resumen - Revista de Arqueología Histórica Argentina y

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Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana
Número 2
ESTUDIOS TÉCNICOS SOBRE UN IMPLEMENTO DE HIERRO DEL
CONTACTO HISPANO INDÍGENA EN EL NOROESTE DE ARGENTINA
Geraldine A. Gluzman*
Edgardo D. Cabanillas**
Luis R. González*
RESUMEN
En esta comunicación informamos los resultados de los estudios realizados sobre un
fragmento de una cadenilla de hierro. Los mismos consistieron en análisis metalográficos
mediante microscopía óptica convencional y electrónica y de composición química por
espectroscopia dispersiva de energía de rayos X (EDS). El objeto fue recuperado a partir
de investigaciones arqueológicas realizadas en el poblado indígena de Ampajango II,
actual territorio del Noroeste de Argentina. La colonización del área por enviados de la
corona española, comenzada a mediados del siglo XVI, incluyó una fuerte oposición de las
poblaciones indígenas. El sector meridional del valle de Yocavil recién pudo ser dominado
en 1665, tras sangrientas disputas, una de las cuales se produjo, según las crónicas,
en Ampajango. Es probable que la evidencia, de un contexto fechado por radiocarbono
de 1430-1670 AD y coherente con los resultados de los estudios técnicos, se relacione
con aquellos enfrentamientos.
Palabras claves: estudios técnicos, Contacto hispano-indígena, Noroeste de Argentina,
cadenilla de hierro, cambios sociales
RESUMO
Nesta comunicação informarmos os resultados dos estudos realizados sobre um
fragmento de uma corrente de ferro. Os mesmos consistiram em análises metalográficos
e composicionais. O objeto foi recuperado a partir de pesquisas arqueológicas realizadas
no povoado indígena de Ampajango II, atual território do Noroeste Argentino. O processo
de colonização desta área por enviados da coroa espanhola, iniciado em meados do século
XVI, enfrentou forte oposição das populações indígenas. O setor meridional do Valle de
Yocavil só pôde ser dominado em 1665, após disputas sangrentas, uma das quais se
produziu, segundo as crônicas da época, em Ampajango. É provável que a evidência de
um tecido datado por radiocarbono de 1430-1670 AD se relacione com aqueles confrontos.
Este achado se torna importante diante do escasso número de peças férricas encontradas
em contextos arqueológicos para o período de estudo.
Palavras chaves: estudos tecnicos, Contato hispanico-indigena, Noroeste da Argentina,
correntinha de ferro, cambios socias
* Museo etnográfico. Universidad de Buenos Aires Argentina
**Comision Nacional de Energía Atómica.Buenos Aires. Argentina.
Gluzman, G. A., E. D. Cabanillas y L. R. González. 2008. Estudios técnicos sobre un
implemento de hierro del contacto hispano indígena en el Noroeste de Argentina. Revista
de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana 2:115-131. Buenos Aires.
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Gluzman et al. 2008
ABSTRACT
In this presentation we inform the results of some technical studies made on one
fragment of a small iron chain. These studies were compositional and metallographical
analysis. The object of study was found during archaeological excavations in the native
settlement of Ampajango II, located in Northwestern Argentina. The process of colonization
by Spanish conquerors, initiated in the middle of the XVI Century in the area, involved
a strong opposite on from native people. The southern sector of Yocavil Valley was just
dominated in 1665, after bloody disputes between native and Spanish people. One of
these encounters was, according to the chronicles, in Ampajango. It is probable that
the evidence, coming from an archaeological context, that has a radiometric dating of
1430-1670 BC, is related with these confrontations. The laboratory studies made on the
chain give us information (such as the absence of manganese in the composition and
the way of production) that is not contradictory with the contextual data. Unfortunately,
the few technical studies made on iron implements in the area for this period limit the
comparison of these results.
