1 PONENCIA.- EL RECARGO DE PRESTACIONES DERIVADO DE ACCIDENTE DE TRABAJO. “Jornada sobre el accidente de trabajo y su responsabilidad empresarial.” Valencia, viernes 26 de Septiembre del 2008. ( organizado por el Ilstre Colegio Oficial de Graduados de Valencia y Umivale) Ponente. Mº Mercedes Boronat Tormo Magistrada TSJ Valencia Dentro de las muy variadas responsabilidades que se pueden exigir a una empresa o empresario en distintos ámbitos, tras la producción de un accidente laboral, existe una responsabilidad meramente patrimonial del empresario, que se enmarca en el ámbito de las prestaciones de la Seguridad Social, o asimilables a ellas, que tiene una triple dimensión. 1.- De naturaleza objetiva y relacionada con el riesgo que toda prestación laboral implica para el trabajador. Se concreta en la cobertura a través d e un sistema de Seguridad Social a través de las diversas prestaciones previstas para los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Por ello la empresa debe asegurar que todo trabajador se encuentre afiliado, de alta y cotizando durante la vigencia de la relación, pues eso garantiza la cobertura de las prestaciones por las entidades gestoras o colaboradoras de la SS. 2.- De carácter convencional, que se expresa en los convenios colectivos, y en algunos casos también, en los propios contratos de trabajo, donde se pueden establecer mejoras de esta acción protectora, que complementan las prestaciones generales. Se trata en estos supuestos de pactos que implican complementos económicos, cuya cobertura puede asegurarse. 3.- En tercer lugar, hay también una responsabilidad derivada de una conducta “culpable” de las normas de seguridad y salud laborales, que vá más allá de la cobertura de las prestaciones, y que consiste precisamente en un recargo porcentual de tales prestaciones cuando derivan de una contingencia profesional. Así como en la anterior el empresario cumple con asegurar la cobertura mediante la afiliación, alta y cotización, en ésta, si se acredita el incumplimiento de las normas de seguridad y salud laborales, la responsabilidad, que no puede ser objeto de aseguramiento, es exclusiva de empresario, y resulta independiente y compatible con cualquier otra responsabilidad, penal o civil que pueda declararse. Esta es sin duda, sino la más compleja, si la más conflictiva. Pero, además, la que plantea mayor repercusión económica para las empresas, imposibilitadas 2 por ley, pues así los establece el art 123 de la LGSS para asegurar la cobertura de ese recargo de prestaciones, que oscila entre el 30 al 50%. Esta figura del recargo de prestaciones, ha sido objeto de múltiples críticas en la actualidad, pues muchos autores entienden que ha perdido su sentido original. Su finalidad, a principios del Siglo XX, y ante un sistema que declaraba la responsabilidad objetiva del empresario por un accidente laboral, cuya satisfacción económica estaba tasada, era poder graduar de forma proporcional la reparación cuando existía culpa empresarial, es decir, que ligaba la mayor responsabilidad económica a la existencia de culpa. El sistema cambió cuando la Ley de 1966 permitió que el trabajador pudiese demandar a la empresa otras responsabilidades adicionales, por lo que el actual recargo se ha convertido en una responsabilidad adicional a la propia responsabilidad por culpa. La nueva norma introdujo en su artículo 97.3 la posibilidad de exigir al empresario ulteriores indemnizaciones por responsabilidad civil o penal; la cual ha pasado íntegramente al actual art. 127.3 de la LGSS vigente. A partir de la entrada en vigor del Estatuto de los Trabajadores de 1980, que introdujo dentro del contrato de trabajo el deber de seguridad del empresario frente al trabajador, reiterado después en la Ley 31/95 de prevención de Riesgos Laborales, quedó establecido, junto a la responsabilidad prestacional y la civil complementaria, la del recargo de prestaciones. El recargo ha planteado problemas no solo conceptuales, relacionados sobretodo con la determinación de cual es su naturaleza, o respecto a que papel cumple en el actual sistema de cobertura del riesgo laboral sino también aplicativos, planteados por las empresas que demandan contra las resoluciones del INSS que imponen tal recargo, o por el trabajador, cuando tales resoluciones son contrarias a la imposición del mencionado recargo de prestaciones, o porque el porcentaje impuesto se considera excesivo o escaso. Respecto a las cuestiones conceptuales, muy brevemente, está el tema de cual sea su naturaleza jurídica y que función realiza, y aunque parezcan cuestiones teóricas, tienen un gran interés práctico. Si el recargo se entiende como sanción debería aplicarse al margen de las prestaciones e indemnizaciones a las que pueda tener derecho el accidentado, pero si es una indemnización habría que considerarla conjuntamente con cualesquiera otras que pueda percibir el trabajador, para reparar los perjuicios. La falta de acuerdo doctrinal ha llevado a considerar que su naturaleza es mixta, pues si es sanción no tiene sentido que no guarde proporción con la infracción, salvo en la posible modulación entre el porcentaje del 30 al 50%; lo que va a determinar la cuantía del recargo es la propia cuantía de la 3 prestación, pudiendo ocurrir que ante la inexistencia de prestación, no se genere recargo, a pesar de la culpa; p.e. trabajador que fallece sin perjudicados por la muerte ni herederos, que no genera prestación, ni recargo. Cual sea su función, tampoco es una cuestión sobre la que exista acuerdo, pero sus defensores insisten en que cumple una finalidad preventiva de los accidentes laborales. Contra esta posición se puede argumentar que la existencia de un sistema de vigilancia, control e inspección más eficaz que el actual conseguiría mejores resultados. Como entiendo que mi participación en ésta Jornada pretende que se analicen los problemas más espinosos de la práctica judicial, en principio, y salvo que alguien desee en el posterior coloquio que hablemos de las cuestiones anteriores,, me voy a centrar en los aspectos más cotidianos y prácticos, tanto de orden procesal como sustantivo. ASPECTOS PROCESALES 1.