Gustavo Santiago EN LA TIERRA DE LOS DINOSAURIOS Ediciones NOVEDADES EDUCATIVAS BuenosAires. México Santiago, Gustavo En la tierra de los dinosaurios - 1a ed. 2a reimp. - Buenos Aires: Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico, 2012. 96 p. ; 26x17 cm. ISBN 978-987-538-073-8 1. Material Auxiliar para la Ensenanza. CDD 371.33 1.Titulo Colección: Serie: Fi losofía y Escuela Textos de Filosofía para Niños Diseño y diagramación: Corrección de estilo: Patricia Leguizamón Susana Pardo Ilustración de tapa: Gabriel Freidkes @ Ediciones Novedades Educativas del Centro de Publicaciones Educativas y Matenal Didáctico S.R.L. Av. Corrientes 4345 - (C1195AAC) Buenos Aires - Argentina Tel.: (5411)4867-2020 Fax: (5411)4867-0220 E-majl: [email protected] / www.noveduc.com Ediciones Novedades Educativas de México S.A. de C.V. InstitutoTécnicoIndustrial# 234 (CircuitoInterior)- Oficina# 2 - PlantaAlta (Re!: MetroEstaciónNormal)- ColoniaSantoTomás.Deleg. MiguelHidalgo México,D. F.C. P.11340- Tel/Fax:53-96-59-96/53-96-60-20 E-mail: [email protected]@novemex.com.mx I.S.B.N. N° 978-987-538-073-8 Queda Impreso hecho el depósito en Argentina que establece - Printed la Ley 11.723 in Argentina No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electr6nico o mecánico, mediante fotocopias, digitalizaci6n u otros medios, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracci6n está penada por las leyes 11.723 y 25.446. .~. :,. ¡ ~ ! . Presentaaión Desde hace más de una década circulan en nuestro medio novelas y textos teóricos del Programa de Filosofla para NUlos creado por Matthew Lipman. Diversas traducciones, y adaptaciones, permitieron conocer a un público amplio ese programa de educación que se atreve a sostener que los chicos pueden filosofar desde edades muy tempranas. En el año 2001 fueron publicadas por Novedades Educativas tres de las novelas de Lipman: El descubrimiento de Ari St6te/es, sugerida para chi. cos de 11 a 13 años; Pixi, para chicos de 9 y 10 años; y Kío y Agus, para chicos de 7 a 9 años. Por entonces, un grupo de profesores nos aboca. mas a la tarea de intentar adaptar el material que Lipman y sus colaba. radares hablan creado para chicos menores de siete años, por un lado, y, por otro, mayores de 13 años. La idea era completar todo el trayecto escolar con los textos de Lipman. Varias cuestiones .fundamentalmente algunas referidas a la diversidad de contexto entre la Norteamérica de Lipman y nuestra realidad latinoamericana. hicieron que concibiéramos la posibilidad de crear textos propios que, ateniéndose a las pautas ge. nerales planteadas por el creador de Filosofía para Niños, pudieran re. flejar con mayor justeza la realidad de nuestros chicos. Así fue cómo en 2002 vio la luz Filomeno y Sofía, novela sugerida para trabajar con niños de 5 a 7 años. ~ ."~ ;:¡¡ ~ ~ ~ ~ ~ Las numerosas manifestaciones positivas de los docentes, padres y pequeños lectores acerca de Filomeno y Sofía alentaron la gestación de nuevos materiales. Hoy, en 2003, dos nuevos textos se presentan: El libro de las tortugas, para chicos de 4 y 5 años, y En la Tierra de los Dinosaurios, sugerido para chicos de 12 a 14. En la Tierra de los Dinosaurios narra la historia de un grupo de chicos que decide participar en un concurso cuyo premio es un viaje a un yacio 4 Gustavo Santiago miento de fósiles de dinosaurios en la Patagonia Argentina. En ese cami. no hacia la Tierra de los Dinosaurios se ven envueltos en situaciones que les permiten realizar un aprendizaje acerca de la vida. la amistad. el azar. el tiempo y la libertad. En el primer capítulo la narradora sostiene: "Este es el relato de un año muy intenso en el que nos pasaron cosas muy importantes. Cosas que tienen que ver con los dinosaurios. Pero fundamentalmente con nosotros. los seres humanos". Como sucede con los demás textos del Programa de Filosofía con Ni. ños, esta novela pretende estimular desde la ficción literaria la reflexión filosófica sobre aspectos de la vida cotidiana. Por ello los protagonistas son chicos "normales" (sin superpoderes, sin etiquetas preestablecidas -el "buenito". el "travieso". etc.), de la misma edad que sus lectores. que viven experiencias que provocan la reflexión. No se trata de que los chicos aprendan historia de la filosofía sino de que puedan poner en juego .a partir de un estímulo literario y atendien. do a su edad y contexto específico. aquello que los filósofos vienen tra. bajando desde hace casi tres milenios: el pensamiento crítico. creativo y sensible en el nivel ético. Gustavo Santiago Buenos Aires. otoño 2003 Gustavo Santiago (Buenos Aires. 1967) es profesor de Filosofía (UBA). Ha publicado Fi!osofía con los más pequeños (que obtuvo una Mención Especial en el Premio XII! Jornadas Internacionales de Educación. de la Fundación el Libro); Filomeno y Sofía (novela fi losófica para chicos de 5 a 7 años); El libro de las tortugas (novela filosófica para chicos de 4 a 5 años) y numerosos artículos en libros y medios periodísticos del país y del exterior relacionados con la filosofía y la enseñanza. Capítulo 1 Episodio 1 Veíamos caer el sol desde la ventana; la monotonía del paisaje invitaba a dialogar. Por eso, aunque realmente estábamos cansadas, llevábamos más de dos horas conversando. -iCómo crecieron este año! -me dijo Camila-. Es una lástima no haber registrado todo esto, no tenerlo anotado. -Bueno -le contesté--, yo tengo un cuaderno en el que escribo algunas cosas ... -¿En serio? ¿Y no te animás a hacer un libro con lo que vivimos este afio? Nunca había pensado en escribir un libro. Mi cuaderno es otra cosa. No está escrito para ser leído por otras personas; lo escribo para pensar. no para contar. Escribir me permite ordenarme a mí misma, darle algún senti. do a las cosas que me pasan. Mientras escribo voy descubriendo quién soy. Sin embargo, t¡¡nto insistió Camila que me convenció para hacer el intento. tste es el relato de un año muy intenso en el que nos pasaron cosas muy importantes. Cosas que tienen que ver con los dinosaurios. talmente con nosotros, los seres humanos. Pero fundamen. Todo comenzó cuando Agustín dijo, desde su banco: -Seña, ayer encontré esto en el diario. Se lo mostré a mi mamá y me dijo que se lo trajera a usted. La señorita tomó el papel y lo empezó a leer. Cuando lo terminó los ojos le brillaban de una manera rara. Los que estábamos cerca de ella la escucha. Gustavo Santiago 6 mos decir: "¿Por qué no?" Nos pidió a todos que hiciéramos silencio y nos contó de qué se trataba . . Yo odio los concursos. Me parece tonta la gente que se pasa todo el día llamando por teléfono a la TV para ver si gana algo. O los que, como mi tía Mariana, recortan pedazos de etiquetas o publicidades correo a distintos sorteos. parecen tontas y aburridas. y los mandan por No sé muy bien por qué, pero esas cosas me Por eso cuando la señorita nos dijo que se trata. ba de un concurso, pensé: "itanto lío para eso!" -Es sobre dinosaurios -dijo, y ahí volví a prestarle atención-o ¿Les interesa. ría hacer un trabajo sobre dinosaurios? -A mí no -dijo enseguida Ernesto. En realidad, todos sabíamos que él iba a decir que no a cualquier cosa que le propusieran; porque siempre está en contra de todo. ¿Conocen ustedes a alguien así? Lo malo no es que se opone, sino cómo lo hace. Ernesto no sabe hablar sin ofender o agredir a los demás. -Bueno, ¿y por qué no? -le preguntó la señorita, que a todos, pero especial. mente a Ernesto, nos tiene una paciencia casi infinita. -Porque es ridículo ponerse a pensar en animales que hace siglos ya no existen más. ¿Por qué en vez de perder el tiempo con esas pavadas no ponen más horas de computación, así podemos traer jueguitos y aprender cosa: útiles y divertidas? -Yo creo que eso no tiene nada que ver -dijo Marina-. A mí también gustaría tener más horas de computación, me ¿a quién no?, pero también me parece interesante saber más sobre los dinosaurios .. Ahí se inició la discusión. En realidad, todos empezaron a gritar al mismo tiempo; a gritarle a Ernesto. Al final me dio un poco de lástima porque, aunque yo no estaba de acuerdo con él, tampoco me parecía bien que lo atacaran como lo hicieron. Eso me llevó a tratar de defenderlo y estaba peno sando en eso cuando sonó el timbre del recreo y la discusión acabó como por arte de magia. Durante el recreo, todo el mundo continuaba , hablando acerca del con. curso. w ." -Hay algo que no me gusta -dijo Cristopher-. .~ -¿Por qué? Si es en grupo es mucho más fácil-acotó ..s z ••• hacés una parte y otro hace otra. Que el trabajo sea en grupo . Germán-, porque vos 7 Capítulo 1 -No estoy tan seguro -insistió Cristopher-. ¿No te diste cuenta de que siempre que tenemos que hacer algo juntos terminamos todos peleados? Además, seguro que las chicas van a querer hacer todo ellas, porque ¡se creen tan inteligentes! -¿Y qué -intervino inteligentes Milagros-, acaso vos creés que los varones son más que nosotras? Justo vos, que sos más bruto que un arado. -¿Qué está pasando acá? -dIjo la señorita un poco enojada. -tsta me dijo tarado -gritó Cristopher. -Es mentira, señorita. Además éi'empezó. Cristopher dice que las mujeres no sirven para nada. ¿Por qué no se lo decís a la señorita, que también es mujer? -Yo no dije nada de la señorita -se excusó Cristopher. -Ah, encima de machista, cobarde -siguió Milagros. -Al final, Cristopher tenía razón -reconoció Germán-. Todavía no comenza. mos con el trabajo y ya estamos peleados. Episodio 2 Cuando regresamos del recreo, la señorita nos leyó el papel que había lleva. do Agustín: • ti BASES DEL CONCURSO 1. Podrán participar alumnos de todo el país, de escuelas públicas o privadas. 2. El concurso constará de dos etap"s. $) ~ ~ '"g "O '"~ ~ "O 1l > o Z ~ =g ;¡¡ • • • a. Primera etapa: los alumnos tendrán que responder por escrito un cuestionario que les será proporcionado en el momento de la inscripción y enviarlo al Comité Organizador. De los trabajos recibidos, los diez mejores se seleccionarán para la segunda etapa. b. Segunda etapa: los cursos seleccionados participarán de un Congreso Internacional de Paleontología a llevarse a cabo en nuestra ciudad -al que asistirán importantes especialistas de todo el mundo-, y de excursiones guiadas por los yacimientos de fósiles de la región. rGustavo Santiago 8 • 3. Para participar del Congresp deberán preparar un trabajo colectivo original en el que se desarrolle un tema a elección entre cinco propuestos. Se premiará con menciones de honor a los tres mejores tra bajos. Nota: No se cobrará ningún tipo de arancel para participar del concurso, pero quienes pasen a la segunda etapa deberán costearse gastos de traslado y hotelerÍa. Cuando la señorita terminó de leer, Ernesto dijo: -Eso no es un concurso. En los concursos ganás si tenés suerte, en cambio acá hay que estudiar un montón. -Además -agregó Anabella-, en los concursos hay premios buenos. Pero en éste, en vez de premiarte te castigan, porque si ganás una parte todavía tenés que trabajar más para la siguiente. -A mí me parece mejor que no dependa de la suerte -dijo Mariano-. Mi hermano, por ejemplo, cuando tiene que hacer algo, cualquier cosa, jugar un partido o dar un examen, y alguien le dice "que tengas suerte", se enoja, porque dice que "suerte" se les desea a los inútiles, a los que sólo pueden hacer algo bueno si la suerte los ayuda. Y yo creo que tiene razón, que 10 bueno es que le vaya bien porque estudió, o porque jugó bien, no porque tuvo suerte. -Pero aigo de suerte tenés que tener -le replicó Ernesto-. Un equipo puede jugar muy bien, pero si la pelota no quiere entrar al arco, no entra. La señorita nos miraba a todos con una sonrisa, como si se estuviera divir. tiendo con lo que decíamos. -Pero eso no es suerte -intervino tamente-. Lucía, que había estado escuchando aten. Eso es que está escrito. -¿Qué querés decir con eso, Lucía? -preguntó , la señorita. _Y,que si está escrito que un equipo va a ganar, gana: y si está escrito que va a perder, pierde. Es como en nuestro concurso: si está escrito que vamos a ganar, vamos a ganar; y si está escrito que vamos a perder, por más que oS z UJ preparemos todo muy bien, algo va a pasar para que perdamos. 