en la tierra de los dinosaurios

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Gustavo Santiago
EN LA TIERRA DE LOS
DINOSAURIOS
Ediciones NOVEDADES EDUCATIVAS
BuenosAires. México
Santiago, Gustavo
En la tierra de los dinosaurios - 1a ed. 2a reimp. - Buenos Aires:
Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico, 2012.
96 p. ; 26x17 cm.
ISBN 978-987-538-073-8
1. Material Auxiliar para la Ensenanza.
CDD 371.33
1.Titulo
Colección:
Serie:
Fi losofía y Escuela
Textos de Filosofía para Niños
Diseño y diagramación:
Corrección de estilo:
Patricia Leguizamón
Susana Pardo
Ilustración de tapa: Gabriel Freidkes
@
Ediciones Novedades Educativas
del Centro de Publicaciones Educativas y Matenal Didáctico S.R.L.
Av. Corrientes 4345 - (C1195AAC) Buenos Aires - Argentina
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11.723 y 25.446.
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Presentaaión
Desde hace más de una década circulan en nuestro medio novelas y
textos teóricos del Programa de Filosofla para NUlos creado por Matthew
Lipman. Diversas traducciones, y adaptaciones, permitieron conocer a
un público amplio ese programa de educación que se atreve a sostener
que los chicos pueden filosofar desde edades muy tempranas.
En el año 2001 fueron publicadas por Novedades Educativas tres de las
novelas de Lipman: El descubrimiento de Ari St6te/es, sugerida para chi.
cos de 11 a 13 años; Pixi, para chicos de 9 y 10 años; y Kío y Agus, para
chicos de 7 a 9 años. Por entonces, un grupo de profesores nos aboca.
mas a la tarea de intentar adaptar el material que Lipman y sus colaba.
radares hablan creado para chicos menores de siete años, por un lado,
y, por otro, mayores de 13 años. La idea era completar todo el trayecto
escolar con los textos de Lipman. Varias cuestiones .fundamentalmente
algunas referidas a la diversidad de contexto entre la Norteamérica de
Lipman y nuestra realidad latinoamericana. hicieron que concibiéramos
la posibilidad de crear textos propios que, ateniéndose a las pautas ge.
nerales planteadas por el creador de Filosofía para Niños, pudieran re.
flejar con mayor justeza la realidad de nuestros chicos. Así fue cómo en
2002 vio la luz Filomeno y Sofía, novela sugerida para trabajar con niños
de 5 a 7 años.
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~
~
~
Las numerosas manifestaciones positivas de los docentes, padres y
pequeños lectores acerca de Filomeno y Sofía alentaron la gestación de
nuevos materiales. Hoy, en 2003, dos nuevos textos se presentan: El
libro de las tortugas, para chicos de 4 y 5 años, y En la Tierra de los
Dinosaurios, sugerido para chicos de 12 a 14.
En la Tierra de los Dinosaurios narra la historia de un grupo de chicos
que decide participar en un concurso cuyo premio es un viaje a un yacio
4
Gustavo Santiago
miento de fósiles de dinosaurios en la Patagonia Argentina. En ese cami.
no hacia la Tierra de los Dinosaurios se ven envueltos en situaciones que
les permiten realizar un aprendizaje acerca de la vida. la amistad. el
azar. el tiempo y la libertad. En el primer capítulo la narradora sostiene:
"Este es el relato de un año muy intenso en el que nos pasaron cosas
muy importantes. Cosas que tienen que ver con los dinosaurios. Pero
fundamentalmente con nosotros. los seres humanos".
Como sucede con los demás textos del Programa de Filosofía con Ni.
ños, esta novela pretende estimular desde la ficción literaria la reflexión
filosófica sobre aspectos de la vida cotidiana. Por ello los protagonistas
son chicos "normales" (sin superpoderes, sin etiquetas preestablecidas
-el "buenito". el "travieso". etc.), de la misma edad que sus lectores.
que viven experiencias que provocan la reflexión.
No se trata de que los chicos aprendan historia de la filosofía sino de
que puedan poner en juego .a partir de un estímulo literario y atendien.
do a su edad y contexto específico. aquello que los filósofos vienen tra.
bajando desde hace casi tres milenios: el pensamiento crítico. creativo y
sensible en el nivel ético.
Gustavo Santiago
Buenos Aires. otoño 2003
Gustavo Santiago (Buenos Aires. 1967) es profesor de Filosofía (UBA).
Ha publicado Fi!osofía con los más pequeños (que obtuvo una Mención
Especial en el Premio XII! Jornadas Internacionales de Educación. de la
Fundación el Libro); Filomeno y Sofía (novela fi losófica para chicos de 5 a
7 años); El libro de las tortugas (novela filosófica para chicos de 4 a 5
años) y numerosos artículos en libros y medios periodísticos del país y
del exterior relacionados con la filosofía y la enseñanza.
Capítulo
1
Episodio 1
Veíamos caer el sol desde la ventana; la monotonía del paisaje invitaba a
dialogar. Por eso, aunque realmente estábamos cansadas, llevábamos más
de dos horas conversando.
-iCómo
crecieron este año! -me dijo Camila-.
Es una lástima no haber
registrado todo esto, no tenerlo anotado.
-Bueno
-le contesté--, yo tengo un cuaderno en el que escribo algunas
cosas ...
-¿En serio? ¿Y no te animás a hacer un libro con lo que vivimos este afio?
Nunca había pensado en escribir un libro. Mi cuaderno es otra cosa. No
está escrito para ser leído por otras personas; lo escribo para pensar. no
para contar. Escribir me permite ordenarme a mí misma, darle algún senti.
do a las cosas que me pasan. Mientras escribo voy descubriendo
quién soy.
Sin embargo, t¡¡nto insistió Camila que me convenció para hacer el intento.
tste
es el relato de un año muy intenso en el que nos pasaron cosas muy
importantes. Cosas que tienen que ver con los dinosaurios.
talmente con nosotros, los seres humanos.
Pero fundamen.
Todo comenzó cuando Agustín dijo, desde su banco:
-Seña, ayer encontré esto en el diario. Se lo mostré a mi mamá y me dijo
que se lo trajera a usted.
La señorita tomó el papel y lo empezó a leer. Cuando lo terminó los ojos le
brillaban
de una manera rara. Los que estábamos cerca de ella la escucha.
Gustavo Santiago
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mos decir: "¿Por qué no?" Nos pidió a todos que hiciéramos
silencio y nos
contó de qué se trataba .
. Yo odio los concursos.
Me parece tonta la gente que se pasa todo el día
llamando por teléfono a la TV para ver si gana algo. O los que, como mi tía
Mariana, recortan pedazos de etiquetas o publicidades
correo a distintos
sorteos.
parecen tontas y aburridas.
y los mandan por
No sé muy bien por qué, pero esas cosas me
Por eso cuando la señorita nos dijo que se trata.
ba de un concurso, pensé: "itanto lío para eso!"
-Es sobre dinosaurios -dijo, y ahí volví a prestarle atención-o ¿Les interesa.
ría hacer un trabajo sobre dinosaurios?
-A mí no -dijo enseguida Ernesto.
En realidad, todos sabíamos que él iba a decir que no a cualquier cosa que
le propusieran;
porque siempre está en contra de todo. ¿Conocen ustedes a
alguien así? Lo malo no es que se opone, sino cómo lo hace. Ernesto no sabe
hablar sin ofender o agredir a los demás.
-Bueno, ¿y por qué no? -le preguntó la señorita, que a todos, pero especial.
mente a Ernesto, nos tiene una paciencia casi infinita.
-Porque es ridículo ponerse a pensar en animales que hace siglos ya no
existen más. ¿Por qué en vez de perder el tiempo con esas pavadas no ponen
más horas de computación,
así podemos traer jueguitos y aprender cosa:
útiles y divertidas?
-Yo creo que eso no tiene nada que ver -dijo Marina-. A mí también
gustaría tener más horas de computación,
me
¿a quién no?, pero también me
parece interesante saber más sobre los dinosaurios ..
Ahí se inició la discusión. En realidad, todos empezaron a gritar al mismo
tiempo;
a gritarle
a Ernesto. Al final me dio un poco de lástima porque,
aunque yo no estaba de acuerdo con él, tampoco
me parecía bien que lo
atacaran como lo hicieron. Eso me llevó a tratar de defenderlo y estaba peno
sando en eso cuando sonó el timbre del recreo y la discusión acabó como por
arte de magia.
Durante el recreo, todo el mundo continuaba
,
hablando acerca del con.
curso.
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-Hay algo que no me gusta -dijo Cristopher-.
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-¿Por qué? Si es en grupo es mucho más fácil-acotó
..s
z
•••
hacés una parte y otro hace otra.
Que el trabajo sea en grupo .
Germán-, porque vos
7
Capítulo 1
-No estoy tan seguro -insistió
Cristopher-.
¿No te diste cuenta de que
siempre que tenemos que hacer algo juntos terminamos
todos peleados?
Además, seguro que las chicas van a querer hacer todo ellas, porque ¡se
creen tan inteligentes!
-¿Y qué -intervino
inteligentes
Milagros-,
acaso vos creés que los varones son más
que nosotras? Justo vos, que sos más bruto que un arado.
-¿Qué está pasando acá? -dIjo la señorita un poco enojada.
-tsta
me dijo tarado -gritó Cristopher.
-Es mentira, señorita. Además éi'empezó. Cristopher dice que las mujeres
no sirven para nada. ¿Por qué no se lo decís a la señorita, que también es
mujer?
-Yo no dije nada de la señorita -se excusó Cristopher.
-Ah, encima de machista, cobarde -siguió Milagros.
-Al final, Cristopher tenía razón -reconoció
Germán-. Todavía no comenza.
mos con el trabajo y ya estamos peleados.
Episodio 2
Cuando regresamos del recreo, la señorita nos leyó el papel que había lleva.
do Agustín:
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BASES DEL CONCURSO
1. Podrán participar alumnos de todo el país, de escuelas públicas o
privadas.
2. El concurso constará de dos etap"s.
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a. Primera etapa: los alumnos tendrán que responder por escrito
un cuestionario que les será proporcionado en el momento de la
inscripción y enviarlo al Comité Organizador. De los trabajos recibidos, los diez mejores se seleccionarán para la segunda etapa.
b. Segunda etapa: los cursos seleccionados participarán de un Congreso Internacional de Paleontología a llevarse a cabo en nuestra
ciudad -al que asistirán importantes especialistas de todo el mundo-, y de excursiones guiadas por los yacimientos de fósiles de la
región.
rGustavo Santiago
8
•
3. Para participar del Congresp deberán preparar un trabajo colectivo original en el que se desarrolle un tema a elección entre cinco
propuestos. Se premiará con menciones de honor a los tres mejores tra bajos.
Nota: No se cobrará ningún tipo de arancel para participar del concurso, pero quienes pasen a la segunda etapa deberán costearse gastos de traslado y hotelerÍa.
Cuando la señorita terminó de leer, Ernesto dijo:
-Eso no es un concurso. En los concursos ganás si tenés suerte, en cambio
acá hay que estudiar un montón.
-Además -agregó Anabella-,
en los concursos hay premios buenos. Pero
en éste, en vez de premiarte te castigan, porque si ganás una parte todavía
tenés que trabajar más para la siguiente.
-A mí me parece mejor que no dependa de la suerte -dijo Mariano-.
Mi
hermano, por ejemplo, cuando tiene que hacer algo, cualquier cosa, jugar
un partido o dar un examen, y alguien le dice "que tengas suerte", se enoja,
porque dice que "suerte" se les desea a los inútiles, a los que sólo pueden
hacer algo bueno si la suerte los ayuda. Y yo creo que tiene razón, que 10
bueno es que le vaya bien porque estudió, o porque jugó bien, no porque
tuvo suerte.
-Pero aigo de suerte tenés que tener -le replicó Ernesto-. Un equipo puede
jugar muy bien, pero si la pelota no quiere entrar al arco, no entra.
La señorita nos miraba a todos con una sonrisa, como si se estuviera divir.
tiendo con lo que decíamos.
-Pero eso no es suerte -intervino
tamente-.
Lucía, que había estado escuchando aten.
Eso es que está escrito.
-¿Qué querés decir con eso, Lucía? -preguntó
,
la señorita.
_Y,que si está escrito que un equipo va a ganar, gana: y si está escrito que
va a perder, pierde. Es como en nuestro concurso: si está escrito que vamos
a ganar, vamos a ganar; y si está escrito que vamos a perder, por más que
oS
z
UJ
preparemos todo muy bien, algo va a pasar para que perdamos.
9
Capítulo 1
-¿Escrito? ¿Dónde?
-En el destino. Todo lo que nos pasa ya está escrito ahí, en el destino.
-¿Está escrito que vamos a ganar o que vamos a perder hagamos lo que
hagamos? -preguntó
sonriendo Ernesto.
-Ya te dije que sí, para mí es así.
-Buenísimo
-continuó
Ernesto--. Entonces no hagamos nada y listo. Si el
destino quiere que ganemos, vamos a ganar igual.
