Número extraordinario - Biblioteca Virtual de Defensa

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V
an desapareciendo muy á prisa de la escena del mundo los gefes que mandaron en la guerra
de la Independencia, en términos que acaso no lleguen ya á media docena los vivientes que
en ella se encontraron con mando en gefe de ejército, división ó brigada; y antes de 10 años
serán bien raros aun de la clase de subalternos. Entretanto, doloroso es decirlo, no ha habido autoridades competentes que hayan propuesto á los gobiernos que se han sucedido en diferentes épocas la
idea de escribir la historia militar de aquella gloriosa guerra, cuyo eco resuena aún en el renombre que
se conserva de los españoles hasta en las márgenes del Vístula y del Neva. En vano se objetará que de
dicha época corren en nuestra nación algunos opúsculos, como la historia del Conde de Toreno y
otras menos notables; pero confiésese que la parte militar no está tratada con la estension y conocimientos que ella exije para ser util, ni acompañada de los planos y descripciones que corresponden,
y de que abundarán los archivos del Ministerio de la Guerra (si es que no se han quemado en 1846)
y del cuerpo de Estado Mayor general. Pero si por un lado merece deplorarse tan imperdonable abandono en aquellas, por otro tambien toca alguna parte al cuerpo que tanto, se inmortalizó en ella, y
que despues ha participado de tan funesto silencio. Los artilleros franceses y alemanes no se han descuidado en publicar en diferentes obras modernas el uso que en sus diferentes guerras, y especialmente bajo el gran Federico y Napoleon, se hizo de nuestra arma, y la parte esencial que tuvo en sus triunfos. Esto es no solo glorioso é instructivo, sino que además granjea consideracion entre los gefes principales del Estado, que se acostumbran á ver en la artillería un fuerte apoyo, capaz de proporcionarles
victorias cuando está bien empleada, aun con inferioridad en las otras armas; y se evita por tal medio
caer en e1 estremo opuesto, como es harto frecuente hallar quien no ve en nuestra arma mas que gastos para su sostén y entorpecimiento en su aplicacion, evitando cuanto pueden su uso; error lamentable que da lugar á tristes consideraciones. Los españoles, aunque en dicha guerra no contásemos
tantos triunfos, el cuerpo de artillería aun en las derrotas de las primeras campañas, hijas de causas
inevitables, sobresalió por su serenidad y acierto. ¡Qué páginas tan brillantes no puede presentar la artillería española en la relacion que empiece por el memorable 2 de mayo de 1808, en que sus dos valientes Capitanes Daoiz y Velarde dieron la señal á toda la Europa para el derrocamiento del coloso
que la tenia aterrada! Sigue inmediatamente despues la sin igual batalla de Bailén, de la que no concibiendo los aguerridos gefes franceses que artilleros visoños ó no esperimentados pudiesen manifestar tal acierto y bravura, ha habido algunos que no han tenido dificultad en asegurar que la artillería
estuvo dirigida y aun servida en dicha accion por artilleros ingleses. ¡Medellín! Gloriosa derrota en
que las compañías de Michelena y Ulloa fueron degolladas al pié de sus piezas. Yébenes, Los Barrios,
Aranjuez, Almonacid, Talavera y muchas otras, en todas hubo glorias para nuestro cuerpo, pero sobre todo en la de Alcañiz, en donde la sola artillería abandonada de las otras armas reportó una victoria.
¿Cuánto puede hablarse de las gloriosas defensas de Zaragoza, Gerona, Ciudad-Rodrigo. Tarragona y otras? Tiempo es ya de sacudir la pereza, antes que la segur del tiempo siegue los últimos tallos
de tan recomendables plantas; y para dejar legado á nuestros sucesores dignos ejemplos que imitar,
acciones que estudiar, y gloria que la continuacion de los siglos admirará siempre, aprovechemos los
restos de los que aún pueden narrar hechos que hicieron ó presenciaron; tomemos en esta parte el
ejemplo de las naciones mas avanzadas en la ilustración y ciencia militar, ya que las seguimos con tanto ahinco en cosas mas insustanciales ó menos precisas.
He creido que esta invitacion será acogida, asi por el gefe principal del arma como por los compañeros, con la benevolencia que su objeto merece, y que acaso mi debil voz consiga hacerse oir para
tan laudable objeto. La historia moderna de la artillería española la reclama como la general de dicha
época y nuestra propia reputacion. = Cadiz 8 de febrero de 1847.=Juan de Vial.
1
Memorial de Artillería
FUNDADO
EN EL AÑO
SUMARIO
1844
CONMEMORACIÓN BICENTENARIO DEL DOS DE MAYO DE 1808
Los artilleros en la batalla de Alcañiz .................................................
5
El sitio de Badajoz por los franceses ...................................................
13
Memorias del Dos de Mayo. La confabulación de los artilleros ..........
18
La artillería en los sitios de Gerona en 1808 y 1809 ..........................
31
La celebración del primer centenario de la gesta del Dos de Mayo por
el Cuerpo de Artillería ...................................................................
62
Crónica de los artilleros en la plaza de Cartagena durante la Guerra de
la Independencia (1808-1814) .......................................................
68
Pedro Velarde Santiyán: breves retazos de su vida familiar y social .....
74
Historia de Artillería, el 2 de Mayo ....................................................
75
Los materiales españoles en la Guerra de la Independencia ................
80
Organización y personal del Cuerpo de Artillería en 1808 .................
91
CONSEJO DE REDACCIÓN:
• Coronel Secretario del Arma
• Coronel Jefe de Estudios
• Coronel Jefe de la JEINSART.
• Coronel Jefe de la JEOMAART.
• Coronel Jefe de la JEDOCART.
• Coronel Jefe de la JIVAART.
Los artilleros en los sitios de Zaragoza, al pie de los cañones ..............
106
Sobre Luis Daoiz ...............................................................................
112
El Real Colegio de Artillería y el 2 de Mayo de 1808 ........................
114
Raza de héroes. Diego del Barco: un olvidado héroe artillero de la Guerra de la Independencia ..................................................................
122
Redacción:
Academia de Artillería
San Francisco, 25 • Apartado de Correos n.º 6
40080 SEGOVIA
Teléf.: 921 41 38 06 • Fax: 921 41 38 01
Conmemoración del Bicentenario del 2 de Mayo de 1808:
– En el GACA ATP X ..................................................................
– En el GACA ATP XI .................................................................
– En el GACA ATP XII ................................................................
– En el GACA V ..........................................................................
– En el GACAAT VII ...................................................................
– En el GACAPAC VI ..................................................................
– En el GAM I .............................................................................
– En el GRULI .............................................................................
– En el PCMASACOM ................................................................
– En el PCMAYMA ......................................................................
– En el RAAA 71 ..........................................................................
– En el RAAA 73 ..........................................................................
– En el RAAA 74 ..........................................................................
– En el RAAA 81 ..........................................................................
– En el RACA 11 ..........................................................................
– En el RACA 63 ..........................................................................
– En el RACA 20 y RAAA 72 ......................................................
– En el RACA 93 ..........................................................................
– En el RACTA 4 .........................................................................
– En el RALCA 62 .......................................................................
– En el RAMIX 30 .......................................................................
– En el RAMIX 32 .......................................................................
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El material de Artillería en la Guerra de la Independencia .................
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Conmemoración del Bicentenario del 2 de Mayo de 1808 en Segovia ...
174
Número extraordinario Bicentenario 2 de mayo
de 1808
DIRECTOR:
• Excmo. Sr. General Inspector de Artillería y
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“El Memorial de Artillería es una publicación profesional.
Tiene por finalidad difundir ideas y datos que, por su significación y actualidad, tengan un interés especial y resulten
de utilidad para los componentes del Arma.
Con la exposición de noticias, vicisitudes y perspectivas, se
logra difundir lo actual, el futuro y el pasado de la Artillería.
Así se impulsan las acciones que tienen por objeto exaltar
sus valores y tradiciones, relacionar a sus Unidades y a sus
miembros tanto en activo como retirados.
Los trabajos publicados representan, únicamente, la opinión de sus autores.”
3
LOS ARTILLEROS
EN LA BATALLA DE ALCAÑIZ1
Comandante de Artillería D. JUAN DE ARZADUN
Memorial de Artillería de 1909 año 64-Serie V-Tomo VIII
«Uno para todos; todos para uno»
Noble sentimiento de amor á la colectividad á que pertenece, ha dictado á un ilustre aragonés el tema que por especiales razones nos incita á
tomar la pluma, aun á sabiendas de que nuestro trabajo ha de resultar
forzosamente pobre é incompleto, tanto por insuficiencia del autor,
como por la insuperable dificultad que aun á mejor cortadas plumas
ofrece el asunto.
Todo el que haya intentado penetrar la obscuridad que envuelve á los
héroes ignorados, por quienes se elevó tan alto el pueblo cuya constancia
gastó las fuerzas del tirano de Europa y reanimó con nuevo aliento á los
oprimidos por él, proclama la absoluta carencia de elementos indispensables para tan simpático fin. Escasean entre nosotros en grado sumo las detalladas monografías, las personales Memorias que abundan entre los que
antaño tuvimos por aliados ó enemigos, ambos á cual más injustos para
con nosotros. ¿Es que no existe rastro ni vestigio de tantos gloriosos azares y miserias? Aquella generación animosa que nos legó el más noble
ejemplo de que pueda enorgullecerse pueblo alguno, ¿pasó sin dejar huella, modesta silenciosa, abandonando sus altos hechos al comentario rencoroso y á la pasión injusta de extraños historiadores?
Probable es que así sea; cupo en suerte á nuestros abuelos la labor inmortal de hacer tanta historia, que no les sobró tiempo para escribirla. Y más tarde, cuando en el descanso del hogar narraron á
sus nietos las épicas hazañas, ya tan sólo quedaba en su mente senil el recuerdo, que hoy dura, de las
proezas dichosas, porque el tiempo embaucador había borrado sutilmente la lección, más que otra alguna provechosa y fecunda, de las miserias y desastres soportados con entereza viril. Y así vivimos en
eterna descuidada infancia la vida nacional que se cuenta por siglos, sin cuidarnos de acopiar con afán
respetuoso el fruto de oro del árbol de la experiencia, nunca más sazonado que cuando sacude sus ramas el huracán del infortunio y le riega lluvia copiosa de sangre y lágrimas.
Personal experiencia nos induce á esperar que aún guarden archivos de ilustres casas valiosos documentos que permitan á afortunados investigadores hacer rememorar, para dicha y enseñanza nuestra, el verdadero espíritu que animó á generación tan brava. Pero en tanto que manos piadosas no
consigan que brillen á la luz meridiana las joyas que hoy cubre el polvo indiferente de los archivos,
toda labor del género de la que perseguimos resulta vaga é indecisa.
La mano robusta é incansable del ilustre General Gómez Arteche ha trazado con sin igual maestría los cimientos de la obra ciclópea; ha levantado las recias é inmobles columnatas del templo colo5
sal, las bóvedas gigantes á que se acogerá en los días doloridos el espíritu patriótico para reconfortarse con el sublime ejemplo legado por tantos héroes. Pero ¡cuántos altares vacíos que nuestra veneración y amor anhelan ver ornados de sagradas imágenes! ¡Cuántas efigies inciertas y dudosas, sin color
y sin nombre !
Todavía se acrecienta en estos trabajos la dificultad, ya de suyo apenas superable, cuando se trata
de puntualizar qué parte en las glorias de una colectividad, que ha dejado tan honda huella de su paso
por los campos de batalla, corresponde á cada uno de sus valerosos individuos. Hay en el espíritu de
cuerpo una tácita renuncia al mérito personal, que se traduce en repugnancia á cuanto sea ponderación de individuales hazañas, tal vez por natural temor á que el detalle perjudique al conjunto. Es el
abnegado sacrificio con que los artilleros prodigan en todo tiempo su esfuerzo en aras de los más rígidos deberes, sin sombra alguna de particular ambición, origen de extraordinaria dificultad para el
fin que en este modesto trabajo se persigue. Hallaremos sin esfuerzo, que de ellos andan llenas las historias, elogios elocuentes de las proezas de la Artillería; rara vez nominales hazañas de los artilleros.
Con la conmovedora modestia de las labores voluntariamente obscuras, todos se eclipsan y desvanecen ante la gloria común, y cuando, al volar el tiempo, alguno de los agradecidos herederos de su limpia fama siente, como hoy pasa, el afán de conocer los nombres de aquéllos que por honrar su uniforme se ofrecieron á la muerte, la obscuridad se espesa el velo se hace impenetrable, y la labor más
porfiada resulta estéril, como si los héroes anónimos, negándose al piadoso homenaje de filial respeto, murmurasen al hundirse en la sombra para huir del aplauso:
–A mí, no … ¡á todos!
A todos, sí; á toda la Artillería corresponde por igual la gloria por sus hijos conquistada en esta
guerra, y que con rara unanimidad proclaman nacionales y extranjeros; así los franceses que sufrieron
el rigor de su metralla, como los aliados, nada propensos á la admiración desmedida.
Desechando, por brevedad y como tildados de patriótica simpatía, los elogios que al cuerpo de Artillería prodigan los españoles, desde Pérez Galdós, que con tal maestría ha hecho revivir en sus Episodios Nacionales aquella época, hasta Gómez Arteche, que le dedica sus mejores páginas, permítasenos recapitular algunas opiniones francesas nada sospechosas de exageración encomiástica. Ninguna
más autorizada como muestra de la reputación que los conocimientos teóricos de nuestros artilleros
alcanzaba en Europa, que este juicio de la Academia de Ciencias de París, publicado el 24 de abril de
1806, relativo al notable informe del Colegio de Segovia acerca de la invención del coronel francés
Grobert para medir la velocidad inicial de los proyectiles: «L’opinion de 1’Academie d’Artillerie d’Espagne est developée et bien motivée. Elle annonce les conoissances etendues que les officiers de 1’Artillerie espagnole possedent dans la theorie de cette arme.»
En cuanto á su práctica militar, escuchemos á Thiers, crítico justiciero mucho más digno de crédito, en lo que á España toca, cuando aplaude que cuando censura. Hace el sabio historiador, en
términos generales, la observación curiosa de que en las añejas naciones militares que degeneran de
su antigua valía, las armas sabias (savantes) son siempre las que la conservan más tiempo; enaltece
de pasada los particulares hechos de los artilleros en sitios y batallas, y establece al describir la para
nosotros tan funesta de Rioseco, esta concluyente afirmación1: «La Artillería era lo mejor del ejército español».
1
En el Certamen celebrado en Alcañiz para conmemorar el Centenario de la batalla, nuestro compañero el comandante
de Artillería, conde de Torre de San Braulio, ofreció un premio al mejor trabajo sobre el tema «Los artilleros en la batalla de Alcañiz». La circunstancia de haber sido premiado otro artillero, el comandante D. Juan Arzadun, y la creencia de
que el asunto ha de ser del agrado de nuestros lectores, nos mueve á publicar una parte de dicho trabajo.
6
El concepto que merecían los artilleros españoles al insigne General
Suchet, el mejor de cuantos trajo para nuestro mal á la Península el gran
Emperador, se refleja en dos rasgos elocuentes: en el caballeresco elogio
que dirigió á los oficiales supervivientes en Tarragona, saludándolos
como los mejores artilleros del mundo y en el siguiente párrafo del Parte
que dió al Príncipe de Neufchatel acerca de la rendición de Blake en Valencia: «Los insurgentes en esta ocasión han tenido una pérdida irreparable, que consiste en 50 buenos oficiales de Artillería salidos de la Escuela de Segovia, y 380 zapadores y minadores».
Conocidas son de todos las deplorables condiciones en que durante
la guerra de la Independencia tuvo que batirse nuestra artillería, reducida á ridículas proporciones por escaseces pecuniarias y considerablemente mermada por la expedición del marqués de la Romana, que se
llevó una de sus ocho baterías á caballo, únicas entonces dotadas de gaTorre del homenaje
Castillo de Alcañiz
nado propio. Pero cuando las dificultades para realizar su misión crecieron hasta frisar en lo insuperable, fué al sonar la hora de los desastres,
consecuencia inevitable del empuje avasallador de los 250.000 veteranos dirigidos por Napoleón en
persona, desastres, más que para ninguna otra, irreparables para el arma que se sacrifica en las retiradas y se pierde en las derrotas, sin que sea posible improvisarla ni aun reponerla.
«Durante la campaña –dice el profesor de Oxford, Mr. Oman, el más moderno y concienzudo entre los historiadores ingleses, de los que ellos llaman la guerra de la Península–, la conducta del cuerpo de Artillería parece haber sido siempre muy buena. Los artilleros habían alcanzado gran destreza
en el manejo de sus armas y se adherían á ellas con notable firmeza2. Con gran frecuencia vemos á
los artilleros acuchillados ó clavados á sus piezas por las bayonetas enemigas, en medio de una desbandada general. Cada batalla perdida llevaba consigo la pérdida de unas docenas de cañones y la destrucción de quienes los servían. Así el personal de las baterías sufrió terriblemente, y con dificultad
podía el Gobierno reconstruir en lo posible la artillería, mezclando con nuevos cañones los restos salvados de la pelea. Si á despecho de estas circunstancias rara vez se escuchan quejas de su conducta,
esto constituye un alto encomio para dicha arma3.
Conviene advertir que estos elogios, aunque parcos, se destacan con gran relieve en medio de
la rigurosa crítica que el notable autor hace del estado y calidad de nuestro ejército en la gloriosa
guerra.
Si nos circunscribimos á analizar la conducta de la artillería en la batalla de Alcañiz, podemos afirmar sin vacilación que su bravura y pericia corren en ella parejas con las que le granjearon en Bailén
el aplauso del pueblo, tan gentilmente exteriorizado por las graciosas sevillanas que ornaron la triunfal entrada del ejército vencedor ostentando el uniforme de oficiales de Artillería.
Nada más semejante que las frases que al comportamiento de los artilleros consagran los partes
oficiales de Castaños y Blake.
«El Real Cuerpo de Artillería –dice aquél– se ha inmortalizado: sus rápidos movimientos y el acierto de su fuego que desmontó 14 piezas al enemigo, fijaron desde el principio la victoria.»
2
3
… sous un violente feu d’artillerie, car l’artillerie était ce qu’il avait de mieux dans l’armée espagnole. Tomo IX, libro 31, pág. 96.
«…seems in the whole to have been very good. They seem to have attained á fair skill with their weapons and to have
stuck to them very well.»
7
«El influjo especial –escribe el segundo– que tuvo la Artillería en la humillación de los enemigos,
me obliga á recordar á su comandante el Brigadier D. Martín García Loigorri, á quien cupo en suerte la gloria de dirigir los prodigiosos esfuerzos con que este ilustre Cuerpo confirmó en un grado eminente la distinguida opinión que ha merecido siempre de la patria.»
Al examinar el empleo que, en la memorable jornada cuyo primer Centenario celebramos, se hizo
de las 13 piezas de artillería de á pie y las seis de á caballo que en ella tomaron parte tan principal, vemos aparecer una novedad genial, á la que no vacilamos en atribuir gran parte en el éxito de la batalla.
Conocida es de todos la atrevida disposición en que Blake situó á su ejercito: la audacia de hacerle combatir con un río á la, espalda y con solo un puente por línea de retirada, obligando á sus tropas á optar entre la victoria ó el desastre, recuerda la intrépida temeridad del conquistador de Méjico al quemar sus naves para llevar al ánimo de sus soldados la convicción de que no cabía retroceder.
Idéntica situación había causado en Friedland una espantosa derrota.
No se oculta á Suchet cuál es la clave de la posición enemiga, y simulando un ataque sobre los Pueyos, que Aréyzaga rechaza bravamente, forma una columna con cinco escogidos batallones para romper
en el Cerro de las Horcas el centro de la línea y destruir nuestro ejército apoderándose del puente.
Sólo tres batallones guardaban posición tan principal. Pero por inspiración feliz del Brigadier Loigorri y del Mayor general de Artillería, coronel D. Ignacio López , desde las crestas del Cerro de las
Horcas y del Perdiguer cruzaban sus mortíferos fuegos nuestros cañones4.
He aquí la fecunda idea de concentrar la artillería, que valió al artillero Emperador tantas victorias contra la funesta diseminación de los cañones por todo el frente de batalla que impedía la convergencia de sus fuegos sobre el mismo objetivo.
De la incomparable firmeza y acierto extraordinario desplegados por aquellas baterías, cuya tenaz
resistencia salvó al ejército, oigamos á Blake patentizar su gratitud y admiración hacia aquellos bravos:
«Para executar este terrible ataque –dice el parte oficial «describiendo la tremenda embestida al Cerro de las Horcas– adelantó su formación hacia la nuestra y al abrigo de un extraordinario fuego de fusilería y artillería, hizo marchar una columna de 2.000 hombres5 por el camino de Zaragoza, que dividía por medio nuestra posición. En su curso arrolló cuanto se le puso por delante, no bastando á contenerla ni el fuego de nuestra infantería, ni el acertado y vivo de la artillería; despreciando con serenidad
los riesgos que se le oponían, corría impetuosamente á apoderarse de las baterías del centro; pero toda
su furia vino á estrellarse en la roca impenetrable que le opuso nuestra artillería. Seguramente que si los
oficiales que la servían no hubiesen conservado la increíble serenidad y valor para esperar al enemigo haciendo fuego á metralla hasta que casi tocaba las bocas de los cañones, quizás hubieran logrado romper
la línea … En el frenesí de su ataque llegó el enemigo casi á rodear una de las baterías.»
Todo el relato de Blake es de singular animación y belleza; pero hay en él unas líneas de tan espontánea hermosura, tan nuevas en los anales de la literatura militar, que no resistimos al deseo de
transcribirlas. Describen el momento en que, rechazado el formidable ataque, pero sin fuerzas para
completar la derrota, ven al enemigo «detenerse en las mismas alturas en que se había dejado ver al
principio de la acción».
4
5
El historiador Oman afirma que en el Cerro de las Horcas estaba reunida toda nuestra artillería (the whole of Spanish artillery).
Fueron más de 2.600: tres batallones con 1.627 hombres del 114 regimiento y dos del 3.º del Vístula con 1.039.
8
«Después de siete horas de fuego quedaron los ejércitos a la vista; la amena vega de este pueblo los
dividía. El español más indiferente se hubiera enternecido é inflamado en el amor á su patria, al ver
el hermoso país que Naturaleza le ha concedido y que ella misma convida á defender».
Esta exclamación de asombro, ante la hermosura de un campo de batalla, tiene, entre el fragor de
la lucha, la penetrante poesía del amor íntimo y filial á la tierra sagrada; amor cuya profundidad sólo
penetra quien desterrado la llora ó el obligado á disputarla á su invasor.
Ahora bien, ¿cómo se llamaron y quiénes fueron los 13 oficiales de Artillería que concurrieron á
la batalla de Alcañiz, y cuál la parte de gloria que á cada uno toca en el caudal copioso de la que juntos conquistaron para su uniforme en aquel día?
Escaso fruto han logrado en este punto nuestras investigaciones, cuya dificultad preveíamos.
Sólo el nombre del bravo brigadier D. Martin García de Loigorri vemos citado en los partes oficiales.
D. Martín García de Loigorri Ichaso y Virto nació de ilustre cuna en Corella (Navarra) el 5 de junio de 1759, ingresando en el Real Colegio de Artillería de Segovia el 4 de mayo de 1773, obteniendo la nota de sobresaliente en todos sus estudios y el primer lugar de su promoción en 26 de diciembre de 1776. En la defensa de Melilla, atacada por el Emperador de Marruecos en 1777 y 78, sufrió
dieciocho meses las mayores privaciones.
Asistió al sitio famoso de Gibraltar desde el 3 de julio de 1779 hasta 6 de julio de 1781, construyendo diversas baterías, entre ellas la de la avanzada de San Carlos.
En el sitio y toma del castillo de San Felipe é isla de Menorca ganó el grado de teniente en 1.º de
marzo de 1782, regresando al sitio del Peñón empleado en los trabajos de mina, entonces encomendados á la Artillería. En el bombardeo de Argel obtuvo el grado de capitán mandando la lancha obusera núm. 8. Tomó parte notable en la expedición contra Portugal en 1801 y dirigió la Maestranza
de Sevilla en 1807, cuando destinado al ejército que penetró en dicha nación en auxilio de Junot fué
hecho prisionero al estallar el unánime levantamiento que siguió al 2 de Mayo. Libre por la capitulación del ejército francés fué destinado en 12 de octubre de 1808 con el grado de brigadier y el cargo de Mayor y Comandante general de Artillería al ejército de Cataluña, tomando parte en las acciones dadas en torno de Barcelona, logrando el 5 de diciembre clavar la artillería enemiga en las faldas
de Monjuich y distinguiéndose en la acción de Llinás, donde forzaron sus cañones el cerco que envolvía á nuestros húsares favoreciendo sus cargas libertadoras.
En la obstinada batalla de Valls, que costó la vida al valeroso Reding, vencedor en Bailén, sostuvo el crédito de su fama con el frío valor que se acendra en la derrota.
Mencionada queda su conducta en la batalla de Alcañiz; por ella ganó la faja de Mariscal de campo, y más tarde la cruz laureada de San Fernando; no desmereció en las infaustas de María y Belchite, y contribuyó á las operaciones que permitieron la introducción de víveres y socorros en la inmortal Gerona.
Gobernador activísimo de Tortosa, fué llamado á Cádiz para desempeñar interinamente el mando
superior del cuerpo de Artillería, obligando con sus aciertos á los franceses á levantar el sitio de Cádiz.
El Rey premió sus eminentes servicios con el empleo de Teniente general y la encomienda de
Pozo-Rubio en la orden de Santiago.
9
Débenle los artilleros los primeros honores á sus héroes Daoíz y Velarde, y notables mejoras realizadas entre las escaseces consecuentes á la porfiada lucha.
Reorganizó la Academia, mejoró las Fábricas, estableció la Junta Superior Facultativa, creó los batallones del tren de artillería, aboliendo el antiguo sistema del arrastre por contrata, que imposibilitaba las evoluciones en los campos de batalla.
Su vida, ejemplo de las actividades fecundas, merece el amor de los artilleros y el respeto de todos.
Gracias á las concienzudas investigaciones del general artillero D. Mario de la Sala (cuyo «Obelisco histórico en honor de los heroicos defensores de Zaragoza en sus dos sitios» es el monumento más
notable levantado á los ínclitos combatientes de los inmortales asedios) conocemos el nombre y altos
hechos del Mayor general de Artillería en el ejército de Blake. Fué el coronel D. Ignacio López Pascual, de la noble familia de los López de Avenia, natural de Zaragoza, en donde le halló el glorioso
alzamiento, retirado en cumplimiento de los deberes que la orfandad impone al hermano mayor.
La puntual biografía que el General La Sala dedica tan ínclito artillero, nos lo muestra valiente
hasta la temeridad, activo é inteligente, leal consejero y brazo derecho de Palafox que le confía los más
difíciles cometidos. Él defiende la puerta del Cármen, la batería del Portillo y la del Coso; organiza
la fabricación de pólvora, que escasea desde la voladura, del Seminario, valiéndose de almireces de farmacéuticos, confiteros y chocolateros, sentando el principio de que «la falta de pólvora no debe ser motivo inmediato de capitulación, habiendo salitre y azufre en almacenes».
Ascendido á coronel por Palafox, pasa á Madrid á tratar en su nombre con la Junta Central, de la
que recibe señaladas muestras de estimación, entre ellas el encargo de tratar con Moore, jefe del ejército británico que se hallaba en Portugal, su entrada en el territorio español para cooperar á la defensa contra el formidable ataque de los 250.000 veteranos de Napoleón; comisión en que probó su inteligente actividad de modo incomparable. Él fué quien, en la batalla que conmemoramos, dirigió el
fuego de la famosa batería de 19 piezas, situada en el Cerro de las Horcas, centro de la línea española6, que causó, en primer término, la retirada de Suchet.
Ascendido á Brigadier por su comportamiento en la batalla de Vich, fué destinado á Cádiz con el
honroso cargo de ayudante general de Estado Mayor del ejército; pero una dolencia ocasionada por
sus continuados trabajos, privó á la patria de los servicios de tan ilustre artillero.
Creemos muy probable que se contara entre aquellos valientes el insigne turolense D. Pascua1 de
Antillón y Mazo, natural de Santa Eulalia de Albarracín, que tanto se distinguió en el primer sitio de
Zaragoza, á donde debió llegar con las divisiones de Saint-Marq y O’Neille. Fué de la promoción de
Velarde y grande amigo de Daoiz, cuyas cartas á él dirigidas han visto la luz hace poco en la Revista
de Archivos.
Estaba destinado en la Fábrica de Armas de Toledo, de donde se marcharon todos los oficiales á
Valencia al conocer, el levantamiento del 2 de mayo de 1808.
En octubre fué nombrado comandante de Artillería de la división del marqués de Lazán, tomó
parte en todos los combates por ella sostenidos y debió hallarse con tal carácter en la batalla de Alcañiz. Gascón supone que no fué así, por haber sido destinado á la Comandancia del Arma en el castillo de Mequinenza, en abril de 1809; La Sala fija en agosto la fecha de este destino, cosa tanto más
6
Como se ve , también el ilustrado General de La Sala, admite la idea de la concentración de la Artillería, aunque parezca en pugna con los relatos oficiales.
10
verosímil cuanto que el sitio y rendición de dicha plaza, en la que tanta gloria conquistó Antillón,
tuvo lugar en junio de 1810.
Cierto es que la certificación expedida por el marques de Lazán no cita su presencia en la batalla
de Alcañiz , pero hay que tener en cuenta que dicho documento fué expedido á solicitud de Antillón
en 1814, á los fines de obtener la cruz entonces creada como distinción para los que se hallaron en el
combate de Castellón de Ampurias. La frase que en la certificación aparece7, recordando la fecha en
que tomó el mando el General Blake, más que el inmediato destino de Antillón en Mequinenza (poco
probable en vísperas de batalla inminente), parece indicar delicada abstención de certificar hechos de
armas no realizados bajo su mando superior.
Hecho prisionero en Mequinenza, en junio de 1810, permaneció en Francia hasta la terminación
de la guerra; debió morir poco después, porque no figura en el escalafón de 1816.
También debió figurar en la batalla el capitán D. Joaquín de Montenegro, uno de los que vinieron con las divisiones valencianas á tomar parte en el segundo asedio y que se fugó después de la capitulación de Zaragoza.
Allí mandó «las baterías de la Puerta del Sol, tan ruda como infructuosamente atacadas por los
franceses los días 26, 27 y 28 de enero de 1809, en cuyos heroicos combates perecieron 1.400 defensores y 60 artilleros, resultando él gravemente herido».
De él dice el coronel D. Fernando García Marín, en Su obra Memoria para la Historia militar de
la Guerra de la Revolución de España, citada por el General de La Sala:
«Las dos baterías de la Puerta del Sol, situada la una á la parte exterior y la otra en la interior junto á la Universidad, siguieron constantemente sus fuegos dirigidos por su diestro comandante Montenegro; y á pesar de los tenaces, redoblados ataques que diariamente sufrieron, no pudieron vencer
los franceses la firmeza y valeroso denuedo con que fueron defendidas, ni posesionarse de ellas hasta
la capitulación de la ciudad.
»Esta bella defensa, que hace la apología del Brigadier D. José Miranda, comandante que fué de
aquel punto y del de las baterías, D. Joaquín Montenegro, á cuya sabia dirección, manejo y serenidad se debió, en gran parte, tan gloriosa resistencia; siendo lo más digno de admirar en este valiente
oficial, que sin embargo de haber recibido una fuerte contusión en el primer día del ataque y una herida bastante grave de bala de fusil la antevíspera de la capitulación, siempre se mantuvo al lado del
cañón sin separarse del punto atacado por más tiempo que el preciso para curarse; lo que causó una
vehemente impresión en cuantos le presenciaron, que le dispensaron los justos elogios debidos á su
firmeza y bizarra conducta.»
En la división de Lazán formaron también los artilleros que á continuación citamos:
El capitán D. Manuel de Zara, destinado en Barcelona al comenzar la guerra, acudió á Zaragoza
y en el primer Sitio su fama en el mando de las baterías del Portillo y Misericordia.
Mandó en la división antedicha la batería á caballo de cuatro piezas, y todo induce á creer que
tomó parte en la batalla de Alcañiz.
7
La transcribe íntegra, así como la carta de Antillón que la pide, la ya citada obra de Gascón.
11
Alcañiz. Fuente de los 72 caños
El teniente D. Juan Calixto Ojeda, de la promoción de 1801, destinado á la Maestranza de Cartagena; cuando se inició el levantamiento, acudió á la amenazada capital de Aragón y mandó en el
primer sitio las baterías del Arrabal.
El heroico D. Joaquín Lirón de Robles, de la promoción de Velarde, quien después de mostrar su
esfuerzo en el primer asedio de la ciudad invicta y en todas las acciones y batallas de la división Lazán, fué uno de los 11 oficiales de Artillería que hallaron muerte gloriosa en el sitio y asalto de Tarragona.
¿A qué seguir la enumeración incompleta?
Sea digna explicación de lo innecesario de tal recuento, la gallarda frase del parte de Blake, tantas
veces citado:
«La bizarría que mostraron en todos los puntos los jefes, oficiales y tropa, me obligaría á nombrar
individualmente á cuantos concurrieron á esta gloriosa acción, si la satisfacción de sí mismos con que
se complace y engrandece el ánimo de los verdaderos soldados, no me dispensase de esta ocupación.»
Todo es frío y pálido ante el ardor intenso y vivo que hizo á nuestros
abuelos trocar el arado que traza los surcos por el acero que los defiende y guarda contra el despojo del potente. El pueblo entero es héroe entre los héroes: su cólera indignada es nota formidable en el épico canto,
y la gloria más legítima á que en ocasión tan bella puede aspirar el cañón, es la de dar con su ronco trueno voz rugiente al furor de una raza
que, privada de sus jefes naturales por traición aleve, sin recursos, ni fortalezas, invadida y desgarrada, se rebela contra la vergüenza de la opresión y responde con la indomable protesta del sacrificio, á los que osan
disponer de ella como de un rebaño, y escamotear con renuncias y traspasos lo que constituye la esencia misma de la vida de un pueblo: su nacionalidad sagrada, que reconquista y salva al fin por su voluntad firmísima de ser libre.
12
EL SITIO DE BADAJOZ POR LOS FRANCESES
D. JOAQUÍN CAAMAÑO Y PARDO
Brigadier Teniente Coronel de Artillería
El único medio de que se logre reconstituir un día el verdadero carácter de la guerra de la Independencia, cuyo centenario vemos transcurrir despertando recuerdos, consiste en publicar cuantos
datos manuscritos guarden archivos oficiales o particulares.
Sólo la enorme difusión de lo impreso, podrá permitir á estudiosos investigadores acopiar el número también enorme de hechos indispensables para que, de su examen, nazcan las leyes generales
que compendian y resumen el verdadero carácter de una época histórica, impidiendo que, por generalizar grupos de sucesos incoherentes, cada narrador deduzca encontradas consecuencias mas expuestas a la confusión y al error que favorables á la síntesis histórica que se persigue y ambiciona.
Son de valor inapreciable los relatos de aquéllos que, por razón de su cargo, tuvieron que mediar
é intervenir en hechos dudosos o diversamente interpretados, y en tal concepto, juzgamos oportuno
reproducir el conciso relato que de la defensa y rendición de Badajoz, en 1811, á las tropas francesas,
escribió el comandante de artillería de dicha plaza D. Joaquín Caamaño y Pardo, Brigadier teniente
coronel de Artilleria, según el escalafón de dicho año y que, merced al inteligente cuidado de D. Ricardo Abella, figura en el Archivo del Cuerpo.
Sea esta aportación modesta, un grano más en el acervo que van juntando los que al estudio de
época tan interesante se dedican.
Papel formado de los acontecimientos en la defensa de Badajoz, por el comandante de artilleria de esta
plaza, en el sitio que le pusieron los franceses en 1811.
Excmo. SR.: Consequente á la orden que V. E. se ha servido comunicarme para que exponga todos los acontecimientos sobre la defensa y entrega de la Plaza de Badajóz, devo decir: Que, desde que
los enemigos empezaron sus ataques, se tomaron las providencias y executaron las obras siguientes: Se
espaldonó la comunicación para Picuriña; se formaron tres emplazamientos a barveta en el Revellin de
S.n Roque, capaces de una pieza cada uno; se construyó una Bateria en la cortina del Pilar de 5 piezas
de a 24, y 5 de á 16 y condenó por esta parte la comunicacion de Pardaleras, formando una cortadura; se estubieron batiendo al descubierto 5 cañones de á 12. y un obus de á 7 pulgadas en la Picuriña,
contra la trinchera que desde el Puente de Calamón dirigió el enemigo á Pardaleras, donde tenia otras
5 piezas protegidas, por igual numero en dos emplazamientos que cubrian su derecha; siendo de notar que solo murió un Artillero Español y desmontaron una pieza, en dos dias que los bizarros Artilleros Portugueses y Españoles sirvieron dichas piezas batidas de frente, enfilada y aun por la espalda.
Luego que el enemigo estaba con su ramal á las inmediaciones del mezquino Fuerte de Pardaleras, se hicieron dos salidas sin mayores ventajas por su corto número, pues la tropa siempre sobresalió en valor y deseos, y la muerte del benemerito Brigadier Vascur ( Bassecourt), que mandó la primera, manifiesta el ardor con que la conducia. Se empezaron algunos espaldones y guarda-cavezas en
Pardaleras, y la mañana que se vió que el enemigo, ó por error, ó arrojo, formó un emplazamiento sin
el menor apoyo, dirijido á batir la cara izquierda del Baluarte de Santiago, fué destruido dicho trabajo con un corto numero de Infantes y algunos Paisanos.
13
A los dos ó tres dias se aproximó tanto el enemigo, que le fué facil apagar con su Artilleria la del
Fuerte de Pardaleras, destruyendo el débil parapeto que la cubría, y esto obligó á remitir de noche diez
mil sacos á tierra, los que no llegaron por haverse perdido en aquel momento el Fuerte; en el que intentó despues establecerse el enemigo, pero el precipitado fuego de Artilleria y fusil que se hacia desde
la magistral, le obligó á abandonarlo. En seguida dirigió dos trincheras quasi en cruz con el Ramal que
trahian desde el Puente de Calamón por derecha é izquierda de Pardaleras , apoyandolas en el, y establecieron fuera de ellas cinco Baterias ; la de su derecha para enfilar y batir de reves la cara y flanco derecho del Baluarte de S.n Juan, la segunda con este mismo objeto contra el de Santiago; la tercera y
cuarta contra la cara y flanco izquierdo de S.n Juan, y la quinta del mismo modo contra el de Santiago. La mañana que empezó á jugar la Artilleria enemiga, á las diez de ella ya estavan apagados todos
los fuegos de la primera Bateria por la multitud de los que sobre sí tenia la Plaza, manteniendolo las
demás con trabajo; pero de antemano se formó otra Bateria de ocho piezas en la cortina que cerraba
los Baluartes atacados y devió molestarlos mucho por que al otro dia cambiaron su Plan de ataque
abandonando la primera y tercera Baterias, formando otra en la trinchera entre la segunda y tercera referidas, para contrarrestar los fuegos por esta parte, que havian aumentado con cinco Piezas mas en dicha cortina; en esta noche se limpiaron los escombros que de la Bateria havian caido al foso.
En fin adelantó el enemigo un ramal con direccion á la Plaza de Armas del camino cubierto, entre
la cara izquierda del Baluarte de Santiago y la derecha del Revellin, hasta medio tiro de fusil de la estacada; á la otra noche se estableció sobre el Glasis é intentó á los dos dias colocarse en el camino cubierto, y los animosos Granaderos del Príncipe, que tubieron la fortuna de ser alli destinados por primera vez, reconociendo dicho establecimiento y auxiliados con granadas de mano que les facilitó el
Sargento de Artilleria Portugués José Rosado (que tengo á V. E. recomendado, con los que hasta ahora se han fugado del enemigo) y que mandaba el Baluarte de Sn José, por sí solos se arrojaron, y destruyendo dicho trabajo retiraron los cestones é instrumentos que abandonó el enemigo en su precipitada huida. En la salida dispuesta, pocos dias despues, por el valeroso y benemerito Governador D.n
Rafael Menacho, viendo se excedian las tropas de su objeto hasta clavar la Artilleria de las primeras Baterias enemigas, exclamó lleno de gozo: –«yo solo mandé destruir el alojamiento enmigo sobre el Glasis».
Este dignisimo General, al i r á recivir las tropas de la salida para darles las gracias, fué herido de una
bala de metralla en la muralla que une los Baluartes de Santiago y S.n José, y á pocos instantes perdimos el Gefe que huviera sostenido la Plaza hasta llenar todos los deveres de una gloriosa defensa. En
esta salida, por declaracion de Gefes y Oficiales Franceses, se save quedaron clavados nueve cañones y
dos morteros, padeciendo mucho en la voladura que dos dias antes sufrieron en su principal Bateria,
con el fuego de catorce morteros que hize poner colateralmente á los Baluartes del frente atacado.
Colocó el enemigo su batería de brecha de seis piezas en la cresta de la Plaza de Armas mencionada, y temiendo los fuegos directos de la cara izquierda del Baluarte de Santiago, se dirigió á abrir la
brecha en la cortina, que, aunque tenia trece piezas, no podían hacer todo su efecto por estar algo cubiertas con el Revellin, y como por esta parte es sumamente debil la antigua muralla, le fué facil abrirla en poco tiempo. A la noche siguiente se empezó el parapeto delante de la brecha, que podia haverse concluido; á la mañana se conferenció acerca de la intimacion que embió el General Mortier, citada en el parte que ha dado el Governador sin incluirla, y que estaba concevida poco mas ó menos en
los terminos siguientes:
Sor. Governador Imaz. =La brecha está abierta y todo pronto para dar el asalto; la guarnición ha
llenado sus deberes, y os ofrezco todas las condiciones de la capitulación de Olivenza &.a.
Este era el sentido y substancia de la intimación exornada de las frases pomposas que ellos acostumbran. Estando en la conferencia, llegó un recado de uno de los edecanes de Soult, que vino á donde se hallaba el de Mortier, diciendo que tenia precision de hablar á Imaz; este embió al mayor de Zafra, a1 volver dixo le habia insinuado, muy por encima, que no le tocaba á Mortier, sino á Soult en14
tender en la capitulacion, en la inteligencia que nada que se tratase con aquél daba por valido. Se empezó á extender los votos y Imaz con el Mayor de Zafra, fué á ver al edecan de Soult sin reflexionar
que esta real ó aparente discusion podia havernos valido para entretenerlos y ganarles tiempo.
Ignoro lo que trataria Imaz con el edecan de Soult: á la tarde se volvió á hacer Junta en la que se
olvidaba decir asistieron por la mañana dos Regidores y dos Eclesiásticos, y casualmente D.n Francisco Galinsoja, Oidor de la Real de Caceres, que queriendo retirarse, le advirtió Imaz no havia inconveniente la presenciase. El Ingeniero se explicó, según constará de su voto, y exponiendo varios
Gefes de que la tropa y aún algunos oficiales estaban acobardados en terminos que no podia contarse con ellos, con otras reflexiones á este tenor, concluyó D.n Manuel Iturrigaray en estas terminantes
palabras:
«Señores, creo nos cansaremos en valde; el Sor. Ingeniero dice que á pocas horas estará practicable la brecha y exponiendo además que la cortadura no podia estar concluida en quatro dias, es evidente que no nos queda otro recurso que capitular.»
A lo que repuso Galinsoja: Yo no soy Militar; pero me ocurre que, habiendo oido siempre que las
fuerzas enemigas son cortas, seria una vergüenza que, sin averiguar bien este punto, se pasase á hacer
Capitulacion.
El Comandante de Zafra trató de convencer á Galisonja con sofismas militares, y se escrivieron dos cartas; una á Soult y otra á Mortier, acusando a este el recivo de su oficio y que de ningun modo se pasaria
por los Capitulos concedidos á la guarnicion de Olivenza: y á aquél diciendole que nombrase persona que
tratase baxo que datos devia entregarse la Plaza y se comisionó al Brigadier D.n Rafael Hore, Teniente Coronel del Regimiento del Principe, para tratar con la persona que enviase Soult, siendo bien de estrañar se
pasase á acordar poco mas ó menos lo mismo que se escrivió no querer admitir, y mucho mas raro, que sin
haber havido ratificacion para la que devió juntar los Gefes, ni haber nombrado quien acompañase á Hore,
se cometiese la falta de no poner la capitulacion en la orden para que la guarnicion supiese sus derechos.
Asi se entregó la Plaza precisamente quando devia empezar á ser brillante su defensa, que pudo
alargarse mas desde un principio ejecutando las obras y operaciones que se presentaron á la Junta de
Gefes por el Sor. Comandante del Batallon de Zafra y por mi; cuyos papeles no puedo presentar á V.
E. mas que en extracto, a excepcion de la nota que á la letra dice:
«Oy 8 de Marzo de 1811 . Limpiar las tierras que el enemigo hechó a1 foso frente á la cara derecha del Revellin del frente atacado y los escombros de la cortina que baten en brecha. Salida para clavar la Artilleria, Mina en la contra escarpa para que, á lo menos sinó hay tiempo de concluirla, imponga al enemigo y le detenga lo posible. El Revellin de la Cortina batida puede sernos muy perjudicial abandonandolo, porque á su espalda se puede cubrir y alojar perfectamente el enemigo,
incomodarnos mucho é, interceptandonos el foso, imposibilitar las salidas.»
Los demás papeles los entregué con los diarios que por Ordenanza formava el mayor de Brigada
D.n Felix Castilla, al Comisario D.» Fermin Maria Texedor, para que lo pusiese en poder del Sor. Comandante General de Artilleria del 5.º Exercito D.n José Garcia de Paredes, lo que no pudo verificar
por haverse dirigido en derechura á Cadiz. Asi solo puedo decir á V. E. que el papel presentado por
dicho Comandante de Zafra era relativo á los destinos que devian tener y al mejor repartim.to y preciso descánso de la tropa, establecimiento de escuchas en el foso, pues ya estaba el enemigo sobre la
estacada del frente atacado y tenia cortado por una parte el camino cubierto.
En los quatro ó cinco papeles que presenté, propuse varias veces y subcesivamente, segun los progresos que hacia el enemigo en sus obras, el establecer apostaderos para cubrir el recinto con guerri15
llas; fogatas en las obras exteriores, y en los angulos salientes de todas las Plazas de armas del camino
cubierto; aparentes ataques para cansar al enemigo; contra-ataques para enfilar el ramal sobre Pardaletas; otro apoyado á la caveza del Puente de Guadiana contra la trinchera que adelantó el enemigo
por el frente de los Baluartes de S.n Vicente y S.n José, tan proxima á los molinos, que fué preciso comunicarse por el rio con las Lanchas del Puente militar, el que destruyeron algo los fuegos del enemigo; formacion momentanea de un emplazamiento para que, á barveta sobre el camino cubierto, se
enfilasen de noche los trabajos enemigos y justamente quando lo propuse dió la casualidad que en
ella colocasen la Artilleria de sus primeras baterias, que huviera padecido; establecimientos de campaña en los Revellines que eran de tierra sin revestimiento aprovechandose de las mismas tierras que
los marcaban; y por ultimo, propuse se minase la bateria de brecha, que yá con mucha anticipacion
se vió establecería el enemigo, de suerte que con una guarnicion valerosa, como en todas las salidas
tenia provado, y sobre todo con un vecindario tan entusiasmado, como que por tercera persona llegó con sus clamores á Imaz para que contase con ellos para seguir la defensa, devió continuarse esta
hasta el extremo según mi opinion y voto.
Es de notar que D.n Juan Nepomuceno Vera de Melo, Capitan de la Compañía de Artilleria Portuguesa, fué llamado á la ultima Junta y consultandome de que jamás se le havia convocado á otras
conferencias y solo se le citaba para la de capitular, le respondí:=que devia asistir, pues con eso havia
un voto más para la defensa.
Con efecto asistió y su voto fué igual al mio , ni se ha hecho mencion de tan interesante opinion,
ni del alto concepto que, por sola esta circunstancia, merece aquel digno oficial.
‘l’ambien és de advertir que los Generales D.n Juan Gregorio Mancio, D.n José de Imaz, y D.n
Juan José Garcia dieron su voto diciendo solamente estas palabras:= Lo mismo que los Comandantes de Artilleria= y no obstante he visto que se hallan escritos con alguna disparidad los de estos dos
ultimos.
En todo el sitio tubo de perdida el Cuerpo de Artilleria un oficial y veinte y seis sargentos, cabos
y Artilleros muertos, tres de estos Portugueses; heridos tres oficiales, y quarenta y ocho Artilleros,
veinte de ellos Portugueses; y contusos treinta y quatro, Españoles y Portugueses por mitad.
Existian al tiempo de la rendicion las municiones siguientes:
QQ.s de Polvora, con certidumbre
Balas de calibre de 24, unas ochocientas
Idem de á 16
Idem de á 12
Idem de á 8
Idem de á 4 con certidumbre
Bombas de á 12 idem
Idem de asalto idem
Granadas de á 7 pulg.s idem
Idem de mano idem
Cartuchos de fusil
Plomo para balas de idem para otro
Barriles de brecha
Salchicha cargada para minas, varas
Cañones de fusil sin caja de mediano serv.o
500
800
«
1,000
«
30.000
200
300
3.000
2.500
1 000.000
1 000.000
30
1.000
3.000
16
Habria unas cien piezas montadas de todos calibres, pero sin cureñage de respeto, ni maderamen
para construir y recomponer.
A demás quedó en la Plaza el Puente de .Barcas y Pontones; quince de las primeras y diez y seis
de los segundos, con sus carros, pero sin vigueria ni tablazón para el pavimento, el qual se empleó en
las explanadas. =Elvas 4 de Abril de 1811.=Exmo. Señior: Joaquin Caamaño y Pardo.=Esmo. Sor.
Don Francisco Xavier Castaños.= Es copia del original.= Caamaño.
17
MEMORIAS DEL DOS DE MAYO
LA CONFABULACIÓN DE LOS ARTILLEROS*
Copia del artículo de D. JUAN PÉREZ DE GUZMÁN
(Serie III-Tomo XIX) Memorial de Artillería 1889
En medio de aquella fatídica situación, la empresa más gallarda fué la proyectada por un puñado
de bizarros oficiales de Artillería.
En los últimos tiempos del reinado de Carlos IV este Cuerpo, siempre distinguido, había sido objeto de especial predilección, así del Rey y de la Reina como del Príncipe Generalísimo, á quien desde el 1.o de enero de 1804 se nombró Director del Colegio de los Cien Caballeros Cadetes. Ayudando á la Real Armada en las varias empresas de América contra los ingleses de la manera airosa que antes lo había verificado en las campañas del Rosellón y aun en la brevísima de Portugal, se habían
revelado multitud de oficiales muy brillantes en quienes se reunían las condiciones más recomendables de la religión de la milicia: valor y pundonor, ilustración y experiencia, espíritu colectivo de Cuerpo y noble emulación personal, moralidad y disciplina, deseo sincero de adelantos, fértil iniciativa y
dócil obediencia. Era un Cuerpo no numeroso, sí cerrado, que se extendía y ramificaba, sin embargo, por todos los vastos dominios que todavía á 1a sazón España gobernaba.
La comunicación de sus miembros entre sí, desde los climas más distantes, era tan fraternal y frecuente como cordial y obsequiosa. En todo el Cuerpo reinaba la unidad más perfecta de conducta,
de pensamiento y de acción. Lo que uno quería, lo querían todos; lo que pensaba, calculaba ó discernía un artillero de la Junta Superior ó del Estado Mayor de Madrid, del Alcázar de Segovia, de las fábricas de Toledo ó de Plasencia ó de las Escuelas departamentales de Barcelona ó de la Coruña, era
lo mismo que discernían, calculaban ó pensaban todos los artilleros de los departamentos de Barcelona, Cartagena, Sevilla, La Coruña, Segovia, Canarias, Méjico, La Habana, Cartagena de Indias, Caracas, Guatemala, Puerto Rico, Buenos Aires, Lima, Chile y Filipinas.
Así en la correspondencia epistolar del Príncipe de la Paz con los Reyes Don Carlos y María Luisa, como en las Memorias Apologéticas posteriores de aquel celebre Ministro, escarnio de la fortuna
humana, se habla mucho de las grandes reformas que bajo su influjo se habían introducido en el
Cuerpo, con ventaja general del arma y particular de sus individuos. Antes de la Ordenanza de 1802
aquél se regía por un Estado Mayor de oficiales y compañías sueltas de artilleros á cargo de un Jefe
superior, con denominación varia, según diferentes épocas. El Príncipe de la Paz lo reorganizó sobre
una base de unidad más perfecta, formando un verdadero Cuerpo, aunque ramificado por toda la Península y las provincias de Africa, América y Occeania.
Tenia en 1808, bajo el gobierno facultativo de un Jefe de Estado Mayor, que lo era el Mariscal de
Campo don José Navarro Sangrán, Marqués de Casa-Sarriá, una compañía de Caballeros Cadetes en el
Real Colegio militar de Segovia, cuatro regimientos de 10 compañías cada uno, de los cuales seis á ca-
(*)
Del libro inédito Los héroes y las victimas del Dos de Mayo, dedicado á la señora doña Carlota de Húmara y Fernández
Durán, viuda de Levenfe1d.-Parte III.-Libro X.-Fragmento.
18
ballo, 62 compañías fijas de artilleros veteranos, 74 de milicias disciplinadas sin oficiales ni sargentos,
los artilleros inválidos agregados á las compañías fijas y cinco compañías de obreros de maestranza. ‘Tenía además 605 oficiales, á saber: un Jefe de Estado Mayor y 12 Subinspectores Comandantes de departamentos, de los cuales seis eran Oficiales generales y seis Brigadieres con letras de servicio; cinco Jefes
de Escuelas, Brigadieres, 34 coroneles, 48 tenientes coroneles, cinco sargentos mayores, 155 capitanes,
199 tenientes y 216 subtenientes. Dos de sus oficiales más distinguidos de continuo sirvieron como
Ayudantes de Campo á las ordenes del Príncipe de la Paz: los dos últimos fueron el capitán D. Joaquín
de Osma, que luego pasó á la Secretaría del Estado Mayor del arma, y el teniente D. Joaquín Escario.
Hallándose mal alojados en la capital, sobre todo el Parque, Museo y Armería, el Príncipe de la
Paz les proporcionó el Palacio de Monteleón. suntuosa obra de don Jerónimo de Churriguera, morada regia que había sido del Rey Don Felipe V y de la Reina Doña Isabel de Farnesio cuando el primero abdicó la Corona, y que pertenecía a los descendientes de Hernán-Cortés, Marqueses del Valle
de Oaxaca, Duques de Monteleón y de Terranova, los cuales, por entronques de familia, habían pasado á establecerse en Italia. Tenía grandes y espaciosas salas, soberbios almacenes, cómodas cuadras,
diversos edificios agregados para viviendas y oficinas subalternas y extenso jardín y pradera, comprendíendo todo el local un área de 617.248 pies cuadrados de superficie. Una carta del Principe de la Paz
á S. M. la Reina María Luisa, fecha de 23 de marzo de 1807, decía acerca de esta mejora: «Los artilleros desean ya su traslación al nuevo Parque y oficinas, perfectamente arreglado. Todos están muy
contentos.» En efecto, antes de concluir aquel estío ya el Cuerpo había erigido en el palacio de Monteleón el depósito de las armas entregadas á su custodia: allí tenía sus cañones, sus atalajes, su cuartel, su ganado, sus municiones y sus pertrechos. y allí, por último, se habían organizado en un gran
Museo, con las más exquisitas reglas del arte y del buen gusto, sus colecciones históricas y facultativas. Aquel era el núcleo siempre vivo de los del arma en Madrid.
II
Abrigábase respecto á los artilleros la confianza más firme de su lealtad incorruptible y sus oficiales
eran los preferidos para las comisiones árduas y de más empeño. Cuando el Gran Duque de Berg, Lugarteniente del Emperador, desviándose con su ejército del camino de Portugal que estaba convenido, llegó,
por la recta que conducía á la Corte, á los linderos de las dos Castillas, un oficial del Cuerpo, el capitán
D. Pedro Velarde, Secretario de la Junta Superior del arma, fue enviado á su encuentro para explorar sus
intenciones. Ya otros capitanes de Artillería habían llenado comisiones recientes de análoga responsabilidad, como la que llevó a Barcelona al Conde de Ezpeleta de Veyre el ya citado D. Joaquín de Osma para
prevenir al Capitán general de Cataluña de la conducta que había de observar con los invasores.
Proclamado Fernando VII y restituído de Aranjuez á Madrid, luego que llegó, sintióse acorralado
en su propia morada por las posiciones de que los franceses se habían hecho dueños dentro de la capital y en sus inmediaciones. Madrid parecía una plaza tomada al enemigo, dentro de la cual el Rey
se hallaba aún más que secuestrado, convertido en un verdadero prisionero. Cohibido su poder y el
de sus Ministros, espiados hasta sus pensamientos y contrariadas hasta sus más sencillas determinaciones de la vida común, existía una situación de violencia, por todos disimulada, que era preciso dominar de alguna manera.
En la tarde del 6 de abril, pretextando una visita al nuevo Parque de Monteleón, que aún no había visto, el Rey, solo, á caballo, sin mas servidumbre que un caballerizo de campo, y con ruta tan incierta que frente al Hospicio tuvo que preguntar á un transeunte, que le sirvió de guía, dónde se hallaba el edificio militar que buscaba, presentóse inopinadamente en él. Rodeado al momento de los
oficiales del Cuerpo, recorrió las salas, pulcramente arregladas, los albergues de los soldados. las cuadras, los almacenes y los talleres, deteniéndose mayor tiempo en la sala de armas. No se pronunció
19
durante aquella visita ni por parte del Monarca más palabras que las de la urbanidad ni por la de los
jefes mas protestas que las de1 acatamiento. Sin embargo, al salir, casi caída la tarde, y montando de
nuevo en el brioso bayo que llevaba, algunos oyeron de labios del Rey: ¡Estos son mios: ellos guardarán mi Corona y velarán por el honor de la patria! Y el movimiento de todos los corazones de aquellos
oficiales, en su mayoría jóvenes y entusiastas y en aquel instante llenos de anhelante emoción, parecía, aunque en silencio, responder: ¡Cierto: moriremos lodos por el Rey y por la patria!
¿Fue tácita ó convenida aquella inteligencia? Nunca podrá resolver esto la historia, perdidos los datos necesarios entre el torbellino de los detalles preciosos que la curiosidad no consigna en los documentos escritos, y que el tiempo devora juntamente con los últimos testigos que fueron sus depositarios. No
obstante, el genio de Velarde ya había conseguido infundir en el alma de sus compañeros el odio que
contra los franceses concibió durante su breve estancia en Buitrago, cuando fué á los cumplimientos del
Príncipe Murat. No se sabe si por aquel tiempo la posterior conspiración formal que organizó contra los
invasores había establecido sus primeros fundamentos. Debe sospecharse así. De cualquier manera, todos los oficiales del arma se hallaban ya entre sí á lo menos en íntima complicidad de deseos.
III
Pasaba á la sazón el capitán D. Pedro Velarde y Santillán por el mas brillante oficial del arma de
Artillería. Su prestigio y su ascendiente entre sus compañeros era inmenso; ¡y sin embargo no tenía
más que veintiocho años! Nacido en 1779 en Muriadas, en el valle de Camargo, de las antiguamente llamadas Asturias de Santillana; de padres nobles, y aún mas honrados que nobles, desde que á los
catorce años entró, en clase de cadete, en el Real Colegio militar de Segovia, prendió la simpatía de
sus profesores por su natural despierto, la lucidez de su inteligencia, su franco y alegre carácter, su trato apasionado y sencillo y su infatigable aplicación. Poseía el ansia de saber y el instinto del mando,
y sus tempranos merecimientos le hicieron ocupar en breve el puesto de brigadier de la compañia,
que conservó hasta el termino de sus estudios escolares.
Desde la Academia militar, codicioso de lauros, de ascensos, de nombre, pasó á la práctica de la
guerra en el ejercito de Extremadura. Aquella campaña de Portugal de 1801 fué un simulacro; pero
bastóle el ensayo para tomar los aires y la afición á los campamentos. Mas como, por fortuna, tras la
guerra con Portugal vino largo período pacífico, Velarde volvió de nuevo al teatro científico de SU
arte y carrera, destinándosele a1 profesorado en las aulas facultativas de Segovia. Con los libros y programas aprendió siempre aún más que, enseñó, y en aquella época entregóse á la alta expeculación de
las teorias matemáticas sublimes, estudios: que alternaba con los ensayos prácticos de la física, y de la
química con Antillón y con la lectura de la historia en la tertulia de oficiales profesores que todas las
noches se reunía en casa del coronel Rodríguez.
Por la amplitud de sus conocimientos así técnicos y facultativos como orgánicos y económicos,
fué llamado dos años después, en 1806, á la Junta Superior del arma, afecta al Estado Mayor. Todo
lo sabia, todo lo penetraba; su noble emulación le estimulaba sin descanso al anhelo de adquirir cuantos conocimientos estaban al alcance de los demás hombres. De todos sus cálculos y trabajos científicos de aquel tiempo han quedado pruebas preciosas que contribuyen á la admiración de sus talentos y que corroboran el aserto de sus apologistas y compañeros de armas D. Francisco Novella y D.
Ramón de Salas, los cuales testifican que si la muerte no le hubiera abrazado tan prematuramente en
el seno del heroismo, aquel digno miembro de la siempre afamada milicia española habría llegado á
ser uno de los Generales que hubieran gozado en Europa más merecido renombre.
En el Archivo facultativo de Artillería se conservan dibujos originales de su mano, trazados para
demostrar la variación que introdujo en la cuña de la cureña de Griveauval, á fin de aumentar, cuan20
do conviniera, la depresión de las piezas. En la Academia de Ciencias de París consta del mismo modo
la Memoria que escribió por encargo de la Junta Superior Facultativa para responder á la consulta dirigida por aquella ilustre Corporación á los sabios de España pidiéndoles informe sobre el cálculo de
la máquina de Grouwer para medir la velocidad de los proyectiles. Velarde en dicha Memoria no sólo
descubrió el mecanismo de la máquina sino que justificó algunos errores de que adolecía. Por último,
en el Archivo histórico de la Dirección general del Cuerpo aún se custodian con religioso esmero los
fragmentos de otros estudios, ya teóricos, ya prácticos y siempre técnicos, que tenía Velarde en meditación y en su pupitre al ocurrir su trágica muerte. Por todos estos conceptos, su apologista Novella
sintetizaba su juicio militar sobe Velarde diciendo: «Era excelente militar, buen matemático, mejor artillero, y estaba dispuesto á ser gran político. Todos sus compañeros estaban persuadidos de la superioridad de sus conocimientos y disposición particular, y en lo científico lo comparaban con los Ríos,
Morlas, Heros y Dátoli, que eran ó habían sido honra del arma en España».
