Documento - Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Panamá

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LOS RETOS DE TRANSFORMACIÓN E INNOVACIÓN DE LA BIBLIOTECA
ACADÉMICA
Adolfo Rodríguez Gallardo
Investigador Emérito del
Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas de la UNAM
Antes de iniciar la lectura del documento que he preparado para presentar a la
consideración de ustedes, deseo agradecer al Rector de la Universidad de
Panamá, el Dr. Gustavo García de Paredes por la invitación que me hizo para
presentar este trabajo; de igual forma doy las gracias a mi amigo Octavio Castillo
por la distinción que me hace al permitirme iniciar los trabajos académicos de este
encuentro. Espero que después de escuchar esta presentación no piensen
ustedes que mal inicia la semana al que lo ahorcan en lunes.
El mundo de la información durante muchos años ofreció sus servicios de forma
más o menos estable; esto quiere decir que los cambios realizados por las
bibliotecas tenían un ritmo lento, aunque continuamente sufrían modificaciones.
Una de las más importantes sucedió a finales del siglo XIX con el surgimiento de
la biblioteca pública moderna que incluyó los servicios de préstamo a domicilio y
estantería abierta. Desde entonces muchas han sido las transformaciones en sus
prácticas de organización, así como la forma de prestar algunos servicios,
especialmente en el último cuarto del siglo pasado, debido a la incorporación de la
computadora, las telecomunicaciones y el internet. La incorporación de las
tecnologías de la información representaron el gran reto para los servicios de
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información y cambiaron muchas de las rutinas que se venían desarrollando en las
bibliotecas de todo tipo, pero especialmente en las universitarias. La magnitud de
este desafío pareció cambiar la esencia de la lectura, la biblioteca, la
bibliotecología y dio la impresión que la aplicación de las tecnologías de la
información suplantaría a las instituciones y a las formas de guardar, preservar,
organizar y difundir la información. Si nos acercamos a la literatura especializada
en información de los años ochenta y noventa, encontramos por una parte los
autores que veneraron a los instrumentos tecnológicos como la panacea que
libraría a la bibliotecología y a las bibliotecas de muchas de sus prácticas; por la
otra, se produjo una gran cantidad de trabajos que predijeron la desaparición del
mundo bibliotecario en la forma como lo conocíamos hasta entonces.
Pero las modificaciones tecnológicas no siempre tienen un impacto decisivo en los
servicios, así por ejemplo la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos fue el
primer edificio público que contó con electricidad en la ciudad de Washington. La
incorporación de esta tecnología no modificó sustancialmente la prestación de los
servicios como lo hará otro tipo de actividades.
Los antiguos tipos y formas de biblioteca académica se vieron cuestionados con la
incorporación de nuevos materiales y productos. Con el surgimiento de las
tecnologías de la información se enmarcó el desarrollo de las bibliotecas, su
innovación y modernización casi exclusivamente en la incorporación de la
tecnología a la biblioteca. Algunos ejemplos de los materiales con una fuerte carga
tecnológica fueron, entre otros, la incorporación de la microfilmación en sus
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diferentes formatos: cintas, microtarjetas, ultrafich y otras más. La diferencia entre
estos recursos estaba principalmente en el número de imágenes que se
almacenaba en cada una de ellas, las cuales iban de unas cuantas a más de mil
en la ultrafich. Otros tipos de recursos que fueron utilizados en la biblioteca en
forma extensiva eran las distintas opciones comerciales de reproducción de textos,
desde breves hasta libros completos; esta modalidad se le conoció como copias
Xerox, por la marca de la compañía que introdujo en el mundo la copia de textos,
el nombre genérico se divulgó, aunque muchas veces se trataba de copias
producidas por compañías distintas a la que originalmente había introducido el
sistema de copias.
Otro instrumento que fue utilizado vigorosamente fue el fax. Parecía entonces que
quien no tuviera un fax estaba en la era prehistórica y en la actualidad, esta
herramienta es cosa del pasado. Recuerdo aún como se dieron cursos en América
Latina sobre el uso del Fax.
