FRANCISCO BRÄNDLE BIBLIA EN SAN JUAN DE LA CRUZ SEGUNDA EDICIÓN EDITORIAL DE ESPIRITUALIDAD Triana, 9 - 28016 MADRID www.editorialdeespiritualidad.com [email protected] Diseño de cubierta: Ricardo Plaza BIBLIA EN SAN JUAN DE LA CRUZ © by Editorial de Espiritualidad Madrid, 2007 ISBN: 978-84-7068-332-9 Depósito legal: M. 51.276-2007 Impreso en España – Printed in Spain Fotocomposición e impresión: Closas-Orcoyen, S. L. Polígono Igarsa. Paracuellos de Jarama (Madrid) Contenido Págs. PRESENTACIÓN ................................................................................ 9 Primera parte: LA BIBLIA FUNDAMENTA LA EXPERIENCIA MÍSTICA DE SAN JUAN DE LA CRUZ ............................................................................. 11 1. REVELACIÓN Y EXPERIENCIA MÍSTICA CRISTIANA ................ 2. ESPÍRITU SANTO Y ESCRITURA ........................................... 3. SAN JUAN DE LA CRUZ, LA SAGRADA ESCRITURA, LA REVELACIÓN DE DIOS Y EL LENGUAJE DEL ESPÍRITU .......... 4. LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN EN LOS ESCRITOS DE SAN JUAN DE LA CRUA .............................................................. 5. EXILIO Y «SUBIDA» EXPERIENCIAS PARALELAS.................... 6. LA PURIFICACIÓN EN ISRAEL Y EN LA «NOCHE» SANJUANISTA .................................................................................. 7. EN LAS FUENTES DEL AMOR: CANTAR DE LOS CANTARESCÁNTICO ESPIRITUAL .......................................................... 8. UNIÓN Y TRANSFORMACIÓN. EVANGELIO DE JUAN-«LLAMA DE AMOR VIVA»........................................................................ Segunda parte: LOS TEXTOS BÍBLICOS 37 47 57 67 83 95 CRUZ ...... 107 PRELIMINARES ................................................................................ 109 9. 10. 11. 12. 13. CITADOS POR SAN JUAN 13 25 DE LA CRISTO: PALABRA Y REVELACIÓN ..................................... LAS CITAS DEL ANTIGUO TESTMENTO ............................... LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS ............................................ EL EVANGELIO DE SAN JUAN ............................................ LOS ESCRITOS DE SAN PABLO ........................................... 111 121 157 163 185 BIBLIOGRAFÍA SELECTA ................................................................... ÍNDICE GENERAL ............................................................................. 195 201 SIGLAS de las OBRAS DE SAN JUAN DE LA CRUZ C Cántico espiritual. CA Cántico espiritual. Primera redacción. CB Cántico espiritual. Segunda redacción. Cuando se cita solamente con la C debe entenderse que se trata de la segunda redacción. Caut Cautelas. D Dichos de luz y amor. Ep Epistolario. L Llama de amor viva. LA Llama de amor viva. Primera redacción. LB Llama de amor viva. Segunda redacción. Cuando se cita solamente con la L debe entenderse que se trata de la segunda redacción. N Noche Oscura. IN 3,5 El primer número indica el libro; el siguiente, el capítulo, y el tercero, el párrafo. P Poesía. S Subida del Monte Carmelo. 1S 3,5 El mismo sistema que en Noche Oscura. PRESENTACIÓN Al preparar la primera edición de esta obra dimos razón de aquel primer intento de acercarnos a la utilización de la Biblia en la obra de San Juan de la Cruz con estas palabras, que aún creemos acertadas: «Nos adentramos en un campo poco roturado. Apenas hay estudios sobre la doctrina de San Juan de la Cruz y la Biblia. El libro de Juan Vilnet La Biblia en la obra de San Juan de la Cruz, que supuso un esfuerzo notable en orden al estudio del tema que abordamos, necesita ser complementado desde la moderna ciencia bíblica tras el Vaticano II. Por eso afirmamos: el trabajo acerca de lo que sería la fundamentación bíblica de la doctrina sanjuanista, teniendo en cuenta la doctrina sobre la divina revelación del Vaticano II, está por hacer. Hay, sí, algunos estudios parciales, pero todavía muy escasos. En este nuestro intento por ir abriendo el camino lo primero será destacar, según el Vaticano II, el lugar de la Biblia como principio básico de una experiencia cristiana. Y dado que la experiencia de San Juan de la Cruz, la experiencia mística y