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Artistas y artesanos
Un diálogo entre
La Educación y La Cultura
Valentina Cantón Arjona y Mario Aguirre Beltrán*
Pretexto.
En la Revista La Falange -publicación literaria y cultural editada en la Ciudad de México en los
tempranos años veinte- apareció un delicioso diálogo entre dos mujeres que representan dos
mundos en apariencia disociados: la Educación y la Cultura. Este Diálogo, nos parece particularmente relevante por tres motivos:
1. constituye una “curiosidad” en vista de que su autor, Xavier Villaurrutia -en nuestros días
recordado y reconocido como un intelectual destacado- era entonces un joven poeta de veinte
años de quien no se sospecharía se ocupara de asuntos educativos;
2. la claridad de los conceptos y la firmeza de las ideas atacan de manera frontal un problema
aún vigente en nuestros días: la relación entre la Cultura y la Educación; y,
3. que el texto fue publicado en l923 en una Revista cuyo nombre: La Falange, nos intrigaba por
su evocación a una postura política ajena e incluso opuesta a la que puede intuirse, a través de
su obra, que sostendría el autor.
La divulgación de este texto es pues indispensable. Y, para su mejor comprensión nos parece
necesario brindar al lector algunos elementos que le permitan disfrutar y apreciar, lo más posible,
el Diálogo y la riqueza que él encierra. De ahí que le anteceda una semblanza del momento histórico-educativo y así como de la publicación que brindó sus páginas a este Diálogo y de su autor.
El momento histórico.
Cuando el 7 de mayo de l920 sale Carranza a
cumplir su destino en Tlaxcalaltongo, en la
Ciudad de México “El Universal” anunciaba el
estreno de la película El protegido de la muerte, en
los cines Venecia, Trianón, Palace y Parisiana y,
María Conesa -La Gatita Blanca- que se presentaba en el Teatro Virginia Fábregas, era promovida en las páginas de este periódico para el
solaz esparcimiento de los sufridos “juanes”. El
anuncio del jai-alai del Frontón México, con
pelotaris de apellidos vascos -impronunciables
para los nativos-, aparecía regularmente al
igual que el de las corridas de toros, en carteles
en donde el toro era el protagonista y el matador podría ser el mexicano Gaona o el andaluz
Belmonte. (1)
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Correo del Maestro. Núm. 6, noviembre 1996.
El país se convulsionaba con el levantamiento de los generales sonorenses que se oponían
a la imposición carrancista de Ignacio Bonillas
como candidato único a la presidencia de la
República, queriendo excluir al General
Obregón que contaba ya varios meses de campaña y había recorrido medio país como candidato independiente, por esa razón proclamaron en el Plan de Agua Prieta la destitución
del Primer Jefe de la Revolución.
El sábado 22 de mayo de 1920, la noticia del
asesinato de Carranza ocupa las ocho columnas de los periódicos de la época, pero la vida
cotidiana de la ciudad capital -con sus cines,
teatros, frontón y plaza de toros- no parece
estar afectada. (2)
El 25 de Mayo de 1920 el señor De la Huerta
es designado, por el Congreso de la Unión,
Presidente sustituto de la República Mexicana
(para cuidarle la silla a Obregón), rindiendo
protesta, como tal, el 1º de junio del mismo año.
Sus primeras declaraciones a los medios, versaron sobre “la escrupulosa e intensa investigación” que, su gobierno, seguiría para esclarecer “el artero asesinato del Varón de Cuatro
Ciénegas”; sin embargo la prensa después de
reconocer “los grandes servicios prestados a la
patria por el señor Carranza”, se dedicó a
destacar la composición del gabinete nombrado por Adolfo De la Huerta, en donde resaltaban dos declarados anticarrancistas: Don
Antonio I. Villarreal y José Vasconcelos,
quienes habían sido desterrados por su participación en el fracasado gobierno de la Convención de Eulalio Gutiérrrez.
El gobierno de la Convención de Aguascalientes había nombrado Secretario de Educación a Vasconcelos, quien no llegó a ocupar
nunca tal cargo; sin embargo, en su exilio en la
Unión Americana y en su viajes por América
del Sur, nunca dejó de interesarse por la labor
educativa nacional.