Tan atractivo como el oficial pundonoroso y ávido de saber, de reputación y de gloria, era el hombre. Novella, que le trató con intimidad desde que tenía dieciocho años, no solamente elogia sus luces
de la mayor extensión, su ilustración sobresaliente y el genio militar que en él imponía desde tan joven,
sino que alaba los finísimos principios de su educación y aquel don de gentes con que conquistaba las
amistades, á pesar de la viveza impetuosa y arrogante de su carácter, que le daba un tinte de presunción
y fatuidad. Los sueños de su mente eran las grandes empresas, y poseía audacia y ambición proporcionadas para acometerlas y valor y aguante suficientes para ejecutarlas. Como su actividad era infatigable,
á pesar de los estudios particulares que emprendió para castigar el tiempo que podía dedicar a1 ocio, se
hallaba muy descontento en Segovia cuando fue allí profesor. Y como era ambicioso y algo impaciente,
en su correspondencia con Antillón, uno de sus compromocionarios, se quejaba de lo mal que estaba el
Cuerpo y, sobre todo, de las lentitudes de los ascensos. «¿Seremos capitanes primeros?, decía Velarde á
Antillón en una de estas cartas (15 de junio de 1806). ¡Seremos capitanes primeros en 1809!
Su paso á la Secretaría de la Junta Superior fue un gran alivio para los tormentos de su espíritu.
Tuvo muchos asuntos y de muy variadas materias en que distraer su atención, y comenzó a vivir en
su elemento, pues sabía pasar de unos empeños á otros sin notar el tránsito siquiera, y podía á la vez
espaciar sus facultades prodigiosas en los asuntos más disconformes, aplicando á todos y á cada uno
igual grado de comprensión y de intensidad. Perspicaz por todo extremo, carecía de malicia: tenía la
confianza que inspira la conciencia de la superioridad.
Su estatura no era muy elevada, pero si gallarda: medía cinco pies, una pulgada y ocho líneas. Sus
miembros eran bien proporcionados y su porte airoso y elegante. El matíz de su rostro era blanco sonrosado; pequeños los ojos, pero tan vivos que centelleaban, y sus facciones, aunque poco movibles, se
iluminaban y escandescendían cuando las animaba el fuego de las disputas, en que era muy apasionado y se acaloraba. No por eso perdía los rasgos de su bondadosa amabilidad, que resaltaba con lo
exquisito de sus corteses maneras.
Nutría de su fe á los que le escuchaban, y la seducción de su palabra le conquistaba prosélitos.
Amábanle y considerábanle sus compañeros, y en sus subordinados y en todos infundía admiración
y respeto. Tuvo dón especial en la elección de amigos, y los cosechó apasionados entre sus iguales, entre sus superiores y entre sus inferiores.
IV
El mas constante de todos, el consultor íntimo de sus actos, el confidente de sus emociones y pensamientos, el hermano, en fin, era D. Luis Daoíz, otro capitán del Cuerpo mas aventajado que él en
la carrera, donde tenía un pequeño grado de superioridad jerárquica, mayor antigüedad, limpios y
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aplaudidos servicios con hechos gloriosos de campaña y una reputación halagüeña y sin sombras. El
rubio so1 de Sevilla, donde había nacido en 1767 en ilustre cuna amayorazgada, no había dado á aquella alma serenamente templada el nervioso y movible temperamento de las naturalezas meridionales.
Novella también lo retrata como la imaginación se lo figura. Conocióle y túvole por amigo y camarada desde las escuelas de Segovia, que los dos visitaron juntos. En toda la persona de Daoíz, según el testimonio de Novella, se transpiraba la distinción de la cuna. Desde la juventud fué adulto.
Su temprana moderación y prudencia le adquirieron entre sus compañeros el dictado de el anciano.
Su virtud más arraigada era el pundonor , en que hacía estribar el culto severo que tenía de su persona. El pundonor fué la musa de su aplicación en los estudios; él le dió la dignidad y el aplomo de su
conducta meditada e irreprensible. Los austeros principios que profesaba acerca de la subordinación y
de la disciplina por él formaban en su conciencia la alta idea que tenía de los estrechos deberes de la
religión de la milicia. También el pundonor fué el ídolo que después de haber autorizado su reputación y su nombre en muchas empresas porfiadas, le hizo subir triunfante las gradas del heroismo.
Era Daoíz de pequeña estatura, su talla no llegaba á cinco piés; mas en aquel cuerpo pequeño y
menudo encerraba un alma grande y los alientos de un espíritu inmortal. Su aspecto era agradable,
distinguido su porte. Tenía extremada pulcritud en el traje; decencia, como cierto autor ha escrito,
que anuncia el respeto de sí mismo y atrae el de 1os demás. Su rostro moreno claro tenía la perfecta
proporción de las facciones bajo el sello de la energía varonil. Su mirar era noble é interesante y graciosa su sonrisa, que acompañaba ordinariamente á las gallardías ingeniosas de su familiaridad.
Disputaba poco, exponía sus opiniones con comedimiento y mostraba respeto á las de los demás.
En la intimidad dulce, en el trato afable, en la correspondencia del mundo sencillo y servicial y con
sus subordinados llano, asequible, atento y benévolo, también inspiraba hacia su persona las más sólidas afecciones. Ninguno de los superiores que tuvo en los diversos puestos de su carrera dejó de tratarle ya siempre como amigo. Del número de éstos fueron algunos de los héroes más sublimes de su
tiempo: Don Federico Gravina, que le vió tomar en Africa el bautismo de las acciones militares; D.
Antonio de Escaño, bajo quien sirvió en el empleo y mando de las fuerzas sutiles de Cádiz contra los
ingleses; D. Dionisio Alcalá Galiano, con quien compartió el fruto de las presas marítimas hechas á
los enemigos en los dos viajes redondos que, sirviendo la artillería de mar, hizo á América á bordo de
nuestros navíos de guerra.
En sus iguales infundía los mismos afectos de atraccion que Velarde sentía por él. Novella le apellida el más grato de sus amigos y compañeros, habiéndolo sido los dos, como se ha dicho, de estudios,
de campamentos y aún de prisiones en Francia. Sus subordinados no le olvidaron nunca. Todos tenían de Daoiz esa persuasión instintiva que no se razona, de que pertenecía á aquella clase de hombres
superiores, que ni ellos mismos saben lo que son hasta el momento en que las circunstancias los revelan en la plenitud de su grandeza.
En los despachos que acreditan sus grados en la carrera se leen notas de la mayor excepcion. «Por
su aplicación y aprovechamiento en las matemáticas se le eligió subteniente de Artillería, y el grado
de teniente de infantería se le concedió en 1791 «por el mérito y servicios particularmente contraidos en la defensa de la plaza de Orán.» En aquel tiempo se trató de una expedición á Tanger , y Daoíz
estaba nombrado con otros oficiales para el servicio de la Artillería en las lanchas cañoneras. La paz
con los argelinos evitó que el ilustre artillero aumentase los títulos de su fama en nuevas empresas en
Africa, que para el soldado español tendrán siempre el carácter de empresas nacionales.
En la guerra del Rosellón, las baterías que Daoiz mandaba, frecuentemente pelearon en la vanguardia y puestos avanzados; su cañón repetidas veces tuvo el honor de empezar el fuego en las bata22
llas. Novella dice que en aquella campaña «se distinguió en valor y se acreditó por uno de los mejores oficiales del arma, habiendo notado y enmendado por sí mismo algunos errores que su teórica
aplicada á la práctica de aquella guerra le hizo conocer, sirviendo sus observaciones y apuntes, que
conservó, para ilustrar la facultad en ocasiones en que se halló como vocal en varias brigadas que tocaron puntos y decidieron cuestiones relativas al arma de Artillería.» También es de Novella la especie de que, cuando Daoíz cayó prisionero y fué conducido al depósito de Tolosa de Francia, hasta entre nuestros enemigos se hizo querer y respetar, considerándole por su ilustración y profundidad, no
sólo en materias de su profesión, sino en otras. Se le invitó, hecha la paz, añade Novella, cuyo informe nunca se ha publicado, á quedar en servicio de Francia: pero sin desviarse de una precisa política
para no chocar, supo despreciar las pretensiones y halagos y preferir siempre como buen español la
vuelta de su patria.
Mostraba tal desden por sus beneficios particulares, que trece meses anduvo por los mares de
América sin saber su propio ascenso á capitán. Hallándose en la Habana, por una Gaceta de Madrid
que por casualidad cayó en sus manos, lo supo con indiferencia. En cambio, cuando el artillero de
los de su mando en el navío San Ildefonso, Antonio Martín, se halló enfermo del cólera en Veracruz,
diariamente le visitó y mandó cuidarle con la solicitud más esmerada, y á otro de sus artilleros, Juan
Ruíz, que del vómito murió en la Habana, hizo que todos sus subordinados le acompañasen para darle: sepultura. Así sus soldados le querían como al paternal protector vigilante de su vida y de su bien.
Las observaciones sobre balística que, según Novella, escribió Daoíz en el mismo terreno práctico
de la guerra durante la del Rosellón, no han llegado hasta nosotros, ni conocemos obra ninguna suya,
más que un estudio táctico ó Método que debe usarse para la enseñanza de la tropa y marinería en los
ejercicios del cañón y abordaje, que debió redactar hacia 1797, y que se halla entre los papeles que á su
muerte recogió de su casa, D. Manuel Almira, y que en 1813 fueron depositados en la Dirección General de Artillería. Es obra baladí que nada aumenta al crédito científico, aunque lo confirma, de tan
brillante oficial del arma.
V
Los acontecimientos á que dieron pretesto la segunda guerra de Portugal y el tratado de Fontainebleau, encontraron á Daoíz empleado en el mando de la tropa de artillería que se hallaba destacada en esta capital para hacer el servicio, teniendo además el encargo del detall de la plaza. Correspondíase con Velarde y con los demás jefes y oficiales del arma con la intimidad que establecía la estrecha unión de que antes se ha hablado entre todos los individuos del Cuerpo, y participaba de la
admiración entusiasta del nuevo secretario de la Junta Superior Facultativa hacia el mónstruo de aquel
tiempo, el artillero Emperador Napoleón Bonaparte, cada una de cuyas portentosas campañas era un
prodigio de habilidad en la estrategia, de celeridad y exactitud en los movimientos y de precisión y
acierto en los cálculos.
Rayaba en fanatismo la pasión que uno y otro profesaban al terrible trastornador. Como hombres
ilustrados é imbuídos en las ideas generales de su tiempo, no dejaban de sentir hacia Napoleón la doble simpatía que en los corazones generosos y en las almas ingénuas inspiraba el restaurador de la libertad y de la independencia humana, que despertó la adoración, por donde muchos pueblos, como
Italia, se perdieron. Con todo, en el culto de estos sentimientos había la inevitable diferencia de temperamentos tan opuestos; en Velarde tomaban el carácter de efervescencia, que era peculiar de su espíritu apasionado, mientras que a Daoíz lo llamaban a otra más honda reflexión, Y, no obstante, ni
en éste que solía analizar con meditación sostenida los móviles de la política del gran hombre, ni en
aquel en quien la inspiración y el instinto superaban en el golpe de vista certero 1as cualidades razonadoras, llegaron á infundir temor alguno por la patria en el principio de la invasión los avances del
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ejército francés mientras Junot se limitó á ir tomando las posiciones que le aseguraban la ruta trazada desde 1801 para la irrupción de Portugal. La venda comenzó á caérseles de los ojos luego que se
produjeron los ruidosos é inexplicables sucesos del Escoria1, y en la alta intimidad de ciertos círculos, pudieron traslucirse los pérfidos manejos de Mr. de Beauharnais en la primera conspiración frustrada de1 Príncipe de Asturias contra su padre el anciano Cárlos IV.
Daoíz tenía fuertes vínculos de parentesco, y hasta cierta mano en algunas esferas de Palacio, por
medio de la camarera de la Reina María Luisa. Doña María Manuela Daoíz, mujer que fué del tesorero de ejército D. Cayetano Urbina, á quien más tarde se confirió el título de Conde de Cartaojal.
Toda la familia de su padre gozaba inmediatamente del favor de los Reyes, y sobre todo el Teniente
General de la Armada, D. Fernando Daoíz. á uno de cuyos hijos Cárlos IV acababa de darle plaza de
caballero-paje, considerándose todos como de la servidumbre y familia de la Real Casa. Todo lo que
en aquellas ocurrencias, que dieron pábulo á la famosa causa contra el Príncipe Fernando, quedó en
el secreto del gabinete y no trascendió ni aun á la esfera de1 más condecorado vulgo cortesano, por
la actitud en que en Saint-Claub se colocó el Emperador con nuestro embajador príncipe de Masserano, y con nuestro agente secreto D. Eugenio Izquierdo, actitud que agravó la situación recelosa del
Rey y del Príncipe de la Paz su ministro, fue conocido en su ominosa verdad por el bizarro capitán
de Artillería y conferido en las reservas de la mútua intimidad con el secretario de la Junta Superior
del arma. De manera, que, desde entonces, así en Daoíz como en Velarde, entibióse aquel afecto caloroso hacia Napoleón y el país que gobernaba, y con la amarga contrariedad que la decepción produce en almas jóvenes, generosas y espontáneas, comenzó á trocarse primero en inquietud y desconfianza, después en justificada suspicacia y ódio y mas tarde en implacable aversión y cólera violenta
todo el apasionamiento que habían sentido hacia el doloso embaucador de España.
Estos sentimientos se afirmaron más y más después de la comisión confiada por el Príncipe de la
Paz al capitán D. Pedro Velarde, cuando con otros oficiales mandóle á Buitrago á cumplimentar al
Gran Duque de Berg, y sobre todo á explorar las intenciones con que se había dado á persona tan caracterizada en el artificio del Imperio una misión en la Península, que supuestos el estado de amistad
aparente entre España y Francia y la letra de los tratados, no parecía tener teatro de acción proporcionada á su graduación principal.
Coincidió el regreso de Velarde y de la comisión militar de que formaban parte el exento de Guardias de la Real Persona D. José Pacheco y el capitán abanderado de las Walonas, D. Francisco Javier
Cabanes, con la explosión revolucionaria de Aranjuez. Sucesivamente ocurrieron la entrada de las tropas francesas en la capital, la proclamación y venida del Rey Fernando á Madrid y todo el calvario de
desaires y desventuras que contra el nuevo y jóven Monarca, á quien España idolatraba, y ,contra la
libertad de la nación, fueron sutilizando los audaces invasores. Entonces la voz ahogada de las íntimas desconfianzas empezó en los labios de Daoíz y Velarde a desbordarse en gemidos de dolor por la
patria y el trono aprisionados y en anhelos de venganza y salvación.
Las oficinas de la secretaria del Estado Mayor y de la Junta Superior de Artillería y el cuarto de
banderas del Nuevo Parque del Palacio de Monteleón, fueron desde entonces piras constantemente
encendidas donde humeaban las antorchas del patriotismo. Pronto saltaron las inflamadas chispas á
Segovia cabeza del departamento; á su alcázar, poblado de animosos y resueltos cooperadores; á Toledo y á otras ciudades mas ó menos inmediatas, donde el grito de alarma de los compañeros de Madrid despertó en todas las almas el fanatismo de la emancipación.
Ausentóse el Rey: creció la fiebre; se dilató el incendio, y en todos los corazones patriotas no latió
ya más que una esperanza. ¿Pero cómo lanzarse sin plan, ni concierto, ni orden, ni medios al ímpetu
del combate? Para organizarlo y concertarlo todo, Daoíz se hizo cargo de proporcionar el número y
establecer la disciplina; Velarde del plan y de la organización.
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VI
El proyecto para promover un gran levantamiento general en toda España y organizar las fuerzas y los medios militares que lo habían de sostener, no descansaba sobre datos imaginarios y cálculos empíricos. Confiado á Velarde, cuyo cargo en la Junta Superior Facultativa le proporcionaba los
medios para poder apreciar con matemática exactitud todos los recursos disponibles, debía constituir un estudio analítico importantísimo, según se deja conocer por los pequeños fragmentos que se
han conservado, gracias al cuidado que en recogerlos puso, en medio de las azarosas circunstancias
en que se vio envuelto, un tío del capitán Velarde, D. Julián, hermano de su padre, en cuya compañía habitaba nuestro héroe en la calle de Jacometrezo, al ocurrir su glorioso martirio. Después de tan
lúgubre tragedia D. Julián Velarde retiróse a Gijón para huir del lugar que había sido teatro de aquel
horrible sacrificio. Mas en 1814 creyó que los papeles que había recogido no eran de su legítima propiedad, sino del Cuerpo en que el capitán D. Pedro sirvió y de la pátria a quien hizo heróico y cruento holocausto de su vida. Remitiólos, por tanto, al Director general del Arma, el hidalgo García Loygorri, el cual, habiendo amado á Daoíz y Velarde, mas que como compañeros, como hermanos, puso
resuelto empeño en dejar el nombre de los héroes, en públicas memorias y en públicos monumentos de la gratitud nacional, asentados de una manera indestructible sobre el sublime escabel de su
gloria.
He aquí exíguos trozos de aquel plan que comprendía toda la Península, y cuyas ultimas conclusiones deberían estar formuladas en preceptos ejecutivos y precisos para la acción: «Estando los enemigos en Talavera de la Reina, escribe Velarde, pueden llegar á Cáceres en dos días y medio. Desde
Castellobranco estarían en Alcántara en día y medio. Pero pudiera impedírseles el paso del Tajo desde las murallas de la villa que miran al Puente. Nuestras tropas de Extremadura y Alemtejo parece deberían reunirse á las de la izquierda del Guadiana, desde Jurumeña por Olivenza, Badajóz, Mérida y
Medellín hasta la Mancha, y desde allí pudieran partir ofensivamente cuando llegasen las de Andalucía. Esto si no conviene conservar el Alemtejo, en el cual Yelves se defenderá con muy poca gente.
»Las tropas que están al Norte del Tajo parece deberían replegarse hacia Ciudad Rodrigo , Salamanca y Zamora. Desde allí marcharan reunidas hacia Benavente, donde pudieran esperar defendidas por el Duero y el Esla la llegada de los cuerpos de Galicia y de Asturias. Zamora puede defenderse con alguna artillería de batalla que pudiera llevarse de Ciudad Rodrigo. Sin embargo, resistiría pocos días. El fuerte de la Concepción debe abandonarse, retirando á Ciudad Rodrigo lo que se
pueda con el fin de no emplear gente en su defensa, que no sería de utilidad alguna. Lo mismo el
de San Feliú.
»Ciudad Rodrigo con sus seis compañías de urbanos, su batallón de milicias y seiscientos ú ochocientos veteranos, de los cuales á lo menos ciento ochenta artilleros, y además sus abundantísimos almacenes, pudiera hacer una brillante defensa, si se nombra para ella un gobernador arrojado y un comandante hábil de artillería. No es una fortaleza de primer órden, ni aun de segundo, sino una plaza antigua, llena de remiendos, y con una falsa braga general, que oculta el pie del muro.
»En estos puntos conviene no haya ninguno de aquellos jefes descontentadizos que todo lo hayan
de difícil defensa y que, enamorados de los grandes y hermosos baluartes y revellines, nada hallan
fuerte sino ellos. Repito que puede defenderse Ciudad Rodrigo, y más no teniendo el enemigo otro
tren para expugnarla que el de batalla. Se debería empezar haciendo salir á las mujeres á los lugares
inmediatos. No obstante convendría aprovechar el tiempo y sacar de allí parte de los mil novecientos
fusiles que hay ahora y algo de los trenes de batalla; pues al cabo si no se obligaba al contrario á levantar el sitio, la plaza tendría que entregarse.»
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Con esta prolijidad parece estaba escrito todo el plan que Velarde trazó sobre el papel y esculpió materialmente en su imaginación para realizarlo, pues, como Novella dice: «le animaba un deseo ardiente de
desenvolver sobre el campo de batalla todos sus conocimientos militares, su valor, su entusiasmo guerrero, cuando la noble empresa no era nada menos que la libertad del Rey y la independencia de la pátria».
VII
La actividad de Daoíz giraba en otra esfera: en la de sumar cooperadores resueltos, de gran reserva,
de viril energía y de probada capacidad y denuedo, para poner por obra con éxito seguro tan vasto plan.
De los Navarro Sangrán, en el Estado Mayor, así como de Navarro Falcón, en la Junta Superior, ni
se recataban los dos capitanes, ni les exigían adhesión explícita, respetando en ellos la jerarquía, como
sus jefes inmediatos. Mas Osma, González, Areco y Vargas en la primera de aquellas secretarías y Novella, el ordenador Silva y el comisario Gallego en la Junta, con todos los subalternos, entraban con fé ardiente en el complot, á los que desde fuera se les unieron á la primera advertencia en Madrid Cónsul,
en Toledo Córdoba, Valbuena en Plasencia y en Segovia Dátoli, Carpegna, Dalp, Carassa y otros. Además de estos oficiales, todos artilleros, fueron comprometiéndose algunos otros de los varios cuerpos que
habían quedado, aunque en cuadro, de guarnición en la capital, y muchos jefes y clases de las compañías de Guardias de Corps. Era D. Joaquín de Osma y Tricio, caballero profeso del hábito de Santiago,
capitán primero de Artillería, como Daoíz, aunque de promoción más moderna, y, como, éste también,
había decorado los ascensos de su carrera, no con los méritos de la antigüedad, aunque tan respetables,
sino con los personales contraidos en las guerras del Rosellón y de Portugal. Tenía el carácter jovial y
franco de los hijos de la Rioja, en cuyo lugar de Nalda había nacido. Era el tipo del militar elegante, nimio observador de la moda en el traje, de modales caballerescos y agradables, de viva fantasía y aún más
viva palabra, á veces arrojado, á veces un poco insolente y provocativo, bastante pendenciero y extremadamente quisquilloso en puntillos de honor. Disputábanselo los Generales para sus ayudantías, y así Autrán, en las dos últimas campañas contra la República francesa, y Vallejo en la de Extremadura, tuviéronle á sus órdenes cerca de sus personas, como posteriormente el Príncipe de la Paz.
Bajo aquel velo superficial de un carácter travieso y frívolo, escondía Osma un corazón lleno de
valor, mente dispuesta para la meditación más profunda, excelente ojo militar y todos aquellos elevados sentimientos que exalta el más alto y celoso concepto del honor, en aquella ocasión condensado
en el delirio del patriotismo.
También D. Juan de Areco y Fernández de Mesa pertenecía a la religión de los caballeros de Montesa, y
Córdoba fué su cuna. Estaba graduado de coronel de infantería, y antes de ilustrar su nombre en el sitio del
castillo de Bellegarde y en el asalto del campamento de Boulon en la guerra del Rosellón, habían probado
los ingleses el fuego de su artillería en la rendición del castillo de San Felipe en la isla de Menorca y en el sitio y bloqueo de Gibraltar. Del mismo modo lo vió denodado, África en la memorable defensa de Orán.
Don Juan Nepomuceno Cónsul y D. César González, aquel de Oviedo, de la Coruña éste, eran
más jóvenes, mas no menos baqueteados en las funciones de la guerra. Daoíz amaba á Cónsul con
ternura de hermano. Túvole de compañero en Ceuta y luego más tarde en Cádiz, mandando los dos
las tartanas cañoneras con hornillo de bala roja, que el General Mazarredo alistó para impedir la entrada de las formidables escuadras inglesas en aquella codiciada bahía. Cónsul era también de los españoles que á bordo de nuestras naves fueron á alentar contra la República en Francia el fuego monárquico en la desdichada empresa de Tolón . González, después de alcanzados los laureles militares
en las campañas de Navarra y de Vizcaya, de haber construido la famosa batería de Altoviscar y de
haber batido cou sus cañones de á 12 el fuerte de Castil-Piñón, prisionero en Fuenterrabía, compartió con Daoíz el rigor de las prisiones francesas hasta que se hizo la paz.
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Por último, D. Francisco Novella y Azebal hijo de Madrid, teniente coronel del cuerpo y vocal
por la parte militar de la Junta Superior, no solo había sido compromocionario de Daoíz, sino su
compañero en Orán en 1792, su compañero en las fronteras de Francia en 1794, donde el sitio de
Bellegarde, los campos de Portellás y de Trullás y las avanzadas de Montesquiou, ilustradas con su
propia sangre, le vieron siempre mandando las baterías de vanguardia, y finalmente su compañero en
los depósitos de Tolosa, en que con aquel devoró las amarguras de la cautividad extranjera.
Los demás primeros cooperadores de la conspiración que la prestaron el concurso de sus personas y
de su entusiasmo, como de haber madurado, la consagraran con el de su acción militar, fueron el segoviano D. Francisco Dátoli, profesor primero de la Academia de Caballeros Cadetes, el teórico más sábio
de los de su tiempo en España, que más tarde manchó el prestigio de una honrosa y 1arga carrera, muriendo en Sevilla en el servicio de los enemigos; el capitán y profesor de la misma Academia D. José de
Córdoba y Figueroa, natural de Ronda, carácter reconcentrado y taciturno, mas de resoluciones tan firmes como perseverantes; D. Francisco Javier de Carassa, al igual de Osma, caballero profeso de la órden
de Santiago, á cuyo mando estaban las cuatro compañías del quinto departamento; D. José Dalp, de Madrid, ayudante de la misma Academia de Cadetes de Segovia y el subteniente de la compañía de éstos D.
Felipe Carpegna, jóven oficial de veintiseis años, andaluz, del Campo de San Roque, atrevido, alegre, ambicioso y ávido de empresas en que ilustrar la fama. Finalmente, desde Plasencia correspondía con Daoíz
su compromocionario y paisano D. Rafael de Valbuena, coronel director de la fabrica de armas, y que había sido prisionero con él en Francia, comandante con él de las lanchas cañoneras en Cádiz y como él de
los artilleros de tierra que prestaron largos servicios en el mar á bordo de nuestros navíos.
Si, como es de presumir y casi evidente, hubo en los demás departamentos y puestos servidos por
oficiales del arma, muchos más cómplices y correspondientes de Daoíz y Velarde para esta confabulación tan temeraria como generosa, todavía la investigación más esquisita no ha podido determinarlo con documentos de autenticidad.
VIII
Con propicio ambiente medraba el plan de los artilleros de Madrid, llevado con secreto impenetrable, sin necesidad de juramentos sectarios ni despóticas disciplinas y solo mantenido entre tantos
por el patriotismo y por el honor. Fuera de los oficiales del arma eran muy contadas las admisiones
de los demás cuerpos; pues, aunque las tropas de Casa Real y otras de la guarnición lealmente participaban de los mismos patrióticos temores y de la misma ansiedad de vengar á la patria y al Rey de
los ultrajes del pérfido invasor, ó eran fuerzas que con no estar suficientemente organizadas para la
guerra, como la de los Guardias de Alabarderos, solían comprometerse cometiendo bastante públicas
inconsideraciones ó no contaban todavía entre sus jefes y oficiales, como sucedía con los Voluntarios
de Estado de la calle ancha de San Bernardo y con los Carabineros Reales de la Plazuela de la Cebada, aquella perfecta conformidad de resolución tan necesaria para el momento preciso en que la oportunidad exigiera el ímpetu unánime de la acción.
Llevaban los artilleros el disimulo á las más apetecibles perfecciones del arte: sobre todo el capitán Velarde, objeto especial de los frecuentes alhagos del Gran Duque de Berg. Habíase informado
este del elevado concepto que disfrutaba entre todos los individuos de la milicia española, y recordando la comisión de cortesía con que se le presentó en Buitrago, y comprendiendo la utilidad que podría prestarle la posesión de un hombre que así por su capacidad personal, como por el cargo que desempeñaba, era el mas diestro conocedor al detalle de cuantos recursos militares y de guerra tenía á la
sazón España, no solo procuró rodearle de los ayudantes del Comandante General de la Artillería
francesa, el General La Riboissière, para que se introdujeran en su familiaridad y en su confianza, sino
que él mismo auxiliaba el trabajo catequizador de éstos, meditándole distinciones, como la muy fre27
cuente de invitarle a su mesa franqueándole la puerta del trato continuo. Velarde, que con frecuencia
predicaba entre sus compañeros: «Necesitamos mucho guardarnos de ser francos: ahora nos rodearán con
cuidado para explorar nuestra opinión;» á cada nuevo avance de aquella interesada industria de la urbanidad, solía exclamar: «¡Estos gabachos creen que no los conocemos!»
Por su parte dejábase sondear, aunque sin soltar más prendas que las aconsejadas por su propia
cautela para mantenerles la ilusión, mientras él á su vez los estudiaba á fondo. No era esto enteramente imposible, porque los franceses se vendían descubriendo sus intenciones mal veladas, con aquella
febril diligencia que ponían en inquirir y en informarse de todo: estado de nuestras fabricas, depósitos de armas, distribución de fuerzas y otras cosas semejantes. A veces, sirviéndoles de acicate ó para
burlar nuestra credulidad ó para adquirir datos sobre que se hallaran inciertos, valíanse del recurso de
hacer las proposiciones más capciosas ó mas extravagantes. Nuestro Ministro de la Guerra, D. Gonzalo O’Farrill, consultó á la Junta Superior de Artillería si era admisible el cambio de un quintal de
pólvora francesa que La Riboissière ofrecía por su equivalente en salitre. Velarde evacuó el informe y
fué de dictamen, que menos peligroso sería cambiarles pólvora por pólvora.
Su estudio sobre los oficiales de la artillería imperial había hecho formar á nuestro ilustre artillero el más pobre concepto de la solidez de su instrucción científica, y frecuentemente decía a sus compañeros: La revolución francesa ha borrado la teórica de estos arrogantes y sus continuadas campañas han
aumentado su práctica. No tienen ninguna otra superioridad.
A veces, en las contínuas indagaciones y preguntas de que era objeto por parte de los oficiales extranjeros, contestábales de burlas. Habiéndosele preguntado : ¿Cuánta pólvora se fabrica en Toledo? Contestó: Tanta como en Madrid. Cada día violentábase más su ánimo del contacto de una gente tan pérfida,
y llegaron a serle tan repugnantes las invitaciones del Gran Duque de Berg, que solía despedirse de sus
compañeros para concurrir á ellas, no siéndole admitidas en su posición las excusas, é inducido por los
imprescindibles deberes de la cortesía, diciendo: ¡Vamos á conocer de cerca á esta canalla! Todas estas anécdotas las atestiguan los informes de Novella, á que tantas veces me he referido, y los de Navarro Falcón.
IX
Cuando el plan para la insurrección estuvo perfeccionado no á todos lo manifestó Velarde, dice
también Novella, sino lo consultó con el Comisario ordenador de Artillería, D. Alejandro de Silva,
con el entonces coronel D. José Navarro Falcón, con el capitán D. Joaquín de Osma, con el comisario D. Andrés Gallego y conmigo y con Daoíz.
El plan se aprobó y pareció admirable; pero mientras se ponía en ejecución, comunicando á cada
departamento las disposiciones que les concernían, preparándose para los posibles eventos en Madrid,
donde todos los recursos para la guerra estaban vigilados, intervenidos ó secuestrados por parte de los
franceses, haciéndose muy difícil poderlos reconcentrar, «á pretesto de necesitar se completara la dotación de cartuchería de fusil y cañón para los ejercicios de instrucción, quedó Daoíz encargado de
construir de una y otra clase, sin que de ello pudiera resultar gran sospecha por estar este capitán encargado del detall de la plaza.» Como comandante de la Artillería de ésta el coronel Navarro Falcón,
debía tener conocimiento de lo que Daoíz se había encargado y aun preceder sus órdenes; contribuyó, no obstante, al objeto, permitiendo tácitamente la construcción de cartuchos, cuya elaboración,
así como la de metralla y la habilitación de algunas piezas se emprendió en seguida, corriendo la voz
de que aquello se hacía para ejercicios doctrinales.
Recorrióse la armería para rectificar con precisión el número de fusiles con que podía contarse, además de una gran remesa que había anunciado Valbuena desde Plasencia, de donde de cualquier modo
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se hacía necesario retirarlos para que los franceses no se apoderasen de ellos, como lo habían ejecutado en otros puntos. No dejaron de observar estos con inquietud y recelo algo extraño aunque de común acuerdo, nuestros artilleros procuraban no darles motivos para la sospecha. Mas no bastaron las
precauciones. Fuese que sintieran los estímulos de la desconfianza, fuera que hubiesen notado algún
hecho inadvertido ó que alguien les hubiese llevado la delación, pidieron á O’Farrill, é inmediatamente obtuvieron de nuestro Ministro de la Guerra, primero autorización para introducir algunos efectos
suyos en el Parque, y luego que se les permitiera poner en él una guardia para custodiarlos.
Con este espionaje, todo comenzó á embarazarse. Tenían los oficiales extranjeros de aquella guardia orden de observarlo todo y dar parte de cuanto allí ocurriese. Dieron en breve con las oficinas
donde se preparaba la construcción de la cartuchería de fusil. Trataron de inquirir para qué se aprontaba tanto número, y denunciando el hecho á sus jefes y formulada reclamación á las autoridades militares españolas, dictóse por el Ministro de la Guerra providencia para que se suspendiera la fabricacion. «Aun se trasladó el taller, dice Novella, á una casa particular y continuó la tarea; pero en esta
forma, las dificultades naturales de una operación de este género hicieron que la elaboración adelantara poco, porque se redujo el número de operarios, y era preciso además mantener precauciones y
un sigilo que hacía perder mucho tiempo.»
De todos los departamentos de la Península se avisaba que, realizados los preparativos, solamente
se esperaban las órdenes para obrar. Ya estaban elegidos y marcados los lugares en que se había de sorprender é interceptar al paso los correos franceses, apoderándose de la correspondencia; ya estaban designados los puestos donde habían de concentrarse las tropas veteranas y las milicias para formar los
ejércitos, los parajes en que se habían de acopiar las armas, municiones y víveres, como depósitos seguros, los Generales y oficiales con los mandos respectivos que habrían de ejercer, y, finalmente, prevenidos todos los medios necesarios para destruir los de comunicación y transporte en las inmediaciones de las plazas y acantonamientos ocupados por los franceses y para despertar súbitamente el entusiasmo dormido en el cuerpo general de la nación. En una palabra, ya estaba adoptado todo el sistema
de guerra que se había de plantear y proseguir sin intermisión hasta expeler completamente al enemigo de la Península. «En estos cálculos y en los demás que eran su complemento, dice Novella, había
desplegado Velarde todo lo más profundo de sus principios militares, el conocimiento intuitivo, mas
bien que experimentado en tan lozana edad, que tenía de la vida y de los hombres, y por donde á primera vista se reconocía la noble fe y el sublime entusiasmo con que el aún joven capitán de Artillería
se había entregado á aquella admirablemente urdida combinación orgánica y estratégica.»
Mas cómo llegar a su ejecución, enteramente á espaldas, del poder constituído, sin falsear la base
de todo el edifcio, levantado y cayendo en el abismo de la insubordinación? Aunque aquel puñado
de espíritus intrépidos y valerosos, por medio de sus trabajos ya realizados, lograsen hacer secundar
sus órdenes á todas las autoridades de las provincias, ¿cómo asumir en sí la inmensa responsabilidad
de dividir de nuevo el poder supremo de la nación é introducir en todo el reino, con un nuevo organismo de poder intruso e ilegítimo, un principio de anarquía más peligroso mil veces que la misma
guerra con el estranjero que se trataba de provocar? Estos juiciosos escrúpulos fueron objeto de largas deliberaciones, sin haber llegado a una resolución común. Todos sabían que en las crisis supremas
que han de transformar ab imis fundamentis las bases viciosas de una situación violenta que conviene
derrocar para la salud de todos, hay que arriesgar los más caros intereses y los sentimientos más elevados que subordinan la idea del deber. ¿Qué habría sido de la misma Francia si el 18 brumario Napoleón hubiera contenido los arranques temerarios de su espíritu audaz en las consideraciones, que
entonces podían llamarse nimias, de la disciplina? Pero al mismo tiempo, ¿quien entre aquel puñado
de jóvenes oficiales estaba en aptitud proporcionada para arrogarse con éxito el papel del General Bonaparte en aquella jornada memorable de la Revolución? Velarde quería afianzar las seguridades de la
empresa, entregando su honor y su gloria al Gobierno que Fernando VII había dejado constituído en
Junta de Estado al salir para la asechanza que en Francia el Emperador le había tendido. ¡Considera29
ba á sus autorizados miembros imbuídos del mismo espíritu fervoroso que el y sus amigos alentaban
por la sa1vación de la patria! No obstante, á la ceguedad de estos fanatismos debió el consejo de un
paso precipitado y antipolítico que a todo riesgo dió, sin consultar con nadie su determinación. Inopinadamente presentóse á O’Farrill. Avezado éste al disimulo de sus antiguos puestos diplomáticos,
sagaz y astutamente arrancó á Velarde todo su secreto. Mostróse estupefacto ante el arrojado plan de
los artilleros, y expresando frases de aprobatoria admiración ante un proyecto tan diestramente combinado, lisonjeó á su autor por su saber y acierto y le ofreció su cooperación secreta, pero decidida,
para realizarlo. Daoíz, al conocer los pasos aventurados de Velarde, que éste mismo le refería poco
después con el júbilo que á su crédula confianza habían inspirado aquellos falaces ofrecimientos, no
profirió ni una frase de censura, no le arguyó el menor cargo, pero palideció. La inteligente vivacidad
de Velarde le dirigió entonces una pregunta de la mayor ansiedad con una melancólica mirada. Daoíz,
sin reconvenirle, reposadamente, le dijo: Todo está perdido, pero tú y yo sacrificaremos la vida por la patria, y le estrechó la mano.
Novella añade: «Pronto se notaron disposiciones y precauciones por los franceses; pero mandadas
ejecutar por el mismo Ministro, que lo deshicieron todo. Se empezó á disponer de los oficiales de Artillería, alejándolos de los destinos en que podían ser temibles. ¿Cómo ha de reseñar mi pluma ni dónde buscará expresiones para dar, á lo menos, una idea del estado de tristeza, abatimiento y profundísima melancolía en que todos nos sumergimos. y con particularidad Daoíz y Velarde? En este la desesperación reventó en un furor desmedido; en Daoíz en una suspensión de espíritu que le tenia
soñoliento y arrinconado en su casa continuamente, y á mí me produjo una debilidad en lo físico que
al cabo me postró en la cama. ¡Esta era nuestra situación, en la noche del 1.º de mayo de 1808!»
Digitalizado por la Secretaría del Arma de Artillería
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LA ARTILLERÍA EN LOS SITIOS DE GERONA
EN 1808 Y 1809
D. JOAQUÍN RAMOS
Coronel de Artillería
Como todos los hechos realizados en los tres sitios de Gerona fueron extraordinarios, natural es que el Cuerpo de Artillería tuviese que ejecutar en
ellos trabajos notabilísimos, que la Historia no ha segregado aún, como debiera, del relato general.
No existe, sea por lo que fuere, la historia particular del Cuerpo en aquellos memorables días, por lo que me he impuesto la tarea de narrar lo que acerca de él se encuentra en libros, documentos y tradiciones, dejando á mejor cortada pluma el escribir la historia documentada de episodios que constituyen
timbres de gloria para la Artillería española.
Aunque sea muy conocido el período histórico que precede al suceso que
estudiamos, ha de permitírsenos un examen sucinto del sentimiento español en
los primeros años del pasado siglo.
Todo en él gravita en torno de la figura de Napoleón, encumbrado por sin igual fortuna, desde
oficial de Artillería, á emperador de Francia y árbitro de Europa.
Ya había destronado á los Borbones de Nápoles, dividido á Italia, mutilado á Prusia, humillado al
Austria, escarmentado á Rusia y amenazado á Inglaterra, cuando llegó su turno á España, regida por
anciano Rey y debilitada por sorda lucha intestina entre los partidarios del antiguo régimen y los innovadores adictos á las ideas que esparció por el mundo la revolución francesa. Jamás pensó Napoleón que nuestra patria pudiera resistir á sus proyectos; así le vemos emprender, casi á la vez, la campaña de Rusia, sin la cual hubiera sido más problemático el éxito de nuestra defensa.
El inmenso prestigio de aquel hombre extraordinario que aun hoy deslumbra á tantos admiradores
incondicionales de su talento, debió cegar á muchos españoles, que todo lo fiaron á su genio, creyendo
de buena fe que la dicha de su patria se cifraba en secundar sus planes y no en resistir á su pujanza.
España mantenía por entonces cordiales relaciones diplomáticas con Francia; había celebrado el
humillante «Tratado de Neutralidad» (22 de octubre de 1803), que nos obligaba al pago de algunos
millones por desligarnos de la obligación de hacer la guerra á los ingleses. Esta alianza ocasionó, primero, la derrota de Trafalgar, donde se hundió en los mares nuestro poderío naval y nos obligó más
tarde á cooperar con nuestros aliados, enviando al Norte, al mando del Marqués de la Romana,
15.000 soldados que sólo por verdadero milagro pudieron volver en parte á España, en plena guerra
de la Independencia.
Los tratos diplomáticos sostenidos con Godoy y los ministros, descubrieron al Emperador nuestra debilidad, haciéndole concebir la idea de sojuzgarnos; tan decidido estaba á imponernos su volun31
tad, que llegó á ofrecer las islas Baleares como indemnización para los reyes de Nápoles, sin la anuencia ni aún el conocimiento de los españoles.
El Tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), le proporcionó, con el reparto de Portugal,
el pretexto para invadir á España; antes de firmarlo había penetrado en ella Junot, que, con 20.000
hombres, llegó hasta Salamanca, internándose después en Portugal en unión de fuerzas españolas
mandadas por D. Juan Carrafa, y proclamando en Lisboa el destronamiento de la Casa de Braganza
y la anexión de Portugal al imperio francés.
Aunque la sumisión del reino lusitano no pareciese requerir la entrada de más de fuerzas en nuestro territorio, sucesivamente fueron Pasando la frontera Dupont, con un cuerpo de 27.000 hombres,
y Moncey con otro análogo.
El 9 de febrero entra D’Armagnac en Pamplona y se apodera con engaños de su ciudadela.
El 8 del mismo mes recibe aviso el gobernador de Figueras de la llegada del General Duhesme con
dos divisiones; consulta al gobernador militar de Gerona, de quien depende, y éste, que es el Mariscal de campo D. Joaquín de Mendoza, reune presurosamente á las autoridades, las cuales acuerdan
recibir con cordialidad á los franceses, dando cuenta de su llegada al Capitán general del Principado,
que aprueba más tarde su conducta.
El pueblo, sorprendido por la presencia de los franceses, los acoge con presentimiento de próximos males, aunque los cree de paso para Portugal, sin que falten optimistas que juzguen su avance
encaminado á poner en el trono á Fernando VII, en quien cifraba el pueblo su esperanza.
Las dos divisiones pernoctan en Gerona los días 10 y 11, siendo acogidas cortesmente. Los jefes
superiores franceses, en unión del ingeniero Mr. Marescoti, examinan detenidamente las fortificaciones, declarando que el castillo de Montjuich es una bicoca; que los fuertes exteriores no tienen valor
alguno y que el estado de la plaza en su conjunto, es detestable. Esta opinión facultativa, más que la
resuelta oposición del Mariscal Mendoza, debió decidir á Duhesme á no obstinarse en dejar guarnición en Gerona.
A la consulta que el Capitán general, sorprendido también por la llegada de los franceses, eleva al
Gobierno, éste contesta anunciando el paso de 15.000 hombres con destino á Barcelona y Cádiz, según convenio con el Emperador.
El 26 de febrero, pasa por Gerona un tren de artillería, seguido en breve por numerosas fuerzas;
esto, unido á las noticias de haberse apoderado los franceses por astucia ó amenazas del castillo de San
Fernando de Figueras, de la Ciudadela de Barcelona y del castillo de Montjuich, hace cundir la alarma entre los gerundenses.
En los primeros días de abril pasan nuevas fuerzas mandadas por el General Chabran, quien visita al Ayuntamiento para darle las gracias por las atenciones tenidas con las tropas francesas, exhortándole á proceder de igual manera con las que aún habrán de pasar.
Las noticias de la abdicación de Carlos IV y prisión de Godoy, y las más confusas del 2 de mayo
y las renuncias de Bayona, excitan los ánimos en forma tal, que Duhesme envía á Gerona a1 comisario Mr. Schiveisguth so pretexto de hacerse cargo de los enfermos que habían dejado á su paso las columnas francesas, pero con el objeto real de vigilar á la guarnición y al pueblo, ofreciendo al Mariscal Mendoza mantener el orden con tropas francesas, propuesta que es enérgicamente rechazada por
el anciano General.
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Las excitaciones del comisario francés se hacen tan apremiantes, que Mendoza, para calmarle, escribe al Capitán general dándole cuenta de la situación y pidiéndole instrucciones, que llegan á sus
manos en la forma siguiente:
«Las órdenes que V. S. puede desear en contestación á su oficio de anteayer, son las mismas que
la Real Audiencia y yo le comunicamos de oficio. Éstas, emanadas y emitidas por la autoridad legítima del Soberano, demuestran su voluntad y deliberaciones, á las que nosotros debemos obedecer y
conformarnos. Este debe ser el verdadero espíritu, principio y norma de nuestras operaciones y de la
opinión general, la que, si por reflexión detenida se poseyera de dichas verdades, sin dar cabida á preocupaciones exaltadas é indiscretas, y de cuánto importa la moderación, la tranquilidad y el orden
público á la felicidad individual y á la prosperidad nacional, no daría caso á los temores que V. S. manifiesta y que es preciso desvanecerlos á precaución por las autoridades todas juntas, con los naturales de juicio y prudencia conocidos, haciendo uso de las reflexiones dichas, dando valor á las órdenes
comunicadas sobre la Corona y presentando el gran interés y conveniencia que la quietud ofrece y
asegura.
De oficio tan confuso se deduce la necesidad de obedecer todas las órdenes que tiendan á asegurar la quietud á toda costa. Mendoza da traslado de su contenido al Ayuntamiento, y éste acuerda, en
23 de mayo, no darle publicidad y que todos los concejales se esfuercen por calmar los ánimos de los
exaltados.
La convocatoria oficial de Napoleón para reunir en Bayona las Cortes españolas, es la gota de agua
que desborda el vaso.
LEVANTAMIENTO DE GERONA
Los gerundenses creyeron atentatorio á la dignidad nacional el que un Monarca extranjero convocase Cortes españolas, con el propósito (según ellos) de hacer renunciar la corona al idolatrado Rey
Fernando, y cuando después de muchas vacilaciones y consultas, eligieron las personas que habían de
ir como diputados, se les amenazó de muerte, por medio de anónimos, si concurrían á la cita.
En la mente de todos estaba que era preciso hacer algo en favor de Fernando VII y en contra de los
franceses; pero faltaba la persona que había de dar el primer impulso, hasta que, el día 5 de junio, el
abogado D. José Matas exhortó á varios artesanos de distintos gremios para que se presentaran al síndico de la ciudad en el Ayuntamiento, pidiéndole que convocara inmediatamente á Cabildo y expresara el deseo del pueblo de levantarse contra los franceses, según habían hecho en otras poblaciones.
No anduvo remiso el síndico en cumplir su encargo, y citando al gobernador y á los concejales á
la salida de la iglesia, donde habían asistido á los oficios de la Pascua de Pentecostés, los reunió en sesión y expuso las ideas y peticiones del pueblo. A todos sorprendió la petición, y para tomarse algún
tiempo para deliberar, ya que el pueblo reunido en la calle esperaba con impaciencia su resolución,
acordaron que, para tomar acuerdo, deseaban que una comisión de vecinos, en representación de todas las clases, vinieran á la Junta, trayendo memoria explicativa de los deseos del pueblo.
Tan pronto como se comunicó al público el acuerdo, se nombraron ocho personas de las distintas clases sociales, entre las que figuraban representantes del comercio, del clero, de la nobleza y de
las órdenes monásticas, las cuales entregaron una instancia razonada, en la que expresaron que el deseo del pueblo de Gerona era defender el Gobierno de Fernando VII con las armas en la mano, y por
lo tanto, que se pusiera la plaza en estado de defensa. Como el Ayuntamiento deseaba lo mismo que
el pueblo, accedieron á las peticiones de éste; pero, tanto para tomarse algún tiempo como por no
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atreverse á romper de pronto con el Gobierno, que estaba supeditado á los franceses, en el acta de la
Junta de aquel día se consignó : «que con motivo de que se sabía de fijo que varios pueblos del Principado y de la comarca se estaban armando en masa, temían las resultas, y que á causa de ser tan excesiva la miseria, estaba expuesta esta ciudad á ser sorprendida falta de defensa y, en consecuencia, que
para ponerla á cubierto de toda invasión, creían necesario el que se pusieran en estado de defensa los
fuertes y baluartes, en el mejor modo que fuese posible».
Inmediatamente se nombró una Junta de Defensa, compuesta de jefes del ejército, de individuos
del Ayuntamiento, cabildo catedral, estado noble, comerciantes, etc., que empezó á funcionar ese
mismo día tomando varios acuerdos, siendo el más importante el de constituir una Junta de gobierno con las atribuciones más extensas, presidida por el teniente de Rey de la Plaza, D. Juan Bolívar, y
compuesta sólo de ocho vocales y un secretario.
Estas disposiciones llenaron de gozo al pueblo, y tan pronto como transcendió al exterior la noticia, se vió Gerona invadida por hombres de toda la provincia, pidiendo con entusiasmo armas para
defender sus pueblos y la capital del yugo francés.
Lo más admirable de esta evolución es que se hace sin el menor disgusto y sin ningún derramamiento de sangre, cosa extraordinaria tratándose de conmociones populares; parece como que
el pueblo, leyendo en el porvenir, tiene el presentimiento de lo que ha de suceder en Gerona, y
con la mayor seriedad y sosiego, como obra el que está convencido de su fuerza y pujanza pide á
su Ayuntamiento que sea él el que acuerde la guerra á Francia; éste ejecuta, sin confesarlo, todo
lo necesario, y desde aquel momento se sabe que ya no volverá á cruzar por Gerona ninguna columna francesa; pero convencidos á la vez de que, por la importancia estratégica de la plaza, no
dejarán de ser atacados en plazo breve, acuerdan ponerlo todo en estado de defensa, allegando por
suscripción popular el dinero necesario, que se recauda inmediatamente entre todas las clases, sin
distinción.
En medio de tanta agitación, y deseando conservar reservado el levantamiento, no era posible consentir la permanencia en la plaza, del comisario francés Schiveisguth, por lo cual el pueblo se amotinó frente á su casa, y acaso hubiera manchado sus manos con sangre á no intervenir varios oficiales,
que lo condujeron preso al castillo de Montjuich, para después ponerlo en libertad.
La última medida del pueblo fué pedir la destitución del General gobernador D. Joaquín de Mendoza, la cual se llevó á cabo á pesar de las protestas del anciano General, recayendo el mando en el
Teniente de Rey de la plaza, don Julián de Bolívar, que por coincidencia extraña fué quien recibió
también el mando del General Alvarez, y tuvo la desgracia de tener que firmar la capitulación de la
plaza año y medio después.
Como el General Mendoza había jugado y jugó después un gran papel en la Historia de España
y en la del Cuerpo de Artillería, creemos este momento el más oportuno para anotar los datos que
hemos podido recoger de su historia militar.
En su expediente, que se conserva incompleto en el Ministerio de la Guerra, no aparece la fecha
exacta de su nacimiento; pero se deduce que debió ser sobre e1 1732, en Pamplona.
De los datos anteriores se deduce que en 1808 el General Mendoza debía contar 76 años, y si estaba en activo servicio, era por no haber fecha determinada para los retiros por edad. Si á ésta de 76
años se une la sordera que ya padecía desde el año 63, se comprende que, á pesar de su robusta salud, no tuviera el vigor físico necesario para el mando de una plaza de guerra sitiada, y así lo debieron comprender los gerundenses, sin que hubiera otra causa determinante cuando á raíz de su depo34
sición, y hasta su muerte, fué siempre querido y respetado en la ciudad, de donde no salió á pesar del
disgusto que le causó su destitución.
En algunos libros se lee que el haberlo destituído obedeció á estar tachado de poco patriota ó
afrancesado, y esto es perfectamente inexacto. Nos fundamos para asegurarlo, en que dada la exaltación de los ánimos en aquellos tiempos, la sola sospecha de afrancesamiento ó de simpatía por los
franceses, era bastante para causar la muerte á manos del populacho, como ocurrió repetidas veces en
diversos sitios de la Península, por aquel mismo tiempo.
Numerosos ejemplos nos presenta la historia de aquellos días, siendo uno de los más semejantes
al caso de Mendoza, el ocurrido al General D. Antonio Filangieri, Capitán general de Galicia, que,
después de depuesto por la Junta, fué alevosamente asesinado por el sólo delito de llevar un apellido
extranjero, á pesar de ser un ferviente patriota español. Su muerte fué severamente castigada en sus
asesinos por el General Blake, que le sucedió en el mando. A la vez que esto sucedía en Galicia, en
Valladolid asesinaban y arrastraban por las calles el cuerpo del desgraciado director del Colegio de Artillería de Segovia, D. Miguel de Ceballos, acusado de traidor por no haber podido con sólo los cadetes, defender á Segovia de la entrada de los franceses.
La constitución de la que con el nombre de Junta Suprema de España é Indias, se organizó en Sevilla, costó la vida á otro buen patriota: al conde del Aguila, sin mas delito que ser diputado por el
Ayuntamiento para tratar con la Junta Suprema, y creer el pueblo que se oponía á sus designios.
En Granada fueron villanamente asesinados D. Pedro Trujillo por ser marido de doña Micaela
Tudó, hermana de la amiga de Godoy, y el corregidor de Vélez-Málaga don Bernabé Portillo, por ocurrírsele á un fraile sanguinario, apellidado Roldán, que después pagó en presidio su culpa, señalarlos
como traidores. Don Bernabé Portillo fue el que introdujo en España el cultivo del algodón, y tanto
él como su compañero de infortunio, eran dos buenos españoles y honradísimos ciudadanos.
En Cartagena asesinaron vilmente al Capitán general del Departamento de Marina, D. Francisco
de Borja, sin asomo siquiera de que hubiese cometido falta.
Hechos análogos se registraron en Valencia y otros pueblos de España, porque cuando las multitudes pierden el freno que las contiene, cometen actos sublimes ó espantosos, influyendo en sus
acuerdos las causas más fútiles é inesperadas.
Si con el General Mendoza no tomó el populacho otra medida que substituirlo en el mando, indudablemente fué porque creyeron que un hombre de edad tan provecta no tenía las energías necesarias para someter á su voluntad aquellas almas de hierro, que si habían hecho el sacrificio de sus vidas en aras de la Patria, querían ser guiadas al combate por jefes dotados de todas las superioridades.
Y más nos induce á creer esto, el que el mismo General Mendoza continuase tranquilamente viviendo en Gerona y se le diese más tarde un puesto en la defensa, con beneplácito de todos, que lloraron
su muerte, según después diremos.
No es posible, por falta de datos, seguir paso á paso la historia del General Mendoza, pero en su
hoja de servicios del año 1804, se lee :
«Ocasiones y funciones de guerra en que justifica haberse hallado: En las más de las que han ocurrido en el ejército contra el francés en el Rosellón y en el Ampurdán desde que comenzaron las hostilidades de la guerra, en el mes de abril de 1793, hasta el día 29 de noviembre de 1794, que fué hecho prisionero en la plaza de San Fernando de Figueras, en cuyo consejo votó la defensa de la plaza,
como se justificó en el de Generales que juzgó la causa de la rendición de dicha plaza, por lo cual fué
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declarado, con aprobación del Rey, por libre de culpa y acreedor á las gracias de S.M., lo que se verificó el 23 de enero de 1799, que fué promovido á Brigadier de Infantería de los reales ejércitos, con
la antigüedad de 4 de septiembre de 1795.»
Esta lacónica nota de su hoja de servicios, encierra uno de los hechos más gloriosos de la historia
del General Mendoza, que si en los tiempos en que se escribió, por lo reciente y notorio de los sucesos, era suficiente para hacer comprender su importancia, hoy, después de transcurrido más de un siglo, requiere para su mejor inteligencia una explicación preliminar.
Al estallar la revolución francesa en 1789, seguida de la serie de crímenes que mancharon este
período de la historia de Francia, la corte de Carlos IV se encontraba en posición muy difícil, pues
ni podía reponer por la fuerza en el trono á Luis XVI, ni tampoco abandonarlo á su suerte, siendo
su pariente más cercano, así es que durante todo el tiempo que Luis XVI conservó un asomo de
poder, España le prestó apoyo decidido, tanto en el interior de Francia como en el extranjero. Proclamada la República Francesa, Carlos IV se negó á reconocerla, aunque sin dejar de tratar con sus
directores para favorecer al Rey de Francia; al ver su cabeza amenazada transigió con todo con tal
de salvarle la vida, y en las sesiones de la Convención, del 15 al 17 de enero de 1793, propuso nuestro Ministro Oscariz, á la Asamblea, en nombre del Rey de España, aceptar cualquiera condición
á cambio de salvar la vida á Luis XVI; pero todo fué inútil, la Convención tenía empeño en dar al
mundo el espectáculo de la decapitación de un Rey por el voto de un pueblo, y cuanto hacía España y la familia real, sólo servía para enconar los ánimos de los directores, llegando hasta el punto de que Barrére redactara el decreto de la Convención de 7 de marzo de 1793, declarando la guerra á España.
Carlos IV contestó á esta provocación con otro decreto, modelo en su género, quedando declarada la guerra entre ambos países que duró hasta la paz de Basilea, en 22 de julio de 1795.
Para contestar á la provocación francesa, España formó tres cuerpos de ejército, dos para observar
las fronteras de Aragón y Navarra, y el tercero, á las órdenes del General D. Antonio Ricardos, para
invadir Francia por la frontera catalana. La pericia y conocimientos de este ilustre General le hizo
pronto dueño de gran parte del territorio francés, mas su muerte, acaecida en 13 de marzo del año
siguiente, de 1794, y su reemplazo por otro General no tan competente, hizo que perdiéramos en
poco tiempo lo conquistado, y aun parte del territorio patrio. A esta guerra, que se llamó del Rosellón, es á la que se alude en la nota de la hoja de servicios del General Mendoza, que era coronel por
aquel tiempo. Al ir retrocediendo el ejército español, se dedicó á contener la invasión francesa, apoyándose en las plazas fuertes fronterizas, y entonces el coronel Mendoza debió ser destinado al castillo de Figueras. Esta plaza era una de las más fuertes; contaba con 200 piezas de grueso calibre, tenía
guarnición de 10.000 hombres; 10.000 quintales de pólvora contaba en sus almacenes, agua abundante en sus cisternas y víveres de todas clases.
En estas condiciones, se presenta ante la plaza el General francés Perignon, y sin disparar un tiro
siquiera, se rinde la fortaleza de modo criminal é infame, como así lo calificó el Consejo de guerra de
Oficiales generales, que para juzgar la entrega de la plaza se reunió en Barcelona el 8 de abril de 1796
El único jefe que se opuso á la rendición votó por la defensa é indignado por el acto que veía cometer á sus compañeros, no sólo se negó á firmar el acuerdo de entregar la plaza, sino que; lleno de cólera, arrojó contra la pared la pluma que le presentaron para firmar; fué el coronel de Artillería D. Joaquín de Mendoza, quien al efectuarse la entrega (en unión de toda la guarnición de Figueras) fué
prisionero de los franceses en 29 de noviembre de 1794.
La conducta noble y elevada del coronel Mendoza, que se destaca más aún en medio de la vileza
y cobardía que le rodeó, no pudo menos de ser apreciada por el Consejo de guerra de Oficiales gene36
rales, y al par que condenaba á muerte, precedida de degradación, á cuatro jefes superiores, recomendaba á la gracia de S. M., por libre de culpa, al coronel Mendoza, que por este hecho fué elevado á
la categoría de Brigadier de Infantería de los reales ejércitos.
Aún se conserva en el Gobierno Militar de Figueras un mármol, en el cual está esculpido el siguiente soneto, nada notable como obra literaria, pero que patentiza de modo que no deja lugar á
duda, el rasgo que acabamos de mencionar.
Dice así la piedra:
De un noble pundonor arrebatado,
Mendoza , ilustre y célebre artillero,
toma la pluma, y con semblante fiero,
contra el muro la arroja despechado.
¿Por mí –dice– ha de verse mancillado
el honor español? Limpio el acero,
frío el bronce mortífero y entero,
intacto el fuerte, ¿le será entregado
al orgulloso galo? ¡Antes la muerte!
Salpicara la pluma el blanco muro,
estampando un blasón á tanto celo.
Caamaño lo renueva, y al oscuro
olvido lo arrebata. El varón fuerte
tome acción tan gloriosa por modelo.
Este hecho tan brillante hubiera quedado obscurecido, porque Mendoza era hombre que se ocupaba poco de su propia fama y honra pública, cuando por no procurarse documentos justificativos
con que comprobar los hechos de armas á que asistió en las guerras del Rosellón y Portugal, no pueden anotársele en su hoja de servicios, disculpándose diciendo: que no era necesario por ser muy conocidos de los Generales en jefe. Indudablemente, hace ciento quince años, es decir, en la época en que
acontecieron los sucesos que estamos relatando serían muy conocidos los hechos del coronel Mendoza, pero á través de los tiempos, todo se enturbia y obscurece, máxime cuando aparecen escritos contradictorios que harían nacer la duda, si no existieran, como en este caso, pruebas incontrovertibles.
Los cuatro jefes que firmaron la capitulación de Figueras sin combatir, aunque condenados á muerte por el Consejo de guerra de Oficiales generales, fueron indultados por S. M., pero en condiciones
más vergonzosas que la muerte misma, pues al concederles el Rey la vida, les impuso las siguientes
penas: «quienes desde luego, por este mi Real decreto, quedan despojados del uniforme militar, fueros y demás preeminencias, y cualquiera otra distinción á él anexa, recogiéndoles todos mis reales despachos y borrados los nombres de estos delincuentes de todos los estados y cualesquiera apuntamientos del ejército en que hubieren sido escritos ó anotados. Mando que á las dos horas de haberles leído esta mi Real Sentencia, en los términos y formalidades que prescriben las Ordenanzas generales
del ejército, salgan desterrados por toda su vida con total estrañamiento de todos mis dominios, y si
por desgracia fueren aprehendidos, sufran la pena que les impuso el Consejo, sin ser oídos. Prohibo
que en ningún paraje de mis dominios se les dé por persona alguna, de cualquier condición y clase
que fuese, acogida ni auxilio, sino el que exige la humanidad para con un pasajero de forzoso tránsito, bajo la pena de mi real indignación, procediéndose al castigo que mereciese el contraventor ó contraventores, y prohibo bajo la misma pena que persona alguna me pida ó hable en favor de esos desgraciados hombres».
Estos desgraciados hombres, como dice el Rey, emigraron á Francia; desde allí trataron de reivindicar su conducta, y entre los documentos que acompañan al folleto que publicaron, aparece una co37
pia del acta del Consejo de guerra para entregar la plaza, donde no tuvieron inconveniente en figurar la firma de Mendoza que, como sabemos, no firmó; mas era natural que citaran cuanto podía beneficiarles, y no lo que en tan alto grado les perjudicaba; así es, que en el folleto mencionado, ni se
nombra al coronel Mendoza, ni se hace referencia al acto que realizó. La lápida de mármol que aún
se conserva en Figueras, debió mandarse esculpir por el Excmo. Sr. D. Joaquín Caamaño y Pardo, según se desprende del mismo soneto, allá por los años de 1817 á 1820, en los que dicho señor fué Gobernador militar de la plaza de Figueras.
