Tesis - Pontificia Universidad Javeriana

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CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA, LA REPRODUCCIÓN
PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO COMPLETO.
Bogotá, D.C., 3 de diciembre de 2008
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Tesis
Trabajo de Grado x
Señores
BIBLIOTECA GENERAL
Cuidad
Estimados Señores:
Yo Tatiana Peláez Acevedo, identificada con C.C. No. 20401294, autora de la tesis y/o trabajo de
grado titulado Lesbianismo y construcción del sujeto homosexual femenino visto a través del
poemario “Rupturas” de Fedra presentado y aprobado en el año 2008 como requisito para optar
al título de Comunicadora Social; autorizo a la Biblioteca General de la Universidad Javeriana para
que con fines académicos, muestre al mundo la producción intelectual de la Universidad Javeriana,
a través de la visibilidad de su contenido de la siguiente manera:
•
Los usuarios puedan consultar el contenido de este trabajo de grado en la página Web de la
Facultad, de la Biblioteca General y en las redes de información del país y del exterior, con las
cuales tenga convenio la Universidad Javeriana.
•
Permita la consulta, la reproducción, a los usuarios interesados en el contenido de este
trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en formato CD-ROM o
digital desde Internet, Intranet, etc., y en general para cualquier formato conocido o por
conocer.
De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la
Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los
autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables.
________________________________
Firma y documento de identidad
FORMULARIO DE LA DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE
GRADO
TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS O TRABAJO DE GRADO: Lesbianismo y construcción
del sujeto homosexual femenino visto a través del poemario “Rupturas” de Fedra
SUBTÍTULO,
SI
LO
________________________________________________________
TIENE:
____________________________________________________________________________
___
AUTOR O AUTORES
Apellidos Completos
Peláez Acevedo
Nombres Completos
Tatiana
DIRECTOR (ES)
Apellidos Completos
Enciso Mancilla
Nombres Completos
Andrea Juliana
JURADO (S)
Apellidos Completos
Aragón
Torres
Nombres Completos
Ana María
Andrés
ASESOR (ES) O CODIRECTOR
Apellidos Completos
Nombres Completos
TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: Comunicadora Social
FACULTAD: Comunicación y Lenguaje
PROGRAMA: Carrera x
____
Licenciatura ___ Especialización ____ Maestría ____ Doctorado
NOMBRE DEL PROGRAMA: Comunicación Social
CIUDAD:
BOGOTA
AÑO DE PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE GRADO: 2008
NÚMERO DE PÁGINAS 126
TIPO DE ILUSTRACIONES:
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Ilustraciones x
Mapas
Retratos
Tablas, gráficos y diagramas
Planos
Láminas
Fotografía
MATERIAL ANEXO (Vídeo, audio, multimedia o producción electrónica):
Duración del audiovisual: ___________ minutos.
Número de casetes de vídeo: ______
Formato: VHS ___ Beta Max ___ ¾ ___ Beta Cam
____ Mini DV ____ DV Cam ____ DVC Pro ____ Vídeo 8 ____ Hi 8 ____
Otro. Cual? _____
Sistema: Americano NTSC ______ Europeo PAL _____ SECAM ______
Número de casetes de audio: ________________
Número de archivos dentro del CD (En caso de incluirse un CD-ROM diferente al trabajo de
grado):
_________________________________________________________________________
PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial):
____________________________________________________________________________
___
DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL E INGLÉS: Son los
términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para
designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Unidad de Procesos
Técnicos de la Biblioteca General en el correo [email protected], donde se
les orientará).
ESPAÑOL
INGLÉS
Lesbianismo
Lesbianism
Visibilización
visibility
Identidad lesbiana
lesbian identity
Subversión lesbiana
lesbian subversion
Discriminación
discrimation
Legislación LGBT
LGBT legislation
Poesía
poetry
Literatura homosexual
heterocentrismo
Colombia
homosexual literature
heterocentrism
Colombia
RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS: (Máximo 250 palabras 1530 caracteres):
Este Trabajo de Grado cuenta con tres capítulos. En el primero, se aspira descifrar no
sólo qué se entiende por lesbianismo, sino quiénes son las lesbianas. En el segundo
capítulo, se mira cómo han sido tratadas las mujeres homosexuales en Colombia y de
qué manera éstas han respondido a este trato. Y, por último, en el tercero, la intención
es analizar cómo se construye el sujeto homosexual femenino en Colombia, para lo
cual se tomó como objeto de estudio el poemario titulado “Rupturas” de Fedra; aquí se
retoma la teoría vista en los capítulos anteriores para analizar a profundidad cada
poema y entender cómo responde una mujer lesbiana a su condición homosexual y al
contexto en que se desenvuelve, en este caso, Colombia.
This thesis has three chapters. In the first one, the aspiration is to figure out not only
what is understood by lesbianism, but who are lesbians. In the second chapter, it is
looked how lesbians have been treated in Colombia and in which way have them
respond to this treatment. And, at last, in the third one, the intention is to analyze how
the feminine homosexual subject is built in Colombia, that is why the poetry book with
the tittle “Rupturas” of Fedra was took as study object; here the theory of the first two
chapters is take up again in order to do a deep analysis of each poem and understand
how a lesbian women respond to her homosexual condition and the context in which
she manage, in this case, Colombia.
________________________________
Firma y documento de identidad
Bogotá, 24 de julio de 2008.
Doctor
Jurgen Horlbeck
Decano Académico
Comunicación Social
Comunicación Social y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana
Respetado doctor:
Reciba un cordial saludo. Me dirijo respetuosamente a usted para hacer presentación formal del
trabajo de grado Lesbianismo y construcción del sujeto homosexual femenino visto a través
del poemario “Rupturas” de Fedra de la alumna Tatiana Peláez para optar por el titulo de
Comunicadora Social, el cual, debido a su nivel de preparación y trabajo riguroso desde la
primera mitad del año en curso, se encuentra en condiciones de ser expuesto en las instancias de
sustentación.
Atentamente,
Andrea Juliana Enciso
Asesora de tesis
Departamento de literatura
Facultad de Ciencias Sociales
Pontificia Universidad Javeriana
LESBIANISMO Y CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO HOMOSEXUAL FEMENINO EN
COLOMBIA VISTO A TRAVÉS DEL POEMARIO “RUPTURAS” DE FEDRA
Tatiana Peláez Acevedo
Trabajo de grado para optar por el título de Comunicadora social
Campo editorial y multimedia
Directora
Andrea Juliana Enciso Mancilla
Pontificia Universidad Javeriana
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Comunicación Social
Bogotá, 2008
Reglamento de la Pontificia Universidad Javeriana
Artículo 23
“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los
alumnos en sus trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral
católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes bien, se
vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”
ÍNDICE
Introducción…………………………………………………………………………................................5
I CAPÍTULO: LESBIANISMO..............................................................................................................9
1. ¿Qué es el lesbianismo?………………………………………………………............................10
2. Discursos de distribución social………………………………………………...........................12
2.1. Religioso…………………………………………………………………............................12
2.2. Biología y medicina……………………………………………………...............................15
2.3. Psicología………………………………………………………………...............................21
2.4. Lo que una mujer debe ser: discurso masculino…………………………............................28
2.4.1. Idealización del amor heterosexual……………………………….............................29
2.4.2. Matrimonio………………………………………………………..............................29
2.4.3. Necesidad de reproducción……………………………………….............................30
2.4.4. Mujer como criadora de niños…………………………………….............................31
2.4.5. Pornografía y publicidad………………………………………….............................32
2.4.6. Educación y trabajo……………………………………………….............................33
2.4.7. El lesbianismo no existe…………………………………………..............................34
2.5. Social ……………………………………………………………………............................35
3. En busca de una identidad propia…………………………………………….............................39
4. Lesbiana butch y lesbiana fem (la ruda y la femenina)……………………….............................42
5. La verdadera subversión contra la heterosexualidad…………………………............................44
5. 1. Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje………………............................46
5. 2. Julia Kristeva vs. Judith Butler: aceptar el lesbianismo………………...............................51
5. 3. El dildo: deconstructor del heterocentrismo…………………………….............................54
6. Conclusión……………………………………………………………………..............................56
II CAPÍTULO: LESBIANISMO EN COLOMBIA............................................................................59
1. Visibilización: Organizaciones y marchas…………………………………...............................60
2. Discriminación……………………………………………………………….............................64
3. Derechos y legislación LGBT………………………………………………..............................69
3. 1. Derecho a la igualdad …………………………………………………....................................71
3. 2. Derecho a la honra……………………………………………………......................................72
3.3. Derecho a la libre orientación sexual…………………………………......................................72
3.4. Derecho a la familia…………………………………………………….....................................73
3.5. Derecho a la adopción…………………………………………………….................................73
3.6. Derecho a la educación…………………………………………………...................................74
3.7. Derecho al trabajo………………………………………………………....................................74
3.8. Derecho a la protección social…………………………………………….................................74
3.9. Derecho a la salud y a la Seguridad Social………………………………..................................74
3.10. Algunas sentencias importantes………………………………………….................................75
3.11. Últimos avances………………………………………………………….................................78
4. Iglesia Católica colombiana…………………………………………………….........................80
5. Panorama actual………………………………………………………………….......................81
III CAPÍTULO: CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO HOMOSEXUAL FEMENINO EN EL
POEMARIO” RUPTURAS” FEDRA..................................................................................................87
1. Introducción…………………………………………………………………..............................88
2. Conciencia del “querer ser”……………………………………………………..........................92
3. Construcción del sujeto interno: expresión del deseo………………………..............................98
4. Vida en pareja……………………………………………………………….............................100
5. Ruptura………………………………………………………………………...........................108
6. Sueños………………………………………………………………………….........................116
BIBLIOGRAFÍA..................................................................................................................................119
INTRODUCCIÓN
Introducción
La labor del Comunicador Social de este país está enfocada en descubrir y llegar al fondo de los fenómenos
sociales, políticos, económicos y culturales que atañen a todos los colombianos; esta es su labor social. Sin
duda alguna, el lesbianismo, tema central de este trabajo de grado, es en sí un fenómeno social que se ha
lanzado a la esfera pública recientemente para convertirse en uno de los focos del debate contemporáneo.
Aún así, debido a la intrincada historia que ha tenido el lesbianismo y a su obligado silenciamiento a lo
largo de las diferentes épocas, este fenómeno continúa siendo estigmatizado.
Al comienzo, cuando la idea de este Trabajo de Grado se estaba planteando, se pensó en analizar cuáles
eran los imaginarios de la lesbiana que tenían los colombianos. Sin embargo, a medida que el proceso
de investigación fue avanzando, se decidió observar al lesbianismo como un gran fenómeno para poder
analizarlo desde puntos tales como: legal, social, discursos, organizaciones, visibilización, construcción
del sujeto homosexual femenino, entre otros, con el fin de procurar captar un panorama no sesgado de
lo que es esta realidad social. Así pues, con este Trabajo de Grado se aspira a: descifrar qué se entiende
por lesbianismo, vislumbrar cómo son tratadas las lesbianas en Colombia y analizar cómo se construye
el sujeto homosexual femenino a partir de anterior. Para tal fin, no sólo se fue conforme con la teoría o
la información plasmada en los libros sino que, conciente de esa intención social del comunicador, en
mayo se empezó a asistir a un grupo de investigación LGBT llamado Espacio Pleno que se reúne en
la Universidad de la Salle, y con el cual se está desarrollando un interesante proceso de investigación
profunda acerca de qué es ciudadanía y cómo la ejercen las personas LGBT en Bogotá. Realizada la
investigación, la idea es empezar un proyecto de intervención social en diversos barrios de la ciudad
empezando por Suba, pero eso ya vendrá más adelante.
Sin embargo, la labor del Comunicador Social no acaba allí. El comunicador no sólo debe servir como
recolector de información, sino que debe dar respuesta a dichos conflictos que se le presentan. No basta
con llegar al fondo de una realidad social, hay que darla a conocer, hay que servir como mediador entre
los que desean o necesitan ser escuchados y aquellos que tienen los medios para actuar y dar solución a
sus exigencias. ¿Cómo se logra esto? A través de los medios de comunicación. Actualmente los medios
masivos de comunicación son los que tienen el liderazgo, son los que mandan la parada en todos los
asuntos públicos. ¿Y quiénes son los que están detrás de ellos? Los comunicadores. Así pues, a sabiendas
de la influencia que tienen los medios en las personas, la labor de los comunicadores requiere mucha
responsabilidad, pues en sus manos está que la información que llega a todos los colombianos sea no sólo
veraz, sino verídica. ¡He aquí donde entra a jugar la ética del comunicador!
En este trabajo de grado en específico, debido no sólo al evidente gusto por la poesía desde temprana
edad, sino a que se cursó el campo de editorial multimedial y, por tanto, son estas las capacidades más
6
Tatiana Peláez Acevedo
desarrolladas en el área de la comunicación, se decidió que la mejor manera de dar a conocer esta realidad
social era a través de un libro impreso o, más concretamente, un poemario. Algunos podrán alegar que
habría bastado con una reflexión científica o enteramente teórica del tema para darlo a conocer, sin
embargo, se cree firmemente, al igual que expertos como Bollas e Isabel Monzón, que se puede llegar a
comprender mucho más una realidad a través de textos literarios que en textos teóricos o científicos, sin
negar en ningún momento su importancia conceptual. (Monzón, Documento 23 de Internet)
Lo más interesante es que, aparte del evidente esfuerzo que requiere el escribir y editar este libro, se vio en
él no sólo la posibilidad de dar a conocer sin velos una realidad social que está totalmente estigmatizada
socialmente en Colombia, sino que se tomó distancia del propio poemario para poder observarlo como
objeto de estudio con el fin de desarrollar el tercer capítulo de este trabajo de grado. Allí la aspirante
al título de Comunicadora Social demuestra que no sólo se ha conformado con develar el fenómeno
del lesbianismo en sí mismo para luego analizarlo en el contexto colombiano, como se hizo en los dos
primeros capítulos, sino que se lanza a emprender una observación rigurosa de los poemas con el objeto
de descubrir cómo se construye el sujeto homosexual femenino de dentro hacia fuera y viceversa en este
país.
Asimismo, al tener como intención la edición y publicación del libro propio, se tuvo la oportunidad
de experimentar no sólo el trabajo en equipo que se requiere para llevar a cabo un ejercicio editorial
exitoso, sino que se trabajó con un nuevo tipo de impresión que se encuentra en furor en este momento
y está proponiendo nuevos retos al editor tradicional: la conocida impresión por demanda. Así pues, este
poemario presentado a la Facultad de Comunicación Social y Lenguaje, después de un arduo trabajo de
escritura, ilustración, diagramación y edición, fue enviado a lulu.com para su debida impresión. De los
resultados de esta experiencia será testigo el poemario en sí mismo que espera no sólo contar con una
calidad editorial impecable, sino con un contenido de admirable calidad literaria.
Ahora bien: ¿Qué es la ley paterna? ¿Hay alguna manera de subvertirla? ¿Cómo ha sido tratado
el lesbianismo en Colombia? ¿Hay organizaciones lesbianas? ¿Qué quieren realmente las mujeres
homosexuales? ¿Qué piensa la Iglesia? ¿Qué dicen los hombres, la psicología, la biología, la medicina o la
sociedad en general? ¿Qué opinan grandes teóricas como Judith Butler, Monique Witting, Biddy Martin,
Helene Cixous, Julia Kristeva, entre otras? ¿Qué consecuencias trae para una mujer el ser conciente que
su “querer ser” va en contra de lo que le impone la sociedad? ¿Cómo se acepta a sí misma una lesbiana?
¿Cómo se enfrenta una mujer homosexual a una heterosexualidad impuesta? ¿Es preferible callar, fingir
ser heterosexual o luchar abiertamente por un lugar en el mundo?
7
Introducción
¿Le interesa o le llamó la atención alguna de estas preguntas? Bienvenido sea entonces a este trabajo de
grado.
8
I CAPÍTULO
LESBIANISMO
9
Lesbianismo
1. ¿Qué es el lesbianismo?
El término “homosexual”, expone Velandia en su libro titulado Y sí el cuerpo grita... (dejémonos de
maricadas), fue creado por el escritor y jurista Karl María Kertbeny en el año de 1869. Con éste se refería
a la atracción sexual que existía entre dos personas del mismo sexo, pero como algo completamente ligado
a su personalidad, es decir, no lo consideraba anormal. Con el tiempo, sin embargo, se ha empezado a
hablar de homosexualidades y no de homosexualidad en general, lo que hace que se amplíe definitivamente
el campo de la orientación sexual y que las posibilidades se entiendan como ilimitadas. (Peláez, 7)
Por su parte, continúa Velandia, el término “tribadismo” fue usado por primera vez en el siglo I d.C para
referirse a las prácticas eróticas que consistían en que una mujer prostituta penetraba a otra con un dildo
o cualquier aparato artificial (Velandia, 14-15)
La palabras “lesbiana”, “lesbianismo” y “sáfico” se deben a una poetiza griega llamada Safo que vivía en
la Isla de Lesbos (situada en el Egeo frente a las costas de Asia Menor). Ella fue la primera mujer de la
historia que, se sabe, mantuvo relaciones con otras mujeres durante la Grecia clásica. Su nombre, junto
con el de su isla natal, se usan para designar actualmente a las mujeres que se aman entre sí.
Sin embargo, a la hora de buscar verdaderos significados de la palabra “lesbianismo”, se hace muy difícil
encontrar definiciones bien estructuradas que den cuenta de éste. Por ejemplo, el diccionario de la Real
Academia Española en su vigésima segunda edición se conforma con describirlo como “homosexualidad
femenina” (Real Academia Española, Documento 25 de Internet). Asimismo, si se busca por “lesbiana”,
se limita a decir “Mujer homosexual” (Real Academia Española, Documento 25 de Internet). Pero ¿qué
es el lesbianismo en sí y qué hace a una mujer homosexual?
Manuel Velandia va más allá de esas explicaciones simplistas de los diccionarios cuando asegura que
“La Lesbianidad es una orientación sexual de origen genético y cultural, en la que una mujer que ha
identicado o no su lesbiandad, expresa su vinculación como persona-cuerpo hacia otra mujer, a partir de
manifestaciones lesbicodeseantes, lesbicoeróticas, lesbicoafectivas y lesbicogenitales (…)” (Velandia,
82).
Velandia entiende como mujer “lesbicodeseante” a aquella que desea únicamente a otras mujeres. El
deseo, explica el autor, es tan sólo un acto imaginativo que no se lleva a la práctica, y que está en
constante cambio. Sin embargo, asegura, el deseo no define la orientación sexual de nadie, sólo ayuda a
las personas a auto reconocerse en su orientación. (Velandia, 85)
10
Tatiana Peláez Acevedo
Ser “lesbicoerótica” es cuando una mujer dirige el erotismo sólo hacia otras mujeres. El erotismo, dice
Velandia, está relacionado intrínsicamente con los sentidos y con las zonas del cuerpo, no genitales, que
producen placer. Aquí, entonces, se ha pasado ya de lo imaginado, a la práctica y materialización de ese
deseo. (Velandia, 86-87)
El siguiente paso es ser “lesbicogenital”. Aquí, como su mismo nombre lo indica, hay un contacto
sexual únicamente con otras mujeres que, habrá de saberse, no requiere de penetración exclusivamente.
(Velandia, 87-88)
Por último, una mujer pasa a ser “lesbicoafectiva” cuando sus emociones y sentimientos se dirigen
exclusivamente hacia otras mujeres. Velandia asegura que cuando las dos mujeres involucradas han
asumido ya su orientación sexual, la relación afectiva es mucho más tranquila y llevadera. (Velandia,
90-91)
Hasta aquí, podría decirse entonces que, si una mujer es “lesbicodeseante”, “lesbicoerótica”,
“lesbicogenital” y “lesbicoafectiva”, es de por sí lesbiana. Sin embargo, Velandia afirma que una mujer,
por más de que cumpla con todas estas características, está aún en la capacidad de declararse como
lo desee: heterosexual, bisexual, lesbiana, etc. Así las cosas, para que una mujer sea lesbiana no sólo
basta con ser “lesbicodeseante”, “lesbicoerótica”, “lesbicogenital” y “lesbicoafectiva”, sino en asumirse
e identificarse como tal, es decir, adquirir una conciencia de la orientación sexual que se tiene. Como
dice Velandia, “Lo importante para el individuo no es como l@s otr@s l@ piensan – Identidad Social de
Orientación Sexual – sino como cada un@ se piense, se autodetermine.” (Velandia, 92).
Helene Cixuos va un poco más allá cuando afirma que ““No es el sexo anatómico ni la esencia” lo
que determina los “caminos de la vida”, sino que éstos están marcados por la distinta relación de cada
individuo con el goce y con la ley. El acceso a la jouissance1 depende así de la forma en que cada persona
“negocie” su camino con los esquemas culturales, en relación con su “historia individual” y con la
“historia colectiva.” (Seminario de Barcelona, 29) Así las cosas, serían lesbianas sólo aquellas personas
que, sin importar el sexo o la esencia que tengan, han negociado su forma de ser y su estilo de vida con
los esquemas impuestos para definirse a sí mismas como tal teniendo como referente su historia propia y
la historia del lesbianismo mismo.
Adrienne Rich, por su parte, en su artículo titulado Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence,
decide ir todavía un poco más allá al identificar dos tipos, si se puede decir así, de lesbianismo a los que
ella ha llamado: “Lesbian Existence” y “Lesbian Continuum”. ¿Qué quiere decir con esto Rich?
1
Goce (Wordreference.com, Documento 30 de Internet)
11
Lesbianismo
El término “Lesbian Existence” es el más sencillo. Se refiere a las mujeres homosexuales, es decir,
a la experiencia lesbiana en sí o, como lo explica Rich, “(…) suggest both the fact of the historical
presence of lesbians and our continuing creation of the meaning of that existence.” (Rich, 239). Es decir,
la existencia lesbiana que siempre se está creando y recreando a lo largo de las épocas y el ámbito socialcultural que son, en definitiva, el entorno ante el cual las lesbianas deben enfrentar su homosexualidad.
Asimismo, Rich concibe este tipo de existencia lesbiana como un acto materializado de resistencia frente
a la heterosexualidad por el simple hecho de ser y habitar en el mundo como tales.
Ahora bien, con “Lesbian Continuum” Rich se atreve a poner bajo el término de “lesbiana” a todas las
mujeres, homosexuales o no, pues con ello se refiere a un grupo de patrones donde las mujeres construyen
marcos de vida entre ellas alejadas de la matriz heterosexual… ¡La sabida hermandad entre mujeres! Aquí
entran entonces esas mujeres que se identifican con otras (no necesariamente de manera genital), que se
apoyan mutuamente y que disfrutan de esa confidencialidad. Afirma Rich: “If we consider the possibility
that all women (…) exist on a lesbian continuum, we can see ourselves as moving in and out of this
continuum, whether we identify ourselves as lesbian or not.” (Rich, 240). Con esto Rich asegura que las
mujeres, independientemente de su orientación sexual, siempre van a caracterizarse por esa lesbianidadhermandad que no siempre está ligada al contacto genital.
Sin embargo, aquí se tratará sólo el “Lesbian Existence” que es lo que ocupa a este trabajo de grado.
2. Discursos de distribución social
Durante siglos se han ido construyendo discursos de todo tipo alrededor de la homosexualidad femenina
que, se quiera o no, han tenido un fuerte impacto en el ámbito social, pues han construido una mentalidad,
por lo general errónea, de lo que son las lesbianas. Esto ha hecho que la aceptación de estas mujeres
dentro de la sociedad haya sido y sea un proceso mucho más largo y tortuoso.
2.1. Religión
Antes del cristianismo la sexualidad era un ítem relativamente libre, ausente de culpa, y el concepto de
heterosexualidad sólo se entendía como un ejercicio necesario para la reproducción, por lo que no se
tenían claros conceptos como la fidelidad. Asimismo, las relaciones sexuales entre personas del mismo
sexo eran muy comunes y no se regían bajo ningún tipo de tabú. Pero entonces llegó el cristianismo y
todo esto quedó atrás:
El gran logro de la Iglesia cristiana, en lo que atañe a la sexualidad, fue convertir toda la excitación sensual, todo el
12
Tatiana Peláez Acevedo
dar y recibir deleite físico, esa alegría que puede invadir en su plenitud no sólo el cuerpo sino el corazón y la mente, en
algo vergonzoso, repugnante e indigno de los seres humanos. (Gilbert y Christine Roche, 103)
De esta manera, Gilbert y Roche culpan directamente a la Iglesia cristiana de la estigmatización del
sexo y la sexualidad. Ambas autoras concuerdan en que esa autoridad que se dio la misma Iglesia de
reglamentar la sexualidad fue en todo sentido negativa pues, según lo dan a entender, no hay nada de
qué avergonzarse cuando se trata de explorar el cuerpo y, en ese mismo sentido, la mente. Sin embargo,
en cuestiones de religión y fe, los argumentos sobran y las razones carecen de sentido… quien cree para
ver, ve lo que desea ver, y si cree ciegamente en la Iglesia, verá lo que ésta quiere que vea: la búsqueda
sexual es indigna y sucia.
Manuel Antonio Velandia explica que fue hasta el año 309 d.C. que el Consejo Eclesiástico de Elvira se
reunió por primera vez en la historia para tomar ciertas decisiones sobre la conducta sexual. Desde entonces,
la conducta sexual empezó a ser controlada y vigilada por la Iglesia y el Estado. A la homosexualidad se
le empezó a llamar entonces sodomía. Sin embargo, Velandia expone que eran muchas las actividades
que entraban en esta categoría, incluyendo la masturbación, el contacto anal u oral con el pene que se
llevaba a cabo entre un hombre y una mujer, la zoofilia y el coito interrumpido. Así las cosas, la única
sexualidad que merecía ser considerada natural, era la que tenía como exclusivo objetivo la procreación.
Inclusive, obtener demasiado placer del sexo ya era una conducta antinatural. (Velandia, 16-17)
Por su parte, en su libro titulado Historia Ilustrada de la Sexualidad Femenina, Harriet Gilbert y Christine
Roche continúan exponiendo sus críticas contra la religión al decir que fue justamente el cristianismo
quien impuso que las relaciones debían ser única y exclusivamente entre hombres y mujeres y, por tanto,
el matrimonio también. Es más, reglamentó que era prohibido tener relaciones fuera del matrimonio
incluyendo, claramente, las relaciones homosexuales. Con estas reglas tan estrictas vinieron también al
mundo los castigos contra las personas que tenían relaciones con gente de su mismo sexo, y la sexualidad,
como se dijo, se convirtió en un tabú, en algo sucio y pecaminoso. (Gilbert y Christine Roche, 103)
No conformes con esto, Gilbert y Roche afirman que la religión también se encargó de estigmatizar a
las mujeres como las causantes del deseo, de la lujuria… eran el diablo, las responsables de llevar a la
perdición a los hombres. Por esta razón, durante la Edad Media miles de mujeres se sometían diariamente
a auto-castigos infrahumanos que iban desde flagelarse hasta enterrarse correas con puntas afiladas
(Gilbert y Christine Roche, 112, 117-118)
Tomas de Aquino no se quedó atrás pues, como bien expone Velandia, este reconocido personaje de la
historia dijo que cualquier actividad sexual que no tuviera como fin último la procreación, era un pecado
13
Lesbianismo
lujurioso. Por si fuera poco, consideraba que las relaciones entre dos personas del mismo sexo era un
acto egoísta, pues sólo tenía como fin la obtención de placer. Aún ahora la religión judeocristiana sigue
considerando que las relaciones sexuales deben ser para la procreación y, por tanto, deben ejercerse entre
un hombre y una mujer exclusivamente. (Velandia 17-18)
Así pues, en una sociedad tan supremamente estricta con los placeres, la homosexualidad pasó a ser un
delito grave que implicaba la muerte en la horca o en la hoguera o, en el mejor de los casos, prisión.
Muchas mujeres lesbianas fueron llamadas herejes y murieron quemadas. (Gilbert y Christine Roche,
109)
Es tal es peso que tienen la Iglesia y la religión sobre las vidas de los seres humanos que no sólo afecta
el ámbito social de éstos, sino que es capaz de involucrarse en el ámbito político. Ejemplo claro de esto
es que, como bien explica Velandia, ante la presión que empezó a ejercer la Iglesia, muchos monarcas y
jefes de Estado de toda Europa no tuvieron más opción que aceptar como verdades absolutas lo que ésta
dictaba, por lo que declararon a la sodomía como un pecado capital. Inclusive, hacia el siglo XIII las
leyes de Inglaterra afirmaban ya que las personas que habían tenido relaciones sexuales con personas de
su mismo sexo debían ser enterradas vivas (Velandia, 17). Sin embargo, Gilbert y Roche aseguran que se
trató de crear leyes que condenaran explícitamente a las mujeres homosexuales pero, afirman, esto nunca
se llevó a feliz término, pues muchos preferían seguir manteniendo el lesbianismo en el silencio, como si
no existiese, tal y como se había venido haciendo hasta entonces. (Gilbert y Christine Roche, 201)
Actualmente la homosexualidad no es castigada ni implica la muerte por parte de la Iglesia. Asimismo,
no existen leyes explícitas que atenten contra los homosexuales y las lesbianas pero, aún así, la Iglesia
continúa reacia a aceptar la homosexualidad como una practica no pecaminosa y natural. Prueba de
ello es el Catecismo de la Iglesia Católica que cita Velandia que, a pesar de no mencionar en ningún
momento a las lesbianas lanzándolas (como siempre se ha hecho) a la inexistencia dentro de la religión,
sí menciona a los homosexuales diciendo:
La inclinación sexual no constituye una característica equivalente a la raza, el origen étnico u otras que se relacionen
con la discriminación, por el contrario, la inclinación homosexual es una enfermedad… Como seres humanos los
homosexuales tienen los mismos derechos que las demás personas…De todos modos, éstos derechos no son absolutos.
Se los puede limitar de manera legítima en los casos en que existe una conducta enferma. A veces esto no sólo es legal,
sino también constituye una obligación… Los homosexuales pueden participar de las actividades de la iglesia, sólo si
practican la abstinencia sexual (Velandia, 18).
Como se puede ver en esta cita, a pesar de que la Iglesia Católica dice en ciertos momentos “aceptar”
14
Tatiana Peláez Acevedo
la práctica homosexual, en su Catecismo la continúa considerando una enfermedad y, por lo mismo,
ha creído durante años que puede curar a los homosexuales que deseen conocer a Dios. Pero no todo
acaba allí, con estas palabras la Iglesia se otorga el derecho de violar o limitar (al cabo es lo mismo) los
derechos de los homosexuales por el simple hecho de considerarlos enfermos. Incluso, autorizan a sus
creyentes a limitar los derechos de los homosexuales con una palabra fuerte “obligación”, es decir, lanza
a sus creyentes a cumplir con una obligación (si no podría decir misión) de la Iglesia en la que creen
ciegamente: cambiar a los homosexuales, volverlos seres de bien (bien=heterosexuales) sin importar qué
haya que hacer.
Pero no sólo es la religión católica quien cree que es posible cambiar a los homosexuales. Un artículo
publicado por la revista Semana en 1998 reveló la existencia en Washington de unos llamados Ministerios
de Transformación (asociación cristiana no denominacional). Allí asisten los homosexuales, hombres y
mujeres, para que se les ayude a ser heterosexuales a través de lecturas del evangelio y arduos ejercicios
de control sobre su sexualidad. Según se dice en este artículo, esta organización cristiana en conjunto
con otras, empezó a publicar artículos en periódicos reconocidos de Estados Unidos, en donde invitaba a
todos los gays y lesbianas a cambiar. Muchos homosexuales empezaron a asegurar que habían cambiado
su orientación sexual y que ahora gozaban de una vida heterosexual plena. La respuesta de la comunidad
científica y de los homosexuales no se hizo esperar, y se generó tal controversia que empezaron a ir y
venir críticas y opiniones de todo tipo. (“Se voltean los gays.” Documento 26 de Internet)
Lo cierto es que, a pesar del esfuerzo de la religión por curar a los homosexuales y sacarlos del pecado,
no hay datos certeros y drásticos, más allá del testimonio de unos cuantos, que revelen que es posible
una verdadera conversión. Incluso, los verdaderos profesionales en la materia aseguran que esto no es
posible. Dice el artículo de Semana: “(…) la Asociación Psicológica Norteamericana declaró oficialmente
que la ‘terapia reparativa’ era científicamente inefectiva y potencialmente dañina. Sus orientaciones
profesionales recomiendan enérgicamente evitar esta terapia como innecesaria.” (“Se voltean los gays.”
Documento 26 de Internet)
Sin embargo, la Iglesia y la religión continúan sordas a las críticas para continuar fervorosamente con la
obligación que se han auto-otorgado: hacer de todos seres de bien que vayan por el camino de Dios, lo
que implica en primera instancia que TODOS sean heterosexuales.
2.2. Biología y medicina
Al empezar a ser considerada la homosexualidad como algo completamente extraño y anormal, los
biólogos, médicos e investigadores en general, comenzaron a preguntarse por el origen de ésta. Así,
15
Lesbianismo
comenzaron a realizarse estudios de todo tipo que intentaban explicar racionalmente qué causaba o por
qué existían las personas que se sentían atraídas por su mismo sexo.
Lo más interesante de la medicina y a la biología es que, por considerarse ciencias exactas, muchos
tienden a aferrarse a ellas para dar por hecho ciertos fenómenos como, por ejemplo, la estructura binaria
y la heterosexualidad como sucesos naturales o la simple consideración de que la homosexualidad es una
enfermedad o tiene una causa biológica. Por lo general, los diversos discursos que atraviesan la cultura
surgen de aquí... el estudio del origen de las cosas.
Por los resultados y conclusiones que muestran estas ciencias exactas, muchos se han visto perjudicados,
entre ellos están, por supuesto, las lesbianas. Como dice Monique Witting, el pensar “recto” de las ciencias
“nos oprimen a todas nosotras y a todos nosotros, lesbianas, mujeres y homosexuales (…)” porque “(…)
dan por sentado que lo que funda una sociedad, cualquier sociedad, es la heterosexualidad. (Witting,
Documento 29 de Internet). Evidentemente, Witting culpa sin miramientos a las ciencias de instaurar y
ayudar a corroborar lo que ella considera una opresión: la heterosexualidad. Sin embargo, no sólo Witting
se conforma con denunciar a las ciencias de dar por sentado hechos que, quizá, no son tan ciertos como
parecen a simple vista, y es justo allí donde entraría a jugar una parte muy importante de la lucha contra
la mentalidad con la que los seres humanos fueron educados y criados, una mentalidad que nunca será
fácil de derrocar o cuestionar.
Velandia acompaña a Witting al poner en duda los métodos de las ciencias para dar por hecho realidades,
pero va más allá al exigir más responsabilidad y menos sesgamiento. Sin duda, Witting y Velandia son
concientes del poder que tienen las ciencias sobre la mentalidad de los seres humanos y por eso ponen
sus esfuerzos en cuestionarlas. Dice Velandia que, en la mayoría de los estudios sobre homosexualidad,
se han cometido errores garrafales que no son reflejo de ninguna realidad:
(…) las unidades de observación han sido en muchas ocasiones presidiarios y enfermos, en general grupos poblacionales
poco numerosos, cuyos miembros no son representativos de los diferentes individuos y sus procesos. En algunos,
los casos integrantes de la muestra presentan patologías o conductas que los hicieron elegibles como sujetos de
investigación, por tanto, no son realmente representativos, y los resultados de dichas investigaciones, no cobijan a
toda la población lésbica y homosexual, sino tan sólo a aquellos que fueron investigados, dada la errada selección de
la muestra. (Velandia, 13)
De esta manera Velandia hace una doble denuncia: por un lado, por la falta de cuidado de los investigadores
a la hora de escoger la muestra y, por el otro lado, la sarcástica seguridad con la que exponen los resultados
de una investigación que falló desde el principio y que tendrá serias repercusiones en la forma de pensar
16
Tatiana Peláez Acevedo
de las personas que se fían de los estudios. Sin embargo, todos estos estudios han sido difundidos
por científicos y profesionales de la medicina como hechos reales que hablan de las lesbianas y los
homosexuales, y que la mayoría de las veces, por no decir siempre, no los deja muy bien parados frente
a la sociedad.
Aquí se hará un breve repaso de algunos de los estudios más nombrados que tratan de encontrar el
origen de la homosexualidad. No obstante, antes de pasar a mirar los estudios, cabría decir que pocos
han sido los que se han hecho a las lesbianas. Según Manuel Velandia, esto se debe a que muchos de los
investigadores han sido hombres homosexuales y a que la lesbiana es aún más discriminada pues, no
sólo tiene una orientación homosexual, sino que es mujer. Aún así, y a pesar de no haber recibido hasta
ahora la suficiente atención, algunos de las investigaciones realizadas en hombres homosexuales aplican
también para las lesbianas y, aunque poco, algo se ha investigado acerca de la lesbianidad.
Para comenzar, algunos científicos creen que la homosexualidad es producto de funciones o diferencias
en el cerebro, como se verá a continuación.
Algunos investigadores han creído en la posibilidad de que exista una “masculinización” en el cerebro
de las lesbianas. Velandia cita a Mondimore cuando expone un estudio hecho a las personas con déficit
de 5-alfareductasa. Este estudio indicó que la identidad sexual (nacer con vagina) no es directamente
proporcional a la identidad sexual que se define socialmente (la niña puede, aún así, tener una identidad
masculina o ser lesbiana debido a una “masculinización” del cerebro). (Velandia, 31) Es decir que, según
esto, la orientación sexual se definiría en el cerebro y no basada en el sexo.
Más tarde, hacia los 80´s, un grupo de científicos descubrió varios núcleos hipotalámicos en el cerebro
humano que eran más grandes en los hombres que en las mujeres. Descubrieron, además, cuatro series
neuronales en la parte anterior al hipotálamo a las que llamaron INAH (Núcleos intersticiales del
hipotálamo anterior) y quedaron así: INAH1, INAH2, INAH3 e INAH4. Ante este descubrimiento, los
estudios del hipotálamo continuaron y, poco tiempo después, J. Michael Bayley y Richard C.Pillard
demostraron que el INAH3 era más grande en las lesbianas que en las mujeres y hombres heterosexuales.
Cabría preguntarse entonces, ¿se es lesbiana sólo porque el INAH3 es más grande? ¿Se encuentra la
orientación sexual reducida a una pequeña área del cerebro? (Velandia, 31, 32)
Por su parte, otros investigadores han contemplado la teoría que sostiene que la testosterona influye en
la orientación sexual.
17
Lesbianismo
Se dice entonces que, si hay mayor testosterona en el feto, habrá más lateralización, es decir, un lado
del cerebro se desarrollará más que otro. Esto abre la posibilidad entonces a afirmar que si hay más
testosterona esto puede influir en la orientación sexual de las personas y, de ser así, habría entonces más
lesbianas zurdas. (Velandia, 34-35)
Ante estos sorprendentes resultados, ¿será la lesbianidad una simple cuestión de testosterona? De ser así,
¡revisen su forma de escribir y sospechen de su orientación sexual si son zurdas!
Por otra parte, hay varios estudios que tratan la homosexualidad en la genética. Velandia cita algunos
bien impactantes.
Uno de estos estudios sostiene la teoría de que los rasgos adquiridos pueden transmitirse de una generación
a otra incluyendo, por cierto, la homosexualidad (¿Es la homosexualidad un rasgo?¿Como tener los
ojos verdes, el pelo negro y el mentón partido?). Para demostrar esto, se tomó como muestra a mujeres
gemelas. Como resultado, se obtuvo que los pares monozigítocos (gemelas más parecidas genéticamente)
tenían un 48% de concordancia en lesbianidad, los dizigóticos (gemelas menos parecidas genéticamente)
sólo concordaban en un 16%, y cuando eran hermanas adoptivas sólo concordaban en un 6% (Velandia,
36). Esto parece demostrar que sí existe una influencia genética cuando se trata de definir la orientación
sexual. Sin embargo, poco tiempo después algunos científicos argumentaron que quizá esta concordancia
se debía más a la similitud del ambiente social en que habían crecido las gemelas. (“Juego de Damas.”,
Documento 20 de Internet)
Otro estudio genético fijó su atención en que en la mayoría de las familias, cuando la homosexualidad
era heredada por parte de la familia materna, ésta continuaba presente a lo largo de muchas generaciones.
