Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin IGLESIA Y DEMOCRACIA. EL DISCURSO DE LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA ARGENTINA DURANTE LA DÉCADA DE 1980. Por Juan Eduardo Bonnin [email protected] Informe final de adscripción a la materia Lingüística Interdisciplinaria, presentado en mayo de 2006, Departamento de Letras, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. 0. Proyecto original y construcción del corpus El proyecto original de nuestra investigación se proponía inve stigar la producción discursiva de la institución que nuclea a todos los obispos católicos de nuestro país, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), durante la década de 1980. La motivación fundamental de dicha investigación era de carácter socio-histórico: ¿Qué estrategias discursivas empleó el episcopado argentino para posicionarse en la transición a la democracia cuyos inicios se pueden determinar hacia 1981? En efecto, después de una larga alianza entre poder religioso católico y poder político militar, cuyos orígenes se remontan a la década de 1930, los obispos lograron desarrollar una serie de estrategias discursivas para convertirse en defensores de la democracia política. En este sentido, los interrogantes que guiaron nuestra investigación fueron dos: ¿Cómo concilió el episcopado argentino su pasado de alianzas con gobiernos autoritarios con la reinstitucionalización de la democracia como sistema político? ¿El discurso episcopal tiene elementos compatibles o incompatibles con la democracia como sistema político? Para responder estos interrogantes, decidimos no dejar de lado ningún texto producido por la CEA durante todo este período. Esta decisión metodológica se fundamenta en dos tipos de consideraciones: por un lado, desde un punto de vista epistemológico, el carácter cualitativo de nuestra investigación no admitía conceptos a priori que determinasen qué temas o qué coyunturas eran más relevantes que otras. Por el otro lado, desde un punto de vista sociológico, las concepciones del mundo subyacentes a las distintas corrientes dentro del episcopado coinciden en una visión integral de la vida humana, de tal modo que no consideran como esferas separadas la política, la religión o la economía. En función de ambas razones, decidimos construir el corpus incluyendo la totalidad de la producción discursiva de la CEA entre 1981 y 1990. La elección de ambos límites 1 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin temporales se debe a la publicación de sendos documentos doctrinales del episcopado cuya importancia, en el nivel de las estrategias institucionale s de los obispos argentinos, ha sido reconocida por diversos especialistas y por los mismos actores católicos: A) Iglesia y Comunidad Nacional (1981), es el primer texto en el cual, explícitamente, el episcopado sostiene la legitimidad del sistema de gobierno democrático y la necesidad de su implementación en la Argentina como única alternativa posible a los gobiernos militares de facto. B) Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización (1990), en cambio, indica un importante cambio en tanto que estrategia institucional, puesto que abandona el terreno de las indicaciones doctrinales sobre la política para centrarse en la dinámica institucional de la propia Iglesia católica. Entre ambos documentos, la producción discursiva de la CEA oscila entre la legitimación y la impugnación del gobierno elegido por medio del voto popular, especialmente en temas como la ley de divorcio, la libertad de expresión, la modernización legislativa referida a la educación, etc. 1. Problemas sociodiscursivos en la construcción del objeto Hay dos problemas que debemos resolver metodológicamente para comprender el funcionamiento del discurso católico y, más específicamente, el de la Conferencia Episcopal Argentina. El primero es el de la relación entre los procesos históricos de largo o mediano plazo, que son el fundamento institucional del discurso episcopal, y determinadas coyunturas sociopolíticas que condicionan determinados modos de enunciación. De esta manera, el documento Iglesia y comunidad nacional, por ejemplo, que defiende la democracia como sistema político y lo fundamenta teológicamente, no puede ser comprendido si ignoramos que, al menos desde la década de 1930, importantes sectores de la Iglesia católica tuvieron un papel significativo en la organización y legitimación de los golpes de Estado militares y, en un sentido más amplio, en el doble proceso de catolización de las fuerzas armadas y militarización de la sociedad civil (Mallimaci 1997). Por este motivo, la historización del objeto de nuestro estudio implica la ponderación de sus resultados en función de un proceso de largo plazo, que denominamos estrategia, y una serie de posicionamientos coyunturales que denominamos tácticas. El segundo problema es el de las características sociopolíticas de la Conferencia Episcopal Argentina. Las investigaciones sociológicas sobre el tema señalan que no es 2 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin posible considerar a la Iglesia católica como una unidad homogénea, sino como una institución multiclasista y heterogénea social, política e ideológicamente. Y el episcopado, como sector de dicha institución, está atravesado por esas mismas tensiones y contradicciones. De esta manera, la CEA se encuentra tensionada entre un núcleo compartido de creencias y representaciones y diversas opciones político-religiosas (cfr. Donatello 2005) que introducen la heterogeneidad en el funcionamiento institucional. En este sentido, y siguiendo la conceptualización de Verón (1986), en vez de preguntarnos cómo es la ideología del episcopado, la pregunta que nos hicimos fue cómo se realiza la dimensión de ‘lo ideológico’ en el discurso colectivo de la CEA. Es decir, consideramos que nuestro objeto forma un dispositivo enunciativo en el cual se negocian las posiciones de distintos sectores para construir un discurso que señale el máximo de consenso dentro del conjunto de los obispos. De esta manera, el objeto de nuestra investigación se puede caracterizar como el dispositivo enunciativo del episcopado católico durante la década de 1980 comprendido en una doble temporalidad: de largo o mediano plazo, que señala aquellas constantes que caracterizan al ‘discurso católico integral’, denominada estrategia, y de corto plazo, articulada sobre coyunturas específicas en las cuales el episcopado negocia una posición colectiva, que denominamos táctica. 2. Niveles del análisis Para poder dar cuenta del objeto, tuvimos que especificar aquellos niveles en los cuales podíamos analizar esta doble temporalidad, es decir, aquellos que cumplían con la doble condición de estar presentes en el largo plazo y de ser utilizados tácticamente en las diversas coyunturas socio - históricas que se sucedieron en la década. A su vez, dado que nuestro objeto es “el dispositivo” del discurso episcopal, debíamos ofrecer una definición de “dispositivo enunciativo” tal que fuera posible distinguir sus niveles y hacerlos operativos para el análisis. En este sentido, distinguimos los siguientes niveles: I) Nivel Sociohistórico; II) Nivel Enunciativo; III) Nivel textual. I. El Estatuto del Discurso Episcopal. El primer nivel, que constituye el punto de partida de la investigación, es el de lo que hemos denominado el estatuto del discurso episcopal. Con esto intentamos conceptualizar sociológicamente las condiciones de producción 3 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin (Courtine 1981), comprendidas a partir de ciertas relaciones de fuerza históricamente determinadas (cfr. Bourdieu y de Saint Martin 1982). Las condiciones de producción de cada momento del corpus serán, desde esta perspectiva, configuraciones particulares de dichas relaciones de fuerza, valores