Fiestas populares vascas - Intercambio Suecia

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12.- Fiestas populares vascas.
FIESTAS VASCAS
Calendario de Fiestas Vascas
Enero/Urtarrila
- Cabalgata Reyes Magos/Erregeen Kabalkada
- Día de San Sebastián, Tamborrada/San Sebastiian eguna, Danborrada
Febrero/Otsaila
- Seis Horas de Euskadi (Ciclismo)/Euskadiko Sei Orduak (Txirrindularitza)
Marzo/Martxoa
-Carnavales
en
Tolosa,
poblaciones/Inauteriak,
Donostia-San
- Tolosa, Donostia eta beste herri batzuk
Sebastián
y
otras
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Abril/Apirila
- Semana Santa en Hondarribia y Segura/Aste Santua, Hondarribiaeta
Segura.
- Festival Internacional de Cine Submarino/Urpeko Nazioarteko Zinemaldia.
Mayo/Maiatza
- Maiatza Dantzan (Festival de danza)/Maiatza Dantzan
- Inicio temporada de Carreras de Caballos/Zaldi lasterketen denboraldi
hasiera
- Festival de Cine Publicitario/Publizitate zinemaldia
Junio/Ekaina
Semana
Gastronómica
Gastronomikoa
de
Intxaurrondo/Intxaurrondoko
Aste
- Carreras de Caballos (de Julio a Agosto)/Zaldi lasterketak (Uztailetik
Abustura)
- Fiestas de San Juan/San Joanak
- Alarde de Irún/Irungo Alardeak
- Feria Taurina de Tolosa/Tolosako Zezenketak
Julio/Uztaila
- San Fermines (Pamplona)/San Ferminak(Iruña)
- Festival de Jazz de Donostia San Sebastián/Donostiako Jazzaldia
- Fiestas de San Ignacio Azpeitia/Azpeitiko San Ignazioak
- Feria Taurina de Azpeitia/Azpeitiko Zezenketak
- Feria de la sidra/Sagardo Festa
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Agosto/Abustua
- Feria Taurina/Zezenketak
- Virgen de la Blanca (Vitoria)/Andra Zuriaren Festak (Gazteiz)
- Quincena Musical/Musika Hamabostaldia
- Semana Grande (San Sebastián)/Aste Nagusia (Donostia)
- Semana Grande (Bilbao)/Aste Nagusia (Bilbo)
- Clásica Ciclista de Donostia-San Sebastián/Donostiako Txirrindulari Klasika
Septiembre/Iraila
-Traineras en la Concha/Kontxako Estropadak
- Fiestas Vascas/Euskal Jaiak
- Alarde de Hondarribia/Hondarribiako Alardea
- Festival Internacional de Cine de Donostia-San Sebastián/Donostiako
Nazioarteko Zinemaldia
- Campeonatos de Surf en Zarautz/Zarauzko Surf Txapelketak
- Fiestas Vascas en Zarautz/Zarauzko Euskal Jaiak
Octubre/Urria
-Festival de Masas Corales de Tolosa/Tolosako Abesbatzen Topaketa
- Festival de Cine de Terror de Donostia / Beldurrezko Zinemaldia
Noviembre/Azaroa
- Festival de Marionetas de Tolosa/Txontxongiloen Jaialdia Tolosan
- Festival de Músika Barroca de Ordizia/Musika Barrokoaren Jaialdia
Ordizian
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Diciembre/Abendua
- Feria de Santo Tomás/Santu Tomas Feria
- Olentzero (personaje mitológico al modo de Santa Claus/Olentzero
Un poco de historia de nuestras fiestas vascas:
Aste Nagusia bilbaína.
Hace veintitrés años en Bilbao se produjo un fenómeno socialmente
insólito para una población de sus características y dimensiones. Para
los menores de treinta y pocos años, Aste Nagusia es algo "de toda la
vida" y para los que rebasan esa edad, aunque ya remoto, recuerdan
aquellos veranos.
En el verano (agosto) de 1.977 y años precedentes: Bilbao era un
desierto. Las vacaciones concentradas en ese mes dejaban
despoblada la Villa, había más bilbainos/as fuera que en casa, lo que
hacía que la hostelería se sumara al éxodo y también cogiera
vacaciones.
Y en ese mes ocurría, es un decir, la Semana Grande, que ni si quiera
tenía eco en la prensa, salvo algún suelto anuncio algún aislado
festejo, tal como combates de boxeo o lucha en un ring instalado en
una balsa fondeada en la Ría, algún alarde de Danzas Vascas de la
Sección Femenina, Las barracas se movían como apestadas de
ubicación en ubicación cada vez más marginadas, convirtiéndose para
los barraqueros Bilbao en plaza de segunda.
Y los toros, las corridas generales, el único residuo de la Semana
Grande y la presencia de algunas compañías de teatro que en hacían
sus giras "por provincias" recalaban en Bilbao.
Sería prolijo recordar los desencadenantes de los sucesos de agosto
de 1.978, pero el resultado es que a raíz de un concurso de ideas
para una Semana Grande popular, el colectivo popular de EMK,
Txomin Barullo se alza con el premio y apoyado por las AAVV, exige
que no se quede en un mero galardón sino que se lleve a la práctica.