Key words: technical studies, Northwestern Argentina, hispanic colonization, small iron
chain, social changes
INTRODUCCION
El lapso abarcado entre los primeros ingresos de los conquistadores
europeos al Noroeste argentino (por ejemplo, la expedición de Diego de Almagro
en 1536) hasta el efectivo dominio de los territorios y la implantación del sistema
colonial (mediados del siglo XVI en el valle de Yocavil) comprende un período
caracterizado por interacciones de distinto grado y en continuo cambio entre
las poblaciones autóctonas y los invasores. En definitiva, aquellas poblaciones
se vieron forzadas a ingresar a un nuevo entramado sociopolítico, el cual, entre
otros aspectos, alteró significativamente la producción, circulación y consumo
de distintos tipos de bienes, entre ellos los de metal. Al tiempo que los sistemas
de producción metalúrgica locales, ampliamente desarrollados en las épocas
prehispánicas tardías, sufrieron rupturas en la cadena de aprovisionamiento
de las menas metalíferas (Gluzman y González 2007), nuevos materiales,
principalmente hierros y latones, comenzaron a ser incorporados a los
contextos nativos, de acuerdo a condiciones tales como la utilidad, la novedad
y la conciliación de los materiales con los valores culturales (Palermo 2000).
Este último aspecto parece haber tenido un peso importante, siendo comunes
los casos de resignificación de elementos metálicos europeos a las realidades
indígenas (e.g. Tarragó 1984).
Al respecto, diversas fuentes etnohistóricas hacen alusión al valor otorgado
a ciertos objetos europeos, entre los que deben mencionarse las cuentas de
vidrio, las agujas de bronce y los cuchillos de hierro. Por ejemplo, la Carta
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Anua de 1618-1619 comenta que durante la primera instalación jesuítica
permanente en los valles Calchaquíes (1617-1622) ante el buen recibimiento
de los indios, éstos “(...) llegaban y dándonos la bienvenida las indias y ponían
a nuestros pies todo lo que traían (...) dábamosles en retorno agujas, alfileres y
chaquiras, y con esto volvieron muy contentos” (Cartas Anuas 1924). La evidencia
arqueológica apoya esta sugerencia, dado que objetos como los indicados se
hallan representados en los contextos mortuorios de la época. Pero además,
según las fuentes, otros objetos regalados por los españoles como medallas
religiosas o artefactos vinculados a la liturgia, durante los momentos de tensión
social no corrían la mejor de las suertes “(…) para mayor demostración de su
saña [los grupos alzados], en odio del mismo europeo, cometieron contra la
religión mil bárbaros desacatos, poniendo fuego a las iglesias, rasgando las santas
imágenes, escarneciendo las ceremonias santas y profanando los ornamentos
y vasos sagrados; danzando con aquellos en sus fiestas, y bebiendo en ellos en
sus borracheras de chicha abominable” (Cartas Anuas 1990).
Las piezas metálicas recuperadas por las investigaciones arqueológicas
en contextos correspondientes a momentos del contacto Hispano-Indígena se
caracterizan por una importante diversidad productiva, estilística y formal,
pero fueron muy pocos los estudios técnicos realizados sobre estos materiales
(Gluzman y González 2007), en particular los de hierro. Vale la pena mencionar
trabajos en otras regiones argentinas como aquel que refiere a la obtención y
uso de artefactos de metal entre los Ranqueles (Tapia et al. 2002) y en particular
puede destacarse un estudio referido a la fabricación de objetos de hierro en las
misiones jesuíticas (Palacios et al. 1997).
Como parte de una investigación más amplia relativa a la trayectoria de
la metalurgia del pasado en el Noroeste y que incluye el tema de la producción
y circulación de metales durante los momentos del contacto Hispano-Indígena,
adelantamos los resultados de los estudios de laboratorio realizados sobre un
fragmento de una cadenilla de hierro asignada al siglo XVII, proponiendo las
técnicas aplicadas en su manufactura. Estimamos que los datos generados
adquieren relevancia teniendo en cuenta el contexto de hallazgo del implemento,
en el asentamiento de Ampajango II, sur del valle de Yocavil (Figura 1) y las
circunstancias históricas que tuvieron por escenario la región.
