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Año 176 - Diciembre de 2002
Reflexiones en torno a la Biotecnología
Por Manuel Young Anze, Director del Centro de Biotecnología "Dr. Daniel Alkalay Lowitt" de la
Universidad Técnica Federico Santa María*.
En estos días dominados por los temores
de los postulantes a la Prueba de Aptitud
Académica, enfrentados a decidir su futuro
profesional y en un país con un ambiente
de expectativa navideña, nos llega el
regalo del TLC. Cuando este se haga
realidad, se abrirán las puertas de una
economía que privilegia a los
emprendedores. Nuestros egresados de la
Enseñanza Media ya no estarán limitados
a un futuro laboral en Chile y es legítimo
que se estén preguntando ¿qué tipo de
profesional demandará Estados Unidos en
cinco años más, cuando yo egrese? Una
respuesta es ¡juéguensela por la ciencia!,
en particular las ciencias biológicas:
bioquímica, biología, y microbiología, por
mencionar algunas. Profesionales que se
aplican al desarrollo de la biotecnología -hoy en día liderada por la genómica- creando
soluciones nuevas para problemas de la salud, la alimentación y el medio ambiente en un
entorno que hermana las ciencias con el mundo de los negocios.
Por ejemplo, lo que impulsa a CODELCO a invertir en biotecnología (http://www.biosigma.cl) y a
los exportadores a adentrarse en los secretos del ADN (http://genoma-vid.biotec.utfsm.cl) es
simplemente usar la biología con fines industriales. Pero no cualquier biología, sino biología de
punta. En otras palabras, "sacarle el jugo al gen", y seguir el camino trazado por Pablo
Valenzuela, flamante Premio Nacional de Ciencias Aplicadas 2002
(http://www.mineduc.cl/noticias/Agosto/ N2002082818391626533.html), o imitar al profesor
Alfredo de Ioannes, quien está haciendo soñar a los pescadores de Quintay con adentrase al
siglo XXI en "Blue Carriers" de hemocianina (http://web.ceo.cl/691/article-15065.html).
Estas expectativas para las generaciones a partir del 2002, que esperamos sea una realidad
cuando estén egresando o antes para los que se atrevieron con menos expectativas y por ende
con más riesgo y que podrán cosechar antes, nos crea una responsabilidad para la que hay que
estar preparados. Podemos decir con satisfacción que en el sistema universitario se ha hecho
un buen trabajo.
A lo largo del país nuestros investigadores están abordando todos los temas de relevancia para
sustentar un desarrollo biotecnológico sólido con recursos de Conicyt, Fundación Andes, FIA y
otros organismos. Y también existen las careras profesionales de pre y postgrado, no sólo en
Santiago. La Octava Región se juega por la biotecnología con recursos CORFO y regionales,
organizando el Foro Mundial sobre Biotecnología y Desarrollo Sustentable (www.bwf2003.cl).
De manera similar se trabaja en Talca, Antofagasta y la Quinta Región, donde se unen las
universidades Católica de Valparaíso y Técnica Federico Santa María para crear el primer
Doctorado en Biotecnología del país con el apoyo del Ministerio de Educación
(http://www.doctoradoenbiotecnologia.cl).
La visión de nuestros profesionales "surfeando" en el mar de la nueva economía impulsados
por capitales de riesgo, parados en las tablas de las ciencias, debería dominar nuestros
sueños.
Claro que otros países nos llevan ventaja. No sólo los "grandes" de siempre, sino también otros
"menos grandes" como Australia, Nueva Zelanda e incluso nuestro vecino Brasil, que a decir de
la prestigiosa revista "The Economist" hoy "no sólo es fútbol y samba, sino ahora también
genómica".
Pero esto de la biotecnología, ¿es una moda pasajera, una burbuja como las que hemos visto
e-xplotar en años recientes?. Hay suficientes antecedentes para pensar que no. Para
comenzar, todos los análisis de pronósticos tecnológicos realizados por los países
desarrollados desde hace ya diez años, señalan que las ciencias que empujan la biotecnología
dominarán los mercados en el futuro. Sólo por nombrar dos áreas, hoy día ya está presente en
la agricultura y la industria farmacéutica.
Haciéndose eco de estos resultados, Chile se propone desarrollar como área estratégica la
biotecnología, junto con las tecnologías limpias, la calidad y las tecnologías modernas de la
comunicación, con la cual la biotecnología se asocia para crear la bioinformática, fundamental
en el descubrimiento de nuevas drogas basadas en la genómica.
Las grandes empresas transnacionales, inicialmente reticentes, se apuran a ponerse al día.
