Nuevo circuito Zapatero del Papa

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Semana del 25 al 31 de octubre de 2010 • DISTRIBUCIÓN GRATUITA
Semanario del Diario
Oficial El Peruano | Año 103 |
3a etapa | N° 196
INSPIRADAS MÁSCARAS
DEL PUNEÑO EDWIN LOZA
Caretas de
los Andes
Nuevo
circuito
Complejo
Kuntur Wasi
Zapatero
del Papa
Un peruano
en el Vaticano
PERSONAJE
2 • VARIEDADES
RESUMEN
4 | CRÓNICA
Una visita a los tesoros del templo de Kuntur
Wasi, en Cajamarca.
6 | TURISMO
El impresionante nevado Pariacaca, un
antiguo apu prehispánico.
8 | ARTE POPULAR
La historia de Edwin Loza, Amauta de la
Artesania Peruana 2010.
14 | GASTRONOMÍA
El sabor único de la comida de Pozuzo,
mezcla de varias culturas.
16 | EL
OTRO YO
Walter Alva afirma
que la paciencia debe
ser una cualidad del
arqueólogo.
PORTADA
LA HISTORIA DE ANTONIO ARELLANO
El zapatero
del Papa
Desde hace años es el responsable de mantener
en buenas condiciones los zapatos del Papa.
Su habilidad, herencia de una tradición familiar,
es reconocida por Benedicto XVI.
ESCRIBE / FOTOS: DOMÉNICA CANCHANO
L
TRADICIÓN. La máscara de enormes
cuernos forma parte de la indumentaria
de los danzantes puneños. Foto: Jesús
Raymundo Taipe.
DIRECTOR FUNDADOR : CLEMENTE PALMA
DIRECTORA (E) : DELFINA BECERRA GONZÁLEZ
SUBDIRECTOR : JORGE SANDOVAL CÓRDOVA
EDITOR : MOISÉS AYLAS ORTIZ
EDITOR DE FOTOGRAFÍA : JEAN P. VARGAS GIANELLA
EDITOR DE DISEÑO : JULIO RIVADENEYRA USURÍN
TELÉFONO : 315-0400, ANEXO 2030
CORREOS : [email protected]
[email protected]
Variedades es una publicación del Diario Oficial
2008 © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
a mañana del 7 de julio, pocas horas antes de iniciar
sus vacaciones y partir hacia la residencia papal de
Castel Gandolfo, el papa Benedicto XVI realizó la última audiencia general en el aula Paulo VI, a donde acudieron
más de 9 mil peregrinos.
Entre ellos estaba el trujillano Antonio Arellano, su esposa Isabel y su hijo Daniel: ansiosos de que llegara su turno
para encontrar al papa Joseph Ratzinger, pues habían sido
escogidos para tener su primera audiencia. “Ecco il mio ciabattino!, dijo el Papa al verlo comparecer ante él, mientras
Antonio Arellano emocionado, pero muy atento, siguió el
protocolo religioso: se agachó casi de rodillas para besar su
mano tendida y el anillo papal.
Hizo lo mismo toda su familia. “¡Miren, él es mi zapatero!”,
continuaba el Papa, esta vez dirigiéndose a su colaborador y a
unos que otros cardenales que lo rodeaban. Luego levantó las
manos para bendecir a la familia Arellano y los saludó.
Una entrevista que duró poco menos de cinco minutos,
pero que Antonio afirma es el regalo más grande y más bello que recibió en toda su vida. “Me reconoció, ¿entiende?
Es increíble cómo una persona tan importante como él pudo
haberme reconocido y saludado con tanto afecto. Estaba tan
asombrado que no recordaba su voz tan tierna, tan afectuosa, que entró en mi corazón como una dulce melodía. Mi esposa no lo podía creer.”
En realidad, Antonio Arellano, 41 años, migrante de origen trujillano con más de 21 años viviendo en Italia, conocía
al Papa desde que Ratzinger aún era cardenal. “Me traía sus
zapatos personalmente. Y desde entonces siempre lo recuer-
ITALIA
Lunes 25 de octubre de 2010 • 3
TRABAJO.
Antonio Arellano
abrió su taller en
plena plaza San
Pedro en 1998 y
el clero católico
forma parte de su
clientela.
ES INCREÍBLE CÓMO UNA PERSONA TAN IMPORTANTE
COMO ÉL PUDO HABERME RECONOCIDO Y SALUDADO
CON TANTO AFECTO. ESTABA TAN ASOMBRADO QUE NO
RECORDABA SU VOZ TAN TIERNA, TAN AFECTUOSA, QUE
ENTRÓ EN MI CORAZÓN COMO UNA DULCE MELODÍA...
do. Cuando supimos que fue nombrado Papa, para nosotros
fue una inmensa alegría. Pocos meses después, tras su viaje
en Polonia, su “badante”, la señora que lo asiste, vino a mi
negocio trayéndome los inconfundibles zapatos color cereza
para lustrarlos y arreglarlos, y con una larga sonrisa dijo: “El
Santo Padre te envía un rosario para ti y tu familia, y te agradece por sus zapatos.”
Zapatos color cereza que reconoce desde que en 1998,
fecha en que abrió su taller en plena plaza San Pedro, un
señor los llevó a su taller para lustrarlos y ponerles una suela de goma. Fue a la noche siguiente que Antonio, mirando
en la televisión reconoció que aquel señor que se presentó
como Stanisław Dziwisz era el secretario personal del papa
Juan Pablo II. No cabía duda: los zapatos del Papa habían
pasado por sus manos y aquel día se instauró una alianza
(telepática) entre él y los zapatos color cereza.
“¡Quién lo iba a creer! Hasta ahora mis familiares en el
Perú –que son muy católicos– se quedan incrédulos cuando
les cuento que tuve como cliente al papa Juan Pablo II y al
actual papa, Benedicto XVI”. La suya es una familia con varias generaciones de artesanos que en la ciudad de la Eterna
Primavera se dedica de manera exclusiva a los calzados de
obra fina. Es por eso que llegando a Italia Antonio Arellano
decidió no abandonar su profesión (algo sumamente difícil
para los inmigrantes, que en muchos casos se adaptan a los
trabajos, principalmente en el sector de servicios).
Durante ocho años, trabajó como empleado para una
gran empresa de zapatos, pero siempre pensó en independizarse: “En aquel tiempo no hablaba bien italiano, pero mis
manos hablaban por mí”. Y no podía ser de otra manera; a
los 12 años confeccionó sus primeros zapatos para venderlos en el mercado, a los 14 fabricó calzados en obra fina para
boutiques; y a los 15 años, sus colegas mayores lo llamaban
el “maestrito”.
“A los pocos días me dieron mi primera docena que terminé de hacer en un día y medio. Mi destino estaba escrito:
tenía que continuar por este camino”. Hoy su taller-laboratorio no es muy grande, pero está lleno de recuerdos: impreso
en un bloque tallado de madera resalta la escrita “Il calzolaio”, que significa “El Zapatero”, sobre eso dos pequeñas
banderas que representan la Ciudad del Vaticano y el Perú.
