Lectura Recomendada: “La Reestructuración de Europa” FUERZA AÉREA ECUATORIANA ACADEMIA DE GUERRA AÉREA LECTURA RECOMENDADA MAYO-JUNIO 1990 Academia de Guerra Aérea Página No. 1 Lectura Recomendada: “La Reestructuración de Europa” TEMA: TÍTULO DE LA LECTURA: ESTRATEGIA “LA REESTRUCTURACIÓN EUROPA” AUTOR: Michael Howard PUBLICACIÓN: JUNIO 1990 Academia de Guerra Aérea Página No. 2 DE Lectura Recomendada: “La Reestructuración de Europa” “LA REESTRUCTURACIÓN DE EUROPA” Por: Michael Howard revista Survival de Marzo-Abril 1990, publicada por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (Londres). Entregar esta traducción tiene un propósito exclusivamente didáctico y representa, por supuesto, sólo la opinión del autor del artículo. E Prólogo ¿Qué está ocurriendo realmente en Europa? Cambios. Cambios tan profundos (¿o no tanto como parece?) y vertiginosos, que nos vemos obligados a ver las noticias día a día para no quedar desfasados ante acontecimientos tan importantes. Los cambios que se produzcan, los que se están produciendo y los que ya son cosa del pasado, tendrán inevitables consecuencias estratégicas y evidentemente, políticas y por lo tanto, las habrá económicas y de todo orden, alcanzando sus efectos prácticamente a todo el mundo. Una opinión sobre este candente tema es lo que presentamos en este número de Lecturas Selectas. Su interés es indudable para cualquier oficial de nuestra institución. El tema "La reestructuración de Europa" es una traducción de un artículo aparecido en volumen XXXII N° 2 de la Academia de Guerra Aérea l Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS) fue fundado en 1958. Pocos meses antes, el lanzamiento del Sputnik había mostrado que la Unión Soviética había logrado, o era capaz de lograr, la paridad estratégica con los Estados Unidos. Los pueblos de Occidente confrontaban una nueva sombría perspectiva. Parecía que ahora nuestra propia supervivencia se encontraba amenazada y que continuaría estándolo indefinidamente, por un lado, debido a la existencia de armas termonucleares y, por el otro, por una confrontación global con un adversario declarado y formidable. | En lo esencial, esta situación permaneció inalterable durante 30 años y la tarea del IISS fue investigar formas para vivir de modo confortable y seguro en ella. Ciertamente llegamos a estar tan acostumbrados a la prisión que la historia había construido para nosotros que, como reincidente o pacientes de larga hospitalización, pasamos a ser casi incapaces de visualizar ningún otro tipo de existencia. Parecía que no podía existir ningún otro mundo. Teníamos que hacer que este fuera lo mejor posible. Página No. 3 Lectura Recomendada: “La reestructuración de Europa” Ahora, repentinamente las paredes de nuestra prisión se han derrumbado y emergemos, perplejos, en un mundo nuevo y extraño. ¿Cómo nos podemos adaptar a él? ¿Qué cambios debemos efectuar en las costumbres arraigadas en nosotros? ¿Cuáles con las opciones que se presentan ante nosotros y cuáles con las necesidades? ¿Cuánto de nuestras antiguas vidas debemos dejar atrás y qué nuevas habilidades debemos aprender? Primero, pasaré a enfocar nuestra relación con la Unión Soviética; luego analizaré el Este, o como es mi deno¬minac10n preferida, Europa Central; luego me ocuparé de Alemania y Europa Occidental y, finalmente, consideraré la relación entre los Estados Unidos y la incipiente agrupac10n europea: la nueva estructura, en efecto, de Occidente. La Unión Soviética es, por supuesto, la clave de todo el proceso. Si los cambios de los cuales hemos sido testigos durante los últimos años no son irreversibles, si todo depende de la voluntad o de la supervivencia de un único hombre, entonces nada ha cambiado y nuestras esperanzas son ilusiones. La cautela con la cual nuestros gobernantes han reaccionado hasta ahora frente a los acontecimientos de Rusia es comprensible: es demasiado lo que pende de la exactitud de sus apreciaciones. Pero