Así pues, se creyó que la homosexualidad era heredada por la madre, es decir, que estaba presente en el
cromosoma X. Bajo esta teoría se tomaron 40 pares de hermanos, y de éstos, 33 pares tenían marcadores
en el Xq28, un área en el extremo del brazo largo del cromosoma X. Este mismo resultado se siguió
presentando en estudios posteriores. Sin embargo, cuando se hizo este mismo estudio en lesbianas no se
encontró ninguna coherencia entre el Xq28 y la lesbianidad como tal. (Velandia, 36-37)
Así las cosas, ¿sería entonces la homosexualidad una cuestión hereditaria? Ante esta suposición, Velandia
concluye:
De lo anterior se desprende que la herencia sólo es parcialmente responsable del desarrollo de la orientación
homosexual, y que el hecho de compartir genes idénticos no predice resultados idénticos en cuanto a la sexualidad. En
una de las familias estudiadas por Hamer, se encontraron 4 hermanos que compartían el marcador, dos de ellos eran
18
Tatiana Peláez Acevedo
homosexuales y los otros no. Ello sugiere que en la homosexualidad podrían participar otros genes aparte del Xq28.
(Velandia, 36-37)
En pocas palabras, la homosexualidad puede ser producto de todo y de nada a la vez. Quizá sea producto
del cerebro, quizá de las hormonas, quizá de la herencia, quizá de la testosterona… pero quizás no. Lo
cierto es que, a pesar de haber encontrado resultados abrumadores, aún no se sabe con seguridad por
qué existe la homosexualidad y de dónde viene. El único hecho contundente es que existe y, en vez
de gastar energía y tiempo buscando posibles razones a su existencia, lo que hay que hacer es buscar
soluciones para que estas personas puedan vivir tranquilas en un mundo que las acepte abiertamente
como personas igualmente naturales. ¿Por qué no investigar entonces por qué hay heterosexuales? ¿Saben
acaso los científicos de dónde o por qué cualidades físicas o biológicas una mujer desea a un hombre y
viceversa?
Parece ser que en vez de preguntarse por estas cuestiones, los investigadores han usado la genética para
llevar a cabo estudios que ayudan a fortalecer aún más la estructura binaria y, por tanto, la heterosexualidad
como la única posible. Ejemplo de esto es el siguiente estudio:
Como es sabido, en 1940 se descubrió que el hombre tiene una estructura cromosómica XY y la mujer
XX, por lo que se ha denominado al cromosoma “Y” como el “factor determinante del testículo” (FDT)
(Velandia, 31). Basado en esta estructura se realizó un estudio citado por Judith Butler que fue presentado
en el artículo titulado The Sex-Determining Region of The Human Y Chromosome Encodes a Fin […]
Protein. Para llevarlo a cabo se tomaron muestras de ADN de hombres que tenían cromosomas XX, pero
que, aún así, eran masculinos, y de mujeres con cromosomas XY, pero que eran totalmente femeninas.
Para este estudio se tomó como base la suposición de que un diez por ciento de la población mundial
tiene variaciones en la estructura cromosómica que no entran dentro de la ley que afirma que las mujeres
son XX y los hombres XY. (Butler, 138-139)
Page y sus investigadores, encargados de esta investigación, partieron por preguntarse cómo y de dónde
surge la estructura binaria. Luego de analizar los resultados, terminaron por afirmar que lo femenino
debe entenderse como la presencia o ausencia, inactividad o actividad de lo masculino (presente en el
cromosoma Y. Cuando una mujer tiene una estructura cromosómica XY, el cromosoma Y está inactivo.
Cuando una mujer es XX, es femenina porque no hay Y), dejando así a las mujeres en un segundo
plano y, por tanto, obsoletos a los ovarios como objeto de estudio, pues no vale la pena investigarlos
si se determinan según lo masculino. Molesta con estas conclusiones expuestas por Page, Butler se
lanza contra este discurso biológico que da por sentado una estructura binaria y, por tanto, instituye la
heterosexualidad, diciendo:
19
Lesbianismo
La tarea de distinguir entre el sexo y el género se dificulta mucho cuando entendemos que los significados dotados de
género enmarcan la hipótesis y el razonamiento de las investigaciones biomédicas que intentan determinar cómo es el
“sexo” antes de los significados culturales que adquiere. De hecho, la tarea es aún más complicada cuando nos damos
cuenta de que el lenguaje de la biología participa en otros tipos de lenguaje y reproduce la sedimentación cultural en
los objetos que pretende descubrir y describir con neutralidad. (Bulter, 141)
De esta manera, Butler se une a las denuncias de Velandia y Witting al advertir que hay que tener cuidado
con las investigaciones biológicas, pues de la biología se desprenden siempre discursos culturales que
pueden estar errados si no se toma el objeto de estudio desde todos los ángulos posibles. Además, como
se dijo, por lo general todo lo que tiende a desprenderse de teorías u estudios biológicos se considera un
hecho y, en este sentido, pocas veces las personas se sientan a pensar si lo que dan por hecho no puede ser
sólo una construcción más que, por cierto, podría construirse de otra manera. Como dice Butler citando
a Freud con su libro Tres ensayos sobre teorías sexuales:
(…) la excepción, lo raro, es lo que nos da la pista de cómo se constituye el mundo mundano y que se da por sentado
de los significados sexuales. (…) Por lo tanto, lo raro, lo incoherente, lo que queda “afuera”, nos permite comprender
que el mundo de categorización sexual que damos por hecho es construido y que, en realidad, podría construirse de
otra manera. (Butler, 141)
En este caso lo raro, la excepción, sería la homosexualidad en todas sus dimensiones, esa manera de
existir que rompe con lo construido y, por tanto, cuestiona su legitimidad, la desgarra, la desestabiliza.
Sea como fuere, lo cierto es que la única conclusión en la que ha concordado toda la comunidad científica
es que la homosexualidad no es ni ha sido nunca una enfermedad, como se verá más adelante en las
declaraciones hechas por la sociedad norteamericana de psiquiatría. ¡Esta ha sido, después de muchos
años de investigaciones, el único resultado en el que todos concuerdan y, por tanto, el único que debería
competer a los seres humanos!
Sin embargo, es curioso el hecho de que, por lo general, las personas que creen que la homosexualidad
es biológica o genética, tienden a aceptar con mayor facilidad a los homosexuales, pues los consideran
exentos de culpa por haber nacido así y, por tanto, creen que estos seres humanos deben tener los mismos
derechos que cualquier persona. Por el contrario, aquellos que consideran la homosexualidad como una
cuestión social o de libre elección, continúan viendo a estas personas como seres anormales y enfermos.
(Caycedo, 14). Y se llega de nuevo al mismo punto… ¿cuestión biológica? ¿cuestión social? ¿cuestión
cultural? Nadie lo sabe aún con certeza y, por tanto, los juicios contra estas personas nunca son justos,
pues se basan en deducciones personales no comprobadas… lo único cierto es su EXISTENCIA y su
derecho a vivir como seres normales al lado de aquellos que se autodenominan naturales.
20
Tatiana Peláez Acevedo
2.3. Psicología
El lesbianismo fue clasificado durante años por la psicología y la sexología como una perversión
patológica al lado del sadomasoquismo, el fetichismo, la zoofilia y la pedofilia, entre otras. La lesbiana,
además, fue estereotipada como una mujer masculinizada, estereotipo del que, por cierto, muchas
mujeres homosexuales carecen. En definitiva, para la psicología las lesbianas eran enfermas mentales,
pues estaban lejos de su rol de madre y esposa que les imponía el hecho de ser mujer. (“Historia del
lesbianismo.” Documento 18 de Internet)
Por estos supuestos completamente erróneos, se empezó a decir que el lesbianismo era una enfermedad
de prostitutas e, incluso, se llegó a encerrarlas en manicomios en donde se les practicaba electroshocks,
la lobotomía o, sencillamente, se les extirpaba el clítoris. (“Historia del lesbianismo.” Documento 18 de
Internet)
Cabría preguntarse entonces, ¿a quiénes deben las lesbianas estos malos tratos que tuvieron que soportar
durante años? Sin duda, a la mayoría de los grandes personajes de la psicología que a lo largo de la
historia se encargaron de establecer y difundir como verdad todas estas ideas absurdas. Velandia trae a
colación a los hombres y mujeres más importantes que trataron el tema, así que este será un recorrido
rápido y breve por la homosexualidad en la psicología.
Kerl Henrinrich fue un teórico que en el siglo XIX declaró que la homosexualidad era innata y no
se podía remover, es decir, era completamente natural. Su declaración chocó con el pensamiento de
sexualidad antinatural que se tenía hasta el momento de las relaciones sexuales sostenidas entre dos
personas del mismo sexo. (Velandia, 19)
Kart Westphal, por su parte, publicaba en una revista alemana y se refirió a la homosexualidad como un
sentimiento sexual contrario. (Velandia, 19-20)
Albert Moll no se quedó atrás. Afirmó que la masturbación no llevaba a la homosexualidad y dejó de
lado el concepto de la degeneración que se le impugnaba a los homosexuales. (Velandia, 20)
Richard von Krafft-Ebing se convirtió en un karma para la reputación de los homosexuales en la
sociedad. Dijo que en las lesbianas había “centros cerebrales” masculinos (Santacruz, 52). Asimismo,
en su libro Psichopathia Sexualis expuso 46 casos de homosexualidad. Sin embargo, la mayoría de las
personas que usó para este estudio no sólo eran homosexuales, sino que de verdad sufrían enfermedades
mentales, hecho que Velandia, Butler y Witting denuncian, como se vio anteriormente, al advertir a
21
Lesbianismo
los investigadores para que tengan cuidado al momento de escoger su objeto de estudio. Por si fuera
poco, hizo uso del término “degeneración” para referirse a los homosexuales, sabiendo que éste había
sido utilizado para referirse a criminales y retrasados mentales. Además, afirmaba que los homosexuales
tenían un sistema nervioso que no funcionaba correctamente y se declaró de acuerdo con la suposición de
que la masturbación llevaba a la homosexualidad. No conforme con esto, aseguró que los homosexuales
iniciaban su vida sexual antes que los heterosexuales, que ésta era más intensa, que el amor físico era
muy exagerado, que eran superficiales, incapaces de sostener relaciones duraderas y no conflictivas, y
eran, en definitiva, más propensos a la enfermedad mental. (Velandia, 20-21)
Henry Havelock Ellis había tenido más de cerca a los homosexuales, pues había convivido con su
esposa lesbiana, Edith Less. Él escribió una obra bajo el nombre de Inversión Sexual. Lo novedoso de su
libro es que se refería a los homosexuales como seres completamente normales, y no tomaba como objeto
de estudio a criminales, enfermos mentales o personas con algún trastorno. En este libro, Havelock
argumentó que los homosexuales y las lesbianas no eran en ningún sentido personas perversas o con
desequilibrios mentales. Fue justamente gracias a él que para el S.XX ya muchos habían entendido que
no había razones para encerrar a los que tenían una orientación sexual diferente de la heterosexual. Aún
así, también fue debido a este libro que las personas empezaron a llamar “invertidos” a los homosexuales.
Una mujer “invertida” era aquella muy masculina que sólo se podía sentir atraída por una “femenina”,
la cual en realidad debía estar con un hombre y, por tanto, esta mujer “invertida” sería siempre infeliz
(Gilbert y Christine Roche, 198-199). Sin embargo, Havelock también colaboró a dejar de lado el término
de “degeneración” para referirse a los homosexuales y creía firmemente que la masturbación no llevaba
a la homosexualidad. Pensaba, además, que la homosexualidad era innata, por lo que acuñó el término
de “homosexualidad latente”. Por tanto, juzgó fuertemente a quienes castigaban la homosexualidad,
pretendían curarla o la consideraban un delito. (Velandia, 22)
Sigmund Freud se refirió la mayoría de las veces a los hombres homosexuales, pero de vez en cuando
tuvo en cuenta la homosexualidad femenina, como cuando publicó en 1920 la Psicogénesis de un caso
de homosexualidad en una mujer. Allí, Freud afirma que esta mujer pasó por una gran desilusión cuando
apenas estaba reactivando su Complejo de Edipo, se hizo consciente de que quería tener un hijo, pero
no era conciente de que deseaba que ese hijo fuera de su padre. Sin embargo, fue su madre, su rival,
quien tuvo un hijo de su padre (a su hermanito) por lo que esta mujer dirigió todo su odio hacia la
figura materna. La furia y el resentimiento la llevó a alejarse de su padre que, en definitiva, era quien
representaba a los hombres en general, y buscó a las mujeres como su nuevo objeto de deseo. (Velandia,
23) Así pues, podría decirse que para Freud la homosexualidad femenina era producto de un sentimiento
de frustración y rechazo al padre. Aún así, éste era un caso aislado que no representaba a las lesbianas en
22
Tatiana Peláez Acevedo
su totalidad. Sin embargo, para Freud esta paciente no era en ningún sentido una enferma e, inclusive,
declaró que “ (…) la empresa de mudar a un homosexual declarado en un heterosexual no es mucho
más promisoria que la inversa, sólo que a esta última jamás se la intenta cambiar, por buenas razones
prácticas...” (Monzón, Documento 23 de Internet)
Lo curioso, dice Velandia, es que, a pesar de que Freud consideraba todas estas ideas como algo preliminar,
muchos que vinieron después de él decidieron tomarlas como verdades inamovibles. Sin embargo, expone
Velandia citando a Mondimore:
(…) los planteamientos de Freud sobre la homosexualidad eran pues meditaciones académicas, de poca utilidad práctica
(…). En obras psicoanalíticas posteriores de otros autores Freudianos que escribieron sobre homosexualidad, las ideas
del padre del psicoanálisis no tuvieron demasiado éxito, y caen en pedazos ante un examen detallado. (Velandia, 24)
Ejemplo de la verdad de esta afirmación lo expone Isabel Monzón cuando asegura que Freud fue siempre
muy contradictorio cuando se refería a la homosexualidad. Hubo libros y ensayos, como en sus Tres
ensayos sobre teoría sexual, en los que se refería a la homosexalidad como una perversión al lado del
sadismo, la necrofilia, entre otros. A este respecto denuncia Isabel Monzón que esta clasificación de la
homosexualidad dada por Freud estaba errada:
(…) en tanto se compara un vínculo amoroso y de mutuo consentimiento entre dos personas del mismo sexo, con
relaciones donde un individuo mantiene una actividad sexual con una pareja inapropiada o involuntaria que no
consiente y a la que se le infringen sufrimientos o humillaciones. Por otra parte, el término perversión, también
asociado a pecado y vicio, se utiliza para designar una anormalidad psíquica que consiste en hallar placer en cosas que
provocan horror. (Monzón, Documento 23 de Internet)
Sin embargo, a pesar de estas primeras declaraciones estigmatizantes de Freud con respecto a la
homosexualidad, el padre del psicoanálisis responde así en 1935 a una madre de un homosexual:
Indudablemente, la homosexualidad no representa ninguna ventaja, pero no es algo de lo que haya que avergonzarse, ni
un vicio, ni una degradación, no puede clasificársela como una enfermedad; la consideramos una variante de la función
sexual. Muchos individuos sumamente respetables de los tiempos antiguos y modernos han sido homosexuales, entre
ellos algunos hombres célebres... Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como si fuera un delito. También
es una crueldad (...) Al preguntarme si puedo ayudarla, supongo que quiere decir si puedo abolir la homosexualidad
y hacer que la heterosexualidad ocupe su lugar. Lo que el análisis pueda hacer por su hijo va por otro camino. Si
es desdichado, neurótico, si se halla atormentado por los conflictos e inhibido en su vida social, el análisis puede
proporcionarle armonía, paz mental y eficacia plena, tanto si permanece homosexual como si cambia(…) (Monzón,
Documento 23 de Internet)
Así pues, Freud nunca fue muy coherente con respecto a su opinión sobre la homosexualidad. Aún así,
es evidente que para grandes teóricos, todo lo dicho por Freud es considerado un hecho y, por tanto, no
23
Lesbianismo
se detienen mucho a cuestionarlo, sino que parten de sus afirmaciones para estudiar cualquier hecho
o situación. Así, si para Freud la homosexualidad femenina podía ser producto de una frustración, un
rechazo al padre, o estar identificada con una masculinidad, seguramente para muchos psicoanalistas que
vinieron después, también sea así.
Lo más curioso e irónico de todo es que quizá muchos de estos homofóbicos psicoanalistas desconozcan
el hecho de que la hija de su más querido y admirado psicoanalista (Freud) que se hace llamar Anna,
psicoanalista también, vivió durante muchos años con una mujer llamada Dorothy Burlingham, madre
de cuatro hijos. Claramente esta relación amorosa fue negada y silenciada una y otra vez por el ambiente
psicoanalítico, incluyendo a la misma Anna pero, aún así, existen pruebas muy claras de que estas dos
mujeres vivieron como pareja lesbiana. (Monzón, Documento 23 de Internet)
El hecho de que una mujer lesbiana que, además, es psicoanalista, decida mantener en silencio su condición
homosexual no hace más que confirmar el temor a la exposición y visibilización, más si es dentro de un
ambiente clínico o científico. ¡He aquí el poder de opresión por parte de las ciencias que llega incluso a
afectar a sus propios profesionales!
Edmund Bergler, por su parte, se encargó de dañar la imagen de los homosexuales y reforzar falsos
imaginarios. Dice Bergler: “los homosexuales son básicamente gente desagradable… una mezcla de
arrogancia, falsa agresión y quejitas… Serviles cuando se enfrentan a una persona más fuerte, despiadados
cuando ostentan poder, sin escrúpulos cuando se trata de pisar a una persona más débil” (Bergler, 9).
Observaciones muy subjetivas que tienden a englobar absurdamente y sin ninguna razón a todos aquellos
que se sientan atraídos por personas de su mismo sexo. ¿Acaso si una persona es maníaco-depresiva o
esquizofrénica los expertos se preguntan primero si es heterosexual? No, por supuesto que no. Y si, en
efecto, lo es, claramente eso no implica que todos los heterosexuales sufran estas mismas enfermedades o
sean más volubles a caer en ellas. Pero si una persona va a donde el psicoanalista, se confiesa homosexual
y sufre de esquizofrenia… es un indicio CLARO de que todos los homosexuales son o tienden a ser
esquizofrénicos.
Alfred Kinsey sostuvo que el hecho de que existieran tantos homosexuales hacía absurdo el pensar que
la conducta homosexual era anormal o antinatural o que implicaba alguna clase de psicosis o neurosis.
Publicó un libro en 1956 al que tituló Sexual Behavior in the Human Female en el que se atrevió a
exponer cifras escandalosas para ese entonces:
-
24
El 25% de las mujeres a los 30 años había reconocido manifestar una reacción erótica por
otras mujeres.
Tatiana Peláez Acevedo
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El 19% de las mujeres a los 40 años habían sostenido ya concientemente contacto físico
con otras mujeres que tenía, por cierto, intenciones sexuales. La cifra sube a 24% cuando
se habla sólo de mujeres solteras a esa edad
El 13% de las mujeres a los 45 años había tenido relaciones sexuales con otras mujeres
con orgasmo. (Velandia, 27)
Sin duda, estas cifras vendrían a comprobar una tendencia bisexual por parte de un gran porcentaje de
mujeres. Algunas de estas mujeres analizadas por Kinsey seguramente serían lesbianas, pero otras se
llamarían a sí mismas heterosexuales a pesar de haber tenido reacciones o relaciones con otras mujeres.
Esto, sin duda, explica el punto de Velandia cuando decía que una mujer puede ser “lesbicodeseante”,
“lesbicoerótica”, “lesbicoafectiva” y “lesbicogenital” y continuar considerándose heterosexual, porque
cada ser es como desea ser y como se ve a sí mismo. Asimismo, estos resultados de Kinsey revelan
el “Lesbian Continum” del que habla Rich: existe una hermandad entre mujeres, una hermandad que
se mantiene a un lado de una delgada línea que la separa del “Lesbian Existence”. Algunas mujeres,
como se puede ver en estas cifras, se atreven a cruzar esa línea, ya sea para quedarse a ese lado o para
devolverse de nuevo más tarde.
Kinsey, de hecho, afirma algo muy cierto: hay que salirse de la mente humana que tiende a pensar
en extremos, y empezar a ver que entre un extremo y otro pueden existir grados. Es decir, que no
se debe hablar de homosexualidad o heterosexualidad, pues en el intermedio hay muchas otras
posibilidades que no se tienen en cuenta. (Velandia, 25-27). Y es justamente en ese intermedio en
donde se hallan las miles de posibilidades de existencia de las que puede gozar el ser humano y
que, por mentalidades reduccionistas o reglas impuestas, le han sido negadas.
Evelyn Hooker fue mucho más lejos. Tomó a 60 hombres y los dividió en parejas, uno homosexual y uno
heterosexual, con características similares. A todos les realizó una serie de pruebas y le pidió a expertos
que intentaran descifrar cuál era el homosexual y cuál el heterosexual en cada pareja. Los expertos sólo
pudieron acertar en un 50% de los casos, por lo que Hooker sacó sus propias conclusiones:
“1. La homosexualidad no existe como entidad clínica. Sus formas son tan variadas como en el caso de la
heterosexualidad;
2. La homosexualidad puede ser una desviación del modelo sexual que entra dentro del modelo de lo psicológicamente
normal;
3. El papel que desempeñan determinadas formas de deseo y de expresión sexual puede ser menos importante para la
personalidad y el desarrollo de lo que frecuentemente se ha asumido.” (Velandia, 28)
25
Lesbianismo
Este estudio, en definitiva, lo que demuestra a grandes rasgos es que los hombre y mujeres homosexuales
no se diferencian de los heterosexuales en ningún otro aspecto más que en el objeto de su deseo. Ambos,
homosexuales y heterosexuales, son seres humanos y, por tanto, son igualmente vulnerables a sufrir
enfermedades, a fracasar en el amor o en su vida laboral, a caer en depresión o, a la vez, a ser personas
sumamente exitosas tanto en su vida afectiva como profesionalmente, a alcanzar grandes metas y a soñar
con imposibles. Así pues, el hecho de desear como pareja a un hombre o a una mujer sin duda diferencia
a los homosexuales de los heterosexuales, pero esto no afecta directamente el desarrollo exitoso en otras
áreas de la vida… sólo los hace diferentes, de la misma forma como algunas mujeres prefieren a los
hombres altos y delgados, y otras bajos y acuerpados.
Por otro lado, algunos psicólogos se han inclinado a creer que la personalidad y la sicopatología de un
individuo se desarrollan dentro del núcleo familiar (papá-mamá-hijo) y que cuando este núcleo falla
de alguna manera, el niño o la niña pueden verse tentados a desarrollar conductas homosexuales. Sin
embargo, como bien lo asegura Manuel Velandia, actualmente los niños están expuestos a muchos
modelos que difieren de la simple triangulación padre-madre-hijo, pues estos pequeños tienen acceso
a los medios masivos de comunicación constantemente, en donde pasan de un modelo a otro sin mayor
esfuerzo. Así, Velandia llega a cuestionar esta creencia concluyendo: “El o la menor no está en capacidad
de ajustarse a un único modelo, ya que además en su casa y en la escuela observa esos u otros diferentes
modelos. Razón por la que actualmente no puede afirmarse que el modelo familiar influye directamente
en la etiología de la homosexualidad.” (Velandia, 29) Así pues, el motivo causante de la homosexualidad
continúa inconcluso.
Como se pudo ver a grandes rasgos, la psicología (como la medicina y la biología) ha tratado durante
años de encontrar una explicación a la homosexualidad y se ha topado con teorías absurdas, como el
hecho de que los homosexuales son enfermos mentales o que la masturbación causa la homosexualidad.
Monzón culpa a sus colegas de sufrir de homofobia al desmentir lo que la propia práctica de su profesión
les arroja, aunque la mayoría de ellos no sepa que la sufre o prefiera ignorarlo. (Monzón, Documento 23
de Internet). Así pues, cualquier psicoanalista o psicólogo que tilde de pervertido a un homosexual o que,
por el contrario, diga abiertamente que acepta la homosexualidad cuando en el fondo lo que intenta es
cambiar la conducta de su paciente o tomarlo como objeto de estudio de una patología, son profesionales
que sufren de homofobia.
Sin duda, son estos profesionales homofóbicos los que, al ver la homosexualidad como algo completamente
extraño, diferente y raro, se esfuerzan más por encontrarle una explicación, y vuelve a surgir de nuevo la
pregunta ¿por qué preocuparse tanto por el origen de la homosexualidad? ¿No puede ser ésta tan natural
26
Tatiana Peláez Acevedo
como la heterosexualidad?
Velandia vuelve a citar a textualmente a Mondimore para responder de cierta manera estos interrogantes
y explicar por qué no se puede separar la biología de la psicología en los seres humanos. Sin embargo,
para Mondimore, es un hecho que la biología y la psicología influyen fuertemente en la orientación
sexual.
(…) Los nuevos descubrimientos en el estudio de la conducta indican que es imposible separar lo “innato” de lo
“adquirido” o los procesos “psicológicos” de los “biológicos”… En ningún aspecto de la conducta humana nuestros
aspectos biológicos y psicológicos están tan fusionados y enlazados como la sexualidad… La orientación sexual parece
seguir demasiadas “normas” biológicas para que la homosexualidad no sea más que una “construcción” social… es
demasiado compleja para ser explicada en término que no sean humanos. Si nuestra cualidad más humana es nuestra
enorme diversidad de capacidades y posibilidades, especialmente nuestras relaciones con los demás, no debería ser en
absoluto sorprendente que en algunos de nosotros la capacidad de amar se oriente hacia miembros de nuestro mismo
sexo. (Velandia, 39)
Y es tan cierto que el ser humano es tan diverso y tan capaz de tantas cosas inimaginables que, sin duda,
limitarlo con imposiciones tildadas de correctas es un atropello contra el despliegue del que es capaz
de alcanzar un ser humano en su multiplicidad. De esta multiplicidad habla constantemente Herman
Hesse en su libro Lobo Estepario: “(…) el pecho, el cuerpo no es nunca más que uno; pero las almas que
viven dentro no son dos, ni cinco, sino innumerables; el hombre es una cebolla de cien telas, un tejido
compuesto por muchos hilos.” (Hesse, 87). Y, si es cierto que las almas que viven y se debaten dentro
del ser humano son innumerables, no sería del todo extraño que las posibilidades de existencia también
lo fueran. Es más, de ser así, sería incluso posible que para cada ser humano no hubiera un único modo
de existencia sino muchos y, por tanto, no habría por qué sorprenderse que, cuando se refiere a la vida
sexual y afectiva, una mujer opte en su multiplicidad por hombres de cuando en cuando y por mujeres
en ocasiones. ¿Quién impuso la regla absurda que especifica que desde su multiplicidad y complejidad
TODOS los seres humanos deben optar exclusivamente por un modo de vida tan simple y reduccionista
como la heterosexualidad? Reconocer al otro requiere, a su vez, reconocerlo no como uno, sino como
múltiples otros (Seminario de Barcelona, 26). Así, el primer paso es que el ser humano se haga conciente
de la multiplicidad propia y de los demás, pues sólo así se puede llegar a entender al otro y, lo que es
mejor, reconocerlo en su diferencia.
Sea como fuere, lo cierto es que nunca se pudieron hallar pruebas contundentes que probaran que la
homosexualidad fuera una patología o una desviación a pesar de una inmensa cantidad de pruebas
psicológicas y biológicas, por lo que en el año de 1974 la APA (Asociación Psiquiátrica Americana)
decidió declarar que la homosexualidad no era un trastorno mental. Gracias a esto, 13 años más tarde, la
27
Lesbianismo
Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud dejó de incluir a la
homosexualidad como enfermedad. (Velandia, 28)
Sin embargo, a pesar de este inmenso paso dado por la APA, la fuerza que han tenido estos discursos
psicológicos y psiquiátricos (la mayoría de la veces no ha favor de los homosexuales, como se pudo ver)
ha seguido trayendo consecuencias en la manera como los y las homosexuales actúan o se comportan
frente a las ciencias: con temor o prevención. Ejemplo de esto es lo que anuncia Isabel Monzón (licenciada
en psicología, psicoanalista y escritora) cuando dice que ha tenido muy pocas oportunidades de atender
en terapia de pareja a personas del mismo sexo vinculadas afectivamente (Monzón, Documento 23 de
Internet) ¿por qué razón? Porque simplemente las parejas del mismo sexo no suelen acudir a este tipo de
ayuda o apoyo cuando su relación atraviesa por un mal momento, pues son estas mismas ciencias las que
se han encargado de estigmatizarlos/las.
Así pues, en caso dado de que un psicoanalista o un psicólogo se tope con un paciente homosexual, su
labor no debe ser NUNCA la de cambiar su orientación sexual para que éste se vuelva heterosexual y
pueda llevar una vida igual a la mayoría, sino que debe tratar de crear un ambiente de confianza en el que
el paciente logre sentirse pleno para poder expresarse tal cual es, sin temor a ser juzgado o estigmatizado.
Asimismo, si el paciente no ha podido asumir su homosexualidad, la tarea del experto será meterse de
lleno en lograr que la persona se acepte como tal (de no haberlo hecho), y guiarlo para que asuma con
responsabilidad su estilo de vida y los desafíos que le implica el reconocerse homosexual. (Peláez, 7)
2.4. Lo que una mujer debe ser: discurso masculino
Hay un discurso que se ha mantenido a lo largo de los siglos y es el que Adrienne Rich cuestiona fuertemente
en su artículo titulado Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence. Este discurso sostiene que las
mujeres, para ser mujeres, deben cumplir con un sinnúmero de especificaciones, entre ellas, el sentirse
inevitablemente atraídas hacia los hombres y necesitar de ellos como protectores económicos. Así, la
heterosexualidad obligatoria estaría garantizando a las mujeres como propiedad de los hombres (Rich,
228). Lo más curioso de todo es que las mujeres mismas ya consideran que es natural poner a los hombres
por encima de ellas, como se verá a continuación.
Los hombres, por su parte, para mantener este discurso y seguir garantizando a las mujeres como sus
compañeras subyugadas, no sólo han recurrido a la creación de instituciones, legislaciones, religiones,
entre otros, sino que han tratado a toda costa de controlar a las mujeres económica y psicológicamente
para que continúen dependiendo de ellos. ¿Cómo? Reforzando, como expone Rich, de la siguiente manera
esa falsa mentalidad de que las mujeres son única y exclusivamente para ellos. (Rich, 228)
28
Tatiana Peláez Acevedo
2.4.1. Idealización del amor heterosexual:
A través de las películas, las novelas televisivas y escritas, las canciones, los cuentos de hadas, entre
otros, se ha tendido a idealizar el amor heterosexual como el único que traerá frutos y terminará en
“final feliz” (Rich, 233). De esto mismo se desprende la idea de que cualquier tipo de relación que no
cumpla con la regla hombre-mujer terminará en fracaso, aunque no se diga explícitamente.
2.4.2. Matrimonio:
Por supuesto, esa felicidad que promete el amor heterosexual sólo llegará con el matrimonio, en
donde una mujer se compromete de por vida con su príncipe azul.
Sin embargo, es justo aquí donde la idealización se rompe a pedazos. Aquí las mujeres se encuentran
con que el matrimonio no es el final feliz prometido, sino el principio de una vida en pareja que no
es fácil.
Aún así, explica Rich, hay otras mujeres a las que les va peor, pues es tal el control sobre las mujeres
para impulsarlas a casarse, que muchos padres arreglan el matrimonio de sus hijas desde que son
pequeñas, privándolas hasta del poder de decisión sobre la persona con quien compartirán el resto de
su vida. Así, el matrimonio se convierte en una imposición por parte de los hombres para forzar a las
mujeres a estar a su lado. (Rich, 233)
Asimismo, esta idealización del amor heterosexual ha arraigado la absurda idea de que aquellas
mujeres viudas o solteras son infelices y frustradas, e incluso, se las ha tildado de pervertidas, por lo
que han sido brutalmente atacadas. Dice Rich: “(…) attacks against unmarried woman have ranged
from aspersion and mockery to deliberate gynocide, including the burning and torturing of millions
of widows and spinsters during the witch persecutions of the fifteenth, sixteenth, and seventeenth
centuries in Europe.” (Rich, 231). Si no te casas o demuestras interés por los hombres, correrás el
riego de ser aislada de la sociedad. Esto demuestra que no sólo el hecho de ser lesbiana es condenado,
sino también el hecho de ser soltera, lo que pone de manifiesto la afanosa presión que se ejerce para
impulsar la reproducción. La diferencia es que las solteras continuarán siendo siempre potenciales
esposas, las lesbianas no, y es allí donde reside el IMPERDONABLE delito.
Por si fuera poco, dice Rich, más que casarse para lograr la realización como mujeres, éstas han tenido
que casarse para poder tener un sustento no sólo para sí mismas, sino para los hijos que deseen tener
(Rich, 242)… ¡he aquí otro método, sin duda efectivo, para impulsar las relaciones heterosexuales!
Además, casarse las hace respetables frente a la sociedad y pueden vivir tranquilamente, sin ninguna
29
Lesbianismo
presión social (Rich, 242). La pregunta sería entonces, ¿cuántas mujeres se han casado por seguir lo
que se cree correcto para una mujer más no porque de verdad lo deseen? Muy seguramente muchas
lesbianas se encontrarán en la lista. (Rich, 242)
2.4.3. Necesidad de reproducción:
Se les ha inculcado siempre a las mujeres que su realización como mujer debe verse reflejada en
dar a la luz, y que esto sólo debe suceder después del matrimonio, es decir, después de haberse
comprometido con un hombre exclusivamente. Además, como toda especie debe reproducirse, lo
natural son las relaciones entre un hombre y una mujer. (Rich, 228-229)
Esta concepción completamente cerrada de lo que debe ser una familia y, por tanto, la reproducción
dentro de ésta, trae consigo la exclusión inmediata de cualquier otro tipo de unión o formas de tener
hijos que no se dan dentro del matrimonio heterosexual. Dentro de este grupo excluido no entran
simplemente las parejas de lesbianas y homosexuales que adoptan, viven con los hijos de uno/a
de ellos/as producto de relaciones heterosexuales pasadas o se practican la inseminación artificial,
sino también aquellas mujeres solteras que deciden procrear e, incluso, aquellas mujeres o parejas
heterosexuales que no han querido cumplir con su labor reproductiva. (Monzón, Documento 23 de
Internet)
Sin embargo, existen lesbianas que desean fervorosamente tener hijos y, por lo mismo, ya en estados de
EEUU y en países de Europa las lesbianas pueden practicar libremente la adopción y la inseminación.
(Monzón, Documento 23 de Internet) Aún así, hay que dejar en claro que esta legalización no las
exime del marginamiento social o la homofobia.
Estas “nuevas familias” nunca figuran en la luz pública y, lo que es peor, ni siquiera cuentan con un
nombre específico, pues el término familia va siempre de la mano de la relación binaria hombre/
mujer. A este respecto Isabel Monzón asegura, al igual que Rich, que este no-nombramiento implica
un lanzamiento a la no existencia o al desmentimiento de lo que existe Así las cosas, se hace necesario
lograr una visibilización de la maternidad lesbiana para evitar la homofobia o cualquier tipo de
manifestación violenta en su contra. (Monzón, Documento 23 de Internet)
Rich habla incluso de la maternidad en cautiverio para referirse a las madres que tienen hijos fuera
del sistema heterosexual, y dice: “La maternidad es admirable, pero fundamentalmente si la madre y
la hija o el hijo están vinculados a un padre legal. La maternidad fuera del matrimonio o la maternidad
lesbiana, son vejadas, humilladas o, en el mejor de los casos, ignoradas.” (Monzón, Documento 23
30
Tatiana Peláez Acevedo
de Internet). Así pues, al no tener padre, tanto las lesbianas como sus hijos quedan expuestos a la
estigmatización y marginación por parte de una sociedad que sólo puede entender la maternidad en
tanto ésta esté ligada a un patrialcalismo, es decir, al poder del hombre.
La capacidad de reproducción se convierte entonces en un privilegio de las parejas heterosexuales
bajo la protección de un sistema que los ampara y defiende. Sin embargo, Carolina Stevens se atreve
a cuestionar el meollo del asunto que es, en definitiva, la concepción de familia, cuando afirma:
La familia existe para reconocer, cobijar y fomentar posibilidades creativas que aguardan en cada ser humano. Lo que
sienta el fundamento del bienestar de todos los miembros de una familia es la experiencia de un hogar construido por
dos individuos de cualquier sexo que cooperan y se aman, aportando sus diversos dones a la creación de un ambiente
sustentador. (Monzón, Documento 23 de Internet)
Así, la familia se definiría por su función y no por su configuración. Una familia será familia mientras
cumpla con brindar un ambiente de bienestar, unión, sustento y protección a todos sus miembros,
sin importar quiénes sean estos o a qué sexo pertenezcan. Y ante todo: toda familia tiene el derecho
de reproducirse. Aún así, aún parece haber mucho trecho para que esta concepción de familia sea
cobijada por las leyes colombianas.2
2.4.4. Mujer como criadora de sus hijos:
Después de tener a sus hijos, la mujer debe ser la encargada de cuidarlos, es decir, debe dedicarse al
hogar, y el hombre, a trabajar (Rich, 231). Y lo más curioso es que esta labor, como debería al ser un
trabajo arduo, no tiene ninguna paga. (Rich, 233)
Asimismo, Rich cita a Nancy Chodorow para afirmar que esta división de labores en torno a la crianza
de los hijos es la que ha generado la desigualdad entre los géneros. Los hombres, asegura, también
deberían hacerse responsables del cuidado de los niños, pues para bien o para mal, también son sus
hijos. Y según Rich, “(…) increased parenting by men would minimize antagonism between the
sexes and equalize the sexual imbalance of power of male over females.” (Rich, 232). Sin duda, si las
responsabilidades, tanto en el hogar como por fuera de él, son las mismas para hombres y mujeres, no
existirá ningún motivo para que un sexo se considere mejor que otro. Ambos pueden ser tan capaces
de cuidar a los niños como de trabajar y, evidentemente, ya hay muchos hogares en donde el hombre
y la mujer aportan equitativamente, lo que da lugar a que la mujer se sienta un igual con respecto al
hombre y rompa con su historia de inferioridad.
Sin embargo, cuando de lesbianas se trata, esa igualdad de derechos se viola sin ninguna restricción,
2
Ver Capítulo II : Derechos y Legislación LGBT
31
Lesbianismo
pues a quienes han querido criar a sus hijos, éstos les han sido arrebatados de las manos por las cortes
(Rich, 233). Así pues, parece ser que la labor de la crianza está limitada no sólo a las mujeres, sino a
las mujeres heterosexuales.
2.4.5. Pornografía y publicidad:
Concientes del poder tan impresionante que tienen los medios masivos de comunicación en
la orientación ideológica de las personas, los hombres han expuesto a la mujer como mercancía
exclusivamente para ellos a través de la pornografía y la publicidad.
