Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I LA REHABITACIÓN DE LA CIUDAD EN “ODA A WALT WHITMAN” Y OTROS POEMAS DE POETA EN NUEVA YORK Osvaldo Di Paolo Austin Peay State University «It is in practice, hard to see where ‘society’ begins and ‘nature’ ends... [I]n a fundamental sense, there is in the final analysis nothing unnatural about New York City». D. Harvey L as obras de Federico García Lorca (1898-1936) exuden una sensibilidad por la naturaleza y su Andalucía. Su infancia transcurre teniendo un contacto directo con el medio ambiente y él mismo llega a decir: “Amo a la tierra. Me siento ligado a ella en todas mis emociones” (Gibson 14). Lorca se consideraba un poeta telúrico, arraigado a su tierra en toda su profundidad. Si bien era un hombre jovial, lleno de desbordante alegría y con una sensibilidad asombrosa, también en él coexistía un sentimiento de angustia y desilusión. En Poeta en Nueva York (1929-1930), el andaluz expresa la congoja y el desencanto que le causa el encontrarse en una ciudad automatizada donde la naturaleza está subyugada al usufructo. Ángel Rama comenta en La ciudad letrada que “en estas décadas transcurridas del xx, nuestras interpretaciones letradas han abandonado las categorías biológicas, telúricas […] para descansar con más firmeza en categorías sociales y económicas” (104). Mientras los escritores latinoamericanos en la primera parte del siglo veinte se alejan de la naturaleza y tienden a exaltar a la ciudad moderna, Lorca explora la tensión y el desajuste que existe en el ecosistema urbano de Nueva York. Lorca son un grito de la conciencia ecológica del poeta a la rehabitación Página que “Oda a Walt Whitman” y otros poemas de Poeta en Nueva York de 39 En este trabajo, me valdré de la ecocrítica urbana para demostrar Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I del espacio urbano neoyorquino. Debe entenderse como rehabitación el (re)vivir en una época desbaratada, herida y explotada; rehabitar presupone un compromiso recíproco entre el entorno humano y el no humano y acoge una perspectiva donde la identidad del ciudadano es moldeada por esta interacción. La ecocrítica urbana reconoce a la ciudad como a un ecosistema que incluye la arquitectura, las piedras y el cemento de la ciudad; las emociones, las ideas y los rituales del ciudadano; y por último, los insectos, los animales y la vegetación concentrados en esa localidad (Rojas Marcos 16). De la misma manera que Rojas Marcos incluye como parte del hábitat urbano a la arquitectura y al cemento, H. Lefebvre en The Survival of Capitalism habla de la transformación de los elementos naturales y señala que: Nature, destroyed as such, has already had to be reconstructed at another level, the level of “second nature” i.e. the town and the urban. The town, anti-nature or non nature and yet second nature, heralds the future world, the world of the generalized urban. Nature, as the sum of particularities which are external to each other and dispersed in space, dies. It gives way to produced space, to the urban. The urban defined as assemblies and encounters, is therefore the simultaneity (or centrality) of all that exists socially. (15) A pesar de que lo que escribe Lefebvre sobre la naturaleza modificada es posterior a García Lorca, el poeta, al igual que los teóricos de la ecocrítica urbana, reconoce que nada es totalmente artificial y que la modificación del hábitat es un proceso social y medioambiental porque los centros urbanos se construyen a base de recursos naturales y a través de procesos estudiar en la Universidad de Columbia. En estos momentos, él está Página El escritor andaluz arriba a la ciudad de Nueva York en 1929 para 40 sociales. Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I pasando por una crisis personal debido a su distanciamiento con el escultor Emilio Aladrén y el pintor Salvador Dalí. Estos dos artistas inmersos en una estética surrealista lo acusaban de ser un poeta tradicional burgués. En América, Lorca es testigo de una crisis económica, social y ecológica. A los meses de su llegada, él presencia el jueves negro: “el alucinante espectáculo del crack financiero con su secuela de histeria colectiva” (Martín 79). Desde Nueva York, el andaluz les envía una carta a sus padres para describirles la escena del suicidio de un millonario cargado de anillos. Inmediatamente, el poeta intuye que la alta concentración de ciudadanos y la estructura de la ciudad complican la organización social, aumentan las desigualdades e intensifican las tensiones naturales, físicas, psicológicas y sociales. Estas experiencias le permiten escribir Poeta en Nueva York, en el cual, el granadino incluye diversos poemas vanguardistas. Esta poesía experimental, está llena de imágenes yuxtapuestas y dispares, como si todo fuera un sueño, donde los elementos más disímiles se manifiestan unidos por conexiones recónditas. Poeta en Nueva York es la historia de un viaje que comienza con la llegada y la soledad del escritor en la Universidad de Columbia. En América, el poeta recuerda y añora su tierra, observa y denuncia la vida neoyorquina por haber amputado al mundo natural. Durante el receso académico, Lorca vuelve a sumergirse en su mundo telúrico al ser acogido por su amigo Philip Cummings en Vermont. De vuelta a un genuino contacto con la tierra, el escritor español explora una tranquilidad espiritual a través de la composición de varios poemas que pertenecen al repertorio de Poeta en Nueva York. El poema “Vuelta a la ciudad” testifica su regreso a la metrópoli y está repleto de imágenes agonizantes. Su estadía en los Estados Unidos finaliza con “Huída de Nueva York”. raba las obras de Walt Whitman (Martín 79), lo cual permite comprender la inclusión de un poema de la colección para exaltar al americano. Los Página Nueva York. Antes de su arribo a América, el granadino había leído y admi- 41 “Oda a Walt Whitman” es uno de los últimos poemas de Poeta en Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I versos de “Oda a Walt Whitman” han sido analizados para relacionar las tendencias homosexuales entre Whitman y el escritor andaluz. Más allá de las sospechas de la homosexualidad de Whitman, éste es un poeta al que hoy se le podría atribuir una conciencia ecológica urbana. En sus artículos para la prensa, él aboga por la necesidad de rehabitar Nueva York y aspira traer el campo a la ciudad incorporando extensos sistemas de parques y bulevares para darle pulmones a un área congestionada (Buell 10). El escritor americano patrocina campañas para mejorar las calles, la recolección de basura, la iluminación, el agua potable y los desagües. Por otro lado, le inquieta el aislamiento del individuo y denuncia la polución, las influencias negativas del crecimiento desproporcionado y el aglutinamiento de las masas en la ciudad de Nueva York (Buell 94). Así como Whitman condena ciertos aspectos de la vida neoyorquina, “Oda a Walt Whitman” también pone de manifiesto la necesidad de rehabitar los barrios del Bronx y del Queensborough: Por el East River y el Bronx los muchachos cantaban enseñando sus cinturas, con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo. Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas. ------------------------------------------------------------Por el East River y el Queensborough los muchachos luchaban con la industria. (vv. 1-4, 10-11) The WPA Guide to New York City, una guía turística de la década de 1930, explica que el Bronx era un revoltijo de fábricas, refinaderas de madera, industrias de derivados del carbón y galpones de construcción de vías de ferrocarril. La población crecía desmesuradamente, y se había triplicado 1700 establecimientos industriales donde más de 1400 están ubicados en una zona de 2.8 millas al cuadrado. Son sobre todo industrias para Página (514). Algo similar ocurre en el Queensborough. En 1930, Queens tiene 42 desde 1910 a 1930 hasta llegar a tener más de un millón de habitantes Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I procesar alimentos, empresas siderúrgicas, textiles y de derivados del petróleo. La polución de las aguas es un problema que se va agudizando y la industria pesquera, especialmente de ostras, en Little Neck Bay se hace imposible. Al mismo tiempo, la depresión de 1929 impacta mucho a esta zona y muchas familias pierden sus casas y los vecindarios se convierten en barrios bajos llenos de pocilgas (556). La recreación de estos barrios