PRIMERA SESIÓN DE LA D IPUTACIÓN P ROVINCIAL 25 DE DE SEPTIEMBRE DE B URGOS 1813 FACSÍMIL EDITADO CON MOTIVO DEL II C ENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE LA D IPUTACIÓN P ROVINCIAL DE B URGOS 1813, septiembre, 25. Burgos. Acta de instalación y de la primera sesión de la Diputación Provincial de Burgos, que recoge el juramento a los diputados elegidos en las elecciones de ese mismo año, la exhortación del Jefe Político a la Diputación y respuesta de esta, así como los primeros acuerdos tendentes a garantizar el funcionamiento de la nueva institución provincial. Archivo de la Diputación Provincial de Burgos, ADPBu, signatura LA-1, ff. 1r-7v. Original. Papel, 29 x 21 cm. Textos y notas: Félix Castrillejo Ibáñez y Carlos Marquina Verde. Depósito Legal: BU. 274-2013-09-16. Imprenta Provincial. Quedan reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, total o parcialmente por ningún medio de transmisión, sin la autorización expresa y por escrito del editor. Ilustración de la cubierta: Grabado del título 6.º: Del Gobierno interior de las provincias y de los pueblos. «Constitución política de la monarquía española, promulgada en Cádiz a 19 de marzo de 1812, grabada y dedicada a las Cortes por don José María de Santiago…». Madrid, 1822. I. El libro de Acuerdos de la primera Diputación Provincial. El acta de la primera sesión que ahora se publica está contenida en el Libro de Acuerdos de la Diputación Provincial de Burgos custodiado en su Archivo con signatura LA-1. El libro recoge las sesiones que se celebraron entre 1813 y 1820. La primera parte corresponde a las que tuvieron lugar entre el 25 de septiembre de 1813 y el 12 de mayo de 1814. El regreso de Fernando VII determinó el fin de las Diputaciones Provinciales, pues derogó toda la obra legislativa proveniente de las Cortes de Cádiz. La segunda parte refiere a las primeras sesiones de la Diputación en el periodo conocido como Trienio Liberal (1820-1823) aunque tan sólo se conservan las actas de las sesiones celebradas entre el 20 de abril y el 14 de diciembre de 1820. El libro consta de 242 folios estructurados en cuadernillos cosidos mediante hilo de lino sobre nervios de cinta de pergamino. La encuadernación es de tipo holandesa, con lomo y puntas en pasta española y cubierta de papel y guardas decoradas en color rojo. La cubierta tiene adherido un papel verjurado donde figura con una bella caligrafía el título: “Libro de Acuerdos”. Con posterioridad se añadió el texto en letra más pequeña y de peor hechura: “de la Diputación Provincial de Burgos”, para su mejor identificación. El libro se mantiene cerrado por medio de dos pares de cintas de tela de algodón de color azul. El acta de la sesión inicial y las siguientes presentan una buena letra, especialmente en el desarrollo y tratamiento esmerado del título que abre el acta y en los epígrafes de los apartados en que se divide la misma. Este Libro de Acuerdos se ha restaurado en 2013 en el taller de Pedro Villanueva Ríu, dentro de las actos programados con motivo de la conmemoración del II Centenario de la institución provincial. II. El camino hacia la instauración de la Diputación burgalesa. 1.– Seis años de infierno. Atrás habían quedado más de 6 años de penurias y calamidades que azotaron a una población reducida a la mínima expresión por el abandono de centenares de burgaleses que han marchado a luchar contra los franceses o a buscar tierras más seguras. La pesadilla comienza ya con la entrada del primer ejército francés en octubre de 1807 que iba a participar junto con los españoles en la conquista de Portugal. Un testigo presencial, el entonces seminarista Nicolás Barquín, señala como “desde que el General Dupont y ¨ 3 ¨ su Ejército entró en Burgos, se empezó a mirar por lo general con mal rostro a los franceses y a tenerlos por enemigos, temiéndose alguna traición con su entrada, sin embargo de dorarla con que solo venían a cerrar los puertos de España y Portugal