Por un lado, en publicidad se suele mostrar dos estereotipos de mujeres: la mujer ama de casa que está
dedicada de lleno al hogar, y la seductora, es decir, la mujer como objeto sexual. (Marco, 83)
Por otro lado, la publicidad tiende a ser discriminatoria cuando asume que los productos para el
hogar son sólo para un público femenino y no tiene ningún reparo en dirigir las propagandas de
dichos productos única y exclusivamente a las mujeres, como si actualmente éstas tuvieran que seguir
ligadas solamente al hogar. (Marco, 85)
Asimismo, sexualmente se cree que las mujeres han sido diseñadas para los hombres y, por tanto,
han surgido las prostitutas, las damas de compañía, las geishas, la pornografía, etc. (Rich, 233) Según
Rich, en la pornografía no hay contexto de individualidad personal o emocional… todo está dado
para que los hombres vean y disfruten y, por si fuera poco, afirma Rich:
(…) enforced submission and the use of cruelty, if pleyed out in heterosexual pairing, is sexually “normal” while
sensuality between women, including erotic mutuality and respect is “queer”, “sick” and either pornographic in
itself or not very exciting compared with the sexuality of whips and bondage. Pornography (…) widens the range of
behaviour considered aceptable from men in heterosexual intercourse – behaviour which reiterativily strips women of
their autonomy, dignity, and sexual potencial, including the potencial of living and being loved by women in mutuality
and integrity. (Rich, 234)
Las mujeres son objetos para divertir y entretener al sexo masculino. Las mujeres se exponen para
ser devoradas por los ojos de los hombres. Incluso, la pornografía en la que aparecen dos mujeres es
única y exclusivamente para el disfrute masculino, lo que deja inmediatamente fuera de todo sentido
la posibilidad de un amor íntegro y satisfactorio entre dos mujeres para tildarlas automáticamente de
pornográfico, enfermo, pervertido, etc. (Rich, 234)
En pocas palabras, todo podría reducirse a lo que afirma magistralmente Beatriz Preciado: la
32
Tatiana Peláez Acevedo
pornografía dominante enseña a sus espectadores cómo ser cuerpos heteros exclusivamente. (Balza,
Documento 2 de Internet)
2.4.6. Educación y trabajo:
Durante siglos a las mujeres se les negó el acceso a cualquier tipo de educación para que no tuvieran
más opción que continuar dependiendo de los hombres. Se les negó también el acceso al trabajo para
que tuvieran que verse relegadas al hogar y para que la maternidad se convirtiera en su única ilusión
alcanzable. Sin educación ni trabajo para las mujeres, los hombres podían darse el lujo de hacerles
creer que ellas eran inferiores y que su vida no valdría nada de no ser por ellos. (Rich, 233)
Actualmente, las mujeres han accedido al campo laboral, pero no sin haberse visto enfrentadas a una
cantidad innumerable de barreras: no se les toma en serio, las contratan por su físico y no por sus
capacidades, se les paga menos de lo que se le pagaría a un hombre, etc. Pero lo más chocante de
esto no es que ocurran este tipo de atropellos en los lugares de trabajo, sino que las mujeres mismas
se hayan acostumbrado a ellos y, por aún, moldeado a ellos para poder seguir trabajando y sobrevivir
así al control masculino.(Rich, 234-235)
(…) endure sexual harassment to keep their jobs and learn to behave in a complaisantly and ingratiantingly heterosexual
manner because they discover this is their true qualification for employment, whatever the job description. And,
MacKinnon notes, that woman who too decisively resists sexual overtures in the workplace is accused of being “dried
up” and sexless, or lesbian. (Rich, 235)
Así pues, las mujeres han optado por seguir el juego sexual que constantemente gira alrededor de
ellas para evitarse mayores complicaciones. Es esta la actitud pasiva que prefieren tomar ciertas
personas ante lo impuesto, una actitud que se vuelve cómplice silenciosa de lo reglamentario, pero se
resiste a romperlo y derrocarlo de raíz. ¿Qué mejor opción que silenciar y fingir para no ser rechazado
y aislado por el sistema?
Por si fuera poco, los medios de comunicación, concientes de esta realidad, se han prestado también
para reforzar esta representación sexual, y heterosexual, de las mujeres en el trabajo a través de
novelas. Un ejemplo de esto es cuando se muestra la tradicional situación en que el jefe termina
involucrado con su secretaria que, por cierto, cuenta siempre con vulgares atributos. Y de nuevo
aparece la mujer objeto para el disfrute exclusivo de los hombres.
Las lesbianas, por supuesto, no han quedado exentas de este panorama laboral y, para poder sobrevivir
en sus trabajos, se han visto obligadas a mantener en silencio su verdadera orientación sexual para
33
Lesbianismo
poder entrar en el juego heterosexual. Asegura Rich: “Her job depends on her pretending to be
not merely heterosexual, but a heterosexual woman in terms of dressing and playing the feminine,
deferential role required of “real” women.” (Rich, 235) No sólo se trata entonces de ser mujer, sino de
aparentarlo: vestirse, moverse y hablar femenino para poder desenvolverse sin repercusiones dentro
del sistema heterosexual. Ser lo que se especifica, no lo que se es… este es el juego que toda persona
debe aprender a jugar.
2.4.7. El lesbianismo no existe:
Debido a toda esta mentalidad que han creado los hombres para continuar asegurando a las mujeres
como sus parejas, las lesbianas han sido relegadas al silencio y borradas de la historia o, cuando no,
han sido fuertemente torturadas, discriminadas y puestas ante la luz pública como ejemplo de lo que
NO debería ser una mujer (Rich, 229, 238). Robert Hopke, analista junguiano, acompaña a Rich en
este planteamiento cuando afirma:
En el contexto de la ideología heterosexual occidental, a cualquiera que se desvíe del modelo dominante de la relación
masculino - femenino se le niega la existencia social o se le condena. Los hombres gay o las mujeres lesbianas no
existen según esa línea de pensamiento o, si su existencia se hace obvia, se les tacha de desviados, criminales, peligros
para la sociedad, enfermos mentales. El efecto de estas actitudes es privar a los gays y lesbianas de cualquier tipo de
visibilidad en su entorno. (Monzón, Documento 23 de Internet)
Así pues, las lesbianas se encuentran ante dos opciones: mantenerse en silencio y, por lo mismo,
continuar en la inexistencia, o hacerse visibles y atenerse a todo tipo de estigmatizaciones.
Como se pudo ver, la heterosexualidad para Rich, lejos de ser una opción libre, es una obligación impuesta
por los hombres para garantizar la explotación sexual y económica de las mujeres. Así las cosas, el
lesbianismo se presentaría como un acto de resistencia que acaba por completo con este privilegio que
se han dado para sí los hombres. Inclusive, algunas lesbianas que no se han dado por vencidas y siguen
teniendo el coraje para visibilizarse y romper con todo el discurso masculino de que una mujer sin un
hombre no es nadie, se han lanzado a cuestionar directamente todos estos supuestos expuestos en este
punto, aún por encima de las consecuencias que esto les ha traído.3
Por otra parte, ante este panorama de dominio masculino y de la creencia arraigada de “soy mujer en
tanto soy de ellos”, Rich hace un llamado a las feministas para que reorienten su búsqueda de la siguiente
manera: “(…) the issue feminists have to address is not simple “gender inequality,” but the enforcement
of heterosexuality form women as a means of assuring male right of physical, economic, and emotional
3
34
Ver Capítulo II: Visibilización: Organizaciones y marchas.
Tatiana Peláez Acevedo
access. One of a many means of enforcement is, of course, the rendering invisible of lesbian possibility
(…)” (Rich, 238)
Así pues, lo que denunca Rich es que las feministas han puesto todo su esfuerzo en advertir sobre la
diferencia de los sexos y la falta de equitatividad, lo que ha llevado a que dejen de lado importantes
cuestiones como la manera en que el sistema heterosexual es reafirmado gracias a la subordinación que
están ejerciendo los hombres sobre las mujeres para asegurarlas como sus parejas. Y, por supuesto, el
silenciamiento del lesbianismo como una posibilidad es una de las formas más drásticas en las que el
discurso masculino se ha apoyado para continuar reafirmando la heterosexualidad. Así pues, ¿lo que
estaría proponiendo Rich es que para acabar con el discurso masculino las lesbianas deben dejar el
silencio al que han sido relegadas?
2.5. Social
Como se pudo ver, las ciencias exactas, las humanidades e, incluso, la religión y los hombres mismos,
han hablado (o dejado de hablar) sobre la homosexualidad femenina generando discursos de todo tipo.
Por si fuera poco, estos discursos han pasado a hacer parte de la vida en sociedad y han llevado a que
éstos se conviertan en acción por medio de actos violentos, discriminación, agresión verbal, entre otros.
Y, lo que es peor aún, muchos discursos que han sido declarados obsoletos por las autoridades de las
diferentes ciencias, han continuado circulando como si fueran verdades irrefutables, e incluso, se han
metamorfoseado en el ámbito social. Los ejemplos son muchos:
Trent Lott, un líder del Senado estadounidense, haya relacionado, en 1998, el alcoholismo con el
homosexualismo y la cleptomanía, sin tener ningún soporte de fondo para asegurar tal cosa. Por si fuera
poco, se interpuso en la elección de James Hormel como embajador de Luxemburgo por el simple hecho
de que éste era gay. (“Se voltean los gays.” Documento 26 de Internet)
Asimismo, aunque ya se ha rechazado la idea de que la homosexualidad es una enfermedad, algunas
personas han tendido a creer que la homosexualidad se contagia por el simple hecho de compartir
espacios con una persona homosexual. ¡ERROR! Esto jamás sucederá. De hecho, hay personas que por
estar encerrados por mucho tiempo suelen practicar relaciones con personas de su mismo sexo sin que
esto los convierta en homosexuales. (Velandia, 39-40)
En esta misma línea, otra mentira que se ha divulgado es la que sostiene que las madres lesbianas enferman
a sus hijos. Este imaginario no sólo ha influido en la manera de pensar de los heterosexuales con respecto
a las madres lesbianas, sino que las mismas lesbianas se han negado muchas veces el deseo de tener hijos
35
Lesbianismo
o amar a otra mujer por miedo a enfermarlos. A esto Isabel Monzón expresa:
Demás está recalcar en que lo que enferma a un hijo no es qué tipo de vínculo de pareja tengan su padre o su madre, sino
el no brindarles un espacio íntimo de amor, sin violencia, sin abuso, sabiendo que los hijos son precisamente hijos, y
por ello necesitan que los adultos los acompañemos con respeto y amor por el camino de la vida. (Monzón, Documento
23 de Internet)
Así pues, queda claro que lo que enferma a los hijos no es la orientación sexual que tengan sus padres,
sino la capacidad de éstos para brindarles lo que piden como personas necesitadas de amor, afecto y
comprensión.
Claro, también hay quienes creen firmemente que la orientación sexual, lejos de ser una enfermedad
o una cuestión biológica, es simplemente una elección que se lleva a cabo cuando se tiene una buena
experiencia con alguien del mismo sexo. ¡ERROR! Velandia explica que esta elección se realiza antes de
que haya un intercambio genital entre las dos personas, es decir, basado sólo en el afecto y el erotismo.
Asimismo, Velandia afirma que la heterofobia no influye de ninguna manera en esta elección, sino que
ésta se reafirma cuando se entablan relaciones con personas del mismo sexo. (Velandia, 39)
Por otro lado, se ha tendido a creer que los homosexuales y las lesbianas existen, en su mayoría, en las
clases altas de la sociedad, pues muchos personajes reconocidos han sido homosexuales. ¡ERROR! La
orientación homosexual se presenta en todas clases sociales. No tiene raza, sexo, edad, ni clase social.
(Velandia, 40)
Por otra parte, como se habrá mencionado, hay que tener en cuenta que la lesbiana es doblemente
discriminada, pues no sólo es mujer en una sociedad machista por excelencia sino que, además, tiene una
orientación sexual que es rechazada a voces. Por si fuera poco, dice Velandia, la lesbiana es considerada
muchas veces como una “no mujer”, pues no cumple con las categorías que se han establecido para
describir a una mujer (Rich las menciona claramente, como se vio anteriormente4): ama de casa, madre,
jefe de hogar, exclusivamente femenina, etc. (Velandia, 137) Por esto mismo, la sociedad continúa
creyendo que las lesbianas son siempre mujeres que físicamente parecen hombres, visten como hombres,
o tienen actitudes masculinas. ¡ERROR! No se puede negar que existen lesbianas que cabrían dentro
de este estereotipo y, por supuesto, son ellas las más visibles, pero no todas son así. Como bien dice
Velandia: “(…) recuerde: ser lesbiana no tiene nada que ver con la complexión física, ya que las hay algo
masculinas, muy “barbies” y por supuesto, andróginas.” (Velandia, 155). No se debe olvidar entonces el
intermedio del que hablaba Kinsey en donde pueden habitar miles de posibilidades de existencia y, por
4
36
Ver Capítulo I : Lo que una mujer debe ser : discurso masculino.
Tatiana Peláez Acevedo
tanto, de “lesbiana” pueden derivarse a su vez millones de opciones y estilos de vida.
En esta misma línea, como exponen Gilbert y Roche, algunas personas han catalogado a las lesbianas de
sabelotodos y “frígidas”, hecho que va acompañado de fealdad y poco éxito en sus relaciones sexuales,
consecuencia directa de no estar interesadas en los hombres. (Gilbert y Christine Roche, 212)
Así pues, se ha tendido a creer que las mujeres son lesbianas como resultado de alguna desilusión amorosa
con un hombre o, lo contrario, que aún no les ha llegado el hombre de su vida. ¡ERROR! Velandia afirma
que es un error pensar así y que, incluso, hay lesbianas que se entablan muy buenas relaciones con el
sexo opuesto. (Velandia, 155) Rich también derroca este pensamiento cuando expone: “It also assumes
that women who have chosen women have done so simple because men are oppressive and emotionally
unavailable, which still fails to account for women who continue to persue relationships with oppresive
and/or emotionally unsatisfying men.” (Rich, 232). Así pues, existen mujeres que continúan manteniendo
relaciones con hombres tiránicos y no por eso se han vuelto lesbianas. Hay mujeres lesbianas porque
simplemente desean a otras mujeres, hecho que no implica necesariamente un anterior fracaso con el
otro sexo.
Por todos esos fasos imaginarios expuestos anteriormente, la sociedad sigue pensando que las relaciones
exitosas serán siempre las heterosexuales y que, preferiblemente, terminan en matrimonio. E, incluso,
algunos se niegan a aceptar que hay maneras de encontrar la satisfacción sexual sin penetración, lo que
sigue llevando a pensar que las mujeres homosexuales son desgraciadas, pues fracasan sexualmente. Lo
cierto es que muchos estudios, como el citado por Gilbert y Roche que aparece en El libro del amor y el
sexo, ha demostrado que menos del 42 por ciento de las mujeres alcanzan el orgasmo en sus relaciones
heterosexuales: “Sólo el 42 por ciento de las mujeres casadas y el 24 por ciento de las mujeres solteras
que llegan al orgasmo lo hacen durante el coito.” (Gilbert y Christine Roche, 239). Por el otro lado, en
una encuesta de Gallup Colombia para la Revista Semana en 1999 que cita muy acertadamente Velandia,
el 100% de las lesbianas en Bogotá y el 38% de las lesbianas en Antioquia respondieron que alcanzaban
orgasmos (Velandia, 88). Esto confirma que la combinación pene-vagina no garantiza la satisfacción
sexual, factor que los hombres han tendido a creer durante siglos.
Como se ve, la sociedad aún es bastante ignorante con respecto al tema del lesbianismo aunque, como
bien expone Biddy Martin en su texto La Práctica Sexual y las Identidades Lésbicas en Transformación,
“Según nos enseña el psicoanálisis, la ignorancia nunca es la simple falta de un conocimiento, sino
una resistencia activa.” (Martin, 111). Así pues, podría decirse que las personas se resisten a ver a las
lesbianas como verdaderamente son en pro de una heterosexualidad impuesta. Y, cuando se atreven a
37
Lesbianismo
tocar el tema, les ha resultado más fácil ligar a las mujeres homosexuales a una cantidad de estereotipos
producto de los discursos religiosos, biológicos, psicológicos, económicos, entre otros, que ya se trataron
con anterioridad. Sin embargo, Velandia asegura:
Ser lesbiana no siempre tiene que ver con estos (estereotipos), tiene que ver tan solo con una manera muy, pero muy
particular – con relación a otra mujer – de desear, vivir el afecto, el erotismo, la genitalidad, de pensarse a sí misma y
ante el mundo, y por suerte para serlo no hay que seguir los patrones con que “los expertos en lesbianismo” han querido
caracterizarlas. (Velandia, 155)
En definitiva, para ser lesbiana sólo hay que considerarse y pensarse como tal, sin necesidad de seguir
todo ese tipo de patrones creados: vestirse como hombres, actuar masculinamente, tener el pelo corto,
tener un cuerpo sin mayor curvatura, etc. Eso definitivamente no es ser lesbiana, es ser un “ideal” que
ha creado una sociedad que ignora como resistencia todo tipo de opciones que no entren dentro del
sistema.
Sea como fuere, lo importante es que socialmente los homosexuales y las lesbianas dejen de ser ignorados
para pasar a ser oídos y reconocidos sin estigmas ni tabúes falsos que los tachen de enfermos mentales,
pecadores, desviados, invertidos, “no hombres”, “no mujeres”, etc. Y es justamente en el ámbito social
donde se debe empezar a trabajar fuertemente, pues es allí donde se llevan a cabo los intercambios
culturales y donde la identidad toma forma, una identidad que se vuelve sumamente conflictiva y dura
de asumir por parte de las lesbianas y los homosexuales cuando se les ha negado el derecho a tener una
existencia normal, como cualquier otra forma de vida:
El eje del asunto no es tan solo obtener respuestas, sino comprenderse y comprender al otro o a la otra. Este es
un esfuerzo que posibilita la tolerancia y el respeto. Negarl@s, ignorarl@s, no comprenderl@s, es también negar
su existencia. Lo que nos hace personas no es tan solo lo que somos, es también lo que l@s otr@s asumen de mí.
Despersonalizar al otro o a la otra es negar también la parte de ell@s que hay en mí. Es también negarse a mi mism@.
(Velandia, 41)
Comprensión y aceptación es lo que exige Velandia. Para aceptarse hay que aceptar a los demás, y así
dejar de hacer de la existencia un privilegio para ser un derecho. Sin embargo, en vez de dedicarse de lleno
a comprender a los homosexuales, los seres humanos han decidido enfocar sus esfuerzos en encontrar
la causa de esta “anormalidad”. Pero, como se habrá mencionado anteriormente, no importa realmente
cuál es el origen de la homosexualidad cuando la realidad misma se ha encargado durante siglos de
reafirmar su existencia. Ante esta verdad, Velandia cita a Evelyn Hooker cuando ésta aseguró: “¿Para qué
queremos saber la causa? Es un error esperar que podamos modificar y cambiar la homosexualidad… Si
entendemos su naturaleza y la aceptamos como dada, estaremos más cerca de la clase de actitudes que
38
Tatiana Peláez Acevedo
harán posible a los homosexuales llevar una vida decente en la sociedad.” (Velandia, 34)
3. En busca de una identidad propia
Como se pudo ver, todos los tipos de discursos anteriormente expuestos no han colaborado a difundir
una muy buena imagen de lo que son las mujeres homosexuales, por el contrario, han ayudado a disponer
todo un panorama social que estigmatiza indebidamente a estas mujeres. Sin embargo, las lesbianas han
tratado de sobreponerse a la discriminación por parte de la sociedad, producto de estos discursos errados,
creando una identidad propia que las satisfaga y las unifique. Sin embargo, este proceso no ha sido del
todo fácil cuando se tiene de por medio una heterosexualidad obligatoria, como se verá en este pequeño
aparte.
Antes que nada, es importante saber qué es la identidad. En el diccionario de la Real Academia Española,
en su vigésimo segunda edición, aparecen cinco significados posibles, entre los que se encuentra el
siguiente: “Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente
a los demás.” (Real Academia Española, Documento 25 de Internet). Sin embargo, Biddy Martin opta
por citar a Butler con su libro Imitation and Gender Insubordination para explicar qué se debe entender
por identidad, y dice:
Butler entiende la identidad como la sedimentación de los significados, o la secuela de prácticas significadoras
repetidas. Entender la identidad como práctica significadora es “entender a los sujetos culturalmente inteligibles como
consecuencia de un discurso determinado por normas que se inserta en los actos significadores dominantes y rutinarios
de la vida lingüística.” (Martin, 116)
Así pues, la identidad se construiría a partir de prácticas que se repiten constantemente, lo que implica
necesariamente que el sujeto se mueva en el ámbito cultural.
Ya teniendo claro esto, se pasará a mirar el caso específico de las mujeres homosexuales. Las lesbianas,
como se dijo, han tratado desde siempre de construir su propia identidad con bases fuertes e inamovibles
o, como dice Martin, estas mujeres han demostrado tener una fuerte necesidad de lograr una uniformidad
y autenticidad. Sin embargo, el problema surge cuando lo que se ha empezado a buscar es una identidad
sobre cimientos estáticos, una identidad que pretende unificar y absorber en ella a todas las lesbianas
que existen sin tener en cuenta su individualidad como sujetos, como seres humanos. (Martin, 116117) Helene Cixous también se pronuncia al respecto cuando dice: “Me es imposible, pues, objetiva y
filosóficamente, imaginar que a un ser complejo – yo o quien sea – se le pueda reducir a una identidad.”
39
Lesbianismo
(Seminario de Barcelona, 128-129) Es importante entonces recordar de nuevo a Kinsey con su llamado
a dejar los extremos y tener en cuenta el intermedio. (Velandia, 25-27). Sin duda, al intentar asumir una
identidad unificada y estática, las lesbianas se estarían desplazando del intermedio (a donde pertenecen) a
un extremo, lo que las llevaría inmediatamente a cometer el mismo atropello que hace la heterosexualidad
en contra de los demás tipos de existencia.
Martin no se queda atrás y critica fuertemente esta postura de algunas lesbianas cuestionando si es
esta una forma de luchar contra la heterosexualidad o es simplemente una manera de defenderse del
exterminio y la desaparición ¿Cuál es la diferencia? Mucha: la primera actitud haría de esa búsqueda
por una identidad lésbica una lucha activa, mientras que la segunda sería pasiva. Además, con esta
posición de una identidad estática se estaría corriendo el riesgo de caer en la búsqueda de una lucha
identitarista frente a la heterosexualidad y otras identidades, “(…) hay que distinguir en el proceso de la
lucha el momento en que esta reivindicación, digamos legítima, de la identidad se vuelve identitarista, se
esencializa y empieza a combatir a las otras identidades (…)” (Seminario de Barcelona, 136) Así pues,
sin duda hay que luchar por el reconocimiento, pero sin aplastar y desplazar a las demás identidades
Aún más, Martin continúa criticando esta incansable búsqueda por lograr una identidad estática asegurando
que “Se sacrifican las fantasías sexuales, los deseos, los placeres y las prácticas indóciles, pero también
la posibilidad de tener un análisis más complejo de las realidades sociales, por poner demasiado peso en
establecer la identidad.” (Martin, 113) Una identidad estática impondría más limitaciones a una forma de
existencia que dice estar luchando por su liberación. Si lo que se busca es liberarse del sistema, encontrar
esa libertad de existencia total, no hay por qué temerle a esa liberación ni tampoco por qué restringirla.
Aún así, Biddy Martin reconoce el avance que han demostrado las lesbianas por encontrarse a sí mismas
y liberarse de tabúes sin sentidos. Dice Martin, citando a Greta Christina, que las lesbianas han logrado
no sólo definirse más ampliamente, sino que han llegado aceptarse a sí mismas cada vez con mayor
naturalidad, lo que les ha permitido experimentar todo tipo de placeres sin verse restringidas por lo que,
se consideraba, era y debía ser una lesbiana. Antes, por ejemplo, si una mujer usaba consoladores, zapatos
altos, se arreglaba las uñas o simplemente se arreglaba demasiado, no era considerada una lesbiana de
verdad. (Martin, 114) Podría decirse que, para ser lesbiana, era necesario ir en contra de todo lo que el
sistema especificaba que debía ser una mujer y, en este sentido, la liberación de la heterosexualidad por la
que se estaba luchando se volvía de repente contra sí misma al terminar reafirmando esa heterosexualidad,
pues las lesbianas se esforzaban en encajar a la perfección en los estereotipos de “no mujer” que estaban
destinados para ellas. Lo cierto es que, para romper con el sistema, hay que romperlo desde dentro y no
desde los márgenes. Una lesbiana que encaje perfectamente como mujer por su manera de vestir, hablar
40
Tatiana Peláez Acevedo
y moverse estaría rompiendo no sólo con el estereotipo de lesbiana, sino el estereotipo de mujer, es decir,
estaría rompiendo todo el sistema desde dentro para crear intermedios inimaginables.
Sin embargo, las lesbianas temieron durante mucho tiempo a todo lo que estuviera relacionado con el
sistema heterosexual como, por ejemplo, el falo (representación del poder masculino). No obstante, a
partir de los 70´s aproximadamente, las lesbianas empezaron a caer en cuenta de lo absurda que era su
posición radical de no tener ningún tipo de lazo con lo heterosexual, y empezaron a sentirse libres de
fantasear con lo “fálico” sin que esto las tildara de “falsas lesbianas” o imitadoras de la heterosexualidad.
Dice Martin que “La exploración actual de las lesbianas en los terrenos sexual, textual y teórico indica
que algo se podría ganar de nuevo liberando “lo fálico” de su identificación con los hombres y “lo
femenino” de su fusión con la mujer.” (Martin, 115). Al entrar de nuevo en el sistema heterosexual
desde su posición lésbica y dejar de lado su radicalismo, se abrió ante las lesbianas un mundo infinito de
posibilidades que llevó a la desarticulación del sistema heterosexual como extremo para convertirse en
fuente viva de ideas y opciones para todo tipo de estilos de vida.
Así las cosas, la lesbiana es hoy una persona que goza de libertad ilimitada para disfrutar de su sexualidad
como lo desee, sin restricciones ni ligamentos. Entonces podría decirse que la solución no estaría en
construir una identidad lésbica estática y firme, completamente diferente de las demás expresiones
sexuales pues, como bien expone Martin:
El lesbianismo para Bright, para Butler y para muchas otras, no se puede plantear como una identidad por completo
diferente, con fundamentos diferentes u homogeneidad interna, sin estar de acuerdo con los actos represivos y aun
fatales de la normalización y la exclusión, incluso de las propias fantasías, placeres y prácticas de las lesbianas.
(Martin, 119)
La mujer homosexual, como cualquier otro ser humano, es un ser muy complejo, atravesado por muchos
dominios discursivos y, por tanto, está sujeta a cambios. Así, pues, no se le puede exigir encajar a la
perfección en una identidad inamovible, impermeable y estática, pues eso sería privarla del placer de ser
humano en un mundo que lo que ofrece son cambios. Hay que dejar de pensar que existen sexualidades
únicas y permeables para entender que no sólo existen centenares de maneras en que una persona puede
asumir su sexualidad, sino que éstas se pueden cruzar y atravesar, no para destruirse y anularse unas a
otras, sino para fortalecerse y alimentarse.
Así las cosas, para Butler la verdadera subversión de la identidad no se encuentra en construir una identidad
lésbica estática, sino que se encuentra en las prácticas de significación repetitiva. La heterosexualidad, por
ejemplo, también se ha generado en prácticas de significación repetitiva que ha reproducido los ideales de
41
Lesbianismo
masculinidad, feminidad y sexualidad normal sólo entre sexos opuestos. (Martin, 117) ¿Romper con esas
prácticas de significación repetitiva llevará al derrocamiento del sistema heterosexual? Posiblemente sí
y las lesbianas ya lo están haciendo.
De hecho, Martin es conciente del papel tan importante que desempeñan las lesbianas en esta labor de
derrocamiento del sistema. Ella asegura que las lesbianas, en todas sus individualidades y formas de
expresión, son necesarias para el mundo y sus reglamentaciones pues, cita Martin a Joan Nestle, las
lesbianas, como comunidad sexual, resultan ser indispensables para cuestionar lo que se consideran
verdades absolutas. Por eso, asegura, las lesbianas deben vivir abiertamente y sin tabúes su sexualidad y
asumir sin temor sus modos de vida… sin regirse por identidades estáticas ni formas de vida reglamentadas.
Eso es lo que las mujeres homosexuales le ofrecen al mundo. (Martin, 122-123) ¡Vivir tal cual se es,
como sujetos sociales sin dejar de ser individuales!
4. Lesbiana butch y lesbiana fem (la ruda y la femenina)
Justamente una de las muchas expresiones como se manifiesta el lesbianismo está representada por
la figura de la ruda y la femenina, figuras que, por cierto, no sólo son las más visibles, sino las más
criticadas.
Generalmente se tiende a creer que las butch desean volver a reintegrarse a la regla heterosexual por la
manera como se identifican con lo masculino. Asimismo, se piensa que la lesbiana fem intenta regresar
a la matriz heterosexual cuando desea a la lesbiana butch. Así pues, muy frecuentemente se considera
que este tipo de relaciones lésbicas entre una lesbiana fem y una butch son una “copia” de una relación
heterosexual, pues una estaría jugando el rol masculino y la otra, el femenino. (Butler, 154-155) Sin
embargo, estos pensamientos y suposiciones no son tan ciertos.
Como resultado de la comparación constante con las relaciones heterosexuales, se ha tendido a creer
siempre que las rudas son quienes representan siempre el papel de hombre dentro de la relación lésbica,
incluso en lo sexual. Sin embargo, Martín cita Joan Nestle para afirmar que esta concepción es totalmente
errada y que, en muchas ocasiones, son las rudas quienes desean ser poseídas. (Martin, 125)
Así pues, son justamente las estructuras heterosexuales las que no permiten ir más allá para ver que esta
forma de configuración del deseo es totalmente nueva y propone nuevos desafíos. Lo cierto es que, como
dice Butler:
Precisamente esta yuxtaposición disonante y la tensión sexual que genera su trasgresión constituyen el objeto de deseo.
42
Tatiana Peláez Acevedo
En otras palabras, el objeto del deseo (y está claro que no hay sólo uno) de la lesbiana fem no es cualquier cuerpo
femenino descontextualizado ni una identidad masculina diferenciada pero sobrepuesta, sino la desestabilización de
ambos términos cuando entran en la interacción erótica. (Butler, 154)
En pocas palabras, el objeto de deseo de la lesbiana fem y de la butch se basa justamente en esa trasgresión
de la matriz heterosexual que se da al vestirse o actuar como hombre a pesar de tener un sexo de mujer
o, en el caso de las fem, de desear a una mujer que parece ser un hombre. Por esta razón, pensar estas
interacciones sólo en pro de la heterosexualidad sería privarlas de la nueva significación que proponen
(Butler, 155). Sería muy reduccionista y facilista menospreciarlas o subestimarlas al considerarlas una
simple imitación:
No se puede decir (…) que los papeles de la ruda y la femenina sean imitaciones de la heterosexualidad, ya que para
Butler toda representación del género y su relación con el sexo son imitaciones de ideales fantaseados, disfraces por lo
tanto, nunca copias de originales ni de simples fundamentos biológicos. (Martin, 117)
Así, la heterosexualidad quedaría reducida entonces a ser un disfraz, pero sólo uno de tantos. Y, de
hecho, la heterosexualidad no tendría ese velo de origen si se dejara de considerar al homosexual como
una imitación de ésta. Incluso, “Butler insiste en subrayar que la vestida no representa una parodia de
un original, sino una parodia “de la noción misma de un original (GT, p. 138)”” (Martin, 118). No hay
ninguna sexualidad que sea origen de otra, todas podrían ser origen de sí mismas, pero jamás de otras. Y
si la heterosexualidad se considera origen de la homosexualidad es por la cualidad de naturalidad que le
ha sido dada arbitrariamente a través de todos los discursos que ya se analizaron anteriormente.5
Así las cosas, más que ser una simple “copia” de la matriz heterosexual, estas mujeres tienen la capacidad
de reutilizar y desestabilizar las categorías sexuales (Butler, 154). Más que eso, Biddy Martin cita a
Butler para afirmar que la lesbiana butch y la fem no sólo ayudan a reconfigurar el sexo y el género, sino
que ponen de manifiesto la falsedad de una única y auténtica identidad de género. (Martin, 117); ellas
también representan a las lesbianas, pero no por eso son como todas las lesbianas. Cada quien es libre no
sólo de asumir una identidad de género, sino de reconfigurarla como lo desee o le convenga.
De igual manera, son estas mujeres rudas y femeninas quienes se han encargado de dejar de ocultar
un hecho que muchos han querido negarse: las lesbianas existen. “(…) las rudas y las femeninas, se
ocupaban de hacer públicamente visibles las diferencias sexuales.” (Martin, 124) Se exhiben sin importar
qué piensen los demás y, evidentemente, por su forma de vestir e interactuar son muy visibles, pero no
por eso son las únicas lesbianas existentes. Es más, el hecho de que existan lesbianas que ni siquiera
se perciben, es decir, que logran camuflarse perfectamente en el sistema sin que los heterosexuales las
5
Ver Capítulo I: Discursos de distribución social.
43
Lesbianismo
noten, demuestra que las mujeres homosexuales pueden ser también mujeres y comportarse como tal
exceptuando, por supuesto, la atracción por los hombres.
Por otra parte, Helen Cixuos dice que “El otro sólo está allí para ser reapropiado, retomado, destruido
como otro. Incluso la exclusión no es una exclusión. Argelia no era Francia, pero era ´francesa´” (Cixous,
130) Lo mismo les sucede a la lesbiana butch y a la fem: ellas no sólo apropiaron la heterosexualidad,
sino que la reapropiaron, sin embargo, a pesar de que esta relación lésbica no es heterosexual, en el
fondo es tildada como tal, y así, no habría verdadera exclusión porque no están del todo excluidas del
heterocentrismo.
A estas alturas la pregunta sería entonces, ¿qué solución habría para que estas mujeres dejaran de ser
consideradas meras “copias” de las relaciones heterosexuales? Sin duda, habría que empezar por dejar
el silencio. Al parecer, es esta la primera solución que hayan las diferentes teóricas para acabar con la
noción de matriz heterosexual como natural y origen de todas las demás formas de existencia que serían,
en este caso, simples derivaciones. “(…) Butler señala la importancia de hacer visibles las complejidades
que ya existen, pero que los ordenamientos discursivos/institucionales vuelven impensables, invisibles
o imposibles, al empeñarse en definir sujetos viables.” (Martin, 118). Hablar, hacerse notar, dejar la
invisibilidad para existir y reclamar un lugar en el mundo. Las lesbianas butch y fem con su simple
existencia rompen de una u otra forma el silencio y van en contra de lo que establece la ley heterosexual,
pero ¿las demás lesbianas, esas que van de aquí para allá camufladas en el sistema heterosexual por
miedo a ser aisladas de la sociedad? Ahí, en sus manos, se encuentra el poder para cuestionar el sistema
y volver pensables y culturalmente legibles esas complejidades de las que habla Butler.
5. La verdadera subversión contra la heterosexualidad
Como se pudo ver en el punto anterior, la matriz heterosexual trata de estar a toda costa regulando y
controlando otros modos de existencia e intercambios culturales. Se cree que sólo la heterosexualidad
existe como algo natural y que, por tanto, la elección natural de toda mujer será el estar al lado de un
hombre y desear incansablemente casarse con él. Es tal el control de la heterosexualidad que, incluso,
Rich afirma que los documentos que datan de la existencia del lesbianismo han sido destruidos para que
las lesbianas se queden sin historia y sigan siendo vistas como algo malo y no natural:
(…) lesbian existence has been written out of history or catalogued under disease, partly because it has been treated
as excepcional rather than intrinsic, partly because to acknowledge that for women heterosexuality may not be a
“preference” at all but something that has to be imposed, manager, organized, propagandized, and maintained by force
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Tatiana Peláez Acevedo
is an inmense step to take if you consider yourself freely and “innately” heterosexual. (Rich, 239)
¿Y si una mujer considera que su heterosexualidad es innata por qué una mujer homosexual no puede
pensar lo mismo de sí sino que tiene que ver su preferencia sexual como algo excepcional, fuera de
lo común y, por tanto, raro, enfermizo, etc.? Sin duda la historia tiene mucho que ver, pues dota a la
heterosexualidad de un velo de naturalidad. La heterosexualidad encuentra su historia en la religión y
la Biblia, en el pasar de las épocas y los idealizados amores de grandes personajes de la historia, en los
libros, las novelas y los cuentos de hadas, etc. Por su parte, el lesbianismo se ha quedado sin historia y los
documentos que datan de su existencia en épocas pasadas han sido destruidos en su mayoría, lo que dota
inmediatamente a que esta forma de existencia de una actualidad de la que realmente carece, además de
hacer que se vea como algo totalmente inusual. Porque al igual que un hombre es su historia, un estilo de
vida también lo es, y así, robar su historia se convierte no sólo en el peor delito, sino en la mejor estrategia
para lanzar al lesbianismo a la inexistencia.
Es justamente esta estrategia que ha usado tan inteligentemente la heterosexualidad para mantenerse, la
que ha impulsado a miles de mujeres a seguirla y aceptarla, y a millones de lesbianas a mantenerse dentro
del “clóset”. Sin embargo, existen también miles de mujeres que se han resistido a la matriz heterosexual,
y no son sólo las lesbianas (viudas, solteras, las que no desean tener hijos o relegarse al hogar, las
trabajadoras, etc.), pero como se dijo, este otro lado de la historia siempre se ha silenciado u oprimido.
Así, la heterosexualidad continúa rigiendo la sociedad, pero como una institución impuesta y
deshumanizada:
Heterosexuality has been both forcibly and subliminally imponed on women. Yet everywhere women have resisted it,
often at the cost of physican torture, imprisonment, psychosurgery, social ostracism, and extreme poverty. “Compulsory
heterosexuality” was named as one of the “crimes against women” by the Brussels Internacional Tribunal on Crimes
against Women in 1976. (Rich, 241)
Si la imposición de la heterosexualidad ha sido a costa de maltrato físico y psicológico hacia las mujeres
que se resisten a seguirla, no es del todo descabellado llegar a considerarla un crimen. La heterosexualidad
no sólo ha maltratado a las mujeres, sino que mató el libre albedrío que tanto proclama la Iglesia y la
religión. Una cosa es que una mujer sea mal vista por pensar o actuar diferente, pero otra muy diferente
ser maltratada por ello como evidencia de una imposición forzosa.
Así las cosas, ¿sería posible un derrocamiento de la heterosexualidad como institución? ¿Habría alguna
forma de crear una verdadera subversión contra la heterosexualidad? Hay varias teóricas que se lo han
45
Lesbianismo
preguntado y han propuesto diversas formas de subvertir esta ideología heterosexual tan arraigada, como
se verá a continuación.
5. 1. Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje.
El lenguaje tiene mucho más poder del que muchos se atreverían a admitir. El lenguaje no sólo domina,
sino tiene la capacidad de crear y moldear a su antojo la realidad social:
La dominación debe entenderse como la negación de una unidad anterior y primaria de todas las personas en un ser
prelinguistico, y se produce a través de un lenguaje que, en la acción social plástica, crea una ontología artificial, de
segundo orden, una ilusión de diferencia, dispariedad y, por consiguiente, jerarquía que se convierte en realidad social.
(Bulter, 149)
Así pues, el lenguaje no recrea realidades, las crea. Sin embargo estas realidades creadas, al no ser la
verdadera realidad, son de segundo orden. Aún así, no hay que subestimarlas, pues estas realidades de
segundo orden son potenciales realidades sociales que están en capacidad de convertirse en jerarquías.
(de Lauretis, 215 - 232)
De hecho, el lenguaje mismo es quien representa la instauración de las categorías de “sexo” (hombremujer), y son justamente estas categorías las que modelan la manera como se conciben los cuerpos
físicos. Así pues, teniendo en cuenta que es el lenguaje el que crea lo que socialmente se considera como
real y que el discurso es también una acción social, esas categorías de “sexo” toman forma a diario en la
violencia de la que son víctimas las lesbianas y los homosexuales. (Butler, 145) ¡He aquí el poder del
lenguaje materializado!
Así las cosas, el sexo sería una ficción creada por un lenguaje capaz de crear realidades tan reales que
influyen directamente no sólo en la manera de pensar de las personas que las viven, sino en su manera
de actuar y comportarse. Asimismo, la sexualidad estaría regida por discursos de poder; los estudios
y discursos biológicos, psicoanalíticos, masculinos y, en definitiva, todos los discursos tratados con
anterioridad en este trabajo de grado “(…) son una muestra de esa clase de lenguaje que reproduce la
sedimentación cultural de ese ejercicio del poder.” (A.B., Documento 1 de Internet)
Sin embargo, las personas deben caer en cuenta que más allá de lo que dicta el lenguaje al declarar que
sólo existen hombres y mujeres y, por tanto, que de allí se desprende necesariamente la necesidad de
entablar únicamente relaciones heterosexuales, existen otras formas válidas de existencia. La aparición
de las lesbianas y los homosexuales ofrece desafíos que exigen ir un poco más allá, pues su simple
existencia hace ver que quizá no todo lo impuesto es de por sí correcto y que las leyes que se tenían como
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Tatiana Peláez Acevedo
incuestionables, tal vez no lo son.