la mayoría de las preguntas que se formulan en Occidente y muchas de las respuestas dadas no comprenden el verdadero sentido. Han tendido a enfocar la persona de Mikhail Gorbachev: sus intenciones, sus perspectivas de supervivencia, si debemos ayudarlo y si es así, cómo. Se ha argumentado que debemos de abstenernos de aprobar sus políticas porque su objetivo es aún la preservación del marxismo leninismo, si bien en una forma más atenuada. Se ha insistido que su fracaso es inevitable puesto que el DIRIGISMO comunista es incompatible con una economía de mercado. Academia de Guerra Aérea Argumentos como esos son interesantes, pero muy simplistas. Estos cambios están ocurriendo y así ha sido por largo tiempo, en la sociedad soviética en los cuales Gorbachev es tanto el síntoma como el catalizador. Se ha alcanzado un punto en que la incompatibilidad entre las demandas resultantes de estos cambios y la estructura del poder estatal se ha vuelto notoriamente obvia para los propios líderes soviéticos. Gorbachev fue puesto en el poder por sus colegas con un mandato que determinaba un cambio radical y continúa, a pesar de todas las dificultades, disponiendo de ese apoyo. Ya sea que sobreviva o no en el poder, Gorbachev ya ha logrado su histórica tarea de poner en pie una transformación en la estructura del estado soviético que es tan abierta como irreversible. La Glasnost le ha revelado al pueblo soviético como son y no le gusta lo que ve de ellos mismos. Es posible que la Perestroika aún no haya creado nuevas estructuras viables, pero fatalmente ha debilitado la antigua. Naturalmente, la democracia multipartidista no se ha desarrollado todavía en la unión Soviética: dada la naturaleza de la cultura política rusa, eso es apenas factible de esperar. Pero a través de toda la Unión Soviética, está emergiendo una sociedad civil articulada presionando y transformando los instrumentos del Estado - la burocracia, el partido, el ejército y el KGB; una opinión pública que opera no sólo sobre esos organismos, sino que dentro de ellos. Sus miembros estarán operando en el futuro de acuerdo con estándares muy diferentes y empleando métodos muy diferentes de aquellos aplicados en el pasado. La consecuencia más importante de las políticas de Gorbachev ha sido, por lo tanto, destruir la antigua docilidad que hizo posible el totalitarismo. Los pueblos soviéticos se han mostrado a sí mismos que son inteligentes y críticos, con un vigoroso sentido de sus propios intereses. Ya no son más una masa inerte para ser manipulada por un pequeño grupo de ideólogos. Ellos pueden, en realidad, probar que son ingobernables; pero la Página No. 4 Lectura Recomendada: “La reestructuración de Europa” sugerencia hecha por algunos alarmistas occidentales de que un futuro gobierno podría distraerlos de sus problemas internos mediante aventuras militaristas foráneas, es altamente improbable. Ante todo, muchos ataúdes regresaron de Afganistán. Los historiadores y economistas debatirán por largo tiempo las causas de estos cambios, pero es probable que concuerden sobre un factor: la suprema importancia de la revolución de las comunicaciones. La libertad de información es tan necesaria para el desarrollo político, como lo es el aire para sostener la vida. Ha sido la disponibilidad universal de la información instantánea a través de las telecomunicaciones, los medios de comunicaciones y los computadores integrados, lo que ha disuelto la masa congelada de la ignorancia del conservantismo que hizo posible el mantenimiento del control totalitario y que ha permitido que los pueblos soviéticos se comuniquen libremente, no solo con el mundo exterior sino que entre ellos mismos. Si nosotros en Occidente queremos contar con la seguridad de que estos cambios permanezcan irreversibles, el modo más seguro de hacerlo es asegurarnos de que el flujo de información y de tecnología de información no disminuyan. Negarle a la Unión Soviética esta tecnología