a los Ingleses. Dos de ellos un día al tiempo que yo pasaba por la calle de la Paloma dieron de puñaladas a un pobre hombre que acababa de vender ajos, de cuyas resultas murió muy luego, quedando sin castigo este y otros atentados que cometieron los de este Ejército mientras permanecieron en Burgos, enconándose con este motivo tanto los ánimos de los Burgaleses, que dieron en matar ocultamente cuantos franceses podían…” 1. Después vino –el 18 de abril de 1808– el llamado “2 de mayo burgalés” 2 y, finalmente la guerra abierta. Van a ser años de ocupación, enormemente duros para el vecindario. Los burgaleses que habían permanecido en la ciudad debían soportar la convivencia con un ejército de ocupación que se consideraba con el derecho de reclamar todo lo que quería o necesitaba. Ciudadanos a los que la Junta de Municipalidad requiere en múltiples ocasiones para atender las demandas de los franceses –todas las casas debían alojar a un determinado número de soldados, según las necesidades de cada momento, mientras las caballerías y carruajes eran requisados– y a los que se sobrecarga bajo el peso de contribuciones y arbitrios que, en muchas ocasiones, no pueden pagar. Al que no lo hacía, como señala el artesano Marcos Palomar, “le dejaban un soldado de guardia, a quien había que darle 4 reales, pan y vino, hasta que iba a pagar” 3. Y la situación se va a agravar en 1812, en el que la hambruna se generalizó y, para colmo de males, los hospitales y asilos estaban ocupados por militares, por lo que el Cabildo acordó emplear todas las rentas del Hospital de Barrantes en asistir a domicilio a los enfermos pobres para que no murieran en la calle sin asistencia. A tal extremo llegó la miseria del pueblo que los propios franceses abrieron entre ellos una suscripción nacional para aliviar a tanto pobre e instaron a los burgaleses a hacer lo mismo. El fin de la guerra en la provincia permitió hacer balance de los negativos efectos que la ocupación había tenido sobre la misma. La huella más visible se deja ver en la destrucción del caserío, iglesias y monumentos, obras de arte, etc. Una exposición de la ciudad dirigida a Fernando VII en 1820, recogida por Teófilo López Mata, resume perfectamente, aun contando con la lógica exageración calculada para obtener mayor ayuda real, las consecuencias de la ocupación: “…en los seis años que constantemente la ocuparon los ejércitos franceses, además de los inmensos daños que consiguientes a la esclavitud sufrió de su tiránico gobierno, 1 2 3 La batalla de Espinosa se los Monteros. Memorias de D. Nicolás Barquín Arana, Abad de Pechón, Ayuntamiento de Espinosa de los Moteros, 2008, p. 87. El término, acuñado o utilizado por autores como Eloy García de Quevedo, Anselmo Salvá o Juan Albarellos- ha pasado a ser de uso común. Disponemos, además de las fuentes francesas en las que se apunta que también hubo bajas en sus filas, del relato de dos testigos presenciales: el mencionado Nicolás Barquín y el artesano Marcos Palomar, cuyo curioso diario se ha convertido en una fuente histórica de indudable importancia. E. GARCÍA DE QUEVEDO, Libros burgaleses de memorias y noticias, Burgos, 1931, p. 165. ¨ 4 ¨ fue tal el destrozo de sus edificios que hoy se ve en falta de más de 800 casas, cinco parroquias magníficas y nueve conventos que arruinaron dentro de su casco, sin (contar) otros muchos que dejaron maltratados y de muy costosa reparación; con los materiales de estos hermosos edificios, fortificaron un hermoso castillo, que existía en la cima de una montaña que domina la ciudad… a costa de los pobres habitantes… que hicieron servir como bestias de carga, para que pusiesen al pie de las fortificaciones los mismos despojos que habían constituido su abrigo y habitación…” 4. A tal punto llegaron los daños, que el Ayuntamiento encargó al arquitecto de la ciudad, León Antón, la presentación de un informe “relativo al método que se debe observar en la construcción de edificios, cuyo