Episodio 3
El cuestionario
lo conseguimos en Internet. Cuando la señorita Camila lo vio,
puso cara de sorprendida.
Matías le preguntó si había algo malo.
-No, no es eso -respondió
con un tono pensativo--. Sólo que no esperaba
que fueran tantas preguntas. ¡Ni tan difíciles! -completó
con un hilo de voz,
hablando para ella misma.
-¿No las sabe, seña? -dijo Anabella, en tono de burla.
-La verdad es que no. Voy por la diecisiete y todavía no pude responder
ninguna.
-iQué bestial -murmuró
Anabella. Todos la escuchamos. Como se dio cuenta
de que hasta la señorita la había oído, intentó disimular diciendo en voz muy alta:
-'iQué bestia que soy, cómo pude olvidarme el marcador rojo en mi casa!
Anabella es así; le gusta provocar a los demás, pero después no tiene cora.
je para hacerse cargo de sus dichos. Especialmente
le gusta fastidiar a los
varones. A la señorita era la primera vez que le decía una cosa así.
Camila ievantó la vista y ia miró con pena.
-No sos ninguna bestia, Anabella. L~s bestias no se olvidan los marcado.
res, por la sencilla razón de que no ios usan. Pero tampoco son capaces de
reconocer su ignorancia. Si cometen un error les cuesta mucho darse cuenta
y, mucho más, corregirío.
Los seres humanos y, aunque te parezca mentira,
las maestras somos seres humanos -agregó sonriendo--, en la medida en
que reconocemos lo que no sabemos o nuestros errores podemos hacer algo
para mejorar.
Supongo que para sacar a Anabella de la situación en que se estaba me.
tiendo, Rosario preguntó:
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2
5>
Gustavo Santiago
10
-Seño, si las preguntas son tan difíciles, ¿cómo vamos a hacer para res.
ponderlas? ¿No sería mejor buscar otro concurso donde haya un sorteo o
algo así?
-A mí me parece mejor que sea difícil-intervino
cuando vieron las preguntas muchos decidieron
vamos a tener más posibilidades
Lucio-. Porque seguro que
no participar
y, entonces,
de ganar. Pero, además, porque, como dijo
hoy Mariano, si ganamos va a tener más valor; no va a ser cosa de suerte
..
-~
sino de esfuerzo.
Otra vez se hizo silencio. Yo creo que la mayoría estaba más de acuerdo
con Rosario que con Lucio y Mariano. ¿Por qué no buscar algo que fuera más
fácil? Lo importante
era ganar, ¿o no? Pero nadie se animó a decir nada, en
parte por no quedar mal con la señorita, en parte porque a Lucio todos le
tienen mucho respeto. El primero en hablar fue Agustín:
-Podríamos
dividirnos
en grupos y buscar las respuestas en la biblioteca
del colegio o en la que está enfrente de la plaza; o en Internet. Si encontra.
mos las respuestas participamos
y si no, no.
La propuesta fue bien recibida por la mayoría -Anabella,
rio estaban cuchicheando
Milagros y Rosa.
entre ellas, como hacen siempre, y creo que ni se
enteraron de lo que dijo Agustín-.
nían libros sobre dinosaurios,
En seguida hubo quienes dijeron que te.
o videos; algunos hablaron de un museo.
La discusión volvió a desatarse cuando se intentó formar los grupos. Nadie
se ponía de acuerdo. Chicas y varones no querían mezclarse; a algunos chi.
cos los querían en varios grupos, otros empezaban a quedarse solos.
La señorita pidió silencio y después dijo: "lo vamos a sortear".
Episodio 4
El resultado del sorteo fue catastrófico.
En todos los grupos había proble.
mas. Inclu'so hubo algunos que lagrimearon
de rabia.
Varios meses más tarde, cuando todo había terminado,
la señorita me
confesó que al ver el clima que se había generado después del sorteo no sólo
estuvo a punto de abandonar la idea del concurso, sino que había llegado a
pensar en renunciar. "¿Qué se puede hacer con estos mocosos malcriados?",
me dijo que había pensado. Afortunadamente
no hizo ninguna de las dos
cosas.
Era la última hora. Camila nos hizo sacar una hoja y empezó a dictarnos
cosas sin parar. Parecía una computadora
en cortocircuito.
Todos nos dimos
-1
11
Capítulo 1
cuenta de que estaba inventando lo que nos dictaba, que sólo lo hacía para
castigarnos
y para que llegara la hora de irnos.
Hay maestros así. Si les
lIevás la contra o te portás mal en vez de decírtelo se vengan: "de casuali.
dad" te toca el tema más difícil en una prueba; aunque tus respuestas sean
muy parecidas a las de otro chico, tenés dos puntos menos en la nota final;
todos pueden ir al baño en clase y cuando lo pedís vos resulta que no se
puede salir. Pero la señorita Camila no era de esa clase de maestros. O, por
,
lo menos, hasta ese día creíamos que era distinta.
Cinco minutos antes de que tocara el timbre dijo que necesitaba ir al baño
y que cuando viniera iba a hacer la lista con los que no quisieran participar.
Pensé que en cuanto saliera iba a reiniciarse el griterío, pero nadie habló.
Al regresar, la señorita tomó una hoja y una lapicera y dijo: "bueno, anoto".
El silencio se hizo más espeso. No se movía ni una silla.
Ernesto levantó la mano.
-Yo no vaya
participar
-dijo con una voz rara, como cuando uno tiene
sueño o está a punto de llorar.
Tocó el timbre y salimos atropellándonos,
como siempre. No estoy segura,
pero me parece que Ernesto seguía con la mano levantada cuando salí.
En cuanto comenzamos
a trabajar el clima cambió. Salvo Ernesto, que
andaba peleado con todo el mundo, los demás estábamos demasiado pre.
ocupados con las preguntas, que realmente eran muy difíciles.
Los que mejor la pasaron fueron los del grupo de Matías. El primer día,
cuando se reunieron en su casa, llevaron papas fritas y gaseosas y se pusieron a escuchar música y a charlar. Cuando llegó la mamá de Matías todos se
asustaron porque pensaron que los iba a retar. Pero dice Ailín que, en lugar
de enojarse, cuando le explicaron lo que tenían que hacer, les dijo que no se
preocuparan,
que ella se encargaba de todo. Yen seguida comenzó a sacar
libros, prendió la computadora
y se puso a buscar todo ella sola.
Los chicos siguieron comiendo y charlando
un rato; después les dio un
poco de vergüenza y fueron a ayudarla. En una tarde terminaron
todo, pero
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igual se reunieron toda la semana a mirar películas y a charlar. Parece que
ahí Matías y Ailín comenzaron a ser "muy amigos".
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Capitulo
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Episodio 1
Nosotros preferimos
trabajar en la Biblioteca Municipal.
En mi grupo esta.
ban Rodrigo, Mariano, Lucila y Marina.
Cuando estábamos entrando tuve un presentimiento:
Quise comentárselo
"algo va a pasar".
a Lucila, pero vi que estaba tentada de la risa haciéndo.
le señas a Marina. Mariano y Rodrigo -que muy bien que digamos
no se
lIevaban- también conversaban entre sí y se reían.
Me acerqué a la bibliotecaria
para pedirle que nos ayudara a buscar los
libros y escuché unas risotadas a mis espaldas. La bibliotécaria
se la agarró
conmigo y me dio un sermón como de cinco minutos. Lo último que dijo fue
que esa era una "casa de reflexión y lectura" y que si nos queríamos quedar
allí teníamos que comportarnos
"CO.MO.SI.SU.PIE.RAN.LO.QUE.ES.LA.E.DU.
CA.CIÓN".
Lo dijo con ironía, para molestarnos.
Para colmo, ni bien terminó de retar.
nos, desde una punta de la sala se escucharon aplausos. Nos dimos vuelta:
eran los del Roca, el colegio que queda a una cuadra del nuestro.
Yo todavía no los odiaba, yeso que en la escuela todos los odian. Ese día
me di cuenta de por qué.
No fuimos los únicos en tener problemas.
En el grupo de Rosario, Lucía,
Ana y Pancho la pasaron realmente mal.
Se habían juntado en la casa de Pancho. Los papás estaban trabajando y
volvían tarde. Pancho, como de costumbre,
no. tenía ganas de hacer nada
14
Gustavo Santiago
("yo puse la casa", había dicho) y, mientras las chicas buscaban las pregun.
tas en unos libros que habían conseguido, él empezó a hacerse el canchero.
Primero trajo un paquete de cigarrillos
(de la madre o del padre) y se puso
uno en la boca, como si estuviera fumando. Las chicas trataban de no darle
bolilla, pero él se ponía cada vez más pesado. Después apareció con una caja
de fósforos y empezó a prenderlos delante de elias y a hacer como que iba a
encender el cigarrillo,
pero no se animaba.
Las chicas no lograban concentrarse.
Rosario fue la primera que dijo que
se iba, pero las demás la convencieron de que se quedara porque el padre de
Lucía se había comprometido
a llevarlas a todas de vuelta a las seis, yeran
las cuatro de la tarde. ¿Cómo explicarían la ausencia de Rosario?
Estaban hablando de eso cuando se dieron cuenta de que Pancho había
desaparecido.
Hicieron silencio y escucharon un ruidito como de vidrios. Se
asomaron al living y lo vieron subido a una silla corrienó
unos vasos que
había en el aparador. De atrás de los vasos sacó una botella que tenía un
líquido dorado. "Es whisky .dijo Lucía .. Rosario tiene razón, mejor llamamos
a mi papá y nos vamos.»
•••
Tendríamos que habernos ido en ese momento, pero nos quedamos. Nos
sentamos en silencio, serios, con los libros que nos había sugerido la biblia.
tecaria.
Apenas con un susurro, le pedí a Marina que me alcanzara el cuaderno que
habíamos llevado con las preguntas copiadas; desde la otra punta de la mesa
alguien hizo: "ssshhhhhh".
Rodrigo dijo casi a los gritos: "Ahora te alcanzo el
cuaderno".
Cuando se asomó la bibliotecaria,
inadaptaditos,
uno del Roca nos señaló y dijo: "Los
qué va a ser". La señora le sonrió y, cuando giró hacia naso.
tras, nos miró con cara de amenaza. No hizo falta que dijera nada, sabíamos
que era la última advertencia.
Abrimos
los libros y comenzamos
a buscar. Eso, por lo menos, hicimos
Marina y yo. Rodrigo, Lucila y Mariano formaban un grupito aparte y murmu.
raban entre ellos. La verdad es que yo tampoco adelantaba con el trabajo;
miraba las hojas lustrosas con dinosaurios
por todos lados, pero leer, no
podía.
De pronto, siento algo en la frente. "Un bicho", pensé. Cuando me lo saqué
no entendí de qué se trataba;
parecía un papelito,
pero estaba mojado,
pegoteado. Entonces escuché unas risas apagadas y alguien que decía: "Flor
.1
Capítulo 2
de piojo". Los chicos de mi grupo me miraron como preguntándome
qué
pasaba, pero me hice la tonta.
"Zzzuup",
"zzzuup", escuché. Un papelito se le pegó en un cachete a Mari.
na, que soltó un grito; otro le dio apenas arriba del ojo a Lucila .
•••
Las chicas estaban decididas a irse, pero en el momento de pararse para
salir a buscar un teléfono público o para pedirle el teléfono a Pancho, Ana se
arrepintió y dijo que ella se quedaba.
-¿Estás loca? ¿No ves que puede pasar cualquier cosa?
-Yo no le puedo hacer eso a Pancho -contestó
Ana.
En ese momento entró Pancho con uno de los vasos que había en el mueble
en que lo habían visto trepado y con la botella.
-¿Qué pasa? ¿Nunca vieron una botella de whisky, pichonas? -dijo riéndose.
-Pancho, ¿te sentís bien? -fue lo único que atinó a decir Ana.
-Mejor que nunca -respondió
y comenzó a sacudir la botella para servirse.
Las chicas pensaron que iba a hacer lo mismo que con el cigarrillo. que iba
a andar con el vaso de acá para allá canchereando.
Sin embargo, cuando lo
llenó cerró los ojos y se lo tomó todo de un tirón, sin respirar .
•••
Episodio 2
No sé qué era lo que había arriba de la mesa. Puede que fuera una abrochadora
o un pisapapeles o un adorno. Lo que sé es que si el del Roca no se agacha.
ba, Rodrigo le partía la cabeza. El anaquel que estaba detrás del chico esta.
lió y nos bañó una lIuviecita de cristales. Mariano, que se había parado como
para ir a pelearlos se quedó estático.
Lucila, en cambio,
arrebató las lapiceras que usaban como cerbatanas
estiró la mano para recuperarlas,
se acercó y les
y, cuando uno del Roca
le dio un sopapo que lo sentó de nuevo en
la silla.
Para entonces, todo el personal de la biblioteca y los pocos lectores adul.
tos que había estaban rodeándonos a los gritos.
