueno y el niño mostraba cada vez
mayores condiciones de gran intérprete, la familia López Debesa decidió
trasladarse a la capital para que Zacarías pudiera continuar su formación como
músico con los mejores profesores; para entonces tenía doce años. Los
padres, lógicamente, tuvieron que sacrificar su vida y trabajo, asegurado en su
ciudad natal, para procurarle al hijo la mejor formación que le permitiera
subsistir en el futuro.
Zacarías empezó pronto a dar recitales y a tocar en público hasta atraer a la
propia infanta Isabel quien, tras escucharle en un concierto en enero de 1892,
decidió protegerle y costear sus estudios durante cuatro años. Interpretó en
aquel célebre recital una fantasía de La Africana, otra de La Favorita, La Flor
del Valle de Zabalza y la Pasquinada de Gottschalk.
Asistió durante dos años al Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de
Madrid, como alumno externo, obteniendo siempre en los exámenes finales las
más altas calificaciones. De él se decía que era un gran estudioso lo que le
llevó durante toda su vida como intérprete del piano a memorizar un extenso
repertorio. Cuenta Montoro que ya con quince años era el pianista del antiguo
café de la glorieta de Bilbao, cobrando un jornal de 4 pesetas diarias.30 No
obstante, su trabajo como músico profesional remunerado le vino al ganar la
oposición de pianista del Casino Militar, cargo que desempeñó durante algo
más de treinta años.
En lo que a su formación se refiere, además de los cursos superados en el
Colegio de Madrid, Zacarías quiso profundizar más en sus estudios del
Conservatorio y obtener la titulación necesaria para poder opositar en igualdad
de condiciones con las personas videntes a la plaza de profesor de Piano que
convocaba la Escuela Municipal de Sordomudos y Ciegos de Madrid. Distintas
fuentes31 hablan del impresionante esfuerzo que López Debesa hizo para
preparar las piezas obligadas de los exámenes del Conservatorio. Se examinó
de los ocho cursos de piano en una sola tarde, y de los de virtuosismo en otra
sesión. En las dos ocasiones estuvo brillante y obtuvo las máximas
calificaciones.
Durante estos años de comienzos de siglo, Zacarías López Debesa dio muchos
conciertos por toda España, actuando en repetidas ocasiones en su ciudad
natal Zaragoza32. También comenzó tímidamente su carrera como compositor
aunque esta faceta no fue la más destacada, no obstante compuso obras
líricas, zarzuela, piezas para piano e incluso trabajaba en una ópera
"Zaragoza" cuando le sorprendió la muerte en 1938.
López Debesa desempeñó finalmente el puesto de profesor de piano de la
Escuela Municipal de Madrid y tuvo entre sus alumnos a la que después
destacaría en el mundo del cante, Dolores Jiménez Alcántara (1908-1999),
más conocida como "la Niña de la Puebla". Dolores, natural de Puebla de
Cazalla (Sevilla), vino a Madrid de niña para poder ser instruida en un colegio
especial. Los padres se negaban a que la niña estuviera interna en el Hospicio
Provincial de Sevilla donde, como vimos, funcionaba la Escuela para personas
ciegas. Dolores aprendió rápido la educación elemental y braille iniciándose en
el solfeo y en el estudio del piano con el maestro López Debesa. A pesar de
que el instrumento le gustaba, ella sentía especial inclinación hacia el cante
para lo que pronto se vio que tenía excelentes cualidades. En cuanto empezó a
ser conocida, Dolores actuó en todos los concursos, certámenes y demás
eventos recorriendo en pocos años toda España. Su fama se extendió
rápidamente incluso fuera del país y realizó giras por Europa, norte de África y
Sudamérica. Su vida fue larga y fructífera, tuvo seis hijos y dejó para la
posteridad muchas canciones y melodías memorables. Hoy figura, como una
más, entre los autores de la S.G.A.E.33
Zacarías López Debesa destacó sobre todo por su genialidad como pianista.
Se escribieron muchas críticas en la prensa que, casi siempre, eran
laudatorias. El 27 de diciembre de 1918 aparecía la siguiente reseña en el
periódico madrileño "El Liberal": "Este estupendo artista ciego aún no es bien
conocido en España. Vidente, pasmaría por su portentosa ejecución y la finura
de su matiz. Privado de la vista, es un genial concertista. Un ejemplo, quizás,
de constancia, de voluntad y de arte. Más de mil piezas clásicas forman su
repertorio y en todas se muestra a la altura de los más celebrados ejecutantes.
En el concierto de Griego tendrá ocasión el público de juzgarle. No debe
aminorar su severidad ante la consideración de ser ciego el artista. Con vista y
sin ella, Zacarías López Debesa en un pianista de primera fila".
Como vimos anteriormente, su labor en el Centro Instructivo y Protector de
Ciegos de Madrid fue meritoria. Actuó en multitud de ocasiones para el centro,
bien como concertista de piano bien como director de agrupaciones corales o
de conjunto. Colaboró igualmente con Antonio Las Heras en los distintos
proyectos que este último proponía y también fue nombrado vocal de la
Comisión Técnica del Patronato Nacional de Protección de Ciegos que le
encomendó la creación de una orquesta de ciegos para dar conciertos
públicos. Uno de éstos fue el que tuvo lugar en la sede de la Unión Radio de
Madrid en junio de 1934. Al finalizar ese año, López Debesa dimitía del cargo
de vocal del Patronato.
La salud de López Debesa empeoró a partir de 1936 y finalmente murió en su
domicilio de Madrid en 1938. Se le recuerda como un excelente concertista.
La figura de Rafael Rodríguez Albert (1902-1979) es probablemente la más
importante y conocida, en términos musicales, junto con la de Joaquín Rodrigo
Vidre. Alicantino de nacimiento, Rodríguez Albert sintió la vocación musical
desde niño34. Con doce años perdió la vista a consecuencia de una grave
enfermedad y, a pesar de las constantes visitas de los padres a los
oftalmólogos más afamados, Rafael quedó ciego para el resto de su vida.
Pronto aprendió armonía y composición realizando sus primeras obras siendo
apenas un adolescente. A los doce años escribió su primera composición que
dedicó a su padre titulándola "El General".
La familia de Rodríguez Albert viajó mucho por motivos profesionales pero
finalmente se estableció en Valencia donde Rafael pudo cursar, en un primer
momento, los estudios elementales en el Instituto Valenciano de Sordomudos y
de Ciegos y posteriormente, cuando parecía claro que la vocación del niño era
la música y que ésta debía ser estudiada en profundidad y con buenos
maestros, fue matriculado en el Conservatorio. Allí conoció y fue compañero de
Joaquín Rodrigo y tuvo por maestros a Ramón Vives en piano y Francisco
Antich en armonía y composición. A los dieciséis años se examinó de los ocho
años de piano obteniendo, por unanimidad, el premio de final de carrera.35
Estudió la carrera de Filosofía y Letras y llegó a cursar dos años de Derecho.
En 1922 obtenía el Premio fin de carrera de Piano en el Conservatorio de
Valencia. A partir de esa fecha empezaba su imparable carrera como músico y
compositor que le otorgaría muchos éxitos a lo largo de su vida. En 1925
obtenía la Mención Honorífica en el Concurso Nacional de Música por su
Colección de Canciones sobre versos de Heine.
Marchó a París (en 1929, 1931 y 1937) donde amplió sus estudios y conoció a
personajes relevantes del mundo de la música y de la cultura en general. Allí se
relacionó con compositores del "Grupo de los Seis" como Poulenc, Honneger,
Milhaud, y también trabó amistad con Ravel y Manuel de Falla del que recibió
importantes consejos.
Tras su vuelta a España, Rodríguez Albert comienza una carrera de éxitos con
sus composiciones además de ganar concursos y premios. Trabajó con los
mejores músicos y sus obras fueron estrenadas por diversos teatros de toda
España. En 1928 da a conocer sus "Cinco piezas para pequeña orquesta y
piano", estrenadas por la Orquesta de Cámara de Alicante y reestrenadas por
la Orquesta de Cámara de Madrid bajo la dirección de Ángel Grande en 1933. 36
Desde 1932 hasta 1936, Rodríguez Albert fue nombrado profesor de solfeo,
piano, historia de la música y composición del Instituto Provincial de Ciegos de
Alicante. En 1936 superó una oposición para profesor de música en el Colegio
Nacional de Madrid. Este puesto fue desempeñado parte en Madrid, en el
Colegio de Chamartín y en buena parte en el pueblo de Onteniente, lugar al
que fueron trasladados los niños durante la guerra. Al finalizar ésta, Rodríguez
Albert fue cesado en sus funciones de profesor, aparentemente sin motivo
alguno aunque, según parece, se había destacado como republicano lo que le
costó unos años de penurias y angustias económicas hasta ser restablecido
nuevamente. En 1940 le fue ofrecido un puesto en la delegación de Granada
de la recién creada Organización Nacional de Ciegos, donde estuvo cinco
años.
Desde esta fecha hasta el 15 de febrero de 1979, día de su muerte, Rodríguez
Albert tuvo una intensa vida como compositor. Estrenó muchas obras, trabajó
como Jefe de Negociado de Relaciones Exteriores de la ONCE, obtuvo el
Premio Nacional de Música en dos ocasiones (1952 y 1961), el gremio
Nacional de Composición "Manuel de Falla" por su obra La'Antequeruela
(1976) y tuvo buena acogida y éxitos en el extranjero. Entre su abundante
producción cabe destacar: obras escénicas, obras para orquesta, obras para
conjunto vocal, para voz e instrumentos, para conjunto instrumental, para
banda, para instrumento solo (piano y guitarra), así como música incidental
(teatro y cine).37
La figura de Julio Osuna Fajardo (1905-1994) es la siguiente a destacar dentro
de esta Generación del 27 de músicos ciegos notables. Osuna nació en Madrid
un 14 de septiembre y quedó ciego a los pocos días a causa de una oftalmía
purulenta. Era hijo de militar y siempre vivió en un ambiente desahogado38. Su
primer contacto con la música fue a través de un ordenanza/ayudante del
padre, un tal Palacín, que tocaba la guitarra y el acordeón y que introdujo al
niño en el mundo de la música enseñándole las primeras notas y
aproximándole a los instrumentos que tocaba.
En mayo de 1913 ingresó en el Colegio Nacional de Madrid como alumno
externo y sus primeras impresiones del mismo fueron muy gratas. Al poco
tiempo de su ingreso vino el verano y las vacaciones y al regreso comenzó a
estudiar solfeo con la músicografía Abreu. El curso siguiente superó el segundo
año y cuando tenía que haber continuado con sus estudios generales y
musicales, tuvo que abandonar el colegio madrileño. Durante el curso
1915/1916, cesó como Director del centro Miguel Granell y el nuevo director,
Joaquín Tenorio, suprimió el alumnado externo39. Como de ninguna manera los
padres de Julio querían internarlo en el colegio, tuvo que abandonar el mismo y
buscarse profesores particulares.
El ciego Antonio Cano Cervantes fue su siguiente profesor de música. Aunque
siguió utilizando la musicografía Abreu, este maestro le dijo que la musicografía
más comúnmente utilizada era la braille y que, por tanto, era éste el que debía
conocer y manejar pues el Abreu sólo era conocido en España, y no en todas
las provincias. A partir de aquel momento, Julio Osuna aprendió la
musicografía braille convirtiéndose en un gran defensor de la misma. El mismo
maestro fue el que le habló del Centro Instructivo y Protector de Ciegos
(entonces en la calle de San Bernardo) y de la Biblioteca Circulante que
poseía. Gracias a ésta, Julio pudo continuar con la enseñanza elemental de
manera satisfactoria. También le puso en contacto con la asociación francesa
Valentín Haüy de la que conoció el sistema braille en su más amplio sentido.
Julio comprobó que existían diferencias entre lo que se estudiaba en Madrid,
en el Colegio Nacional y lo que se hacía en la cuna del inventor, por lo que
pasó a emplearse a fondo en lo que se denominaba braille "puro". En realidad
las diferencias estaban en los signos referentes a la puntuación y a las
mayúsculas40.
En 1916 se presentaba al examen de 3o de Solfeo como alumno libre en el
Colegio Nacional, prueba que superó satisfactoriamente. A la llegada del otoño
y del siguiente curso quiso empezar su aprendizaje de violín para lo que la
madre fue a hablar personalmente con el maestro Tomás Bretón, director del
Conservatorio de Madrid, para ver si el niño podía ser admitido en el centro.
Bretón no se lo impidió aunque tampoco garantizó nada pues el Colegio
Nacional examinaba de música y la validez académica era la misma que la del
Conservatorio. Sin embargo, Julio Francés, profesor encargado de la
enseñanza de violín elemental en el Conservatorio admitió sin rodeos a Julio
Osuna. Hay que decir que Francés ejercía también el magisterio del violín en la
Escuela Municipal de Madrid de la calle de la Palma.
En apenas tres años Julio Osuna aprobó toda la enseñanza elemental de
violín, es decir, los cinco cursos. Después tuvo que superar la prueba de paso
de grado y al término de la misma, que pasó sin ningún problema, los
profesores Fernández Bordas, José del Hierro y Enrique Fernández Arbós,
hablaron con la madre para decirle las extraordinarias cualidades que poseía
Julio y la imposibilidad de éstos de enseñarle en el Conservatorio. Tras una
discusión algo absurda en torno a la continuidad de los estudios de violín de
Julio en el Colegio Nacional o en el Conservatorio, finalmente el maestro Arbós
lo admitió en su aula. Las palabras y el recuerdo de Osuna hacia este gran
músico son su mejor reconocimiento.
Después de 1919 comenzó el bachillerato, de forma un tanto accidentada y el
aprendizaje del piano. Este último lo hizo en el Conservatorio de Madrid con
diversos profesores siendo la principal Sofía Salgado quien le instruyó en los
cinco cursos e incluso en el mismo examen para el paso dé grado a superior.
Simultaneó esto con el estudio de la armonía con el maestro Conrado del
Campo quien le admitió en su clase a pesar de la dificultad que en una
asignatura como esta tenía la realización de ejercicios escritos.
El capítulo referente al bachillerato fue algo rocambolesco. Aunque ya no
dirigía el Colegio Nacional Joaquín Tenorio (que recordamos había suprimido al
alumnado externo), con la nueva dirección y las nuevas pautas, el bachillerato
no se enseñaba en el Colegio. La instrucción era semejante aunque no
exactamente igual que en otros centros oficiales. Sin embargo, Rafaela
Rodríguez Placer, de la que hablamos anteriormente, encargada de la clase de
Métodos y Procedimientos para la Enseñanza de los Ciegos, preparaba a un
grupo de niñas para el bachillerato y su ingreso en el Instituto. Julio Osuna fue
acogido por esta ilustre profesora e hizo con ella y las restantes niñas los cinco
primeros años de bachiller y el último y sexto curso lo realizó en el Instituto del
Cardenal Cisneros pudiendo finalmente ver cumplido su deseo41.
Terminado el bachillerato, Osuna quiso empezar estudios universitarios y
convertirse en maestro especial de ciegos. Con el título de bachiller se podía
obtener el título de maestro aprobando en la Escuela Normal dos cursos de
Pedagogía y uno de Historia. Realizó los cursos de Pedagogía en el Colegio
Nacional con algunos de sus antiguos maestros. Durante los años que pasó en
la universidad (entre 1926-1931) además de estudiar la carrera de Filosofía y
Letras conoció a maestros memorables como Julián Besteiro, con quien tuvo
una gran amistad, y Ortega y Gasset.
Pero si hubo un personaje importante en la vida y formación de Julio Osuna,
ese fue Carlos Lickefett English, (del que ya se ha hablado) que en aquel
tiempo era profesor de latín y otras lenguas en el Colegio Nacional. Se
conocieron en 1920 y sólo les separó la muerte del profesor. Su amistad, las
charlas y cuanto aprendió con él aparecen perfectamente recogidas en las
memorias de Osuna. Lickeffet le introdujo a relevantes personajes de la vida
social y cultural de Madrid y por eso conoció al Dr. Cortezo al que enseñó
braille cuando perdió la vista a los ochenta años. A pesar de la senectud,
Cortezo quiso aprender a leer y escribir en sistema de puntos al final de sus
días para lo que tomó a Osuna como maestro, recomendado por Lickeffet. Le
enseñó hasta su fallecimiento en 1933, fecha en la que heredó la extensa
biblioteca braille que poseía el doctor.
Otro famoso personaje al que ayudó Julio Osuna en su reeducación fue a
Adrián Fernández Nadalmay, oficial del ejército que había perdido la vista en
África, no tuvo especial ánimo en llevar adelante su vida tras el accidente,
hasta que conoció a Julio que le enseñó braille y le animó a estudiar una
carrera universitaria. Después colaboraron juntos en la publicación de La Luz.
Al igual que en los anteriores casos, sólo les separó la muerte, en el caso de
Adrián años después de la Guerra Civil.
Las actividades literarias de Osuna fueron diversas. En 1922 comenzó con la
publicación de colaboraciones y pequeños artículos en la Revista Braille
Hispanoamericana que editaba la Instituto Educativo Catalán para ciegos y en
1929 comenzó la publicación en braille de la Revista Poliglota Braille, en
fascículos y destinada a los ciegos que deseaban aprender idiomas pero
terminó pronto el proyecto por falta de medios. También por aquellos años
comenzaban a funcionar las primeras emisoras de radio y Julio no tardó en
presentarse a una de ellas, "Unión Radio", como colaborador. En 1933 obtuvo
un puesto fijo como comentarista en "Radio España", primero con una charla
semanal y después con dos y tres hasta que se desencadenó la Guerra Civil y
se acabó el empleo.
En el año 1933 y siendo director del Colegio de Ciegos de Madrid, Gregorio
Hernández dela Herrera, Julio Osuna ya ejercía como profesor interino en el
mismo. Para aquella fecha el Colegio ya estaba separado del de Sordomudos y
se impartían las clases en la nueva finca de Chamartín. Al estallar la Guerra
Civil, Osuna estuvo unos meses dando clases hasta que la situación se puso
tan difícil y tensa que, aprovechando un decreto que decía que todos aquellos
que no pudieran tomar las armas debían abandonar Madrid, Osuna marchó al
Francia con su mujer e hijo. Familiares directos de Julio y de su mujer habían
muerto en la guerra y era tal la angustia y desesperación que decidieron
marcharse. Corría el mes de julio de 1937. Viajaron en coche hasta Valencia y
allí tomaron un barco a Marsella. Estuvieron poco tiempo debido a la mala
salud de Carmen, mujer de Osuna. Los planes de traslado a París fueron
descartados. Regresaron a España en el otoño y tras una serie de gestiones
que Osuna realizó en Burgos, consiguió ser nombrado profesor en el
Conservatorio de Málaga. Ingresó en el mismo el 1 de noviembre e 1937. Su
trabajo en el Conservatorio de Málaga duró hasta 1945, año en el que sacaron
su plaza a oposición y le fue denegado el permiso para presentarse a la misma.
Contrariedades del destino... pero Osuna ya estaba desempeñando una
importante labor junto a Gutiérrez de Tovar en la puesta en marcha y gestión
de la ONCE
Desde el momento en el que Osuna se instaló en Málaga su gran amigo y
colaborador Javier Gutiérrez de Tovar, del que hablaremos más adelante, le
pidió que se hiciera cargo de la organización de los distintos grupos de degos
de las ciudades de Málaga y Sevilla. Gutiérrez de Tovar llevaba ya un tiempo
en la organización de las distintas asociaciones y necesitaba un brazo en la
zona sur y con influencia en la Federación Bética de Ciegos. La Federación
comprendía todas las provincias de Andalucía y Badajoz y Osuna se encargó,
en un primer momento y antes de que se creara la ONCE, de la Delegación de
Málaga.