fundamentándose en que tiene, o podría tener, utilidad militar, es algo tan carente de perspicacia como contraproducente. Esta es la forma más segura de preservar el atraso social que hizo que la Unión Soviética fuera tan peligrosa por tanto tiempo. La modernización por si misma no garantiza una sociedad pacífica: la Alemania nazi perdura caro un horrendo ejemplo de lo contrario. Pero cualquiera que sea la sofisticación de las armas que posea, el pueblo soviético con el cual podamos comunicarnos libremente, que entienda qué está sucediendo en el mundo exterior y que pueda aplicar sus lecciones a su propia sociedad, será lejos un compañero más Academia de Guerra Aérea confiable en la conservación del orden mundial, tanto dentro como fuera de Europa, que otro que crea y conozca únicamente lo que su gobierno autoriza. Aún más, es sólo con tal sociedad que los acuerdos de control de armas a largo plazo serán posibles. Como todos sabemos, el control de armas estratégicas es impulsado por una lógica que le es propia y que guarda poca relación con las circunstancias políticas. Es un mundo cerrado habitado por expertos cuya tarea es, al igual que aquella de los corredores de la bolsa y abogados, resguardarse de cualquier riesgo concebible, por más remotas que puedan ser las posibilidades de riesgo. Les corresponde a los líderes políticos, a la luz de las circunstancias políticas, decidir qué riesgos están dispuestos a asumir. A medida que el clima político cambia, los cálculos de los analistas estratégicos, por lógicos que sean, se alejan cada vez más de las probabilidades reales. Finalmente, se llega a un punto donde el cálculo de las capacidades militares se logra por medio de las intenciones percibidas; intenciones estructuradas no sólo por los intereses del estado sino que por la cultura política. Si ya no se considera más al estado soviético como hostil y agresivo, si la sociedad soviética es conocida como una con la cual se pueda interactuar tan libremente como lo hacemos entre las nuestras, entonces el vino fuerte de los cálculos nucleares (para parafrasear a Lord Salisbury) necesitará ser adulterado con el agua fría del sentido común, y el agua aún más fría de la necesidad económica. No obstante, en Europa, correcta o equivocadamente, estamos menos preocupados por las capacidades nucleares soviéticas que por sus fuerzas convencionales que son vistas como indicadores mucho más preciosos de las intenciones políticas. Había, hasta recientemente, alrededor de medio millón de efectivos estacionados más allá de las fronteras occidentales de la Unión Soviética y la rapidez con la que son retirados proporcionará la más confiable evidencia de Página No. 5 Lectura Recomendada: “La reestructuración de Europa” las intenciones soviéticas de liberar sus ex satélites europeos. Ahora, ciertamente, hay muy pocas dudas sobre esas intenciones. El año pasado, uno tras otro, los miembros del pacto de Varsovia declararon su independencia política e (lo que es más importante) ideológica de la Unión Soviética. El gobierno soviético no sólo condescendió con esto, sino que los pueblos soviéticos permanecieron aparentemente indiferentes. Bajo el nuevo régimen de la Glasnost, el presidente Gorbachev ha sido criticado en muchos aspectos, pero su atrevida decisión de hacer lo mejor de un mal trabajo en Europa Central y librarse de una inmensa responsabilidad política no ha sido desafiada, hasta donde es de mi conocimiento, por ninguno de sus enemigos internos. Sus asesores militares, cualesquiera que sean sus reservas profesionales, deben saber que el hacer retornar los ejércitos soviéticos a esos países no encontraría ni un sólo amigo que los ayudara, ya sea para reconquistar estos países o gobernarlos después. Los soviéticos parecen haberse despojado de su imperio en Occidente en forma tan radical como lo hicieron los británicos, hace 40 años, de su imperio en el Este. Ahora, las mitades divididas de la familia europea