plan general se le ha mandado levantar, debido a las muchas destrucciones causadas por los franceses” 5. El resto de la provincia sufre también las consecuencias de la guerra. Es raro el pueblo o la aldea que no tiene el recuerdo de los destrozos realizados por los invasores. En Aranda las “mil profanaciones y tropelías que en iglesias, casas y bodegas cometieron entonces han constituido por muchos años el objeto principal de los relatos de los viejos, así como también los desquites que se tomaban los arandinos, quitando de la escena cuantos franceses podían hacer desaparecer a mansalva” 6. Ese mismo sentimiento se constata en Miranda y en cualquier pueblo de nuestra geografía, siendo innumerables las huellas que sobre iglesias y edificios ha dejado la llamada “francesada”. No todo es, sin embargo, negativo en la ocupación y el reinado josefino. Con ellos llega un espíritu reformador plasmado en medidas como el establecimiento de la primera Audiencia de Burgos –una Junta Criminal, encargada de ejercer la jurisdicción en esta provincia y en la de Soria, independiente de la Chancillería de Valladolid–, se introducen medidas de tipo urbanístico, sanitario e higiénico, se proyecta la creación de dos liceos, uno para muchachos y otro para niñas, un Archivo militar general y una Biblioteca pública, etc. Una mentalidad que contribuye, paradójicamente, a la crisis del Antiguo Régimen y al despertar de la ideología liberal. 2.– ¿Un soplo de esperanza? El establecimiento de las instituciones liberales. Tras la retirada definitiva del ejército napoleónico entraron en la capital burgalesa las primeras tropas nacionales. Había que instaurar las nuevas instituciones promulgadas por las Cortes de Cádiz, que respondían a un sistema claramente centralista, pero que también incluye, por primera vez en la historia de nuestro país, instituciones representativas locales y provinciales. 4 5 6 T. LÓPEZ MATA, La provincia de Burgos en sus aspectos geográfico, histórico y artístico, Burgos, [s.a.], p. 157. ARCHIVO MUNICIPAL DE BURGOS, Actas de Gobierno de 13 de febrero de 1815. P. SANZ ABAD, Historia de Aranda de Duero, Burgos, 1975, p. 266. ¨ 5 ¨ La Regencia nombró, con arreglo a la Constitución de 1812, a Antonio Ramírez de Villegas, originario de Reinosa, como Jefe Político de Burgos, quien mandó celebrar un solemne Te Deum en acción de gracias y que inmediatamente se proclamase la Constitución. El problema al que tiene que enfrentarse es que el respaldo al liberalismo entre la sociedad burgalesa era absolutamente minoritario, aunque el deseo de expulsar definitivamente a los franceses y la ausencia de Fernando VII, retenido en Valençay, permitirán que el proceso, de momento, salga adelante. Así se verificó el establecimiento del Ayuntamiento Constitucional, según los Decretos de 23 de mayo y 10 de junio de 1812, resultando elegidos Francisco Valdivielso Mozi y José Bernardo Íñigo de Angulo, alcaldes 1.º y 2.º respectivamente, que junto con el resto de los regidores emprendieron la difícil tarea de reconstrucción de la Ciudad, mientras aún se luchaba en diversos puntos de la península. A continuación se va a constituir la Diputación Provincial de Burgos, cuyas funciones vienen marcadas, como hemos visto, por la Constitución gaditana que dedica el capítulo II del Título VI al “gobierno político de las provincias, y de las Diputaciones Provinciales” (artículos 324 a 337). Más de un año después de aprobada la Constitución, por decreto de 23 de junio de 1813, se ampliaron sus atribuciones: Deberían resolver las reclamaciones sobre el reparto de impuestos, tanto de los ayuntamientos como de particulares; se encargarían del reparto de los mozos que en el reemplazo del ejército hubiesen correspondido a la provincia y de las reclamaciones que se presentasen; controlarían las cuentas de los pósitos y supervisarían las obras públicas realizadas en su jurisdicción, y, en fin, se regulaba su financiación con el