específicos (tácticos) que adoptan las variables de su estatuto social (estratégico). Desde este punto de vista, distinguimos tres dimensiones del estatuto del discurso episcopal: a) la dimensión institucional, referida al lugar que ocupa dentro de la estructura transnacional de la Iglesia católica; b) la dimensión social, en cuanto a la composición social, ideológica y política del episcopado; c) la dimensión política, en términos de intervenciones episcopales en relación al Estado argentino. Es importante señalar, co mo lo haremos al desarrollarlas, que ninguna de estas dimensiones es autónoma y que, de hecho, se superponen y se condicionan mutuamente. La distinción que hacemos es, como toda operación de análisis, una construcción heurística que sólo sirve para comprender algunos aspectos del objeto específico que hemos construido. A) La dimensión institucional: Después de explorar la compleja red de jerarquías que constituye la Iglesia católica (Soneira 1986), encontramos que la Conferencia Episcopal, como cuerpo de obispos de un país organizado jurídicamente, sufrió una serie de cambios a lo largo de la década de 1980 (cfr. Antón 1989). Hasta el Sínodo de obispos de 1985, el primero del pontificado de Juan Pablo II, las Conferencias eran concebidas como instancias intermedias entre la autonomía de cada obispo en su diócesis y la autoridad papal. Esto significa que las decisiones tomadas por la mayoría del episcopado nacional podían tener efectos jurídicos, doctrinales y pastorales. No obstante, a partir de ese momento, y siguiendo la política centralista de Juan Pablo II 1, las Conferencias se convierten en órganos meramente consultivos, que sólo tendrán la capacidad de reglamentar las innovaciones producidas por el Vaticano. Esto significa que cada obispo goza de comple ta autonomía en su territorio, y que las diferencias entre los distintos obispos no se pueden dirimir por mayoría en la Conferencia Episcopal. Por poner sólo un ejemplo, durante la polémica por la ley de divorcio, el carácter consultivo de la CEA hizo que los sectores más violentamente 1 En términos más amplios, se trata de lo que algunos denominan proceso de romanización. Por razones de espacio no vamos a desarrollar aquí este tópico; hay sobrada evidencia de la acentuación de dicho proceso en la gestión de Juan Pablo II. 4 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin opositores al gobierno de Alfonsín no pudieran lograr una excomunión de hecho para los diputados que votaron a favor del proyecto. De este modo, la decisión quedó en manos de cada obispo. Emilio Ogñénovich, titular de la diócesis en la que se encuentra la Basílica de Luján, decidió trasladar la imagen de la Virgen (por segunda vez en su historia) hasta la plaza de Mayo en una concentración antiodivorcista. Sin embargo, Justo Laguna, obispo de Morón, señaló que el evento no era organizado por la Iglesia en su conjunto, lo cual obligó a que la imagen diera un largo rodeo en su procesión hasta la capital, puesto que no tenían autorización para pasar por la diócesis de Laguna (Esquivel 2004). B) La dimensión social: Esta dimensión se refiere a la composición social, política e ideológica del episcopado. Como veíamos en el apartado anterior, las características jurídicas de la CEA se entrelazan con sus características sociopolíticas; estas se pueden caracterizar a partir de tres grupos o corrientes de fronteras más o menos permeables, siguiendo las tipologías establecidas por los estudios sociológicos de A. Fernández (1990) y J. Esquivel (2004). 1) Obispos militaristas: se trata de los mayores en términos generacionales. Formando un grupo relativamente pequeño, fueron muriendo o jubilándose hacia mediados de la década. Representan el tipo ideal de católico integral militarista, es decir, son los que se formaron y sostuvieron el mito de la Nación católica, construyendo una identidad nacional basada en la comunión de la cruz y la espada. Estos sectores son los que se opusieron más tajantemente a las decisiones del gobierno democrático, fundamentalmente durante el desarrollo del juicio a las juntas. 2) Obispos institucionalistas: este sector, mayoritario durante nuestro período, es aquel que, consagrado hacia la década de 1960, privilegia ante todo la unidad institucional de la Iglesia, más allá de los sistemas de gobierno. Esto los vuelve ciertamente pragmáticos a la hora de hacer alianzas con distintos sectores: con los militares durante la dictadura, con el sindicalismo durante el gobierno radical, con el justicialismo después. Al Estado le reclaman la conservación de las prebendas alcanzadas –objetivo que logran- sin, aparentemente, la voluntad conquistadora del primer grupo. Este sector mantiene fronteras altamente permeables con el siguiente. 5 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin 3) Obispos democráticos: este grupo, de composición similar al institucionalista, se diferencia de los dos anteriores por defender la legitimidad del gobierno democrático ante todo. En este sentido, si bien participa de la confrontación con el Estado, no se agota en ella ni le niega legitimidad de origen. Su opción será siempre la de los mecanismos institucionales y no la de la confrontación directa. 4) Obispos reformistas: la última corriente que reconocemos en el episcopado es la de aquellos obispos que se vincularon, desde la década anterior, con organizaciones de derechos humanos y que, de hecho, fundaron algunas de ellas. Esta demanda concreta los diferencia de los dos anteriores en que toma partido claramente por un sector social. Esto, a su vez, los pone en una relación de semejanza con los militaristas, aunque de signo ideológico opuesto. Durante la década, toda vez que el episcopado tomó partido, no sólo desató un conflicto con las instituciones democráticas, sino que –además- fracturó su propia unidad interna. No obstante, dado que ambos grupos son minoritarios dentro de la CEA, la propia dinámica institucional permitió gestionar los conflic tos y “aplacarlos” dentro de la complexio opositorum que es el catolicismo. C) La dimensión política: Como hemos visto hasta ahora, la CEA como productora de documentos colectivos no es una unidad homogénea, sino un sujeto construido a partir de las tensiones internas del episcopado. Desde este punto de vista decimos que indica el límite máximo del consenso logrado entre los obispos. Ahora nos preguntamos ¿qué relaciones mantuvo esta institución con el Estado democrático argentino?. En el catolicismo hay una progresiva conciencia de pérdida del monopolio del campo religioso. Esto se suma a una pérdida relativa de poder, visible en dos tipos de ámbitos: por un lado, la polémica por la ley de divorcio expuso al episcopado como un cuerpo que ya no podía traducir en leyes sus demandas 2 ; por otro lado, ya no es un discurso 2 No se trata de una pérdida de poder político, sino de una disminución relativa de la capacidad de veto de los obispos sobre temas legislativos. Por supuesto, esto debe ser entendido en el marco de una Iglesia que administraba políticas sociales (por ejemplo, mediante las cajas P.A.N., el Plan Alimentario Nacional), que podía movilizar sus bases en el nivel de la sociedad (como en el Congreso Pedagógico), y con la cual se sentaron a dialogar gran parte de los partidos políticos en las campañas electorales, si no para lograr su apoyo, al menos para evitar su crítica. Asimismo, las prebendas legales logradas durante la dictadura son mantenidas: leyes o decretos donde el cuerpo eclesial pasa a ser tenido en cuenta como funcionarios públicos. Nos referimos a las leyes 21540 del 25/02/77 por la cual se otorga el 70% del salario de un juez de la Nación a los obispos cesantes; la ley 21950 del 7/3/79 que otorga un salario del 80% de un juez a los obispos en actividad; la ley 22950 que otorga un salario de funcionario público