- El Expediente administrativo previo.Entre los aspectos procesales más interesantes relacionados con ésta figura se encuentra el expediente administrativo previo que tramita el Instituto Nacional de la Seguridad Social, regulado en el RD 1300/1995 de 21 de Julio y la Orden que lo desarrolla de 18 de Enero de 1996. La razón de su interés, en el campo de la decisión judicial, es que ésta puede y debe controlar tanto el contenido material del acto administrativo, como sus aspectos procedimentales. Por tanto, una sentencia judicial puede declarar la nulidad del procedimiento seguido por la administración de la SS al tramitar el expediente. En concreto, existen resoluciones judiciales que han anulado la resolución del INSS por falta de motivación, al dejar de responder a todas o a alguna de las cuestiones o causas de oposición suscitadas por la empresa en el procedimiento administrativo. STSJ Cataluña de 12 de enero del 2006, (nº 224/06, rec.7738/2004 Pte Sr Falguera Baró). Esta sentencia entendió, que al tratarse de un procedimiento cualificado, que imputa responsabilidades patrimoniales, precisa de un incremento de la tutela judicial con el fin de evitar la discrecionalidad; Por ello, una falta de respuesta administrativa en el expediente no puede conllevar que la administración se defienda después con argumentos que no consten en el procedimiento anterior, debido a su falta de respuesta a las alegaciones de la empresa, pues ello supone romper 4 la paridad en el proceso, colocando a la administración en un lugar privilegiado. Sentencias actuales del Tribunal Supremo han confirmado el criterio anterior de posibilidad de anular la omisión del tramite de audiencia, siempre que haya ocasionado indefensión, aunque la deniega en el caso concreto porque la recurrente había tenido noticia de la iniciación del procedimiento, se personó y formuló alegaciones ( STS 3.7.2006.rec. 3152/2006). Posteriormente, la STS de 4 de enero del 2008 ( rec. 494/2006) ha declarado, con cita de diversas resoluciones anteriores, que la Jurisdicción Social es la competente para analizar los defectos de tramitación del expediente administrativo, señalando que: “ la jurisdicción se extiende al control judicial pleno del acto administrativo y ello tanto en lo que se refiere al contenido material de éste, como a sus aspectos formales, y, concretamente, a los relativos al procedimiento” Otra de las cuestiones relevantes, y que han sido ya objeto de decisión unificada por el Tribunal Supremo, es la relativa a si el proceso penal suspende el procedimiento de recargo de prestaciones, cuando los hechos que se dilucidan en ambos procedimientos, administrativo y jurisdiccional penal, son los mismos. La práctica del INSS era la de suspender la tramitación administrativa, hasta que recayera sentencia o auto firme en la vía penal, pues se aplicaba lo dispuesto en la citada orden de 18.01.1996 que así lo establecía, a pesar de que el RD 1300 antes citado no decía nada al respecto, y la Orden debió limitarse a su desarrollo; ello era contrario a lo dispuesto en el art 86.1 de la Ley de Procedimiento Laboral, que entiende que la jurisdicción laboral no se suspende el procedimiento por seguirse causa criminal sobre los hechos debatidos. Por ello, el Tribunal Supremo, se vió obligado a resolver si era o no procedente tal suspensión administrativa, y resolvió, en una sentencia de fecha 7 de mayo del 2004, seguida después por otras muchas, que la responsabilidad que se establece en el art 123 de la LGSS es independiente y compatible con cualquier otra, también con la penal, de la que no depende, y que debe prevalecer el principio de celeridad al tratarse de un expediente que puede culminar con una resolución que afecte a prestaciones de la Seguridad Social. Algunos autores habían interpretado que el Texto Refundido de la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el orden Social, que como saben se encuentra en el RD 5/2000, al establecer ( art.3.2) la suspensión del procedimiento sancionador de la administración cuando las infracciones que se analizan a fin de imponer la correspondiente sanción administrativa, pueden suponer un ilícito penal, deberían implicar un aval para la suspensión del procedimiento administrativo de recargo, en base a la naturaleza sancionadora de éste. Pero tal cuestión es también resuelta por la 5 sentencia citada desde una doble perspectiva; por un lado, que la naturaleza del recargo es compleja, y tiene perfiles propios, por lo que no cabe equipararlo a la sanción administrativa, (....) y por otro, entiende que la Ley sobre Infracciones y Sanciones se está refiriendo de forma clara al expediente sancionador en sentido estricto, y no al de recargo. Cuestión distinta es la relativa a si se produce la suspensión del trámite del recargo, si se tramitan al mismo tiempo, lo que resulta muy usual, un procedimiento administrativo sancionador y otro de recargo ( el primero por la autoridad laboral, y el segundo por el INSS). Se trata de dos procedimientos administrativos, respecto a los que no están previstos mecanismos de coordinación, por lo que cada uno se tramitará de forma independiente incluso si se ha producido la impugnación del acta de infracción. El interés de ésta cuestión se inicia cuando ambas resoluciones llegan a la vía judicial, pues las infracciones previstas en la denominada LISOS son susceptibles de revisión en la jurisdicción contenciosoadministrativa, mientras que la resoluciones administrativas de recargo, lo son ante la Jurisdicción Social. Se trata de una disfunción consecuencia de la falta de desarrollo normativo de los plazos de entrada en vigor del art. 3.2 de la Ley 29/1998 de 13 de Julio, reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, que ( en su Disposición Adicional Quinta) atribuía a los órganos de la jurisdicción social la competencia para conocer de las resoluciones sancionadoras en materia laboral. La Ley 50/98 de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social modificó el art 3 de la normativa ya citada dejando sin efecto las fechas de entrada en vigor de las nuevas competencias de la jurisdicción social, previstas en un primer momento para un año después de la Ley 29/1998, dejando pendiente un encargo al Gobierno de un proyecto de ley para incorporar a la Ley de Procedimiento laboral, las nuevas modalidades procesales parejas a las nuevas competencias. Esta posibilidad, ha quedado pendiente “sine die”, seguramente por falta de voluntad política o de estímulo por los entes sociales que podrían presionar para conseguir ese cambio de jurisdicción. Volviendo a la cuestión previa a éste inciso, vemos, pues, que dictadas dos resoluciones administrativas, sus respectivos recursos van a ser conocidos, el sancionador, por la jurisdicción contencioso-administrativa, y el de recargo, por la jurisdicción social. Aquí si existe una previsión normativa que coordina las resoluciones que puedan dictarse por ambos órdenes jurisdiccionales; es el art 42.5 de la Ley de Infracciones y Sanciones (LISOS) que dice: “ La declaración de hechos probados que contenga una sentencia firme del orden jurisdiccional contencioso 6 administrativo, relativa a la existencia de infracción a la normativa de prevención de riesgos laborales, vinculará al orden social de la jurisdicción en lo que se refiere al recargo, en su caso, de la prestación económica del sistema de Seguridad Social”. La importancia que tiene, esta cuestión, en la práctica, es casi nula, pues la práctica es tozuda en constatar que la jurisdicción social resuelve con mayor agilidad que la contenciosa, por lo que al tiempo de resolver ésta última, no suele existir pronunciamiento resolutorio sobre la existencia o no de una conducta constitutiva de infracción de la normativa de prevención de riesgos laborales. Como la vinculación no es obligada a la inversa, puede suceder que se produzcan resoluciones judiciales contradictorias............... En mi opinión, los verdaderos problemas que suscita esa regla del art 42.5 de la LISOS están relacionados con la falta de intervención del trabajador, o sus causahabientes ( en el supuesto de fallecimiento del mismo) en el procedimiento contencioso, pues si los hechos probados de la sentencia contenciosa, teóricamente van a servir para vincular los que se expresen en el procedimiento laboral de recargo, debería éste poder intervenir en la fijación de hechos que acabarán predeterminando su posibilidad de acceder a un recargo de prestaciones. Este tema, ha suscitado claras dudas de constitucionalidad, pero el Tribunal Constitucional en relación a una cuestión suscitada por el Juzgado de lo Social nº 25 de Barcelona, entendió ( Auto del Pleno de 9.3.2004, nº 74, rec. 4927/02) que la falta de emplazamiento del trabajador en el proceso contenciosoadministrativo sobre infracción de la normativa de prevención de riesgos laborales no supone vulneración que ocasione indefensión o desigualdad, y aunque señala que la trabajadora accidentada podía tener un interés legítimo, directo y muy cualificado en el proceso, que no fue pretendido en recurso de amparo, señala el T.C. que: “ resulta notoriamente infundado que un órgano del orden social cuestione el art.42.5 del Real Decreto Legislativo 5/2000, de 4 de agosto, al objeto de combatir el contenido o determinar el alcance de otras normas (concretamente de las reguladoras del proceso contencioso-administrativo) o con el propósito de sanar, en su caso, una irregularidad procesal en el emplazamiento que tuvo lugar en un proceso distinto o la inactividad de la trabajadora accidentada en dicho proceso sobre la sanción. La vinculación que el precepto cuestionado establece a la declaración de hechos probados que contenga una sentencia firme del orden jurisdiccional contencioso-administrativo, relativa a la existencia de infracción a la normativa de prevención de riesgos laborales, según el art. 42.5, no causa indefensión, ni desigualdad procesal alguna, pues esa sujeción responde a una finalidad de coherencia y seguridad 7 jurídica que ni entra en colisión ni puede confundirse con el interés legítimo que corresponda en su caso reconocer a un trabajador accidentado, en los términos expresados, en el proceso contenciosoadministrativo sobre la infracción a la normativa de prevención de riesgos laborales.”. La manera en que se planteó la cuestión, que se asentaba sobre si se había producido o no la correcta aplicación del art. 49.1 LJCA posibilita, a mi entender. el futuro análisis del mismo tema desde una perspectiva constitucional distinta. Otra de las cuestiones que han suscitado interés práctico en el terreno procesal, ha sido el relativo a la posible caducidad del expediente administrativo, pues el exceso del plazo máximo fijado para cualquier tipo de expediente sancionador o de intervención, sin haber sido resuelto y notificada la resolución administrativa, produce el archivo de las actuaciones. ( art. 44.2 de la Ley 4/1999). Por ello, a menudo se alegaba la caducidad del expediente en el procedimiento jurisdiccional social con la esperanza de que la declaración de caducidad impidiese seguir el trámite, o ser objeto de decisión judicial. La jurisprudencia de varios TSJs, incluido el de ésta Comunidad Valenciana, venía admitiendo tal pretensión y declarando la caducidad del expediente, pero tal cuestión ha sido resuelta de forma definitiva por el Tribunal Supremo en reiteradas sentencias (SSTS de 9 de octubre de 2006, rec. 3279/2005. Pte: Souto Prieto, y sucesivas de 5 de diciembre de 2006 (Rec. 2531/05), 12 de febrero de 2007 (Rec. 5542/05), 14 de febrero de 2007 (Rec. 5128/05), 29 de mayo de 2007 (Rec. 1549/06), 27 de junio de 2007 (Rec. 2321/06) y 