En la misma pared conviven también varias fotos, cruces
e imágenes de santos italianos y peruanos. Detrás del mostrador Antonio atiende a curas, monjas, obispos y cardenales. Pero también a personas comunes, como a sus mismos
compatriotas, que lo felicitan por su labor. “Aquí todos son
bienvenidos. Un día espero que también se aprecie mi trabajo de estilista: muy pronto sacaré mis modelos para venderlos aquí en Italia. Por el momento, soy zapatero arreglando
zapatos.”
“¿Cuánto dinero gasta el Papa para arreglar sus zapatos? Bueno, aquí los precios son altos, no como en el Perú.
Claro, depende de que se trata, de todos modos el precio
promedio es de 25 euros. Se sabe que el trabajo es trabajo y
para mí todas las personas son iguales.”
CRÓNICA
4 • VARIEDADES
Ahora los
secretos
del sitio
arqueológico
de Kuntur
Wasi, en
Cajamarca,
por muchos
años de difícil
acceso para
los turistas
a falta de
vías de
comunicación,
quedan a sólo
tres horas de
la costa norte
o a menos de
dos horas de
Cajamarca.
VUELA MÁS CERCA
La casa del cóndor
TEXTO Y FOTOS: JOSÉ VADILLO VILA
1. “La Casa del Cóndor”. O Kuntur Wasi, en quechua. La
misión del Museo Nacional de Antropología y Arqueología,
enviada por Julio C. Tello, bautizó así al sitio arqueológico
hace 64 años, cuando llegaron a investigar unos monolitos
antropomorfos que se ubicaban en la cima del cerro La Copa,
cerca del pueblo de San Pablo, en el distrito homónimo, en
Cajamarca.
Y Kuntur Wasi, de plataformas escalonadas y estructuras
funerarias, estuvo casi empolvado para los estudios (salvo
trabajos en 1955 y el período 1982-1983) hasta que en 1988
llegó la Misión Arqueológica de la universidad de Tokio, encabezada por el doctor Yoshio Onuki.
Un año después, el equipo peruano-japonés hizo su gran
descubrimiento y el asunto de los cóndores pasó a un segundo
plano. Se hallaron tumbas y en ellas objetos ceremoniales –más
de 200– de oro, trazando así una relación entre este sitio del
período Formativo, con la cultura Chavín (800-200 A.C.). Siete
de los monolitos tienen rostros de felinos, de jaguar, y también
de serpiente, seres que adoraban los chavín.
Kuntur Wasi es raro, porque también hay elementos de la
cultura Cupisnique. A este lugar, que Julio C. Tello situó dentro
del período Formativo, los estudios posteriores dieron una
antigüedad entre mil 100 y 50 antes de Cristo, con diversas
“superposiciones arquitectónicas”, cuatro fases: Fase Ídolo
(1100-800 A.C.); fase Kuntur Wasi (800-500 A.C.); fase Copa
(500-250 A.C.) y fase Sotera (250-50 A.C.).
2. Hace ocho años finalizaron las temporadas de excavaciones (12) que realizó una misión japonesa en la cima de
La Copa. Pero el doctor Onuki vuelve religiosamente cada
año, tiene su propia casa, para estar más cerca de la “Casa
del Cóndor”.
Es el vecino más célebre de “La Conga”, nombre como
el que antes se conocía al centro poblado menor de Kuntur
Wasi, a tres kilómetros del pueblo de San Pablo. Los campesinos y Onuki integran la Asociación Cultural Kuntur Wasi que
administra el museo homónimo.
El mes pasado, Onuki, de 73 años de edad, también estuvo
por aquí. Pero en “La Conga” casi nadie sabe que este año
el arqueólogo recibió en Lima el Doctor Honoris Causa de la
universidad de San Marcos por su “contribución académica y
científica al conocimiento del Perú Antiguo”. Sí, Onuki viene
al Perú desde los años sesenta y también formó parte del
equipo que descubrió el Templo de las Manos Cruzadas de
Kotosh, en Huánuco.
Hay quienes le incriminan por haber reconstruido el sitio
CAJAMARCA
Lunes 25 de octubre de 2010 • 5
APUNTE
Museo de sitio
Kuntur Wasi.
Atención:
de martes a
domingo, de 09.00
a 17.00 horas.
Entrada: S/. 4.00;
adultos: S/. 4,50,
estudiantes: S/. 2
y escolares: S/. 1.
EN EL CENTRO POBLADO DE KUNTUR WASI ESTÁN FELICES PORQUE LA PISTA CAJAMARCASAN PABLO-CHILETE, QUE SE ESTÁ TERMINANDO DE CONSTRUIR, PERMITIRÁ QUE EL FLUJO
DE TURISTAS HACIA EL COMPLEJO ARQUEOLÓGICO AUMENTE CONSIDERABLEMENTE.
arqueológico utilizando las técnicas precolombinas antes de
restaurarlo. Pero los vecinos del centro poblado están conformes
con lo que se hizo en el sitio arqueológico.
Ellos venían protegiendo el sitio a su manera desde
hace 33 años, pero cuando Onuki y su equipo descubrieron
las joyas, hubo mucha preocupación para saber cuál sería el
mejor destino para el sitio arqueológico ahora que se sabía
de su importancia, para las piezas de oro con 89 por ciento
de pureza –entre ellas la corona en que se reproduce catorce
veces la cara de ese dios degollador tan presente en las
culturas del norte–, las hachas de piedra; para los ídolos de
piedra; para los trabajos en cuentas de spondylus... porque
entonces era muy difícil desplazarse a Cajamarca y había
pocas probabilidades de tener real cuidado y exhibir las piezas
en el propio lugar.
Así se decidió que la misión exhibiera los objetos encon-
trados en Tokio y con el dinero recaudado en la muestra, se
pudo construir el museo, ubicado en un área de tres mil metros
cuadrados, donde los propios campesinos son los guardianes
y los guías que nos presentan los secretos de Kuntur Wasi.
3. Veinte minutos de caminata separan el museo del sitio
arqueológico en la cima de “La Copa”. Del camino se puede
ver el valle que forma el río Jequetepeque. Estamos a un poco
más de dos mil metros de altura y el clima es templado.
El sitio arqueológico está a un puñado de kilómetros
del distrito de Chilete y de ahí uno avanza por la carretera a
Pacasmayo en sólo tres horas.
En el centro poblado de Kuntur Wasi están felices porque
la pista Cajamarca-San Pablo-Chilete, que se está terminando
de construir, permitirá también que el flujo de turistas para este
monumento arqueológico aumente considerablemente.
COMPLEJO.
Kuntur Wasi fue
descubierta en
1946, pero es
recién a partir
de 1989, con la
presencia de la
misión japonesa,
liderada por
Yoshio Onuki,
que se realizan
los hallazgos más
contundentes.
Carlos Díaz Miranda lleva más de una década como especialista en todo el circuito Nor-peruano. Explica que Kuntur
Wasi fue durante años uno de los museos menos visitados del
norte por los turistas, justamente por el tema de la accesibilidad,
aunque se sitúa a sólo 93 kilómetros de Cajamarca.
Y ahora con la nueva vía, que está a punto de ser entregada,
significará que Kuntur Wasi podrá integrarse fácilmente a los
paquetes turísticos porque sólo se necesitan unas horas para
visitarla, y uno puede llegar tomando un avión y luego viajar
en carretera desde Cajamarca.