para los seminaristas y los superiores de órdenes 6 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin legitimador: progresivamente pierde presencia simbólica y no es invocado (de hecho, sigue siendo un factor organizador del discurso militar, pero esto no legitima en la Opinión Pública al ejército y deslegitima a la Iglesia). ¿Cuáles son las causas de esta pérdida de capacidad de veto sobre la legislación?. En términos generales, siguiendo a A. M. Ezcurra (1988), se trata de elementos que podríamos asociar a la “modernización” de la sociedad y la cultura política argentinas. Se produjo, en la década de 1980, una serie de procesos de secularización asociados a la institucionalización de la democracia que, en Francia, por ejemplo, habían tenido lugar a principios de siglo. Algunas de las transformaciones ya habían tenido una breve existencia, como la ley de divorcio vincular del segundo gobierno peronista; pero no había habido, hasta el gobierno de Alfonsín, un proyecto de modernización más o menos orgánico y que se sostuviera en el tiempo, llevado adelante por un Estado que, por añadidura, fuera democrático. De esta manera, pudimos delimitar cinco zonas, de fronteras móviles pero más o menos reconocibles, en las que el episcopado desarrolló sus tácticas de presión sobre el Estado a partir de su intervención en la opinión pública; esto es, el intento de disputarse en el terreno civil la capacidad política del Estado. Estas cinco zonas fueron: los derechos humanos y la justicia –en el sentido jurídico del término-; la educación formal; la libertad de expresión; la legislación familiar; la organización política. II. La matriz enunciativa. La enunciación, comprendida en el sentido amplio de la representación de la subjetividad en el lenguaje (Kerbrat-Orecchioni 1980), plantea, para el análisis de los discursos de producción colectiva, algunos problemas metodológicos. En efecto, dado que el episcopado no es ideológicamente homogéneo, es necesario distinguir aquellos elementos del discurso colectivo que señalan el núcleo compartido de creencias y representaciones de aquellos que indican las diferentes opciones político-religiosas. Para ello decidimos analizar la construcción del consenso y los límites del disenso a partir de un corpus de discursos individuales producidos en relación a un documento colectivo. Esta operación, si bien no agota los procesos que atraviesan nuestro período, nos religiosas; la ordenanza 39732 del 7/12/83 de la ciudad de Buenos Aires (tres días antes d la llegada del gobierno democrático) donando un edificio para el cardenal de Buenos Aires; la ley 22262 de 1980, dando subsidios para parroquias de frontera 7 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin permite ver algunos de los procedimientos por medio de los cuales los obispos pueden divergir sin romper la unidad institucional. Para ello confrontamos un documento colectivo, Los jóvenes y la civilización del amor [JCA] (1985), y cuatro discursos individuales del mismo año. El análisis de las contrucciones enunciativas indica que el discurso colectivo produce una matriz que contiene las posibilidades enunciativas que luego explotarán, según su pertenencia ideológica y política, los obispos individualmente. De esta manera, el documento de la CEA caracteriza al locutor simultáneamente como Obispos-ciudadanos y Obispos-católicos y a sus destinatarios como Jóvenes católicos y Jóvenes argentinos. El primer grupo de obispos se caracteriza, en tanto que locutor, como Portavoz de Dios (yo) y como Ciudadanos (nosotros inclusivo) y designa a sus interlocutores como los Jóvenes argentinos. El segundo grupo, en cambio, se presenta como Portavoz de la Iglesia (yo / nosotros-los-obispos) y como Obispos católicos (yo/nosotros), refiriéndose a sus destinatarios como los Jóvenes católicos (presentes). De esta manera encontramos dos posiciones de sujeto divergentes entre sí: la primera, integral, donde los obispos se consideran autoridades simultáneamente religiosas y políticas, resistiéndose a limitar su campo de acción a la Iglesia en tanto que institución de la sociedad. La segunda posición, en cambio, ciñe su acción al ámbito eclesiástico, y no toma una posición de autoridad política. Esto no lleva, sin embargo, a la negación de la identidad común de los obispos, porque pueden confrontar entre sí en el marco de los límites impuestos por la matriz colectiva, preservando la unidad instituc ional aunque no se corresponda con una unidad ideológica. A partir de la comprobación de dicho presupuesto, es posible señalar las posiciones de enunciación consensuadas en el discurso de la CEA, lo cual se puede formalizar en una matriz enunciativa (Maingueneau 1983, 1984) que señala las posibilidades estratégicas del discurso episcopal y las configuraciones tácticas de dicha matriz en diversas etapas del período. La CEA se representa a sí misma a partir de tres funciones: como sujeto institucional, como sujeto religioso y como sujeto civil; es decir, a partir de su actividad estrictamente eclesiástica, religiosa o ciudadana 3 . A su vez, cada una de ellas admite dos 3 Notemos la homología con las tres dimensiones que componen el estatuto del discurso episcopal. 8 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin variantes, según los obispos se representen en un lugar de poder (autoridad) respecto de sus interlocutores o en una posición simétrica respecto de ellos. Desde el punto de vista de sus interlocutores, son representados a partir de estas mismas características: como sujetos civiles (argentinos), es decir, sin apelar a su identidad religiosa; como sujeto religiosos, es decir, sin enfatizar su participación institucional; como sujetos eclesiales, a partir de su pertenencia institucional a la Iglesia católica. La matriz enunciativa4 del discurso de los obispos queda conformada como sigue: Sujeto Locutor Interlocutor Autoridad Católicos institucional eclesiástica militantes Eclesiástico Sujeto Autoridad religiosa Católicos religioso Religioso argentinos Sujeto civil Autoridad civil Argentinos Civil Si analizamos cómo se realizó esta matriz en los distintos documentos del episcopado en el período 1981-1990, encontramos que las distintas variables se combinan entre sí de manera preferencial en tres etapas distintas. A modo de ejemplo, para mostrar la funcionalidad de este modelo, vamos a tomar un mismo objeto de discurso, el divorcio, en distintos momentos de la década y en un mismo género, los documentos doctrinales de la Asamblea Plenaria de la CEA, lo cual nos permitirá analizar las distintas configuraciones enunciativas tácticas en las que se lo representa. A) Iglesia y comunidad nacional [ICN] (1981) Este documento es presentado desde su comienzo en una situación de interlocución caracterizada fundamentalmente en el ámbito civil: “Queremos que nuestras reflexiones 4 Esto no significa que los actores se consideren a sí mismos como pertenecientes a distintas esferas, sino que, enunciativamente, se representan a partir de diferentes roles y esto permite articular tácticamente la estrategia integral 9 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin sirvan al diálogo con nuestros conciudadanos” (ICN, 2). En este marco general, las definiciones doctrinales de la segunda parte del documento hacen una referencia explícita al divorcio como factor de desintegración de la familia, concebida como célula básica de la sociedad. Transcribimos un pasaje del texto: La Nación que descuida o deteriora la familia, está atentando contra sí misma. Si bien es cierto que la legislación argentina, al contrario de lo que lamentablemente sucede en muchos países, rechaza el divorcio y castiga el aborto, no obstante, nuestra familia (1) sufre en la práctica el impacto tremendo de las separaciones y divorcios, que van desgarrando el tejido de nuestra sociedad. Asimismo, se