La presión vecinal se impone y se nombra la primera Comisión
Popular de Fiestas.
En este proyecto figura la creación de grupos o cuadrillas de
animación que con el nombre de Comparsas aparecen
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espontáneamente sin ningún plan prefijado ni tan siquiera idea de
continuidad.
En dos meses y con un presupuesto ridículo se organiza la más
deliciosa locura. El éxito sorprende a propios y extraños.
Todos los vecinos y vecinas que están en Bilbao acuden al Arenal y al
Casco Viejo. La noticia salta a la prensa y empieza a correr de boca
en boca y comienza el éxodo pero al revés.
Las Comparsas se reúnen y surge, como es lógico, La Coordinadora
de Comparsas de Bilbao. Al margen de recuperar los Carnavales,
deciden dar continuidad al empeño de la ya "Aste Nagusia" y con el
primer Ayuntamiento democrático surge la segunda Comisión Popular
de fiestas.
Esta Comisión se compone de dos corporativos, Pedro López Merino
(PSOE) Y Santi Brouard (HB), seis representantes de las comparsas,
la asociación vecinal Bihotzean en representación de las AAVV , un
representante de los grupos de teatro de Bilbao, los grupos de
animación infantil Oskus! y Haurrak… y todos ofrecen su apoyo y
participación para organizar actos de sus especialidades pero declinan
integrarse en la Comisión.
Este año se perfila el programa y modelo que, con retoques, ha
llegado hasta hoy.
A partir de agosto de 1.979 el verano de Bilbao ya no será lo que era.
Los bilbaínos reservan parte de sus vacaciones para Aste Nagusia,
Bizkaia se vuelca en un fenómeno nuevo y ahora ya tradicional.
San Fermines en Navarra
Como en el caso de tantas ciudades medievales, nacieron los
Sanfermines como feria comercial y como fiesta secular, tomando las
fechas de fiestas religiosas cristianas, éstas a su vez más anteriores
raíces, del paganismo vasco y latino. A comienzo del siglo XIII d.C.
ya se celebraban unas ferias comerciales tras la noche de San Juan,
entre el día 23 y el 24 de Junio, con el comienzo del verano. A San
Juan seguía San Pedro y luego Santiago, el 25 de Julio, un mes
después; en medio, San Fermín (como un Santo entre tantos : no es
el patrón de Pamplona). Tenemos, pues, en plena Edad Media, ferias
comerciales y fiestas religiosas a lo largo de un mes, en el inicio del
verano.
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Las ferias comerciales eran concurrencia de mercaderes y aldeanos,
ganaderos y gentes de todo tipo; también pretexto para fiestas y
comenzaron, en algún momento, a organizarse corridas de toros. Así
nacieron, probablemente a finales del siglo XVI, algo que podríamos
considerar propiamente los primeros Sanfermines.
Hay otra fecha emparentada, ahora al final del verano, el 10 de
Octubre, en que se organizaba una feria en Pamplona, de siete días,
desde el año 1324, por privilegio del rey Carlos I de Navarra y IV de
Francia. Medio siglo después, en 1381 por privilegio del rey Carlos II
de Navarra, pasó a ser feria franca. También entonces, con
festividades religiosas.
Estas dos ferias y fiestas, al inicio y al final del verano, se unificaron,
para aprovechar el mejor clima, en la que desde entonces comienza
el día séptimo del séptimo mes el 7 de Julio (que no es el día de San
Fermín pero nadie se acuerda de ello). Aunque todavía en la
actualidad, a finales del verano, se celebran los llamados sanfermines
txikis (pequeños sanfermines) sólo para los íntimos. Así queda para
todos el "uno de Enero, dos de Febrero, tres de Marzo, cuatro de
Abril, cinco de Mayo, seis de Junio, siete de Julio, ¡San Fermín!".
Consta que se celebró una fiesta ya en las nuevas fechas. El
Regimiento (Ayuntamiento de entonces) celebró con gran ceremonia
y pompa, el 7 de Julio de 1591 (obsérvese, hace algo más de
cuatrocientos años),





Pregón de Fiestas, muy ceremonial,
Torneo con lanzas en la actual Plaza del Castillo,
Teatro : "Comedia y Tragedia del Bienaventurado San
Fermín",
Danzas, procesión por las calles, etc.
El día siguiente, se celebró una corrida de toros.
Ya tenemos así documentado desde finales del siglo XIV un embrión
de los sanfermines, y a finales del siglo XVI unos párrafos del
programa oficial de hoy. Fueron pasando los siglos, sin grandes
cambios. Eran unas fiestas locales, con feria comercial, fiestas
religiosas, principio del verano, y así año tras año, siglo tras siglo.
Pero aproximadamente desde 1950 los cambios han sido acelerados.
En primer lugar, por el incremento del nivel de vida. Nuestros abuelos
ahorraban durante todo el año para disfrutar en las fiestas, y quien
tuviera 100 pesetas de las de entonces
era muy afortunado. Hoy con esa cifra no se llega a pagar un vaso de
vino; más aún, Navarra tiene de las más altas rentas per cápita de
España.