6 de noviembre de 2007 (rec. 161/07), en las que se señala que: "El plazo para que la Administración de la Seguridad Social dicte resolución en un procedimiento de reconocimiento del recargo es, desde luego, de 135 días, conforme a lo que se establece en el Anexo del Real Decreto 286/2003, pero el incumplimiento de este plazo no produce la caducidad del procedimiento que prevé el número 2 del párrafo primero del artículo 44 de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común , a tenor del cual "en los procedimientos en que la Administración ejercite potestades sancionadoras o, en general, de intervención, susceptibles de producir efectos desfavorables o de gravamen, se producirá la caducidad cuando haya vencido el plazo máximo sin que se haya dictado y notificado resolución, añadiendo que "en estos casos, la resolución que declare la caducidad ordenará el archivo de las actuaciones, con los efectos previstos en el artículo 92". No es aplicable este precepto porque el recargo no implica, con independencia de su finalidad preventiva, la imposición de una sanción al empresario infractor, sino el reconocimiento de un derecho patrimonial a 8 favor de la víctima o de sus beneficiarios". Señala asimismo la primera de las sentencias citadas, que : “el efecto de haber dejado transcurrir ese plazo sin dictar la resolución que corresponda, y es el propio del silencio administrativo negativo, pues una vez cumplido ese plazo sin resolución "la solicitud podrá entenderse desestimada, en cuyo caso el interesado podrá ejercitar las acciones que le confiere el art. 71 del Texto Refundido de la Ley de Procedimiento Laboral ". Es decir, que el transcurso de dicho plazo de caducidad deja abierta la vía de la jurisdicción social. 2.- Otras cuestiones procesales. Prescripción de la acción. Presunción de certeza del Acta de Infracción. La cosa juzgada positiva. Recurribilidad de las sentencias. a).- Prescripción de la acción.- La acción de recargo tiene un plazo de prescripción de cinco años. Pero tampoco ha sido esta una cuestión pacífica, ya que los TSJs se contradicen no solo respecto al plazo de prescripción, pues alguno ha entendido que si la naturaleza del recargo se considera indemnizatoria debería considerar tal plazo asimilable al previsto en el art 59 del ET que es de un año. Pero los problemas no han sido solo de plazo, sino también relativos a cual es el momento a partir del cual debe iniciarse el cómputo de dicho plazo ( dies a quo), pues mientras algún TSJ ( sent. 16 enero 2004 de la Comunidad Valenciana) lo fijaba en la misma fecha del accidente, otros lo situaban en la del Acta de Infracción ( sent. 21 marzo 2005, de Castilla-La Mancha), o en la fecha declaración de la Incapacidad resultante ( sent. 18 marzo 2003 de Cataluña). El Tribunal Supremo ha intentado poner orden, en su sentencia de fecha 9 de febrero del 2006 (rec. 4100/2004. Pte: Calvo Ibarlucea). En ella se señala, que el recargo es un recurso punitivo que buscar restituir la norma jurídica a su condición de rector de conductas, aunque la compensación sea del perjudicado, no del Estado: “Si el orden jurídico vulnerado fuera el único en resarcirse, conocidas como son las pautas que originan la infracción desde el momento de producirse el accidente, sería razonable no trasladar el dies a quo para el cómputo de la prescripción a otra fecha que no fuera la del accidente. Pero tan especial naturaleza como la que posee el recargo de las prestaciones por falta de medidas de seguridad, cuyo beneficiario es el perjudicado por el damnum y sus causahabientes, requiere alterar aquella base del compromiso indemnizatorio amoldándolo a los objetos que le servirán de medida, es decir, a las prestaciones cuya cuantía se va a ver mejorada. Esta cadena de dependencia sólo puede mantenerse si reconocidas las prestaciones y a 9 partir de ese acontecimiento, se reclama la imposición del recargo”. La consecuencia de aplicar ésta doctrina, es que habrá tantos dies a quo como prestaciones sobre las que pueda aplicarse el recargo, de manera que unas prestaciones pueden considerarse prescritas y otras no, todo ello respecto del mismo accidente. En definitiva, se aplicará un criterio de acomodación a cada prestación. La iniciación del procedimiento administrativo, interrumpe la prescripción, tanto se inicie de oficio, como a instancia del trabajador. Y una vez transcurrido el plazo de 135 días de que dispone la administración para resolver, se reinicia el cómputo del plazo de prescripción para ejercitar la acción ante los tribunales del orden social b).-Presunción de certeza del acta de infracción.- Señala el art. 53.2 del RD legislativo 5/2000 que las afirmaciones de hecho de las Actas de Infracción tienen presunción de certeza, aunque, como es obvio, admiten prueba en contrario. Pero, entiendo yo, que lo más importante en relación a ésta presunción, es el ámbito sobre el que recae, que no implica a la totalidad del contenido del Acta. En muchas ocasiones tal precepto se aplica erróneamente, y se establecen como hechos probados, en relación con las circunstancias en que se produjo un determinado accidente laboral, extrayendo casi literalmente los hechos que constan en el acta, cuando no el Acta en su totalidad. Esta no tiene valor de hecho probado en una resolución judicial, pues además de los hechos, el Inspector actuante puede expresar verdaderos juicios de valor e incluso calificar jurídicamente lo sucedido. La presunción de certeza que el juez debe aceptar, salvo prueba que la desvirtúe, se extiende solo a aquellos hechos que el funcionario que actúa en dicha Acta ha comprobado personalmente, es decir datos de carácter fáctico que la fundamentan, o que ha percibido directamente, por lo que la sentencia solo puede incluir las valoraciones del acta si además de ésta, existen otras pruebas que lo avalen. c).- Cosa juzgada.