Como prueba de lo que antes dijimos, respecto al poco cuidado ó atención que prestaba Mendoza á su hoja de servicios, copiamos las dos notas siguientes, que son las únicas que figuran referentes
á la participación que tuvo en las dos guerras del Rosellón y Portugal: «No presenta justificación de
las funciones en que se ha hallado (guerra del Rosellón), por no habérsele presentado ocasión de exigirla; pero es notorio el mérito que ha contraído en ellas. Para redactar hoy la hoja de servicios de un
jefe que hubiera asistido, como Mendoza, á tantos gloriosos hechos de armas, se llenarían muchas hojas de papel; allí se dice en cuatro palabras que su mérito es notorio.
La nota referente á la guerra de Portugal, dice así: «En, la guerra contra Portugal, en Extremadura,
el año de 1801, en la que sirvió todo el tiempo de su duración, habiendo mandado todas las baterías
que se pusieron contra la plaza de Campo-Mayor, y asistiendo á ella desde el principio de su constancia y fuego, hasta el día que se verificó la rendición de la plaza, de cuyo servicio tampoco ha exigido
certificación, por ser notorio al mismo señor Generalísimo y demás jefes é individuos del ejército1».
Ya hemos visto que su comportamiento en Figueras fué recompensado con el empleo de Brigadier, según aparece de su expediente personal; en 5 de octubre de 1802 fué ascendido á Mariscal de
campo por las bodas de Fernando VII, y de este empleo disfrutaba cuando fué destituído por el pueblo del cargo de Gobernador de la plaza de Gerona.
Expusimos nuestra opinión de que al tomar el pueblo aquella medida, debió atender más al estado de salud y edad del General, que á sospechas de falta de patriotismo; pero como por aquellos
tiempos, y sobre todo después de la guerra de la Independencia, el mayor baldón era el haber sido
afrancesado ó sentir simpatía por los franceses, la viuda del General Mendoza quiso reivindicar la
memoria de su marido de cualquier mancha que alguien pudiera creer había recaído sobre su limpia historia, y empezó por hacer que se abriera en Gerona una información, en la que se lee2: «Nadie se había presentado á deponer contra él, y siendo en Gerona notorio el distinguido concepto en
que estaba entre la gente sensata de haber sido siempre acendrada su lealtad, valor y patriotismo, se
atribuía aquella incidencia del populacho, á que por ser muy tardo de oído, contestaba á veces con
ideas extrañas».
La viuda del General Mendoza, doña Paula de la Cruz y Loxas, solicitó además que la reivindicación del difunto General se publicase en la Gaceta, y á su instancia acompañaba un informe
del coronel de ingenieros y comandante de la plaza de Gerona durante los sitios, D. Guillermo
Minalis en el cual se lee3: «Que en el año de 1808 impidió que Duhesme pusiera á Gerona guarnición francesa, gracias á su enérgica actitud, por más que el citado General preguntó tres veces (sirvien1
2
3
Hoja de servicios de 1904.
Sacado del expediente personal de Mendoza, que obra en el Ministerio de la Guerra.
Expediente personal de Mendoza, en el Ministerio de la Guerra.
Palabras del Mariscal de Campo Álvarez de Castro en el bando que publicó como Gobernador de Gerona:
«Impongo pena de la vida executada inmediatamente á cualquiera persona, sea de la clase, grado, ó condicion que fuere que
tuviere la vileza de proferir la voz de rendicion ó capitulacion».
Y contestó al parlamentario que le envió el General francés:
«no queriendo tratos con los enemigos de su patria, recibiría a cañonazos a cuantos parlamentarios le enviasen».
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do Minalis de intérprete) si quería guarnición francesa, por no tener confianza en la española; contestando él que era muy suficiente la poca tropa que tenía para hacer respetar su autoridad. Cuando supo
la sorpresa de Barcelona, trató resolvió artillar el castillo de Montjuich y refugiarse allí con la guarnición».
Hablando de la destitución de Mendoza por el pueblo, dice Minalis: «Me manifestó muchas veces su vivo sentimiento de verse privado del mando, y en varias ocasiones se presentó en los baluartes ofreciéndose á servir la artillería, hasta que habiendo conseguido del General Alvarez el mando del
de Sarracinas, que después de perdido Montjuich era el frente verdadero, en dicho puesto fué herido
gravemente de una bala de fusil, desde la trinchera de ataque, de cuya herida falleció».
Acompañaba también la viuda á su instancia otro informe del coronel de Artillería D. Pablo Miranda, jefe del detall que fue de la Comandancia de Artillería de Gerona durante los sitios, en que
aparece escrito: «En críticas circunstancias, el mismo pueblo y todos, fueron testigos de su bizarría,
pues no sólo se presentó siempre dicho General en los parajes de mayor peligro, animando á los defensores con su presencia y razones, sino que pidió al Gobernador de la plaza, el inmortal D. Mariano Alvarez, en el último sitio que sufrió la misma, se le señalara un puesto de importancia, no para
mandar, pues lo que deseaba era acreditar su deseo de contribuir como soldado á la defensa de los derechos que tan justamente sostenían todos por Fernando VII.»
También aparece en el expediente personal de Mendoza un certificado de la Junta de Defensa de
Gerona, contando lo de la deposición, donde se lee: «Que V. S. presidió hasta la mañana del 7 de junio último, dictando las providencias que sus vocales estimaron oportunas y los manifiestos ó proclamas que por medio de impresos se dieron al público, y que luego que el pueblo y gentes que se habían agregado, y que llenaban las plazas y calles, manifestaron el deseo de que esta Junta no fuera presidida por V. S., no vaciló ni un momento en desprenderse de la misma presidencia, confiriendo para
ello de viva voz la comisión y facultades al Teniente de Rey, siendo cierto que V. S., el día 20 de junio se presentó con valor á esta Junta, suplicándola le destinase al punto que mejor le pareciera para
la defensa de la plaza, y que hizo otro tanto el 22 de junio, poniéndose á las órdenes del coronel don
Pedro O’ Daly, teniente coronel de Vitoria, que con alguna porción de su tropa estaba de retén en la
Plaza del Vino, bien que esta Junta, al paso que hizo el aprecio debido de los generosos ofrecimientos de V. S., varias circunstancias le impidieron el hacer uso de ella».
La instancia documentada de la viuda pasa á informe de un fiscal, que halla muy justo su deseo
de «que se publique en la Gaceta la patriótica conducta y acrisolado honor de su marido en los de la
pasada revolución, y lo satisfecho que se halla S. M. de todos sus servicios, para desvanecer las dudas
y sospechas provocadas por el violento y sin razón despojo que sufrió del gobierno de la plaza». Y tan
satisfecho debió quedar S. M. de los servicios de Mendoza, que por Real orden de 4 de agosto de
1817 se concedió á la viuda la viudedad de Capitán general.
Estos son todos los antecedentes que hemos podido reunir sobre la vida y hechos del Mariscal
de campo de Artillería D. Joaquín de Mendoza; pero estamos seguros que disponiendo de más
tiempo, hallaríamos mayor arsenal de datos, y sería posible reconstituir la vida entera de español
tan insigne, pues dado el escaso tiempo transcurrido y la importancia del personaje, no serían infructuosos los trabajos del historiador que dedicase sus esfuerzos á tan honrosa tarea, y digo honrosa, porque honroso es ocuparse en descubrir cuanto pueda procurarnos honra ; mis ocupaciones
y mi obligada estancia en Barcelona por razón de mi destino, me han impelido á valerme de amigos para el examen de otros archivos, lo cual no me ha permitido acopiar mayor número de materiales. Mas ya que con tanta extensión nos hemos ocupado de este insigne artillero, permítasenos
decir lo poco más que sabemos de su historia, aunque tengamos para ello que alterar el orden cronológico de los sucesos relatados.
39
Destituído Mendoza del mando no salió de Gerona, sino que allí permaneció relegado al olvido
hasta que los franceses se presentaron por tercera vez á atacar la plaza; repetidas veces solicitó, como
dijimos, un puesto para contribuir á la defensa, aunque sólo fuera como simple soldado, ó «para servir de mantelete», según su propia expresión; y es fama que cuando no podía ir por su propio pie á
las baterías ó puntos amenazados, se hacía conducir en silla de manos, animando con su presencia y
su voz á los defensores. Esta conducta, y el contribuir con sus recursos pecuniarios en proporción á
sus ahorros, debió influir de tal modo en el ánimo del pueblo, y tal respeto debieron infundir sus actos de valor y patriotismo, que borrándose por completo el recuerdo de su destitución y tal vez dando esta misma injusticia realce á su memoria, en la información pública que se abrió en Gerona para
averiguar su conducta, no hubo nadie que se presentase á declarar en contra suya, sino al contrario,
todos informaron en los términos laudatorios que hemos leído.
El General Alvarez, más por complacerle que por la ayuda material que pudiera prestar á la defensa, y comprendiendo el magnífico ejemplo que daba con su presencia en las murallas, le confirió el
mando (honorífico, sin duda) de jefe del baluarte de Sarracinas, el más importante desde que cayó en
poder de los franceses el castillo de Montjuich. Allí encontró glorioso fin la vida de aquel anciano de
indomable carácter, herido el día 24 de agosto de 1809 de un balazo en la cabeza, pues aunque no
falleció hasta el 25 de diciembre del mismo año, lo fué de resultas de la gravísima lesión y sin restablecerse de ella.
El que fué notabilísimo artista después de esclarecido artillero, D. José Cusach, cuya muerte lloramos sus amigos, pintó para el despacho del jefe de Artillería de la plaza de Barcelona un notable
cuadro representando lo que la tradición relata de la muerte del General Mendoza, á quien se ve en
su batería de Sarracinas vestido de gala, sentado en un sillón llevado á brazo por dos soldados, asomado al parapeto y señalando con su bastón al enemigo. El asunto de este cuadro ha sido elegido
como episodio principal para la lápida de bronce que el cuerpo de Artillería piensa dedicar en Gerona al recuerdo de sus héroes en los inmortales sitios.
ESTADO DE DEFENSA EN QUE SE ENCONTRABA LA PLAZA GERONA AL OCURRIR
EL LEVANTAMIENTO POPULAR
Terminada la digresión que nos permitimos en honor de Mendoza, continuemos nuestra historia
en el punto en que la dejamos, es decir, constituida la Junta de Gobierno ó defensa, que de ambas
maneras se la ha llamado, y encargado del Gobierno militar el Teniente de Rey D. Julián de Bolívar.
Los primeros esfuerzos se encaminaron á fortificar la plaza, y como no había dinero en arcas reales
para tan perentoria atención, se inició una suscripción entre los vecinos, que dió bastante para empezar los trabajos.
No había en Gerona entonces más que dos artilleros y un solo cañón montado; los castillos, baluartes y fosos estaban cubiertos de arbustos y maleza; los cañones sobre polines, los polvorines medio destruídos, y todo, en fin, en un estado tal de abandono, que se comprende no dieran los franceses á Gerona importancia alguna en situación tan miserable. Cuando un pueblo unánime piensa y
ejecuta, avanza tan impetuoso en su camino, como el torrente despeñado por la montaña al iniciarse el deshielo: instantáneamente se dedicaron todos, militares y paisanos, á arrancar malezas, llevar
municiones de un punto á otro, sacar cureñas de los almacenes, montar cañones, etc.; pero como no
había más que dos artilleros, según hemos dicho, se pidieron con urgencia á los pueblos inmediatos,
presentándose el día 16 el subteniente de Artillería de la compañía de Figueras D. Narciso Serrats con
seis artilleros, y el día 19 el capitán del mismo Cuerpo D. Pablo Miranda con cuatro más, de suerte,
que ya tenía la plaza un capitán, un subteniente y doce artilleros, con los cuales empezaron las obras
de artillado. El capitán D. Pablo Miranda fué agregado á la Junta de Defensa como vocal. Contribu40
yeron mucho con su trabajo en las obras de artillería 130 marineros que mandó la villa de San Feliú
de Guixols, tan pronto como se enteró del alzamiento.
La Junta de Defensa encargó al pueblo de Ripoll la construcción de cuantos fusiles pudiera fabricar para entregarlos á los paisanos que carecían de armas, y en Gerona se organizaron talleres donde
las mujeres y los niños se dedicaban á la confección de cartuchos.
Tan pronto como el General Duhesme, que se encontraba en Barcelona tuvo conocimiento del
levantamiento de Gerona, se dispuso á sofocarlo, principalmente temeroso de que se interrumpieran
sus comunicaciones con Francia, por lo que el día 16 de junio marchó á Gerona con la división italiana del General Lecchi, fuerte de unos 6.000 hombres de todas armas y ocho piezas de artillería de
campaña. El día 20, es decir, quince días después de acordado el alzamiento, se presentó de mañana
ante los muros de Gerona, que sólo tenía como defensores 350 hombres del regimiento de infantería de Ultonia, los 12 artilleros y 130 marineros antes citados, y hasta unos 1.500 paisanos sin instrucción militar alguna.
Acometida la plaza, simulando diversos ataques para encubrir el verdadero, ya la artillería pudo
hacer fuego desde varios puntos de la muralla y desmontar una batería de obuses que había emplazado el enemigo, quien tiraba tan mal, que no logró entrar en la plaza ni una sola granada.
Duhesme preparó un ataque general para aquella noche, teniendo por principal objetivo el baluarte de Santa Clara, y á pesar de las innumerables escaleras de asalto aplicadas sobre las murallas
y de haber logrado formar tropas francesas dentro del baluarte, una carga á la bayoneta dada por una
de las fuerzas de reserva, que acudió en auxilio de los defensores, arrojó á los asaltantes al foso, al
paso que una batería del fuerte del Gobernador, que notó lo que ocurría por los fogonazos y ayes de
los heridos, abrió mortífero fuego de metralla que causó muchas bajas, rompió escalas y obligó al
enemigo á desistir del ataque. Análogo resultado tuvieron otras embestidas contra los baluartes de
San Francisco y San Pedro; todos fueron tan desastrosos para los franceses, que á la mañana siguiente ordenó Duhesme el levantamiento del campo, á pesar de que estaba en negociaciones para la entrega de la plaza.
Este combate se conoce con el nombre de Primer Sitio de Gerona, aunque nada tuvo de tal; pero
la importancia que revistió fué capitalísima para la plaza. Sirvió para que cada gerundense se creyera
ya invencible, á la vez que de provechosa lección á la Junta y á los jefes militares que de aquel ataque
se habían salvado milagrosamente, y comprendieron la necesidad de apresurar los medios de defensa
en vista de que no se haría esperar mucho la segunda acometida de los franceses. Por la artillería á cargo de D. Pablo Miranda, se crearon una Maestranza y un laboratorio de fuegos artificiales; se arreglaron y compusieron más de cincuenta cureñas, se montó en ellas mucha de la artillería existente, se
trasladó al interior de la plaza gran cantidad de barriles de pólvora que estaban en un almacén detrás
del fuerte Condestable, habiendo tenido que echar mano de todos los carros y acémilas de la plaza, y
no siendo bastantes, hasta de los carruajes de lujo de las señoras y personas pudientes, que los cedieron con el mayor gusto para este traslado.
De Mallorca se recibieron 200.000 cartuchos de fusil, enviados por el Capitán general de aquellas islas.
En la plaza reinaba una actividad febril; desde 1as personas de más elevada posición hasta las más
humildes, se esforzaban por dedicarse á cuantas faenas disponían los comandantes de Artillería é Ingenieros; todos limpiaban de tierra los fosos, transportaban efectos de artillería, hacían fuegos artificiales, confeccionaban cartuchos, etc., etc.; de suerte, que en pocos días quedaron emplazadas en sus
puestos y aprovisionadas de lo necesario 100 piezas de artillería, y se fabricaron 1.000 chuzos para armar al paisanaje, á falta de fusiles.
41
En los últimos días de junio y en todo el mes de julio, no cesaron los preparativos de defensa, correspondiendo el mayor trabajo de dirección á los comandantes de Artillería é Ingenieros, sin que por
el Gobernador de la plaza dejasen de hacerse todos los de distribución de gente en las murallas, baluartes, puertas y fuertes exteriores, también artillados y pertrechados de cuantos efectos eran necesarios á la defensa. Cada hombre tenía su puesto señalado, desde el jefe militar hasta el último fraile ó
paisano.
Los artilleros, atendido su corto número, también estaban distribuídos entre todas las baterías de
la plaza y fuertes, dotados además de los artificios de incendiar é iluminar. El 24 de julio llegó á la
plaza un nuevo refuerzo enviado por el Capitán general de las Islas Baleares, compuesto del 2.º batallón de Voluntarios de Barcelona, fuerte de 1.400 hombres, dos cañones de campaña y 16 artilleros,
al mando de un sargento, y el oficial D. Pedro de la Llave.
Entre tanto, el general Duhesme en Barcelona se preparaba para una segunda acometida á Gerona; pero pertrechándose esta vez de cuanto echó de menos en la expedición anterior y á lo que atribuía el desastre sufrido. El día 15 de julio tenía ya listo su tren de batir con las provisiones de boca y
guerra, y se cuenta que dijo : «Le 24 j’arrive, le 25 je I’attaque; le 26 je la prends, et le 27 je la rasse».
El 16 salió de Barcelona la división Chabran (pues Lecchi quedaba al mando de la capital) llegando hasta Mataró; el 17 se le incorporó Duhesme, quien tomó el mando de la división, fuerte de unos
5.000 á 6.000 hombres con su tren de batir, y dividió la fuerza en dos columnas, de las cuales una siguió el camino de la costa y la otra otro interior, reuniéndose ambas en Hostalrich, á cuya plaza intimaron la rendición el día 20 de julio.
Como el Gobernador no se intimidó, estuvo Duhesme haciendo escaramuzas hasta que emprendió la marcha para Gerona: el 22, día en que desembarcó en Tarragona el General D. Domingo Mariano Traggia, marqués del Palacio, que encontrándose en Mahón había sido nombrado Capitán general de Cataluña, y vino á tomar posesión del mando al frente de una división, compuesta de 4.630
hombres y 37 piezas de artillería, siendo su primera providencia envíar en auxilio de Gerona al 2.º
batallón de Barcelona, según antes dijimos.
Ya Duhesme, frente á Gerona el día 24, recibió el refuerzo de un cuerpo de tropas, compuesto de
unos 2.000 hombres, y un tren de sitio, al mando del General Reille.
Los días 25, 26, 27, 28, 29, 30 y 31 de julio los invirtió el ejército sitiador en irse acomodando
alrededor de la plaza y construir sus primeras baterías de ataque, mediando ligeras escaramuzas entre
sitiados y sitiadores, haciéndose por la plaza reconocimientos diarios, en alguno de los cuales jugó la
artillería ligera.
Estos trabajos continuaron hasta que el enemigo logró dos baterías de morteros para bombardear
la plaza, una batería de cañones para atacar el castillo de Montjuich, una batería para batir en brecha
la torre de San Luis y dos baterías de rebote.
En la plaza se abasteció y municionó el castillo de Montjuich; se trasladó la pólvora á la catedral,
cuya bóveda mayor se cubrió con una capa de tierra de tres pies de espesor para ponerla á prueba de
bomba. El día 7 de agosto se supo que una columna española, al mando del Brigadier conde de Caldagués, se dirigía á socorrer la plaza por Tarrasa y Hostalrich, por lo cual, de la plaza se enviaron dos
jefes para que se avistasen con el conde, y se concertase el modo de socorrerla.
El día 12 de agosto, al mediar la noche, rompió el enemigo el fuego contra la plaza con sus dos
baterías de morteros y obuses, no cesando el bombardeo hasta las primeras horas de la mañana del
42
13; en él tomaron parte todas las baterías instaladas que antes reseñamos. La plaza contestó el fuego
con sus baterías y fusilería para impedir que los infantes hostilizasen á los sirvientes de las piezas.
Cuando Duhesme creyó bien intimidada la población, envió un parlamentario pidiendo la rendición
de la plaza.
Como no fué atendida la intimación, el día 14 siguió el fuego con más viveza, logrando el enemigo destruir gran parte del parapeto de una de las caras del castillo de Montjuich, resultando heridos
el subteniente de Artillería D. Pedro de la Llave y el teniente D. Baudilio Mayol, oficial de una compañía que se estaba formando para auxiliar á la artillería.
Las baterías de la plaza lograron volar el repuesto de una de las baterías sitiadoras, causándoles grandes pérdidas; pero el día 15 la brecha del castillo de Montjuich estaba casi practicable, y,
por lo tanto, era presumible el asalto al castillo de un momento a otro. Para evitarlo, se acordó
hacer una salida desde varios puntos de la plaza con objeto de destruir las baterías enemigas, que
tanto daño estaban produciendo. A la vez se supo que el Brigadier Caldagués se aproximaba á Gerona para auxiliarla; y habiendo logrado ponerse de acuerdo con él, se concertó el plan de las salidas simultáneas desde la plaza y desde Montjuich; de este fuerte salió una pequeña columna, que
se apostó en los fosos, y de la plaza otra, compuesta de unos 800 hombres, con dos cañones de
batalla, á las órdenes del comandante de la plaza D. Pablo Miranda, el cual llevaba además oficiales y gente con los útiles necesarios para destruir ó quemar las baterías, clavar cañones y volar repuestos.
43
A las nueve de la mañana del día 16, los defensores vieron cómo las guerrillas mandadas por Clarós atacaban al enemigo y le incendiaban un campamento, y con arreglo á un plan convenido con
éste y con Caldagués, salieron las fuerzas de la plaza y castillo con el mayor denuedo, y, desalojando
al enemigo de las baterías tras furiosos ataques á la bayoneta, dieron lugar á que las tropas de artillería de la salida tuviesen tiempo de trasladar los cañones del ataque á la bayoneta, dieron lugar á que
las tropas de artillería de la salida tuviesen tiempo de trasladar los cañones del ataque á la defensa, instalándolos en el castillo de Montjuich con sus dotaciones de municiones. Las tropas salidas de la plaza se dieron la mano con las guerrillas de Clarós á tiempo que aparecían las fuerzas de Caldagués, que,
en su precipitación por acudir al fuego, llegó sin su artillería, por lo que sólo jugó entonces la que había salido de la plaza.
Duhesme, mientras tanto, se encontraba á la defensiva, obligado por los frecuentes ataques que
por retaguardia sufría de los somatenes de Rocacorba y Bañolas.
Conforme fué entrando el día, iban poco á poco avanzando las fuerzas españolas, hasta formar
una verdadera línea de batalla con las guerrillas, entre la plaza y las gentes de Caldagués, desalojando
á los franceses de todas las baterías, auxiliados los defensores por el vivísimo fuego de la artillería de
la plaza, logrando, á la caída de la tarde, que los franceses se vieran envueltos en un círculo de fuego.
Duhesme creyó habérselas con fuerzas mucho más numerosas de las que en realidad tenía delante, y
decidió levantar el campo aquella misma noche, para lo cual ordenó al General Reille que se retirara
con sus fuerzas sobre Figueras, al paso que él emprendía la marcha hacia Barcelona.
La retirada de Reille se efectuó sin novedad; pero la de Duhesme, emprendida de noche, por terrenos escabrosos y difíciles para un ejército que llevaba un gran tren de batir, fué una verdadera
derrota.
En cuanto comenzó la marcha, le acosaron las guerrillas que le rodeaban; embarazado por la artillería, tuvo que abandonarla, parte antes de salir, y el resto durante la marcha, llegando al extremo de verse obligado á quemar su mismo coche y abandonar en el camino de Gerona á Barcelona
cañones, víveres, municiones, fusiles y cuanto le embarazaba la marcha. No logró respiro hasta que
traspuso las alturas de Mongat, es decir, hasta las mismas puertas de Barcelona, donde entró el día
20, auxiliado por una columna de unos 1.000 hombres, al mando del general Lecchi. He aquí
cómo dió parte Duhesme de esta operación al General Príncipe de Neuchatel: «Monseñor: he partido de delante de los muros de Gerona durante la noche del 16 al 17, y he llegado el 20 á Barcelona. He conducido conmigo todos mis enfermos y mis heridos, y aunque acosado los tres últimos
días por nubes de migueletes y paisanos, no he perdido más que unos 40 rezagados, pero me ha
sido forzoso hacer el sacrificio de mi artillería en Calella, pues las cortaduras sobre el camino eran
de tal modo grandes y multiplicadas, que me era imposible repararlas en ocho días; estaban, por
otra parte, defendidas por una fragata y tres corbetas inglesas ; yo tomé, pues, el partido de hacer
incendiar mis trenes y cajones y de inutilizar las piezas, una parte de las cuales ha sido arrojada al
mar. Los caminos estuvieron acechados por ambos lados desde Hostalrich, y más de 10.000 hombres habían partido desde cordón del Llobregat y de otras diversas partes de Cataluña para esperarme allí; he tenido después de Calella caminos accidentados entre las altas montañas y el mar, cuyas orillas no podía seguir á causa de la flota enemiga. La fatiga me ha hecho perder más de 100
caballos de la caballería; mas, al fin el 19 he llegado sobre las alturas de Mongat, donde el General
Lecchi, que uno de mis espías había convenientemente advertido, me esperaba». Sigue hablando
del estado de Barcelona.
Según una relación firmada por el comandante de artillería D. Pablo Miranda, en 21 de agosto de
1808, entre otros efectos de menos valor, se recogieron y quedaron á cargo del Cuerpo de Artillería
los siguientes, abandonados por los franceses en los alrededores de la plaza:
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Cañones de bronce
Número
De 24 recamarados ó barrefosos .......................................
3
De 16 de ordenanza .........................................................
3
De 12...............................................................................
1
Morteros de bronce
De 10 pulgadas, cónicos...................................................
De 6 ídem, cilíndricos......................................................
3
3
Obuses de bronce
Del calibre de 8 pulgadas .................................................
Idem id. de 6 íd. ..............................................................
2
2
TOTAL DE PIEZAS .......................................................
17
Armones para las mismas .................................................
Cureñas y afustes..............................................................
Bombas, balas, granadas y metralla de todos calibres ........
Cartuchos de lanilla de todos calibres...............................
Idem de papel de íd. íd. ...................................................
Pólvora en barriles (quintales) ..........................................
Escaleras de asalto ............................................................
Sacos terreros....................................................................
18
5
4.000
1.650
1.050
80
75
148
Sigue otra porción de efectos para estas piezas y herramientas para la construcción de baterías.
Al asaltar las baterías sitiadoras quemaron los sitiados muchas municiones, sacos, etc., y no se relacionan tampoco los efectos recogidos en el castillo de Montjuich, porque se confundieron con los
de dotación del mismo castillo.
Aparte de esto, en el camino desde Gerona á Barcelona se pudo recoger, de lo abandonado por los
franceses, 10 cañones y obuses de bronce de diferentes calibres, unos 1.000 proyectiles, 23 quintales
de metralla, 600 sacos terreros, 13 mulos, 7 caballos, 18 carros, dos galeras é infinidad de efectos de
menos valor.
La alegría que tan tremenda derrota causó á los habitantes de Gerona puede calcularse considerando la escasez de medios de que disponía la defensa respecto al ataque, en cantidad y calidad, pues
no debe olvidarse que el ejército francés era el más aguerrido de Europa y estaba acostumbrado á vencer en cuantas batallas dirigió Napoleón.
Así terminó lo que se conoce con el nombre de segundo sitio de Gerona.
PREPARATIVOS DE DEFENSA PARA EL TERCER SITIO DE GERONA
Como los trabajos de los sitiadores habían destruído muchas de las defensas de la plaza, sobre todo
en el castillo de Montjuich y fuertes exteriores, tan pronto como se vieron en Gerona libres de ene45
migos, continuaron con la mayor actividad los trabajos de reparación y creación de nuevas defensas,
según iremos relatando.
La derrota de Duhesme animó tanto á los españoles, que reinó por aquel tiempo gran actividad
en todos los órdenes, tanto civiles como militares; las guerrillas, envalentonadas con los éxitos obtenidos en la persecución de Duhesme, se hicieron más atrevidas, y nutrieron sus contingentes con voluntarios de todos los pueblos del Principado; el Capitán general Vives operaba alrededor de Barcelona, tratando de recuperar la plaza; la Junta de Gerona organizó tres tercios de á cinco compañías, y
dos de éstas, además, para auxiliar á la artillería, tan escasa de gente, siendo capitán de la primera de
ellas D. José Puig, quien tomó á su cargo el sostenimiento de sus soldados, que pasaban de 100, hasta que, completa su organización, pudieron empezar á prestar servicio, siendo uno de los artilleros
que después defendieron tan heroicamente el castillo de Montjuich. Ocupado Vives en los alrededores de Barcelona desde que fué nombrado Capitán general de Cataluña, en substitución del marqués
del Palacio, se dió el nombre de vanguardia del ejército de Cataluña á las tropas que operaban por el
Ampurdán, y se nombró Comandante general de ellas al Brigadier D. Mariano Alvarez, que más tarde fué Gobernador de Gerona (23 de octubre de 1808), el cual, teniendo como base de operaciones
esta plaza, sostenía la guerra con los franceses en el Ampurdán.
Por este tiempo, Napoleón confirió el mando del ejército francés en Cataluña al Mariscal Gouvion Saint-Cyr, el General más teórico é ilustrado que contaba el Imperio, el cual, como primera providencia, ordenó la toma del puerto de Rosas, sitio escogido por los ingleses para aprovisionar sus escuadras y auxiliar á los españoles.
Acometió la plaza, que tenía poquísimos medios de defensa, con unos 9.000 hombres, al mando del General Reille, que, según dijimos, regresó á Figueras cuando Duhesme se retiró á Barcelona desde Gerona, y á pesar de su heroica defensa, tuvo que rendirse en 5 de diciembre, logrando salvarse de caer prisionera la guarnición del castillo de la Trinidad, que á última hora logró embarcarse.
Bien hubiera querido Saint-Cyr tomar también á Gerona; pero las fuerzas del General Alvarez,
que la cubrían. y las noticias de lo apurada que estaba Barcelona por el asedio del General Vives, le
decidieron á acudir en socorro de esta plaza, á cuyo efecto envió á Figueras el tren de batir que empleó en Rosas, y él, sin impedimenta, y llevando las raciones en acémilas, emprendió la marcha para
Barcelona, entrando en La Bisbal el 11 de diciembre de 1808.
El General Vives creyó necesario atajar á los franceses en su marcha á Barcelona, y el 16 del mismo mes le presentó batalla en Llinás; pero fué derrotado por Saint-Cyr, que ya no encontró obstáculos hasta Barcelona.
Componíase el ejército de Saint-Cyr de tres divisiones, al mando de los Generales Chabot, Pino
y Souham, con 26 batallones y nueve escuadrones, y un total de 18.000 hombres, no incluyendo en
el número á la división Reille, que permaneció en el Ampurdán para proteger la comunicación con
Francia, ya facilitada, por tener los franceses en su poder las de Figueras y Rosas.
Durante el sitio de Rosas, los gerundenses no perdieron el tiempo, y por prestación personal voluntaria se dedicaron á profundizar algunos fosos, continuando la labor de reparar desperfectos y acumular defensas.
Como hacía tiempo que se había acabado el dinero para pagar el Ejército, la Junta Suprema del
Reino autorizó á Cataluña para levantar un empréstito de 12 millones de reales, y dictó reglas para
llevarlo á cabo; pero aunque los corregimientos de Gerona y Figueras dieron cumplimiento á aquella
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soberana disposición, pudieron aprovecharse poco de lo recaudado, porque el General marqués de
Lazán, que operaba por aquella parte, al marchar contra Saint-Cyr, se llevó 283.427 reales de lo recaudado, y aunque justificó su inversión para acallar las murmuraciones del pueblo, es lo cierto que
dejó empobrecidas las arcas reales.
En 30 de enero de 1809, el General D. Teodoro Reding nombró Gobernador interino de Gerona al General Alvarez, el cual continuó con la mayor actividad las obras de defensa, encontrando sus
exhortaciones eco en el pueblo, pues los soldados, sin gratificación, y los paisanos, sin sueldo, se prestaron á ejecutar los trabajos de remoción de tierras y demás necesarios.
La guarnición de Gerona se componía, en su mayor parte, de gente reclutada en el país, porque,
de orden de la Junta Suprema, se alistaron 40.000 hombres entre los solteros de l6 á 40 años y los
viudos de esas edades sin casa ni familia. Coincide con la toma de posesión de Alvarez del Gobierno
de Gerona la publicación de la notabilísima orden de la Junta Central de 12 de febrero, donde se leen
frases tan viriles como las siguientes: «Es preciso que los pueblos se desengañen: para ser libres no basta una voluntad estéril, es forzoso pelear, y pelear con denuedo. Cuando la guerra no compromete la
libertad, los pueblos abiertos son disculpables si no pelean; mas cuando una nación entera se levanta
contra un tirano, cuando ella misma ha promulgado el decreto terrible y glorioso de vivir libre ó morir, no hay un solo individuo en quien la fuga no sea un delito». Sigue luego aconsejando la lucha, y
termina con las Reglas y máximas fundamentales que deben observarse para la defensa de los pueblos y
ciudades grandes en la presente guerra. Estas reglas son en número de 49, y está resumido en ellas todo
el arte militar de que se valió España para luchar, siendo tan pequeña, con el coloso de Europa, y que
al fin la condujo á la victoria. Querríamos copiarlas por ser documento importantísimo de las glorias
patrias; pero los estrechos límites de estos apuntes no nos permiten hacerlo, aunque no podamos menos de citar algunas, que servirán como muestra de las demás. Recomiendan, en primer término, que
las autoridades locales reconozcan los puntos en que el pueblo pueda hacer defensa, para que se aprovechen todos los accidentes del terreno; mandan aspillerar las casas, comunicarlas entre sí; que se saque relación de todas las armas que hay en cada pueblo, y que se dote de cartuchos á las de fuego,
clasificándolas en cajones con letreros para que no se confundan; y la regla 9 dice: «Para los que no
tengan armas de fuego ni blancas, incluso cuchillos y puñales, se cuidarán las Justicias de que se construyan y alisten picas, chuzos y otras armas de esta clase, que, aunque estén labradas toscamente, podrán emplearse con gran ventaja para ofender al enemigo». De la regla 10 copiamos: «Con el mismo
objeto se tendrán prevenidas en los pisos altos piedras, ladrillos, y aun agua hirviendo, arena ruscente, cal viva y otras materias propias para incomodar al enemigo y causar estrago, arrojándolas por las
ventanas ó desde los tejados». Da luego reglas para los avisos de los movimientos de los enemigos, y
dice la regla 13: «Prevendrán que, en el momento de llamar un lugar á su socorro á los inmediatos,
todos los hombres útiles, sin distinción de clases, deben acudir al punto señalado para su reunión, armados y provistos de municiones y víveres para tres días». Dicta después reglas para el nombramiento de jefes, y en la regla 18 se previene á los pueblos que «se darán de gratificación al paisano que
mate ó prenda á algún soldado francés 320 reales por cada uno»; y en la 19: «se darán 60 reales por
cada fusil tomado al enemigo, y todo el botín se repartirá entre los apresadores».
La regla 38 ordenaba que se tuviera en las poblaciones grandes repuestos de víveres, para dos meses, escondidos. En la 40 se ordenaba al clero regular y secular, entre otras cosas, que ninguno se exima de tomar las armas, ni de trabajar corporalmente en las obras, para dar ejemplo.
Dicta después reglas para hacer fogatas pedreras, y el medio de lanzar granadas de mano hechas
con frascos de vidrio, etc.
Leyendo esto, y dado el entusiasmo nacional, es como se comprende quedasen en España las cuatro quintas partes del ejército francés que pasó la frontera y más que en los campos de batalla (don47
de por regla general llevábamos la peor parte), fué sacrificado por el paisanaje en pequeñas partidas é
individualmente.
No era necesario este acicate para que el General Alvarez extremara los medios de defensa de
la ciudad que le estaba encomendada ; pero, conociendo que la venida del General Saint-Cyr era
un nuevo peligro para la misma, y careciendo de numerario, hizo que el obispo de Gerona concediera cuarenta días de indulgencia á todos los que trabajasen en la defensa de la plaza, cosa
que, dada la religiosidad de los habitantes era premio mayor que cuantos pecuniarios pudieran
ofrecerse.
El Mariscal Saint-Cyr, después de socorrer Barcelona, decidió emprender el tercer sitio de Gerona, á cuyo efecto dispuso que en el pueblo de Báscara, que fortificó, se fueran reuniendo los acopios
de víveres, municiones, etc. (13 de marzo de 1809).
Noticioso de ello Alvarez, y no queriendo quedase algo por terminar á la embestida de los franceses, dictó un bando que obligaba á concurrir diariamente á los trabajos á la sexta parte de los habitantes útiles de Gerona, por riguroso turno (18 de marzo de 1809).
Hay hechos que, por su sencillez y grandeza, merecen consignarse. El castillo de Montjuich estaba sin agua, y siendo preciso abastecer sus cisternas, por las dificultades que una vez comenzado el sitio tendría la operación, el Diario de Gerona publicó un suelto, que empezaba diciendo: Señoras mujeres: el enemigo se acerca, y el castillo de Montjuich necesita agua, etc., y después de invitarlas á que
cada una llevase un cubo de agua, anunciaba que el Ilmo. Sr. Obispo concedía cuarenta días de indulgencia á toda persona que llevase ó hiciese llevar un cántaro de agua al castillo, y por cada cántaro, igual premio espiritual. Inútil es decir que las cisternas se llenaron en seguida. Los trabajos realizados en la plaza entre el segundo y tercer sitio serían largos de enumerar, y se encuentran detallados
en la obra de D. Emilio Grahit, titulada Reseña histórica de los sitios de Gerona en 1808 y 1809, páginas 373 y 386.
El coronel D. Pablo Miranda, en su cuaderno manuscrito, que se conserva en la biblioteca de
la Academia de Artillería, y de cuyo coronel solicité una copia, que se sirvió remitirme, escribió el
diario del tercer sitio, como jefe del detall que era de la Comandancia de Artillería, y en un preámbulo, donde habla someramente del segundo sitio, se lee: «no dexaba duda de que, por quantos
medios fuese posible, se dispondrian (los franceses) á enmendar su falta y volver por tercera vez á
atacar la ciudad con medios suficientemente poderosos y seguros para lograr su intento. En este supuesto, y juzgándose lo propio por parte de la plaza, se continuaron haciendo con la mayor actividad los inapreciables trabajos, obras y esfuerzos que son públicos, en los cuales consiste gran parte de la gloria, pues con las quintas (se refiere á la de 40.000 hombres. de que antes hablamos), se
aumentó la guarnición; se montó suficiente artillería, se repararon y pusieron al corriente murallas
y parapetos; los vecinos cavaron y formaron un pequeño foso al pie de las murallas se recompusieron las torres del castillo y pusieron en estado de defensa; no sólo se tapó la brecha de éste, sino
que también se construyó una media contraguardia enfrente de ella en la plaza de armas del camino cubierto, y, finalmente, se estaban volando las casas que había alrededor de la plaza y no pudieron demolerse, y se estaban haciendo otros mil trabajos por todos los ramos quando, en 6 de mayo
del presente año (1809), se presentó el exército francés delante de la ciudad con intento de formar
su sitio, para lo qual habían hecho los preparativos más formidables, como si Gerona fuese una de
las mas fuertes plazas, etc.»
El 17 de marzo se presentó en Gerona el coronel del Cuerpo de Artillería D. Isidro de la Mata,
destinado de comandante de artillería de la plaza.
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Relación de los jefes y oficiales del Cuerpo de Artilleria que existieron durante el tercer sitio de
Gerona, con expresión de sus destinos4
Graduación
Brigadier, el coronel
Coronel, el capitán
Teniente coronel, ayudante mayor.
Capitán, el ayudante mayor
Capitán, el teniente
Nombres
Encargos que tuvieron durante el sitio
D. Isidro de la Mata
D. Pablo Miranda
D. Josef Taberné
Comandante de Artillería.
Mayor de brigada de Artillería.
Encargado de la artillería del castillo de Montjuich, desde que se evacuaron las
torres, hasta que se abandonó el castillo, y después oficial del Detall de la plaza.
Haciendo el servicio en el castillo desde que se empezó el sitio, hasta que se
evacuó, y después en la plaza.
Haciendo el servicio en la plaza, hasta que falleció de resultas de una herida
D. Josef Medrano
D. Salustiano Gerona
Teniente Coronel
D. Josef Betbezé
Encargado siempre de la artillería de los fuertes.
Teniente coronel, el subteniente de la compañía de Figueras
D. Narciso Serrast
Encargado siempre del laboratorio de mixtos y haciendo el servicio en la plaza.
Teniente coronel, el subteniente de la compañía formada en Gerona
Subteniente de la compañía formada en
Gerona
Teniente, el subteniente de la compañía
formada en Gerona
Guarda-almacenes.
D. Baudilio Mallol
Haciendo el servicio en la torre de San Luis y después en la plaza.
D. Josef del Orio.
Haciendo el servicio en la torre de San Narciso, hasta que le hirieron de cuyas
resultas murió.
Haciendo el servicio en la plaza
D. Manuel Ontañón
D. Francisco Torres
D. Josef Pasapera
Haciendo funciones de comisario
Oficiales de Infantería y de migueletes agregados á la artillería durante el sitio
Graduación
Teniente coronel, el capitán de migueletes
Capitán de migueletes graduado de teniente coronel
Capitán de migueletes
Capitán, el teniente de migueletes
Capitán, el teniente de migueletes
Subteniente de migueletes
Subteniente de migueletes
Capitán, el teniente del regimiento de Santa Fe.
Capitán de migueletes
Teniente, el subteniente de migueletes
Nombres
D. José Puig
D. José Doria
D.Buenaventura Campy
D. Francisco Quintana
D. Gaspar Bacó
D. Juan Doria
D. Andrés Pons
Encargos que tuvieron durante el sitio
Haciendo el servicio.
Idem.
Idem.
Idem.
Haciendo de ayudante.
Haciendo el servicio.
Haciendo el servicio en el castillo, hasta que le hirieron, de cuyas resultas falleció.
D. Santiago Navarrete
D. Antonio Cacesa
Haciendo el servicio
Haciendo el servicio en la plaza, hasta que le mataron
Haciendo el servicio
D. Isidoro Barnoya
TROPA
Artilleros de la compañía de Figueras y otros agregados ....................................................................... 278
Migueletes del tercer tercio de Gerona agregados á artillería ................................................................ 240
Marineros agregados á artillería............................................................................................................ 130
SUMA..................................................................................................................... 648
4
Del Diario de D. Pablo Miranda.
49
Artillería con que contaba Gerona al comenzar el tercer sitio
Calibres
Cañones de á 24 de ordenanza
Idem de 24 cortos ó barrefosos
Idem de 16 de ordenanza
Idem de 12 largos
Idem de 12 cortos ó aligerados
Idem de 8 ídem
Cañones de 4 largos
Idem de 4 cortos ó aligerados
Obuses de 8 pulgadas francesas
Idem de 6 ídem íd
Morteros cónicos de á 12
Idem de ordenanza de á 12
Idem de cónicos de 10
Idem de ordenanaza de á 9
Idem de íd de á 6
Pedrero de 18 pulgadas
Idem de 10 íd.
NÚMERO TOTAL DE PIEZAS
Número de piezas
12
3
27
14
15
25
11
28
11
18
2
15
7
3
3
1
1
196
TERCER SITIO DE GERONA
Imposible nos es encerrar en los estrechos límites de este escrito una relación circunstanciada de
lo acaecido en Gerona, día por día, desde el 6 de mayo al 11 de diciembre de 1809: aunque en todos
ellos la artillería jugó, como es natural, el papel más importante en la defensa de la plaza, señalaremos los sucesos más notables para que sean más inteligibles los sucesos en que tomó parte.
El 6 de mayo hizo la guarnición una salida de reconocimiento á consecuencia de haberse presentado los franceses por el Noroeste de la población; la salida llevaba artillería de campaña, mandada
por el teniente coronel D. Pablo Miranda y el teniente D. Salustiano Gerona, que se batió con la francesa hasta que se ordenó la entrada en la plaza.
Desde este día, las fuerzas francesas que iban llegando al cerco se dedicaban á hacer barracas para
la tropa y oficiales, y poco á poco fueron cercando la ciudad, fuera del alcance del cañón, dejando,
por escasez de gente, un gran trozo sin cubrir hacia el camino de Barcelona, por donde recibía la población algunos víveres de los pueblos cercanos.
Los primeros días dirigió el sitio el General francés Reille, hasta el 12 de mayo, en que tomó el
mando el General Verdier, quien llegó á reunir alrededor de la plaza 18.000 hombres, según afirmación del General Saint-Cyr, que quedó mandando un ejército de observación para evitar que algún
cuerpo español inquietase á los sitiadores.
El 19 de mayo se dió á conocer al General Alvarez, como Mariscal de campo de los ejércitos nacionales.
Todo el mes de mayo lo dedicaron los franceses á reunir alrededor de la plaza su tren de sitio, compuesto de 49 cañones de grueso calibre, 14 morteros, seis obuses y dos pedreros, municionados con
600 disparos por pieza.
50
El día 24 cortaron los franceses una acequia que, derivada del Ter, servía para mover dos molinos
harineros, llenar los fosos de la plaza y limpiar la población. La falta de los molinos fué muy sentida,
porque aun cuando se construyeron otros movidos por caballerías, no daban harina suficiente para el
consumo, y llegó el caso de tenerse que repartir á la tropa trigo en grano, que tenían que machacar
sobre las piedras de la calle.
Verdier, desde el primer momento, formó el plan de un ataque en regla á la plaza por la parte del
Este, que es la que mira á la montaña, y como ésta es la más protegida por las pequeñas obras avanzadas que rodean la ciudad por ese límite, empezó por colocar baterías que batiesen las torres de San
Narciso y San Luis, las más próximas á su frente de ataque, y, para intimidar la población, colocaron
también una batería de morteros detrás de una altura llamada Puig den Roca, desde donde podían
bombardear toda la plaza, las torres ya dichas, y castillo de Montjuich.
El día 3 de junio fué herido el oficial de Artillería, teniente D. Josef del Orio, que de resultas falleció el 13 del mismo mes.
Hasta las doce de la noche del 13 al 14 de junio, las operaciones del sitio se limitaron á escaramuzas
entre los defensores, que procuraban impedir los trabajos de los sitiadores, y las guerrillas exteriores al
ejército de circunvalación, que, aprovechando todos los descuidos del enemigo, no le dejaban atacar la
plaza con tranquilidad. A las doce de la noche del día 13 rompió el fuego contra la plaza la batería de
morteros, que no cesó en toda ella, y al amanecer comenzó el ataque otra batería, situada en la altura de
Tramunt, compuesta de Ocho cañones de 24 y dos obuses. El fuego se dirigió principalmente contra las
torres de San Luis y San Narciso, siendo destruídos en seis días aquellos sencillos torreones.
Para formarnos idea de lo que debió ser el bombardeo, baste decir que el día 18 habían caído en
la plaza como 3.000 bombas, siendo el sitio donde estaba el parque de artillería uno de los más castigados.
Las torres de San Narciso y San Luis quedaron completamente arrasadas el día 19 y no pudiendo
sostenerse las guarniciones al descubierto, la de San Narciso se retiró al castillo de Montjuich, y la de
San Luis á la torre de San Daniel, que eran los puntos defendidos más cercanos; pero antes salvaron
la artillería que se pudo, clavando la que no fué posible retirar.
Concentró el enemigo sus fuegos sobre la torre de San Daniel, no más fuerte ni de mejores condiciones defensivas que las otras dos, y en poco más de veinticuatro horas logró desmontar sus piezas
y casi arrasarla, por lo que la guarnición se vió precisada á retirarse al castillo de Montjuich, después
de clavar tres piezas que tuvo que abandonar y volar el repuesto de municiones.
El teniente coronel Miranda dice en su diario de operaciones que, para demoler las tres torres, el
enemigo consumió 6.000 balas y 500 granadas.
El 22 de junio ocupó el enemigo las tres torres destruídas, y, no teniendo ya nada que estorbase
el ataque al castillo de Montjuich, lo comenzó en toda regla, construyendo la primera paralela según
las reglas mejores en aquel tiempo, llegando, por trabajos de zapa y demás, hasta coronar el glasis de
la luneta del frente atacado, que era el que miraba al Norte.
No por esto se dejaba ni un solo día de bombardear la plaza con los morteros de «den Roca», con
más ó menos intensidad, pero siempre eficazmente, pues en los de fuego menos vivo se recibían de
60 á 70 bombas, y hubo día que dispararon hasta 500. El 25 de junio habían caído en la plaza 5.000,
según cuenta que se llevaba, pues todas se anunciaban al vecindario por un toque especial de la campana mayor de la catedral.
51
El 17 de mayo anterior fué herido el teniente D. Baudilio Mallol, subteniente de Artillería y defensor de la torre de San Luis, el cual logró curar de su herida.
Concentrado el fuego del enemigo sólo sobre el castillo, dice D. Pablo Miranda: «Se trabaja incesantemente por parte del Cuerpo en aprontar los materiales y demás pertrechos necesarios para la mejor defensa; también se ha subido un cañón de 24 desde la plaza al castillo, con motivo de hallarse
desfogonado el que había en él; asimismo se toman las disposiciones convenientes para defender la
brecha que intentan formar y se aumentan las defensas del frente de ataque con los fuegos dispuestos
en el reducto del Cabildo, fuertes del Calvario y Condestable. Tan acertadas fueron las disposiciones
tomadas en los fuertes y castillo para emplazar nuestra artillería, que pronto hubo ocasión de demostrar su eficacia.
El día 1.º de junio fué herido en Montjuich el capitán de Artillería D. Josef Taberné, y contuso el
teniente del mismo Cuerpo D. Josef Medrano, únicos que había en la fortaleza, hecha de los oficiales agregados; pero ambos curaron de sus lesiones.
Como los sitiadores llegaron á emplazar contra el castillo de Montjuich 52 piezas, se comprende
que fueran inútiles cuantos trabajos hacían los sitiados durante las noches para retirar los escombros
de los fosos, á fin de dejar menos practicable la brecha, batida directamente por 20 cañones de 24 y
dos obuses, de suerte que el 3 de julio estaba destruída la cara derecha del baluarte del Norte y casi
todo él, formando una brecha del largo de la cara, y era ya imposible á los defensores permanecer en
un puesto batido, no sólo por la artillería, sino por los fuegos de fusil, sin que hubiese en él paraje
dónde guarecerse.
En la relación de hechos del 5 de julio dice D. Pablo Miranda en su diario: «Continúa del mismo
modo el incomparable fuego de las cuarenta y tantas piezas que baten el castillo, y sólo la constancia
y respeto que infunde a los sitiadores el heroico valor de sus defensores y el escarmiento sufrido en la
noche anterior (en que rechazaron un fuerte ataque) les obliga á quererlo reducir á escombros, sin
duda para precisar á sus defensores á que lo abandonen, como las torres». Y más adelante: «Se siguen
tomando las medidas más eficaces para oponer a los contrarios los mayores obstáculos en los ataques
que puedan intentar, tanto con caballos de frisa, barriles fulminantes, abrigos, bombas arrojadizas, sacos á fuego, polladas y demás medios de defensa, auxiliados poderosamente por la mayor parte de los
obuses y morteros de la p1aza, cuyos fuegos no cesan un momento de molestar á los sitiadores en sus
diferentes posiciones y baterías, no obstante tener que sufrir bastante por el fuego de la batería de
morteros de “den Roca”, y la de cañones y obuses de la falda del Puig, quienes durante el día no han
cesado de hacerlo con suma viveza á los baluartes de San Pedro y Figuerola y á la muralla de San Narciso, habiendo arrojado 144 bombas y 100 granadas, no pudiendo llevarse cuenta del número de balas por ser crecidísimo».
Mucho debió contribuir á la defensa de la brecha de Montjuich un terraplén que construyeron los
artilleros en la muralla del frente de ataque, hacia el lado derecho del frente del baluarte batido, además de otra cortadura con foso y parapeto para dos cañones de á 4, con objeto, no sólo de flanquear
la gran brecha, sino de enfilar y barrer la cresta de la misma.
Durante la noche del 7 al 8 de julio todas las baterías de los sitiadores hicieron un fuego vivísimo
contra la plaza, y sobre todo sobre el castillo, para preparar el asalto que tenían proyectado.
A las tres de la mañana, tres fuertes columnas francesas de unos 5.000 hombres, á las órdenes del
General Beurman, atacaron por dos puntos distintos el castillo, mientras la tercera amenazaba las comunicaciones con la plaza, para impedir la retirada de la guarnición, por más que esta medida fué innecesaria, toda vez que los defensores de Montjuich, lejos de pensar en retirarse, lo que hicieron fué
52
defender como leones la brecha y punto atacado del revellín, repeler por tres veces los asaltos del enemigo, ejecutados por sus mejores tropas, y hacerlos retirar á sus atrincheramientos, con unas 1.500
bajas, según las versiones más verosímiles.
Don Pablo Miranda dice en su diario: «El valor y serenidad de la guarnición del castillo, inmortalizando su fama, fué la que lo defendió con el más imponente fuego de fusilería, artillería y granadas de mano, polladas y demás fuegos de artificio, y en particular el acertado fuego que hicieron el
capitán D. Josef Taberné y el teniente D. Josef Medrano, el primero con el mortero situado detrás de
la cortadura, y el segundo con un cañón de á 4 que había en la cortadura inmediata ángulo del flanco que enfilaba la brecha, y servido con el mayor valor causó mucho estrago en el enemigo, no menor el originado por la metralla menuda que arrojaban los obuses del revellín y tambor del puente de
comunicación.»
Quien no vió la alegría y el entusiasmo de los gerundenses al mirar desde las murallas, al rojizo
clarear del sol naciente, á los franceses huir montaña abajo, no puede comprender el delirio de gozo
que cabe en el corazón de un pueblo. Sin hacer caso de las bombas que, como lluvia, caían sobre la
ciudad, todo el mundo se subió á las murallas, á los terrados y azoteas, para gozar del espectáculo; las
aclamaciones llenaban el espacio, dominando las descargas de los cañones: eran gritos salidos del
alma. Los repiques de fiesta no dejaban oir el toque de fuego, y cuando el Gobernador, seguido de su
ayudante, del comandante de Ingenieros, de la cruzada gerundense y de las señoras de Santa Bárbara (que iban á buscar heridos), salieron por la puerta de la plaza para subir al castillo, estallaron nuevos gritos de victoria, y eran de ver el abrazarse unos á otros, los lloros de alegría, el renovar los sagrados juramentos de portarse todos como lo habían hecho los defensores del castillo. Ya el General estaba dentro del fuerte repartiendo alabanzas y mercedes, y aún salía por la puerta gran gentío, sin
acordarse del peligro que corrían, para saludar las piedras del castillo enrojecidas con la sangre de los
enemigos de la Patria.
El escarmiento de los franceses fué grande, era la segunda vez que con brecha abierta y practicable habían sido rechazadas las mejores tropas sitiadoras, y así se comprende que no intentaran una
tercera embestida, hasta que el castillo fuese más que un montón de ruinas, y para conseguirlo, establecieron nuevas baterías, batiendo el fuerte con 58 cañones, cuatro obuses y ocho morteros, que dispararon 23.150 balas, 3.092 granadas y 2.500 bombas, á pesar de lo cual, el castillo se defendió hasta el día 11 de agosto, en que no habiendo ya en él sitio alguno en que guarecerse, siendo todo un
montón de escombros retirada cuanta artillería se pudo, por no ser posible hacer uso de ella, y viendo los preparativos que hacía el enemigo de grandes columnas de infantería, que indicaban la inminencia de un tercer asalto, absolutamente imposible de rechazar, un Consejo de guerra de los jefes del
fuerte decidió su abandono, retirándose la guarnición á la plaza á las seis y media de la tarde, á la vista del enemigo, que no osó inquietarlos, habiendo antes clavado las pocas piezas que quedaban é inutilizando sus cureñas. Lleváronse los soldados en su retirada los víveres que restaban, las granadas de
mano y los fuegos artificiales, permaneciendo en el castillo los oficiales de Artillería D. Josef Taberné
y D. Josef Medrano, hasta dar fuego al almacén de pólvora y repuesto de municiones. El almacén de
pólvora no voló por estar los lanzafuegos húmedos; pues el capitán Taberné aseguró que por dos veces él mismo prendió el fuego, y los dejó encendidos á su salida.
Cuando el enemigo se convenció de que estaba abandonado el castillo, con grandes precauciones
subieron al fuerte por sus tres brechas y tomaron posesión de él con gran contentamiento del ejército sitiador, que esperaba la rendición de la plaza á los pocos días.
La defensa de este castillo siempre servirá de ejemplo en la historia de los pueblos. El General Alvarez, á pesar de su excesivo rigor, no pudo menos de decir al General Coupigny, al darle parte : «Todos son héroes».
53
Don Pablo Miranda dice en su Diario: «De este modo se posesionaron los sitiadores del inmortal
castillo de Montjuich, ó, por mejor decir, de aquel cúmulo de ruinas que transmitirán á la posteridad
el heroico valor, constancia y sufrimiento de la ínclita guarnición de Gerona, la que perdió en su defensa más de 1.200 hombres entre muertos y heridos, número mayor del que componía la guarnición de él, habiéndole costado á los contrarios más sangre, tiempo y trabajo que la toma de una plaza fuerte, sin haber conseguido apoderarse de sus inmortales defensores, ni de más artillería que 17
cañones, dos obuses y dos morteros, todos clavados, y parte de dichas piezas inútiles, así como todos
sus montajes, sin más municiones y efectos que parte del sinnúmero de balas arrojadas contra las brechas, y la poca pólvora que quedó en el almacén, y no se voló. Además, les costó construir 20 baterías, de las que se computa arrojaron 23.130 balas, 3.100 granadas, 2.600 bombas y un sinnúmero
de granadas de mano, cascos y piedras, en los sesenta días que duró el fuego, estando treinta y siete
de ellos con una gran brecha abierta por donde podían subir 50 hombres de frente, y posteriormente llegó á tener otras dos practicables, y demolidos tres de sus cuatro baluartes con las defensas de sus
cortinas, siendo tan deplorable la situación del castillo, que al fin no había puestos en que colocar las
centinelas, sin que al momento no fueran muertas: destruídas las cortaduras, sin fuego los flancos y
alojados los enemigos hacía siete días en el revellín y foso, y, últimamente, al pie de las brechas, de
modo que la primera noticia que se hubiera tenido del asalto, hubiera sido el verlos dentro, y, aun en
semejante estado, se hubieran defendido más, á no ser por observarse las disposiciones y movimientos que, últimamente, hacía el enemigo para su asalto, el cual, siendo imposible de resistir, obligó á
sus defensores á evacuar el castillo en el estado en que jamás, quizá, se habrá visto otro alguno».
Estos renglones de un testigo presencial y de calidad, que no fué defensor especial de Montjuich,
dicen más que cuantas alabanzas se puedan escribir de su heroica guarnición.
Queda Gerona expuesta á la vista y fuegos de sus sitiadores: ya sólo la defienden sus débiles murallas, incapaces de resistir los embates de toda la artillería enemiga, que cambia de posición para reconcentrar sus fuegos sobre el punto que le parece más débil; ya el General sitiador tiene por seguro
hacerse dueño de Gerona en pocos días, y así lo comunica á su Emperador: mas no cuenta con que
dentro de Gerona se han refugiado los defensores de Montjuich, y que los demás han jurado sobrepujar, ó, á lo menos, igualar en valor á aquellos héroes; de nada le sirve destruir en pocos días los lienzos de muralla, pues detrás de ellos están los pechos de sus defensores, más fuertes que las rocas de
sus muros, como hermanos que eran de aquéllos que en Zaragoza inmortalizaron el nombre de España pocos meses antes.
Continuemos el relato del sitio.
La situación del ejército francés, una vez en posesión del lugar en que estuvieron las torres y castillo de Montjuich, era muy superior á la defensa, porque todo el campo de que disponían dominaba completamente la plaza, y hasta el foso y camino cubierto del castillo constituían una magnífica
primera paralela para el ataque á la ciudad. En ella se basaron para establecer sus primeras baterías
ofensivas, perfectamente resguardadas por su misma dominación, ventaja tanto más apreciable, cuanto que siendo roca gran parte del suelo que pisaban, para sus trabajos de zapa se veían obligados á
traer tierra de puntos lejanos, ya que no era fácil hacer ninguna clase de excavación.
Tan pronto como emplazaron sus baterías, comenzaron fuego vivísimo sobre la plaza, hasta el extremo de que no había cañón que hiciera un disparo en muralla ó baluarte que no quedara al punto desmontado, y hasta la noche no era posible cambiar la cureña destrozada por otra en estado de servicio.
Los franceses, como disponían de mucha y gruesa artillería, intentaron abrir brecha á la vez sobre
la muralla de San Cristóbal, baluarte de San Pedro, Puerta de Francia y muralla y cortadura de Santa Lucía: á esta dispersión del fuego se debió que el 20 de agosto no hubieran aún logrado abrir bre54
cha en la plaza; pero, en cambio, empezó á desmoronarse parte del parapeto del fuerte avanzado del
Calvario, que también se propusieron tomar los franceses para que no les molestase con sus fuegos de
revés cuando intentaran el asalto. En la plaza trataban de contrarrestar la dominación de las baterías
francesas, situando piezas en los puntos más altos, y así se pensó emplazar tres cañones de 16 en el
piso principal del cuartel de los Alemanes, que ya estaba algo destruído por el fuego del enemigo; pero
éste debió notar algún movimiento por aquella parte, pues rompió el fuego sobre el cuartel, se derrumbó sobre las piezas, tapándolas con los escombros antes de que se hubieran empleado.
Otro de los puntos más altos de la ciudad eran las bóvedas de la catedral, y sobre ella se pensó en
colocar algunas bocas de fuego, á cuyo efecto se empezó á echar tierra encima para igualar el piso y
formar las explanadas de dos piezas de á 12, pero tampoco dió resultado este sistema, que era poco
eficaz por lo descubierto que quedaba, y porque las bombas francesas desmontaron en seguida uno
de los cañones, y hasta hubieran destruído la catedral en poco tiempo.
En 17 de agosto recibió la guarnición un refuerzo de 700 hombres que entraron por la parte izquierda del río Ter: eran voluntarios de una división española que estaba en Olot. Este refuerzo fué
muy útil porque la guarnición había sufrido muchas bajas, y siempre había sido escasa para las necesidades de la plaza.
Como la artillería de los baluartes y frentes atacados estaba dominada por los fuegos de la francesa, se hizo preciso retirarla de sus asentamientos para darle más útil colocación, y como á la vez y en
previsión de que el enemigo abriera brecha en los puntos batidos, se ejecutaban á toda prisa nuevas
defensas, con foso algunas de ellas, detrás de las murallas: allí tuvo aplicación esa artillería, que habría de emplearse en tiempo oportuno con sorprendente resultado. Con este fin se desartilló el baluarte de San Pedro, se retiró un cañón de San Cristóbal y se establecieron cuantas más defensas se
pudieron acumular para flanquear las futuras brechas, protegiendo á esta artillería con los lienzos de
muralla que no habían de ser derribados.
El día 29 de agosto había ya haciendo fuego sobre la plaza 33 piezas de grueso calibre, algunas situadas á menos distancia de tiro de fusil de los puntos batidos, de modo que no podía transcurrir mucho tiempo sin que Gerona tuviera brechas abiertas; mas como desde hacía varios días estaban batiendo las cortinas y baluartes de la plaza, el 24 de este mes de agosto fué herido de un balazo en la
cabeza el anciano artillero, el que meses antes tuvo el mando supremo de la plaza, y ahora era sólo un
combatiente, por deferencia del General Alvarez, en el baluarte de Sarracinas; puesto que mandaba,
aunque sólo había pedido servir como soldado, para que, á lo menos, su cuerpo sirviera de mantelete á más vigorosos defensores. La tradición nos pinta al General D. Joaquín de Mendoza haciéndose
conducir á su baluarte en silla de manos, ya que su avanzadísima edad le imposibilitaba ir por su pie,
y allí fué herido de muerte en el momento en que, asomado á la muralla, señalaba las posiciones enemigas.