4. Del museo al sitio arqueológico son alrededor de 20
minutos de plácida caminata y encontrarse con sus plataformas
donde fueron hechas las excavaciones. Es un camino donde
priman los árboles de tara. Dicen que es endémica de la región,
la debieron de ver quienes construyeron piedra por piedra
Kuntur Wasi en los distintos estadios que tuvo.
Recuerda Carlos Díaz que los hallazgos en las tumbas de
los sacerdotes de Kuntur Wasi son fundamentales para contar
la relación de la cultura Chavín, o cómo el estilo Cupisnique
también llegó por aquí.
Emperatriz Campos, presidenta de la Cámara de Comercio
de Cajamarca (CCC), comenta que lo de la vía de acceso es
ya una gran facilidad para desarrollar el turismo hacia Kuntur
Wasi. Además, para darle impulso a la zona, la CCC acaba de
crear la Cámara de Comercio de San Pablo, con empresarios
semiindustriales, los que ya están exportando a Europa la tara
y aguaymanto.
Claro, el distrito de San Pablo tiene sus propios méritos.
En otro de sus cerros, “El Montón”, se desarrolló un episodio
de la Guerra del Pacífico el 13 de julio de 1882: la Batalla de
San Pablo, donde los ejércitos patriotas lograron su única
victoria en el norte peruano. Ahora, la Casa del Cóndor y otros
retazos de la historia están más cerca del camino, más cerca
de usted. No se olvide de visitarlos.
TURISMO
6 • VARIEDADES
PASOS DE NIEVE Y GRANIZO EN EL CAMINO DE LOS INCAS
El Apu Pariacaca
MITO. En la cosmovisión andina, el nevado Pariacaca es una deidad principal, un Apu mayor al que le rendían culto. En una cueva grande (Cuchimachay) se levantó un adoratorio (foto derecha abajo).
ESCRIBE / FOTOS: ROLLY VALDIVIA CHÁVEZ
El nevado impresiona
a primera vista. A
este apu se llega
siguiendo el camino
inca. Durante la
visita cayó una
inusual nevada que
puso a prueba a los
caminantes.
N
ieve. Mucha nieve. Demasiada nieve. En todos y por
todos lados. Sobre la carpa heroica, en el camino
prehispánico y la carretera sin asfalto que se entromete con sus quiebres por el abra de Portachuelo. También
está en el ichu, en las piedras y en los cerros que hoy no
tienen faldas, que hoy lucen tupidos ponchos. Albos, blanquísimos, congelados.
Y eso que la noche taimada se disfrazó de tranquilidad. Apenas unos cuantos rayos que por gracia divina o intervención de
los apus, no hicieron blanco en el campamento, aunque estuvieron cerquita, metiendo miedo y sirviéndole de pantalla o coartada a los mechones de nieve que caían con profusión y sin tanta
alharaca, transformando la puna amarillenta y deslucida en una
resplandeciente pista de esquí.
O al menos esa fue la primera impresión al observar el renovado panorama, desde un indiscreto resquicio de la carpa. Este
era total y completamente distinto al de la tarde anterior, cuando
esa couster que partió de Jauja en pleno y vivificante mediodía,
se detuvo para que un par de viajeros bajaran –rapidito, a la volada y con entusiasta pie derecho– a la nada amigable altura de
4,770 m.s.n.m.
Ahí pernoctarían. En medio de la nada o de la casi nada,
porque ni muy cerca ni muy lejos, un hito anunciaba el acceso
inminente a un tramo del camino inca, y, a pocos metros, estaba
también la carretera, por la que no aparecería ningún vehículo,
después de la mencionada couster jaujina o mejor dicho tanteña, porque Tanta (un pueblo de la provincia de Huarochirí) era
su destino final.
Un destino que no estaba en los planes de ese par de viaje-
HUAROCHIRÍ
Lunes 25 de octubre de 2010 • 7
ros. Como tampoco estaba en sus planes aquella nevada, fuera
de época y de tiempo, cortesía, quizás, del cambio climático y el
calentamiento global o, tal vez, por puro capricho del apu Pariacaca, el dios montaña venerado desde siempre por los caminantes
y arrieros que van y vienen por los intrincados senderos de la
sierra de Lima y de Junín.
Esa nevada nocturna pudo ser una señal de advertencia o
un anuncio de que el gigante huarochirano no estaba muy conforme con la visita de aquellos andariegos. Pero en esa nívea
mañana en la que el sol despertó con brillante tibieza, era difícil
imaginar lo que ocurriría posteriormente. Así que partieron libres
de inquietudes y malos presagios. La ruta tenía que recorrerse y
si bien la nieve entorpecía los pasos, no lograba enfriar sus ímpetus. Ambos avanzaban enérgicamente por el Qhapaq Ñan, el
gran camino de los chasquis, de los señores del Tawantinsuyo.
A paso seguro y confiado. Explorando los dominios de la
mítica montaña. Ofrendando hojitas de coca en una apacheta
desde la que se vislumbraba la cumbre del Pariacaca. Bordeando pequeñas lagunas y oscuros espejos de agua. Subiendo y
bajando por la nieve menuda, picadita, como de raspadilla. Fotografiando las pinturas rupestres de la cueva de Cuchimachay.
Hasta allí todo iba de lo más bien. Se disfrutaba plenamente
de ese tramo de la fabulosa vía pedestre diseñada por los hijos
del Sol, que unía el Cusco con el certero oráculo de Pachacámac.
Una parte ínfima de una extensa red caminera que habría superado los 23 mil kilómetros. Obra de alta ingeniería que dejaría
boquiabierto a los primeros occidentales que la recorrieron.
No por el agotamiento y las amenazas de soroche que genera con sus subidas, bajadas y quiebres, sino por su magnificencia.
En esos años de invasiones y conquistas, el cronista Pedro Cieza
de León, escribió que una de las cosas que admiró "de este reino
fue pensar cómo y de qué manera se pudieron hacer caminos tan
grandes y soberbios por él. Y qué fuerzas de hombres bastaron
para poder hacerlos".
Igual de admirados se encontraban los personajes de este
relato, Felipe Varela, infatigable investigador del sistema vial de
los antiguos peruanos, y el siempre sufrido y obstinado autor de
estas líneas que, vaya uno a saber por qué razón, jamás escarmienta y sigue participando en travesías que en el 99 por ciento
de los casos, lo dejan al borde del nock out.
En ese estado andaría en la inacabable Escalerayoc, una
monumental gradería de casi dos mil peldaños y más de 300 metros de altura, y en el estrechísimo pliegue faldero de uno de los
cerros que bordea la laguna Mullucocha. Al salir de aquel pasaje
de equilibrista se creyó libre de cualquier penuria, porque lo que
venía era planito hasta Huachipampa.
Lo que sucedería después solo puede ser contado como si
fuera parte de una leyenda, porque el apu, posiblemente indignado por la presencia de esos extraños carentes de mullu, ordenó el
escarmiento, entonces, el cielo se llenó de sombras y el viento se
convirtió en vendaval. Ese fue el principio. Luego, una furibunda y
golpeadora granizada ametrallaría a los intrusos.
No había dónde cobijarse. El frío cala y llega a los huesos.
Se hace difícil avanzar, pensar, gritar, encontrar un poco de calor... de pronto, cuando la esperanza empezaba a congelarse,
varias casitas se pintaron en el horizonte.