sobrante de propios y arbitrios de la provincia, una vez satisfechas las necesidades de los pueblos. Cada Diputación estaba constituida por el Intendente, el Jefe Superior Político, además de por 7 diputados, que se renovaban por “mitades” y eran nombrados por los electores que cada dos años designaban a los diputados a Cortes. Los miembros de esta junta electoral habían sido elegidos por sufragio universal masculino e indirecto y representaban a los partidos en que estaba dividido el territorio de la provincia. Para optar a la elección de diputado provincial había que ser, como señala la Constitución de 1812, ciudadano con todos los derechos en vigor, mayor de 25 años, natural o residente en la provincia desde hacía más de 7 años y con ingresos suficientes “para mantenerse con decencia”. La Institución tenía como principal objetivo promover la prosperidad de la provincia y actuaba como órgano consultivo del Jefe Político. En su concepción constitucional se considera órgano para la propuesta y la promoción, atribuyendo al Jefe Político el gobierno y la decisión. ¨ 6 ¨ III. Instalación de la Diputación Provincial de Burgos. La constitución de la Diputación Provincial de Burgos el 25 de septiembre de 1813, supone un hito en la instauración del nuevo régimen constitucional y liberal que emana de la Constitución de 1812, una vez que la ciudad queda libre de la ocupación francesa el 15 de junio de 1813. La Diputación burgalesa quedó integrada por el Jefe Político Antonio Ramírez, como presidente; el intendente, Ramón Ortega, como vicepresidente ; y como diputados o vocales, Martín Roxo –presbítero doctoral de la catedral de Burgos–, Gregorio de la Roza Ibáñez –marqués de Valbuena–, Francisco del Castillo, Manuel de Quevedo y Pablo de Govantes. Estos diputados eran los representantes de una provincia de Burgos más extensa que la actual, que tiene su origen en la división territorial de 1833 de Javier de Burgos. En 1813, treinta años antes, la provincia de Burgos se correspondía a la descrita en el Nomenclátor de Floridablanca 7. Esta incluía, grosso modo, la provincia actual –a excepción del partido de Peñaranda que pertenecía a Segovia–; los antiguos partidos de Laredo, hoy provincia de Cantabria; y los partidos de Santo Domingo, y Logroño, hoy provincia de La Rioja. En suma, una provincia con 1.700 entidades de población y 21.000 km2. Los diputados electos comparecieron en la Casa Posada del Jefe Político para prestar juramento de fidelidad y obediencia según lo dispuesto por la Constitución en su artículo 337. Desgraciadamente no podemos precisar de qué casa se trataba ni el lugar o la ubicación de la misma. Continuó la sesión con una exhortación del Jefe Político donde daba a conocer los fines para lo que se habían creado las Diputaciones y los asuntos de la provincia considerados de mayor urgencia. Estos manifiestos o proclamas son expresión del derecho de arengar que las corporaciones ejercieron en los primeros años del constitucionalismo, e iban dirigidas a los habitantes de la provincia y pretendía dar a conocer los fines para lo que se habían creado las Diputaciones. Por su parte, la Diputación, en su contestación, prometía no defraudar la confianza que la provincia había depositado en ella y colaborar con el jefe político. Para su general conocimiento se acordó que ambas, exhortación y contestación de la Diputación, se imprimiesen y se enviasen a todos los pueblos de la provincia, y a la vez, se comunicara su instalación al Ayuntamiento de Burgos así como a las Diputaciones ya constituidas de Madrid, Toledo, Salamanca, Zamora, Valladolid, Soria, Segovia y Palencia. 