Virtudes cardinales

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LAS VIRUDES CARDINALES
CIENCIAS SOCIALES
VIRTUDES CARDINALES
Definición de Virtud: Cualidad personal que se considera buena y correcta. Actuar con amabilidad y
consideración por los sentimientos y pensamientos de otros. Hacer del mundo un lugar más agradable en el
que estar con la actitud de comenzando por uno. Ayudar sin entorpecer el trabajo o proyectos de otros. En
definitiva Virtud es una propensión y facilidad para conocer y obrar el bien, se llaman cardinales las que son
el principio y el fundamento de las demás virtudes. Las Virtudes Cardinales, también llamadas virtudes
morales, reciben ese nombre por que en latín cardinales! cardinalis cardo, gozne, el gozne de una puerta, en
conclusión todas las virtudes giran en torno a ellas. Las Virtudes cardinales, son hábitos que se adquieren con
el ejercicio y la repetición y que la habilitan para la realización de una vida correcta y buena. Mediante estas
virtudes nuestras facultades apetitivas se inclinan hacia lo conveniente y conforme al juicio de la razón. La
repetición de los actos provoca la aparición de hábitos. Cuando estos hábitos predisponen al hombre
adecuadamente para el cumplimiento del bien reciben el nombre de virtudes y en caso contrario de vicios. La
moral llama a un trabajo ascético (se dice de la persona que se dedica a la práctica y ejercicio de la perfección
espiritual y lleva una vida modesta y sobria) sobre las pasiones, para dominarlas al juicio de la razón, de modo
tal que ellas nos ayuden para la mejor consecución de nuestros fines. Estas virtudes son cuatro:
• Prudencia: Consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños, dispone la razón
practica para discernir el bien y elegir los medios justos para realizarlos. Es el valor que nos ayuda
con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de la vida, nos ayuda a reflexionar y a
considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un
actuar correcto en cualquier circunstancia. Este valor se forja por la manera en que se conduce el
hombre ordinariamente. Ante una situación problemática se debe antes que nada reflexionar y
conservar la calma, en todo momento, pues si nos damos cuenta y reflexionamos, la mayoría de los
malos aciertos en la vida, ocurren por una mala decisión.
En definitiva la prudencia es un juicio ordenado, la prudencia juzgará si en un determinado caso, nos podemos
comportar de un modo que no sea el adecuado. Moralmente será siempre mas prudente aquel que sabrá tomar
la mejor decisión sin atropellar la moral y lo ético. Si se actúa con prudencia no existen los riesgos, pues se
actúa razonando y usando la lógica, de esta manera se medita y prevé los actos. Es muy seguro que si se usa la
prudencia el error sobre las decisiones y actos será mínimo, de ésta forma la prudencia se convierte en la guía
segura de los actos, edificará una personalidad recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en todo y
con todos, generando confianza y estabilidad en quienes le rodean.
• Justicia: Consiste en dar a cada uno lo que le corresponde. Para ello precisamente se necesita la guía
de la prudencia. La justicia no existe sin la misericordia, la caridad o el amor. La justicia es principio
fundamental de la existencia y coexistencia de los hombres, como asimismo de las comunidades
humanas, de las sociedades y los pueblos. A lo largo de los siglos, la justicia ha ido teniendo
definición según las distintas relaciones y aspectos. De aquí el concepto de justicia conmutativa,
distributiva, legal y social. Todo ello es testimonio de cómo la justicia tiene una significación
fundamental en el orden moral entre los hombres, en las relaciones sociales e internacionales. Puede
decirse que el sentido mismo de la existencia del hombre sobre la tierra está vinculado a la justicia,
definir correctamente "cuánto se debe" a cada uno por parte de todos y, al mismo tiempo, a todos por
parte de cada uno, "lo que se debe" (debitum) al hombre de parte del hombre en los diferentes
sistemas y relaciones, definirlo y, sobre todo, llevarlo a cabo.
