41 EL MUNDO. MARTES 28 DE ENERO DE 2014 CULTURA / EM2 Libros / Publicación ¿Y si Cataluña hubiese construido un imperio? Hèctor Bofill convierte a los catalanes en dueños de Europa en la novela ‘Germans del Sud’, Premio Joanot Martorell LAURA FERNÁNDEZ / Barcelona Dice el escritor que Pere I, el padre de Jaume I, tuvo, en buena parte, la culpa de que Cataluña no sea hoy un imperio. Cuenta la leyenda que la noche antes de enfrentarse a los franceses en la mítica Batalla de Muret (1213), se la pasó borracho «y con mujeres», y que, al día siguiente, «estaba bastante tocado» y no tardaron en cargárselo, obligando a recular a su ejército que «tuvo que conformarse con expandirse hacia el sur». «Así que Jaume I, que pasa por ser el gran rey de los catalanes, lo único que hizo en realidad fue tratar de salvar los muebles», cuenta Hèctor Bofill, ganador este año del Premio Joanot Martorell, que convoca el Ayuntamiento de Gandía y publica Edicions 62, con Germans del Sud, novela en la se pregunta qué hubiera pasado si Cataluña hubiese ganado esa batalla. ¿Y qué hubiera pasado? «Que hoy sería un imperio», contesta Bofill. A la manera de Philip K. Dick en El hombre en el castillo, el escritor ambienta la novela en un presente en el que Cataluña domina desde hace siglos una parte de Europa y está empezando a tener problemas con el pequeño pueblo de Mossaràbia que, harto de sus abusos, reclama la independencia. ¿Es como poner a Cataluña en la piel de la España de hoy? «Exactamente. Lo que quiero dar a entender es que seríamos tan malos como creemos que son los españoles si fuésemos poderosos», asegura Bofill, profesor de Derecho Constitucional y colaborador de este diario, quien además llegó a encabezar las listas de Solidaritat per la Independència en Tarragona. «Haríamos exactamente lo mismo que están haciendo ellos. Tratar de impedir esa independencia», añade. Con todo ello, Bofill pretende invitar a reflexionar sobre lo relativo de la Historia, con mayúsculas. Bofill pone a Cataluña en la piel de la España poderosa de hoy «Damos mucha importancia a los acontecimientos que marcan el destino de los pueblos y todo es muy relativo. Imaginemos que dentro de unos siglos desaparecieran todos los documentos de la humanidad y sólo quedara mi novela, los estudiosos de la época pensarían que en el año 2013, en Cataluña, se vivía tal y como yo lo describo. Al final, la pregunta debería ser: ¿Qué es la Historia?», considera el escritor. «La propia Historia es una narración de los ganadores, y tenemos ejemplos como el de la Guerra de Troya, de la que no sabemos nada más que lo que nos cuenta Homero en La Ilíada. Cuando pasan cientos de años, lo que perdura es lo literario. La narrativa siempre se acaba imponiendo a los hechos, porque es mejor creer que los griegos hicieron la guerra por Helena que por intereses comerciales», añade Bofill, para quien sin duda La Ilíada fue un referente a la hora de ponerse a escribir la novela. En ese sentido, apunta a que, el hecho que el cambio histórico que relata se produjese en la Edad Media hace que la obra esté más próxima a «la literatura fantástica» y novelas como Juego de Tronos y El Señor de los Anillos que a un tipo de novela más política. «La concebí como un volumen único pero ¿quién sabe? Quizá escriba una segunda parte. En parte dependerá de lo que pase», dice. ¿Y qué cree que pasará? «No lo sé», contesta, pero «dudo mucho de que Cataluña se convierta en un imperio, incluso dudo del proceso en el que estamos inmersos. Lo que demuestra la novela es que la decadencia catalana empezó mucho antes de lo que tradicionalmente creemos. La Batalla de Muret fue el primer momento en el que los catalanes hicieron gala de su incompetencia política. Una incompetencia que explica muchas cosas que nos pasan hoy en día», concluye. El jurado del Joanot Martorell lo formaron Adolf Beltran, Pilar Beltran, Ignasi Mora, Miquel de Palol y el recientemente fallecido Josep Maria Castellet. El escritor Hèctor Bofill. / ANTONIO MORENO Literatura / Homenaje Los monstruos amigos de Tomeo El periodista Antón Castro y el editor Enric Cucurella conversan sobre el escritor en la biblioteca Sant Antoni VÍCTOR G. DESCARGA / Barcelona Enric Cucurella, Carmen Danés y Antón Castro. / JORDI SOTERAS El club de lectura de la biblioteca Sant Antoni-Joan Oliver, en el ensanche barcelonés, celebró ayer por la tarde un acto de homenaje al escritor oscense Javier Tomeo, fallecido el pasado 22 de junio en Barcelona. Al evento asistieron el periodista y escritor Antón Castro y Enric Cucurella, editor de Alpha Decay, que esbozaron un retrato de la personalidad del escritor y de su obra y departieron con los lectores sobre la última novela del autor, Constructores de monstruos. Según Castro, Tomeo era una persona de «gustos y comportamientos variopintos y extraños». Dotado de la capacidad de vislum- brar «las contradicciones y las paradojas de la sociedad contemporánea», era un personaje «extravagante, atrabiliario» y tierno a la vez. «Era capaz de recordar las alineaciones de los equipos de fútbol... de los años 50», recordó Castro con una sonrisa. Acerca de los orígenes de la escritura de Tomeo, desarrollada a lo largo de una cincuentena de obras, la mayoría de ellas breves, tanto Castro como Cucurella coincidieron en subrayar la influencia de Kafka, aunque la primera vez que la crítica señaló este parentesco Tomeo admitió no haber leído ni una sola obra del autor praguense. Más allá de ese detalle, que podría parecer una facecia del escritor, Castro recalcó que es muy difícil dibujar un mapa de los autores que han ejercido una influencia notable en la literatura del escritor, ya que en él se funden «desde el esperpento de Valle-Inclán hasta el teatro del absurdo de Beckett». «Pero Buñuel y Goya son los dos referentes fundamentales de Tomeo», recalcó Castro. Al final de sus intervenciones, Cucurella y Castro leyeron, respectivamente, un relato de amor entre vampiros y una breve semblanza de un ogro, monstruo muy querido por Tomeo. Los dos textos fueron un botón de muestra de los inéditos del autor que se publicarán a lo largo de los próximos meses.