En la Academia de Artillería existe el cuadro que acompañamos en fotografía para recuerdo de los
hechos gloriosos de este General, de memoria imperecedera en el Cuerpo.
Como el enemigo tenía un cerco bastante apretado alrededor de la plaza, sólo entraban de noche,
y burlando las avanzadas francesas, algunos paisanos con comestibles, atraídos por los crecidísimos
precios que alcanzaban los víveres, ya muy escasos; pero esto no bastaba, ni con mucho, á cubrir las
necesidades, y, como por otra parte, hasta al más lego en cuestiones militares no se le ocultaba que
desde la pérdida del castillo de Montjuich, la situación de la plaza era sumamente crítica, tanto el Gobernador militar como la Junta de Gobierno habían expresado á sus respectivos superiores la necesidad imprescindible de socorrer á la ciudad con víveres y obligar al enemigo á que levantaran el sitio.
Estos clamores de un pueblo heroico tuvieron resonancia en la nación, é hicieron que el General Bla55
ke, que mandaba en jefe por entonces el ejército de Cataluña, dispusiera el envío de un convoy á la
plaza, que entró felizmente en ella el día 1.º de septiembre, no sólo por las buenas disposiciones estratégicas y tácticas del citado General, sino por dos errores que cometió el General francés Gouvion
de Saint-Cyr, equivocando la situación del ejército español y desamparando la circunvalación de Gerona, precisamente en el punto por donde había de entrar el convoy.
Estaba éste constituído por 1.100 acémilas, custodiadas por unos 4.000 hombres y 300 caballos
al mando del General D. Jaime García Conde. Con la misma fortuna pudo retirarse la escolta y las
acémilas descargadas, habiendo dejado en la plaza un refuerzo de 2.790 hombres de infantería, que
eren muy necesarios para cubrir las muchas bajas de la escasa guarnición ; pues á no contarse, como
se contó, con el auxilio de todos los habitantes de ambos sexos, las fuerzas militares no habrían bastado para cubrir su extenso recinto.
Tan pronto como el enemigo se repuso de la sorpresa que le causó la entrada y salida del convoy,
continuó sus trabajos de sitio con tal actividad, que el día 13 de septiembre había 10 baterías haciendo fuego sobre la plaza, con el resultado que era de esperarse de tantos elementos acumulados, pues
ya amenazaban destrucción los muros atacados.
Ante la seguridad de que, de continuar esas baterías su obra demoledora, pronto tendrían los enemigos franca la entrada á la plaza, se hizo el día 15 una salida á fin de clavar ó inutilizar la artillería
de las baterías de brecha : la salida se compuso de unos 1.200 hombres, divididos en tres columnas.
Arremetieron con denuedo los nuestros á los defensores de las baterías, los hicieron huir hasta refugiarse en las ruinas de Montjuich, y á no ser porque una de las columnas retrocedió sin fundamento
alguno para ello hasta refugiarse en la plaza, cuyo movimiento siguieron las otras dos al poco tiempo, el destrozo hubiera sido grande, retardando considerablemente las operaciones del sitiador; pero
aquella retirada intempestiva fué la causa de que sólo tuviera tiempo una de las columnas de clavar
las piezas de tres baterías é incendiar algunos revestimientos, cosa que el enemigo remedió fácilmente, continuando en seguida su obra de demolición. El teniente coronel capitán de Artillería D. Josef
Taberné fué el encargado de acompañar la salida con algunos artilleros, que no tuvieron tiempo más
que para clavar artillería, destruir cinco cureñas y prender fuego á los cestones y faginas.
Las averías causadas en las obras enemigas fueron de poca consideración, y al día siguiente las habían reparado, cambiando por otros los cañones y cureñas inutilizados y continuando con más tesón
el fuego contra la plaza, que ya tenía iniciadas cuatro brechas, que pronto habrían de estar practicables. Estas se perfeccionaron en pocos días, de modo que en la mañana del día 19 de septiembre las
murallas de Gerona tenían cuatro grandes portillos, dos situados frente á los cuarteles nuevo y viejo
de Alemanes, otro en San Cristóbal y el último en Santa Lucía.
Los oficiales facultativos franceses estuvieron examinando las brechas para ver si estaban ya practicables, y con informe afirmativo se preparó el ejército sitiador al asalto simultáneo de todas ellas y
de los fuertes Calvario y Cabildo, que también estaban medio destruídos.
Formaron los franceses grandes columnas de asalto con lo más florido de su ejército, que se acumuló sobre este frente, desde toda la línea de circunvalación; mucho favorecía á los franceses la proximidad á que podían formar sus columnas de ataque al abrigo de las brechas que debían tomar al asalto; pero la plaza estaba prevenida, y observando los sitiados los movimientos extraordinarios del enemigo, cada cual, chico ó grande, hombre ó mujer, se dispuso á ocupar su puesto de combate; de modo
que, cuando á las cuatro de la tarde, la campana mayor de la catedral tocó á somatén y los tambores
generala, en un momento llegaron todos á sus puestos, dándose el caso de que á un tiempo acudieron
á las murallas atacantes y defensores como si acudiesen á un desafío concertado. Los defensores del
cuartel de Alemanes llegaron momentos más tarde que los franceses, que ya habían subido por la bre56
cha y alcanzado á un patio del cuartel nuevo; pero eso no fué obstáculo á la defensa, antes al contrario, atacando á la bayoneta los soldados de Ultonia y Borbón al redoble de sus tambores, los arrojaron
por la brecha abajo, quedando desde entonces los defensores tapándola con sus cuerpos, sin hacer caso
del fuego de fusil y cañón de las baterías enemigas. Varias veces intentaron los franceses renovar el ataque, pero siempre infructuosamente, dejando las rampas sembradas de cadáveres, sobre todo de jefes
y oficiales, que como marchaban á la cabeza para dar ejemplo, fueron los primeros en sucumbir.
En las otras dos brechas nunca llegaron los franceses á penetrar en la plaza, como por las de Alemanes, pues desde que comenzaron los asaltos era tal el número de granadas de mano, polladas y tiros de fusil disparados por los defensores, que raro era el francés que llegaba á la línea más alta de la
brecha, y en este caso bastaban las bayonetas para hacerlo rodar sin vida. Una, dos, tres y cuatro veces intentaron el asalto, siendo rechazados en todos con grandes pérdidas, hasta que, convencido el
General sitiador de la esterilidad de sus esfuerzos, y temiendo perder más gente inútilmente, ordenó
la retirada.
No tuvieron los franceses mejor suerte en los ataques que intentaron de los fuertes Calvario y Condestable, pues no sólo fueron rechazados en todos sus asaltos, sino que al iniciarse la retirada de los enemigos perseguida por la artillería de la plaza, hicieron una salida y les causaron bastantes pérdidas.
Los defensores demostraron este día que no desmerecían en valor de los que antes se habían batido en Montjuich, y el enemigo adquirió el convencimiento de que por la fuerza de las armas no tomaría á Gerona, por lo que desde el día siguiente cambió el sistema del asedio, y el sitio se transformó en bloqueo.
Los franceses tuvieron más de 1.200 bajas; la guarnición también tuvo muchas y muy sensibles,
no só1o por la cantidad, sino por la calidad de los caídos, jefes y oficiales distinguidísimos, que fueron muy sentidos de todos. El Cuerpo de Artillería, á pesar de su representación, muy reducida, tuvo
que llorar la pérdida del teniente D. Antonio Cacesa, que estaba de guardia en la brecha de San Cristóbal: la del capitán D. Salustiano Gerona, de guardia en la brecha de los Alemanes; la herida grave
del capitán D. Josef de Doria, de guardia en otra batería al lado de San Cristóbal , y por último, la
herida que sufrió al día siguiente el Brigadier teniente coronel de Artillería D. Pablo Miranda.
La muerte, que siguió á la herida del capitán Gerona, fué sentidísima, no sólo por sus compañeros, sino por el pueblo entero, cuyos habitantes lo habían visto siempre animoso, resuelto, arrebatado, temerario, incansable en el trabajo, multiplicándose para acudir á todos los puntos de peligro,
hasta el extremo de llamar la atención del ejército sitiador.
Era versión corriente en la plaza que el General Alvarez tenía gran confianza en este capitán, á
quien distinguía ostensiblemente, reconociendo en él dotes extraordinarias de energía y valor, al par
que profundos conocimientos de su arma. Era el jefe nato de todas las baterías de la plaza, porque
después de los dos jefes, era el de más graduación de los de dentro del recinto, y tan pronto daba disposiciones en uno como en otro punto de las murallas, siendo el más fiel ejecutor de las órdenes de
sus superiores.
El General Gómez de Arteche, en su Historia de la guerra de la Independencia, dice, hablando de
este oficial: «Mas, acaso, que la muerte de Marchal y Macarti fué llorada la del capitán de Artillería D.
Salustiano Gerona, defensor aquel día de la Torre Gironella». «Militar tan bravo, dice Blanch, como
inteligente, que vestido siempre de gala habían visto á todas horas los imperiales recorrer las fortificaciones y á veces apuntar contra ellos todos los cañones de la plaza». Era valiente, en efecto; activo, inteligente y pundonoroso, según Medrano, su compañero de armas, que al nombrarlo en su escrito dice
que no puede hacerlo sin conmoverse y tributarle el elogio que la amistad y la justicia exigen.
57
Fué herido al arrojar sobre los enemigos que asaltaban la Torre granadas de mano, sacos de foso y
todo género de proyectiles, dejando el cargo de la defensa al intendente don Carlos Beramendi, que
la acabó felizmente: murió en el hospital, recomendando á sus camaradas el cumplimiento de sus deberes en tan solemne ocasión. Cuentan que, al sentirse herido, arrojó su espada de punta contra los
enemigos más inmediatos.
El autor de esta historia halló en Gerona tan viva la memoria de este oficial, que comprendió
era, después de Alvarez, uno de los más populares, bien por su valor, que ciertamente debió revelarse como extraordinario, bien por una arrogancia que haría hasta plausible la coincidencia de su
apellido. Corría por allí la tradición de que, situado en lo alto de las brechas con su arma favorita
en las manos, una granada, exclamaba: «Gerona salvará á Gerona, ó se sepultará en las ruinas de
Gerona».
Don Emilio Grahit , en su Reseña histórica de los sitios de Gerona, se expresa en los siguientes términos: «D. Salustiano Gerona era uno de los oficiales mas distinguidos de la guarnición de Gerona.
Samaniego, en su Memorial, le aplicó los dictados de famoso é insigne capitán. Su fama como excelente artillero no era infundada. Cuéntase que á veces se entretenía mandando á una señal disparar
varios cañones que el mismo había apuntado previamente, de cuya suerte lograba desmontar muchas
piezas enemigas, haciendo de este modo callar, en cierta ocasión, los fuegos de una batería del sitiador. Recorría á todas horas, así de día como de noche, el recinto de la plaza, vestido casi siempre de
riguroso uniforme, en el que comprendiéndose el sombrero con galón de oro, era luego conocido de
los sitiadores, quienes al entrar en Gerona después de la capitulación, preguntaron por el oficial de
Artillería del sombrero con galón. Mientras estuvo en la Torre Gironella tiraba contra los asaltantes
las granadas de mano y hacía rodar y despeñar las de ocho pulgadas, que no podía arrojar. No quedando ningún proyectil para echar á los enemigos, arrojó de punta, al sentirse mortalmente herido,
con furia, su propio sable».
Bien puede el Cuerpo de Artillería enorgullecerse de haber contado en su escala héroe que fué reconocido como tal por todos los que le conocieron, y cuya memoria perduró tan viva en el corazón
de los gerundenses muchos años después de su gloriosa muerte.
En cuanto al Cuerpo de Artillería en general, probado queda su valeroso comportamiento en este
día con sólo considerar el resultado obtenido con la escasa artillería que se había colocado detrás de
las brechas para su defensa y por el hecho de haber sido muertos ó heridos tres de los cuatro oficiales encargados de su defensa.
Todos los relatos de la época, escritos por testigos presenciales, están contestes en afirmar que ni
uno solo de los habitantes de Gerona dejó de acudir á la defensa en la medida de sus fuerzas, no siendo las mujeres las que menos heroicamente se portaron: la Compañía de Señoras de Santa Bárbara
tuvo cuatro bajas.
BLOQUEO DE GERONA
El General francés se convenció de que para tomar á Gerona á viva fuerza había de perder lo más
florido de su ejército, si es que lograba conseguirlo, y como había aprendido por el ejemplo de Zaragoza que las ciudades abiertas de España se defendían como plazas fuertes, decidió rendir la ciudad
por hambre, ya que conocía la escasez de víveres que había empezado á reinar en la plaza. Un convoy
de víveres que se preparó pocos días después del asalto, no logró entrar en Gerona más que 250 acémilas cargadas de harina y galleta; el resto cayó en poder del enemigo, y después fué imposible recibir ningún otro socorro.
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Los franceses se limitaban á sostener el más riguroso bloqueo y á tirar á la plaza una bomba
cada hora.
Empezó á sentirse el hambre, y con ella la calamidad hermana, que es la peste; se agotaron las medicinas y no era posible curar los heridos ni impedir la propagación de la gangrena hospitalaria, que
nace donde no puede lograrse la antisepsia: la población pobre, especialmente los refugiados del campo que no tenían recursos, sucumbieron casi todos; la tropa se sostenía con un cuarterón de pan cada
dos días, sin grasa de ninguna especie; los oficiales, ó comían distribuídos por las casas, ó recibían dos
pesetas diarias que entregaron, mediante derrama voluntaria, los más acomodados de la población; la
falta de carne obligó á utilizar la de caballo, siendo el del General Alvarez de Castro el primero que
se sacrificó; agotado este recurso se sacrificaron mulos y burros, y hasta esta carne estuvo ya tan escasa, que sólo se daba á los enfermos de los hospitales. Como el enemigo se apoderó del cementerio, situado fuera de la población, fué preciso enterrar dentro de ella, y como esto se hacía mal, el olor de
carne en putrefacción cundió por la ciudad de tal modo, que infestó la atmósfera y hasta los árboles
y las plantas se resintieron en su vitalidad. En los últimos tiempos, no había ya ni quien enterrara los
cadáveres, y la debilidad de todos era tan grande que los soldados caían muertos estando de centinela. Habían desaparecido de Gerona toda clase de animales, aun los más inmundos, y los poquísimos
víveres que había se cotizaban á precios fabulosos. El enemigo aprovechaba todas las ocasiones para
hacer entrar en la población papeles subversivos aconsejando la rendición, amenazando, en caso contrario, con el exterminio hasta de las mujeres y niños; pero nada fue bastante á hacer variar la línea
de conducta del Gobernador D. Mariano Alvarez de Castro, que había jurado no entregar la plaza, y
lo cumplía, rechazando cuantos parlamentarios enviaba el enemigo.
Decía que lo mismo era morir de una herida que de hambre, y que en todo había que pensar, menos en rendirse; mas el hombre no puede prescindir de su naturaleza carnal: el cuerpo es una máquina que exige alimento y si no lo tiene avisa con fuerza irresistible, hasta que cae en la enfermedad,
precursora de la muerte. El General Alvarez también sucumbió á la enfermedad; su alma de hierro
tuvo que doblegarse á la flaqueza del cuerpo, y en cuanto por estar gravísimo (hasta el extremo que
le fueron administrados los últimos Sacramentos) hizo entrega del mando, comenzaron las negociaciones que dieron por resultado la rendición de la plaza el día 10 de diciembre de 1809, después de
siete meses de un sitio en que sus defensores supieron colocar su fama á altura sólo comparable á las
de Numancia y Sagunto, no igualadas en ninguna otra nación del mundo.
La figura del General Alvarez, nunca bastante ponderada en la Historia, descuella sobre la de todos
los defensores, no sólo como un gran General, sino como un sugestionador que logró infundir en las
multitudes su propio espíritu, hasta el punto de que aun en
situación tan desesperada, todavía hubo quien pensara que
la plaza no se había defendido bien, puesto que quedaban
algunos con vida.
La guerra de la Independencia nos muestra en la Historia dos grandes sitios, entre otros muchos admirables: Zaragoza y Gerona; en ambos se comprobó lo mucho que puede hacer un pueblo cuando combate por su Religión y por
su Patria, y en defensa de sus propios hogares; mas aunque
las comparaciones son odiosas, según antiguo refrán, y sólo
deben medirse con la misma unidad cantidades homogéneas, ha de permitírsenos hacer una somera comparación de
ambos sitios, ya que el tiempo transcurrido nos permite juzgar hoy con entera imparcialidad, sólo para apreciar su importancia relativa, desde el punto de vista del arte militar.
59
Zaragoza, como ciudad abierta, nos brinda el ejemplo del más sublime é irreflexivo; quiere combatir, y combate decidida á sucumbir, pero sucumbir matando; si en ella no hay murallas, hay pechos,
que si reciben balas, también sostienen el fusil que las dispara; suplen á los parapetos las paredes y los
tabiques de las casas, y en tanto que las derrumben todas, se pueden matar muchos enemigos desde
todos los boquetes, que son en estos casos magníficas aspilleras; si una calle se pierde, queda otra detrás que será defendida con el mismo tesón hasta lograr el fin ansiado: matar el mayor número posible
de enemigos de la Religión y de la Patria; si las mujeres todas no saben disparar, sirven para cargar fusiles de los muertos, y así un solo hombre vale por dos, y una mujer llena el lugar de un hombre; cuando las municiones se acaban, los niños, con sus ágiles piernas y su valor irreflexivo, atraviesan, sin miedo ni zozobra, los puntos de mayor peligro, regresando con las deseadas balas y pólvora; el único deseo unánime es matar, sin ocuparse de la vida propia; las exhortaciones religiosas y el amor al hogar y
á la Patria, han convertido en héroes á todos los zaragozanos, y no es milagro, siendo españoles, que
como tal se portaran. Mas en el relato del sitio de Zaragoza, que encanta, conmueve y conforta el espíritu del que lo lee, hasta el punto de que el lector más tímido se cree capaz y desea que se le presente ocasión de hacer algo análogo para gozar de la aureola de gloria con que él mismo corona á pueblo
tan invicto, poca, muy poca enseñanza saca a el arte militar, salvo la demostración ya indicada del poderío de un pueblo unánime con las mismas convicciones y la misma fe.
En el sitio de Gerona, por el contrario, se lograron muchas enseñanzas. En ambos pueblos se prodigó el mismo valor heroico; animados por la misma unidad de creencias, mostraron la misma decisión para el combate; pero Gerona, como plaza fuerte (relativamente), pudo poner en práctica cuantos recursos enseñaba en aquel tiempo la defensa de plazas, y así vemos que, dentro de la escasez de
recursos existentes, se empieza por preparar toda la artillería; se reparan las fortificaciones; se improvisan talleres de recomposición; se arma al pueblo con cuantas armas de fuego se pueden conseguir,
organizándolo en unidades; se fabrican chuzos para los que no posean otra clase de armas; se forman
compañías de señoras para socorrer heridos, llevar municiones y animar los hombres con su presencia; antes de que caiga destruído un lienzo de muralla, ya está prevenida la defensa que ha de substituirle; cada noche se reparan los desperfectos que hizo el fuego enemigo durante el día; la artillería
cambia de lugar cuantas veces es necesario para acumular fuegos en un punto preciso, ó para retirarla de donde podía ser destruída con facilidad y sin efecto útil; se hacen cuantas salidas son posibles,
ya para destruir obras, ya para proteger la entrada de víveres y refuerzos; llegados los momentos supremos del asalto, los defensores, no sólo cubren con su cuerpo las brechas, sino que salen por ellas
Lápida que el Cuerpo de Artillería dedica a sus antecesores fallecidos en los gloriosos sitios de Gerona en 1809.
60
para perseguir al asaltante fugitivo, y por último, cuando es
preciso demostrar otra clase de
valor, el estóico necesario para
ver venir la muerte paso á paso,
hora á hora y minuto á minuto, nadie vacila ni da á conocer
al enemigo la situación penosísima, antes se rechazan todos
los parlamentarios y aun los víveres, que por sarcasmo, no por
humanidad, ofrecen las avanzadas sitiadoras.
Lástima grande fué que
nuestra flaqueza impidiera socorrer debidamente defensores tan
heroicos, que durante siete meses consecutivos aguardaron el
auxilio de sus hermanos, y oprime el alma la triste suerte que
cupo al hombre grande, al caudillo sin igual, base en donde
descansó defensa tan gloriosa,
que al fin sucumbió miserablemente en una cuadra, abandonado de todo auxilio humano,
escarnecido, vilipendiado, por
los que no habían podido vencerle, dando lugar con tan infame conducta, que se le crea traiEscaneado por la Secretaría del Arma de Artillería del Tomo VIII, Serie V año 64
doramente envenenado.
del Memorial de Artillería
Cuantos monumentos levante la Patria á la memoria de este grande hombre, serán pocos para demostrar á las generaciones
futuras los altos merecimientos de tan esclarecido granadino.
El Cuerpo de Artillería, profundo admirador del Gran Alvarez de Castro, cree que contribuye, en
la medida de sus fuerzas, á honrar su altísima memoria, conmemorando el centenario de aquellos artilleros, también héroes, que combatieron á sus órdenes hasta perder la vida, pues cuanto más se ensalce á los que reflejaron su heroísmo, más resplandecerá la magnífica figura del caudillo que sobrepujó á todos en grandeza de ánimo, valor, abnegación y sufrimientos.
Con esta idea se ha pensado en colocar en Gerona, en el sitio que el Ayuntamiento determine,
una sencilla lápida de bronce, escasa de valor intrínseco, pero rica por ser testimonio de admiración
y gratitud de todos los oficiales que forman hoy el escalafón del Cuerpo de Artillería de España.
61
LA CELEBRACIÓN DEL PRIMER
CENTENARIO DE LA GESTA DEL DOS
DE MAYO POR EL CUERPO DE ARTILLERÍA
D. MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ BENEDICTO
Teniente Coronel de Artillería
Sean mis primeras palabras de profundo respeto y admiración por todos aquellos que con su esfuerzo, trabajo y dedicación contribuyeron a la celebración del Primer Centenario.
Este artículo pretende hacer un resumen de cómo celebró la Artillería Española el primer centenario del Dos de Mayo, para la realización del mismo se ha tomado como fuente el Memorial de Artillería.
ANTECEDENTES
El Coronel D. Leoncio Mas, Director del Memorial de Artillería en noviembre de 1907, se dirige por carta a D. Juan Pérez de Guzmán, Académico de la Historia, para que escriba un artículo sobre Daoiz y Velarde, que sea digno por su importancia y por su firma, para la celebración del Centenario. En 1808 se publico el artículo «LOS ARTILLEROS DE MONTELEÓN» del Académico anteriormente citado.
Meses antes de la celebración del centenario ya existía en el ánimo de Jefes y Oficiales de Artillería recordar de una manera muy especial no solo el sentimiento de veneración hacia sus héroes, sino
«La necesidad de confortar con el recuerdo de la gloriosa epopeya el alma nacional, abatida por inmerecidos infortunios».Después de la celebración de la festividad de Santa Bárbara de 1907, se reunieron en Madrid bajo la presidencia del General de División D. Enrique Hore, Comandante General del Arma de la Primera Región, todos los Coroneles del Arma residentes en Madrid; de esta reunión salió un Comisión Gestora de cuatro Coroneles, entre ellos el Director del Memorial de
Artillería, D. Leoncio Mas, y un Teniente Coronel como secretario.
La comisión dirigió a todos los Coroneles del Cuerpo y primeros Jefes de dependencia una circular para obtener la adhesión de todos los Jefes y Oficiales, en ella se recababa también apoyo material, ideas y poderes para la comisión. En la reunión del 19 de enero de 1908, la Comisión Gestora
se convirtió en Ejecutiva acordando los puntos esenciales de los actos, sin perjuicio de adherirse a
cuantos otros realizasen otras colectividades o entidades y que debían consistir, principalmente, en
dos actos bien ostensibles y emanados de una sola iniciativa:
1.º Una misa celebrada el día 2 en el mismo Arco de Monteleón y a la misma hora en que ocurrieron los sucesos y en la que, en espíritu estuviese todo el Cuerpo representado por el mayor número de oficiales y enseñas de todas las Unidades.
2.º Asistencia masiva de todos los artilleros convocados en Madrid a la colocación de la primera
piedra del monumento que debía erigirse frente al Alcázar de Segovia en cumplimiento de lo decretado por las cortes de la Regencia el 7 de julio de 1812.
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Estos acuerdos, una vez puestos en conocimiento del General Jefe de la Sección de Artillería, del Sr. Ministro de la Guerra y de
S.M. el Rey, fueron aprobados. Posteriormente, entraron a formar parte de la Comisión,
por sus aptitudes artísticas el Teniente Coronel D. Antonio Tavira y, a petición del Alcalde de Madrid, el Coronel más antiguo de la
capital del reino D. Basilio Fernández, el cual
había solicitado a su Ayuntamiento,»la conservación del arco de la plaza del Dos de
Mayo» último vestigio que quedaba del famoso Parque de Monteleón con lo que quedaba así asegurada la compenetración del cuerpo de Artillería
y del pueblo de Madrid en la celebración.
En cuanto a los recursos para hacer frente a los gastos «Fue acuerdo firme y cerrado desde los primeros momentos que todos los gastos de los festejos y actos conmemorativos se costeasen, hasta el
último céntimo, por el peculio particular de Jefes y Oficiales, con la excepcional aportación de la Sra
Condesa de Bornos, como descendiente del primer Capitán de Artillería Francisco Ramírez de Madrid».
ACTOS EN MADRID
Programa Oficial
La misa en el Arco de Monteleón recoge el primer punto aprobado por la Comisión del Centenario.
La plaza del dos de mayo, en cuyo centro se conserva aislado, el histórico Arco, se encontraba totalmente transformada: los balcones lucían colgaduras y adornos, las entradas de las calles que dan a
la plaza estaban engalanadas con arcos de follaje, banderas y gallardetes; en los jardines centrales de
la plaza, con fusiles y bayonetas, se habían improvisado verjas y en los rincones de esta habían sido
colocados cañones y granadas.
S.M. el Rey, que vestía uniforme de Artillería llegó a la plaza sobre las ocho y media, en ella se encontraban además de los otros miembros de la Casa Real, numerosas autoridades civiles y militares y
los descendientes de los héroes, el Vizconde del Parque, Capitán de Artillería D. Francisco Villalón
Daoiz, que poco después y en honor a su ilustre progenitor instituyó el Premio Daoiz, y la Vizcondesa del Parque con sus dos hijas. (foto de la pág. 544)
Ofició el obispo de Sión, asistido por varios capellanes castrenses. Durante la celebración de la
misa se distribuyó a todos los asistentes el folleto Daoiz y Velarde que había sido escrito por el comandante D. Juan Arzadun. Terminado el responso que se rezó después de la misa, S.M. el Rey y la
Familia Real examinaron detenidamente la ornamentación de la plaza elogiando a los que habían intervenido en la preparación y desarrollo de tan solemne acto.
En correspondencia a la presencia de la comisión del Arma de Infantería en los actos del arco de
Monteleón, una numerosa representación del Cuerpo presidida por el coronel Carvajal se presentó
en la plaza del Rey para participar en el homenaje al teniente Ruiz
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El programa oficial recogía también otros actos que comenzaron el día uno y finalizaron el 7 de
mayo y que se pueden resumir en:
Día 1.º de mayo: Festival en la plaza de la Armería.
Día 2: Exequias por las victimas de la Independencia en la iglesia de San Francisco el Grande, procesión cívico religiosa, fiesta religiosa en la iglesia de la Buena Dicha y por la noche, iluminación de
edificios y fiesta popular en la plaza del Dos de Mayo organizada por el Cuerpo de Artillería.
Día 3: Desfile de los niños de las escuelas por el arco de Monteleón; sesión solemne de las Reales
Academias; responso ante el monumento de los mártires de la libertad.
Día 4: Descubrimiento del monumento»Al pueblo del Dos de Mayo» del escultor Marinas, en la
glorieta de San Bernardo, y excursión a Móstoles para descubrir el monumento dedicado a su alcalde D. Andrés Torrejón.
Día 5: Descubrimiento de tres lápidas dedicadas por el Círculo de Bellas Artes a los héroes de la
Independencia en la plaza de Oriente, en la puerta del Sol y en la Plaza del Dos de Mayo; además de
la inauguración de una Exposición histórica retrospectiva y de una gran función teatral.
Día 6: Excursión a Segovia y, por la noche, fuegos artificiales en el Paseo de Rosales y en el de Atocha.
Día 7: Becerrada benéfica, organizada por los alumnos de Arquitectura e Ingenieros.
Además, la Orden Humanitaria de la Santa Cruz y Víctimas del 2 de mayo organizaron actos religiosos, los días 2, 3 y 4 de mayo por varios lugares de Madrid.
ACTOS EN SEGOVIA
La Expedición a Segovia se enmarca en el 2.º punto de los actos aprobados por la comisión del
Centenario. Como estaba previsto, el día 6 de mayo partió de la estación del Norte de Madrid el tren
real con la comitiva que participó en la celebración de la solemne ceremonia de colocación de la primera piedra del monumento, cumpliendo así lo acordado por las Cortes de la Regencia de 7 de julio
de 1812 y que hasta la fecha, por diversos motivos, no se había llevado a cabo La comisión de diputados, senadores, y jefes y oficiales de artillería elegida al efecto, y presidida por el coronel Fernández
Grande, cuyo vicepresidente era el senador por Segovia D. Javier Becerril, encargó al escultor segoviano Aniceto Marinas la realización del proyecto.
Partió el tren hacia las 0800 y después de varias paradas llegó a la estación de Segovia sobre la
1100, donde, fue recibida la comitiva por todas las autoridades, rindieron a S.M. el Rey los honores
de ordenanza una compañía del regimiento de sitio de guarnición en Segovia con la música del Colegio de Carabineros de El Escorial.
En la plaza del Alcázar
La comitiva Real se traslado desde la plaza de la estación alejada entonces de la ciudad hasta el inicio de la calle Real, una vez allí D. Alfonso se dirigió por la plaza y por la calle de las Canongías hasta la Plaza del Alcázar, la presencia de segovianos fue muy numerosa y animadísima por el ambiente
festivo que se vivía. En dicha plaza estaban todas las baterías de sitio pie a tierra al mando del coman64
dante Seoane y la música de la Academia con
una batería de alumnos con estandarte. Una
vez rendidos los honores correspondientes
comenzaron los actos.
Terminada la misa oficiada por el Obispo
de Segovia, el general Fernández Grande leyó
un discurso a continuación, el Sr. Presidente
del Consejo de Ministros hizo uso de la palabra y pronunció elocuentes frases alusivas
al acto que fueron respondidas con grandes y
estruendosos vivas a España y al Rey; después, el Obispo de Sión vestido de pontifical, dio la bendición y, con el rito de costumbre, se colocó la primera piedra
Mientras se hacían estos preparativos
S.M. el Rey estuvo hablando cariñosamente
con cuantos le rodeaban después se dirigió a
las calles de las Canongías Nueva y Vieja que
a partir de ese momento pasaron a llamarse
de Daoiz y Velarde.
Terminados los actos de colocación de la
primera piedra S.M. el Rey se dirigió a la Academia atravesando entre ovaciones continuaFoto antigua del monumento.
das las calles llenas de gente en cuyos balcones
engalanados aparecían preciosas mujeres con la típica mantilla española y prendidos de flores en el pelo.
En la Academia
Al llegar S.M. a la Academia fue recibido con los honores reglamentarios por los alumnos, una batería a pie y dos montadas pie a tierra. A continuación se celebró una animadísima comida para 400 co-
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mensales, en la que el monarca después del descorche del champagne, ensalzó los heroicos hechos llevados a cabo por Daoiz y Velarde a los que sumó al teniente Ruiz. Añadió el Rey que desde ese momento el Ministerio de la Guerra quedaba encargado de devolver el Alcázar de Segovia a la Artillería. También anunció, que se proponía restablecer algunos emblemas y divisas sobre los uniformes de los artilleros, como reflejo de las glorias y heroísmos pasados y, después de las manifestaciones de entusiasmo entre
todos los presentes por lo manifestado terminó el monarca diciendo» Estoy seguro que gritareis conmigo ¡Viva España» La ovación fue delirante y durante varios minutos no cesaron las aclamaciones.
Termina la comida tuvo lugar un ejercicio de manejo de varios modelos de piezas por parte de los
alumnos y un desfile, terminado el cual, el Rey se retiro hacia las cuatro de tarde a La Granja.( foto
n.º 5 pág.574)
Otros actos
Los festejos realizados en Segovia fueron acordados por una comisión en la que participaron una
representación del Ayuntamiento, los coroneles de la Academia y del Regimiento de Sitio, los presidentes de la Diputación, de la Sociedad Económica segoviana, de la Cámara de Comercio, del Casino de la Unión y que fueron los siguientes:
Día 4: Acto de descubrir las lápidas colocadas en la escalera principal de la Academia.
Día 6: Banquete al que asistieron 250 alumnos.
Día 7: Carrusel y carreras de cintas en la plaza de toros que resultó un espectáculo de gran lucimiento.
Día 8: Fiesta en los jardines del Alcázar.
Día 9: Futbol y carreras de cintas en bicicletas. Por la noche función de teatro organizada por los
alumnos.
Día 10: Segunda función teatral.
Día 11: Baile celebrado en los salones de la Diputación galantemente cedidos por su presidente.
Día 13: Misa de difuntos y responso en la capilla de la Academia por las almas de los fallecidos en
la defensa del Parque de Monteleón.
Día 16: Banquete ofrecido por la Academia en el café Montañés a las clases de tropa.
El CENTENARIO EN PROVINCIAS
En Sevilla el dos de mayo tuvo lugar una procesión cívica en la que tomó parte lo más representativo de la sociedad sevillana y que, partiendo del Ayuntamiento se dirigió a la plaza de Gandía para
depositar ante la estatua de Daoiz varias coronas que iban conducidas en un armón de Artillería. Las
tropas de la guarnición que cubrían la carrera desfilaron ante la estatua del héroe del dos de mayo.
En Santander, capital de la provincia de nacimiento de Velarde, se organizó una procesión a la que
además de la corporaciones, autoridades y fuerzas del ejercito y la marina asistieron también todos los
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alcaldes de la provincia, maestros de las escuelas con comisiones de niños y numerosas representaciones de todas las clases sociales, por lo que el acto tuvo un carácter popular espontáneo y patriótico.
El obispo de la diócesis ofició una misa de campaña ante la estatua del Héroe, terminada la cual las
fuerzas participantes, entre las que se encontraba una batería de Vitoria, desfilaron ante el público
presente, unas 30.000 almas.
En todos los lugares donde se reunía alguna fuerza o destacamento de artillería se celebraron festejos o por lo menos una misa el día dos de mayo, de conformidad con las instrucciones de la comisión ejecutiva de Madrid.
Publicaciones conmemorativas
A la publicación del libro «El Dos de Mayo de 1808 en Madrid» de Pérez de Guzmán y a la que
muchos artilleros hicieron en el Memorial, se unieron otras muchas, como folletos y números extraordinarios de revistas y periódicos: como el hermoso número publicado con el título de» El Circulo de
Bellas Artes en el primer Centenario del 2 de mayo de 1808»,» El Dos de Mayo. Composiciones poéticas de Espronceda y otros»,» Guerra de la Independencia»,» El senado en el Centenario de la Independencia» y muchos otros.
CONCLUSIÓN
Todos estos actos reseñados anteriormente fueron acompañados de otros muchos que si bien no
tenían el carácter militar e institucional, fueron muy importantes por la gran participación de la intelectualidad y del pueblo llano, como fueron: celebraciones religiosas, actos literarios, conferencias,
conciertos, veladas teatrales, exposiciones, bailes, verbenas y otros muchos.
La repercusión que la celebración de los actos del primer centenario tuvo fueron muy importantes en toda España, sobre todo los celebrados en Madrid, Segovia, Sevilla y Santander; así lo recogían muchos periódicos de la época como: La Ilustración Española, El País, La Época, El Universo, El
Liberal, El Mundo Militar, La Correspondencia Militar, El Ejercito Español, Ejercito y Armada,
ABC, El Correo Español y El Diario Universal, así como otros muchos de provincias.
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CRÓNICA DE LOS ARTILLEROS EN LA PLAZA
DE CARTAGENA DURANTE LA GUERRA
DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814)
JUAN ANTONIO GÓMEZ VIZCAÍNO
Coronel de Artillería
Las importantes obras defensivas que durante el siglo XVIII se llevaron a cabo en la plaza de Cartagena en torno a la construcción del Arsenal Militar, afectaron principalmente a los asentamientos
de las baterías situadas a Levante y Poniente que con sus fuegos cruzados cerraban la entrada del puerto. Y también fue muy importante la construcción del Real Parque de Artillería de Ejército que tenía
encomendadas las funciones logísticas en relación con el abundante y diverso material que artillaban.
De este edificio que años después el general de Ingenieros Juan Socias calificó de grandioso, de elegante y severa arquitectura, cómodo, ventilado y con anchurosos almacenes, tras el incendio de julio
de 1859 y la voladura que sufrió en enero de 1874 durante la sublevación cantonal, hoy nos queda tan
sólo el primer patio de 45x20 m y las crujías que lo circundan, alojando en sus bóvedas las instalaciones de un rico y variado Museo Militar, y recientemente, mediante convenio suscrito entre el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento de Cartagena, el interesante Archivo Municipal de la ciudad.
La inauguración de este último en fechas recientes nos ha llevado a recordar una de las épocas vividas por los artilleros entre sus muros. Se trata de la guerra de la Independencia cuyo bicentenario
conmemoraremos muy pronto.
El edificio una vez finalizada su construcción en 1786 fue destinado a Parque de Artillería, hasta
que la Ordenanza de Artillería de 22 de julio de 1802 lo elevó a rango de Maestranza. En efecto la
citada disposición articulaba la Artillería de la Península en cinco departamentos artilleros, Barcelona, Cartagena, Sevilla, Coruña y Segovia, situando en cada una de ellos un regimiento a pie.
El 2.º departamento con su cabecera en Cartagena debía atender a los reinos de Valencia, Murcia
y Aragón, residiendo en ella el Subinspector, el Jefe de Escuela y el 2.º Regimiento, pero dejaba subsistir el grave desorden ya existente en cuanto a la defensa de costas.
Se le asignó a la Maestranza de Cartagena una compañía de obreros y a su frente, con el título de
director, un Coronel del Real Cuerpo que tuviera la inteligencia necesaria para establecer el orden y buen
quehacer en las vastas e interesantes labores que en dichos establecimientos se ejecutan. Este director dependía del Subinspector del Departamento, que con categoría por lo menos de Mariscal de Campo
recibía las órdenes del Capitán General y disponía cuanto concierne al servicio del Cuerpo. Como
Comandante del Departamento tenía las mismas facultades, dentro de la comprensión de su mando,
que el Director General tenía sobre todo el Cuerpo, estándoles subordinados todos los dependientes
del Cuerpo en el mismo.
El cargo de subdirector de la Maestranza lo desempeñaba el capitán de la compañía de obreros,
que tenía además a su cuidado el detall de la Comandancia de Artillería, desempeñada a su vez por
el respectivo director. Además existía un comisario de guerra y el número de guardalmacenes necesario.
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La composición de la Compañía de obreros de la Maestranza, al mando de 1 capitán era la siguiente: 1 teniente, 1 subteniente, 4 sargentos, 6 cabos, 9 bocas de fragua y cerrajeros, 2 armeros, 8
carreteros, 4 carpinteros, 2 aserradores, 1 tornero, 1 tonelero, 1 linternero y 10 aprendices. Para la
formación de estas compañías sirvieron de base las creadas en el año 1756 en los cuatro Arsenales y
que se establecieron a las órdenes de un Teniente General de la Artillería.
En esta situación se encontraba la plaza de Cartagena al invadir la Península en el año 1808 los
ejércitos imperiales franceses, el 2.º Departamento al mando del mariscal de campo José Manuel de
Vivanco1, como Jefe de Escuela el brigadier de Artillería Luis de Villava2, la Maestranza y la Comandancia de Artillería al mando del coronel Juan Riosoto3 y el 2.º Regimiento a pie4 de guarnición al
mando del coronel Francisco de Arce5, con dos batallones, al mando cada uno de ellos de los tenientes coroneles Francisco del Pino Ramesi6, y Cándido de Elgueta7, 40 oficiales, 1.131 de tropa y 151
caballos. Era Sargento Mayor el comandante Manuel del Pino8.
Dice en sus Memorias el coronel Ignacio López Pinto, que a la sazón era Subteniente recién salido del Colegio de Segovia y que había sido destinado a Cartagena, en relación con el aspecto de la
guarnición: … Esta plaza era entonces uno de los puntos más importantes de la península, y a la que el
Gobierno atendía con justa solicitud. Magnífico y muy frecuentado puerto; emporio principal del comercio que se hacía en toda la parte oriental de España; departamento de Marina y Artillería; depósito de innumerables pertrechos de guerra; estribo de donde partían todas nuestras expediciones a África; residencia
de una numerosa guarnición de tropas españolas y suizas con dos Cuerpos de Maestranza para el Arsenal
Naval y el Parque de Artillería, que, juntos componían sobre 8.000 operarios. Cartagena ofrecía el aspecto de una población grande y animada, donde todo era vida, riqueza y civilización…
La ciudad, siguiendo el relato de Gómez Arteche, no fue remisa en dar el grito de independencia. Sus habitantes andaban inquietos desde los acontecimientos del dos de mayo y salida de la escuadra a Mahón. El día 17 estalló un motín, pero el 23 la población en masa reunida en la puerta
de la casa-correo, oyó la lectura de la gaceta del 20 con las renuncias y rompió con vivas a Fernando y en gritos de indignación y venganza contra los franceses. Fue un artillero quien, haciendo trizas el forro de su casaca, proveyó de escarapelas a los paisanos y los condujo a la Maestranza, donde los oficiales los abastecieron de armas, pertrechos y munición. Una de las primeras disposiciones
de las autoridades fue el establecer contacto con las poblaciones inmediatas, para lo que dice López
Pinto en sus Memorias… se comisionaron varios oficiales para que pasasen en posta a diferentes puntos,
con el fin de extender por todas partes el fuego de la insurrección que había estallado en Cartagena, cabiendo la suerte, entre otros, al capitán de Artillería Velasco9, que partió para Valencia; al del mismo
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De la promoción de 1765, ascendido a mariscal de campo en 25 de febrero de 1806 fue nombrado Subinspector Comandante de Artillería del departamento de Cartagena, en cuya plaza fue vocal de la Junta Superior de observación
y defensa durante la guerra contra Napoleón, mandando construir varios trenes de Artillería, remitiéndolos a diferentes puntos de la Península, como asimismo número considerable de cañones, pólvora, armas y municiones. En 2
de septiembre de 1815 cesó por haber ascendido a teniente general. AGMS: Sig. 1.ª, B-2261.
De la promoción de 1770, pasando por necesidades de la guerra al Cuartel General del Ejército en Sevilla.
De la promoción de 1769, lo ejerció desde su nombramiento en 1802 hasta su fallecimiento el 29 de enero de 1812,
siendo sustituido sucesivamente por el coronel José Navarro Falcón (De la promoción de 1774) y el coronel Manuel
Arnaiz (De la promoción de 1785).
Su formación data de 18 de marzo de 1806.
De la promoción de 1780.
De la promoción de 1787, en 1808 fue comisionado por el Subinspector de Artillería del Departamento de Cartagena para activar y vigorizar los trabajos de aquella Maestranza, con el fin de atender eficazmente al auxilio de los
Ejércitos y su conducta mereció la aprobación del expresado jefe, por haber conseguido con cortísimos auxilios, el
apronto y salida de varios trenes y numerosos esfuerzos de todas clases. Habiendo pasado a Alicante de Comandante de Artillería en fines de 1808. AGMS: Sig. 1.ª, R-1287.
De la promoción de 1782.
De la promoción de 1798.
De la promoción de 1793.
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Cuerpo Galindo10, que lo verificó a Granada, y a mi hermano Juan, que en unión de otros oficiales y
paisanos, pasaron a Murcia, donde en pocas horas lograron realizar el alzamiento de aquella ciudad.
Ignacio López Pinto, junto con su hermano Juan, jugó también un importante papel como ayudante del general Hidalgo de Cisneros, intentando salvar la vida del destituido capitán general del
Departamento Marítimo don Francisco de Borja y Borja del Poyo, asesinado por la chusma a las
puertas del Arsenal en un acto de tremenda injusticia11.
Los dos hermanos López Pinto habían presenciado los acontecimientos del dos de mayo en Madrid, donde se encontraban después de finalizar sus estudios en el Colegio de Artillería y tras haber
sido promovidos a Subtenientes el 5 de enero de 1808, aunque ya habían sido destinados al Departamento de Cartagena a mediados de abril, consiguiendo salir de la capital con la ayuda de su padre
el regidor cartagenero Victoriano López Llanos, llegando a la plaza de su destino a mediados de mayo.
Así relata en sus Memorias Ignacio los acontecimientos del día 22 que presencia desde el castillo de
Galeras, donde se encontraba acompañado de su hermano Juan y otros oficiales de Artillería con el
fin de visitar al teniente coronel Francisco del Pino que se encontraba arrestado en la fortaleza: … Invitados por él a quedarnos a comer en su compañía nos hallábamos verificándolo a eso de las cuatro de la
tarde, cuando de repente oímos un remoto clamoreo en la ciudad, semejante al confuso rumor que produce en lontananza el choque de las olas del mar en un día de borrasca…
La Maestranza de Artillería jugará un importante papel, tanto su personal como el propio edificio, pues ha de atender al despliegue artillero de la plaza que, según un estado de 31 de julio de 1808,
en los catorce baluartes y cortinas de la muralla, castillos y baterías asentaba 230 cañones, 14 morteros y 14 obuses, servidos por 604 artilleros del Ejército y 1.936 paisanos, a los que hemos de añadir
los 2.245 tropa de línea y 2.403 paisanos armados que componían sus guarniciones.
El edificio, residencia de la Maestranza, se convertirá en centro neurálgico de la defensa y así, en
el plan que dispone la Junta de Gobierno de esta plaza, para el caso de ataque por parte del enemigo
se establece que: … a la primera señal de alarma, la Junta de Gobierno en unión de la de Guerra se situará en uno de los salones del Real Parque de Artillería, en donde permanecerán constantemente durante el sitio una parte de sus vocales para dictar las disposiciones que exijan los movimientos del enemigo y
demás ocurrencias de la plaza…
Y por otra parte: … la Plana Mayor de la plaza, así como la de la Armada y la del Real Cuerpo de
Artillería del Ejército, al toque de generala se reunirán en el Parque de Artillería a la inmediación de sus
respectivos Jefes, de quienes recibirán las órdenes de lo que deban practicar…
Se sitúa también en el Real Parque de Artillería el mariscal de campo José Manuel de Vivanco,
como Subinspector General del Real Cuerpo de Artillería en este Departamento, con sus dos ayudantes, los subtenientes Ignacio López Pinto12 y Miguel Ortega, este de Milicias agregado: … cuidando
del mejor desempeño y cumplimiento de lo que disponga la Junta…
Por otro lado, el Comandante de Artillería de la plaza coronel Juan Riosoto, con el teniente coronel Francisco del Pino dirigirán toda la artillería del recinto de la plaza y acudirán a los puntos en que
su presencia se haga más interesante. En cuanto a las baterías serán mandadas la del reducto n.º 1 por
un condestable del Real Cuerpo de Artillería de Marina; la del reducto n.º 2 por un sargento del Real
Cuerpo de Artillería de Ejército; la del baluarte caballero estará mandada por el capitán ayudante ma10
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De la promoción de 1799.
De estos dos artilleros hemos publicado sendas biografías.
De la promoción de 1808.
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yor Manuel del Pino13 con el subteniente agregado Miguel de Lacy, debiendo estar a sus órdenes los
comandantes de los reductos n.º 1 y 2, ya citados; la del baluarte n.º 1 un condestable de Artillería
de Marina; la del baluarte n.º 2 otro del mismo Cuerpo; la del baluarte n.º 3 un oficial de Marina de
las brigadas, a cuyas órdenes estarán los condestables de los baluartes n.º 1 y 2, citados anteriormente; la del baluarte n.º 4 un sargento del Real Cuerpo de Artillería de Ejército; la del baluarte n.º 5 el
teniente de Milicias agregado Diego Marin; la batería a barbeta sobre la puerta de Madrid por el capitán graduado de teniente coronel Ignacio de Vargas14, a cuyas órdenes se hallarán los de los baluartes 5 y 6; la del baluarte n.º 6 por el capitán de Milicias agregado Juan José Laguna; la del baluarte
n.º 7 por un oficial de Marina; la del baluarte n.º 8 por el teniente de Artillería Ramón Cucalon15;
la del n.º 9 por un oficial de Marina; la del n.º 10 por un sargento del Real Cuerpo de Artillería de
Ejército; la batería a barbeta de la Puerta de San José por el capitán de Artillería Vicente Novella16, a
cuyas órdenes se hallarán los comandantes de los baluartes n.º 10 y 11; la del baluarte n.º 11 por el
capitán de Milicias agregado José Torreblanca; la del baluarte n.º 12 por el subteniente de Artillería
del Ejército Juan López Pinto17; y la de baluarte n.º 13 por el subteniente de Artillería Antonio Hidalgo.
De esta forma, el recinto de la plaza, los fuertes exteriores y baterías, se han puesto en el mejor estado de defensa que no lo estaban; se ha montado toda la artillería que ha sido posible y toda ella con
sus dotaciones, y al pie del cañón hasta la mecha para darle fuego. Como los artilleros de Ejército y
los de las brigadas de Marina sólo son suficientes para destinar dos a cada pieza de Artillería, y a otros
objetos, se hace preciso que el resto de sirvientes se componga del honrado vecindario, a quienes es
de forzosa necesidad continuar ejercitándolo en su manejo, porque de su pronto y buen servicio depende principalmente la buena defensa; y con este fin se destinan ocho a cada cañón, a más de los
dos artilleros, que el uno hará de Cabo y el otro le ayudará en las punterías y demás facultativo.
Todas estas disposiciones, las soberbias fortificaciones y el espíritu patriótico que inflamaba el corazón de sus habitantes dieron como resultado que, aunque merodeó por los alrededores de la plaza el
general Sebastiani, no se atrevió a ponerle sitio y a pesar de ser la guerra tan desfavorable estuvieron en
manos del enemigo casi todos los departamentos de artillería, excepto los de Cartagena y Galicia.
Pero fue necesario organizar en la plaza unidades que inmediatamente eran enviadas a los ejércitos de Valencia y Murcia, en las que se encuadraban voluntarios la guarnición y ciudadanos, siendo
la más importante esta última que iba bajo el mando del brigadier de Artillería Luis de Villava y que
se incorporó al ejército del general Llamas que formaba parte del de Valencia, teniendo la gloria posteriormente de participar en el triunfo de Bailén. También Ignacio López Pinto dice que… a fines de
junio abandoné Cartagena, encargado de conducir alguna artillería, municiones y otros materiales a los
ejércitos de Valencia y Murcia…, lo que le llenó de gozo pues era la máxima aspiración de todos los
que quedaban en la plaza, pero cuando se encontraba en Jumilla, donde conoció la memorable noticia del triunfo de Bailén, recibió orden de regreso una vez hecha la entrega del convoy, así que… Volví a encargarme de mi compañía que era la segunda del segundo batallón, y de todos los destinos que tenía antes de marchar de la plaza, teniendo también la obligación de asistir a las juntas de fortificación, y
cuidar del depósito de oficiales prisioneros que empezaba a formarse en nuestro mismo cuartel…
Este depósito de prisioneros en el mismo cuartel de Artillería, bajo la custodia del Cuerpo, llegó
a tener 40 jefes y oficiales y 2 generales. De las repercusiones que en la plaza de Cartagena tuvo la
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De la promoción de 1798.
De la promoción de 1792.
De la promoción de 1802.
De la promoción de 1794.
De la promoción de 1808.
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presencia de los franceses y algunos de los incidentes que produjeron, nos los relata el coronel Ignacio López Pinto, entonces Subteniente y a cargo de la custodia del mismo, ya que a causa de un incidente que surgió con el francés Franceschi fue finalmente destinado al ejército de Murcia.
No obstante el Consejo de Regencia ordenó al Ministro de la Guerra el 14 de octubre de 1810
que: … El parque de Artillería que hay en Cartagena se conduzca a la isla de Mallorca donde estará al
abrigo de cualquier acontecimiento y siempre en disposición de conducirse a donde convenga… No parece que esto llegara a realizarse bien por falta de medios económicos o de transporte.
Sin embargo el desarrollo de la guerra de la Independencia motivó que la cabecera del 2.º Departamento se trasladase a Valencia, donde continuó todo el curso de la guerra y el 2.º Regimiento pasó
a servir al Ejército de Cataluña. Si bien las unidades de la plaza no tuvieron intervención bélica en el
desarrollo de la guerra, si prestó numerosas ayudas entre las que destacamos un tren de artillería al
duque del Infantado, gran cantidad de pólvora a Cádiz y Tarragona y cañones a Jaén. La condición
de inexpugnable de que gozaba evitó cualquier intención de ataque por parte del enemigo.
A pesar de la falta de artilleros no fue desatendida la defensa de la plaza y así en el año 1810 los
mandos del despliegue eran los siguientes: primer trozo de muralla, comprendiendo tres reductos del
monte de Galeras, caballero y medio baluarte, al mando del brigadier de Marina Juan Piña y el capitán de fragata Juan Rivera como 2.º jefe; segundo trozo de muralla, baluartes 1, 2, 3 y 4, al mando
del brigadier de la Armada Pedro Ruiz Mateos y el capitán de fragata Félix Gutiérrez como 2.º jefe;
tercer trozo y Puerta de Murcia, al mando del brigadier de la Armada José Guimbarda y como 2.º
jefe el capitán de fragata Alonso Marín; cuarto trozo, baluartes 7, 8, 9 y Los Molinos, al mando del
capitán de navío Nicolás Meca y 2.º jefe el coronel de Artillería Eusebio Urrutia18; quinto trozo, baluartes 10 y 11, Puerta de San José y Cerro de la Cruz, al mando del brigadier de la Armada Félix
Onill y como 2.º jefe el teniente coronel graduado de Artillería José Ojeda.
De acuerdo con el Reglamento dictado por la Central en 22 de noviembre de 1808, para la formación de Milicias honradas en todos los pueblos de España, con arreglo al número de su vecindario, el Ayuntamiento acordó en sesión celebrada en la noche del siete de diciembre publicar la R. O.
por bando militar y hacer una edición cuyo coste no excediera de cuatro cuartos el ejemplar, para repartirla al público. En el batallón de Milicia Honrada forman en la compañía de Artillería: capitán,
Luis Ferran, del comercio. tenientes don Pablo Teulon, abogado de los Reales Consejos y don Timoteo Croni, del comercio. subtenientes, Paulino Albi del núumero, ayudante mayor, don Antonio
Montero, oficial retirado con agregación a esta plaza.
Durante los años 1810 y siguiente asoló a la ciudad una epidemia colérica que diezmó la guarnición y el vecindario, llegando incluso a celebrarse los cabildos municipales en uno de los barrios extramuros, donde habían emigrado la mayoría de los ciudadanos.
En 1812 se hizo salir al campo a todas las tropas de la guarnición, encargándose los milicianos de
los servicios de Plaza de que habían sido exceptuados en 1811, originando esta determinación la protesta de los Honrados que adujeron solo les competía la guardia del recinto en el caso de tener que
concurrir las tropas a la campaña.
No estuvieron ausentes las mujeres cartageneras, pues desde el manifiesto que en 26 de julio de
1808 publicó Catalina Maurandy y Osorio, reclamando participar de los riesgos y fatigas de la guerra, empleándolas… en aquellas labores honestas que pueden aliviar, dar socorro y defensa a nuestros va-
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No procede del Colegio.
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lerosos guerreros… Y así continuaron durante toda la campaña. Ha llegado a nosotros la crónica popular de aquel tiempo en que se dice que mientras un franciscano, rodeado de mozalbetes y armados
con hondas, recorren las murallas entonando canciones patrióticas, sobre un baluarte un coro de muchachas baila una bolera al son de una intencionada tonadilla:
El gallo de Sebastiani
no pisará el Corralón,
que en estas fuertes murallas
se romperá el espolón.
Seguían facilitándose recursos y municiones a los ejércitos leales, y marchando, a engrosar las filas de voluntarios y las partidas de guerrilleros, mozos y hombres maduros, cuya salida de la plaza
daba lugar a mil tiernas escenas, en las que el entusiasmo del deber ciudadano absorbía los más tiernos sentimientos del parentesco y la amistad. Y ya era una varonil matrona la que sobre un baluarte
alzaba en sus brazos el pequeñuelo, en amorosa despedida al padre que marchaba a la batalla; ya era
la venerable anciana la que apretaba contra el sagrado seno al hijo imberbe, ahogando sobre el cuerpo querido el sollozo que no quería ser nuncio de flaqueza; ya era la gentil doncella la que colgaba el
bordado relicario de la virgen de la Caridad del fornido cuello del prometido; que acaso no había de
tomar, o bien todas ellas las que habían de recibir entre sus brazos, sollozantes y trémulas, las mutiladas reliquias de la cruel y bárbara campaña. Pues sin que el extranjero llegara a pisar su recinto, ni
disparando sobre ella sus máquinas de guerra, sufrió la ciudad todos los amargos y fieros accidentes
de la campaña.
En el año 1812 es elegido sargento mayor Cristóbal Reina, a quien se le ordena ir a Cartagena
para reorganizar el 2.º Regimiento y fue tanta su actividad que al poco tiempo de haberse hecho cargo de 500 reemplazos, consiguió presentarlos con admiración a sus jefes y a los extraños en un pie
brillante de instrucción, equipo y orden interior. La Maestranza de Cartagena seguirá al fin de la guerra las mismas vicisitudes que el Cuerpo, sufriendo los vaivenes de los movimientos políticos, que enfrentaban a constitucionales y liberales de forma irreconciliable, hasta culminar en el levantamiento
de Cabezas de San Juan.
73
PEDRO VELARDE SANTIYÁN: BREVES RETAZOS
DE SU VIDA FAMILIAR Y SOCIAL
DOÑA MARÍA VELARDE PUJADAS
D. Pedro Velarde Santiyán nace en Mueriedas (Santander), era hijo de D. José Antonio Velarde
Herrera, de la Casa de Muriedas y de D.ª M.ª Luisa de Santiyán, ambos pertenecientes a la nobleza.
Tuvieron seis hijos: Pedro, Joaquin, Julián, M.ª de la Concepción, M.ª Josefa y Antonia María. Su niñez transcurrió en Muriedas. Era un gran estudiante, de su aplicación da idea segun la cual no suspendia el estudio más que una hora y media por la tarde y el tiempo preciso para el sueño, que dejaba siempre antes del amanecer.
Poseia el ansia de saber. Su naturaleza despierta, la lucidez de su inteligencia, su franco y alegre carácter y su infatigable aplicación prenden la simpatia de sus profesores y compañeros. Dotado de un
don especial en la elección de amigos, cosechó admiración entre sus jefes, entre sus iguales y entre sus
subordinados.
Alternaba las matemáticas y las Ciencias con el estudio de las lenguas, de la historia y de la Política con tan singular aprovechamiento, que cuando salió de la Academia, pasó a ser uno de los oficiales más dintinguidos del Cuerpo y mejor preparados.
Era de estatura de cinco pies, una pulgada y ocho líneas, bien formado, de rostro blanco y sonrosado, ojos pequeños pero muy vivos, amabilísimo y bondadoso, impaciente e impetuoso. Tenía el genio algo fuerte.
Vivia en la calle de Jacometrezo n.º 7 con su tio D. Julián Velarde, antiguo Ofical del Cuerpo General de la Armada. Era soltero y según parece tenía relaciones amorosas con D.ª María de Beano,
viuda de un Capitan de Artilleria que vivía en la calle del Escorial.
Casa de los Velarde en Muriedas.
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HISTORIA DE ARTILLERÍA, EL 2 DE MAYO
D. JUAN JOSÉ PÉREZ HERNÁNDEZ
Cabo de Administración
Para España, la condición de potencia aliada de Francia conllevó un coste político muy elevado. La sumisión de España al emperador francés, pasó por acceder al despliegue de las más prestigiosas unidades españolas fuera de nuestras fronteras como tropas de apoyo a los franceses. Este
desamparo militar fue progresivamente ocupado por las tropas napoleónicas, que presuntamente
eran aliadas.
Este despropósito fue la continuación de una serie de acontecimientos ocurridos desde la pérdida
de Santo Domingo, Luisiana, la isla de Elba, la destrucción de la prestigiosa armada española y la consecuente pérdida de la hegemonía marítima con las derrotas en Cabo San Vicente y Trafalgar, hasta
llegar a la firma, en octubre de 1807, del Tratado de Fontaineblu, en el que España aceptaba intervenir en Portugal (Guerra de las Naranjas) y prestar apoyo con nuestras tropas. Todo ello sin interponer excusas ni restricciones. «España baila al son del emperador».
En los primeros meses de 1808, se consolidó una irreversible situación de crisis interna y la progresiva ocupación de la Península por parte de las tropas napoleónicas. En enero el General Dupont
entra desde Portugal al mando de 25.000 infantes y 3.500 jinetes, instalando su cuartel general en
Valladolid; Moncey lo hace en Burgos, D´Armagnac se apodera de Pamplona y Dusheme de Barcelona, todo ello sin oposición alguna.
Tan fuerte era la presencia de los soldados imperiales franceses, que ya en la primavera de ese
año, la situación no pasaba desapercibida para muchos españoles, que veían con recelo las intenciones de los franceses. Mientras el Rey Carlos IV, un rey sin carácter, de escasa inteligencia y voluntad; era dominado por Godoy y pretendida su abdicación por el príncipe Fernando. Mientras
los partidarios de uno y otro, con gran ingenuidad, pensaban que las tropas invasoras apoyaban su
causa particular.
La preocupación del pueblo se agravó al ver a la Familia Real atravesar la frontera bajo el pretexto de una entrevista con Napoleón.
Mientras, el emperador delegaba poderes en el más significativo de sus generales, Murat. Este lugarteniente del emperador conocía los planes para España y los detalles de la ocupación y dominio
de la Península. Murat se encontraba en Madrid en una posición dominante.
El Ejército empieza a pedir tomar cartas en el asunto ante la situación generada, pero los gobernantes exigen pasividad.
La cólera que se desató por el pueblo español fue el reflejo de la situación límite que se había alcanzado. Los sucesos dieron comienzo el 2 de mayo de 1808 en Madrid y se intentarían acallar el 3
de mayo con los fusilamientos en la montaña de Príncipe Pío.
Pero el salvar la dignidad y la supervivencia de la Patria unió a todos los españoles.
