Reflexiones sobre el turismo en la Patagonia

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Reflexiones sobre el turismo en la Patagonia
Reflexiones sobre el turismo en la Patagonia
Por Alex H. Vallega
El turismo en la Patagonia ha dado un gran salto en los últimos años, tanto en difusión como
en la mejora de los servicios. No obstante, persisten ciertas variables que perjudican su
desarrollo e impiden su despegue definitivo. Entre ellas, la situación económica del país y el
denominado “centralismo regional”, que obstaculizan el desarrollo de circuitos hoy
inexplotados.
Los Corredores Turísticos
Esta terminología, perteneciente estrictamente al ámbito que nos ocupa, pretende dar mayor
envergadura a los atractivos turísticos, incrementando la relevancia de aquellos sitios en los
que existe una simple o única atracción de cuantía.
La existencia en algunos sitios que contienen una atracción paisajística excepcional, se
traduce en una comercialización muy poco fructífera y termina cayendo, con el correr los
años, en el olvido por parte de los turistas y, lo que puede ser peor, en el abandono de las
empresas que pretenden venderlas y dejan de promocionarlas.
En el ámbito turístico, lo más valioso en materia económica es la diversidad de atracciones y
de servicios que cualquier localidad pueda brindar a sus ocasionales visitantes. Esto significa,
intrínsecamente, la cantidad de “noches” que una persona (jóvenes, grupo familiar o de la
tercera edad) pueda quedarse en un lugar sin tener tiempo “vacío” o desperdiciado. Y en esto
se incluye la venta del ocio y del descanso.
Tanto en el ámbito mundial como local, está en continuo desafío la incorporación de
atractivos en torno al principal núcleo de gravitación. Así, tanto los “mayoristas” como los
que diseñan la política turística, buscan permanentemente opciones que empujen al turista a
permanecer la mayor cantidad de “días y noches” posibles en el lugar, sin buscar otros
horizontes.
La elección de los destinos está íntimamente relacionada con el gusto del
publico. En el caso argentino, existe también un gran elemento de
“extranjerismo”, que viaja “molesto” por los altos costos internos que tiene
nuestra oferta turística.
Esta condición también se convierte en una variable, creando distintos potenciales de
atracción turística en el ámbito internacional o nacional, y la Argentina no es exenta de esta
división. En este sentido, son numerosos los elementos que tienen implicancia, como la forma
de acceso a los centros turísticos, el tiempo que los turistas permanecerán en cada lugar y la
distancia que tienen estos “productos” respecto a los lugares de consumo.
La elección de los destinos está íntimamente relacionada con el gusto del publico, que en
muchos casos difiere en cuanto a la opción entre destinos foráneos o nacionales. En el caso
argentino, existe también un gran elemento de “extranjerismo” en nuestro público, que viaja
“molesto” por los altos costos internos que tiene nuestra oferta turística.
Esta cuestión está ligada al corriente cambio monetario, una variable constante que hace que
cada persona, cuando hace sus propias cuentas, termina decidiendo sus vacaciones o
descansos en lugares no argentinos y menos aún patagónicos. En este último aspecto, en los
últimos 25 años, las variables de crecimiento tuvieron mucho que ver con las fluctuantes
políticas privadas y estatales.
Reflexiones sobre el turismo en la Patagonia
La estabilidad monetaria nos ha facilitado la decisión interna de mantener ciertas políticas,
pero no siempre tuvieron éxito, ya que estaban condicionados por los cambios de los países
vecinos o por la estrecha relación con el dólar, circunstancia que hace que resulte más fácil
viajar al exterior que a los llamados Corredores Internacionales Patagónicos.
Retomando la noción de “Corredores Turísticos”, debe tenerse en cuenta que la venta de un
producto único obliga al turista a emprender el recorrido de largas distancias por esa sola
atracción, por lo que luego se le agregan otros intereses, hasta convertir el lugar (la zona o la
región) en un verdadero Corredor Turístico, permitiendo que el turista recorra un camino con
distintas y variadas atracciones.
De este modo, quienes diseñan el Corredor logran una meta económica importante: que el
huésped pueda dormir en determinado lugar varias noches, porque cada día tiene sus
actividades que llena sus ansias y expectativas. En ese sentido, es común escuchar por parte
de los promotores de ofertas turísticas consideraciones acerca de la cantidad de días y noches
que implica la visita de un determinado lugar, producto de una inteligente medición de los
tiempos que incluyen los recorridos de las diversas atracciones previstas o “imprevistas” y los
descansos intermedios.
