37 MARIANO RUIZ-FUNES, LO PúBLICO y LA MODERNIDAD.

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Mariano Ruiz-Funes, lo público y la modernidad.
Beatriz Gracia Arce
Doctoranda Universidad de Murcia
RESUMEN
En el presente artículo se aborda la figura de Mariano
Ruiz-Funes desde la idea de modernidad y a la acción pública. En primer lugar motivado por la Dictadura de Primo de Rivera; en segundo lugar abordaré los puntos más
significativos de su obra política que constituye el núcleo
fundamental de la obra modernizadora de la II República:
consolidación de la democracia, laicidad, reforma agraria,
y nuevo concepto de la justicia.
ABSTRACT
In the present article discusses the figure of Mariano
Ruiz-Funes from the idea of modernity and public action.
First motivated by the dictatorship of Primo de Rivera,
second will address the most significant of his political
work that constitutes the core of the modernization work of
The Second republic: strengthening democracy, secularism,
agrarian reform, and the new concept of justice.
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1. MODERNIDAD Y ECLOSIÓN DE LO PÚBLICO.
1.1. ¿Qué entendemos por modernidad?
Podríamos concebir la modernidad o –al menos- lo que entendían aquellos y aquellas
que participaron del proyecto de la II República, como la conquista del proyecto o programa ilustrado, entendido éste por aquel que tenía confianza en el desarrollo y progreso de la
ciencia y la racionalidad, elementos que traerían consigo la libertad y riqueza para todos, y
para alcanzar ese objetivo de perfectividad y progreso sus defensores acometieron extender
la influencia de la ciencia y la racionalidad a todos los ámbitos de la vida, sociales, políticos
y culturales.
Esto se muestra muy claro primero en el perfil de aquellos que llevaron a cabo el proyecto, la mayoría de ellos profesores universitarios; en segundo lugar, en las reformas que
calificaron de principales una vez llegados al poder.
Dentro de la idea de racionalidad se entendía el abandono de normativas más cercanas al
sistema político anterior, como la tortura o la pena de muerte, por la cual hubo un fuerte debate en este momento y que queda de manifiesto en la obra de Mariano Ruiz-Funes, progresión
histórica de la pena de muerte. Pero de la misma forma el abandono de lo no racional por
medio de la introducción de un estado laico en España; o la mejora de la educación entendida
como un elemento vital para el progreso de la sociedad en su conjunto.
De igual modo, se intentó modificar la realidad de problemas anquilosados en el país
como era la distribución de la tierra, cuestión que chocaría con los discursos de las agrupaciones obreras, pudiendo observar la diferencia de tiempos que se percibían en sus discursos.
Por una parte, el discurso liberal-burgués del gobierno republicano y, por otro el discurso del
socialismo, comunismo y anarquismo, cada uno de ellos con un proyecto diferente de estado
y de resolución del conflicto por la tierra.
Lo esencial de la figura de Ruiz-Funes va a ser la capacidad de aglutinar todas las problemáticas de su tiempo, como profesor que pasó a la acción pública en el contexto de esa
idea de modernidad y de búsqueda de resolución de problemas que se habían sucedido en el
tiempo.
1.2. La eclosión de lo público: La Dictadura de Primo de Rivera.
La instauración de la Dictadura de Primo de Rivera fue el hecho que marcó a una generación que había nacido bajo los últimos resquicios del pasado colonial de España.
El golpe de Estado de Primo de Rivera podemos verlo desde el punto de vista accidental, es decir, los cambios que se habían dado en el país eran muy profundos, y asistimos a
la lucha por el espacio político; por una parte de los que demandaban un auténtico sistema
democrático que desechaba el sistema de la Restauración, la búsqueda de espacio político
del movimiento obrero, que se había manifestado de una forma directa y, por otra parte, del
núcleo más conservador de la sociedad española que apoyaría la dictadura.
Las intenciones con las que se puso en marcha la dictadura no dejarían indiferente a esa
“nueva generación”, que pensaba o tenía un proyecto muy diferente de España. Ejemplo de
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ello es Manuel Azaña, al que estuvo claramente vinculado Mariano Ruiz-Funes, quien en
octubre de 1923 hizo un llamamiento a la inteligencia española “momentos críticos para el
porvenir de la civilización española, en momentos que han de marcar uno de los hitos de
nuestra Historia, volvemos a afirmar el valor de la inteligencia”1.
La salida a lo público de numerosos miembros de esa “inteligencia”, de la que hablaba
Azaña, estuvo determinada por los conflictos y protestas que se desenvolvieron en la Universidad.
El detonante para Ruiz-Funes fue la suspensión al profesor Jiménez de Asúa por la Conferencia dada en Murcia, Libertad de amar y derecho a morir, que el rectorado de la Universidad de Murcia denunció, además de las duras palabras de La Verdad de Murcia, que
calificaría la exposición de Asúa como de antisocial.
Ante esto, el profesorado más liberal se puso totalmente en contra de las acciones de
acoso y derribo a Jiménez de Asúa. Por ejemplo, la Facultad de Derecho de Madrid dirigió
un escrito defendiendo la “libertad de cátedra”.
Muy importante se muestra este hecho y el confinamiento del mismo en las Islas Chafarinas, pues fue precisamente esta cuestión la que propició el salto a lo público de Mariano
Ruiz-Funes.
En Notas de un confinado2, Asúa describe cuál fue la reacción de Ruiz-Funes, “Protesta
contundente y razonada, con el mismo propósito que guió a Funes; es decir, con el designio
de que fuera suscrita por todos los profesores de Derecho penal de España. Lo mismo que la
del catedrático de Murcia, tuvo que ser cancelada por el levantamiento de mi castigo”.
Poco después del confinamiento en Chafarinas de Asúa sería cuando Ruiz-Funes se adscribiría en Acción Republicana, del que sería presidente de la sección de Murcia.
Uno de los primeros campos de batalla públicos en los que Ruiz-Funes se mostrará contrario a las medidas de la Dictadura será el decreto de febrero de 1929 por el cual se suprimía
la Universidad de Murcia, en base al “Plan Callejo”.