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La alianza entre los artilleros y el pueblo de Madrid
De abril a mayo de 1808, se confirmaron los recelos y hostilidades de los españoles hacia las actitudes perversas de las tropas imperiales. En Madrid, la guarnición española compartía incluso acuartelamientos con ellas y los que ostentaban destinos de responsabilidad fueron, en aquella primavera,
especialmente sensibles a este hecho.
El Dos de Mayo no fue un acto espontáneo. Hay pruebas de la preparación del Levantamiento
tiempo atrás. Las reuniones que tuvieron el Capitán Luis Daoíz y Torres, un reflexivo y recto sevillano, y el Capitán Pedro Velarde y Santillán, un cántabro impulsivo y valeroso; en el domicilio de
su compañero Francisco Novella son conocidas históricamente como la «Confabulación de los artilleros».
Daoíz y Velarde son los ejecutores de un sentimiento popular que plasmaron con el máximo sacrificio que un hombre puede dar, su vida. Y el pueblo español se lo agradecería eternamente recordándolos en multitud de actos y celebraciones, en la literatura de grandes escritores como Benito Pérez Galdós o plasmando sus nombres en calles, esculturas y obras pictóricas.
Documentalmente está comprobado que el Capitán Velarde –secretario de la Junta Superior Económica del Cuerpo de Artillería– trabajó en el diseño del plan, organización y ejecución que llevaría
al alzamiento general contra el invasor.
Por su parte el Capitán Daoíz, asumió la captación de colaboradores, así como la coordinación de
la fabricación clandestina de municiones para el Parque de Artillería de Madrid, donde estaba destinado.
También pequeñas publicaciones, de gran valor testimonial, como la del Teniente Arango. Un oficial joven que se encontraba en Monteleón y vivió in situ los días previos al Dos de Mayo y presenció los acontecimientos del alzamiento desde el principio. Fue el primero de los oficiales en acudir al
alba al Parque, permaneciendo en él hasta el final, donde amortajó los cadáveres de sus compañeros.
Se constata también en el expediente personal de algunos artilleros, que los oficiales del Real Cuerpo participaron en la idea de planificar la protección de la Familia Real, pensando en la posibilidad
de trasladarla al sur de la Península.
La filtración de informaciones alarmando a la población alcanzó su cénit el domingo primero de
mayo de 1808. Sobre todo tras la parada militar dominical de Murat en el Paseo del Prado y su obligatoria misa en las Carmelitas de Alcalá. Cuando atravesaba la madrileña Puerta del Sol, por primera vez fue increpado e incluso insultado, como consecuencia de su imposición a la Junta de Gobierno –máximo órgano de poder español–, al ordenar el día siguiente la salida de España de los dos únicos hijos de Carlos IV y M.ª Luisa que aún se encontraban en Madrid
En el amanecer del Dos de Mayo los habitantes de Madrid se congregaron en la Plaza de la Armería con el fin de impedir la salida del infante Don Francisco de Paula, pues el primer carruaje que
llevaba a la princesa Etruria, ya había partido de Madrid.
El tumulto popular al pie del Palacio Real estuvo a punto de pasar una elevada factura al General
Legrange. Pero desde el palacio, un escuadrón de cazadores polacos con dos piezas de artillería abrió
fuego sobre los madrileños; cañones que neutralizaron a un pueblo en su mayoría desarmado de armas de fuego. La contundente intervención de los granaderos y la artillería francesa, disparando a bala
rasa de cañón sobre la población, solo sería el principio de una sangrienta jornada.
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Tras esa primera confrontación, los madrileños se armaron con lo que tenían a mano para hacer
frente a las tropas francesas. Se organizaron tomando posiciones en la Puerta del Sol, la Puerta de Toledo, la Plaza Mayor y el Parque de Artillería de Monteleón.
La filtración de información sobre los acontecimientos influyó de manera bidireccional. Pues según se producían los hechos se acrecentaba el clima de crispación y los movimientos populares del levantamiento, pero permitió a los franceses desplegar sus tropas, adelantándose a los alzados.
Según el historiador Pérez de Guzmán y
Gallo –historiador del Dos de Mayo– los
protagonistas del glorioso día pagaron con su
vida lo acertado y desacertado de sus actos.
Atribuyéndoselo al Capitán de artillería Pedro Velarde, quien en su afán de encontrar
respaldo del poder constitucional, llevó los
pormenores del plan trazado contra los invasores al ministro O´Farril. Esto demostró
que las más altas instancias del poder español
tenían una total comunicación con el Estado
Mayor francés, al que tenían por aliado.
Se dice que cuando el veterano Capitán Daoíz escuchó al impulsivo Velarde de viva voz informarle sobre su conversación con O´Farril, pronunció una frase premonitoria: «todo está perdido, pero tú
y yo sacrificaremos la vida por España».
El Parque de Artillería fue considerado posición estratégica fundamental por los franceses, pues
según los datos del General Maximilien Foy, allí se encontraban almacenados 10.000 fusiles junto
a piezas de artillería completas montadas en sus afustes. Para ello tomaron la decisión de asaltar el
Parque de Artillería con la Brigada del General Lefranc para evitar la propagación del levantamiento.
Los 2.000 hombres que formaban el grueso de las tropas francesas se enfrentarían a los capitanes
de artillería Luis Daoíz, Pedro Velarde, al Capitán de Infantería don Rafael Goicoechea, al Teniente
Jacinto Ruíz, al cadete Afán de Ribera y a poco más de 30 soldados.
Pero desde muy temprano Pedro Velarde había arengado a la multitud, consiguiendo que unos
cien paisanos voluntarios y algunas mujeres le siguieran al Parque de Artillería, situado en la casa palacio de Monteleón, que además acogía en su primera planta las salas y dependencias del Real Museo
Militar, fundado por Godoy cinco años atrás.
Mientras ocurrían estos hechos, el Teniente Jacinto Ruiz Mendoza se encontraba en su casa enfermo en cama con fiebre. Al escuchar los primeros disparos en la calle, decide partir corriendo a la Calle Ancha de San Bernardo donde se encontraba su Cuartel para ocupar su puesto de combate.
En Monteleón se encontraba como jefe militar más antiguo el Capitán Daoíz, destinado en el Parque como Jefe, quien había recibido la orden de no unirse al pueblo. Un pueblo que le pedía a gritos ser armado al mismo tiempo que arengaba a la artillería y vitoreaba al Rey.
Daoíz desobedeció la orden recibida y junto al Capitán Velarde dieron armas al pueblo y se hicieron fuertes en Monteleón, tras desarmar a los 80 franceses que se encontraban de guarnición en el interior. Fueron encerrados en las cuadras situadas en el fondo del patio del Parque.
77
El pueblo una vez armado atacó a los franceses desde la retaguardia, haciéndoles replegarse. Este
hecho fue aprovechado por los artilleros para sacar dos cañones y colocarlos a la derecha de la salida
del cuartel mirando hacia la calle Ancha de San Bernardo, dejando otro en la puerta que da a la actual calle Dos de Mayo. Otra pieza permaneció en el patio y la última, que acabaría siendo servida
por las mujeres cuando los artilleros fueron heridos o murieron, se situó en las calles que estaban en
el extremo superior de la de San José.
La lucha que se desató fue claramente desigual, pero lo que no se imaginaron las tropas francesas
era que se desataría un combate desesperado y a la vez heroico que duraría algo más de tres interminables horas.
Desde el ímpetu y la prepotencia que da la superioridad numérica, los franceses realizaron un ataque frontal, en masa, sin esperar gran resistencia. Pero los artilleros españoles habían asentado las piezas de artillería y rechazaron por dos veces a las tropas asaltantes.
El Teniente Jacinto Ruiz, resultó herido en el brazo izquierdo por una bala de fusil, pero no cesó
de dar voces de fuego a los artilleros. Tras serle vendado el brazo, volvió a su puesto que estaba siendo cañoneado por dos piezas enemigas emplazadas en la calle Ancha.
Tras este primer ataque aparece una columna cuyo jefe, el Capitán de voluntarios D. Melchor Álvarez, expresa a Daoíz la indignación del Gobierno por la revuelta que encabezaban contra los franceses.
Ese momento fue aprovechado por los franceses para por sorpresa aproximarse a las tropas españolas con la intención de atacarles.
Dándose cuenta de las intenciones del enemigo, el Teniente Ruiz ordena el fuego de su pieza,
abriendo una brecha en las filas francesas. A partir de ese instante se inicia una lucha cuerpo a cuerpo, cargando los franceses a bayoneta y contraatacando el pueblo como puede.
En el tercer asalto, encabezado por dos batallones comandados por el mismísimo General Lefranc,
el daño ocasionado a los defensores fue decisivo. Los excepcionales capitanes Velarde y Daoíz, mueren en dicho
asalto y con ellos se acaba el combate y la defensa del Parque. El valeroso Capitán Luis Daoíz, pese a ser alcanzado
en una pierna, logró enfrentarse al propio General francés,
para morir ensartado por las bayonetas enemigas. Mientras, el Capitán Pedro Velarde, moriría a consecuencia de
un disparo a quemarropa que le entró por la espalda y le
salió por el pecho disparado por un oficial de la guardia
francesa, al pie de uno de los cañones del Parque.
El Teniente Ruíz Mendoza pasó a liderar la defensa
pero un proyectil le hiere en el pecho por lo que resultó
herido de gravedad. En ese momento acaba la lucha debido a que el Capitán Goicoechea se rinde y el enemigo entra en el Parque de Artillería.
Monumento a los héroes del dos de mayo en
Bailén.
Ayudado por algunos paisanos, el Teniente Ruíz logra
eludir el cerco y fue trasladado a Extremadura, pero finalmente moriría más tarde a consecuencias de dichas
heridas.
78
El Dos de Mayo fue la acción militar más sangrienta y a la vez
más brillante que mayores rendimientos a corto plazo aportó en
el devenir de la guerra.
La lista de víctimas, tanto civiles como militares, resultó ser
muy larga. Pero murieron al pie de los cañones y manteniendo
sus posiciones, arrebatándole la vida a unos 900 soldados imperiales franceses.
Ejemplos de heroicidad en esta jornada son la del cabo artillero Eugenio Alonso, que falleció luchando junto al Capitán Daoíz
en el Parque de Artillería, y quien ante la gravedad de sus heridas
renunció a ser atendido en favor de otros combatientes.
Entre los civiles cabe reseñar a las mujeres que dieron su vida
en defensa del Parque. El papel desempeñado por estas mujeres
fue determinante, tanto en la retaguardia como en vanguardia,
pues salvando los tópicos de género del momento, actuaron en el combate obedeciendo como el mejor artillero sin importar su edad o estado. Una de esas grandes mujeres fue Clara del Rey, madre de
cinco hijos que no le importó pagar con su vida en la resistencia del Parque de Monteleón.
Monumento erigido en Santander al
Capitán D. Pedro Velarde.
El Parque de Artillería de Monteleón se convertiría a partir de ese día en un icono para el resto de
los españoles que se levantarían en armas frente al francés. Los valientes artilleros del ejército y el pueblo de España se unieron para desafiar al hombre más temido de toda Europa, Napoleón.
Puerta del parque de Artillería de Monteleón.
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LOS MATERIALES ESPAÑOLES EN LA GUERRA
DE LA INDEPENDENCIA
DON CARLOS J. MEDINA ÁVILA
Teniente coronel (C.G.A.) Artillería D.E.M.
«…el general Dupont y todo el ejercito estábamos equivocados. Estas gentes por su
figura y os puedo asegurar que también por sus obras, parecen los mismos compañeros de Vulcano que el infierno hubiera abortado aquí para nuestra ruina…».
Dos de mayo de 1808 en Madrid, poco antes de mediodía. El capitán Luís Daoiz, jefe del destacamento del Regimiento de Artillería del 3.er Departamento, de guarnición en Madrid, ha ordenado
a sus 16 artilleros preparar cartuchos y municiones, y poner en batería tres cañones de a cuatro libras
y dos de a ocho, para defender el Parque de Monteleón, donde prestan servicio. Los artilleros, bien
instruidos, mantienen un fuego vivo, disparando con bala maciza, clavos y piedras de pedernal, pues
no disponen de botes de metralla. Aunque los veintiséis disparos efectuados causan estragos en las tropas francesas, la superioridad gala es abrumadora. Con la munición prácticamente agotada, tras rechazar por dos veces consecutivas las cargas enemigas, ocho artilleros, la mitad del destacamento,
mueren o son heridos gravemente. A ellos se suman las bajas del capitán Pedro Velarde, secretario de
la Junta Superior Económica del Cuerpo, afecta a su Estado Mayor, y del mismo Daóiz, cobardemente acuchillado por varios granaderos enemigos al pie de uno de los cañones de a 4 libras…
Han transcurrido más de tres años desde la heroica defensa del Parque de Artillería cuando un oficial francés pronuncia las palabras que encabezan este artículo durante el sitio de Cádiz. En este tiempo, los artilleros españoles han demostrado su valía en numerosas acciones, desmontando 14 de las
18 piezas de la artillería de Dupont en Bailen, luchando contra las tropas polacas en Somosierra, defendiendo las baterías de los sitios de Zaragoza, Gerona o Ciudad Rodrigo, o sorprendiendo a las tropas imperiales con tormentas de metralla en Alcañiz, Talavera, Rioseco, Ocaña y otras tantas batallas.
En todas estas acciones, los artilleros españoles utilizan materiales de excelente factura, similares a los
de sus adversarios franceses: las piezas de ordenanza del sistema Griveaubal.
LAS REFORMAS
CARLOTERCERISTAS: VALLIÈRE Y LA
ORDENANZA DE 1765
Tanto en Francia como en España, a finales del siglo XVIII se habían producido sustanciales avances en el empleo táctico de la
artillería. Pero también habrían de darse en
el diseño y la fabricación de materiales. Para
adaptarse a las nuevas tácticas, eran necesarios cañones más ligeros, de menor calibre y
80
mejor adaptados para el movimiento en campaña, que las piezas del sistema Vallière, con las que la
artillería española, estaba dotada reglamentariamente.
A su llegada al trono de España, Carlos III había encomendado al italiano Félix Gazola la tarea de
modernizar el Cuerpo de Artillería. En su reforma, Gazola recogería las últimas tecnologías y las teorías vigentes más avanzadas sobre materiales, técnicas y tácticas artilleras de la época. Éstas provenían principalmente de Francia, donde se habían efectuado una serie de reformas revolucionarias cuyo
protagonista había sido Jean-Florence Vallière, por entonces Gran Maestre y Director del Cuerpo de
Artillería.
Vallière sería sustituido en dicho puesto por su hijo Joseph-Florence en 1747, y el sistema que llevaba su nombre se mantendría en vigor en Francia hasta 1763. En ese año, Jean-Baptiste de Gribeauval, su gran rival, obtuvo el permiso del gobierno francés para acometer una nueva reforma e implantar su propio sistema, que se basaba, fundamentalmente, en dividir los materiales artilleros, según la misión a desempeñar, en piezas de campaña, sitio, plaza y costa.
Por entonces, el monarca español, amparándose en el Pacto de Familia, trataba de introducir en
todos los campos de la ciencia y la técnica las innovaciones provechosas procedentes del país vecino,
esencialmente con la importación de cerebros. Joseph Florence Vallière, ahora en la oposición, había
ya igualado –sino superado– los méritos de su padre. Era teniente general, había alcanzado éxito y
prestigio en las campañas de Italia de los años cuarenta y era miembro de la Academia de Ciencias de
Francia desde 1761. Su categoría, que le colocaba entre los primeros del oficio artillero en Europa,
no había pasado desapercibida ante el rey de España, quien le hizo venir a España con el encargo de
adaptar y mejorar el sistema español de artillería1. Vallière llegaría a España, acompañado de sus condiscípulos, con el pretexto oficial de visitar la fortaleza de Gibraltar para instruirse sobre la misma,
1
La artillería española había adoptado el sistema Vallière por la Ordenanza de 1743. Se componía de cañones de a 24, 16,
12, 8 y 4 libras francesas, todos largos, morteros de 12 y 9 pulgadas francesas y un pedrero de 15. España había sido una
de las naciones pioneras en el intento de regular los calibres reglamentarios y de sistematizar y normalizar los materiales.
Ya el 15 de julio de 1718 se publicó una primera Ordenanza de Artillería, a la que siguieron posteriormente la Ordenanza General del Ejército de 12 de julio de 1728, y las de Artillería de 19 de noviembre de 1742 y la citada de 17 de junio
de 1743. Algunos autores han venido considerando que estas dos últimas fueron copia de la Ordenanza de Vallière adoptada en Francia el 7 de octubre de 1732, aunque parece evidente que el artillero francés se debió basar en las Ordenanzas
españolas de 1718 y de 1728 para desarrollar su propio sistema.
81
pero también con la misión reservada de elaborar el proyecto de reforma. Su propuesta, que luego presentaría a Carlos III, y en la que no figuró por ninguna parte
su firma, daría como resultado la adopción de la citada Ordenanza de 1765.
Los cañones Vallière adoptados por esta Ordenanza eran de excelente y bella factura, pero excesivamente pesados. Sus tubos eran largos, fundidos y cincelados de
forma artesanal, y conservaban parte de la ornamentación característica de las piezas
del XVII. La propuesta de modernización, aunque diferenciaba los montajes de campaña, plaza, sitio y costa, no incluía realmente la especialización de las piezas en función a su misión. Los tubos, por tanto, eran multifuncionales, y se utilizaban tanto
en artillería de campaña como en artillería de sitio y plaza.
LA ADOPCIÓN DEL SISTEMA GRIBEAUVAL EN ESPAÑA
Jean-Baptiste Vaquette de Gribeauval –que no llegaría a tener la categoría de
Gran Maestre de Artillería como Vallière pero sí sus funciones durante una larga interinidad–, al regreso de su servicio en el ejército austriaco tras la guerra de los Siete
Años, defendió la idea de que los materiales existentes, con unos tubos tan largos y
Cañón francés.
pesados, aunque adecuados para las acciones en los sitios y para la defensa de las plazas, no eran los más apropiados para su uso en campaña, donde era preciso contar con piezas de batalla más cortas y ligeras.
Propuso, así, un sistema con los mismos cinco calibres existentes, pero con ocho piezas diferentes,
diferenciando, en los calibres de a 12, 8 y 4 libras, piezas largas y cortas. Su proyecto suscitaría grandes discusiones con Vallière-hijo y sus numerosos partidarios y, tras una larga lucha de intereses políticos y económicos, una vez nombrado inspector de la artillería, consiguió que Francia adoptase oficialmente su nuevo sistema.
Gribeauval era un artillero experto y demostró ser un genio de la técnica, creando el sistema de
artillería más completo de los desarrollados entre el último tercio dieciochesco y el primer tercio del
XIX. Para el diseño de su sistema se basó en los mejores elementos de los cañones ligeros suecos de
Gustavo Adolfo, en la artillería prusiana de Federico el Grande, en el sistema Vallière y en los excelentes materiales del sistema Lichtenstein austriaco, que había tenido la ocasión de probar personalmente en combate.
A diferencia de lo sucedido con el sistema Vallière2, esta vez, con la finalidad de preservar la confidencialidad y evitar que otras naciones lo copiasen, la Real Orden que entraría en vigor el 15 de octubre de 1765 y materializaría la reforma, no fue hecha pública, y se imprimieron exclusivamente los
ejemplares necesarios para su envío a los inspectores generales y a los comandantes de las escuelas de
artillería francesas. Una vez recibida ésta, no se permitía efectuar nuevos duplicados de la misma, ni
siquiera mostrar los originales que se habían recibido, debiendo limitarse a ponerlo en práctica una
vez fueran recibidos los nuevos materiales.
2
De hecho, aunque por Real Orden de 9 de Abril de 1764 se solicitaba al Embajador español en París, Conde de Fuentes, que adquiriese «copia de la ordenanza francesa que estaba preparada para publicarse sobre la artillería de bronce y hierro
para su posible adopción en España», tal adquisición no pudo efectuarse,. El sistema Gribeauval tardaría aún algunos años
en llegar a España. Vallière, por entonces, ya estaba en nuestro país, y colaboraba activamente con Gazola en la mejora
del sistema Vallière de la Ordenanza de 1743. (Vid. PILÓN COLLADO, Manuel. Apuntes sobre la historia de la artillería en España. Manuscrito en la Biblioteca de la Academia de Artillería).
82
Sistema Gribeauval.
En estos años clave, Carlos III enviaría a Europa a Tomás de Morla y Jorge Guillelmi, quienes se
hicieron eco de un pensamiento generalizado en toda Europa: la artillería debía incorporarse, con pleno derecho y en mayor proporción, a los ejércitos en campaña, más aún cuando se había adoptado
como unidad táctica la División.
A su llegada a España, con el apoyo explícito del Director General
de la Artillería Conde de Lacy, Morla, ya brigadier y capitán del Cuerpo, sería designado por Real Orden de 6 de octubre de 1792 para acometer en nuestra patria los trabajos necesarios a fin de dotar a la artillería española del sistema Gribeauval. Con ese objeto, se le destina a la
Maestranza de Barcelona, con la misión efectuar los ensayos y experiencias que pareciesen convenientes, derivados de los conocimientos que había adquirido en su viaje por
Europa. Todas las actividaDetalle cañón español.
des que se llevaron a cabo
formarían parte de un plan
general de modernización del material de artillería español, que daría como resultado la aprobación del denominado sistema de artillería de Nueva Ordenanza de 1783.
Con esos nuevos materiales, sería posible adoptar las nuevas tácticas artilleras vigentes en otros países europeos, que
fueron más tarde implementados con la edición de importantes manuales, imprescindibles para el conocimiento de
los materiales y el adiestramiento en su uso, escritos por el
mismo Morla y por el general Urrutia3.
Cañones Morla.
3
Bajo su dirección se emprendió en Barcelona la producción de nuevas cureñas de batalla de a 12, 8 y 4, acortadas y aligeradas con respecto a las propuestas originales
de Gribeauval; la fabricación de cañones y de morteros de
recámara cónica y de morteros Gomer; de alzas tipo prusiano, juegos de armas de características mejoradas, carros
Tratado de Artillería para el uso de la Academia de Caballeros Cadetes del expresado Real Cuerpo, de Don Tomás de Morla.
Imprenta Real. Madrid, 1803; y Colección de Exercicios Facultativos para la uniforme instrucción de la Tropa del Real Cuerpo de Artillería, formada por disposición del Excmo. Sr. Don Joseph Urrutia. Imprenta Real. Madrid, 1801.
83
de municiones e, incluso, de dos pontones con los carros necesarios para
su conducción.
A finales de año se comenzó a dotar a las unidades artilleras con
montajes «a la Gribeauval» y con piezas cortas de batalla. Estos materiales, junto a los nuevos cañones maniobreros de la artillería volante, proyectados por Vicente María de Maturana4, entrarían en acción en 1793,
durante la Guerra contra la Convención Francesa y tras su prueba en
combate, se observaron sus ventajas y los defectos que debían subsanarse. La Paz de Basilea abriría una etapa de importantes reformas en el
Real Cuerpo de Artillería, que se plasmarían, tras la Guerra de las Naranjas, en la Ordenanza de 1802 y una profunda reestructuración, en la
que se perfilaba la artillería que, tan solo seis años después, haría frente
a las tropas francesas.
Obuses Morla.
LOS MATERIALES DE LA NUEVA ORDENANZA DE 1783
La Nueva Ordenanza de 1783, como se ha dicho anteriormente, establecería como reglamentario
para la artillería española un sistema de artillería, basado en el francés5. Estaba compuesto por cañones de a 12, 8 y 4 libras cortos o aligerados y un obús de 7 pulgadas para artillería de campaña; un cañón de a 4 libras para artillería de montaña; cañones de a 24 y a 16, y los de a 12, a 8 y a 4 largos y
un obús de 9 pulgadas para artillería de sitio y guarnición o plaza; morteros de recámara cilíndrica de
14 y 10 pulgadas, morteros Gomer de recámara cónica de 14, 12 y 7 pulgadas, y un pedrero de 19
pulgadas6.
El sistema presentaba indudables ventajas: acortaba la longitud de las piezas, que eran así menos pesadas y más manejables; introducía el empleo del cartucho, simplificando la carga y aumentando la cadencia de fuego a dos disparos por minuto; aligeraba los montajes e introducía otras mejoras sustanciales, como las prolongas y bricolas para su maniobra, la sustitución de las antiguas cuñas por el tornillo
de puntería y la dotación de alzas tipo prusiano. Las mejoras tecnológicas introducidas en su fabricación
mejoraron también la precisión del tiro y los alcances eficaces. Por otra parte, la adopción de los obuses7, y el aumento de la proporción de cañones a cuatro por cada mil hombres, incrementó enormemente la potencia de fuego y la eficacia en el combate de las grandes unidades de maniobra.
4
5
6
7
Los cañones maniobreros de Maturana, que recibieron la denominación de «cañones violentos», eran cañones de a 4,
barrenados de a 8, de forma que su peso fuese menor y disparasen un proyectil mayor, de 8 libras. (De la Llave y García, Pedro. Lecciones de artillería, explicadas en la Escuela Superior de Guerra. Imprenta Memorial de Ingenieros. Madrid,
1899. Segunda parte, volumen III, pag.254). Estas piezas fueron muy polémicas, pues varios de los informes emitidos
en su época las consideraban inseguras y las atribuían un excesivo retroceso. Maturana logró su adopción, primero, por
la Brigada de Artillería de la Guardia de Corps y, tras su disolución, ya empezada la guerra y siendo Director General
de Artillería, por la Brigada Maniobrera creada el 25 de diciembre de 1808. A su fallecimiento, los cañones fueron retirados del servicio.
Vid. Medina Ávila, Carlos J. «Capítulo XVII. El armamento. Visión histórica del material de artillería en España». En
VV.AA. Al pie de los cañones. La Artillería española. Tabapress. Madrid (1992).
Morla, en la nota a la lámina 18 de su Tratado de Artillería, indica que los calibres de los morteros y los pedreros españoles habían pasado a denominarse en pulgadas castellanas, en lugar de pulgadas francesas. Por tanto, el pedrero de 16
pulgadas francesas equivalía al pedrero de 19 pulgadas castellanas; el mortero de 12 pulgadas francesas, al de 14 pulgadas
castellanas; el de 10 pulgadas francesas, al de 12 pulgadas castellanas, el de 9 pulgadas francesas, al de 10 pulgadas castellanas; el de 6 pulgadas francesas al de 7 pulgadas castellanas, el obús de 8 pulgadas francesas al de 9 pulgadas castellanas,
y el obús de 6 pulgadas francesas, al de 7 pulgadas castellanas. (Morla, Tomás de. Colecciones de las explicaciones a las láminas del Tratado. Imprenta Real. Madrid, 1803. pag. 72).
El obús, pieza intermedia entre el cañón y el mortero, que disparaba granadas explosivas por el segundo sector, aparecía
por vez primera como material reglamentario de ordenanza.
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Los tubos, cuya fabricación se estandarizó, se manufacturaron principalmente en la Maestranza de Barcelona y
en la Fábrica de Artillería de Sevilla, y eran más sencillos
que los anteriores del sistema Vallière. Fundidos en una
sola pieza –proceso que se conocía como moldeo en sólido–,
se les dotaba de ánima mediante unas máquinas de barrenado horizontal, ideadas por el suizo Juan Maritz. Los
adornos prácticamente habían desaparecido, y las asas pasaron a ser lisas y de sección hexagonal. Debían llevar graArtillería volante
bada la cifra del monarca delante del fogón, la fecha de su
fundición en la faja alta de la culata, y el nombre dado a la pieza en una faja volante próxima al collarín. En el muñón derecho se grababa el peso de la pieza en quintales (qq.) y toneladas (tt.)8, y en
el izquierdo el tipo de metal empleado en su fabricación, generalmente bronce.
Este bronce para la fundición de piezas artilleras –que se denominaba bronce de cañón– se obtenía
mediante la aleación de una libra de estaño por cada diez de cobre. Para confeccionar el molde se utilizaban 30 partes de tierra virgen, seis de arcilla arenisca, diez de estiércol de caballería y una de pelo
de vaca. El modelo se fabricaba generalmente en peltre o en una madera ligera –como el cedro– que
pudiese pulirse con facilidad.
Las cureñas de los cañones de campaña y de sitio eran muy similares. Estaban formadas por dos
gualderas, en las que se hallaban las muñoneras, que podían ser cuatro –de combate y de camino– en
los calibres superiores. Ambas gualderas se unían mediante un número de teleras variable, según el
calibre, siendo las más importantes –de atrás hacia delante– el telerón de contera, las teleras de mira
y voladera, la solera y la testera. En su fabricación se utilizaba diversos materiales. Los ejes de ruedas
se construían en hierro, mucho más sólidos que los obsoletos ejes de madera; las ruedas, de mayor tamaño y solidez que en anteriores sistemas, eran de madera, con refuerzos, cubos y llantas de hierro.
Gualderas, teleras y otras partes se manufacturaban también en madera, reforzándose con herrajes de
metal. De las maderas que cita Morla9 en su Tratado, las de mayor utilidad por sus características específicas, eran las de álamo negro, fresno y haya.
Una de la características más relevante de las cureñas del sistema Gribeauval consistía en que habían sido diseñadas teniendo en cuenta no sólo el factor del retroceso del tubo, sino también el del
montaje en sí. Por este motivo, diferían de forma significativa de las que dotaban los materiales hasta ese momento, siendo más cortas, fuertes y ligeras. Adicionalmente, la contera de las gualderas, tras
las pruebas realizadas en los polígonos de experiencias franceses, había sido completamente modificada, proporcionándole una forma curvada en lugar de la cuadrada habitual. Esta nueva forma, denominada de cola de pato, permitía además un mejor uso de dos de las nuevas invenciones incorporadas al sistema Gribeauval, las prolongas y las bricolas. Las primeras consistían en unas largas cuerdas
que se fijaban a la parte posterior de la cureña y al avantrén para el remolque de la pieza. Ésta podía
cambiar así rápidamente de asentamiento en el combate, transportada desde una posición a otra sin
necesidad de ser enganchada en su avantrén, con el consiguiente ahorro de tiempo. La bricola o cuerda de arrastre, llevada en bandolera por los artilleros, permitía a la dotación su enganche al cañón,
haciendo más fácil la operación de entrada a brazo en posición. En ambos casos, la curvatura de la
contera era fundamental e impedía que la cureña se clavase en el terreno cuando era remolcada por
8
9
La palabra tonelada deriva de tonel y éste del diminutivo del francés antiguo, tonne, tonel grande. Como medida de peso
equivalía a 20 quintales, y el quintal a 100 libras castellanas. Cada libra castellana se dividía en 16 onzas y equivalía a
460,0093 gramos actuales. Por tanto, una tonelada eran aproximadamente 920 kilogramos.
MORLA, Tomás. Op.cit. Tomo I, artículo IV, número II, pags. 515 y ss.
85
su avantrén mediante las prolongas o desplazada a brazo por los artilleros. Se facilitaba así la movilidad y la flexibilidad táctica de los cañones, de las dotaciones de las piezas y de las mismas baterías.
Otra de las características primordiales del sistema consistía en que, para un mismo calibre, todos
los elementos que componían las cureñas y los avantrenes eran intercambiables. Algo que fue posible
gracias a la normalización en su construcción, basada en planos únicos que debían de ser utilizados
por todos los establecimientos del Cuerpo de Artillería encargados de su fabricación y compostura.
Los cajones para municiones se efectuaban partiendo de unas dimensiones únicas, siendo todas sus
partes y componentes intercambiables, aunque su interior se adaptaba al calibre y los tipos de munición de cada pieza. El sistema se completaba con nuevas forjas de campaña, completamente rediseñadas, que acompañaban a las unidades de artillería en el combate como parte integral para el mantenimiento y reparación del material en campaña, y con carros de pontones, imprescindibles para
atravesar cursos de agua.
En el cuadro número 1 adjunto se resumen algunas de las características técnicas de las piezas del
sistema Gribeauval español.
CUADRO N.º 1. MATERIALES DE LA NUEVA ORDENANZA. SISTEMA GRIBEAUVAL ESPAÑOL.
CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS10
CALIBRE DEL TUBO
LONGITUD DEL TUBO
10
Pulgadas
Lineas
Puntos
Milímetros
Libras castellanas
(1lb= 460,0 grs)
Libras castellanas
(1lb= 460,0 grs)
Kilogramos
aproximados
7
6
4
–
1
10
6
6
10
–
–
4
2.291,6
1.993,3
1.593,5
2.100
1.370
680
6.804
4.838
2.880
6
4
2
3 3/4
150,6
129,2
121,3
106,1
84,1
10
9
9
8
7
10
6
8
7
6
2
11
5
9
6
1
7
5
–
6
3.524,0
3.112,3
2.827,7
2.808,7
2.451,1
6.400
4.200
3.600
2.600
1.410
20.000
13.680
11.730
7.958
4.888
12
8
6
4
2
1
3 3/4
84,1
2
7
9
4
860,3
150
–
2
6
8
2
–
–
–
167,2
216,6
1
2
7
1
3
7
–
–
522,1
693,8
2.700
700
3.381
11.260
21
11
–
–
10
6
4
–
–
1
1
–
–
–
6
9
–
325,2
325,2
274,1
166,4
433,6
1
2
2
1
2
11
9
4
4
1
6
1
–
2
1
4
4
8
–
637,3
896,4
758,7
439,1
680,2
2.200
2.700
1.900
200
2.900
–
11.223
8.121
1.211
–
–
–
–
–
–
Puntos
Pies
PESO DEL
PROYECTIL
Milímetros
PESO TOTAL
DE LA PIEZA
121,3
106,1
84,1
Lineas
Artillería de campaña
Cañón de a 12 libras corto
–
Cañón de a 8 libras corto
–
Cañón de a 4 libras corto
–
Artillería de sitio, guarnición o plaza
Cañón de a 24 libras largo
–
Cañón de a 16 libras largo
–
Cañón de a 12 libras largo
–
Cañón de a 8 libras largo
–
Cañón de a 4 libras largo
–
Artillería de montaña
Cañón de a 4 libras
–
Obuses
Obús de 7 pulgadas
–
Obús de 9 pulgadas
–
Morteros y pedreros
Cilíndrico de 14 pulgadas
1
Cónico de 14 pulgadas
1
Cónico de 12 pulgadas
–
Cónico de 7 pulgadas
–
Pedrero de 19 pulgadas
1
Medidas de París
Pulgadas
Pies
Medidas de París
PESO DEL
TUBO
4
3
3
5
11
1
9
–
5
4
4
3
3
7
11
5
11
1
3
3 3/4
9
3
9
–
Elaboración propia basada en MORLA, Tomás. Op.cit. Tomo I. pags. 376 y ss.
86
Los montajes de la artillería de sitio eran muy similares a los utilizadas por las piezas de campaña,
aunque de mayores dimensiones para acomodarse a las peculiaridades de los tubos, más largos y pesados, que tenían que sustentar. Las ruedas estaban reforzadas con cubos de latón, y los husillos del
eje de ruedas estaban cubiertos por piezas de hierro. A causa de su gran peso, los cañones de sitio eran
transportados en carros separadamente de sus cureñas, y ensamblados mediante cabrias cuando estaba ya preparado el asedio. El movimiento de los trenes de sitio era mucho más lento que el de los trenes de campaña, y los proyectiles y bombas eran transportados en cualquier carruaje disponible. Por
su parte, las cureñas de guarnición –o los afustes de plaza–, totalmente reformadas, se diferenciaban
sustancialmente de las de campaña y sitio. Sus gualderas eran similares a las de la artillería naval, y se
situaban sobre unas bases de madera con raíles, a través de los cuales discurría la pieza durante el retroceso.
Los elementos de transporte necesarios para el movimiento de las piezas fueron otra de las partes
importante del sistema Gribeauval. Los sistemas anteriores, como el Lichstenstein o el Vallière, habían procurado mantener una cierta uniformidad en cureñas y avantrenes y en los vagones de municiones, basados en su mayoría en los diseños de Saint Remy a finales del siglo XVII. Pero con el sistema Gribeauval, los vehículos precisos para mover las piezas se convirtieron en un segmento fundamental del mismo desde sus inicios.
El alcance de los cañones variaba con la carga de proyección y con el ángulo que se proporcionaba al tubo al efectuar la puntería, que era, aproximadamente, entre 0.º y 4.º para los cañones, y entre 0.º y 12.º para los obuses. En el siguiente cuadro número 2 se muestran los alcances máximos y
eficaces aproximados de algunas de las piezas de artillería de campaña con las diversas municiones
(bala maciza, y bote de metralla o granada).
CUADRO N.º 2. ALCANCES APROXIMADOS. MATERIALES DE CAMPAÑA
Proyectil macizo
Alcance máximo (metros)
Alcance eficaz (metros)
Bote de metralla
(metros)
Cañón de a 12 libras
1.800
900-1.000
500-600
Cañón de a 8 libras
1.500
800-900
400-500
Cañón de a 4 libras
1.200
800-900
300-400
Obús de 7 pulgadas
1.200
700
500-600
MUNICIONES Y CARGAS DE PROYECCIÓN
Las municiones utilizadas por la artillería a principios del XIX eran principalmente proyectiles
macizos, botes de metralla y granadas. Los proyectiles macizos, llamados también balas lisas o rasas,
eran esferas de hierro fundido, de masa prácticamente homogénea y de diámetro algo menor que el
calibre del cañón que debía dispararlas11. Sus efectos eran proporcionales a la fuerza con que eran lanzados.
Los materiales de calibres superiores, como los cañones de sitio de a 24 y a 16 libras, dada la gran
energía cinética del proyectil disparado, tenían efectos demoledores contra los muros de las fortificaciones, mientras que los cañones de a 12 libras e inferiores eran los más utilizados contra las forma11
La diferencia entre el diámetro del proyectil y el calibre del tubo se denominaba «viento». Su finalidad era la de facilitar
la carga, evitando que el proyectil se atascase en la boca. La rapidez en el servicio en fuego en combate era fundamental,
y un contratiempo de este tipo, además de la pérdida de tiempo y de la cadencia de la batería, podía llegar a inutilizar la
pieza o causar un grave accidente.
87
ciones de tropas. Las balas rasas de éstos ocasionaban enormes destrozos materiales y tenían considerables efectos psicológicos en las
tropas de infantería y de caballería. Si un disparo enfilaba correctamente una de las hileras de una formación en cuadro, podía causar un gran número de bajas. Por tanto, al
entrar en el alcance eficaz de la artillería, los
jefes de las unidades procuraban disminuir el
fondo de sus formaciones. Pero si el impacto
no se producía directamente, el proyectil rebotaba y rodaba causando efectos devastadores en las piernas de los soldados, las patas de
las caballerías y las ruedas de carruajes que
1807 artillería de sitio Ordovas.
encontraba su paso. El tiro de rebote era una
técnica muy utilizada por la artillería, que se recogía en todos los manuales de la época.
Las balas lisas, calentadas al rojo cereza, se denominaban balas rojas12, y eran utilizadas como proyectiles incendiarios en los sitios de las plazas y, en los combates navales, contra las arboladuras y las
cubiertas de madera de los navíos de guerra. De hecho, las baterías de costa disponían de hornillos
de reverbero reglamentarios para el calentamiento de los proyectiles.
La introducción de los cartuchos y el uso del disparo encintado, que se utilizarían ampliamente a partir de este periodo, supuso una importante innovación en el campo de las municiones. Consistía en la
unión del proyectil macizo a un disco de madera o salero, mediante dos tiras de estaño, fijándose el conjunto, a continuación, a un saquete de franela o de papel que contenía la pólvora negra que constituía la
carga de proyección. No era así necesaria la inserción por separado del relleno de obturación y del proyectil, con lo que la carga de las piezas se simplificó y se hizo más rápida, aumentando la cadencia de fuego.
Los proyectiles habituales empleados específicamente contra personal podían ser de fragmentación,
como las bombas o las granadas de los obuses, o de dispersión, como los botes de metralla de los cañones o las polladas de los morteros. Los más comúnmente usados eran los botes de metralla, constituidos por unos cilindros metálicos de hojalata, rellenos de pequeñas esferas de hierro, bien colocadas
ordenadamente o vertidas a granel. Los botes de metralla podían ser ligeros y pesados. Los ligeros, utilizados a muy corta distancia, contenían de 60 a 120 balines, mientras que los pesados, empleados en
distancias superiores, llevaban de 30 a 60 proyectiles de mayor calibre. Al efectuarse el disparo, el bote
se rompía por la violencia del mismo en la boca de la pieza, produciendo un cono de metralla a izquierda y derecha. Su mortífero efecto, considerablemente mayor que el de una bala maciza, podía detener en seco un asalto de infantería o una carga de caballería. Su alcance, en cambio, era menor, y la
máxima eficacia se obtenía en distancias cortas, donde el cono de dispersión llegaba más cerrado.
Equivalente al bote de metralla, pero utilizada por los morteros, era la pollada, munición compuesta por un árbol hueco central de madera, con numerosos orificios y una serie de platos sobre los
que se cargaban bombas huecas de hierro fundido. Cada una de estas bombas llevaba una larga mecha que se prendía con el mismo fogonazo del disparo del mortero. No obstante, la munición habitual de los morteros era la característica bomba13, proyectil hueco de hierro fundido destinado a
transportar una carga interior de pólvora, que disponía de un orificio, denominado boquilla, con un
12
13
Sobre las prevenciones que habían de tomarse para el disparo de las balas rojas, vid. Urrutia (op.cit), pags. 63 y ss.
La bomba es el emblema artillero por excelencia y uno de los de mayor antigüedad en las Fuerzas Armadas. Su uso sobre en los cuellos de los uniformes artilleros está documentado desde 1802, y hoy día es el emblema reglamentario,
88
resalte a su alrededor, en donde se colocaba
la espoleta. La bomba tenía mayor espesor en
el culote para soportar mejor la presión de
los gases en el momento del disparo, y se
fragmentaba cuando hacía explosión su carga interior.
Los obuses, por tipo de tiro que efectuaban –de trayectoria curva y por el segundo
sector–, se utilizaban básicamente para batir
atrincheramientos y plazas. Mediante el denominado tiro de sumersión, se pretendía introducir proyectiles en el interior de las deDetalle de cañón francés.
fensas enemigas y batir las concentraciones
de tropas, como preparación al asalto posterior de la infantería. La munición principalmente usada con esta finalidad era la granada –llamada
también granada real–, similar a la bomba del mortero, pero sin resalte en la boquilla.
La carga de proyección empleada en el lanzamiento de los proyectiles14 seguía siendo la pólvora
negra, cuya composición, con leves variaciones, mantenía la clásica proporción de 12,5 partes de carbón, 7,5 partes de salitre y 12,5 partes de azufre. Si no se utilizaba el disparo encintado, la pólvora se
disponía en un cartucho o saquete, cuyo diámetro exterior coincidía con el calibre del proyectil. Tras
la introducción en la recámara y el atacado posterior del proyectil, el cartucho se perforaba con una
aguja a través del oído del tubo, y se cebaba con pólvora más viva.
LA ARTILLERÍA ESPAÑOLA Y SUS MATERIALES EN LA GUERRA
Los materiales con los que la Artillería española entró en guerra contra las tropas imperiales de Napoleón, eran similares a los utilizados por sus adversarios. Ambos ejércitos compartían el mismo sistema Gribeauval, y la manufactura española era incluso superior, como los mismos franceses reconocieron en numerosas ocasiones. Las piezas de bronce fundidas en Barcelona y en Sevilla eran de gran calidad, y las modificaciones incorporadas en las cureñas, propuestas por Morla, habían mejorado las
características de los montajes originales. A instancias del propio Napoleón, también en Francia se introducirían reformas, lo que llevaría a la artillería francesa al denominado sistema del «Año IX». El ejército inglés, por su parte, utilizó en España sus piezas de ordenanza del sistema Blomefield, con cureñas monomástiles más manejables, que serían adoptadas en España, una vez finalizada la contienda.
Franceses e ingleses tuvieron en alta consideración a los artilleros españoles. De ellos dijeron que
eran lo mejor que tenía el ejército español. Las unidades artilleras estaban bien dotadas de medios,
aunque no de ganado para su transporte, mal endémico que también sufría el resto del ejército español del período15. Dirigidos por excelentes oficiales, de gran reputación, pericia y elevado espíritu,
14
15
Las cargas utilizadas para los cañones de sitio era aproximadamente 1/3 del peso de la bala; en campaña, los cañones de
a 12, 8 y 4 libras con bala rasas utilizaban cargas de 4, 2 ? y 1? libras de pólvora, y con metralla, de 4?, 2? y 1? libras,
dado que el bote de metralla pesaba más que el proyectil macizo. En los obuses de 6 pulgadas se empleaban regularmente de 20 a 24 onzas de pólvora para el disparo de la granada. (Urrutia, op.cit, pag. 197).
Manuel Godoy, Generalísimo de los Ejércitos, como Director General del Cuerpo de Artillería entre 1803 y 1808, mostraría siempre sus preferencias por el Arma, impulsó la renovación del parque artillero y se esforzó por dotar de medios
a las unidades, sobre todo tras las Campañas de los Pirineos. A principios de la Guerra de la Independencia, el Real Cuerpo contaba con siete trenes de artillería completos, y un total de 9.122 piezas de bronce, entre cañones, obuses, morteros y pedreros. No obstante, la artillería no tendría Unidades de Tren para su transporte hasta noviembre de 1813.
89
educados en el Real Colegio de Segovia –de gran renombre en la Europa de la época–, los bien adiestrados artilleros españoles, utilizaron con maestría el excelente material del que estaban dotados16.
Como los artilleros británicos y galos, sufrieron el mal estado de los caminos, la falta de caballerías,
la escasez de municiones y las penurias de la guerra. Pero supieron luchar y morir al pie de sus cañones, ganándose el respeto y el aprecio de propios, aliados y adversarios.
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16
Sobre la impresión causada por los artilleros españoles vid. OMAN, Charles. A history of the Peninsular War. Volumen I
(1807-1809) pags. 94-95.
90
ORGANIZACIÓN Y PERSONAL DEL CUERPO
DE ARTILLERÍA EN 1808
D. UBALDO MARTÍNEZ-FALLERO DEL POZO
Teniente Coronel de Artillería (r)
1. ORGANIZACIÓN EN 1808
El cuerpo de Artillería en la Península estaba organizado en 1808 de acuerdo a lo establecido en
la ordenanza de 18021 con las modificaciones introducidas en el reglamento adicional de 18062. En
cuanto a Canarias e Indias, aunque en 1807 se publicaron dos reglamentos3 considerados como adicionales a la ordenanza de 1802 no tuvieron efecto, debido al desencadenamiento de la guerra, hasta marzo de1813 por lo que la Artillería en aquellos dominios quedaba bajo la jurisdicción de los virreyes o de los capitanes generales prácticamente sin limitaciones.
Su órgano superior, en España, era la Dirección General que contaba con un estado mayor4,
compuesto por una secretaría con una plantilla de 1 oficial 1.º, dos oficiales 2.º y cuatro secretarios;
y un órgano colegiado, denominado junta superior económica, con una plantilla de 1 presidente,
dos vocales del ramo militar dos vocales del ramo de hacienda y un secretario.
Del director general dependían cinco mariscales de campo subinspectores de los departamentos, 1.º Barcelona, 2.º Cartagena, 3.º Sevilla, 4.º la Coruña y 5.º Segovia con sus correspondientes
brigadieres jefes de escuela. A disposición de cada subinspector, para emplearlos en las comisiones
que considerase conveniente, había un número no determinado de «oficiales sueltos».
De cada departamento dependía un regimiento, una escuela práctica5 con su campo de tiro y casa
de mixtos, una maestranza, las fábricas, las compañías fijas de su demarcación y varios comandantes
de Artillería de plaza. La única excepción era el 5.º departamento de Segovia que no disponía de regimiento (aunque sí tenía 4 compañías) y del que a cambio dependía el Colegio de caballeros cadetes.
El total del Cuerpo era el siguiente:
La Dirección General, cinco departamentos, 1 colegio, 4 regimientos con un total de 40 compañías
(34 a pie y 6 a caballo), 19 compañías fijas, 5 maestranzas con sus 5 compañías de obreros y la fábrica de
pólvora de Murcia, la fundición de bronce y municiones de Sevilla, la de hierro tirado del Bierzo, la de
armas y municiones de Oviedo, la de fusiles de Placencia y la de armas blancas en Toledo. Existían otros
establecimientos privados como las fábricas de municiones de Orbaiceta y la de Sargadelos con los que el
1
2
3
4
5
Ordenanza dividida en 14 reglamentos que SM manda observar en el Real Cuerpo de Artillería para sus diferentes ramos de
tropa, cuenta y razón y fábricas, Madrid, 1802, Imprenta Real.
Reglamento adicional al 1.º de la Ordenanza general del Cuerpo de Artillería de julio de 1802, Madrid, 1806, Imprenta Real.
Reglamento primero y segundo del Real Cuerpo de Artillería para los dominios de Indias y Canarias, Madrid 1807, Imprenta
Real.
Se creó por real orden de 31 de mayo de 1803.
En torno a las escuelas prácticas, que estaban dirigidas por los jefes de escuela de los departamentos, giraba toda la vida
de las unidades. En Ceuta y Menorca existían otras dos llamadas subalternas.
91
Estado mantenía un régimen de asiento y en las que había oficiales de artillería destinados para controlar la fabricación de acuerdo a la ordenanza de balerío y hacer las recepciones correspondientes.
2. EL PERSONAL DEL CUERPO DE ARTILLERÍA
En 1808 había dos clases de oficiales en el cuerpo de Artillería. Los facultativos6 y los prácticos.
Los primeros procedían en su mayoría7 del Real Colegio Militar de caballeros cadetes de Artillería establecido en Segovia en 1764 y formaba una escala única, mientras que los segundos procedían de la
tropa del Cuerpo de Artillería y formaban en España 3 escalas, la 1.ª correspondía al personal de los
departamentos de Barcelona y Cartagena, la 2.ª al personal del de Sevilla (incluidos los presidios de
África) y la 3.ª al personal de La Coruña, Segovia y Canarias. Comprobar en el reglamento adicional
de 1806. En 1808 en España el cuerpo de Artillería disponía de 315 oficiales facultativos y 89 oficiales prácticos, lo que supone un total de 404. Su distribución por empleos se encuentra en el Anexo
1. Era por lo tanto un cuerpo muy pequeño, comparado con la Infantería, Caballería o Milicias y altamente cualificado, donde existían fuertes lazos de amistad y compañerismo fruto de su procedencia aristocrática y de una larga y esmerada educación común en el Colegio de Segovia.
En el Anexo 2 se muestra la organización y distribución del personal clave del cuerpo de artillería
en España8 en 1808.
Dependiente del Cuerpo de Artillería existía también el denominado Cuerpo de Cuenta y Razón
cuya misión era controlar y fiscalizar la administración económica que llevaba el Cuerpo así como el
control de existencias de inventario en todas las fábricas, maestranzas, almacenes y salas de armas.
3. ORGANIZACIÓN DE LAS UNIDADES DE ARTILLERÍA
Por el reglamento de 1806 quedó la Artillería dividida en España en Artillería de campaña y Artillería de guarnición.
a) La Artillería de campaña
Su misión era tanto el apoyo a los ejércitos en campaña como los ataques a plazas. Se consideraba como la parte activa del Cuerpo y la que requería una instrucción superior por lo que estaba mandada exclusivamente por oficiales facultativos.
Se organizaron 4 regimientos, con dos batallones a 5 compañías cada uno, con un total de 4550
hombres. Cada batallón tenía una compañía a caballo9 y el resto a pie10 excepto en el 4.º regimien-
6
Así se denominaba en el Cuerpos de Artillería y en el de Ingenieros, al personal que desempeñaba para el Estado determinadas
tareas, como la dirección de las fábricas de armamento o la construcción de fortificaciones, para las que necesitan un título.
7 Dos de los subinspectores de departamento, los mariscales de campo Alejandro Ferrer y Francisco de Biedma, así como algún brigadier jefe de escuela e incluso algún coronel procedían todavía de las antiguas Escuelas de Artillería de Barcelona y
Cádiz fundadas en 1751 y cerradas sucesivamente por decreto de 12 de mayo de 1760 y orden de 23 de abril de 1764.
8 Elaboración propia a partir de: Estado general del Real Cuerpo de Artillería, Madrid 1808, Imprenta Real y de Estado Militar de España, Madrid 1808, Imprenta Real.
9 Las compañías a caballo tenían 6 piezas y una plantilla de 97 individuos: capitán, dos tenientes, un subteniente, un sargento 1.º,
4 sargentos 2.º, 1 trompeta, 5 cabos 1.º, 8 cabos 2.º, 30 artilleros 1.º y 44 artilleros 2.º Contaba además con 78 caballos para el
servicio de las piezas. Las compañías a caballo del 2.º batallón solo disponían en paz de la mitad de los caballos para instrucción.
10 Las compañías a pie tenían una plantilla de 117 individuos: capitán, dos tenientes, un subteniente, un sargento 1.º, 5
sargentos 2.º, 2 tambores, 7 cabos 1.º, 10 cabos 2.º, 34 artilleros 1.º y 54 artilleros 2.º En guerra debían aumentarse con
50 artilleros 2.º procedentes de milicias.
92
to que todas eran a pie. Los únicos regimientos que proporcionaban destacamentos eran el 3.º y el
4.º en las plazas de Ferrol y Cádiz respectivamente con una compañía cada uno11. Cada regimiento
tenía dos banderas y su plana mayor la formaba 1 coronel, 1 teniente coronel, 1 sargento mayor, un
ayudante mayor, 2 capellanes, dos cirujanos, 5 conductores de artillería, un tambor mayor, un pífano 1.º, dos pífanos 2.º y dos mariscales. Además mantenía una banda de música de 20 individuos.
Estado de los regimientos12, 13
Rgto
Compañías a
pie
Compañías a
caballo
Fuerza en
marzo
Fuerza en 1.º
de junio
Caballos
1.º Barcelona
1.º
8
2
1134
1143
131
Barcelona
2.º Cartagena
2.º
8
2
1141
1146
64
Valencia
3.º Sevilla
3.º
8
2
1078
1097
122
Sevilla
4.º La Coruña
4.º
10
–
1043
1057
–
Coruña
34
6
4396
4443
317
Departamento
Total
Destinos
La organización de los regimientos estaba ideada para que cada uno apoyase a un ejército de dos
divisiones. Para ello cada regimiento se componía de 10 compañías distribuidas en 3 brigadas: 2 de
división y 1 de parque. Cada brigada de división disponía de dos compañías de artilleros a pie y una
de a caballo y cada brigada de parque tenía 4 compañías a pie. Esta organización permitía, en caso
de formarse uno o más ejércitos de campaña, pasar con agilidad de una situación de paz a una de
guerra.
b) La Artillería de guarnición
Su objeto era la defensa de plazas y de torres y puestos artillados de la costa. Estaba mandada por
oficiales prácticos y estaba formada por 19 compañías fijas con un total de 2000 hombres, distribuidas en las siguientes ciudades: Algeciras, Alicante, Almería, Badajoz, 2 en Ceuta formando brigada,
Ciudad Rodrigo, Figueras, Gijón, Málaga, 2 en Mallorca formando brigada, San Lúcar, San Sebastián, Santander, Tarragona, Valencia, Vigo y Zaragoza. Las de Almería y Málaga debían dar servicio
en los presidios menores. La fuerza variaba en función del número de destacamentos que tuviesen que
guarnecer y así había compañías de 150, 120, 100 y 68 plazas de tropa.
11
12
13
Como veremos mas adelante esto fue un deseo de la ordenanza no cumplido. En realidad todos los regimientos mantenían destacamentos por la imposibilidad material de las compañías fijas de proporcionarlos todos (que era para lo que
se habían creado).
Pilón Ortega, Manuel. Apuntes para la historia de la Artillería en España y sus dominios, 1840? Manuscrito inédito que se
encuentra en la biblioteca de la Academia de Artillería en Segovia.
Archivo General Militar 2.º/10.ª/L-83.
93
Estado de las Compañías fijas de plaza14
Fuerza en el 1er
trimestre
Número de Compañías fijas
Palma
200
2 formando brigada
Figueras
93
1
Tarragona
102
1
Valencia
114
1
Alicante
112
1
Zaragoza
67
1
Ceuta
250
2 formando brigada
Sanlúcar
80
1
Málaga
131
1
Almería
150
1
Algeciras
135
1
Badajoz
60
1
Vigo
114
1
Gijón
65
1
Ciudad Rodrigo
65
1
Santander
66
1
San Sebastián
134
1
1938
19
Departamentos de que
dependían
Barcelona
Cartagena
Sevilla
Coruña
Segovia
Destinos
Total
Esta Artillería, que estaba subordinada a los comandantes de Artillería y era la base para la defensa de las plazas de guerra, puesto que además del material de artillería y de su instrucción tenían a
cargo la custodia de los almacenes o arsenales de armamento así como de las casas de munición o polvorines.
Como consecuencia de la nueva ordenanza y su reglamento adicional se ordenó que los regimientos no diesen destacamentos excepto el 3.º que debía mantener una compañía en Cádiz y el 4.º que
debía mantener otra en Ferrol. Sin embargo en el Estado Militar de España de 1808 se puede comprobar que existían comandantes de artillería además en el Campo de Gibraltar, Ferrol, Corcubión,
Bilbao y Pamplona. Los tres primeros se desplegaron con el objeto de impedir desembarcos ingleses
como el de 1800 en Ferrol. Por ese motivo existían dos comandantes de artillería en Ferrol15, uno de
la plaza que era el teniente coronel jefe del batallón del 4.º regimiento y otro que era el comandante
del tren destacado entre Ferrol y Ares compuesto por 10 piezas. En el Campo de Gibraltar había otro
tren de 12 piezas con un destacamento el 3.º regimiento y Corcubión lo mantenía un destacamento
del 4.º En Bilbao se destacó un tren artillería dotado de 6 piezas con personal procedente de la com-
14
15
Pilón, Op. Cit.
Escalafón del cuerpo de Artillería de 1808.
94
pañía fija de San Sebastián como consecuencia de la Zamacolada16 de 1804 y Pamplona se guarnecía con inválidos agregados a la compañía fija de San Sebastián.
4. BREVE RECORDATORIO DE LA SITUACIÓN MILITAR
La situación militar general y del cuerpo de Artillería a principios de 1808 era consecuencia directa de varios tratados firmados en años anteriores y que obligaron a enviar importantes contingentes de tropas fuera de España.
a) Tercer Tratado de San Ildefonso
Firmado por Carlos IV el 1 de octubre de 1800 tras los grandes éxitos de la campaña de Italia de
Napoleón. España se comprometía a incrementar su ayuda naval y ceder a Francia la Luisiana a cambio de un aumento de las posesiones del duque de Parma. España pretendía que el duque Fernando
I de Parma cediese su ducado a Francia a cambio de la Toscana, pero éste se opuso y rehusó abdicar.
Fernando murió envenenado en 1802 y poco después Carlos IV acordó con Napoleón el intercambio del ducado de Parma por el gran-ducado de Toscana, convertido en reino de Etruria, a favor del
Príncipe Luis I de Borbón-Parma en 1802 casado con M.ª Luisa, hija de Carlos IV17. Con el objeto
de ejercer la soberanía del territorio y contribuir al bloqueo España envió en enero de 1806 al Reino de Etruria una división18 al mando del general Gonzalo O’Farrill Herrera que fue sustituido en
1807 por el general Enrique Salcedo Molinuevo. Estas unidades quedaron estacionadas en Liorna,
Pisa y Florencia.
La artillería de esta división era una brigada de Artillería que salió de Barcelona el 6 de enero de
1806 y llegó a Liorna y la componían en 5 de marzo19:
Regimientos
1.º
1.º
Total
Compañías
media a pie
media a caballo
1
Fuerza
55
52
107
b) Segundo Tratado de San Ildefonso
Firmado entre España y Francia el 18 de agosto 1796, tras la firma en 1795 de la Paz de Basilea,
por el que ambos estados se obligaban a la defensa y ataque mutuo frente a Inglaterra, que en esos
16
17
18
19
En aquel entonces, Zamácola, líder de los notables rurales quiso construir con permiso real un puerto, fuera de los límites de Bilbao, hecho que si se producía, estrangularía el desarrollo comercial de la ciudad. Pero la tensión llegó a motín
y Bilbao fue invadida por los habitantes de las anteiglesias (distritos rurales). En consecuencia el proyecto del puerto fue
revocado y todo quedó como estaba, en beneficio de la ciudad. Tanto el Ayuntamiento de Bilbao como la Diputación
solicitan el envío de refuerzos, y estos llegan al mando del brigadier Benito San Juan y se creó una comandancia militar.
El ejército entró en Bilbao el 21 de septiembre de 1804 y seguía allí al comenzar la guerra de Independencia.
El rey Luis I falleció en 1803 y la regencia en Etruria fue asumida por su viuda la reina María-Luisa de Borbón, Infanta de España hasta que en 1807, como consecuencia del tratado de Fontainebleau Napoleón ocupó y anexionó Etruria
enviando a Madrid a la regente y a su hijo el príncipe Carlos-Luis de Borbón-Parma que posteriormente fueron encarcelados como el resto de la familia real en Francia en 1808.
Regimientos de Infantería de Zamora (tres batallones, 2.256 hombres), Guadalajara (dos batallones, 1.504 hombres)
el 1er batallón de Infantería Ligera Voluntarios de Cataluña (1200 hombres). Regimientos de Caballería de Villaviciosa (540 hombres) y Algarbe (540 hombres).
Pilón. Op. Cit.
95
momentos amenazaba a la flota española en sus viajes a América. En 1807 Napoleón invocó este tratado para reclamar la ayuda militar española y exigió una división para cooperar en su campaña contra Suecia, que se negaba a participar en el bloqueo continental contra Gran Bretaña. Para ello España formó la llamada división del Norte que al mando del Marqués de la Romana se compuso por una
parte de las tropas que guarnecían el reino de Etruria y por otra de unas unidades que partieron de
la Península20 en abril de 1807.
La artillería que salió de España la componían21:
Regimientos
1.º
1.º
1.º
2.º
Total
Compañías
media a pie
media a caballo
1 a caballo
1 a pie
3
Fuerza
34
48
90
79
251
El tren de artillería que acompañaba a esta división procedía en su mayoría del departamento de
Barcelona (incluido lo que había salido de Etruria) estaba compuesto por 25 piezas, 33 cureñas, 33
armones, 35 carros de municiones, 4 carros a la catalana y 3 fraguas con su dotación de municiones,
atalajes y guarniciones. Había también 356 caballos.
c) Tratado de Fontainebleau22
Firmado con Francia el 27 de octubre de 1807 por el que se decidió autorizar el paso de tropas
francesas por territorio español para la invasión conjunta de Portugal. España participó con tres ejércitos denominados de Galicia o Norte al mando del general Francisco Javier Taranco y Llano, Castilla o Centro al mando del teniente general Juan Carrafa de la Roccela y Policastro y Extremadura o
Sur al mando del general Francisco María Solano Ortiz de Rozas y Bote, Marqués del Socorro. Las
tropas francesas, al mando del general Jean-Andoche Junot, entraron en España el 19 de octubre de
1807, cruzaron la península y llegaron a la frontera portuguesa el 18 de noviembre. El 19 de octubre de 1807 los ejércitos pasan la frontera portuguesa sin encontrar resistencia. Desde Alcántara el
ejército francés y el español de Castilla marchan con grandes dificultades, por lo abrupto del terreno,
a Castelo Branco y Abrantes. Desde esta localidad se dividen dirigiéndose el francés a Lisboa (que alcanza el día 30 de noviembre) mientras el español se encamina a Oporto. El ejército de Galicia cruzó el Miño y marchó a Oporto y el de Extremadura cruzó la frontera por Badajoz en dirección a Setúbal por Elvas y Estremoz. Mientras, el 22 de noviembre, el segundo cuerpo de observación de la
Gironda, al mando del general Pierre Dupont, atravesó la frontera española constituyéndose en reserva. La artillería que se encontraba con cada división era la siguiente23:
20
21
22
23
Regimientos de Infantería de Línea de Guadalajara (1 batallón 778 hombres), Asturias (3 batallones 2.332 hombres)
y Princesa (3 batallones 2.282 hombres) 2.º batallón de Infantería Ligera Voluntarios de Barcelona, (1.240 hombres).