pueden reunirse una vez más y permanecer juntas. La reestructuración de Europa, al fin es posible y esa es la tarea a la cual todas nuestras mentes se deben abocar. Deseo establecer aquí una distinción (la cual sé que se realiza en estos mismos países) entre Europa Central y Europa Oriental. "Europa Central" está compuesta por aquellos territorios que una vez formaron parte de la Cristiandad Occidental; las antiguas tierras del Imperio Habsburgo, Austria, Hungría y Checoslovaquia, junto con Polonia y los linderos orientales de Alemania. El término "Europa Oriental" debe ser reservado para aquellas regiones que se desarrollaron bajo la égida de la Iglesia Ortodoxa: las comunidades del mar Negro de Bulgaria y Rumania que solo emergieron de la dominación otomana en el siglo XIX y las partes "europeas" de la Unión Soviética. (Yugoslavia es una inquietante amalgama Academia de Guerra Aérea comprendiendo ambas, sus ex provincias de los Habsburgo de Croacia y Eslovenia cada vez más en desacuerdo con sus vecinos meridionales y queda por ver por cuanto tiempo puede sobrevivir esta amalgama). Creo que deben ser estas antiguas naciones de Europa central a las que primero debemos dar la bienvenida y del modo más cálido en la asociación europea, y en último término, al ingresar a la Comunidad Europea. Es en esto en lo que nos encontramos en mejor posición tanto en términos geográficos como de la cultura común, para prestar ayuda. No se trata de una mera nostalgia histórica que me motiva a presionar a que los países de Europa Central sean admitidos tan pronto como sea factible en la Comunidad Europea. Existen otras dos razones inmediatas. Una es que su propia historia ha estado caracterizada tanto por el antagonismo como por la cooperación; antagonismo entre alemanes, checos y polacos, entre húngaros y eslovacos, rumanos y croatas. Fue su creciente e incompatible autoarrogancia que destrozó la unidad del Imperio Habsburgo, algo que muchos de ellos han lamentado desde entonces. El sufrimiento común ha incidido mucho para reunificarlos, tal como ocurrió con los pueblos guerreros de Europa Occidental hace 40 años. Pero ellos aún se comunican más fácilmente con Occidente que unos con otros, y la cooperación entre ellos probablemente se desarrollará mucho más fácilmente dentro del marco de la Comunidad que únicamente sobre una base regional. La segunda razón es que ellos realmente comparten, me temo, una actitud altamente ambivalente hacia Alemania, especialmente frente a la perspectiva de una Alemania reunificada; por muy sinceras que sean las declaraciones de reconciliación hechas por sus líderes políticos. La generación cuya comprensible aversión por los alemanes, los hizo acoger con complacencia a los rusos como liberadores, ya casi ha llegado a su fin, pero sus sucesores continúan cautelosos; en ninguna parte más que en Polonia. No obstante su necesidad por Página No. 6 Lectura Recomendada: “La reestructuración de Europa” contar con capital, tecnología y destreza general alemana es tal, que el desarrollo de una política económica alemana en Europa Central debe ser conducida en estrecha conexión con sus asociados occidentales, dentro del marco de una Comunidad Europea que ya ha mitigado tan exitosamente los antagonismos históricos en Europa Occidental. De otro modo, los pueblos de aquellos países pueden llegar a sentir que han intercambiado una clase de hegemonía por otra; una hegemonía más benéfica y benevolente, ciertamente, pero que aún así los haría resentirse. Por lo tanto, nuestra primera tarea debe ser reabsorber los pueblos de Europa Central dentro de nuestra comunidad económica y cultural a la que ellos pertenece realmente: retomar los lazos entre Londres, Paris, Roma, Munich y Leipzig, Varsovia, Praga y Budapest. Pero, si ellos son reabsorbidos, ¿se unirán también a nuestra comunidad de seguridad? Finalmente, tenemos esperanzas de que si. Un solo sistema de seguridad que abarque a toda