9 Capítulo 1 -¿Escrito? ¿Dónde? -En el destino. Todo lo que nos pasa ya está escrito ahí, en el destino. -¿Está escrito que vamos a ganar o que vamos a perder hagamos lo que hagamos? -preguntó sonriendo Ernesto. -Ya te dije que sí, para mí es así. -Buenísimo -continuó Ernesto--. Entonces no hagamos nada y listo. Si el destino quiere que ganemos, vamos a ganar igual. Episodio 3 El cuestionario lo conseguimos en Internet. Cuando la señorita Camila lo vio, puso cara de sorprendida. Matías le preguntó si había algo malo. -No, no es eso -respondió con un tono pensativo--. Sólo que no esperaba que fueran tantas preguntas. ¡Ni tan difíciles! -completó con un hilo de voz, hablando para ella misma. -¿No las sabe, seña? -dijo Anabella, en tono de burla. -La verdad es que no. Voy por la diecisiete y todavía no pude responder ninguna. -iQué bestial -murmuró Anabella. Todos la escuchamos. Como se dio cuenta de que hasta la señorita la había oído, intentó disimular diciendo en voz muy alta: -'iQué bestia que soy, cómo pude olvidarme el marcador rojo en mi casa! Anabella es así; le gusta provocar a los demás, pero después no tiene cora. je para hacerse cargo de sus dichos. Especialmente le gusta fastidiar a los varones. A la señorita era la primera vez que le decía una cosa así. Camila ievantó la vista y ia miró con pena. -No sos ninguna bestia, Anabella. L~s bestias no se olvidan los marcado. res, por la sencilla razón de que no ios usan. Pero tampoco son capaces de reconocer su ignorancia. Si cometen un error les cuesta mucho darse cuenta y, mucho más, corregirío. Los seres humanos y, aunque te parezca mentira, las maestras somos seres humanos -agregó sonriendo--, en la medida en que reconocemos lo que no sabemos o nuestros errores podemos hacer algo para mejorar. Supongo que para sacar a Anabella de la situación en que se estaba me. tiendo, Rosario preguntó: m 2 5> Gustavo Santiago 10 -Seño, si las preguntas son tan difíciles, ¿cómo vamos a hacer para res. ponderlas? ¿No sería mejor buscar otro concurso donde haya un sorteo o algo así? -A mí me parece mejor que sea difícil-intervino cuando vieron las preguntas muchos decidieron vamos a tener más posibilidades Lucio-. Porque seguro que no participar y, entonces, de ganar. Pero, además, porque, como dijo hoy Mariano, si ganamos va a tener más valor; no va a ser cosa de suerte .. -~ sino de esfuerzo. Otra vez se hizo silencio. Yo creo que la mayoría estaba más de acuerdo con Rosario que con Lucio y Mariano. ¿Por qué no buscar algo que fuera más fácil? Lo importante era ganar, ¿o no? Pero nadie se animó a decir nada, en parte por no quedar mal con la señorita, en parte porque a Lucio todos le tienen mucho respeto. El primero en hablar fue Agustín: -Podríamos dividirnos en grupos y buscar las respuestas en la biblioteca del colegio o en la que está enfrente de la plaza; o en Internet. Si encontra. mos las respuestas participamos y si no, no. La propuesta fue bien recibida por la mayoría -Anabella, rio estaban cuchicheando Milagros y Rosa. entre ellas, como hacen siempre, y creo que ni se enteraron de lo que dijo Agustín-. nían libros sobre dinosaurios, En seguida hubo quienes dijeron que te. o videos; algunos hablaron de un museo. La discusión volvió a desatarse cuando se intentó formar los grupos. Nadie se ponía de acuerdo. Chicas y varones no querían mezclarse; a algunos chi. cos los querían en varios grupos, otros empezaban a quedarse solos. La señorita pidió silencio y después dijo: "lo vamos a sortear". Episodio 4 El resultado del sorteo fue catastrófico. En todos los grupos había proble. mas. Inclu'so hubo algunos que lagrimearon de rabia. Varios meses más tarde, cuando todo había terminado, la señorita me confesó que al ver el clima que se había generado después del sorteo no sólo estuvo a punto de abandonar la idea del concurso, sino que había llegado a pensar en renunciar. "¿Qué se puede hacer con estos mocosos malcriados?", me dijo que había pensado. Afortunadamente no hizo ninguna de las dos cosas. Era la última hora. Camila nos hizo sacar una hoja y empezó a dictarnos cosas sin parar. Parecía una computadora en cortocircuito. Todos nos dimos -1 11 Capítulo 1 cuenta de que estaba inventando lo que nos dictaba, que sólo lo hacía para castigarnos y para que llegara la hora de irnos. Hay maestros así. Si les lIevás la contra o te portás mal en vez de decírtelo se vengan: "de casuali. dad" te toca el tema más difícil en una prueba; aunque tus respuestas sean muy parecidas a las de otro chico, tenés dos puntos menos en la nota final; todos pueden ir al baño en clase y cuando lo pedís vos resulta que no se puede salir. Pero la señorita Camila no era de esa clase de maestros. O, por , lo menos, hasta ese día creíamos que era distinta. Cinco minutos antes de que tocara el timbre dijo que necesitaba ir al baño y que cuando viniera iba a hacer la lista con los que no quisieran participar. Pensé que en cuanto saliera iba a reiniciarse el griterío, pero nadie habló. Al regresar, la señorita tomó una hoja y una lapicera y dijo: "bueno, anoto". El silencio se hizo más espeso. No se movía ni una silla. Ernesto levantó la mano. -Yo no vaya participar -dijo con una voz rara, como cuando uno tiene sueño o está a punto de llorar. Tocó el timbre y salimos atropellándonos, como siempre. No estoy segura, pero me parece que Ernesto seguía con la mano levantada cuando salí. En cuanto comenzamos a trabajar el clima cambió. Salvo Ernesto, que andaba peleado con todo el mundo, los demás estábamos demasiado pre. ocupados con las preguntas, que realmente eran muy difíciles. Los que mejor la pasaron fueron los del grupo de Matías. El primer día, cuando se reunieron en su casa, llevaron papas fritas y gaseosas y se pusieron a escuchar música y a charlar. Cuando llegó la mamá de Matías todos se asustaron porque pensaron que los iba a retar. Pero dice Ailín que, en lugar de enojarse, cuando le explicaron lo que tenían que hacer, les dijo que no se preocuparan, que ella se encargaba de todo. Yen seguida comenzó a sacar libros, prendió la computadora y se puso a buscar todo ella sola. Los chicos siguieron comiendo y charlando un rato; después les dio un poco de vergüenza y fueron a ayudarla. En una tarde terminaron todo, pero m 2 l> igual se reunieron toda la semana a mirar películas y a charlar. Parece que ahí Matías y Ailín comenzaron a ser "muy amigos". c.. m , ~' .. !} • f ¡, Capitulo LJ 2 ¡ ....J Episodio 1 Nosotros preferimos trabajar en la Biblioteca Municipal. En mi grupo esta. ban Rodrigo, Mariano, Lucila y Marina. Cuando estábamos entrando tuve un presentimiento: Quise comentárselo "algo va a pasar". a Lucila, pero vi que estaba tentada de la risa haciéndo. le señas a Marina. Mariano y Rodrigo -que muy bien que digamos no se lIevaban- también conversaban entre sí y se reían. Me acerqué a la bibliotecaria para pedirle que nos ayudara a buscar los libros y escuché unas risotadas a mis espaldas. La bibliotécaria se la agarró conmigo y me dio un sermón como de cinco minutos. Lo último que dijo fue que esa era una "casa de reflexión y lectura" y que si nos queríamos quedar allí teníamos que comportarnos "CO.MO.SI.SU.PIE.RAN.LO.QUE.ES.LA.E.DU. CA.CIÓN". Lo dijo con ironía, para molestarnos. Para colmo, ni bien terminó de retar. nos, desde una punta de la sala se escucharon aplausos. Nos dimos vuelta: eran los del Roca, el colegio que queda a una cuadra del nuestro. Yo todavía no los odiaba, yeso que en la escuela todos los odian. Ese día me di cuenta de por qué. No fuimos los únicos en tener problemas. En el grupo de Rosario, Lucía, Ana y Pancho la pasaron realmente mal. Se habían juntado en la casa de Pancho. Los papás estaban trabajando y volvían tarde. Pancho, como de costumbre, no. tenía ganas de hacer nada 14 Gustavo Santiago ("yo puse la casa", había dicho) y, mientras las chicas buscaban las pregun. tas en unos libros que habían conseguido, él empezó a hacerse el canchero. Primero trajo un paquete de cigarrillos (de la madre o del padre) y se puso uno en la boca, como si estuviera fumando. Las chicas trataban de no darle bolilla, pero él se ponía cada vez más pesado. Después apareció con una caja de fósforos y empezó a prenderlos delante de elias y a hacer como que iba a encender el cigarrillo, pero no se animaba. Las chicas no lograban concentrarse. Rosario fue la primera que dijo que se iba, pero las demás la convencieron de que se quedara porque el padre de Lucía se había comprometido a llevarlas a todas de vuelta a las seis, yeran las cuatro de la tarde. ¿Cómo explicarían la ausencia de Rosario? Estaban hablando de eso cuando se dieron cuenta de que Pancho había desaparecido. Hicieron silencio y escucharon un ruidito como de vidrios. Se asomaron al living y lo vieron subido a una silla corrienó unos vasos que había en el aparador. De atrás de los vasos sacó una botella que tenía un líquido dorado. "Es whisky .dijo Lucía .. Rosario tiene razón, mejor llamamos a mi papá y nos vamos.» ••• Tendríamos que habernos ido en ese momento, pero nos quedamos. Nos sentamos en silencio, serios, con los libros que nos había sugerido la biblia. tecaria. Apenas con un susurro, le pedí a Marina que me alcanzara el cuaderno que habíamos llevado con las preguntas copiadas; desde la otra punta de la mesa alguien hizo: "ssshhhhhh". Rodrigo dijo casi a los gritos: "Ahora te alcanzo el cuaderno". Cuando se asomó la bibliotecaria, inadaptaditos, uno del Roca nos señaló y dijo: "Los qué va a ser". La señora le sonrió y, cuando giró hacia naso. tras, nos miró con cara de amenaza. No hizo falta que dijera nada, sabíamos que era la última advertencia. Abrimos los libros y comenzamos a buscar. Eso, por lo menos, hicimos Marina y yo. Rodrigo, Lucila y Mariano formaban un grupito aparte y murmu. raban entre ellos. La verdad es que yo tampoco adelantaba con el trabajo; miraba las hojas lustrosas con dinosaurios por todos lados, pero leer, no podía. De pronto, siento algo en la frente. "Un bicho", pensé. Cuando me lo saqué no entendí de qué se trataba; parecía un papelito, pero estaba mojado, pegoteado. Entonces escuché unas risas apagadas y alguien que decía: "Flor .1 Capítulo 2 de piojo". Los chicos de mi grupo me miraron como preguntándome qué pasaba, pero me hice la tonta. "Zzzuup", "zzzuup", escuché. Un papelito se le pegó en un cachete a Mari. na, que soltó un grito; otro le dio apenas arriba del ojo a Lucila . ••• Las chicas estaban decididas a irse, pero en el momento de pararse para salir a buscar un teléfono público o para pedirle el teléfono a Pancho, Ana se arrepintió y dijo que ella se quedaba. -¿Estás loca? ¿No ves que puede pasar cualquier cosa? -Yo no le puedo hacer eso a Pancho -contestó Ana. En ese momento entró Pancho con uno de los vasos que había en el mueble en que lo habían visto trepado y con la botella. -¿Qué pasa? ¿Nunca vieron una botella de whisky, pichonas? -dijo riéndose. -Pancho, ¿te sentís bien? -fue lo único que atinó a decir Ana. -Mejor que nunca -respondió y comenzó a sacudir la botella para servirse. Las chicas pensaron que iba a hacer lo mismo que con el cigarrillo. que iba a andar con el vaso de acá para allá canchereando. Sin embargo, cuando lo llenó cerró los ojos y se lo tomó todo de un tirón, sin respirar . ••• Episodio 2 No sé qué era lo que había arriba de la mesa. Puede que fuera una abrochadora o un pisapapeles o un adorno. Lo que sé es que si el del Roca no se agacha. ba, Rodrigo le partía la cabeza. El anaquel que estaba detrás del chico esta. lió y nos bañó una lIuviecita de cristales. Mariano, que se había parado como para ir a pelearlos se quedó estático. Lucila, en cambio, arrebató las lapiceras que usaban como cerbatanas estiró la mano para recuperarlas, se acercó y les y, cuando uno del Roca le dio un sopapo que lo sentó de nuevo en la silla. Para entonces, todo el personal de la biblioteca y los pocos lectores adul. tos que había estaban rodeándonos a los gritos. La bibliotecaria incunables", se agarraba los pelos y gritaba: "mis incunables, dando pasitos como de danza arriba de los vidrios. / mis - I L __ . _-------------------------_._-------- .. 