DOCUMENTOS CONGRESUALES IX Jornada Sociedad Española para la Investigación de las Diferencias Individuales La Laguna 27-28 septiembre 2007 20 IX Jornada Sociedad Española para la Investigación de las Diferencias Individuales IX Jornada Sociedad Española para la Investigación de las Diferencias Individuales Coordinadoras Adelia DE MIGUEL NEGREDO Mónica CARBALLEIRA ABELLA Rosario J. MARRERO QUEVEDO SERVICIO DE PUBLICACIONES UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA, 2008 IX J ORNADA S OCIEDAD E SPAÑOLA PARA LA I NVESTIGACIÓN DE LAS D IFERENCIAS INDIVIDUALES [Recurso electrónico] : [celebradas en La Laguna, 27 y 28 de septiembre de 2007] / Coordinadores Adelia de Miguel Negredo, Mónica Carballeira Abello, Rosario J. Marrero Quevedo. — 1ª ed. — La Laguna : Servicio de Publicaciones, Universidad de La Laguna, 2008. — 1 disco óptico electrónico. (CD-ROM) ; 12 cm. — (Documentos congresuales ; 20) ISBN 978-84-7756-727-1 1. Psicología diferencial-Congresos-CD-ROM 2. Individualidad-CongresosCD-ROM I. Miguel Negredo, Adelia de II. Carballeira Abella, Mónica III. Marrero Quevedo, Rosario J. IV. Título V. Serie 159.923(063)(0.034) 159.922(063)(0.034) Colección: DOCUMENTOS CONGRESUALES/20 Edita: Servicio de Publicaciones UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA Campus Central 38200 La Laguna. Santa Cruz de Tenerife Teléfono: 34 922 31 91 98 Diseño Editorial: Jaime H. Vera. Javier Torres. Cristóbal Ruiz. 1ª Edición 2008 Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso del editor Maquetación, preimpresión e impresión: SERVICIO DE PUBLICACIONES I.S.B.N.: 978-84-7756-727-1 Depósito Legal: TF 859/2008 IX JORNADA SOCIEDAD ESPAÑOLA PARA LA INVESTIGACIÓN DE LAS DIRERENCIAS INDIVIDUALES LA LAGUNA, 27 y 28 de septiembre de 2007 COMITÉ CIENTÍFICO Adelia de Miguel (Universidad de La Laguna) Pilar Matud (Universidad de La Laguna) Wenceslao Peñate (Universidad de La Laguna) Elvira Sánchez (UNED) Gloria García de la Banda (Universidad de las Islas Baleares) José Antonio Carranza (Universidad de Murcía) Eliseo Chico (Universidad Rovira i Virgili) Joaquín Punti (Universidad Autónoma de Barcelona) COMITÉ ORGANIZADOR Adelia de Miguel (Universidad de La Laguna) Rosario Marrero (Universidad de La Laguna) Mónica Carballeira (Universidad de La Laguna) ENTIDAD ORGANIZADORA Sociedad Española para la Investigación de las Diferencias Individuales ENTIDADES COLABORADORAS Excelentísimo Cabildo Insular de Tenerife Excelentísimo Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife Excelentísimo Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna Vicerrectorado de Investigación y Desarrollo Tecnológico de la Universidad de La Laguna Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de La Laguna CajaCanarias STAEDTLER ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS Adelia de Miguel* y Rafael Santos** * Universidad de La Laguna Servicio Canario de Salud ** JUSTIFICACIÓN: Durante casi tres décadas, la hipótesis de la androginia ha sido objeto de distintas investigaciones con diferentes resultados. La defensa o rechazo de dicha hipótesis va unida a la propuesta de efectos aditivos y efectos interactivos de la asunción de roles masculinos y roles femeninos, en relación con la salud mental. OBJETIVOS: Estudiar la influencia de la asunción de roles sexuales en dos áreas de salud mental (trastornos de personalidad y sintomatología clínica) en una muestra de estudiantes universitarios análogos. MÉTODO: Una muestra de 390 mujeres y 164 hombres, estudiantes de diferentes carreras de la Universidad de La Laguna (edad media 21.22, dt = 3.78), cumplimentaron los cuestionarios BSRI, SCL-90-R e IPDE. RESULTADOS: Las comparaciones entre los cuatro grupos de personas en función de la asunción de roles sexuales, manteniendo el sexo como covariado, indican que (a) las personas andróginas obtienen puntuaciones significativamente más bajas que las personas indiferenciadas en trastornos de personalidad y sintomatología clínica relacionados con ansiedad, obsesión y depresión; y (b) las diferencias entre personas femeninas y andróginas y personas masculinas y andróginas solo aparecen en los trastornos de personalidad. DISCUSIÓN: La «mejor salud mental» de los andróginos comparados con quienes asumen los roles femeninos y quienes asumen los roles masculinos apoya el efecto positivo de la androginia en el proceso de adaptación, más de forma interactiva que aditiva. PALABRAS CLAVE: Salud mental, análogos, androginia, roles sexuales, estudiantes universitarios. JUSTIFICACIÓN MASCULINIDAD, FEMINIDAD Y ANDROGINIA Desde una perspectiva cognitivo-evolutiva, Kohlberg (1966) defendía, dentro de su teoría del desarrollo moral del niño, que las personas, tipificadas por el sexo, hemos internalizado los estándares del rol sexual y necesitamos mantener consistencia entre nuestra conducta y el estándar. De esta forma, la persona que asume un rol sexual elimina las conductas que violan los estándares de ese rol sexual. La persona tipificada como femenina por su rol sexual debería inhibir las conductas que pertenezcan al estereotipo masculino, y la persona tipificada como masculina por su rol sexual debería inhibir las conductas que pertenezcan al estereotipo femenino. 126 DE MIGUEL y SANTOS Desde una perspectiva feminista, Bem (1974) amplió esta idea y concibió que las personas que no hubieran internalizado los estándares de rol sexual, no necesitarían mantener un repertorio conductual acorde con dichos estándares, lo cual facilitaría una mayor adaptación y una mejor salud psicológica. Bem (1974) propuso que la masculinidad y la feminidad debían tratarse como dimensiones distintas y relativamente independientes. No se trataba de que la masculinidad y la feminidad fueran los polos opuestos de un continuo. En función de esta conceptualización, construyó el inventario BSRI (Bem SexRole Inventory), con el que se puede clasificar a las personas en los cuatro tipos / roles sexuales conocidos como andrógino, masculino, femenino e indiferenciado. La dimensión de masculinidad incluía elementos que reflejaban asertividad, audacia, dominancia, autosuficiencia e instrumentalidad. La dimensión de feminidad tenía elementos que reflejaban la crianza, la expresividad de las emociones y la empatía. Justamente, las