la doctrina en torno a ella es una experiencia cristiana, tratar de ver cómo se funda esa experiencia sanjuanista en la Biblia. Que el Santo ha utilizado la Sagrada Escritura es algo indudable, de ello dan prueba la multitud de citas esparcidas a lo largo y ancho de sus escritos. Pero nosotros no vamos a detenernos tanto en el estudio de estas citas cuanto en descubrir y presentar en un trabajo sintético cómo sus cuatro grandes obras traducen una experiencia recogida en la Biblia. Presentamos en primer lugar, de modo muy sintético, lo que de la doctrina del Vaticano II nos parece puede ser el punto de referencia para lo que después queremos ofrecer. 10 PRESENTACIÓN Insistimos, se trata ante todo de poner en paralelo la experiencia de Dios que el Santo presenta y la experiencia bíblica a la que podemos remitirnos, entendiendo esta experiencia a la luz de lo que el Vaticano II ha expresado en la Constitución Dei Verbum. Sigue también vivo nuestro agradecimiento a aquellos alumnos de entonces y a los de ahora del Centro Internacional Teresiano-sanjuanista de Ávila, que con su interés nos han estimulado a seguir trabajando en este campo. Queda también mi gratitud a José María Escapa ocd, que tomó cuidadosamente los primeros apuntes origen de esta obra. Con el correr de los años, han aparecido algunos trabajos sumamente interesantes, anotamos sobre todo casi al tiempo de aparecer nuestra primera edición la obra de M. A. DIEZ, Pablo en Juan de la Cruz, pero seguimos pensando que el tema no se ha agotado, y con el intento de seguir abriendo caminos para estudios más amplios y detallados, ofrecemos en esta nueva edición una segunda parte en la que presentamos de forma general las citas que aparecen en la obra del Santo, junto con esa clave hermenéutica fundamental que señalamos: la realización del plan de Dios en Cristo. Hemos incluido en los capítulos previos uno dedicado a la consideración del Espíritu Santo en las Escrituras, elemento clave en la comprensión sanjuanista de las mismas. Las citas del Santo las hemos dejado en nota, para que el texto pueda correr más fácilmente a la hora de ser leído, y para hacer algunas anotaciones pertinentes, que son meros comentarios colaterales a lo que vamos exponiendo. PRIMERA PARTE La Biblia fundamenta la experiencia mística de San Juan de la Cruz 1 Revelación y experiencia mística cristiana El Vaticano II ha hablado ampliamente de la revelación en uno de sus grandes documentos: Dei Verbum. Para el Concilio está claro que la revelación es la manifestación del ser de Dios, que conlleva no sólo una noticia intelectiva, sino, sobre todo, un conocimiento en orden a la salvación de la persona: «Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, tienen acceso al Padre en el Espíritu y se hacen consortes de la naturaleza divina» 1. El Vaticano II ha dejado claro que la revelación sólo puede ser asimilada en un proceso que culminaría en la comunión con Dios, que es lo que significaría el acceso al misterio trinitario para hacernos consortes de la naturaleza divina. Esta se daría dentro del marco de la historia de la humanidad que se va transformando en historia de salvación 2. Ello hasta llegar a su plena manifestación en Cristo 3. 1 Cfr. DV n.2. «Este plan de la revelación se realiza con palabras y gestos intrínsicamente conexos entre sí, de forma que las obras, realizadas por Dios en la historia de la salvación, manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas (DV n.2). 3 La verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación de Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda revelación (DV n.2). 