La bibliotecaria
incunables",
se agarraba
los pelos y gritaba:
"mis incunables,
dando pasitos como de danza arriba de los vidrios.
/
mis
-
I
L
__
.
_-------------------------_._--------
..
16
Gustavo Santiago
Yo me di la vuelta como para salir, pero el señor que siempre está en la
puerta y que se hace el policía .aunque con la edad que tiene no puede serlo
de verdad. gritó como en una película: "de aquí no se mueve nadie".
Los del Roca habían empezado a juntar sus cosas. Uno dijo: "¿Nosotros no
tenemos nada que ver, no es cierto, señora?" y miró a la bibliotecaria
tras avanzaba hacia la puerta. El viejo volvió a gritar:
mien.
"iDije nadie! iNadie
sale de acá hasta que se aclare todo!"
Se hizo un silencio total. O casi. Porque ahí me di cuenta de que edchico al
que Lucila le había dado el cachetazo lloraba desconsoladamente.
Pancho no podía parar de toser. Se apretaba la garganta con las dos ma.
nos y entre tos y tos decía: "me muero" o "me quema, me quema".
Rosario salió corriendo
a buscar agua, pero de los nervios se le cayó el
vaso y todo se cubrió de vidrios. En lugar de volver a buscar otro vaso, se
sentó en el sofá, se hizo un bollito y comenzó a lagrimear.
Cuando dejó de toser, Pancho se abrazó a Ana y también
llorar. Dice Lucía que después el hombro
se puso a
de Ana estaba todo mojado y
lleno de mocos. Lucía no sabía qué hacer. Pensó en llamar a su casa, pero
cuando pasó al living para buscar el teléfono
esparcidos
se encontró
con los vidrios
por el piso y con Rosario ovillada en el sillón. Se acel'có a ella,
le levantó la cara, se miraron
mudas por un instante
y se abrazaron
110'
rando a grito peiado.
Cuando salimos de la dirección de la biblioteca, volaban cachetazos, retos
y amenazas desde todos los rincones. Habíamos estado como dos horas
encerrados con la directora y el secretario de la biblioteca,
"declarando".
Afuera nos esperaba lo peor: nuestros padres.
Después de unos segundos (ahora que lo pienso, ¿por qué no aclararon las
cosas antes?), la directora le pidió al vigilante que nos cuidara un momentito
ya nuestros padres que pasaran a la habitación en la que habíamos estado
hasta entonces.
Mi mamá me contó que cuando los padres se calmaron un poco, la direc.
tora comenzó a leerles lo que habíamos firmado nosotros, los del Roca y la
bibliotecaria.
Capítulo 2
17
Tengo que reconocer que los del Roca .especialmente
uno de ellos, que
después supe que se llamaba Sebastián. se comportaron
dignamente. Con.
taran todo tal cual como había pasado, incluyendo la parte en que aplaudie.
ron el reto de la bibliotecaria.
Luego de la lectura, la directora dijo que había resuelto, tras consultar el
reglamento,
suspendernos
no podríamos
a todos por seis meses, tiempo durante el cual
ingresar a la biblioteca
sin la compañía de un adulto. Los
padres estuvieron de acuerdo.
Después agregó que había pensado que los padres de los dos grupos se
hicieran cargo por partes iguales de la reparación del cristal destruido. Acla.
ró que se trataba de un material especial .y muy caro. que tenía no sé qué
filtro para "los rayos lumínicos".
Parece que allí un padre de los del Roca
comenzó a protestar, pero después terminó firmando.
La directora concluyó diciendo que también se tomarían las medidas que
correspondieran
con la bibliotecaria.
Pancho se había puesto a gritar: "¡A mí nadie me quiere! iUstedes no me
quieren! iNadie me quiere!", y se quería parar pero no podía.
Ana le decía: "¡No es cierto, Pancho!, ite queremos un montón!", y trataba
de agarrarlo porque tenía miedo de que se cayera de la silla.
-iNo me taqués! ¡Hipócrita! -gritó y parece que le gustó la palabra porque
dicen que después siguió repitiéndola-.
¡Hipócritas!
¡Hipócritas!
En un segundo se paró y salió para el lado del living. "¡Los vidrios!
vaya para el living que está lleno de vidrios!",
iQue no
dijo Rosario.
Las tres forcejearon con él para que no pasara, pero Pancho revoleaba los
brazos con fuerza y seguía gritando:
"¡No me toquen! ¡Hipócritas!"
En un momento se descuidó y, justo cuando estaba entrando al living, Ana
lo apretó fuerte con los dos brazos. Rosario y Lucía se tiraron encima de
ellos y los abrazaron también. Pancho dejó de gritar. Se aflojó un poco y dijo:
"me muero", se inclinó y le salió un "Aaaaajjjjjj" mientras vomitaba sobre los
vidrios.
En ese momento el padre de Pancho abrió la puerta.
Gustavo Santiago
18
Episodio 3
En una semana todo estaba encaminado. No habíamos conseguido todas las
respuestas, pero teníamos bastante más que la mitad.
tíamos casi expertos en dinosaurios.
y, la verdad, nos sen.
Cuando a cada grupo le tocó exponer lo
que había reunido se notó que estábamos orgullosos por lo que habíamos
aprendido.
La señorita estaba feliz.
Esa semana Ernesto no fue a la escuela, pero creo que nadie se dio cuenta.
En parte porque todos estábamos metidos con los dinosaurios y, como Er.
nesto no estaba en ningún grupo, era como si no faltara.
Pero, además,
porque tampoco Pancho fue a la escuela, yeso sí se notó.
Si me escucha me mata, pero Pancho es algo así como la mascota del
curso, como el payaso. No en un mal sentido. Todos lo queremos y estamos
pendientes de los chistes que hace. Por eso nos golpeó tan fuertemente
que contaron
lo
las chicas (ahora me doy cuenta de que en ese grupo eran
cuatro, mientras que en todos los demás éramos cinco; o sea que ese era
también el grupo de Ernesto). Al principio no querían decir nada, pero cuan.
do vieron que faltaba dos días seguidos se asustaron,
porque Pancho no
falta nunca. No porque le guste la escuela, no creo. Las notas de Pancho
nunca son muy buenas. Lo que le gusta es estar con nosotros. Al menos eso
era lo que creíamos hasta que nos enteramos de lo que había pasado con las
chicas.
Cuando lo supo, la directora
llamó a su casa y le informaron
que había
salido de viaje con los padres. Sólo eso.
En esos días pasó otra cosa horrenda.
Creo que fue el miércoles o el jueves. Eran las ocho menos diez cuando
llegué a la formación
señorita
del patio, como todos los días, y Ailín me dijo que la
le había pedido que me avisara que tenía que ir a la secretaría.
Cuando vi que estaba puesto el micrófono pensé que, como ya había pasado
otras veces. tendría que leer algo en voz alta. A mí me encanta leer para los
demás. Algunas veces pienso que voy a dedicarme a la locución, cuando sea
más grande: voy a leer las noticias por radio, para que me escuche todo el
país. O quizá estudie periodismo,
o teatro. Bueno, la verdad es que no sé
muy bien qué quiero ser cuando sea mayor. A veces no sé qué quiero ser ni
."w
siquiera hoy mismo .
En la secretaría me encontré con Rodrigo, Mariano y Lucila. Quedé como
transparente,
sin pensamientos
ni sentimientos.
Lo único que tenía era frío.
Capítulo 2
19
En seguida llegó Marina y nos quedamos
ahí, esperando,
los cinco, en
silencio. Bah, supongo que los demás estaban en silencio aunque si hubie.
ran hablado no me habría enterado.
Desde el patio nos llegó la voz de la directora que salía por los parlantes.
No entendíamos bien qué decía. Yo alcancé a distinguir
las palabras "honor"
y "ejemplo".
La señorita nos vino a buscar y nos indicó que nos paráramos aliado de ia
directora,
en frente de todo el colegio. Pensé que me iba a largar a llorar,
pero no. Ni siquiera sentía vergüenza. Tenía bronca, mucha bronca. Algo
muy cercano alodio.
Miré a los otros condenados, estaban igual que yo: duros, con la mirada
clavada en las baldosas.
No sé qué dijo la directora,
no la escuché. Algunas veces me pasa que el
volumen de mis pensamientos tapa todo ruido que venga de afuera y sólo me
escucho a mí misma.
De lo que sí estaba segura era de que no nos merecíamos semejante humillación.
• ••
Yo había pensado que todo iba a cambiar
después de esa escena en el
patio. Y no me equivoqué. O sí. Porque todo cambió, es cierto, pero no del
modo en que yo .y sospecho que también la directora. había pensado. De un
momento para el otro nos convertimos
del discurso de la directora
en los héroes del colegio. Después
todos, hasta los más chiquitos,
hablaban de
nosotros. En el recreo se nos venían encima para que les contáramos
deta.
lIes de "la batalla de la biblioteca". Nos preguntaban si era verdad que Rodrigo
había fracturado a uno o que Lucila le había arrancado la muela de un sopapo
a otro.
No fue necesario que nos pusiéramos de acuerdo. Fue como si lo hubiéra.
mos decidido juntos y al mismo tiempo cada cual por sí mismo: no habla.
mos. Como dirían en la tele, "no hicimos declaraciones".
Lo raro es que eso
agigantó nuestra imagen. En pocos días éramos casi superhéroes .
•••
Guslavo Santiago
20
Episodio 4
La señorita nos había pedido que nos sentáramos en círculo; siempre lo hace
cuando quiere que conversemos sobre algo importante.
Lo que nos preguntó
fue muy sencillo. Por lo menos era sencillo de preguntar, pero contestarlo no
fue nada fácil. "Piensen -comenzó.
en todo lo que han investigado hasta
ahora sobre los dinosaurios y digan qué fue lo que más les interesó."
El primero en contestar fue Matías:
-Yo no puedo entender cómo fue que desaparecieron -dijo; y como vio que
en un instante habla más de diez manos levantadas para explicarle, agregó:
Sí, ya sé lo que me van a decir. Me van a hablar del meteorito gigante o de los
volcanes. Ahora yo también
sé cómo se murieron.
Pero, sin embargo, no
puedo entenderlo ...
-Creo que sé lo que Matlas quiere decir-dijo
Milagros-. Yo puedo entender
por qué se muere un gato o un perro; pero no podría imaginarme
que de
repente no existiera más en el mundo ningún gato o ningún perro.
-iEso es! -gritó
eufórico, Matlas-.
cuenta de que eran muchísimos
Después de todo lo que leímos me doy
los dinosaurios
y que había un montón de
variedades diferentes. ¿Cómo puede ser que no existan más?
-En uno de los libros que nos tocó a nosotros -intervino
,que la desaparición
Mariano-, decía
de los dinosaurios sólo sería comparabie con un mundo
futuro en el que desaparecieran
los seres humanos.
Lucio tenía la mano levantada. Cuando la señorita le hizo señas de que
hablara, dijo:
-No sé por qué tanta historia con esos bichos. Se murieron y punto. ¿Qué
importa que se hayan muerto todos juntos? La muerte es algo de cada uno,
no de todos.
-[~o te entiendo bien -dijo la señorita.
-Claro. Es como en una guerra o en un gran accidente. La gente dice: "Mil
muertos, iqué barbaridad!"
Pero, ¿qué importancia
tiene cuántos murieron?
Lo que importa es la muerte de cada uno, no cuánto suman las muertes. Las
muertes
no se pueden sumar; siempre el que se muere es uno. Con los
dinosaurios
es lo mismo.
-Yo entiendo lo que dice Lucio -intervino
Rosario-, pero no estoy de acuer.
do. No es lo mismo que se mueran diez personas que mil.
-Señorita -interrumpió
Agustín-. ¿Cuánta gente muere por día? No en gue.
rras; o, también. Digo, ¿muere mucha gente o nacen más de los que mueren?
-La primera pregunta no la sé -respondió
la señorita mirando de reojo a
Capítulo 2
Anabella-.
21
No sé cuánta gente muere; si quieren lo buscamos para mañana.
Ahora, sobre la segunda, seguro que nacen más que los que mueren porque
la población mundial siempre está en aumento.
-¿Yeso
qué tiene que ver con lo que estábamos diciendo? -le preguntó
Rosario a Agustín, un poco enojada porque la había interrumpido-o
-No sé, se me ocurrió -respondió
pensativo Agustín.
Ana levantó la mano.
-A mí lo que más me impresiona es que hayan vivido cerca de ciento cin.
cuenta millones de años y que no sepamos prácticamente
antes de estudiarlos
nada de ellos. Yo
pensaba que se sabía mucho más, pero ahora me ente.
ré de que lo que se conoce realmente es muy poco.
-Es verdad -dije-o Si uno compara dos dibujos sobre el mismo dinosaurio,
por ejemplo, el Saftasaurus, de dos libros distintos, ve que no se parecen en
nada. Claro, si lo dibujan "completo",
con todo el cuerpo, y lo que se conoce
son sólo los huesos y, en algunos casos, como el Notoceratops, lo único que
se encontró es un pedazo de mandíbula.