Los primeros índices que se elaboraron para la recuperación de información
fueron de dos tipos. Los dos contenían en su denominación la palabra permutado
estos eran los Kwic (Key Word in Context o palabras claves en el contexto) y los
Kwoc (Key Word out of Context o palabras claves fuera del contexto). Estos
índices se elaboraban a partir del título del documento. Pronto también cayeron en
desuso porque no permitían recuperar información por diferentes elementos, como
autor, editorial, volumen, página, etcétera.
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El otro gran momento de ruptura con los métodos tradicionales se dio con la
introducción de las computadoras y el uso de internet. En un principio los equipos
eran enormes y bien a bien no se sabía como incorporarlas a la actividad
bibliotecaria. En la década de los años 60 del siglo pasado la Biblioteca del
Congreso de los Estados Unidos hizo una aportación de un impacto enorme, al
trabajo bibliotecario, al diseñar el formato MARC para almacenar y permitir un fácil
acceso a la información. Anterior a este desarrollo, cada biblioteca que deseaba
utilizar los recursos de computación tenía que desarrollar sus propios métodos de
almacenamiento y recuperación de la información. El impacto del formato MARC
ha sido tan grande que 45 años después sigue siendo la base para al
almacenamiento y la recuperación de información, especialmente la relacionada
con libros y materiales similares. Entre los aportes que hizo la Biblioteca del
Congreso estuvo la de ceñirse a los cánones bibliotecarios en forma estricta, esto
es, no trató de substituir lo que hacían las bibliotecas, sino que partió de lo que
realizaban para hacerlo mejor, más rápido, con mayores posibilidades de
interrelación entre los elementos catalográficos y todo ello de forma más rápida y
precisa. Los técnicos de la computación confiaron en la fuerza bruta de la máquina
y llegaron a proponer que no era necesario realizar los procesos catalográficos
apegados a normas internacionales, que con la potencia de proceso de las
computadoras
se
podía
ordenar
y
localizar
la
información
fácilmente,
evidentemente esa no fue la solución.
Pasamos de tener grandes computadoras, con carretes que giraban a gran
velocidad y un innumerable número de focos que se prendían y apagaban a tener
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pequeños equipos que son mucho más potentes, rápidos y con mayor capacidad
de almacenamiento. Equipos que caben en la parte alta de un escritorio y que
carecen de las características de los equipos mencionados, ni carretes y
posiblemente un solo foco y muy pequeño, pero que son más rápidas, tienen
mejores procesadores y mayor capacidad de almacenamiento. Estos cambios han
mantenidos un ritmo constante y lo que parecía imposible resulta ahora verosímil,
como por ejemplo tener un instrumento un poco mayor que una cajetilla de
cigarrillos y que tiene una capacidad de almacenamiento superior a la de las
grandes computadoras de los años 60 y 70.
Tenemos equipos conectados en red mundial que permite interactuar con
editoriales, bibliotecas, escuelas, centros de diversión y se tiene la posibilidad de
acceso a ellas prácticamente desde cualquier lugar. Todavía en los años noventa
las computadoras eran de uso institucional y algunas pequeñas computadoras
personales fueron producidas por proveedores que en muchos casos ya no
existen. Las PC compatibles eran producidas por la compañía IBM y ésta ya no las
produce; actualmente hay una gran variedad de fabricantes de computadoras
personales, laptops, notebooks, netbooks y tabletas que no son fabricadas por la
IBM. Pero las computadoras no sólo trabajan de forma eficiente cada una de ellas,
sino que lo hacen interconectadas unas con otras, comparten información y
permiten que la información se organice, se almacene y se recupere desde
lugares remotos, y adicionalmente que la información pueda ser procesada y
recuperada en tiempo real.
