SOBRE LA TEMPRANA RECEPCIÓN ESPAÑOLA DEL FASCISMO CAMBÓ, ORTEGA Y JUAN CHABÁS. José Luis Villacañas Berlanga Universidad de Murcia 1.– Introducción. Era muy lógico que la estabilización del régimen de Mussolini, al coincidir con el golpe de estado de Primo de Rivera, motivase una reflexión por parte de las elites intelectuales españolas. Sorprende, sin embargo, que esa recepción no sea intensa ni tenga como finalidad principal la comparación de los dos regímenes. Tampoco encontramos en quienes escribieron algo sobre el tema la voluntad de introducir en la dictadura española elementos de la dictadura italiana. Al parecer, nadie creía en la estructura común de ambas formas de gobierno y, salvo algunos pocos escritores oficiales, a los que no se hacía caso, nadie pensó en una aplicación directa de la receta italiana para España. Los intelectuales españoles más notables de los primeros años 20, percibían la dictadura de Primo como el muro de contención que, tarde o temprano, habría de dejar paso a la verdadera crisis. Para aquellos mismos intelectuales, el análisis del fascismo podía iluminar la transformación y cambios que podría experimentar la sociedad y la política española después de esa crisis, esperada por todos. Así que nuestra recepción del fascismo fue sintomatológica. En su forma de Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. gobierno se podrían ver las enfermedades propias de las sociedades de masas y el sentido de las respuestas que el fascismo había dado a estos males. Aunque había casi consenso en la identificación de esos males, que iban desde la efectiva irrupción de las masas urbanas, con la crisis del parlamentarismo y la ideología liberal, hasta el cambio de horizonte de la vida económica, que ya no se canalizaba por las formas propias de las burguesías nacionales, no había consenso respecto a si el fascismo era una solución o un problema añadido. Según fuera esta valoración, así se ofrecían diferentes elementos de la vida fascista como reguladores o inspiradores del futuro que se aproximaba veloz. Este planteamiento fue el que dominó desde 1924 hasta 1930. En este contexto se produce el libro de Juan Chabás que aquí prologamos. Nadie puede disputar a Cambó el mérito de haber sido el primero que se enfrentara a un análisis serio sobre el fascismo italiano. Nadie puede negar tampoco que él inaugurase el tono de ambigüedad que va a ser dominante en la valoración del fascismo por parte de los intelectuales españoles. A él dedicaremos los primeros apartados de este ensayo. Por supuesto, sólo cuando Cambó produjo su libro, y continuando en cierto modo sus planteamientos, pudo Ortega dedicar algunos artículos al tema. Sorprende sin embargo que un intelectual como Ortega, que pretendía ser punto de referencia para la sociedad moderna, dedicase tan escasa atención explícita al problema. A pesar de todo, la Revista de Occidente estuvo bastante pendiente de las novedades italianas, como lo demuestran las colaboraciones de Chabás y otras traducciones de autores italianos. A Ortega dedicaremos el tercer punto de nuestro prólogo. El caso es que hacia 1928, Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. cuando la dictadura de Primo de Rivera llegaba a su fin y España redescubría la pasión política, la intensidad de la reflexión sobre el fascismo creció. El mérito, si de mérito se puede hablar, era debido a la irrupción de La Gaceta Literaria. A este momento pertenece la segunda entrega de Cambó sobre el fascismo, ahora con el título Las dictaduras, traducido por Juan Chabás para la editorial Espasa Calpe. También aquí hemos de situar la edición del propio libro de Chabás, ya de 1929, en una editorial cercana al financiero catalán, en la que Josep Plà había editado la versión castellana de su Françesc Cambó. Es curioso que Plà sea otro autor traducido por nuestro Juan Chabás, que dio a la prensa su versión castellana de Vida de Manolo. Este joven Chabás, a mitad de camino entre Ortega, Cambó y Giménez Caballero será el objeto de nuestro punto ensayo. El análisis del propio libro de Chabás será nuestro punto cinco y en él podremos ver la influencia de Cambó sobre sus argumentos centrales. Poco después, las páginas de la Revista de Occidente vieron aparecer la figura de Ramiro Ledesma. Se hizo evidente entonces que había algo así como una derecha orteguiana, frente a la que el propio Ortega movilizó una izquierda propia y liberal, de la que formaría parte un muy joven Francisco Ayala. Es posible que con este grupo, del que hablaremos en el punto sexto, el gran pensador se preparase su última intervención ante la nueva oportunidad política de la inminente república. Este momento republicano implicó una revisión general de las posiciones políticas de los jóvenes y la de Chabás se decantó hacia Izquierda Republicana, como también fue el caso de Ayala. En esta época se cierra nuestro estudio. El tema de la presencia del fascismo en la década de los años 30 escapa a nuestro objetivo. Aquí sólo me interesa apuntar una posible Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. continuación que no debería reducirse a la descripción de las posiciones filosóficas desplegadas por Giménez Caballero y por Ramiro Ledesma. Hemos de decir que, ya en plena discusión constituyente, España empezó a recibir la visión internacional sobre el fascismo, tanto la que propiciaba Hermann Heller como la de Carl Schmitt. Desoyendo estos análisis, y ante la nueva situación política, Giménez Caballero se empeñó en hacer de Azaña un líder en el sentido fascista del término, antes de esforzarse –ya sin político– en la utópica vía estética hacia el fascismo que expuso en El arte y el Estado.1 Acción Española, y La época, por su parte, jamás vieron en el fascismo un modelo político que pudiera aproximarse en ventajas a una monarquía tradicional, militar y templada, más soñada que viable. Lo más decisivo de todo esto, sin embargo, fue que estos debates sobre la crisis de sociedad de masas que el fascismo representaba, apenas tuvieron importancia en los debates constituyentes. Los parlamentarios españoles ofrecieron a sus paisanos una república clásica liberal, y operaron como si este modelo no estuviera en crisis. Su vinculación a Weimar, en este sentido, resultó nefasta, pues no se dieron cuenta de hasta qué punto las debilidades organizativas de ese régimen bloqueaba el gobierno popular y propiciaban salidas autoritarias. Así que ninguno de los síntomas que el fascismo denotaba fue tenido en cuenta y la constitución de la república española, al fin y al cabo obra de hombres antiguos, se basó en los mismos modelos que el fascismo había destruido de un plumazo y el nazismo se aprestaba a destruir en un acoso implacable, que mostró las debilidades defensivas de un régimen maniatado por un 1 Debe verse aquí el trabajo de Miguel Corella sobre Giménez Caballero en la revista Res Publica, n.6. 2000. pp. 145-160. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. parlamentarismo mal entendido. La nueva generación, en este sentido, iba a tener que defender una obra que sus mayores impulsaron sin tenerlos en cuenta ni en su saber ni en su espíritu. 2.–Cambó y la significación universal del fascismo. En junio de 1924, y bajo el aviso de que “este libro ha estado sometido a la censura militar”, Cambó firmaba la advertencia de En torn del feixisme italià.2 La tesis central del libro, anunciada en esta advertencia, era que por fin el fascismo había encontrado su figura definitiva, tras una evolución peculiar e interesante. Esta figura definitiva tenía para el catalán un valor universal. Con humor, y un poco de desprecio, Cambó venía a decir que la evolución esencial que representaba el fascismo se iba a dar en todas partes, aunque en tierras estériles la feraz planta italiana crecería raquítica y vana. Cambó hablaba sin decirlo de Primo de Rivera y de España. Ese valor universal del fascismo era compartido hasta cierto grado con el bolchevismo. Desde un punto de vista político, ambos movimientos sepultaban la ideología democrática y humanitaria. La soberanía popular, para las dos ideologías, debía ser sustituida por el gobierno de las minorías heroicas y audaces. La diferencia entre ellas residía para Cambó en este punto: mientras que el comunismo, triunfante en política, había fracasado como sistema social y económico, el fascismo había encontrado las alianzas que iban a entregar a sus cuadros políticos el éxito total. La autoridad, la jerarquía y la violencia política del fascismo –este era el punto– se había vinculado a la nación y la raza italiana [C.12]. En esta unión directa, el parlamento no era sino una 2 Este libro llevaba por subtítulo Meditacions y comentaris sobre problemes de política contemporània. Estaba editado por la editorial Catalana, S.A. de Barcelona. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. comparsa; la democracia, un estorbo. Pero esa unión, al decir de Cambó, iba a ser fecunda en el terreno político, económico y social. Por eso, la estructura de estos hechos ofrecía a nuestro autor un significado universal. Esta unidad directa del partido fascista con la nación italiana no había sido inmediata ni representaba un triunfo histórico permanente. De hecho ya no existía como tal unidad, pero había estado a punto de afirmarse victoriosa. Esa unidad de fascismo y nación fue objeto de una evolución en la que se demora el libro de Cambó.3 El clímax que hizo presagiar esta unión tuvo lugar en el año 1920, cuando por la influencia de Rusia, Italia se encontraba en las vísperas de una “revolución demagógica” y de una “descomposición anárquica” [C.18]. Hubo entonces en Mussolini un momento de indecisión. Antes, el partido fascista había sabido reunir en sus escuadras a los excombatientes y a muchos trabajadores en paro. Pero por un momento, y ante la ola creciente de la revolución de izquierdas, Mussolini se hunde en el mutismo. Cambó sugiere –y luego lo recordará Chabás– que es muy posible que el antiguo socialista pensase dar el paso y ponerse al frente de la revolución obrera que se preparaba, y en la que no veía un líder de su talla. En realidad, fue un momento de indecisión de Italia entera. Era aquel el tiempo de la “decepción de la victoria” [C.21], cuando los italianos comprendieron que ninguna de las ventajas exteriores de la victoria iba a ser suya. Ni Francia, ni Inglaterra ni Yugoslavia permitirían la Nadie puede ignorar que bajo esa expresión repetida de “significación universal del fascismo”, Cambó siempre contempla la relevancia del caso italiano para la situación política de España. El Estado fascista había salvado a la nación italiana: esta era la clave del fascismo. En un momento en que la sociedad nacional podía ser amenazada por una compresión parcial de sí misma, atravesada por la lucha de clases, el fascismo había venido a reunificar la nación. El fascismo era la nación en su momento de excepción. Pero siempre, por encima del Estado fascista, estaba la nación italiana, dice Cambó [C.134]. 3 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. expansión imperial italiana. Fue un instante de perplejidad, de parálisis. Los italianos habían ganado una guerra y era como si la hubiesen perdido. Los aliados de repente dejaron de serlo. Sus valores democráticos y humanitarios se disolvieron como una ilusión de propaganda. El Estado, que no se hizo valer en la negociación posterior, dejó de ser respetado. La burguesía se quedó a solas con una posguerra sin alicientes, sin grandezas. Cuando los comunistas asaltaron el poder establecido, nadie acudió en su ayuda. Mussolini calló y aguardó. Hasta aquí el diagnóstico de Cambó. Para él, con su realismo político tan italiano, toda guerra es una empresa imperialista [C.57]. Que los italianos pensaran obtener ventajas y conquistas, que entraran en la guerra sólo en vistas de esta finalidad egoísta, no le parecía a Cambó extraño ni ruin. El hecho es que Italia no obtuvo ventajas de aquella guerra. Por eso le parece lo más natural a Cambó que Italia juzgase pura hipocresía el humanitarismo de Wilson, y puro humo ideológico los valores de los aliados: la civilización, la democracia, el derecho de los pueblos. Italia se mostró comprensiva con las verdaderas realidades de la vida: el derecho del más fuerte, la barbarie de la autoridad. Desde entonces aspiró a ellas. Todo esto le parece a Cambó el curso natural de las cosas, y su realismo jamás tiene una palabra ni un reparo respecto a la debilidad moral de su posición. Así explicada, la decepción de la victoria italiana fue una rabieta contra valores en los que, en el fondo, nadie había creído, un puro gesto de impotencia contra unos aliados que no habían compensado a un socio cuya lealtad era interesada y calculada. Cambó, sin embargo, no es sensible a esta razón de los aliados. Italia deseaba ventajas y para obtenerlas se inclinó Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. de forma calculada –mezquina e hiriente para los aliados– por la vía de la democracia. Al no encontrarlas, se pasó a la vía autoritaria, realista, brutal. Nunca se pregunta Cambó si alguna vez se pensó en luchar por la libertad y la democracia como valores en sí. La victoria aliada asentaba estos valores y los aseguraba. En el fondo, era para estar contento. Italia no tendría un régimen como el prusiano o el austriaco. La victoria ganaba sentido desde la fe en los valores democráticos. Desde la utilización de la democracia como instrumento para obtener ventajas en la política internacional, el desengaño era explicable, aunque inevitable. En todo caso, el desengaño era fruto del egoísmo y la mentira. Nadie podía decir –como dice Cambó– que el humanitarismo y la democracia era meros bienes de exportación para Inglaterra o para Estados Unidos. Eran bienes en sí como formas de organizar a sus pueblos y por ellos lucharon. La guerra les trajo dificultades, tantas como a los italianos, pero la opinión mayoritaria de esos pueblos no culpó por ello a la democracia, que estaba por encima de las ventajas materiales. Pues en efecto, la democracia afectaba a su sentido de la dignidad. Cambó jamás se hace cargo de estos razonamientos, por lo demás obvios. Conoce los hechos, pero no los argumenta. Sabe que los italianos entraron en la guerra tras un largo regateo con cada uno de los bandos en litigio [C.65]. Sin embargo, esto le parece a Cambó el “sagrado egoísmo nacional”. Las promesas que dieron los aliados se mantuvieron en el secreto y se magnificaron como mecanismo de presión futura. Resultaba claro, sin embargo, que los aliados estaban en su derecho de jugar de forma reservada con quien, en cierta manera, les hacía chantaje sin escrúpulos, sin confesar afinidades ideales. Una promesas propagadas, Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. magnificadas y burladas, y una intervención en la guerra juzgada como decisiva por los propios italianos: los hechos daban la razón a los socialistas, a los que habían clamado por la neutralidad. Su propaganda de posguerra fue letal: el capitalismo aliado se había burlado de ellos. Los italianos habían vertido su sangre y ahora se les daba la espalda. La crisis industrial, la vuelta de los excombatientes, la propaganda socialista, la debilidad del Estado: todo indujo a la desmoralización. Faltaba la síntesis de socialismo con Sorel para aspirar a una revolución violenta y esa era la que buscaba Mussolini. Cambó lo dice bien claro: “Nunca, en ningún tiempo ni país, se ha predicado un nihilismo más completo, más integral, que el que se predicaba en Italia pocos meses después de la victoria.” [C.70]. El fruto de ese nihilismo fue el odio de las clases obreras. Cambó no dice que, en el fondo, ese odio iba dirigido sobre todo contra los grupos del Estado que habían esperado obtener ventajas con la sangre de sus paisanos, los que habían hecho una guerra por cálculo de interés. Ese odio se dirigía contra los aliados, desde luego; pero también contra los que habían llevado al pueblo a la guerra. La única opción pura era Rusia. Entonces se abrió ese momento de pre-revolución desde 1920 a 1922, el tiempo en que Mussolini parecía callar y hundirse en la indecisión. Este es el relato de Cambó. Entre 1919 y 1922, el fascismo de Mussolini era un movimiento igualmente revolucionario. Sus raíces crecían en la misma decepción y resentimiento que hemos descrito y que encontraba sus mejores ecos en las izquierdas. Sus elementos eran los propios de todo movimiento revolucionario: tenía una ideología, un ambiente, una masa y un líder. Es el tiempo en que Mussolini convoca la primera asamblea de Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. excombatientes. Y sin embargo, en tanto movimiento revolucionario, el fascismo es uno más entre los de la izquierda. Alcanza sin embargo su dimensión universal cuando, en ese climax de 1922, Mussolini toma la decisión de unirse a la nación italiana. Esta decisión fue dura y transformadora. Pero fue acertada. Ahí es donde Mussolini adquiere el aura de hombre providencial. Pues nada de lo que antes significaba fascismo presagiaba la dirección de ese cambio. Antes de 1922, el fascismo era una pretensión revolucionaria, diseñada al estilo de Lenín: con audacia antidemocrática, con violencia medida, con una oligárquica, despótica dirección. Después de 1922, sin embargo, fue un movimiento nacional. De ser un líder que impulsaba una idea propia, Mussolini se convirtió en catalizador político de “un estado de conciencia nacional”. Ya no tenía ideas propias, sino que hacía suyas las ideas de todos. De ser un líder revolucionario, paso a ser el creador de un fascismo conservador. [C.79] En efecto, en 1919, Mussolini elaboraba un programa a la medida del resentimiento de las clases populares: abolición del senado, sufragio universal, representación proporcional, asamblea constituyente, república, reforma tributaria, confiscación de los beneficios de la guerra, tasa sobre herencia para los mutilados, confiscación de bienes eclesiásticos. Se trataba de una ideología anti-burguesa y, por eso, el fascismo luchaba contra los otros partidos que se disputaban el mismo descontento de la gente. La desesperación, pues se ve difícil la victoria en estas luchas contra las otras fuerzas revolucionarias, lleva al fascismo hacia una visión cada vez más anarquizante. A este espíritu destructivo se entrega Mussolini como si fuera el bálsamo de una religión, la única que ilumina “el triste presente”. Cambó comenta con fuerza Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. crítica: en medio de estas luchas de grupos revolucionarios, el fascismo no tiene función específica alguna; “ni es factor de contención ni de revolución” [C. 82]. Cambó, como se ve, ya sitúa las cosas en términos de revolución y contención, como por esa época ya empieza a hablar en España el mismo Maeztu. Cambó nunca pierde de vista el clímax italiano de 1920: el asalto revolucionario de las izquierdas al poder. El movimiento nacional fascista es, para él, desde luego, un movimiento contra-revolucionario. En efecto, en los movimientos revolucionarios izquierdistas del norte y centro de Italia, el fascismo no tuvo un papel decisivo. A pesar de todo, esos movimientos no triunfaron. Enfrente tenían un Estado mínimo, sin poder y sin prestigio. Pero fracasaron. Ese fracaso, que Mussolini no había propiciado, le indicó el momento de pasar a la acción. Aquí Cambó extrema sus alabanzas. El mérito de Mussolini fue darse cuenta de que ese fracaso se debía en el fondo a un estado de opinión nacional que quería mantener el Estado, la sociedad, la nación italiana. Entonces, Mussolini salió de su mutismo, de su provisional abandono, y se dispuso a ofrecer sus escuadras como la mano armada de ese estado de opinión nacional. Entonces el fascismo se convirtió en la fuerza de choque de la nación italiana desorganizada contra las fuerzas destructivas de la revolución comunista. Así, Mussolini se brindó para cumplir en favor de la nación italiana “el ejercicio violento [...] de una función esencial que el poder público ha dejado abandonada.” [C. 86] De tener una función desintegradora, el fascismo conservador pasa a ser una fuerza organizadora, integradora, defensiva. Esa es su significación universal. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. El texto fundamental de Cambó, tras estas explicaciones, dice así: “La burguesía, la oficialidad del ejército, los intelectuales, la clerecía, la burocracia, todos aquellos en una palabra que antes de haber sentido la inminencia del peligro comunista habían mirado, con la antipatía que siente todo espíritu civil por las violencias, las luchas fratricidas entre fascistas y comunistas, que las habían considerado con razón como expresiones bárbaras de rivalidades partidistas, se entusiasmaron ahora con la acción de las escuadras fascistas, expresión audaz y afirmativa de su propio estado de espíritu.” [C. 87] Las escuadras fascistas, de estar al servicio de una idea propia, pasaron a ser una mera herramienta técnica al servicio del orden nacional. Con ello, el fascismo se neutralizó ideológicamente, como corresponde a una máquina nacional. Dejó de ser socialista, republicano, obrero y revolucionario. El último momento de resistencia de Mussolini fue mayo de 1921, cuando se abstuvo en la sesión inaugural del parlamento. Allí se opuso a la figura del rey. La reacción interna en las filas del partido sorprendió a Mussolini, que se dio cuenta de que algo había cambiado dentro de su gente sin él percibirlo. El 24 de mayo escribió un artículo a los nuevos afiliados del partido donde dejó clara su antigua posición, la que había alumbrado en 1919. Se trataba de erigirse en único interprete del fascismo, su invención y su partido. Él lo había concebido republicano y así seguiría. La agitación y la inquietud interna no cesó. El 26 del mismo mes, Mussolini se vio obligado a escribir otro papel. Su tesis había cambiado. Su final es glorioso: “Italia. Este es el nombre, el sagrado, el gran, el adorable nombre en el que nos reencontramos todos los fascistas. Ninguno puede jurar que las causa de Italia esté necesariamente ligada a la suerte de la Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. monarquía, como pretenden los nacionalistas, o a la suerte de la república, como creen los republicanos. El futuro es incierto y lo absoluto no existe. Por eso repudiamos la camisa de fuerza de las cuestiones previas, que no permiten actuar libremente sobre el terreno móvil y complejo de la vida y de la historia” [C. 93]. Era la afirmación del oportunismo que pone su máquina partidista al servicio de la corriente fundamental de la masa. Era la primera coartada real del activismo fascista. Cambó insiste en que se daba con ello el paso decisivo: se trataba de quedar libre para ponerse al servicio de la autoafirmación nacional y conservadora que, con su inercia, había derrotado al comunismo. A eso le llamó Mussolini instinto y Gentile lo definió como la forma superior de idealismo. En el fondo se trataba de identificar dónde se encontraba el punto de menor resistencia de la masa a la actuación del aparato fascista, para aplicarla la decisión allí con su mayor intensidad. Cambó pensaba que, en un pueblo bien constituido, ese punto de menor resistencia era la gente de orden nacional y social –la parte mejor y más fuerte y más sana del pueblo italiano, dijo Cambó [C.107]. Para defenderla, el fascismo debía aplicar su mayor intensidad de fuerza contra el desorden revolucionario. Por eso, el activismo del fascismo sólo se podía traducir en “un formidable movimiento nacional”. Su base positiva era el ardiente patriotismo imperialista y la intensificación de la acción del Estado [C.115], defendidas desde el principio de autoridad. Justamente aquí, y esto es lo que presta significación universal a Mussolini respecto a la evolución de las sociedades nacionales, se descubre la diferencia fundamental con Lenin. Éste jamás se vincula ni se une a la nación. No sacrifica su Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. idea, ni su programa, ni su obstinada teoría, en la que cifra una salvación racionalista. Por eso Lenin siempre es un partido y una secta. Mussolini es ante todo un radar sin ideograma propio: percibe el sentir de su nación y lo sigue. Lenin es un lunático dogmático que sólo puede triunfar donde no hay sociedad nacional que le oponga el peso de sus resistencias. El resultado es que Lenin organiza un Estado sobre un partido, mientras que Mussolini mantiene abiertos los ámbitos de integración estatales y reparte poder en ellos a cambio de fidelidad: ni parlamento, ni senado son disueltos, sino que se mantienen como “gran festín electoral”. Cambó dice: “le recuerda [al parlamento] que puede disolverlo, pero no lo disuelve y acaba solicitando su colaboración” [C. 127]. Un minueto rige las relaciones entre parlamento y gobierno, donde antes había una lucha. Finalmente, Cambó puede hablar de “bonhomía y candor”, palabras que ahora aplica al mismísimo Mussolini. En otro lugar habla de pedagogía política: Mussolini adapta la función del parlamento a la educación cívica vigente en Italia. [C.53] Todo el diagnóstico de Cambó viene a decir que, de conocer las dificultades propias de la Italia de posguerra, todas las naciones experimentarán una evolución semejante a la fascista. El fascismo, en esencia, está dentro de la ley de evolución de la nación-Estado. En esta evolución lo decisivo y nuevo es la primacía del poder ejecutivo sobre el poder legislativo. Con ello quedaban atrás los tiempos constituyentes de la nación, los tiempos del liberalismo, en los que ésta se vio representada sobre todo en el poder legislativo. De otra manera: lo esencial del fascismo reside en que el nuevo poder ejecutivo ha de tener una relación inmediata, directa, representativa-plebiscitaria con la opinión Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. mayoritaria de la nación, la que representa lo mejor de un pueblo, las gentes de orden. Esa representación nueva es la que desplaza el parlamento de sus funciones tradicionales soberanas. Esa evolución es valorada como positiva por Cambó. Por eso se puede decir que la Italia de 1924 es mejor que la Italia de antes de la guerra y que ha sufrido una transformación completa y positiva [C.25]. Lo decisivo se deja ver en la oleada de patriotismo positivo y en el “orgullo de raza” que permite superar la división de clases. La voluntad nacional ha dejado atrás el resentimiento de la posguerra, dice Cambó. Ya no se habla más de la guerra. Ahora Mussolini está dispuesto a realizar, a través de la acción fascista, las promesas incumplidas –cualquier cosa que esto sea– de los aliados, lo que Italia no pudo obtener por la debilidad del Estado o por la culpabilidad de los enemigos internos. Esto es lo que permite la apoteosis nacional [C.33]. Por eso esta apoteosis no excluye la celebración de la fuerza. Ejército y camisas negras muestran la igual consideración de la política interior y la exterior: ambas fuerzas están determinadas por la existencia de sus respectivos enemigos. Ambas fuerzas, a su vez, tienen una dimensión nacional. Es verdad, desde luego que en el esquema de Cambó, las camisas negras son un elemento de partido y no de la nación. Es verdad que se atreve a lanzar la premonición de que quizás tarde poco Mussolini en disolverlas para que así deje claro que su obra es de “concordia y pacificación nacional” [C.135]. Esa es la lectura que hace Cambó del asesinato de Mateotti. La milicia fascista –dice Cambó, no sabemos sin con ingenuidad o con cinismo– se ha convertido en un problema evidente para Mussolini. Siempre lo había sido, pero ahora se convertía en un asunto de solución inmediata. En la lógica del catalán así Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. es. Pero su lógica, al juzgar estos procesos, es benevolente y positiva y siempre parte del hecho de que el fascismo quiere ser un movimiento nacional. En este proyecto, las escuadras fascistas, con su uso parcial de la violencia, son un obstáculo. Cambó asegura que Mussolini quiere “con buena fe y sinceridad indudables” convertir su obra en nacional. De forma consecuente, el autor se ha de imaginar que la disolución de las escuadras es el objetivo central del momento nacional y de la significación universal de Mussolini. Al menos, esa eliminación del escuadrismo es la condición de toda la valoración que Cambó hace del fascismo. Cambó escribe todo esto justo en este momento, cuando las consecuencias del asesinato de Matteotti no se han mostrado todavía, ni se ha cerrado el proceso político abierto con el caso. Al estar el frente abierto, Cambó habla más como político que como observador. Propone a Mussolini los adjetivos retóricos mejores: sincero, afectado; para la oposición reserva las invocaciones tenebrosas. De ella habla como la fiera, a la que la carne que se le lanza aumenta las hambres por estar embriagada de odio [C.143-5]. Para salir de este impass, dice, Mussollini “busca la ayuda no del partido, sino de los afines, de los aliados, de los neutros, de los imparciales, de la Italia que no es fascista ni comunista, de la Italia de todos, cuyos intereses ha servido celosamente desde el poder” [C.144]. El movimiento es muy claro: Mussolini se presenta como el hombre neutral que conecta con la decencia de la nación entera. Ahora, al parecer, al tener que decidir entre escuadras o nación, Mussolini llama en su auxilio a la nación, en uno de esos plebiscitos que vinculan directamente a la ciudadanía con el poder ejecutivo. Es el momento de comprobar la fuerza de las incorporaciones nacionales al Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. fascismo desde 1921, esas que respondían a su significación universal y a la esperanza nacional italiana. Sin embargo, y en brusco giro de la argumentación, hacia el final del libro, siguiendo esa valoración continua de la intención secreta de Mussolini, Cambó le atribuye la asunción de la derrota. El duce –dice nuestro autor– prepara su salida del poder y el final del régimen fascista [C.146]. Lo que iba a tener un significado universal, de repente fracasa. Desde este momento, Cambó se lamenta: el fascismo no dará el fruto de una experiencia acabada. No se conocerá de él ni el bien ni el mal cumplido. Ha servido para impedir la revolución, pero no ha podido entregarse a la reconstrucción política de la nación italiana. Su violencia, necesaria para detener la revolución, ha detenido la obra positiva. Su valor de universalidad está así apuntado, no logrado. Pero ese apunte es suficiente para mantener que la mayor parte de su obra, la impulse quien la impulse, se ha de mantener. Ya hemos dicho varias veces que esa mejor parte es su conversión en movimiento nacional, su transformación de los poderes constitucionales del Estado y del régimen parlamentario, su nueva concepción del poder ejecutivo. Toda esta obra queda frustrada por la violencia parcial que asesinó a Matteotti. “La hora de las reformas transcendentales ha pasado para el fascismo”, dice Cambó [C.156] y eso quiere decir sobre todo que Mussolini no sabe qué hacer con el parlamento. Esa indecisión marca el punto final de la operatividad del fascismo. Pues lo que el fascismo debía ofrecer a los pueblos latinos era la fórmula para ordenar las nuevas instituciones políticas y, sobre todo, la nueva correlación de fuerzas entre el ejecutivo dinámico y el parlamento legislador y lento. Ese fruto de la transformación del régimen constitucional, manteniendo un sentido Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. democrático, no saldrá del árbol del fascismo. Pero, por lo menos, el fascismo ha dejado a Italia a las puertas de cumplir esa tarea. Cambo prevé que Mussolini deje el poder, pero no para volver al viejo orden, sino para asegurar un verdadero poder ejecutivo nacional, sin la parcialidad arbitraria de la violencia de las escuadras de las camisas negras. Su sueño y su deseo se hace evidente justo cuando valora el futuro de Mussolini. Pues lo que Cambó desea es un poder ejecutivo nacional fuerte, con amplio margen de maniobra operativa y represiva, con garantías liberales y con relaciones con un parlamento sólo para las grandes cuestiones y para visualizar la unión nacional. En el fondo, Cambó no puede dejar de pensar en España. No puede olvidar que aquí se ha instalado una dictadura que tiene exactamente el mismo problema de base: la transformación de un régimen parlamentario disfuncional en un régimen constitucional nacional nuevo, con un ejecutivo capaz de operar con rapidez y con un legislativo capaz de legislar sin estorbarse recíprocamente, deteniendo cualquier veleidad revolucionaria. Estamos en mayo de 1924 y todavía se comprende la dictadura como un ejercicio de transformación constitucional del régimen monárquico de la Restauración. En este orden de cosas funciona bien su análisis: el fascismo tuvo la oportunidad de mantener un legislativo prestigioso y un ejecutivo ágil, y tuvo la posibilidad de mantener las formas democrático-nacionales de participación de poder. Ahora, el fascismo ya no tiene por delante sino la posibilidad de una dictadura autoritaria, sostenida por la violencia de las escuadras privadas del dictador, sin posibilidad de canalizar los intereses políticos de las masas nacionales. Si abre esa puerta, dice Cambó, tarde o temprano Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. entrará la revolución. Rusia nunca está lejos del análisis del catalán. Así que el mensaje para Primo es muy claro: el camino hacia el mantenimiento de una dictadura personal ha de bloquearse. Tarde o temprano se tendrá que ir a la violencia parcial. La significación universal, a eso hay que atender. Y eso ha de ser la creación de un poder ejecutivo fuerte, capaz de conectar con la gente de orden de la nación y de generar un parlamento que refuerce y colabore con esa acción nacional. He ahí la tarea a la que Mussolini estaba destinado, en la que ha fracasado, pero que todavía la dictadura española puede realizar. Como podemos ver cuando abarcamos todo el argumento del libro, Cambó nos ha sorprendido. Ha venido escribiendo un texto en el que Mussolini recibe los mejores adjetivos. Ha sido una prueba de cordialidad y de imparcialidad, aunque también sea testimonio del desprecio que Cambó siente por las izquierdas revolucionarias, socialistas o comunistas. Pero su valoración positiva del régimen fascista llega hasta donde es compatible con una forma democrática. Finalmente, no tenemos razón para dudar de esta su exigencia “democrática”, aunque nunca se nos aclara en qué consiste respecto a la formación del poder ejecutivo. Su análisis de la historia de los poderes del ejecutivo y del parlamento es muy esquemática, pero no trivial. Los parlamentos, fruto de la lucha histórica y secular contra el poder del monarca, están hoy magnificados. Los parlamentos de la tradición republicana, dice en la p. 167-8, se comprenden como un poder parcial, tan expresión de la soberanía popular como el poder ejecutivo. “Han tenido, cada uno, en la herencia paterna, la parte que a cada uno le tocaba”. Con la democracia de masas, el parlamento se ha propuesto como Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. único canal de sus intereses y se ha visto todavía más justificado en sus poderes desproporcionados. De esta congestión de poder parlamentario deriva su impotencia, incapaz de hacer frente a una situación social que requiere soluciones aceleradas y decisiones fulminantes. Un ejecutivo legitimado por la masa nacional –un presidente republicano– es todavía una forma política futura, un trabajo político pendiente en aquellos pueblos que, por tradición, lucharon siempre contra el ejecutivo encarnado en el rey. Mientras no se disponga de esa forma, la vida política estará desequilibrada y enferma. Cambó habla ahora como si fuera un discípulo de Walter Rathenau. Desde una somera sociología del Estado, considera que la necesidad del ejecutivo decisionista viene promovida por la ampliación de la esfera de acción del Estado, tanto extensiva como intensivamente. Creo que Cambó ha leído Kritik der Zeit, porque el fenómeno que apoya su tesis es la aceleración y crecimiento de los medios de comunicación materiales y espirituales. Se trata de una comunicación de nivel mundial, que ha generado una economía a nivel mundial [C.176]. Esta aceleración y aumento de la información reclama del Estado una intervención inmediata en todos los campos de la vida social. El final de la premisa liberal, que determinó la forma de los parlamentos modernos, se hace evidente en el horizonte. A un nuevo campo y a un nuevo ritmo de intervención del Estado, éste se ha de dotar de organismos nuevos, y sobre todo de un nuevo poder ejecutivo. Cambó no lo dice, pero lo sugiere. Él habría apostado por un poder decisionista que respondiese a los hábitos dinámicos de gestión de los intereses privados empresariales [C.184] y no los paralizase. Mientras que el Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. gobierno ejecutivo dependa de la compleja mecánica de los hábitos parlamentarios, será imposible responder a estos retos. Un ejecutivo sometido al legislativo no tendrá autoridad, ni tiempo de respuesta ni prestigio. Será como un rey humillado, porque ese ejecutivo es el fruto de una situación institucional diseñada para humillar al monarca. Como es evidente, esta situación lleva al desprestigio común de parlamento y gobierno y, así las cosas, a la crisis del régimen democrático. [C.188] Esta crisis política, como ha visto Cambó con claridad, se convierte con necesidad en crisis social. La razón es muy clara: al aumentar el campo de acción del Estado, todos los intereses privados se ven afectados por la ineficacia institucional antes descrita. Mientras que el Estado intervenía en una parte pequeña de la vida social, el mal funcionamiento del ejecutivo no tenía una repercusión fatal sobre la totalidad de los ciudadanos. Ahora que las decisiones afectan a la totalidad de la vida, la falta de decisión del ejecutivo resulta fatal para complejos intereses sociales. Con plena convicción, dado su oficio, Cambó dice que el Estado es una empresa en la que ya todos somos accionistas. La transformación de la vieja metáfora liberal exige la participación directa de todos en el poder. Por eso, la solución para Cambó está en las fórmulas presidencialistas de los Estados Unidos, con su elección directa del presidente por el pueblo. Frente a él, un poder legislativo que no puede ser disuelto por el ejecutivo – ni a la inversa– y que sólo si presenta leyes con la mayoría cualificada de dos tercios ha de imponerse al ejecutivo. Para Cambó, por tanto, “el régimen presidencialista armoniza admirablemente la democracia y el poder: es un seguro contra la revolución y contra la dictadura” [C. 192]. Pero ese régimen Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. es el que falta en los Estados que lucharon contra los monarcas tradicionales y disminuyeron el poder ejecutivo por pura desconfianza del viejo despotismo. Ese régimen era el que Mussolini podía haber conseguido, de haber obedecido a la significación universal de su movimiento. Ese régimen puede impulsar una conciencia nacional verdadera, que Mussolini no ha podido lograr al sostenerse sobre las propias escuadras fascistas. Ese régimen presidencialista puede mantener el prestigio de las instituciones porque las obliga a colaborar entre sí. Ese mismo régimen mantendrá el prestigio del parlamento, otorgándole menos tareas, pero más importantes y factibles. En cierto modo, Cambó no desea introducir en su análisis dos problemas centrales. Uno, el del control del ejecutivo, que ha de pertenecer también al legislativo o al menos a una parte de él, aunque otra haya de residir en el poder judicial. El segundo, que este sistema casi reclama la república, pues ha de retirar todo poder al rey. Sólo al final de su libro, aludiendo a este asunto, Cambó se pregunta qué ha de pasar con el poder moderador del rey. Es una pregunta que Cambó no quiere responder y que deja a la inventiva hispana. Hay en las últimas líneas del libro una especie de autocensura extraña y altanera. Resulta claro que en este régimen presidencialista, la figura de un monarca no es sino un añadido simbólico, una jefatura del Estado sin poder efectivo alguno. La alteración constitucional, por tanto, implicaba retirar al rey ese poder moderador que le reconocía la constitución de la Restauración y que había permitido un amplio margen de acción al monarca, a costa del prestigio de los otros poderes del Estado. En todo caso, la índole de estos comentarios no puede malinterpretarse: se trataba de caminos Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. abiertos para la futura reforma constitucional que debía emprender la dictadura de Primo, si quería esquivar el precipicio de la revolución. 3.