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Para organizar con justicia el conjunto de la vida social en sus aspectos varios, es necesario que el hombre
viva en un contexto de justicia y, más aún, que cada uno sea justo y actúe con justicia respecto de los cercanos
y de los lejanos, de la comunidad, de la sociedad de que es miembro. La justicia es la base de la posibilidad
real de ser bueno; en esto se apoya la elevada categoría de la prudencia. La justicia protege y garantiza los
derechos y deberes fundamentales, observa y juzga las condiciones que afectan a los diversos sectores de la
sociedad, vigila y guía la disparidad de oportunidades económicas y orienta las circunstancias sociales de
modo que favorezcan la convivencia pacífica de los pueblos.
• Fortaleza: La fortaleza en la filosofía griega se entiende como fuerza de ánimo frente a las
adversidades de la vida, como desprecio del peligro. La virtud de la fortaleza consiste en tener el valor
y la constancia para perseverar en una obra buena hasta el final, no importando los obstáculos o
soportando una mala situación con paciencia e inteligencia hasta el final sin derrumbarse. También
incluye el valor en situaciones de peligro y la capacidad de tomar riesgos prudentes. Según la doctrina
de Santo Tomás, la virtud de la fortaleza se encuentra en el hombre que está dispuesto a afrontar los
peligros y dispuesto a soportar las adversidades por una causa justa, por la verdad, la justicia, etcétera.
La virtud de la fortaleza requiere siempre una cierta superación de la debilidad humana y, sobre todo,
del miedo. Porque el hombre, por naturaleza, teme espontáneamente el peligro, los disgustos y
sufrimientos. Tenemos necesidad de fortaleza para ser hombres. En efecto, hombre verdaderamente
prudente es sólo el que posee la virtud de la fortaleza; del mismo modo que hombre verdaderamente
justo es sólo el que tiene la virtud de la fortaleza. Asegura, en las dificultades, la firmeza y la
constancia en la práctica del bien.
• Templanza: La virtud de la templanza es la virtud que nos capacita para controlar y canalizar
correctamente nuestras tendencias. A esta virtud se la llama también sobriedad. La virtud de la
templanza representa el término medio entre el desenfreno y la insensibilidad. Templanza se refiere
más a la ética personal. Para unos, un comportamiento es conformarse a unas reglas, pero no sólo es
esto. La ética es un dinamismo interno del sujeto. Es adecuarse a la recta ratio, no a las reglas
externas. La templanza no es meramente dominarse y moderarse, sino que es una discreción
ordenadora en orden a la armonía y perfección del interior del hombre. Ordenar por la templanza no
sólo significa suprimir, sino armonizar. Cabe distinguir dos tipos de "templanza": la natural y la que
se califica como virtud cardinal. La primera se refiere al dominio, principalmente, del gusto y del
tacto (son los dos sentidos más afines con esta virtud) que impone la razón, de forma que el hombre y
la mujer se guíen por la moderación y no sean esclavos de los placeres sensibles. Cabría denominarla
"templanza natural", la cual debe estar presente en la vida de todas las personas, pues, de lo contrario,
su conducta sería dirigida por el instinto, lo que les acercaría más o menos a la existencia de los
animales. El filósofo latino Cicerón definía esta templanza natural como "dominio firme y moderado,
impuesto por la razón sobre la concupiscencia y demás ímpetus desordenados" Esta "templanza
natural" se puede invocar y practicar por motivos bien diversos y algunos son bastantes fútiles. Es el
caso, por ejemplo, de cuantos se privan del placer de comer y de beber para mantener un canon
discutible de belleza, o la de quienes rehúsan ciertos placeres sensibles para mantenerse "puros" en
una sociedad que califican de desordenada. Otras veces se vive la templanza a causa de algún criterio
médico válido: es preciso abstenerse de ciertos placeres por motivos de salud, etc. Por el contrario, la
templanza cristiana es la virtud cardinal que orienta y modera la tendencia a los placeres sensibles
para que la persona se mantenga dentro de los límites que le señala la fe.
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