debe llorar también el ingente número de abortos que transforma impunemente en lugar de egoísmo y muerte lo que debe ser hogar de amor y vida cuyo único dueño es Dios (2). Por otra parte, y en otro orden de cosas, no se nos (3) oculta la incertidumbre que la actual situación económica provoca en la familia argentina. (IC N, 71). Frente a un interlocutor concebido como “los argentinos”, el locutor episcopal se desdobla en tres. En primer lugar, con el uso del nosotros- inclusivo, se pone en una relación simétrica respecto de su destinatario: “nuestra familia” (1) es una entidad ciudadana, compartida por ambos participantes en tanto que sujetos civiles. En segundo lugar, el uso de impersonales para indicar deónticamente lo que se debe hacer y el fundamento teológico de esa acción (2) ubica a los obispos en la posición de un saber sobre el hombre y sobre Dios que los caracteriza como autoridad religiosa. Por último, el nosotros-exclusivo de la última oración reenvía a la posición institucional del locutor como eclesiástico, posición enunciada ya desde el comienzo del documento al caracterizar su acción como “nuestra función específica de Obispos” (ICN, 1). Esta última forma del locutor se recorta respecto de la tercera persona utilizada para nombrar a “la familia argentina”. B) Dios, el hombre y la conciencia [DHC] (1983) 5 En el documento anterior veíamos que la autoridad de los obispos se construía exclusivamente en el ámbito del saber religioso como anclaje doctrinal para sostener las otras posiciones de eclesiásticos y ciudadanos. En DHC, en cambio, el lugar de la autoridad para referirse a un destinatario civil cobra mayor relevancia: 5 Al seleccionar los textos para el análisis, hemos tomado DHC por el género discursivo al que pertenece, aunque haya sido publicado a fines de 1983. En él vemos una transición entre la primera y la segunda etapa. Para mostrar la cristalización de algunas propiedades enunciativas, citaremos un documento ad hoc de 1984. 10 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin Un territorio rico e inmenso se ofrece a un país con una tasa de natalidad muy baja. ¿Somos amantes de la vida aceptando los hijos como don de Dios? ¿O somos partidarios de la anticoncepción y del aborto? ¿Cuidamos y fortalecemos la sociedad familiar? ¿O hacemos la apología de la infidelidad y del divorcio? ¿Valoramos el sexo como un don de Dios para la complementación de dos seres que se aman en un matrimonio indisoluble y fecundo? ¿O lo reducimos a simple objeto de placer egoísta? (DHC, 8). Este pasaje pertenece a la primera sección del documento, titulada “Necesidad de un examen de conciencia”. De este modo, las preguntas enunciadas en primera persona del plural no incluyen al locuto r más que en su carácter general de ser humano. Un índice de esto se puede encontrar en la primera oración, donde “país”, entendido como sociedad civil que tiene pocos hijos, es caracterizado en tercera persona, distinguiéndose del nosotrosexclusivo de lo s obispos con que comienza el documento: “Exhortamos a todos a no dejar pasar en vano esta hora de gracia” (DHC, 1). Además, teniendo en cuenta que las preguntas se refieren al sexo y la constitución de la familia, podemos suponer que los obispos no se incluyen en ese “nosotros”, que podríamos caracterizar como “exclusivo” del destinatario 6 . De esta manera, el locutor que formula las preguntas lo hace desde la posición de poder de, por un lado, un saber sobre la doctrina que permite diferenciar el pecado de la virtud, es decir, de la autoridad religiosa. Por otro lado, desde el lugar de quien puede someter a otro a que realice un examen de conciencia entendido en el sentido canónico del término, es decir, de la autoridad eclesiástica. Finalmente, los obispos se van a caracterizar a partir de su lugar en tanto que ciudadanos mediante el uso de un nosotros-inclusivo en el que se diferencia a aquellos que son argentinos y aquellos que no lo son: La Argentina, como tantos otros países, ha visto crecer el número d e separaciones y nuevas uniones. Se escuchan defensas audaces en favor del divorcio, aún entre líderes y agrupaciones políticas; incluso nos (1) invaden propagandas persistentes de la infidelidad matrimonial, propuesta como estilo de vida. (ídem). 6 El género “examen de conciencia” suele presentarse en forma de preguntas en primera persona singular que, aunque formuladas por otros, son apropiadas por quien las lee a raíz del carácter deíctico del pronombre. El efecto de lectura es que esas preguntas son formuladas por el mismo sujeto lector, y no por otro. Por ejemplo: “¿He hecho acciones impuras? ¿Solo o con otras personas? ¿Cuántas veces? ¿Del mismo o distinto sexo? ¿Había alguna circunstancia de parentesco o afinidad que le diera especial gravedad? ¿Tuvieron consecuencias esas relaciones? ¿Hice algo para impedirlas? ¿Después de haberse formado la nueva vida? ¿He cometido algún otro pecado contra la pureza?” (tomado de “Guía para el examen de conciencia”, http://www.xs4all.nl/~trinidad/novena/examen.html). 11 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin “Nosotros, los argentinos”, es el grupo que no realiza “defensas audaces a favor del divorcio”; los que lo hacen quedan fuera el campo de los ciudadanos legítimos, incluyendo “líderes y agrupaciones políticas”. Esta impugnación del sistema democrático va a ser todavía más violenta cuando los obispos se dirijan a los argentinos en el año siguiente. En esta situación, toman la posición de autoridad civil, diciendo, por ejemplo: Pensamos, por ejemplo, en una legislación adecuada para todos los hijos (...) [La indisolubilidad matrimonial] es una propiedad esencial de la ‘institución’ creada por Dios. La imposición suele darse al revés; porque quienes se casaron con decisión irrevocable se sienten dañados por el efecto retroactivo de la ley (...) la libertad tiene límites. El hombre no puede siempre rehacer, ni a veces reparar, lo que pierde” (“El matrimonio indisoluble. Mensaje de los obispos argentinos”, 1984, nº 6). Aquí vemos cómo la ley civil debe subordinarse a la ley divina, anterior a ella, y cómo los obispos son los jueces últimos de la primera; es decir, son una autoridad civil para los católicos argentinos. C) Líneas pastorales para la nueva evangelización [LIPAS] (1990) Este documento, publicado en el final de la década, muestra cómo los obispos se repliegan de la palestra pública. Ya sancionada la llamada “ley de divorcio”, y habiendo concluido el gobierno de Alfonsín, comenzaba para el episcopado una nueva relación con el Estado argentino a partir del gobierno de Carlos Menem. En este marco, hay una sola mención al tema del divorcio, en una nota aclaratoria de un pasaje cuyo destinatario es lo que hemos denominado católicos- militantes o cuadros medios de la Iglesia argentina, específicamente, “los formadores de nuestros (1) seminarios mayores (...) a la vez a los diáconos y sacerdotes” (LIPAS, 51). Allí leemos: Esta [la Palabra de Dios] tiene en sí misma la fuerza y el dinamismo para renovar al hombre y a la humanidad, y despliega toda su riqueza cuando lleva a vivir el compromiso que exigen los sacramentos. (111) La Palabra de Dios está destinada a los que no creen y dan a su vida una interpretación reducida sólo a un horizonte terreno, con sus consecuencias consumistas (ídem) Y el texto de la nota 111 dice: La Consulta al Pueblo de Dios permitió escucha r las dificultades por las que atraviesan muchos católicos, a causa de los métodos no naturales de regulación de la natalidad y por las separaciones, divorcios y uniones no sacramentales. 