Identidad católica y carácter pontificio

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Identidad católica
y carácter pontificio
Capítulo II del libro Tradición y renovación
Gildardo Lotero Orozco
© Gildardo Lotero Orozco
© Editorial Universidad Pontificia Bolivariana
Identidad católica y carácter pontificio
Primera edición, 2010
Universidad Pontificia Bolivariana
Rectoría
Gran Canciller UPB y Arzobispo de Medellín: Mons. Ricardo Tobón Restrepo
Rector General: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez
Vicerrector Académico: Pbro. Jorge Iván Ramírez Aguirre
Delegado Rectoral para Asuntos Interinstitucionales: José Fernando Montoya Ortega
Editor: Juan José García Posada
Fotografías: Departamento Gestión Documental / Archivo Fotográfico Institucional
Diseño y Diagramación: Ana Mercedes Ruiz Mejía
Coordinadora de Producción: Ana Milena Gómez C.
Dirección editorial:
Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, 2010
E-mail: [email protected]
www.upb.edu.co
Telefax: (57)(4)354 4565
A. A. 56006 - Medellín - Colombia
Prohibida la reproducción total o parcial, en cualquier medio o para cualquier propósito,
sin la autorización escrita de la Editorial Universidad Pontificia Bolivariana.
Tabla de contenido
El título de Pontificia........................... 5
El nuevo nombre.............................. 16
Vinculación a la Iglesia Universal....... 18
El liderazgo universitario
de los señores arzobispos.................. 21
El magisterio pontificio...................... 35
Identidad y misión
de la Universidad............................. 36
La Vicerrectoría Pastoral.................... 39
Encuentro de universidades católicas.. 40
Nova et vetera................................. 44
El título de Pontificia
Casi una década después de la fundación,
el 20 de marzo de 1946, monseñor Henao
Botero, Rector, en reunión extraordinaria del
Consejo Directivo de la Universidad Católica
Bolivariana, informó de manera oficial que la
Santa Sede había aprobado definitivamente
a la Bolivariana como universidad católica
y que, al mismo tiempo, la había declarado
“pontificia”, es decir, católica por excelencia,
vinculada a la Iglesia Universal. El decreto
había sido firmado en Roma siete meses
antes, el 16 de agosto de 1945. Desde
aquel entonces, el nombre y el carácter de la
Gildardo Lotero Orozco
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Universidad quedaron sellados para siempre: la institución continuaría
su trayectoria histórica bajo la conducción y el amparo de la Iglesia,
representada en su autoridad principal, el Sumo Pontífice.
Para el Consejo Directivo y para los intelectuales católicos de Medellín,
el acontecimiento significaba tanto así como el reconocimiento
mundial de su universidad, y para el rector Henao Botero, quien no
olvidaba la adversidad del momento político de la fundación, el título
que le permitiría a la Bolivariana, llegado el caso, una “protección
internacional”. En fechas próximas a aquella, había ocurrido lo
propio en España, con la creación de la Universidad Pontificia de
Salamanca (1940) y en Colombia, con la Universidad Javeriana,
erigida canónicamente en 1937 y honrada con el título de Pontificia
en 1938. Esa “protección” de que se habló en el momento, dadas
las circunstancias políticas de los gobiernos liberales en el poder,
se ha visto transformada, con el correr del tiempo, en una fuerza
activa de conservación y renovación permanentes, emanada del
magisterio eclesiástico, debida a un lazo genético ineludible y a la
acción respetuosa y siempre vigilante de los arzobispos de Medellín
como cancilleres de la Universidad.
Desde aquel entonces, muchas personas, tanto en Medellín como
en las seccionales de la Universidad en otras ciudades, han
seguido refiriéndose a la Bolivariana simplemente como a “La
Pontificia”, queriendo resaltar la dimensión católica internacional
de la Institución. “La Católica de Medellín”, como la llamaron al
principio algunos funcionarios del gobierno en Bogotá; “La Católica
Antioqueña”, como propuso el Comité Pro-fundación, y “La Católica
Bolivariana”, nombre provisional que tuvo por casi diez años, dieron
paso al de “Pontificia Bolivariana”, su denominación definitiva. El
tránsito de “Católica” a “Pontificia” representa en la historia de la
UPB, además de la refrendación de su catolicidad, el acontecimiento
de su madurez Institucional y de su vinculación a la Santa Sede. Así
se desprende del siguiente texto de la FIUC (Federación Internacional
de Universidades Católicas) en el libro Las Universidades católicas
hoy en Latinoamérica:
Pontífices y Rectores: SS. Pío XII; Mons. Félix Henao Botero en visita a Su Santidad.
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Pontífices y Rectores: SS. Juan Pablo II, en su visita a Medellín.
Encuentro con los intelectuales y universitarios en el Seminario Mayor, en el
contexto del cincuentenario de la Universidad. Mons. Eugenio Restrepo Uribe,
Rector de la UPB y Dr. Belisario Betancur, Presidente de la República. 1986.
Identidad católica y caracter pontificio
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Nacidas bajo el moderno concepto de universidad católica,
muchas hay en Latinoamérica. Unas son pontificias, que
dependen de la Congregación para la Educación Católica.
En estos casos, el Gran Canciller representa los vínculos
con la Iglesia. Otras, no pontificias, pertenecen a órdenes y
congregaciones religiosas. Algunas, a la respectiva Conferencia
Episcopal, mientras otras son promociones de la diócesis. Hay
también universidades católicas que, fundadas por órdenes
o congregaciones religiosas, pasaron después a manos de
laicos que les han conservado el espíritu fundacional. Por fin,
algunas han tenido origen en la iniciativa de laicos católicos,
las cuales no tienen nexo alguno jurídico con la Iglesia (1).
La complacencia del Rector al dar la noticia al Consejo Directivo aquel
20 de marzo del 46 expresó también el punto final de una cadena
de esfuerzos y trámites en los que estuvo comprometida la jerarquía
eclesiástica entera. Para el caso, habría que recordar los buenos
oficios del entonces Nuncio de Su Santidad en Colombia, monseñor
Carlos Serena quien, después de haber dado su visto bueno a la
creación de la Universidad en el año 36, se había encargado de
instruir a los rectores Sierra Ríos y Henao Botero sobre el contenido
de los informes exigidos por la Sagrada Congregación de Seminarios
y Universidades - hoy Congregación para la Educación Católica - para
obtener aprobación canónica, y de remitirlos personalmente a Roma.
Aquellos informes anuales, elaborados por los rectores y tramitados
por el Nuncio, tenían que ver, principalmente, con el régimen de
funcionamiento interno de la incipiente universidad, con el estado de
sus finanzas y con las condiciones de su crecimiento y desarrollo.
En el empeño por obtener la aprobación y el título de Pontificia, cabe
destacar el liderazgo asumido por los arzobispos Tiberio de J. Salazar
y Herrera, fundador, y Joaquín García Benítez, su sucesor desde
1942 y primer Gran Canciller de la Universidad. Especialmente por
este último, quien, respaldado por todos los obispos sufragáneos de
la Arquidiócesis, elevó una sustentada solicitud a la Sede Apostólica,
por conducto de la Nunciatura, en la que expresaba el deseo de
la Iglesia local de que la Universidad, además de ser aprobada
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canónicamente, fuera también declarada Pontificia. Tal solicitud del
episcopado antioqueño encabezado por el Arzobispo, fue formulada
en carta del 25 de abril del 45, y concluía así: “Y si la Santa Sede la
declara Pontificia, el estímulo sería incomparable y el apoyo de todo
el país más rápido y vigoroso, como lo demanda esta institución,
bendecida por el Excelentísimo Señor Nuncio y por todos los prelados
de Colombia”.