-Yo creo que despiertan tanto interés justo por eso -dijo Cristopher.- Siem.
pre lo que tiene un costado secreto o misterioso entusiasma más que aqueo
110que puede conocerse perfectamente.
Si a mí me preguntás qué pájaros
son los que cantan ahora en el patio, no lo sé, pero si me ponés dos dibujos
de dinosaurios
y me pedís que te diga cómo se llaman, seguro que no me
equivoco. Aunque como decía ella -me señaló--, quizá no hayan sido de ver.
dad como los muestra el dibujo.
-¿Usted cree, seña, que a veces nos interesa más lo que está lejos o en el
pasado que lo que tenemos al alcance de la mano? -preguntó
Rosario.
-Pienso que sí. A veces veo en la televisión gente preocupada por el hamo
bre en otros países, mientras
ayuda.
no hacen nada por los que aquí necesitan
-También en el amor pasa algo parecido -dijo Ailín, mirando sospechosa.
mente a Matías-. A veces uno tiene cerca a alguien que lo quiere, pero no lo
valora y se la pasa mirando lejos, a gente que no le da ni la hora.
La señorita se rió.
- Tenés razón, Ailín. Parece que siempre es así.
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Episodio 1
La señorita repartió las preguntas que quedaban a todos los grupos. Na.
die protestó, ni siquiera los que habían contestado todas las que les ha.
bían tocado la primera vez. Tanto era el entusiasmo que teníamos en ese
momento, y las ganas de trabajar.
Eso fue en la segunda semana, la semana en la que volvió Ernesto
(Pancho no apareció; se decía que los padres estaban buscándole otro
colegio). Recién cuando volvió nos dimos cuenta de que había faltado
toda la semana. Ernesto dijo que había estado enfermo, pero no le creí.
mos o le dimos poca importancia por lo mal que nos trataba. En las
horas de matemática o de lengua casi no hablaba con nosotros; en la
parte de sociales, cuando nos ocupábamos de los dinosaurios, no paraba
de burlarse.
La señorita le había permitido traer unos jueguitos electrónicos y se
pasaba toda la hora con eso o armando rompecabezas o leyendo historie.
taso A nosotros no nos importaba: lo de los dinosaurios era mucho más
interesante. En los recreos pasaba y decía: "Ahí andan los paleontólogos"
o "qué hacés, pterodáctilo" y largaba una risita irónica. Si alguien le pe.
día que le convidara una galletita contestaba cosas como: "pedile al
Velocirraptor" .
Eso pasó el primer día; hasta el segundo. Después nadie le prestó más
atención y se lo empezó a ver siempre solo, hablando solo, riéndose solo .
.Yo me cambié al grupo de Ana, Lucía y Rosario. En realidad, fue la seño.
rita la que me pasó, porque habían quedado sólo tres con la ausencia de
Pancho. Nuestras preguntas eran: J) ¿cuáles son las principales diferen.
cias entre los dinosaurios ornitisquios y los saurisquios?; 2) ¿cuál es la
"
----._~-
-
i
Gustavo 5.mtiago
24
característica
sobresaliente
la actual Argentina
del Amargasaurus?;
y 3) ¡en qué localidad
de
fue hallado el Argentinosaurus?
•••
Lucía tuvo una idea brillante y Ana otra. No está mal, ¡no? De cuatro que
éramos, dos ideas brillantes ...
La de Ana fue que nos quedáramos
el miércoles a dormir en su casa, que
tenía Internet, para aprovechar toda la tarde y terminar
con las preguntas.
La de Lucía fue "la idea del mail".
Habíamos encontrado
que no nos aportaban
una página de Internet con artículos muy básicos,
nada. Cuando la íbamos a borrar, Lucía dijo: "Espe.
ren, hay direcciones de mail". Y, sí, había como veinte direcciones de espe.
cialistas en dinosaurios.
él decía que estábamos
contestar
Lucía eligió tres y les mandó el mismo mensaje. En
preparando
un trabajo para el que teníamos que
unas preguntas (en el mail las detallaba) y que les solicitábamos
su colaboración.
En letras mayúsculas y subrayado decía:
"NO QUEREMOS QUE NOS ENVíEN LAS RESPUESTAS (QUEREMOS EN.
CONTRARLAS POR NOSffiRAS
MISMAS)
10 QUE LES PEDIMOS ES QUE
NOS SUGIERAN DÓNDE BUSCARLAS"
Nos pareció una idea genial. Después de mandar los mails miramos un
poco otras páginas y encontramos
más direcciones.
Enviamos el mismo
mensaje a algunas de ellas, apagamos la compu y nos preparamos la me.
rienda.
En realidad, como dijo Rosario, era un "pic.nic de trabajo". Cuando lo dijo
nos causó tanta gracia que no podíamos parar de reírnos. Hay veces en que
pasa eso. Un chiste buenísimo no te causa gracia, pero una pavada te tienta
y no podés parar, ¿no?
Pusimos el mantel a cuadritos sobre la alfombra, en el medio de la habita.
ción de Ana, y ahí cargamos platitos con papas fritas y palitos y, en una
bandeja, los sandwiches que preparaban Rosario y Lucía.
IS
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Después de reírnos de un montón de tonterías comenzamos a hablar más
~
en serio. No sé quién empezó, pero de repente me di cuenta de que estába.
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mós hablando de eso: de los chicos.
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Capítulo 3
25
Episodio 2
En ese mismo momento, sin que lo supiéramos, había una reunión en ia que
se hablaba de nosotros, de todo el curso, y se tomaban decisiones importan.
tes sobre nuestras vidas.
¿Por qué será que a los adultos les gusta decidir cosas a espaldas de los
chicos? ¿No se dan cuenta de que no somos ningunos tarados? ¿O sí se dan
cuenta, y por eso prefieren no consultarnos?
El hecho es que en la dirección
de la escuela estaban reunidos los padres de Pancho con la directora, la vice
y la señorita. ¿De noche?, ¿en la escuela? Sí. Como si se tratara de una re.
unión secreta.
Pancho, según sus padres, estaba "en tratamiento"
y el psicólogo había
sugerido un cambio de colegio. La directora dijo que no estaba segura de
que eso fuera lo mejor, pero que el colegio no tenía ninguna objeción. La
señorita cree .porque fue ella la que después me contó lo que habían habla.
do. que la directora se asustó y que tuvo miedo de que Pancho no se cambia.
ra y que después le pasara algo. ¿Qué le podía pasar?, no sé. La señorita cree
eso porque cuando ella sostuvo que le parecía mal que lo cambiaran, que en
el grado todos lo querían y que lo iban a ayudar, ia directora la perforó con la
mirada y dijo, seca: "Los padres de Francisco ya tomaron una decisión y hay
que respetarla".
Yo pienso que lo que dice Camila es cierto, porque la directora no es mala,
pero ... Siempre quiere quedar bien con todos y tener la menor cantidad po.
sible de problemas.
Además, le encanta tener la última palabra. Claro, por
algo es la directora. Quizá ella quisiera decir o hacer otra cosa pero no pue.
de. No debe ser nada fácil ser directora. Debe ser como ser padre, pero peor
porque no puede castigarnos
ni pegarnos. No digo una terrible paliza .como
mi mamá me cuenta que le pegaba mi abuela .. No, no digo una paliza así,
pero un sopapito, o un castigo en serio, como no mirar tele o no poder salir.
Nada de eso. Lo único que puede hacer la pobre .bueno, tampoco tan pobre.
es gritar y amenazar o mandar esas notitas que no sirven para nada porque
los padres de los chicos que hacen más lío ni miran el cuaderno o no le dan
importancia. En fin ...
•••
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2
¡;:l.
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"$:
Lucía dijo que ella ni loca se pensaba casar. Quería vivir sola, en un deparo
tamento en el centro, con un gato y muchas plantas.
-¿Sola, sola? -preguntó
Ana, con voz risueña.
"'-
m
Gustavo Santiago
26
Todas nos reímos, porque Lucía hizo un gesto con la mano como diciendo
"más o menos" y se puso colorada. Para completarla,
Rosario agregó: "dijo
que quería vivir sola, no hacerse monja".
Ahí explotamos,
pués de atragantar
lloramos,
hasta salieron volando unas papas fritas des.
a alguien. A mí lo de la monja me causó gracia no por la
monja en sí (yo misma había pensado hacía un tiempo en ser religiosa), sino
porque no me podía imaginar a Lucía con hábito y sin chicos cerca.
Las demás no teníamos tan claro nuestro futuro. Salvo Ana, que se quería
casar y tener tres hijos.
-¿Y con quién te querés casar?, si se puede saber-preguntó
la piel de la cara se le transformó
instantáneamente,
Rosario. A Ana
como si fuera un cama.
león; pero al revés, porque el cambio de color en lugar de protegerla la dela.
taba.
-Vos estás enamorada ~ije
-Uy uy uy -exclamó
yo como si hubiera descubierto
Lucía, agitando
América.
una mano-o Está metida hasta la
coronita.
-Yo sé de quien ... Pero no lo voy a decir, si Ana no quiere -completó
Rosario.
Ana nunca había. salido con nadie. 0, por lo menos, yo no me había enterado. Parecía que lo único que le interesaba era estudiar. No era fea. Incluso
era más linda que otras chicas más "exitosas", como Milagros o Lucía, que
hasta habían salido con chicos más grandes. Pero a ella los varones no la
miraban, ni ella a los chicos. Por eso nos sorprendimos
tanto con la noticia:
iAna estaba enamorada!
•••
-¿Miramos
los mails? ~ijo
Ana y nos dimos cuenta de que no quería ha.
blar de su amor. Decidimos respetar su decisión (momentáneamente;
tenía.
mas toda la noche para que confesara).
Lucía pegó un grito frente a la pantalla:
-iNo lo puedo creer!
-¿Qué pasó? ¿Un virus? -gritó Ana parándose y volteando la botella de ga.
seosa que, por suerte, ya tenía poco contenido.
-iVengan!
-Pero, ¿qué hay?
Capítulo 3
27
-Un montón ... un montón de mensajes.
Era verdad. Todos los mails estaban respondidos y algunos más de una
vez. Varios investigadores
tecas encontrarlos;
biblioteca
nos sugerían libros y nos indicaban en qué biblia.
ihasta nos decían con quién teníamos que hablar en ia
para que nos orientara!
Otros nos mandaban, directamente,
artí.
culos por Internet. Teníamos tanto, que no sabíamos por dónde empezar.
Comenzamos
por leer los textos que nos habían enviado. No eran muy
fáciles, pero se entendían. En un poco más de una hora teníamos contesta.
das todas nuestras preguntas. iEstábamos felices!
Entonces tuve una idea. No sé si era brillante .por el lío que se armó des.
pués pienso que no., pero era mi idea.
-¿Y si contestamos
todas? -sugerí entusiasmada.
-¿Todas? ¿Tevolviste loca?, son como veinte -me contestó Rosario.
-¿Por qué no? Mucho no nos va a llevar. ¿Se imaginan la cara de los demás,
mañana? -dijo Ana.
No sé si lo dijo porque realmente le había parecido una buena idea o por.
que creía que así se iba a salvar de tener que hablar de su amor. Pero en
seguida las demás se contagiaron
y comenzamos
a imprimir,
a submyar, a
leer en la pantalla como si fuéramos un equipo de la NASA antes de lanzar un
transbordador.
A eso de las nueve la mamá de Ana golpeó la puerta y preguntó si necesitá.
bamos algo. Cuando abrió pareció asombrarse
menos por la mancha en la
alfombra .que la vio, la vio- que por lo concentradas
prometió unas empanadas, nos felicitó y se fue .
que nos encontró. Nos
•••
Episodio 3
La señorita iba caminando
sola, pensando. El silencio y la oscuridad de la
noche le daban la sensación de un cine un segundo antes de que empiece la
proyección. Avanzaba despacito, esperando que sus ideas se aclararan, angustiada. Dice que iba pensando en lo difícil que es estar seguro de qué es lo
mejor para otro. "Uno siempre sabe cómo puede hacerle mal a alguien; hay
mil maneras. Pero cómo hacer el bien ... Es curioso -pensó- siempre creí que
el camino del bien era más claro que el del mal. Ahora comienzo a ver que el
bien, aunque es mejor, es siempre más incierto".
m
z
l>
Gustavo Santiago
28
Se sobresaltó
al escuchar
risas detrás de ella. Se dio vuelta y vio que
media cuadra más atrás venía un grupo de muchachos,
asustó.
tres o cuatro. Se
.
Nunca le había preocupado
caminar de noche por allí. Conocía bien el
barrio, y todo el mundo sabía quién era ella. Pero, a lo lejos y en la penum.
bra, los muchachos que ahora ya no se reían y parecían apurarse, le resulta.
ron peligrosos.
Aceleró el paso y ellos también aceleraron; cruzó de vereda y ellos cruza.
ron también. y volvieron a soltar una risotada.