EL REGISTRO METALURGICO HISPANO-INDIGENA DEL NOROESTE
Como se dijera, las investigaciones arqueológicas en el Noroeste
dieron cuenta de varios contextos, en su mayor parte mortuorios, en los cuales
se asociaban materiales metálicos europeos con bienes de génesis indígena. 117
Gluzman et al. 2008
Figura 1. Mapa de la región sur del Valle de Yocavil
Salvador Debenedetti (1921) excavó numerosas sepulturas en la localidad de
Caspinchango, en el corazón del valle de Yocavil, registrando, entre otros objetos,
piezas de metal de base cobre y de hierro. Cabe consignar que a partir de estas
investigaciones se sentó el estudio del período Hispano-Indígena en el Noroeste,
siendo considerado como uno de los elementos diagnósticos de este momento,
además de las puntas de flecha realizadas en hueso, la presencia de la cerámica
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Caspinchango, caracterizada por Debenedetti como “(...) de factura ordinaria y
[con] una bien marcada decadencia con respecto a la que (...) se conoce como
procedente del valle de Yocavil. Tanto la forma como el decorado se apartan
en absoluto de los clásicos tipos” (Debenedetti 1921:18-19). En los ajuares de
Caspinchango, Debenedetti inventarió cuchillos y hebillas de hierro, cascabeles
de bronce y una cucharita de plata (c.f. Baldini y Albeck 1983).
En la misma región, el sur del valle de Yocavil, a fines de la década de 1950,
en los terrenos del actual Sitio 15 de Rincón Chico (cf. Tarragó 2007) fueron
investigadas cámaras funerarias en las cuales, además de alfarería clásica del
área, se registraron objetos como cuentas de vidrio y un fragmento de hierro
(Lorandi et al. 1960). Por su parte, Myriam Tarragó estudió la evidencia material
hallada en el cementerio indígena de Cachi Adentro, provincia de Salta. Con 15
tumbas distribuidas en dos montículos, se encontraron inhumaciones de adultos
y niños, adjudicadas al lapso 1536 a 1588 (Tarragó 1984). Entre los numerosos
y variados objetos que componían los ajuares se mencionaron piezas cerámicas,
incluyendo del estilo Caspinchango, 37 puntas de proyectil de hueso, 59 objetos
de madera, 17 collares de vidrio, dos huevos de gallina y cuernos de vacuno. En
el caso de los bienes de metal, se destacan aquellos de base cobre, cuatro piezas
de oro y piezas de origen europeo, como un fragmento de cucharita de plata con
representación heráldica grabada y materiales de hierro: una pinza, una hebilla
de cinturón, cuatro hojas de cuchillo y otras piezas muy degradadas, una de las
cuales podrían ser una herradura y otra parte de un cincel.
En el asentamiento de El Pichao, en el valle de Yocavil tucumano, Nils
Johansson realizó exhumaciones en tres cementerios. Uno de ellos, Amancay,
fue utilizado en dos períodos separados por un evento de abandono, tal como
fuera sugerido por fechados radiocarbónicos y análisis de termoluminiscencia
(Johansson 1996). A lo largo del primer momento, correspondiente al siglo XII,
Amancay fue un cementerio de niños en urnas santamarianas. Hacia 1530 fue
reutilizado para la inhumación de adultos. En los ajuares de las tumbas del
último período se destacan las cuentas de vidrio, los objetos de hierro, un anillo
y un brazalete de cobre y alfarería Caspinchango (Johansson 1996). Los objetos
de metal fueron analizados por Vázquez (2001), quien se limitó a describirlos
sin aportar mayores precisiones. Johansson (1996) interpretó a los artefactos de
origen europeo como objetos de intercambio, sugiriendo que ellos podrían haber
tenido una significación social para los indígenas. Sobre las cuentas de vidrio,
consideró la posibilidad que, formando parte de rosarios, hayan participado de la
acción misionera de los jesuitas, algo que ya había sido sugerido por Debenedetti
(1921) para el caso de Caspinchango. Según Johansson, al entregarles tales
bienes a individuos jerarquizados en la sociedad indígena, abrían el territorio
a la actividad misionera y, al mismo tiempo, introducían a los nativos en los
símbolos religiosos.
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En Tilcara, en el cementerio La Falda, durante un rescate arqueológico
se hallaron 16 entierros que corresponderían al siglo XVI (Mendonça et al.