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Otra innovación que ha sido utilizada vigorosamente por las bibliotecas ha sido
Internet, que ha repercutido en la forma de allegarse información y ha contribuido
con su desarrollo a la modernización de los trabajos y servicios de las bibliotecas.
La red de información que nos permite navegar de un lugar a otro que contenga
información y poder acceder a ella en cuestión de segundo, sin importar el lugar
en que se encuentre en todo el planeta.
Todas estas innovaciones están relacionadas con equipos e instrumentos para la
organización y la prestación del conocimiento. En los años noventa se inició con
todo vigor la transformación de los textos para pasar de sus formatos en papel a
textos electrónicos y esto nos llevó a que se inició la utilización de nuevas
definiciones de las bibliotecas como si éstas hubieran cambiado su esencia. Así se
habló de bibliotecas electrónicas, bibliotecas virtuales, bibliotecas sin paredes, y
bibliotecas digitales. En realidad no se trata de tipos diferentes de bibliotecas, sino
de formatos distintos de presentar la información. Así, cuando se habla de revistas
de texto completo o de libros electrónicos nos referimos a materiales
documentales que han cambiado su formato, pero que se siguen adquiriendo y
ordenando para que los usuarios puedan tener un fácil y rápido acceso a ellos.
Desde mi muy personal punto de vista no existen bibliotecas digitales, lo que
tenemos son colecciones digitales de las bibliotecas, puesto que la esencia de las
actividades y servicio se mantienen en forma regular y los cambios que producen
estos materiales no modifican lo fundamental de la biblioteca.
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También se intentó cambiar el nombre del bibliotecario y en algunas ocasiones, se
habló de cyberbibliotecario, el cual cayó por su propio peso y actualmente a nadie,
en su sano juicio, se le ocurriría proponer tal modificación en la denominación del
bibliotecario. En la actualidad las tabletas han surgido con gran fuerza y son una
combinación de computadora, teléfono, cámara fotográfica, agenda y equipo
reproductor de sonido entre otros
A esos tipos de materiales documentales correspondió la elaboración de
productos como las revistas y los libros electrónicos o digitales, los cuales han
permitido que la fantasía de muchos de rienda suelta a la especulación de la
desaparición de la lectura, los bibliotecarios, las bibliotecas, y los libros. Resulta
curioso como hemos denominado a estos productos, cuando nos referimos a las
revistas que tienen un formato electrónico o digital hablamos de revistas de texto
completo, pero si nos referimos a libros los denominamos libros electrónicos. No
sé si alguno de ustedes sabe cuál es la diferencia de esto, yo realmente lo ignoro
y me importa muy poco como se denomina a los diversos productos
documentales. En los últimos años no pasa semana sin que en algún medio
masivo de comunicación, periódico, revista o bien, la radio o la televisión se hagan
comentarios apocalípticos sobre la desaparición de las formas tradicionales de
operar la biblioteca, de reunir, organizar y difundir información. Lo preocupante no
es que los que no saben el papel que la biblioteca juega en el mundo de la
academia, la educación, la cultura y la diversión hagan estos comentarios; lo que
debe ponernos alertas es que los bibliotecarios, en ocasiones, dudan del papel
que ellos y las colecciones documentales tienen, así como el rol de las
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instituciones encargadas de ofrecer servicios bibliotecarios y piensan que el futuro
de todas estas instancias está en peligro de desaparecer.
Desde el punto de vista tecnológico éstos han sido los aspectos más relevantes
del cambio de la biblioteca al incorporar las tecnologías de la información,
posiblemente se podrían agregar algunos otros instrumentos tecnológicos, pero
esto no cambia la situación a la que se enfrentaron las bibliotecas.
Desafortunadamente este reto tecnológico ha sido visto como el aspecto más
importante, en cuanto a la innovación y modernización de las bibliotecas, cuando
existen otros tópicos que han estado en la mesa de discusión y que es importante
que analicemos.