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Nuestros abuelos pasaban los Sanfermines a solas, con los aldeanos
de la comarca (la Cuenca de Pamplona) algunos días. Se merendaba
frecuentemente en casa o en las tabernas, y como hoy, en las
corridas, en las que circulaba el vino peleón de entonces. El pueblo
(Pamplona tendría unos veinte mil habitantes) se juntaba en la Plaza
Consistorial para recoger al Ayuntamiento y acompañarlo a la iglesia
de San Lorenzo, donde en su capilla de San Fermín se celebraba
como hoy una misa, las Vísperas, el 6 de Junio. Tras la misa, pueblo
y autoridades regresaban de la iglesia al Ayuntamiento, igualmente
por la calle Mayor. Poco más había, salvo bailes en la plaza del
Castillo, y claro, las corridas y el encierro.
San Fermines hoy en día
Los Sanfermines vienen evolucionando tanto como la
sociedad.
Han perdido mucho de su componente religioso, y el acompañar del
pueblo al Ayuntamiento para celebrar en misa las Vísperas de los
Sanfermines, se ha convertido en un acto de protesta, con nombre
propio, el riau-riau, que durante los últimos años incluso se dejó de
celebrar, se dejó de organizar oficialmente por los disturbios que lo
acompañaban.
¿Las cien pesetas de nuestros abuelos? hoy cualquier pamplonés
gasta mil veces más en esos siete días de fiestas (los niños, algo
menos). Apenas se bebe vino, como no sea de marca; la bebida más
usual quizá sea el champán o el cava. Sólo tenían nuestros abuelos
una docena de tabernas y hoy Pamplona y comarca dispone de unos
mil establecimientos, cafeterías, bares, restaurantes, casas de
comidas... con una pujante gastronomía. La población se ha
multiplicado por diez, Pamplona tiene unos doscientos mil habitantes
y la Plaza de Toros, vacía todo el año, la tercera mayor del mundo,
queda realmente muy pequeña para contener a todos.
Desde la postguerra y en especial desde la obra literaria de
Hemingway, (que, dicho de paso, apenas refleja los Sanfermines,
contra lo que se suele decir), los visitantes extranjeros se acumulan
en la ciudad. Primero llegaron los franceses (no los vascofranceses,
del sur y a fin de cuentas vecinos, sino de más allá); los alemanes y
los norteamericanos. Después, británicos, escandinavos, luego las
caravanas de australianos y neozelandeses. Es del todo imposible
hacer estadísticas, pero probablemente durante los Sanfermines haya
tantos extranjeros como pamploneses. Bien es cierto que muchos
pamploneses, por gusto o por obligación, salen de la ciudad durante
los Sanfermines o sólo los disfrutan algunos días. Significa pues
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duplicar la población y concentrarla especialmente en el Casco
Antiguo de la ciudad, que tendrá como medio kilómetro cuadrado de
extensión.
Las ganas de fiesta de la mayoría ayuda a la convivencia, jamás se
han sufrido incidentes que lamentar. Pero la situación es
sencillamente grave en el encierro. Las fotografías antiguas nos
muestran quizá un centenar de corredores, o incluso menos. Hoy son
quince mil o más, con el mismo número de toros, en el mismo
recorrido, por las mismas calles, en los mismos pocos minutos. Ese
es probablemente el mayor problema de los Sanfermines : no su
masificación general, pues si bien es cierto es cierto que la fiesta se
concentra en el Casco Antiguo, se conquistan nuevos barrios para la
fiesta; sino la masificación del encierro, y la evidente falta de
preparación de la inmensa mayoría de los corredores de fuera de
Pamplona.
Es peligroso, porque los toros siguen teniendo astas finas y cada uno
más de media tonelada de peso y el rápido galopar del rebaño en la
madrugada, golpeando sus pezuñas el adoquinado, es tan
impresionante como en la mañana del primer día del siglo, cual fuera,
en el que nacieron los Sanfermines.
LAS FIESTAS DE LA BLANCA
Las fiestas de Vitoria se realizan en honor la Virgen Blanca. Esta
fiesta es el 5 de Agosto, pero las celebraciones comienzan la víspera,
el día 4, y terminan el dia 9. Si bien tienen preámbulo el día 25 de
Julio, día de Santiago, cuando se celebra el "Día del Blusa".
La celebración de festejos en honor de esta virgen se remonta a
tiempos muy lejanos, mucho antes de ser declarada patrona de la
ciudad. Hasta 1883 se llevaban a cabo unos actos que, bajo la
denominación de "Fiestas de Vitoria", se desarrollaban durante la
primera semana de septiembre. A partir de 1884 pasaron a
celebrarse en Agosto, tras un acuerdo municipal en el que se decidió
que la fiestas lo fueran, ya de forma oficial, en honor de la Virgen
Blanca, conocida también como Nuestra Señora de las Nieves, y cuya
festividad aparecería fijada en el calendario litúrgico el 5 de Agosto.
Será en 1953 cuando la Corporación municipal establezca el
calendario festivo tal y como se conoce hoy en día.
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EL DÍA DEL BLUSA (25 de Julio)
El día de Santiago, en Vitoria se venden ajos, en "ristras" o
manojos con, típicamente, 50 cabezas. En dicho día se venden
prácticamente todos los ajos que se consumen en la ciudad (200.000
habitantes) durante todo el año.