- Resulta de interés señalar el posible enfrentamiento que puede producirse, en clave procesal, entre una sentencia firme de recargo y la posibilidad de que por los mismos hechos se siga un procedimiento judicial en reclamación de la responsabilidad civil por los daños y perjuicios ocasionados.. En principio los hechos probados de una sentencia firme deben servir como presupuestos fácticos de cualquier resolución que posteriormente se dicte. Sin embargo, en el caso de una sentencia firme en materia de recargo, que desestime su imposición, la cosa 10 juzgada positiva no tiene porque afectar al contenido de una resolución ulterior que dilucide la responsabilidad por daños y perjuicios reclamada por un trabajador contra el mismo empresario, por el mismo accidente de trabajo. Sobre éste tema es reveladora la STS de 4 de octubre del 2007 (rec. 586/06 . Pte. Sr Gilolmo López), que entra a conocer precisamente de la supuesta contradicción entre una sentencia del TSJ de la Comunidad Valencia, que rechaza aplicar el efecto positivo de la cosa juzgada de una sentencia previa de recargo de prestaciones, en una reclamación de indemnización de daños y perjuicios por el mismo accidente laboral, al entender que en el litigio por responsabilidad civil sí existían datos que permitían declarar la responsabilidad de la empresa, y otra del mismo Tribunal, que sí aplicó la cosa Juzgada en un caso similar. (ssTJJCV de 12.4.2005, rec. 862/05, y la de 25.11.2005, rec.1427/2005 ). El TS considera que la sentencia temporalmente más moderna, que no aplica el efecto positivo de la cosa juzgada, analiza los hechos desde la perspectiva del daño, no del recargo, y discrepa de la valoración jurídica al apreciar que sí existe culpa en la producción del accidente, no es incompatible con el rechazo de la infracción de las medidas de seguridad analizadas en el anterior procedimiento, al afirmar que sí se detecta culpa empresarial en el desarrollo del accidente, aunque no llega a entrar en valoraciones al considerar que no existe contradicción entre ambas. d).- Recurribilidad de las sentencias en materia de recargo.- Tiene también cierto interés práctico conocer si tienen acceso a suplicación, las sentencias de la instancia que resuelven las impugnaciones sobre la resolución administrativa de recargo de prestaciones, cuando la cuantía del mismo es inferior a los 1803 euros fijados en el art 189.1 de la LPL. La cuestión puede tener interés cuando el objeto del procedimiento se limita a reclamar los porcentajes de recargo, sobre prestaciones de IT cuyas cuantías pueden no alcanzar la cantidad legalmente fijada como límite para el recurso. También el Tribunal Supremo ha tenido oportunidad de pronunciarse sobre dicha cuestión en época reciente (STS 20 de marzo del 2007, rec. 609/06. Pte Sra Viroles Piñol). Tras señalar que la doctrina acerca de la naturaleza del recargo, la concibe como una “institución específica y singular de la normativa de la Seguridad Social, no subsumible plenamente en otras figuras jurídicas típicas, ni por ello, plenamente, en la figura de la sanción”... entiende que el recargo no es una prestación de Seguridad Social, sino una reclamación que es autónoma e independiente, “un incremento a cargo del empresario que no se incluye en la acción 11 protectora de la Seguridad Social, aunque tome como módulo de cálculo el importe de la prestación”, por lo que considera que es irrelevante al supuesto de hecho la distinción entre aquellos procedimiento que versan sobre el reconocimiento o denegación de una prestación de SS que sí tienen acceso a suplicación, y aquellos que recaen sobre aspectos concretos de la misma, sobretodo por cuantía, que solo tienen suplicación cuando las diferencias entre lo concedido y lo solicitado es superior al límite legal. En el caso del recargo, debe considerarse como una pretensión independiente y de cuantía indeterminada, a la que conforme a lo dispuesto en el art. 189.1 LPL ha de concederse recurso de suplicación. Además de lo dudoso de tal pronunciamiento en cuanto a la inclusión que efectúa de los procedimientos de recargo dentro de los de reclamación de cuantía indeterminada, ya que conocida la prestación de Seguridad Social resulta de un mero cálculo porcentual la cuantificación del recargo, la sentencia parte, a diferencia de la que comentábamos en el apartado anterior, como argumento de refuerzo, que la sentencia de recargo proyecta entre otros efectos, que van más allá de la concreta reclamación de cantidad, el “efecto positivo de la cosa juzgada, actuando en posible futuros procesos como elemento condicionante o prejudicial”. Ello esta en contradicción con lo expuesto en la sentencia antes citada del TS de 4 de Octubre del 2007, que establecía la posibilidad de que tal efecto no tuviera lugar al ser distintas las valoraciones jurídicas. De todas formas, y aún admitiendo esa tesis amplia respecto de la cuantía, las dificultades se mantienen respecto de acceso de las sentencias dictadas por los TSJs al recurso de casación. Como destaca la STS de 18.7.2007 ( rec.3953/2006. Pte Sr Iglesias Cabero) con cita de la STS de 22.1.2002 que: “ si en cualquier caso no es tarea sencilla encontrar una sentencia que, comparada con la recurrida, demuestre una sustancial identidad en hechos, fundamentos y pretensiones, las dificultades para acreditar aquellas identidades adquieren una particular dimensión cuando se trata de ponderar comportamientos condicionados por la concurrencia de particulares circunstancias que determinen si son o no merecedores de algún reproche; y esto sucede con frecuencia cuando se imponen incrementos en las prestaciones económicas por falta de medidas de seguridad que provocan un accidente de trabajo, ya que no en todos los casos se exigen las mismas medidas de seguridad ni en la provocación del accidente influye de la misma manera la omisión por parte del empresario de dichas medidas de seguridad”. Por ello son tan pocas las STS que admiten la existencia de contradicción entre sentencias en materia de recargo, al entenderse de excesivamente casuísticos los supuestos de hechos a los que puede aplicarse. 