contribuye a la interpretación de “Oda a Walt Whitman” porque las imágenes del poema denotan claramente las industrias de derivados del petróleo, la automotriz, la de la construcción y la del cuero, y el hecho de que los muchachos muestran sus caderas expresa el movimiento físico que exige la trasformación de materias primas. Del mismo modo, otra estrofa del poema presenta las imágenes del Queensborough para ilustrar que éste es otro barrio de trabajadores que exhibe la lucha por la supervivencia. “Oda a Walt Whitman” va más allá de criticar a la ciudad y explora el desarraigo de la gente con la naturaleza: Pero ninguno se dormía ninguno quería ser río, ninguno amaba las hojas grandes, ninguno la lengua azul de la playa …………………………………… Pero ninguno se detenía, ninguno quería ser nube, ninguno buscaba los helechos ni la rueda amarilla del tamboril. (vv. 6-9, 16-19) Estos versos denotan la falta de conexión con la naturaleza de los habi- la música, otra pasión del español. Lorca muestra que el ciudadano ha perdido su conciencia ecológica, visible en la carencia de una Página del río, la vegetación, el agua azul del mar que visita la playa, las nubes y 43 tantes de la ciudad e insinúan que estas personas no aprecian la grandeza Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I responsabilidad equitativa entre el contexto humano y no humano de la ciudad. Así como el granadino critica la actitud de los habitantes neoyorquinos en el poema dedicado a Whitman, Lorca les manda una correspondencia a sus padres, con fecha del 8 de agosto de 1929, para explicarles que en la metrópolis americana hay personas sin escrúpulos que llevan una vida virulenta. El poeta dice que “[hay] criaturas distintas y de opuestas conciencias que existen en esta inmensa ciudad, de vida tan violenta y tan llena de reacciones nuevas y de secretos” (635). Curiosamente, la guía turística de Nueva york de esa época comenta que la ciudad está llena de indeseables y que ninguna otra tiene tantas personas que buscan su sustento en las calles porque hay mendigos, ladrones, repartidores de folletos y vendedores ambulantes. También explica que las calles son peligrosas y son un “haunt for cut gangs, thieves, and muggers […] and male prostitutes […] that some dope dealers fear to go near it anymore”, denotando la depravación moral de ciertos ciudadanos (31). En “Oda a Walt Whitman”, Lorca expresa su desprecio por la conducta del neoyorquino que provoca un desequilibrio en el ecosistema urbano. Lorca señala que “El cielo tiene playas donde evitar la vida/ y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora” sugiriendo que el comportamiento de ciertos individuos produce resultados nefastos y que esas personas deberían ser evitadas o que sus organismos deberían de desaparecer (vv. 79-80). Asimismo, el poeta describe a la urbe como una “Nueva York de cieno/ Nueva York de alambres y de muerte” y le pregunta a la ciudad “¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?/ ¿Quién es el sueño de tus anémonas manchadas?” (vv. 26-28) para que la metrópoli misma responda quién es el culpable de tal pesadilla. Otros poemas de Poeta en lengua de la cobra/ […] No es el infierno, es la calle/ No es la muerte. Es la tienda de frutas” (vv. 13-15, 53-54). En este caso, Lorca dice que él ha Página expresa que “He venido para ver la turbia sangre/ […] y el espíritu a la 44 Nueva York enuncian esta preocupación. En “Vuelta a la ciudad”, Lorca Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I llegado para convencerse de la oscuridad de la estirpe neoyorquina y de la ponzoña espiritual que la acecha. Lorca también quiere convencerse de que no está en el infierno sino en las corruptas aceras de la ciudad que están contaminadas por ciudadanos indignos. El poema dedicado a Whitman condena de forma especial el comportamiento de un grupo específico de ciudadanos —los maricas—. Esto no quiere decir que Lorca desapruebe de la homosexualidad. Para él, los maricas son los homosexuales flamantes y frívolos que no saben convivir armónicamente con el hábitat, sino que [se agrupan] en los bares …………………………… [Salen] en racimos de las alcantarillas, temblando entre las piernas de los chauffeurs girando en las plataformas del