2 14 FRANCISCO BRÄNDLE Los místicos, y en nuestro caso San Juan de la Cruz, enseñan, hablan o escriben poniendo de relieve esta llamada a la comunión con Dios. Las enseñanzas de San Juan de la Cruz tienen como finalidad llevar al alma a la perfecta unión con Dios 4. Dos cuestiones se plantean en lo que arriba afirmamos. ¿Se ha ahondado al testimoniar la revelación cristiana en lo que significa la participación en la naturaleza divina? ¿No estaríamos ante lo que los místicos han llamado la comunión con Dios? A su vez, ¿la unión con Dios que presentan los escritos de nuestros místicos ha tenido presente la historia de salvación? ¿No estaríamos en su experiencia ante una concepción de la naturaleza humana desprovista de su contenido universal, tal y como debe entenderse desde el misterio de Cristo? Revelación y experiencia de comunión con Dios Está claro en la propuesta conciliar acerca de la naturaleza de la revelación que se da en la llamada a la participación de la naturaleza divina: la revelación de Dios conlleva la experiencia. No ha sido fácil admitir en los tratados teológicos sobre la revelación esta nota clara de comunión y vida, se ha puesto el acento en la transmisión de unos contenidos conceptuales, concretados en fórmulas de fe, hechos en una catequesis que no propiciaba la invitación a la experiencia. El peligro de una concepción inmanentista de la revelación, reducida a puro sentimiento religioso 5, ahogó la llamada a una asimilación de la revelación en la experiencia de comunión ofrecida a todos. Sin embargo, la llamada a la divinización del hombre, la participa4 Las concordancias de las obras de san Juan de la Cruz recogen 475 recurrencias de la voz «unión», y fundamentalmente todas hacen referencia a la unión con Dios. Cfr. ASTIGARRAGA, J. L.; BORREL, A., y MARTÍN DE LUCAS, F. J., (eds.), Concordancias de los escritos de San Juan de la Cruz, Roma, 1990, voz: unión. 5 Recordemos la propuesta de Schleiermacher frente a la visión kantiana, y el modernismo dentro del campo católico a la hora de poner en la experiencia y el sentimiento religioso el fundamento de la revelación. Por fortuna hoy disponemos ya de perspectiva histórica suficiente para intentar un equilibrio, y descubrir el puesto de la experiencia y el de la tradición viva como elementos de una verdadera respuesta a la auténtica revelación de Dios. 1. REVELACIÓN Y EXPERIENCIA MÍSTICA 15 ción en la naturaleza divina, el alcanzar la comunión con Dios es fundamental para comprender la revelación de Dios dentro de la iglesia católica. La gratuidad con la que Dios nos llama a participar en su propia vida brota del misterio mismo de nuestra incorporación a Cristo. San Pablo y San Juan son claros en sus escritos 6. Así lo entendieron los Padres orientales que siempre hablaron de la divinización del hombre. San Juan de la Cruz es un testigo veraz y hablará con autoridad del sentimiento de la transformación del alma en Dios. Su canto a la «noche», vida, historia, en la que Dios se revela por la comunión y junta con el hombre, termina con el verso: amada en el Amado transformada 7. Tenemos, no obstante, que afirmar que la llamada a la comunión, que se hace en el corazón de la vida misma, entiende ésta en su realidad histórica. Este es, sin duda, el gran obstáculo que han encontrado en nuestros días los teólogos que habiendo descubierto el sentido de la historia en la revelación cristiana no logran descubrir en los místicos este sentido histórico. Tendremos, pues, que insistir en este sentido histórico de la revelación, afirmar que así se ha transmitido en la Sagrada Escritura, y en ella ha fundado Juan de la Cruz su experiencia y su doctrina. Revelación de Dios e historia de salvación ¿Cómo se da Dios a conocer? ¿Cómo tiene lugar este proceso por el que Dios se revela a sí mismo para que los hombres tengan acceso al Padre por medio de Cristo en el Espíritu y se hagan consortes de la divina naturaleza? El concilio Vaticano II puso también de manifiesto, de forma clara, que esta revelación de Dios no es una revelación ni en la naturaleza, ni en la razón, de forma inmediata. La revelación 6 Cfr Rom 6,5; Col 3,2; Ef 2,4-6; Gal 2-19-20. Jn 17,21. Además de la referida canción de la «noche»: ¡Oh noche que juntaste / Amado con amada, / amada en el Amado transformada!, en toda su obra se viene haciendo alusión a este estado de unión, bien al describirlo, como puede ser en Subida-Noche, 2S 5,2; 2N 4,2: o evocarlo en el dinamismo de su realización, cfr CB 12, 7-9; CB 23-24; 36-40; o en las declaraciones de las canciones de Llama. 