Antes que nada, hay que saber que una cosa es el sexo y otra muy distinta, el género. Se nace con un sexo
determinado, pero el género se construye culturalmente (lo que hace que el sexo sea pre-discursivo), es
decir, no se puede decir que sea, sino que se va dando y, por lo mismo, considerarse de uno u otro género
no es más que una ilusión, pues el género aparenta ser algo concreto aunque no lo sea (A.B., Documento
1 de Internet). Por tanto, por más que sólo existan dos sexos, las posibilidades de géneros son ilimitadas.
El género no es estático como el sexo, sino que está en continua transformación:
(…) el género sería una especie de acción cultural/corporal que requiere un nuevo vocabulario que instituya y haga
proliferar participios presentes de distintos tipos, categorías resignificables y expansivas que resistan las restricciones
gramaticales binarias, así como las restricciones sustancializadoras sobre el género.(Butler, 143)
Butler ve en el lenguaje la clave para acabar con el binarismo gramatical del que se desprende
la heterosexualidad impuesta, y propone crear y expandir el vocabulario cuando de género se trata:
hombre y mujer, pero también lesbiana, transexual, bisexual, transgénero, homosexual, gay, etc. Y muy
seguramente aún hay personas que no han podido identificarse al 100% con ninguno de estos términos.
Monique Witting, por su parte, también centra sus trabajos en criticar lo que ella ha llamado “el
pensamiento heterosexual.” (hombre/mujer), entendido no como sexualidad sino como régimen político
y opresor (Balza, Documento 2 de Internet) Witting considera que ni siquiera al sexo debe dársele una
categoría de natural, pues se ha instaurado esa ficción binaria de los sexos exclusivamente para privilegiar
las necesidades económicas de la reproducción heterosexual, y es justamente esa ficción la que le da a la
heterosexualidad el velo de naturalidad. (Butler, 143) ¿Cuál fue el criterio por el cual se decidió dividir
a los seres en hombres y mujeres? ¿Por qué no se dividieron en altos y bajos, gordos y flacos…?
Para Witting sexo y género son lo mismo, pues sexo implica para ella un género. Así las cosas, para
Witting la lesbiana no sería una mujer, pues mujer hace referencia necesariamente a una persona que
practica la heterosexualidad y una lesbiana rechaza plenamente la heterosexualidad, por lo que no es
mujer, ni es hombre, es lesbiana y está por fuera de las categorías de sexo. En este mismo sentido,
una mujer no nacería mujer, sino que se haría mujer, siempre y cuando decida serlo, pues puede optar
también por ser lesbiana, transexual, transgénero, etc. “De hecho, la lesbiana parece ser un tercer género
o (…) una categoría que problematiza radicalmente el sexo y el género en tanto categorías políticas
estables de descripción.” (Butler, 144). La lesbiana es, por tanto, una posición que cuestiona no sólo las
categorías del “sexo”, sino todo lo que ha sido estandarizado por el lenguaje dentro de los marcos de la
heterosexualidad obligatoria por estar más allá de las categorías de sexo.
47
Lesbianismo
En esta misma línea, Witting termina por afirmar que el verdadero reto está en acabar primero con el
discurso sobre el sexo y con la gramática misma que impone al género como un elemento esencial en los
humanos. Llegada a este punto, propone “(…) una reorganización radical de la descripción de cuerpos
y sexualidades sin recurrir al sexo y, por consiguiente, sin recurrir a las diferenciaciones pronominales
que reglamentan y distribuyen los derechos del habla dentro de la matriz de género.” (Butler, 145) De
esta manera, lo que Witting propone no es subvertir las categorías establecidas, sino eliminarlas por
completo, pues si una lesbiana se sigue concibiendo a sí misma como mujer, sólo estaría cooperando en
mantener el sistema. Con esta eliminación de hombres y mujeres en tanto categorías no sólo de sexo,
sino de pensamiento, Witting asegura que se lograría pensar una nueva categoría subjetiva que no serán
nunca más hombres y mujeres. De hecho, el lesbianismo sería el lugar adecuado para pensar esa nueva
categoría subjetiva al estar al margen del sistema. (Balza, Documento 2 de Internet)
Así las cosas, sólo eliminando por completo la gramática misma del género y, por tanto, borrando a
hombres y mujeres en tanto categorías de sexo y pensamiento, la heterosexualidad quedaría reducida a
ser una ficción que ha sido construida por el lenguaje. (Butler, 147)
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el lenguaje es de doble filo, puede usarse para afirmar una
inclusión de todas las personas como iguales, en donde todos tienen el derecho de hablar por igual o, por
el contrario, puede afirmar una jerarquía en donde sólo unos pocos pueden hablar y los demás, por estar
excluidos, al hablar desautorizan su propio discurso. (Butler, 152)
A través de esa institución ficticia de la heterosexualidad se optó por la segunda opción, la jerarquía:
se construyeron estructuras binarias que han privado a los seres de la posibilidad de concebirse como
iguales, pues todos son, al final, personas, y, por si fuera poco, fueron los hombres quienes obtuvieron
los privilegios del habla:
(…) hay estructuras históricamente contingentes caracterizadas como heterosexuales y obligatorias que distribuyen
los derechos del habla plena y autorizada a los hombres y se los niega a las mujeres. Pero esta asimetría socialmente
constituida disfraza y viola una ontología presocial de personas unificadas e iguales. (Butler, 146)
Toda jerarquía viola sin duda el derecho a la igualdad, pues limita a los seres humanos, más a aquellos
que no pueden identificarse con ella, pero tampoco pueden hablar desde su inconformidad porque eso
les implicaría el aislamiento.
Biddy Martin también opina al respecto cuando, en su texto titulado La Práctica Sexual y las Identidades
Lésbicas en Transformación publicado en el libro Desestabilizar la teoría Debates Feministas
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Tatiana Peláez Acevedo
Contemporáneos, asegura que a las lesbianas “(…) constantemente se nos amenaza con borrarnos de los
campos discursivos donde funciona la naturalización de las normas sexuales y de género para desvanecer
las pluralidades reales.” (Martin, 109). La jerarquía heterosexual, al haber dado a los hombres el privilegio
(que no debería ser privilegio sino derecho) del habla, borra inmediatamente a las lesbianas del campo
discursivo y, por tanto, de la existencia misma y de la posibilidad de ser vistas como personas naturales,
comunes y corrientes. Así pues, el lenguaje no sólo estaría en capacidad de crear realidades, sino de
esconder otras o, al menos, negarlas.
Consciente entonces de este segundo plano al que han sido relegadas las mujeres con la matriz heterosexual
por ser privadas del habla, Witting les propone un nuevo desafío: “La tarea de las mujeres, dice Witting,
es asumir la posición de sujeto hablante autorizado (…) y derrocar la categoría de sexo, así como el
sistema de heterosexualidad obligatoria que es su origen.” (Butler, 146) Dejar el silencio es la opción
que vislumbra Witting y, por cierto, ese será el papel que se desempeñará en este trabajo de grado con el
poemario… asumir la posición de sujeto hablante.
Sin embargo, Witting dice para que una mujer pueda decir yo y obtener así la posición de sujeto hablante
autorizado, debe sentirse un sujeto pleno y total, sin género y universal, y esto sólo se logra derrocando
el sexo. Además, la única manera en que una mujer puede salirse de su género es con el habla. “(…)
las reificaciones sociales del sexo enmascaran o distorsionan una realidad ontológica anterior, realidad
que consiste en la oportunidad igual de todas las personas, anterior a las marcas de sexo para ejercer el
lenguaje en la afirmación de la subjetividad.” (Butler, 148-149). Para Witting existe una realidad anterior
al lenguaje, una realidad en donde las personas eran iguales y no se dividían por sexos, una realidad que
el lenguaje se encargó de resquebrajar y transformar, pero también una realidad que se puede recuperar
¿cómo? A través del lenguaje mismo, un lenguaje que rompa definitivamente con las categorías sexuales
y vaya en busca de esa igualdad de los seres.
Así las cosas, la lucha de las lesbianas por darse un lugar en el mundo y reafirmar su existencia como
iguales debe empezar por el lenguaje pues, como asegura Witting, sólo una contraposición de proporciones
iguales a la heterosexualidad podrá desafiar su obligatoriedad y cuestionarla. “(…) la lesbiana (…) el
sujeto soberano que puede librar lingüísticamente una guerra contra un mundo que ha constituido un
asalto semántico y sintáctico contra la lesbiana” (Butler, 152). Así su existencia no sólo se hará visible,
sino que será reafirmada y la lesbianidad podrá salir del “clóset” al que ha sido relegada por lo que Eve
Segwick ha denominado, la “heterosexualidad circundante”. (Martin, 108). La lesbiana tiene en sus
manos el regreso a esa realidad pre-lingüística de la que habla Witting.
49
Lesbianismo
Witting considera además que, al ser concebida la heterosexualidad como un sistema único y total, no es
posible resignificarlo, sino desplazarlo por completo. Así, sólo las lesbianas y los homosexuales tendrían
el poder de desplazar este sistema, pues son la desviación radical de éste. Sin embargo, Butler afirma que
esta posición de Witting no es del todo válida, pues afirma que es imposible encarnar la heterosexualidad
en todas sus posiciones sexuales, por lo que es imposible que una persona que no va en contra de ella, pueda
identificarse plenamente con ella y, así, la heterosexualidad se convierte no sólo en una ley impuesta, sino
en una comedia inevitable, algo que nadie puede encarnar plenamente y en todas sus exigencias (Butler,
153). Tal es el caso de los resultados expuestos por Kinsey, en las que aparecen mujeres que, aunque muy
seguramente se consideran a sí mismas heterosexuales, han tenido uno que otro encuentro con otra mujer.
(Velandia, 27) Estas mujeres claramente no encajan plenamente como heterosexuales, pero aún así se
consideran como tales, lo que convierte inmediatamente a la heterosexualidad en una comedia que nadie,
o muy pocos, están en capacidad de representar plenamente.
Asimismo, Butler contradice a Witting afirmando que esa liberación de la heterosexualidad de la que
tanto habla Witting no promete igual nada placentero, pues “(…) si la sexualidad lésbica no está ni más ni
menos construida que otros modos de sexualidad, entonces no hay ninguna promesa de placer ilimitado
después de la liberación de los grilletes de la categoría del sexo.” (Butler, 156) Más placer quizás no,
¿pero más igualdad y libertad? Tal vez sí. Lo importante aquí es no caer en el extremismo de pensar que
el lesbianismo es superior a las demás opciones culturales, pues se estaría cayendo en el mismo sistema
de opresión impuesto por la heterosexualidad, sino en luchar por el reconocimiento de su existencia
como una posibilidad cultural más entre tantas.
Sea como fuera, lo cierto es que la lucha contra la heterosexualidad, como dice Butler, no se debe a su
existencia, sino a su obligatoriedad por sobre todas las otras posibilidades culturales que se presentan y
que hacen de la vida un desafío mucho más rico; y la mejor manera de emprender esta lucha es siendo
concientes de que la heterosexualidad no es más que una construcción mental, una ficción creada por el
lenguaje, una comedia que, lejos de tener que ser derrocada, debe ser resignificada. (Butler, 158-159)
El lesbianismo, entonces, no debe concebirse como la oposición radical de la heterosexualidad, pues
así estaría negándose la oportunidad de brindar nuevas significaciones a la misma heterosexualidad y
viceversa. Por el contrario, lo que se debe hacer es apropiar y reformular las categorías de identidad para
que sea posible la existencia de múltiples discursos sexuales en el lugar de la “identidad”, convirtiendo a
esta última en una categoría siempre problemática. (Butler, 159)
Así las cosas, la lesbiana tiene un compromiso político en esta resignificación de la heterosexualidad que
50
Tatiana Peláez Acevedo
debe darse, según Bulter, en los intercambios culturales en los que está en juego la identidad, esa misma
que está en constante cambio. Es justamente en esos intercambios culturales donde la lesbiana debe
hablar, hacerse sentir y reafirmar su existencia… no dentro de las estructuras binarias, es decir, no hablar
como hombre, ni como mujer, sino como lesbiana, pues “(…) cabe la posibilidad de convertirse en un
ser a quien ni hombre ni mujer describen realmente. (…) es una subversión interna en que lo binario se
presupone y prolifera al grado de que ya no tiene sentido.” (Butler, 158).
De esta forma, a través del apoderamiento del lenguaje, se van a ir abriendo nuevas formas de existencia
en el campo social que, por nuevas, no serán más o menos válidas y, muchos menos, obligatorias. Así,
cuando se empiece a pensar en personas iguales, cada quien será libre de escoger su camino sin partir de
estructuras binarias que restrinjan las decisiones o que las sancionen.
5. 2. Julia Kristeva vs. Judith Butler: aceptar el lesbianismo
En el aparte anterior ya logró vislumbrarse un poco de qué manera las personas pueden subvertir la
matriz heterosexual. Aún así, para Butler y Kristeva esto no acaba allí, por lo que proponen nuevas
formas de subversión.
Como bien lo explica Butler, Lacan ha denominado como “Lo Simbólico” a toda la significación
lingüística que se encuentra necesariamente regida por la ley paterna, es decir, se basa en el rechazo
al cuerpo materno. Todos los sujetos que se mueven dentro de lo Simbólico no sólo portan sino que
promueven esta ley. (Butler, 113)
Los impulsos son anteriores al lenguaje (el lenguaje reprime los impulsos) y, por tanto, sólo se pueden
comunicar en expresiones lingüísticas que no van acordes a lo Simbólico, que se salen de él o, por lo
menos, lo subvierten. Sólo por medio de lo semiótico estos impulsos se evidencian, que es, en definitiva,
“el cuerpo materno manifiesto en el habla poética.” (Butler, 115). A estos impulsos se les denomina
impulsos maternales (madre-bebé).
De esta forma, lo semiótico, a pesar de estar completa e irremediablemente subordinado a lo Simbólico,
logra por breves momentos trastocarlo por medio de elipsis, repeticiones, sonidos, ritmos, metáforas,
imágenes múltiples, etc. Así las cosas, lo semiótico, sobretodo el lenguaje poético, es el único que puede
desplazar la ley paterna, pues recupera el cuerpo materno al tener significados múltiples y expresar
libremente una multiplicidad de impulsos. “(…) el lenguaje poético es la ocasión lingüística en que
los impulsos separan los términos acostumbrados unívocos del lenguaje y revelan una heterogeneidad
irreprimible de múltiples sonidos y significados.” (Butler, 115) Dice Kristeva en su libro titulado Semiótica
51
Lesbianismo
1 que algunos estudiosos rusos han considerado el código poético como una violación a las reglas que
impone el lenguaje común y corriente. (Kristeva, 231. 1978). El lenguaje poético sería entonces una
desviación del lenguaje normal que permite expresar los impulsos que normalmente están restringidos.
El problema se presenta cuando una mujer decide entrar en el campo de lo semiótico, pues al hacer uso
del lenguaje poético estaría volviendo a lo materno y, por tanto, esto implicaría una homosexualidad
prediscursiva que, según lo entiende Kristeva, rayaría con la psicosis. Así pues, lo no sicótico sería todo
aquello que participa dentro de lo Simbólico y esta homosexualidad femenina no entraría en él, lo que
convierte entonces al lenguaje poético en un arma amenazante cuando está en manos de mujeres. Para
Kristeva, “la homosexualidad femenina es el surgimiento de la psicosis en la cultura” (Bulter, 118) y
la homosexualidad declarada no es culturalmente sostenible porque rompe totalmente con el tabú del
incesto convirtiéndose así en una posición sicótica. Hay que ser heterosexual para tener una cultura y un
parentesco, explica Kristeva.
Foucault, por su parte, tampoco se queda atrás y apoya a Kristeva al afirmar, según la interpretación de
Butler, que la homosexualidad derroca la categoría del sexo y es una no identidad, es decir, es “el lugar
de una heterogeneidad libidinal innombrable (…)” (Butler, 133). Sólo considera la heterosexualidad
como el lugar donde se es posible construir una identidad… el resto de estilos de vida son simple y
sencillamente innombrables e ininteligibles, es decir, están privados de existencia.
Así las cosas, podría decirse en definitiva que Kristeva entiende el declararse lesbiana como una opción
inherentemente sicótica. Ve a la mujer lesbiana como la “Otra” de la cultura, la que no pertenece, lo que
hace que el habla lesbiana también sea sicótica. En consecuencia, el lesbianismo sería no sólo irracional,
sino totalmente ininteligible en la cultura y que designa una pérdida del yo. (Butler, 120)
Judith Butler, sin embargo, responde fuertemente a Kristeva asegurando que entender y describir de esa
manera al lesbianismo no es más que un temor a aceptarlo como algo que existe y que puede ser igualmente
natural a la heterosexualidad. No nombrarlo, negarlo, ignorarlo, más que impedir su existencia, sería
una evidencia del temor que tienen esas personas de aceptar y mirar a los ojos al lesbianismo. Kristeva,
explica Butler, teme que la heterosexualidad pierda su privilegio como única opción natural y correcta,
y es justamente ese temor el que la lleva a sancionar el lesbianismo, tacharlo de sicótico y considerarlo
como un estado regresivo de la líbido antes que aceptarlo como una opción de vida que propone muchos
desafíos a las leyes establecidas y que se consideran acertadas:
Resulta significante que esta descripción de la experiencia lesbiana se efectúa desde afuera, y que nos diga más sobre
las fantasías que produce una cultura heterosexual temerosa de defenderse de sus propias posibilidades homosexuales
52
Tatiana Peláez Acevedo
de los que nos dice acerca de la experiencia lesbiana en sí. (…) no hay razón para no considerarla una forma cultural
nueva o no reconocida. (…) Kristeva describe (…) la experiencia lesbiana desde una posición de heterosexualidad
sancionada que no reconoce su propio temor de perder esa sanción (Butler, 120-121)
Tachar y estigmatizar al lesbianismo sería entonces, más que un ataque furioso y acertivo, una defensa
temerosa de aceptar un cambio y ver más allá de lo que se tiene como correcto e incuestionable.
Asimismo, Butler afirma que Kristeva propone un desplazamiento de la ley paterna por medio de lo
semiótico y el uso del lenguaje poético, pero sólo es una subversión temporal que vuelve finalmente a
lo mismo contra lo que se había revelado. Además, asegura, “(…) Kristeva parece excluir la posibilidad
de la subversión como una práctica cultural efectiva o realizable” (Butler, 121). Por ende, sentencia
Butler, Kristeva nunca explica en qué consiste esa subversión de la que tanto habla y no se preocupa por
considerar ese desplazamiento de la ley paterna como una posibilidad para que surjan y se multipliquen
las posibilidades culturales.
Así, si el lenguaje poético participa necesariamente de lo Simbólico, ¿dónde está el “afuera” total,
la subversión completa? Butler explica lo que ella considera, será la verdadera subversión de la ley
paterna:
(…) se realizará desde dentro de los términos de la ley, mediante las posibilidades que surgen cuando la ley se vuelve
contra sí misma y genera permutaciones inesperadas de sí misma. El cuerpo culturalmente construido se liberará
entonces, no hacia su pasado “natural” ni a sus placeres originales, sino hacia un futuro abierto de posibilidades
culturales (Butler, 126)
Esto revela lo que se habrá mencionado anteriormente… la verdadera subversión no se dará de afuera
hacia dentro del sistema, sino dentro del sistema mismo. Es decir, las lesbianas que tratan a toda costa
de mantenerse al margen de la heterosexualidad, más que reafirmarse a sí mismas, están reafirmando el
sistema que las rechaza. Por el contrario, una lesbiana que pase inadvertida, que no tenga problemas en
usar dildos, pero que a pesar de todo se vista y se comporte como una mujer femenina, está rompiendo
desde dentro el sistema, pues no encaja de lleno en lo que se cree es o debe ser una lesbiana, pero tampoco
encaja en lo que debería ser una “mujer”. Y de ahí en adelante, como bien lo dice Butler, las posibilidades
culturales son infinitas e inimaginables.
Sólo de esta forma, el lesbianismo se convierte en una posibilidad real dentro de la cultura y deja de ser
ininteligible, pues pasa a ser una forma cultural nueva y, no por tanto, menos válida.
53
Lesbianismo
5. 3. El dildo: deconstructor del heterocentrismo.
El Manual Contra-sexual, por su parte, muestra otra forma de subvertir el heterocentrismo que dista
mucho del lenguaje y que, más bien, podría denominarse como una subversión material y no subjetiva.
¿Por qué? Porque esta subversión que se propone es a través del objeto al que tantas lesbianas han temido
durante años: el dildo. ¿Sorprendente? Sí, por supuesto. Es justamente el objeto que supuestamente
representa el poder y la importancia de lo masculino en la sexualidad quien se encargará de revelarse
contra la heterosexualidad.
Como se habrá explicado en el punto titulado En busca de una identidad propia, anteriormente las
lesbianas que usaban dildo eran consideradas “falsas lesbianas”, pues se pensaba que el dildo representaba
justamente el modelo falocéntrico de la heterosexualidad. O, como bien lo explica Beatriz Preciado: “Las
partidarias de la censura de los dildos en las escenas pornográficas lesbianas argumentan que el dildo ha
introducido en estas el poder fálico y machista, y que no es sino la proyección del deseo masculino en la
sexualidad lésbica, incluso femenina.” (Preciado, 59) Es decir que, en cierta medida, usar dildos en las
relaciones lésbicas sería una manera sutil de demostrar esa carencia masculina.
Sin embargo, con el tiempo las lesbianas fueron librándose de las ataduras y vieron en el dildo una
opción más para el disfrute de su sexualidad. Así pues, la réplica del pene se convirtió en una mercancía
que se podía adquirir en cualquier sex shop sin mayores complicaciones. (Preciado, 61)
Lo sorprendente fue que no sólo las lesbianas compraban estos aparatos… también los homosexuales,
transexuales y heterosexuales empezaron a desearlos, lo que demuestra que no sólo es una práctica de
lesbianas, o de las fem y las butch, como se ha tendido a creer. Y es justamente debido a esta transformación
que ha sufrido el órgano que durante siglos se consideró netamente masculino (al pasar de estar sujeto
e inevitablemente atado al hombre a ser una mercancía que cualquiera puede adquirir en una tienda sin
necesidad de llevarse consigo al “hombre completo”), donde Preciado ve la verdadera subversión:
Si el dildo es disruptivo, no lo es porque permita a la lesbiana entrar en el paraíso del falo, sino porque muestra que la
masculinidad está, tanto como la feminidad, sujeta a las tecnologías sociales y políticas de construcción y de control.
El dildo es el primer indicador de la plasticidad sexual del cuerpo y de la posible modificación prostética de su entorno.
Quizás el dildo esté indicando que los órganos que interpretamos como naturales (masculinos o femeninos) han sufrido
ya un proceso semejante de transformación plástica. (Preciado, 63)
Así pues, el dildo estaría cuestionando la naturalidad del pene y, en definitiva, la naturalidad de la
estructura binaria que aseguraba que el hombre tenía pene, la mujer vagina y, por tanto, había que tener
relaciones heterosexuales. El dildo pone así de manifiesto la dudosa categoría de origen del pene y, como
54
Tatiana Peláez Acevedo
dice Preciado, tal vez los penes siempre han sido dildos. De esta forma, el dildo dejaría de ser una simple
réplica del pene para representar algo completamente nuevo: la posibilidad de una sexualidad plástica.
Y así, el dildo se convierte en un deconstructor de la heterosexualidad, pues “La invención del dildo
supone el final del pene como origen de la diferencia sexual. Si el pene es a la sexualidad lo que dios a
la naturaleza, el dildo hace efectiva en el dominio de la relación sexual, la muerte de dios anunciada por
Nietzsche.” (Preciado, 64) El dildo acabaría con el poder que se le ha otorgado al pene durante siglos
para convertirlo en una mercancía que no necesita en ningún sentido del hombre y así, al perder la batuta
que le daba poder, el hombre pierde su trono en la sabida guerra de los sexos.
Pero esto no para allí. El dildo, además, pone en evidencia que el placer sexual no necesariamente tiene
que ser dado de un cuerpo hacia otro, pues con el dildo ya no hay cuerpo. De esta forma, el dildo se
revela contra su supuesto progenitor: el pene (este sí siendo un órgano). El órgano, “el pene”, se vuelve
transportable y, de este modo, el dildo sigue redefiniéndose a sí mismo como algo nuevo y diferente,
que dista mucho de ser una sustitución de algo que no estaba o que faltaba. El dildo no se conforma con
imitar la función del pene, sino que va más allá y propone nuevas formas de vivir la sexualidad, formas
que lo diferencian mucho de lo que el pene puede brindar, por lo que el dildo no puede ser una mera
derivación de éste. (Preciado, 64-65)
El dildo, como referencia de potencia y excitación sexual, traiciona al órgano anatómico desplazándose hacia otros
espacios de significación (orgánicos o no, masculinos o femeninos) que van a ser re-sexualizados por su proximidad
semántica. A partir de ese momento cualquier cosa puede devenir dildo. Todo es dildo. Incluso el pene. (Preciado,
65)
Ya no todo es pene o depende de él para que las diferencias sexuales tengan significado, ahora todo
es dildo ¿y qué es el dildo? Una mercancía que también pueden tener las mujeres. Así pues, explica el
Preciado, el dildo ha emprendido una carrera para deconstruir el orden heterocéntrico, pues el pene, ese
órgano sobre el que suele basarse la relación heterosexual para justificar su naturalidad, ha sido rebasado,
superado y extraído de su portador: el hombre.
El pene no pasaría a ser más que un órgano plástico que se puede obtener y llevar a cualquier parte y, por
tanto, las relaciones sexuales dejarían de estar sujetas a la idea de un hombre y una mujer exclusivamente,
lo que convierte al sistema heterosexual de los roles de género en un sin sentido. Pero no sólo los órganos
se verían transformados, también los cuerpos. “(…) el cuerpo, que dependía de un orden orgánico
jerarquizante y diferenciante, se transforma en pura horizontalidad, en superficie plana donde los órganos
y las citaciones se desplazan a velocidad variable. El dildo realiza ahí su verdad: es efecto múltiple y no
origen único.” (Preciado, 68) El cuerpo del hombre ya no es pene, y el de la mujer ya no es vagina… el
55
Lesbianismo
cuerpo es una horizontalidad en donde pueden entrar a actuar “sexos externos” que no sólo se quedan en
la exterioridad, sino que pueden ser incluso reapropiados por quien haga uso de ellos, sea hombre, mujer,
lesbiana, homosexual, etc.
Así las cosas, la heterosexualidad vuelve a verse reducida, como en Butler, a una parodia en donde el
pene viene a convertirse en un simple velo para dominar, “El dildo dice: el pene es un sexo de mentira”
(Preciado, 68). Por lo tanto, Beatriz Preciado termina criticando a aquellas lesbianas que siguen rechazando
el dildo, pues asegura que ellas continúan creyendo en la mentira del pene como sexo y, así, lo que están
haciendo no es revelándose contra el sistema falocéntrico que impone la heterosexualidad sino, por el
contrario, lo están reforzando. (Preciado, 68) De nuevo, la subversión no se dará desde fuera, desde el
rechazo completo a la heterosexualidad, sino desde dentro del sistema.
Así las cosas, lo que propone Preciado como verdadera subversión no es asegurar que la gramática y los
discursos son patriarcales, pues “Estas teorías corren el riesgo de reestructurar el cuerpo a partir de otro
centro vacío, cuando podrían negar el centro como centro, multiplicándolo hasta que la noción misma
de centro ya no tuviese sentido.” (Preciado, 69) ¿Cuál sería la verdadera subversión entonces? Crear
múltiples discursos patriarcales hasta que el mismo patrialcalismo pierda todo sentido. Así lo hizo el
dildo… multiplicó hasta el infinito al pene hasta hacer de él un sin sentido, un sexo de mentiras.
6. Conclusión
Como se pudo ver en este primer capítulo, las lesbianas han tenido que librar una constante lucha doble,
pues no sólo son homosexuales en una sociedad que considera a la heterosexualidad como la única
opción plausible y correcta sino que, por si fuera poco, este estilo de vida por el que han optado al
aceptarse como tal ha desafiado lo que se ha establecido, debe ser una mujer. No soñarán con príncipes
azules que vengan a rescatarlas, no estarán al lado de un hombre, no se casarán él, muy seguramente no
tendrán hijos y no dedicarán su vida a cuidarlos, no desearán incansablemente dedicar su vida al hogar;
por el contrario, reclamarán puestos de trabajo para poder sustentarse, gritarán a voces para reclamar un
lugar en el mundo, querrán vivir libremente con sus parejas y tener el derecho de expresar mutuamente
su afecto cuando caminen por la calle o vayan al cine, harán hasta lo imposible porque se les considere
personas completamente sanas y normales que simplemente tienen gustos distintos, pelearán para que se
les reconozcan los mismos derechos que a los heterosexuales, entro otros.
Son justamente estos deseos de ser oídas e incluidas dentro de la sociedad, lo que les ha implicado un
56
Tatiana Peláez Acevedo
continuo rechazo. Cuando las lesbianas no tenían más opción que callar y llevar su relaciones en la
clandestinidad, nadie las odiaba ni las repudiaba, pues simplemente no existían y, de hacerlo, eran unas
pocas mujeres locas, desviadas y con problemas. Sin embargo, el tiempo ha sabido premiar la paciencia
de las mujeres homosexuales y les ha reglado el momento propicio para emprender la lucha.
Esta nueva revuelta, por supuesto, ha suscitado el inmediato rechazo y repudio por parte de una sociedad
que estaba acostumbrada a ver la heterosexualidad lucirse y desplegarse por las calles, los moteles, la
televisión, el cine, la familia… ¡El mundo perfecto! Pero hay que saber que no hay perfección pura y que,
de haberla, sólo puede existir como impuesta… ¡La perfección de la mayoría…los heterosexuales! Por
supuesto, esta concebida perfección del mundo que, por cierto, se basa sobre una naturalidad ficticia (los
heterosexuales son seres naturales, así debe ser), sólo reinaba y era sostenible gracias al silencio de las
minorías, de unos pocos que preferían silenciar, pero que ahí estaban y no han dejado de existir.
¿Por qué no hablaban antes? ¿Hay más lesbianas ahora? ¿O es que acaso ahora el lesbianismo es una
moda? ¡Por favor! ¿Qué mujer iba a decir a los cuatro vientos que era homosexual sabiendo que ese sería
el tiquete de partida al otro mundo? Aceptarse como tal era un autoflagelo, hablar era condenarse, y ser
equivalía a muerte. Y, aún así, hubo mujeres valientes que decidieron expresarse su amor sin importar las
consecuencias, y gracias a ellas las lesbianas cuentan aún con algo de historia, con algún recuerdo difuso
que les reitera su existencia a través de los tiempos a pesar de los incansables intentos que han hecho los
heterosexuales por destruir estos documentos.
No se trata entonces de que hoy haya más o menos lesbianas que antes, tampoco se trata de descubrir una
causa de la lesbianidad para poder curarla sino, más bien, se trata de que ahora es cuando las lesbianas
han entendido el desafío que propone Monique Witting y se han lanzado a asumir la posición de sujetos
hablantes, desde donde pueden dar a conocer su existencia y exigir su reconocimiento. Las lesbianas han
comprendido que su labor en el mundo es sacar a las personas de su perfección heterosexual prefabricada.
La literatura y el lenguaje poético son un buen medio para expresarse, para subvertir la heterosexualidad,
como bien lo dijo Kristeva.
Este trabajo de grado en particular quiere asumir los desafíos propuestos por Monique Witting, Butler y
Kristeva a través del apoderamiento del lenguaje con la edición del libro de poesía de su autora, un libro
que tendrá su debido espacio en el tercer capítulo de este trabajo.
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58
II CAPÍTULO
LESBIANISMO EN COLOMBIA
59
Lesbianismo en Colombia
1. Visibilización: Organizaciones y marchas.
En Colombia, las personas con orientación homosexual no han querido darse por vencidas en el
reconocimiento de sus derechos, por lo que han optado por organizarse y luchar por ellos por encima de
la homofobia latente. Inclusive, según el Informe de derechos humanos del sector LGBT en Colombia
(2002), es muy necesario que las personas LGBT se unan para hacer de estos temas de ámbito privado,
el lugar perfecto para que se de una igualdad de derechos (Internacional Gay and Lesbian Human Rights
Comisión, Documento 19 de Internet)
Aún así, en Colombia particularmente es difícil hablar de un movimiento lésbico como tal. El primer
movimiento gay en este país surgió en los años 40 y se hacía llamar Los Felipitos. Este grupo estaba
conformado sólo por hombres y fue creado con el propósito de generar un espacio propicio para la
socialización entre los gays. Este fue el único movimiento que existió en esa época o, al menos, el único
que se conoció públicamente. (Colombia Out of the Closet, Documento 4 de Internet)
Fue hasta los años 70 que León Zuleta conformó un grupo gay en la ciudad de Medellín llamado Movimiento
por la Liberación Homosexual, que llegó a Bogotá gracias a Manuel Velandia. Fue este movimiento el
encargado de organizar la primera marcha gay que hubo en el país el 28 de junio de 1982. Sólo asistieron
32 personas, para las cuales el Estado envió 100 policías. Sin embargo, no hubo agresión alguna por
ninguna de las dos partes. Asimismo, este movimiento publicó la primera revista que trató abiertamente
el tema del homosexualismo, Ventana Gay, de la que se hicieron veinte ediciones. Sin embargo, hacia los
80´s este movimiento se esfumó. (Colombia Out of The Closet, Documento 4 de Internet)
Desde el comienzo las lesbianas se unieron a grupos mixtos en donde también había gays, bisexuales
y transgeneristas, pero sólo hasta hace muy pocos años empezaron a aparecer en escena grupos de sólo
mujeres homosexuales. Cabría preguntarse en este punto: ¿por qué diferenciar a las lesbianas de los
homosexuales cuando ambos son grupos marginados por su orientación sexual? Rich responde claramente
a este interrogante cuando afirma:
Yo percibo la experiencia lesbiana como algo que, al igual que la maternidad, es una experiencia profundamente
femenina, con opresiones, significados y potenciales concretos que no podremos comprender mientras nos limitemos
simplemente a agruparla con otras existencias sexualmente estigmatizadas. (Balza, Documento 2 de Internet)
Así pues, para que las lesbianas adquieran un poder político fuerte y que sea reconocido deben actuar
como lo que son: una comunidad sexual estigmatizada por ser lesbianas, no por ser gays, transexuales,
bisexuales, etc. Sin embargo, a pesar de que en Colombia existen muchos grupos de lesbianas que hacen
60
Tatiana Peláez Acevedo
alianzas entre sí, aún no existe un sólo movimiento consolidado. Esto se debe básicamente a que aún
no ha logrado establecerse una identidad lésbica bien estructurada que incluya a todas las lesbianas del
país y, por si fuera poco, este nuevo sujeto lésbico que está en proceso de formación ha chocado con la
lesbofobia de la sociedad. (Esguerra, Documento 16 de Internet)
Uno de los grupos mixtos pioneros en la lucha fue Greco (Grupo de Estudio de la Cuestión Homosexual),
que incluyó por primera vez a mujeres homosexuales. A partir de allí fueron surgiendo diferentes
movimientos en pro de la homosexualidad en diferentes ciudades del país. Sin embargo, hasta entonces
las lesbianas seguían luchando a la sombra de grupos mixtos. (Esguerra, Documento 16 de Internet)
Fue hasta 1994 que las mujeres homosexuales comenzaron a sobresalir. Juan Pablo Ordóñez se había
ganado el premio Felipe de Souza y, haciendo uso del reconocimiento que había adquirido, decidió
establecerse en Bogotá y formar la Asociación Colombiana de Lesbianas y Homosexuales. Este grupo
tenía como fin unir a todas las organizaciones gays y lesbianas bajo su sombra para lograr una mayor
organización y coordinación. Era la primera vez que la palabra “lesbiana” era puesta de tal forma en el
nombre de una organización. (Esguerra, Documento 16 de Internet)
Aprovechando este primer impulso a la vida pública, las lesbianas empezaron a formar sus propios grupos
como: Grupo de Mujeres Lesbianas, Solidaridad Lésbica (SOL) y Feministas Autónomas. Gracias a estos
tres grupos de gran incidencia se conformó el grupo Triángulo Negro6; su nombre invoca el símbolo que
usaban los nazis para tatuar a las mujeres antisociales con el fin de segregarlas. (Esguerra, Documento
16 de Internet)
Este fue el primer grupo abierto a la participación de las mujeres homosexuales y tuvo gran incidencia
política en el país, además de convertirse en un grupo de apoyo. La idea era lograr una mayor visibilización,
además de ayudar a las lesbianas a asumir su condición con mayor tranquilidad y sin traumas. Este grupo
fue conformado por un grupo de mujeres homosexuales que decidieron reunirse a tomar café y conversar,
pero el grupo fue creciendo hasta consolidar objetivos claros y concisos. Actualmente Triángulo Negro se
reúne cada quince días en el Centro Comunitario LGBT (Calle 66 n 9A-28) de siete a nueve de la noche
para discutir diversos temas, entre los que se encuentran: la creación y dirección de diversos talleres para
ayudar a las lesbianas colombianas en todos los campos (trabajo, pareja, familia, violencia, sexualidad,
6
Para saber más acerca de esta corporación, ir a http://www.triangulonegro.org/quienes.htm.
61
Lesbianismo en Colombia
política, entre otros.), la realización de caminatas ecológicas, actividades deportivas, fiestas, cineforos,
etc. (Corporación Triángulo Negro, Documento 7 de Internet)
Así las cosas, a finales de los 90, Bogotá se había convertido en un centro de organización lésbica.
Aquellos que empezaron en Triángulo Negro luego fundaron más organizaciones como Colectivo
Lésbico, Mujeres al Borde, Grupo de Lesbianas de Colombia (GLC), Dalai, Labrys, Grupo de Mamás
Lesbianas, etc. (Esguerra, Documento 16 de Internet)
Más tarde, para el año 2003 muchas de estas organizaciones se habían unido a la red Nosotras LGBT que
fue clave para que se reconocieran las parejas del mismo sexo y sus derechos patrimoniales. (Esguerra,
Documento 16 de Internet)
Luego surgió Colombia Diversa7, una de las organizaciones más viables actualmente en el país que busca
ante todo: lograr el reconocimiento de las personas LGBT para que puedan vivir una vida cotidiana
normal, romper con los imaginarios erróneos que tienen las personas sobre los LGBT, reunir y organizar
a las personas LGBT para que propendan por sus intereses y necesidades, y generar una capacidad política
significativa por parte de la comunidad LGBT. Por si fuera poco, la página Web de esta organización
no gubernamental es muy completa: muestra los proyectos que se están llevando a cabo con relación
a los Derechos Humanos y los medios de comunicación, deja al usuario acceder a la legislación tanto
internacional como de Colombia, ofrece noticias relacionadas con la comunidad LGBT, entera a dicha
comunidad acerca de los eventos o campañas por venir, asesora a quienes aún no han “salido del clóset”
o tienen preguntas con respecto a su sexualidad, expone fotografías, entre otros. Incluso, las personas
interesadas pueden acceder a la página y registrarse para mantenerse al tanto de las acciones de esta
organización. (Colombia Diversa, Documento 3 de Internet)
Para el 2005 surge DeGeneres- E8, un espacio dedicado a la difusión lésbica audiovisual y que cuenta
con su propia página Web, en donde anuncian la programación, tienen artículos, noticias, recomendados,
blog, cuentos, encuestas, imágenes, etc. (Corporación DeGeneres-E, Documento 6 de Internet).