Los "blusas" son (o más bien fueron) una figura esencial de las
fiestas: grupos de amigos que se reunían para ir juntos a las corridas
de toros. Para evitar mancharse, comenzaron a utilizar la típicas
blusas que utilizaban los trabajadores. Posteriormente el vestuario se
"vasquizó" para hacerlo a semejanza de los agricultores y pastores
vascos: boina vasca (prácticamente en desuso) , camisa blanca,
"blusa", pañuelo en el cuello rojo o azul (que se utilizaba para así
evitar sudar el cuello de la camisa), pantalones sujetos con una faja,
y "abarcas" -unos zapatos de piel gruesa, que se atan con cuerdas a
la pierna-. Los blusas celebran en dicho día una "carrera de burros".
FIESTAS DE LA BLANCA (4 DE AGOSTO)
El día 4 todo comienza con la "Bajada de Celedon".
Hasta 1957 las fiestas comenzaban con el disparo de un cohete (el
chupinazo) y el rezo de las Vísperas a la Virgen Blanca, seguida de un
Rosario por las calles de la ciudad con unos faroles iluminados que
representan cada uno de los misterios.
En 1957 un grupo de amigos decidieron "hacer algo diferente" y
crearon la bajada de Celedón, con una analogía entre los aldeanos de
los alrededores de Vitoria, que se acercaban a la ciudad para celebrar
las fiestas. Se barajo la idea de hacerlo con un paracaidista pero,
descartado esto por las dificultades técnicas, se hizo con un muñeco
que baja desde la torre de una Iglesia hasta la Plaza.
A pesar de ello, durante los primeros años, alguna que otra vez la
cuerda se rompió y el aldeano de Zalduendo acabó con sus ilustres
posaderas en el suelo.
EL CHUPINAZO:
A las 6 de la tarde en punto el Alcalde dispara el chupinazo y
Celedón comienza su descenso. Hasta hace unos pocos años era
normal que todo el mundo encendiera un cigarro-puro, incluso las
mujeres. Era fascinante ver sobrevolar sobre la gente una nube de
humo azulado procedente de los 30000 puros o mas que se
encendían al mismo tiempo... Ahora las costumbres han cambiado y ,
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desde hace unos años, lo que se hace es descorchar botellas de Cava
(champagne) y rociar a todo aquel que se encuentra cerca...
En el centro de la plaza se coloca habitualmente el ya habitual
comando de batasunos venidos de fuera con el fin de hacerse ver y
montar su "numerito": pancartas en favor de la amnistía de los
presos terroristas colgadas de globos, o cualquier otro sistema para
"hacerse ver". Igualmente habituales son los abucheos, silbidos y
gritos de "fuera, fuera" que les dirige el resto de la plaza.
Aquellos que no desean ver sus cuerpos remojados por en cava, y
encender su puro sin problemas, optan por situarse en la parte
trasera de la plaza y en la plaza del General Loma y calles
adyacentes.
Tras bajar el "celedón de trapo" desde el campanario de la
torre de San Miguel hasta un balcón en la plaza de la Virgen
Blanca, éste es sustituido por un "celedón en carne y hueso"
(desde hace muchos años el popular Iñaki Landa) quien
recorre como puede la abarrotada plaza hasta el balcón de la
Iglesia de San Miguel y se dirige a los vitorianos, que cantan
sin cesar la canción:
"Celedón,
ha hecho una casa nueva,
Celedón,
con ventana y balcón"
ROSARIO DE LA AURORA
El día 5, a las 7 de la mañana, comienza el Rosario de la Aurora, un
rosario que recorre las calles de Vitoria y que termina en una Misa al
aire libre. A pesar de lo intempestivo de la hora es un acto
multitudinario, al que asisten muchas familias y trasnochadores .
Después comienzan la jornada desayunando el tradicional chocolate
con churros.
LAS DIANAS:
Todas las mañanas, las charangas recorren las calles de Vitoria
para despertar a los más dormilones, con más buena voluntad que
efecto, pues al buen dormilón no hay charanga que le levante... y al
buen juerguista que no ha dormido...tampoco.
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ACTOS FESTIVOS:
Prácticamente en cada plaza del centro, y en los lugares más
concurridos, hay infinidad de actos culturales y lúdicos (ver programa
de fiestas).
A las 11 de la noche, diariamente, hay un espectáculo de fuegos
artificiales desde el Monte de la Tortilla (Mendizabala), junto a las
barracas.
...Y TODO LO BUENO SE ACABA (9 DE AGOSTO)
La noche del 9 de Agosto los Vitorianos se dirigen con pesar (o con
alivio) para despedirse de Celedón, quien a las doce de la noche
subirá otra vez al campanario. Durante ese trayecto se desanudan
todos el pañuelo y despiden al símbolo de la fiesta... y ya queda
menos para el próximo 4 de Agosto.
HISTORIA DE LOS CALDEREROS
Se escenifica la llegada de los Caldereros húngaros a la ciudad, los
cuales anuncian la próxima llegada del carnaval.
Abre la comparsa el oso, uno de los animales característicos de la
mitología del carnaval vasco. La comparsa de los Caldereros está
formada por tribus, es decir, diferentes sociedades populares.