El apoyo y la ayuda recibidas por parte de Osuna para la puesta en marcha de
la ONCE fue crucial para la organización. En los años posteriores a la creación
de la misma Osuna siguió un tiempo con su actividad habitual en Málaga, las
clases del Conservatorio, la Imprenta Braille, etc. hasta que regresó a Madrid,
nombrado por el Inspector Nacional, Gutiérrez de Tovar, para desempeñar un
cargo relevante en la organización. La vida de Osuna, como la de Joaquín
Rodrigo y la de Gutiérrez de Tovar fue fructífera y longeva. Murió en Madrid a
los 89 años, el día 14 de agosto de 1994.
Finalmente comentamos la vida y obra de Joaquín Rodrigo Vidre, el más
sobresaliente y popular de los músicos ciegos de esta generación. Nació en
Sagunto (Valencia) el 22 de noviembre de 1901, día de Santa Cecilia -patraña
de los músicos- y quedó ciego a la edad de tres años y medio como
consecuencia de una epidemia de difteria que afectó a gran parte de la
población infantil de su localidad. Los padres hicieron todo lo posible por la
recuperación de la vista de Joaquín y viajaron a Barcelona para que el
prestigioso oftalmólogo Dr. Barraquer le operara. Su vista mejoró algo
conseguía ver algo de luz y apreciar colores- pero esto fue todo. Ante este
resultado, que era el mejor posible y también debido a otros asuntos familiares,
la familia Rodrigo se trasladó a la ciudad de Valencia donde el pequeño
Joaquín podía asistir a un colegio especial para ciegos. En 1910 comenzó sus
estudios primarios y pronto dio muestras de gran capacidad para la música. En
1917 comenzó sus estudios de armonía y composición con el maestro
organista Francisco Antich42.
Entonces conoce al músico e intelectual Eduardo López Chávarri quien ejerció
una gran influencia sobre él durante toda su vida. Entabla relación con José
Iturbi y Leopoldo Querol (grandes pianistas del momento) al tiempo que conoce
a Enrique Goma, Manuel Palau y al joven compositor, también ciego, Francisco
Cuesta. Frecuentó a todos estos personajes durante los años 20. A partir de
esa fecha su formación es fundamental para el resto de su vida viajando a
Alemania en 192143. A su regreso, estrenó obras para piano y alguna otra pieza
sinfónica hasta que en 1924 dio a conocer en Valencia "Juglares", su primera
composición orquestal. Será durante estos años cuando estrene sus primeras
obras y cuando compita en los principales Concursos Nacionales de música.
Precisamente una de las obras presentadas a concurso que más llamó la
atención del crítico y miembro del jurado Adolfo Salazar era "Piezas infantiles"
para orquesta de la que llegó a escribir: "curiosa por una porción de detalles
que no sabría definir fuera del lenguaje técnico y que añadían una cosa rara a
los términos sabrosos en que esa obra estaba concebida: espíritu lleno de
juventud y de frescura, una ingenuidad de procedimientos, a la vez original y
denotadora de influencias del mejor gusto, una claridad y alegría de alma llenas
de atractivo." 44
Tras obtener una mención honorífica en el Concurso del año 1925, Rodrigo
decide abandonar Valencia para conocer y ampliar su trayectoria profesional. A
pesar de la oposición paterna, consigue viajar a París para ampliar sus
estudios. Entre 1927 y 1934 permanece en París donde estudió con el maestro
Paul Dukas en la Escuela Normal de Música, aunque se dice que su verdadero
deseo hubiera sido hacerlo con Mauricio Ravel, con quien tuvo después una
buena amistad. Transcurrido poco tiempo se dio a conocer dentro de los
círculos parisinos. A finales de la década de los años 20 conoce a la pianista
turca Victoria Kamhi, discípula de Lazare Lévy y Ricardo Viñes en París, con la
que se casó en 1933. En 1928 conoce también a Manuel de Falla. Durante la
década de 1923 a 1933 Rodrigo cosecha éxitos y forja su imparable y exitosa
carrera.
El periodo 1934 -1939 fue difícil para él y, en especial para la familia de su
mujer que sufre una bancarrota. Joaquín y Victoria se verán obligados a
separarse temporalmente. Primero regresaron a España y el músico compuso
dos obras representativas del amargo momento que atravesaba: Cántico de la
esposa y el poema sinfónico Per la flor del Lliri blau, obra por la que obtiene un
premio del Círculo de Bellas Artes. Durante ese año de 1934 Joaquín Rodrigo
obtuvo el nombramiento de "profesor interino gratuito" en el Colegio de Ciegos
de Madrid, puesto del que nunca, según testimonio de su mujer, llegó a tomar
posesión45. Para entonces estaba al frente de la institución el médico Gregorio
Hernández de la Herrera y la Escuela de Música, propiamente dicha, contaba
con célebres músicos como José María Franco Bordons, Rafael Rodríguez
Albert, Julio Muñiz Recuero, Ciríaco Pérez Manrique, Easturbino Andreu Aracil
y Ciríaco Pérez Manrique, entre otros. Ignoramos por qué nunca tomó posesión
del cargo aunque figura en plantilla, junto con los demás profesores, en
publicaciones que hacen referencia al Colegio.46
Al poco tiempo vuelven a reunirse Victoria y él pero la situación es cada vez
más conflictiva en el país y precaria para ellos. La intercesión de Falla permitirá
que Rodrigo consiga una asignación de la Academia de Bellas Artes de San
Fernando, Beca "Conde de Cartagena", concedida por unanimidad a
comienzos de marzo de 1935, que le posibilita vivir pensionado en París
durante una temporada. Además la beca les ayudó no sólo a regresar a
Francia sino también a viajar por Alemania y conocer de cerca las nuevas
tendencias musicales y pianísticas del momento. En 1935 muere su maestro
Paul Dukas para el que escribe la obra para piano, Sonada de adiós
(Homenaje a Paul Dukas).
Pero la suerte de nuevo vuelve a ponerse en su contra y Rodrigo pierde la beca
al estallar la guerra civil española. No obstante, en ese corto espacio de tiempo
recibirá clases de Musicología con Maurice Emmanuel en el Conservatorio y de
André Pirro en la Sorbona. Tras ciertos titubeos finalmente Rodrigo y su esposa
viajan a Friburgo donde son acogidos en el Instituto de Ciegos de la ciudad.
Después de permanecer una temporada, vuelve a París y hace una pequeña
incursión a España, concretamente a Santander donde dictó unos cursos de
verano en 1938. Entre Madrid y París comienza a preparar, a petición del
guitarrista Regino Sainz de la Maza y del Marqués de Bolarque, la que fue su
gran obra: el Concierto de Aranjuez que estuvo terminado en 1939 y que se
estrenó en Barcelona el 9 de noviembre de 1940.
A partir de 1939 Rodrigo se instaló definitivamente en Madrid aunque viajará
mucho debido a su, cada vez mayor, prestigio internacional. Al volver tras
terminar la guerra, Falla le había propuesto impartir clases de Historia de la
Música en la Universidad de Sevilla o Granada, por supuesto, cobrando un
sueldo. Además, la beca que se había suspendido a causa de la guerra, iba a
ser reintegrada al retorno... en fin, toda una serie de esperanzas que hacían
más prometedora y fácil la vuelta a casa.
Ya en España, Rodrigo fue muy bien acogido por amigos y conocidos. Julio
Osuna fue uno de los primeros en ayudarles a buscar . alojamiento en Madrid
cediéndoles su piso de la calle Ríos Rosas. Desde muy joven, Rodrigo fue*
reconocido como un maestro, no sólo por su capacidad creadora e imaginativa
sino también por su constante esfuerzo en conocer la historia de la música y en
formarse intelectualmente, lo que pronto le llevó a convertirse en un famoso
crítico y conferenciante. Colaboró en medios como "Pueblo", "Marca" y
"Madrid". Precisamente, al hilo de la fundación de la ONCE, Rodrigo fue
nombrado Jefe de la Sección de Arte y Propaganda, cargo que ostentó hasta
1978, año en el que fue jubilado por su avanzada edad. Rodrigo fue el músico
protegido del régimen y esta seguridad le dio, por primera vez en su vida, la
tranquilidad de poder encarar su futuro sin problemas económicos. En ese
mismo año el Marqués de Lozoya, entonces Director General de Bellas Artes le
nombró profesor interino de Folklore del Real Conservatorio de Música de
Madrid47.
Trabajó durante años como colaborador en el Departamento de Música de
Radio Nacional de España llegando a ser el Jefe del mismo en 1944, además
de Asesor Musical de la Dirección General de Radiodifusión Española.
Mantuvo su actividad como académico en la Real de Bellas Artes de San
Fernando y también participó en distintos congresos e impartió clases
magistrales en la Universidad Complutense. En 1947 fue nombrado profesor de
la Universidad en donde permaneció veintisiete años. También ocupó la
cátedra de Historia de la Música en el Conservatorio de Madrid aunque estuvo
poco tiempo en ese puesto.
Durante su longeva vida, Rodrigo compuso más de trescientas obras para
orquesta, orquesta y voz, teatro, música de escena, composiciones corales,
canciones y cientos de partituras para todo tipo de instrumentos, especialmente
piano y guitarra. La figura de Victoria Kamhi es fundamental para comprender
la dimensión de Rodrigo. Trabajaron siempre juntos y ella relegó a un segundo
plano su carrera como pianista para ayudar a su esposo en todo: correcciones,
lecturas, revisión de pruebas, intérprete, etc. además de ser su constante
fuente de inspiración.
Fue condecorado por múltiples universidades obteniendo premios, medallas y
varios doctorados "Honoris Causa" en Salamanca, Politécnica de Valencia,
Alicante, Complutense, Southern California y Exeter. Obtuvo premios y
homenajes de multitud de Sociedades y Academias Bellas Artes de San
Fernando (1950), la Sociedad Europea de la Cultura (1967), la Academia del
Mundo Latino (1968), Real Academia de las Ciencias, Letras y Bellas Artes de
Bélgica (1979) . También se le honró con la Gran Cruz de Alfonso X "el Sabio"
(1953), la Medalla de Oro de Bellas Artes (1980), Premio Nacional de Música
(1982) e incluso la Orden de "Caballero de la Legión de Honor" del Gobierno
Francés (1963).
Rodrigo murió en Madrid en 1999 a los 98 años de edad.
7.5. LA CREACIÓN DE LA ONCE (1938)
En los meses previos al estallido de la Guerra Civil, tanto el Patronato de
Protección de Ciegos como el CIPA, seguían manteniendo divergencias en sus
métodos de actuación no sólo con respecto a los propios individuos ciegos sino
también en sus relaciones con el Estado. Cada vez estaba más extendido el
sistema de rifas y venta de lotería por los diferentes pueblos de España y eran
muchos los que veían en este sistema el único futuro posible para terminar con
la mendicidad entre el colectivo. Esta práctica, aunque reprobable, era muy
efectiva, hasta el punto de que se llegó a solicitar, a través de las últimas
asambleas celebradas en 192448 y posteriormente en 1935, el consentimiento
por parte de las autoridades.
Mientras que algunos seguían apostando por la educación y el aprendizaje de
un oficio49, otros entendían que la unificación de la venta de lotería y cupones
que se venía practicando en la península desde hacía años de forma
incontrolada les reportaría el dinero suficiente para terminar con la mendicidad
y así poder contar con un salario fijo. Cada vez fueron más las personas ciegas
que defendieron esta postura y en virtud de las gestiones llevadas a cabo por
un grupo de dirigentes de distintas asociaciones de ciegos, el camino hacia la
unificación del cupón y la creación de una asociación única estaba trazado.
Es interesante señalar que aunque los intelectuales ciegos (Las Heras, Zozaya,
Ezquerra, etc.) siempre se opusieron a la venta del cupón, finalmente acabaron
aceptándolo de buen grado pues vieron que se trataba de una fórmula que
satisfacía a la mayor parte de los deficientes visuales. No obstante sus
testimonios no dejan de ser muy elocuentes. Jesús Ezquerra y Bergés, líder de
la Federación Hispánica de Ciegos y posterior Jefe Nacional de la ONCE,
desaprobaba esta solución del cupón: "£f ciego, añaden, lo mismo que el
vidente debe estudiar, trabajar, luchar, abrirse paso en la vida y ganarse el pan
con su propio esfuerzo y para ello no debemos dejar ni un instante de pedir a
los poderes públicos la creación de organismos adecuados para la capacitación
de los que no ven, a fin de que éstos fijen sus aspiraciones en un trabajo
decoroso y no en la venta de boletos de una rifa callejera"50.
Con estos precedentes comenzaron a trabajar hombres como Javier Gutiérrez
de Tovar51. Era imprescindible controlar todo el proceso. El principal objetivo
estaba en lograr que sólo un cupón fuese el aceptado en todo el territorio
nacional. Hasta la fecha, distintas asociaciones de diversas provincias habían
puesto en marcha rifas, loterías y venta de cupones a su libre antojo. Esto
había supuesto, en más de una ocasión, confusión y disgusto entre las distintas
asociaciones que lo practicaban pero, sobre todo, entre los particulares que
compraban cupones con la convicción de que ayudaban al colectivo.
La zona de Levante fue una de las primeras en apostar por las rifas y sorteos
como también Andalucía. Ya desde comienzos del XIX el Estado había
concedido a algunos establecimientos de beneficencia el privilegio de la
explotación de loterías particulares lo que pronto les reportó cuantiosos
beneficios a los que no estaban dispuestos a renunciar52. Sin embargo, años
después, a pesar de que el propio Estado vio mermadas sus arcas de la
Lotería Nacional por esta circunstancia, nunca se tomaron medidas drásticas al
respecto pues era una fórmula cómoda y eficaz de que los mismos ciegos se
procurasen los medios que ni el Estado ni los Ayuntamientos o Diputaciones
podían proveerles53.
A pesar de la oposición de las autoridades republicanas que continuamente
publicaban disposiciones contra la práctica de las rifas, éstas siguieron
adelante pues, recibían presiones de gobiernos locales. Hubo cierto descontrol
de este asunto, lo cual tampoco extraña dada la coyuntura política del
momento, y lo cierto fue que las rifas entre las sociedades de ciegos
persistieron. Señala Garvía54 que hubo un momento en que Madrid contó con
una rifa ilegal de ciegos. La idea partió de un empresario vidente que buscó
vendedores de su cupón, conocido como "El Chiquilín", entre los miembros de
la Unión de Trabajadores Ciegos. Este sorteo se convirtió en un éxito al llevar
estampas de personajes famosos por el anverso. Lo que empezó como un
sorteo semanal acabó siendo diario para que los compradores pudieran
completar su álbum de estampas de manera que la venta del cupón aumentó
considerablemente los ingresos. Este suceso motivó que el CIPA., a la vista de
los resultados que estaban obteniendo sus compañeros de la Unión, sacara su
propia rifa con premios más altos. Al poco tiempo hizo su aparición un tercer
cupón. En resumen, Madrid contaba con tres rifas diferentes de cupones de
ciegos, hecho completamente insólito y desproporcionado que fue lo que
movió, entre otras muchas cuestiones, a los pioneros de la futura organización
a trabajar para la unificación del cupón, ya que existía además en el ambiente
una cierta sensación de fraude con tantas rifas y loterías.
Gutiérrez de Tovar fue el primero en tomar las riendas de esta procelosa
cuestión y desde la sociedad La Hispalense en Sevilla sacó un nuevo cupón
que arrasó a los oíros y posibilitó que los vendedores tuvieran unos salarios
comparables a los de los obreros especializados teniendo incluso que limitarles
el número de ventas al día. Sin embargo conviene decir también que aunque
este objetivo parecía prioritario -y para conseguirlo luchó Gutiérrez de Tovar y
otros dirigentes- no se pretendía convertir a los ciegos en vendedores de
cupones por doquier sino en ofrecerles la posibilidad de formarse
profesionalmente para así poder integrarse en la vida laboral y en el mundo de
las personas sin problemas visuales.
Aunque seguían apareciendo nuevos cupones y nuevas rifas55, los principales
dirigentes se reunieron en Madrid en junio de 1935 para tratar de solventar, de
una vez y para siempre, esta cuestión y para preparar un proyecto y su
presentación a las nuevas autoridades. Como apuntan algunos autores56 se
creó una especie de lobby que hizo presión sobre los miembros de la CEDA y
del Partido Radical. Propuso al gobierno que legalizara sus actividades y les
permitieran desarrollar la gestión de la venta del cupón.
Como las ventas por la Lotería Nacional iban en descenso, la respuesta del
gobierno no fue la esperada por el mencionado lobby. En noviembre de 1935
se autorizaba, previa acreditación por juntas o patronatos de beneficencia, la
reventa de boletos de la Lotería Nacional pero se impedía la venta de rifas
particulares. El gobierno quería seguir conservando el monopolio de la venta de
loterías.
Los principales dirigentes no se desanimaron y siguieron trabajando durante
estos complicados años de contienda para conseguir la unificación pues ni los
Patronatos ni los colegios especiales habían conseguido arrancar a muchos
personas ciegas de la mendicidad y de la pobreza y, ante la amenaza
constante de los asilos, todos veían que la mejor solución para su
supervivencia estaba en la venta del cupón. Para conseguir la unificación,
Gutiérrez de Tovar comenzó por crear una conciencia entre el colectivo de la
Federación de organizaciones de ciegos o, lo que es igual, una organización
nacional, a través de la que podrían monopolizar la venta del cupón así como
conseguir el beneplácito del Estado para llevar adelante el proyecto.
Gutiérrez de Tovar se entrevistó primero con Queipo de Llano en Sevilla al que
contó todos estos proyectos y consiguió convencer. El hecho de que el país
estuviera sumido en una guerra, con todos los interrogantes que los conflictos
bélicos desprenden, ayudó al colectivo a sacar adelante su proyecto. En esos
años de incertidumbre, lo último que querían escuchar las autoridades
competentes eran problemas, razón por la cual el proyecto, que estaba
perfectamente estructurado y presentado, fue acogido de buen grado y
aceptado con apenas ninguna reserva.
Tras la entrevista con Queípo de Llano en Sevilla, Gutiérrez de Tovar consiguió
formar esa Federación Bética de Ciegos a la que reportaban todas las
asociaciones que entonces sorteaban rifas en Andalucía. En el verano de 1938
ya eran unas tres mil las personas ciegas que se sostenían gracias a la venta
del cupón que reportaban las ventas y los beneficios a una sede central.
Simultáneamente había otras asociaciones paralelas en Burgos y Zaragoza
que seguían una estrategia un tanto diferente. No obstante, Gutiérrez de Tovar
consiguió unirse a éstos, convencerles de que era mejor su estrategia y,
finalmente, convertirse en su abanderado, dando un cambio de rumbo a las
pretensiones de estos otros grupos. La perseverancia y tenacidad de Gutiérrez
de Tovar fueron claves para lograr los objetivos. A partir de ese momento, los
esfuerzos de todos estarían abocados a la consecución de un mismo fin.
Comenzaron a presionar a las autoridades franquistas casi a diario para
lograrla creación de la organización nacional de ciegos que estaría dirigida por
ellos mismos pero que iría respaldada por el Estado quien aseguraría la
afiliación obligatoria de todas las personas ciegas. La principal fuente de
ingresos sería la venta del cupón que explotarían en exclusiva. Visitaron a
Martínez de Bedoya, entonces director general de Beneficencia y Obras
Sociales quien, al parecer, recibió de muy buen grado la idea de crear la
organización nacional de ciegos. Bedoya intercedió e informó del asunto a
Serrano Súñer que no sólo apoyó también el proyecto sino que se lo presentó
al propio General Franco.