Nombrado Rector de la Universidad Nacional el jueves 10 de junio de 1920 rinde protesta
ante el Consejo en el Claustro Universitario,
pronunciando un notable discurso, en donde
define el quehacer de la educación pública
frente al pueblo:
... no es posible obtener ningún resultado
provechoso en la obra de la educación del
pueblo, si no transformamos la ley que hoy
rige la educación pública, si no constituimos una Secretaría Federal de Educación Pública. (3)
La idea de federalizar la educación, de
proyectarla e impulsarla desde el gobierno cen-
tral, fue la respuesta a la debacle en que, por
abandono, quedó ésta cuando el carrancismo la
dejó a las fuerzas de los menguados municipios.
... un Estado, cualquiera que él sea, que permita que subsista el contraste del absoluto
desamparo con la sabiduria intensa o la
riqueza extrema, es un Estado injusto, cruel
y rematadamente bárbaro. (4)
Para salir de la barbarie, Vasconcelos propone
emprender una gran cruzada para educar al
pueblo y así romper el desequilibrio existente
entre la ignorancia y la sabiduría intensa; es
decir, provocar que el fiel de la balanza no se
carge hacia uno de los extremos de los grupos
que componen la dinámica social.
Al triunfo del Grupo Sonora, el ambiente cultural de la República es registrado en los diarios
citadinos de la misma manera en que lo venía
haciendo desde principios de siglo: escasamente
y tocando cuestiones intrascendentes, lo más destacado, eran las noticias “culturales” que desde
España enviaba Felix Palavicini, a la sazón,
embajador de México en ese país, desplazando
a París como el centro cultural que fue en el porfiriato. Poco a poco, las iniciativas culturales de
Vasconcelos fueron llenando los espacios periodísticos, y las plumas del grupo del Ateneo de la
Juventud y más tarde, las de quienes constituirían la generación de Los Contemporáneos,
tuvieron presencia destacada en diarios y revistas dándose los primeros registros de la cultura
nacional de la Revolución.
En l922 Gabriela Mistral destaca la prometedora empresa cultural mexicana:
... un movimiento pedagógico serio y firme,
orientado según las ideas más modernas; un
movimiento científico superior al nuestro (refiriéndose a Chile) y una obra literaria que alcanza en calidad a la de la Argentina, y según
algunos la sobrepuja. (5)
Correo del Maestro. Núm. 6, noviembre 1996.
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Un diálogo entre La Educación y La Cultura
Como se puede apreciar, la poetisa chilena
daba cuenta de los avances de la política cultural de Vasconcelos a poco más de un año de
haber tomado posesión como Rector de la
Universidad y a unos meses de ser titular del
ministerio de educación por él fundado.
Como titular de la Secretaría de Educación
Pública, el Licenciado Vasconcelos hace una organización departamental: Escolar, de Bibliotecas
y de Bellas Artes, además de dos departamentos
transitorios: el de Desanalfabetización y el de
Educación indígena, estos últimos concebidos así,
porque terminada la labor de dotar de las
primeras letras a los iletrados e incorporando a
los pueblos indios al mestizaje etno-cultural, no
tendrían razón de continuar con sus funciones.
La estructura y función de la Secretaría respondió a una concepción de educación y cultura
-como señala Alvaro Matute (6)- basada en la
filosofía de Platón: la tendencia hacia la armonía,
dotando al demos de bases suficientes para ejercer el
cratos; educando, tanto para la capacitación para
el trabajo, como y fundamentalmente para educar el alma del pueblo.
La concepción de una educación integral
(como la de los clásicos latinos: educación del
cuerpo y del alma) llevó a Vasconcelos a incorporar al quehacer educativo/cultural a muchos
artistas, entre otros: a pintores como José
Clemente Orozco, Diego Rivera, Jean Charlot y
Javier Guerrero; al escultor Ignacio Asúnsolo; a
los dibujantes Adolfo Best Maugard y Jorge
Enciso; a intelectuales y escritores de la talla del
arquitecto Jesús T. Acevedo, el filósofo y maestro Antonio Caso, su hermano el indigenista
Alfonso Caso y Alfonso Reyes, quienes de alguna manera, compartían junto con Pedro Henríquez Ureña las inquietudes de su generación.
También se sumaron jóvenes promesas como
Salvador Novo, Jaime Torres Bodet y, de quien
nos ocupamos en esta ocasión, el joven Xavier
Villaurrutia.
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Correo del Maestro. Núm. 6, noviembre 1996.