El carácter pastoral de la anterior petición y sus motivaciones
produjeron efecto rápido y definitivo en la Santa Sede: en sólo
cuatro meses se había obtenido una respuesta positiva mediante la
expedición del correspondiente decreto de la Sagrada Congregación
de Seminarios y Universidades. El texto de este decreto, firmado el
16 de agosto de 1945 y cuyo original está en latín, dice a la letra en
su traducción al castellano:
Para honra e incremento de la Universidad Católica Bolivariana
que desde hace algunos años ha sido fundada en la ciudad
de Medellín de la República de Colombia, el Excelentísimo y
Reverendísimo Señor Doctor Joaquín García Benítez Arzobispo
y demás obispos de la Provincia Eclesiástica de Medellín
elevaron recientemente una petición a la Santa Sede, para que
dicha universidad fuese erigida canónicamente y distinguida
con el título de Pontificia. Nuestro Santísimo Padre el Papa
Pío XII, por providencia divina Pontífice Máximo, justamente
regocijado en el Señor por los ópimos frutos que tal Ateneo
ya ha producido, y queriendo velar más y más de cerca por
la enseñanza cristiana en esta preclara nación se ha dignado
escuchar benignamente las preces antedichas. Por esta razón,
la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades en
virtud de la autoridad que le ha sido otorgada por el Sumo
Pontífice, erige y declara constituida canónicamente a la
Universidad Católica Bolivariana y la señala con el nombre
y título de Pontificia concediéndole al mismo tiempo todos
los derechos, privilegios y honores al tenor de los que gozan o
puedan gozar los institutos de estudios superiores distinguidos
con este título y cuyos estatutos hayan de ser aprobados por
esta misma Sagrada Congregación. Dado en Roma desde el
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Palacio de San Calixto a diez y seis días del mes de agosto, en
la fiesta de San Joaquín, padre de la Santísima Virgen María,
y en el año del Señor de 1945. (2)
Desde el día en que monseñor Henao divulgó oficialmente la noticia
de la llegada del decreto, comenzaron los preparativos para la
recepción del título. Se escogió la primera semana de junio para
cumplir un programa que tuviera como acto central la ceremonia
de entrega del documento, por parte del Nuncio Apostólico, en la
Catedral Metropolitana de Medellín. La protocolización del título
credencial de “Universidad Pontificia” a la Bolivariana aquel jueves
6 de junio de 1946, se convirtió en un acto religioso-académico sin
precedentes en Medellín, sólo comparable, cuarenta años después,
al encuentro del papa Juan Pablo II con los bolivarianos y demás
universitarios colombianos en la capilla del Seminario Mayor. La
prensa y la radio locales hicieron una profusa y destacada divulgación
del evento, resaltando la visita a la ciudad del representante del Papa.
El Colombiano, por ejemplo, tituló en primera plana el miércoles 5 de
junio: “Solemne recepción al Señor Nuncio Apostólico ofrecerá hoy
el pueblo de Antioquia. Con extraordinario brillo serán celebradas
las festividades de la Universidad Católica Bolivariana”. El martes 6,
también en primera plana: “Gran recepción se le tributó en Medellín
al Nuncio de Su Santidad; imponente desfile. El título de Pontificia
lo entregará hoy”. Y el viernes 7: “En acto solemne fue entregado
el título de Pontificia a la Universidad ayer. Bella oración pronunció
el doctor Félix Henao Botero. Te Deum en acción de gracias fue
ofrecido después de la Santa Misa”.
La “bella oración” de aquel viernes memorable a la que aludió el periódico
apareció publicada, en su totalidad, al día siguiente, con el título de
“Oración gratulatoria”. Se trató de una intervención elocuente y extensa
en la que monseñor Henao Botero exhibió sus dotes de conocedor de la
tradición de la Iglesia y de acérrimo defensor del pontificado. Monseñor
comenzó así su intervención en la Basílica Metropolitana:
El Papa nos visita por medio de su ilustre representante
en Colombia, el decano del cuerpo diplomático. Nosotros,
Gildardo Lotero Orozco
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Excelentísimo Señor Nuncio y Excelentísimo Señor Arzobispo,
nuestro canciller y patrono desvelado, llevaremos el nombre del
Pontífice por todas las comarcas. Sabemos que en el Vaticano
se interpreta con voz infalible la paz para los hombres de buena
voluntad. Tendremos el placer espiritual de conocer, cada día
más a espacio, las vitales docencias pontificias. Sin Roma son
imposibles ni bienestar colectivo, ni justicia social, ni gobiernos
cristianos, ni tranquilidad en el orden, ni democracia orgánica.
Roma es serena porque es eterna, es paciente porque es
inmortal, crea las universidades porque posee la sabiduría, es
dogmática porque Dios le entregó el tesoro de la Revelación. El
Vaticano es asiento del interés por la difusión de las ciencias, las
artes y la sabiduría. Todas las tiranías han recibido de Roma su
condenación, y todas las nuevas nacionalidades, por débiles y
pequeñas que parezcan, han sido salvaguardadas en sus fueros
por los documentos pontificios (3).
La Medellín actual, la de 2011, con más de dos millones
de habitantes, con manifestaciones muy variadas de cultura
ciudadana, comunicada con el mundo y en vía de convertirse con
sus problemas y soluciones en una metrópoli del siglo XXI, dista
mucho de ser aquella que fue hace sesenta y cinco años, cuando
la única universidad católica de la ciudad fue declarada pontificia.
Medellín era más un pueblo grande que una ciudad pequeña y los
incidentes particulares, como pueden ser los universitarios o los
eclesiales, rebasaban los límites de lo privado y pasaban a formar
parte de la historia como acontecimientos públicos. En la católica
Medellín de 1946 la sola presencia del Nuncio de Su Santidad
constituía un acontecimiento destacable. Vendrían después
acontecimientos eclesiales y universitarios de talla mayor como la
visita del Papa en 1986 o el Primer encuentro de Universidades
Católicas de Colombia en 2005.
La crónica del acto público que celebró el acontecimiento de aquel
jueves 6 de junio de 1946, apareció al día siguiente en primera
plana de El Colombiano. La transcribimos completa porque es un
testimonio histórico-periodístico de lo que la Universidad, la ciudad
y la sociedad antioqueña vivieron aquel día:
Identidad católica y caracter pontificio
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El Sello pontificio y la identidad católica: Eucaristía en el Templo Universitario
de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, patrona de la UPB.
Celebra el Rector Mons. Félix Henao Botero. A su lado, los Monseñores Victor
Wiedemann y Eugenio Restrepo Uribe, quien a su vez ocupó la rectoría
en la década de los 80.
Gildardo Lotero Orozco
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SS. Juan Pablo II, en su visita a Medellín. Saludo a los niños del Coleigo
de la UPB, en calle de honor. Seminario Mayor de Medellín. Julio de 1986.
Identidad católica y caracter pontificio
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Gran solemnidad revistieron ayer los actos religiosos celebrados
en la Catedral Metropolitana para hacer entrega a las directivas
de la Universidad Bolivariana de los títulos de Pontificia que le
fueron concedidos por Su Santidad Pío XII, acto que efectuó
el Excelentísimo Señor Nuncio ante el gobierno de Colombia,
quien es huésped de Medellín desde el miércoles pasado y a
quien le han sido tributadas toda clase de atenciones por parte
de las autoridades eclesiásticas y civiles.
Pasadas las ocho de la mañana, todo el estudiantado de la
Universidad Católica Bolivariana, en ordenada formación y
luciendo el uniforme de gala, se dirigió por la calle de Caracas
hacia el palacio arzobispal con el objeto de conducir a
monseñor Beltrami a la Metropolitana a fin de que presidiera
los actos que después se realizarían. Al igual que los alumnos
bolivarianos, hacían parte del desfile todos los miembros
de las directivas del plantel, los profesores de las distintas
facultades y de la sección de Bachillerato. Acompañado del
Excelentísimo Señor Arzobispo de Medellín, Joaquín García
Benítez; del Secretario de la Nunciatura; del Obispo Auxiliar de
Bogotá, monseñor De Brigard; de los obispos de las diócesis
de Antioquia, Jericó y Santa Rosa de Osos, así como también
de varios representantes del clero arquidiocesano, el Nuncio
de Su Santidad se trasladó a la Metropolitana.
El desfile de los estudiantes de la Católica Bolivariana para
conducir a monseñor Beltrami a la Catedral, bajó por la
avenida de La Playa hasta la carrera de Junín, por donde
siguió hasta la calle de Caracas. Bajó por ésta hasta la carrera
de Venezuela, por donde siguió hasta Villanueva. A esa hora
comenzaron a llegar a ese lugar sagrado representaciones
de estudiantes de casi todos los planteles educacionales de
Medellín, así como representaciones del gobierno civil, de las
autoridades militares y de varias corporaciones y entidades.
El acto de entrega de los títulos de manos de monseñor
Beltrami, resultó muy solemne y verdaderamente emocionante,
presenciado por numerosísimos fieles que llenaban el
templo de Villanueva. Después de la entrega de los títulos,
el presbítero doctor Botero Ramos, rector de la sección del
Bachillerato, dio lectura al pergamino que contiene las letras
Gildardo Lotero Orozco
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mediante las cuales se le concede la dignidad de Pontificia a
la Universidad Bolivariana (4)
El recuento anterior de lo acaecido aquel 16 de junio del 1946 en torno
a la designación de la UPB como Pontificia adquiere un significado
mayúsculo si consideramos las repercusiones del acontecimiento en la
marcha histórica posterior de la Institución. Aquel suceso memorable
acentuó la catolicidad de la Bolivariana y fue entonces cuando adoptó
su perfil definitivo. Se podrían reseñar tres de sus repercusiones más
importantes en la vida institucional: el cambio en el nombre de la
Universidad y en sus estatutos, su incorporación definitiva al sistema de
gobierno de la Iglesia y el acendramiento de su misión como universidad
católica, base de su identidad institucional. Pasemos a considerar cada
una de estas repercusiones.