Finalmente el proyecto de creación de la organización nacional de ciegos se
presentó en el Consejo de Ministros del 11 de diciembre de 1938 donde fue
aprobado sin apenas oposición. Tan sólo el ex ministro Martínez Anido se
opuso a este proyecto. Consideraba que las personas ciegas no estaban
preparados para autogestionarse y que además eran ingratas hacia su persona
y el plan de asilamiento que en su día había previsto. A pesar de esta oposición
la única la organización nacional de ciegos salió adelante y los dirigentes de la
ONCE lograron sus objetivos. No obstante, en el Reglamento de constitución
de la organización, sus creadores ya se ocuparon de no insistir demasiado en
el tema del cupón sino como "forma excepcional y exclusiva de ingresos para
los no videntes imposibilitados de desempeñar una profesión u oficio
especial"57.
No es sorprendente que acogieran satisfactoriamente el proyecto de creación
de la organización pues las personas ciegas tenían una larga tradición
asociativa que ayudó mucho a que este colectivo, a diferencia de los de otros
discapacitados, fuera fuerte y tuviera cohesión, a pesar de lo que tuvieron que
luchar los responsables de las distintas agrupaciones para juntarse. Además,
entre los miembros asociados había bastantes ilustrados lo que ayudó en gran
medida a que el colectivo se hiciera escuchar. Es importante señalar que
querían reclamar su lugar en la división del trabajo, querían hacerse respetar,
ser escuchados y tener derechos y deberes como cualquier otro ciudadano
vidente.
Otra gran ventaja del colectivo en relación con el de los sordomudos,
tradicionalmente asociados y educados conjuntamente, era el de la palabra.
Que las personas ciegas no necesitaran de ningún intermediario para hacerse
oír era una gran ventaja con respecto al otro grupo comparado. También al ser
menor su rango de actuación en términos profesionales apenas algunos oficios
manuales y fundamentalmente la música era más comprensible su deseo y
necesidad de sufragar sus gastos mediante el sistema de las rifas y loterías, o
dicho en otras palabras, a las autoridades competentes les resultaba más
comprensible que los ciegos demandaran este monopolio pues estaban más
limitados que sus compañeros sordomudos. Con la ONCE también se
perseguía que los ciegos fueran considerados "personas con ceguera" no
ciegos que, secundariamente, son también personas58.
Pero lo que sin duda fue fundamental para que en estos tiempos de
incertidumbre hiciera que las autoridades aceptasen el proyecto fue que éste
vino hecho. En palabras de Garvía: "se invirtió el proceso de toma de
decisiones: no se buscó y encontró una solución a un problema, sino que ya se
disponía de una solución que encontró en el problema de los ciegos una
excelente ocasión de ser aplicada"59.
Otra de las razones que ayudan a entender por qué las autoridades franquistas
aceptaron de buen grado esta organización sin temor a que desestabilizara sus
ingresos de Lotería Nacional radica en que no estaban completamente seguros
de que las personas ciegas pudieran mantener de forma eficiente su
organización y por tanto su recaudación pero, sin embargo, confiaban en que el
colectivo fuera capaz de asumir las responsabilidades que el Estado delegara
en ellos: "crear, por un lado, una única organización nacional, cuya jerarquía
pudiera controlar la articulación de las demandas de sus miembros, instruirles
en los principios del nuevo régimen y ejecutar las políticas de asistencia social
que el Estado había delegado sobre ella, y concederle, por otro lado, un
recurso económico para que se autofinanciara, eran dos decisiones incluidas
en un mismo paquete"60.
Realmente el autogobierno de las personas ciegas quedaría, sobre el papel,
muy mermado, si tenemos en cuenta el ideal corporativo y autoritario del
Estado franquista. Durante cuarenta y tres años, el órgano de control de la
Organización fue el Consejo Superior de Ciegos que se encargaba de tutelar la
organización, representarla jurídicamente, administrar sus fondos, nombrar al
Jefe Nacional de la ONCE, etc. El Consejo era un órgano colegiado de la
Administración que estaba presidido por el ministro de Gobernación o el
director general de Beneficencia. Entre los vocales figuraban dos funcionarios
del Ministerio (¿eje de Beneficencia general y jefe superior de Administración),
tres médicos (dos de ellos oftalmólogos), un ciego mutilado de guerra y, por
último, el Jefe Nacional de la ONCE. En resumen, tres burócratas, tres médicos
y dos personas ciegas, un organigrama lejano al que venían: reclamando los
líderes del colectivo desde las primeras asambleas.
Dado el carácter y la personalidad de Gutiérrez de Tovar, consiguió, durante
los dos primeros años, tener cierto control sobre el Consejo Superior de Ciegos
del que era el Jefe Nacional y consiguió acabar con las rifas de otras
asociaciones de inválidos y afianzar su liderazgo. Mantuvo a lo viejos líderes
locales en sus puestos, nombrándoles delegados provinciales de la nueva
organización y sólo, cuando era imposible mantenerlos, nombraba personas de
su máxima confianza. Durante bastantes años Gutiérrez de Tovar consiguió ser
el líder indiscutible de la ONCE, al menos desde el punto de vista moral.
La estructura de la organización fue al principio muy simple. A la cabeza había
un Consejo Superior y, justo por debajo, la Jefatura Nacional. Todas las
secciones dependían jerárquicamente del Jefe Nacional y debían estar
dirigidas por personas ciegas. Había dos campos fundamentales de actuación:
la asistencia social y la asistencia profiláctica. Las antiguas organizaciones
eran ahora delegaciones provinciales, delegaciones autónomas y delegaciones
locales. Las dos primeras celebraban diariamente sus propios sorteos.
Como comentábamos anteriormente, el cupón sólo habría de ser un medio,
nunca un fin aunque estudios posteriores demostraron que cincuenta años
después de la creación de la ONCE, el cupón se había convertido en el fin61.
De cualquier forma, los creadores de la organización además de ser muy
prudentes en su Reglamento inicial con la mención de "forma excepcional y
exclusiva de ingresos.." entre los objetivos de la ONCE estaban el "conseguir
que los ciegos obtuvieran un jornal necesario, equiparable al de los obreros
videntes; ayudarles en su vejez y en la enfermedad; educar a los niños ciegos;
formar profesionalmente a los adultos y encontrarles colocación en las
industrias y profesiones; y procurarles el cultivo del amor a la religión, la patria,
la disciplina y las buenas costumbres..."62
En un principio el liderazgo de la organización tuvo que adaptarse a las
exigencias del Consejo Superior de Ciegos que, tal y como era de esperar en
un estado autoritario, transformó la tutela sobre la organización en un control
estricto sobre sus políticas y recursos. Además entendía que la organización
era, sobre todas las cosas, un organismo benéfico asistencial. De esta forma el
liderazgo fue, poco a poco plegándose a estas condiciones que, como cuenta
Garvía, tampoco estaban tan lejos de la tradición asociativa del colectivo. "Para
el CSC la organización se transformó en un organismo que daba asistencia a
un sector desprotegido de la población. Para la organización, ésta se había
transformado en una gran mutualidad, una gran familia, una gran hermandad
de ciegos que, como las antiguas mutualidades y sociedades de socorros
mutuos de ciegos, protegían a éstos de todas las contingencias, tanto de las
contingencias naturales, como de aquellas otras provocadas por la
inexperiencia de los burócratas novatos, en cuyas manos volvía a estar el
destino social de los ciegos" 63.
El 4 de junio de 2003 fallecía en Madrid Javier Gutiérrez de Tovar con el que
teníamos pensado haber mantenido una entrevista sobre la creación de la
ONCE.
1
CANORA MOLERO, E. Memoria... Op.cit.
2
Fundado en junio de 1921 dentro de la organización social benéfica de la Caja. Impartían
clases de enseñanza general y de música, contando siempre con muy buenos maestros. Tenía
también talleres de escobería, espartería, cestería. El sistema braille fue el más empleado en
esta institución y contó con una importante biblioteca. Probablemente lo más destacable del
Instituto fuese la labor de imprenta allí realizada y la edición de su propia publicación, la Revista
Braille Hispano Americana, impresa en caracteres en relieve con una tirada mensual de mil
ejemplares. Vid. "El Instituto Catalán para ciegos" en Los Ciegos, año XV, N° 103, (mayo
1935), p.7-10.
3
Se trataba del VI Congreso Internacional de Profesores de Ciegos. Vid.: RODRÍGUEZ
PLACER, R. Op.cit., p. 236,
4
Real Decreto de 21 de enero de 1931.
5
Mas adelante comentaremos las novedades, en materia de enseñanza musical, que
llegaron con el nuevo Colegio de Chamartín. Vid.: MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit., (IV), p.
96.
6
La Luz, N° 23, p. 3. 274
7
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit., (IV), p.153. Respecto a este asunto existe abundante
literatura a favor y en contra del mismo. Uno de los testimonios más interesantes se encuentra
en la revista Los Ciegos desde donde su director hace todo un alegato en favor de la libertad
de las personas y de la educación e integración. Sin perjuicio de que se imponga el cupón
prociegos, Antonio Las Heras defiende la incorporación plena de la persona ciega a la
sociedad, sin privilegios, sin monopolios, sin excepciones. Le parece hasta cierto punto
lamentable que un nutrido grupo de ciegos sólo persiga su acomodo a través de esta futura
salida profesional.
8
Los Ciegos, año XV, N° 106, (noviembre 1935), p. 16. Esta Tercera Asamblea también es
conocida como la II Asamblea de la Federación Hispánica de Ciegos. Se celebró en Madrid los
días 24,25,26 y 27 de septiembre de 1935, en la calle Factor N° 7, local social del Ateneo
Teosófico, que lo cedió para dicha celebración.
9
Ibidem.
10
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit., (IV), p. 173.
11
OLLER, J. Martínez Anido: su vida y su obra. Madrid: [s.n.], 1943.
12 Precisamente las cifras que ofreció este censo y que recoge Jesús Montoro en su obra
Los ciegos en la historia... Op. ¿it., (IV), p. 185. no dejan de resultar llamativas. Bien es cierto,
como se comprobará por los cuadros y estadísticas presentados en el capítulo 8 de nuestro
trabajo que, hasta bien entrado el siglo XX, no hay datos fiables de la población ciega española
pero sorprende, cuando menos, que creciera de manera tan alarmante del último censo
anterior a este de 1928 y, de nuevo, para mayor sorpresa existe otro censo, de 1933, solicitado
por el Patronato Nacional de Protección de Ciegos que nos da la cifra total de 16.773 personas
ciegas en el país.
13
GARVÍA. Op.cit., p. 56.
14
Real Decreto de 13 de marzo de 1928.
15 Dicho Instituto había sido creado en diciembre de 1925 y era su misión el análisis y la
autorización de todos los productos de farmacia.
16
17
OLLER. Op.cit., p. 195.
Real Decreto de 31 de enero de 1931.
18
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit (IV), p.188.
19
ídem., p. 190.
20
Los Ciegos, año XIV, N° 99... Op.cit.
21 MURILLO PALACIOS, F. "La defensa social de la salud pública" en Discursos leídos en la
Real Academia de Medicina... el día 14 de julio de 1918.
22 MÉRIDA NICOLICH, M. "Aspecto médico social de la ceguera: los ciegos en España" en
Archivos de Oftalmología] Hispano Americanos, t. XXVII, N° 323. (noviembre 1927), p. 685-703.
23
MURILLO PALACIOS, Op. cit.
24
Los Ciegos, N° 91, p.13.
25 Hasta la fecha, una de las constantes reclamaciones salientes del colectivo era que se les
concediera la dirección y gestión de sus asociaciones pues sólo de esta manera podrían verse
resultados en beneficio del colectivo. Desde La Luz (12,2) ya se criticaba la escasa
participación de los propios ciegos en sus problemas y se sugería que fuesen los videntes los
que pasaran a formar parte del grupo de colaboradores.
26 El tracoma o conjuntivitis granular, estaba considerada una de las enfermedades más
terribles y difícilmente combatibles por ser contagiosas. Se contagiaba por las servilletas,
pañuelos, y otras prendas usadas en común por los que era muy temida en colegios, asilos,
cuarteles, etc. Su padecimiento conllevaba inexorablemente a la ceguera y en España se
dieron miles de casos de esta enfermedad. Su profilaxis estaba basada, en buena medida, en
una correcta higiene y hábitos de limpieza.
27
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit.
28 Decreto de 3 de abril de 1934. Publicado tres días después en La Gaceta de Madrid, N°
96.
29 Vid. LÓPEZ DEBESA, Z. "De mi vida pasada" en Los Ciegos, año III, N° 14, (marzo 1918),
p.5-6.; "Ciegos ilustres" en La Luz, año I, N° 1, (junio 1930).
30
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit., (IV), p. 245.
31 Vid. CANORA MOLERO, E. Zacarías López Debesa (reseña). Boletín del CIPA, N° 87;
MONTORO, J. Los ciegos... Op. cit. (IV), p. 246.
32 Vid. LÓPEZ DEBESA, Z. Op.cit., p. 6; PEREDA, R.M. Los Ciegos, año III, N° 23,
(diciembre 1918), p. 12. El autor de la reseña pone de relieve el éxito obtenido por López
Debesa junto con la orquesta Benedito en su gira de conciertos.
33
Sociedad General de Autores de España.
34
MONTORO, J. El Colegio de Ciegos de Alicante. Op.cit.
35
SOREL, J. "Rafael Rodríguez Albert" en Los Ciegos, año XIV, N° 98, julio 1934, p. 5,6.
36 Vid. GONZÁLEZ MIRA, R "Rafael Rodríguez Albert: en busca del compositor perdido" en
Ritmo, N° 745, año LXXIII, (septiembre 2002), p. 12-13.; VIVES, J.M. Rafael Rodríguez Albert.
Madrid: A.C.S.E., 1987.; DE LA VEGA SÁNCHEZ, J. Rafael Rodríguez Albert: catálogo
completo de sus obras. Madrid: O.N.C.E. 1987.
37
GONZÁLEZ MIRA, R Op. cit.
38
OSUNA FAJARDO, J. Al hilo del recuerdo. Madrid: ONCE, 1992.
39 Desconocemos las causas que motivaron tan desproporcionada y drástica medida en el
Colegio de Madrid.
40
OSUNA, J. Op. cit. p. 33.
41
Idem. p. 47. 294
42 Sobre la vida y la obra de este compositor universal vid.: SOPEÑA, F. Historia de la
música contemporánea española. Madrid: Rialp, 1958 (reed. 1976). También de este mismo
autor, Joaquín Rodrigo, Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1970; VAYA, V. Joaquín
Rodrigo: su vida y su obra. Madrid: R.M., 1977.; MARCO, T. Historia de la música española,
vol.6. Siglo XX. Madrid: Alianza, 1983 (reed. rev. 1988).; De más actualidad son las obras
siguientes: 90 Aniversario: Joaquín Rodrigo. Madrid: SGAE, 1991.; ARNAU AMO, J. La obra de
Joaquín Rodrigo. Valencia, Generalitat Valenciana, 1992.; SUÁREZ-(fAJARES, J. Centenario
Joaquín Rodrigo: el hombre, el músico, el maestro. Madrid: Sinsentido, 2001.; Joaquín Rodrigo:
imágenes de una vida plena 1901-1999. Madrid: Fundación Autor-SGAE, 2001.
43 SOREL, J. "Joaquín Rodrigo" en Los Ciegos, año XIII, N° 92, (julio 1933), p. 5,6. Véase
también la voz Joaquín Rodrigo en el DICCIONARIO de la Música Española... Op.cit., v. 9, p.
255-261.
44 Crónica titulada "La joven generación musical" aparecida en El Sol, en Sept. 1925 y
firmada por Adolfo Salazar. Citada por Enrique Franco: "Joaquín Rodrigo en la generación del
27" en Joaquín Rodrigo:90 aniversario. Madrid: SGAE, 1991.
45 KAMHI, V. De la mano de Joaquín Rodrigo: historia de nuestra vida. Madrid: Fundación
Banco Exterior, 1986. Col. Memorias de la música española. R 80-81.
46
HERNÁNDEZ DE LA HERRERA, G. Habla para que yo te vea. Madrid: [s.n.], [193-?].
47
KAMHI, V. Op. cit. p. 120. 300
48 Aunque pueda resultar sorprendente que los propios ciegos solicitaran de las autoridades
el consentimiento para practicar la mendicidad, no hay que olvidar que durante estos años de
dictadura miliar, ¡todo lo relacionado con las rifas y loterías había sido prohibido por lo que esa
nueva fórmula de obtener recursos quedó cortada y muchos tuvieron que volver a salir a las
calles como mendigos. Los proyectos de casas de trabajo y otras actividades similares no
daban cobertura al número de ciegos que vivía en la más absoluta miseria.
49 LAS HERAS, A Los Ciegos, v. XV, N° 102, (marzo 1935). Este autor insistirá, a lo largo de
múltiples páginas de su revista, sobre la necesidad de los ciegos de aprender oficios y ganarse
la vida de forma digna. Sin llegar a decir que se opusiera a la implantación de "cupón" sí que I
manifestó siempre su reticencia a que se convirtiera en algo oficial y principal medio de
subsistencia de los ciegos pues entendía que era una manera de igualar a los ciegos por abajo,
sin considerar ni sus aptitudes ni tampoco capacidades.
50
El Tiflófilo, septiembre de 1934.
51 GUTIÉRREZ DE TOVAR, J. La creación de la Organización Nacional de Ciegos a través
de mis vivencias. Madrid: ONCE, 1988.
52
GARVÍA. Op. cit. p. 61.
53 Vid. ALTABELLA, J. La lotería nacional de España (1763-1963). Madrid: Dirección General
de Tributos Especiales, 1962.; CANORA, E. Memoria... Op.cit.
54
GARVÍA. Op. cit. p. 63.
55 Véase en el apartado de los Apéndices (Fig. 20 y 21) los ejemplares incluidos sobre
personajes famosos de la época.
56
GARVÍA. Op.cit., p. 65.
57 Reglamento del 28 de octubre de 1939, artículo 14a. Redactado en su primera versión por
Gutiérrez de Tovar y sus colaboradores.
58
59
GARVÍA. Op.cit., p. 77.
Idem. p. 73.
60
Idem. p. 75.
61 Garvía da la cifra de un 71 % dedicado a la venta del cupón en la década de los años 80 y
tan sólo unos pocos, "muy pocos" según el autor, trabajaban fuera de la ONCE. Dice
igualmente que al celebrar el 25 aniversario de la organización sus principales dirigentes ya se
lamentaban de que la ONCE hubiera tomado el camino equivocado.
62
Reglamento del 28 de octubre de 1939, Artículo 3.
63
GARVIA. Op. cit, p. 129.
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8. ASPECTOS CUANTITATIVOS DE LA ENSEÑANZA MUSICAL
PARA CIEGOS
Una de las cuestiones que nos interesaba clarificar en este trabajo es el
tamaño y la evolución de la población de personas ciegas en España durante el
periodo estudiado. El dato resulta interesante en sí mismo, pero también
serviría para ponderar la población de ciegos que recibía educación especial en
relación con la población total de ciegos en nuestro país.
Con ese propósito, hemos estudiado las distintas fuentes demográficas que se
refieren al volumen de personas ciegas en España en el periodo tratado y
hemos considerado finalmente tres fuentes principales (véase Tabla 1)
El Instituto Nacional de Estadística, (INE), (hasta 1945 Instituto Geográfico y
Estadístico)
Los censos de ciegos realizados por el gobierno en 1928 y 1933
Las diversas referencias estadísticas en la literatura especializada sobre
ceguera y deficiencia visual.
Sobre estas fuentes es preciso realizar algunas precisiones y comentarios:
Respecto al INE hay que señalar que en el censo de 1860 se agruparon en una
misma categoría a personas ciegas y a "imposibilitados", que conjuntamente
alcanzaban los 55.161 individuos. Hemos estimado la cantidad de ciegos para
1860 ponderando su número a partir de las cifras que ofrece el censo de 1877,
que sí los desglosó en una sola categoría que constituía el 20% de los
"deficientes" en total y el 38% de los deficientes en total excluidos los
sordomudos (esta estimación se concreta en una cifra de ciegos para 1860 de
aproximadamente 25.000 individuos). También hay que señalar aquí que si
bien los censos de 186ü!y de 1877 recabaron información sobre "defectos
físicos", los que les siguieron no incluyeron esta cuestión hasta el realizado en
19501; esta circunstancia nos ha obligado a buscar en otras fuentes datos del
volumen total de personas ciegas en España durante el periodo estudiado.
