HISTORIA DEL DERECHO AUTONÓMICO CANARIO DE LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO Y EL URBANISMO A cargo de : D. Luciano Parejo Alfonso Catedrático de derecho Administrativo de la Universidad Carlos III de Madrid. Antonio Domínguez Vila Profesor Titular de Derecho Constitucional de la Universidad de La Laguna I.- INTRODUCCION.En el ejercicio de las competencias en materia de urbanismo y medio ambiente por la Comunidad Autónoma de Canarias, se pueden observar la existencia de cuatro periodos: -Primer período.- (1978-85). Donde no se tiene iniciativa legislativa alguna y, únicamente, se aprueba la normativa previa para organizar la Administración autonómica en la materia: La distribución de competencias en materia de urbanismo, entre los órganos de la Comunidad Autónoma de Canarias, ha seguido un proceso organizatorio, paralelo al de otras Comunidades Autónomas de acomodación departamental y creación de estructura administrativa, producto de los recursos humanos y materiales transferidos, de la administración periférica del Estado y el seleccionado "ex novo" por el propio ente pre-autonómico primero y autónomo después. La descentralización, que no la autonomía, de las competencias urbanísticas comienza antes de la Promulgación del Estatuto de Autonomía, La gestión del urbanismo comienza con la creación del Ente Preautonómico Junta de Canarias, por R.D-Ley de 17 de Marzo de 1978, art. 2º, en cuyo Preámbulo justificativo se expresaba la necesidad de constituir un órgano de gobierno preautonómico, que sin prejuzgar el régimen definitivo de la autonomía y reconociendo la singularidad de Canarias en la organización administrativa por medio del sistema histórico de Cabildos Insulares y en el aspecto económico-jurídico a través de la Ley 30/1972 de 22 de Julio, extendería su ámbito competencial a todo el ámbito de la región canaria. El art. 7º de dicho Decreto-ley permite al Ente preautonómico gestionar y administrar las funciones y servicios que le transfirieron la Administración Central del Estado, las Mancomunidades Interinsulares y los Cabildos Insulares, sin perjuicio de sus facultades privativas. Es decir, el nuevo ente regional pretendió recoger competencias administrativas descentralizadas de la Administración del Estado y coordinar las actuaciones y funciones de las Mancomunidades y Cabildos desde una perspectiva territorial más amplia que éstas, y -como todo ente coordinador- desde una posición de supremacía político-administrativa (art. 7.c). Por último, este Real Decreto-Ley, institucionalizador del proceso preautonómico, estableció que para llevar a cabo sus fines, este podía apoyarse en los medios personales y materiales de las Mancomunidades y Cabildos, debiendo estos prestar toda la colaboración necesaria. Este Real Decreto-Ley fue desarrollado por el Real Decreto 476/1978 de 17 de Mayo, por el que se crean las Comisiones Mixtas de Transferencias de Servicios del Estado a la Junta de Canarias y de las Mancomunidades Interinsulares a dicho Ente. Por dicho Real Decreto se autoriza además (Art. 1), a la Junta de Canarias a promulgar sus propias normas de régimen interior, en desarrollo de lo cual el Pleno de dicha Junta aprueba en sesión de 1 de Octubre de 1979 el "Reglamento de Régimen Interior de la Junta de Canarias", que estructura el Ente Preautonómico en: - Pleno. Consejo Permanente. Comisiones de este Consejo Permanente. Consejerías. En el proceso de asunción de competencias administrativas por el Ente Preautonómico destaca, en materia de Urbanismo, las transferencias operadas por el Real Decreto 2.843/1979 de 7 de Diciembre. El artículo 13º de dicha Norma transfiere al ente preautonómico, todas las competencias atribuidas a la Administración Central del Estado en la Ley de Régimen del Suelo y Ordenación Urbana (TR de 1976) y disposiciones reglamentarias desarrolladoras y concordantes, complementadas más tarde por el R.D. de 2 de Noviembre de 1983, nº 3.153/83, (ya en época autonómica), que transfiere competencias en materia de ordenación del territorio y medio ambiente. Sin embargo la cláusula general de transferencia se ve recortada sustancialmente, en el período preautonómico, por excepciones1. En desarrollo de este Real Decreto 2.843/79, de Transferencias se promulgaron una serie de normas organizativas en la etapa preautonómica: 1 Se pueden sintetizar someramente en: 1) Competencias resolutorias que todavía se residenciaban en el Estado: - El Plan Nacional de Urbanismo. -Planes Directores Territoriales de Coordinación, se aprueban por Consejo de Ministros previa su tramitación por la Junta de Canarias. - Facultad alternativa de suspensión de vigencia de los Planes previstas en el art. 51.1 de la Ley del Suelo. - Autorizaciones de formulación y ejecución de las PAUs por la vía excepcional del art. 150-2 de la Ley del Suelo (TR de 1976), cuando ello venga motivado por razones estratégico-militares, suprarregionales no transferidas a la Junta de Canarias, cuando afecten al territorio del Archipiélago Canario. - Aprobación de los supuestos de los números 2 y 3 del Art. 180 de la Ley del Suelo, relativos a obras que se realizan en el territorio canario. - Ejercicio de las competencias del párrafo último de la Disposición Transitoria IV. - Aprobación de la modificación de la composición de las Comisiones Provinciales de Urbanismo, Órganos que pasan a depender del Ente Preautonómico, pero la Junta de Canarias sólo podía proponer al Ministro la modificación de su composición. 2) Competencias resolutorias que se residenciaban en el Ente Preautonómico, pero con preceptivas intervenciones estatales: - Aprobación de Planes de las dos capitales de provincia o ciudades de más de 50.000 habitantes precisarán informe previo de la Comisión Central de Urbanismo (intervención luego matizada en el sentido de precisarse el informe sólo en caso de Planes Generales y con silencio administrativo positivo de un mes según establece el Real Decreto 1.466/1981 de 10 de Abril). El resto de las competencias del Estado no mencionadas expresamente pasan al Ente Preautonómico, competencias de gestión, de intervención en el uso del suelo (licencias), de protección a la legalidad urbanística y de potestad sancionadora a) El Reglamento Especial de Distribución de Competencias en materia de urbanismo entre los Órganos de la Junta de Canarias. (B.O.J.C. nº 3, B.O.E. de 19-2-81). El fin de esta norma era el distribuir las competencias transferidas al ente preautonómico, a los Órganos administrativos que el mismo tenía constituidos por su Reglamento de Régimen Interior. Los Órganos urbanísticos de la Administración Preautonómica Canaria, receptores de las competencias eran: - El Consejo Permanente. - El Consejero de Agua, Obras Públicas y Urbanismo. - El Director General de Urbanismo. - Las Comisiones Provinciales de Urbanismo. Estos Órganos se estructuraban ordenados jerárquicamente, y como órgano consultivo la Comisión Superior de Urbanismo de Canarias. Dejando aparte críticas de estilo y confusa redacción que a veces lleva a la incoherencia, lo que obligaba a una interpretación forzada de los preceptos, el REDC reproduce "mutatis mutantis" la distribución de competencias de la Administración Central del Estado, limitándose a sustituir donde decía Consejo de Ministros por Consejo Permanente, Ministro por Consejero, Gobernador Civil por Director General de Urbanismo y Comisión Central de Urbanismo por Comisión Superior de Urbanismo de Canarias. . Un importante apartado lo constituyen las normas sobre las Comisiones Provinciales e Insulares de Urbanismo (R.D. 871/1982 de 26 de Marzo, que modifica su composición y Decreto de creación de las Comisiones Insulares de Urbanismo, 463/1983 de 15 de Diciembre).El primer Decreto, lo único que se hace es modificar la primitiva composición regulada por el R.D. 2.682/78 de 1 de Septiembre, incrementando el número de vocales con representantes de la Administración Autonómica -se pasa, en Tenerife, de 12 a 18 miembros, y en Las Palmas de 11 a 17 miembros, lo que reduce la operatividad de la misma a órgano ratificador o denegador de las propuestas de la Ponencia Técnica; que es la encargada de informar los asuntos, formada por personal técnico (también aquí existió un incremento sustancial de miembros, de 15 a 20). En consecuencia las Comisiones Provinciales de Urbanismo, tampoco consiguieron salir de la languidez que tenían en el anterior ordenamiento, por la heterogénea composición de sus miembros y su falta de conocimiento previo de los temas. El segundo Decreto ya en la etapa autonómica, pero citado aquí a efectos sistemáticos, pretendió, según se expresa en su Exposición de Motivos, delegar en unas Comisiones Insulares de Urbanismo, creadas como órganos jerárquicamente subordinadas a las Comisiones Provinciales, las funciones que estas quisieran delegarle, aparte de intentar coordinar la acción urbanística de Municipios, Cabildos y Comunidad Autónoma en el ámbito insular. La idea de insularizar la resolución de los expedientes no fue correcta por dos razones: - No se aclaraba en quién (Cabildo o CC.AA.) quedaba la gestión, impulso y tramitación burocrática de los expedientes. - Era casi imposible conseguir en una isla menor, 16 personas, como se pide en el Decreto, para su composición. - En su defecto, era muy difícil hacer que los representantes designados, que no residían en la isla, pudieran coincidir para la reunión. Idénticas razones para una Ponencia Técnica de 11 miembros. - El volumen de asuntos, de competencia de la C.P.U., que generan las islas menores era tan pequeño que no justificaban la creación de estos Órganos tan burocratizados y con tantos componentes. -Segundo período.-(1985-1987) En esta fase de consolidación y expansión de la administración autonómica en materia de urbanismo, comienza con el Decreto 247/1985 de 18 de Julio por el que se crea la Consejería de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Medio Ambiente, posteriormente, pronto redenominada de Política Territorial. Esta reorganización administrativa, supone la separación del ejercicio de competencial de la CC.AA., las de ordenación integral del territorio y su protección, de las de infraestructuras sectoriales, que tradicionalmente se adelantan en las prioridades inversoras y ejecutoras, por su rentabilidad política inmediata. Por Decreto 16/1986 de 24 Enero se aprueba la estructura orgánica del Departamento que se organiza con una Secretaria General Técnica, una Dirección General de Urbanismo y otra de Medio Ambiente y Conservación de la Naturaleza, incluyéndose en esta última, la policía del medio ambiente urbano (las actividades clasificadas) con lo que se insertaba, en el concepto global de medio ambiente, todas las medidas de protección y gestión de los hábitat humanos, así como la preservación de los naturales. Asimismo, se eliminaron las Comisiones Provinciales de Urbanismo y se creó la Comisión de Urbanismo y Medio Ambiente de Canarias (CUMAC), como órgano que asumió las competencias ejecutivas de las anteriores y las consultivas de la Comisión Superior de Urbanismo de Canarias que desapareció, en un confesado intento de homogeneizar, desde una perspectiva regional, los criterios del planeamiento urbanístico y del naciente de ordenación territorial (PIOTs), unificar los criterios de los técnicos de la Consejería, de los miembros de otros Departamentos del Gobierno, en el enjuiciamiento y control de los planes, así como crear una cultura urbanística de región y fomentar el conocimiento de los operadores urbanísticos públicos y privados de todos los problemas de las diversas realidades territoriales, mas allá de la isla mayor o provincia donde ejercen su función. Esta estructura y organización de la administración urbanística y medioambiental se mantuvo hasta el año 1991, en el que se aprueba un nuevo Decreto de estructura orgánica, que innova el anterior, en el sentido de crear la Dirección General de Disciplina Urbanística y Medioambiental, germen de la actual Agencia del Medio Urbano y Natural, elevar al rango de Viceconsejería la Dirección General de Medio Ambiente –por motivos de “reparto” del poder político- que en la actualidad se ha generalizado, así como crear los órganos colegiados, Comisión de Protección Civil de Canarias (órgano consultivo e materia de programación de recursos y actividades en materia de protección civil) y el Consejo Regional de Caza de Canarias (órgano asesor de la Consejería en materia de actividades cinegéticas). También se crean, Dos Direcciones Territoriales en ambas capitales de provincia, con el fin de desconcentrar funciones de administración y gestión de la Secretaria General Técnica, como el resto de las Consejerías, para duplicar el aparato burocrático, como necesaria consecuencia de la realidad insular y capitalina. Sin embargo el proceso redistribuidor de las competencias en materia de ordenación del territorio y urbanismo, no lleva la evolución unidireccional que aparenta el tracto normativo expuesto, puesto que hay que tener en cuenta la progresiva descentralización de competencias en los Cabildos Insulares, primero en la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas Canarias de 18 de Noviembre de 1986, que establecía en su art. 47 la transferencia a los Cabildos de las competencias en materia de: i) actividades clasificadas ( D. 63/1988 de 12 de Abril), ii) subrogación en la formulación de planeamiento municipal y de resolución de licencias de obras, en los términos previstos en los arts. del T.R. de 1976 y art. 9 del R.S.C.L. Mas tarde la reforma de dicha Ley en 29 de Julio de 1999 se añade las transferencias en policía del patrimonio histórico-artístico, promoción y policía del turismo insular, policia de vivienda y se delegan las competencias en materia de protección del medio ambiente, gestión y conservación de espacios naturales protegidos. En este periodo, se produce el primer gran desarrollo normativo, para la creación de un sistema normativo urbanístico complementario del todavía supletorio del Estado (TR de 1976 y Reglamentos) con el abordaje de los problemas mas acuciantes que demandaba la realidad territorial autonómica: 1) Creación de un instrumento de planeamiento de ordenación territorial, por la Ley 1/1987, de 13 de marzo, reguladora de los de Planes Insulares de Ordenación. 2) La ordenación del crecimiento marginal de los suelos peri-urbanos, en la Ley 6/1987, de 7 de abril, sobre sistema de Actuación de Urbanización Diferida. 3) La delimitación espacial y primaria protección de los Espacios Naturales, por La Ley 5/1987, de Espacios Naturales de Canarias. Y 4) la especial ordenación y protección del Suelo no urbanizable o rústico, por La Ley 5/1987, de 7 de abril, sobre Ordenación Urbanística del Suelo Rústico. -Tercer período (1987-91).- Salvando la publicación de la Ley de Disciplina Urbanística en 1990, de muy poca incidencia material, en 1.991 apuntaba el primer intento de configurar un sistema normativo autonómico en esta materia, con la formulación del PACTO DEL TERRITORIO, con el fin de: *Lograr un consenso institucional entre las Administraciones Públicas Canarias por un lado, y la Administración Urbanística y los Agentes Económicos por el otro; para proceder a la adaptación de las medidas legislativas adecuadas. *Proceder a una divulgación cultural del urbanismo, mediante la convocatoria de un amplio debate social. -Cuarto período (1993-99).- Frustrado aquel intento y sin perjuicio de alguna incidencia normativa relevante del ordenamiento de ordenación territorial y urbanístico, entre las que cabe destacar como relevantes y avanzadas para su época la Ley 12/1994, de 19 de diciembre, de Espacios Naturales de Canarias, que residencia y unifica en los Planes Insulares la protección de los espacios naturales. El Titulo II de la Ley, arts. 6 y 7 se reguló la figura de los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales, no solo como instrumento delimitador, conservador, ordenador y rehabilitador de los espacios a proteger, en alguna de las categorías previstas en la misma (art.9) sino como elemento de planificación de recursos naturales integrado en el Plan Insular. En este aspecto los PIOT deberían contener entre sus determinaciones de ordenación (con carácter vinculante) las previstas en el art. 4.4º de la ley 4/1990 de 27 de Marzo de Conservación de los Espacios naturales y de la Flora y Fauna Silvestres. Y además: a) La delimitación de las áreas del territorio que por sus características (naturales, paisajísticas o de conservación de la calidad de vida) deban ser excluidas de los procesos de urbanización o edificación. b) El establecimiento de las medidas de defensa mejora y restauración del medio ambiente natural, especificando las prohibiciones, autorizaciones y obligaciones de la administración y los particulares. c) Las medidas concretas para defender, ordenar y mejorar el litoral y los espacios naturales marinos. y d) La señalización de los lugares aptos para la realización de actividades mineras y las extracciones de áridos y tierras. Así como para el vertido de escombros. Remitió la Ley, a un reglamento de desarrollo, la instrumentación documental de dichos contenidos, avanzando que debería incorporarse a la Memoria del PIOT, acompañado una base cartográfica y estudio financiero de las medidas propuestas. También deben de reflejarse estos contenidos en la Normativa del Plan, sobre todo los aspectos autorizatorios y sancionadores. O el Decreto 35/1995 de 24 de febrero por el que se aprueba el Reglamento de contenido ambiental del planeamiento urbanístico, que aunque es una norma urbanística, como expresa en su Preámbulo y art. 1, que desarrolla los arts. 72.2.1), 83.5 y 84.4 del T.R. 1/92 y el art. 3.d) de la Ley 1/1987 de Planes Insulares, para potenciar y pormenorizar las medidas de calidad y protección ambiental, a recoger en los instrumentos de planeamiento general y parcial, su objetivo, no es, -como expresa el art.2.1- la calidad ambiental, sino la ordenación del uso del suelo por el hombre, que debe de realizarse con el máximo respeto al medio ambiente y consiguiendo la mayor calidad ambiental de vida para los humanos, la fauna y la flora como expresan el art. 45 y 47 de la C.E. Todo ello con el fin de sustituir el informe de Evaluación Detallada de Impacto Ecológico previsto en la Disposición Transitoria Segunda ley 11/90 de 13 de julio. Asi como algunas normas producto necesario de adaptar el ordenamiento autonómico a las innovaciones de leyes básicas (procedimiento administrativo)2 o supletorias (TR 1/1992) del Estado3: Asistiremos desde aquellos años hasta 1999, a la aprobación de una serie de Leyes y Reglamentos que desde perspectivas sectoriales han incidido determinantemente en el subsistema normativo del urbanismo autonómico; significando una alteración de la metodología tradicional de enfocar las leyes urbanísticas desde una perspectiva integral de ordenación del territorio, por la perspectiva de la legislación sectorial, de regular sus competencias, de forma totalmente apartado de la visión integral que posee el urbanismo y la ordenación del territorio: --La Ley 4/1994, de 25 de abril, de Ordenación Comercial de Canarias, y el Decreto 219/1994, de 28 de octubre, por el que se aprueban los Criterios Generales de Equipamiento Comercial de Canarias.