1997). Entre los materiales registrados sobresalen: puntas de flecha de hueso,
artefactos de cobre y bronce y objetos de hierro. Si bien se realizaron estudios
de composición sobre algunos de los materiales, los objetos de hierro no fueron
tomados en mayor consideración (cf. González 2001, 2004). Otro contexto
Hispano-Indígena fue investigado en el ushnu de Shincal, Catamarca (Raffino
et al. 1997). En el nivel de ocupación más reciente, fechado hacia el 1640 d.C.,
se hallaron restos óseos de especies y cultivos europeos, fragmentos de loza
española y de vidrio europeo y artefactos de hierro. Asimismo fue registrada
alfarería Caspinchango y objetos de bronce. De acuerdo a los investigadores, el
contexto daría cuenta del despliegue de ceremonias indígenas en las que estaban
presentes diversos tipos de objetos europeos y nativos y que se relacionarían
con el Gran Alzamiento Calchaquí. La estructura habría sido ocupada por las
tropas de la confederación liderada por el cacique Chelemín, reactivando su
simbolismo enraizado en la ideología incaica (Raffino et al. 1997).
En el Fuerte de San Blas de Pantano cerca de Aimogasta (provincia de La
Rioja), fundado en 1633 por Gerónimo Luis de Cabrera para controlar la zona
de los ataques indígenas, se recuperaron arreos de equitación y, en menor
cantidad, hebillas, tachones, pasadores y también piezas de cobre. El registro
incluyó también medallas de bronce, crucifijos y cruces, elementos de culto
pertenecientes “a distintas épocas” (Cáceres Freyre 1983:573) así como monedas
de un real de plata de entre mediados y fines del siglo XVIII. Cabe señalar que
este caso difiere sustancialmente de los mencionados anteriormente, toda vez
que el fuerte se trata de una instalación europea que pudo haber sobrevivido
hasta inicios del siglo XIX (Cáceres Freyre 1983) y que operó como un presidio
para indígenas reducidos originarios de distintos sectores del valle de Yocavil
y del oeste catamarqueño. De tal modo, los materiales europeos ingresaron al
registro arqueológico en el marco de una dinámica muy diferente a la involucrada
en los asentamientos indígenas.
LA CADENA DE AMPAJANGO II
El asentamiento de Ampajango II cubre una superficie mínima de 11 Ha
y se emplaza a una altura media de 2100 msnm, unos 35 km al sudeste de
la ciudad de Santa María. Las construcciones principales se sitúan sobre una
angosta terraza con orientación SE-NO aledaña al río Ampajango. El primer
reconocimiento arqueológico tuvo lugar a comienzos de la década de 1960
(cf. Lorandi 1966:52-53) y en 1999 un equipo del Museo Etnográfico inició
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investigaciones sistemáticas, otorgándose prioridad al relevamiento planimétrico
del poblado, el análisis arquitectónico y el muestreo de materiales culturales
en superficie. Fueron definidos distintos sectores constructivos conectados
por vías de circulación planificadas. El relevamiento del área edificada y el
estudio preliminar de los materiales recuperados en superficie sugirieron que el
asentamiento tuvo un prolongado desarrollo, a partir de momentos agropecuarios
tempranos.
En el denominado sector IV se ubica una plaza de forma poligonal bordeada
por una pared baja de piedras. En la esquina noroeste de la plaza se registró
una estructura del tipo pirámide truncada con plataformas escaleradas que
rodean y enmarcan a un peñasco de 10 m de largo, 4 m de ancho y 3 m de altura
(Figura 2). La cara sur del peñasco, que mira hacia la plaza, se orienta hacia
las cumbres nevadas de la cadena del Aconquija, mientras que en la cara norte
se construyó una elaborada rampa que permitía ascender a la cúspide plana.
En la muestra cerámica recolectada en superficie en el Sector IV se constató
la presencia de tipos locales e incaicos. También se recuperó un liwi (pequeña
bola de bronce) de génesis cuzqueña (González y Palacios 1996).
A partir de los estudios realizados fue propuesto que la ocupación imperial
en el sector implicó dramáticas remodelaciones arquitectónicas destinadas a
modificar y aumentar la escala de las actividades ceremoniales, creando un
Figura 2. Detalle sector IV, sitio Ampajango II
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espacio de congregación pública delimitado y convirtiendo al gran peñasco en
un ushnu (Tarragó y González 2005:139) con características similares a las de
otras instalaciones del territorio del Tawantinsuyu (e.g. Hyslop 1990:69-83,
Deaborn et al. 1998). En el año 2000, dos cuadrículas exploratorias (7.90 m2)
fueron excavadas en sectores al sudeste y noreste de la plaza, ubicándose las
superficies de ocupación a 30 cm de profundidad (c.f. Tarragó y González 2005).