La incorpación de muchos de estos valores
intelectuales a la política cultural, no fue únicamente como funcionarios o colaboradores directos del Secretario de Educación sino también, y
de manera más amplia, a partir de la creación de
espacios de expresión cultural autónomos pero
coincidentes con la idea de la definición de la
cultura como un quehacer indispensable e ineludible para la creación de la nueva sociedad.
Así, podremos encontrar personajes de gran
talla intelectual -colaborando, por ejemplo, con
la Revista El Maestro publicada por la naciente
Secretaría-; o bien, jóvenes entusiastas impulsores de nuevas ideas y empresas que enriquecerían el creciente ambiente cultural. Tal es el
caso de la Revista La Falange y de uno de sus
colaboradores más asiduos: Xavier Villaurrutia,
quien bajo la dirección de Jaime Torres Bodet
presentó, como aquí veremos, sus primeras -y
muy frescas- reflexiones sobre el quehacer cultural-educativo.
La Falange. Revista de Cultura Latina.
El primero de diciembre de l922 apareció en
México, bajo el nombre de La Falange, el primer
número de una revista cultural en cuya presentación se explícitaban sus propósitos y
motivos:
Cansados de vivir una vida estrecha y de
clamar en el fondo de un pozo sin resonancia en donde la voz se ahoga y el
ideal se pierde, varios literatos de
México se reúnen hoy en una falange de
poetas y de artistas y editan el primer
número de una revista ‘sin odios, sin
prejuicios, sin dogmas, sin compromisos’; ...una revista que se llamará La
Falange para dar, de lejos y de cerca, a
los lectores de América y particularmente de México la idea de cohesión y de
disciplina laboriosa que es menester pre-
cisar en definitiva. La revista se propone:
-expresar, sin limitaciones, el alma latina de América,
-reunir a todos los literatos de México
que hacen literatura sana y sincera en
un núcleo que sea exponente de los valores humanos de nuestra tierra,
-servir de índice de la cultura artística
nacional a los demás pueblos del Nuevo
Mundo.(7)
Fueron convocados a desarrollar esta idea,
como colaboradores: Pedro de Alba, Ignacio
Barajas Lozano, Manuel Cestero, Enrique Fernández Ledezma, Jorge de Godoy, Porfirio
Hernández, Julio Jiménez Rueda, Luciano Joublanc Rivas, Rafael Lozano, Eduardo Luquin,
Joaquín Méndez Rivas, Guillermo Prieto Yeme,
Manuel Toussaint, Rafael Heliodoro Valle,
Xavier Villaurrutia y Salvador Novo. Las portadas e ilustraciones interiores fueron realizadas por Manuel Rodríguez Lozano, Roberto
Montenegro, Adolfo Best Maugard, Diego
Rivera, Carlos Mérida y Abraham Ángel,
Antonio Salazar, Carlos E. González. Y estuvieron a cargo de la Dirección de la Revista
Jaime Torres Bodet y Bernardo Ortiz de
Montellano.
Imbuidos de un profundo sentimiento de
nacionalismo que se reconoce como parte de lo
universal -ese nacionalismo que se sabe efecto y
motor de la apropiación de la Cultura, entendida ésta en su más amplia acepción-, así como de
un gran sentido histórico, los miembros de este
grupo pugnarán por la recuperación de la
‘latinidad’ de la cultura mexicana. Latinidad
que nos ‘diferencie y nos libre’, decían los autores,
del ‘pragmatismo y vacío cultural’ de la influencia
sajona. Este ‘nacionalismo universalista’ no sería
ajeno al reinante en el estrato político (en el que
participaran algunos de los colaboradores) ni
tampoco a la postura sostenida desde la política
cultural y educativa del gobierno.
El nacionalismo y la noción de cohesión -que
de él deviene- como valores fundamentales para una producción cultural, así como el rechazo
de la influencia sajona por extranjerizante;
pueden ser leídos en nuestros días como ‘peligrosos’. Es por esto que vale la pena detenerse
en el nombre bajo el cual se agrupan estos intelectuales: La Falange. Un nombre que, a decir
de J. Torres Bodet (8), no dejaría de generarles
problemas y antipatías por la violencia que evocaba a quienes no lograban comprender la significación última del término.