- En el nivel del planeamiento urbanístico general municipal, este no puede a partir de esa ley más que recoger sus previsiones de equipamiento comunitario con destino comercial, dentro de los parámetros territorial-poblacionales definidos en el Decreto 219/1994 primero y Decretos 294/1994, 158/1998 sobre el procedimiento para la concesión de la licencia específica para grandes establecimientos prevista en la Ley básica estatal 7/1996 de 15 de enero del Comercio Minorista y 238/1998 de 28 de diciembre, después. Este último regula los criterios generales de implantación de 2 Acuerdo del Gobierno de Canarias de 9 de Julio de 1993: El cumplimiento de las prescripciones de necesaria publicación integra de la Normativa Urbanística de los Planes, de la Ley de Bases de Régimen Local, (art. 70.2) suscitó numerosos problemas, en cuanto a que la administración obligada a su publicación es la Municipal, sin embargo el planeamiento general que aprobaba definitivamente por la Comunidad Autónoma, entendiéndose que el Boletín adecuado de publicación era el B.O.C. En consecuencia la CC.AA. exigía el abono por parte de Corporaciones Locales de los anuncios a publicar en el B.O.C, según la Ley 5/1990 de 23 de Febrero de Tasas y Precios Públicos de la CC.AA. de Canarias, lo que en algunos casos alcanzaba cifras considerables, al no considerarse incluidos en ninguno de los supuestos de exención del art. 48 de dicha Ley. Por lo que el acuerdo que se reseña, asignaba a los instrumentos urbanísticos de carácter general (Planes Generales y Normas Subsidiarias), el régimen de publicidad de las disposiciones generales de la Comunidad Autónoma, reconociendo el interés general de su publicidad, con que quedan exentos de pago de las tasas de su publicación en B.O.C. conforme la regla c) del referido art. 48. Posteriormente se modificó el art. 70.2 de la LRBRL (Ley 39/1994 de 30 de Diciembre) mediante el cual las Normas de los Planes, así como los acuerdos correspondientes a la aprobación definitiva de los que sean competencia de los Entes Locales se publicaban en el Boletín Oficial de la Provincia. En consecuencia el Gobierno de Canarias, por acuerdo de 10 de Febrero de 1995, dejaba sin efecto la anterior Resolución y expresaba que solo se publicarán en el B.O.C. los acuerdos de aprobación definitiva de los instrumentos de planeamiento que hayan sido adoptados por los órganos competentes de la Comunidad Autónoma. Tal y como se señalaba en dicho Acuerdo, la publicación de los diferentes acuerdos aprobatorios se regirá por el siguiente sistema: a) Los acuerdos de aprobación definitiva de los Planes Urbanísticos adoptados por los órganos competentes de la Comunidad Autónoma, se publican en el Boletín Oficial de Canarias (art. 124.1 R.D.L. 1/1992). b) Los acuerdos de aprobación definitiva de los Planes Urbanísticos adoptados por el órgano competente de los Entes Locales, se publican en el Boletín Oficial de la Provincia (art. 124.1 y3 del R.D.L. 1/1992 y art. 70.2 de la L.R.B.R.L.) En este caso, conviene recordar la necesidad, frecuentemente omitida, de publicar el texto íntegro del acuerdo corporativo, tal como establece el art. 134 del Reglamento de Planeamiento.c) Las Normas Urbanísticas de los Planes Generales Municipales y de las Normas subsidiarias de Planeamiento e publican en el Boletín Oficial de la Provincia (art. 70.2 de la L.R.B.R.L. y 124.3 del R.D.L. 1/1992). La Ley 5/1994 de 20 de Julio y el Decreto 164/1994 de 29 de Julio de 1994 por los que se adaptan los procedimientos administrativos de la Comunidad Autónoma a la Ley 30/92 de 26 de noviembre.-En el Anexo de estas normas se le otorga efectos estimatorios a la aprobación definitiva por silencio administrativo durante un plazo de Seis meses, de: - los Planes Generales de capitales de provincia o municipios de más de 50.000 habitantes. - Las Normas Subsidiarias Municipales.- Los Planes Parciales de municipios de menos de 50.000 habitantes. El plazo de producción del silencio administrativo para los Planes Especiales de municipios de menos de 50.000 y no previstos en el planeamiento general, queda reducido a Tres meses. Estos extremos ya se encontraban recogidos, por otra parte, en el T.R. 1/92. y la legislación anterior que este refunde. Ha de observarse que el periodo mínimo de información pública conforme al art. 86.2 de la Ley 30/92 es de veinte días, modificándose sobrevenidamente los plazos de duración inferior (quince días) establecidos en la legislación urbanística estatal y territorial. 3 El Decreto 220/93 de 29 de Julio , por el que se desarrollan las previsiones de aplicación de la Disposición Adicional Primera del Texto Refundido de la ley del Régimen del Suelo y Ordenación Urbana, aprobado por R.D.-Legislativo 1/92 , sobre delimitación de áreas de Reparto, cálculo del aprovechamiento tipo y definición de aprovechamientos susceptibles de apreciación. grandes superficies y centros comerciales sobre las Directrices, los PIOT y otros instrumentos de ordenación territorial. Recientemente se ha aprobado la Ley 10/2003, de 3 de abril, reguladora de la Licencia Comercial Específica que deroga todo el capítulo segundo del título tercero, así como el artículo 47.8 y modifica los apartados 1, 2 y 3 del artículo 11 de la Ley 4/1994, de Ordenación de la Actividad Comercial de Canarias que continua en la misma tendencia ordenadora e intervencionista directa, sin instrumento planificador intermedio, entre el legislador y la administración aplicadora. --Ley 7/1995, de 6 de abril, de Ordenación del Turismo de Canarias.- Esta norma, como expresa en el apartado primero de su Preámbulo, pretende regular la ordenación y promoción del sector turístico como sector económico estratégico del archipiélago canario, desde una óptica integral y por ello aborda el aspecto territorial como elemento esencial y soporte de la actividad y oferta turística. En cuanto a la incidencia en el planeamiento de ordenación territorial, la Ley en su art. 1.2º.g) engloba entre su objeto la determinación de las directrices para la ordenación de las infraestructuras territoriales y urbanísticas, como instrumentos de protección del turismo. Y en los arts. 4º.1.b) y 6, atribuye las funciones de desarrollo de la política de infraestructuras de cada isla al Cabildo Insular, por medio de los Planes Insulares de Ordenación. Sin perjuicio ello, de la reserva al Gobierno de Canarias de la redacción de un Plan Regional de Infraestructuras y Sectorial económico, en la materia. En consecuencia, la Ley introdujo unos nuevos contenidos de los Planes Insulares, que modificaban su regulación en punto a su contenido. El art. 58 de la Ley que se comenta, exige que los Planes Insulares contendrían las necesarias previsiones para el desarrollo turístico, motivando las zonas que se declaren aptas para tal clasificacióncalificación, e identificando que tipología de zona turística, de entre las enunciadas en la ley (a rehabilitar, mixta o insuficientemente dotada), se trata. Tal declaración obligó a los municipios a adaptar su planeamiento general para recoger tales determinaciones (art. 59), reservándose el Gobierno de Canarias la posibilidad de suspender, para su revisión y adaptación a las exigencias de la Ley los Planes Insulares y municipales. Por ultimo, se preveía el preceptivo informe de la Consejería competente en materia de turismo y de los Ayuntamientos afectados, en el trámite de aprobación de los Planes, exigencias inútilmente reiterativas pues ya estaba previsto en los arts. 10 y 11.1.de la Ley de Planes Insulares. --Ley 8/1995 de 6 de Abril de accesibilidad y supresión de barreras físicas y de la comunicación.- Resulta afectado el contenido de los planes de urbanismo, por esta norma, por cuanto se exige que su Normativa respecto a la urbanización, edificación y mobiliario urbano deberá de adaptarse para que resulten accesibles a personas con limitaciones de movilidad o comunicación reducida (art. 5,6, 7, 8 y 14.1). --Quinto Periodo 1999-2001).La entrada en el Parlamento de Canarias del Proyecto de Ley de Ordenación del Territorio de Canarias publicado en el Boletín Oficial del mismo de 22 de junio de 1998, significó la culminación normativa de la joven historia del Derecho Urbanístico Autonómico Canario. con la presentación de este Proyecto de Ley, que podemos calificar, sin ambajes, como de vanguardia respecto a las innovaciones y proposición de técnicas urbanísticas que a continuación se relacionan: Aunque parezca paradójico, gracias a la Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de marzo de 1997, que desmonta todo el sistema normativo urbanístico estatal supletorio, puesto que sin la misma (aunque estemos en desacuerdo con sus líneas fundamentales), quizás no se hubiera propiciado con la rapidez y la firmeza que se ha hecho. La Consejería de Política, Territorial y en concreto la Dirección General de Urbanismo del mismo departamento encabezada por el arquitecto Cesar Muñoz Sosa, quien asumió la iniciativa política de formular, previo un informe diagnosis efectuado por los propios servicios de la Consejería y un texto base elaborado por el equipo técnico y varios discípulos del Catedrático de Derecho Administrativo, Luciano Parejo Alfonso, el texto que se sometió a la tramitación parlamentaria, después de un amplio debate ciudadano y político. Dicha Ley, parte del entendimiento del territorio archipielágico de la Comunidad Autónoma de Canarias como un todo que debe ser objeto, por lo tanto, de una ordenación integral, englobando en un mismo texto legal las perspectivas de ocupación del suelo junto con las de preservación de los espacios naturales protegidos y del suelo rústico, así como la ordenación del litoral. En suma, siguiendo las últimas directrices de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional (STC 108/1995) entender que el supra-derecho fundamental Medio Ambiente (art. 45 CE) producto a su vez del modelo económico delineado por la Constitución Española (art. 128 CE), ha de englobar tanto las políticas proteccionistas de los espacios naturales como las políticas de ordenación del desarrollo y ocupación del suelo (art. 47 CE). En este sentido, la ley entendió el territorio como un todo, un recurso natural esencial de los del art. 128.2 de la Constitución y como tal debe ser ordenado para la consecución de un desarrollo sostenible que armonice los intereses privados con los públicos. Se reguló como instrumento de ordenación económico-territorial, en coherencia con el anterior esquema constitucional, las Directrices de Ordenación, de contenido mixto entre programas o planes de ordenación económica y territorial. El sistema de los instrumentos de ordenación territorial se encabezó con los Planes Insulares de Ordenación (PIO) a los que se les atribuye la misión de convertirse en el instrumento central del sistema, dejando atrás su carácter exclusivamente directivo pasando a ser planeamiento operativo. En coherencia con la visión integradora y globalizadora, en el PIO se integran los sistemas de protección de los espacios naturales protegidos. Se crean dos figuras como los Planes Territoriales Parciales (PTP) y los Planes Territoriales Especiales (PTE) para permitir la integración en el sistema de planeamiento de aquellas políticas sectoriales o territoriales que hasta la fecha han estado fuera del mismo (planes de regeneración Costera, planes directores de infraestructuras…etc.). En el ámbito del planeamiento urbanístico municipal, se expresa su vinculación con las determinaciones de los PIO que se convierten en los instrumentos centrales del sistema, se simplificaron las figuras del planeamiento general creando una sola que continúa denominándose Plan General (PG), pero concebida como un traje a la medida de cada municipio, que dispone de diversas tallas en función de la complejidad económica o territorial del municipio; así se establecen un diferente contenido: ordenación estructural y/o ordenación pormenorizada para municipios de poca problemática territorial o de gran complejidad urbanística, ya sea por motivos poblacionales, metropolitanos o turísticos, en una imaginativa adaptación de la programación del plan al “tempo” y cronología política. Así los operadores económicos disfrutan de la seguridad jurídica que supone que durante el plazo de un mandato corporativo (cuatro años) se mantendrá la programación de desarrollo urbanístico municipal aprobada al comienzo de la mismo. Se agiliza la aprobación de dicho planeamiento permitiéndose la posibilidad que en los casos de las modificaciones puntuales, éstas sean aprobadas definitivamente por los ayuntamientos sin necesidad de acudir al órgano autonómico. Sin embargo en el planeamiento de desarrollo se establecen pocas novedades respecto al sistema anterior. En el régimen urbanístico del suelo, cabe resaltar la pormenorizada regulación, de lo usos en el suelo rústico, producto de la experiencia de once años de la Ley Régimen Urbanístico del Suelo Rústico 5/1987, y la distinción entre suelos urbanos consolidados y no consolidados a efectos de las cesiones del aprovechamiento a la Administración. Introduce también la Ley una serie de técnicas de intervención pública en el mercado inmobiliario como son las reservas de terrenos con el fin de incluirlos en el patrimonio público del suelo y el derecho de tanteo y retracto. Otra de las innovaciones previstas en la Ley se refiere a los sistemas de ejecución del planeamiento o gestión urbanística. Este aspecto se ampliaron los tradiciones sistemas de gestión para adaptarlos a la dinámica actividad privada, así como se desvincula la iniciativa del proceso urbanizador de la titularidad dominical del suelo, permitiéndose que el profesional de la actividad constructora e inmobiliaria, pasado un plazo razonable de un año, pueda sustituir al propietario y evitar la especulación del suelo. Asimismo se introduce con naturalidad la figura de la sociedad mercantil en la gestión urbanística y se regula pormenorizadamente con el convenio urbanístico, lo que redunda en beneficio de la seguridad jurídica de los actores del proceso urbanizador y edificatorio. Pocas novedades respecto a la tradición legislativa anterior presenta la intervención administrativa en el uso del suelo en los artículos dedicados a la intervención en el uso del suelo, las licencias y la disciplina urbanística; salvo en cuanto a la creación de nuevos organismos administrativos, entre los que cabe resaltar la Agencia de Protección del Medio Urbano y Natural como administración independiente que se encargará de la ingrata tarea de la disciplina urbanística, mediante encomienda voluntaria de las administraciones locales a la misma. En suma, se consiguió promulgar por unanimidad de todos los grupos parlamentarios presentes en el Parlamento de Canarias, una ley que se situó en la vanguardia de la legislación urbanística española y europea, mejorando otras leyes inspiradas en la misma filosofía, adaptándose a las peculiaridades del medio de nuestra Comunidad. Autónoma. --Sexto periodo (2001-2003).En la legislatura que comenzó en 1999, se produce una quiebra del proceso iniciado con la promulgación de la LOT de1999, pues, en vez de producirse un desarrollo reglamentario general de sus prescripciones y una ordenada puesta en marcha de sus instrumentos de ordenación, después de un año y medio de inactividad, se altera la visión integral del gobierno del territorio previsto en la LOT, dando prioridad a medidas normativas contingentes desde la perspectiva del sector turístico. Así se promulga el Decreto 4/ 2001 de 15 de enero por el que por el que se acuerda la formulación de las Directrices de Ordenación General y del Turismo de Canarias. El mismo día de la suspensión cautelar del Decreto 4/2001 se publica una segunda edición del BOCA (2001/066 Lunes 28 de mayo de 2001), -caso insólito y único en toda la historia del Boletín Oficial de Canarias- en la que se inserta el Decreto 126/2001 de 28 de mayo por el que se suspende -de nuevo la vigencia de las determinaciones turísticas de los Planes Insulares de Ordenación y de los Instrumentos de Planeamiento Urbanísticos. Se reitera la suspensión del anterior esta vez con fundamento jurídico distinto, en vez de la LOT, la Ley de Turismo. Este Decreto fue también anulado por la Sentencia de la Sala de Las Palmas del TSJCan de fecha 19 de Junio de 2003. Ante la conflictividad jurídica ocasionada por ambas normas, el Gobierno de Canarias tramita ante el Parlamento la Ley 6/2001 de 28 de Julio de medidas urgentes en materia de ordenación del territorio y del turismo, que eleva de rango normativo, en esencia las medidas cautelares de los anteriores Decretos y modificar la LOT en punto al instrumento de ordenación