personas andróginas psicológicamente eran aquellas que no habrían internalizado las conductas apropiadas de ninguno de los sexos, de forma que estarían menos constreñidas en diferentes situaciones. Las personas andróginas, independientemente del sexo que fueran, eran el epítome de la salud psicológica. Esto configuró la denominada hipótesis de la androginia. Esta hipótesis de la androginia predecía lo siguiente (Bem, 1975, 1979): (i) en aquellas situaciones que requieren una conducta adaptativa estereotipada como masculina, las personas andróginas y las tipificadas como «sexo masculino» se adaptarán bien y de forma equiparable, mientras que las personas tipificadas como de «sexo femenino» serían menos adaptativas; (ii) en aquellas situaciones que requieren una conducta adaptativa estereotipada como femenina, las personas andróginas y las tipificadas como «sexo femenino» se adaptarán bien y de forma equiparable, mientras que las personas tipificadas como de «sexo masculino» serían menos adaptativas; y (iii) las personas andróginas serían más sanas psicológicamente hablando que las personas tipificadas como masculinas o femeninas. A partir de entonces, los trabajos que intentaban contrastar la teoría de Bem no siempre proporcionaron apoyos y las incongruencias en los resultados supusieron una avalancha de críticas dirigidas preferentemente a la conceptualización de masculinidad y feminidad y a la asociación entre androginia y bienestar psicológico. La revisión teórica de los diferentes trabajos condujo a Taylor y Hall (1982) a reconceptualizar la hipótesis de la androginia y la sustituyeron por la «hipótesis aditiva de la androginia» y la «hipótesis del equilibrio andrógino». Según la «hipótesis aditiva de la androginia», se predice que las personas que puntúan alto en masculinidad y feminidad serán las mejor ajustadas, mientras que las personas que puntúan bajo en ambos tipos serán las que peor ajuste tengan. Por otra parte, la «hipótesis del equilibrio andrógino» predice que las personas que tengan puntuaciones equivalentes en masculinidad y feminidad estarán mejor ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS 127 ajustadas que las personas con altas puntuaciones en un tipo y bajas en otro. Esta sería precisamente, según Taylor y Hall (1982) la hipótesis de la androginia propuesta por Bem (1975, 1979) cuando se habla de equilibrio de puntuaciones independientemente de que sean altas o bajas. Sin embargo, Spence y Helmreich (1978), quienes también habían elaborado un instrumento para medir los roles sexuales, defendían que el equilibrio de puntuaciones debía darse en los polos altos de masculinidad y feminidad y así serán andróginas y bien adaptadas, mientras que las personas con puntuaciones equilibradas pero bajas en ambos tipos, denominadas como «indiferenciadas», no serán mejores que las personas con alta puntuación en un tipo y bajo en otro. Por otra parte, Lubinski, Tellegen y Butcher (1981) estudiaron la relación entre los dos tipos sexuales (masculinidad y feminidad) y tres indicadores de bienestar (afectividad positiva entendida como bienestar psicológico, afectividad negativa como reacción ante el estrés, alienación, agresión, y constricción como evitación del dolor y agresión). Los resultados de los análisis de las respuestas de 176 estudiantes de psicología menores de 30 años, mediante regresiones múltiples, indicaban que la escala de masculinidad del BSRI aparecía como un indicador de la dimensión de «extraversión» como afectividad positiva, mientras que la escala de feminidad del BSRI mostraba afinidad con el factor de constricción. Estos resultados concordaban con los de otros investigadores que mostraban que la masculinidad correlacionaba con marcadores de dominancia-ambición, y la feminidad correlacionaba con calidez-cordialidad. Todo esto condujo a Lubinski y sus colaboradores a dudar de la adecuación de entender masculinidad, feminidad y/o androginia como indicadores de salud mental, y con ello ponían en entredicho la posible aplicación psicoterapéutica de la hipótesis de la androginia. La androginia, en todo caso, podría verse solo como un ejemplo de conceptos de «cumplimiento» o «auto-realización», con los que la persona integra y contrasta varios atributos de forma sinérgica, de manera que el total es más que la suma de las partes. En conclusión, Lubinski, Tellegen y Butcher (1981) concluyeron que la androginia debería analizarse como una interacción entre los atributos sexuales y utilizarse en la valoración de cualquier otro concepto de cumplimiento. Dos años después, Lubinski, Tellegen y Butcher (1983) estudiaron de nuevo la validez de constructo del BSRI como medida de bienestar, y probaron la validez del concepto de androginia como un concepto interactivo, más que simplemente aditivo. Esto significa que la androginia sería un concepto distinto a los de masculinidad y feminidad. Y de nuevo, las conclusiones principales del trabajo eran (i) que existía una clara interacción entre los tipos de masculinidad y feminidad danto lugar al constructo emergente de androginia como autocumplimiento, funcionando tal vez como variable moduladora, y no solamente como una combinación aditiva; y (ii) que masculinidad tenía importantes relaciones con dominancia, mientras que feminidad se relacionaba claramente con calidez-crianza. 