Respecto a los censos de personas ciegas realizados en 1928 y 1931, el
primero auspiciado por Martínez Anido cuando estaba al frente del Ministerio
de-Gobernación, a petición del Patronato Nacional de Residencias de Ciegos, y
el segundo por el Ministerio de Fomento a petición del Patronato Nacional de
Protección de Ciegos, hay que señalar que en el último solamente se tuvieron
en cuenta las personas ciegas de 0 a 70 años, razón que explica, en parte, la
muy importante disminución del número de ciegos entre ambos censos (de
25.600 a 16.773), aunque, aun así, parece evidente que la cifra de 1933 resulta
excesivamente baja2. El hecho de que no se produjeran en este periodo de
cinco años cambios significativos en las circunstancias de todo orden
(demográficas, sanitarias, científicas, etc.) que pudiesen afectar tan
notoriamente al colectivo, obliga a tomar la última cifra con toda prudencia.
Respecto a los datos extraídos de la literatura especializada en la temática de
la ceguera, especialmente de los Archivos de Oftalmología Hispano
Americanos, hay que hacer notar que los distintos autores que dan cifras para
el volumen total de población de ciegos en España lo hacen siempre con
carácter estimativo, efectuando, presuntamente, aproximaciones a partir de los
datos del censo de 1877 o aventurando cifras sin explicitar nunca la fuente
tomada como referencia. Así, el Dr. Santos de Coimbra3 apunta una tasa de
1,16 por mil para 1886 (lo que significaría una población de ciegos en España
de 20.339 individuos) y el Congreso Nacional para el Mejoramiento de la
Suerte de los Ciegos, celebrado en París en 1900, manejaba una cifra de
ciegos en nuestro país en 1898 de 20.000 individuos. También, desde el propio
Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid4, se señalaba que el
volumen total de personas ciegas en España en 1875 era de "diez y siete o
diez y ocho mil" individuos (aunque el Censo de 1877, sólo dos años después,
computaba 24.608 ciegos en el país). Estas cifras son, probablemente, meras
suposiciones, que sitúan a la baja el volumen total de personas ciegas
españolas y que contradicen la tendencia observada en el conjunto de la serie
temporal que se muestra en el Gráfico 1. Por este motivo, hemos creído
oportuno efectuar una estimación propia de la cifra de personas ciegas para
1886 y 1898, haciendo uso del procedimiento de interpolación lineal. Así,
hemos apuntado como más probables y creíbles las cifras de 24.924 personas
ciegas en 1886 y 25.224 en 1898 (véase Gráfico 2), aunque otra vez hay que
enfatizar que se trata de simples estimaciones a partir de la tendencia
observada en los 73 años que abarca la serie temporal.
Por otro lado, es notorio que los avances científicos y sanitarios ocurridos entre
el último cuarto de siglo del XIX y el primero del XX debieron haber tenido su
correlato en la disminución del número de ciegos en España en relación con la
población total, incidiendo especialmente en las llamadas "causas evitables de
ceguera". La literatura médico-oftalmológica consultada nos ofrece
frecuentemente comentarios y reflexiones al respecto que expresan el
convencimiento de que el número de ciegos descendería notablemente, hasta
en un 75%, si se pusieran en práctica determinadas medidas profilácticas y
preventivas que evitasen algunas de las más importantes causas de ceguera5,
tal como se estaba haciendo en otros países europeos que arrojaban tasas
considerablemente más bajas que en España. Todo parece indicar que la
extensión y efectividad de estas medidas sanitarias no incidieron en la tasa de
ceguera en nuestro país hasta bien entrados los años veinte del siglo pasado.
Sin embargo, la idea de que con medidas sanitarias adecuadas resultaría
evitable hasta un 75% de los casos de ceguera, adolece de un excesivo
optimismo, pues incluso hoy día, con avances médico-científicos y profilácticos
inimaginables a comienzos del siglo XX, la tasa de ceguera en España alcanza
el 0,59 por mil (17.907 individuos)6, es decir, sólo un 50% inferior,
aproximadamente, a las tasas estimadas en los años veinte del siglo pasado.
Esta última razón hace también difícilmente creíble la tasa de 0,69 por mil que
arrojaba el censo realizado por el gobierno en 1933 a petición del Patronato
Nacional de Protección de Ciegos, aunque la hemos seguido manteniendo en
nuestros gráficos.
Además,
las
tasas
de
mortalidad
infantil
clásica
no
descienden
significativamente hasta finales de los años veinte7 (Gráfico 3) y no es hasta
1932 que se crea el Centro de Higiene Infantil, con carácter nacional y
delegaciones en cada capital de provincia, para velar por la aplicación de
medidas sanitarias en el nacimiento y primera etapa de la vida de los niños8.
Las tasas de mortalidad general descienden paulatinamente desde 1857, con
repuntes circunstanciales como el de 1868, (Revolución) o el de 1918
(epidemia gripal), pero nada hace pensar que este descenso de la mortalidad
fuese consecuencia de unas mejores condiciones sanitarias (que hubiesen
afectado tanto a la mortalidad infantil como a la prevención de enfermedades
infecto-contagiosas), sino, como apunta Romero de Solís9, de la mejora de la
alimentación de la población en general.
Por consiguiente, la información demográfica sobre este periodo, aunque
indirecta, no permite concluir que la cifra de personas ciegas en España
experimentase variaciones a la baja notorias hasta los años 20-30, ya que las
principales causas de ceguera no Congénita (enfermedades perinatales,
infecciones oculares en general y accidentes) no disminuyeron
apreciablemente hasta esos años10. Todo ello induce a pensar que la cantidad
de ciegos en España no experimentó oscilaciones acusadas en casi todo el
periodo de nuestro estudio y que no fue hasta la década de los años treinta del
siglo pasado que la tasa comenzó a descender de forma apreciable, arrojando
valores probablemente inferiores al 1 por mil.
Hemos podido aproximar, si bien estimativamente, el volumen de personas
ciegas en España en diferentes momentos del periodo que analizamos pero
estas cifras sólo cobran significado en lo que se refiere a la enseñanza musical
para ciegos, objeto esencial de nuestro trabajo, si las relacionamos con las de
la población de ciegos españoles que recibía instrucción musical reglada. Si
igualamos cantidad de escolarizados con cantidad de instruidos musicalmente,
ya que hemos mostrado que todos los ciegos que eran educados en las
instituciones creadas a tal fin recibían enseñanza musical, el registro de
personas ciegas escolarizadas se convierte en un indicador de los ciegos
instruidos musicalmente. El índice de instrucción musical, equivalente por tanto
al índice de cobertura educativa, puede calcularse como un cociente entre los
ciegos escolarizados y los ciegos existentes, y expresarse como una tasa:
lm = le = (Pe/Pt)*1000
donde:
lm = índice de instrucción musical
le = índice de cobertura educativa
Pe = Población de personas ciegas escolarizadas en un momento dado
Pt = Población total de personas ciegas en un momento dado
Basta, por tanto, con hallar Pe para así conocer el alcance de la enseñanza
musical para ciegos en España en el periodo considerado.
Sin embargo, la información que poseemos a este respecto es fragmentaria y
frecuentemente incompleta. Hemos consultado abundantes estadísticas
demográficas provenientes, en su mayor parte, de las memorias de los colegios
e instituciones educativas para ciegos y de algunos censos de escolarización
que eventualmente se realizaron para contabilizar el número de los que
recibían educación reglada. La mayor parte de esta información la hemos
sintetizado en la Tabla 5. Como puede verse en la misma, sólo en contadas
ocasiones las fuentes nos proporcionan cifras referidas al mismo año y no
siempre se encuentran desagregadas de la misma forma (diferenciando a los
escolarizados por sexo y régimen de estancia), y, por otra parte, hay que
señalar que no todas estas instituciones educativas admitían personas ciegas
en un mismo rango de edades, ni los instruían durante el mismo número de
años. Además, no disponemos de información sociodemográfica de todos los
colegios e instituciones que daban educación (general, de oficios y musical) en
la época estudiada. La mejor documentada y más completa es la de los
colegios de Madrid y, aun así, adolece de la secuencialidad temporal
necesaria. Por ello, nos hemos visto obligados de nuevo a llevar a cabo una
estimación para perfilar la cantidad de ciegos que recibían instrucción musical y
relacionarla con el volumen total de ciegos en nuestro país en un momento
dado. La estimación no es, por tanto, estadísticamente robusta, pero
constituye, probablemente, el mejor intento de estimación que es posible
realizar a los efectos buscados.
Así, por ejemplo, tenemos datos de la población escolarizada desde 1836
hasta 1917 en la Escuela Municipal de Ciegos de Barcelona y desde 1852
hasta 1936 en el Colegio de Santa Catalina de los Donados en Madrid, en la
Escuela Municipal de Sordomudos y Ciegos de Madrid y en el Colegio Nacional
de Ciegos de Madrid11. También disponemos de datos de población ciega
escolarizada en distintas instituciones educativas en otras ciudades españolas
en diversas fechas. Y como a pesar de que las fuentes no siempre son
coincidentes, contamos asimismo con datos del número de estas instituciones
en toda España para varios años (Tabla 6), es posible estimar la cantidad total
de personas ciegas escolarizadas en un momento determinado multiplicando el
promedio de éstas en cada una de las instituciones de las que tenemos datos
por ese número total de instituciones existentes en dicho momento. Como el
número
de
escolarizados
en
cada
institución
educativa
varía
considerablemente de una fecha a otra, hemos decidido, en el caso de las
instituciones de menor tamaño de población escolar, dar un mínimo de veinte
alumnos y un máximo de treinta a dicha población escolar cuando la
desconocemos (estas cifras -20 y 30- representan, aproximadamente, el
segundo y el tercer cuartil de una distribución numérica en la que el mínimo es
10 -caso tipo Deusto- y el máximo es 40 -caso tipo Valencia-). En el caso de las
instituciones de mayor tamaño de población escolar, hemos tomado ésta
directamente como dato válido cuando el dato se refiere a la fecha en la que
calculamos el índice de escolarización; si carecemos del dato para la fecha
deseada, lo estimamos por interpolación a partir de los datos de las fechas
inmediatamente anterior y posterior a la deseada. Esta estimación, como ya
hemos advertido, y queda ahora patente, es de trazo muy grueso y peca,
evidentemente, de falta de precisión, pero permite aproximarnos
razonablemente al volumen total de población ciega escolarizada en nuestro
país y, por consiguiente, a la que recibía enseñanza musical reglada.
En la Tabla 7 puede apreciarse el resultado de la estimación llevada a cabo de
la forma señalada. Ál no disponer de datos de la población total de personas
ciegas en España hasta 1860, la estimación de los escolarizados sólo puede
realizarse a partir de esta fecha. Además, como no siempre coincide el año
para el que tenemos datos de la población total de ciegos con el año para el
que tenemos cifras de escolarización, hemos optado por tomar la fecha del
dato poblacional general más próxima a la fecha del dato de escolarización.
Como vemos, el volumen de personas ciegas escolarizadas experimentó un
fuerte crecimiento en la segunda mitad del siglo XIX, en gran medida debido al
amparo legal proporcionado por la Ley Moyano y al desarrollo, por modesto
que fuera, de los dispositivos públicos de protección social. A pesar de ello, el
índice de escolarización y, por consiguiente, el de instrucción musical, aunque
experimentó un incremento constante, con alguna inflexión a la baja, apenas
superó, en la estimación más favorable, el 25 por 1000 hasta la década de los
años veinte del siglo pasado y no alcanzó el 40 por 1000 hasta casi el
comienzo de la Guerra Civil (véase Tabla 7 y Gráfico 5).
Esta aproximación cuantitativa, aunque basada en buena medida en
estimaciones, nos ha ayudado a clarificar qué volumen de la población ciega
escolarizada recibió instrucción reglada. Resulta evidente que aunque las
instituciones educativas españolas para ciegos crecieron a partir de 1900 tanto
en número como en alumnado, la enseñanza no se organizó adecuadamente
para abarcar a todo el colectivo hasta la fundación de la ONCE en 1938. La
conclusión es clara: el esfuerzo público y privado por escolarizar a los niños y
jóvenes ciegos sólo consiguió que una muy exigua proporción de los mismos
gozase de los beneficios de una educación especial reglada. Sin embargo,
como ya hemos señalado, toda vez que la población de ciegos escolarizada
recibía enseñanza musical, no es menos cierto que desde la estricta
perspectiva de la instrucción musical los ciegos escolarizados constituían un
colectivo privilegiado en relación con sus semejantes con vista, que en la
generalidad de los casos no recibían enseñanza musical alguna.12
8.1. ANEXOS DE TABLAS Y GRÁFICOS
TABLA 1: Estadística de personas ciegas
Año Hombres Mujeres
Total
Tasa
Fuente
1860
13.500
11.500
25.000
1.6O 0/oo
INE, Censo de Población de 1860,
Resumen, p. 771, estimación propia
dando a ciegos el 38% del total
deficiencias
1877
14.204
10.404
24.608
1,48 0/oo
INE, Censo de 1877, Tomo II, p. 732
1886
-
-
20.339
1.16 0/oo
Dr. Santos (citado por Dr. Mérida
Nicolich, Archivos de Oftalmología
Hispano-Americanos, Tomo 27 (1927)
p. 688
1898
-
-
20.000
1,O6 0/oo
Congreso
Internacional
para
el
Mejoramiento de la Suerte de los
Ciegos, París, 1900
1, 20 0/oo
Instituto Catalán para Ciegos (citado
por Dr. Mérida Nicolich, Archivos de
Oftalmología
Hispano-Americanos,
Tomo 27 (1927) p. 694
1,25 0/oo
Dr. Arjona (XIV Asamblea de la
Sociedad
Oftalmológica
HispanoAmericana,
Salamanca,
17-20
noviembre de 1926, en Archivos de
Oftalmología
Hispano-Americanos,
Tomo 26 (1926) p. 689)
1921
1926
-
-
-
-
25.800
28.750
1927
-
-
25.530
1.110/oo
Dr. Hirschberg (citado por Dr. Mérida
Nicolich, Archivos de Oftalmología
Hispano-Americanos, Tomo 27 (1927)
p. 688)
1928
-
-
25.600
1,10 0/oo
Censo de Ciegos del M° GobernaciónMartínez Anido
1933
-
-
16.773
0
0,69 /oo
Censo de Ciegos de 0 a 70 años del
Gobierno a petición del Patronato
Nacional de Protección de Ciegos
TABLA 2: Deficiencias en España según el censo de 1860
Hombres
Mujeres
Total
Razón
deficientes / población total
Sordomudos
6.346
4.559
10.905
1/1.436
Ciegos e
imposibilitados
30.020
25.141
55.161
1/244
743
598
1.341
1/365
Deficiencia
Ciegos e
imposibilitados en
la capital
Fuente: INE, Censo de 1860
TABLA 3: Deficiencias en España según el censo de 1877
Hombres
Mujeres
Total
Razón
deficientes / población total
Sordomudos
4.625
3.004
7.629
6,16
Ciegos
14.204
10.404
24.608
19,87
Lisiados
53.135
20.325
73.460
59,32
Dementes
4.949
3.325
8.274
6,68
Idiotas
5.745
3.348
9.903
7,34
Otros
472
302
774
0,63
Total
83.130
40.708
123.838
100
Deficiencia
Fuente: INE, Censo de 1877
TABLA 4: Causas declaradas de ceguera en el censo de 1877
Hombres
Mujeres
Total
%
De nacimiento
Por accidente
1.897
9.050
1.354
6.521
3.251
15.571
13,20
63,30
Otras causas
3.257
2.529
5.786
23,50
Total
14.204
10.404
24.608
100
Causa
TABLA 5: Instituciones
escolarizados (1836-1936)
educativas
para
Institución educativa
Año
Número
alumnos
Escuela provincial de Alicante
1878
1898
1900
1924
15
23
24
22
-
1929
24
1898
1836
1853
1864
1857
1888
1898
8
76
49
60
50
48
50
1917
39
-
1898
18
1910
Escuela provincial de Ciegos de
Alicante
Escuela Oficial Patronal Badajoz
Escuela Municipal de Ciegos de
Barcelona
Escuela Municipal de Ciegos,
Sordomudos y Anormales de
Barcelona
Colegio Oficial Provincial de
Ciegos de Burgos
Colegio de Ciegos Antonio
Romero de Cádiz
Colegio Nacional Patronal de
Deusto
Colegio Nacional de Sordomudos
y Ciegos de Madrid
Instituto Nacional de Ciegos de
Madrid
Colegio Nacional de Ciegos de
Madrid
Escuela Municipal de Sordomudos
y Ciegos de Madrid
Colegio Santa Catalina de los
Donados de Madrid
Escuela Oficial Provincial de
Ciegos de Salamanca
Colegio Oficial Provincial de
Ciegos de Sevilla
Escuela Oficial Provincial de
Ciegos de Tarragona
Colegio Regional Patronal de
Sordomudos y Ciegos de Valencia
Colegio Oficial Provincial de
Ciegos de Zaragoza
Internos
ciegos
Estemos
y
volumen
de
Hombres
Mujeres
-
-
-
-
-
15
9
-
-
53
-
26
-
37
45
13
8
-
21
18
-
-
13
5
5
-
-
1898
10
-
-
7
3
1863
1871
1872
1873
1875
1876
1883
1898
1900
1916
49
71
69
61
38
64
80
48
35
65
29
45
41
31
_
Todos
20
26
37
52
20
33
80
-
44
24
42
12
19
17
14
22
28
25
-
20
10
-
1923
100
-
-
-
1935
119
-
Todos
-
-
1898
14
Todos
11
3
1922
120
-
-
-
-
1852
1881
1898
1923
1936
12
24
38
20
40
Todos
Todos
Todos
-
-
-
-
-
1898
14
Todos
14
6
1898
65
51
14
-
-
1898
12
-
Todos
-
-
1886
1898
39
39
2
2
37
37
29
29
9
9
1898
22
-
-
21
1
Todos
_
_
Todos
Todos
Todos
-
TABLA 6: Número de instituciones educativas para ciegos
Año
Número de instituciones |
1830
1852
1
3
1875
11
1900
14
1902
16
1904
19
1906
14
1918
23
1919
30
1929
23
1931
23
TABLA 7: Población de ciegos escolarizada 1836-1935
Año
Población
escolarizada
computada en
número de
instituciones
Población Número ^
Población escolarizada Tasa máxima estimada
estimada
de escolarización
(%o)
Mínima
Máxima
1836
76
1
76
76
-
1853
73
3
73
73
2,92
1875
173
5
263
353
10,70
1898
394
13
394
16,00
1917
193
5
553
733
28,00
1929
154
3
514
694
27,10
1935
155
3
515
695
41,40
394
'
1
Vid. VINUESA ÁNGULO, J. El estudio de la población. Madrid: Instituto de Estudios de la
Administración Local, 19Í32, p. 201.
2
En el resumen de este censo publicado en La Luz, N° 22, año VI, mayo 1935, no se alude
a esta circunstancia y se dice, en cambio, que los datos relativos a Madrid y Málaga no llegaron
a tiempo para hacer la estadística por lo que calcularon, aproximadamente en 1.000 y 600
individuos respectivamente en cada ciudad. El resultado fue el citado arriba, casi 17.000 ciegos
en toda España.
3
Cit. por el Dr. MÉRIDA NICOLICH, M. "Aspecto médico-social de la ceguera: los ciegos en
España", en Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos, t. XXVII, (1927), p. 688.