territorial Directrices de Ordenación. Esta norma-medida en las medidas cautelares utiliza la misma técnica de los Decretos anulados de suspensión de derechos subjetivos y caducidades ex lege de planes y licencias y autorizaciones, con las excepciones, así como aprovecha el iter legislativo para introducir, de manera permanente nuevas obligaciones en materia de régimen y procedimiento administrativo local a los municipios. En desarrollo de esta norma legal se promulgan los Decretos 127/2001 de 5 de Junio por el que se regula el procedimiento de formulación y aprobación de las Directrices y el Decreto 176/2001 de 6 de septiembre por que se acordó el inicio –de nuevo- de la redacción de las Directrices de Ordenación General y del Turismo. Las Directrices se han tramitado a partir del mes Octubre de 2001 aprobándose por Ley 19/2003 de 14 de abril, que además del artículo único que aneja el texto de las Directrices de Ordenación General y el turismo de Canarias, añade Ocho disposiciones adicionales y siete transitorias, introduciendo preceptos materiales de modificación a la regulación por la LOT de los Planes Territoriales Especiales, el régimen jurídico de los suelos urbanos y urbanizables y otras cuestiones de la LOT [arts. 23.5, 32.2.B.2), 36.1.a), 71.1.a), 72.2, 97.b.1), 175.1]. Se modifica la Ley de Ordenación del Turismo, la reciente Ley 2/2003 de Vivienda y se procede ex lege a modificar las clasificaciones de suelo operada por los planes generales y parciales aprobados, así como, en la línea de las normas anteriores se, suspenden instrumentos de ordenación urbanística y licencias, así como se caducan las licencias y autorizaciones que incurran en alguno de los supuestos previstos en la Ley. --Sexto periodo (2001-2003).En la legislatura que comenzó en 1999, se produce una quiebra del proceso iniciado con la promulgación de la LOT de1999, pues, en vez de producirse un desarrollo reglamentario general de sus prescripciones y una ordenada puesta en marcha de sus instrumentos de ordenación, después de un año y medio de inactividad, se altera la visión integral del gobierno del territorio previsto en la LOT, dando prioridad a medidas normativas contingentes desde la perspectiva del sector turístico. Así en lugar de articular por los poderes públicos competentes, políticas que contribuyeran a implantar los principios generales establecidos en los arts. 2 y 3 de la Ley del Territorio, en especial el desarrollo sostenible, preservación de la biodiversidad, gestión ordenada de los recursos naturales y la utilización eficiente del suelo de acuerdo con su aptitud natural y proceder al desarrollo reglamentario y de instrumentos de ordenación que el sistema de gobierno integral del territorio previsto en la LOT necesitaba imperiosamente para su completud, un desarrollo reglamentario, por cuanto, en aras de no extender más el ya prolijo articulado de la misma [por otra parte imprescindible en el sector del ordenamiento en el que estamos], numerosas cuestiones se regularon en su núcleo esencial, a la espera que la norma reglamentarias, -mas concisas y extensas por naturaleza-, completaran el sistema. Esta idea del legislador de 1999, resulta truncada a partir del comienzo de la legislatura 1999-2003, pues, en vez de aplicarse a la rapída promulgación de los reglamentos de necesario desarrollo de la LOT, cuyos textos de trabajo estaban ya redactados, y poner en marcha la formulación y/o adaptación de los instrumentos de ordenación territorial previstos, se enfrasca en un discurso huero de desarrollo sostenible y limitación del crecimiento urbanizadoredificatorio con destino turístico, que lleva a que parte del Gobierno inicie un proceso denominado Pacto por el Desarrollo Sostenible, al estilo del anterior Pacto por el Territorio y otra parte sea mas partidaria de una actuación normativa de urgencia que propicie una pretendida paralización drástica del crecimiento. En el discurso de investidura del candidato y luego Presidente del Gobierno de Canarias, este solicitó el mayor consenso para abordar uno de los cinco temas que consideraba estratégicos para Canarias, (sic) “la definición de un modelo de desarrollo básico y los límites y ritmos de crecimiento que pueden soportar nuestras islas” (D.S. del P.C. V legislatura, nº 3, pag. 4) añadiendo que pretendía llevar a cabo una planificación integral del territorio que defina los equilibrios entre conservación y desarrollo sostenible, propiciando la mayor internalización de la renta generada en Canarias, que se desarrollaría la LOT, ordenando un modelo que permita un menor y mas racional consumo de suelo, insistiendo en la concertación de ese objetivo. Estos deseos confluyen en el seno del Gobierno constituido en dos posturas, la de aquellos que propiciaban un pacto por el desarrollo sostenible y los que estaban mas a favor de posturas “normativistas” de utilización del BOC mediante normas prospectivas que suspendieran la actividad del sector. Comoquiera que durante todo el año 2000 se airean por los medios de comunicación todos los desencuentros y se airea una y otra vez la inminencia de una “moratoria turística”, se propicia un atropellada puesta en marcha de todas aquellas promociones urbanísticas y edificatorias aprobadas o en tramitación, sobre todo en la segunda mitad de año. Por lo que en el Gobierno triunfa la tesis “normativista” y de manera improvisada y pretendidamente por sorpresa se publica el Decreto 4/2001 de 15 de enero por el que por el que se acuerda la formulación de las Directrices de Ordenación General y del Turismo de Canarias que instauraba, en la parte mas directa e inmediatamente coercitiva del mismo una serie de drásticas medidas cautelares respecto a la actividad ordenadora y ejecutora de las administraciones públicas municipales y lo operadores urbanísticos4. 4 a) la suspensión por el plazo de un año, sin perjuicio de la ampliación de dicho plazo hasta un máximo de dos años de: 1. La tramitación y aprobación de los Planes Territoriales Parciales, definidos en el artículo 23.2 del Texto Refundido de las Leyes de Ordenación del Territorio de Canarias y de Espacios Naturales de Canarias, que incidan en la ordenación de cualquier tipo de uso turístico. 2. La tramitación y aprobación de las modificaciones y revisiones parciales de los instrumentos de planeamiento general (Planes Generales y, en su caso, Normas Subsidiarias), y de los planes y normas de Espacios Naturales Protegidos, cuando permitan el uso turístico, salvo los establecimientos a los que se refiere el número 7 del presente apartado. 3. La tramitación y aprobación de los instrumentos de planeamiento general (Planes Generales y, en su caso, Normas Subsidiarias), y de los planes y normas de Espacios Naturales Protegidos, así como de sus revisiones, cuando permitan el desarrollo de uso alojativo turístico, con la excepción de los establecimientos señalados en el número anterior, salvo que se limiten exclusivamente, respecto de dicho uso, a adaptar las determinaciones del planeamiento general vigente al Texto Refundido de las Leyes de Ordenación del Territorio de Canarias y de Espacios Naturales de Canarias, sin introducir ningún cambio sustancial más que los estrictamente exigidos para posibilitar la aplicación del nuevo régimen legal o cuando el cambio tenga por objeto la reducción de la superficie calificada o la capacidad alojativa con destino turístico sin incluir nueva clasificación, categorización o calificación de terrenos en que se permita tal uso. 5. La tramitación y aprobación de los planes parciales de ordenación, así como de sus modificaciones puntuales o revisiones, en cuyo ámbito se admita por el planeamiento vigente cualquier tipo de uso turístico alojativo salvo los establecimientos mencionados en el apartado 3 del artículo 35 de la Ley 7/1995, de Ordenación del Turismo de Canarias, introducido a través de la Ley 2/2000, de 17 de julio.La anterior suspensión no afectará a los actos que tengan por objeto únicamente la subsanación de reparos impuestos por la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente de Canarias en el acuerdo de aprobación definitiva. 6. La tramitación y aprobación de proyectos de urbanización, cuando tengan por objeto la ejecución o el desarrollo de las determinaciones del planeamiento sobre sectores de suelo urbanizable o apto para urbanizar y unidades de actuación en suelo urbano, en los que el planeamiento vigente admita cualquier uso turístico distinto de los establecimientos mencionados en el apartado 3 delartículo 35 de la Ley 7/1995, de Ordenación del Turismo de Canarias, introducido a través de la Ley 2/2000, de 17 de julio. 7. El otorgamiento de toda licencia de edificación de obra nueva de establecimientos turísticos alojativos, o de ampliación de los mismos, salvo en los siguientes casos: a) Que se trate de establecimientos turísticos alojativos de turismo rural. b) Que se trate de establecimientos hoteleros con categoría mínima de cuatro estrellas que en unidad de explotación constituyan complemento de actividades e instalaciones de ocio (campos de golf y puertos deportivos, así como complejos temáticos cuya actividad sea calificada como turística por el Gobierno de Canarias conforme establece el artículo 2 de la Ley 7/1995, de 6 de abril, de Ordenación del Turismo de Canarias) de características y dimensiones tales como para definir por sí solos al conjunto de la explotación, o de salud (servicios de balneario, medicina preventiva, regenerativa y de rehabilitación), estos últimos una vez que el Gobierno determine reglamentariamente el tipo de establecimientos que debe entenderse comprendidos dentro de esta modalidad. c) Que se trate de los establecimientos mencionados en el apartado 3 del artículo 35 de la Ley 7/1995, de Ordenación del Turismo de Canarias, introducido a través de la Ley 2/2000, de 17 de julio. d) Que se trate de una intervención de renovación o sustitución sobre un establecimiento turístico existente con la finalidad de cualificar y mejorar su calidad turística, sin que en ningún caso pueda suponer un incremento de la densidad turístico alojativa preexistente. Dicho Decreto 4/2001, además del secretismo, la opacidad y la intención de sorpresa, que en su apresurada elaboración se pretendía, concitó la falta de consenso, y por lo tanto el rápida posicionamiento en su contra de los operadores urbanísticos municipales y privados, ya que adolecía de graves carencias técnicojurídicas de carácter elemental que le hacían especialmente vulnerable a la impugnación jurisdiccional (como se confirmó mas tarde , primero en la suspensión cautelar por Auto de la Sala de Las Palmas del TSJCan de fecha 28 de Mayo de 2001 y mas tarde en la Sentencia de dicha Sala de fecha 19 de Diciembre de 2002). La razones jurídicas para tal declaración de nulidad fueron las siguientes: A) inexistencia de expediente administrativo.B) La Naturaleza Jurídica.Fue promulgado con la categoría normativa de Decreto, sin embargo, en el penúltimo párrafo de su Preámbulo y el pie de recurso que se ofrecía, se hacía constancia explícita de su pretendido carácter de acto administrativo. En efecto, el acuerdo del Gobierno pretendía haberse limitado a cumplir lo previsto en los artículos 15 y 16.1 de la LOT, de aprobar el trámite de la iniciativa para la formulación –redacción o elaboracióndel instrumento de ordenación de los recursos naturales y del territorio regulado con el título de Directrices de Ordenación (en adelante DO) y encomendarle la formulación de las mismas a la Consejería competente en materia de Ordenación Territorial y Urbanismo, así como [en adición a lo previsto en la LOT] a la de Turismo y Transporte. Promulgándose además, una suspensión cautelar de planeamiento urbanístico y licencias, presuntamente con la cobertura legal en el artículo 14.6 de la citada LOT. Sin embargo, existían fundadas razones para sostener que estabamos ante el ejercicio de la potestad reglamentaria del Gobierno prevista en los artículos 33 y siguientes, de la Ley del Gobierno, 1/ 1983, que habrá debido someterse al procedimiento de 8. Para las islas de El Hierro, La Gomera y La Palma, el plazo al que se refiere el presente apartado Sexto será de seis meses, ampliable hasta un máximo de un año, en lo relativo a la suspensión de licencias de edificación de obra nueva de establecimientos turísticos alojativos o de ampliación de las mismas, con las excepciones expresamente establecidas en el número 7 anterior. Contra el presente acto, que pone fin a la vía administrativa, podrá interponerse recurso potestativo de reposición en el plazo de un mes contado a partir del día siguiente al de su publicación en el Boletín Oficial de Canarias Sala correspondiente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias en el plazo de dos meses contados a partir del día siguiente al de publicación de este acto en el Boletín Oficial de Canarias, advirtiéndose que de interponer el recurso potestativo de reposición, no se podrá formular el contencioso-administrativo hasta que no haya recaído resolución o haya transcurrido el plazo de resolución y notificación correspondiente, todo ello sin perjuicio de que los interesados puedan interponer los recursos que estimen oportunos. Dado en Las Palmas de Gran Canaria, a 12 de enero de 2001. elaboración previsto en dicha Ley y con cumplimiento de otras de aplicación, tanto desde el punto de vista formal, como desde el punto de vista material: Desde el punto de vista formal, por cuanto por medio de su contenido se innovó el ordenamiento jurídico, con voluntad de permanencia en el mismo del Decreto, no agotándose en el mero cumplimiento de lo preceptuado, siendo susceptible de una pluralidad indefinida de cumplimientos y ordenando la vida económica y social, con consecuencias jurídicas en las materias de economía, ordenación del territorio, urbanismo, edificación y turismo. Desde el punto de vista material, el contenido del Decreto, correspondía al de un reglamento ejecutivo excediendo a una resolución pues el cumplimiento del art. 16.1.b) segundo párrafo, de la LOT, precisa ser desarrollado por una disposición de carácter general, que complete el marco jurídico en el que habrán de formularse las D.O., un Reglamento de los instrumentos de ordenación territorial que deberá de determinar: Esta es la postura finalmente recogida por la Sentencia que lo anulo en su F.J. TERCERO5. Otros motivos de nulidad recogidos fueron la falta de cobertura legal de las medidas cautelares adoptadas que exigían Reserva de Ley, vulneración de los principios que rigen las medidas cautelares limitativas de derechos previstas en la LOT, Vulneración del principio de objetividad y de igualdad (falta de justificación de los regímenes especiales, Arbitrariedad y retroactividad de una disposición restrictiva de derechos (art.9 de la CE y 62 LRJAPYPAC, Vulneración del principio de seguridad jurídica y confianza legítima, El Decreto impugnado generó responsabilidad del Gobierno de Canarias por inactividad y negligencia en el ejercicio de 5 “…En primer lugar, del examen del Decreto resulta que nace como un conjunto que ha de pasar a integrar el Ordenamiento Jurídico con carácter normativo. De la simple lectura del mismo ya se aprecia su vocación de permanencia pues es manifiesto que no se agota mediante un acto único aplicativo sino que establece el procedimiento para la aprobación de las Directrices de Ordenación. Por un lado el criterio ordinamental, y por otro, el de la consunción, caracterizan la actuación administrativa como disposición general. No es posible ver el objeto del recurso el instrumento o forma de cumplimiento de un solo acto sino el nacimiento de una sucesión de ellos. El Tribunal Supremo declaró en sentencia de 27 de octubre de 1975 (RJ 1975/3615), que la Disposición General se distingue del acto administrativo por la condición ordinamental de la primera, frente al carácter ordenado del segundo, y lo reitera la S. de 17 de enero de 1977 (RJ 1977/148) al declarar que reviste los caracteres de un disposición general cuando ha de pasar a integrarse en el Ordenamiento jurídico con carácter normativo por tiempo y vigencia indefinidos, recogiéndose este criterio en las Sentencias de 25 de Febrero de 1980 (RJ 1980/1055) y 20 de mayo de 1981 (RJ 1981/2109). Por todo ello, imposible ver una simple declaración de voluntad, de deseo realizada por la Administración en el ejercicio de una potestad administrativa distinta de la Reglamentaria pues se trata con el Decreto de dar efectividad y cumplimiento a un acto de voluntad que formula las Directrices de Ordenación. Y aunque menos habría de verse en él un precepto ordenador de otras actividades posteriores, no consuntivo, al no agotarse en un mero acto de ejecución y que altera el ordenamiento jurídico preexistente. Aunque a efectos dialécticos se le atribuya una naturaleza híbrida, aún así, tal condición no le libraría del vicio inherente a los actos dictados prescindiendo total y absolutamente del procedimiento legalmente establecido para ello, vicio que produce indefectiblemente la nulidad del pleno derecho del acto de que se trate..” atribuciones legalmente conferidas, Se vulneraron los principios de la relación entre administraciones públicas. Todos estos argumentos son adverados en la sentencia que anuló en Decreto, en su F.J. CUARTO6. 