7 España dividida en provincias e intendencias, y subdividida en partidos, corregimientos, alcaldías mayores, gobiernos políticos y militares, así realengos como de órdenes, abadengo y señorío. Obra formada por las relaciones originales de los respectivos intendentes del reyno, a quienes se pidieron de orden de S.M. Por el… Conde de Floridablanca… En 22 de marzo de 1785. ¨ 7 ¨ Las cuestiones relativas al funcionamiento de las diputaciones no estaban reguladas por la Constitución ni por la Instrucción de 1813, por lo que se encomendó la redacción de un proyecto de reglamento. También se iniciaron las gestiones para el nombramiento de los cargos de Secretario y Depositario. Por último, quedaba señalar el día y el lugar de reunión de la siguiente sesión de la Diputación Provincial: “el día de mañana 26”, de 10 a 1 de la mañana y la sala designada en la “Casa Academia del Real Consulado, en la calle del Espolón”. Tan sólo quedaba requerir a la Junta Provincial de Burgos, institución delegada para el gobierno de la provincia en tiempos de guerra y proemio de la Diputación, los “expedientes, documentos y papeles que sean concernientes a los asuntos confiados”. Nacía de esta manera el Archivo de la Diputación Provincial. A partir de ese momento se suceden las reuniones diarias y, en algunos casos, en sesiones de mañana y tarde y se plantean todo tipo de cuestiones. A los diputados que ya conocemos se unirán, primero Ceballos y, más adelante Linares, aunque la presencia de ambos, especialmente este último, no fue tan constante, dando la impresión de que su compromiso con la causa liberal era mucho más endeble que la del resto de sus compañeros. El 25 de septiembre la Diputación comenzaba una andadura de 200 años que, aún con dificultades –suspensiones y desaparición incluidas– mantiene desde su inicio la vocación que expresaba la primera Diputación en su respuesta al Jefe Político: “la prosperidad general será el objeto de todas sus tareas”. IV. La primera andadura de la Diputación burgalesa. Esa primera reunión, que reproducimos en la presente edición, se caracteriza por una extensa presentación –la exhortación– del Jefe Político, en la que insta a cumplir fielmente los dictados constitucionales y abrazar sin reservas el nuevo pensamiento liberal. Su discurso se articula sobre los siguientes puntos: La opinión pública: Insiste en que la Diputación “se dedique con esmero a ilustrar a la opinión pública, a hacer palpables al Pueblo las ventajas que la Constitución le procura y quanto le interesa el conservarla”, proponiendo como mejor medio un periódico “corto e imparcial”. Vendría a ser, aunque no lo señala expresamente, la continuación de la Gazeta de la provincia de Burgos, que se componía y tiraba en una imprenta ambulante por la Junta Provincial en su lucha contra los franceses, en la que la Diputación veía un claro precedente. La administración de Justicia: Plantea acometer una ordenación judicial con la formación de partidos provisionales, que permita acabar con el desorden y la preponderancia de la fuerza sobre la justicia. ¨ 8 ¨ Los ayuntamientos constitucionales: Exceptuando Laredo y Santander, donde estaban ya implantados, Ramírez Villegas exhorta a la creación de una nueva administración local bajo supervisión de la Diputación, constituyéndose estos ayuntamientos en los pueblos liberados, como ya se ha hecho en la capital de provincia, ya que “son el primer eslabón de la cadena política que debe asegurar nuestra libertad (…) de manera que no haya pueblo, por pequeño y miserable que sea que se oculte a su vigilancia”. Propios y Arbitrios: Es un tema de vital importancia porque de ellos deben obtener las Diputaciones su mantenimiento. Como al amparo de la guerra unos pocos desaprensivos se han apoderado por poco dinero de extensos terrenos comunales o municipales, se debe pedir cuenta a los pueblos de las enajenaciones ilegales, haciendo volver estas propiedades a su estado antiguo, siendo la Diputación la que les dé el destino que juzgue más conveniente. La Hacienda Nacional: Antonio Ramírez, consciente de la importancia de garantizar el sostenimiento del estado con la percepción de unos ingresos básicos a través de la Hacienda Nacional y de los atropellos que hasta ahora se habían cometido, lo que haría fracasar