Posiblemente en los próximos años se cuente con nuevos instrumentos
tecnológicos que permitan realizar las labores en forma más eficiente. Estos
nuevos instrumentos permitirán mayor velocidad en las búsquedas y mejores
posibilidades de encontrar información pertinente y relevante. Pero esto no pondrá
en duda la existencia misma de la biblioteca como sucedió con el surgimiento de
las computadoras personales e internet.
En la actualidad se han desarrollado mucho los servicios de Facebook y Twitter.
No entraré a analizarlos mientras no estén realmente al servicio de la información
seria y útil que demanda una sociedad informada. Estas nuevas modalidades,
aunque permiten una reacción rápida ante ciertos acontecimientos, éstas son más
el producto de ocurrencias personales que de opiniones documentadas,
analizadas y bien estructuradas. Por ello no dedicaré más espacio a estas nuevas
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modalidades. Decía el director del New York Times sobre este asunto que el
periódico no sólo ofrecía información, sino que antes de ofrecerla la investigaba, la
analizaba y la ponía en contexto y después de eso, la publicaba. Este es un
ejemplo magnífico de la diferencia de información, mientras que las redes sociales
ofrecen ocurrencias los periódicos, revistas y libros brindan información analizada
y procesada académicamente.
El reto para las bibliotecas es innovar los servicios que deben prestar, utilizando el
rigor que permite encontrar la información y utilizar los nuevos instrumentos para
ofrecer un mejor servicio. Pero innovar no se refiere exclusivamente a la utilización
de la tecnología de la información, sino a darle una nueva dimensión a los
servicios que presta o debe prestar la biblioteca, a orientar de forma diferente los
servicios, dándoles un sentido más humanista y no meramente rutinario. Innovar
es buscar formas de hacer más eficiente en tiempo y cobertura el acceso a la
información, en permitir que los usuarios obtengan la información deseada.
Cuando pensamos en el futuro de la biblioteca académica y en esa reflexión
incluimos a las tecnologías de la información, es necesario que partamos del
principio de que los métodos, las técnicas y los procedimientos que los
bibliotecarios usamos en la práctica bibliotecaria son el producto de una larga
tradición, de una profunda reflexión de los procedimientos para ofrecer más y
mejores servicios. Lo que tenemos es un conocimiento acumulado que fortalece a
la disciplina. Así como en la economía se habla de la acumulación de capital, y de
ello se ocupan lo mismo las escuelas liberales que los marxistas, para poder
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actuar eficientemente. En economía necesitamos recursos económicos para que
los procesos productivos se muevan. La ciencia y la bibliotecología no son la
excepción, pues lo que hacemos es acumular conocimiento teórico y práctico para
la operación de nuestras bibliotecas.
Pero ese conocimiento no es una amalgamación sin sentido de hechos, prácticas
y procedimientos. Es un conocimiento que nos debe conducir a que el fin último
sea ofrecer más y mejores servicios.
La biblioteca y los servicios bibliotecarios del siglo XXI deben enfatizar algunos de
los principios con los que han trabajado las bibliotecas por siglos. El papel de la
biblioteca como un agente preservador de conocimiento no se limita a la función
de conservación física de los materiales bibliográficos. La biblioteca debe resaltar
que su papel de preservación del conocimiento va más allá de los aspectos
físicos, que tiene que ver con la posibilidad de adquirir, organizar y difundir el
conocimiento para hacerlo accesible a las personas interesadas en las ideas,
creencias y pensamiento de los distintos autores. Que la biblioteca no es un
almacén de materiales bibliográficos, sino un lugar en el que se encuentran las
diferentes vertientes del conocimiento humano.
Que contar con esas diferentes ideas nos conduce a la búsqueda de la verdad.
Que la libertad que cada autor tiene para expresar su verdad, debe ser
acompañada por la libertad de los usuarios para tener acceso a la información y
aceptarla o refutarla. La biblioteca es, y debe enfatizarse en ello, un lugar de
encuentro y tolerancia, y al bibliotecario le corresponde fortalecer este concepto.
