Prodavinci

Anuncio
1
Prodavinci
Méndez Guédez: Le debía este libro a Caracas, decirle que
la amo aunque me dé miedo; por Karina Sainz
Karina Sainz Borgo · Sunday, May 4th, 2014
Donizetti García es periodista. Todo en él es tan trágico como rocambolesco: un
hombre gris a quien su padre le dio el nombre equivocado; alguien que nunca ha
ganado nada, excepto decepciones, y al que no se le dan bien ni siquiera las
infidelidades. Trabaja en una agencia de noticias del gobierno venezolano, y no
precisamente escribiendo reportajes, sino llevando maletines de una ciudad a otra del
mundo. No sabe qué llevan en su interior. Él sólo quiere ganar algo de dinero para
sobrevivir en una Caracas arrasada por la violencia, la escasez, los apagones y la
vigilancia política. Y está dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguirlo.
Porque esta es una novela “sobre la supervivencia”, dice Juan Carlos Méndez Guédez
sobre Los maletines (Siruela), una mezcla de novela negra y picaresca ambientada en
la Venezuela de Hugo Chávez y en la que dos amigos que no se ven desde hace años,
se juntan para dar un golpe maestro: Donizetti y Manuel, un reportero al que echaron
de su trabajo y que debe resignarse a ser dependiente en la zapatería de sus padres;
cree en María Lionza y está ubicado justo en la orilla política contraria de Donizetti.
Prodavinci
-1/4-
04.09.2015
2
Juntos llevan a cabo un plan destinado al fracaso.
Espionaje, violencia, confrontación, pero también burla y parodia. Es, acaso, su novela
más caraqueña, urdida con belleza y crueldad. El mejor homenaje a Andrés Barazarte,
aunque él aclare que no se trata de tal cosa.“La Caracas de mis libros anteriores era
una ciudad mitificada, envuelta en el resplandor de la adolescencia, de los
descubrimientos, de las ternuras. Pero yo necesitaba que también este espacio del
infierno que ahora es, apareciese en mis palabras. Yo le debía eso a la ciudad: contar
sus heridas, sus llagas, lo que es un modo de decirle que la amo aunque me de mucho
miedo”, dice Méndez Guédez, quien vive en Madrid desde hace más de 15 años.
Aunque en este libro aparca por un momento los que han sido sus temas esenciales -la
distancia, la identidad, la pertenencia-, Méndez Guédez consigue retratar una
Venezuela contemporánea que intenta reponerse a su propia realidad. El resultado es
un magnífico fresco, ejecutado con precisión y ácido humor. Méndez Guédez es autor
de una obra amplia entre las que se incluyen las novelas Arena Negra (Libro del Año
en Venezuela en 2013), Chulapos mambo, Tal vez la lluvia (Premio Internacional de
Novela Ciudad de Barbastro), Una tarde con campanas, Árbol de luna, El Libro de
Esther y Retrato de Abel con isla volcánica al fondo.
Los maletines. Un largo elogio de la derrota que da un revés. Todo en esta
historia conspira para que nada sea justo. Para que nada sea lo que es. Y sin
embargo a todos los personajes los une algo: la codicia y la violencia. ¿Qué es
realmente este libro?
Toda novela es el balbuceo que uno lanza para celebrar el mundo. Yo celebro a los
autores que tienen muy clara cómo debe ser la novela del siglo XXI, y te lo resumen en
pocas lecciones. Yo sólo sé balbucear, yo intento el susurro, ¿sabes? Porque cuando
susurras invitas a que la gente se acerque a ti para saber qué estás diciendo. Así que
esta novela, te diría, es una tensa aventura, es el sueño no admitido de muchos: dar el
gran golpe, el gran viraje, perpetrar esa acción que cambie por completo nuestras
vidas y nos permita despertar siendo otros y en otro lugar. Y todo comenzó con una
anécdota. En una ocasión un taxista en Venezuela me dijo: desearía robarme un
dinero, mucho, mucho dinero, y escapar de este lugar con mis hijos. Esa idea me
acompañó al escribir esta obra: la terquedad con la que algunos son capaces de
pretender la felicidad, incluso si en ella van contenidas la violencia y la codicia.
“Yo le debía eso a la ciudad: contar sus heridas, sus llagas, lo que es un modo de
decirle que la amo aunque me de mucho miedo”
El retrato que hace de la Venezuela del chavismo es tan escalofriante como
caricaturesco, casi esperpéntico.
Ante todo, como dijo alguna vez Vargas Llosa, el escritor es la persona que sufre
inmensos dolores pero a la vez vislumbra las posibilidades literarias de ese
sufrimiento. La Venezuela sometida por el chavismo es un lugar triste, lleno de miedo
y desesperanza. Por eso mismo supe que allí había una novela con tonos muy oscuros,
una historia que pugnaba por aparecer desde mis dedos. Pero mi intención no era
retratar otro de los tantos miserables movimientos militares latinoamericanos, con sus
Prodavinci
-2/4-
04.09.2015
3
terribles torturas, sus asesinatos, sus desastrosas políticas económicas, yo deseaba
mirar más bien, cómo en medio del espanto dos personas, dos lazarillos modernos
deciden enfrentarse a ese inmenso poder que los envuelve y los aplasta, e intentan
darle una furiosa dentellada, y así vivir de otra manera.