Regimientos de Caballería de Línea del Rey (540 hombres) y del Infante (540 hombres) Regimiento de Dragones de
Almansa (540 hombres), una compañía de Zapadores-Minadores (100 hombres). Total efectivos (8.779 hombres).
Pilón, Op. Cit.
Conforme al tratado, una vez invadido, se dividiría Portugal en tres zonas: La zona norte (Oporto y Entre Miño y Duero) sería entregada, con el nombre de reino de Lusitania septentrional, al antiguo rey de Etruria (Carlos Luis I de Borbón,
antiguo Duque de Parma, sobrino de Fernando VII de España) en compensación por sus territorios italianos entregados
a Napoleón. La zona centro (Beiras, Tras-os-Montes y Extremadura portuguesa) se reservaría para un posible cambio por
Gibraltar y la isla de Trinidad, en manos de Inglaterra. Y la zona sur (Alentejo y Algarbe) pasaría a Godoy y su familia
como principado del Algarbe. En cuanto a las colonias, su división entre Francia y España se dejaba a acuerdo posterior.
Pilón, Op. Cit.
96
Ejércitos
Galicia del Norte
Castilla o Centro
Extremadura o del Sur
(3) a pie
Fuerza24
301
Fuerza25
301
1.º
(1) a caballo
80
88
3.º
(1) a caballo
91
184
2.º
(2) a pie
216
1.º
(1) a pie
109
109
2.º
(3) a pie
331
331
4.º
(1) a pie
–
118
11
1128
831
Regimientos
Compañías
4.º
Total
Los trenes de artillería eran los siguientes:
En Oporto, Tuy y Pontevedra, procedente del departamento de La Coruña, correspondiente al ejército de Galicia o Norte había 25 piezas, 33 cureñas, 33 armones, 28 carros de municiones y varios carros y galeras de municiones con su dotación de municiones, atalajes y guarniciones.
En Lisboa y Extremadura, procedente del departamento de Segovia, salió de Ciudad Rodrigo, correspondiente al ejército del Centro o de Castilla 30 piezas, 30 cureñas, 62 carros de municiones, 20
carros a la catalana, 7 fraguas, 3663 cartuchos de bala rasa y granada, 1045 cartuchos de metralla con
su dotación de atalajes y guarniciones.
En Alentejo, procedente del departamento de Sevilla, salió de la Plaza de Badajoz, correspondiente al ejército del Sur o de Extremadura 30 piezas, 30 cureñas, 70 carros de municiones, 25 carros a la
catalana, 6 fraguas, 1140 cartuchos de bala rasa y granada, 1860 cartuchos de metralla con su dotación de municiones, atalajes y guarniciones.
Resumen general de fuerzas españolas en el extranjero
Ejércitos
Regimientos
Etruria26
Dinamarca
Portugal
Total
Compañías
Fuerza
1.º
a pie
0,5
a caballo
0,5
1.º
0,5
1,5
172
2.º
1
–
79
1.º
2
–
189
2.º
5
–
547
3.º
–
1
91
4.º
3
–
216
12
3
1486
107
Un total de 110 piezas de los diferentes regimientos.
24
25
26
Pilón, Op Cit.
Según AGM 2.ª/1.ª/L-37
Se pone aparte aunque en esta fecha ya se había incorporado a la División del Marqués de la Romana en Dinamarca.
97
5. SITUACIÓN DE LAS TROPAS DEL CUERPO DE ARTILLERÍA EN ESPAÑA
1.er regimiento: Tenía dos compañías a caballo y una a pie en la división del Marqués de la Romana en Dinamarca, había otra compañía a pie en cada uno de los ejércitos de Castilla y Extremadura que ocupaban Portugal. Descontando la compañía destacada en Segovia quedaban en Barcelona 3 compañías a pie.
2.º regimiento: Tenía 1 compañía a pie en Dinamarca, 2 compañías a pie en el ejército de Castilla y otras 3 también a pie en el de Extremadura ocupando Portugal. Descontando la compañía a
caballo destacada en Segovia quedaban en Cartagena 4 compañías 1 de ellas a caballo.
3.er regimiento: Tenía 1 compañía a caballo en el ejército de Castilla ocupando Portugal, 1 compañía destacada permanentemente en Cádiz y otra en el Campo de Gibraltar. Descontando la compañía destacada en Segovia quedaban en Sevilla 7 compañías de ellas las 2 a caballo.
4.º regimiento: Tenía 3 compañías a pie en el ejército de Galicia que ocupaba Portugal, 1 compañía destacada permanentemente en Ferrol y destacamentos en Corcubión, Sada, Cedeira, San Ciprián, Sargadelos y Ribadeo que podían sumar fácilmente 1 compañía. Descontando la compañía
destacada en Segovia quedaban 2 compañías a pie en la Coruña.
En resumen de las 40 compañías de regimiento con que contaba el Cuerpo (34 a pie y 6 a caballo) estaban en el extranjero 15 (12 a pie y 3 a caballo), lo que representa casi un 33% del personal y
material, con lo que quedaban en la Península 25 (22 a pie y 3 a caballo). Si se descuentan las otras
5 unidades destacadas (Cádiz, Campo de Gibraltar, Ferrol, Corcubión) la artillería de Campaña disponible era la mitad de la prevista en tiempo de paz. A esto se debe añadir que lógicamente los regimientos enviaban a operaciones y destacamentos su mejor material y ganado, por lo que quedaba en
banderas estaba desgastado y a veces inútil. Bien es cierto que también se disponía de las 19 compañías fijas repartidas por todo el territorio peninsular y la brigada de Canarias.
En los regimientos
En las 19 compañías fijas
Agregados de los regimientos
provinciales
Total
Brigada de Canarias
Milicias de Id
Total general
Plazas
4416
1938
1689
8043
208
1100
9351
Fuera de España
Quedaban
8043
1486
6557
Y rebajados los 1689 milicianos que desde el principio de la
guerra se incorporaron en sus cuerpos, quedaron 4868 hombres para guarnecer todas las plazas y dotar los ejércitos.
6. TOTAL DE FUERZA DE ARTILLERÍA EN ESPAÑA
Aunque dependiendo de las fuentes consultadas27 las cifras pueden sufrir alguna variación, estas
son más o menos las que se manejan generalmente.
27
Gómez Ruiz, M y Alonso Juanola, V. El Ejército de los Borbones, Ministerio de Defensa, IHCM 1999. En su Tomo V*
proporcionan cifras ligeramente distintas.
98
En cuanto al número de oficiales que se encontraban fuera de España en 1808 no es fácil de establecer puesto que no hay estados de todos los ejércitos y divisiones. No obstante se puede estimar
que serían alrededor de 100 y que la inmensa mayoría eran facultativos por lo que la proporción se
mantiene como la tropa de los regimientos, es decir, casi un tercio de los oficiales facultativos están
fuera de España.
ANEXO 1
OFICIALES DE ARTILLERÍA POR EMPLEOS
Oficialidad facultativa:
Director y coronel general en España e Indias
Subinspectores mariscales de campo
Brigadieres jefes de escuela
Coroneles
Tenientes coroneles
Sargentos mayores
Capitanes
Tenientes y ayudantes mayores
Subtenientes
Total
Oficialidad de las compañías fijas
Capitanes
Tenientes y ayudantes mayores
Subtenientes
Total
Total oficiales
Total
1
5
5
24
34
5
72
84
85
315
13
30
46
89
404
ANEXO 2
DISTRIBUCIÓN DEL PERSONAL DEL CUERPO DE ARTILLERÍA EN ESPAÑA
Director general:
Jefe de estado mayor:
Primer oficial:
Segundo oficial:
Secretario:
Generalísimo Manuel Godoy Álvarez de Faria Príncipe de la Paz28.
Mariscal de campo José Navarro Sangrán y encargado del despacho29.
Teniente coronel Joaquín Navarro Sangrán.
Capitán Joaquín de Osma y Tricio.
Capitán César González Tournelle.
Secretaría
Primer oficial:
Secretario:
28
29
Coronel Juan de Areco Fernández de Mesa.
Capitán Francisco de Vargas Machuca.
Que lo ejerció desde el 7 de marzo de 1803 hasta el 21 de marzo de 1808.
Este cargo no figuraba en la ordenanza y era quien «trabajando a su inmediación [del Generalísimo] seguía la correspondencia, en su nombre, con el Ministerio de la Guerra y demás departamentos de dicho cuerpo según y en la forma que hubiesen acordado las resoluciones del Generalísimo».
99
Junta superior
Presidente:
Parte militar:
Parte de hacienda:
Secretario:
El jefe de estado mayor José Navarro Sangrán.
Coronel José Navarro Falcón.
Teniente coronel Francisco Novella Azabal.
Comisario ordenador Alejandro de Silva Ayanz y Pantoja.
Comisario de guerra Andrés Gallego.
Capitán Pedro Velarde y Santillán.
1.º departamento Barcelona
Subinspector:
Jefe de escuela:
Mariscal de campo Alejandro Ferrer.
Brigadier José Galluzo.
1.º regimiento. Se componía de dos batallones con 4 compañías a pie y una a caballo cada uno.
Coronel jefe:
Pedro Marañosa.
Teniente coronel:
Joaquín Ibarra.
Sargento mayor:
Cayetano Saqueti.
Capitanes: (10)
Hilarión Goñi(a caballo), Juan Valladares, José López (a caballo), Antonio Pardo, Pelayo Correa, Carlos Espinosa, Manuel del Río, Joaquín Lamur, Juan Cónsul.
Ayudante mayor:
Capitán Benito Gil de Aballe.
Comandantes de Artillería de Plaza.
Mallorca:
Mahón:
Figueras:
Tarragona:
Coronel Francisco de la Cuesta.
2.º comandante teniente coronel Isidro de la Mata.
Teniente coronel Juan de Ara.
Teniente coronel Vicente Rosique.
Teniente coronel José Portillo.
En las plazas que se relacionan se encontraba una compañía fija y las dos de Baleares formaban
una brigada cuyo jefe era el 2.º comandante, debían cubrir las plazas de Gerona, Figueras, Rosas,
Hostalrich, Tarragona, Tortosa, Lérida, Cardona, Berga, Seo de Urgel, Puigcerdá, Coll de Balaguer y
Torre de Salou y las mandaban los siguientes oficiales:
Mallorca:
Mahón:
Figueras:
Tarragona:
Capitán Eusebio Martínez.
Capitán Clemente Serna.
Teniente Antonio Ramentol.
Teniente Sebastián Rabella.
Maestranza.
Coronel director:
Capitán:
Luis Lorenzo.
Manuel Sánchez.
Fábricas.
No tenía ningún establecimiento industrial pues se había cerrado hacía unos años la fundición.
Tren30: 1 de 100 piezas en Barcelona.
100
2.º departamento Cartagena.
Subinspector:
Jefe de escuela:
Mariscal de campo José Manuel de Vivanco.
Brigadier Luis Villalba.
2.º regimiento.
Se componía de dos batallones con 4 compañías a pie y una a caballo
cada uno.
Coronel jefe:
Vacante.
Teniente coronel:
Francisco del Pino.
Sargento mayor:
José de la Serna.
Capitanes: (11)
José Badarán, Félix Bustos, José Gayangos (a caballo), Tomás Jiménez (a
caballo), Ignacio Vargas Mayoni, José Hidalgo, Manuel Velasco, Vicente Novella, Luis Michelena,
José Ruiz de Alcalá.
Ayudante mayor:
Capitán Manuel del Pino.
Comandantes de Artillería de Plaza.
Alicante:
Pamplona:
Valencia:
Zaragoza:
Teniente coronel Francisco Arce31.
Teniente coronel Mariano Bresón.
Coronel Miguel Sarachaga.
Vacante.
En las plazas que se relacionan se encontraba una compañía fija, debían cubrir las plazas de Valencia, Peñíscola, Vinaroz, Alicante, Denia, Castillo de las Águilas, Zaragoza y Jaca y las mandaban
los siguientes oficiales:
Alicante:
Valencia:
Zaragoza:
Capitán Pablo Salas.
Capitán Francisco Sanchiz.
Teniente Francisco Campo Redondo.
Maestranza.
Coronel director:
Capitán:
Juan Riosoto.
Francisco Quesada.
Fábricas.
Pólvora de Murcia.
Coronel director: Ignacio Muñoz.
TCOL Subdirector: Cándido Elgueta.
Capitán Pablo Sánchez.
Capitán Joaquín Góngora.
3.º departamento Sevilla.
Subinspector:
Jefe de escuela:
30
31
Mariscal de campo Antonio Valcárcel.
Brigadier Vicente María Maturana.
Según la Ordenanza de 1802.
Pasó mas adelante, en noviembre de 1808) a ser el coronel jefe del 2.º regimiento en Valenci.
101
3.º regimiento.
Coronel:
Teniente coronel:
Sargento mayor:
Capitanes: (11)
Ayudante mayor:
Se componía de dos batallones con 4 compañías a pie y una a caballo
cada uno.
José González.
José Cáceres.
Diego Salido.
Antonio Ibarra (a caballo), Mariano Contreras, Benito Ulloa (a caballo),
Alejandro Carabia, Joaquín Cáceres, José Chacón, Antonio Monsalve,
Manuel Guinea.
Capitán Joaquín Hidalgo Barquero.
Por ordenanza, Cádiz se guarnecía con un destacamento de una compañía el 3.º regimiento aunque también en el Campo de Gibraltar había otra compañía destacada del mismo regimiento.
Comandantes de Artillería de Plaza.
Algeciras:
Almería:
Cádiz:
Ceuta:
Badajoz:
Campo de Gibraltar:
Málaga:
Sanlúcar:
Coronel Joaquín Dolz.
Teniente coronel Alfonso Furundarena.
Coronel Francisco Fernández.
2.º Teniente coronel Jerónimo Escales.
Coronel Antonio Palandri.
Coronel Antonio López Chávez.
Coronel Joaquín Dolz.
Coronel Francisco Gacitúa.
Teniente coronel Luis Pesino.
En las plazas que se relacionan existía una compañía fija, excepto en Ceuta que había 2 formando brigada, debían cubrir las plazas de Puerto de Santa María, Badajoz y Olivenza y las mandaban
los siguientes oficiales.
Algeciras:
Almería:
Ceuta:
Badajoz:
Málaga:
Sanlúcar:
Capitán Juan Herrera.
Capitán Matías Berguilla.
Capitán Diego Rosales.
Capitán José Estival.
Teniente Manuel Fariñas.
Capitán Antonio Basurto.
Teniente Sebastián de Urra.
Maestranza.
Coronel director:
Capitán:
Martín García y Loygorri.
Alonso Díez de Ribera.
Fábricas.
Fundición de Sevilla:
Director Coronel Juan de Arriada.
Subdirector: Teniente coronel Jaime de Silva.
Capitán Gonzalo Cueto.
Minas de carbón mineral
de Villanueva del Río: Teniente Coronel Vicente Berriz.
Tren: 1 de 100 piezas en Sevilla.
102
4.º departamento Coruña.
Subinspector:
Jefe de escuela:
Mariscal de campo Francisco Biedma.
Brigadier José Montes Salazar.
4.º regimiento.
Se componía de dos batallones con 5 compañías a pie cada uno.
Coronel:
Teniente coronel:
Sargento mayor:
Capitanes: (11)
Juan de Silva y Ayanz.
José García de Paredes.
Miguel Valledor.
Ignacio Clemente, Antonio García de Paredes, Joaquín Caamaño, Francisco Pérez Ezquerra, Antonio Roselló, Manuel Torrado, Pedro Orduña,
Juan Moscoso, Manuel Herrera.
Capitán José Sarabia.
Ayudante mayor:
Por ordenanza Ferrol se guarnecía con un destacamento de una compañía del 4.º regimiento32.
Comandantes de Artillería de Plaza.
Corcubión:
Ferrol:
Gijón:
Vigo:
Teniente coronel Pedro González Cándamo.
Teniente coronel Rafael de Hoces.
Teniente coronel José Woster.
Teniente coronel Gabriel Gómez.
En el Estado Militar de 1808 figura un comandante de Artillería en Corcubión.
En las plazas que se relacionan existía una compañía fija, debían cubrir los puestos de de Laguardia, Bayona, Marín, Villafranca del Bierzo, Oviedo, Trubia, Candás, Luarca y Llanes y las mandaban
los siguientes oficiales:
Gijón:
Vigo:
Capitán Luis Menéndez.
Capitán Baltasar Fernández.
Maestranza.
Coronel director:
Capitán:
Jerónimo Leoni.
Matías Ferraz.
Fábricas.
De hierro tirado del Bierzo:
Armas y municiones de Oviedo:
Municiones Sargadelos:
Teniente Coronel Juan Munárriz.
Capitán Juan Macía.
Director Teniente Coronel José Cienfuegos.
Capitán Andrés del Rey.
Capitán Agustín de la Vega.
Capitán Jun Mantilla.
Teniente Coronel Enrique Canseco.
Tren: 1 de 30 piezas en La Coruña.
32
A pesar de lo que decía la ordenanza los castillos de la ría de Corcubión estaban servidos con tropa del 4.º regimiento
de la Coruña, que también guarnecía Ribadeo, Sargadelos, San Ciprián, Cedeira, Ferrol y sus castillos, Ares, Sada y naturalmente La Coruña y sus castillos.
103
5.º departamento Segovia.
Subinspector:
Jefe de escuela:
Mariscal de campo Miguel Cevallos.
Brigadier Baltasar Ferrer.
Tropa del departamento. Se componía de 4 compañías, 3 a pie y 1 a caballo, una por regimiento para el servicio del Colegio, Madrid y los Reales Sitios.
Teniente coronel:
Sargento mayor:
Francisco Carasa (jefe de la tropa33).
Antonio Elgueta.
Comandantes de Artillería de Plaza.
Bilbao:
Ciudad Rodrigo:
Pamplona:
San Sebastián:
Santander:
Teniente coronel Francisco Cevallos34.
Teniente coronel Álvaro Chacón.
Teniente coronel Mariano Bresón comisionado como comandante de
artillería de la división del Marqués de la Romana. Ejercía el cargo interinamente el capitán Salvador de Osta.
Teniente coronel Francisco Ruigómez.
Teniente coronel José Quijano.
En el Estado Militar de 1808 figuran comandantes de artillería en Bilbao y Pamplona35.
En las plazas que se relacionan existía una compañía fija que debían cubrir las plazas de Madrid,
Ciudad Rodrigo, Zamora, Toledo, Fuerte de la Concepción, Santander y su costa, San Sebastián, Bilbao, Pasajes, Fuenterrabía, Orbaiceta, Placencia, Pamplona y las mandaban los siguientes oficiales:
Ciudad Rodrigo:
San Sebastián:
Santander:
Teniente Rafael Pablo Payrot.
Capitán José Armero.
Teniente Francisco Bedoya.
Maestranza.
Coronel director:
Capitán:
Gregorio Rodríguez.
Mariano Montoya.
Fábricas.
Municiones de Orbaiceta:
Estaban bajo asiento. Capitán Salvador de Osta.
Fusiles de Placencia:
Teniente coronel Rafael Valbuena.
Capitán José Arguinzonis.
Armas blancas Toledo: Director: Teniente coronel Antonio de la Nueva.
Capitán Pascual Antillón.
33
34
35
Recordemos que en el departamento de Segovia no había regimiento y que cada departamento debía mantener una compañía allí destacada. Este destacamento servía para apoyar al Colegio y para dar destacamento a los Reales Sitios. En esa
época había 1 compañía a pie del 1.º, 3.º y 4.º y la compañía a caballo era del 2.º
Este oficial se era el comandante de artillería de Pamplona en 1804 y pasó a Bilbao con el resto de la artillería que pasó a Vizcaya. de Se encontraban destacados en Bilbao en 1808 los capitanes facultativos Juan Francisco del Mazo y Santiago Fogasa.
Bilbao y Pamplona estaban guarnecidas con destacamentos de la compañía fija de San Sebastián. En Bilbao estaba el teniente Antonio Galiano con 40 de tropa y en Pamplona debía estar el teniente Pedro Vidaurre con 11 de tropa procedente de inválidos.
104
Colegio.
Capitán 1.º:
Capitán 2.º:
Profesor 1.º:
Profesor 2.º:
Profesor 3.º:
Profesor 4.º:
Profesor 5.º:
Profesor 6.º:
Profesor 7.º:
Teniente 1.º:
Teniente 2.º:
Subteniente 1.º:
Subteniente 2.º:
Subteniente 3.º:
Ayudante mayor:
Ayudante segundo:
Brigadier (Jefe de escuela del Departamento)
Coronel Ignacio Vázquez Somoza.
Teniente coronel Francisco Datoli.
Capitán Mariano Gil de Bernabé.
Capitán José Vergara.
Capitán Antonio Tejada.
Capitán Antonio Miralles.
Capitán José Guerrero.
Capitán José de Córdoba.
Capitán Vicente Ferrández.
Capitán Mariano Osorio.
Capitán Fernando Sarabia.
Teniente Gabriel de Torres.
Teniente Felipe Carpegna.
Capitán Luís Gastón.
Capitán Joaquín Velarde.
Tren: 1 de 30 piezas en Ciudad Rodrigo.
Departamento de Canarias.
Subinspector:
Jefe de escuela:
Coronel Antonio Eduardo.
No existía.
La tropa del departamento estaba compuesta por dos compañías veteranas formando brigada en
Santa Cruz de Tenerife al mando del coronel José Fernández tres capitanes: Gaspar Valledor, Clemente Falcón, Rafael Paynot, y había además 17 compañías de milicias disciplinadas36.
Las maestranzas de los departamentos de Barcelona, Sevilla y La Coruña tenían una compañía de
obreros de 80 plazas37 y en las de Cartagena y Segovia eran de 4038.
En las plazas de guerra39 con sala de armas había un maestro armero de Artillería.
36
37
38
39
Repartidas de la siguiente manera: 2 en Santa Cruz, 2 en Las Palmas y Gando y una en Puerto de la Orotava, Las Palmas, isla de la Palma, puerto de Garachico, castillo de Candelada, valle de San Andrés, puerto de Tasacorte, puerto de
Arrecife, Las Breñas, Arrecife, puerto de Tostón, Triguivijato y Gomera.
1 capitán, 1 teniente, 1 subteniente 1 maestro mayor de montajes 1 maestro armero, 8 sargentos, 12 cabos, 18 bocas de
fragua y cerrajeros, 6 armeros, 16 obreros carreteros, 10 carpinteros, 3 aserradores, 2 torneros, 2 toneleros y 1 linternero.
1 capitán, 1 teniente, 1 subteniente 1 maestro mayor de montajes 1 maestro armero, 4 sargentos, 6 cabos, 9 bocas de
fragua y cerrajeros, 2 armeros, 8 obreros carreteros, 4 carpinteros, 2 aserradores, 1 torneros, 1 toneleros y 1 linternero.
Eran estas Palma, Valencia y su ciudadela, Alicante, Zaragoza, Monzón, Jaca, Cádiz, Campo de Gibraltar, Badajoz, Santander, Ciudadela, San Sebastián, Madrid y Ceuta.
105
LOS ARTILLEROS EN LOS SITIOS DE
ZARAGOZA, AL PIE DE LOS CAÑONES
D. JOSÉ ANTONIO PÉREZ FRANCÉS
Teniente Coronel de Artillería
PRIMER SITIO
En Mayo de 1808 ejercía el Mando de la Capitanía General el Teniente General, artillero, D. Jorge Juan Guillelmi y Andrada. Buen soldado, culto, oficial prudente y brillante se distinguió en la
campaña de Portugal, en el Gran Sitio de Gibraltar y en la Guerra de la Convención donde fue herido en 1796. Justamente Recompensado por Godoy por sus méritos, fue leal a las voluntades firmadas por el Rey en Bayona y por ello aconsejó a sus subordinados (bando de 5 de mayo de 1808) la
calma, la prudencia y la concordia. Tras el levantamiento de Zaragoza, el día 24 de mayo, los amotinados exigieron al Capitán General que les entregase las armas y municiones que se custodiaban en
el castillo de la Aljafería. No se opuso a su entrega Guillelmi pero, conociendo las aptitudes y posibilidades reales del ejército francés, explicó a los hermanos Torres que era inútil armar a gente inexperta. Tras la reiterada petición de los alcaldes de barrio entregó las llaves del depósito de armas. Fue despojado de su cargo y arrestado por el mero hecho de haber sido nombrado Capitán General por Godoy, permaneciendo injustamente detenido en el castillo de la Aljafería durante los dos Sitios.
En esas fechas la única fuerza permanente del Real Cuerpo de Artillería en Zaragoza era la de la Compañía fija. No sabemos exactamente cuál era su fuerza presente pero, descontando el destacamento de Jaca
a cargo del subteniente D. Félix Iñigo, podemos estimar que sus efectivos no eran superiores a 50 artilleros. El mando de la Compañía lo ejercía interinamente el teniente facultativo D. Francisco Camporedondo, siendo su segundo Jefe el subteniente práctico D. Pedro Dango1. Tras la proclamación de Palafox
como Capitán General se presentó para prestar sus servicios el capitán retirado de Artillería D. Ignacio
López Pascual, siendo nombrado Director de los servicios de la Artillería. El Teniente D. Francisco Camporedondo fue enviado a Jaca haciéndose cargo de la comandancia de artillería de la ciudadela.
También residía en la capital, ejerciendo su empleo en Capitanía, el Capitán de Artillería D. Rafael de Irazabal, sobrino del Capitán General D. Jorge Juan Guillelmi. Por su parentesco con él fue
detenido y conducido preso junto a su tío. Guillelmi dirigió a Palafox una carta en la que expuso que
oficiales facultativos visitasen a su sobrino y se tuviera en cuenta su honor. A este capitán y no al paisano Mariano Cerezo es a quien hay que reconocer todo el mérito de la acertada dirección de las acciones de fuego realizadas desde la Aljafería en apoyo a las puertas del Carmen, del Portillo y el Cuartel de Caballería. Irazabal, casi con seguridad, murió preso en la Aljafería.
A finales de mayo llegó a Zaragoza el Capitán Juan de Nepomucemo Cónsul. Protagonista directo de la jornada del 2 de mayo en el Parque de Artillería de Monteleón2, se puso a las órdenes de Pa1
2
Datos de Historia de los dos Sitios que pusieron a Zaragoza en los años de 1808-1809 las tropas de Napoleón de Agustín Alcalde Ibieca. Capitulo II, página 21. I Tomo.
Amigo personal y de la misma promoción del Real Colegio de Artillería que Luis Daoiz, fue uno de los primeros oficiales del arma que se presentaron en el Parque de Artillería de Monteleón. Fue inmortalizado en los cuadros al recoger el
cuerpo muerto de Daoiz, Salvado milagrosamente de la muerte por la intervención personal del Ministro de la Guerra y
artillero General O`Farril ante Murat se escapó de Madrid con intención de llegar a Barcelona.
106
lafox y tomó posesión de la Comandancia como oficial de artillería más antiguo. Fue protagonista del
choque de Alagón, pero no llegó á tomar parte en la batalla de las Eras al encontrarse en Huesca cumpliendo ordenes de Palafox.
No es fácil empresa puntualizar el número de los artilleros protagonistas durante el Primer Sitio.
Alcaide Ibieca3 afirma en la página n.º 62 del Tomo I uno que la dotación de la Compañía Fija
del Cuerpo era de unos 50 hombres. Posteriormente en el Estado de fuerzas (pagina 325) puntualiza que de entre los 8.863 soldados que había en la plaza 250 eran artilleros y zapadores. Este dato
también es erróneo ya que las compañías de zapadores organizadas e instruidas por el Sargento Mayor del Cuerpo de Ingenieros D. Antonio San Genís no fueron creadas hasta que comenzaron los trabajos de fortificación el día 18 de Junio.
Además sabemos que el día 14 de Junio entraron en la plaza 250 artilleros. Es lógico pensar que
estos fueron distribuidos entre las distintas Baterías de la Plaza. De lo que no hay ninguna duda es
que durante los combates del día 15 muchos de ellos serán los auténticos responsables de la eficacia
de los fuegos de los cañones en la Batalla de las Eras del Rey, en la Aljafería y en los diversos puntos
atacados por los franceses.
Podemos resumir que desde que se iniciaron las acciones francesas sólo estaban presentes en Zaragoza tres oficiales facultativos D. Juan Cónsul, D.Ignacio López, D.Rafael de Irazabal (detenido en
la Aljafería) y el oficial práctico D. Pedro Dango y unos 300 artilleros.
A finales de junio se incorporó a la plaza el Capitán D. Salvador de Otza, procedente de la destruida fabrica de municiones de Orbaiceta, y se hizo cargo, como mando más antiguo del Cuerpo,
de la Comandancia de Zaragoza. Dedicado por completo a la dirección de los artillados del recinto
y asistiendo siempre a los puestos de mayor peligro mandó en persona la Batería de Santa Engracia
durante la jornada del 4 de Agosto. Todos los artilleros de la citada unidad murieron al pie de los cañones y Otza fue herido dos veces de gravedad permaneciendo en su puesto hasta ser evacuado.
Durante la tarde del día 1 de julio en pleno ataque francés entraban en la puerta del Ángel, procedentes de Barcelona, los jóvenes subtenientes de Artillería D. Jeronimo Piñeiro de las Casas y D.
Francisco Betbéce. Inmediatamente se hicieron cargo de la dirección de los fuegos de las Baterías del
Portillo y del Carmen.
Probablemente también el día uno de julio se incorporaron el sargento Gaist (ascendido por Palafox a Subteniente), el capitán D. Angel Salcedo y el teniente Calixto de Ojeda.
La Gaceta del 2 de Julio destacaba la actuación de los artilleros y como cita textualmente «Es imponderable el valor de los oficiales y soldados artilleros y de los comandantes y tropa de las baterías y puestos atacados».
A fin de cubrir las numerosísimas bajas de sangre (un 50% de los efectivos) durante el mes de julio se incorporaron numerosos artilleros procedentes de plazas ocupadas por los franceses. Podemos citar4 a un Sargento Mayor, tres capitanes, tres tenientes, tres subtenientes, diez sargentos, treinta y cua-
3
4
El autor del Obelisco Histórico de los Sitios D. Mario de la Sala Valdés, recrimina a Ibieca como cronista el empeño de
regatear reiteradamente al ejército su verdadera participación en el Sitio. Se basa para ello en un texto anónimo titulado
Acontecimientos de Aragón publicado en 1813 en que el protagonista, testigo de excepción redacta lo acaecido en los primeros instantes.
Ibieca Alcaide cita (página 160 tomo I)
107
tro cabos y trescientos seis soldados de tropa veterana. Este
personal de tropa permitía encuadrar 4 baterías completas.
Sin embargo el personal de artillería era muy escaso5 para
manejar durante día y noche más de 70 piezas de todas las
clases y calibres repartidas en un gran número de baterías.
Por ello oficiales de otras armas como el ingeniero Marcos
María de Simonó, el teniente de navío D. José Primo de Rivera, el capitán de infantería D. Joaquín Primo de Rivera,
el capitán de Caballería D. Luciano Tornos y otros oficiales
tuvieron que encargarse de la dirección de los fuegos en algunas Baterías. Igualmente un gran número de soldados de
infantería y voluntarios ayudaron a los artilleros eficazmente en el servicio y manejo de los cañones.
Antes de finalizar el primer Sitio se recibió un último
refuerzo artillero incorporándose el día 9 de agosto una batería montada con 6 cañones de a 4 libras que procedente
de Tarragona, estaba al mando del capitán D. Manuel de Zara. Con esa misma columna, al mando
de Palafox, entraban en la ciudad el Coronel D. Diego Navarro Sangran y los capitanes de D. Pascual de Antillón y D. Joaquín Lirón de Robles. Pertenecientes todos ellos al Cuerpo de Artillería lucharon durante cinco días en los últimos combates en el Coso.
Los artilleros sellaron con su sangre las puertas de Zaragoza. Diecisiete murieron en la batalla de
las Eras el 15 de junio. Los días 1 y 2 de julio perecieron en el Portillo cincuenta. El 4 de agosto murieron todos los sirvientes de la batería de Santa Engracia. Muchos otros morirían en las otras puertas de la ciudad y en las salidas y acciones contra el enemigo.
Por ello el vecindario se extremaba en agasajarlos, llevándoles agua y alimentos. En las baterías y
entre los artilleros será donde realicen heroicas acciones Agustina Zaragoza Domenech, Casta Álvarez o Manuela Sancho apodada «la artillera»6.
SEGUNDO SITIO
No participaron en el segundo Sitio algunos oficiales del Cuerpo que se habían distinguido en el
1.º El Capitán D. Ignacio López, asesor y consejero de Palafox que fue comisionado para representarle en el Gobierno Nacional; el Teniente D. Jerónimo Piñeiro, fue hecho prisionero por los franceses el día 4 de agosto; el capitán D. Rafael de Irazabal, prisionero en la Aljafería y que desaparece sin
conocerse que le ocurrió; y por último los capitanes D. Manuel de Zara, D. Pascual de Antillón, D.
Juan Calixto de Ojeda y D. Joaquín Lirón de Robles que en Octubre de 1808 salieron hacia Cataluña mandando la artillería de la división expedicionaria del Marqués de Lazán.
La ausencia de estos siete oficiales fue compensada con los mandos que llegaron al final del primer Sitio con las divisiones valenciana y murciana. Durante el segundo sitio participaron 21 jefes y
oficiales facultativos y tres oficiales prácticos del Cuerpo:
5
6
Basta puntualizar que una pieza de artillería ( la más pequeña) tenía de dotación 13 hombres incluyendo el jefe de pieza.
En batalla con la pieza asentada eran necesarios 9 hombres (1.º y 2.º cañoneros-apuntadores) + siete sirvientes. El Movimiento al brazo implicaba a 12 hombres( Dos en cada rueda con prolongas (4), dos en cada gualdera con prolongas (4),
y otros cuatro sirvientes en las barras de maniobra (dos a mitad de la gualdera y dos en la contera)
Fernando Martínez de Baños, «Mujeres con valor en nuestras Fuerzas Armadas», Revista Armas y Cuerpos.
108
Mariscal de Campo
Brigadier Coronel
Brigadier Coronel
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Capitán
Capitán
Capitán
Capitán
Capitán
Teniente
Subteniente
Subteniente
Subteniente
Subteniente
Subteniente
Subteniente
Subteniente
Teniente práctico
Teniente práctico
Subteniente práctico
D. Luis Gonzaga de Villaba.
D. Diego Navarro Sangrán.
D. Angel de Ulloa y Vargas.
D. José de la Serna y de Hinojosa.
D. Manuel de Velasco y Coello.
D. Salvador de Ozta.
D. Juan Cónsul y González del Villar.
D. Angel Salcedo.
D. José Ruiz de Alcalá.
D. Matías Moñino.
D. Miguel de Forcallo.
D. Joaquín Montenegro.
D. Juan de Pusterla.
D. Francisco Betbecé.
D. José de Saleta y Descallar.
D. José Rodríguez Zambrano.
D. Joaquín de Villaba y Heredia.
D. José Arnedo y Antillón.
D. José de Aguilar y Puertas
D. Rafael del Pino Yera.
D. Antonio Primo de Rivera.
D. Pedro Dango.
D. Francisco de Nevot y Alvarez.
D. Jaime Gaist (Jaime Rit según Alcaide Ibieca)
Como en el Primer Sitio, los oficiales de artillería fueron insuficientes para mandar y dirigir el servicio de las 26 baterías instaladas en el recinto y puestos destacados, sin contar con las secciones volantes empleadas en las salidas y las piezas que defendieron las calles en la fase final. Se solventaron las necesidades agregando capitanes y subalternos procedentes de otras armas7. Se pueden identificar a:
Capitán de Infantería
Teniente de Infantería
Teniente de Infantería
Teniente de Infantería
Teniente de Infantería
Teniente de Infantería
Teniente de Infantería
Subteniente de Infantería
Subteniente de Infantería
Subteniente de Infantería
Teniente de Navío
Alférez de Fragata
D. Jaime Fábregues
D. Isídro Meseguer.
D. Nicolás Corona.
D. Santiago Angulo.
D. Felipe Zayas.
D. Nicolás Rodabani.
D. Gregorio Martín.
D. Mariano Yoldi.
D. José Lecumberri.
D. Pedro Moya.
D. Santiago Salazar.
D. Félix Ruiz.
Con seguridad estos fueron muchos más pero por desgracia desconocemos sus nombres.
En los almacenes de la Aljafería se encontraba desde el año 1797 un tren de Artillería de campaña compuesto de 75 cañones de a 4 libras. Se trata de las piezas más pequeñas, las más maniobrables
pero también las de menor potencia de fuego y alcance. A finales de junio se recibieron 6 gruesos ca-
7
Obelisco Histórico de D. Mario de la Sala Valdés identifica a doce de ellos
109
ñones procedentes de Lérida y 2 obuses del
castillo de Monzón. Los defensores de Zaragoza dispusieron durante el primer Sitio de
83 piezas de diferentes clases y calibres, sin
contar la batería de 6 cañones del Capitán
Zara y el pequeño tren de tres piezas que introdujo Palafox el 9 de agosto. Estas piezas
saldrían de la plaza en octubre de 1808 formando parte del tren de artillería de la división del Marqués de Lazán .
Hay que tener en cuenta además que en
las derrotas españolas de Mallén, Alagón,
Los cañones de los Zaragozanos.
Casablanca, y Epila así como en la batería de
Buenavista y los puentes de la Muela y Casablanca se dejaron clavados o se perdieron 16 cañones de
a 4 libras. Por lo tanto la dotación de la plaza durante el primer sitio era de 67 bocas de fuego.
Al retirarse los sitiadores el día 14 de Agosto, arrojaron al Canal Imperial de Aragón las siguientes piezas:
21 Cañones de 4 libras cortos.
4 Cañones de 8 libras cortos.
3 Cañones de 8 libras largos.
4 Cañones de 12 libras.
6 Cañones de 16 libras.
5 Obuses de a 6 pulgadas.
2 Obuses de a 8 pulgadas.
5 Morteros de a 12 pulgadas
2 Morteros de a 9 pulgadas.
1 Morterete de probar pólvora.
Lo que hace un total de 53 bocas de fuego.
Durante el segundo Sitio el número de bocas de fuego se elevó a 98 piezas8 organizadas en 26 baterías instaladas en el recinto y sus puestos destacados. Solamente en el frente desde la torre del Pino
al convento de Santa Mónica con sus puestos exteriores del Reducto del Pilar y San José, se emplazaron y sirvieron 11 baterías artilladas con 40 bocas
de fuego. Los morteros y obuses se colocaron preferentemente en las baterías de los Mártires y del Jardín Botánico para bombardear los edificios de Torrero, parque principal del sitiador.
Teniendo en cuenta el número de sirvientes de
cada pieza (una pieza de a 12 libras tenía 15 sirvientes y 6 caballos, la de a 8 libras 13 sirvientes y 4 caballos, la de a 4 libras 8 sirvientes y 4 caballos) vemos que al principio del segundo Sitio las ocho
8
El jefe de Artillería del 2.º Sitio D. Luis Gonzaga de Villaba cita el número de 170 piezas. Zaragoza en su segundo Sitio
con nuevas notas y un apéndice por el mariscal de Campo D.Luis Gonzaga de Villaba. Imprenta de A. Brussi. Palma de Mallorca, año 181, página n.º 25.
110
compañías de tropas de artillería organizadas por Juan Cónsul
junto con las tres compañías de artilleros de Valencia, con un total de 940 hombres, eran insuficientes.
Entendemos fácilmente por qué fue preciso reforzar las unidades de Artillería con personal del primer Regimiento de Valencia, del batallón de Floridablanca y las partidas sueltas de otros
doce cuerpos procedentes del ejército de Andalucía.
Puerta del Carmen.
Con lo expuesto nos hacemos una idea de como contribuyó
en el combate el Cuerpo de artillería durante los dos Sitios de Zaragoza. Pero además los artilleros realizaron los cometidos técnicos propios del arma: en el taller de armamento, creado por el Capitán
D. Juan Cónsul en el Mesón del Portillo, donde el maestro mayor del parque de Artillería D. Manuel del Bosque trabajaba en la armería con 355 operarios; en el Palacio de la Universidad literaria,
junto a la parroquia de la Magdalena, en donde el comisario D. Vicente Ezpeleta fundía proyectiles
y metralla y donde el maestro de coches D. Mariano Nadal abandonaba sus funciones para construir
montajes de artillería; en los molinos de pólvora; dando instrucciones a los religiosos que se ejercitaban en cargar cartuchos; dirigiendo pelotones de mujeres que cosían saquetes para las cargas de artillería y sacos terreros, …
Patio del hospital general.
Nuestra Señora de Gracia.
Vista general de Zaragoza.
111
SOBRE LUIS DAOIZ
D.ª CARMEN BARÓN ALONSO
Vizcondesa del Parque de Monteleón
Me piden desde la Academia Militar de Segovia, a la que tengo un especial cariño, pues en ella
también estuvo mi padre, que escriba sobre la personalidad de mi antepasado Luís Daóiz y Torres y
de su vida familiar. Resulta difícil hacerlo sin tener en cuenta su proyección militar y me voy a basar
en lo que he leído y sobre todo en lo que me contaba mi abuela, 4.ª Condesa de Daóiz.
Y me remonto a los orígenes para comprender su vocación militar.
Los D’Aóiz somos oriundos de Aóiz en Navarra. Ya en la Edad Media algunos miembros de la familia aparecen vinculados a la milicia y presentes en campañas militares de la corona castellana. Destaca García Garcés, señor de dicha villa, que en el s.XIII participó con sus caballeros en la batalla de
las Navas de Tolosa. También intervinieron en campañas de Andalucía, Granada en el s.XV, Nápoles
y Flandes.
En el s.XVII, cuando Joaquín D´Aóiz toma posesión como alguacil mayor y regidor perpetuo de
Gibraltar, se instalan en Andalucía, y contrae matrimonio el 2 de Febrero 1766 con Francisca de Torres y Ponce de León, hija de los condes de Miraflores de los Ángeles, Señores de Mairena. Establecen su residencia en Sevilla, en el palacio situado al lado de la parroquia de San Miguel, junto a la actual plaza de la Gavidia.
En la madrugada del 10 de Febrero de 1767 nace en dicha casa Luis Gonzaga Daóiz y Torres. Se
bautizó en la parroquia de San Miguel, el mismo día a las diez de la mañana.
Inicia sus estudios en el colegio de San Hermenegildo, regido por los jesuitas. Allí destaca por su
facilidad para las matemáticas, que más tarde le servirían para aplicar a la artillería. También demuestra tener mucha facilidad para los idiomas y llega a dominar francés, inglés e italiano, además
del latín.
Durante su infancia pasa los veranos con sus padres y hermanos Rosario, Francisco y Pepilla
–como él la llamaba– en Mairena, cercana a Sevilla, en el palacio situado en la calle Iglesia, hoy calle
Daóiz en su honor.
A través de los pocos escritos que nos han llegado, se deduce que tenía un gran cariño y respeto
por sus padres. También por sus hermanos, junto con una buena dosis de paciencia, pues siendo ya
artillero destinado en Cádiz, su hermana Rosario le pidió en una carta que le informase sobre la moda
femenina del momento. Luís le contestó haciéndole una descripción digna del mejor diseñador de
moda femenina del siglo XXI. Lo cual explica que se haya dicho de él: «siempre bien vestido y con
una gran educación».
A la edad de quince años manifiesta su vocación al ingresar en el Real Colegio de Artillería de Segovia. Para ello su padre solicita plaza, teniendo que acreditar su «nobleza de cuna», exigida en esa
época para entrar en el Cuerpo. En el informe personal lo describen de estatura baja, pelo castaño y
ojos grandes.
112
Una vez ingresado en la Academia, en ella se ponen de manifiesto sus cualidades, en especial un
gran sentido común e inteligencia, aplomo y prudencia, tanta que por ello sus compañeros le llamaban «el anciano». También destacó por su manejo de la espada.
Todas estas cualidades se hacen patentes a lo largo de su vida militar, en los distintos destinos en
los que sirve, tanto en tierra como en mar. Y es el 2 de Mayo de 1808, muriendo heroicamente en el
Parque de Monteleón de Madrid, en defensa de la Independencia de España, cuando demuestra, junto con sus compañeros, su gran amor a la Patria y un alto sentido de la libertad.
El Rey, en Real Orden del 22 de Julio de 1884 autorizó al Ayuntamiento de Sevilla para levantar
un precioso y artillero monumento en el lugar donde nació el héroe.
Se le encargó al famoso y magnifico escultor sevillano Antonio Susillo, que, aunque estaba trabajando en Roma, aceptó inmediatamente. Presentó un diseño que consiste en una escultura en bronce representando a Daóiz sobre un pedestal y rodeada de una verja formada por dieciséis cañones, colocados en vertical, del calibre empleado en su época, que llevan grabados nombres de los artilleros
que con Daóiz lucharon. Están unidos por un cordón con motivos artilleros. Fue hecho en la Fábrica de Artillería, antigua Fundición de Bronces de Artillería de Sevilla.
El día de la inauguración, el 2 de Mayo de1889, desfilaron las nueve banderas y estandartes que
representaban las unidades que habían luchado por la independencia de España. Uno de los portadores fue el Vizconde del Parque de Monteleón, quién, en el año 1908, instauró el Premio Daóiz.
Para solemnizar dicha inauguración la Real Academia Sevillana de Buenas Letras celebró sesión
extraordinaria; y junto con el Ayuntamiento editó un libro con el discurso del Alcalde y poesías de
los académicos, dedicadas a Daóiz.
Destaco el final de una de estas poesías, de Manuel Cano y Cueto, pues la considero oportuna,
incluso para este tiempo nuestro.
Hoy que todo es sed de oros,
Que solo el rico da envidias,
Que mueren los ideales,
Y el entusiasmo agoniza,
¡Alzad mármoles y bronces
Á santos, héroes y artistas!
Haced que miren los ojos
Nó hacia la tierra ¡hacia arriba!
¡Hacia el cielo! … ¡Hacia lo grande
Que levanta y purifica!
113
EL REAL COLEGIO DE ARTILLERÍA
Y EL 2 DE MAYO DE 1808
D. PEDRO ÁLVAREZ NIETO
Comandante de Artillería
Cuando se produjeron los gloriosos hechos del 2 de mayo de 1808 que comenzaron con la insurrección general contra el invasor francés, el Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia desarrollaba su actividad con toda normalidad.
En él se encontraban cursando sus estudios y formación, según el reglamento de
18041 los que hoy conocemos
como la promoción de 18092,
compuesta por 33 subtenientes
que fueron promocionados en
enero de dicho año y otros más
que no pudieron finalizar sus
estudios. Podemos cifrar que
en el Alcázar se encontrarían
unos 100 cadetes de número
(de 12 a 16 años) y 24 supernumerarios3. Además se permitía, en un reducido número
Grabado del Real Colegio.
(sin determinar), que estudiaran en el Colegio aquellos soldados distinguidos de los batallones del Arma (costumbre que permaneció durante muchos años), incluidos entre los supernumerarios o distinguidos.
Al frente del Colegio se encontraba entonces el Primer Profesor D. Baltasar Ferrer, que lo fue hasta el 26 de septiembre de 1808, habiendo sustituido al que en dos ocasiones lo fue, D. Miguel Cevallos y Ruiz de Vergara4, del cual hablaremos más adelante. Del cuadro de los profesores que se encontraban en el Colegio podemos citar a D. Francisco Dátoli (promoción de 1782), D. Felipe Carpegna (no procedía del Real Colegio, sino que se había incorporado al escalafón del Cuerpo de 1803 a
1804), D. Joaquín Velarde (hermano de Pedro Velarde y Santillán, y de su misma promoción, de 11
de enero de 1799), D. Francisco Javier Carassa (promoción de 1782), D. José Cienfuegos (promoción de 1780) y D. José Dalp (promoción de 1804), entre otros.
1
2
3
4
Reglamento de nueva constitución en el Colegio Militar de Caballeros Cadetes del Real Cuerpo de Artillería establecido
en Segovia, de 1 de enero de 1804.
Equivale a la 41 promoción del Cuerpo como figura en la Galería de Promociones de la Academia de Artillería.
Los Supernumerarios eran aquellos de los pretendientes que habiendo cumplido la edad establecida para ingresar en el
Real Colegio, ya la habían cumplido, debían mantenerse a sus expensa en Segovia, asistiendo a las clases separados de los
internos del Colegio y al cargo de su profesor para adquirir toda la instrucción prevenida y ascender a Subtenientes sin
más distinción respecto a los cadetes de número que las que les diera su aplicación, conducta y progreso.
Lo fue interinamente entre 1793 y 1794 y, posteriormente en propiedad del 17 de julio de 1797 al 17 de junio de 1802.
114
PLAN DE ESTUDIOS Y REGLAMENTO VIGENTE
Hasta el 1.º de enero de 1804 no se publicó el nuevo Reglamento para el Colegio de Artillería de
Segovia, cuyo instituto no se había variado, desde que salió a la luz la Ordenanza de 1768, bien es
verdad que se había aumentado en 1781 la fuerza de la Compañía de Caballeros Cadetes y también
el tiempo que debían emplear en los estudios. Este reglamento daba mayores detalles sobre las funciones de los profesores y oficiales del Colegio y, además, detallaba las juntas económicas y facultativas del Colegio. Después de 36 años de funcionamiento del Real Colegio era necesario uno nuevo
que refundiera todas las disposiciones dictadas a lo largo de estos años y, así, reglamentar de una forma clara toda la vida y el funcionamiento del Real Colegio. Es, precisamente, por este reglamento por
el que se rige toda la vida en el Alcázar durante la época que vamos a tratar.
La 1.ª parte trata de la Dirección del Colegio y la constitución de la Compañía de Caballeros Cadetes, en la que se determinan su organización, autoridad de los Jefes y de la Junta gubernativa del
establecimiento, obligaciones de los Oficiales de la Compañía, Profesores de la Academia y demás
Maestros, así como todo lo concerniente a la admisión y circunstancias de los pretendientes, mandando que los 7 profesores y 4 ayudantes de la referida Academia se considerasen Supernumerarios.
El Director del Colegio era el Director del Cuerpo y Generalísimo de los Ejércitos. Como Subdirector figuraba el Subinspector del 5.º Departamento, a la sazón, D. Miguel Cevallos y como capitán Primer Jefe de escuela del Departamento, el Mariscal de Campo D. Baltasar Ferrer y que también
desempeñaba el cargo de Jefe de Estudios y Director de las clases de Matemáticas5. Como Primer Profesor estaba el Teniente Coronel D. Francisco Dátoli. De Capitán 2.º figuraba el Teniente Coronel
D. José Cienfuegos. Además de estos había seis profesores más y cuatro ayudantes. Cabe destacar que
todo el cuadro de profesores del Colegio estaba compuesto por oficiales solteros o viudos sin hijos6,
para que se pudiera dedicar por entero a la labor de la enseñanza y la instrucción de los caballeros cadetes del Colegio.
La 2.ª parte del Reglamento trata del plan de estudios, tratados que deben enseñarse, distribución
de horas, exámenes y método que ha de observarse en toda la instrucción, todo ello tratado minuciosa y prolijamente.
Este reglamento fijaba en cuatro años la duración del plan de estudios a tiempo completo para la
correcta instrucción de los cadetes. Éste estaba bastante detallado y en su artículo 11 de la segunda
parte dice que al terminar el plan de estudios los cadetes más sobresalientes (como máximo cuatro)
quedaran un año más en el Colegio, y demostrado mediante un examen a fin del curso que aún han
aumentado su aplicación e instrucción, serán premiados con el grado de Tenientes; después pasarían
a Madrid para seguir con el estudio de la Química en las escuelas públicas de Química y Metalurgia
durante un año más.
Las materias que abarcaba el plan de estudios eran las siguientes:
• Primer Año. Materias Principales: Calculo numérico y literal, Geometría especulativa y practica (incluso la trigonometría práctica). Accesorias: Principios de Religión, Ortografía y Gramática, Ejercicios de fusil y baile.
• Segundo Año. Principales: Secciones cónicas, Algebra. Aplicaciones del álgebra a la geometría y
Fortificación. Secundarias: Lenguas y Baile.
5
6
Similar al cargo que ocupaba en la época de la fundación del Colegio el Padre Antonio Eximeno
Aunque no se reguló hasta el reglamento de 1830, era una costumbre en todo el cuadro de profesores desde su fundación.
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• Tercer Año. Principales: Cálculos diferencial e integral. Mecánica y Dibujo. Accesorias: Geografía, Historia y Esgrima.
• Cuarto Año. Principales: Tratado de Artillería, Dibujo y operaciones prácticas. Accesorias: Geografía, Historia y Ejercicios facultativos (artículos 7 a 10 de la segunda parte).
La 3.ª parte es relativa al gobierno económico del Colegio, sus fondos y abastos, asistencias de los
caballeros cadetes y método administrativo, en ella se explican las obligaciones respectivas de todos
los dependientes y criados y se establece un apoderado general para todos los cadetes, con las cualidades necesarias y con fianzas, todo ello con el fin de hacer menos gravosa a las familias la permanencia de los cadetes y obviar al mismo tiempo las dificultades que a muchos padres ocurrían, por no tener en Segovia personas de su conocimiento y confianza a quien encargar el cuidado de suministrar
a sus hijos la regular asistencia.
EL DOS DE MAYO Y SU REPERCUSIÓN EN EL COLEGIO
El acontecer diario de España tampoco pasaba desapercibido para el Real Colegio. La inquietud
general antes de la presencia de los franceses era la comidilla de todos los corrillos y conversaciones y,
por supuesto, lo era también en el Colegio, tanto para los oficiales como para los cadetes. Nadie era
ajeno a la firma del «Tratado de Fontaieblau», de octubre de 1807, por el que se acepta junto con Napoleón el intervenir contra Portugal prestando el Ejército Español al francés. Lo realmente inquietante, y lo más lamentable, fue el permitir el paso por el territorio español del ejército francés. A todo
esto cabe añadir «El proceso de El Escorial» y el «Motín de Aranjuez», junto con la abdicación de Carlos IV y la entronización de Fernando VII.
Todas estas circunstancias denotan la clara crisis política interna que se está dando en España; su
carácter irreversible y la lenta pero progresiva ocupación por parte de los Ejércitos Imperiales de la península ibérica. De hecho, en las fechas próximas al 2 de Mayo se calcula que Napoleón tenía desplegados en España unos 100.000 hombres.
La sospecha, la incertidumbre y la desconfianza se van poco a poco apoderando del pueblo español. Se puede afirmar que existe una crispación general que va a desembocar en los sucesos del 2 de
mayo en Madrid y que prenderá como un reguero de pólvora por toda la península. Hoy día se puede afirmar que se estaba preparando un movimiento de insurrección, tanto por parte del pueblo llano7 como por parte de la milicia. Nos estamos refiriendo, en esta segunda, a la llamada «Confabulación de los Artilleros», comandada por D. Luís Daoiz y Torres y D. Pedro Velarde y Santillán. Estos
ya habían contactado de forma secreta, entre otros, con varios oficiales del Colegio (que no permanecían ausentes ante los acontecimientos que se avecinaban), de la Maestranza de Artillería de Segovia, y del 5.º Departamento de Segovia, por su proximidad a Madrid y otras plazas de la Península.
La importancia de la Maestranza era mucha, pues en ellas se encontraban 71 cañones de varios calibres, 30 morteros, numerosas municiones para artillería e infantería y una nutrida cantidad de quintales de pólvora. Todo esto era absolutamente necesario para poder llevar a cabo el movimiento de insurrección contra el invasor francés y con cierta garantía de éxito
La noticia de los sucesos del 2 de Mayo en Madrid y, más concretamente, de la defensa del Parque de Monteleón y las posteriores represalias francesas de los días 2 y 3 de mayo en la montaña de
Príncipe Pío y otras zonas de Madrid, se extendieron a toda velocidad por la península y, como no,
7
Es conocida la llegada de numerosas personas en fechas anteriores a Madrid desde fuera con no muy claras y aviesas intenciones
116
también llegaron al Colegio de Artillería. Las noticias causaron una gran turbación en los profesores
y alumnos. Las noticias referentes a la defensa del Parque de Monteleón por los capitanes Daoiz y Velarde, antiguos alumnos de este Colegio y este último, además, antiguo profesor del mismo llegaron
el 4 de mayo, y parece ser que causaron una fuerte impresión en el Colegio. «El alma de los cadetes
vibró de entusiasmo y de deseos de poder luchar en defensa de la Patria como aquellos bravos capitanes». Sin embargo, el profundo sentido del deber y de la responsabilidad hizo que ello no alterase
el programa de estudios de los cadetes y las clases continuaran con toda normalidad.
LA JUNTA DE DEFENSA DE SEGOVIA
Ante el vacío de poder que se había producido en Madrid, Segovia, al igual que otras capitales,
creó la Junta de Armamento y Defensa de la ciudad para poder coordinar el esfuerzo contra el invasor francés (el día 3 de junio).
A principios del mes de junio se tienen noticias de que alguna unidad del Ejército Francés se acerca a Segovia. Realmente no era la primera vez que fuerzas francesas entraban en Segovia. En los primeros días de abril de aquel año una unidad francesa mandada por el General Vedel ocupó de una
forma más o menos pacífica la plaza de Segovia y su Tierra. La misión con la que llegaban era la de
aprovisionar al ejercito francés que iba a marchar sobre Madrid. Se incautaron del Palacio del Marqués del Arco, situado frente a la catedral en la calle del mismo nombre, donde se instaló el General
y su estado mayor. Durante los días que permanecieron en la ciudad se dedicaron a requisar provisiones y todos los medios de transporte que encontraron por la ciudad y los pueblos de su tierra. No sin
ciertos conatos de resistencia e incidentes entre la población y las fuerzas francesas. A finales de abril
abandonaron la ciudad precipitadamente con todos sus bagajes con dirección a El Escorial, en donde se iban a acantonar.
Ante la noticia de la llegada nuevamente de los franceses, y esta vez de forma no tan pacífica como
la anterior, la Junta de Defensa (compuesta por las autoridades militares, civiles y eclesiásticas) y la
ciudad comienza a trabajar con vistas a resistir al invasor francés. Una de las primeras decisiones que
toma la Junta es la de avisar a los pueblos de los alrededores para que la población acuda con armas
para defender la ciudad; la noche del 5 al 6 de junio decide que casi todos los Jefes y Oficiales, incluidos los del Real Colegio, salgan de la ciudad de madrugada para incorporarse al Ejército Nacional que se estaba formando en las proximidades de Valladolid.
Dicha disposición se tomó de acuerdo a lo dispuesto en el Reglamento del Colegio de 18048 en
el que se prescribe que en caso de ocurrir alguna campaña, podrán ser destinados a ella los Oficiales
de la Compañía y los profesores del Colegio que bien parezca, eligiéndoles de modo que no se interrumpa ni decaiga la enseñanza «objeto de más importancia, y tan del agrado Real como cualquier
otro en paz o en guerra». También podían ser nombrados algunos cadetes, los de más edad y robustez, mayor inteligencia y adelantamiento, aquellos que por parte de sus profesores se les juzgará realmente útiles para el servicio. Las misiones que estos cadetes tendrían inicialmente en campaña serían
las de auxiliar en los trabajos y faenas propias del Cuerpo como ayudantes de baterías en los sitios y
defensa, ayudantes de las brigadas y las columnas en las marchas. Con la salvedad de que siempre estarían sujetos a los oficiales del Colegio cuya misión era velar por su conducta y bienestar e instruirles en el desempeño de las funciones que les fueran encomendadas a los cadetes. Estos cadetes tendrían la consideración de subtenientes para el disfrute de bagajes y raciones y para el prorrateo del derecho de campanas. En teoría, una vez concluida la campaña o la guerra, debían de volver al Colegio
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Ordenanza de 1804. Art. 111, Parte 1.ª
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aquellos que por sus méritos no habían sido
promovidos a subtenientes de artillería. Por
estas disposiciones se ampararon algunos cadetes para solicitar el pase al ejército de operaciones. Algunos que no fueron autorizados
llegaron a evadirse del Alcázar y se incorporaron al Ejército de Operaciones de Extremadura. Aquellos que quedaban en el Colegio continuaban para que con la educación,
el estudio y tiempo llegaran a ser buenos
subtenientes del Cuerpo9.
Aquella fatídica noche del 5 de junio de
1808, el Capitán ayudante D. Joaquín Velarde, encontrándose los cadetes en el comedor
de la primera planta del patio del Alcázar dispuestos a comenzar la cena, les informó de lo
siguiente: «Señores, los franceses van a entrar
en la ciudad». La sorpresa para los cadetes
fue monumental y la confusión total. Esta
circunstancia fue aprovechada, como ya hemos dicho anteriormente, por varios cadetes
Retrato de cadete.
para escaparse del Alcázar tomando el panecillo y el cubierto que tenían delante, salieron de la ciudad por el Puente del Piojo10, pasaron por El
Escorial, y se incorporaron al Ejército de Extremadura o de la Izquierda. El resto de los oficiales salieron aquella madrugada de forma ordenada del Colegio hacia Valladolid por orden de la Junta de
Defensa de Segovia para incorporarse al Ejército del Norte. A los de menor edad se les envió, en la
medida de lo posible, a sus casas para evitar exponerlos a nuevos peligros. Finalmente quedaron en el
Alcázar unos 40 ó 50 cadetes al mando del Capitán Velarde, Ayudante de profesor que precisamente ese día se encontraba de guardia11.
Peor destino sufrió el Mariscal de Campo D. Miguel Cevallos y Ruiz de Vergara, Subdirector del
Colegio y Subinspector del 5.º Departamento, que presidía la Junta de Defensa de Segovia. Éste salió también de Segovia junto con los oficiales del Colegio camino de Valladolid. La Junta de Defensa no le consideraba imprescindible y consideró que haría un mejor papel si se incorporaba al Ejército del Norte; que con los oficiales que quedaban y los cadetes del Colegio sería suficiente para afrontar la defensa de la ciudad. Este Mariscal fue detenido en las proximidades de Carbonero el Mayor
(Segovia) por una partida de guerrilleros acusado de traición por haber entregado el Alcázar y la ciudad de Segovia a los franceses. Fue trasladado a Valladolid en donde se encontraba el Capitán General de Castilla la Vieja organizando el ejército nacional. Allí murió apedreado por una chusma de los
llamados Patriotas de Valladolid el 10 de junio de 1808.
Ante el avance de las columnas francesas la Junta de Defensa se propone resistir a los franceses que
ya eran considerados como enemigos a los que había que derrotar. Los segovianos, con más entusiasmo que medios materiales y humanos, se aprestan para la defensa. Ante el estado de excitación de la
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11
Al menos así constaba en el Reglamento, aunque las clases, en el caso que nos ocupa, no continuaran con mucha normalidad
En la actualidad está destruido, pero pueden verse sus restos todavía en el Parque Sur del Alcázar, en el valle del Clamores.