128 DE MIGUEL y SANTOS Este trabajo tuvo su réplica por parte de Spence (1983) y la contrarréplica de Tellegen y Lubinski (1983), que más tenía que ver con problemas metodológicos para estos últimos y más con ideología feminista para aquella autora. Actualmente, Spence considera que su cuestionario mide en realidad dos características de personalidad y no roles sexuales. Concretamente, las dos características de personalidad son «instrumentalidad» caracterizada por rasgos de personalidad que implican trabajar con objetos, terminar tareas, mostrar independencia de los otros, y exhibir autosuficiencia; y «expresividad» entendida como la facilidad con que una persona puede expresar emociones, como llorar, mostrar empatía por los problemas de otros y mostrar compasión por aquellos que lo necesitan. En la actualidad sigue sin existir confirmación clara para ninguna de las hipótesis. El trabajo de Lefkowitz y Zeldow (2006), con una muestra de personas que habían acudido a consulta con un psicólogo clínico, encontraron que (i) los tipos masculinidad y feminidad eran independientes; (ii) aparecieron efectos principales de ambos tipos, apoyando la hipótesis aditiva: la masculinidad era el mejor predictor de salud mental óptima (explicaba el 25% de la varianza) seguido por la feminidad (explicaba el 9% de la varianza); (iii) a pesar de estos resultados, no se puede decir que estos datos apoyen la hipótesis de la androginia de Bem (1974). PROPUESTAS DE EXPLICACIÓN DE LAS DIFERENCIAS INTERSEXUALES Las teorías que intentan explicar las diferencias intersexuales en personalidad, rendimiento, y salud física y mental, se pueden agrupar en tres grandes grupos: la teoría de la socialización y los roles sexuales, la teoría biológico-hormonal y la teoría evolucionista. En general, la teoría de la socialización propone que las diferencias entre hombres y mujeres se gestan en la infancia, a través de los refuerzos y castigos que reciben los niños y las niñas por parte de los padres, los profesores y los medios de comunicación. Se premian aquellos comportamientos adecuados para cada sexo. 1. Teoría del aprendizaje social de Bandura (1977), a través del aprendizaje vicario (por observación e imitación) los niños aprenden a observar el comportamiento de los otros y, aun sin recibir refuerzo directo, van internalizando las conductas masculinas y femeninas que muestran sus padres, sus compañeros, sus maestros y los medios de comunicación. 2. Teoría de los roles sociales (Eagly y Wood, 1999): el origen de las diferencias sexuales radica en que hombres y mujeres están distribuidos de forma diferente en los distintos roles ocupacionales y familiares. Los hombres asumen el papel de sostenedores de la familia y desde niños aprenden a ser rudos y agresivos; por su parte, las mujeres asumen el papel de amas de casa y desde niñas aprenden conductas de crianza y suministradoras de apoyo emocional. ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS 129 Las diferentes teorías de socialización tradicionales encuentran apoyos empíricos para sus propuestas. Sin embargo, ninguna de ellas proporciona una explicación de los orígenes de los roles vinculados con el sexo, ni de los orígenes de las prácticas de socialización parentales diferenciales (Larsen y Buss, 2005). Las teorías biológicas: las teorías hormonales defienden que las diferencias fisiológicas son la causa de las diferencias entre hombres y mujeres, y no el ambiente externo, y principalmente los niveles de testosterona que se manifiestan principalmente en conductas de dominación, agresividad y sexuales. De nuevo, y como ocurría con las teorías de la socialización, las teorías biológicas nada dicen del origen de las diferencias. La perspectiva evolucionista intenta dar una explicación sobre el origen de las diferencias intersexuales. Y para ello apela a los problemas adaptativos diferentes a los que han de hacer frente hombres y mujeres a lo largo de su existencia. Estos problemas adaptativos son problemas que deben resolverse con el fin de sobrevivir y reproducirse (es decir, problemas de supervivencia de cualquier ser vivo). Los resultados obtenidos investigando personalidad, indican que hay claras diferencias entre hombres y mujeres en aquellos factores que se relacionan con roles sexuales de supervivencia a lo largo del ciclo vital (McCrae, Costa y cols., 2000). Sin embargo, todavía no ha sido capaz de explicar las diferencias intrasexuales. Frente a la hipótesis de las diferencias que subyace a las teorías anteriormente presentadas, y que propone que hombres y mujeres somos, de forma consistente, ampliamente diferentes en diferentes áreas del funcionamiento psicológico, la hipótesis de la similitud de género defiende que los hombres y las mujeres, los niños y las niñas, son similares en muchas, aunque no en todas las variables psicológicas. Esta última hipótesis se propuso hace más de 20 años por Hyde, desde la perspectiva de género. En 2005, esta autora hizo un ambicioso meta-análisis de más de 2.000 estudios y el principal apoyo para su propuesta surgió de la utilización del índice estadístico del tamaño del efecto «d» que: (i) fue cercano a cero o pequeño en las variables cognitivas, en comunicación, en variables de personalidad y sociales, en bienestar psicológico y en conductas motoras; (ii) fue moderado (los hombres puntuaban más alto que las mujeres) para asertividad y grande (los hombres puntuaban más bajo que las mujeres) para sensibilidad a los demás (National Longitudinal Study Of Youth, Feingold, 1994); y (iii) fue grande o muy grande (los hombres puntuaban más alto que las mujeres) en ejecución motora (velocidad y distancia de lanzamiento), sexualidad (masturbación y actitudes hacia el sexo en relaciones casuales y sin compromiso) y agresión. En general, entre un 60% y un 78% de las d eran bajas o cercanas a cero, lo que apoyaba la hipótesis de la similitud intergénero. SALUD MENTAL Una de las áreas de funcionamiento psicológico indicadoras de salud mental, muy relacionado además con la contextualización del malestar y el bienestar 130 DE MIGUEL y SANTOS psicológicos como lo está la identidad de género, es el correspondiente a los trastornos de personalidad. La definición de la CIE-10 es idéntica a la del DSM-IV (recuérdese que la última revisión de la CIE es anterior a la última del DSM) pero menos parsimoniosa. Y dice así: los trastornos de personalidad (son) trastornos graves del carácter constitutivo y de las tendencias comportamentales del individuo, que normalmente afectan a varios aspectos de la personalidad y que casi siempre se acompañan de alteraciones personales y sociales considerables. Los trastornos de personalidad tienden a presentarse en la infancia y adolescencia y a persistir durante la edad adulta. [...] No son secundarios a otros trastornos mentales o lesiones cerebrales, a pesar de que pueden preceder a otros trastornos o coexistir con ellos. Por el contrario, la transformación de la personalidad es adquirida, normalmente, durante la vida adulta, como consecuencia de situaciones estresantes graves o prolongadas, de privaciones ambientales extremas, de trastornos psiquiátricos graves o de lesiones o enfermedades