16 Gustavo Santiago Yo me di la vuelta como para salir, pero el señor que siempre está en la puerta y que se hace el policía .aunque con la edad que tiene no puede serlo de verdad. gritó como en una película: "de aquí no se mueve nadie". Los del Roca habían empezado a juntar sus cosas. Uno dijo: "¿Nosotros no tenemos nada que ver, no es cierto, señora?" y miró a la bibliotecaria tras avanzaba hacia la puerta. El viejo volvió a gritar: mien. "iDije nadie! iNadie sale de acá hasta que se aclare todo!" Se hizo un silencio total. O casi. Porque ahí me di cuenta de que edchico al que Lucila le había dado el cachetazo lloraba desconsoladamente. Pancho no podía parar de toser. Se apretaba la garganta con las dos ma. nos y entre tos y tos decía: "me muero" o "me quema, me quema". Rosario salió corriendo a buscar agua, pero de los nervios se le cayó el vaso y todo se cubrió de vidrios. En lugar de volver a buscar otro vaso, se sentó en el sofá, se hizo un bollito y comenzó a lagrimear. Cuando dejó de toser, Pancho se abrazó a Ana y también llorar. Dice Lucía que después el hombro se puso a de Ana estaba todo mojado y lleno de mocos. Lucía no sabía qué hacer. Pensó en llamar a su casa, pero cuando pasó al living para buscar el teléfono esparcidos se encontró con los vidrios por el piso y con Rosario ovillada en el sillón. Se acel'có a ella, le levantó la cara, se miraron mudas por un instante y se abrazaron 110' rando a grito peiado. Cuando salimos de la dirección de la biblioteca, volaban cachetazos, retos y amenazas desde todos los rincones. Habíamos estado como dos horas encerrados con la directora y el secretario de la biblioteca, "declarando". Afuera nos esperaba lo peor: nuestros padres. Después de unos segundos (ahora que lo pienso, ¿por qué no aclararon las cosas antes?), la directora le pidió al vigilante que nos cuidara un momentito ya nuestros padres que pasaran a la habitación en la que habíamos estado hasta entonces. Mi mamá me contó que cuando los padres se calmaron un poco, la direc. tora comenzó a leerles lo que habíamos firmado nosotros, los del Roca y la bibliotecaria. Capítulo 2 17 Tengo que reconocer que los del Roca .especialmente uno de ellos, que después supe que se llamaba Sebastián. se comportaron dignamente. Con. taran todo tal cual como había pasado, incluyendo la parte en que aplaudie. ron el reto de la bibliotecaria. Luego de la lectura, la directora dijo que había resuelto, tras consultar el reglamento, suspendernos no podríamos a todos por seis meses, tiempo durante el cual ingresar a la biblioteca sin la compañía de un adulto. Los padres estuvieron de acuerdo. Después agregó que había pensado que los padres de los dos grupos se hicieran cargo por partes iguales de la reparación del cristal destruido. Acla. ró que se trataba de un material especial .y muy caro. que tenía no sé qué filtro para "los rayos lumínicos". Parece que allí un padre de los del Roca comenzó a protestar, pero después terminó firmando. La directora concluyó diciendo que también se tomarían las medidas que correspondieran con la bibliotecaria. Pancho se había puesto a gritar: "¡A mí nadie me quiere! iUstedes no me quieren! iNadie me quiere!", y se quería parar pero no podía. Ana le decía: "¡No es cierto, Pancho!, ite queremos un montón!", y trataba de agarrarlo porque tenía miedo de que se cayera de la silla. -iNo me taqués! ¡Hipócrita! -gritó y parece que le gustó la palabra porque dicen que después siguió repitiéndola-. ¡Hipócritas! ¡Hipócritas! En un segundo se paró y salió para el lado del living. "¡Los vidrios! vaya para el living que está lleno de vidrios!", iQue no dijo Rosario. Las tres forcejearon con él para que no pasara, pero Pancho revoleaba los brazos con fuerza y seguía gritando: "¡No me toquen! ¡Hipócritas!" En un momento se descuidó y, justo cuando estaba entrando al living, Ana lo apretó fuerte con los dos brazos. Rosario y Lucía se tiraron encima de ellos y los abrazaron también. Pancho dejó de gritar. Se aflojó un poco y dijo: "me muero", se inclinó y le salió un "Aaaaajjjjjj" mientras vomitaba sobre los vidrios. En ese momento el padre de Pancho abrió la puerta. Gustavo Santiago 18 Episodio 3 En una semana todo estaba encaminado. No habíamos conseguido todas las respuestas, pero teníamos bastante más que la mitad. tíamos casi expertos en dinosaurios. y, la verdad, nos sen. Cuando a cada grupo le tocó exponer lo que había reunido se notó que estábamos orgullosos por lo que habíamos aprendido. La señorita estaba feliz. Esa semana Ernesto no fue a la escuela, pero creo que nadie se dio cuenta. En parte porque todos estábamos metidos con los dinosaurios y, como Er. nesto no estaba en ningún grupo, era como si no faltara. Pero, además, porque tampoco Pancho fue a la escuela, yeso sí se notó. Si me escucha me mata, pero Pancho es algo así como la mascota del curso, como el payaso. No en un mal sentido. Todos lo queremos y estamos pendientes de los chistes que hace. Por eso nos golpeó tan fuertemente que contaron lo las chicas (ahora me doy cuenta de que en ese grupo eran cuatro, mientras que en todos los demás éramos cinco; o sea que ese era también el grupo de Ernesto). Al principio no querían decir nada, pero cuan. do vieron que faltaba dos días seguidos se asustaron, porque Pancho no falta nunca. No porque le guste la escuela, no creo. Las notas de Pancho nunca son muy buenas. Lo que le gusta es estar con nosotros. Al menos eso era lo que creíamos hasta que nos enteramos de lo que había pasado con las chicas. Cuando lo supo, la directora llamó a su casa y le informaron que había salido de viaje con los padres. Sólo eso. En esos días pasó otra cosa horrenda. Creo que fue el miércoles o el jueves. Eran las ocho menos diez cuando llegué a la formación señorita del patio, como todos los días, y Ailín me dijo que la le había pedido que me avisara que tenía que ir a la secretaría. Cuando vi que estaba puesto el micrófono pensé que, como ya había pasado otras veces. tendría que leer algo en voz alta. A mí me encanta leer para los demás. Algunas veces pienso que voy a dedicarme a la locución, cuando sea más grande: voy a leer las noticias por radio, para que me escuche todo el país. O quizá estudie periodismo, o teatro. Bueno, la verdad es que no sé muy bien qué quiero ser cuando sea mayor. A veces no sé qué quiero ser ni ."w siquiera hoy mismo . En la secretaría me encontré con Rodrigo, Mariano y Lucila. Quedé como transparente, sin pensamientos ni sentimientos. Lo único que tenía era frío. Capítulo 2 19 En seguida llegó Marina y nos quedamos ahí, esperando, los cinco, en silencio. Bah, supongo que los demás estaban en silencio aunque si hubie. ran hablado no me habría enterado. Desde el patio nos llegó la voz de la directora que salía por los parlantes. No entendíamos bien qué decía. Yo alcancé a distinguir las palabras "honor" y "ejemplo". La señorita nos vino a buscar y nos indicó que nos paráramos aliado de ia directora, en frente de todo el colegio. Pensé que me iba a largar a llorar, pero no. Ni siquiera sentía vergüenza. Tenía bronca, mucha bronca. Algo muy cercano alodio. Miré a los otros condenados, estaban igual que yo: duros, con la mirada clavada en las baldosas. No sé qué dijo la directora, no la escuché. Algunas veces me pasa que el volumen de mis pensamientos tapa todo ruido que venga de afuera y sólo me escucho a mí misma. De lo que sí estaba segura era de que no nos merecíamos semejante humillación. • •• Yo había pensado que todo iba a cambiar después de esa escena en el patio. Y no me equivoqué. O sí. Porque todo cambió, es cierto, pero no del modo en que yo .y sospecho que también la directora. había pensado. De un momento para el otro nos convertimos del discurso de la directora en los héroes del colegio. Después todos, hasta los más chiquitos, hablaban de nosotros. En el recreo se nos venían encima para que les contáramos deta. lIes de "la batalla de la biblioteca". Nos preguntaban si era verdad que Rodrigo había fracturado a uno o que Lucila le había arrancado la muela de un sopapo a otro. No fue necesario que nos pusiéramos de acuerdo. Fue como si lo hubiéra. mos decidido juntos y al mismo tiempo cada cual por sí mismo: no habla. mos. Como dirían en la tele, "no hicimos declaraciones". Lo raro es que eso agigantó nuestra imagen. En pocos días éramos casi superhéroes . ••• Guslavo Santiago 20 Episodio 4 La señorita nos había pedido que nos sentáramos en círculo; siempre lo hace cuando quiere que conversemos sobre algo importante. Lo que nos preguntó fue muy sencillo. Por lo menos era sencillo de preguntar, pero contestarlo no fue nada fácil. "Piensen -comenzó. en todo lo que han investigado hasta ahora sobre los dinosaurios y digan qué fue lo que más les interesó." El primero en contestar fue Matías: -Yo no puedo entender cómo fue que desaparecieron -dijo; y como vio que en un instante habla más de diez manos levantadas para explicarle, agregó: Sí, ya sé lo que me van a decir. Me van a hablar del meteorito gigante o de los volcanes. Ahora yo también sé cómo se murieron. Pero, sin embargo, no puedo entenderlo ... -Creo que sé lo que Matlas quiere decir-dijo Milagros-. Yo puedo entender por qué se muere un gato o un perro; pero no podría imaginarme que de repente no existiera más en el mundo ningún gato o ningún perro. -iEso es! -gritó eufórico, Matlas-. cuenta de que eran muchísimos Después de todo lo que leímos me doy los dinosaurios y que había un montón de variedades diferentes. ¿Cómo puede ser que no existan más? -En uno de los libros que nos tocó a nosotros -intervino ,que la desaparición Mariano-, decía de los dinosaurios sólo sería comparabie con un mundo futuro en el que desaparecieran los seres humanos. Lucio tenía la mano levantada. Cuando la señorita le hizo señas de que hablara, dijo: -No sé por qué tanta historia con esos bichos. Se murieron y punto. ¿Qué importa que se hayan muerto todos juntos? La muerte es algo de cada uno, no de todos. -[~o te entiendo bien -dijo la señorita. -Claro. Es como en una guerra o en un gran accidente. La gente dice: "Mil muertos, iqué barbaridad!" Pero, ¿qué importancia tiene cuántos murieron? Lo que importa es la muerte de cada uno, no cuánto suman las muertes. Las muertes no se pueden sumar; siempre el que se muere es uno. Con los dinosaurios es lo mismo. -Yo entiendo lo que dice Lucio -intervino Rosario-, pero no estoy de acuer. do. No es lo mismo que se mueran diez personas que mil. -Señorita -interrumpió Agustín-. ¿Cuánta gente muere por día? No en gue. rras; o, también. Digo, ¿muere mucha gente o nacen más de los que mueren? -La primera pregunta no la sé -respondió la señorita mirando de reojo a Capítulo 2 Anabella-. 21 No sé cuánta gente muere; si quieren lo buscamos para mañana. Ahora, sobre la segunda, seguro que nacen más que los que mueren porque la población mundial siempre está en aumento. -¿Yeso qué tiene que ver con lo que estábamos diciendo? -le preguntó Rosario a Agustín, un poco enojada porque la había interrumpido-o -No sé, se me ocurrió -respondió pensativo Agustín. Ana levantó la mano. -A mí lo que más me impresiona es que hayan vivido cerca de ciento cin. cuenta millones de años y que no sepamos prácticamente antes de estudiarlos nada de ellos. Yo pensaba que se sabía mucho más, pero ahora me ente. ré de que lo que se conoce realmente es muy poco. -Es verdad -dije-o Si uno compara dos dibujos sobre el mismo dinosaurio, por ejemplo, el Saftasaurus, de dos libros distintos, ve que no se parecen en nada. Claro, si lo dibujan "completo", con todo el cuerpo, y lo que se conoce son sólo los huesos y, en algunos casos, como el Notoceratops, lo único que se encontró es un pedazo de mandíbula. -Yo creo que despiertan tanto interés justo por eso -dijo Cristopher.