En consecuencia, el lugar de preferencia o de particular interés se convierte en un simple
símbolo de todas las otras actividades que el turista irá realizando durante su estadía. La
verdadera “magia” de ello pasa por la cantidad de noches y servicios que el cliente va a ir
comprando en la medida que se entusiasme. Esta última palabra, o bien el último momento de
atención, es luego el mejor portador de publicidad a lo largo y a lo ancho del mundo.
Los Corredores Turísticos en la Patagonia
El “Corredor Nacional Patagónico” está ligado económicamente, y también en su desarrollo, a
dos aspectos fundamentales: su popularidad y su relativa cercanía. Además, fue
tradicionalmente el primero en el mercado de turismo argentino patagónico, más allá de la
influencia del transporte.
Aquí, la densidad demográfica ayuda y abarata los precios y si no existen campañas en contra
(como en el caso del “hantavirus”) o un mercado muy comprimido, o algunas costas
balnearias extranjeras muy baratas, el norte patagónico tiene cada vez más puntos de atracción
para los argentinos y los países vecinos.
Los turistas procedentes de Chile realizan visitas pasajeras (de pocos días y contratando
servicios muy particulares), mientras que los procedentes de los países del Mercosur
incrementan sus visitas en el período invernal. No obstante, el sobredimensionamiento del
peso argentino encarece la oferta turística, tanto para los visitantes provenientes de los países
del Mercosur como para los de cualquier parte del mundo.
El trabajo de laboratorio muestra un aumento de camas y servicios, que permite
concluir que el destino nacional y patagónico va creciendo año tras año.
El trabajo de laboratorio que se realiza a través de la oferta que se publica en los medios
gráficos especializados, muestra un aumento de camas y servicios, que permite concluir que
el destino nacional y patagónico va creciendo año tras año. Sin embargo, es posible prever, no
sin cierto pesimismo, que esta oferta turística corre riesgos de colapsar, no por la calidad de lo
ofrecido, que ha mejorado notablemente, sino por la crisis económica que viene atravesando
el país en estos últimos años.
Los “Corredores Nacionales Patagónicos menores” incluyen a los siguientes Corredores: la
Subregión Sur de la Comarca de los Lagos, con epicentro Esquel; la ruta de Hernando de
Magallanes, con epicentro en Comodoro Rivadavia; la Comarca del Lago Buenos Aires, con
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epicentro en Perito Moreno; y la Comarca de San Antonio Oeste, con epicentro en Las
Grutas.
En cada uno de ellos, como se ha señalado anteriormente, el turista recorre “un camino con
distintos atractivos”. Pero las dudosas políticas provinciales, regionales e internacionales
provocan la falta de promoción o de reconocimiento local y mundial. En este sentido, cabe
destacar que el transporte aéreo, como factor condicionante, es uno de los máximos frenos
para el despegue.
En algunos casos se ha visto que estos atractivos turísticos se fueron convirtiendo en
Corredores con el pasar del tiempo, pero el factor comunicacional los ha ido relegando,
especialmente los primeros dos: La Comarca de los Lagos Sur y la Ruta de Hernando de
Magallanes.
También en estos Corredores la oferta de camas y servicios ha mejorado notablemente, pero
con un verdadero “stand by”. En estos casos, también ha influido la crisis económica
mencionada anteriormente. La recolección de información probará también que en este caso
el crecimiento de la oferta no es parejo con el del desarrollo real de la actividad turística
actual.
Finalmente, los “Corredores Turísticos Patagónicos Internacionales”, tal como se conocen y
se promocionan por parte del gobierno nacional y en el exterior, son tres: el Corredor
Península Valdés, con epicentro en Puerto Madryn-Trelew; el Corredor Los Glaciares, con
epicentro en El Calafate; y el Corredor Canales Fueguinos, con epicentro en Ushuaia.
Mientras que los Corredores Nacionales reciben turistas de países vecinos o del
Mercosur, además del turismo de cabotaje, los Corredores Internacionales
tienen un reconocimiento mundial, con su correspondiente atracción.
Mientras que los Corredores Nacionales reciben turistas de países vecinos o del Mercosur,
además del turismo de cabotaje, los Corredores Internacionales tienen un reconocimiento
mundial, con su correspondiente atracción.