4
CABELLO Y MADURGA, R Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid. Madrid:
[s.n.], 1857, (Imprenta del Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos), p. 181.
5
Vid. especialmente MENACHO, M. "Causas de la ceguera y su prevención", en Archivos
de Oftalmología Hispano-Americanos, t. X, (1910), p. 521 y ss.; ID., "Segunda contribución a
las causas de ¡la ceguera", en Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos, t. XV, (1915), p.
405-414; MÉRIDA NICOLICH, M., Op. cit, p. 689-690; RÍSQUEZ, J. "Causas principales de la
ceguera en Málaga", en Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos, t. XVI, (1916), p. 167174: Cfr. TROUSSEAU, R. "La ceguera en Francia", en Archivos de Oftalmología HispanoAmericanos, t. II, (1902), p 239-242; FRESE, H. "Causas de la ceguera en 849 jóvenes del
Instituto de Ciegos de Steglitz-Berlín", en Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos, t.
XXV, (1925), p. 690; DARRIEUX, J. "Las causas de la ceguera en los diez primeros años de
vida", en Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos, t. XXI, (1921), p. 320.
6
www.ine.es/inebase/cgi. Encuesta sobre discapacidades, deficiencias y estado de salud.
Los datos corresponden a 1999.
7
Vid. DOPICO, F. El declive de la mortalidad en España, 1860-1930. Huesca: Asociación
de Demografía Histórica, 1999.
8
Vid. NADAL, J. La población española. Barcelona: Ariel, 1986, p. 214.
9
ROMERO DE SOLÍS, R La población española en los siglos XVIII y XIX. Madrid: Siglo
XXI, 1973, p. 278 (el autor cita como excepción el posible efecto positivo de la extensión de la
vacuna antivariólica).
10 Sin embargo, la xeroftalmia, enfermedad ocular que puede derivar en ceguera y que se
presentaba eventualmente en los niños con una dieta esencialmente carbohidratada, puede
haberse visto disminuida por la mejora de la alimentación a la que aludimos, como observa el
Dr. BLOCH en "Ceguera y otras enfermedades de los niños originadas por la alimentación
deficiente" en Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos, t. 26, (1926), p. 581-582, aunque
no en la medida suficiente como para afectar sustancialmente al volumen de ciegos en España
en la época.
11 Nebreda nos proporciona cifras de escolarizados (333 individuos) en el Colegio Nacional
de Sordomudos y Ciegos desde 1842, pero referidas al periodo 1842-1873, sin desagregarlas
por años. Vid. NEBREDA, C. El Colegio nacional... Op. cit, p. 18.
12 Vid. Historia de la Educación en España y América... Buenaventura Delgado Criado,
coord. Op.cit.; Historia de la Educación en España: textos y documentos. Op. cit. ; CRUZ
OROZCO, J.l. "La legislación educativa de la II República..." Op. cit.; MOLERO PINTADO, A.
La Reforma educativa de la Segunda República española. Primer bienio. Madrid: Santillana,
1977.; PUELLES, M. Educación e ideología... Op.cit.; LORENZO VICENTE, JA: "Claves
históricas y educativas..." Op. cit.; MARTÍNEZ ALCUBILLA, M. Diccionario de la Administración
Española. 4a ed. 8 v. Madrid: [s.n.], 1886, v. 6, p. 793 y ss.; FERNÁNDEZ ASCARZA, V.
Diccionario de Legislación de Primera Enseñanza. 3a ed. Madrid: Magisterio Español, 1924, p.
710-733. Finalmente y como síntesis de todos los planes de estudio vigentes en la enseñanza
media desde 1836 hasta 1964 vid. UTANDE IGUALADA, M. Planes de estudio de enseñanza
media
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9. CONCLUSIONES
A modo de balance podemos establecer, a partir de nuestro estudio, las
siguientes conclusiones:
1) Al comenzar a abordar este trabajo, una de nuestras principales hipótesis
era la de demostrar que el colectivo de personas ciegas pudo aprender de
forma sistemática y ordenada la lectura y escritura musical a partir de la
implantación de los diferentes sistemas de escritura en relieve. Hemos podido
observar, a lo largo de estas páginas, cómo fue la evolución de los distintos
sistemas desde los primeros inventos de caracteres en relieve de Valentín
Haüy y otros filántropos, hasta las más variadas sofisticaciones realizadas en
lugares muy diversos tanto de Europa como de los Estados Unidos. Aunque el
estudio de dichos sistemas no ha sido nuestro principal objetivo, hemos
realizado una aproximación a su estructura y a sus más importantes
características para tener una visión más extensa de aquellos inventados única
y exclusivamente para el aprendizaje de la música.
Es de dominio público que el código signográfico inventado por Louis Braille
durante el primer tercio del siglo XIX fue el principal motor que cambió la vida y
la evolución del colectivo, pero también hemos querido dejar constancia de
que, sin restar méritos al sistema francés, hubo otros paralelos que igualmente
tuvieron su importancia y sirvieron de plataforma para que muchas personas
ciegas salieran de la ignorancia y mejorasen sus condiciones de vida en
general. Desde el momento en que ciertos individuos, preocupados por el
destino de las personas ciegas, inventan o modifican diferentes sistemas en
relieve, se puede hablar de una cierta variedad de métodos que, aunque
creados por distintas motivaciones y para usos diferentes, hemos creído
oportuno mencionar al menos para su conocimiento: Foucault, Ballu, Mahony,
Moon, Wait, Mascará, Abreu, Llorens, Nebreda, Sor, Gimeno, etc.
2) Otra de nuestras hipótesis era que los sistemas españoles algunos
inventados exclusivamente para servir al aprendizaje de la música ayudaron de
manera decisiva a muchas personas ciegas en nuestro país. Esta hipótesis se
ha confirmado. Desde el momento en que se conocen los sistemas en. relieve,
consiguen aprender a leer y escribir y salir del analfabetismo, obteniendo por
tanto una educación primaria o elemental impensable hasta entonces. La
implantación definitiva del sistema braille en España supuso que muchos niños
ciegos pudieran aspirar a una educación organizada y reglada en centros
específicos, con acceso a libros y obras en ese sistema de todas las materias,
tal y como vimos en el capítulo quinto.
3) Una vez que la institucionalización de la enseñanza para ciegos fue un
hecho, todos los que aprendieron el sistema braille, fueron adquiriendo,
paulatinamente, iguales herramientas que sus colegas con vista para poder
ejercer como maestros, tanto de enseñanza primaria como de enseñanza
musical, y colocarse en un mismo escalafón social. Poco a poco la ceguera
dejó de ser un impedimento para quienes la padecían y fueron adquiriendo
iguales derechos y obligaciones que otros que estudiaban lo mismo pero no
eran ciegos. Aunque fue y sigue siéndolo una carrera larga y difícil, el hecho
fundamental de que contaran con las herramientas necesarias para aprender
como los demás tuvo una consecuencia inmediata que no fue otra que su
importantísimo avance como grupo social. La mejor prueba de ello es que las
generaciones que desde finales del XIX y comienzos del XX utilizaron el
sistema braille para realizar sus estudios, consiguieron un mayor nivel
intelectual y profesional y empezaron a destacar en distintas profesiones.
Incluso puede afirmarse que empezaron a "copar" algunas como las de
telefonista o, más modernamente la de masajista, obteniendo para esta última
una cuidada preparación que, además, quedaba sancionada oficialmente con
un diploma1. Poco a poco siguieron avanzando hasta lograr el pleno acceso a
la universidad saliendo los primeros ciegos titulados durante la segunda
década del siglo XX.
Dentro del ámbito estrictamente musical, aquellos que aprendieron gracias al
sistema braille no sólo lograron tener la misma preparación que sus colegas
con vista, pues ya no era necesario tener que aprender todo de oído y después
memorizar, sino que podían acceder a abundantes métodos, repertorio
instrumental y realizar ellos mismos sus ejercicios sin necesidad de
intermediarios. Este gigantesco avance supuso para los que tenían aptitudes
musicales estar en igualdad de condiciones con los videntes no sólo para
aprender, sino también para hacer carrera y destacar profesionalmente en la
interpretación caso de López Debesa o en la composición Rodríguez Albert o
Joaquín Rodrigo entre otros.
Sin llegar a casos tan sobresalientes como los anteriores, podemos afirmar
también que los escolares ciegos instruidos en la Escuela Municipal de
Barcelona tuvieron la oportunidad de tocar públicamente en repetidas
ocasiones, celebrar pequeños conciertos y veladas musicales e incluso, en
ocasiones, percibir emolumentos por ello. Así estaba recogido en el
Reglamento de la Escuela de 1861, artículos 8, 9, 10, y 11. Documentos
posteriores describen cómo eran estas veladas o conciertos, cuál era su
finalidad y la recompensa recibida por los escolares ciegos más pobres.2
4) Que el sistema braille fuera |el que triunfara finalmente se debió sobre todo
a su perfección y al apoyo ofrecido en todo momento por las personas con
ceguera. Tuvo que luchar contra una amplia y cerrada oposición de personas
videntes a quienes les resultaba incómodo aprender el sistema de puntos en
relieve, no sólo en su país sino también en muchos otros de Europa, de ahí el
retraso en su difusión y consolidación, pero su aceptación definitiva y oficial en
todas las naciones vino tras el Primer Congreso Internacional de Sordomudos y
Ciegos (1879), reunión a la que ningún delegado español pudo asistir.
El papel desempeñado por el Real Instituto de Jóvenes Ciegos de París
también fue importante para la consolidación del código de seis puntos. Desde
que Valentín Haüy lo pusiera en marcha un 10 de diciembre de 1784, siendo el
primer centro instructivo para ciegos del mundo -poco después irían
apareciendo los de Liverpool (1791), Viena (1804) y Berlín (1806)3- los ciegos
franceses tuvieron un lugar de acogida y de aprendizaje. Desde sus aulas se
impartían clases de alfabetización y se enseñaban oficios. El joven Louis Braille
acudió a este centro cuando quedó ciego y gracias a su ingenio, al aprendizaje
de otros sistemas en relieve4 y a las lecciones allí recibidas, concibió su código
signográfico, revolucionando el mundo de la ceguera. A pesar de que Braille no
consiguiera ver su sistema implantado en Francia ni un reconocimiento del
mismo fuera del país, con los años y el tiempo como suele sucederle a tantos
genios su código se impuso en todo el mundo y hoy está plenamente
reconocido y vigente.
Finalmente fue la signografía braille la que se impuso, y conviene advertir que
desde el momento en el que se dio a conocer sufrió algunas modificaciones.
Mientras que el código para la literatura apenas ha variado, el código
musicográfico ha tenido múltiples reconversiones. Ciertamente Louis Braille
ideó las combinaciones para poder realizar las notas, sus valores y su fiel
representación mediante los seis puntos pero desde aquellos primeros tiempos,
ha habido cambios y también ampliaciones para dar mayor claridad y precisión
al complejo lenguaje musical tan plagado de signos y matices de expresión.
Las sucesivas reuniones de expertos de todo el mundo que han tenido lugar
para debatir en torno a esta cuestión musicográfica han servido para poner de
relieve no sólo la genialidad del sistema inventado por Braille sino también para
su constante revisión en aras de la mejor y más fiel transcripción de la música
en tinta5.
5) Aceptando esta última conclusión es más fácil comprender el porqué del
"fracaso" de los sistemas españoles. Si bien es cierto que ninguno de los
códigos genuinamente españoles tuvo defectos graves, y la mejor prueba de
ello es que los alumnos los conocieron y manejaron indistintamente, llegando
incluso muchos a preferir los españoles al Braille, la difusión y preparación de
materiales siguiendo estos sistemas no alcanzó nunca las expectativas de sus
inventores y de sus partidarios. En resumen, de nada valía inventar un método
alternativo al braille -mucho más rápido, fácil y versátil— e incluso llegar a
imponerlo en un centro educativo si, complementariamente, no se realizaba el
mismo esfuerzo económico en procurar materiales hechos en estos sistemas
nacionales y no se apoyaban, desde el Estado o los gobiernos municipales, la
producción de libros y la fabricación de pautas y regletas especiales para este
fin. Esta fue, casi con total seguridad, la causa que desplazó a los sistemas
españoles, y más concretamente al de Abreu, de haber sido el método, por
derecho propio, para la transcripción musical para ciegos en nuestro país.
6) Otro resultado de nuestra investigación ha sido poder comprobar la
trascendencia que tuvieron las exposiciones locales, regionales, nacionales e
internacionales en el avance educativo de los ciegos. Si otros acontecimientos,
sociales o políticos, no tuvieron mayor calado en la evolución del colectivo, las
exposiciones fueron siempre un acicate para conocer de primera mano cuanto
se hacía fuera y también para dar a conocer las novedades locales. El Colegio
Nacional de Madrid participó siempre de manera muy activa en todos aquellos
acontecimientos en los que pudiera darse a conocer. Baste recordar las
exposiciones de París (1867), Zaragoza (1868), Viena (1873), Madrid (1875),
Filadelfia (1876), París (1878), Río de Janeiro (1883), Amberes (1884),
Barcelona (1888), etc. En todas estas participó España de forma activa,
presentado materiales y obteniendo, en la mayor parte de las ocasiones,
premios o medallas por su contribución al avance de la enseñanza especial
para ciegos.6
7) Para conocer cuál fue el número de personas ciegas que recibió
enseñanza musical durante el período estudiado, era imprescindible acercarse,
al menos aproximadamente, al número total de ciegos existentes en España.
Como hemos ido señalando a lo largo del trabajo y especialmente en el
capítulo octavo, el número de personas ciegas no varió tanto desde las
primeras cifras fiables (censo de 1860) hasta los últimos censos de los años
30, aunque, como era de esperar, disminuyó en cierta medida gracias a la
sustancial mejora en la alimentación y a una mayor higiene, especialmente a
partir de los años 20 del siglo XX. Con sus repuntes característicos debidos a
crisis puntuales (ya fueran gripes, guerras, etc.) que hemos explicado con cifras
y gráficos, el colectivo de personas ciegas ha estado, durante el período
considerado, en torno a los 20.000 individuos y la cifra ha sido bastante
estable, aunque su peso sobre el total de la población española fue
decreciendo paulatinamente.
8) Conocida con más o menos precisión la población de personas ciegas,
estamos en condiciones de determinar el número de escolarizados y, de éstos,
cuántos estudiaron música. Una hipótesis central de nuestro estudio era que la
gran mayoría de los niños escolarizados estudió música. Esta hipótesis ha
quedado efectivamente confirmada. Tal y como hemos ido observando, el
número de escolares fue creciendo poco a poco gracias a la creación de
colegios por todo el territorio nacional y esto contribuyó sobremanera a la
instrucción y enseñanza de los mismos. Hemos comprobado a través de la
documentación consultada de los distintos centros educativos (memorias de los
directores, programas de estudios, reglamentos, exámenes celebrados, etc.)
que en la educación de los ciegos siempre hubo enseñanza musical y todos,
indefectiblemente, estudiaban solfeo, nociones generales de música y, al
menos, los principios de algún instrumento. En aquellos casos en los que los
alumnos destacaban o mostraban aptitudes especiales hacia este arte,
estudiaban más en profundidad durante un período de tiempo mayor por lo
general todos los años de estancia en el colegio y finalmente conseguían tener
una formación lo bastante buena como para ganarse la vida de manera
profesional con la música, que era el objetivo de quienes les preparaban.
Siempre se dijo que la mejor salida profesional para una persona ciega habría
de ser la música y como hemos constatado la educación dada a los niños se
orientó en tres vías: educación primaria o elemental, educación artística o
musical y formación industrial. Si hubo una en la que se puso mayor interés y
empeño fue precisamente en la formación musical7. Este hecho contrasta
vivamente con la situación de la instrucción musical en la educación de las
personas que ven, que sólo de manera excepcional recibieron enseñanza
musical en la escuela8.
9) Otra de las conclusiones a la que hemos llegado es que fueron auténticos
filántropos y como decía Manuel Bartolomé Cossío"apóstoles" de la educación
los que se dedicaron a instruir al colectivo de personas ciegas durante este
período. Los maestros y educadores mostraron una entrega absoluta hacia su
trabajo del que apenas recibían compensación económica, más bien al
contrario. Los datos acerca de remuneraciones percibidas por el profesorado
de ciegos revelan unos salarios muy bajos que en ocasiones les obligaban a
solicitar anticipos o a expresar a sus superiores su angustiosa situación9.
Resulta increíble la labor de cuantos se dedicaron a ello en esos años de
escasez, falta de medios, inestabilidad social y constantes vaivenes políticos.
En cuanto a la vida cotidiana de los niños en los colegios podemos decir que
fue bastante pobre e incluso miserable en ocasiones (a juzgar por las múltiples
descripciones que de los centros, de las aulas y del régimen de comidas hacían
los propios directores o maestros al escribir sobre las escuelas...) pero, aún con
todo, existió y fue una realidad a la que unos 700 alumnos -en el momento más
favorable- tuvo acceso.
10) La proliferación de asociaciones, círculos de amigos, sociedades y centros
instructivos y protectores de ciegos, ayudaron notablemente al enriquecimiento
cultural de los asociados. Sirvieron de plataforma para la instrucción de muchos
adultos y para una mayor fluidez en las relaciones con los que veían. Desde
muchas de estas asociaciones se impartieron clases diversas entre las que
estaba la música. Las personas ciegas adultas tuvieron la oportunidad de
estudiar música en estos centros y también de realizar pequeños conciertos o
veladas musicales. Las rondallas fueron bastante comunes dentro de las
asociaciones. Desde los patronatos se fomentaron, en ocasiones, las
actividades culturales que tenían lugar en estos centros. Hubo incluso un
momento en el que se estableció, mediante el articulado del Reglamento del
Patronato, una mayor atención hacia las actividades musicales. Llegaron
incluso a dedicarse partidas especiales de dinero para las clases de música, la
formación de orquestas y la compra de instrumentos10.
11) En el desarrollo de la educación musical para ciegos, nunca se produjeron
mejoras espectaculares. La modernización y la dotación de recursos para estas
enseñanzas nos ofrecen una evolución lenta y paulatina, aunque en ciertas
épocas experimentaron una discreta revitalización. Así, durante la Restauración
(1875-1923), la beneficencia en general vivió una etapa de relativa estabilidad,
lo que redundó en beneficio de los centros y escuelas existentes. Como ya
señalábamos en el capítulo cuarto, no fue casual que los colegios y centros
especiales de acogida a discapacitados crecieran en número y en calidad
aunque ésta fuera muy discutida en ocasiones. Se dieron los primeros pasos
para consolidar el sistema de previsión social -a destacar el nacimiento del
Instituto de Reformas Sociales (1903) y el Instituto Nacional de Previsión
(1908)- y a partir de comienzos del siglo XX surgen los primeros patronatos que
velaran por los asuntos de los distintos colectivos ("sordomudos y ciegos",
"sordomudos, ciegos y anormales de la mente", "de cultura de los deficientes"
etc.) Pero, el resultado de la gestión de todos estos patronatos (se sucedieron
ocho en apenas veinticinco años11) no produjo los resultados esperados y
empezaron a crearse sociedades y asociaciones de toda clase que, tras la II
República, cobraron un mayor protagonismo. También a comienzos de siglo XX
se declara establecimiento de beneficencia general al Instituto Oftálmico
Nacional que, aunque en un principio atendía sólo aquellos casos de
enfermedades de la vista que no fuesen incurables, supuso un avance muy
importante como parte del sistema de protección social público. Es obligatorio
destacar la creación de secciones para ciegos en las Escuelas Graduadas
Públicas de las Normales de Madrid, la posibilidad de los ciegos de acceder a
cátedras así como la creación de la Escuela Normal de Profesores de
Sordomudos y Ciegos en 1930.