En la cuadrícula aledaña a la plataforma que rodea al gran peñasco se obtuvo
una muestra cerámica similar a la de superficie y carbón vegetal que permitió
fechar el contexto en 340 ± 130 AP (1430-1670 dC., Cal. 1 sigma, Beta 146374).
Dicho contexto incluía el fragmento de cadenilla cuyo estudio informamos.
ESTUDIOS TÉCNICOS
Los estudios de laboratorio, realizados en el Centro Atómico Constituyentes,
de la Comisión Nacional de Energía Atómica, consistieron en relevamientos
dimensionales, observaciones con lupa binocular y microscopio electrónico de
barrido (SEM), determinaciones cuantitativas de composición con espectroscopía
de energía dispersiva de rayos X (EDS) y análisis microestructurales mediante
metalografías.
La pieza estudiada se trata de una delgada cadena con eslabones cubiertos
por una pátina pardusca estable de óxidos de hierro compuesta por siete
eslabones, aparentemente soldados y de tamaño relativamente uniforme. Uno
de ellos está articulado con otros dos (Figura 3). Cada uno posee un diámetro de
9 mm con una sección promedio de 1 mm2, aunque la observación detallada de
los eslabones permitió detectar un engrosamiento del material que posiblemente
responda a la modalidad de unión de cada eslabón. Acerca de su función, las
consultas realizadas no permitieron mayores avances, siendo posible que la
pieza haya formado parte de la ornamentación de un objeto mayor (ver más
adelante).
Composición elemental
La composición química promedio de la pieza fue determinada en 95,3 %
de hierro, 2,6% de aluminio y 1,9% de silicio, en peso, siendo estos dos últimos
elementos interpretados como pertenecientes a la pátina superficial. Cabe
consignar que, con el fin de lograr una aproximación cronológica de la tecnología
utilizada en la producción de la pieza, se puso especial énfasis en la detección
de manganeso, azufre y potasio, con resultados negativos. Asimismo, si bien la
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Figura 3. Pieza analizada.
técnica de análisis químico con EDAX no permite detectar el contenido de carbono,
se estima que el elemento se encontraba presente en el material, tal como luego
fue establecido en los estudios metalográficos. Consideramos relevante el dato
del nulo contenido de manganeso, teniendo en cuenta que este metal, de acuerdo
a la información disponible, comenzó a introducirse en los aceros europeos a
principio del siglo XIX, para mejorar sus cualidades mecánicas (International
Manganese Institute 2005).
Estudios metalográficos
Los estudios metalográficos se realizaron en uno de los eslabones mejor
conservados de la cadena. Con una sierra diamantada se cortó al eslabón, de
forma toroidal, por su diámetro mayor, lográndose así dos segmentos, uno con
el punto de unión del alambre que conforma el eslabón y otro sin dicha unión.
Cada mitad del toroide fue incluida en acrílico para poder observar el corte,
pulida con diferentes papeles abrasivos y finalmente con polvo de diamante.
Primero se observó la muestra sin atacar químicamente para ver la disposición
de las inclusiones no metálicas y posteriormente se la atacó con Nital 4 (4% de
ácido nítrico y 96%, en volumen, de alcohol etílico).
Las metalografías realizadas sobre el área del alambre sin unión revelaron
granos ferríticos equiaxiales con bordes bien definidos. No se observó deformación
plástica en los granos, lo que indicaría que los eslabones fueron realizados
empleando un alambre de hierro, elaborado previamente, que tuvo un proceso
de recocido. Pudo distinguirse, además, una cantidad apreciable de inclusiones
no metálicas que resultan típicas de los objetos ferrosos antiguos, como los
estudiados en los objetos fundidos de hierro en las misiones jesuíticas (Palacios
et al. 1997), debido a la incorporación de escorias que se producía en el proceso
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Gluzman et al. 2008
de fabricación sin fusión del hierro (Figura 4). Estas inclusiones se encontraban
tanto en los bordes de grano como en el interior de los mismos.