cualquier intento de reforma e impediría liberar al pueblo de la enorme carga impositiva que le ahogaba, descarga sobre la Diputación una doble función de vigilancia y transparencia. “En vano se promulgarían las mejores leyes, en vano serían los esfuerzos del Gobierno, si una no interrumpida vigilancia no mantuviera el orden y la economía en la Hacienda Nacional”. Por ello les encomienda arbitrar “los medios de convinar el respeto que se debe a las propiedades particulares, con la necesidad de acudir a las atenciones del tesoro público; y yo espero que la publicidad de las operaciones fiscales será uno de los primeros que adopte, haciendo que mensualmente se impriman estados de entradas y salidas en Tesorería”. Reclamaciones de los pueblos: Porque no sólo de los enemigos han recibido los pueblos agravios, sino también “de la arbitrariedad, de la rapacidad y de la torpeza de algunos de sus compatriotas”. Ahora es el momento de atender las reclamaciones de los pueblos y es la Diputación la que debe hacerlo: “recogiendo los hechos más notables, los debe presentar con imparcialidad a quien pueda castigarlos; que el Pueblo sea reintegrado de quanto se le haya usurpado y caygan sin misericordia las cabezas de los que de cualquiera modo han hecho daños considerables a la Patria”. Todos los temas que afectaban a los pueblos y a la recuperación de la provincia fueron tratados. La nueva situación, acatando ahora las órdenes de las Cortes de Cádiz, no exime de viejas exigencias como los alojamientos –aunque su peso no sea ahora tan gravoso–, bagajes y abastecimiento de las tropas 8, pero, en cambio, incorpora una nueva como es la cuestión de los alistamientos al decretar las Cortes que Castilla la Vieja aportase un contingente de seis mil hombres. La Diputación Provincial, teniendo en cuenta el estado miserable en que había quedado la provincia por la arbitrariedad de los diferentes jefes 8 ARCHIVO DE LA DIPUTACIÓN DE BURGOS, Libro de Acuerdos, Sesiones de 28, 29, 30 de septiembre y 1 de octubre de 1813, entre otras. ¨ 9 ¨ de guerrillas a la hora de realizar las levas, “pudiendo asegurar haberse sacado con destino al servicio militar tal número de jóvenes solteros y casados que, si en proporción hubiesen contribuido las demás provincias, podrían pasar los Ejércitos nacionales de un millón de combatientes” 9, acuerda pedir que se rebajen del cupo los alistados con posterioridad al Decreto de las Cortes. Los burgaleses se afanan en estos meses en promover la recuperación general y la vuelta al orden en todos los ámbitos. La escasa industria existente antes de la guerra ha quedado aniquilada, los campos arrasados, los graneros vacíos y las arcas arruinadas. Ante la norma dictada por las Cortes de destinar los sobrantes de propios y arbitrios para pagar los sueldos de los diputados a Cortes y de la Diputación Provincial resultó que “no se podía contar con sobrante alguno por haber echado mano los mismos pueblos de todos los recursos para conservarse en medio de tan enormes contribuciones y exorbitantes gastos…” 10. Existe, finalmente, la conciencia de que hay que clarificar las cuentas y atajar los abusos que hubieran podido producirse y en esa línea se expresan los diputados provinciales: “…no se detuvo la Diputación en acordar que por medio del Sr. Jefe Político se tomasen todas las medidas convenientes a fin de que procurando se formalizasen estas cuentas, apareciese la conducta tenida por cada uno de los Interventores y sirviese de satisfacción no sólo a la Provincia sino también a los que guiados del verdadero amor a la Patria habían procedido llenando sus deberes, igualmente que en el caso de hallarse alguno descubierto, se le pudiese formar el competente cargo y constreñirle a una completa satisfacción” 11. Ese tema, y otros de tanta o mayor importancia, como el de la distribución de Partidos de la Provincia –23, incluyendo Cantabria y la Rioja 12 – o el reparto de la contribución directa entre los