- Siem. pre lo que tiene un costado secreto o misterioso entusiasma más que aqueo 110que puede conocerse perfectamente. Si a mí me preguntás qué pájaros son los que cantan ahora en el patio, no lo sé, pero si me ponés dos dibujos de dinosaurios y me pedís que te diga cómo se llaman, seguro que no me equivoco. Aunque como decía ella -me señaló--, quizá no hayan sido de ver. dad como los muestra el dibujo. -¿Usted cree, seña, que a veces nos interesa más lo que está lejos o en el pasado que lo que tenemos al alcance de la mano? -preguntó Rosario. -Pienso que sí. A veces veo en la televisión gente preocupada por el hamo bre en otros países, mientras ayuda. no hacen nada por los que aquí necesitan -También en el amor pasa algo parecido -dijo Ailín, mirando sospechosa. mente a Matías-. A veces uno tiene cerca a alguien que lo quiere, pero no lo valora y se la pasa mirando lejos, a gente que no le da ni la hora. La señorita se rió. - Tenés razón, Ailín. Parece que siempre es así. • .,,. 1': I I '1 > ) 1 'i , I .1 \ l ",11,; ;~} f :1 l' '1, I l; :\"- , 1 :F ." ,: , j '''(>;), .. ,,', • , " ~t. o. S ~._~..: ! - Episodio 1 La señorita repartió las preguntas que quedaban a todos los grupos. Na. die protestó, ni siquiera los que habían contestado todas las que les ha. bían tocado la primera vez. Tanto era el entusiasmo que teníamos en ese momento, y las ganas de trabajar. Eso fue en la segunda semana, la semana en la que volvió Ernesto (Pancho no apareció; se decía que los padres estaban buscándole otro colegio). Recién cuando volvió nos dimos cuenta de que había faltado toda la semana. Ernesto dijo que había estado enfermo, pero no le creí. mos o le dimos poca importancia por lo mal que nos trataba. En las horas de matemática o de lengua casi no hablaba con nosotros; en la parte de sociales, cuando nos ocupábamos de los dinosaurios, no paraba de burlarse. La señorita le había permitido traer unos jueguitos electrónicos y se pasaba toda la hora con eso o armando rompecabezas o leyendo historie. taso A nosotros no nos importaba: lo de los dinosaurios era mucho más interesante. En los recreos pasaba y decía: "Ahí andan los paleontólogos" o "qué hacés, pterodáctilo" y largaba una risita irónica. Si alguien le pe. día que le convidara una galletita contestaba cosas como: "pedile al Velocirraptor" . Eso pasó el primer día; hasta el segundo. Después nadie le prestó más atención y se lo empezó a ver siempre solo, hablando solo, riéndose solo . .Yo me cambié al grupo de Ana, Lucía y Rosario. En realidad, fue la seño. rita la que me pasó, porque habían quedado sólo tres con la ausencia de Pancho. Nuestras preguntas eran: J) ¿cuáles son las principales diferen. cias entre los dinosaurios ornitisquios y los saurisquios?; 2) ¿cuál es la " ----._~- - i Gustavo 5.mtiago 24 característica sobresaliente la actual Argentina del Amargasaurus?; y 3) ¡en qué localidad de fue hallado el Argentinosaurus? ••• Lucía tuvo una idea brillante y Ana otra. No está mal, ¡no? De cuatro que éramos, dos ideas brillantes ... La de Ana fue que nos quedáramos el miércoles a dormir en su casa, que tenía Internet, para aprovechar toda la tarde y terminar con las preguntas. La de Lucía fue "la idea del mail". Habíamos encontrado que no nos aportaban una página de Internet con artículos muy básicos, nada. Cuando la íbamos a borrar, Lucía dijo: "Espe. ren, hay direcciones de mail". Y, sí, había como veinte direcciones de espe. cialistas en dinosaurios. él decía que estábamos contestar Lucía eligió tres y les mandó el mismo mensaje. En preparando un trabajo para el que teníamos que unas preguntas (en el mail las detallaba) y que les solicitábamos su colaboración. En letras mayúsculas y subrayado decía: "NO QUEREMOS QUE NOS ENVíEN LAS RESPUESTAS (QUEREMOS EN. CONTRARLAS POR NOSffiRAS MISMAS) 10 QUE LES PEDIMOS ES QUE NOS SUGIERAN DÓNDE BUSCARLAS" Nos pareció una idea genial. Después de mandar los mails miramos un poco otras páginas y encontramos más direcciones. Enviamos el mismo mensaje a algunas de ellas, apagamos la compu y nos preparamos la me. rienda. En realidad, como dijo Rosario, era un "pic.nic de trabajo". Cuando lo dijo nos causó tanta gracia que no podíamos parar de reírnos. Hay veces en que pasa eso. Un chiste buenísimo no te causa gracia, pero una pavada te tienta y no podés parar, ¿no? Pusimos el mantel a cuadritos sobre la alfombra, en el medio de la habita. ción de Ana, y ahí cargamos platitos con papas fritas y palitos y, en una bandeja, los sandwiches que preparaban Rosario y Lucía. IS 'g Después de reírnos de un montón de tonterías comenzamos a hablar más ~ en serio. No sé quién empezó, pero de repente me di cuenta de que estába. '6 mós hablando de eso: de los chicos. ] ..$ z w Capítulo 3 25 Episodio 2 En ese mismo momento, sin que lo supiéramos, había una reunión en ia que se hablaba de nosotros, de todo el curso, y se tomaban decisiones importan. tes sobre nuestras vidas. ¿Por qué será que a los adultos les gusta decidir cosas a espaldas de los chicos? ¿No se dan cuenta de que no somos ningunos tarados? ¿O sí se dan cuenta, y por eso prefieren no consultarnos? El hecho es que en la dirección de la escuela estaban reunidos los padres de Pancho con la directora, la vice y la señorita. ¿De noche?, ¿en la escuela? Sí. Como si se tratara de una re. unión secreta. Pancho, según sus padres, estaba "en tratamiento" y el psicólogo había sugerido un cambio de colegio. La directora dijo que no estaba segura de que eso fuera lo mejor, pero que el colegio no tenía ninguna objeción. La señorita cree .porque fue ella la que después me contó lo que habían habla. do. que la directora se asustó y que tuvo miedo de que Pancho no se cambia. ra y que después le pasara algo. ¿Qué le podía pasar?, no sé. La señorita cree eso porque cuando ella sostuvo que le parecía mal que lo cambiaran, que en el grado todos lo querían y que lo iban a ayudar, ia directora la perforó con la mirada y dijo, seca: "Los padres de Francisco ya tomaron una decisión y hay que respetarla". Yo pienso que lo que dice Camila es cierto, porque la directora no es mala, pero ... Siempre quiere quedar bien con todos y tener la menor cantidad po. sible de problemas. Además, le encanta tener la última palabra. Claro, por algo es la directora. Quizá ella quisiera decir o hacer otra cosa pero no pue. de. No debe ser nada fácil ser directora. Debe ser como ser padre, pero peor porque no puede castigarnos ni pegarnos. No digo una terrible paliza .como mi mamá me cuenta que le pegaba mi abuela .. No, no digo una paliza así, pero un sopapito, o un castigo en serio, como no mirar tele o no poder salir. Nada de eso. Lo único que puede hacer la pobre .bueno, tampoco tan pobre. es gritar y amenazar o mandar esas notitas que no sirven para nada porque los padres de los chicos que hacen más lío ni miran el cuaderno o no le dan importancia. En fin ... ••• m 2 ¡;:l. m "$: Lucía dijo que ella ni loca se pensaba casar. Quería vivir sola, en un deparo tamento en el centro, con un gato y muchas plantas. -¿Sola, sola? -preguntó Ana, con voz risueña. "'- m Gustavo Santiago 26 Todas nos reímos, porque Lucía hizo un gesto con la mano como diciendo "más o menos" y se puso colorada. Para completarla, Rosario agregó: "dijo que quería vivir sola, no hacerse monja". Ahí explotamos, pués de atragantar lloramos, hasta salieron volando unas papas fritas des. a alguien. A mí lo de la monja me causó gracia no por la monja en sí (yo misma había pensado hacía un tiempo en ser religiosa), sino porque no me podía imaginar a Lucía con hábito y sin chicos cerca. Las demás no teníamos tan claro nuestro futuro. Salvo Ana, que se quería casar y tener tres hijos. -¿Y con quién te querés casar?, si se puede saber-preguntó la piel de la cara se le transformó instantáneamente, Rosario. A Ana como si fuera un cama. león; pero al revés, porque el cambio de color en lugar de protegerla la dela. taba. -Vos estás enamorada ~ije -Uy uy uy -exclamó yo como si hubiera descubierto Lucía, agitando América. una mano-o Está metida hasta la coronita. -Yo sé de quien ... Pero no lo voy a decir, si Ana no quiere -completó Rosario. Ana nunca había. salido con nadie. 0, por lo menos, yo no me había enterado. Parecía que lo único que le interesaba era estudiar. No era fea. Incluso era más linda que otras chicas más "exitosas", como Milagros o Lucía, que hasta habían salido con chicos más grandes. Pero a ella los varones no la miraban, ni ella a los chicos. Por eso nos sorprendimos tanto con la noticia: iAna estaba enamorada! ••• -¿Miramos los mails? ~ijo Ana y nos dimos cuenta de que no quería ha. blar de su amor. Decidimos respetar su decisión (momentáneamente; tenía. mas toda la noche para que confesara). Lucía pegó un grito frente a la pantalla: -iNo lo puedo creer! -¿Qué pasó? ¿Un virus? -gritó Ana parándose y volteando la botella de ga. seosa que, por suerte, ya tenía poco contenido. -iVengan! -Pero, ¿qué hay? Capítulo 3 27 -Un montón ... un montón de mensajes. Era verdad. Todos los mails estaban respondidos y algunos más de una vez. Varios investigadores tecas encontrarlos; biblioteca nos sugerían libros y nos indicaban en qué biblia. ihasta nos decían con quién teníamos que hablar en ia para que nos orientara! Otros nos mandaban, directamente, artí. culos por Internet. Teníamos tanto, que no sabíamos por dónde empezar. Comenzamos por leer los textos que nos habían enviado. No eran muy fáciles, pero se entendían. En un poco más de una hora teníamos contesta. das todas nuestras preguntas. iEstábamos felices! Entonces tuve una idea. No sé si era brillante .por el lío que se armó des. pués pienso que no., pero era mi idea. -¿Y si contestamos todas? -sugerí entusiasmada. -¿Todas? ¿Tevolviste loca?, son como veinte -me contestó Rosario. -¿Por qué no? Mucho no nos va a llevar. ¿Se imaginan la cara de los demás, mañana? -dijo Ana. No sé si lo dijo porque realmente le había parecido una buena idea o por. que creía que así se iba a salvar de tener que hablar de su amor. Pero en seguida las demás se contagiaron y comenzamos a imprimir, a submyar, a leer en la pantalla como si fuéramos un equipo de la NASA antes de lanzar un transbordador. A eso de las nueve la mamá de Ana golpeó la puerta y preguntó si necesitá. bamos algo. Cuando abrió pareció asombrarse menos por la mancha en la alfombra .que la vio, la vio- que por lo concentradas prometió unas empanadas, nos felicitó y se fue . que nos encontró. Nos ••• Episodio 3 La señorita iba caminando sola, pensando. El silencio y la oscuridad de la noche le daban la sensación de un cine un segundo antes de que empiece la proyección. Avanzaba despacito, esperando que sus ideas se aclararan, angustiada. Dice que iba pensando en lo difícil que es estar seguro de qué es lo mejor para otro. "Uno siempre sabe cómo puede hacerle mal a alguien; hay mil maneras. Pero cómo hacer el bien ... Es curioso -pensó- siempre creí que el camino del bien era más claro que el del mal. Ahora comienzo a ver que el bien, aunque es mejor, es siempre más incierto". m z l> Gustavo Santiago 28 Se sobresaltó al escuchar risas detrás de ella. Se dio vuelta y vio que media cuadra más atrás venía un grupo de muchachos, asustó. tres o cuatro. Se . Nunca le había preocupado caminar de noche por allí. Conocía bien el barrio, y todo el mundo sabía quién era ella. Pero, a lo lejos y en la penum. bra, los muchachos que ahora ya no se reían y parecían apurarse, le resulta. ron peligrosos. Aceleró el