El nombre adoptado (recordemos que nombre puede designar también filiación) evocará
por su espíritu de lucha, cohesión y disciplina
tanto a las milicias griegas -esos cuerpos de
infantería del ejército griego formados por
líneas compactas-, como a la agrupación de personas, armadas o sin armar, que se unen
estrechamente con cierto fin.
Ambas acepciones del término ‘falange’
estarán representadas en la primera portada de
la revista, ilustrada por Adolfo Best, en la que
aparecen tres posibles soldados que protegidos
cada uno con su escudo sostienen, con su brazo
derecho en alto, una misma lanza. En cada escudo protector se presenta una imagen: en el
primero un rayo, en el segundo un sol y en el
tercero una rosa. Estas ideas de cohesión, disciplina y lucha con un arma común: la Cultura,
regirán toda la producción durante la breve
vida de la revista -diciembre de l922 a octubre
de l923.
Parece necesario aclarar (en relación al término ‘peligroso’ utilizado anteriormente) la total
ausencia de filiación con el grupo político
denominado ‘Falange Española’ -agrupación
fundada por José Antonio Primo de Rivera con
un ideario basado en el fascismo italiano y que
fungió como soporte del régimen dictatorial
franquista-; ya que esta agrupación fue concebida por su fundador a inicios de los años treinta
y declarada formalmente constituida en el mes
Correo del Maestro. Núm. 6, noviembre 1996.
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Un diálogo entre La Educación y La Cultura
de octubre del año de l933, es decir, diez años
después de que nuestra Revista ha dejado de
aparecer. Esta ‘falange’, fuertemente antintelectual, no tiene pues que ver con la Revista de la
que aquí tratamos, excepto -no es poco- en el
nombre.(9)
Parece posible como mejor alternativa rastrear
el uso del término ‘falange’ en la obra de
Charles Fourier, socialista utópico francés. Las
‘falanges’ se reunirían en ‘falansterios’, esto es,
los alojamientos donde se establecía una
‘falange’ para vivir voluntariamente en comunidad. La opción voluntaria de este tipo de vida
exigiría a quienes la sostuvieran un gran sentido
de organización y disciplina. Es justo esta última acepción la que encontramos reflejada en la
elección del nombre de la Revista que nos
ocupa, pues, en ella se planteaban como lineamientos centrales las ideas de cohesión y disciplina laboriosa.
Xavier Villaurrutia.
Entre los colaboradores más fructíferos de la
Revista La Falange se encontraba Xavier
Villaurrutia (l903-l950), poeta, dramaturgo y
crítico de cine y pintura, en el que se sintetizaban las búsquedas y los esfuerzos de esa generación de creadores e intelectuales mexicanos
producto de un México replanteado por la
Revolución.
Precoz en su producción, Xavier Villaurrutia
es reconocido rápidamente en el medio intelectual no sólo por su fecundidad, sino también
por su espíritu ágil, audaz y profundamente riguroso. Ejemplo de este rigor y compromiso con
la producción es su concepción de la crítica
como un ejercicio de autocrítica. Ejercicio del
que afirmó:
...Desde muy temprano, la crítica ejerció
en mí una atracción profunda. Confieso
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Correo del Maestro. Núm. 6, noviembre 1996.
que apuraba los libros de crítica con la
avidez con que otros espíritus no menos
tiernos apuran novelas y libros de aventura. ¡Nadie pasa impunemente bajo las
palmeras de la crítica! Mi castigo, castigo delicioso no se hizo esperar. El tierno
lector de obras de crítica convirtióse bien
pronto, a su vez en crítico.
Más tarde he descubierto que pre-tender poner en claro los puntos secretos de
un texto, (...) son también pretextos para
iluminar, destacar, relacionar, poner a
prueba las dimensiones, las cualidades o la falta de cualidades propias...
De ahí que, del mismo modo que de la
novela se ha dicho que es un género
autobiográfico, ahora me parece razonable pensar que la crítica es siempre
una forma de autocrítica. (10)
Este espíritu riguroso y autocrítico se
expresó tanto en su obra poética como en sus
trabajos de traducción, prólogos, presentaciones y ediciones. Introductor en México de obras
de autores como Valéry, Pirandello, Gide,
Cocteau y Botempelli, así como de Bergamín y
Emilio Prados, entre otros, Villaurrutia no cejó
en su esfuerzo de ampliar el universo cultural
de nuestro país promoviendo, a través de la
crítica, la creación y expresión tanto literaria
como cinematográfica, pictórica y fotográfica.