7 16 FRANCISCO BRÄNDLE como llamada a la comunión se hace desde categorías de amor y presencia amorosa, que se hacen patentes en hechos interpretados bajo esa palabra amorosa, y palabras de amor justificadas por hechos 8. Los hechos de los que da testimonio la historia de salvación no son acontecimientos al margen de la historia, es decir, hechos que constituyeran una historia paralela, solo vivida por los hombres escogidos por Dios, en su intimidad y fuera del devenir de los hechos cotidianos. Fuera de esto, son hechos de la historia en la que los hombres viven inmersos, pero que los descubren en el contexto de esa palabra amorosa de Dios que les ayuda a vivirlos en clave de cercanía y comunión con Dios, siempre presente en la historia, es decir, descubriendo su sentido revelador. Así, hechos como el Éxodo, la conquista de la tierra prometida, el destierro, la vida misma de Jesús, se viven y son hechos en los que se da la salvación, y por tanto reveladores del misterio de Dios en sí mismo, porque hay una palabra que ilumina el hecho. Es decir, hay una experiencia de Dios, en clave de amor, o lo que es lo mismo, en clave de Alianza, que se traduce en palabra y nos lleva a vivir el acontecimiento como salvador. Esta palabra viene a través de un hombre carismático, caudillo, profeta, apóstol, siempre al servicio de la comunidad, signo de la humanidad a la que Dios quiere revelarse. La percepción de esta presencia, comunicación de Dios, no es un añadido a los hechos, sino una experiencia singular, nacida de esa llamada de Dios a la comunión con él, y que a través de un sujeto abierto a él, puede formularse como palabra que hace a los hechos reveladores 9. La 8 «En consecuencia, por esta revelación Dios invisible (cf. Col 1,15; 1Tim 1,17) “habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor”, (cf. Ex 33,11; Jn 15,14-15) y mora con ellos (cf. Bar 3,38) para invitarlos a la comunión consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza con palabras y gestos intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas». (DV n.2) 9 Ha estudiado y presentado la naturaleza de la revelación en esta clave A. TORRES QUEIRUGA, La revelación de Dios en la realización del hombre, Madrid, 1987. Un buen resumen puede verse en la voz revelación, en C. FLORISTÁN, y J. J. TAMAYO (eds), Conceptos fundamentales del cristianismo, Madrid 1993. Gran conocedor de la obra de W. PANNENBERG, que propone esa visión histórica de la revelación, acentúa la fuerza de la palabra que interpreta el hecho revelador, que 1. REVELACIÓN Y EXPERIENCIA MÍSTICA 17 naturaleza de esta comunicación, siendo enteramente humana, escapa a todo cálculo y medio sensible o racional, se da en el más profundo centro de la persona, donde tiene su asiento el amor y la comunión y del que han dado testimonio nuestros místicos 10. Sólo teniendo esto en cuenta podremos descubrir el sentido genuino de la revelación de Dios y por lo mismo el de la comunión con Él que ha de vivir el cristiano llamado a ella. La historia, pues, es interpretada por la palabra, y, al mismo tiempo, esta historia interpretada por la palabra sirve para fundamentar y confirmar la experiencia de Dios, en clave de comunión, alentando así un nuevo proceso en la historia que camina en el tiempo hasta su consumación. Hay un momento histórico singular: la crucifixión y muerte de Jesús, sellado con la resurrección. Este momento único e irrepetible de la historia recibe su palabra de la experiencia carismática de la Iglesia apostólica. Es el hecho central de la revelación, la obra mayor realizada por Dios en orden a su plan de salvación para los hombres, tal y como lo testimonia la iglesia apostólica que ha recibido esa palabra. Con este hecho central se lleva a su fin el proceso revelador histórico-salvífico y se proyecta a la humanidad a vivir en esa plenitud de la historia salvadora 11. llega a través del sujeto portador de la misma, sujeto inspirado, sin él el acontecimiento no descubría su sentido revelador. Esa presencia descubierta determina ese modo de ser del hombre con Dios. Nosotros tendríamos que acentuar en la clara visión de Torres Queiruga, la clave de Alianza, en la que la palabra se dice. Entendemos siempre la Alianza como comunión, que nace y brota del amor entregado. Cfr. La citada voz revelación, pp. 1222-1223. 