Durante la II República (1931 -1936) hubo un interés por mejorar las
"cuestiones sociales" y también un intento de reforma de algunas de las
instituciones existentes de protección social públicas. Se modificaron las
estructuras educativas de los colegios nacionales de sordomudos y ciegos, y
por fin se logró lo que tantas veces había sido demandado: separación de las
enseñanzas y profesorado especializado. Este punto tendría que esperar al 19
de septiembre de 1933 para verse ratificado mediante Decreto. No obstante,
debido a la sucesión de distintos gobiernos y a cierto descontrol por parte de
las autoridades, la efectividad de los planes de los responsables republicanos
fue escasa. Como hemos señalado, la labor de los fundadores de la ONCE fue
la de reorganizar a todas estas asociaciones en una sola con el único objetivo
de crear una única agrupación grande y fuerte, dirigida por las propias
personas ciegas y para las personas ciegas, que unificara los intereses de
todos los invidentes españoles12
1
Vid. MONTORO, J. Op.cit., (IV) p.117. No debemos olvidar el crucial papel desempeñado
por el Dr. Eduardo Bartrina, probablemente conocedor y compañero de Francisco Mestres
Naverías, primer masajista ciego de Cataluña. El doctor Bartrina, que además era médico de la
Casa Real, se esforzó sobremanera por enseñar a los ciegos la profesión de masajista e
incluso montó una primera escuela (en la década de los años 30) a la que acudían las
personas ciegas gratuitamente. Por desgracia, no pudo ver fructificar su proyecto debido a su
prematura muerte, pero todos los masajistas posteriores deben un recuerdo al que abrió para
ellos la brecha en esta profesión. El reconocimiento oficial y la obtención de diplomas se
consiguió con la Orden Ministerial de 25 de junio de 1935 que aprobaba el Reglamento de la
Escuela de Masajes para ciegos dentro del Colegio Nacional de Ciegos.
2
Expediente General N° 25, Serie B, relativo a las veladas o conciertos de la Escuela de
Ciegos y de Sordomudos. Año de 1879. A.M.A. También encontramos en revistas musicales de
la época referencias a los conciertos dados en Madrid por los alumnos del Colegio Nacional.
Vid.: La Zarzuela, año II, N° 55 (16 febrero 1857), pp. 434-435.; ídem, año II, N° 74 (29 junio
1857), p. 590.
3
DAUDÉN, A. Op.cit., p. 54.
4
Recordamos que la Sonografía Barbieriue uno de los sistemas fundamentales en los que
se basó Braille para concebir su código. Dicho sistema, como ya explicamos en páginas
anteriores, estaba basado también en puntos en relieve.
5
ALLER PÉREZ, J. "La escritura musical para uso de los ciegos: pasado, presente y futuro"
en Integración , N° 2, (mayo 1989), pp. 2-6. Vid. VILLALBA, R.A. "La Notación Musical Braille"
en La Luz, año II, N° 9, (octubre 1931), pp. 10-11.
6
Vid. FERNÁNDEZ VILLABRILLE, M. La enseñanza de sordomudos y de ciegos... Op.cit.
Cfr. RODRÍGUEZ PLACER, R. Op.cit., p. 69. También la obra de NEBREDA LÓPEZ, C. El
colegio nacional... Op.cit. recoge abundante información sobre la participación del Colegio
Nacional en las exposiciones.
7
Vid. BALLESTEROS, J.M. y FERNÁNDEZ VILLABRILLE, F. Curso elemental de
instrucción de ciegos... Op.cit.; LLORENS, P. Nuevo sistema para la instrucción de los
ciegos...[S.I.: s.n.], 1857.; NEBREDA Y LÓPEZ, C. Memoria relativa a las enseñanzas
especiales... Op.cit.
8
Salvo la Ley de Instrucción Primaria de 2 de junio de 1868 cuyo artículo 14 indicaba que:
"se procurará que los niños y, niñas se ejerciten en el canto en todas las escuelas en que
hubiere medios para ello...", y algunas directrices en el mismo sentido que aparecen
esporádicamente en los planes de estudio del período considerado (especialmente el de 3 de
junio de 1873, de brevísima vigencia, y también los Reales Decretos de 4 julio de 1884 y de 26
de octubre de 1901, en los que se menciona de nuevo el canto como materia a impartir), la
enseñanza de la música no recibió mayor atención legislativa y su peso y efecto sobre la
educación de los niños apenas adquirió algún relieve. Vid.: FERNÁNDEZ ASCARZA, V:
Diccionario de Legislación de Primera Enseñanza. 3a ed. Madrid, Magisterio Español, 1924, pp.
401 -410 y 710-733.; MARTÍNEZ ALCUBILLA, M.: Diccionario de la Administración Española. 8
vol. 4o ed. Madrid, [s.n.], 1886-7, vol. VI, pp. 793 y ss.; NOVOA y SEONA, C: Legislación de
primera enseñanza de la península y ultramar... I.Parte. Madrid, [s.n.], 1897.; Colección
Legislativa de Instrucción Primaria. Madrid, [s.n.], 1856, pp. 3-11. Finalmente la obra de
UTANDE IGUALADA, M.: Planes de estudio de enseñanza media. Madrid, Dirección! General
de Enseñanza Media, D.L. 1964.
9 Expediente general de la Escuela de Ciegos y Sordomudos. Años 1877-1881. N° 25, Serie B.
"Solicitud del profesor Cayetano Puyes y Gaya" fechada en Barcelona el 21 de abril de 1880.
A.M.A. Véase Fig. 25 en el Capítulo de Apéndices, epígrafe 11.2.
10 El Reglamento del Patronato Nacional de Protección de Ciegos creado el 6 de abril de
1934 preveía, en su Artículo 2° la formación de "conjuntos musicales". Obviamente para llevar
adelante esta propuesta era necesario dotar a la institución y a todas aquellas que se acogieran
al Patronato de los recursos económicos necesarios. Vid. MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit.
(IV), pp. 201-211.
11 En realidad estos ocho patronatos no fueron completamente distintos ni nuevos sino que
se trató más bien de reorganizaciones de los anteriores o de la separación de discapacidades.
Véase el apartado legislativo en el capítulo 4 que trata esta cuestión y las normas recogidas en
los Apéndices.
12 Al hilo de este propósito, hemos incluido un ejemplar de cupón de una de las múltiples
sociedades de ciegos que hubo en España con anterioridad a la creación de la ONCE.
Reproducimos un cupón de "la Hispalense" en el apartado de Apéndices (Fig. 22) como un
excelente ejemplo de declaración de intenciones. Lo que aquí se recoge podría resumir el
sentir general de muchas asociaciones locales.
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10. ARCHIVOS, FUENTES DOCUMENTALES Y BIBLIOGRAFÍA
10.1. ARCHIVOS
Entendemos oportuno comenzar este capítulo señalando que una de las tareas
más costosas en nuestro trabajo ha sido la localización de fuentes para
historiar la enseñanza musical en las distintas provincias españolas. Aunque
teníamos conocimiento, gracias sobre todo a la monumental obra de Montero1,
de los colegios y centros que fueron abriéndose a partir de la Ley de
Instrucción Pública de 1857 dada por el ministro de Fomento Claudio Moyano,
su seguimiento y localización no ha sido siempre fácil. Lo que presentamos es
fruto de numerosas búsquedas, indagaciones e investigación por distintos
archivos municipales y provinciales fundamentalmente y somos conscientes de
que nuestro trabajo es una primera aunque amplia aproximación a la Historia
de la educación musical para ciegos en nuestro país y a la repercusión que
ésta ha podido tener en su formación e integración social. No obstante,
conviene advertir que nuestra investigación está planteada más desde el punto
de vista descriptivo que explicativo y todo ello siguiendo el discurso cronológico
de los acontecimientos.
Aunque nuestras primeras indagaciones se centraron en los grandes archivos
del país, Archivo Histórico Nacional, Archivo General de la Administración del
Estado y Archivo General de Educación, podemos afirmar que resultaron
mucho más fructíferas las consultas realizadas en los archivos provinciales y
municipales que, aún siendo mucho menores, aportaron en ocasiones
documentos muy valiosos para la reconstrucción de la Historia de la educación
musical en las distintas provincias del país. Creemos que probablemente esto
responda al traslado de competencias desde que funciona en España el Estado
de las Autonomías y mucha de la documentación que en el pasado habría
estado centralizada bajo un único organismo (Fomento, después Instrucción
Pública) actualmente se encuentra dispersa por los distintos archivos
municipales y provinciales, y en cada uno de éstos siguiendo un orden
determinado aunque, por lo general, siempre hemos consultado las secciones
de Educación-Instrucción Pública, Beneficencia, Gobernación, etc.
10.2. FUENTES DOCUMENTALES
Han sido de gran ayuda los fondos bibliográficos consultados en las bibliotecas
públicas y muy en especial los de la Biblioteca Nacional. Abundan las
Memorias, Discursos, Conferencias, y escritos de toda clase que nos han
dejado los principales directores y maestros responsables de la educación de
los ciegos, tales como Ballesteros, Fernández Villabrille (Francisco y Miguel),
Nebreda, Cabello y Madurga, López Navalón, Nuviala y Falcón, Rispa, Valls y
Ronquillo, Granell y Forcadell, Molina Martín, Rodríguez Placer, etc.
Considerando sus páginas y su visión como fuentes de primera mano, hemos
podido aproximarnos a la situación de los niños ciegos, cómo vivían y cómo era
su estancia mientras permanecían en los colegios. A ciertos escolares les
hemos seguido con interés pues han destacado de manera sobresaliente en el
panorama musical; en concreto la generación del último tercio del siglo XIX y
comienzos del XX representada por músicos como Zacarías López Debesa,
Ricardo Giner Brotóns, Rafael Rodríguez Albert o Joaquín Rodrigo. Una vez
más queremos hacer notar que el trabajo ha estado muy enfocado desde el
punto de vista biográfico pero, como decíamos en la introducción, esta
investigación se centra en personajes puesto que ellos han sido los promotores
de este movimiento educativo hacia el colectivo invidente.
Las publicaciones periódicas, especialmente las revistas especializadas y los
diarios, han sido otras de las principales fuentes que nos han sorprendido por
su abundancia informativa. Hemos utilizado tres tipos de publicaciones de
contenido y formas muy distintas: revistas tiflófilas, revistas médicas y revistas
musicales. Los tres tipos de publicaciones, escritas y pensadas para públicos
bien distintos, nos han aportado mucha información valiosa que después
hemos podido contrastar. Si bien las primeras publicaciones están destinadas a
los lectores ciegos y en ellas hablan de cuanto acontece al colectivo, también
se desprende de su lectura interesante información sobre el estado del grupo y
sus demandas. Las revistas médicas son órganos de difusión entre el colectivo
especialista; no obstante, ofrecen al lector profano datos acerca de las causas
de la ceguera, del modo de evitarla, censos de ciegos, enfermedades
asociadas, etc. así como otras informaciones o noticias relacionadas con
reuniones o congresos donde habrían de encontrarse los médicos oftalmólogos
para tratar estas cuestiones. Por último, las revistas musicales. Son muy
numerosos los periódicos musicales existentes durante todo el XIX y, de
algunos, hemos podido extraer noticias relacionadas con el colectivo, con las
veladas musicales celebradas por ellos o bien alguna otra información
relacionada con la enseñanza. En concreto son las Gacetas de Barcelona las
que más información nos han aportado sobre esta cuestión aunque no
descartamos que otras publicaciones periódicas del resto del país pudieran
contener algún dato o noticia semejante. Sin duda este tipo de búsquedas daría
lugar a un nuevo trabajo de investigación, en este caso hemerográfica.
Hemos hecho el vaciado completo de la revista tiflológica Los Ciegos, de
Antonio Las Heras, desde 1916 hasta 1938, y hemos obtenido muchas noticias
referentes a los colectivos ciegos, a la acción de las autoridades respecto a las
asociaciones, a la música callejera y la de salón, a los colegios repartidos por
distintas provincias e incluso hemos leído con interés informaciones sobre otros
métodos o sistemas empleados en el extranjero. El boletín del órgano oficial de
la Federación Nacional de Ciegos Españoles, La Luz, también nos ha sido de
gran utilidad así como los Boletines del Centro Instructivo y Protector de Ciegos
y del Colegio Nacional. Como publicaciones más recientes, las revistas Sirio,
Perfiles e Integración, han sido las más consultadas. Las revistas médicas
Archivos de Oftalmología Hispano Americanos y El Siglo Médico han servido
también de gran ayuda a este trabajo por la cantidad de información facilitada.
Por último las revistas musicales que más datos nos han aportado han sido La
Gaceta Musical Barcelonesa, para la década de los años 60 del siglo XIX, La
Zarzuela, Crónica de la Música y La Música Ilustrada Hispano-Americana para
el siglo XIX y comienzos del XX y más modernamente Ritmo, Revista de
Musicología y Boletines de la S.G.A.E.
Respecto a las instituciones dé la ONCE, solamente en el Centro Bibliográfico y
Cultural2, encontramos material e información que ayudó a progresar en
nuestra investigación, especialmente gracias al interés y profesionalidad del
responsable documentalista. Nos facilitó materiales relacionados con la Historia
del Colegio Nacional y nos puso sobre la pista de las Memorias de sus
directores. También nos proporcionó actas de congresos, conferencias y otros
documentos explicativos de la musicografía braille3.
En el apartado de las entrevistas personales hemos tenido ocasión de hablar
con personajes muy diversos: técnicos especialistas en musicografía, técnicos
especialistas en fondo bibliográfico y cultural y profesores y educadores. En
primer lugar, establecimos contacto con el principal responsable técnico del
CBC para la realización y supervisión de transcripciones musicales, D. Juan
Aller Pérez. Con él tuvimos ocasión de resolver diversas cuestiones
musicográficas además de conocer, de primera mano, a alguien que tuvo la
oportunidad de estudiar con el Sistema de Abreu. Nos ha aportado una visión
muy real del sistema y de su auténtica aplicación en la formación de toda una
generación de músicos españoles. Aquellos que como él lo estudiaron, no
dejan de afirmar que era fácil y más rápido de aprender y manejar que el
sistema braille pero que, por cuestiones de conveniencia y de uniformidad,
finalmente se enseñó sólo el sistema francés. Otras entrevistas fueron
mantenidas con responsables de distintas secciones culturales de la ONCE o
de entidades y empresas vinculadas a la organización. Así, entrevistamos a D.
Fernando Martínez Garrido, Consejero Delegado de FUNDOSA Consulting una de las empresas asociadas al grupo ONCE- quien no sólo nos ha facilitado
muchos datos y pistas que seguir en nuestra investigación de la enseñanza
musical sino que nos ha proporcionado buena parte de los materiales más
difíciles de localizar. Dentro del ámbito escolar tuvimos la ocasión de conocer y
entrevistar a D. Fermín Tamayo, actual profesor y responsable bibliotecario del
Centro de Recursos Educativos "Antonio Vicente Mosquete" de la ONCE con
quien contrastamos muchas informaciones sobre los escolares, el profesorado
de música, la generación de la guerra civil y la situación actual del colegio y de
los escolares ciegos. También él nos confirmó la vigencia del Método Abreu
hasta la década de los años 60 del siglo XX, pues él mismo la estudió y manejó
hasta entonces.
Una última y no menos interesante entrevista era la que íbamos a haber
mantenido con uno de los "jerarcas" de la organización, D. Javier Gutiérrez de
Tovar pero, fatalidades del destino, falleció a los pocos días de ponernos en
contacto con su familia para establecer una cita.
1
MONTORO, J. Los ciegos... Op.cit.
2
Hoy llamado Servicio Bibliográfico de la ONCE Coordina todas las cuestiones relacionadas
con la información y el préstamo a usuarios afiliados y en su sede alberga la Biblioteca central
de la institución.
3
Para todas estas cuestiones relacionadas con la transcripción musicográfica son
especialmente útiles las obras siguientes: ALLER, J. Manual simplificado de Musicografía
Braille. Madrid, ONCE, 2001.; CORRAL MERAS, J. y REFUSTA TORRES, B. Manual de
transcripción Braille. Madrid, ONCE, 1988. Por último las actas del último congreso
internacional de Musicografía: Congreso de Música en Braille (1992. Saanen). Actas,
(traducción de Amalia Correa). Saanen: Braille Music Conference, 1992.
10.3. BIBLIOGRAFÍA
10.3.1. Obras sobre educación y enseñanza musical para ciegos
ABREU, G. Sistema de escribir la música en puntos de relieve, con real
privilegio de invención, dedicado a los ciegos, por D. Gabriel Abreu. Madrid:
[s.n.], 1856.
ALLER PÉREZ, J. La escritura musical para uso de los ciegos: pasado,
presente y futuro. En Integración, N° 2, (mayo 1989), p. 2-6.
- Manual simplificado de musicografía Braille. Madrid: ONCE, 2001.
ALVAREZ DE MIRANDA, A. Génesis de la Universidad
contemporánea. Madrid: Instituto de Estudios Administrativos, 1972.
española
ARNAU AMO, J. La obra de Joaquín Rodrigo. Valencia: Generalitat Valenciana,
1992.
AYUNTAMIENTO DE BARCELONA. Escola de Cees. Barcelona: Comissió de
Cultura, Ayuntament, 1920.
BALLESTEROS, J.M. Manual de sordomudos y que puede servir para los que
oyen y hablan. Madriid: [s.n.], 1836.
- Memoria dirigida al Excmo. Sr. Ministro de Fomento por D. Juan Manuel
Ballesteros, relativa al viaje que de Real Orden acaba de verificar por Europa.
Madrid: [s.n.], 1856, (Imprenta del Colegio de Sordomudos y de Ciegos).
- Revista de la enseñanza de los sordomudos y de los ciegos. Madrid: [s.n.],
1851.
BALLESTEROS, J. M. y FERNÁNDEZ VILLABRILLE, F. Curso elemental de
instrucción de sordomudos. Madrid: [s.n.], 1845.
- Curso elemental de instrucción de ciegos/ parte primera, Historia, teoría y
programa de enseñanza por Juan Manuel Ballesteros; parte segunda, Práctica
de la enseñanza por Francisco Fernández Villabrille. Madrid: [s.n.], 1847.
BARRAL MARTÍNEZ, M. Do Colexio de Xordomudos e Cegos en Santiago de
Compostela. En Entre Nos: estudios de arte, xeografía e historia en homenaxe
ó profesor Xosé Manuel Pose Antelo, (2001), p. 613-625.
BATANAZ PALOMARES, J.L. La educación española en la crisis de fin de
siglo: los Congresos Pedagógicos del siglo XIX. Córdoba: Diputación
Provincial, 1982.
BIRCH, B. Louis Braille: el inventor del alfabeto de puntos en relieve que ha
abierto las puertas de la cultura a millones de ciegos. Madrid: S.M., 1991.
BLASCO Y URGEL, M. Discurso leído por D. Manuel Blasco y Urgel, maestro
normal y profesor auxiliar de la enseñanza especial de ciegos del Colegio
Nacional de Sordomudos y de Ciegos en la solemne distribución de premios,
celebrada el día 27 de junio de 1880. Madrid: [s.n.], 1880.
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COLEGIO DE SORDOMUDOS Y CIEGOS DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL
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COLEGIO NACIONAL DE SORDOMUDOS Y CIEGOS DE MADRID. El Colegio
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Ciegos).
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alumnos sordomudos y ciegos. Madrid: [s.n.], 1873, (Imprenta del Colegio
Nacional).
- Programa de los exámenes que se han de celebrar en el Colegio Nacional de
Sordomudos y de Ciegos, el día 27 de diciembre de 1842. Madrid: [s.n.], 1842.
-Programa de los exámenes que se han de celebrar en el Colegio de
Sordomudos y Escuela de Ciegos, el día 28 de diciembre de 1846. Madrid:
[s.n.], 1846.