Salvados. Eran las tres de la tarde cuando los viajeros hallaron refugio en un cuarto rústico de la estancia Masho. El dios
montaña había puesto a prueba su resistencia y sus afanes
aventureros. El calor volvería con pellejos de cordero, un par de
frazadas y un humeante caldo de papas con charqui.
A la mañana siguiente se retomaría a la ruta. Nuevas visiones: la laguna Piticocha, el fantasmal anexo de Huachipampa, la
cumbre del Pariacaca, el pueblo de San Juan de Tantaranche.
Andanza sin mayores sobresaltos, sin rayos, sin nieve, sin granizo. El poderoso apu ya había aplacado su furia.
ARTE POPULAR
8 • VARIEDADES
Su arte
nace de la fe
y la vida. Las
máscaras
del puneño
Edwin Loza
Huarachi,
Amauta de
la Artesanía
Peruana
2010, se
inspiran
en los
dioses que
protegen a
los pueblos
andinos.
FOLCLOR. Las máscaras que los danzantes lucen en las festividades se inspiran en los dioses que conviven con los pobladores andinos.
EDWIN LOZA HUARACHI
El mascarero de
ANHELO. El mascarero Edwin Loza Huarachi
ESCRIBE: JESÚS RAYMUNDO TAIPE
C
on los ojos desorbitados, exaltados y fulgurantes, el dios
de las minas se enternece con la música que extrae
sus sentimientos desde las profundidades de su ser.
Entonces, danza cerca de la luz y de la fe, exhibiendo sus
enormes cuernos que imitan los movimientos de las serpientes
y se pintan con los colores del fuego. En las festividades, su
rostro, adornado con gestos exagerados y variadas figuras,
es tan familiar como la algarabía.
Lejos de la urbe puneña, la figura del diablo traído por
los españoles no existe en la memoria colectiva, al igual que
el infierno y el purgatorio. Los campesinos solo conocen al
janchanchu, el dueño de todos los metales que se encuentran
en las entrañas de los cerros y de las lagunas que se ubican
cerca de las bocatomas. Y su figura, que ha cambiado por
magia de los artesanos, es la que encabeza las agrupaciones
de danzantes.
Su poder es innegable. El notable mascarero y experimentado danzante Edwin Loza Huarachi recuerda que su
padre Alejandro Loza Paredes fue castigado por construir
canales para llevar agua a la escuelita de Moho, provincia de
Huancané, donde era director. "Él cayó gravemente enfermo.
A pesar de que lo llevaron a muchos sitios, las hemorragias
no le paraban. Hasta que un yatiri le dijo que tenía que hacer
un ritual de pago".
Desde entonces ha aprendido que debía respetar y conocer
este mundo diferente, que para algunos es de fantasía. Los
ancianos de su pueblo solían reunirlos para contarles todo
lo que habían vivido y les enseñaban sobre la pachamama
y la influencia del Sol y la Luna en sus vidas. Allí aprendió
que el mundo andino es sagrado y que todas las actividades
se relacionan con rituales. Allí se enamoró de la danza y la
música.
TRADICIÓN VIGENTE
Su pasión por las máscaras nació del juego inocente que hasta
hoy evoca. En vísperas de la fiesta de Todos los Santos, aprendió a mezclar la papa cocida y el yeso para fabricar mascaritas
para las populares tanta wawas, panes que tienen forma de
bebés y que se ofrendan a los difuntos. En aquel entonces se
guió de un modelo que había sido elaborado de arcilla.
En Puno, a donde viajó acompañando a su hermano
danzante y músico, conoció el taller del afamado caretero Kar
Kar Velásquez. Se asombró al ver que utilizaba la misma masa
con la que trabajaba en su comunidad y se animó a aplicar la
técnica para hacer máscaras de mayor tamaño. Desde esa
fecha empezó su convivencia con el arte popular, trayectoria
PUNO
Lunes 25 de octubre de 2010 • 9
FOTOS: ARTÍFICE COMUNICADORES
los dioses
sueña con enseñar su técnica a los jóvenes puneños y convertir su taller en un museo inspirado en las tradiciones del Altiplano.
que ha sido reconocida con el Premio Nacional Amauta de la
Artesanía Peruana.
"Me convertí en el restaurador de la máscara de mi hermano
y, luego, en el de sus amigos. Me compraba un poco de yeso y
lo cernía para preparar el engrudo. Al comienzo trabajaba en un
rincón de la casa", me comenta sobre sus inicios. No solo sus
profesores de primaria le incentivaron a cultivar su vocación,
sino también su padre. "Él me decía que si me gustaba hacer
máscaras, que lo hiciera nomás".
Edwin Loza Huarachi es un artista autodidacta. Todo lo
que sabe lo ha aprendido viendo cómo trabajan los demás
artesanos, recogiendo los aportes de sus amigos y aceptando
las exigencias de los clientes. También se motivó con los elogios
en la escuelita, donde su profesor de arte le regaló un libro
sobre la vida de Eugène Louis Boudin, porque descubrió que
le gustaba el dibujo y la pintura.
En su adolescencia, su popularidad como artista empezó
a conocerse a medida que su técnica mejoraba y sus obras
se difundían más. Incluso, era la atracción de las chicas de
su pueblo. En aquellos años formó un grupo musical con el
que solía participar en las serenatas. El repertorio lo conformaban huainos románticos y temas irónicos. Los últimos eran
interpretados para protestar ante los padres celosos, quienes
hasta le arrojaban orina desde lo alto.
Cuando culminó la educación secundaria, empezó su etapa
de danzante. Con las propinas que recaudaba por ser voluntario del programa de wawa wasis que Cáritas había formado
en Puno se matriculó en una agrupación de diablada. "Fue
una experiencia inolvidable que duró veinte años, la mayoría
de los cuales bailé como ángel. Cuando más me lucía, más
interés despertaba en las personas, quienes se acercaban
para sacarse fotos conmigo".
Durante esta etapa conoció nuevas técnicas de fabricación
e inquietudes de los danzantes, los cuales influyeron para alcanzar la madurez artística. Precisamente, su primera máscara
la elaboró para bailar como diablo, que por su diseño original y
fino acabado le gustó a un turista extranjero, quien le pagó 200
soles. A diferencia de otros, cada pieza suya es única, porque
la prepara a pedido del cliente. La más cara de todas es la de
un caporal, que fue comprada por 500 dólares.
FIEL A SUS RAÍCES
Aunque estudió educación y se especializó en química y
biología, Edwin Loza Huarachi, de 63 años, no ha perdido
su compromiso con el arte popular de su pueblo. Durante los
años en que se formaba como profesor realizó actividades de
promoción cultural y participó en organizaciones preocupadas
por el arte. Posteriormente, ha ejercido cargos relacionados
con el desarrollo, la difusión y la preservación de expresiones
culturales.
Ahora que ha recibido el reconocimiento del Ministerio de
Comercio Exterior y Turismo, mediante la Dirección Nacional
de Artesanía, se prepara para asumir nuevos desafíos. "Un
amauta tiene que enseñar, si no lo hace, no puede llamarse
así. Para enseñar a fabricar máscaras necesito un yachay wasi.
Mi sueño es que cada uno de los 160 barrios tenga su taller
de máscaras y convertir el mío en un gran museo".