6 “….En definitiva: a) contamos con un instrumento propio para la ordenación de los recursos naturales y del territorio recogido en el art. 14.1 de la Ley; b) el objeto, determinaciones y contenido documental de dicho instrumento de ordenación general ha de desarrollarse reglamentariamente como el resto de las figuras de planeamiento que recoge el T.R.L.O.T. (artículo 14.5); c) dicho desarrollo reglamentario no se produjo y el Decreto impugnado contiene trámites como información pública y consulta de las administraciones afectadas no establecidas en el art. 16 que establece únicamente el procedimiento de las Directrices de Ordenación en lo referente a iniciativa y aprobación definitiva; d) no cabe acudir al Decreto Estatal supletorio pues en éste no se prevé la figura de las Directrices que como se dice en el Preámbulo del Decreto, se trata de un instrumento propio, en idéntica dicción a la del art. 15 del TRLOT “que constituyen el instrumento de planeamiento propio del Gobierno de Canarias que integra la ordenación de los recursos naturales y del territorio.” “….No existiendo el marco para formular las Directrices al no haber desarrollo reglamentario y como quiera que se hizo sin el cauce adecuado para ello, es nulo el Decreto impugnado conforme al art.62 de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común…” El mismo día que se hace público el Auto de 28 de mayo 2001, por el que se suspendió el Decreto 4/2001, antes estudiado, se acuerda en sesión del Consejo de Gobierno, convocada por urgencia al efecto y se publica en una segunda edición del BOCA (2001/066 Lunes 28 de mayo de 2001), -caso insólito y único en toda la historia del Boletín Oficial de Canarias- en la que se inserta el Decreto 126/2001 de 28 de mayo por el que se suspende -“de nuevo” y con la evidente intención de soslayar la eficacia del referido Auto- la vigencia de las determinaciones turísticas de los Planes Insulares de Ordenación y de los Instrumentos de Planeamiento Urbanísticos7. Por razones obvias, el referido Decreto no es difundido sino hasta el día siguiente, el 29 de mayo, al abrirse las puertas del Servicio de Publicaciones de la Consejería de la Presidencia, siendo mas que evidente el que a pesar de sus pesquisas, no les fue posible a los medios de comunicación reproducirlo hasta sus ediciones del día 30 del mismo mes. Demorándose su entrada en vigor hasta veinte días después (art. 2º.1 CC), por no establecer disposición expresa en el mismo, en sentido contrario. En efecto el DECRETO 126/2001, de 28 de mayo, por el que se suspende la vigencia de las determinaciones turísticas de los Planes Insulares de Ordenación y de los Instrumentos de Planeamiento Urbanístico, tiene una finalidad expresamente formulada como es: “Primero.- Suspender, en el ámbito territorial de Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife, la vigencia de las determinaciones turísticas contenidas en los planes insulares de ordenación para su revisión y adaptación al Capítulo Primero del Título IV de la Ley 7/1995, de 6 de abril, de Ordenación del Turismo de Canarias. Segundo.- Suspender, con igual objetivo y en el ámbito territorial de Fuerteventura, Gran Canaria, Lanzarote y Tenerife, la vigencia de las determinaciones relativas al uso turístico contenidas en los instrumentos de planeamiento urbanístico, y, en consecuencia, el otorgamiento de licencias de edificación de obra nueva de instalaciones y establecimientos turísticos o de ampliación de los mismos.” El Decreto citado incurre en numerosos motivos formales y materiales, que le hacen acreedor de predicar del mismo su nulidad. Se ha utilizado fraudulentamente las técnicas de suspensión administrativa de aprobación de planeamiento urbanísticos y actos de otorgamiento de licencia de obras, previsto en la Ley de Ordenación del Turismo de Canarias para un fin alejado de las mismas, y con evidente mala fe, ya que se toma la medida, seis años después de la entrada en vigor de la citada Ley, cuando ya existe planeamiento de ordenación territorial y municipal aprobados, adaptados a la misma y el resto de los PIO que han superado la fase de información pública. Los posibles motivos de nulidad han sido recogidos en las Sentencias del TSJCan, Sala de las Palmas que han anulado el Decreto (entre otras la S. de 19 de Junio de 2003 nº 327/03 y la citada anteriormente de septiembre): 7 Comportamiento elusivo que ha sido evidenciado en el F.J. nº 5º de la STSJCan, sala de Las Palmas, de 5 de septiembre de 2003, nº 477/03, por la que se anuló en primera instancia este Decreto. a) Su controvertida Naturaleza Jurídica.b) Vulneración del derecho previsto en el art. 105 de la C.E.c) Vulneración de los principios que rigen las medidas cautelares limitativas de derechos previstos en el TRLOTENC.e) Falta de proporcionalidad y de racionalidad de la medida.f) Vulneración del 149.1.1º de la C.E. .- principio de igualdad territorial. arts. g) Vulneración del art.103 De la LJCA.- El objetivo del Decreto 126/2001, era la desnaturalización de la resolución de suspensión adoptada por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias en Auto dictado en fecha de 25 de mayo de 2001. Ante la debilidad jurídica de los Decretos anteriores, el Gobierno opta por tramitar por el procedimiento de urgencia una Ley-medida (La Ley 6/2.001, de 23 de julio, de medidas urgentes en materia de ordenación del territorio y del turismo de Canarias) que recoja lo esencial de las prescripciones de aquellos, pero “blinde” las medidas de los recursos contencioso-administrativos. Dicha ley-medida excede de lo que podría denominarse “el espacio de libertad de configuración del legislador” (STC 194/1989); ya que desde su origen, no es más que la elevación de rango de los Decreto 4/2.001, y 126/ 2.001 ya anulados por el TSJCAN, para blindar sus medidas frente a cualquier recurso, directo e indirecto por parte de los ciudadanos a los que se le aplican, no dejando de ser una ley-medida de aplicación a un grupo de ciudadanos constituidos por aquellos que tienen otorgado algún tipo de autorización administrativa o aprobado algún plan de urbanismo, y están en un momento u otro de su proceso de aprobación o ejecución, estando en el objetivo final del Parlamento que la ratifica, el eludir las posibles indemnizaciones por responsabilidad patrimonial a las que su arbitraria actuación diera lugar. De la propia tramitación de la Ley se puede apreciar su precipitación, improvisación y vulneración de las reglas anteriormente reseñar de ejercicio de la potestad legislativa: Si el 28 de mayo de 2001 el TSJCan suspendió el Decreto 4/ 2001, en la misma fecha se promulgó el D. 126/2001 y apenas quince días después, el 14 de junio de 2001 se admite por la Mesa del Parlamento el proyecto de Ley de medidas urgentes, con un contenido idéntico de aquellos Decretos, como asunto urgente tratado fuera del Orden del Día (B.O. Parlamento de Can , nº 134 de 15 de junio), el 26 de Junio se desestima una enmienda a la totalidad del Grupo Parlamentario Socialista que advertía entre otras cuestiones de la invasión por el proyecto de competencias locales, de vulneración del principio de seguridad jurídica …etc. El 26 de Junio la Mesa acuerda, también fuera del orden del día, habilitar los días precisos del mes de Julio necesarios para su tramitación. El 28 de Junio se acuerda la tramitación por el trámite de procedimiento abreviado. Durante el periodo de enmiendas solo se admiten las de los Grupos que apoyan al Gobierno y de su redacción se deduce claramente que se tratan de apostillas técnicas al primitivo texto, para endurecer y ampliar las medidas de los anteriores Decretos (BOPC nº 156 de 11 de Julio), Debe resaltarse que en este trámite se introducen modificaciones a la norma de cabecera del sistema normativo la Ley de Ordenación del Territorio (TR 1/2000), tan importantes como que en el art. 16 de la misma se elevan de rango las Directrices de Reglamento a a Ley , y finalmente en el Pleno del 18 de Julio de 2001 se aprueba. El propio Consejo Consultivo en su Dictamen de 25 de Junio (nº 76/2001) se quejaba de la falta de tiempo que se le otorgaba para dictaminar un Proyecto de Ley de “materia de especial complejidad y trascendencia practica“. Cierto es que la ley, como categoría normativa ya no puede ser concebida como expresión directa de la voluntad popular, sino de la mayoría parlamentaria, la ley es una fuente del derecho sometida a la Constitución y al Derecho (art. 9 CE); cuando la Constitución dice que la “ley es la expresión de la voluntad popular” (art. 66 CE) esta nota no anula la voluntad popular de la que la Constitución procede, sino que utiliza el concepto de voluntad popular para aludir al pueblo, como sujeto del ordenamiento jurídico, como poder constituido8. En este sentido, la elevación de rango de las medidas de coyuntura económico-territorial establecida en los Decretos 4/2.001 y 126/2.001, supuso hurtar a parte de esa voluntad popular, constituida por el grupo indeterminado de los ciudadanos afectados, la posibilidad de recurso, frente a los preceptos de la misma, y tener que utilizar la vía indirecta de los actos aplicativos de ella. Por lo que en una primera conclusión, esta ley vulneraba el principio democrático exigible, del artículo 66.1 de la CE y correlativo del Estatuto de Autonomía de Canarias; ya que entre las tres posibles perspectivas de este principio democrático, i) implica que la ley autonómica debe surgir en el marco constitucional y estatutario y no ser la expresión contra una parte de esa voluntad popular, ii) en segundo lugar, el principio democrático significa también la exigencia de responsabilidad sobre la base de la ley, ante el pueblo o los tribunales surgidos del mismo, por la actuación del legislador y el iii) es la necesidad de una ley que va a lesionar derechos subjetivos que contenga las medidas necesarias para indemnizar o paliar aquellas lesiones. 8 Oscar Alzaga, Derecho Político Español, T.I , pag 290 y ss. La ley o fuerza de la ley no es de expresividad ilimitada, ya que debe cumplir con unas características que en este caso no se cumplen, entre ellas la de generalidad estamos en este caso, ante una ley-medida o ley de casos singulares, cuestión que si bien no puede discutirse la capacidad de la norma para su abordaje, ello requiere unos requisitos constitucionales que la presente ley no respeta, a saber9: i) ha de respetar el sistema de distribución de competencias entre los TRES niveles político-administrativos; ii) ha de ser compatible con el principio de igualdad (art. 14 CE) y iii) ha de estar sometida al principio general de interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos del art. 9 CE. A ello debemos añadir el respeto al principio de jerarquía normativa y respeto al espacio constitucional del reglamento o desarrollo normativo por los poderes públicos implicados y afectados en sus intereses en el ámbito regulado por la ley. Si bien no existe en nuestro ordenamiento reserva reglamentaria ni exclusión de la norma legal si, en cumplimiento del principio de jerarquía normativa, la ley debe de arbitrar los mecanismos para que las distintas Administraciones públicas en presencia, incluyendo a la Administración municipal, actúen cada una en el marco de su competencia, en aplicación de las prescripciones de la mismas. No es jurídicamente ni constitucionalmente aceptable, el que, desde sede legal, se excluya del plano de la legalidad a un sinnúmero inconcreto de actos reconocedores de derechos subjetivos, trasladando la carga de la prueba de su inocencia o situación de legalidad a los ciudadanos. Para Muñoz Machado10, las leyes singulares tiene en todo caso, un componente o contenido material que al menos en parte es actividad ejecutiva o administrativa. Parte este autor de la idea de apostar por el nuevo lugar de la ley en el Estado Social, Democrático y de Derecho, desde el punto de vista material, puesto que el concepto de ley formal ha quedado desfasado, entiende aquel no como cualquier norma emanada del Parlamento y que se intitule como tal ley o norma con rango o fuerza de ley, sino aquellas disposiciones que procediendo de Parlamentos se refieran a determinadas materias reservas a las mismas y siguiendo determinados procedimientos. Con el concepto material de ley el poder del parlamento queda circunscrito a regular determinadas materias, asegurando la esfera propia de la administración que el concepto formal no protege11. En el análisis de las leyes medida o leyes de caso concreto, las leyes no siempre tienen que ser generales, como advierte Muñoz Machado12, que citando a Carl Schmitt la aceptación de leyes de medidas particulares que concretizara el derecho, llevaría a que “si el legislador usara las leyes 9 Santamaría Pastor, op. cit. Tratado , TI, pag 215 Santiago Muñoz Machado , Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General, T.I, Cívitas 2004., pags.346 a 402 11 op. cit, Muñoz Machado pag 347. 12 Op. cit Muñoz Machado pag 356 10 para expedir ordenes o dictar mandatos, concretos, o producir actos administrativos, seria que se generaría una especie de despotismo del legislativo que extinguiría la división de poderes”. Es exigible que una ley que se vista con todas las garantías de derecho, sometida a un procedimiento, lo contrario puede conculcar principios como del de igualdad, debiéndose distinguir entre ley y medidas, pues de lo contrario, llegariamos (escribe Muñoz Machado, citando a Schmitt) a las denominadas “ordenanzas con fuerza de ley” que adoptaba con frecuencia el 3º Reich. En nuestro ordenamiento la jurisprudencia del TC ha tenido ocasión de abordar el tema de las leyes singulares en los pronunciamientos sobre el Real Decreto-Ley de expropiación de RUMASA, en especial las SsTC 111/1983 y la 166/1986, de las que Muñoz Machado13 deduce los criterios legitimadores del ejercicio de esta potestad legislativa:1) la CE no impide el carácter singular de las leyes, en algunos casos las permite expresamente (ex art. 128.2 CE) sin embargo ha de observarse el principio de igualdad (art. 14).2)las leyes singulares tiene un contenido material ejecutivo o administrativo, por lo que, debe respetar el principio de separación de poderes, [art. 66.2 Cortes Generales, art. 97 Gobierno] y no producir desequilibrios. Cuando el objeto de las leyes singulares es validar o convalidar actuaciones administrativas anuladas por los Tribunales, como el caso que nos ocupa, deben proscribirse las validaciones legislativas cuando son limitativas de derechos, o contenido sancionador (art. 25 y 26 CE), contienen una regulación imprevisible o incierta pues se vulneraría el art. 9 CE en punto a la seguridad jurídica y ley cierta (SsTC 120/96, 113/87, 26/94, 122/87, 137/97, 142/99, 13/2003). El dictamen del Consejo Consultivo (76/2001) en su apartado II.2 advierte del posible incumplimiento del art. 9.3 CE en cuanto al respeto a la jerarquía normativa.14 La Ley 6/2.001, vulneró la distribución competencial entre la ley y el reglamento. Sin bien resulta claro, desde la construcción de GARCÍA DE ENTERRÍA15, el principio de vinculación positiva de la ley por parte del reglamento. Esto es, el poder ejecutivo titular de la potestad reglamentaria, tiene un doble límite: i) negativo, pues no puede contradecir a la ley, y ii) positivo, por cuanto no tiene un espacio constitucional reservado al mismo. Ha de reconocerse que la potestad reglamentaria es tan originaria como la potestad legislativa, de tal forma, que el Gobierno de la Nación (art. 97 CE) el poder ejecutivo de Canarias (art. 40.2 Estatuto de Autonomía de Canarias y arts. 33 y ss. de la ley 1/83 del Gobierno y de la Admón. P. De la CC.AA. de C.) y las administraciones municipales (art. 4.1.a) de la LRBRL) ostentan una potestad reglamentaria originaria de espacio de desarrollo normativo de la ley, que no puede ser ignorado por ésta y pasar a ocupar todo el espacio normativo sin dejar ninguno al 13 op. cit. Pag 369. Vid también en este sentido L. Parejo Alfonso, Derecho Administrativo, ed 2003, Ariel, pag 250 y 251 15 Curso de Dcho. Administrativo, T.I 14 ejercicio de la potestad reglamentaria de desarrollo de la ley a las administraciones publicas canarias, (lo cual en este caso resulta consentido por éste, por cuanto propone esta ley de contenido netamente reglamentario, para blindarse respecto a la incertidumbre jurisdiccional de los Decretos 4/2.001 y 126/2.001, en los que amen de incurrir en materia de reserva legal material , por su mala técnica normativa pudieran, como efectivamente ya ha sido con el Decreto 4/2.001, ser susceptibles de revisión y anulación jurisdiccional. En el caso presente, no sólo se elimina por la Ley cualquier espacio a la potestad reglamentaria, sino que se elimina cualquier espacio a la potestad de actuación administrativa de las Administraciones municipales, trasladando la obligación de actuación administrativa a los ciudadanos. En suma, como expresa Alzaga16 en el sistema de fuentes de los modernos estados de derecho, y ante la presencia de “composición electiva, es decir, representativa y democrática, de los tres niveles político administrativo, nacional, estado autonómico y local, la primariedad de la Ley no se puede explicar tan sólo en base al principio de legitimación democrática, y al de las respectivas competencias territoriales sino además al sutil criterio sobre el alcance de los intereses al que afectará la norma, en otras palabras, hay que entender a que normas inciden sobre los intereses generales, es el caso de las leyes, y cuales lo hacen sobre intereses locales particulares, a ordenar por reglamentos y ordenanzas municipales”. El derecho a un procedimiento administrativo con todas las garantías y derecho al tramite de audiencia (art. 105 de la CE).Se ha infringido con la prescripción legal (arts. 2, 4 y DA 5ª) el antedicho principio constitucional y se ha producido indefensión de los afectados por falta de un procedimiento administrativo con todas las garantías y con audiencia de los autorizados, conforme al art. 24 y el 105 de la CE, asimismo se ha ignorado la legislación del procedimiento administrativo común de las Administraciones, arts. 3 y 4 a) y b), 9 de la Ley 30/1992.17 Las licencias como actos declarativos de derecho no pueden ser caducadas directamente por una ley equivalente, sin procedimiento contradictorio a una actuación por la vía de hecho o de plano, por medio de una determinación prospectiva normativa en sentido negativo, que traslada la carga de la prueba sobre las situaciones de legalidad al promotor de la misma. Porque incide en total arbitrariedad normativa (art. 9 de la CE), puesto que se establece la traslación y carga de una prueba diabólica