paso y ellos también aceleraron; cruzó de vereda y ellos cruza. ron también. y volvieron a soltar una risotada. Pensó en gritar pero, ¿tenía realmente motivos? Quiso correr, no se animó. "Si corro se van a dar cuenta de que tengo miedo, y va a ser peor" -se dijo. Faltaban tres cuadras para su casa, era imposible que llegara sin que la alcanzaran. ¿Y si fuera un sueño? Muchas veces, desde que era niña, le había pasado soñar con persecuciones que acababan cuando estaban a punto de atrapar. la. Justo ahí se despertaba. La voz que escuchó a no más de dos pasos de distancia, la convenció de que no se trataba de una pesadilla. -No vaya a gritar, ¿eh? Se quedó congelada. Hay situaciones que, por terribles o hermosas, no se van más de la memo. ria. Eso dicen. Esa noche sentí que era verdad; que todo lo que pasara iba a estar siempre ahí, dentro de mí. No era, simplemente, más inteligente, que estuviera contenta. Me sentía, cómo decirlo, más sensible, más adulta. iEso!, como si hubiera crecido, madurado, de pronto. O como si en ese instante hubiera tomado conciencia de cuánto había crecido. Hacía un buen rato que la computadora la del techo, la habíamos reemplazado bajo, pero escuchábamos estaba apagada. A la luz grande, por la del velador. Hablábamos muy perfectamente. Toda nuestra atención estaba ahí, en las palabras que cada una dejaba salir desde un lugar secreto, íntimo. Lucía contó que no era cierto que había salido con tantos chicos como se decía. En serio, había salido con tres. Cuando los nombró, nos llamo la aten. ción que no mencionara a Martín Rivas, que era dos años mayor que noso. Capítulo 3 29 tras. Todos en el colegio sabían que habían salido. Cuando le preguntamos dijo que no, que eso había sido otra cosa. Habían bailado juntos, sí; y algo más había pasado. Pero "salir, salir, no. Igual -agregó., no me vuelvo a meter con uno más grande. Se quieren hacer los hombres, pero son unos tarados". Creo que ninguna de las demás entendió qué quiso decir con eso, pero se notaba que no tenía ganas de contar nada más. Rosario dijo que no estaba segura de haberse enamorado alguna vez. Con. tó que en el jardín decía que era la novia de Mariano y que una vez, debajo del tobogán, se dieron un beso. Todas nos reímos, pero ella dijo que cada tanto se acordaba del beso y que le producía un cosquilleo que le hacía pensar que no había sido solamente cosa de chicos. Yo sabía que algo iba a tener que contar, pero no se me ocurría qué. Cuan. do todas- me miraron me escuché diciendo cosas que ni yo misma sabía. Las palabras iban saliendo y mi asombro crecía al mismo tiempo que el de mis amigas. Dije que me gustaba ... iLucio!, que me parecía muy inteligente y que esta. ba segura de que detrás de esa apariencia seria y huraña sería un chico muy sensible. Lucía dijo, como para sí misma: -iQué buena pareja que harían! Le tocaba el turno a Ana. Giró lentamente, para hacerle frente a las risotadas y a la voz que insistía: -No vaya a gritar, que vamos todos presos, ¿eh? El que había hablado se inclinó hacia ella, como si fuera a darle un beso en la mejilla. Camila retrocedió un paso y abrió la mano para tirarle un cachetazo. -Eh, ¿qué pasa, seño? ¿Ya no reconoce a sus alumnos? -dijo uno de los otros muchachos. Le costó un segundo más darse cuenta de que se trataba de tres ex alum. nos de hacía algunos años; quizá cuatro o cinco. Chicos que ahora tendrían dieciséis o diecisiete años. El que intentó saludarla era Gastón, que había sido uno de sus preferidos. La señorita me contó después que, en ese momento, no sabe bien si por el susto, por la vergüenza o por los nervios que le había provocado la reunión con los padres de Pancho, se aflojó de repente y rompió a llorar. Gustavo Santiago 30 Los chicos la acompañaron hasta su casa, mientras ella les decía una y mil veces que no había sido por ellos, que venía pensando en otra cosa y por eso se sobresaltó. Además, le daba mucha bronca haberse asustado un poco, porque estaba acostumbrada a vivir sin miedo, a caminar sola de noche sin temor .. -No quiero vivir como si estuviera en libertad condicional -les dijo-, corno si fuera obligatorio que permanezca encerrada en mi casa detrás de unas rejas en cuanto se hace de noche. Por eso me molesta tanto haberme asuso tado. Los chicos le dijeron que la entendían, que todo el mundo andaba con miedo por las cosas que pasaban en la tele. Pero que también razón, las cosas no eran en realidad tan terribles ella tenía como las mostraban los noticieros. Cuando se calmó se despidieron prometiéndole hacer un encuentro con todos los chicos de ese grado para recordar cosas y ver en qué andaban después de tanto tiempo. Camila entró en su casa con mejor ánimo que al salir de la escuela. Se tiró en la cama a repasar algunas cosas de la reunión. Quería definir mejor su posición en cuanto a si Pancho debía o no irse de la escuela. Inmediatamen. te se quedó dormida. • •• Episodio 4 -Pancho -dijo Lucía, con seguridad. -¿Tanto se me nota? -preguntó avergonzada Ana. -No, no es que se te note; es algo que pensé yo. Todavía tengo en mi cabe. za la imagen de Pancho completamente borracho y vos apretándolo con ios brazos. Cuando los vi pensé: "Claro, Ana tiene miedo de que entre al living y se caiga sobre los vidrios". Pero después, inmediatamente, me dije: "Ana se está dando cuenta de cuánto lo quiere". Ana la miraba impresionada. Le dijo: -Sos bruja. Después contó que realmente nunca había considerado a Pancho como algo especial. Ni siquiera eran amigos, tan solo compañeros. Pero en ese momento, cuando lo tuvo entre los brazos, la envolvió una especie de deses. 31 Capítulo 3 peración por lo que pudiera pasar un segundo después. De pronto sintió ganas de no soltarlo, de quedarse así para siempre, como si al soltarlo se pudieran desatar peligros para él y sufrimientos para ella. -¿Es eso estar enamorada? -nos preguntó. -De remate -le contestó Rosario. t:ramos más que heroínas. t:ramos diosas, estrellas, ídolas. No sólo por. que habíamos encontrado algunas respuestas que nadie había conseguido, sino por la ocurrencia de los mails. -Son unas maestras -dijo Lucio, y al instante Rosario, Lucía y Ana giraron hacia mí sonriendo. Estuvieron a punto de delatarme. -No fue gran cosa; unas preguntitas de nada -dije. -¿Cómo "de nada"? Nosotros nos rompimos todo para encontrar las nues. tras, pero hubo dos que no estaban en ningún lado. Hasta pensamos que sería una trampa para que no ganara nadie. Y ustedes contestan las suyas y enciman tienen la generosidad, ieso!, la ge.ne.ro.si.dad de traer todas las demás. Yo no sé si lo hubiera hecho. Son grandes de verdad. Si lo hubiera dicho otro chico habría pensado que nos estaba tomando el pelo. Pero Lucio no, él lo decía en serio. La señorita nos dejó festejar, pero no participaba nas se limitó a comparar de nuestra alegría. Ape. las distintas versiones de la misma respuesta que habían encontrado diferentes grupos y a decir: "muy bien, muy bien" y, va. rias veces, "qué orgullosa estoy de ustedes". Pero era obvio que algo le pasaba. Matías se lo dijo desde la otra punta del aula, a los gritos: -Vamos, seña, ¿qué pasa? ¿No está contenta? Vamos a ganar, ¿no? Se hizo silencio. Sólo se escuchaba el jueguito electrónico de Ernesto des. de el fondo del aula. ,. m z La señorita juntó coraje y dijo: -Estoy realmente orgullosa. Me demostraron lo maduros que son y que vale la pena confiar en ustedes. Se propusieron hacerlo y lo lograron. Eso me pone muy contenta". enteramente feliz. Aunque haya otras cosas que hoy no me dejan estar o.. m I - - Gustavo Santiag¡' 32 -¿Qué cosas, seño? -preguntó Marina. -Mmmm ... no estoy segura de poder contárselos. -Pero, ¿cómo? -replicó Matías-. Recién nos decía que había aprendido a confiar en nosotros. ¿Y ahora? ¿Desconfía? -Pará -intervino Ag~stín-. Puede ser algo personal ... -No -respondió la señorita-o Es algo que tiene que ver con ustedes. Es justamente por eso que no sé si se los puedo decir. El silencio fue aumentando, si es que un silencio puede aumentar. Era como si la estuviera rodeando para obligarla a hablar. -Pancho se cambia de colegio --<lijo y se tapó la cara con las dos manos. Ana salió corriendo para el baño y yo fui detrás de ella . ••• ~ 8: "~ o !i! '2 z '6 5: o ;:: " 1J~ ~ ~ ~ Po ;:; ~ !i! [ -o ."~ .s z u,¡ " g ~. "I ,d ;¡ . ,¿ • l' \ 'l 0 .. 1 , . " o" • ~ ",~ .J • .&. f ¡ ~ . ,~ " " íf I 1 l J Episodio 1 Cuando volvimos al aula había pasado más de media hora. El clima era tan tétrico que Pablo se animó a decir: -Che, Pancho se cambia de colegio; no se murió, Nadie le respondió, El único que parecía estar entretenido Sonreía y escribía como si estuviera imaginando miró fijo y me ordenó: "dame la dirección". era Ernesto. algo. En un momento me -¿Qué dirección? ¿La de Pancho? ¿No la sabés? -No te hagás la tonta dinosaurios; -me contestó de muy mal modo-o La de los la dirección de los organizadores. Le respondí que no la tenía, para sacármelo de encima. Cada día aguanta. ba menos a Ernesto y su actitud en ese momento me pareció el colmo de la desubicación. Rosario, que se había sentado con Ana y conmigo, le dijo: -¿Y desde cuándo te interesás por los dinosaurios. -Desde que rompieron vos? los huevos -le dijo riéndose. Todos lo escuchamos, a causa del silencio que había en el aula. Incluso la señorita, que lo miró con cara de advertencia, como diciéndole que era la última que le perdonaba. A mí no me quedó claro si lo que dijo lo dijo con doble sentido o no. La verdad, no tenía ganas de pensar en Ernesto. Por eso abrí la carpeta y le anoté la dirección en un papel. - Tomá, acá la encontré. Afortunadamente no volvió a molestar. Gustavo Santiago 34 -Algo tenemos que hacer -dijo Rodrigo .. Aunque sea hablar con Pancho. -Imposible -acotó Lucio-. Mariano y yo lo llamamos ochenta veces. Los padres no le pasan las llamadas. -iUna carta! -dijo Marina. -¿No te das cuenta de que sería inútil? Los padres no se la darían. -Además -intervino la señorita-, hay que respetar la posición de los pa. dres. _¿Y ellos respetaron la nuestra o la de Pancho? iNi nos dieron la oportunidad de hablar! Y supongo que a su hijo tampoco se la habrán dado. -Los adultos nunca escuchan a los chicos -protestó diciéndonos que somos unos grandulones, bebés. Yo no digo que me consulten Ludla-. Se la pasan pero después nos tratan como a sobre cosas de su trabajo o de plata. Pero, ¡por lo menos podrían consultarnos sobre cosas que tienen que ver con nosotros! -Habría que mostrarles, alguna vez, que podemos defender nuestras ideas ... -iEso! -dijo Matías interrumpiendo a Pablo-. Ya que no nos dejan decirlo, vamos a mostrarlo. Todos lo miramos sin entender. -Tengo un plan -dijo sonriendo . ••• La mañana siguiente transcurrió normal, sin grandes cosas. Lo único lla- mativo era que habían faltado más chicos que de costumbre: Matías, Mariano, Rodrigo, Lucio, Ana, Rosario y Lucía. La señorita anunció que había terminado de chequear las respuestas y que ya las había enviado a los organizadores del concurso desde la computadora de la escuela. "Ahora .dijo. no nos queda otra cosa que esperar." La frase me dejó pensando. ¿Puede ser que haya situaciones en las que no nos quede otra cosa que hacer que esperar? ¿Hay que resignarse, a veces, a que las decisiones las tomen otros? Lo pensaba en relación con el trabajo, pero también por lo de Pancho y por otras situaciones en las que la sensa. ción de estar en manos de los demás me había aterrorizado. Cuando tenía ocho años me operaron de apéndice. Recuerdo como si fuera hoy la desespe. ración que me agarró cuando la anestesia comenzaba a hacerme efecto y z u.J me daba cuenta de que todo lo que me pasara dependía de esos médicos 35 Capítulo 4 que charlaban y se reían al lado de mi camilla como si yo no pudiera oírlos. Recuerdo que me quería mover, que quería decir algo, hacer una seña y no En un mo. podía. Lo único que manejaba eran mis ojos y mi