Pensó en gritar pero, ¿tenía realmente motivos? Quiso correr, no se animó.
"Si corro se van a dar cuenta de que tengo miedo, y va a ser peor" -se dijo.
Faltaban tres cuadras para su casa, era imposible
que llegara sin que la
alcanzaran.
¿Y si fuera un sueño? Muchas veces, desde que era niña, le había pasado
soñar con persecuciones que acababan cuando estaban a punto de atrapar.
la. Justo ahí se despertaba.
La voz que escuchó a no más de dos pasos de distancia,
la convenció de
que no se trataba de una pesadilla.
-No vaya a gritar, ¿eh?
Se quedó congelada.
Hay situaciones que, por terribles o hermosas, no se van más de la memo.
ria. Eso dicen. Esa noche sentí que era verdad; que todo lo que pasara iba a
estar siempre ahí, dentro de mí.
No era, simplemente,
más inteligente,
que estuviera contenta.
Me sentía, cómo decirlo,
más sensible, más adulta. iEso!, como si hubiera crecido,
madurado, de pronto. O como si en ese instante hubiera tomado conciencia
de cuánto había crecido.
Hacía un buen rato que la computadora
la del techo, la habíamos reemplazado
bajo, pero escuchábamos
estaba apagada. A la luz grande,
por la del velador. Hablábamos muy
perfectamente.
Toda nuestra atención estaba ahí,
en las palabras que cada una dejaba salir desde un lugar secreto, íntimo.
Lucía contó que no era cierto que había salido con tantos chicos como se
decía. En serio, había salido con tres. Cuando los nombró, nos llamo la aten.
ción que no mencionara a Martín Rivas, que era dos años mayor que noso.
Capítulo 3
29
tras. Todos en el colegio sabían que habían salido. Cuando le preguntamos
dijo que no, que eso había sido otra cosa. Habían bailado juntos, sí; y algo
más había pasado. Pero "salir, salir, no. Igual -agregó., no me vuelvo a meter
con uno más grande. Se quieren hacer los hombres, pero son unos tarados".
Creo que ninguna de las demás entendió qué quiso decir con eso, pero se
notaba que no tenía ganas de contar nada más.
Rosario dijo que no estaba segura de haberse enamorado alguna vez. Con.
tó que en el jardín decía que era la novia de Mariano y que una vez, debajo
del tobogán, se dieron un beso. Todas nos reímos, pero ella dijo que cada
tanto se acordaba del beso y que le producía un cosquilleo
que le hacía
pensar que no había sido solamente cosa de chicos.
Yo sabía que algo iba a tener que contar, pero no se me ocurría qué. Cuan.
do todas- me miraron me escuché diciendo cosas que ni yo misma sabía. Las
palabras iban saliendo y mi asombro crecía al mismo tiempo que el de mis
amigas.
Dije que me gustaba ... iLucio!, que me parecía muy inteligente y que esta.
ba segura de que detrás de esa apariencia seria y huraña sería un chico muy
sensible. Lucía dijo, como para sí misma:
-iQué buena pareja que harían!
Le tocaba el turno a Ana.
Giró lentamente, para hacerle frente a las risotadas y a la voz que insistía:
-No vaya a gritar, que vamos todos presos, ¿eh?
El que había hablado se inclinó hacia ella, como si fuera a darle un beso en
la mejilla. Camila retrocedió un paso y abrió la mano para tirarle un cachetazo.
-Eh, ¿qué pasa, seño? ¿Ya no reconoce a sus alumnos? -dijo uno de los
otros muchachos.
Le costó un segundo más darse cuenta de que se trataba de tres ex alum.
nos de hacía algunos años; quizá cuatro o cinco. Chicos que ahora tendrían
dieciséis o diecisiete años. El que intentó saludarla era Gastón, que había
sido uno de sus preferidos.
La señorita me contó después que, en ese momento, no sabe bien si por el
susto, por la vergüenza o por los nervios que le había provocado la reunión
con los padres de Pancho, se aflojó de repente y rompió a llorar.
Gustavo Santiago
30
Los chicos la acompañaron
hasta su casa, mientras ella les decía una y mil
veces que no había sido por ellos, que venía pensando en otra cosa y por eso
se sobresaltó.
Además, le daba mucha bronca haberse asustado un poco,
porque estaba acostumbrada
a vivir sin miedo, a caminar sola de noche sin
temor ..
-No quiero vivir como si estuviera en libertad condicional -les dijo-, corno
si fuera obligatorio
que permanezca
encerrada en mi casa detrás de unas
rejas en cuanto se hace de noche. Por eso me molesta tanto haberme asuso
tado.
Los chicos le dijeron que la entendían, que todo el mundo andaba con
miedo por las cosas que pasaban en la tele. Pero que también
razón, las cosas no eran en realidad tan terribles
ella tenía
como las mostraban
los
noticieros.
Cuando se calmó se despidieron
prometiéndole
hacer un encuentro con
todos los chicos de ese grado para recordar cosas y ver en qué andaban
después de tanto tiempo.
Camila entró en su casa con mejor ánimo que al salir de la escuela. Se tiró
en la cama a repasar algunas cosas de la reunión. Quería definir mejor su
posición en cuanto a si Pancho debía o no irse de la escuela. Inmediatamen.
te se quedó dormida.
• ••
Episodio 4
-Pancho -dijo Lucía, con seguridad.
-¿Tanto se me nota? -preguntó
avergonzada Ana.
-No, no es que se te note; es algo que pensé yo. Todavía tengo en mi cabe.
za la imagen de Pancho completamente
borracho y vos apretándolo con ios
brazos. Cuando los vi pensé: "Claro, Ana tiene miedo de que entre al living y
se caiga sobre los vidrios". Pero después, inmediatamente,
me dije: "Ana se
está dando cuenta de cuánto lo quiere".
Ana la miraba impresionada.
Le dijo:
-Sos bruja.
Después contó que realmente nunca había considerado
a Pancho como
algo especial. Ni siquiera eran amigos, tan solo compañeros.
Pero en ese
momento, cuando lo tuvo entre los brazos, la envolvió una especie de deses.
31
Capítulo 3
peración por lo que pudiera pasar un segundo después. De pronto sintió
ganas de no soltarlo, de quedarse así para siempre, como si al soltarlo se
pudieran desatar peligros para él y sufrimientos
para ella.
-¿Es eso estar enamorada? -nos preguntó.
-De remate -le contestó Rosario.
t:ramos más que heroínas. t:ramos diosas, estrellas, ídolas. No sólo por.
que habíamos encontrado algunas respuestas que nadie había conseguido,
sino por la ocurrencia de los mails.
-Son unas maestras -dijo Lucio, y al instante Rosario, Lucía y Ana giraron
hacia mí sonriendo. Estuvieron a punto de delatarme.
-No fue gran cosa; unas preguntitas
de nada -dije.
-¿Cómo "de nada"? Nosotros nos rompimos todo para encontrar las nues.
tras, pero hubo dos que no estaban en ningún lado. Hasta pensamos que
sería una trampa para que no ganara nadie. Y ustedes contestan las suyas y
enciman tienen la generosidad,
ieso!, la ge.ne.ro.si.dad
de traer todas las
demás. Yo no sé si lo hubiera hecho. Son grandes de verdad.
Si lo hubiera dicho otro chico habría pensado que nos estaba tomando el
pelo. Pero Lucio no, él lo decía en serio.
La señorita nos dejó festejar, pero no participaba
nas se limitó a comparar
de nuestra alegría. Ape.
las distintas versiones de la misma respuesta que
habían encontrado diferentes grupos y a decir: "muy bien, muy bien" y, va.
rias veces, "qué orgullosa estoy de ustedes".
Pero era obvio que algo le pasaba.
Matías se lo dijo desde la otra punta del aula, a los gritos:
-Vamos, seña, ¿qué pasa? ¿No está contenta? Vamos a ganar, ¿no?
Se hizo silencio. Sólo se escuchaba el jueguito electrónico de Ernesto des.
de el fondo del aula.
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La señorita juntó coraje y dijo:
-Estoy realmente orgullosa.
Me demostraron
lo maduros que son y que
vale la pena confiar en ustedes. Se propusieron hacerlo y lo lograron. Eso me
pone muy contenta".
enteramente feliz.
Aunque haya otras cosas que hoy no me dejan estar
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Gustavo Santiag¡'
32
-¿Qué cosas, seño? -preguntó
Marina.
-Mmmm ... no estoy segura de poder contárselos.
-Pero, ¿cómo? -replicó
Matías-. Recién nos decía que había aprendido a
confiar en nosotros. ¿Y ahora? ¿Desconfía?
-Pará -intervino
Ag~stín-. Puede ser algo personal ...
-No -respondió
la señorita-o Es algo que tiene que ver con ustedes. Es
justamente
por eso que no sé si se los puedo decir.
El silencio fue aumentando,
si es que un silencio puede aumentar.
Era
como si la estuviera rodeando para obligarla a hablar.
-Pancho se cambia de colegio --<lijo y se tapó la cara con las dos manos.
Ana salió corriendo para el baño y yo fui detrás de ella .
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Episodio 1
Cuando volvimos al aula había pasado más de media hora. El clima era tan
tétrico que Pablo se animó a decir:
-Che, Pancho se cambia de colegio; no se murió,
Nadie le respondió,
El único que parecía estar entretenido
Sonreía y escribía como si estuviera imaginando
miró fijo y me ordenó: "dame la dirección".
era Ernesto.
algo. En un momento me
-¿Qué dirección? ¿La de Pancho? ¿No la sabés?
-No
te hagás la tonta
dinosaurios;
-me
contestó
de muy mal modo-o
La de los
la dirección de los organizadores.
Le respondí que no la tenía, para sacármelo de encima. Cada día aguanta.
ba menos a Ernesto y su actitud en ese momento me pareció el colmo de la
desubicación.
Rosario, que se había sentado con Ana y conmigo, le dijo:
-¿Y desde cuándo te interesás por los dinosaurios.
-Desde que rompieron
vos?
los huevos -le dijo riéndose.
Todos lo escuchamos, a causa del silencio que había en el aula. Incluso la
señorita, que lo miró con cara de advertencia,
como diciéndole que era la
última que le perdonaba. A mí no me quedó claro si lo que dijo lo dijo con
doble sentido o no. La verdad, no tenía ganas de pensar en Ernesto. Por eso
abrí la carpeta y le anoté la dirección en un papel.
- Tomá, acá la encontré.
Afortunadamente
no volvió a molestar.
Gustavo Santiago
34
-Algo tenemos que hacer -dijo Rodrigo .. Aunque sea hablar con Pancho.
-Imposible
-acotó
Lucio-. Mariano y yo lo llamamos
ochenta veces. Los
padres no le pasan las llamadas.
-iUna carta! -dijo Marina.
-¿No te das cuenta de que sería inútil? Los padres no se la darían.
-Además -intervino
la señorita-,
hay que respetar la posición de los pa.
dres.
_¿Y ellos respetaron la nuestra o la de Pancho? iNi nos dieron la oportunidad de hablar! Y supongo que a su hijo tampoco se la habrán dado.
-Los adultos nunca escuchan a los chicos -protestó
diciéndonos
que somos unos grandulones,
bebés. Yo no digo que me consulten
Ludla-.
Se la pasan
pero después nos tratan como a
sobre cosas de su trabajo o de plata.
Pero, ¡por lo menos podrían consultarnos
sobre cosas que tienen que ver con
nosotros!
-Habría que mostrarles, alguna vez, que podemos defender nuestras ideas ...
-iEso! -dijo Matías interrumpiendo
a Pablo-. Ya que no nos dejan decirlo,
vamos a mostrarlo.
Todos lo miramos sin entender.
-Tengo un plan -dijo sonriendo .
•••
La mañana siguiente transcurrió
normal, sin grandes cosas. Lo único lla-
mativo era que habían faltado más chicos que de costumbre: Matías, Mariano,
Rodrigo, Lucio, Ana, Rosario y Lucía.
La señorita anunció que había terminado de chequear las respuestas y que
ya las había enviado a los organizadores del concurso desde la computadora
de la escuela. "Ahora .dijo. no nos queda otra cosa que esperar."
La frase me dejó pensando. ¿Puede ser que haya situaciones en las que no
nos quede otra cosa que hacer que esperar? ¿Hay que resignarse, a veces, a
que las decisiones las tomen otros? Lo pensaba en relación con el trabajo,
pero también por lo de Pancho y por otras situaciones en las que la sensa.
ción de estar en manos de los demás me había aterrorizado. Cuando tenía
ocho años me operaron de apéndice. Recuerdo como si fuera hoy la desespe.
ración que me agarró cuando la anestesia comenzaba a hacerme efecto y
z
u.J
me daba cuenta de que todo lo que me pasara dependía de esos médicos
35
Capítulo 4
que charlaban y se reían al lado de mi camilla como si yo no pudiera oírlos.