Uno de los elementos más característicos de esta fiesta es el peculiar
sonido que emiten los caldereros al golpear con martillos los pucheros
que forman parte de su atuendo. La fiesta se complementa con
cánticos y bailes de las cíngaras. La bis cómica de esta celebración la
ofrece la Reina, quien realmente es interpretada por un hombre.
HISTORIA DE LOS CARNAVALES
En la ensoñación de épocas pretéritas llegamos a pensar hoy que
todos los carnavales al filo del siglo fueron como los de 1900. Y no
fue así. El presupuesto de 100.000 pesetas fue ampliamente
rebasado no pudiendo afrontar el Casino la rebasado no pudiendo
afrontar el Casino la organización de ediciones posteriores.
Se abre un largo paréntesis al que contribuye, aparte esas razones
económicas, la prohibición de correr toros ensogados que era el
festejo básico en el carnaval donostiarra.
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LA SEMANA GRANDE DONOSTIARRA: DE LA
ARISTOCRÁTICA A SU POPULARIZACION ACTUAL
TRADICIÓN
San Sebastián nació al turismo por gracia de la Corte Real que la
eligió a mediados del siglo XIX como su lugar de reposo en verano.
Acompañaban a los reyes en su desplazamiento una parte importante
del Gobierno, la alta aristocracia y ese mundo de intereses que se
mueve siempre alrededor de las élites dispensadoras de privilegios.
Ellos configuraron el San Sebastián moderno del Ensanche Cortazar,
y el de las grandes innovaciones técnicas en el transporte y
comunicaciones urbanas.
Era necesario entretener la larga estancia de aquellos veraneantes de
lujo. El espectáculo por antonomasia lo constituían las corridas de
toros, que una tradición secular las agrupaba alrededor de la Virgen
de Agosto. Un incendio destruyó en 1875 la plaza de toros de San
Martín y un hombre de iniciativa singular, José Arana, construyó una
nueva en Atocha en brevísimo tiempo inaugurándola el 16 de Julio de
1876.José Arana lanzó aquel año, como slogan de propaganda, el
término Semana Grande.
Las corridas de toros, eje de la semana, se completaban con otros
festejos: conciertos de la banda de música y fuegos artificiales
fundamentalmente. Los visitantes que llegaban en los trenes de
cercanías se veían forzados a pernoctar en las fondas y casas de
huéspedes de San Sebastián tras el espectáculo de los fuegos. San
Sebastián se encontró con un nuevo turismo, de estancias cortas
pero
multitudinario.
La Semana Grande pervivió durante casi un siglo con aquellas
características que la configuraron en su inicio. El abono taurino fue
creciendo, y la plaza del Chofre ofrecía, junto a la Feria de San Isidro
en Madrid y la de Abril en Sevilla, el mayor número de festejos y los
de mayor calidad. Entre corrida y corrida la semana se engarzaba con
verbenas y conciertos, representaciones de teatro y fuegos
artificiales.
Las corridas de toros, eje de la semana, se completaban con otros
festejos: conciertos de la banda de música y fuegos artificiales
fundamentalmente. Los visitantes que llegaban en los trenes de
cercanías se veían forzados a pernoctar en las fondas y casas de
huéspedes de San Sebastián tras el espectáculo de los fuegos. San
Sebastián se encontró con un nuevo turismo, de estancias cortas
pero multitudinario.
La Semana Grande pervivió durante casi un siglo con aquellas
características que la configuraron en su inicio. El abono taurino fue
creciendo, y la plaza del Chofre ofrecía, junto a la Feria de San Isidro
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en Madrid y la de Abril en Sevilla, el mayor número de festejos y los
de mayor calidad. Entre corrida y corrida la semana se engarzaba con
verbenas y conciertos, representaciones de teatro y fuegos
artificiales.
Pero la Semana Grande era para los visitantes. El donostiarra,
hostelero o comerciante, trabajaba duramente en su establecimiento
para asegurar el ocio y diversión de los demás. Atesoraba peseta a
peseta lo que creía precisaba para su subsistencia en el largo
invierno, aunque luego llegó a enriquecerse con aquel turismo de alto
rango. La demolición de la plaza de toros en 1974 dejó al descubierto
la falacia de la Semana Grande. Sin festejos taurinos, realmente no
quedaba gran cosa. Coincidió aquel evento con el derrumbe del
turismo tradicional a consecuencia de la conflictividad social y política
que llevó la intranquilidad a las calles. La alta burguesía española y el
turismo extranjero huyeron de San Sebastián.
La Semana Grande había quedado reducida a casi nada. Pero surgió
animosamente el viejo espíritu de iniciativa de los donostiarras. La
mejora en los medios de comunicación, la autopista, la doble vía a
Tolosa, acercó el entorno industrial a San Sebastián. Las poblaciones
del interior se volcaban hacia la Concha en las fechas festivas.
Comenzaron a organizarse una serie de actividades nuevas para
entretenimiento de este turismo y de los donostiarras que, como
consecuencia de la crisis económica, ya no se desplazaban como
antes en sus vacaciones de verano. Surgió así una nueva Semana
Grande, multitudinaria y bullanguera.