pensamiento. mento, uno de los doctores se dio vuelta, me miró y dijo: "Es dura la mocosa, ¿eh?, todavía no se duerme". operación, Cuando se lo conté a mi mamá, después de la me dijo que no podía ser, que seguro que lo había soñado por efecto de la anestesia. Pero yo sé que es cierto, así como sé que no me olvido más de esa sensación de que otros tengan en sus manos tu vida . ••• Episodio 2 Los dinosaurios nos habían enseñado dos cosas: a trabajar en grupo y a pelear para sobrevivir. A la salida del colegio, los que pudimos fuimos de Matías. Los otros se iban a encontrar con nosotros a las cinco. Prácticamente estaba todo listo, todo calculado. Igualmente repasamos un montón de veces lo que cada uno tenía que hacer. A las cinco en punto, Agustín llamó por teléfono a la casa de Pancho. A las cinco en punto, Rodriga ayudaba a Pablo a trepar al árbol que queda justo frente a la casa de Pancho. Unos segundos después, la mamá de Pancho le decía a Agustín que Pancho había salido con el papá; al mismo tiempo, Pablo le decía a Rodrigo que Pancho estaba acostado en su cama. Pablo bajó la punta de una soguita que llevaba cruzada sobre los hombros y Rodrigo ató en ella la bolsita de plástico con las pelotitas que habíamos preparado. Eran piedritas forradas con varias vueltas de papel higiénico y cinta adhesiva (la idea la copiamos de los paleontólogos que cuando encuen. tran un hueso de dinosaurio lo envuelven en papel higiénico con yeso, para que no se rompa; a eso lo llaman "bochón"). Las habíamos probado contra una ventana de Matías: hacían ruido y tenían el peso suficiente como para arrojarlas a un par de metros de distancia, pero los vidrios no corrían peligro de romperse. Pablo comenzó a probar puntería. Pegaba, más o menos, una de cada tres. Después de varios aciertos empezó a hacer señas con. el dedo para arriba. Era el momento de las chicas. Marina, Ana y Ailín se acercaron a la reja de la entrada y tocaron el timbre. A través del portero eléctrico le dijeron a la mamá de Pancho que querían hablar con ella. m 2 s> j' o- m Gustavo Santiago 36 La señora les contestó que Pancho estaba descansando, que no las podia atender. -No, señora -insistieron las chicas-o Queremos hablar con usted, no con Pancho. Mientras, Pablo seguía tirando piedras a la ventana, pero parece que Pancho no se daba cuenta de qué era lo que provocaba el ruido. Estaba sentado en su cama, mirando hacia todos lados como si estuviera medio dormido, La mamá hizo silencio. No esperaba que las chicas pidieran hablar con ella. Después dijo, decidida: -Discúlpenme, chicas, no tengo tiempo para charlas, Estoy muy ocupada en este momento. Ellas le contestaron: -Nos va a tener que oír, ••• Primero comenzó el bombo; después los pitos, las cornetas, los aplausos . y los cantos. "Queremos a Pancho, queremos a Pancho", gritábamos todos. Rodrigo ayudó a trepar a Mariano a un árbol que estaba cerca del de Pablo y. entre los dos, colgaron los carteles: "Pancho, te extrañamos": "Volvé pmn. to"; "Te recontra queremos" y otros más. Las chicas seguían el ritmo de la música con el botón del portero eléctrico. Casi al mismo tiempo se asomaron Pancho a su ventana y la mamá a la puerta. La señora .muy, pero muy enojada. gritó algo que no pudimos escuchar por el ruido que hacíamos, Pancho miraba con los ojos bien grandes y son. reía, pero no decía nada. En un momento vio a Pablo que le gritaba desde el árbol, cerca de la ven. tana, y se estiró como si quisiera abrazarlo. La mamá vio que todos mirábamos estaba cerquita de ella, contra para arriba y dejó de gritar. Yo, que la reja, le miré la cara. La expresión le cambió en un segundo. Del enojo pasó a la emoción: las lágrimas le salta- ron instantáneamente. y gritó: Pero, en un tris, puso cara de pánico uNoooooo". ~ z UJ Si hizo ruido, no lo oí. Cuando miré hacia donde corría la señora, vi a Pablo Capítulo 4 37 tirado en el jardín. Levanté la vista: una inmensa rama se balanceaba apenas agarrada por un pedacito de corteza que no se había quebrado. En la venta. na, Pancho se reía con cara de hipnotizado. La reunión fue en el salón de actos. Estábamos los veintitrés (faltaban Pablo -enyesado en su casa. y Ernesto), la directora, la vice y los padres de Pancho. Comenzó el papá: -Pedimos esta reunión con mi esposa por dos motivos. En primer lugar, para expresarles lo profundamente contrariados que nos sentimos al ver que lo que se resuelve en la dirección de la escuela se contradice luego en el aula ... .Camila hizo un gesto, como para defenderse, pero el señor le dijo que le permi. tiera continuar .. Ayer pudo haber sucedido una tragedia. Si este chiquito ... -Pablito --dijo la señora. -Pablito ... Si este chiquito en lugar de caer en el jardín caía en la vereda o sobre la reja ... Bueno, afortunadamente eso no sucedió. Pero no fue Pablito el único que estuvo en peligro; también Francisco -el papá no le decía Pancho, como los demás. corrió serios riesgos, aunque ustedes no lo supieran. Claro, no lo sabían porque no les habíamos permitido saberlo; mi señora y yo nos hacemos cargo de eso. Pero con las preocupaciones mos, la verdad, en ustedes. Francisco está tomando tranquilo, unos medicamentos que tenemos no pensa- especiales y necesita estar sin sobresaltos. Y lo de ustedes muy tranquilito no fue, ¿no? Se hizo silencio. El padre de Pancho estaba realmente enojado. Yo quería decir algo, para explicarle que no había mala intención en lo que hicimos, pero no me animé. La mamá comenzó a hablar. -Bueno, como dijo Roberto -y señaló a su marido-, ése es uno de los mo- tivos de nuestra visita. El segundo es decirles gracias. Gracias por su desobediencia, gracias por su valentía. Gracias por querer tanto a Pancho ... La voz se le quebró y no pudo continuar. El papá .que también lagrimeaba. nos explicó que el doctor se había sorprendido por el cambio favorable en m 2 ~ Pancho, por el modo en que había recuperado la alegría. Les había dicho que :l. si seguía así lo más conveniente era que no se cambiara de colegio, ya que se II m ~ Q,. notaba que los vínculos con sus compañeros .nosotros. eran muy profundos. Les había sugerido que por unas semanas siguiera en su casa, con algunos medicamentos más suaves, pero recibiendo visitas. Si todo iba bien luego se reintegraría a las clases. m Gustavo Santiago 38 Después habló la directora, que también nos retó y nos felicitó (lo mismo haría la señorita después, en el aula; era como si no se animaran a reconocer lo bien que habíamos estado). Por último, nos pidieron que eligiéramos a tres chicos para que se encargaran de llevarle las cosas a Pan;;ho y de charo lar con él: En seguida hubo acuerdo en que Rodrigo y Matías tenían que estar en ese grupo, porque eran los más amigos de Pancho. Ahí me animé y dije: -Yo creo que tiene que haber también una chica. -¿Te estás proponiendo? -me preguntó sorprendida la señorita. -No ... no es que no quiera, pero me parece que mejor sería alguien que tuviera todo bien completo dificultad. y prolijo, para que Pancho pueda entender sin Además, tendría que ser alguien con buenas notas, que pueda explicarle las cosas difíciles ... Claro, hay que ver si ella quiere. Era innecesario que dijera a quién me refería. Todos sabíamos que las mejores notas y la carpeta más prolija eran de Ana. Pero, además, estaba tan colorada y había en sus ojos tanta emoción y tantas ganas de matarme concentradas que no cabían dudas. -Sí, quiero -dijo, como si estuviera en el altar. La mamá de Pancho la miró sonriendo: -¿Vos sos una de las que estaba pegada al timbre, no? ••• Episodio 3 Ganamos. Lo supimos quince días después. tramos uno de los diez colegios elegidos para viajar a la Patagonia. Junto con las felicitaciones llegado las instrucciones nos habían para la segunda etapa. Teníamos que elegir uno de los cinco temas que proponían y escribir un trabajo para leer en el congreso de investigadores; estimulantes" junto con ello, había que formular algunas "conjeturas acerca de cuestiones aún no resueltas sobre los dinosaurios. En la carta nos recordaban, además, que los costos del viaje y la estadía corrían por cuenta nuestra. No se trataba de que nos hubiéramos olvidado de eso, pero lo habíamos dejado para más adelante. Ahora nos dábamos cuenta de que no era un z W problema menor. 39 Capítulo 4 -¿Es tanta plata, seño? -preguntó desanimada Anabella. -Y, sí. Trelew está muy lejos de aquí. Los pasajes son caros, hay que llevar comida para el viaje -es casi un día entero-; y los costos de la estadía que aquí nos mandan son elevados. Hizo unas cuentas con la calculadora y nos dijo cuánto costaría, aproxima. damente, por persona. Me quedé helada. Era mucho más de lo que imagina. bao Para colmo, mi mamá no estaba nada bien de trabajo. Sabía que iba a hacer todo lo posible por ayudarme, para que pudiera ir. Pero no me iba a sentir nada bien de que tuviera que pedir plata prestada sólo para que yo me divirtiera un poco. Decidí no decirle nada; en todo caso inventaría cualquier cosa, que el viaje se había suspendido, que habían elegido a algunos chicos y no me había tocado. No quería cargarla con un problema más. Pero por otro lado no me resignaba. ¿Sería posible que hubiéramos trabojado tanto para nada? Como si me hubiera leído el pensamiento, Lucio dijo: -No puede ser que hayamos trabajado tanto para nada. ¿Hay que juntar plata? Vamos a juntarla. O, por lo menos, vamos a hacer todo lo posible. -Ah, iqué fácil! -le contestó burlona, Milagros-. concentra El señor quiere plata, se y ¡voa/á!, aparece la plata. ¿No te das cuenta de que todo el mun. do quiere plata y casi nadie la consigue? Si fuera tan fácil ... -Yo no dije que fuera fácil ni que la fabricáramos sé, trabajar de algo, vender cosas ... con magia. Podemos ... no -O conseguir un sponsor -dijo Mariano-. Yo me imaginé yendo a la Patagonia con una gorrita que dijera: "verdulería La Carola", y no pude aguantar la risa. -¿De qué te reís? -me dijo Marina-. Mariano tiene razón. Quizá algún negocio quiera poner algo para apoyarnos, aunque sea la comida para el micro. Mi hermano, que estudia antropología siempre consigue que ie den cosas . en la facultad, cuando hace viajes .