Recuerdo que me quería mover, que quería decir algo, hacer una seña y no
En un mo.
podía. Lo único que manejaba eran mis ojos y mi pensamiento.
mento, uno de los doctores se dio vuelta, me miró y dijo: "Es dura la mocosa,
¿eh?, todavía no se duerme".
operación,
Cuando se lo conté a mi mamá, después de la
me dijo que no podía ser, que seguro que lo había soñado por
efecto de la anestesia. Pero yo sé que es cierto, así como sé que no me olvido
más de esa sensación de que otros tengan en sus manos tu vida .
•••
Episodio 2
Los dinosaurios
nos habían enseñado dos cosas: a trabajar
en grupo y a
pelear para sobrevivir.
A la salida del colegio, los que pudimos fuimos de Matías. Los otros se
iban a encontrar con nosotros a las cinco.
Prácticamente
estaba todo listo, todo calculado.
Igualmente
repasamos
un montón de veces lo que cada uno tenía que hacer.
A las cinco en punto, Agustín llamó por teléfono a la casa de Pancho. A las
cinco en punto, Rodriga ayudaba a Pablo a trepar al árbol que queda justo
frente a la casa de Pancho. Unos segundos después, la mamá de Pancho le
decía a Agustín que Pancho había salido con el papá; al mismo tiempo,
Pablo le decía a Rodrigo que Pancho estaba acostado en su cama.
Pablo bajó la punta de una soguita que llevaba cruzada sobre los hombros
y Rodrigo ató en ella la bolsita de plástico con las pelotitas que habíamos
preparado.
Eran piedritas forradas con varias vueltas de papel higiénico y
cinta adhesiva (la idea la copiamos de los paleontólogos que cuando encuen.
tran un hueso de dinosaurio
lo envuelven en papel higiénico con yeso, para
que no se rompa; a eso lo llaman "bochón").
Las habíamos probado contra
una ventana de Matías: hacían ruido y tenían el peso suficiente como para
arrojarlas a un par de metros de distancia, pero los vidrios no corrían peligro
de romperse.
Pablo comenzó a probar puntería. Pegaba, más o menos, una de cada tres.
Después de varios aciertos empezó a hacer señas con. el dedo para arriba.
Era el momento de las chicas.
Marina, Ana y Ailín se acercaron a la reja de la entrada y tocaron el timbre.
A través del portero eléctrico le dijeron a la mamá de Pancho que querían
hablar con ella.
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Gustavo Santiago
36
La señora les contestó que Pancho estaba descansando, que no las podia
atender.
-No, señora -insistieron
las chicas-o Queremos hablar con usted, no con
Pancho.
Mientras,
Pablo seguía tirando
piedras
a la ventana,
pero parece que
Pancho no se daba cuenta de qué era lo que provocaba el ruido. Estaba
sentado en su cama, mirando
hacia todos lados como si estuviera medio
dormido,
La mamá hizo silencio. No esperaba que las chicas pidieran hablar con
ella. Después dijo, decidida:
-Discúlpenme,
chicas, no tengo tiempo para charlas, Estoy muy ocupada
en este momento.
Ellas le contestaron:
-Nos va a tener que oír,
•••
Primero comenzó el bombo; después los pitos, las cornetas, los aplausos
. y los cantos. "Queremos a Pancho, queremos a Pancho", gritábamos
todos.
Rodrigo ayudó a trepar a Mariano a un árbol que estaba cerca del de Pablo
y. entre los dos, colgaron los carteles: "Pancho, te extrañamos":
"Volvé pmn.
to"; "Te recontra queremos" y otros más. Las chicas seguían el ritmo de la
música con el botón del portero eléctrico.
Casi al mismo tiempo se asomaron Pancho a su ventana y la mamá a la
puerta.
La señora .muy, pero muy enojada. gritó algo que no pudimos escuchar
por el ruido que hacíamos, Pancho miraba con los ojos bien grandes y son.
reía, pero no decía nada.
En un momento vio a Pablo que le gritaba desde el árbol, cerca de la ven.
tana, y se estiró como si quisiera abrazarlo.
La mamá vio que todos mirábamos
estaba cerquita
de ella, contra
para arriba y dejó de gritar. Yo, que
la reja, le miré la cara. La expresión
le
cambió en un segundo. Del enojo pasó a la emoción: las lágrimas
le salta-
ron instantáneamente.
y gritó:
Pero, en un tris,
puso cara de pánico
uNoooooo".
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UJ
Si hizo ruido, no lo oí. Cuando miré hacia donde corría la señora, vi a Pablo
Capítulo 4
37
tirado en el jardín. Levanté la vista: una inmensa rama se balanceaba apenas
agarrada por un pedacito de corteza que no se había quebrado. En la venta.
na, Pancho se reía con cara de hipnotizado.
La reunión fue en el salón de actos. Estábamos los veintitrés
(faltaban
Pablo -enyesado en su casa. y Ernesto), la directora, la vice y los padres de
Pancho. Comenzó el papá:
-Pedimos
esta reunión con mi esposa por dos motivos. En primer lugar,
para expresarles lo profundamente
contrariados que nos sentimos al ver que
lo que se resuelve en la dirección de la escuela se contradice luego en el aula ...
.Camila hizo un gesto, como para defenderse, pero el señor le dijo que le permi.
tiera continuar .. Ayer pudo haber sucedido una tragedia. Si este chiquito ...
-Pablito --dijo la señora.
-Pablito ... Si este chiquito en lugar de caer en el jardín caía en la vereda o
sobre la reja ... Bueno, afortunadamente
eso no sucedió. Pero no fue Pablito
el único que estuvo en peligro; también Francisco -el papá no le decía Pancho,
como los demás. corrió serios riesgos, aunque ustedes no lo supieran. Claro,
no lo sabían porque no les habíamos permitido
saberlo; mi señora y yo nos
hacemos cargo de eso. Pero con las preocupaciones
mos, la verdad, en ustedes.
Francisco está tomando
tranquilo,
unos medicamentos
que tenemos no pensa-
especiales y necesita estar
sin sobresaltos. Y lo de ustedes muy tranquilito
no fue, ¿no?
Se hizo silencio. El padre de Pancho estaba realmente enojado. Yo quería
decir algo, para explicarle que no había mala intención en lo que hicimos,
pero no me animé. La mamá comenzó a hablar.
-Bueno, como dijo Roberto -y señaló a su marido-,
ése es uno de los mo-
tivos de nuestra visita. El segundo es decirles gracias. Gracias por su desobediencia, gracias por su valentía. Gracias por querer tanto a Pancho ...
La voz se le quebró y no pudo continuar. El papá .que también lagrimeaba.
nos explicó que el doctor se había sorprendido
por el cambio favorable en
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Pancho, por el modo en que había recuperado la alegría. Les había dicho que
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si seguía así lo más conveniente era que no se cambiara de colegio, ya que se
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notaba que los vínculos con sus compañeros .nosotros. eran muy profundos.
Les había sugerido que por unas semanas siguiera en su casa, con algunos
medicamentos más suaves, pero recibiendo visitas. Si todo iba bien luego se
reintegraría a las clases.
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Gustavo Santiago
38
Después habló la directora,
que también nos retó y nos felicitó (lo mismo
haría la señorita después, en el aula; era como si no se animaran a reconocer
lo bien que habíamos estado). Por último,
nos pidieron que eligiéramos
a
tres chicos para que se encargaran de llevarle las cosas a Pan;;ho y de charo
lar con él: En seguida hubo acuerdo en que Rodrigo y Matías tenían que estar
en ese grupo, porque eran los más amigos de Pancho. Ahí me animé y dije:
-Yo creo que tiene que haber también una chica.
-¿Te estás proponiendo? -me preguntó sorprendida
la señorita.
-No ... no es que no quiera, pero me parece que mejor sería alguien que
tuviera todo bien completo
dificultad.
y prolijo, para que Pancho pueda entender sin
Además, tendría que ser alguien con buenas notas, que pueda
explicarle las cosas difíciles ... Claro, hay que ver si ella quiere.
Era innecesario
que dijera a quién me refería. Todos sabíamos que las
mejores notas y la carpeta más prolija eran de Ana. Pero, además, estaba
tan colorada y había en sus ojos tanta emoción y tantas ganas de matarme
concentradas
que no cabían dudas.
-Sí, quiero -dijo, como si estuviera en el altar.
La mamá de Pancho la miró sonriendo:
-¿Vos sos una de las que estaba pegada al timbre, no?
•••
Episodio 3
Ganamos. Lo supimos quince días después. tramos uno de los diez colegios
elegidos para viajar a la Patagonia. Junto con las felicitaciones
llegado las instrucciones
nos habían
para la segunda etapa. Teníamos que elegir uno de
los cinco temas que proponían y escribir un trabajo para leer en el congreso
de investigadores;
estimulantes"
junto con ello, había que formular
algunas "conjeturas
acerca de cuestiones aún no resueltas sobre los dinosaurios.
En la carta nos recordaban, además, que los costos del viaje y la estadía
corrían por cuenta nuestra.
No se trataba de que nos hubiéramos
olvidado de eso, pero lo habíamos
dejado para más adelante. Ahora nos dábamos cuenta de que no era un
z
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problema menor.
39
Capítulo 4
-¿Es tanta plata, seño? -preguntó
desanimada Anabella.
-Y, sí. Trelew está muy lejos de aquí. Los pasajes son caros, hay que llevar
comida para el viaje -es casi un día entero-; y los costos de la estadía que
aquí nos mandan son elevados.
Hizo unas cuentas con la calculadora y nos dijo cuánto costaría, aproxima.
damente, por persona. Me quedé helada. Era mucho más de lo que imagina.
bao Para colmo, mi mamá no estaba nada bien de trabajo. Sabía que iba a
hacer todo lo posible por ayudarme, para que pudiera ir. Pero no me iba a
sentir nada bien de que tuviera que pedir plata prestada sólo para que yo me
divirtiera
un poco. Decidí no decirle nada; en todo caso inventaría cualquier
cosa, que el viaje se había suspendido, que habían elegido a algunos chicos
y no me había tocado. No quería cargarla con un problema más.
Pero por otro lado no me resignaba. ¿Sería posible que hubiéramos trabojado tanto para nada? Como si me hubiera leído el pensamiento,
Lucio dijo:
-No puede ser que hayamos trabajado tanto para nada. ¿Hay que juntar
plata? Vamos a juntarla. O, por lo menos, vamos a hacer todo lo posible.
-Ah, iqué fácil! -le contestó burlona, Milagros-.
concentra
El señor quiere plata, se
y ¡voa/á!, aparece la plata. ¿No te das cuenta de que todo el mun.
do quiere plata y casi nadie la consigue? Si fuera tan fácil ...
-Yo no dije que fuera fácil ni que la fabricáramos
sé, trabajar de algo, vender cosas ...
con magia. Podemos ... no
-O conseguir un sponsor -dijo Mariano-.
Yo me imaginé yendo a la Patagonia con una gorrita que dijera: "verdulería
La Carola", y no pude aguantar la risa.
-¿De qué te reís? -me dijo Marina-. Mariano tiene razón. Quizá algún negocio quiera poner algo para apoyarnos, aunque sea la comida para el micro.
Mi hermano, que estudia antropología
siempre consigue que ie den cosas .
en la facultad,
cuando hace viajes
.-También pueden colaborar los padres de otros chicos, de otros grados.
Después de todo vamos en representación
de la escuela ...
-Puede ser, puede ser -dijo la señorita, con tono pensativo-o Con ustedes,
últimamente, todo es posible .
•••
Sé que se sorprendió al verme pasar con el tablero, pero no me dijo nada.
Las cosas de dibujo eran unas de las pocas que misteriosamente
se habían
Gustavo Santiago
40
salvado. Estaban en el bicherío al que pretensiosamente
llamábamos
"la
buhardilla".
Uno de los recuerdos más nítidos que conservo de mi padre me lo muestra
inclinado sobre el tablero tras una espesa columna de humo que sube desde
el cenicero. Curiosamente,
no es el rostro lo que veo en esa imagen, sino el
torso y la mano que empuña la lapicera.
Mamá me vio pasar con el tablero sin hacer ningún comentario.
Lo armé al costado de mi cama, delante del espejo. Pinché las hojas que
había comprado al salir de la escuela, desplegué uno de los libros, y comen.
cé a dibujar.
Primero hice un Carnotaurus, después un Argentinosaurus y, por último, mi
preferido, el Amargasaurus, cuyo nombre no puede dejar de evocarme la figu.
ra de un gigante irremediablemente
había dibujado
abatido
por la vida. Varias veces los
en la carpeta. En el tablero alcanzaban una majestuosidad
inconmensurable.
Episodio 4
Al otro día llegó el mazazo. Serían las diez de la mañana, porque estábamos
en clase de matemática.
Entró Camila y, sin pedirle permiso a la señorita
Laura .cosa que nos sorprendió a todos- dijo que necesitaba hablar urgentemente conmigo y con Ana, Lucía y Rosario. El tono con que lo dijo nos alarmó. Fuimos volando a la dirección,
detrás de ella, sin decir una palabra.