Hacia diciembre del 2006 se fundó el Centro Comunitario LGBT ubicado en Chapinero. En este lugar
se brinda ayuda psicológica o jurídica, además de realizar constantemente actividades culturales y
académicas dirigidas a las personas LGBT. (Talero, 46-47)
Todas estas organizaciones, sin embargo, están en constante contacto con las demás y tratan de trabajar
7
Para más información sobre esta organización, ver http://www.colombiadiversa.org/index.php?option=com_conte
nt&task=view&id=172&Itemid=263
8
Para más información sobre este grupo ver: http://www.degenerese.org/
62
Tatiana Peláez Acevedo
en conjunto pues, al final, el objetivo es casi el mismo: lograr el reconocimiento de los derechos de la
población homosexual y acabar con la constante discriminación a la que se ve sometida. Incluso, muchas
se han relacionado con organizaciones en otros países. (Esguerra, Documento 16 de Internet)
Actualmente, existen en Colombia más de 10 grupos de gays y lesbianas, y por lo menos 5 publicaciones.
(Colombia Out of The Closet, Documento 4 de Internet).
Por otra parte, también se han ido gestando sitios en la Internet creados específicamente para lograr una
socialización entre las mujeres lesbianas y una mayor visibilización. Tal es el caso de Lesbianas Bogotá9,
una comunidad virtual que cuenta con su propio Chat, crea proyectos, iniciativas y propuestas con el
objeto de tener un papel activo dentro de la ciudad, contiene artículos interesantes con relación al tema,
mantiene a sus miembros al tanto de los últimos eventos como: fiestas de sólo mujeres, reuniones, foros,
etc. (Lesbianas Bogotá, Documento 21 de Internet)
Otra forma mediante la cual la comunidad LGBT ha alcanzado la visibilización ha sido a través de “las
marchas del orgullo gay” que se realizan el 28 de junio de cada año para celebrar cuando en 1969 un grupo
de homosexuales de un bar gay llamado Stonewall ubicado en Nueva York, se enfrentaron por primera
vez a la policía durante 3 días seguidos. Esta marcha se realiza en casi todas las ciudades importantes
de todos los países del mundo y a ella asisten todos los años drag queens, drag kings, transformistas,
lesbianas, bisexuales, homosexuales, transgeneristas, travestis, entre otros. La primera marcha en Bogotá
que salió del Parque Nacional y llegó a la Plaza de Bolívar fue en el año 2003. En esta marcha dos lemas
se leían constantemente: “Por una Colombia Incluyente” y “Cuerpo, territorio de paz”… dos exigencias
sencillas que hacían ver lo que deseaban los homosexuales en Colombia: que se les incluyera en la
sociedad y que se les dejara de considerar anormales o enfermos, es decir, que se les desligara de esos
falsos estereotipos que han acompañado su existencia:
Las marchas dan cuenta de diversas agendas políticas en interacción: las agendas de cada organización participante, del
conjunto de las mismas, de la política pública con la cual se interactúa, de los actores que sin ser considerados como
“políticos” (establecimientos de comercio, discotecas, bares, sitios de encuentro) gestionan sus formas de identidad y
presencia en lo público, entre otras más. (Serrano, 16-25)
Sin duda, todas estas iniciativas tanto de hombres como de mujeres homosexuales por organizarse y darse
a conocer, han dado sus frutos. Actualmente la comunidad LGBT ya ha logrado tener una fuerte incidencia
política y ha llegado, incluso, a poner en discusión leyes y artículos esenciales de la Constitución de
1991, como se verá en el aparte Derechos y legislación LGBT.
9
Para mayor información ver : http://www.geocities.com/lesbianasbogota/?20074
63
Lesbianismo en Colombia
2. Discriminación
Aunque pareciera absurdo a simple vista, en más de treinta países la homosexualidad sigue siendo
considerada un delito grave, y en más de diez países del mundo todavía se sigue castigando con pena de
muerte la homosexualidad masculina, entre los que se encuentran: Arabia Saudita, Irán, Emiratos Arabes
Unidos, Sudán, entre otros. (Santacruz, 49; Wilches, 58). En Colombia, afortunadamente, no se castiga
el homosexualismo ni masculino ni femenino. Sin embargo, la discriminación contra las personas LGBT
continúa latente, pues siempre
(…) lo otro, lo diferente, lleva implícita la idea de ser inferior, de tener que ser excluido. (…) El que aparezca el otro,
con otro sentido, con otra cultura, con otro deseo, se percibe como una amenaza, y es la puerta de entrada a la exclusión,
a la subordinación y al dogmatismo; es la violencia que no permite que asome la más mínima partícula de diálogo
(Wilches, 54-55)
Sin duda alguna, la mayor forma de discriminación que han sufrido las lesbianas en Colombia es el
silencio al que han sido sometidas a lo largo de la historia tanto en las leyes, como en la religión y en
la sociedad en general. Un ejemplo claro de este silenciamiento histórico lo representa una mujer que
se ha convertido en hito de la historia colombiana: Manuelita Sáenz, la eterna e incansable compañera
del libertador Simón Bolívar. Sí, aunque a esta mujer siempre se le quiso reconocer por su dedicación al
Libertador, lo cierto es que ella mantenía una estrecha relación con una esclava mulata llamada Jonatás,
con quien, asegura Carolina Girarlo Botero en el libro Otros Cuerpos, Otras Sexualidades, tenía largas
tertulias y noches de pasión. (Giraldo, 55).
Sin embargo, por esas épocas las mujeres lesbianas solían mantener relaciones con hombres para ocultar
su verdadera orientación sexual o, sencillamente, se veían clandestinamente para evitarse mayores
complicaciones. Hacia finales de los sesentas las cosas no habían cambiado mucho… las lesbianas
preferían casarse para no levantar sospechas sobre su verdadera orientación sexual o, las más valientes,
optaban por huir de su ciudad para poder llevar una vida tranquila lejos de las personas que las conocían.
(Peláez, 6)
Hoy, como se vio en el aparte anterior, las cosas han cambiado y las lesbianas y homosexuales se han
cansado del silenciamiento, han comenzado a organizarse y a luchar por su reconocimiento. Asimismo,
los matrimonios que buscan ocultar alguna orientación sexual específica ya no parecen ser tan comunes.
Aún así, esta puesta a la luz pública por parte de los homosexuales y las lesbianas, ha despertado un fuerte
rechazo de la sociedad que vivía en una ficticia tranquilidad de la que eran cómplices todas las personas de
orientación homosexual. Dice Ivonne Wilches: “La lucha por el reconocimiento de igualdad de Derechos
64
Tatiana Peláez Acevedo
para Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas es reciente y con cada hecho que la fortalece se
generan reacciones homofóbicas que siguen causando crímenes de odio, persecución, discriminación y
exclusión.” (Wilches, 59)
Un ejemplo claro de esta homofobia se presentó hace pocos días en la ciudad de Manizales cuando dos
niñas de colegio Leonardo Da Vinci fueron expulsadas por ser lesbianas. Por si fuera poco, al reclamar
su derecho a la educación, se vieron expuestas a los insultos, recriminaciones y abucheos de cientos
de personas incluyendo, por supuesto, a las mismas autoridades del colegio. Después de un arduo
proceso jurídico ante un juez, se les reconoció este derecho, pero aún ahora siguen estando bajo la
mirada inquisidora de todas las personas que las rodean. Colombia Diversa, al conocer el caso, envió
a sus miembros registrados una notificación a sus correos electrónicos informándoles de la situación
y, no contenta con esto, esta organización presentó una solicitud para que la rectora del colegio fuese
sancionada debidamente. (Colombia Diversa. Documento 31 de Internet.)
Otro ejemplo de esta homofobia se ve en Semana, revista colombiana que publicó en noviembre del
2007 un artículo que contaba que en la Pontificia Universidad Javeriana, alumnos LGBT decidieron crear
una organización llamada Stonewall Javeriano y empezaron a repartir volantes a todos los estudiantes
de esta universidad para informar a la gente de sus acciones. Según el artículo, estos jóvenes se vieron
enfrentados a todo tipo de comentarios que iban desde la felicitación hasta palabras discriminatorias y
de mal gusto. Incluso, en los comentarios que se hicieron a este artículo, a pesar de que muchas personas
(homosexuales y heterosexuales) se muestran entusiastas con la iniciativa, aún es posible vislumbrar una
fuerte homofobia. He aquí algunos de estos comentarios con una increíble carga de agresividad:
nico les coy
no hay que perseguirlos pero entiendan , primero se les dejo en paz y no les fue suficiente, ahora piden y piden y tarde
que temprano , los pedofilicos, los zoofilicos, y todos los que deforman la hermosa idea del sexo, saldran a pelear por
los derechos al libre desarrollo , les apuesto que hasta el incesto lo querran legalizar . por eso no les aterre que cada
dia mas tragedias y desgracias relacionadas con el sexo se den. si hay algun homosexual no promiscuo es un milagro,
pero la mayoria les encanta la juerga y las orgias , la droga y todo lo que los lleve al filo entre la vida y la muerte que
se traduce en sida. eso si todo acolitado por los medios de comunicacion como rcn que quiere legalizar todo lo malo
incluido al narcoparaco.
bruno medina ferrer
Puede ser retrogrado el comentario. Pero es de extrañar esa conducta en una universidad católica y además de jesuitas.
Como cambian las cosas; no siempre para mejorar. Mal eso, muy mal. Pregunta: ¿Qué pasa si un par de estos individuos
se arreglan a puerta cerrada?; ya bastante grave es que siquiera se les permita hablar ¿no?
carlos salgado perez
65
Lesbianismo en Colombia
“NO HAY DERECHO NI LEY” QUE PERMITA EL ABUSO CULPOSO DE LOS NIÑOS, SI QUIEREN VER
LO QUE HACEN ESTOS ABERRADOS PODEMOS VER EN INTERNET COMO VIOLAN A LOS BEBES
Y A LOS NIÑOS PRIMERO LES CREAN EL HABITO DEL SEXO ANAL Y DESPUES LOS BESAN Y LOS
SOBAN HASTA VOLVERLOS HOMOSEXUALES, SI UN ADULTO QUIERE SER LESBIANA O GAY ES SU
DECISION Y PUEDE HACER CON SU VIDA UN MOÑO SI LE APETECE PERO UN NIÑO SIN CAPACIDAD
PARA TOMAR ESTA DECISION NO DEBE SER INDUCIDO A ESTA POR CUENTA DE ESTOS ABERRADOS
VIOLADORES DE NIÑOS, AMIGOS NO CAIGAMOS EN EL ERROR DEL SUPUESTO DESARROLLO QUE ES
PERMISIVO CON ESTAS CONDUCTAS Y HOY EN DIA NO PUEDEN CONTROLAR EL ABUSO INFANTIL Y
SE LES HA VUELTO UN PROBLEMA MAYOR EL TERCER NEGOCIO MAS LUCRATIVO EN INTERNET ES
EL DE PORNOGRAFIA INFANTIL ASI QUE MUCHO CUIDADO CON ESTE TEMA PORQUE YA SE VOLVIO
UNA EPIDEMIA, ASI QUE NO PODEMOS PERMITIR QUE NUESTROS HIJOS CAIGAN EN MANOS DE
ESTOS VIOLADORES, ABAJO LOS HOMOSEXUALES DE SEMANA QUE APOYAN A ESTOS TORCIDOS
ABAJO EL MANTO FALSO DE LA LIBERTAD SEXUAL ABAJO ESTOS CORRUPTORES DE NIÑOS ABAJO,
Y SI ME QUIEREN DECIR RETROGRADO ME IMPORTA UN PEPINO PREFIERO SER RETROGRADO Y
NO CORRUPTOR DE NIÑOS, ABAJO ESTA PLAGA QUE CAMBIO LA VAGINA POR EL ANO. ABAJO ESTA
PLAGA.
Enrique pulido barrera
El hecho de sentirse atraido(a)por alguien del mismo sexo es algo para resolver a nivel personal. Q tiene eso q ver
con crear una organizacion para reclamar o exigir derechos? No creo q nadie le este prohibiendo a personas con esas
tendencias el buscar su pareja, porque a eso se reduce el asunto. Pero de ahi a exigir derechos a adoptar? Mas bien la
pregunta seria, si nacieron o adoptaron esa naturaleza, con que derecho van corromper a un menor? Peligroso un menor
en manos de gente con esas orientaciones sexuales. Otra vez, resuelvan su asunto con su pareja en la privacidad de su
habitacion y eso es todo.
francisco luis duque rios
Soy homofobico hasta la medula, heterosexual ,me asquean las marimachos y las locas, NO A LA ADOPCION DE
NIÑOS POR ESTOS ABERRADOS, NO A LA LEGALIZACION DEL HOMOSEXUALISMO. ABERRADOS, LA
NATURA ES EL YIN Y EL YAN.
juan carlos giraldo correa
SER GAY O LESBIANA ES UNA ABERRACIÓN DE LA NATURALEZA Y TODO LO QUE VA EN CONTRA DE
LA NATURALEZA NO ES NORMAL Y TRAE SUS CONSECUENCIAS.... BONITO SERIA QUE LA FOTO QUE
APARECE EN ESTE ARTÍCULO, FUERA ASI: LOS DE LA IZQUIERDA NOVIOS Y LOS DE LA DERECHA
AMIGOS O VICEVERSA... NO SABEN DE LO QUE SE PIERDEN... LA FAMILIA DEBE ESTAR COMPUESTA
POR UN HOMBRE Y UNA MUJER... ESTAN A TIEMPO DE CAMBIAR... ACUERDENSE LO QUE HACEN
NO ES NORMAL... Y ESTO MÁS ADELANTE TRAE SUS CONSECUENCIA... LA LEY NATURAL LO DICE...
ESTAR ALERTAS... (“Varios estudiantes gays y lesbianas crean en la Javeriana el primer grupo por la diversidad
sexual.” Documento 28 de Internet)
Como se puede ver en estos comentarios de algunos lectores de Semana, muchas personas en Colombia
siguen relacionando a los homosexuales con aberrados sexuales, enfermos de sida, marimachas/locas,
66
Tatiana Peláez Acevedo
anti-natura, corruptores de menores, entre otros. Algunos otros, sin embargo, aceptan su existencia siempre
y cuando no se haga pública, es decir, los condenan al silencio. Es justamente este tipo de homofobia
latente en Colombia la que se ha traducido en actos violentos que atentan contra la vida y la dignidad de
las personas LGBT. Tristemente la homofobia no se conforma con las palabras y pasa a la acción.
Los casos de violencia contra las lesbianas y homosexuales en Colombia son incalculables, sin embargo,
de muchos de ellos no hay registro (Tapias, 121). La agresión va de violencia física a psicológica, y los
datos son tan impactantes como los siguientes:
(…) quince (15) casos de homosexuales víctimas de muerte violenta, entre 1999 y junio del 2000, reportados en la
base de datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, nueve de los cuales podrían ser incluidos
como homicidios relacionados con sexo y dos, con el patrón llamado “overkill”, según el cual se inflingen un número
de heridas excesivo, más de las necesarias para causar la muerte (Centro de Referencia Nacional sobre Violencia 2002)
(Esguerra y Marcela Sánchez Buitrago, 158)
Nancy Tapias, por su parte, da cuenta de hechos mucho más recientes como la historia de Daniel, un
hombre homosexual que fue golpeado en su brazo con una cadena de hierro el día de la Marcha del
Orgullo Gay (28 de junio de 2003) por un grupo extremista. (Tapias, 109).
Asimismo, el Informe de derechos humanos del sector LGBT en Colombia (2002) revela casos de violencia
en todas las regiones del país. En Barranquilla revela la existencia de grupos de “limpieza social” que
amenazan constantemente a las personas LGBT y no descansan hasta obligarlas a dejar la ciudad. En
Bogotá, ciudad que por ser la capital del país se tendería a pensar que es más abierta a estos temas, la
cosa no va mejor: lugares en donde se reunían lesbianas han sido asaltados, existen bandas de chantaje
sexual, entre otros. Y de esta forma, este informe pasa de una región a otra con similares resultados.
(Internacional Gay and Lesbian Human Rights Comision, Documento 19 de Internet)
Esta violencia, además, se evidencia en las decenas de denuncias que son presentadas constantemente
a la Policía Nacional. Sin embargo, según el Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, también hay
registros de denuncias en contra de la Policía Nacional de Medellín, Bucaramanga y Santa Marta por
abusos hacia las personas homosexuales. (Alta Comisionada de las naciones Unidas para los Derechos
Humanos, 44 para 279). Así las cosas, ¿a quién acuden los homosexuales cuando son violentados si la
misma autoridad los persigue? Es necesario recordar entonces que la Constitución Política Nacional
exige que el compromiso de las autoridades es con todos los ciudadanos, sin importar su orientación
sexual. (Internacional Gay and Lesbian Human Rights Comisión, Documento 19 de Internet)
67
Lesbianismo en Colombia
Por otro lado, hay que tener en cuenta que Colombia viene atravesando desde hace varias décadas por
un conflicto armado, hecho que ha traído serias consecuencias para las personas LGBT. Los grupos
armados han demostrado una fuerte tendencia homofóbica, pues han llevado a cabo acciones violentas
contra hombres y mujeres homosexuales en los lugares que están bajo su control. Algunos han sido
obligados a irse de su ciudad, otros han sido expuestos con letreros ante el escarnio y la burla pública,
otras cuantas han sido violadas por los uniformados, etc. Incluso, se dice que grupos armados como
las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) tienen listas con nombres de personas con orientación
homosexual a quienes tarde o temprano irán a buscar. (Internacional Gay and Lesbian Human Rights
Comisión, Documento 19 de Internet) Asegura Nancy Tapias:
(…) puede afirmarse que es política de los grupos al margen de la ley la persecución a personas LGBT, en cuanto
este es un patrón constante en sus acciones, ambos promueven la ´limpieza social´ y en los territorios bajo su control
imponen códigos de conducta bajo ´pena´ de muerte, lesiones físicas o expulsión de quienes son o tienen tendencia
LGBT. Una afirmación igual podría ser válida también para las autoridades que abusan, discriminan y persiguen
directamente a personas LGBT. (Tapias, 126)
Pero la violencia hacia las personas homosexuales no es sólo física. Los medios de comunicación,
por ejemplo, han cooperado en propagar la discriminación hacia estas personas y, en lo posible, han
sido amonestados. Tal es el caso de Radioactiva en Barranquilla, emisora que emitió un programa que
pretendía explicar cómo reconocer a un homosexual. El Espacio tampoco se quedó atrás cuando en junio
de 2002 publicó un artículo bajo el título Las hembras gays se toman Bogotá que tenía las siguientes
características:
Fotos propias de película pornográfica en su primera página eran tildadas de “lésbicas”, manteniendo así los imaginarios
de las mujeres como objetos y no sujetos sexuales ni de derechos. Además de lo anterior, el articulo afirma que “ellas
son así” por no haber tenido la oportunidad de haber sentido nunca un “vibrante miembro varonil”. Sobra decir que
toda la información dada en este artículo es difamatoria, lo cual contribuye a distorsionar la realidad de la vida de
las lesbianas en esta ciudad. En la página central de esta edición, justo al lado del reportaje sobre el lesbianismo, EL
ESPACIO presenta un reportaje sobre una mujer que, en ejercicio de la prostitución, supuestamente castró a algunos
de sus clientes. El artículo se titula “LA CORTA PENES” y está acompañado por fotos de miembros masculinos
mutilados. (Internacional Gay and Lesbian Human Rights Comisión, Documento 19 de Internet)
Camila Esguerra y Marcela Sánchez no se quedan atrás al denunciar explícitamente la discriminación a la
que están expuestas las lesbianas en este país. Esta discriminación va desde la invisibilización del sujeto
homosexual femenino hasta la no aceptación de estas mujeres por parte de otras personas LGBT, pues
tampoco hay que ignorar que también existe discriminación entre las mismas personas pertenecientes al
LGBT. Explican Esguerra y Sánchez:
68
Tatiana Peláez Acevedo
Lesbianas: invisibilización, entendida como la inexistencia simbólica como sujetos sociales y de derecho; discriminación
por género, en cuanto al confinamiento al espacio privado y la misoginia es compartida parcialmente con mujeres
heterosexuales; en cuanto a la privación o imposición del rol reproductivo biológico y social y la lesbofobia en general,
que resulta ser violencia dirigida de manera particular a las lesbianas; endodiscriminación entendida por un lado como
la discriminación que ejercen personas LGBT sobre las lesbianas; y, por otro, la que las lesbianas ejercen sobre otras
por cuestiones de raza, etnia, condición social, creencias, afiliación política y género. Las manifestaciones de este tipo
de violencia pueden incluir actos extremos como el abuso sexual a modo de “pedagogía” heterosexista y expulsión
familiar (Esguerra y Marcela Sánchez Buitrago, 157-158)
Como se ha evidenciado, la discriminación hacia las personas LGBT en este país es muy fuerte y
está muchas veces ligado al inculcado catolicismo de los colombianos o a convicciones homofóbicas
individuales. Lo que deben entender los colombianos es que la homosexualidad no es una opción y,
por lo tanto, los homosexuales no deben ser discriminados por ser lo que son, como bien lo dice Ivonne
Wilches:
(…) nadie decide desear a otro o a otra, de su mismo sexo, del contrario, o a los dos. La identidad sexual, la orientación
del deseo, no es optada. Lo que se elije es la aceptación de nuestros deseos, que no es fácil cuando se pertenece a una
minoría, a una diferencia o a un grupo excluido, perseguido o discriminado. (Wilches, 58)
Por esto mismo, Nancy Tapias afirma que cualquier tipo de violencia física y psicológica es un crimen
de lesa humanidad que no debe, por ningún motivo, quedar impune. Dice: “(…) personas LGBT han
sido perseguidas, desplazadas, asesinadas y agredidas tanto física como psicológicamente en razón de
su orientación sexual. Estos hechos, constitutivos de crímenes de lesa humanidad por ningún motivo y
bajo ninguna circunstancia o justificación pueden quedar impunes (…)” (Tapias, 129). Tapias, sin lugar a
dudas, está en lo correcto. En el aparte Derechos y Leyes de este trabajo de grado se analizará de manera
más detallada de qué manera el Estado colombiano ha protegido o desprotegido a las personas LGBT
contra este tipo de discriminación violenta.
3. Derechos y legislación LGBT
Como se vio, la misma visibilización por la que han optado las personas LGBT ha despertado actos
discriminatorios cada vez más violentos. Sin duda alguna, la mejor alternativa para luchar contra la
discriminación y lograr ese reconocimiento merecido que tanto buscan en Colombia es la vía legal, pues
es justamente allí en donde estas personas pueden pelear por sus derechos y porque se les reconozca su
existencia. De igual manera, sólo a través de este reconocimiento legal los actos violentos en contra de
las personas LGBT dejarán de quedar impunes.
69
Lesbianismo en Colombia
Anteriormente, el homosexualismo era fuertemente castigado. Carolina Girarldo Botero cita el caso de
Juan Sánchez, un hombre ubicado en Pamplona que, en la época de la colonización, fue sentenciado a
muerte por mantener relaciones con jóvenes. Según ella, este caso se encuentra archivado en el Archivo
General de la Nación. Sánchez fue juzgado, no por la Inquisición, sino por las leyes establecidas en ese
entonces, a las que se les conocía como las “Siete Partidas”; la Séptima decía que la sodomía debía ser
castigada con muerte y escarnio público. Sánchez fue el único que murió en la Nueva Granada no sólo
porque confesó su delito, sino porque era español y se esperaba que se comportara de acuerdo a las leyes
españolas. Se decía también que los indios y los negros practicaban la sodomía, pero a estos no se les
castigaba, pues no se les tomaba muy en serio y estaban casi por fuera de la ley. (Giraldo, 56-59).
Las mujeres homosexuales, como era de esperarse, tampoco eran tomadas muy en serio, por lo que nunca
se les condenó a muerte. Sin embargo, aquellas pocas que fueron a juicio por tener relaciones con otras
mujeres en el Nuevo Mundo sólo fueron exiliadas o separadas a la fuerza. (Giraldo, 61)
Con la Independencia se despenalizó finalmente la sodomía y se empezó a penalizar sólo la “corrupción
a menores” por parte de personas adultas, pues se consideraba que con estos actos se estaba violentando
la inocencia de los pequeños. Así pues, las mujeres que practicaran alguna relación sexual con una
menor de 12 años merecerían de 5 a 8 años de cárcel. En 1980, una reforma al Código Penal de 1936
dejó de considerar la homosexualidad delito, pero se le siguió tomando como una enfermedad (Velandia
197). Sin embargo, fue hasta 1982 que la homosexualidad masculina fue borrada del Código Penal del
país (Giraldo, 63-67). Por su parte, la homosexualidad femenina se mantenía en silencio, incluso en las
mismas leyes.
Así pues, a pesar de que la homosexualidad no es considerada ya un delito, lo cierto es que aún se sigue
considerando que las lesbianas y los hombres homosexuales van en contra de las “buenas costumbres” y
la moral que reza la Constitución, por lo que aún continúan siendo objeto de discriminación en Colombia.
Lo cierto es que “Todas las personas, independientemente del género que escojan o de las transformaciones
que le hagan, deben seguir teniendo los mismos derechos que poseen actualmente quienes asumieron el
género impuesto culturalmente según sus cuerpos.” (Talero, 44)
Actualmente en países como Islandia, Noruega, Finlandia, España, entre otros, se sanciona explícitamente
dentro de las leyes la discriminación. Sin embargo, en Colombia aún no existe ninguna ley que diga
expresamente que se protege de la discriminación a los LGBT, por lo que tampoco se sancionan estos
actos violentos. Esta falta de reconocimiento es, sin duda alguna, la mayor violación a los derechos
de los LGBT. Por esto, Fajardo hace un llamado recalcando la importancia de promover un estatuto
70
Tatiana Peláez Acevedo
antidiscriminación que penalice debidamente a las personas que lleven a cabo acciones violentas contra
los LGBT. (Fajardo, 144)
Es debido justamente a este desamparo de la ley que los casos de discriminación contra los homosexuales
son tratados de forma individual. Sin embargo, lo cierto es que existen muchos derechos que son aplicables
a los heterosexuales (ya se analizarán más adelante), pero que son objeto de una ardua discusión cuando los
LGBT los reclaman como personas y ciudadanos que son. El único derecho que se aplica específicamente
a esta comunidad es el derecho a la libertad de orientación sexual y el derecho a la libre percepción de la
propia sexualidad. (Fajardo, 141-142)
A continuación, los derechos más discutidos cuando de homosexuales se trata establecidos en la
Constitución Política de 1991:
3.1. Derecho a la igualdad
Según se dice claramente en la Constitución, todas las personas nacen iguales y, por tanto, tienen los
mismos derechos. Las autoridades, por su parte, deben entonces proteger a todos por igual. Así reza el
Artículo 13 de la Constitución:
Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán
de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen
nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.
El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos
discriminados o marginados. (Constitución Política de Colombia, Documento 5 de Internet)
Este derecho a la igualdad prohíbe inmediatamente cualquier acto discriminatorio. Además, la Corte
Constitucional ha dicho que por “sexo” en este artículo de la Constitución Política debe entenderse todos
los tipos de orientación sexual posibles. (Fajardo, 143). Por si fuera poco, la Corte Constitucional ha
afirmado en la sentencia T-539/94:
(…) toda consideración basada en la conducta sexual como factor de desigualdad, lleva en sí el germen de la
discriminación. La Corte, por este motivo, no debe hacer análisis que partan del supuesto de tratar a los homosexuales
como seres distintos a la generalidad de los humanos.” Y “(…) los homosexuales no pueden ser objeto de discriminación
en razón de su condición de tales. El hecho de que su conducta sexual no sea la misma que adopta la mayoría de la
población, no justifica tratamiento desigual. (…) Un trato justo, hacia los homosexuales, tiene que basarse en el respeto,
la consideración y la tolerancia, por tratarse de seres humanos titulares de los mismos derechos fundamentales de los
demás en condiciones de plena igualdad, así no sean idénticos en su modo de ser a los demás. Si los homosexuales
adoptan una conducta diferente, a la de los heterosexuales no por ello jurídicamente carecen de legitimidad. En aras
del principio de igualdad, consagrado en la Carta como derecho constitucional fundamental de toda persona humana,
71
Lesbianismo en Colombia
no hay título jurídico que permita discriminar a un homosexual. (Corte Constitucional, Documento 14 de Internet)
Así las cosas, muchos homosexuales han apelado a este derecho a la igualdad cuando se dirigen a la
Corte Constitucional. Esto se verá claramente en las sentencias que se mencionarán más adelante.
3.2. Derecho a la honra
Este derecho está garantizado por el Artículo 21 de la Constitución. Gracias a este derecho, quien se
comporta de acuerdo con la ley debe ser respetado por los demás a como dé lugar. (Velandia, 200)
3.3. Derecho a la libre orientación sexual
En Colombia entran a jugar otros dos derechos para garantizar el derecho a la libre orientación sexual,
y estos son: el derecho a la intimidad personal (Artículo 15 de la Constitución Política de Colombia) y
al libre desarrollo de la personalidad (Artículo 16 de la Constitución Política) que implica, asimismo, el
derecho a la autonomía personal y a la autodeterminación. Dice la Corte Constitucional en la sentencia
C-507/99:
Concretamente, la sexualidad aparece como un elemento consustancial a la persona humana y a su naturaleza interior,
el cual, necesariamente, hace parte de su entorno más íntimo. La prohijada protección constitucional del individuo,
representada en los derechos al libre desarrollo de su personalidad e intimidad, incluye entonces, en su núcleo esencial, el
proceso de autodeterminación en materia de preferencias sexuales. (Corte Constitucional, Documento 9 de Internet)
No conforme con esto, la Corte Constitucional afirmó en la sentencia T-268/00:
Dentro del ámbito de la autonomía personal, la diversidad sexual está claramente protegida por la Constitución,
precisamente porque la Carta, sin duda alguna, aspira a ser un marco jurídico en el cual puedan “coexistir las
mas diversas formas de vida humana”. Debe entenderse que la sexualidad, es un ámbito fundamental de la vida
humana que compromete no sólo la esfera más íntima y personal de los individuos sino que pertenece al campo de
su libertad fundamental y de su libre desarrollo de la personalidad, motivo por el cual el Estado y los particulares
no pueden intervenir en dicha esfera, a menos de que esté de por medio un interés público pertinente. El Estado,
como garante del ejercicio plural de los derechos en una colectividad, debe permanecer en principio neutral ante las
manifestaciones sexuales diferentes como la homosexualidad, sin pretender imponer criterios ideológicos o morales
específicos. Sin embargo, su injerencia resulta legítima, e incluso necesaria en aras de asegurar los fines del Estado,
cuando las manifestaciones de diversidad o el ejercicio de derechos, atenten indiscutiblemente contra la convivencia
y la organización social de manera tal que resulten abusivas e ilegítimas, en detrimento de la comunidad. (Corte
Constitucional, Documento 13 de Internet)
Ante este pronunciamiento, Colombia Diversa afirma que el hecho de que el Estado colombiano no
pueda interferir activamente en la esfera sexual es algo negativo, pues
72
Tatiana Peláez Acevedo
(…) las diferencias originadas en la orientación sexual generan obligaciones de protección especial por parte del Estado
frente a las cuales la simple posición neutral podría considerarse como una forma de discriminación (…) el Estado
no puede ser neutral frente a la discriminación y debe, por el contrario, practicar un interés activo para superarla.
(Colombia Diversa, 46)
3.4. Derecho a la familia
El Artículo 42 de la Constitución dice así:
La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión
libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla.
El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia. La ley podrá determinar el patrimonio familiar
inalienable e inembargable. (Constitución Política de Colombia, Documento 5 de Internet)
Así, el término “familia” en Colombia sólo es aplicable para las parejas heterosexuales que están unidas
en matrimonio o en unión libre. Las parejas homosexuales no son nombradas ni gozan siquiera de un
nombre jurídico. Esta negación del derecho a conformar familia implica también la imposibilidad de
gozar de otro tipo de derechos como lo son: la adopción, la sociedad patrimonial, la nacionalización de
extranjeros, el acceso a la salud de la pareja, entre otros. (Fajardo, 145). Esto, por supuesto, ha implicado
para las parejas del mismo sexo recurrir a otro tipo de mecanismos más costosos para poder gozar de
ciertos derechos que le son negados al quedar exentos del reconocimiento como “familia”. (Colombia
Diversa, 96)
3.5. Derecho de adopción:
En el artículo 90 del Decreto 2737 de 1989 se establece que sólo pueden adoptar los cónyuges o una
pareja formada por un hombre y una mujer que hayan convivido mínimo 3 años. Esto, por supuesto,
deja inmediatamente por fuera a las parejas homosexuales. (Corte Constitucional, Documento 10 de
Internet).
Asimismo, la Corte Constitucional aseguró que lo que prima es el interés del niño por tener una familia
(hombre-mujer), por lo que darle este derecho a las parejas homosexuales sería una violación a la misma
Carta Magna. (Colombia Diversa, 66). Dice así:
(…) la limitación del derecho de adoptar impuesta a quienes viven de conformidad con sistemas morales distintos del
propuesto por la moral pública, aunque significa una restricción fuerte del derecho al libre desarrollo de la personalidad
(porque imposibilita llegar a ser padre o madre por la vía de la adopción), es la única manera de garantizar la prevalencia
de los objetivos superiores relativos a la finalidad moral de la educación, dada la condición de los padres de ser los
primeros y principales educadores de sus hijos. (Corte Constitucional, Documento 10 de Internet).
73
Lesbianismo en Colombia
Así las cosas, cuando se viola el derecho a la familia a las personas LGBT, también se están violando los
derechos de sus hijos, puesto que éstos no podrán tener el derecho de pertenecer a una familia reconocida
por la ley y, por tanto, tampoco podrá gozar de sus privilegios. Entonces pues, al violar el derecho de
los homosexuales a formar familia, se estarían violando también todos los derechos que derivan de ella.
(Colombia Diversa, 67-68)
3.6. Derecho a la educación
En la Ley General de Educación (ley 115/94) aparece que toda persona tiene derecho a la educación,
como alumno o profesor. Por si hubiere alguna duda, la Corte Constitucional dijo en la sentencia T-101/98
que la orientación sexual no excluye a nadie del derecho a la educación, y aseguró:
La homosexualidad es una condición de la persona humana que implica la elección de una opción de vida tan respetable
y válida como cualquiera, en la cual el sujeto que la adopta es titular, como cualquier persona, de intereses que se
encuentran jurídicamente protegidos, y que no pueden ser objeto de restricción por el hecho de que otras personas no
compartan su específico estilo de vida. (Corte Constitucional, Documento 12 de Internet)
3.7. Derecho al trabajo:
“(…) el derecho al trabajo se concibe como el derecho a escoger libremente profesión u oficio y a
acceder al empleo sin ser discriminado, en este caso, en razón de la orientación sexual.” (Fajardo, 147)
Este derecho se encuentra en el Artículo 29 de la Constitución. Sin embargo, este derecho está basado
en el principio de la igualdad y no se menciona explícitamente en ningún momento la protección a
homosexuales en el trabajo. Algunos países ya han avanzado mucho más al respecto y en Colombia este
paso se hace necesario, como bien se dice en el libro Otros cuerpos, Otras Sexualidades:
Muchas legislaciones del mundo establecen presunciones tendientes a proteger la estabilidad laboral de las personas
homosexuales y en Colombia es necesaria la creación de una normatividad adecuada que permita garantizar el derecho
al trabajo de las personas no heterosexuales y la sanción a las conductas discriminatorias de los empleadores al respecto.
(Fajardo, 148)
3.8. Derecho a la protección social:
Este derecho asegura a las personas una existencia digna, pues las protege contra “(…) el hambre, el
cuidado de la salud y la asistencia a la familia, la madre y los niños/as.” (Colombia Diversa, 72)
3.9. Derecho a la Salud y a la Seguridad Social
La Seguridad Social está regulada por la Ley 100 de 1993, en donde se asegura que quienes deseen ser
beneficiarios deben haber convivido con su cónyuge o compañero permanente al menos 2 años. Por si
quedara alguna duda relativa a las parejas homosexuales, la sentencia SU623/01 afirmó:
74
Tatiana Peláez Acevedo
Podría afirmarse que la decisión legislativa de no incluir a las parejas homosexuales permanentes de los afiliados
principales como beneficiarios del régimen contributivo en seguridad social comporta un trato discriminatorio, puesto
que el legislador tomó la decisión de ampliar la cobertura a las parejas heterosexuales permanentes. En esa medida,
la diferencia de trato comportaría una discriminación en función de la orientación sexual de los homosexuales. Sin
embargo, ello no resulta de recibo por varias razones. En primer lugar, porque la ampliación paulatina de la cobertura
del servicio de seguridad social en salud obedece a la necesidad de garantizar la continuidad en el servicio, es decir,
se trata de una finalidad constitucionalmente válida. En esa medida, la decisión del juez constitucional de ampliar
la cobertura hacia un determinado grupo social, cuando no están de por medio derechos fundamentales como la
vida digna, comportaría un desconocimiento de la labor de ponderación legislativa de este aspecto. En segundo
lugar, porque a pesar de que la orientación sexual es una opción válida y una manifestación del libre desarrollo de la
personalidad que debe ser respetada y protegida por el Estado, no es equiparable constitucionalmente al concepto de
familia que tiene nuestra Constitución. En esa medida, la diferencia en los supuestos de hecho en que se encuentran
los compañeros permanentes y las parejas homosexuales permanentes, y la definición y calificación de la familia como
objeto de protección constitucional específica, impiden efectuar una comparación judicial entre unos y otros. (Corte
Constitucional, Documento 11 de Internet)
Así, las parejas del mismo sexo quedaban inmediatamente exentas de este derecho que sólo aplicaba
para los heterosexuales. Esto incluye, por supuesto, quedar exentos del derecho a recibir pensiones.