Los debates en el seno interno de la Universidad de Murcia se mostraron entre la indiferencia o oportunismo de unos, y el posicionamiento en contra, caso de Ruiz-Funes, testimonio de
esto es la correspondencia entre Jorge Guillén, profesor de la Universidad en aquel momento,
“(…) significaría la excedencia forzosa o cambio, con mejora, de universidad para Guillén. Y
muestra que tanto Callejo como todos los catedráticos, menos Funes, lo desean (…)”3.
En la recta final de la dictadura, cuando entra en el poder Berenguer, se iniciará un nuevo
tiempo político caracterizado por la organización activa de aquellas personas disidentes de
la dictadura, tomando forma las agrupaciones políticas que concurrirían en las elecciones del
abril de 1931.
1 Archivo Municipal de Murcia: El Liberal, 3-10-1923.
2 JIMENEZ DE ASÚA, 1930: 11.
3 SALINAS, 1992: 98.
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En este nuevo proceso que se abre Mariano Ruiz-Funes tendrá un papel importante. El
Manifiesto de Acción Republicana4 en Murcia vio la luz en abril de 1930. El mensaje era
claro, unir todos los esfuerzos para instaurar en España la libertad mediante la República. En
estos momentos Acción Republicana se concibe como una agrupación con el único objetivo
de recuperar la democracia por medio del sistema republicano.
Los principios que marcarán a la agrupación política serán los siguientes: forma de gobierno republicana, métodos democráticos para la expresión, soberanía nacional, sistema
parlamentario por sufragio universal, sin restricciones ni posibilidad de coacciones, inviolabilidad de los derechos del hombre y supremacía del poder civil. Además, mostraban tanto en
sus principios la voluntad de no ejercer el poder para beneficio propio como intentar resolver
los problemas económicos que tenía planteados el país y su desarrollo en el punto en el que
los había dejado un sistema de cacicatos.
El manifiesto estaba firmado por una serie de personas, todos ellos de profesiones liberales, predominando catedráticos y maestros. Estos fieles al espíritu del manifiesto, pertenecían
a distintas corrientes: Ruiz-Funes de la izquierda burguesa y José Loustau de la derecha
liberal, según Valenciano Gaya5, y entre otros, Martínez Moya del Partido Radical y Antonio
García Alemán, que en las elecciones de 1931 formará parte la Derecha Liberal Republicana
-partido de Alcalá Zamora-.
La difusión del mensaje de Acción Republicana pronto cristalizó en la multiplicación de
actos políticos, conferencias y creación tanto de nuevos Círculos republicanos como de Ateneos, donde se reunían para realizar sus actos públicos o reuniones internas: representan la
resurrección de los espacios de sociabilidad que, durante el periodo del sexenio democrático,
fueron esenciales en el organigrama de los partidos políticos que, en este caso, se disponían
a instaurar un nuevo sistema, el de la República, al igual que aquellos que nacieron en el
siglo XIX. Estos nuevos republicanos también apostarán, como dice Morales Muñoz, por la
confianza en el triunfo de la razón, la secularización de la vida civil, la fe en el progreso y
en la ciencia, el reconocimiento de los derechos y libertades inalienables del hombre, etc6.
En consonancia con lo expuesto analizaremos las actividades que realizó Acción Republicana y el apoyo a esta organización brindado por Mariano Ruiz-Funes, que no solo se
circunscribió al área de Murcia, sino que también se extendió a poblaciones cercanas, como
Orihuela. Ejemplo de ello fue la conferencia dada en esta localidad por Jiménez de Asúa (presente durante estos primeros pasos en la zona) el 23 de abril de 19307, donde hablará de “El
momento político”, que lo sintetizaba de la siguiente forma:“(…) El pasado es la Dictadura.
El presente, las responsabilidades. El futuro, la república (…)”8.
Mariano Ruiz-Funes, dará una conferencia en el Círculo de Alianza Republicana en La
Alberca disertando sobre “La nueva democracia”. Para Ruiz-Funes la democracia, con la for4
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AMM: El Liberal de Murcia. 17-4-1930.
VALENCIANO GAYA, 1979.
MORALES MUÑOZ, (2001-2002): 161-205.
En este acto estuvo acompañado por Mariano Ruiz-Funes.
Archivo Municipal de Murcia: El Liberal de Murcia. 24-4-1930.
ma de gobierno republicana, era la única posibilidad de salvación para el país: hace un análisis comparado con los distintos países europeos que han ido caminando hacia la democracia,
caso de Alemania o Francia y cree que España ha vivido en un estado de frustración dando
la espalda a las ideas de la Revolución Francesa, por haber tenido una monarquía –Fernando
VII e Isabel II- símbolo de la decadencia del absolutismo. Manifiesta Ruiz-Funes que el país
ha contado en su devenir con diversos errores, como que Prim colocara a Amadeo de Saboya
en el trono, o los falsos avances liberales, calificando el proyecto de Cánovas del Castillo
como de prostitución de las instituciones liberales. La dictadura la ve como un error personal,
ya que reconoce su tibieza en el inicio de ésta, pues pensaba que sería una revolución, pero
pudo comprobar que era un engaño, instalándose en el poder autoritario un solo individuo,
desoyendo al pueblo. Pide que se busquen responsabilidades y que hay que luchar por un
objetivo, la “Justicia” y la “Libertad”, palabra que, según Ruiz-Funes, el pueblo español no
conoce profundamente.
Esta Conferencia de Ruiz-Funes nos presenta una idea que va a recorrer todo el proceso
político de la II República hasta su muerte violenta, y es el hecho de presentar el advenimiento de este sistema como la primera revolución española, revolución que nos acercaba más al
devenir histórico de los países europeos: en el imaginario colectivo la II República se muestra
como la Revolución Francesa, por todo el cambio de estructuras mentales e ideológicas en
una sociedad cambiante que, por primera vez, iba a participar activamente en el cambio.