-También pueden colaborar los padres de otros chicos, de otros grados. Después de todo vamos en representación de la escuela ... -Puede ser, puede ser -dijo la señorita, con tono pensativo-o Con ustedes, últimamente, todo es posible . ••• Sé que se sorprendió al verme pasar con el tablero, pero no me dijo nada. Las cosas de dibujo eran unas de las pocas que misteriosamente se habían Gustavo Santiago 40 salvado. Estaban en el bicherío al que pretensiosamente llamábamos "la buhardilla". Uno de los recuerdos más nítidos que conservo de mi padre me lo muestra inclinado sobre el tablero tras una espesa columna de humo que sube desde el cenicero. Curiosamente, no es el rostro lo que veo en esa imagen, sino el torso y la mano que empuña la lapicera. Mamá me vio pasar con el tablero sin hacer ningún comentario. Lo armé al costado de mi cama, delante del espejo. Pinché las hojas que había comprado al salir de la escuela, desplegué uno de los libros, y comen. cé a dibujar. Primero hice un Carnotaurus, después un Argentinosaurus y, por último, mi preferido, el Amargasaurus, cuyo nombre no puede dejar de evocarme la figu. ra de un gigante irremediablemente había dibujado abatido por la vida. Varias veces los en la carpeta. En el tablero alcanzaban una majestuosidad inconmensurable. Episodio 4 Al otro día llegó el mazazo. Serían las diez de la mañana, porque estábamos en clase de matemática. Entró Camila y, sin pedirle permiso a la señorita Laura .cosa que nos sorprendió a todos- dijo que necesitaba hablar urgentemente conmigo y con Ana, Lucía y Rosario. El tono con que lo dijo nos alarmó. Fuimos volando a la dirección, detrás de ella, sin decir una palabra. Cuando llegamos, la directora nos dio un papel y nos pidió que leyéramos. La verdad es que yo tenía tal susto que miraba pero no entendía nade;; en realidad no leía, recorría el papel con la vista pero sin poder prestar atención. Se ve que a las demás les pasó lo mismo, porque cuando la directora preguntó qué podíamos deci r al respecto no supimos qué contestar. La señorita se dio cuenta de que no entendíamos de qué nos hablaba la directora. -A ver, a ver -dijo tratando de aparentar tranquilidad-. ¿Entendieron lo que dice. la nota? ¿No? Bueno, es del Comité Organizador del congreso sobre dinosaurios. Lo que dice, sintéticamente, es que nos descalificaron, que no vamos a poder participar. -i¿Qué?! -dijimos ..::! z UJ las cuatro . -Lo que oyen -enfatizó la directora-o Ahí dice que recibieron una nota alló' 41 Capítulo 4 nima denunciando solicitando que los alumnos de este colegio habían cometido fraude las respuestas a importantes -y agregan -completó la señorita- especialistas. que ellos chequearon lo que decía el anónimo y los propios especialistas mencionados admitieron que era verdad que habían ayudado a algunos alumnos de este colegio. Terminan diciendo que por ese motivo se ven "en la obligación" de descalificarnos. -ji Ernesto!! -gritó con rabia Rosario. -¿Qué tiene que ver Ernesto? Si él es el único que no participó en el trabajo -dije. -Pero, ¿no se dan cuenta? -continuó Rosario-. El del anónimo fue Ernesto. ¿No te acordás de que el día en que trajimos las respuestas te pidió la direc. ción del Comité? -y después anduvo anotando cosas, iclaro!, ifue él! -completó Lucía. -Bueno, bueno -dijo la directora golpeando las manos-o No es ese el tema que interesa. Lo que importa es que el honor del colegio ha resultado mano chado por culpa de este concursito. -Pero, señora -protestó Lucía-, lo que dice ahí no es cierto. Nosotros, en nuestros mails, aclarábamos bien que no queríamos las respuestas sino que nos orientaran para encontrarlas. -Eso es lo mismo que pedir las respuestas -sentenció la directora-o Espero que reconozcan su error y que le manden hoy mismo una nota a esta gente aclarándole que fue una iniciativa personal de ustedes y que las autoridades del colegio desconocían que lo hubieran hecho. Hay que limpiar el honor del colegio. -Si pudiéramos enviarles una copia de nuestros mails, para que vieran que nuestra intención ... -iNo señor! -gritó dinosaurios la directora-o iEsto se terminó! Estoy cansada de y de cUrsos que hacen lo que se les da la gana. Los dinosaurios no existen. No existen en la Tierra ni existen en mi colegio. Asunto cerrado. Hoy mismo bicharracos. mandan esa nota y acá no se vuelve a mencionar ¿Está claro? a esos ••• -¿y ahora qué hacemos? -preguntó Ana cuando abandonamos la dirección. -¿Antes o después de matar a Ernesto? -le dijo, con odio, Rosario, que salió para el aula a toda carrera. Gustavo Santiago 42 Como diría mi mamá, "entró hecha una tromba" y fue derecho al banco de Ernesto. -¿Dónde está 'el maldito traidor? -aulló-. ¿Dónde se escondió el muy cabal" de? ¡iLo vaya matar!! Justo había tocado el timbre y la señorita Laura salía del aula. Hizo como que no la había escuchado. Los demás miraban a Rosario como si hubiera enloquecido. -¿A quién buscás? ¿A Ernesto? Pero si hace como cuatro días que no viene. Era cierto. Con Ernesto siempre nos pasaba lo mismo. Le dábamos tan poca bolilla .y él a nosotros igual. que no nos dábamos cuenta de si estaba o no. Nadie pudo decir exactamente cuánto hacía que no venía. Algunos de. cían tres, otros cuatro e, incluso, hubo quien dijo cinco días. A falta de la víctima. Rosario se calmó y explicó lo que pasaba. -Es un gusano inmundo -dijo Mariano cuando terminó-. ¿Y ahora? -¿Ya vos qué te parece? -le respondió con otra pregunta Lucía-. Otra ve:.:ti pelear para sobrevivir. • •• Hicimos, tal como lo había exigido la directora, Pero lo que escribimos la carta para el Comité. no fue exactamente lo que la directora había imagi. nado. La mamá de Ana, que es abogada, nos ayudó con algunas frases. Decíamos que evidentemente "involuntario el Comité Organizador había cometido error" provocado por alguien que quería perjudicarnos. un Aclará. bamos que la nota no la enviaba el colegio sino los alumnos, porque sentía. mos que se había puesto en dudas nuestra honestidad. Remitiarnos los meno sajes enviados a los investigadores, íntegros, con las respectivas respuestas, y solicitábamos que corroboraran su contenido con ellos y que evaluaran con ánimo de justicia si había habido intención de hacer trampas o un auténtico compromiso con la investigación. Agregábamos que la realización del traba. jo nos había puesto en un contacto investigación y que considerábamos fraude por pedir bibliografía directo con los modos científicos de que a ningún científico lo acusarían de .Ia palabra era de la madre de Ana. para profun: dizar su trabajo. Rematábamos diciendo que no dudábamos de que el Comi. té daría marcha atrás con la apresurada decisión que tanto había perjudica. do nuestra imagen ante las autoridades del colegio y la comunidad educati. va toda que había depositado su confianza en nosotros. 43 Capítulo 4 Después de hacer la carta estuvimos como dos horas planeando diferentes venganzas contra Ernesto. Ah, también aprovechamos para que Ana nos pusiera al tanto de lo suyo con Pancho . ••• Episodio 5 -¿Te diste cuenta de cómo cambiamos? -me dijo Matías en el recreo. -¿Cómo cambiamos qué? -Todo. Bueno, por ejemplo, el año pasado ni loco me hubiera puesto a charlar con vos en el recreo. -Gracias -contesté haciéndome la ofendida. -No, no me entendés. No es que no hubiera querido. Pero creo que no me hubiera animado por temor a que me cargaran. ¿No te acordás de que los varones siempre andábamos por un lado y las chicas por otro? -Sí, claro. -Además, estamos más unidos. Y más peleadores. -Otra vez no te entiendo. -Es así, estamos más unidos entre nosotros, pero peleamos más contra los demás; defendemos más lo que pensamos. -Tenés razón. ¿Serán los dinosaurios? -Yo creo que un poco sí. Es como si tuviéramos necesidad de no separar. nos, como si eso nos asegurara que no fuéramos a extinguirnos. -¿Mirá si fuera el espíritu de los dinosaurios? Lo digo medio en broma. Pero también medio en serio. ¿Mirá si los dinosaurios nos hubieran elegido para hacernos llegar un mensaje? Matías me miró con una cara indescifrable. los ojos sino con el pensamiento. Era como si no me mirara con Sacó una galletita, se la metió entera en la boca y, cuando la había tragado dijo: "¿Por qué no?" ••• -La directora está harta de ustedes. Me lo dijo la portera. Dice que en los veinte años que lleva en la escuela es la primera vez que un grado le pasa por m 2 ;¡;- Gustavo Santiago 44 arriba. Todo el mundo se enteró de que la carta que mandaron no contenía lo que ella había ordenado. Y aunque se debe de haber alegrado por las discul. pas del Comité'y el levantamiento de la descalificación, igual seguro que le molestó que la desobedecieran. -¿Y vos qué creés, ma? -le pregunté. -Yo creo que hasta ahora todo lo que hicieron está bien, pero pienso que tienen que tener cuidado. -¿De la directora? -No, de ustedes mismos. Están aprendiendo creo que van demasiado a pelear por lo suyo, pero rápido. Hasta ahora no se equivocaron, pelearon por cosas justas. Mi temor es que se entusiasmen y comiencen a pelear por el puro güsto de pelear. O que se peleen entre ustedes, que se dividan. No sé... -Eso no creo que pase, ma. Estamos realmente unidos. Por momentos creo que podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos. -Yo no estaría tan segura. Pero, bueno, veremos -dijo mi mamá y, por el tono, entendí que la conversación había terminado. No había sido gran cosa, pero esta pequeña charla fue de las más profun. das que tuve con mi mamá en los últimos tiempos. Ella siempre dice estar preocupada por mí pero cuando la necesito para conversar, para que me diga algo, nunca está o, si está, no tiene tiempo de hablar. Algunas veces me pregunto cómo hubieran sido las cosas si mi papá estuviera aquí. Yo sé que es inútil pensarlo, pero no puedo evitar hacerlo. ¿Hubiera charlado de todas estas cosas con él? ¿Mi mamá hubiera sido diferente conmigo? No hay modo de saberlo. Por eso, en las pequeñas ocasiones en las que puedo hablar en serio con mi mamá, me siento feliz. La de ese día se la debo a los dinosaurios. Ernesto faltó toda la semana. "Se está haciendo unos estudios, unos aná. lisis; anda con problemitas", nos explicó la señorita. Nosotros estábamos seguros de que la verdad era otra: se habría enterado de que, a pesar de su ponzoñoso anónimo, seguíamos en carrera y tenía miedo de nuestra vengan. za. Hacía bien, porque le teníamos preparado algo que no iba a olvidar en toda su vida. Sin embargo, el día en que regresó lo vimos tan mal que nadie le hizo nada. Estaba más flaco y tenía los ojos hundidos. Realmente parecía enfer. -'z" UJ mo. 45 Capítulo 4 Pero tampoco podría decir que lo tratamos bien. Simplemente le hicimos un vacío. Actuábamos cOmo si no existiera. Cuando intentó pedir una carpe. ta para ver qué habíamos hecho los días en que no había ido a clases, todos hicimos como que no lo escuchamos. ti intentó con tres o cuatro de naso. tras y, cuando vio que nadie le contestaba, se refugió en su banco y no volvió a dirigirnos la palabra. Todo lo contrario sucedía con Pancho, que la semana anterior había ido tres días, "como prueba", según dijo el médico. La prueba debe de haber sido positiva porque no faltó más. Antes de que todos se enteraran de lo de él y Ana, Lucio se había acercado a hablar conmigo en el patio: -A que no sabés quiénes están saliendo -me dijo-o No lo vas a adivinar nunca. Me lo dijo, y le conté que lo sabía desde hacía mucho tiempo. Como no me creía, le comenté: -Mirá, que le gusta a Ana lo sé desde aquel día en que respondimos todas las preguntas, el día de los mails. Esa noche, cuando habíamos terminado con el trabajo, todas contamos quiénes nos gustaban. -¿Todas? -se sorprendió ~ ~ > '"~ u ~ '"'" ID '"~ dl Lucio-. ¿Y vos qué dijiste? m z :> :=. m ~ il m "- > ~ ID 2' 'O ~ c: ~ ~. i S 'o '" "- • '.~-. capítulo .5 I .. . L Episodio 1 El viaje era para fines de septiembre. Estaban por llegar las vacaciones de mitad de año y la plata que habíamos juntado no alcanzaba ni para que fueran cuatro. Habíamos hecho de todo: vender diarios viejos en el vivero. cortar el pasto en algunas casas del barrio, pintar el almacén de la cuadra del colegio. vender empanadas y tortas. Pero lo que juntábamos eran moneo das al lado de lo que necesitábamos. Sabíamos que nuestros padres iban a ayudar, pero era demasiado lo que faltaba. En cambio el trabajo andaba diez puntos. La segunda parte se dividía. también, en dos. En la primera, (a). teníamos que exponer las teorías más recientes acerca de un tema a. elección entre cinco propuestos. elegimos "La extinción de los dinosaurios". Para prepararlo Nosotros fuimos varias veces al Museo de Ciencias Naturales a consultar los libros que nos habían recomendado los investigadores de los mails. También fuimos a la Universi. dad de La Plata. Allí. cuando hablamos con uno de los bibliotecarios se asomo bró por todo lo que sabíamos. tramos verdaderos "dinosauriólogos", como nos decía la mamá de Ana. La parte (b) era un poco más divertida. pero más difícil. Había que presen. tar algunas "conjeturas estimulantes" relacionadas con el tema elegido. Ahí se podía poner cosas más disparatadas. mas imaginativas, siempre y cuan. do tuvieran un mínimo sustento. En cuanto intentamos escribir algo para la parte (b) nos dimos cuenta de lo difícil que era. No queríamos entrar en cosas como que a los dinosaurios los habían matado los extraterrestres o que se habían muerto de aburri. miento. Tenía que ser algo un poco Joco, pero no tanto. Una tarde en la que estábamos con los chicos en casa se me ocurrió mos- Gustavo Santiago 48 trarles mis dibujos. Quedaron fascinados. tan bien. Los primeros No podían creer