- Programa de la enseñanza de sordo-mudos y de ciegos en el Colegio de
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y Reglamento para el régimen del Colegio Regional de Sordo-Mudos y de
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- Bases y reglamento para el establecimiento y régimen del Colegio de SordoMudos y de Ciegos del distrito universitario de Santiago. [Santiago]: [s.n.],
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COLEGIO PROVINCIAL DE SORDOMUDOS Y CIEGOS DE SEVILLA.
Reglamento del Colegio Provincial de Sordomudos y Ciegos de Sevilla. Sevilla:
[s.n.], 1935, (Imprenta de la Excma. Diputación Provincial).
- Reglamento Provisional del Colegio Provincial de Sordo-Mudos y de Ciegos
de Sevilla. Sevilla: [s.n.], 1873, (Imprenta y Librería Española y Extrangera de
D. Rafael Tarascó).
CONGRESO DE MÚSICA EN BRAILLE (1992. Saanen). Actas. Traducción por
Amalia Correa. Saanen: Braille Music Conference, 1992.
CORRAL MERAS, J. y REFUSTA TORRES, B. Manual de transcripción Braille.
Madrid: ONCE, 1988.
COSSÍO, M. B. La enseñanza primaria en España. Madrid: R. Rojas, 1915.
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11. APÉNDICES
11.1. MATERIAL TIFLOLOGICO
En las páginas que siguen a continuación hemos querido mostrar algunos de
los documentos gráficos más interesantes e ilustrativos para esta investigación.
Como hemos explicado y descrito a lo largo de todo el trabajo presentamos
distintos sistemas de escritura -tanto musical como literaria- para que el lector
pueda comprender mejor las diferencias y semejanzas entre ellos. También
hemos querido presentar los diversos aparatos que se utilizaron para este fin:
pautas, regletas, punzones y máquinas de escribir. Las fotografías que se
muestran en este capítulo han sido tomadas en el Museo Tiflologico de Madrid
y hemos seleccionado, en primer lugar, diversas pautas y punzones para la
realización de la escritura, siendo la primera de todas la pauta y regleta
AbreuBraille (Fig.1) para la escritura manual así como la máquina de escribir
Abreu-Braille que consta de ocho teclas -cada una correspondiente a un puntomás la barra espaciadora al centro (Fig.2). La pauta siguiente es la ideada por
el profesor Llorens (Fig.3), y le siguen las regletas y punzones¡de Braille (Fig.
4), Ballu, (Fig. 5), Sor (Fig. 6) y las pautas y regletas de Francisco Just (Fig. 7).
Las siguientes figuras que incluimos son la propia pauta braille para hacer
clichés (Fig.8), el cliché o negativo (Fig.9) y una máquina algo más moderna
(de mediados del siglo XX y de fabricación inglesa) para realizar clichés en la
que pueden observarse las seis teclas para hacer los puntos braille más la
séptima para la barra espaciadora. La máquina de marca "Matrix" fue utilizada
en las imprentas Braille inglesas y norteamericanas. (Fig. 10).
Como la finalidad de muchos de los sistemas de escritura que estamos
mostrando en diferentes códigos era plasmar la música, nos ha parecido
oportuno incluir partiturasjen relieve aún a riesgo de que algunas no puedan
verse con claridad. Hemos seleccionado páginas musicales escritas en
Sistema Abreu> -"Dúo del Puñao de Rosas" del Maestro Chapí (Fig. 11);
"Estudios de violín" de Paganini (Fig. 12); páginas musicales en Sistema
Llorens -en los que se aprecian muy bien las letras en relieve y la signografía
musical característica- (Fig. 13,14) y la portada de un libro del reformador e
inventor de otro sistema alternativo de puntos en relieve, el mallorquín Antonio
Umbert Vila (Fig. 15), en la que puede leerse escrito en tinta sobre los puntos:
"Memoria acerca de la reforma de que es susceptible la escritura de ciegos
llamada de Mr. L. Braille por D. Antonio Umbert Vila, maestro normal".
También recogido de la bibliografía consultada reproducimos el cuadro
realizado por el Dr. Magnus sobre las causas de la ceguera, (Fig. 16) incluido
en la obra del profesor Ángel Fernández-Caro y Nouvilas: "Causas de la
ceguera y modo de evitarlas" publicado en Madrid por la Sociedad Española de
Higiene en 1891. Nos parece un documento excepcional tanto por su contenido
como por su esmerada y cuidada realización además de ser muy explicativo de
la situación de la ceguera a finales del siglo XIX.
Otro pequeño apartado es el dedicado a las máquinas de escritura. Las tres
que reproducimos son máquinas de carro móvil para la escritura en Braille. La
Blista (Fig. 17) y la Picht (Fig. 18) son originales de Alemania, fabricadas en
hierro y comercializadas a partir de 1901. La máquina norteamericana de la
American Foundation (Fig. 19) también es de hierro aunque incorpora tecla de
retroceso, tecla liberadora de carro y timbre. Los primeros modelos fueron
realizados entre 1933 y 1947 por la Smith Typewriter Company para la
American Foundation for the blind. Es la más parecida a la actual, aunque cada
vez más en desuso, máquina Perkins.
El material que probablemente más relacionamos con el colectivo de personas
ciegas y que hoy es representativo de su organización es el cupón. Hemos
incluido algunos anteriores a la creación de la ONCE. Como ya señalamos en
páginas anteriores, las diversas asociaciones de ciegos de distintas provincias
fueron sacando sus correspondientes cupones para obtener beneficios a través
de rifas y sorteos. Queremos mostrar algunos de estos primeros cupones tanto
por su valor histórico como por su interés iconográfico. Presentamos una serie
publicada por la Sociedad local de ciegos de Huelva de 1935 de reconocidos
toreros del momento (Fig. 20) entre los que vemos a Pepe Bienvenida,
Domingo Ortega, Marcial Lalanda y Vicente Barrera, entre otros... de 1936 es la
serie de famosas actrices y cantantes de la época (Fig. 21) entre las que
destacan: Raquel Meyer, Imperio Argentina, Estrellita Castro o La Argentinita.
De Sevilla es la colección de cupones sobre temas generales de España
publicados por "La Hispalense". Mostramos el anverso y reverso del álbum de
cupones en el que pueden leerse los fines generales de la asociación, sus
objetivos y propósitos. (Fig. 22).
Figura 1. Pauta Regleta Abreu-Braille
Figura 2. Máquina de escribir Abreu-Braille
Figura 3. Pauta Uorens 378
Figura 4. Pauta Braille
Figura 5. Regleta y punzón Ballu
Figura 6. Regleta y punzón Sor 380
Figura 7. Pauta y Regletas de Francisco Just
PAUTA BRAILLE PARA HACER CLICHÉS
Figura 8. Pauta Braille para hacer clichés 382
Figura 9. Cliché Braille
Figura 10. Máquina "Matríx" de hacer clichés 384
Figura 11. "Dúo del Puñao de Rosas" (R. Chapí) Transcripción en Sistema
Abreu
Figura 12. Estudios de violín en Sistema Abreu (Paganini) (fotografía cedida
por Juan Aller)
Figuras 13 y 14. Páginas musicales en Sistema Uorens
Figura 15. Memoria de Antonio Umbert Vila 388
Figura 16. Cuadro del Dr. Magnus
Figura 17. Máquina de escribir "Blista"
Figura 18. Máquina de escribir "Picht"
Figura 19. Maquina de escribir de la American Foundation
Figura 20. Cupones de famosos toreros de la Sociedad Local de ciegos de
Huelva (1935)
Figura. 21. Cupones de famosas actrices y cantantes de la época (1936)
Figura 22. Anverso y reverso del álbum de cupones de la sociedad de ciegos
"La Hispalense"
11.2. DOCUMENTOS ACADÉMICOS Y ADMINISTRATIVOS
El apartado de la documentación administrativa lo conforman papeles y
documentos de distinta naturaleza. Por un lado nos ha parecido interesante
incluir documentos oficiales de los centros docentes como, por ejemplo, el
Programa de los Exámenes públicos que se celebraron en la Escuela Municipal
de Ciegos de Barcelona en el año de 18521 (Fig. 23) en el que podemos leer
las obras que iban a ser interpretadas así como las manualidades hechas por
parte de las alumnas. Otro documento relacionado con los centros docentes
que llamó poderosamente nuestra atención es el "compromiso de dedicación"
del alumno Miguel Liado de 1855 con la Escuela Municipal de Barcelona2 (Fig.
24). A propósito de la carestía de vida del profesorado y de su precaria vida
como maestros de música adjuntamos el "Expediente relativo al aumento de
sueldo" solicitado por los profesores Buenaventura Mestres y Juan Costa,
auxiliares de la clase de Música de la Escuela Municipal de Ciegos de
Barcelona de 18773 (Fig. 25).
También dentro del ámbito docente pero ya relacionado con la metodología y
los nuevos sistemas inventados incluimos el expediente relativo a un "Nuevo
método de enseñanzas para ciegos" presentado por el profesor Pedro Llorens
en 18554 (Fig. 26). Así mismo la instancia remitida desde el ministerio de
Fomento al Conservatorio dando cuenta de la solicitud de Gabriel Abreu para
poder poner en práctica su "Sistema de escritura en puntos para enseñanza a
los ciegos"5 (Fig. 27).
Era común encontrar correspondencia que hiciera alusión a estos nuevos
métodos y así hemos creído oportuno incluir también algunas cartas sobre el
método de Gabriel Abreu y la evaluación a que fue sometido su método por los
profesores del Conservatorio6 (Fig. 28). Pedro LLorens dejó abundante material
manuscrito en el que no sólo describía su propio sistema sino también los de
otros colegas y competidores. Ofrecemos una nota manuscrita por Pedro
Llorens explicando las analogías y diferencias entre los sistemas Abreu y
Braille7 (Fig. 29). Como Llorens fue un personaje inquieto y quiso dar a conocer
su método fuera de Barcelona, hemos hallado la Carta dirigida por Juan
Manuel Ballesteros (entonces director del Colegio Nacional de Madrid) al
Presidente de la Escuela Municipal de Sordomudos y Ciegos de Barcelona de
noviembre de 1862 por la que agradece el envío de la obra de Llorens y dice
enviarles a cambio otros ejemplares en relieve8 (Fig. 30).
Considerando las tablas y gráficos que hemos realizado para esta investigación
sobre la población ciega escolarizada en España, nos ha parecido de gran
interés la Estadística de Primera Enseñanza realizada en el Colegio de
Sordomudos y Ciegos de Barcelona entre los años 1871-18809 firmada en
enero de 1881 por el entonces director del Colegio, Francisco de Asís Valls y
Ronquillo (Fig. 31).
Por último, no queremos finalizar este apartado de Apéndices sin mostrar las
portadas de dos de las revistas más significativas para este trabajo: Los Ciegos
de Antonio Las Heras Hervás (Fig. 32) y El Siglo Médico, el periódico oficial de
la Real Academia de Medicina de Madrid y de la Sociedad de Socorros Mutuos
(Fig. 33).
Figura 23. Programa de los exámenes públicos a celebrar en la Escuela
Municipal de Ciegos de Barcelona (1852)
Figura. 24. Compromiso de dedicación de Miguel Liado (1855)
Figura. 25. Expediente relativo al aumento de sueldo de los profesores
Buenaventura Mestres y Juan Costa, auxiliares de la clase de música de la
Escuela Municipal de Ciegos de Barcelona (1877)
Figura. 25. (reverso)
Figura 26. Solicitud de la sección 2a para la adopción del método de lectura y
escritura para ciegos inventado por Pedro Uorens (1855)
Figura 27. Solicitud de Gabriel Abreu para poner en práctica su "Sistema de
escritura en puntos para enseñanza a los ciegos"
Figura 27. (reverso) 402
Figura 28. Documentos del Conservatorio Nacional de Música de Madrid que
se refieren al Método de Gabriel Abreu y la evaluación de los profesores (1)
Figura 28. Documentos del Conservatorio Nacional de Música de Madrid que
se refieren al Método de Gabriel Abreu y la evaluación de los profesores (2)
Figura 28. Documentos del Conservatorio Nacional de Música de Madrid que
se refieren al Método de Gabriel Abreu y la evaluación de los profesores (3)
Figura 28. Documentos del Conservatorio Nacional de Música de Madrid que
se refieren al Método de Gabriel Abreu y la evaluación de los profesores (4)
Figura 29. Nota manuscrita de Pedro Llorens explicando los distintos sistemas
de escritura en relieve
Figura 29. (2a página)
Figura 29. (3a página)
Figura 30. Cuadro de Pedro Llorens extraído de su obra "Nuevo sistema para la
instrucción de los ciegos..." (Barcelona, 1857)
Figura 31. Carta de Juan Manuel Ballesteros, director del Colegio Nacional de
Ciegos de Madrid al-Presidente de la Escuela Municipal de Sordomudos y
Ciegos de Barcelona (1862) (Anverso)
Figura 31. Carta de Juan Manuel Ballesteros, director del Colegio Nacional de
Ciegos de Madrid al Presidente de la Escuela Municipal de Sordomudos y
Ciegos de Barcelona (1862) (Reverso)
Figura 32. Estadística de Primera Enseñanza realizada para el establecimiento
de sordomudos y ciegos de Barcelona (1871-1880)
Figura 32. Estadística de Primera Enseñanza realizada para el establecimiento
de sordomudos y ciegos de Barcelona (1871-1880) (p.2)
Figura 32. Estadística de Primera Enseñanza realizada para el establecimiento
de sordomudos y ciegos de Barcelona (1871-1880) (p.3)
Figura 32. Estadística de Primera Enseñanza realizada para el establecimiento
de sordomudos y ciegos de Barcelona (1871-1880) (p.4)
Figura 33. Portada de la Revista "Los Ciegos"
Figura 34. Portada de la Revista "El Siglo Médico"
11.3. LEYES, REGLAMENTOS Y PRINCIPALES DISPOSICIONES
11.3.1. Relativas a beneficencia
Ley de Beneficencia de 23 de enero de 1822 (o sea de decreto de las Cortes
de 21 de diciembre de 1821), que en su artículo 21 establece que: "Las juntas
parroquiales cuidarán de la colecta de limosna, de las suscripciones
voluntarias, de la hospitalidad y socorros domiciliarios, de la primera enseñanza
y vacunación de los niños pobres, de recoger los expósitos y desamparados y
de conducir a los establecimientos de beneficencia respectivos a los que no
puedan ser socorridos en sus propias casas", que afectaba a muchos ciegos en
la medida que podían ser prestatarios de los servicios de beneficencia por su
condición de pobres o desamparados. Además, el artículo 96 de la Ley señala
que mientras se establece el sistema de beneficencia, y previo acuerdo de la
Junta municipal creada al efecto, los pobres podrán seguir pidiendo limosna,
disposición a la que pudieron acogerse numerosos ciegos que, no pudiendo
servirse del sistema (por su no implantación efectiva), siguieron pidiendo en las
calles para sustentarse. El Titulo Vil de la Ley, relativo a la hospitalidad pública,
recoge una serie de artículos que establecen el derecho de los enfermos
pobres, y entre éstos los ciegos que tuviesen tal condición (aunque el texto
legal no lo menciona explícitamente), que no pudiesen ser asistidos y curados
en sus propios domicilios a ingresar en estos establecimientos. Finalmente, en
el artículo 134 (Título VIII) se señala que: "Todos los establecimientos
destinados al objeto de la beneficencia no mencionados en esta ley deberán
suprimirse, adjudicándose sus fondos a los que queden existentes en la misma
provincia, según su respectiva analogía; pero no se comprenderán en esta
providencia los colegios de instrucción para ciegos y sordomudos, y
cualesquiera otras casas cuyo objeto sea la educación de ambos sexos, los
cuales establecimientos no están comprendidos en esta ley", lo que implicaba
que quedaban fuera de la beneficencia así establecida.
La Ley de 23 de enero de 1822, derogadacon la restauración del absolutismo
fernandino en 1823, fue restablecida en todos sus términos por el Real Decreto
de 8 de septiembre de 1836.
La Real Orden de 15 de Agosto de 1838, por la que se establece la Cruz de
Epidemias, ordenando que aquellos que enfermasen como consecuencia de
sus trabajos a favor "de la Monarquía", en general, y en el servicio de
colectivos aquejados de enfermedades contagiosas o por su celo en el cuidado
y mantenimiento de lazaretos, serían recompensados con esta distinción,
recompensa que pudo obrar como estímulo para algunos que cuidasen de
personas ciegas desamparadas e, incluso, para aquellos que quedasen ciegos
como consecuencia de su labor cuidadora de enfermos contagiosos.
Ley de Beneficencia de 20 de junio de 1849, que estableció los principios
generales del sistema de protección social español decimonónico en todo lo
que no fue modificado o derogado por disposiciones legales posteriores.
Supuso el inicio legal de la estatalización de la asistencia y contenía los
principios básicos legales sobre la materia oficialmente reconocidos en España.
Señalaba en su artículo 18 que "Los establecimientos de beneficencia, públicos
o particulares, no admitirán a pobres o mendigos válidos", de lo cual se
desprende que sí acogerían a los ciegos, por su condición de inválidos, que lo
necesitasen.
Reglamento General de 14 de mayo de 1852, para la ejecución de la Ley de
Beneficencia de 20 de junio de 1849. En su artículo 2 señala que pertenecen a
la beneficencia general "tos establecimientos de locos, sordomudos, ciegos,
impedidos y decrépitos", constituyendo la primera referencia legal importante
explícita de los ciegos como destinatarios del sistema público de protección
social. Además añadía: "Los ciegos desvalidos tienen derecho a ser educados
en establecimientos adecuados, que tienen, precisamente, el carácter de
establecimientos generales de Beneficencia a cargo del estado". En el artículo
5 se determina que los establecimientos generales de beneficencia para ciegos
serán dos en todo el Reino. En el artículo 15 se estipula que "Los
establecimientos generales de ciegos y sordomudos podrán recibir y educar a
pacientes no pobres con la separación conveniente y por el estipendio que
autoricen sus reglamentos especiales", excepción a la regla de que la
beneficencia se dirige a los pobres y que asume implícitamente que los ciegos,
aun disponiendo de recursos, pueden ser beneficiarios del sistema de
protección social siempre que corran con los gastos del servicio recibido. Y en
el artículo 92 se dispone que en los establecimientos de beneficencia
provinciales tienen como objeto, entre otros, "cuidar de los locos, sordomudos,
ciegos, decrépitos e impedidos hasta su entrega en los establecimientos de la
capital o en el general a que correspondan".
El Real Decreto de 6 de julio de 1853, de clasificación de los establecimientos
de beneficencia, establece en su artículo 5 que "Clasificado un establecimiento
para su objeto y en la categoría que sea más conforme al espíritu de la ley,
serán admitidos o continuarán admitiéndose en él los pobres que, aunque
rigurosamente no le pertenezcan por la clase de su enfermedad o sus
circunstancias, careciesen de otro establecimiento destinado especialmente
para ellos", de tal modo que se daba la posibilidad legal de seguir acogiéndose
a los establecimientos generales para aquellos ciegos que, siendo pobres, no
dispusiesen de un establecimiento específico.
Real Decreto de 17 de mayo de 1856, por la que se crea la Orden Civil de la
Beneficencia, que premia "tos actos heroicos de virtud, de abnegación, de
caridad y los servicios eminentes (...) que hayan disminuido los efectos de un
siniestro o haya resultado algún beneficio transcendental y positivo a la
humanidad", y estimularía el cuidado de desvalidos, como los ciegos.
Real Decreto de 30 de diciembre de 1857 (con Reglamento de misma fecha),
reformando la Orden Civil de la Beneficencia, en cuyo artículo 3 "se podrá
declarar anexo a la concesión (de la condecoración) el goce de una pensión de
las que a este objeto se destinen" a persona "notoriamente desvalida", como
pudieran ser los ciegos.