El nuevo nombre
El cambio en el nombre de la Universidad apareció reseñado en los
nuevos estatutos institucionales (los de 1948), en el primer artículo:
La Universidad Católica Bolivariana, fundada por decreto
del Excelentísimo Señor Arzobispo Tiberio de J. Salazar y
Herrera, Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de
Medellín, con fecha 15 de septiembre de 1936, ha recibido
el título de Pontificia por decreto de la Sagrada Congregación
de Seminarios y Universidades del 16 de agosto de 1945, y
seguirá llamándose Universidad Pontificia Bolivariana.
En los estatutos actuales (los de 1996), convertido el nombre
completo y definitivo en una tradición, ya no se alude al cambio en
la denominación, sino que en el prefacio se hace una síntesis de los
actos canónicos y jurídicos de su legitimidad institucional:
La Universidad Pontificia Bolivariana fue erigida en calidad
de Persona Jurídica de Derecho Canónico ab homine como
Identidad católica y caracter pontificio
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fundación de la Iglesia Católica, con base en las normas
constitucionales y concordatarias, mediante decreto del
Excelentísimo Señor Arzobispo Tiberio de J. Salazar y Herrera,
Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Medellín, con
fecha 15 de septiembre de 1936. Fue elevada a la categoría
de Pontificia, por Decreto de la Sagrada Congregación de
seminarios y Universidades del 16 de agosto de 1945. Por
Resolución Ejecutiva No. 48 de febrero 22 de 1937 del
Ministerio de Gobierno de la República de Colombia, le fue
reconocida la Personería Jurídica Civil. Por Resolución No.
021 de abril de 1959 del Ministerio de Trabajo, fue reconocida
como establecimiento sin ánimo de lucro.
El primer cambio de estatutos de la Bolivariana fue aprobado por
la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades el 10 de
junio de 1948, siguiendo las orientaciones de la constitución Deus
Scientiarum Dominus del papa Pío XI (1931) sobre las universidades
y las facultades de estudios eclesiásticos. Consignemos dos apartes
de este documento del Papa de la época de la fundación de la UPB,
porque pertenecen a la línea tradicional del pensamiento universitario
de la Iglesia y por su resonancia en la Constitución Sapientia cristiana
(1979) y en la encíclica Fides et ratio (1998) de Juan Pablo II:
Como Dios, el Señor de las ciencias dio a la Iglesia el mandato
de enseñar a todas las naciones, la constituyó indudablemente
con ello maestra infalible de la verdad divina, y así también
principal protectora y progenitora de la ciencia humana. Es
misión de la Iglesia hacer conocer a todos los hombres los
preceptos sagrados que ella recoge y deduce de la Revelación
de Dios. Por cuanto la fe y la razón humana jamás podrán
disentir entre ellas, y en vista de su universal concordia se
prestarán también mutua ayuda, la Iglesia en todo tiempo
creyó de su incumbencia ayudar y promover el cultivo de las
artes y de las ciencias profanas, lo cual está, efectivamente,
atestiguado por muchísimos documentos literarios.
La Universidad de estudios, esa gloriosa institución de
la Edad Media, que en esa época se llamaba “Estudio” o
Gildardo Lotero Orozco
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“Estudio General”, posee ya desde el principio una madre y
protectora generosísima en la Iglesia. Aunque no todas las
Universidades fueron fundadas por la Iglesia Católica, sin
embargo, sabido es y averiguado que casi todos los “Ateneos”
o Universidades antiguas tuvieron en los Romanos Pontífices
si no sus fundadores, por lo menos, sus fautores y guías. (5)
Después de este cambio, ha habido cuatro reformas estatutarias más
en la historia de la UPB, aprobadas por el Consejo Directivo, por los
arzobispos y por la Sagrada Congregación para la Educación Católica
(1974, 1978, 1981 y 1996). La de 1981, según las pautas de
la ya mencionada Constitución Apostólica Sapientia Christiana del
papa Juan Pablo II (1979), alcanzó su aprobación en 1983. El
más reciente cambio de estatutos generales de la UPB se produjo en
1996, según las orientaciones de la constitución Ex corde ecclesiae
(1990) del mismo Juan Pablo II.
Vinculación a la Iglesia Universal
La segunda de las repercusiones enunciadas anteriormente fue la
de que a partir de 1945 el gobierno de la Universidad se instalaba,
en forma perentoria, dentro del sistema de decisión de la jerarquía
eclesiástica, con cambios importantes, como el del nombramiento
de rector. A pesar de que el cambio de Estatutos no se produjo hasta
1948, casi un año después de haber sido enviados los nuevos a
Roma, la reelección del Rector, en conformidad con el nuevo carácter
de pontificia, se efectuó el 14 de mayo del 46. Es importante tener en
cuenta este hecho porque, de ahí en adelante, los rectores generales
de la Bolivariana, todos sacerdotes de la Arquidiócesis de Medellín,
han sido nombrados por el mismo procedimiento: decisión del Gran
Canciller (el Arzobispo) teniendo como base una terna de candidatos
presentada por el Consejo Directivo; decisión que finalmente es
avalada por Roma.
La Universidad, como ya se dijo, entró a depender canónicamente de
la Santa Sede a través de la Congregación para la Educación Católica.
Identidad católica y caracter pontificio
19
El Papa sería su patrono principal, representado por el Arzobispo de
Medellín como Gran Canciller, el cual tendría su tutela espiritual y
moral. Con razón llegó a decir el arzobispo García Benítez, su primer
Gran Canciller, que el Papa, al declararla Pontificia, había querido
“hacerla suya”. Y no es que no lo fuera desde antes si consideramos
el alcance del Decreto Fundacional, firmado por su antecesor, que
dice en la segunda de sus resoluciones: “Dicha Institución dependerá
en su organiza­ción y constitución de la Autoridad Eclesiástica
únicamente, represen­tada esta Autoridad en la persona del Romano
Pontífice, como cabeza de la Iglesia Universal y, en particular y
directamente, en la persona del Ordinario de la Arquidiócesis,
residente en esta misma ciudad de Medellín”, sino porque la Santa
Sede decidió finalizar el protocolo de la consagración canónica de la
Universidad afiliándola a las universidades pontificias del mundo.
Sin embargo, con el honor del título, vinieron para la Universidad
exigencias y grandes responsabilidades, aquellas que le exigía su
carácter de pontificia: una mayor concentración en su identidad
católica y una inspiración constante en el magisterio papal. Así
lo reafirmó monseñor López Trujillo, tercer Gran Canciller de la
Universidad, muchos años después, en 1980, cuando dio posesión
como Rector de la UPB a monseñor Eugenio Restrepo Uribe:
Una universidad católica adquiere un momento esencial
en su realidad, dijéramos una concentración mayor en sus
responsabilidades y en su íntima definición, cuando, además
de ser católica, es pontificia; no es un título honorífico
simplemente, es una enorme responsabilidad y una seria
exigencia. Es el reconocimiento de lo que en la Iglesia
representa el sucesor de Pedro, él es la suprema autoridad en
esta universidad. Su palabra, su criterio, sus orientaciones, sus
insinuaciones, son para la Universidad Pontificia Bolivariana,
algo en lo que, en todo momento, debe inspirarse. Y el
Arzobispo de Medellín, si por una parte representa a la Iglesia
particular a la que pertenece institucionalmente esta alma
máter, por otra, representa al Romano Pontífice (6)
Gildardo Lotero Orozco
20
Los universitarios conservadores que se agruparon en el movimiento
disidente de 1936, habían acudido al Arzobispo de Medellín,
como sabemos, para que legitimase sus aspiraciones decretando la
fundación de una universidad católica. En las circunstancias de crisis
en que se encontraba la Universidad de Antioquia, demostraban
seguir, por un lado, la dis­ciplina de partido descrita en forma simple
por el humanista liberal Luis López de Mesa: “El partido conservador
considera la autoridad como fuente del orden, y el liberalismo
considera que es el orden la verdadera fuente de la autoridad”. Pero
también, por otro, estaban haciendo demostración de ortodoxia
católica y de conocimiento de cómo se manejan los asuntos en
la Iglesia, sometiendo su iniciativa a la autoridad jerárquica del
catolicismo. Si bien el amparo eclesiástico les garantizaba autonomía
moral en relación con el poder del Estado, la Iglesia les proporcionaba
orden y autoridad. El siguiente texto de un canonista de la época, es
ilustrativo sobre el alcance y el sentido de esta acción universitaria:
En cuanto a la naturaleza de la Iglesia como institu­ción dice el autor- no cabe duda de que al fundarla Cristo, lo hizo
como sociedad verdadera, externa, sobrenatural, necesaria,
jerárquica e institucionalmente monárquica (…) En la Iglesia
no existen poderes diversificados. Sus dos centros de autoridad,
supremo (Sumo Pontífice), y locales (Episcopado), poseen la
plenitud de jurisdicción necesaria para poner, en cada caso,
el acto preciso al servicio de la comunidad, cuyo fin es la
salvación de las almas. No necesitan, pues, pedir el auxilio
de otros órganos de autoridad, ni perder consiguientemente la
oportunidad, o la eficacia, de su acto de gobierno”. (7)
En ejercicio del derecho de patronato de la Iglesia, el Señor Arzobispo
Salazar y Herrera y, con él, todos sus sucesores en la sede arzobispal
de Medellín, se constituían, mediante la expedición del decreto
fundacional de la Universidad, en patronos de la Institución. El
patronato, como es sabido, más que un derecho, es un deber que
asumen algunas personas de proteger una fundación o una obra
piadosa. Los Estatutos iniciales les asignaron a los arzobispos de
Medellín, como función principal, intervenir en los asuntos de la
Identidad católica y caracter pontificio
21
Universidad nombrando al rector, eligiendo la Junta Económica,
aprobando o improbando los estatutos, ordenando todo lo que juzgaran
conveniente para la buena marcha de la institución y disponiendo,
en caso de disolución, de los bienes de la Institución. Con la erección
canónica y el consiguiente título de “pontificia”, el arzobispo, además
de patrono de la Universidad, pasó a ser su único representante
ante la Santa Sede y viceversa: el único representante de la Santa
Sede ante la Universidad. En su origen medieval, las universidades
del mundo fueron episcopales, monacales o imperiales, según la
autoridad que les daba vida. Nuestra universidad pertenece a la
tradición de aquellas remotas escuelas episcopales o catedralicias
que se transformaron en muchas de las grandes universidades
europeas que hoy conocemos.