10 Baste aquí una nota, pues el tema requiere un estudio amplio. Santa Teresa ha expermentado en su comunión con Dios que Él es la suma Verdad que sustenta la Escritura, y sólo quienes le aman pueden entender su contenido (Cfr Vida, 40,1). Sobre San Juan de la Cruz seguiremos hablando en estas páginas, pero indicamos ya cómo para él el Espíritu Santo habla en este lenguaje de amor puro y sencillo, que nace de la verdadera comunión, expresada en muchos casos en clave de Alianza o Matrimonio. 11 Cfr 2S 7, 10-12. El vacío y desamparo de la Cruz consuman la mayor obra a realizar por Jesús, mayor que las que en toda su vida había hecho, incluso con milagros, que fue reconciliar y «unir al género humano por gracia con Dios»... de modo que el hombre podrá alcanzar la unión con Dios, cuando puesto en suma humildad, se asocia a la muerte y resurrección de Cristo. 18 FRANCISCO BRÄNDLE La vida de Jesús, consumada en la crucifixión y muerte y abierta a la resurrección, tal y como testimonia la palabra apostólica, coloca a la historia de la humanidad en una dimensión nueva, la que desde siempre Dios había proyectado, habiendo alcanzado la humanidad su plenitud. Parece claro deducir de todo esto que la revelación, es decir, la salvación que se realiza en la historia, no la recibe el hombre como individuo cerrado en sí mismo, sino abierto al misterio de comunión que le abre a Dios y a todos los hombres. Por tanto, es en la totalidad de la historia salvadora donde Dios se revela plenamente. En este sentido se han pronunciado algunos autores 12, recordando su universalidad nacida de la vida entregada al prójimo, significado más claramente cuando éste es el prójimo necesitado 13. E igualmente hemos de afirmar que sin ver la his12 En este sentido nos recuerda con citas del NT y de San Juan de la Cruz A. TORRES QUEIRUGA, lo que siempre ha vivido la conciencia cristiana, la convicción de estar en la «plenitud de los tiempos». Siguiendo las intuiciones de Schillebeeckx, Rahner, Pannenberg y Moltmann, Metz y otros autores ha elaborado una interpretación acertada de lo propuesto por el Vaticano II. Recordemos en breve su formulacion: Esta plenitud no es clausura estática de la revelación, sino apertura dinámica de una comunión que, al tener todas sus claves fundamentales descubiertas, abre el futuro en toda su posibilidad y es, por ello, vivible en actualidad siempre nueva. Como la evolución que al culminar en el hombre, no paraliza la vida, sino que la abre al horizonte ilimitado de la historia; o como un amor que al alcanzar su máxima entrega, no se estanca, sino que empieza su auténtica plenitud... A su vez, de la plenitud así entendida nace su universalismo. Si Dios quiere darse a todos plenamente, cualquier experiencia reveladora tiene siempre un destino universal... Lo alcanzado en Cristo es el rodeo por la inevitable particularidad histórica, para ofrecer más eficazmente a la humanidad lo que no ha logrado todavía, pero que le está intrínsecamente destinado. Al no tratarse de una mera «ilustración», la revelación afecta al destino más hondo del ser humano: su salvación. La que se va desvelando en la historia, y se muestra definitivamente en el destino de Jesús. Su centro está en el amor incondicional y efectivo a los demás, desvelados como hermanos, puesto que hijos —sin excepción por abajo ni privilegio por arriba— de Dios. Por eso es una realización desde la solidaridad y el servicio. Cfr. Art. revelación, op. cit., pp. 1228, 1230. En este sentido falta a la teología en todas sus ramas, descubrir el sentido de una antropología teológica que desde la llamada de Dios a la comunión con él en el marco de la historia de la salvación, descubra la plenitud de la comunión interhumana, desde el mandamiento del amor entendido en la clave que Jesús nos brinda: «amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34), que hace posible la plena comunión (cfr Jn 17,22-23). 13 Es lo que afirma A. TORRES QUEIRUGA en el pasaje citado anteriormente, sin acentuar la dimensión escatológica que tal entrega lleva porque en el fondo se ha disociado la comunión con Dios en plenitud de la comunión con el hombre, enten-