Uno de los motivos que nos hacen participar de esta opinión, se sitúa en el advenimiento de la República como un proceso revolucionario, conceptualización que los propios
líderes del movimiento se dieron a sí mismos. En agosto de 1930 firmaron el Pacto de San
Sebastián las distintas corrientes del republicanismo constituyéndose un “Comité revolucionario”, que se convertirá en el gobierno provisional de la República tras las elecciones
de abril de 1931.
A partir de la constitución de este frente republicano los actos públicos cobrarían una mayor importancia: el objetivo de este comité era llegar a la ciudadanía y con el espíritu de estar
inmerso en un proceso determinante, Ruiz-Funes también participó en actos de afirmación
republicana en el Círculo Republicano de Lorca9, donde dijo que para entender la realidad
española había que retrotraerse al Pacto del Pardo, por el cual Cánovas y Sagasta instauraban
su idea tan funesta de democracia, para la cual necesitaban de la ayuda de los caciques de la
provincia. Ruiz-Funes añadió que “el sufragio universal fue siempre un mito”, el sistema de
partidos acabó con la ciudadanía y es ahora cuando vuelve a resurgir. Una de las consecuencias que traería la caída de la dictadura, precisamente, sería el desmoronamiento del sistema
de partidos de la Restauración, que vendría de la mano de, como argumenta Ruiz-Funes, de
un papel principal de la ciudadanía, que coincidiría con un aumento de la politización antimonárquica y prorrepublicana, que se había gestado durante la Dictadura y que, a su fin, se
convertía en la esencia del nuevo.
9 Archivo Municipal de Murcia: El Liberal de Murcia. 23-9-1930.
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2. LA II REPÚBLICA COMO PRAXIS DEL DISCURSO DE LA MODERNIDAD.
2.1. Constitución y laicismo.
Mariano Ruiz-Funes expuso, en nombre de la comisión, el artículo referente a la aconfesionalidad del Estado, sosteniendo la separación Iglesia-Estado y argumentando que “el
estado declara su neutralidad en materia religiosa”. En este discurso Ruiz-Funes sostiene el
laicismo por influencia europea, entendiéndose aquí como algo nuevo “en la dormida conciencia española”. Dicha influencia vendría de manos de Francia, modelo clásico de laicidad
materializado en las medidas de la Tercera República que, como apuntábamos anteriormente,
es de clara su influencia, tanto en la obra de Mariano Ruiz-Funes, como en el Partido de Acción Republicana, heredero del radicalismo francés.
La Constitución alemana de Weimar recoge el principio citado por Ruiz-Funes; de la
Constitución checoslovaca10, en su artículo 118, que expone que tanto las formas de arte
como de ciencia son libres, incluyendo en éstas las opiniones religiosas. Entre otras influencias podemos destacar la de la Constitución mexicana de 1917, que separa Iglesia y Estado
y que dejará fuera del ámbito educativo las creencias, idea que, como veremos, rescatará la
República española en su política educativa.
Mariano Ruiz-Funes considera esta medida como necesaria puesto que la última constitución daba una religión como oficial. La política republicana en materia religiosa chocará con
los elementos tradicionales de la población, con la derecha española ligada fuertemente al catolicismo. De igual forma chocará con un devenir ligado a la estrecha relación Iglesia-Estado
en España, lo más cercano, según Hilari Raguer, el integrismo que había ganado posiciones
al amparo de la Dictadura de Primo de Rivera11.
La premisa de aconfesionalidad del Estado trajo consigo la reforma de los aspectos materiales que ligaban religión y Estado. El Artículo 24 del proyecto constitucional decía que
todas las confesiones religiosas serían consideradas como asociaciones sometidas a las leyes
generales del país; que el Estado no podría sostener, favorecer ni auxiliar económicamente
a las iglesias, asociaciones e instituciones religiosas, y que se disolverían todas las órdenes,
nacionalizándose sus bienes. En cuanto a la expulsión o no de las órdenes religiosas fue sustituida por su sometimiento a una ley especial. Además de la disolución de los jesuitas, orden
vinculada directamente con los centros educativos.
Los artículos referentes a la “cuestión religiosa” (26 y 27) fueron aprobados por 178 votos
contra 59, lo que, según Solé Tura12, quiere decir que casi la mitad de la cámara rehuyó la
decisión, votación realizada nominalmente a propuesta de Ruiz-Funes13, quien pensaba que
ya estaba todo preparado para la votación y que no era preceptivo la continuación de unos
10 Tanto la Constitución checa como su código penal eran conocidos ampliamente por Mariano Ruiz-Funes, quien
en 1929 publicó El anteproyecto penal checoslovaco. Reus. Madrid. 1929. En esta obra Ruiz-Funes analizó el proyecto de
código penal checo, en el momento en el que este país gozaba de un régimen democrático.
11 RAGUER, 1995: 215-240.
12 RAGUER, 1995: 215-240.
13 Archivo Municipal de Murcia: El Liberal de Murcia. 5-2-1932. Esto se ve desarrollado en el artículo de El Liberal
de Murcia de 7-2-1932.
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debates que no estaban produciendo nada nuevo. La aprobación de esta ley trajo consigo las
dimisiones, por ejemplo, de Alcalá-Zamora y de Maura, ambos de confesión católica.
Pero éstas no fueron las únicas reacciones, la Iglesia también sufrió una división interna
entre dos opciones: la opción vaticana seguida por Vidal i Barraquer14 –arzobispo de Tarragona- , la cual siguiendo la postura, que ya tomara León XIII, establecía que la religión católica
no estaba vinculada a ningún régimen político15. Vidal i Barraquer diría ante el inicio del
debate sobre la cuestión religiosa16:
“(…) conviene llegar a un acuerdo amistoso… La ruptura comportaría una catástrofe
para la iglesia, y tal vez volver a la situación actual de negociaciones amistosas después de
un periodo de luchas, transtornos y pérdidas lamentables (…)”
La otra línea u opción sería la tomada por el “núcleo duro” de la iglesia española, donde
ubicamos a Gomá (predicador de la “Cruzada” durante la Guerra Civil, como muestra Julián
Casanova17) y al Cardenal Segura, que en sus pastorales incitaba al rezo por la patria y a la
movilización. Dentro del ámbito político y sus bases, nos encontramos con la posición de la
Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) dirigida por Herrera Oria, afín a
Acción Católica y a la CEDA, que tendrán como indispensable la defensa de la religión y del
orden social. Este grupo hizo acto de presencia tanto en la calle, la universidad –por medio
de asociaciones de estudiantes católicos- como en la prensa, que en el caso de Murcia se
plasmaría en el diario La Verdad, como muestra el estudio de Moreno Fernández18. La posición de este núcleo católico se acentuaría hasta las elecciones de 1933, por las que obtuvo el
gobierno la CEDA.