Europa, que involucre la disolución o el amalgamiento de los pactos existentes, ciertamente es una meta razonable a largo plazo. Este es el objetivo hacia el cual debemos apuntar en las negociaciones CSCE en Helsinki. Pero las circunstancias políticas ordenan que debemos tomarnos nuestro tiempo para llegar allí. Si tal sistema hubiera de incluir a Europa Oriental (es decir, la Unión Soviética) en la actualidad sería inaceptable para muchos del resto de sus miembros. Si no lo hiciera, sería visto por la Unión Soviética, por lo menos, como potencialmente hostil, especialmente si aún está unido a los Estados Unidos. Los soviéticos se encuentran en condiciones de bloquear la creación de cualquier sistema de seguridad que se extienda simplemente de "Brest a Brest". Aun si no estuvieran en esa posición, a estas alturas deberíamos haber aprendido la profunda falta de buen criterio de imponer un destino no deseado a naciones que no están en condiciones de resistirlo, pero que Academia de Guerra Aérea desafiarán tan pronto como hayan recuperado su fuerza. De manera que un estado militar especial para las naciones de Europa Central parece, por el momento, inevitable. Esto bien podría ser un estado Comparable al de Finlandia: políticamente independiente y libre de toda fuerza militar externa, pero aceptando que la Unión Soviética tenga un cierto Droit de Regard, el que podría o no ser ejercido a través del mecanismo del Pacto de Varsovia. Su independencia sin duda podría ser garantizada formalmente por ambos lados. Finalmente, este estado podría beneficiar también a las repúblicas bálticas si como parece ser muy posible ellos recuperan su libertad. Tal Cordon Sanitaire, que se extendería desde Finlandia, pasando por los Estados Bálticos, Polonia, Checoslovaquia y Hungría hasta Austria y Yugoslavia, debe satisfacer los intereses de seguridad tanto de la Unión Soviética como de Occidente. Más importante, casi con seguridad cumpliría los deseos de los propios pueblos - en tanto que ellos disfrutan en todos los demás aspectos de su tranquila condición de miembro en la comunidad de naciones de Europa. En cuanto al estado militar de una Alemania reunificada, los deseos del propio pueblo alemán serán muy importantes, ya sea que nos guste o no. Esperaremos con interés los resultados del debate interno que tendrá lugar ahora dentro de las dos Alemanias, tanto antes como después de la reunificación. Pero sus aliados y sus vecinos y sus ex adversarios sienten un profundo y legítimo interés por el resultado de aquellos debates y un justo derecho de expresar sus opiniones. Es muy probable que ellos hagan, conjunta o separadamente, dos importantes estipulaciones. La primera, sobre la cual en particular es probable que insista la Unión Soviética, es que debe haber, al menos Ad Interim, un estado militar especial para los territorios que, en la actualidad, constituyen la República Democrática Alemana. Ya sea que deban permanecer guarniciones soviéticas en estos territorios, aun cuando su presencia es Página No. 7 Lectura Recomendada: “La reestructuración de Europa” en gran medida simbólica; o que no deban contener fuerzas externas en absoluto. La segunda estipulación, que ha sido manifestada firmemente por el presidente de los Estados Unidos, es que Alemania debe seguir siendo miembro de la Alianza Occidental. Una Alemania neutra sería peligrosamente desestabilizante; no sólo para Europa, sino también para el mundo. En este último punto los aliados occidentales, los polacos y, en la actualidad, la mayoría de los habitantes de la República Federal se encuentran de acuerdo: Una Alemania reunificada debe seguir siendo miembro de la Alianza OTAN. La Unión Soviética hasta aquí mantiene la opinión oficial de que una Alemania reunificada no debe pertenecer a ninguna alianza, pero al menos debe estar tan consiente como cualquier otro, de los problemas que una poderosa Alemania no alineada presentaría para la estabilidad de