Gigantes con larga tradición como la Sandoz y Ciba-Geigy se unen para crear Novartis
(http://www.novartis.com), empresa biotecnológica con un valor estimado de más de 100
billones de dólares. DuPont, en tanto, vende parte de sus intereses en energía y se declara
biotecnológica. Otras como GlaxoSmithKline aumentó de dos a 70 la cantidad de
bioinformáticos en su planta y basa un importante porcentaje de sus descubrimientos de nuevas
drogas en la genómica. Se crea toda una nueva área de desarrollo industrial: la industria "life
science" que busca soluciones farmacéuticas y en salud, donde se imponen los conceptos de
descubrimiento de drogas y de terapia génica.
Pero estos avances no están exentos de detractores y con justa razón. El afán de avanzar
rápido, motivado por la curiosidad científica o por el éxito comercial que en la biotecnología se
complementan, hace olvidar la prudencia de avanzar sobre sólido terreno científico y sobre todo
mantener informado al público que se siente cada día más ajeno a estos desarrollos y
reacciona con desconfianza y rechazo. Quizás los más afectados sean los productos
transgénicos, en particular cuando están orientados a la agricultura. De poco sirve afirmar que
en la década pasada millones de toneladas de alimentos con base transgénica han sido
consumidas por millones de personas sin consecuencias. Hay quienes no serán convencidos.
Sin embargo, nuevos hechos generan una lenta aceptación de que los cultivos mejorados
biotecnológicamente no sólo son seguros, sino que más seguros.
Algo similar ocurre con la clonación, herramienta indispensable en todo desarrollo
biotecnológico, en particular la clonación de células animales. No importa que este conjunto de
técnicas haya sido desarrollado para obtener suficiente ADN para su estudio en condiciones
controladas. El foco de atención se sitúa en el potencial de clonar un ser humano, ¡qué cosa
más poco útil!. Si únicamente pensamos que de hacerlo posible se estaría reproduciendo sólo
el componente material, la personalidad, producto de la experiencia vivida tendría que ser otra,
y ya no sería la misma persona. Sin entrar a terrenos más interesantes como el alma y el
espíritu. Se pierde tiempo en explotar la real dimensión de utilidad de este tipo de clonación
cual sería, entre otras, la de disponer de suficiente material para transplantes.
Quizás una objeción válida tenga su origen en que el desarrollo de la industria biotecnológica
comenzó en las universidades, en los laboratorios científicos, por científicos con visión
empresarial, dando vuelta el paradigma según el cual las empresas demandan profesionales
desde las universidades, aportando además recursos para hacer investigación y desarrollo que
harán crecer las empresas con lo cual aumenta la demanda de profesionales y los recursos en
un círculo virtuoso explotado por los países desarrollados, que basan su estabilidad y
competitividad en empresas de alta tecnología. Pero, y si no hay empresa, como en el caso de
Chile, ¿no formaremos profesionales?. Afortunadamente, la industria biotecnológica tiene sus
orígenes en las universidades, los científicos las crearon, creando así la demanda. Entonces es
necesario fomentar una mayor formación de postgrados en ciencias asociadas a la biología si
queremos tener el punto de partida para este sector. Pero la formación de científicos no es
suficiente, hace falta capital de riesgo, y aquí es donde entra el TLC, que hará posible la
inserción de nuestros jóvenes en una economía donde el riesgo es bienvenido pues es
sinónimo de grandes ganancias.
En Chile este modelo es también válido. De hecho, dos de las industrias biotecnológicas
existentes tienen este origen, Bioschile (http://www.bioschile.cl) y Biosonda
(http://www.biosonda.cl). Lo objetable dice relación con la misión de la universidad, cual es
crear conocimiento y el riesgo de entorpecerla, motivando esta creación con fines solamente
comerciales o comprometidos con sectores de influencia. Este peligro se minimiza manteniendo
las estructuras existentes y creando nuevas estructuras orientadas a generar conocimiento
"empresarizable".
Este modelo fue adoptado por la Universidad Técnica Federico Santa María cuando creó el
Centro de Biotecnología "Dr. Daniel Alkalay Lowitt", con el propósito de generar conocimiento
biotecnológico patentable.
Seamos justos. Jugarse por la ciencia no implica solamente la biología. También hay
oportunidades en otras áreas de las ciencias como la química y la física
(http://www.novatempo.com), lo que no cambia el mensaje. Hay que jugarse por la ciencia.
______
*Manuel Young Anze en Ingeniero Civil Industrial, Master en Ciencias y Tecnologías de
Alimentos de la Universidad de California, Davis, Estados Unidos; y Doctor en Ingeniería
Química de ese mismo plantel. Su área de especialización es la Ingeniería Bioquímica. Hoy es
Director del Centro de Biotecnología "Dr. Daniel Alkalay Lowitt" de la Universidad Técnica
Federico Santa María.
Universidad Técnica Federico Santa María
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