Sus dos hijas no solo conocen los secretos de su técnica,
sino también han contribuido a mejorarla. "Son mucho más
acuciosas y analíticas que yo", dice. La mayor es comunicadora,
pero estudia derecho en Arequipa, y la menor es ingeniera de
sistemas y trabaja en Lima. Junto a su familia ha aprendido
que la vida es una sucesión de éxitos y fracasos, de aciertos
y desaciertos, y ha cultivado su gran amor por las entrañas
de la tierra.
CULTURA
10 • VARIEDADES
UNA MIRADA A LA COSMOVISIÓN ANDINA
En pos del inca
La momia que más
amé novela la historia
de un arqueólogo que
busca a la momia
de Pachacútec para
desterrar de la Tierra
el caos que la gobierna
ESCRIBE: RUBÉN YARANGA MORÁN
N
o se puede ir en contra de la historia y más que nada
de aquella que guarda relación con nuestro grandioso
pasado, que se puede preciar de su riqueza y que tiene
de mágico-religioso. Un pasado que tiene presente porque está
en la memoria de un pueblo que permanece fiel a un ideal que
es la instauración de un orden socioeconómico, que no posee
nada de novedoso, sino de justo ante el caos imperante.
Esa memoria no claudica ante los rigores del tiempo que
clava en sus carnes las garras del olvido, de eso trata la historia
del viejo arqueólogo Teodoro Qamaq, quien tiene una misión:
encontrar la momia del inca Pachacútec, para equilibrar el
mundo. En esa continua búsqueda excava en diversos lugares
del país, con ayuda de los testimonios escritos por los cronistas
españoles, para ubicar el paradero del inca y revertir el orden en
este mundo que se debate en el desorden, restituir el equilibrio
y unir a un pueblo fragmentado para equiparar fuerzas. La
existencia de un mito milenario, el de Inkarri, habla
del resurgimiento de los Andes.
La momia que más amé, novela de la autoría
de Francisco Mejorada Chauca, aborda variados
temas, entre ellos la historia, identidad, ciencia,
mitos, intriga, muerte y amor, en sus 228
páginas. Es la lucha encarnizada entre dos
mundos diferentes y contrapuestos: la modernidad, por afirmar su hegemonía; y lo andino, por no ser
devorado por ese monstruo de largos tentáculos que encubre
sus intenciones nada santas. Lucha desigual por las trampas
que utiliza la modernidad por sojuzgar al mundo andino y que
se manifiestan en los supuestos beneficios que ofrecen y que
solo sirven a su codicia de acumular riquezas.
Por boca del autor, la obra fue escrita en dos años y se
desenvuelve en dos momentos históricos: el actual y el antiguo, de los incas. Con certeras palabras, el maestro Jaime
Guardia nos dice en el proemio: “La momia que más amé es
una original y entretenida forma de valorar y fortalecer esa
vigencia ancestral de nuestra andinidad, consecuencia de la
inmensidad de un mundo que siempre será más grande que
todo buen libro que planee interpretarlo”. Esta novela es una
manera de aproximarse o acercarse para ofrecer una interpretación de la cosmovisión andina. Esa permanente búsqueda
de un personaje que tiene de integrador y un mito que vive en
la memoria de la colectividad andina. La entretenida novela
nos trae a la mente la inquieta figura intelectual de Alberto
Flores Galindo.
Un glosario ayudaría a la comprensión de algunos términos o palabras que se emplean en el desarrollo de esta obra
que habla de un mundo al que pertenecemos, y si no, habrá
que conocerlo.
FICHA TÉCNICA
La momia que
más amé
Autor: Francisco
Mejorada Chauca
Editorial San
Marcos EIRL
Lima-Perú,
2010.
Tintafresca
ESCRIBE: MOISÉS AYLAS ORTIZ
Grau, el
navegante
P
oco a poco, la novela histórica ha ganado su
espacio en la literatura superando las críticas
iniciales. Este subgénero busca reconstruir una época
pasada, tomando como fuentes hechos históricos y
personajes reales y ficticios, pero narrados a partir
del punto de vista del autor.
En la obra En el horizonte. La historia del Caballero
de los Mares, Hernando Carpio cuenta la historia del
héroe de Angamos, Miguel Grau Seminario, haciendo
hincapié en el lado humano de los personajes, destacando sus miedos, dudas, conflictos internos, pero
también su sentido del deber.
El argumento, presentado como una historia
de aventuras, describe al protagonista, un párvulo
Miguel Grau, que vive múltiples aventuras durante
sus travesías en el mar. Poco a poco, se convierte
en un experimentado hombre de mar, a sus cortos 18
años, e ingresa a la Marina peruana, casi de inmediato
se ve envuelto en los conflictos y revoluciones que
sacudieron al Perú a mediados del siglo XIX hasta
hacerse un lugar en la Armada y en la sociedad.
¿Qué de nuevo aporta esta obra respecto de otras
que han tratado la vida del héroe de Angamos? La
ventaja de ser una novela histórica le permite a Carpio
Montoya liberar su imaginación, llenar vacíos que no
fueron tocados por los historiadores y abordar temas
poco conocidos, como por ejemplo que Grau nació
en Paita y no en Piura, que dio la vuelta al mundo
cuando era aún un adolescente, que le propusieron
ser candidato a la presidencia por el Partido Civil,
entre otros apuntes.
El autor, en esta su primera novela, investigó con
profundidad y consultó directamente a las fuentes, incluso realizó varios viajes que llevaron desde Cartagena, Colombia hasta Antofagasta, Chile. También revisó
documentos históricos y entrevistó a los descendientes
de los héroes de la guerra del Pacífico.
FICHA TÉCNICA
En el horizonte
Autor: Hernando
Carpio Montoya
Editatú, editores e
impresores
Lima-Perú, 2010.
NUESTRAMÚSICA
Escribe: Manuel Acosta Ojeda
Lunes 25 de octubre de 2010 • 11
Y EL “PERÚ DE SUS AMORES”
El último Inga
Más de 80 canciones entre valses, panalivios, festejos, marineras
limeñas, norteñas son de su autoría. Carlos Inga es un ejemplo de artista,
dueño de una voz impresionante y de un estilo de canto único.
L
a palabra criollo, en el Perú ha cambiado
muchas veces de significado. Actualmente,
para ser criollo se requiere antes que nada
haber nacido en la costa y preferentemente en la
capital, ser pícaro, trompeador, bebedor, excesivamente alegre, hasta el extremo de ser sinónimo de
estafador.
Con estas condiciones el personaje que motiva el presente artículo no sería un criollo. Nacido
en el distrito de Matahuasi, provincia de Jauja, en
Junín, un 13 de octubre, del amor de Timoteo Inga
Escobar y doña Benjamina Segovia, nació Carlos
Inga Segovia.
Luego del Oncenio de Augusto B. Leguía vinieron épocas de gran agitación política y de fuerte
represión contra el pueblo, causadas por la dictadura de Sánchez Cerro. Lo que obligó al padre de
Carlos a enviarlo de la mano de su abuelita, hasta
Lima. En esa época se escuchaba por la radio la
voz de Carlos Gardel, despertando la afición por
la música argentina, haciendo que Inga debutara con un tango en 1936 en Radio Internacional,
situada en el callejón de Petateros –hoy Pasaje
Olaya– dentro del programa “La escuela de Maruja
Venegas”, compartiendo escenario con Lucy Smith
–a quien le compuso un hermoso valse grabado por
Los Cholos, en triste recuerdo a su fallecimiento– y
Leonidas Collantes, dueño de una voz con tesitura
de tenor.