Europa. Pero los alemanes orientales, en el presente, ven las cosas en forma diferente. Las encuestas de opiniones allí indican una clara preferencia por la neutralidad y en una Alemania reunificada ellos podrían encontrar más aliados de los que esperamos en la actualidad. Es muy probable que esto suceda si una parte de Alemania tiene que soportar la carga de albergar considerables fuerzas armadas extranjeras, mientras la otra parte no lo hace. En esta etapa, sería bueno recordar en que consisten las obligaciones del Tratado del Atlántico Norte. Ellas son "mantener y desarrollar... capacidad individual y colectiva para resistir un ataque armado" (artículo 3); "consultarse conjuntamente toda vez que... la integridad territorial, independencia política o seguridad de cualquiera de las partes amenazadas" (artículo 4) y considerar "un ataque armado contra uno... ataque contra todos ellos, y tomar "inmediatamente, en forma individual y en conjunto con las demás partes, las medidas que se juzguen necesarias, incluyendo el uso de la fuerza armada, para recuperar y mantener la seguridad del área del Atlántico Norte" (artículo 5). Esto es lo que Academia de Guerra Aérea los norteamericanos llamarían "la médula". Todo lo demás es súper estructural: la organización militar integrada, el sistema de mando, la ubicación de tropas, la estrategia general todo esto fue negociado en forma separada y es necesario que no se le considere en una forma sacrosanta. Bien puedo comprender la depresión con la cual los civiles y oficiales militares de la Alianza deben contemplar la perspectiva de una Perestroika dentro de la OTAN de demoler y reconstruir una estructura que ellos han creado frente a dificultades casi insuperables como resultado de innumerables compromisos y que hasta ahora nos sirvió en tan buena forma. Pero se debe enfrentar el hecho de que una estructura creada para satisfacer las necesidades de los años cincuenta corre el peligro de transformarse, después de 40 años, en un anacronismo arcaico. Una Unión Soviética que ha retirado sus legiones dentro de sus propias fronteras y que se encuentra en una situación de crisis interna con probabilidades de persistir durante muchos años; una Europa Central que se ha unido nuevamente en todos los aspectos (excepto el militar, tal vez) a nuestra sociedad occidental; sobre todo, una Alemania reunificada con una población de 80 millones y un ejército que contabiliza tal vez unos 600.000 efectivos: esta es la situación para la cual debemos hacer planes ahora. ¿Continuará habiendo necesidad de fuerzas aliadas sobre el territorio de Alemania Occidental? Si así fuera, ¿a qué propósito deberían servir? ¿Cómo deben desplegarse? ¿Qué estrategia deberían adoptar? Todavía existe la necesidad de un modo de pensar tan osado e innovador como el que se requirió hace 40 años, si no se ha de ver a la OTAN, tanto dentro de Alemania como más allá de sus fronteras. como un anticuado dinosauro, un obstáculo para la reestructuración de Europa más bien que un instrumento. La Alianza misma, como lo sugerí, debe ser sacrosanta, no obstante definitivamente podemos revisar la forma en la cual opera; y especialmente sacrosanta Página No. 8 Lectura Recomendada: “La reestructuración de Europa” debe ser la participación de los Estados Unidos. Existen tres buenas razones para esto. Primero, la Unión Soviética, cualquiera sea el curso que pueda tomar su evolución interna, seguirá siendo una potencia militar muy fuerte con un formidable arsenal de armas nucleares. Y me temo que continuará siendo, al menos en el presente, una potencia contraria. No obstante el sincero deseo de Gorbachev de ser admitido en la casa común europea, el camino marcado por Lenin y Stalin ha alejado tanto a los soviéticos de las estructuras y valores de la sociedad occidental, que es probable que haga falta una generación de sostenidos esfuerzos recíprocos antes de que podamos realmente tratar los en la misma forma que a