El devenir histórico había demostrado, frente al integrismo religioso, las manifestaciones
del anticlericalismo, ejemplo de ello son los discursos del “primer” Lerroux a los jóvenes
rebeldes o la oleada de incendios llevados a cabo durante la Semana Trágica de Barcelona19.
La llegada de la II República no estuvo ausente de estos hechos, que se acrecentaron durante
la Guerra Civil. El mes posterior a la proclamación del nuevo régimen se quemaron diversos edificios eclesiásticos, sobre todo, en Levante, Andalucía y más gravemente en Málaga,
donde ardieron todos los conventos e iglesias de la ciudad, además del Palacio Episcopal20.
En Murcia incendiaron el Convento de los Franciscanos e Isabelas, acción anticlerical que
condenaría la Juventud Republicana diciendo21:
“(…) La república que nosotros pedíamos antes, y queremos ahora, no es la República
que tolera asaltos sin freno a la propiedad privada, y atentados de profanación que lesionan
respetables sentimientos religiosos de los españoles (…)
(…) La República no debe ser la destrucción y el incendio; no debe ser el caos y la anarquía que auguraban los elementos conservadores (…)”
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21
Resultado de la consulta de los archivos vinculados a éste nace la obra de TARRAGONA i CLARASÓ, 1998.
RAGUER, 1995.
TARRAGONA i CLARASÓ, 1998.
CASANOVA, 2001.
MORENO FERNÁNDEZ, 1987.
ÁLVAREZ JUNCO, 1990.
DE LA CUEVA MERINO, 2000.
Archivo Municipal de Murcia: El Liberal de Murcia. 14-5-1931.
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En el ámbito murciano, Ruiz-Funes llevará a cabo una serie de actos explicativos de la
legislación religiosa de la República. En enero de 1932 dio una Conferencia en la Federación
de Dependientes, donde habló de los Principios fundamentales de la Constitución, para RuizFunes uno de los males de España es el Clericalismo:
“(…) Los dos males que ha sufrido España: el militarismo y el clericalismo22 En el caso
del clericalismo –dice- confundió la religión con la monarquía y creó rencores que generosamente se han acallado y dice que el Estado no tiene por qué tener religión oficial (…)”
El Cardenal Segura dirá que bajo la monarquía de Alfonso XIII, fue cuando la Iglesia
gozó de mejor vida, sobre todo si tenemos en cuenta la confesionalidad sin discusión que
llevó a cabo Primo de Rivera: por ejemplo, la Unión Patriótica en el Decálogo que recoge la
obra de Diego Victoria23, en su segundo artículo manifestaba,
“Mi fe y mi convicción ciudadana me hacen amar y practicar la religión católica, freno
de pasiones, fuente de enseñanzas ejemplares y lenitivo de dolores”.
Sobre la disolución de los jesuitas Ruiz-Funes la justifica diciendo que en otros países,
como Francia, la Ley de Asociaciones contempla estos aspectos. En abril del mismo año
celebró otra conferencia, cuyo tema principal fue el problema religioso en la Constitución24,
donde recordará las influencias de esta posición, ahondando en la política de oposición destructiva de la iglesia, reaccionando contrariamente a cuanta medida se produjera con respecto
a ella, persiguiendo a cualquier disidente:
“(…) Lejos de aceptar con sumisión y humildad el sacrificio que se le pide, ha adoptado
una política casi de agresión personal por medio de ciertas órdenes religiosas, y ha llegado la
suerte de la religión, que es inmortal, con el carlismo, con la monarquía borbónica, ha combatido los intentos de solución del problema religioso de Canalejas, ha perseguido siempre a
los disconformes, y ha apoyado la Dictadura, frente a la oposición republicana de España,
olvidando incluso la persecución del cardenal Vidal i Barraquer por Primo de Rivera (…)”
El segundo punto que abordó en la conferencia estuvo dedicado a las Órdenes religiosas,
clasificando este tema como de política eclesiástica. Ruiz-Funes en este punto dice que ha
recibido distintos anónimos insultándole por defender este aspecto de la reforma con respecto
a la iglesia, pero lo cierto que es de lógica, sostiene, que si someten a las órdenes a la categoría de asociación, tienen que tener el viso del Estado, como cualquier otra. En esta cuestión
siguieron, en principio, lo señalado por Pi i Margall en 1872, pero suprimiendo el aspecto que
proponía la disolución de todas las órdenes religiosas, sustituyéndolo solo por la supresión de
la Compañía de Jesús (propuesta realizada por Ruiz-Funes), monopolizadora de los centros
de enseñanza y que, por tanto, chocaba con los valores que se iban a regir la enseñanza, que
iba a ser el laicismo, en pro de crear una escuela de futuros ciudadanos de la República.
En Murcia la cuestión religiosa, según Ayala, le pasó factura a Ruiz-Funes pues, dentro
de las tiranteces internas de Acción Republicana en Murcia, provocó que en las elecciones
22 Archivo Municipal de Murcia: El Liberal de Murcia. 20-1-1932.
23 VICTORIA MORENO, 2002.
24 Archivo Municipal de Murcia: El Liberal de Murcia. 15-4-1932.
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de 1933, que daría el poder a las derechas, Ruiz-Funes no saliera elegido. Elecciones que
fueron pensadas por la derecha en clave de Cruzada, como muestran las declaraciones de
Gil Robles en Murcia, diciendo que la República había pisoteado todos los sentimientos25.