cerebrales. [...] Representan desviaciones extremas, o al menos significativas, del modo como el individuo normal de una cultura determinada percibe, piensa, siente y, sobre todo, se relaciona con los demás. Estas formas de comportamiento tienden a ser estables y a abarcar aspectos múltiples de las funciones psicológicas y del comportamiento. (WHO, 1992). A la hora de realizar el diagnóstico, en ambos sistemas de clasificación se apunta que para establecer la existencia de un trastorno de personalidad, independientemente de qué trastorno se trate, se deben cumplir los siguientes criterios: (i) el trastorno de personalidad debe ser un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento, (ii) que se aparta de las expectativas de la cultura del individuo, (iii) que afecta al menos a dos de las áreas afectiva, cognoscitiva, control de impulsos y/o relaciones interpersonales, (iv) que es inflexible temporal y situacionalmente, (v) que se inicia en la adolescencia y primera etapa de la vida adulta, en ocasiones en la infancia, y que se afianza en la madurez, (vi) que provoca malestar clínico, o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes del individuo, y (vii) que no es atribuible a ningún otro trastorno mental, ni a los efectos fisiológicos directos de una sustancia ni a una enfermedad médica. Derogatis desarrolló el Symptom Check List en la Facultad de Medicina de la Universidad John Hopkins de Baltimore. Ese instrumento pretendía ser un cuestionario de autoevaluación de un amplio rango de problemas psicopatológicos que pudiera utilizarse para evaluar a pacientes psiquiátricos, pacientes médicos, y población general, y seleccionar los tratamientos y valorar los cambios sintomáticos inducidos por los tratamientos. También el interés de algunos investigadores ha comenzado a dirigirse a investigar la existencia de diferencias intersexuales en la sintomatología clínica. Por ejemplo, Carrasco, Sánchez, Ciccotelli y del Barrio (2003) encontraron que las ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS 131 mujeres puntuaban más alto que los hombres en todas las dimensiones excepto en hostilidad, ansiedad fóbica y psicoticismo, donde ambos sexos puntuaban igual. Möller-Leimkühler, Schwarz, Burtscheidt y Gaebel (2002) utilizaron el SCL90-R en una muestra de mujeres alcohólicas con el fin de confirmar la hipótesis de la orientación del rol de género. Sus resultados indican que (i) en comparación con una muestra basada en la población, en la muestra alcohólica había una sobre-representación del tipo indiferenciado; (ii) dentro de la indiferenciación, las mujeres tendían a describirse como más femeninas que masculinas; y (iii) la masculinidad y la feminidad bajas, así como la feminidad alta correlacionaban positivamente con el sufrimiento, la depresión, la ansiedad social, la inseguridad. Los autores concluían que sus datos no apoyaban la hipótesis de la convergencia relacionada con la orientación de rol de género, pero sí apoyaban el autoconcepto femenino tradicional como factor de riesgo inespecífico para la vulnerabilidad. Sin embargo, todavía son pocos los trabajos sobre esta área, centrándose con más frecuencia en la salud física y su relación con la identidad de género, la masculinidad, la feminidad. OBJETIVOS Este trabajo se realiza tras el análisis conjunto de las siguientes cuestiones: (i) el cambio socio-cultural y las presiones sociales y culturales que están defendiendo la igualdad de los géneros, la preferencia por el término «identidad de género» frente al término «sexo» a la hora de definirse una persona, la globalización, etc., y que a la postre están dirigiendo a hombres y mujeres hacia la asunción de una serie de roles laborales y familiares, así como elaboración de creencias y valores, que contrastan con nuestra historia evolucionista, y por ello suponen problemas adaptativos nuevos; (ii) los trastornos de personalidad están muy contextualizados, antes de ser diagnosticados como trastornos son egosintónicos, y comienzan a desarrollarse al final de la adolescencia y principio de la vida adulta; y (iii) las condiciones socioculturales, las presiones mediáticas, las nuevas tecnologías, las situaciones estresantes, están en la base del aumento del sufrimiento psicológico cada vez a edades más jóvenes. A partir de aquí, los objetivos de este trabajo son: 1. Analizar las relaciones entre los cuatro tipos sexuales y sintomatología psicopatológica y trastornos de personalidad en estudiantes universitarios. 2. Estudiar la viabilidad de las hipótesis aditiva, de equilibrio e interactiva de la tipificación sexual en la sintomatología psicopatológica y trastornos de personalidad. 1.31 dt x 19.94 100 25 Edad 52 13 Hombre 48 12 % Mujer n Experimentales 20.3 x 404 96 308 n 2.16 dt 100 23.8 76.2 % Sociales y jurídicas 19.94 x 38 12 26 n 100 31.6 68.4 % x 37 13 24 n 1.64 dt 100 35.1 64.9 % Humanidades 20.63 F5,1 = 0.82 p = 0.53 1.56 dt c = 33.25 p = .001 2 Salud CIENCIAS TABLA 1. DESCRIPCIÓN DEMOGRÁFICA DE LA MUESTRA. 20.34 x 50 30 20 n % 1.54 dt 100 60.0 40.0 Técnicas 20.3 x 554 164 390 n % 1.99 dt 100 29.6 70.4 TOTAL 132 DE MIGUEL y SANTOS ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS 133 MÉTODO Muestra: Se recogió información de un total de 554 estudiantes de la Universidad de La Laguna. La edad media fue 20.32 y dt = 1.99 (rango 19-24). No había diferencias intersexo (t = -0.80, p = 0.42). La muestra procedía de las distintas Facultades de dicha Universidad, si bien es cierto que el 72.9% corresponde a estudiantes de Ciencias Sociales y Jurídicas (y de ellos, 240 eran estudiantes de Psicología, lo que suponía un 43.3% de toda la muestra). Las características de edad, género y carrera estudiada aparecen en la tabla 1. Cabe destacar las siguientes notas: (i) no había diferencias de edad interciencias (F5,1 = 0.82; p = 0.53); (ii) sí había diferencias significativas en la distribución por sexos y muestra (c2 = 33.25, p = .001), sobresaliendo la mayor proporción de mujeres frente a hombres (entre 2 y 3 mujeres por cada hombre) en las licenciaturas y diplomaturas de ciencias Sociales y Jurídicas, de la Salud y de Humanidades, mientras que en las carreras Experimentales y Técnicas el porcentaje es casi 1:1 (si bien en las técnicas es 