El liderazgo universitario de los señores arzobispos
Después de monseñor Salazar y Herrera (1936-1942) han ejercido
el citado derecho de patronato, durante los setenta y cinco años de
historia de la UPB, los siguientes señores arzobispos: Joaquín García
Benítez (1942-1958), Tulio Botero Salazar (1958-1978), Alfonso
López Trujillo (1978-1991), Héctor Rueda Hernández (19911997), Alberto Giraldo Jaramillo (1997- 2010) y Ricardo Tobón
Restrepo (2010- ).
En mayo de 1937 y con motivo de la primera visita del Arzobispo
Fundador a la Universidad ya establecida en el antiguo Seminario de
Caracas con Palacé, el Rector, monseñor Sierra, convirtiéndose en
vocero de la comunidad universitaria, tradujo, con la grandilocuencia
propia de los discursos de la época, ese sentimiento existente en el
ambiente original de la fundación universitaria, de sumisión a la
autoridad eclesiástica, representada en el Señor Arzobispo:
El alborozo que experimento al veros dentro de estos vetustos
claustros doblemente gratos para vuestro corazón, es el eco
de directores, profesores y alumnos de la Universidad. Porque
Vos, Excelentísimo. Señor, no sois huésped de honor sino
Gildardo Lotero Orozco
22
señor de la casa, padre de la familia católica aquí congregada,
fundador de este asilo de verdad y bien, defensor de los ideales
sagrados (...) Mandad, Excelentísimo Señor, que vuestras
órdenes serán cumplidas; bendecid el campo para que la
mies sea abundante; llevad la seguridad de que superiores
y alumnos en noble y digna emulación, no piensan sino en
corresponder como víctimas sacrificándose por el progreso de
esta juventud, por el honor de Dios, por la gloria de la Iglesia
y por el porvenir de la patria. (8)
En contraste y, a la vez, como ejemplo de lo que con el correr de
la historia se ha renovado y a la vez conservado de la visita del
arzobispo a nuestra universidad, vale registrar la visita pastoral a la
Bolivariana de monseñor Alberto Giraldo Jaramillo después, entre
el 21 y el 28 de septiembre de 2005. No fue ésta la primera ni la
única visita del Prelado a la Universidad, pero sí la primera de un
arzobispo de la ciudad con el carácter de visita pastoral y no en
calidad de Gran Canciller. En esta ocasión hubo diálogo abundante
y espontáneo del obispo con la comunidad universitaria y con sus
directivos; espontaneidad y familiaridad en el encuentro; comprensión
y consejo para los más jóvenes e inquietos. Su presencia cercana,
despojada de la solemnidad y de los protocolos de recepción, obtuvo
una acogida cálida por parte de los bolivarianos que se congregaron.
Con sabiduría pedagógica y ante la perplejidad que suponía las
características de su visita, monseñor Giraldo propuso un tema para el
diálogo: “la capacidad de admirar”. Una fórmula sencilla para vencer
la indiferencia y abrir la mente y el corazón al mensaje del Evangelio.
La Vicerrectoría Pastoral, organizadora de este acontecimiento, hizo
la siguiente valoración de la visita:
Vale la pena destacar el impacto de esta visita en la comunidad
de estudiantes, docentes y empleados, al descubrir lo que
significa la catolicidad de la Universidad, el ejercicio de
evangelización de la cultura y los valores del humanismo
cristiano desde una experiencia de oración, enseñanza,
diálogo y testimonio. Destacar, igualmente, la presencia
del Arzobispo como pastor, su cercanía y enseñanza, el
Identidad católica y caracter pontificio
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Mons. Héctor Rueda Hernández,
Gran Canciller de la UPB.
Mons. Alberto Giraldo Jaramillo,
Gran Canciller, 1997 a 2010.
Orientó los llamados “Diálogos
de la Catedral”, en la UPB,
serie de encuentros con
empresarios y universitarios.
Los Arzobispos en la Academia.
Gildardo Lotero Orozco
24
S.E. Cardenal Alfonso
López Trujillo, Gran
Canciller de la UPB,
a su llegada al acto
de posesión del Rector
Mons. Eugenio Restrepo
Uribe. 15 de diciembre
de 1979.
Mons. Ricardo Tobón
Restrepo, Gran Canciller
de la UPB,
desde mayo de 2010.
Identidad católica y caracter pontificio
25
carácter evangelizador de la misma visita, incluyendo las
jornadas de preparación en el templo y la participación de
la comunidad universitaria. (9)
En los setenta y cinco años de historia de la UPB, los arzobispos
de Medellín han cumplido un señalado papel, no sólo en lo que
atañe a su orientación pastoral que, en todos los casos, siempre ha
estado en consonancia con las líneas del magisterio eclesiástico y
pontificio, sino también con su presencia vigilante, pero respetuosa
y solidaria, y con su intervención oportuna. Desde su fundación, y
por su identidad de católica y su carácter de pontificia, el devenir
histórico de la Bolivariana ha estado íntimamente ligado al de
la Iglesia particular de Medellín, a la historia del catolicismo en
Colombia, al liderazgo de los obispos, y al hecho, incontrastable, de
haber sido la UPB la primera universidad confesional en la historia
moderna de Antioquia.
Al primero de ellos, monseñor Tiberio de J. Salazar y Herrera, llamado
“el arzobispo de la educación”, le correspondieron la fundación de
la UPB, el nombramiento de su primer rector y los primeros pasos
de la Universidad. Al segundo, monseñor Joaquín García Benítez, su
primer Gran Canciller, las diligencias para su erección como pontificia.
Ambos arzobispos, guías espirituales de la UPB durante más de
veinte años, tutelaron la ortodoxia católica de nuestra universidad
bajo la orientación de los papas Pío XI y Pío XII, secundados por
el liderazgo de los rectores monseñor Sierra y monseñor Henao.
Fueron representantes del catolicismo activo y confesional, siempre
a la defensiva de las provocaciones de la educación liberal y laicista,
y de las amenazas ideológicas del comunismo. Les correspondió la
época anterior al Concilio Vaticano II; una época que a estas alturas
(2011) podría llamarse “clásica”, no sólo por corresponder a la
primera etapa de la vida institucional de la UPB sino porque refleja
un carácter, una identidad y una forma ejemplar de afiliación de la
Bolivariana a la Iglesia.
A monseñor Tulio Botero Salazar, le correspondió el ajuste de la
vida universitaria a las orientaciones del Concilio Vaticano II (1962-
Gildardo Lotero Orozco
26
1965) y del CELAM de Medellín (1968) bajo las orientaciones de
los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI. Él auspició el Instituto
Teológico Juan XXIII (1963) y después creó la Facultad de Teología
(1971). Esta facultad adquirió una dinámica inicial muy grande de
estudio y difusión de los planteamientos del Concilio, que se fue
proyectando paulatinamente en publicaciones (Documentos para el
diálogo) y en foros como el de la Semana del pensamiento católico.
También dio pie para que surgiera un nuevo sentido de la pastoral
universitaria integrada a los debates sobre el humanismo secular,
el compromiso eclesial con los pobres inspirados en la encíclica
Populorum progressio (1967) de Pablo VI y en las conclusiones
de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) de
1968, año en que el papa Pablo VI visitó a Colombia.