Instrucción General de 22 de abril de 1873 para los establecimientos benéficos
nacionales, donde se determina que forman parte de esta clase de
establecimientos tanto el Hospital del Rey en Toledo, para decrépitos y ciegos
de ambos sexos, como el Colegio de Ciegos de Santa Catalina de los
¡Donados, en Madrid.
Reglamento de 13 de diciembre de 1881 para el Colegio de ciegos de Santa
Catalina de los Donados, disposición legal que regula el funcionamiento en
todos sus extremos de esta institución a la que ya nos hemos referido.
Instrucción del 27 de enero de 1885 para la organización, régimen, gobierno y
administración superior de los establecimientos de la beneficencia general, por
la que se reforma la Instrucción de 22 de abril de 1873 y en la que se repite lo
dispuesto en ésta en relación con los ciegos.
Real Decreto de 29 de enero de 1886, por el que se suprime la Junta de
Gobierno y la Dirección del Colegio Nacional de Ciegos, creado en 1875.
Ley de 27 de julio de 1887, del asilo de inválidos del trabajo, que en su artículo
3 establece que tendrán derecho de ingreso en asilo para inválidos del trabajo,
entre otros, aquellos que estén absolutamente inválidos para el trabajo,
solteros o viudos, sin hijos menores de edad y que no sufran padecimiento
crónico, de manera que abre la posibilidad de acogerse a esta ley a aquellas
personas que han resultado ciegas como resultado de un accidente de trabajo.
Real Decreto de 14 de marzo de 1899, publicando la Instrucción para la
organización y régimen del Protectorado del Gobierno en la Beneficencia
Particular, estableciendo los deberes legales de las fundaciones particulares de
beneficencia y otras entidades semejantes y la forma y modo de la inspección
del gobierno en todo lo que atañe a su funcionamiento. No menciona
explícitamente a los beneficiarios, pero se entiende que afecta a los ciegos que
estuviesen acogidos a la beneficencia particular.
Real Orden de 8 de agosto de 1889 por la que se aumenta en cuatro el número
de plazas para ciegos en el Colegio de Ciegos de Santa Catalina de los
Donados (alcanzando, por consiguiente, las 28 plazas).
Reglamento de 14 de junio de 1891 para el servicio benéfico-sanitario de los
pobres, en cuyo artículo 1 se establece que "en todas las poblaciones que no
pasen de cuatro mil vecinos habrá facultativos municipales de Medicina y
Cirugía y Farmacia, costeados por los ayuntamientos" y en su artículo 3 que
"serán considerados como vecinos pobres (...) los que no contribuyan
directamente con cantidad alguna al Erario ni sean incluidos para cubrir los
gastos provinciales ni municipales", lo cual posibilitaba a los ciegos pobres que
no se hallasen en otra institución pública benéfica recibir atención médica y
farmacéutica cuando lo necesitasen.
Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia de 25 de octubre de 1899, por la
que se ratifica la vigencia de la Ley de Beneficencia de 1822 en todo lo que no
se oponga a lo dispuesto posteriormente en la de 1849 y su Reglamento.
Reglamento de 17 de octubre de 1902 para el régimen y gobierno del Colegio
Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid, al que ya nos hemos referido,
donde se dispone todo lo concerniente a la gestión de este colegio.
Ley de 12 de agosto de 1904 para la represión de la mendicidad infantil, que
dispone la ilegalidad absoluta de la mendicidad de niños y su persecución por
las autoridades, afectando al colectivo de ciegos por cuanto muchos de estos,
incluidos los niños, aún supervivían mendigando por las calles.
Ley de Presupuestos de 1904, en la que se dispone el aumento en cincuenta
plazas, veinticinco de ellas para ciegos, para el Colegio Nacional de
Sordomudos y Ciegos de Madrid.
Real Decreto de 22 de Diciembre de 1904 por el que se declara de
Beneficencia general el Instituto Oftálmico Nacional (fundado por el rey
Amadeo de Saboya, que ló cedió a la Beneficencia en 1873) y se promulga el
Reglamento parael Instituto Oftálmico y el Cuerpo de Médicos oftalmólogos de
la Beneficencia general que, aunque fue creado para atender a enfermos de la
vista que no fuesen incurables "o con pocas probabilidades de; alivio", supuso
un hito en el tratamiento de las enfermedades de la vista como parte del
sistema de protección social público.
Real decreto de 18 de marzo de 1910, por el que se crea el Patronato Nacional
de Sordomudos, Ciegos y Anormales como Corporación principalmente
consultiva "encargada de informar al Ministro de Instrucción Pública y Bellas
Artes en todo lo referente a la protección higiénica, pedagógica y social de las
personas privadas de la palabra, la vista o del funcionamiento normal de sus
facultades mentales", añadiendo que "el Patronato tendrá además las
facultades ejecutivas" pertinentes (artículo 2).
Real Decreto de 18 de marzo de 1910, por el que se determina la composición
del Claustro del Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid.
Reglamento de 3 de junio de 1910 para el Patronato Nacional de Sordomudos,
Ciegos y Anormales, por el que se establecen las funciones y competencias del
Patronato y sus órganos constitutivos en todo lo concerniente a estos
colectivos (aspectos sanitarios, higiénicos, educativos, jurídicos, etc.)
Real Orden de 4 de enero de 1911, ordena establecer un taller de joyería en el
Colegio Nacional, con asignación presupuestaria de personal y recursos a tal
efecto.
Real Orden de 8 de junio de 1912, por la que se prohibe el ejercicio de la
mendicidad en todo el territorio nacional, reforzando, por tanto, la obligada
conducción de los ciegos mendigos a establecimientos de beneficencia para su
sustento.
Real Decreto de 22 de julio de 1912, por el que se reforman los artículos 6, 7 y
18 del Reglamento del Patronato Nacional de Sordomudos, Ciegos y
Anormales, en lo referido al número de vocales y a su presidente.
Real Decreto de 24 de abril de 1914, por el que se reorganiza el Patronato
Nacional de Sordomudos, Ciegos y Anormales, que pasa a denominarse
Patronato Nacional de Anormales, sin que su nueva organización afecte en
nada considerable a los ciegos, salvo en lo que se dispone acerca de la
creación de un Instituto Central para Ciegos.
Real Decreto de 10 de marzo de 1916, por el que se organiza de nuevo el
Patronato de Sordomudos, Ciegos y Anormales, volviendo a la denominación
anterior de Patronato.
Real Decreto de 8 de agosto de 1916, por el que se divide el Patronato de
Sordomudos, Ciegos y Anormales en dos secciones: una de sordomudos y
ciegos y otra de anormales.
Real Decreto de 22 de diciembre de 1916, por el que se constituyen como dos
patronatos independientes las dos secciones, de sordomudos y ciegos y de
anormales en que se había dividido el Patronato Nacional de Sordomudos,
Ciegos y Anormales.
Real Decreto de 25 de agosto de 1917, por el que se crean tres patronatos,
uno para Sordomudos, otro para Ciegos y un tercero para Anormales. Se
establece en el decreto la organización, régimen y reforma de la enseñanza
para ciegos.
Real Decreto de 13 de septiembre de 1924, por el que se refunden los
Patronatos Nacionales de Sordomudos y de Ciegos en uno solo, que se
denomina Patronato Nacional de Sordomudos y de Ciegos, determinándose
que son funciones del Patronato de Ciegos la organización de la enseñanza en
sus escuelas nacionales.
Real Decreto de 13 de marzo de 1928, por el que se crean las Residencias
para Ciegos,, encomendando su dirección y administración a una Junta que se
denominará Patronato Nacional de las Residencias de Ciegos.
Real Decreto de 20 de enero de 1931, por el que se suprimen las Residencias
para Ciegos y se crea el Patronato Nacional de Protección de Ciegos, que tiene
como misión el fomento de establecimientos docentes para ciegos jóvenes o
pobres o de familias modestas y la tutela de los ciegos adultos para
capacitarlos para desarrollar una actividad normalizada en la sociedad.
Orden de 7 de mayo de 1931, por la que se establece como Hospital para
decrépitos y ciegos¡el Hospital de Incurables de Toledo, en sustitución del
antiguamente denominado Hospital del Rey, manteniéndose su Reglamento,
de 1885, a todos los efectos.
Decreto de 14 de septiembre de 1932, por el que se autoriza al Ministerio de la
Gobernación a organizar los servicios de la Beneficencia, creándose, según se
dispone en su artículo 2, la Dirección General de Beneficencia, la cual "asumirá
la representación que actualmente ostenta la Dirección general de
Administración de los organismos de carácter benéfico o de asistencia social".
Decreto de 6 de abril de 1934, por el que se reorganiza el Patronato Nacional
de Ciegos, entre cuyas funciones principales se señalan la asistencia a ciegos
dedicados a profesiones intelectuales y la creación de bolsas de trabajo
especiales para ciegos.
Decreto de abril de 1938, por el que se aprueba el Reglamento General
Orgánico del Instituto Nacional de Reeducación de Inválidos, en cuyo artículo 4
se dice que "Se considerarán Mutilados absolutos los que lo fueren en
cualquiera de las formas que a continuación se expresan: a) Ceguera completa
de ambos ojos ...", de manera que los ciegos por causa de guerra pueden
acogerse al Instituto.
Orden de 13 de diciembre de 1938 por la que se crea la Organización Nacional
de Ciegos. En su artículo 1o se dispone que la organización agruparía,
"obligatoriamente, a todos los invidentes españoles, con fines de mutua ayuda
y para resolución de sus problemas específicos."
11.3.2. Relativas a educación
Decreto de las Cortes de 29 de junio de 1821 por el que se establece el
Reglamento de Instrucción Pública, que confirma la gratuidad de la enseñanza
pública y en su artículo 63 establece que la enseñanza oficial de la música sólo
podrá realizarse en las Escuelas de Madrid y Barcelona, limitando
indirectamente la enseñanza musical para ciegos con carácter oficial
Real Decreto de 4 de agosto de 1836, por el que se establece el Plan general
de Instrucción Pública, que prima la educación de las clases medias y
propietarias, sin gratuidad universal para la enseñanza secundaria,
manteniendo la gratuidad para la enseñanza primaria, pero sólo para quienes
no puedan costearla, de tal modo que los ciegos indigentes o pobres pueden
acogerse a la enseñanza primaria pública gratuita.
Ley de Educación de 21 de julio de 1838, que reproduce a grandes rasgos lo
dispuesto en el Real Decreto de 4 de agosto de 1836 en lo que se refiere a
gratuidad de la enseñanza primaria para quienes no puedan costearla, pero
establece en su artículo 7 la obligatoriedad de que exista una escuela en todas
las poblaciones con más de cuatrocientos habitantes. No afecta
apreciablemente a la enseñanza de los ciegos en más de lo señalado.
Real Decreto de 17 de septiembre de 1845, por el que se aprueba el Plan
General de estudios (Plan Pidal), con notoria impronta secularizadora,
implantando definitivamente los institutos de enseñanza secundaria y abriendo
la puerta, teóricamente, a que acudieran a estos los invidentes.
Ley de Instrucción Pública de ¡9 de septiembre de 1857, en cuyo artículo 6 se
establece que "La primera enseñanza se dará, con las modificaciones
convenientes, a los sordomudos y ciegos en los establecimientos especiales
que hoy existen y en los demás que se crearán con este objeto, sin perjuicio de
lo dispuesto en el artículo 108 de esta Ley". El artículo 108 reza: "Promoverá
asimismo el Gobierno las enseñanzas para sordomudos y ciegos, procurando
que haya por lo menos una Escuela de esta clase en cada Distrito
Universitario, y en que en las públicas de niños se atienda, en cuanto sea
posible, a la educación de aquellos desgraciados". En su artículo 199 se
establece que "Las condiciones que han de exigirse a los profesores de las
Escuelas de sordomudos y ciegos, y los sueldos que han de disfrutar, serán
objeto de disposiciones especiales". La "Ley Moyano" supuso la más
importante y explícita disposición legal para proteger y desarrollar la enseñanza
a los ciegos de cuantas se promulgaron en todo el periodo considerado.
Ley de Instrucción Pública de 2 de junio de 1868, que señala en su artículo 1
que deberá haber escuelas de enseñanza primaria en todos los pueblos con
población igual o superior a los quinientos habitantes. En su artículo 2 se
apunta que estas escuelas deberán ser sostenidas por los propios municipios,
aun cuando podrán ser ayudados en este cometido por el Gobierno si resultara
necesario. En su artículo 10, en el segundo!párrafo, se establece que "Se
estimulará por los medios que sean posibles el aumento de las Escuelas de
sordo-mudos y de ciegos". Además, en el artículo 31 se dice que "todo
español, con título y conducta adecuada, podrá abrir escuelas privadas" y en el
artículo 45 que en los pueblos de menos de quinientos habitantes la enseñanza
primaria será gratuita.
Decreto de 14 de octubre de 1868, por el que se deroga la Ley de 2 de junio
del mismo año, señalándose en el tercer punto del decreto que todo español
podrá abrir escuela privada sin título ni autorización previa.
Decreto de 21 de octubre de 1868, fijando la legislación vigente en materia de
educación, que dice en su artículo 12 que "Las Diputaciones Provinciales y los
Ayuntamientos podrán fundar y sostener establecimientos de enseñanza con
sus respectivos fondos", por lo que los Colegios de Sordomudos y Ciegos
creados por estas instituciones deberían sufragar sus gastos con sus propios
presupuestos.
Decreto de 29 de julio de 1874, regularizando el ejercicio de la libertad de
enseñanza, que señala en su artículo 2 que "Son establecimientos públicos de
enseñanza los que estén a cargo del presupuesto general, provincial o
municipal o reciben auxilio o subvención de los fondos públicos", afectando a
todas las instituciones de educación de los ciegos en esa circunstancia.
Real Decreto de 29 de enero de 1886, por el cual se exigía al profesorado del
Colegio una titulación, Profesor de Primera Enseñanza, además de un diploma
de "Métodos y procedimientos para la enseñanza de los ciegos". Otra de las
novedades era que la institución pasaría a estar dirigida por una Junta de
Dirección y de Gobierno.
Real Decreto de 21 de julio de 1900, disponiendo que el pago de las
obligaciones de personal y material de las Escuelas Públicas de instrucción
primaria corra en lo sucesivo a cargo del Estado, afectando a los colegios de
sordomudos y ciegos.
Real Decreto de 26 de octubre de 1901, dando mejor organización al pago de
las atenciones de personal y material de las Escuelas públicas de primera
enseñanza, con afectación a los colegios de sordomudos y ciegos. Señala en
su artículo 5 que "La primera enseñanza se dará gratuitamente en las Escuelas
Públicas a los niños cuyos padres, tutores o encargados no puedan pagarla,
siendo obligatoria en sus grados elementales o superior para todos los
españoles", estableciendo la enseñanza gratuita para los ciegos que se
hallaran en dicha circunstancia. También se establecía en el artículo 6 que la
enseñanza sería obligatoria entre los seis y los doce años, intervalo de edad en
el que también los ciegos deberían ser escolarizados.
Real Decreto de 6 de mayo de 1910, disponiendo que la Junta creada por el
Real Decreto de 11 de enero de 1907 para la ampliación de estudios e
investigaciones científicas fundará en Madrid una residencia de estudiantes y
creará un Patronato de estudiantes españoles fuera de España, y de
estudiantes extranjeros en nuestro país. En su Exposición de Motivos el Real
Decreto se proponía "establecer, dentro de esa residencia de estudiantes,
becas gratuitas a favor de aquellos escolares de recursos materiales reducidos
y méritos probados ..." y en el artículo 3 señalaba que "La Junta fijará cada año
un número de plazas gratuitas y establecerá el sistema de concesión y disfrute
de las becas". Con este decreto se abría teóricamente la posibilidad de que los
ciegos en los que concurriesen las circunstancias antedichas estudiasen
gratuitamente en el extranjero.
Real Orden de 21 de enero de 1916, permitiendo a los maestros nacionales
pasar a prestar servicios en escuelas de patronato y de creación particular, que
posibilitaba que estos enseñantes ejercieran la docencia, si se hallaban
preparados para ello, en los colegios públicos de ciegos.
Real Decreto de 21 de mayo de 1919, declarando que todas las Universidades
españolas serán autónomas en su doble carácter de Escuelas profesionales y
Centros pedagógicos de alta cultura nacional, y cada una organizará su nuevo
régimen con arreglo a las bases que se publican. En su Exposición de Motivos
reza que "Se establecen (...) becas a cargo del Estado, que abran las puertas
del saber a quienes tengan inteligencia y vocación, procurando que ninguna
capacidad se malogre por causa c/e la pobreza. Estas becas se otorgarán
también para la segunda enseñanza...". Los ciegos pudieron acogerse a lo
dispuesto en el decreto cuando se dieron las circunstancias señaladas.
Decreto de 19 de septiembre de 1933, por el que se acuerda el funcionamiento
por separado de los Colegios Nacionales de Sordomudos y de Ciegos,
respondiendo a una vieja aspiración de ambos colectivos.
Decreto de 8 de diciembre de 1933, por el que se aprueba el Reglamento del
Instituto Nacional de Reeducación de Inválidos, en cuyo artículo 1 se dice que
"El Instituto Nacional de Reeducación de Inválidos es una entidad
benéficodocente de carácter predominantemente médico, dedicado a la
asistencia y tratamiento de los inválidos de todo orden, sea cualquiera la causa
de su invalidez, con tal de que ésta sea susceptible de una mejoría o
recuperación que permita al paciente elevar el nivel de sus capacidades físicas,
intelectuales y morales, orientándolas hacia las actividades profesionales más
en armonía con sus aptitudes". Es dudoso que incluso los técnicamente
invidentes pudieron acogerse a los beneficios de este Instituto.
Decreto de 16 de febrero de 1934, por el que se crea el Patronato Central para
la vigilancia y coordinación del funcionamiento de los Colegios Nacionales de
Sordomudos y de Ciegos y Escuelas Maternales.
Decreto de 3 de abril de 1934, por el que se crea el Patronato Nacional de
Cultura de los Deficientes, en cuyo artículo 1 se señala que "Todos los Centros
e Instituciones oficiales destinados a la cultura de los deficientes físicos o
mentales, ciegos, sordomudos, inválidos y anormales, serán afectos a un
Patronato". En el artículo 5 se dice que entre las funciones de este Patronato
estarán las de instruir a los deficientes, educarlos y formarlos culturalmente,
crear Braille..., disposiciones de indudable valor para los ciegos.
Orden Ministerial de 25 de junio de 1935 que aprobó el Reglamento de la
"Escuela de Masajes para No videntes", dentro del Colegio Nacional de Ciegos.
1
ACIME. K137.
2
ACIME. K 119. Como ya explicamos en el capítulo correspondiente se puso en práctica
este sistema de admisión-contratación con la finalidad de que los alumnos se comprometieran
a realizar los tres cursos obligatorios a partir de los doce años. Esta práctica no sólo les servía
para afianzar las enseñanzas sino que también era una forma de obligarse con la institución
para las veladas musicales y otro tipo de conciertos públicos para los que fuesen demandados.
Los padres o tutores eran los fiadores del cumplimiento del compromiso por parte del alumno
tal y como puede leerse en el documento.
3
Expediente relativo al aumento de sueldo... Serie B, n° 200/1. AMA.
4
Expediente 3307 sobre el "Nuevo método de enseñanzas para ciegos". Comisión de
gobernación, Serie A. AMA.
5
Legajo 10/18, año 1855. R.C.S.M.M.
6
Legajo 11/65, año 1857, R.C.S.M.M.
7
Legajo K140, año 1856, U3, ACIME.
8
Carta manuscrita de Juan Manuel Ballesteros de 30 de noviembre de 1862. B 100.
ACIME.
9
K 140 U-6. ACIME. De esta estadística se deduce lo que venimos defendiendo a lo largo
de toda la tesis, que el número de alumnos ciegos que estudiaba música era relativamente alto
si consideramos el número total de alumnos matriculados en el centro.
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