2:3). Instrumentos: Todos los estudiantes cumplimentaron las siguientes pruebas: 1. Inventario de roles sexuales (Bem Sex-Role Inventory (BSRI, Bem, 1974): consta de 60 adjetivos con respuesta tipo Likert de 7 puntos (desde NUNCA SOY ASÍ = 1 hasta SIEMPRE SOY ASÍ = 7). Se evalúan tres factores: feminidad, masculinidad y deseabilidad social. Para cada muestra, debe calcularse la mediana o punto de corte para asignar uno u otro rol sexual. Con estos dos puntos de corte, se establecen cuatro categorías de rol sexual: femenidad cuando se supera la mediana de los 20 ítems femeninos (p.e. simpática, cálida, deseosa de consolar), masculinidad cuando se supera la mediana de los 20 ítems masculinos (p.e. independiente, atlético, dominante), indiferenciación cuando no se supera la mediana en ninguno de los dos roles, y androginia cuando se supera la mediana en ambos roles. Teniendo en cuenta la propuesta de Bem (1974), feminidad indica que la persona está asumiendo los roles y estereotipos femeninos; masculinidad supone la asunción de los roles y estereotipos masculinos; indiferenciación describe a aquella persona que no asume claramente ninguno de ambos roles y estereotipos sexuales; y androginia representa la confirmación en alto grado de atributos masculinos y femeninos, siendo considerado como el rol adecuado para poder llegar a desarrollar las potencialidades del ser humano. 2. Examen internacional de trastornos de la personalidad (International Personality Disorder Examination (IPDE, Loranger, 1997). Es un instrumento elaborado como prueba de cribaje para los trastornos de la personalidad contemplados por la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10, WHO, 1992), como una adaptación para uso internacional de la entrevista semiestructurada Personality Disorder Examination (PDE, Loranger, 1988). Consta de 59 cues- 134 DE MIGUEL y SANTOS tiones, con formato de respuesta verdadero/falso, y que han de responderse en función de los últimos 5 años (por lo que no debe administrarse a menores de 18 años). Se miden 9 trastornos de personalidad, siendo diferente el número de elementos para cada uno de ellos. Loranger (1997) estableció que cuando se puntúe en tres o más elementos de un trastorno, se debe realizar la entrevista especializada en ese trastorno y poder así establecer o no el diagnóstico. En esta investigación, se trata de análogos que no cumplen ninguna condición para ser establecido un diagnóstico, por lo que utilizaremos un acercamiento dimensional, y no categorial. 3. Inventario de síntomas SCL-90-R (Symptom Check List-90-Revised, Derogatis, 1994). Con 90 ítems, a responder en una escala de 5 puntos (desde «no he tenido esa molestia nada en absoluto» = 1 hasta «he tenido esa molesta mucho o extremadamente» = 4) que hacen referencia a síntomas clínicos experimentados en las últimas semanas. Se obtienen puntuaciones para 9 dimensiones primarias más tres índices globales de malestar psicológico y uno de miscelánea indicador de la gravedad del problema. En este caso hemos utilizado las puntuaciones dimensionales. Procedimiento: Como parte de las prácticas de la asignatura de Psicología de la Personalidad del curso académico 2006-07, los alumnos cumplimentaban la batería de pruebas en su domicilio, a lo largo de una semana, con el fin de elaborar con posterioridad su propio perfil de personalidad. De esta forma nos asegurábamos dos objetivos: por una parte, la participación de la totalidad del alumnado matriculado y, por otra, la sinceridad a la hora de la cumplimentación. Una vez contestados todos los instrumentos, los alumnos debían entregar una copia al profesorado y quedarse con otra. Ese proceso tuvo lugar durante el mes de noviembre, comenzando las clases prácticas de elaboración de perfil en febrero siguiente, de modo que se evitaba el sesgo posible por conocimiento de la instrumentación. Por otra parte, se ofreció una bonificación en la nota final de la asignatura para aquellos alumnos que administraran la batería a diez amigos que estudiaran otras carreras en la Universidad de La Laguna. Para evitar de nuevo los falseamientos en las respuestas, se ofrecía al «amigo» la realización de su perfil de personalidad. Este proceso se realizó durante los tres últimos meses del año 2006. Todos los análisis estadísticos se han realizado con el programa SPSS 14.0 para Windows. RESULTADOS SEXO BIOLÓGICO Y TIPIFICACIÓN SEXUAL Hacemos notar que, a partir de ahora, hablaremos de sexo para referirnos al aspecto biológico y género para hablar de asunción de roles y estereotipos sociales (tipo sexual), y de esta forma evitar descripciones engorrosas. ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS Indiferenciado Femenino Masculino 135 Andrógino 100 GÉNERO 80 60 40 20 0 Experimentales Socio-jurídicas Salud Humanidades Técnicas CIENCIAS Figura 1. Distribución de género por ciencias. La correlación entre el factor de masculinidad y el de feminidad fue r = 0.040 (p = 0.353), indicando que ambos factores no son los polos opuestos de una única dimensión. Este dato avala la reorganización de la muestra en función de los cuatro géneros o tipos sexuales. Siguiendo las indicaciones de Sandra Bem, la clasificación de género (roles y estereotipos sexuales) se realizó a partir de las puntuaciones medianas obtenidas en el BSRI. Los valores de las medianas fueron 82.5 para feminidad y 99.0 para masculinidad. El tamaño de los subgrupos fue el siguiente: 188 personas indiferenciadas (145 mujeres y 43 hombres), 96 femeninas (91 mujeres y 5 hombres), 164 masculinas (79 mujeres y 85 hombres) y 106 andróginas (75 mujeres y 31 hombres). Por lo tanto, en cada grupo de género hay hombres y mujeres como sexo biológico. La figura 1 representa la distribución de cada uno de los géneros en función del tipo de carrera que se está estudiando. La distribución no es homoscedástica. Lo primero que llama la atención es que casi un tercio de cada grupo de ciencias es tipificado como «indiferenciado»; en segundo lugar, este género llega a un 50% en las carreras de humanidades; en tercer lugar, a excepción de humanidades, en las otras cuatro ciencias, el porcentaje de «masculinidad» es mayor que el de «feminidad», a pesar de que el número de mujeres es mayor que el de hombres; en cuarto lugar, el porcentaje de «androginia» está alrededor del 20% en todas las ciencias; y en quinto lugar, resalta que en las carreras técnicas los mayores porcentajes corresponden a los géneros «indiferenciado» (mitad hombres y mitad mujeres) y «masculino» (principalmente hombres). 