(Colombia Diversa, 94)
3.10. Algunas sentencias importantes
Ya revisados los derechos más debatidos cuando se trata de personas con orientación homosexual, se
puede pasar a mirar algunos de los casos y sentencias revisadas por parte de la Corte Constitucional a lo
largo de los últimos años que dan una luz acerca de cómo ha tratado el Estado a las personas LGBT y de
qué manera se han discutido los derechos anteriormente mencionados. Cabe aclarar que, aunque en la
mayoría de los casos se menciona a hombres homosexuales, las decisiones tomadas aplican también para
las lesbianas. Ante esto, Colombia Diversa asegura: “La mayoría de las acciones de tutela instauradas
ante el sistema judicial colombiano tienen que ver con hombres gay, lo cual revela un menor uso de los
mecanismos existentes por parte de lesbianas (…). Estas últimas personas constituyen los grupos sociales
menos visibles y más vulnerables social y legalmente” (Colombia Diversa, 95)
•
En la C-098 de 1996 el magistrado ponente fue Eduardo Cifuentes Muñoz. Aquí se cuestionó la
constitucionalidad de los artículos 1 y 2 de la ley 54 de 1990, en donde se establece que la unión
marital de hecho es única y exclusivamente entre un hombre y una mujer, por lo que los miembros
de una pareja homosexual no pueden ser considerados como compañeros permanentes. Esto,
según el demandante, iba en contra del derecho a la igualdad que no exime en ningún modo a los
homosexuales. Asimismo, viola el derecho al libre desarrollo de la personalidad pues, a pesar de
poder escoger su orientación sexual, los hombres y mujeres homosexuales quedaban totalmente
desprotegidos al momento de optar por vivir en pareja. Incluso, estos artículos contradicen la
75
Lesbianismo en Colombia
Constitución cuando afirma un Estado pluralista. A esto se respondió que esta protección de la
que gozaban las parejas heterosexuales se debía al hecho de que constituían una familia y, como
tal, debía ser amparada por la ley. De igual forma, lo que se pretendía con estas leyes era proteger
en especial a la mujer y, en ninguna forma, se estaba impidiendo a los homosexuales unirse en
pareja, por lo que no se violaba en ninguna forma el derecho a la igualdad, el libre desarrollo de
la personalidad y a la intimidad. Así pues, la Corte terminó afirmando que esta ley
(…) no estatuye privilegios odiosos para un grupo determinado, sino que pretendió acabar con una clase
determinada de discriminación que, por tal, no puede ser objeto de interpretación extensiva a las demás minorías
o grupos discriminados, sin que esto perjudique, como da a entender, la autonomía del legislador y del proceso
democrático que se surte en el Congreso de la República. (Céspedes, 88)
•
•
76
En la C-481 de 1998, el magistrado ponente fue Alejandro Martínez Caballero. Aquí se discutió
la constitucionalidad el decreto 2277 de 1979 del antiguo estatuto docente, en el que se afirmaba
que una de las causales de mala conducta era la homosexualidad. Se habló de nuevo de violación
al derecho a la igualdad y el libre desarrollo de la personalidad. La Corte sopesó el hecho de que
ser homosexual no implicaba necesariamente que una persona cometiera delitos sexuales o de
mala conducta. Asimismo, si ser homosexual era una cuestión biológica, estarían respaldados por
el derecho a la igualdad o, si por el contrario, era una cuestión de elección, estarían amparados
por el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Finalmente, la Corte declaró inexequible el
aparte demandado y se afirmó que las faltas de mala conducta en todo lo referente a lo sexual en la
docencia serían castigadas por otras faltas disciplinarias en las que también estuviesen incluidos
los heterosexuales, es decir, no basados en la orientación sexual, pues ser o no homosexual no
asegura que se sea o no un abusador sexual de menores y, mucho menos, que éste influya en la
orientación sexual de éstos. (Céspedes, 89-91)
En la sentencia T-618 de 2000 se tuteló el derecho a la afiliación de la pareja de un homosexual
como beneficiario. Ambos hombres estaban infectados de Sida: uno estaba pensionado por
invalidez y el otro fue cotizante hasta que perdió su trabajo. El Instituto de los Seguros Sociales
aceptó en un principio su solicitud, pero luego se las anuló. Se puso una tutela, pues el tratamiento
en contra del sida era urgente y el juez de circuito le ordenó transitoriamente al ISS que le brindara
el tratamiento necesario. Sin embargo, el demandante deseaba que la decisión fuera permanente,
por lo que la sentencia terminó en la Corte Constitucional, quien se basó en la violación al derecho
a la vida y no en el concepto de familia. Así las cosas, se tuteló el derecho a la seguridad social del
beneficiario que fue expulsado por violación al derecho a la vida y se le ordenó al ISS prestarle
el tratamiento y atención necesaria. Aunque esta sentencia no trató directamente el concepto
de familia cuando de parejas homosexuales se trata, fue un anticipo de lo que vendría después.
Tatiana Peláez Acevedo
(Céspedes, 92-94)
Sentencia C- 814/01. El demandante consideraba que era inconstitucional que fuera la idoneidad
“moral” de los padres, una exigencia para poder adoptar. Asimismo, el hecho de que sólo las
parejas heterosexuales pudiesen adoptar era una discriminación contra los homosexuales. El
demandante:
•
Señala que tanto en la legislación nacional como en la internacional, los derechos de los niños tienen primacía
sobre los derechos de los demás, y que la normatividad tiene previsto un gran número de normas destinadas a
proteger esos derechos frente a posibles agresiones. Al respecto, asegura que no se ve la razón por la cual se
impida a priori ejercer la adopción por parte de las parejas homosexuales si se encuentra comprobado que tales
agresiones también provienen de padres heterosexuales. Para el demandante, esta posición legal constituye un
prejuzgamiento a partir de premisas equivocadas, peligrosistas y subjetivas, que desconocen la igualdad de
tratamiento para las parejas homosexuales. (Corte Constitucional, Documento 10 de Internet )
•
•
La Corte dijo finalmente que, a pesar de que sí se presenta un conflicto con los derechos de
igualdad y libre desarrollo de la personalidad de los homosexuales, los derechos y el bienestar del
menor prevalecían sobre los demás. Evidentemente el interés del menos sería el de formar parte
de una familia y, como bien lo dice la Constitución, ésta sólo es cuando se unen un hombre y una
mujer. (Corte Constitucional, Documento 10 de Internet)
La SU- 623 de 2001, por fin, tuvo que analizar el artículo 163 de la ley 100 de 1993. Esta fue una
acción de tutela por parte de César Augusto Medina Lopera contra Comfenalco E.P.S., pues se le
negó el hecho de ser afiliado por ser pareja de Jhon Jairo Castaño Suescún, es decir, por ser una
pareja homosexual. La Corte afirmó que para acceder de esta manera al sistema de salud no se
podía pasar por alto la noción de familia ya establecida en la ley y que, evidentemente, hay otras
formas de acceder al sistema de salud. No se trataba de un acto discriminatorio, dijo la Corte,
sino que sencillamente no era aplicable para parejas homosexuales, ya que no entraban en el
concepto de familia. En todo caso, aseguró la Corte, no se le estaba negando a los demandantes
acceder al sistema de salud por su orientación sexual, pues eso sí sería una violación contra sus
derechos. Esta sentencia fue importante, pues implicó que muchas parejas homosexuales que
presentaban casos similares recibieran la misma respuesta negativa, es decir, se convirtió en un
punto de referencia para los jueces. Sea como fuere, lo cierto es que para ese entonces existía un
impedimento que no dejaba que los homosexuales afiliaran a la Seguridad Social en Salud a su
compañero/a. (Céspedes, 94-99)
A Martha Álvarez Giraldo se le negó el derecho de tener visita íntima con su pareja (otra mujer)
en el Reclusorio Nacional de Mujeres “Villa Josefina”, lugar en que se encontraba recluida.
Martha luchó incansablemente hasta que el 12 de junio del 2003 la Corte Constitucional, a
través de la Sentencia T-499 de 2003 (Magistrado ponente: Álvaro Tafur Galvis), sentenció que
77
Lesbianismo en Colombia
las lesbianas también tenían derecho a recibir visita íntima en donde se encontraran recluidas.
(Colombia Diversa, Documento 3 de Internet)
Como se puede ver, apenas se está avanzando verdaderamente en este campo del derecho, por lo que
aún persisten leyes ambiguas y la protección sobre los individuos no es del todo suficiente y clara. Sin
embargo, no se puede desconocer que hay un panorama positivo frente al tema, por lo que el debate
ha estado en furor en los últimos años, tanto así que la lucha continúa avanzando a pasos lentos pero
agigantados.
3.11. Últimos avances
Anteriormente, hubo varias iniciativas para lograr el reconocimiento de los derechos patrimoniales de las
parejas homosexuales y para que éstas alcanzaran los mismos derechos que cualquier pareja heterosexual
en los servicios de salud, pero todas estas iniciativas fueron fallidas hasta hace poco. El más reciente
éxito fue lograr que la Corte Constitucional, a través de la sentencia C-075/07, reconociera los derechos
patrimoniales a las parejas del mismo sexo, es decir que ahora tienen los mismos derechos patrimoniales de
una pareja heterosexual y pueden también acceder al Sistema de Seguridad Social. (“Corte Constitucional
reconoce derechos patrimoniales a parejas ´gay.” Documento 15 de Internet)
Esta vez, para poder lograr un avance, se decidió dejar de lado el concepto de familia para hablar de dos
principios básicos: la dignidad humana que se estaba violando debido a que las parejas homosexuales
no tenían ningún tipo de protección, y el libre desarrollo de la personalidad que también estaba siendo
violado en el momento en que una pareja homosexual reclamaba sus derechos patrimoniales y le eran
negados por la ley. Finalmente, ocho de los nueve magistrados de la Corte votaron a favor de la reforma
(Jaime Araújo, magistrado, salvó su voto). (“Un paso histórico.” Documento 27 de Internet)
Con esto, si uno de los miembros de la pareja homosexual muere, los bienes que han sido conseguidos
por ambos/as serán herencia de su compañero/a, siempre y cuando éstos/as hayan convivido juntos/
as al menos dos años. Así pues, ninguno/a podrá ser excluido del patrimonio de su pareja, teniendo en
cuenta que antes a esta reforma, los bienes pasaban a ser parte de la familia de aquél que murió. Esto
traía demasiados conflictos, pues en muchos casos la familia que estaba en desacuerdo con la relación
homosexual que llevaba su pariente, dejaba a la pareja de éste/a prácticamente en la calle, a pesar de que
fue él/ella quien consiguió todos los bienes con su trabajo y esfuerzo junto con su pareja fallecida. Esto
aplica no sólo en caso de muerte, sino también de separación. (“Corte Constitucional reconoce derechos
patrimoniales a parejas ´gay.” Documento 15 de Internet)
78
Tatiana Peláez Acevedo
Todo esto fue gracias a la iniciativa que tuvo Colombia Diversa, ONG que se puso en la tarea de reunir
el apoyo suficiente y presentó la demanda de inconstitucionalidad con un total respaldo por parte de
la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes. (“Corte Constitucional reconoce derechos
patrimoniales a parejas ´gay.” Documento 15 de Internet)
Muchos quisieron oponerse a que se aprobara esta reforma, sobretodo los grupos religiosos. Se alegaba
que ese era el primer paso para que luego se legalizara el matrimonio y después la adopción de hijos. Sin
embargo, esta reforma en ningún sentido legaliza el matrimonio, ya que esto sí conlleva la transgresión
de algunos conceptos religiosos, como el hecho de que una pareja la conforman un hombre y una
mujer, razón por la cual, su aceptación implicaría otras cosas. (“Corte Constitucional reconoce derechos
patrimoniales a parejas ´gay.” Documento 15 de Internet). Sin embargo, no hay que desconocer que
también hay personas a favor de matrimonio homosexual, como Adalgise Lizette Portaccio Díaz, quien
asegura que “(…) adoptar una actitud contra el matrimonio homosexual implicaría quedarnos en un
positivismo legal que no permite avanzar en el ordenamiento jurídico. Así, entonces, el problema que
se presenta es de aceptación social.” (Portaccio, 134). Y he aquí uno de los puntos esenciales de este
trabajo de grado… la aceptación social del homosexualismo (más específicamente el lesbianismo) en
Colombia.
Por otra parte, el 17 de abril de 2008, Colombia Diversa envió un comunicado titulado !!TENEMOS
PENSIÓN!! a quienes se encuentran registrados en su página Web. En él informaban que el día
anterior la Corte Constitucional se había pronunciado a favor de la denuncia presentada por el
Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (DeJuSticia), y el Grupo de Derecho de Interés
Público de la Universidad de los Andes a través de la cual se velaba por el derecho a la pensión del
sobreviviente por parte de las parejas del mismo sexo. Así pues, si muere una lesbiana que estaba
recibiendo una pensión de vejez, este beneficio pasará a su pareja permanente, siempre y cuando haya
convivido de forma continua con la difunta un mínimo de cinco años. Asimismo, si la beneficiaria
tiene más de treinta años de edad, la pensión será vitalicia. Si, por el contrario, tiene menos treinta
años, podrá recibir la pensión por veinte años. (Colombia Diversa. Documento 32 de Internet.)
Por si fuera poco, durante la alcaldía de Luis Eduardo Garzón, en Bogotá se reconoció a Chapinero como
la “zona de la diversidad”, es decir, como una zona en donde debe reinar el respeto por los homosexuales
y en donde, por tanto, ellos se pueden sentir seguros. (Caycedo, 14)
Como se puede ver, el avance en el ámbito legal por parte de los homosexuales ha sido significativo, sin
embargo, aún falta mucho por hacer. Lo cierto es que no basta con que los LGBT conozcan sus derechos
79
Lesbianismo en Colombia
y luchen por ellos, pues para que haya un verdadero avance en el derecho, tiene que haber también un
avance por parte de la sociedad que, como se pudo ver en el aparte titulado Discriminación, va a un paso
demasiado lento.
De hecho, la mayoría de homosexuales consultados (…) estuvieron de acuerdo al señalar que el país legal va a una
velocidad y la vida diaria a otra mucho más lenta. Así lo demuestra también un sondeo puesto al aire por Semana.com el
viernes 31 de marzo en el que 217 de los participantes eligieron la opción de respuesta “ser homosexual” a la pregunta
¿qué es lo peor que le puede pasar a un colombiano? Dato que podría interpretarse de dos maneras: o todavía se cree
que la homosexualidad es de las cosas más negativas con que puede cargar un ser humano o se tiene claro que asumir
esa orientación sexual en este país no es tarea fácil. (Lozano, Documento 22 de Internet).
Así las cosas, para que los homosexuales logren un verdadero reconocimiento de sus derechos en la vía
legal, se necesita que también se les reconozca en la vida social como seres normales que tienen otras
preferencias a las establecidas.
4. Iglesia Católica colombiana.
Como se vio en el primer capítulo de este trabajo de grado, la Iglesia Católica en todo el mundo ha sido
una institución que ha tratado a toda costa de reprimir o curar a los homosexuales, pues los ha considerado
pecadores. Por su parte, la Iglesia en Colombia no se ha quedado atrás.
Pablo Rodríguez, por ejemplo, revela la historia Gregoria Franco y Margarita Valenzuela, quienes fueron
separadas a la fuerza por la Inquisición en 1745. (Rodríguez, 103-106).
Sin embargo, con el pasar de los años las cosas han cambiado y la Iglesia colombiana se ha mostrado
más tolerante frente al reconocimiento que están exigiendo los homosexuales, hombres y mujeres,
dentro del país. Ejemplo claro de esto fue cuando el Presidente, el secretario de la Conferencia Episcopal
Colombiana, los obispos Luís Augusto Castro y Fabián Marulanda aseguraron que la Iglesia Católica no
se oponía en forma alguna a que fueran aprobados los derechos patrimoniales y de seguridad social para
las parejas homosexuales. (Novoa, 37)
James Alison, incluso, en el libro Otros Cuerpos, Otras, Sexualidades, plantea una posibilidad antes
impensable: la opción de vivir una vida cristiana plena, una vida que siga las enseñanzas de Dios teniendo
al mismo tiempo una orientación homosexual. Inclusive, va más allá desafiando a los homosexuales para
que asuman el compromiso de ayudar a los hermanos que se debaten en su ira contra los homosexuales.
80
Tatiana Peláez Acevedo
(Alison, 70- 87)
Jaime Zuleta, sacerdote diocesano, propone nuevos retos para la Iglesia cuando afirma que “Sería, por decir
lo menos, gratificante que nuestra iglesia emprendiera una verdadera acción pastoral, no discriminatoria
y humillante, ayudándoles para que en su condición puedan llevar una vida de crecimiento espiritual,
haciendo el bien y despojándose de toda malicia.” (Zuleta, 65)
Incluso, se sabe que existió, o existe, un grupo en Colombia llamado Homega al que pertenecen hombres
y mujeres homosexuales que están interesados en seguir a Dios y llevar una vida cristiana activa y
devota. ““Ya no nos preguntamos por qué somos así sino para qué estamos aquí, dentro del plan de
Dios”, explica uno de sus fundadores.” (“Juego de Damas.”, Documento 20 de Internet)
5. Panorama actual
Sin duda, es verdaderamente sorprendente que después de vivir en la clandestinidad por tanto tiempo, los
homosexuales sean ahora tema esencial en la sociedad colombiana. Aparecen en las novelas, en el cine,
en los periódicos, etc. De hecho, no sería mucho atrevimiento decir que no hay novela sin un personaje
homosexual, aunque tristemente la mayoría de las veces son hombres y no mujeres. Sin embargo, tanto
mujeres como hombres homosexuales han logrado su visibilización, aunque no siempre se dé de la
manera correcta, pues por lo general, esa visibilización se sigue ciñendo a falsos estereotipos que muy
poco tienen que ver con la realidad. Lo cierto es que los homosexuales son gente común y corriente que
desea (no como una opción) a personas de su mismo sexo. Esto no los hace en ningún sentido enfermos,
desviados o pecadores… sólo diferentes y únicos, como todos los seres humanos.
Aún así, los homosexuales han logrado dar grandes pasos en la esfera pública, más teniendo en cuenta
que antes de la Constitución de 1991, decir que se era gay era una condena segura, era lanzarse directo a
estar en la mira de todos, a ser juzgado con ira y sin compasión. Ahora, sin duda, la situación ha cambiado
para las personas LGBT, pues el panorama actual parece ser el indicado para buscar la inserción en la
sociedad y los homosexuales se han lanzado a la lucha por ello.
Las lesbianas, por su parte, continúan siendo las más discriminadas, pues no sólo se encuentran al margen
de lo establecido por su orientación sexual sino que, podría decirse, son el margen del margen al ser las
menos tenidas en cuenta por los movimientos LGBT. Hasta hace muy poco no existían movimientos
de sólo lesbianas, pues a las mujeres homosexuales se les veía siempre luchando bajo la sombra de los
81
Lesbianismo en Colombia
homosexuales que, por cierto, no siempre abogan por los mismos intereses.
Se cree que en Colombia las lesbianas ocupan alrededor de un 1.5% de la población que, aunque a
simple vista no parece ser una cifra muy alta, son miles de mujeres que se merecen el reconocimiento en
Colombia. (“Juego de Damas.”, Documento 20 de Internet). Las mujeres homosexuales, como cualquier
otro ser humano, se merecen el derecho a la existencia, a dejar de ser ignoradas y suprimidas por una
sociedad que las acepta sólo en el silencio, pero que cuando se acerca el verdadero reconocimiento
público se muestra indiferente, las mira de reojo y no las toma en serio. ¿A qué se debe entonces esta
indiferencia a la sexualidad femenina en Colombia? ¿De dónde surge esa necesidad de los colombianos
por suprimir su existencia?
La respuesta a estos interrogantes es sencilla. En Colombia la ley paterna rige sobre todas las cosas y, así,
las mujeres son en tanto existen a través de los hombres… no hay para las mujeres en este país otro tipo
de existencia posible. De ahí surge entonces la doble discriminación a la que están sujetas las lesbianas:
1. por ser mujeres 2. por ser homosexuales. Si se es mujer y no se depende de una u otra manera de un
hombre, la consecuencia es la supresión: ¿Deseas tener el derecho a existir? ¡Fácil! ¡Busca a tu hombre
y entra a hacer parte de los privilegiados con derechos!
No hay que desconocer tampoco que la manera como se aprecia a las lesbianas cambia dependiendo
de la región donde se encuentra. En el centro, sobre todo en Bogotá, para las lesbianas ser como son es
mucho más fácil, pues en una ciudad cosmopolita las personas están acostumbradas a verlo todo, por lo
que hay una mentalidad mucho más abierta. Además, en una ciudad tan grande como lo es Bogotá, las
personas se pueden perder más fácil entre la gente y las posibilidades de que te “pille” algún conocido
en un bar gay, son mínimas. Por si fuera poco, es en la capital en donde se encuentran las sedes de todos
los grupos y organizaciones lésbicas, en donde se lleva a cabo la marcha del orgullo gay, en donde hay
miles de bares y sitios de reunión homosexuales, etc. Sin embargo, en la provincia la situación es otra
y, sin lugar a dudas, es en la costa donde la discriminación es más fuerte. Los hombres costeños son
sumamente machistas y compiten entre sí para demostrar cuál es el más macho, el más hombre, y las
mujeres, por su parte, juegan con más fuerza el papel de “mujercita”. Esto se ve fácilmente en los sitios
de rumba de la costa, pues todas las mujeres van impecablemente maquilladas, peinadas, con camisas
elegantes y zapatos de tacón ¡recuerda! Si no llevas zapatos de tacón, no entras. Así, por ejemplo, cuando
una cartagenera lesbiana establecida en Bogotá va de vacaciones a su ciudad natal, se ve obligada a fingir
por unos meses una heterosexualidad llevada al extremo y, por supuesto, es mejor que deje sus zapatos
deportivos en la capital. Además, en estas ciudades pequeñas en donde todos se conocen con todos y
cualquier novedad es ya de por sí un chisme, las mujeres homosexuales prefieren cuidarse para evitarle
82
Tatiana Peláez Acevedo
a sus padres cualquier vergüenza frente a sus conocidos y amigos.
Colombia, por si fuera poco, continúa siendo un país sumamente católico y machista, lo que les ha complicado
mucho más las cosas a las mujeres homosexuales, quienes deben atravesar por un proceso arduo de propia
aceptación. “La diferencia _dice Clemencia, una comunicadora social de 32 años_ es que un heterosexual
no tiene que aprender a aceptarse. Un homosexual sí”. (“Juego de Damas.”, Documento 20 de Internet).
Así pues, para una lesbiana que viva en Colombia, “salir del clóset” es un verdadero reto, pues no sólo debe
contárselo a sus parientes y personas más allegadas que, por lo general, aún continúan atados al “deber ser”
que impone la sociedad, sino que debe también enfrentarse a la misma sociedad colombiana que aún no se
muestra dispuesta a recibirla abiertamente. Dice Florence Thomas: “Para una sociedad tan profundamente
machista y desde una lógica masculina la idea del lesbianismo es demasiado insoportable. Que una
mujer pueda amar eróticamente a otra mujer, que pueda gozar sin penetración, afuera de los parámetros
masculinos de la sexualidad no es ni siquiera pensable”. (“Juego de Damas.” Documento 20 de Internet).
¿Qué sucede entonces cuando una mujer se reconoce a sí misma como lesbiana? Mantener su sexualidad
en silencio es la opción que toma la mayoría pues, para evadir cualquier consecuencia desagradable, es
más fácil fingir que se sigue de lleno la ley paterna impuesta, que se es como los demás. Romper la ley en
el silenciamiento, de puertas para adentro, es sencillo, pues lo cierto es que se rompe la ley paterna, pero
no se lucha contra ella… en la clandestinidad no se encuentra el verdadero derrocamiento de la ley del
padre, sino su reafirmación. Cuando una lesbiana calla su sexualidad y finge la condición heterosexual no
sólo reafirma la hegemonía de la ley paterna, sino que afirma al mismo tiempo que considera errónea su
conducta lésbica y, lo que es peor, se niega a sí misma. El silencio: el mecanismo de defensa del sistema
heterosexual del cual son cómplices muchas lesbianas.
Asimismo, en el momento en que una lesbiana comunica abiertamente su sexualidad, es decir, cuando se
decide a negar el dominio de lo racional falocéntrico, la sociedad colombiana le brinda sólo una opción:
la soltería. Las personas a su alrededor pueden saber que ella afirma que le gustan las mujeres y no los
hombres, pero de ahí a pensar que en la práctica se relaciona con otras mujeres hay un gran trecho. Es
lesbiana, por lo tanto, es solterona y envejecerá en su apartamento al lado de sus tres gatos. Inclusive,
para algunas personas heterosexuales es imposible ligar a una lesbiana con la idea de que ésta tenga una
familia, unos padres que la amen, unos amigos cercanos o, en definitiva, con la idea de una vida social
activa, como si ser homosexual estuviera ligado a la imposibilidad de estar insertada en la sociedad de
cualquier forma posible. Las lesbianas son seres sin afectos, incapaces de llevar vidas afectivas. Las
mujeres son mujeres en tanto los hombres; las lesbianas son lesbianas en tanto son solteras. Dicen no
necesitar de los hombres para existir, pero es imposible que puedan llevar una vida afectiva sin ellos. De
83
Lesbianismo en Colombia
ahí la concepción absurda de que las lesbianas son seres solitarios y, por tanto, feas, amargadas, frígidas,
frustradas, etc. Así, las lesbianas pasan a ser ese “Otro” de la cultura, ese ser que por ser es incapaz de
estar inserto en la sociedad, que rompe con lo establecido y, por tanto, queda por fuera de él. ¡He aquí de
nuevo el mecanismo de defensa de la matriz heterosexual! ¡Fácil!, ¿es lesbiana? Está actuando mal, está
confundida o no sabe lo que quiere (es la “otra”), cuando consiga un hombre que la quiera se le pasa (sólo
ahí puede insertarse en la sociedad).
Algunas personas, sin embargo, no se conforman con mostrarse indiferentes frente a las mujeres
homosexuales. Muchos padres reaccionan drásticamente cuando descubren que su hija es lesbiana y
hacen todo cuanto consideran necesario para encaminarlas de nuevo a la ley del padre: las echan de
la casa, les prohíben llevar el apellido, les quitan la ayuda económica, las someten a largas sesiones
con el psicólogo para que cambien su conducta, las presentan ante sacerdotes, les implantan hormonas
femeninas, etc. Claro, tampoco se puede desconocer el hecho de que algunos padres, por lo general con
mucha dificultad, aprenden a aceptar finalmente a sus hijas como son y a quererlas como tal.
Por otra parte, no se puede desconocer que las lesbianas se han hecho cada vez más fuertes conformando
grupos de visibilización y acción social en Colombia, como se pudo ver a lo largo de este capítulo. Dentro
de estos grupos han podido apoyarse mutuamente y escucharse. “Una de sus mayores preocupaciones es
hallar un lugar dentro de la misma comunidad gay, donde creen que los hombres se han apoderado del
discurso de la homosexualidad, y uno de sus propósitos a mediano plazo es avanzar en la consolidación
de grupos de mujeres lesbianas a nivel nacional.” (“Juego de Damas.” Documento 20 de Internet).
Es claro que las acciones de estos grupos han logrado un gran impacto en la sociedad, forzándola a que
las reconozca como parte de la misma y deje de verlas como “la otra” de la cultura. Sin embargo, en una
encuesta hecha por la Revista Semana se vislumbra claramente que el camino aún es largo:
En materia laboral la inmensa mayoría de los encuestados (94 por ciento) dice que aceptaría a una lesbiana
como compañera de trabajo, aunque algunos (20 por ciento) la tratarían de manera distinta o la ignorarían. Así
mismo, la mayoría (75 por ciento) considera que las lesbianas deben tener los mismos derechos de los demás.
Cuando se trata del núcleo familiar, las lesbianas también encuentran un gran apoyo que, sin embargo, no es
incondicional. El 88 por ciento de los encuestados aceptaría tener una hija o una hermana homosexual, pero para el 42
por ciento de ellos la condición sería que no se hiciera público. Algo similar sucede cuando la gay es la madre. En este
caso el 65 por ciento la aceptaría, pero un 36 por ciento intentaría también mantenerlo oculto. (…) Un 43 por ciento
de los padres no aceptaría que su hija tuviera una compañera lesbiana y el 59 por ciento rechazaría enfáticamente a una
profesora que tuviera esa condición. (…)Varios empresarios consultados por SEMANA a la pregunta de si contratarían
a una mujer lesbiana, bajo la reserva de su identidad reconocieron que no lo harían, así oficialmente tuvieran que decir
lo contrario. La mayoría de ellos coincide en que no se sentiría tranquila de depositar en un homosexual la imagen de
84
Tatiana Peláez Acevedo
su empresa. (…) los barranquilleros son los más reacios a aceptar a las lesbianas y es muy común oírle a la gente la
frase de “prefiero una puta en la familia que a una lesbiana”. (“Juego de Damas.” Documento 20 de Internet).
Así pues, parece ser que los colombianos están dispuestos a aceptar el lesbianismo pero bajo dos
condiciones: que se mantengan en la clandestinidad o lejos de la vida de los colombianos heterosexuales
“(…) se les exige marchar al ritmo de la hipocresía social y que no se manifiesten como son (…)”
(Zuleta, 61). Se ha pasado de un discriminación violenta a una discriminación silenciosa, pasiva y bajo
cuerda… ¿qué es peor entonces? ¿Ser agredida verbalmente en el trabajo o ser despedida de él sin
ningún motivo aparente? ¿Recibir insultos en la calle o sentir las miradas curiosas e inquisidoras de las
personas en silencio? ¿Ser golpeada por los padres o la indiferencia continua de quienes prefieren negar
la realidad?
Sea como fuere, lo cierto es que las lesbianas en Colombia han aceptado el reto de Witting: tomar la posición
de sujetos hablantes. A través del habla y de reclamar su visibilización, las mujeres homosexuales buscan
no sólo reafirmar su existencia, sino acabar con la ley paterna, desplazarla hasta que ésta sea un absurdo,
un sin sentido. Organizaciones, marchas, discursos, reuniones, debates, propuestas legales, lanzamientos
públicos de libros, grupos de apoyo… y así poco a poco las lesbianas se han ido insertando en la esfera de
la vida pública. “No somos enfermas mentales, somos seres humanos que tenemos derechos” reclaman
a la sociedad. Y en sus peticiones y reclamos desplazan a golpes la ley paterna, pues las lesbianas han
empezado a darse cuenta que es posible reafirmarse fuera de ella… ese es el nuevo espacio que se
está generando en Colombia, un “afuera” de lo establecido que no suprima, sino en donde se configura
lentamente una nueva ley: la ley de la diversidad.
Actualmente ya no es del todo extraño ver por las calles de las grandes ciudades a dos mujeres cogidas
de la mano como si fuesen gente común, sin nada que esconder ni nada que temer. También se les ve
asistiendo a cine, a sitios de baile, a restaurantes o a lugares donde sólo se reúnen personas como ellas.
Sin embargo, no hay que desconocer que aún existe una fuerte lesbofobia social a la que están expuestas
todas las lesbianas del país y con la que, seguramente, muchas ya habrán tenido que lidiar. La lesbofobia
ha sido la respuesta de muchos colombianos frente a la toma de la posición de seres hablantes de las
lesbianas. La indiferencia, el no tomarlas en serio, el ignorarlas ha dejado de ser suficiente para suprimirlas
de la vida pública. Si ellas callan, los heterosexuales ignoran; si ellas hablan, los heterosexuales odian,
reprimen, violentan. Nadie dice que el odio sea bueno, pero al menos en el odio hay una carga de
importancia, hay un reconocimiento (aunque negativo) de su existencia… el ser humano odia a quien
considera un verdadero enemigo, pues odiar implica darle importancia a ese “otro”. Tampoco basta con
que los colombianos toleren, pues “Quien nos odia por lo menos se toma el trabajo de tomarnos en serio
(…); quien nos tolera, en cambio, nos desprecia, y desde su desprecio arrogante se comporta como si
85
Lesbianismo en Colombia
nos autorizara para que, a pesar de lo que somos y pensamos, podamos seguir existiendo.” (Durán, 3).
Tolerar a las lesbianas es lo que hacen los colombianos que no optan por la violencia, pero con esto ellas
nunca se van a conformar. Reconocerlas por lástima tampoco es una buena elección. Lo que desean las
mujeres homosexuales es que se les mire de frente y se les acepte como tal dentro de la sociedad… sin
indiferencia, sin negación, sin excusas, sin excepciones, sin lástima. Respeto es lo que piden. ¡He aquí el
gran desafío que les espera a las mujeres homosexuales en Colombia! Como bien lo dice Carlos Novoa
en un artículo publicado en la Revista Javeriana, “(…) libres de la esclavitud asfixiante de vivir lo que
son, ni han optado por ser. Solo podemos crecer, desarrollarnos y ser felices en el cultivo de la diferencia,
de lo contrario (…). Dejemos a las mujeres ser mujeres, a los niños ser niños, a los artistas ser artistas y
por ende, a los homosexuales ser homosexuales.” (Novoa, 36)
Sin duda alguna, las lesbianas en Colombia ya han logrado al menos que se les tome en serio, tan en
serio como para discriminarlas, asesinarlas e insultarlas; el siguiente paso será entonces transformar esa
importancia en algo positivo, convertir el odio en aceptación y respeto hasta que la ley de la diversidad
se establezca como lo correcto, lo que daría paso a un mundo de posibilidades ilimitadas. ¡Pasar del
discurso de la tolerancia al discurso de la diversidad! ¿Cómo? Siendo quien se es sin temor, en lo público
y en lo privado, auto-otorgándose derechos que le han sido negados, pero que les pertenecen, hablando
sin miedos para reafirmarse en la existencia de lo “normal” y no de lo “extraño” o “incorrecto”, dejando
la clandestinidad del conformista o el cómplice.
Sin embargo, aunque los avances para alcanzar el discurso de la diversidad han sido significativos, aún
quedan a la orden del día muchos temas a tratar para que esta ley de la diversidad se imponga como, por
ejemplo, el derecho al matrimonio y la adopción de hijos por parte de las parejas homosexuales. Lo bueno
es que los homosexuales no parecen querer darse por vencidos aunque el camino parezca riesgoso.
A estas alturas entonces, y después de haber hecho un recorrido por la esfera pública de la homosexualidad,
cabría preguntarse entonces: ¿Qué sucede de puertas para adentro? ¿Qué tienen que vivir realmente las
mujeres homosexuales no en la esfera pública, sino en su esfera privada? ¿Cómo se construye entonces la
lesbiana cuando se enfrenta con este panorama de lesbofobioa social generalizada? ¿Cómo se construye
ella desde dentro hacia fuera o viceversa? ¿Qué discursos atraviesan a la mujer homosexual? ¿Cómo se
concibe a sí misma? He aquí el punto de debate, he aquí el verdadero punto culmen de este trabajo de
grado que se tratará de revelar a fondo en el III Capítulo.
86
III CAPÍTULO
CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO HOMOSEXUAL
FEMENINO EN EL POEMARIO “RUPTURAS” DE FEDRA
87
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
1. Introducción
La literatura ha servido para reflejar el paso de la homosexualidad a lo largo de las épocas y mostrar la
manera como los homosexuales la han afrontado:
(…) varias o muchas de sus obras reflejan el momento histórico que le ha tocado afrontar a las relaciones entre
parejas del mismo sexo (…). Aparte de la calidad literaria, sus libros sirven para asomarse a otras épocas, ver los
tiempos que corrían a nivel histórico, y también el rol sexual que ellos asumían ante la sociedad. (Manrique, 32).
Cada texto existente da cuenta de diversas relaciones, sentimientos, miedos, frustraciones, confusiones,
entre otros, pues “El amor, el deseo y la tentación quizás sean parecidos, incluso los mismos; pero las
motivaciones, las intenciones, la valoración y la mirada es otra.” (Manrique, 28). Los hombres y mujeres
homosexuales continúan siendo seres humanos y, por tanto, también desean y aman, sin embargo, la
mirada sobre sus relaciones es diferente pues viven al margen de una sociedad que no los acepta en su
plenitud, y este lidiar constante con el sistema se ve reflejado en sus obras.
Las lesbianas, por supuesto, no se han quedado atrás y, al verse perseguidas o silenciadas en la esfera
pública, han recurrido a la escritura, ese medio silencioso pero de eficaz difusión. “Lo que antes se intentó
borrar y enviar a la clandestinidad vive hoy un interesante momento desde el punto de vista literario que
involucra sobre todo a escritores homosexuales.” (Manrique, 28). Parece como si a través de la gran
proliferación de obras, los/as escritores/as homosexuales estuvieran intentando recuperar o reescribir
toda esa historia que les fue negada con la destrucción de miles de documentos que atestiguaban su
existencia en épocas pasadas y, a su vez, están dejando un legado histórico para quienes más adelante se
declaren homosexuales. Esos futuros homosexuales podrán encontrar historia y, por lo mismo, estarán en
la capacidad de saber quienes son y aceptarse como tal.
De los pocos documentos lésbicos que sobrevivieron hasta hoy, aunque no completos, fueron los Safo,
quizá la primera mujer homosexual de la que se tuvo registro. Safo, la gran poetiza griega que escribía
hermosos poemas a sus amadas. Fue gracias a esos escritos que se tiene registro del lesbianismo desde la
Antigua Grecia. De no haber sido por la literatura, quizá el amor de una mujer por otra hubiese muerto
también en aquel acantilado desde el que saltó Safo por desamor. De hecho, quien sabe cuantas otras
mujeres homosexuales no recurrieron a la literatura para escapar del silencio pero, como dijo Rich,
quizá muchos de estos documentos fueron destruidos al lado de otros cuantos para que las lesbianas se
quedaran sin historia y siguieran siendo vistas como antinaturales (Rich, 239). Sin embargo, los textos
homosexuales no son escasos y muchos han logrado sobrevivir a la extinción llevada a cabo por parte de
la Iglesia y las autoridades estatales y policíacas.
88
Tatiana Peláez Acevedo
Sea como fuere, lo cierto es que parece existir en las mujeres homosexuales una fuerte necesidad de
expresar su forma de sentir, sus maneras de relacionarse y de habitar el mundo como una fuente de
reafirmación en sí mismas que dista mucho de relacionarse con estereotipos de “enfermas mentales”,
“desviadas”, “invertidas”, etc. Reafirmarse dentro del sistema para romperlo desde dentro y acabar con
ese velo de naturalidad del que goza la heterosexualidad. Tal es el caso de este poemario titulado Rupturas,
en donde lo esencial es una continua búsqueda interna que trata de encontrar respuestas, más allá de su
relación con otros, a su existencia lesbiana en este país.
¿Por qué poesía? ¿Por qué no escribir una novela o filmar una película? Por varias razones:
1. Como bien lo dice Cixous, escribir es un intento de ver mejor, de vislumbrar hasta dónde puede
llegar la vista “Escribir, ¿no es un gesto, un despliegue, un envío de miradas ante mí, ante sí
para intentar, para tratar de ver?” (Seminario de Barcelona, 95) Escribir, además, es siempre una
expectativa de ver más, de mirar más lejos o, como diría Cixuos, de “esperar ver” (Seminario de
Barcelona, 98) Ver es renunciar a destruir, porque cuando tomamos movimientos de destrucción
o depredación, no podemos ver. “(…) es dejando reposar, haciendo las paces con el mundo, como
podemos esperar ver manifestarse lo Otro (…)” (Seminario de Barcelona, 98). Así pues, este
poemario es un intento de ver, de vislumbrar no sólo qué es, sino qué hay detrás y qué viene para
el lesbianismo en este país. También es un medio para hacer las paces con el mundo heterosexual
al tratar de ver todo con claridad.
2. A pesar de ser el libro finito y, por tanto, uno, ley, el libro poético tiene la particularidad de poseer
una potencialidad para lanzar al lector hacia la infinitud (Kristeva, 234. 1978)
3. “Afirma Derrida que el texto literario se distingue (…) por su irreductible singularidad y, a
un tiempo, por su carácter de experiencia universalizable.” (Seminario de Barcelona, 31) Este
poemario es eso: a pesar de ser testigo de una experiencia personal y, por tanto, autobiográfico,
da cuenta de una experiencia universalizable: la situación de las lesbianas en este país.
4. El arte de escribir se basa justamente en que las letras continúan comunicando aunque uno, como
escritor, ya no esté ahí. “(…) la frase prescinde de mí. Entonces ésta puede seguir conquistando,
constituyendo imperios pero yo ya no estoy.” (Seminario de Barcelona, 104) Este poemario
continuará dando cuenta de lo que vivió una lesbiana en el siglo XXI aunque su autora muera
más adelante, y ayudará a reescribir esa historia lésbica que fue destruida y quemada para que
éstas siguieran siendo vistas como “las raras” y “las desviadas”.10
5. Escribir permite a la autora representarse, no como unificación, sino como posibilidad infinita,
como potencialidad, como multiplicidad: “No creo ni en una estabilización, ni en una unificación,
ni en una definición posible de un ser humano, y pienso que la riqueza y la libertad poética de éste
10
Revisar Capítulo I: La verdadera subversión contra la heterosexualidad
89
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
6.
7.
8.
9.
se hallan en concederse la posibilidad de representar todos los papeles que se presentan ante mí,
ante ti (…)” (Seminario de Barcelona, 132). A través de la poesía la autora tiene la libertad total
de representarse como lesbiana lejos de los tabúes sociales… la autora es quien desea ser en su
multiplicidad cuando escribe.
La escritura es búsqueda en el sentido que se quiera, es intentar darle nombres a la vida y las cosas
que existen (Seminario de Barcelona, 148), es decir, tratar de organizarla en aras de esa búsqueda.
En este caso la búsqueda es interior, a través de la poesía, se intenta constantemente darle un
orden y nombres a los pensamientos, sentimientos y estilo de vida lesbiano.
Derrida dice que “Nos encontramos que escribimos porque no nos encontramos donde nos
queremos encontrar.” (Seminario de Barcelona, 149) La autora de este poemario escribe también
para encontrarse, pues aún no ha llegado a su realización, ni como lesbiana, ni como persona. Y sin
embargo, nunca podrá encontrarse porque después de encontrarse vendrán nuevas búsquedas.