El Concilio Vaticano II (1962-1965) trajo para la Iglesia una
renovación profunda no sólo en la Teología y en la Liturgia sino
también en la vida pastoral de la Iglesia y de sus instituciones
educativas. La apertura al mundo moderno según las pautas de la
Constitución Dogmática Lumen Gentium (1967) y la invitación al
compromiso social formulada por el CELAM de Medellín, provocaron
un viraje en el discurso y las costumbres de un catolicismo hasta
entonces cerrado y excluyente. Las más recientes orientaciones de
la Iglesia dejaron sin piso la obligatoriedad de algunas prácticas
religiosas ya tradicionales. La enseñanza escolástica tradicional de
los monseñores Sierra y Henao Botero y la perennidad del tomismo
pasaron a un segundo plano en la Bolivariana de la década del
setenta y se fueron extinguiendo paulatinamente, junto con el latín
de las ceremonias y las inflexibles normas morales del Concilio de
Trento. De la misma manera, a la altura de la década de los noventa
ya había desaparecido el anti-izquierdismo y el anticomunismo
recalcitrantes de la etapa de la fundación. Una atmósfera de apertura
y tolerancia empezó a crecer conjuntamente con la renovación del
lenguaje académico y disciplinario y la adopción de los recientes
desarrollos tecnológicos y de las nuevas teorías administrativas.
A monseñor Alfonso López Trujillo, se debe la conformación de la
Escuela de Ciencias Eclesiásticas, hoy Escuela de Teología, Filosofía
Identidad católica y caracter pontificio
27
y Humanidades, mediante la creación de la Facultad Eclesiástica
de Filosofía (1982), y el ordenamiento de la Universidad según los
parámetros de la constitución apostólica Sapientia Cristiana del papa
Juan Pablo II (1979). Cabe destacar aquí, en esta mención, el gran
desarrollo y crecimiento de los estudios eclesiásticos superiores en
la UPB en los últimos años y la proyección nacional e internacional
que hoy acreditan. Monseñor López Trujillo fue Secretario General
de la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano,
celebrada en Puebla (México) en 1979, en cuyo documento final hay
un aparte (4.4) dedicado a las universidades, cuyo texto (numerales
1051-1061) contiene el pensamiento de la Iglesia sobre la materia.
Por su actualidad, alcance e impacto posterior sobre el compromiso
cristiano de la Universidad durante las dos últimas décadas del siglo
XX, lo incluimos completo:
1051. En los últimos diez años se experimenta una enorme
demanda de enseñanza superior, con el ingreso en masa de
los jóvenes latinoamericanos a las universidades motivado en
gran parte por el desarrollo acelerado de nuestros países. Este
hecho ha manifestado el grave problema de la incapacidad
del sistema educativo y social para poder satisfacer todas las
demandas; esta incapacidad deja frustrados a millares de
jóvenes, porque muchos no entran a la universidad y porque
muchos egresados no encuentran empleo.
1052. La secularización de la cultura y los progresos de la
tecnología y de los estudios antropológicos y sociales ponen
una serie de interrogantes sobre el hombre, sobre Dios y
sobre el mundo. Esto produce confrontaciones entre ciencia
y fe, entre la técnica y el hombre, especialmente para los
creyentes.
1053. Las ideologías en boga saben que las universidades
son un campo propicio para su infiltración y para obtener el
dominio en la cultura y en la sociedad.
1054. La universidad debe formar verdaderos líderes,
constructores de una nueva sociedad, y esto implica, por
parte de la Iglesia, dar a conocer el mensaje del Evangelio
Gildardo Lotero Orozco
28
en este medio y hacerlo eficazmente, respetando la libertad
académica, inspirando su función creativa, haciéndose
presente en la educación política y social de sus miembros,
iluminando la investigación científica.
1055. De ahí la atención que todos debemos dar al ambiente
intelectual y universitario. Se puede decir que se trata de una
opción clave y funcional de la evangelización, porque, de lo
contrario, perdería un lugar decisivo para iluminar los cambios
de estructuras.
1056. Como los resultados no pueden medirse a corto
plazo, podría quedar la impresión de fracaso y de ineficacia.
Con todo, esto no debe disminuir la esperanza y el empeño
de los cristianos que trabajan en el campo universitario,
pues a pesar de las dificultades, colaboran en la misión
evangelizadora de la Iglesia.
1057. Es importante la evangelización del mundo universitario
(docentes, investigadores y estudiantes) mediante oportunos
contactos y servicios de animación pastoral en instituciones
no eclesiales de educación superior.
1058. De modo especial se debe decir que la universidad
católica, vanguardia del mensaje cristiano en el mundo
universitario, está llamada a un servicio destacado a la Iglesia
y a la sociedad.
1059. En un mundo pluralista no es fácil sostener su
identidad. Cumplirá con su función, en cuanto católica,
encontrando «su significado último y profundo en Cristo, en
su mensaje salvífico que abarca al hombre en su totalidad»
(Juan Pablo II, Alocución Universitarios 2:AAS 71 p. 236).
En cuanto universidad procurará sobresalir por la seriedad
científica, el compromiso con la verdad, la preparación de
profesionales competentes para el mundo del trabajo y por la
búsqueda de soluciones a los más acuciantes problemas de
América Latina.
1060. Su primordial misión educadora será promover una
cultura integral capaz de formar personas que sobresalgan
Identidad católica y caracter pontificio
29
por sus profundos conocimientos científicos y humanísticos;
por su «testimonio de fe ante el mundo» (GE 10); por su
sincera práctica de la moral cristiana y por su compromiso
en la creación de una nueva América Latina más justa y
fraterna. Contribuirá, así, activa y eficazmente, a la creación
y renovación de nuestra cultura transformada con la fuerza
evangélica, en que lo nacional, lo humano y lo cristiano logren
la mejor armonización.
1061. Además del diálogo de las diferentes disciplinas entre
sí y especialmente con la teología, de la búsqueda de la
verdad como trabajo común entre profesores y estudiantes, de
la integración y la participación de todos en la vida y quehacer
universitario, cada cual según su competencia, debe la
misma universidad católica ser ejemplo de cristianismo vivo
y operante. En su ámbito todos los miembros de los diversos
niveles -aun aquellos que sin ser católicos aceptan y respetan
estos ideales-, deben formar una «familia universitaria» (Juan
Pablo II, Alocución Universitarios 3: AAS 71 p. 237).
1062. En esta misión de servicio, la universidad católica
deberá vivir en un continuo autoanálisis y hacer flexible su
estructura operacional para responder al reto de su región
o nación, mediante el ofrecimiento de carreras cortas
especializadas, educación continuada para adultos, extensión
universitaria con oferta de oportunidades y servicios para
grupos marginados y pobres. (10)
A monseñor Héctor Rueda Hernández, le correspondió el cambio
estatutario de 1996 y la creación de las seccionales de la Universidad
en Bucaramanga, Montería y Palmira. Monseñor Rueda había sido
el Arzobispo Fundador de la UPB Seccional Bucaramanga (12 de
julio de 1990).
Finalmente, a monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, quien abrió
canales directos de diálogo pastoral y académico con la Universidad,
le correspondieron la puesta en marcha de la Vicerrectoría Pastoral
(1998), los Diálogos de la catedral (1999), las Jornadas de Diálogo
Fe-Razón y las lecciones inaugurales del año lectivo (2000). Monseñor
Gildardo Lotero Orozco
30
Giraldo encabezó y llevó a cabo en la Universidad un proyecto firme y
decidido de “evangelización de la cultura”, de “llegar con el Evangelio
a la cultura”, siguiendo las directrices del magisterio eclesiástico.
Durante su arzobispado, la Bolivariana experimentó una renovación
definitiva y explícita de su confesionalidad y un acendramiento de su
carácter pontificio; una paternidad espiritual renovada a través del
hilo conductor de las enseñanzas de la Iglesia.
Diálogos de la Catedral ha venido siendo, en sus 43 ediciones desde
1999, un espacio abierto a la participación de los intelectuales
y de distintos sectores de opinión sobre temas importantes de
actualidad (religiosos, económicos, políticos, éticos y sociales ) con la
intervención y bajo la moderación del Señor Arzobispo. En el último
de ellos (Marzo 11 de 2010) sobre el tema de la paz y bajo el título
“Iglesia, universidad y paz”, Monseñor Giraldo, en una ordenada
demostración de la continuidad del magisterio pontificio en la época
postconciliar moderna, propuso una síntesis: la paz se fundamenta
en cuatro pilares: verdad, justicia, amor y libertad. En ellos está
cifrada no sólo la paz sino la razón de ser de la Universidad.
La Lectio inauguralis (lección o conferencia inaugural) fue un
encuentro académico anual de los universitarios con el Gran Canciller,
monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, con motivo de la iniciación
del año lectivo. En las lecciones inaugurales, quien representa
su máxima autoridad espiritual instruyó y orientó a la comunidad
universitaria en temáticas de actualidad social o eclesial. Su primera
lección (Marzo de 2000) trató el tema del jubileo con el propósito
de, como dijo, “disponer a la Universidad en estado de jubileo, para
celebrar durante todo el año el Jubileo de la Encarnación Redentora”.