los demás. Es un esfuerzo al que debemos entregar lo mejor de nosotros para incentivarlo y apoyarlo. Sin duda. Podría hacerse más fácil si la Unión Soviética se desprendiera de sus dependencias asiáticas y como lo hicieron los británicos cuando abandonaron nuestro Imperio volviera a sus raíces europeas. Pero en el intertanto, el poder soviético - especialmente el poder nuclear soviético - aún necesita ser contrarrestado en Europa por el de los Estados Unidos. La segunda razón generalmente es admitida pero rara vez mencionada en la sociedad política. Existe un problema alemán. Puede ser sólo un problema de percepción, pero no obstante existe. Una alianza sin los Estados Unidos sería una alianza dominada por Alemania. Los pueblos tanto de Europa Central como de la Unión Soviética, acertada o erróneamente, verían esto como una amenaza. Incluso los aliados de Europa Occidental se sentirían inquietos; no tanto debido al recuerdo de Wilhelmine y la Alemania nazi, sino debido a los instintos más profundamente arraigados respecto a la necesidad de un equilibrio de Poder en Europa. Mientras estos sentimientos sean sostenidos con fuerza, habrá una necesidad igualmente fuerte de que los Estados Unidos permanezcan involucrados en la Alianza, para equilibrar tanto el poder soviético como el Academia de Guerra Aérea alemán. Es posible que lamentemos estos sentimientos, pero innegablemente existen. La tercera razón para la continuación de la participación norteamericana no es menos importante. Si el precio de la reconstrucción de Europa ha de ser la desintegración de la Comunidad del Atlántico, entonces habremos hecho un muy mal negocio, la Alianza del Atlántico se creó no como un recurso temporal, sino como una comunidad supranacional duradera, que no sólo protegiera a sus miembros sino que también los enriqueciera, ensanchando sus horizontes con un sentido de destino y responsabilidad comunes. Debemos dar la bienvenida a nuestros vecinos de Europa Central dentro de esa comunidad, no volver atrás hacia la introvertida Europa de 1939. Ellos mismos, sin duda, lo ven de esa manera. Muchos de ellos se sienten, al menos, tan a gusto en Chicago, Toronto o Nueva York, como en Londres, Amsterdam o París y sospecho que los polacos podrían demostrar ser los "atlanticistas" más entusiastas de todos nosotros. Pero el equilibrio dentro de la Alianza ahora debe cambiar. Bajo las nuevas circunstancias, los miembros europeos de la comunidad del Atlántico pueden y deben hacer proporcionalmente una contribución mucho más grande a su propia seguridad. El rol de los Estados Unidos en el futuro debe ser más bien de apoyo que dominante. En el futuro, la OTAN no debe ser vista, como lo ha sido con demasiada frecuencia en el pasado, como una mera extensión del poder norteamericano. Un cambio en el equilibrio de responsabilidades de mando podría hacer mucho para difundir la incipiente neutralidad en una Alemania reunificada, así como también reconciliar a los franceses con estructuras y planificación comunes. Un despliegue más flexible, menos entrometido y menos costoso de fuerzas norteamericanas en Europa podría proporcionar suficiente "enlace" mientras se satisfacen las críticas de la Alianza en ambos lados del Atlántico. Pero esto solo se puede lograr si nosotros, los Página No. 9 Lectura Recomendada: “La reestructuración de Europa” europeos, dejamos de mirar a Washington como medio de protección y liderazgo y nos mostramos capaces de crear nuestra propia comunidad de seguridad, adecuada a las nuevas condiciones que enfrentamos. El estudio de la mejor formé que se puede hacer esto mantendrá ocupado al 188 por lo menos durante otros treinta años. Hasta ahora nuestra preocupación ha sido la forma de preservar al mundo. Ahora, debe ser como cambiarlo. Fin. LECTURAS SELECTAS DIAGRAMACIÓN E IMPRESIÓN Academia de Guerra Aérea La Cabaña 711 – Las Condes SANTIAGO - CHILE MAYO-JUNIO, 1990 Arbr. Academia de Guerra Aérea Página No. 10