136 DE MIGUEL y SANTOS TABLA 3. DIFERENCIAS INTERSEXO SOBRE LAS DIMENSIONES PRIMARIAS DEL SCL-90-R. MUJERES HOMBRES X DT X t p .98 .66 .73 .57 4.55 .000 1.10 .66 1.05 .67 .88 .380 .86 .68 .78 .72 1.30 .194 Depresión (DEP) 1.01 .69 .78 .68 3.60 .000 Ansiedad (ANS) .81 .63 ,70 .61 1.81 .071 Hostilidad (HOS) .70 .70 .59 .61 1.73 .083 Ansiedad fóbica (FOB) .33 .45 .33 .51 -.05 .962 Ideación paranoide (PAR) .77 .65 .83 .66 -1.00 .316 Psicoticismo (PSIC) .49 .48 .64 .68 -3.00 .003 1.03 .69 .93 .71 1.57 .117 Somatización (SOM) Obsesión-compulsión (OBS) Sensibilidad interpersonal (SI) Miscelánea (MIS) DT X = media; DT = desviación típica. ANDROGINIA Y SINTOMATOLOGÍA CLÍNICA En primer lugar, hemos analizado si existen o no diferencias intersexo en las dimensiones primarias del SCL-90-R. La tabla 3 recoge los datos correspondientes. Sólo hay diferencias con significación estadística en tres factores: las mujeres puntúan más alto que los hombres en los factores de somatización (SOM) y depresión (DEP), mientras que los hombres puntúan más alto en la dimensión de psicoticismo (PSIC). En segundo lugar, mediante 10 ANOVAs analizamos si había efecto principal del factor «género» con cuatro niveles sobre las diez dimensiones o variables dependientes. Aparecieron F significativas para las cinco dimensiones primarias siguientes: OBS (obsesión-compulsión), SI (sensibilidad interpersonal), DEP (depresión) y HOS (hostilidad). De nuevo realizamos los cálculos manteniendo la variable sexo como covariable. Los resultados son totalmente solapables, apareciendo ahora incluso significativa la F correspondiente al factor de miscelánea. La tabla 4 muestra los distintos valores de F y su significación estadística asociada. Con el fin de analizar con más detalle las diferencias intergrupo, calculamos la t de Student para todas las dimensiones primarias y los cuatro roles sexuales o géneros. Los resultados son los siguientes: 137 ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS TABLA 4. ANOVAS PARA EL FACTOR «GÉNERO» SOBRE LAS DIMENSIONES PRIMARIAS DEL SCL-90-R Y T-STUDENT PARA COMPARACIONES DE MEDIAS DE DOS MUESTRAS INDEPENDIENTES. t F Fa I-F 0.85 1.71 0.37 3.41 * 3.49* Sensibilidad interpersonal (SI) 4.78** Somatización (SOM) Obsesión-compulsión (OBS) Depresión (DEP) Ansiedad (ANS) Hostilidad (HOS) I-M I-A F-M F-A M-A 0.18 -1.31 -0.19 -1.48 -1.36 2.95** 1.89 2.33* -1.17 -0.58 0.57 4.88** 2.96** 2.18* 3.13** -1.12 0.12 1.26 4.28** 3.65* 2.43* 3.23*** 2.41* 0.29 -0.06 -0.36 1.43 1.86 3.14* 0.97 0.36 -1.25 -1.69 -0.50 4.31** 6.27*** 2.95** -0.64 1.79 -3.20** -1.14 2.29* Ansiedad fóbica (FOB) 2.44 2.44 2.73** 1.55 1.02 -1.53 -1.53 -0.26 Ideación paranoide (PAR) 1.50 1.24 0.89 -1.50 -0.77 -1.94* -1.29 0.48 Psicoticismo (PSIC) 2.42 1.42 2.34* -0.31 1.15 -2.39* -1.09 1.32 Miscelánea (MIS) 1.88 2.98* 2.16* -0.42 0.23 -2.23* -1.82 0.56 a = ANOVA con sexo como covariante; * = p ^ .05; ** = p ^ .01; = género masculino; A = género andrógino. *** = p ^ .001; I = género indiferenciado; F = género femenino; M 1. El grueso de las diferencias significativas corresponden a la comparación Indiferenciado-femenino. Las personas tipificadas como indiferenciadas puntúan más alto que las femeninas en 7 de las dimensiones primarias y en el factor de miscelánea. Sólo en las dimensiones SOM y PAR no hay diferencias 2. Las personas indiferenciadas, además, se diferencian de las masculinas y las femeninas en las mismas dimensiones, y en la misma dirección. Las indiferenciadas puntúan más alto que las masculinas y las femeninas en las dimensiones SI y DEP 3. Finalmente, las personas indiferenciadas obtienen más puntuación que las masculinas en la dimensión OBS 4. Las personas tipificadas de andróginas no se diferencian de las femininas en ningunas de las dimensiones de sintomatología psicopatológica. Sin embargo, en 6 dimensiones primarias (SOM, ANS, HOS, FOB, PAR, PSIC) y en el factor de gravedad, los andróginos obtienen puntuaciones más altas sin significación estadística. 5. Las personas andróginas SOLO difieren de las masculinas en la dimensión HOS: las personas masculinas puntúan más alto que las andróginas 6. Entre masculinos y femeninos las diferencias se articulan en las dimensiones HOS, PAR y PSI: los masculinos puntúan más alto que los femeninos. Las 138 DE MIGUEL y SANTOS tres coinciden con las características comportamentales esperadas para el sexo masculino. Sin embargo, no aparecen diferencias intergénero donde sí habían aparecido diferencias intersexo, aunque se confirma la diferencia en PSIC. En vista de estos resultados, la hipótesis de la androginia de Bem (1974) se ve confirmada solo por parte de los indiferenciados, que muestran peor salud mental que los otros tres grupos que tienen bien internalizados los estereotipos sexuales. Sin embargo, los andróginos no mostrarían ventaja alguna sobre los tipos masculino y femenino. Para poner a prueba la hipótesis de la interacción, propuesta por Lubinski, Tellegen y Butchler (1981), realizamos 10 regresiones múltiples, teniendo los tipos sexuales puros y el sexo como predictores y las dimensiones básicas de sintomatología como criterio. El método utilizado en la regresión fue el de pasos sucesivos. Los resultados se han agrupado en la tabla 5, donde se muestra el valor de R, R2 y el coeficiente tipificado b. Estos resultados aclaran un poco el panorama: 1. La no internalización de ningún rol sexual, es decir, la indiferenciación parece que explica las dimensiones de OBS y SI. 2. Hay efecto principal de la masculinidad, indicando que la no internalización de los estereotipos masculinos explica la ansiedad fóbica (FOB) (b = -.109). 3. Hay efecto principal de la feminidad, indicando que la no internalización de los estereotipos femeninos explica la ideación paranoide (PAR) (b = -.093). 4. Hay efecto de interacción «feminidad x sexo» de forma que ser hombre (b = .100) y no haber internalizado los estereotipos femeninos (b = -.091) explica el psicoticismo. 