La particularidad de estos Corredores, es que están cada vez más intercomunicados entre ellos
y de algún modo son vendidos exteriormente como un único “gran paquete”. Esto se viene
haciendo desde hace muchos años, aunque con las dificultades propias de las carencias
comunicacionales que hoy en día se van subsanando. En este sentido, el Corredor Los
Glaciares ha cumplido recientemente el anhelo de tener su propio aeropuerto con capacidad
para recibir aviones de gran fuselaje y, por lo tanto, con alta capacidad de traslado de
pasajeros.
El mérito de este avance tiene tres responsables: el hiper-desarrollo de las comunicaciones, la
mejor interconexión aérea con determinados lugares y una política de constante promoción en
el extranjero. Estos Corredores también han mejorado y variado su oferta tanto en lo
económico como en los servicios, por ejemplo en la mencionada nueva terminal aérea o a
través del aumento de camas disponibles. No obstante, la posibilidad de mantener el
crecimiento de la oferta, con una respuesta favorable por parte de los turistas, es la de
profundizar la publicidad en el exterior.
En cuanto a las posibilidades que el turismo nacional incremente su interés hacia estos
Corredores, la defensa del subsidio al combustible es sin duda un aliciente, aunque no muy
publicitado. No obstante, también se pueden plantear algunas otras prerrogativas para ayudar
a que el turista argentino conozca las bellezas de su propio país.
Por su parte, la Secretaría de Turismo, en sus mediciones algo más serias, está planteando que
estos tres Corredores Internacionales vienen creciendo en demanda en un 8 % anual. Al
respecto, las mediciones vienen siendo realizadas con relativa seriedad desde el 1993. La
problemática que se le presenta a la Patagonia es que el centralismo persiste aún en el turismo
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y en sus ofertas. Demasiados lugares de la Patagonia son desconocidos y pueden resultar
interesante agregarlos a estos llamativos Corredores.
Como conclusión particular de este apartado, surge la necesidad de que la política nacional y
regional mantengan una continuidad para integrar los atractivos poco conocidos y lograr así
un desarrollo más integral y solidario.
La necesidad de una política regional
El análisis de la situación del turismo en la Patagonia, sumado a la experiencia de varios años
en contacto directo con la realidad de la región, permiten extraer algunas conclusiones
preliminares que no son siempre originales pero sí una constante de esta actividad:
Con la profundización de la crisis económica que afecta al país, se ha instalado una especie de
“turismo barato”, cuyas características principales son la falta de planificación previa por
parte del turista, el regateo de los precios y la necesidad, por parte de los prestadores de
servicios, de mejorar su oferta tanto en precio como en calidad. El diseño de una política
turística regional debería, en consecuencia, observar esta realidad, y si bien no le corresponde
modificar la política económica o mejorar la situación actual que ella provoca, sí puede
utilizar la imaginación para mejorar la oferta desde un punto de vista económico e introducir
cambios en cuanto a diversificación, mejora de servicios y promoción de los atractivos
turísticos.
Existen grandes esfuerzos por parte de las administraciones municipales para difundir y
mejorar su oferta turística, especialmente aquellos sitios que no cuentan con el renombre de
localidades como Bariloche, San Martín de los Andes, Puerto Madryn, El Calafate o Ushuaia.
Debe evitarse caer en una especie de “centralismo regional”, dejando aisladas
a las localidades periféricas que también son ricas en atractivos turísticos.
El esfuerzo local de los denominados circuitos menores, o incluso aquellos centros de
población aislados y no integrados a los mencionados circuitos, necesitan por parte de los
gobiernos provincial y nacional la colaboración para difundir sus atractivos e integrarlos en
corredores que ya están funcionando como tales, o bien crear nuevos. Es decir, se hace
indispensable la puesta en práctica de la tan largamente deseada “política regional”, que por
encima de los intereses particulares pueda realizar esfuerzos solidarios que beneficien a
aquellas localidades “ricas” en atractivos pero “pobres” en cuanto a difusión.
Sin embargo, hoy se observa que las autoridades nacionales intentan fortalecer el turismo en
la región mediante un circuito integrado por las ciudades de Puerto Madryn, El Calafate y
Ushuaia. Sin desmerecer las bondades y los beneficios que este circuito puede traer a la
región, debe evitarse caer en una especie de “centralismo regional”, dejando aisladas a las
localidades periféricas que, como se dijo, también son ricas en atractivos turísticos.