La República había pisoteado los sentimientos, mientras los que proclamaban la cruzada
antirrepublicana habían pisoteado la “Razón”, que era el objetivo del gobierno republicano,
instaurar la separación del Estado-Iglesia como se había conseguido en Francia en 1789. La
verdadera Revolución liberal, se estaba fraguando ahora ya que, como dijo Ruiz-Funes, la
ingenua Constitución de Cádiz no rompió con la vinculación Iglesia-Estado.
2.2. El Frente popular: Reforma agraria y superposición de discursos.
El manifiesto o pacto de Frente Popular da las claves del proyecto de Reforma agraria,
y entre las medidas propuestas podemos destacar: medidas de auxilio al cultivador directo
por medio de rebajas de impuestos, intensificación del crédito agrícola, revalorización de
los productos de la tierra; medidas de mejora de las condiciones de la producción, cómo
promover la cualificación de los trabajadores del campo, fomento de los pastos, ganadería y
repoblación, obras hidráulicas; medidas de reforma de la propiedad por medio de la derogación de la Ley de arrendamientos de 1935, revisar los desahucios practicados, consolidar los
arrendamientos antiguos y nuevos, además de dictar una nueva Ley de arrendamiento que
asegure la estabilidad de la tierra. Como elemento novedoso hay que señalar la iniciativa que
tiene como objetivo rescatar los bienes comunales y derogar la ley por la que se procedió a la
devolución y el pago de las fincas expropiadas a la nobleza.
Estas medidas podemos interpretarlas como unas disposiciones reformistas, nunca revolucionarias y, por tanto, lejos de las propuestas de la Federación Nacional de Trabajadores
de la Tierra (FNTT), que abogaban por la socialización de la tierra y que fueran devueltos a
todos los municipios de España los bienes comunales sin indemnización, como señalaban en
el II Congreso de la FNTT26.
Las promesas contenidas en el pacto de Frente Popular eran secundadas por la izquierda
republicana y conectaban con los fundamentos ideológicos claves de la izquierda burguesa,
como era el carácter moderado y la base regeneracionista de algunas de las reformas que proponía y que podemos constatar en la idea de necesidad de reformas estructurales del campo
por medio de la construcción de embalses, o la idea de que la educación era clave para conseguir una transformación del agro español. Elementos fundamentales en la obra de Joaquín
Costa que habían quedado registrados en estas propuestas. Del mismo modo, si recordamos
el Pacto que da origen a la República, el Pacto de San Sebastián, donde los firmantes se
autodenominaban revolucionarios (recordando a los movimientos burgueses del siglo XIX),
también podemos observar cómo queda plasmado en la iniciativa de devolver las tierras comunales a los municipios, arrebatadas por la desamortización de 1855; esta medida también
la podemos analizar desde otro prisma, es decir, conectándola con la realidad exterior o con
modelos afines, como podía ser la Reforma agraria mexicana.
25 Archivo Municipal de Murcia: La Verdad. 2-1-1932.
26 TUÑÓN DE LARA, 1985: 197-198.
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Mariano Ruiz-Funes fue nombrado Ministro de Agricultura dentro de un gobierno eminentemente moderado y posicionado dentro de la izquierda burguesa, entre los que destacaba
Marcelino Domingo, que repetía en Educación, Enrique Ramos en Trabajo, y Augusto Barcia
en Exteriores: todo hacía suponer que el objetivo del nuevo gobierno era restituir la política
reformista del primer bienio de gobierno.
Entre las políticas más cruciales o de mayor importancia se encontraba la reforma agraria,
importante por el calado social, por la situación de conflicto abierta con los trabajadores del
campo, y porque ésta había sido una de las cuestiones sometidas a revisión por el gobierno de
la CEDA, que promulgó el 1 de agosto de 1935 la llamada “Ley de Contrarreforma agraria”.
Como señala Rafael Cruz, los dirigentes sindicales convocaron una movilización nacional, en forma de “desfiles campesinos”, para el 15 de marzo, víspera de la apertura de las
Cortes, por el cumplimiento de la Reforma agraria27. Estas acciones anunciaban que no iba
a haber contemplaciones y que esperaban que el nuevo gobierno cumpliera lo pactado en el
manifiesto y las promesas realizadas el 12 de marzo, para realizar un movimiento generalizado de ocupaciones de tierras.
Ante esta situación la propuesta del Ministerio de Agricultura se centra en el decreto
sobre los yunteros, por el cual aquellos que hayan actuado como tal durante el periodo 19331934 o en los siguientes tenían el derecho de recuperar el uso y disfrute de las tierras que anteriormente hubieran utilizado. Esta medida tenía el objetivo de volver a la situación anterior
al bienio de 1934-35. La burocracia del Instituto de Reforma Agraria (IRA) exigía que este
trámite tuviera que ser realizado en un plazo de 30 días, es en este proceso donde podemos
observar la lucha de facto entre dos visiones de República. Por una parte encontramos las
iniciativas del gobierno que ante todo quiere preservar las instituciones y procedimientos
básicos de una República liberal, que apuesta como forma de acción la reforma, es decir,
transformar la realidad para alcanzar el progreso de los ciudadanos, concepto –como señalé
anteriormente- utilizado de forma habitual por las agrupaciones de izquierda-; por el contrario existía otra forma de acción, aquella cuyo objetivo era cambiar la realidad para construir
una sociedad nueva, era la propuesta de las centrales sindicales y los trabajadores del campo
movilizados, para ello se enfrentaban a dos prácticas: primero la acción y luego el derecho.
Es en esta realidad donde podemos circunscribir el proceso de Reforma agraria llevado a
cabo por Mariano Ruiz-Funes, ya que tras las ocupaciones de tierras que se llevaron en Cenicientos (Madrid), Toledo y en Badajoz y Extremadura por los jornaleros. Ruiz-Funes se presentó en estas ocupaciones, su presencia legalizaba la acción ilegal de los jornaleros. La clave
era conseguir que la ley fuera de mano de la acción, para que el poder central no se diluyera
ante la acción de las organizaciones obreras, en definitiva, la acción simultánea del gobierno
ante la acción obrera quería, cuanto menos, ahogar los tintes revolucionarios de la acción de
las organizaciones obreras que criticaban duramente a la burocracia y a los técnicos del IRA.