Del barrio de Mercedarias, Barrios Altos, se
mudó a Lince en 1939, donde vive hasta ahora. Teniendo como vecinos a muchos cantantes famosos de la época, como Los Hermanos Govea, el dúo Costa y Monteverde y
un joven trujillano llamado Luis Abanto Morales.
La amistad con este último se afianzó al integrar el conjunto denominado “Melodías Criollas” con Ramón Urizar en el
piano y las guitarras de Mateo Lazo, Manuel Balta y Manuel
Zavala, actuando en Radio Goycochea en 1941 –después de
dos largos años de ensayo–, teniendo el honor de ser apadrinados por dos grandes: el piurano Francisco Reyes Pinglo y
CARLOS INGA
REPRESENTA PARA
LA CANCIÓN COSTEÑA
LIMEÑA UNO DE
LOS PILARES EN LA
FORMACIÓN DE LOS
NUEVOS VALORES,
POR SU EJEMPLO
DE ARTISTA SOLIDARIO
Y HONESTO. CANTOR,
COMPOSITOR Y GRAN
SEÑOR.
la moqueguana Amparo Baluarte Cornejo.
El “boom” de los auditorios de las Radios, era tal, que
cada uno contaba con su propio marco musical y sus integrantes eran “exclusivos”. Es por esta razón que el conjunto
llega a su fin, ya que sólo convocaban a solitas y dúos. Así
Carlos y Luis conforman el Dúo Segovia-Morales, recorriendo
Radio Victoria, América y Nacional. Poco tiempo después, a
finales de la década de 1940 el gran Filomeno Ormeño los llamó a trabajar con él, viajando a Santiago de Chile para grabar
80 canciones para la RCA Víctor de ese país. En el
viaje los acompañaron las hermanas Aída y Rosina
Martorell. Allá se encontraron con Manuel “Chato”
Raygada, con quien grabaron también.
Los contratos iban y venían, había que viajar
hacia Argentina, pero su corazón ya le pertenecía a
doña Josefina Parra Sánchez con quien se casa el
18 de mayo de 1947, quedándose en Lima a trabajar en una empresa constructora.
En 1952 decide formar el “Trío Lima” con José
Arbulú y Guillermo Santos, trabajando para Radio
San Cristóbal donde cada martes se rendía homenaje a un compositor criollo, entre los cuales estuvieron Felipe Pinglo Alva, representado por su hijo
Felipe, Eduardo Márquez Talledo y Lorenzo Humberto Sotomayor.
Dentro de sus composiciones encontramos los valses
“Pablo Casas Padilla”, “La Oración del Huérfano”, “Perú de
mis amores”; los festejos “Tierra Limeña” y “La dulcera Tomasa”; y el tondero “Acurrucutú limeña”.
Carlos Inga representa para la canción costeña limeña
uno de los pilares en la formación de los nuevos valores, por
su ejemplo de artista solidario y honesto. Cantor, compositor
y gran señor.
GASTRONOMÍA
12 • VARIEDADES
PLATOS TÍPICOS SE LUCEN EN FESTIVAL
El sabor de Pozuzo
El principal atractivo de Pozuzo es su
gente, descendientes de migrantes austroalemanes, y sus bellos paisajes; pero los
lugareños reivindican su gastronomía
local, que rescata la sazón europea de su
cocina original, a la que han agregado los
ingredientes peruanos.
ESCRIBE: LUCIANO GORRITI /
FOTOS: JOSIP CURICH (PROMPERÚ)
L
os mejores chefs del mundo coinciden en que la riqueza de la gastronomía peruana está en su mezcla. De
sabores, de costumbres, de culturas y de generaciones. No es gratuito que el festival más importante de comida
nacional se llame Mistura. El Perú combina sabores de distintas regiones y tradiciones. Por eso la pasión por fusionar
conocimientos culinarios se percibe en el ámbito nacional.
El llamado boom de la gastronomía se ha sentido en todo el
país, especialmente ahí donde la mixtura es más notoria.
SELVA
Lunes 25 de octubre de 2010 • 13
APUNTES
• Los restaurantes más
representativos de Pozuzo
son: El Típico Pozucino, El
Mango.
• También El Típico Prusia,
Las Orquídeas y El Mirador.
VARIEDAD. Una diversidad
de platos se prepara en
Pozuzo. Sus comidas
combinan los sabores de
origen austro-alemán con
ingredientes peruanos.
Pozuzo es un ejemplo perfecto. Provocados por el reciente éxito de Mistura 2010 los pozucinos han decidido tener su propio festival gastronómico. No es para menos, la
combinación de ingredientes y recetas austroalemanas con
peruanas ha dejado a este pueblo de la selva central la mesa
servida.
El domingo 11, Pozuzo celebró su primer festival de comida local. Como cierre de un fin de semana largo con fiesta
ganadera, los principales restaurantes de este pueblo austroalemán expusieron y vendieron sus platos estrella.
EL ORIGEN
Los primeros colonos austroalemanes que fundaron Pozuzo
hace 151 años no sabían nada de ají de gallina, cebiche ni arroz
zambito. A la hora de comer pensaban en strudels, brialas y karbanatalas. Sin embargo, cuando se asentaron se dieron cuenta
de que no tenían todos los ingredientes a la mano y tuvieron que
adaptarse. "Cuando llegaron no había manzana en Pozuzo, así
que tuvieron que cambiar el Apple Strudel (pastel de manzana)
por Strudel de Plátano", comenta la señora Hilda Ruiz Schuler,
dueña del restaurante El Típico Pozucino. Del mismo modo, tuvieron que reemplazar las austriacas bolitas de pan por las selváticas bolitas de arroz. La cara y escasa harina de trigo se utilizó
solo para fiestas especiales y se empezó a preparar panes de
plátano y de maíz.
Las nuevas generaciones mantuvieron las recetas europeas y siguieron incorporando ingredientes peruanos. Se comenzó a criar aves de corral y ganado vacuno y porcino, que
en los platos fueron acompañados por otros insumos locales
como el chincho, la yuca, culantro, ají, achote, limón, cebolla,
papa y un variadísimo etcétera.
MOTIVO DE ORGULLO
Estos sabores se mantuvieron en las cocinas de las familias pozucinas hasta la década de 1990. En 1993, Pozuzo
recibió una visita que le cambiaría la vida. Sus hermanos
austroalemanes de la colonia venezolana de Tovar cumplían
150 años de fundación y decidieron celebrarlo intercambiando costumbres con sus parientes sudamericanos.
Los pozucinos asumieron que ellos también podían vivir
PLATOS TÍPICOS
Si viaja hacia Pozuzo no necesita hablar alemán,
pero sí debe aprender los nombres de estos imprescindibles platos: Knödelsupe, sopa de albóndigas
con arroz; Strammer Max, pastel de carne; y Karbanatala, albóndigas de carne.