Para la realización del estudio metalográfico de la unión del eslabón se
incluyó el hemi-toroide conteniendo a la misma de manera tal que pudiera
pulírsela en un plano tangente y penetrar en la zona de unión. El objetivo fue
observar la superposición de los alambres en la zona de la unión, bajo el supuesto
de que cada eslabón fue formado a partir de un trozo de alambre (Figura 5).
En este sector se detectó una zona de separación entre los alambres
superpuestos. Puliendo y atacando la misma se notó que la zona inter-alambre
está formada por un material de coloración semejante a la costra oxidada, esto
Figura 4. Fotografia de la microestructura de la pieza. Detalle
de inclusiones.no metálicas.
Figura 5. Diagrama de la morfologia constructiva de un eslabón
(Dibujo: H. De Rosa).
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es, a los bordes superior e inferior del labio formado por la unión. El tamaño
de grano en los labios, similar al observado en la sección del eslabón, aunque
con algunas diferencias, según se trate de la parte superior o inferior, sugiere
que el material fue térmicamente recocido. En la Figura 6 se observa esta
característica, con granos más pequeños y signos de deformación plástica en
el sentido horizontal de la unión, acompañada por grietas e inclusiones en la
parte superior de ella.
Luego se realizó un corte transversal a la pieza incluida, seccionándose
directamente la inclusión (ver corte AA en la Figura 5) de tal manera de poder
observar el interior de la unión. Este procedimiento dio lugar a una visión más
elocuente del posible método empleado para unir los extremos del alambre con
los que se realizó el eslabón. La metalografía del corte AA se observa en las
Figura 7. En esta figura aparecen tres zonas, y en cada una de ellas se pueden
apreciar con claridad signos de trabajado mecánico producto del proceso de
conformación. En ese corte, el análisis EDS evidenció la existencia de estaño
Figura 6. Detalle de la microestructura en la zona inter-alambre
Figura 7. Detalle de la microestructura. Corte transversal
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Gluzman et al. 2008
sólo en la separación entre las zonas mencionadas, por lo que puede decirse
que la unión se produjo por el estaño agregado y el golpeado del alambre que
aseguró la soldadura de los extremos del mismo.
COMENTARIOS Y CONCLUSIONES
Como hipótesis de elaboración podemos adelantar que cada eslabón de la
cadena se elaboró a partir de un alambre cortado a la medida de un eslabón. El
alambre fue doblado circularmente y se superpusieron sus extremos. Se llevó
el conjunto a una llama por medio de una pinza adecuada hasta llegar a fundir
el estaño, se golpeó o apretó sobre las mordazas de la pinza, lo que explicaría
la existencia de la zona horizontal de separación en la Figura 8. Mientras que
la zona vertical de separación se habría producido sin explicación aparente,
queda claro que el estaño se ha introducido ex-profeso para la realización de
la unión soldada.
Los estudios técnicos realizados sobre la cadena dieron indicios sobre su
probable modo de elaboración, mostrando, junto a la composición del material,
que resulta compatible con la tecnología europea del siglo XVII (Tylecote 1976).
Por lo tanto, cabe concluir que la pieza guarda coherencia con la datación del
contexto de hallazgo. Como se indicara páginas atrás, los estudios técnicos sobre
materiales de hierro recuperados arqueológicamente en el Noroeste argentino
y correspondientes al contacto Hispano-Indígena, son escasos o superficiales.
Esta circunstancia limita nuestras posibilidades de comparación directa de la
información de laboratorio con materiales análogos.
Si bien la técnica empleada para la producción de la cadena no era novedosa
para el período que tratamos, ya que en joyería se hacían cadenas de oro con el
mismo método, Tylecote (1976) refiere la soldadura de piezas de oro con agregado
de cobre y el uso de bronces de alto contenido de estaño como soldadura. Debemos
agregar que por el tamaño de los eslabones la elaboración de esta cadena pudo
haber sido dificultosa. En lo que hace a su funcionalidad, de acuerdo a tales
eslabones, los esfuerzos máximos a los que pudo haber estado sometida la pieza
debieron ser pequeños. Por tal motivo nos inclinamos a pensar que pudo haber
sido una cadena decorativa, por ejemplo acompañando a un juego de llaves para
colgar de un cinto u otro lugar, una parte del arreo de una cabalgadura, aunque
también pudo funcionar como un sustituto de una soga de poco grosor.