12 ASPECTOS DE DERECHO SUSTANTIVO O MATERIALES En primer lugar debe recordarse, que la responsabilidad recogida en el citado art 123 de la LGSS es de carácter subjetivo, es decir, que debe basarse en la culpa de la empresa. Pero tal concepto no ha sido siempre homogéneo. Por ello necesito citar y partir para el análisis del contenido sustantivo de la figura del recargo, de una sentencia del Tribunal Supremo, la de fecha 12 julio 2007 ( rec. 938/2006. Pte Sampedro Corral) que precisamente casa y anula la STSJ de la Comunidad Valenciana de 21 de diciembre del 2005,( rec. 3290/05) Parte dicha resolución de cual es el ámbito de la responsabilidad señalando que ésta existe “cuando la lesión se produzca por máquinas, artefactos e instalaciones, centros o lugares de trabajo que carezcan de los dispositivos de precaución reglamentarios, los tengan inutilizados o en malas condiciones, o cuando nos e hayan observado las medidas generales o particulares de seguridad e higiene en el trabajo o las elementales de salubridad o las de adecuación personal a cada trabajo, habida cuenta de sus características y de la edad, sexo y demás condiciones del trabajador”, que es el mismo concepto establecido en el art. 42 de la Ley 31/95 de 8 de noviembre de Prevención de Riesgos Laborales, sobretodo en su art 14, que señala, en su apartado 2º, lo que sigue: “ en cumplimiento del deber de protección, el empresario deberá garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores a su servicio en todos los aspectos relacionados con el trabajo...”, y en el apartado 4º del art. 15 que : “la efectividad de las medidas preventivas deberá prever (incluso) las distracciones o imprudencias no temerarias que pudiera cometer el trabajador”. Por último, en el art. 17.1º se dice: “ que el empresario adoptará las medidas necesarias con el fin de que los equipos de trabajo sean adecuados para el trabajo que debe realizarse y convenientemente adaptados a tal efecto, de forma que garanticen la seguridad y la salud de los trabajadores” Volviendo a la STS antes citada y otras resoluciones anteriores a las que la misma se refiere, se concretan los requisitos determinantes de la responsabilidad de la empresa, en la concurrencia de tres factores: 13 Primero.- Que la empresa haya cometida alguna infracción consistente en el incumplimiento de alguna medida de seguridad general o especial, añadiendo que no siendo posible que el legislador concrete la variadísima gama de los mecanismos ante la imposibilidad de seguir el ritmo de creación de nuevas maquinarias, bastará que se violen las normas genéricas o deudas de seguridad, en el sentido de falta de diligencia de un prudente empleado (STS 26 de marzo de 1999 EDJ 1999/6094 ). Segundo.- Que se acredite la causación de un daño efectivo en la persona del trabajador. Tercero.- Que exista una relación de causalidad entre la infracción y el resultado dañoso; conexión que puede romperse cuando la infracción es imputable al propio interesado (STS 6 de mayo de 1998 EDJ 1998/3214 ). Desarrollando los presupuestos que pueden conllevar la aplicación de un recargo de prestaciones al amparo del 123 de la LGSS, se plantean diversas dudas respecto: 1.- A que se refiere la norma cuando menciona las maquinas o artefactos o instalaciones que carezcan de dispositivos de precaución reglamentarios, los tengan en malas condiciones o a la inobservancia de las medidas de higiene, salubridad, etc, en el art 123 LGSS. Pues es obvio que intenta concretar aquellas que implican la infracción de la normativa de riesgos laborales, en la que se incluyen tanto las normas generales, como las particulares en relación con la seguridad, así como el incumplimiento de los deberes de información y formación en materia preventiva, de los arts 18 y 19 de la LPRiesgos Laborales. Obviamente la práctica nos muestra situaciones de lo más variado que hace muy difícil ofrecer un esquema claro de responsabilidad, pero la STS citada, aprecia en el caso concreto la contradicción entre las ofrecidas, y señala que en ambos casos los trabajadores habían sido advertidos de la manera de manejar determinada maquinaria, y que también en ambos fue la falta de medidas de adaptación de ésta a la protección requerida la que dio lugar a la lesión producida a operarios, que en ambos casos, estaban dotados de cierta experiencia y práctica. A pesar de la advertencia de meter la mano en los cilindros de la maquina, ante la caída de un cuerpo extraño, lo cierto que las maquinas carecían de dispositivos que impidieran la accesibilidad a dichos cilindros, y aunque admite que hay cierto exceso de confianza, éste carece de la entidad para excluir la imputación de 14 infracciones a la empresa, que se concretan en la de garantizar una protección eficaz. 2.- Quien es el empresario infractor.- El INSS siempre ha planteado la posibilidad de imponer el recargo a personas o entes distintos del empleador del trabajador que ha sufrido un accidente, bien solidaria bien mancomunadamente, interpretando el art 42 del ET en relación con el art 42 del mismo texto, pues el primero, en materia de pago de prestaciones remite al segundo que regula la responsabilidad solidaria en los supuestos de contratas y subcontratas por impago de prestaciones. Esta postura es discutible, pues el art 127 parece deber interpretarse en relación con su precedente, el art 126 de la LGSS que alude a tal responsabilidad exclusivamente en materia de “ afiliación, altas y bajas y de cotización”, lo que debería excluir el recargo a aquellas empresas que no hayan incurrido en incumplimientos de la normativa antes señalada, aunque exista relación en régimen de subcontratación con la declarada responsable. Habría, por tanto, que distinguir diversos supuestos: 2.1.- Las contratas y subcontratas.