Cuando llegamos, la directora nos dio un papel y nos pidió que leyéramos.
La verdad es que yo tenía tal susto que miraba pero no entendía nade;; en
realidad no leía, recorría el papel con la vista pero sin poder prestar atención.
Se ve que a las demás les pasó lo mismo, porque cuando la directora
preguntó qué podíamos deci r al respecto no supimos qué contestar. La señorita se dio cuenta de que no entendíamos de qué nos hablaba la directora.
-A ver, a ver -dijo tratando de aparentar tranquilidad-.
¿Entendieron lo que
dice. la nota? ¿No? Bueno, es del Comité Organizador
del congreso sobre
dinosaurios.
Lo que dice, sintéticamente,
es que nos descalificaron,
que no
vamos a poder participar.
-i¿Qué?! -dijimos
..::!
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UJ
las cuatro .
-Lo que oyen -enfatizó
la directora-o Ahí dice que recibieron una nota alló'
41
Capítulo 4
nima denunciando
solicitando
que los alumnos de este colegio habían cometido fraude
las respuestas a importantes
-y agregan -completó
la señorita-
especialistas.
que ellos chequearon lo que decía el
anónimo y los propios especialistas mencionados admitieron
que era verdad
que habían ayudado a algunos alumnos de este colegio. Terminan diciendo
que por ese motivo se ven "en la obligación"
de descalificarnos.
-ji Ernesto!! -gritó con rabia Rosario.
-¿Qué tiene que ver Ernesto? Si él es el único que no participó en el trabajo
-dije.
-Pero, ¿no se dan cuenta? -continuó
Rosario-. El del anónimo fue Ernesto.
¿No te acordás de que el día en que trajimos las respuestas te pidió la direc.
ción del Comité?
-y después anduvo anotando cosas, iclaro!, ifue él! -completó
Lucía.
-Bueno, bueno -dijo la directora golpeando las manos-o No es ese el tema
que interesa. Lo que importa es que el honor del colegio ha resultado mano
chado por culpa de este concursito.
-Pero, señora -protestó
Lucía-, lo que dice ahí no es cierto. Nosotros, en
nuestros mails, aclarábamos bien que no queríamos las respuestas sino que
nos orientaran para encontrarlas.
-Eso es lo mismo que pedir las respuestas -sentenció
la directora-o Espero
que reconozcan su error y que le manden hoy mismo una nota a esta gente
aclarándole que fue una iniciativa personal de ustedes y que las autoridades
del colegio desconocían que lo hubieran hecho. Hay que limpiar el honor del
colegio.
-Si pudiéramos enviarles una copia de nuestros mails, para que vieran que
nuestra intención ...
-iNo
señor! -gritó
dinosaurios
la directora-o
iEsto se terminó!
Estoy cansada de
y de cUrsos que hacen lo que se les da la gana. Los dinosaurios
no existen. No existen en la Tierra ni existen en mi colegio. Asunto cerrado.
Hoy mismo
bicharracos.
mandan esa nota y acá no se vuelve a mencionar
¿Está claro?
a esos
•••
-¿y ahora qué hacemos? -preguntó Ana cuando abandonamos la dirección.
-¿Antes o después de matar a Ernesto? -le dijo, con odio, Rosario, que
salió para el aula a toda carrera.
Gustavo Santiago
42
Como diría mi mamá, "entró hecha una tromba" y fue derecho al banco de
Ernesto.
-¿Dónde está 'el maldito traidor? -aulló-.
¿Dónde se escondió el muy cabal"
de? ¡iLo vaya matar!!
Justo había tocado el timbre y la señorita Laura salía del aula. Hizo como
que no la había escuchado.
Los demás miraban a Rosario como si hubiera enloquecido.
-¿A quién buscás? ¿A Ernesto? Pero si hace como cuatro días que no viene.
Era cierto. Con Ernesto siempre nos pasaba lo mismo. Le dábamos tan
poca bolilla .y él a nosotros igual. que no nos dábamos cuenta de si estaba o
no. Nadie pudo decir exactamente
cuánto hacía que no venía. Algunos de.
cían tres, otros cuatro e, incluso, hubo quien dijo cinco días.
A falta de la víctima. Rosario se calmó y explicó lo que pasaba.
-Es un gusano inmundo -dijo Mariano cuando terminó-.
¿Y ahora?
-¿Ya vos qué te parece? -le respondió con otra pregunta Lucía-. Otra ve:.:ti
pelear para sobrevivir.
• ••
Hicimos, tal como lo había exigido la directora,
Pero lo que escribimos
la carta para el Comité.
no fue exactamente lo que la directora había imagi.
nado. La mamá de Ana, que es abogada, nos ayudó con algunas frases.
Decíamos que evidentemente
"involuntario
el Comité Organizador
había cometido
error" provocado por alguien que quería perjudicarnos.
un
Aclará.
bamos que la nota no la enviaba el colegio sino los alumnos, porque sentía.
mos que se había puesto en dudas nuestra honestidad. Remitiarnos los meno
sajes enviados a los investigadores, íntegros, con las respectivas respuestas,
y solicitábamos
que corroboraran
su contenido con ellos y que evaluaran con
ánimo de justicia si había habido intención de hacer trampas o un auténtico
compromiso
con la investigación. Agregábamos que la realización del traba.
jo nos había puesto en un contacto
investigación y que considerábamos
fraude por pedir bibliografía
directo con los modos científicos
de
que a ningún científico lo acusarían de
.Ia palabra era de la madre de Ana. para profun:
dizar su trabajo. Rematábamos diciendo que no dudábamos de que el Comi.
té daría marcha atrás con la apresurada decisión que tanto había perjudica.
do nuestra imagen ante las autoridades
del colegio y la comunidad educati.
va toda que había depositado su confianza en nosotros.
43
Capítulo 4
Después de hacer la carta estuvimos como dos horas planeando diferentes
venganzas contra Ernesto. Ah, también aprovechamos para que Ana nos pusiera al tanto de lo suyo con Pancho .
•••
Episodio 5
-¿Te diste cuenta de cómo cambiamos? -me dijo Matías en el recreo.
-¿Cómo cambiamos
qué?
-Todo. Bueno, por ejemplo, el año pasado ni loco me hubiera puesto a
charlar con vos en el recreo.
-Gracias -contesté
haciéndome la ofendida.
-No, no me entendés. No es que no hubiera querido. Pero creo que no me
hubiera animado por temor a que me cargaran. ¿No te acordás de que los
varones siempre andábamos por un lado y las chicas por otro?
-Sí, claro.
-Además, estamos más unidos. Y más peleadores.
-Otra vez no te entiendo.
-Es así, estamos más unidos entre nosotros, pero peleamos más contra
los demás; defendemos más lo que pensamos.
-Tenés razón. ¿Serán los dinosaurios?
-Yo creo que un poco sí. Es como si tuviéramos necesidad de no separar.
nos, como si eso nos asegurara que no fuéramos a extinguirnos.
-¿Mirá si fuera el espíritu de los dinosaurios?
Lo digo medio en broma.
Pero también medio en serio. ¿Mirá si los dinosaurios
nos hubieran elegido
para hacernos llegar un mensaje?
Matías me miró con una cara indescifrable.
los ojos sino con el pensamiento.
Era como si no me mirara con
Sacó una galletita, se la metió entera en la
boca y, cuando la había tragado dijo: "¿Por qué no?"
•••
-La directora está harta de ustedes. Me lo dijo la portera. Dice que en los
veinte años que lleva en la escuela es la primera vez que un grado le pasa por
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;¡;-
Gustavo Santiago
44
arriba. Todo el mundo se enteró de que la carta que mandaron no contenía lo
que ella había ordenado. Y aunque se debe de haber alegrado por las discul.
pas del Comité'y el levantamiento
de la descalificación,
igual seguro que le
molestó que la desobedecieran.
-¿Y vos qué creés, ma? -le pregunté.
-Yo creo que hasta ahora todo lo que hicieron está bien, pero pienso que
tienen que tener cuidado.
-¿De la directora?
-No, de ustedes mismos. Están aprendiendo
creo que van demasiado
a pelear por lo suyo, pero
rápido. Hasta ahora no se equivocaron,
pelearon
por cosas justas. Mi temor es que se entusiasmen y comiencen a pelear por
el puro güsto de pelear. O que se peleen entre ustedes, que se dividan. No
sé...
-Eso no creo que pase, ma. Estamos realmente unidos. Por momentos
creo que podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos.
-Yo no estaría tan segura. Pero, bueno, veremos -dijo mi mamá y, por el
tono, entendí que la conversación había terminado.
No había sido gran cosa, pero esta pequeña charla fue de las más profun.
das que tuve con mi mamá en los últimos tiempos. Ella siempre dice estar
preocupada
por mí pero cuando la necesito para conversar, para que me
diga algo, nunca está o, si está, no tiene tiempo de hablar. Algunas veces me
pregunto cómo hubieran sido las cosas si mi papá estuviera aquí. Yo sé que
es inútil pensarlo, pero no puedo evitar hacerlo. ¿Hubiera charlado de todas
estas cosas con él? ¿Mi mamá hubiera sido diferente conmigo? No hay modo
de saberlo. Por eso, en las pequeñas ocasiones en las que puedo hablar en
serio con mi mamá, me siento feliz. La de ese día se la debo a los dinosaurios.
Ernesto faltó toda la semana. "Se está haciendo unos estudios, unos aná.
lisis; anda con problemitas",
nos explicó la señorita.
Nosotros estábamos
seguros de que la verdad era otra: se habría enterado de que, a pesar de su
ponzoñoso anónimo, seguíamos en carrera y tenía miedo de nuestra vengan.
za. Hacía bien, porque le teníamos preparado algo que no iba a olvidar en
toda su vida.
Sin embargo, el día en que regresó lo vimos tan mal que nadie le hizo
nada. Estaba más flaco y tenía los ojos hundidos. Realmente parecía enfer.
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UJ
mo.
45
Capítulo 4
Pero tampoco podría decir que lo tratamos bien. Simplemente
le hicimos
un vacío. Actuábamos cOmo si no existiera. Cuando intentó pedir una carpe.
ta para ver qué habíamos hecho los días en que no había ido a clases, todos
hicimos como que no lo escuchamos.
ti
intentó con tres o cuatro de naso.
tras y, cuando vio que nadie le contestaba, se refugió en su banco y no volvió
a dirigirnos
la palabra.
Todo lo contrario
sucedía con Pancho, que la semana anterior había ido
tres días, "como prueba", según dijo el médico. La prueba debe de haber
sido positiva porque no faltó más.
Antes de que todos se enteraran de lo de él y Ana, Lucio se había acercado
a hablar conmigo en el patio:
-A que no sabés quiénes están saliendo -me dijo-o No lo vas a adivinar
nunca.
Me lo dijo, y le conté que lo sabía desde hacía mucho tiempo. Como no me
creía, le comenté:
-Mirá, que le gusta a Ana lo sé desde aquel día en que respondimos todas
las preguntas, el día de los mails. Esa noche, cuando habíamos terminado
con el trabajo, todas contamos quiénes nos gustaban.
-¿Todas? -se sorprendió
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Lucio-. ¿Y vos qué dijiste?
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capítulo
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Episodio 1
El viaje era para fines de septiembre.
Estaban por llegar las vacaciones de
mitad de año y la plata que habíamos juntado no alcanzaba ni para que
fueran cuatro. Habíamos hecho de todo: vender diarios viejos en el vivero.
cortar el pasto en algunas casas del barrio, pintar el almacén de la cuadra
del colegio. vender empanadas y tortas. Pero lo que juntábamos eran moneo
das al lado de lo que necesitábamos.
Sabíamos que nuestros padres iban a
ayudar, pero era demasiado lo que faltaba.
En cambio el trabajo andaba diez puntos. La segunda parte se dividía.
también,
en dos. En la primera, (a). teníamos que exponer las teorías más
recientes acerca de un tema a. elección entre cinco propuestos.
elegimos "La extinción de los dinosaurios".
Para prepararlo
Nosotros
fuimos varias
veces al Museo de Ciencias Naturales a consultar los libros que nos habían
recomendado
los investigadores de los mails. También fuimos a la Universi.
dad de La Plata. Allí. cuando hablamos con uno de los bibliotecarios
se asomo
bró por todo lo que sabíamos. tramos verdaderos "dinosauriólogos",
como
nos decía la mamá de Ana.
La parte (b) era un poco más divertida. pero más difícil. Había que presen.
tar algunas "conjeturas estimulantes"
relacionadas con el tema elegido. Ahí
se podía poner cosas más disparatadas.
mas imaginativas,
siempre y cuan.
do tuvieran un mínimo sustento.
En cuanto intentamos
escribir algo para la parte (b) nos dimos cuenta de
lo difícil que era. No queríamos entrar en cosas como que a los dinosaurios
los habían matado los extraterrestres
o que se habían muerto de aburri.
miento. Tenía que ser algo un poco Joco, pero no tanto.