12 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin Enunciativamente, los obispos se caracterizan como autoridad eclesiástica, encargada de dirigir a “sus” seminarios mayores (1) y poseedores de un saber por medio del cual pueden definir la Palabra de Dios. A su vez, el texto de la nota aparece como un aparte entre los interlocutores, tematizando al “Pueblo de Dios”, “los católicos” en tercera persona. Es una forma de condenar el divorcio pero sin asumir el punto de vista de la autoridad civil. Es decir, reconociendo forzosamente la autonomía política del Estado (de lo que ahora era un nuevo Estado, el gobierno menemista) pero sin involucrarse en una polémica. El estatus civil del locutor de LIPAS prácticamente no tiene relevancia, puesto que se trata de un documento en el cual los obispos proponen una situación comunicativa intra-eclesial donde el lugar de la subjetividad civil y de la pertenencia ciudadana funciona como un marco en el cual se inscribe la interlocución: a los argentinos se nos presenta el desafío de superar la injusticia, construyendo una patria de hermanos mediante la solidaridad y el sacrificio compartidos.” (LIPAS, 13). Este fragmente pertenece a la descripción evaluativa de la situación social, económica y cultural con la que comienza el documento, y en él no se representa una relación asimétrica entre locutor y destinatario, sino que ésta se va a producir al desarrollar los aspectos más específicamente normativos de la sección doctrinal y del llamado a la acción. Y, como hemos visto en el caso del divorcio, las modalidades deónticas que sostienen una posición de poder para los obispos se desarrollan en relación a los católicos-argentinos y católicosmilitantes. El análisis que hemos llevado a cabo más arriba se puede resumir en el siguiente cuadro: ICN Destinatario Locutor Argentinos Eclesiástico Autoridad religiosa Civil DHC Argentinos Autoridad eclesiástica Autoridad religiosa 13 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin Autoridad Civil LIPAS Católicos militantes Autoridad eclesiástica Autoridad religiosa Civil El concepto de trayecto enunciativo se refiere a las modificaciones en la construcción enunciativa en la cual se inscribe el objeto discursivo divorcio. De esta manera, vemos en qué condiciones de enunciabilidad los obispos consideran válida su intervención sobre el tema. A partir de DHC, las posiciones del sujeto locutor eclesiástico y religioso se mantienen constantes, pero varía el destinatario al cual se dirige. Habiendo sido sancionada la ley de divorcio, las representaciones de los obispos acerca de las condiciones en las cuales se inserta su discurso cambian: ya no se pueden dirigir al conjunto de los argentinos sino sólo a sus propios cuadros medios, e incluso frente a ellos resignan su posición de autoridad civil, constituyendo un espacio de ciudadanía aparte, que observa desde un lugar privilegiado los errores políticos de la democracia. Esto no implica un cambio estratégico en la concepción episcopal del divorcio, sino una variación táctica en función del repliegue institucional. En este pequeño análisis hemos querido mostrar cómo es posible encontrar variaciones tácticas en la configuración enunciativa del discurso episcopal durante la década de 1980 pero respondiendo a una misma matriz estratégica que forma parte de lo que llamamos el dispositivo del discurso de una forma del integralismo católico (Poulat 1977). Es decir, cambian los valores de las variables pero no las variables en sí mismas. Es importante destacar que, aunque restringimos nuestras conclusiones al caso específico del discurso colectivo de los obispos, este tipo de análisis puede ayudar a comprender las similitudes entre distintos tipos de catolicismos integrales (cfr. Mallimaci 1995). Es decir, más allá de las diferencias de “contenido” que podamos encontrar entre discursos diferentes, podemos mostrar también similitudes sumamente significativas que señalan, en definitiva, cómo la polémica se produce en la disputa por posiciones de poder (de autoridad institucional, religiosa o civil). Impugnar la legitimidad de otro locutor para ocupar una posición de enunciación (por ejemplo, cuando los obispos asumen el lugar de la autoridad civil y se lo niegan a “líderes y agrupaciones políticas” es declarar que sus 14 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin “contenidos” (“ideología”) no son legítimos para ese lugar de poder, pero el lugar en sí mismo no es rechazado; el dispositivo del discurso integral sigue funcionando. III. Tradiciones discursivas y clases textuales. El tercer nivel de análisis que hemos seleccionado es el del sistema de géneros discursivos 7 del episcopado. Su importancia reside en que, por definición, en el género confluyen simultáneamente tipos de situaciones comunicativas y regularidades en la superficie textual (Adam 1999) . En segundo lugar, los obispos muestran una fuerte “conciencia discursiva”, lo cual es visible en las etiquetas genéricas que utilizan constantemente como índices de genericidad (Adam y Heidman 2004). De este modo, analizar diacrónicamente las clases textuales del episcopado nos permite confrontar las representaciones dominantes en la CEA sobre su propia situación sociopolítica con las condiciones de producción de ese discurso y de qué modo se posicionan tácticamente en cada situación. Por otra parte, la ausencia de denominación genérica nos permite ver cuáles son los temas o las situaciones que son concebidas como inéditas por los obispos, para las cuales no designan ninguna etiqueta genérica aunque adopten formas textuales ya existentes. Metodológicamente, el análisis parte de un modelo multidimensional de las clases textuales (Ciapuscio 1994), de las cuales hemos seleccionado sólo tres dimensiones: a) tipos de función (Heinemann y Viehwegger 1991); b) tipos de ma rco interaccional y representaciones enunciativas de la situación de comunicación (Heinemann 2000, Adam 1999); c) tipos de organización retórico-pragmática (Eggins y Martin 1997, 2004). En función de los datos arrojados por dicho modelo de análisis, podemos distinguir tres grandes grupos de géneros discursivos: A) Los géneros de batalla: En este conjunto hemos incluido tres clases textuales que presentan un fenómeno que denominamos de absorción: las cartas políticas, las declaraciones y los comunicados. Los dos primeros muestran un pasaje muy significativo: de ser los dos géneros más utilizados durante el decenio anterior a nuestro período, pasan a 7 Recordemos que los conceptos de “género discursivo” y “clases textual”, aunque provenientes de tradiciones teóricas diferentes, pueden ser comprendidos como sinónimos. 15 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin ser los menos importantes de la década de 1980, y son abandonados hacia 1984-1985. El comunicado, en cambio, duplica su presencia de un período al otro. ¿Cómo podemos explicar, en función del análisis que hemos llevado a cabo, la desaparición de las cartas políticas y las declaraciones y el sensible aumento de los comunicados?. La explicación que ofrecemos a esta comprobación es que ambos géneros apelaban a un contrato de lectura que, apropiado para una época, quedó inhabilitado durante la transición democrática. Ambos géneros dependían, para ser efectivos, de una concepción integral del catolicismo en el marco de una “nación católica”; las cartas porque apelaban a la influencia directa sobre los funcionarios estatales, las declaraciones porque tomaban un valor magisterial-religioso de legislación sobre la población, fundiendo ciudadanía y feligresía. De este modo, el campo religioso-católico era reversible respecto de los demás ámbitos de la sociedad: cualquier acontecimiento era susceptible de ser evaluado y “solucionado” en los términos del discurso episcopal. La diferencia con el comunicado reside en que éste cobra importancia a partir de una distinción entre opinión pública y opinión episcopal; hay acontecimientos sobre los cuales los obispos opinan, desde el punto de vista católico, sin comprometerse con esos hechos. En las declaraciones, en