Wiener Schnitzel, bistec apanado con salchicha
y cecina; Shtrukala, pionono de plátano y canela;
Rouladen, bistec enrollado de lomo, cerdo, tocino o
pechuga de pollo y vegetales; Briala, gallina o chancho, sazonado con ají y limón; Kazkugen, pastel de
relleno de queso; y Strudel de plátano "remolino" o
pastel de plátano.
del turismo. Los charcuteros los capacitaron para potenciar
la gastronomía y el turismo local. Junto con la revaloración
de la comida se empezó a abrir una serie de restaurantes.
"Hasta ese momento se valoraba más los sabores de la
comida criolla, pero se apostó por los platos de influencia
alemana, se trabajó más su presentación y se les empezó
a dar prioridad en las cartas de los restaurantes", recuerda
Irma Ballesteros, vicepresidenta de la Cámara de Comercio
y Turismo de Pozuzo.
Desde Austria también se siguió promoviendo la preservación de sabores y recetas originales. Hace diez años un
chef austriaco les enseñó a los cocineros de El Típico Pozucino la receta para lo que hoy es su plato de bandera: el
Wiener Schnitzel (bistec apanado con salchicha y cecina).
Hoy, los cocineros de Pozuzo saben que tienen en sus
manos un enorme potencial. Por eso la Cámara de Comercio
y Turismo viene preparando un libro con decenas de recetas
producidas por el trinomio peruano austroalemán. Seguro ya
se le abrió el apetito. Este primer festival gastronómico, provoca y vienen muchos más.
MÚSICA
14 • VARIEDADES
Su disco
debut salió
hace poco y
confirmó las
expectativas
que sus
conciertos
habían
suscitado.
Gracias a
ello, Moldes
ya ganó un
sitio entre
los mejores
grupos de
rock local.
El joven
cuarteto nos
cuenta su
historia
y delirios.
EN EL PISO. Efrén Castillo, Marta Postigo y Katia de la Cruz miran al cielo y sus límites. Chicho Rebagliati, bajista, no llegó para la sesión de fotos.
LA ECLÉCTICA PSICODELIA DE MOLDES TOMA VUELO INTERNACIONAL
Elogio de la locura
ESCRIBE: FIDEL GUTIÉRREZ MENDOZA /
FOTOS: JUAN CARLOS GUZMÁN
L
a música permite a quien la hace y a quien la aprecia
crear o explorar mundos distintos a aquel al que nuestra
racionalidad nos ata. Cuando mantiene su condición de
arte noble, es capaz de trascender lo coyuntural y lo inmediato,
convirtiéndose en proveedora de nuevas experiencias sensoriales y mentales, y en materia de asombro constante.
Esto último es lo que produce escuchar el disco debut
del cuarteto limeño Moldes; un despliegue heterodoxo de
estéticas y sonidos provenientes de las fases y vertientes más
osadas del rock, manejadas con inteligencia y una capacidad
de síntesis inusuales en nuestra escena musical. De allí que
no resulte exagerado tenerlo en cuenta cuando se trate de
buscar el primer lugar de la lista de las mejores grabaciones
de este año.
“Como grupo no tenemos un modelo”, dice Katia de la
Cruz, quien canta y toca teclados en esta banda integrada
en un 50 por ciento por mujeres. “Nuestras influencias tan
variadas hacen que salga algo muy mezclado”. Marta Postigo,
la baterista, enlista entre ellas al rock de garaje de los años
60, el kraut rock alemán de los 70 y el shoegaze inglés de la
década de 1990. “Lo que hacemos se puede resumir como
psicodelia, aunque hay varios elementos más”, añade Efrén
Castillo, guitarrista y cantante. “Seguimos varias direcciones
musicales, pero estas tienden más a mezclarse que a ir hacia
un solo sentido”, añade.
Una pieza como "El amante" ilustra esta afirmación. Sus
aires impregnados de killer rock, hip hop y electroclash la
convierten en ejemplo ideal de síntesis y en preclaro modelo
del rumbo por el que transita la mejor música juvenil del
momento. Además, dada su cuidada estructura y la historia
que relata –un romance en el que no se distingue lo sórdido
de lo placentero–, resulta ser una estupenda canción pop. A
esfuerzos propios como este hay que sumar el tratamiento dado
ESCENA
a las dos composiciones ajenas incluidas en esta producción,
los que revelan también una fuerte personalidad. Añadir una
trompeta desquiciante (tocada por el bajista Chicho Rebagliatti,
la cuarta pieza de Moldes) a "El entierro de los gatos", de los
Saicos, lo demuestra.
“En el CD se ve el proceso que hemos seguido para ir desde
nuestra idea inicial lúdica de mezclar sonidos y estilos hacia la
búsqueda de una ruta”, anota Castillo, al tratar de explicar cómo
es que tanta diversidad nunca roza lo incoherente.
COMO JUGANDO
Pocos años –tres– han pasado desde que Moldes debutara sobre
un escenario, pero mucho es lo que ha cambiado en su forma
de percibir y hacer las cosas. Verlos y escucharlos en disco o en
directo revela detallismo y bastante cohesión interna, además
de suponer una experiencia de intensidad psicotrópica.
“Cuando empezamos, además de los instrumentos, tocábamos con un minicomponente, un ventilador y con un motor
de juguete”, dicen Karla y Efrén. “Salíamos disfrazados con
máscaras de los Power Rangers y con viseras”, añaden, al
recordar una época en la que el sonido lo-fi o de baja fidelidad,
desarrollado por bandas estadounidenses de culto como Beat
Happening o Moldy Peaches (a quienes el cuarteto limeño debe
su nombre), era su máxima influencia.
Fue al empezar a grabar cuando decidieron cuidar al detalle
la forma en que sonaban. “Nos fuimos dando cuenta de lo que
queríamos”, dice la vocalista. “Hacer bien este tipo de música,
que es medio ‘ruidista’, es más difícil de manejar. Que uses
esos elementos en tus canciones no quiere decir que tengas
que sonar mal”.
No es por pura suerte pues que, con tan solo un disco en
su haber, Moldes haya sido invitado al Festival de Procesos
de Creación Contemporáneos La Otra, que se realiza desde
el jueves en Bogotá, Colombia, y que culminará este miércoles. El cuidado con el que hacen sus cosas ha generado una
oportunidad valiosa que esta joven banda no está dispuesta
a desperdiciar.
“Todos tuvimos grupos antes, pero lo más importante ahorita
es Moldes”, dice Marta. Katia añade que esta es la primera
experiencia grupal de los cuatro en la que el devenir de las
cosas, así como la compenetración y empatía musical, está
generando una mayor proyección y trabajo. “En realidad, tener
una banda así es como una historia de amor media enfermiza,
porque, a pesar de todo, te dan ganas de seguir”.
UNIÓN DE SOLEDADES
Al hablar de Moldes es imposible no
mencionar a toda esa camada de
bandas nuevas junto a la cual este
cuarteto surgió, formando una escena
que comparte escenarios pese a sus
diferencias estilísticas. Tampoco es
posible dejar de referirse a La Casa
del Auxilio.