distintos pueblos 13, quedarán inconclusos ante la vuelta de El Deseado. V. ¿El fin de un sueño? La restauración del absolutismo y la abolición de la Constitución. Fernando VII ponía fin al sueño liberal al declarar, el 10 de mayo en Valencia, “nula y de ningún valor y efecto la Constitución de las llamadas Cortes Generales y Extraordinarias”, lo que entre otras cosas representaba el fin de las Diputaciones. Casi un mes antes, el 12 de abril, un grupo de diputados partidarios del Antiguo Régimen, habían dirigido al rey una exposición –el famoso Manifiesto de los Persas– en la que expresaban la conveniencia de abolir la reforma gaditana y restablecer el absolutismo, aunque también, 9 10 11 12 13 Idem, Idem, Idem, Idem, Idem, sesión de 2 de octubre de 1813, f.º 15. El tema había sido ya tratado en las sesiones de días anteriores. sesión de 1 de octubre de 1813, f.º 13. sesión de 13 de octubre de 1813, f.º 24-25. sesiones de 6 y 8 de octubre de 1813, f.º 17 a 20. sesión de 1 de noviembre, f.º 52 a 56. ¨ 10 ¨ “partiendo de la tradición de la política española”, proponían reformas políticas, administrativas y sociales. Y en esa actuación tuvo mucho que ver la representación burgalesa, formada mayoritariamente por partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen. De los 69 firmantes del documento, 8 habían sido elegidos por la circunscripción burgalesa. El sueño constitucional parece haber fracasado, aunque no se puede decir que no dejara ninguna huella, incluso en una sociedad tan conservadora como la burgalesa, capaz de elegir una abrumadora mayoría absolutista para representarla en la última legislatura y que acoge con alegría y satisfacción la abolición y quema pública de la Constitución o la persecución de afrancesados y liberales, porque la simiente sembrada por éstos empieza a germinar en un sector, aún muy pequeño, de la sociedad burgalesa, que poco a poco va incrementándose. Así, cuando en 1820, se instaura el Trienio Liberal y Fernando VII se ve obligado a jurar la Constitución de 1812, asistimos al restablecimiento de las instituciones liberales y entre ellas la Diputación, que vuelve a iniciar sus sesiones, retomando las que no se habían podido celebrar en 1814. Pero ahora los liberales burgaleses, aunque siguen siendo minoría, han conseguido formar una estructura que no permite entrar a los partidarios del tradicionalismo. Tanto los diputados a Cortes, como los provinciales y regidores serán, ideológicamente, favorables al cambio. Se ha producido ya, por tanto, una significativa transformación en una parte de la clase política burgalesa, que precederá al del resto de la población. Aunque la Constitución y las Diputaciones vuelven a ser abolidas en 1823, los bandazos e incoherencias que presiden los últimos años del reinado de Fernando VII irán debilitando su figura y facilitarán el triunfo liberal. Su muerte es fiel reflejo de ese deterioro. En Burgos se celebra ayuntamiento extraordinario para tratar la cuestión de las exequias, pero no se organiza ningún acto especial (cuando pocos años antes se habían celebrado con toda solemnidad los funerales de su tercera esposa) y tan solo los voluntarios realistas “realizarán los honores que previene la ordenanza”. La regente María Cristina se verá obligada a apoyarse en los liberales para salvar el trono de su hija Isabel, frente a su cuñado Carlos María Isidro, que se había proclamado rey de España, con el nombre de Carlos V. Ahora el peso del liberalismo en la sociedad burgalesa es mucho mayor y no se dejará arrebatar el control. Así, desde finales de 1833, la Diputación reanudará sus sesiones, esta vez de manera definitiva hasta la actualidad, cumpliendo la importante misión de articuladora de la provincia, tal como ya en 1813, marcaba la Constitución gaditana. Félix Castrillejo Ibáñez Carlos Marquina Verde Profesor Titular de H.ª Contemporánea de la Universidad de Burgos Archivero Provincial ¨ 11 ¨ D IPUTACIÓN DE 2013 B URGOS