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D11 MARZO | ? | ESPACIO STA. CLARA
Midori Seiler
Partitas
Programa Doble
Día Bach
Más información: www.femas.es
NOTAS
Midori Seiler
CURRÍCULO
Partitas
Violín
Midori Seiler
Johann Sebastian Bach (1685-1750)
Partita para violín solo nº2 en re menor
BWV 1004
1. Allemanda
2. Corrente
3. Sarabanda
4. Giga
5. Ciaccona
Partita para violín solo nº3 en mi mayor
BWV 1006
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Preludio
Loure
Gavotee en rondeau
Menuet I / II
Bourrée
Gigue
Hija de una pianista japonesa y un pianista bávaro,
Midori Seiler creció en Salzburgo. Su formación
musical pasó de Salzburgo a Basilea, Londres y
Berlín, siendo sus profesores Helmut Zehetmair,
Sandor Végh, Adelina Oprean, David Takeno,
Eberhard Feltz y Stephan Mai.
Desde el año 2000, Midori Seiler es concertino de
las orquestas con instrumentos de época Akademie für Alte Musik Berlin y Anima Eterna, y es invitada por conjuntos como la Orchestra of the Age
of Enlightenment, Deutsche Kammerphilharmonie
Bremen o Venice Baroque Orchestra.
Como solista ha interpretado conciertos para violín de Bach, Telemann, Haydn, Mendelssohn, Mozart y Beethoven en Europa, Sudamérica, Asia y
Estados Unidos.
Sus grabaciones, por las que ha conseguido diversos premios, incluyen conciertos para violín de
Mozart, su propia reconstrucción (a partir de la
BWV 1052) de un concierto para violín perdido
de Bach y Sheherezade de Rimski-Korsakov. Con
el pianista y especialista en teclados históricos
Jos van Immerseel grabó las sonatas para violín
de Mozart, Schubert y Beethoven. Un CD con las
partitas para violín solo de Bach fue publicado en
la primavera de 2011.
Una gran atención del público obtuvo un DVD
grabado para Harmonia Mundi France por la Akademie für Alte Musik, el coreógrafo Juan Kruz y
Midori Seiler como solista con una versión escénica de Las cuatro estaciones de Vivaldi, que fue
recogida también en CD.
Midori Seiler ha ofrecido masterclasses, dedicadas entre otros temas a la Práctica interpretativa
en el siglo XIX, en Brujas, Amberes, Chemnitz y el
Real Conservatorio de La Haya.
Desde la primavera de 2010 es profesora de violín
barroco y viola en la Franz-Liszt-Hochschule für
Musik de Weimar.
Fue durante su estancia en Weimar,
primero como organista y desde 1714
como Konzertmeister del duque Wilhelm
Ernst, cuando Bach empezó a componer su famosa colección de Sonatas y
partitas para violín solo, que terminaría
en la corte de Cöthen. Las obras se han
conservado en un manuscrito original del
propio Bach en cuya portada aparecen
fechadas en 1720 y descritas como Sei
Solo a violino senza basso accompagnato. Aunque el violín se había desarrollado
desde principios del siglo XVII como un
instrumento básicamente melódico, por
lo que por norma se usaba con acompañamiento, a finales de aquella centuria se
habían publicado ya algunas colecciones
dedicadas al instrumento solo, entre las
cuales merecen ser citadas, por la cercanía con Bach, los Scherzi da violin solo
de su primo segundo Johann Gottfried
Walther, que datan de 1676; las Partitas
(1696) de Johann Paul von Westhoff, a
quien el Cantor de Santo Tomás había
conocido en su primer paso por Weimar
en 1703; o el Artificiosus Concentus pro
Camera, seis partitas compuestas en
1715 por Johann Joseph Vilsmayr, quien
estaba más cercano en cualquier caso a
la escuela austriaca, ámbito en el que no
puede olvidarse el magnífico Passacaglia que cierra las Sonatas del Rosario
compuestas por Biber en torno a 1674.
Queda la Sonata para violín solo que se
ha preservado de Johann Georg Pisendel, violinista virtuoso al que Bach conoció hacia 1709 y que para muchos fue el
primer destinatario de su colección (de la
cual poseía una copia), si bien la obra de
Pisendel está sin datar con precisión, por
lo que tanto podría ser precedente como
consecuente del magno ciclo del autor
de El arte de la fuga.