cambio, cualquier hecho social compromete al catolicismo y los hechos eclesiásticos comprometen a la sociedad. La diferencia, sin embargo, es táctica y no estratégica: la estrategia discursiva sigue siendo la de dar estatus público a los problemas religiosos (esto es: de actuar frente y comprometer a una sociedad católica); el cambio es táctico: frente a la coyuntura democrática hay que diferenciar campos y recursos. El comunicado absorbe las funciones de los otros dos, porque interviene en la opinión pública en nombre de la Iglesia para disputarse el consenso a partir de los mecanismos de poder que la nueva situación democrática deja a su disposición. La capacidad legisladora de la declaración queda desactivada a partir de la profundización de posturas y opiniones en la transición democrática, en la cual se apeló al carácter no vinculante y al no reconocimiento de munus docet ni munus magisterii en la palabra de las Conferencias episcopales. A diferencia del comunicado, apelaba más extensamente a la delegación de la responsabilidad enunciativa en otros discursos autorizados en el campo del magisterio como legitimación del propio discurso; sin embargo, no hay justificaciones como en las cartas políticas. Las modalizaciones y justificaciones de este género muestran una relación 16 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin de poder relativamente simétrica que contrasta con las representaciones del Estado que hacen los documentos en democracia; en este segundo momento, dado que la Iglesia no tiene relaciones tan estrechas con el poder político, no se muestra en una posición de igual autoridad en campos diferentes, construida a partir de modalizaciones y delegando la responsabilidad enunciativa en una instancia superior dotada de una voluntad que los obliga, sino que puede incluso ordenarle o reclamarle en función de las relaciones de fuerza del campo religioso. B) Los textos doctrinales: Su especificidad se encuentra en la referencia constante al intertexto del magisterio católico y en la abstracción de los elementos contextuales / coyunturales que, en el caso de los géneros de batalla, eran motivaciones inmediatas de la enunciación. A su vez, su publicación exclusiva por parte de la Asamblea Plenaria le otorga a este conjunto de textos un estatus particular, que compromete a todo el episcopado en sus afirmaciones. Los tres géneros que hemos agrupado son los grandes documentos doctrinales, las exhortaciones y los mensajes. Este segundo grupo de géneros muestra una diferencia fundamental con el primero: ya no hay sustitución sino complementariedad. En el caso de los textos de doctrina, que realizan la función más específicamente magisterial, la continuidad no se produce en la absorción de funciones por uno u otro género, sino en el sostenimiento del sistema de tres clases textuales cuyas articulaciones tácticas presentan una variación mínima respecto del modelo estratégico. De este modo, no hay continuidad de funciones, sino diferentes funciones siempre latentes y utilizadas en función de las distintas coyunturas. Esto significa que en los textos de batalla hay una realización táctica diacrónica de la estrategia integral, mientras que en los textos doctrinales hay una opción sincrónica. En el primero es una táctica de suma cero, donde se opta por un género a expensas de los otros. En el segundo, en cambio, se trata de una táctica de suma positiva, puesto que alternan complementariamente para cumplir funciones diferentes. De este modo, notamos que a la publicación de los grandes documentos doctrinales se corresponde la publicación de una exhortación destinada a divulgarlo, reformulándolo a partir de un contrato de lectura que incluye solamente a los católicos. Lo mismo sucede con la difusión de textos remitidos por instancias superiores del magisterio católico. Los mensajes, en cambio, se complementan con los géneros anteriores, brindando pequeñas 17 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin dosis de doctrina cuando las condiciones de producción no son evaluadas como lo suficientemente relevantes como para la producción de uno de los grandes documentos. Este análisis, entonces, nos permite ver cómo se construye la función docente del episcopado y qué mecanismos le permiten caracterizar esa función en las diversas coyunturas. C) Los textos especializados: Como hemos visto, los documentos episcopales admiten diversos niveles de destinación. Sólo dos géneros discursivos presentan un destinatario explícitamente nombrado en el comienzo y que se mantiene a lo largo del texto: las cartas pastorales y los textos jurídicos. No los hemos incluido en la categoría de textos doctrinales porque están especialmente vinculados al funcionamiento administrativo y burocrático, y, en ese sentido, no presentan principios doctrinales de aplicación general sino especializados en algún área del funcionamiento de la Iglesia. Este conjunto incluye las cartas pastorales y los textos jurídicos De los tres conjuntos de géneros discursivos que hemos analizado hasta ahora, este parece ofrecer menos interés. ¿Por qué?. Fundamentalmente, considero que esto se debe a la configuración histórica que ha adquirido la Iglesia católica en la Argentina presenta una escisión que es imprescindible para comprenderla: la representación según la cual los argentinos son católicos aunque no vayan a misa, usen preservativos o vean películas pornográficas. De este modo, pareciera haber una escisión fundamental entre los textos de batalla y los textos de doctrina respecto de los textos especializados. Esta escisión se hace más evidente si atendemos a los criterios con los cuales los hemos delimitado: sólo porque son los únicos que identifican clara y explícitamente un interlocutor que es posible controlar administrativamente. Sin referencias al país, su especificidad es intraeclesial en el sentido más institucionalista del término. Muestran, y esto es lo más significativo del análisis, cuál es el auditorio efectivo, incondicional con el que cuentan –o, al menos, creen contar- los obispos: los laicos de Acción católica, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas. Por otra parte, su continuidad diacrónica nos lleva a inducir que no varía este dato a lo largo de la década, sino que se mantiene constante con relativa independencia de las articulaciones tácticas. 18 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin Por este motivo es que ninguno de estos géneros es utilizado para referirse a los temas problemáticos de la década: ni la libertad de expresión, ni la ley de divorcio, ni el congreso pedagógico fueron tematizados en los documentos especializados. Los resultados de este análisis se pueden graficar como sigue: GÉNEROS DE BATALLA Declaraciones Cartas Tipo de función Comandar Comunicados Comunicados políticas I II Comandar Testimoniar Comandar (Dejar constancia) Tipo de Locutor marco Autoridad Autoridad Autoridad Autoridad religiosa religiosa- eclesiástica religiosa interaccional (enunciación) Destinatario Iglesia eclesiástica (= Autoridad Iglesia Ciudadanos + política Tipo autoridades) de Asimétrica Simétrica - eclesiástica (= Iglesia (= Ciudadanos) Ciudadanos + - autoridades) Asimétrica relación 19 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin TEXTOS DE DOCTRINA Exhortaciones Mensajes I Mensajes II Grandes documentos doctrinales Tipo de función Enseñar (informar teológico] comandar inmediato]) Enseñar [+ (informar + [+ [+ teológico] Enseñar (informar teológico] + Enseñar [+ (informar [+ teológico] [+ comandar histórico] + + comandar [+ inmediato]) comandar [- [- inmediato]) inmediato]) Tipo de Locutor Autoridad Autoridad Autoridad marco eclesiástica- eclesiástica- eclesiástica- eclesiástica- interaccional religiosa religiosa religiosa (enunciación) [docente] [misionero] [docente] religiosa Autoridad [maestro] Ciudadanos [+ Destinatario Católicos Ciudadanos Católicos autoridad] Católicos Ciudadanos Tipo de Asimétrica Asimétrica Asimétrica Asimétrica relación TEXTOS Cartas Cartas Textos ESPECIALIZADOS pastorales pastorales jurídicos especializadas de Tipo de función Tipo de Locutor Comandar Autoridad conjunto Comandar Autoridad marco eclesiástica- eclesiástica- eclesiástica interaccional religiosa religiosa Informar Autoridad (enunciación) 20 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin Destinatario Cuadros Católicos intermedios Tipo de Asimétrica Cuadros intermedios Asimétrica Asimétrica relación 3. Conclusiones Las conclusiones a las que arribamos fueron parcialmente adelantadas a lo largo de todo el informe, con lo cual no consideramos necesario enunciarlas nuevamente. En términos generales, encontramos que el dispositivo enunciativo del episcopado muestra algunas variaciones que se correlacionan entre los tres niveles de análisis. Si bien, por las características metodológicas de nuestro análisis, hemos distinguido niveles y dimensiones con características específicas, es necesario destacar que este artificio se construye sobre un objeto empírico complejo, en el que todos los elementos que hemos señalado aquí se interrelacionan constantemente. Por este motivo intentaremos exponer nuestras conclusiones desde dos puntos de vista complementarios, atendiendo en primer lugar a la integración de las distintas dimensiones del análisis desde el punto de vista diacrónico y, en segundo lugar, desde la perspectiva conceptual. Diacrónicamente, podemos señalar tres etapas: A) Etapa de espiritualización de la política (1981 -1983): Desde el punto de vista del nivel sociopolítico, encontramos que se combinan tres factores: a) el predominio de los sectores institucionalistas y democráticos dentro de la CEA; b) la condena del episcopado latinoamericano y el Vaticano a las dictaduras militares y la Doctrina de la Seguridad Nacional en Latinoamérica; c) la cada vez mayor pérdida de legitimidad del gobierno militar en la Argentina. En el aspecto enunciativo, la posición frente al destinatario civil de los argentinos es la de un sujeto institucional que fundamenta su posición de enunciación en la autoridad religiosa pero que, sin embargo, no reclama un lugar de privilegio en tanto que actor civil. Por último, en cuanto al funcionamiento del sistema de géneros, se mantiene sin cambios desde la década de 1970: utilizando las cartas políticas para relacionarse directamente con el poder estatal, reserva las declaraciones para interpelar a los ciudadanos sin involucrar al gobierno en una relación asimétrica. De esta manera, no hay una 21 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin exposición pública del episcopado que contradiga su posición enunciativa “apolítica”. Los textos doctrinales, por otra parte, explotan la autoridad religiosa cubriendo distintos auditorios potenciales, diferenciados según su niv el de formación doctrinal y no según su credo religioso (porque no existe, en estos discursos, la posibilidad de una ciudadanía no católica). Finalmente, los textos jurídicos regulan el funcionamiento institucional desde el punto de vista burocrático-admin istrativo, siendo el único lugar de inscripción de la autoridad eclesiástica frente al auditorio de élite de los católicos militantes. B) Etapa de politización de la espiritualidad (1984-1987): Una vez establecido el gobierno democrático de Raúl Alfonsín, las iniciativas legislativas señalaron, si no una independencia respecto de los criterios eclesiásticos, al menos cierta autonomía en lo relativo a leyes fundamentales para la institucionalización democrática. Esto repercutió en el nivel sociopolítico del discurso episcopal, puesto que algunas de estas leyes cuestionaban parte del núcleo compartido de creencias y representaciones de los obispos: la ley de divorcio vincular, las proyectadas reformas en el ámbito educativo y la libertad de expresión, incluyendo aquellas expresiones que atacaban directa y explícitamente a las instituciones y símbolos católicos. Esto, a pesar de formar parte del núcleo doctrinal que, al menos públicamente, debía ser compartido, no dejó de impactar en el interior del catolicismo y del mismo cuerpo episcopal. En efecto, los distintos sectores de obispos se enfrentaron duramente a causa de sus posiciones encontradas respecto de temas como el sostenimiento estatal del culto católico, la legitimidad jurídica de la ley de divorcio, el Congreso pedagógico nacional, etc. (cfr. Ezcurra 1988). El predominio de los sectores posicionados contra el gobierno radical, sin embargo, no pudo capitalizarse jurídicamente dentro del episcopado, puesto que en esta etapa se restringió la capacidad jurídica de las conferencias episcopales. Esto significó, por ejemplo, que no se pudiera llevar a cabo un pedido de excomunión generalizada a todos los diputados católicos que votaron la ley de divorcio; como contrapartida, mientras que algunos obispos prohibieron la comunión a los diputados residentes dentro de sus diócesis, otros los admitieron ostensiblemente a la administración del sacramento. En términos enunciativos, el sector hegemónico en la CEA logró consolidar una representación del locutor fundada en la triple autoridad eclesiástica, religiosa y civil 22 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin ejercida sobre el conjunto de la ciudadanía. Esto significó impugnar la legitimidad de origen de los diputados y senadores elegidos democráticamente, relegados a una posición inferior en una relación asimétrica. Por otra parte, implicó una homogenización forzosa del auditorio como contrapartida de la pretendida unidad discursiva de la conferencia episcopal, fundiendo ciudadanía y religión en una versión actualizada del mito de la Nación Católica. Esta integración de las dos dimensiones del interlocutor, y la asunción por parte del locutor episcopal de la función de portavoz de la Iglesia (ahora proyectada en toda la población) llevó a la adopción de un registro político para el discurso religioso. Por último, en el nivel de los géneros discursivos, el fenómeno de absorción de las cartas políticas y las declaraciones por parte de los comunicados señala una modificación importante: la percepción por parte de la CEA de las limitaciones en la relación con el nuevo gobierno democrático. Esto, no obstante, no indica un cambio de estrategia, puesto que se siguen exigiendo las mismas prebendas y privilegios; pero sí señala que el modo en que esto se llevó a cabo fue distinto. En ese sentido, encontramos que este proceso de absorción coincide con el pasaje de la primera a la segunda etapa que hemos señalado al analizar la matriz enunciativa. Los géneros doctrinales y jurídicos mantienen su estabilidad aunque pierden representatividad dentro del total de textos producidos; sin embargo, abandonarlos implicaría disolver completamente la especificidad del discurso católico en el discurso político. Aunque la construcción enunciativa tendiera a ello, y aunque los que hemos denominado géneros de batalla fueran funcionales a dicha táctica, la memoria genérica de los textos más específicamente religiosos e institucionales permiten conservar una serie de recursos significantes que permitirán, no sin cierto costo político, que el episcopado logre transitar hacia la siguiente etapa sin convertirse en el representante de los sectores antidemocráticos de la política argentina. C) Etapa de despolitización de la espiritualidad (1987 -1990): El alto nivel de exposición de un episcopado que había adoptado el registro político para mantener una batalla pública con el gobierno radical repercutió fuertemente en las tres dimensiones del nivel sociopolítico. Por este motivo, hacia 1987 confluyeron distintos factores que permitieron que la CEA tomara distancia de la etapa anterior