Cuando la nueva plaza de toros sea una realidad, cuando hayamos
conseguido trasladar definitivamente las reivindicaciones políticas y
sociales a las instituciones de gobierno, San Sebastián contará con
una Semana grande en la que se conjugue lo popular con
acontecimientos de alta calidad cultural y estética.
HISTORIA DE LAS REGATAS DE TRAINERAS DE LA CONCHA
Las regatas de traineras surgen de un modo de vida concreto: el
entorno de la pesca en mar abierto. Las embarcaciones precisaban de
individuos fuertes y resistentes capaces de mantener la boga,
durante horas, hasta llegar a los caladeros y, una vez recogida la
pesca, tornar a puerto, cargados y a toda marcha, para efectuar la
subasta
Con el tiempo el motor sustituyó en las lanchas a la fuerza del
hombre. Pero durante los años siguientes, el mundo de las regatas
continuó vinculado a la pesca. Los profesionales del sector formaban
en las mejores tripulaciones del litoral. Y aún hoy, con la
201
incorporación de atletas de todo tipo, los remeros se encuadran en
clubes formados en villas de larga tradición pesquera.
Las regatas de La Concha fueron organizadas por primera vez en el
año 1879 como un elemento más del programa de festejos veraniego
de San Sebastian. Se utilizaron para ello traineras de pesca que hasta
entonces venían enfrentándose entre sí, en desafíos con dinero por
medio, para dirimir su superioridad.
El éxito de público que acudió aquel domingo de septiembre a
presenciar la victoria de la trainera "Avante" animó al Ayuntamiento
donostiarra a incluir las regatas en los programas de los años
siguientes. Con la excepción de algunos años de principio de siglo y
durante la guerra civil las regatas han venido celebrándose
ininterrumpidamente hasta nuestros días. 119 años de tradición han
hecho de las Regatas de Traineras de La Concha el espectáculo del
año deportivo en Euskal Herria. Ningún otro es capaz de atraer esa
enorme multitud que se apiña en Urgull, Igeldo, el Paseo Nuevo, el
Muelle y en la Isla, sobre las playas y en embarcaciones de todo tipo,
cuando llegan los dos primeros domingos de septiembre, y ello
aunque la televisión acerque las imágenes a todos los hogares
retransmitiendo las pruebas.
EL NACIMIENTO DE LA FIESTA DE SANTO TOMÁS
A mediados del siglo XIX la mayor parte de las fincas rústicas de
Guipúzcoa eran cultivadas por arrendatarios, cuya situación jurídica
se transmitía de forma hereditaria, es decir, de generación en
generación con el devenir de los años.
Entre dueño y colono existía una relación paternalista. La renta se
pagaba en fecha fija -normalmente el día de San Martín- aunque
acostumbraba a retrasarse hasta SantoTomás.
El propietario que no cultivaba las tierras vivía en la ciudad.
Numerosos baserritarras se desplazaban hacia San Sebastián en ese
día con el dinero de las rentas y un par de capones. A su vez eran
obsequiados con una comida en la que tradicionalmente se
incorporaba el bacalao al menú que se iba a degustar.
Los caseros aprovechaban su venida a la capital para aprovisionarse
de artículos que no existían en el modesto comercio de los pueblos
vecinos y, a su vez, para vender los mejores productos del caserío.
Se hizo necesaria la celebración de una feria y así surgió la de "Santo
Tomás",en la Plaza de la Constitución donostiarra. Cuando los
municipios guipuzcoanos mejoraron su transporte y se construyeron
pistas a todos los caseríos la Feria dejó de ser una necesidad. Pero el
baserritarra, que ya era en su mayoría propietario de las tierras
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donde se asentaba el caserío, siguió cumpliendo la vieja costumbre
de acudir en Santo Tomás a Donostia. Y la Feria se mantiene así.
TAMBORRADA DONOSTIARRA
No puede precisarse con rigor histórico la fecha exacta en que salió a
las calles donostiarras la primera Tamborrada. Atribuyen algunos su
origen al redoble que sobre las herradas producían las chicas de
servicio y sus acompañantes- menestrales y soldados - mientras
aguardaban chanda ante una de las tres distintas fuentes que hacia
1836 surtían de agua a San Sebastián. Más cierto parece que sea la
Tamborrada una de las comparsas del Carnaval Donostiarra.
Hubo varias anteriormente. Así, en 1817, la Mascarada de ciegos
valencianos y la Comparsa de jardineros y al año siguiente la
Comparsa de Caldereros y la Tamborrada, esta última posiblemente
en 1836, en plena Guerra Carlista. A partir de entonces toma cuerpo
de tradición el festejar el santo patrono, recorriendo de madrugada
las calles al son de una marcha zortziko del maestro Santesteban,
ejecutada en los primeros años exclusivamente con barriles, a los
que, más tarde, se añaden sonoros tambores. Los participantes, que
al principio iban disfrazados con caprichosos trajes, más tarde se
uniformaron. Salían cada año, a las tres y media de la madrugada,
del local de la Sociedad "La Fraternal", situado en la subida al
Castillo, redoblando el "Sheshenarena", pues hasta 1860 no escribió
Sarriegui la Marcha de San Sebastián. Incansables, recorrían las
calles hasta las ocho en punto, deteniéndose a esta hora en la
esquina de las calles Iñigo y Narrica, donde esperaban la aparición de
la sokamuturra. Con la Tamborrada comenzaba un ciclo de fiestas
que daba fin el martes de carnaval, con el Entierro de la Sardina. A la
Sociedad "La Fraternal" sucedió la "Unión Artesana". A las cinco de la
mañana y encabezada por tres heraldos a caballo, daba comienzo el
desfile, uniformados los tamboreros de milicianos de 1800 y
redoblando parches y barriles al son de las marchas interpretadas por
una banda de música que cerraba el cortejo. Después vino la de
Euskal-Billera y, más tarde, dichas tamborradas fueron
paulatinamente multiplicándose por los diferentes barrios de la ciudad
donostiarra.