- Cuando las empresas subcontraten la realización de obras o servicios, correspondientes a la propia actividad, que se desarrollan dentro de sus propios centros de trabajo. EL art 24.3 de la LPRL impone a las empresas en cuyos locales trabajen otras la obligación de vigilar el cumplimiento por los contratistas y subcontratistas de la normativa de prevención de riesgos laborales. Esta posibilidad fue interpretada por el TS ( sent 16.12.1997...) como extensible a supuestos en los que se contraten obras o servicios que no correspondan la propia actividad, pero se realicen en el propio local de la contratista principal, y se infrinjan por éste los deberes de vigilancia y control respecto del cumplimiento de las normas citadas, pues también en este supuesto podrá ser considerado como empresario infractor. Esto es así porque también la LPRL ha incluido, en su art. 24 la necesidad de que las empresas que realicen actividades en un mismo centro de trabajo deberán cooperar en la aplicación de la normativa sobre prevención de riesgos laborales, en la información a los trabajadores, concretando la obligación del empresario titular del centro sobre la información y formación de los riesgos existentes en el concreto centro de trabajo, medidas de protección y prevención particulares, así como la previsión de las medidas de emergencia y evacuación. 15 En las obras de la construcción, la normativa especial establecida en el RD 1627/97 de 24 de Octubre ha venido a precisar, con mayor detalle y por las peculiaridades de los lugares de trabajo constituidos por las obras en construcción, las disposiciones mínimas de seguridad y salud, incluyendo la definición de los sujetos que intervienen en las diversas actividades: promotor, coordinador en materia de seguridad y salud durante la ejecución de la obra, dirección facultativa, contratista y subcontratista., distinguiendo entre las diversas responsabilidades que les pueden ser imputadas, estableciendo la distinción entre el contratista (persona física o jurídica que asume contractualmente ante el promotor, con medios humanos y materiales, propios o ajenos, el compromiso de ejecutar la totalidad o parte de las obras, con sujeción al proyecto y al contrato), y el subcontratista, igualmente persona física o jurídica que asume contractualmente ante el contratista, empresario principal, el compromiso de realizar determinadas partes o instalaciones de la obra, con sujeción al proyecto por el que se rige su ejecución), dando a ambos la condición de empresario. Por el contrario, el RD citado no otorga tal consideración al promotor, salvo cuando éste contrate directamente con trabajadores autónomos, en cuyo caso tendrá la consideración de contratista, salvo que la actividad contratada se refiera a una reparación o construcción como la que pudiera hacer un cabeza de familia respecto de su vivienda. Como se han concretado esta normativa, en las concretas resoluciones judiciales, lo apreciamos, en algunos casos en la propia jurisprudencia del TS, y en otros en decisiones adoptadas por diversos TSJs algunas de las cuales no han accedido a casación El TS se ha pronunciado respecto de la responsabilidad solidaria de la empresa titular de la obra donde se produce el accidente de un trabajador en el 50% del recargo de prestaciones conjuntamente con la empresa empleadora directa del mismo, (sentencia de 10.12.2007 rec.576/07 Pte sr Martinez Garrido), resolviendo la cuestión relativa a si una obra debe considerarse centro de trabajo a efectos legales. El accidente se produce con la caída desde un andamio que carecía de barandillas interiores y laterales, ni cuerda salvavidas fija a la que pudiera amarrarse el cinturón de seguridad, y aunque por razones de defectos formales no subsanables, no razona sobre si se han producido o no las infracciones normativas, no evita entrar en cuales son los factores que en esos supuestos determinan la solidaridad entre empresas, señalando que procede de la especial situación de la empresa principal titular del centro de trabajo, bajo cuyo control e inspección se realiza la actividad, y que se beneficia de sus frutos; y que la expresión centro de trabajo a que se refiere el ET ( art 1.5) debe estimarse equivalente al de “lugar de trabajo”, entendido éste 16 como “cualquier área, edificada o no, en la que los trabajadores deban permanecer o a la que deban acceder por razón de su trabajo”. Añadiendo la misma sentencia que debe considerarse “empresario titular del centro de trabajo, la persona que tiene la capacidad de poner a disposición y gestionar el centro de trabajo”. Numerosas resoluciones de TSJs han analizado desde ésta perspectiva, y con la casuística que siempre aparecen en estos supuestos, supuestos muy diversos: a) Si una Comunidad de Propietarios que contrata con una empresa dedicada a la actividad de la construcción, puede, en su condición de promotora, ser considerada responsable solidaria del accidente de trabajo sufrido por uno de los trabajadores que esta realizando una reparación de su cubierta, que es elemento común, lo que se niega al negarse su condición de empresario a estos efectos. (TSJ Castilla –Leon, sede en Valladolid de 30.1.2008. rec. 1942/07) b) Condenando en exclusiva a la empresa principal, cuando se entiende que ha existido incumplimiento de medidas de seguridad en labores de encofrado, y absolviendo a la subcontratista ( TSJ castilla-La Mancha de 25.7.2007, rec.1268/07. c) Condenando a la empresa que remite al trabajador a otra obra, que se encuentra paralizada y cerrada, careciendo por ello de elementos de seguridad, a buscar una herramienta, que se encuentra en una cuarta planta desde la que el trabajador se precipita, al carecer de barandillas.( TSJ Comunidad Valenciana de 6.11.2007, rec 3874/06) d) Condenando, asimismo, a una empresa que no es la infractora, pero sí la sucesora en la personalidad jurídica de aquella, al valorar que la solidaridad es una ampliación crediticia y no una sustitución de acreedores. ( TSJ Madrid de 23.7.2007, rec. 6177/06 ) 2.2.