En cuanto a la presencia de la pieza asociada a materiales indígenas, en
un lugar jerarquizado y vinculado a prácticas ceremoniales del asentamiento de
Ampajango II (c.f. Tarragó y González 2005), sólo pueden adelantarse algunas
hipótesis. En este sentido, resulta necesario tener presente que hacia fines del
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siglo XVI los españoles habían fundado importantes enclaves en el Noroeste,
como San Salvador de Jujuy, Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán,
Lerma (actual Salta), Córdoba y La Rioja. Pero la conquista no había podido
llegar a una de las zonas más densamente poblada del Noroeste, como eran los
valles Calchaquíes y su continuación, el valle de Yocavil. Aún en sectores ya
dominados y aledaños a estos valles hacia 1630 estalló una rebelión indígena
que se prolongó hasta 1643 (Montes 1959). De igual modo, la región fue el
escenario de las trágicas aventuras de Pedro Bohórquez, quien atribuyéndose
estirpe incaica intentó apropiarse de la conducción de la resistencia de los
pueblos indígenas (Piossek Prebisch 1984). En 1659 el Gobernador Mercado y
Villacorta organizó una expedición militar que, desde Salta, se adentró en los
valles y fue venciendo por las armas a los pueblos nativos. Dejó sin conquistar,
en su primera campaña, un tramo de 14 leguas correspondiente al valle de
Yocavil, sector que el propio Mercado y Villacorta dominaría en 1665.
Interesa señalar que, como parte de estas campañas militares, un
pequeño ejército al mando de Francisco de Nieva y Castilla protagonizó un
ingreso por el sur del valle de Yocavil, con la intención de unirse a las fuerzas
de Mercado y Villacorta que llegaban desde dirección contraria. De acuerdo
con la documentación histórica, los indígenas le prepararon una emboscada
a la columna de Nieva. Las tropas españolas fueron cercadas y derrotadas en
Ampajango, produciéndose numerosos heridos que fueron atendidos en un
pueblo cercano de “indios amigos” (Lorandi et al. 1997:244). Posteriormente,
las tropas de Nieva pudieron pasar y unirse al ejército principal.
La información histórica, aún con sus lagunas de precisión, sugiere que
la zona de hallazgo de la cadena, durante la época señalada por el fechado
radiocarbónico, estuvo inmersa en una compleja dinámica, con relaciones entre
los españoles y los indígenas que iban desde abiertos enfrentamientos hasta
colaboración. El implemento estudiado podría guardar relación con esta dinámica.
Si bien resulta tentador atender a las similitudes de la asociación arqueológica
de la cadena con los registros de las mencionadas investigaciones en El Shincal,
ubicado a unos 100 Km al sudoeste de Ampajango II, no podemos al momento
asignarle categorías tales como trofeo de guerra o regalo de los invasores.
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a Ricardo Montero miembro del departamento de Metalografía
de la CNEA por la ayuda prestada en la realización de las metalografías, a Laura
Lemos por sus comentarios sobre joyería y a Horacio De Rosa por su valiosa ayuda
acerca del método de elaboración. También a Ronaldo Helal, Profesor de la Facultad
127
Gluzman et al. 2008
de Comunicación Social de la Universidad de Río de Janeiro, por la traducción del
resumen de este artículo al idioma portugués.
Recibido: marzo de 2008.
Aceptado: julio de 2008.
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Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana
Número 2
BREVE CURRÍCULUM VITAE DE LOS AUTORES
Geraldine Gluzman: Licenciada en Ciencias Antropológicas con orientación
en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Becaria doctoral del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas). Investiga la relación entre la producción metalúrgica y la dinámica social
en el área meridional del valle de Yocavil durante los siglos XV a XVII.
Edgardo Cabanillas: Doctor en Física de la Universidad Nacional La Plata.
Investigador del CONICET. Trabaja en ciencias de materiales en la Comisión Nacional
de Energía Atómica y colabora en los proyectos de arqueometalurgia.
Luis R. González: Doctor en Arqueología de la Universidad de Buenos Aires.
Profesor Adjunto Interino en la cátedra Arqueología Argentina de la carrera de
Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires. Investiga las relaciones entre tecnología y cambios sociales en las sociedades
complejas surandinas y es autor de numerosos trabajos sobre el tema.
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