de los ciudadanos, ya que la norma se publica el 28 de julio de 2.001, y se da un mes para presentar, por los afectados, la documentación exigida por la Ley, periodo que incluye todo el mes de Agosto, que como de todos es conocido, aunque a efectos administrativo no es inhábil, si a efectos reales, las actividades sociales y económicas de la 16 17 Derecho Político español, Tomo I, pág. 292 y ss STC 61/1985, 105/1995, ATC 232/1983. población. La norma está estudiada para hacer el máximo daño posible y dejar en la indefensión, a los posibles afectados por la misma (art. 24 de la CE). Se invierte la carga de la prueba imponiendo a los propietarios el gravámen de acreditar fehacientemente ante la administración autonómica sus condiciones de legalidad. Se vulnera en este sentido la jurisprudencia consolidada sobre la situación de los administrados en el procedimiento administrativo y en especial el de la carga de la prueba y el de inocencia (art. 24.2 y 105 de la CE). Pero es que además se vulnera el art. 149.1.18 de la CE, se vulneran los principios que rigen el procedimiento administrativo de actuación y aplicación de las normas. Asimismo dicha Ley Medida desconoce toda la línea jurisprudencial sobre la naturaleza jurídica de la caducidad de las licencias urbanísticas y su carácter de acto de naturaleza restrictiva de derechos a aplicar mesuradamente y con tramitación de un procedimiento administrativo en el que conste audiencia al interesado, previa emisión de informes técnicos, acreditamiento y ponderación de todas las circunstancias concurrentes, incluida sobre todo la que haya podido determinar la inactividad del titular de la licencia y declaración formal, afecta al derecho constitucional a la libre empresa en el marco de la economía de mercado (art. 38 de la CE) y el art. 139 CE en cuanto al derecho a la igualdad territorial. Ha producido una grave y desmesurada intervención en el mercado sin motivo justificativo conforme al art. 38 de la CE. La publificación y sometimiento a planificación centralizada (CCAA) de la actividad económica del turismo se ha realizado al margen de los mecanismos previstos en los arts. 128 y 131 de la CE, y vulnerando el núcleo esencial del derecho fundamental reconocido en el art. 38 (STC 37/1981 de 16 de nov.). Se contradice el art. 13 de la Ley de Ordenación del Turismo, norma de cabecera del sector que manifiesta que la actividad turística empresarial es libre. La jurisprudencia del TC, SsTC 83/1984, 64/1990 y 225/1993 delinean los perfiles de ese derecho y excluye las intervenciones normativas sobre el mismo de carácter oportunistas y arbitrarias que afectan al contenido primario del derecho (STC 61/1997, STC 164/2001). Las condiciones básicas de ejercicio del derecho a la libertad de empresa en el sector del turismo no pueden ser desplazadas por la competencias ordenadora de la CCAA que la ha convertido no ya en una actividad económica intervenida, sino en mano pública, vulnerando además el art. 139 CE (STC 96/2002), también puede afectar al art. 139 CE en cuanto a la protección de los ciudadanos y su estatuto ciudadano de derechos y deberes en cualquier parte del territorio nacional, (STC 52/1988),y en consecuencia la unidad de mercado y libertad de circulación de capitales, servicios y mano de obras (STC 88/1986, 64/1990, 319/1993). Vulnera los principios que rigen los procedimientos de limitación y ablación de derechos subjetivos sobre la propiedad (art. 33.3 CE) Delineado el contenido del derecho a la propiedad urbana por la STC 61/1997, y su sometimiento al principio de legalidad formal, (STC 37/1987) pero no cualquier ley sino una norma no contingente y derechamente dirigida a su ablación discriminatoria, la privación de los derecho subjetivos otorgados por el cumplimiento del planeamiento vigente, no puede ser efectuada sino mediante la fijación en sede legal del pertinente reconocimiento de indemnización, de la causa expropiandi y de su conformidad con las Leyes -no solo con la ley singular expropiadora- (STC 111/1983 RUMASA I ; STC 166/1986 RUMASA II y 6/1991 RUMASA III). Por ultimo, pero no lo menos importante, La ley 6/2001 vulnera, por exclusión, el espacio normativo y de actuación de las administraciones locales, citándose, por todas la STC de 159/2001 de 5 julio que define y concluye los criterios sobre este tema. En el FJ 4·el TC efectúa un resumen cronológico de su doctrina acerca de la autonomía local, que es imprescindible reproducir: “4. Sobre el concepto y el contenido de la autonomía local y el ámbito competencial que han de respetar, en relación con ella, los legisladores estatal y autonómicos, tempranamente dijimos que la autonomía local «hace referencia a la distribución territorial del poder del Estado en el sentido amplio del término, y debe ser entendida como un derecho de la comunidad local a participar, a través de órganos propios, en el gobierno y administración de cuantos asuntos le atañen, constituyendo en todo caso un poder limitado que no puede oponerse al principio de unidad estatal» (SSTC 4/1981, de 2 de febrero, F. 3, y 32/1981, de 28 de julio, F. 3, doctrina posteriormente reiterada, entre otras, por las SSTC 27/1987, de 27 de febrero, F. 2, 170/1989, de 19 de octubre, F. 9, o 109/1998, de 21 de mayo, F. 2). Esta noción es muy similar a la que luego fue acogida por la Carta Europea de la Autonomía Local de 1985 (ratificada por España en 1988), cuyo art. 3 («Concepto de la autonomía local») establece que «por autonomía local se entiende el derecho y la capacidad efectiva de las entidades locales de ordenar y gestionar una parte importante de los asuntos públicos, en el marco de la ley, bajo su propia responsabilidad y en beneficio de sus habitantes». Asimismo ya desde la STC 32/1981, de 28 de julio, F. 3, dijimos que los arts. 137, 140 y 141 CE contienen una garantía institucional de las autonomías provincial y municipal, en el sentido de que no prejuzgan «su configuración institucional concreta, que se defiere al legislador ordinario, al que no se fija más límite que el del reducto indisponible o núcleo esencial de la institución que la Constitución garantiza». Ello significa que la Constitución no precisa cuáles sean esos intereses respectivos del art. 137 CE, ni tampoco cuál el haz mínimo de competencias que, para atender a su gestión, el legislador debe atribuir a los entes locales. De modo que (según hemos venido señalando, entre otras, en la STC 109/1998, de 21 de mayo, F. 2) «la garantía institucional de la autonomía local no asegura un contenido concreto ni un determinado ámbito competencial, “sino la preservación de una institución en términos reconocibles para la imagen que de la misma tiene la conciencia social en cada tiempo y lugar”, de suerte que solamente podrá reputarse desconocida dicha garantía “cuando la institución es limitada, de tal modo que se la priva prácticamente de sus posibilidades de existencia real como institución para convertirse en un simple nombre” (STC 32/1981, F. 3)». El cauce y el soporte normativo de la articulación de esta garantía institucional es la Ley estatal de Régimen Local (la LBRL de 1985). Esta ley puede «a priori» contener, de un lado, tanto los rasgos definitorios de la autonomía local, concreción directa de los arts. 137, 140 y 141 CE, como, de otro, la regulación legal del funcionamiento, la articulación o la planta orgánica (entre otras cosas) de los entes locales. Sólo aquellos extremos de la LBRL que puedan ser cabalmente enraizados de forma directa en los arts. 137, 140 y 141 CE, de cuyo contenido no representen más que exteriorizaciones o manifestaciones, forman parte del contenido de la autonomía local constitucionalmente garantizada, mientras que los que se refieran a aspectos secundarios o no expresivos de ese núcleo esencial en el que consiste la garantía institucional, que son mayoría en el seno de la LBRL y que se incardinan, desde el punto de vista competencial, en el art. 149.1.18ª CE, tienen una distinta naturaleza desde el punto de vista constitucional y ordinamental. Esta doctrina se ha proyectado sobre el urbanismo (STC 40/1998, de 19 de febrero, F. 39), en las SSTC 213/1988, de 11 de noviembre, 259/1988, de 22 de diciembre, 331/1993, de 12 de noviembre, o 109/1998, de 21 de mayo. Advierte el TC que la Administración territorial a la que el constituyente encomendó la competencia normativa en urbanismo (las Comunidades Autónomas, según el art. 148.1.3ª CE, pero también el Estado, cuando resulte habilitado al efecto por otros títulos competenciales) está legitimada para regular de diversas maneras la actividad urbanística, y para otorgar en ella a los entes locales, y singularmente a los Municipios, una mayor o menor presencia y participación en los distintos ámbitos en los cuales tradicionalmente se divide el urbanismo (planeamiento, gestión de los planes y disciplina), siempre que respete ese núcleo mínimo identificable de facultades, competencias y atribuciones (al menos en el plano de la ejecución o gestión urbanística) que hará que dichos entes locales sean reconocibles por los ciudadanos como una instancia de toma de decisiones autónoma e individualizada, pues la autonomía local consagrada en el art. 137 CE (con el complemento de los arts. 140 y 141 CE) se traduce en una garantía institucional de los elementos esenciales o del núcleo primario del autogobierno de los entes locales territoriales, núcleo que debe necesariamente ser respetado por el legislador (estatal o autonómico, general o sectorial) para que dichas Administraciones sean reconocibles en tanto que entes dotados de autogobierno. En la medida en que el constituyente no predeterminó el contenido concreto de la autonomía local, el legislador constitucionalmente habilitado para regular materias de las que sea razonable afirmar que formen parte de ese núcleo indisponible podrá, ciertamente, ejercer en uno u otro sentido su libertad inicial de configuración, pero no podrá hacerlo de manera que establezca un contenido de la autonomía local incompatible con el marco general perfilado en los arts. 137, 140 y 141 CE. so pena de incurrir en inconstitucionalidad por vulneración de la garantía institucional de la autonomía local, el legislador tiene vedada toda regulación de la capacidad decisoria de los entes locales respecto de las materias de su interés que se sitúe por debajo de ese umbral mínimo que les garantiza su participación efectiva en los asuntos que les atañen y, por consiguiente, su existencia como reales instituciones de autogobierno. (FJ 6) Toda norma autonómica sectorial, y evidentemente toda norma autonómica de régimen local que prevea la sustitución del ente local, deberá respetar el principio esencial antes citado y que constituye el canon de constitucionalidad aplicable al efecto. Esta norma altera así el sistema establecido en el canon de constitucionalidad aplicable y reduce, por consiguiente, el ámbito de autonomía local en términos que cabe entender exceden los límites constitucionalmente garantizados, vulnerando la autonomía local garantizada en el art. 137 CE. No debe dejar de señalarse La Seguridad Jurídica como principio derivado del Estado de Derecho, encuentra su proyección plena en el artículo 9.3 de la Constitución junto a principios como la interdicción de la arbitrariedad, la jerarquía normativa, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales. En este sentido se pronuncia la Sentencia 27/1981 del Tribunal Constitucional de 20 de julio, señalando que el principio de seguridad jurídica ha de entenderse y definirse en el marco del resto de los principios establecidos en el art. 9.3 de la Constitución, entendiendo a su vez que, el mentado principio es expresivo de una serie de garantías que configuran en su conjunto el contenido esencial del concepto político-social del Estado de Derecho. La Seguridad jurídica se manifiesta sobre la realidad jurídica a través de una serie de principios positivados igualmente, en el ordenamiento jurídico, tales como, “el principio de irretroactividad”, (como así lo afirma el hecho de que la estabilidad de las relaciones jurídicas, la equidad, el freno a la arbitrariedad, no son más que las razones que motivan la premisa de la irretroactividad de las normas favorables o restrictivas derechos, y con ello una manifestación específica del reiterado principio de la seguridad jurídica), “la protección de los derechos adquiridos”, (dicha protección de los derechos adquiridos supone una derivación del principio de seguridad jurídica ya que se dirige a crear estructuras jurídicas sólidas) y la “confianza legítima”, principio del que resulta necesario hacer una especial atención. Por último, como ha expresado el profesor Sosa Wagner18, quien citando a Puffendorf expresa: “conviene tener leyes claras y sencillas sobre los asuntos que mas suelen presentarse entre los ciudadanos porque cuando hay mas leyes que las que se pueden retener facilmente en la memoria y que prohiben lo que la razón natural no prohibe por si, es necesario que [los ciudadanos] caigan en falta contra las leyes como en un lazo –fin de cita- …¿se advierte la sencillez y al mismo tiempo la exactitud de estas palabras?. Las leyes convertidas en lazo, es decir, en trampa para caer los incautos, los poco avisados, los que no disponen de costosos asesores, los que se desempeñan en la vida con la buena fe de quien no puede imaginar que hay una trama urdida por poderosos intereses con trazas de ratonera. La ley pues, como trampa, el ordenamiento jurídico como campo de minas ” En el año 2003 la culminación del proceso denominado “moratoria turístico-urbanística” por medio de la aprobación de las denominadas Directrices de la Ordenación, con norma con rango de ley. En efecto, en el sistema integral y completo de instrumentos de planeamiento de ordenación territorial y urbanístico previsto en la LOT, art. 15 y 16 vienen a llenar el vacío que la Ley Planes Insulares dejó en un instrumento de estas características de ámbito regional. El legislador del año 1999 preve, al igual que casi todas las normas urbanísticas autonómicas un instrumento de ordenación territorial que abarque la totalidad del territorio comunitario, de naturaleza más económico planificadora que de prescripción y delimitación del contenido del derecho de propiedad, como pueden ser otro tipo de planeamiento urbanístico, ejemplo de ello es que las Directrices normalmente no llevan representación gráfica del territorio, ni asigna usos al mismo. El análisis de dicha Ley se debe distinguir el procedimiento de tramitación en vía administrativa del procedimiento de tramitación legislativa. 1) Procedimiento de tramitación vía administrativa.En el Decreto 176/2001 de 6 de septiembre, ya se acordó expresamente incoar la elaboración de las Directrices de Ordenación General y las Directrices de Turismo de Canarias, al amparo de la Ley de Medidas 6!2001, con el ámbito espacial de las mismas constituido 18 en el prólogo al Código de Fundaciones editado por Aranzadi por todo el territorio de la Comunidad Autónoma de Canarias, se definen los objetivos (apartado 2º), así como los criterios de ordenación (apartado 3º), se ordena que corresponde su formulación al Consejero de Política Territorial y Medio Ambiente, con participación del Consejero de Turismo y Transporte, correspondiendo la tramitación del procedimiento de formulación a aquel Consejero de Política Territorial y Medio Ambiente. Aquí se refleja una incoherencia, producto del momento político que se vivía en ese momento y la pugna en seno del Gobierno por dirigir el proceso entre dos Consejeros del Gobierno que tenían dos opiniones distintas al respecto, ya que no se entiende como las Directrices de Ordenación del Turismo no las formula el Consejero de Turismo y Transporte, así como tampoco se entiende como el denominado “tramitación del procedimiento de formulación” que se debe referir a todos los trabajos e intervenciones de organismos intra y extra autonómicos en la formulación de las mismas, así como los contratos de asistencia técnicas…etc, que deberían encomendarse a cada consejería en función de sus competencias por las directrices que formulan, por el contrario se encomiendan al Consejero de Política Territorial con la participación del de Turismo y Transportes (apartado 4º). Asimismo, se establece (apartado 5º) que deberá cumplirse los plazos de redacción previstos en la Ley 6/200119, con una participación pública y consulta en las Administraciones Públicas del Avance en treinta días, disponiendo los departamentos formuladores de seis meses, a contar desde el mes de septiembre de 2001, concretamente desde el 6 de septiembre, fecha de publicación del presente Decreto, para el sometimiento a la aprobación inicial un mes a partir del día siguiente a la publicación de la aprobación inicial, con consulta de las Administraciones Públicas para información pública,. Se establece que conforme a la legislación sectorial serán oídos, en la formulación de las mismas, los órganos de las Administraciones Públicas de la Comunidad Autónoma de Canarias afectados en sus competencias, la Administración General del Estado y los Cabildos Insulares. Una vez más a los Ayuntamiento Canarios se les relega a un trámite de información pública o audiencia de un mes, como cualquier otro operador jurídico privado, expresión una vez más del desprecio que ha sentido siempre el Gobierno por la Administración Municipal. Anteriormente El Decreto 127/2001 de 5 de Junio, no derogado expresamente, aunque algunos de sus preceptos si lo han sido por la modificación del art. 16 de ls TRLOTENC establece en sus arts. 7 a 11 un procedimiento de formulación, y tramitación 19 Su Disp. Final Primera establecía: “Primera.