En su intervención se refirió al compromiso con la historia, con la
comunidad y con el Evangelio.
En 2001 habló de “un nuevo humanismo para un nuevo milenio”.
Esta vez, el Señor arzobispo terminó con una exhortación que
incluimos enseguida por el valor que tiene como llamado en aquellos
momentos difíciles de la historia de la Universidad y del país:
Identidad católica y caracter pontificio
31
La Universidad ha tenido momentos especialmente difíciles en
el año 2000. La ciudad y Colombia entera ofrecen, al inicio del
nuevo milenio, un panorama que nos preocupa enormemente.
Desde la fe en Cristo Jesús, el sentido de pertenencia a la
institución y el amor sincero a la patria, estamos convencidos
de que se ofrecen inmensas posibilidades a quienes iniciamos
este año académico, el primero del nuevo milenio. Sea esta
lección inaugural una llamada urgente y llena de amor a todos
ustedes: CANCELEMOS EL MIEDO AL FUTURO Y ABRAMOS
CAMINOS DE ESPERANZA. (11)
En 2002 el Arzobispo dictó una cátedra de Teología al tratar el tema
de la Iglesia con el título “La Iglesia que yo amo”: La Iglesia como
misterio, como casa y escuela de comunión y como misión. En 2003
se refirió al tema “La identidad social de la UPB” y formuló tres
desafíos a la comunidad universitaria: la defensa de la vida humana,
el respeto por los derechos y la decisión por la solidaridad.
En 2004 la lección inaugural estuvo a cargo de S.E. el cardenal Paul
Poupard, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, quien trató
el tema “Santo Tomás de Aquino y la vocación de la universidad
católica”. En 2005, año conmemorativo del título de Pontificia,
monseñor Giraldo habló de la Bolivariana como de “una universidad
al servicio de la vida”, en su condición de católica y como servicio
al país. En 2006, el Arzobispo invitó a la comunidad universitaria
a reflexionar sobre el discipulado en la Iglesia con el título de
“La universidad: escuela de discípulos”, como preparación a la V
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe
en mayo de 2007 en Aparecida (Brasil), la cual tendría como tema
“Discípulos y misioneros”. En 2007, también como preparación para
la misma Conferencia, monseñor Giraldo habló de “la universidad en
estado de misión”. En 2008, con el título “La universidad al servicio
de la esperanza”, contextualizó todo lo que ha sido la misión de la
Iglesia en Latinoamérica (“el continente de la esperanza”) durante
los años de vida de la Bolivariana, con referencias especiales a las
conferencias de obispos latinoamericanos.
Gildardo Lotero Orozco
32
La lección inaugural del año 2009 fue compartida por monseñor
Giraldo Jaramillo con los monseñores Julio César Vidal Ortiz, Obispo
de Montería y Canciller de la seccional UPB Montería, y monseñor
Abraham Escudero Montoya, Obispo de Palmira y Canciller de la
UPB Palmira. Trataron el tema general de “Globalizar la solidaridad”
en referencia al compromiso con los pobres como camino hacia la
construcción de la paz. En 2010 el Señor Arzobispo trató el tema “La
Universidad al servicio de una cultura de la vida y de la paz”. Propuso
un diálogo con la cultura a partir de la fe, una síntesis humanística
una orientación de la persona a partir de los primeros principios y
de su fin último. Fue muy destacado su llamamiento final a todos
los miembros de la comunidad universitaria para que estudiasen e
investigasen con el fin de servir a los demás (sciat ut serviat).
Podemos agregar que probablemente una de las mayores
contribuciones a la Bolivariana de quienes han sido pastores de
la Iglesia particular de Medellín durante su travesía histórica como
universidad católica, ha sido su acierto en la designación de los
rectores como sus representantes, el acompañamiento y el apoyo
que les han brindado, y el diálogo permanente que han tenido con
ellos. La palabra pons-pontis, que en latín significa “puente”, y el
verbo latino facere (hacer) están en el origen del término “pontífice”,
quien construye el puente, quien establece la comunicación, el que
conecta. Ésta sería una forma descriptiva para dar a entender esa
relación que siempre ha existido entre la UPB, los arzobispos de
Medellín y la Santa Sede; una faceta más de su carácter pontificio y
de su identidad católica.
En la década de los noventa, cuando la Bolivariana se extendió a otras
regiones y ciudades del país y abrió seccionales, la intervención y el
compromiso de los monseñores Héctor Rueda Hernández, Arzobispo
de Bucaramanga (Santander) en ese entonces; Darío Molina
Jaramillo, obispo de Montería (Córdoba) y Mario Escobar Serna,
obispo de Palmira (Valle) fueron definitivos en la creación y puesta
en marcha de estos asentamientos universitarios bolivarianos. Una
vez más, y en todos estos casos, se comprobó el carácter episcopal
y pontificio, o mejor, esa tradición pastoral de nuestra universidad.
Identidad católica y caracter pontificio
33
Carátulas Encíclicas:
• Divini Illius Magistri
• Gaudium et Spes
• Ex Corde Ecclesiae
• Sapientia Christiana
Gildardo Lotero Orozco
34
Templo Universitario.
Identidad católica y caracter pontificio
35
El magisterio pontificio
En su historia de setenta y cinco años, que son también las últimas
siete décadas de la historia reciente de la Iglesia, la UPB. ha estado
bajo la guía apostólica y el magisterio de siete pontífices: Pío XI
(1922-1939), bajo cuyo pontificado se creó la Universidad; Pío
XII (1939-1958), el de su declaración como pontificia; Juan XXIII
(1958-1963), el del cambio y la renovación de la Iglesia; Pablo
VI (1963-1978), el del CELAM, el primero en venir a Colombia;
Juan Pablo I (1978-1978), sólo fue Papa por un mes; Juan Pablo
II (1978-2005), el primer Papa en venir a Medellín para reunirse
con los universitarios, y Benedicto XVI (2005), el actual Sumo
Pontífice. Una galería de retratos de todos los papas desde Pío XI
hasta Benedicto XVI, en la antesala de la Rectoría de la Universidad,
simboliza la importancia que la Universidad les otorga a quienes han
guiado, como máximos líderes de la Iglesia, la marcha histórica de la
UPB durante el siglo pasado y a comienzos del presente.
Si se toma como referencia el Concilio Vaticano II que produjo un
cambio histórico en la Iglesia, puede decirse que el sello pontificio de
Pío XII y de Juan Pablo II, por el tiempo de su pontificado y lo extenso
de su legado doctrinal e intelectual, representan las dos facetas de
la historia de la Universidad, la de su tradición y la de su renovación
y modernización, y dos momentos: el de la Bolivariana clásica de
monseñor Henao y de los fundadores, y el de la Bolivariana acorde
con los nuevos tiempos del magisterio de la Iglesia en su diálogo con
el mundo, la Bolivariana de las rectorías más recientes.
El hecho principal del año cincuentenario de la fundación de la
Universidad (1986) lo constituyó, sin lugar a dudas, la presencia
personal del Papa Juan Pablo II en Medellín y su reunión con los
universitarios, en general, y con los Bolivarianos, en particular. El
Papa, en persona, presidiendo una reunión de bolivarianos, recibiendo
como recuerdo la Gran Cruz de Oro de la UPB y mostrándose
agradecido con los presentes por haber acogido como “natural” y
“obvia” su presencia en el medio intelectual universitario, fue una
Gildardo Lotero Orozco
36
realidad que se produjo en el Año de Oro de Bolivariana y que ni
monseñor Sierra ni monseñor Henao o cualquiera de los progenitores
de la Universidad hubieran podido siquiera imaginar.
En aquella oportunidad Su Santidad Juan Pablo II, citando anteriores
intervenciones suyas ante la UNESCO y en presencia de las juventudes
universitarias del país, habló de la Universidad como centro para la
maduración de una nueva cultura latinoamericana, del diálogo que
las universidades católicas debían entablar entre fe y cultura, y de la
búsqueda de la identidad cultural. De sus propios labios y en nuestro
idioma español, la Universidad volvió a escuchar, cincuenta años
después, el mismo axioma doctrinal de monseñor Sierra de que la
institución universitaria tenía, ante todo y en ejercicio de su autonomía,
una misión ética. Hasta aquí el Papa conservó la tradición. Pero
también, y como consecuencia, formuló a los presentes una invitación
al diálogo eclesial y al cambio como principio de renovación. Una vez
más el magisterio pontificio situó la misión universitaria en el eje de
las coordenadas del cambio y la tradición:
La Universidad, que por vocación debe ser una institución
desinteresada y libre, se presenta como una de las instituciones
de la sociedad moderna capaces de defender, juntamente con
la Iglesia, al hombre como tal; sin subterfugios, sin ningún
otro pretexto y por la única razón de que el hombre tiene una
dignidad única y merece ser estimado por sí mismo. Dedicad,
por tanto, en diálogo fecundo con la Iglesia local y universal,
todo medio legítimo a esta noble finalidad: enseñanza,
investigación, actitud de escucha y colaboración, disponibilidad
para cambiar y comenzar de nuevo pacientemente. (12)
Identidad y misión de la Universidad
Más adelante, a partir de 1990, la Bolivariana se renovó, y reafirmó bajo
nuevas luces eclesiales, sus principios católicos, reviviendo, de cara al
tercer milenio, su vocación tradicional de universidad católica y pontificia.