Colaborador de varias, editoriales, revistas y
periódicos, entre los que se cuentan Azul, La
Casa de España, Cuadernos Americanos, Cuadernos
de Bellas Artes, Excélsior, Examen, Filosofía y
Letras, El Hijo Pródigo, Hora de España, Hoy y
Contemporáneos generó, a través de su participación en ellas, espacio y reconocimiento para
la obra de artistas e intelectuales tanto mexicanos como extranjeros.
Trabajador incansable, Villaurrutia fue fundador y miembro de grupos de gran importan-
cia, aún hoy, para la vida intelectual de nuestro
país; entre éstos el de los Contemporáneos por
cuya pertenencia es generalmente conocido, y
los grupos Ulises y Orientación, dedicados a la
promoción del teatro, al que dedicó gran parte
de su vida y obra.
En el Prólogo a las Obras de Xavier Villaurrutia, Alí Chumacero nos dice:
Como autor teatral, Villaurrutia no se
olvidó de los procedimientos que tan lúcidamente aplicó a la poesía. (...) Sus obras
menores en un acto se resuelven con la
facilidad mecánica del soneto. Cuidadosamente elaboradas, figuran entre las
mejores que ha producido el teatro mexicano, y constituyen los preliminares para
introducirse en la dilatada concepción de
piezas mayores -’Invitación a la muerte’,
‘La mujer legítima’, por ejemplo-, donde
esas prácticas formales hicieron de su trabajo uno de los más diestros y de mayor
sello personal. (11)
Bajo este rubro, el teatral, colocamos el Diálogo
que ahora presentamos, aún cuando éste no
aparezca así clasificado en el ordenamiento de
sus obras. En él, una obra resuelta en un brevísimo acto, se plantea con gracia, soltura y audacia
un problema aún presente en la labor educativa:
la relación entre la educación como práctica y la
cultura como concepción de un modo de vida.
Villaurrutia nos ofrece en este Diálogo una visión
joven, ácida y aún vigente de dicha problemática, al tiempo que nos sorprende el que haya
sabido captarla con tal claridad siendo tan joven.
Esta pequeña aportación -que así hay que llamarla- del autor al campo educativo nos revela
una vez más el profundo y frecuente olvido que
hacemos de la cultura mexicana como fuente de
saber crítico y -como nos enseñó Villaurrutiaautocrítico de nuestro quehacer cotidiano como
Xavier Villaurrutia. Obras. Fondo de Cultura Económica.
educadores. La intención última de la presentación de éste diálogo: recuperar para no
olvidar lo que ya otros, antes que nosotros,
habían dicho sobre nuestra acción, es decir,
recuperar para re-crear y así, quizás, dejar de
cometer los mismos errores. ¿No es éste en esencia el fin último de la educación?
(1) “El Universal”. México, D. F. 7 de mayo de l920.Año V.Tomo XV. Núm.. 1298.
(2) “El Univeral”. 22 de mayo de 1920. Núm. 1313.
(3) Vasconcelos, José. Discursos 1920-1950. Ediciones Botas. México, 1950. pp.8.
(Este discurso apareció publicado al día siguiente de que el Lic.Vasconcelos rindió
su protesta en el periódico “El Universal”, México, D.F., 11 de junio de l920.)
(4) Idem. pp.8.
(5) Gabriela Mistral.“La cultura mexicana”, Boletín de la Universidad, 1, 2. Agosto
de l922. Citado en: Fell, Claude. José Vasconcelos. UNAM. México, l989. pp. 361.
(6) Matute, Alvaro. “La política educativa de José Vasconcelos”. En: Solana,
Fernando et al. Historia de la Educación Pública en México. Ed. Fondo de Cultura
Económica y SEP. México, l981. pp. 166-182.
(7) “Propósitos”. La Falange. Revista de Cultura Latina. Núm. 1. 1 de diciembre de
l922. Edición facscimilar de todos los números de la Revista (1922-l923). Fondo
de Cultura Económica. México, l980.
(8) Torres Bodet, Jaime. Tiempo de Arena. Letras Mexicanas, Fondo de Cultura
Económica. México, l955. pp.168-171. (Texto transcrito como “Presentación” de
la edición facsimilar).