La fiesta comienza el día 20 de Enero a las 00:00 horas con la izada
de la bandera a cargo de la tamborrada de Gaztelubide, en el antiguo
Ayuntamiento, hoy por hoy convertido en la Biblioteca Municipal
ubicada en la Plaza Constitución.
En efecto, serán 60 las tamborradas que, representadas por uno de
sus miembros participarán junto con Gaztelubide en el comienzo de
nuestro "día grande".
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Durante 24 horas la ciudad es una fiesta de tambores y barriles, en
todos los barrios se puede escuchar los himnos de Sarriegui. A las
24:00 horas la tamborrada Unión Artesana es la encargada de arriar
la bandera y dar por finalizada la fiesta.
Entre ambas, la alegría y buen humor se desborda por la ciudad, que
festeja a su patrono. La fiesta ha ido creciendo y un dato evidente
nos lo da el incremento de tamborradas de mayores que participan
en la misma: en 1957 diez tamborradas, en 1967 aumentó hasta 54
y para el 2002 anuncian su salida nada menos que 85 tamborradas,
las cuales tomarán su punto de partida en 7 barrios de la ciudad.
Desfilan por todos los barrios de la ciudad, no hay un solo lugar ni
momento del día que no se oiga una tamborrada redoblando sus
tambores y barriles. Años atrás todas la tamborradas eran
masculinas, hoy en día aunque muchas siguen siendo estrictamente
masculinas debido a los estatutos de sus Sociedades, también las hay
mixtas y femeninas. Durante el día se otorgan los Tambores de Oro,
Medallas al Mérito Ciudadano y los premios concernientes al Concurso
Internacional de Fuegos Artificiales (celebrado durante la Semana
Grande del año anterior).
EL OLENTZERO
En los bosques de nuestro país, hay muchos tipos diferentes de
criaturas que la gente no puede ver. Todas ellas son parte de la
naturaleza, y la gente ha escrito muchas historias y fábulas acerca de
ellas.
Cuando caminamos a través de nuestras montañas y nuestros valles,
desde un rincón maravilloso de la imaginación ellas nos mantienen
acompañados y nos cuidan.
Esta es la historia de uno de aquellos seres, la historia del Olentzero,
un hombre humilde que con su amor entra al corazón de todas las
criaturas, reales e imaginarias.
Hubo una vez, hace muchos muchos años, en los profundos bosques
del País Vasco, un hada muy hermosa viviendo allí. Su cabellera era
amarilla como el sol y sus ojos eran muy brillantes.
Como todas las hadas, ella cuidaba de la gente y siempre estaba
acompañada por algunas criaturas pequeñas y divertidas, como los
duendes, llamados Prakagorri, o "pantalones rojos", que la ayudaban
en su trabajo.
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Un día, cuando ella iba viajando a través de las montañas, ella se
detuvo para peinar sus cabellos junto a una fuente. De repente, los
Prakagorris le anunciaron que algo se estaba moviendo entre los
helechos.
El hada continuó peinando y peinando sus rizados cabellos y no se dió
cuenta de nada hasta que los Prakagorris gritaron llamando su
atención.
"Es un bebé humano," dijo el más viejo de los duendes.
"¿Por qué lo dejaron aquí?" dijeron todos los Prakagorris a coro.
"Yo no sé," dijo el hada, "es difícil de comprender como los humanos
pueden ser tan desalmados algunas veces."
"Desde ahora," le dijo el hada al bebé, "tu nombre será Olentzero,
porque es una cosa maravillosa haberte encontrado. Y por este acto
te daré los regalos de Fuerza, Coraje y Amor, por todo el tiempo que
tú vivas."
Entonces el hada tomó al bebé y lo llevó a una vieja casa en el límite
del bosque donde vivían un hombre y su mujer que no tenían niños. ·
"Ellos estarán muy, muy felices de recibir este chico y lo cuidarán
muy bien, lo sé" dijo el hada, y ella dejó al niño allí en frente de la
puerta para ellos.
Muy temprano en la mañana, cuando el sol comenzaba a levantarse,
el hombre salió de la casa para ordeñar a las vacas. El se sorprendió
mucho al ver al bebé, y llamó a su esposa: "Mi amor, ven aquí
rápidamente! Ven a ver lo que he encontrado!"
Tal como el hada lo había predicho, el hombre y la mujer fueron muy,
muy felices al encontrar a este chico. "Qué afortunados hemos sido!",
dijo la mujer. E inmediatamente ellos cubrieron al niño con una cálida
frazada y le dieron algo de comida, y ellos lo tomaron como su hijo.