Una tarde en la que estábamos con los chicos en casa se me ocurrió mos-
Gustavo Santiago
48
trarles mis dibujos. Quedaron fascinados.
tan bien. Los primeros
No podían creer que me salieran
que había hecho eran copias directas de los que
aparecían en los libros; después me había ido animando a hacerlos en distin.
tas posiciones y "haciendo cosas": comiendo, cazando, durmiendo.
-¿Yesos de ahí? -me preguntó Lucio.
-Ah, no. Esos son pavadas que se me ocurren a veces -dije mientras trata.
ba de guardar las hojas para que no las vieran.
-Che, ¿qué escondés? ¿A ver qué son? No los habrás dibujado haciendo ...
cosas raras, ¿no?
Nos reímos todos por el gesto que hizo Pancho cuando lo dijo. Para que no
pensaran mal, les mostré lo que había en las hojas.
Las miraron con mucho más interés del que hubiera imaginado.
Después
de un instante de silencio, Ana dijo:
-Me parece que tenemos nuestra "conjetura estimulante" .
•••
Ana tuvo que explicarse:
-Creo que estos dibujos nos pueden servir para una conjetura.
-Pero, Ana. ¿te diste cuenta de que estos dinosaurios
pterosaurios,
dinosaurios
no? -le preguntó
Lucio-.
con alas no son
Están muy buenos, sí, pero son
que se sabe que no tenían alas.
-¿O son dinosaurios a los que no se les encontraron restos de alas? -replicó
Ana, y creí comenzar a entender hacia dónde iba. También Matías le enten.
dió, porque dijo:
-Cuando vi los dibujos sentí que se me aceleraban las pulsaciones. Yo había visto muchas ilustraciones
de Unenlagia y de A/varezsaurus, y siempre me
llamaron la atención los bracitos cortos y las alitas chiquititas
dibujadas.
que aparecían
En cambio, al verlos así, con estas alas gigantescas, aunque los
paleontólogos
digan lo contrario,
creo que tienen que haber sido realmente
así, como los dibujó ella.
_¿Y por qué no se encontraron
restos fósiles de las alas? -insistió
-Porque eran de un material desconocido
no fosilizable.
climáticos ...
Quizá de un material
Lucio.
para nosotros hoy; un material
que no resistiera
a los cambios
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Capítulo 5
49
-Eso explicaría que, al cambiar las temperaturas
cree que cambiaron
en el planeta, como se
a fines del Cretácico, hayan perdido su capacidad para
volar, quedándose con menores posibilidades
de conseguir alimento al mis.
mo tiempo que se convertían en presa fácil para otros carnívoros ... -dije,
completando el pensamiento de Ana.
¿Cómo describir
el estado de felicidad
en que nos encontramos
que habíamos tenido una idea extraordinaria?
al creer
Porque, aunque el interés in.
mediato fuera presentar una simple "conjetura estimulante",
en el fondo de
nuestro ser estábamos seguros de haber dado con un descubrimiento
tífico de primer nivel. Ya nos imaginábamos
Premio Nobel.
cien.
en la lista de nominados para el
Llegaron las vacaciones y las cosas se complicaron.
Habíamos quedado en
seguir trabajando para juntar la plata, pero al final no nos pusimos de acuer.
do acerca de cómo hacerlo. Cuando unos podían no podían otros.
Poco a poco se fueron formando
cortaron
tres grupos, descontando
a los que se
solos o se fueron a algún lado con los padres: los varones, las muo
jeres y los mixtos. Es raro, pero no nos dimos cuenta de que los grupitos se
habían formado así hasta que las vacaciones se terminaron.
En mi grupo estaban Pancho, Rodrigo, Lucio, Matías, Marina, Ana y yo. Los
varones se juntaban en lo de Pablo; las chicas en lo de Anabella. Qué hacían,
no lo sé. Los primeros
días alguno de los chicos, sobre todo Matías, traía
noticias de los varones: mucho video-juegos y películas con pizza, y cuando
los padres de Pablo no estaban, alguna botella de cerveza que a Germán le
compraba su hermano (nos contó, incluso, que le cobraba por hacerle ese
"favor" y que, además, lo chantajeaba para no delatarlo a sus padres). De las
chicas supimos algo por Rosario, que los primeros días también se reunía
con nosotros. Un día no apareció más. La llamé un par de veces y me contes.
taba de un modo tan seco que pensé que le molestaba (una vez me pareció
que se burlaba, como si estuviera haciendo gestos mientras hablaba conmi.
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go y hasta creí escuchar risitas cerca de ella).
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Episodio 2
Una tarde fuimos al shopping. Estábamos re.contentos porque era la primera
vez que lo dejaban a Pancho salir solo, después de su tratamiento.
l.a idea
de ir al shopping fue, por supuesto, de Marina. Yo no entiendo el fanatismo
que tiene por ese lugar. Es igual que mi mamá: se puede pasar horas mirando vidrieras o probándose cosas que sabe que no puede pagar. Marina dice
que yo no sé nada sobre moda, y es cierto. No puedo entender cómo de un
día para el otro todas deciden que tal color no se puede usar más, que las
remeras tienen qué ser tan cortas que te quede al aire el ombligo o que los
pantalones
tienen que tener agujeros para ser "lo más". iEI colmo de la
idiotez!, pagar una fortuna por un pantalón todo agujereado pero de marca.
Realmente no lo entiendo.
Algunas veces me parece que Marina quiere decirme otra cosa, sobre iodo
po,' el modo en que me mira cuando me dice que no entiendo nada. Se fija en
mis caderas. y yo me imagino que piensa: "¿Qué va a entender. con ese
cuerpo?". Porque yo estoy segura de que para ella soy gorda. ¿Y?(Además,
gorda, gorda, no soy.)
•••
Después de caminar un rato fuimos a unos jueguitos electrónicos
iarde a comer hamburguesas.
hamburguesas,
y más
Justo en el medio, enire los jueguiios y las
Lucio me pidió que lo acompañara hasia el quiosco que que-
da en el mismo lugar, en la plania baja.
Me puse supernerviosa
por la forma en que me lo dijo, como si le costara
decidirse a que ese momento llegara. Y llegó.
-Estuve averiguando -<:omenzó, misterioso.
,¡.Sobre? -dije, haciéndome 1;; tonta.
-Sobre la charla que iuvieron aquella noche, en lo de Ana.
Iba a seguir haciendo como que no sabía de qué hablaba, pero no pude.
Simplemenie
enmudecí.
Caminamos un poco en silencio, como en otro mundo. Ahora recuerdo ese
momento como si toda la charla hubiera ocurrido
en una de las escaleras
mecánicas del shopping. Veo pasar c~ras, negocios, ropa; escucho u~
indescifrable ruido de voces, como si la gente hablara en otro idioma o a una
velocidad distinta de la normal, más rápido y más lento al mismo tiempo.
En un momento, Lucio se paró delante de mí y me miró fijo. Sé que dejé de
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Capítulo 5
respirar y que me agarraron unas inoportunas y desesperantes ganas de ir al
baño. Se quedó mirándome así, fijamente, en silencio. ¿Tratando de adivinar lo
que yo pensaba, lo que sentía? ¿Tratando de decidir lo que él mismo sentía?
Entonces, como saliendo de un sueño, dijo: "No le puedo hacer esto a Matías" .
•••
-¿Podés explicarme qué pasó? -me preguntó Ana. Estábamos las dos solas, en su casa, el día después del shopping.
-¿Qué pasó con qué?
-Vos sabés muy bien de qué te hablo. Qué pasó cuando des<JiJarecieron
con Lucio. Algo pasó, porque después, cuando él volvió, estuviste como me.
dia hora en el baño.
-Nada.
-¿Por qué no me querés contar? ¿No somos amigas?
-Te estoy contando. Lo que pasó fue eso: nada.
-No entiendo -dijo Ana para sí-; si cuando se lo contamos a Lucio parecía
tan decidido ...
No la miré, le disparé una mirada con toda la furia que tenía contenida.
-¿Fuiste vos? -aullé.
-Pará, pará, no te enojés. Yo te vaya explicar.
-Me parece que no hace falta.
-Sí que hace. Fue en lo de Pancho, hace unos días; estaban también Matías
y Rodrigo. Lucio comentó que vos le habías contado lo de la charla que ha.
bíamos tenido en mi casa y le dijo a Pancho que desde ese día yo ya estaba
muerta por él. Pancho, que ya sabía la historia, quiso hacer un chiste y le
preguntó qué le había parecido lo que vos habías contado. Cuando nos dimos
cuenta de que no sabía nada, era tarde. Yaestaba re.claro que lo habías mencio.
nado a él. Pero no dijo nada. En cambio, el que se enojó fue Matías que dijo que
no teníamos derecho a contar cosas íntimas de los demás. Yono sé qué le pasa
a Matías, pero desde que cortó con Ailín anda muy raro. ¿Yahora?, ¿quéte pasa?
¿Por qué te vas?-me dijo mientras yo enfilaba hacia la puerta.
-Porque te odio -le respondí.
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Gustavo Santiago
Episodio 3
Me acordé de la cajita de música de mi mamá. Era toda de vidrio (de cristal,
decía ella). Cuando estaba cerrada se podía ver a una nena acostada, con los
bracitos tendidos a lo largo del cuerpo. Al levantar la tapa se ponía de pie, los
brazos se desplegaban y comenzaba a girar bailando sobre un pie. Mi papá
se la había regalado el día en que se pusieron de novios.
Yo tendría cuatro o cinco años cuando se me cayó de la cómoda. En ese
momento
no pensé en el reto ni en el castigo, ni siquiera en el dolor que
sentiría mi mamá cuando lo supiera. Lo que me impresionó fue que no que.
dara nada; que en ese montón brillante esparcido en el suelo nada permitie.
ra recordar la hermosa cajita de música que pocos segundos antes habían
formado.
Por eso, cuando regresamos de las vacaciones, me vino a la mente la cajita
de mi mamá. Nada hacía pensar que poco tiempo atrás habíamos sido un
grupo unido.
Todo se complicó aún más cuando volvimos a intentar juntar dinero para el
viaje.
Lucila, Milagros, Rosario y Anabella habían hecho una colecta entre todos
sus parientes (los de Anabella tienen mucha, mucha plata) y habían juntado
una suma inmensa.
En matemática
estábamos viendo porcentaje. Una mañana, cuando entra.
mas al aula después del recreo, había un cartel en el pizarrón que decía:
Porcentajes
1) Si el total de alumnos es 25, ¿qué porcentaje son4 alumnas? (Respuesta: 16)
2) Si 5 alumnas ponen el 43% de lo que recauda un grupo
de 25 alumnos, ¿cómo se llaman esos alumnos? (Respuesta: ii¡VAGOS!!!)
."
La señorita no se enteró del cartel, porque Pablo se encargó de borrarlo
mientras gritaba: "¿Quieren guerra?, van a tener guerra".
y hubo guerra. Cada grupito
se transformó
en una pequeña mafia que
conseguía dinero de cualquier manera (hubo algunos que llegaron a robarles
Capítulo S
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cosas.a sus familiares
para venderlas -Germán le robó varios CDs a su her-
mano; Pablo, juguetes que no usaba a su hermanito-)
insultaba a los demás con cartelitos
y que amenazaba
o
anónimos o llamadas telefónicas_
Todo se hacía en el más hermético de los silencios. Nadie quería contarle
a la señorita .y mucho menos a la directora. lo que sucedía, para no quedar
como un flojo buchón. Si uno recibía un insulto o una agresión anónima,
imaginaba a un responsable y buscaba la forma de vengarse.
Los "atentados"
llegaron pronto: Matías recibió un mail con un virus que le
arruinó parte de la computadora.
Al otro día desapareció la rueda trasera de
la bicicleta de Mariano y a la guitarra de Pablo le faltaron todas las clavijas.
Milagros metió la mano en su mochila, al regresar del recreo, y la sacó completamente enchastrada
pantalón,
de pintura roja; al otro día, Lucía quiso ponerse su
después de natación, y se encontró con que le faltaba todo un
cachete del trasero:
estaba prolija mente recortado,
como si fuera una
ventanita.
A pesar de las peleas (o, precisamente, gracias a ellas, por la competencia
que se había generado entre nosotros), la plata se juntó. O casi. Porque llegó
un momento
en el que nadie conseguía un centavo. A las rifas no las como
praban ya ni los propios padres; los comerciantes
no querían donarnos nada
más y cada uno había malvendido en el Parque Rivadavia todo lo que tenía
por vender.
Fue entonces cuando la directora anunció: "el colegió va a poner el dinero
que falta para completar
la suma necesaria en reconocimiento
al empeño, al
esfuerzo y, sobre todo, a la unidad a toda prueba de la que los chicos han
dado ejemplo".
Esto lo dijo en un acto delante de toda la comunidad.
padres aplaudieron
Los
con la misma fuerza con que nosotros nos pusimos a
reír. Supongo que ellos pensaron que lo hacíamos de puro felices; a nosotros
nos causaba gracia que no se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo
ante sus propias narices.
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