- Las Dictaduras. Cinco años después, en 1929, Cambó volvió al tema del fascismo y su significación. Al dar a la imprenta de Espasa Calpe el libro Las dictaduras, no tuvo que invocar la censura militar que pesaba todavía sobre España, por mucho que ya se ejerciera sin convicción. El sentimiento dominante en el libro, sin embargo, es el propio de un contenido patetismo. El autor sabía que los pueblos de Europa iban montados en un tren a toda velocidad y sobre él resultaba muy difícil ser objetivo y preciso. La dificultad residía en que, en ese escenario, todos somos actores y espectadores a la vez. [D.28] Aunque las grandes líneas que traza Cambó proceden de su viejo libro de 1924, las evidencias desde las que habla ahora son más nítidas. Por una parte identifica la mundialización de la economía, o al menos la necesidad de crear una “gran Zollverein que venga a preparar, en el aspecto económico, la constitución de los Estados Unidos de Europa” [D.7]. Por otra aparece como respuesta un fenómeno opuesto, un “ultra-nacionalismo económico” proteccionista. Cambó cita a Marx para avalar el fenómeno de la mundialización, pero insiste en que este rumbo mundial no se puede gobernar con el nacionalismo. Mientras que todos vivimos con las mismas máquinas, nos empeñamos en subrayar las personalidades nacionales. En una palabra: los problemas económicos nuevos se están abordando con soluciones políticas viejas. [D.11] Lo mismo sucede en relación con el mundo de las representaciones culturales: mientras que un cinema nos hace iguales a los americanos, unos medios de comunicación periodísticos nacionales insisten en las Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. diferencias. Ya no estamos ante aquella evolución regulada de las sociedades nacionales, que daba sentido universal al fascismo, sino ante el sentimiento confuso de una necesidad ignota de superación. Mientras tanto, en opinión de Cambó, habitamos un mundo de antinomias, de divergencias, de fenómenos que van acelerados en direcciones diversas, aunque todas ellas letales para el liberalismo democrático. [D.26] Así, el aumento a la vez del catolicismo y de un despiadado malthusionismo moral. [D.13] Esa “inmensa transformación” desborda por ello la índole de los problemas de ajuste que se atisbaron en En torn al feixisme. Mucho menos esperanzado que en el libro del 1924, Cambó entiende que sólo con un espíritu de ciudadanía extendido entre las masas es posible la intervención en la realidad. Sólo sobre esa base podrán funcionar las soluciones institucionales de un poder ejecutivo fuerte y decisivo. Como esta tensión entre un mundo interconectado y un poder nacional no es funcional, para contener las consecuencias violentas de la crisis, los poderes nacionales, cuanto más débiles sean y menos ciudadanía política tengan tras sí, más tienen que ejercerse bajo formas dictatoriales. Este es el nuevo fenómeno. Para estudiarlo, Cambó se lanza a un mínimo balance que continúa la temática iniciada en 1924. Pues resulta claro que el camino de Italia ha sido seguido por España, Portugal, Turquía, Lituania, Yugoslavia, Albania. Ahora, sin embargo, lo que en 1924 se presentaba como una historia abierta, se nos presenta como un proceso cumplido. Las ambigüedades de Cambó con Mussolini siguen intactas. Todavía en 1929, tras sobrevivir al asesinato de Matteotti, que auguraba su fin, Mussolini le parece a Cambó “ejemplo de exaltaciones patrióticas deseables y envidiables para la patria Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. propia” [D.52]. Sin embargo, Cambó habría debido recordar que la superación de la crisis de 1925 por parte de Mussolini arruinó la dimensión nacional de su movimiento y le ofreció su base partidista. De ser un movimiento de consenso, pasó a ser un movimiento totalitario y violento que aplicó la fórmula de Lenin. “Todo el poder pasó a todo el fascismo”, dice finalmente [D. 114], pero no insiste en que esto le privó de significación universal. Al contrario, ahora ese hecho le permite mostrar la ley que le interesa demostrar: que la dictadura es efecto de una sociedad nacional debilitada y mal constituida, incapaz de reaccionar a los nuevos fenómenos mundiales. La revolución fascista verdadera empezó el 3 de enero de 1925 porque forjó una dictadura personal que concede derecho de ciudadanía sólo a los fascistas. Con ello Mussolini no ha ajustado la constitución, sino que la ha derogado. No ha equilibrado el poder legislativo y el ejecutivo, sino que ha suprimido su juego. De aquel intento de 1924 –si es que alguna vez existió en sitio alguno fuera de la cabeza de Cambó– de hacer compatible la autoridad y la democracia nacional, ya no queda nada. Pero, sorprendentemente, Cambó tampoco trata de responder a un fenómeno europeo o mundial con estructuras nuevas de gobierno, de corte supranacional o por lo menos no esencialmente nacionalistas. Como hemos visto, Cambó se enrola en el fortalecimiento de la pasión nacional. El argumento de Cambó es bien sencillo, aunque diferente del de 1924: una dictadura es una prueba contundente de debilidad estatal. Las estadísticas lo dicen: los países gobernados por dictaduras dan los peores resultados en todos los índices. Pobreza, comercio exterior, analfabetismo, mortalidad, peso específico del sector Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. primario, comunicaciones: todo es peor en ellos. Pero por encima de todas las demás debilidades propias de los Estados que han ensayado la dictadura, están sin duda los déficit de la conciencia ciudadana y de la civilidad política. La dictadura es para dichos Estados el remedio que se abre en el momento desesperado. El libro pretende entonces examinar si ese remedio es tal, o si no será peor que la enfermedad. En todo caso, resulta evidente que una es la Europa de la dictaduras y otras la Europa de la riqueza y la modernidad. Queda el problema de Alemania, que Cambó con ingenuidad ve asentada definitivamente en la democracia. Pero en todo caso, hay algo así como un destino: un país pobre y débil tiene derecho a ensayar como último remedio heroico la dictadura. Esto no es un orgullo. Puede ser una necesidad, pero en todo caso no es una virtud. Al contrario, felices los pueblos saludables que no necesitan ensayar este camino. El punto decisivo es que para Cambó una dictadura puede ser una buena terapia [D. 68]. El libro al menos se entrega al análisis de esta posibilidad. ¿No se había dicho en 1924 que era preciso adaptar el parlamento y el gobierno a las nuevas realidades de la vida contemporánea? ¿Se quiere decir ahora que la dictadura es esa adaptación? No exactamente. Se dice que aquella transformación institucional no fue posible allí donde no existía verdadera cultura política. Por eso, de hecho, no venció la oposición a Mussolini después del asesinato de Matteotti. Por eso, Mussolini pudo dar el paso a la dictadura, lo que no era en modo evidente en 1924. Cambó asume que allí donde la dictadura se impone es porque debajo existe un país sin política, con instituciones que eran una sombra o un sarcasmo [D.87]. Tenemos la vieja tesis de 1924 recompuesta: Mussolini Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. tenía entonces la significación universal de mostrar la acción política viable institucionalmente en países sin política ciudadana y sin educación cívica responsable. Mussolini era el pedagogo de los países que siempre habían desconfiado del poder ejecutivo, por identificarlo con el despotismo real. Por eso era significativo para España, porque mostraba la viabilidad de un Estado que sólo contaba con semiciudadanos [D. 89]. El propio planteamiento del problema deja ver la razón del fracaso. Al no contar con esa suficiente masa política nacional, que le dictara lo que debía hacer tras el asesinato de Matteotti, Mussolini no tuvo resistencias para avanzar hacia la dictadura. Por eso, Cambó sigue pensando que la dictadura resulta inviable en países republicanos como los Estados Unidos. “Cuando los ricos saben ser ricos, como la mayor parte de los ricos americanos, la riqueza no envilece a una sociedad, sino que la ensalza y la dignifica. Cuando los ciudadanos de un país obran así, no son necesarias ni posible siquiera las dictaduras” [D.99]. La carencia de una acción política madura por parte de la ciudadanía es inversamente proporcional a la presencia de la demagogia. Por eso la demagogia es el índice de la inmadurez política de una nación y, como tal, la puerta a la dictadura [D.135]. Como era de esperar, la demagogia es otro de los fenómenos generales de la Europa atrasada. En sí mismo, el espíritu de la demagogia es para Cambó antinómico con el realismo político, pero todavía más con “la cultura y el espíritu de conservación”. Como sólo donde hay bienestar se levanta este espíritu, la distribución de la riqueza también es un arma contra la demagogia. Por el contrario, aliados suyos son el fracaso, el resentimiento y el intelectual incomprendido [D.137]. Lo propio de la demagogia moderna es la puesta en Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. marcha de poderes carismáticos, dualistas, antinómicos, pero absolutos entre las masas. Cambó se aproxima a los análisis de Kelsen sobre la contraposición entre la personalidad absoluta y demagógica, por una parte, y la personalidad democrática, anclada en el relativismo, por otra. La antinomia fundamental entre el bien y el mal, propia de esas potencias carismáticas, es antidemocrática, catastrofista. El triunfo de esta demagogia puede ser la dictadura, pero no es lo frecuente. Lo fue en el caso de Lenin, porque frente a él no había ya Estado y por su realismo político inmenso. Pero lo normal es que la dictadura triunfe contra la demagogia, alentada por la presión de las masas, asustadas por la catástrofe anunciada por la propia demagogia. La tesis de Cambó es que la dictadura emerge como respuesta a los males catastróficos que la demagogia pone de manifiesto. Cambó una vez más es ambiguo. No nos dice si los males sociales y políticos a los que va a poner término la dictadura son ficticios, propuestos por los demagogos, o son reales [D.141]. Dice que en todo caso, la demagogia es un mal real porque crea males todavía mayores en la imaginación de la gente. Esta multiplicación ideal del mal real abre las puertas a las exigencias de una dictadura conservadora por parte de las masas. Por eso la dictadura aparece como un remedio enfermo a una enfermedad. Estamos ante el círculo infernal de enfermedad política [D.142] que Cambó conoce bien. Barcelona, la demagogia sindical, es ahora invocada como la fuente de la dictadura española, la respuesta de una burguesía que estuvo dispuesta a ceder su liberalismo a cambio de protección. Cambó llama a esta sociedad perezosa y cobarde: es la misma condición de atraso político la que permite la emergencia de la demagogia y la que, desamparada ante ella, Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. reclama protección. Entonces, la propia demagogia desaparece como por arte de magia, esperando una nueva oportunidad con la libertad venidera. [D.147] El análisis de Cambó es desde luego optimista. No está en condiciones, quizás por eso, de identificar el peor escenario: aquel en el que la demagogia y las masas se unen estrechamente, haciendo desaparecer del mapa a la cómoda y cobarde burguesía. Entonces las masas no reclamarán dictadura alguna, sino que pueden imponerla en el sentido en el que orienta la demagogia. Carisma y masa, para los analistas de la época, estaban mucho más vinculados que masa y dictadura conversadora. En todo caso, como se ve, la dictadura es síntoma de un mal de fondo y no puede curar los propios males que la condicionan. Puede a lo sumo mejorar algunos males agudos. Entonces ha de asumir la forma de un estado de excepción ante la crisis, capaz de un poder excepcional comisariado para el mantenimiento mismo de la legalidad con poderes limitados y concretos. Se trata de la dictadura legal, la dictadura comisaria que por este tiempo definía Carl Schmitt [pp. 150-151]. Para esta figura, la condición que propone Cambó es que este amplio poder ejecutivo esté condicionado por el Parlamento, con lo que volvemos a la vieja cuestión –que era significativa en el fascismo anterior a 1925– de la dictadura como un sucedáneo del sano equilibrio institucional de los regímenes republicanos. En el mundo moderno, estas crisis agudas pueden ser las financieras o las económicas, la realización de un programa de obras públicas, el mantenimiento del orden público o la recuperación de la disciplina administrativa perdida. Luego están las dictaduras que pueden crear un “gran sentimiento colectivo”, una “gran vibración ideal” que Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. haga salir a los pueblos del abatimiento pasajero, como sin duda fue en parte la de Mussolini. Estos son los bienes que puede atender una dictadura legal o comisaria en este siglo. Los males de fondo, desde luego, no puede curarlos la dictadura. Antes bien, incluso las buenas dictaduras producen males ulteriores, dice Cambó. Las dictaduras no forjan civismo, ni aumentan la valentía de una sociedad, reconoce Cambó, sino que antes bien destruyen el poco que había [D.166-7]. En realidad, las dictaduras son “un gran sindicato de egoísmos” en el que cada uno busca su propio provecho en relación con el poder. Frente al espíritu público, la dictadura transforma todas las estructuras de poder en relaciones privadas. Sobre ella no puede emerger virtud política republicana alguna. Cambó ha visto bien lo que Max Weber defendió en Parlamento y Gobierno sobre Bismarck; a saber: que un dictador arruina toda una generación política subsiguiente al dejar bloqueada la lucha política. La consecuencia es que el Estado sometido a la dictadura, al final de ella, está más desprotegido e inmaduro desde un punto de vista político, que antes de la dictadura. En este sentido, la dictadura sólo tiene efectos agravantes respecto a la crisis que la produjo. Por eso tienden a perpetuarse, en una inercia incontrolada, que sólo puede aspirar a durar lo que dure la vida del dictador. Ya vemos que en cierto modo Cambó era lúcido y previsor. Curiosamente, sin embargo, él no aspiraba a predecir el futuro de los españoles, sino a regular el presente. El problema de salir de la dictadura no era un asunto teórico, para este Cambó de 1928. Era el problema español y todas las advertencias sobre el agravamiento de los problemas de origen que producían las dictaduras, en el fondo, tenían la finalidad de preparar a los lectores de sus libros sobre las Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. dificultades que se avecinaban. En este momento era evidente que Primo podía estar preparando una sucesión de su régimen que desembocara en un “régimen jurídico”. Cambó concedía pocas posibilidades a este intento. Estaba inclinado a una previsión que le parecía inevitable. Cuando la dictadura desapareciese entrarían en disolución los frágiles vínculos con los que ella había mantenido unidas sus fuerzas. Sin duda eran frágiles porque se trataba de mero cálculo de intereses. “Como la dictadura ha suprimido el régimen político que antes regulaba la vida del Estado, se abre en el momento de la substitución de la misma un proceso constituyente integral.” [D. 203]. Era la misma previsión que hacían los grupos republicanos y, entre ellos, los más demagógicos. España, y cualquier dictadura, tarde o temprano, estaba abocada a un momento constituyente. Con ello se hacía inevitable enfrentarse al estallido de todos los grandes problemas políticos, los que podían dividir a los ciudadanos con más fuerza. Lo peor es que esta situación problemática extrema se debía abordar desde la desmoralización política de una ciudadanía que había mantenido de forma cobarde una dictadura y desde la improvisación de una clase política nueva y no comprometida. Pues los políticos de la oposición anterior a la dictadura serían vistos como los fracasados que no pudieron evitarla y los de oposición reciente serían incógnitas desconocidas. Aquí Cambó era un pedagogo y al reflejar el temor y la inquietud ante el final de las dictaduras se limitaba a expresar el temblor de mucha gente ante el final de Primo de Rivera. Una vez más, él fue optimista. Una sociedad que había padecido de forma paciente una dictadura no tenía razones ni fuerza para darle las espaldas a los políticos que no habían evitado su proclamación. Al contrario, Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. sobre ellos, incomprensiblemente, iba a recaer la confianza popular y la obra de reorganizar la vida política. Y sin embargo, en el epílogo, Cambó deseaba que cuanto antes se presentara ese momento. Las demoras no harían más que aumentar las dificultades. Al menos se tenía la esperanza de lograr un buen régimen, lo que no era factible ni desde la dictadura ni desde la monarquía anterior, un régimen para Cambó “torpe y abominable”. Los dolores del tránsito quizá fueran los de un verdadero renacer. Eran meras palabras, pero también algo más. Todo dependía de quién se hiciera con el poder tras Primo. En el apéndice a su libro, así, Cambó proponía un programa de mínimos para caminar hacia un futuro aceptable en su opinión. Era preciso mantener el orden público, tal y como habían logrado Noske y los socialistas alemanes en 1918. La invocación era directa. Luego, era preciso reflexionar hasta dar con las causas del régimen que se había hundido y levantar sobre ellas la reforma. Aquí, una vez más, se dejaba ver la vieja obsesión de Cambó, su diagnóstico de que era preciso adaptar las instituciones políticas al nivel de la formación cívica popular. “La reforma ha de inspirarse en un criterio de absoluta sinceridad, reconociendo al pueblo todos los derechos y todas las libertades que pueda ejercer, y evitando la abyecta cobardía de inscribir en la Constitución unos derechos excesivos con la reserva mental de impedir o falsear su ejercicio. Más que la extensión de los derechos que se reconocen a todas las colectividades humanas, importa su absoluta efectividad y las garantías con que la ley y la conducta de los gobiernos consagra su absoluto respeto” [D. 217]. Al lado de esta tesis, juzgar con generosidad la dictadura anterior era un asunto menor. Cambó deseaba evitar la oscilación del péndulo. Pero tampoco se planteó con claridad Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. la necesidad de inaugurar un proceso constituyente. Su tesis de base, la que le había tornado receptivo al fascismo, la que sin duda le había hecho condescendiente con Primo, la que en su opinión justificaba la dictadura en el fondo como remedio, era que el poder ejecutivo debía ser estable y ejercerse de forma independiente del poder parlamentario. Finalmente, Cambó votaba por una república de régimen presidencialista [D.221], en la que el parlamento debía encontrar su reforma. Como en el fondo había previsto ya en la última y críptica frase del primer libro, el poder ejecutivo fuerte e independiente, encarnado en un presidente popular, expulsaba el poder moderador del rey y destruía su figura. Era el camino, sin duda, que la IIª República no iba a seguir. Pues la figura de un presidente popular con poderes ejecutivos amplios, al estilo de los Estados Unidos, no sólo exigía políticos que ninguna dictadura produce, y que el humillante régimen de la Restauración había anulado. Requería además una tradición política que nos faltaba y que la república no podía improvisar con su régimen parlamentario. Así que finalmente, todos los análisis de Cambó se tornaron estériles. A este fracaso no era ajena su propia ambigüedad. 4.– Ortega y la negatividad del fascismo. En 1925 escribió Ortega su primer artículo dedicado expresamente al fascismo.4 En sí mismo, el trabajo era una respuesta a Corpus Antes, en 1924, editó en El Sol un artículo dentro de la serie de Ideas Políticas donde se hacía eco de la difícil situación del parlamento como institución y del diferente y ambiguo uso que de él hacía Mussolini. Por una parte decía que podía gobernar sin él, como una institución inútil, pero por otra acudía a él tan pronto tenía dificultad. Al decir de Ortega, esto dejaba claro la necesidad de reformar el parlamento. Puesto que los gobiernos no podían estar ni con el parlamento ni sin él, era evidente que debían reformarlo. En estas ideas está Ortega cuando la situación española comienza forjar planes de reforma constitucional al hilo de la dictadura de Primo. Tras esta reforma, los parlamentos deberían quedar exonerados de toda tarea de intervención en los asuntos de la 4 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Barga, que había editado un artículo en el El Sol bajo el título, muy orteguiano, de “La rebelión de las camisas”. Además, allí se hace eco Ortega del texto de Cambó En torno al fascismo. De hecho, Ortega escribe justo cuando el fascismo se ha repuesto tras el asesinato de Mateotti y la previsión de la retirada de Mussolini por parte de Cambó se ha mostrado ridícula. Como veremos, esta refutación de la tesis de Cambó por los tozudos hechos históricos, es decisiva para entender el espíritu del escrito de Ortega y su identificación de la esencia del fascismo. La pretensión de Ortega, más filosófica que sociológica, contra la de Cambó, busca captar la esencia del fascismo más allá de sus contradictorios fenómenos. Al lanzar a la cara una complexio oppositorum radical entre conservadurismo y revolución, construcción y destrucción, Estado y formas privadas de organización política, el fascismo se presenta como un enigma cuya esencia hay que desvelar más allá de esas apariencias. Descifrador de enigmas por vocación, dice Ortega, su trabajo va destinado a leer “la frase histórica” que pronuncia el fascismo. Ortega ve bien que esa frase resulta enigmática porque la nueva realidad de poder no ha encontrado su propio lenguaje político. No le cabe duda de que algo es viejo: la política liberal y la sociedad burguesa del siglo XIX. Pero la nueva realidad no se ha identificado a sí misma. El siglo XX tiene que expresarse con las viejas palabras del XIX. Por eso es normal que, por una parte, encuentre su identidad repudiando las más obvias, liberalismo, democracia, parlamento. Pero con ese repudio no se logra la positiva identificación de su perfil. La vida histórica que mueve al administración, y quedaría como control del ejecutivo en las grandes cuestiones y la alta legislación. Estas medidas beneficiarían al poder ejecutivo cuyo refuerzo entiende Ortega necesario. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. fascismo necesita además tensar los viejos significados, superar su unilateralidad e intentar apresar el sentido de una evolución histórica imprevista por las dualidades meridianas del siglo XIX. El fascismo, como hecho imperante, es el resultado de la ineficacia de las viejas realidades, como hecho retórico es producto de la vejez de las categorías políticas. De ahí el contraste entre lo rotundo de su triunfo histórico y lo confuso de su discurso. Ambos fenómenos, viene a decir Ortega, dependen de la debilidad del enemigo, del viejo mundo. En una acertada analogía histórica, Ortega sentencia que “fascismo y cesarismo tienen, como supuesto común, el previo desprestigio de las instituciones establecidas” [OC. II, 500]. Desde dentro, el fascismo no parece misterioso, dice Ortega. Todos sus elementos ideológicos son conocidos y defendidos por otros grupos. Su autoritarismo, antidemocratismo, nacionalismo, y espíritu revolucionario, por separado, son actitudes de otros partidos. Lo peculiar y nuevo del fascismo no se aprecia desde lo que el fascismo dice ser. Su retórica no está dispuesta para la claridad y la verdad. Al contrario, su esencia se define desde la forma en que se relaciona con lo exterior, lo que Ortega llama el contorno. Pues lo decisivo es que el fascismo se relaciona hacia el exterior desde la violencia ilegítima. Ortega, sin quererlo, y puede que sin saberlo, se ha puesto en unas manos cercanas a las de Weber, muy lejos de las complacencias de Cambó, que siempre vio en esta violencia ilegítima el final de la genuina significación del fascismo. En la tesis orteguiana, opuesta a Cambó, pero en el fondo propiciada por la refutación de su hipótesis, lo propio del fascismo es la violencia ilegítima sobre la que Mussolini se ha sostenido en el poder tras el asesinato Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. de Matteotti. Ortega quiere decir que, a diferencia de cualquier otro grupo revolucionario, el fascismo no sólo quiere llegar al poder de forma ilegítima, sino que aspira a mantenerse en el uso de ese poder de la misma manera. Por los comentarios comparativos con el bolchevismo, entendemos lo que quiere decir Ortega. La revolución es ilegítima en sus orígenes, pero aspira a fundar una legitimidad. “El gobierno soviético usa de la violencia para asegurar su derecho, pero no hace de aquella su derecho” [OC. II, 502]. La violencia, como diría Benjamin, funda aquí el derecho. Lo propio del fascismo sería su desvinculación de la forma jurídica, su desprecio de la necesidad de fundación de un derecho nuevo. Al no necesitar de vinculación a principio jurídico alguno, el fascismo se presenta como ajeno a las necesidades de legitimidad de todo Estado anterior. Su legitimidad es la fuerza desnuda, el mecanicismo de las camisas negras. De esta manera, el fascismo ha lanzado por la borda media frase de Weber: su estado no es el monopolio de la violencia legítima, sino exclusivamente el monopolio de la violencia. La violencia ha absorbido el papel de la legitimidad. Desde un punto de vista sociológico, de seguir las categorías weberianas, la posición de Ortega es un callejón sin salida. No cabe mantener en la sociedad de masas unas relaciones de mando y obediencia desde la mera coacción violenta. Es preciso que un vínculo voluntario asocie la obediencia con el mando. Ese vínculo voluntario es la creencia en la validez de ese mando. Esa creencia define su legitimidad. Empíricamente puede ser escasa, y puede estar sobredeterminada por motivos materiales de toda índole, pero no hay probabilidad de imponer la dirección política de una autoridad a las masas populares sin que tal creencia se dé Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. en alguna medida. Ortega mismo regresa de su punto de llegada y exige que se le entienda con rigor. Pero dudo que haga otra cosa que enredarse en sus propios conceptos. Por una parte dice que el fascismo se presenta como “un poder ilegítimo como tal”. Por otro lado afirma que “toda preocupación por consagrar mediante un derecho el ejercicio del poder está sustituida por la mera declaración de un motivo: ‘hay que salvar a Italia’ ”. [OC. II, 502]. Como se ve, lo que Ortega quiere decir es que el fascismo ha dejado atrás la legitimidad formal-legal, propia del Estado de derecho, y que la ha sustituido por una legitimidad carismática abstracta que, en cada caso, decide desde el valor superior de lo que es necesario para salvar a Italia. Sin duda, esta sustitución de la legitimidad legal-racional por la carismática-salvadora es la decisiva para encarar el hecho del fascismo. Que el fascismo necesite de la violencia al margen de la ley indica que la legitimidad carismática siempre deja fuera de su obediencia unos restos de población contra los que hay que lanzarse como si fueran el enemigo interior. Pero, en cierto modo, podemos decir que esa violencia es aceptada como legítima por los todavía más numerosos seguidores del líder carismático. Podemos considerar lo que venimos diciendo como una exposición ajustada de las tesis de Ortega desde las categorías weberianas, sin duda más rigurosas. Pero no se trata sólo de verter en lenguaje preciso lo que Ortega dice en el lenguaje de amateur. Algo relevante en la teoría se escapa por el hecho de carecer de una vocabulario definido. Ortega, al no entender que el proceso del fascismo consiste en una sustitución de legitimidad, contrapone de forma maniquea legitimidad jurídica a ilegitimidad violenta. La anulación de la actuación Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. política vinculada al derecho positivo la entiende como la actuación política ilegítima. Al hacerlo, Ortega se mantiene en la mirada liberal del siglo XIX. Por la misma época, Car Schmitt, analizando el fascismo italiano, está en condiciones de darse cuenta de que el fascismo desea transformar la misma noción de derecho. De ser un orden jurídico positivo mecanicista, el Estado fascista comienza proponiendo una concepción del derecho como orden concreto. Para Ortega, el asunto reside únicamente en que el fascismo genera un caos jurídico. Si triunfa es sólo porque ya no existen fuerzas capaces de creer en el carisma del derecho. “Hoy no existe en las naciones continentales ninguna forma de legitimidad que satisfaga e ilusione a los espíritus”, dice finalmente [OC. II, 503]. Un weberiano e incluso un kelseniano diría aquí dos cosas: primera, que la legitimidad legal-racional es una específicamente anti-carismática y, por eso, no está diseñada para ilusionar a nadie. Segunda, que el fascismo es la irrupción de esa nueva legitimidad que ilusiona, pues procede de fuentes carismáticas y afectivas desconocidas hasta ahora y necesitadas de una explicación. Cuando Ortega pida un movimiento capaz de “entusiasmar sin vacilaciones” a las masas, está pidiendo una legitimidad carismática que luche contra otra oferta del mismo estilo. Sin ninguna duda, tras estas formas carismáticas hay un ideal difuso, de la misma manera que lo hay tras la legitimidad racional-legal. El problema de base es que la vinculación a las formas de legitimidad racional-legal implica un control de los afectos y de las pasiones, mientras que la vinculación a formas carismáticas implica justamente una entrega incondicional a esos elementos de la personalidad. La razón de que las poblaciones se hayan entregado a estas pasiones afectivas Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. puede ser la pérdida de “normas legítimas”, pero también el bloqueo de la actividad innovadora capaz de buscar formas racionales-legales compatibles con expresiones carismáticas democráticas y no autoritarias. Quizás esto es lo que buscaba Ortega. Pero carecería de herramientas teóricas para expresarlo. El bloqueo de esa búsqueda llevó a las masas a una entrega apasionada en brazos de ilusiones carismáticas de salvación plenamente autoritarias y antidemocráticas. En todo caso, los planteamientos orteguianos no reparan en esta nueva legitimidad positiva que el fascismo inventa. Frente al ensayo de Cambó, Ortega no identifica los movimientos y necesidades sociales que el fascismo atiende. Por eso, Ortega ve el fascismo como un mero fenómeno negativo, como un mero contorno, y por eso su fortaleza reside, en su opinión, únicamente en la debilidad del principio de legitimidad legal. Para él, al carecer de forma jurídica, el fascismo se niega el futuro. De esta manera, al desconocer la naturaleza del activismo fascista, la nueva forma de personalidad autoritaria que se dibujaba por doquier, y sus profundas vinculaciones con afectos masivos de carácter nacionalista, Ortega se confiesa incapaz de comprender el mundo del presente y, pese a todas sus reclamaciones, nos aparece como anclado en el legitimismo legal del Estado de derecho liberal del siglo XIX. Desde luego, que en toda su obra no aparezca citado ni una sola vez el nombre de Roosewelt, indica su incapacidad para entender la posibilidad de que el mundo democrático, consciente de la falta de validez de sus normas clásicas, configure dinámicas de búsqueda capaces de transformar democráticamente la idea misma de legitimidad racional-legal. Quien no analice los dos factores al mismo tiempo, el fracaso de Europa a la hora Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. de propiciar una transformación carismática del sistema político democrático, y el éxito de Estado Unidos en esta empresa, no se hará cargo del origen del fascismo.5 Cambó, como vimos, así lo entendió. Ortega, que contaba con los mejores instrumentos intelectuales y que podía asomarse a las reflexiones de un Weber, prefirió, en un gesto muy típico, afirmarse en su propio pensamiento, propio de un filósofo en gran estilo, abandonando todo trabajo intelectual en sentido científico. A pesar de todo, Ortega sabía, y lo dice en este ensayo, que no es posible mantener el poder sin el apoyo de mayorías y sin que el detentador del poder representa a la gente [OC. II, 504-5]. Sin embargo, aun reconociendo esto, se niega a estudiar el vínculo positivo de representación que une a los En La rebelión de las masas, [OC. IV, 272ss] Ortega se dejó llevar por su euro-centrismo y elevó a diagnóstico mundial un diagnóstico meramente europeo. A su decir, la rebelión de las masas era efecto de la desmoralización del mundo y tenía su causa más profunda en la pérdida de la centralidad soberana de Europa. cf. p. 276: “Esta es la cuestión: Europa se ha quedado sin moral”. Todavía en 1931, en el artículo “Los ‘nuevos’ Estados Unidos”, Ortega dejaba muestras evidentes de su incapacidad para ver claro sobre este tema. Allí decía que la desmoralización de Europa dependía también de la falsa idea de los Estados Unidos que dejó entrar en su mente. [OC. IV, 357]. Esa falsa idea era el pragmatismo, que reducía la realidad a lo que le hombre podía manipular. Ortega, tras complejas variaciones sobre el ser del hombre, llega a esta conclusión: “Imagen tal [la de Estados Unidos joven y fuerte] disminuía automáticamente la idea heroica de sí mismo que durante siglos había mantenido al europeo en la brecha de las esforzadas naciones” [OC. IV, 360]. Esta imagen hizo pensar a Europa que ya vivía en el pasado. Sin embargo, dice Ortega, América no ha influido en absoluto en la revitalización de Europa. Para Ortega, tras la depresión de 1929, comenzaba una consecuencia inexorable: “comienza una etapa de depresión americana y de resurgimiento europeo”. Verdaderamente, Ortega ignoraba las consecuencias terribles que para Europa iba a tener la depresión americana, pero todavía más ignoraba hasta qué punto América iba a salir de esta crisis y Europa iba a hundirse en ella. Cuando en 1932 continuó este artículo sobre los Estados Unidos, Ortega pudo decir con orgullo que “Entretanto, los Estados Unidos, con una celeridad aun superior a mis cálculos, se han derrumbado como figura legendaria, y hoy todo el mundo sabe que sufren una crisis más honda y más grave que ningún otro país del mundo”. [OC. IV, 371]. Allí, Ortega seguía hablando de la civilización colonial del hombre americano y de su primitivismo con un desparpajo que nos causa asombro. Los adjetivos eran muy sonoros: “nulidad interna, indiscreción, frivolidad e inconciencia”, junto a una vacuidad insuperable. Al hablar de la mujer americana, la cosa empeoraba. La conclusión es que América no es todavía historia, no es nada, vive en su prehistoria propia de una vida colonial. Cf. IV, 378. Norteamérica no tenía otra opción que imitar a Europa. Estas son páginas definitivas para comprender los riesgos de filósofo en gran estilo, forma de pensar chulesca e impropia a la que Ortega jamás renunció. 5 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. fascistas con el pueblo italiano. Sin avanzar por este camino, Ortega se ha quedado a mitad: por una parte, ha reconocido que todo poder es positivo; y por otra ha identificado al fascismo como un mero poder oportunista que, sin vínculo positivo alguno con su pueblo, sólo puede mantenerse por la violencia desnuda. De esta manera, Ortega se negaba a ver la relación entre el problema de las masas y la nueva forma política, fuese democrática o autoritaria/totalitaria. Su diagnóstico será más o menos decisivo para su futuro como pensador. Cuando en la Rebelión de las masas analice el Estado fascista, Ortega dejará ver toda su mentalidad liberal. Allí dirá que el mayor enemigo de la libertad y la cultura es el Estado y hará de Mussolini su usuario más perfecto. En lugar de actuar por medio de la ley, el fascismo actuaría por medio de la maquinaría del Estado, moviendo a las masas a su violento antojo. Las categorías no han cambiado respecto del escrito de 1925, pero ahora están sometidas una torsión insoportable por cuanto desconoce que no puede haber Estado sin una transformación del derecho: “El estatismo es la forma superior que toman la violencia y la acción directa, constituidas en norma. A través y por medio del Estado, máquina anónima, las masas actúan por sí mismas”. Cambia aquí la visión de la negatividad del fascismo, como política efectiva de las masas rebeldes; pero siempre se concibe dentro de una anti-intuitiva comparación entre estatitismo y acción directa y violenta, forzaba para salvar el aspecto violento del fascismo como su única sustancia. Pero queda muy claro, desde luego, que en modo alguno se puede identificar el uso ingente del Estado con la falta de derecho y la acción institucional con la violencia directa. Aunque pueda conceder que el fascismo tiene un vínculo positivo con la sociedad convertida masa, a la Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. que representa, en el fondo Ortega quiere decir que el fascismo es la propia masa en actuación. El fascismo tendría como soporte positivo la rebelión de las masas, a las que él – ahora un ente anónimo y mecánico– promete y otorga la hegemonía social. Pero esta rebelión, como sabemos, no era para Ortega sino otra forma de nihilismo. El fascismo era el representante de esa rebelión y, como tal, no tenía realidad. En la medida en que la irrupción de las masas en la política era vista como una rebelión, Ortega se indisponía a pensar la democracia de masas. Por ello no podía considerar sino como ilegítimo un régimen sostenido por ellas. Con estas categorías era evidente que la vinculación de Ortega con la política de la república no podía ser más que circunstancial. Es curioso sin embargo recordar que, en 1928, la Revista de Occidente publicaba una reseña de J.G. de la Serna Favre sobre el libro de Alfredo Rocco, La trasformaziones dello Stato. Comparar las tesis de Ortega con la reseña publicada en su propia revista nos permite indagar en la forma especial en que Ortega entendía el trabajo intelectual. Allí, De la Serna reconocía que no había posibilidad de vincular la obediencia a la dirección política por “la sola compulsión de los cuerpos por los cuerpos”. Citando a Paul Valery, reconocía que el mundo político, el orden y la obediencia que produce, depende del complejo mundo de símbolos e ideales que une a las gentes. No había violencia desnuda: había ideologías y la voluntad fascista de negar toda ideología no era sino una más. La comprensión del fascismo como pura violencia era la negativa a ejercer la teoría. Por lo demás, no era verdad que el Estado fascista no ejerciera una acción a través del derecho. Rocco, ministro de justicia del Gabinete Mussolini se había encargado de transformar tanto el sentido del Estado y del Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. derecho para hacerlos funcionar a la merced de la dirección política fascista. Entonces expresaba De la Serna su asombro, que debía ser el mismo del liberal Ortega: “Lo que debemos destacar desde luego, para ponernos a tono –y lo que seguramente sorprenderá al lector español– es el punto de vista jurídico, de respeto y adaptación a un sistema de derecho en que el libro está situado”.6 Y abunda en el juicio que la revolución fascista se produjo dentro de las formas constitucionales, sin romper la legalidad jurídica del Estado italiano. “No fue nunca cuestión de hacer, alegremente, almoneda de los principios de derecho [...] sino de fundar un nuevo orden jurídico sobre el antiguo”. ¿Hay algo más contrario a las tesis de Ortega? Todavía más: la tesis de Rocco, que De la Serna recoge, consiste en que la revolución de Mussolini no tuvo lugar en 1922, con la marcha sobre Roma, sino tras la muerte de Matteotti, cuando reclama todo el poder para el fascio y funda el Estado totalitario. “Comienza entonces la transformación del Estado liberal italiano en Estado fascista”, dice De la Serna. ¿Es esto una visión negativa, meramente violenta, de acción directa? Para lanzar una sombra de duda sobre sus propias posiciones, Ortega no tenía sino que leerse una breve reseña de seis páginas en su propia revista, de un libro escrito por el ministro de justicia italiano, escrita por un especialista y muy ajustada al texto del libro de Rocco. Si lo hubiera hecho, se podría haber dado cuenta de la tipología básica que diferencia entre el Estado fascista y el liberal, del rechazo del fascismo por la fórmula del estado nacional, tan atrasada, en la que Ortega iba a insistir a lo largo de su producción. Entonces podría haberse dado cuenta de que no era el 6 Revista de Occidente, 1928, p. 122. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. fascismo una esencia negativa, sino una forma jurídica capaz de reposar sobre el soberano y una materia política capaz de intervenir en todas las manifestaciones de la vida social. Esta diferencia entre forma y materia de la vida del Estado ya era rica e invocaba los planteamientos de la ciencia jurídica weberiana y post-weberiana. Al contrario de todo esto, la reseña señalaba “el carácter esencialmente negativo de las constituciones liberales”.7 Era justamente un mundo invertido respecto a las tesis de propio Ortega. Así llegamos al punto decisivo: un filósofo se empeña en diagnóstico en gran estilo que podría ser cuestionados sencillamente desde una lectura de las reseñas que publica una revista que él mismo dirige. 5. Bajo la sombra de Ortega. Pues bien en ese contexto histórico conviene situar el libro que vamos a estudiar. Las intuiciones básicas de este libro de Chabás sobre la Italia Fascista son anteriores a esta evolución de Ortega hacia una república liberal aristocratizante, pero posteriores al artículo de Ortega sobre el fascismo. Sus puntos de vista fueron conquistados entre 1924 y 1926, tiempo en que Chabás dio clases en Génova sobre literatura española. Sus bocetos preparatorios se publicaron en revistas: La libertad, la Revista de Occidente de Ortega y la Gaceta Literaria de Giménez Caballero, pero todavía en ese tiempo anterior a la radicalización fascista de este último. El libro salió a la luz en 1929, después de todos estos artículos que aquí mencionamos. Chabás se veía por aquel entonces miembro de una generación compacta, a la que nada dividía profundamente, y en la que militaban con igual derecho Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Guillermo de Torre o Gecé.8 En 7 8 o.c. p. 124. cf. el artículo en la La Libertad de 8 de septiembre de 1928. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. términos generales, todos ellos estaban más o menos influidos por Ortega y en el caso de Chabás tal influencia es indiscutible. Su pérfil de escritor de ensayo viene muy marcado, como vamos a ver, por la actitud de Ortega. De todos ellos, sin duda, Chabás estaba más cercano al primer Gecé que a ningún otro. Pace algunos intérpretes, que tienen el mérito indudable de haberse ocupado de este libro olvidado, el comentario de Giménez Caballero al libro de Chabás, tal y como salió en la Gaceta Literaria, no parece descabellado ni carente de objetividad. “Es un libro claro, fino, informado. Un libro muy bueno. De gran tono europeo. Hecho con pasión. Pero sin partido. (Por tanto algo vacilante y mesurado a la par, en ciertos juicios.) Desde luego es el único libro español útil sobre el fascismo italiano en sus aspectos políticos y culturales. Ojalá todos los pensionados españoles en el extranjero aportaran una memoria tan interesante como la de Chabás –y tan extraoficial– sobre los países de sus instalaciones. Como levantino, Chabás ha sentido el caso subyugador de Italia. Pero como “español celular”, sin entusiasmos colectivos, deja prudentemente de sumarse a él. Libro providente y prudente, éste de Chabás”.9 Aznar insiste en que Gecé falsea la “realidad textual ya que Juan Chabás escribe claramente desde un ‘partido’, es decir, desde una actitud antifascista”.10 Sinceramente, no creo que exista tal falsedad. No es lo mismo un partido que una actitud y, aunque estoy de acuerdo en que la de Chabás es libre e independiente, y contraria al fascismo, lo que en todo caso Gecé reconoce al hablar de Chabás como “español celular”, no 9 “Libros españoles de la quincena. Juan Chabás: Italia Fascista. Gaceta Literaria, 46 (15.XI.1928), p. 3. Manuel Aznar Soler. “Juan Chabás y la Italia fascista: del vanguardismo deshumanizado al compromiso antifascista”, en Titus Heydenreich, editor. Cultura italiana y española frente a frente: años 1918-1939. Stauffenburg Verlag. Tübingen, 1992, p. 68. 10 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. creo que su posición se pueda caracterizar bien como “antifascista”. En todo caso, si Gecé llama compañero a Chabás no puede querer decir sino cooperante en la empresa de la Gaceta Ilustrada. Nadie en 1929 vestía en España camisa negra. Pero hemos de reconocer que casi nadie llevaba nadie camisa roja. He de insistir en esto. Aunque, como veremos, el libro de Chabás es contrario al fascismo, está escrito desde la independencia personal. Chabás por aquel entonces no era un hombre de partido, y desde luego tampoco era “antifascista” en el sentido en que tal adjetivo se entenderá después de 1936. Aplicar retrospectivamente las categorías que genera nuestra guerra apenas ilumina las cosas de este tiempo anterior, pues esencializa los bandos, nos hace creer que el destino de los hombres estaba fijado de antemano y deja la historia como un mero desarrollo de individuos monádicos esencialmente definidos en sus posiciones desde siempre. En 1929 no había tal definición.11 Se estaba abriendo la gran sima que habría de romper la intelectualidad española, y tenemos pistas abundantes para saber dónde se iba a situar cada uno, de seguir la lógica radicalización que se veía venir, pero que todavía no había cristalizado. Chabás, por tanto, con una voluntad de objetividad que Gecé reconoce, deja claro que el fascismo no es su opción, que es una política que se debe rechazar y combatir, pero lo hace como intelectual libre, 11 El hecho de que el propio Chabás mirara con desdén, desde Cuba, su época madrileña, indica también que no se sentía cómodo en aquella independencia de intelectual en cierto modo orteguiano, que hay una genuina evolución y que de sus premisas podía haber salido más de un Chabás. P. e. el que hubiera seguido fiel a la posición de Izquierda Republicana que mantuvo en la república, sin afiliarse al PCE, como hizo p.e. Francisco Ayala. El artículo que Chabás publica en Revista de occidente, XLIV, febrero de 1927, 205-6, titulado Las vueltas inútiles deja bien clara su adscripción a Ortega: De hecho Chabás aplica aquí las categorías del arte deshumanizado y de minorías, arte de inteligencia e impopular. De todo esto reniega el Chabás de Cuba, como sabe Pérez Bazo, o. c. p. 109. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. consciente de su posición soberana y aristocrática.12 No deja de ser sincero y ajustado el calificativo “celular”, que le aplica Gecé, quien está acertado también al sugerirnos la idea de apertura evolutiva en las posiciones de Chabás.13 Que un tipo humano así, como este Chabás escritor de La Italia fascista, fuera expulsado por Mussolini es bastante lógico. La gama de actitudes y de opciones políticas intolerables para el fascismo es muy amplia, y también cabe en ellas las propias de la inteligencia libre, con la que Chabás escribe este libro. Ser contrario al fascismo no era, ni entonces ni después, monopolio de los que militaron en el “movimiento antifascista”. Interesa mucho destacar cierta coherencia entre el joven Chabás que se lanza a un cierto vanguardismo poético en Espejos, que aplica al detalle las premisas artísticas de Ortega en la Deshumanziación del arte e Ideas sobre la novela y este escritor de Italia fascista. De hecho, el Chabás maduro14 reconocerá expresamente que el ultraísmo, al que se vincula su obra poética Espejos, puede estar influido por el vanguardismo futurista de Marinetti, junto con el cubismo y el creacionismo. Por lo demás, sus novelas, como las de Espina, serían la aplicación de los criterios deshumanizados a la prosa, en la línea de la colección nova novorum de la Revista de occidente. Formalmente, lo dominante en toda esta producción era la actitud distante, la veneración de la 12 Una nota común a todos los que se vinculaban a Ortega por este tiempo, como de hecho Chabás lo estaba. cf. por lo demás el manifiesto de 1919 sobre post-guerra. Sabemos que Chabás detestó posteriormente esta influencia de Ortega. Cf. Pérez Bazo, Juan Chabás, o. c. p. 109. 13 Otra cosa es que la evolución estuviera regida por la entrada en escena de la primera esposa de Chabás, Simone Tery, colaboradora del comunista L’Humanité. Aquí, como es obvio, el viejo Giménez Caballero nos propone una ocurrencia, y poco más. Cf. “Nación en Denia. Murió en Cuba”. texto en Anthropos, n. 84. 1988, p. 52. dedicado a Giménez Caballero. 14 Cf. Literatura española contemporánea, 1898-1950. la Habana. Editorial Pueblo y Eduación, 1979, pp. 414-5. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. inteligencia, la búsqueda de la posición individual. Estas actitudes básicas determinan la escritura de Italia fascista, que comparte una estética fría y desapasionada desde el punto de vista de la escritura, por mucho que la actitud política del autor no pueda ser más distante que la descrita en el contenido del libro. De esta manera, llegamos a la clave de la posición coherente de este Chabás: formalmente vanguardista, materialmente orteguiano. Lo primero le hace sensible a autores como Marinetti, que luego ha de detestar desde el punto de vista político. De hecho, esta diferencia de las esferas de acción, en cierto modo orteguiana, define la posición de Chabás. Se puede ver con mucha claridad en la respuesta a la encuesta de Melchor Fernández Almagro sobre las relaciones entre política y literatura.15 Chabás, en el texto que nos reproduce Pérez Bazo16, contesta lo siguiente: “Creo que no; es decir, no considero necesario que los sentimiento políticos de un escritor condicionen su producción literaria. Ni es necesario ni conveniente. No es cuestión de límites y deslindes, sino de absoluta independencia. Se puede ser de una extrema derecha política, y pertenecer, literariamente, a la última vanguardia, a la más arriesgada izquierda. O al contrario. En ciertos casos, sin embargo, puede ser un deber juvenil en los escritores usar su pluma en el ejercicio de determinada literatura política. No como artista –la obra en este sentido debe aspirar a des-circunstacializarse–, pero sí como hombre, como ciudadano. Cosas que inevitablemente hay que ser al mismo tiempo y por encima de la profesión o devoción con que vivimos”. 15 “Política y literatura. Una encuesta a la juventud española”. Gaceta Literaria. n. 24. 15-diciembre de 1927. p. 3. 16 o.c.p. 327ss. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Aznar nos recuerda la cita, pero no la comenta ni la expone entera. A todas luces resulta claro, sin embargo, que Chabás se está retratando a sí mismo y su actividad, compartida por otros de su generación. Así las cosas, el texto parece testimonio la posición de modernidad que había alcanzado la conciencia española en los años 20. En efecto, los jóvenes orteguianos, como Chabás, estaban en condiciones de distinguir entre la esfera de acción estética y la de acción política. También podían añadir la esfera de profesión económica. En una esfera, la estética, se podía ser conservador y en la política revolucionario. Así, por ejemplo: Azaña. Pero, al contrario, también se podía ser revolucionario en la estética y conservador en la esfera política. Ejemplo: el propio Giménez Caballero. Creo, sin embargo, que Chabás no se identifica con ninguna de estas posibilidades. Él puede ser claramente vanguardista en estética, y ahí está Espejos, o Puerto de Sombra, pero no está ni con los conservadores políticos, ni con los revolucionarios. Este es el fenómeno del tiempo: que la acción política vaya por un lado y la literatura por otro. Sin romper esta tesis, no obstante, Chabás propone un tercer caso que creo lo define. Un joven escritor, por sentido del deber, puede poner su pluma al servicio de determinada literatura política. Este cumplimiento del deber sirve a una idea política. Demasiado lo dice esa palabra republicana que sienta bien al cumplimiento del deber: se trata de la actitud del ciudadano. Entonces el joven escritor no debe aspirar a ser artista. Como querría Ortega, la obra de arte debe ser ajena a la circunstancia. La acción política no puede separarse de ella. La acción política a la que atiende este escritor sensible al deber ciudadano ha de tener un contexto. Por mucho que la obra de arte tienda a deshumanizarse, la Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. obra política del escritor-ciudadano cobra sentido desde el hombre, dice Chabás. Este ejercicio de ciudadano–hombre, que cumple con su deber, es el que Chabás ha llevado a cabo con su Italia Fascista. Aquí ha prestado su pluma para determinada literatura política, al servicio desde luego de los deberes de libertad, de inteligencia, de ciudadanía. Ese es el fondo de su actitud, por mucho que por el momento no sea credo de partido alguno. Por eso su pluma es contraria al fascismo, en la medida en que se centra en los valores del civismo político. La continuación de la respuesta a la encuesta es bien característica de esta conciencia ciudadana de Juan Chabás y de su sentido del deber. Cuando se le pregunta si siente la política –conviene recordar que estamos en diciembre de 1927– dice que “Mucho. Como dolor, cierta política. Como aspiración y deseo, la que me parece necesaria, de urgente conveniencia”. Podemos leer entre líneas: con dolor la de la dictadura de Primo. Con anhelo la que ha de venir. En qué consista esta, podemos saberlo por la siguiente respuesta. La pregunta dice: ¿qué ideas considera fundamentales para el porvenir del Estado español? Chabás argumenta que ante todo le parece urgente la diferencia entre Estado y Nación. El sentido de esta diferencia sólo puede ser uno: el Estado no monopoliza la política nacional. Vemos que la influencia de Ortega a la hora de comprender la política es también muy clara. “Sería necesario –dice– hacer una política nacional”. Pero inmediatamente nos propone una cautela que también se da en Ortega, y en Francisco Ayala, que no se va a dar ya en Gecé. No se trata de hacer una política nacionalista. No hay nacionalismo, sino invocación de un pueblo entero, lo que Chabás llama país, título que propondrá para su periódico en Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Denia. Sin duda, la suya es la idea del republicanismo nacional que se anuncia en el horizonte de manera clara. La opción pasa por hacer intervenir a la nación en la política. Que esto implicará un profundo cambio, resulta claro. Chabás habla de “cambiar de acera”, pero de evitar la forma revolucionaria: con sigilo, con lentitud. A mi parecer, Chabás se vincula a una política burguesa progresista y republicana. Inmediatamente después asume la necesidad de parlamento, democracia, liberalismo. Y ahora viene el texto que Anzar no ha querido citar, el texto en el que podía pensar Caballero al llamarle compañero, el texto que dice así: “Después, ya vendría el tiempo de caminar deprisa. Por caminos que irían descubriéndose, espontáneamente, a medida que madurara – que renaciese– la conciencia nacional. El cultivo de esta conciencia quizás fuera necesario –ya– imponerlo. Hasta con una dictadura. Una dictadura abierta, cuyo primer dictado fuese, como punto de partido, una disposición enérgica que obligara a cumplir la constitución del país. Hasta que, con esa amplitud, pudiera llegarse a una nueva constitución. Entonces podrá verse qué ideas fuesen las mejores para engrandecer a España. Qué ideas y, aun más, qué obras”. En este último pasaje, según vemos, los deberes cívicos de ciudadanía se comprenden bajo la forma de un madurar de la conciencia nacional. Estamos en 1927 y estas afirmaciones las firmaría desde luego Cambó, no menos que Ortega. Pero curiosamente, la opción por la que apuesta Chabás es por el regreso a la constitución de la Restauración, la constitución del país. Y sobre ella, sobre una vuelta a la normalidad, caminar hacia una nueva constitución. Esta encuesta, que fue publicada por La Gaceta Literaria, era bien moderada en el reconocimiento de los mínimos políticos del futuro. El propio Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Cambó, en 1928, ya no veía posible esta evolución y reclamaba una constituyente inmediata. En todo caso, la conciencia nacional podía unir todavía a todos estos intelectuales, por mucho que las soluciones concretas fueran poco a poco diferenciándose. Pues lo que todos ellos esperaban, desde luego, era el final de la dictadura, lo que esperaban coincidiese con un momento vibrante de movilización política en libertad y de reencuentro con las formas democráticas. En todo caso, fuera de estos deseos de recuperación de la conciencia nacional, apenas nada une a Chabás con los hombres como Gecé. En cierto modo, comprendemos la superior conciencia intelectual de Chabás, frente a la exigencia de coherencia total de Giménez Caballero. Chabás sabe que estamos condenados a ser al mismo tiempo artistas, profesionales, ciudadanos. Cuando somos lo primero, no tenemos humanidad, ni deberes, ni conciudadanos. Escribimos textos como Espejos o Puerto de Sombra. Cuando somos lo segundo, escribimos textos sobre la reforma del derecho penal o traducimos a los grandes profesores italianos.17 Cuando escribimos como ciudadanos, hacemos textos como, por ejemplo, La Italia Fascista, y entonces desde luego que tenemos conciudadanos y deberes y 17 De Julio Fioretti y Adolfo Zerboglio tradujo Chabás para la casa de Reus, Madrid, 1926, el tratado Sobre la legítima defensa. Estudio jurídico, a la que puso una introducción en la que se pronuncia con radical rigor de jurista contra el fascismo y la posibilidad de que un jurista se pueda profesar fascista. “Ahora bien, los medios de lucha que el fascismo emplee para combatir el delito no podrán nunca contrarrestar la violencia del ambiente criminoso que hha creado en Italia. Esa nueva mafia, que es el escuadrismo, y que Ferri quiere justificar con ingrávidas razones, hace estériles todos los sustitutivos penales. Porque la moral de esa mafia, defendida y apologéticamente exaltada por el mismo Mussolini, no es otro que las famosas bouttades de Marinetti, convertidas en ética nacional: queremos cantar el amor del peligro, el hábito de la energía y la temeridad”, “queremos glorificar la guerra –sola higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas–, las camisas negras son de paño rojo vuelto al revés-, las bellas ideas que matan y el desprecio de la mujer”. [...] El nuevo derecho penal a que Ferri se adhiere no es ya ni siquiera un derecho de defensa social; es únicamente un derecho al servicio de una bandería política”, o. c. p. IX-X. Pero finalmente, su apuesta era la de Dorado Montero, propia de una pragmatismo o utilitarismo idealista. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. responsabilidades. Estas instancias dictan a Chabás la crítica al fascismo. Insistiendo en este modelo Chabás publicó en 1935 su ensayo Juan Maragall, poeta y ciudadano.18 La modernidad está en darnos cuenta de esta escisión, desde luego, y en comprender que España todavía tenía por delante la promesa de hallar una adecuada política. Para definir esta política, todavía por venir, podía ser interesante dar cuenta del fascismo como fenómeno histórico. Aquí, el gesto de Chabás no era diferente del de Cambó. Era el tiempo en que todo era posible y en el que lo peor todavía no se intuía. Justo aquí ancla toda la evolución de tantos hombres de esta generación y, entre ellos, la de Juan Chabás. 6.– Con Cambó, más allá de Cambó. La recepción del fascismo por parte de Chabás. La ambigüedad valorativa respecto al presente italiano y la dictadura fascista, que hemos venido describiendo en Cambó, y en la que Chabás sin ninguna duda también cayó, se presiente en las páginas de Italia Fascista desde el prólogo. Las cautelas y distinciones, desde luego, son muchas y continuas, como corresponde a una obra editada en una casa cercana a Cambó, donde había editado Luis Durán y Ventosa su obra Los políticos, citada con favor en Las Dictaduras, en su p. 183.19 A pesar de todo, Chabás ha dejado 18 Espasa Calpa, Madrid. 1935. No sólo eso. Chabás hizo la reseña del libro de Cambó sobre las dictaduras en la Gaceta Literaria, en la sección de libros catalanes que dirigía Chabás junto con Tomás Garcés. Allí, en el primero punto, dedicado al autor, dijo de Cambó que era “la personalidad más compleja y rcia del mundo política peninsular”. Añadía que además su metas estaban todas atravesadas por “los grandes meridianos de Europa”. En este libro nos informa Chabás que él ha hecho la versión castellana del libro de Cambó. La frase, literalmente, dice: “”el último libro de Cambó Las Dictaduras, cuya versión castellana, hecha por mí, tengo a la vista (Espasa-Calpe) y de cuya edición original en catalán van ya vendidos en ocho días diez mil ejemplares”. Comparándolo a Maquiavelo, nos dice Chabás que el libro es tanto un tratado de doctrina política como un espejo en el que poder ver la época. Como no puede ser de otra manera, en la segunda sección de la reseña, Chabás insiste en que el líder regional catalán apuesta por la democracia, pero reclama una forma de autoridad compatible con ella. El fascismo sería una autoridad no controlada, y por eso es incompatible con la dictadura. Las tesis del libro quedan recogidas con claridad, pero Chabás compara a Cambó con Ortega, sobre todo en la claridad de comprensión de los fenómenos universales. Por lo demás, es interesante comprobar que Chabás subraya la dimensión federativa del Estado y su capacidad para integrar naciones diferentes, cuyo hecho natural es 19 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. claro el objetivo de sus páginas. Ha dicho que no va a analizar el espíritu revolucionario, tan enraizado en la juventud italiana. Él, así lo confiesa, aspira a la objetividad y desea mostrar algunos rasgos de la vida italiana actual. La mayor dificultad de la empresa es que todavía va su generación en las alas de ese espíritu nuevo y, empujado por él, resulta difícil tomar distancias. Como recordaba Cambó en sus dos obras, nadie sabe todavía que darán de sí esos fenómenos. Chabás se planta ante la historia abierta del fascismo y tiene la decencia de decirnos que es un fenómeno ambiguo e inquietante. Allí se dejan caer, con perfecta medida, los adjetivos positivos: en Italia asistimos al “viril estremecimiento de historia viva [...] a grandes golpes de energía nacional”. Italia nos aparece en el inicio del libro como “nación viva, pueblo fuerte”. La vieja belleza, transida de melancolía, ha dejado paso a una nueva belleza “áspera y obsesionante, la belleza de un pueblo en lucha, ordenada pero agresiva, para conquistar un porvenir brillante”. Tras esta salutación, en esencia positiva, pues implica una deseada conciencia nacional, aparece la inquietud. No todo es transparente en esta nueva situación, nos dice Chabás. El fascismo, también desde la primera página, aparece como un fenómeno en esencia italiano, pero con aspectos que encierran una “trascendencia universal”. La inquietud procede justamente del carácter ignoto de estas repercusiones universales. Como se ve, Chabás sigue en la línea de Cambó: aventurar una significación universal del fascismo y, sobre todo, para un pueblo en crisis como el español. inmortal. Es importante señalar esto porque luego veremos que el federalismo será una razón del Chabás republicano. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Al final de este prólogo, que nos sirve para introducirnos en el sentido de la recepción del fascismo por parte de Chabás, se nos propone una frase que da sentido claro a sus ambigüedades. Dice allí Chabás que el fascismo es varias cosas y encierra varias caras. De ahí su complejidad. Por una parte es una forma de vida y por otra es un régimen político. Chabás habla bien de lo primero y mal de lo segundo. El fascismo es ante todo una manera italiana de vivir, la única con cierta universalidad. Pero también es “el desesperado ademán de un partido que pretende salvar la política de su país”. La tesis de Chabás dice que la forma de vida fascista, la actitud vital intensa, dinámica, es lo esencial. El dominio político del partido fascista es accidental. Con una sutileza construida sobre negaciones amontonadas, Chabás ha dicho: “Esta afirmación [Hay una manera fascista de vivir], al parecer tan vasta, excluye, sin embargo, la imposibilidad de otro gobierno que no sea la dictadura de Mussolini”. En positivo: la manera fascista de vivir no determina con necesidad la existencia de una dictadura fascista. Con las palabras del mismo Chabás: “El fascismo, como actitud vital, ha ido más allá del partido fascista como instrumento político”. De esta forma, Chabás reconocía lo positivo de una forma de vida tensa y dinámica, nacional y auto-afirmadora, y expresaba su rechazo de una dictadura política que repugnaba su sentido liberal de la vida y su apuesta por la forma democrática de organización de la vida nacional. Como resumen a su prólogo, Chabás, ya en el puerto de Barcelona, intenta apresar su experiencia y encuentra dos palabras: amor e inquietud. Si existiera una palabra única con la que proponer la significación del enigma italiano para su propio país, esa, en todo caso, sería la de contraste con la situación Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. española. En 1928, desde luego, en España no había realidades que pudieran reclamar el amor. Bien pronto se dejarían ver las que causaban inquietud. En todo caso el balance era claro: “España e Italia, hoy más que nunca, hállanse distantes” [If,11]. La dictadura de Primo, en todo caso, no tenía nada que ver con Italia. No se puede decir que no haya pensado bien Chabás sus palabras. Las que dominan este prólogo, desde luego, tejen un complejo argumento que atraviesa toda la construcción del texto. La presencia de los argumentos de Cambó en él, desde luego, se dejan ver más que los de Ortega, que es como si no existieran. Finalmente, Chabás, que ha traducido la obra de Croce sobre el siglo XIX, dispone de un saber histórico al que Ortega jamás descendería. En esta dirección, el ensayo de Chabás argumenta con cierta voluntad explicativa. Su tesis se puede exponer con sencillez. Italia es una nación tardía y sólo cuenta con una tradición política realista y ciudadana, sin afinidad con la moderna cultura nacional. Esta necesita más de partidos amplios, con firmes creencias, basados en ideas universales, capaces de organizar grandes corrientes populares. En Italia, esta dimensión nacional fue una retórica, no una política. Una retórica, la de la supremacía romana, el renacimiento, el carácter latino, apoyada en la idea mística de la monarquía unitaria y en la literatura de Corradini y de D’Annunzio y luego, a pesar de todo, en el movimiento futurista, a quien con agudo juicio Chabás otorga una trascendencia política nacionalista [If.18]. En contraste con esta realidad sentimental de la unidad nacional, los partidos liberales, democráticos y republicanos se hicieron efectivos cuando todas sus ideas reguladoras mantenían confusas las diferencias entre sí. En lugar de unir todas estas fuerzas en la Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. de libertad y en la defensa de un constitucionalismo estricto, se mantuvieron separadas sin poder oponer nada serio a la prioridad mística de la unidad nacional. La emergencia del partido popular católico no hacía sino complicar las cosas, por cuanto bloqueaba la posibilidad de una política liberalrepublicana. “El triunfo fascista se debe a estas condiciones de impreparación”, dice Chabás [If,16]. Hemos de suponer que el triunfo del fascismo en tanto dictadura política. El triunfo de la forma de vida agresiva, intensa, electrizante, joven, se debe sin duda al pathos que el futurismo supo infundir a la vida italiana. Así estaban las cosas antes de la guerra: Italia era un régimen afirmado en su retórica nacionalista, políticamente bloqueado en su capacidad de reformas institucionales, incapaz de poner al día las relaciones entre el poder ejecutivo y el legislativo, que empezaba a dejarse seducir por los manifiestos radicales, innovadores, rupturistas, que de hecho extremaban y actualizaban la retórica nacionalista. Para Chabás, sin embargo, en la guerra se puso en juego la verdadera tradición italiana: el realismo político, la agilidad de la negociación, la astucia, el cálculo. Allí Italia no se dejó llevar por idea alguna. Podía haber servido a la latinidad y estar desde el primer momento con Francia y Bélgica; podía haber servido a la democracia, y haber estado con Inglaterra; podía haber mostrado su preferencia por la cultura alemana, y también podría haberse dejado llevar por el odio a Austria; podía en fin haber sido fiel al hecho de que la Triple Alianza le había dado su época de esplendor económico. En lugar de inclinarse por idea alguna, con claro sentido de la responsabilidad, Italia duda, vacila, calcula y “comienza a pensar con ese cálculo práctico y romano que hemos señalado Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. como tradicional en su espíritu político, en los beneficios materiales que concretamente puede ofrecer una actitud resuelta ante la contienda europea”. [If,21]. Era el sagrado egoísmo, del que hablaba Cambó, que ahora se nos presenta como menos sagrado, como mezquino. Lo peor –sin embargo– no fue esa entrada en la guerra para obtener ventajas de índole material –fronteras, colonias–, sino la necesidad de crear “ideales retóricos que dieron un aspecto desinteresado y súbito al cálculo inicial que decide la postura intervencionista”. [If,21]. Fue una bebida que trastornó la conciencia italiana y sus fabricantes fueron D’Annunzio y Mussolini desde Avanti!, Federzoni, desde L’Idea Nazionale, Corradini, Cadorna y Marinetti, con sus manifiestos. Esto fue lo peor. Cuando la guerra acabó y las ventajas no llegaron, Italia, con el sentido fortalecido por la victoria, con el sentimiento de ser de verdad una nación única, de haber mezclado la sangre de los hijos de todas sus regiones en las mismas trincheras, fue víctima de lo que Cambó llamó la decepción de la derrota y Chabás llama la angustia de la paz. Una vez más, Chabás elige mejor las palabras. Él quiere indicar que a la guerra siguió un estado de ánimo doloroso y agobiante. Italia quedó dominada por un problema moral, colectivo y difícil de curar. No fue un asunto de competencia política. Fue un asunto de reclamar lo imposible, lo que desde siempre había sido imposible, lo que se había vendido a la conciencia de la gente como ventajas de la guerra y que ahora no podían hacerse efectivas. Fue la pérdida de confianza de la nación en unos políticos que habían mentido. La respuesta empeoró las cosas. Cada sector del pueblo aspiró a no pagar los gastos y el país perdió toda cohesión cívica [If,23]. La indisciplina, la desconfianza, el egoísmo, todos los fenómenos Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. de una comunidad política en disolución se dieron cita en Italia. Era el mismo Estado el objeto de la desconfianza de los italianos. Y con el Estado, las palabras de los aliados, las palabra de Francia, de Inglaterra, de la democracia, de los ideales. Así, era lógico que el partido socialista comenzara a llenar sus filas con los excombatientes. Había defendido la opción pacifista, nunca se había dejado engañar por las palabras occidentales, y ahora denunciaba con fuerza las grandes fortunas resultado de la guerra y las dificultades de los excombatientes para encontrar trabajo. Frente a este aumento, las fuerzas de orden del partido popular también se rehicieron. Los viejos partidos liberales, democráticos, republicanos, desaparecieron porque ya estaban agotados antes de la guerra. Todos se quisieron atraer a los excombatientes: los nacionalistas y los comunistas dieron con las palabras más directas: la nación entera había sido engañada por los aliados; la clase obrera había sido engañada por las potencias capitalistas. En medio de estos dos frentes, el de los excombatientes y obreros comunistas y el de los fascios de excombatientes nacionalistas, el gobierno naufragó. Todo parecía indicar sin embargo que el comunismo llevaba la iniciativa. Es la época en que Cambó dice que Mussolini dudó. Chabás lo recuerda [If.26], pero le da una interpretación diferente a la maliciosa e irónica de Cambó. Mussolini sabía que en el medio plazo, la victoria era suya. Su seguridad le sugirió la lenta espera. Y esta seguridad se la dio enraizar con la tradición realista italiana, desprovista de principios ideales, inspirada en los problemas y realidades concretas. Eso, y la asunción de una retórica nacional, dio a su camino un triunfo revolucionario. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Y así, conectando con los ideales nacionales, incluso al precio del crimen, Mussolini triunfó. Chabás no tiene el concepto, pero como testigo de la vida italiana, ha padecido la impresión: la totalidad de la vida pública italiana está dominada por el fascismo. Por eso, el totalitarismo, ante todo, es para nuestro autor un espectáculo. De ahí su aire de teatralidad, su gesto de gran parada, de función construida para la diversión populachera. Este aspecto plebeyo del fascismo está bien visto por Chabás, pero inmediatamente nos llama la atención sobre “la virtud que trasciende del bullicio superficial y callejero”. [If,30]. La palabra que entonces propone Chabás es que el fascismo, en su fondo, se torna feroz. Una vez más tenemos aquella doble cara. La que daba envidia, la vitalidad, la alegría y la juventud, es la cara superficial. Debajo, el espíritu de camorra, belicoso, criminal. Lo nuevo: la apariencia de gran episodio cinematográfico, la retórica visual de la nueva épica, las formas de la aventura. Como se ve, Chabás también resalta esta continua doble alma que ya vió Cambó en el fascismo. Su mirada es mucho más fina y sincera, más actual: la evolución del fascismo –tal y como él la ve– se puede explicar sin apelar a las buenas intenciones de Mussolini, desde luego. Es más fácil apelar a las presiones de las aristocracias militares para deshacer su republicanismo, al realismo político, al circunstancialismo y al oportunismo que genera, a la fe desnuda en el poder del éxito [If,31]. Cambó hacía de Mussolini casi la víctima del escuadrismo. Chabás reconoce que Mussolini es su propio autor. Todo lo demás, como en Ortega, la confusa y efectiva retórica de la revolución conservadora y la amalgama de ideas de Pareto y su teoría de las elites en lucha, de Gentile y el papel del Estado, todo ello envuelto en la atmósfera mítica Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. que hace de su líder el salvador nacional. Chabás, así, no desprecia la sicología social: Mussolini cura el desasosiego y la ansiedad, los males que generó una victoria sin ventajas. Es el hombre carismático, el poeta de las masas, el hombre que sume el destino trágico de sepultar en su pecho todos los miedos de la gente a cambio de oprimirlos con su mando. Así que, para Chabás, la entraña del fascismo es ante todo Mussolini, el líder carismático. Mas la entraña de Mussolini es el realismo político, llevado al extremo en su circunstancialismo y oportunismo. Eso le condujo a la victoria. Pero sólo la violencia de Farinacci puede mantener en el poder un partido que no tiene ideas, ni principios, ni política. Esa es la división de papeles desde el asesinato de Matteotti, que Cambó no supo apreciar como estrategia. Este asesinato no aparece nunca ante los ojos de Chabás como un accidente. Es la lógica misma de un partido que desea a toda consta mantener un poder que ha sido conquistado con las armas del duce. Cambó nunca adjetivó aquel asesinato. Chabás le llama “uno de los más repugnantes delitos revolucionarios, porque tuvo más de delito y menos de revolucionario que cualquier otro crimen cometido por una época de terror” [If, 34], “la más grave culpa que pueda arrojarse sobre un régimen”. De forma consecuente, revisar el proceso de este delito oficial será para Chabás la condición para que Italia recupere su dignidad moral más allá del sordo rumor de indignación con que se recibió la excarcelación de los culpables. Cambó mantenía que la autoafirmación reactiva de Mussolini se debió a la exigencia extrema de la oposición. Chabás, más realista, sabe que esa reacción agresiva fue inmediata, original, espontánea en el fascismo ante una Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. oposición que no supo tejer la rebelión popular. La dimensión totalitaria, la identificación del partido y el Estado, la exclusión de cualquier puesto público a quien no sea parte del fascio, todo esto es la consecuencia del asesinato, no el resultado del desafío de la oposición. Es la coherencia del crimen inicial. Lo que vino a decir Matteotti muerto era que “aun pueden haber muchos Matteotti cuyas vidas sean necesarias a la salud de Italia. Es la hora del terror y de la suma disciplina” [If.35]. Es la propuesta de la doctrina de la violencia, la violencia hecha ley, la única que puede imponer la reducción de nación a fascio, opción invertida de los deseos de Cambó de reducir el fascio a nación. Y así surge la entraña verdadera del fascismo: la alianza de la violencia del Estado y la violencia de la calle, de la escuadra; el amontonamiento de la violencia propia de los estatutos y de la cachiporra y el ricino. Y no de una ley cualquiera. Chabás ha dicho de la ley de prensa que era “la más reaccionaria y dictatorial que conocen los tiempos modernos” [If.37]. Así, en la alianza de la calle y el poder, se logró la paz y se impuso la obra fascista. Chabás, en 1928, ya puede decir que esa paz no era sino “el acuartelamiento general de la vida italiana”. Al caracterizar el fascismo, en un apretado balance, como un mito forjado por la ciega voluntad nacional, Chabás recoge todo el discurso anterior. Mito aquí tiene la dimensión de conjunto de exaltaciones que encubren el realismo político de un hombre y de un partido. En tanto tales, el mito que resulta de estas exaltaciones no es la verdad de nada. Así, por ejemplo, tomemos el heroísmo, aquella faceta que predisponía al amor en el fascismo, aquella agitación, generosidad, tensión, arriesgado amor, aquella encarnación de las inquietudes y la actitudes de la juventud de vanguardia. Tras Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. ellas, Chabás ahora descubre su mentira. Ese heroísmo se dispersa en gesto teatrales. En lugar de proponer “el ahínco de la virtud”, Mussolini hace de él una exaltación palabrera. Ese espíritu podía ser un bien, pero en manos del Duce se ha convertido en un “mal nacional”. Es la ambigüedad de la que hablamos antes, ahora diluida con claridad y profundidad. “Ya veremos cuán frecuente resulta en la política del Duce que una ventaja inicial sea, irremediablemente, un daño futuro” [If,38]. Lo mismo sucede con el nacionalismo, que podría reforzar la unidad nacional y que, en manos de Mussolini, se convierte en imperialismo, y del más torpe y grosero, en un patriotismo arrogante y falaz. Pues, en manos del fascismo, ese patriotismo no tiene nada de exaltación de la voluntad, de la organización, del trabajo, de la dignidad civil, sino de delirio. [If,39-40]. Por lo que hace al imperialismo, incluso eso es mentira. Con agudeza, Chabás entiende que esas grandes palabras sólo tienen la función de movilizar la opinión pública interna y de garantizar la organización de su partido como factor de adhesión. La realidad es muy otra y diferente. La política internacional del fascismo, concluye Chabás, está llena de humillaciones y de reconocimiento de su debilidad como potencia y gracias a eso ha conseguido algunos éxitos [It,40], como la disminución de la deuda. Chabás, al mostrar las ambigüedades del fascismo está, desde luego, explicando su victoria. Espíritu heroico y unidad nacional necesitaba Italia tras 1918. Mussolini le ofreció simulacros de estos bienes. En las manos de Mussolini se convirtieron en males nacionales. De hecho, Chabás ha apreciado con bastante agudeza el juego compensatorio de toda la política fascista: el rigor de una dictadura violenta e infame, dice, “se ve compensado por la ilusión que todos los Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. subyugados tienen de subyugar a su vez” [If,42]. Mientras tanto, lo único que de verdad determina la política internacional del fascismo es la necesidad de la emigración. Ni siquiera es viable para él la configuración de un verdadero ejército a la altura de sus pretensiones. Las diferencias entre el ejército nacional, pobre y recortado, y la milicia fascista, vistosa y cuidada, lo demuestra bien claro, dice Chabás en una página en la que cita a Ossorio, en el prólogo que hizo a la edición castellana del En torno al Fascismo, para recordar las viejas diferencias entre las instituciones nacionales y las fuerzas privadas de un gobierno autoritario Y mientras tanto, el país no ha podido eliminar la pobreza ni la desproporción entre ella y el lujo, ni las diferencias entre el norte y el sur, entre la industria y la agricultura. De hecho no ha podido integrar a Sicilia en el proyecto fascista y de ahí la espita de la emigración. Ha podido mejorar el tono vital de Italia, la impresión de que es posible progresar. El fascismo ha impulsado las grandes industrias nacionales desde el Estado, y ha logrado escenarios de máquinas en los que se hace verdad el universo del futurismo. Chabás describe todo esto con emoción contenida, como cuando visitó los talleres de la Fiat. Pero no subraya las palabras del futurismo. Para él, lo decisivo es el rigor, la profesionalidad, la puntualidad, la independencia y el orgullo del trabajo bien hecho, y ese es el mérito fundamental del fascismo, la disciplina social y la seriedad en el trabajo. Cierto que todo esto se ha hecho desde el Estado, mientras que en los países del capitalismo se ha hecho desde la sociedad. Pero, puesto que es preciso hacerlo en todo caso, Chabás no puede dejar de poner todo esto en el balance positivo de Mussolini, por mucho que proceda de su “subconciencia socialista” Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. [If,46]. “Asentando la intervención del Estado que apoya y obliga, que ayuda y exige, la grandeza de esas fábricas se ha convertido en grandeza nacional” [If,45]. Pero esto no es esencial al fascismo. Al contrario, dice Chabás, si Mussolini se hubiera mantenido vinculado a los ideales del socialismo, o hubiera desplegado las virtudes de las organizaciones comunistas de Turín, todavía habría fortalecido más esas virtudes. Sólo entonces habría podido acabar con la relajación burguesa que se aprecia todavía en muchos sitios y con la pobreza que se esconde debajo de todo ese lujo. Chabás, sin embargo se pronuncia contra el Estado corporativo. Primero, por lo que tiene de Estado fascista, en el fondo una dictadura personal que concede a Mussolini el poder legislativo por decreto. Pero segundo, por lo que tiene de corporativo. Le parece bien la cultura del trabajo, pero no que resulte penetrada por la cultura política fascista, que impide “la libre manifestación de intereses y aspiraciones” de los trabajadores [If,50]. Aquí, la ambigüedad del fascismo se deja sentir más fuerte, por cuanto su aspecto sincrético de socialismo y nacionalismo es más evidente y central. “Ha ennoblecido el trabajo en todo el país, robusteciendo la autoridad de los patronos en cuanto son creadores de industria y mejorando la condición de los obreros, con tal de ser fascistas, naturalmente”, dice con ironía final. Con lo que es franco y claro Chabás es con la ausencia total de moral del fascismo. Esta confusión programática, esta substitución de ideas por el mito, esta síntesis de anhelos contrapuestos adobados con retóricas huecas, le parece a Chabás la clave de la debilidad ideal del fascismo. Para cubrir esta debilidad moral, el fascismo ha subrayado su afinidad con la filosofía idealista. Este ha sido el trabajo de Gentile y Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. esa síntesis es la que ha alarmado a Croce y le ha alejado del fascismo. Chabás aquí se nos muestra suficientemente informado: el idealismo real que está en la base de Gentile no es Hegel, sino Fichte. Su tesis central es que el fascismo no tiene nada de aquella imponente reflexión sobre el juego institucional de Hegel. La clave del asunto es que para esa síntesis de fascismo y de Fichte se ha tenido que corromper a la vez el contenido de ambos. Respecto al idealismo, el fascismo ha tenido que corromper el concepto de espíritu. El espíritu siempre llama al espíritu en una renovación libre de un sentido anterior. El fascismo cree, por el contrario, que todo acto espiritual es una creatio