Enfrentado en cualquier caso a la escritura de obras para violín solo, Bach recurrió al género de las sonata da chiesa
y de la suite de danzas, que se reparten
la colección tres a tres. Pese a esta
variedad formal y al hecho de que cada
una de las tres suites (o partitas, que es
la terminología, habitual entonces en Alemania, que Bach emplea aquí) sean por
completo diferentes entre sí, la colección
presenta una notable unidad, que deriva
de una consciente organización armónica: las tonalidades de las obras pueden
verse como un hexacordo sol-mi y están
separadas entre sí formando un auténtico
palíndromo (sol – si – la – re – do – mi:
3ª – 2ª – 4ª – 2ª – 3ª). La voluntad cíclica que descansa en esta organización
simétrica se corresponde además con la
denominación de Libro Primo que aparece en la portada del manuscrito de 1720,
y que puede hacer pensar en que Bach
pensara en completar esta colección con
otras dedicadas a otros instrumentos
solistas. Así pueden ser entendidas las
seis suites para violonchelo, si bien su
asociación parece tener un carácter más
oportunista (no ha quedado manuscrito
bachiano para comprobar la voluntad real
del músico) y quién sabe si la partita para
flauta sola podría formar parte de este
mismo proyecto.
Las obras para violín solo de Bach representan un salto adelante en la escritura
para el instrumento, cuyas posibilidades
polifónicas son desarrolladas hasta los
límites que permitía la técnica de su tiempo, y esto se aplica de igual forma a las
sonatas, que exigían un segundo movimiento en forma de fuga (lo que hacía el
género inutilizable para los instrumentos
melódicos sin acompañamiento), como
para las partitas, a las que Bach otorga
una extraordinaria variedad. La Partita
nº2 se compone de las cuatro danzas de
la suite clásica, que aparecen con sus
nombres en italiano (Allemanda, Corrente, Sarabanda, Giga), y culmina con una
chacona final que es considerada a menudo como punto culminante no solo de
la colección, sino de toda la literatura violinística universal. Allemanda, Corrente y
Giga son danzas homofónicas y sobrias,
escritas en la típica forma binaria de la
época, con una primera sección que se
cierra en la dominante, y una segunda
que parte de ella para marchar hacia la
tónica. La Sarabanda es en cambio, algo
diferente, por su tratamiento polifónico y
el expresivo uso del cromatismo, que le
transmite una intensidad que la conecta
con la imponente Ciaccona de cierre,
pieza majestuosa, de dimensiones colosales (supera en extensión a los otros
cuatro movimientos de la suite juntos) y
forma tripartita, con la sección central en
modo mayor. Se trata de una auténtica
obra maestra de organización, 64 variaciones construidas sobre un tema que
se presenta en el bajo de los primeros
compases, y que lleva al violín, a través
de una escritura en acordes y arpegios
por completo original y novedosa, a una
cima que muchos violinistas consideran
aún insuperada.
de las tres que forman parte de la colección, y de hecho Bach utiliza ahora los
nombres de las danzas en francés y la
transcribió para laúd, uno de los instrumentos tradicionalmente vinculados a la
música francesa. En segundo lugar, es la
más moderna, y ello se refleja en la forma en que Bach elude el empleo de las
danzas clásicas (solo usa la giga), prefiriendo en su lugar las galanterien, esto
es, las danzas que estaban de moda. Si
el preludio, de tempo muy rápido, tiene
su característico aire improvisado y está
marcado por las abundantes indicaciones
de dinámicas (forte, piano), el resto de
los números de la suite se estructuran
en la tradicional forma binaria, aunque
con algunas particularidades, como en el
caso de la Gavotte en rondeau, que usa
la primera sección para presentar el tema
del rondeau, y la segunda para repetirlo,
con sus episodios intermedios, que pueden considerarse variaciones del tema
principal. En la Loure son muy frecuentes
las imitaciones entre la voz superior y
el bajo. Los dos Menuets son gráciles y
graciosos, el segundo además con un
carácter rústico que le otorga esa típica
imitación de la viola de rueda. La Bourrée
adelanta en cierta media, con su ágil y
fogoso carácter sincopado, el carácter
final de la giga.
La Partita nº3 tiene un carácter diferente.
En primer lugar, es la más afrancesada
Pablo J. Vayón
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