Otro claro ejemplo de lo mencionado anteriormente es la puesta en marcha de un nuevo
proyecto turístico – ferroviario que une las localidades de Bariloche y Perito Moreno, a lo
largo de unos 30 kilómetros y mediante una “simpática” locomotora escocesa de principios de
siglo. En este sentido, baste recordar la existencia del Trochita, que gracias al inmenso
esfuerzo que realizan sus responsables continúa prestando el servicio entre las localidades de
El Maitén y Esquel. La política óptima en este aspecto hubiese sido restablecer el ramal entre
El Maitén e Ingeniero Jacobacci, o bien pavimentar la ruta de acceso a El Maitén y lograr así
que el turismo que se acerca hasta Bariloche tenga alternativas para extender su viaje y así
beneficiar a las localidades menos conocidas. Además, debe tenerse en cuenta que el Trochita
es autóctono y “verídico” en cuanto a su antigüedad, en relación a la mencionada locomotora
escocesa. En conclusión, no sólo existen errores desde el punto de vista de una escasa “visión
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regional” del turismo, sino también la lamentable persistencia de “centralismos regionales”,
que en este caso favorece a la ya conocida Bariloche y perjudica a la ignorada El Maitén.
Continuando con la línea de pensamiento anterior, es necesario destacar, no obstante el
mencionado error, la importancia de ligar el turismo al ferrocarril. En este sentido, restablecer
la línea ferroviaria entre Buenos Aires y Bariloche, la posibilidad de conectarla con Ingeniero
Jacobacci restableciendo el Trochita y, en un futuro, otorgarle una función turística al tan
largamente esperado Ferrocarril Transpatagónico, constituyen alternativas que pueden
provocar el despegue definitivo del turismo patagónico y asegurar su impacto en el desarrollo
regional. Sirvan como ejemplo las líneas ferroviarias europeas y el turismo juvenil que allí se
fomenta con el “europass”. Más aún teniendo en cuenta que el joven que viaja como
mochilero, que acampa o se hospeda en albergues estudiantiles, suele regresar en la edad
adulta, incluso con la posibilidad de radicarse definitivamente en la región.
En el diseño de una política turística regional, la responsabilidad no puede no
recaer en las autoridades nacionales, provinciales y municipales trabajando
conjuntamente, dejando de lado los perniciosos intereses particulares.
Retomando la idea de política turística regional y solidaria con las localidades desconocidas,
existen en la Patagonia innumerables posibilidades para crear nuevos Corredores Turísticos
hoy inexplotados. Un claro ejemplo de ello son los atractivos naturales, culturales e históricos
que existen en las ciudades santacruceñas de Puerto Deseado y Puerto San Julián. Aquí, un
curioso e inexplicable “desvío” de la ruta 3, que une Caleta Olivia con San Julián, dejó
apartada a la ciudad de Puerto Deseado y con ello la posibilidad de fomentar el turismo en la
“Ría” de esa localidad. Aquí, pavimentando el camino que une Deseado con San Julián se
puede crear un extraordinario Corredor Turístico con exquisitas bellezas naturales (fauna y
flora), culturales (museos) e históricas (expedición de Magallanes). Además, se le da la
posibilidad, al turista que viaja en automóvil, de ingresar a Deseado y retomar la ruta 3 a
partir de San Julián.
El ejemplo anterior no es, sin embargo, único ni excluyente. Como se ha señalado, existen en
la Patagonia innumerables posibilidades para crear circuitos o corredores turísticos que
implicarían importantes beneficios para las alicaídas economías regionales.
Otras posibilidad, también mencionada aquí como simple ejemplo, es aprovechar la gran
popularidad que tienen hoy los cruceros, que realizan paradas en distintos puertos
patagónicos, y con los cuales se pueden desarrollar pequeñas incursiones hacia las localidades
ubicadas en el interior de la región. Así lo están pergeñando ya los gobiernos de Chubut y
Santa Cruz, aunque sería posible y más beneficioso planificarlo desde el punto de vista de la
política turística regional.
Finalmente, el turismo en la Patagonia necesita mejorar en cuanto a las variables propias de
esta actividad. Las obras de infraestructura (ferrocarril, pavimento, puentes, etc.), la capacidad
hotelera, la cuestión de la gastronomía (el precio de las comidas autóctonas es superior a las
foráneas), la promoción publicitaria, la capacitación, etc.
En suma, todas ellas pueden contenerse en el diseño de una única política turística regional
para la Patagonia (y también para el país), cuya responsabilidad no puede no recaer en las
autoridades nacionales, provinciales y municipales trabajando conjuntamente, dejando de lado
los perniciosos intereses particulares.
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