(9) Primo de Rivera, José Antonio. Textos de Doctrina Política. Edit. Delegación
Femenina de F.E.T y J.O.N.S. Madrid, l964. pp.33.
(10) Villaurrutia, Xavier. Obras. Poesía, teatro, prosas varias. crítica. Prólogo de Alí
Chumacero. Letras Mexicanas, Fondo de Cultura Económica. México, l991. pp. 639.
(11) Chumacero,Alí. Prólogo. En:Villaurrutia, Xavier. Op. cit. pp. XXII.
•Los autores son docentes e investigadores en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Ajusco.
Correo del Maestro. Núm. 6, noviembre 1996.
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Un diálogo entre La Educación y La Cultura
DIÁLOGO
La Educación.- Es alta y rígida; tiene los cabellos pajizos que hacían desconfiar a un personaje de
Wilde. Pesa cada una de sus palabras en el platillo de su mano extendida; y cubren guantes, hasta los
hombros, sus brazos.
Por lo demás, una persona de cierta edad no experimenta al verla, temor alguno; apenas una obligada
desconfianza. Los pequeños en cambio, creen ver en ella, cada uno, a su institutriz y palidecen ante su
palidez que no sería fácil dilucidar si proviene de un temperamento bilioso o de las frecuentes consultas a
pergaminos incunables.
La Cultura.- Toda ella es un gracioso desorden. Los ojos vivos; sueltos los cabellos y el ademán. A medida que habla asegura su concepto, sin sentirlo. Y cuando calla, escucha.
La hallamos como de la familia: su presencia alboroza y concierta; mas en sociedad no nos presentaríamos con ella sin un ligero rubor -¡usa los zapatos tan cómodos!- Afortunadamente no ha podido acostumbrarse a las veladas.
La Educación. -Por ningún motivo vayas a confundirme con Pedagogía; menos aún con la Enseñanza; es verdad que son parientas mías lejanas,
pero no sostengo con ellas ninguna relación desde su
matrimonio. La primera casó con un viudo con
hijos... La otra con un editor de libros de texto...
Ambas, conociendo algunas de mis intenciones han
querido llevarlas a cabo, pero ¡cómo! popularizándolas. Sabían de mis ideales, mas ignoraban los
medios de conseguirlos.
No comprenden que el único medio de oficiar es:
dictando al oído, dando un tono sospechoso a la voz,
prometiendo a cada hombre por separado la solución
y la esencia; obligándolo, conformándolo...
La Cultura. -Secreto a voces, querida.
La Educación. -Qué importa; por lo pronto el
hombre está catalogado, simétrico, por obra mía. Yo
puse en sus manos, como al azar, un libro, y luego
otro completándolo. Después, él solo busca los siguientes y desdeña cualquier llamado.
Yo misma, lo confieso, no puedo sustraerme a ciertas ideas, a ciertas actitudes; comprendo ¡ay! que las
copias numerosas acaban con el valor de los originales...
Pero estoy en peligro de parecer patética.
(Calla y observa a su interlocutora que empieza a
inquietarse. Sonríe satisfecha y prosigue:)
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Correo del Maestro. Núm. 6, noviembre 1996.
Creo haberte oído decir que no sientes temor
alguno por los libros a pesar de que a tu edad
(Estado Metafísico) generalmente se teme todo lo
desconocido.
La Cultura. -¡Desconocido! Un día tomé un
libro, lo repasé con atención -que era muy sabio, me
dijeron -y lo cerré con tristeza. No comprendo para
qué se escribe lo que todo el mundo sabe. Con débiles
palabras cada página decía algo que había visto, algo
sentido ya por mí. Hasta ciertas reflexiones que yo,
torpe, creía propias, encontré en él. Un libro...
La Educación. -Vulgar sin duda, amiga mía.
La Cultura. -Sois demasiado dura. Dejadme terminar. Un libro que -es verdad- en ocasiones, dibujaba claramente aquello que mi inconstancia o mi
temor no intentaron concluir. Por lo demás, lleno de
ejemplos difíciles y divagaciones cansadas. Cuántas
veces en el silencio, un batir de alas me sugirió, más
pronto y mejor, todo eso...
(Se detiene. Por el rostro de su oyente comprende
que ha ido demasiado lejos.)
No quiero decir, de ningún modo, que fuera algo
totalmente inútil.