Oficial de guardia según el art. 36, parte 1.ª de la Ordenanza de 1804.
118
ciudad, Murat había enviado el 4 de junio a dos Guardias de Corps proponiéndoles que rindieran la ciudad y evitar un derramamiento de sangre inútil. Mas esta proposición fue rechazada de plano por la Junta de
Defensa. En consecuencia el 6 de junio se acerca a Segovia desde El Escorial una división francesa al mando del General Frere dispuesta a rendir y tomar la ciudad.
Previamente, en la reunión del 3 de junio, como ya se ha citado anteriormente, la Junta de Defensa comienza a organizar la defensa de la
ciudad. Se organizó militarmente la ciudad y se formaron compañías de
voluntarios, aunque sin otras armas que algunas escopetas y los fusiles
de los enfermos que abandonó el General Vedel al abandonar Segovia a
finales del abril anterior y el poco armamento que aún quedaba en La
Maestranza. La Junta «confiando sobradamente en la escuela de Artillería establecida en su Alcázar, intentó con su ayuda hacer rostro a la fuerza francesa»12.
Previamente el día 6 de junio los franceses entran en el pueblo de
Zamarramala provocando que todos sus vecinos huyan despavoridos
hacia Segovia. En este lugar los franceses se dedican al saqueo. En aquel
tiempo se calculó lo saqueado por los franceses en unos 260.982 reales.
El ataque de las fuerzas francesas vino desde el puerto de los Leones.
El día 6 de junio se desplegaron piezas destinadas al ejercicio de los cadetes13 en las principales avenidas y puertas de la ciudad. Algunos cadetes fueron puestos al frente de grupos de paisanos como le sucedió a D.
Manuel Páez Xaramillo14 que en la desbandada no pudo regresar al Alcázar y se incorporó al Ejército de Extremadura. Una de las piezas se colocó en las inmediaciones de lo que hoy conocemos como la Puerta de
Madrid junto a la Iglesia del Cristo del Mercado y que en aquel entonces se la denominaba Puerta de la Dehesa. Esta pieza estaba servida por
unos pocos soldados y paisanos mal armados, y a los que se les unieron
algunos mozos de los pueblos inmediatos que habían venido para reunir alguna fuerza y otros que acudieron por puro patriotismo. Al empeCadete 1804.
ñarse en la refriega huyeron en desbandada y abandonaron la pieza de
artillería que cayó en manos de los franceses. Las tropas fueron replegándose hacia el interior de la ciudad ante el imparable avance del francés. Finalmente, el 7 de junio los
franceses entran en la ciudad tomando posesión de ella y cercando el Alcázar, donde se habían refugiado los cadetes prestos para su defensa.
Los cadetes resistieron en el Alcázar hasta que agotaron todas sus municiones y, ante la imposibilidad de resistir por más tiempo, acabaron capitulando antes las tropas francesas. El capitán D. Joaquín Velarde finalmente capituló ante los franceses. Según manifestó el propio Velarde en un informe que dirige el 23 de junio de 1808 al Mariscal D. José Navarro Sangrán, encargado del Despacho
de la Dirección General del Cuerpo:
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TORENO, CONDE DE. Historia del levantamiento, guerra y revolución en España.
El material del que disponía el Colegio para la instrucción de los alumnos eran 2 cañones de batalla de calibre inferior
de á 4 y 1 mortero cónico de á 6. Además un cañón de á 4 para los ejercicios reglamentarios de veinte voces.
Promovido a Subteniente el 4 de enero de 1809.
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Correaje de cadete.
«A las nueve y media de la mañana del día 21 de junio se presentó a las puertas del real Alcázar
de Segovia un cuerpo de 350 hombres de tropas francesas, con una pieza de artillería de a 4 de batalla y cuatro de a 2 montadas en cureñas de marina, al mando de un teniente coronel, el cual acompañado de un oficial de artillería pasó a la habitación de Velarde y le pidió alojamiento en dicho Alcázar para él y la tropa de su mando; que les contestó manifestándoles los inconvenientes que resultaría de este alojamiento en un edificio ocupado la mayor parte por los caballeros cadetes de Artillería
y piezas destinadas a su instrucción; pero habiéndoles respondido que tenían órdenes para ello y solicitando Velarde se le manifestasen, contestaron por último que sus instrucciones les autorizaban
para lo que pretendían y que no diese lugar a que usasen la fuerza.; en vista de esto, y para evitar otros
daños, cedió desde luego, disponiendo que se desocuparan las piezas bajas, que caen al primer patio,
destinadas a la clase de estudios, dos de las salas, llamadas nuevas, que sirven de habitación a los cadetes, y que se cerrasen las comunicaciones para precaver así el roce de la tropa con el corto número
de cadetes que quedaban en el Alcázar».
Ante estas nuevas circunstancias las clases quedaron definitivamente suspendidas, conviviendo los
cadetes del Alcázar con las tropas francesas que habían ocupado la sala 5.ª como alojamiento. Al Cap.
D. Joaquín Velarde se le unieron los dos habilitados, el de entradas y el de salidas, que habían marchado a Madrid a hacer entrega de su cargo.
En esta situación continuó lo que quedaba del Real Colegio hasta finales de septiembre de 1808
en que tras la batalla de Bailén, las tropas francesas se retiraron de Segovia y en Octubre se reintegran
los profesores y algunos alumnos para tratar de retomar la vida y actividad del colegio nuevamente.
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120
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VIGÓN SUERO-DIAZ, Jorge. Historia de la Artillería española. CSIC. Madrid, 1947. 3 Tomos.
Alcázar antes del incendio.
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RAZA DE HÉROES. DIEGO DEL BARCO:
UN OLVIDADO HÉROE ARTILLERO
DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
D. JOSÉ NAVAS RAMÍREZ-CRUZADO
Coronel de Artillería
«Cuando los pueblos celebran fiestas conmemorativas de hechos heroicos por ellos
realizados, tienen derecho al respeto de todos, y muy en especial, al de cuantos están
a ellos unidos por vínculos de sangre y amor1 …»
1. NO AMAMOS NUESTRA HISTORIA PORQUE NO LA CONOCEMOS
En el Segundo Centenario de aquella gloriosa tragedia, en la que el pueblo español despertó a Europa de la sumisión y el letargo, mientras se mostraba al mundo con todas sus miserias y todas sus
grandezas, parece obligado que los artilleros profundicemos en el análisis de nuestra más rancia historia en la justa búsqueda de nuestros más olvidados antecesores.
Unos hombres, cuyo temple heroico era producto del esfuerzo sacrificado y del estudio abnegado en la rigurosa disciplina del Real Colegio. Unos artilleros cuya nobleza, por encima de hidalguías de sangre, brotaba del bronce de sus cañones, como producto fundido de trabajo, coraje y sabiduría.
Aquellos militares escribieron unas páginas de pundonor y sacrificio en el cumplimiento de su deber durante la guerra, con la misma tenacidad y entusiasmo que en la paz se habían dedicado al estudio y a la experiencia.
Ni que decir tiene que Daoíz y Velarde tendrán que brillar con luz propia con ocasión del bicentenario, porque suyo fue el gesto, suya la trascendental decisión y suya la gloria; Lo expresó de forma
admirable en 1908 el Presidente del Gobierno, D. Antonio Maura, con ocasión de la inauguración
del monumento ante el Alcázar de Segovia:
«… Cuando los naturales guías de la nación española habían perdido su camino; cuando gran parte
de las clases directoras, mostraban inadvertida simpatía hacia el invasor, dos Capitanes de Artillería descifraron el enigma y oyeron en sus magnánimos corazones la evocación de la Patria atribulada. Concedióles el cielo ser intérpretes y reveladores del arcano latente en el alma nacional y fue privilegio suyo verter los
primeros la sangre redentora de la Independencia2».
En la ceremonia de colocación de la primera piedra del monumento a Daoíz y Velarde en Segovia, en presencia del Rey, el General Fernández Grande dijo:
1
2
Manuel Murguía en el ECO DE GALICIA N.º 511 de 2 de mayo de 1908
Del discurso del Presidente del Gobierno D. Antonio Maura en 1908 a los héroes de la Independencia en el Alcázar de
Segovia.
122
«… 97 años después se cumple el Decreto de las Cortes de Cádiz de hacer un monumento al alzamiento del 2 de Mayo … dos capitanes y 16 artilleros comprendieron que era preciso morir para salvar a la Patria, lucharon sin contar el número de sus enemigos y murieron al pie del cañón…».
En la tardanza por cumplimentar la orden de las Cortes gaditanas para la realización del monumento, nada menos que noventa y siete años, ya encontramos una patente expresión de la desidia de
nuestros gobernantes, y de la pereza mental de que hace gala este pueblo cuando esconde su historia
y olvida a sus héroes. Otro tanto había ocurrido con el obelisco del Campo de la Lealtad madrileño,
cuya construcción se demoró veintiséis años3.
Pero, la heroica hazaña de nuestros beneméritos capitanes del «Dos de Mayo» en Monteleón no
debe empañar otras páginas memorables y tan cercanas a Daoíz y Velarde como la del Cabo que muere junto a ellos a las puertas del parque diciendo:
«Acuda usted mi Teniente, a quien pueda tener remedio, pues no soy yo el que se ha quejado ni llamado. Yo no llamo más que a la muerte, que espero conforme porque muero por el Rey y muero por mi oficio.»
Estas expresiones que denotan la grandeza de una raza, son sólo jirones de unos sucesos memorables que, como decía el capitán Moscoso4, «no merecen la triste suerte del olvido». Este capitán de artillería, que escribía sus memorias encuadrado en el Estado Mayor del Ejército Gallego de Blake en
aquella durísima campaña por Castilla durante el segundo semestre de 1808, bien pudiera ser considerado como un cronista de guerra por la fuerza y oportunidad de sus relatos.
Moscoso decía que escribía como pocas veces puede hacerse:
«…entre el ruido de las armas y sin dejarlas de mano, a la vista de los sepulcros humeantes de muchos
héroes muertos para el mundo o para la Nación, y en medio de testigos de sus diversas acciones.»
Por eso aseguraba en su preámbulo que sacaría así a la luz:
«…momentos que yacen al lado de las tumbas y de las ruinas que cubren nuestro suelo, y en riesgo acaso, de perderse entre su polvo…»
Desgraciadamente sus temores resultaron vergonzosamente proféticos, a la vista de la falta de apego, de interés, de mínima curiosidad y de respeto, que los españoles de estos dos siglos hemos manifestado por conocer, honrar y difundir unos hechos que, en cualquier otro lugar, hubiesen llenado de
gloria muchas páginas de manuales de historia y poblado de estatuas muchos lugares públicos, en
prueba de general reconocimiento.
La Coruña es un triste testimonio de un pueblo desagradecido que, para general satisfacción de
los británicos y vergüenza de los españoles, honra, en su más recoleto y romántico jardín, la memoria de un General Británico que murió en la ciudad tras ser herido en la batalla de Elviña cuando protegía su reembarque perseguido por un reforzado II Cuerpo de Ejército francés al mando del Duque
de Dalmacia, Mariscal Soult.
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Orden de mayo de 1814 e inauguración del monumento en la primavera de 1840 según relata el historiador Arsenio García fuertes en su libro «El Grito de Una Nación» sobre el Dos de Mayo.
Oficial de artillería perteneciente al 4.º Regimiento del Real Cuerpo de Artillería de La Coruña, que formó parte del Ejército Gallego encuadrado en el Estado Mayor de Blake y luego del marqués de La Romana en su retirada a Galicia
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Sir John Moore, a su incapacidad para impedir los desmanes de sus tropas por las aldeas leonesas y
gallegas en su vergonzosa retirada, unió una actitud poco amistosa con la ciudad que lo alimentó, armó,
vistió, municionó tras su agotadora marcha, y aún retrasó su capitulación para permitir la fuga de la escuadra inglesa. En agradecimiento, se llevó las llaves de una ciudad amiga, que aún espera que le sean
devueltas y dejen de ser expuestas, como trofeo de guerra, en el castillo de Caernarfon del País de Gales5. Las llaves que se muestran en el Museo Militar de La Coruña son un duplicado remitido a un alcalde de la ciudad (D. José Manuel Liaño Flores), que en su día solicitó oficialmente la devolución.
Pero la Batalla de La Coruña aporta otro testimonio singular en la forma en que otros países «retocan» su historia para orgullo de posteriores generaciones, en oposición a una generalizada actitud
española, incapaz de desmentir, con el rigor de los hechos, los tópicos que se forjan de nuestra propia historia lejos de nuestras fronteras. En efecto, resulta que en Elviña, a las puertas de la Coruña,
se libró una batalla el 16 de enero de 1809 que, además de ser la única en la que participaron solos
los ejércitos extranjeros sin apenas apoyo español (apenas una batería del 4.º Regimiento), nadie salió derrotado y ambos países se atribuyen la victoria. Ahí está «La Corogne» en el Arco del Triunfo
parisino junto a las grandes victorias de Napoleón, del mismo modo que todos los regimientos británicos participantes aún lucen «Corunna» en sus banderas como una de sus grandes victorias.
El citado Museo coruñés es un lugar habitual de peregrinaciones británicas que, con un apego envidiable a su historia y a sus héroes, vienen a recrearse en la maqueta que gráficamente escenifica su
contrasentido táctico de llamar victoria a una lamentable retirada.
Junto a ello, los escolares coruñeses se preguntan si en esta guerra, que tanto nos independizó, no habrá algún español cuyos méritos merezcan reseñarse, ni algún soldado o paisano autóctono cuyas cenizas
merezcan una tumba tan bonita como la que guarda los restos del general escocés. Créanme que resulta
muy difícil contarles cómo, después de aquella unidad modélica para arrojar al francés, la alternancia de
absolutistas y liberales nos dejó sin héroes ni historia, con ese lamentable empeño, tan nuestro, de suprimir todo vestigio de la mar navegada cuando cambiamos el rumbo o los pilotos de la nave hispánica.
Por otra parte, los periódicos del centenario, que presentan sus artículos en medio del clima derrotista que siguió a los fracasos del 98, muestran una película de guerrilleros y bandoleros con temerario olvido de un Ejército Español que, pese a sus carencias y sin desmerecer al tremendo valor y sacrificio de la población civil, fue el gran protagonista que hizo posible la victoria final de las fuerzas
aliadas. ¡Ojalá! que ambiciosos protagonismos regionalistas no deformen nuevamente en el bicentenario una realidad, ya de por sí bastante mal dibujada, para volver a ensalzar los protagonismos populares en detrimento del abnegado sacrificio y de la labor aglutinadora de los militares.
Sin embargo, las crónicas de la Guerra de la Independencia están plagadas de artilleros españoles
que, ante la imposibilidad de abandonar sus cañones en inopinados ataques franceses, preferían morir al pie de los mismos antes que retroceder sin ellos, en cumplimiento a «rajatabla» de cuanto prescribían sus reglamentos:
«…El temor de perderse gente o las piezas, no debe servir nunca de disculpa para retirar éstas antes de
tiempo. Los últimos disparos a boca de cañón son los verdaderamente sangrientos y detienen, por lo común,
al enemigo; así, cuando convenga, o las órdenes prevengan que se defienda un puesto o batería hasta el extremo, no se dejará de hacer fuego mientras no este el enemigo a tal distancia, que no se pueda volver a
cargar interin lleguen…».
5
El Capitán Thomas Lloyd Fletcher del 23 Battalion of the Royal Welch Fusiliers, cerró la puerta y se llevó las llaves que
se exponen en el Royal Welch Fusiliers Museum.
124
Por eso quedaban literalmente clavados a sus cañones, como en Somosierra, donde los hombres
de las baterías que apoyaban a las tropas del General Benito San Juan, resistieron y murieron tras hacer estragos en las sucesivas cargas de los lanceros polacos.
«… los artilleros habían alcanzado gran destreza en el manejo de sus armas, y se adherían a ellas con
notable firmeza. Vemos con gran frecuencia a los artilleros clavados o acuchillados a sus piezas por las bayonetas enemigas en medio de una desbandada general, así, el personal de las baterías, sufrió terriblemente y con dificultad podía el Gobierno, reconstruir precariamente la Artillería, mezclando con nuevos cañones, los restos salvados de la pelea. Si a despecho de esta circunstancia, rara vez se escuchan quejas de su
conducta, ello constituye un alto encomio para dicha arma…»6
También los sitios guardan memorables actuaciones artilleras, tanto en ataque como en defensa,
y en la mayoría de las batallas brillaron, por su eficacia y arrojo, aquellas bombas que lucían orgullosos al cuello los componentes del Real Cuerpo desde 18047.
Lo narraba con gran realismo el Capitán Sevilla cuando refería la valerosa actuación de los artilleros de Cádiz para rendir a la escuadra francesa de Rosilly en los primeros compases de la guerra:
«La escuadra francesa contestó al primer “ultimátum” gaditano con el ronco bramar de 1.000 cañones. En un solo combate resultaron 2 muertos, 6 heridos, un cañón desmontado y otro inútil, por haberle entrado un proyectil enemigo por la boca. Al lado del artillero que caía, otro se presentaba con la
mecha encendida, dispuesto a morir por la patria y ninguno de aquellos puestos fue abandonado un instante»8.
Son muchos los episodios de cabos, sargentos o simples artilleros, que se encuentran olvidados entre los abundantes relatos de la contienda, y que en su momento merecieron especial mención y reconocimiento hasta de sus propios enemigos. También abundan, entre el polvo de la ingratitud, numerosas referencias a la eficacia y pundonor de los sirvientes de las baterías en los momentos difíciles de la protección del repliegue o la retirada de los ejércitos españoles frente a la potente máquina
de guerra napoleónica.
No hay más que asomarse a los partes del General Castaños tras la batalla de Bailén, para encontrarnos la explícita referencia a la actuación de los artilleros:
«…El Real Cuerpo de Artillería se ha inmortalizado con admiración de ambos ejércitos, pudiéndose
asegurar que sus oportunos y rápidos movimientos, y el acierto de sus fuegos, que desmontó 14 piezas al
enemigo, señalaron, o por mejor decir, fijaron desde el principio, la victoria…».
2. UN EXCEPCIONAL REAL COLEGIO EN UN EJÉRCITO OLVIDADO
Decir que España no tenía ejército cuando se produjo la invasión francesa, es tanto como negar
la existencia de más de 130.000 soldados con más de 7.000 mandos. Un ejército numeroso que pasaba de 300 batallones con el que se cubría un extenso territorio en la metrópoli y en las numerosas
provincias de ultramar, fundamentalmente en las costas, ya que la amenaza hasta entonces había sido
el enemigo británico.
6
7
8
Omán, profesor de Oxford.- Historia de la Artillería.- Jorge Vigón.
Por R.O. de 1 de abril de 1804 se reconoce de modo categórico, la bomba en el cuello como distintivo de de los individuos pertenecientes al Cuerpo de Artillería.
La Artillería española en el sitio de Cádiz.- Vicente Pérez de Sevilla y Ayala.- Diputación provincial de Cádiz.-1978
125
Pero el problema, más que de número era de preparación y de dispersión puesto que, debido a la
hábil política precedente de Napoleón, casi la tercera parte del Ejército Español y lo mejor de su material y armamento, se encontraba en el extranjero cuando se produjo la primera invasión, camuflada de intervención político-policial, de 5 Cuerpos de Ejército llamados de Observación.
Por una parte: 15.000 hombres componían la expedición a Dinamarca que en 1807, obligados
por los tratados de S. Ildefonso, acudieron al Báltico al mando del Marqués de La Romana, para cooperar con el ejército francés en el bloqueo de los puertos a los británicos. Unos soldados de ojos muy
vivos, que despertaron la curiosidad por el colorido de sus uniformes, porque llevaban a las familias,
y porque bebían vino en lugar de cerveza y fumaban cigarrillos en vez de la pipa como era habitual
por aquellas latitudes. Sólo conseguirá traer de vuelta a 9.000 quedando el 40% prisioneros de los
franceses, no sin antes haber derrochado un valor en la toma a los suecos de la plaza de Stralsund que
mereció el mayor elogio de los mandos franceses.
Por otra parte otros 25.000 hombres con 44 cañones fueron desplazados a Portugal para cumplir
las exigencias francesas en Fontainebleau. En resumen que, con un alarde de estrategia del que sólo
el Emperador era capaz, como un gigante en medio de los gobernantes pigmeos de su tiempo, ordenó sacar previamente lo mejor de las tropas españolas de nuestra patria, antes de empezar su invasión.
Otra cosa muy diferente era la calidad de ese ejército frente a una tropa profesional como era la
británica, o una máquina perfecta de combatir combinando fuego y movimiento, como la que puso
la revolución francesa en manos de Napoleón, que arrolló y humilló a los ejércitos europeos.
Nuestro Ejército era apenas un gran número de hombres mal equipados y alimentados y con grandes carencias de instrucción y experiencia de combate. Sólo dos honrosas excepciones fueron la Guardia Real y la Artillería, a las que Godoy había mimado en su reorganización y disponían de un buen
plantel de cuadros de mandos. El «Príncipe de la Paz», que ejerció personalmente el cargo de Comandante General del Real Cuerpo de Artillería, aparecía en el inicio de los escritos como; «Conformado
el Rey con el modo de pensar del Serenísimo Sr. Príncipe, Generalísimo, Almirante…».
Este trato diferencial de la Artillería no era ocioso ya que se basaba en la tradicional lealtad del
Real Cuerpo a S.M., en atención a un alto prestigio acreditado por sus cuadros de mando y por el
elevado nivel intelectual del Real Colegio Academia de Artillería de Segovia. No en vano contaba entre su profesorado con el sabio francés Louis Proust, que en la Academia promulgó la ley que lleva su
nombre y organizó un laboratorio de prácticas de química que fue único en Europa. También fueron
artilleros los iniciadores de las primeras academias de matemáticas de Barcelona y Cádiz. Como decía «Almirante»:
«…Que en gran parte del siglo XVIII, a los dos Cuerpos Facultativos, Artillería e Ingenieros, es debido que no naufragasen en España, los escasos conocimientos de las ciencias matemáticas y físicas…».
Del Real Colegio de Segovia había dicho el Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, D. Tomás
Moreno y Daoíz:
«Es cosa muy digna de admiración que, en medio de un trastorno y desorden no conocido, haya subsistido un establecimiento militar que, en vez de sufrir el descalabro de los demás, mejorase en mi concepto
de constitución. Tal es el Colegio de Segovia, que no hallando suficientes palabras para encarecerlo, me limito a decir que ha sido mirado con respeto y emulación de las potencias extranjeras».9
9
Moya y Rey.- El Ejército y la Marina en las Cortes de Cádiz.- Ed 1914.- Pp 71.
126
No obstante, la Artillería no era ajena a las muchas y seculares carencias del Ejército por las que
la oficialidad de la época acusaba insuficiencia de formación y abandono a la vida rutinaria a falta de
presupuestos para actividades y maniobras. Esta realidad se justificaba por un gran olvido del Ejército por parte de los gobernantes, lo que se traducía en falta de enseñanza en la oficialidad, así como
deficiencias de instrucción y escaso amor al oficio en los soldados. A la Artillería le afectaba especialmente en cuanto a posibilidades de medios tanto humanos como materiales, y muy especialmente en
las carencias de fabricación.
3. EL TESTIMONIO DEL 4.º REGIMIENTO
Tomemos como hilo conductor de nuestro relato a uno de aquellos Regimientos del Real Cuerpo de la Artillería constituido por Real Ordenanza Carlos IV10, el 4.º Regimiento Artillería de La Coruña del que conservamos su bandera en el Museo Militar de esta ciudad, junto con algunas anécdotas y vicisitudes11. Contaba la Unidad con una Plana Mayor en La Coruña y estaba constituido por
4 Compañías de Artilleros y 3 de Obreros (una en la Plana Mayor, otra en Vigo y otra en Gijón).
Su primer Coronel fue D Antonio del Río, al que siguieron D Luis Villalba (1803), D Francisco
Rui Gómez (1804), D Juan Silva y Ayanz (1807), que ya estará permanentemente en campaña a partir de 1808, así como su sucesor D José García de Paredes que estará al mando hasta la finalización
de la Guerra de la Independencia. Cada uno de ellos merecería que fuese enaltecida individualmente su memoria, especialmente éste último por la importante participación en multitud de acciones de
esta contienda, desde la organización de un primer «Ejército Gallego» a raíz del levantamiento (1808)
y la liberación de Galicia (1809), hasta formar parte del Cuartel General del Duque de Wellington
en las operaciones finales de la guerra (1814).
Una Unidad a la que, cuando aún se llamaba 3.º Batallón del Regimiento de Artillería, le cupo el
honor de haber contado en sus filas entre 1801 y 1804 con un singular oficial de Artillería: D. Pedro
Velarde y Santillán.
La inveterada costumbre histórica de defender nuestras costas frente al tradicional enemigo inglés,
imprimía carácter a aquellos hombres que, ya en 1800, habían defendido la Base Naval de Ferrol de
la codicia británica. –la que decía el almirante Pitt que: «si fuera suya la bordearían con
una muralla de plata»–. En aquella ocasión,
los derrotaron en la batalla de Brión con participación de una muralla de fuego artillero
desde el Castillo de San Felipe en apoyo a las
fuerzas de la plaza, que les obligó a un apresurado reembarque, disuadiéndolos de su intento de apoderarse de la ciudad por tierra.
Más de dos centenares de hombres del
Regimiento, al mando del capitán D. Manuel Torrado, habían combatido con bravura a bordo de los navíos «San Ildefonso» y
«Montañés» formando parte de la escuadra
10
11
Ordenanza dividida en 14 reglamentos que S. M. manda observar en el Real Cuerpo de Artillería.- Madrid 1802
La documentación que se conserva está en el Archivo Militar de Ferrol.
127
española de Gravina en Trafalgar (1805). De ellos diez murieron en combate destacando dos Subtenientes y un Sargento. Torrado también sería digno de recordar por su participación activa desde los
comienzos, la liberación de Galicia y enlace con la Junta del Reino hasta su participación decisiva
como segundo jefe en la batalla de Puente Sampayo y su activa gestión posterior como Gobernador
Militar de La plaza. Fue Torrado el entusiasta oficial que, ante la tibieza de las autoridades civiles y
militares, tremoló la Bandera Nacional desde el balcón del Palacio de Capitanía en La Coruña, como
era tradicional todos los 30 de mayo, en honor al Rey Fernando III «el Santo» y con ocasión del levantamiento popular de la capital de Galicia.
También, los mejores artilleros del Regimiento fueron en 1807 a Dinamarca con el Marqués de
la Romana (25 piezas, 33 cureñas, 3 fraguas, 28 carros de munición y 18 carros a «la catalana»), y hubieron de sufrir aquella comprometida «huída» de repatriación a raíz del «Dos de Mayo» para no quedar prisioneros de sus antiguos aliados franceses. Consiguieron milagrosamente regresar con sus cañones cuando los mejores caballos y toda la impedimenta hubieron de ser abandonadas en aquellas
heladas tierras.
El Tratado de Fontainebleau afectó de lleno al 4.º Regimiento que dispuso, en noviembre de
1807, el apoyo de fuegos de la expedición a Oporto formada por una División al mando del viejo Taranco, Capitán General de Galicia, que moriría de enfermedad en la capital lusitana del Duero (otras
25 piezas, 32 cureñas, 3 fraguas, 28 carros de munición y 18 carros a «la catalana»).
Poco se ha reconocido el mérito de aquellas tropas españolas obligadas a invadir Portugal, que
conservaron en todo momento un comportamiento modélico con la población civil y militar del país
hermano y que fueron recompensados en mayo del 1808 con la satisfacción de cooperar al levantamiento del pueblo portugués y traer prisioneros hasta La Coruña a los dragones del General francés
Quesnel. En palabras del portugués Accursio das Neves:
«Siempre se conservó la mejor armonía entre el pueblo portugués y los españoles, por la disciplina que supo
mantener Taranco en Oporto, que no impuso contribución, ni turbó el ejercicio de la Autoridad Civil».
¡Qué honrosa diferencia! Frente a la actitud mantenida con la población civil por la soldadesca
francesa desde que entró como aliada en aquella «invasión preventiva político-policial» de cinco Cuerpos de Ejército de Observación, e incluso por las tropas de los aliados británicos a lo largo de toda la
guerra.
Con las seis Compañías que aún quedaban en La Coruña, junto a las de marina, se organizó el
apoyo artillero de dos baterías por División, con que se dotó al Ejército Gallego que, con más entusiasmo que medios, se puso a las órdenes del General Blake y que recibió su dramático bautismo de
fuego en la derrota de Medina de Rioseco donde, como diría el propio Blake:
«…Bien servidos los cañones, contenían y causaban estragos al enemigo…»
Las tropas de la División del Norte no tuvieron tiempo de lucir su flamante recompensa de la
«Cruz del Norte»12 ya que, a su regreso, fueron incorporadas al Ejercito Gallego de Blake y luego de La
Romana, donde sufrieron un duro castigo en su retirada a través de Castilla; pero, resistieron con un
gran pundonor retardando la avalancha francesa de hasta tres Cuerpos de Ejército desde Zornoza a Espinosa de los Monteros, antes de perderse diezmados y enfermos por las montañas del sur de Orense.
12
Cruz concedida para oficiales y tropa consistente en un escudo de distinción con estrella de plata y una inscripción que
rezaba: «la patria es mi norte» (Archivo Regional Militar de Ferrol)
128
Con gran disgusto y rabia, aquellos artilleros perdieron las pocas piezas que habían conseguido
conservar, protegiendo la retirada de las columnas del General John Moore y cuando les arrebataron
los animales de carga «sus amigos» ingleses en uno de tantos y tan lamentables actos de indisciplina
protagonizados por los soldados británicos en aquella dramática retirada desde Astorga hasta Vigo y
La Coruña por los puertos de Piedrafita y Manzanal.13
Tras la batalla de Tamames (18 OCT 1809), donde el Regimiento intervino a las órdenes del Duque del Parque, el Coronel D. José García de Paredes, recibe las felicitaciones del Director General
de Artillería a la División de Artillería que servía en el Ejército reunido de Galicia y Castilla con la siguiente expresión:
«Se portaron con el valor, entusiasmo y ánimo que es propio del Real Cuerpo»14.
Algunos simples ejemplos recogidos de la documentación del 4.º Regimiento, pueden servirnos
de testimonio expresivo y singular a propósito de la penuria de medios y la escasez de presupuestos
con que se desenvolvían aquellos artilleros, no sólo en atención a las Unidades del Arma sino a los
centros fabriles15:
La escasez de caudales no permite satisfacer los sueldos de los operarios para la limpieza de armas (20
de mayo de 1807) o que es necesario despedir a los escribientes contratados (19 de octubre de 1811).
El fuego de aviso que se hacía a los navíos extranjeros, desde las puntas de Prioriño, Segaño, etc.
en Ferrol, luego debía satisfacerse el importe del tiro por los navíos afectados (por ejemplo, 18 reales
y 12 maravedies aparecen en un parte).
El Capitán Taboada da parte del fallecimiento de un artillero ahogado en la laguna de Doniños,
intentando cazar un pato para poder comer.
Más pintoresca es la causa contra el Teniente Coronel D. Juan Herrera, Sargento Mayor del 4.º
Regimiento de Artillería, por haber conducido parte de tres Compañías del Cuerpo a las puertas de
la Junta Superior de Galicia, para que le socorriese por no tener qué comer el día 21 de agosto de
1811. En aquél caso la Regencia desoyó las quejas de la Junta, que declaró al Sargento Mayor, un celoso oficial digno de aprecio.
Otro ejemplo de carencias lo define el dato de que al comenzar la contienda, la artillería tuvo que
requisar, en detrimento de las labores del campo, la cifra significativa de 3.000 caballos y mulos, que
fue necesario domar con toda premura, para poder salir de sus acuartelamientos.
El propio Ministro de la Guerra había confesado que:
«Hasta en las plazas que se llamaban fuertes, como La Coruña y Cádiz, la artillería era poco menos
que inútil y anticuada, carecía de elementos en los parques y casi no tenía piezas de campaña, se había
abandonado la instrucción desde las últimas guerras con Francia, ni se había estudiado la topografía de
la península, y faltaban hasta las cartas geográficas de exactitud indispensables, para los planes de campaña»16.
13
14
15
16
Libertad y Victoria, Diego del Barco héroe coruñés de la Guerra de la Independencia. José Navas Ramírez-Cruzado y
Arsenio García Fuertes. Editorial Arenas
Archivo Militar Regional de Ferrol
Archivo Militar Regional de Ferrol. Carpetas pertenecientes al 4.º Regimiento de Artillería a pie
La Artillería española en el sitio de Cádiz.- Vicente Pérez de Sevilla y Ayala.- Diputación de Cádiz.-1978.Pp 206 y 207
129
Sólo el abandono de aquella corte concupiscente, como decían algunos, puede explicar la miseria
nacional y su repercusión en ejércitos y fábricas.
4. DIEGO DEL BARCO Y DE LA ZENDEJA (LA CORUÑA 1779, LAREDO 1814)
El entusiasmo del historiador astorgano Arsenio García Fuertes, cuando andaba investigando las
peripecias de los «Voluntarios de León» dio con la reiterada aparición, en la mayoría de las acciones,
de este artillero coruñés que moría heroicamente en Colindres, tras dura agonía de cinco días desde
que una bala de cañón le arrebató del caballo en la conquista del fuerte del Rastrillar en Laredo.
Tirando juntos de aquél hilo, descubrimos el ovillo de una
historia tan apasionante como olvidada y que, con toda seguridad
y para vergüenza de los españoles, estará muchas veces repetida a
lo largo de esta contienda. Una historia tan sencilla como la escueta relación de veinte «Funciones en las que justifica haberse
hallado», como relata lacónicamente su hoja de servicios, y que
suponen otras tantas actuaciones memorables en las correspondientes batallas.
Del Barco, al igual que sus tres hermanos menores, era un oficial del Real Cuerpo de Artillería del Cuarto Regimiento de Artillería de La Coruña que, cuando la guerra terminaba, murió siendo Brigadier al mando de las Unidades que reconquistaron Santoña y Laredo para evitar que se convirtieran en un segundo Gibraltar
en el Norte. Supremo sacrificio que denota la tragedia del soldado
que muere en combate cuando alborea la paz por la que luchó y que nunca podrá disfrutar.
Sus hermanos José (en Tarragona 1811) y Pedro (en La Coruña 1823) también murieron heroicamente en acciones de guerra. Sólo Joaquín sobrevivió y alcanzó el grado de Mariscal de Campo17.
Su padre D Pedro del Barco y España, Teniente de Fragata en la Comandancia de Marina de La
Coruña había sido un valiente piloto de los Correos Marítimos de Su Majestad que, desde 1803 a
1806, mandó la corbeta María Pita contribuyendo felizmente a la salvación de millones de indígenas,
gracias a conducir la expedición de Balmis con la vacuna de la viruela por América.
Pero la hazaña que más enorgullecía al veterano marino era haber conseguido el título de nobleza que abrió las puertas a los estudios de oficial de artillería para sus cuatro hijos, que cumplían con
el requisito de «calidad noble» merced a la hidalguía conseguida por D. Pedro como oriundo de las
Encartaciones de Vizcaya y concedida por la Real Cancillería de Valladolid. Las armas de su escudo18
eran «En campo de oro, diez panelas de sinople puestas en palo», según consta en el expediente de la
Real y Distinguida Orden de Carlos III de D Pedro del Barco y España, concedida posteriormente
en honor a los méritos de su hijo Diego.
Nuestro protagonista fue uno de los muchos soldados españoles que, a pesar de sacrificar su vida
heroicamente por la libertad que hoy disfrutamos, cayó, como tantos otros, en el olvido de su pueblo, de su ejército y de su Patria.
17
18
Se conserva un retrato del Mariscal de Campo Agustín del Barco en la Academia de Artillería de Segovia
Del libro sobre genealogía de oficiales de artillería de D. Francisco Luis Borrero y de Roldán (en preparación)
130
Luchó en esta guerra desde sus primeros combates como oficial de artillería de una Batería a Caballo, hasta su muerte en el último combate. En su bautismo de fuego en Rioseco, el Capitán del Barco mandaba la Compañía de 5 piezas que acompañaba a la 4.ª División y que, desplegada en el flanco derecho de la División de Portago, combatió en solitario en primera línea del ala izquierda del despliegue, quedando a su retaguardia todo el ejército castellano de Gregorio García de la Cuesta,
Capitán General de Castilla y León. Allí recibió el embate de la temible División francesa de los «veteranos viejos» de las fuerzas de elite del General Moutón, así como de los húsares y cazadores de la
caballería de Lassalle, de los granaderos de la Brigada Ligera de Sabatier y hasta de la Guardia Imperial, que venía en reserva.
Tomaron los franceses con facilidad «el Monclin», la única elevación, que sin motivo habían abandonado los españoles y, asentando allí su artillería, batieron con un intenso fuego a los hombres de
Portago y a los artilleros de Del Barco. En Rioseco, le tocó a la artillería un papel, si no afortunado
porque la jornada fue de desgracia, si distinguido porque su actuación fue estimada como muy meritoria. Cuenta Blake, que:
«… las piezas francesas en el Monclin, hicieron un fuego poco acertado y nuestra artillería, bien servida, contenía y causaba estragos entre los enemigos…»
Otros extranjeros opinaron de forma similar:
«..servida perfectamente y con un valor incomparable» (Schepeler)
«..la artillería era lo mejor que tenía el Ejército español..» (Thiers)
En esta acción, cayó prisionero de los franceses el Subteniente Cesar Turnelle, que andando el
tiempo llegará a mandar el 4.º Regimiento del Real Cuerpo de Artillería.
En la campaña por el norte de España durante el segundo semestre de 1808, que siguió a la victoria de Bailen, Del Barco tuvo una destacada actuación en la toma de Bilbao, y desde Zornoza, Güeñes y Balmaseda, a Espinosa de los Monteros, seguido de una amarga retirada con los británicos hasta La Coruña.
Resurgido de sus cenizas un nuevo Ejército Gallego, gracias a la sublime grandeza de sus campesinos en armas y de los soldados que los encuadraron en la «División Miño», los artilleros del 4.º
Regimiento, entre los que destacaba Diego del Barco, vencieron a los franceses en Santiago de Compostela y en Puente San Payo, logrando la retirada del reducto gallego de los mariscales Soult y Ney,
a los escasos seis meses de haberlo invadido.
«… Después de la batalla decisiva de San Payo era recibido en triunfo en La Coruña, el ejército libertador con el conde de Noroña a la cabeza y al frente de sus respectivas fuerzas, Morillo, Márquez, La Cuadra, Cano, Barco, La Carrera y otros Caudillos…»
Siguió Del Barco combatiendo por Benavente, Zamora, Medina del Campo, Alba de Tormes,
donde cayó prisionero, Extremadura, especialmente Fuente de Cantos19, Cádiz, Levante, Astorga,
donde mandó la artillería del sitio, y el paso del Bidasoa.
19
En esta acción mereció grandes elogios la valerosa conducta de la Batería del Capitán D. Diego del Barco, siendo recompensado su arrojo heroico, con el grado de Coronel Historia de la Artillería.-Jorge Vigón.
131
El que sería Sargento Mayor de la Brigada Maniobrera, Diego del Barco, pertenecía a la promoción Treinta y Uno (31) del Real Colegio de Artillería, de la que salió como Subteniente con el número 8. Había sentado plaza como caballero cadete en 1796 y en el 99 era Brigadier de la Compañía de Caballeros Cadetes.
Impulsada por las necesidades de la guerra, la rápida carrera de aquél capitán desde septiembre de
1808, hacía que en julio 1809 recibiera el ascenso de Grado de Teniente Coronel. Esto de ser simultáneamente Capitán a Caballo de Artillería y Teniente Coronel de Infantería o Caballería, era una extraña situación provocada por la negativa de los artilleros a ser ascendidos por méritos de guerra que,
al ser económicamente beneficiosa para la hacienda
pública, era consentida mientras acostumbraba a
crear extrañas situaciones castrenses entre compañeros de distintas armas. El origen de la actitud artillera estaba originado por un nada despreciable
«espíritu de compañerismo del Arma», y justo es
decir que la exigente selección de los oficiales de artillería en las promociones del Real Colegio era tan
sólo comparable al elevado nivel intelectual y profesional de profesorado.
Del mismo modo, sería simultáneamente a partir de 1811 y hasta su muerte heroica: Teniente Coronel Comandante de Escuadrón y Brigadier Jefe
de una Brigada en la ofensiva final para atravesar la
frontera francesa y Comandante de todas las fuerzas
que participaron en la reconquista de Santoña y Laredo.
5. CONCLUSIÓN
Un placa colocada en la fachada de la casa donde nació, a la altura del N.º 50 de la calle Real de
La Coruña, una estatua de escayola en el zaguán del
Museo Militar de esta plaza, y otra de bronce erigida en su ciudad natal con ocasión del bicentenario, serán el testimonio permanente de su heroísmo para unos coruñeses que ya nunca olvidarán a
este benemérito soldado.
Simultáneamente, la inscripción de su tumba en la Iglesia de Santa M.ª de la Asunción de
Laredo, recuerda al mundo, ante el «Dios de los Ejércitos», la hazaña de un Brigadier coruñés,
descendiente de Ciervaza en Vizcaya, que dio fin a su gloriosa carrera, cuando cayó heroicamente mandando el asalto del fuerte y siendo el Comandante General de la 3.ª División del 4.º
Ejército.
Estos tímidos testimonios, al cabo de doscientos años de silencio, serán una modesta aportación
fruto de la conjunción de esfuerzos de historiadores, militares y asociaciones de recreación histórica,
para gloria de nuestros héroes y ejemplo de los que viven, especialmente de los jóvenes porque, honrando y enalteciendo su memoria, así como aprendiendo de su ejemplo, puedan sentirse orgullosos
de sus raíces.
132
BIBLIOGRAFÍA
«Libertad y Victoria, Diego del Barco héroe coruñés de la Guerra de la Independencia». José Navas Ramírez-Cruzado y Arsenio García Fuertes. Editorial Arenas.- 2004
«La Artillería española en el sitio de Cádiz.»- Vicente Pérez de Sevilla y Ayala.- Diputación provincial
de Cádiz.-1978
«Dos de Mayo de 1808 El Grito de Una Nación».- Arsenio García Fuertes,. Inédita Editores.- Madrid
2007.
«El Ejército y la Marina en las Cortes de Cádiz».- Moya y Rey.-.- Ed 1914.Ordenanza dividida en 14 reglamentos que S. M. manda observar en el Real Cuerpo de Artillería.Madrid 1802
La documentación del 4.º Regimiento de Artillería que se conserva está en el Archivo Militar de Ferrol.
Periódicos del centenario que se conservan en el Museo Militar de La Coruña.
133
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL GACA ATP X
– El Coronel retirado de Artillería D. Fernando Gómez Puebla, realizó en el Casino Militar de
Córdoba una presentación sobre la invasión napoleónica a finales de Abril, a la que asistió una nutrida representación del personal de la Brigada Guzmán el Bueno X.
– El día 29 Abril, el GRUPO DE ARTILLERIA DE CAMPAÑA ATP X, rindió una vez más
homenaje a los héroes del parque de Monteleon. El acto tuvo lugar en la Plaza de Armas del Grupo
de Artillería (Plaza de San Rafael) en un acto solemne con parada militar.
– La revista semestral del Grupo de Artillería Autopropulsado X, «ESTOPIN», dedicó un amplio
espacio al Bicentenario, colaborando en el mismo un nutrido número de compañeros en la reserva.
– Participación en la marcha cívico-militar organizada por la BRIMZ X. El GACA organizó una
Batería que se integró en la Unidad de marcha, el GT «Bailén».
134
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL GACA ATP XI
II JORNADAS DE ARTILLERIA EN EXTREMADURA
Entre los días 5 y 9 de mayo han tenido lugar las VII Jornadas de Artillería en Extremadura, organizadas por la Fundación Santa Bárbara y Santa Eulalia, institución civil de carácter social y docente cuyos patronos son los miembros de la Plana Mayor del GACA ATP XI.
Dedicadas a conmemorar el Bicentenario del comienzo de la Guerra de la Independencia y bajo
el título de «Guerra al Francés», que fue el que mayoritariamente enarboló el pueblo de Madrid en
aquel histórico día, las Jornadas se han llevado a cabo en la Sala de Columnas de la sede de la Excelentísima Diputación de Badajoz, con el patrocinio de la Subdirección General de Patrimonio Histórico y Acción Cultural del Ministerio de Defensa y Gráficas Boysu.
Las Jornadas, de eminente carácter divulgativo, han tenido una más que notable aceptación, contabilizándose diariamente entre setenta y cien asistentes, llegándose en algunos días a completar el
aforo de la sala.
Todas las conferencias fueron seguidas de su correspondiente coloquio.
Comenzaron el lunes, día 5, con la inauguración de las Jornadas por parte de la Directora General de
Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura, Doña Esperanza Díaz, seguida por la Conferencia que
sobre «Extremadura, 1808. Un final traumático para una sociedad en crisis» dio Don Miguel Ángel Melón Jiménez, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Extremadura. A lo largo de su exposición, el profesor Melón explicó las circunstancias sociales y económicas en las que se encontraba la región en aquellas fechas, constatando el ambiente explosivo que se vivía como consecuencia del muy desigual reparto de las rentas, tanto dentro de la propia Extremadura como en el balance con los dueños de
los rebaños trashumantes, que normalmente se asentaban en otras regiones; y que posiblemente hubiera
degenerado en un importante conflicto social de no haber mediado el comienzo de la Guerra.
El martes, día 6, intervino el Excelentísimo Sr. General de Brigada Don Miguel Alonso Baquer,
del Instituto Español de Estudios Estratégicos, quien, desde un punto de vista a caballo de los niveles estratégico-militar y operacional, habló sobre «Las Operaciones Militares en la Guerra de la Independencia». En su opinión no sería correcto hablar de una guerra, sino de cuatro, dados los focos de
poder que entonces existían. En concreto, de una guerra de Napoleón contra Portugal, entre 1807 y
1809, con la finalidad de completar el bloqueo continental contra Inglaterra, su verdadera obsesión;
una guerra del pueblo español contra José I, el Rey intruso, entre mediados de 1808 y 1809; ambas
guerras se unificarían en lo que la historiografía británica viene llamando «la guerra peninsular», en
el periodo 1810-1811; y, finalmente, lo que podemos considerar verdaderamente la Guerra de la Independencia después de esa fecha. A partir de esta idea, desarrolló los principales ejes de operaciones,
a los que denominó con los nombres de los Mariscales del Imperio que los desarrollaron: Junot, Dupont, Napoleón, Soult-Jourdan, Massena y Suchet.
El miércoles, día 7, el Teniente Coronel de Artillería, en la reserva, Don Ubaldo Martínez-Falero
del Pozo, tras una ardua pelea con los medios audiovisuales de apoyo, disertó sobre la «Situación del
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Cuerpo de Artillería en España en 1808», tratando sobre la organización, los medios, el personal y la
instrucción del mismo. Como idea principal cabe destacar que, pese al reducido número de oficiales
del Cuerpo (no más de 500 entre prácticos y facultativos) fueron capaces de mantener el esfuerzo de
guerra en los años que siguieron.
El jueves, día 8, el Teniente Coronel de Ingenieros Don José Manuel Guerrero Acosta, del Instituto de Historia y Cultura Militar, expuso sobre el «Dos de mayo de 1808: nuevas perspectivas».
Arrojando luz sobre muchos de los aspectos oscuros, así como sobre otros que la tradición oral o determinados intereses han tergiversado respecto a los acontecimientos que tuvieron lugar en Madrid
en tan histórica fecha. Quizá lo más destacable de su intervención fueran dos ideas: que los defensores del Parque de Monteleón nunca se rindieron, y que en total debieron enfrentarse unos tres o cuatro mil españoles a los aproximadamente treinta mil franceses que se encontraban en Madrid en aquella mañana.
Finalizó las Jornadas, el viernes día 9, el
Catedrático de la Universidad Autónoma
de Barcelona, Don Ricardo García Cárcel,
quien habló sobre «Los mitos de la Guerra
de la Independencia». Tras una breve introducción sobre el concepto de mito, pasó a
exponer que la Guerra ha sido objeto de
mitos y contramitos, y empleada desde todas partes para sustentar posturas partidistas. En este sentido su conferencia fue especialmente clarificadora pues, desde una base
histórica rigurosa, desmontó las principales
manipulaciones que se han hecho de esa
parte de nuestro pasado.
Durante los días de las Jornadas, el
GACA ATP XI presentó una muestra cen136
trada en la propia Guerra de la Independencia, en la Sala Vaquero Poblador de la Diputación de Badajoz, entre cuyos fondos cabe destacar unas fotos de los Baluartes de la Trinidad y del Pilar en los
que los Artilleros de la época grabaron –a cañonazos– la fecha del fin de la ocupación francesa de Badajoz, en 1812.
Esta muestra recibió numerosas visitas, tanto de carácter individual como de asociaciones y colegios, colaborando a dar a conocer los hechos que se sucedieron en torno a la Guerra de la Independencia.
137
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL GACA ATP XII
El GACA ATP XII conmemoró el Bicentenario del Dos de Mayo el martes 6 de mayo del presente año con una Parada Militar y un brindis a continuación a cargo del Excmo. Sr. General Jefe de la
BRIAC «Guadarrama» XII. A este acto asistieron todos los Jefes de Unidad, Jefes de Sección de EM,
Tenientes Coroneles de la Base, así como todos los artilleros destinados en la misma.
La Parada Militar, al mando del Cte. D. Javier Alberto Núñez Escorial, fue presidida por el Excmo. Sr. General de Brigada D. Alberto Asarta Cuevas, Jefe de la BRIAC «Guadarrama» XII. La formación estaba compuesta por Escuadra, Banda y Música, Mando, Batería de Plana Mayor, 3 Baterías de Armas y Batería de Servicios.
La secuencia de actos fue la siguiente:
–
–
–
–
Honores y revista por la autoridad
Imposición de condecoraciones
Lección del 2 de mayo
Acto en honor a los que dieron su vida por
España
– Himno de los Artilleros
– Dislocación de la fuerza
– Desfile
La lección del 2 de mayo estuvo a cargo del Cap.
D. Enrique Castañeda de Benito.
138
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL GACA V
A las 11,25 se realiza el toque Grupo y llamada. Posteriormente se recibe a la presidencia del Acto el Sr. Teniente Coronel D. Ramón Romeo
Castaño a la sazón Jefe del
Grupo de artillería quien tras
recibir novedades del Comandante Jefe de la formación pasó Revista a la misma.
Seguidamente se procedió a dar Lectura e introducción de la efeméride conmemorada.
Como marca la tradición el Capitán más antiguo del Grupo impartió una Lección magistral.
Finalizando el Acto con la entonación del Himno de Artillería y la dislocación de la unidad para
adoptar posiciones de Desfile a pie. Como colofón a esta jornada se celebró un Vino Español en el
Salón de Honor del GACA V.
139
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL GACAAT VII
A) Presidencia
EXCMO. SR. D. José M. Prieto Martínez, General Jefe de la BRILAT «GALICIA VII».
B) Lugar y fecha
– Lugar: Plaza de SM. D. Juan Carlos I. EN LA Base «general Morillo» (Figueirido-Pontevedra)
– Fecha: lunes 05MAY08 a las 12.30 horas.
C) Organización de la Fuerza
1. Mando: Sr. Comandante perteneciente al GACAT VII.
2. Formación.
a) Escuadra de Batidores del GACAT VII.
b) Banda de Guerra de la BRILAT.
c) Mando de la Fuerza y Guión del GACAT VII.
d) Fuerza formada por (las Baterías formarán de a seis):
– Batería de Plana Mayor.
– 1.ª Batería.
– 2.ª Batería.
– 3.ª Batería.
– Batería de Servicios.
– Batería SAM-Mistral.
D) Secuencia del Acto
1. Honores
2. Revista de la Fuerza
3. Lectura de Efemérides por parte del relator.
4. Imposición de condecoraciones al personal del GACAT que formó parte de BMN «PLUS
ULTRA» I.
– Encomienda de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo
• Capitán D. Juan José Sanjuán Carqués
• Brigada D. Fernando López Gómez
• Brigada D. Antonio Jesús Calvo Cordero
– Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
• Sgto 1.º D. Aníbal Rodríguez Vázquez
– Cruz a la Constancia
• Cabo 1.º D. Francisco José Dopico Freire
• Cabo 1.º D. Juan Manuel Rodríguez Cid
• Cabo 1.º D. José Mena Burdalo
• Cabo 1.º D. José Luís Juncal Paz
• Cabo 1.º D. Miguel Castro Carrera
– Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco
• Sgto 1.º D. Juan José Ferreira Casal
• Cabo 1.º D. José Carlos Prado Fernández
• Cabo D. Ángel Araujo Lobariñas
140
5.
6.
7.
8.
9.
10.
• Cabo D. Sergio Cobo Vasco
• Cabo D. Santiago Rogel Cancelo
• Artillero D. Francisco Cacabelos Varela.
Lección del 2 de mayo, impartida por el Capitán de la Escala Superior de Oficiales D. Gonzalo Méndez De Pando
Lectura del acta de concesión del Premio 2 de Mayo al Teniente de la escala de Oficiales
D. Fernando Beltrán Abarquero y al Cabo 1.º D. Luís Pórtela Balea.
Entrega del Premio 2 de Mayo.
Acto de Homenaje a los Artilleros que dieron su vida por España.
Himno de Artillería.
Desfile de la Fuerza
141
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL GACAPAC VI
1. COMPETICIONES MILITARES
DEPORTIVAS.
2. CENA BICENTENARIO.
3. COMIDA BICENTENARIO.
4. PARADA MILITAR EL 2 DE
MAYO EN LA BASE PRÍNCIPE DE
LA BRIPAC, CON LECTURA DE
LA LECCIÓN DEL 2 DE MAYO A
CARGO DEL CAPITÁN MÁS ANTIGUO.
142
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL GAM I
FECHA: 2 DE MAYO 2008
LUGAR: Salón de Actos del Acuartelamiento
PRESIDENCIA: Teniente Coronel Jefe del GAM I
PERSONAL ASISTENTE: Personal destinado en el GAM I, Jefes de Unidad del Acuartelamiento Sancho Ramírez y personal del Arma de Artillería destinado en dichas Unidades.
UNIFORMIDAD: Uniforme de instrucción, boina y pañuelo de cuello.
SECUENCIA DE ACTOS:
–
–
–
–
Recepción a la Presidencia.
Novedades al Tcol. Jefe del GAM por Baterías en el Salón de Actos.
Lectura de la Lección del Dos de Mayo a cargo del Capitán D. Ignacio Ugarte Goicuría.
Entrega de diplomas acreditativos del nivel alcanzado en la fase de Instrucción Técnica de Montaña invernal.
– Himno de Artillería.
143
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL GRULI
Tras la reciente disolución del RACTA 5, el Grupo
de Localización e Información (GRULI) del MACTA,
organizó, por primera vez en su historia, el Acto Conmemorativo del Dos de Mayo de 1808.
El Acto se celebró en el Acuartelamiento Capitán
Velasco y estuvo presidido por el Sr. Teniente Coronel
Jefe del Grupo de Localización e Información D. Antonio Edmundo Avendaño Sanjuán.
La formación estuvo compuesta por la Escuadra de
Batidores del GRULI, una Batería de dos secciones:
una del GRULI, y otra de la Batería D-15 «Punta Acebuche», perteneciente, tras la disolución del RACTA 5,
al GACTA II/4, así como los Guiones del GRULI y
USAC «Capitán Velasco», y los Banderines de las dos
Baterías del GRULI junto con el de la Batería D-15.
La Lección del Dos de Mayo fue impartida por el
Capitán mas antiguo de la Unidad, el Sr. Capitán Jefe
de la Batería de Localización e Información D. Ignacio
de Loyola Medina Domínguez. Además de la lección
conmemorativa del 2 de Mayo, el acto concluyó con la
tradicional ofrenda de una corona de laurel a los caídos
en acto de servicio, delante de los bustos de los dos Capitanes de Artillería, Daoiz y Velarde, el canto del
Himno de Artillería y el desfile de la Fuerza participante, mandada por el Capitán Jefe de la Batería de PLM
del GRULI D. Juan Manuel Carrasco Jiménez.
Al acto militar y a la posterior copa de vino, fueron
invitados los antiguos miembros de la Unidad así
como todo el personal en la reserva que había pertenecido al RACTA 5 y USAC. «Capitán Velasco».
144
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL PCMASACOM
El PCMASACOM ha llevado a cabo un acto de carácter interno para conmemorar la gesta del
dos de mayo de 1808, protagonizada por los capitanes de Artillería Daoiz y Velarde en el Parque de
Monteleón, nombre que ostenta actualmente el acuartelamiento que acoge a nuestra Unidad.El acto
dio comienzo con las novedades de la formación al Coronel Jefe del acuartelamiento Parque de Monteleón; continuó con una brillante glosa de los hechos históricos a cargo del Capitán de Artillería más
antiguo, quien destacó sus aspectos morales y ejemplarizantes. Posteriormente, se rindió homenaje reglamentario a los que dieron su vida por España en esa gesta y en todas las épocas posteriores. El acto
finalizó con los evocadores acordes del Himno de los Artilleros.
145
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL PCMAYMA
A las 13:00 horas del viernes 02 de mayo de 2008 tiene lugar en el Acuartelamiento «Pinar de Antequera» un Acto Militar en el que se rindió homenaje a los Soldados de todos los tiempos encuadrados en los Ejércitos de España.
Durante el Acto, se dio lectura a la lección del Dos de Mayo a cargo del Capitán de Artillería más
antiguo del Centro. D. Juan Antonio García Gutiérrez.
Una vez finalizado el Acto, se descubrió dentro del Acuartelamiento, una placa conmemorativa
del 200 aniversario.
Posteriormente, en la Residencia Militar de Plaza, tuvo lugar una comida de hermandad con todos los Artilleros (Reserva y Activo) de Valladolid y Palencia.
Así mismo, se editó y distribuyó entre los asistentes, el libro «Dos de Mayo, Primavera», prologado por el Coronel de Artillería jefe del PCMAYMA D. Ricardo Duyos Gutiérrez y escrito por el Cabo
1.º destinado en esta Unidad D. Esteban Perelló Renedo.
146
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RAAA 71
RESEÑA SOBRE LA PARTICIPACIÓN DE LA UNIDAD EN LOS ACTOS
CONMEMORATIVOS DEL BICENTENARIO DEL DOS DE MAYO DE 1808
- El 12 de febrero de 2008 son comisionados
un oficial, un suboficial y un MPT de la Unidad,
con motivo de un Acto Institucional Conmemorativo del Bicentenario de la Guerra de la Independencia, organizado por el MINISDEF, en la
C/. Bailén (frente al Palacio Real) de Madrid.
- El 29 de abril de 2008, tiene lugar en el
Acuartelamiento de Artillería de Fuencarral, el
tradicional Acto Militar Conmemorativo del 2
Presidencia de los actos.
Estandarte, Ayudante, Portaestandarte y escolta.
de mayo, en el que se hace un especial recuerdo durante el homenaje a los caídos, a la memoria de todos aquellos que ofrecieron su vida por la patria,
con especial dedicación a los que así lo hicieron en
la gloriosa fecha del 2.º de mayo de 1808. El Acto
fue presidido por el Excmo. Sr. Teniente General D.
Cayetano Miró Valls.
El 2 de mayo de 2008 tiene
lugar la participación de la
Unidad, con estandarte, escuadra de gastadores, banda, porta-corona y batería de honores,
al mando del Teniente Coronel
D. Ignacio Fuente Cobo, en la
formación de honores de los
Actos Conmemorativos del Bicentenario del 2 de mayo de
1808 y fiesta de la Comunidad
de Madrid, desarrollados en la
Puerta del Sol (Madrid).
Desfile de la formación.
147
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RAAA 73
– 2 de abril del 2008. Convocatoria de prensa en el salón de actos del Edificio Parque de Artillería, al que
asistieron los medios de comunicación local (radio,
prensa escrita y televisión).
– 11 de abril del 2008. Concierto a cargo de la Unidad
de Música del Tercio de Levante de la Armada en el
Edificio Parque de Artillería.
– 20 de abril del 2008. Concierto de la Agrupación
Musical Santa Cecilia en la plaza del Icue.
– 26 de abril del 2008. Exhibición de Esgrima antigua
y contemporánea, en el Edificio Parque de Artillería.
– Del 24 al 30 de abril del 2008. Exposición de dibujos realizados por los alumnos de los centros escolares participantes en el concurso de dibujo, en el Edificio Parque de Artillería.
– 28 de abril del 2008. Conferencia «la guerra de la independencia», a cargo de D. Mariano Alonso
Baquer, teniente General en la Reserva, en el Edificio Parque de Artillería.
– 28 de abril del 2008. Inauguración de la Calle «Adarve de la Artillería», próxima a la Universidad
Politécnica.
– 29 de abril del 2008. Conferencia «El 23 de Mayo de 1808 en Cartagena», a cargo de D. Cayetano
Tornell Cobacho, director del Archivo Municipal de Cartagena, en el Edificio Parque de Artillería.
– 30 de abril del 2008. Conferencia «El 2 de Mayo de 1808», a cargo de D.ª Maria Dolores Herrero Fernández-Quesada, Doctora en Historia y profesora de la Universidad Antonio de Nebrija y
San Pablo (CEU) de Madrid, en el Edificio Parque de Artillería.
– 2 de mayo de 2008. Acto Militar en la Plaza Héroes de Cavite y Santiago de Cuba.
148
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RAAA 74
El pasado Dos de Mayo, tuvo lugar en
San Roque (Cádiz), un Acto en conmemoración de los Héroes del Dos de Mayo, que
con carácter periódico, se viene realizando
cada año.
El Acto fue presidido por el Teniente Coronel Jefe de la Unidad de Reparaciones de
este Regimiento, D. IGNACIO MALLAVIA GARCÍA DE PAREDES.
Como todos los años en esta misma fecha
el Regimiento de Artillería Antiaérea n.º 74,
celebra en la muy Sevillana Plaza de la Gavidia, los Actos conmemorativos del 2 de
Mayo.
Existe en la misma un monumento obra
del Escultor D. Antonio Susillo y realizado
en la Fundición de bronces de Artillería de
Sevilla al igual que la verja, en la que figuran
dieciséis cañones que circundan el mismo,
colocados verticalmente y unidos con un
fuerte cordón de bronce y accesorios
típicos de la artillería. Como anécdota cabe destacar que en cada uno de
esos cañones se hicieron grabar los
nombres de artilleros insignes y personajes destacados de la vida sevillana.
Fue inaugurado el 2 de Mayo de
1889, y se eligió esta plaza para erigirlo porque justo en frente del mismo se
encuentra la casa donde nació el Capitán D.Luis Daoíz un 10 de Febrero
de 1767. Una placa conmemorativa
colocada en la fachada da fe de ello.
La Unidad estuvo compuesta por
una Batería de Honores, al mando del Capitán de CGA, Artillería ESO D. Juan Fco. Monge Sevilla,
Escuadra de Batidores, Banda y Música de la 2 SUIGE.
149
El Coronel DEM. de Artillería D.