La motivación principal fue la aparición de un documento pontificio, la
Identidad católica y caracter pontificio
37
constitución apostólica Ex corde Ecclesiae del mismo Juan Pablo II en
la que el Papa, dentro de los parámetros de tradición y renovación, les
propuso a todas las universidades católicas del mundo un escrito que les
sirviera como referencia, una “magna charta” de la universidad católica
de cara al cumplimiento de su misión en el siglo XXI:
Habiendo dedicado ya a las Universidades y facultades
Eclesiásticas la Constitución Apostólica Sapientia Cristiana, me
ha parecido un deber proponer a las Universidades Católicas
un documento de referencia análogo, que sea para ellas como
la “magna charta”, enriquecida por la experiencia tan amplia y
fecunda de la Iglesia en el sector universitario, y abierta a las
realizaciones prometedoras del porvenir, el cual exige audaz
creatividad y al mismo tiempo rigurosa fidelidad”. (13)
Este trascendental documento, que por demás tiene un nombre
significativo y poético en el que la Iglesia reclama para sí la
maternidad histórica de las universidades, ha orientado y proyectado
la vida institucional de la UPB en sus últimas dos décadas de
historia. Tiene dos partes: una de carácter doctrinal y otra, de
carácter normativo. En la primera, se establecen la identidad y la
misión de la universidad, y, en la segunda, sus normas canónicas
generales. En cuanto católica, dice en él el Papa, la universidad debe
tener las siguientes características esenciales:
1. Una inspiración cristiana por parte, no sólo de cada
miembro, sino de la comunidad universitaria como tal;
2. una reflexión continua a la luz de la fe católica, sobre el
creciente tesoro del saber humano, al que trata de ofrecer
una contribución con las propias investigaciones;
3. la fidelidad al mensaje cristiano tal cual es presentado por
la Iglesia;
4. el esfuerzo institucional al servicio del pueblo de Dios y
de la familia humana en su itinerario hacia aquel objetivo
trascendente que da sentido a la vida. (14)
Gildardo Lotero Orozco
38
Además, agrega Juan Pablo II, la universidad católica debe cumplir
una misión de servicio: servicio a la Iglesia y a la sociedad, pastoral
universitaria, diálogo cultural y evangelización.
El texto del Proyecto Educativo Institucional (PI), aprobado por el
Consejo Directivo de la Universidad el 19 de marzo de 2004, texto
que, según las palabras del Rector en su presentación, es, junto
con los Estatutos. “el referente más importante en la marcha de la
Institución y en el cumplimiento de su misión histórica”, recoge en el
apartado sobre la identidad institucional las características esenciales
del carácter de Pontificia de la Bolivariana asumiéndolas como
compromiso de su catolicidad. En estas cinco características y en el
texto de su misión se encuentra resumido todo lo que el magisterio
pontificio propone en la Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae:
evangelización de la cultura, humanismo cristiano, diálogo fe-razón,
orientación según el magisterio pontificio y sumisión al régimen de
la Iglesia para las universidades católicas:
La Universidad, que nació de la Iglesia como universidad
católica (1936) y luego fue confirmada en su carácter de
católica al ser declarada pontificia (1945), asume la impronta
de su catolicidad:
- Constituyéndose en un “areópago de la evan­gelización”, la
UPB es un centro de evan­gelización, en el cual la persona
de Cristo se convierte en la brújula orientadora de toda la
formación y de la construcción de nuevos proyectos de
vida, guiados por la “diaconía de la Verdad”, como parte
fundamental de la misión de la Iglesia.
- Teniendo como brújula el Magisterio de la Iglesia en todas
sus manifestaciones.
- Rigiéndose íntegramente por las normas que la Santa
Sede ha dispuesto para el gobierno de las Universidades
Católicas y Pontificias.
- Haciendo parte del Plan Pastoral de la Ar­quidiócesis de
Medellín y del de aquellas jurisdicciones eclesiásticas a
Identidad católica y caracter pontificio
39
las que está adscrita. Propiciando el diálogo entre razón y
fe; en­tre ciencia, cultura y Evangelio, de tal forma que se
den la “evangelización de la cultura” y la “culturización del
Evangelio”, elemen­tos constitutivos del quehacer y de la
pre­sencia evangelizadora de la Universidad.
- Asumiendo el humanismo cristiano como orientación
básica y fundamental de la edu­cación de quienes forman
parte de ella. (15)
La Vicerrectoría Pastoral
La Universidad creó, con la aprobación del Consejo Directivo, la
Vicerrectoría Pastoral (Resolución rectoral No. 39 del 21 de julio de
1998) con el propósito de mantener y encauzar, mediante un órgano
específico de gestión, la vitalidad de su catolicismo y su compromiso
con el Evangelio. Los tres campos de acción de esta vicerrectoría
(formación cristiana, diálogo fe-razón y proyección social) fueron
inspirados tanto por las orientaciones de la Conferencia de Puebla,
arriba citadas, como por diversas intervenciones del papa Juan Pablo
II ante públicos universitarios y en sus encíclicas y constituciones
apostólicas, especialmente en la Ex corde ecclesiae. En la historia de
la UPB esta creación ha sido quizás la iniciativa más explícita de darle
forma institucional a la inspiración originaria de fundar una universidad
católica y a la idea posterior de advertir un carácter pontificio.
En la introducción a un documento publicado en 2008 con el
título de “Marco doctrinal. Vicerrectoría Pastoral”, que contiene una
explicación completa y justificada de sus campos de acción, se lee
lo siguiente:
...la Vicerrectoría adquiere un compromiso con la identidad
católica de la Universidad, ya que sirve de elemento de
cohesión a todas las actividades universitarias. Esta identidad
católica es la que ilumina además todos los lineamientos
en el orden académico, investigativo y de proyección social,
sobre los que se mueve la institución, aspectos estos muy
Gildardo Lotero Orozco
40
bien desarrollados en la constitución apostólica sobre las
universidades católicas del papa Juan Pablo II Ex corde
ecclesiae. Este documento, del cual hacemos permanente
referencia en todos los foros universitarios, es el faro que
ilumina cualquier tipo de reflexión en orden a fundamentar
las diferentes responsabilidades que se adquieren en una
universidad como la Pontificia Bolivariana.
Es un compromiso de la UPB, ser fiel al Evangelio de Nuestro
Señor Jesucristo y al magisterio de la Iglesia, para cumplir con
la misión de la búsqueda de la verdad en todos sus procesos
y proyectarse como una institución católica de excelencia
educativa, en la formación integral de las personas, como
reza en la misión institucional. (16)
Encuentro de universidades católicas
La Universidad vivió en 2005, año de la celebración de los primeros
sesenta años de su erección canónica como Pontificia, una reavivación
de su identidad católica y de su espíritu pontificio. Utilizando el
recurso metonímico que conceden las palabras, la Bolivariana acuñó
para la efeméride la expresión identificativa “sesenta años con sello
pontificio” denotando algo así como lo que hoy entendemos como
marca registrada de la Institución, la “impronta de su catolicidad”,
que no es otra cosa sino la fórmula acendrada de su carácter de
católica. Con motivo de tal celebración, la UPB fue sede y anfitriona
del Primer Encuentro Nacional de Universidades Católicas los
días 26 y 27 de mayo. El encuentro contó con la presencia del
Prefecto de la Congregación para la Educación Católica, cardenal
Zenón Grocholewsky, y estuvo centrado en el tema de la reinvención
de la universidad católica de cara al nuevo milenio. El cardenal
Grocholevsky comenzó su disertación sobre la identidad y misión de
la universidad católica (“Universidad católica: ¡sé lo que debes ser!”)
con un reconocimiento jubiloso de la fidelidad de la Bolivariana a las
orientaciones de la Iglesia:
Congreso Universidades Católicas: Encuentro de Universidades Católicas. Agosto de 2005. Mesa directiva: Mons. Alberto
Giraldo Jaramillo, Gran Canciller de la UPB; Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez, Rector; S.E. Cardenal Zenon
Grocholewski; S.E.R. Mons. Beniamino Stella, Nuncio de Su Santidad en Colombia.