5. También hay efecto de interacción «feminidad x sexo» para la dimensión de hostilidad y el factor de miscelánea o gravedad. En el primer caso, ser mujer (b = -.145) y no haber internalizado el rol femenino (b = -.235) explica la hostilidad. Lo mismo ocurre con miscelánea, siendo los coeficientes b = -.105 y b = -.125, respectivamente. 6. Para la sintomatología depresiva, es la interacción «masculinidad x sexo» la que mejor lo explica: ser mujer (b = -.097) y no haber internalizado los roles masculinos (b = -.182). 7. Finalmente, la somatización parece ser exclusivamente explicada por el factor sexo. Concretamente, ser mujer predice mejor esta sintomatología (b = -.180). Los datos de la regresión múltiple apoyan la hipótesis de la interacción, principalmente, pero interacción entre sexo y género. 139 ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS TABLA 5. REGRESIONES MÚLTIPLES, POR PASOS SUCESIVOS CON TIPO SEXUAL Y SEXO COMO PREDICTORES DE LAS DIMENSIONES PRIMARIAS DEL SCL-90-R. PREDICTOR R2 b Somatización (SOM) Sexo1 .180 .033 -.180 Obsesión-compulsión (OBS) Masculinidad .125 .016 -.121 Feminidad .154 .024 -.089 Masculinidad .159 .025 -.154 Feminidad .198 .039 -.117 Masculinidad .221 .045 -.182 Sexo .231 .053 -.097 Sensibilidad interpersonal (SI) Depresión (DEP) Ansiedad (ANS) — Hostilidad (HOS) Feminidad .191 .037 -.235 Sexo .236 .056 -.145 Ansiedad fóbica (FOB) Masculinidad .109 .012 -.109 Ideación paranoide (PAR) Feminidad .093 .009 -.093 Psicoticismo (PSIC) Sexo .127 .016 .100 Feminidad .154 .024 -.091 Feminidad .094 .009 -.125 Sexo .137 .019 -.105 Miscelánea (MIS) 1 R Sexo computado como 0 para mujer y 1 para hombre. ANDROGINIA Y TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Vayamos ahora al análisis de los datos relacionando androginia y trastornos de personalidad. La lógica de análisis es la misma que en el caso de la sintomatología psicopatológica. Las comparaciones intersexo, presentadas en la tabla 6, muestran que solo habría diferencias en los tres trastornos de la personalidad considerados como individuos raros, excéntricos (personas que de forma sistemática presentan problemas en la adecuación de la expresividad emocional, hasta el punto de aparecer como individuos «fríos» y distantes, e incluso muestran sentimientos hostiles y rencorosos). Los hombres puntúan más alto que las mujeres en los trastornos esquizoide y disocial, mientras que las mujeres puntúan más alto en el paranoide. Los ANOVAs con el factor género con cuatro niveles produjeron ocho F significativas, que aumentaron de nuevo cuando se mantuvo el sexo como cova- 140 DE MIGUEL y SANTOS TABLA 6. DIFERENCIAS INTERSEXO SOBRE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD. HOMBRES MUJERES X DT X DT t p F60.0 Paranoide 3.08 1.54 2.70 1.46 2.67 .008 F60.1 Esquizoide 2.05 1.59 2.63 1.56 -3.91 .000 .82 .99 1.22 1.22 -3.67 .000 F60.30 Impulsivo 1.17 1.22 1.20 1.08 -.31 .755 F60.31 Límite 1.30 1.20 1.45 1.22 -1.35 .177 F60.4 Histriónico 1.85 1.35 1.91 1.34 -.48 .634 F60.5 Anancástico 3.24 1.64 3.17 1.63 .49 .625 F60.6 Ansioso 2.21 1.48 2.10 1.43 .79 .431 F60.7 Dependiente 1.62 1.33 1.65 1.47 -.21 .836 F60.2 Disocial X = media; DT = desviación típica. TABLA 7. ANOVAS PARA EL FACTOR «GÉNERO» SOBRE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD Y VALORES DE T DE STUDENT. t F Fa I-F I-M I-A F60.0 Paranoide 3.77** 7.25*** 0.80 -2.73** 0.89 F60.1 Esquizoide 5.12** 2.69* 3.02** -1.35 10.12*** 6.19*** 3.50*** F60.30 Impulsivo 3.41* 3.43* F60.31 Límite 3.49* F60.4 Histriónico F-A M-A -3.03** -1.51 1.50 1.05 -4.03*** -1.86 2.07* -2.59** 0.01 -6.45*** -3.68*** 2.33* 1.36 -2.21* -0.13 -3.48*** -1.53 1.88 3.24* 2.85** 1.00 2.16 * -2.06* -0.85 1.29 2.63* 2.55* -1.58 -2.11* -2.58** -0.35 -0.91 -0.60 F60.5 Anancástico 2.24 2.72* 0.40 -1.69 -1.94* -1.80 -2.08* -0.41 F60.6 Ansioso 2.39 2.24 0.79 1.61 2.38* 0.60 1.44 0.92 11.14*** 12.38*** 1.03 3.87*** 4.53*** 2.36* 3.32*** 0.90 F60.2 Disocial F60.7 Dependiente F-M = ANOVA con sexo como covariante; * = p ^ .05; ** = p ^ .01; *** = p ^ .001; I = género indiferenciado; F = género femenino; M = género masculino; A = género andrógino. a ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS 141 riado. Solo no parecía haber efectos del género ni del sexo en el trastorno de la personalidad por ansiedad, y no había efectos del género en el trastorno de la personalidad anancástico. La tabla 7 presenta todos los valores de F así como los valores de t para las comparaciones de medias. Las comparaciones bivariadas entre los cuatro tipos, recogidas en la tabla 14, dieron como resultado lo siguiente: 1. En líneas generales, la masculinidad parece estar unida a una peor salud mental, es decir, a puntuar más alto que los demás tipos en la mayoría de los trastornos de la personalidad. 2. Las personas masculinas puntúan más alto que las indifenciadas, las femeninas y las andróginas (aunque en este caso no se alcanza la significación estadística) en el trastorno paranoide, en el esquizoide (no significativa la comparación con los indiferenciados), y en disocial (significación estadística en los tres casos). 3. Las personas andróginas y las masculinas puntúan más alto que las indiferenciadas en los trastornos histriónico y anancástico, pero más bajo en los trastornos relacionados con la ansiedad y la dependencia. 4. Las diferencias entre la masculinidad y la feminidad se solapan con las diferencias intersexo: hombres frente a mujeres y personas masculinas frente a personas femeninas puntúan más alto en los trastornos paranoide, esquizoide y disocial. En este caso de los trastornos de personalidad, la feminidad parece ser indicador de mayor salud mental, y la masculinidad indicador de peor salud mental. Por lo tanto, no se comprueba la hipótesis de la androginia. Finalmente, las regresiones múltiples, también con pasos sucesivos, siendo los predictores los dos tipos sexuales de masculinidad y feminidad y el sexo, y el criterio cada uno de los nueve trastornos de personalidad, produjeron los siguientes resultados (véase Tabla 8): 1. Efecto principal de masculinidad para los trastornos histriónico y ansioso. En el primer caso la masculinidad va unida a los comportamientos histriónicos (b = .095), y en el segundo, la no internalización de los roles masculinos explica el trastorno por ansiedad (b = -.165). 