José Labandería Alvariño, Jefe del Regimiento de Artillería Antiaérea n.º
74, es el encargado de recibir a la Autoridad que presidió el Acto, General
de División Comandante Militar de
Sevilla y Huelva, Excmo. Sr. D. José
Muñoz Muñoz, que después de recibir
los honores de ordenanza, saludó a las
autoridades civiles y militares asistentes al mismo. También saludó de manera afectuosa a los familiares descendientes de DAOÍZ allí presentes, entre los que se encontraba la Excma.
Sra. D.ª Carmen Barón Alonso Vizcondesa del Parque acompañada de sus hijos y alguno de sus hermanos.
A continuación se inició el Acto con la lectura por parte del Teniente Coronel del CGA, Artillería ESO D. Juan García Reguera, del Real Decreto de 7 de Julio de 1812; le siguió la alocución por
el Capitán del CGA, Artillería ESO D. Diego Rosales Hidalgo, como más antiguo en el empleo, de
la Plaza.
Terminada la alocución se inició el acto en homenaje a los caídos con la ofrenda de una corona
de flores que hizo el Excmo. Sr. General de División D. José Muñoz Muñoz junto a la descendiente
de Daoíz Excma. Sra. D.ª Carmen Barón Alonso.
Los actos conmemorativos culminaron con un desfile que fue muy aplaudido por el publico asistente.
150
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RAAA 81
El día 2 de mayo, en la Plaza de Tetuán de Valencia, tuvo lugar el Acto de homenaje conmemorativo del Bicentenario de la Guerra de la Independencia, presidido por el Excmo. Sr. General Jefe
del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad, Teniente General D. FERNANDO SÁNCHEZ-LAFUENTE CAUDEVILLA, siendo invitadas al Acto y asistiendo al mismo destacadas autoridades civiles, militares y religiosas de la Comunidad Valenciana, así como representantes de los
Consulados acreditados en la ciudad de Valencia.
El Acto se desarrolló con total normalidad y contó con la presencia de numeroso público, que le
dio realce y brillantez al mismo.
La autoridad encargada de la organización del Acto fue COMIL VALENCIA y CASTELLÓN,
previa autorización de SUIGECEN.
La Parada Militar realizada en el
Acto y autorizada orgánicamente por
GEMAAA consistió en una formación participando 1 Batería del RAAA
81 al mando del Capitán D. EMILIO
MANUEL MONTERO ESPINOSA, Estandarte de la Unidad, Guión
del Regimiento, Guiones de Grupos y
Baterías, Escuadra, Música y Banda
de Cornetas y Tambores del Batallón
del Cuartel General Terrestre de Alta
Disponibilidad.
El Acto se inició a las 12:00 horas,
una vez que el Estandarte se había incorporado a la Formación, procediéndose a rendir los honores correspondientes a la Autoridad que presidía el mismo, pasando posteriormente revista a las Unidades de la Parada Militar.
La Lección de Elogio de los Capitanes Daoíz y Velarde fue leída por el Capitán D. CARLOS PEREIRA CARMONA, capitán más antiguo presente en el RAAA 81.
En el Acto de Homenaje a los que dieron su vida por España, la corona de laurel fue llevada por
dos Artilleros de la Unidad con trajes de época, y depositada por el Teniente General Jefe del CGTAD
y el Coronel Jefe del RAAA 81 junto al monolito, realizándose a continuación una salva de fusilería,
todo ello como ofrenda de todos los que dieron su vida por España.
A continuación se procedió a cantar el Himno de Artillería con la actitud respetuosa que el Acto
merecía.
151
El desfile militar de las Unidades participantes en el Acto puso colofón a la Parada Militar y dio
paso al Vino de Honor que tuvo lugar en el claustro del Acuartelamiento de Santo Domingo.
Dentro de los Actos organizados con motivo del Bicentenario se impartieron las siguientes Conferencias en las fechas que se expresan:
El día 30 de abril, a las 19:30 horas el Coronel ANGEL ADÁN GARCÍA impartió la Conferencia «La Artillería Española en 1800. Su influencia en el 2 de mayo de 1808 y en la Guerra de la Independencia», en el Centro Cultural de los Ejércitos.
El día 14 de mayo, a las 19:30 horas el Coronel JESUS ALONSO IGLESIAS impartió la Conferencia «Daoíz y Velarde. Su actuación en el 2 de mayo», en el Centro Cultural de los Ejércitos.
152
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RACA 11
El Regimiento de Artillería de Campaña n.º 11 participó con su Estandarte y una Batería de Honores en los actos conmemorativos del 2 de mayo que se desarrollaron en Muriedas (Cantabria), dónde nació el heroico Capitán Velarde, por iniciativa e invitación del Ayuntamiento del lugar.
Después se inauguró un monumento en memoria del Capitán Velarde y de los héroes de la defensa del Parque de Artillería de Monteleón. Los actos
terminaron con la realización del acto de Homenaje a los Caídos en el solar de la familia y casa natal
de Velarde y con un desfile de la Fuerza.
El acto militar fue presidido por el Excmo. Sr.
General de División D. José Manuel Mollá Ayuso,
Comandante Militar de Burgos y Cantabria, y contó con la presencia del Presidente de la Comunidad
Autónoma, D. Miguel Ángel Revilla Roiz, y de los
familiares y descendientes del Capitán Velarde.
Siguiendo la tradición, el Capitán más antiguo
del Regimiento, D. Santiago Vega Álvarez, impartió
la Lección del Dos de Mayo.
La conmemoración continuó durante la tarde
en Santander, donde se desarrolló una parada militar en la Plaza de Velarde. Se leyó una reseña biográfica del glorioso Capitán y se descubrió una placa conmemorativa en el monumento de la ciudad a
nuestro héroe.
153
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RACA 63
La celebración del Acto Militar que, con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Guerra de la Independencia, se desarrolló en la ciudad de León, tuvo lugar en la Plaza de Regla delante
de la catedral y comenzó a las 10:00 HL del día 02 de Mayo.
Dicho acto estuvo presidido por el Excmo. Sr. General de Brigada Jefe del Mando de Artillería de Campaña y Comandante Militar de León D. TOMÁS RIVERA MORENO, y la Parada Militar se constituía
en base a una unidad tipo Grupo, con la presencia del Estandarte del Regimiento de Artillería de Campaña n.º 63 y la participación de esta Unidad y de la Batería del Cuartel General del MACA, ambas con sede
en la Base Militar «Conde de Gazola» en el término municipal de San Andrés del Rabanedo, León.
Se realzó el evento con la presencia del Sr. Alcalde de León y de su Corporación Municipal, así
como de otras autoridades civiles.
El Capitán de Artillería más antiguo de los destinados en las Unidades de Artillería de guarnición
en León, pronunció una glosa sobre los hechos del 2 de Mayo de 1.808 perpetuando de esta forma
la memoria de los Capitanes DAOIZ y VELARDE, muertos heroicamente por la libertad de la Patria en los sucesos de esa jornada.
Los actos finalizaron con el tradicional Homenaje a los que dieron su vida por España, Himno de
los Artilleros y desfile por la Calle Ancha hasta las
inmediaciones del Palacio de la Diputación Provincial, en donde el Ayuntamiento de León ofreció seguidamente un chocolate con churros.
154
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RACA 20 Y RAAA 72
El día 2 de mayo de 2008 se celebró en el Acuartelamiento «Agustina de Aragón» el Acto Institucional en conmemoración del Bicentenario de la Guerra de la Independencia y de la Gesta del Dos
de Mayo de 1808. Dicho acto fue presidido por el Excmo. Sr. General de División D. JUAN PINTO SÁNCHEZ MAYORAL, Comandante Militar de Zaragoza y Teruel.
En el mismo participaron conjuntamente unidades del Regimiento de Artillería de Campaña n.º 20
y del Regimiento de Artillería Antiaérea 72, así como la Música de la Academia General Militar y la Banda de Guerra de la BRC II y el RAAA n.º 72. La Agrupación estuvo al Mando del Teniente Coronel Jefe
del GAAAL I/72 D. JORGE REQUESENS QUER.
Dentro de la secuencia de actos, resaltar la Glosa del «Dos de Mayo» impartida por el Capitán más
antiguo del RAAA n.º 72, D. JAIME JOFRE SALGADO, el Acto de Homenaje a los que dieron su
vida por España en la que depositaron la corona los
capitanes mas antiguos del RAAA n.º 20 y RAAA
n.º 72 y la Inscripción en la Escalilla de los Capitanes DAOIZ y VELARDE, en la Sala de Estandartes del Regimiento.
Asimismo, el Regimiento organizará en el segundo semestre del año y en fecha por determinar, la conferencia sobre «El Papel de la Artillería en los Sitios de
Zaragoza», que será impartida por el Teniente Coronel de Artillería D. JOSÉ PÉREZ FRANCÉS.
155
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RACA 93
Actividades realizadas bajo la dirección del Centro de Historia y Cultura Militar
de SC deTenerife
Conferencias pronunciadas en el Circulo de la Amistad XII de Enero en la ciudad de Santa Cruz
de Tenerife
DIA 14 DE ABRIL: Coronel Jefe del RACA 93 D. Fernando Gómez de Ureta y Sánchez sobre
«El Dos de Mayo de 1808,».
DIA 15 DE ABRIL: Conferencia del Codirector de la Cátedra «General Gutiérrez» D. Pedro Bonoso González Pérez sobre «Repercusiones de la Guerra de la Independencia de Canarias».
DIA 17 DE ABRIL: Conferencia del General de Brigada de Artillería (retirado) D. Emilio Abad
Ripoll sobre «Repercusiones Militares de la Guerra de la Independencia en Canarias».
DIA 18 DE ABRIL: Conferencia del General de Brigada de Infantería (reserva) D. Agustín Alcázar Segura sobre «El proceso de emancipación de los países hispanoamericanos como consecuencia de
la Guerra de la Independencia».
Otras actividades realizadas con motivo de la conmemoración del Bicentenario de Dos de
Mayo de 1808.
156
DIA 20 DE ABRIL: Carrera popular conmemorativa del dos de mayo en la Avenida de Anaga de
Santa Cruz de Tenerife.
DIA 22 DE ABRIL: Fallo del concurso escolar de redacción y pintura rápida sobre el «Dos de
Mayo de 1808».
DIA 27 DE ABRIL: Concierto conjunto de la Banda municipal de Santa Cruz de Tenerife y la
Banda de Música de la Subinspección del Mando de Canarias en el Teatro Güimera.
DIAs 28 AL 30 DE ABRIL: Jornadas de puertas abiertas en el Museo Militar de Almeyda, con
acceso al museo y diversas actividades (pista americana, recreaciones teatrales, exhibiciones, cine).
Actividades realizadas por unidades pertenecientes a la BRILCAN XVI
DIA 2 DE MAYO: En el Acuartelamiento de Los Rodeos, previo al acto militar se procedió a las
inauguraciones del monolito de los caídos del Acuartelamiento y del Comedor «Bicentenario del dos
de mayo de 1808». Tras la misa celebrada en la capilla del Acuartelamiento, se realizó el acto militar
presidido por Excmo. Sr. General Jefe del Estado Mayor del Mando de Canarias D. Pedro Antonio
Pérez-Andréu Díaz. Dentro del acto, personal del reemplazo de antiguos artilleros de 1957 y miembros del Cuerpo Nacional de Policía rejuraron bandera así como personal civil que juraron bandera
por vez primera.
157
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RACTA 4
El Regimiento de Artillería de Costa n.º 4 conmemoró el bicentenario de las gestas protagonizadas por los Capitanes de Artillería D. Luis Daoiz y Torres y D. Pedro Velarde Santillán ocurridas el 2 de mayo de 1808 en el Parque de Artillería de Monteleón (Madrid), celebrando un
sencillo Acto en su Patio de Armas. Participando en él con
su Estandarte, Escuadra de Batidores y tres Baterías de Armas, contando con la participación de la Banda y Música
del Tercio Sur de Infantería de Marina.
Dicho Acto, se motiva en el artículo 16 de las Reales
Ordenanzas de las Fuerzas Armadas, «Los Ejércitos de España, son herederos y depositarios de una gloriosa tradición Militar, el homenaje a los héroes que la forjaron, es un deber de
gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su
obra».
El acto militar fue presidido por el Coronel Jefe Interino del Mando de Artillería de Costa y Jefe del Regimiento de Artillería de Costa n.º 4 Ilmo. Sr.
D. Gabriel Juan Martínez-Valera González, contando con la presencia de gran número de Cuadros
de Mando que han servido en este Regimiento, así como representaciones de otros Ejércitos y Guardia Civil.
158
La Formación estuvo al Mando del Teniente Coronel
D. Juan José Lucero Paul, Jefe del GACTA Móvil I/4 de
155/52 SBT APU.
Siguiendo la tradición, el Capitán presente, más antiguo de la Unidad D. Antonio Lanceta Gutiérrez, impartió
la Lección del Dos de Mayo , rememorando las gestas protagonizadas contra el ejército francés invasor
A continuación se procedió a la entrega de condecoraciones al personal de la Unidad que por distintas Órdenes
y resoluciones tenían concedidas. Un total de cinco ingresos en la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, tres
en la categoría de Placa, dos en la de Encomienda y cinco
en la de Cruz, catorce Cruces al Mérito Militar con Distintivo Blanco y trece Menciones Honoríficas.
Seguidamente se realizó un emotivo acto a los Soldados
de todos los tiempos, encuadrados en los Ejércitos de España que un día lucharon con valor, sirvieron con Lealtad y murieron con Honor. Tras el cual se entonó el Himno de los Artilleros por todos
los presentes.
Para finalizar con el desfile Militar ante la Autoridad
que lo presidió.
159
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RALCA 62
El dia 02 de mayo se realizó el acto conmemorativo central con una parada militar en la plaza Mayor de Astorga.
Programa del acto:
–
–
–
–
–
–
–
Parada Militar.
Incorporación del Estandarte.
Revista de la Autoridad.
Lección del «Dos de Mayo».
Retirada del Estandarte.
Imposición de condecoraciones.
Acto de Homenaje a los que dieron su vida
por España.
– Himno de los Artilleros.
– Desfile.
– Copa de vino español
Participación de la Unidad: Unidad tipo Grupo de 3
baterías, con Escuadra y Banda.
Presidio: General Jefe del MACA.
Autoridades Civiles: Alcalde de Astorga y su Corporación.
Por otro lado del 30 abril al 03 de mayo se llevó a cabo
una exposición extática de material de artillería en la plaza
del Melgar (Astorga). Material expuesto: Lanzador Teruel,
armamento ligero, material N.B.Q., vehículos ligeros Aníbal y Nissan, Puesto de Mando, Obús 155/52, material de
transmisiones y diverso.
Invitados para la inauguración: Alcalde y su Corporación.
Así mismo esta previsto una exposición de miniaturas y uniformes de época coincidiendo con la
recreación histórica de los sitios de Atorga entre los días 5, 6, 7 y 8 de diciembre. Lugar: Local para
exposiciones de Caja España en Astorga ó Sala de exposiciones de la Biblioteca Municipal.
160
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RAMIX 30
El Acto celebrado en el RAMIX-30 para conmemorar, como consta en las efemérides de la Orden
correspondiente al viernes 02 de mayo del presente
año del Acuartelamiento «Tte. Fuentes Pila», el heroico comportamiento del pueblo de Madrid al levantarse en armas contra el invasor francés el 2 de
mayo de 1808, se desarrolló en la Plaza de Armas
«Coronel Juste «ubicada en el Acuartelamiento “Tte.
Fuentes Pila”» donde, una Unidad formada por la
banda de guerra de del RAMIX-30, Estandarte de la
Unidad con su escolta, tres baterías del GACA I/30
y tres baterías del GAAAL VI/30 formaron al mando del TCOL D. José Antonio Ojea Ortega, siendo
la Autoridad que presidía el acto el Excmo. Sr. Gral.
2.º Jefe de la Comandancia General de Ceuta.
Durante el desarrollo del mismo se procedió a la
imposición de condecoraciones, lectura del Real decreto de 07 de julio de 1812, lección del Dos de
Mayo de elogio a los Capitanes Daoiz y Velarde por
el capitán de artillería más antiguo del RAMIX-30,
Acto en Honor a los que dieron su vida por España
y canto del Himno de los artilleros, tras lo cual se realizó un desfile con el que terminó la parada militar.
Con el cañonazo tradicional, con trajes de época, a cargo de personal del GACA I/30 y la Copa
de Vino servida en el Acuartelamiento se puso fin a la celebración.
161
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DEL
2 DE MAYO DE 1808 EN EL RAMIX 32
1. CICLO DE CONFERENCIAS SOBRE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
El ciclo de conferencias tuvo lugar en el Palacio de Exposiciones y Congresos de la Ciudad (PEC)
los días 21, 22,23 y 24 de abril. Las conferencias
fueron impartidas por:
– Ilmo. Sr. D. Blas Jesús Imbroda Ortiz, Decano
del Colegio de Abogados, Artillero Honorario
y experto en temas históricos de la Ciudad.
Conferencia sobre» Melilla en el año 1.808».
– Ilmo. Sr. Coronel D. Manuel Matas Carrascal (C.G.COMGEMEL), Conferencia sobre
«La Batalla de Bailén»
– Sr. D. Francisco Javier López Martín ,Licenciado en Geografía e Historia, Doctor por la
Universidad de Londres (Tesis sobre la Artillería Europea hasta el sigo XVIII),. Conferencia sobre «La Artillería en Melilla hasta el siglo XVIII».
– Teniente Coronel (C.G.A. Artillería) D. Carlos Medina Avila. Protocolo de Presidencia del Gobierno. Licenciado en Geografía e Historia., Conferencia sobre «El 2 de mayo de 1808».
2. PARADA MILITAR Y JURA DE BANDERA
POR PERSONAL CIVIL
El día 2 de mayo de 2.008 a las 19:00 horas, en
la Plaza de las Culturas de la Ciudad Autónoma. Incluyo una Jura de Bandera para el personal civil que
previamente lo solicitó.
Para el acto se dispuso en la formación de :
– Estandarte del RAMIX 32
– Un Grupo del RAMIX 32, compuesta por
(2) dos Baterías, la primera sección de la 1.ª
Bia. con uniformes de época
Con posterioridad, una vez finalizado el acto en
la Plaza de las Culturas, en la Base Alfonso XIII se
realizaron los siguientes actos:
162
– Acto de inscripción en la Escalilla de los Capitanes Daoiz y Velarde. En la Sala de honor
del RAMIX 32.
– Inauguración del monolito de Daoiz y Velarde en su ubicación frente al edificio de mando del RAMIX 32
Recepción en la Base Alfonso XIII.
3. EXPOSICION DE MAQUETAS,
DIORAMAS Y MINIATURAS
Sobre la Guerra de la Independencia y el V Centenario del Peñón de Vélez de la Gomera.
Desde el 01 al 10 de mayo 08. en el Salón de exposiciones del Club Marítimo de Melilla.
4. CONCIERTO DE MUSICA
Tuvo lugar el día 1 de mayo en la Plaza del Sagrado Corazón de la Ciudad autonomía, corriendo
a cargo de la Unidad de Música de la Comandancia General de Melilla. Incluyó en el programa composiciones sobre: «EL CANCIONERO DE LA INDEPENDENCIA»
Con posterioridad se realizo la grabación del concierto en las instalaciones de la Fundación Gaselec.
163
EL MATERIAL DE ARTILLERÍA
EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
D. UBALDO MARTÍNEZ-FALERO DEL POZO
Teniente Coronel de Artillería (r)
EL MATERIAL DE ARTILLERIA
El material de artillería con que contaba el Cuerpo de Artillería antes de la guerra estaba en plena transición. Hasta 1783 la artillería española, siguiendo las corrientes racionalistas francesas había
adoptado el sistema Valliere. A partir de ese año, por influencia de Morla, se introdujo el sistema Griveaubal a cuyas piezas se denominó de «Nueva Ordenanza», mucho mas apto que el precedente para
su empleo en batallas campales1. Para conocer las capacidades del material de artillería haremos una
descripción de las piezas de artillería siguiendo el orden clásico: boca de fuego, montaje, munición,
juegos de armas, carruajes y ganado.
1. Bocas de fuego
En esa época existían tres tipos de bocas de fuego, los cañones, los obuses y los morteros. Los cañones tenían tubos largos, disparaban bala rasa y metralla en saquillos o en bote. Ocasionalmente se
empleaba la bala roja. Normalmente, solo se empleaba la parte mas tensa de la trayectoria de los proyectiles que arrojaban.
Los obuses tenían tubos intermedios entre los cañones y los morteros y tiraban granadas. Los obuses tiraban con ángulos mayores que los cañones y se empleaban en campaña para batir posiciones desenfiladas a cubierto por parapetos o trincheras. Los morteros tenían tubos muy cortos y tiraban bombas y polladas. Por la forma de su recámara podían ser cilíndricos (mas antiguos) o cónicos, siendo estos últimos mas seguros, eficientes y eficaces al quedar el proyectil mucho mejor asentado y produciendo
mejor obturación. Existían otros morteros denominados de plancha que no tenían muñones e iban soldados con su afuste (plancha) formando un ángulo de 45.º Los morteros tiraban con ángulos muy grandes que producían trayectorias muy curvas que permitían salvar grandes obstáculos como las murallas
de fortalezas y atacar objetivos por su parte menos protegida: tejados de casas, cubiertas de embarcaciones, etc. Los pedreros eran similares a los morteros pero disparaban piedras en vez de bombas.
A partir de 1783 se decidió fabricar exclusivamente las siguientes bocas de fuego: cañones de a 24
y de a 16, cañones de a 12, 8 y 4 largos y cortos, cañón de a 4 de montaña, obuses de a 7 y 9, morteros cónicos de 14, 12 y 7; cilíndrico de 14 y el pedrero de 19. Como consecuencia de esta nueva
ordenanza y para evitar la confusión de denominaciones se clasificó la artillería en calibres regulares e
irregulares.
1
2
3
Siguiendo el sistema introducido en Francia por Griveaubal para sustituir al sistema denominado de Valliere. Se llegó a
traer al fundidor Maritz que había sido el colaborador de Griveaubal para fundir las nuevas piezas.
Una libra francesa pesaba XXX gramos, una libra española pesaba 460 gramos.
Una pulgada francesa es igual a 0.027 metros y la española a 0,0232 metros.
164
El calibre de los cañones se expresaba por el peso en libras francesas de la bala que empleaban2 y
el de los obuses y morteros por el diámetro de la boca en pulgadas francesas3.
Las principales características4 del nuevo material eran que se aligeraban con carácter general sus
pesos en buena parte gracias a la reducción del viento5 a solo 2 líneas (unos 4 mm), se introdujeron
los calibres denominados cortos6, más ligeros y manejables, para su empleo en campaña, se quitaron
adornos, se suprimieron los delfines labrados y se sustituyeron por asas lisas de sección hexagonal y
el fogón pasó a ser oblicuo con respecto al eje del ánima7.
En esta época la mayoría de las bocas de fuego con las que contaba la artillería española eran de
bronce aunque todavía quedaban algunas de hierro sobre todo en plazas y costas.
Denominación antigua
Cañón de a 24
Cañón de a 16
Cañón de a 12 largo
Cañón de a 12 corto
Cañón de a 8 largo
Cañón de a 8 corto
Cañón de a 4 largo
Cañón de a 4 corto
Denominación actual
150 / 21
130 / 21
120 / 24
120 / 17
100 / 27
100 / 14
80 / 27
80 / 14
Para hacernos una idea del tamaño de los cañones empleados por la artillería los transformaremos
a sus denominaciones actuales.
En el anexo 1 se puede ver en una tabla un resumen de sus principales dimensiones.
El alcance de estas bocas de fuego dependía del tipo de proyectil y de los efectos que se quisieran
lograr. En el anexo 2 se ofrece una tabla completa con los alcances. En esa época existían tres tipos de
puntería, punto en blanco, por elevación y por depresión. El punto en blanco era aquella distancia
en la que coincidía o se cruzaba la línea de mira del cañón con la trayectoria del proyectil, estando la
pieza nivelada, el campo de tiro horizontal y la puntería efectuada por el raso de los metales, es decir
por los puntos mas altos de la culata y del brocal. Por elevación se tiraba cuando el blanco se encontraba mas lejos que la distancia de punto en blanco y por depresión cuando se encontraba mas cerca.
Para tirar contra personal en campaña se empleaba la puntería de punto en blanco y otro tipo de
puntería que era la de rebote. El alcance de punto en blanco era específico de cada calibre y oscilaba
entre los 500 y 700 metros mientras que en el tiro a rebote se duplicaba fácilmente el alcance. Para
la defensa final de la batería se empleaba la metralla que tenía un alcance eficaz de 200 a 400 metros
según los calibres.
4
5
6
7
Había otras no menos importantes relativas a la construcción y fundición de las piezas, ya que se fundían en sólido y posteriormente se barrenaban las ánimas (lo que dio pie a una larga controversia sobre que método era mejor), y el grano de
fogón pasó a ponerse en frío, se varió la posición de los muñones acercándolos al eje del ánima,
Se denominaba viento a la diferencia entre el diámetro de la pieza y el del proyectil que arrojaba. Aunque se conocía la
ventaja de reducir este viento puesto que permitía el paso de gases sin impulsar al proyectil y aumentaba el consumo de
pólvora, las técnicas de fabricación tanto de tubos como de proyectiles impedían reducirlo más. Si se disminuía se podían dar casos de que un proyectil quedase atorado en el tubo al cargar.
En esa época se sabía que a igualdad de calibre, con mayores longitudes de tubo se obtenían mayores alcances. El problema era que se necesitaban hornos enormes para fabricar las piezas y que se encarecía todo el proceso.
En la ordenanza anterior el fogón estaba taladrado de forma perpendicular al ánima, esta novedad fue debido a la introducción y generalización del cartucho o saquete para facilitar su perforación con la aguja antes de cebar con pólvora o poner el estopín y hacer fuego.
165
En 1808 existía en España las siguientes bocas de fuego
Tipo de boca de fuego
Número
Cañones de bronce de calibres regulares
6058
Cañones de bronce de calibres irregulares
192
Cañones de bronce de montaña
307
Culebrinas
49
Obuses
967
Pedreros
107
Carronadas
3
Cañones de hierro
2056
Morteros cónicos, cilíndricos y de placa
1440
2. Montajes
Se denominaban montajes a los soportes de madera sobre los que descansaban las bocas de fuego
y que permitían tanto su puntería como transporte. Los montajes de los cañones y obuses recibían el
nombre de cureñas y los de los morteros y pedreros afustes.
Los montajes evolucionaron al mismo tiempo que las bocas de fuego y al adoptarse la nueva ordenanza también se modificaron estos. Los mayores cambios se aplicaron a los montajes de campaña
y mas paulatinamente a los de plaza y sitio.
Cañones de campaña (de a 12, 8 y 4 cortos) y obús de a 7
Básicamente se componían de dos gualderas de madera, ligeramente convergentes hacia la parte
anterior o testera, unidas por unas piezas también de madera denominadas teleras8 que les daba resistencia. Además estas teleras servían en un caso u otro para el apoyo de otra telera, fija o móvil mediante una bisagra, sobre la que se apoyaba o accionaba la cuña de mira o el tornillo de puntería, que
a su vez subían o bajaban la culata del cañón.
Sujetas a las gualderas mediante ganchos y estribos de transporte iban el escobillón, atacador, cuchara, sacatrapos, rascador, palancas de dirección y palancas de fuerza o espeques.
Colgado de un gancho entre gualderas iba la cubeta de agua con tapa y un guardafuego con su
cuerda-mecha encendida.
Para aumentar la resistencia general de la cureña y poder aligerarla se utilizaron herrajes que recubrían las gualderas por sus zonas mas expuestas y se emplearon pernos y tuercas metálicas. También
se reforzaron los ejes haciéndolos metálicos y se introdujeron los bujes de bronce en los cubos de las
ruedas lo que disminuyó notablemente el rozamiento, también contribuyó a esto la eliminación de
los clavos con cabeza de diamante y las abrazaderas de las llantas de las cureñas antiguas. Para su transporte a caballo había un agujero o morterete en la telera de contera donde entraba la aguja del armón. Existía otra posibilidad de transporte con ganado que se denominaba a la prolonga. Este sistema consistía en unir el avantrén con la pieza mediante una maroma llamada prolonga que se sujetaba en una anilla en la telera de testera junto al morterete. La pieza se movía apoyándose sobre la
contera y las ruedas. Naturalmente esto producía un gran desgaste sobre el material pero permitía superar pequeños obstáculos y sobre todo permitía hacer fuego con gran rapidez por lo que se emplea8
Había 4 teleras en las cureñas antiguas o sistema Valliere (volada, descanso, mira y contera) y tres en las del nuevo sistema Griveauval (de volada, mira y contera).
166
ba para defender los flancos y para apoyar la retirada de un ejército. Los artilleros ayudaban enganchando unas cuerdas llamadas tirantes en unos ganchos denominados de avance y de retirada situados en contera o testera. Para su movimiento a brazo disponía de las palancas de dirección que se introducían en las abrazaderas de contera y de las palancas de carga que se introducían por los grampones para elevar la contera. Disponían también de unas volanderas con ganchos en los extremos de los
cubos de las ruedas donde se sujetaban los tirantes.
Las cureñas de los cañones de a 8 y 12 disponían de unas muñoneras de camino para las marchas.
Las nuevas piezas llevaban entre gualderas un cajón de municiones.
Cañones de plaza y sitio (24 y 16 y los de a 12, 8 y 4 largos)
Eran de madera y su único herraje era las denominadas barras de retenida que eran unas piezas de
hierro que iban sobre las gualderas desde la testera hasta su primer ángulo donde iban las sotamuñoneras. Las ruedas eran más cortas y todas en madera. Normalmente hacían fuego desde explanadas de
madera cuya construcción era también responsabilidad de los artilleros. En las principales plazas se
fueron introduciendo las cureñas de plaza francesas muy similares a la de costa pero con tres ruedas
en vez de cuatro que rodaban sobre tres fuertes acanaladuras en la explanada. Ésta, en vez de ser fija,
era móvil (se llamaba marco) y se apoyaba en un perno pinzote próximo al parapeto y una rueda en
la parte posterior llamada de dirección que giraba sobre un tablón fijo en forma de arco fijado al suelo de la fortaleza. Su principales ventajas eran su sencillez por el mínimo uso de herrajes, que solo necesitaba la mitad de personal para su servicio y que al estar el marco en pendiente se podía cargar a
cubierto del parapeto y para hacer fuego se elevaba la pieza sobre el.
Costa
Se siguieron empleando las mismas cureñas que las de marina con ruedas macizas o «de pasteca»
pero poco a poco se introdujeron las nuevas de plaza ya descritas.
Morteros
Los afustes antiguos eran unos prismas de madera envueltos y sujetos con varias abrazaderas, chapas y pernos para darles robustez. Se empezaron a adoptar los afustes de bronce que se forman con
dos gualderas de bronce unidas con pernos que atraviesan una solera de madera, para su puntería sobresalían ocho bolones sobre los que se aplicaban los espeques para ronzar. Con estos afustes el mortero se apoyaba en tres puntos, los dos muñones y el segundo cuerpo del tubo.
El mortero de placa o plancha estaba unido de forma rígida al afuste mediante pernos de modo
que no admitía más elevación que la que tenía por construcción.
En 1808 existían los siguientes montajes
Tipo de montaje
De sitio de todas clases
De batalla a caballo
De montaña
De plaza
De marina
De costa
De obús
De mortero
De pedrero
167
Número
848
830
87
3322
1784
25
643
1112
95
3. Municiones
Proyectiles
Los proyectiles que se empleaban en esa época podían ser macizos o huecos y recibían diferentes
nombres según la boca de fuego que los empleaba. Así los cañones tiraban balas de hierro macizo o
bala rasa y metralla en sacos o en botes de hojalata, también podían tirar bala roja para producir incendios y bala de iluminación que era una bola de mixto cubierta de un lienzo fuerte cosido y reforzado con un entorchado de alambre. Los obuses tiraban granadas, que eran unos proyectiles huecos
cargados de pólvora, que se iniciaban mediante una espoleta de madera; también tiraban balas de iluminación y finalmente los morteros tiraban bombas que eran lo mismo que las granadas, estas como
eran de gran calibre y peso solían llevar una boquilla o asas para facilitar su carga, mientras que las
granadas eran completamente esféricas, también tiraban polladas que eran unos proyectiles compuestos de granadas de mano y otros iluminantes denominados carcasas.
Pólvora
La pólvora, denominada entonces todavía pólvora negra, de se componía de 60 partes de salitre,
6 de azufre y 13 de carbón. Se servía en grano muy fino para fusil y en grano grueso para artillería.
Se empaquetaba en sacos y estos en barriles de un quintal de peso.
En artillería se empleaba ambas, la de fusil para cebar los oídos a mano se conservaba en los cuernos o chifles.
La pólvora de las piezas se comenzó a prepararla en cargas confeccionadas con papel (cartucho) o
en lienzos de lanilla (saquete) que era la seleccionada para la artillería de campaña. En ese caso, antes
de hacer fuego debía pasarse el oído de la pieza con una aguja para perforar el cartucho o saquete y
asegurar la comunicación del fuego.
Para dar fuego a una pieza eran necesarios además los siguientes artificios:
Cuerda mecha. Hecha de estopa de cáñamo o lino (similar a las mechas de los mecheros denominados chisqueros). Encendida y sujeta al botafuego que era un palo de madera con una pequeña horquilla en el extremo donde se enrollaba un trozo de cuerda mecha y con un regatón metálico en el
otro para poderlo clavar en el suelo. Se empleaba para dar fuego sobre el oído de la pieza. Cuando se
preveía una acción se llevaba una mecha encendida permanentemente en cada pieza dentro de una
caja de hojalata con agujeros de ventilación denominada guardafuegos.
Lanza fuego. En días lluvioso o de mucho viento se empleaba en vez de la cuerda-mecha. Consistía en tubo de papel relleno de mixto de pólvora con un suplemento de madera en el extremo llamado bota lanza fuego
Estopín. Era con lo que se cebaba los oídos de las piezas y las cargas de las bombas. Eran de dos
tipos, unas hebrillas de algodón fino impregnadas de un lodillo de pólvora o el de carrizo que consistía en rellenar de ese mismo lodillo un trozo de paja de centeno o de carrizo y cortarlas luego a las dimensiones del grueso de los metales en el oído.
Espoleta. Servía para comunicar el fuego a la carga interior de los proyectiles. Era un tubo de madera ligeramente troncocónico con un diámetro tal que permitiese su entrada y quedar acuñado en
la boquilla de la bomba que se rellenaba de un mixto de pólvora. Tomaba fuego cuando se inflama168
ba la carga de proyección. Debían arder con regularidad y sin saltos y su duración oscilaba entre 30
y setenta y cinco segundos según el calibre. Para graduarla se quemaba previamente una o dos espoletas y se verificaba su duración, si esta era excesiva se cortaba una parte proporcional.
La munición se llevaba repartida en el cajón entre gualderas, el cajón del armón y el carro de munición que acompañaba a cada pieza. El número de disparos por pieza era según calibres 81 de a 12,
107 de a 8, 186 el de a 4. En el anexo 4 se muestra en detalle la dotación y peso de las municiones
de los diferentes materiales.
Municiones existentes en España en 1808
Tipo de munición
Balas
Número
De calibres regulares
2.088.930
De calibres irregulares
525.775
Palanquetas encadenadas
4.037
Bombas
De todos los calibres
426.306
Granadas
De obús
302.163
De mano
333.806
Cañón calibres regulares
110.073
Cañón calibres irregulares
8.883
Obús
16-168
Metralla suelta
En quintales
9.980
Pólvora
De cañón (en quintales)
45.800
De fusil (en quintales)
42.169
Cartuchos vacíos de lanilla
De cañón y obús
633.499
Cuerda mecha
(en quintales)
Botes, saquillos y racimos de metralla
8.960
4. Juegos de armas
Para el servicio en fuego de las piezas era necesario un conjunto de herramientas e instrumentos
denominados juego de armas. Buena parte de ellos ya se han descrito pero ahora los citaremos completos.
Juego de armas de un cañón: alza, plomada, escuadra, cubichete9, espeques, palancas de dirección,
atacador, cuchara, sacatrapos, lanada, rascador, botafuego, juego de agujas10, chifle, mazo de mecha,
guardafuegos, medida de pólvora de hojalata.
Juego de armas de un obús y mortero: además de lo anterior necesitaban, pínulas, tenaza o mordaza para transportar bombas, sombrero11, rascador, espátula, pie de cabra y cuchara.
9
10
11
Era una pieza que servía para evitar que entrara agua por el fogón de la pieza o que mojase el estopín una vez cebada.
Las seis agujas recibían el nombre de caracolillo para limpiar el fogón, sacafilásticas para sacar las hebras de los fogones,
gubia o cuchara para comprobar el estado de la pólvora de la carga a través del fogón, rampiñete para reconocer el espesor del fogón, punta de diamante para romper el cartucho y espingueta para recalcar la pólvora.
Recibía ese nombre una pieza de madera que tapaba el tubo para impedir que entrase agua o suciedad.
169
5. Carruajes de artillería
Avantrenes o armones
Para el transporte de las piezas se utilizaba el denominado juego delantero provisto de dos ruedas
más pequeñas que las de las cureñas para poder pasar debajo de las gualderas y poder hacer grandes
giros, este se llamaba avantrén o carricureña con su lanza o varas.
Con el sistema Griveaubal pasaron a tener las mismas dimensiones que las de las piezas y sus ejes
y bujes metálicos para que fuesen intercambiables.
Para las piezas de campaña se les puso lanza en vez de varas lo que permitía al ganado trotar y galopar, lo que no es posible con varas o limonera y se le añadió un cajón de municiones sobre el que se
sentaba el conductor. A este carruaje, cuando llevaba cajón de municiones se le denominaba armón.
Carros de municiones
Se empezaron a fabricar carros de munición de cuatro ruedas y lanzas.
Existían otros llamados carros capuchinos de dos ruedas y varas o limonera.
Los carros baleros de 4 ruedas fueron sustituidos por las galeras.
Los carros fuertes servían para transportar la artillería a largas distancias, para llevar pesos considerables o piezas largas. Los pesos de estos carruajes se muestran en el Anexo 3.
En 1808 existían en España los siguientes carruajes
Tipo de carruaje
Carricureñas
Carros fuertes, galeras, catalanes y baleros
Carros de munición modernos y antiguos
Fraguas de campaña modernas y antiguas
Atalajes de lanza y varas
Hornos portátiles con sus útiles
Puentes militares de barcas y pontones con sus carruajes y útiles
Número
241
435
520
38
915
43
45
6. El ganado
El ganado siendo un elemento esencial del sistema no formó parte permanente de él hasta empezada la guerra. Desde la ordenanza de 1802 comenzó a haber unidades a caballo organizadas de forma permanente, sin embargo las unidades a pie, que eran la mayoría debían contratar el ganado y sus
conductores cuando se organizaban los trenes.
Para comprender la importancia del papel que desempeñaba el ganado es necesario saber que el
peso de las piezas de campaña, con su boca de fuego, cureña, avantrén y munición oscilaba entre los
1.300 kg del obús de a 7, que era el material mas ligero y los 4.356 kg del cañón de a 24. El cañón
de a 8, que era el mas utilizado en campaña, pesaba 2.300 Kg. En el Anexo 5 se muestra el detalle de
los pesos de los diferentes materiales.
En la artillería a caballo se empleaban tiros de 4 y 6 caballos. La pareja más próxima al conductor
se llamaba de tronco y la que iba al frente de guía; cuando el tiro era de 6 caballos la del centro se llamaba de cuarto.
170
Considerando que un caballo puede arrastrar en un día una carga de 900 Kg sobre un camino de
tierra entre 30 y 40 Km y 1500 kg sobre una carretera pavimentada. Y se consideraba que un caballo cargado con un jinete de 75 kg y tirando de 300 Kg podía recorrer unos 30 km diarios.
Los caballos de tronco y guías al estar mejor unidos al carruaje por medio de la lanza eran los que
mas potencia de arrastre comunicaban con unos 900 Kg.
Un caballo con jinete podía arrastrar la mitad de la carga es decir 450 Kg y un caballo de cuarto
unido solo por prolongas al de tronco proporcionaba las 3/4 partes. Por lo que la potencia total12 de
6 caballos era 3712 Kg y la de los enganches de 4 2.700 Kg.
12
8
4
Obús
Peso de la pieza completa
2.059 kg
1.662 kg
1. 084 kg
1361 kg
N.º de caballos
6
6
4
4
Capacidad de tiro
3712 kg
3712 kg
2700 kg
2700 kg
Peso por caballo
343 kg
277 kg
271 kg
340 kg
Como se puede observar la capacidad de carga de la artillería era sobrada y estaba calculada para caminos malos y para animales fatigados y mal alimentados o incluso enfermos. En realidad una pieza de
a 12 se podía mover con solo dos caballos sanos. También se podía contar con los caballos de los sirvientes que llevaban collera para poder atalajarlos con rapidez sobre un carruaje en caso de necesidad.
12
13
En enganches de 6 caballos: 2 * 900 + 2 * 900 * 1/2 + 1350 * 3/4 = 1800 + 900 + 1012 = 3712 Kg.
En enganches de 4 caballos: 2 * 900 + 2 * 900 * ? = 2.700 Kg.
El peso de la carga era 1/3 del peso del proyectil para los cañones de plaza y sitio y 1/4 para los de batalla.
171
ANEXO 1. Principales dimensiones y pesos de las bocas de fuego.
Boca de
fuego
Calibre
(mm)
Cañones
24
16
12 largo
12 corto
8 largo
8 corto
4 largo
4 corto
4 montaña
Obuses
9
7
Morteros
14 cilíndrico
14 cónico
12 cónico
7 cónico
Pedrero 19
Morterete 7
Longitud en
Longitud
calibres
del tubo (m)
Peso del
tubo (Kg)
Peso del
proyectil
(Kg)
Peso de la
carga13 (Kg)
11
7,4
5,5
5,5
3,7
3,7
1,8
1,8
1,8
3,6
2,4
1,8
1,4
1,2
0,9
0,6
0,5
0,5
153
134
122
122
106
106
84
84
84
21
21
24
17
24
17
27
14
8
3,2
2,8
2,9
2,1
2,5
1,8
2,3
1,2
0,7
2944
1932
1655
966
1196
630
649
313
69
217
165
3,2
3,6
0,7
0,6
1242
322
325
325
273
167
434
190
1,5
1,5
1,1
1,5
1,7
1,3
0,5
0,5
0,3
0,25
0,76
0,25
1012
1242
874
92
1288
92
Tipo de boca
24
16
12 largo
12 corto
8 largo
8 corto
4 largo
4 corto
4 montaña
Obús 9
Mortero 14 cilíndrico
Mortero 14 cónico
Mortero 12 cónico
Mortero 7 cónico
ANEXO 2. Alcances de las diferentes bocas de fuego
Punto en blanco
Al rebote
Metralla
698
1.750
390
698
1.670
390
679
–
390
582
974
390
–
–
390
465
875
390
–
–
390
445
875
390
347
390
bomba
1.750
195
granada
1.166
195
2.336
–
1.361
1.654
172
Máximo
4.379
3.931
3.636
–
3.226
–
2.956
–
–
3.111
1.947
2.630
2.630
1.947
–
ANEXO 3. Pesos de los carros de municiones
Tipo de carro
Peso en kg
766
1256
511
880
1392
556
Carro de munición moderno
Carro fuerte aligerado
Carro catalán
Galera completa
Trinquival grande de mulas
Fragua de campaña ligera
ANEXO 4. Dotación de munición por pieza y su peso en 1808
Tipo
12
8
4
Cartuchos de bala
64
82
150
Cartuchos de metralla
8
10
18
Total disparos
72
92
168
Lanza fuegos
12
16
28
Estopines
100
130
224
Brazas de mecha
14
14
14
Kilos de estopa
25
25
24
Total en armón (Kg)
619
531
531
Disparos en arquillas entre gualderas
Cartuchos de bala
6
10
12
4 botes de metralla con sus saquetes
3
5
6
Total disparos en arquilla
9
15
18
Total peso en arquilla
63
69
42
Total disparos pieza
81
107
186
Total peso por pieza
682
600
573
Ob 7
55
3
58
10
75
14
28
676
58
676
ANEXO 5. Pesos de los diferentes materiales
Tipo de pieza
De a 24
De a 16
De a 12 corto
De a 8 corto
De a 4 corto
De a 2 montaña
Obús de a 7
Peso de la
cureña (Kg)
1.090
883
771
626
428
79
717
Peso del avantrén
Peso de la
/ armón
boca de fuego
322
2.944
322
1.932
322
966
322 / 406
630
284 / 343
313
162
69
322
322
173
Peso de la
munición
Peso total
682
600
573
4.356
3.137
2.741
2.178 / 2.262
1.598 / 1. 657
310
1.361
676
CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO
DEL 2 DE MAYO DE 1808 EN SEGOVIA
D. EMILIO MONTERO HERRERO
Coronel de Artillería
Coordinador del Programa Conmemorativo del Bicentenario
1. ACTO INSTITUCIONAL
Con motivo de cumplirse el bicentenario del alzamiento del 2 de Mayo de 1808 y la heroica participación
en el Parque de Monteleón de Madrid de los capitanes
de Artillería D. Luís Daoíz y Torres y D. Pedro Velarde
y Santillán, S.M. el Rey D. Juan Carlos I, como lo hizo
su abuelo Alfonso XIII hace cien años, el 6 de junio de 1908, presidió el homenaje del Ejército a los
Héroes del 2 de Mayo en un acto solemne celebrado en la Plaza de la Reina Victoria Eugenia del Alcázar de Segovia, acto en el que también entregó el Premio Daoíz correspondiente al quinquenio
2003-2008 al Teniente General de Artillería D. Víctor Rodríguez Cerdido, galardón que cumple 100
años desde su creación el 27 de junio de 1908.
Don Juan Carlos, acompañado por el Presidente de la Junta de Castilla y León, D. Juan Vicente
Herrera, y el alcalde de Segovia, D. Pedro Arahuetes García, fue recibido a su llegada a los jardines
del Alcázar por el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), D. Félix Sanz Roldán; el Jefe de
Estado Mayor del Ejército (JEME), D. Carlos Villar Torrau, y el General Director de la Academia de
Artillería, D. Ricardo Sotomayor Sáez.
Tras recibir los honores de ordenanza por una fuerza militar compuesta por escuadra, Unidad de
Música del Regimiento Inmemorial del Rey n.º 1 y cuatro secciones compuestas por alumnos de la
Academia de Artillería y de los
regimientos de Caballería Acorazada, Farnesio n.º 12 (Valladolid), Infantería Soria n.º 9 (Fuerteventura) y de Ingenieros n.º 7
(Ceuta), se inició el acto con la
lectura de la Lección del 2 de
Mayo, pronunciada este año del
bicentenario por el capitán de
Artillería D. Alejandro Herrero
Zarzuela, quien relató los acontecimientos históricos más destacados de aquella decisiva jornada protagonizada por los dos
heroicos capitanes, asegurando
que su mensaje, legado a través
de décadas, se resume en las vir174
tudes: «valor, responsabilidad y amor a
España». En su emotiva alocución destacó que «Doscientos años después,
queremos que sepan nuestros héroes
que su mensaje no ha sido en vano»
A continuación, el Teniente General, D. Víctor Rodríguez Cerdido fue
distinguido con el Premio Daoíz, recibiendo de manos del Rey D. Juan Carlos el sable acreditativo de este prestigioso galardón con el que se recompensa cada cinco años a los oficiales
que durante este periodo se hayan distinguido por sus relevantes servicios al
Arma.
El que fuera Director de la Academia de Artillería y primer Jefe del Mando de Adiestramiento y
Doctrina (MADOC) del Ejército de Tierra, no pudo ocultar su emoción en el discurso de agradecimiento del premio, en el que realizó un evocador recorrido por su trayectoria humana y profesional.
Recordó sus primeros pasos en su vocación como artillero, asegurando que en todos sus empleos «desde teniente a general he servido mandando unidades del arma tratando de hacer mío el lema de que
mandar es servir». Además, señaló que su vocación militar está estrechamente vinculada el espíritu artillero que en su opinión «no es más que un aspecto del espíritu militar adaptado a las peculiares necesidades de un arma, que necesita más que ninguna otra del espíritu de equipo»
Después del discurso del galardonado, se rindió un sentido Homenaje a los Caídos, y la unidad
militar que rindió honores desfiló ante S.M. El Rey y las autoridades asistentes al acto.
Finalmente, Don Juan Carlos tuvo un breve encuentro en el interior de la fortaleza con las personas asistentes al acto, modificándose la recepción oficial, al igual que los honores de ordenanza, en
los que en los que no fue interpretado el Himno Nacional ni se produjeron las salvas de ordenanza
con motivo del luto oficial por el fallecimiento del ex presidente del Gobierno, D. Leopoldo CalvoSotelo.
2. ACTOS CONMEMORATIVOS EN SEGOVIA
La conmemoración del 2 de Mayo de 1808 figura entre las que con mayor intensidad se han repetido en España. Debe enmarcarse en la importancia de potenciar el conocimiento de los hechos
históricos más destacados que durante siglos han jalonado nuestra Historia.
En Segovia adquiere especial relevancia por la formación en el Real Colegio de Artillería de los capitanes Daoiz
y Velarde, cuyo protagonismo comparte también la ciudad de Segovia, cuna de la Academia desde sus inicios.
Además, en 2.008 coinciden en Segovia la celebración
del 1.º Centenario de la devolución del Alcázar de Segovia a la Artillería por Alfonso XIII; el 1.º Centenario de la
colocación de la primera piedra del Monumento a Daoíz
175
y Velarde, obra surgida del cincel del escultor segoviano
Aniceto Marinas, y el 1.º Centenario de la creación de los
Premios Daoíz..
Amparadas en el Acuerdo de Cooperación de la Asociación Cultural Biblioteca de Ciencia y Artillería (BCA),
creada para promocionar actividades que tengan relación
directa con todos aquellos temas relacionados con la presencia en Segovia de la Academia de Artillería (relaciones
históricas, militares, cívicas, sociales, bibliográficas, artísticas y culturales en general), las instituciones que la forman
(Ayuntamiento de Segovia, Real Academia de Historia y
Arte de San Quirce, Diputación Provincial de Segovia,
Junta de Castilla y León, Caja Segovia, Patronato del Alcázar de Segovia y la Academia de Artillería) acordaron organizar en Segovia un programa de actividades que rememorasen estos importantes acontecimientos históricos,
nombrando Coordinador General del Programa Conmemorativo al coronel
de Artillería, D. Emilio Montero Herrero.
La programación
que se inició en el mes
de abril, finalizando
en noviembre, estuvo
compuesta por las siguientes actividades:
2.1. Películas educativas
Los actos conmemorativos se iniciaron con la proyección en la Sala Caja Segovia, los días 8 y 9 de abril, de cuatro capítulos de las series de Televisión Española, emitidas
en el programa La aventura del saber: «España en el siglo
XIX» y «La Película de la Historia». Sus títulos: España en
manos de Francia, Guerra y Constitución, La guerra de
la Independencia y Cádiz 1812.
176
2.2. Conferencias
En la Real Academia de Historia y Arte de San Quince, se desarrolló, del 14 al 22 de abril, un Ciclo de Conferencias que analizó algunos factores claves para la mejor comprensión de este periodo
clave en la Historia de España. Estuvo a cargo de historiadores especializados en el estudio del conflicto de 1.808 a 1.814 pertenecientes a diversas universidades españolas y extranjeras: Se expusieron
las siguientes ponencias: España en la Primavera de 1808: entre la crisis política interna y la
agresión militar externa. Prof. Dr. D. Emilio de Diego. Universidad Complutense de Madrid. Presidente de la AEGI. (Asociación de Estudios de la Guerra de la Independencia); Portugal en la «guerra peninsular». Prof.ª Dr.ª D.ª Manuela Mendonça. Presidenta de la Academia Portuguesa da Historia; La intervención napoleónica en España vista por la historiografía francesa. Prof. Dr. Gerard Dufour. Universidad de Aix-en-Provence (Francia); El compromiso británico y la Guerra
Peninsular: diplomacia, milicia y opinión pública. Prof.ª Dr.ª Alicia Laspra. Universidad de Oviedo. La guerra peninsular de 1808: del entusiasmo victorioso a la frustración.Teniente General D.
Andrés Casinello Pérez; Castilla y León, espacio clave en la Guerra de la Independencia. Prof. Dr.
D. Antonio Moliner Prada. Universidad Autónoma de Barcelona; Segovia durante la ocupación
francesa. Prof. Dr. D. Maximiliano Barrio Gozalo. Universidad de Valladolid.
2.3. Conciertos
La Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por Vasily Petrenko, ofreció un brillante
Concierto Conmemorativo del Bicentenario de la Guerra de la Independencia, el 27 de junio. Se celebró en el Teatro Juan Bravo de Segovia, con obras de W.A.Mozart: Concierto para fagot y orquesta y de L.V.Beethoven: Sinfonía n.º3 (Heroica).
Con música inspirada en las batallas napoleónicas y en la Guerra de la Independencia la Orquesta de Cámara de Segovia protagonizó el 16 de mayo un concierto en el salón de Actos de la Academia de Artillería, interpretando obras de Schubert, Mascagni, Danzi, Boccherini, Puccini y Bizet.
Roberto Fresco, organista titular de la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid, ofreció, el 30 de mayo, un Concierto de Órgano en el magnífico que posee la Catedral de Segovia en el lado del Evangelio. Interpretó obras de Antonio Correa Braga, Sebastián Aguilera de
Heredia, Francisco Correa de Arauxo, Pablo Bruna, Bernardo Storace, Dietricht Buxtehude, Johan Sebastian Bach y José Lidón.
El grupo vocal segoviano TUTTO VOCE, interpretó un concierto el 12 de junio en el Patio de
la Maestranza del PCMASA n.º2, con un repertorio de melodías populares (boleros, tangos, ritmos
sudamericanos y poesía musicada).
177
Como acto de clausura del programa conmemorativo, se celebró en el Teatro Juan Bravo, el 14 de noviembre, un concierto músicovocal. Intervinieron la Banda Sinfónica del
Regimiento Inmemorial del Rey n.º1, del
Cuartel General del Ejército, la Coral «San
Agustín» de Madrid y la Coral Municipal
de Pinto. El programa fue un recorrido por
las composiciones musicales más destacadas que surgieron alrededor de los hechos acaecidos en la Guerra de la Independencia: pasodobles, canciones patrióticas, marchas militares, himnos, etc.
2.4. Representación Escénica
En el Teatro Juan Bravo, actores y grupos musicales y de danza segovianos (Banda Municipal,
Danzas la Esteva, Ronda Segoviana y el Grupo de actores Candileja), bajo la dirección musical de
Héctor Guerrero Navarro y la dirección escénica de Manuel Contreras, representaron los acontecimientos más destacados de la Guerra de la Independencia. Constituyó un espectáculo escénico-musical como recuerdo histórico en dos actos, desde el motín de Aranjuez; entrada de Fernando VII en
Madrid y la fiesta en la pradera por su coronación; el 2 de Mayo; actuación de los guerrilleros y las
principales batallas.
2.5. Recreación histórica
Con relación a las actividades en las calles de la
ciudad, destaca una espectacular recreación histórica que tuvo lugar los días 13, 14 y 15 de junio y en
la que participaron más de 200 representantes de
varias asociaciones españolas y extranjeras. Mostraron en Segovia como vestían, desfilaban, vivían y
combatían los soldados de aquella época, escenificando la toma y recuperación de la ciudad con disparos de fogueo y asaltos por calles y plazas y acto
de homenaje ante el monumento a los Héroes del 2
de Mayo. Los grupos participantes fueron los siguientes: Regimiento de Infantería Voluntarios de Madrid, Regimiento de Infantería Voluntarios de León, Regimiento de Infantería Voluntarios de Jaén, Regimiento
de Infantería de Valencia, Regimiento de
Infantería de La Reina (Jaén), Regimiento
Suizo de Reding n.º 3 (Málaga), Regimiento de Infantería de Marina Urgull (Guipúzcoa), Milicias provinciales de Oviedo,
Grupos de recreación de La Albuera (Badajoz), Grupo de paisanos «Alarmas Gallegas» (Coruña), 4.º Regimiento del Real
Cuerpo de Artillería (Coruña), Húsares de
Iberia de Caballería(Coruña), Cazadores
178
de Olivenza de Caballería (Coruña), Granaderos de la Guardia Imperial. Móstoles (Madrid),
Desastres de la Guerra. Móstoles (Madrid), Regimiento de Infantería francesa (República Checa), Artillería Imperial (República Checa.
Durante estos días participó la Asociación de Industriales Hosteleros de Segovia (AIHS), que presentaron diversos platos de cocina de la época.
2.6. Exposiciones
En los meses de septiembre a noviembre,
se celebraron dos exposiciones conmemorativas en el Torreón de Lozoya de Caja Segovia. En las Salas de Palacio: «La Guerra de la
Independencia. Una visión del Romanticismo«, con fondos del Museo Romántico
de Madrid. Y en las Salas de Caballerizas la
exposición de pintura: «Cruce de Caminos»
entre artistas españoles y franceses (Michel
Herrería, Carlos Rosales y José Carlos Balanza), en torno a lo que nos une y nos separa,
en torno a las fronteras y la guerra, en torno
a la paz.
Durante el mes de mayo, guerrilleros, artilleros a caballo, húsares, las figuras de Luis Daoiz y Torres y Pedro Velarde y Santillán…, ilustraron el levantamiento del pueblo español contra la invasión
francesa en una magnífica Exposición de Miniaturas Militares de plomo organizada en el Alcázar
de Segovia por la Asociación 2 de Mayo de Miniaturistas Militares de Madrid. La exposición, con
más de dos mil miniaturas, mostró a los miles de personas que la visitaron lo que el miniaturismo militar tiene de arte, de historia y de coleccionismo.
Desde junio a septiembre, Exposición Bibliográfica de fondos de la
Biblioteca de la Academia de Artillería, con una selección de las 60
obras más singulares que atesora en sus estantes sobre la Guerra de la Independencia. La exposición constó de cuatro partes diferentes. En la
primera, titulada ‘La Guerra’, se expusieron las obras sobre este periodo
que marcaron la historia de España.
En la segunda, se trató sobre las batallas, mostrando planos de las
ciudades asediadas, esquemas de los movimientos de los ejércitos, o relatos sobre las distintas batallas que se sucedieron. La tercera parte de la
exposición estuvo dedicada a la celebración del centenario de la guerra,
con folletos o álbumes de fotografías. Y la última,
especialmente, a artículos y biografías.
En el Museo Rodera Robles, de 15 de septiembre a diciembre, se presentó la exposición con el título: «Historietas sobre la Guerra de la Independencia». La muestra recogió en su primera parte
«historietas sobre la Guerra de la Independencia»,
con dibujos de Emilio Freixas; la segunda parte ver179
só sobre la «Crónica en bronce», un desglose fotográfico del monumento a Daoíz y Velarde de Aniceto Marinas. Por último, la
tercera parte se compuso de las huellas de la contienda en algunos monumentos segovianos.
2.7. Encuentro Internacional de Bandas Militares
El Encuentro Internacional de Bandas Militares:
«Segovia Military Tattoo» se celebró en Segovia los
días 19 y 20 de septiembre. Miles de personas arroparon por las calles de la ciudad los desfiles de las
bandas españolas y las procedentes de Escocia, Portugal y Francia, con más de 500 músicos militares,
y llenaron las 800 localidades del graderío instalado
en el enlosado de la Catedral, al que se sumaría el
númeroso público que, agotadas las entradas, no
quiso perderse el evento y permaneció fuera del recinto para aplaudir las interpretaciones musicales y
movimientos sobre el escenario de las bandas participantes. En
este acontecimiento se ha reunido a las mejores Bandas militares
españolas, junto a otras pertenecientes a los países que intervinieron en la Guerra de la Independencia, lo que ha supuesto un importante jalón dentro de este tipo de eventos a nivel nacional. Las
Bandas participantes fueron las siguientes: Band of The Royal
Regiment of Scotland, Banda Militar do Porto, La fanfare de
l’École d’application de l’artillerie, Unidad de Música de la
Guardia Real, Unidad de Música Reg. Inmemorial del Rey,
Unidad de Música del ACAR GETAFE, Banda de Música de
la Agrupación de Infantería de Marina de Madrid, Unidad de
Música de la Guardia Civil. El comisariado artístico de este
evento estuvo a cargo del Coronel
Antonio Sendra, Director de la Unidad de Música de la Guardia Real.
El primer día en el que se presentó oficialmente el «Segovia Militar»
Tattoo» asistieron numerosas autoridades civiles y militares, entre las que
se encontraban la Consejera de la
180
Junta de Castilla y León (J. C. y L.), María José
Salgueiro Cortiñas, y el Teniente General, Jefe del
Cuarto Militar y Primer Ayudante de S. M. el
Rey, Felipe Carlos Victoria de Ayala, que presidieron el acto. Además estuvieron presentes el Viceconsejero de Cultura, D. Alberto Gutiérrez Alberca, el alcalde de Segovia, D. Pedro Arahuetes García, El 2.º JEME D. Rafael Barbudo Gironza, El
Genera Director de la Academia de Artillería y
Presidente de la B.C.A, D. Ricardo Sotomayor
Sáez y el General Jefe de la Fuerza de Protección
D. Ramón López Nuche.
2.8. Publicaciones
Con motivo del programa conmemorativo, se ha editado una edición facsímile de la colección de tres historietas sobre la Guerra de la Independencia de las que es autor es Emilio Freixas Aranguren, uno de los
mejores dibujantes españoles de comics, así como el ciclo de Ciclo de
Conferencias impartido en la Real Academia de Historia y Arte de San
Quirce.
2.9. Concurso de Pintura
En la Plaza de la Reina Victoria Eugenia del Alcázar de Segovia, se convocó un Concurso de pintura rápida, el 19 de junio, con tema monográfico el Monumento a los Héroes del 2 de Mayo, en
el que participaron más de un centenar de alumnos de varios centros educativos de Segovia. Los participantes se agruparon en tres categorías (6 a 9 años, 10 a 12 años y 13 a 16 años)
2.10. Comunicación, publicidad y Difusión
Estos aspectos fueron desde el primer momento un objetivo prioritario de la organización del
programa conmemorativo. Para ello, se diseñó una imagen corporativa, con logotipo identificativo
del evento, y una maquetación general para todos los folletos, carteles, etc. Asimismo, se diseñó una
página WEB que ha sido visitada por cerca de 15.000 personas (www.dosdemayosegovia.com) y se
181
firmó un convenio de colaboración con el periodico local: El Adelantado de Segovia.También se realizaron convocatorias de prensa para todos los eventos, participando en la Feria Internacional de Turismo FITUR, y siendo invitados por numerosos medios de comunicación locales y nacionales, como
Televisión Española. Desde el primer momento, el Ministerio de Cultura ha realizado un seguimiento de las actividades programadas, especialmente, exposiciones, la recreación histórica y el Encuentro
Internacional de Bandas Militares: «segovia Military Tattoo», cuyos momentos más espectaculares se
han colgado en la página de internet: «you tube».
Con este Programa Conmemorativa del Bicentenario, la BCA ha tratado de rendir homenaje a
aquellos antepasados que nos dieron una lección con su sacrificio colectivo de imperecedero canto a
la libertad de la Patria y de contribuir al mejor conocimiento de la Historia de España.
182
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