Por gusto y satisfacción personal. Cuando se empezó a escribir poesía, jamás se hizo con un
propósito específico, sino sólo por gusto y necesidad. Sin embargo, es satisfactorio ver que el
trabajo personal puede tener un fin específico y tiene un contexto en el panorama actual de las
lesbianas en este país.
Como bien lo explica Julia Kristeva, sólo lo semiótico (habla poética) puede desplazar la ley
paterna, pues recupera el cuerpo materno al hacer posible la expresión libre de los impulsos
(anteriores al lenguaje). (Butler, 115) Además, al ir en contra de lo simbólico, el lenguaje poético
se puede convertir en una exploración del lenguaje y del sujeto mismo en todos los sentidos,
“(…) como actividad que exime al sujeto de determinadas tramas linguíticas (psíquicas, sociales);
como dinamismo que quiebra la inercia de las costumbres del lenguaje y ofrece al lingüista la
única posibilidad de estudiar el devenir de las significaciones de los signos.” (Kristeva, 233.
1978) El lenguaje poético da al sujeto la posibilidad de explorarse libremente sin atarse de lleno a
limitaciones como pueden serlo las categorías sexuales y la heterosexualidad obligatoria.
Retomando a Kristeva, sin embargo, es importante recordar que esta teórica considera amenazante y
sicótico que una mujer use el lenguaje poético, pues al volver a lo materno estaría evidenciando una
homosexualidad femenina. (Bulter, 118)
La autora de “Rupturas”, sin embargo, se ha lanzado a desafiar a Kristeva tomando por su cuenta y
riesgo la poesía para demostrar que es posible construir la identidad fuera de la heterosexualidad y que la
lesbiana puede dejar de considerarse a sí misma y por los demás como la “Otra” de la cultura para generar
con su nueva toma de sujeto hablante un lugar en donde la diversidad sea el único discurso correcto11.
Asimismo, al hablar, la lesbiana puede no sólo expresar a otros lo que es y lo que siente, sino ayudar
11
90
Para mirarlo de forma detallada, volver al Capítulo I: La verdadera subversión contra la heterosexualidad.
Tatiana Peláez Acevedo
a erradicar ese temor difundido a que la heterosexualidad pierda el privilegio como la única opción,
temor que posee a muchos, como a Kristeva según dice Butler en su libro titulado El Género en Disputa
(Butler, 120-121). ¡No hay nada que temer! ¡El único temor que debe reinar es aquel que se basa en la
discriminación y la violencia!
Así las cosas, lo que se intenta con este poemario es luchar contra, como dice Biddy Martin, ese fuerte
intento de lo establecido por borrar a las lesbianas de los campos discursivos (Martin, 109), y asumir
el reto que ha propuesto Monique Witting: apoderarse de la posición de sujeto hablante autorizado para
derrocar la categoría de sexo y el sistema de la heterosexualidad obligatoria (Butler, 146)
Como se sabe, el lenguaje mismo es quien se ha encargado de crear la ficticia naturalidad de la
heterosexualidad. Por esto también, la lucha de las lesbianas por reclamar el reconocimiento de su
existencia debe empezar por el lenguaje, pues es sólo a través del lenguaje que esa ficción se puede
develar para dar paso a nuevos discursos12. Así pues, para una lesbiana, como en el caso de este poemario,
el desafío no consiste sólo en apropiarse del lenguaje para asumir una posición de sujeto hablante
autorizado, sino que le implica empezar a hablar en términos no heterosexuales, es decir, ir en contra de
todo lo establecido por encima de las consecuencias que esto le traiga para empezar a crear otra realidad
en donde las lesbianas dejen de ser ininteligibles en la cultura y se acabe por completo con ese velo de
naturalidad que goza la heterosexualidad13. No hay que hablar entonces como hombre o como mujer, sino
como lesbiana, como bien lo dice Witting14.
Hay que recordar, sin embargo que, como dice Butler, la idea no es derrocar la heterosexualidad por
completo, pues esta es una opción válida como cualquier otra, sino que lo que se busca es resignificarla,
quitarle ese velo de naturalidad para que puedan abrirse paso nuevos estilos de vida con nuevos discursos
y formas de habitar el mundo (Butler, 158-159)
Así las cosas, lo primero es hablar y poner las historias de vida que difieren de lo impuesto a la mano
de todos los seres humanos para hacer visibles las complejidades que ya existen en la clandestinidad,
exponerlas al mundo para que entren a hacer parte de lo conocido y después, entren a hacer parte de la
sociedad. Dice James Alison:
(…) conviene que pongamos fina atención al desarrollar y contar nuestras historias, hacerlas asequibles, no a la
fuerza, pero como testimonio tranquilo de amor que convidará a personas (…) que viven tantas veces privadas de
12
13
dad
14
Esto ya se trató detalladamente en el Capítulo I: Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje
Revisar El Género en Disputa de Butler o volver al Capítulo I: La verdadera subversión contra la heterosexualiRevisar Capítulo I: Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje
91
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
una capacidad para la autobiografía, pues contarla y dar testimonio sería reconocer lo positivo de cosas prohibidas.
(Alison, 86-87)
Así pues, la escritora de este poemario tendría sin duda un papel no sólo importantísimo, sino activo al
exponer su vida en sus poemas y darlos a conocer. Como bien diría Kristeva: “Por su manera de escribir
leyendo el corpus literario anterior o sincrónico el autor vive en la historia, y la sociedad se escribe en el
texto.” (Kristeva, 235. 1978) Es decir que la autora de este libro no sólo estaría exponiendo su historia de
vida, sino la de la sociedad misma.
Por esto mismo, el lector no tendría de forma alguna una actitud pasiva frente al texto. Es preciso entonces
recordar que leer para los antiguos significaba recoger, espiar, reconocer las huellas, robar, etc. (Kristeva,
236. 1978) Esto le atribuye a la lectura una participación no sólo activa, sino agresiva que implica una
apropiación del otro, de ese que escribe y que es capaz de invitar al lector a la infinitud.
Esta será entonces la misión primordial de este poemario: poner al alcance de todos una historia de vida
que dista de la matriz heterosexual para ayudar a establecer la ley de la diversidad15 sin dejar de lado, por
supuesto, la calidad artística y literaria que debe tener un libro para ser editado y publicado.
2. Conciencia del “querer ser”
La autora de este libro comenzó a escribir poesía cuando empezó a darse cuenta de que deseaba a las
mujeres, lo que la lanzaba de lleno a vislumbrar un panorama de rechazo que la atemorizaba y, como bien
lo expresa Valeria Flores, “Al deseo no se le ordena, él excava galerías en lo más profundo y subterráneo
de nuestra subjetividad.” (Flores, Documento 17 de Internet). El ser humano no controla su deseo ni lo
direcciona, sino todo lo contrario, es él el que excava en el hombre y dirige sus instintos.
Conciente entonces de lo que su deseo le dictaba, la autora empezó a demostrar una necesidad por recurrir
a la escritura como un medio de expresión de todo aquello que se debatía en su interior. ¿Por qué surgió
de repente esa necesidad por escribir poesía justo cuando descubrió sus deseos internos?
Kristeva trae a colación a Melanie Klein en su libro titulado El genio femenino 2. Melanie Klein, quien
podría resolver esta duda. Según Klein, la creatividad como escribir, pintar, etc, son un medio para llegar
a la reparación. (Kristeva, 211. 2001) Se podría decir entonces que, en este caso específicamente, la mujer
homosexual busca repararse dentro de una sociedad heterosexual y la forma de buscar esa reparación se
15
92
Revisar Capítulo II: Panorama actual para ahondar en la ley de la diversidad.
Tatiana Peláez Acevedo
manifestó en la necesidad de escribir poesía.
Este poemario empieza, no por casualidad, con un poema titulado Impulso. En él se ve claramente la
lucha interna en la que se debate la autora al ser conciente que su “querer ser” va en contra del “deber ser”
que le impone la sociedad. Se hace consiente de la ruptura que implica su “querer ser” con lo establecido,
y es a esto a lo que Velandia denomina el “Coming In”: ser conciente de que se desea a otra persona de
su mismo sexo. (Velandia, 93) Sabe, además, que ese “querer ser” le implica reconocer una serie de
fracasos frente al discurso masculino: fracasar como mujer y como esposa, no se contraerá matrimonio
con un hombre, no procreará ni tendrá una familia, no irá a reuniones con su esposo ni lo presentará en
sociedad. En definitiva, la autora teme reflejarse en el espejo para verse a sí misma y enfrentar su “Coming
In”, como bien lo expresa Hermann Hesse en su libro Lobo Estepario: “Presiente su situación dentro del
edificio del mundo, presiente y conoce a los inmortales, presiente y teme la posibilidad de un encuentro
consigo mismo, sabe de la existencia de aquel espejo, en el cual siente tan terrible necesidad de mirarse
y en el cual teme con mortal angustia verse reflejado.” (Hesse, 83) Necesita mirarse y reconocerse, pero
teme descubrir quién es y, por lo mismo, prefiere mantenerse alejado del espejo cuanto sea necesario.
Sin embargo, en algún momento la lesbiana parece mirarse de reojo en ese espejo para descubrir que,
en efecto, su deseo no va acorde con lo impuesto ni con los discursos establecidos, y empieza entonces
una búsqueda de ese yo que se encontraba hasta el momento totalmente restringido y limitado bajo una
mentalidad hetersexista, pero que grita por salir a flote:
Dentro guardas pecados que nadie conjetura/ para seguir como un androide/ fingiendo pertenecer al edén de lo impuesto.
(Fedra, 10)
Aquí salen a relucir los discursos religiosos, psicológicos y biologicistas, tratados en el I Capítulo de
este trabajo de grado que se relacionan con ese sentir diferente: “eres una enferma mental”, “eres una
pecadora”, “eres una anti-natura”. Dice Marina Talero, psicóloga: “La niña o el niño se refugia en su
pensamiento con su dios y llega a la conclusión de que su sentimiento es pecaminoso y que lo debe
reprimir. Este es el punto de partida para su eterna disyuntiva entre la exigencia social y su sentir.”
(Talero, 42). Al descubrirse pecadora porque su sentir va en contra de lo que le han inculcado como
correcto, en la autora se rompe esa comunión, no sólo consigo misma, sino con el mundo exterior. Sin
comunión no hay paz ni tranquilidad, por lo que la lesbiana comienza la lucha por alcanzar esa reparación
consigo misma y con el mundo, como se verá más adelante.
Por ahora, la lesbiana cree firmemente en estos discursos creados y se ve a sí misma como la escoria
del mundo. Estos discursos tienen tanto peso, están tan arraigados que surge entonces la vergüenza, no
93
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
sólo de pensarse diferente, sino de confrontar ese modelo establecido. (Velandia, 94) Avergonzada, la
autora de este poemario opta inicialmente por el ocultamiento. Finge pertenecer a la heterosexualidad
impuesta para evitarse arduas consecuencias… se reprime. “(…) para seguir como un androide/ fingiendo
pertenecer al edén de lo impuesto.” (Fedra, 10) Lo establecido es el edén, por tanto, el lesbianismo sería
el infierno, y así, la lesbiana opta por el edén externo que se va creando al tiempo de su infierno interior,
“(...) como si se afanara indecible y desesperadamente por penetrar, por una rendija cualquiera, en este
pequeño mundo pacífico y aclimatarse a él, aunque no fuera más que por una hora.” (Hesse, 46) Sin
embargo, la autora ya podía presentir que nunca le iba a ser dado más que esa rendija, pues la puerta a la
pertenencia heterosexual se le había cerrado por completo.
¿Por qué se habla de infierno interno? Porque la autora de este poemario no sólo se siente como la única
persona que está viviendo esa situación (Velandia, 95) sino que, por si fuera poco, el auto-señalamiento
llega incluso a ser más fuerte y cruel del que podría venir de otros hacia ella y se da paso entonces a una
burla sarcástica y ruin de sí misma por no ser lo que se debería, por descubrirse diferente en esta vida que
sólo se puede disfrutar si se es heterosexual. Así, la vida parece carecer de sentido y la lesbiana se siente
caer en un hoyo oscuro de pesimismo donde sólo hay espacio para el llanto, y la risa aparece sólo como
un elemento irónico y destructor:
La vida nace ceñida a dos ojos de llantos abismales/ ajustada a gritos que intuyen la llegada al averno. /Luego es que
aprendes a reír en omisión/ de tu propia existencia terrenal. (Fedra, 10)
La autora sabe que confesar su deseo y su sentir acabaría con su, ahora aparente, “tranquilidad” y comunión
con la sociedad, aunque conservar esa tranquilidad le implique vivir su propio infierno personal; y se
refiere a ese fingimiento de llevar una vida heterosexual como “la puesta en escena”. La lesbiana se
convierte en la actriz del sistema, en la marioneta de la matriz impuesta. Dice Marina Talero: “(…) esta
exigencia genera, en muchas personas, problemas de asertividad, inhabilidad en la interacción social,
dificultad para tomar decisiones, inseguridad, dificultades de aprendizaje, trastornos depresivos y de
ansiedad.” (Talero, 42) El infierno interior se vuelve tan insoportable que, por supuesto, sale a relucir
de una u otra forma al exterior y, como se vio en el Capítulo I, muchos investigadores se han pegado de
estas manifestaciones para asegurar que las personas que se sienten atraídas por personas de su mismo
sexo son enfermas y anormales16. ¿Sin una exigencia heterosexual los homosexuales podrían acabar con
su infierno producto de la vergüenza y el auto-señalamiento y, en el mismo sentido, dejar de sufrir de los
problemas de los que habla Marina Talero? Seguramente sí.
Sea como fuere, la autora sabe que confesar la llevará inmediatamente a ser señalada y juzgada. Ya
16
94
Revisar Capítulo I: Discursos de distribución social
Tatiana Peláez Acevedo
no bastará con su propia burla… tendría que cargar con la de la sociedad entera, esa misma a la que la
autora se refiere como el “teatro de lo normativo” y quedaría expuesta en la tarima. Y la lesbiana teme
de nuevo… y se reprime:
Sabes que con una palabra la puesta en escena se desploma/la marioneta se derrumbará frente a los asistentes al teatro
de lo normativo,/ y rotas las cuerdas de lo reglamentario/será el hazmerreír de la concurrencia. (Fedra, 10)
Pero el título de este poema no es en vano tampoco. Se habla de Impulso. La autora parece llenarse
de valor en algún momento de su vida o quizá llega un momento en la vida de toda lesbiana en que el
infierno interior es más fuerte que el fingido “edén” del que está haciendo parte de puertas hacia fuera, y
decide visualizar cómo sería el confesar y reconocerse como lesbiana. A esto llama Velandia el “Coming
Out” “(…) el individuo busca salir de sí hacia otr@s, motivado en la búsqueda de consolidar su identidad
particular de orientación sexual (…)” (Velandia, 98) Parece llegar siempre un momento en la vida de la
mayoría de los homosexuales en que se hace necesario salir de sí para poder identificarse a sí mismo. Sin
embargo, aquí la autora sólo visualiza su “Coming Out” sin atreverse aún a llevarlo acabo en la vida real.
Así es como la autora percibe ese momento:
De pronto, /en un impulso desenfrenado/abandonas el puerto de gentes comunes/y resuelves zapar en tu bote de dudas
de papel.
Tus turbaciones como remos en tu poder/te encaminan hacia lo prohibido. /Visualizas la tormenta en el límite de lo
presentable/y persuades a tus convicciones de que las consecuencias no importan ya,/que quizá haya posibilidad de
sobrevivir al diluvio. (Fedra, 11)
Abandona entonces “el puerto de gentes comunes” (los heterosexuales) para reconocerse diferente y,
aunque aún hay temor en sus palabras (dudas, turbaciones), decide tomar el temor en sus manos, “Tus
turbaciones como remos en tu poder” (Fedra, 11), y usarlo a su favor para remar hasta donde esa nueva
realidad la lleve. No parece querer dar marcha atrás, pues se aferra fielmente a la esperanza de un mañana
mejor o, al menos, a la posibilidad de salir ilesa, “(…) quizá haya posibilidad de sobrevivir al diluvio”
(Fedra, 11)
Sin embargo, la autora, en esta experiencia literaria visualiza a la sociedad completamente encolerizada
con ella al descubrirla homosexual; una sociedad sin compasión ni piedad y cruel a la hora de juzgar y
castigar, “los relámpagos encolerizados de la sociedad (…)” (Fedra, 11), en definitiva, un sistema regido
por la matriz heterosexual que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para acabar o, al menos, ocultar
cualquier otro tipo de estilo de vida diferente, hasta el punto de tratar de exterminar y desaparecer todos
los documentos que datan de la existencia histórica de, por ejemplo, el lesbianismo, como bien lo expuso
95
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
Rich17.
Allá está entonces la sociedad, altiva, sobre un pedestal desde donde puede juzgar a quien se considera
inferior, en este caso, la autora del poemario: “(…) la sociedad en la sala del juicio (…)” (Fedra, 11). Aún
así, es ella misma quien le da al sistema el derecho de juzgarla, pues le concede la cualidad de pertenecer
a lo correcto y, por tanto, de estar ella en lo incorrecto y, por consiguiente, merecer el castigo que le sea
propio: discriminación, insultos, violencia, citas con el psicólogo o sacerdote, implantación de hormonas
y, en fin, todo tipo de maltratos que ya se han mencionado en capítulos anteriores. Así, la lesbiana cree
que su segregación es normal y natural, por lo que la acepta como si fuera lo que le tocara vivir frente a la
sociedad por el simple hecho de ser así. Naturaliza su posición discriminada. La autora cree merecer este
trato y, lo que es peor, se declara a sí misma culpable e infractora del sistema heterosexual establecido.
Se auto condena, y así, la heterosexualidad aparece de nuevo con ese velo de naturalidad que tanto
denuncian Witting y Butler18:
y los truenos en vilo declaran culpable al nuevo reo./¡Cadena perpetua al infractor! (Fedra, 11)
Ante este panorama que se pinta a sí misma la autora, parece ser que lo mejor es seguir en el silencio
antes que declararse un infractor del sistema y soportar el castigo que impondrá la sociedad sobre ella.
Sin embargo, este silenciamiento implica que la mujer homosexual se sienta increíblemente sola y se
encierre sobre sí misma, “(…) inician una etapa de encierro que los lleva a la soledad y a sentir desprecio
por sí mismos, lo cual altera sus relaciones en la escuela y el hogar hasta tal punto que muchos dejan la
familia y se van a la calle.” (Talero, 42). La autora, incluso, menciona una celda que, de por sí, hace un
llamado inmediato a la soledad, “Te descubres sola en la celda de lo impronunciable (…)” (Fedra, 11).
Encierro, aislamiento, soledad, incomunicación, ataduras, no libertad… esto es lo que implica una celda,
la celda de lo impronunciable, en donde hablar no rebajará la pena, sino llevará al reo (a la autora en este
caso) directo a la cadena perpetua.
En este debate interno, la autora llega incluso a considerar como última opción el suicidio, preferible ante
la idea de enfrentarse a la sociedad:
…tratas vanamente de silenciar al crepúsculo que murmura:
Hoy debes suicidarte, /no se te va a antojar probar el sabor de la diferencia. /Vive para mañana/y tu agonía será el
suplicio de un arrepentimiento perenne. (Fedra, 11)
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Revisar Capítulo I: La verdadera subversión contra la heterosexualidad
Revisar Capítulo I : Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje.
Tatiana Peláez Acevedo
“no se te va a antojar probar el sabor de la diferencia” (Págs.), es ese el verdadero peso de las lesbianas,
cargar con la diferencia de un mundo impuesto y temer revelarlo. Sin embargo, vivir con temor y
fingiendo una heterosexualidad tampoco parece tener mucho sentido y, así las cosas, la vida aparece
como un sin sentido y el suicidio, como la opción más eficaz. “Estudios llevados a cabo en diferentes
países (referencias) muestran datos que permiten concluir que la situación para los LGBT es cada vez
más complicada, altas tasas de depresión, ansiedad y suicidio son algunas de las situaciones que llaman
la atención de los proveedores de salud.” (Caycedo, 15) No es de extrañar entonces todos los casos de
suicidio que hay registrados por parte de mujeres homosexuales, ya sea porque confesaron y fueron
fuertemente rechazadas, o porque no soportaron el silencio y tampoco fueron capaces de dejarlo.
Al final de este poema, la autora se reconoce de nuevo a sí misma como un ser defectuoso, errado y,
por tanto, incompatible con la sociedad. No obstante, deja abierta para sí la posibilidad de elección que
parece discernir entre: suicidarse o hablar:
Haz tu elección, /de ti depende el porvenir del que ha nacido defectuoso. (Fedra, 11)
La importancia de este primer poema es arrolladora pues, tras escribir su primer poema, la autora empieza
a notar que es capaz de construir y no sólo de destruir desde su condición homosexual, y se apasiona con
su trabajo poético, tanto que, incluso, le será casi imposible dejarlo. Esto es a lo que Melanie Klein llama:
el éxito personal del artista. Dice Kristeva al respecto.
(…) las repeticiones del éxito integran al objeto reparado en el yo, de manera que el melancólico o la melancólica no
tienen ya necesidad de continuar con el control agotador e imposible del otro, sino que aceptan a su objeto de deseo
y amor tal como es. Desde esta perspectiva, la obra de arte pasa a ser una manera de recrear la armonía del mundo
interior y de mantener en el mundo exterior una relación de tolerancia, incluso de amor, con los otros (…) (Kristeva,
211-212. 2001)
Con esto se podría decir que la autora, a través de la poesía aprende a aceptar para sí misma, al menos,
que el objeto de su deseo son las mujeres y, así, logra entrar en comunión consigo misma. Sin embargo,
en este caso en específico no podríamos llegar a hablar de una relación de tolerancia con el mundo
exterior, pues aquí, el haber entrado en comunión consigo misma no la lleva inmediatamente a tener una
relación de amor con el mundo exterior, sino todo lo contrario, como se vio a lo largo del análisis de
todo el poema. En este caso, al aceptarse como tal, la autora entra inmediatamente en displicencia con el
mundo exterior, ese que le exige ser heterosexual. Por esto, la obra de arte, en este caso la poesía, entraría
a jugar un papel mucho más importante que el de simple reparación, pues esa reparación se dará jamás
de forma completa en el sujeto homosexual femenino hasta que ésta logre esas dos comuniones: consigo
misma y con el mundo exterior. Sin embargo, como esa segunda reparación no depende enteramente de
97
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
ella, pues llegará sólo cuando el mundo exterior le abra un verdadero cupo para su existencia, su poesía
será testigo de esa necesidad interna de conseguir una comunión con el mundo exterior a través de
denuncias y críticas fuertes hacia la sociedad, como se verá más adelante.
3. Construcción del sujeto interno: expresión del deseo.
A medida que se avanza en el poemario y se hace evidente ese apasionamiento por la poesía, es evidente
que la autora optó por hablar y no por suicidarse pues, como bien lo expresa Hesse: “Todos saben muy
bien, en alguno de los rincones de su alma, que el suicidio es, en efecto, una salida, pero muy vergonzante
e ilegal, que en el fondo es más noble y más bello dejarse vencer y sucumbir por la vida misma que por
la propia mano.” (Hesse, 76). Así lo decidió también la autora del poemario, se enfrentó a la vida y es
entonces cuando aparece un segundo poema titulado Comprendo:
COMPRENDO
No concebía un amor sin una mirada, /sin un roce, /sin un abrazo, /sin un beso.
Ahora comprendo/que es suficiente tu ausencia para amarte. (Fedra, 12)
En él la autora expresa su deseo hacia otra persona que, por lo que se puede ver, aún aparece apenas como
una ilusión, pues por uno u otro motivo, no parece poder tenerla, “(…) es suficiente tu ausencia para
amarte.” (Fedra, 12)
Sin embargo, lo cierto es que el deseo existe y, sin duda, “La fuerza primordial que empuja el yo hacia
el Otro es la del deseo (…)” (Seminario de Barcelona, 27). Desear a otro es, a la vez, el deseo de ser
reconocido por ese otro… es lo que busca la autora de este poemario: ser reconocida como lesbiana por
esa “otra” que experimenta el mismo deseo por las mujeres. Cabría preguntarse entonces, ¿es posible
que exista un deseo no destructivo, un deseo que no impulse al uno a devorar ese otro, a ese impulso
loco de poseer al ser amado? Por supuesto que existe, pero sólo dentro de las relaciones en donde no
existe ninguna relación de poder, es decir, donde ambas personas están al mismo nivel… lo que Marta
Segarra trae a colación como el “reconocimiento del uno por el otro”(Seminario de Barcelona, 28). Aquí
no hay destrucción del otro. Esto es a lo que Cixous llama el “amor-otro” (Seminario de Barcelona, 28)
Una relación entre dos mujeres, sin duda, podría entrar perfectamente dentro de este tipo de deseo, pues
no existe esa supremacía del sexo masculino, sino que son iguales y, por tanto, pueden disfrutar de un
trabajo de conocimiento mutuo de la alteridad. Es decir que la autora de este poemario experimenta un
98
Tatiana Peláez Acevedo
deseo no destructivo y de respeto por esa “otra”. Por si fuera poco, la escritura de su poesía le permite
experimentar aún más ese “amor-otro” porque así puede escaparse de lo establecido y experimentar fuera
de las estructuras binarias. “La escritura se nutre así de la alteridad, de los otros y las otras que están en
mí, sin que yo lo sepa” (Seminario de Barcelona, 28) Así pues, la escritura de esta poeta se comienza
a enriquecer de su reciente deseo, de su entrada al goce de la alteridad, de la nueva conciencia de su
multiplicidad…
Sin embargo, lo importante aquí es que la autora ha empezado a nombrar su deseo, es decir, hacerlo
tangible y, por tanto, más real a través de la escritura. “Este es el mundo del clóset, el mundo donde el
armario es el precio que se paga por la supervivencia. Y funciona bien – y hasta misericordiosamente –
hasta el momento en que se comienzan a llamar las cosas por su nombre (…)” (Alison, 76). Es esto lo que
ha empezado a hacer la autora de este poemario: llamar las cosas por su nombre, llamar a su deseo tal cual
es, aunque sin atreverse aún a comunicárselo a alguien que no sea ella misma. Incluso, se sabe que en el
proceso de “Coming In”, las personas no son capaces de llamarse a sí mismas lesbianas u homosexuales
respectivamente. (Velandia, 98). Tal es el caso de la autora, quien se niega a definirse como lesbiana en
sus poemas pero, aún así, ya ha empezado a nombrar y escribir su deseo.
A pesar de que en este poema no se mencionan géneros concretos, pues no se establece en ningún
momento que ese deseo esté dirigido a otra mujer, lo cierto es que la autora ha empezado a aceptárselo a
sí misma e, incluso, le ha dado una salida al exterior a través de las palabras. El sujeto empieza a buscarse
a sí mismo a través de las palabras porque sabe que el silencio sólo significará su muerte e inexistencia,
como bien lo han expresado Witting, Rich y Butler, quienes saben que la verdadera subversión contra la
heterosexualidad empezará por dejar el silencio.19
Tal vez al principio escribiera sólo para sí y nadie a su alrededor haya tenido idea de la existencia de
estos escritos, pero con eso basta para que la autora empezara a construirse como sujeto dejando de lado
el autoengaño de pertenecer a un impuesto. Hablar es afirmarse y la autora de este poemario lo está
haciendo. Asimismo, se considera pertinente volver a citar a Biddy Martin cuando asegura: “(…) Butler
señala la importancia de hacer visibles las complejidades que ya existen, pero que los ordenamientos
discursivos/institucionales vuelven impensables, invisibles o imposibles, al empeñarse en definir sujetos
viables.” (Martin, 118). Al escribirse la lesbiana no sólo rompe con lo externo, va creando poco a poco su
identidad y su propio lugar en el mundo a la vez que reclama su existencia, sino que está haciendo visible
una complejidad de la que ella hace parte para volverla pensable: el lesbianismo
Así, la lesbiana puede empezar a verse a sí misma con transparencia y sin auto-juicios “La mirada sobre sí
19
Revisar Capítulo I: La verdadera subversión contra la heterosexualidad.
99
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
mismo es el resultado de un arduo combate entre nuestra intimidad, ese baúl de secretos donde todos los
deseos son posibles, y el mundo exterior, la realidad que se nos opone.” (Wilches, 56). Sin embargo, para
esta mujer que aún no ha materializado su condición, la realidad que se le opone aún no la ha embestido,
pues está ejerciendo la única posibilidad que se le ha brindado a las lesbianas: la soltería y la incapacidad
de llevar una vida afectiva20. Además, puede continuar fingiendo fuera de las letras la heterosexualidad
que se le exige sin mayores problemas.
4. Vida en pareja
En los siguientes cuatro poemas la situación de la autora cambia drásticamente, pues su deseo se
materializa en una relación de pareja. Finalmente la autora experimenta su sexualidad y ésta se convierte,
como dice Flores, en el lugar común de la experiencia lesbiana, “El lugar en que sucede una travesía del
cuerpo, experiencia erótica de la otra y del propio, con el consiguiente cambio de percepción respecto a
los esquemas heterosexuales. Es el sitio donde se abre una inteligencia, un saber corpóreo y una forma
de conocimiento de sí y del mundo.” (Flores, Documento 17 de Internet). Al experimentar su sexualidad,
la ruptura con lo establecido es materializada.
¿Por qué continuar escribiendo si había logrado su cometido: ser una lesbiana? Como se dijo, parece existir
una fuerte necesidad por parte de las mujeres homosexuales de expresar sus relaciones abiertamente,
aunque sea a través de la literatura, ya que no pueden hacerlo en la vida real, pues esto les implicaría
enfrentarse al escarnio público. Quizá lo que más desean expresar es que en estas relaciones homosexuales
no todo es sexo como se tiende a pensar, sino que se siente y se ama como cualquier otro ser humano.
(Manrique, 33).
Así, parece ser que los homosexuales, al ser borrados de la esfera pública, han sido relegados a la
literatura, como la autora de este poemario. A esto le llama Winston Manrique el efecto boomeran, “Es
cuando empieza el efecto boomeran porque los homosexuales tratan de demostrar su normalidad, que
no son enfermos, ni un peligro para nadie ni nada.” (Manrique, 32). Surge entonces una necesidad por
reafirmarse como seres comunes y corrientes que simplemente tienen gustos diferentes:
20
100
Y es precisamente en la inquietud, la búsqueda y a la espera de esos tiempos mejores que los escritores homosexuales
dan origen, sin saber, a la llamada literatura homosexual. Es decir aquella, que se hace explícitamente para contar,
describir, reflexionar, reivindicar, ensalzar las relaciones entre personas del mismo sexo; o como llamamiento a la
tolerancia de la igualdad de sentimientos y pasiones y deseos. Antes (…) esa necesidad era casi inexistente debido
a la ausencia de una persecución tan agresiva. (Manrique, 32).
Revisar Capítulo II: Panorama actual.
Tatiana Peláez Acevedo
En efecto, movida por esa persecución social de la que se siente víctima, la autora se refugia en la
poesía para expresar su amor hacia otra mujer. Sin embargo, hay que tener en cuenta que aunque es
verdad que la escritura sirve a sus autores para reflexionar, reivindicar y, en fin, todas las funciones
que nombra Manrique, lo cierto es que cuando un ser descubre que está dispuesto a darlo todo por otra
persona descubre también que se ha lanzado a una condición de encerramiento, pues el lenguaje no le
es suficiente para expresarse. Así pues, cuando de amor se habla, se habla también de imposibilidad de
comunicación y, por lo tanto, de un ser solitario (Kristeva, 2-3. 2006)
Aún así, escribir comienza a ser para la autora de este poemario un reafirmarse como mujer homosexual
cuando emprende su vida en pareja, como se verá a continuación.
En el poema titulado Dentro de mí se hace evidente que la autora ha no sólo conocido a alguien, sino que
esta persona ya ha entrado en su vida para entablar una relación. Se refiere entonces a sí misma como una
casa, como un hogar que esa “otra” llega a habitar… una casa que antes sólo la habitaba el dolor:
Ya que está dentro de mí/no piense en volver:/he cerrado la puerta /junto con la huella que ha dejado su paso en mi
alfombra. (Fedra, 13)
Esa “otra” llega entonces como una conquistadora, como una salvadora para acabar con el dolor resultado
del temor, las dudas y la lucha interna:
la inspiración se olvidó de la existencia,/la existencia del dolor/y el dolor de mí. (Fedra, 13)
Finalmente la lesbiana se enfrenta a su deseo, lo materializa y se reafirma como homosexual. Incluso, se
puede leer aún temor en sus palabras, pero el temor no va dirigido en este poema a la sociedad, sino a la
pérdida o a sentirse completa. Como bien lo dice Kristeva, cuando ama, el ser se da cuenta de su estado
incompleto y teme lo que este nuevo descubrimiento le pueda traer, “Los síntomas del amor ¿serán los
síntomas del miedo? Miedo-deseo de dejar de sentirse limitada, retenida, de pasar al otro lado. Temor
a transgredir (…) conveniencias, prohibiciones (…)” (Kristeva, 5. 2006) Para la mujer homosexual,
amar por primera vez trae temores inmensos, pues amar y ser amada significa a su vez transgredir esos
convencionalismos heterosexuales. Por tanto, podríamos afirmar que Kristeva estaría en lo correcto pues,
en ese sentido, para una lesbiana los síntomas del amor sí serían los mismos síntomas del miedo.
La casa de la autora ha sido por fin habitada por un sentimiento nuevo que difiere mucho de la frustración
o el auto-señalamiento, y ese sentimiento lo representa todo esa “otra” que, si decide partir, volverá a
101
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
dejar a la lesbiana sumida en soledad:
No eche llave, /no quiero encadenarme a la soledad. (Fedra, 13)
Así, parece ser que la autora está dispuesta a asumir el miedo a enfrentarse a lo establecido, pues es
mayor a estas alturas el miedo a volver a ser una lesbiana sola.
En el segundo poema titulado SHH… la relación de pareja parece ya haber avanzado bastante y es
entonces cuando la lesbiana entiende que no sólo existe ella y esa “otra”, sino la sociedad (Manrique, 33)
que no se detendrá ni se bajará nunca de la “sala de juicio” que menciona la autora en su poema Impulso,
como ya se vio anteriormente. (Fedra, 10 - 11)
Unos acusan, /otros juzgan, /unos cuantos ríen, /otros cuantos opinan, /y mientras todos hablan, /yo callo un dolor que
grita. (Fedra, 15)
La lesbiana comprende entonces el peso del silencio y la imposibilidad de la realización amorosa, una
realización que es privilegio de los heterosexuales que pueden ir de aquí para allá pregonando su amor
por pertenecer al sistema. Sin embargo, Kristeva considera que en el amor jamás se alcanza la realización
total y completa, ni siquiera los heterosexuales son capaces de llegar a ella, pues Kristeva entiende
el amor como no agotable, pues siempre deja una sensación de insatisfacción. (Kristeva, 5. 2006) De
esta forma, esa realización amorosa de la que tanto se habla estaría fuera del alcance de toda la especie
humana, homosexuales o no. Sin embargo, no se puede negar que para una mujer lesbiana este deseo por
sentirse plena en su vida afectiva se ve aún más lejano debido a que está obligada a amar al margen del
sistema.
La lesbiana empieza a comprender lo que significa estar al margen y amar en él. Según dice Kristeva “El
amor es el tiempo y el espacio en el que el “yo” se concede el derecho a ser extraordinario” (Kristeva,
4. 2006) El sujeto homosexual femenino sería entonces doblemente extraordinario: por estar enamorado
y por amar fuera de los márgenes establecidos. Además, cuando se ama fuera del sistema el amor no es
de dos, sino de tres: “La condena a que algunos de sus semejantes se amen, lo cual genera una expulsión
que los obliga a hacerlo a escondidas. Ahí más que nunca el amor es cosa de tres. Las dos personas
en cuestión y el mundo que se interpone.” (Manrique, 33). Y es justamente ese tercer personaje de la
relación (la sociedad misma) el que parece tener más peso:
Te tengo a ti, /los tengo a ellos, /pero tener equivale a vacío, /ese mismo que se interpone entre el mundo y yo.
(Fedra, 15)
102
Tatiana Peláez Acevedo
Hay una “otra”, pero también hay un “ellos” (sociedad) y sin “ellos” parece no ser posible que exista
una “otra”. El amor lésbico existe en tanto existe un “ellos” del otro lado dispuestos a juzgar, señalar y
burlarse. ¡He aquí el precio de vivir al margen! Como bien lo dice Witting:
(…) la sociedad hétero se basa en la necesidad de lo diferente/otro en todo nivel. No puede funcionar económica,
simbólica, lingüística ni políticamente sin ese concepto. Esa necesidad de lo diferente/otro es ontológica para todo el
conglomerado de ciencias y disciplinas que yo llamo la mente hétero. Pero ¿qué es lo diferente/otro sino lo dominado?
(la lesbiana es la “otra”, la diferente… la heterosexual no. La diferencia es selectiva… la diferente será siempre la
dominada. (Witting, Documento 29 de Internet)
El mundo funciona entonces por oposiciones y sin éstas no habría mundo ni conceptos: heterosexualidad,
homosexualidad, feminidad, masculinidad, hombre, mujer… todo carecería de sentido y de función. Helen
Cixous también habla al respecto cuando afirma que el pensamiento funciona siempre por oposiciones
duales (negro/blanco, femineidad/masculinidad…) que están directamente relacionadas con el binarismo
hombre-mujer. (Seminario de Barcelona, 24).
Así las cosas, la mujer no es más que “el Otro del hombre” (Seminario de Barcelona, 24), de la misma
forma en que la lesbiana es “la Otra de la cultura” y la “Otra de la heterosexualidad”, como bien lo
expone Kristeva21. De esta forma, una persona puede decir que existe mientras exista un “otro” fuera de
él que se le oponga, en este caso, la lesbiana existe en tanto hay un “otro” heterosexual que, por demás, es
lo impuesto. Sin embargo, dice Cixous que “La oposición entre el yo y el otro, entre “lo propio” y lo que
queda fuera de mí, pero de forma controlable, reapropiable, define asimismo la identidad y la diferencia
como lo excéntrico, lo marginal, lo peligroso, pero domeñable mediante la conquista, la apropiación
siempre violenta del otro.” (Seminario de Barcelona, 25) Lo peor de todo es que esa relación con el otro
nunca será pacífica ni tranquila, sino que estará llena de tensión, hostilidad y violencia en pro de mantener
una identidad propia. (Seminario de Barcelona, 25) De esta manera, esta oposición que, por si fuera poco,
sólo puede presentarse de forma hostil y tensa, explica no sólo el rechazo al lesbianismo, sino la constante
violencia a la que se ven expuestas las lesbianas por ser no sólo las “otras” de la heterosexualidad, sino
las “otras” de lo impuesto y correcto.
Quiero escapar de las palabras, /de las risas, /de los chismes, /y para hacerlo me alío con la tristeza, /el dolor. (Fedra,
15)
Este amor de tres comienza entonces a ser doloroso para la lesbiana: vacío, tristeza, dolor. Estos
sentimientos, sin embargo, ya no van unidos al temor de ser quien se es y aceptarse como tal, sino a
21
Ver Capítulo I : Julia Kristeva vs. Judith Butler: aceptar el lesbianismo
103
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
la frustración de no poder ser quien se es por más que se quiera. Se evidencia entonces una necesidad
plausible por huir de la “sala de juicio”22 a un lugar donde la realización amorosa sea posible, en donde
el amor sea de dos y el sistema deje de pesar como un tercero. Sin embargo, conciente de que huir no
es una opción, pues aún no existe tal lugar en ninguna parte del mundo más que en los sueños y luchas
de algunas lesbianas activistas, la lesbiana entiende que vive en el sistema heterosexual y debe seguir
fingiendo su rol de “marioneta” pública mientras en silencio vive su “querer ser”. Pide entonces a eso a
su amada:
Calla, /déjame refugiarme en tu silencio./Calla,/y verás cómo los demás se ausentan, /se alejan, /y yo, /sorda a ellos, /
puedo amarte sin palabras. (Fedra, 16)
Callar, refugiarse en el silencio hasta que ni siquiera las voces de “ellos” puedan oírse, y allí, sólo en la
más recóndita ausencia de sonidos, parece existir para la lesbiana la posibilidad de un amor de dos. Tocar
el silencio que “ellos” desconocen por pertenecer a la esfera pública de gritos, sonidos y presencias,
para amarse sin palabras. ¡La lesbiana ha encontrado la manera de acallar a la sociedad acallándose a sí
misma!