- Elaboración de las Directrices de Ordenación General y del Turismo. El Gobierno de Canarias deberá aprobar provisionalmente las Directrices de Ordenación General y del Turismo en el plazo de un año a partir de la entrada en vigor de la presente Ley”. Por lo tanto Las Directices habrian de estar aprobadas provisionalmente antes del 28 de Julio de 2002 administrativa sustancialmente idéntico20 que el Decreto 176/2001 de 6 de septiembre, y debiendo entenderse derogados los art. 11,12 y 13 de dicho Decreto por la modificación legal. No obstante lo anterior el procedimiento de tramitación según el apartado 2 del artículo 16 reformado, se le otorga al consejero que lidera la iniciativa, en este caso el Consejero de Política Territorial y Medio Ambiente, y con la autolimitación de los plazos previstos en el Decreto, se establece con carácter general la necesariedad de un Avance con trámite de participación ciudadana y con consulta a las Administraciones Públicas afectadas por un plazo de treinta días el primero y un mes el segundo (conforme al art. 11.2 de la TRLOTENC), un trámite de aprobación inicial, un trámite de información pública de un mes y consulta de nuevo a las Administraciones Públicas afectadas (art. 9 del D. 127/2001 y apartados quinto y sexto del D. 176/2001), y la elaboración de un texto final provisional que, sin expresar el precepto legal que debe ser sometido a la consideración del Gobierno, indica que deberá someterse a informe de la C.O.T.M.A.C. A continuación el Gobierno, se supone que previo un acuerdo de aprobación o asunción de su contenido como programa político territorial, deberá remitirlo al Parlamento para debate, conforme al procedimiento establecido en el Reglamento de la Cámara para los programas del Gobierno21 y teniendo en cuenta en su redacción el contenido de las resoluciones aprobadas por el Parlamento en el debate a que se refiere el párrafo anterior sobre el contenido provisional final de las Directrices de forma que se: “….asegura la congruencia del conjunto del instrumento de ordenación y devolverlo al Parlamento para su tramitación como Proyecto de Ley…”;(art. 16.6), el Gobierno teniendo en cuenta ésta, es decir, no pudiendo modificar éstas, realizar una labor de refundición y como dice el precepto deberá elaborar un Proyecto de Ley, artículo único, que deberá acompañar como Anexo al texto final de las Directrices. 2) Procedimiento de tramitación en sede parlamentaria.Puesto que la administrativa nada difiere de la tradicional prevista para los instrumentos de ordenación territorial desde la Ley 1976, los Planes Directores Territoriales de Ordenación y en el ámbito autonómico canario en la Ley Planes Insulares de 1987, o en la propia regulación de las Directrices, antes de la reforma, esta al elevar el rango normativo a Ley, introduce una novedosa tramitación de los 20 En este, empero se recogen algunas cuestiones que el posterior no prescribe, por lo que ha de interpretarse que se complementan, por ejemplo: el art. 8 “…el Gobierno acordará la aprobación inicial de las mismas a propuestas del departamento redactor de ellas”, “…que dicha aprobación inicial deberá publicarse en el BOC determinando la suspensión del otorgamiento de licencia en aquellas áreas del territorio objeto de ordenación cuyas nuevas determinaciones supongan modificaciones del régimen jurídico vigente”. No se establecía en este Decreto la necesariedad de existencia de un Avance y sí sólo una información pública de un mes, así como consulta a las Administraciones Públicas, estableciendo en el art. 10 los informes preceptivos,. 21 art. 180 del Reglamento del Parlamento de Canarias instrumentos de ordenación territorial en nuestro derecho autonómico. En efecto, conforme el art. 180 del Reglamento del Parlamento de Canarias, los Planes o Programas remitidos por el Gobierno que requieran un pronunciamiento del Parlamento, comenzarán su tramitación en Comisión, -previa calificación de, la Mesa-, con una presentación por el Consejero responsable e intervención de los Grupos Parlamentarios para fijar posiciones, concluido el debate se designa una Ponencia para que lo estudie y redacte un informe, pudiéndose requerir la asistencia técnica de expertos; concluido el informe se debatirá en Comisión, con la posibilidad de que los Grupos puedan presentar a la Mesa, propuestas resolución para su debate ante el Pleno de la Cámara, debiéndose votar las aprobadas en Comisión22 en el Pleno, lo que conlleva reconocer que el texto final provisional de las Directrices que envía el Gobierno, no tiene un contenido tasado o limitado; esto es, el Parlamento no tiene ex lege limitación en las enmiendas a presentar. Para FAJARDO ESPÍNOLA23 si bien las Directrices tienen un contenido tasado y obligatorio para el Gobierno24, sin embargo los diputados por vía de enmienda no tienen límites, pudiendo modificar el texto final provisional remitido por el Gobierno en el ejercicio del derecho de enmienda, con los límites externos constitucionales y estatutarios que impedirían que las Directrices, vulneraran otros principios y garantías constitucionales de tipo competencial. En el apartado 6º del citado art. 16 TRLOTENC, se exige que el Gobierno deberá tener en cuenta “las resoluciones aprobadas por el Parlamento” en el proyecto de Ley de artículo único, que deberá acompañar a las Directrices, limitándose a asegurar en el texto definitivo que remita al Parlamento, la congruencia del conjunto del instrumento de ordenación, lo que parece indicar que debe de ceñirse a una mera labor de refundición y armonización. En consecuencia en la tramitación del proyecto de ley el Parlamento no debe sino que votar en su totalidad el texto, rechazando o aprobandolo. Sin embargo FAJARDO ESPINOLA25 de contrario, opina que en esta segunda ocasión, también pueden los Grupos parlamentarios enmendarlo, pues cuando entra en la Cámara el proyecto de Ley de artículo único, -con las Directrices que se anejan a dicho artículo único- si no se le pudieran enmendar estaríamos ante una Ley, sino un documento que acompaña a la ley. por lo tanto. Por ello debemos preguntarnos, si el Parlamento puede enmendar totalmente las Directrices, en la segunda vez que las 22 art. 179.2 y 3 del RPC. Luis Fajardo Espínola “aprobación por ley de las Directrices de Ordenación de Canarias”, en RDU nº 195, pág. 84 y ss 24 lo que podríamos llamar “límites externos” prefigurados por el art. 15 de la Ley 25 op.cit. pag 90 23 conoce ya como proyecto de ley, ¿qué sentido tienen el trámite parlamentario previo, una administrativización del Parlamento?26. La explicación de este procedimiento de tramitación, para FAJARDO27 es que el legislador ha querido forzar una colaboración del Gobierno y el Parlamento en una fase anterior al proceso legislativo, encontrándonos con un procedimiento de co-decisión primero prelegislativa y posteriormente, legislativa. En contra de la valoración positiva y enriquecedora que encuentra este autor a dicho procedimiento y en suma a la elevación de las Directrices a rango de ley, opinamos que esta medida, al igual que pasó con la Ley 6/2001, no es más que una elevación de rango normativo formal de un instrumento de ordenación territorial, para blindarse respecto a recursos contenciosos-administrativos, al limitarse sustancialmente la legitimidad activa, para poder recurrirlas. 3)Las Directrices como norma con rango de Ley.El procedimiento de tramitación anteriormente expuesto trae causa de la elevación de rango normativo a Ley por la reforma del TRLOTENC operada por la Ley 6/2001, de 23 de julio, a una Ley de artículo único del Parlamento de Canarias, con un procedimiento legislativo específico, del que se ha dado cuenta anteriormente, FAJARDO ESPÍNOLA28 justifica dicho cambio, en los siguientes motivos: 1.- Necesidad justificar una jerarquía sobre el resto de los instrumentos de ordenación, como los Planes Insulares de Ordenación que se aprueban por Decreto del Gobierno y evitar que pudieran ser modificadas las Directrices por otro Decreto aprobatorio de un plan insular, 2.- La configuración del sistema normativo de ordenación del territorio, urbanismo y medio ambiente de la Comunidad Autónoma de Canarias, con base a dos normas: 1) Ley del Territorio como norma prescriptiva, general y de vigencia indefinida; y 2) la Ley de las Directrices como norma complementaria29 y coyuntural que expresa la opción del modelo político-territorial del Gobierno en cada legislatura. 3.- Por contener las Directrices principios generales del rango de los previstos en los primeros cinco artículos de la LOT. No estamos de acuerdo con dicha acerca carácter de las Directrices como: i) norma complementaria del TRLOTENC, producto de la coyuntura económica, ya que conforme a los principios 26 Todas estas cuestiones son el resultado de la mixtura creada, al tratar de involucrar de manera antinatural al poder legislativo en una actuación típica del poder ejecutivo y su administración. 27 op cit pág. 91 28 op cit pág 75 29 en concreto para este autor “las Directrices no constituyen una aplicación de la LOT, no son una ley aplicativa de otra anterior, deben considerarse, más bien, como el complemento circunstancial de la LOT” del derecho público de la economía y la flexibilidad que el sistema de fuentes establece para el mismo, era mas aconsejable mantener las Directrices con categoría formal de Decreto, con una intervención parlamentaria, conforme a lo previsto en su reglamento de plan o programa y así estaría sujeto a lo que es, la opción político-territorial del Gobierno (poder ejecutivo) durante su mandato o legislatura, y en función de la coyuntura económico-turística y de desarrollo territorial sostenible que dicho gobierno haya planteado en la sesión de investidura, manteniendo el rango normativo legal para la cabecera del sistema normativo. No olvidemos que estamos en un subsistema normativo del ordenamiento jurídico nacional donde se insertan las competencias de ordenación del territorio y urbanismo junto con otras de reserva estatal y eurocomunitaria. ii) como ley temporal frente a un TRLOTENC con vocación de permanencia y generalidad; primero desde un punto de vista teórico, las leyes-medida, desde la perspectiva estatutaria y constitucional tienen cabida, pero las mismas tienen una vocación de temporalidad mucho más corta, mucho más contingentes que las Directrices30; y en segundo lugar, en la practica, desde el año 2000, el Parlamento de Canarias, a impulso del Gobierno, ha perdido el respeto al TRLOTENC como cabeza del sistema normativo modificándolo indiscriminadamente y rompiendo su coherencia, principio esencial del funcionamiento de las normas, mediante reiteradas modificaciones casi todos los años por medio del las Leyes de Acompañamientos, la propia Ley de las Directrices y cualquier otra ley sectorial, como la Ley de Vivienda. En efecto, si bien el art. 16 TRLOTENC formaliza la Directrices en una ley de artículo único, ello significa que el articulado de dicha norma debe ser inexistente impidiendo que se añadieran otros preceptos, En la Ley de Directrices aprobada, sin embargo, se han introducido disposiciones adicionales y transitorias, como prescripciones generales y con vocación de permanencia, que constituyen un exceso de lo permitido el TRLOTENC, pero la cuestión no queda solo en eso, sino que por medio de aquellas disposiciones se modifica la propia Ley cabecera del sistema y otras leyes sectoriales como la Ley de Ordenación Turismo (Disposición Adicional Séptima), rompiendo el sistema integral de jerarquía del planeamiento de ordenación territorial y urbanístico previsto en el art. 9 del TRLOTENC,31. Es importante resaltar la Disposición Adicional Cuarta, que no es más que una transposición, en sede legal, de los Decretos 30 Si bien , podemos estar de acuerdo con Fajardo, acerca que no estamos ante una ley-medida, en el caso de la Directrices, al contrario que en el supuesto de la Ley 6/2001, también es cierto, como afirma Parejo, en op. cit. Pag 249, que estamos asistiendo a una variada tipología de leyes coyunturales como : las implícitamente provisionales, la expresamente provisionales, las experimentales temporales, las de prolongación de la temporalidad, y las de medidas o singulares de caso concreto. 31 ya que en su Disposición Adicional Primera diseñan los Planes Territoriales Especiales de Ordenación Turístico Insular como prevalerte jerárquicamente sobre los Planes Insulares (en la Disposición Adicional Segunda modifican la Ley del Territorio y la Tercera la Ley de Turismo anulados el 4/2001 y 126/2001, y de la Ley 6/2001, de medidas; Disposición Adicional que establece una ablación de derechos subjetivos sin un procedimiento administrativo con audiencia a los interesados32 . Respecto al contenido de las Disposiciones Adicionales Quinta y Sexta, sobre la caducidad de autorizaciones previas o licencias urbanísticas, nos remitimos a lo dicho más a tras respecto a las mismas prescripciones de la Ley 6/2001. En la Disposición Adicional Octava, observamos como el propio legislador se enreda en su propia madeja, al haber aprobado una ley de medidas como la Ley 7/2001 y conculcando el principio de igualdad territorial para determinas islas, y ahora tiene que volverla a modificar para adaptarla a la Ley de las Directrices. Con respecto a las Disposiciones Transitorias, no se entiende porqué se consideran convalidadas las licencias otorgadas con anterioridad al 15 de enero de 2001, cuando el Decreto 4/2001 publicado ese mismo día ha sido anulado por los Tribunales, debiera extenderse dicha fecha a la entrada en vigor de la ley 6/2001. 3) Contenido material de las Directrices.En el Decreto 127/2001 se desarrollan las prescripciones legales, estableciendo las regulación del objeto, las determinaciones, el contenido documental y el procedimiento para su elaboración y tramitación, no obstante, varios días después de la publicación de este Decreto, concretamente el día 23 de julio del mismo año, se aprueba la Ley 6/2001, de medidas urgentes en materia de ordenación del territorio y del turismo de Canarias (analizada ya anteriormente) que en su Disposición Adicional Sexta modifica la naturaleza normativa de este instrumento de ordenación territorial. Posteriormente, por Decreto 176/2001, de 6 de septiembre, se acuerda el inicio de la elaboración de dichas Directrices de Ordenación concretando que se elaborarán por el Gobierno dos Directrices, unas Generales y otras específicas para el sector de la actividad económica denominada “Turismo”; conforme a la posibilidad que otorga el art. 15 del TRLOTENC, aunque respetando el ámbito territorial integral de la Comunidad Autónoma, el contenido de las mismas pudiera referirse a unos o varios sectores de la actividad social–económica de la Comunidad Autónoma El contenido de las Directrices viene regulado en el art. 15.2 de la TRLOTENC, descrito en cincos prescripciones que se han desarrollado en el art. 2 del Decreto 127/2001. Comoquiera que se aprecia unas ampliaciones o posibles excesos sobre la regulación legal entre ambos Decretos desarrolladores de las Directrices, sobre 32 Ello ha sido solucionado en la practica por el Gobierno de Canarias que se ha “inventado” un procedimiento de aplicación de dicha Disposición Adicional Cuarta, ya que el informe de la Agencia, al que hace referencia el precepto respecto de aquellos planes que pudieran incurrir en esa Disposición, se comunicó a los Ayuntamientos en octubre de 2003 y se notificó a los promotores. Posteriormente se publicó en el BOC y mas a tarde, a la vista del resultado de la información pública y las alegaciones de los afectados, se ha acordado su remisión al Parlamento por Acuerdo de Gobierno de fecha 24 de julio de 2004 todo con respecto al objeto u objetivos de las mismas y uno anterior a la Ley de Medidas y otro posterior, resulta mas pedagógico mostrar un cuadro comparativo: Art. 15.2 LCOT Art. 2 Decreto 127/01 Las Directrices de Ordenación constituyen el instrumento de planeamiento propio del Gobierno de Canarias que integra la ordenación de los recursos naturales y del territorio. Las Directrices de tendrán por objeto: Ordenación Las directrices tendrán por objeto, sin perjuicio de los objetivos y criterios específicos que se establezcan en el correspondiente acuerdo de iniciación, el siguiente: a) Articular las actuaciones tendentes a garantizar el desarrollo sostenible de Canarias. a) Articular las actuaciones tendentes a garantizar el desarrollo sostenible de Canarias y en tal sentido: - orientar las políticas y actuaciones públicas hacia un modelo de desarrollo sostenible, coordinando los distintos niveles competenciales; - fijar el ritmo de expansión de las actividades económicas en función de las dotaciones en infraestructuras y servicios de cada sistema insular; y - prever las líneas de actuación que permitan la reconversión de las Apartado 2 Decreto 176/01 Las Directrices de Ordenación cuya formulación se acuerda tendrán como finalidad y objetivo global la adopción de las medidas precisas para garantizar el desarrollo sostenible y equilibrado de las diferentes islas del archipiélago, prestando especial atención al desarrollo turístico en el marco de una perspectiva general de la diversificación de la actividad económica. Las Directrices de Ordenación General y del Turismo, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto 127/2001, de 5 de junio, tendrán como objeto: a) Articular las actuaciones tendentes a garantizar el desarrollo sostenible de Canarias, y en tal sentido: - orientar las políticas y actuaciones tendentes a garantizar ese desarrollo sostenible, coordinando los distintos niveles competenciales; fijar el ritmo de expansión de las actividades económicas en función de las dotaciones en infraestructuras y servicios de cada sistema insular, y - prever las líneas de actuación que permitan la reconversión de las actividades económicas que actividades económicas tengan incidencia negativa que tengan incidencia sobre el territorio. negativa sobre el territorio. b) Definir los criterios de carácter básico de ordenación y gestión de uno o varios recursos naturales. b) Definir los criterios de carácter básico de ordenación y gestión de uno o varios recursos naturales, y en particular propiciar la conservación de la biodiversidad