ex nihilo que no se atiene a antecedente alguno. Por lo demás, ese acto siempre tiene la estructura de un esfuerzo en medio de oposiciones y obstáculos. El resultado de este acto es sentirse más libre cada vez, encontrar menos resistencias, imponer la propia ley. De esta forma, el idealismo da la imagen más precisa del actualismo fascista: se debe elegir en cada momento la acción que encuentre menos obstáculos, que haga más libre la decisión del partido, que reduzca la resistencia del no-yo de la parte no fascista del Estado. Ahora bien, sólo el sabio-filósofo tiene la medida de esta libertad profunda y general y por eso está legitimado a hacer libres a los ciudadanos incluso en contra de su voluntad. Los ciudadanos pueden ser obligados a ser libres, coaccionados a ser racionales. Ellos, en el fondo, no tienen la clave de la verdadera libertad. Esta es la cuestión: la libertad para los ciudadanos es “un deseo o una meta envueltos en la oscuridad”, mientras que la ley es una libertad objetiva. De ahí que esa ley pueda imponerse violentamente en contra de un sentido subjetivo de libertad que es conceptualmente erróneo. El principio escondido del Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. argumento, que ha visto bien Chabás, es que se ha hecho coincidir con necesidad la autoridad y la libertad. Y este fue el subterfugio de Fichte, al establecer la tesis de que el Estado ha de estar regido por el sabio. Una vez aceptado esto –y el sabio se declara sabio a sí mismo–, “quien consiga llevar a los demás el conocimiento objetivo [...] aunque sea violentamente, evita la razón de nuevas violencias o lo que es lo mismo, genera libertad” [If.55]. Así que la cuestión es esta: o reconocer libremente al que se ha proclamado sabio y seguir todos sus actos porque a priori son actos de verdad y libertad, o bien desconocer a estos sabios, demostrar que no somos dignos de ser libres y que, por lo tanto, podemos ser obligados a serlo. Esa coacción violenta siempre se mantendrá como un buen medio, puro y eficaz, de hacer universal una verdad y una libertad que el líder no puede resignarse a que sea meramente suya. Chabas ha llamado a esto un disfraz filosófico que encubre la desnuda violencia con un barniz de cinismo. No caer ahí ha dignificado a Croce y ha mostrado que el camino de la conciencia liberal es posible incluso en las peores circunstancias: Croce ha deseado ofrecer un ejemplo de conducta personal con “actos que estén siempre de acuerdo con su conciencia individual” [If,56] y que pueden ser compartidos por todo ciudadano. De manera consecuente, ha defendido que el Estado es una fuerza basada en el consenso y en el asentimiento. Al exigir que la moral es siempre un sistema de censura del Estado, Croce reclama que las relaciones políticas se dejen presionar por los valores críticos de la moral y evolucionen con ella. Puesto que esta censura moral es de naturaleza humana y universal, o al menos europea y occidental, no ha de permitirse la influencia Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. excesiva del nacionalismo, en último extremo basado en la idea falsa de la existencia de morales y ética particulares. Todo esto, Croce lo ha defendido con serenidad y, por eso, se ha convertido en el punto de referencia para el futuro de Italia, la garantía de que Italia no perderá su conexión con la cultura occidental, el terreno donde, a decir de Chabás, se ventila la victoria sobre el fascismo. Magníficas estas páginas de Chabás sobre el gran inconformista Croce, desde luego; unas páginas que habría leído con gusto Cambó y quizás también Ortega.20 En ellas podemos apreciar el sentido positivo de la política que asume Chabás. Frente a esta grandeza de gesto del pensador retirado pero crítico, el fascismo no es sino una traición continua a sí mismo y a todo, una recaída en las debilidades de los viejos partidos, como esa cesión ante el Vaticano para que entren en las escuelas los crucifijos y los evangelios, los himnos piadosos y las historias sagradas. A los ojos de Chabás, que deja traslucir aquí un radical espíritu laico, y que habla del cristianismo como una vaga mezcla de palestinismo y helenismo decadente, esta medida, que no implica ventaja moral alguna, compromete la vida del espíritu civil italiano y determinará el veredicto de la historia sobre la hipocresía del fascismo. Finalmente, tras la justificación de Gentile, que comentó que “nuestra doctrina es la doctrina mística de la política”, Chabás no ve sino el real-político sin escrúpulos que siempre cuenta con la equivalencia de derecho y violencia. Hacia el final de su balance político, sin embargo, surge la vieja ambigüedad de Chabás, muy en la línea de Cambó. El 20 En 1911 Ortega escribía sobre el caso Italia y allí alabó claramente a Croce, a quien reconoció como “la figura más saliente de la Italia actual, que, con plena conciencia de los peligros que presenta la potencia germano-inglesa, trata de curar con rudo cauterio las entrañas enfermas de su nación incitándola a una vida más continente, más severa, más reposada”. Ortega pensaba que el caso era común y en cierto modo pensaba hacer lo mismo en España, con la finalidad de evitar que nos separásemos de Europa. Cf. OC, X, 184. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. fascismo ha logrado eliminar el antiguo régimen de partidos políticos y ha logrado convencer a la población de que las viejas instituciones no servirían para nada en la hora presente. La gente de Italia, piensa Chabás, es fascista en la medida en que no quiere ser parlamentaria–liberal a la antigua usanza. Sin embargo, esta capacidad de ruptura no es lo peligroso del fascismo para Chabás, que parece coincidir con Cambó en lo caduco de un mundo que se va. Su problema es el futuro: el fascismo está separando a la gente peligrosamente de la lucha política y, por ende, de la responsabilidad cívica. En lugar de esta cultura política que lleva a la definición de ideas y principios por los que luchar, el fascismo está introduciendo el abandono en “la exaltada unanimidad de las muchedumbres” [If,59]. Esta política es la que dejará sin un responsable al que acudir en la hora del fracaso, sin un recambio de elites al que recurrir en un momento dado. Este es el punto decisivo, a la postre, del libro de Chabás. Se trata de saber, como ya quería preguntar Cambó, si el fascismo es “una paréntesis necesario para emprender una campaña de reconstrucción” o si se va a mantener por su propia aspiración al poder. De recordar las confusiones introducidas por Gentile, le hubiera sido fácil a Chabás imaginar que no iba a ser un paréntesis. Si la reconstrucción italiana precisaba una obra de crítica y de formación de nuevas elites, por sitio alguno se abría ese espacio social necesario para la emergencia de la libertad. Chabás pensaba que por debajo del fascismo se estaban reconstruyendo las clases medias italianas y que estas, tarde o temprano, aspirarían a definir una política, reclamarían una libertad y se lanzarían a una lucha cívica. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Chabás, una vez más, deja ver sus cartas y quizás sus deseos para España. Libertad y lucha política implican para él conciencia de intereses plurales y la aspiración a defenderlos, configurando un equilibrio capaz de entregar a los individuos y grupos sociales una autonomía dentro de la disciplina del Estado. Esta lucha no es posible en Italia y cada minuto que se mantenga el fascismo en el poder se hará más difícil en el futuro. Pues la lucha contra Mussolini no puede ser la de hombres aislados contra el omnipotente partido fascista. Ha de ser lucha de partidos. El caso de Amendola, su impotente muerte en Niza, lo deja bien claro. El decreciente peso del partido popular, cogido en medio de un Vaticano receloso y un fascismo que combate en él a su peor enemigo, y la huida de Don Sturzo, indica hasta qué punto Mussolini conoce el sentido de la lucha. El problema es que, cuando el fascismo pone en marcha la retórica de masas, las herramientas para formar un partido son las “exaltaciones estéticas”. Y estas pronto se monopolizan con la poderosa intervención de la propaganda oficial. Así las cosas, y en conclusión, el fascismo no ha demostrado ser integrador. Ha suprimido incluso los elementos que podían ser sus aliados en una renovación futura y, por eso, para Chabás no ha construido sino un vergonzoso espectáculo. Ahora, al final del apartado político del libro, el autor ya habla en tiempo pasado y en subjuntivo. “El fascismo hubiera realizado una gran labor reorganizando los poderes del Estado, haciendo compatibles los usos de una nueva democracia con la existencia de fuertes elites y de todo principio de autoridad, haciendo compatibles el parlamento y el poder ejecutivo. Pero suprimiendo aquel para crear, con gesto de complacida burla dictatorial, ese falso parlamento que son las cámaras fascitas, Mussolini ha frustrado la mayor Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. trascendencia política que el fascismo hubiera podido alcanzar”. [It. 65]. Era la misma conclusión de Cambó y también la misma en la que entonces estaba trabajando Ortega. Era la parte de reflexión que se mantenía abierta en España, la que pretendía regular la nueva relación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo. Pero desgraciadamente, era la cuestión que, por mucho que estuviera pensada, nadie iba a introducir en la agenda de la constitución de la república española. Así que, cuando se llegó a una constitución, el problema de las relaciones entre el poder ejecutivo y el legislativo, que al decir de Cambó, de Ortega y de Chabás, estaba en el fondo de la emergencia del fascismo, no se tuvo en cuenta. La constitución de 1931 no iba a crear un gobierno fuerte, ni iba a ser sensible a las formas de presidencialismo que, al decir de todos, eran necesarias para un poder ejecutivo capaz de estar a la altura de los nuevos retos. En este sentido, el libro de Chabás, como todo el saber de la joven generación más seria, no fue tenido en cuenta. Finalmente, la república quedaría entregada a políticos de la vieja escuela, incapaces de comprender la sociedad y la crisis de la democracia de masas que, sin embargo, se asomaba a España con la violencia de los procesos largamente contenidos. 7.– Chabás y los orteguianos. Algunos jóvenes españoles – vinculados a la empresa de Ortega– por aquel entonces no tenían una visión tan negativa del fascismo como la que hemos registrado hasta aquí.21 Incluso podemos decir más: 21 En la Revista de occidente, 20, LVIII, abril de 1928, A. Sánchez Rivero, escribía un artículo titulado “Curzio Malaparte. L’Italie contre l’Europe”, donde se daba otra versión bien distinta del fascismo. Así, en su p. 134 decía: “en el movimiento fascista está el nudo de toda la historia italiana, con su doble manifestación: espiritual y política”. No era un asunto de negatividad y de nihilismo europeo. Es fácil pensar que este escrito influyó en Giménez Caballero, quien en su Circuito Imperial dijo. “En Italia asombra echar una ojeada profunda (literaria) por su historia y no sentir más que ese ansia de una forma política, antiburguesa, violenta y primordial de regir sus destinos”. p. 54. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. algunos de esos jóvenes no podían aceptar ni la visión tan negativa del maestro sobre el nuevo fenómeno italiano, ni esta moderada y rigurosa comprensión que del mismo tenía Chabás. Para ellos, desde luego, el fascismo era una forma del nacionalismo italiano. Como tal no era una ideología materialmente exportable. Al contrario: cada gran país debía encontrar su vía propia hacia la misma renovación, algo así como el fascismo acorde con su propia esencia nacional. Los discípulos radicales de Ortega, como Ramiro Ledesma Ramos y Ernesto Giménez Caballero, creían que este futuro nacionalismo español –equivalente al fascismo– debía partir de los grandes momentos nacionales de la obra de Ortega. Esta es una paradoja: mientras que Ortega denunciaba la negatividad del fascismo italiano, su mera operatividad para las masas rebeldes, algunos de los jóvenes orteguianos pretendían usar a Ortega como fermento de un movimiento similar.22 Para Giménez Caballero, por ejemplo, Mussolini era algo así como el Cisneros de la nueva Italia. Los paralelismos entre un nacionalismo italiano fascista y un nacionalismo español eran evidentes para todos. Ambos países habían luchado contra la modernidad nórdica, contra la reforma, contra el individualismo liberal y burgués. En una “Carta a un compañero de la Joven España”, Giménez Caballero puso su nómina de intelectuales por pares: ellos podían hacer en cf. M. Pastor. Los orígenes del fascismo en España. Madrid. Tucar, 1975. J. Bécarud y E. López Campillo. Los intelectuales españoles durante la II República, Madrid. Siglo XXI, 1978. T. Borrás, Ramiro Ledesma Ramos. Madrid. Ed. Nacional. 1971. J. Velarde Fuertes, El nacionalsidicalismo cuarenta años después. Notas Críticas. Madrid, De. Nacional. 1971. R. Ledesma Ramos. Fascismo en España? La Patria Libre. Nuestra revolución. Madrid. Ed. de Trinidad Ledesma. 1988. De hecho, Giménez Caballero desde su Circuito imperial, Madrid, La Gaceta Literaria, col. Joven España, 1929, ya estaba viendo la posibilidad de encontrar analogías entre Italia y España. Así compara Milán con Barcelona, Florencia con Toledo, y Roma con el Madrid que nunca sería, el Madrid imperial y triunfante. Para todo esto ver Enrique Selva, Ernesto Giménez Caballero, entre la vanguardia y el fascismo. Pretextos, 2000., p. 105ss. 22 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. España lo que los escritores fascistas habían logrado en Italia. Y entre ellos estaba Menéndez Pidal, junto con Rajna o D’Ovidio, Gómez de la Serna frente a D’Annunzio, Baroja frente a Pirandello, frente a Gentile, Luzuriaga y luego Maeztu, Araquistáin, Marañón, Zulueta, Castro, Salaverría, etcétera. Pero entre estos pares figuraban dos fundamenales. Allí estaba Unamuno por delante de Malaparte, el Unamuno que había identificado el casticismo antimoderno y antieuropeo de España. Pero al principio de todo estaba el gran par español de Croce: Ortega, “creador de nuestra idea nazionale”.23 La lectura de España invertebrada de Ortega tenía sentido desde aquí. Era preciso que las divergencias estallaran, que todos los regionalismos y separatismo aparecieran a la luz del día “para poder tener un verdadero día el nodo central, un motivo de hacinamiento, de fascismo hispánico”.24 Esta interesada, y sin duda unilateral, vinculación de Ortega con los promotores de un fascismo en España no quedó sin respuesta.25 Fueron esta vez los hombres de PostGuerra,26 luego los de Nueva España,27 con José Díaz Fernández 23 Selva, o. c. p. 119. Selva, o., c. p. 121. 25 No sólo porque Antonio espina abandonara la revista, aunque siguieran colaborando Alberti, Arconada, Pérez Ferrero, Juan Chabás, Francisco Ayala, Juan Piqueras. cf. Selva, o. c. p. 124. 26 Todas estas denominaciones eran propias de la nueva generación. De hecho, el mismo Chabás, en enero 1919, en la revista Cervantes, había publicado un artículo muy generacional que se llama “Orientaciones de la Post-Guerra” en la revista Cervantes. En çél, el autor marca la nueva época de la humanidad después del fracaso de las potencias imperiales, toma partido por las potencias democráticas, por el valor de la razón y por el fin de la soberbia. “Una nueva época adviene”, dice. No es de extrañar que los jóvenes identificaran su posición nueva en el mundo por el punto de no retorno de la guerra mundial. Lo que definía la posición de vanguardia era haber salido a la vida tras ese gran hecho. 27 Aquí tenemos, igual que en la nota anterior, una indicación del lugar generacional. Nueva España hace referencia a la voluntad de separarse de la revista España, en la que habían publicado Ortega, Azaña y Araquistáin. Los jóvenes, que pronto tendrían que elegir entre estos hombres, no podían sino pensar en una nueva revista, en una nueva España, con lo que confesaban la mimesis de la anterior generación. Gecé también estaba en esto. De hecho, su primer escrito claramente fascista, “Carta a un compañero de la joven España”, publicada en febrero de 1929, en la Gaceta Literaria, incluye en su título el mismo ideal de la revista. 24 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. a la cabeza, los que reclamaron, en un artículo en el El Sol reproducido en la portuguesa Seara Nova, que Ortega no estaba con esta juventud tradicionalista y estética, sino con una republicana, no tradicionalista y política.28 Sin ninguna duda, esta polémica, de julio de 1929 ya estaba determinada por el fin de la dictadura, tan inminente, y por la opción republicana de Ortega. Era evidente que llegaba el momento de la decisión, de abandonar el coqueteo verbal. Ya antes, en el mes de abril de 1929, un nutrido grupo de jóvenes escritores orteguianos reclamó la politización de la intelectualidad “dentro del horizonte de la libertad”.29 La carta decía que al grupo “nunca le faltará como guía y orientación el consejo de José Ortega y Gasset”. Ese horizonte de la libertad de la misiva se parece mucho al Horizontes del Liberalismo de la Zambrano, que vería la luz justo en el año 1930. En la carta se hablaba de “sensibilidad liberal” y se confesaba la aspiración a la formación de un partido fuerte: “un grupo de genérico y resuelto liberalismo”. El orteguismo queda claro al reconocer la legitimidad última del derecho, la “soberanía fundamental del derecho”. Era evidente que los jóvenes habían leído el trabajo de Ortega sobre el fascismo. Los jóvenes se decían adictos a José Ortega y Gasset y le pedían su parecer. Este contestó con sumo placer, pues le brindaron la ocasión de manifestarse a favor de una nueva politización de la inteligencia, frente a la despolitización consustancial al inicio de la Revista de Occidente. Como siempre, Ortega ejerció el ocasionalismo, tan afín a su valoración gracianesca de la 28 Selva, o. c. p. 130. Eran Genaro Artiles, Francisco Ayala, José P. Bances, Corpus Barga. Manuel Chaves Nogales, José Días Fernández, Antonio Espina, Federico García Lorca, Fernando González, Benjamín Jarnés, Ángel Lázaro, José López Rubio, José Lorenzo. Antonio Obregón, Francisco Pina, Antonio Rodríguez León., Cipriano Rivas Cherif, Esteban Salazar, Pedro Salinas, Ramón J: Sender, Eduardo Ugarte, Fernando Vela, José Venegas, Luis García de Valdeavellano, Francisco Vighi. La carta se reproduce en Obras Completas de Ortega, XI, p. 102-6. 29 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. circunstancia. España entraba en una época constituyente, en un ensayo de reorganización nacional en gran estilo. Era preciso estar a la altura del presente, de esta hora maravillosa tan esperada por él desde hacía veinte años. La contestación de Ortega no era muy alentadora. Al contrario, mantenía la paradoja de ser un pensador nacionalista que, sin embargo, no hacía del nacionalismo su bandera. Tampoco se profesaba liberal empedernido o doctrinario. Invocaba el liberalismo de sus discípulos, pero no como una fe explícita, sino como una realidad implícita, como el aire que se respira, sin hacer de esto gran cuestión. Tal y como estaban las cosas, no era mucho. Lo decisivo para Ortega era romper con el pasado, salirse de los partidos tradicionales y de las definiciones de derechas e izquierdas que habían establecido. Todo esto era muy ambiguo y desde luego muy nacionalista. También era una aspiración compartida por el fascismo. Tanto como el consejo de no anclar en la diferencia amigo-enemigo, de no ejercer actitudes de “parasitismo negativo”. Sin duda, Ortega se quería diferenciar de la revolución negativa que, en su opinión, encarnaba el fascismo. Ortega quería una revolución nacional positiva, fruto de lo que él llamaba un pensar en grande. Su posición se definía por lo que quería evitar: tanto la tradición, como la revolución negativa del fascismo. El suyo era el oximoron de gran patriarca nacional con que identificaba su figura. Pero sus discípulos no podían evitar un combate en el que sí había amigos y enemigos. El nuevo régimen estaba a las puertas y, en este sentido, convenía hablar claro: Giménez Caballero era para unos un fascista reaccionario ultranacionalista, y los orteguianos no eran nacionalistas, sino que creían en el liberalismo, la inteligencia y el espíritu. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Aquello se escenificó en el famoso banquete del Pombo, en honor de Giménez Caballero. Allí Alberti ridiculizó la Revista de Occidente, Ledesma declaró su fascismo y Espina defendió la juventud liberal y republicana. Al parecer, alguien invocó las pistolas o las exhibió. Giménez Caballero vio en este banquete el primer acto simbólico de la guerra civil. Era el 8 de enero de 1930. El escándalo fue suavizado en la prensa, pero Ramiro Ledesma se vio obligado a responder en el Heraldo de Madrid, el 21 de enero, que sus ideas no eran fascistas, que se encontraban en Ortega y Gasset30 y que trataba de aportar una “idea nacional” que no tenía que ver con la reacción tradicionalista. Curiosamente, los hombres de Nueva España también creían ser orteguianos ortodoxos.31 Entre la Nueva Españaa la izquierda, la Gaceta Literaria a la derecha, la Revista de Occidente, finalmente, quedaba en un terreno de nadie, como la revista del gran pensador que justo por su grandeza quedaba neutralizado.32 Al ser declarado 30 Esto quedo claro en los artículos de Ledesma en la Gaceta en 1929 y 1930. En sus notas sobre “Actualidad, Filosofía, Ciencia”, de la GLT de 1 de enero de 1929, Ledesma reivindicaba el elitismo de Ortega, la necesidad de mantener en el trabajo filosófico a una distancia sideral de las masas y establecer una dictadura intelectual. En el Breve Diálogo con Keyserling, de 1930,Ledesma reconoce que no hay que ir a Alemania a estudiar filosofía ya que “hay aquí algún maestro de filosofía que justificaría más bien el viaje opuesto. De Alemania a Madrid”. Es muy curioso sin embargo la diferencia radical entre Ortega y Ledesma. Donde el maestro hablaba de rebelión, el discípulo habla de dirección, de colaboración jerárquica entre masas y líder que impulse las empresas del Estado. En realidad era aceptar como signos de los tiempos Italia y Rusia. Se trataba de darse cuenta de que allí donde Ortega se resistía, allí era preciso coger el toro. Pero lo decisivo era el diagnóstico común. El Estado debía imponer la jerarquía a unas masas que, de otra manera, irían sueltas y por libre. 31 En su Nuevo Romanrticismo, editado ahora por la editorial de José Esteban, 1985, se dice, claramente en contra de Giménez Caballero: “Por lo que se refiere a nuestro país, si las gentes estuvieran atentas a la obra de sus hombres, aprovecharían mejor las lecciones de algunos y serían más fieles a sus doctrinas. Otra vez acude a la pluma el nombre de Ortega y Gasset, cuyo pensamiento está acendrado por la preocupación política. Esto no lo han aprendido de él muchos de aquellos que le siguen. Por el contrario, permanecen encerrados en sus torres estéticas, lejos del torrente social, que no les conmueve siquiera. Hablaban de juventud y de vitalidad, cantan el deporte y la máquina, y sin embargo, se apartan con terror de todo contacto con las fuentes auténticas de esa energía. No saben hacer un alto en las tareas del arte para acudir solícitos a la conciencia nacional y cuidar que la vida pública sea la vida civilizada y fecunda que deben tratar de construir todos los hombres inteligente, aunque no sea más que en beneficio de sí mismos y de su obra” p. 65. citado por Francisco José Martín, Revista de Estudios Orteguianos, n. 2. 2001. p. 98. n.14. 32 Aunque inclinado a dejar sus páginas a los jóvenes de sus flancos, todavía en mayo de 1930, EGC escribe en Revista de occidente “San José. Contribución para una simbología hispánica”, en el n. 28, Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. maestro por todas las partes, Ortega acabó quedándose solo. Durante 1930 y 1931 pensó llevar su propia estrategia con los seniors Marañón y Gómez de la Serna. Los primeros éxitos le hicieron creer que puerta iba a algún sitio. Cuando Ortega pisó por primera vez los escaños de las cortes constituyentes, era fácil suponer que aquello era el principio del fin de su influencia. Coherentes con su análisis del fascismo fueron los pasos de Chabás. En la fecha indefinida de la novelas, pero que debe ser por la época en que Chabás escribió su libro, Aub situó nuestro autor próximo a las conspiraciones de Marcelino Domingo.33 No es de extrañar que el 16 de marzo de 1930, si hemos de creer a Javier Pérez Bazo, Chabás fundara en Denia el diario El País y que lo subtitulara “Periódico Republicano Regional de la Marina”. Aunque no pretendía adscribirse a un partido, sino reclamar el republicanismo “sin distinción de matices”, el líder del Partido socialista radical, Marcelino Domingo escribió algún artículo, como el de “Orientaciones”, que abre el segundo número. Como se ve, la evolución de Juan Chabás era lineal y clara. Los motivos de un republicanismo nacional, que habíamos apreciado en la contestación a la encuesta de Fernández Almagro, y del civismo político que hemos subrayado en el libro sobre el fascismo, cristalizaron de forma lógica en la federación de partidos que fue Izquierda Republicana, el partido de Azaña. Aquí la evolución de Chabás fue como la de Francisco Ayala, y es de suponer que a todos ellos les pareciese la figura de LXXXIII. p. 171. Resulta claro que era un artículo contra el nuevo romanticismo que por aquel entonces defendía José Diez Fernández en su El nuevo romanticismo, editado en Madrid, Zeus, 1930 y dirigido contra Ortega y su arte deshumanizado. Cf. para esto Francisco José Martín. Estudios Orteguianos. n. 2. El argumento de GC era ver en el surrealismo el mismo miedo a la realidad que caracterizaba el romanticismo. Ramiro Ledesma seguirá escribiendo hasta diciembre de 1930. 33 Se trata de La calle de Valverde. Cátedra, 1985, pp. 184-5. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. Azaña mucho más nítida desde el punto de vista político que el zozobrante Ortega. Como si tuviera presente el texto de la encuesta que hemos analizado antes, Chabás escribió un artículo en su diario que llevaba por título “El verdadero patriotismo. Deber de la juventud”. Era prácticamente un año antes de que llegase el nuevo régimen y en él Chabás explicaba el sentido del republicanismo, que no podía quedar reducido a cambiar un rey por un presidente de la república ni a caer en las trampas del programa político de “la primera y desventurada república española”. Se trataba, antes bien, de transformar la esencia de la política española. Se trataba de un republicanismo de nuevo cuño, sostenido por una juventud universitaria, moderna, enterada, leída, pero también por una juventud trabajadora plenamente consciente de los problemas que implicaba la nueva organización de la industria. Chabás, al escribir todo esto, debía tener en cuenta los párrafos de su Italia Fascista dedicados a la gran industria del norte, a la movilización de las poblaciones en los nuevos valores del rigor y del sentido productivo del trabajo. En realidad, Chabás tenía razón. La esperanza de la república estaba en los hombres que él veía a su alrededor, hombres jóvenes que habían hecho su camino europeo y tenían una aguda noticia de lo necesario para que España fuese un país moderno. Pero el problema estaba justo ahí: que de esos hombres no había suficientes en España, que apenas existían en masa suficiente fuera de las grandes ciudades, y que en muchos lugares apenas los identificaban como el nuevo tipo humano español. Por mucho que Juan Chabás invocara a la nueva generación como “la vanguardia sana y orientadora” de la nueva república, iba a ser todavía la vieja, Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. la de los hombres de la generación del 14, la que iba a hacerse con el rumbo de los acontecimientos. Mientras que Chabás pensaba luchar contra el caciquismo y la oligarquía, no era capaz de ver que el peligro estaba en aquellos políticos que habían jugado a todo en la Restauración y que no se hacían una idea precisa de las nuevas realidades sociales y políticas. Pero, con independencia de ello, las menciones de la primera república y de la lucha contra las oligarquías no eran gratuitas. El programa de Chabás era claramente autonomista. Con él colaboraban los hombres que en Valencia, por aquel entonces, aspiraban a una Liga regionalista valenciana, calco de la de Cambó en Cataluña. Ese era el caso de Joaquim Reig, uno de los firmantes de las normas de ortografía de Castellón, y amigo de Ignasi Villolanga.34 Aunque él hable de federalismo en su artículo, desea sobre todo “derechos concretos autonómicos al municipio y a las regiones con personalidad histórica”. Por eso era preciso no caer ni el federalismo desintegrador de la Gloriosa, pero destruir las elites locales tradicionales oligárquicas, que se habían formado a lo largo del siglo XIX como forma específica de la revolución burguesa española. Sin escapar a estos dos peligros, el ideario político de Chabás se hunde. “Este sentimiento de la región, así como el de la más democrática independencia de los partidos populares, constituye hoy, en la mayor parte y la más digna de los españoles, un problema que posee trascendencia de momento histórico”. En este sentido, Chabás invocaba el camino de Solidaridad Catalana de 1907 y el de la fraternidad castellano-catalana en la que había participado tan activamente, y en la que él podía ofrecer 34 Cf. el trabajo de Vincent Balaguer, “El País, un periodic fundat y dirigit per Joan Chabàs y Martí”, en Dianium. Homenaje a Juan Chabás. Revista Universitaria de las letras y de las ciencias. Centro asociado de la Uned de Denia. Alicante. 1989, pp. 89-95. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. los mejores créditos, como ensayista que había abordado la gran figura de Joan Maragall. Esa, la creación de verdaderos representantes políticos locales y regionales, era la transformación esencial de la política española que promovía Chabás. Por eso era coherente que abandonase Madrid y fuera a hacer política a su propio pueblo, demostrando con los hechos que “el verdadero amor se engendra en el propio hogar”. Sus reproches contra los candidatos cuneros tenía con ello cierta verosimilitud. Este camino político, sin embargo, fracasó. Finalmente, en plena república, Chabás se convirtió en un intelectual que podía vivir en los límites de la bohemia y de la academia. Podía haber sido un periodista, un crítico de teatro, un catedrático de literatura. No fue un político, pero durante la república claramente se opuso al fascismo y al nazismo y los calificó siempre de catastróficos para lo que más le concernía, la cultura.35 De hecho, hasta aquí llega la evolución que llevó Chabás mientras fue la suya una decisión de la voluntad libre 35 Esto se puede ver en las críticas que hizo para Luz, en 1934, sobre el teatro político y el teatro de masas que impulsaba el fascismo y el nazismo. Allí, Chabás seguía firme en el carácter derivadamente político de toda obra de cultura y de literatura, y en este sentido amplio toda obra podía tener consecuencias y relevancia políticas. Pero se mostraba contrario a politizar la propia obra literaria, escribiéndola para un propósito concreto. “Lo que parece una actitud artística equivocada es escribir obra de teatro, como cualquier otra obra literaria, con un propósito político determinado y sólo este propósito.”. El valor poético, en este sentido, no era ni de izquierdas ni de derechas, pero en su cota más alta, la belleza se transforma en política. “Ejemplo e impulso de esa alta política moral que llega a formar una conciencia ética formando una conciencia estética”. Como se ve, se trataba de la tesis de la educación estética del hombre que, al configurar una comunidad estética, determina la configuración de una forma ética de ser. La tesis es clásica. Sin embargo, esta comunidad estética no podía forjarse desde la propaganda política dirigida por los líderes nazi o fascistas. “No es extraño que todos los afanes de Göbbels por crear un teatro nacional, cuyas ideas y personajes él pudiera mover atándolos a los fines y crueles chicotes de los hilos de su ministerio de Propaganda, hayan desembocado en el más ruidoso y absoluto fracaso”, dice en el artículo El teatro en Alemania. Estos regímenes, como es evidente, no podía alentar creación auténtica alguna. Piscator y Reinhardt han sido retirados de los escenarios alemanes. Ya en estas fechas, Chabás dice que estamos antes un régimen que ha llenado los campos de concentración de israelitas y de gentes revolucionarias. Chabás por último mostraba la diferencia entre los movimientos de masas nazi y soviético. Aquí se daba forma artística que conseguían interesar a las masas, y que dejaban atrás las formas burguesas del arte. Sobre ello, citaba el artículo que había escrito Max Aub a la vuelta de Rusia. Se trataba de potencia artística creadora y esta fuerza no la poseían los autoritarismos nazi y fascistas. Cuando eso sucede, “el pueblo, alma colectiva de hombres reunidos, fundidos en un solo aliento, se ha sentido defraudado”. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. e incondicionada. Luego, con la guerra, el sentido de la libertad se alteró ante las coacciones de la situación. Cuando el conflicto entre el artista y el ciudadano se radicalizó, y afectó al destino entero de la gente, tuvo que triunfar su sentido de lo humano, el que ya venía insistiendo una literatura llena de solidaridad y de piedad, la que siempre defendió Machado, la que reclamaba el nuevo romanticismo de Fernández Díaz, la que tenía sentido para el pueblo y para compartir su suerte, amarga o espléndida. Entonces, por la urgencia de los valores políticos, por su transformación en valores humanos, la teoría de la vanguardia, que vivía de la separación de las esferas de acción, pasó a un segundo plano. Era natural que el Chabás del exilio, que no dejó de vivir en situaciones de excepcionalidad, renegara de aquella época de aparente normalidad española, en la que la diferencia de las esferas de acción resistía la urgente y radical politización que trajeron consigo los diferentes totalitarismos. En el caso español, sin embargo, lo específico fue que los valores cívicos y republicanos, en sí mismos moderados –como testimonian los escritos de Chabás en el diario El País– provocaron el autoritarismo militarista defensor de profundos y antiguos privilegios, bloqueando el camino a la modernidad durante más medio siglo. Este hecho impidió que muchos mantuvieran la adscripción a los valores democráticos que previamente, y en condiciones normales, habían defendido. La marea militarista y ultramontana convenció a muchos de que en el corto plazo era preciso recurrir a formas simétricamente autoritarias de organización política. Esto no lo aceptaron ni Ayala ni Aub, pero así lo entendió Chabás quien, para su desgracia, fue a terminar sus días del exilio en un país que también se hundía en una dictadura. Motivó este Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. gesto no el espíritu militante y combativo de Chabás, que a decir verdad no lo tenía, sino el más cotidiano de la atención debida a los progenitores, que con él iban. Así fue como sus padres le sobrevivieron y él, herido por un destino que le dejó desarmado, un destino que Alberti, magistral, resumió como el de un bello Ulises perdido, se hundió para siempre en la tierra de Cuba. A unos el exilio los dejó crecer y los hizo grandes. El exilio hizo de Prados uno de los más grandes y puros; en Aub forjó una intensa memoria de los tiempos épicos, mítica, proverbial. En el caso de Chabás, el exilio fue una herida demasiado profunda, la antesala de la muerte. Este Chabás, que se entrega al magisterio de Ortega, sin embargo, no será el Chabás definitivo que se nos impone al final del texto. Con el tiempo de la escritura, la esencia del fascismo será la política y la actitud en la que haya que juzgarse el presente será, sin duda, no la mística del dinamismo y del esfuerzo, del espíritu deportivo y del fervor técnico futurista, sino la defensa del civismo y de la libertad. A lo largo del texto, llegará a ser claro que no es una forma de vida dinámica y moderna la que sostiene el fascismo como forma política, sino el resentimiento y la desmoralización de un pueblo que se rinde a la violencia creyendo que en ella ha de encontrar la protección, cuando de hecho no ha de hallar sino su propia ruina. En el devenir de su propio texto, por tanto, Chabás ha generado un proceso de madurez de juicio Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. en relación con el fascismo que convierten su libro en un documento histórico de esa fuerza libre que se detuvo ante la sirena de la vanguardia cuando esta entonó el canto del autoritarismo político. BIBLIOGRAFÍA AAVV. La naturaleza del fascismo. México, Grijalbo, 1974. AUB, M. La calle de Valverde. Cátedra, Madrid. 1985. AZNAR Soler, M. “Juan Chabás y la Italia fascista: del vanguardismo deshumanizado al compromiso antifascista”, en Titus Heydenreich, editor. Cultura italiana y española frente a frente: años 1918-1939. Stauffenburg Verlag. Tübingen, 1992, p. 68. AZNAR, M. Literatura española y Antifascismo. 1927-1939. Valencia. Conselleria Cultura., 1987. BALAGUER, V. “El País, un periodic fundat y dirigit per Joan Chabàs y Martí”, en Dianium. Homenaje a Juan Chabás. Revista Universitaria de las letras y de las ciencias. Centro asociado de la Uned de Denia. Alicante. 1989, pp. 8996. BASSOLAS, C. La ideologia de los escritores. Literatura y política en la Gaceta Literaria. 1927-1932. Barcelona. Fontamara. 1975. BÉCARUD J. y E. LÓPEZ CAMPILLO. Los intelectuales españoles durante la II República, Madrid. Siglo XXI, 1978. BIZARRONDO, M. Araquistain y la crisis socialista en la II República. Leviatán, 1934-1936. Madrid. Siglo XXI, 1975. Borrás, T. Ramiro Ledesma Ramos. Madrid. Ed. Nacional. 1971. BRIHUEGA, Jaime. Las vanguardias artísticas en España. 1910-1931. Madrid. Cátedra. 1979. CAMBÓ, F. Consideraçions sobre el feixismo, Meditacions y comentaris sobre problemes de política contemporània. Estaba editado por la editorial Catalana, S.A. de Barcelona. CAMBÓ, F. Las dictaduras, Espasa-Calpe, Madrid, 1929. CORELLA M. Res Publica, n.6. 2000. pp. 145-160. CHABÁS , J. "Intelectuales y ciudadanos". El nacional. Caracas. 20 de marzo de 1948. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. CHABÁS J. "Adriano Grande Avventure". La libertad. 27 de diciembre de 1927. CHABÁS, J. "El teatro político. Luz, 23 de junio de 1934. CHABÁS, J. "El verdadero patriotismo. Deber de Juventud". El País, Denia. 7, 27 de abril de 1930. p. 1-2. CHABÁS, J. "Fascismo y Literatura". Gaceta del Caribe. 2. abril de 1944. pp.78. CHABÁS, J. "Fracaso del teatro fascista de masas". Luz, 3 agosto de 1934. p. 6. CHABÁS, J. "Las dictaduras y el arte. El teatro en Alemania". Luz. 17 de agosto. 1934. CHABÁS, J. "Las dictaduras", de F. Cambó. Gaceta Catalana. 68. 15 de octubre de 1929. CHABÁS, J. “Política y literatura. Una encuesta a la juventud española”. Gaceta Literaria. n. 24. 15-diciembre de 1927. p. 3. CHABÁS, J. La Italia Fascista, Espasa Calpe, Madrid. 1935. CHABÁS, J. Las vueltas inútiles. Revista de Occidente. XLIV, feberro de 1927. 205-6. CHABÁS, J. Literatura española contemporánea, 1898-1950. la Habana. Editorial Pueblo y Eduación, 1979. CHABÁS, J. Piero Gobetti: Paradosso dello Spirito russo. Revista de Occidente. XLIII, enero de 1927, pp. 131-133. CHABÁS, J. Problemas sociales. I. II. III. España (336, pp. 14-15:,338, pp.6-7; 341, pp.7-8 CHABÁS. J. Orientaciones de la post-guerra. Cervantes, enero de 1919, 154.160. ahora en Pérez Bazo. pp. 323 DIANIUM, IV. Denia, 1989. DIEZ FERNÁNDEZ, J. El nuevo romanticismo, Madrid, Zeus, 1930 Nueva edición, Nuevo Romanrticismo, editorial de José Esteban, Madrid, 1985, EL MONO AZUL. reprint. Verlag Detlev Auvermann KG. Biblitoeca del 36. 1975. GIMÉNEZ CABALLERO, E. “Carta a un compañero de la joven España”, Gaceta Literaria, febrero 1929. GIMÉNEZ CABALLERO, E. “Libros españoles de la quincena. Juan Chabás: Italia Fascista. Gaceta Literaria, 46 (15.XI.1928), p. 3. GIMÉNEZ CABALLERO, E. “Nación en Denia. Murió en Cuba”. texto en Anthropos, n. 84. 1988, p. 52. dedicado a Giménez Caballero. GIMÉNEZ CABALLERO, E. “San José. Contribución para una simbología hispánica”, Revista de occidente, n. 28, LXXXIII. p. 171. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. GIMÉNEZ CABALLERO, E. Circuito imperial, Madrid, La Gaceta Literaria, col. Joven España, 1929, LEDESMA RAMOS. R. Fascismo en España? La Patria Libre. Nuestra revolución. Madrid. Ed. de Trinidad Ledesma. 1988. MARTÍN, F. J. De una escisión del orteguismo en los años veinte, Revista de Estudios Orteguianos, n. 2. 2001, pp. 91-105. ORTEGA Y GASSET, J. Obras Completas, Alianza Editorial, Madrid, 1982. PASTOR, M. Los orígenes del fascismo en España. Madrid. Tucar. 1975. Pastor. M- Los orígenes del fascismo en España. Madrid. Tucar, 1975. PÉREZ BAZO, J. Juan Chabás y su tiempo, De la poética de vanguardia a la estética del compromiso, Anthorpos, Barcelona, 1992. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispano José Luis Villacañas Berlanga, Sobre la temprana recepción española del fascismo. SELVA, E. Ernesto Giménez Caballero, entre la vanguardia y el fascismo. Pretextos, Valencia. 2000. SORIA Olmedo, A. Vanguardismo y crítica literaria en España. Itsmo. Madrid. 1988. TANNENBAUM, E. R. La experiencia fascista: sociedad y cultura en Italia. 1922-1945. Madrid. Alianza. 1975. TASCA, A. El nacimiento del fascismo. Barcelona. Ariel. 1969. VELARDE FUERTES, J. El nacionalsidicalismo cuarenta años después. Notas Críticas. Madrid, Ed. Nacional. 1971. VETANLLÓ, Joaquím. Los intelectuales castellanos y Cataluña. Barcelona. Galba edicións. 1976. VIDELA, Gloria. El Ultraísmo. Estudios sobre movimientos poéticos de vanguardia en España. Madrid. Gredos. 1971.