Al haber descubierto la mejor manera para poder amar sin dolor, la lesbiana empieza a disfrutar un poco
más su relación, entendiendo, sin embargo, que la sociedad continúa allí afuera y, por tanto, ella debe
mantenerse oculta para evitarse malos ratos.
En el tercer y cuarto poema que hacen alusión a la vida en pareja y que se titulan ¿Qué si puedo? Y En
el silencio existimos, la burla deja de ser de la sociedad hacia la autora para ser de la autora hacia la
sociedad.
En el primero, la lesbiana es consiente de que puede fácilmente romper públicamente con lo establecido
por medio de una cogida de mano en la calle o un beso en un café con esa “otra” que ama y, lo que es
mejor, ya se siente en la capacidad de hacerlo “¿Qué si soy capaz? No lo dudes” (Fedra, 17). La lesbiana
ya ha pasado, sin duda, por la etapa de “Coming Out” en la que ha conocido e interactuado con personas
que tienen su misma orientación sexual para descubrir que no es la única que atraviesa por esa situación
y reconocerse a sí misma como mujer homosexual (Velandia, 98-102). De hecho, en este poema es
evidente que para la autora el ocultamiento empieza a ser casi un juego cuando dice:
22
104
¿Qué sería de aquellas miradas que se cruzan cuando las demás se distraen?/¿Qué sería de esos besos a escondidas en los
lugares más improvistos?/¿Qué sería de esos abrazos que inútilmente tratan de asirse a una amistad inexistente?/¿Qué
sería de ese roce de manos bajo la mesa que trata vanamente de ser ignorado?/¿Qué sería de esos silencios en donde las
Ver poema titulado Impulso
Tatiana Peláez Acevedo
palabras “te amo” sólo acabarían con la magia de los mudos, pero nunca sordos sentimientos? (Fedra, 17)
La sociedad y el sistema continúan latentes como ese “otro” de la relación, pero ya es un “otro” que no
pesa y no crea dolor sino que, por el contrario, es motivo de burla. La lesbiana parece haberse resignado a
vivir en el ocultamiento, pero también ha aprendido a asumirlo sin sufrimiento. Así, la mujer homosexual
parece disfrutar cuando rompe con el sistema sin que éste lo note siquiera: miradas que sólo ella percibe,
roces debajo de mesas, besos a escondidas, etc. En definitiva, la autora está ejerciendo la verdadera
subversión, esa que se da desde dentro del sistema mismo y no desde los márgenes23. Y finalmente, la
autora sentencia:
Amarte es el intento de ocultar lo nuestro/ante la posibilidad de no hacerlo. (Fedra, 17)
La lesbiana ama en el ocultamiento, aún sabiendo que puede dejarlo, sin embargo, sabe que si lo deja ese
tercer elemento de la relación (sociedad) volvería a tomar peso, un peso que, quizá, ella no está dispuesta
a dárselo aún.
En el siguiente poema, el título ya dice mucho y hace evidente de qué manera la autora ha sabido asumir
su existencia como lesbiana en este país: En el silencio existimos. La autora es totalmente conciente de
su silenciamiento y lo asume como tal.
Aquí se hace aún más clara esa burla que, desde el silencio, ejerce la lesbiana hacia el mundo heterosexual.
Y ya no es sólo la autora quien se burla, su pareja también, y ésta se hace explícita:
Debajo de la mesa me rozas la mano, /la distracción ajena te da el valor, /la luz baja te ofrece el momento.
Te miro al sentir el contacto, /complicidad en tus ojos, /un poco de risa, /te ufanas de burlar al mundo. (Fedra, 18)
Continúa el juego: cogidas de mano bajo las mesas cuando las demás personas se distraen o cuando la
luz está muy baja para que nadie lo note. Sin embargo, en este poema aparece un nuevo elemento: la
complicidad. Las dos mujeres se miran y saben que son cómplices de un amor prohibido por el sistema,
de un amor que está al margen aunque sólo ellas lo sepan, y allí aparece la burla hacia el mundo, hacia
esa comedia inevitable de la que habla Butler24: SÓLO ellas lo saben. Entonces entienden que pueden
burlarse de la sociedad y el sistema porque éstos desconocen que ellas lo están resquebrajando. Dice la
autora:
23
24
Revisar Capítulo I: La verdadera subversión contra la heterosexualidad.
Revisar Capítulo I: Julia Kristeva vs. Judith Butler: aceptar el lesbianismo.
105
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
Y el mundo continúa allí, /ocupado en sus idioteces, /ignorando que el enemigo respira a su lado, /y avanza cuando
da la espalda.
El golpe por detrás, /la puñalada ruin, /lo que el mundo ha pedido, /lo poco que nos ha regalado a regañadientes.
(Fedra, 18)
El mundo no las nota y, así, continúa su rumbo… estable, regido por el sistema heterosexual, desconociendo
por completo que hay espías o “enemigos”, como se nombra a sí misma la autora. Ellas (lesbianas) están
ahí, muy cerca, pero también muy lejos pues, como bien lo dice Cixous, “(…) lo cercano opera incluso
como gran lejanía.” (Seminario de Barcelona, 98), pues muchas veces lo que está más cerca es lo que no
menos se ve…tal es el caso del lesbianismo que está ahí, pero los heterosexuales se niegan a verlo. Así
pues, a pesar de que a primera vista la autora y su amada parecen ser cómplices del sistema al no hacerse
notar, lo cierto es que lo están subvirtiendo. Se hace necesario recordar a Butler cuando afirma que la
verdadera subversión:
(…) se realizará desde dentro de los términos de la ley, mediante las posibilidades que surgen cuando la ley se vuelve
contra sí misma y genera permutaciones inesperadas de sí misma. El cuerpo culturalmente construido se liberará
entonces, no hacia su pasado “natural” ni a sus placeres originales, sino hacia un futuro abierto de posibilidades
culturales (Butler, 126)
La autora y su amada son, sin duda, enemigos del sistema, enemigos de lo establecido pero, sin embargo,
enemigos silenciosos que actúan con precaución para no ser descubiertos cuando el mundo da la espalda,
cuando la ley se descuida, pues caminan y se mueven en territorio ajeno (el sistema), y saben que un
error les implicará el destierro o la condena. Por eso mismo golpean por detrás y atacan cuando nadie ve,
pues saben que el ocultamiento y el silencio es la única posibilidad de existencia que les ha brindado el
sistema, “lo poco que nos ha regalado a regañadientes” (Fedra, 18).
Sin embargo, en lo más profundo de este poema parece haber aún rastros de una exigencia por parte de
la autora hacia el sistema:
Un oscuro beso, /un abrazo entre cuatro paredes, /una invisible caricia, /una silenciosa cogida de mano. / ¡Y cuánto
añoras la luz, /deseas la libertad, /extrañas exponerte, /necesitas gritar! (Fedra, 18)
En el fondo, la lesbiana parece seguir reclamando su entrada a la esfera pública: añora la luz, desea su
libertad, extraña exponerse, necesita gritar. La mujer homosexual continúa deseando y cultivando esas
ganas de romper con lo establecido públicamente, gritarle al mundo que existe y que se merece un lugar.
Esta es la etapa a la que Velandia llama “Establish Itself” y a la que todo homosexual desea llegar, pues
106
Tatiana Peláez Acevedo
es donde pasa a reafirmarse en su orientación contándole a sus padres, compañeros de trabajo o estudio y,
así, la sexualidad se convierte en el eje central de las personas que se sienten atraídas por los de su mismo
sexo (Velandia, 102).
La pregunta sería entonces: ¿cómo sería posible romper con lo establecido ya no sólo desde el silencio
sino públicamente? La respuesta sería: resignificando la heterosexualidad, como bien lo dice Butler
y se discutió en el primer capítulo de este trabajo (Butler, 158-159). Pero esto no es tan sencillo,
pues la lesbiana sabe que al salir a la esfera pública primero deberá quedar expuesta ante el sistema
establecido, y asumir su posición de sujeto hablante autorizado de la que habla Witting25 le implicará
discriminación, insultos y señalamientos. Pocas se atreven a asumir el reto de Witting y hacerse
visibles y, por lo que se puede ver, la autora de este libro no está aún dispuesta a hacerlo cuando dice:
No te quejes, /mientras el mundo continúe ocupado, /los instantes seguirán serán nuestros. (Fedra, 19)
Para la autora, el silencio y el disfrute que ha sabido sacar de él parecen ser suficientes hasta el
momento. Amar cuando el mundo da la espalda.
Lo interesante de estos cuatro poemas es que en ninguno de ellos aparece explícito que la autora se refiera
a una mujer, pues en ningún momento habla de “ella” o feminiza las palabras y adjetivos. Así, se hace aún
más evidente que la lesbiana no ha sido capaz de romper el sistema fuera del silencio, ni siquiera en sus
escritos… la autora aún no es capaz de nombrar y materializar explícitamente al objeto de su deseo, por
lo que lo deja allí, como una “persona” sin género ni sexo, que puede ser hombre o mujer sin distinción.
Ese gran paso lo dará más adelante. Por ahora, a ella le basta con saber la verdad para sí y vivirlo en
complicidad con su pareja.
Lo importante aquí es que, si se leen estos poemas sin saber su trasfondo, es decir, sin saber que la autora
es lesbiana, el lector creerá inmediatamente que esta mujer le está escribiendo a un hombre con quien,
quizá, mantenga un amor prohibido por razones diferentes a las sexuales. Esto demostraría que el amor
lésbico no difiere en el sentir del amor heterosexual, que las lesbianas también son capaces de llevar una
vida afectiva normal y sin ninguna clase de desviación. Así, podría decirse que el amor o el deseo de un
ser humano hacia otro es igual, independiente de la persona a la que éstos vayan dirigidos. Esta última
afirmación debe servir de base para la instauración de la “ley de la diversidad”26.
25
26
Revisar Capítulo I: Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje.
Revisar Capítulo II: Panorama actual para ahondar en la ley de la diversidad.
107
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
5. Ruptura
En los poemas que siguen, se hace evidente una nueva ruptura: la de la relación de pareja. Como bien
lo dice Kristeva, en el amor se aprende no sólo a vivir a través de otro, sino a ser ese otro. Esta es una
aventura que, al terminar, lanza al individuo de lleno al dolor (Kristeva, 4. 2006), un dolor del que será
ahora presa la autora del poemario.
Así pues, dada por terminada su relación, la autora da inicio al duelo, no sólo por la persona que se fue,
sino por lo doloroso que puede llegar a ser el reconocer lo que se es en soledad.
La ruptura de la relación amorosa es el fin del sueño, el final de una vida de de pares y de tríos para pasar
a ser una vida de uno. Hernán Santacruz, médico psiquiatra, afirma que:
(…) la población homosexual tiene una tendencia suicida más elevada y un mayor número de eventos conflictivos o
dolorosos en las relaciones amorosas. Aunque ese dato es concluyente, no puede afirmarse por ello que los homosexuales
sean “más enfermos” psíquicamente que los heterosexuales sino que posiblemente están respondiendo, de esa manera,
a las consecuencias de la marginación, el maltrato y de la actitud homofóbica de la sociedad en que viven. (Santacruz,
53).
Sea verdad o no, lo cierto es que para los homosexuales, romper con sus parejas es doloroso, como
puede sucederle a cualquier pareja heterosexual. Sin embargo, como se dijo en un comienzo, para un
homosexual terminar una relación implica un doble duelo: por la persona que se fue y el reconocimiento
de la propia condición (duelo con lo que se es en soledad), como se verá a continuación.
Primero viene entonces el duelo por la persona que se fue. Melanie Klein habla muy asertivamente sobre
la posición depresiva que surge cuando se tiene la sensación de haber perdido un objeto bueno (en este
caso la mujer amada) por la propia capacidad que tiene todo ser humano de destruir hasta lo que más
desea. La autora, al descubrir que destruyó lo que más amaba, entra en un sentimiento de angustia y
culpa, y son justamente esos sentimiento los que impulsan al yo a luchar por el objeto amado, lo que hace
aún más difícil el proceso de restauración. (Kristeva, 90-91. 2001)
En los primeros dos poemas titulados Sé feliz y Fuera de mi vida, la autora se despide de su amada,
“Adiós a la niebla de lo que pudo ser,” (Fedra, 20). Se lee dolor, se lee tristeza, se lee impotencia,
frustración, llanto, nostalgia, anhelo, en definitiva, la posición depresiva a la que se refiere Klein. Sin
embargo, parece ser que fue sólo ella, la autora, quien se despidió:
108
Tatiana Peláez Acevedo
Me mataste con un adiós/que no pronunciaste, (Fedra, 21)
La “otra” parece haberse ido sin más, sin decir adiós, lo que le dio a la autora una nueva forma de
existencia: como lesbiana sola. Por si fuera poco, esa “otra” dejó a la autora por otra mujer, según se lee
en el poema Sé feliz “(…) bienaventurados los goces de aquella...” (Fedra, 20). Y a esa otra mujer la autora
le desea, desde su dolor, goce al lado de la mujer que ella ama. Quizá sea sólo rabia y resentimiento, o
quizá sólo sea resignación porque ante la pérdida que ya es inevitable sólo hay dos caminos: odiar y
reprochar, o resignarse y continuar. Sin duda, la primera opción no llevará a la autora a la restauración
de la que habla Klein, mientras que la segunda sí la llevará a esa resolución positiva de la condición
depresiva consecuencia del duelo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que esa restauración no llega
con facilidad ni inmediatamente. (Kristeva, 91. 2001)
El tercer poema titulado Con él, es aún más interesante. La autora, para escribir este poema, tuvo que
recurrir a los pronombres (él, ella…) y, como es evidente, eligió el pronombre “él” para referirse a
la persona objeto del poema. Esto hace claro que la lesbiana aún no ha sido capaz de reconocer por
completo su condición de homosexual hacia fuera, es decir, no ha llegado a la etapa de “Establish Itself”
que menciona Velandia (Velandia, 102). A esto lo llama Diana Palaversich el “pánico lesbiano”, es
decir, “(…) cuando los personajes femeninos se muestran incapaces de asumir su identidad lesbiana, o
reconocer su deseo sexual como tal; o bien cuando las mismas narradoras y autoras del texto rehuyen la
palabra lesbiana (…)” (Palaversich, Documento 24 de Internet) y de esta manera contribuyen a seguir
conservando el sistema heterosexual.
Aquí, la autora ya supo que deseaba a las mujeres, tuvo una pareja mujer pero, aún así, el proceso de
reconocimiento interno y externo parece no haber terminado el ciclo. Como bien lo dijo Velandia, una
mujer puede haber tenido relaciones con otras mujeres y, aún así, declararse heterosexual si así lo desea,
porque cada quien es libre de ser lo que quiera ser y definirse a sí mismo como mejor le parezca27. Esto
también va incluido dentro de la ley de la diversidad28. En este caso en particular, de sus actos privados
para afuera, la autora parece seguir definiéndose como heterosexual. ¿Miedo? Quizá pero, sea como
sea, lo cierto es que la lesbiana aún no ha llegado al segundo duelo: el duelo con la sociedad por ser
homosexual.
Otro punto para destacar de este poema es que la autora, sumida en la frustración y en su primera decaída
amorosa, ha asimilado el amor con pérdida:
27
28
Revisar Capítulo I: ¿Qué es el lesbianismo?
Cada quien es libre de ser quien desee ser y definirse más le parezca. Revisar Capítulo II: Panorama actual
109
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
CON ÉL
Quiero estar con él/para que me diga en un silencio eterno lo que es amar, /para así yo entender/en cada palabra no
pronunciada lo que significa perder. (Fedra, 22)
Los seres humanos parecen darle a las palabras un cierto peso a su significado que varía acorde sus
situaciones cambian. Así, el lenguaje no sería un ente estático y carecerían de sentido los diccionarios,
esos libros a los que acuden las personas cuando necesitan saber el significado de una palabra. ¿Cómo es
esto? Sencillo, por ejemplo, si una persona está viviendo un momento extraordinario con su pareja y le
mencionan la palabra amor, ésta relacionará esta palabra con sentimientos afines a su situación amorosa:
felicidad, complementariedad, satisfacción, alegría, etc. Por el contrario, si una persona se encuentra en
una situación similar a la de la autora de este poemario, al oír la palabra amor inmediatamente cargará de
significados negativos a la palabra: frustración, pérdida, tristeza, dolor, etc. Si esto es así, y si es cierto
que las personas tienen el poder de dotar a las palabras de significado, es decir, que el lenguaje no es
un ente estático que rige el mundo desde su estaticidad, ¿sería posible entonces cambiar la noción de
heterosexualidad con su significado implícito de reglamentario y posibilidad única y correcta? Tal vez
sea posible, pero ¿cómo? Si el significado que dan las personas a las palabras depende de su situación,
lo que se debe hacer para que varíe el significado de la heterosexualidad como única opción posible,
es cambiar la situación actual de las personas heterosexuales. Es claro que para una persona que vive
al margen del sistema, como es el caso de una lesbiana, la heterosexualidad carece muchas veces de
sentido y, claramente, para ella la heterosexualidad NUNCA será la única opción posible por su situación
como homosexual. Por el contrario, para un heterosexual que vive tranquilamente dentro del sistema,
la heterosexualidad aparecerá ante sí como lo reglamentario, lo que se debe seguir y lo único correcto.
¿Cómo cambiar entonces su situación? Es claro que la idea no es convertir a todos los heterosexuales en
homosexuales, empezando porque esta premisa sería absurda e imposible, pero su situación cotidiana sí
puede cambiar si los homosexuales salieran a las calles y se comportaran como gente común y corriente
dejando de lado la clandestinidad. Así, la situación de los heterosexuales se vería seriamente alterada al
tener que convivir al lado de personas que ven y perciben el mundo de otra manera, y esta convivencia
llegaría al punto en que los heterosexuales se verían obligados a ver que su vida heterosexual es sólo una
opción entre muchas otras. Su situación cambiaría y se vería alterada y, por tanto, el significado del cual
dotaría a la palabra heterosexual. Una subversión del lenguaje por medio de una subversión en la vida
real. ¿Es esta la verdadera subversión, la verdadera ruptura del sistema heterosexual? Posiblemente sí.
En los siguientes poemas titulados De regreso a tu vida y ¿No puede?, la autora continúa su primer duelo,
un duelo que se hace aún más difícil cuando la persona que la ha dejado vuelve de cuando en cuando:
110
Tatiana Peláez Acevedo
Me besas.../tiemblo al reconocer mis faltas, /lloras calladamente el peso de mi tardanza. (Fedra, 23)
Es pertinente traer a colación en este instante a Klein, quien asegura que ese sentimiento depresivo (aquí
el duelo en sí mismo) genera a su vez una necesidad implícita de reparar los objetos perdidos. Kristeva
expone el caso del bebé que al perder la lactancia y entrar en una posición depresiva tiende a acrecentar
su amor hacia la madre en un intento por reparar ese objeto perdido (Kristeva, 92. 2001) En este caso,
la autora que siente perdido el amor de la mujer que amó (valga la redundancia), desde su posición
depresiva no sólo acrecienta su amor, sino que intenta a toda costa repararla, recuperarla, interiorizarla
de nuevo.
De hecho, la autora del poemario parece tener de vuelta a su amada por momentos, por cortos instantes
que le recuerdan lo que es sentir, pero también el peso de su propio fracaso en el amor:
Te alejas.../el silencio atestigua tu partida. /Me dejas.../la ausencia de palabras me condena. (Fedra, 24)
Sin embargo, esa persona vuelve a partir sin que ella pueda retenerla y vuelve a dejarla sumida en
soledad, una soledad que se niega a aceptar y, por lo mismo, se niega a aceptarse a sí misma. Se autocondena a seguir viviendo el primer duelo para negarse el segundo y más importante: reconocerse como
lesbiana ante la sociedad.
Lloro mis pies sin suelo,/ sacrifico los malos pasos,/ y añoro volver sobre mi estela. (Fedra, 24)
La autora sólo desea devolver el tiempo y opta por quedarse sumida en sueños despiertos producto de
su pasado, por lo que deja su presente relegado y sin atención. Es claro entonces que es más fácil para la
autora del poemario reflejarse en los demás, en este caso en la persona que ama, para definirse a sí misma.
Por supuesto, este reflejarse en los demás es necesario, sin embargo, cuando el ser humano se queda solo,
no queda más que su propio reflejo, y verse a sí mismo frente a frente es un proceso de reconocimiento,
por lo general, muy doloroso, más si se es homosexual y todos los espejos que ha construido la sociedad
para que el ser humano se refleje rechazan el propio reflejo.
Aún así, valdría recordar que este duelo al que se obliga la autora no tiene ya en absoluto que ver con la
mujer que ésta ama, sino con su objeto interno; dice Kristeva:
(…) ¿por qué es tan difícil aceptar que la persona amada ya no existe en realidad? Melanie Klein responde precisando
que el trabajo de duelo no tiene que ver con la persona real, sino con el objeto interno, y que implica la necesidad de
superar la regresión a los sentimientos paranoides, tanto como a las defensas maníacas, que es lo único que permite
restaurar un mundo interior vivo y vivible. Se trata de soportar la ausencia del objeto externo sin replegarse en la
111
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
identificación proyectiva. (Kristeva, 93. 2001)
Como bien dice Ricardo Arjona en su canción titulada Realmente no estoy tan solo: “Quién te dijo
que te fuiste/si uno no está donde el cuerpo/sino donde más lo extrañan/y aquí se te extraña tanto/Tú
sigues aquí/sin ti/conmigo/quién está contigo/si ni siquiera estás tú” Así, el duelo ya no es directamente
correspondiente a la mujer amada como tal, es decir, a esa persona externa que se fue. Ahora el duelo es
con ese objeto interno, ese poco que se quedó de esa persona dentro de la autora… los sueños a futuro,
los recuerdos, etc. Y es tanto el poder de ese objeto interno que, incluso para Arjona, esa mujer amada
parece estar más con él que con ella misma.
Finalmente, la autora en su poema ¿No puede? parece tomar conciencia de lo inevitable de su pérdida
para tomar distancia en un intento por acallar su sufrimiento y el amor que aún siente por esa persona que
partió. Sin embargo, este distanciamiento de esa otra persona, también implica un distanciamiento de la
situación y de sí misma. La lesbiana, al tomar conciencia de su pérdida inevitable, se lanza a verse a sí
misma desde la distancia, presenciarse en tercera persona para descubrirse y aceptarse en su condición.
Y efectivamente, la autora abre paso finalmente al segundo duelo: se acepta a sí misma y se reconoce
finalmente como lesbiana implícita, pues en su siguiente poema ya no aparece un “él”, sino un “ella”, una
mujer amada que se nombra desde el título mismo “La mujer ausente”. Este hecho de poner al objeto
de su deseo en el título implica ya un desafío de la lesbiana hacia el sistema heterosexual, una exigencia
de existencia y un grito de libertad, en definitiva, su entrada al “Establish Itself” en donde reconoce su
orientación sexual ante el mundo que la rodea (Velandia, 102). La lesbiana nombra finalmente las cosas
como son y, así, se reafirma en su condición de homosexual al reconocerse mujer que escribe a otra
mujer. Así, la ruptura con lo establecido se completa y se ensancha. La lesbiana, en su soledad, entiende
que no pertenece al sistema y lo acepta no sólo para sí, sino ante el mundo:
la mujer sin oscuros besos esquivos, /la mujer con visibles heridas sangrantes. (Fedra, 26)
Aparecen entonces dos mujeres: la mujer que ama y la mujer amada. Sin embargo, en este punto se
hace necesario retomar a Witting cuando afirma que una lesbiana no es una mujer, pues no cumple con
los requerimientos heterosexuales que se le impugnan a una mujer; la lesbiana es una nueva categoría
subjetiva que está más allá de las categorías de sexo (hombre/mujer). Dice Witting:
(…) para nosotras y para nosotros, (…) ya no puede haber mujeres y hombres y (…), como clases y categorías de
pensamiento o lenguaje, tienen que desaparecer política, económica e ideológicamente. Si nosotras como lesbianas
y ustedes como homosexuales seguimos hablándonos y pensándonos como mujeres y como hombres, estaremos
preservando la heterosexualidad. (…) Debemos producir una transformación política de los conceptos claves, es decir,
de los conceptos que son estratégicos para nosotras y para nosotros. (Witting, Documento 29 de Internet)
112
Tatiana Peláez Acevedo
Así, en sus poesías Witting nombra a su amada de muchas maneras que tratan de alejarse de las categorías de
sexo; he aquí algunos ejemplo: ““monstruo adorado”; “m/i muy atroz”; “comedora m/ía de podredumbre
m/i más nefasta m/i más inquietante”; “m/i inmunda”; “monstruo de todos el más cruel”; “abominable
dueña”; “monstruo de podredumbre”; “m/i más bello monstruo”; “m/i más atroz”; “m/i desventurada
dueña”.” (Balza, Documento 2 de Internet) Sin embargo, muy seguramente llegar a ese punto de salirse
incluso gramaticalmente de las categorías de sexo, le llevó muchos años a Witting, pues ser lesbiana y
concebirse como tal requiere de un proceso de constante reescritura en relación con lo social impuesto
(Flores, Documento 17 de Internet).
Por su parte, ciertamente la autora de este poemario no ha logrado llegar aún hasta donde ha llegado
Witting en ese largo proceso de reescribirse, pero sí se han dado avances notables: se pasó de referirse a
su amada como un “él” o una “sin género” (nunca se refería a su amada como un ella o un él), a hablar
de una mujer como objeto de su deseo. Es de rescatar entonces el hecho de que la autora haya logrado
superar en gran parte el “pánico lesbiano” del que habla Palaversich29.
Sin embargo, es cierto que el concebirse a sí misma y a su amada como mujer no ayuda a eliminar las
categorías de sexo, pues la autora continúa siendo una oprimida de los discursos heterosexuales, pero de
todas formas nombra una nueva categoría subjetiva al reconocerse a sí misma como mujer que escribe
poemas de amor a otra mujer que nombra; mujer sin estar en relación a un hombre deja de ser mujer.
Así, lo que hace la autora al nombrar a su amada como “mujer” es deconstruir y subvertir la categoría
de sexo “mujer”, pues esa mujer que ella nombra como tal no desea a su contrario “hombre”, sino a otra
“mujer”.
Asimismo, como bien lo dice Isabel Balza en su ponencia titulada El feminismo lesbiano de Monique
Witting, lo que nunca ha tenido nombre en la historia del pensamiento y la literatura es el amor lesbiano.
(Balza, Documento 2 de Internet) Es cierto que ese amor lesbiano debe encontrar un nombre propio lejos
de las categorías de sexo, pero parece que la autora de este poemario que apenas ha logrado reconocer
su amor lésbico, no está aun dispuesta a dárselo.
Sin embargo, se hace evidente el esfuerzo de la autora por nombrar su amor lesbiano por primera vez
(aunque no sea directamente ni con nombre propio) y así, el lenguaje comienza a romper con lo externo
para que la autora pueda comenzar a crear un nuevo espacio conceptual en donde ese amor lésbico tenga
su lugar. De esta forma, aunque no se eliminan las categorías sexuales, como habría querido Witting,
(Balza, Documento 2 de Internet), sí se transgreden, pues la autora acaba con el binarismo que plantea
29
Ver Bibliografía: El pánico lesbiano en Réquiem por una muñeca rota
113
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
que sólo es posible el amor entre un hombre y una mujer para darle forma a un amor entre dos mujeres
que rompe por completo el esquema.
Al nombrar estas nuevas formas de existencia, estas nuevas formas de amar, ya no sólo hay hombres y
mujeres, sino que aparecen lo que Witting y Butler tanto deseaban:30 también hay lesbianas, homosexuales,
travestis, y todo aquél que acepte el desafío de nombrarse, aunque la autora de este poemario, como
se dijo, aún no se haya lanzado a nombrarse como lesbiana y no como mujer. En el lenguaje está la
clave de la existencia y, así, desde el momento mismo en que la autora decidió nombrarse a sí misma,
al objeto de su deseo y hacer visibles las complejidades posibles, se lanzó a sí misma y a su amor al
lugar de la existencia. Por si fuera poco, este lanzarse a la existencia por parte de la lesbiana cuestiona
inmediatamente lo impuesto y las leyes que se tenían como incuestionables.31
La autora de este poemario ha asumido por fin el reto de Monique Witting: hablar como sujeto autorizado
y no desde la clandestinidad. Sin embargo, aún le queda un largo camino para descubrir que la categoría
“mujer” ya no podrá seguir siendo el nombre apropiado para denominar a su amada, porque no es mujer,
ni es hombre, es lesbiana y, por tanto, está por fuera de las categorías de sexo32. Este quedar por fuera
le implicará entonces dejar de tratar de identificarse con las identidades impuestas para reconstruir una
identidad propia, diferente de las establecidas, lo que será un proceso largo y, quizá, doloroso.
Lo cierto es que la lesbiana llevó a cabo por fin al segundo duelo: aceptarse y reconocerse en su condición.
¿Cómo llegó a él? Cerrando el primer duelo al resignarse por fin a su pérdida, “es la aceptación final
firmada por tu partida.” (Fedra, 26), y sacando la valentía para dejar de verse en los demás y pasar por
fin a verse a sí misma frente a frente para construirse como una nueva persona, una nueva lesbiana. Para
su sorpresa, el espejo de lo impuesto cedió y se rompió en mil pedazos cuando ella escribió: “La mujer
ausente”
Es entonces, luego de haberse resignado a perder a la persona que amaba y de haberse reconocido en
su condición, que la lesbiana comprende el peso de la soledad y lo que significa ser una lesbiana sola.
De hecho, los seres humanos están inevitablemente, a pesar de estar rodeados de personas en su mundo
exterior, a ser seres solitarios en su mundo interior. La autora del poemario no sólo se siente terriblemente
sola por la pérdida de su persona amada, sino que se siente sola en sí misma y quizá, la pérdida lo único
que hizo fue recordarle su destino irrevocable de ser solitaria. Klein atribuye esta soledad interna a dos
cosas: la conexión preverbal del bebé con la madre es tan completa que, cuando se rompe, el superyo
30
31
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Ver Capítulo I: Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje
Revisar Capítulo I: Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje
Revisar Capítulo I: Heterosexualidad: una ficción construida por el lenguaje
Tatiana Peláez Acevedo
continúa exigiendo esa misma conexión absoluta y completamente satisfactoria, (Kristeva, 129. 2001)
conexión que, claramente, nunca se volverá a dar más que por cortos instantes, razón por la cual también,
el amor nunca será plenamente satisfactorio.
En el poema Desierto es claro que la autora se hace conciente de esa soledad irrevocable y añora
terriblemente volver a amar a otra mujer para escapar aunque sea por un instante de su destino solitario:
Me deshidrato de besos carentes de exclusividad,/ seca de piel ajena llora mi alma lágrimas desérticas. (Fedra, 28)
Ve su vida como un desierto en donde no hay agua, en donde no hay nadie más que ella en soledad:
Tormentas de arena violentan mi despertar, /y una sed de muerte se descubre en soledad. (Fedra, 28)
Y verse solo no es fácil, más si se es lesbiana, pues esa soledad no implica solamente el estar sola,
sino también un estar sola en contraposición contra el mundo, ese “ellos” que la autora mencionó con
anterioridad y al que tanto le temía, hasta el punto de preferir silenciar. Sin embargo, ahora que ha
decidido dejar el silencio, la lesbiana se enfrenta ante un silencio por el que no ha optado: el silencio de
hallarse sola. Y desde este nuevo silencio, la lesbiana hace sus Primeras declaraciones.
Una
razón
para
guardar
silencio,
/mil
para
salir
corriendo.
(Fedra,
29)
Y la razón para guardar silencio esta vez no es el temor o la comodidad de la clandestinidad… la razón es
que no quedan más opciones cuando sólo quedan el ser humano y la soledad. Al comienzo, para la autora
reconocerse en soledad es difícil y en el poema Primera declaraciones se evidencia cómo experimenta
un fuerte odio hacia sí misma producto de la posición depresiva hasta casi echarse a la pena “y decido mi
autodestrucción” (Fedra, 29). Sin embargo, también hay rastros en sus palabras de una reflexión interna,
pues la soledad lleva a la reflexión inmediata del propio ser.
Presiento
la
culpa,
dejado, /lo mucho
/huelo
el
hedor
que he perdido,
del
/lo
propio
insano
desprecio,
/miro
lo
poco
que
de continuar existiendo. (Fedra,
he
29)
La autora mira hacia el pasado, se evalúa y encuentra culpable de haber destruido al ser amado o, como
diría Klein, al objeto bueno, lo que se convierte en un proceso doloroso, como se podrá ver. Incluso,
llega a considerar que existir no es sano, quizá como lesbiana o, quizá, como ser humano. Se odia, se
desprecia, se culpa… todo para ver que al final, continúa sola.
Desplaza la inmundicia al orgullo, /el dolor a la dignidad.../y al final, /se materializa la aterradora soledad. (Fedra, 29)
115
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
Al final, desde el hoyo negro (posición depresiva) desde el que escribe la autora, después de odiarse,
culparse y llorar su propia existencia, ya no le queda orgullo ni dignidad… lo único que le queda es su
soledad.
Cabría preguntarse entonces: ¿esto es una lesbiana en soledad? ¿Un ser que se odia, se culpa, que cae
hasta al fondo para probar el polvo, que ve en la vida un sin sentido? ¿Es acaso esto lo que ve una mujer
homosexual cuando se mira en el espejo frente a frente?
No, por supuesto que no. Como dice Kristeva, no hay que considerar esta posición depresiva como algo
enteramente negativo, pues puede haber ganancias, “(…) el sadismo se convierte en tristeza, la nostalgia
atenúa la destructividad, y el sol negro de la melancolía profundiza al yo, el cual, en lugar de escindir y
renegar, reelabora-reprime-repara-crea.” (Kristeva, 105. 2001) Como se puede ver en el poema que sigue
titulado ¿Cómo? (Págs), llega un punto en que la autora, desde su posición depresiva, empieza a dejar de
lado esas actitudes autodestructivas que van en contra de sí misma y de su propia existencia saludable,
para experimentar nuevos sentimientos que son un poco más pasivos, como la nostalgia, la tristeza y la
melancolía, desde las cuales la autora puede volver a construirse como ser solitario que no depende de
nadie. Incluso, en este poema la autora llega de repente a un punto en su estado de soledad en que deja
de repente de sentir. En el poema titulado ¿Cómo? se ve que llega un punto en que esta mujer casi se
anestesia. “Pues es así como siente mi vida la nada.” (Fedra, 30) Entonces todas las buenas cosas de la
vida ya no duelen por no tenerlas, sino que simplemente carecen de sentido: reír, llorar, escribir, ganar,
amar, soñar, etc. La vida es un gran vacío negro y profundo que ha dejado de doler.
6. Sueños
Al parecer, luego de enfrentar su soledad hasta las últimas consecuencias, la lesbiana ve la luz en alguna
parte del camino. Sigue sola, pues es imposible escapar, pero ya no llora, ya no grita, ya no se odia…
simplemente ha aceptado su destino solitario. A respecto Klein asegura que la mejor opción ante la
soledad no es combatirla, pues no hay posibilidad de ganar, sino aceptarla y aunque esto no hace al ser
humano más feliz, sí lo hace más sereno y más verdaderos. (Kristeva, 130. 2001)
VIVO
Llorar…/vaya recuerdo borrado por unas lágrimas/ya evaporadas por el tiempo/y el desvanecido dolor de un pasado
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Tatiana Peláez Acevedo
lejano./… Ahora vivo el olvido de un llanto eterno. (Fedra, 31)
La lesbiana ya no sufre, ya no siente dolor… el propio proceso de aceptación en soledad ha sido duro,
pero ha terminado. La mujer homosexual ya puede verse en el espejo sin temor, pues sabe perfectamente
quién es y no tiene ningún reparo en admitirlo. La ruptura con el sistema ha finalizado y, desde este punto,
la lesbiana se cree en el derecho de exigir por ocupar un lugar dentro de la sociedad por quien se es. Ya
fingió, ya se ocultó, ya se negó a sí misma… ha llegado el momento de afirmarse como homosexual, no
sólo para sí, sino ante los demás, ese “ellos” al que anteriormente tanto le temía.
LUCHA
Tengo que luchar siendo consciente de mi soledad/ e inconsciente de mi destino. (Fedra, 32)
La autora sabe que la lucha consigo misma terminó, pero sólo para dar comienzo a otra: la lucha por
lograr la aceptación de la sociedad. Todas las lesbianas activistas, pertenecientes a todos los movimientos
LGBT, sin duda, ya se encuentran en este punto de su vida. Finalmente, la autora de este poemario ha
asumido con valentía su soledad como un lugar para su reafirmación y no para su autodestrucción, y ha
decidido continuar con la cabeza en alto para demostrar que una lesbiana en soledad no se conforma con
dejarse arrastrar por la depresión, la culpa, el llanto o sentimientos suicidas.
La mujer homosexual que aprendió a reconocerse a sí misma y logró materializar por completo la ruptura
con lo establecido, levanta la cabeza para demostrar que, como cualquier otro ser humano, puede tener
decaídas o etapas de depresión (por supuesto para una lesbiana la depresión puede ser más fuerte, pues
debe enfrentarse contra sí misma y contra la sociedad, hecho que nunca será fácil), pero también puede
salir de ellas para llevar una vida normal y satisfactoria, como cualquier persona heterosexual.
Inclusive, en este punto de su vida, la autora puede darse de nuevo el privilegio de soñar. Soñar es renacer,
es creer y visualizar una vida mejor. ¡He aquí el motivo de la lucha de las lesbianas en la vida pública!33
Son lesbianas que sueñan, que creen en una sociedad más abierta, que las acepte tal cual son, así como
ellas han aprendido a hacerlo con ellas mismas, que claman por la ley de la diversidad y no descansarán
hasta verla imponerse sobre el sistema heterosexual.
Justamente en el poema Sueños, la autora le escribe a los sueños, esos mismos que la raptan de la realidad
y la dejan visualizar presentes y futuros prometedores.
33
Revisar Capítulo II para ver cómo ha sido la lucha de las lesbianas en la vida pública.
117
Construcción del sujeto homosexual femenino en el poemario “Rupturas” de Fedra
Bórrenme de lo real/y compongan mi poesía/en su papel de tierras fértiles, /lejanas…
No me abandonen, /no deseo abrir los ojos /para descubrir que mi Dios /se olvidó de escribirla. (Fedra, 33 -34)
La autora sueña a su mujer ideal y casi clama por su existencia real. Sin duda, un ser humano que vuelve
a soñar, es un ser humano que vuelve a vivir y ha recogido el valor necesario para darle una segunda
oportunidad a la vida y al amor, pero ante todo, a sí misma. A este respecto dice Kristeva que “(…) la
experiencia dramática de la soledad se curva en un sentimiento omnipresente de abandono, que revela ser
casi un conocimiento lúcido de nuestra condición de seres separados, rechazados de un paraíso que sin
embargo era un infierno, pero que nuestro superyó no cesa de idealizar para convencernos de que estamos
en deuda con lo imposible.” (Kristeva, 130. 2001) La autora se aferra en este caso a lo que Kristeva llama
imposible y lo idealiza. Imposible: tener siempre el amor de la persona amada y amarla por siempre, y a
la vez lo idealiza al soñar con el amor ideal, ese que nunca va a tener porque simple y sencillamente no
existe. Sin embargo, el ser humano se alimenta de sueños y entonces la persona se aferra a la esperanza de
tener y encontrar a su alma gemela, esa que no existe ni para los heterosexuales ni para los homosexuales,
así que no importa si se es o no homosexual: sencillamente la realización amorosa plena, nunca estará en
manos del ser humano.
118
BIBLIOGRAFÍA
119
Bibliografía
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