Y así fue como Olentzero llegó a crecer en aquellas maravillosas
montañas, hasta que se convirtió en un fuerte, saludable y amable
hombre. Sus padres fueron muy felices y Olentzero no estaba en
absoluto preocupado por la extraña forma en la cual sus padres
llegaron a encontrarlo.
Olentzero trabajaba todos los días de la mañana a la noche, haciendo
carbón y ayudando a su anciano padre.
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Después de muchos años la anciana pareja quienes habían sido los
amorosos padres de Olentzero finalmente murieron y Olentzero se
quedó muy solo en la casa en el bosque.
Los años vinieron y se fueron y su cara comenzó a arrugarse y su
cabello comenzó a ponerse blanco.
El vivir solo lo volvió triste y se dió cuenta de que lo que necesitaba
hacer era ayudar a otras personas que lo necesitaban.
El recordó que en el pueblo había una casa en la cual vivían algunos
niños que no tenían padres. Ellos vivían de cualquier cosa que la
gente del pueblo les llevara, y él se dió cuenta de que esos niños eran
muy solitarios, justo como él, y de que él podría hacer cosas para
ellos de modo que fueran felices.
Olentzero era muy inteligente y muy bueno haciendo cosas con sus
manos, de manera que hizo algunos juguetes de madera para
aquellos niños: pequeños juguetes y muñecas, que el podría llevar a
los niños cuando fuera al pueblo a vender su carbón.
Cuando él terminó las muñecas y muñecos, él los puso en una gran
bolsa, puso la bolsa sobre su burro, y marchó hacia el pueblo. El se
sintió muy feliz por dentro aquel día, y sus ojos refulgieron con
mucha brillantez.
Le tomó toda la mañana caminar a través de las montañas hasta
llegar al pueblo, pero estaba muy feliz. El sonreía como si estuviera
en un sueño, porque estaba yendo a llevar a los niños los juguetes
que él había hecho.
Los niños pequeños del pueblo estuvieron muy felices también
cuando recibieron sus regalos, y Olentzero se pasó la tarde jugando
con ellos y contándoles las historias que había aprendido de su padre
cuando él era pequeño. Los niños y niñas amaron mucho a Olentzero
y despues de aquel día ellos no se sintieron tan solos como antes.
Olentzero se volvió muy bien conocido en aquel pueblo. Cada vez que
él se acercaba, rápidamente era rodeado por los niños.
Esto sucedió por muchos hermosos y felices años, pero una vez hubo
una terrible tormenta en el pueblo y en las montañas de la periferia,
la cual destruyó muchas cosas. Los fríos, fuertes vientos y el sonido
de los truenos dejaron a la gente muy asustada y trastornada,
especialmente a los niños.
Un día, cuando Olentzero estaba yendo al pueblo, él vió un rayo
alcanzando a una casa.
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El corrió muy rápido hacia la casa y vió algunos chicos en una de las
ventanas, muy asustados, gritando y pidiendo ayuda.
Sin dudarlo el llegó hasta la casa, que estaba en llamas, cubrió a los
niños con una frazada para protegerlos del fuego, y los sacó de la
casa a través de una ventana en el primer piso.
Pero mientras él estaba tratando de salir, una viga de madera vieja y
grande del cielo raso cayó sobre él. Olentzero cayó con gran dolor, y
su fuerte y hermoso corazón se detuvo.
Las personas en el pueblo lloraron cuando vieron la casa en llamas, y
supieron lo que había ocurrido, y se dieron cuenta de que no había
nada que ellos pudieran hacer.
Pero en ese mismo momento ellos fueron sorprendidos por una
brillante luz que salía de la casa en llamas. Nadie podía ver lo que
estaba ocurriendo adentro. Pero dentro de la casa, el hada que había
encontrado a Olentzero en las montañas, cuando él era un bebé
muchos años atrás, apareció junto a Olentzero y comenzó a llamarlo
por su nombre con su dulce voz: "Olentzero! Olentzero!"
Ella dijo: "Olentzero, tú has sido un buen hombre, lleno de fe y de
buen corazón. Has dedicado tu vida a hacer cosas para los demás, y
has dado hasta tu propia vida para salvar a otras personas. Por lo
tanto no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. De
ahora en adelante tú harás juguetes y otros regalos para los niños
que no tienen padres en este pueblo y en todos los rincones del País
Vasco." . "Y nosotros te ayudaremos!" dijeron todos los Prakagorris,
volando alrededor de Olentzero.
Y así fue como vino a pasar que, en la mitad de cada invierno, al final
de cada año, Olentzero va a todos los pueblos del País Vasco
repartiendo juguetes y regalos a los niños que no tienen padres ni
abuelos que les hagan regalos. Los niños de todos los pueblos
celebran la llegada de Olentzero cantando canciones y esparciendo su
mensaje de amor, fuerza y coraje.
Algunas personas no creen que Olentzero realmente exista. Pero
entre los vascos hay un viejo dicho: todas las cosas que tienen un
nombre existen, si nosotros creemos que existen.
Trabajo realizado por:
Cristina Lorenzo
Mónica Sánchez
Iratxe Varas
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