Según Tuñón de Lara, el decreto de 20 de marzo y la decisión de las Cortes de 18 de junio
reponiendo en la plenitud de su vigor la ley del 15 de septiembre de 1932, constituyen el eje
del conjunto de transformaciones agrarias operadas entre marzo y julio de 1936. El primer
decreto daba potestad al Instituto de Reforma agraria de poder ordenar y poner en marcha
27 CRUZ, 2006: 154-155.
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ocupaciones temporales. Las tierras que eran objeto de ocupación eran las grandes propiedades que podían extenderse por varios municipios, así como aquellas que, como disponía la
ley de 1935, habían sido declaradas de utilidad social, disposición que no se puso en práctica
en el 35. Como recoge Francisco Espinosa, la exposición era muy clara: la gran concentración de la propiedad, el elevado censo campesino, el reducido término municipal y el predominio de los cultivos extensivos son una realidad y un obstáculo para la solución apremiante
que requiere el problema social del campo28. La paradoja es que se intentó reactivar la Reforma agraria por medio de un decreto de aquella ley que había nacido para matarla, éste es el
argumento que critica esta medida, pero lo cierto es que lo que hizo Ruiz-Funes fue poner en
práctica algo que estaba recogido en la Constitución de 1931, donde en su artículo 44 decía:
“La propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por
causa de utilidad social mediante adecuada indemnización, a menos que disponga otra cosa
una ley aprobada por los votos de la mayoría absoluta de las Cortes.
Con los mismos requisitos la propiedad podrá ser socializada”29.
Estas medidas llevadas a pleno el 1 de julio fueron duramente criticadas por los diputados
agraristas, Mariano Ruiz-Funes respondió de este modo:
“Nosotros estamos cumpliendo una constitución que hasta ahora no hemos modificado y
es preciso que nos entendamos sobre el sentido que esa Constitución se da a la propiedad.
No vamos a construir la propiedad con una vieja concepción romanista ni vamos a asignarle una total limitación; necesitamos pensar que la propiedad más que un derecho es una
función y un deber y bastaría recordar el artículo 44 de la Constitución, el cual da medios
no solo para que entendamos modificada la construcción tradicional del derecho de propiedad, sino para que, manejando el concepto de utilidad social, muchas veces este derecho de
propiedad, en colisión con la propia utilidad social, pueda ser vencido por esta última(…).
Todo el proteccionismo del Estado se funda en el concepto de que ha habido clases sociales que por situación económica no han tenido medios para defenderse, y hay que prestárselo. No vamos a una economía marxista, no vamos a un régimen marxista; vamos, sencillamente, a una situación de justicia que hasta ahora no se había producido”30.
El 17 de abril Mariano Ruiz-Funes presentaba sus proyectos de política agraria, el primero reducía los topes máximos de extensión de las fincas autorizadas por la ley de 1932, y el
segundo proyecto se refería a la recuperación por los municipios de los bienes comunales y
de propios de los que habían sido desposeídos en 1855, medida que sería llevada a Cortes el
26 de junio, en un clima de conflictos intensos en el campo, como por ejemplo los sucesos
de mayo en Yeste31. Esta última podemos verla como la conexión –como he introducido- con
28 ESPINOSA MAESTRE, 2007:116.
29 RAMÍREZ JIMÉNEZ, 2005:63.
30 TUÑÓN de LARA, 1985:189-190.
31 Los sucesos de Yeste (Albacete) fue el conflicto más sangriento durante la II República, muriendo 17 campesinos
y un guardia civil. Rosa María Sepúlveda señala como causa del conflicto: Los daños ocasionados por la construcción del
pantano de la Fuensanta, que inundó tierras fértiles y dejó sin trabajo a los transportistas de madera; el incumplimiento de las
promesas de la comisión de obras de crear nuevos regadíos; la reivindicación de bienes comunales que estaban en posesión
de particulares; además del alto número de paro y pobreza de la población, que motivó la movilización en la UGT y PSOE.
SEPÚLVEDA LOSA, (2003): 5-53. Estos sucesos también los recoge Ortiz Heras, 1996: 58-64.
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las medidas agrarias más típicas del siglo XIX y en conexión con los postulados de Joaquín
Costa, pero también podemos realizar una lectura que conecta con el siglo XX, como es la
experiencia mexicana, pues parte de su reforma agraria se sostuvo en la no privatización de
las tierras comunales de las cuales se beneficiaba la comunidad. José Antonio Ayala recoge la
justificación de Ruiz-Funes32 de este proyecto:
“De los bienes comunales surge la decadencia de los Municipios y el auge del cacique.
Exactamente lo que nosotros tratamos de lograr con esta ley es una inversión de aquellos
términos históricos de este modo: nueva preponderancia municipal –en la que han florecido
todas las libertades españolas- y hundimiento del cacique, porque no somos tan tradicionalistas que queramos conservar íntegra la picaresca”33.
Dicha justificación conecta con las ideas principales del regeneracionismo español, que
quería acabar con la España de los caciques, elemento que fue utilizado y que constituyó uno
de los elementos a los que más referencia se hizo en las elecciones de abril de 1931. Para
Ruiz-Funes, la idea de república ideal seguía siendo aquella que rompiera con las características de la España anterior a la República y que se fundamentara en principios básicos y
fundamentales como eran la justicia y la igualdad, al más puro estilo revolucionario francés,
aunque matizado, pues Ruiz-Funes diría en las Cortes que no se consideraban liberales en la
economía: Funes precisaba que “en el momento actual toda la ordenación de la economía
agraria tiene que venir impuesta por una acción intervencionista del Estado. No hay posibilidad de dejar al libre juego de los intereses la solución de estos problemas”34.