que me salieran que había hecho eran copias directas de los que aparecían en los libros; después me había ido animando a hacerlos en distin. tas posiciones y "haciendo cosas": comiendo, cazando, durmiendo. -¿Yesos de ahí? -me preguntó Lucio. -Ah, no. Esos son pavadas que se me ocurren a veces -dije mientras trata. ba de guardar las hojas para que no las vieran. -Che, ¿qué escondés? ¿A ver qué son? No los habrás dibujado haciendo ... cosas raras, ¿no? Nos reímos todos por el gesto que hizo Pancho cuando lo dijo. Para que no pensaran mal, les mostré lo que había en las hojas. Las miraron con mucho más interés del que hubiera imaginado. Después de un instante de silencio, Ana dijo: -Me parece que tenemos nuestra "conjetura estimulante" . ••• Ana tuvo que explicarse: -Creo que estos dibujos nos pueden servir para una conjetura. -Pero, Ana. ¿te diste cuenta de que estos dinosaurios pterosaurios, dinosaurios no? -le preguntó Lucio-. con alas no son Están muy buenos, sí, pero son que se sabe que no tenían alas. -¿O son dinosaurios a los que no se les encontraron restos de alas? -replicó Ana, y creí comenzar a entender hacia dónde iba. También Matías le enten. dió, porque dijo: -Cuando vi los dibujos sentí que se me aceleraban las pulsaciones. Yo había visto muchas ilustraciones de Unenlagia y de A/varezsaurus, y siempre me llamaron la atención los bracitos cortos y las alitas chiquititas dibujadas. que aparecían En cambio, al verlos así, con estas alas gigantescas, aunque los paleontólogos digan lo contrario, creo que tienen que haber sido realmente así, como los dibujó ella. _¿Y por qué no se encontraron restos fósiles de las alas? -insistió -Porque eran de un material desconocido no fosilizable. climáticos ... Quizá de un material Lucio. para nosotros hoy; un material que no resistiera a los cambios 7-" \... l. Capítulo 5 49 -Eso explicaría que, al cambiar las temperaturas cree que cambiaron en el planeta, como se a fines del Cretácico, hayan perdido su capacidad para volar, quedándose con menores posibilidades de conseguir alimento al mis. mo tiempo que se convertían en presa fácil para otros carnívoros ... -dije, completando el pensamiento de Ana. ¿Cómo describir el estado de felicidad en que nos encontramos que habíamos tenido una idea extraordinaria? al creer Porque, aunque el interés in. mediato fuera presentar una simple "conjetura estimulante", en el fondo de nuestro ser estábamos seguros de haber dado con un descubrimiento tífico de primer nivel. Ya nos imaginábamos Premio Nobel. cien. en la lista de nominados para el Llegaron las vacaciones y las cosas se complicaron. Habíamos quedado en seguir trabajando para juntar la plata, pero al final no nos pusimos de acuer. do acerca de cómo hacerlo. Cuando unos podían no podían otros. Poco a poco se fueron formando cortaron tres grupos, descontando a los que se solos o se fueron a algún lado con los padres: los varones, las muo jeres y los mixtos. Es raro, pero no nos dimos cuenta de que los grupitos se habían formado así hasta que las vacaciones se terminaron. En mi grupo estaban Pancho, Rodrigo, Lucio, Matías, Marina, Ana y yo. Los varones se juntaban en lo de Pablo; las chicas en lo de Anabella. Qué hacían, no lo sé. Los primeros días alguno de los chicos, sobre todo Matías, traía noticias de los varones: mucho video-juegos y películas con pizza, y cuando los padres de Pablo no estaban, alguna botella de cerveza que a Germán le compraba su hermano (nos contó, incluso, que le cobraba por hacerle ese "favor" y que, además, lo chantajeaba para no delatarlo a sus padres). De las chicas supimos algo por Rosario, que los primeros días también se reunía con nosotros. Un día no apareció más. La llamé un par de veces y me contes. taba de un modo tan seco que pensé que le molestaba (una vez me pareció que se burlaba, como si estuviera haciendo gestos mientras hablaba conmi. ~ ~ 5 go y hasta creí escuchar risitas cerca de ella). m 2 ¡;:l. m '"'"" = ¡¡ "O o m ~ <l> O Z ~ O e '0 '6 "' o.. Gustavo Santiago 50 Episodio 2 Una tarde fuimos al shopping. Estábamos re.contentos porque era la primera vez que lo dejaban a Pancho salir solo, después de su tratamiento. l.a idea de ir al shopping fue, por supuesto, de Marina. Yo no entiendo el fanatismo que tiene por ese lugar. Es igual que mi mamá: se puede pasar horas mirando vidrieras o probándose cosas que sabe que no puede pagar. Marina dice que yo no sé nada sobre moda, y es cierto. No puedo entender cómo de un día para el otro todas deciden que tal color no se puede usar más, que las remeras tienen qué ser tan cortas que te quede al aire el ombligo o que los pantalones tienen que tener agujeros para ser "lo más". iEI colmo de la idiotez!, pagar una fortuna por un pantalón todo agujereado pero de marca. Realmente no lo entiendo. Algunas veces me parece que Marina quiere decirme otra cosa, sobre iodo po,' el modo en que me mira cuando me dice que no entiendo nada. Se fija en mis caderas. y yo me imagino que piensa: "¿Qué va a entender. con ese cuerpo?". Porque yo estoy segura de que para ella soy gorda. ¿Y?(Además, gorda, gorda, no soy.) ••• Después de caminar un rato fuimos a unos jueguitos electrónicos iarde a comer hamburguesas. hamburguesas, y más Justo en el medio, enire los jueguiios y las Lucio me pidió que lo acompañara hasia el quiosco que que- da en el mismo lugar, en la plania baja. Me puse supernerviosa por la forma en que me lo dijo, como si le costara decidirse a que ese momento llegara. Y llegó. -Estuve averiguando -<:omenzó, misterioso. ,¡.Sobre? -dije, haciéndome 1;; tonta. -Sobre la charla que iuvieron aquella noche, en lo de Ana. Iba a seguir haciendo como que no sabía de qué hablaba, pero no pude. Simplemenie enmudecí. Caminamos un poco en silencio, como en otro mundo. Ahora recuerdo ese momento como si toda la charla hubiera ocurrido en una de las escaleras mecánicas del shopping. Veo pasar c~ras, negocios, ropa; escucho u~ indescifrable ruido de voces, como si la gente hablara en otro idioma o a una velocidad distinta de la normal, más rápido y más lento al mismo tiempo. En un momento, Lucio se paró delante de mí y me miró fijo. Sé que dejé de ____51 Capítulo 5 respirar y que me agarraron unas inoportunas y desesperantes ganas de ir al baño. Se quedó mirándome así, fijamente, en silencio. ¿Tratando de adivinar lo que yo pensaba, lo que sentía? ¿Tratando de decidir lo que él mismo sentía? Entonces, como saliendo de un sueño, dijo: "No le puedo hacer esto a Matías" . ••• -¿Podés explicarme qué pasó? -me preguntó Ana. Estábamos las dos solas, en su casa, el día después del shopping. -¿Qué pasó con qué? -Vos sabés muy bien de qué te hablo. Qué pasó cuando des<JiJarecieron con Lucio. Algo pasó, porque después, cuando él volvió, estuviste como me. dia hora en el baño. -Nada. -¿Por qué no me querés contar? ¿No somos amigas? -Te estoy contando. Lo que pasó fue eso: nada. -No entiendo -dijo Ana para sí-; si cuando se lo contamos a Lucio parecía tan decidido ... No la miré, le disparé una mirada con toda la furia que tenía contenida. -¿Fuiste vos? -aullé. -Pará, pará, no te enojés. Yo te vaya explicar. -Me parece que no hace falta. -Sí que hace. Fue en lo de Pancho, hace unos días; estaban también Matías y Rodrigo. Lucio comentó que vos le habías contado lo de la charla que ha. bíamos tenido en mi casa y le dijo a Pancho que desde ese día yo ya estaba muerta por él. Pancho, que ya sabía la historia, quiso hacer un chiste y le preguntó qué le había parecido lo que vos habías contado. Cuando nos dimos cuenta de que no sabía nada, era tarde. Yaestaba re.claro que lo habías mencio. nado a él. Pero no dijo nada. En cambio, el que se enojó fue Matías que dijo que no teníamos derecho a contar cosas íntimas de los demás. Yono sé qué le pasa a Matías, pero desde que cortó con Ailín anda muy raro. ¿Yahora?, ¿quéte pasa? ¿Por qué te vas?-me dijo mientras yo enfilaba hacia la puerta. -Porque te odio -le respondí. ••• m z ;;:. m ~ 52 Gustavo Santiago Episodio 3 Me acordé de la cajita de música de mi mamá. Era toda de vidrio (de cristal, decía ella). Cuando estaba cerrada se podía ver a una nena acostada, con los bracitos tendidos a lo largo del cuerpo. Al levantar la tapa se ponía de pie, los brazos se desplegaban y comenzaba a girar bailando sobre un pie. Mi papá se la había regalado el día en que se pusieron de novios. Yo tendría cuatro o cinco años cuando se me cayó de la cómoda. En ese momento no pensé en el reto ni en el castigo, ni siquiera en el dolor que sentiría mi mamá cuando lo supiera. Lo que me impresionó fue que no que. dara nada; que en ese montón brillante esparcido en el suelo nada permitie. ra recordar la hermosa cajita de música que pocos segundos antes habían formado. Por eso, cuando regresamos de las vacaciones, me vino a la mente la cajita de mi mamá. Nada hacía pensar que poco tiempo atrás habíamos sido un grupo unido. Todo se complicó aún más cuando volvimos a intentar juntar dinero para el viaje. Lucila, Milagros, Rosario y Anabella habían hecho una colecta entre todos sus parientes (los de Anabella tienen mucha, mucha plata) y habían juntado una suma inmensa. En matemática estábamos viendo porcentaje. Una mañana, cuando entra. mas al aula después del recreo, había un cartel en el pizarrón que decía: Porcentajes 1) Si el total de alumnos es 25, ¿qué porcentaje son4 alumnas? (Respuesta: 16) 2) Si 5 alumnas ponen el 43% de lo que recauda un grupo de 25 alumnos, ¿cómo se llaman esos alumnos? (Respuesta: ii¡VAGOS!!!) ." La señorita no se enteró del cartel, porque Pablo se encargó de borrarlo mientras gritaba: "¿Quieren guerra?, van a tener guerra". y hubo guerra. Cada grupito se transformó en una pequeña mafia que conseguía dinero de cualquier manera (hubo algunos que llegaron a robarles Capítulo S 53 cosas.a sus familiares para venderlas -Germán le robó varios CDs a su her- mano; Pablo, juguetes que no usaba a su hermanito-) insultaba a los demás con cartelitos y que amenazaba o anónimos o llamadas telefónicas_ Todo se hacía en el más hermético de los silencios. Nadie quería contarle a la señorita .y mucho menos a la directora. lo que sucedía, para no quedar como un flojo buchón. Si uno recibía un insulto o una agresión anónima, imaginaba a un responsable y buscaba la forma de vengarse. Los "atentados" llegaron pronto: Matías recibió un mail con un virus que le arruinó parte de la computadora. Al otro día desapareció la rueda trasera de la bicicleta de Mariano y a la guitarra de Pablo le faltaron todas las clavijas. Milagros metió la mano en su mochila, al regresar del recreo, y la sacó completamente enchastrada pantalón, de pintura roja; al otro día, Lucía quiso ponerse su después de natación, y se encontró con que le faltaba todo un cachete del trasero: estaba prolija mente recortado, como si fuera una ventanita. A pesar de las peleas (o, precisamente, gracias a ellas, por la competencia que se había generado entre nosotros), la plata se juntó. O casi. Porque llegó un momento en el que nadie conseguía un centavo. A las rifas no las como praban ya ni los propios padres; los comerciantes no querían donarnos nada más y cada uno había malvendido en el Parque Rivadavia todo lo que tenía por vender. Fue entonces cuando la directora anunció: "el colegió va a poner el dinero que falta para completar la suma necesaria en reconocimiento al empeño, al esfuerzo y, sobre todo, a la unidad a toda prueba de la que los chicos han dado ejemplo". Esto lo dijo en un acto delante de toda la comunidad. padres aplaudieron Los con la misma fuerza con que nosotros nos pusimos a reír. Supongo que ellos pensaron que lo hacíamos de puro felices; a nosotros nos causaba gracia que no se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo ante sus propias narices. ~ ro :Ero u ~ """'lf) "" ro Ol, o Z lf) "o -O '8 "' m 2 • •• •• ;> :l. m ¡¡ " Cm ~ Cz. ~ " ~. , ""~ :," " -~ .. " ;~