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La biblioteca es un lugar de encuentro de ideas de distintos autores, de distintos
lectores y es en la conjunción del respeto a estas libertades en la que la biblioteca
universitaria apoya a la creación del conocimiento. La biblioteca es una instancia
promotora de la igualdad de oportunidades de acceso al conocimiento, un espacio
de tolerancia de las ideas de otros, con las cuales podemos o no estar de acuerdo
y compartirlas. Es un espacio de democracia, por ello es tan importante
dimensionar a la biblioteca en todo lo que representa. Constreñirla a ser sólo un
repositorio de información en el que se prestan libros y revistas es tener una
imagen por demás limitada de la biblioteca.
Otro aspecto que deben enfatizar las bibliotecas es el innovar en la prestación de
los servicios y esto implica que éstos posibiliten al usuario a satisfacer sus
necesidades de información sin la necesidad de intermediarios. La biblioteca debe
proporcionar servicios a los que el lector llegue de forma fácil y simple, y desde
cualquier lugar en que se encuentre: la biblioteca, el laboratorio, la oficina, los
jardines de la universidad, las instalaciones deportivas, desde la casa de los
usuarios o bien, desde un café. Permitamos a los usuarios disfrutar de los
recursos y los servicios de manera sencilla y accesible. No tengamos miedo a que
el lector llegue a la información sin que pase por nosotros obligatoriamente. Otras
instituciones como las escuelas, con sus programas de educación a distancia, los
gobiernos, con la prestación de servicios en línea o bien, los bancos con la
posibilidad de realizar operaciones sin que se requiera estar presente en sus
sedes nos ofrecen ejemplos de hacia dónde debe dirigirse la biblioteca. El que un
usuario pueda satisfacer sus necesidades de información vía remota no disminuye
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a la biblioteca, ni al bibliotecario, al contrario lo potencializa como una instancia
más activa y provechosa.
He querido presentar a ustedes algunos de los instrumentos de innovación
tecnológica que ha enfrentado en los últimos años la biblioteca universitaria, y
posiblemente todas las bibliotecas. Deseo enfatizar que la aplicación de estas
novedades tecnológicas tiene una característica transitoria. Lo que es de
actualidad, y que parece que va a transformar la biblioteca universitaria en unos
cuantos años es un instrumento obsoleto. El carácter transitorio de las
herramientas tecnológicas debe ubicarnos en la realidad de que son transitorias y
que lo que permanece siempre serán las bases de la biblioteca son los valores
que rigen a esta. Estos valores se han fortalecido, se han modificado, pero en
esencia siguen rigiendo la vida bibliotecaria. Usemos todas las herramientas que
la tecnología pone a nuestro alcance, pero no olvidemos los valores de la
biblioteca.
Como hemos visto, los retos que enfrenta la biblioteca universitaria del futuro son
los mismos que ha tenido siempre: el primero y más importante, es satisfacer las
necesidades de información de sus usuarios; después vienen otros que están
relacionados con las colecciones, con los edificios, con los recursos materiales
para operar exitosamente. Posiblemente, será necesario enfatizar que la
formación de bibliotecarios que operen exitosamente las bibliotecas no es
suficiente, ya que las escuelas de bibliotecología deben formar profesionales
comprometidos con los valores de la biblioteca y de la sociedad como son:
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servicio, preservación del conocimiento, libre acceso, apertura de las colecciones
lo que incluye una visión equilibrada de los diferentes puntos de vista y utilización
de los instrumentos tecnológicos disponibles.
La innovación no se limita a la aplicación de nuevos programas de computación, a
la utilización de modernos instrumentos de la tecnología de la información, la
innovación está fuertemente enraizada en los valores que debemos enseñar como
maestros en las escuelas de bibliotecología, qué deben aprender nuestros
alumnos, y qué debemos practicar y defender como profesionales de la
información para darle a la biblioteca el rol que le corresponde en la construcción
de una sociedad moderna, democrática y justa.
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