Identidad católica y caracter pontificio
41
Gildardo Lotero Orozco
42
Es de verdad una alegría para mí, participar en este sexagésimo
aniversario de la erección, por parte de la Santa Sede, de la
Universidad Pontificia Bolivariana. Mi alegría crece ante el
hecho de que esta universidad no ha decepcionado a la Santa
Sede. Leo, en efecto, en el reciente Proyecto Institucional de
este centro de estudios que, además de la seriedad académica
y de cultivar los ideales bolivarianos y servir a la sociedad
colombiana, esta universidad es –y quiere serlo siempre más“un centro de evangelización, en el cual la persona de Cristo
se convierte en la brújula orientadora de toda la formación y
de la construcción de nuevos proyectos de vida”; que toma
en consideración “el magisterio de la Iglesia en todas sus
manifestaciones”; que se rige “íntegramente por las normas
que la Santa Sede ha dispuesto para el gobierno de las
universidades católicas”; que asume “el humanismo cristiano
como orientación básica y fundamental de la educación
de quienes forman parte de ella”. Expreso, pues, a esta
Universidad Pontificia Bolivariana, mis sinceras felicitaciones
con ocasión del presente jubileo y los mejores augurios de
que este prestigioso centro de estudios logre siempre y cada
día más, su propia benéfica contribución para el bien de la
Iglesia y de la amada nación colombiana. (17 )
En esta oportunidad, el Señor Arzobispo, en una ponencia que tituló
“Fieles al Santo Padre”, además de resaltar la fidelidad de la UPB
al magisterio pontificio, vinculó el significado del encuentro a la
trayectoria histórica de la Institución:
El motivo de este Encuentro Nacional es sencillo y muy
significativo. Llega nuestra universidad a los sesenta años
de haber recibido el título de universidad pontificia. Damos
gracias a Dios por una historia en la que, en medio de todas
las limitaciones normales de toda institución humana, hemos
buscado una línea de fidelidad a las orientaciones de los
sumos pontífices, convencidos como estamos de que en esta
universidad, “nacida del corazón de la Iglesia”, no podremos
llamarnos católicos sin esta adhesión de mente y de acción
Identidad católica y caracter pontificio
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con quien, por designio del Señor, preside la Iglesia “extendida
por todo el Universo”. En estos sesenta años, que se han
iniciado con el pontificado del Papa Pío XII y que hoy llegan a
su plenitud con el Santo Padre Benedicto XVI, hemos sentido
la cercanía del supremo Pastor y hemos buscado ser fieles a
sus orientaciones”. (18)
En este primer encuentro de las universidades católicas del país,
convocado por la Universidad Pontificia Bolivariana, decana de
ellas en la historia moderna de la Iglesia colombiana, intervinieron,
además de las personalidades mencionadas, el Rector de la UPB,
monseñor Rodríguez Velásquez sobre el tema “la universidad católica
y la formación integral; fray Marino Martínez, Vicepresidente de la
FIUC (Federación Internacional de Universidades Católicas), y
monseñor Oscar Aníbal Marín Gallo, rector de la Universidad Católica
de Oriente, sobre “Retos de la universidad católica en el siglo XXI”;
monseñor Guy-Real Thivierge, Secretario General de la FIUC sobre
“La universidad católica:construir una educación al servicio de la
persona”; fray Fernando Garzón Ramírez, Rector de la Universidad de
San Buenaventura de Bogotá, sobre “universidad católica e impacto
social”; y monseñor Darío Múnera Vélez, Exrector de la UPB, sobre
“Doctrina y enseñanza social de la Iglesia en diálogo con la historia”.
Un segundo encuentro de universidades católicas se produjo tres años
después, en mayo 15 y 16 de 2008, también por convocatoria de la
UPB, con la participación de más de treinta instituciones católicas,
entre universidades, instituciones universitarias, seminarios y colegios.
Esta vez el tema fue “el anuncio de la palabra en la universidad”.
Este encuentro tuvo tres motivaciones: renovar el compromiso del
primer de encuentro; servir de resonancia al Sínodo Ordinario de
Obispos, en Roma, cuyo tema fue precisamente “La palabra de Dios
en la vida y en la misión de la Iglesia”; y conmemorar los 10 años
de creada de la Vicerrectoría Pastoral de la UPB.
Gildardo Lotero Orozco
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Nova et vetera
El objetivo del presente capítulo de la historia institucional de la UPB
sobre el asunto de su catolicidad y de su carácter de universidad
pontificia, fue revelar cómo los cambios y el desarrollo que ha
tenido la institución en sus setenta y cinco años de fundada han
sido de permanente fidelidad a su vocación de universidad católica
y de demostrable acatamiento del magisterio pontificio, fidelidad y
acatamiento siempre renovados. La historia de la Bolivariana es, por
múltiples razones, la misma historia de la Iglesia Universal y la de la
Iglesia particular de Medellín.
Al igual que la historia reciente de la Iglesia, la historia de la
Bolivariana ha estado señalada por el nova et vetera del Evangelio
de San Mateo, la analogía de aquel escriba convertido en discípulo
del Reino de Dios que se parece a un dueño de casa que saca de
sus reservas lo nuevo y lo viejo. Lo viejo porque alguna vez fue
nuevo y lo nuevo porque algún día habrá de envejecerse. Una y
la misma es la Bolivariana de la primera mitad del siglo pasado
declaradamente cerrada a las influencias laicistas y liberales, y otra
y la misma es la Bolivariana del presente siglo abierta al diálogo con
el mundo moderno y al pluralismo cultural. Entre ambas se yergue
la impasible serenidad del magisterio secular de la Iglesia, “experta
en humanidad”, según la feliz expresión del papa Pablo VI ante la
Asamblea General de la ONU en 1965.
Por eso, “católica” y “pontificia” no son para la Universidad simples
títulos o denominaciones, son el alma de su pasado, de su presente
y de su futuro. Son su esencia y su razón de ser. Alma católica y
espíritu bolivariano son los dos “nortes de luz” de una institución que
se apresta a celebrar sus primeros 75 años de vida. Alma y espíritu
siempre jóvenes y siempre viejos.
Identidad católica y caracter pontificio
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Citas
(1) FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE UNIVERSIDADES CATÓLICAS (FIUC). Las universidades
católicas hoy en Latinoamérica. Bogotá: Colegio
Técnico Don Bosco, 1985. p.56
(2) PIEDRAHÍTA ECHEVERRI, Javier. 33 años
de Rectoría. En: Cuadernos de cuadragésimo
aniversario. Medellín: UPB, 1976, p.58
(3) La alocución fue publicada en El Colombiano el
sábado 8 de junio de 1946 en las páginas 3a.
y 4a. La UPB la reeditó en 1973 con motivo
de la celebración de las Bodas de Plata de
monseñor Henao en un folleto titulado El Rector
y la Universidad.
(4) EL COLOMBIANO. Medellín: viernes 7 de junio de
1946 p. 1 y 13
Gildardo Lotero Orozco
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(5) PÍO XI. Carta encíclica Divini illius magistri, sobre la educación cristiana de
la juventud, 1929
(6) LÓPEZ TRUJILLO, Alfonso. Discurso en la posesión de monseñor Eugenio
Restrepo Uribe como Rector de la UPB. Medellín: UPB, 10 de marzo de
1980.
(7) GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, Manuel. Instituciones Jurídicas en la Iglesia
Católica. Tomo 1, Madrid, Saeta Editores, 1940, ps. 53 y 130.
(8) SIERRA RÍOS, Manuel José (Mons.). Discurso de bienvenida al arzobispo. En:
“La Fundación”, Cuadernos de Cuadragésimo Aniversario, p. 26-27.
(9) UPB, VICERRECTORÍA PASTORAL. “Prólogo”. En: Diario de una visita
pastoral. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, 2005
(10) CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Puebla
(México) 1979, 4.4, numerales 1051-1061
(11) GIRALDO JARAMILLO, Alberto (Mons.) Lectio inauguralis. Medellín:
Universidad Pontificia Bolivariana, marzo de 2001 p. 16
(12) JUAN PABLO II. Discurso a los intelectuales y al mundo universitario.
Medellín, 5 de julio de 1986 En: Mensajes de S.S. Juan Pablo II a los
colombianos
(13) JUAN PABLO II. Constitución Apostólica Ex corde ecclesiae. Introducción,
numeral 8, 1990
(14) Ibídem. p. 13
(15) UNIVERSIDAD
Institucional.
PONTIFICIA
BOLIVARIANA.
Proyecto
Educativo
(16) CEBALLOS SEPÚLVEDA, Julio Jairo (Pbro.). Introducción. En: Marco doctrinal.
Vicerrectoría Pastoral. Medellín: Universidad Pontificia bolivariana, 2008
(17) UPB, VICERRECTORÍA PASTORAL. Encuentro Nacional de Universidades
Católicas. Medellín: Universidad Pontificia bolivariana, Colección MemoriasNueva Época, 2005 p. 17
(18) Ibídem. Numeral 13
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Este folleto se terminó de imprimir
en Grafiarte Medellín en el
mes de septiembre de 2010.
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