La Educación.- Me asombra tu manera de discurrir. Tu suficiencia haría palidecer de rabia a una
persona menos acostumbrada que yo. Tu inconciencia te disculpa, y tu juventud.
Yo podría aconsejarte, pero me parece que tu cabeza
es loca, y tiene algo de pájaro y de follaje al viento.
Cuando hablas, lo haces como una persona que está
ya segura de sí misma, como quien, después de
infortunio y alegrías máximas, calla para que se oiga
a su experiencia.
La Cultura. -Como un pájaro, sí, como él canta:
movido pero no impulsado, hablo yo, y, como él siento que lo que digo está bien, y nunca lo he aprendido...-¡Quizá lo hayan aprendido por mí!
¿Dejar hablar a la experiencia? Nunca he creído
que aquellos de quienes se dice: ‘ya la poseen’,
puedan hacerse oir, menos aún utilizarla ¡son tan
viejos! ni siquiera heredarla, de otro modo ya estaría
en un tomo, anotada, y uno de los parientes de quien
hablabais habría lanzado ya un sinnúmero de ediciones.
La Educación. -¿Qué dices? Te aseguro que no te
escucho, no lo mereces. Me aturdes como un torrente. ¡Y yo que me había propuesto oírte hasta el
fin! Te sobra agilidad, careces de orden y mesura.
Perteneces a la categoría de personas que no pueden
conversar sentadas. Ya sé que me podrás objetar: la
comodidad es el principio de la inercia, en cambio la
inquietud lo es del movimiento; ambas cosas, con
palabras semejantes, las dijo Renan, pero lo tuyo no
es inquietud, que es desasosiego.
Apresúrate a corregirte, domina siempre tus
impulsos y haz, sobre todo, economía de ademanes.
No recuerdo haber tenido en mi juventud tales
arrebatos; bien es verdad, que tampoco recuerdo
haber tenido juventud. Y, por cierto, no lo lamento;
vosotros no comprendéis nada bajo el pretexto de
amarlo todo, y sois a un tiempo, tristemente egoístas, de un egoismo ciego y desinteresado. Goethe,
que alguna vez fué joven, lo decía: ‘ponemos en el
objeto amado cualidades que verdaderamente no hay
en él’. Y así en todo. Os parece bella la cosa más mi-
serable y encontráis delicioso a cualquier hombre de
una dimensión, tan sólo porque interpretáis el
mundo a través de un idealismo falso, sostenido por
frases tan despreciable como ésta: No hay ningún
objeto, por feo que sea, que no parezca bello en ciertas condiciones de luz o de sombra o en la proximidad de otros objetos. -Concepto derivado de otro de
Flaubert no menos ingenuo.
Pero el tiempo dará lecciones más firmes. Te
enseñará que es preciso aprender a juzgar, a odiar
que no es otra cosa; a escoger, que no es distinto que
rechazar. Te enseñará la sonrisa que no se externa; la
atención que aparece indiferente; la complacencia
exagerada en los encuentros con los amigos; en una
palabra: la hipocresía, que a luz de una moral escolar aparecerá condenable pero que, en la práctica,
resulta el más vivo matiz de nuestra existencia.
Pero...¿No me escuchas? Ya lo temía yo. ¡Y pensar que has dejado perder mis palabras a cambio de
ese crepúsculo cotidiano y uniformado! Adiós querida; desde Wilde -a pesar de Chesterton- nadie se
admira ante un espectáculo tal. A tanto equivaldría
detenerse, diariamente, a contemplar al ‘groom’ de
un hotel cualquiera: los rojos no son menos vivos y
el dorado, en la botonadura, es todo lo brillante que
el aseo hace posible; existe además la ventaja de que
el paño, de mala clase, se tornasola, día a día, de una
manera apreciable a los ojos del experto.
(Sale. Los zumbos de algunos insectos caseros,
todo lo comentan en el silencio que dejó a su partida, cada vez mayor con las primeras sombras).
(La Cultura sin darse cuenta de que se halla sola,
despierta de su ensueño, y, de pronto, para probar
que no ha dejado ni por un momento la plática,
empieza a pensar en voz alta.)
Xavier Villaurrutia.
Texto publicado en el número 4 de la Revista La Falange. Revista
de Cultura Latina. Portada del número: ‘El obrero’ de Manuel
Rodríguez Lozano. México D.F., 1 de julio de l923.
Correo del Maestro. Núm. 6, noviembre 1996.
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