y el uso racional de los recursos naturales, compatibilizándolo con un equilibrado desarrollo económico y social, teniendo en cuenta la integridad de los ecosistemas y la capacidad de renovación o sustitución alternativa. b) Definir los criterios de carácter básico de ordenación y gestión de uno o varios recursos naturales y, en particular, propiciar la conservación de la biodiversidad y el uso racional de los recursos naturales, compatibilizándolo con un equilibrado desarrollo económico y social, teniendo en cuenta la integridad de los ecosistemas y la capacidad de renovación o sustitución alternativa. c) Fijar los objetivos y estándares generales de las actuaciones y actividades con relevancia territorial de acuerdo con la legislación sectorial que corresponda. c) Fijar los objetivos y estándares generales de las actuaciones y actividades con relevancia territorial de acuerdo con la legislación sectorial que corresponda. c) Fijar los objetivos y estándares generales de las actuaciones y actividades con relevancia territorial de acuerdo con la legislación sectorial que corresponda. d) Establecer estrategias de acción territorial para la definición del modelo territorial básico de Canarias. d) Establecer estrategias de acción territorial para la definición del modelo territorial básico de Canarias. d)Establecer estrategias de acción territorial para la definición del modelo territorial básico de Canarias. e) Articular las actuaciones sobre la base del equilibrio interterritorial y la complementariedad de los instrumentos que conforman el sistema de ordenación territorial. e) Articular las actuaciones sobre la base del equilibrio interterritorial y la complementariedad de los instrumentos que conforman el sistema de ordenación territorial, y en especial de los Planes Insulares de Ordenación. e) Articular las actuaciones sobre la base del equilibrio interterritorial y la complementariedad de los instrumentos que conforman el sistema de ordenación territorial. f) Armonizar el crecimiento de la oferta alojativa turística con el resto de los sectores económicos y sociales. g) Integrar la actividad turística en su entorno económico, cultural y ambiental. h) Fijar el ritmo de expansión turística en función de la capacidad de carga de cada sistema insular, garantizando un desarrollo equilibrado con los demás sectores económicos y con el medio ambiente. i) Vincular el crecimiento turístico alojativo con la progresiva implantación de las infraestructuras necesarias, así como establecer medidas concretas para corregir las actuales situaciones de déficit de las mismas en las zonas turísticas. j) Avanzar hacia una concepción del turismo como aliado del desarrollo sostenible, mediante el fomento de la innovación tecnológica, el reciclaje, el ahorro energético y de agua, el uso de energías limpias y renovables y la prevención de residuos. k) Definir las estrategias de actuación en el sector turístico que tengan incidencia sobre el territorio, diseñando las líneas de reconversión del modelo actual, en cuyo marco se ordenen los desarrollos insulares y municipales. De la observación comparada mostrada en el cuadro anterior se desprende que El Decreto 127/2001, de 5 de junio, por el que se regulan las Directrices de Ordenación, modifica los objetivos dispuestos por el TRLOTENC, en el apartado relativo a las actuaciones tendentes a garantizar el desarrollo sostenible de Canarias, concretando cuáles deben ser dichas actuaciones, (apartado “a” de ambas normas), y el apartado relativo a la definición de los criterios de carácter básico de ordenación y gestión de uno o varios recursos naturales, concretando algunos de ellos, (apartado “b” de ambas normas) y el Decreto 176/2001, de 6 de septiembre, por el que se acuerda el inicio de la elaboración de las Directrices de Ordenación General y del Turismo de Canarias, toma como modelo el Decreto 127/2001, y realiza una auténtica labor suplementaria con respecto al mismo, ya que no modifica ninguno de sus apartados, pero incluye seis, denominados con las letras “f” a “k”, ambas inclusive, relativos a: “f) Armonizar el crecimiento de la oferta alojativa turística con el resto de los sectores económicos y sociales. g) Integrar la actividad turística en su entorno económico, cultural y ambiental. h) Fijar el ritmo de expansión turística en función de la capacidad de carga de cada sistema insular, garantizando un desarrollo equilibrado con los demás sectores económicos y con el medio ambiente. i) Vincular el crecimiento turístico alojativo con la progresiva implantación de las infraestructuras necesarias, así como establecer medidas concretas para corregir las actuales situaciones de déficit de las mismas en las zonas turísticas. j) Avanzar hacia una concepción del turismo como aliado del desarrollo sostenible, mediante el fomento de la innovación tecnológica, el reciclaje, el ahorro energético y de agua, el uso de energías limpias y renovables y la prevención de residuos. k) Definir las estrategias de actuación en el sector turístico que tengan incidencia sobre el territorio, diseñando las líneas de reconversión del modelo actual, en cuyo marco se ordenen los desarrollos insulares y municipales.” Para FAJARDO ESPÍNOLA33 las Directrices no tienen un contenido tasado o limitado, sino se enmarcan en el espacio de libre configuración del legislador, sin embargo su contenido si es tasado para el Gobierno formulador, que deberá atenerse a los criterios y objeto definidos en el art. 15 TRLOTENC, durante la tramitación parlamentaria por vía de enmienda, los diputados no tienen limites salvo los derivados del bloque de la constitucionalidad para abordar dicho proyecto, pero advierte, criterio que compartimos, que uno de los límites sería la modificación sustancial de la Ley de Ordenación del Territorio en cuanto al reparto de competencias o alteración del 33 op cit pág. 84 a 86 modelo que tal ley establece, así como tampoco podrán contener referencias territoriales singulares para determinados suelos. Conviene puntualizar estos aspectos, el contenido tasado de las Directrices, debe ceñirse a lo previsto en la Ley, aunque la ampliación operada de su objeto y determinaciones por medio de un Decreto como 127/2001, de 5 de junio, anterior a la modificación legal o el Decreto 176/2001, 6 septiembre posterior y desarrollador de la prescripción legal, puede calificarse de un exceso sobre la prescripción legal. En el Decreto 126/2001, ya se acuerda expresamente incoar la elaboración de las Directrices de Ordenación General y las Directrices de Turismo de Canarias, que el ámbito espacial de las mismas estará constituido por todo el territorio de la Comunidad Autónoma de Canarias, se definen los objetivos conforme se han descrito anteriormente, así como los criterios de ordenación (apartado 3º), se ordena que corresponde su formulación al Consejero de Política Territorial y Medio Ambiente, con participación del Consejero de Turismo y Transporte, correspondiendo la tramitación del procedimiento de formulación a aquel, Consejero de Política Territorial y Medio Ambiente. Aquí se refleja una incoherencia, producto del momento político que se vivía en ese momento y la pugna en seno del Gobierno por dirigir el proceso entre dos Consejeros del Gobierno que tenían dos opiniones distintas al respecto, ya que no se entiende como las Directrices de Ordenación del Turismo no las formula el Consejero de Turismo y Transporte, así como tampoco se entiende como el denominado “procedimiento de tramitación” que se entiende que se refiere a todos los trabajos e intervenciones de organismo intra y extra autonómicos en la formulación de las mismas, así como los contratos de asistencia técnicas…etc, que se llevan de consumo entre las dos consejerías o cada consejerías en función de sus competencias por las directrices que formulan. Asimismo, se establece que deberá cumplirse los plazos previstos en la Ley 6/2001, con una participación pública del Avance en treinta días y consulta en las Administraciones Públicas, disponiendo los departamentos formuladores de seis meses, a contar desde el mes de septiembre, concretamente desde el 6 de septiembre, fecha de publicación del presente Decreto, para sometimiento a la aprobación inicial un mes a partir del día siguiente a la publicación de la aprobación inicial, con consulta de las Administraciones Públicas para información pública, un año, a partir del 21 de junio de 2001 para lograr la aprobación provisional y no se autovincula el Gobierno a ningún otro plazo. Se establece que conforme a la legislación sectorial serán oídos, en la formulación de las mismas, los órganos de las Administraciones Públicas de la Comunidad Autónoma de Canarias afectados en sus competencias, la Administración General del Estado y los Cabildos Insulares. Una vez más a los Ayuntamiento Canarios se les delega a un trámite de información pública o audiencia de un mes, como cualquier otro operador jurídico privado, expresión una vez más del desprecio que ha sentido siempre el Gobierno por la Administración Municipal. El procedimiento de tramitación según el apartado 2 del artículo 16 reformado, se le otorga al consejero que lidera la iniciativa, en este caso el Consejero de Política Territorial y Medio Ambiente, y con la autolimitación de los plazos previstos en el anterior Decreto, se establece con carácter general la necesariedad de un avance con trámite de información pública, información ciudadana y con consulta a las Administraciones Públicas afectadas por un plazo de treinta días, conforme al art. 11.2 de la Ley, un trámite de aprobación inicial, un trámite de información pública y consulta de nuevo a las Administraciones Públicas afectadas, y la elaboración de un texto final provisional que si expresar el precepto legal que debe ser sometido a la consideración del Gobierno que indica que deberá someterse a informe de la C.O.T.M.A.C. A continuación el Gobierno deberá remitirlo al Parlamento para debate, conforme al procedimiento establecido en el Reglamento de la Cámara para los programas del Gobierno (ver en el reglamento el artículo) y teniendo en cuenta en su redacción el contenido de las resoluciones aprobadas por el Parlamento en el debate a que se refiere el párrafo anterior sobre el contenido provisional final de las Directrices de forma que se asegura la congruencia del conjunto del instrumento de valoración (art. 16.6), el Gobierno deberá elaborar un Proyecto de Ley, artículo único, que deberá acompañar como Anexo al texto final de las Directrices. En este procedimiento nos encontramos con que el Gobierno, una vez informado por la C.O.T.M.A.C. del texto de las Directrices tanto General como Turística, deberá remitir al Parlamento un texto que deberá ser debatido conforme al procedimiento establecido para los programas; una vez debatido el texto deberá volver al Gobierno, para que éste en función de las enmiendas introducidas por los parlamentarios y aprobadas en el Parlamento deberá, teniendo en cuenta ésta, es decir, no pudiendo modificar éstas, realizar una labor de refundición y como dice el precepto: “….asegura la congruencia del conjunto del instrumento de ordenación y devolverlo al Parlamento para su tramitación como Proyecto de Ley…”; debemos detenernos en este punto, hay que distinguir procedimiento de tramitación en vía administrativa y procedimiento de tramitación legislativa. Procedimiento de tramitación vía administrativa.- El Decreto 126/2001 no derogado, establece en su art. 8 “…el Gobierno acordará la aprobación inicial de las mismas a propuestas del departamento redactor de ellas”, “…que dicha aprobación inicial deberá publicarse en el BOC determinando la suspensión del otorgamiento de licencia en aquellas áreas del territorio objeto de ordenación cuyas nuevas determinaciones supongan modificaciones del régimen jurídico vigente”. No se establecía en el Decreto la necesariedad de existencia de un avance y sí sólo la de una información pública de un mes, así como consulta a las Administraciones Públicas, estableciendo en el art. 10 los informes preceptivos, y debiendo entenderse derogados los art. 11,12 y 13 de dicho Decreto por la modificación legal. Procedimiento de tramitación legislativa o parlamentaria.Puesto que la Administrativa nada difiere de la tradicional prevista para los instrumentos de ordenación territorial ya desde la Ley 1976, para los Planes Territoriales de Ordenación y en el ámbito autonómico canario, en la Ley Planes Insulares para los mismos, o en la propia regulación precedente de las Directrices, la introducción por la reforma operada al elevar su rango normativo a ley, cuestión que se tocará más adelante por su especialidad, y la especial o específica tramitación parlamentaria que exigen los puntos 6 y 7 del precepto, nos hacen dudar de la bondad de la medida. En efecto, al art. 180 del Reglamento del Parlamento de Canarias, los Planes o Programas remitidos del Gobierno que requieran un pronunciamiento del Parlamento, tendrán una tramitación previa calificación del Mesa en Comisión, mediante la Comisión designando una Ponencia para que lo estudie, redactará un informe de dicho Plan del Gobierno abriéndose después del debate en Comisión, la posibilidad de que los Grupos de Gobierno puedan presentar sobre la Mesa propuestas resolución para su debate ante el Pleno, debiéndose conforme a lo previsto en los apartados 2 y 3 del anterior art. 179, debiéndose previa a su defensa, votar las propuestas de resolución presentadas por los Grupos; ello implica, como se pregunta FAJARDO ESPÍNOLA (op cit pág. 84 y ss) si las Directrices no tienen un contenido tasado o limitado, esto es, si tiene el Parlamento limitación en las enmiendas a presentar en el texto final provisional de las mismas que remita el Gobierno o no, se pronuncia este autor en sentido negativo, para él si bien las Directrices tienen un contenido tasado y obligatorio para el Gobierno, lo que podríamos llamar límites externos, sin embargo los diputados por vía de enmiendas no tienen límites, pudiendo modificar el texto final provisional remitido por el Gobierno en el ejercicio del derecho de enmienda, con los límites externos constitucionales y estatutarios que impedirían que las Directrices entraran, vulneraran otros principios y garantías constitucionales de tipo competencial. En el apartado 6º del precepto, exige que el Gobierno deberá tener en cuenta en su redacción las resoluciones aprobadas por el Parlamento, limitándose a asegurar en el texto definitivo que remita al Parlamento, a asegurar la congruencia del conjunto del instrumento de ordenación. En este caso, debiendo posteriormente en el proyecto de ley de artículo único que deberá acompañar a las Directrices no pudiendo en su caso el Parlamento que votar en su totalidad el texto, sólo rechazando o aprobando el mismo. Sin embargo para …………?......opina lo contrario, cuando entra en la Cámara el proyecto de ley de artículo único las Directrices que se anejan a dicho artículo único, para éste si no se pueden enmendar no sería ley sino documento que acompaña a la ley, por lo tanto, en esta segunda ocasión, también pueden los Grupos parlamentarios enmendarla. Nos preguntamos con este autor, si el Parlamento puede enmendar totalmente las Directrices, en la segunda vez que las conoces ya como proyecto de ley, ¿qué sentido tienen el trámite parlamentario previo?; se felicita la explicación positiva de este autor ya que el legislador a querido forzar una colaboración del Gobierno y el Parlamento en una fase anterior al proceso legislativo (op cit pág. 91), encontrándonos en un procedimiento como hemos dicho que califica este autor de co-decisión primero pre-legislativa y posteriormente, legislativa. En contra de la valoración positiva y enriquecedora que encuentra este autor a dicho procedimiento y a la elevación de las Directrices a rango de ley entendemos que esta mesura no es más que una elevación de rango normativo formal de un instrumento de ordenación territorial que por su coyunturalidad, las propias Directrices establecen que han de modificarse, aunque su vigencia es indefinida, cada tres años determinados aspectos. Se pretendió por parte del Gobierno, su blindase respecto a recursos contenciosos-administrativos al limitarse sustancialmente la legitimidad, para poder recurrirlas en este caso solo ante el Tribunal Constitucional. A nuestro juicio, las Directrices como plan o programa económico territorial, con todas las cautelas que se quieran, debió haberse mantenido en naturaleza jurídica reglamentaria, ya que por el contrario este procedimiento intenta vincular al Parlamento, al órgano legislativo, a la acción de gobierno, del poder ejecutivo, corresponsabilizando en la elaboración de un documento técnico para lo que el Parlamento no está preparado, se podía haber previsto que en texto final de las Directrices fuera aprobado como un programa del Gobierno, sin categoría normativa alguna, vertiéndolo luego en una norma reglamentaria, lo que llevaría que la vinculación política del Gobierno respecto del programa o plan llevado al Parlamento, el impediría políticamente su modificación de manera unilateral o en todo caso obligaría al Gobierno al consenso con todos los partidos políticos con representación parlamentaria en toda la materia. Por lo tanto para nosotros, el procedimiento regulado para la aprobación de las Directrices no nos parece adecuada, pretendiendo ampliar las razones en el próximo apartado donde se tratará de la categoría normativa. LAS DIRECTRICES DE ORDENACIÓN COMO NORMA CON RANGO DE LEY.- La reforma de la Ley del Territorio operada por la Ley 6/2001, de 23 de julio, que eleva el rango normativo de las Directrices a una ley de artículo único del Parlamento de Canarias, con un procedimiento legislativo específico, del que se ha dado cuenta anteriormente, ha sido saludada positivamente por la doctrina que hasta ahora se ha ocupado del tema (FAJARDO ESPÍNOLA) justificando dicho cambio, en los siguientes motivos: 1.