ajenjo. (vv. 48-51). Aparentemente, “[las] maricas de las ciudades” contribuyen al desequilibrio ecológico porque no aman sino que son una podredumbre que salen de las cloacas para emborracharse y tener sexo y forman parte de la “América [que] se anega de máquinas y llanto” (vv. 133). Lorca no sólo habla de los individuos de la ciudad sino también del gentío que la puebla. Con respecto a los maricas, en “Oda a Walt Whitman”, él comenta que son una “muchedumbre de gritos y ademanes” (vv. 56). En otros poemas del compendio, como en el caso de “Paisaje de la multitud que vomita”, él expresa que “Yo, poeta sin brazos, perdido/ entre la multitud que vomita/ [….] la ciudad entera se agolpó en las barandillas del embarcadero” (vv. 36-37, 44). Asimismo, es evidente en las cartas de en agosto de 1929, el poeta les dice que “Es aquí donde yo he tenido una idea clara de lo [que] es una muchedumbre luchando por el dinero. [Esta Página ciudadanos de Nueva York. En una correspondencia a sus padres escrita 45 Lorca a su familia que a él le sorprende la cantidad y la diversidad de los Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I aglomeración da una] idea de la cantidad de criaturas distintas y de opuestas coincidencias que existen en esta inmensa ciudad. [Hay] un ruido de torrente por la calle” (637). La cuestión de la muchedumbre acarrea otro problema —el aislamiento—. El sociólogo Brian Berry analiza la teoría urbana de Louis Wirth de 1938 y explica que: A nivel estructural, [Wirth] consideraba que el tamaño, la densidad y la heterogeneidad [de la ciudad] conducían sucesivamente a la diferenciación, a la formalización de instituciones y a la anomia […] a nivel individual, se suponía que la vida urbana sometía al individuo a un bombardeo incesante de estímulos: sonidos, percepciones visuales, personas, exigencias de atención, preocupación y acción. (65) Berry dice que por estas razones que menciona Wirth, los ciudadanos de Nueva York se aíslan del ecosistema como mecanismo de defensa. El neoyorquino se convierte en un individuo retirado de sus semejantes donde el contacto con otras personas se transforma en algo superficial. Se vuelve insensible y cohibido y sus relaciones sociales se deben primordialmente a intereses comerciales (65). En “Oda a Walt Whitman”, el granadino cuenta que en la ciudad hay “agonía, agonía, sueño, fermento y sueño. / Este es el mundo, amigo, agonía, agonía.” (vv. 81-82). El hombre se convierte en un ser superficial, indiferente y frustrado. Por medio de las imágenes del sueño y de la agonía, Lorca ejemplifica el retraimiento del mundo real y el desamparo del habitante de la ciudad. Por otro lado, el poeta emplea variadas imágenes abandonado pesa tanto en los hombros/ que muchas veces el cielo los agrupa en ásperas manadas” (vv. 18-19). Estos versos denotan que los Página Nueva York. En “Panorama ciego de Nueva York”, escribe: “Un traje 46 para reflejar la infelicidad y la mecanización laboral a lo largo de Poeta en Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I trabajadores llevan a cuesta la molestia de sus esfuerzos para poder subsistir. La alusión al traje expresa la uniformidad de los ciudadanos que al vestirse todos de la misma manera pierden sus particularidades para conformar con las normas de la sociedad. En “La aurora”, Lorca dice que “Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes/ como recién salidas de un naufragio de sangre” para ilustrar la preocupación y la intranquilidad de los habitantes (vv. 20-21) y en “Grito hacia Roma” comenta: “No hay más que un millón de herreros […] No hay más que un millón de carpinteros […] No hay más que un gentío de lamentos” (vv. 19, 21,23). La repetición anafórica en estos versos delata la urgencia y la desesperación del poeta para transmitir su mensaje y reactivar la responsabilidad ecológica y la satisfacción personal. Para Lorca, al igual que Lefebvre, la necesidad de rehabitar la ciudad no sólo yace en el aislamiento del ciudadano de la naturaleza y de los otros habitantes, sino también en la incapacidad de la gente de reconocer que en el ecosistema neoyorquino no hay nada totalmente artificial. En una de sus correspondencias a su familia, fechada a principios de noviembre