El hilo conductor del combate, a la par que la intensa violencia del libro,
evocan la idea de una lucha que a veces parece estéril. ¿Es una metáfora
política?
No. No creo que sea una metáfora exclusivamente política. Por supuesto que hay un
país arruinado, controlado por mafias militares, por delincuentes incrustados en el
poder, hay un país atenazado por la normalización del horror, pero también pienso
que es una novela sobre la supervivencia. El mundo es horrible, pero hay un personaje
en la novela que pretende algo tan simple cómo salvar a sus dos hijos del espanto, y
para ello está dispuesto a saltarse las normas que hagan falta. Fíjate, que también
deseaba reflejar, en medio de una sociedad podrida por ese machismo épico de lo
militar, la fragilidad de un hombre que experimenta el ser padre como un maravilloso
compromiso humano, que experimenta la paternidad como un espacio contundente,
pleno. Él no quiere ser el más poderoso, el más fuerte, él desea ser el que haga lo
mejor para los seres que dependen de sus decisiones.
“En Caracas se muere, se mata, pero también se vive y se goza con intensidad”.
De sus novelas esta es la más caraqueña, conscientemente caraqueña,
magníficamente caraqueña.
No lo había percibido así. De hecho, como en las ficciones de espías, en esta novela las
ciudades se suceden: Roma, Cosenza, Ginebra, París, Zadar, Lyon, Madrid, …pero es
cierto que esas ciudades se viven desde la mirada de un ser que viene de Caracas, que
conoce el miedo, que conoce la rabia de intentar sobrevivir, que se sabe parte del
infierno (Caracas es para muchos la ciudad más violenta del mundo). Pero a la vez mis
personajes son capaces de conmoverse al escuchar el sonido de los sapitos en los
jardines, o mirar la lluvia que cae sobre la ciudad, o sentir el aire que vibra con
canciones de salsa intercaladas con piezas de Bach. Hay en ellos, y probablemente en
mí, una suerte de horror y fascinación simultánea. En Caracas se muere, se mata, pero
también se vive y se goza con intensidad. Mientras se suceden los interminables
desfiles militares, una parte oculta de la ciudad se llena de gemidos, de jadeos, de
llamadas furtivas, de ternuras silenciosas.
Esta novela tiene algo tragicómico. Terrible a la vez que tierno. A veces uno
duda: ¿está ante una novela negra? ¿acaso en una gran y rocambolesca
cadena de desgracias?
-Cuando yo estaba escribiendo esta novela, le pregunté a Lorenzo Silva cómo definiría
la literatura negra, y él me dijo aproximadamente (y que Lorenzo me perdone pues lo
cito de memoria): que debería haber al menos un asesinato y una investigación.
Entonces pensé, “pues mi novela tiene algo de eso”, pero lo cierto es que también hay
personajes que podrían responder un poco a lo que es la picaresca. Yo a los
protagonistas de Los Maletines los veo como dos Lazarillos del Caribe que están
Prodavinci
-3/4-
04.09.2015
4
intentando ser más listos que la gente poderosa para la que trabajan. Es decir, viven
hundidos en una novela negra, pero también son capaces de conocer el humor, y no se
resignan a vivir siempre dentro de esa oscuridad.
“A los protagonistas de Los Maletines los veo como dos Lazarillos del Caribe”
Ambos, Donizetti y Manuel pareen el trasunto de una clase media arruinada…
Están en orillas opuestas y sin embargo se necesitan…
Porque en situaciones terribles el otro es un consuelo, una necesidad, un modo de
expandirnos. Y la imaginación occidental es hija de ese libro donde un señor llamado
Quijote y un señor llamado Sancho Panza recorren el mundo para tratar de
enderezarlo, o al menos de hacerlo más parecido al brillo de la imaginación. Una de
las ideas que los totalitarismos intentan borrar es la idea del otro; en ellos todo debe
ser lo mismo, todo es igual, todo es sentimiento colectivo decretado desde un poder
que dice lo que se debe sentir, compartir, celebrar, repudiar. El otro nos da la medida
de nuestra propia identidad y nos ubica frente a la necesidad del respeto, de la
negociación, del intercambio, de la disidencia.
Venezuela ha sido para usted, siempre, una herida. ¿Qué tan abierta está
ahora?
No ha sido tan sólo una herida. Es la primera casa. Es el lugar de las primeras veces.
Venezuela para mí, al igual que España, es el sitio donde abrazo y me abrazan, donde
amo y odio, donde escribo y escribo.
***
Entrevista publicada en Vozpopuli.com
This entry was posted
on Sunday, May 4th, 2014 at 5:55 am and is filed under
You can follow any responses to this entry through the Comments (RSS) feed. You can
leave a response, or trackback from your own site.
Prodavinci
-4/4-
04.09.2015
Descargar