2. Hay efecto de interacción «feminidad x sexo» para los trastornos esquizoide y dependiente. En ambos casos es la no internalización de los esterotipos femeninos (b = -.192 y b = -.357, respectivamente) y ser hombre (b = .107 y b = .118, respectivamente) lo que explica una mayor puntuación en los trastornos. 3. Hay efecto de interacción «feminidad x masculinidad» para el trastorno disocial: tener internalizados los estereotipos masculinos (b = .163) y no internalizados los femeninos (b = -.262) explica una mayor puntuación en este trastorno. 142 DE MIGUEL y SANTOS TABLA 8. REGRESIONES MÚLTIPLES, POR PASOS SUCESIVOS CON TIPO SEXUAL Y SEXO COMO PREDICTORES DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD. PREDICTOR F60.0 Paranoide F60.1 Esquizoide F60.2 Disocial F60.30 Impulsivo Sexo 1 R R2 b .113 .013 -.206 Masculinidad .173 .030 .159 Feminidad .222 .049 -.147 Feminidad .224 .050 -.192 Sexo .246 .061 .107 Feminidad .255 .065 -.262 Masculinidad .303 .092 .163 Feminidad .164 .027 -.199 Masculinidad .206 .042 .155 Sexo .223 .050 -.094 .095 .009 .095 F60.31 Límite — F60.4 Histriónico Masculinidad F60.5 Anancástico — F60.6 Ansioso Masculinidad .165 .027 -.165 F60.7 Dependiente Feminidad .321 .103 -.357 Sexo .340 .116 .118 1 Sexo computado como 0 para mujer y 1 para hombre. 4. Hay efecto de triple interacción «feminidad x masculinidad x sexo» para los trastornos paranoide e impulsivo. En ambos casos, ser mujer (b = -.206 y b = -.094, respectivamente), tener internalizados los roles masculinos (b = .159 y b = .155, respectivamente) y no tener internalizados los roles femeninos (b = -.147 y b = -.199, respectivamente) explican mayor puntuación. 5. Finalmente, no aparecieron predictores para los trastornos límite y anancástico. De nuevo es la hipótesis de la interacción la que más apoyo recibe, pero una interacción en la que no coindice el sexo con el género, al contrario de lo que ocurría en el caso de la sintomatología psicopatológica. ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS 143 DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES Después de presentar estos resultados, pasamos a una breve discusión sobre ellos. En primer lugar, no debemos olvidar que estamos analizando respuestas autoinformadas, por parte de estudiantes universitarios, en ningún caso con diagnóstico clínico conocido. Por lo tanto, no deben interpretarse los resultados como contrastación empírica de psicopatología. En segundo lugar, las diferencias intersexo realizadas en los elementos que conforman los tipos sexuales indican que es necesario revisar conceptualmente el BSRI. El momento cultural contemporáneo es bastante diferente al de hace 30 años. Las ideas feministas, la perspectiva de género, la globalización y el relativismo social y moral están suponiendo grandes cambios en la adecuación y aceptación de los estereotipos sexuales. Un estudio en profundidad de los elementos del BSRI puede conducir tanto a eliminar algunos de ellos como a incluir otros, más acordes con este momento post-moderno. En tercer lugar, sería interesante estudiar las causas posibles de la distribución de los tipos sexuales y sexo biológico según carrera (casi la mitad resultó ser indiferenciado en humanidades y 1/3 en el resto de carreras; en las ciencias sociales, técnicas, salud y experimentales, el porcentaje de masculinidad era mayor que el de feminidad; en las carreras técnicas, había un claro predominio de indiferenciados (1 hombre: 1 mujer) y masculinidad (principalmente hombres). La aproximación a este tema requiere una cierta dosis de asepsia ideológica. En cuarto lugar, se comprueban parcialmente las hipótesis de la androginia y de la interacción en el caso de la sintomatología psicopatológica. En quinto lugar, no obtiene apoyo la hipótesis de la androginia en el caso de los trastornos de personalidad. Teniendo en cuenta de que no se trataba en ningún caso de diagnósticos de patología, sino de estudio de análogos, los resultados pueden interpretarse como indicadores de adaptación al medio. Esto proporcionaría apoyo a la teoría evolucionista y las teorías sociológicas, según las cuales los hombres y, en nuestro caso, quienes asumen e internalizan los roles y estereotipos masculinos, se caracterizan por comportamientos de dominancia, de agresividad y asertividad. Justamente en este último factor Hyde (2005) encontró tamaños del efecto moderados. Y por otra parte, las mujeres y, en nuestro caso, quienes asumen los roles y estereotipos femeninos, se caracterizan por comportamientos relacionados con la ansiedad. La propuesta evolucionista no parece estar muy alejada de estos resultados. Sería preciso investigar la validez convergente entre trastornos de la personalidad y sintomatología psicopatológica. Los resultados encontrados son contradictorios: las mujeres puntuaban más alto que los hombres en el trastorno de la personalidad paranoide pero más bajo en la sintomatología de ideación paranoide; y las mujeres puntuaban más bajo que los hombres en el trastorno de la personalidad disocial y más alto en la sintomatología de psicoticismo. 144 DE MIGUEL y SANTOS Éste ha sido un primer acercamiento al estudio de la relación entre tipificación sexual y salud mental. Queda todo lo anterior por hacer. Recomendamos que el acercamiento que se haga a estos temas sea, en la medida de lo posible, libre de axiología, sin ideas preconcebidas, sin prejuicios feministas, y con amplitud de miras como para entender que es necesario más de un modelo para poder describir, explicar y predecir el comportamiento humano. ANDROGINIA Y SALUD MENTAL EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS 145 REFERENCIAS BEM, S.L. (1974). «The measurement of psychological androgyny». Journal of Consulting and Clinical Psychology, 42, 155-162. —— (1975). «Sex role adaptability: one consequence of psychological androgyny». Journal of Personality and Social Psychology, 31, 634-643. —— (1979). «Beyond androgyny: some presumtuous prescriptions for a liberated sexual identity». En J. SHERMAN y F. DENMANRK (eds.). Psychology of women: issues in psychology. Nueva York: Psychological Dimensions. CARRASCO, M.A., SÁNCHEZ MORAL, V.,CICCOTELLI, H. y DEL BARRIO, V. 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