de 1929, el poeta les cuenta que “Cada día levantan nuevos rascacielos; ahora están terminando uno con cien pisos, blanco y negro, que es una verdadera maravilla.” (661) y en otra carta dice que “A mí me levantó el espíritu ver cómo el hombre con ciencia y con técnica logra impresionar como un elemento de la naturaleza pura” (614). Lo que a Lorca le preocupa es la inadecuada incorporación de los elementos naturales de primer orden —vivientes y no vivientes— y la crisis económica, física y social que se padece en los centros urbanos. El poema dedicado a “Walt Whitman”, más allá de expresar el desequilibrio de la ciudad, hace una distinción entre la conciencia predo- fuera como un río” (vv. 67, 69, 73). Conjuntamente, Lorca expresa su Página arañados, / […] ni la saliva helada, / […] Tú buscabas un desnudo que 47 minante de la población y Whitman al decir “Pero tú no buscabas los ojos Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I propia postura de rehabitación, clama que él no ha sucumbido a la forma de vida de la urbe e invoca al americano. El poeta exclama que: Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman, he dejado de ver tu barba llena de mariposas, ni tus hombros de pana gastados por la luna, ni tus muslos de Apolo virginal, ni tu voz como una columna de ceniza; anciano hermoso como la niebla, ……………………………………………………. Quiero que el aire fuerte de la noche más honda quite flores y letras del arco donde duermes y un niño negro anuncie a los blancos del oro la llegada del reino de la espiga. (vv. 29-34, 134-137) Los versos precedentes indican que durante su estadía en Nueva York, Lorca se mantiene alejado de la amenaza de contaminarse él mismo de la forma de vida donde reside. Por eso, el granadino no deja de inspirarse en Whitman, ni deja de recordar el apego del americano a la naturaleza y ejemplifica la reciprocidad entre Whitman, las mariposas y la luna. Además, lo describe vestido de pana para intensificar el sentido del tacto y expresar la suavidad del escritor y agrega que su vestimenta ha sido gastada por la luna de tanto contemplarla. Por otro lado, Lorca glorifica el cuerpo impoluto del anciano y lo compara con la niebla para demostrar que aunque el americano sea efímero e incorpóreo como ésta, Lorca puede sentir su presencia. El granadino quiere que el viento, símbolo de pureza y fuerza natural, se deshaga de las flores muertas de su tumba y que un afroamericano, representativo de la naturaleza marginada, anuncie la vic- que se restaure un orden natural en el ecosistema urbano, donde la naturaleza de primer orden volverá a ser preponderante y las cobras con su Página En “Danza a la muerte”, Lorca también habla de la posibilidad de 48 toria de toda vida subyugada. Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I veneno y las ortigas con sus espinas revertirán la situación y el mercado de valores se derrumbará hasta fermentar y se convertirá en musgo (vv. 80-84). Hay una esperanza de que en el porvenir del ecosistema neoyorquino se produzca un cambio y se estabilice, aunque sea de una forma violenta, y que sea factible una futura interacción beneficiosa entre la naturaleza y sus habitantes. De cualquier modo, este anhelo se desvanece rápidamente porque el poeta disemina un sentimiento de desesperanza y horror a través de imágenes punzantes que disipan la probabilidad de una transformación positiva. Lorca reconoce que los problemas de Nueva York son complejos y que los ciudadanos deben rehabitar el espacio urbano y aprender a vivir de un modo más provechoso. Desafortunadamente, la muchedumbre y la vida apresurada en la ciudad producen una sobrecarga de estímulos donde los habitantes se aíslan del resto de los pobladores y de la naturaleza y provocan un desajuste pernicioso que evita la armonía del ecosistema. Página Berry, Brian. Consecuencias humanas de la urbanización. Madrid: Pirámide, 1975. Buell, Lawrence. Writing for an Endangered World. Cambridge: Harvard UP, 2001. García Lorca, Federico. Collected Poems. Ed. Christopher Maurer. 2nd ed. New York:Farrar, Straus and Giroux, 2002. ---. Federico García Lorca: Epistolario completo. Eds. Christopher Maurer and Andrew A. 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