y lograra una exitosa nueva transición hacia la democracia –menemista- que, como en 1981, le aseguró un lugar de legitimidad –y 23 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin de “autoridad espiritual”- en la opinión pública. Desde el punto de vista institucional, la visita del papa Juan Pablo II a la Argentina sirvió (y así lo destaca A. M. Ezcurra 1988) para reunificar al episcopado argentino en el marco de la estrategia centralista de la autoridad eclesiástica central. Desde el punto de vista social, la jubilación o fallecimiento de los sectores más militaristas del episcopado y su progresivo reemplazo por parte de obispos institucionalistas de formación postconciliar introdujo una marcada confianza en los mecanismos institucionales democráticos. Por último, desde el punto de vista político, el debilitamiento del gobierno de R. Alfonsin después del alzamiento de Semana Santa de 1987, sumado a la creciente inflación y la reunificación del peronismo como principal fuerza opositora hizo que el enfrentamiento sistemático, que antes estaba en manos de los obispos y los sindicatos, pasara a otras manos reconocidas como legítimamente políticas y democráticas. De este modo, el privilegio de la lógica institucional por sobre la política permitió que el discurso episcopal cambiara de ejes. Desde el punto de vista enunciativo, los destinatarios son representados a partir de la subjetividad religiosa e institucional, evitando su integración con la subjetividad civil. De esta manera, implícitamente se desplaza el lugar de intervención del discurso episcopal, evitando el registro político y adoptando un discurso más específicamente religioso y eclesiástico. Estas dos dimensiones son caracterizadas desde la posición de autoridad, lo cual indica que, si bien el episcopado se repliega sobre su propio aparato institucional, lo hace sostenido en su rol de sector dominante. Esto indica que, desde el punto de vista enunciativo, el desplazamiento entre la segunda y la tercera etapa se opera sólo en la representación de la subjetividad civil, con lo cual el período abierto en 1981 computa un avance en lo institucional y una significativa continuidad estratégica que, más allá del “error” táctico del período 1984-1987, dejó un saldo positivo en cuanto al fortalecimiento de la identidad común en aquellos aspectos que no ponen en cuestión la autonomía de la política y la sociedad respecto de los criterios religiosos. Por último, el sistema de géneros discursivos indica una menor cantidad de comunicados, lo cual detiene el avance católico sobre el campo público. En efecto, los temas directame nte vinculados a la esfera pública son desplazados al ámbito de la doctrina y de la organización eclesiástica. Por ese motivo se fortalecen particularmente los textos doctrinales y especializados: los primeros, como un modo de reorganizar al episcopado y su 24 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin auditorio en función de los consensos que forman parte del núcleo de creencias compartidas más allá de las opciones político-religiosas. Los segundos, de manera complementaria, permiten recortar cuál es el auditorio con el que efectivamente cuenta el episcopado para ejercer su autoridad. Y este es, como hemos señalado, el de aquellos actores que participan de la estructura institucional de la Iglesia católica, que pueden ser detectados y monitoreados administrativamente. Desde el punto de vista conceptual, en el análisis de este período hemos encontrado un conjunto de tácticas discursivas que responden a una misma estrategia de largo plazo. Esta estrategia funciona como un conjunto de opciones y restricciones que constituyen el dispositivo enunciativo del episcopado, que hemos operacionalizado en tres niveles que, sin ser exhaustivos, permiten señalar algunas articulaciones fundamentales entre la enunciación de la CEA y sus condiciones de producción. El nivel sociohistórico da cuenta de las condiciones de enunciabilidad de los documentos episcopales a partir de tres dimensiones que confluyen en los posibles posicionamientos del discurso de la CEA. Si bien cada una de ellas responde a una dinámica propia, según las relaciones de fuerza de los campos social, político y religioso, el modo específico en que se articulan en diversos momentos históricos permite las variaciones tácticas sin perder de vista la continuidad estratégica con una identidad que supera las coyunturas. El nivel enunciativo permite correlacionar la superficie textual con las dimensiones sociohistóricas, no en términos de reflejo sino de conjunto de restricciones y espacio de negociación. De este modo, el discurso colectivo es el reservorio de posibilidades enunciativas que pueden adoptar los discursos individuales. Por una parte, señala aquellos aspectos que necesariamente son compartidos como núcleo de creencias y representaciones comunes que fundan la identidad episcopal. Por otra parte, indica los límites que pueden alcanzar las variaciones individuales, el horizonte máximo del disenso político-religioso, más allá del cual se disuelve la institución. La dinámica entre ambos polos es la que permite que el catolicismo satisfaga su vocación universal a partir de una estructura instituciona l particularizada. 25 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. Informe de Adscripción. Juan Eduardo Bonnin Por último, el nivel de los géneros discursivos es el que convierte a los textos en una práctica, configurándolos a partir de una memoria discursiva estratégica que define los posibles modos de intervención táctica. El sistema de géneros cubre las tres funciones estratégicas del dispositivo enunciativo episcopal: la acción política y social, religiosa e institucional. Por este motivo, la reorganización del sistema durante la década de 1980 funciona dentro de esta dinámica de continuidad y discontinuidad. Por un lado, los efectos de genericidad dependientes de la etiqueta genérica señalan la función esperable de cada documento. Pero, por otro lado, el caso de la absorción de dos géneros por otro indica que los efectos de genericidad puede n sobrevivir a las etiquetas, señalando continuidades fundamentales en el proceso discursivo a pesar de las discontinuidades aparentes. Esta descripción más general del dispositivo del discurso episcopal nos permite volver sobre la pregunta que, en gran medida, motivó esta investigación: ¿ tiene elementos compatibles o incompatibles con la democracia como sistema político? La respuesta es afirmativa para ambas alternativas. La pretensión de intervenir en todos los ámbitos de la vida social, sumada al privilegio de la lógica institucional por sobre otros factores, hace que el episcopado se proponga como una institución que compite con el Estado cuando este legisla sobre los temas que considera propios. No obstante, el reconocimiento implícito de la autonomía relativa de las políticas estatales –como condición para la propia autonomía institucional de la Iglesia- permite la construcción de un lugar identitario capaz de restringirse a sí mismo y de relacionarse en pie de igualdad con otras instituciones de la sociedad civil en la construcción de formas de ciudadanía. Sin embargo, esta posibilidad, contenida estratégicamente por las propiedades discursivas del dispositivo, no fue la dominante durante el período estudiado. Bibliografía citada - Adam, Jean Michel y Ute Heidmann (2004) “Des genres à la généricité. L’exemple des contes (Perrault et les Grimm)”, en Langages, nº 153, Paris. - Adam, Jean-Michel (1999) Linguistique textuelle. Des genres de discours aux textes, Nathan, Paris. - Antón, Angel (1989) Conferencias episcopales ¿Instancias intermedias?, Sígueme, Salamanca. 26 Iglesia y democracia. El discurso de la jerarquía eclesiástica argentina durante la década de 1980. 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