Los objetivos y modelos que llevó a cabo el ministro Mariano Ruiz-Funes fue destinado
a los campesinos más necesitados, yunteros que por la disposición de 1935 habían perdido
las tierras que cultivaban. Se promovió la pequeña propiedad que reducía la posibilidad de
que existiera un campesinado combativo, pues la idea era dotar a todos los campesinos de la
posibilidad de un terreno que cultivar; otra cuestión sería si esas pequeñas propiedades, que
en su mayoría practicaban la agricultura extensiva, iban a ser productivas desde el punto de
vista de un sistema de mercado. Medidas éstas condicionadas por la situación de paro obrero
y crisis, que hizo que el gobierno llevará a cabo la acción del modo que hemos visto.
De todos modos, las cifras muestran que en el periodo como Ministro de agricultura de
Mariano Ruiz-Funes, entre febrero y julio, se colocaron al menos 110.000 campesinos en
570.000 hectáreas de tierra. Pero se supone que entre ocupaciones legales e ilegales, aunque
consentidas, la superficie que había pasado a nuevas manos debía acercarse al millón de
hectáreas cuando estalló la Guerra Civil35. Malefakis cuantifica los asentamientos realizados
bajo el Frente Popular en 110.921 campesinos asentados y una superficie ocupada de 572.055
hectáreas36, éstas son las cifras que da Malefakis teniendo como base el Boletín del IRA. Sin
32 De esta problemática Ruiz-Funes era conocedor, pues en su primer trabajo como jurista, Derecho consuetudinario
en la huerta y campo de Murcia (1916), hizo una análisis detallado de las formas de tenencia de tierra y su derecho consuetudinario en Murcia. En esta obra se muestra su sensibilidad hacia la situación de pobreza en los municipios murcianos y
verá en ella la causa de la explotación del hombre por el hombre.
33 AYALA, 1984: 245.
34 TUÑÓN de LARA, 1985: 191.
35 TUÑÓN de LARA, 1985:195.
36 MALEFKIS, 1980: 432.
48
embargo, las declaraciones de Ruiz-Funes estimaban que para el 19 de junio 193.183 campesinos y sus familias se habían asentado en 755.888 hectáreas de tierra, según dijo el diario
El Sol37. Se supone que estas cifras eran más realistas pues los procedimientos burocráticos
del IRA hacían que la cuantificación de las transferencias de tierras se hiciera con lentitud.
La aprobación de estas disposiciones limitan con el 18 de julio, momento en el que se
produce la sublevación militar, que no provocaría el fin inmediato de las acciones en el campo en los primeros momentos, pero que también cobraría una entidad diferente en distintos
puntos por la acción de las fuerzas obreras (CNT, POUM, etc.), pues se procedería a la colectivización, como ha trabajado Julián Casanova38. Sin embargo, son las medidas -siempre
reformistas- llevadas a cabo por el Ministro Ruiz-Funes, las que se expusieron por la CEDA
y la dictadura franquista como una de las causas de la Guerra Civil, calificando a Ruiz-Funes
como comunista, y viendo en la escalada de protestas de obreros del campo un clima de
tensión que justificaba sobremanera el golpe militar. Sin embargo, es precisamente ese golpe
militar el que truncó los resultados de la Reforma agraria y, por tanto, nunca sabremos qué
hubiera pasado en el campo español si no se hubiera producido el golpe de estado: posiblemente hubieran conseguido –con el tiempo- una modernización del campo por medio de la
mecanización del proceso, la justicia e igualdad para acceder a la tierra, es decir, implantar
la justicia en la propiedad, principio eminentemente burgués, pues nunca se fue contra ella
sino a favor de una distribución equitativa. Es por ello necesario, como señala Francisco
Espinosa39, profundizar en el proceso de Reforma agraria analizando el Frente Popular como
una coalición que intentó una serie de reformas, en medio de un momento álgido de la lucha
de clases, que hubiera conducido a una nueva España.
3. A MODO DE EPÍLOGO: JUSTICIA Y GUERRA CIVIL.
El estallido de la Guerra Civil marca un punto de inflexión en el proyecto de modernidad
que querían llevar a la práctica los republicanos de 1931. Los elementos fundamentales que
habían sido el buque insignia del gobierno republicano dieron a su fin, esto es, el respeto a la
legalidad, la idea de legitimidad del sistema republicano, además de truncarse el sistema de
garantías judiciales.
En los inicios del conflicto el Estado republicano se sumió en un estado de caos, situación
que se intentó reconducir durante el gobierno de Largo Caballero, constituido en septiembre
de 1936.
Las medidas más significativas se orientaron hacia la recuperación del poder del Estado en
manos de los comités, juntas que habían ocupado el espacio dejado por el Estado los 2 primeros
meses de guerra.
Es en este contexto en el que situamos la labor de Mariano Ruiz-Funes como Ministro
de Justicia.
Durante el conflicto bélico, siguiendo las distintas corrientes historiográficas, podemos
37 AYALA, 1982:247.
38 CASANOVA, 1997: 198-220.
39 Francisco Espinosa, 2008:6.
49
señalar dos momentos clave en el transcurso de la violencia y la justicia republicana; un
primer momento, corresponde a la etapa de explosión de violencia incontrolada, la que no
está organizada institucionalmente por el Estado republicano40; en segundo lugar, aquella que
es ejercida por el Estado republicano, puesta en marcha cuando comiencen a funcionar los
Tribunales Populares, creados para anular la violencia incontrolada.
La labor de Mariano Ruiz-Funes, contenida dentro de los primeros pasos de la justicia popular, vino a completar las disposiciones esenciales citadas por medio de dos decretos de 15
de septiembre y 6 de octubre de 1936. El primer decreto tenía como objetivo establecer que
los tribunales creados asumieran la competencia en delitos militares o comunes cometidos
por militares. Esta medida eliminaba de hecho la jurisdicción castrense aunque, como señala
Cancio Fernández, en el preámbulo del Decreto se indicaba que era “propósito del gobierno
establecer Consejos de guerra especiales, que por procedimientos sumarísimos actúen en los
lugares donde se realizan operaciones de campaña, para conocer de los delitos militares o
comunes que se cometan con ocasión de la misma, y que en dichos consejos tengan la debida
participación aquellos beneméritos ciudadanos que, juntamente con las fuerzas leales del
Ejército, y formando parte de las milicias populares, defienden a la República con las armas
en la mano”41.