El local en cuestión –una clínica
abandonada del penumbroso jirón
Chota– fue recuperado por Katia de
la Cruz y otros amigos y sirvió de refugio durante más de un año a grupos
roqueros de todo tipo, generando una
actividad artística constante, que ahora
ha debido descentralizarse debido
a la necesidad de reestructurar su
infraestructura. Pero para entonces,
además de los singulares Moldes, ya
se habían fogueado en su escenario
varias de las bandas jóvenes más
renovadoras de la escena local, como
Plug-Plug, Cocaína, Adictos al Bidet,
Vieja Skina y The Muertos.
A
FIDELID
AD
EL DISCO DEBUT DEL
CUARTETO LIMEÑO MOLDES
ES UN DESPLIEGUE
HETERODOXO DE ESTÉTICAS
Y SONIDOS PROVENIENTES
DE LAS FASES Y VERTIENTES
MÁS OSADAS DEL
ROCK, MANEJADAS CON
INTELIGENCIA Y UNA
CAPACIDAD DE SÍNTESIS
INUSUALES EN NUESTRA
ESCENA MUSICAL...
ALT
Lunes 25 de octubre de 2010 • 15
ESCRIBE: FIDEL
GUTIÉRREZ M.
Paso en falso
D
e simple a simplón hay un espacio mayor que el
que ocupan dos letras. En música, la simplicidad
no tiene por qué ser antónimo de lo artístico
ni tampoco una excusa para justificar la ausencia de
vuelo y pretensiones o para asestar golpes contra la
inteligencia, como lo hacen ciertas canciones incluidas
en el disco del que hoy nos ocupamos.
Invadidas por una simplonería lírica y musical innegable, las composiciones de Zinple redundan en
resaltar los esquemas más previsibles del pop rock,
los cuales conviven junto a baladas y toques latinos de
raigambre colombiana, a los que acoplan letras que, de
tan ramplonas que resultan, ni llegan a rozar lo que suele
calificarse despectivamente como sentimentalismo.
“Envidio al Sol que tiene al cielo; en cambio yo
estoy sin ti”, canta el vocalista Ricardo Quiroz en el tema
"Nostalgia". “¿Dónde estarás querido amor? Te extraño
tanto”, clama en la pieza que da título a esta producción.
No es exagerado decir que esos dos ejemplos ilustran
todo lo que ofrece la lírica de este debutante quinteto,
proveniente de Chota, Cajamarca. Mucha redundancia
y poca sutileza.
Pero si algo puede resaltarse en este trabajo sería
la calidad de sonido lograda, aparentemente orientada
hacia el formato de ciertas radios ‘latin pop’ de la FM. Las
guitarras a cargo de Deiner Díaz, por mostrar diversos
matices, destacan en medio de tanta insustancialidad y
convencionalismo. Otro punto destacable sería la fusión
entre reggae y pop latino de la canción "Recuerdos", que
rompe por unos instantes el clima anodino que impera
en todo el disco. Después de todo eso, poco de lo aquí
ofrecido puede subrayarse.
Queda pensar que Zinple ha preferido mostrar en
su primer CD el lado más amable y comercial de su
creatividad. Es mejor eso a quedarse finalmente con la
imagen de un grupo que, a pesar de identificarse con el
rock, no muestra ni un ápice de la originalidad, la audacia
o el afán de innovar propios de este género.
FICHA TÉCNICA:
ARTISTA: Zinple
CD: Mi universo
sin ti
PAÍS: Perú
SELLO:
Independiente
ELOTROYO
16 • VARIEDADES
WALTER LEONEL ALVA ALVA
“Sipán cambió mi
vida radicalmente”
El arqueólogo cajamarquino Walter Alva no pasará de moda jamás, porque descubrir
al Señor de Sipán no sólo le cambió la vida a él, sino a todos los peruanos. No se
imagina en otro oficio y la paciencia continúa siendo su sino.
ENTREVISTA: SUSANA MENDOZA SHEEN
ILUSTRACIÓN: TITO PIQUÉ ROMERO
¿Fue buen alumno en historia?
–El más preguntón.
¿Y en matemática?
–Muy malo, a pesar de que mi padre era matemático.
¿Se siente más peruano por seguir descubriendo
restos arqueológicos moches?
–Siento una satisfacción inmensa por saber que estamos
contribuyendo a conocer la historia de este país.
Nuestro país...
–Así es.
¿Se lo imaginó de niño?
–Desde muy pequeño me gustó la arqueología,
y este trabajo es parte de mi existencia.
¿Qué le gustó de la arqueología?
–Conocer el pasado, la historia...
¿Y a quién atormentaba con sus preguntas?
–Tuve la suerte de conocer a don Max Díaz,
arqueólogo y fundador del museo de la universidad
de Trujillo. Fue amigo de mi padre, y gracias a
él desperté a este mundo maravilloso.
¿Cree que la arqueología es apreciada?
–Antes la prensa no le daba mucha
importancia al patrimonio cultural, se
lo digo con mucha franqueza; aunque
suene poco modesto, el descubrimiento
del Señor de Sipán impactó mucho en la
vida nacional.
¿En qué sentido?
–Creo que fue un fenómeno parecido al de
Tutankamón. La tumba del Señor de Sipán trajo al
presente esplendor, misterio y la fascinación de conocer
más sobre nuestro pasado. Nos mostró que más que los
objetos, lo importante era el personaje, su condición
humana, su forma de vida.
¿Las personas se resisten por indagar en su pasado?
–Tal vez. Los peruanos perdimos autoestima a causa
del impacto de la conquista española, la destrucción de una
civilización magnífica y la imposición de otros valores. Eso
afectó sobre todo a las comunidades nativas; y a los mestizos
los alejó de su lado indígena.
¿Las culturas preíncas son poco valoradas en relación
con la inca?
–No, creo que eso está cambiando. Las investigaciones
en la huaca de la Luna, el complejo arqueológico El Brujo
y la tumba de la Dama de Cao, nos muestran el desarrollo
extraordinario de la cultura Mochica.
Antes de descubrir al Señor de Sipán, ¿tuvo ganas de
dedicarse a otra cosa?
–Nunca. No concibo mi vida fuera de la arqueología.
Es un hombre con mucha paciencia...
–Es una de las cualidades que debe tener un arqueólogo,
porque si no la posee, es mejor que se dedique a otra cosa.
¿Cuál es su otra virtud?
–Más que cualidad, me gusta compartir con
los jóvenes con los que trabajo la experiencia
que he adquirido, me interesa formar nuevas
generaciones.
¿Y su defecto?
–Uhmmm...un poco difícil decirlo...
¿Cuál es su máxima aspiración?
–Seguir trabajando y publicar lo que falta: veinte
años de investigaciones del Señor de Sipán y lo último
descubierto en Ventarrón. Tengo pendiente también un
trabajo sobre la arqueología de Lambayeque, pero
en lenguaje que lo entienda el gran público.
¿Sipán le ha dado energía positiva?
–La energía es la que mueve a los seres
humanos y al mundo. Sipán cambió mi vida radicalmente, ahora sólo me dedico a él, pero
también a otros proyectos. Sipán marcó un hito
para la arqueología peruana y para mí.
Usted pasará a la historia ¿Qué siente?
–Eso no me preocupa mucho. No pienso en la
fama y sigo siendo el mismo. Pero si hay algo de fama,
creo que debe ser útil para la ciencia, la arqueología
y para asumir nuevas responsabilidades.
¿Cuál es la mejor hora para excavar?
–Mientras haya luz. Siempre.
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