- Necesidad justificar una jerarquía sobre el resto de los instrumentos de ordenación, como los Planes Insulares de Ordenación (FAJARDO ESPÍNOLA op cit pág 75) 2.- La configuración del sistema normativo de ordenación del territorio, urbanismo y medio ambiente de la Comunidad Autónoma de Canarias, con base a dos normas: 1) Ley del Territorio como norma prescriptita, general y de vigencia indefinida; y 2) la Ley de las Directrices como norma complementaria y coyuntural que expresa la opción del modelo político-territorial del Gobierno en cada legislatura. LA LEY DE LAS DIRECTRICES: Ley 19/2003, de 14 de abril, por la que se aprueban las Directrices de Ordenación General y las Directrices de Turismo de Canarias Por fin se produce en el año 2003 la culminación del proceso denominado “moratoria turístico-urbanística” por medio de la culminación con la aprobación de las denominad Directrices de la Ordenación, con norma con rango de ley. En efecto, en el sistema integral y completo de instrumentos de planeamiento de ordenación territorial y urbanístico previsto en la LOT, art. 15 y 16 vienen a llenar el vacío que la Ley Planes Insulares dejó en un instrumento de estas características de ámbito regional (citar la publicación de planes insulares de ADV). El legislador del año 1999 prevee, al igual que casi todas las normas urbanísticas autonómicas un instrumento de ordenación territorial que abarque la totalidad del territorio comunitario, de naturaleza más económico planificadora que de prescripción y delimitación del contenido del derecho de propiedad, como pueden ser otro tipo de planeamiento urbanístico, ejemplo de ello es que las Directrices normalmente no llevan representación gráfica del territorio, ni asigna usos al mismo. Por Decreto 127/2001 se desarrollan las prescripciones legales, estableciendo las regulación del objeto, las determinaciones, el contenido documental y el procedimiento para su elaboración y tramitación, no obstante, varios días después de la publicación de este Decreto, concretamente el día 23 de julio del mismo año, se aprueba la Ley 6/2001, de medidas urgentes en materia de ordenación del territorio y del turismo de Canarias (analizada ya anteriormente) mediante la que en su Disposición Adicional Sexta se modifica la naturaleza normativa de este instrumento de ordenación territorial, pasando a considerarla normas con rango de ley, con un procedimiento de tramitación bifásico y peculiar, administrativo y parlamentario , denominado por algún autor, como FAJARDO ESPÍNOLA (“La aprobación por Ley de las Directrices de Ordenación de Canarias”, Revista de Derecho Urbanístico, de codecisión legislativa). Posteriormente, por Decreto 176/2001, de 6 de septiembre, se acuerda el inicio de la elaboración de dichas Directrices de Ordenación concretando que se elaborará por el Gobierno dos Directrices; conforme a la posibilidad que otorga el art. 15 de la ley, de que aunque respetando el ámbito territorial integral de la Comunidad Autónoma, el contenido de las mismas podrá referirse a todos los ámbitos de la actividad social –económica de la Comunidad Autónoma o a unos o varios sectores, en base a lo cual, se acuerda elaborar unas Directrices de Ordenación General del archipiélago, y unas Directrices del Ordenación del Turismo como sector económico con incidencia territorial de mayor importancia en el PIB. En el análisis de la Ley de las Directrices y de su contenido, tanto de las Generales como de las de Ordenación Turística, se debe abordar cual es el procedimiento y contenido de elaboración y aprobación, su discutido cambio de naturaleza jurídica de norma reglamentaria a ley y la introducción en el texto final de una serie de disposiciones prospectivas materiales generales (disposiciones adicionales y transitorias) y sus consecuencias. A)-CONTENIDO El contenido de las Directrices viene regulado en el art. 15.2 de la LOT, descrito en cincos prescripciones que se han desarrollado en el art. 2 del Decreto 127/2001, (PONER CUADRO DE ESTOS DOS PRECEPTOS PARA COMPROBAR QUE EL DECRETO AMPLIA EL OBJETO DE LA LEY. Art. 4 del Decreto 127, en una columna derecha, y a la izda. Las letras del art. 15.2. otra columna Decreto 127/2001, amplia el objeto y añade en 3 los criterios de elaboración que no estaba en la ley) Art. 15.2 LOT a) Articular las actuaciones tendentes a garantizar el desarrollo sostenible de Canarias. Decreto Objeto 127/2001 Decreto 127/2001 Criterios no previstos en la LOT a) Articular las actuaciones tendentes a garantizar el desarrollo sostenible de Canarias y en tal sentido: Dentro a) del apartado - orientar las políticas y actuaciones públicas hacia un modelo de desarrollo sostenible, b) Definir los criterios de carácter básico de ordenación y gestión de uno o varios recursos naturales. b) Definir los criterios de carácter básico de ordenación y gestión de uno o varios recursos naturales, y en particular propiciar la conservación de la biodiversidad y el uso racional de los recursos naturales, compatibilizándolo con un equilibrado desarrollo económico y social, teniendo en cuenta la integridad de los ecosistemas y la capacidad de renovación o sustitución alternativa. c) Fijar los objetivos y estándares generales de las actuaciones y actividades con relevancia territorial de acuerdo con la legislación sectorial que corresponda. c) Fijar los objetivos y estándares generales de las actuaciones y d) Establecer actividades con estrategias de acción relevancia territorial territorial para la de acuerdo con la definición del modelo legislación sectorial territorial básico de que corresponda. Canarias. d) Establecer estrategias de acción e) Articular las para la actuaciones sobre la territorial base del equilibrio definición del modelo interterritorial y la territorial básico de Canarias. complementariedad de los instrumentos que conforman el sistema de ordenación territorial e) Articular las actuaciones sobre la base del equilibrio interterritorial y la complementariedad de los instrumentos que conforman el sistema de ordenación territorial, y en especial de los Planes Insulares de coordinando los distintos niveles competenciales; fijar el ritmo de expansión de las actividades económicas en función de las dotaciones en infraestructuras y servicios de cada sistema insular; y - prever las líneas de actuación que permitan la reconversión de las actividades económicas que tengan incidencia negativa sobre el territorio. Ordenación. Respecto al contenido, para FAJARDO ESPÍNOLA (op cit pág. 84 a 86) las Directrices no tienen un contenido tasado o limitado, sino se enmarca en el espacio de libre configuración no del legislador pero si del elaborador, el Gobierno; utiliza este autor una comparación con la legislación presupuestaria, por la relación que en la Ley de los Presupuestos se da entre Parlamento y Gobierno, sin embargo, esta comparación no resulta afortunada puesto que nada tiene que ver la tramitación parlamentaria de una ley de presupuesto con la tramitación parlamentaria de un instrumento de planificación económico- territorial con naturaleza de ley, nos vale la comparación en otros momentos del trabajo, por ejemplo con el Plan Hidrológico Nacional. Para este autor el Parlamento no tiene un límite material, si reconoce, para el gobierno elaborador o formulador, un contenido obligatorio que se concreta en los preceptos legales y en el Decreto 127/2001 citado, entendiéndose por el mismo que durante la tramitación parlamentaria por vía de enmienda los diputados no tienen limites salvo los derivados del bloque de la constitucionalidad para abordar dicho proyecto, pero advierte, criterio que compartimos, que uno de los límites sería la modificación sustancial de la Ley de Ordenación del Territorio en cuanto al reparto de competencia o alteración del modelo que tal ley establece, así como tampoco podrán contener referencias territoriales singulares para determinados suelo/s. Conviene puntualizar estos aspectos, el contenido tasado de las Directrices, máxime su elevación de rango normativo, debe ceñirse a lo previsto en el ley, la ampliación de su objeto y determinaciones por medio de un Decreto como 127/2001, de 5 de junio, anterior a la modificación legal o el Decreto 176/2001, 6 septiembre posterior y en teoría desarrollador de la prescripción legal, es un exceso sobre el ámbito que el legislador a permitido al ejecutivo. En concreto, aspectos de la parte normativo-prescriptiva abstracta de la ley como por ejemplo la alteración del sistema de jerarquía normativa del planeamiento de ordenación territorial que establece la Disposición Adicional Primera al prevaler las determinaciones de los Planes Territoriales Especiales de Ordenación Turístico Insular frente a la de los Planes Insulares aprobados, modificaciones realizadas en la Disposición Adicional Segunda del Texto Refundido de la Ley de Ordenación del Territorio y del Turismo de Canarias, las propias prescripciones lesionadas de derecho subjetivos con la propia Disposición Adicional Cuarta, Quinta y Sexta, exceden con mucho de la tasación de contenido que establece la ley; no obstante la propia constitucionalidad de la existencia de estas disposiciones se verá más adelante. B).-PROCEDIMIENTO TRAMITACIÓN. DE APROBACIÓN, ELABORACIÓN Y El art. 16.2 de la LOT establecía en la primitiva redacción de la ley 9/1999, y primaria redacción del Texto Refundido 1/2000, se regula el procedimiento de aprobación y formulación de la Ley de las Directrices, en ese precepto se indica que la aprobación definitiva de esa Ley corresponderá al Consejo de Gobierno, previo informe COTMAC. No se detalla ninguno de los trámites del procedimiento, puesto que la Ley parecía remitir al reglamento de desarrollo en materia de tramitación de planeamiento de ordenación territorial y urbanístico la pormenorizaron de los trámites de aprobación de dichos instrumentos como señala el art. 42.2 y 3 para los Planes Urbanístico. En la reforma operada por la ley 6/2001, 2 de julio, de medidas urgentes en materia de ordenación del territorio y del turismo de Canarias, se le modifica el punto 2, y se añade un apartado 3º, 4º, 5º, 6º y 7º que determinan su actual regulación. Se modifica la Disposición Adicional Sexta de la Ley 6/2001. Con esta modificación por un lado se desarrolla un procedimiento de formulación de las mismas complementado con el Decreto 127/2001 sorprendentemente anterior a la ley y que a su vez era desarrollo de los ya anulado Decreto 4/2201, 15 enero y 126/2001, 28 de mayo, más tarde por el Decreto 176/2001, 6 septiembre. Se establecen dos procedimientos: el de formulación y tramitación. En cuanto al procedimiento de formulación el Decreto 127/2001 desarrolla el objeto de las Directrices, hacer cuadro, art. 4, establece determinaciones con el punto 4 del art. 15 de la ley, para ver si el decreto amplia las determinaciones. Art. 7 Decreto 127/2001, se elaborarán por acuerdo Consejo de Gobierno que deberá concretar el órgano que corresponda formularla al órgano que corresponda tramitarla los objetivo, criterios par a su elaboración y los plazos para su tramitación, esto será por medio de Acuerdo del Consejo de Gobierno, es decir, Decreto. El Decreto 127/2001, ya post legem, se acuerda expresamente…….. La modificación operada por la Ley 6/2001 mediante el cual se modifica el art. 16 de la LOT y se elevó a rango normativo el instrumento de ordenación territorial denominado Directrices no ha sido prevista en las Disposiciones de motivo de los textos, teniéndose que recurrir a la doctrina, para FAJARDO ESPÍNOLA ( op cit pág. 75 y ss) los fundamentos de tal elevación de rango normativo pueden sintetizarse en: a) Garantizar su jerarquía sobre el resto de los instrumentos de ordenación y en especial de los Planes Insulares de Ordenación que se aprueban por Decreto del Gobierno, y b) c) evitar que pudieran ser modificadas las Directrices por otro decreto aprobatorio de un plan insular, Por contener las Directrices principios generales del rango de los previstos en los primeros cinco art. de la LOT, El pretendido carácter de dichas Directrices como complemento normativo temporal y contingente, producto de la coyuntura económica de la LOT, en concreto para este autor “las Directrices no constituyen una aplicación de la LOT, no son una ley aplicativa de otra anterior, deben considerarse, más bien, como el complemento circunstancial de la LOT”. No nos mostramos de acuerdo con tal opinión doctrinal, ya que conforme a los principios del derecho público de la economía y la flexibilidad que el sistema de fuentes establece para el mismo, muy pudiera haberse aprobado y tramitado las Directrices con categoría formal de decreto, y si se quiere con una intervención de conocimiento parlamentario, conforme a lo previsto en su reglamento de plan o programa, y así estaría sujeto a lo que es, la opción político-territorial del Gobierno (poder ejecutivo) durante su mandato o legislatura, y en función de la coyuntura económico-turístico y de desarrollo territorial sostenible que dicho gobierno haya planteado en la sesión de investidura, manteniendo el rango normativo legal para la cabecera normativo, la Ley del Territorio, no olvidemos que estamos en un subsistema normativo del ordenamiento jurídico nacional español de la nación española, donde se inserta las competencias de ordenación del territorio y urbanismo en otras de tentación estatal e incluso comunitaria. Tampoco compartimos la posición de la construcción de la ley de las Directrices como ley complementaria y circunstanciada temporal a una ley del territorio con vocación de permanencia y generalidad; primero desde un punto de vista teórico, las leyes medidas, desde un punto de vista estatutario y constitucional caben las leyes medidas, pero las mismas tienen una vocación de temporalidad mucho más corta, mucho más contingentes que las Directrices, en segundo lugar, el Parlamento de Canarias, a impulso del Gobierno, a perdido el respeto a la LOT modificándola y rompiendo su coherencia, principio esencial del funcionamiento de las normas, mediante reiteradas modificaciones casi todos los años por medio del la Ley de Acompañamiento, la Ley de las Directrices y cualquier otra ley pectoral, como la Ley de Viviendas; por lo tanto no nos cabe que presuponer que dista los antecedentes conflictivos de escaso rigor y percepción jurídica prepuesto por el Gobierno, y visto su resultado en sede jurisdiccional la elevación de rango normativo de las Directrices obedeciera únicamente a la necesidad de brindar frente al recurso contenciosoadministrativo no sólo su texto sino el exceso constitucional y estatutario de añadirle una serie de disposiciones adicionales y transitorias que estaban proscrita de este tipo de norma e incluso por la regulación modificada del art. 16. En efecto, si bien el art. 16 plantea la existencia de un texto de directrices de ordenación del territorio, contenido material, enmarcada en la formalidad de una ley de artículo único ello impediría que en dicha norma se añadiera preceptos, ya había disposiciones adicionales y transitoria, que incide como prescripciones generales y con vocación de permanencia, pues son un exceso de lo permitido por el legislador de la norma de cabecera del sistema normativo ( LOT) pero es que además, dichas disposiciones adicionales modifican la propia ley cabecera y otras leyes sectoriales como la Ley de Turismo, y no sólo eso, sino que además han roto el sistema de integral jerarquía del planeamiento de ordenación territorial y urbanístico previsto en el art. de la LOT, ya que en su Disposición Adicional Primera diseñan los Planes Territoriales Especiales de Ordenación Turístico Insular como prevalerte jerárquicamente sobre los Planes Insulares (en la Disposición Adicional Segunda modifican la Ley del Territorio y la Tercera la Ley de Turismo). Es importante la Disposición Adicional Cuarta, que no es más que una transposición en sede legal de los Decretos anulados el 4/2001 y 126/2001, y de la Ley 6/2001, de medidas; Disposición Adicional que establece una ablación de derechos subjetivos sin un procedimiento administrativo con audiencia a los interesados como exige la jurisprudencia del Tribunal Supremo, extremo que se ha demostrado cuando en la práctica el Gobierno de Canarias se ha “inventado” un procedimiento de aplicación de dicha Disposición Adicional Cuarta, ya que en el informe de la Agencia, de planes que pudieran incurrir en las determinaciones de esa Disposición, se publicó en el BOC de fecha noviembre, se comunicó a los Ayuntamientos en octubre, luego después de su publicación se notifica a los interesados, luego se ha elevado a definitivo la propuesta de desclasificación por Acuerdo de Gobierno de fecha 24 de julio y se ha remitido al Parlamento. La Disposiciones Adicionales Quinta y Sexta, sobre la caducidad de autorizaciones previas o licencias urbanísticas, nos remitimos a lo dicho más a tras respecto a las mismas prescripciones de la Ley 6/2001. La Disposición Adicional Séptima, lo dicho con respecto a la modificación de Ley de Turismo y la Ley de Ordenación del Territorio. Disposición Adicional Octava, observamos como el propio legislador se enreda en su propia madeja, al haber aprobado una ley de medidas como la Ley 6/2001, especifica y conculcando el principio de igualdad territorial para determinas islas, y ahora tiene que volverla a modificar para adaptarla a la Ley de las Directrices. Disposiciones Transitorias perfectamente, 1º, 2º, 3º y 4º, pudieran ser modificaciones a la LOT, y la 5º, 6º, y 7º, deben ser analizadas aparte, no se entiende porqué se consideran salvadas las licencias otorgadas con anterioridad al 15 de enero de 2001, cuando el Decreto publicado ese mismo día y anulado por los Tribunales, cuando debiera extenderse dicha fecha a la entrada de la ley 6/2001. Respecto a la Disposición Transitoria 6 y 7 son las únicas que cabrían introducir en las Directrices, pero no como disposiciones transitorias, sino como Directrices mismas, como norma directriz del gobierno