Por otro lado, el decreto de 3 de octubre tuvo como objetivo ampliar las competencias con
el conocimiento de los delitos de traición y espionaje previstos en el Código de Justicia Militar.
Como complemento a las disposiciones que reforzaban en competencias los Tribunales
Especiales, Mariano Ruiz-Funes, como Ministro de Justicia, puso en marcha otro organismo
dentro de la jurisdicción especial, que fueron los Jurados de Urgencia42, cuya competencia
era entender de aquellos hechos que, siendo por su naturaleza de hostilidad o desafección al
régimen, no revistiesen caracteres de delito43.
El procedimiento partía de la denuncia de las autoridades gubernativas por medio de un delegado o fiscal municipal, pero Cancio Sánchez puntualiza que, por Orden de 15 de octubre del
Ministerio de Justicia, se acuerda que el Fiscal General de la República haga la designación de
los funcionarios fiscales que en cada Jurado de Urgencia haya de actuar. Dicha matización por
parte del Ministerio de Justicia nos permite constatar cómo Ruiz-Funes, en el clima más álgido
de la violencia en guerra, opta por truncar la posibilidad de dar lugar a un clima de delación
arbitraria y por canalizar las denuncias y actos espontáneos de justicia popular.
40 A diferencia de la practicada por el bando rebelde durante toda la guerra civil, y desde sus iniciales momentos por la
acción represora del Ejército franquista y de las columnas a él anexas de falangistas y voluntarios derechistas, una violencia
y represión auspiciada y alentada por los responsables militares del golpe, que tuvo como objetivo político la aniquilación y
el sometimiento total, ‘físico y espiritual’, del contrario. En su último libro la profesora Helen Graham insiste en la especial
consecución política de tal manera de proceder por los sublevados, pues el terror generalizado no solo se utilizó para facilitar
un rápido avance militar y para ‘pacificar’ el territorio conquistado consolidando el control rebelde, la utilización del terror
de masas era algo más que una táctica a corto plazo, los rebeldes estaban redefiniendo al ‘enemigo’ como toda una clase
social: ‘el proletariado producido por la modernización y considerado “fuera de control” por los militares sublevados y sus
partidarios civiles de las elites’. Véase su aportación al estudio del condicionamiento de la guerra en GRAHAM, 2006:
141-146.
41 Cancio Fernández, 2007:58.
42 Decreto del 10 de octubre de 1936.
43 SÁNCHEZ RECIO, 1991: 60.
50
El 17 de octubre se creaban por medio de un decreto los Jurados de Guardia, cuya competencia sería conocer los delitos definidos por los bandos del Ministerio de Gobernación y
aplicar las penas fijadas en el Código de Justicia Militar. Según el bando de 31 de octubre,
se especificaban los delitos que serían competencia de los jurados de guardia, cuyo fin era
mantener el orden y seguridad colectiva: era delito, pues, la tenencia de armas y explosivos,
la divulgación de noticias sin autorización que puedan servir para actividades de espionaje
o crear actitudes derrotistas entre la población, tener documentos propios de información
militar, denuncias falsas, actos de pillaje o incautación, etc. El espíritu de estas disposiciones
podemos considerar que iban en el sentido contrario a las propuestas y prácticas revolucionarias que se dieron durante los primeros meses de guerra, además de que la remisión al Código de Justicia Militar solo demostraba que el proyecto republicano de justicia de guerra y,
más concretamente, el proyecto de Ruiz-Funes ratificaba, rotundamente, que todo el aparato
judicial creado en tiempo de guerra tenía un tiempo de aplicación, el tiempo que durara el
conflicto bélico.
Pero la tensión existente entre la justicia del Estado republicano y la práctica de la ‘violencia popular no institucionalizada’, que luchaba por abrirse camino en el caos de los primeros meses de conflicto, impactó con esta violencia, denominada popular, y con una concepción de la justicia diferente.
4. CONCLUSIÓN.
Lo esencial de la figura de Ruiz-Funes va a ser la capacidad de aglutinar todas las problemáticas de su tiempo, como profesor que pasó a la acción pública en el contexto de esa idea de
modernidad y de búsqueda de resolución de problemas que se habían sucedido en el tiempo.
El transcurrir de su vida coincidirá con la Dictadura de Primo de Rivera, momento donde
la nueva intelectualidad surgida del cambio social en España tras la I Guerra Mundial se trasladará a la nueva burguesía, sembrando una nueva concepción del Estado, la política y sus
relaciones con los ciudadanos, que ahora de facto ejercerán como tal. Es en estos momentos
cuando Mariano Ruiz-Funes es un hombre de acción y lucha por los principios que emanaron
de las Revoluciones liberales europeas, como “Libertad, Igualdad, Fraternidad y Laicidad”;
renunciando a los principios que la Monarquía y la Dictadura impusieron a sus súbditos, pues
negaban el derecho a ser ciudadano. En dicho periodo, la obra de Ruiz-Funes navega entre el
deber como ciudadano, criticando a la Dictadura y a la Monarquía, y la lucha por un nuevo
sistema más justo, concepto primordial en el pensamiento de Ruiz-Funes.
Democracia y Humanismo serán elementos trascendentales en su acción y pensamiento
durante la II República, tanto en su defensa de la abolición de la pena de muerte y la humanización de la pena, como en su defensa del ideal republicano con su aportación constante,
primero en su colaboración en la redacción de la Constitución de 1931 y, después, en la resolución de los “problemas históricos” del país, tales como la Reforma Agraria o la conquista
de un sistema plenamente democrático. Ideas estas que se trasladarán en el clima de Guerra,
momento en el que luchará por restituir la justicia republicana.
Él también vivirá en primera persona las consecuencias de la victoria, no la paz, sino la
venganza y el exilio. Pero ello también significará, en cierto sentido, la disolución del proyecto de modernidad que difundieron derivando en formas residuales, alternativas.
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