- Empresas de Trabajo Temporal y Usuarias.- Tal y como determina el art. 28 de la L de Prevención de Riesgos Laborales, los trabajadores contratados por empresas de trabajo temporal deberán disfrutar del mismo nivel de protección en materia de seguridad y salud, que los restantes trabajadores de la empresa en la que prestan sus servicios. Por tanto, la ETT deberá , antes del inicio de la actividad, informar de los riesgos en relación con la aptitud profesional, realizar controles médicos, y adoptar medidas de protección y prevención frente a dichos riesgos. Será responsable del recargo cuando el accidente se debe s falta de formación e 17 información o cuando el trabajador no está capacitado para el trabajo que se le encarga. Por el contrario, se viene entendiendo que es responsable la empresa usuaria, cuando el accidente sobrevenga en su centro de trabajo y la causa sea la falta de medidas de seguridad. Cabe, no obstante, la posibilidad de que el recargo se imponga de forma conjunta. 3.- Como se acredita el nexo causal entre el incumplimiento y el resultado lesivo.- Es el tema estrella en las demandas judiciales que se plantean contra la decisión administrativa de recargo. Y ello, no solo por la dificultad de establecer, cuando se trata del incumplimiento de medidas generales de seguridad, si existe o no esa relación de causa a efecto, sino y sobretodo, cuando ha intervenido la conducta imprudente del trabajador . Respecto a la primera cuestión, la doctrina viene entendiendo que cometida la infracción debe deducirse tal relación, ya que el incumplimiento sea doloso o negligente o por desconocimiento de la norma ( ignorante, que equivale a imprudente), salvo que se acredite lo contrario. Entiendo que ésta afirmación, que implica aceptar una presunción de culpa es difícilmente admisible sin matices. Pero la cuestión más problemática es la relativa a los supuestos en que concurre imprudencia del trabajador, pues en los supuestos en que ésta coincide con la ausencia de medidas de seguridad, el TS ( sent. 18.7.2007 rec. 3953/06 Pte Sr Iglesias Cabero) ha distinguido entre aquellos supuestos en que el trabajador de forma consciente deja de usar un día concreto las medidas de seguridad a su alcance, de aquellos otros en los que el desuso es habitual y la empresa no ha adoptado medidas de sanción o de aviso, pues mientras en el primero el accidente puede deberse a causas desconocidas, en el segundo, la empresa puede ser culpable si omite habitualmente su deber de vigilancia.( en un sentido similar la STS de 276-2007, rec. 3969/2006. Pte: Martínez Garrido). La imprudencia relevante, y que rompe el nexo causal entre el incumplimiento normativo y el resultado lesivo, es la imprudencia temeraria. Se considera como tal “aquella conducta, que excede las pautas normales por las que una persona corre un riesgo innecesario que pone en peligro la vida o los bienes, la desobediencia consciente a las ordenes o la infracción de las mas elementales normas de precaución y cautela exigibles.”. Este concepto, se diferencia del utilizado en el campo penal , en que el penal pretende la protección de los bienes jurídicos del colectivo social mediante la sanción de las concretas conductas imprudentes, 18 mientras en el ámbito laboral la sanción consiste en la pérdida de protección de un riesgo que está específicamente cubierto. Como supuestos que la jurisprudencia ha estimado relevantes están aquellos en los que el trabajador ha consumido drogas, o estaba en estado de embriaguez, o con una ingesta alcohólica incompatible con el riesgo que se asume en su actividad laboral, la participación voluntaria en una pelea en el centro de trabajo, etc Cuestión distinta es la relativa a la denominada Imprudencia profesional, mediante la cual el trabajador, que conoce el riesgo que conlleva su conducta, lo asume en la creencia de que podrá superarlo con su capacidad o habilidad personal, porque lo ha superado en ocasiones anteriores o porque confiaba en su suerte. En el lenguaje cotidiano hablamos de “exceso de confianza”. Pues bien, el TS ha entendido, en la sentencia ya citada de ... que en estos supuestos la empresa debe prever la conducta del trabajador a través del establecimiento de las medidas de seguridad preventivas que impidan que el trabajador actúe con una iniciativa que suponga un método inadecuado de trabajo; Otras cuestiones de interes Como se fija el capital coste y los intereses.- Partiendo del aspecto indemnizatorio del recargo, el TS considera que le es aplicable el mismo régimen que a las prestaciones a la hora de calcular el capital coste y los intereses aplicables. La STS de 21 de Julio del 2006 ( rec. 2031/2005. Pte Souto Prieto) menciona que los elementos a tener en cuenta para efectuar los cálculos actuariales teniendo en cuanta la fecha del hecho causante ( las tablas de mortalidad), arrojarían un capital coste superior al fijado en el momento posterior de la liquidación e ingreso, lo que perjudica a la Tesorería que debe abonar la prestación desde aquella fecha. La manera de corregir ese desfase temporal es a través de los denominados intereses de capitalización. No se trata de intereses moratorios. No constituyen otra partida que deba añadirse al capital coste por retraso en su ingreso, sino que forman parte del propio capital coste, e implican su actualización al momento del hecho causante. Supuestos de insolvencial empresarial.- Declarado responsable un determinado empresario o empresa, no existe responsabilidad subsidiaria 19 del INSS. Evidentemente la razón de tal personal responsabilidad se fundamenta en el carácter sancionador del recargo, lo cual posibilitaría establecer tal subsidiariedad si se entendiera tal naturaleza como indemnizatoria Posibilidad de aplicación de la Presunción de Inocencia en los procesos judiciales por recargo.-.- TSJ Comunidad Valenciana de 9 de marzo del 2004 la aplicó y fue revocada por la del TS de 16 de enero del 2006